Historia de Las Islas Cies
Historia de Las Islas Cies
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Cuando se comenzó a fraguar este libro el primer
pensamiento de sus autores estuvo en Pedro Díaz
Álvarez. Los motivos son numerosos. Pedro Díaz es un
hombre que llevas su profesión de maestro muy dentro,
por ello siempre ha tenido un espíritu inquieto que le
condujo a escudriñar en la historia de Galicia, primero
desde su puesto de guía en el Museo Municipal de Vigo,
luego como conferenciante y más tarde recorriendo la
ciudad enseñando a las jóvenes generaciones el olvidado
y mágico Barrio Viejo, y también como arqueólogo, en
compañía de sus grandes amigos como el desaparecido
José María Álvarez Blázquez, participando en los primeros
trabajos importantes que se efectuaron en el Sur de la
provincia de Pontevedra, con estudios y publicaciones
sobre piezas arqueológicas, preferentemente sobre res-
tos de la cultura romana en Galicia. Pero lo más sobre-
saliente de Pedro Díaz es el profundo amor que siempre
ha mostrado por la naturaleza. Fue uno de los primeros y
grandes amigos de los espacios naturales de la ría de Vigo,
lo que le llevó a redescubrir las islas Cíes, cuando no eran
más que un paraíso tan próximo como lejano. Su libro
“Las islas de los dioses” ha sido el primer intento de
ofrecer a todos una visión histórica-paisajística de las
islas, sin dejar de ser una defensa de las mismas.
Este libro desea continuar esa idea. Por todo ello
queremos dedicar esta publicación al hombre que más
escribió sobre las Cíes y más veces ensalzó sus bellezas,
agradeciéndole su trabajo y clamor y el respeto que trans-
mitió siempre hacia nuestro entorno natural.
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DESCRIPCION TOPOGRAFICA
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El clima es Atlántico, suave sin inviernos fríos pero
si húmedos. La temperatura media anual es de 15 grados,
dándose la circunstancia de que en todas las estaciones la
temperatura en las islas es superior, en uno o dos grados,
a la de las tierras limítrofes.
LAS ISLAS
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tan la isla, además del proceloso océano Atlántico
en todo su inmensidad.
Existen varias construcciones, hoy en ruinas, que
pertenecieron a antiguas fábricas de salazones.
Sobre una de éstas se levantó el local de la empre-
sa encargada del transporte marítimo desde Vigo,
y que es también la propietaria del muelle exis-
tente al Norte de la playa de Rodas. En sus proxi-
midades fue instalado un monolito que recuerda
la visita del Jefe de Estado del anterior régimen.
Existe también un faro, el do Peito, situado en la
costa bajo el Monte Agudo, que baliza la entrada
a la ría de Vigo por el denominado Canal Norte.
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De siempre existieron construcciones en su zona
central como viviendas de particulares, la casa del
Guarda Forestal, un parador para los operarios de
ICONA, un camping, los restos de un monasterio,
los antiguos almacenes de los Carabineros, y un
cementerio cerca de la costa.
Posee un muelle, el de Carracido, en la ensenada
del mismo nombre con un manantial de agua po-
table cerca.
Además del faro citado anteriormente existe un
faro baliza, conocido como Faro do Príncipe, que
señaliza el estrecho que separa esta isla de la Sur,
paso llamado Freu da Porta.
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destruirla y las olas rompen el paso y entran en el lago
afectando al arenal de la playa, con lo que las islas vuelven
a quedar separadas.
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interior de la isla, algunas ruinas de viviendas
cuyo origen preciso se desconoce.
Al Sureste de la isla está instalado un faro, en los
altos de cabo Vicus, que baliza la entrada en la ria
de Vigo por el Sur.
Hay dos muelles: uno, situado al Sur de la playa,
que está casi totalmente destrozado por la falta
de cuidados y el paso del tiempo; y otro que se
localiza en la costa, más al Sur, para el servicio de
mantenimiento del Faro de Vicus.
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1-DESCRIPCIONES DE LAS ISLAS
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pequeña y cuasi inaccesible por ser de peña
tallada. Con no entrar allá gente y con criarse
allí muchas aves hay muchas y grandes cule-
bras que se mantienen de los huevos y los
pollitos…”
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que era la segunda en magnitud porque entra
mucho en el mar. Llamase Area de Roda, es la
más habitable y hay en ella las ruinas de un
monasterio. La tercera isla de Bayona, y más
austral, se llama la isla o Area de S. Martín.
También hay en ella ruinas de otro mo-
nasterio….”
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Por todas estas circunstancias fueron estas
yslas siempre mui frecuentadas delos corsa-
rios moros siendo frase vulgar entre aquellos
naturales decir que el Emperador de los turcos
era señor de estas yslas de manera que con
mucho rezelo se arriman a ella y las pobla-
ciones de la costa inmediatas se contemplan
sumamente expuestas aqualquiera insulto de
los enemigos…”
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2-LOS NOMBRES DE LAS ISLAS
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armas de bronce utilizados a diario. La zona donde se
concentraban las minas de estaño, se la llamaba las
Cassiterides, y se marcaba su carácter insular. La ruta ma-
rítima hacia éstas era un secreto que solamente mane-
jaban los mercaderes púnicos, que lo defendieron mu-
chas veces, como cuenta STRABON:
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provendría el actual CIES. Dicha forma se debe proba-
blemente a que el escribano quiso reflejar el “seseo” de
la zona.
Otra conocida forma: CICCAE= CICAEORUM, por
la que se inclinaba el P. Sarmiento, parece menos proba-
ble, aunque tenga una base en el latín.
Otros autores piensan que el término SYAS, como
posible derivación del adjetivo latino Siccae (que significa
secas), es el más adecuado.
Todavía hoy en algunas zonas de la ría de Vigo se
las denomina FICAS que podría venir de la voz griega
SYKON, que latinizado seria SYCUS, que significa higo,
quizás en referencia a las abundantes higueras existen-
tes en las islas. No obstante, el propio X. Dasairas se in-
clina por el término SYCAS con posible derivación a FICAS
y con la misma significación que FICUS.
Los términos citados parecen referirse a las de-
nominaciones que los habitantes de las zonas limítrofes
usaban al referirse a las islas. No obstante en algunos
documentos antiguos se pueden encontrar otras deno-
minaciones. Así Ambrosio de Morales en su viaje de 1572
recoge que algunos las llamaban PALOMERAS, quizás en
referencia a la gran cantidad de aves marinas y palomas
que nidificaban en ellas, y los más BAYONAS, término este
que se generalizo durante la Edad Media.
Con respecto a las denominaciones aplicadas a las
islas citaremos algunas de clara raíz latina, que fueron re-
cogidas por diferentes historiadores españoles.
El Dtor. Huerta en sus “Anales de Galicia”, tomo I
cap 1, afirma que la isla Sur se llamó antiguamente LACIA
y la del Norte ALBIANO. Estos mismos nombres son
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recogidos en la “Historia de España” del Padre Mariana y
en la “Geografía Histórica” del P. Pedro Murillo Valverde.
Abundando en estas denominaciones, Julián Pérez dice
que la punta del monte más alto de la LACIA se llamó
CISARON, nombre que tomó en honor de una dama que
dio lecha a la hermana de la reina Hecubea.
Concretando, las islas Cíes tuvieron los siguientes
nombres, amén de Cassiterides o islas de Circe:
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3-TOPONIMIA
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de ladera del monte donde está situado el Faro
grande, en la que hay restos de terrazas, un con-
cheiro y algunos abrigos usado en época castre-
ña. Esta denominación nace con el uso de dichos
aterrazados para cultivar cereales por parte de
unos colonos castellanos.
-Alto de Carnecido.
-Alto Campana= Su nombre puede proceder de
una piedra abaladoira o de una piedra horadada
por el agua y el viento.
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fueron diaclasas o grietas que abrió el mar y que me-
diante derrumbes llegaron a convertirse en grutas o
túneles geológicos. En ellas se refugian numerosas aves
de las que habitan en las zonas rocosas de las islas.
En la isla Norte se conocen las de: da Porta, dos
Pesos, de Marín, de Entrepezas, de Balcón, de Percha, da
Baixada, de Chancelas, do Cortello, das Bogas, da
Campana y das Follas. Sobre algunas de estas furnas
existen historias que tratan de su formación o de episo-
dios que allí tuvieron lugar. Tal sucede con la Furna dos
Pesos de la que se cuenta que oculta los tesoros de
algunos galeones hundidos en las aguas próximas, que
están protegidos por sus dueños, fantasmas atrevidos y
blasfemos que defiende los muchos pesos allí depo-
sitados.
En la isla Sur se conocen: la Furna da Religiosa, da
Cancela, de Vicus, da Galeira y dos Gabotos.
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4-FLORA Y FAUNA
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(digitalis purpúarea); así como otras especies relacio-
nadas con cultivos como la Hierba Mora (solanum
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nigrum), el Estramomo (datura stramonium), la Ortiga
(urtico urens) de gran difusión y que aparecen en tama-
ños considerables y la Ruda (ruta graveoleus).
Entre los arbustos destacan el Rosal, la Hiedra y
las Zarzas.
Las especies arbóreas existentes en las islas fue-
ron, en su mayoría, introducidas por los planes de repo-
blación forestal y por los habitantes de las mismas.
De los árboles considerados como autóctonos se
pueden encontrar todavía ejemplares de Roble (quercus
pyrenaica), Abedul (bétula celtiberica), Aliso (alnus
glutinona), Higueras (ficus carica) y Sauquillos (sambucus
ebulus). De los de repoblación forestal destacan el
Eucalipto (eucaliptus globulus), el Pino (pinus pinaster), la
Acacia (acacia melanoxylon) y la Falsa Acacia (robinia
pseudoacacia). De los árboles ornamentales encontrare-
mos el Platano (platanus hybrida), el Fresno (fraximus
amiricana) y el Ciprés (cupressus macrocarpa); y de los
frutales: el Manzano (malus comunis), el Cerezo (cerasus
arium) y el Naranjo (citrus aurantium).
La FAUNA en las islas Cíes es numerosa, predo-
minando las especies relacionadas con el medio marino.
Entre los mamíferos podemos citar una enorme
cantidad de conejos, ratas, algunas musarañas y nutrias
(de costumbres nocturnas y que crían en las furnas), así
como cabras. De éstas últimas sólo quedan algunos ma-
chos cimarrones en la isla Norte, puesto que en una
cacería, ocurrida en 1978, abatieron a las hembras.
Entre las aves terrestres destacaremos las Chovas
Petirrojas, las Palomas, los Cuervos, las Grajillas, los
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Vencejos, los Colirrojos, los Pardillos, las Currucas, así
como algún Halcón Peregrino y Cernícalos.
En los bosques se pueden encontrar Gavilanes,
Azores, Tórtolas, Mirlos, Verderones, Jilgueros, Abu-
billas, Gorriones, Aviones, Carboneros, Picapinos y un
largo etc.
Por el contrario son pocos los animales anfibios,
de los que sólo se han localizado Salamandras y Culebras,
mientras que los lagartos están abundantemente repre-
sentados en sus diferentes variedades y tamaños.
En ocasiones se pudieron avistar en las Cíes aves,
poco comunes por estas latitudes, como Alcatraces, Alcas
y Flamencos.
Pero lo más llamativo de esta fauna de Cíes es la
gran cantidad de aves marinas existentes. La peculiari-
dad de las mismas ha aconsejado que se creara una
Reserva Integral de Aves Marinas que protege todas las
especies y prohíbe la destrucción de nidos, por lo que se
aconseja a los visitantes que no transiten por las zonas de
nidificación. Otra medida que beneficia la conservación
ecológica es el control y la restricción del número de visi-
tantes en el época veraniega, tratando de que la “inva-
sión” incontrolada de los mismos pueda dañar el eco-
sistema biológico y las bellezas naturales.
En la isla Norte, por encima del Faro do Peito, se
localiza uno de los observatorios de aves que tiene el
Parque Natural. Es una pequeña caseta que asoma hacia
la parte más septentrional de la isla en donde nidifican las
gaviotas argénteas. En la isla de O Faro existe otro sobre
los acantilados de la cara Oeste en el alto de A Campana.
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Las Gaviotas Argénteas (larus argentatus micha-
ellis) constituyen el 70% de las aves existentes en las islas.
Mide 56 cms, de cuerpo grueso, pico amarillento con la
mitad superior más larga que la inferior, y un extremo
dirigido hacia abajo, un buche de plumaje albino y unas
alas de color gris con las puntas oscuras. Nidifica en las
paredes y los acantilados de la cara Oeste de las islas,
frente al mar abierto, poniendo en sus nidos unos cuatro
huevos moteados, una puesta que efectúan en Abril o
Mayo, naciendo los polluelos sobre Junio.
También se localizan ejemplares de Gaviota
Sombría (larus fuscus) de menor tamaño que la anterior,
aproximadamente de 53 cms de longitud con las patas
amarillas y el dorso negruzco. Anida en zonas menos
abruptas, siendo más voladora que la argéntea. Parece
ser que son los únicos ejemplares que quedan en Galicia.
Los Cormoranes Moñudos (phalacrocorax aris-
totelis) son grandes aves acuáticas con 76 cms de lon-
gitud de un plumaje negro verdoso, buche blanco, pico
amarillo recto y ganchudo en su extremo, que tiene de-
bajo una membrana dilatable, cuello largo y dedos con
membranas. Se alimenta de los peces que captura en sus
inmersiones, realizadas con una agilidad sorprendente.
Nidifican en el suelo, en los árboles o en las pare-
des rocosas de los islotes. En las islas Cíes también utilizan
las furnas, en las que ponen sus huevos de color azul
pálido o verde azulado. Sus excrementos forman el
conocido como “guano”. En este hábitat suele anidar
ocasionalmente bajo las piedras, hecho que es inusual en
los ejemplares de la misma especie que se localizan en
Gran Bretaña y en las costas Balcánicas.
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Los Araos Comunes (uria aalge), también llama-
dos Pitorros, pertenecen a la familia de las aves alcifor-
mes. Los localizados en las Cíes son araos de la sub-
especie ibérica que se conocen como los pingüinos galle-
gos. Son excelentes nadadores y buceadores, y viven en
mar abierto alimentándose de peces, moluscos y otras
piezas acuáticas. Durante la primavera la región superior
de su cuerpo es de color negro parduzco, mientras que la
inferior es blanca, excepto la zona de la garganta es negra.
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En invierno la garganta se torna blanca y moteada.
Nidifican en los acantilados e islotes poniendo un solo
huevo piriforme, que incuban en colonia. Habitan en los
mares y costas septentrionales, pero en invierno emigran
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hacia latitudes más al Sur. Existen algunas parejas que
anidan en las más inaccesibles “furnas” de las islas, como
la de Os Pesos, en la que quedan los últimos ejemplares
de Galicia.
Tampoco resulta extraña la presencia de Delfines
en las aguas que rodean las islas. Más de una vez fueron
vistos en los alrededores, tanto en su costa Oeste como
por la interior, persiguiendo los bancos de peces que se
refugian en las tranquilas aguas de la boca de la ría de
Vigo.
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5-EL PARQUE MARINO
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Los artefactos más antiguos localizados parecen
ser unas anclas de piedra de dos o tres agujeros, que se
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rescataron en la costa interior de la isla de S. Martín. Son
éstas unos bloques de piedra, de un peso comprendido
entre los 11 y los 80 Kg., y 720 mm de dimensión máxima,
provistos de orificios que los atraviesan de parte a parte
en perpendicular a sus caras planas. Estas anclas tienen
paralelos en las costas libias y en el Mar Negro.
Muestras de naufragios de embarcaciones roma-
nas aparecieron en el bajo do Carrumeiro, frente al cabo
de Vicus y en las cercanías del islote de Viños.
De la época del comercio con América y las gue-
rras con Inglaterra se han localizado restos de galeones
en el Carrumeiro, en Freu de Porta, en el Canal Norte y al
Sur, en los bajos que rodean el islote de Agoeiro.
Algunos de estos restos son más modernos y han
ido acompañados de hechos desgraciados de los que
hemos tenido referencias escritas. El 20 de Febrero de
1857 el vapor inglés MADRID, de la Compañía Peninsular
y Oriental, al entrar en la ría de Vigo, embarrancó en la
punta Robaleira. La lista se prolonga con el CAP DE
BREMEN, el HINGLAND PRYDE en 1929, el TELENA, el
pesquero de Moaña AVE DE MAR en 1956, del que existe
una cruz recordatoria del suceso en Punta Galera, el
POLYCOMANDER, con su carga contaminante y más
recientemente el pesquero MARVEL que fue a estrellarse
en los acantilados de la isla Norte.
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6-HISTORIA
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Estos útiles son difíciles de encuadrar cronológi-
camente porque son unos materiales atípicos que pervi-
ven durante un tiempo dilatado.
MESOLITICO
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De las etapas prehistóricas siguientes Neolítico,
Megalítico, Calcolítico y Edad del Bronce, todavía no se
encontraron restos que evidencien la presencia humana
en las islas Cíes.
CASTROS
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En este yacimiento se ha podido localizar uno de
los basureros, con restos de lapas, berberechos, huesos y
fragmentos cerámicos. Dicho concheiro se encuentra
situado en la parte baja de la ladera.
Al lado opuesto de la isla se pueden encontrar los
restos de un poblado castreño, de una cronología com-
prendida entre el 500 y el 100 antes de Cristo, que ocupa
toda la ladera Sureste del monte Faro, desde las inme-
diaciones del mismo hasta las zonas costeras próximas al
Faro do Príncipe. En toda esta extensión de terreno exis-
ten estrechas terrazas, actualmente llenas de vegetación,
en las que se pueden encontrar, en superficie, fragmen-
tos de cerámica castreña, que la lluvia arrastra y deja al
descubierto. Entre los raros muros visibles se han loca-
lizado algunos molinos de mano, piedras talladas y um-
brales de viviendas, aunque no es posible definir casas
circulares (5).
Desde hace tiempo se tiene conocimiento del
concheiro (basurero) principal del poblado. En diferentes
trabajos realizados en el mismo, de entre los que cabría
destacar el efectuado por el profesor Vázquez Varela (6),
se han podido identificar las especies de los animales,
peces y mariscos que integraban el régimen alimenticio
de sus habitantes.
Entre los mamíferos se encontraron: suidos,
óvidos, caprinos y bóvidos; además de restos de diferen-
tes aves y conejos.
Entre los peces: maragotas y robalizas.
Entre los mariscos: lapas, berberechos, ostras y
almejas.
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Las especies marinas citadas abundan en las pla-
yas y aguas próximas, donde serían recogidas o pescadas
y transportadas al poblado en cestos construidos con
fibras vegetales.
D. Pedro Díaz, gran amante de las islas, encontró
en el concheiro de Las Huertas o As Hortas, que así se
denomina este castro, un anzuelo de bronce y una fíbula
del mismo material.
Las cerámicas presentan una rica decoración, de
gran plasticidad, en la que se combinan formas geomé-
tricas con elementos figurativos. Así se pueden encon-
trar decoraciones a base de espiguillas, dientes de lobo,
rombos, líneas en zigzag, e impresiones de “eses”,
“patitos”, equis y círculos. Junto con todo esto se han
localizado: Un microlito cuneiforme con pulimento bifa-
cial y una hachuela, también con pulimento bifacial en
planos coincidentes en afilado arco cortante, ambas de
clara tradición neolítica. Estos últimos útiles fueron recu-
perados por Pedro Díaz.
El poblado castreño de Las Huertas fue poste-
riormente romanizado, aunque de forma poco intensa,
debido quizás a que sus ocupantes lo abandonaron cuan-
do conquistaron estos territorios los romanos.
Probablemente relacionado con este periodo
castreño, o anterior al mismo, señalaremos la presencia
de una cortada en la isla Sur. El tipo de cortada es pare-
cido a otras que constituyen minas a cielo abierto que se-
guían las vetas de metales primarios como el cobre y el
estaño. Ésta en concreto arranca de la zona alta del
monte, y continúa ladera abajo, con un ancho entre los
seis y los quince metros y una profundidad difícil de
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calcular por la espesa vegetación de la hondonada, hasta
el borde del mar. No obstante prosigue bajo el mismo
unos diez metros lineales, hasta una profundidad de
cuatro metros.
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ROMANIZACION
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concretamente, en otro párrafo, a la altura del Minius
(Miño) frente Iberia, denominándolas también SIccae.
La referencia escrita más antigua sobre estas islas
la realiza HERODOTO (485-425 a.C.) que habla de unas
diez islas del Estaño que existen en el mar septentrional
de Europa, de donde recibían el estaño los pueblos medi-
terráneos.
La cuestión de las Cassiterides no está clarificada.
Las islas citadas en los textos son para algunos inves-
tigadores las existentes en las costas gallegas, mientras
que para otros son las localizadas en la zona de la Bretaña
Francesa o las islas Británicas.
Además de estas posibles visitas de los coloni-
zadores mediterráneos, el primer contacto de estas tie-
rras y sus pobladores con una alta cultura mediterránea
fue a través de la expedición que JULIO CESAR realizó en
el año 60 a.C. De esta expedición existe un episodio que
puede referirse directamente a las islas Cíes. Cuando el
caudillo romano avanzaba hacia el Norte a través de la
Lusitania, ordeno bajar a la llanura al pueblo HERMINIO,
que vivía en la Sierra da Estrela. Como estos se negaban,
Julio Cesar los atacó y derrotó. Más tarde los Herminios
se sublevaron y en su huida de las tropas romanas se
refugiaron en una isla próxima a la costa. Cuando llega allí
Cesar, envía a las tropas romanas en naves improvisadas
al asalto, pero estas son diezmadas, salvándose a nado un
solo hombre llamado Publo Celsio Sceva. Al ver esto, el
jefe romano decide esperar a que lleguen los navíos que
acompañaban su expedición hacia el Norte y con ellos
atacó la isla, arrasándola y sometiendo a los sublevados.
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En algunos textos se recoge que primero desem-
barcó en la isla de Lancia y luego en otra cercana.
Numerosos autores consideran que el lugar don-
de sucedieron estos hechos está en las Cíes, otros no. La
transcripción de los textos romanos plantea muchos inte-
rrogantes por lo somero del relato, quedando puntos
oscuros. No obstante, Julio Cesar debió saber de la exis-
tencia de las Cíes, y con seguridad las conoció al seguir
costeando hacia el Norte para llegar hasta Brigantium (La
Coruña), punto final de la expedición.
La presencia de los romanos en las islas no sólo
está confirmada por la aparición de cerámica romana en
el castro de Las Huertas, sino que también por la loca-
lización de tégulas (tejas rectangulares típicamente roma-
nas) en la zona comprendida entre el Lago dos Nenos y las
ruinas del convento.
La visita de ciudadanos romanos no es de extra-
ñar si tenemos en cuenta que en las proximidades de las
Cíes, en tierra firme, se localizan unas “villae” romanas.
Las villas eran unos establecimientos para la explotación
agropecuaria de un territorio, que pertenecían a personas
que asumían el poder político del Imperio, siendo auto-
suficiente y comerciando con parte de su producción. En
las cercanías de las islas se conocen las villas de : Borreiros
(Ramallosa), Panxon (Nigran), Sobreira (Oya), Canido,
Alcabre, Coia (Vigo), Rodeira (Cangas) Igresiña (Nerga); y
muy cerca también, al otro lado del canal Norte, el
promontorio de O Facho de Donón, donde presumible-
mente estuvo ubicado un santuario romano como parece
demostrarse con el hallazgo de un gran número de aras
(altares) con epígrafes dedicados a los dioses indígenas y
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romanos (7). Asimismo hemos de hacer constar el hallaz-
go, por parte de Pedro Díaz, de un fragmento de asa de
ánfora con estrías, en los alrededores del lago (8).
El profesor Luis Monteagudo (9) localizó en la isla
Sur los restos de un campamento romano, posiblemente
una vexillatio, relacionada con la vigilancia de las rutas
marítimas que se seguían parta comerciar con las villas.
La navegación por estas aguas de embarcaciones roma-
nas quedó definitivamente confirmada con la aparición
de tres cepos de plomo de ancla romana en Udra, a la
entrada de la ría de Pontevedra (10). Estas piezas únicas
se pueden admirar en el Museo de Pontevedra, y son las
primeras que se recuperaron en el litoral atlántico espa-
ñol.
En una de las visitas de romanos a las islas pudo
tener su origen un anillo de oro de 24 quilates, de 8,4 gra-
mos de peso, que apareció entre unas rocas en la costa
de la isla de Faro (11). Es éste un aro plano en su parte
interna y redondeado en el exterior. La piedra del cama-
feo es un nícolo, variante de ágata, que tiene la figura de
un jabalí macho. Sobre este figura, en negativo, se lee la
inscripción HEAPRAV, cuya transcripción seria “Helvius o
Hernium Aprunculus”. Por su diámetro el propietario era
un niño cuyo nombre lo inscribía en la familia APER. Esta
pieza es típica del siglo II d.C.
Con todo ello no es de extrañar que los romanos
se sintiesen atraídos por los paisajes irrepetibles, por los
acantilados para seres sin vértigo y por los atardeceres
policromos sobre un océano que se les antojaba infinito.
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EDAD MEDIA
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hasta cerca de las islas Cíes, con tan mala fortuna que a
causa de un gran temporal perdió casi todas sus naves,
cuando estas fueron empujadas por las olas contra la cos-
ta de la isla Sur y las Estelas de Bayona (12).
Ya al final de la centuria, año 899, con motivo de
la consagración de los altares de la Catedral de Santiago,
el rey Alfonso III donó a ésta, además de otras villas e
iglesias, las Cíes con la iglesia de San Martin, la isla de Ons,
la de Arosa con su iglesia de San Julián, la de Salvora con
su iglesia y la iglesia de San Vicente de O Grove (13). Dicha
donación fue confirmada por su hijo Ordoño II, el 20 de
Abril del año 911, en un diploma que dice:
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mitad de Arosa, la isla de Cortegada y otras iglesias y
casales (14).
Desde este siglo las islas Cíes pasan a pertenecer
a las Órdenes religiosas, dependiendo su poblamiento de
los monjes.
A partir del siglo X, los normandos vuelven a
esparcirse por las costas gallegas con una fuerza arrolla-
dora, llegando en el año 966 a las islas Cíes, donde des-
truyeron los dos monasterios allí existentes. Las reca-
ladas normandas se hacen frecuentes hasta mediados del
siglo XI. Se cuenta que uno de estos jefes normandos,
OLAF, utilizaba las islas para almacenar las riquezas que
conseguía en sus razias, hasta que hacia el año 1015
regresó a Noruega, se cristianizó y fue proclamado rey,
conociéndosele por el nombre de Olaf El Santo (15).
Hacia mediados del siglo XI, las costas gallegas
parecen tranquilas dado que los monjes habían regre-
sado a las islas. Entre los años 1074 y 1091 el abad de
Celanova, Pelagio I, huye de su monasterio ante la perse-
cución de que era objeto por parte de la infanta Doña
Elvira, hermana del rey Alfonso VI. En su huida busca
refugio en un eremitorio que existía en la isla de San
Esteban. Por aquellas fechas dicho eremitorio estaba bajo
cargo del monasterio de Coruxo, como así lo demuestra
un documento de propiedades y tierras, fechado en el
año 1092, en el que se cita que la orden de Cluny de
Coruxo contaba con dos eremitorios en la San Esteban
(16). Sin dudas en alguno de ellos se cobijó el abad
Pelagio.
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Con posterioridad Alfonso VII estando en Carrion
de los Condes, el 8 de Diciembre de 1152, concede la isla
de San Esteban de Sias al monasterio de Celanova y el
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privilegio de coto al cenobio de Coruxo (17). En la isla ya
había una pequeña iglesia dedicada al Santo Esteban, y el
hecho parece estar relacionado con la visita obligada del
abad de dicho monasterio años antes.
Hasta este momento los religiosos centraban su
atención en la isla de Faro, quizás por ser la más habita-
ble. Pero a partir del siglo XIII las órdenes religiosas exis-
tentes intentan instalar, en todas las islas, a sus miembros
más ascéticos, construyendo otro eremitorio en la isla
Sur.
En una visita realizada por Alfonso IX, rey
de León, a Puentesampaio en Junio de 1228, acom-
pañado de sus hijas Doña Sancha y Doña Dulce, donó al
maestro Pedro la isla de San Martin, a condición de que,
por sí mismo o sirviéndose de otro, celebrase en ella los
oficios divinos con los otros ermitaños, y que después de
su muerte pasara al Monasterio de Oya, obligándose el
abad de éste a socorrer satisfactoriamente las necesi-
dades del maestro Pedro mientras viviese, y a nombrar
después de su muerte, dos presbíteros para celebrar allí
misa diaria y recitar las horas canónicas en sufragio del
alma del monarca y de sus deudos, a Dios y a San Martin
(18).
El 26 de Julio de ese mismo año, el rey de Castilla,
Alfonso VIII, en visita temporal a Sarria (Lugo), confirma
la donación efectuada por Alfonso VII, rey de Castilla y
León en el año 1152, de la isla de San Esteban al Monas-
terio de Coruxo (19).
Curiosamente nos encontramos con la visita de
los reyes Alfonso VIII (1158-1214) y Alfonso IX (1188-
1230) que poseían derechos patrimoniales sobre el reino
56
de Galicia, cuando ellos, coetáneos, reinaban uno en
Castilla y el otro en León., respectivamente. Siguiendo los
documentos podemos colegir que la propiedad de las
islas había sido dividida pasando la isla Sur a depender de
León y la Norte a Castilla. Tal situación se mantiene hasta
que fallece el de León y entonces se unifican los dos
reinos bajo el rey Fernando III El Santo. Este monarca, en
una visita realizada a Tuy, confirma en un documento
fechado el 12 de Marzo de 1232 el privilegio otorgado al
maestro Pedro por Alfonso IX (20).
A finales del siglo XIII las islas Cíes están ocupa-
das por los monjes de los monasterios de San Esteban y
San Martiño. Estos vienen sufriendo, desde hace un
tiempo, los ataques de los normandos. Con motivo de
uno de estos ataques, el 15 de Julio de 1298, Juan Fernán-
dez de Sotomayor, que era Obispo de Tuy, concede por
tres años, cuarenta días de indulgencia a todos los que
dean limosna para la reconstrucción del monasterio
benedictino de San Martiño, que estaba destrozado por
los daños que había sufrido de manos de los normandos
(“furor normandorum”), en virtud de los milagros y
curaciones que en él se obraban (21).
Las discusiones sobre el control de las Cíes debie-
ron ser frecuentes entre las jerarquías eclesiásticas pues
durante los siglos XIII y XIV se documentan varias solici-
tudes de legalización de los privilegios otorgados con
anterioridad por la Corona. A la confirmación realizada
por Fernando III, ya citada, hay que añadir ahora la
efectuada por el rey D. Pedro I, el 15 de septiembre de
1351, en las Cortes de Valladolid, que avala la concesión
de 1228 por la que la isla de San Martin se otorgaba al
57
maestro Pedro y a Oya (22). Esta última confirmación
debió tener su origen en las ganancias que sacaban los del
Monasterio de Oya, que desde el año 1341 había dado a
los pescadores de Bayona la facultad para faenar en las
costas de la isla y por la que estos pagaban unas sustan-
ciosas pescadas. Por estas mismas fechas la orden francis-
cana recibió autorización para fundar en ella un convento.
Éste se fundó, concretamente de monjas, pero las estre-
checes que sufrieron durante un tiempo obligaron a tras-
ladarlo a Bayona (23).
La pertenencia secular a las jerarquías permitió
que, en 1378, D. Juan de Castro, Obispo de Tuy, permu-
tase al Cenobio de Celanova la iglesia de Santa Magda-
lena de Ribadavia por el Monasterio de Coruxo (24). En
estos trueques la isla de San Esteban y su convento pasa-
ron a la Mitra Tudense, desapareciendo de la isla los
benedictinos y pasando a instalarse en ella los frailes
terceros de vida regular de la regla de San Francisco.
En este siglo, en cada una de las islas existía un
monasterio. En el Sur el de San Martiño, dependiente de
Oya; en la de O Faro el de San Esteban, dependiente de
Coruxo y en la Norte, según algunos autores, luego de la
ubicación de unos eremitorios, un cenobio (para unos de
frailes y para otros de monjas) dedicado a San Payo. La
fama de estos monasterios parece que fue muy grande.
Prueba de ello podría ser el documento que, hacia 1420,
leyó el P. Sarmiento en los archivos del convento de Santa
Clara de Pontevedra, por el que un mercader de esta villa
dejaba varias “mandas” (órdenes testamentarias) para
los conventos de Pontevedra y las islas próximas, dejando
además una limosna para los frailes del cenobio de San
58
Esteban de las Sias a entregar el día de San Bieito en Julio
(25). Por las mismas fechas, y sin especificar el motivo, el
rey D. Pedro I concede a los frailes del convento de las
islas Sias unos 2.000 maravedíes de limosna, según se
puede leer en un documento del Archivo de Simancas
(26).
59
EDAD MODERNA
60
siglo, año 1572, las islas estaban casi despobladas, por tal
motivo la dignidad tudense determinó donar y agregar las
rentas de San Esteban a la colegiata de Bayona, con la
condición de que si volvían a poblarse dicha colegiata se
encargaría de administrar los sacramentos a los habitan-
tes (30). Pero tal deseo no podría cumplirse pues las Cíes
empiezan en este momento a ser utilizadas como base de
aprovisionamiento por parte de los marinos ingleses que
luchaban contra el Imperio Español.
En Agosto de 1585 el pirata FRANCIS DRAKE, al
servicio de la reina Isabel de Inglaterra, parte del puerto
de PLYMOUTH con rumbo a las costas españolas para
apoyar al candidato a la corona portuguesa D. Antonio,
Prior de Crato y descendiente por vía ilegitima de la casa
real lusa. Tras varias semanas de navegación el inglés no
consigue encontrar la Flota de Indias, su objetivo prin-
cipal, y entonces se dirige a Galicia. A principios de Octu-
bre el Comendador Pedro Bermúdez de Santis, encargado
de la defensa de Vigo y su comarca, es avisado por los
vigías de la garita de Monteferro, de la presencia de velas
en las Cíes. Queriendo saber si eran amigos o enemigos,
intentó enviar desde Bayona una lancha con comercian-
tes ingleses para que efectuaran un reconocimiento. Ante
la negativa de estos por temor, consigue que un tal
Antonio Ruiz de Grazeta y el inglés Robert Sharte se hagan
a la mar. Estos se cruzan con Drake a las cuatro de la tarde
del 7 de octubre en la ensenada de Cíes, cuando el pirata
se dirigía a tierra con 24 barcos, de a 16 cañones por
banda y “aún otros mayores”, con un total de 1.500
soldados. Por ellos el inglés envía un mensaje a Bayona
diciendo que venía a vengar los agravios que dicha
61
fortaleza le hizo a sus vasallos, atacando a continuación la
villa y el castillo. Estos logran resistir el envite gracias a los
refuerzos traídos por el Conde de Gondomar. Ante tal
oposición los ingleses reembarcan al anochecer y se
refugian en el fondo de la ría de Vigo ante la amenaza de
temporal, no sin antes quemar el convento de San
Esteban y de maltratar a los monjes franciscanos. Días
después atacan Vigo sin conseguir conquistarla (31).
No debió quedar satisfecho el almirante Drake,
aunque si de las islas Cíes, ya que en Mayo de 1589 regre-
sa para abrigarse y reparar algunas averías en sus barcos,
sufridas en un ataque a La Coruña. Se mantiene en las
islas hasta que le llegan noticias del Prior de Crato, y
entonces zarpa hacia Lisboa después de aguar. Ese mismo
año, el 29 de Junio, vuelve Drake de su campaña en
Portugal con una escuadra de 213 naves. En un texto de
la colegiata viguesa se hace referencia a esta visita de la
siguiente forma:
62
En vista de la facilidad con que las naves ene-
migas entraban en las rías gallegas y de la utilización de
las Cíes como base de aprovisionamiento, la monarquía
española fomenta la realización de estudios para la
defensa del litoral. Uno de estos proyectos, realizado por
el ingeniero Tiburcio Spanochi en 1604 aconseja cerrar el
paso entre las islas Cíes y tierra firme. Propone al rey
Felipe III construir dos torres o fortines abaluartados y
artillados en Punta Arenina (isla de Monteagudo) y Cabo
Pequeño, quedando la otra boca de entrada entre la isla
de San Martin y Monte Ferro a expensas de Bayona y
también un fortín que se construiría en las islas Estelas
(33). No obstante dicho proyecto no se llevara a cabo por
los cambios políticos del momento que hacían que
cualquier plan de defensa, de larga ejecución, se conside-
rase innecesario al llegar unos años de paz.
En el siglo XVII la jurisdicción de las Cíes pertenece
al Alcalde-Juez de Cangas como parece indicar un escrito
del Cardenal Jerónimo del Hoyo, fechado en 1605, que al
referirse a Cangas dice:
63
una aguada, pero en la mañana del día 7, unos 10 navíos
realizaron un ataque a Bouzas, intentando tomarla, para
luego desembarcar en el arenal de Coia, en la Ribera y en
la Laxe, en Guixar y en La Guía; pero son rechazados y
luego se dedican a atacar el Morrazo durante dos días,
para volver a intentar desembarcar el día 9 en Samil, lo
que no consiguen (35).
Pocos años después vuelve a incidirse sobre las
defensas de las costas gallegas. En 1620 Bartolomé y
Gonzalo Nodal presentan al Consejo de Castilla un pro-
yecto en el que piden que se artillen las villas de Bouzas y
Vigo, y el puerto de Teis. Además sugiere que se cons-
truya un fuerte,
64
fuera en sus propias tierras y eso les anima a
salir a la mar en tiempo de ynbierno, porque
tienen donde reparar del mal tiempo, lo que
no aran habiendo con que desalojarlos en los
puertos. Y si S.R.M. fuese servido mandar se
aga el fuerte en las dichas yslas de Bayona
sera necesario una escuadra de 6 o 8 navíos
para asegurar la fábrica, porque de otra
manera, todo quanto se trabaje en un año lo
desbarataran en un día…” (36)
65
desa, en el contexto de la Guerra de Sucesión Española,
un barco de tercera categoría llamado “Montmouth”, al
mando del capitán Baker, penetró en las defensas espa-
ñolas y se apoderó del galeón “Sto. Cristo de Maracaibo”,
de 40 mts de largo y 10 de ancho, construido con maderas
de roble y cedro, antes de que sus marineros pudieran
hundirlo. El Montmouth salió el día 5 de noviembre
remolcando al navío español, pero a la altura de las Cíes
no pudo evitar que este chocase con unas rocas sumer-
gidas y que a consecuencia de ello se hundiese con todos
los tesoros que portaba en sus bodegas. Por tal perdida,
considerada como grandiosa, el capitán Baker fue some-
tido a un consejo de guerra acusado de negligente en
Inglaterra (38). Desde entonces han sido varios los inten-
tos de encontrar el Sto. Cristo de Maracaibo. Son muy
conocidas las expediciones de POTTER y STENUIT, que
obtuvieron del gobierno español una concesión de
búsqueda entre los años 1950 y 1960 (39).
En 1708, probablemente como consecuencia de
la Batalla de Rande, se vuelve a plantear la fortificación
de las Cíes. En esta ocasión realiza el proyecto D. Jacinto
Bermúdez, Sargento Mayor residente en Bayona.
66
67
El 24 de julio de 1718 se ve una escuadra berbe-
risca que anduvo paseándose entre las islas de Bayona y
las Sisargas. Visita ésta anecdótica si consideramos que
estas aguas estaban dominadas por la marina inglesa. Así
en octubre de 1719 vuelven estos con una armada de 80
navíos, al mando del almirante MIchells, que incluía 40
embarcaciones de transporte con unos 5.000 hombres
de desembarco al mando del general Lord Cobhan. Esta
armada penetra en la ría de Vigo y según iban entrando
se extendieron en línea por delante de las islas Cíes, desde
la boca Norte a la Sur, y así avanzaron tras el buque
almirante, hasta fondear frente a la villa de Bouzas (40).
Después de desembarcar en Samil se apoderaron de la
comarca hasta conseguir la rendición del fuerte del
Castro. Estuvieron 20 días en la zona y la dejaron arruina-
da pues por esas fechas acababa de recogerse la cosecha
de granos y vino. Aguaron en las Cíes y luego se fueron,
para continuar du campaña en el contexto de la Guerra
de Sicilia, provocada por el intento de revisión, por parte
de España, del tratado de Utrecht.
Durante la intervención española en la guerra de
Sucesión Austriaca los ingleses volvieron en esporádicas
expediciones de incordio y rapiña. Los españoles por su
parte intentaron contrarrestar estos ataques, y las consi-
guientes pérdidas, con la creación de barcos corsarios que
fletaban mercaderes españoles. El 27 de marzo de 1741
uno de estos barcos corsarios, el Sagrada Familia, armado
en Marín y mandado por el capitán Jerónimo Biquet,
localizó al navío inglés “Helene”, de 120 Tm y con 16 caño-
nes, que procedía de Londres con la misión de acabar con
las incursiones españolas. En el enfrentamiento, muy
68
violento, el buque inglés, creyéndose tocado se rindió a
12 leguas de las islas Cíes (41). En el combate naval hubo
muchos heridos que fueron desembarcados en Vigo.
La actividad de los corsarios españoles debió
preocupar bastante a los ingleses, puesto que estos a
partir de 1743 destacaron permanentemente navíos de
guerra a aguas gallegas. El 25 de Julio de ese año estaban
anclados en las Cíes dos fragatas inglesas con objeto de
impedir que las naves corsarias viguesas saliesen de la ría.
Estando allí casi consiguen atrapar a la fragata de guerra
española “Conde de Chinchón”, mandada por el teniente
de navío D. Carlos Villa, que venía de La Habana y Vera-
cruz con 2 millones de pesos en barras de plata. Esta
fragata consiguió refugiarse en Bayona, desde donde fue
defendida por las baterías de la fortaleza (42).
Como se puede constatar los navíos ingleses ha-
bían tomado las Cíes como un punto frecuente de reca-
lada en tiempos de guerra. Por ello cuando en 1778 el rey
Carlos III recibe el proyecto de situar en las islas unas
grandes pesquerías en las que se aprovecharían sus con-
diciones inmejorables y la abundancia de pesca (43), lo
desecha por el recelo de que en tiempos de guerra los
enemigos hagan de nuevo en ellas refugio seguro. En este
proyecto se recogen una serie de datos y recomenda-
ciones sobre las riquezas de la costa gallega:
69
En el texto se refieren al abadejo, que es de la
misma familia que el bacalao. Los temores del rey Carlos
pronto se ven confirmados cuando en julio de 1779 entra
en la ría de Vigo una división de la escuadra inglesa, for-
mada por dos navíos, tres fragatas y dos bergantines, que
recala en las Cíes. Del buque insignia “Celoso”, al mando
del Comodoro Samuel Hood, envían a Vigo un ultimátum
pidiendo la rendición de la villa. Ante la negativa de los
vigueses y los preparativos de defensa de la costa, des-
pués de aguar, la escuadra partió hacia Inglaterra. (45).
Dieciocho años después, el 1 de julio de 1797 regresa el
Comodoro Hood con dos navíos, tres pataches y dos
bergantines encontrando en el puerto al bergantín
“Atocha” y al navío de guerra “San Agustín”, bajo el
mando de D. Juan Ruiz Apodaca, que habían huido de un
ataque inglés, cuatro meses antes en el cabo de Santa
María. Los ingleses entran por las Cíes en la ría, fondean
cerca de Cangas y piden por un emisario que les sean
entregados los barcos y que se rinda la plaza de Vigo. Ante
la negativa de los españoles, y los preparativos de defen-
sa, deciden marcharse al día siguiente. (46).
70
EDAD COMTEMPORANEA
71
“…y entrando el 29 en la ría de Vigo en
número de 100 y más velas, en donde estuvieron
entre las islas de aquel puerto, hasta el día 10 de
septiembre que se retiraron, sin que durante esta
estancia determinasen hacer desembarco, y solo se
apoderaron de una goleta francesa que estaba allí
fondeada, la que les costó la muerte de mucha
gente, por la muerta de ellos, y de los Franceses por
la tenaz resistencias que hicieron……pero aunque
no desembarcaron, su estancia, tan larga fondea-
dos allí dio motivo de alarma (47)
72
comunicaciones con América. Mientras se pretendía
acelerar la construcción de navíos, se volvieron a plantear
diferentes proyectos para la defensa de la costa gallega y
su utilización para el control del tráfico marítimo en la
zona Norte. Entre los proyectos destaca el que presentó,
en 1810, el ingeniero José Müller que contemplaba la
creación de una base naval en la ría de Vigo, que a su vez
incluía el uso de las islas Cíes y un reforzamiento de las
defensas de la villa de Vigo (48). Por estas fechas, por
orden del Consejo de Regencia, se construyeron unos
almacenes y cuarteles en el sitio que ocupó el convento
de San Esteban con cuyo motivo se descubrieron allí mu-
chos huesos y cadáveres, así como otros vestigios del
expresado edificio (49).
En los años venideros no se tiene constancia de
más visitas de navíos enemigos ya fuera por la instalación
de defensas en las islas o porque el panorama bélico del
momento no se centraba en el Atlántico. Sólo se tiene
constancia de una visita, en el año 1832, de una escuadra
del exemperador del Brasil, D Pedro I, que se había des-
viado de su ruta cuando, luego de su obligada abdicación
en aquel país, intentara llegar a Portugal para restablecer
en el trono la su hija María da Gloria, destronada por su
tío Miguel en 1831 (50). Los hombres de D. Pedro se
asientan en las islas a la esperas de los refuerzos que éste
va pidiendo, para lo cual construyen casas y barracas. Esta
estancia provoca la llegada del cólera, que con poste-
rioridad afectara a las costas próximas.
A mediados de esta centuria, más concretamente
el 20 de junio de 1840, un Real Decreto, firmado por la
reina Isabel II, declaraba a las islas Cíes comprendidas en
73
la jurisdicción y termino municipal del Ayuntamiento de
Vigo (51). A partir de este momento las islas se incluyen
en la parroquia de San Francisco de Afora, aunque los
pocos habitantes que en ella había, siguen dirigiéndose a
las poblaciones del Morrazo para solucionar sus necesi-
dades.
Dentro de un plan de defensa de Vigo, en 1859 y
proyectado por D. Antonio CHELI (52), se propone la cons-
trucción de dos fortines enfrentados, al igual que los de
Spanochi, en Cabo Pequeño y Monte Ferro. Los planos de
los fortines de tierra presentan una forma y trazado
caprichoso, para adaptarlos a la topografía de cada lugar.
Luego desde Vigo, y dentro del auge comercial e
industrial que dicha ciudad experimenta, se instalarán
unas fábricas de salazón, de las que todavía existen algu-
nas ruinas, y durante unos pocos años las islas serán
utilizadas como base de una factoría ballenera noruega.
74
7-EL PARQUE NATURAL DE LAS ISLAS CIES
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8-ITINERARIOS DE PASEANTES
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77
78
ITINERARIOS
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ornitológica. El camino continúa ascendiendo hasta atra-
vesar el poblado castreño de Las Huertas, parte del cual
destruyó, y remontar el último tramo en zigzag hasta
llegar al Faro. Desde la terraza de éste se puede disfrutar
de las más grandiosas panorámicas sobre las islas, los
acantilados, que aquí caen en vertical, las estribaciones
de la Grova, tras Bayona, y las costas de las rías de Vigo y
Pontevedra.
80
conservan las señales de donación y cantería de cuando
la edificación del monasterio.
81
NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
82
fuero propio”. Boletín de la Real Academia Gallega XXVII.
1956.
15- SANTIAGO Y GOMEZ, J. Obra citada.
16- DASAIRAS.X. Obra citada.
17-RODRIGUEZ FIGUEIREDO. M. “Alfonso IX en
Pontevedra”. El Museo de Pontevedra tomo XXIX. 1975.
18- YAÑEZ NEIRA.FR. “El monasterio de Santa María de
Oya y sus abades”. El Museo de Pontevedra XXVIII. 1974.
19-ALVAREZ BLAZQUEZ.J.M. “La ciudad y sus días”. Vigo
1959.
ALVAREZ BLAZQUEZ.J.M. “Cuadros de Vigo en la Edad
Media”. En Vigo y su Historia. Vigo 1980.
20- SANTIAGO Y GOMEZ, J. Obra citada
21- SANTIAGO Y GOMEZ, J. Obra citada
22- SANTIAGO Y GOMEZ, J. Obra citada
23-YAÑES NEIRA. FR. Obra citada
24-ALVAREZ BLAZQUEZ, J M. Obra citada
SAA BRAVO.H. “El monacato en Galicia” Tomo II.
La Coruña 1972.
25-SARMIENTO.FR. “Viaje a Galicia. 1745”. Pontevedra
1975.
26- Archivo de Simancas. Secretaria de Estado Legajo 15.
SANTIAGO Y GOMEZ, J. Obra citada
27- SANTIAGO Y GOMEZ, J. Obra citada, pagina 179.
28-DASAIRAS.X. Obra citada
29-Tal información se recoge en un apeo de 1.555 donde
se hace lista de los bienes que tenía el Obispo de Tuy en
la zona.
DASAIRAS.X. Obra citada
30- SANTIAGO Y GOMEZ, J. Obra citada
83
31- TABOADA Y LEAL. N. “Descripción topografica-
histórica de la ciudad de Vigo, su ría y alrededores”.
Santiago 1840, Reedición 1977.
32-Texto escrito por el prior D. Gregorio Servido. Existe
otra versión recogidas en el libro de actas del cabildo
vigués, citado por GONZALEZ MUÑOZ, MC, en “Vigo y su
comarca en los siglos XVI y XVII”. En Vigo y su Historia.
1980.
33- Archivo General de Simancas. Estado. Libro 7022.
SORALUCE BLOND. J.R. “Castillos y fortificaciones de
Galicia. La arquitectura militar en los siglos XVI-XVIII”. La
Coruña 1985.
34-DEL HOYO, J. “Memorias del Arzobispo de Santiago”
Santiago 1605.
35-ESPINOSA RODRIGUEZ. J. “Tierra de Fragoso”. Vigo
1949.
TABOADA Y LEAL. N. Obra citada.
36-GONZALEZ GARCIA PAZ. S. “El conde de Gondomar y
los Nodales”. El Museo de Pontevedra tomo XV, pagina
70.
37- SANTIAGO Y GOMEZ, J. Obra citada
38- AVILA Y LA CUEVA. Fr. “Historia Civil y Eclesiástica de
la ciudad de Tuy y su obispado”. Tuy 1842. Manuscrito de
la catedral de Tuy.
39-STENUIT.R. “Tesoros y galeones hundidos” Barcelona
1969.
40- SANTIAGO Y GOMEZ, J. Obra citada, pagina 444.
41- SANTIAGO Y GOMEZ, J. Obra citada
42- SANTIAGO Y GOMEZ, J. Obra citada
43 SANTIAGO Y GOMEZ, J. Obra citada
84
44-MASSO GARCIA.G. “Origen y desarrollo de la industria
conservera en Galicia”. El Museo de Pontevedra tomo
XXV página 366.
45- SANTIAGO Y GOMEZ, J. Obra citada
46-ESPINOSA RODRIGUEZ. J. Obra citada.
47-SANTOS FERNANDEZ. “Memorias de un menestral
curioso”. Original de 1826. El Museo de Pontevedra tomo
XII página 88.
48- TABOADA Y LEAL. N. Obra citada
50- SANTIAGO Y GOMEZ, J. Obra citada
Después de una batalla entre la Armada de D. Miguel y la
de D. Pedro, este último fondea en las Cíes para reparar
los daños sufridos. Los españoles no intervienen hasta
que la amenaza de un temporal obliga a los barcos a
adentrarse en la ría, donde serán detenidos.
51- TABOADA Y LEAL. N. Obra citada
52- SORALUCE BLOND. J.R.
85
ULTIMAS INVESTIGACIONES
86
sometida esta isla, lo que la convirtió en una enmarañada
selva por la que es difícil trasladarse y más observar
restos. No obstante, y luego de localizar bastantes
viviendas en ruinas, entre las que destaca un templete al
que le falta la imagen religiosa, pudimos encontrar un
eremitorio, y un complejo de cuatro viviendas con patio,
que pudieran corresponder a una dependencias monás-
ticas. El eremitorio está constituido por un abrigo natural
que fue ampliado con unos muros, hoy casi totalmente
desaparecidos, que cerraban un habitáculo cubierto por
un entoldado bien definido por los agujeros de soporte
del entramado en la roca. En una de las paredes aparece
una cruz latina grabada con dos surcos de gran
profundidad.
Luego de arduas tareas de prospección se pude
ubicar el asentamiento romano que citaba el profesor
Monteagudo. La presencia de tégulas en gran cantidad
parece confirmar la existencia de una instalación de
origen romano que bien pudiera ser la vixilatio citada o
una villae.
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88
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93
CUADRO HISTORICO DE LAS ISLAS CIES
Época Año Hechos
Mesolítico Primera visita humana
Cultura Castro de A Campana
Castreña Castro de Las Huertas
Cultura 60 a.C. Julio Cesar y los Herminios
romana 150 d.C Puesto de vigilancia en la Sur
Siglo IX Primeras llegada normandos
867 Visita de navíos musulmanes
899 Cedida a la Mitra Compostelana
Siglo X 966 Segunda incursión normanda
Siglo XI 1092 La I. Medio cedida a Coruxo
Primeros eremitorios benedictinos
Siglo XII 1152 Cesión al Monasterio de Celanova
de la I. Medio
Siglo XIII Primer eremitorio en la isla Sur
1228 Donación de la Sur al Monasterio de
Oya
1298 Arrasan el Monasterio de la Sur los
normandos
Siglo XIV 1378 La I. del Medio pasa al Obispado de Tuy
Se van los benedictinos y vienen los
franciscanos
1341 Convento de monjas franciscanas en la
Isla Sur
Siglo XV
Siglo XVI 1520 El obispado de Tuy afora un casal a un
particular
1572 Pasan a la Colegiata de Bayona
1585 Primera visita de Francis Drake
1589 Segunda visita de Francis Drake. Mayo
1589 Tercera visita de Francis Drake. Junio
Siglo XVII 1605 Es de jurisdicción de Cangas
1617 Recalada de piratas berberiscos
1620 Proyectos de fortificación de las islas
Siglo XVIII 1702 Hundimiento del Sto. Cristo Maracaibo
Despoblamiento de las islas
1719 Visita de la Armada inglesa al mando de
Lord Michells
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Siglo XVIII Utilización por los corsarios españoles
1778 como base de operaciones
1779 Proyecto Real de pesquerías
1797 Primera visita del Comodoro HOOD
Segunda visita del comodoro HOOD
Siglo XIX 1800 Recalada de Armada inglesa
1810 Proyecto de base naval
1811 Construcción de cuartel y almacén
1832 Recalada de la Armada brasileña
1840 Las islas pasa a depender de Vigo
1877 Visita de Alfonso XII y explosión en la
fragata de guerra TORNADO
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ESTA PUBLICACION FUE EDITADA EN 1989
CON UNA TIRADA DE 1.000 EJEMPLARES.
LO QUE HEMOS COLGADO EN NUESTRA
PAGINA WEB ES LA MISMA VERSION EN LA
QUE SOLAMENTE SE HA CAMBIADO EL TIPO
DE LETRA DADO QUE EL ORIGINAL HABIA
SIDO CONFECCIONADO CON UNA
IMPRESORA DE MARGARITA.
APROVECHAMOS PARA AÑADIR ALGUNAS
IMÁGENES.
97
Corte de la isla de San Martin.
98
Cortes del terreno en la isla de San Martin en la ensenada
del molino.
99
El Faro de Cíes desde la isla Sur
100
Cruz del eremitorio de la isla de San Martin
101
Restos de la fábrica de salazón en la isla Sur.
102
El Almacén sobre el cementerio del convento
103
Templete en la isla Sur
104
Anclas de piedra sacadas de los fondos de Cíes (F. A. Saa)
105
Ancla de piedra en el fondo de las Cíes (F. Ciesub)
106
Tabla de las anclas líticas localizadas en las islas Cíes.
107
Anillo romano hallado en la isla de San Esteban.
108