TEATRO ATALAYITA
TINDAYA
Ahul, viajeros.
Qué extraños ropajes llevan. ¿Qué son esos extraños objetos que llevan los
pies? Se parecen mucho a los míos ¿no? Los míos los llamo mahos, son de
cuero, algunos incluso con pelo por dentro para que sean más cómodos.
Mi capa se llama tamarco y este tocado lo llamamos guapil. (gorro en
forma de pico)
Pero qué mal educada, perdonen que no me presente. Mi nombre es
Tindaya y me pusieron ese nombre por un lugar sagrado que tenemos en la
isla. Es una montaña, al norte: en sus rocas grabamos unos dibujos de unos
pies que llaman Podomorfos.
Pero primero les voy a contar de dónde vengo.
A mi pueblo lo llaman Maho y tras 200 años pasada la conquista, un poeta
llamado Antonio de Viana nombró a nuestra isla como Maxorata. También
se le llamó Erbania, según escribieron en sus crónicas los normandos, un
poblado del norte del mundo, muy lejos. La llamaban Erbania tanto ellos
como los de Gran Canaria, decían, pero a nadie en ese tiempo se le ocurrió
preguntarnos por su verdadero nombre, con el que nosotros la llamamos.
Pero mucho antes de eso, el rey de Mauritania, allá para lo hondo del mar,
muy cerca de aquí en el continente africano, Juba II, casado con Cleopatra
Selene, hija de la mismísima Cleopatra de Egipto, con sangre romana y
egipcia, quedó fascinado con estas islas y las llamó Las Afortunadas
Vinimos del norte de África en diferentes oleadas a este archipiélago; mis
antepasados no me contaron si vinimos de forma voluntaria o forzada.
Ni los motivos, ni cómo vinimos aquí se saben, pero ya durante del siglo III
después del año 0, a lo que ustedes llaman era, nosotros ya vivíamos aquí.
Lo que es seguro es que los romanos estuvieron por estas costas, porque crearon un pequeño
taller de púrpura, en el islote que ustedes llaman Isla de Lobos. La púrpura la sacaban de la
cañailla, un caracol que se da en estas costas y era muy apreciada. Y quién sabe si alumbraron
la posibilidad de colonizar estos nuevos mundos.
Pero déjeme que les presente a mi pueblo, síganme.
Sirma Castellano
699 538 283
pastorcillofilms@gmail.com
Nuestras casas, como ven, son de piedra seca, aunque también vivimos en
cuevas. Las casas tienen entradas pequeñas y no son muy grandes, pero no
hace falta: solo la utilizamos para dormir. No utilizábamos ningún tipo de
argamasa, como barro por ejemplo, para unir las piedras; si se fijan están
semi enterradas, así están más fresquitas y nos protegen del viento que
sopla todo el año. Los techos también son de piedra: colocamos pieles y
hojas de palmeras para aislarlos del viento y del agua. A este tipo de casas
las llamamos casas hondas.
Miren, es Tefía, está moliendo gofio.
TEFIA
Ahul, Tindaya. ¿Quiénes son esos que te acompañan? Bien raro que visten.
Aquí ando moliendo gofio. Éste es de cebada, pero también tenemos de
trigo, incluso de semillas silvestres, como la avena, esa que tiene forma de
campana.
¡Ay, claro! ¡Qué despistada! Ustedes no saben lo que es el gofio.
Nosotros nos dedicamos a cultivar, como ya les dije, cebada, trigo y
también lenteja, entre otras cosas.
Trabajamos la tierra con cuernos y realizamos ofrendas al sol, el cielo y las
nubes para que nos de lluvias. Pero parece que nuestros dioses están
enfadados o no escuchan, porque una estrella más amarilla que las otras,
que ustedes llaman Van.. Von.. Venus, creo, ya se alineó con el sol y eso es
señal de lluvias, pero no cae ni una gota.
Cultivamos donde podemos, aprovechamos esos espacios de tierra que se
forman entre los malpeis… Sí, esos terrenos de piedra volcánica en los que
solemos vivir y en otros terrenos hacia el interior. Pues como les contaba,
en esos espacios de tierra, de forma natural, se acumula el agua con las
lluvias y dependiendo de lo mucho o poco que retengan el agua plantamos
trigo, cebada o lenteja.
¡Ay! Se me va la cabeza, yo lo que quería era contarles qué es el gofio.
Sirma Castellano
699 538 283
pastorcillofilms@gmail.com
Pues tras arrancar la cebada o el trigo, lo secamos y lo separamos de la
paja, así recogemos el grano y luego lo tostamos. Gracias a tostar el grano,
esos viajeros del tiempo que llaman ustedes arqueólogas y arqueólogos,
han podido descubrir esto que les cuento, al encontrar semillas, siglos
después, carbonizadas, así pueden saber los años en los que se plantó.
¡Mira que pasan cosas curiosas en esos tiempos suyos…!
Pero vamos, que ustedes no se van de aquí sin saber lo que es el gofio.
Una vez tostado el grano se muele con estas piedras, y así me ven, dándole
que te pego, moliendo, moliendo, hasta convertirlo en este polvo, que
nosotros, ya por fin, llamamos gofio. Así nos dura más.
Aunque también comemos mucho marisco, pescado, carne de cabra y
cochino, nuestra alimentación diaria, como para ustedes el pan, es el gofio.
Tú no sabes el gusto que es llevar un poquito de gofio seco en el zurrón,
ponerle un poco de leche de cabra, directamente, te acercas a una cabrita
le coges la ubre y al zurrón y te haces una pellita, un puñito de gofio
mezclado con leche y te lo comes a media mañana después de despertarte
al alba para pastorear a las cabras. ¡Ay, dios sol! Te sabe a gloria.
Aunque también te digo, nosotros vamos por temporadas a la costa a
coger mejillones y lapas, pero no unas poquitas para escapar, nooo.
Aprovechamos las mareas calmas, y, sobre todo, en las que el mar baja
más, para mariscar para todo el año.
Luego con los mejillones hacemos tendidos de mejillones: los colocamos
como un empedrado, todos juntitos, tal que así, mirando para abajo para
que cuando se abra no le entre ceniza y sobre ellos les ponemos unas
gavillas de pastos, le prendemos fuego y vamos rodando las gavillas sobre
el tendido. ¡Mmmm! ¡También están muy ricos! Algunos los dejamos secar
y, como el gofio: guardadito en la ceretita o en una bolsita de cuero y para
lo que pueda pasar. Sobre todo, y lo más importante, es que no se nos
eche a perder: aquí en estas tierras hace mucho calor y la abundancia no es
mucha, por lo que es muy importante conservar la comida y que dure
mucho.
Sirma Castellano
699 538 283
pastorcillofilms@gmail.com
TINDAYA
También hacemos pesca química y tranquilos que no es ninguna guerra.
Primero, a marea baja hacemos un muro en los charcones, de forma que al
subir la marea y volver a bajar el pescado se queda atrapado. Luego
cogemos plantas como la tabaiba, el verol o el propio cardón, que tienen
una savia blanca espesa y la echamos sobre el charco, de forma que el
oxígeno del agua disminuye y el pescado se queda medio bobiao’, y con
una vara lo metemos a camino. Pescamos viejas, sargos e incluso morenas.
TEFIA
Tindaya, ¿tú les has presentado a esta gente a Facay? Creo que está al caer.
Míralo por dónde viene; creo que hoy tuvo que ir hasta la zona del Gayria
que parece que la Tarosá cayó bien por allí. La Tarosá es cuando por la
noche cae agüita, no llueve, pero amanece el suelo mojado.
¡Facay! Ven pa´ca que te vamos a presentar a unos amigos.
FACAY
¡Ahul, viajeros! Ya parece que me han presentado, aunque sea un poquito.
Yo me dedico al ganado, pastoreo las cabras y ovejas. Sí, ovejas: unas de
pelo corto, pero buenas para su cuero y su cebo. También tenemos
cochinos y perros; los perros no son muy grandes, así medianos, y
especializados en el pastoreo, ¡cómo no…!
Mi función en esta sociedad es dura pero muy necesaria para la
comunidad. Me levanto antes que salga el sol y ordeño el ganado en unos
recipientes de cerámica que llamamos tofio o tabajoste, para que luego
podamos hacer queso o leche mecida. El queso según los normandos es
mejor que el de su país al que ellos llaman Francia, que no es decir poco,
porque los franceses de quesos saben un rato.
Sirma Castellano
699 538 283
pastorcillofilms@gmail.com
La leche mecida, que nosotros llamamos amolán, es la forma en la que
sacamos la manteca o mantequilla, que luego guardamos en gánigos y así
nos dura mucho tiempo. Muchas veces les ponemos tapas de argamasa
blanca, yeso (aclara), o incluso, yo llegué a ver, una vez, una que tenía mi
abuela, hecha con hueso de ballena.
Los gánigos con manteca los solemos enterrar para que se conserven
mejor. Son como nuestras despensas y muchas veces se nos olvidaban
enterrados e incluso han aparecido, según me han dicho, siglos después,
así que guarden donde pisen a ver si nos van a estropear la manteca.
Pues yo, tras ordeñar al ganado, salgo a buscar pastos. Es muy importante
que no se me escape ninguna y nos estropee ninguna zona plantada.
Solemos llevarlas a zonas verdes, aunque suene a misión imposible tal
como vemos hoy esta isla: ¡Haylas’! Porque en nuestra época había muchas
más y, como verán, si llueve, Erbania es una tierra agradecida. Con poca
lluvia se pone verdiales que da gusto verla.
A la tarde, cuando nuestro dios sol se está marchando, las traigo aquí, a
estos corrales que llamamos Esquenes, para que no se pierda ninguna. Y así
todos los días, ya sea aquí o en otro sitio si el poblado se va a buscar
marisco a la costa o se mueve al interior, a las zonas de pasto que hoy
llaman la Villa del Señor Bethencourt.
Bueno, ese es el ganado manso, pero también tenemos otro tipo que
mantenemos en libertad. Lo dejamos en libertad para que se alimente de
zonas a las cuales no llegamos nosotros; al año nos reunimos y hacemos
apañadas por las montañas, cercando el ganado y reuniéndolo en las
gambuesas, corrales (aclara), para marcar al ganado guanil, el ganado joven
(aclara), con teberites, marcas que le hacemos en la oreja para saber a qué
familia pertenece. La mía es Jandía, con jiga y bocao por delante: la heredé
de mi padre. Así, si pierdo algún animal manso con la sequía, lo puedo
sustituir por uno fuerte de los que viven en libertad.
Los animales lo son todo para nosotros y sacrificar un animal hembra, sea
cabra, oveja o incluso cochina, que producen leche y dan vida, es una
deshonra a los dioses, que las dotaron de esa virtud. No puedo decir lo
mismo de los machitos que van todo el día dándose cornadas, tanto de los
de cuatro patas como de los de dos.
Sirma Castellano
699 538 283
pastorcillofilms@gmail.com
La carne la solemos salar y secar para que se conserve mejor.
También sacamos de estos animales el cuero que es vital para preparar
nuestras ropas, techumbres, mantas, diademas, tamarcos, calzado. Lo
curtimos con cortezas de árboles que tienen taninos, que es una sustancia
vegetal para curtir, como, por ejemplo, lo tiene el árbol del almácigo, y
algunos dan tintes rojos a nuestras ropas. Primero, estiramos bien las
pieles y las limpiamos de restos de carne y cebo que puedan pudrir el
cuero, las dejamos secar y para que sean más amorosas las tratamos con el
tanino. Esto, aún hoy, es un misterio para la arqueología majorera.
Y aparte de su cuero y por supuesto de su rica carne, también es muy
importante el cebo que nos brindan estos animales. Al igual que el amolán,
guardamos el cebo en gánigos e incluso guardamos trozos de carne
sumergidos en cebo para que se conserven mejor.
TINDAYA
Oye Facay, ¿qué tal tu tío, Altahay?
FACAY
Un poco mejor, pero no está bien. No creo que vea muchas más lunas.
TEFIA
No digas eso, los guirres nos protegen y no le dejarán marchar así como así.
TINDAYA
Deberías llevarlo a Tibiabín, seguro que ella le dará alguna hierba para que
mejore.
TEFIA
Sí, vamos a visitar a Tibiabín y así le pedimos lluvia, que esas cabras tienen
muy poco cebo.
Sirma Castellano
699 538 283
pastorcillofilms@gmail.com
FACAY
Pero primero voy a ver qué tal esta mi tío.
¿Me acompañan a conocer a mi tío? Síganme.
¡Tío, tío…!
ALTAHAY
Ahul, Facay. ¿Quiénes te acompañan?
FACAY
Son unos viajeros, cuéntales tu leyenda favorita.
ALTHAY
¡Ay, sobrino mío! Cómo sabes lo único que me alegra más que ver
amanecer.
Viajeros les quiero contar la leyenda del más grande y no por ser un dios.
El gigante Mahan medía más de 22 pies y se decía que tenía 64 muelas.
Era un feroz guerrero y se enfrentó a los normandos cuando llegaron a la
isla y a su muerte fue enterrado en la montaña del Cardón.
Aunque también dicen que si el gran gigante no será otro que la montaña,
nuestra Mahan, la fortaleza del Cardón.
Sobrino, cuando muera entiérrenme allí.
De nuestros enterramientos se sabe muy poco, en otras islas se dice que
tiene como tradición amortajar con pieles a sus muertos. Lo que sabemos aquí es
que los dejamos dormir en camas de cuero con ajuares de cerámicas para
acompañarlo en el sueño hacia la otra vida, en cuevas algunos y a otros en
la tierra, en cistas.
Sirma Castellano
699 538 283
pastorcillofilms@gmail.com
(Tose) Ya no veré muchos más amaneceres, Facay. Porque la media de vida
de mi pueblo es de 30 años y yo ya soy mayor para esta juventud, que
tengo 44.
FACAY
No seas tolete, tío. Su nombre, viajeros, es Altahay, que significa valiente,
así que tío, no se haga, que hasta el final estará luchando. Vamos a ver a
Tibiabín, que va a pedir lluvia y tal vez pueda aliviarte con alguna hierba.
ALTHAY
¡Acompáñennos, viajeros! No se queden en las leyendas que la vida es para
vivirla.
FACAY
Mira tío, ¿se acuerda cómo jugábamos?
ALTHAY
Será cómo te ganaba
FACAY
No tiente, tío
ALTHAY
(coge una piedra y se la lanza a Facay)
Te falta agilidad Facay, yo a tu a edad ni me rozaban.
Aquí tenemos unos juegos con los que nos entrenamos para pelear con
otros clanes, ya sea por disputas de ganado o por terrenos de pastos; lo
hacemos como juego, pero así entrenamos.
Sirma Castellano
699 538 283
pastorcillofilms@gmail.com
Nos colocamos a diez pasos y cogemos un grupo de piedras cada uno y nos
las lanzamos, así mejoramos nuestra agilidad.
FACAY
Y con el palo también. Cada uno tiene una vara y luchamos; es un arte
ancestral que se conservará, gracias a los pastores que lo han guardado, y
bien guardado, y con el cual le pusimos dura resistencia a los normandos.
También tenemos otro palo, este más largo, con el que nos ayudamos a
saltar grandes obstáculos.
Vamos al efequén a ver a Tibiabín. El efequén es nuestro templo sagrado y
donde realizamos nuestros rituales.
(Todos reunidos alrededor de un fuego)
(Tibiabín le pone en la boca una hierba a Althay)
TIBIABIN
Esto es hierba clin, te aliviará y te curará de la pulmonía.
Ahora pidamos lluvia. ¿Facay guardaste las cabras en el esquén?
FACAY
Sí, maestra: las dejé sin comer 3 días para que sus balidos los escuchen los
dioses.
(Tibiabín coge un cuenco y se los va pasando uno por uno. Ellos beben)
TIBIABIN
¡OOOOh dios cielo, oh dios tierra, oh dios sol, oh dios vida! Danos lluvia
para que los pastos crezcan, el ganado se fortalezca. Apiádate de estos
mortales que en tu santa virtud te pertenecen.
Sirma Castellano
699 538 283
pastorcillofilms@gmail.com
¡OOOOh dioses del mundo! Escuchen a su pueblo y denle la virtud de la
vida.
(Cantan y se hace el silencio)
TIBIABIN
Les esperaba, viajeros. Como ya sabrán, mi nombre es Tibiabin. Soy la
sacerdotisa de este pueblo y les voy a contar mi leyenda.
Mi madre se llamaba Tamonante y juntas actuábamos de consejeras, tanto
en la tierra como en los cielos.
Según las lenguas sucias, o limpias, depende de cómo las mires, decían que
hablábamos con el demonio.
Mi madre regía las cosas de la justicia: decidía la controversia y las
decisiones entre los grandes clanes, se ocupaba de la parte de justicia y su
voz sonaba más fuerte que cualquier jefe.
A mí me dejan de mujer fatídica y no sé si será por lo mucho que sé. Y por
juicio natural o por revelación de los demonios profetizo lo que después
será verdadero.
Como han podido observar, esta sociedad es puramente matriarcal.
Ahora les contaré las aventuras o desventuras de este pueblo llamado
Maho y como se convirtió en Majorero.
Hallándome en el lecho, envuelta en el humo de las hierbas medicinales,
tuve la revelación.
Vendrían desde muy lejos, de un pueblo del norte, Normando, del país que
llaman Francia, con cuerpos plateados. Llegarían desde el mar, armados y
con afán de coger lo que no es suyo, bajo una bandera de reyes de Castilla
y con un solo dios de forma humana que dice ser el sol.
Me hallaba triste porque no veía luz en el nuevo día. Deseé una vida en
paz: vi una guerra sin sentido y que nuestra fuerza no era suficiente sobre
el nuevo mundo que nos golpeaba. Por lo que junto a mi madre nos
reunimos con los clanes del sur y del norte gobernados por Ayoze y Guise y
les convencimos de que aceptaran al cristianismo, no en forma de
rendición, sino por sensatez.
Sirma Castellano
699 538 283
pastorcillofilms@gmail.com
Así mandaron a un emisario llamado Alfonso, un trujamán, un intérprete, y
vino con él Isabel y Pedro el canario, nacidos en esta isla y que habían sido
apresados de niños y llevados a sus tierras extranjeras: ellos aprendieron su
lengua y sus costumbres para anunciar la rendición al conquistador, ya
nuevo gobernador de la isla, Jean de Bethencourt.
En confianza le cuento que no todos fuimos conquistados. Siempre
quedaron rebeldes: no vistieron sino de cuero y hablaron nuestra lengua
durante soles, vivieron en Jandía, en sus montañas, donde Tacojaira, hoy el
Cardón, que fue nuestra última fortaleza.
Hay algo que, como mujer fatal, tengo que decir.
Los normandos eran muchos y bien armados, con ballesta, espadas, picas y
armaduras, pero nuestra valentía la superaba en coraje y conocimiento del
terreno, agilidad y destreza que hasta ellos lo destacan en sus crónicas.
Pero las contantes guerras entre clanes y las cacerías de humanos, que nos
azotaban durante muchos soles, por parte de africanos y gentes blancas
del norte, tenían a nuestro pueblo debilitado y la rendición era la única
manera de permanecer vivos en la historia.
Así, en enero de 1405 a regreso del nuevo Señor Bethencourt de la isla
Titerogakaet, que ahora llaman Lanzarote, nuestros dos grandes jefes,
Guise y Ayoze, fueron bautizados como Luis y Alfonso en una gran fiesta.
Y al escuchar la música de instrumentos por primera vez, los dos líderes no
pudieron ni comer del gusto y asombro que les daba.
Ahora que ya saben la historia solo tienen que contarla para que mi
premonición se haga cierta y que esta cultura maho nunca se pierda.
Sirma Castellano
699 538 283
pastorcillofilms@gmail.com