0 calificaciones 0% encontró este documento útil (0 votos) 448 vistas 45 páginas Apuntes de Teoría Del Derecho - Prieto Sanchís
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Luis Prieto Sanchis,
TROTTAGEOLECCION BSTRUCTURAS Y PROCESOS.
Berle Derecho
Consejo Msesor: Perfecto Andrés
Joaquin Aparicio
‘Antonio Baylos
juan-Ramén Capella
Jean Tarradillos
© Ediorol Toto, $A, 2005
Ferro, 55. 28008 Madd
“pllonor 91 843 03 ¢1
Fea: 91 543 14 88
Evmai: edteral@iroto2s
hips fweentotes
© Luis Prieto Sonchis, 2005
ISBN: 84.8168.764
Depa Legal: M-30.296-2005
Iinpresisn
Morte impresén, SL
Advertencia prelimsinar
| Aproximacién al concepto de Derecho
.. Derecho y sociedad
. El lenguaje del Derecho
. Sistemas normativos y sistemas juridicos .
La unidad del sistema juridico
. La plenitud del sistema juridico.
. La coherencia del sistema juridico.
CONTENIDO
La estructura de la norma :
Normas primarias y normas secundaria .
Valides
Bficacia
Justicia
105
113
123,
131
143
451
Las antinomias y el juicio de ponderacién
Las fuentes del Derecho...
5. La estructura del sistema de fuentes . sen 161
La dimensién temporal del Derecho a sve 169
7. El sistema de fuentes del Derecho espafiol snanunnnennanssnne 77
191
El Derecho consuetudinatio
Los principios generales del Derecho 20s
La jurisprudencia ae 213
|. La interpretacién del Derecho snenns sm 225
‘Teorias sobre Ia interpretacién.. 23723, Problemas de la interpretaci6n ... 249
24. Métodos de interpretacin 263
25. La aplicacién def Derecho ne 275
26. Conceptos juridicos fundamentaes . 287
27. La docttina del Derecho natural 301
28. El positvismo juridico 315
Indice general 327
ADVERTENCIA PRELIMINAR,
De cuantas denominaciones hace uso la literatura académica para titu-
lar sus productos he querido escoger la que me parece mas modesta, no
ya para prevenir posibles y muy razonables eriticas, sino porque juzgo
que es la mis ajustada a los propésitos que me han guiado y también a
Jos resultados obtenidos, Bste libro no es un Tratado, ni un Curso, ni
siquiera un Manual completo y bien estructurado; mucho menos, claro
esté, una Teoria del Derecho original y consistente. Se trata s6io de
unos Apuntes que responden a un designio exehusivamente docente.
Han sido redactados a lo largo del curso académico 2004/05 al hilo de
las explicaciones de clase, y de hecho quienes han sido mis alumnos ya
los han padecido en forma fragmentaria y mecanografiada. Debo con-
fesar que cuando inicié el trabajo no pensaba publicarlo, al menos no
bajo un sello editorial de amplia difusién. Sin embargo, la insistencia de
algiin amigo, el propdsito de facilitar su uso a los futuros estudiantes y,
por qué no decirlo, el convencimiento de que iiltimamente se han dul-
también que con la eliminacién de todo aparato bibliografico he quer
do subrayar algo obvio desde el titalo, y es que este libro no es lo que
suele llamarse un trabajo de investigaci6n. Espero, por tanto, que nadie
lo interprete como un alarde de originalidad ni de soberbia, Reconozco
mi deuda intelectual no ya hacia los autores que podemos considerar
clasicos, sino también hacia la actual teoria del Derecho espaiiola, quea
mi juicio presenta un nivel medio mas que estimable y que cuenta con
contribuciones sobresalientes que estan muy presentes en estas piginas,
‘como puede comprobar cualquier improbable especialista que se aden-
tre en su lectura.
Por lo que se refiere a las cuestiones mis de fondo, tan sélo quiero
hacer una precisi6n, La teorfa del Derecho admite muy distintos grados
de abstraccién; el ideal de una teoria valida para todo Derecho posible,
si es que resulta alcanzable, por obligaci6n habrfa de prodacir resulta-
dos sumamente escuetos y con un altisimo grado de conceptualizaci6n;
en cambio, una teoria del Derecho positive vigente apenas seria capez
de despegar del nivel de la dogmética. L6gicamente, aqui procuramos
situarnos en alggin lugar intermedio, cabe decir que en el lugar del Dere~
‘cho moderno, si bien unas lecciones se aproximan més que otzas a algu-
no de los extremos sefialados. Sin embargo, no me importa confesar que
estos Apuntes, al menos determinados capitulos, se quieren mostrar
atentos a las peculiaridades del sistema jurfdico vigente que han de estu~
diar nuestros alumnos en el resto de las disciplinas. Ello no s6lo obedece
alas aficiones que he cultivado en mi actividad académica, sino tambien
al convencimiento de que como asignatura del plan de estudios la teorta
del Derecho ha de demostrar su utilidad incluso en el marco de una
cultura universitaria como la que hoy parece imponerse, que tiende a cor-
‘eebir como un ornamento innecesario todo saber que supere ligerame~
te la exégesis de la ley o de la jurisprudencia. No es que piense que la
teoria del Derecho ba de ganarse su legitimidad abdicando de lo que
constituye su ptopia naturaleza, pero sf que ha de estar dispuesta a con-
trastar sus planteamientos y aportaciones en el banco de pruebas del
Derecho positivo.
Generalmente, los Pr6togos de los libros académicos estin escritos
para los colegas y no para los estudiantes, lo cual es muy comprensible
dado que ést0s no suelen leer algo que por definicién «no entra en exa-
men», Pata terminar esta breve Advertencia haré una excepei6n. Debe
10
quedar claro que estos Apuntes pretenden ser s6lo una ayuda o guia de
lectura para el trabajo directo con los textos que se irén presentando alo
largo del curso, de manera que en modo alguno agotan los materiales que
el alumnno debe utilizar. Pero su sentido y posible utilidad tal vez. se com-
prenda mejor si explico los motivos de su génesis. Ultimamente la Uni-
versidad anda un poco revolucionada con la pretendida implantacién de
un nuevo mérodo docente, que ha querido recibir un nombre entre in=
comprendible y petulante (ECTS, que tracucido significa algo ast como
sistema europeo de transferencia de créditos), y que hasta el momento
nadie me ha sabido explicar en qué consiste. No obstante, he colegido
que se trata de acabar con la «leccién magistral», que los criticos presen-
tan como aquellaen la que el profesor habla y los alumnos callan y toman
apuntes disciplinadamente; un método que, dicho sea de paso, no es tan
malo como algunos dicen, al menos sise interpreta y ejecuta rectamente,
Pero es igual, se impone acabar con la leccién magistral y la enojosa copia
de apuntes. Para eso estén estos Apuntes. Para eso y, como he dicho, para
invitar a lecturas mas enjundiosas, sobre todo de los clasicos. Preguntas,
debates, trabajos, casos practicos, machas son las cosas que pueden ha-
cerse en el marco de la docencia, y conffo en que estas paginas faciliten
su realizacién. Sin embargo, creo que lo decisivo y esencial del trabajo
universitario sigue siendo el estudio y la reflexién personal a partir de
una lectura directa de los textos relevantes, que no han de ser necesaria~
mente juridicos, y esto es algo que ningiin Manual puede ni debe intentar
sustituir. Considérense, pues, estos Apuntes como un punto de partida
para ayudar en el esfuerzo de aprendizaje, reflexién y critica, no como un
punto de Ilegada que permita eludir cualquier otro esfuerz0.
Toledo, 23 de mayo de 2005
uwLeccién 4
APROXIMACION AL CONCEPTO DE DERECHO
Derecho y fuerza
En una aproximacién muy elemental cabe decit ue el Derecho es un
conjunto de normas que regulan la conducta humana. El Derecho no
puede regular ni lo imposible ni lo necesario, sino s6lo aquello que las
personas pueden 0 no hacer, esto s, su conducta libre (en un sentido
mevamente fictico de libertad). Sin embargo, es bastante obvio que la
conducta humana no se tige s6lo por normas juridicas, sino que respon
de a los mis variados estimulos y razones; religién, moral, costumbres
sociales, reglas de cortesfa o simples modas representan otras tantas es-
feras de normatividad, més 0 menos perfiladas y entrelazadas entre si,
que también pretenden y de hecho consiguen —muchas veces con ma-
yor eficacia que el Derecho— regular nuestro comportamiento. Por c30,
tal vex el problema central, o desde luego el primer problema, de una
tcorfa del Derecho consiste en diferenciar las normas juridicas de las
normas religiosas, morales, sociales, etc; ello esindispensable, por ejem-
plo, para saber qué derechos y deberes jurfdicos tenemos y, por tanto,
para justificar o criticar las decisiones de las autoridades a propésito de
los mismos, Este es el problema de la definicién del Derecho.
El problema encontrarfa una facil respuesta siresultase que las distin-
tas esferas de notmatividad se ocupasen de cosas también distintas, si
tuviesen objetos de regulacién diferentes. Algunos autores han tratado
de explorar este camino, pero lamentablemente parecen haber fracasa-
do: el contenido prescriptivo de muchas normas a veces es idéntico en
todos los ambitos de normatividad; asi, el Derecho prohfbe matar, pero
también lo hace la religién o la moral; algunas religiones prohiben la
13bigamia o imponen el deber de asistir a ciertos oficios 0 actos rituales,
pero también lo hace © puede hacerlo el Derecho; son las reglas de la
etiqueta las que regulan en general la forma de vestir, pero eventualmen-
te también puede hacerlo el Derecho. Cabe apreciar ademas que las
normas emigean o se trasladan de un sistema a otro, en el sentido de que
‘nozmas que en tiempos pasados fueron jurfdicas sc «dogradan» luego ala
‘esfera de las costumbres sociales, 0 ala inversa. Un solo ejemplo: la con-
ducta blasfema (decir palabras injuriosas contra Dios o los santos) siem-
pre ha sido comprensiblemente un pecado en el orden religioso, pero en
tro tiempo tampoco dejé de ser un geave delico; més tarde se convici6
en un delito leve, luego en una falta y finalmente hoy es una incorreccisn
social cuyo reproche 0 desaprobacién es mas o menos intenso en funcin
de las circunstancias del caso. Sea como fuere, la conelusién parece cla:a:
no existen materias jurfdicas y no juridicas en general, el contenido delas
normas (aquello que regulan) no nos informa sobre su naturaleza.
‘Asi que si no podemos identificar el Derecho por aquello que man-
da, prohibe o permite, una posible respuesta consiste en atender a c¢mo
Jo hace, ala técnica que utiliza o al modo de presentarse sus normas, Lo
aque viene a sugerirse entonces es que las normas jurfdicas, con inidepen-
dencia de lo que regulen, presentan algiin rasgo o earacteristica estruc-
sural distintiva, Se inicia asf una gigantesca empresa dirigida a identificar
‘ese Fasgo, tarea en verdad nada facil, pues, por definicién, ha de satisfa-
cer una doble condicién para realizar el propésito que persigue: debe
sér un rasgo que se encueentre en todas las normas juridicas, pero séloen
dallas. Los candidatos son varios y, aunque seran examinados en las Lec-
iones sobre la norma jurfdica, conviene siquiera enunciar algunos de
ellos: las normas juridicas son prescripciones negativas prohibiciones,
‘mienteas que las normas morales tienen un carcter positive o de man-
dato; las normas juridicas son heter6nomas, mientras que las morales
‘son autGnomas; Ia estructura de la norma jurfdica responde a un esqie-
‘ma hipotético 6 condicional («si X, debes Yo), frente a la navuraleza cate-
orice de las normas morales; el cumplimiento de wna norma jurfdica
‘parece siempre garantizado por la coacci6n, lo que no ocurre en las
demas esferas de normatividad, eteétera.
“Tampoco este camino ha resultado del todo convincente, Aunque
algunos de los criterios mencionados puedan parecer més fecundos que
‘ros, no terminan de satisfacer la condicién requerida: o bien resulta queno
se hallan presentes en todas las normas que se nos presentan como juridi-
as, o bien aparecen en normas que adscribimos a otros érdenes de nor~
matividad: De manera que la teoria del Derecho contemporénea ha
censayado otra estrategia distinta, cuyo punto de partida consiste en re-
nunciar a una definicién del Derecho que descanse en el concepto de
4
APROXIMACION AL CONCEPTO DE DERECHO
norma jurfdica aisladamente considerada; la norma puede presentar cual-
quier estructura 0 contenido y es imposible encontrar un rasgo comtin a
todas ellas. Con ello, el problema de la juridicidad de la norma parece en
principio venir resuelto de una manera sencilla: una norma es juridica
‘cuando pertenece a un ordenamiento juridico o, como suele decirse, cuan-
do es vilida con atreglo a lo establecido en un sistema juridico.
Pero se advierte facilmente que al cerrar este problema hemos abier-
to otro no menor, que es determinar en qué consiste un ordenamniento
juridico, Antes de intentar una respuesta directa, conviene, no obstante,
luna pequena digresion. Acabamos de decir que uno de los posibles ras”
05 distintivos del Derecho es el eardcter sancionador de sus normas, y
silo hemos abandonado, ha sido por dos razones: primero porque, como
se ver4, no parece que todas las normas jurfdicas aparezcan garantizadas
por una sancién; y segundo, porque resuita que también existen sancio-
nes en el orden religioso, moral y social. Sin embargo, y aqu{ esté el
inicio de la respuesta que pospusimos, parece que las sanciones juridicas
presentan una caracteristica peculiar, que es su.vinculacién al uso de la
fuerza. Veamos como pueden operar las sanciones.
El universo de las religiones es muy variado y plural, por lo que no
admite_un tratamiento unitario. No obstante, si nos fijamos en aguella
que nos resulta més familiar y que institucionalmente representa la Igle-
sia cat6lica, es facil constatar la existencia de sanciones. Luego volvere-
mos sobre el Derecho canénico entendido como sistema, pero baste
decir ahora que la estructura de las normas que componen ese Derecho
no difiere sustancialmente —aunque sf presente sus peculiaridades— de
las normas de cualquier otro ordenamiento. Por ejemplo, el canon 1364
consagra una tipica norma penal: «El apéstata de la fe, el hereje 0 el
cismético incurren en excomunién latae sententiae...» y, su vez, el 1331
define en qué consiste fa pena de excomuniéa. Este tipo de preceptos,
como digo, podrfa formar parte de cualquier Derecho secular de base
confésional y son, sin ningtin género de dudas, disposiciones sanciona-
doras. Pero, desde la perspectiva actual, éen dénde reside la diferencia?
Basicamente, en la desconexién entre Ja sancidn y el uso de la fuerza;
son sanciones o penas cuya ejecucidn no esti (hoy) en condiciones de
recurtir al uso de la fuerza, dado que forman parte de un sistema nor-
‘mativo que no tiene por objeto Ia organizaci6n de la fuerza.
‘Tampoco Ia moral admite un tratamiento unitario, De moral se ha-
bla en varios sentidos y sobre esto hemos de volver, pero aquf procede
‘eferirse a la llamada moral racional o esclarecida por contraposicién a
Ja moral social o mayoritaria, esto es, a aquella que asume un individuo
a partir del dictamen de su conciencia auténoma, En otras palabras, nos
referimos a una regla de comportamiento que —con independencia de
15que coincida o difieta de lo que manda el Estado o piensan los demés
Iniembros de la sociedad— la persona considera como un deber al que
ha de ajustar su comportamiento. Por ejemplo, aceptemos que la norma
que diee ese deben cumpli las promesas» pertenece a esta esfera de Ix
mnoralidad. También este género de normas pueden incumplirse y gene-
rar una peculiar sancin: si quien incumple lo prometido es un agente
moral, como minimo deberd sentir remordimiento de conciencia 0 are-
pentimiento y seguramente, en la medida en que el comportamientm
frascienda, un cierto reproche por parte de la comunidad, Aqui las dife-
rencias son ain més claras que en las sanciones teligiosas; las sanciones
morales —entendida la moral en los t8rminos expuestos— son internas
de conciencia y, desde luego, nada tienen que ver con el empleo de la
fuerza o la coaccién.
Por tilimo, a medio camino entre esta moral racional y el Derecho
encontramos un amplisimo universo de normas que suele denominarie
moral social, costumbres, reglas del trato social, etc. No todas estas nor
tas tienen el mismo cardeter; algunas vienen a coincidir en su conteni-
ddo con reglas jurfdicas o con reglas morales en sentido estrcto; asi, a
{que prohibe matar ola que impone cumpli las promesas parece que son
hormnas generalmente aceptadas en nuestras sociedades, con indepen-
dencia de que ademas cuenten con el respaido del Derecho o del dicta-
‘men auténomo de numerosos individuos, Otras, en cambio, parecen
propias o caracteristicas de la esfera social; por ejemplo, saludar a un
Conocido que encontramos en la calle, dar los buenos dias al entear en el
aula, observar cierta compostura en la mesa, ete. El incumplimiento de
estas normias da lugar asimismo a sanciones 0 reacciones criticas por
parte de la colectividad: el reproche social, la marginacién del grupo,
ttc, medidas que en principio no llevan aparejado el uso de la fuerza
‘Reitero que las esferas de normatividad que venimos comentanco
en especial la religiosa y Ia social—no es que no recurran a la fuerza
por alguna imposibilidad ontol6gica relativa al cardcter de sus normas;
pueden hacerlo y de hecho asf ha sido en Ia historia, Pero no estamos
{Elasficando normas sina sanciones: las sancionesreligiosas (excomunién,
Entredicho), morales (remordimiento de conciencia) y sociales (reaccio-
nes erftcas en sus miltiples modalidades) que hoy conocemos se carac-
terizan porque no consisten en el uso de a fuerza, no pueden ser impues-
tas mediante la coacci6n fisica ni enfin, forman parte de un sistema que
regule la fuerza. Este parece ser un criterio relevante para distingnir den-
tro del universo de las sanciones y, con ello, del universo de las normas;
cl inclumplimiento de toda regla puede decirse que genera una cons
teuencia, pero s6lo algunas de esas consecuencias estén relacionadas con
fa fuerza. Cabe decir entonces que una(sancidn'es jurfdica cuando su
16
APROXIMAGION AL CONCEPTO DE DERECHO
imposici6n (pagar una multa, ir ala cércel, satisfacer una indemnizacién)
puede hacerse efectiva mediante el uso de la fuerza; y cabe decir también
‘qué él Derecho es un sistema normativo que se caracteriza porque esti
ppula en qué casos y condiciones resulta procedente el uso de la fuerza.
Desde luego, pueden ensayarse otras muchas definiciones del Derecho,
pero aqui se ha escogido esta bastante sencilla (aunque sin duda requiere
varias matizaciones): e! Derecho es un sistema de fuerza, un sistema cuya
singularidad consiste en poder ascgurar el cumplimiento de sus normas
mediante la fuerza, precisamente porque é] mismo es expresién de una
fuerza cuyo uso regula.
Esta es una explicacién positivista del Derecho en la que, en realidad,
se mezclan distintas perspectivas a propésito de las relaciones entre el De-
recho, el poder y Ia fuerza que conviene aclarar minimamente, De una
parte, en efecto, cabe decir que el poder detentador de la fterza represen-
tacl fundamento del Derecho en el sentido de que sus normasson creadas
por quien ostenta el poder, el Estado en el mundo moderno; como dijo
Bodino, la soberania es el poder absoluto y perpetuo de una reptiblica y
cconsiste en dar y casar la ley: producir y anular Derecho constituye asi el
primer rasgo del poder, de quien pretende monopolizar el uso de la fuer
Za, He aqui, pues, una visién genética de las relaciones entre Derecho y
fuerza: es el poder que detenta la fuerza quien crea el Derecho,
‘Una segunda perspectiva es la que enfoca las relaciones entre Dere-
ccho y fuerza en términos instramentales: una norma ¢s jurfdica no tanto
porque haya sido producida por el poder, sino porque cuenta con sit
respaldo en forma de uso de la fuerza; lo propio de las normas uridicas,
aquello que las distingue de otras normas, es la posibilidad de recucrir a
la coaccin. Por eso, esta perspectiva puede Hamarse coactivista y ¢s, en
Tineas generales, Ia que hemos desarrotlado en las paginas precedentes
cen nuestra aproximacién a la sanci6n jurfdica.
Finalmente, la perspectiva més depurada es la que inaugura Kelsen
y siguen realistas como Olivecrona o Ross, para quienes la fuerza no es
el fundamento ni el instrimento del Derecho, sino stt objeto. El Dere:
cho y sus nozmas (al menos sus normas genuinas) no es que estén garan-
tizados por la fuerza, es que directamente regulan la fuerza, regulan los
supuestos y condiciones en que la fuerza puede ser usada; como dice el
autor tiltimamente citado, el Derecho «es un cuerpo integrada de.reglas
que dererminan las condiciones bajo las cuales debe ejercerse la fuerza
fisica contra una persona [... €s el conjunto de reglas para cl estableci-
miento y funcionamiento del aparato de fuerza del Estado». En el fon:
do, Derecho y fuerza son dos caras de una misma motieda.
Bien entendidas, creo que las tres perspectivas comentadas no son
incompatibles, sino complementarias, aunque resulte mis clarificadora
7{a iltima de ellas. Cabe decir, en efecto, que algunas normas que regulan
la vida social necesitan de la fuerza para garantizar su cumplimiento
{que esto deba ser ast es cuesti6n distinta), pero dado que la fterza es un
atriburo de ese Leviatan que Hamamos poder (y en cl mundo moderno
tun monopolio del Estado), resulta que sélo el poder se halla en condi-
ciones de garantizar la efectividad del Derecho y, por tanto, de creatlo,
(0 de respaldar el que puedan crear otros. Y, a su vez, dado que el poder
se expresa exclusivamente a través del Derecho, éste se convierte en la
forma del poder, en el modo de organizar su fuerza. Por tanto, el Dere-
cho es un sistema normativo que se diferencia de otros sistemas porque
sus normas (algunas de sus normas) tienen por objeto la regulacién de la
fuerza
2. Derecho y banda de malhechores: analogtas y diferencias
Hemos presentado una visi6n del Derecho premeditadamente desca:-
nada a fin de subrayar la importancia de una viejisima objecién, que
seguidamente comentamos. Si en resumidas cuentas el Derecho cs sélo
fuerza, éen qué se diferencia tina norma juridica de la orden de un la-
de6n2, édmo distinguir la poco amable carta de Ia Inspeccién de Hix
cienda reclamando ef pago de un impuesto y amenazando por cierto
con una sancién, de Ia orden de un bandido que nos exige «la bolsa o la
vida»2, ée6mo distinguir la pena de muerte legalmente ejecutada de un
vulgar homicidio o asesinato? Adviértase que, si no introducimos alge-
na consideraci6n suplementaria a nuestra definicién del Derecho en tér-
minos de fuerza, las situaciones descritas son del todo andlogas: en el
primer caso, «haces Xo sufciris la consecuencia Yo, «pagas el impuestoo
serds sancionado recurriendo incluso al uso de la fuerza», «me entregas
el dinero o haré uso de la violencia»; en el segundo caso, el acto de
fuerza es idéntico, matar a una persona.
“Me patece que para responder a esta objecién se han seguido dos
grandes caminos (y, $i se quiere, un tercero que pretende ser la convet-
gencia de los anteriores) que pudiéramos lamar ef argumento de la jus-
ticia y el argumento de la institucionalizacion. El primero resulta bien
sencillo de éxponer y, por lo demés, bastante atractivo: lo que diferen-
cia la fuerza del Derecho de la fuerza del mathechor es que la prime:a
se pone al servicio de la justicia y la segunda no. Por eso, pudo decir sen
‘Agustin que «desterrada la justicia, équé son los reinos sino grandes fi-
raterfas? Y las mismas piraterias équé son sino pequefios reinosi»; y ait~
dir santo Tomés que «por consiguiente, toda ley humana tendra car
ter de ley en la medida en que se derive de Ia ley de la naturaleza; y sie
18
APROXIMACION AL CONCEPTO DF DERECHO
aparta un punto de la ley natural, ya no serd ley, sino corrupcién de la
ley». Ciertamente, los iusnatucalistas de todas las épocas, empezando
por los citados, han formulado miltiples matizaciones a esta afirma-
Gi6n, de manera que, en general, sélo la ley absoluta y radicalmente
injusta se consideraba como corrupeién de la ley, como una «no ley».
Pero esto no interesa aqui. Lo que interesa es una conclusién fundamen:
tal dela posicién iusnaturalista comentada: el Desecho es sin duda fuet-
2a, pero fuerza justa; y si deja de ser justa se convierte en un latrocinio.
La diferencia entre la norma juridica y la orden del bandido es, pues, la
justicia de la primera.
De la doctrina del Derecho natural nos ocupamos en otra leccién,
pero baste decir ahora que aftadir la justicia a la fuerza, lejos de simplifi-
car, complica ain mas la comprensién del Derecho, y ello al menos por
dos razones. Primero, porque con cardcter preliminar nos obliga a dilu-
idar qué es la justicia y cdmo se alcanza, y ésta es una cuestién sobre la
gue la historia del pensamiento dista de ofrecer resultados concluyen-
tes; es mas, muchos piensan que no existe nada parecido a una justicia
objetiva, universal y cognoscible, Y segundo, porque si acordasemos
considerar a la justicia como un tasgo esencial de! Derecho, tendrfamos
que buscar otro nombre para las leyes y los sistemas juridicos inicuos
‘que tanto han proliferado a lo largo de la historia y que siguen prolife-
rando en el presente,
El argumento de la institucionalizacion resulta tal vez menos rotun-
do, pero mas prometedor. Una de las caracterfsticas del Derecho y dé fa
fuerza juridica es que se hallan institucionalizados, En pocas palabras,
esto significa que en todo sistema, junto a lasnormas que imponen obli-
gaciones 0 que confieren derechos a los citudadanos (normas primarias),
existe un conjunto mas 0 mesos complejo de normas (secundarias) que
desempefian, entre otras, estas funciones: proporcionar criterios para
poder identificar las normas primarias pertenecientes al sistema; desig-
nar y organizar a [68 sujetos competentes para producir normas; insti-
tuir érganos encargados de aplicar esas normas a situaciones particula-
res; disefiar procedimientos para hacerlas efectivas, incluso mediante la
fuerza, etc. Cabe decir entonces que un sistema juridico es ui sistema en
el que, ademas de normas, hay instituciones como legisladores, jueces,
polit, ete, wn entramado inicaciona del que carecera a bands de
‘Mas espectficamente, en relacién con las sanciones y el uso de la
fuerza, la institucionalizacin supone que la fuerza no se aplica de forma
espontinea, irregular e indiscriminada, sino que aparecen tasados los
‘casos 0 situaciones en que procede hacer uso de la fuerza, asf como la
cantidad y calidad de la fuerza que procede aplicar; y que se determina
19también con bastante detalle quién y a través de qué procedimientos
puede ordenar y ejecutar el empleo de la fuerza, Con ello, como dice
Bobbio, se promueve la certeza, la proporcionalidad y la imparcialidad:
sabemos cuindo se aplicaré Ia fuerza, en qué medida y por quién (por
un terceto imparcial, el jue?)
Nada de esto, en efecto, parece ocurrir con el malhechor que nes
amenaza con un «la bolsa 0 la vida». Por eso, aunque los bandidos ejer-
\ zan un poder de facto ¢ impongan su «ley» en un cietto territorio, su
fuerza sera cualitativamente distinta a la del Derecho, no ya por la just
cia o ausencia de justicia de sus decisiones, sino por su falta de instive~
iontalizacidn en el sentido sefialado. Por otra parte, éste es un criterio
{que ayuda muy poderosamente para mejor distinguir las sanciones jur'=
dicas de las morales y sociales. Antes, y por motivos expositives, comer
‘zamos sugiriendo que la diferencia estribaba en el uso de la fuerza, pero
seguramente la cuestién puede esclarecerse mejor ala luz de este eriterio
de la institucionalizacién.
La esfera moral, tal y como antes fue entendida, no oftece problema
alguno: la sancién moral no s6lo se sitiia al margen de la fuerza, sino
{que ademas tiene un cardcter interno o de conciencia; a diferencia de la
sanci6n juridica, que es siempre externa. Mayores problemas plantean
las sanciones sociales: éstas no s6lo se presentan como externas 0 proce-
demtes del grupo, sino que ademés en ciertos contextos pueden llegar a
ser muy eficaces y consistir incluso en el uso de la fuerza (como sucede
con el linchamiento). En. este Giltimo caso, la tinica diferencia con la
sancin jurfdica residirfa precisamente en la falta de institucionalizacién:
sino existen aquellas reglas secundarias de las que se habl6, no es pos
ble saber con certeza cudndo se emplears la fuerza, ni por quién, ni en
né medida, Asi, pues, parece que el rasgo definitorio del Derecho resi-
de no ya en la simple fuerza, sino en su institucionalizacién,
‘Sin embargo, el problema que presenta este criterio es que resulta
poco concluyente 0, mejor dicho, que deja zonas de penumbra en les
que resulta dudoso si procede o no hablar de un orden jurfdico. Est
sucede tanto con los bandidos como con la esfera de normatividad so-
ial. Por lo que se refiere a los primeros, cabe la posibilidad de que
‘alcancen wn cierto grado de organizacién, que se establezcan jerarquics
entre unos que mandan y otros que ejecutan lo mandado, que se doten
incluso de un rudimentario c6digo de conducta y hasta que designen de
entre ellos a algunos encargados de juzgar y reprimir las desviaciones,
sin olvidar tampoco el establecimiento de un cierto régimen fiscal; cate
incluso que los malhechores actiien con la disciplina de un ejército 0 que
simplemente sean un ejétcito. Algunas organizaciones revolucionarias 0
terroristas (el calificativo depende de quién lo emplec) se encuentran eo
20
APROXIMACION AL CONCEPTO OF DERECHO
tuna simacién como la desctita, Decir que el suyo no es un orden jurfdico
cuando a veces puede llegar a ofsecer mayor certeza o seguridad que
el que brinda el propio Estado— parece poco realista. Los sistemas que
se desarrollan en conflicto © competencia se muestran siempre como
excluyentes o negadores de la existencia misma de su contrario (vieja
herencia de la idea de soberania), pero més bien parece que en estos
casos coexisten dos sistemas juridicos. Sea como fuere, carecemos de un
criterio claro para decidir a partir de qué grado de institucionalizacién y
de regulacién de la fuerza una organizaciGn de bandidos se convierte en
un sistema juridico.
‘Algo semejante sucede cuando tratan de fijarse las fronteras entre la
normatividad social y la normatividad jurfdica. Todo parece indicar
que en las sociedades primitivas se carecia de un modelo medianamente
desarrollado de esas normas secundarias que expresan la institucional
zacién del Derecho: no existian Grganos permanentes de produccién
juridica, sino que las normas se cteaban més bien de forma espontinea
y por la propia colectividad (costumbtes); tampoco se contaba con 6
sganos que de manera exclusiva aplicasen las normas juridicas (y la fuer-
za), sino que esa tarea se encomendaba a tbitros elegidos por las par-
tes, 0 simplemente se atribuia un derecho de venganza en favor del
ofendido o de su familia, En definitiva, eran sistemas no institucionali-
zados 0 con una institucionalizacién rudimentaria, Poco importa que
proceda 0 no calificarlos como érdenes juridicos. Lo que interesa des-
tacar es que a partir del criterio de la institucionalizacién no es posible
determinar cuindo un sistema primitivo se transforma en un sistema
jurfdico complejo.
3. Algunas dificultades
Nuestra inicial identificacién del Derecho a partir de la peculiar natu-
raleza que presentan sus sanciones nos condujo a concebir el sistema
juridico en técminos de fuerza. Pero, a st vez, la conveniencia de dis-
tingnir el Derecho de la fuerza desnuda que puede encarnar la orden
del bandido nos ha invitado a introducir un segundo elemento, que es
la institucionalizacién, Cabe entonces proponer a signiente definicién:
el Derecho es un sistema normative que, entre otras cosas, regula el
uso de la fuerza mediante el establecimiento de drganos que determi-
nan los supuestos y condiciones en que la misma puede ser empleada,
asf como otros que deciden la aplicacién de las normas a los casos
patticulares, pudiendo disponer eventualmente la aplicacién de medi-
das coactivas recurriendo a la organizaci6n de fuerza que el propio
2sistema instituye. (Con algunas modificaciones, ésta es la definicién
\. que propuso Nisio.)
‘Asimismo, se ha insistido en la enorme dificultad, o en fa imposi-
bilidad, de concebir la génesis de un sistema jutidico en términos de
«iodo 6 nada», como un suceso de acto tinico a partir de una nitida
distinciGn entre situaciones de Derecho y de no Derecho. Tanto si con-
sideramos la cuestién desde una perspectiva evolutiva o de transform
cidn de un sistema primitivo en un sistema juridico complejo, como si
pensamos en un cambio revolucionario por el que una «banda de malhe-
chores» termina por imponer un nuevo orden juridico, parece cuestién
convencional decidir el dia y {a hora en que «nace» tn sistema juridico.
El motivo de tal dificultad es que el conjunto de condiciones que suelen
agruparse bajo la etiqueta de la institucionalizaci6n presentan un card:
ter gradual: un sistema puede haber desarrollado alguna especializa-
ci6n en la produccién juridiea, pero carecer de Srganos de aplicacién;
6, a la inversa, tener una incipiente organizaci6n judicial, pero carecer
de una delimitaci6n clara de los sujetos competentes para promulgar
normas, etcétera.
‘Ahora procede dar sucinta noticia de tres dificultades. La dos prim:
taobedecen a una misma comprobacién: los juristas denominan Dere
cho a ciertos sistemas normativos que no parecen poder encuadrarse
facilmente en la definicién propuesta; de un lado, el Derecho canénico
o de Ia Iglesia catdlica se muestra como un sistema institucionalizado
hasta la maxima sofisticacién, pero carece de fuerza; de otto, el Dere-
cho Internacional Piblico se muestra, al contrario, como un sistema de
maxima fuerza, pero carente de institucionalizaci6n. La tercera difictl-
tad tiene que ver con un argumento que antes qued6 anunciado, a st-
ber: la posibilidad de construire] concepto de Derecho enlazando los
dos caminos o argumentos que ya han sido comentados, el de la justicia
y el de la institucionalizaci6n, La idea serfa, en sintesis, que el Derecho
se configura como un sistema de fuerza organizada, pero acompaiiado
necesariamente por una pretensién de justicia o correcci6n,
Por lo que se refiere al Derecho canénico, desde tiempos remotos xe
viene discutiendo si, en primer lugar, la Iglesia debe tener un Derecho y,
en segundo término, si puede tenerlo. No nos interesa aqui el primer
aspecto, aunque no esta de més recordar que entre los cristianos siera-
pre ha existido una corriente «espiritualista» contraria no s6lo a la pre
sencia de un Derecho en la Iglesia, sino también muy critica con la pode-
rosa organizaci6n institucional que tradicionalmente ha caracterizado al
catolicismo; para ellos,la Ecclesia caritatis resulta incompatible con la
Ecclesia juris. En relacién con el segundo aspecto, conviene precisar
ante todo que hist6ricamente el Derecho candnico ha sido un Derecho
2
como cualquier otro en la medida en que la propia organizacién ecle-
sidstica dispusiera de un aparato de fuerza, 0 en la medida en que pudie-
ra recurrir a la fuerza del Estado. Este diltimo era el caso del conocido
Tribunal de la Inquisicién o Santo Oficio, que en Espatia desarrollé su
actividad hasta el siglo xx.
Desde luego, hoy las cosas no son asi y el Derecho candnico ya no
regula ni organiza més «fuerza» que la espiritual. Sin embargo, conviene
advertir que éste es un sistema normativo que presenta todos los demas
ingredientes caracterizadores de un sistema juridico y que lo hace ade~
més con un alto grado de complejidad y elaboracién: dispone de nor-
mas primarias o de conducta, de un sistema de penas aplicables como
reacciGn frente al incumplimiento de las anteriores, de 6rganos centrali-
zados de producci6n juridica, de un sistema jurisdiccional semejante al
de los Estados, en suma, su institucionalizacién resulta incuestionable
Lo que sf es cierto es que el Derecho canénico no descansa en ningiin
aparato de fuerza ni, por tanto, las penas que prévén sus normas pueden
ser hechas valer mediante esé procedimiento. La fuerza es aqui sustitui-
‘da por una presién psicolégica o espiritual —que puede ser tan eficaz
como la de una pena estatal— cuyo fundamento es Ia previa aceptacién
‘adhesin del destinatario al sistema normativo de la Iglesia. Para quien
Ja excomunién representa la privaciGn de un bien tan valioso como pue-
da ser la libertad o la propiedad, no cabe duda de que viene a desempe-
jar la misma funcién que es propia de las sanciones o penas para cuya
ejecucidn el Derecho secular recurre a la fuerza. En esto reside, pues,
una segunda diferencia: la aceptaci6n de cada sitbdito parece constituit
un elemento esencial o necesario de la eficacia de la norma y de la san-
cién canénicas, lo que en verdad no ocurre con las normas y sanciones
de los sistemas juridicos seculares. En cualquier caso, aclarado este pun-
to, el debate sobre la juridicidad del Derecho canénico pierde sus tintes
‘ontologistas y se convierte en una cuestién convencional: no hay incon-
veniente en seguir hablando de Derecho porque efectivamente el cand-
nico presenta numerosos elementos caracterizadores de un sistema ji
dico (normas, jueces, legisladores), aunque, eso sf, advirtiendo- de esas
peculiaridades que cieramente no son de poca importancia,
Siel problema de la juridicidad dél Derecho canénico ha preocupa-
do desde antiguo, no menor ni mucho més reciente es el debate sobre el
Derecho Internacional Pablico. También aqui prescindimos de dar cuen-
ta de las distintas y numierosas teorias formuladas, limitdndonos a cor
trastar las peculiatidades que presenta este sistema normativo desde la
perspectiva de la definicién del Derecho que se ha propuesto. De entra
da, hay que sefialar gue en las relaciones entre los Estados el empleo de
la fuerza representa una Gonstante hist6rica (la guerra) y que precisa-
23mente el Derecho Internacional nacié como un intento de regular y li
iitar el uso de la fuerza; de hecho, es significativo que la obra que para
‘muchos inaugura el Derecho Internacional se titule De iure belli ac pacis
(Grocio, 1625). De manera que, a diferencia de lo que vefamos en el
Derecho canénico, lo que falta aqui no es la fuerza o la violencia; en Ja
‘conocida tradicién hobbesiana mas bien sucedia todo lo contrario, que
los Estados vivian en una especie de estado de naturaleza y de guerra de
todos frente a todos. Por asi decirlo, la comunidad de los Estados ver~
dria a ser como una comunidad de malhechores donde reinaria la ley del
mis fuerte.
En consecuencia, Ia vinculacién con la fuerza que predicébamos
como un rasgo cualificador de ciertos sistemas normativos que Hame
mos jurfdicos queda perfectamente satisfecha por el Derecho Interne.
ional. El problema que éste ha presentado histéticamente —y que, en
parte, sigue presentando— consiste en su muy rudimentaria institucic-
nalizaci6n, fo que le aproxima a los sistemas primitivos. Veamos: ha
sido tfpico del Derecho Internacional que sus normas no hayan sido
creadas por ningtin érgano especializado, sino gue deriven de fa cos-
tumbre y, sobre todo, de los pactos o acuerdos entre los Estados; no
existe ningiin legistador internacional equiparable a los legisladores ns-
cionales. Asimismo, es caracterfstico que las normas de comportamiento
asi producidas no apatezcan protegidas por un sistema variado y pro-
porcional de sanciones, pues précticamente éstas se han limitado a un
uso de la fuerza no precisado ni en st cantidad ni en su calidad. Y final-
mente, sobre todo, el llamado orden internacional ha carecido también
de érganos especializados para la aplicacién de esas normas y para la
eventual adopcién de las medidas coactivas; de manera que, al igual que
en los sistemas primitivos, ha predominado un. modelo de autotutele,
donde ¢s el propio ofendido quien decide sobre la infraccidn de la nor-
ima y sobre stis consecuencias; esto es, no ha sido posible hablar de una
auténtica jurisdiccién internacional basada en el modelo de heteratute-
Ja, que caracteriza a los sistemas juridicos complcjos y evolucionados.
Sin embargo, hay que advertir que el Derecho Internacional Pablico
se encuentra en un proceso de transformacién que ya hoy obligaria a
revisar o matizar la caracterizacién que acaba de hacerse. No procece
iniciar ahora un andlisis pormenorizado, pero hay que decir que, en
lineas generales, ese proceso se encamina precisamente hacia la institu-
cionalizacién: la codificacién del Derecho internacional, el desarrollo
de organizaciones internacionales con capacidad normativa, la apari-
cién —costosa, sin duda— de jurisdicciones incluso en la esfera penal,
te., son todos ellos sintomas de que fo que fue en six dfa wn sistema
primitivo se aproxima cada dfa més a un sistema normativo plenamente
24
APROXIMACION AL CONCEPTO DE OERECHO
juridico o parangonable con lo que son los Derechos internos que cono-
cemos. En consecuencia, y Hamando también la atencién sobre sus pe-
caliaridades, no parece existir obstculo en hablar del Derecho Interna-
cional Pablico como de un verdadero Derecho.
Las dificultades examinadas nos han obligado a perfilar el concepto
de sistema juridico en relacién con otros sistemas normativos cercanos:
el sistema de una moral institucionalizada en el caso del Derecho cané-
nico, y el sistema primitivo 0 no suficientemente evolucionado en et
caso del Derecho Internacional. La tercera dificultad que anunciamos
tiene que ver con otra distinciOn entre sistemas normativos, en este caso
entre el sistema jurfdico y el orden que pueda establecerse por parte de
una banda de malhechores. Cabe recordar en este sentido cuanto se dijo
sobre el argumento de la justicia y el argumento de la instirucionaliza-
i-
tada tributacién que grava la venta de ssbaee pom aor
fumadores de su nefasto vicio (primera funcion) y con ello me ra
Salud de Tos eindadanos (Segunda funcién), disminuit el gasto sanieario
(tercera funcién) y engrosar Tas arcas Lani pa ve nae eae
ras necesidades u objetivos (cuarta funcién). Cabe decir enton oe a
Sere ivede set so deale una perspesiva funcional como uP
entramado de fines y medios, de manera que una norma puede a
vehar Ia funcién de satisfacer determinado objetivo que por su P=
vee como medio o funcién de otra finalidad mas general.
‘Lo dicho nos advierte ya de una segunda ance’ y esque no. ae
peanery i6n desempefia una y sola-
or qué pensar en que ina norma o instituciGn desempeta una y ola
ane funcidn, sino que puede cumplir varias See i
Desde esta perspectiva, y haciendo un uso algo libre de eer inde
‘cones doctrinales, podrfamos distinguir entre funciones direct
32.
rectas, manifiestas y ocultas o latentes. Puncidn directa es aquella que se
deduce del contenido prescriptivo de la norma y que el destinatario de
Ja misma puede comprender de un modo directo; asi todos entendemos
que el precepto penal que castiga el robo pretende evitar una conducta
que lesiona el valor de la propiedad y, con ello, e! modelo de relaciones
sociales. La funcién indirecta, en cambio, no tiene que ver con el cum-
plimiento de la norma, sino con los sentimientos y reacciones psicoldgi-
cas que en la colectividad suscita su: mera existencia o aplicaci6n; la
funci6n de la norma no reside en los efectos que se deriven de su acata-
miento, sino en el simbolo que ella misma representa. Estos efectos indi-
rectos no deben identificarse con efectos no queridos 0 no previstos por
el legislador, sino que, al contrario, a veces el emisor de la norma parece
perseguir antes la funcidn indirecta que la directa. Otro ejemplo: la tipi-
ficacién penal de la convocatoria de referenda con motivo de la consulta
popular anunciada en el Pais Vasco tenfa una funciGn directa, que era
amenazar criminalmente al presidente de esa Comunidad Aut6noma y
evitar asf que llevase a la practica su iniciativa; pero tenia también una
funcién indirecta mucho ms importante, que era mostrar la determina-
cién y fortaleza del Estado y de esta manera incrementar su legitimidad,
fortalecer la adhesin y confianza de la poblacién, etcétera.
La idea de funciones-manifiestas se aproxima a la de funciones di-
rectas: son aguellas consecuencias objetivas que se desprenden clara-
mente de las norms. Las funciones latentes w ocultas podrian definirse
conio los efectos colaterales.o de segundo grado, que tanto pueden ser
buscados de propésito por el legislador, como resiltar inesperados @ no
deseables. La famosa «ley seca» que probibié el consumo de bebidas
alcohélicas en Estados Unidos no sé muy bien si se dicté como medi-
da paternalista para proteger la salud de los ciudadanos, o como medida
perfeccionista pata hacer de ellos individuos honestos y morales (segtin
una cierta visién de lo honesto y moral, claro esta), pero en todo aso
éstas parecian ser las funciones manifiestas; la funci6n latente fne pro-
mover un préspero mercado negro que incrementé los beneficios de la
mafia; tampoco sé si este efecto colateral result6 inesperado 0, al conta~
rio, premeditado,
La visién de las funciones del Derecho que aqui proponemos y que
sigue parcialmente a la formulada por Rehbinder, asume como punto de
partida que todo orden juridico pretende garantizar o,imponer un deter-
minado modelo de relacionés sociales 0, como suele decirse, que es un.
sistema de control social. Cuat'sea ese modelo es algo que en principio
alora no interesa; lo que interesa es el tipo de técnicas 0 de resortes de los
jue hace uso el Derecho pata alcanzar esc fin genérico de control social.
Sin detenernos en el interesante debate acerca de lo que debe entenderse
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