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Diario de Devoción Personal y Oración

En 3 oraciones: El diario describe los estudios bíblicos realizados sobre el bautismo de Jesús, su tentación en el desierto y la tentación de Adán y Eva. Incluye reflexiones sobre cómo Jesús venció las tentaciones donde Adán falló, y la importancia de la oración y el estudio bíblico para poder vencer las pruebas. El autor planea recordar el sacrificio de Jesús y compartir su mensaje con otros.

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Luis Gonzalez
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Diario de Devoción Personal y Oración

En 3 oraciones: El diario describe los estudios bíblicos realizados sobre el bautismo de Jesús, su tentación en el desierto y la tentación de Adán y Eva. Incluye reflexiones sobre cómo Jesús venció las tentaciones donde Adán falló, y la importancia de la oración y el estudio bíblico para poder vencer las pruebas. El autor planea recordar el sacrificio de Jesús y compartir su mensaje con otros.

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DIARIO DE DEVOCIÓN PERSONAL Y ORACIÓN

Fecha: 28/01/2023
Material leído: DG
Título del pasaje o mensaje: EL BAUTISMO
Versículos: CAPITULO 11
Idea principal del estudio: Las predicaciones de Juan el bautista repercutió en muchos lugares en
aquel entonces y llego hasta en la carpintería de José, y Jesús reconoció que su ministerio estaba
pronto para comenzar. Fue donde Jesús le pidió ser bautizado por él, pero, aunque este se negó
Jesús le reveló la importancia de este acontecimiento. Juan sabía que él podría ser el mesías
prometido, porque había escuchado su vida perfecta, pero aun dudaba y esperaba que todo se
aclarara por Dios a su debido tiempo. Cuando Cristo asciende de las aguas del bautismo los ángeles
estaban ansiosos de dar el mensaje de aprobación de parte de Dios, pero en vez de eso se abrió el
cielo y Dios mismo dijo las palabras “Este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia”.

Reflexión o reacción sobre lo que estudie: Que desde un principio el plan de que el salvador viniera a
hacer como hombre, desde ser bautizados esto con la finalidad de salvarnos y librarnos del pecado.

Acción que planeo tomar basada en lo que aprendí: Recordar y estudiar esto nos permite de alguna
manera replantear que Dios vino y pago el precio de nuestros pecados.. el dejo un mensaje que nosotros
debemos de seguir esparciendo.

Fecha: 29/01/2023
Material leído: DG
Título del pasaje o mensaje: La Tentación
Versículos: Capitulo 12
Idea principal del estudio: Cristo decidió ir al desierto, sabía que necesitaba fuerzas para cumplir
su misión, y buscó refugiarse en su Padre celestial. Ayunó por cuarenta días orando
fervientemente, pero cuando estaba más débil humanamente Satanás busca tentarlo. Sus
artimañas no prevalecieron, Jesús había atesorado la palabra de Dios en su mente y tenía grandes
impresiones por su estudio. Contestaba a la tentación con un escrito está, y el enemigo no podía
rehuir el fundamento bíblico tan poderoso. Cristo fue tentado en todo a nuestra semejanza
saliendo victorioso cada vez, sin que ni aun sus pensamientos pudieran inclinarse en lo más
mínimo al pecado.
Acción que planeo tomar basada en lo que aprendí: Debemos tomar los ejemplos de la vida de Jesús
mientras estuvo en la tierra, desde la oración hasta el ayuno y el estudio de su palabra, son algunas de las
cosas que nos van a permitir poder ser una luz en la vida de otras personas y testificar del amor de Jesús

Fecha: 30/01/2023
Material leído: DG
Título del pasaje o mensaje: La Tentación
Versículos: pag. 66-68
Idea principal del estudio: Adan Y Eva
Reflexión o reacción sobre lo que estudie: Así como por haber complacido el apetito Adán cayó, por
sobreponerse al apetito Cristo debía vencer, en este capítulo los dos episodios tanto el de Adán como el de
Jesús, Eran tiempo diferentes ya que desde Adan los tiempos se habían corrompido en todos los aspectos
por eso menciona la lectura que solo no se podría vencer, Cristo venció en nuestro favor soportando las
pruebas mas severas por nuestra causa, menciona que esta fue la primera batalla que venció contra el
enemigo, Después de lo cuarenta días de alguna manera Dios estaba débil entonces el enemigo creyó que
podría vencer. Nosotros como humanos de la misma manera debemos llegar al padre estar en constante
preparación para poder vender toda prueba y sobre todo no rendirnos.

Fecha:
Material leído:
Título del pasaje o mensaje:
Versículos:
Idea principal del estudio:
Reflexión o reacción sobre lo que estudie:
Acción que planeo tomar basada en lo que aprendí:
Peticiones de oración
De gratitud:
De arrepentimiento:
Petición personal:

Fecha:
Material leído:
Título del pasaje o mensaje:
Versículos:
Idea principal del estudio:
Reflexión o reacción sobre lo que estudie:
Acción que planeo tomar basada en lo que aprendí:
Peticiones de oración
De gratitud:
De arrepentimiento:
Petición personal:

Fecha:
Material leído:
Título del pasaje o mensaje:
Versículos:
Idea principal del estudio:
Reflexión o reacción sobre lo que estudie:
Acción que planeo tomar basada en lo que aprendí:
Peticiones de oración
De gratitud:
De arrepentimiento:
Petición personal:

Fecha:
Material leído:
Título del pasaje o mensaje:
Versículos:
Idea principal del estudio:
Reflexión o reacción sobre lo que estudie:
Acción que planeo tomar basada en lo que aprendí:
Peticiones de oración
De gratitud:
De arrepentimiento:
Petición personal:
ANEXO III

LAS 28 CREENCIAS FUNDAMENTALES

1. La palabra de Dios: Las Sagradas Escrituras, que abarcan el Antiguo y el Nuevo Testamento,
constituyen la Palabra de Dios escrita, transmitida por inspiración divina mediante santos hombres
de Dios que hablaron y escribieron impulsados por el Espíritu Santo. Por medio de esta Palabra,
Dios comunica a los seres humanos el conocimiento necesario para alcanzar la salvación. Las
Sagradas Escrituras son la infalible revelación de la voluntad divina. Son la norma del carácter, el
criterio para evaluar la experiencia, la revelación autorizada de las doctrinas, y un registro
fidedigno de los actos de Dios realizados en el curso de la historia.

2. La Deidad: Hay un solo Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, una unidad de tres personas coeternas.
Dios es inmortal, todopoderoso, omnisapiente, superior a todos y omnipresente. Es infinito y
escapa a la comprensión humana, aunque se lo puede conocer por medio de su auto revelación. Es
digno para siempre de reverencia, adoración y servicio por parte de toda la creación.

3. Dios el Padre: Dios, el Padre Eterno es el Creador, Originador, Sustentador y Soberano de toda la
creación.

Es justo y santo, misericordioso y clemente, tardo en airarse y abundante en amor y fidelidad. Las
cualidades y

las facultades del Padre se manifiestan también en el Hijo y en el Espíritu Santo.

4. Dios el Hijo: Dios el Hijo Eterno se encamó en Jesucristo. Por medio de él se crearon todas las
cosas, se
reveló el carácter de Dios, se llevó a cabo la salvación de la humanidad y se juzga al mundo.
Aunque es verdadero

y eternamente Dios, llegó a ser también verdaderamente hombre, Jesús el Cristo. Fue concebido
por el

Espíritu Santo y nació de la virgen María. Vivió y experimentó la tentación como ser humano, pero
ejemplificó

perfectamente la justicia y el amor de Dios. Mediante sus milagros manifestó el poder de Dios y
éstos dieron

testimonio de que era el prometido Mesías de Dios. Sufrió y murió voluntariamente en la cruz por
nuestros

pecados y en nuestro lugar, resucitó de entre los muertos y ascendió para ministrar en el Santuario
celestial en

favor de nosotros. Volverá otra vez en gloria para librar definitivamente a su pueblo y restaurar
todas las cosas.

5. Dios el Espíritu Santo: Dios el Espíritu Eterno desempeñó una parte activa con el Padre y el Hijo
en la

creación, la encarnación y la redención. Inspiró a los autores de las Escrituras. Infundió poder a la
vida de

Cristo. Atrae y convence a los seres humanos, y renueva a los que responden y los transforma a la
imagen de

Dios. Enviado por el Padre y el Hijo para estar siempre con sus hijos, concede dones espirituales a
la iglesia, la

capacita para dar testimonio en favor de Cristo y, en armonía con las Escrituras, la guía a toda la
verdad.

6. La creación: auténtico de su actividad creadora. El Señor hizo en seis días “los cielos y la tierra” y
todo ser

viviente que la habita, y reposó en el séptimo día de esa primera semana. De ese modo estableció
el sábado

como un monumento perpetuo conmemorativo de la terminación de su obra creadora. Hizo al


primer hombre

y la primera mujer a su imagen como corona de la creación, y les dio dominio sobre el mundo y la
responsabilidad

de cuidar de él. Cuando el mundo quedó terminado era “bueno en gran manera”, proclamando la
gloria

de Dios.
7. La naturaleza humana: Dios hizo al hombre y la mujer a su imagen, con individualidad propia, y
con la

facultad y la libertad de pensar y obrar. Aunque los creó como seres libres, cada uno es una unidad
indivisible

de cuerpo, mente y espíritu, que depende de Dios para la vida, el aliento y todo lo demás. Cuando
nuestros

primeros padres desobedecieron a Dios, negaron su dependencia de él y cayeron de la elevada


posición que

ocupaban bajo el gobierno de Dios. La imagen de Dios en ellos se desfiguró y quedaron sujetos a la
muerte. Sus

descendientes participan de esta naturaleza caída y de sus consecuencias. Nacen con debilidades y
tendencias

hacia el mal. Pero Dios, en Cristo, reconcilió al mundo consigo mismo y, por medio de su Espíritu
Santo, restaura

en los mortales penitentes la imagen de su Hacedor. Creados para la gloria de Dios, se los llama a
amarlo a él

y a amarse mutuamente, y a cuidar del ambiente que los rodea.

MANUAL DE REQUISITOS DE GUÍAS MAYORES 78 ANEXO III

8. El gran Conflicto: Toda la humanidad está ahora envuelta en un gran conflicto entre Cristo y
Satanás en

cuanto a l carácter de Dios, su ley y su soberanía sobre el universo. Este conflicto se originó en el
cielo cuando

un ser creado, dotado de libre albedrío, se exaltó a sí mismo y se convirtió en Satanás, el


adversario de Dios,

e condujo a la rebelión a una parte de los ángeles. Satanás introdujo el espíritu de rebelión en este
mundo

cuando indujo a Adán y a Eva a pecar. El pecado humano produjo como resultado la distorsión de
la imagen de

Dios en la humanidad, el trastorno del mundo creado y, posteriormente, su completa devastación


en ocasión

del diluvio universal. Observado por toda la creación, este mundo se convirtió en el campo de
batalla del conflicto

universal, a cuyo término el Dios de amor quedará finalmente vindicado. Para ayudar a su pueblo
en este
conflicto, Cristo envía al Espíritu Santo y los ángeles leales para guiarlo, protegerlo y sostenerlo en
el camino

de la salvación.

9. La vida, muerte y resurrección de Cristo: Mediante la vida de Cristo, de perfecta obediencia a la


voluntad

de Dios, y en sus sufrimientos, su muerte y su resurrección, Dios proveyó el único medio para
expiar el pecado

humano, de manera que los que por fe aceptan esta expiación puedan tener vida eterna, y toda la
creación

pueda comprender mejor el infinito y santo amor del Creador. Esta expiación perfecta vindica la
justicia de la

ley de Dios y la benignidad de su carácter; porque no solo condena nuestro pecado sino también
nos garantiza

nuestro perdón. La muerte de Cristo es vicaria y expiatoria, reconciliadora y transformadora. La


resurrección

de Cristo proclama el triunfo de Dios sobre las fuerzas del mal, y asegura la victoria final sobre el
pecado y la

muerte a los que aceptan la expiación. Ella declara el señorío de Jesucristo, ante quien se doblará
toda rodilla

en el Cielo y en la Tierra.

10. La experiencia de la Salvación: Con amor y misericordia infinitos Dios hizo que Cristo, que no
conoció pecado,

fuera hecho pecado por nosotros, para que nosotros pudiésemos ser hechos justicia de Dios en él.
Guiados

por el Espíritu Santo sentimos nuestra necesidad, reconocemos nuestra pecaminosidad, nos
arrepentimos

de nuestras transgresiones, y ejercemos fe en Jesús como Señor y Cristo, como sustituto y ejemplo.
Esta fe

que acepta la salvación nos llega por medio del poder divino de la Palabra y es un don de la gracia
de Dios.

Mediante Cristo somos justificados, adoptados como hijos e hijas de Dios y librados del dominio
del pecado.

Por medio del Espíritu nacemos de nuevo y somos santificados; el Espíritu renueva nuestras
mentes, graba la
ley de amor de Dios en nuestros corazones y nos da poder para vivir una vida santa. Al permanecer
en él somos

participantes de la naturaleza divina y tenemos la seguridad de la salvación ahora y en ocasión del


juicio.

11. Crecer en Cristo: Jesús triunfó sobre las fuerzas del mal por su muerte en la cruz. Quien
subyugó los espíritus

demoníacos durante su ministerio terrenal, quebrantó su poder y aseguró su destrucción


definitiva. La

victoria de Jesús nos da la victoria sobre las fuerzas malignas que todavía buscan controlarnos y
nos permite

andar con él en paz, gozo y la certeza de su amor. El Espíritu Santo ahora mora dentro de nosotros
y nos da

poder. Al estar continuamente comprometidos con Jesús como nuestro Salvador y Señor, somos
librados de la

carga de nuestros actos pasados. Ya no vivimos en la oscuridad, el temor a los poderes malignos, la
ignorancia

ni la falta de sentido de nuestra antigua manera de vivir. En esta nueva libertad en Jesús, somos
invitados a

desarrollarnos en semejanza a su carácter, en comunión diaria con él por medio de la oración,


alimentándonos

con su Palabra, meditando en ella y en su providencia, cantando alabanzas a él, retiñéndonos para
adorar y

participando en la misión de la iglesia. A l darnos en servicio amante a quienes nos rodean y al


testificar de la

salvación, la presencia constante de Jesús por medio del Espíritu transforma cada momento y cada
tarea en

una experiencia espiritual.

12. La iglesia: La iglesia es la comunidad de creyentes que confiesan que Jesucristo es Señor y
Salvador. Como

continuadores del pueblo de Dios del Antiguo Testamento, se nos invita a salir del mundo; y nos
reunimos para

adorar, para estar en comunión unos con otros, para recibir instrucción en la Palabra, para la
celebración de

la Cena del Señor, para servir a toda la humanidad y para proclamar el evangelio en todo el mundo.
La iglesia
recibe su autoridad de Cristo, que es la Palabra encarnado, y de las Escrituras, que son la Palabra
escrita. La

iglesia es la familia de Dios; somos adoptados por él como hijos, vivimos sobre la base del nuevo
pacto. La

iglesia es el cuerpo de Cristo, es una comunidad de fe, de la cual Cristo mismo es la cabeza. La
iglesia es la

esposa por la cual Cristo murió para poder santificarla y purificarla. Cuando regrese en triunfo, él
presentará a

sí mismo una iglesia gloriosa, los fieles de todas las edades, adquiridos por su sangre, una iglesia
sin mancha,

ni arruga, sino santa y sin defecto.

ANEXOS ANEXO III 79

13. El remanente y su misión: La iglesia universal está compuesta de todos los que creen
verdaderamente

en Cristo; pero en los últimos días, una época de apostasía generalizada, se llamó a un remanente
para que

guarde los mandamientos de Dios y la f e de Jesús. Este remanente anuncia la llegada de la hora
del juicio,

proclama la salvación por medio de Cristo y pregona la proximidad de su segunda venida. Esta
proclamación

está simbolizada por los tres ángeles de Apocalipsis 14; coincide con la hora del juicio en los cielos
y, como

resultado, se produce una obra de arrepentimiento y reforma en la Tierra. Se invita a todos los
creyentes a

participar personalmente en este testimonio mundial.

14. La unidad en el cuerpo de Cristo: La iglesia es un cuerpo constituido por muchos miembros,
llamados de

entre todas las naciones, razas, lenguas y pueblos. En Cristo somos una nueva creación; las
diferencias de raza,

cultura, educación y nacionalidad, y las diferencias entre encumbrados y humildes, ricos y pobres,
hombres

y mujeres, no deben causar divisiones entre nosotros. Todos somos iguales en Cristo, quien por un
mismo
Espíritu nos unió en comunión con él y los unos con los otros; debemos servir y ser servidos sin
parcialidad

ni reservas. Por medio de la revelación de Jesucristo en las Escrituras, participamos de la misma fe


y la misma

esperanza, y damos a todos un mismo testimonio. Esta unidad tiene sus orígenes en la unicidad del
Dios triuno,

que nos adoptó como hijos suyos.

15. El bautismo: Por medio del bautismo confesamos nuestra fe en la muerte y resurrección de
Jesucristo, y

damos testimonio de nuestra muerte al pecado y de nuestro propósito de andar en novedad de


vida. De este

modo reconocemos a Cristo como nuestro Señor y Salvador, llegamos a ser su pueblo y somos
recibidos como

miembros de su iglesia. El bautismo es un símbolo de nuestra unión con Cristo, del perdón de
nuestros pecados

y de nuestro recibimiento del Espíritu Santo. Se realiza por inmersión en agua, y depende de una
afirmación de

fe en Jesús y de la evidencia de arrepentimiento del pecado. Sigue a la instrucción en las Sagradas


Escrituras

y a la aceptación de sus enseñanzas.

16. La Cena del Señor: La Cena del Señor es una participación en los emblemas del cuerpo y la
sangre de Jesús

como expresión de fe en él, nuestro Señor y Salvador. Cristo está presente en esta experiencia de
comunión

para encontrarse con su pueblo y fortalecerlo. Al participar de la Cena, proclamamos gozosamente


la muerte

del Señor hasta que venga. La preparación para la Cena incluye un examen de conciencia, el
arrepentimiento y

la confesión. El Maestro ordenó el servicio del lavamiento de los pies para denotar una renovada
purificación,

para expresar la disposición a servirnos mutuamente en humildad cristiana, y para unir nuestros
corazones en

amor. El servicio de comunión está abierto a todos los creyentes cristianos.


17. Los dones y ministerios espirituales: Dios concede a todos los miembros de su iglesia, en todas
las

épocas, dones espirituales para que cada miembro los emplee en amante ministerio por el bien
común de la

iglesia y de la humanidad. Concedidos mediante la operación del Espíritu Santo, quien los
distribuye entre cada

miembro según su voluntad, los dones proveen todos los ministerios y habilidades que la iglesia
necesita para

cumplir sus funciones divinamente ordenadas. De acuerdo con las Escrituras, estos dones incluyen
ministerios

—tales como fe, sanidad, profecía, predicación, enseñanza, administración, reconciliación,


compasión, servicio

abnegado y caridad—, para ayudar y animar a nuestros semejantes. Algunos miembros son
llamados por Dios y

dotados por el Espíritu para ejercer funciones reconocidas por la iglesia en los ministerios
pastorales, de evangelización,

apostólicos y de enseñanza, particularmente necesarios con el fin de equipar a los miembros para

el servicio, edificar a la iglesia con el objeto de que alcance la madurez espiritual, y promover la
unidad de la fe

y el conocimiento de Dios. Cuando los miembros emplean estos dones espirituales como fieles
mayordomos

de la multiforme gracia de Dios, la iglesia queda protegida de la influencia destructora de las falsas
doctrinas,

crece gracias a un desarrollo que procede de Dios, y se edifica en la fe y el amor.

18. El don de profecía: Uno de los dones del Espíritu Santo es el de profecía. Este don es una señal
identificadora

de la iglesia remanente y se manifestó en el ministerio de Elena G. de White. Como mensajera del


Señor,

sus escritos son una permanente y autorizada fuente de verdad que proporciona consuelo,
dirección, instrucción

y corrección a la iglesia. Ellos también establecen con claridad que la Biblia es la norma por la cual
debe

ser probada toda enseñanza y toda experiencia.

MANUAL DE REQUISITOS DE GUÍAS MAYORES 80 ANEXO III


19. La ley de Dios: Los grandes principios de la ley de Dios están incorporados en los Diez
Mandamientos

y ejemplificados en la vida de Cristo. Expresan el amor, la voluntad y el propósito de Dios con


respecto a la

conducta y a las relaciones humanas, y son obligatorios para todas las personas en todas las
épocas. Estos

preceptos constituyen la base del pacto de Dios con su pueblo y son la norma del juicio divino. Por
medio de la

obra del Espíritu Santo, señalan el pecado y despiertan el sentido de la necesidad de un Salvador.
La salvación

es totalmente por la gracia y no por las obras, pero su fruto es la obediencia a los mandamientos.
Esta obediencia

desarrolla el carácter cristiano y da como resultado una sensación de bienestar. Es una evidencia
de

nuestro amor al Señor y de nuestra preocupación por nuestros semejantes. La obediencia por fe
demuestra el

poder de Cristo para transformar vidas y, por lo tanto, fortalece el testimonio cristiano.

20. El sábado: El bondadoso Creador, después de los seis días de la creación, descansó el séptimo
día, e

instituyó el sábado para todos los hombres como un monumento conmemorativo de la Creación.
El cuarto

mandamiento de la inmutable ley de Dios requiere la observancia del séptimo día, sábado, como
día de reposo,

adoración y ministerio en armonía con las enseñanzas y la práctica de Jesús, el Señor del sábado. El
sábado

es un día de agradable comunión con Dios y con nuestros hermanos. Es un símbolo de nuestra
redención en

Cristo, una señal de nuestra santificación, una demostración de nuestra lealtad y una anticipación
de nuestro

futuro eterno en el reino de Dios. El sábado es la señal perpetua del pacto eterno entre él y su
pueblo. La

gozosa observancia de este tiempo sagrado de una tarde a la otra tarde, de la puesta de sol a la
puesta de sol,

es una celebración de la obra creadora y redentora de Dios.


21. La mayordomía: Somos mayordomos de Dios, a quienes se nos ha confiado tiempo y
oportunidades,

capacidades y posesiones, y las bendiciones de la tierra y sus recursos. Y somos responsables ante
él por el

empleo adecuado de todas esas dádivas. Reconocemos el derecho de propiedad por parte de Dios
mediante

nuestro servicio fiel a él y a nuestros semejantes, y mediante la devolución de los diezmos y las
ofrendas que

damos para la proclamación de su evangelio y para el sostén y desarrollo de su iglesia. La


mayordomía es un

privilegio que Dios nos ha concedido para que crezcamos en amor y para que logremos la victoria
sobre el

egoísmo y la codicia. El mayordomo fiel se regocija por las bendiciones que reciben los demás
como fruto de

su fidelidad.

22. La conducta cristiana: Somos llamados a ser un pueblo piadoso que piense, sienta y actúe en
armonía con

los principios del cielo. Para que el Espíritu recree en nosotros el carácter de nuestro Señor, nos
involucramos

solo en aquellas cosas que producirán en nuestra vida pureza, salud y gozo cristiano. Esto significa
que nuestras

recreaciones y nuestros entretenimientos estarán en armonía con las más elevadas normas de
gusto y belleza

cristianos. Si bien reconocemos las diferencias culturales, nuestra vestimenta debiera ser sencilla,
modesta y

de buen gusto, como corresponde a aquella cuya verdadera belleza no consiste en el adorno
exterior, sino en

el inmarcesible ornamento de un espíritu apacible y tranquilo. Significa también que, puesto que
nuestros cuerpos

son el templo del Espíritu Santo, debemos cuidarlos inteligentemente. Junto con la práctica
adecuada del

ejercicio y el descanso, debemos adoptar un régimen alimentario lo más saludable posible, y


abstenernos de

los alimentos inmundos, identificados como tales en las Escrituras. Como las bebidas alcohólicas, el
tabaco y
el uso irresponsable de drogas y narcóticos son dañinos para nuestros cuerpos, debemos también
abstenernos

de ellos. En cambio, debemos empeñarnos en todo lo que ponga nuestros pensamientos y


nuestros cuerpos

en armonía con la disciplina de Cristo, quien quiere que gocemos de salud, de alegría y de todo lo
bueno.

23. El matrimonio y la familia: El matrimonio fue establecido por Dios en el Edén y confirmado por
Jesús para

que fuera una unión para toda la vida entre un hombre y una mujer, en amante compañerismo.
Para el cristiano,

el matrimonio es un compromiso con Dios y con el cónyuge, y debiera celebrarse solo entre
personas que participan

de la misma fe. El amor mutuo, el honor, el respeto y la responsabilidad constituyen la estructura


de esa

relación, que debe reflejar el amor, la santidad, la intimidad y la perdurabilidad de la relación que
existe entre

Cristo y su iglesia. Con respecto al divorcio, Jesús enseñó que la persona que se divorcia, a menos
que sea por

causa de relaciones sexuales ilícitas, y se casa con otra persona, comete adulterio. Aunque algunas
relaciones

familiares estén lejos de ser ideales, los consortes que se dedican plenamente el uno al otro
pueden, en Cristo,

lograr una amorosa unidad gracias a la dirección del Espíritu y a la instrucción de la iglesia. Dios
bendice a la

familia y quiere que sus miembros se ayuden mutuamente hasta alcanzar la plena madurez. Los
padres deben

criar a sus hijos para que amen y obedezcan al Señor. Deben enseñarles, mediante el precepto y el
ejemplo,

ANEXOS ANEXO III 81

que Cristo disciplina amorosamente, que siempre es tierno, que se preocupa por sus criaturas, y
que quiere que

lleguen a ser miembros de su cuerpo, la familia de Dios. Una creciente intimidad familiar es uno de
los rasgos

característicos del último mensaje evangélico.


24. El ministerio de Cristo en el Santuario celestial: Hay un santuario en el cielo, el verdadero
tabernáculo

que el Señor erigió y no el hombre. En él ministra Cristo en favor de nosotros, para poner a
disposición de los

creyentes los beneficios de su sacrificio expiatorio ofrecido una vez y para siempre en la cruz.
Cristo llegó a

ser nuestro gran Sumo Sacerdote y comenzó su ministerio intercesor en ocasión de su ascensión.
En 1844,

al concluir el período profético de los 2.300 días, inició la segunda y última fase de su ministerio
expiatorio.

Esta obra es un juicio investigador, que forma parte de la eliminación definitiva del pecado,
prefigurada por la

purificación del antiguo santuario hebreo en el Día de la Expiación. En el servicio simbólico, el


santuario se

purificaba mediante la sangre de los sacrificios de animales, pero las cosas celestiales se purifican
mediante

el perfecto sacrificio de la sangre de Jesús. El juicio investigador revela a las inteligencias celestiales
quiénes

de entre los muertos duermen en Cristo, siendo, por lo tanto, considerados dignos, en él, de
participaren la

primera resurrección. También toma de manifiesto quién, de entre los vivos, permanece en Cristo,
guardando

los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, estando, por lo tanto, en él, preparado para ser
trasladado a su reino

eterno. Este juicio vindica la justicia de Dios al salvar a los que creen en Jesús. Declara que los que
permanecieron

leales a Dios recibirán el reino. La conclusión de este ministerio de Cristo señalará el fin del tiempo
de

prueba otorgado a los seres humanos antes de su segunda venida.

25. La segunda venida de Cristo: La segunda venida de Cristo es la bienaventurada esperanza de la


iglesia,

la gran culminación del evangelio. La venida del Salvador será literal, personal, visible y de alcance
mundial.

Cuando el Señor regrese, los justos muertos resucitarán y, junto con los justos que estén vivos,
serán glorificados
y llevados al cielo, pero los impíos morirán. El hecho de que la mayor parte de las profecías esté
alcanzando

su pleno cumplimiento, unido a las actuales condiciones del mundo, nos indica que la venida de
Cristo es inminente.

El momento cuando ocurrirá este acontecimiento no ha sido revelado, y por lo tanto se nos
exhorta

a estar preparados en todo tiempo.

26. La muerte y la resurrección: La paga del pecado es la muerte. Pero Dios, el único que es
inmortal, otorgará

vida eterna a sus redimidos. Hasta ese día, la muerte constituye un estado de inconsciencia para
todos los

que han fallecido. Cuando Cristo, que es nuestra vida, aparezca, los justos resucitados y los justos
vivos serán

glorificados, todos juntos serán arrebatados para salir al encuentro de su Señor. La segunda
resurrección, la

resurrección de los impíos, ocurrirá mil años después.

27. El milenio y el fin del pecado: El milenio es el reino de mil años de Cristo con sus santos en el
cielo, que

se extiende entre la primera y la segunda resurrección. Durante ese tiempo serán juzgados los
impíos; la tierra

estará completamente desolada, sin habitantes humanos con vida, pero sí ocupada por Satanás y
sus ángeles.

Al terminar ese período, Cristo y sus santos y la Santa Ciudad, descenderán del Cielo a la Tierra. Los
impíos

muertos resucitarán entonces y, junto con Satanás y sus ángeles, rodearán la ciudad; pero el fuego
de Dios

los consumirá y purificará la Tierra. De ese modo el universo será librado del pecado y de los
pecadores para

siempre.

28. La Tierra Nueva: En la Tierra Nueva, en que habita la justicia, Dios proporcionará un hogar
eterno para los

redimidos y un ambiente perfecto para la vida, el amor, el gozo y el aprendizaje eternos en su


presencia. Porque
allí Dios mismo morará con su pueblo, y el sufrimiento y la muerte terminarán para siempre. El
gran conflicto

habrá terminado y el pecado no existirá más. Todas las cosas, animadas e inanimadas, declararán
que Dios es

amor; y él reinará para siempre jamás. Amén.

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