DIARIO DE DEVOCIÓN PERSONAL Y ORACIÓN
Fecha: 28/01/2023
Material leído: DG
Título del pasaje o mensaje: EL BAUTISMO
Versículos: CAPITULO 11
Idea principal del estudio: Las predicaciones de Juan el bautista repercutió en muchos lugares en
aquel entonces y llego hasta en la carpintería de José, y Jesús reconoció que su ministerio estaba
pronto para comenzar. Fue donde Jesús le pidió ser bautizado por él, pero, aunque este se negó
Jesús le reveló la importancia de este acontecimiento. Juan sabía que él podría ser el mesías
prometido, porque había escuchado su vida perfecta, pero aun dudaba y esperaba que todo se
aclarara por Dios a su debido tiempo. Cuando Cristo asciende de las aguas del bautismo los ángeles
estaban ansiosos de dar el mensaje de aprobación de parte de Dios, pero en vez de eso se abrió el
cielo y Dios mismo dijo las palabras “Este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia”.
Reflexión o reacción sobre lo que estudie: Que desde un principio el plan de que el salvador viniera a
hacer como hombre, desde ser bautizados esto con la finalidad de salvarnos y librarnos del pecado.
Acción que planeo tomar basada en lo que aprendí: Recordar y estudiar esto nos permite de alguna
manera replantear que Dios vino y pago el precio de nuestros pecados.. el dejo un mensaje que nosotros
debemos de seguir esparciendo.
Fecha: 29/01/2023
Material leído: DG
Título del pasaje o mensaje: La Tentación
Versículos: Capitulo 12
Idea principal del estudio: Cristo decidió ir al desierto, sabía que necesitaba fuerzas para cumplir
su misión, y buscó refugiarse en su Padre celestial. Ayunó por cuarenta días orando
fervientemente, pero cuando estaba más débil humanamente Satanás busca tentarlo. Sus
artimañas no prevalecieron, Jesús había atesorado la palabra de Dios en su mente y tenía grandes
impresiones por su estudio. Contestaba a la tentación con un escrito está, y el enemigo no podía
rehuir el fundamento bíblico tan poderoso. Cristo fue tentado en todo a nuestra semejanza
saliendo victorioso cada vez, sin que ni aun sus pensamientos pudieran inclinarse en lo más
mínimo al pecado.
Acción que planeo tomar basada en lo que aprendí: Debemos tomar los ejemplos de la vida de Jesús
mientras estuvo en la tierra, desde la oración hasta el ayuno y el estudio de su palabra, son algunas de las
cosas que nos van a permitir poder ser una luz en la vida de otras personas y testificar del amor de Jesús
Fecha: 30/01/2023
Material leído: DG
Título del pasaje o mensaje: La Tentación
Versículos: pag. 66-68
Idea principal del estudio: Adan Y Eva
Reflexión o reacción sobre lo que estudie: Así como por haber complacido el apetito Adán cayó, por
sobreponerse al apetito Cristo debía vencer, en este capítulo los dos episodios tanto el de Adán como el de
Jesús, Eran tiempo diferentes ya que desde Adan los tiempos se habían corrompido en todos los aspectos
por eso menciona la lectura que solo no se podría vencer, Cristo venció en nuestro favor soportando las
pruebas mas severas por nuestra causa, menciona que esta fue la primera batalla que venció contra el
enemigo, Después de lo cuarenta días de alguna manera Dios estaba débil entonces el enemigo creyó que
podría vencer. Nosotros como humanos de la misma manera debemos llegar al padre estar en constante
preparación para poder vender toda prueba y sobre todo no rendirnos.
Fecha:
Material leído:
Título del pasaje o mensaje:
Versículos:
Idea principal del estudio:
Reflexión o reacción sobre lo que estudie:
Acción que planeo tomar basada en lo que aprendí:
Peticiones de oración
De gratitud:
De arrepentimiento:
Petición personal:
Fecha:
Material leído:
Título del pasaje o mensaje:
Versículos:
Idea principal del estudio:
Reflexión o reacción sobre lo que estudie:
Acción que planeo tomar basada en lo que aprendí:
Peticiones de oración
De gratitud:
De arrepentimiento:
Petición personal:
Fecha:
Material leído:
Título del pasaje o mensaje:
Versículos:
Idea principal del estudio:
Reflexión o reacción sobre lo que estudie:
Acción que planeo tomar basada en lo que aprendí:
Peticiones de oración
De gratitud:
De arrepentimiento:
Petición personal:
Fecha:
Material leído:
Título del pasaje o mensaje:
Versículos:
Idea principal del estudio:
Reflexión o reacción sobre lo que estudie:
Acción que planeo tomar basada en lo que aprendí:
Peticiones de oración
De gratitud:
De arrepentimiento:
Petición personal:
ANEXO III
LAS 28 CREENCIAS FUNDAMENTALES
1. La palabra de Dios: Las Sagradas Escrituras, que abarcan el Antiguo y el Nuevo Testamento,
constituyen la Palabra de Dios escrita, transmitida por inspiración divina mediante santos hombres
de Dios que hablaron y escribieron impulsados por el Espíritu Santo. Por medio de esta Palabra,
Dios comunica a los seres humanos el conocimiento necesario para alcanzar la salvación. Las
Sagradas Escrituras son la infalible revelación de la voluntad divina. Son la norma del carácter, el
criterio para evaluar la experiencia, la revelación autorizada de las doctrinas, y un registro
fidedigno de los actos de Dios realizados en el curso de la historia.
2. La Deidad: Hay un solo Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, una unidad de tres personas coeternas.
Dios es inmortal, todopoderoso, omnisapiente, superior a todos y omnipresente. Es infinito y
escapa a la comprensión humana, aunque se lo puede conocer por medio de su auto revelación. Es
digno para siempre de reverencia, adoración y servicio por parte de toda la creación.
3. Dios el Padre: Dios, el Padre Eterno es el Creador, Originador, Sustentador y Soberano de toda la
creación.
Es justo y santo, misericordioso y clemente, tardo en airarse y abundante en amor y fidelidad. Las
cualidades y
las facultades del Padre se manifiestan también en el Hijo y en el Espíritu Santo.
4. Dios el Hijo: Dios el Hijo Eterno se encamó en Jesucristo. Por medio de él se crearon todas las
cosas, se
reveló el carácter de Dios, se llevó a cabo la salvación de la humanidad y se juzga al mundo.
Aunque es verdadero
y eternamente Dios, llegó a ser también verdaderamente hombre, Jesús el Cristo. Fue concebido
por el
Espíritu Santo y nació de la virgen María. Vivió y experimentó la tentación como ser humano, pero
ejemplificó
perfectamente la justicia y el amor de Dios. Mediante sus milagros manifestó el poder de Dios y
éstos dieron
testimonio de que era el prometido Mesías de Dios. Sufrió y murió voluntariamente en la cruz por
nuestros
pecados y en nuestro lugar, resucitó de entre los muertos y ascendió para ministrar en el Santuario
celestial en
favor de nosotros. Volverá otra vez en gloria para librar definitivamente a su pueblo y restaurar
todas las cosas.
5. Dios el Espíritu Santo: Dios el Espíritu Eterno desempeñó una parte activa con el Padre y el Hijo
en la
creación, la encarnación y la redención. Inspiró a los autores de las Escrituras. Infundió poder a la
vida de
Cristo. Atrae y convence a los seres humanos, y renueva a los que responden y los transforma a la
imagen de
Dios. Enviado por el Padre y el Hijo para estar siempre con sus hijos, concede dones espirituales a
la iglesia, la
capacita para dar testimonio en favor de Cristo y, en armonía con las Escrituras, la guía a toda la
verdad.
6. La creación: auténtico de su actividad creadora. El Señor hizo en seis días “los cielos y la tierra” y
todo ser
viviente que la habita, y reposó en el séptimo día de esa primera semana. De ese modo estableció
el sábado
como un monumento perpetuo conmemorativo de la terminación de su obra creadora. Hizo al
primer hombre
y la primera mujer a su imagen como corona de la creación, y les dio dominio sobre el mundo y la
responsabilidad
de cuidar de él. Cuando el mundo quedó terminado era “bueno en gran manera”, proclamando la
gloria
de Dios.
7. La naturaleza humana: Dios hizo al hombre y la mujer a su imagen, con individualidad propia, y
con la
facultad y la libertad de pensar y obrar. Aunque los creó como seres libres, cada uno es una unidad
indivisible
de cuerpo, mente y espíritu, que depende de Dios para la vida, el aliento y todo lo demás. Cuando
nuestros
primeros padres desobedecieron a Dios, negaron su dependencia de él y cayeron de la elevada
posición que
ocupaban bajo el gobierno de Dios. La imagen de Dios en ellos se desfiguró y quedaron sujetos a la
muerte. Sus
descendientes participan de esta naturaleza caída y de sus consecuencias. Nacen con debilidades y
tendencias
hacia el mal. Pero Dios, en Cristo, reconcilió al mundo consigo mismo y, por medio de su Espíritu
Santo, restaura
en los mortales penitentes la imagen de su Hacedor. Creados para la gloria de Dios, se los llama a
amarlo a él
y a amarse mutuamente, y a cuidar del ambiente que los rodea.
MANUAL DE REQUISITOS DE GUÍAS MAYORES 78 ANEXO III
8. El gran Conflicto: Toda la humanidad está ahora envuelta en un gran conflicto entre Cristo y
Satanás en
cuanto a l carácter de Dios, su ley y su soberanía sobre el universo. Este conflicto se originó en el
cielo cuando
un ser creado, dotado de libre albedrío, se exaltó a sí mismo y se convirtió en Satanás, el
adversario de Dios,
e condujo a la rebelión a una parte de los ángeles. Satanás introdujo el espíritu de rebelión en este
mundo
cuando indujo a Adán y a Eva a pecar. El pecado humano produjo como resultado la distorsión de
la imagen de
Dios en la humanidad, el trastorno del mundo creado y, posteriormente, su completa devastación
en ocasión
del diluvio universal. Observado por toda la creación, este mundo se convirtió en el campo de
batalla del conflicto
universal, a cuyo término el Dios de amor quedará finalmente vindicado. Para ayudar a su pueblo
en este
conflicto, Cristo envía al Espíritu Santo y los ángeles leales para guiarlo, protegerlo y sostenerlo en
el camino
de la salvación.
9. La vida, muerte y resurrección de Cristo: Mediante la vida de Cristo, de perfecta obediencia a la
voluntad
de Dios, y en sus sufrimientos, su muerte y su resurrección, Dios proveyó el único medio para
expiar el pecado
humano, de manera que los que por fe aceptan esta expiación puedan tener vida eterna, y toda la
creación
pueda comprender mejor el infinito y santo amor del Creador. Esta expiación perfecta vindica la
justicia de la
ley de Dios y la benignidad de su carácter; porque no solo condena nuestro pecado sino también
nos garantiza
nuestro perdón. La muerte de Cristo es vicaria y expiatoria, reconciliadora y transformadora. La
resurrección
de Cristo proclama el triunfo de Dios sobre las fuerzas del mal, y asegura la victoria final sobre el
pecado y la
muerte a los que aceptan la expiación. Ella declara el señorío de Jesucristo, ante quien se doblará
toda rodilla
en el Cielo y en la Tierra.
10. La experiencia de la Salvación: Con amor y misericordia infinitos Dios hizo que Cristo, que no
conoció pecado,
fuera hecho pecado por nosotros, para que nosotros pudiésemos ser hechos justicia de Dios en él.
Guiados
por el Espíritu Santo sentimos nuestra necesidad, reconocemos nuestra pecaminosidad, nos
arrepentimos
de nuestras transgresiones, y ejercemos fe en Jesús como Señor y Cristo, como sustituto y ejemplo.
Esta fe
que acepta la salvación nos llega por medio del poder divino de la Palabra y es un don de la gracia
de Dios.
Mediante Cristo somos justificados, adoptados como hijos e hijas de Dios y librados del dominio
del pecado.
Por medio del Espíritu nacemos de nuevo y somos santificados; el Espíritu renueva nuestras
mentes, graba la
ley de amor de Dios en nuestros corazones y nos da poder para vivir una vida santa. Al permanecer
en él somos
participantes de la naturaleza divina y tenemos la seguridad de la salvación ahora y en ocasión del
juicio.
11. Crecer en Cristo: Jesús triunfó sobre las fuerzas del mal por su muerte en la cruz. Quien
subyugó los espíritus
demoníacos durante su ministerio terrenal, quebrantó su poder y aseguró su destrucción
definitiva. La
victoria de Jesús nos da la victoria sobre las fuerzas malignas que todavía buscan controlarnos y
nos permite
andar con él en paz, gozo y la certeza de su amor. El Espíritu Santo ahora mora dentro de nosotros
y nos da
poder. Al estar continuamente comprometidos con Jesús como nuestro Salvador y Señor, somos
librados de la
carga de nuestros actos pasados. Ya no vivimos en la oscuridad, el temor a los poderes malignos, la
ignorancia
ni la falta de sentido de nuestra antigua manera de vivir. En esta nueva libertad en Jesús, somos
invitados a
desarrollarnos en semejanza a su carácter, en comunión diaria con él por medio de la oración,
alimentándonos
con su Palabra, meditando en ella y en su providencia, cantando alabanzas a él, retiñéndonos para
adorar y
participando en la misión de la iglesia. A l darnos en servicio amante a quienes nos rodean y al
testificar de la
salvación, la presencia constante de Jesús por medio del Espíritu transforma cada momento y cada
tarea en
una experiencia espiritual.
12. La iglesia: La iglesia es la comunidad de creyentes que confiesan que Jesucristo es Señor y
Salvador. Como
continuadores del pueblo de Dios del Antiguo Testamento, se nos invita a salir del mundo; y nos
reunimos para
adorar, para estar en comunión unos con otros, para recibir instrucción en la Palabra, para la
celebración de
la Cena del Señor, para servir a toda la humanidad y para proclamar el evangelio en todo el mundo.
La iglesia
recibe su autoridad de Cristo, que es la Palabra encarnado, y de las Escrituras, que son la Palabra
escrita. La
iglesia es la familia de Dios; somos adoptados por él como hijos, vivimos sobre la base del nuevo
pacto. La
iglesia es el cuerpo de Cristo, es una comunidad de fe, de la cual Cristo mismo es la cabeza. La
iglesia es la
esposa por la cual Cristo murió para poder santificarla y purificarla. Cuando regrese en triunfo, él
presentará a
sí mismo una iglesia gloriosa, los fieles de todas las edades, adquiridos por su sangre, una iglesia
sin mancha,
ni arruga, sino santa y sin defecto.
ANEXOS ANEXO III 79
13. El remanente y su misión: La iglesia universal está compuesta de todos los que creen
verdaderamente
en Cristo; pero en los últimos días, una época de apostasía generalizada, se llamó a un remanente
para que
guarde los mandamientos de Dios y la f e de Jesús. Este remanente anuncia la llegada de la hora
del juicio,
proclama la salvación por medio de Cristo y pregona la proximidad de su segunda venida. Esta
proclamación
está simbolizada por los tres ángeles de Apocalipsis 14; coincide con la hora del juicio en los cielos
y, como
resultado, se produce una obra de arrepentimiento y reforma en la Tierra. Se invita a todos los
creyentes a
participar personalmente en este testimonio mundial.
14. La unidad en el cuerpo de Cristo: La iglesia es un cuerpo constituido por muchos miembros,
llamados de
entre todas las naciones, razas, lenguas y pueblos. En Cristo somos una nueva creación; las
diferencias de raza,
cultura, educación y nacionalidad, y las diferencias entre encumbrados y humildes, ricos y pobres,
hombres
y mujeres, no deben causar divisiones entre nosotros. Todos somos iguales en Cristo, quien por un
mismo
Espíritu nos unió en comunión con él y los unos con los otros; debemos servir y ser servidos sin
parcialidad
ni reservas. Por medio de la revelación de Jesucristo en las Escrituras, participamos de la misma fe
y la misma
esperanza, y damos a todos un mismo testimonio. Esta unidad tiene sus orígenes en la unicidad del
Dios triuno,
que nos adoptó como hijos suyos.
15. El bautismo: Por medio del bautismo confesamos nuestra fe en la muerte y resurrección de
Jesucristo, y
damos testimonio de nuestra muerte al pecado y de nuestro propósito de andar en novedad de
vida. De este
modo reconocemos a Cristo como nuestro Señor y Salvador, llegamos a ser su pueblo y somos
recibidos como
miembros de su iglesia. El bautismo es un símbolo de nuestra unión con Cristo, del perdón de
nuestros pecados
y de nuestro recibimiento del Espíritu Santo. Se realiza por inmersión en agua, y depende de una
afirmación de
fe en Jesús y de la evidencia de arrepentimiento del pecado. Sigue a la instrucción en las Sagradas
Escrituras
y a la aceptación de sus enseñanzas.
16. La Cena del Señor: La Cena del Señor es una participación en los emblemas del cuerpo y la
sangre de Jesús
como expresión de fe en él, nuestro Señor y Salvador. Cristo está presente en esta experiencia de
comunión
para encontrarse con su pueblo y fortalecerlo. Al participar de la Cena, proclamamos gozosamente
la muerte
del Señor hasta que venga. La preparación para la Cena incluye un examen de conciencia, el
arrepentimiento y
la confesión. El Maestro ordenó el servicio del lavamiento de los pies para denotar una renovada
purificación,
para expresar la disposición a servirnos mutuamente en humildad cristiana, y para unir nuestros
corazones en
amor. El servicio de comunión está abierto a todos los creyentes cristianos.
17. Los dones y ministerios espirituales: Dios concede a todos los miembros de su iglesia, en todas
las
épocas, dones espirituales para que cada miembro los emplee en amante ministerio por el bien
común de la
iglesia y de la humanidad. Concedidos mediante la operación del Espíritu Santo, quien los
distribuye entre cada
miembro según su voluntad, los dones proveen todos los ministerios y habilidades que la iglesia
necesita para
cumplir sus funciones divinamente ordenadas. De acuerdo con las Escrituras, estos dones incluyen
ministerios
—tales como fe, sanidad, profecía, predicación, enseñanza, administración, reconciliación,
compasión, servicio
abnegado y caridad—, para ayudar y animar a nuestros semejantes. Algunos miembros son
llamados por Dios y
dotados por el Espíritu para ejercer funciones reconocidas por la iglesia en los ministerios
pastorales, de evangelización,
apostólicos y de enseñanza, particularmente necesarios con el fin de equipar a los miembros para
el servicio, edificar a la iglesia con el objeto de que alcance la madurez espiritual, y promover la
unidad de la fe
y el conocimiento de Dios. Cuando los miembros emplean estos dones espirituales como fieles
mayordomos
de la multiforme gracia de Dios, la iglesia queda protegida de la influencia destructora de las falsas
doctrinas,
crece gracias a un desarrollo que procede de Dios, y se edifica en la fe y el amor.
18. El don de profecía: Uno de los dones del Espíritu Santo es el de profecía. Este don es una señal
identificadora
de la iglesia remanente y se manifestó en el ministerio de Elena G. de White. Como mensajera del
Señor,
sus escritos son una permanente y autorizada fuente de verdad que proporciona consuelo,
dirección, instrucción
y corrección a la iglesia. Ellos también establecen con claridad que la Biblia es la norma por la cual
debe
ser probada toda enseñanza y toda experiencia.
MANUAL DE REQUISITOS DE GUÍAS MAYORES 80 ANEXO III
19. La ley de Dios: Los grandes principios de la ley de Dios están incorporados en los Diez
Mandamientos
y ejemplificados en la vida de Cristo. Expresan el amor, la voluntad y el propósito de Dios con
respecto a la
conducta y a las relaciones humanas, y son obligatorios para todas las personas en todas las
épocas. Estos
preceptos constituyen la base del pacto de Dios con su pueblo y son la norma del juicio divino. Por
medio de la
obra del Espíritu Santo, señalan el pecado y despiertan el sentido de la necesidad de un Salvador.
La salvación
es totalmente por la gracia y no por las obras, pero su fruto es la obediencia a los mandamientos.
Esta obediencia
desarrolla el carácter cristiano y da como resultado una sensación de bienestar. Es una evidencia
de
nuestro amor al Señor y de nuestra preocupación por nuestros semejantes. La obediencia por fe
demuestra el
poder de Cristo para transformar vidas y, por lo tanto, fortalece el testimonio cristiano.
20. El sábado: El bondadoso Creador, después de los seis días de la creación, descansó el séptimo
día, e
instituyó el sábado para todos los hombres como un monumento conmemorativo de la Creación.
El cuarto
mandamiento de la inmutable ley de Dios requiere la observancia del séptimo día, sábado, como
día de reposo,
adoración y ministerio en armonía con las enseñanzas y la práctica de Jesús, el Señor del sábado. El
sábado
es un día de agradable comunión con Dios y con nuestros hermanos. Es un símbolo de nuestra
redención en
Cristo, una señal de nuestra santificación, una demostración de nuestra lealtad y una anticipación
de nuestro
futuro eterno en el reino de Dios. El sábado es la señal perpetua del pacto eterno entre él y su
pueblo. La
gozosa observancia de este tiempo sagrado de una tarde a la otra tarde, de la puesta de sol a la
puesta de sol,
es una celebración de la obra creadora y redentora de Dios.
21. La mayordomía: Somos mayordomos de Dios, a quienes se nos ha confiado tiempo y
oportunidades,
capacidades y posesiones, y las bendiciones de la tierra y sus recursos. Y somos responsables ante
él por el
empleo adecuado de todas esas dádivas. Reconocemos el derecho de propiedad por parte de Dios
mediante
nuestro servicio fiel a él y a nuestros semejantes, y mediante la devolución de los diezmos y las
ofrendas que
damos para la proclamación de su evangelio y para el sostén y desarrollo de su iglesia. La
mayordomía es un
privilegio que Dios nos ha concedido para que crezcamos en amor y para que logremos la victoria
sobre el
egoísmo y la codicia. El mayordomo fiel se regocija por las bendiciones que reciben los demás
como fruto de
su fidelidad.
22. La conducta cristiana: Somos llamados a ser un pueblo piadoso que piense, sienta y actúe en
armonía con
los principios del cielo. Para que el Espíritu recree en nosotros el carácter de nuestro Señor, nos
involucramos
solo en aquellas cosas que producirán en nuestra vida pureza, salud y gozo cristiano. Esto significa
que nuestras
recreaciones y nuestros entretenimientos estarán en armonía con las más elevadas normas de
gusto y belleza
cristianos. Si bien reconocemos las diferencias culturales, nuestra vestimenta debiera ser sencilla,
modesta y
de buen gusto, como corresponde a aquella cuya verdadera belleza no consiste en el adorno
exterior, sino en
el inmarcesible ornamento de un espíritu apacible y tranquilo. Significa también que, puesto que
nuestros cuerpos
son el templo del Espíritu Santo, debemos cuidarlos inteligentemente. Junto con la práctica
adecuada del
ejercicio y el descanso, debemos adoptar un régimen alimentario lo más saludable posible, y
abstenernos de
los alimentos inmundos, identificados como tales en las Escrituras. Como las bebidas alcohólicas, el
tabaco y
el uso irresponsable de drogas y narcóticos son dañinos para nuestros cuerpos, debemos también
abstenernos
de ellos. En cambio, debemos empeñarnos en todo lo que ponga nuestros pensamientos y
nuestros cuerpos
en armonía con la disciplina de Cristo, quien quiere que gocemos de salud, de alegría y de todo lo
bueno.
23. El matrimonio y la familia: El matrimonio fue establecido por Dios en el Edén y confirmado por
Jesús para
que fuera una unión para toda la vida entre un hombre y una mujer, en amante compañerismo.
Para el cristiano,
el matrimonio es un compromiso con Dios y con el cónyuge, y debiera celebrarse solo entre
personas que participan
de la misma fe. El amor mutuo, el honor, el respeto y la responsabilidad constituyen la estructura
de esa
relación, que debe reflejar el amor, la santidad, la intimidad y la perdurabilidad de la relación que
existe entre
Cristo y su iglesia. Con respecto al divorcio, Jesús enseñó que la persona que se divorcia, a menos
que sea por
causa de relaciones sexuales ilícitas, y se casa con otra persona, comete adulterio. Aunque algunas
relaciones
familiares estén lejos de ser ideales, los consortes que se dedican plenamente el uno al otro
pueden, en Cristo,
lograr una amorosa unidad gracias a la dirección del Espíritu y a la instrucción de la iglesia. Dios
bendice a la
familia y quiere que sus miembros se ayuden mutuamente hasta alcanzar la plena madurez. Los
padres deben
criar a sus hijos para que amen y obedezcan al Señor. Deben enseñarles, mediante el precepto y el
ejemplo,
ANEXOS ANEXO III 81
que Cristo disciplina amorosamente, que siempre es tierno, que se preocupa por sus criaturas, y
que quiere que
lleguen a ser miembros de su cuerpo, la familia de Dios. Una creciente intimidad familiar es uno de
los rasgos
característicos del último mensaje evangélico.
24. El ministerio de Cristo en el Santuario celestial: Hay un santuario en el cielo, el verdadero
tabernáculo
que el Señor erigió y no el hombre. En él ministra Cristo en favor de nosotros, para poner a
disposición de los
creyentes los beneficios de su sacrificio expiatorio ofrecido una vez y para siempre en la cruz.
Cristo llegó a
ser nuestro gran Sumo Sacerdote y comenzó su ministerio intercesor en ocasión de su ascensión.
En 1844,
al concluir el período profético de los 2.300 días, inició la segunda y última fase de su ministerio
expiatorio.
Esta obra es un juicio investigador, que forma parte de la eliminación definitiva del pecado,
prefigurada por la
purificación del antiguo santuario hebreo en el Día de la Expiación. En el servicio simbólico, el
santuario se
purificaba mediante la sangre de los sacrificios de animales, pero las cosas celestiales se purifican
mediante
el perfecto sacrificio de la sangre de Jesús. El juicio investigador revela a las inteligencias celestiales
quiénes
de entre los muertos duermen en Cristo, siendo, por lo tanto, considerados dignos, en él, de
participaren la
primera resurrección. También toma de manifiesto quién, de entre los vivos, permanece en Cristo,
guardando
los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, estando, por lo tanto, en él, preparado para ser
trasladado a su reino
eterno. Este juicio vindica la justicia de Dios al salvar a los que creen en Jesús. Declara que los que
permanecieron
leales a Dios recibirán el reino. La conclusión de este ministerio de Cristo señalará el fin del tiempo
de
prueba otorgado a los seres humanos antes de su segunda venida.
25. La segunda venida de Cristo: La segunda venida de Cristo es la bienaventurada esperanza de la
iglesia,
la gran culminación del evangelio. La venida del Salvador será literal, personal, visible y de alcance
mundial.
Cuando el Señor regrese, los justos muertos resucitarán y, junto con los justos que estén vivos,
serán glorificados
y llevados al cielo, pero los impíos morirán. El hecho de que la mayor parte de las profecías esté
alcanzando
su pleno cumplimiento, unido a las actuales condiciones del mundo, nos indica que la venida de
Cristo es inminente.
El momento cuando ocurrirá este acontecimiento no ha sido revelado, y por lo tanto se nos
exhorta
a estar preparados en todo tiempo.
26. La muerte y la resurrección: La paga del pecado es la muerte. Pero Dios, el único que es
inmortal, otorgará
vida eterna a sus redimidos. Hasta ese día, la muerte constituye un estado de inconsciencia para
todos los
que han fallecido. Cuando Cristo, que es nuestra vida, aparezca, los justos resucitados y los justos
vivos serán
glorificados, todos juntos serán arrebatados para salir al encuentro de su Señor. La segunda
resurrección, la
resurrección de los impíos, ocurrirá mil años después.
27. El milenio y el fin del pecado: El milenio es el reino de mil años de Cristo con sus santos en el
cielo, que
se extiende entre la primera y la segunda resurrección. Durante ese tiempo serán juzgados los
impíos; la tierra
estará completamente desolada, sin habitantes humanos con vida, pero sí ocupada por Satanás y
sus ángeles.
Al terminar ese período, Cristo y sus santos y la Santa Ciudad, descenderán del Cielo a la Tierra. Los
impíos
muertos resucitarán entonces y, junto con Satanás y sus ángeles, rodearán la ciudad; pero el fuego
de Dios
los consumirá y purificará la Tierra. De ese modo el universo será librado del pecado y de los
pecadores para
siempre.
28. La Tierra Nueva: En la Tierra Nueva, en que habita la justicia, Dios proporcionará un hogar
eterno para los
redimidos y un ambiente perfecto para la vida, el amor, el gozo y el aprendizaje eternos en su
presencia. Porque
allí Dios mismo morará con su pueblo, y el sufrimiento y la muerte terminarán para siempre. El
gran conflicto
habrá terminado y el pecado no existirá más. Todas las cosas, animadas e inanimadas, declararán
que Dios es
amor; y él reinará para siempre jamás. Amén.