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La Remolienda

La obra presenta la llegada de Nicolasa y sus hijos Nicolás, Gilberto y Graciano al pueblo por primera vez. Nicolasa busca un nuevo marido luego de enviudar, mientras que sus hijos quedan fascinados por los adelantos modernos como la luz eléctrica. Por otro lado, Rebeca intenta reconquistar a su antiguo amor Renato ahora que se reencuentran después de 20 años.
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La Remolienda

La obra presenta la llegada de Nicolasa y sus hijos Nicolás, Gilberto y Graciano al pueblo por primera vez. Nicolasa busca un nuevo marido luego de enviudar, mientras que sus hijos quedan fascinados por los adelantos modernos como la luz eléctrica. Por otro lado, Rebeca intenta reconquistar a su antiguo amor Renato ahora que se reencuentran después de 20 años.
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LA REMOLIENDA

Nicolás: El se quearon, en ese camino duro que hay él.

Nicolasa: ¡Pavimentao, ignorante!

Nicolás: ¡Mé! ¿Y cómo no van a querer mirarlo, si nunca se había visto algo así,

poh?

Nicolasa: Entonces cuando lleguen al pueulo, se van a tener que quearse un año pa

ver toos los adelantos que se han hecho, entonce.

Nicolás: (Con cierto recelo) ¿Y no será mejor volvernos pa la casa?

Nicolasa: ¿Qué tenís mieo?

Nicolás: ¡No!, ¿por qué voy a tener? Pero, ¡pucha!, si no habíamos salío nunca del

rancho y de un repente se le ocurre salir pa el pueulo. ¿Qué no estábamo bien


como

estábamo?

Nicolasa: ¡Veinte años allá arriba, sin moverse, y ahora dan un paso p ́abajo y se

austan, los tontos guailones! ¡Claro que no estábamo bien como estábamo! Ustees

necesitas un paíre (al público) y yo necesito un marío. Cinco años que enterramos

al finao el Abelino. ¡Bien llorao que está, no se me puee quejar! Le puse un atao ́e

flores, en la tumba, con una cinta morá. ¡y a ver gente se ha dicho! Y güeno es que

de pasá conozcan un poco ́e mundo, también, poh. (Entran Gilberto y Graciano. Los

dos son menores que Nicolás y están vestido como éste, manta y sombrero, cada

uno trae un atado con ropa) ¿Y? ¿Ya vieron el camino pavimentao?

Gilberto: ¡Es re duro!

Graciano: ¡No pudimos sacarles ni un peazo!

Gilberto: ¡Se me le llegó a quebrar la cuchilla!


Rebeca: Era la primera vez que la Nicolasa bajaba con sus hijos al pueulo, nunca
habían visto la luz eléctrica ni mucho menos a una mujer, hacía añares que no nos
veíamos y yo ahí, instalada en la remolienda con las chiquillas, tampoco esperaba
esta aparición.

Yola: ¡Hay que ver la desgracia grande, Isaura, por Dios! ¡Irsenos a cortar la luz en

día sábado, que es cuando vienen más cauques!

Isaura: Si no se cortó, oh. La cortaron. ¿No vís que la vieja no ha pagado la luz ende

el mes pasao?

Yola: ¿Y amo a tener que estar a pura vela? Si los mariposones vienen con luz, no

más.

Isaura: ¿De aonde sacaste? Lo que es yo, a toos los que conozco les gusta estar

escurito. (Las tres ríen. Entra doña Rebeca. Una mujer madura, muy pintada y

arreglada, con una palmatoria en la mano)

Rebeca: ¿Qué hacen ahí, parás, las flojas? ¿Qué nos les dije que sacaran las mesas y

prendieran todas las velas? Si no hago más que volver la caeza y ya están las tontas

riéndose ahí.

Yola: (Fina) Si no estamos na aquí pa los mandaos, Oña Rebeca. Si quisiéramos

meternos de emplias no nos faltaría donde, pa que sepa. Casas decentes y no como

ésta.

Rebeca: Si nadien te te tiene amarrá, cuando querái, no más, te podís ir cascando.

¡Chis, mírenla! Como si no supiera que donde estuviste dejaste la casa de alto. El

patrón, los hijos, los piones. ¡hasta el agüelo andaba detrás de ti! Y tú, feliz.

Yola: No ve que me iba a poner a llorar, tal vez, poh.

Rebeca: Güeno, yo quiero menos conversa y más trabajo aquí. Too me lo tienen que

tener listo ligerito, ¿me oyeron? Que vamos a tener visitas importante.
Isaura: ¿Qué va a venir el arministraor de la Compañía Eléctrica? (Isaura y Yola

ríen, felices con el chiste)

Rebeca: ¿Y cómo supiste? A ver, tú, lárgala, ¿Quién te dijo?

Isaura: (Asustada) Nadie, Oña Rebeca, si era broma no más.

Rebeca: A mí no me hacís lesa con tu cara e pantruca. Ya, lárgala, ¿De eso se

estaban riendo, eh?

Yola, Isaura y Chepa: (A coro) No, Oña Rebeca.

Rebeca: Güeno, ¿y qué tiene que hayamos sío amigos? ¿Qué ustees no han tenío ni

uno?

Isaura: ¿Es amigo suyo?

Rebeca: (Sonríe coquetamente) Más que amigos jue. (Al público) Jue requetecontra

amigo.

Yola: ¿Y cómo es que le cortó la luz, entonces?

Rebeca: Si no jue a mí, no má. Jue a too el pueulo. El jefe e máquinas que se le

enfiestó y le dejó la pelería. Y él viene llegando ́e Villarrica, ni sabía que yo estaba

aquí. ¡Y llamo yo, desde el Retén de carabineros, pa pedir que me den luz... y me

sale al teléfono! ¡Sentí como me hubiera dao la corriente! De ingrata me trató. Yo lo

traté de aturdío de puro nerviosa que estaba. .. ¡Es que miren que le iba a creer la

historia ́e que me había buscasdo por cielo y tierra, después que me mandé a

cambiar! “Ni un día t ́hei olvidao”, me dijo. Yom h


́ ice la desmemoria y le dije: “Si

tanto tiempo no hace, pa que me olvide”, le dije. Y me dijo: “Son veinte años que no

la veo” – me dijo – “Voy a ir al tiro p ́alla”. Y yo le dije que viniera, le dije. Y me dijo:

“Hasta más rato”, - me dijo – y yo le dije: “Hasta más rato”. Y no colgaba nunca y ahí

estábamos los dos lesos con el teléfono en la mano. Hasta que al fin colgó y yo me
hubiera puesto a saltar de gusto. Por eso le pedí que ordenaran y prendieran las

velas, pa esto se vea como la gente. Y se ponen a reírse de una.

Chepa: Si no sabíamos na, Oña Rebeca, los estábamo riendo de otra custión.

Rebeca: Seguro que les voy a creer.

Yolanda, Isaura y Chepa: Si es cierto, Oña Rebeca.

Rebeca: ¿Y si les pido otra cosa, se van a reír?

Chepa: No, Oña Rebeca, diga no más, sin cuidao.

Rebeca: Güeno... Les iba a pedir que se vistieran como pa la misa y que se quitaran

un poco ́e pintura, pa cuando venga el Renato. Güeno, les voy a decir... Es que le

dije al Renato que tenía tres hijas, le dije que era viuda... Cosas que dice una pa no

quearse callá.

Isaura: ¿Así que le vamos a decir mamá?

Chepa: ¿Y si viene clientes?

Rebeca: Los atienden, pues. Si ésta es una quinta ́e recreo. Pero na de curarse,

ahora. Tú sabes too, Isaura. Como ́e las monjas se me van a portar.

Isaura: ¡Pero si yo me crié en las monjas! (Yola se ríe) ¡Si es cierto, oh!

Rebeca: Que se te note, entonces (Sale)

Yola: La vieja cree que su Renato se le va a entusiasmar de nuevo, ¿ah?

Chepa: Y, ¿cómo sabías si lo hace?

Yola: Sí, pues. Se han visto muertos riendo,

Isaura: Oye, Chepa, tú que estai recién llega, ¿qué haríai si uno te ofrece casorio?

Chepa: Una vez yo estuve pa casarme.

Isaura y Yola: ¿Con quién?

Chepa: Con un marino.


Isaura: ¿Y de aonde lo sacaste?

Chepa: Es que soy del Puerto Mon yo.

Yola: La palabra ́e marino es como el charco de agua. Ahí está y al rato se ha

evaporao.

Isaura: Esos no se casan ni amarraos. ¿Pa qué, cuando así, no más, tienen más

mujeres que un turco?

Chepa: Dicen que si se casan se los lleva la sirena. Que la sirena no perdona que la

traicionen. Así dicen.

Yola: ¿Qué sirena mujer? Losotras somos lo más parecio a las sirenas que hay en

este mundo, ¿y cuál es que nos importa que nos dejen botás? Yo ya estoy

acostumbrá.

Chepa: (Al público) Yo no.

Isaura: Y tu marino, ¿cómo se llamaba?

Chepa: (A Gilberto, que es el que tiene más cerca) ¿Se quiere servir algo?

Gilberto: ¿Pa que se va a molestarse?

Chepa: Si ni es molestia.

Gilberto: Güeno, entonces.

Chepa: ¿Qué se van a servir?

Gilberto: Lo que usted disponga, pues.

Isaura y Yola: ¡Güenas noches!

Nicolás, Graciano y Gilberto: (Haciéndose la venía y sacándose el sombrero)

¡Güenas noches!

Yola: ¿Los atienden?

Graciano: (Indicando a Gilberto) A él no más.


Isaura: ¿Qué se van a servirse?

Nicolás: Lo que usté diga, será.

Nicolasa: Bien embobaos quedaron mis tres cabros lesos. Si al Gilberto había que
meterle la lengua paentro pa que no se la mordiera, lo que no sabían es que estas
niñas no eran na de buen trigal y que había un detalle que ni el huaso mas avispao
podía percatar.

Renato: (Estirando los brazos hacia ella) Mi ñatita!

Nicolasa: Ah (Se levanta, lo abraza, él no la suelta)

Renato: (Apretándola) Veinte años son vernos.

Nicolasa: ¿Veinte años! Lo que es el tiempo, como pasa, ¿no? Pa que le voy a decir,

yo ya ni me acordaba ́e su cara, fíjese.

Renato: Yo la habría reconocido en cualquier parte, a ojos cerrados. (le da una

palmada en el trasero. Ella se aparta, asustada)

Nicolasa: Fíjese. Es que hei estao tan dedicá al trabajo. Y con tre hijo...

Renato: ¡Bah! Yo creí que eran hijas.

Nicolasa: No, son hijo. Hombre los tre.

Renato: Entendí mal endenantes por el teléfono.

Nicolasa: ¿El teléfono? Estoy enterá de toos esos adelantos yo. El Abelino me

contaba. El Abelino era mi marío. Abelino Morales.

Renato: ¿Abelino Morales, Abelino Morales? Parece que yo no lo conocía, ¿no?


¿Con

él te fuiste?

Nicolasa: Con el me jui.

Renato: Y así que ahora está viudita.


Nicolasa: Sí. Es que se murió.

Renato: Lo siento mucho, Ñatita.

Nicolasa: ¡Y yo! Me quede sin decirle unas cuantas cosas y las tengo toas atragantás

aquí.

Renato: ¡Hay que ver como son las cosas de la vida! ¿no? ¿Cuándo me iba a

imaginar yo que se me iba a ir así, tan de repente, si avisar siquiera? ¡Con lo bien

que lo pasábamos juntos! ¿Se acuerda? (La pellizca, doña Nicolasa da un gritito)
Rebeca: ¿Qué hacías aquí?... ¿Cómo me hallaste?

Nicolasa: ¿Qué hacís tú aquí?

Graciano: Resultó ser que Oña Rebeca y mi mamá eran hermanas… Tremendo lío
que se armó cuando despercudíos nos dimos cuenta que no podíamos casarnos con
nuestras primas!

Chepa: Cuando se acostumbre ni se va a dar cuenta.

Gilberto: ¿Usted está acostumbrá?

Chepa: ¿A qué?

Gilberto: A la luh.

Chepa: Ah... sí.

Gilberto: ¿Y toas las noches ́ta igual?

Chepa: Igualita.

Gilberto: ¿Y usté?

Chepa: ¿Yo?

Gilberto: Sí, usté.

Chepa: ¿Yo qué?

Gilberto: ¿Ta toas las noches igual?

Chepa: Sí.
Gilberto: ¿Siempre solita?

Chepa: Es que novio es marino.

Gilberto: Ah (Pausa. Los dos vagan un momento entre las mesas, como evitando

darse la cara) Mi taita siempre me contaba é l pueulo.

Chepa: ¿Sí?

Gilberto: Hablaba ́e puras maravillas, pero no me recuerdo que haya hablao de

algo como usté. Aparte ́e las sirenas, claro.

Graciano: ¡Chitas, con la custión eléutrica, como brilla!

Nicolás: ¿No hará mal pa la salú?

Yola: Si uno mete los deos en el enchufe, eí si que hace mal (Isaura ríe)

Graciano: ¿Cómo?

Yola: Si uno saca la ampolleta y mete el deo aentro, se cae fulminado como por un

rayo.

Graciano: ¿De veras?

Yola: De vera, así que no haga la prueba, m ́hijito. Que no quiero quear viuda ante

é casarme.

Isaura: ¿Tú también te casai?

Yola: ((Fina) Es que Graciano me conquistó apenas lo vide. Toos mis otros

pretendientes se me olvidaron como si no los tuviera. Pa arriba los vamos a ir

mañana, que yo le hei dicho que por acá más vale no quearse. La gente es tan mala

y las niñas solteras corrimos tanto peligro, ¿no es cierto, Chepa? (Chepa asiente sin

hablar)

Isaura: Yo le dije al Nico: “Los casamos en la mañana temprano y nos fletamos


como bala pa el fundo”

Nicolasa: Vayan cambiando é rumbo que con estas cabras no se van a poder casar

(Empiezan a recoger sus bultos)

Nicolás: (Levantándose de un salto) ¡Si ya dimo la palabra!

Nicolasa: Se la van a tener que disolver.

Graciano: ¡Y por que, si puede saberse?

Nicolasa: Por que estas niñas son hijas de mi hermana Rebeca, y no les aguanto

casorio entre primos, que después les salen los chiquillos toos torcíos.

Rebeca: Bien güenos mozos tus hijos, Nicolasa (Le da la mano a Gilberto, que se

saca el sombrero y hace una inclinación)

Gilberto: (Murmura) Gilberto Morale.

Nicolasa: Bien alimentaos y enseñaos que están. Y son forzudos como yunda é

güeyces. Este caballero es Ol Renato Sepúrvea, aministrador de la luh eléctrica (Los

hermanos, muy impresionados, se quitan rápidamente el sombrero y le dan la

mano a Renato)

Graciano: Graciano Morale.

Nicolás: Nicolás Morale.

Gilberto: Gilberto Morale.

Rebeca: ¿Y ya se conocieron con las niñas?

Nicolasa: Ya se conocieron, hasta se querían casar con ellas. Lástima grande que no

van a poder.

Yola: ¿Y por qué no?

Nicolasa: Es que losotras somos hermanas.


Isaura: ¿Y eso que tiene que ver?

Nicolasa: Que ustees son toos primos.

Yola: ¿Primos? ¿Losotros? ¿De aónde sa...?

Rebeca: (Interrumpiéndola) ¿Le ofrecieron un traguito a On Renato?

Chepa: Yo le sirvo, Oña... mamá...

Renato: Rebequita, porque no canta la canción del vendaval... ¿Se acuerda? (Rebeca
ríe)

Rebeca: Tengo otra mejor, Nicolasa?

Catalina: En el fondo las dos ñoras se querían harto, y las únia esta cosa tan triste
que es el desamor, la soledad… Pero nosotras no teníamos ná la culpa de eso y
queríamos puro casarnos con los tre hermanos po!

Yola: (Acercándose a Graciano desafiante) Si es por que creís que somos primos

que no los podimos casar, podis estar tranquilo, Graciano. No somos ni parientes.

Graciano: (Sonriendo) Claro, si yo ya lo sabía.

Yola: ¿Cómo sabía?

Graciano: La Chepita los contó.

Rebeca: (Levantándose furiosa) ¿Qué les contó esta mosca muerta?

Graciano: Que son hijas adoptivas, pues.

Rebeca: ¿Hijas adoptivas?... ¡Claro, pues! Adoptivas son.

Renato: Un gesto muy noble de su parte. Ñatita, adoptar a estas niñas, realmente

has cambiado mucho, como decías endenantes. Estoy orgulloso de usté.

Nicolás: (A Isaura) ¿Así que no tenimo ningún impedimento? (Isaura lo abraza)

Yola: Chepita quería, nunca te vamo a poder pagar lo que había hecho por

lossotras.

Isaura: (Abrazando a Chepa) Una hermana é verdá serás pa mí.


Yola: Y losotras, las lesas, toas aproblemás, sin asunto.

Chepa: (Sonríe tristemente) Quiero verlas casás yo.

Isaura: Un altar te merecías por esto, Chepita é mi alma.

Renato: (Levantándose) Y... ¿Y no les gustaría que yo sea su papá adoptivo?

Rebeca: (Dichosa, abrazándolo) ¡Renatito!

Gilberto: Güen dar que es bien porfiá, ¿no? ¿Y se va quear solita, esperando?

Chepa: Sí.

Gilberto: ¿No quiere que la acompañe?

Chepa: Usté se tiene que volver a su tierra.

Gilberto: Pero si usté quiere, yo me quedo... (Los otros lanzan risueñas

exclamaciones ante esta declaración)

Rebeca: ¡Uy, mírenlo!

Renato: ¡Ah, diablo!

Gilberto: ¡Como amigos, no más! (Risas)

Yola: ¡Sí, seguro!

Rebeca: ¡No le vayamos a creer, no más!

Isaura: Dile mejor, Chepa.

Yola: Es mejor.

Isaura: ¡Dile, oh! (Chepa se levanta, tomando a Gilberto de la mano)

Chepa: Gilberto... (Se escucha una risa estridente y entran tres hombres con una

mujer desgreñada; muerta de la risa, todos están medio borrachos, especialmente

Mauro, un hombre corpulento con casaca de cuero, sus compañeros son: Baudilio,

un campesino gordo; Telmo, un muchacho joven y flaco y Mirta, la mujer, que tiene

el traje manchado con vino y el pelo revuelto)


Mauro: Güenas noches, misia Rebequita, aquí venimos a regolverla, otra vez.

Rebeca: (Levantándose) ¡Me recondenara! (Siútica) Se van a tener que dirse pa

otro lao, por que nosotra cerramo el negocio.

Mirta: ¿Ah? ¿Cuándo?

Rebeca: Recién lo cerramo.

Mauro: ¿Y cómo tiene la puerta abierta, las luces prendías y las niñas en pie?

Rebeca: Así será, pero ya no vamos a atender más público.

Mauro: Ah, entonce no importa, por que losotros somos como de la casa ya, poh.

(Se sientan, juntando dos mesas)

Rebeca: No, oiga, espérense... (Don Renato la detiene, tranquilizándola)

Baudilio: (A Mirta, que se ha sentado entre Mauro y Telmo) ¡Chitas que ́erei mala,

flaquita! ¡Siéntese aquí, con su gordiso monono!

Mirta: (A gritos) ¿Ah? ¿Qué querís, oh? ¡Hay que ver que está triste esto! ¿Qué se le

murió alguien, Oña Rebeca? (Mira se ríe fuerte)

Mauro: ¡Güeno que son poco amables con los afuerinos por estos laos! (A Chepa)

Oiga, m ́hijita rica, tráiganme dos metros cuadraos de pirse, pa empezar. (A sus

amigos) ¿Ustees han tomao marta compuesta?

Mirta: No, ¿cómo es esa cuestión?

Mauro: Se corpone de una botella ́e juerte y una marta. Se reguerve too eso y se

sirve.

Mirta: ¡Chitas! Eso ha de ser como pa parar las chalas di un viaje, ¿ah?

Chepa: (Se levanta) ¿Voy, Oña Rebeca?

Rebeca: (Se levanta) No te movái de aquí tú. Solos se tendrán que ir estos rotos

(Las dos se sientan)


Telmo, Baudilio y Mirta: (Burlándose de doña Rebeca) ¡Uuuuyyyyyyyyyy!

Mauro: ¡Hay que ver que son acaparaores sus amiguitos, Oña Rebeca. Ta feo eso.

Convídense una, más que sea.

Rebeca: (Levantándose) ¡Ya les dije que no atendíamos más ya! (Se sienta)

Mirta: ¿Y qué le pasará a la Rebeca, qu ́está tan tiesa?

Telmo: Ya, poh, Yolita, venga a hacerle un cariñito a su pior es naque, que la noche

está muy fría.

Graciano: ¿Qué dijo ese infelíz?

Yola: (Muy digna) Ta curao el roto. No le haga caso, Graciano.

Mirta: (Al público) Tan curaos como piojos, eso ha de ser (A Rebeca) Ya, poh, no se

haga de rogar. Tráiganse la chupeta, Alguien que me sirva una cosita po! O Tengo
que ser hombre acaudala opa que me atiendan como corresponde?! Atienda a la
Mirta miercole que la mirta quiere y tiene pa pagar!

Baudillo:¡Pucha la fiesta fulera!.... No hay pirse.

Renato: ¡Ya! ¡Saliendo, fuera!

Mauro: Oiga, iñor, ¿cree que va a venir a gritarlos, aquí, por que anda con la terná

entera?... ¿Quiere pelea?

Telmo: ¿Quiere pelea, el viejo?

Rebeca: El caballero es aministraor de la luz eléctrica, pa que sepan.

Mirta: ¡Ay, la media cosa! ¡Pa lo bien que ha andao su porquería ́e luh!

Baudilio: Vaya a sentarse, mejor, iñor, ¿quiere? (Trata de pegarle un puñetazo, sin

éxito y cae al suelo, mientras sus amigos lo recogen, con gran dificultad cayendo

ellos, a su vez, Renato y Rebeca se retiran dignamente. Telmo se lanza sobre ellos.

Gilberto lo detiene y lo empuja hacia el fondo)


Comienza la cueca

Mauro: Venga p ́aca, cosita rica. Vamo hacer tutito.

Isaura: (Trata de soltarse) ¡Quítame las manos d ́encima, baboso!

Nicolás: (Separándolos de un empujón) Ya, suelte, si no quiere que le deje el hocico

como charqui.

Telmo: ¿Y quién le tiro maní a este mono?

Isaura: Es mi novio, pa que sepa.

Mauro: ¿Tu novio? (Ríe) ¡Que yo sepa, es el primer casorio que se hace en casa ́e

puta! (Ríen a gritos. Nicolás, sorprendido mira a Isaura)

Isaura: (Empuja y patea a Telmo) ¡Ya, váyansen! ¡Váyansen, les digo!

Baudilio: (Mirando a Doña Nicolasa) ¿Y esto que es? ¿Qué se trajo una niña nuea,

misia Rebeca? Ta güena la cabra. Medio porfiaita ́e cara no más... ¿Por qué está

amurrá, m ́hijita? ¿Qué ha visto una mala cara?

Nicolasa: ¡Claro, la tuya! Ya te juiste mojón po l á gua (Le paga un puñetazo a

Baudilio, que cae sobre Mauro)

Mirta: (Subiéndose a una silla) ¡Se está animando la fiesta, mi alma!

Renato: (Asustado) ¡aro, aro, aro! (La pelea se detiene. Todos toman un vaso de

vino)

Todos: ¡Salú! (Beben. Recuperan sus posiciones anteriores)

Renato: ¡No hay primera sin segunda! (Recibe el puñetazo de Telmo. La confusión

es inmensa. Las mesas caen y la pelea va en aumento. Al final salen los borrachos,

en retirada, perseguidos por Graciano, Gilberto y Nicolás. Vuelven y Gilberto cae

desmayado al suelo)
Chepa: (Corriendo hacia él) ¡Gilbertito!

Nicolasa: Con la tranca le pegó el degenerao. Bótenle toitos los dientes a ese

baulaque.

Nicolás y Graciano: ¡Ya! (Salen corriendo)

Nicolasa: (Va hacia Rebeca y golpea en la mesa. Rebeca que está semidesmayada,

se despierta, asustada) ¡Qué otra cosa ibai a tener vos, sino una chingana! Poco me

importa lo que hayai hecho, pero si algo le pasa al Gilberto, de destripo como a una

gallina.

Chepa: ¡Trae aguia ́e la casa, Yola! (Yola sale corriendo. Chepa acaricia la frente de

Gilberto, que está inconsciente) Sana, sana potito ́e rana, si no sana hoy, sanará

mañana y si no la otra semana. ¡Te llevo un atao ́e velas, virgencita linda, si no le

pasa na!

Nicolasa: No se preocupe por éste, que tiene la cabeza más dura que piedra é

molino.

Chepa: ¡Yola, apúrate con el agua! (Vuelve Yola con un vaso de agua que entrega a

Chepa. Chepa le da de beber a Gilberto)

Rebeca: (Levantándose repentinamente) ¿Y el Renato? ¿Dónde está? (Llora) ¡Se dio

cuenta que ésta era una casa ́e remolienda y se mandó cambiar!... ¡Ay, mi Ñatito

querío! ¡Sola pa siempre me voy a quedar!

Nicolasa: ¡Por lesa te pasa!

Rebeca: (Llorando, al público) ¿Y qué voy hacer ahora?

Isaura: (Al público) Si el Ñico me deja botá, aquí mismito meto los deo en un

enchufe.
Yola: (Al público) Yo también.

Gilberto: (Volviéndose en sí) ¿Qué pasó? ¡por la flauta! ¿Qué entró en erupción el

volcán, de nuevo?

Chepa: No. Es que le pegaron un trancazo a la pasá. ¿Ta bien ahora?

Gilberto: Con usté al lado, ¿de qué otro modo hei de estar?

Chepa: ¿Por qué dice eso?

Gilberto: Usté sabe.

Chepa: ¿Qué me quiere todavía?

Gilberto: ¿Y cómo no la voy a querer a usté?

Chepa: ¿Qué no oyó too lo que dijieron? ¿No entendió en lo que trabajo yo?

Gilberto: Si entendí. Pero sus razones tendría. Yo no soy quien pa criticarla. Un

amigo, no más.

Chepa: ¿Y si juera mi novio?

Gilberto: Distinto sería, entonces. Porque los casaríamos y los iríamos de aquí.

Chepa: ¿De veras?

Gilberto: ¡Claro!

Chepa: Es que la cosa es mucho más complicá toavía. Yo tengo una guagua.

Gilberto: Pero si allá arriba hay comía pa toos, ese no es problema.

Chepa: Si yo no hablaba ́e la comía. No entendió usté. Tengo una guagua. Es mía,

yo la tuve.

Gilberto: Si entendí, pero es que el problema no lo veo. (A doña Nicolasa) ¡Oiga,

añora! ¡Que es complicá la gente ́el pueulo! ¿ah? En vez de hacer las cosas a la

pata é la llana, se ponene a difariar y a buscarle el cuesco a la breva (A Chepa) No

se complique, si es re ácil. Si me quiere, listo el pescao... si no me quiere, entonces...


ei no hay ná que hacerle.

Chepa: Yo lo quiero hartazo a usté, Gilberto.

Gilberto: ¿Si?... ¿Ve que es facilito? Los vamos con guagua y too pa arriba.

Chepa: Cuando usté diga, no más (Se abrazan. Entra Nicolás seguido por Graciano)

Nicolás: A ese que te pegó le dejamo la jeta como bolsa ́e papas.

Graciano: (A doña Nicolasa) Oiga añora, mañana tempranito las emplumamos para

la casa, que mucho adelanto habrá aquí, mucha luh eléctrica, pero la gente es tan

torcía que toos parecen hijos de primo hermano.

Yola: (Poniéndose a llorar otra vez) ¿Qué te dije yo? ¡Ya no me quiere más!

Nicolás: Entretenía estuvo la rosca, pero a la ciudá no vuelvo ni amarrao yo.

Graciano: Ya, poh, Yola, déjate de llorar, que no es pa tanto. Anda a hacer tus

bultos, que vamos a salir de alba.

Yola: (Con los ojos muy abiertos) ¿ah?

Graciano: ¡Qué vamos a salir de alba, oh!

Yola: ¿Me vai a llevar?

Graciano: ¡Que querís que te deje aquí, después de esta tremenda gresca! Ni que

estuviera malo ́e la cabeza.

Nicolás: Vos tamien, Isaura.

Isaura: Sí, mi amorcito. Acompáñenlos, será mejor, que andamos espirituás. (Isaura

y Yola salen riendo y empujándose con Nicolás y Graciano)

Chepa: (A Gilberto) Venga a acostarse. Durmiendo se le va a pasar too.

Gilberto: Si estoy bien yo.

Nicolasa: Haz lo que te dice tu mujer, vos, y no aleguís.

Chepa: Puede dormir en mi cama. Yo tengo que juntar mis pilchas.


Gilberto: Yo la ayudo. (La pareja sale con doña Nicolasa. Rebeca queda sola

gimoteando, empieza a ordenar las sillas)

Rebeca: ¿Aónde te juiste, Ñatito querío? ¿Aónde estái?

Renato: (Aparece tambaleándose, detrás de una mesa volcada) ¡Ay! ¡Ayayaycito!

Rebeca: (Corre hacia él) ¡Renatito!

Renato: ¡Me dejaron milío estos infelices! ¡Ay!

Rebeca: (Le acerca una silla) Siéntate aquí, Latito (Renato se sienta, quejándose)

¿Me podrís perdonar algún día, Renato? (Renato se arregla la ropa) ¿Por qué no me

hablai? Tai enojao conmigo... Tenís toa la razón. En libertá estái de irte, Renato,

como si no hubiera pasao ná. (Mirada furiosa de Renato) Ahora sabís como son las

cosas y no te puedo engañar.

Renato: ¿Y pa esto me dejaste botao, hace veinte años? ¿Pa venirte a este

pueublucho y dedicarte a esto?

Rebeca: No te deje botao.

Renato: Te salí a buscar por todas partes.

Rebeca: Veinte años te demoraste en encontrarme. Tenimos que olvidarnos de too


y empezar de nuevo. Como que nos juéramos conociendo.

Renato: (Le da la mano) Mucho gusto de conocerla.

Rebeca: (Con sencillez casi tristemente) Mucho gusto.

Renato: Renato Sepúlveda, para servirla.

Nicolasa: Y así mi hermana se reencontró con el amor de su vida, hartas vueltas se


dio la ñora pa concretar. Lo que es de nosotros…

Graciano: (Deteniéndose y mirando hacia atrás) Chitas, esta añora ya se nos queó

atrás de nuevo (Grita) ¡Apúrenle, añora!


Yola: ¡No seai irreverente con tu maire! ¡Que no veís que viene cargá?

Chepa: Fresco como lechuga viene el diablo.

Gilberto: ¡Como no ha de estar, cuando viene tan re bien ubicao!

Nicolás: ¡Apúrele! ¡Un poquito más y los alcanzamos!

Isaura: Espérate que se me salió un zapato. ¿Vis? Es que dai los trancos muy largos.

Por cada uno que dai, yo tengo que dar dos. ¡Oye, aguaita el volcán! Medio colorao

lo veo.

Nicolás: Ta igual que siempre.

Isaura: ¿Y ese humo?

Nicolás: Son nubes, no más.

Isaura: ¿Tai seguro?

Nicolás: (Impaciente) ¡Por la! ¿Cómo no voy a estarlo? Que si juera erución me

dejaría botao.

Isaura: ¡Se le ocurre, m ́hijito! ¡Los iríamos los dos corriendo pa abajo, pa

salvarnos!

Nicolás: ¿Corriendo?... ¿Con esos zapatos?

Isaura: ¡Ay, mis deítos! ¿Ve, m ́hijito? Pa qué me acoro ́e los zapatos. Ayayay,

sentémolo un ratito, que ya no siento los pieses.

Nicolás: Es que ei sí que no lo vamos a alcanzar renunca.

Isaura: Paré que no sirviera los tacos pa el camino éste...

Isaura: ¡Hay que ver que me aprietan! (Se saca el otro zapato y se sienta,

suspirando de alivio) Aaaaaahhhhh.


Nicolasa: Añora... añora (De repente se ríe sola suavemente) Como te ́staris riendo

de mí, Abelino, que en esta zalagarda ́e casorios me hei quedao mirando. Será que

a caa chancho le toca su San Martín, y yo ya te tuve a vos. Pior es mascar lauchas...

Orgulloso é tus hijos tenís que estar, Abelino, que se han portao como te habríai

portao vos... ¿Qué las niñas han tenío sus amores? ... (Se encoge de hombros) Yo

también los tuve, y aperraos. Pero cuando te encontré... ¿Te acordai, Abelino? Too

se golvio pura risa....

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