[go: up one dir, main page]

0% encontró este documento útil (0 votos)
68 vistas13 páginas

Estructuras en Lacan

El documento resume las ideas de Jacques Lacan sobre la psicosis, la neurosis y la perversión. Lacan propone que la psicosis no se debe entender como un déficit o disociación, sino que tiene algo que enseñarnos sobre la persona normal. Define la paranoia como una estructura del conocimiento basada en la visión del otro, mientras que la psicosis ocurre cuando falta el significante fundamental del "Nombre del Padre", lo que lleva a una proliferación de significaciones imaginarias. Lacan también contrasta la estructura del lenguaje con la palabra del sujeto

Cargado por

Shani Ekdesman
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
68 vistas13 páginas

Estructuras en Lacan

El documento resume las ideas de Jacques Lacan sobre la psicosis, la neurosis y la perversión. Lacan propone que la psicosis no se debe entender como un déficit o disociación, sino que tiene algo que enseñarnos sobre la persona normal. Define la paranoia como una estructura del conocimiento basada en la visión del otro, mientras que la psicosis ocurre cuando falta el significante fundamental del "Nombre del Padre", lo que lleva a una proliferación de significaciones imaginarias. Lacan también contrasta la estructura del lenguaje con la palabra del sujeto

Cargado por

Shani Ekdesman
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 13

Philippe Julien - Psicosis, perversión, neurosis.

La propuesta sobre estas estructuras psíquicas desde la lectura de Jacques Lacan, no es de borrar sus
huellas, como buscó el DSM III, sino de subvertir su significación. Esto fue insoportable, y por eso fue
excomulgado.

I - Psicosis
Si para nosotros el sujeto no incluye en su definición, en su articulación primera, la posibilidad de la
estructura psicótica, entonces nunca seremos otra cosa que alienistas. - Lacan, Seminario VII.
El psicoanálisis no tiene palabra propia, solo habla con préstamos de otras lenguas, pero con la
condición de dar un nuevo sentido a los significantes incorporados.
La locura no es un déficit, ni una disociación de funciones, muy por el contrario, tiene mucho que
enseñarnos en la persona normal, esto lo mostró Lacan en las denominaciones de paranoia y
psicosis.
El trabajo de análisis no es únicamente escuchar, sino fundar un saber teórico a partir de la escucha. Es
desde aquí que Lacan hace una disyunción entre psicosis y paranoia.
Lacan nos dice que el conocimiento es esencialmente del orden de la visión (emparentaba paranoia con
conocimiento), la bipolaridad vidente-visto es de orden paranoico. Cabe remarcar que el yo humano se
constituye por identificación gracias a la visión del objeto y de acuerdo con esta misma bipolaridad. El
yo tiene una estructura paranoica, o no es.
Cuando Lacan habla de conocimiento habla de lo especular, lo especulativo. En la Grecia antigua, el
conocimiento Platónico era una especie de visión, de contemplación. El ser enuncia presencia y
consistencia, el hecho de ver dilucida esto mismo, la presencia y la consistencia. ¿Qué es lo pasivo o lo
activo, el ojo de quien ve, o el objeto visto? No se puede discernir, hay bipolaridad. Ver, es ob-jetivar,
poner delante, a distancia, es acoger objetando, es registrar como fuera de mí la presencia de algo que
se revela en mis ojos. El conocimiento es por sí paranoico, a diferencia de la verdad o el saber.
Aquí hay que tener en cuenta rasgos como la visibilidad (Lacan la trabaja en el estadio del espejo), la
unidad y fijeza (da por resultado una confusión entre identificación y amor a sí mismo, confusión que se
debe mantener en favor de la estabilidad de la persona), el olvido de sí mismo (el sujeto se niega a sí
mismo y acusa al otro. Se desconoce, dice no ser uno, sino el otro), el objeto del deseo (el conocimiento
paranoico instituye la tríada imaginaria del otro, el yo y el objeto. El interés por este objeto nace por el
deseo del otro por él. Este objeto entonces es rival y competencia, no nos interesa de por sí, sino que
nos interesa en tanto que ese objeto es objeto del deseo del otro.)
La paranoia desde su bipolaridad irreductible presenta una inclusión, fascinación, alienación en la
imagen del otro por identificación y una exclusión recíproca (O vos, o yo). A esto se llama relación
imaginaria.
También puede ocurrir que haya inclusión con captura de la imagen del otro, pero la exclusión no esté
presente, ese fue un descubrimiento de Lacan. ¿Prepsicosis, borderline, falso self? Como sea, es una
falla en la paranoia común. En Joyce como ejemplo podemos leer esta cuestión, es que gracias a la
relación imaginaria, hay algo que se afecta, que reacciona, que no es separable. Es decir, mi cuerpo no
es ajeno, lo tengo, lo sostengo, lo siento y soy susceptible a él. En Joyce la relación imaginaria se
derrumba, no siempre tiene lugar (Como se ve en la escena de la paliza).
La imagen que tenemos de nuestro propio cuerpo entraña afectos, pero Stephen tiene un cuerpo que es
como un objeto extraño, como un mueble. Se separa de su imagen, la relación narcisista del cuerpo con
el yo no existe, hay deficiencia de conocimiento paranoico. Con Joyce podemos ver qué no es una
psicosis con delirio, pero que la precede, sin que la cause. ¿Qué hace falta para que algún día se
desencadene la psicosis?
Lacan en 1932, se sitúa en la línea de Dilthey y de Jaspers quien opuso las ciencias puras que explican
a las causas y las ciencias humanas que comprenden, es así que Lacan entiende a la personalidad
como la unidad de un desarrollo regular y orientado, lo que ocurre es un proceso psíquico que se
introduce en la personalidad. El origen de la psicosis es una anomalía psíquica anterior, como es en el
caso de Aimee, un conflicto moral con su hermana. Lacan en 1953 hace un cambio radical respecto a
la locura, años antes, en 1946 Lacan muestra que la locura es un problema de identificación, y que ésta
se realiza a partir de ese afuera social que es la imagen del otro.
Entonces, en 1953, produce su viraje en El discurso de Roma por medio de la introducción de lo
simbólico distinguiéndose de lo imaginario y lo real. El humano sólo se constituye en función de un
deseo referido a otro deseo, a un deseo de reconocimiento, y ese mismo deseo exige ser reconocido
por el acuerdo de la palabra. El problema en el psicoanálisis es el de las relaciones de la palabra y
el lenguaje en el sujeto. Si el lenguaje es el enunciado colectivo de una sociedad y la palabraes la
enunciación de un sujeto, podemos dividir entonces:
Estructura Lenguaje
-----------------------------------------------
Locura Sin palabra
Neurosis y palabra
Hombre moderno o palabra

La locura refiere a aquel sujeto que está en el lenguaje pero no habla, donde hay un intento de hacerse
reconocer por y en la propia lengua. La neurosis, gracias al retorno de lo reprimido, son las
formaciones del inconsciente, lenguaje y palabra se dialectizan. El hombre moderno es una novedad
en Lacan, leyéndolo en clave de que el sujeto más que hablar, el sujeto es hablado, por una
antinomia entre el lenguaje y la palabra, sin encontrarse. La palabra es el lugar de la verdad del sujeto,
en cuanto se manifiesta en la historicidad de una memoria y el saber de la finitud de su propio ser
mortal. El lenguaje, es el lugar de un saber sin sujeto, porque carece de pasado y tiene un futuro
ilimitado.
Lacan en su tercer seminario introduce una analogía entre el estado prepsicótico y la situación del
hombre moderno. Resulta claro que el nacimiento del psicoanálisis sólo es posible en la modernidad,
podemos decir que sólo el pasaje del hombre moderno a la psicosis da origen a una demanda de
análisis.

Sobre el inconsciente, su noción tendría origen en la psiquiatría dinámica, en oposición a una psiquiatría
científica, Pinel y Esquirol, afirmaron una psiquiatría que supo recoger desde lo médico y filosófico, la
noción de dynamis. Esto nos permite pensar al inconsciente en relación a lo apres-coup, afirmando que
tal síntoma es el signo del desarrollo negativo o positivo de una tendencia presente.

Sobre el inconsciente, Freud nos dice que está hecho de huellas mnésicas de inscripción, como se
sabe, la represión actúa sobre representaciones, con el retorno de lo reprimido se asume la vorstellung-
rapresentanz. Lacan en relación a esto reversiona que el lenguaje es la condición del inconsciente y
no a la inversa. El inconsciente como efecto del lenguaje tiene una estructura de elementos diversos. El
inconsciente Freudiano en relación al retorno de lo reprimido, está vinculado al intento de restaurar una
pérdida original, una falta primera de objetos colmantes. El retorno de lo reprimido es repetición con
respecto a un encuentro siempre fallido. El inconsciente, debe ser visto en clave de hiancia, de
cojera entre causa y efecto, de equivocación. Topológicamente el inconsciente tiene estructura de
borde, pone de relieve la ausencia de un significante que pueda decir el sujeto y marca esa ausencia
con un trazo de borde.

Como el lenguaje es la condición del inconsciente, Lacan podrá abordar la psicosis a partir de una
triple nómina
- De lo simbólico, representado por el significante
- De lo imaginario, representado por la significación
- De lo real, que es el discurso diacrónico
El significante explica, porque lo simbólico determina lo imaginario y no al revés. No hay imaginario
puro. El significante procedente del Otro da tal o cual significación a una imagen del cuerpo. ¿Cuál es el
significante fundamental? El Nombre-del-Padre, éste, introduce la exclusión recíproca, que es la
diferencia entre generaciones y la prohibición del incesto.
Si el significante falta, hay a cambio proliferación de significaciones que suplen la falta, el Nombre-
del-Padre es un puro significante y, si falta, se darán significaciones que respondan a la pregunta ¿Qué
es ser padre? Es el genitor, el sostén, el educador, el padre legal, un equipo de fútbol, etc. La cosa así
se puede sostener por un tiempo, el psicótico vive compensado, pero, Dios sabe por qué, se
descompensan.
¿Qué convierte en insuficientes las muletas imaginarias que permiten compensar la ausencia del
significante? ¿Cómo vuelve el significante a formular sus exigencias en cuanto tales? ¿Cómo interviene
lo que faltó?

No hay psicogénesis de la psicosis, Lacan nos afirma que la psicosis no tiene prehistoria. Aquel a
quien se llama prepsicótico no es reconocible como tal, porque se comporta como todo el mundo,
socialmente hablando, se las arregla bastante bien para abrirse camino, mediante una serie de
identificaciones conformistas con personajes que le darán la idea de lo que es preciso hacer para ser un
hombre o una mujer. El prepsicótico puede vivir sin que se declare una psicosis, vive en su capullo,
como una polilla. Pero la cosa se repite en el par hasta que aparece en el impar, puede ser que el
acontecimiento, como encuentro con lo real, trastorne ese equilibrio, rompa con las significaciones
adquiridas.
Bueno o malo, el acontecimiento es uno de más, que hace impar.
- Por un lado, un encuentro amoroso, una próxima paternidad, un descubrimiento, una
revelación religiosa.
- Por otro lado, una traición conyugal, un fallecimiento inesperado, una derrota política,
una noche mística
En cada una de estas ocasiones, con una nueva verdad, el saber falta y la interrogación queda
suspendida.

¿Cuál es la respuesta psicótica ante la interrogación? Para responder, se requiere la co-incidencia


(sín-toma) de dos caídas, el encuentro de dos elisiones, una en lo imaginario, otra en lo simbólico.

La elisión en lo imaginario se puede pensar desde el esquema L, donde la relación en el espejo,


puede sostener una distancia toda la vida, salvo que un día no proporcione la respuesta exigida, en
Schreber, se puede ver la designación como presidente demuestra una inversión de generaciones,
dado que la cámara estaba compuesta por cinco jueces que le superaban de edad. ¿Cómo asumir
entonces una función de autoridad paterna de presidente? Pasando del otro al Otro, del apoyo
especular al apoyo de la palabra, de las significaciones a los significantes puros. El pasaje del otro al
Otro requiere la inscripción de significantes fundamentales, uno de ellos, el de la paternidad: el
Nombre-del-Padre, que permite cortar amarras con todo lo especular.
¿Qué pasa en el prepsicótico? La relación imaginaria según el amor de amistad existe, pero excluye la
otra relación, la diagonal a’ → a tapona la relación A → S. Esto lo podemos observar en Schreber, quién,
aún después de su delirio, mantendrá con su mujer una relación tan elevada como la de amistad en el
sentido de la esencia del lazo conyugal. ¿Cómo se produce la eclosión de la psicosis? La relación
de amistad en espejo ya no basta y abre un abismo, el del Otro absoluto.
Schreber se pregunta ¿Qué es ser un hombre, una mujer? Los modelos no pueden responder, hay
descompensación, descomposición. Una psicosis se desencadena cuando a esa falla se suma el
llamado a un significante de base, procedente de una autoridad paterna y dirigido al sujeto. Aquí
podemos hablar de la elisión en lo simbólico, por ejemplo en el llamado de los ministros en posición
de pares reales, una invocación situada en el Otro. Lo que ocurre es que esos significantes son
forcluidos sin bejahung (afirmación primordial) posible.
Donde hay elisión de las significaciones en lo imaginario, el sujeto no puede responder: hay elisión en lo
simbólico. “Tú eres quien me seguirás” ¿El sujeto recibe un me seguirá o un me seguirás? El primer
caso es el del prepsicótico, recibe una constatación (tu eres afanoso, conforme a su papel, claro, yo
soy, si, lo soy) pero en algún momento la cosa deja de funcionar, la identificación según la imagen
deja al sujeto en la incertidumbre y el desasosiego, en ese momento solo el apoyo del Otro
permitiría avanzar en lo desconocido, tú eres quien me seguirás, delegación, misión, pero si el
significante está forcluido, el llamado abre en el prepsicótico un vacío insoportable en el orden
simbólico.

¿Cuál es el significante fundamental en lo simbólico, al que recurre un interlocutor pero que en el sujeto
no responde? El Nombre-del-Padre, significante el cual no es transmitido al sujeto ni por un hombre
que se declara padre ni por la sociedad, sino por el deseo de la madre en cuanto mujer. Ella es quien
da respuesta a la interrogación del hijo o la hija. Presencia, ausencia, viene y se va, la alternancia, la
arbitrariedad con que la madre disipa al responder en tanto que no es toda madre, sino que es mujer,
hace metáfora, sustituyendo el significante de su deseo, por otro significante, el del padre, y de esa
metáfora nace una significación: el falo, lo que falta en la madre, y su razón de deseo. ¿Pero qué
quiere la madre entonces? El sujeto no lo sabe, ella tampoco, por eso, ella transmite su falta, transmite
el significante de su falta, esta, es la condición previa del Edipo en Freud. Si el Nombre-del-Padre está
forcluido, habrá que adicionar sin cesar significaciones como respuesta al ser padre, con riesgo
de que algún día la adición no baste.

Una psicosis se desencadena a partir de la coincidencia de dos agujeros en uno solo, la elisión en lo
imaginario (por la novedad de una elección a hacer) y la elisión en lo simbólico (por la ausencia del
NdelP), es así que seguido a ello se genera un desencadenamiento de la palabra, en dos tiempos
sucesivos, el de la perplejidad y el de la convicción.
La perplejidad nos refleja aquello que en el Otro está forcluido de lo simbólico, retornando desde afuera
en lo real, donde el Otro revela un vacío, surgen los automatismos mentales. En la psicosis unas
palabras se imponen al sujeto como si procedieran del exterior, voces, ecos, enunciados, el
sujeto no sabe qué hacer, hay intrusión del significante, la cosa habla sola, según una sonoridad,
interpela al sujeto, la cosa habla para él, sin detenerse. Ante este enigma, persiste la perplejidad.
¿Cómo salir de lo perplejo?
La convicción desde la función del delirio es responder a un enigma, a una tentativa, a una
reconstrucción, por convicción, reconstruye, intenta dar sentido, dar significación a las voces. El lugar
en el que falta la metáfora paterna (estructurada por el significante NdelP) es ocupado por otra
metáfora en Schreber, la de la impregnación, de la fecundación femenina, Schreber, reconstruye al
padre, vuelve de lo real desde el exterior. Es así como llega a restaurarse la estructura imaginaria, por
una proliferación de significaciones.

Los dos tiempos de la Psicosis nos muestran que psicosis y neurosis tienen una estructura
completamente diferente, aunque el prepsicótico y el neurótico puedan tener una sintomatología
parecida. La psicosis no compete al inconsciente como lugar de lo reprimido. Lacan dirá forclusión,
ausencia de Bejahung referida a un significante que pueda permitir luego una represión por
Verneinung.
En relación a la conformación de la estructura psicótica, los andamios del complejo de Edipo y de
castración son vitales para la misma, pero además de ello, nos podemos preguntar ¿Qué es la función
paterna, y qué papel invita en ello? En Freud, el amor por el padre es el resorte de la declinación
del complejo de Edipo y la angustia de castración.
Lacan concentra su atención sobre el padre en el Edipo, partiendo no del deseo del niño, como hace
Freud, sino de la madre en ese lugar del Otro, el deseo del niño es su efecto, visto que deseo no es
necesidad y solo se engendra a partir del deseo del Otro. Hay un tiempo que precede y otro que
sucede en el Edipo.
En un primer tiempo, en un más allá de la madre, la imagen materna viene y se va, hay presencia y
ausencia, entonces ¿Qué soy para ella, acaso no soy nada para ella? La madre responde en tanto no
es toda madre, sino mujer, introduciendo el significante de la paternidad, naciendo así una significación,
el falo Φ, lo que falta en la madre, es la razón de su deseo de mujer. Para un sujeto, una madre
funda al padre como Nombre en el orden simbólico. ¿Qué quiere ella entonces? Hay una falta allí, y
es en ese lugar donde el niño apuesta a estar, ser eso que le falta a la madre, to be or not to be el falo
imaginario φ, que dé respuesta a la significación del deseo de la madre.
En un segundo tiempo, tiene lugar el Edipo freudiano propiamente dicho. El primer tiempo permite
instaurar al Padre como significante, como Nombre-del-Padre fundado por la madre. En este segundo
tiempo el padre responde como imago privadora, instaura la prohibición del incesto y su ley privando no
al niño, sino a la madre, no reincorporarás tu producto. La priva de lo que ella no tiene, de un
símbolo. En un segundo tiempo, la falta se atribuye al Padre como privador de -φ, hace la ley para la
madre. La privación en la madre permite desprenderse de su identificación originaria con el falo como
objeto del deseo de la madre, engendrando además, angustia por no ser el falo.
En un tercer tiempo, referido a lo real del padre, entendemos a este padre privador de la madre que no
es más que el reverso de un anverso. El padre real como agente de una castración simbólica que
permite la salida del Edipo. El padre que le sigue a este, es quien unifica el deseo y la ley. El padre
imaginario priva del falo a la madre, el padre real, se lo da. El padre que es capaz de tener y dar, abre
un porvenir para el hijo, da promesa, ilusión: podrá dar el falo, transmitirlo al hijo y dejar de privarlo,
pero, no es más que una promesa. Hoy no lo tienes, más adelante sí, pero para ello, tenés que
renunciar a serlo hoy.

En relación a lo real, simbólico, e imaginario, años más tarde, Lacan incluye un cuarto elemento en su
teoría de los nudos, para explicar qué ocurre cuando el Nombre-del-Padre está forcluido. Joyce es ese
cuarto elemento, respondió a las palabras impuestas, descomponía palabras que lo atacaban, pudo
editar su escritura y hacerse leer por el público, así Joyce pudo evitar delirar. Hay delirio cuando el
cuarto elemento no logra hacer nudo, y, el delirio cesa el día en que se instaura el cuarto
elemento.

II - Perversión
Una de las múltiples novedades del psicoanálisis radica en suprimir la frontera entre perversión y
normalidad, el primer uso que dió Freud al término data de 1905 en Tres ensayos. Todos los niños son
polimórficamente perversos en cuanto a la meta y el objeto, porque la sexualidad infantil es en su
origen una libido de las pulsiones parciales con objetos pregenitales. Esto es universal, porque todos
fuimos niños. Sólo la primacía genital debía permitir la superación de las perversiones, unificando las
pulsiones parciales de la vida infantil en una sola.
Según Lacan, no se puede decir que la perversión infantil universal no es más que un estadio provisorio
del desarrollo de la sexualidad humana. La sexualidad sólo se realiza por la operación de las pulsiones
en cuanto son pulsiones parciales, con respecto al fin biológico de la sexualidad. Lo importante es
rescatar que la pulsión, en tanto representa a la sexualidad en el inconsciente, siempre es
pulsión parcial.
Por medio del estudio de Un recuerdo infantil de Leonardo da vinci, Freud se encamina a una nueva
definición de la perversión, ya no preedípica, sino que parte del complejo de castración. En 1927, al
escribir Fetichismo, nos dice que el mecanismo no es la represión, ni la forclusión, sino una
renegación, es decir, una doble posición, por un lado reconocer que la madre no tiene el falo y a la vez
negación respecto a este reconocimiento. La madre lo tiene a través del fetiche como falo
desplazado. En la perversión se reniega la diferencia sexual, todas las mujeres tienen el falo.
Desde una lectura de Lacan, podemos pensar a la perversión en relación a ciertos tópicos, la apuesta
es que, se sabe en todo caso (exceptuando psicosis) que la significación del deseo de la madre no está
forcluida, la apuesta del niño va por el lado de que esta, no tiene el falo, por lo tanto, él es para ella.
Pero la cuestión reside en saber por qué medio el niño dará a su madre ese objeto del que ella carece.
¿Cómo estar a la altura del deseo de la madre? La castración de la madre implica para el niño la
posibilidad de la devoración y el mordisco. Ser el objeto fálico imaginario para colmar el deseo de la
madre es la angustia misma de ser tragado por ella. La perversión se origina allí como
consecuencia de la angustia. El fetiche es una defensa contra la angustia del deseo de la madre, se
podría decir incluso, que tiene la misma función que la fobia: instalar una protección en un puesto de
avanzada frente al peligro de ser devorado por el deseo insaciable del Otro.

El fetiche debe tomarse como elemento de una actividad simbólica, sin confundir la palabra y su
referente, el zapato, el pie, parte de lo imaginario, pero se presenta, se representa, como símbolo,
con un valor simbólico. Es desde el fetiche que se puede visualizar la estructura de la perversión.
El velo, es lo que oculta pero a su vez lo que designa. En la perversión, la tarea del sujeto es ocultar la
falta fálica de la madre, el velo oculta la nada que está más allá del objeto en cuanto deseo del Otro: la
madre no tiene el falo, pero al mismo tiempo, el velo es el lugar en el cual se proyecta la imagen fija
del falo simbólico: la madre tiene el falo.

El fetichismo pone un velo sobre la falta fálica de la madre, el velo es el sustituto del falo desplazado
sobre el pie, el zapato. El masoquismo puede ser entendido como la necesidad de que el Otro tenga el
látigo como poder fálico. El voyeurismo es lo paralelo del exhibicionismo, el voyeur entra en el campo
del deseo del Otro por la hendidura, el cerrojo, lo sorprende introduciéndose en su mundo privado. La
homosexualidad femenina, tomando a la joven homosexual, podemos entender que la perversión
homosexual consiste en velar esa falta por un sustituto: el hijo como imagen fálica. Para la joven
homosexual, esa actitud es posible al identificarse con su padre y asumir su papel. Ella ama como
un hombre, tiene pene y se lo da a la Dama, que no lo tiene. Al declinarse el Edipo, ella esperaba del
padre un hijo, actuaba como madre con un varoncito de 4 años, pero, el padre embaraza a la madre, le
da un hijo a ella. La joven entonces dirige su mirada hacia la Dama, hay una inversión, establece una
identificación con el padre imaginario. Vela la falta fálica en la Dama por el dondel hijo como imagen
fálica, y, cuando el padre interviene con una mirada furiosa, la joven pasa al acto, dejandose caer sobre
el ferrocarril, se hace la hija de la Dama.

El fetiche como falo imaginario no siempre es puesto por el sujeto delante de la nada, como más allá de
la madre, puede ser puesto por un sujeto que, al identificarse con la madre, lo presenta situándose
detrás del velo.

De la posición del sujeto detrás del velo se deducen varias perversiones posibles:

En relación al travestismo, se trata de ocultar la falta de objeto, la protección contra la angustia es


exitosa. El sadismo lo podemos establecer en relación a la madre que lleva los pantalones. El
exhibicionismo entreabre su pantalla, no espía como el voyeurista, se abre, a vista de todos, se ofrece
a la vista del Otro, deja ver para ver al Otro sorprendido por el develamiento, por lo que supuestamente
no tiene, para hundirlo en la vergüenza de lo que le falta. En la homosexualidad masculina, se trata
de su falo en cuanto va a buscarlo en otro, porque se identifica con una madre que debe tenerlo, en el
lugar que ocupa la madre que hace la ley para el padre.

A modo de recapitulación, desde Freud y sus dos definiciones de perversión, podemos referirnos a que
todo niño tiene una sexualidad perversa y que gracias a la renegación, todo ser humano tiene un falo.
En 1966 Lacan va a añadir una tercera proposición universal. En La lógica del fantasma, Lacan enuncia
que El Otro, es el cuerpo. El Otro, porque no existe, porque está barrado, debe reducirse al objeto a.
III - Neurosis obsesiva
Se podría decir que el neurótico obsesivo, tropieza con una dificultad para la asociación libre, podemos
decir que en él, es o callarse o repetir. Por eso Lacan tuvo que desarrollar la duración variable, porque
la neutralidad es cómplice del obsesivo.
Respecto a la neurosis obsesiva, podemos hablar en tanto orden etiológico en lo referido a una
excitación sexual precoz en la infancia, acompañado de placer, y los afectos resultantes de esta, por ser
inconciliables con el yo, se separan de sus representaciones para efectuar una falsa ligazón con nuevas
representaciones. Esto, es una defensa del yo, hay una transposición a otras representaciones más
conciliables con el yo. Inhibiciones para actuar, autorreproches, rituales. Freud en Caracter y erotismo
anal, remarca un retorno regresivo al estadio anal. Existe una ligazón entre esta neurosis y las
pulsiones erótico anales y sádicas. Las pulsiones parciales están concentradas en una elección de
objeto, aunque todavía no se haya establecido la primacía genital.
El “Tú debes..” que se presenta en el Hombre de las ratas, es aplicado por Freud a cualquier neurosis
obsesiva, dado que existe una relación entre esto y la función superyoica, desde su carácter
hipermoral y cruel.

En relación a esta neurosis, podemos hablar de un doble fenómeno: la desmesura y la inversión. La


desmesura refiere a la consolidación del superyó como heredero del complejo de Edipo, esta instancia,
es constituida más allá de la medida normal, con una gran severidad, frente a esto, el yo desarrolla
importantes formaciones reactivas, como son la limpieza, la piedad. La inversión en tanto del sadismo
de la erótica anal, pasa al masoquismo, es decir, a la agresión contra sí mismo. Así es el superyó en
su sadismo: se aplica a sí mismo una destrucción que iba dirigida contra el otro.
Lacan retoma El hombre de las ratas, partiendo de la noción de mito, este es un relato, que por sus
significantes privilegiados, articula lo que funda toda sociedad humana en cuanto ley de intercambios
(mujeres, palabras, bienes).
Para pensar la neurosis obsesiva, Lacan retoma un precepto fundamental, la cuestión no es de tener
o no tener el falo, sino de ser o no ser el falo. La neurosis no proviene de una frustración por no tener
el falo, sino de una castración no admitida, no reconocida en términos del ser. El problema del neurótico
es el de su agresividad culpabilizante con respecto a su semejante, supuestamente poseedor del falo.
La neurosis obsesiva no proviene de una frustración de la demanda de tener, sino de una castración no
realizada en cuanto a ser lo que falta en el deseo del Otro.

IV - Histeria
El psicoanálisis se funda en la regla fundamental, en la posibilidad brindada al sujeto de hablar
asociando con toda libertad, como se le ocurra. La verdad habla histéricamente, en el malentendido,
con el síntoma, con el acto fallido. Se dice que el sujeto padece de reminiscencias, pero,
¿Reminiscencias de qué? Lo que interesa no es la cuestión del origen, sino de los efectos en el apres
coup. La actividad sexual infantil prescribe su dirección a la vida sexual ulterior luego de la pubertad.
La histeria es una tentativa de identificación con un sujeto deseante cuyo objeto está en posición
tercera, y esa identificación se produce gracias al síntoma que le sirve de marca, en consecuencia, hay
a la vez nacimiento del deseo por identificación con el otro deseante, e insatisfacción del deseo
que se debe mantener.

Así como Elisabeth von R. se identificaba con su hermana con el dolor de piernas, o así como la mujer
del carnicero quien se asigna un deseo que se niega a colmar. O Dora, con su fascinación por la señora
K apoyada en la imagen del Señor K como supuesto deseante vuelto hacia ella. Dora se interroga por
el misterio de la femineidad presentificado por la señora K. ¿Qué es ser una mujer? ¿Qué es, lo que mi
padre ama en la señora K (y no encuentra en mi madre)?
El rasgo diferencial de la histérica, es que en el movimiento mismo de hablar, constituye su
deseo, y solo puede sostener su deseo, como insatisfecho.
Lacan, al plantear los cuatro discursos, dentro de ellos, nos remite al discurso de la histérica. Los
discursos son una denominación de lazo social, en la cual el sujeto se pone en posición de agente.

La relación $ → S1 concierne a las consignas identificatorias de tal o cual rol. Se produce un saber, el amo es un
hombre castrado, porque el dominio excluye de sí el goce y se contenta con la mesura y la moderación
que impone el principio de placer-displacer. El histérico quiere un amo sobre el cual pueda reinar. El
discurso de la histérica es un discurso de impugnación del saber oficial. Eso produce un sujeto dividido,
un saber que es preciso inventar a partir de la duda metódica.

Silvia Vazquez - Fundamentos de la clínica en la psicosis

Nada es para siempre. Pensando la clínica psicoanalítica


El propósito es entender el mecanismo de la psicosis y pensar el tratamiento. Como un inicio, se
aborda el mecanismo constitutivo de la estructura psicótica.
Freud en Neurosis y Psicosis (1923) plantea que las diferentes entidades clínicas resultan de un
conflicto entre las instancias psíquicas de la segunda tópica.
- La neurosis reside en un conflicto entre el Yo y el Ello
- La melancolía por un conflicto entre el Yo y el Superyó
- Las psicosis por el conflicto entre Yo y mundo exterior
Llegado 1924, en La pérdida de la realidad en la neurosis y la psicosis, considera que en ambas hay
pérdida de la realidad, pero la diferencia es lo que se hace frente a esa pérdida.

En el Seminario 3, Lacan nos remite, previo al proceso de verbalización, una Bejahung primordial, una
admisión en el sentido de lo simbólico que a su vez puede faltar. Lo reprimido siempre está ahí, y se
expresa en síntomas, pero lo que cae bajo la Verwerfung (forclusión) tiene un destingo totalmente
diferente… lo rehusado en el orden simbólico, reaparece en lo real. Lacan toma el término forclusión
en lugar de rechazo, porque la forclusión refiere al rechazo de la representación intolerable, esto, no es
ni más ni menos que la castración en el Otro, encarnado primordialmente por la madre. La
representación rechazada en lo simbólico vuelve desde el exterior y se transforma en algo
alucinado. La forclusión es un proceso primordial de expulsión, rechazo, de aquella primera marca que
ordena el psiquismo, la forclusión se ejerce sobre un significante, sobre el Nombre del Padre. Este
significante es el padre simbólico, es el elemento mediador esencial del mundo simbólico y de su
estructuración. El Nombre del Padre le es esencial a toda articulación del lenguaje humano.
Cuando Lacan habla de la función del padre, no se refiere en tanto persona, sino a la presencia del
padre real o al lugar que ocupa en la familia, al ser una función, puede ser ocupada por un significante,
instaurando una prohibición que vehiculiza una Ley, prohibiendo el incesto por medio de la amenaza
de castración. Es así como la función paterna permite la unión del deseo a la Ley estableciendo que
algunos objetos de deseo queden prohibidos para el hijo, pero a la vez da lugar a que otros objetos
queden permitidos, esta ley, posibilida una sucesión de generaciones.
Además, esta operación inviste en relación al lugar que el padre ocupa en el Deseo de la Madre, esta,
es la que funda al padre como mediador de algo más allá del capricho. Estar dentro de la boca de un
cocodrilo, eso es la madre, eso es el deseo de la madre.

En un primer momento el niño capta lo que él es para el deseo de la madre, se presenta ante ella
como si él mismo fuera lo que ella desea, se ofrece como el falo, intentando colmar a la madre con
lo que ella no tiene. El falo es un operador simbólico, un ordenador que pone en juego una falta en la
madre, a partir de allí se despliegan todas las relaciones.

Por la ausencia y presencia de la madre, se instala un movimiento identificatorio del niño con el Falo
intentando completar la falta materna; ¿Qué otra cosa desea, que no soy yo? El niño supone que el
padre es el portador, el que detenta el falo, es así como podemos entender a la función paterna como
normativa, porque le otorga al sujeto un título, le da norma, la prohibición del incesto, hace Ley.

Pero cuando esta operación no inscribe a la función del padre (al significante Nombre del Padre) se
constituye la estructura psicótica. La forclusión del Nombre del Padre tiene como correlato que aquello
forcluido en lo simbólico, retorne en lo real.

Me quedé al inicio de la página 5/7

Mónica Torres - Clínica de las neurosis

I - Entre el nominalismo del síntoma y el realismo de la estructura


Paso a paso

También podría gustarte