Apuntes Grecia 3
Apuntes Grecia 3
PARTE 3
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Ambos flancos griegos los rodearon con un hábil movimiento envolvente. La rapidez de esta actuación
atestigua la inigualable maniobralidad de la falange, provocando la inapelable derrota del ejército de Darío.
Esta victoria se convirtió pronto en un mito. Se recuerda la famosa carrera de Filípides. Con el recuerdo de
esta epopeya la ciudadanía ateniense celebraba la conservación de sus libertades, su supremacía en Grecia
y reforzaba su identidad política y cultural.
El destino de Milcíades, estratega de Maratón, resulta un claro ejemplo de los problemas de demagogia y
excesos del sistema de control político ateniense. Ya había tenido que afrontar acusaciones de tendencia a
la tiranía en la Asamblea de Atenas, sufriendo incluso prisión. Tras Maratón, se le encomendaron diversas
misiones que permitieron derrotar a los persas. Su suerte decayó cuando dirigió una expedición ateniense
de 70 naves contra las islas griegas que habían apoyado a los persas. La expedición fracasó y Milcíades
resultó herido. Sus rivales políticos, de la poderosa familia de los alcmeónidas, le acusaron de traición y le
condenaron a muerte. La pena se conmutó por una enorme multa. Acabó en la cárcel, donde murió. A raíz
de la acusación a Milcíades, el pueblo ateniense optó por utilizar contra el poder de las familias nobles una
institución de la democracia que había introducido Clístenes: el ostracismo. La carrera política en Atenas se
convertía en un camino plagado de dificultades. Temístocles se perfilaba como el nuevo líder democrático
gracias al apoyo de las clases populares. Frente a él Aristides, un político conservador que se había
distinguido también en la batalla de Maratón.
 Maratón supone un punto de inflexión en la historia del clasicismo griego. Maratón (490) une las tres
generaciones del ‘siglo de oro’ de Atenas, pues en la batalla combatió Esquilo, mientras Sófocles (nacido en
el 496) era un niño que quedó deslumbrado por el triunfo. Eurípides nacería el año de Maratón. Esta
batalla significó el comienzo y afirmación del poderío militar de Atenas. Temístocles sería el nuevo líder
político de la ciudad.
LA SEGUNDA CAMPAÑA PERSA
La operación militar que preparaba el nuevo monarca, Jerjes, tendría un carácter mucho más masivo. En
483 el rey persa realizó amplios preparativos para una campaña militar sobre Europa, dadas los
considerables recursos y las estructuras del Imperio Persa, que bajo Jerjes se encontraba en su máximo
esplendor. El ejército de tierra reflejaba el carácter multiétnico de la monarquía aqueménida, satrapías
orientales y las ciudades griegas bajo soberanía persa, iban a participar en la campaña.
Jerjes había establecido una alianza con Cartago, la ciudad más poderosa del Mediterráneo occidental. Esta
alianza fue diseñada para impedir una asistencia militar eficaz de las poderosas ciudades griegas de la
Magna Grecia y Sicilia. La actividad diplomática del Imperio Persa había logrado que Macedonia, Tesalia,
Beocia, Argos y muchas islas Cícladas se mantuvieran neutrales y no prestaran apoyo a las tropas de Jerjes.
Sin embargo, una treintena de ciudades del centro y sur de Grecia, encabezadas por Esparta, Atenas,
Megara, Egina y Corinto, se unieron en alianza militar en el 481 frente a la amenaza exterior inminente. Los
aliados acordaron dejar la dirección militar tanto por mar como pro tierra a Esparta. Las Termópilas supuso
el episodio que fundamentó la autoridad moral de los espartanos de ahí en adelante: bajo el mando del rey
espartano Leónidas fueron exterminados, pero su sacrificio logró detener a Jerjes el tiempo suficiente,
mientras la flota griega causaba pérdidas al norte de Eubea en la batalla de Artemision en 480. Estos dos
episodios bélicos dieron ánimos a los griegos y lograron reforzar su moral y voluntad de resistencia.
El ejército de Jerjes avanzaba hacia el corazón de Grecia con un gran número de tropas. Atenas estaba ya al
alcance. Temístocles, se daba cuenta de que tendría al ejército enemigo en su ciudad (Esparta estaba más
lejos). Pese a ciertas reticencias iniciales, la confianza se depositó en la flota, que había sido reunida
siguiendo indicaciones del oráculo de Delfos, que participó activamente en las Guerras Médicas y aunque
se mostró en un principio favorable a los persas luego legitimó políticamente la causa griega.
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Temístocles había defendido la expansión del poder naval ateniense y el uso de los grandes ingresos
producidos por las minas atenienses, mientras que su rival Aristides proponía de forma populista repartir
las ganancias entre los ciudadanos. Finalmente, la opinión de Temístocles prevaleció y su rival acabó
exiliado en una votación por ostracismo en 483. Pero pronto regresaría gracias a una amnistía y ayudaría
lealmente a Temístocles en Salamina: Aristides aún viviría para ver el ostracismo de su viejo rival.
Temístocles propuso el abandono de la ciudad, durísima decisión, por su importancia para los griegos
como asiento de los dioses, los ancestros, los fallecidos y centro simbólico de identidad propia. Los
atenienses abandonaron su hogar por razones de estrategia militar y lo dejaron a merced del enemigo, que
lo devastó completamente. Monumentos y riquezas fueron arrasados (el grupo escultórico de los
tiranicidas, símbolo de la democracia ateniense, fue llevado a la corte imperial de Susa y recuperado más
de cien años después por Alejandro Magno). Mujeres, ancianos y niños fueron llevados a la isla de
Salamina. Detrás de esta actitud se escondía un plan premeditado, así como una enorme determinación,
sacrificio y confianza en la victoria. Solo el contexto de democratización de la polis de Atenas había hecho
posible semejante movilización y concienciación de la población entera. Además del enorme esfuerzo de
todas las clases sociales cabe destacar la visión del político más perspicaz de la época, Temístocles.
Tras las medidas adoptadas por Clístenes y el impacto de la victoria de Maratón, el acontecimiento que
fomentó de manera más persistente el progreso de la democracia en Atenas fue la construcción de su
flota, la mayor de Grecia, a instancias de Temístocles. Será el muro de la ciudad y la columna vertebral de
la democracia ateniense. El demos de Atenas presentó batalla a los persas después de desalojar su ciudad
y dirigirse a la isla de Salamina y a Trecén, donde formaron temporalmente una nueva polis.
Hay que tener en cuenta la cohesión que había alcanzado la sociedad ateniense desde las reformas de
Clístenes y de forma especial desde la victoria de Maratón, que se traducía ahora en una férrea unidad de
acción y confianza en el futuro colectivo.
El traslado de la polis de Ática a Salamina demuestra el extraordinario potencial reflexivo de una
ciudadanía que lo arriesga todo por conservar su autonomía política. El demos de Atenas participa de lleno
en los desafíos bélicos de su ciudad, consolidando definitivamente el sistema de participación masiva del
pueblo en el gobierno de la polis.
LA BATALLA DE SALAMINA Y EL FINAL DE LA GUERRA.
En el 480 se produce la batalla naval en el golfo Sarónico, frente al Pireo, y la isla de Salamina, el combate
decisivo de la guerra. Con la ayuda de corintios, eginetas y megarenses, se enfrentaron a un mayor número
de galeras persas supervisadas por el propio Jerjes. Mientras las tropas persas saqueaban la Acrópolis y
toda la ciudad, la estrategia de Temístocles había conseguido atraer a la gran armada persa a un lugar de
combate reducido, en un estrecho golfo. Los persas no contaban con la pericia marinera de los atenienses
ni con el conocimiento del terreno que tenían.
La clave de la victoria fue la estratagema: los griegos hicieron ver que, por miedo a la flota persa,
compuesta por jonios, fenicios y chipiotras, consideraban retirarse. Jerjes bloqueó los estrechos que daban
acceso a Salamina y comenzaron la ofensiva global enviando un gran número de barcos al estrecho canal.
La escasa maniobralidad de los navíos persas hizo que los griegos tomaran ventaja cuando subió la marea.
El enfrentamiento acabó con más de la mitad del potencial marítimo persa. Jerjes tuvo que huir.
Los hoplitas griegos, liderados por Esparta, vencieron al ejército persa en 479 y a partir de entonces el Egeo
se convertirá en un mar interior griego.
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La victoria griega sobre el Imperio aqueménida fue posible gracias a la colaboración de las dos poleis. La
acción de Esparta se había basado en su ejército hoplítico, altamente capacitado. Atenas contribuyó con la
gran agilidad y capacidad de improvisación estratégica de su flota.
El papel de Temístocles en esta contienda se ha reconocido como “libertador de Grecia”. Después de la
guerra despertó la desconfianza de Esparta y de sus conciudadanos, que lo enviaron al exilio a Argos.
ATENAS Y LA POLITIZACIÓN DEL MAR.
La introducción de la falange de los hoplitas conllevó la ascensión de las capas medias de los propietarios
de las tierras, que lograron abrirse paso a costa de los nobles que combatían a caballo. A los ciudadanos
atenienses más pobres no les quedaba otra alternativa para servir a la polis que la flota dada la enorme
demanda de tripulaciones, infantería ligera y remeros. La flota se convierte, por así decir, en el cuerpo
social de la democracia. Los pequeños campesinos y, sobre todo, el proletariado urbano, adquieren gracias
a ella una nueva relevancia política que derivará en la democratización profunda del sistema político de
Atenas.
La caballería y la infantería fueron los medios tradicionales para adquirir poder. El poder político se basaba
en la tierra y sus ingresos. En Tucídides encontramos por primera vez la idea de que el poder de una
comunidad se puede lograr a través de la utilización de los recursos marinos.
Evidentemente existieron antes de Atenas otros pueblos, fenicios o etruscos, que poseían barcos. Pero la
polis griega disponía de una armada poderosa que se mantuvo constantemente a su servicio y que cumplía
la función de servir como plataforma económica, institución social y arma política. Sin flota, no hubiera
habido democracia en la Atenas del siglo de oro.
Este cambio de proyección de los recursos marítimos supuso en Atenas la expansión de la polis hacia un
nuevo elemento que conduce finalmente a la politización del mar. Cuando la polis ateniense perdió el
control de la flota al final de la Guerra del Peloponeso, su orientación política y social cambió radicalmente.
Como herencia de la consolidación del poder ateniense en el mar, sin embargo, quedó para la posteridad
este fenómeno de la politización del mar. Ya en la antigüedad fueron los Estados que lograron el dominio
del medio naval los que pudieron ser llamados con toda justicia grandes potencias (Cartago, Egipto
Ptolemaico, Roma), mucho más que sus competidores de tierra firme.