Diccionario Del Teatro PDF Parte d1
Diccionario Del Teatro PDF Parte d1
Sainete
El sainete es una obra corta cómica o burlesca del teatro español clásico. Sirve de intermedio
(entremés) en los entreactos de las grandes obras, presenta personajes populares muy tipificados, como
en la Commedia dell’Arte*, y sirve para relajar y divertir al público. Escritos en el siglo XVII y XVIII,
en particular por QUIÑONES DE BENAVENTE (1589-1651) y sobre todo por RAMON DE LA CRUZ
(1731-1795), permanece en boga hasta fines del siglo XIX. El sainete, al presentarse con pocos medios y
desarrollar a grandes rasgos un sketch * o un cuadro animado, obliga al dramaturgo a doblar sus efectos,
acentuar los rasgos cómicos y proponer una sátira a menudo virulenta de la sociedad. Se inclina
particularmente por la música y el baile, y no tiene ninguna pretensión intelectual.
En la actualidad se emplea el término arcaico de sainete para toda obra corta sin pretensiones,
representada por aficionados o artistas de variedades (gag* o sketch*). El sainete, más corto que la obra
en un acto, es una escuela de composición y de estilo, y comprende tanto la obra de agit-prop como el
cuadro edificante o el número chansonnier o la obrilla patrocinada.
Script
(Del inglés script, escrito, texto.)
Término utilizado en cine para el texto de escenas a rodar, con los diálogos y las indicaciones del
rodaje. A veces empleado en el teatro como guión * (texto y escena *, libro de dirección *).
Secuencia
En la teoría del relato, la secuencia es una serie orientada de funciones*; es un segmento formado
por varias proposiciones (...) que "da la impresión al lector de un todo acabado, de una historia, de una
anécdota" (TODOROV, 1968:133).
La dramaturgia clásica procede a través de grandes palmos de acción segmentada según los cinco
actos*. En el interior del acto, la escena se define (muy artificialmente) por la acción efectuada por un
mismo número de personajes. Hablar de secuencia es sólo posible en este nivel de la escena. En el
interior de una escena extensa, a menudo es fácil contabilizar varios momentos o secuencias según un
centro de interés o una acción determinada.
La micro-secuencia, "fracción de tiempo teatral (textual o representado), en el curso de la cual algo
sucede que puede ser aislado" (UBERSFELD, 1977a:255), no existe en el texto sino en la realización de
una puesta en escena dada. Otras nociones como el gestus* o la unidad performativa-deíctica
(SERPIERI, 1977), ofrecen al analista un servicio comparable a la noción de secuencia.
Esta noción (tomada del cine y de la técnica del montaje*) se adapta particularmente bien al texto
contemporáneo, hecho a menudo de mini-cuadros * y concebido como repetición-variación de temas, sin
atención a la continuidad dramática.
—> Unidad, segmentación, cuadro, análisis del relato.
Segmentación
(En francés, Découpage.)
Hay segmentación siempre que el espectador se esfuerza por analizar la impresión global que el
espectáculo ha tenido sobre él y cuando es inducido a buscar unidades y su funcionamiento. En el siglo
XIX se hablaba del corte de un texto dramático: forma en que se construía y se dividía concretamente.
Segmentar no es una actividad teórica perversa e inútil que destruye la impresión de conjunto; por el
contrario, es tomar conciencia del modo de fabricación de la obra y apropiarse de su sentido,
preocupándose por partir de la estructura narrativa escénica, lúdica, y por lo tanto específicamente
teatral. Sin embargo, no existe un tipo único de segmentación posible de la representación; y, además, el
modo de segmentación y la determinación del vínculo entre las unidades* distinguidas, influyen
considerablemente en la producción de sentido de) espectáculo.
I. SEGMENTACIÓN EXTERIOR
El texto dramático raramente se presenta bajo el aspecto de un bloque compacto de diálogos. Muy a
menudo está dividido en escenas*, actos*, cuadros*. Los signos de segmentación, como subir o bajar un
telón, la iluminación, los intermedios musicales, las pantomimas, son medios objetivos de puntuar la
acción. Sin embargo, esta segmentación, buscada por el propio autor, no tiene a veces otro valor que la
clarificación (de las entradas y salidas, de los lugares escénicos, etc.). Ahora bien, la estructuración del
texto y del espectáculo deben responder a criterios más objetivos, establecidos en función de cambios en
el régimen de la acción o del empleo de los materiales escénicos.
A. Encuadre:
La puesta en escena* realiza la primera y más fundamental de las segmentaciones. Al visualizar
ciertos aspectos y excluir otros del marco* de la representación, hace una elección en relación con la
evidencia del sentid o. Este encuadre organiza jerárquicamente la escena centrándose en los elementos
que desea enfatizar, y estableciendo una escala en el uso de materiales escénicos de variable importancia
(focalización *).
La segmentación en unidades dramáticas no está muy alejada del método brechtiano de rastrear los
diferentes gestus * de la obra. Cada gestus particular corresponde a una acción escénica y reagrupa en
gestualidad y actitudes los puntos salientes de la acción. En suma, este tipo de segmentación tiene la
ventaja de partir del trabajo escénico concreto y de la puesta en lugar de las comedias y de la fábula *.
El relato segmentado será la evolución y la transformación de diferentes gestus.
Las segmentaciones precedentes (con excepción del gestus) no son siempre específicamente
teatrales. En particular, no tienen en cuenta la situación de enunciación y los deicticos*, siempre
vinculados al presente y a la representación. Las investigaciones de A. SERPIERI (1977), en cambio, se
esmeran por segmentar de acuerdo con la enunciación teatral y con las unidades que pertenecen al texto y
a la representación. Por lo tanto, en vez de segmentar siguiendo la fábula, la lógica de las acciones, etc.,
desprende para todo texto dramático segmentos que se caracterizan por su "orientación indicial y
performativa": a partir de un personaje que se dirige a un interlocutor (a otro personaje, escena o
público), se ordena una red de relaciones que vincula todos los elementos escénicos a una misma
situación espacio-temporal y a una instancia de discurso. Aparece así una nueva "orientación
performativa-deíctica" —es decir, la, incorporación del discurso a una nueva situación y a una "acción
hablada*" de la escena— que segmenta el espectáculo y pone en marcha la dinámica de los discursos de
los personajes.
Semiología teatral
Método (le análisis del texto y/o de la representación que centra su atención en la organización
formal del texto o del espectáculo, en la organización interna de sistemas significantes que componen el
texto y el espectáculo, en la dinámica del proceso de significación y de instauración del sentido por la
acción de los practicantes del teatro y del público.
De la forma más general posible, diremos con M. FOUCAULT que la semiología es "el conjunto de
conocimientos y técnicas que permiten distinguir dónde se encuentran los signos, definir lo que los
instituye como signos, conocer sus vínculos y las leyes de su encadenamiento" (1966:44). La semiología
no se preocupa por la localización del sentido (problema que remite a la hermenéutica* y a la crítica
literaria), sino por el modo de producción de este sentido a lo largo del proceso teatral, que va desde la
lectura del texto efectuada por el director hasta la acción interpretativa del espectador. Se trata de una
disciplina a la vez "antigua" y "moderna": la concepción del signo y del sentido se encuentra en el centro
de toda interrogación filosófica, pero el estudio semiológico strictu sensu se remonta a PEIRCE y a
SAUSSURE. Este último resumía de este modo en su Curso su inmenso programa: "Una ciencia que
estudia la vida de los signos en el seno de la vida social (...) nos enseñará en qué consisten los signos,
cuáles son las leyes que los gobiernan" (1971: 32-33). Con respecto a su aplicación a los estudios
teatrales, la semiología se remonta a lo sumo (al menos como método consciente de sí mismo) al Círculo
de Praga en los años treinta (VELTRUSKY, 1977 - MUKAROVSKY, HONZL, BURIAN, BOGATYREV;
acerca de la historia de esta escuela véase: ELAM, 1980 - SLAWINSKA, 1978 - MATEJKA y TITUNIK,
1976). En el concierto actual de los estudios semióticos, experimenta un renovado interés desde hace
unos veinte años.
I. ¿"SEMIOLOGÍA" O SEMIÓTICA?
Una primera fase —necesaria, pero de la que sería poco elegante burlarse— reflexiona primeramente
sobre los fundamentos de una semiología teatral, la cual ha tropezado con las siguientes dificultades
metodológicas:
C. Últimos desarrollos:
La tendencia actual ha dejado de ser excluyente y solitaria; por el contrario, la semiología recupera
poco a poco lo que había excluido de su campo metodológico. Así, se interesa en la problemática del
discurso*, en los actos de lenguaje, en la teoría de modos posibles (ELAM, 1980), en los presupuestos
(DUCROT, 1972), en la sociosemiótica (HAYS, 1977-VAN ZYL, 1979, 1980). Estos últimos desarrollos
marcan una flexibilización de la metodología puramente lingüística y una voluntad deliberada por fundar
una poética o una retórica de las formas teatrales, de no dejarse intimidar por el género específicamente
teatral, sino abarcar todas las manifestaciones del espectáculo. Más que una nueva ciencia o un campo
virgen de estudio, la semiología teatral se presenta, en su más amplia acepción, como una propedéutica y
una epistemología de las "ciencias del espectáculo", una reflexión sobre la relación entre un proyecto
dramatúrgico y una realización escénica (PAVIS, 1978d).
PRIETO, 1966 - LEPSCHY, 1967 - PAGNINI, 1970 - UBERSFELD, 1977a - KOWZAN, 1968 -
GULLI-PUGLIATI, 1976 - PFISTER, 1977.
Bibliografías en: HELBO, 1975 - DE MARINIS, 1975, 1977, 1979 -RUFFINI, 1978 - SERPIERI,
1978.
Números especiales en revistas: Langages, 1968 - Versus, 1975, 1978 - Degrés, 1978 - Drama
Review, 1979 - Poetics Today, 1980.
Semiotización
Existe semiotización de un elemento escénico cuando este objeto o acontecimiento se transforma en
un signo y no en una realidad primera que se remite a sí misma. Lo integramos entonces en un sistema
significante*, y establecemos su significación, es decir, su valor de signo en el conjunto significado.
Cuando el espectador interpreta el objeto percibido como que detenta una función en un proyecto
estético, lo semiotiza. La escena es semiotizada cuando se transforma, siguiendo una convención lúdica,
en el lugar de una acción simbólica, y cuando se distancia de este modo del mundo real del espectador.
La puesta en escena es una puesta en marco* escénica y una puesta en signo de la realidad.
Sentencia (o máxima)
(Del latín máxima sententia, el pensamiento más elevado; de ahí, pensamiento general.)
Forma del discurso* que enuncia una verdad general y que supera el estrecho marco de la situación*
dramática. La sentencia, en sentido estricto, es una máxima en un contexto lingüístico de naturaleza
diferente (novela, diálogo, obra), mientras que la máxima no necesita contexto alguno (ej.: Máximas de
LA ROCHEFOUCAULD, 1664). El vínculo de la sentencia con el texto se establece únicamente a costa
de una abstracción y de una generalización de los diálogos. Las sentencias son "proposiciones generales
que encierran verdades comunes y que sólo se relacionan con la acción teatral por aplicación y
consecuencia" (D’AUBIGNAC, Práctica del teatro, IV, 5:1657). Son utilizadas sobre lodo en la
dramaturgia clásica, y en géneros que pretenden elevar al público dándole una lección con la obra. Las
sentencias casi desaparecen del texto naturalista, que intenta caracterizar el habla de un individuo o de un
grupo y renuncia a las formas autorales generales, juzgadas demasiado prescriptivas.
I. ESTATUTO Y FUNCIÓN
II. FORMA
Para despejar el problema de la constitución del sentido del texto dramático y de la representación,
es preciso tener en cuenta la oposición de los semánticos entre sentido y significado, oposición que
recubre los siguientes conceptos:
El criterio de las oposiciones de términos es el del cierre del sistema o de su apertura al intérprete y
al mundo (clausura*).
El análisis del espectáculo conduce del plano interno a la mediación hacia "el exterior" de la
representación:
B. Una interpretación muestra a qué cosa de la realidad remiten los elementos del espectáculo o del
texto, cómo el producto puesto en escena supera sin cesar sus límites estructurales, paga su deuda con el
mundo y modifica, a su vez, nuestra visión de éste.
En estas consideraciones relativas al sentido teatral es esencial comprender cómo es producido por
el espectador y gracias a éste.
B. El discurso global de la puesta en escena: es, pues, este discurso totalizante lo que el espectador
tiene que determinar.
C. Trabajo sobre los sistemas significantes: La escena ofrece un conjunto de materiales: solamente la
captación de su organización recíproca informa sobre el sentido de su empleo.
Significación
Véase sentido
Signo teatral
I. EL SIGNO Y LA SEMIOLOGÍA
Sin remontarnos a la tradición griega, todo signo se puede definir por sus componentes y sus
relaciones recíprocas, y signo lingüístico "no una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen
acústica" (SAUSSURE, 1971:98). La cosa —o referente— a la cual remite el signo (su denotación) de
entrada está excluida de la definición. Otras semiologías * (OGDEN y RICHARDS, 1923 PEIRCE,
1978, etc.) mantendrán el vínculo entre signo (es decir significante/significado) y referente, proponiendo
incluso una tipología de los signos según la naturaleza de este vínculo (motivado en el icono*, arbitrario
en el símbolo*, de contigüidad espacial en el indicio*).
La semiología teatral —incluso antes de concebir el problema de sus unidades mínimas y de su
organización sistemática— debe reflexionar sobre el estatuto que debe acordárseles a los tres términos,
significante, significado y referente.
Como todo signo, el signo teatral se organiza de la siguiente manera: el signo teatral (lo
"SEMIOTICO" - BENVENISTE, 1974)
En el ejemplo de la mesa de Orgón en Tartufo, los vértices de este triángulo se definirían del modo
siguiente (tomando el caso de (A) el objeto. (B) el actor. (C) el texto).
B. La dimensión semántica:
Nada impide confrontar los signos producidos con la realidad de donde parecerían proceder y con el
mundo donde evolucionamos. Abandonamos, pues, el terreno de la obra de arte, para examinar la
relación entre representación y realidad exterior. Apertura ésta no solo posible sino automática e
inevitable, puesto que tenemos la ilusión de asistir a un acontecimiento real, de manera que se torna
imposible distinguir lo que construimos con la sola ayuda de los significados y lo que parece
imponérsenos como procedente de un mundo exterior que llamamos real e incluso escénicamente
presente. Somos víctimas de una ilusión referencial (de un efecto de realidad*) en el momento en que
confundimos el signo teatral (SE/SO) y el simulacro de referente de este signo. Simulacro, pues es
evidente que la mesa de Orgón no es la verdadera mesa de la época, que Orgón no es un personaje
histórico y que su discurso es solamente una ficción *, una reconstitución de palabras que este personaje,
situado en tales condiciones, podría haber pronunciado. Simulacro, porque tenemos la ilusión* de que
los signos escénicos reconstituyen una realidad visible en la escena, mientras que esta realidad imitada
que confunde nuestro juicio está ella misma construida por un conjunto de convenciones* y de
procedimientos* estéticos (MANNONI, 1969). De este modo, el referente del signo teatral se da sólo
como simulacro, como ilusión necesaria para el establecimiento de la ficción y de la escena como lugar
real de la acción. Por lo tanto, no es el "referente real" lo que percibimos en la escena, sino un objeto con
valor de signo, un simulacro de la realidad exterior del texto y de la escena. Toda realidad percibida en
el teatro adquiere un valor de signo (semiotización *). De aquí todos los malentendidos acerca de la
realidad y el teatro, la mimesis* y el realismo*. Mientras no se conciba la escena como un crisol donde
todo se transforma en signo, se hará del teatro un lugar en el que se manifiesta la realidad, cuando de
hecho los que allí reinan magistralmente son el signo y el artificio (realidad escénica*) (véase ERTEL,
1977:145).
Silencio
Esta noción se presta difícilmente a una definición absoluta, puesto que el silencio es la ausencia de
ruidos. Cobra aún más importancia por cuanto esa ausencia es extremadamente rara, y la música, como
las artes de la representación, tradicionalmente han tenido como misión colmar este vacío produciendo
una palabra que se origina en la escena.
Sin embargo, el silencio en el teatro es un componente indispensable en la actuación verbal y gestual
del actor, hasta el punto de que desde comienzos de siglo se constituyó una dramaturgia del silencio, y en
el momento actual es preciso distinguir cualitativamente distintos tipos de silencios.
Toda recitación del texto dramático intercala cierto número de pausas. A menudo —particularmente
en el caso del alejandrino— las pausas son establecidas por el esquema rítmico (al final de un verso, de
un hemistiquio, de una frase, de un argumento o un parlamento). En el texto realista (que parece tomado
de una conversación cualquiera), los silencios se dejan a la libre interpretación del actor; éste los
produce según el análisis psicológico de su personaje, intentando encontrar intuitivamente los momentos
en que la reflexión, la ilusión o la ausencia de coherencia del pensamiento los hace necesarios. La
gestualidad y la mímica contribuyen a precisar estos vacíos, y los silencios sólo son el reverso y la
preparación de la palabra: "Hay silencios, y las palabras los fabrican y ayudan a fabricarlos" (CAGE,
1966:109). Este tipo de silencio no es, por su naturaleza, problemático: llega a serlo cuando el actor
acentúa las pausas, permitiendo entrever un no-dicho que pronto contamina y hasta contradice su texto
(dicho y no-dicho*).
El silencio, en efecto, parece invadir el teatro hacia fines del siglo XIX; ya no es solamente un
"condimento"del texto, sino el elemento central de la composición.
El naturalismo ya había puesto atención en la palabra reprimida de la gente "corriente". Con
CHEJOV —sobre todo en las puestas en escena de STANISLAVSKI— el texto dramático tiende a ser un
pretexto para los silencios: los personajes no se atreven y no pueden presentar su pensamiento en toda su
extensión, o bien se comunican con medias palabras, o incluso hablan sin decir nada, al mismo tiempo
que cuidan de que este no decir nada sea comprendido por el interlocutor como efectivamente pleno de
sentido. En los años veinte, J. -J. BERNARD, H. -R. LENORMAND y C. VILDRAC serán los
representantes de un teatro del silencio (o de lo inexpresado) que a veccs sistematizará de una forma
excesivamente grosera esta dramaturgia del no-dicho (véase Le jeu qui prend mal, 1912 - Martine,
1922). Pero el silencio, empleado de una forma excesivamente sistemática, pronto llega a ser elocuente.
Los héroes de BECKETT, quien emplea este recurso, pasan bruscamente de la afasia total al delirio
verbal.
En el momento actual es necesario intentar una tipología de los silencios en el teatro y distinguir,
partiendo de ella, dramaturgias radicalmente opuestas en cuanto a su estética y a su alcance social:
A. El silencio descifrable:
Se trata del silencio psicológico de la palabra reprimida (STRINDBERG. CHEJOV, actualmente el
VINAVER del Théâtre de Chambre). Percibimos con bastante claridad lo que el personaje se niega a
revelar, y la obra se funda en esta dicotomía entre lo no-dicho y lo descifrable.
B. El silencio de la alienación:
Su origen ideológico y represivo es evidente. Este tipo de silencio se llena con una palabra fútil,
envenenada por los mass media y las fórmulas de convención, y siempre permite entrever las razones
sociológicas de la alienación. KROTZ, y más tarde el teatro de lo cotidiano* (WENZEL, DEUTSCH,
LASSALIJE) son sus representantes actuales.
C. El silencio metafísico:
Es el único silencio que no se reduce fácilmente a una palabra en voz baja. Parece no tener otra razón
de ser que la imposibilidad congénita de comunicar (PINTER, BECKETT) o una condenación a jugar con
las palabras sin poder vincularlas a las cosas sino a través de una forma lúdica (HANDKE, BECKETT,
HILDESHEIMER, PIN-GET).
D. El silencio chismoso:
Este silencio, falsamente misterioso, resuena con gran frecuencia en el melodrama, la obra ligera o
las crónicas folletinescas de la televisión.
El silencio es el ingrediente de más difícil manipulación en la elaboración de la puesta en escena,
pues pronto elude a su autor y se "transforma" en un misterio insondable —y por lo tanto difícilmente
comunicable— o en un procedimiento llamativo que, por lo tanto, pronto se hace fastidioso.
Simbolismo
Véase estilización
Simbolización
Véase signo
Símbolo
(Del griego symbolon, signo de reconocimiento.)
1.- En la semiótica de PEIRCE, el símbolo es un signo "convencional o dependiente de un hábito
(adquirido o innato), que consiste más bien en una nueva significación que en un regreso a la
significación originar’ (1978:164). El símbolo es un signo arbitrariamente escogido para evocar su
referente: por ejemplo, el sistema luz roja/verde/amarilla se utiliza por convención * para señalar
prioridades.
2.- En el teatro, los signos simbólicos (en el sentido peirciano) son esencialmente los del texto
lingüístico. A estos se suman también las convenciones * escénicas operatorias en un momento dado de
la representación, que el espectador acepta y utiliza para construir la significación (proceso de
simbolización, véase PAVIS, 1976a: 18-25).
3.- Muy a menudo el símbolo tiene un sentido opuesto al del sistema de PEIRCE y posee, según la
tradición saussuriana, "un vínculo natural rudimentario entre el significante y el significado"
(SAUSSURE, 1971:101). De este modo, la balanza es el símbolo de la justicia, pues evoca
analógicamente, con sus platillos en equilibrio, el peso de los pro y los contra.
En este sentido se habla frecuentemente del símbolo utilizado en un decorado de una puesta en
escena: "el símbolo de una fábrica podría ser una fortaleza" (BRECHT, 1967, vol. 15:455). Semejante
símbolo abstrae de todas las fábricas concretas una expresión intemporal, y se opone a los signos
característicos o realistas, los cuales muestran el objeto y sus propiedades históricas y específicas.
Sistema significante
Conjunto de signos que pertenecen a un mismo material* (iluminación, decorados, gestos, etc.) y que
forma uno de los elementos de la representación. Su organización puede ser estudiada en sí misma o,
preferentemente, en relación con los otros sistemas.
Situación dramática
Conjunto de datos escénicos o extraescénicos indispensables para la comprensión del texto y de la
acción, en un momento dado del espectáculo. De la misma forma que el mensaje lingüístico no expresa
nada si ignoramos su situación o contexto de enunciación, en el teatro, el sentido de una escena es función
de la representación, de la clarificación o del conocimiento de la situación. Describir la situación de
una obra es como tomar una fotografía, en un momento preciso, de todas las relaciones de los personajes,
es como "congelar" el desarrollo de los acontecimientos para luego describir los cuadros estáticos
obtenidos. El término espacio* dramático a veces se emplea para visualizar las relaciones entre los
personajes.
La situación comprende las condiciones espacio-temporales, la mímica* y la expresión corporal de
los actores, el marco* escénico, la naturaleza profunda de las relaciones psicológicas y sociales entre los
personajes, y, por lo general, toda indicación determinante para la comprensión de las motivaciones y de
la acción de los personajes.
La situación recíproca de los personajes lanzados a una misma empresa es "visualizable" por
diversos esquemas actanciales*: las relaciones de los ociantes* del drama en un instante preciso del
desarrollo dramático, constituyen una imagen de su situación. No se puede extraer un personaje de esta
configuración* actancial* sin alterar inmediatamente el esquema de la situación. Toda acción es sólo la
transformación de situaciones sucesivas. .Según el enfoque cstructuralista, todo acontecimiento y todo
personaje sólo tiene sentido si es ubicado en el contexto integral de una situación; sólo vale por su lugar
y su distinción en la constelación de las fuerzas del drama.
Si deseamos definir los componentes de una situación dramática, es necesario establecer una lista,
aunque sea incompleta, de \ns fundo-nes* principales que entran en juego en cierta combinatoria
(PROPP, 1965). La hipótesis cstructuralista consiste en asociar un personaje-tipo a su esfera de acción
(las acciones que potencialmente puede realizar); luego se procede por acumulación de estas funciones *
para determinar cómo sus asociaciones y su suma dan la clave de las acciones de la obra. La dificultad
esencial reside, sin duda, en la elección de funciones (esferas de acción/personajes actuando). Según E.
SORIAU (1950) —el primero en establecer semejante combinatoria estructural de funciones— éstas se
limitan a seis funciones*. Cuando se distribuyen las seis funciones fundamentales entre los personajes de
una obra, la situación es el resultado de esta combinatoria en un momento dado de la obra, es decir, en el
momento de una posición precisa de los actantes en el código actancial. De este modo, una situación de
conflicto confronta al sujeto actante con su oponente (eje dinámico del conflicto). El bien deseado por el
sujeto será luego explicitado como la función que se beneficia del bien. Este universo del deseo a
satisfacer (o del proyecto a realizar) será complementado, llegado el caso, por el ayudante o el árbitro.
Sin duda son posibles otras tipologías de funciones e interacciones (POLTI, 1895 - GREIMAS,
1966); pero el principio sigue siendo el mismo: limitar a un mínimo las fuerzas del drama y generar un
gran número de combinaciones teóricamente posibles. Este modelo suscita dos tipos de crítica:
B. La relación dé las funciones entre sí está imperfectamente esquematizada. Será el gran mérito de
GREIMAS (1966, 1970) el fabricar pares de funciones susceptibles de oponerse y complementarse entre
sí.
Trazar los límites de una situación equivale para algunos investigadores (JANSEN, 1968, 1973)
hacer corresponder un segmento del texto con elementos escénicos que no varían durante cierto tiempo.
La situación sirve de mediación entre texto y representación, en la medida en que el texto necesariamente
se segmenta según el juego escénico propio de una situación.
La situación tiene la propiedad de existir sin ser expresada (descrita o explicitada) por el texto;
pertenece a lo extralingüístico, a lo escénico, a lo que los personajes hacen y saben tácitamente. De este
modo, "representar una situación" (por oposición a "representar el texto") significará, para el actor o el
director, no contentarse con dar el texto, sino organizar silencios y actuaciones que recrean una atmósfera
y una situación particulares. En este caso, es la situación la que dará la clave de la escena. La situación
se aproxima a la noción de sub-texto* o de discurso * de la puesta en escena. Se ofrece al espectador
como estructura integral y fundamental de comprensión; le es indispensable como punto de apoyo
relativamente estable sobre cuyo fondo los puntos de vista variados y cambiantes de los personajes se
diferencian por constraste.
La situación dramática produce ante todo el efecto de una contradicción en los términos: lo
dramático está vinculado a una tensión, a una expectativa, a una dialéctica de las acciones. En cambio, la
situación puede ser estática y descriptiva, como una pintura costumbrista. Esto se debe a que la forma
dramática procede a través de una sucesión de diálogos que alternan momentos descriptivos y pasajes
dialécticos con nuevas situaciones. Toda situación, aparentemente estática, es sólo la preparación del
episodio siguiente, y la situación siempre contiene una dialéctica entre discurso* y acción*.
V. DRAMATURGIA DE SITUACIONES
La forma épica, que gusta de las descripciones ambientales y frena el movimiento dramático, utiliza
una técnica de situación. (Los alemanes emplean el término Stutionendrama o Stationenstiick —"drama
en estaciones"— para este tipo de obras dando la idea de una estructura discontinua y de cuadros
simultáneos y separados) (KÄNDLER. 1976).
Situación de enunciación
La semiología * utiliza el concepto de situación de enunciación para describir el lugar y las
circunstancias de la producción de un acto de enunciación. En el teatro, la enunciación es la del autor,
quien es sustituido por los enunciados de los personajes/actores y por el conjunto de los realizadores de
la puesta en escena (dramaturgista, director, escenógrafo, músico, etc.)
I. VISUALIZACIÓN DE LA ENUNCIACIÓN
La situación del lenguaje siempre se visualiza en la puesta en escena puesto que el espectáculo
muestra a personajes hablando. Esta iconización* de la enunciación es uno de los rasgos distintivos del
discurso* teatral. La situación es siempre ofrecida para ser vista en el juego escénico, excepto los
relatos de los personajes; no es asumida por un narrador, sino ofrecida al espectador por las opciones de
la puesta en escena. El choque mutuo de los discursos y de las instancias discursivas (encarnada
generalmente por los personajes) es la característica de toda representación. Esta visualización de la
palabra es a veces más importante para el sentido de la escena que para el contenido del texto: el teatro
"dice" mucho más al exhibir a sus locutores y las fuerzas psíquicas y sociales de los personajes, que
construyendo su argumentación literaria.
II. "LATITUDES" DE LA ENUNCIACIÓN
Situación de lenguaje
1.- Situación de lenguaje se opone a situación dramática *. Mientras ésta opone la situación
(vivida) al texto (dicho), la situación de lenguaje se produce por un discurso que no remite a una
realidad exterior a sí misma, sino a su propia formulación, como en el caso del lenguaje poético, también
intransitivo y autorrefleXIVo. Se trata de una "configuración de palabras, propia para engendrar
relaciones a primera vista psicológicas, no tanto falsas como coaguladas en el compromiso mismo de un
lenguaje anterior" (BARTIIES, 1957:89).
2.- Todo texto que no intenta, como la dramaturgia clásica, presentarse claro y "transparente" y
traducirse en una situación y una acción, sino que funciona por su propia materialidad, produce
situaciones de lenguaje. El texto insiste sobre su carácter construido y artificial, rechaza pasar por
expresión natural de una psicología. Todos los procedimientos* de literalidad y de teatralidad se
anuncian allí claramente. No se le puede reducir a un referente o a un sistema de ideas (ej: el
Sprechtheater de F. HANDKE). Entre los textos que se basan en la situación de lenguaje, BARTHES
(1957) cita el teatro de MARIVAUX y de ADAMOV. Pero podríamos añadir todos los textos dramáticos
que reflexionan sobre la problemática del teatro en el teatro, la reflejan y exhiben su funcionamiento
retórico. Siguiendo esta línea de pensamiento, puestas en escena de los clásicos como las de A. VITEZ,
J. C. FALL o R. DEMARCY, se esfuerzan por encontrar la dimensión retórica y lingüística del texto.
Sketch
Palabra inglesa, que significa "esbozo".
El sketch es una pieza mínima que presenta una situación generalmente cómica, representada por un
número pequeño de actores, sin preocuparse por caracterizar de una manera profunda, o por una intriga
de resurgimientos* de la acción, y que insiste en los momentos cómicos y subversivos. En la actualidad
se habla particularmente de sketch cómico en la televisión o en el café-teatro*. El sketch es igualmente el
número tipo del espectáculo de variedades, del agit-prop o del cabaret. Su principio motriz es la sátira, a
veces literaria (parodia de un texto conocido o de un personaje célebre), otras el género grotesco o
burlesco (en el cine o en la televisión).
Soliloquio
(Del latín solus, solo, y loqui, hablar).
Discurso que una persona mantiene consigo misma (sinónimo, monólogo *). El soliloquio, aún más
que el monólogo, remite a una situación en que el personaje medita acerca de su situación psicológica y
moral, exteriorizando así, gracias a una convención teatral, lo que permanecería como simple monólogo
interior. La técnica del soliloquio revela al espectador el alma o el inconsciente del personaje: de ahí su
dimensión épica (narrativa) (poética) y lírica y su aptitud para convertirse en un "fragmento selecto"
separable de la obra con un valor autónomo (ej: soliloquio de Hamlet sobre la existencia).
Dramáticamente, responde a una doble exigencia:
Lo justifican y aportan ciertas situaciones donde puede ser pronunciado de una forma verosímil:
momento de búsqueda de sí mismo del héroe, diálogo entre dos exigencias morales o psicológicas que el
sujeto está obligado a formular en voz alta (dilema*). La única condición para su éxito es que sea lo
suficientemente elaborado y claro para superar el estatuto de monólogo y de flujo de la conciencia
"inaudible".
Constituye una forma de objetivación de pensamientos que, sin él, serían letra muerta. Esto explica su
carácter no realista en el cuadro de la forma puramente dramática. El soliloquio provoca, pues, una
ruptura de la ilusión y constituye una convención teatral para que pueda instaurarse una comunicación
directa con el público.
Solución final
Según las concepciones de la dramaturgia clásica, el drama sólo puede terminar cuando los
conflictos * se desenlazan y cuando el espectador no se hace más preguntas acerca de cómo continuará la
acción. Esta sensación de solución es producida por la estructura narrativa, que indica claramente que el
héroe ha llegado al término de su trayectoria; es completada por la impresión de que todo ha vuelto al
orden, cómico o trágico, que regía el mundo antes del comienzo de la obra.
La solución está vinculada, por ello, ya sea al "desenlace cómico" (comic relief) o a la justicia del
universo trágico *: "La justicia eterna, dada la naturaleza racional de su poder, nos trae la calma, incluso
cuando nos hace presenciar la desgracia de los individuos implicados en la lucha" (HEGEL, 1965).
Cuando el dramaturgo se niega a proponer un fin armonioso, tal vez preferirá hacer intervenir un deus
ex machina* (más o menos preparado por la obra) o concluirá en la imposibilidad de resolver
correctamente el conflicto (por ejemplo, el final de El alma buena de Se-Chuan, de BRECHT).
Song
(Palabra inglesa para canción.)
Nombre dado a las canciones en el teatro de BRECHT (a partir de la Opera de tres cuartos. 1928),
para distinguirlas del canto "armonioso" que ilustra una situación o un estado anímico en la ópera o en la
comedia musical. El song es un efecto de extrañamiento *, un poema paródico o grotesco, de ritmo
sincopado, cuyo texto es más hablado que cantado.
Sotie
(Palabra francesa para designar burla, insulto.)
Especie de farsa medieval utilizada para hacer pasar la sátira social bajo el disfraz de la locura
(Cofradía de locos y los "Enfants-Sans-Souci").
AUBAILLY, 1976.
Stichomythia
(Del griego stikos. verso y mythos, relato.)
Rápido intercambio verbal entre dos personajes (algunos versos o frases, un verso, incluso dos o tres
palabras), por lo general en un momento particularmente dramático de la acción.
La stichomythia, presente en el relato griego y latino, experimentó en la época clásica (siglos XVI y
XVII) cierto auge al ser empleada en los momentos emotivos de la obra. Sin embargo, fue completamente
condenada al degenerar en un procedimiento* excesivamente ostentoso y al rechazar la organización
retórica de los parlamentos*. En el drama naturalista y el teatro denominado psicológico, constituye una
técnica frecuente, siempre bienvenida en el momento clave de la pièce bien faite*.
La stichomythia produce el efecto de un duelo verbal entre los protagonistas en el clímax del
conflicto. Da una imagen elocuente de la contradicción de los discursos y puntos de vista, y marca el
momento del surgimiento del elemento emocional, incontrolado o inconsciente en la estricta discursiva de
los parlamentos.
Todo diálogo* alterna un Yo y un Tú donde la regla del juego impone que uno termine para que otro
hable. Los diálogos están vinculados por un tema* común y por una situación de enunciación* que
envuelve a ambos y que amenaza en todo instante influir en el tema. Sin embargo, cada dialogante posee
su propio contexto semántico: jamás podemos prever exactamente lo que volverá a decir, y el diálogo es
una sucesión de rupturas contextúales. Mientras más se reduce el texto del dialogante, más aumenta la
probalilidad de un cambio radical de contexto. De este modo, la stichomythia es el momento
verdaderamente dramático de la obra, porque repentinamente todo parece poder decirse, y el suspense*
del espectador (como el de cada dialogante) crece con la vivacidad del intercambio. La stichomythia es
la imagen verbal del choque entre contextos*, personajes y puntos de vista. La stichomythia, a la vez
discurso* pleno (intenso, hiperdramático) y vacío (evidenciación de los vacíos semánticos de los
contextos), es la forma exagerada del discurso teatral.
Sub-texto
Lo que no se expresa explícitamente en el texto dramático, sino que resulta de la manera en que el
actor interpreta el texto. El sub-texto es una especie de comentario efectuado por una puesta en escena* y
por la actuación del intérprete, quien lo presenta al espectador con la claridad necesaria para una
correcta "recepción*" del espectáculo.
Esta noción ha sido teorizada por STANISLAVSKI (1963, 1966) para quien el sub-texto es un
instrumento psicológico que informa acerca del fuero interno del personaje, agudizando una división
significativa entre lo que dice el texto y lo que se muestra en la escena. El sub-texto es la marca
psicológica o psicoanalítica que imprime el actor a su personaje en el curso de la actuación.
Aunque sea propio del sub-texto el no dejarse aprehender completamente, podemos aproximarlo a la
noción de discurso de la puesta en escena*: comenta y controla toda la producción escénica, se impone
de una forma más o menos clara en el público y permite entrever toda una perspectiva inexpresada en el
discurso, una "presión detrás de las palabras" (PINTER).
Texto subterráneo, susceptible de aflorar a cada instante en la conciencia del personaje y del
espectador, el sub-texto existe en el contexto no-psicológico del gestus * brechtiano y de los "procesos
detrás de los procesos" que, según BRECHT, deben presentarse claramente al público (1967. vol. 15:
256-260). En este último caso, el contexto psicológico stanislavskiano se sustituye o se precisa por un
sub-texto socio-económico.
Suceso
Lo que sucede en escena o en la historia narrada por el texto dramático. Los sucesos de la acción
(como la fábula *, sentido 1 3-4) a veces remiten:
1.- A la historia tal como existe, antes de ser narrada, en las fuentes o en el sistema lógico de sus
episodios* reconstituidos en un esquema narrativo:
2.- A la historia tal como es presentada en la obra: sucesión de los episodios*, serie de motivos*,
encadenamiento* de las escenas.
Suspense
(Del inglés suspense.)
Expectativa angustiosa del espectador ante una situación donde el héroe es amenazado y cabe esperar
lo peor.
El suspense es una actitud psicológica producida por una estructura dramática muy tensa (tensión*):
la fábula y la acción se organizan de manera que el personaje, objeto de nuestra inquietud, no puede
eludir su destino, salvo que intervenga milagrosamente una fuerza salvadora.
Teatral
1.- Que concierne al teatro.
2.- Que se adapta bien a las exigencias de la representación escénica (parte muy teatral de una
novela) (especifidad*).
3.- Peyorativamente, que apunta en demasía a producir un efecto fácil en el espectador; efecto
artificial y afectado ("una representación demasiado teatral").
I. UN "ESPESOR DE SIGNOS"
La teatralidad puede oponerse al texto dramático leído o concebido sin la representación mental de
una puesta en escena. En vez de achatar el texto dramático en una lectura, una puesta en espacio, es decir,
esencialmente una visualización de los enunciadores, permite resaltar la potencialidad visual y auditiva:
"¿Qué es la teatralidad? Es el teatro menos el texto, es un espesor de signos y de sensaciones que se
construye en la escena a partir del argumento escrito, es esa especie de percepción ecuménica de
artificios sensuales, gestos, tonos, distancias, sustancias, luces, que sumerge al texto en la plenitud de su
lenguaje exterior" (BARTHES, 1964:41-42). De la misma manera, en el sentido de ARTAUD, la
teatralidad se opone a la literatura, al teatro de texto, a los medios escritos, a los diálogos e incluso a la
narratividad de una fábula lógicamente construida.
Pero entonces se plantea el problema del lugar y de la naturaleza de esta teatralidad: A. ¿Es preciso
buscarla a nivel de los temas y de los contenidos descritos por el texto (espacios exteriores,
visualización de los personajes)? B. Por el contrario, ¿es preciso buscar la teatralidad en la forma de la
expresión, en la manera en que habla el texto del mundo exterior y en que muestra (iconiza) lo evocado
por el texto y la escena?
A. En el primer caso, teatral quiere decir simplemente: espacial, visual, expresivo, en el sentido de
una escena muy espectacular e impresionante. Este empleo, que valoriza la teatralidad, es muy frecuente
hoy en día.
1.- La teatralidad es a veces ilusión perfecta, lo que nos permite considerar como real el mundo
creado por la escena; otras, en cambio, es la marca del artificio, del juego, del procedimiento artístico
claramente mostrado como tal y que no persigue engañar con respecto i la naturaleza de la representación
(teatralización*).
2.- La teatralidad ¿es una propiedad del texto dramático? A menudo se la considera como tal, cuando
se habla de un texto muy "teatral" o "dramático", sugiriendo así que se presta bien a la transposición
escénica (visualización de la representación, conflictos abiertos, rápido intercambio de diálogos). Pero
en este caso no se trata de una propiedad puramente escénica, y esta oposición entre un "teatro puro" y un
"teatro literario" no se funda en criterios textuales, sino en la facultad, para el teatro "teatral" (por
emplear la expresión de MEYERHOLD), de utilizar al máximo las técnicas escénicas que reemplazan al
discurso de los personajes y tienden a bastarse por sí mismas. Paradójicamente, es teatral un espectáculo
que no puede prescindir de la representación y que sin embargo no contiene en su texto acotaciones
espacio-temporales o lúdicas autosuficientes. Por otra parte, constatamos la misma ambigüedad en el
calificativo de teatral: a veces significa que la ilusión es total, otras, en cambio, que la representación es
demasiado artificial y nos recuerda sin cesar que estamos en el teatro, cuando nos gustaría sentirnos
transportados a otro mundo incluso más real que el nuestro. De esta confusión sobre el estatuto de la
teatralidad proceden las polémicas a menudo estériles sobre la actuación natural del actor.
La historia del teatro es una resonancia de esta eterna polémica entre los partidarios que favorecen
sólo el texto y los aficionados del espectáculo; el texto y la literatura casi siempre pasan por género
noble, que tiene la ventaja de conservarse intacto para las generaciones futuras, mientras que la más bella
expresión escénica es siempre efímera. Esta oposición es de una naturaleza ideológica: en la cultura
occidental se tiende a privilegiar el texto, la escritura, la sucesión del discurso. A esto se suma el
surgimiento casi simultáneo del director (hasta fines del siglo XIX responsable de la visualización
escénica del texto) y del teatro como arte autónomo. De ahí que la teatralidad, llegue a ser la
característica esencial y específica del teatro y que, en la era de los directores, constituya el objeto de las
investigaciones estéticas contemporáneas. Sin embargo, el estudio textual de los más grandes autores (de
SHAKESPEARE, CALDERON, MOLIERE hasta MARIVAUX) se manifiesta más satisfactorio si no se
intenta situar el texto en una práctica escénica, en un tipo de representación y en una imagen de la
representación. Por lo tanto, si no hay oposición entre teatro puro y literatura, sin duda existe una tensión
dialéctica entre el actor y su texto, entre la significación que puede tomar el texto en la simple lectura y
en la modelización que la puesta en escena le imprime, desde el momento en que es enunciado por
medios extra-verbales. La teatralidad no se manifiesta, pues, como una cualidad o una esencia inherente a
un texto o a una situación, sino como una utilización pragmática del instrumento escénico, de manera que
los componentes de la representación ponen de manifiesto y fragmentan la linealidad del texto y de la
palabra.
Teatralización
Teatralizar un acontecimiento o un texto, es interpretarlo escénicamente utilizando escenarios y
actores para instalar la situación. El elemento visual de la escena y la puesta en situación de los
discursos son las marcas de la teatralización.
En cambio, la teatralización se centra únicamente en la estructura textual: diálogos, creación de una
tensión dramática y de conflictos entre los personajes, dinámica de la acción (dramático y épico*).
Teatro de agitación
El teatro de agit-prop (procedente del ruso: agitatsiya-propaganda, agitación y propaganda) es una
forma de animación teatral cuyo propósito es sensibilizar a un público con respecto a una situación
política o social. Surge después de la revolución rusa de 1917 y se desarrolla particularmente en la
URSS y en Alemania hasta 1932-1933 (proclamación del realismo socialista por JDANOV y toma del
poder por HITLER). En Francia tuvo poco éxito; la única publicación, Escena Obrera, tuvo una
brevísima existencia.
Sin embargo, el agit-prop no carece de antiguos precursores: el teatro barroco jesuíta, el auto
sacramental español ya contienen, por ejemplo, exhortaciones a la acción. No obstante, el agit-prop es
mucho más radical en su voluntad de servir como instrumento político al servicio de una ideología, ya se
sitúe en la oposición (en Alemania o en los Estados Unidos), o sea directamente propaganda por los
detentadores del poder (Rusia en los años veinte). Ésta ideología es claramente de izquierda: crítica a la
dominación burguesa, iniciación al marxismo, tentativa de promover una sociedad socialista o comunista.
La contradicción principal de este movimiento crítico reside en que a veces se encuentra al servicio de
una línea política que hay que hacer triunfar (por ejemplo en Alemania), otras al servicio de directivas
procedentes desde arriba y que la agitación teatral debe reflejar y ayudar a su triunfo (en la URSS).
Según su estatuto político, el agit-prop es llevado a inventar formas y discursos o a aplicar un programa
que él no ha elaborado necesariamente y del cual puede desear separarse: de ahí su fragilidad y su
diversidad como género híbrido, teatral y político.
Vinculado a la actualidad política, el agit-prop se presenta primordialmente como una actividad
ideológica y no como una forma artística nueva: proclama su deseo de acción inmediata al definirse
como "representación de agitación en vez de teatro" o como "información más efectos escénicos". Sus
intervenciones puntuales y efímeras ofrecen pocos datos al investigador: el texto es sólo un medio para
tomar conciencia política; es alternado por efectos gestuales y escénicos que se consideran los más
claros y directos posibles: de aquí que estos espectáculos se sientan atraídos por el circo, la pantomima,
los titiriteros o el cabaret. Pero al privilegiar el mensaje político, fácilmente comprensible y visualizado,
el agit-prop no se da ni el tiempo ni los medios para crear un género nuevo y un tipo ideal: sus formas y
sus préstamos son tan inestables como sus contenidos. Varían considerablemente de un país a otro en
función de tradiciones culturales. Por lo general, los "agitadores-propagandistas" se apoyan en una de
estas tradiciones criticándola desde el interior: Commedia dell'Arte*, circo, melodrama. Los géneros
"inferiores", como el circo o la pantomima, se prestan a ser recuperados eficazmente, puesto que a
menudo son muy "populares" y proveen una forma familiar para nuevos contenidos, incluso
revolucionarios. Aun cuando la obra esté lo suficientemente elaborada como para narrar una historia
encarnada por personajes, conserva una intriga directa y simplificada que desemboca en conclusiones
claras. El Lehrstück (obra didáctica que constituye una forma "sofisticada" de agit-prop y de la cual
BRECHT ha sido el más célebre "fabricador") responde también a estos criterios simples o simplistas.
El "periódico viviente" presenta las noticias buscando una iluminación crítica y recurriendo a los
protagonistas de la acción. Un montaje o una revista política, compuesta de "números" y "flash de
información" apenas dramatizados, constituyen a menudo la trama de la obra de agit-prop. Un coro de
recitantes o de cantantes resume e "inculca" las lecciones políticas o las consignas. El arte a veces
vuelve a recuperar sus derechos, cuando el agit-prop se inspira e inspira movimientos de vanguardia
(futurismo, constructivismo) y moviliza a artistas como MAYAKOVSKY, MEYERHOLD, PISCATOR.
WOLF o BRECHT.
El agit-prop surge repentinamente en un momento de aguda crisis política, cuando la herencia
humanista y "burguesa" se presenta mutilizable y caduca. De la misma manera, desaparece cuando la
situación se estabiliza (con el fascismo, el estalinismo, pero también con el liberalismo, capaz de
absorber todos los golpes), y cuando el sistema no tolera ni ser cuestionado ni una toma de posición. Por
otra parte, desde el momento en que el mensaje "pasa", el agit-prop tiende a ser repetitivo. Su
esquematismo y maniqueísmo indisponen (o hacen reír) al público, en vez de ayudarlo a "progresar"
ideológicamente. Precisamente para evitar este escollo, las nuevas formas (teatro de guerrilla, creaciones
colectivas, grupos tales como el Teatro campesino, el San Francisco Mime Troupe, el Bread and
Puppet, el Aquarium, el grupo de teatro La Candelaria, etc.) se esfuerzan por evitar un excesivo
esquematismo y cuidar la presentación artística de su discurso político radical. Quizás han comprendido
que el discurso político más justo y "candente" sólo puede convencer, en un escenario o en una plaza
pública, si los actores tienen en cuenta la dimensión estética y la fuerza de teatralidad del texto y de su
presentación dramática.
Teatro ambiental
(Environmental theater). Término contemporáneo aplicado a una práctica preocupada por establecer
nuevas relaciones escénicas, que concibe al público en términos de distancia o de aproximación, creando
nuevas formas para reducir la división entre escena y sala y desmultiplicar los puntos de tensión en el
espectáculo.
Teatro de bulevar
(Del francés théâtre de boulevard.)
Expresión que tiene su origen en los teatros de los grandes bulevares de París (Boulevard du Temple)
durante la primera mitad del siglo XIX. En ellos se representaban melodramas* (PIXÉRECOURT),
comedias sentimentales * y tragicomedias *.
Por extensión teatro de bulevar designa actualmente un espectáculo ligero que gira siempre en torno
de los mismos temas: triángulo amoroso, conflicto de generaciones, doblez moral y ascensión social:
todo bien sazonado con agudos dichos de autor*, etc. Este género se ha erigido en arquetipo de la pieza
teatral hábilmente construida y plagada de dichos ocurrentes, sin la menor inventiva dramatúrgica pero
con todo el conformismo ideológico que exige la tranquilización del público burgués.
Teatro burgués
Expresión frecuente en la actualidad para designar un teatro y un repertorio de bulevar producido en
una estructura económica de beneficios máximos y destinado, por sus temas y valores, a un público "
(pequeño)-burgués", que viene a consumir costosamente una ideología y una estética que le son de
entrada familiares. El término es, por lo tanto, más bien negativo, empleado sobre todo por los
defensores de un teatro radicalmente diferente, experimental y militante. Como en el caso de un eslogan o
de un insulto, no es fácil describir su campo semántico. Sin embargo, refleja una oposición ideológica
que rechaza las categorías puramente estéticas y designa al enemigo político por medio de una noción
globalmente negativa, tanto en el plano del modo de producción y de estilo como en la temática de las
obras. Como afirma P. BOURDIEN en su "Crítica social de juicio, la distinción", "el teatro divide y se
divide: la oposición entre el teatro de la orilla derecha o de la orilla izquierda, entre el teatro burgués y
el teatro de vanguardia es inseparablemente estética y política" (La Distinción, p. 16).
Sin embargo, en el siglo XVIII el "drama burgués" se consideraba una forma oposicional, incluso
revolucionaria, producido por la clase ascendente y ferozmente opuesto a los valores aristocráticos de la
tragedia clásica, donde lo personal se sitúa al extremo de la célula familiar burguesa. En el siglo XIX, el
drama burgués, bajo su forma elegante (drama romántico) o popular (melodrama y vaudeville), llega a
ser el modelo de una dramaturgia donde triunfan el espíritu de empresa y los nuevos mitos burgueses.
Pero con el advenimiento de una nueva clase que se opone directamente a los intereses de la burguesía, la
denominación de teatro burgués adquiere un sentido muy diferente y se transforma, por ejemplo, en los
escritos del joven BRECHT, en sinónimo de dramaturgia "de gran consumo", fundada en la fascinación y
en la reproducción de la ideología dominante. BRECHT contribuirá, con su crítica, a fijar la imagen
esencialmente negativa del teatro burgués, lo cual no impide a éste continuar prosperando,
identificándose, en el espíritu del gran público, con el teatro por excelencia, y representando los dos
tercios de la producción global en los escenarios de las grandes ciudades del mundo entero.
Esta imagen está primeramente vinculada a la de un teatro opulento, donde no se escatiman los
materiales empleados: oro y terciopelo, etiqueta del público frente a decorados y trajes "suntuosos",
actores reconocidos y adulados, obras fácilmente comprensibles y bien provistas de estereotipos
tranquilizadores y de dichos de autor*. Allí se representan infaliblemente los pequeños dramas de la
burguesía: la familia desunida, el adulterio y el conflicto de generaciones, la elegancia "natural" de la
gente honesta. Esto no excluye un aparente cuestionamiento de la vida burguesa, una manera de "provocar
al burgués" haciéndole creer, por un breve instante y en una especie de catarsis social adaptada a su
horizonte cultural, que puede que no muera, pero puede perder sus bienes y su certidumbre. Pero el
género quiere que el burgués posea "el arte de salir del paso" (según el título de un artículo de POIROT-
DELPECH sobre el Bulevar) y que lo "trágico" de su existencia siempre termine por arreglarse. Así
como la tragedia doméstica y burguesa sellaba, hace dos siglos, la muerte de lo trágico y de la
individualidad aristocrática, el teatro burgués sella en el presente el advenimiento de un arte culinario
fundado en la riqueza y la expresividad donde todo es cuantificable (el precio de la entrada da derecho a
una plétora de decorados, trajes, grandes sentimientos, lágrimas, risas).
Más allá de esta forma caricaturesca del teatro, nos podemos preguntar si hoy el teatro puede escapar
tan fácilmente del calificativo de burgués, por ser este término demasiado empleado ya no como eslogan
sino como concepto histórico. En efecto, ¿cómo podría escapar la dramaturgia (y no sólo el aparato de
producción burgués de manifestaciones teatrales) del individualismo burgués, cuando toda evolución del
teatro, desde la tragedia griega y pasando por los clasicismos europeos, converge en desarticular lo
trágico del hombre presa de un fatum, y en resituar el conflicto entre los hombres, los caracteres
(MOLIERE), los tipos (el melodrama) o las condiciones (DIDEROT)? Mientras otro tipo de sociedad,
por ejemplo la socialista, no redistribuya valores que no deban nada al gusto de la ideología burguesa, el
teatro ¿no seguirá forzosamente vinculado a la cultura llamada burguesa? Más de una vanguardia que
pretende romper con la visión burguesa y con su modo de producción, continúa sin embargo vinculada a
ella a pesar de sus denegaciones y excomuniones. Inversamente, nos podemos preguntar si es suficiente
dar en sociedades que formalmente han superado la etapa del capitalismo un nuevo nombre al teatro
(como el de "dramaturgia socialista" en la R.D.A. o en la URSS) para superar la herencia y la mentalidad
pequeño-burguesa. Es esto lo que otras formas teatrales "antiburguesas" parecen haber percibido cuando
recurren a prácticas radicalmente diferentes: agit-prop. teatro de calle* o de guerrilla, happening*,
diversas formas del posmodernismo. Inversamente, el "teatro burgués" a veces es lo suficientemente sutil
como para filtrarse en la vanguardia (IONESCO, el café-teatro*) o para producir un "bulevar
inteligente" (ANOUILH. DORIN). El teatro burgués, desgraciadamente, no ha sido siempre necio e
incluso ha llegado a satirizarse (DORIN. OBALDIA) para hacerse perdonar mejor, para tener a los
risueños de su lado, tomando por objeto de sarcasmo a su doble "comprometido e intelectual", el teatro
de vanguardia, empeñándose en hacerlo aparecer como vacío y pretencioso (por ejemplo. F. DORIN en
El remolino). Todos estos combates ideológicos dicen bastante acerca del centro de la batalla entre los
géneros teatrales que ocultan mal las ideologías en conflicto o, según el término de moda, las "opciones
sociales".
Teatro de calle
Teatro que se produce fuera de los edificios teatrales tradicionales: la calle, la plaza, el mercado, el
metro, la universidad. La voluntad de abandonar el recinto teatral responde a un deseo de llevar el teatro
a un público que generalmente no asiste a este tipo de espectáculo, producir un impacto sociopolítico
directo y enlazar interpretación cultural y manifestación social. Es así como el teatro de calle se ha
desarrollado particularmente en los años sesenta (Bread and Puppet, Magic Circos, happenings* y
acciones sindicales).
Teatro de cámara
El teatro de cámara, como la música de cámara (expresión-calco de la cual procede el término), es
una forma de representación y de dramaturgia que limita los medios de expresión escénica, el número de
actores y de espectadores, y la magnitud del tema abordado.
Este tipo de representación teatral —cuyo mejor ejemplo es el teatro íntimo de STRINDBERG,
fundado en 1907— se desarrolla como reacción contra una dramaturgia "de peso", fundada en la
abundancia de personal artístico y técnico, en la riqueza y multiplicidad de los decorados, en la
importancia desmesurada del público en la sala a la italiana, en la escena central o en el teatro de masa*,
en las frecuentes interrupciones de los entreactos y el aparato grandioso del teatro burgués. La escritura
dramática también es depurada, reducida a conflictos esenciales y unificados por el empleo de reglas
simples, reglas que STRINDBERG describirá del modo siguiente: "Si se me preguntara qué busca el
Teatro Intimo, cuál es su objetivo, yo respondería: desarrollar en el drama un asunto pleno de
significación, pero limitado. Evitamos los recursos extremos, los efectos fáciles, los golpes de efecto, la
exhibición estelar. El autor no debe comprometerse de antemano con ninguna regla, es el asunto lo que
condiciona la forma. Por lo tanto, libertad total en la forma de tratar el asunto, con tal que se respete la
unidad de concepción y de estilo" (Carta abierta del Teatro íntimo, 1908).
El auge de este teatro, desde comienzos de siglo hasta nuestros días, se explica por la voluntad de
hacer de la escena un lugar de encuentro y confesión recíproca entre la dramaturgia (y sus actores) y el
espectador, a través de una gran sensibilidad respecto a problemas psicológicos. En esta "intimidad", el
actor se presenta como directamente accesible al público, que no puede negarse a participar
emocionalmente en la acción dramática, en la cual se siente personalmente interpelado por los actores.
Los temas: la pareja, el hombre aislado, la alienación son escogidos para hablar "directamente" al
espectador, cómodamente instalado, casi como en el sillón del psicoanalista, y confrontado por el actor y
la ficción interpuestas con su propio fuero interior. La escena es como la prolongación de la conciencia,
incluso de su inconsciente, como si pudiera abrir y cerrar los ojos alternativamente y continuar
percibiendo una obra o una fantasía de su "otra escena". Algunos directores (GROTOWSKI) insisten en
que el número de espectadores sea limitado y en que una atmósfera religiosa impregne la escena y la sala.
El espectador, contrariamente a la fiesta, al ritual, al gran espectáculo dramático épico, al happening, se
encuentra aislado y remitido a sí mismo como en el espacio alveolar del cine intimista. De ahí que
actualmente un género muy popular y próximo a la "pobreza" de medios, el Café-teatro*, constituya lo
opuesto al teatro de cámara. Este, en efecto, no resiste el ruido, la perturbación y los temas satíricos. Los
dramaturgos resueltamente inclinados hacia el individuo —como el teatro psicológico— o la clase social
—como el teatro de lo cotidiano*—, encuentran una situación receptiva, en el teatro intimista, propicia
para su escritura y su relación ideal con el público.
Esto vale tanto para el teatro de cámara como para la música de cámara: hay que restituirle la
polifonía de diálogos y temas, las disonancias, la tonalidad específica de cada instrumento: trabajo
minucioso de embutido dramático y de composición enmarañada de voces.
Teatro de lo cotidiano
El propósito de una corriente actual que toma el término genérico de Teatro de lo cotidiano, el cual
consiste en hallar y mostrar lo cotidiano siempre excluido de la escena por ser insignificante y
demasiado particular.
Esta etiqueta recubre experimentos muy variados: el "kitchen sink drama" de los años cincuenta en
Inglaterra (WESKER), el neonaturalismo de KROETZ, las creaciones y puestas en escena de WENZEL,
DEUTSCH, LASSALLE, etc. Este movimiento renueva el fresco histórico del realismo crítico
(BRECHT), toma la contrapartida de una dramaturgia del absurdo *, traspasada por una metafísica de la
"nada". Hastp aquí, lo cotidiano siempre se relegó a un lugar ornamental y anecdótico (el pueblo en las
tragedias clásicas y en los dramas históricos del siglo XIX). Se integraba en un proyecto dramatúrgico
superior (por ejemplo, como segundo plano del lugar de evolución de los héroes). Por definición no se
interesaba en lo atípico, insignificante en el desarrollo histórico. Incluso BRECHT se detuvo en la vida
cotidiana del pueblo solamente en la perspectiva de un esquema sociológico global, por ejemplo, en
contraposición a la vida de los "grandes hombres" (véase Madre Coraje).
I. TEMÁTICA
Mostrar la vida cotidiana y banal de las capas desfavorecidas viene a colmar la brecha entre la gran
Historia —los momentos claves del desarrollo social— y la historia "ordinaria", pero insistente y
obsesiva para la gente sin recursos y sin "voz propia". Teatro "mínimo" que a partir de algunos episodios
o frases vividas cotidianamente, quisiera reconstruir in absentia un medio, una época y un quehacer
ideológico. También teatro hiperrealista, que se vincula, aunque de una forma crítica, con el naturalismo
de la escena y de la actuación: asistimos a acontecimientos, a menudo repetitivos, siempre tomados a ras
de la realidad cotidiana y de la subsistencia de cada instante.
Los diálogos son muy a menudo "irrelevantes" y reducidos a un mínimo. Constantemente sobrepasan
el pensamiento de sus locutores, quienes se limitan a machacar los estereotipos lingüísticos que les ha
inculcado la ideología dominante (lugares comunes, proverbios, construcciones "elegantes" de frases
procedentes de los medios de comunicación, discursos sobre la libertad individual de expresión, etc.).
Lo más importante para el espectador son los silencios y los no-dichos del discurso. Los "sujetos"
parlantes carecen de toda iniciativa verbal; son solamente engranajes en la máquina ideológica de
reproducción de las relaciones sociales.
Esta concepción del hombre aprisionado en un medio que le roba hasta su lenguaje, si no interviniera
el nuevo estatuto de la teatralidad, no haría sino retomar la estética naturalista.
No obstante, el teatro de lo cotidiano, a diferencia del realismo crítico brechtiano que descansa
fundamentalmente en el optimismo de la transformabilidad del mundo, mantiene siempre la ambigüedad
con respecto a la posibilidad de una transformación de la ideología y de la sociedad. Cierto hastío ante
las representaciones de la realidad y de la ideología en las conciencias humanas conduce a veces a un
"ideologismo" que condena a toda ideología y a toda crítica ideológica al mismo inmovilismo: la
confusión del discurso dominante sólo ilustra, pues, esta visión casi fatídica de la alienación verbal. Para
"enderezar el árbol" en esta deriva mítica hacia una reificación de la ideología y de las relaciones
sociales, el texto a veces hace intervenir directamente la voz lírica del autor, quien critica abiertamente la
alienación de los personajes y subjetiviza su problemática (por ejemplo en el último período de
WENZEL, Dorénavent /, 1977, en el segundo de KROETZ y en ciertas escenas del texto de DEUTSCH,
el Entrenamiento del campeón antes de la carrera, escena 6). El teatro de lo cotidiano, como el
naturalismo, no se libera de la dialéctica sutil entre "la expresión científica" y el asumir la realidad
teatral y subjetivamente.
Teatro de la crueldad
Expresión forjada por Antonin ARTAUD (1964b) para un proyecto de representación donde el
espectador experimentará un "tratamiento emotivo de choque" destinado a liberarlo del dominio del
pensamiento discursivo y lógico, para reencontrar una nueva experiencia inmediata en una nueva catarsis
y en un experiencia estética y ética original.
Sin embargo, el teatro de la crueldad no tiene nada que ver, al menos en ARTAUD, con una violencia
directamente física impuesta al actor o al espectador. El texto se canta en una especie de sortilegio ritual
(en vez de ser expresado en el modo de interpretación psicológica). Toda la escena se utiliza como si
fuera un ritual y como productora de imágenes (jeroglíficos) que apelan al inconsciente del espectador;
recurre a todos los medios de expresión artística (teatro total*).
Muchas compañías de teatro se adjudican esta etiqueta de la crueldad. La puesta en escena de Marat
Sade de P. WEISS realizada por P. BROOK, el teatro pánico de ARRABAL y JODOROWSKY; G.
GAMBARO y el Living Theatre se encuentran entre las tentativas más exóticas de esta estética.
Teatro didáctico
Todo teatro es didáctico cuando apunta a instruir al público, al invitarlo a reflexionar sobre un
problema, comprender una situación o adoptar cierta actitud moral.
Un elemento didáctico acompaña necesariamente a todo trabajo teatral, en la medida en que el teatro
no presenta comúnmente una acción gratuita e instaura cierto sentido. Lo que varía es la claridad y la
fuerza del mensaje, el deseo de cambiar al público y de subordinar el arte a un esquema ético o político.
El teatro didáctico strictu sensu se constituye por un teatro moralizante (las moralidades al fin de la
Edad Media) o político (el Agit-prop* o los Lehrstücke brechtianos) o pedagógico (obras pedagógicas,
el teatro de tesis* o las parábolas*). Numerosos experimentos se realizaron en Europa en el siglo XIX,
y en la actualidad, en el Tercer Mundo, para dar a conocer a un público desfavorecido (obreros,
campesinos, pero también a niños que a menudo no tienen derecho a una forma de expresión específica)
un arte a menudo difícil y cuya contribución a una transformación social se espera de artistas e
intelectuales (por ejemplo, el caso de Chile durante los años de la Unidad Popular (1970-73), donde el
teatro fue llevado a lugares donde nunca antes había llegado, y a su vez se empleaba como instrumento
didáctico, supuestamente inspirado en la praxis brechtiana).
La reivindicación de una poesía didáctica se remite a la más remota antigüedad. Aquélla alía, en su
forma clásica (Arte poética de HORACIO), lo útil a lo agradable, con el intento de elevar el nivel del
público. La Edad Media concibe esta identificación como educación religiosa, mientras que en el
Renacimiento las poéticas se unían en el propósito de moralizar a través de la literatura. En la Época
clásica, en Francia como en España, es abandonada en principio, al menos en los prefacios y tratados
teóricos, pero se transforma en un leitmotiv tranquilizador y a menudo limita este moralismo a un
exordio, un prólogo o un epílogo, o a una forma compacta como la máxima: "La única regla que se puede
establecer, es que hay que situarlas (las máximas) juiciosamente, y sobre todo ponerlas en boca de gente
que no tengan el espíritu turbado, y que no sean absorbidas por el calor de la acción" (CORNEILLE.
Discurso sobre el poema dramático).
En el siglo XVIII, el moralismo burgués presiona a teóricos como VOLTAIRE, DIDEROT o
LESSING a organizar la fábula de manera que el mensaje moral se exprese claramente. De este modo.
LES* SINO pide que el poeta "organice su fábula de manera que sirva para la explicación y la
confirmación de grandes verdades morales". SCHILLER hará de la escena una "institución moral". La
habilidad de BRECHT consistirá en activar al público y asociarlo con la fabricación del sentido, del
resultado final y, en último término, con el teatro ciudadano.
Nuestra época es menos receptiva a este tipo de discurso didáctico, desde que la .política ha
comprometido enérgicamente el arte, ya sea durante el nazismo, el estalinismo o el arte de las
democracias plenoás* ticamente populares. Por otra parte, ha llegado a ser evidente que el sentido y el
mensaje jamás se presentan directamente, sino que están en la estructura y la forma, en el no-dicho*
ideológico. De ahí que la unión de palabras "arte didáctico" se revele poco favorable a una reflexión
seria y pedagógica con respecto al arte y a la política.
Teatro documental
Este tipo de teatro tiene como propósito utilizar en su texto únicamente fuentes auténticas que se
seleccionan y se "montan" en función de la tesis sociopolítica de la obra.
En la medida en que la dramaturgia jamás crea nada ex nihilo, sino que recurre a fuentes (mitos,
hechos diversos, acontecimientos históricos), toda composición dramática comporta una parte
documental. Ya en el siglo XIX, ciertos dramas históricos utilizaban a veces in extenso sus fuentes
(BUCHNER cita, en La muerte de Dantón, informes del proceso y obras históricas). Pero es sobre todo
desde los años cincuenta cuando esta dramaturgia se transforma en una técnica experimentada: sin duda
hay que ver allí una respuesta al gusto actual por el reportaje y el documento verdadero, a la influencia
de los medios de comunicación que inundan a los auditores con informaciones contradictorias y
manipuladas, y al deseo de responder según una técnica similar. El teatro documental es el heredero del
drama histórico* crítico y de la parábola* brechtiana (la cual no vacilaba en presentar en la escena
esquemas y cuadros explicativos para documentar el espectáculo).
PISCATOR, 1962.
Teatro elemental
(Del inglés Rough Theatre.)
Término propuesto por P. BROOK (1968) para las formas populares no institucionalizadas del teatro,
las cuales tienen por marco lugares "salvajes": galpones, calles, cuevas, etc, El espectador es entrenado
para que participe activamente; la representación no busca la ilusión, sino que juega con algunos signos
convencionales y teatralizados.
Teatro épico
BRECHT, y antes que él PISCATOR, darán este nombre, en los años veinte, a una práctica y un estilo
de representación que supera a la dramaturgia clásica, "aristotélica", fundada en la tensión dramática, el
conflicto y la progresión regular dé la acción.
Un teatro épico —o al menos un teatro que contenga momentos épicos— existe ya en la Edad Media
(en los misterios y en las escenas simultáneas). El coro de la tragedia griega, que gradualmente
desaparece, revela cómo en su origen el teatro recitaba y decía la acción en vez de encarnarla y
representarla, desde el momento mismo en que aparecieron diálogos entre al menos dos protagonistas.
Incluso los prólogos, las interrupciones, los epílogos, los relatos del mensajero son otros de los tantos
remanentes de lo épico en la forma dramática, medios que permiten adivinar quién habla y a quién se
dirige.
Son numerosos los autores que, con anterioridad al teatro épico brechtiano, desarticulaban el móvil
dramático en escenas-relatos, intervenciones del narrador, del mensajero, del "anunciador" (CLAUDEL)
o del "director del teatro" (Fausto de GOETHE). BÜCHNER, en su Woyzeck, obra inconclusa, narra en
varios breves cuadros la vida alienada de un hombre al que todo lo arrastrará al crimen. IBSEN, en Peer
Gynt, describe el deambular poético del héroe a través de los espacios y tiempos. Th. WILDER evoca
las cenas de Navidad que marcan la vida de generaciones sucesivas (The Long Christmas Diner).
Todos estos experimentos prefieren narrar el acontecimiento: la diégesis se sustituye a la mimesis,
los personajes exponen los hechos en vez de dramatizarlos (como lo hará BRECHT con el testigo del
accidente de tráfico que reconstituye gestual y verbalmente lo que ha ocurrido). La problemática del
drama se conoce de antemano, las frecuentes interrupciones (songs*, comentarios, coros) impedirán la
tensión. La actuación de los actores aumentará aún más la sensación de distancia, de relato y de
neutralidad narrativa.
El teatro épico surge como reacción contra la soltura de la obra "bien hecha" y dramática, contra la
fascinación catártica del público. No obstante, no se ha establecido que la oposición platónica entre
mimesis y diégesis corresponda absolutamente a una oposición teórica, pues la mimesis no es jamás una
representación directa de las cosas: ella pone en funcionamiento numerosos indicios y signos cuya lectura
lineal y temporal es indispensable para la constitución del sentido, de manera que la imitación directa y
dramática no puede prescindir de una forma de narrar, y toda representación mimética dramática
presupone una puesta en relato de la escena.
El teatro épico se propone recuperar y enfatizar la intervención de un narrador, esto es, de un punto
de vista* acerca de la fábula puesta en escena. Para ello apela a la capacidad del escritor (el
dramaturgo), del inventor de la fábula, del constructor de la ficción escénica (el director), de) actor que
construye su rol, discurso tras discurso, gesto tras gesto.
Así pues, de la misma manera que no existe un teatro puramente dramático y "emocionar’, tampoco
existe un teatro épico puro, y BRECHT finalmente terminará por hablar de dialéctica en el teatro para
exponer la contradicción entre representar (mostrar) y vivir (identificarse con). El teatro épico pierde así
su posición decididamente antiteatral y revolucionaria, para ser considerado, en conformidad con la
teoría de los géneros y de los modos de ficción, en un caso particular y sistemático de la representación
teatral.
Teatro espontáneo
El teatro espontáneo (o autónomo, según N. EVREINOFF y más tarde T. KANTOR) intenta abolir la
frontera entre vida y espectáculo, entre público y actor, entre re-presentación y creación. Por oposición al
teatro total*, que recrea un conjunto multiforme de artes escénicas, esta actividad espontánea se realiza
en cuanto existe un intercambio creador entre el espectador y el actor, y el espectáculo adquiere el
aspecto de un happening*. (Precursores de esta actitud: la Commedia dell'Arte, T. KANTOR, el teatro
Squat, A. GATO.)
Teatro experimental
Teatro que se consagra a la búsqueda de nuevas formas de expresión, a un trabajo sobre el actor, a un
cuestionamiento de todos los componentes del acto teatral. Por ello, generalmente no se preocupa por la
rentabilidad financiera y se distancia del teatro comercial. Pero todo teatro digno de este nombre debe
someterse, al menos en parte, a la disciplina de una constante experimentación y no explotar jamás los
procedimientos ya consagrados de antemano y destinados al éxito. El teatro experimental no debe
limitarse a una vanguardia esotérica y replegada sobre sí misma (teatro laboratorio*).
Teatro de la fantasía
En psicoanálisis, la fantasía es una acción imaginada por el sujeto en un sueño despierto y en la que
traduce sus deseos inconscientes. "Una fantasía fluctúa, por decirlo así, entre tres momentos temporales
de nuestra facultad representativa. El trabajo psíquico parte de una impresión actual, de una oportunidad
ofrecida por el presente, capaz de despertar grandes deseos en el sujeto. De ahí que la fantasía se
extienda al recuerdo de un acontecimiento de antaño, a menudo de la infancia, en la cual este deseo era
realizado. Construye entonces una situación en relación con el futuro, la cual se presenta como
realización de este deseo. Este es el sueño despierto o la fantasía que contiene un remanente de su origen:
oportunidad presente y recuerdo. De este modo, pasado, presente y futuro se escalonan a lo largo de la
hilación continua del deseo" (FREUD. 1969, vol. 10:174).
I. TEATRO Y FANTASÍA
La representación teatral comparte con la fantasía esta mezcla de temporalidades y esta confusión de
la escena real y de la escena fantástica. El espectador, situado ante un acontecimiento presente debe, para
asimilarlo, recurrir a su experiencia anterior, al mismo tiempo que se proyecta en un universo futuro. Lo
mismo sucede con la actividad del director de teatro: desde el momento en que se libera de la
compulsión imitativa e ilustrativa del texto, y modela el espacio escénico* al amalgamar allí varias
imágenes "en bruto", mezcla en su visión una parte de lo fantástico. Para el espectador, la escena teatral
es una fantasía pues ésta siempre está entre la imagen (de la ficción representada) y la vivencia (de la
representación en el presente). Con respecto a esto, la escena teatral siempre se deja analizar como otra
escena, la de lo imaginario. Todo el trabajo dramatúrgico del montaje*, collage*, metaforización
(condensación) y metonimización (desplazamiento), es una operación a partir de y acerca de fantasías
colectivas (autor, escenógrafo, actor). Al prescindir del texto dramático —que estorba la formulación de
imágenes debido a su fuerza magnética atrayendo el sentido escénico en función del logos— es posible
esbozar una retórica *de las grandes figuras* escénicas, rastrear su origen y su finalidad.
A menudo olvidamos que la fantasía está presente activamente en todo texto dramático, a partir del
momento en que el actor se refiere a un lugar exterior a la escena en la que habla. Es el caso del relato
clásico: el personaje reconstituye allí una escena pasada vivida y permeada por su visión actual y
sumándole una dimensión extra-objetiva.
Particularmente en RACINE, los relatos de acciones trágicas tienen la claridad y la visión
distanciadora del sueño (BARTHES, 1963).
Por largo tiempo —y BRECHT rectificó esta práctica— hemos separado radicalmente un teatro de
procesos históricos y una escritura en primera persona, una dramaturgia de la intimidad fantástica. Esto
tiene causas objetivas: la dificultad de conciliar una visión externa "objetiva" y una sensibilidad lírica
interna, la competencia ideológica y epistemológica del marxismo y del psicoanálisis, pero también
causas inconfesadas y, ellas mismas, fantásticas: el rechazo de establecer el vínculo entre la neurosis
individual y la opresión social, de admitir que la visión histórica sólo puede ser fantaseada y que la
fantasía también es fabricada, en parte, por una forma específica de sociedad. A. ADAMOV fue uno de
los primeros en aceptar (y fracasar) en esta reunión necesaria de lo político y lo fantástico. El teatro de
lo cotidiano* lo intentó también, pero éste se interesa más en el estereotipo ideológico y lingüístico que
en el arquetipo de la fantasía. Incluso aquí podemos separar los resultados más convincentes en la
realización escénica y en la práctica de la escritura teatral.
Teatro laboratorio
Teatro experimental donde los actores efectúan investigaciones sobre la actuación o la puesta en
escena, sin preocuparse por la rentabilidad comercial e incluso sin considerar como indispensable la
presentación del trabajo terminado a un gran público (ej.: el laboratorio Arte y Acción, de E. AUTANT y
L. LARA, el teatro laboratorio de GROTOWSKI).
Teatro de participación
La fórmula "teatro de participación’* parece redundante, pues es evidente que no existe teatro sin la
participación emocional, intelectual y psíquica de un público. Sin embargo, a pesar de sus orígenes
rituales o míticos, ha perdido su carácter de experiencia viva, de manera que un movimiento de regreso a
la participación se hace sentir desde comienzos de siglo, debido a motivaciones sin duda muy diversas:
actividad crítica en el caso de BRECHT, choque psíquico en ARTAUD y la corriente ritual y mística que
ha provocado (BROOK, GROTOWSKI), pero también puesta en marcha de la emotividad colectiva en la
ceremonia fascista o en la representación dramática ilusionista tal como la describió BRECHT, sin
exagerar demasiado: "Si damos un vistazo (por entre los espectadores) veremos individuos como
paralizados, sumidos en un curioso estado: parece como si con gran esfuerzo pusieran todos los músculos
en tensión, menos aquellos que les quedaron dormidos de puro agotamiento. Apenas hay comunicación
entre ellos; su forma de estar juntos es como una acumulación de durmientes, pero que sueñan
intranquilos, porque, como dice la voz popular, están traspuestos. Aunque tienen los ojos abiertos, no
ven: los tienen clavados. Tampoco oyen, aunque están muy atentos... Ver y oír son formas de actividad,
placenteras por más señas, pero esa gente parece exenta de toda actividad, y como si se hiciera algo con
ella." (Pequeño Organon § 26.) Esta intensa participación emocional es para BRECHT lo contrario de
una participación intelectual y crítica. Ello nos muestra la ambigüedad de una noción que describe modos
de acción muy diversos. A veces es social, cuando el espectador, en la fiesta o en la obra popular, se
asocia a otros, participa del grupo con la risa y la emoción; otras veces es física, si el público es invitado
a circular entre las escenas, a actuar con los actores o... a recibir descargas de corriente eléctrica: otras
es lúdica, en el juego dramático o en el "teatro invisible" (BOAL.) donde los actores lo son sin saberlo.
Por lo tanto, no hay una forma o un género de teatro de participación, sino un estilo de actuación y de
puesta en escena que activa al espectador al invitarlo a una lectura dramatúrgica a un desciframiento de
signos, a una reconstrucción de la fábula y a una comparación de su propio universo con la realidad
representada.
BOAL, 1980.
Teatro pobre
Término forjado por GROTOWSKI (1971) para calificar su estilo de puesta en escena fundado en
una extremada economía de medios escénicos (decorado, utilería, vestuario) y colmando este vacío con
una gran intensidad de actuación y de profundización en la relación actor-espectador. "El espectáculo se
construye sobre el principio de una estricta sobriedad. La norma general es la siguiente: no se puede
introducir nada en la representación que no haya estado presente desde el comienzo. Cierto número de
personas y de objetos se reúnen en el teatro. Estos deben ser suficientes para realizar cualquier situación
de la representación. Crean la plástica, el sonido, el tiempo y el espacio." (266)
Esta tendencia hacia la pobreza es muy característico de la puesta en escena contemporánea (P.
BROOK, el Théâtre de l'Aquarium, el Living Theatre) por razones más estéticas que económicas. El
espectáculo se organiza en su totalidad en torno a algunos signos de base, gracias a la gestualidad que
fija muy pronto, a través de algunas convenciones, el marco de la actuación y la caracterización del
personaje. La representación tiende a eliminar todo lo que no es estrictamente necesario; sólo se basa en
la fuerza del texto y la presencia del cuerpo.
BROOK, 1968.
Teatro en el teatro
Tipo de obra cuyo contenido temático es, en parte, la representación de una pieza teatral. La obra
externa produce la ilusión de que asistimos simultáneamente, como público, a su representación y a la de
la obra interna.
Esta estética surge a partir del siglo XVI. Fulgencio y Lucrecia de Medwall, aparecida en 1497,
sería su primera manifestación). Se vincula a una visión barroca del mundo, según la cual "el mundo es
una escena, y todos los hombres y mujeres no son más que actores" (SHAKESPEARE, CALDERON).
Dios es el dramaturgo y el director del teatro. La vida es sólo un sueño y una ilusión, etc. De la metáfora
teológica, el teatro en el teatro pasa a la forma lúdica por excelencia, donde la representación es
consciente de sí misma y se autorrepresenta en su inclinación por la ironía o la búsqueda de una ilusión
en aumento. Culmina en las formas teatrales de nuestra realidad cotidiana: de aquí en adelante será
imposible separar la vida del arte; la actuación lúdica es el modelo general de nuestra conducta cotidiana
y estética.
Entre los innumerables dramaturgos, habría que citar a SHAKESPEARE, CALDERON, T. KYD,
ROTROU, CORNEILLE, MARIVAUX, PIRANDELLO, BRECHT, GENET, J. GOLDENBERG.
El empleo de esta forma responde a las necesidades más diversas, pero siempre implica una
reflexión y una manipulación de la ilusión *. En efecto, paradójicamente, al mostrar en la escena actores
empeñándose por representar la comedia, el dramaturgo implica al espectador "externo" en un rol de
espectador de la obra interna y restablece su verdadera situación: la de estar en el teatro y asistir
únicamente a una ficción. En contrapartida, la ilusión "externa" funciona plenamente y el público la
acepta. Por lo tanto, al representar y burlarse de la ilusión alcanza el dramaturgo su verdad, como
HAMLET al "absorber" la conciencia del rey en la obra-espejo realizada por él.
La fascinación ejercida por esta forma es en definitiva la de mirarse a sí mismo, la de invertir los
signos de la relación teatral, la de ser a la vez actor y espectador. (Fascinación que volveremos a
encontrar en las improvisaciones del teatro invisible y del psicodrama*.)
Pero la universalidad del teatro en el teatro, a través de las épocas y de los estilos, se explica por la
hipótesis de la propiedad epistemológica de esta técnica. Él teatro, en efecto, es una
"metacomunicación", una comunicación a propósito de la comunicación entre los personajes
(OSOLSOBE. 1981). De manera idéntica, el teatro en el teatro trata al teatro de una manera teatral,
sirviéndose, en consecuencia, de los procedimientos artísticos de este género: se torna imposible
disociar lo que dice el autor a propósito de la escena, de lo que expresa esta escena. (¿Seis personajes
en busca de un autor, no es la puesta en escena de veinticinco siglos de poética teatral?). De este modo,
el teatro en el teatro es sólo una manera sistemática y consciente de sí misma de hacer teatro. A partir de
esta hipótesis, se comenzará pues por examinar los elementos metateatrales en las obras, y se extenderá
al discurso* teatral esta propiedad de desdoblar espontáneamente la ficción y la reflexión acerca y a
través de esta ficción (metateatro*, denegación *).
NELSON, 1958 - REISS, 1971 - SWIONTEK, 1971 - Revue des sciences humaines, 1972 -
KOWZAN, 1976.
Teatro de tesis
El teatro de tesis es una forma sistemática de teatro didáctico*. Las obras desarrollan una tesis
filosófica, política o moral, con el propósito de convencer al público de su legitimidad, invitándolo a
utilizar más su reflexión que sus emociones. Toda obra obligatoriamente presenta una tesis, en un
embalaje más o menos discreto: la libertad o servidumbre del hombre, los peligros de tal actitud, la
fuerza del destino o de las pasiones. El teatro de tesis no vacila, sin embargo, en formular problemas con
un comentario muy didáctico. Dramaturgos como IBSEN, SHAW, GORKI o SARTRE han escrito obras
que deseaban hacer reflexionar al público, incluso obligarlo a cambiar la sociedad.
Este género no es bien recibido en la actualidad, pues se lo asimila (a menudo demasiado
rápidamente) a una lección de catecismo o de marxismo y se estima que trata al público como a un niño,
en vez de obligarlo a "buscar el problema" (BRECHT). Es verdad que bien a menudo la importancia de
las tesis evocadas conduce fastidiosamente a descuidar la forma dramática y a utilizar una estructura
dramática siempre "conveniente" y un discurso excesivamente directo, y que fácilmente se hace
fastidioso.
—> Obra de tesis.
Teatro total
Estilo de representación que busca utilizar todos los medios artísticos disponibles para producir un
espectáculo que apele a todos los sentidos y produzca de este modo la impresión de una totalidad y de
una riqueza de significaciones que subyugue al público. Todos los medios técnicos (de los géneros
existentes y futuros), en particular los medios modernos mecánicos, de escenas movibles y de la
tecnología audiovisual, están a disposición de este teatro. Los arquitectos del Rauhaus han realizado el
esbozo más completo de dicha representación: "El teatro total debe ser una creación artística, un conjunto
orgánico de redes de relaciones entre iluminación, espacio, superficie, movimiento, sonido y ser humano
con todas las posibilidades de variaciones y combinaciones de estos diversos elementos"
(SCHLEMMER, citado en: MOHOLY-NAGY, 1925).
I. REALIZACIONES Y PROYECTOS
El teatro total es más bien un ideal estético, un proyecto futurista, que una realización concreta de la
historia teatral. Ciertas formas dramáticas presentan un esbozo: el teatro griego, los misterios medievales
y las obras barrocas de gran espectáculo. Pero es sobre todo a partir de WAGNER y su
Gesamtkunstwerk* cuando esta estética adquiere su forma en la realidad y en la dimensión imaginaria
del teatro. Manifiesta el deseo de tratar el teatro en sí mismo y no como un sub-texto literario. ARTAUD
no hace sino sistematizar esta concepción semirrealista, semifantástica: "Lo que deseamos es romper con
el teatro considerado como un género distinto, y actualizar la vieja idea, en el fondo nunca realizada, del
espectáculo integral. Sin que, bien entendido, el teatro se confunda en ningún momento con la música, la
pantomima o el baile, y en particular con la literatura" (1964a).
MOHOLY-NAGY, 1925 - BARRAULT, 1959 - KESTING, 1965 -World Theatre, 1965, 1966.
Teatrología
El estudio del teatro en todas sus formas y aspectos. Este término reciente y limitado al empleo
"erudito", si no científico, corresponde mejor al término alemán Theaterwissenschaft. Lo determinante en
él, más que su exigencia científica, es la totalidad y autonomía de la disciplina crítica encargada de
examinar las manifestaciones teatrales.
La aparición del término y la noción misma coinciden con dos fenómenos estrechamente vinculados:
1.- la emancipación del teatro del "reino" literario;
2.- el advenimiento de la puesta en escena*. La autonomía del teatro repercute en la práctica
escénica (combinatoria de sistemas escénicos cuyo equilibrio e interacción constituyen la clave del
sentido escénico) y en la visión crítica del teatro (combinatoria específica de las artes de la escena
reestructuradas y fundidas en el acontecimiento teatral de la representación).
El reino del director teatral produce naturalmente la imagen de la orquestación del espectáculo bajo
la dirección de una sola y misma perspectiva, de manera que esta ciencia de la coordinación crea su
propio objeto: el teatro/la teatrología (de la misma forma que existe una psicología, una sociología o una
estética).
Teatrología es la designación más amplia y también más vaga con respecto a su orientación
metodológica. Abarca todas las direcciones de análisis (dramaturgia*), escenografía, técnicas del actor,
análisis de la escena y de la representación, orientaciones históricas y sociológicas, estudio de las
relaciones del teatro con la vida cotidiana, etc. De este modo, teatrología y semiología* se
complementan mutuamente y de ningún modo entran en conflicto. Ambas metodologías (más que
disciplinas de contornos precisos) convergen en su intento por abarcar todos los aspectos de la actividad
teatral y fundar su sustrato epistemológico.
—> Descripción.
STEINBECK, 1970 - KIAJNDER, 1971 - KNUDSEN, 1971 - SLAWINSKA, 1979.
Técnica teatral
Conjunto de procedimientos* de composición dramatúrgica, de utilización eficiente de la escena y de
actuación escénica. La técnica del teatro reúne la dramaturgia*, la semiología* y el arte del actor.
El estudio de la técnica teatral, desdeñado a veces en nombre de una estética que no tolera el
análisis y la reflexión crítica, no desarma ni destruye la representación. No excluye ninguna forma para la
explicación de la estructura del texto y de la escena. Considera el producto finito de la puesta en escena
como el resultado y la respuesta a los problemas técnicos que se le han planteado al equipo de
realización: ¿cuáles son las fuentes literarias a emplear? ¿Cómo seleccionar los hechos presentados?
¿Cómo vehicular dramáticamente una filosofía o un punto de vista? ¿Cómo vestir al héroe? ¿Cómo situar
el lugar escénico? ¿Cómo (hacer) pronunciar los versos? ¿Cómo resolver el conflicto? ¿Cómo establecer
un silencio? Múltiples son las preguntas concretas y prácticas que toda puesta en escena * tendrá que
resolver.
Técnico
Persona que se ocupa, durante la representación, de los cambios de decorado, efectos especiales, de
la utillería y de los objetos escénicos. Hasta comienzos de la representación épica (particularmente la
brechtiana), el técnico actuaba forzosamente "entre bastidores", es decir, en la oscuridad u oculto tras el
telón. El técnico no debía romper la ilusión * de un mundo escénico natural y autónomo. Sin embargo, es
necesario señalar que aún antes de BRECHT y la cohorte de los "distanciadores", el técnico cumplía a
veces una función "desilusionante": así, en la comedia clásica (ARISTOFANES), se apelaba al
tramoyista y la tramoya, lo que rompía la ilusión. Hoy en día, en la práctica escénica de vanguardia, las
intervenciones del técnico, incluso sus intrusiones en la representación, ya no se ocultan; por el contrario,
se ha convertido en el garante y signo de la práctica* teatral, hasta el punto de dar la impresión de que su
empleo está en el seno mismo de la ficción* narrada. Por otra parte, su tarea, cuando no pasa del manejo
de los objetos ligeros, es asumida con frecuencia por los actores mismos: los cambios se hacen a la vista,
y no hay entonces una ruptura neta entre la acción escénica y las interrupciones de la representación. De
este modo, los actores aparecen como lo que jamás han dejado de ser: trabajadores de la escena,
mientras que los técnicos son "teatralizados" e integrados al espectáculo, intérpretes que median entre los
actores y el público.
Teichoscopia
(Del griego teichoskopia, visión a través de la pared, procedente del término empleado para
describir una escena de HOMERO —Iliada, 3, 121 a 244— donde Helena describe a Priamo los héroes
griegos que sólo ella percibe.)
Medio dramatúrgico por el cual un personaje describe lo que sucede tras los bastidores en el instante
mismo en que el observador lo relata (extra-escena *). Esto evita representar acciones violentas o
indeseables, al mismo tiempo que da al espectador la ilusión* de que éstas realmente, están ocurriendo y
que las ve a través de una persona intermediaria. La teichoscopia, similar al reportaje radiofónico (por
ejemplo, de una competición deportiva), es una técnica épica: renuncia a los medios visuales,
centrándose al mismo tiempo en el enunciador y logrando una tensión quizás aún más expresiva que si el
acontecimiento fuera representado. Amplía el espacio escénico, pone en relación diversas escenas, lo
cual refuerza la veracidad del espacio propiamente visible a partir del cual se efectúa el reportaje.
Algunos casos de teichoscopia: KLEIST (Pentesilea), GOETHE (Gótz von Berlichingen),
BEAUMARCHAIS, BRECHT (Galileo) y particularmente GIRAUDOUX (Electro, La guerra de Troya
no tendrá lugar), Santa Juana de América, de A. LIZARRAGA.
Tema
I. IDEA U ORGANIZACIÓN CENTRAL
El tema general es el resumen de la acción o del universo dramático, su idea central o su principio
organizador. Esta noción, muy empleada en el lenguaje crítico, no presenta suficiente rigor.
Los temas son los elementos del contenido (las ideas centrales, las imágenes, el discurso* de la pieza
y de la puesta en escena). Tema es, pues, sinónimo de motivo* o leitmotiv*. Esta noción, a pesar de su
utilidad pedagógica evidente, es difícilmente manejable en el análisis dramático, pues presupone un
acuerdo inicial, en relación con la naturaleza y el número de temas de una obra, lo cual rara vez ocurre;
además, hablar de temas generales siempre es una actividad superficial y poco científica. Cada intérprete
rastrea una infinidad de temas en el texto y en la escena; lo importante es organizados jerárquicamente y
extraer la resultante o tema general.
Es casi imposible describir todas las formas bajo las cuales puede detectarse el tema, pues esta
noción se disuelve en el conjunto del texto dramático (e incluso de la puesta en escena, que crea ciertas
imágenes o temas recurrentes). Aislar un tema, es decir, un contenido separado de su forma, es igualmente
problemático. En efecto, no existe en el texto poético y dramático una disociación entre la forma y el
sentido*, sino imbricación de ambos: es el carácter único y no fijo de la imbricación lo que manifiesta la
poética del texto. Al extraer de la obra ciertos temas, nos entregamos más a una operación extraliteraria
de comentario o de interpretación que a un análisis científico de la obra.
El tema es un esquema más o menos consciente y obsesivo del texto. Es tarea del crítico rastrear
estas estructuras temáticas, pero también decidir a través de qué temas la obra se explica mejor y es más
productora de sentido (polisemia del texto y de la escena, apertura* de significaciones posibles).
Aquello de que hablan los personajes y sobre lo cual deben, en principio, ponerse de acuerdo para
comunicarse realmente. El tema difiere del contexto *, el cual depende de la situación de enunciación y
de la forma en que los locutores comprenden el tema común de su conversación.
Tematización
Cuando un tema adquiere una importancia tal que se transforma en un principio estructural del
universo dramático, podemos hablar de tematización. Por ejemplo, en Juego de amor y azar, el tema de
la mirada no sólo tiene el valor de leitmotiv*, sino que llega a ser el principio en el cual descansa la
acción de la obra: mirar al otro para conocerlo; no temer ser mirado; llegar a un punto en que la mirada
es circular y donde el observador y el observado no están en conflicto.
SZONDI (1956:74-82) muestra cómo la forma épica se impone a partir del momento en que el
análisis de las relaciones humanas revela una ausencia de intercambio y de diálogo. Este tema de la
comunicación interrumpida entre los individuos se encuentra dramáticamente formalizado en el teatro
épico* (ausencia de conflicto*, aislamiento de personajes). Se trata aquí de un fenómeno de
tematización gracias a una nueva forma (e, inversamente, de formalización de un nuevo tema
ideológico).
Tempo
(Del italiano tempo, tiempo.)
Término musical (a veces utilizado en el vocabulario teatral), indicación de un movimiento que no es
marcado por el compás del metrónomo. Sinónimo de ritmo*, rapidez y densidad de la ejecución. En
música, como en la puesta en escena, la interpretación del tempo se deja, en gran medida, a discreción
del director, incluso del actor. Las acotaciones sobre la calidad del flujo verbal y de la actuación sólo
abundan en el texto naturalista y en la obra psicológica o de conversación.
Tensión
I. ACTITUD PSICOLÓGICA
Todo segmento del texto o de la escena no tiene en sí mismo ningún valor; se proyecta en el siguiente
hasta la catástrofe o hasta el final de la obra. Esta propiedad del teatro dramático ha conducido a
algunos a erigirlo en principio de la estructura teatral (STAIGER, 1946). La estructura dramática
aparece, pues, como un arco donde cada acción extiende un poco más la cuerda hasta lanzar la flecha
mortal. El principio de tensión vale para la acción, la fábula y el discurso: cada elemento del conjunto
recibe y prolonga el impulso recibido. Otras dramaturgias, particularmente las formas épicas, descansan
en principios muy diferentes (discontinuidad, fragmentación, aislamiento de secuencias).
En un sentido bastante "vago", se habla de tensión como principio contrastivo entre elementos
dialécticos: lo dicho y lo mostrado, lo dicho y el decir (distanciación*), lo general y lo particular
(historia*), lo concreto y lo abstracto (realismo*), la forma y el contenido (epización *).
V. FORMAS DE LA TENSIÓN
En un sentido estrictamente dramático, existe sólo un tipo de tensión: aquella que se centra en la
sucesión, en el "suceso" y que concentra todo (incluso al espectador) en el epílogo. BRECHT opone la
tensión al desarrollo y al cómo de la acción. Cuando el resultado del conflicto se conoce de antemano
(drama analítico*), la tensión está totalmente disipada y el desarrollo épico deja una absoluta libertad
de intervención.
—> Dramático y épico, lectura, estructuras dramáticas, suspense. FREYTAG, 1857 - GENETTE,
1972.
Teoría del teatro
Disciplina en elaboración que se interesa por los fenómenos teatrales (texto y escena) para
explicarlos integrándolos en un conjunto más amplio constituido por un sistema de leyes que rigen la
representación.
I. TEATRALIDAD Y LITERARIDAD
Siguiendo el ejemplo de la teoría literaria, cuyo objeto es la literaridad, la teoría teatral Se da como
objeto de estudio la teatralidad*, es decir, las propiedades específicas de la escena y de las formas
teatrales históricamente manifestadas. El sistema general que intenta construir debe considerar tanto
ejemplos históricos como formas teóricamente posibles: la teoría es una hipótesis acerca del
funcionamiento de la representación particular estudiada. Provisto de esta hipótesis, el investigador se
concentrará luego en precisar el modelo y en restringir o ampliar la teoría.
Nos encontramos aún muy lejos de una teoría teatral unificada debido a la amplitud y a la diversidad
de aspectos que deben ser teorizados: recepción * del espectáculo, análisis del discurso, descripción* de
la escena, etc. Esta diversidad de perspectivas hace muy difícil la elección de un punto de vista
unificador y de una teoría científica capaz de abarcar la dramaturgia, la estética, la semiología. Hasta
ahora, en efecto, antes de la investigación estructuralista de un sistema lo suficientemente vasto para dar
cuenta de las manifestaciones teatrales, la teorización era labor de diversas disciplinas: la dramaturgia*
(para la composición de la obra, las relaciones de espacio y tiempo de la ficción y de la puesta en
escena); la estética* (para la producción de lo bello y de las arles escénicas); la semiología* (para la
descripción de sistemas escénicos y la construcción del sentido).
Estas tres disciplinas, cuyo enfoque se pretende lo más "científico" posible, son instrumentos para la
teoría teatral; por lo tanto, no deberían competir entre sí, sino permitir una reciprocidad metodológica
entre la obra particular y el modelo teórico del cual constituyen una variante posible. En este sentido, es
inútil preguntarse qué disciplina abarca todas las otras: a veces es la estética como teoría de la
producción/recepción de la obra de arte; otras la dramaturgia, como esquema de todas las interacciones
posibles entre tiempo/espacio de la ficción y de la representación; finalmente, la semiología aporta un
análisis de todos los sistemas significantes y de su organización en el acontecimiento teatral.
Jamás hay que separar la construcción teórica de los ejemplos concretos. El trabajo escénico y la
investigación formal e ideológica modifican constantemente la hipótesis teórica. Esta tiene como único
criterio válido su fecundidad con respecto a la descripción de obras y para la invención de nuevas
formas. La práctica implica, pues, tanto los análisis concretos del crítico como la experimentación
escénica del equipo de realización.
BENTLEY, 1957 - NICOLL, 1962 - CLARK, 1965 - STEINBECK, 1970 - KLÜNDER, 1971 -
ARTIOLI, 1972 - DUKORE, 1974 -KESTERN y SCHMID, 1975 - SLAWINSKA, 1979, Tesis.
Terror y piedad
Para ARISTOTELES, la tragedia consuma la purgación (catarsis*) de las pasiones provocando la
piedad y el terror en el espectador. Hay compasión y por lo tanto identificación, "cuando presumimos que
nosotros (o alguno de los nuestros) también podríamos ser víctimas, y que el peligro parece próximo"
(ARISTOTELES, Retórica, 11:3). En este caso, los personajes, según el dogma clásico, no deberán ser
ni "absolutamente buenos" ni "absolutamente malos"; es necesario que "caigan en desgracia por alguna
falta que les mueva a lamentarse sin llevarlos al odio" (RACINE. Prefacio a Andrómaca).
Tesis
Véase obra de tesis
Texto dramático
I. DIFICULTADES DE UNA DEFINICIÓN RESTRICTIVA
Es cada vez más problemático proponer una definición del texto dramático, pues la tendencia actual
de la escritura dramática es la de reivindicar cualquier texto para una puesta en escena eventual; la
"última" etapa —la puesta en escena de la guía telefónica— ya casi no parece una humorada y una
empresa irrealizable. Todo texto es potencialmente teatralizable, y lo que hasta el siglo XX se
consideraba, como la característica de lo dramático —los diálogos, el conflicto y la situación dramática,
la noción de personaje escénico— ya no parece la condición sine quan non del texto teatral. A lo más
habrá que limitarse a señalar algunas características del texto en la dramaturgia occidental.
A. Durante largo tiempo se ha concebido el teatro como parte integrante de la literatura, siendo el
discurso teatral únicamente un caso particular del discurso literario. Esto condujo a descuidar el aspecto
escénico de la representación o a considerar la estructura superficial como variable y, en última
instancia, redundante.
B. Por reacción, en particular con el enfoque dramático y semiológico, el teatro ha vuelto a encontrar
su lugar específico entre los otros sistemas artísticos (y no ya como una sucursal de la cosa literaria). Se
le considera como sistema significante multicodificado que se vale, entre otros, del lenguaje articulado.
La representación pone en escena (en enunciación) enunciados icónicos*, gestuales y verbales. Ya no es
el texto el que produce el conjunto de personajes/actores, sino que el conjunto enunciante modula y
modaliza* el texto dramático.
Texto escénico
Al texto principal* (de los actores) y secundario* (el de las acotaciones*), se añade el texto
("invisible e ilegible") de la puesta en escena *, es decir, el de la descripción del desarrollo del
espectáculo. Este texto escénico que a veces se materializa en el libro de dirección* o en un esquema
ilustrado, como el Modellbuch brechtiano, es un metalenguaje encargado de describir y reconstruir el
espectáculo, un instrumento casi mnemotécnico para fijar la puesta en escena. Su importancia es capital,
no solamente para conservar por escrito la puesta en escena, sino especialmente para poner en claro la
lectura * del texto puesto en escena y comprender las opciones estéticas e ideológicas del espectáculo. A
veces encontramos la expresión equivalente de texto espectacular.
Texto y escena
La reflexión sobre las relaciones del texto y la escena implica un debate de fondo sobre la puesta en
escena*, sobre el estatuto de la palabra en el teatro y sobre la interpretación* del texto dramático.
I. EVOLUCIÓN HISTÓRICA
A. La posición logocéntrica:
Por largo tiempo —desde ARISTOTELES hasta el comienzo de la puesta en escena como práctica
sistemática, a fines del siglo pasado— el teatro fue encasillado en una concepción logocéntrica. Aunque
esta actitud sea característica de la dramaturgia clásica, de la dramaturgia aristotélica o de la tradición
occidental, de todas formas hace del texto el elemento primero, la estructura profunda y el contenido
esencial del arte dramático. La escena (el "espectáculo" como dice ARISTOTELES), es algo que se suma
posteriormente como ex-presión superficial y superflua que sólo apela al sentido y a la imaginación y que
desvía al público de las bellezas literarias de la fábula y de la reflexión sobre el conflicto trágico. Una
asimilación teológica se produce entre el texto, refugio del sentido, de la interpretación y del espíritu de
la obra, y la escena, lugar periférico de lo llamativo, de la sensualidad y del cuerpo imperfecto.
En este circuito interpretativo, ciertos elementos parecen fijos: el texto (I) y su interpretación (II);
otros parecen destinados a cambiar: las innumerables puestas en escena de una misma obra. Pero, como
ahora vemos, es la nueva interpretación del director lo que pone en movimiento las otras modificaciones.
Este cambio interpretativo se explica por la evolución de puntos de vista acerca de los textos,
eventualmente por la renovación de redes de desciframiento y sin duda, por la evolución del público que
fuerza a la puesta en escena a adaptarse a sus códigos y gustos. Mientras se creyó que la interpretación
era un acto definitivo, fue lógico proponer una misma lectura del texto y cambiar en las puestas en escena
algunos detalles exteriores. Inversamente, podríamos sostener que cuando no hay una nueva
interpretación fundamental de la obra, las puestas en escena no cambian: a pesar de la apariencia de gran
variedad en las puestas en escena, éstas continúan vinculadas a los mismos presupuestos; esté Hamlet en
traje de baño (según BESSON en la Volksbiine de Berlín) o juegue con un yoyó (¿en una próxima
figuración?).
Textualización
1.- Término de la gramática generativa y de la teoría del texto: forma en que se pasa (en una serie de
operaciones de transformación) de las estructuras profundas que dan cuenta del paso de los mecanismos
sintáctico-semánticos a la estructura superficial (o de superficie) del texto. Según una teoría sintáctica, el
texto dramático es un producto acabado y los conflictos y las relaciones actanciales* son las estructuras
fundamentales del relato que preexísten lógicamente al texto final.
2.- ¿Significa esto, en términos de "artesanado literario", que escribir la obra consistiría en mostrar el
paso de cierto número de oposiciones lógicas (conflictos, relaciones interpersonales) al texto final de la
fábula* y a los detalles de las acciones* e intrigas*, paso que se realizaría progresivamente
especificando las oposiciones del esquema actancial y enumerando las diversas etapas de la progresión?
Es del todo evidente que el dramaturgo rara vez procede de este modo (aun cuando RACINE declare
que una vez terminado el plan de la obra sólo tiene que escribirla). La textualización no es un método
concreto de escritura; es sólo una hipótesis abstracta reconstituida por el teórico (el gramático del texto)
para dar cuenta de las etapas lógicas de la génesis del texto y del vinculo entre estructura profunda
actancial* y el texto definitivo. No es sorprendente entonces que los pormenores de las diferentes fases
de la textualización sean mal conocidos, puesto que una distancia considerable separa un modelo
actancial abstracto del texto concluido. Además, los mecanismos de escritura*, sobre todo en los textos
modernos, no están necesariamente sometidos a un tipo preciso de textualización. Tampoco es obligatorio
que el autor parta de un esquema actancial definido, y la textualización puede abarcar toda una serie de
conflictos y peripecias en cinco versos o en cuatro actos. La textualización es, pues, todavía un
instrumento —y quizás lo será por mucho tiempo— rudimentario, particularmente útil para el teórico del
relato. Por el momento, el único nivel acerca del cual tenemos informaciones sólidas, es el nivel
profundo del código actancial y de las reglas de transformación de la sintaxis del relato.
3.- Luego sería preciso examinar la hipótesis de una textualización específicamente teatral. El hecho
que el texto dramático sea siempre una especie de "script*"en espera de una realización escénica, y por
lo tanto incompleto, debe necesariamente tener repercusiones sobre su constitución. De este modo
podemos suponer que las indicaciones espacio-temporales serán abundantes y explícitas únicamente en la
novela y en la poesía: en efecto, desde el momento en que el texto dramático es puesto en situación,
"expresa" (es decir, muestra) inmediatamente su lugar y tiempo de enunciación. Su ritmo, su calidad
retórica son siempre perceptibles en la escena. Por ello, no es dudoso que haya una escritura* o un
lenguaje* dramático, pero la formalizaron de este tipo de textos tropieza con el problema de las
diferencias de estilo teatral en la historia y en la casi imposibilidad de establecer una norma lingüística
para definir el lenguaje dramático.
Theatron
Palabra griega que designaba el lugar desde donde se miraba, y luego el espacio donde se situaba el
público (en las gradas o hemiciclo); más tarde, la masa de espectadores y, posteriormente, el edificio en
su totalidad donde tenían lugar las representaciones. Hoy en día. teatro es el término más general para el
edificio, la escena, el arte como género literario, el conjunto de la obra de un escritor o de una época
("teatro de CALDERON", "teatro alemán"), lugar donde ocurre algo ("teatro de los hechos"..., "teatro del
mundo").
Numerosas lenguas conservan de la etimología de theatron la representación de un acontecimiento
visible (teatro, Shauspiel, Divadlo, etc.).
Tiempo
El tiempo es uno de los elementos fundamentales de la constitución del texto dramático y de su
presentación ("presentificación") escénica.
Está tan amalgamado con éstos que es difícil desmontar su mecanismo y analizar sus engranajes.
Parece indispensable considerar al menos su doble naturaleza.
A. El tiempo dramático:
1.- Es el tiempo específico de la (re)presentación teatral. Sólo existe como vivido por la conciencia
del espectador, como vivencia*, es decir, vinculado a su desarrollo escénico desde el comienzo hasta el
final de la manifestación del espectáculo. Este tiempo es el de un presente continuo; se escurre
constantemente para dejar lugar a otro presente siempre renovado (presencia*). Es materialmente
perceptible en sus encarnaciones escénicas. Es un tiempo icónico "percibido" directamente por el
público y que constituye una experiencia que ningún discurso podrá reemplazar.
2.- Todos sus medios de expresión escénica buscan encarnar el tiempo dramático en los objetos (es
decir, en un espacio) que se transforman (es únicamente en la transformación de la praxis* donde
podemos percibir el paso del tiempo). Sus técnicas más frecuentes son: la modificación del decorado
(ritmo de las estaciones, deterioro, cambios de cuadros*), los juegos de luces, el ritmo* de presentación
de las fases de la acción, la progresión dialéctica de la acción: acción/reacción/resultado, el ritmo de las
entradas y salidas de las personas, la retórica de los parlamentos y de los intercambios verbales, y
cualquier otro procedimiento que dé la idea de modificación o progresión. A todas estas técnicas de
visualización de la acción escénica, sería preciso añadirles otra acción, rara vez mencionada, pero que
también participa en la producción de sentido: la acción verbal o acto de lenguaje de los personajes.
B. El tiempo de la ficción:
1.- No es exclusivo del teatro, sino propio de lodo discurso narrativo que anuncie la temporalidad y
fije el marco temporal de la ficción por todo tipo de indicaciones. Es un tiempo descrito por la palabra
que no podemos percibir directamente como tiempo dramático, y que necesita la mediación del discurso.
Remite a una extra-escena y apela a nuestra imaginación para ser simbolizado en un sistema de
referencia. Este tiempo, al ser descrito por el discurso del personaje, está sujeto a todo tipo de
manipulaciones: el error (sin embargo, necesario para la ficción) es creer que realmente existe en la
realidad y que se estructura lógica e históricamente como el tiempo del calendario (ilusión referencia!*),
La naturaleza de estas manipulaciones sin duda está en función del tipo de dramaturgia. Sin embargo, en
la dramaturgia clásica observamos una tendencia a la concreción y sobre todo a la desmaterialización de
este tiempo ficticio: se filtra a través de la palabra (a menudo el relato*) del personaje y se reduce a un
empleo simbólico y controlado por el locutor. Este utiliza todos los datos temporales en función de su
situación presente y, en el caso del héroe clásico, en función de su conciencia psíquica y moral dentro del
universo dramático. De modo que al término de la '‘filtración", este tiempo ficticio es evaluado y
escenificado, y por lo tanto confrontado al tiempo dramático. En otras palabras, el proceso de
desmaterialización del tiempo desemboca en la pura presencia del personaje en situación y en conflicto,
tal como lo percibimos ante nosotros. Y este personaje, o más bien esta conciencia, constituye a la vez el
conflicto, lo trágico y lo ideológico de la obra, imagen encarnada del hombre accionando y agitado desde
siempre por una temporalidad mítica: la de la ficción de la fábula representada. De hecho, el tiempo
épico (no en el sentido brechtiano, evidentemente, sino en el sentido de tiempo narrado) busca
autoanularse, existir únicamente bajo la forma de una palabra y en un universo ficticio no visible
directamente, pero simbolizado por la imaginación combinada del poeta y del auditor que escucha el
relato exterior a la escena narrada por los personajes. Comprendemos entonces la necesidad y la lógica
—en este marco ideológico— de la unidad de tiempo: es normal que la realidad temporal se reduzca al
máximo (doce o veinticuatro horas) puesto que debe, para lograr su realización escénica, pasar por la
conciencia filtrante del héroe visible sobre la escena, el cual sólo dispone de dos o tres horas para
reproducir esta estampa del mundo y de la temporalidad exterior. El drama clásico desmaterializa y
reduce el tiempo exterior para dar la ilusión de una palabra pura, de un discurso donde coinciden el
mundo y el personaje simbolizado, el conflicto dramático y, en suma, la ideología de la obra. En cambio,
la estética realista o naturalista exhibirá el tiempo de la historia, lo presentará directamente en la escena
sin la mediación de la conciencia y del discurso del personaje. No se intentará narrar el tiempo, sino
hacerlo presente, convertirlo en personaje histórico que gobierna todo los procesos sociales y que
impregna a los personajes que los viven. La misma actitud, simplemente señalada con un signo •‘menos",
caracterizará el teatro del absurdo: allí también el tiempo dramático se presenta y concreta, pero es vacío
y circular, no desemboca en nada, mantiene a los hombres en una misma "situación sin futuro"
(BECKETT, IONESCO, J. DIAZ y anteriormente JARRY).
2.- Este tiempo (épico) de la ficción se expresa con los medios utilizados por el discurso verbal para
situar en el tiempo el tema del universo simbolizado: esencialmente los adverbios, los complementos de
lugar, el sistema temporal de los verbos. Este último sistema tiene la particularidad de fijar el discurso en
el hic et nunc del locutor (por lo tanto, también aquí, de llevar lo dicho al acto de decir, el tiempo épico
al tiempo dramático).
La cuestión de la inscripción del tiempo en el texto plantea el problema de la pre-puesta en escena *:
¿existe, fuera de las indicaciones explícitas de tiempo y lugar, la indicación de una manera de representar
el texto: según qué ritmo, con qué pausas? El texto dramático, ¿es comparable a una partitura* musical
donde la estructura temporal de la futura interpretación está necesariamente indicada? Un estudio sobre la
retórica* del texto, sobre la producción de sentido, pero también de los silencios* sería aquí necesaria.
Por el momento constatamos que esta lectura del tiempo textual la realizan intuitivamente el
dramaturgista* y el director, y que éstos probablemente no pueden distanciarse del modo de lectura
hasta el punto de reinventar un esquema rítmico que no proceda de aquél.
1.- El tiempo se extiende en cierta longitud, la cual puede ser medida objetivamente (horas, años,
etc.).
2.- El tiempo posee cierto "espesor" cuando varios sistemas escénicos se asocian para concretar su
presencia y su transcurrir.
3.- El tiempo es también duración —noción bergsoniana de difícil manejo por su subjetividad
("duración pura, duración concreta, duración realmente vivida"— BF.ROSON, Los datos inmediatos de
la conciencia. pág. 74). De una forma muy esquemática, podemos hacerla figurar en la intersección de
cierta extensión, objetivamente medible, y de una insistencia en un momento privilegiado donde la
atención del espectador es absorbida por la puesta en juego de los medios escénicos o por su
identificación hipnótica con un personaje.
Todo espectáculo se somete a estos tres elementos, y su tipología, entre otras cosas, depende de su
importancia relativa:
— el espectáculo puede dilatarse sobre un momento extenso (tiempo de la representación y tiempo
representado) y dar la impresión de durar muy poco; puede dar la impresión de durar largo tiempo,
cuando de hecho no pasa más allá de dos horas; en cambio, durará poco tiempo cuando la tensión *
dramática sea constante: un mismo segmento temporal varía en duración según la obra, su lugar en la
curva dramática y la recepción del espectador.
Este fenómeno obliga a distinguir dos modos temporales dentro de lo que hemos denominado tiempo
dramático:
1.- el tiempo objetivo y mcdible del espectáculo, el del reloj situado en la sala;
2.- el tiempo-duración de la representación, tiempo ficticio. Este tiempo, difícilmente mediblc, es un
sistema semiológico: se articula en significante —los medios de expresión escénicos que figuran el
desarrollo temporal , y en significados —la significación que atribuimos a los significantes . Es evidente
que sólo traducimos en significados una parte de los significados escénicos del tiempo, aunque sólo sea
porque nuestra atención no puede fijarse sobre "todo lo que se mueve" y porque ciertos significantes no
quieren decir nada para nosotros. Por io tanto, existen zonas no-descifrables en la representación: los
momentos que no consideramos, los "tiempos-muertos" que no nos atañen. De manera que el tiempo de la
ficción, tal como la recibimos, está como fragmentado y es inferior en extensión al tiempo real del
espectáculo. Fenómeno, por lo demás, bien conocido por cada espectador: periódicamente nos
distraemos y construimos el universo dramático a partir de trozos de espectáculo y de jirones de
conciencia.
En resumen, los tres tiempos del teatro son:
1.- el tiempo épico o tiempo referente;
2.- el tiempo dramático —de la Ficción o tiempo-signo;
3.- el tiempo dramático —de la realidad del espectador o tiempo vivenciaI real.
Tópico
Véase estereotipo.
Trabajo teatral
Este término —quizás es una traducción inconsciente del libro de BRECHT que lleva el título de
Theaterarbeit— provoca un gran interés en la actualidad, pues evoca no solamente el trabajo estricto de
ensayos y de aprendizaje de texto por los actores, sino también el análisis dramático*, la traducción y la
adaptación, las improvisaciones gestuales, la búsqueda del gestus*, de la fábula* o la apertura del texto
a una pluralidad de sentidos, la ubicación de los actores, el acabado del vestuario, los decorados, la
iluminación, etc. De este modo, trabajo teatral implica una concepción dinámica y operatoria de la
puesta en escena. Encontramos necesariamente su presencia en la realización final, y a veces esta
presencia se muestra y se conserva voluntariamente como parte integrante de la obra (metateatro*, § 4).
La revista francesa Travail théâtral, que viene apareciendo desde 1971, interviene en todos los
niveles de la producción del espectáculo y de la actividad teatral, reanudando de este modo la
concepción brechtiana de una teorización basada en una práctica continua y transformadora.
Tragedia
(Del griego tragoedia, canción del macho cabrío —sacrificado por los griegos en nombre de los
dioses.)
Obra que representa una acción humana funesta, que a menudo termina con una muerte.
ARISTOTELES da una definición que influirá profundamente sobre los dramaturgos hasta nuestros días:
"La tragedia es la imitación de una acción elevada y completa, de cierta magnitud, en un lenguaje
distintamente matizado según las distintas partes, efectuada por los personajes en acción y no por medio
de un relato, y que suscitando compasión y temor lleva a cabo la purgación de tales emociones" (1449b).
Muchos elementos fundamentales caracterizan la obra trágica: la catarsis * o purgación de las
pasiones por la producción del temor y de la piedad; la hamartia* o acción del héroe que pone en
movimiento el proceso que lo conducirá a su perdición; la hybris*, orgullo y obstinación del héroe que
persevera a pesar de las advertencias y que se niega a claudicar; el pathos*, sufrimiento del héroe que la
tragedia comunica al público. La secuencia típicamente trágica tendría esta "fórmula mínima": el mito* es
la mimesis* de la praxis* a través del pathos* hasta la anagnórisis*. Lo que en otras palabras significa:
la historia trágica imita acciones humanas en torno al sufrimiento de los personajes y a la piedad*, hasta
el momento del reconocimiento* de los personajes entre sí o de la toma de conciencia del origen del
mal.
Bien entendido, todas las variaciones y perversiones de esta forma ideal de tragedia aparecen
ilustradas en la historia de las literaturas.
Tragedia mixta
Obra que conserva una atmósfera y un estilo trágicos, pero que integra algunos elementos cómicos o
tragicómicos (variedad de medios sociales, de niveles de lenguaje, de intensidad del ductus trágico).
Ejemplos: SHAKESPEARE, el Sturm and Drang, GRABBE, HUGO, MUSSET. GIRAUDOUX.
—> Tragicómico.
Tragedia de la venganza
Este género, inspirado en la tragedia de SENECA, contiene como motivo* central la venganza del
héroe que mata a su ofensor. Ejemplos: La tragedia española, de T. KYD, Hamlet. El Cid.
Trágico
Es preciso distinguir cuidadosamente la tragedia*, género literario que posee sus propias reglas, y lo
trágico, principio antropológico y filosófico que se encuentra recurrentemente en varias otras formas
artísticas e incluso en la existencia humana. Sin embargo, es claramente a partir de las tragedias (de los
griegos a las tragedias modernas de GIRAUDOUX o SÁRTRE) donde se estudia mejor lo trágico, pues,
como señala P. RICOEUR. "la esencia de lo trágico (si existe una) se descubre únicamente por mediación
de una poesía, de una representación, de una creación de personajes; en suma, lo trágico es mostrado ante
todo en las obras trágicas, y realizado por héroes que existen plenamente en la imaginación. Aquí, la
tragedia instruye a la filosofía" (1953:449). En el estudio de las diferentes filosofías de lo trágico,
siempre volveremos a encontrar esta dicotomía:
1.- una concepción literaria y artística de lo trágico que se remite esencialmente a la tragedia
(ARISTOTELES):
2.- una concepción metafísica y existencialista de lo trágico que permite derivar al arte trágico de la
situación de la existencia humana (HEGEL, SCHOPENHAUER, NIETZSCHE, UNAMUNO).
No se trata de proponer una definición global y necesaria de lo trágico, pues los fenómenos y los
tipos de obras consideradas son demasiado diversos y demasiado ubicados históricamente como para
limitarse a un cuerpo hecho de propiedades trágicas. A lo sumo es útil bosquejar el sistema clásico de la
tragedia y sus prolongaciones modernas.
A. El conflicto trágico:
El héroe realiza una acción trágica cuando sacrifica voluntariamente una parte legítima de sí mismo a
intereses superiores, sacrificio que puede llegar hasta la muerte. HEGEL da una definición que muestra el
desgarramiento del héroe entre dos exigencias contradictorias: "Lo trágico consiste en esto: que en un
conflicto ambas partes de la oposición tengan razón, pero que no puedan alcanzar el verdadero contenido
de su finalidad sino negando e hiriendo a la otra fuerza, que también tiene los mismos derechos, y de este
modo se hacen culpables en su moralidad y por esta moralidad misma" (1965:377). Lo trágico se
produce por un conflicto inevitable e insoluble, y no por una serie de catástrofes o de fenómenos
naturales horribles, sino a causa de una fatalidad que se encarniza en la existencia humana. La desgracia
trágica es irremediable.
B. Los protagonistas:
Cualquiera que sea la naturaleza exacta de las fuerzas presentes, el conflicto trágico clásico siempre
contrapone al hombre con un principio moral o religioso superior. En la tragedia griega, "para que haya
acción trágica, tiene que haberse perfilado la noción de una naturaleza humana con características
propias, y en consecuencia los planos humano y divino han de ser lo bastante distintos para oponerse;
pero es preciso que aparezcan siempre inseparables" (VERNANT. 1972:39). Así, para HEGEL, el
verdadero tema de la tragedia es lo divino, no lo divino de la conciencia religiosa sino lo divino en su
realización humana a través de la moral y de la ley moral.
C. Reconciliación:
El orden moral siempre tiene, cualesquiera que sean las motivaciones del héroe, la última palabra:
"El orden moral del mundo, amenazado por la intervención parcial del héroe trágico en el conflicto de
valores iguales, se restablece a través de la justicia eterna cuando el héroe sucumbe" (HEGEL,
1965:377). A pesar del castigo o de la muerte, el héroe trágico se reconcilia con la ley moral y la justicia
eterna, pues comprende que su deseo era unilateral y afectaba la justicia absoluta sobre la cual descansa
el universo moral del común de los mortales: se nos presenta como un personaje que siempre admiramos,
incluso si es declarado culpable de los peores crímenes.
D. Destino:
Lo divino a veces toma la forma de fatalidad o de un destino que aplasta al hombre y que reduce su
acción a la nada. El héroe conoce esta instancia superior y acepta arrastrarla sabiendo que al entrar en
combate sella su perdición. La acción trágica, en efecto, comporta una serie de episodios cuyo
encadenamiento obligatorio sólo puede conducir a la catástrofe. La motivación es a la vez interna al
héroe y depende del mundo exterior, de la voluntad de otros personajes. La trascendencia asume
identidades muy diferentes en el curso de la historia literaria: fortuna, ley moral (CORNEILLE), pasión
(RACINE, SHAKESPEARE), determinismo social o hereditario (ZOLA, HAUPTMANN),
predestinación (TIRSO DE MOLINA, CALDERON)
E. La libertad trágica:
El hombre recupera así su libertad: "Fue una gran idea admitir que el hombre admite aceptar un
castigo incluso por un crimen inevitable, con el fin de manifestar de esta manera su libertad por la
pérdida misma de su libertad y zozobrar declarando los derechos de su voluntad libre" (SCHELLING,
citado en SZONDI. 1975b: 10). Lo trágico es, pues, tanto lo fatal como la fatalidad libremente aceptada
por el héroe. Este acepta el desafío trágico, acepta luchar, se atribuye la culpa (a veces
equivocadamente) y no busca ningún compromiso con los dioses: está dispuesto a morir para afirmar su
libertad, a fundar su libertad trágica en el reconocimiento de la necesidad.
F. La falta trágica:
Es a la vez el origen y la razón de ser de lo trágico (hamartia*) Para ARISTOTELES, el héroe
comete una falta y no "cae en la desdicha por su bajeza y maldad, sino por algún yerro" (Poética. 1453a).
Esta paradoja trágica (alianza de la falta moral y del error de juicio) es constitutiva de la acción, y las
diferentes formas de lo trágico se explican por la evaluación de esta falta reconsiderada sin cesar. La
regla de oro para el dramaturgo es en todo caso presentar héroes que no sean ni demasiado culpables ni
completamente inocentes. A veces, el trágico minimiza el peso de la falta, transformándola en un dilema
moral que sobrepasa la individualidad y la libertad del héroe (COR-NEILLE); otras, hace del héroe un
ser abandonado sin piedad a un dios oculto: de este modo según GOLDMANN (1955), lo trágico en el
héroe raciniano nace de la oposición radical entre un mundo sin conciencia auténtica y sin grandeza
humana, y el personaje trágico, cuya grandeza consiste precisamente en el rechazo de este mundo y de la
vida (352). Esta última concepción funda una concepción casi absurda de lo trágico: para J. M.
DOMENACH, "lo trágico aparece repentinamente como el presentimiento de una culpabilidad sin causas
precisas y por lo tanto la evidencia casi no es discutida" (1967:23). Lo trágico pronto se transforma en la
materialización de la falta y de la desgracia injustificadas, la tragedia recibe como "rol escandaloso (...)
el de reemplazar al espíritu humano ante la desgracia injustificada" (24).
GOLDMANN, 1955 - STEINER, 1961 - SZONDI, 1961, 1975b - JACQUOT. 1962 - GREEN. 1969 -
TRUCHET, 1975.
Tragicomedia
Obra que participa a la vez de la tragedia y de la comedia. El término (tragicomocdia) es empleado
por primera vez por PLAUTO en el prologo a Anfitrión. En la historia teatral, la tragicomedia se define
por los tres criterios de lo tragicómico* (personajes, acción, estilo).
La tragicomedia realmente se desarrolla a partir del renacimiento (Italia, Francia, España, Inglaterra).
En la época clásica francesa designa a la tragedia que termina bien (CORNEILLE denomina asi El Cid).
El Sturm und Drang (GOETHE, LENZ), y luego el drama burgués y el drama romántico se interesan en
este género mixto, capaz de unir lo sublime a lo grotesco y de exponer la existencia humana con grandes
contrastes. La época realista o pre-absurda ve allí la expresión de la situación desesperada del hombre
(HEBBEL. BÜCHNER), mientras que nuestro tiempo se identifica plenamente con la tragicomedia
(IONESCO, DÜRRENMATT).
Tragicómico
I
A. Los personajes pertenecen a capas populares y aristocráticas, borrando de este modo la frontera
entre comedia y tragedia.
B. La acción seria, incluso dramática, no culmina en una catástrofe*, y el héroe* no perece en ella.
FYRE, 1957 - GURHKE, 1961. 1968 - STYAN, 1962 - DÜRRENMATT. 1966 - GIRARD, 1968.
Travelling
Procedimiento cinematográfico que permite desplazar la cámara para filmar una realidad en
movimiento, produciendo, de esta manera, un efecto de continuidad. J. SCHERER ha mostrado que esta
técnica existe en la dramaturgia preclásica cuando el dramaturgo hace "que el espectador siga con la
mirada a un personaje que se desplaza a través de varios decorados contiguos" (1950:180). Desde
SHAKESPEARE, pero sobre todo a partir del siglo XIX (GRABBE. MUSSET. BÜCHNER), el
travelling segmenta la realidad en espacios heterogéneos, según el ritmo del montaje * fílmico.
Tritagonista
Véase protagonista.
U
Unidad mínima de la representación
El estudio de las unidades mínimas de la representación no es una simple indagación del semiólogo
preocupado por establecer en la representación unidades y su sintaxis, y, valiéndose de este punto de
apoyo, "excavar" en el terreno desconocido del funcionamiento teatral. Éste estudio se impone tan pronto
como la representación, es concebida como un conjunto de materiales* puestos en la puesta en escena y
cuya acumulación produce el sentido * del espectáculo.
Con el afán de llegar al origen mismo de la "materia" teatral, se intentó distinguir los "átomos" de
sentido teatral, definiendo la unidad como el signo* más pequeño emitido en el tiempo (BARTHES,
1964:258 - KOWZAN. 1968). Esto permitió describir la escena como conjunto fragmentado de signos de
dimensiones muy reducidas. Los vínculos entre los signos y su jerarquía no han sido elucidados debido a
la falta de un proyecto o de una estructura capaz de "atraer" diversos sistemas que participen del mismo
conjunto (significado). De este modo se ha olvidado, por la preocupación de diferenciar estos signos, que
la unidad mínima depende del sentido global, y que la segmentación jamás es inocente, sino que siempre
obedece al sentido que el observador atribuye a la escena.
El análisis "atomizante" de la escena es abandonado en la actualidad, o al menos complementado por
la dimensión que BENVENISTE denomina semántica y que reintroduce la impresión general del
espectador y su sentido global (sentido*, interpretación*).
Un segundo método consiste pues, en no seguir buscando a toda costa, como se hace con la lengua, las
unidades semióticas, es decir, "identificar las unidades, describir sus rasgos distintivos y descubrir
criterios más y más elaborados de diferenciación" (BENVENISTE, 1974:64). Partiremos de un sentido
global, de lo "intentado" ("lo que eso quiere decir") y por lo tanto del aspecto semántico del discurso
teatral.
Así pues, toda unidad se integra en un proyecto global —por ejemplo: un proyecto dramático, una
situación * o un gestus*—. Posteriormente nos preocuparemos por saber si lo semántico (el sentido
global) puede articularse y particularizarse en unidades semióticas. En efecto, podríamos afirmar de la
semiología teatral lo que BENVENISTE afirma sobre la semiología de la lengua: ésta, "paradójicamente
quedó obstruida por el instrumento mismo que ha creado: el signo" (1974:66). El hecho de que el teatro
no posea, como la lengua, unidades mínimas como las palabras, que tienen a la vez una dimensión
semiótica y semántica, impone partir de la dimensión semántica del teatro. Esta dimensión semántica de
la expresión artística abarca las nociones de vivencia * teatral, recepción *, práctica significante * del
espectador.
Las unidades de sentido teatral no pueden ser entonces mínimas, sino sintéticas y globales. Algunas
de ellas son:
A. El proyecto dramatúrgico:
Se trata de establecer en qué coinciden un proyecto de conjunto (significado) y los medios escénicos
y formales (significante) para concretar este proyecto.
Para "producir" el signo global de una acción (ej.: una partida), la puesta en escena puede recurrir a
diversas sustancias (gestualidad del que parte, música emotiva, iluminación que va perdiendo intensidad,
etc.).
Unidades (tres)
El sistema de las tres unidades es a la ve/ la base y la clave de la dramaturgia clásica*. Sólo tiene
sentido si es situado en el contexto estético-ideológico de esta época y de esta concepción del hombre.
I. ORIGENES
La regla de las tres unidades surgió como doctrina estética en los siglos XVI y XVII. basándose en la
Poética de ARISTOTELES, erróneamente considerada como la fuente y la legisladora de las tres
unidades. A la unidad de acción *, recomendada, en efecto, por ARISTOTELES (Poética. cap. 5), se le
suman la unidad de lugar* y la unidad de tiempo*, bajo la influencia de la traducción y del comentario
de ARISTOTELES efectuados por CASTELVETRO (1570). Estas dos unidades rara vez han sido
respetadas totalmente, pues imponen restricciones muy severas a la dramaturgia; sobre todo juegan un
papel de "pretil" contra los experimentos y las tentaciones épicas del drama.
Las reglas se fundan no obstante en una confunsión entre tiempo/lugar escénico (de la representación)
y tiempo/lugar exteriores (de la materia representada). El dogma de una unidad tiende a la convergencia
de estas dos temporalidades/espacilidades, al hacer continuo y homogéneo el desarrollo de la acción, lo
cual es una de las preocupaciones esenciales de la dramaturgia clásica (por razones de verosimilitud y
buen gusto: ser capaz de abarcar con el espíritu un conjunto limitado).
La materia dramática se ve sometida a una dura prueba: concentración, distorsión de los hechos,
aislamiento de momentos privilegiados (crisis*), puesta en relato de acontecimientos exteriores e
interiorización de la acción.
A. Unidad de tono:
El clasicismo requiere una unidad en la representación de las acciones. No se debe saltar de un nivel
de lenguaje a otro, de un género a otro. La atmósfera debe permanecer siempre igual (coherencia*).
A pesar de que los tratados clásicos invierten una energía desmesurada en justificar la necesidad de
estas reglas unificadoras, apoyándose en la autoridad de los antiguos y, a pesar de ello, reglamentando la
producción conformista de su época, no establecen de manera alguna a qué criterios filosóficos y
estéticos corresponde semejante reglamentación. La función de las unidades nunca es presentada con
claridad o, en todo caso, varía de un texto a otro. La justificación principal invocada reside en la
verosimilitud: la escena unificada y concentrada debe hacer creer al espectador en la ilusión, ya que otro
modo éste no aceptaría pasar dos horas de representación entre lugares y temporalidades múlitiples. De
otro modo vería los vacíos y las interrupciones de la construcción dramática, lo cual produciría un
fastidioso efecto de distanciación. Pero igualmente se podría invocar la razón inversa: concentrar el
acontecimiento obliga a manipulaciones y rupturas que son poco "vero-símiles". Como sostiene HUGO
en su crítica de la tragedia clásica, "lo extraño reside en que los conformistas pretenden apoyar su regla
de dos unidades, el espacio y el tiempo, en la verosimilitud, cuando la realidad precisamente la destruye.
En efecto, qué puede ser más inverosímil que este vestíbulo, este peristilo, esta antecámara, lugar banal
donde nuestras tragedias tienen la complacencia de venir a desarrollarse, a donde llegan, no sabemos
cómo, los conspiradores para declamar contra el tirano, el tirano para declamar contra los
conspiradores" (Prefacio a Cromwell, 1827).
Por lo tanto, hay que buscar en otro lugar y no en esta noción de verosimilitud absoluta, la
justificación de las reglas de las unidades, y explicarlas primero en relación con las condiciones
materiales de la escena del siglo XVII: a pesar de que toda la maquinaria y los cambios de lugar y tiempo
son inmediatamente visibles y obligan a que el público acepte una convención simbólica, la escena no se
transforma todavía, como hacia fines del siglo XIX, en un lugar y en un tiempo diferentes.
Pero sobre todo, hay que recordar que la noción de verosimilitud, invocada tan a menudo en favor o
en contra de las unidades, es una noción históricamente flexible, y que no funda, ni en teoría ni de una
forma absoluta, la utilización o el desconocimiento de las unidades. La convención que autoriza estas
unidades es, en cambio, un factor decisivo. Se trata simplemente de saber si busca ocultarla e ignorarla
para dar la ilusión de un producto realista de la acción humana, o si se la acepta y se la enfatiza para
aceptar el carácter artístico y teatral de la representación. En la dramaturgia clásica y sus reglas, las
ambigüedad es total: por una parte, acepta la abstracción, la concentración, la convención de
representación; en este caso la unidad es, pues, algo positivo más que un obstáculo; por otra, tiene
pretensiones de ilusión naturalista, anuncia ya el realismo y el naturalismo por su voluntad de hacer
coincidir la representación de la realidad con la realidad representada. Pero en ambos casos, las
unidades son más bien convenciones y códigos teatrales que principios eternos extraídos de un análisis
de la realidad.
La justificación de las unidades está en otro lugar, y si el clasicismo no se manifiesta al respecto, no
es por perversidad, sino debido a una falta de perspectiva histórica y también a un creencia universalista
y estática del hombre, qué pretendía decidir de una vez por todas la naturaleza humana y los medios
artísticos para representarla. Las unidades —y en particular la unidad de acción, sobre la cual había una
total unanimidad entre los doctos y dramaturgos— de hecho son la expresión de una visión unitaria,
homogénea del hombre. El hombre clásico es ante todo una conciencia inalienable e indivisible,
reducible a un sentimiento, a una propiedad, a una unidad (sean cuales fueren los conflictos que
constituyen el tema de las obras, están allí para ser resueltos). Valiéndose de esta unidad de
motivaciones, de acciones, el teórico no se imagina ni por un segundo que la conciencia también puede
dispersarse, y ello cuando no refleje un mundo unificado, universalizado, y que aparecerá así como falsa
conciencia, desgarro social o psicológico. En cuanto hay ruptura y dialogismo —éste es el caso de
HUGO, BÜCHNER o MUSSET— la unidad reconfortante estalla en mil pedazos, el dialogismo y la
diversidad la reemplazan. El personaje y la representación teatral dejan de ser una unidad indivisible. La
escritura dramática no resiste una división idéntica, y la representación deja de ser un mundo mimético,
autónomo, calcado de una realidad unificada. La escritura necesita ser construida por un narrador (sólo
en el siglo XIX la forma dramática va siendo gradualmente corroída por diversas intervenciones: épica
en BÜCHNER, GRABBE, pero también en HUGO o MAETERLINCK). Por lo cual ninguna unidad —de
tiempo, lugar, acción, tono o "interés"— podrá en adelante ocultar esta multiplicidad. Si nuestra
modernidad, con PIRANDELLO. BRECHT, BECKETT, pulveriza todas las unidades, ello se debe a que
el fin del hombre y de su conciencia unificadora ya no es un secreto para nadie. Por otra parte se trata de
una pulverización totalmente relativa —o que se restablece inmediatamente— puesto que no es fácil
admitir que la acción humana, último bastión de la disputa de los unitarios, puede resultar dislocada y
seguir atrayendo la atención de la conciencia del público de hoy, público que no se decide totalmente,
incluso si todo marcha mal, a rechazar el principio tan claramente formulado en el siglo XVII por el abate
D'AUBIGNAC: la necesidad de un orden inherente al espíritu humano.
PLATON. Fedra, Simposio (acerca de la unidad del discurso) - ARISTOTELES, Poética, capt. V -
HORACIO. Arte poética, siglo primero a. de C. - MAGGI, en Aristotelis librum de Poética communes
explicationes, 1550 - SCALIGER, Poetices ubri Septem, 1561 - CASTELVESTRO, Commentaire
d'Aristote, 1570 - de LAUDUN. Art poétique fran^ois, 1597 - de MAIRET. Préface de Silvanire, 1630 -
Sopho-nisbe, 1634 - LA MESNARDIERE. Poétique, 1639 - D'AUBIGNAC, Pratique du théátre, 1657 -
CORNEILLE. Discours sur les trois unités, 1657 - DRYDEN. Essay of DramatiC Poetry, 1668-1684 -
BOILEAU, L’art poétique, 1674 - GOTTSCHED, Versuch einer kritischen Dicht-kunst für die
Deutschen, 1750 - JOHNSON, Prefacio a la edición de Shakespeare, 1765 - LESSING, Hamburger
Dramaturgie, 1767-69 -HERDER, Shakespeare, 1773.
Unidad de acción
La acción es una (o unificada) cuando toda la materia narrativa se organiza en torno a una historia
principal, cuando todas las intrigas anexas son referidas lógicamente al tronco común de la fábula. De las
"tres unidades", es la unidad fundamental pues compromete la estructura fundamental en su totalidad.
ARISTOTELES exige del poeta que represente una acción unificada: "la fábula, puesto que es imitación
de una acción, que lo sea de una sola y entera, y que las partes de los acontecimientos se ordenen de tal
suerte que, si se traspone o suprime una parte, se altere y disloque el todo" (Poética, 1451a). La unidad
de acción es la única unidad que los dramaturgos, al menos parcialmente, han respetado, no por
consideración a la norma sino por necesidad interna de su trabajo. En tres horas de espectáculo no se
pueden multiplicar las acciones, subdividirlas o ramificarías al infinito: el espectador no se orientaría ya
sin las explicaciones, los resúmenes y los comentarios de un narrador externo a la acción. Ahora bien,
esta intervención del autor es impensable en la dramaturgia clásica (no épica); el dramaturgo debe, pues,
someterse a la regla artesanal de la unidad de acción. La unidad de acción quizá se explica por la
relativa simplicidad del relato mínimo y la necesidad de seguridad experimentada por todo lector ante un
esquema narrativo conciso y acabado. La acción y su unidad son tanto categorías de la producción
dramática como de la recepción * del espectador: puesto que éste es quien decide si la acción de la obra
forma un todo y si es resumible en un esquema narrativo coherente.
Unidad de lugar
Instrucciones con respecto a la limitación de los movimientos del personaje en un solo lugar. Las
subdivisiones de este lugar son sin embargo posibles: habitaciones de un palacio, calle de una ciudad,
"lugar al que podemos llegar en veinticuatro horas" (CORNEILLE), decorados múltiples o simultáneos.
Unidad de tiempo
Instrucciones con respecto a la duración de la acción representada, que no puede exceder las
veinticuatro horas. ARISTOTELES aconseja que no exceda una revolución del sol. Ciertos teóricos (en
el siglo XVII francés) exigirán incluso que el tiempo* representado no sobrepase el de la representación.
La unidad de tiempo está íntimamente vinculada a la unidad de acción. En la medida en que el
clasicismo —y todo enfoque idealista de la acción humana— niega la progresión del tiempo y la acción
del hombre en la senda de su destino, el tiempo queda comprimido y remitido a la acción visible del
personaje en escena, es decir, referido a la conciencia del héroe. Se filtra, y necesariamente pasa, para
ser mostrado al público, por la conciencia del personaje. Por otra parte, en la medida en que el drama
analítico* (donde la catástrofe es inevitable y conocida de antemano) es el modelo de la tragedia, el
tiempo se encuentra necesariamente aniquilado y reducido a lo estrictamente necesario para expresar la
catástrofe: "la unidad de tiempo inscribe la historia no como proceso, sino como fatalidad irreversible,
inalterable" (UBERSFELD. 1977a:207).
Utillería
Objetos* escénicos (excepto decorados y vestuario) que los actores utilizan o manipulan a lo largo
de la obra. Son numerosos en el teatro naturalista, que reconstruye un medio ambiente con todos sus
elementos. Tienden hoy en día a perder su valor caracterizados y pasan a ser artificios lúdicos u objetos*
abstractos. O bien se transforman, como en el teatro del absurdo (en particular de IONESCO), en
objetos-metáfora de la invasión del mundo exterior en la vida de los individuos. Llegan a ser personajes
integrales y ocupan totalmente la escena.
II. ESTÉTICAMENTE
Verosimilitud
En la dramaturgia clásica, la verosimilitud es lo que, en las acciones, los caracteres, la
representación, le parece verdadero al público. Se trata, pues, de un concepto vinculado a la recepción
del espectador, pero que impone al dramaturgo inventar una fábula y motivaciones que producirán el
efecto y la ilusión de verdad. Esta exigencia de lo verosímil (según el término moderno) se remonta a la
Poética de ARISTOTELES y se mantiene y precisa en el clasicismo europeo. Distingue varias otras
nociones que describen el modo de existencia de las acciones: lo verdadero, lo posible, lo necesario, lo
razonable, lo real. Según ARISTOTELES, "también resulta claro por lo expuesto que no corresponde al
poeta decir lo que ha sucedido, sino lo que podría suceder, esto es, lo posible según la verosimilitud y la
necesidad" (1451b). Por lo tanto, lo importante para el poeta no es la verdad histórica, sino el carácter
verosímil, creíble de lo que informa, la facultad de generalizar lo que anticipa. De aquí una oposición
fundamental entre el poeta y el historiador: "la diferencia está en que uno dice lo que ha sucedido, y el
otro, lo que podría suceder. Por eso también la poesía es más filosófica y elevada que la historia; pues la
poesía dice más bien lo general, y la historia lo particular" (1451b). Al escoger lo general, lo típico, el
poeta prefiere la persuasión en vez de la verdad histórica; especula con una acción "media", creíble, pero
interesante; posible, pero fuera de lo común. Existe pues una tensión que hay que observar entre la acción
que absorbe (por ser fantástica y excepcional) y la acción que debe ser aceptada por la opinión y la
creencia del público. De aquí una oposición también clásica entre la verosimilitud y lo maravilloso,
términos antagónicos que no deben marchar jamás el uno sin el otro: "lo maravilloso es todo lo que va
contra el curso ordinario de la Naturaleza. Lo verosímil, es todo lo que conforma la opinión del público"
(RAPIN, Reflexiones sobre la poética).
La verosimilitud caracteriza una acción que es lógicamente posible, debido al encadenamiento de los
motivos, y por ello necesaria como lógica interna de la fábula: "Y también en los caracteres, lo mismo
que en la estructuración de los hechos, es preciso buscar siempre lo necesario o lo verosímil, de suerte
que sea necesario o verosímil que tal personaje hable u obre de tal modo, y sea necesario o verosímil
que después de tal cosa se produzca tal otra" (1454a).
El equilibrio entre estos componentes de lo verosímil es muy delicado e inestable. Se realiza
perfectamente cuando entre el autor y el espectador se establece un terreno de encuentro, cuando existe un
"acuerdo perfecto del genio del poeta con el alma del espectador*' (MARMONTEL, Elementos de
literatura, III, pág. 478), cuando la ilusión teatral es perfecta y cuando "la unidad de la fábula, de
adecuada extensión, breve; esta verosimilitud es muy recomendada y necesaria para todo poema, con la
sola intención de evitar toda posibilidad de que los espectadores reflexionen sobre lo que ven y que
duden de la realidad" (CHAPELAIN, Carta sobre la regla de las veinticuatro horas, 1630).
La regla de la verosimilitud vale para una dramaturgia normativa fundada en la ilusión, la razón, y la
universalidad de los conflictos y comportamientos. Contrariamente a la creencia clásica, no existe lo
verosímil en sí, inmutable, que pueda ser definido de una vez por todas. Es sólo un conjunto de
codificaciones y de normas que son ideológicas, a saber, vinculadas a un momento histórico, a pesar de
su universalismo aparente. Consiste sólo en un "código ideológico y retórico común al emisor y al
receptor, y que por lo tanto asegura la legibilidad del mensaje por medio de refencias implícitas o
explícitas a un sistema de valores institucionalizados (extra-texto*) que tienen categoría de "real"
(HAMON. 1973).
La verosimilitud es un eslabón intermedio entre dos extremos": la teatralidad de la ilusión teatral y la
realidad de la cosa imitada por el teatro. El poeta busca un medio para conciliar estas dos exigencias:
reflejar la realidad a través de lo verdadero, significar lo teatral creando un sistema artístico cerrado en
sí mismo. Este "transmisor" entre la realidad y la escena es a la vez mimético (debe dar la impresión de
realidad al representarla) y semiológico (debe significar la realidad por medio de una estructura
coherente de signos, produciendo un efecto teatral). La expresión misma de vero-similitud, según se
insista en uno de los dos términos, contiene a la vez la ilusión de verdad (realismo absoluto) y la verdad
de la ilusión (teatralidad completa). Todo indica, pues, que lo verosímil se construye a la vez como un
proceso de abstracción de la realidad imitada y como un código de oposiciones semánticas. Es esto lo
que explica su relatividad histórica: lo verdadero cambia y particularmente la apariencia (la
"semejanza") evoluciona. El primer factor de estos cambios consiste en la creencia de una época en su
facultad y sus métodos para reproducir la realidad. Cada escuela intenta, con más o menos ardor,
describir la realidad: para el clasicismo, la verdad de las relaciones humanas y de las reglas correctas a
utilizar, es capital; para el naturalismo, es la realidad misma lo que constituye el objeto de la
descripción. Además, cada género literario posee un "régimen ficticio" específico, con convenciones
para la representación y con un sentido que le es imperativo respetar (para la parábola o el cuento de
hadas, lo verdadero y lo real, serán, por ejemplo, perfectamente opuestos). Para el dramaturgo, como
para el espectador, el conocimiento de la "clave" ficticia —según la cual hay que codificar y luego leer
las acciones— es indispensable.
Estas reflexiones nos conducen a una inversión de la perspectiva y de los presupuestos de la
verosimilitud: no se trata —como pensaban los clásicos— de saber qué realidad hay que describir y
textualizar en el texto y en la escena. Se trata de aprehender el tipo de discurso ficticio más apto para la
realidad que se va a describir. La verosimilitud, como el realismo, no consiste en un problema de imitar
bien la realidad, sino en una técnica artística para poner en signo esta realidad.
La verosimilitud en el teatro debe ser observada en las acciones del héroe, en su forma de hablar, en
el estilo de representación que apunta a la ilusión o al naturalismo.
Vestuario
En la puesta en escena contemporánea, el vestuario juega un papel variado y de gran importancia,
transformándose verdaderamente en esa "segunda piel del actor" de la que hablaba TAIROV a comienzos
del siglo. Esto se debe a que el vestuario, siempre presente en el acto teatral como signo incluso del
personaje y del disfraz, se ha contentado por el largo tiempo con un rol simplemente caracterizante para
vestir al actor según la verosimilitud de una condición o de una situación. Actualmente, el vestuario
adquiere, en el seno de la representación, un lugar mucho más ambicioso, multiplica sus funciones y se
integra al trabajo de conjunto de los significantes escénicos. Tan pronto como aparece en escena, la
vestimenta se transforma en vestuario teatral: es sometida a los efectos de amplificación, simplificación,
abstracción y legibilidad.
No obstante, el vestuario es tan antiguo como la representación de los hombres en el rito o la
ceremonia, donde el hábito más que en cualquier otra parte, siempre ha hecho al monje: los sacerdotes
griegos de Eleusis, los sacerdotes de los misterios medievales llevaban vestidos que también se
utilizaban en el teatro. La historia del vestuario teatral se vincula a la de la moda indumentaria, pero ella
amplifica y estetiza el fenómeno social. El vestuario siempre ha existido, incluso dé 'una manera
demasiado llamativa y excesiva, puesto que, hasta la mitad del siglo XVIII, los actores se vestían de la
manera más suntuosa posible, heredando vestidos de corte de su protector, exhibiendo sus adornos como
signo exterior de riqueza y sin preocuparse del personaje que supuestamente debían representar. Con el
progreso de una estética realista, el vestuario ganará en precisión mimética todo lo que poseía en riqueza
material y en delirio de la imaginación.
Desde la mitad del siglo XVII, en Francia, reformadores del teatro como DIDEROT y VOLTAIRE,
actrices como la CLAIRON y la FAVARD o actores como LEKAIN y GARRICK, aseguran el paso a una
estética más realista donde el vestuario imita al del personaje representado. A menudo sigue siendo
empleado únicamente en su valor de identificación del personaje, limitándose a acumular los signos más
característicos y conocidos por todos. Su función estética autónoma es muy débil. Pero el vestuario debió
esperar las revoluciones del siglo XX para aprender a situarse no en sí mismo, sino en relación con la
puesta en escena en su conjunto. Junto a esta dependencia del significante indumentario, el teatro
reproduce sistemas fijos donde los colores y las formas remiten a un código inmutable, conocido por los
especialistas (Teatro chino, Commedia dell’Arte, etc).
Como el vestido, el vestuario sirve primeramente para vestir, pues la desnudez, si en nuestra época ya
no es un problema estético o moral, no se lleva fácilmente, al ser el cuerpo siempre socializado por el
ornamento o por el disimulo, siempre caracterizado por un conjunto de índices relativos a la edad, sexo,
oficio o clase social. Esta función descriptiva del vestuario es sustituida por un doble juego: en el
interior del sistema de la puesta en escena, como serie de signos vinculados entre sí por un sistema más o
menos coherente de vestuarios; en el exterior de la escena, como referencia a nuestro mundo, donde los
vestuarios también tienen un sentido. En el interior de la puesta en escena, un vestuario se define por la
semejanza y la oposición de formas, materias, cortes, colores en relación con otros vestuarios. Lo que
cuenta es la evolución de vestuarios en el curso de la representación, el sentido de contrastes, la
complementaridad de formas y colores. El sistema interno de estas relaciones es (o debería ser) de una
gran coherencia, de manera que el público pueda leer la fábula, /ero la relación con la realidad exterior
es también importante, si la representación pretende implicarnos y permitir una comparación con un
contexto histórico. La elección de vestuarios siempre procede de un compromiso y de una tensión entre la
lógica interna y la referencia externa: juegos infinitos de la variedad de la indumentaria. El ojo del
espectador debe revelar todo lo que, de la acción, del carácter, de la situación, de la atmósfera, se ha
depositado en el vestuario, como un portador de signos, como una proyección de sistemas sobre un
objeto-signo. En este aspecto, el vestuario no hace sino seguir (expuesto como la "tarjeta de visita" del
actor y del personaje) la evolución de la puesta en escena, que pasa del mimetismo naturalista a la
abstracción realista (brechtiana particularmente), al simbolismo de efectos de atmósfera, a la
desconstrucción surrealista o absurda. En el presente nos encontramos ante una utilización sincrética de
todos estos efectos: todo es posible, y nada es simple. Otra vez, la evolución se sitúa entre la
identificación chata del personaje a través de su vestido, y la función autónoma y estética de una
construcción indumentaria que sólo tiene que rendirse cuentas a sí misma. La dificultad es hacer dinámico
el vestuario: hacerlo de tal manera que se transforme, que no se agote después de un examen inicial del
algunos minutos, sino que sea un "emisor'’ de signos en el momento correcto, en función del desarrollo de
la acción y de la evolución de las relaciones actanciales.
A veces se olvida que el vestuario sólo tiene sentido por y en un organismo vivo. Para el actor no es
solamente un adorno y un embalaje exteriores, es una relación con el cuerpo. A veces sirve al cuerpo
adaptándose al gesto, al desplazamiento, a la actitud; otras, ciñe este cuerpo sometiéndolo al peso de
materiales y formas, poniéndole una argolla en el cuello, tan rígida como la retórica o el alejandrino.
De este modo, el vestuario participa alternativamente, y a veces simultáneamente, del ser vivo y de la
cosa inanimada. Asegura la transición entre la interioridad del locutor y la exterioridad del mundo de los
objetos, pues, como señala G. BANU, "no es el vestuario solamente el que habla, sino también su
realización histórica con el cuerpo". Los figurinistas de hoy ponen cuidado en que el vestuario sea a la
vez materia sensual para el actor y signo perceptible para el espectador.
El signo perceptible de este vestuario es su integración a la representación, su facultad de funcionar
como decorado ambulante, vinculado a la vida y a la palabra. Todas las variaciones son pertinentes:
fechado aproximativo, homogeneidad o desfases voluntarios, diversidad, riqueza o pobreza de
materiales. Para el espectador atento, el discurso acerca de la acción y del personaje se inscriben en la
evolución de sistema indumentario. De este modo se inscribe en él el gestus de la obra escénica, al igual
que en la gestualidad, el movimiento o la entonación. "Todo lo que, en el vestuario, enturbie la claridad
de esta relación, contradiga, oscurezca o falsee el gestus social del espectáculo, es malo; todo lo que, en
cambio, en las formas, los colores, las sustancias y su organización contribuya a la lectura de este gestus.
todo esto es bueno" (BARTHES, Essais critiques, 53-54). Este principio se limita particularmente a un
trabajo realista sobre la escena; no es exclusivo de cierta locura del vestuario: todo es posible, mientras
sea sistemático, coherente y accesible: que el público pueda descifrarlo en función de su universo de
referencia y que produzca los sentidos que le atribuimos al contemplarlo. Paradoja de este vestuario en el
trabajo teatral contemporáneo: multiplica sus funciones, sobrepasa el mimetismo y la señalización,
cuestiona las categorías tradicionales demasiado fijas (decorado, accesorios, maquillaje, máscara,
gestualidad, etc.). El vestuario "correcto" es aquel que reelabora toda la representación a partir de su
dependencia significante.
Es más fácil captar estas "enfermedades" del vestuario teatral (según BARTHES, la hipertrofia de la
función histórica, estética o suntuaria) que proponer una terapéutica o simplemente una práctica de
efectos de vestuario. El vestuario oscila siempre entre un "demasiado cargado" y un subempleo, entre un
peso muerto y una metamorfosis espontánea. Sin embargo, todo indica que el figurinista está lejos de
haber dicho su última palabra, y que investigaciones apasionantes sobre la indumentaria pueden renovar
el trabajo escénico. La investigación acerca de un vestuario mínimo, polivalente, "de geometría variable"
que re-segmenta y re-presenta el cuerpo humano, un vestuario "fénix" que sea un verdadero intermediario
entre el cuerpo y el objeto está sin duda en el centro mismo de la investigación actual de la puesta en
escena. Como una mini-puesta en escena portátil, el vestuario permite restituir al decorado sus señas de
identidad al exponerlo e integrarlo en el cuerpo del actor. Si el actor ha hecho bien, durante los años
sesenta y setenta, en desnudarse ante nosotros, ahora le es preciso "volver a vestirse", reconquistar todo
lo que podrá dar mayor protagonismo a su cuerpo, aunque parezca ocultarlo.
Visión
Véase punto de vista
Visual y textual
Estos dos elementos del teatro hablado son los componentes fundamentales e indispensables de la
representación teatral. Se designan por varios términos equivalentes: 1 /visual: actuación escénica,
iconicidad de la escena, imágenes escénicas; Utextual: lenguaje dramático y textual, simbolización *,
sistema de signos arbitrarios. Si está claro que la puesta en escena es la confrontación del texto y de la
puesta en escena de su enunciación, en cambio las propiedades recíprocas de ambos sistemas —visual y
textual - son bastantes menos conocidas. A partir de los análisis de LESSING sobre la pintura y la poesía
(ej.: Lakoonte, 1766) hasta la sistematización de JAKOBSON en signos visuales y auditivos
(JAKOBSON. 1971), la comparación permite el establecimiento de las oposiciones presentadas más
abajo. Estas no son absolutas, se trata más bien de aspectos dominantes en la oposición, pues en plena
acción somos evidentemente incapaces de discriminar el modo de semiosis* de cada signo, de ahí la
impresión del espectáculo como totalidad y síntesis de las artes (Gesamtkunstwerk*).
I. ESQUEMA DE OPOSICIONES
II. MEDIACIÓN DE LA VOZ
El actor es una "imagen parlante". Esta "monstruosidad" —que ningún otro arte repite, salvo el cine—
impide que sepamos cuál es el vínculo jerárquico que caracteriza el plano visual y los signos verbales. A
veces, el texto se "ilustra" por una imagen, en otras, en cambio, la imagen no se comprende sin la
"leyenda" de un texto (códigos*). La sincronización es tan perfecta que olvidamos incluso que estamos en
presencia de dos modos de significación y que pasamos sin dificultad del uno al otro (VELTRUSKY.
1941. 1976 - PAVIS. 1976a) Pero la presencia física del actor monopoliza la atención del público y
predomina sobre el sentido inmaterial del texto: "en el teatro, el signo creado por el actor tiende, por su
realidad subyugante, a monopolizar la atención del público a expensas de significaciones materiales que
acompañan al signo lingüístico. Tiende a desviar la atención del texto hacia la realización vocal, del
discurso hacia las acciones físicas, incluso hacia la apariencia física del personaje escénico, etc. (...).
Como la semiótica del lenguaje y la semiótica de la actuación son diametralmente opuestas en cuanto a
sus características fundamentales, existe una tensión dialéctica entre el texto dramático y el actor, basada
primeramente en el hecho de que los componentes acústicos del signo lingüístico son una parte integral de
los recursos vocales utilizados por el actor". (VELTRUSKY, 1976:115).
Vivencia teatral
La representación teatral, no considerada en su aspecto de ficción sino en su realidad de fenómeno
social que implica un intercambio entre actor y espectador.
Una de las características específicas de la teatralidad consiste en ser una presencia humana ofrecida
a la mirada del público. Esta relación viva entre actor y espectador constituye la base de la relación entre
sala y escena, y de la construcción de la ilusión: "la esencia del teatro no está en la narración de un
acontecimiento, en la discusión de una hipótesis con el público, en la representación de la vida cotidiana
y tampoco en una visión (...). El teatro es un acto acabado aquí y ahora, en los organismos de los actores
y ante otros hombres" (GROTOWSKY, 1971:86-87).
Esta situación particular del acto teatral explica que todos los sistemas escénicos, comprendido el
texto, dependen del establecimiento de esta relación vivencial: "el significado de una obra de teatro está
mucho más lejos del significado de un mensaje puramente lingüístico que de la significación de un hecho"
(MOUNIN. 1970:94).
Si la escena dispone de medios poderosos para producir una ilusión (narrativa, visual, lingüística), el
espectáculo depende en todo instante de la intervención exterior factual: ruptura de la representación,
interrupción del texto, efecto imprevisto, escepticismo del espectador etcétera.
V. FUERZA COMUNICATIVA
Ciertas formas actuales de "teatro" (el happening, la fiesta popular, el "teatro invisible" de BOAL,
1977 y 1980), buscan la versión más pura del hecho vivencial: el espectáculo se inventa a si mismo
negando todo proyecto y toda simbología.
Vodevil
(De "Vaux de Vire", palabra utilizada en Francia a fines del siglo XIV, luego "voix de ville"
canciones populares urbanas.)
Comedia que contiene canciones y bailes, de fines del siglo XVII. Hoy, comedia ligera sin
pretensiones intelectuales. "El vodevil (...) es para la vida real lo que el monigote articulado es para el
hombre que camina, es decir, una exageración muy artificial de cierta rigidez natural de las cosas"
(BERGSON. 1899:78). Es una obra cómica y optimista cuya intriga es muy compleja y que se destaca
por sus agudezas o dichos de autor*.
SIGAUX, 1970.
Voz
La voz del actor juega un papel capital, muy mal conocido, en la fabricación del sentido teatral,
pero es difícil describirla y formalizarla para evaluar su efecto en el espectador.
Dos tipos de criterios pueden servir para una primera caracterización-
I. CRITERIOS PROSÓDICOS
Se refieren a la calidad significante de la voz: elevación, fuerza, timbre (o colorido). Estos factores
son puramente materiales, por ello son difícilmente manejables por el actor. Identifican inmediatamente
al personaje, y su acción en el espectador se experimenta directa y sensualmente, siendo un elemento
corporal del actor-locutor. En el teatro, más aún que en el mensaje cotidiano, la materialidad de la voz
jamás es totalmente anulada en beneficio del texto. La "textura de la voz" (BARTHES, 1973a), término
que ilustra la materialidad del producto vocal, es un mensaje anterior a su expresión-comunicación
(según un acento, una entonación, una coloración psicológica). No tiene nada de intencional y expresivo,
sino que es "mixta, erótica de timbre y lenguaje, por ello puede ser también, como la dicción, la materia
de un arte: el arte de conducir su cuerpo (de aquí su importancia en el teatro del Lejano Oriente)’' (104).
La voz es la confluencia del cuerpo y del lenguaje articulado; es una mediación entre la pura
corporeidad no codificable y la textualidad inherente al discurso, "intervalo del cuerpo y el discurso"
(BER-NARD, 1976:353), "oscilación permanente, doble movimiento en tensión puesto que busca
resonancia corporal y, por lo tanto, goce de los límites orgánicos por una producción significante a la que
simultáneamente busca sobrepasar para comunicar a otro" (358). La voz se sitúa, pues, en un lugar de
tensión dialéctica entre cuerpo y texto, actuación y estructura de signos textuales. El actor es, gracias a su
voz, al mismo tiempo pura presencia física y portador de un sistema de signos lingüísticos. En él se
realiza, a la vez, una encarnación del verbo y una puesta en sistema del cuerpo *.
La mayoría de los artículos constan de una bibliografía especifica. Cuando una obra se cita en el texto, no
es citada al fin del artículo, sin embargo constituye una referencia de base con respecto al problema
tratado. Los términos seguidos por un asterisco remiten también a su bibliografía respectiva. La fecha de
la obra o del artículo es la de la edición empleada. Para los textos muy conocidos y reeditados, a veces
hemos indicado entre paréntesis la fecha de su primera publicación.
ABEL. L.
1963 Metatheatre. A New View of Dramatic Form, Nueva York, Hill and Wang.
ABIRACHED. R.
1978 La Crise du personnage dans le théátre moderne, París, Grasset.
ABRAHAM. P.
1933 Le Fhysíque au théátre, París, Editions Coutan-Lambert. ADAM. J. M.
1976 Linguistique et discours littéraire, París, Larousse. ADAMOV, A.
1964 Ici et maintenant, París, Gallimard. (Traducción castellana en Editorial Losada. Aquí y ahora,
Buenos Aires, 1967.)
ALTER. J.
1975 "Vers le mathématexte au théátre: en codant Godot”, en: HELBO, 1975. (Traducción castellana
en Editorial Gustavo Gili, Hacia el matematexto en el teatro: codificando a Godot, en A. Helbo
(comp.). Semiología de la representación, Barcelona, 1978.)
ALTHUSSER, L.
1965 "Notes sur un théátre matérialiste", en: Pour Marx. París. Maspéro. (Traducción castellana en
"Primer Acto" n." 87.)
ANCELIN-SCHUTZENBERGER, A.
1970 Précis du psvchodrame, París, Editions Universitaires.
ANDERSON. M. (comp.).
1965 Classical Drama and its Influence, Londres. Methuen.
ANTOINE. A.
1903 "Causerie sur la mise en scéne ", en: La Revue de Paris, 1 de abril.
APPIA, A.
1895 La Mise en Scéne du drame wagnérien, París. León Chailley.
1921 L'Oeuvre d’art vivant, París-Ginebra. Atai-Billaudot.
1954 "Acteur. espace, lumicre, peinture", en: Théátre populaire, N." 5, enero-febrero.
1963 La Musique et la mise en scéne, Berna, Société suisse du théátre (publicado en 1899).
ARISTOTELES
1969 Poétique, París, Les Belles Lettres. (Traducción castellana en Espasa-Calpe, Arte Poética,
1979.)
ARRIVE, M.
1973 "Pour une théorie des textes polyisotopiques", en Langa-ges, n." 31.
ARTAUD, A.
1964a Oeuvres completes, París, Gallimard. (Traducción castellana en Alberto Corazón Editor, El
pesa nervios, Madrid, 1976; en Ediciones Insurrexit, Cartas a los poderes, Buenos Aires, 1974; en
Tusquets Editor. Carta a la vidente, Barcelona. 1971; en José J. de Olañeta Editor, Cartas a André
Bretón, Barcelona, 1977; en Alian/a Editorial, S. A., El cine, Madrid, 1973; en Editorial Sudamericana,
S. A.. El teatro y su doble, Buenos Aires, 1977; en Editorial Fundamentos, Heliogábalo o el anarquista
coronado, Madrid,
1972, Mensajes revolucionarios. Madrid. 1976, Cartas desde Rodez, Madrid. 1975-1976 y Van
Gogh: el suicidado de la sociedad, Madrid, 1977; en UNAM, México, México, D. F.. 1964; en Barral
Editores, Los Tarahumaras, Barcelona,
1977.)
1964b Le Théátre et son double, París, Gallimard, "Idées". (Traducción castellana en Editorial
Sudamericana, S. A.. El teatro y su doble, Buenos Aires. 1977.)
ARTIOLI, U.
1972 Teorie del la scena - dal Naturalismo al Surrealismo. I: Dei Meininger a Craig, Florencia,
Sansoni.
ASLAN, O.
1963 L'Art du théátre, París, Seghers (compilación de textos).
1974 L’Acteur au XXe siécle, París, Scghers, 1974. (Traducción castellana en Editorial Gustavo Gili,
S. A., El actor en el siglo XX, Barcelona, 1979.)
1977 “LTmprovisation, approche d’un jeu créateur”, en: Revue d’Esthétique, 1977, 1-2.
ATTINGER, G.
1950 L'Esprit de la Commedia dell'Arte dans le Théátre Franqais, París, Librairie Théátrale.
AUBAILLY, J. C.
1976 Le Monologue, le Dialogue et la Sotie, París, Ed. Honoré Champion.
AUBERT, C.
1901 L'Arl mimique, París, E. Meuriot.
AUERBACH. E.
1969 Mimesis - La Représentation de la Réalité dans la littérature occidentale, París, Gallimard.
(Traducción castellana en F.C.E.. Mimesis. La representación de la realidad en la literatura occidental.
México, 1950.)
AUSTIN, J. L.
1970 Quand dire, c'est faire. París, Seuil. (Traducción castellana en Paidós Ibérica, Cómo hacer
cosas con palabras, Barcelona. 1982.)
BABLET. D.
1960 “Le mot décor cst périmé”, en: Revue d'Esthétique, Tome 13, fase. 1.
1965 Le Décor de théátre de 1870 á 1914, París. C.N.R.S.
1968 La Mise en scéne contemporaine (1887-1914), París, La Rc-naissance du Livre.
1973 “Pour une méthode d'analyse du lieu théátrar*. en: Travail Théátral, n." 13, oct.-dic.
1975 Les Révolutions scéniques au XXe siécle, París, Sociéte Internationale d’Arl XXe siécle.
1978 (Table ronde internationale du C.N.R.S., ed. D. Bablet, Collage et montage au théátre et dans
les autres arts durant les années Vingt, Lausana. La Cité.
BADIOU. A.
1969 Le Concept de modéle, París. Maspéro.
BAHKTINE. M.
1965 Tvortchestvo Frangois Rabelais, Moscou. (Traducción francesa: l.'Oeuvre de F. Rabelais et la
culture populaire au Moyen Age et sous la Rennaissance, París, Gallimard. 1970.) (Traducción
castellana en Barral Editores. La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento, editado en
Barcelona. 1974.)
BALCERZAN, E. y OSINSKI, Z.
1966 “Die theatralische Schaustellung im Lichte der Informa-tionstheorie”, en: Zagadnienia
Rodzajów literackich, Tome VIII, Zeszyt 2 (15).
BANU, G
1981 Le costume de théátre, París, C.N.D.P.
BAR, F.
1960 Le Gtnre Burlesque en Frunce au XVlié siécle, París, Ed. d’Artrey.
BARKER, C.
1977 Theatre Games. A New Approach to Drama Training, Londres, Eyre Methuen.
BARRAULT, J. L.
1959 Nouvelles Réflexions sur le théátre, París, Flammarion.
BARRUCAND. D.
1970 La Catharsis dans le théátre, la Psychanalyse et la Psychothé-rapie de groupe, París, Epi.
BARRY. J.
1970 Dramatic Structure: the Shaping of Experience, Berkeley, University of California Press.
BARTHES, R.
1953 Le Degré zéro de Técriture, París. Seuil.
1957 Mythologies, París, Seuil. (Traducción castellana en Siglo XXL Mitologías. México. D. F.,
1980.)
1963 Sur Racine, París, Seuil.
1964 Essais Critiques, París, Seuil. (Traducción castellana en Seix Barral, Ensayos críticos.
Barcelona, 1977.)
1965 “Le théátre grec", en Histoire des spectacles, Gallimard.
1966a “Introduction ü l'analyse structurale des récits". en: Communications, n." 8 (también en
Poétique du récit, 1977). (Traducción castellana en Editorial Tiempo Contemporáneo; Análisis
estructural del relato, 1982.)
1966b Critique et vérité, París. Seuil. (Traducción castellana en Siglo XXL Critica y verdad, Buenos
Aires. 1972.)
1970 S/Z, París, Seuil. (Traducción castellana en Siglo XXL S/Z, Madrid, 1980.)
1971 “De L’Oeuvre au texte”, Revue d'esthétique, 3.
1973a Le Plaisir du texte, París, Seuil.
1973b “Diderot. Brecht. Eisenstein". en: Revue d'Esthétique, vol. XXVI. fase. 2-3-4.
1974 “Le grain de la voix“. en Musique en jeu, n." 9.
1975 Roland Barihes par Roland Barthes. París, Seuil. (Traducción castellana en Kairós. Roland
Barthes, Barcelona.
1978.)
BARTOLUCCL G.
1968 La scritura scenica, Roma. Lerici.
BATAILLON, M.
1972 “Les financcs de la dramaturgie", en: Travail Théátral, n.° 7.
BATY, G.
1945 “La mise en scéne” en: Théátre I, París, Ed. du Pavois.
BAUDELAIRE. C.
1951 Oeuvres complétes, París, N.R.F. Pléiade (en particular “de l’essence du rire", 1855. “R.
Wagner et Tannhéiuser", 1861).
BAUDRILLARD. J.
1968 Le Svstéme des objets, París. Gonthicr.
BECO DE FOÜOUIERES. L.
1881 Traité de diction, París. Charpentier.
BEHELER. E.
1970 “Der Ursprung des Begriffs der tragischen Ironie". en: Arcadia, Band 5, Heft 2.
BELLERT. I.
1970 “On a Condition of the Coherence ofTcxts”. en: Semiótica, n.” 2.
BENJAMIN. W.
1969 Ecrits sur Brecht, París. Maspéro. (Traducción castellana en Taurus, Tentativas sobre Brecht,
1975.)
BENMUSSA. S.
1974 “La déréalisation par la mise en scéne" en: L'onirisme et Tinsolite dans le théátre franqais
eontemporain. (P. Vernois, comp.). París. Klincksieek.
1977 “Travail de scéne. travail de reve”, en: Revue d'Esthétique, n." 1-2.
BENTLEY. E.
1957 In Search of Theatre, Nueva York. Vintage Books.
1964 The Life of the Drama, Nueva York, Atheneum. (Traducción castellana en Paidós Ibérica. La
vida del drama, Barcelona. 1982.)
BENVENISTE. E.
1966 Problémes de linguistique générale, París. Gallimard. vol. I. (Traducción castellana en Siglo
XXL Problemas de lingüística general, Buenos Aires. 1974.)
1974 Problémes de linguistique générale, París, Gallimard. vol. 2.
BERGALA. A.
(Sin fecha) Initiation á la sémiologie du récit en images, París, Les cahiers de l'audio-visuel.
BERGMAN. G.
1964 “Der Eintritt des Berufsregisscurs in das franzÓsiche Thea-ter", en: Maske und Kothurn. n." 3-
4.
1966 “Der Eintritt des Berufsregisseurs in die deutschsprachige Bühne", en: Maske und Kothurn, n.°
12.
1977 Lighting in the Theatre, Estocolmo, Almqviest et Wiksell International.
BERGSON, H.
1899 Le Rire. Essai sur la signification du comique, París. (Traducción castellana en Prometeo, La
risa, 1971.)
BERNARD, M.
1976 L'Expressivité du Corps, París, J. P. Delarge.
1977 “Les mythes de l’improvisation théátrale ou les travestisse-ments d’une théátralité normalisée",
en: Revue d’Esthéti-que, n." 1-2.
BIAGINI, E.
1979 La lettura - daU'explication de textes alia semiótica letteraria, Florencia, Sansoni.
BIBLIOTECA TEATRALE.
1978 (“Dramma/Spettacolo, n." 20.)
BICKERT, H.
1969 Studien zum Problem der Exposition im Drama der tektonis-chen-Bauform, Marburger
Beitráge zur Germanistik. vol. 23.
BIDDLE, B. y THOMAS, E.
1966 Role tlieory, Nueva York, J. Wiley.
BLOCH, E.
1973 "Entfremdung el Verfremdung, aliénation et distanciaron", en: Travail théátral, n." 11,
Primavera.
BOAL. A.
1977 Le théátre de l’opprimé, París, Maspéro.
1980 Jeux pour acteurs et non-acteurs, París. Maspéro.
BODKIN, M.
1934 Archetypal Patterns in Poetry, Londres.
BOGATYREV, P.
1971 “Les signes au théátre”, en: Poétique, n." 8, 1971.
1976 “Semiotics in the Folk Theatre" y "Forms and Fonctions of Folk Theatre". en Matejka. 1976a.
BOOTH, W.
1961 The Rhetoric of Fiction, Chicago University Press. (Traducción castellana en Santiago Bosch.
La retórica de la ficción,
1974.)
1974 The Rhetoric of Irony, The University of Chicago Press.
1977 “Distance et point de vue". en: Poétique du récit. París. Seuil.
BOUCHARD, A.
1878 La langue théátrale, París, Arnaud et Labal.
BOUSSIAC, P.
1973 La Mesure des gestes. Prelégoménes á la séniiotique gestue-lie, La Haye, Mouton.
BOURDIEU, P.
1979 La distinction. Critique sociale du jugement, París, Minuit.
BRADBROOK, M. C.
1969 Themes and Conventions of Elizabethan Tragedy, Londres, Cambridge University Press (l." ed.
1935).
BRAINERD, B. y NEUFELDT, V.
1974 “On Mareus’ Method for thc Analysis of the Strategy of a Play”, en: Poetics, n.° 10.
BRECHT, B.
1951 Versuche (25, 26, 35), Heft 11, Frankfurt, Suhrkamp Verlag.
1961 * Véase Theaterarbeit.
1963-70 Petit Organon pour le théátre (1948-1954), París, L’Ar-che. (Traducción castellana en
Primer Acto, n.° 86.)
1967 Gesammelte Werke in 20 Blinden, Frankfurt, Suhrkamp Verlag.
1972 Ecrits sur le théátre, París. L’Arche, vol. 1. (Traducción castellana en Nueva Visión, Escritos
sobre teatro, Buenos Aires, 1970.)
1976 Journal de travaii, París, L’Arche. (Traducción castellana en Crítica, Diarios, Barcelona,
1980.)
BREMOND, C.
1973 Logique du récit, París, Seuil.
BROOK, P.
1968 The Empty Space, Londres, McGibbon and Kec. (Traducción francesa de Seuil, 1977.)
(Traducción castellana en Ediciones Península. El espacio vacío, Barcelona, 1969.)
BROOKS, P.
1974 “Une csthétique de rétonnement: le mélodrame”, en: Poétique, n." 19.
BÜCHNER, G.
1965 Werke und Briefe, Frankfurt, D. T. V.
BÜHLER, K.
1934 Sprachtheorie, lena, Fischer.
BURKE, K.
1944 The Philosophy of Literary Forms: Studies in Symbolic Ac-tion. Nueva York, Vintage.
1966 Language as Symbolic Action, Berkeley, University of California Press.
BURNS. E.
1972 Theatricality, Londres. Longman.
CAGE. J.
1966 Silence, Cambridge, M. I. T. Press.
CAHIERS RENAUD-BARRAULT.
1977 (“Scéne. film, son...”: article de M. KIRBY, G. FINK. E. ROHMER. S. BENMUSSA). n. 96.
CAILLOIS. R
1958 Les Jeux el les Hommes, París Gallimard. (Traducción castellana en Seix Barral. Teoría de los
juegos, Barcelona, 1958.)
CALDERWOOD, J.
1971 Shakespearean Melodrama, Minneapolis. University of Minnesota Press.
CAMPBELL, T.
1933 Hebbel, Ibsen and the analyiic exposition, Heidelberg.
CASTRO. A.
1916 “Algunas observaciones acerca del concepto del Honor en los siglos XVI y XVII”. en Revista
de Filología Española, (enero-marzo, 1916). Vol. III.
1976 De la edad conflictiva, Madrid.
CASTRO LEAL. A.
1943 Juan Ruiz de Alarcón: su vida y su obra,,México, Ediciones Cuadernos Americanos.
CAUNE, J.
1978 “L’analyse de la représentation théátrale aprés Brecht”. en: Sílex, n." 7.
CLARK. B. H.
1965 European Theories of the Drama, Nueva York, Crown Publishers.
COLE. D
1975 The theatrical event, Wesleyan University Press, Midd> letown.
COMMUNICATIONS
1964 (“Le vraisemblable”), n." 11.
COPFERMAN, E.
1969 Roger Planchón, Lausana, La Cité.
COPEAU, J.
1974 “L expérimentation des ouvragcs du passé”, en: Registres I: Appels, París, Gallimard, 1974.
COPPIETERS, F. y TINDEMANS, C.
197.7 “The theatre public. A semiotic approach", en: Institut für Publikumsforschunc. 1977.
CORTI, M.
1976 Principi della communicazione litteraria, Milán, Bompiani.
CORVIN, M.
1978 “La redondancc du signe dans le fonctionnemcnt théátral”, en: Degrés, n." 13 (“théátre et
sémiologie”).
CRAIG, G.
1905 De l’Art du Théátre, París, Lieutier, Librairie théátrale. (Traducción castellana en Librería
Hachette, S. A., Del arte del teatro, Buenos Aires, 1972.)
1964 Le Théátre en marche, París, Gallimard.
CUBE, F. von
1965 “Drama ais Forschungsobjekt der Kybernetik”, en: Mathe-matik und Dichtung (ed. H.
Kreuzer), Munich, Nymphen-burger Verlag.
CULLER. J.
1975 Structuralist Poetics. Ithaca, Cornell University Press. (Traducción castellana en Anagrama.
Poética estructuralista, Barcelona, 1979.)
CZAPOW. G. y C.
1969 Psychodrama. Proba Ocenv, Varsovia.
CHABERT. P.
1976 “Le corps coinmc matériau dans la représentation théátra-le", en: Recherches poétiques, París.
Klincksieck, vol. 2.
CHABROL. C.
1973 Sémiotique narrative et textuelle, París, Larousse. (Traducción castellana en Narcea.
Semiótica narrativa, 1975.)
CHAIKIN. J.
1972 The Presence of the Actor, Nueva York. Atheneum.
CHAILLET. J.
1971 “Rythme verbal et rythmc gestucl. Essai sur l'organisation musicale du temps", en: Journal de
psychologie nórmale et pathologie, n.” 1. enero-marzo.
CHANGE
1968 (“Le montagc*'), n " 1.
CHARLES. M.
1977 Rhétorique de la lecture, París, Seuil.
CHIARINI. P.
1970 fírecht, Lukács e il realismo, Barí. Laterza.
1971 “L’écriture scénique brechtiennc: style ou méthode”, en: Travail théátral, n." 4. (Traducción
castellana en Alberto Corazón. La escritura brechtiana: estilo o método, en J. A. Hormigón (comp.).
lirecht y el realismo dialéctico. Madrid.
1975.)
CHKLOVSKI, V.
1965 "L’art comme procédé” (1917), en: Todorov, 1965
DALLENBACH, L.
1977 Le récit spéculaire, París, Seuil.
D'AMICO, M.
1974 Scena e parola in Shakespeare, Turín, Einaudi.
D'AUBIGNAC. F. H.
1657 La Pratique du Théátre, comp. P. Marlino. París. Champion. (1927).
DEAK, F.
1976 "Structuralism in Theatre: The Fragüe School Contribu-tion”. en: The Drama Review, vol. 20.
n.“ 4, Tomo 72. dic.
DECROUX. E.
1963 Paroles sur le mime. París. Gallimard.
DEGRES
1978 (‘Théátre et sémiologie”), n." 13.
DELOCHE. J.
1977 Des Ambiguités du collage. Recherches á partir de deux spectacles de R. Planchón, thése de
lile cycle. Universidad de París III.
DE MAN. P.
1971 Blindness and Insight: Essays in the Rhetoric of Contempo-rarv Criticisms, Nueva York.
Oxford University Press.
DEMARCY. R.
1973 Eléments d'une sociologie du spectacle, París. U.G.E.
DE MARINIS. M.
1975 ‘‘Materiali bibliografici per una semiótica del teatro”, en: Versus, n." 11.
1977 (Con G. BETTETINI). Teatro e communicazione, Florencia. Guaraldi.
1978 “Lo spettacolo come testo”, en: Versus, n." 21 (1.‘ parte).
1979 **Lo spettacolo come testo" en: Versus, n." 22 (2.‘ parte).
1980 Almanacco del mimo contemporáneo. Florencia. Casa Usher.
DERRIDA. J.
1967 L Ecriture et la Différence, París. Seuil.
DESCOTES. M.
1964 Le Public de théátre et son histoire. París. P.U.F.
DE TORO. A.
1983 “Sistema semiótico. Estructura del drama de honor de Lope de Vega y Calderón de la Barca”.
Revista Canadiense de Estudios Hispánicos. 7. 1 (Otoño. 1982).
DE TORO. F.
1983 Brecht en el teatro hispanoamericano contemporáneo. Tübin-gen. Gunter Narr Verlag. 1983.
DHOMME, S.
1959 La mise en scéne d’Antoine á Brecht, París, Fernand Nathan.
DIDEROT. D.
1773 “Le paradoxe sur le comédien". (Traducción castellana en Aguilar, Paradoja acerca del
comediante, 1964.)
1962 Oeuvres romanesques, París, Garnier.
1975 De la poésie dramatique (1758), París. Classiques Larousse.
DIETRICH. M. (comp.).
1966 “Bühnenform und Dramenform”, en: Das Atlantisbuch des Theaters, Zürich, Atlantisverlag.
1975 Regie in Dokumentation, Forschung und Lehre - Mise en scéne en documentation, recherche
et enseignement, Salzbur-go. Otto Müller Verlag.
DINU. M.
1977 “How to Estímate the Weight of Stagc Relations”. en: Poetics, vol. 6. n." 3-4.
DODD. W.
1979 “Metalanguage and Charactcr in Drama”, en: Lingua e Stile. XIV, n.“ 1, marzo.
DOMENACH. J. M.
1967 Le Retour du tragique, París. Gallimard. (Traducción castellana en Edicions 62. El retorno de
lo trágico, Barcelona.)
DORCY. J.
1958 A la recherche de la mime et des mimes Decroux. Barrault, Marceau. Neully-sur-Seine.
Cahiers de danse et de culture.
DORFLES. G.
1974 "ínnen et aussen en architecture et en psychanalyse”. en: Nouvelle Revue de psychanalyse, n.”
9. Primavera.
DORT. B.
1960 Lecture de Brecht, París. Seuii. (Traducción castellana en Seix Barral. Lectura de Brecht.
Barcelona. 1973.)
1967 Théátre public, París. Seuil.
1971 Théátre réel, París. Seuil.
1975 “Les classiques ou la métamorphose sans fin”, en: Histoire littéraire de la Frunce, París.
Editions Sociales. 1975.
1977a “Un age d'or - Sur la mise en scéne des classiques en Franco entre 1945 et 1960”. en: Revue
de l'histoire littéraire de la France, vol. IV.
1977b "Paradoxe et tentations de l’actcur contemporain", en: Revue d'Esthétique, 1-2.
1979 Théátre en jeu, París. Seuil.
DRAMA REVIEW.
1969 (“naturalisation revisited"), Tomo 42.
1973 (“Russian Issue"), Tomo 57.
dughemin. j.
1945 L’Agon dans la tragédie grecque, París.
duchet. c.
1973 “Une écriture de la sociabilité”, en: Poétique, n." 16. DUCROT, O.
1972 Dire et ne pas dire, París, Hermann. (Traducción castellena en Anagrama, Decir y no decir,
Barcelona, 1982.)
DURRENMATT, F.
1955 y 1966 Theaterschriften und Reden. Zurich, Arche (traducción francesa, París, Gallimard.
1970).
DUKORE. B.
1974 Dramatic Theory and Criticism, Greeks to Grotowski, Nueva York. Holt, Rinehart and
Winston.
DURAND. G.
1969 Les Structures anthropologiques de l'imaginaire, París, Bordas.
DURAND. R.
1975 “Problemes de l’analyse structurale et sémiotique de la forme théátrale", en: HELBO. 1975.
(Traducción castellana en Editorial Gustavo Gili, S. A.. Problemas del análisis estructural y sentiótico
de la forma teatral, en A. Helbo (comp.) Semiología de la representación, Barcelona. 1979.)
DUVIGNAUD, J.
1965 L'Acteur - Esquisse d'une sociologie du comédien, París, Gallimard. (Traducción castellana en
Taurus, El actor. Para una sociología del comediante, Barcelona, 1966.)
1970 Spectacle et société, París. Denoél.
ECO. U.
1965 L’Oeuvre ouverte, París, Seuil. (Traducción castellana en Ariel, Obra abierta, 1979.)
1973 “Tutto il mondo é attorc". en: Terzoprograma, 2-3.
1975 Trattato di semiótica generóle, Milán. Bompiani. (Traducción castellana en Lumen. Tratado de
semiótica general, Barcelona. 1981.)
1976 “Códice", en: Versus, n." 14.
1977 “Semiotics of Performance", en: The Drama Review, XXI. 1.
1978 “Pour une reformulation du concepi de signe iconique", en: Communications, n." 29.
EISENSTEIN. S.
1976 Le Film: sa forme, son sens, París, C. Bougeois. (Traducción castellana en Siglo XXL El
sentido del cine, Buenos Aires. 1974.)
1976-78 La Non-indifférence nature, París. Union Générale d'E-ditions. vol. 1 y 2.
ELAM. K.
1977 "Language in the theatre’*, en: Sub-stance, n. 18-19 (Theater in France, Ten Years of Research,
comp. J. Féral).
1980 The semioiics of theatre and drama, Londres, Mcthuen.
ELLIS-FERMOR, U.
1945 The Fronliers of Drama, Londres, Methuen and Co.
ELSE. G.
1957 Aristotle's Poeties: The Argumént, Cambridge, Harvard University Press.
ENCYCLOPEDIE DE LA PLEIADE.
1965 Histoire des spectacles (comp. G Dumur). París. Ga-llimard.
ENGEL, J. J.
1788 Idées sur le geste et Taction théátrale, París, Barrois.
ERLICH. V.
1969 Russian Formalism, La Haya. París, Mouton. (Traducción castellana en Seix Barral, El
formalismo ruso, Barcelona, 1974.)
ERTEL. E.
1978 “Eléments pour une sémiologie du théátre”. en: Travail théátral, n.l‘ 28-29.
ESSLIN, M.
1961 The Theatre of the Absurd, Nueva York. Doubleday. (Traducción castellana en Seix Barral, El
teatro del absurdo, Barcelona, 1966.)
EVREINOFF, N.
1930 Le théátre dans la vie, Paris, Stock. (Traducción castellana en Editorial Leviatán/Ediciones
Siglo Veinte, El teatro en la vida, Buenos Aires, 1963.)
FERAL. J.
1977 Substance, n.“ 18-19.
FERGUSSON. F.
1949 The Idea of a Theatre, Nueva York. Doubleday.
FLASHAR, H.
1974 “Aristóteles und Brecht”, en: Poética, 6. Band, Heft 1.
FLECNIACOSKYA, J.L.
1961 La formation de l'auto religieux en Espagne avant Calderón, Montpellier, P. Déhan.
FONTANIER. P.
1968 Les Figures du discours, París, Flammarion.
558
FOUCAULT, M.
1966 Les Mols el les dioses, París, Gallimard. (Traducción castellana en Siglo XXI, Las palabras y
las cosas, 1967.)
FRANCASTEL, P.
1965 La Réalité figuralive, París, Gonthier.
1970 Eludes de sociologie de l’art. París, Denoel-Gonthier. (Traducción castellano en Alianza
Editorial, Sociología del arle, Madrid 1981.)
FREGE, G.
1971 Ecrits logiques el philosophiques, París, Seuil. (Traducción castellana en Tecnos, Escritos
lógico-semánticos, 1974.)
FRENZEL, E.
1963 Stoff-Motiv-und Symbolforscltung, Stuttgart, J.B. Metzlers-che Verlagsbuchhandlung.
FREUD, S.
1969 Studienausgabe, Fránkfurt, Fischer Verlag, 10 vol.
1973 L'lnterprétation des réves, París. P.U.F. (Traducción castellana en Alianza Editorial, La
interpretación de los sueños, Madrid, 1981.)
FREYTAG, G.
1965 Die Technik des Dramas (1857), 13 ed.. Darmstadt.
FRYE, N.
1957 Anatomy of Criticism, Princeton University Press. (Traducción francesa, París, Gallimard,
1969.)
FUMAROLI, M.
1972 "Rhétorique et dramaturgie: le statut du pcrsonnage dans la tragédie classique". en: Revue
d'liistoire du théátre, n.“ 3.
GALE, R.
1971 “The fictive use oí language". en Pltilosophy, 46.
GALIFRET-GRANJON. N.
1971 "Le figural gestuel", en: Eludes Philosophiques, n." 3.
GARDIN, J. B.
1974 Les Analyses de discours, Neuchátel. Delachaux el Niestlc.
GASSNER, J.
1965 Directions in Modern Theatre und Drama, Nueva York, Holt, Rinehart and Winston.
GENETTE, G.
1966 Figures I, París. Seuil.
1969 Figures II, París, Seuil.
1972 Figures III, París, Seuil.
1976 Mimologiques, París, Seuil. (Traducción castellana en Por-cel. Mimológicas, 1980.)
1977 “Genres", "types”, ‘'modos", en: Poétíque, n." 32. noviembre.
GENOT, G.
. 1973 "Tactiquc du sens", en: Semiótica, VIII-3.
GINESTIER. P.
1961 Le Théátre contemporain dans le monde, París. P.U.F.
GIRAULT. A.
1975 “Deux Timón d’Athénes". Théátre/Public, n. ’5-6.
GIRARD, R.
1968 R. M. Lenz, genése d'une dramaturgie du tragicomique, París. Klincksicck.
GISSELBRECHT. A.
1971 “Marxismo et théorie de la littérature". en: La Nouvelle Critique, n." 39 bis.
GITEAU. C.
1970 Dicctionnaire des arts du spectacle (francés, inglés, alemán), París, Dunod.
GODARD. C.
1980 Le Théátre depuis 1968, París, Laltés.
GOETHE, F. W.
1970 Werkausgabe, Frankfurt, Insel, 6 vol.
GOFFMAN, E.
1959 The Presentation of Self in Everyday Life, Nueva York, Doubleday. (Traducción castellana en
Amorrortu, La presentación de la persona en la vida cotidiana, 1971.)
1974 Frame analysis, Harmondsworth, Penguin Books.
GOLDMANN, L.
1955 Le Dieu caché, étude sur la visión tragique dans les Pensées de Pascal et dans le théátre de
Hacine, París, Gallimard. (Traducción castellana en Península, El hombre y lo absoluto, Barcelona,
1968.)
GOMBRICH, E.
1972 LArt et T ¡Ilusión, psychologie de la représentation pie tu rale, París, Gallimard. (Traducción
castellana en Gustavo Gili, S. A.. Arte e ilusión, Barcelona, 1982.)
GOODMAN. N
1968 Languages of Art, Nueva York, Bob Merrills. (Traducción castellana en Seix Barral. Lenguajes
del arte, Barcelona,. 1974.)
GOUHIER, H.
1958 L'Oeuvre théátrale, París, Flammarion. (Traducción castellana en Eudeba, La obra teatral,
Buenos Aires, 1961.)
1968 L'Essence du théátre, París, Flammarion. (Traducción castellana en Ed. Artola, La esencia del
teatro, Madrid, 1954.)
1972 Artículo “Théátralité" en Encyclopedia Universalis, París.
GREEN, A.
1969 Un Oeil en trop. Le complexe d’Oedipe dans la tragédie, París, Minuit. (Traducción castellana
El complejo de Edipo en la tragedia. Buenos Aires, 1982.)
FOUCAULT, M.
1966 Les Mots et les Choses, París, Gallimard. (Traducción castellana en Siglo XXI, Las palabras y
las cosas, 1967.)
FRANCASTEL, P.
1965 La Réalité figurative, París, Gonthier.
1970 Eludes de sociologie de i art, París, Denoél-Gonthier. (Traducción castellano en Alianza
Editorial, Sociología del arte, Madrid. 1981.)
FREGE, G.
1971 Ecrits logiques et philosophiques, París, Seuil. (Traducción castellana en Tecnos, Escritos
lógico-semánticos, 1974.)
FRENZEL. E.
1963 Stoff-Motiv-und Symbolforschung, Stuttgart, J.B. Metzlers-che Verlagsbuchhandlung.
FREUD, S.
1969 Studienausgabe, Frankfurt, Fischer Verlag, 10 vol.
1973 L'Inierprétation des reves, París. P.U.F. (Traducción castellana en Alianza Editorial, La
interpretación de los sueíios, Madrid. 1981.)
FREYTAG, G.
1965 Die Technik des Dramas (1857), 13 ed., Darmstadt.
FRYE, N.
1957 Anatomy of Criticism, Princeton University Press. (Traducción francesa. París, Gallimard,
1969.)
FUMAROLI, M.
1972 "Rhétorique et dramaturgie: le statut du personnage dans la tragédie classique". en: Revue
d'ltistoire du théátre, n.° 3.
GALE. R.
1971 “The fictive use of language". en Philosophy, 46.
GALIFRET-GRANJON, N.
1971 "Le figural gestuel". en: Eludes Philosophiques, n.° 3.
GARDIN, J. B.
1974 Les Analyses de discours, Neuchátel, Delachaux et Niestlé.
GASSNER. J.
1965 Directions in Modern Theatre and Drama, Nueva York, Holt, Rinehart and Winston.
GENETTE, G.
1966 Figures I, París, Seuil.
1969 Figures II, París. Seuil.
1972 Figures III, París, Seuil.
1976 Mimologiques, París, Seuil. (Traducción castellana en Por-cel, Mimológicas, 1980.)
1977 “Genres", "types". "rnodes", en: Poétique, n.1' 32. noviembre.
GENOT. G.
. 1973 "Tactique du sens", en: Semiótica, VIII-3.
GINESTIER, P.
1961 Le Théátre contemporain dans le monde, París. P.U.F.
GIRAULT, A.
1975 “Deux Timón d'Athénes", Théátre!Public, n. '5-6.
GIRARD. R.
1968 R. M. Lenz, genése d'une dramaturgie du tragicomique, París. Klincksieck.
GISSELBRECHT. A.
1971 “Marxismo et théorie de la littérature", en: La Nouvelle Critique, n." 39 bis.
GITEAU, C.
1970 Dicctionnaire des arts du spectacle (francés, inglés, alemán), París, Dunod.
GODARD. C.
1980 Le Théátre depuis 1%S, París. Lattés.
GOETHE, F. W.
1970 Werkausgabe, Fránkfurt, Insel, 6 vol.
GOFFMAN, E.
1959 The Presentation of Self in Everyday Life, Nueva York. Doubleday. (Traducción castellana en
Amorrortu, La presentación de la persona en la vida cotidiana, 1971.)
1974 Frame analysis, Harmondsworth, Penguin Books.
GOLDMANN. L.
1955 Le Dieu caché, étude sur la visión tragique dans les Pensées de Pasca! et dans le théátre de
Rucine, París, Gallimard. (Traducción castellana en Península. El hombre y lo absoluto, Barcelona,
1968.)
GOMBRICH, E.
1972 L Art et l'lIlusión, psychologie de la représentation picturale, París, Gallimard. (Traducción
castellana en Gustavo Gilí, S. A., Arte e ilusión, Barcelona, 1982.)
GOODMAN, N
1968 Languages of Art, Nueva York. Bob Merrills. (Traducción castellana en Seix Barral, Lenguajes
del arte. Barcelona,,
1974.)
GOUHIER, H.
1958 L'Oeuvre théátrale, París, Flammarion. (Traducción castellana en Eudeba, La obra teatral.
Buenos Aires, 1961.)
1968 L’Essence du théátre. París, Flammarion. (Traducción castellana en Ed. Artola, La esencia del
teatro, Madrid, 1954.)
1972 Artículo “Théátralité” en Encyclopedia Universalis, París.
GREEN, A.
1969 Un Oeil en trop. Le complexe d'Oedipe dans la tragédie, París, Minuit. (Traducción castellana
El complejo de Edipo en la tragedia. Buenos Aires, 1982.)
GREIMAS. A.
1966 Sémantique struciurale. París. Larousse. (Traducción castellana en Gredos. Semántica
estructural, Madrid. 1976.)
1970 Du sens, París. Seuil. (Traducción castellana en Fragua. En torno al sentido. Madrid. 1973.)
1972 (comp.) Essai de sémiotique póétique, París. Larousse.
1973 'Les actants. les actcurs ei les figures”, en: C. CHABROL.
1973.
1976 Sémiotique et sciences sociales. París, Seuil. (Traducción castellana en Fragua. Semiótica v
ciencias sociales, Madrid.
1980.)
1977 "La sémiotique". en: La linguistique, París. Larousse (Encyclopoche).
1979 Sémiotique - Dictionnaire raisonné de la théorie du langage, París. Hachette (en colaboración
con J. COUTRES).
GRONING, K. y KLIESS. W.
1969 Friedrichs Theaterlexikon, Friedrich Verlag, Velber.
GROSS, R.
1974 Understanding Playscripts - Theory and Method, Bowling Green University Press.
GROTOWSKI. J.
1971 Vers un théátre pauvre, Lausane. La Cité. (Traducción castellana en Siglo XXL Hacia un teatro
pobre. México, D. F., 1970.)
GUESPIN, L.
1971 "Problématique des travaux sur le discours politique". en: Langages, n." 23. ("Le discours
politique").
GULLI-PUGLIATI, P.
1976 I segni latenti - Scritura come virtualitá scenica in “K'tng Lear", Messina-FIorencia, D'Anna.
GUTHKE, K. S.
1961 Geschichte und Poetik der deutschen Tragikomódie.
1968 Die moderne Tragikomódie, Góttingen, Vandemhocck Ruprecht.
HALL. T. E.
1959 The Silent Language, Nueva York, Doubleday (traducción francesa. Mame. 1973).
1966 The Hidden Dimensión. Nueva York, Doubleday (traducción francesa, Seuil, 1971).
(Traducción castellan* en I.E.A.L., La dimensión oculta. Madrid, 1973.)
HAMON, Ph.
1973 "Un discours contraint", en: Poétique, n." 16.
1974 "Analyse du récit". en: Le Pranqais Moderne, n." 2, abril.
1977 "Pour un statut sémiologique du personnage", en: Poétique du récit, París, Seuil.
HARRIS. M. y MONTGOMERY, E.
1975 Theatre props, Londres, Montk v-Studio V sta.
HARTNOLL. Ph.
1957 The Oxford Companion to the theatre, Londres, Oxford University Press.
HAVEL, V.
1977 “Specificjta del teatro”, en: BARTOLUCCI. 1977 (originalmente publicado en Divadlo, abril.
1968).
HAYS, M.
1977 "Theatre History and Practice: An Altcrnative View of Drama", en: New Germane Critique, n."
12.
EFNER. H.
1965 “Towards a Definition of Form in Drama”, en: ANDER-SON, 1965.
HEGEL. F. W.
1964 Sámtliche Werke, Stuttgart (Asthetik. vol. 14).
1965 Esthétique (1832) (traducción francesa de S. lankélevitch), París, Aubier-Montaignc.
(Traducción castellana en Edi-cions 62, Introducción a la estética, Barcelona, 1973.)
HEIDSIECK, A.
1969 Das Groteske und das Ahsurde im módernen Drama, Stuttgart, Kohlhammcr.
HELBO, A.
1975 (comp.) Sémiologie de la représentation, Bruselas, Com-plcxe. (Traducción castellana en
Editorial Gustavo Gilí, Semiología de la representación, Barcelona, 1978.)
HERNADI. P.
1972 Beyond Genre, Corncll University Press. (Traducción castellana en Bosch, Teoría de los
géneros literarios, 1978.)
HILGAR, M. F.
1973 La Mode des stances dans le théátre tragique franqais, 1610-1687, París, Nizet.
HINTZE, J.
1969 Das Raumproblem im modernen deutschen Drama und .Theater, Marburg, Elwert Verlag.
HODGSON, J. y RICHARDS, E.
1974 Improvisaron, Londres, Eyre Methuen. (Traducción castellana en Fundamentos, Improvisación,
1981.)
HONZL, J.
1940 “Pohyb divadelniho znaku”, en: Slovo a slovensnost, 6 (traducido en la revista Travail théátral,
0
n. 4, julio 1971 -“La mobilité du signe théátral”). (Véase también MATEJ-KA, 1976a).
HOOVER, M.
1974 Meyerhold - The Art of Conscious Theater, Amherst, University of Massachusetts Press.
HOPPE, H.
1971 Das Theater der Gegensttánde, Bensberg, Fránkfurt. Scháu-ble Vcrlag.
HORNBV. R.
1977 Script into Performance - A Structuralist View of Play Pro-duction, Austin. University of
Texas Press.
HUBLER. A.
1973 Drama in der Vermittlung von Handlung. Sprache und Sze-ne, Bonn.
HUGHES. G. E. y CRESSWELL, M. J.
1968 An Introduciion to Modal Logi, Londres, Methuen. (Traducción castellana en Tecnos.
Introducción a la lógica modal, 1973.)
HUIZINGA. J.
1938 Homo ludens. Essai sur la fonction sociale du jen (traducción francesa en 1951, Gallimard).
(Traducción castellana en Alianza Editorial. Homo ludens, Madrid. 1972.)
INGARDEN, R.
1931 Das literarische Kunstwerk, Tübingen, Niemeycr.
1949 "Les différentes conceptions de la vérité dans l'oeuvre d’art", en: Revue d'Esthétique, 2.
1971 "Les fonctions du langage au théátre", en: Poétique, n.‘ 8.
IONESCO, E.
1955 “Théátre et Antithéátre". en: Cahiers des saisons, n." 2, oct.
1962 Notes et contre-notes, París, Gallimard. (Traducción castellana en Editorial Losada. Notas y
contranotas; estudios sobre el teatro, Buenos Aires, 1968.)
1966 Entretien avec lonesco (por C. Bonnefois). París. Belfond.
ISER, W.
1972 “The Reading Process: a Phcnomcnological Approach". en: New Literary History, n." 3.
1975 “The Reality of Fiction: a Functionalist Approach to Litera-ture", en: New Literary History,
vol. 7, n." 1.
IVANOV, N.
1977 “Per une 'semiografia' teatrale”, en: VARTILUCCI. G. y URISIC, G. (comp.). 1977 (Traducción
italiana de un artículo publicado en Teatrai’nyj Oktjbar, Leningrado, 1926.
JACQUOT, J.
1960 (comp.). Rálisme et poésie au théátre, París, C.N.R.S.
1962 (comp.). Le théátre tragique, París, C.N.R.S.
1968 (comp.). Dramaturgie et société - Rapports entre l'oeuvre théátrale, son interprétation et son
public au XVIe et XVHe siécles, París. C.N.R.S., 2 vols.
1972 “Sur la forme (Ju masque jacobéen". en: A cíes des journées internationales d’études du
BAROQUE, Mautauban, 1952 (5." cuaderno).
JACOUOT. J. y BABLET. D.
1963 Le Lieu théátral dans la sociéte moderne, París. C.N.R.S.
JACOUOT. J. y VEINSTEIN. A.
1957 La Mise en scéne des oeuvres du passé, París, C.N.R.S.
JAFFRE. J.
1974 “Théátre et idéologie”. en: Littérature, n." 13.
JAKOBSON. R
1963 Essais de linguistique générale, París, Seuil. (Traducción castellana en Seix Barral. Ensayos
de lingüística general, Barcelona, 1981.)
1971 "Visual and Auditory Signs". en: Selected Writings, La Haya. París. Mounton. vol. 2.
JAMESON, F.
1972 The Prison-House of language, Princeton University Press.
JANSEN, S.
1968 "Esquisse d’une théorie de la forme dramatique", en: Lan-gages, n." 12.
1973 "Qu’est-ce qu’une situation dramatique?”, en: Orbis Litte-rarum. XX-VIII. 4.
JAQUES-DALCROZE
1919 Le Rythme, la musique et Téducation, Lausana, Foelisch Fréres (reedición: 1965).
JAUSS. H. R.
1970 Literaturgeschichte ais Provokation, Frankfurt, Suhrkamp. (Traducción castellana en Ediciones
Península, La literatura como provocación, Barcelona, 1979.)
1977 Asthetische Erfahrung und literarische Hermeneutik 1, Mün-chen, Fink Verlag.
JEAN, G.
1976 Le Théátre, París, Seuil.
JOLLES, A.
1972 Formes simples, París, Seuil.
JOURDHEUIL, J.
1976 L’Artiste, la politique, la production. París, Union Générale d’Edition.
JOUVET, L.
1958 Tragédie classique et théátre au XlXe siécle, París, Gallimard.
JUNG, C.
1937 Über die Archetypen (en: Gesammelta Werke, Zurich). KÁNDLER, K.
1976 "Une structurc fondamentale: le drame á stations”, en: Obliques, 6-7.
KANNICHT, R.
1976 "Handlungals Grundbegriff eder aristotclischen Theoric das Dramas”, en: Poética, n.° 8. 1976.
KANT. E.
1959 Kritik der Urteilskraft (comp. Vorlándcr). Hamburgo. (Traducción en Espasa Calpe, Crítica
del juicio, 1981.)
KANTOR. T.
1977 Le Théátre de la mort. Textos reunidos por D. BABLET, Lausana, Age d’Homme. (Traducción
castellana en Pipirijaina Revista de Teatro, n." 19. 20 y 25, Madrid, 1981-1983.)
KAYSER, W.
1960 Das Groteske in Malerei und Dichtung, Hamburgo, Ro-wohlt.
KELLER, W.
1976 Beitrage zur Poetik des Dramas. Darmstadt, Wissenschaftli-che Buchgesellschaft.
KERNODLE, G. R.
1945 From Art to Theatre - Farm and Convention in the Renais-sanee, Chicago.
KESTING. M.
1959 Das epische Theater, Stuttgart. Kohlhammer.
1965 “Gcsamtkunstwerk und Totaltheater". en: Vermessung des Labyrinths, Frankfut. Suhrkamp.
KIBEDI-VARGA. A.
1970 Rhétorique et littérature, París, Didier.
1976 “L'invention et la fablc", en: Poétique, n." 25.
KIPSIS. C.
1974 The Mime Book, Nueva York. Harper and Row.
KIRBY. E. T.
1969 Total theatre - A Critical Anthologv, Nueva York. Dutton.
KIRBY. M.
1965 Happenings - An Ulustrated Anthologv, Nueva York. Dutton and Co.
1976 "Structural Analysis/structural theory". en: The Drama Re-view, n." 20.
KLOTZ. V.
1960 Geschlossene und offene Form im Drama. Munich, Hanser Verlag (reedición: Í969).
1976 Dramaturgie des Publikums, Munich. Hanser Verlag.
KLÚNDER. J.
1971 Theaterwissenschaft ais Medienwissenschaft. Hamburgo. Lüdkc Verlag.
KNUDSEN. H.
1971 Methodik der Theaterwissenschaft. Stuttgart. Kohlhammer.
KOMMEREL. M.
1940 Lessing und Aristóteles. Untersuchung über die Theorie der Tragóaie, Frankfurt.
KONIGSON, E.
1969 La Représentation d'un mystére de la Passion á Valenciennes en 1547, París, C.N.R.S.
1975 L’Espace théátral médiéval, París, C.N.R.S.
KOIT, J.
1965 Shakespeare, notre contemporain, Verviers, Maraboul Uni-versité. (Traducción castellana en
Seix Barral. Apuntes sobre Shakespeare, Barcelona, 1969.)
KOURILSKY, F.
1971 Le Bread and Puppet Theatre, Lausana, La Cité.
KOVACKS, K.
1978 “A History of the Feerie in France”, en: Theatre Quarterly, vol. 8, n." 29.
KOWZAN. T.
1968 “Le signe au théátre”, en: Diogéne, vol. 61. (Traducción castellana en Monte Avila, El signo en
el teatro, en T.W. Adorno (comp.), El teatro y su crisis actual, Caracas, 1969.)
1970 “L'art du spectacle dans un systéme général des arts”, en: Eludes philosophiques, enero.
1976 “L’art en abyme”, Diogéne, n." 96, oct.-dic.
KREJCA, O.
1971 "L’acteur est-il un signe dans un systéme de signes fermé?", en: Travail théátral, n." 1, oct.-dic.
KRISTEVA, J.
1969 Semiotiké, Recherches pour una sémanalyse, París, Seuil. (Traducción castellana en Ed.
Fundamentos, Semiótica,
1981.)
1972-1973 "Le sujet en procés", en Tel Que!, n.“ 52 y n.” 53.
KRYSINSKI, W.
1978 “Entre l'éthique du langage et la grammaire générative: le systéme sémiotique de Tilomas
Pavel", en: Semiótica, n: 23: 3-4.
LABAN. R.
1960 The Masiery of Movement, (2." ed.). Londres. Macdonald and Evans.
LA BORDERIE. R.
1973 "Sur la notion d’iconicité” (y con A. LE GALLOCH) "L'i-conicité de la représentation et de
l'évocation dans le théátre classique". en: Messages, n. 4.
LA BRUYERE.
1934 Oeuvres complétes (ed. J. Benda). Parts. Gallimard.
LAGRAVE, H.
1973 “Le costume du théátre”: approche sémiologique", en: Messages, n." 4.
LANGAGES.
1968 (“Pratiques et langages gestuels”), n." 10.
LANGER, S.
1953 Feeling and Fomt, Nueva York, Scribner’s.
LARTHOMAS, P.
1972 Le Langage dramatique, París, Colin.
LAUSBERG, H.
1960 Handbuch der literarischen Rhetorik, Munich, Max Hübler Verlag. (Tradución castellana en
Grcdos, Manual de retórica literaria, Madrid, 1966.)
LAVER. J.
1964 Costume in the theatre, George and Harrap.
LEBEL, J. J.
1966 Le Happening, París, Denoél.
LECOQ, J.
1967 "Le mouvement et le théátre”, en: Atac-informations, n.“
13, diciembre.
LEPSCHY, G.
1967 La Linguistique Structurale, París, Payot. (Traducción castellana en Anagrama. La lingüística
estructural, Barcelona,
1971.)
LESSING, E.
1885 Dramaturgie de Hambourg, París. Perrin.
LEVIN, S.
1962 Linguistic Structures in Poetry, La Haya. Mouton. (Traducción castellana en Ediciones
Cátedra, Estructuras lingüísticas en la poesía, Madrid, 1979.)
LEVITT, R. M.
1971 A Structural Approach to the Analysis of Drama, La Haya. Mouton.
LIBIOULLE. A.
1975 "La dramaturgie vocale de Michel Puig", en: Travail théá-tral, n.“ 20.
LIDENBERGER, H
1975 Historical Drama - The Relation of Literature and Reality, The University of Chicago Press.
1976 "L'ironie”, Linguistique et Sémiologie, n." 2.
LIOURE. M.
1973 Le Drame de Diderot á lonesco, París, A. Colin.
LOCKEMANN, W.
1973 Lyrik - Epik - Dramatik, Meisenheim, Main.
LOTMAN. Y.
1973 La Structure du texte artistique, París, Gallimard. (Traducción castellana en Istmo, La
estructura del texto artístico,
1982.)
LOUYS. M.
1967 Le costume, pourquoi et comment? Bruselas, La Rcnaissan-ce du Livre.
LUCAS. F. L.
1927 Tragedy in Relation to Aristotle’s Poetics.
LUKACS. G.
1960 La Significaron présente du réalisrne critique, París, Gallimard.
1965 Le Román historique, París, Payot. (Traducción castellana en Grijalbo, La novela histórica,
Barcelona. 1976.)
1975 Problémes du réalisrne, París, L’Arche. (Traducción castellana en Grijalbo. Materiales sobre
realismo, Barcelona.
1976.)
LYOTARD, J.-F.
1971 Discours, Figure, París, Klincksieck. (Traducción castellana en Editorial Gustavo Gili, S. A..
Discurso, figura. Barcelona. 1979.)
MACHEREY. P.
1966 Pour une théorie de la production littéraire. París, Maspero.
MAINGUENEAU. D.
1976 Initiation aux métltodes de ianalyse du discours, París, Hachette.
MANNONI. O.
1969 “L’illusion comique ou le théátre du point de vue de l’ima-ginaire". en: Clés pour l'imaginaire,
París, Seuil. (Traducción castellana en Amorrortu Editores. La otra escena. Claves para lo imaginario,
Buenos Aires. 1979.)
MARCEAU. M.
1974 M. Marceau ou Taventure du siience. Interview de G. et T. Verriest-Lefert, París. Desclée de
Brouver.
MARCUS. S.
1974 Mathematische Poetik, Frankfurt. Athenáum. (Traducción castellana en Editorial Teide.
Introducción en la lingüistica matemática, Barcelona. 1976.)
1975 “Stratégie des personnages dfamatiqucs". en: HELBO,
1975. (Traducción castellana en Editorial Gustavo Gili. S. A.. Estrategia de los personajes
dramáticos, en A. Helbo (comp.). Semiología de la representación, Barcelona. 1978.)
1977 “Montage". en: COLLET. et al.. 1977.
M^RMONTEL. J. F.
1763-1787 Eléments de littérature, París. Née de la Rochellc, 1787. 6 vol.
MARRANCA. B. (comp.)
1977 The Theatre of Images, Nueva York, Drama Book Specialists. (Textos de R. WILSON, R.
Foreman, L. Breuer).
MARTIN, M.
1977 Le Langage cinématographique, París, Editeurs Franqais Réunis.
MARTINET, A.
1967 Eléments de linguistique générale. París. A. Colín (2.* ed. 1970). (Traducción castellana en
Gredos, Elementos de lingüística general, Madrid, 1978.)
MATEJKA. L. y TITUNIK, I.
1976a Semiotics of Art: Prague School Contributions, Cambridge, M.I.T. Press.
MATEJKA. L.
1976b Sound, Sign and Meaning-Quinquagenary of the Prague Linguistic Circle, Ann Arbor, The
University of Michigan Press.
MATHIEU, M.
1974 “Les Acteurs du récit". en Poétique, n." 19.
MAURON, C.
1963 Des Métaphores obsédanles au mythe personnel. íntroduc-tion (i la psychocritique, París, J.
Corti.
1964 Psvchocritique du genre comique, París. Corti.
MEHLIN. U.'
1969 Die Fachsprache des Theaters (Eine Untersuchung der Ter-minologie von Bühnentechnik,
Schauspielkunst und Theate-rorganisation, Dusseldorf. Piidagogischer Verlag Schwann.
MELEUC. S.
1969 “Structure de la máxime", en: Langages, n." 13.
MENENDEZ PIDAL, R.
1957 “Del Honor en el teatro español", en España y su historia, Vol. II. Madrid.
MEYERHOLD. V.
1963 Le Théátre théátral, París, Gallimard, 1963.
1969 Meyerhold on theatre (E. Braun, comp.), Nueva York, Hill and Wang.
1973-75 Ecrits sur le théátre, Lausana, I.a Cité. (Traducción castellana en Alberto Corazón Editor.
Textos teóricos, Madrid,
1972, y Fundamentos, Teoría teatral, Madrid. 1973.)
MICHAUD. G.
1957 L'Oeuvre et ses techniques, París, Nizet.
MICHOT, J.
1974 “Un concept frappé de suspicion: rAbbildung”, en: Revue des Sciences Humaines, n.° 154.
MIKAIL, E. H.
1972 Comedy and Tragedy: a Bibliography of Critical Studies. Nueva York, Whiston.
MILLER, J.
1972 “Non verbal comunication". en: R. A. Hinde (comp.), Non-Verbal Communication, Londres.
MOHOLY-NAGY.
1925 Die Bühne im Bauhaus, Bauhaus Bücher.
MOLES, A.
1973 (comp.). La Cornmunication et les mass media, Verviers, Marabout. (Traducción castellana en
Mensajero, Bilbao.)
MOLES. A. y ROHMER, E.
1972 Psychologie de I’espace, París, Casterman. (Traducción castellana en Aguilera, Psicología del
espacio, 1972.)
MONOD. R.
1977a Les Textes de théátre, París. CEDIC.
1977b “Les dramaturgies emboitées", en: Travail théátral, n.° 27, abril-junio.
MORAUD, Y.
1981 Im conquéte de la liberté de Scapin á Fígaro, París, P.U.F.
MOREL. J.
1968 La Tragédie, París, A. Colin.
MORENO, J.-L.
1965 Psychothérapie de groupe et psychodrame, París. P.U.F. (Traducción castellana en Fondo
Cultura Económica, Psicoterapia de grupo v psicodrama, Madrid.)
MORVAN DE BELLEGRÁDE.
1702 Lettres curieuses de littérature et de morale, París, Guignard.
MOUNIN. G.
1970 Introduction á la sémiologie, París. Minuit. (Traducción castellana en Anagrama. Introducción
a la semiología, Barcelona. 1972.)
MOUSSINAC, L.
1948 Traité de la mise en scéne, París, Librairie Centrale des Beaux-Arts. (Traducción castellana en
Leviatán/Siglo Veinte. Tratado de la puesta en escena, Buenos Aires. 1959.)
MUKAROVSKY. J.
1934 "L'Art comrne fait sémiologique". en: Actes du huitiéme congrés international de philosophie
á Prague. (También en Poétique. n." 3, 1970). (Traducción castellana en Alberto Corazón Editor, Arte y
semiología. Madrid, 1971.)
1941 "Dialoga monolog", en: Kapitolyz Ceské poetiky, vol. 1. Praga (traducido en J. M. 1977).
1977 The World and Verbal Art (comp. J. Burbank y P. Steiner), New-Haven, Yale University Press.
1978 Structure, Sign and Function (comp. J. Burbank y P. Steiner), New-Haven. Yale University
Press.
NADIN. M.
1978 “De la condition sémiotique du théátre”. en: Revue roumai-ne d'histoire de l'ari, XV.
NATEW. A.
1971 Das Dramalische und das Drama, Velber, Friedrich Verlag.
NELSON. R.
1958 Play within the Play, New-Haven, Yale University Press.
NICOLL. A.
1962 The Theatre and Dramatic Theory, Nueva York. Barnes and Noble. (Traducción castellana en
Aguilar, Historia del teatro mundial, Madrid. 1964.)
1963 The World of Arlequín - A Critical Study of the Commedia delTArte, Cambridge University
Press. (Traducción castellana en Barral Editores. El mundo de Arlequín, Barcelona, 1977.)
NIETZSCHE. F.
1967 “Die Geburt der Tragódie” (1872) (“La naissance de la tragédie”). en: Werke in zwei Blinden,
München, C. Hanser (traducción Gallimard. 1977). (Traducción castellana en Es-pasa-C'alpe, F.l origen
de la tragedia, Madrid, 1943.)
1971 (“Effets et formes de l'illusion”) n." 4 Nouvelle Revue de psychanalyse.
OLSON. E.
1968a “The Elements of Drama: Plot”, en: Perspectives on drama (J. Calderwood). Oxford
University Press.
1968b The Theory of Comedy, Bloomington, Indiana University Press. (Traducción castellana en
Ariel. Teoría de la comedia. 1978.)
OOSTENDROP, H. Th.
1969 “El sentido de la honra matrimonial", en: Neophilologus, Vol. 53.
ORLANDO, F.
1971 Lettura freudiana della "Phédre", Turín, Einaudi. OSOLSOBE, 1.
1967 Muzikál je, kdyz..., Praga. Supraphon.
1974 Divadlo, ktere mluví, spíva a tancí, Praga, Supraphon.
1980 “Cours de théátristique générale”, en: J. Savona, ed.,
1981.
PAGNINI, M.
1970 “Per una semiología del teatro classico”, en: Struménti criti-ci, n.° 12.
PANDOLFI, V.
1961 Regia et registri nel teatro moderno, Capelli, Univcrsalc Capelli.
1957-1961 La Commedia dell'Arte, Florencia, 6 vol.
PASCADI, I.
1974 “L’acte de réception du spectacle”, en: Revue roumaine d'histoire de I’art, vol. XI.
PASQUIER, M.-C.
1978 Le théátre américains d'aujourd'hui, París, P.U.F.
PAVEL, T.
1976 La syntaxe narrative des tragédies de Corneille, París, Klincksieck.
PAVIS. P.
1975 “Problémes d’une sémiologie du théátre”, en: Semiótica, 15:3.
1976a Problémes de sémiologie théátrale, Montreal, Les Presses de l’Université du Québec.
1976b “Théorie du théátre et sémiologie: sphére de l’objet et sphére de Thomme”, en: Semiótica,
16:1.
1977 “Le corps social", en: Travail théátral, n.u 28-29, julio.
1978a “Remarques sur le discours théátral”, en: Degrés, n." 13, primavera.
1978b “Mise au point sur le Gestus”, en: Sitex, n.° 7.
1978c “Des sémiologies théátrales", en: Travail théátral, n.° 31.
1978d "Débat sur la sémiologie du théátre”, en: Versus, n." 21, septiembre.
1979a “II discorso de la critica teatrale”, en: Quaderni di Teatro, n.° 5.
1979b “Notes towards a semiotic analysis”, en: The Drama Re-view, vol. 84, diciembre.
1980a “Dire et faire au théátre. Sur les stances du Cid”, en: J. Savona, comp., Théátre et théátralité,
París, Minuit.
1980b “Vers une esthétique de la réception théátrale. Variations sur quclques relations”, en: V. Bourgy
et R. Durand (comp.) La Relation Théátrale, Presses de 1‘Université de Lille.
1980c “Le discours du mime”, en: M. de Marinis, 1980.
1980d “Towards a Semiotics of Mise en Scéne?”, University of Michigan Press.
1981a “Réflexions sur la notation théátrale”, en: Revue d'Histoi-re du Théátre.
1981b “Problems of a semiology of Theatrical Gesture”, en Poe-tics Today, n.° 2:3 (primavera).
PEIRCE. C.
1978 Ecrits sur le signe (textes rassemblés, traduils et commentés par G. Deledalle). París. Seuil.
PERCHERON, I).