Muchas veces hablamos de la importancia de mirar la realidad que vivimos y
de aprender a tomarla como un espejo de nuestra interioridad, como el reflejo
de nuestros conflictos internos, de nuestras emociones descontroladas, de
nuestros resentimientos escondidos. No obstante, creemos que podemos
ocultar a los demás, esa vorágine que nos sacude en profundidad, que
podemos disimularla y pasar desapercibidos.
Y no es así… Los otros nos des-cubren fácilmente y concluimos dándonos
cuenta de que los principales engañados somos nosotros mismos por no
querer mirar de frente la causa de nuestros sufrimientos. Pero podemos dejar
el lugar de la víctima y reconocer que todo lo que nos ocurre es porque somos
generadores de experiencias, positivas o negativas, y todo lo experimentado es
conocimiento adquirido.
Somos el producto de una enseñanza equivocada, somos los herederos de una
cultura de la hipocresía que ya no puede seguir sosteniéndose en la mentira de
la apariencia.
Este es un momento clave en la transformación de nosotros mismos que,
sumada a la de los demás, dará un salto cualitativo en la Evolución Humana,
en la Transformación del Hombre[1] sobre la Tierra. Estas etapas de cambio,
son verdaderas revoluciones internas que nos preparan para la asunción del
derecho inalienable de Ser Uno Mismo. Cada hombre es la Humanidad y, lo
que cada individuo logre en su proceso íntimo, es un peldaño firme en el
cambio de toda la especie.
En los últimos años hemos comprendido que depende de nosotros elegir o no
la felicidad, que los demás no son los culpables de nuestro martirio, pero
tampoco quienes nos proveerán el gozo de la Vida. Cada uno de nosotros, en
el esfuerzo por estar atentos y habitar el Aquí y Ahora, por ejercitarnos en la
Respiración Consciente que nos une al Todo, vamos abriendo el Camino del
Cambio. Vamos dejando de sentirnos aislados en la inmensidad, para conocer
nuestro verdadero linaje sagrado y para acceder a la vivencia de UNIDAD.
Pero este crecimiento que hemos ido haciendo nos hace responsables de
nuestras actitudes con nosotros y con los demás.
El crecimiento que nos está aguardando no nos exige ser los mejores, espera
de nosotros que seamos íntegros, auténticos, completos, aunque imperfectos y
en proceso de transformación constante. Theillard de Chardin dice «El futuro
del hombre es la unidad universal. Toda la evolución nos lleva a la
socialización. Es una fuerza cósmica la que nos arrastra a la unidad. Como
resultado de esta unidad el hombre llegará a una cuarta etapa: el punto
Omega. Será el resultado de la unión de millones de cerebros, será un mundo
cada vez más unido. Así como las células uniéndose hasta cierto grado de
complejidad dieron origen al cerebro, así millones de cerebros unidos darán
origen a una nueva humanidad. Al final de los tiempos Cristo (punto Omega)
asumirá a toda la Humanidad».. Es decir, que pueda dar respuesta y resonar
desde su condición de ser humano despierto. De esto se trata el Trabajo
Interior.
Del libro El Tiempo del Hombre Nuevo, de Néstor
Almagro: El Hombre Nuevo debe surgir como resultado de la
integración de lo masculino y lo femenino interno, religando los opuestos a
tra¬vés de honrar al padre ya la madre, y no, por el efecto de la con¬frontación
de los mismos, en una guerra de sexos y opuestos. Cuando aprendemos a
observar nuestras conductas en relación con la Ley de Causa y Efecto, a la que
en la India denominan Karma, nos resulta más simple, ya la vez, es más
profundo el diagnóstico que hagamos de cualquier situación. Hay actitudes
egocéntricas que todos tenemos y que son de poca implicancia para nuestro
entorno. Pero cuando dañamos a la mujer, estamos destruyendo todo lo que en
nuestro interior representa lo femenino. Conste que en sí misma, representa a
una de las dos fuerzas de la Creación, e igualmente las contiene en su interior,
desde el instante mismo de la concepción.
Recién ahora podemos ver que el actuar «dormidos», es decir, sin conciencia,
genera un daño que no podemos reparar fácilmente. Con el agravante que tal
actitud nos impulsa a negar y hasta destruir el potencial de la intuición, como
manifestación femenina de la mente, la cual existe en ambos sexos y
determina el potencial de nuestra cre¬atividad. No considerar esto compromete
nuestro desarrollo interior y afecta el vínculo que poseemos con la Naturaleza.
Por ejemplo, si en la actualidad fuera verdaderamente preponderante la
intuición sobre el intelecto, no habría guerras. La competencia sería
transfor¬mada en integración y la degradación psicológica que vivimos en
Desarrollo Armónico.
Desde una comprensión que se amplía con señales e intuiciones, nos
encontramos diariamente, de la forma más inesperada y agradable, con
quienes también están caminando hacia el encuentro profundo con la
HUMANIDAD. 17.11.2011 – Inés Olivero
[1] Representante del género humano (Hombre-Mujer)