Gobierno y Políticas Públicas
2020-2
Reseña I: Maturana, H. (2002). La ontología del explicar. En: La objetividad un argumento para
obligar. (pp. 17-37). España: Dolmen Ediciones S.A.
                                                                     Mónica Patricia Torres Flórez
Humberto Maturana es un biólogo, investigador y profesor chileno. Crea y desarrolla junto a
Francisco Varela su concepto más reconocido, el de la autopoiesis, como un proceso de
producción de sí mismos de los seres vivos, condición de la que deriva su autonomía. En 1966
publica su primer libro: La objetividad un argumento para obligar.
En la ontología del explicar, Maturana plantea la discusión fundamental sobre la forma en que
aceptamos como válida determinada explicación a partir de un pretendido carácter de
racionalidad que nos otorgaría un acceso privilegiado a la realidad. El propósito de Maturana
es a partir de esto, abordar y comprender la forma en que se acepta o se rechaza determinada
afirmación, a partir de las preguntas: ¿qué es la realidad? ¿le da el acceso a lo real un poder
innegable a la razón? o, por el contrario, ¿nos da la razón un acceso a lo real tal que podamos
concederle el poder de validación universal que pretendemos que tiene cuando por medio de
ella obligamos a alguien a aceptar un argumento con base en su racionalidad?
Según la hipotesis de Maturana, cada cosa que hacemos como seres humanos supone una
respuesta a la cuestión de qué entendemos como realidad, y de este acercamiento se ha
derivado la pretensión de crear argumentos racionales fundados en un acceso a lo real para
justificar nuestras acciones. En el desarrollo argumental de este texto, Maturana busca abordar
las preguntas sobre la realidad considerando al observador como una entidad biológica y
describiendo los caminos explicativos de los que derivan los dominios de realidad por los que
aceptamos o validamos determinada afirmación.          Según Maturana, la respuesta a estos
interrogantes determina nuestra forma de vivir y de relacionarnos aceptando o rechazando a los
demás seres humanos en los sistemas sociales de los que hacemos parte, y a su vez, estos
interrogantes sólo pueden contestarse apropiadamente si la observación y el conocimiento se
asumen como un proceso biológico generado a través de la operación del observador como ser
humano viviente. El primer elemento discursivo que presenta Maturana es la praxis del vivir,
como la experiencia misma del estar y del hacer lo que hacemos, experiencia en la que la
explicación o descripción de lo que hacemos es secundaria, pues le antecede esa praxis de la
que no somos totalmente conscientes y descubrimos que todo lo que hagamos como
observadores simplemente nos ocurre. Observar es, por tanto, el punto de partida en el intento
de responder a la cuestión de la realidad y la razón como dominios humanos. Para Maturana, a
partir de esta praxis del vivir establecemos los criterios según los cuales aceptamos una
explicación o una respuesta explicativa a determinado interrogante. Es decir, responder es para
nosotros reformular nuestra praxis del vivir y será aceptado por el otro siempre y cuando éste
opere en el mismo dominio de praxis de vivir. Las explicaciones y el criterio para aceptarlas
surgen en este sentido, de un cierto modo de escuchar, y para Maturana estos modos que son
a la vez caminos explicativos son la objetividad trascendental y la objetividad constitutiva. En el
primero, el observador asume que las cosas y la realidad existen independientemente de sí
mismo y de lo que éste haga. No busca en su origen biológico ni en sus habilidades cognitivas
la posibilidad de conocer o acercarse a las cosas y a la realidad, pues éstas existen sin
considerar que él o ella las conozca o se acerque a ellas. La referencia a entidades como la
materia, la energía o Dios termina validando este camino explicativo, en el que todo lo asumido
como existente constituye lo real y cualquier otra cosa es sólo una ilusión y se niega su validez.
Las explicaciones en este dominio de la realidad se reducen por tanto a la referencia
trascendental de la que deriva todo lo que es válido y existente. Según Maturana, en este
camino explicativo toda pretensión de conocimiento es una demanda de obediencia.
En el segundo camino explicativo, el observador sí se asume en su condición biológica y
reconoce sus habilidades cognitivas como resultado de esta condición de ser viviente. En este
sentido, el observador considera a su vez su incapacidad para reconocer en la experiencia
errores de percepción o ilusión. Un observador en este camino explicativo asume que las cosas,
entidades y todo lo que pueda constituir la realidad no existen independientemente de sí mismo.
Por tanto, no puede hacer declaraciones o afirmaciones bajo una consideración de lo que es
válido o no, como si ocurre en el primer camino explicativo. La existencia se constituye por tanto
a través de lo que el observador hace, y no hay un objeto o entidad a la que pueda hacer
referencia para validar determinada explicación. Así pues, según Maturana, bajo la objetividad
constitutiva no hay un único dominio de la realidad y todos son válidos pues son generados por
operaciones de distinción del observador a través de su praxis del vivir. Al seguir este segundo
camino, nos encontramos ante lo que Maturana llama un multiverso, diversos dominios de la
realidad igualmente legítimos. Una ilusión, es según esto, sólo una afirmación escuchada desde
un dominio de la realidad distinto a aquel desde la cual se enuncia. Mientras que, para un
observador en un camino explicativo de objetividad trascendental, todo lo que no pertenezca a
su dominio ontológico de la realidad es considerado como falso.
Según esta distinción fundamental en el texto de Maturana se introducen los dominios
explicativos que constituyen a su vez dominios de acciones legítimas para cada individuo. Hay
tantos dominios explicativos como criterios de validación usados por el individuo como
observador. En este sentido, las doctrinas políticas, religiosas, filosóficas e ideologías en
general son diferentes dominios y en ellos se encuentran quienes operan en él. La ciencia como
parte de estos dominios, juega entonces un papel fundamental en la validación del
conocimiento y de las explicaciones a diversos fenómenos, pues la ciencia moderna es un
dominio particular explicativo en el que deben operar cuatro condiciones ,según Maturana: la
especificación del fenómeno como una característica de la praxis del vivir del observador, la
proposición de un mecanismo de producción de la experiencia del fenómeno que se pretende
explicar, la deducción de otro fenómeno a partir de este mecanismo y la experimentación de
estos fenómenos adicionales a medida que ejecuta las operaciones explicativas. La ciencia así
entendida es un dominio de explicaciones sólo válida para la comunidad de observadores que
comparten ese dominio y esos criterios y de ella se deriva la coordinación de acciones de
aquellos que pertenecen a la mencionada comunidad. Las explicaciones científicas, sin
embargo, no parten del supuesto de una existencia independiente del observador, sino que es
un sistema de intercambio, consenso y combinación de explicaciones. No es la medición,
predicción ni cuantificación lo que determina a la ciencia como dominio de explicaciones, sino
que a partir de los criterios que operan en este dominio, un observador puede hacer ciencia en
cualquier otro dominio de la praxis del vivir en el que se apliquen estos criterios.
Maturana, plantea a partir de este desarrollo argumentativo, que no considerar ontológica y
epistemológicamente lo que implican las acciones de quienes hacen ciencia y no reconocer el
carácter generativo de las explicaciones científicas lleva a la creencia de que la validez de estas
explicaciones deriva de su referencia a una realidad objetiva e independiente y que, por
consiguiente, estas explicaciones no son más que proposiciones reduccionistas. Sin embargo,
para Maturana, ser objetivo en la práctica sólo significa: “abandonar su deseo de un resultado
particular en su investigación, para no oscurecer su impecabilidad como generados de
explicaciones científicas” (2002, p. 25). Las explicaciones científicas, concluye Maturana, no
explican un mundo independiente, sino que, en la experiencia del observador, explican el
mundo que él o ella vive, es decir, derivan de su praxis del vivir. Las teorías son, por tanto,
libres creaciones humanas. La tesis de Maturana es en este sentido, que el acercamiento a la
realidad está mediado por el dominio de explicaciones en que se encuentre el individuo, y que
éste deriva de su praxis del vivir y determinará lo que se concibe como válido o verdadero
según el camino explicativo que genere ese dominio de realidad que es a la vez un dominio de
acción.
El acercamiento de Maturana en este texto supone una ruptura ontológica y epistemológica
fundamental que desafía nuestra concepción del mundo y de la relación con los otros basada
en una realidad pretendidamente objetiva y en el imperativo de la razón. Reconocer la
existencia de distintos dominios explicativos tal como los plantea Maturana, implicaría una
mayor comprensión alrededor del ser y del hacer de los otros, en los que no medie una
confrontación que pretenda invalidarlos, sino que, por el contrario, reconozca en lo que llama
Maturana: su praxis del vivir nuevas formas de percibir y de considerar las cosas. Vale la pena,
sin embargo, preguntarse de qué forma puede considerarse el lenguaje, la percepción y el
entendimiento humano más allá de concepciones meramente biologicistas como la que
presenta Humberto Maturana.