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El Ateísmo: Formas y Evolución

El documento presenta una introducción al ateísmo, describiendo sus diferentes formas como la negación de Dios, de los dioses o de lo divino. Explica que el nombre "ateísmo" surgió a finales del siglo XVI pero la noción ha existido desde la antigüedad. El ateísmo moderno se desarrolló a raíz de la Ilustración y la secularización, influenciado por pensadores como Feuerbach, Marx y Nietzsche. Finalmente, analiza dos tesis antropológicas que potenciaron el ateísmo: la

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El Ateísmo: Formas y Evolución

El documento presenta una introducción al ateísmo, describiendo sus diferentes formas como la negación de Dios, de los dioses o de lo divino. Explica que el nombre "ateísmo" surgió a finales del siglo XVI pero la noción ha existido desde la antigüedad. El ateísmo moderno se desarrolló a raíz de la Ilustración y la secularización, influenciado por pensadores como Feuerbach, Marx y Nietzsche. Finalmente, analiza dos tesis antropológicas que potenciaron el ateísmo: la

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EL ATEISMO: SU SENTIDO Y SUS FORMAS. TEMA 35.

1.INTRODUCCION: Sentido y formas del ateísmo.

Ser ateo, o abrazar el ateísmo, es negar que haya Dios, o negar que haya dioses, o negar

que haya alguna realidad que pueda llamarse "divina", o todas estas cosas a un tiempo. Por lo

regular, cada una de las mencionadas negaciones ha dado lugar a alguna forma particular de

ateísmo. El ateísmo del que niega que haya Dios se opone generalmente al teísmo y hasta al

deísmo, si bien se ha distinguido entre ateísmo y anti-teísmo: el último consiste no sólo en negar

que Dios existe, sino también, y sobre todo , en negar que la noción de existencia sea aplicable a

Dios (como ocurre con Sartre o el "primer Sartre"). El ateísmo del que niega que haya dioses se

opone al politeismo; desde el punto de vista politeísta, los cristianos eran vistos como "ateos" o

"sin dioses". Es menos claro a qué se opone el que niega que haya ninguna realidad "divina",

pero como esta es a menudo identificada con algo sobrenatural, el último tipo de ateísmo suele

oponerse al sobrenaturalismo. Por otro lado aun en cada uno de los tres casos citados pueden

darse muy diversas formas de ateísmo, cuya descripción requiere atención a específicas

condiciones sociales, culturales e históricas.

El nombre de "ateísmo" surgió sólo a fines del siglo XVI, pero la noción de ateísmo, en alguna

de sus muchas formas, y sobre todo, la acusación de ateísmo son bastante anteriores. Sócrates
fue condenado a muerte por ateo, por "Sin Dios". Sin embargo, como muchos otros griegos

cultos, no rechazaba todo tipo de Dios, sino solamente el culto tradicional de los dioses de la

polis griega.

Pero como dice Hans Küng, el ateísmo en su sentido mas fuerte no niega sólo la

pluralidad de los dioses, o un determinado tipo de culto a Dios, o un Dios personal, "teísta". El

auténtico ateísmo niega todo tipo de Dios y todo lo divino, tanto entendido en sentido

mitológico como concebido de forma teológica o filosófica. Semejante ateísmo, semejante

visión general de la realidad, que cree que puede pasar sin Dios, siempre ha sido, en la

Antigüedad como en la Edad Media, cosa de minorías.

1
Hasta el radicalismo de la Ilustración francesa (y como consecuencia de la

secularización y de la situación comprometida en que la misma Iglesia puso a la fe en Dios a la

democracia moderna) no encuentra el ateísmo amplia difusión en las personas cultas. Pero este

no deja de ser un ateísmo vulgar, y los nuevos representantes del ateísmo del siglo XIX se

sienten muy por encima de él. Hasta Feuerbach y Marx, en efecto, y más tarde con Nietzsche y

Freud, el ateísmo -respaldado esta vez por científicos ateos- no llega a convertirse en una visión

del mundo que amenaza a la fe en sus propias raíces, que penetra en todos los estratos de la

población y alcanza, finalmente, dimensiones universales, sobrepasando las fronteras de Europa.

Efectivamente, la autocomprensión del hombre moderno aparece determinada en no pequeña

medida por el ateísmo.

Veamos este problema brevemente ( que podemos denominar como desencantamiento

de las visiones metafísico-religiosas del mundo) desde la sociología de la religión.

La cultura moderna, si consideramos su conexión más inmediata, ha surgido de la gran

época de la cultura eclesiástica que reposaba en la creencia en una revelación divina absoluta y

directa y en la organización de esta revelación en el instituto de salvación y de educación que

era la Iglesia. Nada se puede comparar, como dice Troeltsch, con el poder de una creencia

semejante cuando la fe resulta, efectivamente, algo vital y obvio.

La Antigüedad terminó sus días, bajo la influencia decisiva del cristianismo, con la
creación de un edificio poderoso, edificio que constituye el centro de toda la llamada cultura

medieval. La penetración directa de lo divino, deslindable de lo puramente natural, sus leyes,

sus fuerzas, sus fines lo determinan todo y engendran un ideal de cultura que, por lo menos en

teoría, significa una dirección de la humanidad "una" a través de la Iglesia y de su autoridad, y

ordena por todas partes la trabazón de los fines sobrenaturales con los fines naturales, seculares

y humanos.

Se trata de una cultura autoritaria, que despierta las aspiraciones más altas por la

salvación eterna y las más vivas profundidades de la vida subjetiva del alma, y que trata lo

divino inmutable y lo humano mudable en un cosmos de ordenadas funciones culturales.

1
Con la confrontación a esta situación se aclara la naturaleza de la cultura moderna.

Significa, en general, la lucha en contra de la cultura eclesiástica y su sustitución por ideas

culturales autónomamente engendradas, cuya validez es consecuencia de su fuerza persuasiva.

Fúndese como se funde, todo lo domina la autonomía frente a la autoridad eclesiástica,

frente a las normas divinas directas y puramente exteriores. Cuando se establecen, por principio,

nuevas autoridades o se las obedece de hecho, su legitimidad se funda siempre en una

convicción puramente autónoma y racional.

La consecuencia inmediata de una autonomía semejante es, necesariamente, un

individualismo creciente en las convicciones, opiniones, teorías y fines prácticos. Una

vinculación supra-individual absoluta sólo la procura una fuerza tan enorme como la creencia en

una directa revelación divina sobrenatural, creencia que poseía el catolicismo y que en la Iglesia

se ha organizado como la encarnación ampliada y permanente en Dios. Si desaparece esta

vinculación tendremos, como consecuencia necesaria, la proliferación de toda clase de opiniones

humanas. Estas opiniones no pueden decidir con una absoluta autoridad divina, sino como una

relativa autoridad humana.

La revelación deja paso a la ciencia. De aquí surge el carácter científico racionalista de

la cultura moderna. El heredero de la teología fue el sistema natural-racional de las ciencias. El

optimismo ilustrado de un Condorcet será el paradigma de esta nueva concepción del mundo.
Todos los problemas a que hasta ahora habían dado respuesta las doctrinas religiosas, o bien

pueden ser convertidos en problemas elaborables científicamente, y en este sentido resolverse

racionalmente, o pueden ser puestos en evidencia en su calidad de pseudoproblemas y hacerlos

desaparecer objetivamente. Es, con esta nueva situación y visión del mundo, donde el ateísmo

en sentido fuerte, el autentico ateísmo del que habla Küng, se desarrolla.

En la historia de la filosofía tenemos muestras paradigmáticas de como se tematizó este

ateísmo moderno -si así lo podemos llamar.

Sin ánimos de exhaustividad desarrollaremos en este tema las formas de ateísmo más

renombradas, a saber: El ateísmo positivista (Compte), el ateísmo antropológico (Feuerbach), el

1
ateísmo sociológico (Marx),) y el ateísmo-nihilismo (Nietzsche).

Pero antes de pasar al desarrollo de estas formas de ateísmo en la historia de la filosofía,

expondremos en un apartado previo y desde la antropología de la religión, dos importantes

ataques que sufrió el concepto de mundo religioso y que potenciaron la aparición del fenómeno

del ateísmo. Estos son los ataques contra el teocentrismo y contra el antropocentrismo.

2. DOS TESIS CAPITALES DE LA ANTROPOLOGIA RELIGIOSA Y SUS

CONTROVERSIAS.

2.1 El teocentrismo.

Según la biblia Dios creó al hombre. Lo creó según su imagen. A esto se contrapone la

antítesis: Dios es lo que el hombre crea. Y también lo crea según su imagen. El hombre no es

una sombra de Dios, sino un ideal del hombre.

Fue Feuerbach quien concibió que Dios es sólo una proyección del hombre. Lo mismo

que para Hegel el espíritu del mundo sólo llega a tener conciencia de sí mismo por el camino de

sus manifestaciones históricas, así también, según Feuerbach, el espíritu humano no se conocía

primitivamente a sí mismo por reflexión directa, volviendo sobre sí mismo, sino solamente

situándose fuera de sí mismo, objetivándose. Solamente en forma objetiva puede contemplarse a

sí mismo. Y así como el espíritu divino de Hegel se objetiva en la historia humana, de la misma

manera, pero en sentido inverso, el espíritu divino de Feuerbach se objetiva en Dios. Dios no es
más que "el ser natural del hombre" proyectado al exterior y situado objetivamente en virtud de

la imaginación del mismo hombre. La omnipotencia divina nace en el fondo de la omnipotencia

del espíritu humano. El saber del hombre acerca de Dios es el saber del hombre acerca de sí

mismo.

Por tanto Hegel como Feuerbach, con la convicción de que el espíritu se conoce a sí

mismo en su propio producto como en un espejo, están ambos influidos por Kant, según el cual

sólo podemos descubrir las categorías de nuestro pensamiento interrogándonos en forma

transcendental sobre las condiciones de su posibilidad. El método teorético de Kant fue

ampliado por Hegel y Feuerbach en sentido meramente metafísico y de historia de la cultura.

1
Pero desde que Dios hoy es considerado como simple proyección, es válido, según

Feuerbach, que las propiedades atribuidas a Dios por el hombre, éste se las atribuya de nuevo a

sí mismo.

Los antiguos se habían rebelado contra el antropoformismo de Dios con el argumento de

que Dios era más excelso que todo lo humano; a la inversa, para Feuerbach el hombre es el más

excelso y Dios tiene su excelsitud sólo por aquel. El hombre, libertado de Dios no solamente

pensará mejor de sí mismo, sino que elevará más aún la realidad. El antiteísmo de Feuerbach se

muestra en realidad como prohominismo. El ataque a Dios sirve solamente de defensa del

hombre.

Lo mismo viene a decir Nietzsche : "Dios ha muerto", "Ahora queremos que el

superhombre viva". El hombre debe apropiarse la herencia de Dios, pues Dios ha impedido de

tal manera el desarrollo total del hombre que sólo con su ruina se conseguirá la última y

suprema posibilidad del hombre: el superhombre.

Especialmente desde el punto de vista ético se ha llegado en nuestro siglo, con Max

Scheler y Nicolai Hartmann, a un "ateísmo postulatorio. Para Kant, Dios (teoréticamente

indemostrable), en cuanto que garante del orden moral universal, en el cual el bueno llega a ser

bien bienaventurado después de la muerte, era aún un postulado de la razón práctica. A la

inversa, Hartmann establece al final de su ética no menos de cinco insuperables antinomias entre
religión y moral. Según él, la religión anula al hombre como persona moral.

Esto son solo algunos ejemplos de la sublevación en contra del hecho de que el hombre

deba tener un punto de referencia superior y exterior a sí mismo. Frente a un miembro

dependiente del reino de Dios, el hombre quiere ahora sentirse como señor de su propio reino.

2.2 El antropocentrismo.

Así como, según el concepto religioso del mundo, Dios es señor del mundo, así también

es el hombre señor de la Tierra, y por eso se le aplica a él la especial solicitud de Dios. Por eso

el concepto religioso del mundo no es solamente teocéntrico, sino también antropocéntrico.

Ya en el Antiguo Testamento se está en contra del autocentrismo del hombre. Cuando

1
pide Job que Dios trate al hombre con especial miramiento, se le enseña que Dios no ha creado

solamente al hombre, sino igualmente a todas las cosas que hay en el mundo.

La más eficaz sacudida a la presunción humana de ocupar una posición privilegiada en

el mundo le vino del sistema de Copérnico. Mientras se creyó, con Ptolomeo, que la tierra

constituía el centro de todo el Universo, se estuvo cerca de trasladar e irradiar sobre el hombre

esta centralidad. Por el contrario, con Copérnico, la Tierra es solamente "una estrella entre las

estrellas", y por eso la creencia en la exaltada unicidad del hombre se vuelve caduca.

Junto a la Astronomía, la Biología; junto al sistema de Copérnico, el darvinismo ha

asestado también más tarde un golpe a la creencia en la posición preeminente del hombre.

Según la Biblia Dios ha creado al hombre en un día especial de la creación. Por el contrario,

según Darwin, lo mismo que todas las especies proceden unas de otras, así también el hombre

procede, sin solución de continuidad, del reino animal.

Darwin es considerado como el Copérnico de la biología, y análogamente a lo que había

ocurrido con la nueva física y astronomía, una vez más se volvió a identificar el mensaje bíblico

con una determinada teoría científica, y se presentó batalla contra el evolucionismo a favor de

un fijismo congruente con la Biblia y la tradición.

En Darwin confluyen las dos grandes corrientes científicas del siglo XIX, las ciencias de

la naturaleza y las ciencias del espíritu, que hasta entonces habían ido por separado. La
naturaleza y la historia se despliegan en un único proceso histórico-natural que, a pasos cortos y

a lo largo de gigantescos lapsos de tiempo, ha ido produciendo toda la riqueza del mundo y la

totalidad de los seres vivos. El progreso como ley de la naturaleza y de la historia. Con ello

desaparece el último resto de la ordenación medieval del mundo. Se ha acabado con una

ordenación antropocéntrica del mundo, y la hipótesis Dios ya no se necesita ni para la aparición

de la vida.

El ateísmo se va a configurar a través de estas nuevas imágenes del mundo.

3. El ateísmo en la historia de la filosofía.

1
3.1. Ateismo positivista: Compte.

Auguste Compte, contemporáneo de Hegel, había abandonado a los trece años la fe en

Dios.

En los seis volúmenes de su Curso de filosofía positiva, que comienzan a aparecer en el

último año de la vida de Hegel, se muestra como un eminente sistemático que intenta, al igual

que Hegel, integrar la historia entera de la humanidad en un sistema unitario de pensamiento:

todo ello como preparación teórica de un reformismo práctico, que más allá del tradicionalismo

de los conservadores y del jacobinismo de los progresistas se propone realizar "positivamente"

las ideas de la Revolución Francesa.

Al igual que Hegel, ve todas las cosas en progreso, en evolución, y subraya la necesidad

del orden. Pero el pensamiento de Compte, dada su fe en el progreso, centrada por completo en

la ciencia positiva, no parte de lo absoluto sino de los hechos , de lo dado, de lo positivo; frente

a esto todo lo metafísico le parece una ficción.

Para Compte es la misma humanidad la que evoluciona en tres estadios hasta la

positividad. A la fabulación mítica, teológico-ficticia, de una sociedad predominantemente

militar sigue la metafísica abstracta de una sociedad marcadamente jurídica y, a esta, la ciencia

positiva de los hechos dentro de una sociedad industrial. Así, según Compte,el Dios tradicional

no es sustituido por la "razón" EN EL SENTIDO DE Robespierre, por la "razón" como "ser


supremo", sino por el "gran ser", por la humanidad en general. En lugar de Dios y su

providencia está ahora el hombre: que ve para prever, prevé para prevenir, previene para

adueñarse del mundo.

Así, Compte, sobre todo en la última fase de su vida, reemplaza la fe en Dios mediante

la "nueva religión de la humanidad" la cual tiene por objeto principal la propia humanidad y

como meta el progreso humano. Ciencia sin religión y progreso sin Dios serán pues los

elementos claves para caracterizar el ateísmo positivista de Compte.

1
3.2 Ateísmo antropológico: Feuerbach.

Friedrich Engels, da noticia en 1886 del repentino viraje hacia el ateísmo que se efectuó

en la escuela hegeliana. "Entonces apareció La esencia del cristianismo de Feuerbach. De un

solo golpe pulverizó la contradicción, volviendo a entronizar el materialismo. Fuera de la

naturaleza y del hombre nada existe, y los seres superiores que nuestra fantasía religiosa alcanza

no son más que el reflejo fantástico de nuestro propio ser."

Al margen de estas palabras de Engels, parece que no fue La esencia del cristianismo

sino los Principios de la filosofía del futuro, publicados dos años más tarde (1843) los que

hicieron a Marx un feuerbachiano convencido.

Pero lo que aquí nos interesa es, al margen de estas consideraciones históricas, la crítica

de Feuerbach a la religión, el ateísmo y su fundamentación.

En Feuerbach se pone de manifiesto lo peligroso que resulta para la fe en Dios la

identificación hegeliana de conciencia finita y de conciencia infinita, de hombre y Dios. Basta

cambiar la perspectiva y todo aparece al revés. Entonces no queda la conciencia finita

"superada" en la infinita, ni el espíritu humano en el espíritu absoluto, sino que, por el contrario,

la conciencia infinita queda "superada" en la conciencia finita y el espíritu absoluto el espíritu

humano. Eso es lo que precisamente hace Feuerbach: él no quiere hacer "ebria" especulación

sino "sobria" filosofía. Por eso abandona el "punto de partida absoluto" y el consiguiente
"sinsentido del absoluto". Y con ello la conciencia humana del absoluto (divino) se convierte en

la conciencia humana de la infinitud de la propia conciencia (humana). Como dice Feuerbach:

"La conciencia de Dios es la autoconciencia del hombre, y el conocimiento de Dios, el

autoconocimiento del hombre". El panteísmo idealista se invierte en ateísmo materialista.

Acto seguido aplica Feuerbach este concepto a toda teología cristiana, y así el misterio

de la teología es la antropología. Y la antropología entendida en sentido de lucha, como una

llamada a internarse en una realidad más real que aquella que la teología cristiana y la

especulación idealista se creen obligadas a investigar. Esta es "la tarea del nuevo tiempo": "la

realización y humanización de Dios, la transformación y disolución de la teología en

1
antropología".

Con su interpretación de la religión va mucho más allá que cualquier tipo de Ilustración.

La religión no es solamente un enorme artificio. La religión aparece claramente como

autoextrañamiento y autoalienación, no de Dios, como pensaba Hegel, sino de cada hombre

individual.

El ateísmo es, pues, "el misterio de la religión". Este ateísmo es el verdadero

humanismo. No se debe negar simplemente a Dios, sino que se debe afirmar y exaltar la esencia

real del hombre.

Feuerbach fundamente su ateísmo en razones psicológicas: la idea de Dios es un

producto psicológico del hombre. La religión se basa ante todo en el sentimiento de

dependencia, sentimiento que no deja de ser una cuestión puramente intramundana. De modo

que la religión es un producto del instinto de conservación del hombre. La idea de Dios no es

otra cosa que imaginación humana.

3.3 Ateísmo sociopolítico: Marx

A los 23 años consigue Marx su doctorado con una tesis sobre al filosofía atea antigua:

La diferencia de la filosofía de la naturaleza de Demócrito y Epicuro. Ya en el prefacio hay una

profesión de fe atea, una adhesión al prometéico "yo odio a los dioses" y a la autoconciencia

humana como suprema y única divinidad. Marx en ese tiempo sigue trabajando en la línea de

Hegel, pero ya acusa a la vez una fuerte influencia de Feuerbach y, sobre todo, del profesor

auxiliar de teología Bruno Bauer, ateo declarado, con quien Marx quiere hacer su habilitación

sin conseguirlo.

Podríamos decir que las fases de desarrollo del joven Marx fueron tres: judío de

nacimiento, cristiano de educación y ateo de formación.

A nosotros nos interesa, por supuesto a la última fase de su formación, y sólo diremos, a

titulo de información, que se puede rastrear el talante antireligioso y ateo de Marx ya antes de la

maduración de su teoría social.

1
Es en sus obras, de todos modos donde encontramos fundamentos para analizar el tipo

de ateísmo que profesa. Veámoslo.

En sus manuscritos económico-filosóficos, redactados en París, Marx dice que el

ateísmo es el humanismo conciliado consigo mismo por eliminación de la religión, el

humanismo reconciliado consigo mismo por eliminación de la propiedad privada.

Estos Manuscritos de París, que Marx había elaborado en 1884 para su Critica de la

economía nacional no se publican hasta el 32. Pero tales Manuscritos económico filosóficos,

como ahora se llaman generalmente, son tenidos desde entonces como la partida de nacimiento

de lo que hoy se denomina socialismo científico.. Tales manuscritos constituyen junto con el

trabajo Crítica de la filosofía del derecho de Hegel, el único intento explícito y definido

existente en toda la bibliografía marxista de fundamentar filosóficamente la concepción

marxista de la religión.

En lo tocante a la religión y la critica de la religión, Marx está por principio del lado de

Feuerbach y en contra de Hegel: Marx no solamente suscribe el nuevo punto de partida en el

hombre, en los datos reales, en la realidad sensible del más acá, en el ser y no en la conciencia;

también suscribe por completo la crítica de la religión de Feuerbach. Más aún, Feuerbach, según

Marx, ha realizado esta crítica de una vez para siempre. Para Marx, el ateísmo resulta una cosa

natural, que no hay que fundamentar, mientras que para Feuerbach todavía tanto la religión, el
ateísmo y la teología eran objeto de continua polémica.

Para Marx era del todo evidente que Dios es una proyección del hombre, a la vez que la

religión es proyección y alienación del hombre.

El ateísmo de Marx ha de entenderse como un humanismo. Pero un humanismo que no

sólo debe postularse en abstracto como el de Feuerbach, sino también verificarse históricamente

en una sociedad digna del hombre, esto es, un humanismo real, vigente hasta el último Marx.

En sus escritos de juventud, Marx emplea, por influjo de Hegel y Feuerbach una

terminología más humanista. En sus obras posteriores, especialmente en El Capital, argumenta

desde un punto de vista económico-político y evita palabras y frases humanistas, para el

1
ineficaces.

Pero la intención humanista sigue en pie. En conjunto un humanismo socializado y

democratizado, o más propiamente, un socialismo humano.

Como ya hemos dicho histórica y biográficamente Marx se plantea primero la cuestión

de Dios y luego la cuestión social. El ateísmo no obedece a la miseria del proletariado sino a la

filosofía de los hegelianos de izquierda. El ateísmo de Marx no se basa en su socialismo y

comunismo, sino que es anterior a ellos. También para él, y muy personalmente, la crítica atea

de la religión es el presupuesto de toda crítica. Los argumentos decisivos del ateísmo de Marx

están, en lo esencial, tomados de Feuerbach. Marx tenía la firme convicción de que con

Feuerbach la crítica de la religión ya estaba definitivamente clausurada y el ateísmo

teóricamente establecido. En la fundamentación del ateísmo, el crítico de la religión Marx no va

sustancialmente más lejos que el crítico de la religión Feuerbach.

Aunque es cierto que Marx analiza críticamente el transfondo de la hipótesis de la

proyección psicológica de Feuerbach y examina sociopsicológicamente sus condicionamientos

sociales. De esta manera puede profundizar dicha hipótesis en su dimensión político-humanista,

primero y político-económica después.

3.4 Ateísmo/Nihilismo: Nietzsche.


Nietzsche publica su primera obra en el mismo año en que muere Feuerbach. No

demostraba ninguna estimación por esta filosofía. Sin embargo, ha recibido, aunque no lo

confiesa, más de esta filosofía de lo que él mismo cree por conducto de sus dos maestros:

Schopenhauer y Wagner. Los Parerga de Schopenhauer, redactados entre 1844 y 1850, llevan el

sello indiscutible de la fuerte impresión que había producido en su autor la Esencia del

cristianismo. Wagner, por su parte, antes de haber sido influido por El mundo como voluntad y

representación, había sido seducido también por Feuerbach. Cuando redacte sus memorias -

cuyas pruebas corregirá el mismo Nietzsche-, llamará a Feuerbach "el único y verdadero

filósofo de los tiempos modernos" y "el representante de la liberación radical y categórica del

1
individuo." De hecho en La voluntad de poder, se encuentra una explicación de la creencia en

Dios que se aproxima mucho a la de Feuerbach, con sólo la adición de un elemento personal.

La religión sería una especie de desdoblamiento psicológico. Dios, según Nietzsche, no

es más que el espejo del hombre.

La aversión de Nietzsche por el cristianismo y toda fe en Dios no se manifiesta

solamente al final de su carrera. Se manifiesta muy bien al principio, y fue un sentimiento

espontaneo totalmente instintivo, como él mismo lo explica en el Ecce Homo, el ateísmo, dirá

entonces, no es para mí el resultado de algo, menos aún un suceso de mi vida; es en sí mismo

algo instintivo. Así,y más patente que en Feuerbach y sus discípulos, el ateísmo es, en su raíz,

un antiteísmo.

Nietzsche da por supuesto que Dios no puede vivir mas que en la conciencia de los

hombres. Pero es un huésped indeseable, como él mismo dice "es un pensamiento que tuerce

todo lo que es derecho. Para estar más desembarazado, intentó menos refutar las pruebas de la

existencia de Dios que enseñar cómo tal idea se había podido formar, cómo había podido

instalarse en la conciencia y "tomar peso". Esta refutación histórica será "la única definitiva".

Nietzsche va a proclamar "la muerte de Dios". Esta expresión no es una simple

consigna. Ni mucho menos una lamentación o un sarcasmo, sino que traduce una opción; como

dice Nietzsche: "es precisamente nuestra tendencia la que decide contra el cristianismo, no son
los argumentos". La muerte de Dios no es solamente para Nietzsche un hecho terrible, sino que

es algo por él querido. "si Dios ha muerto, es que lo hemos matado nosotros. Nosotros somos

los asesinos de Dios."

El ocaso de la fe en el Dios cristiano, la victoria del ateísmo científico es, según

Nietzsche, un acontecimiento que abarca a toda Europa.

Nietzsche niega a Dios, a todo tipo de Dios, y en particular al Dios cristiano. No quiere

que se haga de él un buscador de Dios. Como ya Schopenhauer, Nietzsche está por un ateísmo

absolutamente honrado, que no se permita a sí mismo la mentira de la fe en Dios.

Nietzsche, al hablar de la muerte de Dios, no se limita a hacer una constatación

1
puramente psicológica: no hay Dios. Su constatación tiene más bien el carácter de un hecho

básico para la interpretación de la totalidad del mundo y del hombre.

4. Conclusiones

En la época moderna, la fe en Dios, debido a la crítica filosófica y a los resultados de la

investigación científica en los que podría apoyarse, ha ido pasando cada vez más a la defensiva.

La imagen moderna del mundo parece no ser conciliable con una fe de este tipo.

Desde hace por lo menos doscientos años, la teología cristiana se ve confrontada con

cuestiones que no puede responder sin llevar a cabo un gran esfuerzo de adecuación. A menudo

tiene grandes dificultades para hacer comprender al creyente normal las concesiones que se ve

realizada a realizar. La historia del pensamiento teológico de los últimos doscientos años está

signada por los desafíos que resultan del progreso del conocimiento de las ciencias y su

elaboración filosófica. También dentro de la misma teología se han obtenido resultados que han

influido en este mismo sentido. Sobre todo la teología protestante, que en medida considerable

ha podido liberarse del tutelaje eclesiástico, ha experimentado un desarrollo que ha conducido a

una pluralidad de interpretaciones de la fe cristiana de manera tal que en la actualidad

encontramos en sus representantes, por una parte, un más o menos encubierto ateísmo, y por

otra, actitudes de fe fundamentalistas que recuerdan los tiempos antiguos.

Recientemente -es decir, sobre todo después del final de la Segunda Guerra Mundial-

este desarrollo también ha afectado al catolicismo. La necesidad de recuperar modernidad, que

existía desde hacía ya largo tiempo en esta rama de la religión cristiana pero que había sido

sofocada por la autoridad eclesiástica, parece que poco a poco se va haciendo más manifiesta. El

encapsulamiento institucional del Cristianismo católico, que durante largo tiempo proporcionó

una cierta protección en contra de las influencias del espíritu moderno, se vuelve cada vez más

difícil de mantener en sociedades abiertas.

Con estas consideraciones histórico sociológicas terminamos la exposición del tema que

1
comenzó partiendo de los fenómenos sociales y culturales en los que el ateísmo cobró su fuerza.

1
BIBLIOGRAFIA.

Hans Albert., La miseria de la filosofía.

E. Troeltsch., El protestantismo y el mundo moderno.

Michael Landmann., Antropología filosófica.

Henri de Lubac., El drama del humanismo ateo.

Hans Küng., ¿Existe Dios?. Respuesta al problema de Dios en

nuestro tiempo.

1
INDICE.

1. INTRODUCCION: Ateísmo, su sentido y sus formas.

2. Dos tesis capitales de la antropología de la religión y sus controversias.

2.1. El teocentrismo.

2.2. El antropocentrismo.

3. El ateísmo en la historia de la filosofía.

3.1. Ateísmo positivista: Compte.

3.2. Ateismo antropológico: Feuerbach.

3.3. Ateísmo sociopolítico: Marx.

3.4. Ateísmo/Nihilismo: Nietzsche.

4. Conclusiones.

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