La importación de manuscritos
iluminados y su influencia en
la miniatura de la península
ibérica: 1470-1570
Javier Docampo
Museo Nacional del Prado
El siglo posterior a la invención de la imprenta coincidió en buena me-
dida con el último período de esplendor de la iluminación de manus-
critos. Los tipos móviles no acabaron con los códices escritos a mano,
pero los fueron relegando a la categoría de libros de lujo, a menudo con
una rica iluminación. En la Península Ibérica, donde la imprenta se
había introducido en 1472, se desarrolló durante esta etapa una minia-
tura de desigual calidad, pero siempre muy condicionada por los prin-
cipales focos artísticos europeos: Flandes e Italia sobre todo, aunque
también Francia de manera secundaria.
Las vías de penetración de estas influencias debieron ser variadas.
Sobre la estancia de miniaturistas hispanos en talleres extranjeros te-
nemos pocas noticias. Tan sólo podemos citar el episodio del scripto-
rium que Alfonso V de Aragón formó en la ciudad de Nápoles duran-
te su reinado entre 1442 y 1458, y anterior, por tanto, a la época que
examinaremos1. En él trabajaron un Alfonso “Spanyol”, también citado
como “de Córdoba” y otro maestro anónimo, que colaboraron en las
miniaturas del Libro de Horas de Alfonso el Magnánimo (Nápoles, Bi-
blioteca Nazionale, ms. I.B. 55). Ambos debieron formarse en Valencia
1 Sobre este tema véase Gennaro Toscano, “Nápoles y el Mediterráneo: relacio-
nes entre miniatura y pintura en la transición de la Casa de Anjou a la Casa de
Aragón”, en El renacimiento mediterráneo: viajes de artistas e itinerarios de
obras entre Italia, Francia y España en el siglo XV, Madrid, Museo hyssen-
Bornemisza, 2001, pp. 79-99.
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en el círculo de Joan Rexach y Jacomart, y al menos en el primero de-
bió volver a su tierra después de la muerte del rey Alfonso. También
debemos citar al Maestro de San Jorge, que además de participar en
el mencionado libro de horas trabajó en otros como en el conservado
en el J. Paul Getty Museum (ms. Ludwig IX. 12), destinado a un cliente
catalán. Sin embargo todos ellos se movían en un lenguaje de origen
flamenco, alejado de las novedades que el renacimiento estaba plan-
teando en cuanto a decoración y organización de las escenas en los
focos meridionales. Por este motivo no es fácil establecer relaciones
entre estos maestros y miniaturistas valencianos como Pere Bonora,
en cuya iluminación del Psalterium Laudatorium de Fray Francisco
Eiximenis (Valencia, Biblioteca Universitaria, Ms. 725, fol. 128), intro-
dujo orlas e iniciales “a bianchi girari”, en un estilo ya plenamente re-
nacentista. Otros ejemplos de este tipo de orlas se hallan en dos códi-
ces con las Obras de Salustio (Barcelona, Biblioteca de la Universidad,
ms. 122 y Biblioteca de Catalunya, ms. 448) o en un Misal (Londres,
British Library, Add. Ms. 34663)2.
También tenemos constancia de la presencia en España de artistas
del resto de Europa. A mediados del siglo XV trabajó para el marqués
de Santillana el pintor Jorge Inglés, de posible origen nórdico, al que
Sánchez Cantón atribuyó en 1917 una serie de códices, conservados
casi todos en la Biblioteca Nacional, donde llegaron con el ingreso de la
biblioteca Osuna. Otro códice, un De regimine principum de Guido
delle Colonne se conserva en la Houghton Library de la Universidad
de Harvard (fMS Typ 195). Aunque buena parte de la crítica posterior
ha mantenido esta atribución, se trata de un tema pendiente aún de un
estudio en profundidad3.
2 Amparo Villalba Dávalos, La miniatura valenciana en los siglos XIV y XV,
Valencia, 1964, pp. 142-144 y Pedro Bohigas, La ilustración y la decoración
del libro manuscrito en Cataluña, Barcelona, 1967, pp. 67-69, 78 y 81-82.
3 F. Javier Sánchez Cantón, “Maestro Jorge Inglés pintor y miniaturista del mar-
qués de Santillana”, en Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, 1917,
pp. 99-105 y 1918, pp. 27-31. La atribución fue mantenida por Chandler Ra-
thfon Post A history of Spanish painting, vol. IV, part. I, Cambridge (Mass.),
Harvard University Press, 1933, p. 70; Jesús Domínguez Bordona Exposición
de códices miniados españoles, Madrid, 1929, p. 118 y J.J. Martín González
, en he Dictionary of Art, Londres, 1996, pp. 854-855. Un rechazo de esta
atribución para uno de los códices (la Beata Vita de San Agustín, Vit. 17-4)
en Reyes y Mecenas: los Reyes Católicos, Maximiliano I y los inicios de la
Casa de Austria en España, Toledo, 1992, p. 366, nº 100. Sobre el manuscrito
178
la importación de m a n uscritos iluminados
En las cuentas de Isabel la Católica aparecen más miniaturistas
extranjeros, como el parisino Ruperto Alexandre o Felipe Morrás de
Picardía, también llamado en la documentación Philippe Maurras,
que tasó la biblioteca de la reina a la muerte de esta4. En la corona
de Aragón hay que reseñar la presencia de Antoine de Lonhy, artista
polifacético activo aproximadamente entre 1445 y 1480. Formado en
Borgoña en torno a 1440, sus primeras obras son miniaturas. Entre
1460 y 1462 le encontramos documentado en Toulouse y en Barcelona,
donde trabajó como diseñador de vidrieras, como el rosetón de Santa
María del Mar, y como pintor, en el retablo de los agustinos del Domus
Dei en Miralles (Museu Nacional d’Art de Catalunya y Museo del Cas-
tillo de Peralada). Aunque no tenemos constancia documental de que
trabajase como iluminador en Barcelona, algunas miniaturas han sido
relacionadas con este período. Nos referimos a las dos hojas sueltas,
procedentes probablemente de un misal, que representan una Cruci-
fi xión (Praga, Národni Galerie) y un Cristo en Majestad (San Francis-
co, colección particular)5. Por otro lado desde 1502 está documentado
un Gilaberto de Flandes como posible director del scriptorium que
realiza los cantorales del monasterio de Santa Engracia de Zaragoza6.
de Harvard: Roger S. Wieck, Late medieval and Renaissance illuminated
manuscripts 1350-1525 in the Houghton Library, Cambridge, Mass., 1983, pp.
98-99. Sobre la biblioteca del marqués el estudio clásico es el de Mario Schiff,
La bibliothèque del Marquis de Santillane, París, 1905. Véase también los
catálogos de dos exposiciones: La Biblioteca de los Mendoza en el siglo
XV, Madrid, 1958 y Los libros del Marqués de Santillana, Madrid, Biblioteca
Nacional, 1977, en donde se proporciona una lista sumaria de los manuscritos
que poseyó (pp. 17-21).
4 Joaquín Yarza Luaces, “Los Reyes Católicos y la miniatura”, en Curso sobre las
artes en Aragón durante el reinado de Fernando el Católico, Zaragoza, Ins-
titución Fernando el Católico, 1993, pp. 68-72, 79 y 82-83 y Rafael Domínguez
Casas, Arte y etiqueta en la corte de los Reyes Católicos: artistas, residencias,
jardines y bosques, Madrid, Alpuerto, 1993, pp. 127-128 y 135. Nuevas noticias
sobre Alexandre en Carmen Morte García, “Artistas de la corte de los Reyes
Católicos en Zaragoza” en Archivo Español de Arte, nº 280, pp. 426-430 y
sobre Morrás en Elisa Ruiz, “Los libros de horas en los inventarios de Isabel la
Católica” en El libro antiguo español VI, Salamanca, Ediciones Universidad,
2002, p. 413.
5 La carrera de Lonhy fue reconstruida por François Avril en “Le Maître des
Heures de Saluces: Antoine de Lonhy” en Revue de l’Art, nº 85, 1989, pp. 9-34.
Véase también El renacimiento mediterráneo..., pp. 481-490.
6 El arte en Cataluña y los reinos hispánicos en tiempos de Carlos I, Madrid,
179
j av i e r d o c a m p o
También conocemos la presencia en Barcelona entre 1509 y 1525 de
un iluminador florentino, Giacomo Smeraldo Diotavanti, que traba-
jaría en los cantorales de monasterio de Pedralbes y en misales para
Barcelona y Tortosa7. En Portugal, Antonio de Holanda, cuyo apellido
parece indicativo de su origen, aparece como fundador de la escuela
miniaturística desarrollada en la primera mitad del siglo XVI.
Otra posible vía, sobre la que tampoco quedan apenas restos, pudo
ser la importación de cuadernos de modelos, que los miniaturistas em-
plearían para copiar composiciones o motivos decorativos. No cono-
cemos ningún cuaderno extranjero de modelos que pasase por la Pe-
nínsula Ibérica, aunque es evidente que debieron ser utilizados, como
demuestra un alfabeto completo de principios del siglo XVI conserva-
do en París (École des Beaux-Arts, Ms. Masson 98)8.
Sin embargo el factor que probablemente incidió más en la llegada
de prototipos europeos a los talleres de miniaturistas españoles fue
la importación de numerosos códices iluminados desde finales del si-
glo XV y hasta mediados del siglo XVI por parte de prelados, nobles
y monarcas. Al igual que otros productos artísticos unas veces se en-
cargarían o comprarían en los países de origen mientras que otras se
adquirirían a los mercaderes que los traían a las grandes ferias, como
la de Medina del Campo.
Hasta que punto condicionaron estos manuscritos importados, a
menudo de una calidad muy alta, a los miniaturistas hispanos es un
asunto de gran complejidad. En primer lugar hay que tener en cuenta
la interrelación entre las distintas manifestaciones artísticas, de mane-
ra que los códices no eran evidentemente la única fuente estilística e
iconográfica para los iluminadores y así deben ser considerados otros
factores como las conexiones entre pintura, miniatura, grabado y es-
cultura en el caso del influjo del arte flamenco o la influencia que los
modelos arquitectónicos (dibujos y grabados) pudieron tener en la en-
Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y
Carlos V, 2000, pp. 224-229, con la bibliografía anterior.
7 Jesús Domínguez Bordona, y Juan Ainaud, Miniatura, grabado y encuader-
nación, Madrid, 1962 (Ars Hispaniae, t. XVIII), p. 235; Pedro Bohigas, La ilus-
tración y la decoración del libro manuscrito…, pp. 127-129; Josefina Planas
Bádenas, “Liber Missalis”, en El arte en Cataluña y los reinos hispánicos en
tiempos de Carlos I, nº 29, pp. 246-247.
8 Jonathan J. G. Alexander, Medieval illuminators and their methods of work,
New Haven: Yale University Press, 1992, p. 126 y nota 35.
180
la importación de m a n uscritos iluminados
trada del repertorio renacentista italiano. Especialmente importante
se revela la transmisión de modelos a través de las estampas, asunto
que ha recibido una cierta atención crítica9. En segundo lugar debemos
considerar el peso de la tradición anterior. La formación del estilo his-
pano-flamenco que domina buena parte del período puede rastrearse
desde los años centrales del siglo XV y es, por tanto, algo anterior a la
etapa que estudiaremos. Nos limitaremos, pues, a ver una más de las
vías de llegada, aunque de gran importancia, de las grandes corrientes
artísticas europeas del momento y alguno de los aspectos de su in-
fluencia sobre la miniatura española.
Libros de oras de Flandes yluminadas: la
llegada de manuscritos flamencos.
Durante este período las adquisiciones de manuscritos iluminados de-
ben verse en el marco general de la llegada a la Península de obras de
arte de todo tipo: pinturas, esculturas, tapices, piezas de orfebrería y
metal..., pero también sepulcros, retablos completos e incluso elemen-
tos arquitectónicos10. De manera que no es de extrañar que elementos
tan fácilmente transportables como los libros cruzaran con frecuen-
cia las fronteras. Especialmente los talleres flamencos, organizados en
9 Diego Angulo Íñiguez, “Martin Shongauer y algunas miniaturas castellanas”
en Arte español, 1924, pp. 173-180; L. M. F. Bosch, “A terminus ante quem for
two of Martin Shongauer’s Crucifi xions”, en Art Bulletin, 1982, pp. 632-635;
Rosario Marchena Hidalgo, “La influencia de los grabados en las miniaturas
de los libros de coro de la catedral de Sevilla” en Archivo Español de Arte,
nº 280, 1997, pp. 430-438 y Fernando Villaseñor Sebastián “Préstamos e in-
fluencias extranjeras en la miniatura hispanoflamenca castellana” en El arte
foráneo en España: presencia e influencia, Madrid, CSIC, 2005, pp. 227-235.
10 La bibliografía es abundante. Sobre la importación de obras flamencas des-
tacaremos como visiones de conjunto: Jan Karel Steppe, “Mécénat espagnol
et art flamand au XVIe siècle” en Splendeurs d’Espagne et les villes belges,
Bruselas, Crédit Communal, 1985, t. I, pp. 247-282; Joaquín Yarza, “El arte de
los Países Bajos en la España de los Reyes Católicos”, en Reyes y Mecenas, pp.
133-150 y J.J. Martín González, “El arte flamenco en Castilla y León” en Vla-
anderen en Castilla y León: op de drempel van Europa, Amberes, 1995, pp.
95-100. Sobre la llegada de obras italianas: Alfredo J. Morales, “Italia, los ita-
lianos y la introducción del Renacimiento en Andalucía”, en Reyes y Mecenas,
pp. 177-197.
181
j av i e r d o c a m p o
este momento como auténticas “factorías” capaces de abastecer a toda
Europa, proporcionaban sobre todo libros de rezo de pequeño tamaño
y ricamente decorados: breviarios y libros de horas. Su carácter co-
mercial se acentuaba con la posibilidad de incluir miniaturas a gusto
del cliente, que, por esa razón, se realizaban en folios sueltos con los
versos en blanco. También tenían a veces espacios en blanco para que
los compradores pudieran añadir sus retratos, escudos, emblemas, etc.
Así los compradores españoles podían encargar miniaturas de temas
específicamente hispanos, como Santiago Matamoros, que luego se
encuadernaban con el resto del libro. Como ejemplo podemos citar
las tres hojas sueltas vendidas en Sotheby’s (17 de junio de 1997, lot.
35), una de ellas con un Santiago Matamoros, atribuidas al Maestro de
Jannecke Bollengier, un discípulo del Maestro del Libro de Oraciones
de Dresde. Pudieron formar parte de un libro de horas vendido en la
misma subasta (lot. 82), destinado con toda probabilidad a un cliente
hispano.
Estos manuscritos importados estaban destinados a una clientela
laica, aunque en ella habría que incluir a importantes obispos, que po-
día afrontar su elevado precio, frente a los libros litúrgicos para iglesias,
catedrales y monasterios, que eran realizados normalmente en talleres
españoles. Está documentada la presencia de escribanos de la Penínsu-
la trabajando en Flandes y colaborando con miniaturistas flamencos en
la realización de libros de horas para satisfacer la demanda procedente
de España. El manuscrito más significativo en el que pudo ocurrir esta
confluencia es el Libro de Horas dividido en tres fragmentos, conser-
vados en la Newberry Library de Chicago (ms. 39) y la Bibliothèque
Royale de Bruselas (ms. IV. 35 y ms. IV. 375), obra de Willem Vrelant11.
11 Sobre este libro véase he Dyson Perrins collection. Part 2. Forty-six wes-
tern and oriental illuminated manuscripts, Londres, Sotheby’s, 1959, nº 78;
Léon Gilissen, «Membra disjecta d’un livre d’heures en latin et catalan» en
Scriptorium, t. XIV, nº 2, 1960; Pedro Bohigas, Op. cit., pp. 103-10 ; L M. J.
Delaissé, «Un copista español, un miniaturista holandés y un manuscrito fla-
menco en la Newberry Library», en Revista de Llibreria Antiquària, 8 , 1984,
pp. 20-21; Georges Dogaer, Flemish miniature painting in the 15th and 16th
centuries, Amsterdam, 1987, p. 100 y Bernard Bousmanne “Item a Guillau-
me Wyelant aussi enlumineur”: Willem Vrelant: un aspect de l’enluminure
dans les Pays-Bas méridionaux sous le mécénat des Duch de Bourgogne
Philippe le Bon et Charles le Téméraire, Turnhout, Brépols, 1997, pp. 237-238
y 240-241. Véase además C. F. R. de Hamel, «Reflexions on the trade in books
of hours at Ghent and Bruges», en Manuscripts in the fifty years after the in-
182
la importación de m a n uscritos iluminados
Las numerosas rúbricas en catalán junto con la presencia de oraciones
redactadas en femenino obligan a pensar en una dama de este origen
como destinataria del libro. Otro libro de horas iluminado del taller
de Vrelant (Waddesdon Manor, he James A. de Rothschild Collec-
tion, ms. 9) pudo también ser realizado en parte por un escriba catalán
como muestra su escritura gótica rotunda y la presencia de las tablas
de cómputo escritas en esta lengua a comienzo del manuscrito12.
Los primeros clientes de estos talleres pudieron ser los miembros
de la importante colonia de mercaderes castellanos y catalanes asen-
tados en las principales ciudades comerciales flamencas, sobre todo
Brujas y Amberes13. La colonia catalana en Brujas debió ser importante
al menos desde finales del siglo XIV y sus encargos de manuscritos
pueden rastrearse desde ese momento. Así podemos citar un libro de
oraciones que estuvo en la colección Chester Beatty con textos en latín
y catalán, escrito antes de 1400 por un “Johannes de Ecclesia” habitan-
te de Brujas (“commorante in villa brugensi”14.
En fechas más tardías conocemos algunos códices adquiridos por
importantes prelados, como el espléndido libro de horas (Zaragoza,
Real Seminario de San Carlos, inv. 6209) comprado por el obispo Juan
Rodríguez de Fonseca, probablemente hacia 1505-1506, cuyas armas
aparecen en varios folios. Dogaer lo atribuyó al Maestro de los Libros
de Oraciones de 1500 y Yarza, por su parte, al Maestro de Jacobo IV
de Escocia15. También algunos nobles en misiones diplomáticas serían
vention of printing, Londres, he Warburg Institute, 1983, pp. 29-33 y Josefi na
Planas Bádenas, «Entre Flandes y la Corona de Aragón: las Horas Negras de la
Hispanic Society of America», en El Mediterráneo y el Arte Español: Actas
del XI Congreso del CEHA, Valencia, Septiembre 1996, pp. 80-86, especial-
mente la p. 86 y la nota 63.
12 L. M. J. Delaissé, James Marrow, y John de Wit, he James A. de Rothschild
Collection at Waddesdon Manor: illuminated manuscripts, Fribourg, Office
du Livre, 1977, pp. 181-214 y Bernard Bousmanne “Item a Guillaume Wye-
lant aussi enlumineur”, pp. 311-312.
13 J. A. Goris, Étude sur les colonies marchandes méridionales (portugais, espag-
nols, italiens) à Anvers de 1488 à 1567, Lovaina, 1925, especialmente las pp.
55-70 y 281-284.
14 he library of A. Chester Beatty, A descriptive catalogue…, by E. G. Millar,
Oxford, 1930, vol. 2, p. 217, pl. CLXXXIII y CLXXXIV.
15 Sobre el mecenazgo del obispo: Joaquín Yarza Luaces, “Dos mentalidades, dos
actitudes ante las formas artísticas: Diego de Deza y Juan Rodríguez de Fonse-
ca”, en Jornadas sobre la catedral de Palencia, 1989, pp. 105-142. Sobre el li-
183
j av i e r d o c a m p o
buenos clientes, como por ejemplo Garcilaso de la Vega, padre del poe-
ta homónimo, quien, siendo embajador en Roma, recibió en 1498 desde
Bruselas un magnífico libro de horas del taller de Vrelant (Madrid, Bi-
blioteca Nacional, Vit. 24-2), enviado por el obispo Diego Ramírez de
Villaescusa, embajador en Flandes. El libro pasaría posteriormente a su
hija Leonor de la Vega y sería revisado por la Inquisición en 157416. Pro-
cedente de Italia llegó otro libro de horas flamenco, el llamado Libro
de Horas del papa Alejandro VI (Bruselas, Bibliothèque Royale, ms.
IV 480), heredado por su hijo Juan, duque de Gandía, probablemente
a la muerte del papa en 1503. Es interesante señalar que este libro de
horas procede del mismo taller que otros dos que también estuvieron
en nuestro país. Nos referimos a las Horas Ayala (Lisboa, Fundaçao
Gulbenkian, LA 128), que, según una anotación del fol. 122 perteneció
a José Ayala, fabricante de espadas en Toledo y el Ms. 1595 del Musée
Condé de Chantilly, que tiene una censura de la Inquisición de 157317.
bro de horas: Émile Bertaux, “Libro de Horas de D. Juan Rodríguez de Fonseca,
obispo de Palencia” en L’Exposition retrospective d’Art, Saragosse, Typogra-
phie La Editorial, París, Librairie Centrale des Beaux-Arts, 1910, pp. 119-122;
Joaquín Bosque Maurel y Joaquín Pardo Cajal, “Dos Libros de Horas con mi-
niaturas conservados en Zaragoza”, en Seminario de Arte Aragonés, I, 1945,
pp. 51-70 y Javier Docampo, “Libro de horas de Juan Rodríguez de Fonseca” en
Erasmo en España: la recepción del humanismo en el primer renacimiento
español, Madrid, Sociedad Estatal para la Acción Cultural en el Exterior, 2002,
pp. 340-341.
16 Ana Domínguez Rodríguez, Libros de Horas del siglo XV en la Biblioteca
Nacional, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1979, pp. 78-81, con la
bibliografía anterior; Joaquín Yarza Luaces, Los Reyes Católicos: paisaje ar-
tístico de una monarquía, Madrid, Nerea, 1993, p. 370; Bernard Bousmanne
“Item a Guillaume Wyelant aussi enlumineur”… pp. 183 y 267-268 y Juana
Hidalgo Ogayar, Libro de horas de Leonor de la Vega, Madrid, Club Biblio-
gráfico Versol, 2000.
17 Sobre el Libro de Horas de Alejandro VI: Gustave Pawlowski, “Le livre
d’heures du Pape Alexandre VI Borgia” en Gazette des Beaux-Arts, 1891, t.
XV y XVI, pp. 511-520 y Flemish illuminated manuscripts 1475-1550, edited
by Maurits Smeyers and Jan Van der Stock, Gante, Ludion, 1996, pp. 14-15.
Recientemente se ha realizado una edición facsímil (Patrimonio Ediciones).
Sobre las Horas Ayala véase Museu Calouste Gulbenkian: catálogo, Lisboa,
Fundaçao Calouste Gulbenkian, 1982, nº 491, p. 83 y A Imagen do tempo:
livros manuscritos ocidentais, Lisboa, Fundaçao Calouste Gulbenkian, 2000,
p. 158. Por otro lado Maurits Smeyers en L’art de la miniature flamande du
VIIIe au XVIe siècle, Tournai, La Renaissance du Livre, 1998, p. 478, con-
sidera que el libro pudo pertenecer a Pedro de Ayala, protonotario apostólico,
184
la importación de m a n uscritos iluminados
Los ejemplos anteriormente citados nos muestran a los españoles
como meros compradores o herederos de códices. Pero también se hi-
cieron encargos específicos a los principales talleres flamencos. Fueron
especialmente frecuentes los realizados a Simon Bening (ca. 1483-1561)
y su taller. Era hijo del también miniaturista Sanders Bening y su abun-
dante obra le convierte en el más importante pintor de libros flamen-
co del siglo XVI. Su estilo novedoso pero firmemente anclado en las
convenciones de la tradición flamenca era del agrado de los clientes
ibéricos. Los encargos comenzaron desde el comienzo de su carrera.
Así encontramos las armas de los Enríquez de Ribera en una serie de
hojas que pertenecieron al mismo libro de oraciones, con textos en
español, hoy dispersas en distintas colecciones. El linaje de los Enrí-
quez de Ribera fue fundado al casarse Pedro Enríquez de Quiñones
con Beatriz de Ribera Hurtado de Mendoza. Después de la muerte de
ésta el viudo contrajo nupcias con su hermana Catalina. No es posible
fechar las miniaturas antes de la muerte de don Pedro en 1493, por lo
que el libro debió ser un encargo de su segunda mujer o alguno de sus
hijos, entre los que se ha propuesto el nombre de Fadrique Enríquez de
Ribera (m. 1538), marqués de Tarifa18. Hacia 1535-40 fue realizado otro
encargo importante. Nos referimos a las recientemente identificadas
Horas de Munich-Montserrat, por hallarse divididas entre la Bayeris-
ches Staatsbibliothek de la capital bávara (Ms. Lat. 23638), la biblioteca
del monasterio de Montserrat (ms. 53) y el J. Paul Getty Museum (Ms.
3)19. El libro lleva una censura, fechada en 1578, de Agustín de Orbaneja,
prior del convento de San Telmo en San Sebastián, lo que ha llevado
a suponer que fuera un encargo de Alonso de Idiáquez, fundador del
obispo de Canarias y amigo de Fonseca. Sobre el libro de horas de Chantilly:
Jacques Meurgey, Les principaux manuscrits à peintures du Musée Condé à
Chantilly, París, 1930, pp. 167-169.
18 Judith Anne Testa, “Fragments of a Spanish prayerbook with miniatures by
Simon Bening”, en Oud Holland, v. 105, nº 2, 1991, pp. 89-115 y v. 106, nº 1, 1992,
p. 32. Una de las miniaturas fue vendida en Sotheby’s el 6 de julio de 2000 (lot.
35). En el catálogo de dicha subasta se proporciona más información sobre el
destino de los demás fragmentos. En 2002 una de las miniaturas de la colec-
ción Ferrini pasó al Museo de Cleveland.
19 homas Kren, “Landscape as leitmotif: a reintegrated book of hours by Simon
Bening” en Illuminating the book: makers and interpreters, edited by Miche-
lle P. Brown and Scot McKendrick, Londres, 1998, pp. 209-232; Illuminating
the Renaissance: the triumph of Flemish manuscript painting in Europe,
Los Ángeles, he J. Paul Getty Museum, 2003, nº 154, pp. 474-476.
185
j av i e r d o c a m p o
convento y secretario de Carlos V, para el que realizó viajes a Flandes
a comienzos de los años 1530 y en 1541.
Otro grupo de miniaturas fue realizado en el taller de Bening para
ilustrar los textos del rosario con destino a clientes españoles. Esta
devoción conoció una gran expansión al final de la Edad Media. En
España se extendió el uso de diminutos libros ricamente iluminados,
los Rosarios, que constaban de los quince misterios del Rosario acom-
pañados cada uno de la recitación de un padrenuestro y diez avema-
rías. Las ciento cincuenta avemarías resultantes han hecho que en
ocasiones se les denomine Rosarios-Salterios en correspondencia con
los ciento cincuenta salmos de estos últimos. Se conservan dos con
texto español en su mayor parte. El más antiguo, fechable hacia 1525,
se encuentra fragmentado entre la Boston Public Library, (doce hojas,
Ms. Med. 35 y dos hojas, Acc. Nos. 82-157) y el Fitzwilliam Museum de
Cambridge, (dos hojas, Ms. 257a y b)20. Otro se hallaba en la Biblioteca
Philosophica Hermetica de Amsterdam; está escrito por Antoine van
Damme y fechado en 1545. Fue realizado para la familia Acuña, cuyas
armas figuran en el fol. 29 y estuvo también en manos de una familia
portuguesa21. También conocemos una hoja suelta procedente de otro
rosario con texto español (Washington, National Gallery of Art, B-22,
897), así como dos hojas que estuvieron en la colección Sexton y un
manuscrito incompleto con la parte correspondiente a los textos en
blanco (vendido en Christie’s, Nueva York, el 9 de junio de 1993, lot.
20 Marcia Kupfer-Tarasulo, “A Rosary Psalter illuminated by Simon Bening”, en
Quaerendo, vol IX, nº 3, 1979, pp. 209-226; Alain Arnould, y Jean Michel Mas-
sing, Splendours of Flanders [cat. exp.], Cambridge University Press, 1993, pp.
90-91; Illuminating the Renaissance, nº 144, pp. 455-456. Recientemente se
ha llevado a cabo una edición facsímil con el impropio nombre de Rosario
de Juana la Loca, Madrid, Patrimonio Ediciones, 2004, acompañada de un
estudio de Ana Domínguez Rodríguez y Pilar Treviño Fajardo. Véase también
he Cambridge Illuminations: ten centurias of book production in the me-
dieval west, edited by Paul Binski y Stella Panayotova, Londres, Harvey Miller,
2005, nº 98, pp. 219-221.
21 Véase Judith Anne Testa, “Fragments of a Spanish prayerbook…”, nota 57,
Eberhard König, Das Goldene Zeitalter der Burgundischen Buchmalerei
1430-1560: sammlung Carlo de Poortere, (Leuchtendes Mittelater III), Katalog
XXVII, Antiquariat Heribert Tenschert, 1991, nº 34 y A selection of illumina-
ted manuscripts from the 13th to the 16th centuries, the property of Mr. J.R.
Ritman (Sotheby’s, 6 de julio de 2000), lot. 57.
186
la importación de m a n uscritos iluminados
6)22.
El Rosario más importante es el conservado en la Chester Beatty
Library de Dublín (Ms. W.99). Aunque es denominado de esta manera
desde el siglo XVI el contenido textual es distinto y consta de trein-
ta y un textos piadosos acompañados por otras tantas avemarías sin
padrenuestro. Su desmembramiento a principios de siglo ha llevado a
laboriosos intentos de reconstrucción23. A diferencia de los anteriores
está escrito en latín con una letra gótica redonda que parece española.
Debió realizarse hacia 1530 y tiene una anotación al comienzo fechada
en 1652 que atribuye su pertenencia a Felipe II, reforzada por la presen-
cia de hojas añadidas al principio y al final con textos en español y letra
de la segunda mitad del siglo XVI. Se ha pretendido que el manuscrito
pudiera estar hecho para Carlos I, basándose en la presencia de una se-
rie de hojas de pergamino teñido de púrpura añadidas al comienzo y al
final del códice. Más tarde el manuscrito pasaría a Felipe II, momento
en el que se añadiría una miniatura con un perfil de Cristo (fol. 3) que
bien pudo ser realizada en el taller de El Escorial.
Los encargos mejor documentados a Simon Bening fueron los rea-
lizados por Mencía de Mendoza, marquesa de Cenete24. Se casó en
1524 con el conde Enrique de Nassau, primer chambelán del empe-
rador Carlos V, y residió en los Países Bajos entre 1530 y 1533 y entre
22 La hoja de Washington fue comprada en Madrid en 1849 por W. Sterling. Véa-
se Medieval and Renaissance Miniatures from the National Gallery of Art,
Washington, 1975, nº 49, pp. 190-192. Los fragmentos Sexton fueron vendidos
en Christie’s, Nueva York, el 22 de mayo de 1981.
23 Ha sido investigado por Judith Anne Testa en dos estudios: “he Beatty Rosa-
rium reconstructed: a manuscript with excised miniatures by Simon Bening”,
en Oud Holland, vol 98, nº 4, 1984, pp. 189-236 y en el volumen que acompa-
ña a la edición facsímil Rosarium: Biblioteca Chester Beatty Signatura Ms.
Western 99, Madrid, Casariego, 1987. Véase además Illuminating the Renais-
sance, nº 156, pp. 478-480.
24 J. K. Steppe, “Mencía de Mendoza et ses relations avec Érasme, Gilles de Busle-
yden et Jean-Louis Vives” en Scrinium Erasmianum, Leiden, E. J. Brill, 1969, v.
II, pp. 449-506; Juana Hidalgo Ogayar, “Doña Mencía de Mendoza, marquesa
del Zenete, condesa de Nassau y duquesa de Calabria, ejemplo de mujer culta
en el siglo XVI”, en VIII Jornadas de Arte. La mujer en el arte español,
Madrid, 26-29 de noviembre de 1996, Madrid, 1997, pp. 93-102 y, de la misma
autora “Libros de horas de doña Mencía de Mendoza”, en Archivo Español de
Arte, nº 278, 1997, pp. 177-18 y Libro de horas de doña Mencía de Mendoza:
original conservado en el Instituto Valencia de Don Juan de Madrid: es-
tudio, Torrejón de Ardoz (Madrid), Testimonio, 2002.
187
j av i e r d o c a m p o
1535 y 1539. Mujer de gran cultura, se interesó por el arte flamenco de
su tiempo y formó una colección que incluía numerosas pinturas, ta-
pices, piezas de orfebrería y libros iluminados. Por la documentación
existente sabemos que en 1532 se hicieron pagos por varios libros de
horas a distintos escribanos: Juan de Roan, posiblemente el copista y
miniaturista Jean de Roovere; Hernando de Moxica y Estefanus Oss-
embeque, ambos de Amberes. Ninguno de estos libros ha sido identi-
ficado. A su muerte el inventario de sus bienes reflejaba la existencia
de varios manuscritos iluminados, entre otros doce libros de horas y
un Rosario, probablemente similar a los que hemos descrito. Por ello
no es de extrañar que en uno de sus retratos más conocidos, orante y
bajo la protección de Santo Domingo (Reggio Emilia, Galeria Parmeg-
giani), aparezca con un códice iluminado entre las manos, que parece
un libro de horas.
Lógicamente un personaje tan aficionado a los manuscritos ilumi-
nados acabó por desear alguno salido del más importante taller fla-
menco del momento. Así, durante su segunda estancia en los Países
Bajos, en concreto en el verano de 1539, Doña Mencía encargó un libro
de horas al ya citado copista Antoine van Damme y al miniaturista
“mastre Ximon”, es decir Simón Bening, el cual que debía seguir en su
trabajo las indicaciones de Juan Luis Vives relativas a los temas (“las
ystorias”) que acompañarían al texto. El libro estaba ya terminado en
1540. Aún habría más encargos, a pesar de que cliente y artista no se
pusieran de acuerdo a veces en la remuneración, y en 1542 se le paga-
ron a Bening 22.000 maravedíes por otro libro de horas. En el Instituto
Valencia de don Juan de Madrid se conserva un diminuto libro de ho-
ras (Ms. 26-III-41) con los escudos de doña Mencía y su esposo en los
fols. 35, 194 v. y 195. Aunque algunos autores lo han considerado obra
de Bening, o al menos de su taller, su estilo y su calidad más bien dis-
creta parecen corresponder a algún otro taller flamenco25. Habría que
contemplar la hipótesis de que le pertenecieran algunos de los libros
de horas iluminados por Bening y firmados por van Damme, como el
conservado en la Pierpont Morgan Library de Nueva York (M. 451).
25 J. Domínguez Bordona, Manuscritos con pinturas, I, Madrid, 1933, p. 483-485;
Gregorio de Andrés, Catálogo de los manuscritos del Instituto Valencia de
Don Juan (inédito), pp. 127-128 y Miguel Falomir Faus, “Libro de horas de
Mencía de Mendoza” en Carolus, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemo-
ración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000, nº 187, p. 394.
188
la importación de m a n uscritos iluminados
Bening no se dedicó sólo a la iluminación de manuscritos y también
realizó pequeños retratos y obras religiosas sobre pergamino destina-
das a ser consideradas como cuadros de caballete. Antes de su partida
para España en 1539 doña Mencía le encomendó seis pinturas, proba-
blemente pequeños retratos sobre pergamino. Dos de ellos podrían ser
los retratos de doña Mencía y don Enrique de Nassau que se conservan
en el Museo de Berlín26. En El Escorial se conserva también un Tríptico
de San Jerónimo sobre pergamino pegado a tabla, que ha sido atribui-
do a Bening27. Recordemos también aquí la noticia, bastante confusa,
de la posible existencia en Madrid a principios de siglo de una réplica
del Políptico Stein de la Walters Art Gallery de Baltimore (Ms. 442)
quizá una confusión a partir del hecho de que el propio políptico Stein
pudo estar en España a finales del siglo XIX antes de pasar a las manos
de Henry Walters28. Veremos más adelante como las familias reales de
Portugal y España también fueron clientes de Bening y su taller.
Otra vía para rastrear la presencia de manuscritos importados son
las menciones en algunos inventarios de las bibliotecas de la nobleza,
especialmente libros de horas flamencos. De todos modos la parque-
dad de las descripciones, más atentas a las encuadernaciones que a la
ilustración del libro y con escasas informaciones sobre el origen de
los manuscritos, hace muy difícil establecer conclusiones. Puede se-
ñalarse que el duque de Medina Sidonia poseía catorce libros de horas
según el inventario que se hizo a su muerte en 1507, de los que cinco
procedían de Flandes29.
26 Se atribuyen a Bening en Illuminating the Renaissance, nº 149, pp. 465-466.
27 La atribución a Bening fue hecha por Joseph Destrée, Les Heures de Notre-
Dame, dites de Hennessy, Bruselas, 1923, pp. 43-45 y ha sido la más amplia-
mente aceptada (Cécile Scailliérez, «Entre enluminure et peinture: a propos
d’un ‘Paysage avec Saint Jérôme Pénitent’ de l’école ganto-brugeoise récem-
ment acquis par le Louvre» en Revue du Louvre, 1992, nº 2, pp. 18-20). Tam-
bién se han propuesto los nombres de Gérard Horenbout (Paul Durrieu, Ma-
nuscrits d’Espagne remarquables par leurs peintures ou par la beauté de leur
exécution, París, 1893, pp. 34-35) y del Maestro de Hoogstraeten: Elisa Berme-
jo, «Colecciones del Patrimonio Nacional. Pintura XI. Primitivos flamencos
(3)» en Reales Sitios, nº 35, 1973, p. 94.
28 Marcia Kupfer-Tarasuolo, “Innovation and copy in the Stein Quatriptych of
Simon Bening” en Zeitschrift für Kunstgeschichte, 42, 1979, p. 280.
29 M. A. Ladero, y M. C. Quintanilla, “Bibliotecas de la alta nobleza castellana
en el siglo XV” en Livre et lecture en Espagne et en France sous l’Ancien
Régime, París, 1981, pp. 51 y 56.
189
j av i e r d o c a m p o
Además de los ejemplares cuya historia es bien conocida o aque-
llos en los que la presencia de escudos o lemas permiten reconocer
claramente a las personas que los encargaron o poseyeron, podemos
identificar numerosos libros de horas cuya presencia en España en el
siglo XVI está atestiguada por contener anotaciones con censuras in-
quisitoriales, ya que muchas de sus oraciones se consideraban ligadas
a prácticas supersticiosas. Las censuras se hicieron frecuentes a partir
del Cathalogus librorum, qui prohibentur... ordenado por Fernando de
Valdés (Valladolid, 1559), en el que se condenaban quince ediciones la-
tinas y veintidós en romance porque contenían “muchas cosas curiosas
y supersticiosas”. La prohibición se reprodujo en el Índice de Amberes
de 1570 y se acentuó en el de Madrid de 1583, en el que se condenaban
las “Horas en romance todas, quedando las de latín, salvo aquellas que
expressamente estan prohibidas”30. El expurgo se solía realizar tachan-
do o cortando aquellos pasajes considerados inapropiados. Alguno ya
citado, como el libro de horas de Mencía de Mendoza, llevan estas ano-
taciones. Podemos añadir aquí otros nuevos.
En 1562 se censuraba en el castillo de Triana un libro de horas an-
glo-flamenco de hacia 1420-30, obra del Maestro de Guillebert de Mets
(Nueva York, Pierpont Morgan Library, M. 46)31, maestro cuya influen-
cia sobre la miniatura castellana en los años centrales del siglo XV se
ha señalado recientemente32. En la década siguiente hallamos más cen-
suras en libros de horas franceses del siglo XV, como el de la Biblio-
teca Nacional de Madrid (Vit. 25-3), obra de un discípulo de Maestro
de Adelaida de Saboya33 o las Horas Collins, (Philadelphia Museum of
30 J. M. de Bujanda, Index de l’Inquisition espagnole 1551, 1554, 1559, Quebec,
1984, (Index des livres interdits, VI) pp. 373-379, pp. 488-495 y J. M. de Bujanda,
Index de l’Inquisition espagnole 1583, 1584, Quebec, 1993, (Index des livres
interdits, VIII) pp. 367-373 y p. 602.
31 Pierpont Morgan Library, Catalogue of manuscripts and early printed bo-
oks from the libraries of William Morris, Richard Bennet, Bertram Fourt
hearl of Asburnham and other sources now forming portion of the library of
J. Pierpont Morgan, Londres, Chiswick Press, 1906, nº 78, pp. 121-123; Sey-
mour de Ricci, Census of Medieval and Renaissance Manuscripts in United
States and Canada, Nueva York, 1961, p. 1374, nº 46 y Roger S. Wieck, Pain-
ted prayers: the book of hours in medieval and renaissance art, Nueva York,
George Brazillier, 1997, nº 86, p. 111.
32 31. Fernando Villaseñor Sebastián, “Préstamos e influencias extranjeras en la
miniatura…”, pp. 230-231.
33 Ana Domínguez Rodríguez, Libros de Horas del siglo XV…, p. 121. Avril
190
la importación de m a n uscritos iluminados
Art), cuya Natividad (fol. 13) fue copiada en un libro de horas valencia-
no (La Haya, Koninklije Bibliotheek, ms. 135 J 55)34 (figs. 1 y 2). También
algunos libros de horas franceses del siglo XVI como el conservado en
el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, que pudo pertenecer a
Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II35.
Más interesantes son los libros de horas flamencos con censuras
por añadir nuevos testimonios sobre la importación masiva de manus-
critos de esta escuela. Podemos citar algunos libros de horas ilumina-
dos en el taller de Willem Vrelant, como el que estuvo en la Bibliotheca
Philosophica Hermetica de Amsterdam, que lleva la anotación “vistas
por fray Jnº de Segovia, commissar”36 o el vendido en Sotheby’s el 6 de
julio de 2000 (lot. 76). Otros se conservan en la Bayerischen Staatsbi-
bliothek de Múnich, como el Clm 28345, que a veces ha sido llamado
Libro de Horas de Juana la Loca, y el Clm 28346, más tardío y que
ha sido atribuido a Simón Bening37. El Libro de Horas de El Escorial
(vit. 12), una obra extraordinaria fechada en 1486, en la intervendrían
Gérard David y el Maestro de Eduardo IV, contiene una misteriosa
inscripción: “fr. Joannes vidal, 21 Maii 1585”, que puede corresponder
también con una censura38.
François y Nicole Reynaud, Les manuscrits à peintures en France 1440-1520,
París, 1993, pp. 123 y 288.
34 Sobre las Horas Collins véase Susie Nash, Between France and Flanders:
manuscript illumination in Amiens, Londres, he British Library, 1999, pp.
187-189, 212-235, 355-359 y Leaves of gold: manuscript illumination from Phi-
ladelphia collections, Philadelphia Museum of Art, 2001, nº 19, pp. 78-81. So-
bre el libro de Horas de La Haya: El renacimiento mediterráneo..., p. 220.
35 Ana Domínguez Rodríguez y Javier Docampo, Diminuto Devocionario del
Museo Arqueológico Nacional, Valencia, Grial, 1995, pp. 54-55; y, de los mis-
mos autores, “El devocionario del Museo Arqueológico Nacional: ¿un libro de
horas de Isabel de Valois?”, en Felipe II y las artes: actas del congreso inter-
nacional, Madrid, Universidad Complutense, 2000, pp. 569-575.
36 A selection of illuminated manuscripts from the 13th to the 16th centuries,
the property of Mr. J.R. Ritman, Sotheby’s, 6 de julio de 2000, lot. 28.
37 Friedrich Winkler, Die Flämische Buchmalerei des XV und XVI Jahrhun-
derts, Amsterdam, 1978 (reprint), p. 187; Katalog der Lateinischen Hands-
chriften der Bayerischen Staatsbibliothek München, Wiesbaden, 1984, t. IV,
pars 8, pp. 131-138; Tesaurus librorum: 425 Years Bavarian State Library,
Wiesbaden, 1983, nº 63 y nº 64. Sobre el Clm 28345 véase además Illuminating
the Renaissance, nº 90, pp. 318-321.
38 César Pemán, “Un Libro de Horas notable en la Biblioteca del Escorial”, en
Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, 1922, pp. 233-238; Illumi-
191
j av i e r d o c a m p o
Dos libros de horas flamencos se conservan en Cambridge con cen-
suras inquisitoriales. El más interesante es el llamado Libro de Horas
de Isabel de Aragón (Cambridge University Library, Add. Ms. 4100),
obra del Maestro de los Libros de Oraciones de hacia 1500. Pächt con-
sideró que la propietaria original debió ser Isabel de Aragón, nieta de
Fernando el Católico y mujer de Gian Galeazzo Sforza, duque de Mi-
lán, basándose en que su firma aparecía en una carta incluida en el
manuscrito y dirigida a una “Reyna de Ungría”, posiblemente Beatriz
de Aragón, viuda de Matías Corvino. Sin embargo la presencia de rú-
bricas en español y las formas masculinas en el Obsecro te apuntan a
un comitente español. La mencionada carta finaliza con una recomen-
dación para Antonio de Cardeña, embajador de Isabel de Aragón, y con
una inscripción dieciochesca que recuerda que trajo el manuscrito de
Hungría, de manera que probablemente podemos identificarle como el
primer propietario del libro de horas. Posteriormente fue censurado en
Valladolid en 1573. El Ms. 268 del Fitzwilliam Museum debió realizar-
se, en cambio, para un nativo de la Corona de Aragón, probablemente
llamado Nicolás, afincado en Nápoles como demuestran los textos en
italiano y la presencia de las armas del Reino de Aragón. Posteriormen-
te fue revisado por la Inquisición en 157539.
Esta abundancia de códices de Flandes en nuestro país fue sin duda
un factor básico en el desarrollo del estilo hispano-flamenco que do-
minó la miniatura castellana hasta bien entrado el siglo XVI, aunque
no sea siempre sencillo discriminar el alcance de las distintas influen-
cias. Más adelante, cuando estudiemos los manuscritos que estuvieron
en posesión de la reina Isabel la Católica y del emperador Carlos V,
precisaremos más estos aspectos.
nating the Renaissance, nº 99, pp. 345-347.
39 Sobre el Ms. Add. 4100 véase Alain Arnould y Jean Michel Massing, Splen-
dours of Flanders, pp. 156-157, Lieve de Kesel “Cambridge University Library
ms. Add. 4100: a book of hours illuminated by the Master of the Prayer Books
of circa 1500” en Transactions of the Cambridge Bibliographical Society, vol.
X, part 2, 1992, pp. 182-202 y he Cambridge Illuminations, nº 96, pp. 215-217.
Sobre el Ms. 268 véase Francis Wormald, y Phyllis M.Giles, A descriptive ca-
talogue of the Additional Illuminated Manuscripts in the Fitzwilliam Mu-
seum, Cambridge University Press, 1982, pp. 211-215; Alain Arnould, y Jean
Michel Massing, Splendours of Flanders, pp. 76-77; Illuminating the Renais-
snace, nº 52, p. 219.
192
la importación de m a n uscritos iluminados
La importación de manuscritos italianos
Junto a la entrada de manuscritos flamencos hay que considerar tam-
bién la importante presencia en nuestro país de códices italianos, aun-
que su huella sobre la miniatura española fue sin duda menor y se li-
mitó fundamentalmente a los repertorios decorativos más que a las
escenas figuradas. Todo parece apuntar a que los modelos flamencos
colmaron las ansias de novedad de los miniaturistas españoles y sus
clientes al menos durante la primera mitad del siglo XVI.
La primera llegada importante de códices italianos se produce a
mediados del siglo XV con los encargos de Íñigo López de Mendoza,
Marqués de Santillana, que hizo copiar textos en talleres florentinos
con sus emblemas nobiliarios mezclados con orlas “a bianchi girari”.
Los miniaturistas castellanos permanecieron impermeables al nuevo
estilo y cuando iluminaron códices para el propio marqués emplearon
un arte flamenquizante muy alejado de las decoraciones florentinas.
En la Corona de Aragón, además de las estrechas relaciones con la cor-
te de Nápoles que ya hemos citados, también se importaron códices
humanísticos italianos, como los que poseyó en el tercer cuarto del
siglo XV el obispo Juan Margarit y Pau40.
En el siglo XVI continuaron llegando a la Península manuscritos
italianos. Al igual que con los códices flamencos, fue importante el
papel desempeñado por los embajadores. Por ejemplo, en 1503 y con
motivo de la paz de Venecia el representante español ante la Serenísi-
ma, González Ruiz de Figueroa, recibía un suntuoso manuscrito con el
Canzoniere y los Trionfi de Petrarca que había pertenecido a Federico
de Montefeltro (Madrid, Biblioteca Nacional, Vit. 22-1)41.
Pero sin duda el hecho más destacado fue la llegada a Valencia de
la biblioteca de Fernando de Aragón, duque de Calabria, heredera en
parte de la riquísima colección de los reyes de Nápoles, iniciada por el
rey Alfonso V de Aragón y acrecentada por sus descendientes. Aunque
la invasión de Nápoles por parte de las tropas francesas en 1495 la ha-
bía desprovisto de unos 1.140 libros y Federico, último rey de Nápoles,
había vendido al cardenal de Amboise otros 138 manuscritos, buena
40 Además de la nota 1 véase Annarosa Garzelli, Miniatura fiorentina del Rinas-
cimento 1440-1525, un primo censimento, Florencia, 1985, pp. 51-52, 428-429.
41 he painted page: italian renaissance book illumination 1450-1550, Londres-
Nueva York, 1994, nº 60, pp. 136-137.
193
j av i e r d o c a m p o
parte de la biblioteca restante fue reclamada por el duque, ya virrey
de Valencia en 1527. Casado en segundas nupcias con doña Mencía de
Mendoza, a quien hemos visto como cliente de Bening, dejó su biblio-
teca a su muerte en 1550 al convento de San Miguel de los Reyes en Va-
lencia, de donde pasaría en 1837, después de sufrir algunas pérdidas, a
la biblioteca de la Universidad de Valencia, donde todavía se conserva42.
Sin embargo, y aunque no se han hecho estudios al respecto, no parece
que esta extraordinaria colección de códices iluminados influyera so-
bre los talleres de miniaturistas valencianos,
Tuvo gran importancia el mecenazgo ejercido por algunos prelados
españoles residentes en Italia. Destacan los encargos a Matteo da Mi-
lano, de formación lombarda y activo en Ferrara y en Roma, que atrajo
a los clientes españoles como lo haría Bening en Flandes. Hacia 1513-14
pudo trabajar en un Misal para el cardenal Gabriel Merino (Catedral
de Jaén). El resto de las miniaturas es atribuido por Juana Hidalgo a
un tal Víctor y a un discípulo de Attavante. Sin embargo otros autores
han señalado la presencia del francés Vincent Raymond y de miniatu-
ristas españoles43. Más adelante, hacia 1520-21 Matteo da Milano rea-
lizó para el cardenal Bernardino de Carvajal, embajador español ante
León X, otro Misal (vendido en Sotheby´s el 1 de diciembre de 1984,
lote nº 44)44. Por último trabajó también para el cardenal Francisco de
Mendoza y Bobadilla, obispo de Coria en 1533 y arzobispo de Burgos
en 1550, cuyas armas aparecen en una hoja suelta (Londres, British Li-
42 La referencia fundamental sigue siendo la monumental obra de Tammaro de
Marinis La biblioteca napoletana del re d’Aragona, Milán, 1947-1952. Sobre
la llegada a Valencia de esta biblioteca véase el vol. 1, p. 198. Véase también M.
Gutiérrez del Caño Catálogo de los manuscritos existentes en la Biblioteca
Universitaria de Valencia, Valencia, 1913. Sobre algunos de los miniaturistas
al servicio de la corte napolitana véase Antonella Putaturo Donati Murano,
“Libri miniati per Alfonso e Ferrante” en Libri a Corte: testi e immagini nella
Napoli aragonese, Napoli, 1997, pp. 15-39. Entre los catálogos de exposiciones
recientes destacamos La biblioteca Reale di Napoli al tempo della dinastia
aragonese=La biblioteca Real de Nápoles en tiempos de la dinastía arago-
nesa, Valencia, Generalitat, 1998.
43 Juana Hidalgo Ogayar, Miniatura del Renacimiento en la Alta Andalucía
[tesis doctoral], Madrid, Universidad Complutense, 1982, pp. 151-209; José
María Llorens Cisteró, “Miniaturas de Vincent Raymond en los manuscritos
musicales de la Capilla Sixtina” en Miscelánea en homenaje a Monseñor Hi-
ginio Anglés, Barcelona, CSIC, 1958-61, vol. I, p. 491.
44 G. Morello, Raffaello e la Roma dei Papi (cat. exp.), Vaticano, 1985, p. 71.
194
la importación de m a n uscritos iluminados
brary, Add. 21412, fol. 80)45.
También desempeñó una gran actividad el cardenal Juan Álvarez
de Toledo, que ocupó las sedes episcopales de Córdoba, Burgos y San-
tiago de Compostela, y que en sus estancias en Roma entre 1541 y 1557
encargó una importante serie de misales (Biblioteca Vaticana, Barb.
Lat. 609, Vat. Lat. 3805, 3807, 5590 y 5591), obra probable de los más im-
portantes miniaturistas de la corte pontificia en los años centrales del
siglo, Vincent Raymond y su discípulo Apollonio de Bonfratelli46. Ra-
ymond, también conocido por su nombre italiano, Vincenzo Raimon-
di, trabajó en más ocasiones para la colonia española en Roma, como
demuestra el Antifonario de Carlos V (Madrid, Biblioteca Nacional,
Vit 16-1) llamado así por la presencia de escudos imperiales y realizado
con destino a la iglesia de Santiago de los Españoles en Roma en 154047.
Aunque ninguno de estos códices debió llegar a España en fecha tem-
prana podemos encontrar ecos de su estilo en la obra de los miniatu-
ristas del taller de El Escorial, aunque como veremos más adelante la
fuente principal de su trabajo se hallará en la obra de Giulio Clovio.
Los encargos de nobles y monarcas portugueses
Dentro de la importación de manuscritos a la Península no hay que
olvidar el extraordinario papel ejercido por los nobles y reyes de Por-
tugal, que ya habían comenzado a adquirir manuscritos franceses y fla-
mencos a lo largo de todo el siglo XV48. A finales de la centuria hay que
destacar los libros de oraciones de la reina Doña Leonor (1458-1525),
mujer de Juan II: los libros de horas de la Biblioteca Nacional de Lisboa
(Ilum. 165 y Ilum. 166), obras, respectivamente, del taller de Vrelant y
del Maestro del Libro de Oraciones de Dresde y el Breviario de la Pier-
pont Morgan Library de Nueva York (M. 52), obra fechable entre 1491 y
45 Jonathan J. G. Alexander, “Matteo da Milano, illuminator”, en Pantheon, 1992,
p. 38.
46 Emilia Anna Talamo, “I messali miniati del cardinale Juan Alvarez de Toledo”
en Storia dell’arte, LXVI, 1989, pp. 159-169.
47 he painted page..., nº 127, p. 238, con la bibliografía anterior.
48 Sobre los libros de horas flamencos en Portugal véase A iluminura em Por-
tugal: identidades e influencias: catalogo da exposiçao, Lisboa, Ministerio de
Cultura, 1999, pp. 365-380; Sylvie Deswarte, Les enluminures de la Leitura
Nova, París, 1977, pp. 10 y 11 y el catálogo A Imagen do tempo.
195
j av i e r d o c a m p o
1495 en la que intervendrían el Maestro del Primer Libro de Oraciones
de Maximiliano y el Maestro de Jacobo IV de Escocia49.
En el siglo XVI algunos de los manuscritos flamencos más sun-
tuosos se realizaron con destino a clientes portugueses, entre los que
destaca el rey Manuel I el Afortunado. Tradicionalmente se ha consi-
derado que fueron suyos el Breviario Mayer van der Bergh (Amberes,
Museo Mayer van der Bergh, Inv. 946), aunque recientemente se ha
señalado a su segunda mujer María de Castilla como destinataria más
probable50, y un Gradual adquirido en 1500 para celebrar su boda con
María, hija de los Reyes Católicos (Viena, Österreichische Nationalbi-
bliothek, Cod. 1783).
Al igual que en España fueron numerosos los códices encargados al
taller de Simon Bening. El más importante fue la Genealogía del In-
fante Don Fernando de Portugal (Londres, British Library, Add. Ms.
12531)51, comenzada en 1530 para el hermano del rey Juan III a partir de
dibujos de Antonio de Holanda y que posiblemente estuvo en manos
de Felipe II. Sin embargo los encargos más frecuentes fueron libros de
horas, como las Horas de la reina Catalina, mujer de Juan III (Lisboa,
Museo de Arte Antiga, Il. 13)52 o las Horas Da Costa (Nueva York,
49 Sobre los libros de la Biblioteca Nacional: Francisco Correia, “Inventário da
colecção dos manuscritos iluminados da Biblioteca Nacional” en Biblioteca,
Arquivos e Museus, vol. 2. nº 1, 1986, pp. 345-346; Inventário dos codices ilu-
minados até 1500, Lisboa, Secretaria de Estado da Cultura, Instituto da Bi-
blioteca Nacional e do Libro, 1994, pp. 291-293 y Bernard Bousmanne “Item
a Guillaume Wyelant aussi enlumineur”…, pp. 258-259. El breviario de la
Morgan Library fue atribuido a Antonio de Holanda, pero en la actualidad se
considera obra flamenca (Dagoberto Markl, Livro de Horas de D. Manuel,
Lisboa, 1983, pp. 25-30; Patrick M. de Winter, “A Book of Hours of Queen Isa-
bel la Católica”, en Bulletin of the Cleveland Museum of Art, diciembre 1981,
nota 20; Illuminating the Renaissance, nº 91, pp. 321-324).
50 Flemish illuminated manuscripts 1475-1550, pp. 55-57; Illuminating the Re-
naissance, nº 92, pp. 324-329. Sobre María de Castilla como comitente más
probable véase Brigitte Dekeyzer, Layers of illusion: he Mayer van der
Bergh breviary, Gante, Ludion, 2004, pp. 157-180.
51 Antonio Aguiar, A genealogia iluminada do infante Dom Fernando por
António de Holanda e Simâo Bening: estudo historico e critico, Lisboa, 1962;
homas Kren, Renaissance painting in manuscripts, Londres, 1983, pp. 69-78;
Illuminating the Renaissance, nº 147, pp. 460-463.
52 Reynaldo Dos Santos, «Les principaux manuscrits à peintures conservés en
Portugal», Bulletin de la Societé Française de Reproduction de Manuscrits
à Peintures, 14è année, 1930, pp. 26-27 ; A Imagem do tempo, pp. 426-427.
196
la importación de m a n uscritos iluminados
Pierpont Morgan Library, M. 399), que ostentan el escudo de Álvaro da
Costa, armero del rey Manuel I, que ya poseía otro importante libro de
horas flamenco (Bruselas, Bibliothèque Royale, Ms. IV 1260)53. Sin em-
bargo el escudo de da Costa aparece pintado sobre otro, que en unas
ocasiones se ha visto como el escudo real portugués, por lo que el libro
pudo pertenecer al infante Juan y otras veces se ha identificado como
perteneciente a la familia Sá, más concretamente de Joao Rodrigues
de Sá54. Otro importante libro de horas, las Horas Hennessy (Bruselas,
Bibliothèque Royale, II.158.B), pudo pertenecer al diplomático y huma-
nista Damiao de Góis, que había encargado la Genealogía del Infante
Don Fernando de Portugal55.
También llegaron a Portugal manuscritos iluminados italianos, en-
tre los que destaca especialmente la Biblia de los Jerónimos (Lisboa,
Archivos Nacionales, Torre do Pombo, Ms. 161)56, suntuosa obra en
siete volúmenes que fue encargada en 1494 en Florencia por los mer-
caderes italianos Bartholomeo Marchioni, Jeronimo y Sergini y un ge-
novés desconocido, con el objetivo de entregársela al príncipe Manuel
de Portugal antes de subir al trono. Obra de Attavante degli Attavanti,
con la colaboración de otros artistas, sus cuidadas orlas a base de folla-
jes dorados en relieve sobre fondos rojos y azules entre los que se dis-
ponen putti y viñetas con figuras de santos pudieron servir de modelo
a miniaturistas portugueses, como los autores de la iluminación de la
Leitura Nova, o españoles, como los que trabajaron en Toledo en el
primer cuarto del siglo XVI57.
53 Flemish illuminated manuscripts 1475-1550, pp. 116-117.
54 Véase homas Kren, y Johannes Rathofer, Simon Bening Flämischer
Kalender=Flemish Calendar=Calendrier Flamand, Lucerna, Verlag Luzern,
1988, p. 340; Roger S. Wieck, Painted prayers..., nº 17, p. 32 e Illuminating the
Renaissance, p. 451.
55 J. Destrée, en Les Heures de Notre Dame dites de Hennessy, Bruselas, 1895,
se hace eco de la tradición que hace pertenecer el manuscrito a Juana la Loca.
También apunta la posibilidad de que hubiese sido realizado para la familia
de la Gruuthuyse. Sin embargo, y al igual que en el Breviario Mayer van der
Bergh pueden leerse anotaciones en portugués: véase Jethro M. Hurt, “he
early ownership of the Hennessy Hours”, en Scriptorium, t. XXVII, 1973, pp.
43-46 e Illuminating the Renaissance, nº 150, pp. 467-470.
56 La obra cuenta con una extensa bibliografía. Véase he painted page..., nº 1,
pp. 49-51, con las referencias anteriores.
57 Sylvie Deswarte, Les enluminures de la Leitura Nova., pp. 110-112 ; Anna
Muntada, Misal Rico de Cisneros, Toledo, 1992, p. 101.
197
j av i e r d o c a m p o
Los ejemplos de la mejor iluminación europea del momento uni-
dos a una pujanza económica y política sin precedentes produjeron el
desarrollo de una importante escuela miniaturista en Portugal en la
primera mitad del siglo XVI, durante los reinados de D. Manuel y Juan
III, con piezas tan importantes como la Leitura Nova (Lisboa, Ar-
quivos Nacionais); el llamado Libro de Horas de Don Manuel (Lis-
boa, Museu Nacional de Arte Antiga), que copió alguna composición
del Breviario Mayer van der Bergh; el Breviario de la Condesa de
Bertiandos (Lisboa, Academia das Ciências) o la Crónica de Juan I
(Madrid, Biblioteca Nacional, Vit. 25-8). Los primeros artistas debieron
proceder del norte, como el ya citado Antonio de Holanda, pero pronto
surgirían artistas locales como Álvaro Pires o António Fernandes.
Los reyes bibliófilos
Nos centraremos ahora en las colecciones de manuscritos iluminados
de origen extranjero de los monarcas españoles. Dejando a un lado
precedentes cercanos, algunos tan importantes como el Libro de Ho-
ras de Juana Enríquez, madre de Fernando el Católico, más conocido
como Libro de Horas de Isabel la Católica y obra de Willem Vrelant
(Madrid, Real Biblioteca)58, los primeros en importar destacados códi-
ces iluminados fueron los Reyes Católicos, especialmente la reina Isa-
bel. Los inventarios existentes dan a conocer con cierta exhaustividad
la biblioteca de la reina, aunque las descripciones no permiten detectar
claramente la presencia de códices importados59.
58 Véase Ana Domínguez Rodríguez, María Luisa Martín Ansón y Faustino Me-
néndez Pidal, “El Libro de Horas de Isabel la Católica de la Biblioteca de Pala-
cio”, en Reales Sitios, nº 110, 1991, pp. 21-31; Ana Domínguez Rodríguez, Libro
de Horas de Isabel la Católica, Madrid, Testimonio, 1991; Gregory J. Clark,
he Hours of Isabel la Católica, the facsimile edition, Madrid, Testimonio,
1997; Bernard Bousmanne “Item a Guillaume Wyelant aussi enlumineur”,
pp. 183-186 y 269-270.
59 Diego Clemencín, Elogio de la reina católica doña Isabel, Madrid, 1821;
José Ferrandis, Datos documentales para la Historia del Arte Español. In-
ventarios reales (Juan II a Juana la Loca), Madrid, 1943; F. Javier Sánchez
Cantón, Libros, tapices y cuadros que coleccionó Isabel la Católica, Madrid,
1950; Elisa Ruiz, “Los libros de horas en los inventarios de Isabel la Católica”
en El libro antiguo español VI, Salamanca, Ediciones Universidad, 2002, pp.
387-416.
198
la importación de m a n uscritos iluminados
Junto con algunos manuscritos que la tradición supone que le per-
tenecieron sin que haya pruebas para afirmarlo60, es seguro que fue-
ron de la reina Isabel dos obras maestras de la miniatura flamenca del
último decenio del siglo XV: un Breviario (Londres, British Library,
Add. Ms. 18851)61 y un Libro de Horas (Cleveland, Museum of Art,
1963.256)62. El primero (fig. 3) fue un regalo hecho a la reina hacia 1497
por el embajador Francisco de Rojas para conmemorar el doble matri-
monio de los infantes españoles Juana y Juan con Felipe y Margarita,
hijos del emperador Maximiliano. Parece ser obra sobre todo del Maes-
tro del Libro de Oraciones de Dresde, con colaboraciones del Maestro
de Jacobo IV de Escocia y Gérard David. Quedaron doce miniaturas
sin llevar a cabo de las que siete fueron realizadas quizá cuando el libro
ya se hallaba en España (fols. 365, 372, 374, 386 v., 390, 392 y 399). Esta
doble boda también trajo a la Península otros dos importantes manus-
critos iluminados en Flandes. Nos referimos a los propios documentos
en los que se estipulaban las capitulaciones, que fueron atribuidos por
Smeyers al Maestro del Primer Libro de Oraciones de Maximiliano
(Archivo General de Simancas, P. R. 56-2; Madrid, Archivo de la Casa
de Alba)63.
El libro de horas de Cleveland pudo ser otro regalo hecho por Fran-
cisco de Rojas un poco antes, ya que estilísticamente puede fecharse
hacia 1492. Según De Winter la mayor parte de sus miniaturas son
obra del Maestro del Primer Libro de Oraciones de Maximiliano, que
él identifica con Sanders Bening, a las que hay que añadir otras de
Gérard Horenbout, el Maestro del Libro de Oraciones de Dresde y el
Maestro del Libro de Oraciones de 1500. En este caso el manuscrito es-
60 Es el caso del libro de horas de la Biblioteca del Palacio Real de Madrid (ms.
2104), que lleva una encuadernación moderna en cuyo tejuelo se lee “Devo-
cionario de S. M. la reina Isabel la Católica” (Domínguez Bordona, Jesús Ma-
nuscritos con pinturas, nº 1119, Catálogo de la Real Biblioteca. Tomo IX.
Manuscritos, Madrid, 1995, vol II, pp. 427-28) o del conservado en la catedral
de Sevilla (Catálogo Magna Hispalensis: el universo de una iglesia, Sevilla,
1992, nº 115). Debo la indicación de la existencia de este último códice a doña
Ana Domínguez.
61 Janet Backhouse, he Isabella Breviary, Londres, he British Library, 1993,
con las principales referencias anteriores. Véase también Illuminating the
Renaissance, pp. 347-351.
62 Patrick M. de Winter, , “A Book of Hours of Queen Isabel la Católica”...
63 Reyes y mecenas, pp. 501-503, nº 251 y 253; Maurits Smeyers, L’art de la mi-
niature flamande, p. 477.
199
j av i e r d o c a m p o
taba completo cuando llegó a manos de la reina Isabel. Recientemente,
y basándose en el escudo de armas que aparece en la miniatura de la
Misa de Difuntos, se ha sugerido la posibilidad de que el libro hubiera
pertenecido previamente a una mujer flamenca casada con un español
de la zona de Burgos, que posteriormente lo presentaría a la reina64.
La influencia de estos códices debió ser intensa sobre el arte espa-
ñol del momento, no sólo en la miniatura sino también sobre la pintura.
Backhouse señaló similitudes compositivas entre algunas páginas del
Breviario de Londres y varios paneles del Políptico de la Reina de Juan
de Flandes65. Aspecto importante fue la novedosa decoración marginal
que estos manuscritos introducían en España. Sus orlas estaban de-
coradas en trampantojo con motivos de flores, frutas, insectos, acan-
to, objetos..., en relieve sobre una superficie coloreada. Era un sistema
decorativo surgido en Flandes hacia 1475-80 en obras del Maestro de
María de Borgoña, como el Libro de Oraciones de Carlos el Temera-
rio (Los Ángeles, J. Paul Getty Museum, Ms. 37) o el Libro de Horas
de Engelbert de Nassau (Oxford, Bodleian Library, Ms. Douce 219-
220). Se conocen como orlas Gante-Brujas por ser características de la
escuela desarrollada entre estas dos ciudades flamencas. No sabemos
como fue exactamente el proceso pero el hecho evidente es que encon-
tramos varios ejemplos españoles fechables entre 1492 y el final de la
centuria decorados con este tipo de orlas, que sólo desaparecerá con el
fin de la iluminación de manuscritos. Algunos de estos códices fueron
realizados para los Reyes Católicos, cuyos escudos aparecen, como el
Misal para la Capilla Real de Granada, obra cuya terminación está do-
cumentada en 1496 y que se atribuye a Fernando de Jaén66, el Breviario
de la Biblioteca Nacional de Madrid (Vit. 18-8) o las hojas arrancadas
de un coral que estuvieron en la colección Lázaro, procedentes proba-
64 Illuminating the Renaissance, nº 105, pp. 358-361, especialmente la nota 13.
En esta ficha se atribuyen las miniaturas a otros artistas y se retrasa la fecha
de ejecución.
65 Janet Backhouse, he Isabella Breviary. p. 50. Aunque las similitudes son a
veces muy genéricas como para establecer una fi liación directa se han señala-
do diversos préstamos tomados por el pintor de otros códices ganto-brujenses.
Véase Juan de Flandes, catálogo de la exposición celebrada en el Museo del
Prado, 1986, pp. 20 y 77.
66 Véase Anna Muntada, Misal Rico de Cisneros, pp. 109-110 y Joaquín Yarza
Luaces, Los Reyes Católicos, pp. 96-98 y del mismo autor “Los Reyes Católicos
y la miniatura”, pp. 72-78.
200
la importación de m a n uscritos iluminados
blemente de Santo Tomás de Ávila y en las que parece hallarse el estilo
de Fernando de Jaén67.
Las nuevas orlas pronto llegaron a otros talleres. Se utilizaron tanto
en documentos administrativos (Institución del Patronazgo eclesiás-
tico de Granada, Archivo de Simancas)68, como litúrgicos (Misal to-
ledano, Madrid, Biblioteca Nacional, Vit. 4-4)69 (fig. 4), libros de horas
(Horas Zúñiga, Biblioteca del Monasterio de El Escorial, Vit. 10)70. Es-
tos códices muestran su recepción del nuevo estilo flamenco tan sólo
en lo decorativo y en ellos conviven las nuevas orlas Gante-Brujas con
miniaturas que en los ejemplos más refinados siguen dependiendo de
modelos arcaizantes, cercanos a la obra de Vrelant y su taller, que tuvo
una influencia muy importante sobre la miniatura castellana por lo
menos hasta el cambio de siglo (figs. 5 y 6).
Junto a los citados manuscritos flamencos encontramos importan-
tes códices italianos y franceses, poco mencionados a la hora de con-
siderar la bibliofi lia de la reina católica. De Italia procedía el libro de
horas de la Biblioteca Real de La Haya (Ms. 76 F 6), aunque también
se terminó en España. El manuscrito fue comenzado en los primeros
años del siglo XV para Gian Galeazzo Visconti, duque de Milán, pero
sólo se completó la decoración de los folios 1-34 y 85 y 86 v. Esta prime-
ra fase es la que mayor atención critica ha recibido. Tradicionalmente
67 Jesús Domínguez Bordona, Manuscritos con pinturas, nº 1225. Recientemen-
te ha aparecido una de estas hojas en la embajada española en París. Véase
La embajada española en París, Madrid, Ministerio de Ausntos Exteriores,
2000, p. 28.
68 Reyes y mecenas, nº 168.
69 Este importante manuscrito ha recibido poca atención crítica desde que fue
publicado en: A. Paz y Meliá, “Códices más notables de la Biblioteca Nacional.
Misal toledano del siglo XV” en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos,
8, 1903, pp. 36-37. Sólo José Janini y José Serrano, en Manuscritos litúrgicos
de la Biblioteca Nacional, Madrid, 1969, nº 188, pp. 222-223, se ocuparon de
él pero sin precisar nada sobre cronología o autores, mientras que Jesús Do-
mínguez Bordona, en Miniatura, grabado, encuadernación (Ars Hispaniae, t.
XVIII), Madrid, 1958, p. 222 lo fecha hacia 1500.
70 Elisa Bermejo, “Libro de Horas de Alonso de Zúñiga”, en Archivo Español de
Arte, nº 117, 1957, p. 19 lo fecha entre 1465 y 1475 basándose en la indumentaria
de los personajes. Yarza (Los Reyes Católicos, cap. 6, nota 84) ha considerado
la incongruencia de estas fechas y plantea que o bien las orlas Gante-Brujas
se hallan en un añadido posterior o bien el códice debe ser fechado más tarde.
Del códice se ha realizado recientemente un facsímil: Libro de horas de “los
Zúñiga”, Torrejón de Ardoz, Testimonio, 2003.
201
j av i e r d o c a m p o
se ha atribuido al taller de Giovannino de Grassi y más concretamente
a Tomasino de Vimercate, antes conocido como Maestro de las Horas
de Módena71. Según Byvanck en el catálogo de venta de la colección
Van Wasenaar van Obdam, por la que pasó el manuscrito, se trans-
cribía una anotación que ya no existe: “Estas oras fueron de la Señora
Reyna Catholica Dona Isabel, propietaria de los reynos de Castilla y
Leon”. Una censura inquisitorial del fol 159 v., aún existente, confirma
su estancia en Castilla72. El códice debió ser adquirido en fecha inde-
terminada por Isabel la Católica, que mandaría completar su decora-
ción con letras iluminadas y orlas. A falta de un estudio exhaustivo
cabe observar en algunas de estas orlas, como en la del fol. 49, una
clara influencia de las restantes decoraciones lombardas del códice.
Por último hay que reseñar que Isabel poseyó también importantes
manuscritos iluminados franceses. Obra maestra del gótico interna-
cional parisino es el Livre de la chasse de Gaston Phébus (Nueva York,
Pierpont Morgan Library, M. 1044) que lleva al comienzo una hermosa
miniatura a página completa con el escudo real. También estuvieron
en su poder manuscritos contemporáneos, como el Comentario sobre
71 A. W. Byvanck fue el primero en estudiar el manuscrito en Les principaux
manuscrits à peintures de la Bibliothèque Royale des Pays-Bas et du Mu-
sée Meermanno-Westreenianum à La Haye, París, 1924, pp. 36-41 y en “Les
principaux manuscrits à peintures conservés dans les collections publiques
du Royaume des Pays Bas” en Bulletin de la Societé Française de Repro-
ductions de Manuscrits à Peintures, 1931, p. 48. Fue incluido en la exposición
Reyes Bibliófilos, Madrid, 1986, nº 51. Sobre Tomasino de Vimercate: Letizia
Stefani, “Per una storia della miniatura lombarda da Giovannino de’Grassi a
la scuola cremonese della II metá del Quattrocento: appunti bibliografici”, en
La miniatura italiana tra gotico e rinascimento: atti del II Congresso di
Storia della Miniatura Italiana, Florencia, 1985, p. 830, nota 31 y Kay Sutton,
“he Master of the ‘Modena Hours’, Tomasino de Vimercate, and the ‘Ambro-
sianae’ of Milan Cathedral”, en he Burlington Magazine, 1991, February, pp.
87-90. Otro manuscrito iluminado por Vimercate se hallaba en el Colegio Ma-
yor de San Bartolomé de Salamanca en 1550. Se trata de un tomo con las obras
de Virgilio, que fue vendido en Christie’s el 3 de noviembre de 1997.
72 La censura dice: “Vistas et aprobadas pero aduiertese aquien tiene obligacion
de Regari [Rezar?] officio de nrá sª queno cunple sino con el nuevo officio quo-
modo inprimior el Papa Pio quinto de gloriosa memoria. En Madrid, enero 17,
1574. - El dor Heredia” (Byvanck, A. W. Les principaux manuscrits à peintures
de la Bibliothèque..., p. 37. Se trata del mismo censor que revisó el libro de ho-
ras del Museo Arqueológico Nacional de Madrid (Ana Domínguez Rodríguez;
Javier Docampo, Diminuto devocionario..., p. 54).
202
la importación de m a n uscritos iluminados
el Credo de los Apóstoles de Pierre Louis de Valtan, iluminado por
uno de los miniaturista franceses más importantes del momento, Jean
Poyer. De este texto realizó dos copias: una anterior y más sencilla,
que se conserva en Londres (British Library, Ms. Add. 35320) y la que
entregó su autor a la reina en 1500 durante su misión en Granada como
enviado del rey Luis XII de Francia. Gracias a manuscritos como estos
la miniatura francesa del primer Renacimiento pudo ser conocida en
Castilla en fechas muy tempranas73.
La afición de Fernando el Católico a los manuscritos iluminados es
mal conocida, aunque probablemente fue menos intensa que la de su
esposa. El ejemplar más destacado realizado por un artista extranjero
que pudo estar en sus manos es un Misal-Breviario (Biblioteca Vati-
cana, Chig. C. VII 205), en el que aparece al principio su escudo. Sin
embargo los estudios más recientes parecen apuntar a que su autor se-
ría un maestro italiano que trabajaría en España también como pintor
en el retablo de Bolea74.
Más olvidadas que las de sus respectivos progenitores han sido las
73 Perteneció a la colección Huth y figuró en el catálogo de su venta: Catalogue
of the famous library [...]. Eight portion, Sotheby’s, 10 july 1919, lot. 7656, pp.
2106-2107, que reproduce la dedicatoria en latín a la reina. Véase Janet Bac-
khouse, “A book of hours by a contemporary of Jean Bourdichon: a prelimina-
ry note on British Library, Yates hompson Ms. 5” en Manuscripts in the fifty
years after the invention of printing, Londres, 1983, p. 45, Janet Backhouse,
“he Tilliot Hours: comparison and relationships” en he British Library Jo-
urnal, vol. 13, nº 2, 1987, p. 215 y homas Kren, Renaissance painting..., p. 174,
nota 21. Después volvió a pasar por el comercio: Leuchtendes Mittelalter II,
Antiquariat Heribert Tenschert, 1990, Katalog XXV, nº 57. Véase por último,
junto con un estado de la cuestión sobre Poyer, François Avril, y Nicole Rey-
naud, Les manuscrits à peintures en Francet, p. 307; Roger S. Wieck, et. al.
he hours of Henry VIII: a renaissance masterpiece by Jean Poyet, Nueva
York, George Braziller, 2000, pp. 36-37 y, sobre todo, Mara Hofmann Jean
Poyer: das Gesamtwerk, Turnhout, Brépols, 2004, p. 34. Esta autora ha sido la
primera en restituir el verdadero nombre del artista, Poyer y no Poyet, a partir
de una lectura cuidadosa de la documentación existente.
74 Sobre este complicado tema véase Joaquín Yarza Luaces, Los Reyes Católicos,
pp. 116-118 y, sobre todo, cap. 3, nota 89. La bibliofi lia del rey católico es un
tema por investigar y archivos y bibliotecas deben guardar numerosa informa-
ción inédita. Como adelanto citaremos una carta de Felipe II a la duquesa de
Florencia de 21 de octubre de 1561, en la que el rey agradece a su prima el envío
de un “librito de oro”, com “ymagenes...muy devotas”, que “paresce haver sido
del Rey Catholico mi bisabuelo” (Archivo General de Simancas, Estado 1476,
Fol. 114). Debo esta noticia a la amabilidad del profesor Fernando Bouza.
203
j av i e r d o c a m p o
bibliotecas de Felipe el Hermoso y Juana la Loca, aunque en sus manos
estuvieron algunos importantes libros de horas, especialmente flamen-
cos. De la biblioteca de la reina Juana conocemos varios inventarios75,
en los que se reseñan numerosos manuscritos iluminados, sobre todo
libros de horas, aunque las descripciones no permitan identificarlos.
El más conocido es el diminuto Libro de Horas de Juana de Casti-
lla (Londres, British Library, Add. Ms. 18852), obra de un discípulo de
Horenbout que también trabajó en el Breviario Grimani, y que proba-
blemente fue encargado por la propia Juana mientras residió en Gante,
entre 1497 y 1504, ya que aparecen sus divisas además de dos retratos
(fols. 26 y 288)76. El libro se describe con claridad en el Inventario de
las pertenencias de la reina en 154577. Otro libro de horas que pudo ser
suyo, aunque seguramente no fue realizado para ella, se conserva en
la Houghton Library de la Universidad de Harvard (Typ. 443 y 443.1),
y en él pudieron intervenir diversos artistas como el Maestro Primer
Libro de Oraciones de Maximiliano, el Maestro del Libro de Oraciones
de Dresde y Simon Marmion. Wieck supone que los comitentes serían
Yppolyte de Berthoz y su mujer Ysabeau de Keverwijk a partir de las
iniciales “YY” en algunas de las orlas. Sin embargo, la presencia de
oraciones en español apoya la tesis de un cliente hispano78. Por último
se ha relacionado con la reina un tercer libro de horas flamenco con-
75 Publicados en Juan Gualberto López-Valdemoro de Quesada, conde de las
Navas, Catálogo de la Real Biblioteca: Autores-Historia, Madrid, 1910, pp.
90-94 y en José Ferrandis, Datos documentales para la Historia del Arte
Español. Inventarios reales (Juan II a Juana la Loca), Madrid, 1943, pp.
220-233.
76 homas Kren, Renaissance painting in manuscripts., pp. 59-62. Ignoramos
en que se basa la afirmación de que fue un regalo de Francisco de Rojas, como
se indica en Maurits Smeyers, Flemish Illuminated manuscripts, p. 31 y se
afirma en Carolus: Charles Quint 1500-1558, Gante, Snoeck-Ducaju & Zoon,
1999, nº 11. Véase además Illuminating the Renaissance, nº 114, pp. 385-386,
donde también se estudia otro libro de horas del mismo autor (Copenhague,
Kongelige Bibliotek, Gl. Kgl. Saml. 1605, 4º), hecho para un joven desconocido
y con el que guarda interesantes similitudes en el texto y las imágenes (nº 136,
pp. 439-440).
77 José Ferrandis, Datos documentales para la Historia, pp. 222-223.
78 Roger S. Wieck, Late medieval and Renaissance illuminated manuscripts…,
pp. 50-51 y 133-134. Para los aspectos estilísticos véase Maurits Smeyers, Fle-
mish illuminated manuscripts, p. 137 y Bodo Brinkman en el artículo “Master
of the Dresden Prayerbook” en he Dictionary of Art Londres, Macmillan,
1996.
204
la importación de m a n uscritos iluminados
servado en la British Library (Add. Ms. 35313), obra en su mayor parte
del Maestro de Jacobo IV de Escocia. Sin embargo los argumentos son
endebles, ya que la atribución se basa tan sólo en la presencia de los
santos Juanes en el calendario, la letanía y los sufragios, además de la
aparición de santos españoles en la letanía79.
El marido de Juana, el príncipe Felipe, era flamenco de nacimiento
y poseyó también importantes códices iluminados, algunos de los cua-
les pudo traer a Castilla en 1504 cuando fue nombrado rey a la muerte
de Isabel la Católica. Estos códices eran, de nuevo, sobre todo libros de
horas flamencos. Algunos de éstos han sido considerados a veces como
suyos, pero en realidad no debieron pertenecerle. Así, el conservado en
el Colegio del Patriarca de Valencia, con una leyenda en el frontispicio
(“Philippi IV Munificentia”) que en realidad alude al rey protector del
conde-duque de Olivares, de quien pasó al colegio valenciano. Otro
libro de horas en la British Library de Londres (Add. Ms. 17280) con-
tiene dos supuestos retratos de Felipe el Hermoso y su mujer, añadidos
posteriormente y que parecen ser falsificaciones decimonónicas 80.
De excepcional calidad son las ya citadas Horas de Engelbert de
Nassau, que probablemente Felipe recibió como regalo de su primi-
tivo propietario, momento en que hizo añadir su escudo en varios
folios81. Junto con su mujer se hizo retratar en un Gradual (Bruselas,
Bibliothèque Royale, ms. 9126), que contiene misas y piezas de música
79 homas Kren, Renaissance painting in manuscripts, nº 8, p. 68. Ya hemos
hecho mención de la tradición le atribuye la propiedad de las Horas Hennessy
(Bruselas, Bibliothèque Royale, II.158.B). Véase también Illuminating the Re-
naissance, nº 109, pp. 369-371.
80 Sobre el libro de horas de Valencia véase Felipe Mª Garín Ortiz de Taranco,
Un libro de horas del conde-duque de Olivares: estudio del códice brujense
del Real Colegio de Corpus Christi en Valencia y de la ilustración europea
de su tiempo, Valencia, Institución Alfonso el Magnánimo, 1951, pp. 59-62 y
Javier Docampo, “Libro de horas del Colegio del Patriarca”, en Erasmo en Es-
paña: la recepción del humanismo en el primer renacimiento español, p. 342.
El códice ha sido objeto de un facsímil: Libro de horas de Felipe el Hermoso,
Valencia, Millennium World Codex, 2001. Sobre el libro de horas de Londres:
Janet Backhouse, “he so-called Hours of Philip the Fair: an introductory note
on British Library Additional Ms 17280” en Wiener Jahrbuch für Kunstges-
chichte, band XLVI/XLVII, 1993-94, pp. 45-54 e Illuminating the Renaissance,
nº 117, pp. 391-393.
81 J.J.G. Alexander, he Master of Mary of Burgundy: a book of Hours for En-
gelbert of Nassau, Nueva York, 1970; Illuminating the Renaissance, nº 18, pp.
134-137.
205
j av i e r d o c a m p o
sacra y cuya iluminación se debe al Maestro de Jacobo IV de Escocia82.
Asimismo poseyó un De officiis de Cicerón (Biblioteca del Monasterio
de El Escorial, ms. h.IV.23) y un ejemplar de la Crónica Universal de
Jean de Vico (Viena Österreichische Nationalbibliothek, cod. 325)83.
También hubo en poder del padre del emperador libros de horas
franceses, como el conservado en la Biblioteca Estense de Módena
(α.K.7.2 = Lat. 22), que lleva el lema de la Casa de Austria “A.E.I.O.U”
(Austriae Est Imperare Orbi Universo) y las siglas “P.K.” que pueden
corresponder a Philippus Karolus. Se trata de una obra del Maestro del
Misal della Rovere, un artista que trabajó en Italia y Francia y que re-
coge en sus miniaturas la influencia de Jean Fouquet84. Recientemente
se ha relacionado con el príncipe Felipe otro libro de horas francés de
comienzos del siglo XVI (Filadelfia, Free Library, Lewis E 113)85.
Como hemos ido viendo cuando en 1516 Carlos I asciende al trono
en las bibliotecas españolas ya abundaban los manuscritos ilumina-
dos procedentes de los más importantes focos de la miniatura europea,
particularmente de los Países Bajos, de manera que los artistas espa-
ñoles podían conocer de primera mano buena parte de las novedades
de la miniatura renacentista. A lo largo de su reinado, los manuscritos
importados por el emperador y por su mujer Isabel de Portugal con-
tinuarán incidiendo sobre el desarrollo de los talleres más próximos a
la corte, que marcaban el gusto oficial dominante, lo que, por ejemplo,
82 F. Winkler, Die Flämische Buchmalerei..., p. 164.
83 Guillermo Antolín, Catálogo de los códices latinos de la Real Biblioteca de
El Escorial, Madrid, 1910-23, t. IV, p. 560; Maurits Smeyers, L’art de la minia-
ture flamande, p. 435.
84 Sobre el códice: Mirella Levi D’Ancona, “Il codice a.K.7.2 della Biblioteca Es-
tense di Modena” en Commentari, IV, 1953, pp. 16-21. Domenico Fava, y Mario
Salmi, I manoscritti miniati della Biblioteca Estense di Modena, Milano,
Electa, 1973, vol II, pp. 165-67. Sobre otras interpretaciones del lema “AEIOU”:
Rosenthal, Earl E. “he invention of the columnar device of emperor Charles
V at the court of Burgundy in Flanders in 1516” en Journal of the Warburg
and Courtauld Institutes, XXXVI, 1973, p. 222. Sobre el Maestro de los Mi-
sales della Rovere: Susie Nash, “Master of the della Rovere Missals” en he
Dictionary of Art, pp. 657-658, François Avril, “La iluminación francesa del
siglo XV y el mundo mediterráneo”, en El renacimiento mediterráneo..., p. 74
y Jean Fouquet: peintre et enlumineur du Xve siècle, París, Bibliothèque
Nationale de France, Hazen, 2003, pp. 395-396.
85 La conexión parece, sin embargo, débil, ya que se limita a una carta inserta en
el libro escrita en francés y firmada por “Philippus”. Véase Leaves of gold..., nº
36, p. 114.
206
la importación de m a n uscritos iluminados
puede explicar la pervivencia de las influencias flamencas junto con las
italianas86. El modelo italiano sólo se hará preponderante con la irrup-
ción del estilo manierista que dominará la miniatura española a partir
de los años centrales del siglo, momento además en que la importación
de obras procedentes de los Países Bajos sufrirá un descenso.
Los distintos inventarios conservados nos informan del conteni-
do de las bibliotecas que el emperador reunió tanto en su palacio de
Bruselas como en su retiro final en Yuste87. El mayor problema de su
análisis a los efectos que nos interesan estriba, como es habitual, en
la escasez de datos en los asientos bibliográficos, especialmente en lo
referente a libros de oraciones, que continuaban siendo la principal
tipología de manuscrito iluminado. Sin embargo sabemos que un im-
portante grupo de breviarios y libros de horas, en gran parte de origen
extranjero, le pertenecieron.
Como sus antecesores Carlos I mostró predilección por los libros
de horas iluminados en Flandes. Se le atribuye la propiedad del llama-
do Libro de Horas del Golf, que estuvo en la colección Chester Beatty,
llamado así por los juegos infantiles, algunos similares a este deporte,
que aparecen en los márgenes inferiores del calendario. Aunque el ma-
nuscrito no llevaba ninguna marca de propiedad, en el fol. 64 aparecía
un escudo con el lema PLUS-ULTRA. Cuando fue reencuadernado en
el siglo XIX se le añadieron el escudo de Carlos V en la tapa superior
y el águila imperial en la contratapa88. También encontramos una en-
86 Javier Docampo, “Imagen religiosa y devoción privada: los libros de oraciones
de Carlos V”, en IX Jornadas de Arte: El arte en las cortes de Carlos V y
Felipe II, Madrid, CSIC, 1999, pp. 215-224.
87 Sobre la biblioteca de Bruselas véase M.Michelant, «Inventaire des joyaux, or-
naments d’eglise, vaiselles, tapisseries, livres, tableaux, etc de Charles Quint,
dressé a Bruxelles, au mois de mai de 1536», en Compte-rendu des Séances de
la Commision Royale d’Histoire 3ª série, t. XIII, Bruselas, 1872, pp. 199-368.
Para los libros del emperador en Yuste véase Vicente de Cadenas y Vicent,
Hacienda de Carlos V al fallecer en Yuste, Madrid, Hidalguía, 1985, espe-
cialmente las pp. 17-35 y Gonzalo Sánchez-Molero, “La biblioteca postrimera
de Carlos V en España: las lecturas del emperador” en Hispania, 2000, LX/3,
nº 206, pp. 911-944.
88 Catalogue of the Renowned Collection of Western Manuscripts the proper-
ty of A. Chester Beatty. he second portion, Londres, Sotheby’s, 1933, lote
69, p. 143. No debe confundirse, como hicimos en Javier Docampo, “Imagen
religiosa y devoción privada...”, p. 217, con el también llamado Libro de horas
del Golf (Londres, British Library, Add. Ms. 24098), obra de Simón Bening.
207
j av i e r d o c a m p o
cuadernación con la divisa “Plus oultre” y la mención “Karolus V Imp”
acompañando a un personaje en busto coronado, sosteniendo una es-
pada y un globo en un libro de horas de Willem Vrelant (Bibermühle,
Colección H. Tenschert)89
También es posible que fuera realizado para el emperador el Libro
de horas del rey Fernando I (Viena, Österreichische Nationalbiblio-
thek, cod. 1875), ya que aparecen las armas de Fernando pintadas sobre
las de su hermano Carlos90.
El miniaturista flamenco que trabajó en más ocasiones para el em-
perador fue el artista bautizado por Winkler como Maestro de Carlos
V. Según Smeyers trabajó entre 1505 y 1533 en Malinas y en Bruselas y
su obra supuso el primer acercamiento de la miniatura flamenca al ro-
manismo italianizante, en estrecha relación con la pintura de Bernard
van Orley. Otros autores, basándose en obras tardías, como el Misal
Arenberg, lo acercan al pintor Joos van Cleve91. Sin embargo creemos
que se trata de una figura aún mal definida en torno a la cual se han
agrupado una serie de manuscritos bastante diferentes entre sí, por lo
que es posible que se trate de un taller más que de un artista individual.
Mientras que los ejemplos más antiguos, como el Codex Vindobonen-
sis 1859 de Viena, están próximos al arte de Simon Bening, los más
recientes, como el M. 696 de la Pierpont Morgan o el citado Misal, se
muestran conocedores de los logros de la pintura de van Orley o van
Cleve92. En cualquier caso la presencia de varios de estos manuscritos
en Castilla en el segundo cuarto del siglo XVI permitiría conocer de
primera mano la corriente más avanzada, ya plenamente renacentista,
de la iluminación flamenca del período.
Probablemente el libro de horas flamenco más famoso realizado
para Carlos I es el citado Codex Vindobonensis 1859 de la Österrei-
En la actualidad se desconoce su paradero. La última pista lo sitúa en manos
del librero H.P. Kraus hacia 1977 (catálogo de la subasta de Sotheby’s de 22 de
junio de 1999, p. 76).
89 Bernard Bousmanne “Item a Guillaume Wyelant aussi enlumineur”, p. 224
90 Maurits Smeyers, L’art de la miniature flamande, p. 470.
91 Maurits Smeyers, L’art de la miniature flamande, pp. 433-434. El Misal Aren-
berg fue vendido en Sotheby’s el 21 de abril de 1998 (he Jaime Ortiz-Patiño
collection of important books and manuscripts, lot. 186). En Illuminating the
Renaissance, nº 170, pp. 508-510 se considera obra de un discípulo del Maestro
de Cardenal Wolsey.
92 Esta línea se sigue en Illuminating the Renaissance, pp. 495-502.
208
la importación de m a n uscritos iluminados
chische Nationalbibliothek de Viena, posible regalo de su tía Margarita
de Austria93. Por el retrato que aparece en el fol. 213 v., en el que Carlos
aparece muy joven como rey de España pero aún no como emperador,
puede fecharse entre 1516 y 1519. Otro libro de horas atribuido al Maes-
tro de Carlos V es el que se conserva en la colección de los príncipes de
Ligne en el castillo de Beloeil, Bélgica94. Está fechado en 1532, aunque
es más arcaico por la utilización de orlas Gante-Brujas, que se combi-
nan, no obstante, con otras arquitectónicas. En el fol. 52 se encuentran
representadas dos medallas, o las dos caras de una misma, una con un
retrato del emperador, con la divisa “Plus Oultre” y las columnas de
Hércules, y la otra con una Venus. Al año siguiente se llevó a cabo otro
libro de horas que se conserva en la Pierpont Morgan Library de Nueva
York (Ms. 491)95, escrito para Carlos V, como indican su retrato orante
(f. 54 v.) así como su escudo. Es probable que todos estos libros de horas,
al igual que el Libro de Horas del Golf, se quedasen en los Países Bajos,
ya que no hay trazas del paso de ninguno de ellos por España.
Dogaer atribuyó también al Maestro de Carlos V otro libro de horas
que perteneció al emperador (Viena, Österreichische Nationalbiblio-
thek, Ms. Ser. n. 13251; fig. 7) realizado en grisalla en 1537 y cuyo fron-
tispicio lleva el título “Officium Dive Virginis Marie cum aliis devotis
precationibus Caroli Quinti Romanorum Imperatoris Regis Hispania-
rum”96. Comparte algunas peculiaridades iconográficas con los libros
de horas de Viena y Nueva York, como la presencia de la aparición de
Cristo Resucitado a su Madre o la secuencia de siete escenas acompa-
ñando las Horas del Espíritu Santo, lo que nos sitúa ante un cliente con
precisas demandas devocionales. El libro es de un formato casi el doble
de alto que de ancho, frecuente en la miniatura francesa y flamenca de
93 Existe una edición facsímil con un estudio del que hay traducción española:
Heinrich von Liechtenstein, Libro de Horas de Carlos V, Madrid, Casariego,
1994.
94 Reyes Bibliófilos, nº 67, pp. 94-96.
95 Seymour de Ricci, Op. cit., II, Morgan 491, p. 1459; Heinrich K. von Lichtens-
tein, Libro de Horas de Carlos V, pp. 116-118 e Illuminating the Renaissance,
nº 166, pp. 496-498, donde se atribuye a dos miniaturistas, un Maestro del
Morgan 491 y un anónimo del círculo del Maestro de Carlos V.
96 Manuscrits et livres imprimés concernant l’historie des Pays-Bas 1475-1600,
Bruselas, 1962, p. 60; Dagmar hoss, Flämische Buchmalerei Handschrif-
tenschätze aus dem Burgunderreich, Graz, 1987, pp. 135-136; Heinrich K.
Liechtenstein, Libro de Horas de Carlos V, p. 119; Georges Dogaer, Flemish
miniature painting..., Amsterdam, 1987, pp. 169-170.
209
j av i e r d o c a m p o
este período, y sus figuras alargadas y de posturas complicadas mues-
tran, aunque con cierta torpeza, la dependencia de modelos del manie-
rismo italiano. Podemos rastrear paralelismos con otro libro de horas
en grisalla de origen español, realizado para la mujer del emperador, y
que ha pasado desapercibido hasta fechas recientes. Nos referimos al
Libro de Horas de Isabel de Portugal (fig. 8), que fue de la colección
Doheny y que debió realizarse en Toledo, como atestigua su calendario,
a finales de la década de los treinta. Ha sido atribuido al pintor Antonio
de Comontes, un discípulo de Juan de Borgoña97. Sin embargo, aunque
quede pendiente un examen más detallado, parece más cercano a la
obra de Diego de Arroyo y Francisco de Buitrago, miniaturistas de la
llamada segunda escuela toledana que tasaron los libros de la empera-
triz a su muerte98.
Por último se ha situado dentro de la misma órbita estilística el
mencionado libro de horas de la Pierpont Morgan Library de Nueva
York (M. 696), fechable hacia 1547-50, con retratos de Carlos V (f. 56),
de Felipe II y de varios miembros de la familia. A diferencia de los
anteriores sabemos que este libro de horas quedó en España. Según la
tradición fue llevado por el emperador a su retiro de Yuste y lo cierto
es que en 1576 era propiedad de Martín de Gaztelu, secretario privado
de Carlos V y de Felipe II, y que a finales del siglo XIX aún estaba en
nuestro país99.
97 he Estelle Doheny Collection. Part II Medieval and renaissance manus-
cripts, Londres, Christie, 1987 y Manuel Sánchez Mariana, “El manuscrito en
el siglo XVI” en Historia ilustrada del libro español. Los Manuscritos, t. I,
Madrid, 1993, p. 280. Sobre Comontes véase Chandler Rathfon Post, A history
of Spanish painting, Cambridge (Mass.), 1947, vol IX, part I, pp. 277-298.
98 Anna Muntada, Misal Rico de Cisneros, pp. 126-128 y Anna Muntada, “Un
ejemplar de la Genealogía de los Reyes de España de Alonso de Cartagena en
manos de la emperatriz Isabel de Portugal”, en Butlletí del Museu Nacional
d’Art de Catalunya, nº 2, 1994, p. 183.
99 Seymour de Ricci, Census…, II, Morgan 696, p. 1483; Roger S. Wieck, Pain-
ted prayers..., nº 8, p. 18 y nº 84, p. 108; Javier Docampo, “Libro de horas de
Carlos V” en Carlos V: las armas y las letras, Madrid, Sociedad Estatal para
la Conmemoración de los centenarios de Carlos V y Felipe II, 2000, nº 178, pp.
528-529. En Illuminating the Renaissance, nº 167, pp. 499-501 se atribuyen sus
miniaturas a dos manos, un Maestro del Morgan 696 y un ayudante. Según
José Luis Gonzalo Sánchez-Molero “La biblioteca postrimera de Carlos V...”,
p. 940, habría sido regalado a Gaztelu por el emperador antes de su muerte y
no después de la misma como afirma una anotación en el fol. 1. Sobre la co-
lección de Gaztelu véase Amelia López-Yarto Elizalde, “El gusto artístico de
210
la importación de m a n uscritos iluminados
Al igual que su padre también Carlos I poseería libros de horas fran-
ceses, de los que el más destacado se conserva en la Biblioteca Na-
cional de Madrid (Vit. 24-3)100. La pertenencia al emperador se basa
tan sólo en una anotación en la segunda hoja de guarda con letra que
parece del siglo XVII. En cualquier caso parece probable que el códice
llegase a España en la primera mitad del siglo XVI dando a conocer
una antología de la miniatura parisina hacia 1500. En efecto, en un
estudio reciente sus miniaturas se han atribuido al Maestro de Robert
Gaguin, el Maestro de Martainville 183, el Maestro de la Crónica Es-
candalosa, el Maestro de Jacques de Besançon y el Maestro del Morgan
M. 388 (un seguidor de Poyer)101. Otra obra de gran calidad que pudo
ser suya son las llamadas Horas de Enrique VIII, obra de Jean Poyer
(Pierpont Morgan Library, Ms. H. 8)102. Según una nota firmada por
uno de los poseedores del manuscrito en el siglo XVIII, Georges Wade,
se trataría de “un regalo del emperador Carlos V a Enrique VIII, rey de
Inglaterra”. Al parecer la información procedía del propietario anterior,
un tal Charles Benoit Desmanet, y no se puede confirmar con otros
datos. Otros manuscritos de origen francés que pudieron ser suyos son
el salterio Vit. 14 de la Biblioteca de El Escorial103 o el libro de horas ms.
personajes ilustres de la corte de Felipe II: Antonio Pérez y Martín de Gaztelu,
secretarios del rey” en Felipe II y las artes: actas del congreso internacional,
Madrid, Universidad Complutense, 2000, pp. 129-132.
100 No compartimos la seguridad con que se identifica este libro con el cita-
do en el inventario de Yuste en José Luis Gonzalo Sánchez-Molero, “La biblio-
teca postrimera de Carlos V...”, p. 939. Un completo análisis iconográfico del
manuscrito en Ana Domínguez, Libros de Horas del siglo XV…, pp. 82-105,
con toda la bibliografía anterior. Las últimas precisiones estilísticas pueden
verse en Isabelle Delaunay, “Les Heures d’Ècouen du Musée National de la Re-
naissance: échanges entre manuscrits et imprimés, autour de 1500» en Revue
du Louvre, 1993, nº 4, p. 16 y ss. Recientemente se ha realizado una edición
facsímil: Madrid, Club Bibliófi lo y Biblioteca Nacional, 1999.
101 Mara Hofmann, Jean Poyer: Gesamtwerk und Rezeption (hesis doctoral,
Berlin, Freien Universität, 2001, v. 2, p. 73).
102 .Véase Description of the Great Book of Hours of Henry VIII, Frankfurt,
1923, pp. 12-16 y 18; John Plummer y Gregory Clark, he last flowering: french
painting in manuscripts 1420-1530, Nueva York, 1982, nº 113; Janet Backhouse,
“he Tilliot Hours”, p. 213 y Roger S. Wieck, Painted prayers..., nº 39, p. 58, y
Roger S.Wieck he hours of Henry VII…, pp. 185-186.
103 La pertenencia a Carlos V debe basarse en la tradición, ya que el manuscri-
to no contiene indicaciones de ningún tipo. Véase Paul Durrieu, Manuscrits
d’Espagne remarquables par leurs peintures ou par la beauté de leur exé-
211
j av i e r d o c a m p o
lat. 1202 de la Bibliothèque Nationale de París104.
Nos detendremos ahora en un manuscrito de elaboración comple-
ja y azarosa historia: las Horas Sforza (Londres, British Library, Add.
Ms. 34294)105. Comenzado para Bona Sforza, duquesa de Milán, hacia
1490 por su miniaturista favorito Giovan Pietro Birago, la obra quedó
inacabada tras el robo de buena parte del manuscrito. A la muerte de
la duquesa la obra pasó a su sobrino Filiberto de Saboya y después a
su esposa Margarita de Austria, quien lo llevó a Flandes. En 1517 se co-
menzó a reemplazar las páginas de texto perdidas y a completar la ilus-
tración con la adición de dieciséis miniaturas y dos orlas por parte de
Gérard Horenbout, tarea que se prolongó al menos hasta 1521. En esta
segunda etapa se realizó un retrato de Carlos V en grisalla, fechado en
1520 y con el monograma KI “Karolus Imperator” (fig. 9). Este retrato
debió añadirse cuando Margarita regaló el manuscrito al emperador,
que era su sobrino, presumiblemente con motivo de su coronación. Es
probable que Carlos trajera el manuscrito a España en 1522, donde per-
manecería hasta que fue adquirido en Madrid en 1870 por el coleccio-
nista J.C. Robinson que lo llevó a Gran Bretaña. La influencia que una
obra tan extraordinariamente decorada pudo tener en los talleres cer-
canos a la corte debió ser importante. Por un lado suponía un ejemplo
de convivencia dentro del mismo manuscrito, aunque fuera por causas
accidentales, de estilos italiano y flamenco. Y este eclecticismo había
producido un resultado especialmente afortunado, no sólo porque las
miniaturas de Horenbout tuvieran presente en ocasiones a las de Bi-
rago, sino porque ambos estilos compartían más elementos de lo que
pudiera parecer en un primer momento. Por otro lado mostraba un
nuevo repertorio de orlas renacentistas, en las que jarrones, vegetación
y animales aparecían en relieve sobre fondos azules, rojos y negros.
La influencia de las Horas Sforza puede verse en la decoración del
Breviario de Carlos V, monumental obra en cuatro volúmenes (Es-
corial, Vit. 4 a 7). Los estudios más recientes señalan la participación
cution, París, 1893, pp. 43-44; G. Antolín, Catálogo de los códices latinos de
la Real Biblioteca de El Escorial, t. IV, p. 278 y Jesús Domínguez Bordona,
Manuscritos con pinturas, nº 1567.
104 Abbé V. Leroquais, Les livres d’heures manuscrits de la Bibliothèque Natio-
nale, París, 1927, t. I, nº 60, pp. 147-148.
105 Mark Evans, he Sforza Hours, Londres, he British Library, 1992. Véase ade-
más Illuminating the Renaissance, nº 129, pp. 428-431.
212
la importación de m a n uscritos iluminados
de Bernardino de Canderroa, el principal iluminador del Misal rico
de Cisneros, al comienzo del manuscrito, que sería completado por
Juan Correa de Vivar y por un discípulo suyo que hemos denominado
Maestro del Breviario de Carlos V. El arco cronológico de realización
es difícil de precisar, pero los retratos del emperador (fig. 10) permiten
suponer que se extendió entre 1519 y mediados de la década siguien-
te106. Aunque las orlas renacentistas ya habían sido utilizadas en obras
como el Misal Rico, la presencia del suntuoso libro de horas traído
por el emperador pudo servir como modelo para miniaturistas que
trabajaban para el mismo cliente y que continuaron combinando las
tradicionales orlas Gante-Brujas con las nuevas decoraciones de co-
lumnas-candelabro y grutescos. Otros elementos que aparecen en el
Breviario, como los retratos del emperador en clípeos situados en las
orlas inferiores o la utilización de miniaturas a página completa, eran
novedosos respecto al Misal Rico y pudieron inspirarse en las Horas
Sforza.
Otro famoso libro de horas italiano que estuvo en poder de Carlos
I fue el que, según la autobiografía de Cellini, que se encargó de su
encuadernación, le regaló el papa Pablo III. Al igual que el Antifonario
ya reseñado fue también iluminado por Vincent Raymond107. El ma-
nuscrito se hallaba en 1923 en la colección de Maurice de Rothschild
y, aunque desconocemos su paradero actual, podemos hacernos una
idea de su estilo a través de otros libros de horas de Raymond, como las
Horas de Eleanora Gonzaga, duquesa de Urbino (Oxford, Bodleian Li-
brary, Ms. Douce, 29) 108. Recientemente el Estado español ha adquirido
106 Anna Muntada, El Misal Rico de Cisneros, pp. 80 y 116-117; Javier Docam-
po, “El Breviario de Carlos V: estudio del códice y sus miniaturas”, en Reales
Sitios, 2000, nº 145, pp. 29-39. Anna Muntada en “Breviario de Carlos V” (El
arte en Cataluña y los reinos hispánicos en tiempos de Carlos I, nº 53, pp.
292-294) retrasa el comienzo de la intervención de Canderroa hasta 1519, des-
pués de la finalización del Misal Rico y de la proclamación de Carlos V como
emperador.
107 Benvenuto Cellini, Vida y otros escritos, Barcelona, Parsifal, 1993, pp. 151-157;
Pietro Fedele, «L’uffiziolo di Madonna rillegato da Benvenuto Cellini» en Mé-
langes d’Archélogie et d’Histoire, École Française de Rome, XXIX Année,
1909, pp. 329-339; Boyer d’Agen, «Vincent Raymond de Lodève miniaturiste
pontifical» en La Nouvelle Revue, t. LXIV, 1923, pp. 211-221 y 315-325. Este
último autor considera que el libro fue comenzado por Clovio y terminado por
Raymond.
108 he painted page..., p. 242.
213
j av i e r d o c a m p o
un diminuto manuscrito con el texto del credo que perteneció a Carlos
V, con una suntuosa encuadernación de orfebrería que permite hacerse
una idea de la obra perdida de Cellini. El manuscrito se conserva en el
Museo Nacional de Artes Decorativas de Madrid y su encuadernación
se ha considerado en ocasiones como española y de mediados del siglo
XVI, pero otras publicaciones la retrasan a finales del siglo XVI109.
No todos los manuscritos que trajo el emperador a España fueron
libros de horas, por los inventarios sabemos que abundaban en su bi-
blioteca las obras literarias, históricas, morales, etc. La más conocida
es el Officium Salomonis (El Escorial, Vit. 13) que el impresor gantés
Robert de Keyser ofreció a Carlos I en 1520110. Se trata de una obra de
gran interés iconográfico, en la que se conjuga la exaltación dinástica
del emperador con los paralelismos con personajes del Antiguo Testa-
mento, especialmente Salomón. En cambio no debieron venir a España
otros manuscritos literarios o científicos que fueron suyos: un Roman
de Girart de Rousillon o un Roman de Meraugis (Viena, Österrei-
chische Nationalbibliothek, Cod. 2549 y Cod. 2599), un Livre des stra-
tagèmes de Frontino (Bruselas, Bibliothèque Royale, ms. 10475) o un
Livre des simples medecines de Matthaeus Platearius (San Petersburgo,
Biblioteca Nacional de Rusia, Fr. F.v.VI.1). Tampoco tenemos constan-
cia del paso por nuestro país de los lujosos códices con los estatutos de
la Orden del Toisón de Oro que pudieron estar en su poder, como el
del Instituto Valencia de Don Juan de Madrid (Ms. 26. I. 27) o el de la
Österreichische Nationalbibliothek de Viena (Cod. 2606)111.
109 Sotheby’s Western manuscripts and miniatures, 22-junio-1999, nº 85; Carolus,
nº 303, p. 514; El arte de la plata y de las joyas en la España de Carlos V, Ma-
drid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II
y Carlos V, 2000, nº 124, p. 267.
110 J. Van der Gheyn Un manuscrit de l’imprimeur gantois Robert de Kayser
à la Bibliothèque de l’Escurial, Gante, 1907; Jesús Domínguez Bordona,
Manuscritos con pinturas, nº 1566; Ana Domínguez Rodríguez, “El Officium
Salomonis de Carlos V en el Monasterio de El Escorial” en Reales Sitios, nº 83,
(1985); Fernando Checa, Carlos V y la imagen del héroe del Renacimiento,
Madrid, 1987, pp. 151-152, 196-198. En Carolus: Charles Quint 1500-1558 se atri-
buye a Clara de Keyser. Recientemente se ha publicado una edición facsímil
con el pintoresco título de Libro de horas del viaje de Carlos V para ser
coronado emperador, Madrid, Testimonio, 2000.
111 Anne Korteweg, «Le manuscrit KB 76 E 14 de La Haye, le contenu et la déco-
ration des livres des Statuts aux XVe et XVIe siècles» en L’ordre de la Toison
d’Or, de Philippe le Bon à Philippe le Beau (1430-1505): idéal ou reflet
214
la importación de m a n uscritos iluminados
La esposa del emperador, Isabel de Portugal, también poseyó im-
portantes manuscritos flamencos. Destacaremos en primer lugar el
Breviario conservado en El Escorial (Vitrina 3), obra atribuida a Ho-
renbout, que según Winkler fue de Margarita de Austria112. Es posible
que, como tantos otros manuscritos, fuera regalado a Carlos I, que lo
entregaría a su mujer. La pertenencia a la emperatriz parece reforzar-
se por la aparición de anotaciones con los nacimientos de la familia
real de Portugal (fols. 308-309 v.). Otro importante manuscrito que
estuvo en su poder es el libro de horas conservado en la Huntington
Library en San Marino, California (HM. 1162), obra de gran interés ya
que en ella encontramos una utilización insólita de miniaturas impor-
tadas de Flandes113. Para la confección de este códice se adquirieron
diecisiete pequeñas escenas hechas por Simon Bening (56 x 39 mm), o
bien se recortaron de un manuscrito ya existente, y posteriormente se
pegaron en folios sueltos o en cuadernos más grandes (167 x 115 mm)
en los que se escribió el texto correspondiente y se completó la de-
coración mediante orlas renacentistas o continuando el paisaje de las
escenas principales a la manera flamenca. Los artistas que finalizaron
el manuscrito fueron probablemente los mismos que trabajaron para
el Breviario de Carlos V en Toledo. Recordemos por último que a la
emperatriz perteneció también el libro de horas que fue de la colección
Doheny y al que ya hemos hecho referencia.
d’une société?, Bruselas, Bibliothèque Royale, 1996, pp. 43-44.
112 F. Winkler, Die Flämische Buchmalerei..., p. 170. Véase además Concepción
Muñoz Delgado, “Un manuscrito inédito de la Real Biblioteca de El Escorial”
en Archivo Español de Arte, nº 230, 1985, p. 144-156 y, de la misma auto-
ra, “Miniaturistas de escuela ganto-brujense en los códices de El Escorial”, en
Real Monasterio-Palacio de El Escorial: estudios inéditos en conmemora-
ción de la terminación de las obras, Madrid, 1987, pp. 321-329.
113 Judith Testa, “he Beatty Rosarium reconstructed...”, p. 222; Consuelo Duts-
chke, Guide to medieval and Renaissance Manuscripts in the Huntington
Library, San Marino, 1989, vol. 2, pp. 497-501; Illuminating the Renaissance,
nº 151, pp. 470-471.
215
j av i e r d o c a m p o
El canto del cisne: Giulio Clovio y
el scriptorum de El Escorial
El más ilustre miniaturista del manierismo italiano, el croata Giulio
Clovio (1498-1578)114, es conocido en nuestro país sobre todo por su
relación con El Greco, que le retrató en un célebre cuadro (Nápoles,
Museo de Capodimonte) sosteniendo entre sus manos su obra maestra,
las Horas Farnese (Nueva York, Pierpont Morgan Library, M. 69). Sin
embargo los españoles fueron buenos clientes y desde la década de los
treinta encontramos los primeros testimonios de la presencia de obras
suyas en manos de Carlos V. El emperador poseyó un manuscrito con
las Stanze (Viena, Österreischische Nationalbliothek, cod. 2660) es-
critas por Eurialo d’Ascoli con motivo de la captura de Túnez en 1535 y
de Argel en 1541. Tiene dos páginas miniadas por Clovio y fue entrega-
do a Carlos V en 1543. Sin embargo es probable que el códice no viniese
nunca a España115.
Vasari, que fue el primer biógrafo de Clovio, nos informa de que se
hallaban “in uno epistolario, tre storie grandi di San Paulo Apostolo;
una delle quali indi a non molto fu mandata in Ispagna”. Este có-
dice se ha venido identificando con el Comentario de la Epístola de
San Pablo a los Romanos (Londres, Soane’s Museum, ms. 143), hecho
para su autor, el cardenal Marino Grimani, hacia 1537-38. En su estado
actual el manuscrito sólo tiene una miniatura a página completa con
la Conversión de San Pablo (fol. 7 v.), inspirado en uno de los cartones
de Rafael para los tapices de la Capilla Sixtina116. Maria Cionini-Visani
114 Sobre Clovio las monografías básicas son: J. W. Bradley, he life and works
of Giulio Clovio, Londres, 1891 y María Giononi-Visani, y Grgo Gamulin Gior-
gio Clovio: miniaturist of the Renaissance, Nueva York, Alpine, 1980 (reed.
Londres, 1993). Sobre las relaciones entre Clovio y España: Fernando Benito
Doménech, “En torno a Julio Clovio y España”, en Archivo Español de Arte,
nº 243, 1988, pp. 307-312; Francisco M. Gimeno Blay y Amadeo Serra Desfi lis,
El Liber Missarum et Officiorum de Felipe II, Valencia, Patrimonio, 1996,
pp. 42-51; Almudena Pérez de Tudela y Gabaldón, “Giulio Clovio y la corte de
Felipe II”, en Felipe II y las artes: actas del congreso internacional, Madrid,
Universidad Complutense, 2000, pp. 167-183.
115 María Giononi-Visani, y Grgo Gamulin, Giorgio Giulio Clovio, p. 101; Eva Irbli-
ch, “Stanze sorra l’impressa de l’aquila, en Carolus, nº 209, p. 416.
116 he painted page..., nº 133; María Giononi-Visani, y Grgo Gamulin, Giorgio
Giulio Clovio, pp. 49 y 100 y Elena Calvillo, “Romanità and Grazia: Giulio
Clovio’s Pauline Frontispieces for Marino Grimani” en Art Bulletin, 2000, v.
216
la importación de m a n uscritos iluminados
identificó las miniaturas que faltarían en el códice con dos hojas con-
servadas en el Museo del Louvre, también inspiradas en los cartones
de Rafael, con La conversión de San Pablo y Las virtudes teologales,
que habían sido mencionadas elogiosamente por Francisco de Holan-
da en sus Diálogos en Roma. Recientemente Elena Calvillo ha rein-
terpretado libremente a Vasari, formulando la hipótesis de que estas
miniaturas sueltas pertenecieran a una segunda edición ampliada de
los Comentarios, códice que sería lo que se envió a España.
Vasari también menciona varios envíos a Carlos I, de los que no
queda ningún rastro: una Virgen con el Niño, con santos y figuras
alrededor, entre las que aparecía arrodillado el Papa Pablo III o un
“quadretto di figure piccole” que fue un regalo del Cardenal de Trento.
Otro regalo del mismo cardenal nos proporciona una primera men-
ción a Felipe II: “un altro di Nostra Donna, ed insieme il ritratto del
re Filippo, che furono bellissimi, e perciò donati al detto re Catolico”.
Es posible que Vasari se equivocase y esta pieza quedase en manos del
miniaturista y no llegase nunca a España, ya que no aparecen en los
inventarios de bienes del rey pero puede encontrarse la descripción de
piezas parecidas en los inventarios hechos a la muerte de Clovio117.
Otras obras citadas por Vasari si pueden ser identificadas. Así nos
cuenta que a Ruy Gómez de Silva, príncipe de Éboli y favorito de Felipe
II, se le envió “un quadretto, la Nostra Donna col figliuolo in braccio,
Santa Lisabetta, San Giovannino, ed altre figure”. Se conservan dos
Vírgenes con el Niño atribuidas a Clovio, una en la colección Wildens-
tein (París, Musée Marmottan)118 y otra en el Museo Lázaro Galdiano
de Madrid119 (fig. 11). La primera, en la que la Virgen está acompañada,
82, pp. 280-297. Las citas de Vasari proceden de Vita di Don Giulio Clovio
Miniatori, con introducción notas y bibliografía de Antonietta Maria Besso-
ne Aureli, Florencia, R. Bemporad, 1915, pp. 61-72. Se trata de una reedición
extraída de la segunda edición de las Vite, publicada en 1568.
117 A. Bertolotti “Don Giulio Clovio, principe dei miniatori”, en Atti e memo-
rie delle RR. Deputazioni di Storia Patria per le provincie dell’Emilie, VII,
1881, pp. 271-272. Almudena Pérez de Tudela “Giulio Clovio…”, nota 10, señala
una pieza que se hallaba en el Alcázar madrileño en 1600.
118 M. Levi D’Ancona, “Illuminations by Clovio lost and found” en Gazette des
Beaux-Arts, julio-septiembre, 1950, pp. 55-76. Sobre la Sagrada Familia véa-
se además Eliot W.Rowlands, “A newly discovered Holy Family drawing by
Giulio Clovio” en Master Drawings, vol. 23-24, 1985-86, nº 1, pp. 31-36.
119 Elena de Laurentiis, “Miniaturas devocionales entre el manierismo y la con-
trarreforma en el Museo Lázaro Galdiano” en Goya, nº 263, marzo-abril 1998,
217
j av i e r d o c a m p o
además del Niño, por Santa Isabel, San Juanito, San José y tres figuras
femeninas, corresponde mejor con la descripción de Vasari. Según una
carta del 4 de diciembre de 1556 dirigida al Cardenal Alejandro Farne-
se por Giuliano Ardinghelli, embajador del duque de Parma en Bruse-
las, el cardenal había mandado una “pequeña pintura de don Julio” a
Ruy Gómez de Silva y habría encargado otra similar para el Emperador.
Aunque no sabemos si esta segunda se llegó a realizar, es posible iden-
tificarla con la conservada en el Museo Lázaro, que es casi con certeza
la que figura en los sucesivos inventarios de El Escorial120. Sin embargo
el San Juan Bautista en el desierto “con paesi ed animali bellissimi”
también citado por Vasari como enviado a Felipe II no ha podido ser
identificado, aunque sabemos que estuvo en El Escorial, porque figura
con el nº 1520 en la entrega de 1574.
Continúa Vasari haciendo alusión a dos obras de tema veterotesta-
mentario, un David cortando la cabeza a Goliat y una Judit con la
cabeza de Holofernes, que Margarita de Austria habría entregado a
Felipe II. La primera aparece referida en otra carta de Arghindelli del
28 de abril de 1557 y se encuentra en los inventarios de El Escorial hasta
la invasión napoleónica. Así el inventario de la entrega de 1574 reseña
en el nº 1517: “Un quadro pequeño de madera, illuminado, de mano
de don Jullio: la historia de David quando mató al gigante Golías,
guarnecido de évano, con tapador de lo mismo, que tiene un pie y
un quarto en quadro”. Puede ser identificada con la conservada en la
colección Wildenstein (París, Musée Marmottan), cuya composición
deriva de una pintura de Daniele da Volterra (París, Louvre). La Judit
fue entregada cuatro años más tarde, en 1561. Sin embargo no aparece
en los inventarios filipinos y no se tiene constancia de su paradero en
pp. 88-98. Esta autora ha estudiado otras miniaturas italianas de la misma
colección, alguna de las cuales puede proceder también de El Escorial. Véase
también Carmen Espinosa Martín, Iluminaciones, pequeños retratos y minia-
turas en la Fundación Lázaro Galdiano, Madrid, Fundación Lázaro Gal-
diano, 1999, pp. 27-30 y Fernando Bouza, , “Sagrada Familia con Santa Isabel
y San Juanito”, en Felipe II, un monarca y su época, un prícipe del Renaci-
miento, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios
de Felipe II y Carlos V, 1998, nº 226, pp. 596-597.
120 Así en el inventario de la entrega de 1574 figura con el número 1518 una ima-
gen de Nuestra Señora y Sancta Elissabhet con sus dos niños y Sant Joseph.
Véase Zarco Cuevas, Fray Julián Inventario de las alhajas, pinturas y objetos
de valor y curiosidad donados por Felipe II al Monasterio de El Escorial
(1571-1598), Madrid, 1930, pp. 190-191.
218
la importación de m a n uscritos iluminados
la actualidad. Para conocer la composición hay que acudir a un dibujo
preparatorio conservado en Zagreb y a un grabado de Philippe Soye
(Madrid, Biblioteca Nacional, Invent/1484).
Además de Vasari otra fuente para conocer la llegada de obras de
Clovio a la corte española son las cartas dirigidas en 1567 por el secre-
tario de la Embajada Española en Roma, Juan de Verzosa y Ponce de
León a Gabriel de Zayas, secretario de Felipe II121. En ellas se comunica
el envío de numerosas imágenes, entre las que se identifican un “Santo
Lorencio” y una de “Nuestra Señora”. Pueden señalarse más obras, que
no han sido identificadas, entre los inventarios reales122.
Junto con estas miniaturas religiosas la Biblioteca de El Escorial
también debió albergar un importante conjunto de miniaturas históri-
cas: los Triunfos de Carlos V (Londres, British Library, Add. Ms. 33733).
Durante mucho tiempo se creyeron de mano del propio maestro y es
probable que en El Escorial también fueran tenidas por tales. Sin em-
bargo la crítica actual rechaza la autoría de Clovio e incluso se apunta
la hipótesis de que se trate de una obra flamenca o española123. Según la
tradición, Felipe II envió a Clovio un conjunto de grabados a partir de
dibujos de Maarten van Heemskerck para que los reprodujera en color
sobre pergamino. Al igual que las restantes saldrían de El Escorial con
la invasión francesa.
No sólo las colecciones reales albergaron miniaturas de Clovio. No-
bles y coleccionistas se disputaron las obras del croata. Así, en una
carta de la duquesa de Alba, de 15 de marzo de 1565, se decía “De Don
Julio tengo yo tantas [imágenes] que podría enviarle dellas si las quie-
re”. Otra carta del cardenal Farnese a su protegido Clovio, fechada el
8 de agosto de 1570, da cuenta del encargo de un pequeño cuadro para
la “signora D. Geronima moglie dell’ambasciatore del Re Filipo”,
del que no tenemos noticias ulteriores. También la princesa de Éboli
puedo estar interesada en su producción, ya que está documentada la
intención de Ottavio Farnese de regalarle una miniatura del Croata a
121 Luis Pérez Bueno, “Libros para Felipe II. Epitafios para el emperador Carlos V”
en Archivo Español de Arte, 1948, pp. 58-60.
122 Vease los ejemplos proporcionados por Almudena Pérez de Tudela, “Giulio
Clovio...”.
123 homas Kren, Renaissance painting in manuscripts, pp. 136-141; Anne van
Buren “London, British Library, Renaissance Painting in Manuscripts” en he
Burlington Magazine, nº 979, octubre 1984.
219
j av i e r d o c a m p o
través de su embajador en Madrid, Gian Domenico del Orsa124.
Todas estas obras de Clovio, que en su mayor parte no eran manus-
critos iluminados sino miniaturas concebidas como pequeños cuadros,
lo que nos indica con claridad la metamorfosis de esta modalidad ar-
tística, ejercieron una poderosa influencia sobre el último foco de la
miniatura española, el scriptorium de El Escorial. El primer cronista
del Monasterio, el Padre Sigüenza, ya era consciente de ello cuando
refiriéndose al fundador y principal representante de este taller, Fray
Andrés de León, lo llama “otro don Julio en el Arte”125. La propia “Me-
moria sepulcral” del miniaturista español afirmaba que “Don Julio el
de Roma olgaba de ver cosas suyas”126 o, más explícitamente, un acta
capitular del Monasterio relata: “El que en nuestros tiempos tiene prin-
cipal fama en Roma es don Julio, del cual se aprovechó tanto el dicho Fr.
Andrés de León, contrahaciendo sus imágenes, que vino a igualar con
él”127. También Felipe de Guevara, en sus Comentarios de la Pintura
abunda en el tema: “En Roma es ilustre cosa lo que Julio Epirota en este
género de iluminación hace. Labra en lo que yo he visto figuras muy
galanas y floridas, en lo qual yo desearía un poco más de brio y espíritu,
á quien ingeniosamente Fr. Andres de Leon en nuestra España, Reli-
gioso del Orden de San Hierónimo imita en tanto, que conferida con
el patron la imitada, los dueños de los patrones se confunden algunas
veces en escoger la suya”128.
Según una carta de Verzosa a Zayas del 18 de abril de 1567 al pare-
cer se pidió al propio Clovio que escogiese pergaminos para iluminar,
así como algunos de los dibujos de su colección, tanto propios como
de otros maestros para que pudiesen servir de fuente de inspiración
a Fray Andrés de León: “Con este van cinquenta pergaminos de dos
124 Francisco Javier Sánchez Cantón, Fuentes literarias para la historia del arte
español, Madrid, 1923, t. I, p. 46, Iván Golub, “Nuove fonti su Giulio Clovio”,
en Paragone, anno XXXI, nº 359-361, 1980, pp. 121-140; Almudena Pérez de
Tudela, “Giulio Clovio…” p. 176.
125 Fray José de Sigüenza La fundación del Monasterio de El Escorial, Madrid,
Turner, 1988, p. 327.
126 Consuelo Iglesias de la Vega, “Algunos artistas jerónimos de El Escorial” en
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, t. LXXI, 1963, p. 306.
127 Guillermo Antolín, “El libro de horas de Felipe II” en La ciudad de Dios, 1918,
p. 40.
128 Felipe de Guevara, Comentarios a la pintura, Barcelona, Selecciones Bibliófi-
las, 1948, pp. 189-190.
220
la importación de m a n uscritos iluminados
suertes escogidos por mano de Don Julio [...] y se buscaran algunos
papeles de manos excellentes con que se pueda ayudar esse padre el
todavia trabaja y no se quiere deshazer de los suyos”129. Bradley señaló
que Felipe II invitó a Clovio en 1572 para que dirigiese el scriptorium
escurialense, a lo que se negó el croata alegando su avanzada edad130.
La tarea fundamental del scriptorium escurialense entre 1577 y 1589
fue la iluminación de la librería del coro, compuesta en la actualidad
por 223 libros, de los que 214 corresponden al siglo XVI131. Además
realizó otros libros importantes: el Breviario de Felipe II, el Capi-
tulario132 y los tres tomos del Pasionario, conservados todos en la bi-
blioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Junto con el
ya mencionado Fray Andrés de León, trabajaron en estas obras otros
iluminadores entre los que destaca Fray Julián de la Fuente del Saz y
Hernando de Ávila133 (fig. 12). Las influencias de Clovio pueden estable-
cerse a varios niveles. Por un lado se incorporó el repertorio decorativo
del manierismo italiano: tarjas, guirnaldas, mascarones, hermas, etc.,
aunque evitando su gusto por el desnudo, de estirpe miguelangelesca.
Por otro lado las miniaturas recogieron en parte el sentido composi-
tivo y las primicias arquitectónicas del nuevo estilo. Pero lo más im-
portante fue una manera diferente de trabajar la miniatura, en la que,
según relata Francisco de Holanda, las figuras se modelan mediante la
yuxtaposición de puntos coloreados. Es la manera de “átomos y nie-
bla”, que tanto éxito proporcionaría a Clovio y sus seguidores y que en
España sería adoptada, además de en el scriptorium de El Escorial, en
otros talleres de miniaturistas dedicados a la iluminación de ejecuto-
rias de nobleza134.
129 Almudena Pérez de Tudela, “Giulio Clovio…”, pp. 176-177 y nota 47.
130 J. W. Bradley, he life and works of Giulio Clovio, pp. 188-190. Sin embargo no
menciona documentación que justifique tal aseveración.
131 Vicente Rabanal, Los cantorales de El Escorial, San Lorenzo de El Escorial,
1947.
132 Recientemente se ha editado un facsímil acompañado de un estudio introduc-
torio: El Capitulario del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial
(siglo XVI), estudio crítico por José Manuel Ruiz Asencio, las miniaturas del
Capitulario por Juan José Martín González, Madrid, Testimonio, 1997.
133 Juan López Gajate, Hernando de Ávila, virtuoso miniaturista de Felipe II,
San Lorenzo de el Escorial, Estudios Superiores de El Escorial, 1998. Sobre la
influencia de Clovio, véanse las pp. 192-197.
134 Francisco de Holanda, Op. cit., p. 72. Sobre las ejecutorias véase El documento
pintado: cinco siglos de arte en manuscritos, Madrid, Museo del Prado, 2000,
221
j av i e r d o c a m p o
Como conclusión señalaremos la necesidad de seguir trabajando en
esta línea de investigación. La abundante presencia de códices y mi-
niaturas de las distintas escuelas europeas en suelo hispano, aunque
conocida desde antiguo, no ha sido suficientemente considerada a la
hora de explicar el desarrollo de la miniatura española de este período
y sin duda es un factor básico para discriminar de forma más clara
cuales fueron los modelos que tuvieron en cuenta los miniaturistas
españoles. Las escuelas flamenca e italiana no eran monolíticas, como
parece implicarse cuando se habla de “influencia italiana” o de “estilo
hispano-flamenco”. Ambas conocieron un largo desarrollo cronológi-
co y, sobre todo en el caso italiano, una variedad de focos regionales,
que no permiten considerarlas como un unicum que pudiese influir
de manera simple. Por otra parte los artistas españoles seleccionaron
lo que estos modelos extranjeros ofrecían sin caer en una mera copia.
Si esta selección fue fruto de su voluntad, de la de sus clientes o de una
mera incapacidad técnica es asunto a desarrollar en otro estudio, pero
lo cierto es que, como hemos visto, hasta bien avanzado el siglo XVI las
novedades que fue recogiendo la iluminación de los códices españoles
se limitan a lo decorativo, sin que los avances en cuanto perspectiva,
composición o volumen de las figuras, que tanto el modelo flamenco
como el italiano mostraban, fueran tenidas en cuenta.
nº 30, 36 y 37.
222
la importación de m a n uscritos iluminados
Fig. 1. Horas Collins, (Philadelphia Museum of Art, fols. 73 v. y 74)
Fig. 2. Libro de horas valenciano (La Haya, Koninklije
Bibliotheek, ms. 135 J 55, fols. 84 v. y 85).
223
j av i e r d o c a m p o
Fig. 3. Breviario de Isabel la Católica, (Londres,
British Library, Add. Ms. 18851, fol. 29)
224
la importación de m a n uscritos iluminados
Fig. 4. Misal de Toledo (Madrid, Biblioteca Nacional, Vit. 4-4, fol. 7 v.).
225
j av i e r d o c a m p o
Fig. 5. Libro de Horas de Isabel la Católica, fol. 11
v. (Madrid, Biblioteca del Palacio Real).
226
la importación de m a n uscritos iluminados
Fig. 6. Libro de horas de los Zúñiga, (Biblioteca de El Escorial, Vit. 10)
227
j av i e r d o c a m p o
Fig. 7. Libro de Horas de Carlos V (Viena, Österreichische
Nationalbibliothek, Cod. Ser. n. 13251, fol. 28 v.).
228
la importación de m a n uscritos iluminados
Fig. 8. Libro de Horas de Isabel de Portugal (Antigua Colección
Doheny, vendido en Christie’s el 2-XII-1987, fol. 71 v.)
229
j av i e r d o c a m p o
Fig. 9. Libro de Horas Sforza (Londres, British Library, Add. Ms. 34294, fol. 213 r)
230
la importación de m a n uscritos iluminados
Fig. 10. Breviario de Carlos V (Biblioteca de El Escorial, Vit 4 a 7, t. IV, fol. I v.).
231
j av i e r d o c a m p o
Fig. 11. Giulio Clovio. Sagrada Familia con Santa Isabel y
San Juanito (Madrid, Museo Lázaro Galdiano).
232
la importación de m a n uscritos iluminados
Fig. 12. Hernando de Ávila. Natividad de María
(Cantoral 196, Monasterio de El Escorial)
233