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EL CENTRALISMO
EN LAS CONSTITUCIONES DE MÉXICO
COMITÉ CIENTÍFICO DE LA EDITORIAL TIRANT LO BLANCH
MARÍA JOSÉ AÑÓN ROIG VÍCTOR MORENO CATENA
Catedrática de Filosofía del Derecho de la Catedrático de Derecho Procesal
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Catedrático de Derecho Internacional de la
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Humanos. Investigador del Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la UNAM LUCIANO PAREJO ALFONSO
Catedrático de Derecho Administrativo de la
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Catedrático emérito de Teoría del Derecho de la
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Catedrática de Derecho Internacional Público
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Catedrático de Derecho Mercantil de Valencia
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LUIS LÓPEZ GUERRA Catedrático de Derecho del Trabajo y de la
Catedrático de Derecho Constitucional de la Seguridad Social de la Universidad de Valencia
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ÁNGEL M. LÓPEZ Y LÓPEZ Magistrado de la Sala Primera (Civil) del
Catedrático de Derecho Civil de la Tribunal Supremo de España
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Universidad Autónoma de Madrid de Valencia
JAVIER DE LUCAS MARTÍN RUTH ZIMMERLING
Catedrático de Filosofía del Derecho y Filosofía Catedrática de Ciencia Política de la Universidad
Política de la Universidad de Valencia de Mainz (Alemania)
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EL CENTRALISMO
EN LAS CONSTITUCIONES
DE MÉXICO
MANUEL GONZÁLEZ OROPEZA
RAFAEL ESTRADA MICHEL
ALEJANDRO MORALES BECERRA
tirant lo blanch
Ciudad de México, 2022
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Editora Ejecutiva
Índice
PRESENTACIÓN........................................................................................................................... 15
Capítulo Primero
INTRODUCCIÓN.......................................................................................................................... 19
LA DISCUSIÓN ILUSORIA ENTRE FEDERALISMO Y CENTRALISMO........................... 19
Capítulo Segundo
UN NUEVO DISEÑO CONSTITUCIONAL............................................................................... 23
¿REFORMAR O NO REFORMAR LA CONSTITUCIÓN?.................................................... 23
CONVOCATORIA A UN CONGRESO EN 1835................................................................... 28
MANDATO DE REFORMA CONSTITUCIONAL POR ELECCIÓN.................................... 31
Capítulo Tercero
LA INFLUENCIA EUROPEA EN LA INSTAURACIÓN DEL CENTRALISMO....................... 39
EL SUPREMO PODER CONSERVADOR............................................................................... 39
Capítulo Cuarto
LA ADOPCIÓN DEL CENTRALISMO EN MÉXICO................................................................. 49
DISCUSIÓN SOBRE LA CAPACIDAD PARA REFORMAR LA CONSTITUCIÓN FEDE-
RAL DE 1824............................................................................................................................ 49
LA ESPERANZA DE UNA NUEVA CONSTITUCIÓN.......................................................... 54
Capítulo Quinto
DEBATES DE LAS SIETE LEYES CONSTITUCIONALES........................................................ 59
DISCUSIÓN EN LO PARTICULAR DE LAS LEYES CONSTITUCIONALES..................... 59
VOTACIÓN DE LOS PROYECTOS DE CADA UNA DE LAS SIETE LEYES CONSTITU-
CIONALES................................................................................................................................ 70
Capítulo Sexto
EL PROYECTO DE MARIANO MICHELENA............................................................................ 77
Capítulo Séptimo
EL SUPREMO PODER CONSERVADOR.................................................................................... 85
UN CUARTO PODER SURGE EN MÉXICO......................................................................... 85
Capítulo Octavo
LA JOYA DE LA REPÚBLICA CENTRAL.................................................................................... 99
SOBRE LOS DERECHOS HUMANOS................................................................................... 99
12 Índice
Capítulo Noveno
PODER LEGISLATIVO................................................................................................................. 103
Capítulo Décimo
PODER EJECUTIVO..................................................................................................................... 105
Capítulo Undécimo
LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA........................................................................................ 111
Capítulo Duodécimo
LA TRANSICIÓN........................................................................................................................... 113
LA ÚLTIMA ESPERANZA DEL FEDERALISMO................................................................... 113
BASES DE ORGANIZACIÓN.................................................................................................. 114
Capítulo Decimotercero
RECAPITULACIÓN SOBRE EL CONTROL CONSTITUCIONAL DE LA REPÚBLICA
CENTRALISTA............................................................................................................................... 117
DOCUMENTOS............................................................................................................................. 127
1
*
wikiwand.com/en/Sénat_conservateur
PRESENTACIÓN
Es para mí un motivo de gran orgullo presentar esta obra trascendente de
los ilustres juristas Manuel González Oropeza, Rafael Estrada Michel y Alejan-
dro Morales Becerra, sobre un tema central de la teoría política y jurídica, y,
en particular, sobre una cuestión fundamental en la configuración de nuestro
país como nación independiente. Hablar del centralismo en las constitucio-
nes de México es abordar un debate fino, muchas veces poco entendido e his-
tóricamente vapuleado por la influencia de la consolidación del federalismo
en nuestro país. Aunque bien se trata de una discusión ilusoria, como bien
reflexionan nuestros magníficos autores en el capítulo introductorio.
Como se sabe, el centralismo es un sistema de gobierno que tiende a la
concentración del poder político y las competencias administrativas en los
órganos centrales del Estado; también se concibe como la tendencia a la
concentración del poder de decisión en los niveles superiores de cualquier
organización. En efecto, el centralismo es una doctrina política que propug-
na la centralización política o administrativa, es decir, promueve un sistema
político en el cual el gobierno central reúne la mayor parte de los poderes y
facultades para dirigir al país. Como se puede deducir, se trata de un sistema
de gobierno más común en Estados centrales o unitarios donde existe una
unidad política, territorial y administrativa. El Estado central se caracteriza
porque el órgano administrativo central lleva a cabo de forma exclusiva y total
el ejercicio de todas las competencias.
Existen otras formas de gobierno centralista menos puras como la que se
da en los Estados unitarios políticamente centralizados y administrativamente
descentralizados. Esta forma de Estado se basa en la delegación de compe-
tencias, cuya titularidad sigue manteniendo el órgano administrativo central
respecto de otros dependientes jerárquicamente. Significa que aun respetan-
do la autodeterminación y soberanía de las divisiones administrativas, el go-
bierno central tiene mayor poder en la toma de decisiones políticas y es el
superior encargado de la gestión administrativa de todas las competencias
del país. Por otra parte, también existe otro tipo de centralismo caracterizado
por una descentralización política y administrativa, que puede darse tanto
en los Estados unitarios con descentralización política limitada, como en los
llamados “Estados federales centralizados”. Este tipo de federalismo, que fue
conceptualizado por Konrad Hesse, se basa en la tendencia a la centralización
política de la Federación. El único rasgo distintivo entre ambas formas es la
unicameralidad del Estado unitario políticamente descentralizado, y la bica-
16 Ricardo A. Sodi Cuellar
meralidad del Estado federal “unitario”, donde existe un gobierno central
que convive con gobiernos subnacionales dotados de determinadas atribu-
ciones, en el que el Estado asume mayores competencias respecto de dichos
estados federados.
De esta forma, el libro comienza contextualizando la cuestión centralista
en un periodo específico del siglo XIX en nuestro país, esto es, el manda-
to de reforma constitucional por elección y la convocatoria a un Congreso
constituyente en 1835 para debatir un nuevo diseño constitucional, ante la
interrogante sobre reformar o no la Constitución. Nuestros autores van más
allá del lugar común de centrarse en el debate y confrontación entre liberales
y conservadores, para plantear un análisis serio y bien documentado de las
necesidades sociales, políticas y culturales de la época. Se habla entonces de la
influencia europea en la instauración del centralismo y de la discusión sobre
la capacidad para reformar la Constitución federal de 1824; haciendo refe-
rencia al sentir de aquel tiempo: la esperanza de una nueva Constitución y la
adopción del centralismo en México. Los autores exploran los debates sobre
las Siete Leyes Constitucionales, tanto la discusión en lo particular como la
votación de los proyectos de cada una de ellas. Un capítulo de enorme valor
para las personas estudiosas de la historia constitucional mexicana, y también
para aquellas que apenas se van adentrando en el tema. Lo mismo sucede con
el capítulo dedicado al proyecto de Mariano Michelena, de mayúscula im-
portancia pero poco conocido incluso por las personas dedicadas al derecho
constitucional en nuestro país. Otra gran aportación de esta obra.
Mención aparte merece el apartado dedicado al Supremo Poder Conser-
vador, capítulo que relata magistralmente el surgimiento de un cuarto poder
en México, y que fue, sin duda, la joya de la república central. Vale mucho
la pena la reflexión que hacen nuestros letrados autores respecto de los la-
zos que pueden identificarse con los derechos humanos. De esta forma, los
siguientes capítulos se dedican al análisis del Poder Legislativo, el Poder Eje-
cutivo y la administración de justicia en las constituciones centralistas mexica-
nas y sus respectivos gobiernos; para, finalmente reflexionar sobre las Bases
de Organización Política de la República Mexicana de 1843 y la transición y
última esperanza del federalismo. Así, como colofón exquisito de una obra
elegantemente redactada, el ultimo capitulo ofrece una recapitulación sobre
el control constitucional de la República centralista, un tema que más allá de
su aportación histórica es más actual de lo que parece. Por último, el libro
nos regala una sección de documentos anexos de inigualable valor historio-
gráfico, que no sólo complementan el tema de la obra, sino que permiten a la
persona lectora curiosa indagar y sacar conclusiones propias sobre un debate
Presentación 17
fascinante de la configuración política de nuestra nación; y dan fe de la excel-
situd intelectual de nuestros connacionales de esa época.
En fin, la obra que tiene el lector es reflejo de un estudio comprometido,
de una pasión intelectual, de una erudición amable y dadivosa. Está escrita
bellamente, con la vena literaria a la que nos han acostumbrado el doctor
Estrada Michel y sus coautores de lujo. Retoma un tema que nunca pasará de
moda y que adquiere mayor relevancia por la ausencia de estudios objetivos,
desideologizados (y desideologizantes). Es verdad, la plena conciencia y el
conocimiento cabal del actual federalismo mexicano cruza, irremediable e
insoslayablemente, por el buen entendimiento del centralismo y del papel
que ha jugado (y todavía juega) en nuestro pacto político fundamental. En-
horabuena.
Magistrado Dr. Ricardo A. Sodi Cuellar
Presidente del Tribunal Superior de Justicia
y del Consejo de la Judicatura del Estado de México
Capítulo Primero
INTRODUCCIÓN
LA DISCUSIÓN ILUSORIA ENTRE FEDERALISMO
Y CENTRALISMO
En México, la discusión sobre la cuestión que da título a éste volumen ha
generado una lucha política tendencialmente ideológica y no un debate serio
y sosegado sobre la forma de gobierno. La historia política de nuestro país se
ha caracterizado por los antagonismos y las luchas por el poder entre persona-
jes políticos concretos, antes que por la contrastación razonada de ideologías
o teorías. Las pugnas se prolongan ya doscientos años y las banderas siguen
ondeando. Los liberales y los conservadores se ignoran recíprocamente y no
aprecian el valor de las aportaciones y los principios del otro, principios que,
en conjunto, han forjado la historia del país.
Los liberales federalistas suprimieron la educación superior con pretextos
en principio presupuestarios, y centralizaron la legislación de materias capi-
tales con base en una idea codificadora que trascendió la soberanía de los
estados y que, recientemente, ha culminado con la concentración en el ni-
vel federal del gobierno de la recaudación de impuestos, cambio presentado
como un aséptico proceso de «coordinación». La inspiración de esta modifi-
cación fue suministrada por el modelo de Estados Unidos, un sistema que no
comprendíamos, pero que ofrecía una opción apetecible para emanciparnos
de nuestra tradición de coloniaje.
Comenzando por el comercio, los federalistas han trastocado la distribu-
ción de competencias legislativas basada en la doble soberanía que inspiró
el federalismo originario y han concentrado paulatinamente —pero con no-
table avidez— las competencias reservadas a las entidades federativas para
incrementar la omnipotente facultad federal de legislar en términos de exclu-
sividad las competencias estatales.
Por su parte, los centralistas, tachados de conservadores, aprovecharon la
supresión del autogobierno de las entidades federativas para dar paso a la
regulación de las localidades y al reconocimiento constitucional de los mu-
nicipios. Su afán regulatorio desde el centro motivó la consagración de una
declaración de derechos humanos inexistente en los documentos federalistas.
20 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
A partir de ella se ensayaron los primeros mecanismos de control constitucio-
nal. Su paradigma de referencia fue, en este caso, los modelos europeos, tanto
el de Inglaterra (Common Law) como el de Francia (Civil Law o de Derecho
codificado).
En consecuencia, nuestro actual sistema constitucional aúna rasgos de los
marcos institucionales forjados a partir de dos formas de gobierno presumi-
blemente antagónicas.
A pesar de sus virtudes, los errores de los políticos y los partidismos de
ambos bandos impidieron que sus propuestas institucionales de mérito pros-
peraran. Su mayor equivocación fue no reconocer la bondad de algunas ins-
tituciones por el afán de eliminar la plantilla de estadistas del otro bando, tal
como sucede en la actualidad.
Por ejemplo, bajo la influencia de Santa Anna, período que es analizado en
el presente libro, la bondad y la lógica de las instituciones de gobierno fueron
distorsionadas por la idiosincrasia de los distintos gobernantes de la época.
Veamos algunos rasgos de esta peculiar forma de ejercer el poder:
1. Culto a la personalidad. El gobernante no gobierna, sino que exalta su
personalidad, y presenta logros ficticios como conquistas rotundas de
su gestión.
2. La aplicación de leyes e instituciones se lleva a cabo de acuerdo con la voluntad
del gobernante y no conforme a las prescripciones de las normas. Por lo que la
letra de la ley, en principio idónea, queda desvirtuada a capricho de la
autoridad que la aplica.
3. Adulación de las hazañas del gobernante. Las acciones del mandatario son
magnificadas hasta la saciedad por sus corifeos y la histérica difusión
de sus pretendidos logros en medios oficiales1, lo que opaca cualquier
crítica.
4. Formación de gobierno con un gabinete cuyo objetivo es apoderarse de los
recursos como un botín (spoil system) y desdeñar a las autoridades prece-
dentes sin reconocerles mérito alguno.
5. Cambio de nombres de las instituciones. Como estrategia de la captura
del poder político, los gobernantes en turno cambian el nombre a las
instituciones para justificar que han implementado transformaciones
profundas que, en el fondo, solo son reformas cosméticas,
1
Michael Costeloe, The Central Republic in Mexico. 1835-1846: «Hombres de bien» in the Age of
Santa Anna, Cambridge: Cambridge University Press, 1993, pp. 156 y ss.
Introducción 21
6. En la era de Santa Anna (1835-1853), los órganos representativos se trans-
forman y el principio de elección popular es sustituido por las designaciones
directas.
7. En ocasiones se nombran políticos de la oposición de manera formal median-
te designaciones simbólicas para demostrar un espíritu democrático, pero su
influencia y acción son neutralizados a través de diversos dispositivos.
Ello sucedió con la elección de Juan Bautista Morales (El Gallo Pita-
górico) como diputado en 1835 y con la designación de Manuel Cres-
cencio Rejón como embajador.
8. El mandatario asciende al poder presidencial bajo la vitola de héroe o líder in-
victo y se convierte en un jefe autoritario, tal como sucedió con Santa Anna
y Anastasio Bustamante.
9. Eliminación política de los competidores; un caso paradigmático fue la pos-
tergación de José Maria Tornel y Mendívil por Santa Anna en 1844.
La separación inconmovible entre federalismo y centralismo como para-
digmas antagónicos de las formas de gobierno en países democráticos se ha
desvanecido paulatinamente y la política se presenta como lo que realmente
es: el producto de la retórica política de facciones enfrentadas.
22 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
L’Allégorie de la Prudence (Téophile Vauchelet, 1859)
Senado Francés
Capítulo Segundo
UN NUEVO DISEÑO CONSTITUCIONAL
¿REFORMAR O NO REFORMAR
LA CONSTITUCIÓN?
El relato constitucional de los conservadores, vencidos en la República
mexicana, es poco conocido, dado que en la primera mitad del siglo XIX la
lucha política fue enconada y sangrienta, y, como es sabido, desencadenó una
guerra civil que se prolongó durante más de treinta años.
Ahora bien, lejos de ser una mera disputa caracterizada por un gran des-
pliegue de fuerza, también fue una confrontación de ideas que forjaron las
mejores instituciones del Derecho público mexicano. Aunque federalismo
y centralismo son formas de gobierno antagónicas, quedó demostrado que,
bajo ambos sistemas, nuestro país podía desarrollarse política y constitucio-
nalmente, quizá porque la división ideológica no se concretaba más allá de la
desaparición de las entidades federativas y la suplantación de las autoridades
electas por otras designadas, y porque, en el fondo, las instituciones preten-
dían lograr el bienestar del país.
Sin embargo, a partir de 1857 la elección final fue el federalismo. La
Constitución promulgada ese año optó por regresar al sistema originario,
aunque los problemas que el país enfrentó en los difíciles años que siguie-
ron a la aprobación de la norma fundamental se encargaron de atenuar
la descentralización y retomar algunos rasgos del centralismo que fueron
adoptados desde 1835. En el siglo XX, la tendencia centralizadora del fe-
deralismo mexicano confundió a la doctrina extranjera —que, sin conocer
la realidad histórica del país, aseveraba que nuestro sistema federal era una
ficción—.2
José Ramón Malo, senador por Michoacán y personaje importante en la
fase final de la guerra de Independencia, pariente y colaborador cercano de
Iturbide, relata que el 4 de enero de 1835 el Congreso General abrió sus se-
siones para definir una nueva forma de gobierno —la centralista— ante el
2
Lloyd Mecham, «Mexican Federalism-Fact or Fiction?», The Annals of the American Academy
of Political and Social Science, v. 208. 1940, pp. 23-48
24 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
presunto fracaso del federalismo, ello a pesar de que el artículo 171 de la
Constitución de 1824 había prohibido radicalmente su reforma.3 Casi de in-
mediato, el 26 de enero, se destituyó al vicepresidente Valentín Gómez Farías
en funciones de presidente;4 y el día 28 del mismo mes y año fue nombrado
presidente sustituto el general veracruzano Miguel Barragán. La efímera pre-
sidencia de Barragán se prolongó hasta el 1 de marzo de 1836 —el día bisiesto
de ese año le dio un día más a su presidencia—. Inmediatamente después,
tomó protesta José Justo Corro.
Una de las causas que motivaron la explosión social que antecedió al cam-
bio de la forma de gobierno fue la expulsión de los españoles, iniciada el 20
de diciembre de 1827. José María Gallardo se había manifestado contra el go-
bierno por ese motivo y así comenzó la cadena de tumultos y pronunciamien-
tos en nuestra naciente república, episodios que erosionaron la estabilidad de
las instituciones constitucionales.
El 26 de enero de 1835, el Congreso General, presionado por Santa Anna,
declaró incapaz a Valentín Gómez Farías para ocupar el cargo de vicepresi-
dente en funciones de presidente. En virtud de la Ley del 2 de mayo de 1835,
el Congreso General se arrogó la facultad de reformar la Constitución de
1824 con cuantas «alteraciones creyera convenientes para el bien de la misma
nación, sin las trabas y moratorias que aquella prescribía». En otras palabras,
un poder constituido usurpó las funciones de Poder Constituyente. Sin em-
bargo, la limitación que imponía la Constitución de 1824 en el artículo 171
era una cláusula pétrea: la libertad e independencia, la religión, la forma de
gobierno, la libertad de imprenta y la división de poderes5 no debería ni po-
dría ser modificada.
3
Art. 171. «Jamás se podrán reformar los artículos de esta constitución y del acta constituti-
va que establecen la libertad e independencia de la nación mexicana, su religión, forma de
gobierno, libertad de imprenta y división de los Poderes Supremos de la federación y de los
estados».
4
Que se refugiaría en Saltillo bajo la protección del gobernador de Coahuila y Texas, Agus-
tín Viesca, para dirigirse a Nueva Orleans. Cabe suponer que los texanos aprovecharon
este caos y bloquearon la huida posterior de Viesca hacia San Antonio de Béjar, lo que
facilitó su detención por los centralistas. Ante el temor de la fragmentación del territorio
nacional, con el separatismo de los texanos y el desafío de Zacatecas y Coahuila en el bie-
nio de 1835-1836, se consideró que un cambio de gobierno por el centralismo detendría
las tendencias de desintegración.
5
Durango en la Exposición que el gobernador y la Junta Departamental de Durango han dirigido al
Excelentísimo Sr. Presidente D. Anastasio Bustamante (1837) le recordaría que los poderes con-
feridos por el electorado a los diputados eran de reformar la Constitución, mas no incluía
la potestad de cambiar la forma de gobierno.
Un nuevo diseño constitucional 25
Al respecto, José Miguel Gordoa, que había sido diputado novohispano en
las Cortes de Cádiz, declararía ante el Congreso que dicho artículo constituía
un exceso «porque sin duda [el Congreso] no tenía facultades para imponer
una ley tan dura a las generaciones venideras, ni a la presente, como la que
consignó». Lo que más molestó a Gordoa fue la lapidaria frase inicial del
precepto constitucional de 1824: «Jamás se podrán reformar los artículos de
esta Constitución y del acta constitutiva», disposición que tachó de «atrevida
expresión».6
El 12 de julio de 1816 Thomas Jefferson había dirigido una carta al hugo-
note Samuel Kercheval en la que sostenía que la sacralización de las consti-
tuciones no era conveniente para el desarrollo de las instituciones. A juicio
de Jefferson, convendría que cada generación pudiera repensar las reformas
convenientes y oportunas, pues «a un adulto no puede imponerse el chaleco
de un infante».7
A pesar de la limitación expresa de la Constitución de 1824, la Ley de Con-
vocatoria de 1835 atribuyó al Congreso amplias facultades para variar incluso
la forma de gobierno. Esta ley, de naturaleza secundaria, no podía transgredir
una limitación expresa de la Constitución, por lo que su validez no podría
prevalecer sobre la Carta Magna, hipótesis solo posible en el caso de que tal
previsión fuera establecida en una ley constitucional aprobada por un Poder
Constituyente.
El parto de la nación fue doloroso y tormentoso. Entre múltiples movi-
mientos revolucionarios, el país se intoxicó de planes para poner y deponer
generales y sistemas de gobierno.8 ¿Cómo era posible que, con tanta anarquía
y pasión, evolucionaran las instituciones democráticas de la nación?
6
Isidro Montiel y Duarte, Derecho Público Mexicano. Imprenta del Gobierno, 1882, t. III. p. 3
7
La carta está reproducida en «Proposals to revise the Virginia Constitution: I Thomas
Jefferson to Henry Thompkinson (Samuel Kercheval), 12 July 1816», Founders online,
National Archives. Disponible en: <https://founders.archives.gov./documents/jeffer-
son/03-10-02-0128-0002.>.
8
1. Plan de Iguala (1821), 2. Tratados de Córdoba (1821), 3. Plan de Casa Mata (1823, 1
de febrero), 4. Plan de Lobato (1824, 23 de enero), 5. Plan de Perote (1828, 16 de sep-
tiembre), 6. Acta de la guarnición de Campeche (1829, 6 de noviembre), 7. Plan de Jalapa
(1829, 4 de diciembre) y 8. Plan de Veracruz (1832, 2 de enero). Además, el 24 de febrero
de 1822 se declaró la anulación del Plan de Iguala, en lo relativo a la sucesión de la corona
de México, invitando a la familia gobernante de España. El Plan de Lobato se pronuncia
a favor de Guerrero y removiendo a Michelena y Domínguez; el de Perote remueve a Ma-
nuel Gómez Pedraza, Presidente de México debidamente electo. El pronunciamiento de
Campeche y de Veracruz (con Ciriaco Vázquez) fueron a favor del federalismo. Además,
le siguieron: 9. Plan de Cuernavaca (1834, 21 de mayo), 10. Bases de Tacubaya (1841, 28
26 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Convocado el nuevo Congreso, el 9 de septiembre de 1835 se reunió en
una sola corporación representativa de la nación, orillando la separación en
dos cámaras del Congreso General bajo el sistema federal. Posteriormente,
el 22 de septiembre del mismo año, el Congreso «suspendió» la vigencia de
la Constitución federal, del Acta Constitutiva y del Reglamento Interior del
propio Congreso, aunque paradójicamente declaró que el 4 de octubre —pre-
cisamente el día de la promulgación de la Constitución federal que era objeto
de suspensión— sería día de fiesta nacional.9 El formalismo era una cuestión
importante en los tiempos de centralismo que se avecinaban.
En la Cámara de Diputados se constituyó una comisión de poderes presi-
dida por Carlos María de Bustamante e integrada por Francisco Manuel Sán-
chez de Tagle, Lope y Becerra para determinar el primer punto que debía ser
objeto de dilucidación: la extensión de los poderes que los diputados habían
recibido de la nación para reformar la Constitución de 1824.10 Las dudas no
se habían disipado todavía.
El 16 de julio de 1835 comenzaron las sesiones del Congreso Constituyen-
te. El presidente interino, Miguel Barragán, acudió a la inauguración. Así, el
Congreso se arrogaba los caracteres de constituyente y de colegio electoral, y
asumía todos los poderes, incluido el de derogar la Constitución de 1824. En
aquella ocasión, el general Barragán pronunció un discurso en el que exhor-
taba al Congreso a atender las «súplicas del pueblo» y cambiar, así, la forma
de gobierno.
Para legitimar este cambio fundamental, el Plan de Cuernavaca —asumi-
do desde el 25 de mayo de 1834— disolvió el Congreso y paralizó su funcio-
namiento a partir del 15 de septiembre de 1834; mientras, se organizaban
cientos de manifestaciones a favor del centralismo. Sin embargo, su vaguedad
provocó que tanto los centralistas como los federalistas lo sostuvieran. Esta
ambigüedad fue una característica de la época. Las medidas que adoptó el
vicepresidente Valentín Gómez Farías durante diez meses, que sustituía al fal-
tista presidente Santa Anna, fueron apoyadas inicialmente por este último.
Sin embargo, la conspiración instigada por los obispos contra las medidas
eclesiásticas motivó que Santa Anna aceptara las posiciones del sector conser-
vador y revirtiera todas las medidas reformistas.
de septiembre), 11. Plan del Hospicio (1852, 20 de 3 octubre), 12. Plan de Ayutla (1854,
1 de marzo).
9
Francisco de Paula Arrangoiz, México desde 1808 hasta 1867, México: Porrúa, 1968, p. 370.
10
Mariano Cuevas, Historia de la Nación Mexicana, México: Talleres Tipográficos Modelo,
1940. p. 573.
Un nuevo diseño constitucional 27
Según Josefina Zoraida Vázquez,11 otro detonante de ésta, deriva de la su-
presión de la guardia nacional que operaba bajo la disciplina de los estados
desde 1824.12 El Congreso tomó la decisión de modificar la milicia cívica o
guardia nacional el 31 de marzo de 1835 y Zacatecas y otros muchos estados,13
consideraron que la medida violaba la soberanía estatal.14
Mariano Cuevas relata que en el archivo del Congreso se compilaron más
de 400 exposiciones de ayuntamientos, legislaturas y juntas de vecinos en las
que se solicitaba el cambio de Gobierno y que todas ellas fueron dictaminadas
por una comisión del Congreso el 21 de julio de 1835. Las conclusiones fue-
ron las siguientes:
1. Que el Congreso se erigiera en Poder Constituyente.15
2. Que el Senado fuera la Cámara revisora.
11
Josefina Zoraida Vázquez, «Introducción», en Planes de la Nación Mexicana (1831-1854),
Libro Segundo, México: Senado de la República, 1987. p. 24
12
La Constitución federal de 1824 se ocupó de organizar los poderes federales y, tangen-
cialmente, de fijar principios y prohibiciones a los estados, por lo que no estableció como
facultad expresa de los Estados el establecimiento de milicias cívicas (guardias naciona-
les), ya que correspondía a su régimen interior el establecerlas; sin embargo, la fracción
XI del artículo 110 de dicha constitución otorgó al titular del Ejecutivo federal la facultad
de «disponer de la milicia local», «para usar de ella fuera de sus respectivos estados o
territorios» con el objeto de garantizar la seguridad interior y la defensa exterior de la
federación.
13
Juan Álvarez se levantó en Texca y Gordiano Guzmán también lo hizo en Tierra Caliente,
Michoacán. Por su parte, las legislaturas de Zacatecas y Coahuila y Texas manifestaron que
no acatarían las decisiones del Congreso.
14
Se constituyó una coalición de estados para la defensa del federalismo formada por Zaca-
tecas, San Luis Potosí, Querétaro, Jalisco y Guanajuato. El 18 de marzo de 1835, Zacatecas
y Coahuila y Texas consideraron toral la defensa de la milicia cívica para el federalismo,
ante la propuesta de reducirla en número sustancialmente a un miliciano por cada 500 ha-
bitantes en los Estados. Se decía que tras esta reforma había una estrategia para debilitar
las fuerzas los estados en sus fuerzas públicas, ante el avance del centralismo, persiguien-
do al final la desaparición de la milicia cívica (guardia nacional) de los Estados, como se
avizoró en la circular del Ejército (federal) de 1849. Cfr. Mercedes de Vega, «A manera
de epílogo: Incapacidad para la negociación», en Los dilemas de la organización autónoma.
Zacatecas. 1808-1832, México: El Colegio de México, 2005. p. 331-339.
15
José María Luis Mora reconocería en 1837 que la autoatribución de la condición de «cons-
tituyente» por parte del Congreso se llevó a cabo sin mayor sobresalto de las Legislaturas
y los gobernadores de los estados de la época (José María Luis Mora, Revista Política de las
diversas administraciones que la República Mexicana ha tenido hasta 1837, Paris, Librería de la
Rosa. Obras sueltas. Edición facsimilar, México: UNAM. 1986. p. 281). Contrario a la apre-
ciación de José Ramón Malo, Mora sostuvo que la «Ley Septiforme» es decir, las Siete Leyes
Constitucionales, no contaba con mucho apoyo, por lo que aquella constitución “está
destinada a perecer pues choca con todos los intereses.”
28 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
3. Que ante cualquier duda o discordia, el Congreso se reuniría en
una sola asamblea hasta en dos ocasiones para resolver lo condu-
cente.
CONVOCATORIA A UN CONGRESO EN 1835
Tal y como narran las crónicas de la época, la composición plural del Con-
greso de 1835 brindó legitimidad y proporcionó tranquilidad a la nación. En
la crónica consultada sobre cada uno de los integrantes del Congreso16 que se
16
El Sexto Congreso Constitucional, que operó en 1835, estaba compuesto por diputados y
senadores de orientación política heterogénea:
Diputados: Adorno, Rafael (Puebla). Ahumada, Pedro (Durango). Alamán, Lucas (Gua-
najuato). Almendores, Ramón (Oaxaca). Alpuche, Wenceslao (Yucatán). Anzorena, J.
Ignacio (Michoacán). Arellano, Lorenzo (Guanajuato). Arrillaga, Basilio José (Distrito
Federal).
Barajas, Pedro (Jalisco). Barona, José Antonio (Yucatán). Barreiro (Nuevo México). Ba-
rrio, Felipe Neri del (México). Becerra, José Luciano (Veracruz). Bernal (Tlaxcala). Beza-
res, Ángel (México). Bravo, José María (Jalisco). Bustamante, Carlos María de (Oaxaca).
Carrillo, José Antonio (Alta California). Castillero, Atenógenes (Puebla). Castillo, Deme-
trio del (Oaxaca). Castillo, José María (Zacatecas). Cervantes, Miguel (México). Cortázar,
Manuel de (Guanajuato). Cortina, Lorenzo (Tamaulipas). Chico, Mariano (Guanajuato)
Sustituto de Alamán).
Dávila y Prieto, Jesús (Nuevo León).
Echarri, José María (Jalisco). Eguía, Agustín Vicente de (Distrito Federal). Elizalde, Juan
Manuel (Sustituto de Melchor Múzquiz). Escalada, Esteban (Yucatán). Escoto, Antonio
(Jalisco). Escudero, Néstor (Yucatán), Espejo Castropel, Manuel (Puebla). Espinosa Vidar-
te, José Ignacio (Guanajuato). Espinosa y Dávalos, Pedro (Jalisco).
García, Pedro (Nuevo León). Gómez Anaya, Cirilo (Jalisco). Gómez de la Cortina, José
(Distrito Federal). González Vieira, Luis (México). Gorozpe, Manuel (Puebla). Guerra,
Miguel (Jalisco). Guerra, Pedro Marcial (Yucatán). Guerrero, José María (México). Gutié-
rrez, Luis (Yucatán).
Hernández, José María (Durango). Horcasitas, Mariano (Chihuahua). Huarte, Isidro (Mi-
choacán) (Sustituto de José María Paulín).
Ibáñez, José Domingo (Oaxaca). Irazábal, Rafael (México). Irigoyen, José Francisco (Oa-
xaca).
Lanuza, Pedro José (Chiapas) (Se invalidó su elección), Larráinzar, Manuel (Chiapas)
(Tomó posesión el 2 de mayo de 1836). López de Ecala, Manuel (Querétaro) (Se excusó).
López de Llergo, Jerónimo (Yucatan). López de Vergara, Félix. Llergo, Manuel (Tabasco).
Mangino, Fernando (Puebla). Mateos, Teodoro (Jalisco) (se excusó). Mateos Gutiérrez,
Felipe (Oaxaca) (se excusó). Medina y Madrid, Mariano (San Luis Potosí). Mendoza,
Teodoro (Colima). Michelena, Mariano (Michoacán). Monjardín, Antonio Fernández
(Puebla). Montalvo, Rafael (Yucatán). Monter, Francisco (México). Monterde, José Maria-
no (Baja California), Montoya, Antonio (Puebla), Morales, (Oaxaca). Moreno Cora, José
Un nuevo diseño constitucional 29
Manuel (Veracruz). Movellán, Luis G. (Michoacán). Muriá, Manuel (México). Múzquiz,
Melchor (México) (Se excusó).
Nájera, José Francisco (Guanajuato). Nieva, José Ignacio (Puebla).
Ojeda, José Luis (Puebla). Ormaechea, José Ignacio (México) (Sustituto de Félix López
de Vergara). Oyarzábal, Mariano (Querétaro).
Pacheco, José Miguel (Jalisco). Palao, José (Sinaloa). Parrés, Joaquín (Jalisco). Patiño y
Domínguez, Francisco (México). Paulin, José María (fallecido). Peón, Sebastián (Yuca-
tán), Pérez de Lebrija, Agustín (Distrito Federal). Pérez Palacios, Luis (México). Pérez
Salazar, Manuel Joaquín (Puebla). Pico, Lucas (Sonora). Poblaciones, Leandro (Yucatán).
Quijano, Antonio (Yucatán). Quintero, Joaquín (Puebla).
Rada, Agustín (San Luis Potosí). Ramírez, Pedro (Zacatecas), Requena, Tomás (Yucatán),
Rincón, Manuel (Veracruz). Rivero, Julián del (Zacatecas). Rodríguez, Francisco (Tabas-
co) (Se excusó). Romo, José Catarino (Zacatecas), Ruiz, Luis (Veracruz).
Salazar, Juan de Dios (Tabasco). Salgado, Ángel (Guanajuato). Sánchez de Tagle, Francis-
co Manuel (Michoacán). Santelices, José María (Puebla).
Valdés, Antonio Eduardo (San Luis Potosí). Valentín, Miguel (Puebla). Vargas, Tomás
(Michoacán). Vejo, Tirso (San Luis Potosí). Villamil, Jerónimo (México). Viveros, Jeróni-
mo (México). Viveros, Miguel (Oaxaca).
Senadores: Aguilera, Manuel (Chiapas). Aranda, Diego (Puebla) (Se excusó). Arce, José
Antonio (Chihuahua). Arechederreta, José Antonio (Guanajuato).
Berruecos, José Rafael (Puebla). Blanco, Víctor (Coahuila y Texas). Bocanegra, José María
de (Zacatecas) (Se excusó).
Couto, José Bernardo (Veracruz) (Sustituto de Pedro José Echeverría). Cruz de Echeverría,
Carlos (Sinaloa). Cuevas, José María (México). Cumplido, Antonio Ignacio (Michoacán).
Echeverría, Pedro José (Veracruz) (Se excusó). Esparza, Mariano (San Luis Potosí).
Gallo, Cayetano (Veracruz). García Quintanar, Ángel (Querétaro). Garza Flores, José Mar-
tín de la (Tamaulipas). Gaxiola, Manuel María (Sonora) (Se excusó). Gómez, José Felipe
(Sinaloa). González Veyna, Casiano (Zacatecas). Gordoa, Luis Gonzaga (San Luis Potosí).
Guimbarda, Bernardo (Nuevo León). Gutiérrez, José Ignacio (Chihuahua) Hernández,
Rudecindo María (Tabasco).
Lara, Diego (Chiapas). Loperena Ignacio (Chiapas) (Sustituto de Diego Lara). López
Llergo, Sebastián (Yucatán). López de Nava, José María (Zacatecas) (Se excusó). Malo,
José Ramón (Michoacán). Miranda, Manuel (Oaxaca).
O´Horan, Tomás Antonio (Yucatán). Olaguíbel, Rafael (Puebla).
Pacheco Leal, Antonio (Jalisco). Pérez Medina, Juan de la Rosa (Tabasco). Portugal, Luis
(Guanajuato)
Quintero, José Antonio (Tamaulipas).
Ramírez, Miguel (Jalisco). Régules, Manuel (Oaxaca).
Santander, Rafael Francisco (Puebla) (Se excusó). Sierra, Felipe (Querétaro).
Valdés, Juan Bautista (Nuevo León). Velasco, José Francisco (Sonora). Victoria, Guadalu-
pe (Durango). Villanueva, Epigmenio (México).
Zubiría, Miguel (Durango) (se excusó).
(véanse Lucina Moreno Valle, Catálogo de la Colección Lafragua de la Biblioteca Nacional de
México, México: UNAM-Instituto de Investigaciones Bibliográficas, Serie Guías, 2., 1975,
pp. 909-911; y Manuel González Oropeza. Los diputados de la Nación. Cámara de Diputados.
LV Legislatura, México: Secretaría de Gobernación. 1994).
30 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
anexa a la presente obra, pueden leerse aspectos de la vida y la personalidad
de los diputados y senadores, interesantes17 y hasta divertidos.18
El centralismo, necesitado de apoyo popular, se organizó con el insólito
apoyo de los reos de la prisión de San Juan de Ulúa que, al escaparse, tomaron
la plaza del puerto de Veracruz, el 29 de febrero. Santiago Peñaflor y Ramón
Ortega19 se pronunciaron a favor del cambio de gobierno. Posteriormente,
otras ciudades importantes como Toluca y Orizaba proclamaron el centralis-
mo el 29 de mayo.
Estos hechos atrajeron la atención del Congreso, que en una junta, cele-
brada el 23 de junio de 1835 debatió sobre la forma de gobierno más conve-
niente para el país. La comisión reformadora de la Constitución estuvo inte-
grada por Valentín Anzorena, Francisco Manuel Sánchez de Tagle, Antonio
Pacheco Leal y Luis Gonzaga Cuevas. Su primer proyecto de reforma —que
proponía la forma centralista de gobierno— fue presentado el 24 de septiem-
bre de 1835. El documento preveía asimismo que los gobernadores de los
17
La representación política fue amplia, dado que no excluyó a los antiguos territorios del
país: José Antonio Carrillo (1796-1862) representó a Alta California y desde 1826 fue elec-
to repetidas veces alcalde de la ciudad de Los Ángeles, cargo desde el que defendió a Cali-
fornia de la invasión de los Estados Unidos. Carrillo permaneció en su tierra natal aún des-
pués de la invasión de Estados Unidos y en ella luchó por la igualdad de derechos de los
compatriotas mexicanos ante los invasores. Su talento motivó que en 1849, a los 53 años,
fuera electo diputado al Congreso Constituyente de California, siendo el representante
de mayor edad en dicho Congreso. Participó activamente en los debates del Congreso
californiano (Loretta Sánchez, Congressional Record. Washington. 1999. Dionicio Morales.
A life in two cultures, Houston: Piñata books, 1997, p. 132). Otro personaje integrante del
Congreso fue Víctor Blanco, diputado por Coahuila y Texas; había sido gobernador de
dicho Estado durante 1826-1827. Blanco fungió como senador en este año y desde esa
condición opuso a la propuesta de Stephen Austin de separar Texas de Coahuila. Luchó
contra Estados Unidos (Ross Phares, The Governors of Texas, Mount Pleasant: Arcadia Publi-
shing, 1999, pp 58-59). Constitución resultante —las Siete Leyes de 1835— tuvo la ventaja
de eliminar los «territorios» federales y crear departamentos que gozaban de la misma
condición política y, por lo tanto, de una representación igualitaria ante la Cámara de
Diputados.
18
La semblanza de los integrantes del Congreso refiere con cinismo la personalidad de
algunos de ellos: 1. Bustamante es definido como «la sombra sigue al cuerpo, así ha acom-
pañado el ridículo al señor don Carlos María de Bustamante, desde que nació al mundo
literario y político». 2. De Gorozpe se dice: «Desde que se casó con una señorita rica, no
ha vuelto a pensar en otras letras que las de cambio» (¡) y 3. En la semblanza del diputado
Pacheco Leal puede leerse: «Al señor Guerrero lo condujo hasta el borde del sepulcro,
haciendo declarar su incapacidad moral. Por él se destituyó al señor Farías de la vicepresi-
dencia y si Dios no pone tiento en sus manos no dejará títere con cabeza».
19
Vicente Riva Palacio (ed.), México a través de los Siglos, t. VII. México: ed. Cumbre. 2ª reim-
presión, 231988. p. 353.
Un nuevo diseño constitucional 31
departamentos —anteriores estados— continuarían al mando, pero bajo los
principios de la Constitución centralista. La Constitución transformó la es-
tructura territorial de la nación, dividiéndola en departamentos cuyos gober-
nantes serían nombrados por el Poder Ejecutivo nacional a propuesta de las
juntas departamentales, únicos órganos electos en sus territorios.
De la misma manera, las legislaturas se disolverían y nombrarían respec-
tivamente juntas departamentales integradas por cinco individuos (artículo
20). Habría un consejo de gobierno en cada departamento. Esta transición de
poderes se aprobó el 2 de octubre de 1835.
El Ayuntamiento de la capital haría las veces de Legislatura de las entidades
y, si no la hubiera, procedería a designar una Junta Departamental de cinco
miembros.
El 1 de noviembre de 1835 se publicaron las bases de la nueva Constitu-
ción, que sustituiría a la carta de 1824.20
El «amante» de la legalidad —así se autodenominaba Santa Anna— juró
las bases de una nueva Constitución el 3 de diciembre. El 21 de diciembre
de 1835 se aprobó la formación de la primera institución del nuevo régimen
conservador bajo el nombre de Supremo Poder Conservador. Mientras, Santa
Anna estaba distraído por la campaña de Texas y se desplazó a Antonio de
Béjar el 9 de febrero de 1836.21
MANDATO DE REFORMA CONSTITUCIONAL POR ELECCIÓN
El Congreso resultante analizó exhaustivamente el mandato otorgado a
cada una de las legislaturas de los estados mediante el voto emitido para ele-
20
En noviembre de 1835, Carlos María de Bustamante declaró en el Congreso que la Cons-
titución de 1824 fuera al Museo Nacional como pieza de «nuestra infancia política».
21
La campaña militar de Santa Anna fue inútil, pues el 2 de marzo de 1836 se dictó la Decla-
ración de «Independencia» de Texas promovida por Richard Ellis, Barret, Edwin Waller,
James Collingsworth, J. S. Ryrums, A. Brigham, Francisco Ronis, Antonio Navarro, J. B.
Badget, W. D. Lacey, William Manifeast, J. Giecher, M. Caldwell, William Morley, Lorenzo
de Zavala, S. H. Everett, Elijah Stepp, William B. Seates, M. Menard, A.B. Hardin, J. W.
Benton, E.J. Gazley, R.M. Coleman, B. Hardiman y L.C. Robertson. Esta Declaración era
ilegal y solo se justificaba por la oposición a la política de Santa Anna. La Constitución
de 1824 se preveía la separación de Texas de Coahuila siempre que el Congreso General
de México verificara que tuviera los elementos suficientes para constituirse en un Estado.
Pero nuestra Constitución jamás otorgó a las provincias la facultad de independizarse
unilateralmente. California siguió el ejemplo de Texas el 6 de noviembre de 1836 bajo el
eslogan: «Liberación o Muerte es de California la suerte».
32 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
gir a sus diputados. En la sesión del Senado del 27 de abril de 183522 se dio
lectura al dictamen de la comisión especial de poderes de la Cámara de Di-
putados que proponía el acuerdo reconocido en el Congreso General para
llevar a cabo «todas las facultades extra-constitucionales necesarias para hacer
en la Constitución» las alteraciones que creyera convenientes para el bien de
la nación.
Posteriormente, el 21 de agosto de 1835, fue aprobado el dictamen por
el que se invistió al Congreso de amplias facultades, incluida la de variar la
forma de gobierno. Asimismo, se aprobó el acuerdo de la Cámara de «repre-
sentantes» (diputados) para sesionar las dos cámaras en una sola y discutir
la nueva Constitución. Quizá la fusión de ambas cámaras en una sola tenía
como objetivo asegurar el control de los diputados sobre los senadores en
la votación, dado que la Cámara de representantes era más numerosa que la
de senadores. Inmediatamente se percibió que la oposición al cambio de go-
bierno estaría encabezada por algunos senadores como Guadalupe Victoria y
Bernardo Couto.23
El voto particular de Guadalupe Victoria, firmado el 26 de agosto de
1835,24 es muy interesante no solo porque se opone al cambio en la forma de
gobierno, sino también porque propone las reformas que, en su opinión, ro-
bustecerían la efectividad de la Constitución federalista de 1824. En su texto
manifestaba lo siguiente:
«En la elección del jefe supremo de la República, en la duración de su autori-
dad y prerrogativas de que debe estar investido, juzgo igualmente indispensa-
bles algunas reformas, de las que solo indicaré las más esenciales: Debe durar
seis años por lo menos con derecho de reelección, gozar de una inviolabilidad
absoluta, menos en delitos de traición, y hacer recaer sobre los ministros toda
la responsabilidad bien determinada por una ley especial. Desde luego debe
suprimirse la dignidad de vicepresidente, como la más ocasionada a usurpacio-
nes y disturbios. El veto merece también algunos correctivos para la mayor ex-
22
El Sol. Post Nubila Phoebus, domingo 15 de marzo de 1835.
23
En contraste con la opinión de Michael Costeloe, consideramos que Victoria y Couto es-
tuvieron sistemáticamente contra la adopción del régimen centralista. Así lo demuestran
sus respectivas participaciones en las sesiones de Congreso.
24
Leído en la sesión del 26 de agosto de 1835 en la Cámara de Senadores. Sin embargo,
el 29 de agosto se aprobó el artículo 1.º del dictamen, cuyo tenor literal era el siguiente:
«El Congreso General se declara investido por la Nación de amplias facultades, aún para
variar la forma de gobierno y constituirla de nuevo», por lo que los votos particulares de
Victoria y Couto fueron vencidos en votación, ya que el anterior artículo obtuvo 22 votos a
favor contra 5. Como se ha señalado, los senadores que votaron en contra del cambio de
la forma de gobierno fueron Victoria, Cumplido, Gómez, Gordoa y Vieira.
Un nuevo diseño constitucional 33
tensión de sus efectos saludables, y sería conveniente establecer que, devuelto
un proyecto de ley por el Gobierno, no pudiese tomarse en consideración por
la misma Legislatura en que tuvo su origen, sino por la que inmediatamente
le suceda.
La materia de elecciones, es la que más imperiosamente está clamando por un
arreglo bien meditado, de donde resulte la absoluta libertad de ellas, para que
ni se prive de este derecho a ninguno de los que deben tenerlo, ni se admita a
su ejercicio a los que carezcan de las condiciones que la ley debe fijar y discer-
nir con la mayor exactitud y precisión. No debe omitirse que los diputados y
senadores desempeñarían mejor sus encargos durando ellos cuatro y seis años
respectivamente y renovándose por mitad cada dos y tres años».25
Como se observa, las propuestas de Victoria serían actualmente muy via-
bles. La renovación de las Cámaras por mitad de sus períodos, la duración
sexenal del presidente, la supresión del cargo de vicepresidente, la ley de res-
ponsabilidad política, el sufragio universal y otras medidas orientadas a me-
jorar la Constitución federalista de 1824, habrían sido suficientes para evitar
los ensayos constitucionalistas fallidos que posteriormente sufriría el país. En
1843, en plena época del despótico Santa Anna, dejaron morir en el fortín de
San Carlos de Perote, al gran patriota y primer presidente de México, Guada-
lupe Victoria, a consecuencia de la epilepsia que padecía.
Por otra parte, el voto particular del senador Bernardo Couto, impreso y
difundido el 22 de agosto de 1835, respondió a algunas objeciones contra el
sistema federal:
«La verdad del caso es que ni a esta, ni a la forma de gobierno puede culparse
de nuestras desgracias. ¿Qué Federación ha habido nunca en España, en Por-
tugal y en Francia? Y sin embargo ¿No han sufrido muy recientemente estos
pueblos males del mismo género, y tal vez más graves que los nuestros? […] Y
sin salir del continente americano, Colombia con su Constitución central y re-
gida por un personaje no vulgar, a quien se acaba el resplandor de la gloria y las
aclamaciones de los pueblos. ¿Ha sido más feliz que la Federación Mexicana?
¿No se inculpa allí al centralismo, como aquí al régimen federativo, de todas las
calamidades públicas? ¿Y quién discurre con mejor lógica, los que en la Patria
de Bolívar quieren hallar la causa de los males en la unidad del gobierno, o los
que en México la buscan en la creación de los Estados?».26
25
Voto particular del senador Guadalupe Victoria, sobre el proyecto de ley en que se declara que las ac-
tuales Cámaras tienen facultad para variar la forma de gobierno, México: Imprenta del Águila.
1835.
26
Voto particular del senador Bernardo Couto, sobe el proyecto de ley en que se declara las actuales Cá-
maras tienen facultad para variar la forma de Gobierno, México: Imprenta del Águila 1835.
34 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
El dictamen de la mayoría de la comisión especial sobre el cambio de la
forma de gobierno, suscrito por el senador Pacheco Leal, se leyó en la sesión
del 24 de agosto de 1835. En él se revisaron en estos términos los argumentos
para cambiar la forma federal de gobierno:
1. Los frecuentes ataques a la seguridad individual y el constante estado
de alarma en el que vive la población.
2. La irregularidad de una legislación tan complicada que es imposible
compilarla para formar un cuerpo.
3. La multiplicidad de las contribuciones y su deficiente distribución.
4. La impunidad de los delitos comunes.
5. La funesta impunidad de los políticos.
6. La facilidad para acusar falsamente a las personas.
¿Alguien puede poner en duda la pervivencia de estos vicios en la actuali-
dad? El dictamen concluye que el agregado de argumentos en él expuestos,
constituye un síntoma inequívoco de que el país está «mal constituido». El
dictamen prosigue:
«El pueblo que formaba una sola familia, dispersada en un inmenso terreno,
pero animada de un solo espíritu, cuando adopta el régimen federal, no hizo
más que dividirse, no ya por las distancias de los lugares, sino aún por intere-
ses, siendo ya unos los del Jalisciense, otros los del Zacatecano, diversos los del
habitante de las Californias, y distintos los de todos, según que pertenecían a
algunos de los veinte estados de la Federación: no pudo haber sido el cálculo
más acertado para dividir a los mexicanos entre sí, y hacer los extranjeros en
su propio país».
Una vez aprobado el dictamen sobre las facultades del Congreso para va-
riar la forma de gobierno por 42 votos a favor y 15 en contra el 30 de marzo
de 1836, las legislaturas fueron explícitas en relación con los poderes que
otorgaban a los diputados, tal como explicó en el dictamen correspondiente:
1. Yucatán, Tamaulipas y Sonora aceptan hacer las reformas constitucio-
nales pertinentes «al bienestar y felicidad de la nación».
2. México, Querétaro y Nuevo León otorgaron poderes para reformar la
Constitución, excepto en lo concerniente a la religión y la indepen-
dencia.
3. San Luis Potosí otorgó los mismos poderes, exceptuando la libertad.
4. Tabasco exceptuó explícitamente la forma de gobierno, la religión y la
independencia.
Un nuevo diseño constitucional 35
5. Veracruz, Durango, Sinaloa y Jalisco no autorizaron la reforma del
artículo 171 de la Constitución de 1824, que consagra la forma de
gobierno.27
6. Guanajuato, Oaxaca y Michoacán no otorgaron poderes de reforma.
7. No se recibió comunicación de Chihuahua.
8. Lo mismo sucedió con Puebla.
9. Igual con Texas, Zacatecas y Chiapas.
De lo expuesto resulta posible concluir que alrededor de quince, de un
total de veinte Legislaturas de las entidades federativas, otorgaron los poderes
suficientes para reformar la forma de gobierno de la Constitución de 1824.28
27
Mariano Galván Rivera, Colección de constituciones de los Estados Unidos Mexicanos Régimen
Constitucional 1824, t. I., México: Porrúa, 2004. p. 45.
28
El 13 de marzo de 1835 se publicó en el periódico El Sol el dictamen de la Comisión revi-
sora de los poderes conferidos al Congreso de la Unión para la reforma de la Constitución
de 1824. Los resultados quedaron consignados del siguiente modo:
Chiapas (con 2 diputados): Decreto del 28 de octubre de 1834. Sostiene el sistema federal.
Coahuila (1 diputado): No dice nada.
Chihuahua (1 diputado): No dice nada.
Durango (2 diputados): Autoriza obrar con entera libertad para reformar la Constitución.
Guanajuato (6 diputados): Autorizados ampliamente para reformar la Constitución.
México (12 diputados): Autorizados para variar la Constitución.
Michoacán (5 diputados): Con amplios poderes para reformar la Constitución.
Nuevo León (1 diputado): Autorizado para que reforme la Constitución, de acuerdo a su
conciencia.
Oaxaca (6 diputados): Autorizados para reformar la Constitución
Puebla (10 diputados): Otorgan amplísimos poderes para reformar la Constitución.
Querétaro (2 diputados): Amplios poderes para que varíen la Constitución, según su con-
ciencia.
San Luis Potosí (3 diputados): Faculta para reformar la Constitución.
Sonora: No dio facultades.
Sinaloa: No dio facultades.
Tamaulipas: (1 diputado): Facultades plenas para reformar la Constitución.
La anterior votación siguió publicándose en el mismo periódico del 14 de marzo de 1835:
Veracruz (3 diputados): No se otorgan poderes, aunque constan actas de ayuntamientos
que sí las otorgan.
Jalisco (8 diputados): Facultades amplias y sin restricciones.
Yucatán (8 diputados): Facultades amplias.
Zacatecas (4 diputados): Otorgan poderes amplios y bastantes para reformar la Constitu-
ción.
Distrito Federal (3 diputados): Otorgan poderes amplios.
Nuevo México (1 diputado): Otorgan facultades extraordinarias para reformar la Consti-
tución.
36 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Un total de 72 diputados votaron a favor de la reforma integral de la Consti-
tución de 1824.
Al igual que los estados, algunas ciudades se pronunciaron sobre tan im-
portante asunto. Entre ellas destaca el caso el pronunciamiento de la villa de
Orizaba del 18 de mayo de 1835, que resulta ser una manifestación clara sobre
el sistema centralista, pues, de acuerdo con el texto, el sistema federal:
«No es a propósito para hacer la felicidad de los mexicanos, porque la indepen-
dencia bajo su imperio se ha visto comprometida con el sacrificio de algunos
de sus más ilustres defensores, con la persecución encarnizada de otros, con la
destrucción intentada y llevada a cabo del valiente ejército a que la debemos,
con la existencia de partidos organizados a su sombra y con la lucha a que estos
periódicos se han entregado, protegidos por las mismas instituciones federa-
les». 29
Se adujo también que el federalismo había ofendido a la religión, pues
había atacado a los obispos, la buena moralidad de los pueblos, la paz pública,
la libertad de las personas y la riqueza pública.30 Según el dictamen, el federa-
lismo constituía un despilfarro de recursos humanos y financieros:
«Cuando no teníamos hombres para llenar dignamente, en su totalidad, un solo
Congreso Legislativo, una magistratura suprema y un Tribunal de Justicia de la
misma especie. ¿Cómo se pudo creer que los encontraríamos para veinte?».31
El siguiente punto del debate fue la naturaleza del Congreso. La disyuntiva
que se dirimió era la siguiente: si se limitaba a convocar un Congreso Cons-
tituyente,32 o si él mismo podía asumir los poderes de un Congreso Consti-
tuyente.33 Finalmente se optó por la segunda opción, dado que no existía la
seguridad de que el nuevo Congreso convocado, siguiera los mismos linea-
mientos en la variación de la forma de gobierno.
29
Planes de la Nación Mexicana (1831-1854), Libro 3, México: UNAM, acceso abierto, p. 17.
30
Ibidem. p. 18.
31
Dictamen de la Comisión Especial de la Cámara de Diputados, nombrada para darlo sobre las ma-
nifestaciones relativas al cambio del sistema de Gobierno. Imprenta de Luis Abadiano y Valdés.
México. 1835.
32
Sobre este punto, también los Ayuntamientos de Zacatecas, Pátzcuaro, San Francisco
(SLP), Cuernavaca, Cempoala, Ixtlahuaca, Jerez, Mineral de Pinos, Mineral de Veta Gran-
de, Sombrerete, Fresnillo, San Luis Potosí, Oaxaca, Tlalpan, Teotihuacán, Taxco, Teúl, y
Zinapécuaro, entre muchos otros se pronunciaron a favor de que el Congreso fuera solo
convocante.
33
La ciudad de México así lo decidió en el Convento de San Agustín, y sus representantes
llegaron a manifestar que el federalismo era incompatible con la religión católica.
Un nuevo diseño constitucional 37
El proyecto de Constitución se aprobó el 28 de septiembre de 1836, texto
que en términos generales, se inclinaba a favor de la centralización. El 2 de
octubre se concluyó la discusión de los demás puntos. Las Siete Leyes Consti-
tucionales se aprobaron el 29 de diciembre de 1836, y fueron presentadas al
el presidente de la república por una comisión de 24 representantes presidida
por el michoacano Sánchez de Tagle.
La «jura» de la Constitución se publicó el 30 de diciembre de 1836 y «co-
mienzan a sentirse sus efectos». Malo aseveró: «Durará mucho tiempo y hará
la dicha de la Nación».34
34
José Ramón Malo, Diario de Sucesos Notables 1832-1833, p. 120. Malo era sobrino de Agustín
de Iturbide y diputado en el Congreso.
38 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Obras Poéticas de Francisco Manuel Sánchez de Tagle
Capítulo Tercero
LA INFLUENCIA EUROPEA
EN LA INSTAURACIÓN DEL CENTRALISMO
EL SUPREMO PODER CONSERVADOR
En mayo de 1837, el Congreso designó a los integrantes del Supremo Po-
der Conservador: Justo Corro, Rafael Mangino, José Ignacio Espinosa, Mel-
chor Múzquiz y Francisco Manuel Sánchez de Tagle como propietarios, y Car-
los María de Bustamante, Cirilo Gómez Anaya y José María Bocanegra como
suplentes. Debido al fallecimiento de Espinosa el 11 de enero de 1838, se
designó a Bocanegra nuevo propietario del Supremo Poder Conservador.
En un contexto en el que el centralismo dominaba la opinión pública, el
General Esteban Moctezuma se pronunció a favor del federalismo en mayo
de 1837. Otros levantamientos del mismo tenor tendrían lugar en febrero y
marzo de 1840.
Años después, en San Luis Potosí, Moctezuma formularía un plan de re-
construcción nacional en el que plasmó el primer ideario social del liberalis-
mo y que inspiró múltiples ideas constitucionales que serían aprovechadas
por Ponciano Arriaga en el Congreso Constituyente de 1856-1857.
Entre las obras de Alfonso Noriega Cantú figura el único libro sobre la
Constitución de 1836 que se ha escrito en nuestro país hasta el momento.
La historia oficial del desarrollo constitucional solo reconoce y pretende es-
tudiar a las constituciones federales de 1824, 1857 y 1917, dejando a un lado
múltiples proyectos y constituciones centralistas que también forman parte
de nuestras instituciones políticas y que no han despertado la atención de
historiadores ni de politólogos. Este desconocimiento es patente en el caso
del Supremo Poder Conservador, señalado como el ejemplo extremo del pen-
samiento conservador y como institución «abominable» del centralismo solo
compatible con la ambición política de Antonio López de Santa Anna.
En su magnífica obra, El Pensamiento Conservador y el Conservadurismo en Mé-
xico (UNAM, 2 volúmenes, 1972), Noriega Cantú ofreció un digno comple-
mento del ya clásico El Liberalismo Mexicano, de Jesús Reyes Heroles. Son las
dos caras de la misma moneda, la mexicanidad: El Águila Federalista y El Sol
40 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Centralista. Además, Noriega sostuvo una tesis esclarecedora sobre la filosofía
constitucional que inspiró la redacción de nuestras cartas fundamentales: la
fusión de ideologías contradictorias; por ejemplo, el pensamiento democráti-
co de Juan Jacobo Rousseau con el republicanismo conservador de Emmanuel
J. Sieyès. Esa es la constante de un pueblo soberano, sacralizado, pero inerme,
ante la soberanía nacional que asumen sus representantes. Es la combinación
contradictoria de los artículos 39, 40 y 41 de la Constitución de México.
Al iluminarlos sobre esta confusión, Noriega nos permite calibrar hasta
qué punto sustentamos instituciones liberales y conservadoras que, en el caso
de la Constitución de 1836, son patentes. Manuel Herrera y Lasso ha resaltado
este extremo.35
Es decir, la satanización de la Constitución de 1836 implica no reconocer
que en ella se crearon o consolidaron instituciones tan valiosas como el con-
trol político de la constitucionalidad de actos y leyes, así como el concepto de
«bases cardinales» de la Constitución, actualmente denominadas decisiones
políticas fundamentales, concepto atribuido por la doctrina a Ferdinand Las-
salle (1862) sin tomar en cuenta la aportación que, como miembro del poder
conservador, Manuel de la Peña y Peña hizo al respecto.36
Por lo que respecta al supremo poder conservador, no se conoce su fun-
ción como contralor del autoritarismo del Poder Ejecutivo y de los abusos
del Poder Legislativo; por lo tanto, su creación se enmarca en una novedosa
tesis de balance de poderes. La idea de un poder «neutro» —surgida en la
Revolución francesa y debida fundamentalmente al abad Emmanuel José de
Sieyès—, que hacía referencia a la necesidad de que existiera un poder que
garantizara la supremacía constitucional y dirimiera las controversias surgidas
entre los demás poderes, aunque noble y teóricamente justificable, sufrió los
embates de Napoleón en Francia y de Santa Anna en México, que ambiciona-
ban incrementar los poderes del Ejecutivo. Por ello, la institución fracasó en
ambos países. No obstante, es tiempo de reconocer, con Noriega, su objetivo
de limitar el poder político en beneficio del equilibrio institucional.
Sieyès fue el creador de la tesis del poder conservador en la teoría política,
pero también fue uno de los grandes constructores intelectuales de la Revo-
lución francesa, y en 1788 preconizó la necesidad de implementar programas
35
«Centralismo y Federalismo (1814-1843)», Los Derechos del Pueblo Mexicano. 3ª ed. tomo III
de Historia Constitucional. p. 32 y ss.
36
En su célebre memorándum del 28 de septiembre de 1839. Jaime del Arenal concuerda
con esta posición en «Supremo Poder Conservador» Diccionario Jurídico Mexicano, T. VIII,
1984. p. 224-225.
La influencia europea en la instauración del centralismo 41
orientados a transformar las estructuras políticas y de otorgar al estado llano,
un sitial prominente en la representación nacional de los estados generales
que, reunidos en 1789, propiciaron a través del «juramento del Frontón» (Ser-
ment de Jeu de Paume) la discusión y aprobación de una Constitución que sepul-
taría el Antiguo Régimen en Francia.
Más allá de sus contribuciones a la ciencia política, el Derecho constitucio-
nal debe al pensamiento de Sieyès uno de sus elementos fundamentales: la
tesis de la supremacía del Poder Constituyente sobre los poderes constituidos.
Sieyès fraguó esta teorización en un contexto muy específico: el debate sobre
la integración de los estados generales. La representación corporativa de las
tres clases sociales: clero, nobleza y pueblo llano —el denominado «tercer
estado», este último, en el que se integraba la burguesía— había sido fijada
desde la primera reunión, que data de 1614 y que no volvería a celebrarse has-
ta 1789, de los «Estados generales». La votación se distribuía por clases, y cada
una de ellas gozaba de la misma representatividad. En sus folletos, escritos en
1788, Sieyès propuso modificaciones y, en una nueva reunión de los estados
generales, logró que la representación del «Tercer estado» fuera igual a la del
clero y la nobleza juntos.
El 17 de junio de 1789, los diputados del tercer estado cobraron concien-
cia de que representaban el 99% de la población francesa —encabezada por
Sieyès— y tomaron la decisión de constituirse en una asamblea nacional ante
la contumacia de los otros dos estados que solo representaban a doscientos
mil franceses y sus privilegios.37 De ahí proviene la calificación de Poder Cons-
tituyente a la asamblea nacional que, como hemos señalado, constituiría a la
nación francesa de acuerdo con nuevos principios en la declaración del 20 de
junio de 1789 en el salón del juego de pelota o Frontón (Jeu de Paume).
La Constitución resultante, del 3 de septiembre de 1791, es un documen-
to que plasma las ideas de Sieyès sobre la soberanía nacional, concepto que
coincide con el del tercer estado. Para Sieyès, «nación» es el pueblo llano —
incluida la burguesía— que excluye a la nobleza y al alto clero, clases privile-
giadas contra las que había luchado la Revolución francesa. Nada podía estar
sobre la nación, de ahí la supremacía de su poder como Poder Constituyente.
Es entonces cuando la condición del representante nacional se aleja de la
concepción del mandato corporativista de los estados generales. Desde ese
momento, la representación no corresponde a la circunscripción por la que
un representante es electo, sino a la nación entera.
37
David Pantoja, «Introducción», en E. Sieyès. ¿Qué es el Tercer Estado?, México: UNAM,
Colección Nuestros Clásicos, 10, 21983. p. 13.
42 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
El concepto selectivo de nación es completado por los dos tipos de ciuda-
danos que acuña Sieyès. El ciudadano pasivo, que no contribuye económi-
camente al establecimiento público del Estado, goza de todos los derechos
excepto el del sufragio; solo los ciudadanos activos que contribuyen con una
aportación directa —y no menor— de tres jornadas de trabajo y que no son
servidores a jornal, pueden ser titulares del derecho de sufragio activo. De
esta clasificación surgieron las elecciones indirectas realizadas mediante voto
censitario. Los electores debían ser poseedores de rentas y cualificaciones que
garantizaran la imparcialidad de la elección de candidatos reclutados entre
los mejores hombres de un país.
Estas ideas quedaron plasmadas fundamentalmente en la Constitución de
1795, que influyó notablemente en la Constitución de Apatzingán de 1814,
sobre todo en lo que respecta a la organización de un Poder Ejecutivo colegia-
do residenciado en un directorio de cinco personas. Entre ellas estuvo Sieyès,
que en principio declinó formar parte del directorio, y que, convencido de la
pertinencia de reforma de la Constitución de 1795, aceptó sustituir a Reubell
el 16 de mayo de 1799 con el propósito de modificar el texto constitucional.
Pero Sieyès se oponía a la reforma de la Constitución, de modo que se coligó
con Bonaparte, que dio el célebre golpe de Estado conocido como 18 Bruma-
rio (9 de noviembre de 1799), clausuró el directorio y disolvió el Consejo de
500 diputados y el Senado, instituyendo un gobierno consular (Consulado)
de tres miembros como nuevo órgano ejecutivo.
Después del 18 Brumario, se constituyó la comisión «consular ejecutiva»
diseñada para reformar la Constitución francesa. Este hecho instauró un pre-
cedente que posteriormente seguiría México: reformar una constitución para
suplantarla por otra. En el caso de Francia, las constituciones de 1793 y 1795
fueron reemplazadas por la de 1799. Sin lugar a dudas, esta dinámica tuvo su
réplica en el episodio de la mudanza de la Constitución federal de 1824 por la
centralista de 1836 en México.
Los trabajos de la comisión consular ejecutiva se prolongaron durante cuaren-
ta y tres días. Sieyès fue el inspirador fundamental del nuevo proyecto de Constitu-
ción, que fue presentado el 13 de diciembre de 1799 y posteriormente incorporó
importantes modificaciones inspiradas directamente en las ideas de Bonaparte.
La aprobación del proyecto constitucional fue plebiscitaria: tres millones
de votos a favor (populismo a la francesa), poco más de mil quinientos votos
en contra y una abstención cercana a los cuatro millones de votantes.38
38
Maurice Hauriou, Précis de Droit Constitutionnel, París: Librarire de Recueil Sirey. 21929, p.
302; y Guy Richard. Les institutions politiques de la France, París: Flammarion, 1979. p. 174.
La influencia europea en la instauración del centralismo 43
El proyecto presentado por Sieyès y modificado por Bonaparte se había
inspirado en otro proyecto que el propio vicario de Chartres había preparado
en 1793 junto con Roederer, Boulay de la Meurthe, Talleyrand y Daunou.
La Constitución de 1799 no contenía una declaración de derechos y, en lu-
gar de tres, establecía cinco poderes: Legislativo, Ejecutivo, Judicial, Guberna-
tivo y Conservador. En términos generales, el texto divide con gran minucia e
imaginación, la función legislativa, y fortalece al Poder Ejecutivo para dejar el
camino libre a Napoleón en la toma del poder. La representación política se
presenta bajo un concepto muy elaborado y se basa en el principio de acuer-
do con el cual «la autoridad viene de arriba y la confianza de abajo». De este
modo, Sieyès construyó una sofisticada pirámide de electores.
Aunque el poder público no puede ejercerse más que por la confianza
popular, Sieyès consideraba el pueblo no debería designar directamente a sus
gobernantes para evitar influencias que les resten autoridad.39
Para México, lo más relevante de esta Constitución francesa de 1799 fue la
creación de un «Senado Conservador» como órgano del Poder Conservador.
Sieyès lo denominó primero «jurado conservador». Sin embargo, debido a
que lo incluyó junto a los demás órganos legislativos —como el Consejo de
Estado y el Tribunado—, cambió su nombre por el de Senado.
El Senado Conservador tenía encomendada la custodia de la Constitución
a través de la supervisión de todo acto o ley. El Senado Conservador estaba
facultado para interpretar la Constitución a través de los «senado-consulta»
que, desde el Derecho romano, tuvieron una doble naturaleza: consultivos
y normativos. Todo proyecto de ley debería contar con su aprobación para
poder ser promulgado.
Además, el Senado Conservador tenía una importante función en lo que
respecta los nombramientos, ya que designaba a los integrantes del Poder Eje-
cutivo, que quedaba residenciado en un órgano colegiado de tres cónsules;
asimismo, nombraba a los tribunos legisladores y a los jueces del Tribunal de
Casación.
Había ochenta conservadores y eran nombrados por el Senado a través del
mecanismo de la cooptación. Entre sus integrantes figuraban miembros del
directorio o Poder Ejecutivo, de legislaturas antiguas, de la Convención y la
mayoría eran parlamentarios de carrera. El cargo era vitalicio, pero incom-
patible con otras dignidades y funciones. No era posible exigirles responsa-
39
Jacques Ellul, Histoire des Institutions, París: Presses Universitaires de France, 1956, p. 692.
44 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
bilidades y se les remuneraba pingüemente. Se reunían dos veces al mes, sus
decisiones eran privadas y no quedaban plasmadas en resoluciones impresas.
No obstante, este sistema original cambió debido a la ambición bonapar-
tista de acumular poder político. Paulatinamente, fue modificándose y la in-
dependencia del órgano frente al primer cónsul del Poder Ejecutivo quedó
menoscabada. En un principio, el senado-consulto dictado por el propio Se-
nado Conservador el 16 Termidor del año X (2 de agosto de 1802) designó
a Bonaparte como primer cónsul vitalicio. El senado-consulto del 28 Floreal,
año XII (1804) nombró a Napoleón como emperador de Francia —y la Casa
Bonaparte fue reconocida como la dinastía reinante— atribuyéndole, entre
muchos otros, los poderes los de determinar y variar el número de integrantes
del Senado Conservador a fin de que Bonaparte controlara la mayoría y, por
lo tanto, las decisiones.
Posteriormente, el Consulado adoptó el hábito de otorgar honores y co-
misiones a los senadores individualmente para controlarlos en su totalidad.40
Este fue el itinerario del declive de una gran institución de control constitu-
cional: la acción política de un dictador como Napoleón mediatizó el control
constitucional.
A comienzos del siglo XIX, Bonaparte consolidó su poder político tras su
triunfo militar en la batalla de Marengo y se convirtió en el «hijo de la Revo-
lución», lo que le permitió transformar tanto el Consulado o Poder Ejecutivo
como el Poder Conservador en instituciones vitalicias mediante una votación
plebiscitaria.
La obra intelectual de Sieyès fue perdiendo vigor, pues, legitimado por su
prestigio militar, el Consulado fue ganando terreno frente al Poder Conserva-
dor y poco a poco forzó una interpretación de la Constitución en su beneficio.
Lo mismo sucedió con el Supremo Poder Conservador en México cuando la
figura del dictador de Santa Anna empezó a declinar.
Los senado-consultos que el poder conservador emitió en Francia se ini-
ciaron el 15 de enero de 1801. En el del 13 de marzo de 1802 se decidió la
deportación de los jacobinos o liberales radicales para renovar la integración
del tribunado y del cuerpo legislativo. El 26 de abril de 1802, contraviniendo
el texto constitucional, se autorizó el ingreso masivo de extranjeros, el del 2
de agosto de 1802, logrando intervenir en casos de privación de la libertad.
40
Michel-Henry Fabre, Principes Républicains de Droit Constitutionnel, París: Libraire Général
de Droit et de Jurisprudence, 31977. p. 166.
La influencia europea en la instauración del centralismo 45
Cuando en 1804 el Consulado fue eliminado como depositario del Poder
Ejecutivo por la mencionada Constitución del año XII para establecer el impe-
rio, el primer cónsul Bonaparte se convirtió en el emperador Napoleón. Los
días del Senado Conservador estaban contados y el 19 de agosto de 1807 fue
formalmente suprimido, aunque entonces sus funciones ya eran marginales.
Frente a la avasalladora ejecutoria de Bonaparte y sus éxitos militares y po-
líticos, el Senado Conservador falló en el ejercicio de sus funciones. No logró
ser el contralor de la constitucionalidad, pues legitimó decisiones contrarias
a la Constitución de 1799 a petición del primer cónsul. De alguna manera,
Sieyès siguió la misma suerte, ya que finalmente fue mediatizado por Napo-
león y sus ideas sobre control de constitucionalidad y el poder político queda-
ron relegadas por el férreo poder napoleónico. El abad fue manipulado por
el dictador Bonaparte.
Incluso el principio electoral de «listas de confianza», formadas por dé-
cimas partes de los hombres mayores de veintiún años con renta suficiente
para no depender de jornales, solo logró llevarse a cabo en sus tres etapas
—comunal, departamental y nacional— en una ocasión (1801), y no fueron
respetadas por el primer cónsul, que finalmente nombró, para los diversos
cargos públicos, a personas que no figuraban en las listas nacionales.41
No obstante, la bondad teórica del poder conservador renació en la Cons-
titución francesa del 14 de enero de 1852, que estableció que todos los pro-
yectos de ley aprobados por el Poder Legislativo tendrían que pasar por el
Senado antes de su promulgación para su sanción final. Además, el texto
constitucional preveía una acción popular ante el Senado para denunciar los
vicios de inconstitucionalidad de leyes.
El continuador las ideas de Sieyès fue Benjamin Constant (1767-1830), au-
tor que coronó el pensamiento conservador francés. Constant teorizó que el
rubro «liberal» implicaba el triunfo de la individualidad tanto sobre la autori-
dad como sobre las mayorías cuando estas obran en detrimento de las mino-
rías nacionales. Desde entonces, las diferencias entre ambas concepciones no
son relevantes.
Constant denomina «poder neutro» al Poder Conservador, pero no lo
identifica con un Senado, sino con el propio rey o monarca. De acuerdo con
sus ideas, la forma de gobierno ideal es la monarquía constitucional enmarca-
da en un parlamentarismo que contempla a los poderes «activos» tradiciona-
41
Guy Antonetti, Histoire Contemporaine Politique et Sociale, París: Presses Universitaires de
France, 1986. p. 140.
46 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
les; el Ejecutivo, al que denomina Poder Ministerial, es el poder depositado en
un gabinete. Para Constant, el rey, que es irresponsable y no ejerce el poder
ejecutivo activo, debe ser el árbitro supremo entre los demás poderes, ya que
es un poder neutro.42
La libertad en los tiempos modernos, según Constant, no implica la parti-
cipación directa del pueblo, como la democracia rousseauniana, sino que es
la representación nacional del pueblo, que tanta importancia cobró en Sieyès.
Por ello, según cita Noriega43 sobre la obra de Jesús Reyes Heroles, Méxi-
co importó un “liberalismo ilustrado”, no necesariamente democrático, sino
representativo; que implica no la igualdad en el sufragio, ni la irrestricta obe-
diencia a la violencia de la mayoría, sino el voto de los mejores electores para
elegir a los representantes más dignos y el respeto de las minorías, que coinci-
dían con aquellos mejores hombres.
El pueblo, que es la mayoría, no tiene los recursos ni la capacidad para
gobernar directamente. Solo una minoría escogida puede hacerlo.
42
Benjamin Constant. Cours de Politique Constituonnelle, t. I, París: Guillaumin et Cie, 1872.
pp. 94 y 455; y Dominique Bagge, Les Idees Politiques en France sous la Restauration, París:
Presses Universitaires de France. 1952. p. 73.
43
El Pensamiento Conservador y el Conservadurismo en México, t. I, México: UNAM, 1972. p. 172.
La influencia europea en la instauración del centralismo 47
Capítulo Cuarto
LA ADOPCIÓN DEL CENTRALISMO
EN MÉXICO
DISCUSIÓN SOBRE LA CAPACIDAD PARA REFORMAR
LA CONSTITUCIÓN FEDERAL DE 1824
Con estos antecedentes históricos, y a pesar de su fracaso en el escenario
político francés, México recibió la influencia de Sieyès y Constant, así como
de la obra de algunos autores seguidores de sus ideas, entre ellos François
Daunou, quien fue secretario en la Comisión Constituyente que elaboró la
Constitución de 1799. El Ensayo sobre las garantías individuales que reclama el
estado actual de la sociedad,44 de P. C. F. Daunou, fue traducido y publicado por
Lorenzo de Zavala en 1823. Por cierto, Daunou fue quien acuñó el término de
garantías individuales para designar la libertad personal, la seguridad domés-
tica, el desarrollo de la industria privada y la independencia de los negocios
particulares. En 1917, México generalizó el término en su Constitución y de-
nominó «garantías individuales» a todos los derechos humanos.
A partir de 1830, la mala situación política y económica del país se vio agra-
vada por las crisis de facciones y rebeliones que atribuían los males de México,
a la forma de gobierno establecida por la Constitución de 1824. La solución
que proponían era la reforma constitucional.
Desde entonces, las constantes reformas constitucionales han sido instru-
mento del que liberales y conservadores han abusado para legitimarse en el
poder político. Pero, ¿hasta dónde llegar con la reforma? Naturalmente, a la
forma de gobierno, que se había convertido en la bandera que distinguía a las
facciones masónicas. Ahora bien, de acuerdo con el pensamiento de Sieyès,
las reformas provienen de un Poder Constituyente que, según la experiencia
mexicana, era problemático, dado que había sido necesario había convocar
a dos congresos constituyentes. Para evitar los problemas de la convocatoria,
Juan Gómez de Navarrete propuso el 20 de diciembre de 1834 que, a través de
las elecciones, el Congreso las reformas necesarias a la Constitución. Gómez
de Navarrete se refirió a su propuesta en los siguientes términos:
44
Traducción Castellana en dos tomos, París: Imprenta de J. Smith, 1826.
50 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
«En lugar de ejércitos, proclamas, prisiones y destierros o deposición violenta
de las autoridades, se puede apelar a la reunión de los colegios (electorales),
y esperar tranquilamente su calificación, cuidando solo de que se respete la
libertad de los ciudadanos para emitir sus votos… tanto los sostenedores, como
los que combaten el sistema federal, están en obligación de callar y esperar».45
Esta propuesta de Gómez de Navarrete dio inicio a la reforma constitucio-
nal mediante convocatoria a elecciones. Los conservadores comenzaron en
1835 y, posteriormente, los liberales siguieron con Benito Juárez en 1867.
La propuesta fue seguida fielmente y las elecciones para diputados inte-
grantes del Congreso de 1835, se acompañaron del mandato para proceder a
una eventual modificación la Constitución de 1824 relativa a la forma de go-
bierno, reforma que suponía un cambio sustancial de su texto. Para legitimar
este cambio, los diputados se inspiraron en las ideas de en otro pensador de
gran difusión en México, Emerich de Vattel. Su obra Le droit des gens, publica-
da originalmente en 1775 en Ámsterdam y traducida al francés en 1830, tuvo
una gran influencia en el Derecho público mexicano.
Vattel sostuvo —y, en este punto, fue seguido fielmente por el Congreso
mexicano— que, como principio general, el Poder Legislativo no podía cam-
biar la Constitución; no obstante, si la nación le confería expresamente el
poder de modificar las leyes fundamentales —tal era la propuesta de Gómez
de Navarrete—, entonces aquella posibilidad sí era aceptable, siempre que los
cambios se llevaran a cabo con moderación para asegurar la estabilidad del
texto constitucional.46
En el Congreso se constituyó una comisión especial presidida por Francis-
co Manuel Sánchez de Tagle para determinar —y constatar— la preferencia
nacional sobre la forma de gobierno y emitir dictámenes sobre los cuatrocien-
tos documentos provenientes de ayuntamientos, legislaturas y clubes políticos
que se presentaron ante el Congreso.
Así convocado, el Congreso empezó a discutir su mandato en el mes de
marzo de 1835. Simultáneamente, el periódico El Sol publicó la lista de ins-
trucciones dadas a los diputados para debatir y cambiar la forma de gobierno.
Los diputados de Guanajuato, México y Oaxaca, por ejemplo, habían reci-
bido amplios poderes para cambiar todas las instituciones de la Constitución.
45
Proyecto de Ley para el Establecimiento de Colegios Electorales en la República Mexicana. México:
Imprenta del Águila, 1834. p. 21. Fondo Lafragua 463-LAF.
46
Emmerich de Vattel, Les Droit des Gens. Principes de la loi Naturelle Appliqués a la Conduite et
aux Affaires des Nations et des Souverains, t. I, París: J. P. Ailland, 1835, pp. 121-122.
La adopción del centralismo en México 51
El territorio de Nuevo México otorgó a sus representantes la facultad para
modificar el sistema federal.47 En la mayoría de las instrucciones dadas a los
diputados, se les confirió la facultad de promover y aprobar amplias reformas
salvando «solo las bases constitucionales que no sean susceptibles de ellas»,
que eran la independencia nacional, la religión católica y la libertad. Entre
estas excepciones debería haber figurado el cambio en la forma de gobierno.
El diputado Carlos María de Bustamante fue el vocero que constató que
la nación mexicana había solicitado la reforma de la Constitución de 1824.
Como se ha dicho, la comisión especial rindió su dictamen el 28 de julio de
1835. El texto subrayaba que el sistema federal había propiciado los males
del país, desestabilizando la unidad nacional, por lo que, siempre según el
dictamen, el clamor para cambiar el sistema era generalizado.48 El dictamen
fue aprobado en esos términos. Quince legislaturas de veinte aceptaron los
cambios estructurales a la Constitución de 1824.
El argumento principal para justificar la reforma giraba en torno a la idea
de que la aprobación de la Constitución de 1824 había sido un calco ciego de
la Constitución de los Estados Unidos. Esta, se adujo, había sido traducida en
México en 1823, pero fue no asimilada por el Congreso Constituyente.49
Dado que el federalismo era un sistema muy complejo, no pudo ser emula-
do por México sin una comprensión cabal del mismo. En este sentido, no era
posible adaptarlo a partir de una mera traducción. Las escuetas palabras de la
Constitución estadounidense no logran explicar el sentido de sus conceptos.
Los conceptos constitucionales solo pueden ser comprendidos a través de
su interpretación judicial a lo largo del tiempo. En 1793, la Suprema Corte
de los Estados Unidos comenzó establecer precedentes significativos sobre el
sistema federal, entre ellos Chisholm vs. Georgia (2 US 419), fallo que no permi-
tió a un particular demandar a una entidad federativa. En el precedente de
McCulloch vs. Maryland (17 US 316), de 1819, la Federación confirmó su poder
económico a través de la constitucionalidad de la banca central y declaró que
las facultades legislativas de la Federación no estaban necesariamente expli-
47
Puede asumirse que para un territorio federal esta disyuntiva tenía poca importancia, pues
no gozando de las prerrogativas de un estado en el sistema federal, su condición no se
vería afectada con el cambio de forma de gobierno al régimen centralista.
48
Dictamen de la Comisión Especial de la Cámara de Diputados nombrada para darlo sobre las ma-
nifestaciones relativas al cambio de sistema de gobierno, México: Imprenta de Luis Abadia Noy
Valdés. México, 1835. Fondo Lafragua de la Biblioteca Nacional. 757-LAF.
49
Manuel González Oropeza, «Historia de dos influencias», Memoria del IV Congreso de Histo-
ria del Derecho Derecho Mexicano (1986), t. I. México: UNAM, 1988, pp. 479-500.
52 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
citadas en la Constitución, sino que aquella ejercía facultades implícitas. De
la misma manera, en Gibbons vs. Ogden (1824) la Corte Suprema determinó
la preferencia de las leyes federales en la regulación regular el comercio inte-
restatal, sin que ello implicara la necesidad de declarar la nulidad de las leyes
locales.
Ya fuera por la influencia francesa o por el ascendiente de ideología ingle-
sa transmitida a través de la obra de William Blackstone, Lucas Alamán asumió
los mismos principios del conservadurismo francés e inglés. Para Blackstone,
al igual que para Constant, el rey ostentaba atributos de soberanía o preemi-
nencia indispensables para el adecuado balance del poder. Como el rey no
puede hacer nada mal, es indispensable y, por ello, es la fuente de la justicia y
el guardián de la paz del reino y, así como el árbitro del comercio. 50
Según Noriega, la idea de instaurar en un poder neutro o conservador en
México partió de Lucas Alamán, que ejercía gran influencia en el panorama
político de la época. No obstante, no es posible sostener esta tesis categórica-
mente, ya que Alamán se inspiró fundamentalmente en pensadores ingleses y
que, como se ha expuesto arriba, el autor que había promovido directamente
la instauración del Supremo Poder Conservador en Francia fue, ante todo,
Sieyès.
En 1835, Alamán estaba ocupado en la reintegración los cuantiosos bienes
del duque de Monteleone, heredero del marquesado del Valle de Oaxaca,
cuya cabeza había sido ni más ni menos que Hernán Cortés. El 22 de mayo
de 1833 habían sido confiscados los bienes de Monteleone por el gobierno de
Valentín Gómez Farías. Adicionalmente, ante el Congreso se había sustancia-
do una acusación contra Alamán por su presunta participación en el crimen
contra Vicente Guerrero. La acusación fue presentada por el diputado José
Antonio Barragán y sustanciada en la sección del gran jurado de la Cámara
de Diputados, integrada por Agustín Escudero, Miguel Salvatierra y Gregorio
Solana. Carlos García propuso la incoación de causa penal contra Alamán
y, así lo resolvió la Cámara el 24 de abril de 1833, siendo consignado ante la
Suprema Corte de Justicia.
Aunque prófugo, Alamán comenzó a publicar su defensa. La ofensiva po-
lítica de Alamán tuvo éxito cuando Santa Anna reasumió la Presidencia y el
28 de julio de 1834 dictó, a través de la Secretaría de Justicia, la suspensión de
todo proceso y orden en su contra. Dictada esta orden, Alamán se reivindicó,
50
William Blackstone, Commentaries on the Laws of England, v. I, Chicago: University of Chica-
go, reimpr., 1979, pp. 234 a 245 y 257 a 263. Edición facsimilar de la edición de 1765.
La adopción del centralismo en México 53
y el 6 de agosto de 1834 logró que también se revirtiera la confiscación de los
bienes del duque de Monteleone. Sin embargo, la mala administración de los
bienes —que durante más de un año estuvo en manos del Gobierno— exigía
de toda la atención de Alamán para reiniciar su actividad política.
No obstante, la suspensión del proceso contra Alamán en la Suprema Cor-
te fue levantada y la tercera sala conoció del asunto, que fue resuelto a su favor
el 17 de marzo de 1835, si bien con muchos tropiezos. Esperando veredicto en
su hacienda de Trojes en Guanajuato y tratando de vender los bienes del du-
que, Alamán sobrellevó la enfermedad de su medio hermano, Juan Bautista
Arechedereta. En medio de tantas aflicciones, Alamán fue electo diputado al
Congreso que deliberaría sobre la suerte de la Constitución de 1824 y que, a
la postre, aprobaría las leyes constitucionales de 1836.
Por supuesto, Alamán declinó tomar la protesta y no asistió al Congreso
porque estaba atendiendo sus negocios privados,51 lo cual es indicativo de su
relativa influencia en la conformación del Supremo Poder Conservador. No
obstante, como veremos, el motor de este nuevo poder fue Francisco Manuel
Sánchez de Tagle. Sin embargo, no hay que olvidar que la prensa —por ejem-
plo, el diario El Crepúsculo en su edición del 24 de abril de 1835— especulaba
sobre la influencia de Alamán y lo llamaba la «luz» que iluminaría a la Cámara
«oscura».
Durante este año se hizo efectiva la segregación de Texas y tuvo lugar el
pronunciamiento de Zacatecas para reclamar respeto de la Constitución de
1824, una reacción de las ideas federalistas contra las propuestas orientadas a
la instauración del centralismo. La campaña de Texas había llevado al extre-
mo la penuria del erario público, situación que se agravó debido la anárquica
moneda de cobre que circulaba, cuyas falsificaciones habían sido controladas.
En todos estos episodios se recurría extraoficialmente a Lucas Alamán para
que ofreciera alternativas y soluciones. Alamán actuó a través del Consejo de
Gobierno y del primer banco estatal para ofrecer asesoramiento sobre la gue-
rra y sobre la amortización de la moneda, pero nunca ejerció esas funciones
como miembro oficial o extraoficial del Supremo Poder Conservador.
Texas se perdió, en Zacatecas se dividió el territorio para crear Aguasca-
lientes y el erario continuó en un estado calamitoso. Sin embargo, los respon-
sables de la situación no fueron los políticos ni los partidos. La culpa se atribu-
yó a la propia Constitución. Había que cambiarla y crear nuevas instituciones
51
José C. Valadés, Alamán: estadista e historiador, 21977 México: UNAM, 1977, pp. 357 y ss.; y
Alfonso López Aparicio, Alamán: primer economista de México, México: Jus, 21986, p. 80.
54 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
capaces de mantener la paz y la estabilidad política. Era el momento de crear
el Supremo Poder Conservador.
LA ESPERANZA DE UNA NUEVA CONSTITUCIÓN
El sexto Congreso Constitucional, que sesionó a partir del 24 de septiembre
de 1835, estuvo integrado por distinguidos conservadores convocados expre-
samente para reformar la Constitución de 1824 y, específicamente, la forma
federal de gobierno. Entre los grandes ausentes de las sesiones del Congreso
cabe mencionar a Lucas Alamán, Melchor Múzquiz y José María Bocanegra.
Por otra parte, la labor constante y creativa de Francisco Manuel Sánchez de
Tagle, Carlos María de Bustamante, Bernardo Couto y Guadalupe Victoria,
entre otros, fue brillante.
El 19 de julio de 1835, el entonces presidente de la república, Miguel Ba-
rragán, pronunció un discurso en el Congreso en el que se declaró a favor de
la reforma constitucional necesaria para mejorar la situación del país. Por su
parte, Sánchez de Tagle contestó el discurso y adelantó el criterio que el siste-
ma federal no era el adecuado para México, ya que, a su juicio, no era más que
una «servil y mal entendida imitación» del de los Estados Unidos.
Los problemas que surgieron a partir del interinato de Valentín Gómez Fa-
rías como vicepresidente de Santa Anna entre abril de 1833 hasta el siguiente
año obedecían a la práctica del despreciable sistema de botín, conocido como
spoil system, consistente en la destitución de todos y cada uno de los funcio-
narios electos y designados bajo el régimen federal y en la abrogación de las
políticas y medidas de los gobernantes anteriores.
A partir de ese momento, esta práctica generó la falta de profesionaliza-
ción de la administración pública y tal vez fue el origen de la dependencia ab-
soluta del poder presidencial. En junio de 1833 se verificaron expulsiones de
liberales, acusaciones sin fundamento, como la acusación contra Alamán por
el asesinato de Vicente Guerrero cometido por Francisco Picaluga, un vulgar
mercenario. De este modo, se purgaron los ministerios de «conservadores».
La trama para aprehender a Vicente Guerrero fue tan engañosa como su
juicio. Se utilizó al comerciante italiano arriba mencionado, que, para ser
exonerado de un adeudo fiscal de $2,000 pesos, se prestó al engaño —una
presunta invitación a Vicente Guerrero— y aceptó una recompensa de 50,000
pesos por fraguar su aprehensión.
A bordo del bergantín Colombo, Picaluga organizó una reunión en la ba-
hía de Acapulco, donde se fingió una trifulca que motivó el encierro de Gue-
La adopción del centralismo en México 55
rrero en la cabina de la embarcación, que zarpó rumbo a Huatulco, destino
al que llegaron el 20 de enero de 1831. Detenido, Guerrero fue conducido a
la ciudad de Oaxaca, a la que llegó el 26 de enero. Allí se le sustanció un pro-
ceso que, obviamente, lo declaró «incapaz» para conducir asuntos públicos.
La sentencia, dictada el 10 de febrero de 1831, lo condenó a muerte y fue
ejecutado en Cuilapan el 14 de febrero de 1831.
Finalmente, el verdadero objetivo de la trama contra Vicente Guerrero se
descubrió tras el establecimiento del régimen centralista en el orden consti-
tucional de México.
Adicionalmente a esta tragedia, Santa Anna exhibió una imagen triunfalis-
ta a raíz de la victoria de El Álamo durante los meses de febrero y marzo de
1836, imagen que se derrumbaría inmediatamente tras la ominosa derrota en
San Jacinto de abril de 1836.
El ambiente continuó enturbiándose, a pesar de la modificación de la for-
ma de gobierno —y quizá precisamente por ella, a mediados de 1840—, cam-
bio que provocó rebeliones en la ciudad de México y en otras ciudades que
manifestaron su rechazo a las reformas liberales. En el norte del país abun-
daron las incursiones de apaches y comanches que saquearon impunemente
las ciudades fronterizas en México, circunstancia que coincidió con la grave
depresión económica causada por la moneda del cobre y la primera invasión
francesa de 1838.
El desprestigio del Supremo Poder Conservador contribuyó a desacreditar
el centralismo, el Gobierno obligó a revertir la irreformabilidad de las Siete
Leyes Constitucionales, incurriendo en el mismo error que los federalistas
con su discutido artículo 171 (1824), aunque de forma más leve porque la
veda de reforma solo abarcaba cuatro años (1840).
La pérdida de Texas en 1836, no reconocida por México sino hasta la inva-
sión definitiva en 1847 y pactada con el cuestionado Tratado Guadalupe Hi-
dalgo de 1848, marcó desde el principio el fracaso del centralismo. La guerra
trajo como consecuencia la impopular medida de conscripción obligatoria y
selectiva para los desafectos al régimen de Santa Anna, que eran enviados a
Texas a combatir a los colonos esclavistas y encontrar una muerte segura, o a
Yucatán para enfrentar la guerra de castas.
El dictamen del Congreso sobre el proyecto de reforma constitucional,
rendido el 28 de julio de 1835, declaró que el Poder Legislativo —dividido en
dos cámaras, que únicamente en caso de discordia se reunirían en una sola—
estaba efectivamente investido de la facultad de variar la forma de gobierno.
56 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
El punto crucial del dictamen que hacía referencia a la posibilidad de refor-
mar la Constitución:
«¿Quién puede dar o alterar la Constitución de un pueblo? Él solo, ya sea me-
diante ya inmediatamente, las personas a quienes delegue esta empresa, y a
cuya decisión quiera y se obligue a estar. ¿Y no concurre esta circunstancia en
los miembros del actual Congreso? Sin disputa. Ha casi un año que el pueblo
en sus juntas electorales, primarias y secundarias, los revistió de poderes ple-
nísimos para el cambio que desde mucho antes deseaba, que entonces indicó,
y después ha explicado abiertamente. Los poderes, lejos de haber sido revo-
cados, han sido confirmados después de los dos modos más solemnes que se
conocen en el Derecho público: tácito el uno y consistentes en la ratihabición
y el otro expreso y formalmente declarativo. Después de un examen maduro y
de una discusión detenidísima sobre la naturaleza y extensión de los poderes
de los actuales representantes, el Congreso expidió su célebre Decreto de 2 de
mayo en cuyo artículo 1º declaró que la nación lo habla investido».52
En abril de 1835, este punto fue discutido en la Cámara de Senadores, y el
dictamen de la comisión especial de poderes planteó la cuestión de «si resi-
dían en el actual Congreso General todas las facultades extraconstitucionales
necesarias para hacer en la Constitución cuantas alteraciones crea convenien-
tes al bien de la Nación», lo cual demuestra el interés que hubo en acreditar
el carácter y poderes del Congreso. No obstante, sobre este punto el acuerdo
no fue pleno.
El legislador Gordoa declaró que no solo estaba persuadido de que debía
reformarse la Constitución, sino también de que la nación podría variar la for-
ma de gobierno siempre que lo creyese conveniente. A su juicio, el Congreso
Constituyente de 1824 se había excedido en sus facultades —como hemos
señalado anteriormente— y no estaba convencido que el actual Congreso tu-
viera facultades para reformar la Constitución en los términos propuestos por
la comisión, dado que el poder de los representantes se lo conferían las juntas
electorales, que no contaban con dichas facultades y debían ceñirse a la órbita
de la elección.
La concesión de ese poder a cada partido —que, por lo regular, domina
las juntas electorales— motivaría que éstas confirieran a los representantes los
poderes y las facultades que conviniesen a sus intereses, generando inestabili-
dad. El dictamen concluía señalando que era incuestionable que el Congreso
52
Dictamen de la Comisión Especial de la Cámara de Diputados nombrada para darlo sobre las ma-
nifestaciones relativas al cambio del sistema de gobierno, México: Imprenta de Luis Abadiano y
Valdés, 1835. LAF 757, pp. 7-8.
La adopción del centralismo en México 57
emanó de una revolución y que, por lo tanto, no era el momento propicio
para reformar las leyes fundamentales de la nación. Por ello, habría que re-
probar el dictamen de la comisión y consultar nuevamente a la nación. Era,
pues, necesario convocar un Congreso extraordinario que podría estar inves-
tido con facultades para realizar las reformas necesarias orientadas a garanti-
zar el bienestar y la felicidad de la nación.
Por su parte, el senador Portugal manifestó que ni los senadores ni los
diputados estaban autorizados para declararse convocantes de un Congreso
extraordinario, ya que solo habían recibido de sus estados facultades para
reformar la Constitución. Portugal agregó que el Congreso no era constitu-
cional porque había concluido en Zavaleta vulnerando completamente la ley
fundamental. El senador tampoco compartía la opinión de Gordoa, de acuer-
do con la cual era un Congreso revolucionario. Portugal, que defendía la tesis
de que el Congreso era nacional, concluyó señalando que el Congreso tenía
facultades para darse una convocatoria y reformar la Constitución, pues con-
taba con poderes amplios de los pueblos.
Por su parte, Bernardo Couto impugnó la redacción del articulado porque
daba a entender que el Congreso General tenía tantas facultades como el
Constituyente de 1824:
«Pues si bien el artículo 2º prohibía variar las bases del 171 de la Constitución,
es porque así cree la Comisión que conviene a la nación, y no porque esté per-
suadida de que el Congreso no tiene facultades bastantes para hacerlo, lo cual
no es cierto si se examinan los poderes de los senadores, porque se verá que,
a excepción de seis Estados, todos los demás quieren que se salven las bases
fundamentales del artículo 171».
El senador Luis G. Cuevas compartía la opinión de que las juntas elec-
torales no tenían facultades para otorgar estos poderes a los representantes
enviados al Congreso General, dado que, si este se concediese, cada partido
obtendría lo que le conviniese de las juntas electorales.
Asimismo, Cuevas adujo que los pueblos manifestarían su voluntad a través
del conducto legal por ellos conocido: las juntas electorales y los congresos, y cul-
minó su intervención señalando que a los representantes no se les habían con-
ferido facultades para declararse convocantes de un congreso extraordinario.
58 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Emmanuel-Joseph de Sieyès (1748-1836)
Capítulo Quinto
DEBATES DE LAS SIETE LEYES
CONSTITUCIONALES
DISCUSIÓN EN LO PARTICULAR
DE LAS LEYES CONSTITUCIONALES
La discusión de los artículos que configuraron las Siete Leyes Constitucio-
nales se caracterizó por una notable riqueza argumentativa, razón por la cual
resulta imprescindible abordarla en las siguientes páginas.
Se analizará en primer término el debate sobre el artículo 1º del proyec-
53
to, cuyo tenor literal era el siguiente:
«En el actual Congreso General residen por voluntad de la nación, todas las
facultades extraconstitucionales necesarias para hacer en la Constitución del
año de 1824 cuantas alteraciones crea convenientes al bien de la misma nación,
sin las trabas y moratorias que ella prescribe».
En el marco del proceso argumentativo se dijo que no había certeza de que
el Congreso estuviera facultado para hacer tales reformas y que las opiniones
vertidas, así como las representaciones y las peticiones eran muy ambiguas y
no reflejaban la opinión del pueblo. Se afirmó asimismo que, si en la votación
los individuos no habían manifestado expresamente su voluntad de reformar
la Constitución, las juntas electorales no tenían facultad para conceder la au-
torización a los diputados. Asimismo, se alegó que la causa central de los ma-
les públicos había sido la introducción un nuevo orden en el espíritu humano
que pugnaba con el antiguo y que, mientras no pudiera sistematizarse la opi-
nión, las resoluciones debían ser continuas.
A favor del texto del artículo se alegó que las facultades del Congreso no
habían sido conferidas por los cuerpos electorales, sino por la nación y que,
por tanto, provenían de la Constitución. Asimismo, se afirmó que los Consti-
tuyentes de 1824 no tenían la suficiente experiencia para gobernar y que las
circunstancias de aquella época eran distintas a las de 1836.
53
Isidro Antonio Montiel y Duarte, Derecho Público Mexicano, t. II, México: Imprenta del Go-
bierno Federal, en Palacio, dirigida por Sabás A. y Munguía, 1882. p. 1-6.
60 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Por lo que respecta al debate sobre artículo 2º, la discusión se centró en el
deber del Congreso de respetar el artículo 171 constitucional. Couto y Cue-
vas coincidieron, aunque con matices, en la idea de que, por voluntad de la
nación, el Congreso tenía facultades para realizar toda clase de reformas a la
Constitución, respetando el artículo arriba citado. Victoria enfatizó que resul-
taba claro que el Congreso se había declarado constituyente y que esto podía
afirmarse sin necesidad de engañar a los pueblos.
Portugal ratificó su tesis de que el orden constitucional había quebrado
de modo irreparable con los Convenios de Zavaleta, razón por la que el Con-
greso no podría ser constitucional, pero sí nacional, y añadió que, dado que
la mayoría de los mexicanos lo había facultado para que variase su forma de
gobierno, incluso la minoría se manifestaba a favor de las reformas, pero sin
que pudieran tocarse las decisiones a que se refería el artículo en cuestión.
La sesión concluyó con la intervención de Pacheco Leal, quien declaró
que, además de nacional, el Congreso era hasta cierto punto constituyente,
pues estaba facultado para reformar la Constitución, «única navecilla que por
ahora puede salvar a la Nación de un naufragio».
De las intervenciones vertidas en las sesiones del mes de abril de 1835 cele-
bradas en la Cámara de Senadores puede inferirse que no existía una defini-
ción clara y precisa sobre el carácter que debía atribuirse al Congreso General.
Cabe asimismo apreciar que la posición de los legisladores sobre la investi-
dura que debía atribuirse al Congreso General fue sumamente contradictoria.
Así, Gordoa sostenía que el Congreso emanaba de una revolución y que, por
ello, debía celebrarse un Congreso extraordinario. Portugal argumentaba que
no era constitucional, pero sí un Congreso nacional. Couto aducía que era un
Congreso General y cuestionaba la pretensión de conferirle tantas facultades
como el Constituyente de 1824. Cuevas opinaba que la voluntad general se
expresaba a través de las juntas electorales y congresos de los estados. Victoria
afirmaba que el Congreso actual se había declarado constituyente y Pacheco
defendía la tesis de que, además de ser nacional, el Congreso era constitucio-
nal, y por los poderes que se le habían atribuido, constituyente.
Como se observa, las opiniones de los legisladores sobre la naturaleza del
Congreso General de 1835 eran abiertamente heterogéneas: los calificativos
(general, nacional, constitucional, extraordinario o constituyente) conforma-
ban un juego de palabras manipuladas orientado a legitimar la reforma de
toda la Constitución de 1824.
Otro concepto debatido por los legisladores fue el de «voluntad nacional».
Consideramos que la doctrina de Sieyès —la concepción del pueblo o de la
Debates de las siete leyes constitucionales 61
nación de Sieyès como sujeto del Poder Constituyente— ejerció gran influen-
cia en el Congreso de 1835.
Los publicistas de la época —dice Cuevas— entendían que la voluntad ge-
neral y la opinión pública eran la de aquella «parte pensadora» de la nación
que dirigía al resto de los demás ciudadanos. Por tanto, la voluntad nacional
estaba conformada por una élite: los dirigentes, los gobernantes, y, especial-
mente, los gobernados —que no dirigían al país— no eran una «parte pen-
sante» de la nación.
Asimismo, cuando el objeto de las discusiones era el artículo 171 constitu-
cional, que establecía la irreformabilidad de los artículos que consagraban la
libertad e independencia de la nación, su religión, su forma de gobierno, la
libertad de imprenta y la división de poderes, se planteó que la «voluntad de
la nación» era que se respetase multicitado artículo.
En suma, puede afirmarse que el Congreso General de 1835 fue, de facto,
un verdadero Congreso Constituyente que, amparado en la «voluntad de la
nación» y controlada en las juntas electorales a través de los partidos, impuso
sus decisiones en las mismas, otorgando facultades a sus representantes —di-
putados y senadores— facultades genéricas —las que creyesen convenientes
para el bien de la nación— o específicas.
El documento que la representación de los ciudadanos del estado de Mé-
xico dirigió al soberano Congreso a favor de la Federación bosqueja de una
manera clara el rol que jugaron los partidos y señala:
«La inestabilidad en nuestra legislación, y la facilidad con que hoy se deroga la
providencia dictada ayer, resultado funesto del choque de los partidos y de los
alternativos triunfos de uno y de otro, es lo que más principalmente ha influido
para privar a nuestras leyes de todo su prestigio, y por eso no son obedecidas».54
Con su excelente pluma, Bernardo Couto describe de manera clara este
asunto:
«Quizá no hay un medio más equívoco ni falaz de conocer la voluntad pública,
que el de las peticiones o asonadas que nosotros hemos dado en disfrazar con
el suave apellido de pronunciamientos. La triste historia de nuestras disensio-
nes civiles es toda ella una demostración de verdad. No se ha presentado hasta
ahora sobre el teatro político facción alguna, cualesquiera que haya sido su
carácter, su tendencia y pretensiones, que no haya producido, en testimonio de
estar por su parte el voto del pueblo, la fácil y engañadora prueba de las peti-
54
Representación que los ciudadanos del Estado de México dirigen al soberano Congreso a favor de la
Federación, México: Impresa por Francisco Torres, 1835, p. 3.
62 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
ciones tumultuosas. Escoceses y yorquinos: novenarios y ministeriales, en suma,
cuantos han contenido sobre el mando, todos se han atacado recíprocamente
con el arma mágica de la voluntad nacional explicada en pronunciamientos:
no ha habido hasta ahora, facción tan desvalida que no la encontrase luego
mano para servirse de ella. Mas el resultado ha sido que a fuerza de usarse se
ha gastado; y el día de hoy ningún hombre en la república se alucina ya con
semejante prestigio».55
La esperanza de paz y armonía que llevaría aparejada una reforma sus-
tancial de la Constitución de 1824 descuella el discurso que Sánchez de Ta-
gle acompañó al proyecto de la segunda Ley Constitucional, cuyo objeto era
constituir un Supremo Poder Conservador. En el discurso ante el Congreso
General que pronunció en la sesión del 15 de diciembre de 1835,56 Sánchez
de Tagle planteó cuatro cuestiones fundamentales:
«Primero. Para contener a los poderes sociales en la órbita de sus atribuciones
y reponerlos a ella cuando fueren depuestos, ¿convendrá establecer un poder
neutro o habrá otro arbitrio más adecuado?
Segundo. Supuesta la resolución afirmativa en la anterior, ¿deberá elegirse ese
poder como la comisión consulta o habrá otro modo mejor?
Tercero. Las atribuciones que se otorguen, ¿deberán ser las que propone la
comisión? ¿Deberán ser más? ¿O deberán ser menos?
Cuarta y última. ¿Convendría que el modo de ejercer dichas atribuciones fuera
el que la Comisión propone en los artículos reglamentarios finales del proyecto
u otro diferente?»
Sánchez de Tagle argumentaba que solo el primer punto que planteó —la
necesidad de organizar un poder neutro, utilizando la terminología de Cons-
tant— debería ser discutido en lo general. Es decir, la cuestión central era,
para él, la determinación de si tal poder era conveniente o necesario para
cumplir puntualmente sus fines y si su organización le permitiría conseguir-
los. Comenzó señalando que, desde 1824, los estados habituales de la nación
han fluctuado entre la paz transitoria y la revolución, a la que calificó como
«una especie de fiebre maligna de la sociedad».
55
Voto particular del senador Bernardo Couto sobre el proyecto de ley en que declarara que la actuales
Cámaras tienen facultad para variar la forma de gobierno, México: Imprenta del Águila dirigida
por José Ximeno, 1835. p. 3.
56
Discurso del señor don Francisco Manuel Sánchez de Tagle en la sesión del 15 de diciembre, sobre
la creación de un poder conservador, México: Imprenta de J. M. Fernández de Lara, 1835. p.
6-23.
Debates de las siete leyes constitucionales 63
El estado de revolución fermentado silenciosamente en nuestro país se ha
manifestado en pronunciamientos de masas armadas que se repiten y se mul-
tiplican, llamando la atención del Gobierno, observó Sánchez de Tagle. Los
movimientos sediciosos son preparados y apoyados por periódicos cuyo único
fin es propagar la revolución. Por su parte, el Gobierno sucumbe después
de tímidas resistencias. Así concluye la escena y reaparecen los personajes
que desaparecieron en la anterior revolución, preocupados únicamente por
adecuar a su arbitrio la Constitución y las leyes, de tal modo que durante los
primeros días remueven de sus cargos a los jefes y gobernadores que se consi-
deran desleales e imponen a los de su confianza.
Posteriormente, y por la vía de los hechos, se pregunta al Congreso en
funciones si simpatiza con los triunfadores y, si no es el caso, se consulta a
uno nuevo tras la convocatoria de elecciones. Lo mismo sucede con el jefe
del Ejecutivo: si es del partido rival, se le declara moralmente incapaz y otro
presidente le sucede.
Debido a que, según Sánchez de Tagle, cada revolución depone a las au-
toridades del país, no es posible que a través de estas simples vías de hecho
basadas en la fuerza se sujete a las autoridades. Es necesario, por ello, que la
renovación de autoridades se lleve a cabo constitucionalmente, es decir, de
manera legal.
Ahora bien, el panorama que presenta el país incluso en tiempo de paz no
es sustancialmente mejor que el que genera una revolución, dado que, para
Sánchez de Tagle, según la estructura del gobierno, los Poderes Legislativo
y Ejecutivo, aun con buenas intenciones, pueden ser seducidos por la impe-
riosa ley de la necesidad y coludirse cuando les parece que les acecha peligro
común, ayudándose mutuamente para salir de la órbita de sus atribuciones
mediante el ataque impune al Poder Judicial y la vulneración inescrupulo-
sa de la Constitución. En esas circunstancias, el Legislativo expide leyes de
proscripción, decretos de embargo, de despojos, y El ejecutivo las sanciona y
ejecuta gustoso. El Congreso decide atribuir al Ejecutivo facultades extraor-
dinarias y este las desempeña sin remilgos, imponiendo contribuciones indi-
viduales, aprisionando y desterrando a los disidentes, y haciendo todo lo que
le place.
En otras ocasiones y cuando no existe ese peligro común, comenta Sánchez
de Tagle, estos cuerpos colisionan porque invaden recíprocamente la esfera
de sus respectivas atribuciones y competencias, dinámica que explica fenó-
menos tales como la sanción forzosa de unas leyes y la inobservancia de otras,
la desobediencia de algunas leyes a las que se simula acatar o los intentos de
neutralizar al Poder Judicial cuando los particulares reclaman su protección.
64 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
La experiencia de los once años que median entre 1824 y 1835 había de-
mostrado a Sánchez de Tagle que los poderes sociales se desviaron no una,
sino muchas veces de los linderos marcados por la Constitución. No se respe-
taban los principios constitucionales e incluso se violaban preceptos expresos
de la norma fundamental, lo que demostraba que siempre que un poder se
inmiscuye en el ámbito de otro ambos delinquen, uno por exceso y el otro
por defecto: «aquel porque pasó a donde no podía y este porque no llega a
donde debe». Por lo tanto, argumentaba Sánchez de Tagle, era necesario in-
terponer un dique entre los poderes para encauzar su funcionamiento, una
presa que los contuviera, un dispositivo que los mantuviera a la altura para
que fueran capaces de brindar el servicio a la nación que tenían encomenda-
do y para evitar que la dejadez y la incompetencia los convirtiera en poderes
inútiles.
Sánchez de Tagle proclamó en su discurso que la nación exigía el estable-
cimiento de un arbitrio capaz de asegurar la permanencia del orden constitu-
cional, que, según sus propias palabras, es el centro de la unidad, el oráculo de
la razón y el buen sentido para que decida inapelablemente en toda cuestión,
un arbitrio capaz de garantizar que los poderes se respeten y se contengan en
sus órbitas, y que cuando salgan de filas el ciudadano no se vea afectado. Este
arbitrio sería, en fin, la instancia decisora definitiva de las cuestiones políticas
trascendentes y graves, llamada a resolverlas de modo pacífico para evitar la
inestabilidad y las revoluciones.
Así, para poder contener a los poderes y mantenerlos en el ámbito de sus
atribuciones, es necesaria la existencia de un poder resistente, de un poder
neutro.
En su extenso y profundo discurso, Sánchez de Tagle se pregunta si no se-
ría más complicado crear esa instancia arbitral que confiar a la contraposición
y al choque de fuerzas el dique de los excesos, una clara alusión al principio
de división de poderes.
Sánchez de Tagle no ve en la teoría de los «frenos y contrapesos» la solu-
ción a los problemas del país, pues provoca inestabilidad y no evita los fre-
cuentes movimientos revolucionarios. Para él, no basta contener a cada uno
de los poderes en su esfera; es necesario también reconducirlos cuando se
desvíen de ella y encauzarlos cuando pierdan completamente su senda, tareas
que no pueden llevarse a cabo a través de la igualación y contraposición de
fuerzas. Al igual que ocurre en la física, la contraposición de fuerzas equiva-
lentes en política produce, en efecto, el equilibrio, pero solo mientras perma-
nezcan iguales. Si pierden el equilibrio, se genera un estado revolucionario
y todo el sistema se desestabiliza en un momento, dado que toda revolución
Debates de las siete leyes constitucionales 65
otorga preeminencia a alguno de los poderes y la arquitectura constitucional
orientada a mantenerlos en equilibro queda irremediablemente erosionada.
Para el orador, hay dos tipos de medidas a las que se puede recurrir para
frenar los excesos: la prohibición, consistente en establecer lo que los pode-
res no pueden hacer; y la acción, consistente en atribuir a cada poder alguna
facultad reactiva para que actúe contra el poder que intente rebasarlo y lo
contenga. Las medidas de prohibición han sido ineficaces y las de reacción
no sirven mientras perviva el estado revolucionario. En este punto, Sánchez
de Tagle hace referencia a la existencia de un poder neutro —utilizando la
terminología de Constant— para apuntar que, debido a la falta de costumbre
en los usos institucionales y al estado de inestabilidad causado por los mo-
vimientos revolucionarios, en nuestro país ni siquiera las medidas reactivas
serían suficientes para asegurar el equilibrio de los poderes. Considerando
estas limitaciones, Sánchez de Tagle plantea imitar a la naturaleza y adoptar
el otro árbitro: un poder neutro y regulador, es decir, un Poder Conservador.
Con sus ideas, Sánchez de Tagle redefine en nuestro país el valor del prin-
cipio de división de poderes. Su aportación al balance de poderes, fin último
de la teoría, es inmenso y, con la ayuda de Sieyès y Constant, rectifica los prin-
cipios en que Montesquieu y Locke fundan su indisputada, hasta entonces,
teoría.
En su discurso, Sánchez de Tagle adelanta algunas ideas sobre la organi-
zación y los medios del Poder Conservador que propone. El número de sus
componentes debe ser el suficiente para deliberar sin excederse. Su elección
debe ser popular, aunque no directa, por lo que deben elegirse por las cor-
poraciones más populares y ser, por tanto, resultado de sucesivos escrutinios.
Los medios que deben articularse para propiciar su éxito son los siguientes:
absoluta independencia —afianzada con la irresponsabilidad de sus miem-
bros—, libertad absoluta —proporcionada por el secreto de sus deliberacio-
nes y votaciones— y, finalmente, toda la fuerza necesaria para ejecutar sus
decisiones en cada caso.
La ley debe declarar su independencia y el erario debe proveer lo necesa-
rio para evitar carencias. La libertad se afianza con la exclusión de las coaccio-
nes, los temores y los compromisos, y señala que esta solo tuene lugar a través
del secreto de las deliberaciones y el voto.
El último y tercer instrumento —la fuerza de la sociedad—, prosigue Sán-
chez Tagle, es de dos clases: la primera es física, que es la que perciben los
sentidos; la segunda es moral, que consiste la opinión que no se ve sino en
sus efectos y cuya intensidad y extensión nadie puede determinar. El Poder
66 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Conservador está revestido de ambas fuerzas, según los casos. No puede obrar
si no es excitado y, por consiguiente, tiene toda la fuerza del poder que lo
excita: si es el Ejecutivo, la física; si es alguno de los otros dos, la moral por la
que ambos aboguen y que es tan poderosa como la que gozaron los Congresos
de 1821 y 1824, dado que, a pesar de estar aislados y abandonados, pudieron
contener el torrente de la opresión contraria.
En el caso extraordinario de que se produzca una revolución, tenga lugar
la disolución de los otros poderes, el Poder Conservador reúne toda la fuerza
moral y la física de la nación y puede disponer de ambas plenamente hasta
restablecer el orden.
El prestigio con que obra en ese caso, las circunstancias en que lo hace y la
autoridad que ejerce contribuyen a conferirle su omnipotencia. Sánchez de
Tagle previó la hipótesis de que el Poder Conservador pudiera ser envuelto en
el «vórtice revolucionario», pero consideraba que, debido al limitado número
de sus miembros y sus circunstancias, para él sería más fácil salvarse, escapar y
aparecer donde mejor convenga en el país, pues cualquiera de sus miembros
será visto como centro de unión y, en el caso extremo, si no hubiera ningún
integrante del poder en condiciones para salvar al país, ese solo hecho legiti-
maría la contrarrevolución.
Para Sánchez de Tagle, las atribuciones del Poder Conservador son de tal
naturaleza que es conveniente y necesario que sea este poder y no otro el que
las ostente, ya que, si están reunidas en él, no ofrecerán ningún motivo para
temerlo. A su vez, justifica las atribuciones formulándose a sí mismo una serie
de preguntas y respuestas: ¿Se han dado leyes nulas? Sí. ¿Basta en esta clase
de leyes la revocación? No, porque esto subsana el mal de cara al futuro, pero
no resarce el mal pasado, como exige la justicia. ¿Se ha depuesto ya el jefe del
Ejecutivo? Sí. ¿Podrá negarse la posibilidad del caso en el juicio física o moral-
mente y sea preciso deponerlo? No.
¿Podrá negarse la posibilidad de que, si la facultad de declarar tal caso
se deposite en el Congreso, un partido dominante pretexte lo que no hay y
oprima al jefe Supremo? No, luego conviene prever un remedio para el caso
cierto y brindar al presidente una garantía contra el riesgo temible. ¿No se ha
pedido ya la deposición del Ministerio? ¿Y podría haber algún caso en que la
petición sea justa, fundada y otro en que no lo sea? Sí, sin duda. Luego, de-
bería repetirse lo dicho en el caso del presidente; que haya quien califique,
quien garantice. ¿Se han hecho ya mutuas usurpaciones a los poderes dejando
al más débil sin recursos porque no podía contener al usurpador? Sí, luego es
preciso establecer una instancia que contenga la usurpación y apoye al débil
contra el fuerte. ¿Ha habido ya necesidad de declarar cuál es la voluntad de
Debates de las siete leyes constitucionales 67
la nación sobre este u otro asunto y, por imposibilidad moral de otro arbitrio,
ha hecho esa declaración el mismo cuyo interés podía sospecharse? Si, luego
conviene establecer un tercero a quien no pueda imputarse parcialidad. De
este modo y por parecidas razones, se justifica el resto de las atribuciones me-
nos importantes.
Sánchez de Tagle abunda en las atribuciones del Poder Conservador cuan-
do expone que este elenco de atribuciones no forma un «coloso civil» ni con-
vierte su poder en ilimitado. Puntualmente, es todo lo contrario: no hay un
poder circunscrito, no hay en él una sola facultad vaga e indeterminada, no
puede resolver si no pone a la vista la excitación y el artículo que lo autoriza,
dado que, de otro modo, no debe ser obedecido y su voz no es sino el «ruido
vago de un moscardón». ¿Qué clase, pues, de «coloso» puede ser este, que
nada puede por sí mismo si no es en el caso en que, disuelta la sociedad, su
bien supremo demande una mano bienhechora que la torne a encauzar? Caso
en el cual acepta ella y da las gracias aún a la persona particular sin misión que
le hace tan gran bien, como sucedió en el año de 1828: ¿nunca recordaremos
con gratitud a D. José María Tornel?
Esta explicación debió haber sido tomada en consideración por los juristas
del siglo XX y por aquellos que calificaban al Poder Conservador de «mons-
truo abominable».
Sánchez de Tagle continuó su discurso preguntándose: ¿No será verdade-
ramente formidable y capaz de hacernos muchos males un cuerpo sin respon-
sabilidad alguna?, cuestión a la que responde negativamente y argumenta que
es muy extraño que, cuando el Congreso no ha tenido ni debe tener nunca
responsabilidad alguna, y a pesar de que su intervención se extienda a muchí-
simos más objetos, no se le haya temido ni se le tema y, sin embargo, se mani-
fieste tanto miedo respecto del conservador, ceñido a tan pocas atribuciones
y tan entrabado en cualesquiera de ellas.
Estas palabras serían también aplicables a la figura del presidente y a algu-
nos gobernadores que en aquel momento eran irresponsables.
Luego señala la posibilidad de que el Poder Conservador se coluda con
otro, a lo cual responde que si es en los casos que no puede ser excitado,
su colusión es nula y si es en el caso que puede serlo, la cosa se ha hecho y
se seguirá haciendo sin él y lo plantea de la siguiente manera: ¿Se cree que
puede coludirse con el Legislativo para deponer al presidente? Pues si él no
existiera, lo haría el Legislativo sólo, como ya lo ha hecho y existiendo otro
poder tendría que vencer ese estorbo. ¿Se cree que puede coludirse con el
Ejecutivo para deponer a la Suprema Corte de Justicia? Sin él responde ya se
68 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
verificó en gran parte, en el año de 1834, ¿Se cree que puede coludirse con
el Ejecutivo para disolver el Congreso? Pues el Ejecutivo sólo lo ha hecho
ya y con el conservador no podrá, sino suspender las sesiones por sólo dos
meses, cosa importantísima en ciertas circunstancias. ¿Se cree que puede
coludirse con el Ejecutivo para anular las leyes aun cuando no sean nulas?
En primer término, ¿cómo se hace ver la expresa contradicción a artículos
de la Constitución, única circunstancia de nulidad? Si el Ejecutivo tiene la
sanción de las leyes, para aquellas en que las niegue, ¿qué necesidad tiene
esa soñada colusión, pues la ley no existe y si la ha dado ¿Cómo se va a colu-
dir contra sí mismo?
Con la pregunta anterior, Sánchez de Tagle concluye su exposición sobre
el tema de los peligros del Poder Conservador: da respuesta puntual a los in-
terrogantes de los miembros del Congreso General, alude a que estos han ol-
vidado los sucesos pasados y argumenta que debe temerse más a los males del
pasado cuando se les pone un fuerte correctivo que cuando no hay ninguno,
e insta a los congresistas a que consideren que, lejos de estimular el abuso de
poder, las facultades atribuidas al Poder Conservador constituye una garantía
de su limitación.
Asimismo, el orador afirma que el Poder Conservador no reúne todos los
poderes, pues es obvio que en ningún momento concentrará a los demás po-
deres ni ejercerá atribución alguna que no sea de su competencia.
Para culminar su discurso, Sánchez de Tagle pregunta y afirma: ¿Pero todo
este proyecto no será una bella teoría? Si se aplica este nombre a lo que se
ha practicado entre nosotros y va a ser nuevo para nosotros, será bella teoría,
pero en este sentido todo cuanto existe merece el mismo nombre. Mas si por
bella teoría se entiende algo así como los cuentos de los magos, inverificables
en la realidad y carentes de fundamento en la naturaleza misma de las cosas,
entonces no es bella teoría: si tal cosa se afirma, deberá demostrares cuál de
sus partes está en contradicción con la probabilidad y con lo que exigen la
naturaleza de los hombres, de sus pasiones y de sus hábitos; en caso contrario,
la vaguedad de lo que es bueno en teoría y malo en la práctica es el sofisma
más despreciable.
Finalmente, Sánchez Tagle concluye su discurso con un argumento muy
pertinente, señalando que no se va a gravar a la nación con los sueldos de los
miembros del Poder Conservador, ya que el legislativo tenía previsto reservar
$ 30,000 (treinta mil pesos) para abonar los salarios de sus miembros, ello al
margen de que, al evitar las revoluciones, la institución arbitral ahorrará a la
patria mucho más dinero.
Debates de las siete leyes constitucionales 69
Sus planteamientos sobre la creación del Supremo Poder Conservador y,
por ende, su defensa del mismo son tan sólidos que no permiten ninguna ré-
plica al respecto; en el texto de su discurso, Sánchez de Tagle se revela como
un profundo conocedor de la situación política del país y de los avances en
materia constitucional de otros países. Su pieza oratoria es ejemplo de una
correctísima argumentación lógica, una intachable opinión que solo la bruma
partidista fue capaz de opacar.
El «ensayo o primicias» del dictamen de la comisión que conoció del pro-
yecto de las Siete Leyes, que constituía una verdadera exposición de motivos
declaró:
«El estado de la república es verdaderamente peligroso, y está al alcance de to-
dos, lo crítico de nuestra situación. Partidos que tratan de suplantarse y reparar
sus quiebras; díscolos que esperan medrar en el desorden; ambiciosos y faméli-
cos que temen perder los puestos y empleos en que sin mérito y sin trabajo han
fincado su subsistencia; gobernantes tímidos, porque consideran su autoridad
aún precaria y próxima a cambiar gobernados insolentados, porque creen ro-
tas y desatadas las ligaduras de las leyes; leyes sospechadas de insubsistencia y,
por lo mismo, lánguidas y sin vigor; estados sin gobernadores ni Legislaturas,
por haber faltado en unos totalmente, y habérseles minorado en otros el pres-
tigio y la fuerza moral; un gobierno general entrabado para hacer el bien por
leyes que no deben existir e inhábil para obrar por falta de las que deben darse:
tal es, en bosquejo imperfecto, nuestra sociedad; tal y mucho peor, la crisis en
que se halla».57
La situación por la que atravesaba el país era, según los integrantes de la
comisión, verdaderamente caótica, razón por la cual proponían que era nece-
sario tomar medidas enérgicas para afrontarla.
A fin de resolver la situación antes descrita, la comisión pretendía tomar
dos clases de medidas.
Primero, restituir a las autoridades locales la respetabilidad y el prestigio perdi-
do, y devolver a las leyes su vigencia y fortaleza.
Segundo, depositar esperanza y confianza a las instituciones para dotarlas de
credibilidad.
Para lograr estos fines, la comisión redactó dos proyectos de ley. El primero
establecía las medidas para articular la organización provisional de la socie-
57
Proyectos de ley presentados al Congreso General en las sesiones del 24 y 25 de septiembre de 1835 por
la Comisión respectiva, sobre organización de la República. Expediente 10, caja 205 s/s. Fondo:
Gobernación. Archivo General de la Nación, pp. 1, y 9 a 51.
70 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
dad. El segundo preveía las bases orgánicas que serían los lineamientos gene-
rales que permitirían dirigir al país por la senda principios constitucionales y
que fueron el esbozo de las Siete Leyes Constitucionales.
VOTACIÓN DE LOS PROYECTOS DE CADA UNA DE LAS SIETE
LEYES CONSTITUCIONALES
El primer proyecto de ley, fue discutido en lo general el 28 de septiembre
y en lo particular el 24 y el 30 de ese mes y los días 1 y 2 de octubre de 1835,
contenía los siguientes artículos:
«Primero. Subsistirán los gobernadores de los estados y permanecerán en su
encargo, aun cuando hubiesen cumplido el tiempo que señalasen sus constitu-
ciones; pero sujetos para su permanencia y en el ejercicio de sus atribuciones al
Supremo Gobierno de la Nación».
La primera votación nominal de este artículo arrojó un resultado de 59
votos a favor y 22 en contra y, posteriormente, fue aprobado por 61 votos
contra 18.
«Segundo. Las Legislaturas cesarían en el ejercicio de sus funciones, pero antes
de disolverse y reuniéndose las que estuviesen en receso, nombrarían una junta
departamental compuesta de cinco individuos, para que funjan como consejo
del gobernador; en el caso de vacante de este empleo, hagan propuesta en ter-
na al Supremo Gobierno General, y mientras éste se nombra, desempeñen las
funciones gubernativas por medio del primer nombrado entre los seculares».
Este artículo fue aprobado por 66 votos contra 9. Asimismo, los señores
Ibáñez, Victoria y Garza Flores hicieron las siguientes adiciones:
1. «En individuos hijos del Estado o radicados legalmente en él, y en
quienes precisamente deberá proveerse»; una vez admitida por la co-
misión, se sometió a discusión y fue redactado en los siguientes térmi-
nos: «En naturales o vecinos del estado». No hubo lugar a votación y
se devolvió a la Comisión.
2. «De personas que tengan las cualidades señaladas en sus respectivas
constituciones» fue admitida y se turnó también a la comisión.
3. Al sintagma «consejo de gobernador» se agregaría «sustituirá al que
anteriormente exista», pero esta propuesta fue desechada. La última
adición hecha después de las palabras «gobierno general» fue esta:
«en personas que tengan las cualidades que se han exigido hasta aho-
ra», y fue aprobada por 67 votos contra 5.
Debates de las siete leyes constitucionales 71
«Tercero. En los estados donde no pudiera reunirse la Legislatura, el ayun-
tamiento de la capital haría sus veces, solo para efecto de elegir a los cinco
individuos de la junta departamental». La votación fue de 66 votos contra 10.
«Cuarto. Todos los jueces y tribunales de los estados y la administración de
justicia permanecerían en sus cargos hasta en tanto no se expidiera la ley or-
ganizadora de este ramo; pero los recursos de nulidad y responsabilidad de los
tribunales supremos, que terminasen antes en los mismos estados, se interpon-
drían ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación».
En la primera discusión no hubo lugar a votación y la propuesta se turnó a
la comisión. Más tarde fue discutida y aprobada en dos votaciones: la prime-
ra, que comprendía hasta la palabra «ramo», se aprobó por unanimidad, y la
segunda, que abarcaba el resto del artículo, se aprobó por 68 votos contra 5.
«Quinto: Los empleados subalternos de los estados permanecerían en sus pues-
tos, pero las oficinas, rentas y ramos que manejaran, quedarían sujetos a dispo-
sición del Supremo Gobierno de la Nación por medio del gobierno respectivo».
Este último artículo fue aprobado por 68 votos contra 3; al igual que el
artículo anterior, que fuera objeto de una adición después de la palabra «esta-
dos sin proveerse en propiedad los empleos vacantes», se aprobó por 52 votos
contra 13.
Finalmente, se leyó la minuta de ley sobre organización provisional de los
gobiernos de los estados y quedó aprobado en la sesión del 2 de octubre de
1835 y publicado el siguiente día por el Gobierno general, una vez firmado
por el presidente interino, Miguel Barragán, y el secretario del despacho de
Hacienda, Manuel Díez Bonilla.
A fin de que la ley se aplicase puntualmente en lo relativo a la administra-
ción de las rentas de los propios estados, el 7 de octubre de 1835 se publicó
un reglamento que contenía dieciséis artículos referentes a la recaudación de
rentas en el país y que fue firmado por Juan José del Corral.
Por su interés, detallaremos algunos artículos del segundo proyecto, que
fue discutido y aprobado en lo general por 68 votos contra 8 el día 6 de oc-
tubre y en lo particular del 6 al 23 de octubre de 1835. El proyecto contenía
catorce artículos.
«Primero. La nación mexicana, una, soberana e independiente como hasta
aquí, no profesa ni protege otra religión que la católica, apostólica, romana, ni
tolera el ejercicio externo de otra alguna».
Dividido en dos partes, la primera —que abarcaba hasta la palabra «roma-
na»— fue aprobada por unanimidad y la última, que comprendía el resto del
72 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
artículo y de la que fue excluida la palabra «externo» y consagraba la religión
de Estado, fue aprobada por 68 votos contra 3.
«Segundo. A todos los habitantes del territorio mexicano, mientras respeten la
religión y las leyes del país, la Nación les guardará y hará guardar los derechos
que legítimamente les corresponda el Derecho de gentes y el internacional
designan cuáles son las de los extranjeros, una ley constitucional declara los
particulares al ciudadano mexicano».
El precepto fue aprobado por 59 votos contra 11, pero no tuvo éxito la
siguiente propuesta de adición: «la libertad en la imprenta, sin necesidad de
previa censura, constituye uno de estos derechos, cuyo ejercicio arreglará la
misma ley constitucional».
«Tercero. El sistema gubernativo de la Nación es el republicano, representati-
vo, popular».
Paradójicamente, este artículo —fundamental para la discusión general de
la Constitución— no fue objeto de debate y se aprobó por 68 votos contra 4.
Los señores Chico, Monter, Ibáñez, Escudero, Pérez de Lebrija, Castillero,
Gutiérrez y Villamil, pretendían adicionar al final la palabra «central»; sin
embargo, la propuesta fue desechada. Por su parte, Garza Flores y Victoria
propusieron la siguiente redacción del artículo tercero: «todo habitante de la
república tiene libertad de escribir, imprimir y publicar sus ideas políticas sin
necesidad de licencia, revisión o aprobación anterior a la publicación, bajo las
restricciones y responsabilidad que establecerán las leyes».
Por iniciativa de Arrillaga, se acordó insertar en el acta la discusión de la
propuesta presentada. Garza Flores profundizó sobre la libertad de imprenta
y defendió que era un derecho fundamental que debiera consagrarse en las
bases constitucionales. Sánchez de Tagle, que concluyó la discusión, explicó
que la adición no tenía razón de ser en este artículo y que la libertad de
imprenta debería establecerse en detalle en la ley constitucional correspon-
diente.
«Cuarto. El ejercicio del Supremo Poder Nacional continuará dividido en le-
gislativo, ejecutivo y judicial que no podrán reunirse en ningún caso ni por
ningún pretexto. Se establecerá, además, un arbitrio suficiente, para que ninguno de
los tres pueda traspasar los límites de sus atribuciones».
Este precepto fue igualmente aprobado por unanimidad. Nacía, así, el Su-
premo Poder Conservador. No hubo ningún voto en contra. El persuasivo
discurso de Sánchez de Tagle logró su objetivo.
Debates de las siete leyes constitucionales 73
«Quinto. El ejercicio del Poder Legislativo residirá en un Congreso de repre-
sentantes de la Nación, dividido en dos Cámaras; una de diputados y otra de
senadores, los que serán elegidos popular y periódicamente. La ley constitu-
cional establecerá los requisitos que deben tener los electores y elegidos; el
tiempo, modo y forma de las elecciones, la duración de los electos y todo lo
relativo a la organización esencial de estas dos partes del mencionado poder y
a la órbita de sus atribuciones».
La redacción de este artículo fue aprobada por unanimidad.
«Sexto. El ejercicio del poder ejecutivo residirá en un presidente de elección
popular indirecta y periódica, mexicano por nacimiento cuyas, además circuns-
tancias lo mismo que las de su elección, su duración, facultades y modo de
ejercerlas se establecerán en una ley constitucional».
El artículo fue aprobado por unanimidad
«Séptimo. El ejercicio del poder judicial residirá en los tribunales y jueces que
establecerá la ley constitucional, sus individuos serán perpetuos: las cualidades
de ellos, su número, radicación, responsabilidad y modo de elección las prefi-
jará dicha ley».
Dividido en tres partes, la disposición fue aprobada por unanimidad.
«Octavo. El territorio nacional se dividirá en departamentos, sobre las bases de
población y localidad; su número, extensión y subdivisiones detallará una ley
constitucional».
Aprobado por 50 votos contra 10.
«Noveno. En cada departamento habrá un gobernador y una junta departa-
mental: esta será elegida popularmente, de modo y en el número que esta-
blecerá la ley, y aquel será nombrado periódicamente por el supremo poder
ejecutivo a propuesta de dicha junta».
Aprobado por 54 votos contra 14.
«Décimo. El poder ejecutivo de cada departamento residirá en el gobernador,
con sujeción al ejecutivo supremo de la Nación. Las juntas departamentales
serán el consejo del gobernador, estarán encargadas de cuanto conduzca al
bien y prosperidad de los departamentos, y tendrán las facultades económi-
co-municipales, electorales y legislativas que explicará la ley particular de su
organización; siendo en cuanto al ejercicio de las de la última clase; sujetas y
responsables al Congreso General de la Nación».
74 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
El artículo, dividido en cinco partes, fue aprobado por 64 votos contra 12.
La segunda y tercera partes por votación económica, la cuarta obtuvo 38 votos
a favor contra 30 y la última se aprobó por unanimidad.
«Decimoprimero. Los funcionarios de dichos dos poderes en los departamen-
tos y sus agentes subalternos, serán precisamente nacidos en el territorio mexi-
cano o en algún punto de las que fueron posesiones hispano-americanos y hoy
Naciones independientes y serán, además, naturales o vecinos de los mismos
departamentos. La ley constitucional dirá la intervención que han de tener el
ejecutivo general y los gobernadores de los departamentos en el nombramien-
to de los empleados en ellos».
Aprobado por 54 votos contra 17.
«Decimosegundo. El poder judicial se ejercerá en los departamentos hasta la
última instancia, por tribunales y jueces residentes en ellos, nombrados o con-
firmados por la alta Corte de Justicia de la Nación, con intervención de las
juntas departamentales y de los tribunales superiores en los términos y con las
responsabilidades que especificará la ley constitucional».
La primera parte de este artículo se aprobó 73 votos contra 2, la segunda
por 43 votos contra 2 y la tercera por unanimidad.
«Decimotercero. Las leyes y reglas para la administración de justicia en lo civil
y criminal serán unas mismas en toda la Nación y lo serán igualmente las que
establezcan contribuciones generales».
Aprobado por unanimidad.
«Decimocuarto. Una ley sistematizará la hacienda pública en todos sus ra-
mos establecerá el método de cuenta y razón, organizará el tribunal de re-
visión de cuentas, y arreglará la jurisdicción económica y contenciosa en
este ramo».
Aprobado por unanimidad.
Posteriormente, se realizaron algunas adiciones a los artículos 8, 10 y 12
de carácter no sustancial, ya que solo se agregaban al final del artículo corres-
pondiente unas tres palabras. No obstante, los agregados fueron objeto de
votaciones, que en los primeros artículos se aprobaron por mayoría y en el
último por unanimidad.
Asimismo, a dos días de que concluyera la discusión, se hizo presente el
ministro de Guerra, que señaló que el presidente interino le mandaba expo-
ner al Congreso que, estando ya para salir la ley de bases orgánicas, le parecía
conveniente que las autoridades prestasen el juramento respectivo para evitar
Debates de las siete leyes constitucionales 75
así todo pretexto de desorden, petición sobre la que el presidente afirmó que
el Congreso se daba por enterado.
La publicación de las bases orgánicas se llevaría a cabo hasta el 23 de oc-
tubre. El 26 del mismo mes correspondería a Pacheco Leal presentar un pro-
yecto de ley que sería discutido y aprobado para que se prestase juramento a
las bases.
Correspondería, finalmente, al Gobierno general la publicación de la ley
anterior, y el 27 de octubre de 1835 se estableció la forma y modo de dar cum-
plimiento de la misma.
76 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
José Mariano de Michelena (1772-1852)
Capítulo Sexto
EL PROYECTO DE MARIANO MICHELENA
Incluso antes de la aprobación de las Siete Leyes Constitucionales, el pri-
mer proyecto de la nueva Constitución que reemplazaría a la Constitución
federal de 1824 fue presentado por José Mariano Michelena (1772-1852) el
17 de septiembre de 1835 ante el Congreso convocado. Previamente, Miche-
lena había formado parte del Poder Ejecutivo colegiado desde el 2 de abril de
1823 hasta marzo de 1824, alternándose mensualmente en la presidencia con
Nicolás Bravo y Pedro Celestino Negrete.58
Sin embargo, en su proyecto de Constitución prefirió residenciar la titula-
ridad del Poder Ejecutivo en una sola persona (artículo 43 del proyecto). El
proyecto de Constitución preveía la instauración de departamentos en lugar
de estados y contemplaba la creación una junta departamental propia con
facultades administrativas y de inspección. Asimismo, establecía que el go-
bernador de cada departamento sería nombrado por el presidente y que los
municipios estarían gobernados por un prefecto.
El artículo 16 del proyecto depositaba el Poder Legislativo en una Cámara
de Diputados electos de manera proporcional a los habitantes de los departa-
mentos. Las elecciones se regularían por una ley constitucional. Por su parte,
los senadores se nombrarían a propuesta de las juntas departamentales. En
total, habría 39 senadores.
Por su parte, el Congreso General aprobaría las leyes sobre los ramos de
la administración pública y su primera facultad sería proteger y mantener el
culto católico. A pesar de que, desde 1824, México consagró una religión de
Estado, la Iglesia católica no reconoció su independencia y atacó el pensa-
miento liberal que había adoptado en su forma de gobierno.
Los gobiernos mexicanos reaccionaron a la excomunión decretada por los
papas por su obediencia a las Constituciones del país que establecían las me-
didas de amortización de bienes eclesiásticos y los préstamos forzosos sobre
58
Michelena había presidido el Poder Ejecutivo en mayo, julio, octubre de 1823 y enero de
1824. Su proyecto de Constitución fue publicado por la Imprenta del Águila, dirigida por
José Ximeno en 1835.
78 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
estos, por la autoridad civil, así como por la expulsión de figuras significativas
del alto clero, entre ellos Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, arzobispo
de México.
Tras el reconocimiento de España de la independencia de México en 1835,
la Santa Sede hizo lo propio en 1836. A buen seguro, el abandono del libera-
lismo y la adopción de leyes conservadores durante este año contribuyeron a
este reconocimiento. El reconocimiento del Gobierno por parte del Vaticano
generó la expectativa de la celebración de concordatos o acuerdos entre la
Iglesia católica y México, por lo que se establecieron relaciones diplomáticas
entre México y la Santa Sede.59 A pesar de los esfuerzos realizados por el obis-
po Labastida, el diputado José Juan Gutiérrez de Estrada y el obispo Eugenio
Gillow a lo largo del siglo XIX, la firma de un concordato no pudo concretar-
se. No obstante, las relaciones se canalizaron a través de acuerdos informales
de convivencia e incluso mediante signos de clara colaboración; por ejemplo,
el ofrecimiento de exilio y protección al papa Pio IX por parte presidente
José Joaquín Herrera en 1849.60 En cualquier caso, hasta el 21 de septiembre
de 1992 no se reestablecieron formalmente las relaciones diplomáticas, sin la
firma de un concordato, que permanece como un anacronismo legal.
Adicionalmente, en el proyecto de Michelena el Congreso General tenía la
facultad de «dispensar» la ley, lo cual significaba exceptuar de la aplicación de
la ley ordinaria a personas o corporaciones. Esta propuesta es, tal vez, el ori-
gen del artículo 13 de la Constitución federal de 1857, precepto que, de con-
formidad con el principio de igualdad ante la ley, prohibió las leyes privativas
y declaró el no reconocimiento de fueros o privilegios, previsiones vigentes en
el actual texto constitucional.
El Poder Ejecutivo informaría solo de los gastos en que hubiera incurrido
al comenzar las sesiones ordinarias del Congreso. La Contaduría Mayor de
Hacienda, así nombrada a partir de este proyecto, glosaría el informe de gas-
tos y eventualmente lo aprobaría. Solo los «responsables de las cuentas» res-
ponderían ante los tribunales, exceptuándose de ello al titular del Ejecutivo.
La iniciativa legislativa se entregaría exclusivamente ante la Cámara de Di-
putados. El ejecutivo no podría impulsar leyes fiscales. El Consejo de Estado
tendría que formar las leyes que sometiera el presidente (artículo 33 del pro-
59
Antonio Gómez Robledo, «Iniciación de las Relaciones de México con el Vaticano», Méxi-
co: El Colegio Nacional, 1963, pp. 18-58
60
Cecilia Adriana Bautista García. «La búsqueda de un concordato entre México y la Santa
Sede a fines del siglo XIX», Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, 44, ju-
lio-diciembre 2012.
El proyecto de Mariano Michelena 79
yecto). El Congreso no podría modificar parcialmente las iniciativas presenta-
das por el Ejecutivo ni por el Poder Judicial, sino que tendría que admitirlas
o desecharlas en su totalidad.
El Senado revisaría las iniciativas y, si hubiere objeción las devolvería a la
Cámara de Diputados, que solo las podría modificar hasta que se hubiera
renovado la mitad de la Cámara. Una vez realizado su examen, el Senado
solo podría rechazar de nuevo la iniciativa por mayoría de dos tercios de los
votos presentes en dicha Cámara (artículo 37 del proyecto). El Ejecutivo ten-
dría la facultad de no publicar las leyes aprobadas después de quince días. En
tal caso, volverían a las cámaras para que fueran publicadas a través procedi-
miento especial detallado en el artículo 38 del proyecto. Solo las leyes sobre
impuestos y milicia cívica no podrían ser promulgadas por el Ejecutivo. Esto
explicaría por qué la guardia nacional, sucesora de la milicia cívica, solo era
regulada por un reglamento del Congreso y no por una ley. La exclusión de la
promulgación de presidente se prolongó hasta la reforma constitucional del
24 de julio de 2019.
Por su parte, la persona del presidente sería inviolable y no podría ser ni si-
quiera reconvenido. Sus resoluciones tendrían que contar con el refrendo de
dos consejeros, previsión que recuerda un Poder Ejecutivo Colegiado similar
que preveía la Constitución de 1824, en el que las decisiones relevantes del
presidente requerían la aprobación de un Consejo de Gobierno.
El proyecto preveía un mandato presidencial de cuatro años, pero propo-
nía un sistema de suplencia en virtud el cual el primer consejero lo sucedería
al término del cuatrienio del presidente y el segundo consejero tomaría el
lugar del primero y sería suplido, a su vez, por la persona que hubiera sido
seleccionada por las juntas departamentales. Este curioso sistema recuerda
al que propuso Demetrio del Castillo en el Constituyente de 1824 durante la
discusión sobre la titularidad del ejecutivo.61
El presidente actuaría en el desahogo de sus principales atribuciones, en-
tre ellas publicar las leyes, dirigir las relaciones diplomáticas, iniciar las leyes,
y suspender hasta por dos meses las sesiones del Congreso, con el concurso de
sus dos consejeros (artículo 48 proyecto). Aunque se le confería el cargo de
jefe supremo de la fuerza armada, no podría ejercer en persona el mando de
las fuerzas armadas a menos que fuera autorizado por el Congreso (artículo
49). La razón de ser de esta previsión era proteger al presidente y evitar una
ausencia absoluta de mando provocada por su eventual muerte —o incapaci-
61
Manuel González Oropeza, El Presidencialismo, México: UNAM, 1986.
80 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
dad— en el campo de batalla, circunstancia generaría un problema constitu-
cional.62
El Poder Judicial estaría integrado tres «grandes jueces» cuyos cargos se
renovarían cada cuatro años. De acuerdo con la tradición del siglo XIX, dado
que la interpretación legislativa recaía exclusivamente en el propio Congreso,
el consejo de los grandes jueces resolvería las «dudas de ley» que plantearan
los jueces, remitiendo los antecedentes de los casos al Congreso para que este
determinara el sentido de las leyes.
Según el artículo 56 del proyecto, el Poder Judicial podía decidir sobre la
validez de los actos dictados por el Ejecutivo, declarando si ha habido exceso
y, en tal caso, suspendiendo el acto «o ley».
Ciertamente, el proyecto de Constitución propuesta por Michelena pro-
ponía la sustitución del sistema federal por un sistema centralista. Pero el
fundamento de esta propuesta descansaba en interesantes reflexiones y no
solo fue producto de partidismos. Por ejemplo, es notable el texto Reflexiones
sobre algunas reformas a la Constitución Federal de la República Mexicana, escrito
el 24 de septiembre de 1830 y publicado en 1835 por la Imprenta de Ignacio
Cumplido, versión que se conoce, aunque incompleta.
En estas reflexiones se lleva a cabo un análisis exhaustivo de las característi-
cas requeridas para el buen gobierno en México. En relación con el contraste
entre el federalismo de los Estados Unidos con el de nuestro país, el texto
trata de fincar la diferencia en cuestiones religiosas y justifica la diversidad
de religión, permitida en nuestro vecino, para explicar la separación de los
estados. Así, hace referencia al predominio del presbiterianismo en Nueva
Inglaterra, de los cuáqueros en Pennsylvania, la religión episcopal en Nueva
York y el catolicismo en Maryland. De este análisis infiere que, dado que Mé-
xico es esencialmente católico, no habría necesidad de optar por un sistema
federal en nuestro país.
No cabe duda de que esta diferenciación es inconsistente, pues la religión
no es necesariamente el criterio diferenciador de un sistema de gobierno fe-
deral. Lo interesante de este folleto es que parece inspirarse en un método
similar al de El Federalista para explicar con argumentaciones razonables las
decisiones más importantes que se deberían adoptarse en reforma constitu-
cional emprendida en la tercera década del siglo XIX.
62
Manuel González Oropeza, «El juicio político en sus orígenes», Revista del Instituto de la
Judicatura Federal, 2000, p. 235
El proyecto de Mariano Michelena 81
Michelena concluyó que el sistema federal segmentó a la sociedad mexi-
cana y separó la unidad del Estado. Comenzó analizando las dos cámaras del
Congreso General y posteriormente se centró en el Senado. Descalificó la
actuación del Consejo de Gobierno que se instauró en unión con la mitad
de senadores —órgano previsto en la Constitución de 1824— y, finalmente,
propuso su supresión para que fuera el Senado que ejerciera sus funciones.
De igual manera, por lo que respecta al sufragio pasivo, sostuvo que «para
mayor garantía del orden y de las libertades públicas se exija la calidad de
propietarios en los elegibles»:
«A nadie queremos excluir del alto destino de representantes del pueblo; pero
queremos que los que han de imponer las contribuciones, sean los contribu-
yentes; que los que han de dar las leyes, que son la salvaguarda de la propiedad,
sean propietarios; que los que han de regular el peso de los impuestos, sean los
que han llevado este peso, y medido sus fuerzas para calcular las de los otros».
El folleto proclama asimismo que en el país falta una adecuada reglamen-
tación de los tribunales y recuerda que los códigos federales no se han dic-
tado, por lo que sugiere que el Congreso se desembarace de la obligación
de decidir ramos que no son propiamente legislativos, sino administrativos.
Adicionalmente, recuerda que la confusión de atribuciones propiciada por
la Constitución de 1824, había provocado intervenciones del Congreso en los
demás poderes, por lo que reclama «que el legislador legisle, que el gobierno
administre y que el juez juzgue». Visionariamente, el folleto augura la debacle
legislativa del siglo XX, concretamente la que generó la Constitución de 1857,
a la que Daniel Cosío Villegas calificaría como un traje de luces que no había
servido para dotar de una legislación básica al país.63
Sin pretender acusar la labor legislativa pasada o presente, Michelena su-
giere que el cumplimiento de la legislación y codificación que requiere el
país se realice mediante comisiones independientes del Congreso en las que
se reúnan «los hombres más distinguidos de la república», «los magistrados
y jurisconsultos de la mejor reputación y los más ejercitados en el foro, en la
judicatura y en los altos tribunales» y «profesores y catedráticos de Derecho
y los hombres más sobresalientes por su aplicación a esta ciencia» para que
redacten los mejores códigos.
Mediante decreto del 26 de septiembre de 1850 del estado de Oaxaca,
Benito Juárez implementó posteriormente el método descrito en el párrafo
63
Daniel Cosío Villegas, La Constitución de 1857 y sus críticos, texto preliminar de L. González
y González, prólogo de A. Lira, México: FCE-Clío-El Colegio Nacional, 22007, 254 p.
82 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
anterior y procedió a la designación de comisiones de expertos para la elabo-
ración de anteproyectos de códigos. En el informe de gobierno que presentó
el 2 de julio de 1850 ante la Legislatura de Oaxaca, declaró:
«El Gobierno desea auxiliar al cuerpo legislativo en la parte que le permitan
sus facultades constitucionales y cree que el mejor modo de prestar su cola-
boración es iniciar dichos códigos, auxiliándose del trabajo y de las luces de
personas de instrucción notoria y acreditada en la ciencia del Derecho y en la
práctica de nuestro foro».64
Por lo que respecta al Poder Ejecutivo, el folleto reflexiona sobre la con-
veniencia de depositarlo en un Ejecutivo colegiado. Si bien subraya la idea
de que en órgano colegiado limita la avaricia y la codicia, también sostiene
que la colegialidad puede multiplicar las intrigas, como evidencia la experien-
cia histórica del consulado romano y del triunvirato, que multiplicó por tres
las ambiciones de sus integrantes, convirtiendo los acuerdos del gobierno en
transacciones de interés mutuo para los triunviros. Modernamente, dice el
folleto, la inutilidad de un Ejecutivo colegiado se observa en el directorio y el
Consulado francés, que degeneró en la figura única y omnímoda del empe-
rador.
Michelena condena el aspirantismo y la empleo-manía como vicios en la ad-
ministración y, con palabras actuales, refiere que los partidos pedirían dos o
cinco prebendas si hubiera un Ejecutivo colegiado. Igualmente, sugiere la
pertinencia de reducir la distancia que media entre la elección y la toma de
posesión del cargo, una observación crítica de indudable actualidad.
64
Manuel González Oropeza, Digesto Constitucional Mexicano. Historia Constitucional de la Na-
ción. De Aguascalientes a Zacatecas, México: Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2017,
pp. 610-611.
El proyecto de Mariano Michelena 83
© Biblioteca Nacional de España.
Capítulo Séptimo
EL SUPREMO PODER CONSERVADOR
UN CUARTO PODER SURGE EN MÉXICO
Como se ha señalado, en la sesión del Congreso General de 15 de diciem-
bre de 1835, una vez concluyó el discurso pronunciado por el señor Francisco
Manuel Sánchez de Tagle, Bustamante pidió al Congreso que se imprimiese
debido al interés que suscitó la alocución.
Hecho lo anterior, se suspendió la discusión de la Segunda Ley Consti-
tucional hasta que el discurso de Tagle se imprimiera y se repartiera a los
representantes para satisfacer las impugnaciones que se le habían hecho, que-
dando a salvo el derecho de imprimir las impugnaciones de todos los señores
representantes que hubiesen combatido dicho proyecto. No obstante, el Con-
greso no accedió.
El diputado Chico pidió al Congreso que se imprimiesen todos los discur-
sos en favor y en contra de ese asunto y así quedó acordado.65
En la sesión del día 16 de diciembre continuó la discusión en lo general
del dictamen de la Comisión respectiva sobre el proyecto de la Segunda Ley
Constitucional, que establecía la creación de un Poder Conservador. Una vez
declarado suficientemente discutido, tuvo lugar a la votación, cuyo resultado
fue de 37 votos a favor y 36 en contra.66
Como comenta Noriega, es sumamente ilustrativo lo que Bustamante nos
dice sobre esta sesión:
«Llegó la hora de la votación... Pacheco Leal, miembro de la Comisión que
no solo aprobó y firmó el proyecto, sino que tomó la palabra en su defensa, se
bajó de su asiento comenzó a hablar con varios diputados y a persuadirlos que
votaran en contra y él se ocultó y no votó (he aquí el pillo desollado infame,
indigno de comparecer en una sociedad honesta).
65
Proyectos de ley presentados al Congreso General en las sesiones de 24 y 25 de septiembre de 1835 por
la Comisión respectiva, sobre organización de la República, y actas de las sesiones de la propia legisla-
tura. (24 de septiembre de 1835-28 de abril de 1836) Expediente 10, caja 205 s/s. Fondo:
Gobernación. Archivo General de la Nación. p. 70.
66
Idem.
86 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Tornel hizo esfuerzos por conquistar a algunos y sin duda lo consiguió, pues
hay hombres tan arrancados en las Cámaras como que ocho meses que no tie-
nen sueldo y que venderían la libertad de su patria por un real.
Procedióse en fin a la votación y salieron 37 votos contra 36, ganándose por un
solo voto que fue el del licenciado Hernández, de Durango, de quien menos
se esperaba. Por un voto, que se corrió el albur en que se va a cifrar la verda-
dera libertad de la Nación, ¡Qué desgracia, me tiembla la pluma al referir este
suceso!».67
En las sesiones de los días 17 al 29 de diciembre, la comisión presentó el
artículo 1º reformado en los siguientes términos:
«Habrá un Supremo Poder Conservador, que se deposita en cinco individuos,
de los que se renovará uno cada dos años, saliendo en la primera, segunda,
tercera y cuarta vez el que se designare la suerte, sin entrar al sorteo el que o
lo que hayan sido ya nombrados para reemplazar. De la quinta vez en adelante
saldrá el más antiguo».
El artículo se dividió en tres partes para su discusión —de acuerdo con la
petición formulada por Guadalupe Victoria— se señaló como primera parte
la siguiente: «Habrá un Supremo Poder Conservador».
Discutida esta parte fundamental, fue aprobada por 44 votos a favor contra
39. Victoria propuso que se suspendiera la discusión sobre el Poder Conser-
vador hasta que la comisión presentase la reorganización de los tres poderes:
Legislativo, Ejecutivo y Judicial, propuesta que no fue admitida.
La segunda parte sometida a debate comprendía las siguientes palabras:
«Este se deposita en cinco individuos, de los que se renovará uno cada dos
años, saliendo en la primera, segunda, tercera y cuarta vez, el que designare la
suerte, sin entrar en el sorteo el o los que hayan sido nombrados para reem-
plazar. De la quinta vez en adelante saldrá el más antiguo».
El párrafo anterior se dividió: el primer segmento llegaba hasta la locución
«cinco individuos». Victoria solicitó que, antes de que se votase, se oyera al
Gobierno, petición que fue desechada por 42 votos contra 30.
Segundo segmento —que abarcaba el resto del precepto— fue aprobado
por 43 votos contra 21.
Victoria propuso adicionar a este segundo segmento la siguiente previ-
sión: «Pero el futuro Congreso podrá aumentar, por una vez, el número se-
67
Alfonso Noriega, El Pensamiento Conservador y el Conservadurismo Mexicano. Ed. UNAM.
1970. op. cit., p. 219.
El supremo poder conservador 87
gún lo crea conveniente, si lo acordaren así los dos tercios de sus individuos
presentes».
Por su parte, el señor Requena propuso que, después de la palabra «au-
mentar» se añadiese «o disminuir», adición apoyada y retomada por Victoria
que fue desechada.
«Artículo 2º. El sorteo del que habla el artículo anterior, se hará por el Senado
el día 1º de agosto inmediato anterior a la renovación y, si estuviere en receso,
lo verificará el Consejo de Gobierno».
Una vez discutido, hubo lugar a votar, y el precepto fue aprobado por 48
votos contra 18.
«Artículo 3º. Tanto las elecciones bienales ordinarias como las extraordinarias
ulteriores, se harán de la manera siguiente:
Primero. Cada una de las juntas departamentales elegirá el número de indivi-
duos que deben nombrarse aquella vez.
Segundo. Estas elecciones se harán siempre por todas las juntas en el mismo
día: las ordinarias bienales el 1º de octubre del año inmediato anterior a la
renovación; las extraordinarias, para la primera elección total de los cinco
y para reemplazo por vacante, en el día que les prefijare el supremo poder
ejecutivo».
El precepto fue aprobado por 39 votos contra 25.
«Tercero. La elección extraordinaria por vacante solo tendrá lugar cuando esta
acaezca más de seis meses antes de la renovación periódica: en el caso contra-
rio, se difiriera para el 1º de octubre, en que se llenaran los huecos».
Aprobado por 44 votos contra 20.
«Cuarto. Verificada la elección a pluralidad absoluta de votos, remitirán las
juntas en pliego cerrado y certificado, por el correo inmediato siguiente, el acta
de elecciones a la secretaría de la Cámara de Diputados».
Aprobada por 45 votos contra 19.
«Quinto. La omisión de la elección el día prefijado y la de envío del acta de ella
que prescribe el párrafo anterior, será caso de responsabilidad para las juntas
departamentales, según convenga a la ley de la materia».
Aprobado por 46 votos contra 18.
En las sesiones de los días 11 al 30 de enero se discutieron y aprobaron los
siguientes artículos:
88 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
«Sexto. El día 15 de noviembre inmediato anterior a renovación bienal ordi-
naria, y a los cuarenta días de cualquiera elección extraordinaria, abrirá los
pliegos la Cámara de Diputados, y acto continuo formará lista de los que han
sido nombrados, y sin salir de ella elegirá a pluralidad absoluta de votos una
terna de individuos para cada hueco».
Aprobada por 43 votos contra 21.
«Séptimo. Al día siguiente al de la elección de la terna o ternas las pasará la
Cámara de Diputados a la de Senadores con todo el expediente de elecciones,
y esta el mismo día elegirá un individuo de cada terna, publicará la elección, y
la participará al Supremo Poder Ejecutivo para que avise de su nombramiento
al electo o electos, a fin de que se presenten a ejercer».
Aprobado por 42 votos contra 22.
El párrafo octavo se dividió en dos partes. El texto de la primera parte era
la siguiente: «En la primera elección de los cinco individuos se entenderán
respecto del actual Congreso General las prevenciones de los párrafos 4, 6 y
7». Aprobado por 43 votos contra 21.
La redacción de la segunda parte era esta: «Una comisión de diecinueve
representantes, nombrados por el Congreso a pluralidad de votos, formará
las ternas de que habla el párrafo 6, y sujetándose a ellas hará en seguida el
Congreso la elección». Aprobado por 40 votos contra 24.
«Artículo 4º. El individuo que acaba, puede ser reelegido»
Aprobado por 42 votos contra 23.
El artículo 5º fue retirado por la Comisión y el 6° quedó como 5º. Su tenor
literal era el siguiente: «La elección para este cargo será preferente a cualquier
otra que no sea para la Presidencia de la República, y el cargo no podrá ser
renunciado antes ni después de la posesión, sino por imposibilidad física califi-
cada por el Congreso General».
El precepto fue dividido en dos partes a propuesta de Victoria, la primera
de las cuales, llegaba hasta la palabra «República». Fue aprobada por 43 votos
contra 21. La segunda se aprobó por 36 votos contra 28.
«Artículo 6º. Los individuos del Supremo Poder Conservador, prestarán jura-
mento ante el Congreso General, reunidas las dos Cámaras bajo la fórmula
siguiente: ¿Juráis guardar y hacer guardar la Constitución de la República, sos-
teniendo el equilibrio constitucional entre los poderes sociales, manteniendo
o restableciendo el orden constitucional en los casos en que fuere turbado,
valiéndose para ello del poder y medios que la Constitución pone a vuestras
El supremo poder conservador 89
manos? Después de la respuesta afirmativa del otorgante, añadirá el secretario
la fórmula ordinaria “Si así lo hiciereis. Dios os lo premie, y si no, os lo deman-
de”. Cuando el Congreso no estuviere reunido, podrán jurar supletoriamente
en el seno de su corporación; pero repetirán el juramento luego que se abran
las sesiones del Cuerpo Legislativo».
Aprobado por 43 votos contra 22.
«Artículo 7º. Cada miembro de dicho Supremo Poder disfrutará anualmente,
durante su cargo $6,000.00 de sueldo: su tratamiento será de excelencia». La
votación se realizó nominalmente a petición de varios legisladores, el resultado
de 36 contra 28, y finalmente fue aprobado por 35 votos contra 29.
«Artículo 8º. Para ser miembro del dicho Supremo Poder Conservador se requiere:
Ser mexicano por nacimiento y estar en ejercicio actual de los derechos de
ciudadano».
Aprobado por 52 votos contra 21.
«Primera Parte. Tener el día de la elección cuarenta años de edad».
Aprobado por 43 votos contra 21.
«Segunda Parte. Y un capital fijo o mobiliario (físico o moral) que le produzca,
por lo menos, $3,000.00 de renta anual».
Aprobado por 39 señores.
«Haber desempeñado alguno de los cargos siguientes: presidente o vicepresi-
dente de la República, senador, diputado. Secretario del Despacho o magistra-
do de la Suprema Corte de Justicia».
Aprobado por 40 votos contra 24.
Victoria hizo la siguiente adición al artículo 4º: “Pero en tal caso se podrá o
no aceptar el encargo.” Admitida, se mandó pasar a la Comisión.
«Artículo 9º. Las atribuciones de este Supremo Poder Conservador son las si-
guientes:
Declarar la nulidad de una ley cuando sea contraria al artículo expreso de la
Constitución, y le exijan dicha declaración o el Supremo Poder Ejecutivo, o la
Alta Corte de Justicia o parte de los miembros del Poder Legislativo en repre-
sentación, que firmen dieciocho por lo menos».
Aprobado por 42 votos contra 24.
«Declarar por excitación del Congreso General la incapacidad física o moral
del Presidente de la República cuando la sobrevenga».
90 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Aprobada por 40 votos contra 23.
Pacheco Leal propuso la siguiente adición: «Después de la palabra excita-
ción, estas: “de dos tercios de los individuos”». La propuesta se admitió y se
turnó a la Comisión.
En las sesiones de los días 3 al 20 de febrero tuvo lugar la discusión y apro-
bación de los demás artículos.
El párrafo tercero del artículo 9º fue redactado de nuevo por la comisión
en los siguientes términos: «Suspender a la Alta Corte de Justicia, excitado por
alguno de los otros dos poderes supremos, cuando desconozca a alguno de
ellos, o trate de trastornar el orden público».
Aprobado por 39 votos contra 26.
Victoria propuso la siguiente adición al párrafo anterior: «Mandándose los
datos al tribunal competente para el fallo a que haya lugar». La propuesta fue
admitida y se turnó a comisión.
«Suspender hasta por dos meses a lo más las sesiones del Congreso General, o
resolver se llame a ellas a los suplentes por igual término, cuando convenga al
bien público y lo excite para ello al Supremo Poder Ejecutivo».
Aprobado por 40 votos contra 24.
«Oír y decidir en las quejas de los otros tres poderes, por usurpación que de
facultades de uno haya hecho el otro de ellos».
Aprobado por 36 votos contra 31.
El señor Berruecos propuso adicionar a la primera parte del artículo 9º,
después de la palabra constitucional, este segmento: «o la de actos de los otros
poderes, contrarios a la misma Constitución o las leyes». La propuesta fue ad-
mitida y se turnó a la comisión.
«Restablecer constitucionalmente a cualquiera de dichos tres poderes, o a los
tres cuando hayan sido disueltos revolucionariamente».
Aprobado por 41 votos contra 24.
«Declarar, excitado por alguno de dichos tres poderes, cuál es la voluntad de la
Nación, en cualquier caso extraordinario en que sea conveniente conocerla».
Este párrafo se convirtió en el sexto y fue aprobado por 36 votos contra 31.
Victoria propuso añadir esta frase: «Menos en el caso que la declaración
verse sobre la forma de gobierno». La propuesta de adición fue desechada.
El supremo poder conservador 91
«Declarar, excitado por la mayoría de las Juntas Departamentales, cuando está
el presidente de la República en el caso de renovar todo el Ministerio por el
bien de la Nación».
Aprobado por 39 votos contra 25.
«Dar o negar la sanción a las reformas de Constitución que acordare el Con-
greso, previas las iniciativas y en el modo y forma que establece la Ley Consti-
tucional respectiva».
Aprobado por 38 votos contra 27.
«Calificar las elecciones de los senadores».
Aprobado por 46 votos contra 18.
«Nombrar el día 1º de cada año, dieciocho letrados entre los que no ejercen
jurisdicción ninguna, para juzgar a los ministros de la Alta Corte de Justicia, en
el caso y previos los requisitos constitucionales para esas causas».
Aprobado por 47 votos contra 20.
«Artículo 10º. Para cualesquiera resolución de este Supremo Poder, se requiere
indispensablemente la absoluta conformidad de tres de sus miembros por lo
menos».
Aprobado por 48 votos contra 18.
«Artículo 11º. Toda declaración que haga el Supremo Poder Conservador, toda
resolución que tome, no siendo de las especificadas en el artículo 9º, y aunque
sea de ellas, si la toma por sí y sin la excitación que, respectivamente, se exige
para cada una en dicho artículo, es nula y de ningún valor».
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó por 54 votos contra 11.
El artículo 12º Se dividió en dos partes. La primera quedó redactada en los
siguientes términos: «Toda declaración y disposición de dicho Supremo Po-
der Conservador, dada con arreglo a las disposiciones precedentes y citando
la respectiva, debe ser obedeciendo al momento y sin replicar por todas las
personas a quienes se dirija y corresponda la ejecución».
Aprobado por 49 votos contra 20.
El tenor literal de la segunda parte era el siguiente: «La formal desobedien-
cia se tendrá por crimen de alta traición».
Se aprobó por 43 votos contra 20.
92 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
«Artículo 13º. Los miembros de este Supremo Poder, durante el tiempo de su
cargo, y dentro de los dos años inmediatos siguientes, no pueden ser elegidos
para la Presidencia de la República, ni obtener empleo que no les toque por
rigurosa escala, ni ser para sí ni para otro».
Aprobado por 56 votos contra 3.
«Artículo 14º. Este Supremo Poder no es responsable de sus operaciones más
que a Dios y a la opinión pública, y sus individuos en ningún caso podrán ser
juzgados ni reconvenidos por sus opiniones».
Aprobado por 43 votos contra 22.
«Artículo 15º. Si alguno de ellos cometiera algún delito, la acusación se hará
ante el Congreso General, reunidas las dos Cámaras, el cual a pluralidad abso-
luta de votos calificará si da lugar a la formación de causa; y habiéndola, seguirá
esta y la fenecerá a la Suprema Corte de Justicia, ante la que seguirán también
las causas civiles en que sean demandados».
Aprobado por 49 votos contra 15».
«Artículo 16º. Este Supremo Poder residirá ordinariamente en la capital; pero
en el caso de que la segundad pública o la suya exija su traslación a otro punto
cualquiera de la república, podrá acordarla y verificarla por tiempo limitado».
Aprobado por 49 votos contra 16.
«Artículo 17º. El día 1º de cada bienio elegirá el Supremo Poder Conservador,
entre sus individuos, un presidente y un secretario, pudiendo reelegir a los que
acaban».
Aprobado por 55 votos contra 11.
«Artículo 18º. Se dirigirán al secretario todas las comunicaciones de los otros
poderes».
Aprobado por 54 votos contra 10.
«Artículo 19º. Todas las discusiones y votaciones de este Cuerpo serán secretas,
haciéndose las segundas por medio de bolas negras y blancas».
Aprobado por 44 votos contra 21.
«Artículo 20º. Aunque se le destinará un salón correspondiente en Palacio Na-
cional, no tendrá días, ni horas, ni lugar preciso para sus sesiones y el Presi-
dente las emplazará cuando convenga por medio de esquelas citatorias a sus
compañeros en que especificará las dichas circunstancias».
El supremo poder conservador 93
Discutido, hubo lugar a votar, y se aprobó por 49 votos contra 15.
Los artículos 21º y 22º fueron retirados por la comisión para ser presenta-
dos posteriormente.
No obran en nuestro poder las discusiones sobre los dos artículos ante-
riores y tampoco disponemos de los documentos que acreditan la manera
en que fueron tratadas las adiciones que propusieron Victoria, Pacheco Leal
y Barruecos a los artículos 4 y 9. Tampoco contamos con la fecha en que se
reordenaron los artículos de esta ley.
Las Siete Leyes Constitucionales serían finalmente, promulgadas el 29 de
diciembre de 1836 y publicadas al día siguiente. Fueron firmadas por José
Justo Corro y José María Ortiz Monasterio.
Una vez promulgada la Constitución, la integración del Supremo Poder
Conservador se realizó mediante una comisión de diecinueve diputados para
formar las ternas que elegirían a los miembros del nuevo poder. Las ternas
fueron seleccionadas y el 9 de mayo de 1837 el Congreso designó a Justo Co-
rro, Rafael Mangino, Ignacio Espinosa, Melchor Múzquiz y Francisco Manuel
Sánchez de Tagle como propietarios y a Carlos María de Bustamante, Cirilo
Gómez Anaya y José María Bocanegra como suplentes. El 24 de mayo juraron
los integrantes del nuevo poder, con excepción de Corro, Melchor Múzquiz
fue elegido presidente y Sánchez de Tagle su secretario. En 1838, tanto el pre-
sidente como el secretario seguían desempeñándose en sus puestos, pero se
produjeron nuevas incorporaciones, entre ellas la de José María Tornel, que
gozaba de toda la confianza de Santa Anna y Manuel de la Peña y Peña.
Aunque debía enfrentar graves y trascendentes desafíos, el Supremo Poder
Conservador tuvo desde el principio problemas económicos. El gran poder
que, según sus críticos, desestabilizaría el orden constitucional y sometería a
los demás poderes, nunca tuvo presupuesto suficiente para cubrir los salarios
de sus integrantes. El 2 de agosto de 1838, Carlos María de Bustamante se di-
rigió al presidente para pedirle que ordenase al secretario de Hacienda que le
cubriera la cantidad de seiscientos pesos por sueldo devengado y no cubierto.
Lejos de fundar su petición en el derecho al salario, Bustamante expuso en
su comunicación que dicha cantidad era necesaria para sufragar el costo del
último tomo de la Historia de México durante la dominación española.
De todas las actividades del Poder Conservador solo se conservan en su me-
moria las que llevó a cabo en 1839. A diferencia del Senado conservador fran-
cés, que mantuvo un estricto silencio sobre sus decisiones, el Supremo Poder
Conservador mexicano llegó incluso a publicar los principales casos que tuvo
que resolver. En el año referido, y como intérprete de la Constitución, el Po-
94 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
der Conservador tuvo que decidir quién supliría al presidente Anastasio Bus-
tamante, que dejó el Poder Ejecutivo para la campaña militar sobre Tampico,
en marzo de 1839. El presidente sustituto sería Antonio López de Santa Anna.
El Poder Conservador orientó el mandato de Bustamante, que recurrió
constantemente a él para legitimar decisiones o para ser aconsejado en sus
políticas. Una de ellas fue la iniciativa para reformar las leyes constitucionales
el 17 de julio. Independientemente del contenido de las reformas planteadas,
la iniciativa no cumplía un requisito indispensable: la Constitución prohibía
que se hiciera cualquier reforma hasta 1840.
No obstante, llegada la iniciativa presidencial, el dictamen de Manuel de
la Peña del 28 de septiembre salvó el impedimento constitucional, dado que
dichas reformas eran «expresión de la voluntad de la Nación», por lo que
aceptaba las modificaciones en materia de hacienda, administración de jus-
ticia, subsistencia de los departamentos y de sus autoridades. El dictamen de
De la Peña determinaba, sin embargo, que en ningún momento cabía hacer
reforma alguna a las «bases cardinales» de la Constitución: la religión, el siste-
ma de gobierno representativo popular y la división de poderes —cuestiones
subsumibles en la idea de las decisiones políticas fundamentales—.
A pesar de que el máximo intérprete de la Constitución había dictaminado
a favor de las reformas y de que incluso contaba con apoyo de la mayoría de
los integrantes del Congreso, el Consejo de Ministros se pronunció en contra
del dictamen.
A fines de 1839, la situación del Poder Conservador se tornó precaria. En
noviembre, Sánchez de Tagle manifestó al Ejecutivo que el órgano llevaba
veintitrés meses sin recibir los fondos suficientes para cubrir los salarios y
propuso que dichos emolumentos fueran sufragados con la recaudación ve-
rificada en las aduanas. No hubo respuesta, y el 14 de diciembre la situación
llegó a tan crítico nivel, que el «excelso súper poder» se quejó por la falta
de papel para continuar sus labores. El 18 y el 25 de diciembre, el secretario
Sánchez de Tagle insistió en las penurias económicas que aquejaban al Po-
der Conservador.
Uno de los primeros asuntos que el Poder Conservador enfrentaría fue un
empréstito que el Gobierno negoció con Thomas Worral, súbdito inglés que
facilitó £ 130,000.00 a nuestro país. Sin embargo, tanto el Congreso como
el Supremo Poder Conservador consideraron nulas las negociaciones y el
empréstito, pues interpretaron a la Constitución en el sentido de que, para
realizar negociaciones de esa naturaleza, el Gobierno requería autorización
El supremo poder conservador 95
expresa del Congreso.68 En 1840, el país tendría que enfrentar nuevos pro-
blemas. La crisis política generó una gran inseguridad y un alto grado de cri-
minalidad. Para reprimir la deplorable condición del país, el Congreso dictó
una ley el 13 de marzo de 1840 que establecía el fuero militar para todos los
delincuentes patrimoniales y que dio en llamarse «ley de ladrones». Debido a
la protesta que provocó la expedición de esa ley, la Suprema Corte consultó al
Poder Conservador sobre su validez, que el 13 de mayo declaró su nulidad. 69
Mientras el Poder Conservador se abatía entre la pobreza extrema y anu-
laba los actos del Ejecutivo, los pronunciamientos a favor del federalismo se
multiplicaban. Según Cecilia Noriega, entre 1837 y 1841 hubo 84 pronuncia-
mientos.70 El 28 de septiembre de 1841 las Bases de Tacubaya eliminarían a
los poderes constituidos por la Constitución de 1836. El Poder Conservador
colaboró con la rebelión al dictar el 30 de septiembre el cese de Anastasio
Bustamante como presidente, dando paso al dictador Santa Anna, que final-
mente suprimiría definitivamente al órgano arbitral. El paralelismo entre la
actuación de «su alteza serenísima» y la de Napoleón es claro.
El federalismo pareció renacer y, como toda lucha partidista, arrasó con to-
das las instituciones de 1836. Santa Anna amenazó con atacar la Constitución
desde la apertura de sesiones del Congreso Constituyente de 1842, que esta-
bleció un centralismo todavía mayor: «La Constitución de 1836 —dijo Santa
Anna— condujo a una ausencia de instituciones legítimas y a una administra-
ción inteligente activa y paternal y convirtió en un deber el uso peligroso del
derecho a la insurrección. La nación fue colocada por la Constitución en un
grado más bajo de degradación que la misma servidumbre».
68
Examen del mérito que puedan tener los fundadores con que se ha declarado nulo el préstamo de ciento
treinta mil libras esterlinas hecho por don Tomas Worral al Supremo Gobierno de la República, Méxi-
co: Impreso por J. M. Lara, 1839, 56 pp. Fondo Lafragua 239 LAF. Véase también Examen
analíticos del préstamo de ciento treinta libras esterlinas, y vindicación de los supremos poderes de
la República que intervinieron en la declaración de su nulidad que hizo el conservador, México:
Imprenta de Ignacio Cumplido, 1840, 52 pp. Fondo Lafragua 10 LAF.
69
Documentos oficiales que se publicaron por orden del Supremo Gobierno sobre la declaración hecha por
cuatro de los excmos. Sres. miembros del Supremo Poder Conservador el 13 del pasado mayo, relativo
a la ley igual fecha de marzo, sobre ladrones, México: Impreso por Ignacio Cumplido. 1840.
Fondo Lafragua 298 LAF. Sobre la estrategia conjunta que, establecida entre el Supremo
Poder y la Alta Corte de Justicia, permitía contrapesar a los poderes Ejecutivo y Legislativo,
se ha explayado Pablo Mijangos y González, Historia mínima de la Suprema Corte de Justicia
de México, México: El Colegio de México, 2019, p. 30. Mijangos también aborda la animad-
versión que suscitó en las administraciones de Anastasio Bustamante y Antonio López de
Santa Anna, lo que llevó a su defenestración en 1841. México se quedó a partir de enton-
ces, sin un órgano de control constitucional verdaderamente operativo.
70
Cecilia Noriega, El Constituyente de 1842, México: UNAM, 1986, p. 18.
96 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Esta crítica a la Constitución de 1836 fue interpretada de manera diferen-
te, tanto por tirios como por troyanos. Los federalistas —y aun los moderados
como Otero, Lafragua y de la Rosa— aprovecharon para vindicar la continua-
ción del federalismo. El camino fue señalado por el departamento de Guana-
juato en una comunicación al Congreso fechada el 19 de octubre de 1842, en
la que propuso que la mejor Constitución sería la que lograra el justo medio
entre las Constituciones de 1824 y 1836, lo cual, implicaría la Federación pur-
gada de los vicios del pasado y acomodada a las nuevas circunstancias.
Por otro lado, los diputados y juristas como Juan N. Rodríguez de San Mi-
guel, Fernando Ramírez, Joaquín Baranda y José María Bocanegra entendie-
ron, con Santa Anna, que era necesario intensificar el centralismo y depurar
la Constitución de 1836 de sus tintes federalistas.
La mejor defensa que se hizo de la Constitución de 1836 —y, particular-
mente, del Supremo Poder Conservador— provino de Carlos María de Busta-
mante en 1842:
a) El Conservador ha sido un poder popular, pues los poderes que inter-
vienen en la designación de sus integrantes son populares.
b) No es un gran elector, sino que solo califica las elecciones de los sena-
dores.
c) El efecto de la decisión de nulidad de una ley es meramente declarati-
vo. El Conservador no anula leyes ni actos: únicamente declara nulas
a las leyes que presentan vicios de constitucionalidad.
d) En su actuación, el Poder Conservador requiere ser excitado por los
otros órganos de gobierno y, en consecuencia, no es oficioso.
Recurriendo a su capacidad para la retórica, Bustamente sintetizo la defen-
sa del nuevo Poder del siguiente modo:
«¿Y qué ha hecho en medio año ese monstruoso devorador, soberano de cinco
cabezas, tirano despótico, omnipotente?, nada absolutamente nada. ¡Dónde
están los presidentes que ha dispuesto, las Artes de Justicia que ha suspendido,
los Congresos que ha disuelto, las leyes y los actos que ha anulado, etc.?».71
71
Carlos María de Bustamante, Análisis crítico de la Constitución de 1836, en que se demuestra la
injusticia y sinrazón con que ciegamente, y como en tumulto o asonado se le ha censurado por escri-
tores, que o no la han leído, o no la han entendido, y a que dio lugar el pronunciamiento que contra
ella hizo el señor D. Anastasio Bustamante desde que tomó el mando. 1842. s.p.i.
El supremo poder conservador 97
Como hemos visto en este capítulo, la Segunda Ley Constitucional organi-
zaba y regulaba las facultades del Supremo Poder Conservador. El juramento
de sus integrantes describía la naturaleza de sus funciones:
1. Sostener el equilibrio constitucional entre los poderes sociales.
2. Mantener y restablecer el orden constitucional en los casos que fuere
turbado.
Estas facultades entraron en operación de forma inmediata, pues tras el
deceso del presidente interino Miguel Barragán el 1 de marzo de 1836, y la su-
cesión de José Justo Corro en la presidencia por breve tiempo, el 13 de enero
de 1839 el Supremo Poder Conservador tuvo que declarar «que es voluntad
de la Nación» llamar a Antonio López de Santa Anna a la Presidencia. Como
se verá posteriormente, esta convocatoria facilitó el recrudecimiento del cen-
tralismo.
A partir del 24 de septiembre de 1835, la comisión del Congreso encarga-
da de la organización de la República —integrada por Tagle, Pacheco Leal,
Cuevas, Anzorena y Valentín— sometió a discusión los dictámenes tanto para
marcar la transición de los gobiernos estatales al nuevo régimen centralista
como la discusión sobre las primeras leyes constitucionales.
Los gobernadores de los estados continuarían en el ejercicio de su encargo
aunque hubiera expirado el tiempo de su mandato hasta que aprobaran las
nuevas normas constitucionales. Este no fue el caso de las Legislaturas, que se
disolvieron, si bien nombraron junta departamental formada por cinco miem-
bros que fungirían como Consejo de Gobierno.
Se pensó llevar a cabo una transición sutil que no reflejaba la realidad de
los duros años por venir.
98 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Capítulo Octavo
LA JOYA DE LA REPÚBLICA CENTRAL
SOBRE LOS DERECHOS HUMANOS
Desde un principio, se declara que la nación mexicana es soberana e in-
dependiente, pero que «no profesa ni protege otra religión que la católica,
apostólica y Romana, ni tolera el ejercicio externo de otra alguna». Esta into-
lerancia sirvió para que la Santa Sede reconociera al país y, aunque fue estra-
tégica, restringió en gran medida la libertad fundamental de religión, que no
fue consagrada sino hasta 1873 después de un intenso debate sobre el artículo
5º del proyecto de Constitución de 1857, que no prosperó.
Los derechos humanos fueron reconocidos en la Primera Ley Constitu-
cional como base de la constitución centralista que se aprobaría, a imagen
y semejanza la Constitución francesa del 24 de junio de 1793, que ubicó la
Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano al principio de su ar-
ticulado para garantizar el bienestar común de las personas e instituir un go-
bierno que respete el disfrute de los derechos naturales e imprescriptibles del
ser humano, según reza el artículo primero.
La Ley Primera fue presentada el 17 de octubre de 1835. Desde el princi-
pio, la crítica más severa provino del periódico El Anteojo, concretamente de
sus números 21, 22 y 23, como relata Alfonso Noriega Cantú en su obra sobre
el conservadurismo mexicano.72 Fundamentalmente, la crítica se centró en el
contraste que hizo el citado diario entre los derechos consagrados en la Ley
centralista y la Constitución de 1824.
Sánchez de Tagle se encargó de refutar esta crítica de forma devastado-
ra, pues, como recordó, era bien conocido que la Constitución de 1824 no
incorporó una declaración de derechos humanos, sino que remitió a las de-
claraciones de los estados, mientras que la Ley Primera pretendió ofrecer
una declaración de derechos como fundamento de las instituciones. En ella
quedó consagrada la universalidad de los derechos humanos —reconocidos
72
Alfonso Noriega Cantú, El Pensamiento conservador y el Conservadurismo Mexicano, v. I, México:
UNAM, 1993, pp. 122-123.
100 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
a todas las personas, nacionales y extranjeros—.73 Con un planteamiento sin
parangón en paralelo en las leyes constitucionales de la época, la Ley Primera
declaró:
«A todos los transeúntes, estantes y habitantes del territorio mexicano, mien-
tras respeten la religión y las leyes del país, la nación les guardará y hará guar-
dar los derechos que legítimamente les correspondan; el Derecho de gentes y
el internacional designan cuáles son los de los extranjeros; una ley constitucio-
nal declarará los particulares del ciudadano mexicano».
Esta formulación implicaba la continuidad del principio en virtud del cual,
México protegió los derechos humanos sin distinción de nacionalidad, exten-
diendo su protección hasta los transeúntes, principio que desde 1825 plasma-
ron las constituciones estatales de la Primera República Federal. En el curso
de la discusión sobre estos derechos, el senador y constituyente Guadalupe
Victoria reivindicó, junto al diputado Garza Flores, el reconocimiento de la li-
bertad de imprenta libre de toda censura. El sector conservador no dejó pasar
esta garantía contra la tiranía que se acercaba y la propuesta fue desechada
por mayoría de 52 votos contra 20 en la sesión del 8 de octubre de 1835.
El 24 de octubre de 1835, se aprobó la Primera Ley Constitucional por 60
votos contra 4 y también fue aprobada por unanimidad la disposición que
determinó que los extranjeros gozarían de todos los derechos naturales, ade-
más de los que estipulasen en los tratados internacionales. Si bien, se limitó el
derecho de adquirir propiedad raíz para los extranjeros, la ley constitucional
permitía disfrutarla al extranjero si se naturalizaba mexicano y se casase con
una nacional mexicana.
La convencionalidad solo se aplicó a los extranjeros y no beneficiaba a los
mexicanos; el constreñimiento a lo pactado en tratados bilaterales no permi-
tía el goce de ese beneficio a los nacionales. Posteriormente, se reconocería la
protección universal a través de los tratados multilaterales y las declaraciones
de derechos humanos internacionales, entendidas como principios generales
del Derecho Internacional, para ampliar su titularidad en beneficio de todos.
73
El artículo 12 de la primera Ley Constitucional estableció: «Los extranjeros introducidos
legalmente en la República, gozan de todos los derechos naturales y, además los que se
estipulen en los tratados, para los súbditos de sus respectivas naciones; y están obligados
a respetar la religión, y sujetarse a las leyes del país, en los casos que puedan correspon-
derles». Leyes Fundamentales de los Estados Unidos Mexicanos y Planes Revolucionarios que han
influido en la Organización Política de la República. Boletín de la Secretaría de Gobernación.
s.p.i.
La joya de la república central 101
Ambos constituyentes, Victoria y Flores, se distinguieron por protagonizar
votaciones contra el centralismo y en defensa de los derechos humanos, aun-
que fueron superados por la mayoría.
No obstante, hasta 1846 el disfrute de los derechos se restringió a saber
leer y escribir español (sesión del 13 de noviembre de 1835, con motivo de la
discusión del artículo 7º.), previsión que seguramente dejaba al margen de
su titularidad a la población indígena y, suponemos, a los propios extranjeros
que no hablaran nuestro idioma.
Un aspecto interesante, es la interpretación de Sánchez de Tagle respecto
del voto y los derechos asociados al mismo. Según su pensamiento, un gobier-
no es legítimo, aun cuando esté respaldado por una minoría. Su oposición al
pensamiento de Jean Jacques Rousseau sobre la fuerza de una mayoría como
voluntad general y expresión única de la ley, contrasta en este punto de ma-
nera notable.
Dado de que el sufragio activo es un derecho personalísimo de cada ciuda-
dano, este puede ejercerlo o no, lo que implica que una elección no será nula
por el hecho de que la gran mayoría de ciudadanos no haya emitido su voto,
afirma Sánchez de Tagle. Este curioso «voto negativo» tiene implicaciones
modernas cuando la abstención cobra una dimensión que no constituye el
desacato a una obligación ciudadana, sino la manifestación de desaprobación
a una política o a un candidato que se presenta a unos comicios.
En el imaginario centralista, la ciudadanía no se otorga universalmente a
las personas —en contraste con el disfrute de los demás derechos—, sino que
su condición queda condicionada a que la persona tenga una renta anual en
numerario de 100 pesos o un patrimonio mobiliario, así como a que sepa leer
y escribir —se sobreentiende que, en español, como hemos dicho arriba—.
102 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Capítulo Noveno
PODER LEGISLATIVO
La Tercera Ley Constitucional —cuyo proyecto fue presentado el 20 de
octubre de 1835— hacía referencia al Poder Legislativo. Entre los requisitos
para ser diputado o senador, figuraba la exigencia de tener un capital fijo
de renta anual mínimo de $1,500.00 (diputados), $2,500.00 (senadores) y
$4,000.00 (presidente).
Los diputados o representantes serían electos con base en el volumen de
población, a razón de un diputado por cada ciento cincuenta mil habitantes
o por cada fracción de ochenta mil habitantes. Cada departamento tendría,
sin embargo, un diputado sin importar su población. Habría 24 senadores de
las entidades que existían y que fueron transformadas en departamentos en
virtud del decreto del 30 de septiembre de 1836.74
Los senadores, por su parte, serían electos con base en tres listas: una in-
tegrada por la Cámara de Diputados, otra por el Poder Ejecutivo en consulta
con su Consejo de Ministros y la última, por la Suprema Corte de Justicia.
Estas listas serían remitidas a las juntas departamentales o asambleas legislati-
vas de cada departamento, que harían la selección correspondiente. Una vez
realizada la elección, la lista definitiva de senadores pasaría al Supremo Poder
Conservador, que elevaría la elección a definitiva. Cada dos años se renovaría
por tercios la Cámara de Senadores.
Las sesiones del Congreso General funcionarían desde el 1 de enero al 31
de marzo en un período prorrogable y, el segundo período iniciaría el 1 de
julio y se prolongaría hasta que fuera necesario. Las leyes serían discutidas
exclusivamente por la Cámara de Diputados y el Senado sería una Cámara
74
Decreto del 30 de diciembre de 1836 que convirtió las entidades federativas en departa-
mentos. Art. 1º. El territorio mexicano se divide en tantos Departamentos cuantos eran los
Estados, con las variaciones siguientes:
Art. 2º. El que era Estado de Coahuila y Texas, se divide en dos Departamentos, cada uno
con su respectivo territorio. Nuevo México será Departamento. Las Californias, Alta y
Baja, serán un Departamento. Aguascalientes, será Departamento, con el territorio que
hoy tiene. El territorio de Colima se agrega al Departamento de Michoacán. El territorio
de Tlaxcala se agrega al Departamento de México. La capital del Departamento de Méxi-
co es la ciudad de este nombre. Leyes Fundamentales de los Estados Unidos Mexicanos y Planes
Revolucionarios, op. cit., p. 201
104 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
revisora, por lo que no sería Cámara de origen en la discusión de ninguna ley.
El segundo período del Congreso se destinaría al examen y aprobación del
presupuesto, previsión que brindaba un amplio margen discusión, mayor del
que dispone ahora la Cámara de Diputados. Se reconocía la iniciativa popular
a cualquier ciudadano que sometiera sus proyectos a la consideración de al-
gún diputado o ayuntamiento de capital y estas instancias los calificaran como
«útiles» para ser analizado por la Junta Departamental respectiva y, finalmen-
te, ser considerados como iniciativa de ley o decreto.
Al revisar los proyectos de ley, la Cámara de Senadores solo podría apro-
barlos o desaprobarlos en su conjunto, como un todo, y no estaría facultado
para hacer modificaciones parciales. Sin lugar a duda, este veto formidable
otorgado al Senado entorpeció el ejercicio de la función legislativa. En caso
de desaprobación, se devolvería el proyecto de ley a la Cámara de Diputados
con un extracto circunstanciado de las razones y, si se tratara de «variaciones»
o reformas constitucionales, tendrían que ser sancionadas al Supremo Poder
Conservador. Es muy interesante la disposición contenida en la Segunda Ley
Constitucional referida a la diferencia entre ley y decreto. De acuerdo con el
primer tramo del artículo 72 de la Constitución actual, toda resolución del
Congreso (General) tendrá el carácter de ley o decreto. La Ley Constitucio-
nal define que el término ley «corresponde a las que versen sobre materias
de interés común, dentro de la órbita de atribuciones del poder legislativo»,
mientras que el decreto «corresponde a los que dentro de la misma órbita (le-
gislativa) sean solo relativos a determinados tiempos, lugares, corporaciones,
establecimientos o personas».
La diputación permanente se integra por cuatro diputados y tres senadores
y tiene a su cargo el desempeño facultades de convocatoria y otorgamiento de
licencia a los diputados para salir de la sede del Congreso. Queda, sin embar-
go, encomendada para controlar las infracciones de la Constitución durante
los recesos del Congreso.
El Congreso General tendría la facultad de aprobar, reprobar o reformar
las leyes dictadas por las juntas departamentales, que quedaban, por lo tanto,
sometidas a la autoridad legislativa del Poder Legislativo central.
Capítulo Décimo
PODER EJECUTIVO
El Poder Ejecutivo se organizó a través de la Cuarta Ley Constitucional.
El mandato del presidente tendría una duración de ocho años en el encargo
y ejercería un poder político vertical dotado de unas facultades de nombra-
miento espectaculares: nombraría a los gobernadores de los departamentos
previa consulta con las juntas departamentales. A su vez, los gobernadores
nombrarían a los titulares de los puestos municipales o prefectos con apro-
bación del presidente, y podrían ser reelectos. Finalmente, los subprefectos
serían nombrados con aprobación del gobernador del departamento.
En la época aquí analizada, los presidentes de México enfrentaron serios
retos en la vida política del país, al igual que los habían encarado los presiden-
tes federalistas: José Justo Corro75 (1835-1836) negoció el reconocimiento de
la Independencia de México por parte de España, materia largamente pen-
diente desde los inicios de nuestra República. Anastasio Bustamante, electo
el 9 de abril de 1837, para fungir en el cargo durante 8 años por primera vez,
según la organización de las Siete Leyes Constitucionales, enfrentó la Guerra
de los Pasteles (1838) contra los intereses franceses, la invasión de Chiapas
por parte de Guatemala y la sublevación de José Urrea.
A Urrea debe reconocérsele su empeño para evitar la separación de Texas y
su carrera militar exitosa en la que destacan cinco batallas ganadas por el Ejér-
cito mexicano contra los rebeldes dirigidos por Sam Houston. Solo la desafor-
tunada intervención de Santa Anna malogró el éxito de las fuerzas mexicanas.
Bustamante distrajo cinco meses el gobierno del país por enfrentar estas even-
tualidades y por apoyar a Santa Anna. Urrea se sublevó contra las decisiones
de Santa Anna, apoyadas por Bustamante y Vicente Filisola, que dejó perder
la provincia de Texas a manos de los sublevados anglosajones.
75
Corro fue presidente interino y, por lo tanto, nombrado por el Congreso. Había sido
antecedido por Miguel Barragán, otro presidente interino que suplió a Antonio López de
Santa Anna. El supuesto del interinato para la presidencia estaba previsto en los artículos
10 y 11 de la Cuarta Ley Constitucional. Se utilizaba una terna elegida por la Cámara de
Diputados, de la cual el Senado escogía al interino.
106 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
En 1840 se hizo cargo de la presidencia el héroe de la Independencia na-
cional, Nicolás Bravo, que, por su afán de consolidar poder político, estuvo
involucrado como primer vicepresidente en la sublevación contra el Presiden-
te Guadalupe Victoria (1828), así como en el asesinato de Vicente Guerrero
(1831) y en el golpe de Estado contra el Congreso en 1842, cuya clausura
ordenó justo cuando se disponía a discutir el texto de una nueva Constitución
que suplantaría a las Siete Leyes.
Siguiendo la tradición instaurada en la Constitución de 1824, las Siete Le-
yes centralistas implantaron un Consejo de Gobierno que asesoraba y dicta-
minaba sobre los asuntos sometidos al mismo por el presidente. Estaba com-
puesto por trece consejeros que formaban parte de las clases significativas de
la sociedad, como eclesiásticos y militares. Eran electos por el presidente de la
República de una lista de 39 individuos seleccionados por el Congreso.
Se requirió solo a cuatro ministros o secretarios de Estado y la Ley Constitu-
cional enfatizó que su designación competería exclusivamente al presidente.
El triste papel de los presidentes del período centralista no contribuyó preci-
samente a lustrar su ejecutoria.
Las Leyes Constitucionales diseñaron un sistema de elección presidencial
basado en ternas que, en principio, podrían brindar imparcialidad a los elec-
tores, pero que, bajo la influencia del dictador que rigió los destinos del país
en la época, apenas podían garantizar la libertad electoral. El artículo 2º de-
terminaba que el presidente en funciones, en consulta con su Consejo y sus
ministros, propondría una terna, además del Senado y la Suprema Corte de
Justicia.
Las tres ternas resultantes se someterían a la Cámara de Diputados, que
reformularía una nueva terna para enviarla a las juntas departamentales, que
escogerían a un solo individuo. El resultado sería escrutado por las dos cáma-
ras en sesión conjunta.
Aunque complicado, el procedimiento de selección era ideal, al menos
teóricamente, para evitar imposiciones. Sin embargo, el procedimiento no
contaba con el apoyo del dictador que manipulaba entre bastidores para ha-
cer nugatoria la neutralidad que ofrecía. Lo mismo sucedió con Napoleón en
Francia, a pesar de los diseños constitucionales de Sieyés y Constant.
Podemos concluir señalando que, en esta epopeya constitucional, que di-
vidió al país y enfrentó las tradiciones de México —por un lado, la centralista,
de filiación ideológica conservadora; por otro, la federalista, recién trasplanta-
da de las instituciones anglosajonas y vinculada a los deseos de independencia
y la materialización del liberalismo a los que aspiraba la otra mitad del país—,
Poder ejecutivo 107
el centralismo avanzó en la creación de muchas instituciones aún existentes
en la actualidad. Lo mismo podríamos decir del federalismo y el liberalismo,
que penetró en las constituciones aprobadas a partir de 1836.
Algunas instituciones y denominaciones de las leyes y constituciones cen-
tralistas sobreviven actualmente; entre ellas, cabe mencionar las siguientes:
1. La Procuraduría General de la República, creada por la ley que ins-
piró Teodosio Lares en 1853. Fue transformada por Porfirio Díaz el
22 de mayo de 1900 para separarla de la Fiscalía y Procuraduría de
la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Actualmente es la Fiscalía
General de la República, instituida el 20 de diciembre de 2018 como
«órgano autónomo».
2. Banco de Avío y Desamortización de la Moneda del Cobre, creado en
1830 a instancias de Lucas Alamán. Fue el primer banco de desarro-
llo e impulsó el crecimiento de la industria y economía. Del mismo
modo, el establecimiento de la Secretaría de Fomento (1853) fue una
iniciativa política impulsada por ilustres conservadores.
3. El Control de la constitucionalidad no había ido más allá de un mo-
desto control del Congreso General, algunas veces usurpado por el
Poder Ejecutivo,76 pero la Segunda Ley Constitucional de 1836 le con-
firió la categoría de una función constitucional asignada a un poder
neutro, autónomo y dotado de inmensas facultades para conservar el
orden y la estabilidad.77
4. Los derechos humanos alcanzaron plenamente su dimensión consti-
tucional con la primera Ley Constitucional de 1836, encabezando el
texto de la norma fundamental, que los dotó de una importancia de
la que carecían bajo el sistema de la Constitución 1824.
5. La regulación del municipio fue igualmente rescatada por las consti-
tuciones centralistas.
El centralismo se reforma y, finalmente, se acrecienta desde la presiden-
cia de la República. Las Siete Leyes Constitucionales cambiaron la forma de
gobierno y favorecieron la centralización del país. El Supremo Poder Con-
76
Manuel González Oropeza y César Camacho, El control constitucional, Toluca: Colegio Mexi-
quense, en prensa
77
Las causas de la debilidad de nuestra judicial review, comenzando por la lectura parcial de
Tocqueville entre 1837 y 1857, pueden leerse en José Antonio Aguilar Rivera, Ausentes del
Universo. Reflexiones sobre el pensamiento político hispanoamericano en la era de la construcción
nacional, 1821-1850, México: CIDE-FCE, 2012, pp. 35-49.
108 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
servador fue instrumental para centralizar aún más el poder político. En este
sentido, complementó la voluntad política de Santa Anna desde el 1 de julio
de 1839. El Congreso General pidió al Supremo Poder Conservador que au-
torizara una reforma constitucional y el 18 de septiembre de 1839 publicó su
decreto. Respetables académicos apoyaron igualmente la nueva reforma cen-
tralista, como el rector del Colegio de San Gregorio, Juan Rodríguez Puebla,
el 15 de mayo de 1839. No obstante, la reacción federalista comenzaba a ma-
nifestarse: el 22 de febrero de 1840, Santiago Imán se rebeló, apoyado por las
comunidades indígenas, para reivindicar la restauración del sistema federal.
Le siguió el levantamiento de la Ciudadela en la Ciudad de México el 23 de
marzo de 1840. La revuelta en Yucatán motivó posteriormente la separación
del estado de la República y la proclamación de su autonomía.
Como anotó Manuel Sánchez de Tagle, las constituciones mexicanas se
han aprobado en periodos de paz y de guerra, pero todas han sido precedi-
das por movimientos revolucionarios. Así se refirió a la misma Constitución
federal de 1824, sustentada por el Plan de Casa Mata, pero también a las Leyes
Constitucionales de 1836, que fueron producto del Plan de Cuernavaca, apro-
bado por el Congreso General el 27 de abril de 1835, tal como se ha señalado
anteriormente.
A estos desarrollos institucionales seguirían la formación de las Bases Or-
gánicas de 1843 con el Plan de Tacubaya, el Plan de Jalisco, que inspiró las
Bases de Administración de 1853, el Plan de Ayutla con la segunda Constitu-
ción federal de 1857 y, por último, el Plan de Guadalupe, sustento de la actual
Constitución, también federal, de 1917. Muchos presidentes del siglo XIX, e
incluso del XX, accedieron al cargo después a través de golpes militares. Por
ello, México no logró su desarrollo democrático e institucional sino tardía-
mente, y su historia se ha caracterizado por la falta de consolidación de sus
instituciones públicas.
Poder ejecutivo 109
jeandegoudin.wordpress.com 2014/04/17
Capítulo Undécimo
LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA
Bajo el centralismo, la justicia era administrada —más que impartida— por
voluntad del Poder Ejecutivo. La organización federal del anterior sistema de
justicia (1824) estaba conformada por tribunales de circuito y juzgados de dis-
trito creados por ley federal del 20 de mayo de 1826. Se organizó así, un mode-
lo federal de tribunales distribuidos en ocho circuitos y con un juez de distrito
en cada estado. La administración de justicia fue posteriormente regulada en
el período previo al centralismo a través de la ley federal del 22 de mayo de
1834, que eliminó la estructura doble federal, dado que las leyes centralistas
suprimieron los tribunales de circuito, así como los juzgados de distrito.
En su lugar, se establecieron tribunales superiores de los departamentos,
tribunales de hacienda y los juzgados de primera instancia en toda la Repú-
blica. El órgano de mayor rango jerárquico del sistema era la Corte Suprema
de Justicia, integrada por once ministros y un fiscal. Entre los requisitos que
deberían cumplir los ministros figuran los siguientes: ser mayor de 40 años —
igual que del presidente de la República— y ser letrado en Derecho con una
experiencia no menor de diez años. Excepcionalmente, no era necesaria la
nacionalidad mexicana por nacimiento.
El 10 de octubre de 1835, se aprobó por unanimidad el artículo 7º de la
Quinta Ley Constitucional, de acuerdo con el cual, el ejercicio del Poder Ju-
dicial residiría en una Suprema Corte y en los tribunales y jueces que estable-
ciera una ley constitucional, misma que fue expedida el 23 de mayo de 1837.
La Suprema Corte se organizó en tres salas con distinto número de integran-
tes: la primera, de cinco miembros, y la segunda y tercera, de tres miembros.
La Suprema Corte sustanciaba las «dudas de ley» provenientes de los de-
más tribunales de la República y calificaba sus decisiones como fundadas o
infundadas para pasarlas a la Cámara de Diputados que, junto con su opi-
nión, promovía la declaración que corresponda (artículo 12, fracción XV).
La Ley Constitucional prohibió a la Suprema Corte que aprobara cualquier
reglamento y que dictara providencias de disposiciones generales ni siquiera
sobre materias de administración de justicia, excepción hecha de su gobierno
interior. A estos efectos, se expidió un Reglamento el 15 de enero de 1838.
Capítulo Duodécimo
LA TRANSICIÓN
LA ÚLTIMA ESPERANZA DEL FEDERALISMO
Como sostiene Michael Costeloe, en el verano de 1841, el centralismo ha-
bía perdido todo apoyo popular.78
En un lapso aproximado de cuatro años desde la aprobación de las Leyes
Constitucionales, empezó a discutirse su reforma. Los dos proyectos presenta-
dos en 1842 fueron la última esperanza del federalismo en un escenario domi-
nado por el centralismo, que se exacerbó en los años siguientes. Formalmen-
te, el primer proyecto de reforma fue presentado el 25 de agosto de 1842 por
Antonio Díaz, Joaquín Ladrón de Guevara y José F. Ramírez. Aun con algunas
modificaciones, la propuesta conservó el esquema centralista, que obtuvo el
voto mayoritario del Congreso.
Sin embargo, el modelo implantado en 1836 fue criticado desde otra perspec-
tiva. Así, el 26 de agosto de 1842 Mariano Otero, Espinosa de los Monteros y Mu-
ñoz Ledo presentaron otro proyecto contrapuesto al anterior, conocido como
«el voto de la minoría». En su discurso del 2 de noviembre, José María Lafragua
expuso la ideología de los dos proyectos. Aunque eran diferentes, ambas pro-
puestas trataron de conciliar, pero las circunstancias del país no lo permitieron.
El voto de la minoría defendía el sistema federal de gobierno y planteaba
reformas para hacerlo viable. En cuanto a los derechos humanos, proponía
una fórmula en el artículo 4º que sería retomada en la Constitución de 1857:
«La Constitución reconoce los derechos del hombre como la base y el objeto
de las instituciones sociales. Todas las leyes deben respetar y asegurar estos de-
rechos y la protección que se les concede».
Se reconocía igualmente la existencia de un Poder Electoral, entendido
como la agrupación de ciudadanos que emitían su voto en las respectivas cir-
cunscripciones que les correspondían. El voto de la minoría enfatiza la nece-
sidad de crear una «guardia nacional» que, junto al Ejército permanente, se
78
Michael Costeloe, The central Republic in Mexico 1835-1846. «Hombres de bien» in the age of
Santa Anna, Cambridge: Cambridge University Press, p. 167
114 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
encargaría de salvaguardar la integridad e independencia nacional en caso de
peligro inminente.
El Reglamento de la guardia nacional—institución de profundas raíces his-
tóricas— sería expedido por el Congreso con base en un proyecto elaborado
por Mariano Otero. De acuerdo con el artículo 75 del proyecto presentado
por el voto de minoría expuesto en 1842, la guardia nacional estaría «com-
puesta por todos los ciudadanos del estado secular que no estén suspendidos
en sus derechos, con 21 años de edad hasta 60, destinada a la conservación de
las instituciones y del orden público en el interior del Estado».
Como medida de control constitucional de la mayor importancia, el artícu-
lo 81 del proyecto, que fue recogido posteriormente en el Acta de Reformas
aprobada en 1847, disponía:
«Si dentro de un mes se reclama como anticonstitucional una ley o una orden,
por el presidente con su Consejo o 18 diputados o 6 senadores o 3 Legislatu-
ras, ante la Suprema Corte, esta mandará a revisión ante las Legislaturas de los
Estados, para que en 3 meses den su voto y dictaminen si es o no anticonstitu-
cional».79
BASES DE ORGANIZACIÓN80
El Proyecto de Reorganización de la Nación Mexicana presentado el 11
de enero de 1843, después del golpe de Estado concertado por Nicolás Bra-
vo, fue elaborado por Sebastián Camacho, Pedro Vélez, Manuel de la Peña y
Peña, Simón de la Garza, Manuel Posada, Manuel Baranda, José María Boca-
negra, Gabriel Valencia, Cayetano Ibarra y José María Tornel y Mendívil.
Si bien el capítulo de los derechos humanos era una interesante exposi-
ción que reiteraba la prohibición de la esclavitud, ya abolida durante el pe-
ríodo federalista en 1829. También determinaba que no se permitía escribir
sobre la vida privada de ninguna persona, disposición que sería conveniente
recordar hoy en día; asimismo, prohibía la autoincriminación («ninguno ten-
drá obligación de confesarse delincuente») y disponía que no serían cateadas
las casas y los papeles de ningún individuo, sino en los casos y con los requisi-
tos «literalmente» prevenidos en las leyes.81
79
Isidro Montiel y Duarte, Derecho Público Mexicano, t.III, México: Imprenta del Gobierno,
1871, p. 269.
80
Los debates sobre el tema se reproducen en los documentos anexos a la presente obra.
81
op. cit., p. 323.
La transición 115
Una disposición de gran interés es el artículo 22 de las Bases, que, a seme-
janza del artículo 33 de la Constitución de 1857, estableció que los extranjeros
gozarían de los derechos que les concedían las leyes y sus respectivos tratados.
En cuanto a las garantías del proceso penal, las Bases establecían que el
lugar de detención sería distinto al reclusorio, previsión que en muchas oca-
siones no se cumple en la actualidad.
Igualmente, prohibió la pena de confiscación, base de la sustanciación del
juicio de amparo promovido por Antonio Lozano en 1870, que sirvió de apo-
yatura para los brillantes alegatos de Ignacio L. Vallarta, donde se insertó la
supremacía constitucional al estilo de la revisión judicial de los Estados Uni-
dos.82
En cuanto a la pena de muerte, se establece la prescripción sorpresiva de
que se impondría «sin aplicar ninguna otra especie de padecimientos físicos
(tortura), que importen más que la simple privación de la vida (sic)»
Los cargos de magistrado y juez tendrían carácter perpetuo para asegurar
la independencia judicial, aunque, por otra parte, la prevaricación por cohe-
cho, soborno o «baratería» desencadenaba el ejercicio de la acción popular
contra cualquier funcionario público que la cometiera.
En la sesión del 12 de abril de 1843, el Congreso aprobó los primeros dere-
chos propuestos en las Bases Orgánicas, entre ellos, la prohibición de la escla-
vitud y la libertad de imprenta sin censura previa, todos ellos por unanimidad.
La realidad política contradiría estas manifestaciones de las Bases.
Por su parte, las previsiones relativas a los derechos asociados al debido
proceso legal, el principio de legalidad de los impuestos y la inviolabilidad de
la propiedad fueron aprobadas en la sesión del 18 de abril de 1843.83
A pesar de estas magníficas disposiciones, la dictadura de Santa Anna se
disfrazó con el hermoso nombre de «Regeneración Política». Las Bases Orgá-
nicas fueron sancionadas el 12 de junio de 1843 por Santa Anna.
El debate quedaría abierto en los decisivos años de transición —entre 1843
y 1857—. Las páginas más trascendentes de la gran historia de México, estaría
por escribirse.
82
Informe pronunciado ante la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por el Lic.
Ignacio L. Vallarta en el juicio seguido contra don Antonio Lozano sobre el secuestro de todos sus
bienes conforme a la ley de 31 de enero último, México: Imprenta de Ignacio Escalante y Cd.,
1870 p. 5
83
Montiel y Duarte, op. cit., p. 349.
116 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
es.wikipedia.org
Capítulo Decimotercero
RECAPITULACIÓN SOBRE EL CONTROL
CONSTITUCIONAL DE LA REPÚBLICA
CENTRALISTA
«La paz pública y el orden se afianzarán, haciendo que las
leyes no sean el martirio de las costumbres, porque las me-
jores instituciones son las que retratan fielmente el genio de
los pueblos»
(Nicolás Bravo)
Si por «Moderantismo» entendemos la preocupación por mantener la irra-
diación de los principios constitucionales —a comenzar por la división de po-
deres y la garantía efectiva de los derechos fundamentales— sobre la totalidad
del orden jurídico, no cabe duda de que los intentos conservadores aprecia-
bles entre 1836 y 1843 pueden legítimamente adscribirse a tal corriente.
El Constitucionalismo mexicano había estado marcado hasta entonces por
un creciente legicentrismo. La Constitución de Cádiz de 1812 previó solamente
un tímido atisbo de control constitucional vehiculado a través de la facultad
de denunciar a las cortes generales las infracciones constitucionales que las
diputaciones provinciales apreciaran en el extenso territorio de la Monarquía
española. Los Elementos constitucionales del licenciado Ignacio López Rayón,
también de 1812, ni siquiera llegaban a esa lábil posibilidad: la Suprema Junta
Nacional Americana reunía en sí misma todos los Poderes, puesto que legisla-
ba, ejecutaba y juzgaba sin tener que rendir cuentas a nadie de su operación.84
El Reglamento del Congreso de Anáhuac, obra de José María Morelos con-
comitante a sus Sentimientos de la Nación (1813), introdujo un peculiar juego
de control a través del artículo 27: una suerte de poder de veto que era, a la
vez, una acción de inconstitucionalidad y un recurso de «Obedézcase pero no
se cumpla». A través de este dispositivo, el generalísimo de las armas encarga-
do del Poder Ejecutivo (a la sazón, el propio Morelos) podría accionar contra
una ley del Congreso que le pareciera «injusta o no practicable» y, por tanto,
84
Rafael Estrada Michel, Obedezco pero no cumplo. Lecturas para los programas de Iushistoria cons-
titucional en México, México: Tirant lo Blanch, 2020, esp. pp. 227-261.
118 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
exigir su anulación y su expulsión del sistema de fuentes. Por ley «injusta o
no practicable» entiende Morelos la ley inconstitucional, si hacemos caso al
numeral 12 de los Sentimientos: la «buena ley» es «superior a todo hombre» y,
por tanto, goza de supremacía constitucional, puesto que obliga a «constancia
y patriotismo», modera «la indigencia y la opulencia» y aumenta de tal mane-
ra el jornal del pobre que mejora las costumbres, evitando «la ignorancia, la
rapiña y el hurto».85
El mecanismo fue efímero, y con el decreto constitucional de Apatzingán
(1814), regresamos al criterio de la voluntad general (la del pueblo expresado
a través de sus legisladores) no objetable ni recurrible. El artículo 169 del pro-
pio decreto estableció la obligación para los jueces de no eludir la aplicación
de la ley so pretexto de la concurrencia de la equidad como criterio dirimente
del caso. La Constitución federal de 1824 ratificó ese robusto legicéntrismo
prácticamente ayuno de control constitucional, más allá de lo que ya se ha
expuesto en relación con el Consejo de Estado.
La principal prevención de la Constitución de 1824 era la evitación del en-
trometimiento del poder federal en los estados. La Suprema Corte de Justicia
fue concebida como un tribunal supremo en materia federal, y su regulación
contenía todo tipo de cautelas orientadas a asegurar que no interviniese en
la legislación estatal para anularla y, mucho menos, para declarar su incons-
titucionalidad. Así, por ejemplo, cuando la esclavitud fue abolida por el pre-
sidente Guerrero en 1829, se entendió que la abolición era materia federal y
que algunas entidades (tal fue el caso de Texas) podían conservar su régimen
esclavista.
Las Siete Leyes Constitucionales de 1836 centralizaron las competencias y
formularon, por primera vez en nuestra historia constitucional independien-
te, un catálogo general de derechos humanos (entre los que se hallaba, por
supuesto, la prohibición de la esclavitud, una de las causas mayores del alza-
miento independentista de los colonos texanos).86 El federalismo de 1824 ha-
bía considerado que las declaraciones de derechos correspondían al ámbito
competencial de los estados.
La segunda de las Siete Leyes estableció un cuarto poder al que nos hemos
referido en detalle: el Supremo Poder Conservador. Dada su importancia en
85
Alonso Lujambio y Rafael Estrada Michel, Tácticas parlamentarias hispanomexicanas, Valen-
cia: Tirant lo Blanch, 2012. p. 45.
86
Will Fowler, Santa Anna, ¿Héroe o villano?, México: Crítica, 2018. p. 266.
Recapitulación sobre el control constitucional de la república centralista 119
la historia del control constitucional, conviene hacer un breve recuento de
sus funciones.
Este cuarto poder podía «declarar la voluntad de la nación» y aplicarla a
los casos concretos, así como anular actos del Ejecutivo y del Legislativo, pero
no del Judicial. De este modo, se respetaba el fundamento historicista del
ordenamiento mexicano, pues se entendía que la impartición de justicia (la
iurisdictio) es la verdadera tarea del Gobierno y que, por lo tanto, no debía ser
obstaculizada. La prevención jacobina contra las determinaciones de los jue-
ces no resulta apreciable en la Constitución de 1836. Se estima una búsqueda
del equilibrio entre poderes.
Es evidente que la existencia —y la actuación— del Supremo Poder Con-
servador, constituía una intrusión muy problemática para el dogma de la in-
falibilidad legislativa. Sus sesiones y votaciones serían siempre secretas, y sus
miembros, elegidos por el Senado a propuesta en terna seleccionada por la
Cámara de Diputados —que, a su vez, habría recibido las listas de candidatos
por parte de las juntas departamentales de las provincias— no tendrían un
vínculo directo y exclusivo ni con el Legislativo ni con el Ejecutivo.
De hecho, solo podrían integrar el Poder Conservador antiguos presiden-
tes o vicepresidentes de la República, o aquellos hubieran ocupado los cargos
de diputado, senador, secretario de Estado o ministro de la Alta Corte. Así,
el presidente de la nación en funciones tendría que resignarse a interactuar
con opositores o, de plano, con adversarios políticos de mucha experiencia y
trayectoria destacada. Se exigía que los miembros del cuarto poder poseyeran
una renta anual superior a los tres mil pesos, así como una edad no menor a
las cuatro décadas: el incentivo pecuniario o la ambición por escalar puestos
tampoco serían óbice para su autonomía.
Los cinco miembros del Supremo Poder Conservador se renovarían par-
cial y periódicamente (uno cada dos años). El órgano no podía actuar sino a
instancias del Ejecutivo, la Suprema Corte o del Congreso (determinado por-
centaje de legisladores) para declarar la nulidad de una ley o un decreto. Si
lo que se pretendía era anular un acto del Ejecutivo, la instancia correspondía
al Legislativo o a la Corte, cuyas actuaciones, salvo en el caso de usurpación
de funciones, no podrían ser revisadas por el Poder Conservador. De hecho,
el Supremo Poder podría suspender a la Suprema Corte cuando esta desco-
nociese a otro Poder o perturbara el Poder público, pero no podría casar ni
anular las sentencias judiciales en ningún caso.
En cambio, el Supremo Poder podía suspender las sesiones del Congreso
cuando conviniera al bien público, restablecer los poderes cuando hubieran
120 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
sido disueltos por una revolución, conceder o negar la sanción a las reformas
constitucionales, calificar las elecciones de los senadores y remover al Ministe-
rio de gobierno a instancias de la mayoría de las juntas departamentales.
Como puede apreciarse, el Poder Conservador podía ejercer unas potesta-
des extraordinarias sobre el Ejecutivo y el Legislativo para tratar de equilibrar
los poderes y lograr que el orden constitucional de la República se tornase, al
fin, funcional.
Las resoluciones del Conservador se tomaban por mayoría de tres miem-
bros. Ninguno de sus integrantes sería responsable de las mismas sino ante la
divinidad y la opinión pública, dado que no podían ser juzgados ni reconve-
nidos.
Con esta suerte de Tribunal Constitucional avant la lettre, la Suprema Corte
de Justicia se vio fortalecida, como ha demostrado Pablo Mijangos, pues por
primera vez en la historia del país, a la Corte le fue conferida la facultad de re-
visar las sentencias de los tribunales superiores de los departamentos a través
de un medio de impugnación específico: el recurso de nulidad. Se le atribuyó,
además, la competencia para controlar la regularidad constitucional de las
expropiaciones, esto es, una tarea de tutela sobre el derecho fundamental a la
propiedad. De este modo, la Alta Corte se convirtió «en un verdadero tribunal
Supremo de la nación».87
La Suprema Corte resultó ser una gran aliada para el Supremo Poder Con-
servador. Fue la instancia que en más ocasiones solicitó su intervención, prin-
cipalmente contra el Ejecutivo. A este respecto, Mijangos destaca cuatro casos
paradigmáticos: la acción contra el decreto limitativo de la libertad de prensa
(1839), la acción contra el decreto para que los delincuentes comunes fueran
juzgados por tribunales militares (1839), la invalidación de una ley que sujeta-
ba al fuero castrense a los salteadores de caminos (1840) y la denuncia contra
el decreto que desconocía la obligación de acatamiento de las resoluciones
del propio Poder Conservador (1840).88 En la medida en que se trataba de un
decreto que desconocía una obligación que las propias Siete Leyes imponían
so pena de crimen de alta traición, en este último caso, el Supremo Poder no
tuvo más remedio que fallar a su propio favor y dictar su sentencia de muerte.
87
Pablo Mijangos, Historia mínima, op. cit., pp. 29-30.
88
Ibidem, p. 30. Sobre la interpretación «bastante innovadora» y creativa del Poder Conserva-
dor, considerando que la Constitución de 1836 no contenía, en realidad, cláusulas de irre-
formabilidad, Martín Vivanco, «El Supremo Poder Conservador. Su coyuntura liberal», en
P. Hernández-Romo y R. Estrada Michel (coords.), Historia jurídica. Estudios en homenaje al
profesor Francisco de Icaza Dufour, México: Tirant lo Blanch, 2013. pp. 543-544.
Recapitulación sobre el control constitucional de la república centralista 121
La vigencia de las Siete Leyes fue efímera debido, precisamente, a que el
presidente Santa Anna, el Ejército y las Cámaras del Congreso se sentían incó-
modos por tener que acatar los designios del gran árbitro constitucional. Tras
el golpe de Estado encabezado por el propio Santa Anna junto a los generales
Mariano Paredes y Gabriel Valencia, el Supremo Poder Conservador fue di-
suelto en 1841, y se convocó una nueva Asamblea Constituyente encargada de
revisar la Constitución.
En el nuevo Constituyente se presentaron importantes propuestas enca-
minadas a la reinstauración del federalismo. El diputado Melchor Ocampo
sostuvo lo siguiente:
«No es imposible ni ridículo declarar soberanos a los Departamentos tan solo
porque su soberanía tenga restricciones, pues basta que en ciertas cosas sean in-
dependientes para que en ellas sean soberanos; tampoco es peligroso, y si se vuel-
ve tal con el tiempo, nuestras medidas de hoy serán insuficientes para entonces.
México no tiene más elemento de vida que el pueblo: todos los otros que quieren
presentarse como tales, son partes de aquel. No puede hacerse una transacción,
porque no hay con quien, ni quien represente aquí intereses diversos del públi-
co. La Federación no es una cosa abstracta; y mientras no se declare, es imposible
establecer del modo conveniente la división del Poder en general y local».89
Renacía así la cuestión del adecuado encaje constitucional de las compe-
tencias locales en el marco de un Estado compuesto y no unitario como el que
fue pergeñado en 1836. Con todo, el primer proyecto de la mayoría en la Co-
misión de Constitución (25 de agosto de 1842) mantuvo el sistema unitario, si
bien distribuyó las facultades de «conservación» (de la constitucionalidad, se
entiende) entre los «Supremos Poderes de la Nación» y los «departamentos»
(artículos 169-178). Lo propio hizo el segundo proyecto, del 2 de noviembre,
que ya fue suscrito por los comisionados disidentes (artículos 139-151). Así,
desaparecería el Supremo Poder Conservador, pero no sus atribuciones, pre-
visión que, evidentemente, inquietó a los santanistas.
En el proyecto alternativo en el que expresaron su voto particular fede-
ralista los diputados que integraban la minoría en la Comisión de Constitu-
ción (los moderados Muñoz Ledo, Espinosa de los Monteros y Otero) se hizo
constar el siguiente precepto en el título dedicado a «la conservación de las
Instituciones»:90
89
Melchor Ocampo, «Discurso que pronunció el sr. Diputado Ocampo en contra del pro-
yecto de la mayoría en la sesión del 10 de octubre de 1842», en Escritos políticos, México:
SEP-INEHRM-Siglo XXI, 2015, p. 52.
90
Felipe Tena Ramírez, Leyes fundamentales de México; México: Porrúa, 1808-2017. p. 368.
122 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
«Art. 81. Para conservar el equilibrio de los poderes públicos y precaver los
atentados que se dirijan a destruir su independencia o confundir sus faculta-
des, la Constitución adopta las siguientes medidas:
I. Todo acto de los Poderes Legislativo o Ejecutivo de alguno de los estados
que se dirijan a privar a una persona determinada de alguna de las garan-
tías que otorga esta Constitución, puede ser reclamado por el ofendido
ante la Suprema Corte de Justicia, la que deliberando a mayoría absoluta
de votos decidirá definitivamente del reclamo. Interpuesto el recurso, pue-
den suspender la ejecución los tribunales superiores respectivos […]
II. Si dentro de un mes de publicada una ley del Congreso general fuere
reclamada como anticonstitucional o por el presidente de acuerdo con su
consejo, o por diez y ocho diputados, o seis senadores, o tres Legislaturas,
la Suprema Corte, ante la que se hará el reclamo, mandará la ley a revisión
de las Legislaturas, las que dentro de tres meses darán su voto, diciendo
simplemente si “es o no anticonstitucional”. La Cámara de Diputados, en
caso de urgencia, podrá suspender los actos el Gobierno sobre los que se le
hubiere acusado, entre tanto que hace su declaración de haber o no lugar
a formación de causa.
III. Si el Congreso general, en uso de su primera atribución, declarare incons-
titucional alguna ley de la Legislatura de un Estado, este obedecerá […]».
El Constituyente se frustró tras una nueva veleidad de Santa Anna, que
en ese momento consideraba ruinoso el sistema federal que él mismo había
contribuido a cimentar desde 1823, veleidad que a finales de 1842 que dio lu-
gar al Plan de Huejotzingo. A través del presidente Nicolás Bravo, designado
sustituto en octubre de 1842, el general veracruzano convocó a una Junta de
Notables que, trasmutada en Junta Legislativa, se encargó de elaborar unas
bases para la reorganización constitucional. Alejándose casi por completo del
modelo de control concentrado propio de las Siete Leyes, las Bases Orgánicas
propuestas por la Junta (1843) robustecieron al Ejecutivo a costa del Legislati-
vo y, sobre todo, del Judicial, dado que la Suprema Corte tendría que soportar
la existencia de un Tribunal permanente encargado de juzgar a sus ministros
(artículos 124-130) y perdería la facultad de casar las sentencias dictadas por
los tribunales superiores de los departamentos (artículo 146), si bien podría
conocer «de los recursos de nulidad que se interpongan contra las sentencias
dadas en última instancia por los tribunales superiores de los departamentos»
(artículo 118 fracción XII).
Adicionalmente, las Bases Orgánicas introdujeron el antecedente del lastre
de 1857 que en su momento fue denunciado por Emilio Rabasa en El artículo
14, es decir, el precepto que elevó la «exacta aplicación de la ley» a la catego-
ría de derecho fundamental y que con el tiempo obligaría a la Alta Corte a
Recapitulación sobre el control constitucional de la república centralista 123
revisar todas y cada una de las sentencias que se dictaran en el país para que,
como si ello fuese posible, no se alejaran un ápice del texto legal, abstracto y
general. De este modo, se inició la confusión, aún no resuelta entre nosotros,
entre «legalidad» y «constitucionalidad», y se abrió la vía para el ingente in-
greso de causas al máximo Tribunal, una constante que ha debilitado la labor
propiamente constitucional del supremo cuerpo judicial. Todo comenzó con
la fracción VIII del artículo 9 de aquellas Bases que los liberales tachaban
de «reaccionarias»: «Nadie podrá ser juzgado ni sentenciado (barbarismo que
horrorizaba especialmente a Rabasa) en sus causas civiles y criminales sino
por jueces de su propio fuero, y por leyes dadas y tribunales establecidos con
anterioridad al hecho o delito de que se trate».
Curiosamente, para tratar de resolver los desajustes que generaba la al-
teridad de fueros, las Bases Orgánicas rescataron un precepto de la Consti-
tución gaditana de 1812. El artículo 187 de las Bases prácticamente calca el
legicéntrico artículo 258 de la ley fundamental de Cádiz: «Los códigos civil,
criminal y de comercio serán unos mismos para toda la nación, sin perjuicio
de las variaciones que en algunos lugares podrá hacer el Congreso por cir-
cunstancias particulares». Para Alejandro Mayagoitia, la explicación del tenor
de este precepto estriba en que «el centralismo no podía dejar de reconocer
condiciones locales que hicieran necesaria la modificación de algún precepto
codificado, pero con ello, desde luego, no abjuraba del unitarismo ni, en ma-
teria legislativa, de las pretensiones universalistas del iusnaturalismo raciona-
lista que inspiraba todos los modelos de codificación que se tenían a la mano,
especialmente los franceses».91
Por lo demás, el sistema electoral de las Bases Orgánicas era mucho menos
complejo que el de las Siete Leyes. Para la elección del presidente de la Re-
pública y del Poder Legislativo, se constituyeron Colegios electorales en cada
departamento cuyos integrantes eran electos y desempeñaban sus funciones
de forma permanente. Los electores primarios elegían a los secundarios, quie-
nes emitían los votos correspondientes en nombre del departamento y los
remitían al Congreso General para que cumpliera sus funciones de colegio
electoral, que fueron repuestas tras su supresión en 1836. En sus líneas esen-
ciales, el esquema sería replicado en la Constitución de 1857.
Los tres proyectos de 1842 contenían un capítulo dedicado a la conserva-
ción de la Constitución, mientras que la Bases Orgánicas de 1843 eran omisas
al respecto. El artículo 140 del segundo proyecto de 1842 estipulaba que co-
91
Alejandro Mayagoitia, «Apuntes sobre las Bases Orgánicas», en P. Galeana (comp.), México
y sus constituciones, México: AGN-FCE, 1999, p. 172.
124 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
rrespondía «a la Cámara de Diputados declarar la nulidad de los actos de la
Suprema Corte de Justicia o de sus Salas, en el único caso de que usurpe las
atribuciones de otros Poderes o invada las facultades expresamente cometidas
a tribunales departamentales o a otras autoridades». Como ha argumentado
brillantemente Cecilia Noriega, «resulta evidente la intención del proyecto
de 1842. Ya las garantías aseguraban una forma de control constitucional per-
fectamente delimitado pero, además, con el artículo 140 el proyecto erigía a
la Cámara de Diputados, la que supuestamente representaría a la sociedad
en todos sus intereses, en el órgano político de control constitucional; y esto
incluso en lo referente a la Suprema Corte. En cuanto a las Bases Orgánicas,
el control constitucional estaba exclusivamente en manos del ejecutivo, au-
torizado para suspender las garantías en el momento en que lo considerara
necesario y para promover la alteración o reforma de las mismas Bases que
lo sustentaban. Por eso dice Emilio Rabasa que “la carta de 43 es un absurdo
realizado; es el despotismo constitucional».92
La Constitución de 1843 prácticamente no llegó a aplicarse. El carácter
conciliador y gradualista del federalista moderado José Joaquín de Herrera,
que había alcanzado la primera magistratura al enfrentar con éxito los in-
tentos golpistas de Santa Anna y de Valentín Canalizo, provocó un malquiste
tanto con los radicales como con los conservadores. Caído Herrera en agosto
de 1846, ya en plena invasión estadounidense, el presidente Mariano Pare-
des promovió la erección de una nueva monarquía a través de un «Congreso
nacional extraordinario» con funciones constituyentes. El general Mariano
Salas dio un nuevo golpe de Estado que promovió la vuelta al Federalismo y
el restablecimiento de la Constitución de 1824, dejando sin efectos a las Bases
Orgánicas93, que mal que bien habían encauzado la vida institucional del país
durante los momentos más tormentosos de su historia.
El ideal moderado de control constitucional, sin embargo, revivirá gracias
al impulso un joven diputado jalisciense, también llamado Mariano. En efec-
to, aun con la bota yanki sobre el cuello, Mariano Otero logró que el Acta
de reformas a la Constitución federal (1824) previera la anulación de leyes
inconstitucionales a través de decisiones del Congreso o de las legislaturas
locales, y el establecimiento del juicio de garantías en la figura del amparo
92
Cecilia Noriega Elío, El Constituyente de 1842, op. cit., p. 173. Mayagoitia piensa, en cambio,
que Rabasa calificó injustamente como «leprosas jurídicas» a las constituciones centrales,
fundando su juicio en errores como los que en su momento denunció su discípulo Ma-
nuel Herrera y Lasso. Alejandro Mayagoitia, «Apuntes», op. cit., p. 123, n. 23.
93
Fernando Serrano Migallón, Historia mínima de las Constituciones de México. El Colegio de
México. 2012. p. 226.
Recapitulación sobre el control constitucional de la república centralista 125
que otro diputado, Manuel Crescencio Rejón, había consagrado en la Cons-
titución yucateca de 1841. Todo ello forma parte de otra historia que, sin
embargo, habrá de hacer suyos, aun vergonzantemente, varios postulados e
ideales del constitucionalismo conservador.
Resulta, por todo lo dicho, necesario iniciar, con apoyatura en las herra-
mientas que nos suministra la historia constitucional, una tarea de crítica y de
puesta en cuestión de determinados juicios reduccionistas y simplificadores
como el del multi mencionado Rabasa o como el que vertió Miguel Bolaños
Cacho en 1909, que reproducimos a continuación:
«Todo lo que pasó bajo el gobierno, o para el advenimiento de Santa Anna
al poder, tiene la marca infamante de la decadencia y del desastre. Las triste-
mente célebres Bases Orgánicas, sancionadas en 12 de junio de 1843 y que no
merecen del filósofo y del pensador más que una ojeada de desprecio, porque
fueron tan solo un eslabón más de la cadena que el centralismo remachaba so-
bre las libertades públicas, Bases que para mayor escarnio llevaban a su frente
una declaración de derechos; las inútiles tentativas por el restablecimiento del
sistema federal, siempre ahogadas en la sangre y las intrigas; y por último, el
nefando plan del Hospicio, que trajo una vez más al Poder al hombre de San
Jacinto, para hacerle Alteza Serenísima y para que levantara su funesta domi-
nación sobre cien mil bayonetas, cerrando los ámbitos nacionales a la luz, al
cerrar las escuelas y prohibir la importación de los libros a México: ¡he aquí las
páginas culminantes de aquellas lúgubres concupiscencias! […]».94
Es cierto que «su origen espurio y su vinculación con Santa Anna, suma-
dos a la costumbre de emprender reformas a golpe de revoluciones militares,
hicieron que (las Bases Orgánicas) no arraigaran».95 No es menos cierto, sin
embargo, que, como en su momento se manifestó respecto al Supremo Poder
Conservador, buena parte de la acrimonia contra las Bases provenía del pro-
pio general Santa Anna, tan ducho en el arte de colocar espadas de Damocles
sobre sus más mínimos contradictores. Culpar a las constituciones de los des-
varíos de Santa Anna implicaría imputar a la Constitución de 1824 el ridículo
pacto de Zavaleta con el que quedó supuestamente zanjada la atroz y golpista
condena capital al general Guerrero, tan cercano en muchos afanes al «Hér-
cules Zempoalteca». No sería serio.
Es indispensable, pues, proceder a una reformulación de nuestros acerca-
mientos al constitucionalismo moderado o conservador que limite las adjeti-
94
Miguel Bolaños Cacho, Los derechos del hombre. Nota introductoria de M. González Orope-
za, México: CNDH, 2002. p. 75.
95
Alejandro Mayagoitia. «Apuntes», op. cit., p. 188.
126 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
vaciones peyorativas e imprima a la investigación, mayores afanes de enten-
dimiento y de hallazgo de líneas de continuidad con el constitucionalismo
que se proclama «liberal». Es necesaria una «reevaluación del legado», como
quiere Catherine Andrews, que sea a un tiempo serena, complejo y crítica,96 y
que se haga cargo de lo que no hace mucho tiempo ha recordado Érika Pani:
que lo «conservador» es visto, en tierras de amplio desarrollo político, no
como reaccionario ni palingenésico, sino como «razonable, desapasionado,
conciliador […] [que rechaza] la política de la obsesión […] de aquellos […]
que afirmaban ser dueños de la verdad, que ponían sus ideales por encima
de la conveniencia e incluso de la ley».97 Un constitucionalismo, en suma,
que considere que, como mínimo, vale la pena conservar una cosa: el orden
constitucional.
96
Andrews, Catherine, «El legado de las Siete Leyes: una reevaluación de las aportaciones
del Constitucionalismo centralista a la Historia constitucional mexicana», Historia Mexica-
na, LXVIII (4), 2019. pp. 1539-1591.
97
Érika Pani, «Retrógrada, reaccionario, Conservador, fifí». Letras Libres, 261, septiembre de
2020. p. 1.
DOCUMENTOS
I. SEMBLANZAS DE LOS REPRESENTANTES
QUE COMPUSIERON EL CONGRESO
A.
Adorno
Lo ha sido del Congreso y ornamento de la sociedad mexicana. Este ciu-
dadano posee virtudes nobles y generosas: la caridad es su favorita, y la ejerce
con una discreción admirable. La ciudad de Puebla, ciudad en la que nació,
recibe muchos beneficios de su mano. No hay quien se queje de la fortuna
cuando dispensa sus favores a hombres como el señor Adorno; su riqueza es
un símbolo de la riqueza pública porque los bienes que adquiere sirven a la
comunidad. Si la naturaleza le negó los talentos del orador, le dio un corazón
bien formado y él habla por sí mismo.
Ahumada
Alejandro y Napoleón, dos hombres muy notables, eran de pequeño cuer-
po; grande es el del señor Ahumada, y su alma como la punta de un alfiler.
No se crea por esto que le concedemos agudeza. ¿Quién no ha advertido las
pequeñeces y miserias de una cabeza verdaderamente ahumada? Enemigo de
corazón del partido liberal, ha votado constantemente a su favor, porque la
inconsecuencia es para algunos títulos de celebridad.
Alpuche
Joven yucateco de buenos talentos y de la más fina educación. La ausencia
que hizo a su patria y sus voluntarias excursiones que hizo al Parnaso, no le han
dejado tiempo para decir en el Congreso: «Esta boca es mía». Cultive al señor Al-
puche sus felices disposiciones para la poesía y no faltará un Teócrito mexicano.
Anzorena
Conveniunt rebus nomina saepe suis. El señor don Ignacio es lo que se llama
un jesuita de cuarto voto. La grande influencia que ha ejercido en el Con-
128 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
greso se ha debido a su profundo disimulo, a mañas y artes que envidiara el
padre Agua viva. Todas las veces que ha hablado ha sido para ensayarse como
triple; el ha fundado un nuevo género de oratoria; cuestiona siempre sin re-
solver; se admira y calla. Mas este hijo mimado de la Iglesia no ha quedado sin
recompensa. Las mayordomías del Rosario y del Convento de la Enseñanza
producen algunos bienes de aquellos que, aunque caducos y perecederos,
no dejan de ser apetecidos por los que huelen a santos. El señor Anzorena
no podrá recordar la batalla gloriosa y sagrada de Lepanto sin las más tiernas
emociones de un júbilo todo cristiano. Sigue en el nuevo Congreso, y con tal
de que se manifieste inaccesible contra los derechos de la nación en materias
de patronato, espere que le lluevan mayordomías, porque justo es que del
altar coma quien al altar sirve.
Arce
Militar honrado y más silencioso que Harpócrate. En lo privado y en voz
baja algo promovió en perjuicio de los apaches y comanches. Tiene razón,
porque según noticias, más de una vez han invadido y talado sus propiedades.
Arellano
Quien te conozca que te compre.
Arrillaga
Doctor en la Nacional y Pontificia Universidad, exjesuita que ni de pen-
samiento, palabra u obra ha faltado jamás al voto de obediencia al Papa. Los
hombres se manifiestan en la ocasión, y no cabe duda que la más favorable al
doctor Arrillaga ha sido la de su aparición en el Congreso. Antes de ahora era
muy pequeña la esfera en que se movía este grande luminar. En la tribuna ha
dejado muy atrás las reputaciones que encontró formadas porque su lógica
y su talento analítico son torrentes irresistibles. Es digno de lamentarse que
Arrigalla, salido al mundo del seno de la Compañía de Jesús, se haya deteni-
do en la Edad Media, perdiéndose para él los conocimientos de siglos más
modernos. Arrigalla sostiene viribus et armis las falsas decretales de Isidoro, la
bula In Coena Domini, y muchas cosas más que no están en boga ni aun en el
palacio del Vaticano. ¿Por qué no consuela el estado presente de la disciplina
de la Iglesia y lo que han escrito autores de muy recomendable piedad e ilus-
tración? Por este medio serían más seguras y provechosas sus defensas de la
Documentos 129
Iglesia, y no desvirtuaría los conceptos de su boca elocuente. No puede soste-
nerse en México lo que nadie sostiene ya en la caduca Italia. Conozca el señor
Arrillaga la época en que vive, y basta para que sea la columna más firme de la
Iglesia; ella le es deudora de importantes servicios; mayores se los prestará si
no confunde al siglo XIX con el siglo XV. El tiempo corre para todos, y no es
la Iglesia una excepción.
B.
Barajas
Partícipe de las opiniones y doctrinas del doctor Arrillaga, sostiene con igual
calor, aunque no con los mismos talentos, lo que no les exige el gran pontífice
que hoy gobierna la Iglesia de Dios. Fogoso y desordenado en sus discursos,
manifiesta siempre en ellos un corazón recto y un alma pura. Los sentimientos
patrióticos del señor Canónigo Barajas le han dado un hombre de honor.
Barreiro
Joven abogado, de buen talento y de mezquina instrucción. Fastidiado sin
duda de las discusiones, se marchó al ejército del norte, donde agregado a
la comisaría no se sabe si prestó algunos servicios pecuniarios. Dícese que
ha abandonado su improductivo oficio, y que regresa maldiciendo el pésimo
estado de nuestros caminos.
Barrio
Natural de Centroamérica, adoptado de la nación mexicana por los favo-
res de la señora excondesa de Alcaraz. Algún majadero pensará que el señor
Barrio, injertado en el árbol genealógico de un antiguo señor de torres y cas-
tillos, es un aristócrata de tomo y lomo, de celada y lanza en ristre; no señor,
Barrio es federalista como Jefferson, tan liberal como Condorcet y Mirabeau.
Se entiende que esto es en 1836, porque en 1829 fue un activo promovedor
del plan de Jalapa, y en 1833 del de Duran y Arista. Dígalo la aprehensión de
cantidad de onzas de oro que le conducía a su hermano Don Rafael. Esto se
llama jugar y ganar con todas las cartas. Restablézcase la Federación y luego
conspirará contra ella el señor Neri, porque ningún gobierno, ninguna admi-
nistración le acomoda. Podía dejarnos en paz y marcharse a dar consejos a sus
compatriotas Morazan, restituyendo antes, se entiende, las fincas de campo y
ciudad a los reverendos carmelitas.
130 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Becerra
Ecce sacerdos magnus. La mitra que se ha destinado a las sienes del señor
Becerra recibirá lustre de su ciencia y de sus virtudes. Todo elogio es pequeño
comparándolo con el mérito sublime de este mexicano. Su piedad es sólida
e ilustrada; muy buenos sus talentos. Moderado por carácter, ningún partido
extremo adopta. Posee conocimientos en la ciencia difícil de Estado, y los po-
see sin orgullo ni jactancia. Un Congreso compuesto de representantes como
Becerra sería el Areópago; un concilio en el que se reuniesen prelados como
Becerra sería el de Nicea. La nación y la Iglesia deben preciarse de haber pro-
ducido a un hombre semejante.
Bernal
Representante de las ruinas de Tlaxcala, es un arqueólogo meditabundo a
quien no se han podido arrancar más monosílabos. Dotado del mismo varo-
nil aspecto que Xicoténcal, y con una barba tan poblada como la de Hernán
Cortes; es difícil adivinar el grado de su parentesco con la Malitzin. El señor
Bernal es hombre de pro, mas no de los que gasta mucha saliva. Mejor: volverá
a Tlaxcala con buen estómago.
Berruecos
Intérprete y trompetilla del señor Tagle. Mucho ha adelantado en la for-
mación de memoriales ajustados, por la necesidad de estar poniendo al señor
Tagle al alcance de lo que se decía en el Congreso. Berruecos es hombre de
muy festivo humor, y que ha jugado materialmente con sus compañeros, aún
los más graves, formales y sesudos. Posee regulares conocimientos de hacien-
da, es decir, los que le inspira el señor Tagle en buena correspondencia de los
favores que dispensa a sus oídos de Boecia.
Bezares
El genio de las fachadas, el arquitecto de los frontispicios. Casa que viene
a su poder no tarda en presentarse con buena máscara, pero dentro habrá lo
que Dios sabe. Poco o nada ha hecho en el Congreso porque ha estado en
la ocupación de convertir en pan las piedras de Santa Mónica. Esto es hacer
milagros; ¿cuándo no los ha hecho un hombre honrado, activo y trabajador?
Documentos 131
Blanco
No se ha podido adivinar si es amigo o enemigo de los tejanos a quienes repre-
senta. Un día se encargó del vejamen de cierto general, y ni Milton ha pintado a
los príncipes infernales con más espantosos coloridos que los empleados por el
señor Blanco en aquella ocasión. ¿Podrá el señor Blanco ser el compositor de un
Paraíso perdido? ¿Aquel señor General será el demonio del famoso poeta inglés?
Bravo
Sans-culotte del partido de los hombres de bien, general de los israelitas de
Lagos. Mucho le debió el actual orden de cosas, por el que está apasionadamente
decidido. En la tribuna se explica con energía, precisión y claridad. Bravo es pa-
triota sincero, hombre sin doblez y excelente ciudadano. La experiencia lo con-
ducirá a la tolerancia; hoy es exaltado, pero de buena fe. Cuando este joven jalis-
ciense adopte principios moderados, logrará una estimación más general y justa.
Bustamante
Como la sombra sigue al cuerpo, así ha acompañado el ridículo al señor
Don Carlos María Bustamante desde que nació al mundo literario y político.
Incalculables males y descrédito han causado a la nación tomando sobre sí el
grave encargo de escribir su historia. Su imaginación es la de un niño enfer-
mo, y su crítica la de una vieja caduca. Desgraciadamente, se han puesto a su
arbitrio los archivos nacionales; los trunca tomando para sí lo que mejor le
acomoda, y es innoble o torpe el uso que hace de los documentos más intere-
santes. Como escritor y como diputado, no obedece al señor Bustamante más
que a sus pasiones. ¡Pero qué pasiones! Sus pasiones son las de un hombre
sanguinario que se ceba cruelmente en las víctimas de la fortuna. Bustamante
adula al poder triunfante; pero al hombre caído lo veja, lo insulta y oprime.
A moro muerto, gran lanzada; he aquí el credo moral y político del que se jacta
de tener relaciones íntimas con los santos del cielo, y que apenas merece la
sociedad de los hombres justos y sensibles de la tierra.
C.
Carrillo
Indomable federalista, californio tan áspero y rudo como un cíbolo. Em-
pero el señor Carrillo posee un alma enérgica, capaz de grandes cosas. Es de
132 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
esperar que a su patriotismo sea deudora la nación de la paz y restablecimien-
to del orden en Californias.
Castillero
Hombre exclusivo, de los que sin valer nada por sí mismos tiene el mérito
ideal que dan los partidos a los entes más nulos cuando son los más sumisos.
Castillo (D. Demetrio)
La honradez personificada, el patriota sin mácula, el más tolerante de to-
dos los diputados. El señor Castillo habla con claridad, y como su elocuencia
es la del corazón, siempre agrada, aunque no siempre convenza.
Castillo (D. José María)
Abogado instruido de Zacatecas; ha muerto dejando la reputación de hom-
bre honrado, aunque terco.
Cervantes
No ha abjurado las opiniones rancias que parecen anexas a los marquesa-
dos. Muchas horas del día y de la noche ha de haber consagrado al estudio, si
hemos de dar crédito a sus canas universales. No ha manifestado, sin embar-
go, su aprovechamiento, quizá porque no es un Congreso de plebeyos en el
que pueden lucirse los talentos del noble vástago de los conquistadores.
Chico
Hombre de armas tomar, y quien, a falta de razones, probará con la punta
de la espada que tres y dos no son cinco. O crees o te mato, es la lógica mahome-
tana del señor Chico; y no hay que disputarle, porque en sus avenidas de bilis
no respeta ni a la misma soberanía en abstracto.
Cortazar
Alma cuitadilla y cuerpo como de papel mojado. De poco provecho son
sus rectas intenciones porque en los lances arriesgados hominem non habemus.
Haciendo de las tripas corazón, lo que realza su mérito, fue de los patriotas
Documentos 133
más comprometidos en la lucha de independencia, y son muy honrosos los
recuerdos de su conducta en aquellos días de aflicción y peligro.
Cortina (D. Lorenzo)
Abiit, excessit, evasit para Tamaulipas.
Couto
Es un título de gloria para Orizaba haber sido la cuna de este joven. Son
extraordinarios sus talentos, feliz su memoria, singular su aplicación y apro-
vechamiento. Por ciertos escrupulillos rehusó asistir al matrimonio de las Cá-
maras cuando pasaron a formar un solo cuerpo. Mas ahora que la nación se
constituyó, o dejó que la constituyeran, puede el señor Couto, sin temor ni
recelos de incurrir en perjuro, presentarse a sostener como diputado la causa
de la civilización y de la libertad moderada.
Cuevas
Hábil e instruido como el anterior, no ha podido remontar su vuelo por-
que la facción de los hombres exclusivos se ha apoderado de su noble alma.
Rompa esas miserables ataduras y no tardará en manifestar su genio y en ad-
quirirse un nombre glorioso y propio.
Cumplido
Patriota antiguo y moderado por carácter. Su fisonomía previene a su fa-
vor; si alguna pasión lo domina, sabe ocultarla; si es eminente en alguna cien-
cia, sabe encubrirlo. Jamás usó de la palabra; en su boca no ha entrado mosca.
D.
Dávila y Prieto
Lo poseyó el Congreso sin conocerlo; lo perdió sin sentirlo.
134 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
E.
Echauri
Paisano y amigo íntimo de don Justo el conservador.
Echeverría
Albacea de la difunta Federación. Cuanto mal ha podido ha hecho a sus
herederos, particularmente al general Inclán, a quien demanda créditos acti-
vos. Dios lo tenga de su mano ahora que regresa a Sinaloa, y lo defienda de la
vehemente tentación de capitanear en aquellas lejanas tierras algún pronun-
ciamiento.
Elizalde
Caballero muy versado en el ejercicio del P. S. Ignacio, esposo del esque-
leto de la Venus mexicana, rico en haciendas y virtudes. Este señor fue con-
cebido sin duda en miércoles santo, porque las tinieblas son las compañeras
inseparables de sus discursos. Es más difícil entenderlo que convencerlo; y
cuidado que ni caminos con cruces al pecho lo harán variar de la opinión que
una vez formó.
Encalada
Acaba de llegar de Yucatán a recibir órdenes para su regreso.
Escoto
No ha habido poder bastante para arrancar de Guadalajara el seráfico ja-
lisciense. En las actas del Congreso ha llamado mucho la atención: faltó sin
licencia.
Escudero
Lo ha sido del ministro de la guerra, a quien profesa una amistad sincera.
Inconcebible, imponderable es el tacto que posee el señor escudero para ma-
nejar negocios en asamblea. Votaciones muy importantes ganó el Gobierno
Documentos 135
por su medio, a despecho algunas veces de los diputados más influyentes. Este
es un don de Dios como todos. Te Deum Laudamus
Esparza
Desciende en línea recta del plan de Cuernavaca. Exurge, Domine, judica
causam tuam. He aquí el único y fervoroso voto del padre Esparza. En nada
se ha metido con las cosas de la tierra porque su reina no es de este mundo.
G.
Gallo
Patriota esclarecido, defensor integérrimo de las libertades de la Iglesia.
En este señor canónigo se encuentra una prueba de la superioridad del alma
sobre los movimientos de la cólera. El Congreso habría sido un campo de
Agramante si hubiera dado el señor Gallo libre curso a su bilis. Estos triunfos
que obtenía en lucha constante consigo mismo demuestran el poder de la
razón sobre las pasiones.
García Conde
Una hora fatal sonó para el señor García Conde, y en este vino al suelo la
mediana reputación que había ganado. Al recibir la orden de ponerse a la ca-
beza de su batallón, uno de los destinados a la campaña de Tejas, se compuso
con el Gobierno para que se le diese el del Distrito. Sus compañeros de armas
lo maldijeron, porque el egoísmo es una falta que no perdonan los que en ob-
sequio de la patria tiene hecha abnegación de sí mismos. Nota esta que difícil-
mente se borrará de la hoja de servicios del Coronel de Seguridad Pública. A
este joven recomendable por otros títulos es preciso aconsejarle que marche a
reparar en un día de conflicto lo que perdió en otro de ligereza.
Garza Flores
Tamaulipeco de grandes esperanzas para la patria. La naturaleza, que fue
harto mezquina al formar su cuerpo, lo ha indemnizado superabundante-
mente en la concesión de dotes mentales. Habla con una gracia atractiva, y
se le ha visto más de una vez derribar al Goliat del Congreso con la honda de
136 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Davíd. Si a este amable joven no faltare teatro digno de sus precoces talentos,
llegará a obtener un rango muy noble y distinguido en la sociedad.
Gómez Anaya
El Quijote del Congreso. No se le niega probidad y alguna decencia; mas
en cuanto a talentos no se acerca ni aun a la medianía. Entroncado a la casa
otomana de México, es su patria su árbol genealógico, y fuera de sus ramas no
sobre hallar ni honor ni virtud. Si el género humano no formará más que una
sola familia, y esta fuera la de la esposa del señor Anaya, ninguno le excediera
en filantropía.
Gómez de la Cortina
Noble muy digno de serlo, y más noble aun por sus hechos que por su cuna.
Dedicado desde su primera edad al estudio de las ciencias, ha logrado darse a
conocer con honor en el orbe literario. Difícilmente se encontrará un ciudada-
no más consagrado al servicio público, un hombre más desprendido de sí mis-
mo, más pronto a emplear sus talentos, su dinero, sus relaciones y cuanto vale
en bien de la humanidad, en fomento de las luces y en pro de su patria. El furor
desatinado de persecución lanzó de nuestro suelo al señor Cortina acusándolo
de servilismo, y en verdad que un liberal más práctico y más provechoso que él
no ha existido. ¡Tal es la ceguedad de los partidos políticos!
Gómez (D. Felipe)
Censor incansable del general Inclán. ¿Por qué? Nadie ignora que el señor
Gómez es enemigo jurado de todo el que no es amigo entusiasta de la difunta.
Gómez (D. Mariano)
Nació, vivió, murió. Requiescat in pace.
Gordoa
Las riquezas que en minas disfruta nuestro doctor no le han dejado libre, ni
la atención ni el tiempo para venir al Congreso a procurarse un lugar señalado.
Hay fama de que el doctorcito sabe dónde le aprieta el zapato, de que piensa
con delicadeza y es un liberal de siete suelas. Dirigimos nuestras súplicas al cielo
Documentos 137
para que no desaire por segunda vez al pueblo soberano, olvidando que hemos
nacido no solamente para nosotros mismos, sino también para la patria.
Gorozpe
Desde que se casó con una señorita rica, no ha vuelto a pensar en otras
letras que las de cambio. ¡Vaya un diputado nulo! Y nulo por sola su voluntad.
Está obligado en conciencia a restituir las dietas, o a destinarlas a un estable-
cimiento de beneficencia.
Guerra
Taesorum absconditum.
Guerrero
Párroco ejemplar, de mediana instrucción, voto de reata del P. Basilio.
Guimbarda
Para quererlo basta conocerlo. Ha trabajado en beneficio común hasta
donde alcanzaron sus fuerzas. Incapaz de someterse a los caprichos de los par-
tidos, ha salvado a todo trance la independencia de su opinión y de su voto.
No ha creado para sí una fama estrepitosa, pero deja muy bien establecida la
de un patriotismo sin tacha.
Gutiérrez (D. Ignacio)
Ocupado por el Gobierno en un mando importante, hubo de ausentarse
del Congreso, donde se había dado a conocer por la inflexibilidad de sus
principios. Patriota antiguo y lleno de cicatrices, es tolerante para los que
no opinen como él; más inexorable con los que turban la paz pública. En las
asambleas y fuera de ellas es el General Gutiérrez un hombre de valor de la
raza privilegiada de los Hidalgos y Morelos.
Gutiérrez (D. Luis)
Los electores que lo nombraron estarán muy arrepentidos porque el señor
Don Luis no se dignó venir a dar una pincelada en la carta magna del señor Tagle.
138 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Gutiérrez (D. Mateo)
Tercero en la lista de los Gutiérrez. ¿Y qué vale? Tercero es tres veces cero,
tres veces cero es nada, he aquí la cuenta ajustada de lo que vale un tercero.
H.
Hernández
Regresó a Durango a dar noticia de la temprana muerte de la Federación,
a cuyo entierro asistió con lágrimas en los ojos y llanto en el corazón.
Horcasitas
¿Y se dirá que los arrieros están excluidos de los grandes cargos civiles? No,
señores; el representante de Chihuahua se marchó a conducir cien esmeriles,
único bien que pudo proporcionar a sus amados compatriotas.
Huarte
Grave y sesudo michoacano. Poco ha hablado en el Congreso, haciendo
siempre bajo el general Michelena; a este señor cargarémos en cuenta el mal
que haya hecho el señor Huarte; sin embargo, de que tanto peca el que mata
la vaca como el que le tiene la pata.
I.
Ibáñez
Consideró el Gobierno más interesante sus servicios en Oaxaca que en el
Congreso; y en verdad que ha correspondido noblemente a esta confianza.
Vigilante y moderado, ha cicatrizado las llagas que abrió la Guerra Civil, y es
hoy bendecido allí su nombre. Como diputado, votaba bien; no hablaba ni
bien ni mal.
Irazábal
Porfiado azucarero de Cuernavaca a quien han metido en la cabeza que
sabe algo, no sabiendo ni pudiendo saber nada. En su vana presunción se jac-
taba de poseer conocimientos de alta política; y vanamente se ponía en ridí-
Documentos 139
culo cuantas veces abría la boca. Perdónese la llaneza; miserable es su talento,
y más míseros sus modales de cargador de mulas.
Irigoyen
Ministro del señor, ángel de paz, de carácter suave como el espíritu del
evangelio. Es un bienhechor de sus feligreses, la doctrina que predica es la de
una caridad uniforme para con amigos y enemigos. Este es un pastor adorable
que renueva los bellos días de la Iglesia para bien de los hombres.
L.
Larráinzar
Eterno pedidor de moneda para Chiapas, afligido representante de las cui-
tas de su departamento. No le ha escaseado mucho la razón porque los que
viven lejos tienen pocos amigos. Los modales finos de este joven, la circuns-
pección de su trato, lo han hecho muy apreciable. Es un caballerito bien edu-
cado, más dulce que una almendra garapiñada. Que le vaya a usted muy bien.
Loperena
En el motín del cobre le cambiaron a este señor de nombre y, si no muda
de domicilio con tanta oportunidad, se hubiera visto en paños pardos. Es
hombre emprendedor y de buena fortuna; aseguran que a expensas de la
pública ha formado su caudal. Los ministros de Hacienda han de saber mejor
que nosotros, a quien Dios se la dio san Pedro se le bendiga.
López de Écala
Ni las batatas de Málaga son mejores camotes que los de Querétaro.
López de Nava
Vocavi et renuistis... Lo llamaron y no quiso venir.
140 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Llergo (D. Gerónimo)
Sero venis, ito vadis, nunquam bonus scollaris.
Llergo (D. Manuel)
Ofrece venir al Congreso cuando haya concluido la gramática del idioma
mayo que ha dedicado a todos los filólogos del universo.
M.
Malo
Pariente muy cercano del héroe malhadado de Iguala, y muy merecedor
de pertenecer a familia tan ilustre. Recomendable por su buen juicio; lo es
aún más por el desprendimiento con que ha servido su encargo. Exento de
pasiones miserables, la patria ha sido todo su norte; hasta en sus errores ha
sido conducido por nobles y caballerescos principios.
Mavellán
Satélite del doctor Vargas, mientras vivió; su colaborador en El Anteojo y en
El Cosmopolita. Después de que su astro desapareciera, se ha pegado a la causa
del cometa michoacano. Hay hombres que para figurar necesitan de arrimo.
Quién con lobos anda a aullar se enseña. ¿Se quejará el señor Mavellán de que
por el aullido se le coloque entre las fieras? Tome más sanas compañías y le
daremos mejor lugar.
Medina y Madrid
Partidario de la restauración en México, como lo hubiera sido de don
Carlos en los Provincias Vascongadas, de la casa de Wasa en Suecia, y de los
Stuardos en Escocia. El alma del señor Medina no puede ser liberal, porque
no pudo serlo la de Torquemada. La culpa no es suya. El servilismo es una
vocación como cualquier otra.
Mendoza
Hasta donde pudo, y en verdad que fue poco, apoyó la doctrina de que la
soberanía de las naciones debe someterse sin excepción alguna a lo que se
decrete bajo el anillo del pescador.
Documentos 141
Michelena
Murciélago alevoso de tierra o aire, según conviene a su tenebrosa política.
Cuando otros mandan es el apóstol de la libertad; pero si él gobierna, no ha-
bla sino de la justicia, de las leyes y de castigos inflexibles. Ôte toi de là que je m’y
mette, es el resorte de sus operaciones, y conseguidas sus miras, marca para el
sacrificio a los que le precedieron en el mando y a los que pueden sucederle. La
oscura historia o novela de su prisión cuando era ignorado el intento, y quizá
hasta el nombre de independencia, de su marcha a España, donde obtuvo una
capitanía en el regimiento de Burgos, su participación en las revueltas de Gali-
cia en 1820, que le valió una comisión en el Estado Mayor, el genio inquieto e
intrigante que comenzó a desplegar en las Cortes españolas bajo los auspicios
del canónigo Ramos Arizpe, todo esto le fue habilitando para aprovecharse con
éxito de los trabajos de los mexicanos en la causa nacional. Venido a la Repú-
blica cuando cayó el general Iturbide, por una de aquellas monstruosidades y
anomalías tan frecuentes en las revoluciones, se le colocó en el supremo Poder
Ejecutivo. Allí ensayó por primera vez el execrable espíritu de persecución, tan
fecundo en desastres y que aún mantiene divididos a los mexicanos. Allí ejercía
sus crueldades con los iturbidistas que habían conquistado la independencia,
mientras él se afanaba por medio de su carta magna en traernos a un Borbon.
La revolución de Lobato, concepción de su maquiavelismo, ese ejemplo clásico
de inmoralidad y corrupción, manifiesta por sí sola aquello de lo que es capaz
un hombre que, hallándose en el poder, conspiraba para darle mayor ensan-
che. La opinión, ese tribunal inexorable que hace temblar a los ambiciosos y los
anonada, obligó a Michelena a separarse de la escena; pero, diestro en su pro-
vecho, obtuvo el nombramiento de general de brigada, saltando a este empleo
desde la clase de capitán retirado con el grado de teniente coronel. ¡Exceso de
desvergüenza! Más no paró aquí; sus imbéciles compañeros le dieron la misión
de Inglaterra con facultades sobre empréstitos que se despachó de su mano.
Él había sabido aprovecharse de la ausencia temporal del señor Alamán para
conseguir el desaire del sabio don Pablo de la Llave, nombrado antes que él,
e instrucciones que abrían la puerta a vergonzosas trácalas. El señor Alamán
cortó muy oportunamente una parte del mal, reformando esas instrucciones;
pero no pudo anularlas del todo, y siempre tuvo lugar el señor Michelena de
acreditar su rara habilidad en el manejo de intereses. El expediente voluminoso
de vestuarios para el ejército, que ha dado tanto que hacer a todos los gobier-
nos, acaba de sepultarse sin esperanza de resurrección porque el Congreso ha
absuelto de culpa y pena al señor Michelena, habiéndose este prevalido de la
favorable circunstancia de ser diputado para ser juzgado por los que carecen
de inteligencia en este asunto y no quisieron imponerse de las constancias in-
negables de mala versación o torpeza criminal. Pero todos vieron los vestuarios
142 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
usados y cargados a la nación como nuevos, con la marca del regimiento, de
la compañía, y hasta del individuo al que pertenecieron en el ejército inglés.
Agrégese que los vestuarios no estaban conforme a lo previsto en el reglamento
mexicano, por que fue preciso abandonarlos en los almacenes, y que la polilla
devorase las cuantiosas sumas que habían costado. Más la admirable invención
del Torpedo ha sido la piedra de toque de la previsión y de los talentos del lego
demandante. Mucho dio que reír en Londres la credulidad del agente mexicano;
malo era esto y bochornoso; lo peor de todo fue que la burla costó a la nación
una cantidad considerable de libras esterlinas. No pudiendo resistir el señor
Michelenas a sus manías de liberal español, protegía desde Inglaterra las tentati-
vas revolucionarias de los constitucionales, lo que tanto disgustó a Mr. Canning,
entonces ministro de Negocios Extranjeros de S. M. B., que pidió a nuestro
Gobierno el relevo de quien ignoraba las conveniencias y la circunspección en
que debe sobresalir el agente acreditado de una nación ilustrada. Relevósele,
pues, y se mantuvo en la oscuridad hasta que fue nombrado para el Congreso
anfitiónico de Panamá, ese sueño de la ambición de Simón Bolívar que no dio
para México otro fruto que un papagayo amarillo conducido por la legación
para el Museo Nacional. En los tratados se prometían hombres, naves, dinero y
otras mil zarandajas, y en un artículo secreto, aún más ridículo que los tratados,
se declaraba que todo era pulvis, cinis et nihil. ¡Así se burlan ciertos hombres de
las naciones! Electo diputado en 1831, fue de la oposición del señor Alamán,
contrariando sus principios y aún sus intereses.
Un desengaño bien amargo recibió en 1833, dado que los partidos políticos,
no olvidan ni perdonan, y entonces le dispensaron el honor de una persecución
y un destierro injusto. No por esto escarmentó el inquieto diputado de Michoa-
cán. En 1835 y 1836 volvió a la carga contra el Gobierno, que le restituyó la faja
verde; fundó en consorcio con su amigo, el doctor Vargas, el periódico de opo-
sición llamado Cosmopolita, donde así lanzó armas, esperanzas y recursos a los
enemigos del actual orden de cosas. ¡Cuántas inconsecuencias! No parecerán
extrañas a los que, observándolo de cerca, sepan que su fe política es solo su
provecho; que con la misma frialdad con que hizo fusilar al general Iturbide, es
capaz de arrastrar al patíbulo al ilustre general que lo ha llamado a sus consejos,
porque está muy distante de conocer sus arterías y sus tretas. ¡Hágame Dios to-
dopoderoso que no le sobren motivos para arrepentirse!
Miranda
¿A dónde va usted, señor Miranda? A la Longa, a versarme en el ramo de
hacienda, a buscar algún mentecato que por hacer favor a mi amigo el señor
Alas, pague a dos reales los pesos de las aduanas marítimas. ¿Y qué dirán sus
Documentos 143
comitentes?, digan lo que se les antoje; la patria soy yo; lo que importa es hen-
chir la bolsa, háganse o no leyes, bastantes hay dadas a cual peores.
Monjardin
Afiligranado y melindroso colegial del eximio de san Pablo de la ciudad
Angelopolitana. El esplín no le permite asistir a las sesiones, perdiéndose por
esta triste fatalidad un apoyo del oscurantismo y del reverendo en Cristo que
más lo ha favorecido.
Montalvo
Un dandy, un petimetre, un señorito educado a la moda, más limpio que la
conciencia de un justo, fino en su trato, excelente amigo. Unas patillas negras
y desmesuradas desfiguran un semblante que merecía ser mejor conocido
porque es el de un hombre de bien.
Monter
El epítome de la moderación; testimonio intachable de que cabe en cuer-
po pequeño un alma bien formada. Al Congreso no trajo otro caudal que
buena intención. Conformáramosnos con que todos los legisladores hubieran
sido como el señor Monter. La patria no le debe grandes bienes, más él no le
ha causado ni un solo mal.
Monterde
Comandante General in partibus de la Alta California. Durante su perma-
nencia en el Congreso ha acreditado juicio, entendimiento claro y puntuali-
dad en la asistencia. No hablamos de sus cualidades militares porque esta es
harina de otro costal; posee, sin embargo, la fidelidad a toda prueba, y no es
esta ni la menor ni la más común en la serie de nuestras revoluciones.
Montoya
Señor territorial del pueblo de Amozoc, en el departamento de Puebla.
Enfermizo y cobarde parece antes de observarlo en las sesiones; más dentro
de una mala capa hay un buen bebedor. ¡Cuán engañosas son las apariencias!
Firme y hasta tenaz en sus juicios, jamás se separa de las inspiraciones de su
144 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
conciencia. Medianos son sus talentos; se ignora si ha cultivado alguna ciencia
o arte; pero la de servir a Dios es su ocupación favorita.
Morales
El celo de la casa del señor se lo traga. Es un granadero de la Iglesia ca-
tólica, que se coloca en los puestos avanzados, un canónigo que gana el pan
con servicios más importantes que el rezo del coro. Creyóse en Oaxaca que se
reunía el Concilio V mexicano y no encontraron un prelado más fervoroso,
un teólogo más rígido que el señor Morales, y vino con el santo encargo de
hacer quemar a fuego lento a los que directa o indirectamente se empeñaran
en favorecer la soberanía de la nación, la división de poderes y la cismática
libertad de pensar, hablar y escribir. ¿Lo cumplió? No señores, la filosofía,
aunque desatendida y humillada, conserva el mezquino poder de evitar que
se levanten las hogueras del glorioso reinado de Carlos II.
Moreno Cora
Secretario del ayuntamiento de la ciudad santa; agente muy activo del pro-
nunciamiento que arrancó a la nación de las garras de los demagogos. No ha
desmentido los principios que lo trajeron al Congreso, y que han sido siempre
los suyos. Pudiera colocársele a la cabeza de un partido conservador porque el
señor Moreno Cora depende del statu quo y al quietismo.
Muriá
El Esopo de la representación nacional. Esopus autor. Aquí paramos porque
nos arrebata la indignación que inspira la detestable Medea que lo privó de
la existencia.
N.
Nájera
En manos de Tagle he puesto mi facultad de pensar. Somos parientes y
amigos; de dos que bien se quieren con uno que estudie basta. La tesorería
del ayuntamiento puede muy bien ocupar a todo un hombre, y no hay que
precisarme a entrar en un curso de política; ya es viejo Pedro para cabrero.
Documentos 145
Navarro
Buena escapada dio. Es seguro que su ángel tutelar le aconsejó que no se
diera un espectáculo en el Congreso. ¡Pobre de su señoría en nuestras manos!
Nieva
Fruto de bendición de la ciudad de Tehuacán. Este recomendable joven no
ha nacido para figurar en las intrigas políticas. Aunque su educación ha sido
esmerada y son muy regulares sus talentos, él prefiere cultivar la tierra, conser-
var su patrimonio y dar ejemplo de probidad al pasajero y deleznable honor
de la tribuna; la dejó sin licencia para ir a levantar la cosecha de sus campos.
O.
O’Horan
Le precedía su fama y era esperado con ansia en el Senado. Atacado muy
luego de una enfermedad molesta, apenas pudo confirmar en algunas sesio-
nes el antiguo y favorable juicio de sus talentos y experiencia. Tanto en Gua-
temala como en Yucatán se ha hecho respetar por su saber profundo este
digno magistrado. La nación desempeñará un deber colocando en un puesto
eminente este hijo que en verdad la honra.
Ojeda
A militar tan valiente y honrado no le han faltado más luces para brillar en
el Congreso. La humilde franciscana que lo distingue conduce naturalmente
al recuerdo de san Juan Capistrano, aquel benemérito del paraíso que fue un
Cid en la tierra.
Olaguíbel
Erigido en fiscal de la Hacienda Pública, jamás consintió que se aumentase
el presupuesto en un solo grano. Llevaba su economía a los extremos de la
miseria, creyendo corregir así los despilfarros de la época. Gustaba de las dis-
cusiones militares tanto que no quemaba más que pólvora en su incensario.
Dominado por su bilis, perdía razón y el buen sentido cuantas veces hablaba.
Así inutilizó sus muy lucidos talentos y una instrucción nada vulgar. Apasio-
nado hasta el delirio por la música, endulzaba la melancolía que roja como
146 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
un cáncer su corazón. Había recibido en él la grave herida, y una temprana
muerte lo arrebató de la sociedad de sus amigos, por quienes era adorado.
Ormaechea
Cortesano del cielo y de la tierra. Inconcebible es como alcanza el tiempo
al señor general Ormaechea para tantas devociones y caravanas. El primero
en el jubileo circular de las iglesias, el primero en las sesiones del Congreso,
el primero en las visitas de los magnates, el primero en el desempeño de to-
dos sus deberes. La justicia exige que se confiese que combinado lo temporal
con lo eterno, es este digno mexicano lustre de su patria, honra de su familia,
ejemplo del ejército, ídolo de cuantos lo conocen.
Oyarzábal
Al cabo de la vejez viruelas. El anciano diputado ha contraído matrimonio
cuando lo considerábamos preparándose para una cristiana muerte. Muy tar-
de se convenció de que no es bueno que el hombre esté solo, particularmente en
esta ciudad de corrupción y de peligros. Encomiéndese de corazón a santa
Rita, y si le consiguiere el aumento de la raza de los Oyarzábales de Queré-
taro, le ofrecemos dedicar una hermosa traducción de aquel verso: Iam nova
progenies coelo demititur alto.
P.
Pacheco Leal
Azote de los gobernantes de la República. Al señor Guerrero lo condujo hasta
el borde del sepulcro, haciendo declarar su incapacidad moral. Por él se des-
tituyó al señor Farías de la vicepresidencia, y si Dios no pone tiento en sus
manos no dejará títere con cabeza. Alguna más consistencia en los principios
políticos colocará en mejor lugar al señor Pacheco. No es esta la última vez en
que ha de aparecer el diputado jaliscience en la escena; indudablemente está
llamado a los negocios un hombre enérgico y audaz, a quien sobra entendi-
miento para asirse de la ocasión.
Pacheco (D. Miguel)
Rico propietario de Guadalajara, muy buen señor.
Documentos 147
Palao
El Octavio de un triunvirato en el que es Marco el señor Echeverría y Lépi-
do el señor Gómez. ¡Qué par de tres!
Parres
Servil y liberal mitad por mitad. Los federalistas y sans-culottes tienen en
él su peor cuchillo; díganlo sus proezas en la campaña de Zacatecas. Tra-
tándose de bonetes y capillas, eso es otra cosa; algunas quejas han causado
al doctor Arrillaga, y algunos vapores han de dar a los que se empeñen en
meter al Estado dentro de la Iglesia. Este amable general es útil para muchas
cosas; la historia le ha de consagrar páginas de honor porque ha entendido
el espíritu dominante de su época y coopera cuanto le es dable a los progre-
sos de la razón.
Patiño
El canónigo don Homobono las mata callando, las coge a tientas. No ha de
haber por su culpa guerras en el mundo, inclusas hasta las de cruzada. Amigo
de llevarlo todo por el buen camino, no se mezcla en riñas o disputas, aunque
sea su objeto la restauración del diezmo. En los años que cuenta de vida, que
no son pocos, jamás ha entrado en cólera ni por lo divino ni por lo humano.
Pérez de Lebrija
Si el bastón es signo de mando, perpetuo es el del señor Lebrija, porque
jamás lo abandona. Animado y quisquilloso en las discusiones, se ha temido
más de una vez que redujese a prueba aquello de fustibus est argüendum. Pro-
vechosos han sido sus conocimientos en la jurisprudencia y su práctica en
la judicatura; le aconsejamos que distinga la elocuencia de tribuna de la del
foro, y que se olvide al extender los dictámenes de comisión, de los autos de
Beleña.
Pérez Palacios
Desertor de primera; abandonó muy presto el campo y, echando en hora-
mala a sus poderdantes, se dirigió a su hacienda de Miacatlán porque es más
dulce el jugo de las cañas que el fruto de los discursos.
148 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Portugal
Misionero de la propaganda, tan celoso por la causa de Dios como por
la causa de la Hacienda Pública. En las cuestiones de religión o de Iglesia
va más allá que un jesuita; en las rentas se manifiesta tan miserable que ha
colocado entre los pecados nefandos el aumento de un octavo en los gas-
tos. Se ha formado el señor Portugal un mundo ideal en el que la Iglesia
es primero que todo, y la economía, antes que nada. En las discusiones de
patronato, calificó de hereje vitando al dignísimo ministro Torres Torija, y en
las de empleos de ministro destructor al de la guerra. La dieta es el método
curativo del doctor Portugal para todas las dolencias del cuerpo humano;
hasta por un dolor de muelas hace que se aplique el viático y los santos óleos
a sus enfermos; los que fallecieren de hambre tendrán al menos segura la
vida eterna.
Q.
Quijano
Dice misa el padre don Antonio y no dice más.
Quintanar
Coautor del padre Anzorena; ambos consejeros íntimos del provincial Co-
rro. ¿Qué le aconsejaban? Algo de conciencia, porque siempre le hablaba en
secreto. Malas lenguas aseguran que formaban cierta especie de camarilla, en
la que se decidían, para mayor gloria de Dios, los asuntos de Estado. Los altos
funcionarios que admiten estos directores, sin responsabilidad cometen un
error de fatales consecuencias.
Quintero (D. Antonio)
El rico avariento de Tamaulipas cuyo corazón está donde su tesoro. La ha-
cienda del Cojo es su patria, y no hay sacrificio que no esté dispuesto a hacer
el señor Quintero por conservarla y aumentarla. Atiende a tu juego Antón
molinero.
Quintero (D. Joaquin)
El único favor que le debemos es el de su ausencia
Documentos 149
R.
Ramírez
Ministro plenipotenciario y enviado extraordinario de la República de Za-
catecas cerca del Congreso Anfictiónico de México. Desgraciadamente, acabó
la tal República, quedando el señor Ramírez de cesante diplomático en espera
de que los hados tornen a ser propicios a las Alti-Potencias del Fresnillo.
Régules
Valiente en campaña como toda su raza, celoso partidario, tolerante, gene-
roso y humano. Los negocios de Hacienda lo han distraído en tanto ¿Quid non
mortalia pectore cogis, auri sacra fames?
Requena
Uno de los pocos militares de nuestro ejército que, para formar sus conoci-
mientos, consulta a los grandes maestros del arte de la guerra; y uno también
de los pocos que saben lo que es estrategia. Las disipaciones de la capital
para un joven de buen humor son grandes obstáculos para los adelantos en
cualquier ciencia. Sería de desear que el señor Requena dejara México por
algunos años y volviera muy digno de los primeros empleos de la milicia. En
las contiendas de amor ha padecido como un Lázaro; algunas de sus cicatrices
no pueden anotarse en su hoja de servicios. ¡Lástima de ardor juvenil tan mal
empleado! Heu fuge, nate Dea, teque his’ ait’ eripe flammis.
Rivero
Tan hermosa su alma como su cara. Desde sus primeros años se anuncia-
ron talentos no comunes que ha cultivado con algún esmero. Persuádase el
señor Rivero de lo mucho que puede hacer en pro de su patria y se le verá
lucir como un astro en el firmamento. Hasta aquí se ha ganado la reputación
de literato y de orador; favorecido de todos modos por la naturaleza, estudie
día y noche para que sea perfecta la obra de Dios.
Romo
Labates se hubiera manifestado muy contento de esta fisonomía profana,
que dista mucho de anunciar un espíritu ultramontano. Dícese, sin embargo,
150 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
que el señor Romo odia de muerte a Llorente y Tamburini. Será o no será
verdad, pero entre Romo y Roma no hay más que una letra de diferencia.
Ruiz
El único representante que cedió sus dictas para la campaña de Tejas; es,
pues, el único a quien pertenece el honor del desprendimiento. El departa-
mento de Veracruz siempre ha producido almas generosas; cuéntase entre
ellas la del señor Ruiz; su ocupación es la de labrar la tierra, su ejercicio el de
todas las virtudes públicas y domésticas.
S.
Salazar
Con buen celo ha promovido los intereses de Tabasco. En otras cosas no se
ha metido, quizá porque no se necesita de mucho para llenar su alma.
Salgado
La obesidad es un vicio del cuerpo que produce en el alma lo que se llama
pereza. Solo así puede explicarse cómo se ha anulado en el Congreso un hom-
bre de cualidades tan distinguidas. Dieta, señor Salgado, y cuide usted mejor
de su fama patriótica y literaria.
Santelices
No ha dicho en el Congreso más que sí o no, como Cristo nuestro señor
nos enseña.
Sierra
Letrado profundo cuya humildad perjudica al conocimiento de todas sus
otras virtudes. ¿Por qué priva a la sociedad de sus servicios un ciudadano naci-
do para darle gloria? ¿Por qué calla en las grandes cuestiones en que pudiera
ser escuchado como oráculo? Este es el mundo al revés; hablan los que debie-
ran enmudecer, guardan silencio los que debieran hablar.
Documentos 151
T.
Tagle
Poeta, orador, economista, legislador. Cuando no se conocían las obras poéticas
de Moratín, Meléndez, Quintanar y Lista, se había alzado el señor Tagle con el
principado de la Arcadia mexicana. Más ahora que se multiplican las lecciones
y ejemplos del buen gusto, se han condenado al olvido esos versos sin imaginación
ni medida. Non dii, non homines, toleran esa mediocridad que coronó de aplausos
la turba ignorante. Faltan al señor Tagle muchas cualidades que constituyen un
buen orador; presenta los pensamientos nadando en un mar de palabras que,
si manifiestan la riqueza de nuestro idioma en sinónimos, también arguyen la
miseria de los conceptos del orador. Como economista, ha sido más funesto el
señor Tagle a la nación que el cólera morbus talando nuestros departamentos.
A expensas de la credulidad, ha ensayado teorías propias y ajenas, de tan feliz
resultado como los récipes del doctor Montaña. Él ha destruido las rentas, que
había establecido la sabiduría y cordura de los españoles, sustituyendo contribu-
ciones directas, odiosas e impracticables. Como legislador, merece apellidarse
el asesino de la sociedad. Dígalo esa Constitución que entrega al Ejecutivo atado
de pies y manos a la cuchilla de las facciones; esa Constitución, que forma un
coloso del Poder Judicial con detrimento de los otros ramos de la administra-
ción; ese código, que contiene la novedad o novela del poder conservador, nulo
como ahora, o pernicioso si se quiere en otros tiempos; esa carta, que socava los
cimientos de una República, haciendo impopulares las elecciones, poniéndolas
al arbitrio de la facción aristócrata y exclusiva de la capital. El señor Tagle es el
autor del código monstruoso, como lo fue de la inmoral ley que redujo a la mitad
de su valor una moneda legal. ¡Y este es el hombre que goza de reputación privi-
legiada! A la vez que atormenta a la nación con sus ensayos teóricos, se procura
la dirección del Monte de Piedad de Animas por resurrección de un derecho
que claudicó 23 años atrás. En otro Congreso en que fue diputado, y sirviéndose
de su influencia, consiguió que se declarase vigente en México la ley de mayo-
razgos, que no se había publicado en tiempo hábil para apropiarse los bienes
de la casa de Aguayo, cuya ruina fue segura por este medio. Una tan vergonzosa
conducta es ignorada por la nación, que solamente por sorpresa ha podido aho-
ra engalanarlo con la elección de diputado y de senador, sin perjuicio del lugar
que se preparó en el conservador, con desaire del benemérito general Bravo,
que reunió la mayoría de sufragios de las juntas departamentales. Estos son los
ilustres patricios que se han apoderado del gobierno de la República que con-
denan a la nulidad y al aprobio a los que no pertenecen a la noble pandilla que
sacrificó a Iturbide y a Guerrero y que desea inmolar a Santa Anna. ¡Conoced-
los, pueblos desgraciados!
152 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
V.
Valdés (D. Antonio)
El erudito padre Valdecebro habría colocado a este joven entre las zorras
habladoras.
Valdés (D. Juan)
El gracejo del Congreso; presidente de la tertulia en que pasan alegres ra-
tos los representantes ociosos. Vaya un canónigo profano. Nada contento con
la grave dignidad de su encargo tomó las de Villa Diego en busca de mejor
vida y más segura paga.
Valentín
Un grano de pimienta es negro, pequeño y picante, Valentín oculta bajo
un exterior humilde y desdeñoso, un alma altiva y pretensiones insultantes
de superioridad. Por Corpus y san Juan predica en el Congreso su sermón, y
los bobos lo proclaman grande orador. Pertenece, no más que por adquirirse
celebridad, al catálogo de los clérigos liberales. La profundidad de conoci-
mientos del doctor Arrillaga no le ha dejado expedita otra senda que la que
condujo al obispo Gregoire a una fama sospechosa. Mala la tuvo Valentín en
la guerra de independencia, por su íntima amistad y relaciones con el san-
guinario coronel español don Francisco Hevia. Después ha figurado porque
traduce las oraciones de Flechier, y mira con desdén a los que no estudiaron
la gramática de Chantreau.
Vejo
Aplicado y pundonoroso, ha servido con todas sus potencias al plan de
Cuernavaca. Es fanático por su partido, mas hombre de bien incuestionable-
mente.
Velasco
De la raza de los habitantes primitivos de Sonora y que conserva toda la
pureza de sus costumbres. Aturdido estaba en esta Babilonia y, pareciéndole
invencibles los peligros que presenta a las bolsas y a las conciencias, se fugó,
encomendándose a Dios de todo corazón.
Documentos 153
Veyna
Secretario de la embajada del señor Ramírez. En los felices días de Esparta
habría sido señalado por su republicanismo. Fuera del año de 1824, no en-
cuentra el señor Veyna ni esperanza ni consuelo.
Victoria
Uno de los caracteres eminentes de la nación, el patriota puro que nun-
ca ha pretendido para sí la tiranía, ni consentido la de otros. La envidia ha
clavado sus dientes venenosos en su reputación insigne; pero la justicia de la
nación lo defiende y goza ya en vida de la fama que le prepara la posteridad.
En las discusiones del Congreso habla como hablaría Abraham rodeado de
sus descendientes; el idioma de la franqueza, el sencillo del corazón y de la
verdad. Sus enemigos, que son los de la patria, no pueden resistir su presen-
cia. Los búhos se esconden cuando se presenta el sol.
Viesca
No vino ni lo conocemos. ¿Esperará que lo llamen al Congreso de la Repú-
blica Tejana?
Villamil
Así como Cristóbal Colón ha ganado una fama inmortal por el descubri-
miento de un nuevo mundo, así la merece Villamil por el descubrimiento
de un nuevo mar. He aquí como se prepara una revolución geográfica que
marcará con caracteres indelebles la época en que existió tal diputado en tal
Congreso.
Villanueva
¿Por qué siendo tan corta la distancia entre el coro de Catedral y el sa-
lón de las sesiones no se ha dignado asistir a ellas en todo un año? Porque
el doctor Posadas el hombre muy hábil y no se le puede dejar un momento
libre para ganarse la influencia en cabildo. Divisum imperium cum Jove Cae-
sar habet. Manda entre los dos con la igualdad de poder que los cónsules
en Roma
154 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Z.
Zubiría
Una mancha tiene en el rostro, otra en su carácter; no haberse presentado
en el Congreso. ¡Anatema a los ricos que posponen a sus intereses los casos de
la patria!
Dijimos
Advertencia
Una causalidad puso en nuestras manos las anteriores semblanzas; y solo
por el deseo de que el público las vea tales cuales, las escribió su autor y no
les hemos hecho ninguna modificación; sin embargo, no debe creerse por
esto que nos anima alguna prevención en pro o en contra de los individuos a
quienes se dirigen; pues a la mayor parte de ellos ni siquiera tenemos el honor
de conocer.
LL. EE.
Documentos 155
II. PERIÓDICO EL SOL
Viernes 13 de marzo de 1835.—Santa Eufrasia y San Rodrigo Martínez
C.H. en la parroquia de San Antonio de las Huertas
Las suscripciones se pagarán adelantadas. Se reciben en esta capital en su
despacho, calle Capuchinas letra B, junto al número 1, y en los estados en las
administraciones de correos. El precio de ellas será, para México, de 20 reales
mensuales y, para fuera, 3 pesos franco de porte.
Congreso General
Cámara de Diputados
Dictamen de la comisión revisora de los poderes conferidos al Congreso
General de la Unión para reforma de la Constitución Federal.
Señor: La comisión encargada de revisar los poderes y actas con que se han
presentado investidos los diputados al Congreso General de la Unión para
el bienio de 1835 y 1836 y para reformar la Constitución Federal de 1824,
deseosa de corresponder a este grande objeto, y de llenar la expectación de
la nación mexicana, se ha dedicado a examinar dichos documentos como
base y fundamento de las reformas, y ha formado de ellos el sencillo análisis
siguiente, acompañándola, además, de algunas reflexiones que le han pare-
cido oportunas para formar el debido concepto en materia de tanto interés.
Estado de las Chiapas
(Da dos diputados. Su población, 160. D. habitantes)
Éste publicó e hizo circular impreso un decreto en la ciudad de Tuxtla en
28 de octubre próximo, pasado el cual corre agregado al expediente número
54, cuyos artículos dicen así:
«Art.1. Los representantes selectos por el estado al Congreso de la Unión,
concurrirán al desempeño de sus deberes, si se sostiene la República el siste-
ma federal bajo la Constitución sancionada el 4 de octubre de 1824.
2. Toda derogación o reforma que en dicha Constitución se haga a de ser consti-
tucionalmente verificada, sin traspasar los límites y reglas prescrita en el título VII de
ella.
3. Si lo contrario se hiciere, protestaran reiterándose, pues el estado de Chiapas no
entra por cosa alguna, sea cual fuere, si no salvando los principios constitucionales en
156 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
el caso de los representantes no se arreglen a esta ley, el estado declara nulo cuanto
hagan, y que de ninguna manera se comprometen a pasar por reformas hechas anti-
constitucionalmente».
La comisión advierte que, cuando se dictó ese decreto, aquel estado per-
tenecía sustraído, de la obediencia del Gobierno general, había hecho armas
en los mismos días contra las fuerzas mandadas para reducirlo al orden, en
Tonalá, la Calera, y Macuilapa, sufriendo descalabros las tropas federales; por
lo mismo, estaba en marcha un ejército de más de mil hombres al mando
del general B. Manuel Gil Pérez, que entro en Tuxtla en 22 de noviembre si-
guiente. Por lo mismo, este decreto debe de tener por no dada ni expresada la
voluntad libre de aquel estado; lo mismo que todos se hallaron en igual caso.
Jamás puede tenerse por libre un pueblo agitado de facciones y que no obra
con la tranquilidad y clama tan indispensable para decidirse en asunto de tan-
ta gravedad, y que debe fijar para el futuro la suerte de sus habitantes. Estas
consideraciones, entre otras, se tuvieron presentes en esta Cámara, cuando se
discutió sobre los poderes concedidos a los Sres. Lanuza y Castillejo.
Las horribles agitaciones de Chiapas las describe la representación que
hizo el clero de aquel obispado.
(Telégrafo núm. 107, de 24 de julio)
Coahuila
(Da un diputado. Su población, 80 D. habitantes)
Este estado nada dice en las credenciales de su diputado relativo a refor-
mas de Constitución.
Chihuahua
(Da un diputado. Su población 80 D. habitantes)
Este estado tampoco dice cosa alguna en las credenciales de su único dipu-
tado, relativo a las reformas de la Constitución. Su situación es agitada por la
guerra que sostiene contra los bárbaros y (sic), que se han acercado a la ciudad.
Durango
(Da dos diputados. Su población, 160 D. habitantes)
Documentos 157
Este estado amplió las facultades de sus dos diputados en virtud de la cir-
cular de nueve de julio y de las circunstancias extraordinarias en que se halla
la nación… para que obren con entera libertad en orden a reformas de la
Constitución, sin ligarse a las fórmulas que esta previene en la sección única
del título VII, salvando siempre inalterable la observancia del artículo 171.
Guanajuato
(Da seis diputados. Su población 480 D. habitantes)
En el acta celebrada en aquella ciudad en 5 de octubre de 1834, se aproba-
ron por la junta electoral las siguientes proposiciones que hizo el presbítero
D. Pablo Anaquesque. La primera dice: que las credenciales que se les darán a
los individuos nombrados diputados serán insertas en el poder y se reducirán
a que, en unión de sus demás compañeros, examinen y revisen la Constitu-
ción del año de 1824, y procediendo, según juzguen en su conciencia, conve-
nir al bien general de la nación, con presencia de la opinión pública, voluntad
general de ella, y particularmente la del estado, solemnemente pronunciada
contra el sistema federal, reformen dicho Código en parte o en el todo, lo
refunden y aun establezcan otro nuevo, exceptuando los artículos 1 y 3, que
serán irresistibles perpetuamente, obligándose a estar y pasar por lo que el
mayor número de representantes acordare, resolviere y publicara, ya sea en
clase nueva Constitución, ya en la reforma antigua.
En la credencial expedida a los diputados de Guanajuato se les expresa que
están autorizados ampliamente para reformar, y aun variar la Constitución.
Estado de México
(Da doce diputados. Su población, 1200. D. habitantes)
Éste dio a sus doce diputados iguales e idénticos poderes que Guanajuato,
remitiéndoles sus respectivas credenciales impresas con letras de oro.
Michoacán
(Da cinco diputados. Su población, 400 D. habitantes)
Éste dio amplio poder a sus diputados para hacer cuentas reformas juz-
garen convenientes en la Constitución, sin otra restricción que conservar los
artículos 1, 3,6 y 112 de la Constitución, y los preceptos 19, 30 y 31 del acta
constitutiva.
158 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Nuevo León
(Da un diputado. Su población, 80 D. habitantes)
La junta electoral dio poder a su diputado D. José Dávila para que, salvas
las bases de sostener la independencia y religión conforme se establece en la
Constitución general y particular del estado, puedan hacer aquello que en su
conciencia juzguen conveniente a la felicidad de la República, y al interesan-
tísimo objeto de que se vea en lo sucesivo libre de caer en el horroroso estado
en que la puso el furor de los partidos.
Oaxaca
(Da seis diputados. Su población, 480 D. habitantes)
Los diputados del estado, a moción de D. Felipe Mateo Gutiérrez, fueron
autorizados por la junta electoral del 23 de agosto pasado para revisar la Cons-
titución Federal, haciendo cuantas reformas estimen necesarias conforme a la
voluntad general que solemnemente se ha pronunciado por la regeneración
política de la nación; sea en clase de nueva constitución, o como reforma de
la antigua. Expreso en el artículo 2 de este poder que la procedente autoriza-
ción no comprende los artículos relativos a la religión y conservación del fue-
ro eclesiástico y militar, independencia, libertad y seguridad de las personas y
bienes de los ciudadanos, cuyos artículos quiso aquel estado que fuesen inalte-
rables. Autorízales igualmente para que procurasen en este Congreso General
la reforma de la libertad de imprenta, por haber sido (son sus palabras) el
océano de las facciones que han destruido la nación. También se les autorizo
para que reglamentarse el comercio extranjero. Tales fueron las facultades
dadas a los seis señores diputados por Oaxaca, y las mismas se confirieron a
los diputados y senadores del Congreso de aquel estado.
Puebla
(Da diez diputados. Su población, 800 D. habitantes)
Habiéndose hecho la elección de diputados de dicho estado el día 4 de
octubre de 1834, en la junta celebrada el día 7 del mismo, se acordó a pro-
puesta D. Joaquín Haro, que en la carta y credenciales se expresase que los
amplísimos poderes que concedían a los señores diputados, no tenían otra
excepción (para reformar la Constitución) que la de los artículos de indepen-
dencia y religión.
Documentos 159
Querétaro
(Da dos diputados. Su población, 1260 D. habitantes)
En 6 de octubre del año anterior, la junta electoral de este estado explicó
en los términos siguientes los poderes que confería a sus diputados. Se les con-
ceden, dijo, amplios poderes para que examinen y revisen la Constitución de
1824, procediendo, según juzguen en su conciencia, convenir al bien público
haciendo que sean oportunas y aun procedan al establecimiento de un nuevo
pacto que sea más análogo a la ilustración y costumbres de los individuos de
los mexicanos, pero que de ninguna manera y por ningún motivo puedan
variar la religión ni introducir reformas en la disciplina eclesiástica sin previos
concordatos con la Santa Sede, y con arreglo a estos, y conservando nuestra
independencia. El poder se otorgo por ante un escrito de aquella ciudad.
San Luis Potosí
(Da tres diputados. Su población, 240 D. habitantes)
En 7 de octubre su junta electoral aprobó los artículos siguientes que le
consultó una comisión.
«Art. 1. El estado de San Luis Potosí, representado por la junta general de elec-
tores nombrada por los cuatro departamentos de que se compone, facultad
ampliamente a los diputados que ha nombrado este día para que, conservando
solo intactas las bases de religión é independencia nacional, y libertad en su
verdadero sentido, practiquen las reformas que juzgasen oportunas, removien-
do cuantas causas entiendan lo son de los males que ha sufrido, y planteando
los medios de afianzar la unión de los mexicanos.
2. Estas facultades se entienden a que, por sí, y sin necesidad de dejar al cuida-
do de otro Congreso la aprobación de las reformas, se haga todo ante el inme-
diato que se instalará en enero de 1835, considerándose con las cualidades que
al efecto necesite».
Sonora
No dio facultades extraordinarias. Tampoco lo hizo Sinaloa.
Tamaulipas
(D a un diputado. Su población, 80 D. habitantes)
En la junta electoral de 5 de octubre de 1834, se facultó plenamente al Sr.
Diputado de aquel estado para que pida y sufrague en el Congreso General las
160 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
alteraciones y reformas que crea necesarias y convenientes a la Constitución
Federal.
Periódico El Sol
Sábado 14 de marzo de 1835, Santa Matilde Reina y Santa Florentina V
C.H. en la parroquia de San Antonio de las Huertas
Las suscripciones se pagarán adelantadas. Se reciben en esta capital en su
despacho, calle de Capuchinas letra B, junto al número, y en los estados en las
administraciones de correos. El precio de ellas será para México de 20 reales
mensuales y, para fuera, 3 pesos francos de porte.
Congreso General
Cámara de Diputados
Dictamen de la comisión revisora de los poderes conferidos a los Sres. Di-
putados al Congreso General de la Unión para reformar la Constitución Fe-
deral.
Veracruz
(Da tres diputados. Su población, 240. D. habitantes)
En este estado se verificaron las elecciones de tres Sres. Diputados anticipa-
damente respecto de los demás, es decir, el 24 de agosto, y en ellas no apare-
ce que se confieren facultades extraordinarias para reformar la Constitución
Federal; más el día 23 de febrero del presente año recibió la Secretaría de
la Cámara de Diputados de este Congreso de la Unión un extracto en copia
testimoniada de las actas levantadas en algunas poblaciones de aquel estado.
Según el extracto de ellas, que formo una comisión de aquel ayuntamiento
de orden del jefe político de Jalapa, dichas actas son veinte y siete en número,
y según asegura dicho político, en el primer número se expresa la extensión
de poderes que para las reformas constitucionales se ha calificado pueden
ejercer los representantes de aquel estado en las Cámaras del Congreso Ge-
neral, siendo los límites de aquellos los que establece precisamente el artículo
171 de la Constitución Federal, en lo que están conformes otras cuatro actas
más, recibidas posteriormente del departamento de Acayucan; pues una lo
expresa así terminantemente: otra, adhiriéndose a la de Veracruz, dice que las
reformas sean conformes a las bases que aquella establece, y las dos restantes
Documentos 161
añaden además, que se arreglen a la Constitución. Los ayuntamientos del can-
tón de Orizaba no celebraron juntas patrióticas en los términos que lo hicie-
ron los demás pueblos, por haber conferido amplios poderes a los electores
primarios y secundarios para transmitirlos a los ciudadanos representantes.
El segundo documento de los analizados por la comisión de Veracruz es un
extracto de los demás puntos sobre que los pueblos llaman la atención de sus
legisladores para que les apliquen a ellos las reformas o variaciones que esti-
men conveniente a su bienestar. La comisión de esta Cámara daría una idea
más precisa de estos documentos si tuviese los originales a la vista.
Jalisco
(Da ocho diputados. Su población, 648 D. habitantes)
En la celebrada en Guadalajara en 20 de noviembre próximo pasado, a
noción del que presido y, en consecuencia (son sus palabras), de las presen-
taciones e iniciativas que a los cuerpos electorales se han dirigido a la misma
sobre ampliación de poderes a los diputados que se nombren al Congreso Ge-
neral, se expresó del modo siguiente…. “Acordando la expresada junta electo-
ral en consonancia de la voluntad expresa y terminantemente manifestada de
los pueblos sus comitentes el facultar, como un efecto lo verifica, ampliar y sin
restricción alguna a los diputados que eligiere para que, oyendo los clamores
de la nación en masa sobre los males que la agitan, haya todas y cuantas refor-
mas crean convenientes, salvando solo las bases constitucionales que no sean
susceptibles de ellas; puesta que fue a discusión, se aprobó á unanimidad de
votos”.
Esta resolución ha sido posteriormente confirmada de una manera muy
enérgica por una iniciativa del Congreso de Jalisco, a este de la Unión en 14
de febrero del presente año, para que… “Se sirva ocuparse de las reformas
que deben hacerse en la Constitución. Tan importante documento se pasó a
esta comisión y se ha agregado alejado de las elecciones de diputados a esta
Cámara”.
Yucatán
(Da ocho diputados. Su población, 640 D. habitantes)
En el acta de elecciones celebrada en 5 de octubre de 1834, a moción del
secretario de ella, Vicente Solís, se acordó que los diputados al Congreso Ge-
neral fuesen autorizados a nombre de dicha junta, para que en esta Cámara
162 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
hagan y resuelvan todo aquello que crean conveniente a consolidar más y más
la independencia nacional, afianzar los derechos y bienestar de los mexicanos
e impedir futuras revoluciones, con lo que se conformó la junta. Igual cláusu-
la se insertó en las credenciales de los Sres. Diputados.
Zacatecas
(Da cuatro diputados. Su población, 320 D. habitantes)
En la elección de diputados, hecha el 15 de octubre de 1834, el Sr. D. Pe-
dro Ramírez hizo la siguiente proposición: considerando la junta electoral del
estado que las circunstancias extraordinarias en que se haya la nación, exigen
imperiosamente que a los diputados al Congreso General se les concedan más
facultades que las ordinarias a acordando investir a los del estado de poderes
amplios y bastantes para hacer las reformas constitucionales que la experien-
cia y la razón han hecho ver que son necesarias; salvando siempre los artículos
fundamentales que declara irreformables el artículo 171 de la Constitución.
Esta proposición fue aprobada.
Distrito Federal y capital de México
(Da tres diputados. Su población, 240 D. habitantes)
En la junta electoral de esta ciudad del día 3 de octubre próximo, varios
electores hicieron a la misma la siguiente proposición: se autoriza a los di-
putados por el Distrito Federal para que, salvando los trámites establecidos,
hagan y promuevan en el Congreso de la Unión las reformas que se estimen
convenientes al bien de la nación, obsequiando su voluntad general.
En las credenciales dadas a los señores diputados en las que se les partici-
pa su respectivo nombramiento, se dicen las siguientes palabras: poniendo
igualmente en el conocimiento de nuestra señoría que la misma junta acordó
autorizar a los diputados del distrito, para que, salvando los trámites estableci-
dos, hagan y promuevan en el Congreso General las reformas que se estimen
convenientes al bien de la nación, obsequiando su voluntad general.
La comisión sabe, a no dudarlo, que el señor gobernador del distrito, pre-
sidente de esta junta, manifestó paladinamente a la misma que tales eran los
deseos del Gobierno general, y los suyos.
Nuevo México
(Da un diputado. Su población, 80 D. habitantes)
Documentos 163
En la junta electoral que se celebró en la ciudad de Santa Fe de Nuevo
México el 10 de octubre de 1834, el jefe político de aquel territorio procedió
a acordar las instrucciones que deberían dársele a su diputado, y se compren-
dieron en cinco artículos. Por el tercero se le faculta franca y extraordinaria-
mente para promover, aprobar, y sancionar cuantas reformas y alteraciones
que se quieran hacer en la Constitución General, pudiendo cambiarse (son
sus palabras), si necesario fuere, la forma de gobierno en cualquiera otra.
También esta junta manifiesta de la manera más libre, que su diputación ha,
franca y extraordinariamente, facultado para promover, aprobar y sancionar
cuantas reformas y alteraciones se quieran hacer en la Constitución General,
pudiendo cambiarse, si necesario fuese, la forma de gobierno en cualquiera
otra de las conocidas en el mundo; pues le confiere esta junta todos los po-
deres necesarios al efecto, sin que por la omisión de alguna circunstancia se
crea se le estorba o restringe su deliberación y voto en el particular. Colima
y Tlaxcala, que son territorios, no dicen cosa alguna relativa a reformas de la
Constitución a sus representantes.
Ha concluido, señor, la comisión, el extracto de los sufragios que han dado
los pueblos y el territorio del Nuevo México autorizados para reformar la
Constitución Federal; y no llenaría cumplidamente el objeto para que sea
reunido, si no hiciese una rápida reseña de los motivos justos que los pueblos
han tenido para pretender dicha reforma.
Se han visto abrumados con el peso de contribuciones nuevas y descono-
cidas que cada Congreso les ha impuesto, para sostener el esplendor de un
soberano, y de una lúcida corte, creando empleos brillantes dotados con gran
suma de sueldos, algunos innecesarios, y para colocar criaturas y favoritos. Se
han creado oficinas de cuenta y razón, se han elegido tribunales, se ha gastado
en una numerosa e ilimitada milicia nacional, en equipararla, uniformarla
y armarla, sumas enormes; milicia inútil en la paz. Porque ha perturbado el
orden y, en la guerra, porque en su mayor parte sea receptado cuando se le
hacía marchar sobre la costa para batir al enemigo exterior: se han hecho cre-
cidísimos gastos para llenar el cuerpo del contingente de hombres y dinero a
la Federación. Al mismo tiempo se han hecho tan grandes erogaciones y sacri-
ficios, la República se ha visto agitada de un oleaje sin cuento de revoluciones
civiles, divididas las familias entre sí por opiniones políticas y de partido, rotos
todos los dulces lazos de la naturaleza, faltándole el hijo al padre, el hermano
al hermano, y el marido a su consorte: han visto atacar de una manera tan
osada como imprudente, la venerable y antigua religión de sus padres, perse-
guida la Iglesia en sus ministros, o llamadas su inmunidades, fugitivos, erran-
tes y disfrazados sus ejemplares obispos como los de los primeros siglos de la
Iglesia, huyendo entre bosques como los más pobres arrieros y campesinos,
164 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
mendigando sin viático alguno un plan de lágrimas de la piedad de aquellos
mismos fieles, cuyas opiniones ignoraban, y de quienes temían ser delatados:
se han visto disipados los caudales destinados por la piedad cristiana para la
propagación de la fe entre las naciones gentiles, alterándose escandalosamen-
te la voluntad de los testadores para aplicarlos a especulaciones en que se
interesaban unos cuantos particulares protegidos por el Gobierno. Los bienes
del monasterio de Jalisco se han arrancado de las manos de sus propietarios,
negándoseles hasta el derecho de poseerlos, y condenándose a las vírgenes
honestas a la mendicidad, las cuales desde sus oscuros retiros han cansado al
cielo con sus lágrimas, pidiéndole el favor que les negaban los mismos a quie-
nes estaba encargada la protección de la religión y la garantía de las propie-
dades. Se han visto las ciudades convertidas las plazas de harinas, batiéndose
en sus calles sin piedad algunos mexicanos con mexicanos, haciéndose una
guerra a muerte y sin cuartel como pudieran los barbaros apaches. Se han vis-
to hacer a éstos, usurpaciones y matanzas sobre nuestras fronteras, poniendo
a punto de perderse para la República el rico estado de Chihuahua, y parte
de Sonora y Nuevo México, por haberse abandonado los antiguos presidios
que los tenían en brida, porque ha faltado el dinero necesario para pagarlos:
nuestras fronteras se han semejado a las del antiguo imperio del Oriente,
cuando gobernado este por imbéciles emperadores, fue al fin subyugado por
aquellos feroces suevos, vándalos y turcos que, diseminados por la Europa, la
restituyeron a su ignorancia y barbarie primitiva, logrando el fin fijar su trono
en la hermosa Bizancio, haciendo por muchos tiempos de las artes y ciencias
griegas. Han visto desaparecer como por encantado la opulencia o riqueza,
y las enormes sumas de oro y plata que produce nuestro riquísimo suelo por
los extranjeros, no contentos con usurparse en gran parte por un escandaloso
contrabando los derechos debidos a la nación. Han visto subrogar a la mo-
neda de plata millones de cuartillas falsas en una parte, fabricadas infinitas
en Norteamérica, quedando impunes sus conocidos introductores. Han visto
desiertos los talleres de los mexicanos por la introducción de manufacturas
extranjeras de las estofas de algodón que se elaboran en varias de nuestras
ciudades, que solo en Puebla producían a beneficio de aquellos artesanos más
de seis millones anuales, dejándolos reducidos a la mendicidad, y precisando
a muchos a formar numerosas cuadrillas de salteadores que infestan los cami-
nos y turban el orden público.
Una buena parte de aquella ciudad hoy esta desierta, y sus barrios presen-
tan ruinas y escombros de una desolación deplorable. Los mexicanos han
visto desaparecer el comercio del menudeo que alimentaba innumerables
familias honradas; pues lo han hecho también suyo los extranjeros, desoyén-
dose sus clamores, y aun las iniciativas de varias Legislaturas, que imploraban
Documentos 165
del Congreso General el remedio. Han visto y llorado la absoluta falta de ad-
ministración de justicia en los tribunales así civiles como militares, y que den
ricos e impunes los extranjeros que han hecho cuantiosas bancarrotas, que
han destruido no pocas familias honradas que había confiables el manejo de
sus caudales. Han visto convertirse los Congresos de los estados en tribuna-
les inexorables, no de justicia, si no de venganzas privadas, dictando leyes de
proscripción contra los más sabios y virtuosos ciudadanos, cuya presencia les
era odiosa para cometer impune mente los mayores crímenes… Sí ellos han
lanzado sin el menor motivo ni causa justificada más allá de los mares y a paí-
ses dañinos e inhospitalarios, a hombres virtuosos, donde han sido víctimas de
la más cruel indigencia, y han muerto al rigor de esta, o de crueles enferme-
dades. Oaxaca vio arrancar de su seno alguno de estos, consignándolos aquel
ferocísimo Gobierno hasta las posesiones mismas de Manila e Islas Filipinas,
países de la denominación española, donde seguramente habrían sufrido una
muerte cierta, a la piedad del presidente Santa Anna no les hubiese concedi-
do libertad en el puerto de Acapulco. Han visto expulsas muchísimas familias
con sus caudales que llegan a más de treinta millones de pesos, y hoy circulan
por la Europa y producen la estranguria de numerario en un país cuyos hijos
tiene por pavimento de sus pies las más ricas venas de oro y plata… ¿Y por
qué todo esto? ¿Por qué con tan terrible medida sea castigada la inocencia
de tantas esposas virtuosas e hijas inocentes en mengua de nuestra población
y riquezas? ¿Por qué sean quebrantadas las garantías sociales, a cuyas sobras
reposaban tranquilo? Porque cometieron el crimen de haber nacido más allá
de las columnas Hércules, crimen grande e imperdonable para muchos le-
gisladores y gobernantes. Han visto un crecido número de gobernadores de
los estados emular en tiranía y codicia a los antiguos procónsules de Roma, a
quienes pinta la historia, principalmente la de Verres en Sicilia, como tigres
sedientos de chupar la sangre de los pueblos sobre todo los de Asia para trans-
portar sus riquezas a la capital del universo. Por tales hechos no menos ciertos
que escandalosos, todos hemos visto una desmoralización casi de paganos en
todas las clases del estado…. ¿Pero adónde va, señor, la comisión, cuando
pretende trazaros un horrible cuadro sobre el que el hombre más frío e in-
sensible no puede fijar sus ojos sin que broten de ellos dos hilos de lágrimas,
sin que su pecho lata extraordinariamente, sin que sus entrañas se rasguen
de dolor, y sin que deje de levantar su espíritu hasta el trono del Excelso
pudiéndole con ahínco el remedio de tantos males? Verdaderamente, señor,
que la historia de nuestra República desde fines de 1825 en que aparecieron
con desvergüenza esas sociedades secretas se leerá por nuestros descendien-
tes con la misma Padura que Hervei leía la de Ezequiel, de quien dice que
solo contenía duelos, lamentaciones y desgracias. Si buscamos el origen de
166 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
las nuestras, no hay duda que lo hallaremos en una Constitución dictada con
premura, aguijoneados sus autores por las fracciones que asomaban por todas
las partes, moldeada sobre la de un pueblo vecino, cuyas costumbres son tan
diversas de las nuestras, como pudieran serlo la de los espartanos respecto de
los atenienses y romanos ¡Qué insensatez, señor! ¡Pretender acomodar un
vestido a todos los cuerpos, y un sayo formado para el cuerpo de un hombre
adulto al cuerpo de un niño infante! Error grande, vive Dios, y que no ha po-
dido menos de confesar Mr. Everett, ministro que poco ha fue de los Estados
Unidos del Norte, destinado a promover en España el reconocimiento de
nuestra independencia, diciendo paulatinamente en sus Memorias que «la
Constitución que hemos adoptado no puede convenirnos». Este testimonio es
irrecusable, acomodado por un hombre que pudiera alegrarse de que segui-
remos su sistema de gobierno, como Roma se lisonjeaba de ser imitada por la
misma Grecia que la dio sus leyes.
Distrito Federal
Bando
El ciudadano Romano Rayón, general de brigada y gobernador del distrito
federal.
Por la secretaria de hacienda se me ha comunicado el siguiente decreto:
El Excelentísimo señor presidente interino de los Estados Unidos Mexica-
nos sea servido dirigirme el decreto siguiente.
El presidente interino de los Estados Unidos Mexicanos a los habitantes de
la República, sabed que el Congreso General ha decretado lo que sigue.
«1. De lo que debieren los estados por razón de contingente, hasta el 1 de
abril del año de 1832, no se les cobrara más que un veinte y cinco por ciento,
que pagara en dinero en efectivo, en créditos contra la nación por su valor
nominal, o en compostura de los caminos generales, en la parte que se halle
dentro del territorio de cada estado deudor.
2. Los estados de Sonora y Sinaloa satisfarán, a medias, un veinte por cien-
to, de lo que adeudare el dividido de Occidente.
3. Si pagaren en dinero efectivo, se les admitirán abonos con tal que sean
a lo menos mensuales, y no bajen de la trigésima sexta parte de lo que deban
pagar. Estos abonos comenzarán desde el fin del tercer mes de la publicación
de esta ley.
Documentos 167
4. Si se obligaren a pagar en créditos, lo verificaran dentro de un año de
publicada esta ley en la capital de cada estado. Los créditos han de ser de los
que debe pagar la nación por leyes o decretos del Congreso General, y han de
ser calificados de buenos por la contaduría mayor de crédito público y por el
Gobierno. La tercera parte será de vales de alcance de sueldos de los emplea-
dos civiles.
5. Las composturas de los caminos se harán a satisfacción del Gobierno
general, a cuyo efecto prefijara este las condiciones convenientes.
6. Dentro de dos meses de publicada esta ley en la capital de cada estado,
deberán los estados deudores avisar el modo que eligen para hacer el pago. No
avisando, se les cobra en dinero efectivo, en los términos que expresa el art. 3°.
7. Si no se convinieren con el Gobierno en las condiciones para las com-
posturas de caminos dentro del término que aquel señalare, y no eligieren
inmediatamente el pagar con créditos, se les cobrara en dinero efectivo, ad-
mitiéndoles abonos en los términos prevenidos en el art. 3°.
8. Los estados que habiéndose obligado a pagar con créditos no lo hicieren
dentro del término que señala el art. 4°, deberán pagar con dinero efectivo,
en abonos mensuales, repartidos en términos que la deuda quede totalmente
cubierta dentro de dos años, contados desde que se cumpla el plazo en que se
debiere pagar en créditos.
9. Los que dentro del término señalado por el Gobierno general omitieren
las composturas de caminos a que se hayan obligado, deberán pagar su deuda
en abonos mensuales, repartidos que queden totalmente cubierta dentro de
los tres años siguientes al tercer mes de la publicación de esta ley en la capital
de cada estado.
10. A los estados que por dos meses faltaren a los abonos mensuales de que
habla esta ley, se les ocuparan sus rentas, en la parte y el tiempo que bastare
a cubrir la falta.
11. Para la liquidación de la deuda de los estados de que habla el artículp
1°, se les abandonara respectivamente lo que la Federación viere percibido en
cada uno de ellos del impuesto del dos por ciento de circulación de moneda
desde el día en que entraron en posesión de sus rentas. Luis G. Gordoa, pre-
sidente del senado».
Juan Manuel de Elizalde, diputado presidente
José Antonio Quintero, senador secretario
Demetrio del Castillo diputado, secretario.
168 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Por tanto, mando se imprima se publique, circule y se le dé el debido cum-
plimiento. Palacio del Gobierno Federal en México, a 1 de marzo de 1835.
Miguel Barragán, A. D. José Mariano Blasco.
Y para que lo dispuesto en la precedente ley tenga el más exacto cumpli-
miento, el Excelentísimo señor presidente interino se ha servido mandar que
se observen las prevenciones siguientes:
1° Dentro del término señalado en el artículo 6° de la Ley, darán aviso los
estados por la Secretaría de mi cargo, el modo que eligieren para hacer el pago.
2° Por la Secretaría de relaciones se comunicarán los gobernadores de los
estados las condiciones que el Gobierno general estime convenientes para las
composturas de caminos; y se participará a la de mi cargo si se verificare o no
el convenio con los estados que lo intentaren.
Y lo comunico a vuestra Señoría para su inteligencia y efectos correspondientes.
Dios y libertad. México 4 de marzo de 1835. Blasco, Sr. Gobernador de
Distrito Federal.
Y para que llegue a noticia de todos, mando se publique por bando en esta
capital y en la comprensión del distrito, fijándose en los parajes acostumbra-
dos y circulándose a quienes toque cuidar de su observancia.
Dado en México a 12 de marzo de 1835, Ramón Rayón, Lic. José Francisco
de Alcántara, secretario.
Periódico El Sol
Post Nubila Phoebus
Domingo, 15 de marzo de 1835, San Longinos Martir
C. H. en la parroquia de San Antonio de las Huertas
Las suscripciones se pagarán adelantadas. Se reciben en esta capital su des-
pacho, calle de Capuchinas letra B, junto el número 1, y en los estados en las
administraciones de correos. El precio de ellas será para México de 20 reales
mensuales y, para fuera, 3 pesos francos de porte.
Congreso General
Cámara de Diputados
Dictamen de la comisión revisora de los poderes conferidos a los Sres. Dipu-
tados al Congreso General de la Unión para reforma de la Constitución Federal.
Documentos 169
Hase creído, señor, que la formación de la constitución de un pueblo es
obra de muy pocos días, y que le es tan fácil dictársela, como a un geómetra,
resolver un problema sobre la mesa. ¡Cuánto se han engañado los que han
discurrido de este modo! Por esto decía con mucho donaire Talleyrand: Yo
tengo en mi gaveta constituciones para toda clase de gobiernos; con estirar
un cajón saco una monarquía, estirando otro, una república democrática. Las
constituciones, para acercarse a la perfección posible, deben ser como las
leyes antiguas, es decir, el fruto y resultado de las experiencias y del tiempo;
tal vez solo es dado percibirlo a las generaciones venideras, así como hoy re-
cogemos en la administración de justicia la cosecha que nos preparó Alfonso
el sabio o, dígase mejor, el emperador Justiniano. La Inglaterra se ha hecho
feliz, a juicio de Reinar, porque cada artículo de su Constitución ha costado
a lo menos una batalla, y una experiencia dolorosa comparada con mucha
sangre y lágrimas. Esos fueros de Sobrarbe en que clara y sencillamente se des-
lindan los derechos del monarca y de su pueblo, y en que se fija precisamente
el pacto entre ambos contrayentes, esa prodigiosa Constitución de Aragón
que se perdió por la reunión de esta corona con la de Castilla, y al que dio
el último fatal golpe Felipe II, son sin duda los mejores garantes de esta ver-
dad. ¿Pero los mexicanos, que experiencia y que conocimientos de gobierno
tuvieren para calcular exactísimamente lo que convenía a su bienestar? ¿En
qué escuela los había aprendido? En ninguna, ciertamente. Salidos del estado
abyecto de colonos para figurar en el catálogo de las naciones independien-
tes, les ha pasado lo mismo que ha un hombre hundido por mucho tiempo
en un calabozo obscuro, que, recibiendo repentinamente los rayos del sol, en
vez de ver, se deslumbra, se aturde y tal vez pierde para siempre la vista por
la debilidad de la retina de sus ojos. Tal ha sido nuestra suerte: hemos que-
dado deslumbrados y casi ciegos por mucho tiempo, confundiendo las ideas
de libertad con las de libertinaje, el amor a la justicia con el despotismo, la
sólida piedad con el fanatismo religioso, y el respeto debido a las autoridades
constituidas, con el servilismo degradante… Mas llego al día que volviéramos
sobre nuestros pasos, y en que viésemos bajo nuestros pies abierto el abismo
cuyo borde pisamos, y en que oyésemos los clamores de un pueblo numeroso
y angustiado que en el exceso de su aflicción nos dice «Alargad, señor, nuestra
mano generosa, que nos revoque de la perdición; echadnos una tabla que nos
salve del naufragio, reformad esa Constitución que en parte nos ha produci-
do males sin cuento, porque o la reformáis o todos parecemos: ¡Alternativa
cruel, pero precisa!». Mas para que esta Cámara no entienda que esta es una
vana y retorica hipotiposis, la comisión va presentarle una sucinta relación de
las quejas dirigidas a este objeto, por varios pueblos, siendo de notar que las
170 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
principales son del estado de Jalisco, de aquel estado primero en proclamar la
Federación y hoy el más desengañado de sus tristes efectos.
Después de haberse cometido ahí una serie de excesos que darán muy
abundante materia para la historia de nuestra desgracia, se proyectó una coa-
lición de varios estados, en que tomo una parte bastante activa; levanto tropas
y para su organización y equipo, exigió contribuciones harto gravosas para los
prestamos forzosos que de ordinario se exigen a mano armada. El pronun-
ciamiento que en aquella razón se hizo en Lagos, que se procuró reprimir
inútilmente con la tropa de Jalisco, y evito que comenzara a efectuarse la coa-
lición proyectada, desconcertó los planes de esta, porque el Gobierno general
mando una gruesa división sobre Guadalajara al mando del general Cortázar,
que ocupo aquella ciudad de julio de 1834 y restableció el orden. Apenas se
vieron los pueblos en libertad cuando, con una voz unísona, comenzaron a
clamar contra el sistema federal, dirigiendo sus quejas al supremo Gobierno a
través del nuevo gobernador de aquel estado.
III. DICTAMEN DE LA COMISIÓN ESPECIAL
DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS NOMBRADA PARA DARLO
SOBRE LAS MANIFESTACIONES RELATIVAS AL CAMBIO
DEL SISTEMA DE GOBIERNO
Mexico: 1835
Imprenta de Luis Abadiano y Valdes,
Calle de Tacuba núm. 4
A tres pueden reducirse las cuestiones que la Cámara se ha dignado enco-
mendar a nuestro examen para que lo que dictaminemos sobre ellas sirva de
base a la discusión y votaciones del Congreso General. Primera, ¿Se cambiará
el actual sistema de nuestro Gobierno? Segunda, ¿El cambio lo hará este Con-
greso, fungiendo de Constituyente? Tercera, ¿En caso afirmativo, se reunirán
las dos Cámaras en que hoy se halla divido formando una sola asamblea?
Gravísimas, delicadísimas son las dos primeras de estas cuestiones, y tanto,
que su acertada resolución la calificamos con la frase de los dos polos de la
futura felicidad y la paz de la nación. En ellas se hallaría la comisión extrema-
damente embarazada, así por las consideraciones intrínsecas, como, y tal vez
más, por las asesorías y extrínsecas, si afortunadamente no estuviera ya tan
pronunciada de antemano la opinión de la augusta Cámara y de la mayoría
notabilísima de la nación.
Documentos 171
Entre iniciativas de Legislaturas, manifestaciones de ayuntamientos, actas
de estos y de sus vecindarios ha examinado la comisión más de cuatrocientos
documentos, que para su fin acordó la Cámara se le pasasen, y en su vista
ha formado el adjunto extracto, que especifica lo que cada uno opina con
respecto a las tres cuestiones propuestas. Aunque en muchos y los más de
esos documentos se tocan otros puntos relativos a la Constitución futura, los
hemos omitido de intento en el extracto por no creerlos ni de ahora ni de
nuestra inspección, sino de la comisión que deberá nombrarse, si se resuel-
ven, y cuando se resuelvan afirmativamente las cuestiones propuestas; a cuyo
examen entramos ya por su mismo orden.
Los defensores del sistema federal podrán negar (con razón o sin ella)
que los males experimentados por la nación, mientras ha regido este sistema,
hayan sido efectos o consecuencias de él; pero no podrán hacer lo mismo,
sin delirio, con respecto al hecho de que se han sufrido muchos y gravísimos.
Los pueblos, para quienes no se hicieron las abstracciones ni las reglas del
riguroso raciocinio ven solo la simultaneidad de los hechos; sienten que son
víctimas de unos males que no experimentaban antes, y esto les basta para
decidirse y desconfiar de un sistema durante el cual han sido desgraciados,
sea por consecuencia de él, sea por causas extrañas y accidentales que no se
paran a examinar. De aquí es que los pueblos que hasta ahora han manifesta-
do espontáneamente su opinión, todos a una voz, piden variación de sistema,
echándose casi todos, como era de esperar, al extremo contrario y proclaman-
do el centralismo; y el cortísimo resto pidiendo otra cosa que lo que hay hoy,
aunque sin designar esa otra cosa.Varían en los demás puntos, pero no en el
de un cambio, y, a fuerza de verdaderos enfermos, sienten el mal y ansían por
la salud, aunque no pueden alcanzar la causa de aquel ni los medios para esta.
En nuestro juicio, bastaría esto solo para que el Congreso se ocupara en
examinar, qué cambio nos conviene; porque, aunque no somos del número
de los fingidos adoradores de la voluntad popular, verdaderos alucinadores de
la muchedumbre y opinamos que, cuando el pueblo quiere una injusticia no-
toria, ni es lícito ni deben darle gusto sus verdaderos amadores. Pero también
sostenemos que aun sus preocupaciones deben ser respetadas, singularmente
en los gobiernos democráticos, de suerte que jamás se obre contra su expresa
voluntad, aunque vaya extraviada, sino que se trabaje y se le dé tiempo para
rectificarla.
Estas máximas, que siempre han sido las de nuestro entendimiento y co-
razón, y el considerar que los legisladores no deben dirigirse por sensaciones
como los pueblos, sino por raciocinios muy fundados y conformes a todas las
reglas de la crítica, nos hacen entrar directamente en la cuestión, aunque con
172 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
los temores que nos debe inspirar su gravedad y el conocimiento de nuestra
insuficiencia.
Si nos volviesen a poner en el año de 1824, no dudaríamos un momento
en asegurar a la nación que no le convenía el sistema federal que se pensaba
adoptar y se adoptó de facto. ¿Qué comparación podía haber entre nosotros y
nuestros vecinos del norte para imitar sus instituciones servilmente?, Aquellos
eran, y siempre habían sido estados separados, seres morales, completo cada
uno en su género; constituido de mucho tiempo atrás; con unas costumbres
fijas y mamadas con la leche; con hábitos y propensiones marcadas e inequí-
vocas; con leyes antiguas y magistrados viejos, obedecidas y respetadas a la par.
Esos estados, esas naciones diferentes se confederan, se coligan para el bien
general, forman un verdadero pacto de compañía, estableciendo los únicos
puntos de contacto que tendrían en lo sucesivo, y reservando todos los de-
más de divergencia. A ellos los guían la naturaleza y la razón, para hacerse
más fuertes en la unidad, más ricos en la acumulación, más respetables en la
compañía y la mutua defensa. Nosotros, por el contrario, formábamos una
sola nación, criada en la esclavitud, sin otra costumbre que no tener ninguna;
sin más leyes que un confuso laberinto de reales determinaciones, felizmente
ignoradas u olvidadas; con una Hacienda despóticamente manejada y conser-
vada; con aptitudes, divisiones territoriales, eclesiásticas y civiles, y con relacio-
nes de toda especie acuñadas en el molde de la unidad; sin previa educación
necesaria para formar a los hombres que deben gobernar; y en todo sin aquel
hábito de independencia individual que inspiran el trabajo y la propiedad, y
con la propensión a ser mantenidos por el público. ¿La división, en tal estado
de cosas, podía causar fuerza, o debería producir debilidad?, ¿Podría conci-
liarnos respeto, o hacernos despreciables?, ¿Multiplicar las necesidades con la
separación, podría dejar de causar nuevos e insoportables gravámenes a los
pueblos?, ¿Los males de la inexperiencia en el Gobierno, los terribles embates
de la ignorancia y del aspirantismo, y la confusión y desorden, dejarían de
centuplicarse con la necesidad de veinte Congresos, otros tantos Gobiernos y
Tribunales Supremos de Justicia?, cuando no teníamos hombres para llenar
dignamente, en su totalidad, un solo Congreso Legislativo, una magistratu-
ra suprema, y un Tribunal de Justicia de la misma especie, ¿cómo se pudo
creer que los encontraríamos para veinte? Cuando nuestros recursos eran es-
casos aun para la unidad, ¿cómo creíamos nos sobrarían en la multiplicidad?
Nosotros nos hicimos débiles, pobres y despreciables, dividiéndonos, porque
estábamos unidos: y todo lo contrario lograron los del norte que estaban se-
parados y se unieron. Allá la generalidad fue obra, y recibió todo su ser, de los
estados; acá los estados fueron criaturas de la generalidad, no tuvieron más
que lo que ella quiso cederles, y que puede reasumir cuando así le convenga.
Documentos 173
Sin una Federación desunida, y en que el Gobierno todo es debilidad y falta
de resorte, se pudieron lograr las únicas ventajas que alucinaron por enton-
ces, tener cerca de sí los ocursos judiciales al frente de los negocios políticos
y económicos, hombres conocidos y experimentados por los pueblos que los
conociesen a ellos y que viesen de cerca sus necesidades y recursos. En una
palabra, lejos de haber semejanza en los dos pueblos, formábamos anversos y
reversos en la medalla social, pero, no obstante, alucinaron teorías y prevale-
cieron esperanzas engañosas.
Esto habríamos hecho valer entonces; hoy la cuestión se presenta bajo di-
verso aspecto, que la hace más dudosa y difícil que en 1824. No se trata ahora
de hacer un mal, sino de deshacer el que ya se hizo; y si lo primero siem-
pre debe evitarse, lo segundo suele complicarse de manera que la prudencia
aconseja tolerar por no causar otro mal nuevo. Once años de división y de
este régimen han creado once mil hábitos, otras tantas seguridades, fortunas
y esperanzas cuya destrucción es siempre de mal en bien. Toda mudanza de
gobierno, aun cuando sea de mal en bien, causa trastornos sensibles; y si no
se prepara y ejecuta con suma prudencia y sumo tino, ocasiona la ruina de la
sociedad.
A pesar de estas verdades, la comisión considera que el cambio que los
pueblos exigen ocasionara males individuales o, mejor dicho, privación de
bienes indebidos en los particulares, pero proporcionara bienes públicos de
mucho tamaño. Siendo unas las leyes, podrían ser menos absurdas y más sa-
bias, sin perjuicio de que los reglamentos para su ejecución sean formados a
la vista de las circunstancias de cada cantón y aun de cada municipalidad. La
administración de justicia se arreglará a los mismos códigos sin necesidad de
que el individuo salga de su cantón para que se le administre en otra parte.
Minorado el número de legisladores, magistrados & c., podrán encontrarse
más sabios, y más íntegros, dotarse mejor, y ahorrarse, no obstante, inmensas
sumas, conque hoy, cuando no hay otra cosa, se pagan la ignorancia y la per-
versidad, para que hagan el mal. En fin, todo consiste en el plan que se adopte
y en el modo con que se lleve a ejecución. Cuáles deban ser aquel y este no nos
toca decirlo a nosotros, sino a la comisión que se nombrará al intento, y a no-
sotros nos basta deducir de estas ligeras indicaciones: que la gran mayoría de
la nación quiere variar la forma de gobierno con que se ha regido desde 1824,
que tiene razón en quererlo y que la variación es conveniente a su felicidad.
La facultad y la conveniencia son los dos únicos puntos que se deben exa-
minar para resolver la segunda cuestión. A un lado toda delicadeza y pundo-
nor mal entendido. ¿Qué importa lo que de nosotros podrán decir algunos,
y ciertamente dirán los perversos, aún sin creerlo? Si lo exige el bien de la
174 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
patria, si lo demanda el interés común, tenemos la misma obligación de ha-
cerle el sacrificio de la delicadeza y del honor que de consagrarle nuestras
meditaciones y tareas.
La facultad en el actual Congreso para constituir a la nación es indudable,
y tiene en su apoyo todos los requisitos que exige el Derecho común: siendo
de notar que no se podrá alegar en su contra una razón atendible, la cual no
obre igualmente contra la legitimidad y permanencia de esa misma Constitu-
ción de 1824 que se trata de variar.
Con efecto: ¿quién puede dar o alterar la constitución de un pueblo? Él
solo, ya sea mediata, ya inmediatamente las personas a quienes delegue esta
empresa, y a cuya decisión quisiera y se obligue a estar. ¿Y no concurre esta
circunstancia en los miembros del actual Congreso? Sin disputa. Ha casi un
año que el pueblo, en sus juntas electorales primarias y secundarias, los revis-
tió de poderes plenísimos para el cambio que desde mucho antes deseaba,
que entonces indicó, y después ha explicado abiertamente. Lejos de haber
sido revocados, los poderes han sido confirmados después, de los dos modos
más solemnes que se conocen en el Derecho público: tácito el uno y consis-
tente en la ratificación y el otro expreso y formalmente declaratorio. Después
de un examen maduro y de una discusión detenidísima sobre la naturaleza y
extensión de los poderes de los actuales representantes, el Congreso expidió
su célebre decreto de 2 de mayo, en cuyo artículo 1. Declaró que la nación lo
había investido de la plena facultad constituyente. El decreto fue comunicado
a todos los estados, a todos los partidos y pueblos, promulgados y obedecido
en ellos por todas las autoridades, de todos los órdenes, sin que uno solo hasta
ahora haya desmentido el aserto ni contradicho la facultad declarada; ¿puede
darse una aquiescencia más completa, una ratificación más innegable? ¿Y no
es ella la que desde el origen del mundo ha legitimado, en política, todos los
actos de todos los gobiernos, aun los de los usurpadores y conquistadores? Así
lo enseñan los publicistas; y acordes absolutamente, asienten cuando tratan
del dominio del conquistador, que luego que los conquistados comienzan a
mezclarse con los conquistadores, y transcurre el tiempo suficiente en que
manifiesten quietud y conformidad con el nuevo gobierno, este y sus actos
pasan a ser legítimos; pudiéndose añadir que, en estas materias, es las más
veces un delirio teórico buscar a priori las fuentes de legitimidad que solo se
pueden encontrar a posteriori.
Aún es más solemne, por más expresa, la declaración que han hecho nues-
tros pueblos en sus pronunciamientos. De los documentos que la comisión
ha extraído resulta, que solo han dicho que el actual Congreso convoque a
otro para que forme la Constitución: el resto, incomparablemente mayor, ha
Documentos 175
manifestado expresamente la voluntad contraria, exigiendo, casi todos, que él
sea el Constituyente, y añadiendo muchísimos que, si es necesario, le amplían
las facultades que ya tenían concedidas, y diciendo el que menos que, en este
punto, se pone en sus manos y esta a lo que quiera resolver.
Si hay otros modos más auténticos de conocer la opinión pública, y la vo-
luntad general que la aquiescencia de los pueblos y sus manifestaciones ante-
riores y posteriores, la comisión los ignora. Por otra parte, la materia de estas
dos primeras cuestiones es de las poquísimas en que puede verificarse esa
voluntad general y la opinión pública. Sentir el mal de una posición, y desear
salir de ella es propio de todo hombre, y lo es igualmente poner la confianza
y entregarse, para ese fin, en tales o cuales manos, que nos parece nos verán
con amor, se podrán hacer cargo de nuestra enfermedad y proporcionarnos
el remedio. Para nada de esto se requieren profundos conocimientos ni su-
blimes raciocinios, basta la facultad de sentir y una especie de instinto y tacto
natural en todo hombre.
Cuando se trate de cuál ha de ser la nueva forma de gobierno, y de los
elementos que hayan de entrar en su composición, para que los pueblos vivan
más seguros y felices, entonces, sí, se necesita previo estudio, gran pulso, y
profundas combinaciones de las que es incapaz la multitud, y por lo mismo,
en tales cuestiones no puede haber esa voluntad y opinión generales; pero
todos son aptos para sentir y decir, “en esto me va mal, quiero otra cosa”.
A esto se han reducido nuestros pueblos, sin que obste el que casi todos lo
hayan apellidado centralismo, pues han usado esta voz como contraposición
del sistema federal, que ya no quieren; y no le han dado, en sustancia, otra
significación que la de un gobierno más fuerte en los resortes, más respetable
en las medidas, más ecónomo en los recursos, y menos complicado en las rela-
ciones: y la fe, a fe que así debe ser nuestro gobierno, o es forzoso despedirnos
para siempre de la felicidad y de la paz. Así que, si en la materia cabe opinión
general, y las pruebas de ellas son tan inequívocas, es preciso concluir, que la
mayoría de la nación quiere que la constituya el actual Congreso, y que toda
ella obedezca la Constitución que se formare, si fuese tan sabia y adecuada
como es de presumir.
Ni podía convenir en nuestras actuales circunstancias otra medida. Decla-
rados ya los pueblos contra el actual sistema de gobierno, vino a tierra el pres-
tigio de la Constitución del año de catorce, y todas las autoridades hijas de ella
perdieron su respetabilidad. Ellas mismas lo han conocido así, y unas se han
retirado, y otras funcionan a medias como con encogimiento, y sin desplegar,
para hacerse obedecer, toda la energía que es absolutamente necesaria. Se
halla, pues, la nación en un estado de incertidumbre, precario y que pode-
176 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
mos llamar anarquía moderada, que solo el carácter dócil y bondadoso de los
mexicanos puede hacer realizable sin que la nación se destroce y todo sean
horrores y desgracias: pero llegaríamos a ellos si se hiciese durar más largo
tiempo, pues la bondad tiene límites, y nuestros pueblos pasiones como todos.
De aquí es que sea impolítica y muy temible cualquiera medida que se dirija a
prolongar esa situación de incertidumbre, y tal sería la de convocar un nuevo
Congreso que constituyera a la nación.
Por otra parte, los partidos no han muerto, las esperanzas y temores exis-
ten; aunque al parecer adormecidos; unos y otras alentarían al momento que
se les dé cualquier estímulo, por pequeño que sea, ¿y quién duda que las
elecciones populares han sido y son siempre oportunas sazones para fermen-
to, y que lo serían en mucha mayor medida en la época en que vería cada
interés privado, la última ocasión de asegurar sus miras, de sobreponerse y
de triunfar? ¿Daremos, pues, motivo a estas terribles convulsiones cuando las
autoridades que pudieran mitigarlas se hallan en la situación que queda di-
cho? Peligrosísima sería semejante medida, y quizá origen de la ruina total de
la nación. Esta, además, ¿qué puede apetecer en un Congreso Constituyente
que no lo encuentre en el actual? Como que la comisión no habla de sí, pue-
de asegurar sin rubro y con verdad que en la mayor parte de los miembros
de entre ambas Cámaras hay innegable ilustración, conocimientos prácticos,
prudencia, celo patriótico a toda prueba, laboriosidad incansable, y cuanto se
puede desear en un legislador. Quedemos, por tanto, en que la conveniencia
y el Derecho están de acuerdo con la opinión general, sobre que el actual
Congreso sea el que constituya a la nación.
Réstanos solo la tercera de las cuestiones propuestas, interesante a la ver-
dad, pero menos complicada que las otras. En la división de los cuerpos legis-
lativos en dos Cámaras ha buscado y encontrado la política garantías contra
la precipitación, la seducción, las alucinaciones y otras consecuencias funestas
de pasiones momentáneas. Un orador vehemente, una sorpresa bien combi-
nada, una diestra y pronta intriga suelen arrancar a una sola asamblea, alguna
resolución perjudicial, que no tendría efecto si hubiese de sufrir la revisión de
otra distinta y diversamente organizada. Esta última circunstancia es tan esen-
cial para la consecución de los fines políticos de la división de Cámaras que
su falta ha hecho entre nosotros del todo ilusoria la ventaja en los momentos
de efervescencia y vértigo; pues como nuestras Cámaras no tienen elementos
de contraposición ni se contrabalancean, no siempre impide la una el mal de
la otra y fácilmente se aúnan para causarlo mancomunadamente. A pesar de
esto, coopera mucho su división, para la calma, la sorpresa es más difícil; los
Documentos 177
puntos se examinan por diversos aspectos; y se afianza más el acierto en las
deliberaciones.
Contra la división no se puede objetar racionalmente otro mal que el de
la lentitud; pero prescindiendo de que, en materias de tan supremo interés,
ese mal es mucho menor y menos atendible que el de cualquiera otro error
que se cometa, la comisión cree que tiene fácil remedio en nuestro caso. Si las
comisiones de ambas Cámaras se reúnen (como se ha hecho en otras veces)
para formar el proyecto de Constitución; si aprobado este, en lo general, la
Cámara iniciadora discute un capítulo mientras la revisora examina el ante-
rior; y si, en fin, solo en el caso de discordia en la segunda revisión se reúnen
para terminarla por el número de votos que parezca ni el tiempo se pierde ni
se gasta más del que se gastaría en la formación por una sola asamblea, y se
logran todas las incuestionables ventajas de la separación: esta además, no está
exigida por la nación, pues el adjunto extracto manifiesta que son poquísimos
los pueblos que la han propuesto, siendo de presumir que la incomparable
mayoría de los que nada han dicho no la quieren, pues sabiendo ellos que el
Congreso está dividido en dos Cámaras, no era natural que hubiesen guarda-
do silencio sobre esta circunstancia si hubieran deseado su alteración.
El dicho común de que ninguna Constitución se ha hecho en dos Cámaras
no es conducente y es falsísimo. Puntualmente, la mejor y la que más ha sub-
sistido (la de Inglaterra) se ha hecho muy paulatinamente y en dos Cámaras.
Para este lugar hemos reservado otra reflexión importantísima en la resolu-
ción de nuestras tres cuestiones, a saber, las gravísimas variaciones constitu-
cionales hechas en las potencias de Europa, y reconocidas como válidas por
toda ellas sin el menor reclamo, se han hecho por Congresos ordinarios y en
dos Cámaras; así se varió la dinastía en Inglaterra, punto cardinal en consti-
tuciones monárquicas: así se varió últimamente en Francia. Ni los diputados
se creyeron sin facultades, ni los creyeron sus comitentes, ni convocaron con-
gresos extraordinarios, y todas las otras potencias de la Europa reconocieron
por validas sus resoluciones, y arreglaron a ellas su conducta; de suerte, que,
si tuviera fuerza la máxima contraria, que algunos han querido aquí propagar,
vendría a tierra todo el sistema político europeo.
La sabiduría de la Cámara conocerá cuánto ha omitido la Comisión, cuán
someramente ha tocado puntos gravísimos y cuánto pudiera extenderse en
la materia; pero considerando que no escribía una disertación, sino un dic-
tamen, y que solo iba a hablar a un cuerpo de sabios que no necesitan luces,
sino, a lo mas, recuerdos, se ha contentado con indicaciones ligeras, y las sufi-
cientes al intento, dejando todo lo demás para la discusión.
178 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Creemos, por último, que, estando ya las dos primeras cuestiones decidi-
das, en sustancias, por el artículo primero del decreto de 2 de mayo, que está
ratificado por la aquiescencia de la nación, no hay otra cosa que hacer, que
remover la traba que estableció el artículo segundo por cuanto la nación no
quiere ni debe subsistirla. Hecha esta declaración, y las conducentes a la sepa-
ración de las Cámaras, todo está allanado, y debe comenzarse la grande obra
sin perder más momentos.
Por tales motivos, la comisión propone a la deliberación de la Cámara las
proposiciones siguientes:
Primera. El Congreso General se declara investido por la nación de amplias facul-
tades para variar la forma de gobierno y constituirlo nuevamente.
Segunda. Usará de dichas facultades continuando dividido en dos Cámaras.
Tercera. Si llegare el caso de discordia en la segunda revisión de algunos puntos,
para solo ellos y solo para decidirla, se reunirán en una las dos Cámaras, se abrirá ter-
cera vez la discusión, y el punto de la discordia quedará aprobado por la mayoría de
los sufragios de los individuos presentes.
Sala de comisiones. México, julio 28 de 1835.
Tagle.—Valentín.—Anzorena.
IV. DICTAMEN DE LA COMISIÓN ESPECIAL DE LA CÁMARA
DE SENADORES SOBRE CAMBIO DE LA FORMA DE GOBIERNO
Y VOTO PARTICULAR DEL SEÑOR COUTO MÉXICO
Imprenta del Águila, dirigida por José Ximeno,
calle de Medinas, número 6. 1835
El estado actual de la nación, las convulsiones repetidas en ella ha tantos
años con la mayor frecuencia, exigen imperiosamente examinar el origen de
tantos males, por si descubierto se puede oponer un dique a tan fatal corrien-
te. Cansados los pueblos de transferir de uno para otro bienio las esperanzas
de bienestar que tantas veces se les había prometido, quisieron al fin desatarse
de los vínculos con que ellos mismos se habían ligado por si era posible llegase
el venturoso día de gozar y acabar de padecer. La prosperidad de las naciones
esta tan íntimamente unida con su sistema de legislación que las peñas más
áridas y escarpadas montañas se transforman en floridas campiñas bajo la in-
fluencia de leyes sabias y adecuadas a los pueblos que las han de observar; así
como las más fértiles regiones se convierten en inhabilitados desiertos cuan-
do un régimen débil para ejecutar el bien, y omnipotente para hacer el mal,
ahuyenta la seguridad y hace desaparecer la confianza. El continente mexica-
Documentos 179
no destinado por la naturaleza a figurar en el globo, acaso como el más rico
entre las naciones, no solo ve estacionaria su prosperidad, sino que la siente
retrogradar de día en día a proporción que se aleja de la fecha que se le había
fijado como principio del desarrollo de los gérmenes de su riqueza y engran-
decimiento. ¡No es de esperar que en el orden social forme una especie de
prodigio o milagro político, y que aquello que en otras naciones es causa de
su decaimiento en él sea motivo de elevación!
Los frecuentes ataques dados a la seguridad individual, la continua alarma
en que viven unos respecto de otros, la irregularidad de una legislación tan
complicada que es ya imposible compilarla para formar un cuerpo, la multi-
plicidad de las contribuciones y mal repartimiento de ellas, la impunidad de
los delitos comunes, la funesta inviolabilidad para cometer los políticos, y por
último, la facilidad de crear un delincuente necesario, ¿no son caracteres in-
equívocos de un pueblo mal constituido? ¿Son estos los feos rasgos con que se
puede bosquejar nuestra historia de once años contados desde 1824 hasta el
presente?, ¿No son estos los que, apurando por último el común sufrimiento,
dieron por resultado fijar primero la atención nacional, examinar enseguida
su situación, y acabar por procurarse un remedio a costa de cualquier sacri-
ficio? La comisión cree ser innegable la existencia de aquellos, y se persuade
por lo mismo que el desempeño de su difícil encargo consiste en indagar si
ellos son una consecuencia necesaria de la actual organización, o si se pue-
den extirpar desde la raíz respetando en ella lo esencial, y variando solo lo
accidental. Esta indagación formará la primera parte del presente dictamen,
reservándose para considerar en la segunda si la nación quiere variar su régi-
men, y si se tienen testimonios que manifiesten sus deseos.
Si la formación de una constitución ofrece desde luego la solución de este
gran problema: dado un pueblo, su situación geográfica, su riqueza, sus cos-
tumbres sus hábitos, preocupaciones y religión, determinar la forma de go-
bierno que más le convenga, la variación de instituciones dadas ofrece este
inminente peligro. ¿El pueblo dejando su antigua constitución se quedará
también sin la nueva que desea? La solución de la primera debió ser el fruto
de un maduro examen halla en 1824: arrostrar el segundo pertenece a noso-
tros, sin que podamos en manera alguna evitarlo, habiéndonos cometido los
pueblos el encargo, no solo de conocer sus males, sino también el de reme-
diarlos.
El más ligero examen de nuestras actuales instituciones basta para con-
vencer de que en ellas mismas esta el origen de las calamidades públicas. Esta
proposición parecerá nimiamente avanzada, mas ella se apoya en las mismas
bases de la carta. Al escuchar la voz de régimen federal, ninguna idea se ofre-
180 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
ce ante a la alma que la de varias sociedades formando diversos cuerpos, mas
reuniendo todos sus esfuerzos y poderes para la consecución de un mismo fin,
tal debiera haber sido el principio de nuestro pacto sin dar lugar a la inven-
ción peregrina de confederar pueblos ya unidos entre sí por un mismo idio-
ma, por la igualdad de religión, por la uniformidad de hábitos y costumbres,
y por la identidad de intereses.
El pueblo que formaba una sola familia dispersada en un inmenso terreno,
pero animada de un solo espíritu, cuando adopto el régimen federal, no hizo
más que dividirse no ya por las distancias de los lugares, sino aun por intere-
ses, siendo ya unos los del jalisciense, otros los del zacatecano, diversos los de
habitante de la California y distintos los de todos, según que pertenecían a
algunos de los veinte estados de la Federación: no pudo haber sido el cálculo
más acertado para dividir a los mexicanos entre sí, y hacerlos extranjeros en
su propio país.
Este defecto muy obvio para cualquiera que haya examinado nuestra Cons-
titución, es inherente por esencia a ella misma, sin que hayan tenido en su
creación parte alguna las personas que han fungido en el régimen federal. No
fueron ellas las que concedieron unos derechos a los habitantes de un estado,
negándoselos a los de otro. Las obras de los hombres selladas siempre con la
nota de imperfección propia de su naturaleza, tienen consigo algunas venta-
jas capaces de compensar los defectos de que aquellas jamás carecen. ¿Cuál se
puede asignar en este principio de división y debilidad suma? En 1824, cuan-
do era para los mexicanos desconocida del todo la difícil ciencia del gobier-
no, se alegaba como razón muy poderosa a favor de la Federación que nada
podía imaginarse más benéfico para los pueblos, ni algo que mejor consultara
a la prosperidad de cada uno que un régimen dividido en muchos pequeños
círculos, colocando en el centro de cada uno, autoridades destinadas a velar
sobre el bienestar de los comprendidos en su periferia. Desde entonces, bien
se conoció por algunos que esto no era más que multiplicar las ruedas en la
máquina, sacrificando así la firmeza y uniformidad del movimiento general.
Aquellos pueblos cuyos usos, aunque diversos, tienen un interés común capaz
de ligarlos entre sí, se unen para la conservación de aquel, ganando en la liga
la suma total de todos los poderes que no podía tener cada uno considerando
por sí solo. Las pequeñas repúblicas de la Grecia se unen para resistir al gran
rey, conservando cada una, ileso su régimen interior. El pueblo mexicano esta-
ba unido para la conservación de su independencia, y no había razón alguna
que indicase la necesidad de diversas leyes para unos mismos pueblos, resul-
tando solo de la Federación la multiplicación de mandatos y mandatarios,
Documentos 181
y la desigualdad de derechos en hombres animados de un mismo espíritu y
atraídos por iguales inclinaciones.
La diversidad de sistema, o más bien la falla de él en la multitud de legisla-
dores esparcidos para regir a la nación, formó disensiones inextinguibles en
el interior de cada estado, y en muchos fue la creadora de una inapelable ti-
ranía: ¡Ellos eran soberanos e independientes! ¿Quién podía mediar en aque-
llas y refrenar esta? Los poderes generales de la nación no podían prefijarles
términos, sin que se levantase un destemplado clamor llamándolos déspotas
y depresores de la dignidad de las Legislaturas. Añádase a esto la elevación
de hombres a quienes ni sus conocimientos y acaso ni aun sus virtudes llama-
ban a la ocupación de puestos distinguidos. El pueblo cuyos juicios se forman
por sentimiento, desconfiaba, pudieran acertar aquellos que le eran tan ínti-
mamente conocidos. Los primeros legisladores de Roma procuraron que sus
disposiciones fuesen no solo marcadas con los más indelebles caracteres de
prudencia y sabiduría, sino que hacían intervenir en ellas las inspiraciones de
alguna divinidad ¿Cuántos de nuestros primeros legisladores se presentaron
en los augustos santuarios no solo sin las inspiraciones del cielo, sino aun des-
nudos de los conocimientos más comunes?, ¿Qué fuerza podría conciliarse a
unas resoluciones que al tiempo mismo de tomarlas recordaban no solo la fal-
ta de experiencia sino aun la impericia de aquellos que las dictaban?, ¿Cómo
podía la ley ser la expresión de la voluntad general, llevando consigo el des-
concepto de sus autores? La mala opinión hace prevenir los ánimos, y debilita
el más seguro resorte de la obediencia. Desde el principio faltó la fuerza moral
a un régimen que sin ella es flaco y débil. La comisión habría omitido gustosa
estos feos rasgos que bosquejan nuestra Federación democrática si la Cámara
no la hubiera puesto en la necesidad de buscar en los primeros elementos de
la organización social, el principio de las públicas calamidades.
Un régimen dispendioso hace inevitable la multitud de contribuciones,
y estas traen consigo el disgusto del pueblo que las reporta. La organización
federal hizo necesarias en la nación veinte autoridades supremas destinadas a
ejecutar las leyes acordadas por 295 legisladores. ¡Qué multitud de funciona-
rios subalternos para completar las últimas ramificaciones de estos primeros
poderes! Vivían todas a expensas del pueblo en un tiempo en el que en vez
de aumentar han disminuido los recursos de subsistencia. La emigración de
caudales, la inseguridad en los giros a consecuencia de nuestras continuas
revueltas, disminuyó el número de las labores, siguiendo la razón inversa el
de los vagos y bandidos, y aumentándose sin término el de pretendientes a
destinos públicos, los que se consideraron más como asilos de la miseria que
como premios de la aptitud y mérito. ¡La independencia personal se pospuso
182 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
a los públicos emolumentos y atractivos del poder! Esta era una consecuencia
necesaria de un régimen en que todos se creían con derecho a mandar y nin-
guno con obligación a obedecer.
A las contribuciones que gravitaron sobre los diversos giros de la industria,
en la milicia cívica se añadió otra que aumentó el número de los consumido-
res, reduciendo casi a cero el de los productores, fomentando el espíritu gue-
rrero en la Nación y queriéndola reducir toda a un ejército sobre las armas.
Este era un mal creado en la Constitución no menos que los otros de que la
comisión ha hecho mérito. ¿Cómo sin milicia cívica podría decirse observan-
do el artículo 110 en su párrafo undécimo? ¿Cómo llamarse un Estado sobe-
rano e independiente sin tener una fuerte columna con que hacer respetar
estos dos pomposos títulos? Más para perpetuo oprobio de la invención de las
milicias cívicas, y desengaños de sus autores, ellas fueron las primeras en hu-
millar la soberanía de los mismos Estados que decían defender. ¿Quiénes for-
maron en la funesta e ignominiosa jornada del 4 de diciembre de 1828?, ¿Qué
estado en toda la República reclamo los atentados horrendos de aquel día?
Desde entonces fecha la caída de la Constitución federal, derribada por los
mismos que se lisonjeaban de ser sus más acérrimos defensores. ¡Qué prueba
tan clara de que los Estados o ignoraban sus derechos o eran impotentes para
defenderlos!
Sola una resistencia se ha visto organizada, tal fue la de Zacatecas en el
último mayo; mas ella misma dio un nuevo argumento para probar que la Fe-
deración era nula. El estado de Zacatecas se pone en armas para desobedecer
a la ley que reducía el número de la milicia cívica ¿Podía conservarse la Fe-
deración sin reconocer el centro de unidad? Jalisco, y Zacatecas últimamente
quisieron hacer esta prueba tan nueva como peligrosa: luego ellos no pertene-
cían a la unión federal, o los otros dieciocho estados no estaban confederados
con ellos, a quienes abandonaron en la injusta lucha que imprudentemente
emprendieron. Tomar las armas para resistir una contribución era muy anti-
guo en el mundo; mas empuñarlas para conservarla estaba reservado al cau-
dillo de Guadalupe.
Los falsos conceptos que se formaron del régimen federal desde su crea-
ción, sirvieron de fundamento para reclamación al Supremo Poder Ejecutivo
de la nación. Exigiendo unas veces la remoción de funcionarios de su resorte,
y no pocas resistiéndose abiertamente a admitirlos. No faltaron Estados que
formasen queja por haber colocado tropas el Poder Ejecutivo en ellos, dicien-
do haberlos invadido, cuyo lenguaje solo podía apoyarse en la idea de ser cada
Estado una nación diversa. En estos últimos tiempos en que el espíritu de la
falsa democracia tendía a revivir en cuanto fuera posible los usos y costumbres
Documentos 183
de las antiguas repúblicas de Grecia, se pretendió que las Legislaturas tuvieran
a lo menos el derecho de revisar las leyes del Congreso General, reservándose
el veto para reducirlo todo de este modo al más alto grado de incertidumbre y
versatilidad. ¡Qué unión en la que continuamente se proyectaban nuevos mo-
tivos de disolución! Era necesario dar la última mano al proyecto desorganiza-
dor; la coalición meditada para sostener las pequeñas soberanías, era lo que
mejor podía dar el lleno a tan perverso fin. La comisión, al recordar tantos
delirios, no puede menos que persuadirse de haber sido inventados por algún
genio enemigo no solo de la pública tranquilidad, sino aun de la independen-
cia misma. ¡Se pretendía acaso conseguir por las arterías de la política, lo que
no se podía esperar de una guerra abierta y declarada! Tantos inconvenientes
y tamaños peligros, prueban que la república mexicana necesita ser regene-
rada, y que ninguna fuerza será ya capaz de recomponer un edificio ruinoso
en su construcción, y que por último vino a tierra abandonado de la opinión
pública, baluarte único capaz de sostenerlo.
¿Más cuál es esta opinión? ¡Cuáles los conductos bastantes fieles para ex-
presarlas? Si las analogías han de servir de antecedente para resolver la cues-
tión, se pueden invocar las mismas y aún más fuertes que aquellas que en 1824
fueron argumento para la adopción del régimen federal. Allá las diputaciones
provinciales, cuya creación era de elección indirecta popular, designaron el
sendero que la nación podía seguir en la peligrosa crisis a que se le abordaba
después de la ruina del trono imperial. Aquí las municipalidades y aun las
Legislaturas facultadas para iniciar leyes y reformas constitucionales o han
pedido una reforma absoluta, o por lo menos han acogido en su seno y dado
curso hacia el Congreso General peticiones de este orden. ¿Cómo se pudo de-
cir con verdad en aquella fecha que la Nación deseaba las formulas federales?
El pueblo mexicano no puede formar una excepción en la regla general que
establece no desear alguno aquello que le es desconocido; luego la opinión
de entonces sería cuando más la de algunos sabios que se persuadieron ser la
Federación en régimen más adecuado para un pueblo que salía del absolutis-
mo monárquico de tres siglos. ¡No se exigen del niño los oficios propios de un
barón! El ensayo de once años es sin duda un tiempo más que suficiente para
que la nación este plenamente impuesta de su forma de gobierno habiendo
adelantado a lo menos, conocer ahora lo que entonces ignoraba, y poder ra-
ciocinar no ya sobre conjeturas, no sobre el testimonio de otros, sino sobre los
hechos que han pasado por ella misma. ¿Y estos que le indican? La inseguri-
dad, la desconfianza, la multiplicidad de los crímenes, la impunidad en ellos,
la suma indigencia y en una palabra, hija sola de las sensaciones, y que nada
tiene de común con aquellos abstractos raciocinios fruto de una meditación
larga y profunda: es, pues, claro que cuando el pueblo en su gran masa no se
184 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
le concede la facultad de elegir los mejores, no se le podrá negar la de cono-
cer aquello en que se siente mal. ¿Goza el pueblo mexicano? La resolución de
esta cuestión es tan triste como fácil y segura: luego si sus padecimientos han
venido de la multiplicación de los mandatarios, del aumento en las contribu-
ciones, de la diminución en sus recursos, de la inseguridad en los giros, de la
total falta de las garantías sociales, y si todo es una consecuencia precisa del
régimen establecido, él está en aptitud no solo de apreciar sus sufrimientos,
sino también con derecho a exigir que ellos le sean remediados. No se pue-
den poner en duda aquellos antecedentes sin ser extranjeros al pueblo en que
se vive, ni negar esta consecuencia sin echar por tierra el dogma político de
la soberanía del pueblo: este, pues, con pleno conocimiento de causa, rogó
primero en silencio y, pidió por último, por conductos tan seguros como los
de 1824 y, ciertamente, mayores en número que los de aquella fecha.
La comisión ha discurrido hasta aquí acerca de la necesidad que hay de dar
una nueva constitución sin desconocer por esto que acaso se abre la puerta
para que de cada uno de los Congresos futuros se exija una nueva carta; mas
las circunstancias nos han puesto en la triste situación de elegir entre males,
¿Entre estos cuál es mayor, forma una constitución, ¿No se ha introducido
hasta los poderes supremos de la nación?, ¿No ha sucedido lo mismo con una
gran mayoría de las Legislaturas de los estados?, ¿No es cierto igualmente que
otras han abandonado las sillas temiendo ofender por más tiempo la vista de
aquellos para quienes antes habían dictado leyes? Todo manifiesta que el pue-
blo agobiado de sus pesares, ha suplantado la Carta fundamental al imperio
de las circunstancias y reasumido de nuevo su imprescriptible Soberanía. ¡Ha
dejado de ser la Carta de 1824!
¿Más de dónde viene al Congreso actual la facultad de constituir nueva-
mente a la nación? Del mismo origen de donde le vino la de reformar el pacto
sin sujetarse a los trámites designados en él. En las naciones no constituidas,
no hay más reglas que aquellas que dicta la equidad y prefijan los incontes-
tables derechos del hombre: el religioso respeto a estos de donde dimana el
común bienestar, afianza la perpetuidad de las leyes e inviolabilidad de las
constituciones. Sígase este sendero en la futura, y ella sobrevivirá no solo a la
generación actual, sino también a las venideras.
Es ya demostrado, en concepto de la comisión, que los pueblos exigen que
su ley fundamental sea revisada y formada de nuevo si el actual Congreso así
lo juzgare necesario. En verdad, no se puede decir reformada aquella obra
en la que variados los puntos esenciales y mudados los ejes en cuyo derredor
se volvía la máquina, se forman nuevas bases y se da un nuevo giro a los mo-
vimientos. Tales deberían ser las reformas de la Constitución, puesto que en
Documentos 185
ellas están viciados los puntos más cardinales del pacto social. Nada de esto
podría verificarse sin que el Congreso hiciese ante las aras de la patria el nue-
vo sacrificio de su tranquilidad privada para atender a la pública. Lo más difí-
cil y escabroso del camino, queda allanado en el artículo primero del acuerdo
de la Cámara de Diputados, en cuyo examen la comisión se ha detenido acaso
más de lo necesario para la penetración del Senado.
Mas para llegar al término deseado y con la brevedad que exigen las cir-
cunstancias de la nación, y la peligrosa crisis en que se halla, la comisión ha
creído que no debe perdonarse sacrificio alguno por doloroso que parezca:
partiendo de esta persuasión, entiende que debe diferir de los artículos se-
gundo y tercero del acuerdo de la Cámara de Diputados, substituyéndolos
por otros, cuyas razones pasa a exponer. Es indudable que el actual Congreso
General está animado de un mismo espíritu, y con los más ardientes deseos
de corresponder dignamente a la alta confianza de que la nación lo ha hecho
depositario: a efecto de no frustrar la expectación pública, y de salir al paso
a dificultades que pudieran entorpecer el giro de los negocios, y aun acaso
llegarán a ser insuperables, la comisión propone que ambas Cámaras se unan
formando un solo cuerpo, de donde resulta la muy notoria ventaja de econo-
mizarse la mitad del tiempo que hoy se consume en preparar, discutir y resol-
ver finalmente una cuestión. La comisión no se detendrá en demostrar una
verdad que se hace conocer aún al que tenga las más ligeras nociones en la
táctica de los cuerpos colegiados; mas como hay atribuciones exclusivamente
propias de una y otra Cámara, y principalmente del Senado, no podría este
desprenderse de ellas sin paralizar completamente muchas disposiciones del
Poder Ejecutivo.
Quedan expuestas, aunque en compendio, las razones que la comisión ha
tenido para consultar a la Cámara la aprobación del artículo primero de la de
diputados, y las que cree deben convencer de la necesidad que hay para no
continuar dividida y si formar una sola. Propone, por tanto, a la deliberación
del Senado los siguientes artículos. Se aprueba el de la Cámara de Diputados
que dice:
Primero. «El Congreso General se declara investido por la Nación de am-
plias facultades, aun para variar la forma de Gobierno, y constituirla de nuevo».
Segundo. No se aprueba el del acuerdo de la Cámara de representantes,
cuyo tenor es el siguiente: «Usará de dichas facultades continuando dividido
en dos Cámaras».
Tercero. No se aprueba el que dice: «Si llegare el caso de discordia en la
revisión de algunos puntos para solo ellos, y solo para decidirla se reunirán en
186 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
una las dos Cámaras, se abrirá segunda vez la discusión y el punto de la discor-
dia quedará aprobado por la mayoría de sufragios de los individuos presentes».
En lugar de estos artículos se sustituyen por el segundo: «El Congreso
General continuará, reuniéndose las dos Cámaras, que solo se dividirán
para el ejercicio de las atribuciones que son exclusivamente propias de
cada una».
Por el tercero, el siguiente: «Estas atribuciones las llenarán en los días y
horas que señala el reglamento para las sesiones secretas».
Y como cuarto este: «La reunión de las Cámaras, se verificará en el local
de sesiones de la de Diputados al día siguiente de la publicación de esta ley».
México, agosto 21 de 1835.—Pacheco Leal
Tocándose en la parte expositiva un punto que en concepto de los que
suscriben, no es todavía del caso a pesar de tratarse de la manera más sólida y
fundada, adoptamos el presente dictamen solamente en la parte resolutiva.—
Fecha ut retro.—Cuevas.—Berruecos.
Estos escándalos provinieron, según el texto de la misma circular, «de que
la junta electoral de San Luis Potosí, y también la de Puebla, ampliaron los po-
deres a los diputados electos en ambos estados, hasta el punto de no admitir
otra restricción en su desempeño, que la conservación de la religión y la de la
independencia».
V. VOTO PARTICULAR DEL SENADOR GUADALUPE VICTORIA,
SOBRE EL PROYECTO DE LEY EN QUE SE DECLARA
QUE LAS ACTUALES CÁMARAS TIENEN FACULTAD
PARA VARIAR LA FORMA DE GOBIERNO.
México
Imprenta del Águila, dirigida por José Ximeno,
Calle de Medinas, número 6. 1835
Voy a exponer en un sencillo resumen, a la consideración del Senado, las
razones principales que he tenido para disentir del dictamen de la mayoría de
la comisión, en cuanto consulta la aprobación del acuerdo de la Cámara de
Diputados, sobre las facultades del actual Congreso aun para dar una nueva
Constitución a la República. También indicaré lo que a mi juicio debe modifi-
carse en el voto particular no en cuanto a los fundamentos con que impugna
la opinión de la mayoría, pues ellos me parecen de una solidez y evidencias
Documentos 187
incontrastables, sino en cuanto a algunas de sus aplicaciones prácticas al esta-
do presente de las cosas.
Sin convenir con los antagonistas de la Federación en atribuir a este siste-
ma de gobierno todos los males que se han experimentado, aún antes de su
establecimiento, no debo desconocer que algunas disposiciones poco medita-
das de la Constitución, han dado ocasión a disturbios repetidos que es urgen-
te precaver, haciendo los reparos y las mejoras que sin una destrucción total,
siempre aventurada y peligrosa, conserven al edificio sus mismos cimientos,
preservándolo de los inconvenientes que la experiencia los ha hecho palpar
hasta ahora.
Es fácil observar, en el curso de esta discusión, el carácter particular de las
opiniones que como en toda disputa de grande interés e importancia, han de-
clinado a los extremos queriendo unos que todo se renueve, y pretendiendo
otros que no se toque en un ápice a los puntos fundamentales de la Constitu-
ción. Yo me atrevo a prometer el acierto de la adopción de un medio que, con-
ciliando cuanto sea posible los extremos opuestos, aleje los males inherentes
a cada uno de ellos, sin dejar de aprovechar las ventajas que puedan presentar
los diversos proyectos que tenemos a la vista.
«Pero este resultado sería inasequible si no nos conviniésemos en mirar
como errores destructivos de todo orden social las máximas en que se intenta
apoyar la legalidad, justicia y conveniencia de un cambio total en la forma
actual de Gobierno, porque es inútil hablar de orden, de leyes, de estabilidad
y reformas, cuando todo se hace depender de resortes que puestos en prác-
tica puede repetirse a cada paso para echar abajo el sistema más sabiamente
establecido. La verdadera voluntad nacional queda expuesta a ser suplantada
por el querer tiránico de las fracciones, si nos aventuramos a reconocer como
órganos legítimos de ella los conductos tal vez ficticios que se hayan abierto
para hacer llegar hasta nosotros, como expresión de los deseos nacionales, lo
que si hoy se quiere que tenga ese carácter, mañana puede no ser otra cosa
que la explosión de los intereses de un partido. No niego que la opinión pú-
blica no deba tener influjo en los gobiernos especialmente republicanos, pero
jamás concederé que este influjo pueda tener más extensión que la precisa
para dirigir las operaciones de los legítimos mandatarios del pueblo, no para
que este por sí intime su voluntad a los que deben dirigirla y no dejarse arras-
trar de su impulso, porque entonces se destruyen las ventajas del gobierno
representativo, y se sustituye en su lugar la pura democracia que es el peor de todos
los sistemas imaginables. En materia de gobierno no hay otra opinión, no hay otra
voluntad nacional que la emitida por los órganos creados por la ley fundamental con
sujeción a las fórmulas y solemnidades que ella ha establecido. De aquí es que cuando
188 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
un Congreso que debe su existencia a la constitución reconocida, se cree autoriza-
do por las equívocas manifestaciones de la voluntad general para destruir la misma
constitución, y subrogar en su lugar la que juzga más conforme a las exigencias de esa
voluntad general, obra sin poderes suficientes, rompe las títulos de su legitimidad y
deja en el pueblo el derecho de resistir a la nueva ley, o la obligación de someterse a
ella por el solo poder de la fuerza; es decir, que se sanciona la anarquía, o se proclama
el imperio del despotismo en contradicción abierta con los principios que han condu-
cido a este resultado, pues se ha reconocido que el pueblo en masa tienen la facultad
de intimar su voluntad como regla que forzosamente deben seguir sus mandatarios
sin consideración a los pactos anteriores. ¿Qué es lo que queda (pregunta Mr. Benja-
min Constant, en el capítulo 31 de su Curso de Política Constitucional) después de haber
violado una constitución? La seguridad y la confianza quedan destruidas, los que go-
biernan tienen el sentimiento de la usurpación, y los gobernados la convicción de que
están a discreción de un poder que ha traspasado todas las leyes. En vano aquellos que
en medio de su celo poco prudente y sin previsión han concurrido a ese movimiento
desordenado, quiere detenerlo en sus deplorables consecuencias, porque no encuen-
tran ya puntos de apoyo, estando el remedio fuera de las manos de los hombres, rotos
los diques y desencadenada la arbitrariedad. Aun teniendo las intenciones más puras,
todos los esfuerzos serán infructuosos, y los depositarios de la autoridad, saben que
han preparado una espada que no aguarda sino un brazo bastante fuerte para dirigir-
la contra ellos. El pueblo olvidará quizá que el gobierno se había establecido sobre la
violación de las reglas que le hacían legítimo, pero este no lo olvida, pues que conti-
nuamente está pensado que se halla siempre en peligro por haberse hecho culpable;
y así es que sigue ciegamente el camino que una vez ha tomado, aunque abierto por
la injusticia, sin que dependa de él tomar otro mejor; en fin, sigue el destino de toda
autoridad que ha salido de sus límites».
Y encargándose este mismo autor de la dificultad que pudiera oponérsele
sobre la necesidad de revestir al Gobierno de una energía superior, más fuerte
que las leyes, contesta: «Un despotismo como el de Constantinopla, puede
ganar en la violación de las fórmulas, y su existencia misma consiste en esta
violación permanente, porque se ve precisado continuamente a hacer caer
sus golpes sobre el inocente como sobre el culpable, condenándose al mismo
tiempo a temblar delante de sus cómplices que regimienta, lisonjea y enrique-
ce, y vive adoptando a cada paso medidas extraordinarias para salvarse, hasta
que una de estas le hace perecer a manos de sus fautores y partidarios. Pero
todo gobierno moderado, todo gobierno que se apoya sobre la regularidad y
la justicia, se pierde interrumpiéndose de cualquier modo esta y desviándose
de aquella; y como es conforme a su naturaleza el suavizarse más tarde o más
temprano, sus enemigos esperan que llegue una época semejante para valerse
de los recuerdos que obran contra él».
En el mismo sentido se explica el célebre publicista Watel en su Tratado
del Derecho de gentes o principios de la ley natural, párrafo 35, por estas formales
Documentos 189
palabras: «Debemos observar en general que siendo muy delicadas, muy pe-
ligrosas las grandes mudanzas en un Estado y muy perniciosa a todas luces la
frecuencia de estas mudanzas, un pueblo debe ser muy circunspecto en esta
materia y no dejarse jamás llevar de novedades sin necesidad. El carácter ver-
sátil de los atenienses fue siempre contrario a la felicidad de la República, y
fatal, en fin, a una libertad que tanto defendían sin saber gozar de ella».
Esta es la opinión uniforme de cuantos han pensado algo sobre estas mate-
rias: no sé por qué fatalidad se nos quiere hacer inaccesibles a los avisos de la
experiencia para obligarnos a emprender un camino nuevo lleno de escollos,
donde cada paso está señalado por una caída. La previsión de un ángel no bas-
taría para asegurarnos de las ventajas de un cambio, cuya consecución incierta
y destituida aún de aquellas probabilidades que se buscan asuntos menos im-
portantes, es el único título que puede justificar nuestro procedimiento; pero
no estando en nuestra mano asegurar el éxito, dicta la prudencia abstenernos
de obras, no pudiendo volver atrás sin nuevas y más peligrosas dificultades.
Excusado me parece el empeño de querer hacernos ilusión sobre la gra-
vedad de estas dificultades nacidas de la falibilidad de los medios que se nos
presentan para caracterizar la verdadera opinión del pueblo en las compli-
cadas materias que son el objeto de la presente discusión. Aun suponiendo
que la generalidad del pueblo esté conforme en atribuir a la Constitución los
males que ha sufrido, no puede decirse que no quiera buscar otro remedio
a ellos que el de una destrucción absoluta, sin ensayar antes el arbitrio de las
reformas a que la razón aconseja recurrir más bien que arrojarse a los extre-
mos de una renovación total. Supongamos todavía que tal fuese la mayoría
de la opinión del pueblo: si este, como se nos ha repetido, no se conduce por
raciocinios, sino por sensaciones, si no es capaz de entrar en las profundas
investigaciones que piden estos asuntos, sería una especie de infidelidad en
sus mandatarios dejarle correr desbocado al precipicio, y no dirigir su marcha
por el sendero que demarca la prudencia. ¿No sería ligereza y una especie de
crueldad de un médico que, porque al enfermo no le agradan las medicinas,
lo abandonara lisa y llanamente a sus deseos aplicándole la más aventurada?,
¿Y hasta qué punto llegaría esa crueldad, si este facultativo conociese que con
solo alterar o corregir los específicos, de cuya alteración, corrección o modi-
ficación no había hablado el enfermo, le pudiese dar la salud y no lo quisiese
hacer? Del apotegma tan preconizado de que el pueblo no tiene idea, sino
sensaciones, apotegma de cuyo examen ideológico me es preciso prescindir
en este momento, infiero lo contrario de lo que se ha deducido para dar a
estas sensaciones vagas el carácter respetable con que se han presentado a
nuestra vista. En suma, se ha querido decir que el pueblo no es capaz de atinar
190 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
en materias que piden serias discusiones, luego deben reservarse estas a los
que sean capaces de emprenderlas.
En mi plan de reformas se ocurre a todas las dificultades que ofrece el esta-
do actual de las cosas, pues no desconozco la necesidad de dar más fuerza a los
poderes generales, dejando intacto el fondo del sistema y conciliando así to-
dos los intereses y todas las pretensiones en las cuales hay algo de justicia, que
es preciso atender para quitar a nuestra conducta el aspecto odioso con que
se presentaría el triunfo tal vez de un partido expuesto siempre a oscilaciones.
Creo que falta en nuestra Constitución un cuerpo intermediario, modera-
dor o como quiera llamarse, que mantenga el equilibrio entre los altos pode-
res Legislativo y Ejecutivo, evitando sus mutuas usurpaciones y pronunciando
definitivamente sobre las disputas que se susciten entre ellos, sin poder obrar
por sí en caso alguno, sino excitado por uno solo de los poderes o por los
dos a un tiempo. El Senado, tal como se halla constituido, no puede llenar
las condiciones del cuerpo que propongo porque se compone de los mismos
elementos que la Cámara de Diputados y tiene por lo común los mismos inte-
reses. La organización de este poder moderador, deberá ser obra de una ley
particular en que por ahora no debemos ocuparnos.
Considero también necesarias ciertas restricciones a la soberanía de los
estados en punto a contribuciones, fuerza armada y garantías individuales.
Debe en mi opinión reservarse al Congreso General la facultad de determinar
el máximum de la fuerza armada y de las contribuciones con presencia de la
estadística de cada estado.
En la elección del jefe supremo de la República, en la duración de su au-
toridad y prerrogativas de que debe estar investido, juzgo igualmente indis-
pensables algunas reformas, de las que solo indicaré las más esenciales. Debe
durar seis años por lo menos con derecho de reelección; gozar de una invio-
labilidad absoluta, menos en delitos de traición, y hacer recaer sobre los mi-
nistros toda la responsabilidad bien determinada por una ley especial. Desde
luego, debe suprimirse la dignidad de vicepresidente, como la más ocasiona-
da a usurpaciones y disturbios. El veto merece también algunos correctivos
para la mayor extensión de sus efectos saludables, y sería conveniente estable-
cer que, devuelto un proyecto de ley por el Gobierno, no pudiese tomarse en
consideración por la misma Legislatura en que tuvo su origen, sino por la que
inmediatamente le suceda.
La materia de elecciones es la que más imperiosamente está clamando por
un arreglo bien meditado, de donde resulte la absoluta libertad de ellas, para
que no se prive de este derecho a ninguno de los que deben tenerlo, ni se
Documentos 191
admita a su ejercicio a los que carezcan de las condiciones que la ley debe fijar
y discernir con la mayor exactitud y precisión. No debe omitirse que los dipu-
tados y senadores desempeñarían mejor sus encargos durando ellos cuatro y
seis años respectivamente, y renovándose por mitad cada dos y tres.
Las bases generales de la administración de justicia sería conveniente que
dependiesen del Congreso General, de modo que los Estados en la formación
de sus Códigos particulares, no pudiesen apartarse de la norma que les diera,
en cuanto a los puntos más generales en esta materia.
Por último, soy de sentir que nuestras tareas, sin tomar las apariencias alar-
mantes de una innovación total, deben limitarse a resolver el problema de
fortalecer y dar más robustez y energía al supremo poder, sin perjuicio de
las garantías individuales: operación menos aventurada en sus resultados, si
se ejecuta respetando el fondo de la Constitución actual, que si empezamos
destruyéndolo todo y obligando a los ciudadanos por la fuerza a que se so-
metan a cuanto determinemos, sin más título que esta misma fuerza, pues
no pueden alegar otros los que mandan, rompiendo las condiciones de su
existencia legal. La comisión que especialmente se ha nombrado para enten-
der en todo lo concerniente a reformas, debe encargarse de examinar si son
legalmente admisibles los proyectos que propongo, si conviene su adopción
en las circunstancias presentes y cómo deban concebirse los acuerdos que han
de pasar a la otra Cámara; puntos susceptibles de extensos desenvolvimientos,
que me reservo hacer verbalmente en la discusión, en la cual descenderé a
las particularidades y pormenores que ahora me hace omitir el temor de mo-
lestar por más tiempo la atención de la Cámara. Por todo lo cual someto a su
deliberación las proposiciones siguientes.
«Primera. No se aprueba el acuerdo de la Cámara de Diputados que dice:
Primera. El Congreso General se declara investido por la Nación de amplias
facultades para variar la forma de Gobierno y constituirlo nuevamente.
Segunda. Usará de dichas facultades, continuando dividido en dos Cámaras.
Tercera. Si llegaré el caso de discordia de algunos puntos, para solo ellos y solo
para decidirla, se reunirán en una de las dos Cámaras, se abrirá segunda vez
la discusión, y el punto de la discordia quedará aprobado por la mayoría de
sufragios de los individuos presentes.
Segunda. Pasarán a la Comisión Especial de Reformas las actas de pronun-
ciamientos, manifestaciones y cuantos documentos digan relación a la mate-
ria presente, para que en vista de estos datos consulte todas las reformas que
crea convenientes».
México, agosto 26 de 1835.—Victoria
192 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
VI. PERIÓDICO LA LIMA DE VULCANO
«Jamás se podrán reformar los artículos de esta Constitución y del acta constitu-
tiva que establecen la libertad e independencia de la nación mexicana, su
religión, forma de gobierno, libertad de imprenta y división de los supremos
poderes de la Federación y de los estados» (Artículo 171 de la Constitución
Federal de los Estados Unidos Mexicanos)
La Lima de Vulcano, núm. 93, México, 04 de agosto de 1835. Tomo IIl. Congre-
so General de la Cámara de Diputados.
Finis autem praecepta est, charitas de corte puro, et conscientia bona, et fide non ficta
(1ª ad Timoth. 1. v. 5.)
Al ver repetido el escándalo que tuvo lugar en la procesión del adorable
simulacro de la Virgen de los Remedios, ahora últimamente en la festividad
de Santiago y con peores circunstancias; al considerar que estos excesos son
más punibles en los eclesiásticos que han tenido parte en ellos; y al advertir,
en fin, deshonrada la religión y depravada la sencilla credulidad del pueblo,
no será permitido inculcar a este las sublimes doctrinas que condenan seme-
jantes procedimientos.
No nos detendremos en culpar la temeraria insolencia, el desacato y la
falta de respeto, con que hombres sin nociones de religión ni moralidad, sin
instrucción ni conciencia insultan a cuanto hay de más sagrado y venerable
con sus maneras indebidas ante el público; estos desgraciados reportan la in-
dignación general, y un sello de perdición eterna agobia su triste existencia;
nadie puede cohonestar sus arrogancias, nadie exculpa sus aberraciones. Pero
no sucede lo mismo en lo eclesiástico, que poseído más bien de un espíritu
python, que otro de caridad legítima, pretende sostener el culto divino fuera
de los límites prescritos en el Evangelio; el furor se interpreta a celo. La vio-
lencia toma el disfraz del deber; y el amor propio se atavía con las insignias de
la devoción.
El inmortal Lorenzo Ganganeli, del orden de los menores conventuales,
digno hijo del humilde Francisco de Asís, que después ocupó la silla pontificia
bajo el nombre de Clemente XIV, dirigiendo varias reflexiones a un obispo
sobre los extravíos del celo, se expresa en esta forma: «Si la antigua ley casti-
gaba de muerte a los prevaricadores, era, porque dada en medio de truenos
y relámpagos se hacía para intimidar, y porque el pueblo judío necesitaba ser
conmovido con castigos extraordinarios, pero la ley nueva que nació en el
Calvario, a beneficio de la sangre misma de Dios hecho Hombre: que rogó allí
mismo por sus verdugos, y oró por sus propios enemigos, nos enseña, que el
Documentos 193
cristianismo verdaderamente la obra de la paz, de la caridad, y mansedumbre;
que nadie puede pertenecer a Jesucristo, si está animado de un espíritu de
odio y persecución; que para ser celoso según las reglas del Evangelio, no se
ha de poner a nivel la verdad con el error; pero es necesario conducir con el
ejemplo y la modestia a los mismo que intentamos corregir».
A pocas líneas nota el expresado sabio Papa la diferencia entre un Saulo,
perseguidor de los verdaderos creyentes, y Pablo, iluminado del cielo para ser
el apóstol por antonomasia. Entonces, cruel, arrebatado, colérico y vengativo,
después humilde, sufrido, tolerante y paciente. Advierte también la sobriedad
de los evangelistas al referir la pasión de Jesucristo pues no se les escapa, la
menor expresión dura contra Pilato o Caifás; al paso que la impía sinagoga y
el populacho frenético clamaba por la sangre del Justo, vomitando impreca-
ciones ¿Quién, a la vista de todo esto, no conoce el espíritu de la paz y caridad
que distingue a los verdaderos discípulos del Cordero, con el de rabia y furor
que agita los falsos sacerdotes?
El Gobierno, por tanto, ha hecho muy bien, excitado al Ilustrísimo y ve-
nerable Cabildo, para que sea reprimido y castigado el religioso imprudente
que osó aumentar el desacato sobre dicha festividad, para que se produzca
el escarmiento debido; entendiendo así el mismo, que la Iglesia carece de
toda autoridad coactiva; y que el que de cualquier manera atente contra la
tranquilidad pública es reo de sedición, sujeto a la potestad civil, aunque sea
sacerdote, apóstol o evangelista, según la frase del Maestro de Timoteo: Omnis
anima potestatibus sublimioribus subdita sit &c.
VII. VOTO PARTICULAR DE LA MINORÍA
DE LA COMISIÓN 1842
Señor:
La representación nacional acaba de oír leer el proyecto de Constitución
que ha sometido a su deliberación la mayoría de la comisión encargada de
este arduo y delicado trabajo, para el cual tuvimos también el honor, por cier-
to no merecido, de ser electos; comisión siempre superior a nuestras fuerzas;
pero cuyo terrible peso nos agobio más que nunca, desde el día en que vimos
con imponderable sentimiento, que estábamos reducidos a la triste precisión
de formar el voto particular que ponemos hoy en manos del Congreso con un
sentimiento profundo de respeto y con la desconfianza que producen el cono-
cimiento de nuestra insuficiencia, y el voto respetable de la ilustrada mayoría
de la comisión que pesa ya contra nuestro dictamen.
194 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Seamos, pues, lícito, señor, levantar nuestra voz en el seno del Congreso no
para abrir hoy la continuación de esta vital y solemne discusión que veintiún
años hace debate en la República. Para esto se necesitaría una larga y bien
meditada parte expositiva, que no pudiéramos nunca redactar en las pocas
horas de que hemos podido disponer, sino solo para manifestar en muy pocas
líneas, la historia penosa de las impresiones que hemos recibido y que han
dictado nuestra resolución. Sin pretensión alguna de ilustrar la materia, nos
atrevemos solo a contar con la benevolencia del Congreso para que se digne
escuchar simplemente la inspiración de nuestra conciencia.
En efecto, señor, nosotros hemos estado muy distantes de creer que se nos
había encargado de un trabajo puramente teórico y especulativo. Sabíamos
que al Congreso Constituyente de 1842 se había encomendado, después de
veinte años de desastres y de infortunios, la consolidación de las instituciones;
al contemplar cómo las esperanzas de la nación y el voto más ardiente de
todos los buenos ciudadanos tenían por objeto único el acierto de sus deci-
siones, nos penetramos íntimamente de la necesidad en que está el Congreso
de fijar toda su atención en la conveniencia de las leyes que va a sancionar, y
del deber imperioso en que la comisión estaba consiguientemente, de medi-
tar con toda circunspección y con la más irreprochable imparcialidad, sobre
la influencia que en la felicidad o en el infortunio de la República habían
tenido sus instituciones y la que pudieran tener en el porvenir; y llenos de
este sentimiento, desprendidos de toda idea que nos preocupará, y exentos
de cualquier prevención apasionada, hemos meditado en calma sobre todos
nuestros sucesos, y en cuanto lo permitía nuestra pequeña capacidad, procu-
ramos mirar la cuestión de nuestro régimen político bajo los diversos aspectos
con que se nos presentaba.
Felizmente para nosotros y para la República, la obligación que se nos ha
impuesto de constituirla bajo los principios de un sistema representativo, po-
pular y republicano nos trazaba ya la senda que deberíamos seguir en nuestras
investigaciones, en las que a cada paso reconocíamos la grave importancia de
este principio luminoso. Profundamente convencidos de que él envolvía un
sistema completo, o para mejor decir, penetrados de esta declaración, era un
precepto impuesto por la nación a sus legisladores para que hicieran efec-
tivos los inapreciables bienes del sistema más perfecto que se ha conocido
hasta ahora, no hemos vacilado en creer que este fin debería ser el objeto de
nuestras investigaciones, y nos hemos entregado por esto con ardor a indagar
cuales eran los mejores y más adaptables medios de realizarlo. El proyecto que
presentamos contiene los que nos han parecido que reunían estas condicio-
nes.
Documentos 195
En el primer título verá el Congreso consignadas las garantías individuales
con toda la franqueza y liberalidad que exigía un sistema basado sobre los
derechos civiles, la declaración de los políticos era precisa para afianzar otra
de las bases primordiales de tal sistema, concebimos que debía arreglarse en
la Constitución todo lo relativo a la naturaleza y ejercicio de los derechos del
ciudadano, bajo la pena de dejar a las leyes secundarias la facultad de hacer
enteramente ilusorio el pacto fundamental, quitando a la nación el ejercicio
de su soberanía para colocarlo en cualquiera de sus fracciones, y por esto
sostuvimos en la comisión que debía hacerse un verdadero arreglo del poder
electoral, al cual consagramos el segundo título de nuestro proyecto.
Difícil y poco común esta materia, en manera alguna nos lisonjeamos del
acierto; pero sí creemos que el Congreso verá en nuestros trabajos una prueba
del empeño que hemos tenido por llamara al ejercicio del primer poder po-
lítico a toda aquella parte de los ciudadanos que, por sus circunstancias, son
los verdaderos representantes de los intereses de la República; nuestro deseo
de asegurar en el poder electoral, origen y fuente de todos los otros poderes,
la más amplia libertad combinada con la conservación inalterable del orden,
así como nuestros conatos para organizar sus ejercicios bajo el único sistema
con que en nuestro concepto se consigue que todos los intereses y todas las
opiniones sean representados en la misma proporción en que existen en la
sociedad, los verá el Congreso consignados en el repetido título.
Mas ya en estas materias, si bien se notarán entre nosotros y la comisión al-
gunas diferencias y diferencias sustanciales, no se puede decir que estábamos
todavía en abierta oposición. Pero continuando en el desempeño de hacer
cierto y seguro el principio cuyo desarrollo nos encargaron los pueblos, era
preciso pasar a la organización de los poderes públicos; era necesario desig-
nar la parte de poder que debía dejarse en un centro común para la conserva-
ción de la unidad nacional y el respeto del nombre de la República, y la que
debiera dejarse a las autoridades locales para que esta unidad se compusiera
de partes libres y felices, y para que el nombre de la nación tuviese la respe-
tabilidad que tiene siempre un pueblo grande, libre, tranquilo y feliz; era
necesario organizar esos poderes generales e interiores bajo el doble aspecto
de sus relaciones mutuas y de las que debieran conservar entre sí los diversos
funcionarios a quienes se encomiendan en su división unos y otros, y en este
principio fundamental, base del desarrollo de todos los demás, es en el que
hemos tenido el sentido de no estar acordes con el resto de la comisión, de lo
que naturalmente resultó una gran diferencia en el principio sustancial y en
sus importantísimas consecuencias.
196 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Repetimos, Señor, que no pretendemos ilustrar la materia, ni menos refu-
tar un dictamen, que si no ha cautivado nuestra convicción, ha excitado, sí, el
respeto debido a las luces de sus autores, sino dar cuenta de las inspiraciones
que nos dictó el deber; y con la mayor tranquilidad aseveramos que nuestro
examen ha sido desapasionado, y nuestro juicio dictado en la más completa
calma.
Recorrimos con el más profundo dolor la larga y cruenta historia de los
desastres que la República ha sufrido durante nuestra infancia política, y bien
persuadidos de que sería absurdo y peligroso atribuir solo al sistema de go-
bierno, o a la influencia de un código escrito pero siempre ultrajado, todos los
fenómenos de un movimiento tan complicado en sus causas como el que la
sociedad entera sufre en nuestros días, hemos procurado averiguar qué parte
tenían en él las instituciones, hasta qué punto eran responsables ellas mismas
de su falta de observancia, cuáles eran sus verdaderos principios y cuáles las
formas subalternas y variables de su desarrollo, y en este examen tuvimos al
menos la dulce ilusión de creer que la causa de la República no estaba per-
dida, que las lecciones de lo pasado contenían cuanto pudiera desearse para
salvar el provenir y que todos los intereses que la sociedad ha sancionado,
tenían una forma de organización posible, en la que sin vivir en lucha se pu-
diera caminar a la perfección deseada.
Y tal es, señores, el sentimiento de patriotismo puro y la fuerza de íntima
convicción con que venimos hoy tranquilos, por lo pasado y por el porvenir,
a proponer en el Congreso con franqueza y lealtad, que en el desempeño de
sus augustas funciones y en uso de sus incontestables derechos sancione unas
instituciones en que dejando a las diversas secciones de la República el uso
de aquel poder político que ha engrandecido a todos los pueblos libres de la
tierra, organice un poder común bajo las formas más convenientes para con-
servar la unidad de esta nación, de cuyos infortunios nos condolemos; pero
de cuyo nombre estamos orgullosos; combinación que nuestra limitada capa-
cidad no ha encontrado más que en la franca adopción del sistema federal,
con todas las reformas que la experiencia de los sucesos y la voluntad de la
nación demandan, para precaver los antiguos males y hacer efectiva la espe-
ranza nacional, que aguarda unas instituciones de libertad, de reconciliación
y de ventura.
Al decir esto, señor, al transcribir fielmente nuestras impresiones, no igno-
ramos a qué presentimientos de temor y de peligro, a qué vacilaciones emana-
das del más puro patriotismo, viene a mezclarse nuestra voz; pero si el amor
más ardiente de la patria, si el deseo más sincero de evitar el menor trastorno y
de no contribuir a que se derrame una solo lágrima pueden dar algún título a
Documentos 197
aquellos a quienes nuestra confianza honró para que se les oiga con la misma
calma e imparcialidad que ellos han tenido, nosotros nos limitamos a pedir de
los señores diputados, el examen del proyecto que les sometemos.
Si las discusiones no fueren más que una vana ceremonia, si las cuestiones
sociales debieran decidirse bajo la inspiración de impresiones momentáneas
o de cálculos superficiales, nosotros habríamos callado, y sofocando las más
íntimas convicciones de nuestra alma, habríamos apelado a nuestro simple
voto para salvar nuestra conciencia; pero sabemos que nos escuchará el Con-
greso, y que la discusión que va a abrirse será oída de toda la nación, y por
eso hemos resuelto hablar en favor de una causa que, lo repetimos, no va a
resucitar las antiguas querellas, sino que es la sola que puede evitar el triste
porvenir de la anarquía y la división.
¿Ni cómo pudiéramos nosotros, representantes de la nación, pagar su con-
fianza con este cruel legado?, ¿Bajo qué principios pudiéramos desear el re-
proche de sus infortunios o por qué causas se nos pudiera suponer extravia-
dos con torpeza en un designio que fuera ocasión de desgracias?
No, señor, lo decimos ante la faz de la nación; cuando hemos creído que
la Federación era la única forma de vida de una nación, compuesta de tantas
y tan diversas partes, nunca hemos creído que fuera preciso organizarla de
modo que esas partes perdiesen los vínculos en que consiste su mutua fuerza;
cuando hemos visto que en nuestro favor estaba el voto ilustrado y libre de la
nación que la adoptó en 1824 y que la sostuvo hasta que le fue arrebatada, no
hemos olvidado que esa nación clamó por las reforma, y al ver que la historia
del género humano bajo todos los climas y en todas las edades muestra la
fuerza de esas instituciones asombrosas, no hemos creído que se debía copias
exactamente ni una sola de las variadas formas bajo las que ha existido. Que
la imparcialidad y el patriotismo analicen nuestro proyecto, y que se nos diga
si lógicamente se puede atacar, como una exageración apasionada, como un
optimismo irrealizable, o como un sistema de confusión.
Nada de esto, señor; sin duda que han estado lejos de la exageración los
que han restringido el ejercicio de los derechos del ciudadano a los que sepan
leer y escribir, y que han procurado buscar para los cuerpos electorales y para
la representación nacional, las condiciones de propiedad que en las naciones
ilustradas se consideran como la mejor garantía del orden; sin duda que han
estado lejos de procurar la anarquía los que por primera vez han establecido
para la formación de las leyes en período largo y desconocido, que evitando
los funestos efectos de la precipitación, sujeta la discusión de las leyes a una
publicidad que hará imposible casi todo abuso, y nuestro empeño en hacer
efectiva la división de los poderes y su equilibrio, muestra nuestros deseos de
198 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
conservar esa base fundamental del sistema representativo y de la tranquili-
dad de las naciones.
Por esto, no solo hemos hecho la declaración de derechos abstracta y gene-
ral, que se encuentra al frente de las más constitucionales unitarias; sino que
hemos declarado constitucionales y generales los más liberales principios que
pudieran desearse para la firme garantía de esos derechos; y por eso también
hemos establecido en términos claros y precisos la división de los poderes
interiores, de suerte que estos nunca pudieran ni confundirse ni salir de sus
facultades ordinarias. Quedan los tribunales sujetos a los principios más libe-
rales y severos. Quedan los gobernadores reducidos al mero poder ejecutivo
común y ordinario, sin posibilidad de convertirse en dictadores, y sujetos a
una doble responsabilidad. Y los cuerpos legislativos, objeto de tantas pueriles
alarmas, estos cuerpos, no solo tienen que respetar las garantías individuales
puestas fuera de su alcance; sino que después de garantizar su acierto con la
buena elección de los colegios electorales, los hemos sujetado a las saludables
dilaciones establecidas para el Congreso General, y a la regla que pida para el
desempeño de sus funciones, una mayoría hasta ahora nunca exigida. Y toda-
vía, señor, no contentos con estas garantías, que en todos los países ilustrados
del mundo se consideran bastantes, hemos dado al poder general la facultad
de anular todos los actos contrarios a los principios solemnemente consigna-
dos en esta Constitución; y para que se viera como no despreciábamos ni la
última precaución, hemos dado a todos los hombres el derecho de quejarse
de cualquier acto de los poderes legislativo y ejecutivo de los estados, ante la
Suprema Corte; poder tutelar de las garantías civiles, que tendrá el derecho
de vindicarlas, en el caso bien remoto, de que aún fuesen holladas con tantas
precauciones. Que se nos muestre una organización central que de más ga-
rantías, y entonces callaremos.
Lo mismo hicimos para salvar el segundo objeto, la unidad de la nación y su
responsabilidad. Cuándo puede tocar a nuestras relaciones exteriores, cuánto
debe ser uniforme, todo está al arbitrio del poder general ampliamente facul-
tado, poseedor el solo de la fuerza pública, regulador de cuanto tiende a estre-
char los lazos de la nacionalidad, y conservador del pacto fundamental, contra
el cual los estados quedan en verdadera importancia. No hay que temer, pues,
ya ni la anarquía, ni la guerra civil, ni la división, ni los atentados contra los de-
rechos de los mexicanos; creemos que todo puede precaverse y todo salvarse.
Pero, señor, tomando todas estas precauciones, la voz íntima de nuestra con-
ciencia nos advertía el deber de ser consecuentes; y, todavía no alcanzamos que
razón pudiera haber para garantizar a los derechos del hombre, de los atenta-
dos del poder local, dejándolos abandonados al descuido y la arbitrariedad de
Documentos 199
un poder central que, supóngasele como quiera, nunca puede proveer a todo
ni asegurar la buena conducta de sus agentes; y si creímos que los estados no de-
bían romper la unión, creímos también ese vínculo no debiera ser para ellos un
pacto de desolación, y por lo mismo, que al tratar de todo otro derecho, hemos
juzgado que de nada servía consignarlo, sin fijar el modo de hacerlo efectivo;
hemos establecido la independencia de la administración local con la misma
franqueza que todos los otros derechos, y le hemos dado las garantías que nece-
sitara. El Congreso lo verá todo en el proyecto que le sometemos.
Lejos de nosotros la pretensión de haber escogido la combinación más
perfecta del sistema federal. Esto solo pudiera hacerlo la sabiduría del Con-
greso; y nosotros lo único que hemos querido es fijar el aspecto bajo el cual
debería tratarse una cuestión, que no hubiéramos podido ver abandonada sin
examen, sino con un dolor tanto más profundo cuanto es más íntima nuestra
convicción de que el sistema representativo popular federal no solo es el más
conveniente, sino el único capaz de salvar a la República de los grandes peli-
gros que la amenazan, y de sacarla de aquella funesta senda en que la nación
marcha, desde el día en que la fuerza violó su pacto fundamental, para entre-
garla a las turbulencias y la anarquía de los pueblos que, cambiando sin cesar
sus instituciones, vienen a quedar al fin sin otro derecho que el que impone
la fuerza, y sin más principio que el de no tener ninguno.
En efecto, señor, nosotros nos hemos visto precisados a creer, que esta cues-
tión era absolutamente una de la más alta conveniencia, y nuestra limitada
capacidad apenas ha comprendido confusamente todos los puntos graves y di-
fíciles que abrazaba, y que esperamos ver tratados dignamente en el seno de la
representación nacional. Tal es el deber del Congreso, y aguardando nosotros
la solemne y franca discusión del principio político que debe servir de base a
nuestra organización social, recordamos con placer todos los talentos distin-
guidos que encierra en su seno la representación nacional, y reconocemos
con verdadera alegría cuán pequeña es nuestra parte en esas discusiones en
que el saber y el talento brillarán en defensa de los intereses y de los derechos
sacrosantos de la República.
¡Qué campo tan vasto se abre, señor! ¡Y cuán fecundas reflexiones no ocu-
rren a la sola meditación de las grandes verdades que están íntimamente enlaza-
das con la adopción del sistema federal! Pensar que este examen abrazará en la
ciencia social las más importantes cuestiones. Concebir que él pondrá en claro
si la nación no ha hecho otra cosa en veinte años que adoptar como sistemas las
más falaces decepciones, sosteniéndolas primero con entusiasmo y abandonán-
dolas después con rencor, para adoptar las contrarias, reduciendo así su historia
política a una marcha de groseras contradicciones compradas al precio de la de-
200 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
solación y de la muerte; o, si bien es cierto que la República no ha tenido nunca
más que una voluntad, burlada a menudo con mentirosas promesas. Conocer,
en fin, que va a fijarse hasta dónde son necesarias las formas federales, para que
el sistema republicano representativo popular, no sea un verdadero sarcasmo
contra el buen sentido de la nación, distinguiendo las objeciones que le hagan
la ciencia y el patriotismo a la sacrílega pretensión de que nosotros debemos
condenar al pueblo grande y generoso que nos ha honrado con su confianza, a
la privación de toda libertad política, para confiar lo que se llama educación del
pueblo, a la escuela afrentosa del poder absoluto, poder que se erigiría sobre el
crimen que cometiéramos dejando de hacer efectivo el sistema representativo
popular y republicano que hemos jurado poner por base del edificio social.
Todo esto no es, señor, más que una débil idea de lo que pasará.
Todas las grandes cuestiones del orden y de la libertad, de estos dos princi-
pios conservadores de la sociedad, van a ser dignamente tratadas, y nosotros,
que nunca pudiéramos prevenirlas en una parte expositiva, hemos prescindi-
do de ella, y nos hemos limitado a dar ligeramente cuenta de nuestras impre-
siones, de nuestros deseos y de nuestros conatos; reservando para la discusión
la amplia exposición de los principios fundamentales y de su desarrollo, así
como la presentación de algunas adiciones; y concluimos sometiendo a la re-
presentación nacional en clase de voto particular, el siguiente Proyecto:
Los representantes de la República mexicana, reunidos en Congreso ex-
traordinario Constituyente, decretan la siguiente:
Constitución de los Estados Unidos Mexicanos
Título I
De los habitantes de la República
y de sus derechos individuales
Sección Primera
De los habitantes de la República
Art. 1. º
Son mexicanos:
I. Todos los nacidos en el territorio de la nación.
II. Los nacidos fuera de él, de padre o madre mexicanos.
Documentos 201
III. Los extranjeros que adquieran legalmente bienes raíces en la Repúbli-
ca y los que hubieren adquirido o adquirieren la naturalización conforme a
las leyes.
Art. 2.º La calidad de mexicano se pierde por la naturalización en país extran-
jero y por servir al Gobierno de otra nación, o admitir de él condecoración o
pensión sin licencia del mexicano.
Art. 3.º Una ley general arreglará la condición de los extranjeros.
Sección segunda
De los derechos individuales
Art. 4. º La Constitución reconoce los derechos del hombre como la base y el
objeto de las instituciones sociales. Todas las leyes deben respetar y asegurar
estos derechos, y la protección que se les concede es igual para todos los in-
dividuos.
Art. 5.º La Constitución otorga a los derechos del hombre las siguientes ga-
rantías.
Libertad personal
I. Todos los habitantes de la República son libres, y los esclavos que pisen
su territorio, quedan en libertad por el mismo hecho.
II. La libertad de las ideas está fuera del poder de la sociedad; su manifes-
tación privada en el seno de la familia o de la amistad, no puede ser objeto
de ninguna inquisición judicial, y su exposición solo será un delito en caso de
que ataque los derechos de otro, o de provocación a algún crimen; la ley fijará
terminantemente estos últimos casos.
III. La libertad de imprenta no tiene más límites que el respeto a la vida
privada y a la moral. Jamás podrá establecerse la censura, ni exigirse fianza de
los autores, editores o impresores, ni hacer que la responsabilidad pase a otro
que al que firme el escrito, o al culpado de que este no tenga responsable.
IV. Todo habitante de la República tiene derecho de viajar por su territo-
rio, de mudar su residencia cuando le convenga, y de transportar fuera de ella
su persona y sus bienes; salvo en todo caso el derecho de tercero.
V. Nadie puede ser privado de su propiedad ni del libre uso de ella. Cuan-
do la utilidad común exigiere imperiosamente la venta forzada de alguna pro-
piedad, esta no podrá tener lugar sino a petición del cuerpo legislativo y en
virtud de sentencia en la capital, de la Suprema Corte, y en los estados, del
tribunal superior; la ley fijará con claridad estos casos.
202 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Nunca podrán exigirse préstamos forzosos, ni gravarse a la propiedad con
otras contribuciones que las precisas para los gastos públicos, ni exigirse otras
que las decretadas por el cuerpo legislativo.
El embargo de bienes solo tendrá lugar en los casos de responsabilidad
pecuniaria, en proporción a ella, y previas las formalidades legales.
Seguridad
VI. Toda aprehensión debe verificarse por los funcionarios a quienes la ley
cometa esta facultad, en virtud de indicios de que se ha cometido determina-
do delito de que sea responsable el aprehendido, y previa orden escrita de la
autoridad judicial de su propio fuero o de la política respectiva. Exceptuán-
dose el caso de delito infraganti, en que cualquiera puede ser aprehendido y
cualquiera aprehenderlo, presentándolo inmediatamente a su propio juez o
a otra autoridad pública.
VII. El aprehendido no podrá ser detenido más de ocho días por la au-
toridad judicial sin proveer el auto de prisión, ni más de veinticuatro horas
por la política, la cual lo entregará al fin de ellas a su juez con los datos que
tuviere.
VIII. El detenido no puede ser declarado bien preso sino por un auto moti-
vado, del que se dará copia al reo y a su custodio, y después de practicada una
información sumaria, en la que se haya oído al primero, y se le haya instruido
de la causa de su prisión y del nombre de su acusador si lo hay, y de la que re-
sulte que se cometió un delito determinado y que hay al menos una semiplena
prueba para creer que el acusado lo cometió.
La detención es arbitraria cuando excede los términos prescritos en la
Constitución, y hace responsable al juez y al custodio.
IX. El edificio destinado a la detención, debe ser distinto del de la prisión;
uno y otro estarán en el lugar de la residencia del juez competente que ha
de juzgarlos, y tanto el detenido, como el preso, quedan exclusivamente a la
disposición del juez que conoce de su causa, sin que ninguna otra autoridad
pueda intervenir en cosa alguna relativa a su persona, sus bienes, o su juicio,
debiendo limitarse a prestar a la judicial los auxilios que le pida y quedando
estos enteramente a sus órdenes.
X. Cuando por la cualidad del delito o por las constancias procesales
aparezca que no se puede imponer según la ley pena corporal, se pondrá en
libertad el presunto reo, bajo de fianza, o en su defecto bajo de otra caución
legal.
Documentos 203
XI. Ni a los detenidos, ni a los presos, puede sujetarse a tratamiento
alguno que importe una pena. La ley especificará los trabajos útiles a que
los jueces pueden sujetar a los formalmente presos para su ocupación, y
los medios estrictamente necesarios para la seguridad y disciplina de las
prisiones.
XII. Nadie puede ser juzgado ni sentenciado civil ni criminalmente, sino
por las leyes y en las formas establecidas con anterioridad al hecho que se
juzga, quedando en consecuencia prohibida toda ley que produzca efectos
retroactivos, aún cuando sean con el carácter de aclaratoria.
En los procesos criminales, ninguna constancia será secreta para el reo;
nunca podrá ser obligado por tormentos, juramentos, ni otra clase alguna de
apremio, a confesarse delincuente; ninguna ley quitará a los acusados el dere-
cho de defensa, ni lo restringirá a ciertas pruebas, a determinados alegatos, ni
a la elección de tales personas.
Por ningún delito se perderá el fuero común.
Jamás podrán establecerse tribunales especiales, ni procedimientos singu-
lares que quiten a los acusados las garantías de las formas comunes.
Todos los procedimientos serán públicos después de la sumaria, a excep-
ción de los casos en que lo impidan la descendía o la moral, y todos los jueces
de derecho serán responsables.
XIII. La aplicación de las penas es propia de la autoridad judicial, y la
política solo podrá imponer en el castigo de los delitos de su resorte, las pecu-
niarias y de reclusión para que expresamente la faculte la ley, y en los casos y
modos que ella determine.
Quedan prohibidas la confiscación general y parcial, la infamia trascen-
dental, la marca, los azotes, y la mutilación.
Para la abolición de la pena de muerte, se establecerá a la mayor breve-
dad el régimen penitenciario; y entretanto, queda abolida para los delitos
puramente políticos, y no podrá extenderse a otros casos que, al salteador, al
incendiario, al parricida y al homicida con alevosía o premeditación.
XIV. Ninguna casa puede ser cateada sino de día, por los funcionarios a
quienes la ley cometa esa atribución y previa la orden del juez competente,
dada en virtud de una información de que resulte semiplena prueba de que
en ella se oculta o comete algún delito.
La correspondencia y los papeles privados, son inmunes de todo registro.
204 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Igualdad
XV. Las leyes, sea que manden, premien o castiguen, deben hacerlo con
generalidad.
XVI. Queda prohibido todo privilegio para ejercer exclusivamente cual-
quier género de industria o de comercio, a excepción de los establecidos en
esta misma Constitución en favor de los autores o perfeccionadores de algún
arte u oficio. No podrá estancarse en favor del erario ningún giro, y la ley de-
rogará cuando lo estime conveniente, el estanco de tabaco.
XVII. Quedan abolidos todos los monopolios relativos a la enseñanza y
ejercicio de las profesiones.
La enseñanza privada es libre, sin que el poder público pueda tener más
intervención que cuidar que no se ataque la moral.
Art. 6.º Las garantías establecidas por esta Constitución son inviolables; cual-
quier atentado cometido contra ellas, hace responsable a la autoridad que
lo ordena y al que lo ejecuta; debe ser castigado como un crimen privado
cometido con abuso de la fuerza; esta responsabilidad podrá exigirse en todo
tiempo y no podrá recaer sobre los culpados, ni indulto, ni amnistía, ni cual-
quier otra disposición, aunque sea del Poder Legislativo, que los sustraiga de
los tribunales o impida que se haga efectiva la pena.
Título II
De los ciudadanos mexicanos y del poder electoral
Sección Primera
De los ciudadanos mexicanos
Art. 7.º Todo mexicano que haya cumplido veintiún años, que sepa leer y
escribir, y que tenga una renta anual de 150 pesos, está en ejercicio de los
derechos de ciudadano.
Art. 8.º Este ejercicio se pierde por sentencia judicial que imponga pena in-
famante, y se suspende por el oficio de doméstico, por ser ebrio consuetudi-
nario, o tahúr de profesión, vago o mal entretenido, por tener casa de juegos
prohibidos, por el estado religioso o de interdicción legal, y por proceso sobre
aquellos delitos por los que se pierde la cualidad de mexicano.
Art. 9.º Todo mexicano en ejercicio de sus derechos de ciudadano, tiene el
de votar en las elecciones populares, el de ser votado en ellas y nombrado
para todo otro empleo, siempre que reuniere las demás cualidades que la ley
requiera, y el de ser excluido del servicio forzado en el ejército permanente.
Documentos 205
Art. 10. Es del deber de todo ciudadano alistarse en la guardia nacional, ads-
cribirse en el padrón de su municipalidad, votar en las elecciones populares,
y desempeñar los cargos públicos de elección popular y los destinos que la
ley declare irrenunciables. Por la falta de cumplimiento del ciudadano por el
duplo del tiempo que debiera durar el cargo.
Art. 11. Tanto para privar, como para suspender a un ciudadano de sus dere-
chos, se necesita declaración de la autoridad competente en las formas que
prevenga la ley. Tampoco podrán ejercerlos, sin justificar la posesión de esta-
do con el documento que la ley establezca.
Art. 12. Ninguna ley podrá establecer empleos ni dignidades hereditarias, ni
crear ordenes de nobleza, ni alguna otra clase de privilegios políticos. Los
tratamientos concedidos a los funcionarios se limitan a los negocios de oficio.
Sección segunda
Del poder electoral
Art. 13. Los ciudadanos mexicanos, se reúnen en asambleas primarias para el
ejercicio del poder electoral.
La ley dividirá las poblaciones, de suerte que cada asamblea primaria co-
rresponda a una sección que no baje de 600, ni exceda de 1,000 habitantes.
Por cada 200 habitantes, se nombrará un elector secundario.
Para ser electo secundario, se necesita tener veinticinco años de edad, y
una renta efectiva de 500 pesos anuales. Si en la sección no hubiere al menos
diez individuos que tengan esta renta, bastará la mitad.
Art. 14. Los electores secundarios reunidos, forman las asambleas secunda-
rias; la ley designará su número y fijará los lugares de su celebración.
Toca a los electores secundarios emitir directamente su voto para el nom-
bramiento de los funcionarios, que esta Constitución o la de los estados, dis-
pongan sean electos directamente.
Toca a la asamblea secundaria:
I. Recoger esos votos, autorizarlos y remitirlos a la asamblea electoral del
Estado.
II. Nombrar los electores que le correspondan para esta tercera asamblea.
III. Nombrar los demás funcionarios que determinen esta Constitución o
las de los estados.
Por cada 10,000 habitantes, se nombrará un elector para esta tercera asamblea.
206 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
En los estados donde conforme a esta base, la asamblea deba tener menos
de 25 electores, se alterará ese principio, de suerte, que tenga precisamente
ese número.
Para ser elector de esta asamblea, se necesita tener veinticinco años, y una
renta efectiva de mil doscientos pesos.
Art. 15. Toca a la asamblea electoral del Estado, hacer los nombramientos de
que la encarguen esta Constitución y las de los estados, computar los votos
directos emitidos por los electores secundarios, declarar la elección si recayó
en alguno la mayoría absoluta, y elegir si ninguno la reunió, entre los que la
tengan relativa.
Art. 16. Ninguna asamblea electoral se considera reunida sin la presencia de
los dos tercios de sus miembros.
Los ciudadanos que han de componer una asamblea se reunirán anticipa-
damente bajo la presidencia del más anciano, precisamente para completar su
número, elegir la mesa, y resolver los reclamos y dudas que hubiere.
Ninguna autoridad puede dar órdenes a las asambleas, ni revisar sus ac-
tores; en ellas nadie votará armado, y la fuerza pública que pidieren, estará
exclusivamente a sus órdenes para el desempeño de sus funciones.
Las asambleas electorales se instalan por su propio derecho, no tienen más
funciones que las de nombrar, y se consideran disueltas luego que las han
llenado.
Cada asamblea resuelve las dudas que se ofrezcan sobre las cualidades de
sus propios miembros, y sobre la validez de las elecciones de la que le precedió.
Ninguna elección es nula más que por infracción de la 1ª y 3ª disposición
de este artículo, o por las del siguiente.
Art. 17. Tanto las asambleas como los demás cuerpos que desempeñen funcio-
nes electorales, observarán las siguientes reglas.
I. Cuando el eligiendo sea uno solo, lo nombrarán a mayoría absoluta de
votos, y en caso de empate, decidirá la suerte, si no se previene otra medida.
II. Cuando se proceda a segundo escrutinio, o se tenga que decidir la elec-
ción de otros cuerpos, la votación rolará ente los que tengan mayor número
relativo, y si hubiere más de dos que lo tengan igual, se escogerá primero el
que, o los que hayan de competir.
III. Cuando haya dos elegidos, en caso de empate, quedarán electos ambos
contendientes.
Documentos 207
IV. En el caso de que sean más de dos los elegidos, no podrá negarse a
ninguna sección de electores, antes del primer nombramiento, el derecho de
reunirse para nombrar a unanimidad tal número de elegidos, cual le corres-
ponda, según la proporción en que esté el número de electores presentes y el
total de los elegidos. Los electores que usaren de este derecho quedan exclui-
dos de votar en las elecciones de las otras partes.
Art. 18. Sobre las bases generales de esta sección, cada Legislatura dará su ley
de elecciones. En esta vez lo harán las juntas departamentales dentro de un
mes de recibida la Constitución.
Título III
Sección única
De la religión, forma de gobierno,
y división del territorio de la nación
Art. 19. La religión de la República es la católica, apostólica, romana y no ad-
mite el ejercicio público de otra alguna.
Art. 20. El Gobierno de la nación, es el sistema republicano, representativo,
popular, federal.
Art. 21. Los estados de la Unión, son: Acapulco, Californias, Chiapas, Chihuahua,
Coahuila, Durango, Guanajuato, México, Michoacán, Nuevo León, Nuevo Mé-
xico, Oaxaca, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Sonora, Sinaloa, Tabasco, Ta-
maulipas, Tejas, Veracruz, Jalisco, Yucatán y Zacatecas con Aguascalientes.
Art. 22. Los límites de estos estados se arreglarán por convenios amistosos,
con aprobación el Congreso General, y no pudiéndolo lograr, en los puntos
contenciosos fallará la Suprema Corte de Justicia.
Para admitir nuevos estados o formarlos de los existentes, ya dividiéndolos
o bien reuniéndolos, se necesita decreto del Congreso General, a petición
de las Legislaturas de los estados interesados, y previo consentimiento de la
mayoría de las demás.
Título IV
Sección única
De los estados de la Federación
Art. 23. Los estados organizarán su administración interior, bajo los principios
del sistema de Gobierno republicano representativo popular, adoptado por la
nación, sin que jamás se puedan unir en uno solo, dos o más de los tres pode-
208 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
res en que se divide el público, ni concederse a estas otras facultades que las
ordinarias, consignadas en sus respectivas constituciones.
El Poder Legislativo de cada estado residirá en una Legislatura, compuesta
del número de individuos que determinarán sus constituciones, el cual no
bajará de nueve, ni pasará de quince, electos popularmente y amovibles en el
tiempo que prevenga su Constitución. Para la formación de sus leyes, se suje-
tarán a los principios comprendidos en la parte 2ª del artículo 42, en la 1ª del
43, y en el 44 de esta Constitución.
El Poder Ejecutivo se depositará en un funcionario electo popularmente, y
por un tiempo que no pase de cuatro años.
El Poder Judicial se ejercerá por los tribunales que establezcan sus consti-
tuciones. Todos los negocios civiles y criminales que esta Constitución no re-
serva al conocimiento de la Suprema Corte, y que no estén comprendidos en
el fuero personal de los militares y eclesiásticos, pertenecen al conocimiento
de estos tribunales, y serán fenecidos en ellos hasta su última instancia y ejecu-
ción de la última sentencia.
Art. 24. La administración interior de los estados, será enteramente libre e
independiente de los poderes supremos, en todo aquello que no estén obliga-
dos por esta Constitución para la conservación de la unión federal.
Art. 25. Son obligaciones de los estados:
I. Cumplir y hacer cumplir fielmente esta Constitución y las leyes, decretos
y disposiciones que los poderes supremos dictaren en virtud de sus facultades.
II. Dar reemplazos para el ejército permanente, en la forma que lo pre-
vengan sus leyes, y sin recurrir jamás a levas, organizar y mantener su guardia
nacional, conforme a las bases que establezca el Congreso General, y su fuerza
de policía, con arreglo a lo dispuesto en esta Constitución.
III. Contribuir igualmente a los gastos públicos de la Federación, en el
modo y proporción que establezcan esta Constitución, y de conformidad con
ella las leyes generales.
IV. Observar estrictamente el principio de que en cada estado debe pre-
sentarse entera fe y crédito a todos los actos públicos de las autoridades de
los demás, de que exceptuando la opción a los empleos públicos que exijan
vecindad anterior, no hay diferencia alguna entre los ciudadanos de diversos
estados, y que ninguna disposición puede evitar que se haga efectiva la res-
ponsabilidad civil o criminal que hubieren contraído en alguno de ellos.
Documentos 209
V. Remitir a los tres supremos poderes copia autorizada de sus constitucio-
nes, leyes y decretos, y dirigir anualmente al Congreso una memoria sobre el
estado de todos los ramos de su administración interior
Art. 26. Ningún estado podrá:
I. Tener por sí tropa permanente, ni buques de guerra, sin permiso del
Congreso General.
II. Poner en servicio activo y a sueldo, a la guardia nacional, sin decreto del
Congreso, a no ser en caso de invasión.
III. Decretar contribuciones sobre la importación o exportación, imponer
derechos de tonelaje u otros, cualquiera de puerto, ni dar disposiciones sobre
las rentas, que la Constitución declare generales.
IV. Formar por sí ninguna clase de relaciones extranjeras, celebrar coalicio-
nes con otros estados, ni tomar intervención alguna en sus negocios.
Título V
Sección única
Del poder supremo de la nación
Art. 27. El supremo poder de la nación se divide para su ejercicio, en Legis-
lativo, Ejecutivo y Judicial, sin que jamás se puedan reunir dos o más de estos
poderes en uno, ni delegar alguno de ellos al otro sus facultades.
El Poder Legislativo se deposita en un Congreso General, dividido en dos
Cámaras, una de diputados y otra de senadores; el Ejecutivo en un individuo,
que se denominará presidente de los Estados Unidos Mexicanos, y el Judicial
en una Suprema Corte de Justicia.
Título VI
Del Poder Legislativo
Sección primera
Organización de las Cámaras, y prerrogativas de sus miembros
Art. 28. Cada estado nombrará un diputado por cada 70 mil almas, o por una
fracción que pase de 35 mil; el número de los suplentes será igual al de los
propietarios.
Art. 29. Para ser diputado, se requiere ser natural o vecino del estado, estar en
posesión de los derechos de ciudadano, no haber sido condenado en proceso
legal por delito alguno, haber cumplido 25 años y tener una renta efectiva de
210 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
$1,200.00 pesos anuales. El presidente de la República, los secretarios del des-
pacho, los ministros de la Suprema Corte, los reverendos arzobispos y obispos,
los provisores generales, los oficiales de los ministerios y los gobernadores de
los estados, no podrán ser nombrados sino pasados seis meses de haber cesa-
do en sus funciones.
Los estados que nombrasen menos de tres diputados, los escogerán todos
de entre sus vecinos.
Art. 30. Cada estado elegirá dos senadores propietarios y dos suplentes.
Art. 31. Para ser senador se necesitan las mismas cualidades que para ser di-
putado, con la diferencia de que la edad ha de ser de 35 años, y la renta de
$3,000.00 pesos. No pueden ser senadores los que no pueden ser diputados.
Art. 32. Las elecciones de senadores se harán directamente por los electores
secundarios, el primer domingo de septiembre del año anterior a la renova-
ción, y la computación o nombramiento se hará por la asamblea electoral
del estado, el último domingo de dicho mes, en cuyo día nombrará la misma
asamblea los diputados. La Cámara de Diputados se renovará totalmente, y la
de senadores por mitad, cada dos años. En el primer bienio saldrán los últi-
mos nombrados.
Art. 33. Ningún diputado, ni senador, puede renunciar su encargo, sino por
impedimento físico, ni ser destituido, más que en el caso de que perdiere la
cualidad de ciudadano, o de que falte culpablemente tres meses consecutivos
a las sesiones, no obtener del Gobierno durante su misión y un año después
condecoración, empleo, comisión o cualquier gracia, a excepción de los as-
censos de rigurosa escala.
Art. 34. Los senadores y diputados son inviolables por las opiniones y votos
que emitieren en el ejercicio de su encargo, y no pueden ser demandados en
lo civil, ni juzgados criminalmente, desde el día de su elección hasta dos meses
después, sino por la Suprema Corte de Justicia, y previa en el último caso la
declaración del gran jurado.
Sección segunda
De las facultades del Congreso General y de las Cámaras
Art. 35. Toca exclusivamente al Congreso General:
I. Decretar la guerra y la paz, dar instrucciones para celebrar tratados, con
las naciones extranjeras, y concordatos con la silla apostólica, y aprobarlos
después: arreglar el ejercicio del patronato en toda la Federación, y conceder
o negar el pase a los decretos conciliares, bulas o rescriptos pontificios que se
Documentos 211
versen sobre asuntos de general interés, y dar o no permiso para que las tro-
pas extranjeras entren al territorio nacional, y para que las escuadras de otra
potencia permanezcan más de un mes en los puertos de la República.
II. Conservar la paz y el orden constitucional en el interior de la Federa-
ción, cuidar de que los estados cumplan con todas las obligaciones de esta
Constitución, y de la plenitud de sus derechos no sea violada; arreglar en caso
de disputa, las relaciones de los estados entre sí, y sostener la igualdad propor-
cional de sus derechos y obligaciones ante la Unión.
III. Decretar anualmente el presupuesto ordinario de los gastos generales,
arreglar las rentas de la misma clase, y fijar el contingente de los estados;
decretar en un caso extraordinario, un gasto de la misma naturaleza, y los
fondos con que ha de sufragarse; arreglar la recaudación, y determinar la
inversión de las rentas generales, y examinar sus cuentas; facultar al Ejecutivo
para que contraiga deudas sobre el crédito de la Federación, reservándose la
aprobación del contrato, y reconocer la deuda pública, en la que no podrá
comprenderse ningún crédito contraído sin la debida autorización o que pro-
ceda de hechos contrarios a las leyes.
IV. Decretar la fuerza, la organización y servicio del ejército permanente,
arreglar su fuero y organizar sus tribunales; dar bases para la organización de
la guardia nacional, declarar si fuere preciso, que se ponga en servicio activo
y a sueldo, y también que salga de su territorio, y disminuir el número de la
fuerza de policía de los estados, cuando alguno se excediere.
V. Fijar el lugar de la residencia de los supremos poderes; variarlo cuando
lo creyere conveniente; crear y suprimir oficinas y empleos, y dictar todas las
demás leyes y decretos que fueren necesarios para el desempeño de las obliga-
ciones que esta Constitución impone a los poderes generales.
VI. Dictar leyes sobre negocios eclesiásticos, libertad de imprenta, propie-
dad literaria, privilegios exclusivos a los descubridores o perfeccionadores de
algún arte u oficio, sistema de monedas, pesos y medidas, naturalización, ad-
quisición de bienes raíces por extranjeros, colonización y delitos contra la in-
dependencia y forma de gobierno; arreglar el comercio de la República con el
extranjero, y de los estados entre sí; fijar el valor y uso del papel sellado; arre-
glar uniformemente en toda la República los derechos de amonedación; esta-
blecer postas y correos, y conceder amnistías e indultos generales en los delitos
arriba mencionados, y en los que sean del conocimiento de la Suprema Corte.
VII. Decretar los establecimientos de ilustración, beneficencia y utilidad
que juzgue conveniente en los estados, sin impedir a estos el derecho de ha-
cerlo por sí, ni ocupar sus rentas para ello.
212 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Art. 36. Todo acuerdo del Congreso General tendrá el carácter de ley o de-
creto.
Art. 37. Cada Cámara califica las elecciones, admite las renuncias, y erigida en
gran jurado decreta las destituciones y declara con lugar a formación de causa
a los individuos de la otra Cámara.
Art. 38. La Cámara de Diputados.
Se erige en Gran Jurado, para declarar si hay o no lugar a formación de
causa, en las que se instruyan contra el presidente de la República, los secreta-
rios del despacho y los ministros de la Suprema Corte. En la misma forma co-
noce de las acusaciones que se hagan contra los gobernadores de los estados,
por infracción de la Constitución y de las leyes generales.
Toca a la misma Cámara aprobar los nombramientos que haga el presiden-
te para primeros jefes de las oficinas generales de Hacienda.
Art. 39. La Cámara de Senadores.
Se erige un gran jurado de hecho, para declarar en los delitos oficiales del
presidente, los ministros y los gobernadores de los estados, si son o no reos de
los delitos porque fueren declarados con lugar a formación de causa.
Toca a la misma Cámara aprobar los nombramientos que el Gobierno haga
para enviados diplomáticos, cónsules, coroneles y demás jefes superiores del
ejército permanente.
Sección tercera
De la formación de las leyes
Art. 40. Toca la iniciativa de las leyes, al presidente de la República y a las
Legislaturas de los estados. Los diputados tienen el derecho de hacer propo-
siciones.
Art. 41. Una ley arreglará el derecho de petición, considerándolo como pri-
vativo del ciudadano mexicano, meramente individual e incapaz de ejercer
colectivamente.
Art. 42. Todas las leyes serán iniciadas en la Cámara de Diputados y revisadas
en el senado.
La presentación de todo dictamen de ley en aquella Cámara y su discusión,
deben hacerse en dos distintos períodos de sesiones; más en los casos de una
urgencia que no admita dilación, declarándolo así previamente las dos Cáma-
ras, se podrá tomar cualquier resolución en clase de provisional, y esta cesará,
por el mismo hecho de no ser confirmada, en el siguiente período.
Documentos 213
Art. 43. Para la votación de cualquier ley se necesita la presencia de los dos
tercios de los miembros de cada Cámara, y la mayoría absoluta de votos.
Para la aprobación en revisión de una ley reprobada por el senado, se ne-
cesitan dos tercios de la Cámara de Diputados, y uno de la de senadores. Para
la de aquellas a las que hiciere observaciones el Ejecutivo, se necesita el voto
de los dos tercios de ambas Cámaras.
Art. 44. Todo proyecto desechado o reprobado, no podrá volverse a presentar
sino pasado un período de sesiones.
Art. 45. Se necesita a más el consentimiento de la mayoría de las Legislaturas,
para toda ley que imponga prohibiciones al comercio o la industria, o que de-
rogue o dispense las que existan, o que autorice al Ejecutivo para contraer un
préstamo extranjero, o que acuerde el arrendamiento de una renta general,
o que decrete la cesión, cambio o hipoteca de cualquier parte del territorio.
Art. 46. Aprobado un proyecto, y autorizado por los presidente y un secretario
de cada Cámara, se pasará al presidente de la República para su publicación.
Si este, de acuerdo con el consejo, lo devolviere dentro de diez días con
observaciones, volverá a ser examinado; más pasado aquel término, o vuelto a
aprobar, lo publicará sin demora.
Los decretos del Congreso o de alguna de las Cámaras en uso de sus fa-
cultades electorales, económicas o de jurado, y las que se dieren sobre sus-
pensión o prórroga de sesiones, y sobre traslación del lugar de ellas, no están
sujetas a observaciones, ni tampoco a la dilación que deben sufrir las leyes.
Art. 47. Las leyes y decretos se publicarán en la forma siguiente:
«El C.N.N., presidente de los estados Unidos Mexicanos, a los habitantes de la
República, sabed: Que el Congreso General ha decretado lo siguiente, (aquí el
texto). Por tanto, mando se imprima, publique y circule».
Art. 48. Todo lo relativo a las juntas preparatorias, a la solemnidad de la clau-
sura o apertura de las sesiones, al orden de los debates, a la organización de
las oficinas, y a todo lo demás relativo al régimen y gobierno interior del Con-
greso y de cada una de las Cámaras, se fijará por el reglamento.
Sección cuarta
De las sesiones del Congreso, y de su comisión permanente
Art. 49. Las sesiones ordinarias se abrirán todos los años el 1o. de enero y el
1o. de julio, y se cerrarán el último de marzo y de septiembre, pudiéndose
214 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
prorrogar las del último período, por todo el tiempo necesario para concluir
el arreglo de los presupuestos, y las contribuciones y la revisión de las cuentas.
Art. 50. Durante el receso de las Cámaras, serán estas convocadas a sesiones
extraordinarias siempre que ocurra algún negocio extraordinario e impre-
visto, que así lo exija, a juicio del Gobierno o de la comisión permanente, la
que expedirá la convocatoria, determinando individualmente los negocios de
aquella clase que deban tratarse. Si el negocio ocurriese durante las sesiones
extraordinarias, o en la prórroga del segundo período de las ordinarias, la
declaración de extraordinario e imprevisto, la harán ambas Cámaras.
Art. 51. En la prórroga y durante las sesiones extraordinarias, no podrán tra-
tarse más que los asuntos para que se decrete la prórroga o la convocación;
más en todo período pueden ejercer, el Congreso o las Cámaras, sus funcio-
nes económicas, electorales y de jurado.
Art. 52. Durante el receso de las Cámaras se nombrará una comisión perma-
nente, compuesta de cuatro diputados y tres senadores, nombrados por sus
respectivas Cámaras.
Corresponde a esta comisión.
I. Desempeñar la atribución de que habla el artículo 50.
II. Vigilar sobre el cumplimiento de la Constitución y las leyes generales,
haciendo los reclamos que juzgare convenientes, y dando cuenta al Congreso.
III. Desempeñar las demás atribuciones que se fijen en el reglamento.
Título VII
Del Supremo Poder Ejecutivo
Sección primera
De la elección, duración, modo de sustituirlo
y prerrogativas de que goza
Art. 53. Para ser presidente se necesita ser ciudadano mexicano por nacimien-
to, no haber sido condenado en proceso legal por delito alguno, tener treinta
y cinco años cumplidos, y ser vecino de la República.
Art. 54. El primer domingo de enero del año en que deba hacerse la reno-
vación, los electores secundarios en las asambleas secundarias emitirán por
escrito y en duplicado sus votos para la presidencia de la República.
El tercer domingo de dicho mes, la asamblea electoral de cada Estado com-
putará los votos y hará la declaración de haber mayoría absoluta en tal perso-
Documentos 215
na, o procederá a elegir según el artículo 15, y remitirá su acta y tanto de cada
voto, de modo que lleguen a la capital de la República antes del 20 de febrero.
El día 25 de ese mes, el senado abrirá los expedientes, si hubiese al menos
las tres cuartas del total; y declarará en quién recayó la elección si alguno
hubiere reunido mayoría absoluta de los votos de los estados; pasándolos en
caso contrario a la Cámara de Diputados, para que elija, votando por Estados,
entre los que tengan la mayoría relativa; en caso de empate, decidirá la misma
Cámara, votando por personas.
En caso de disputa sobre la elección, la que únicamente puede ofrecerse
sobre la nulidad de los actos de alguna asamblea electoral de Estado y por los
motivos que señala esta Constitución en la última parte del artículo 16, podrá
anularse el voto, si así lo acordaren los dos tercios de ambas Cámaras.
Más si el voto decidiere mayoría absoluta o relativa, se aguardará que se
repita en forma legal por el mismo cuerpo que se volverá a reunir.
El día 29 de marzo se publicará, a más tardar, por formal decreto, el resul-
tado de la elección.
Art. 55. El día 1o. de abril tomará posesión el electo, cesando en todo caso el
mismo día el que concluye.
En caso de que el presidente no pudiere entrar ese día, o en el que falte
después temporal o perpetuamente, la Cámara de Diputados, votando por
estados, elegirá un interino entre los senadores.
En el intermedio que haya entre la falta y el nombramiento, se encargará
del Gobierno el presidente de la uprema corte.
Art. 56. Si el presidente faltare en el primer bienio, se hará nueva elección.
En este caso, y en el de que algún trastorno impida la elección en el perío-
do ordinario, el Congreso fijará los días de las elecciones.
Art. 57. El presidente durará cuatro años, y ninguno que lo haya sido por más
de un año, podrá ser reelecto hasta pasado un cuatrienio.
El presidente no podrá renunciar su encargo, ni cesará en él temporal,
si no es por enfermedad que le impida absolutamente el desempeño de sus
funciones a juicio del Congreso.
Art. 58. Son prerrogativas del presidente:
I. No poder ser demandado civilmente, ni procesado por sus delitos comu-
nes, desde el día de su nombramiento hasta un año después de haber cesado
216 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
en sus funciones, si no es ante la Suprema Corte y previa en el último caso, la
declaración de gran jurado.
II. No poder ser procesado si no es previo el mismo requisito por sus deli-
tos oficiales. Siempre que intervenga la firma del ministro respectivo, el pre-
sidente no será responsable de otros actos que los dirigidos contra la inde-
pendencia o forma de gobierno, o que tiendan notoriamente a promover
sediciones, a embarazar que se hagan las elecciones de los individuos que
han de componer los supremos poderes o los de los estados, o a impedir que
entren o continúen en el ejercicio de sus funciones.
Art. 59. El presidente interino no gozará de la primera prerrogativa, más que
dos meses después de haber cesado en sus funciones.
Sección segunda
De las facultades del presidente
Art. 60. Las facultades del presidente son:
I. Publicar y circular la Constitución y las leyes y decretos del Congreso ge-
neral, y cuidar de su más exacto cumplimiento por medio de los ministros del
ramo, de los agentes del poder general y de los encargados del Poder Ejecu-
tivo de los estados, que le estarán subordinados solo en cuanto a este objeto.
II. Dar con sujeción a las leyes, ordenes, decretos y reglamentos para el
mejor cumplimiento de las leyes generales.
III. Hacer observaciones a estas leyes en los términos dispuestos en el artí-
culo 46.
IV. Disponer de la fuerza permanente de mar y tierra, para la seguridad
exterior de la República.
V. Disponer conforme a esta Constitución, de la misma fuerza y de la guar-
dia nacional en el interior de la República, aunque ni en este caso, ni en el
anterior, podrá mandarlas en persona.
VI. Cuidar de la recaudación y de que la inversión de las contribuciones
generales se haga conforme a esta Constitución y a las leyes.
VII. Dirigir en los mismos términos las negociaciones diplomáticas y
las relaciones de la República con las naciones extranjeras y con la Santa
Sede.
VIII. Conceder con acuerdo del senado el pase, o retener los decretos
conciliares, bulas, breves y rescriptos pontificios que no se versen sobre ma-
terias generales, y disentir de la opinión del senado para negarlo. Cuando se
Documentos 217
versen sobre asuntos contenciosos, se oirá previamente a la Suprema Corte
de Justicia.
IX. Nombrar, suspender, remover y jubilar a los empleados y funciona-
rios del resorte de los poderes generales, cuyo nombramiento le corres-
ponda por la Constitución y las leyes, y con sujeción a lo que ellas mismas
establezcan.
X. Nombrar y remover libremente a los secretarios del despacho.
Sección tercera
Del despacho de los negocios del Gobierno
Art. 61. Para el despacho de los negocios del gobierno, habrá cinco ministe-
rios; el de Relaciones Exteriores e Interiores; el de Justicia y Negocios Ecle-
siásticos; el de Instrucción Pública, Comercio e Industrial; el de Hacienda, y
el de Guerra y Marina.
Art. 62. Ningún acto del presidente será válido ni obedecido, si no va autori-
zado por el ministro del ramo respectivo.
Art. 63. Los ministros son responsables de todos los actos en que infrinjan la
Constitución y las leyes generales de la nación, y en que atenten contra las
constituciones y leyes particulares de los estados, sin que los exima de esta
responsabilidad, ni la orden del presidente, ni el acuerdo del consejo.
Art. 64. Cada ministro presentará anualmente a las Cámaras antes del 15 de
enero, una memoria sobre el estado de los negocios de su cargo. El de Hacien-
da la presentará el 8 de julio, y con ella la cuenta general de gastos del año
penúltimo, y el presupuesto de los del siguiente.
El Congreso puede acordar se amplíen estas memorias sobre cualquier
punto.
Art. 65. Los ministros reunidos forman el consejo de estado, de que es presi-
dente nato el de relaciones, y resuelven a mayoría absoluta de votos, los ne-
gocios que les están sometidos por esta Constitución, y las que les sometiere
el presidente. Solo en aquel caso estará obligado este a conformarse con el
acuerdo, y en todo caso los ministros son responsables de su voto.
Art. 66. Los ministros no pueden ser demandados civilmente, ni juzgados por
sus delitos comunes desde el día de su elección hasta dos meses después de
haber cesado en sus funciones, sino ante la Suprema Corte, y previa en el úl-
timo caso la declaración del gran jurado. Respecto de sus delitos oficiales, se
observará lo previsto en los artículos 38, 39 y 73 de esta Constitución.
218 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Título VIII
Del Poder Judicial de la Federación
Sección primera
Organización de la Suprema Corte, y del Tribunal
que debe juzgar a sus individuos
Art. 67. La Suprema Corte de Justicia se compondrá de once ministros y un
fiscal. Habrá seis suplentes.
Para ser ministro de la Suprema Corte, se necesita ser ciudadano mexi-
cano, mayor de treinta y cinco años, letrado y no haber sido condenado en
proceso legal por delito alguno. Los suplentes, o más, deben ser vecinos de la
capital de la República.
Art. 68. Los ministros de la Suprema Corte, tanto propietarios como suplen-
tes, serán electos en la propia forma que el presidente de la República, y en
los mismos días en que lo sean los senadores, entrando en el intermedio el
suplente respectivo.
Art. 69. Los ministros propietarios serán perpetuos, y los suplentes se renova-
rán por tercios cada dos años.
Art. 70. Los ministros de la Suprema Corte, no pueden ser juzgados por sus de-
litos oficiales, y por los comunes de que sean acusados, desde el día de su nom-
bramiento hasta seis meses después de haber cesado en sus funciones, ni en sus
negocios civiles durante el mismo tiempo, sino ante el tribunal de que habla
el siguiente artículo, y previa, en caso criminal, la declaración del gran jurado.
Art. 71. La Cámara de Diputados en la primera semana de sus sesiones ordina-
rias, nombrará cada dos años veinticuatro individuos que tengan los mismos
requisitos que se necesitan para ser ministros suplentes de la Suprema Corte,
y cuando fuere necesario, de entre ellos se sacarán por suerte los jueces y fiscal
de dicho tribunal, cuya organización y modo de proceder fijará la ley.
Art. 72. Los ministros de la Suprema Corte de Justicia, no podrán obtener
del Gobierno general ni del particular de los estados, ningún empleo, cargo
o comisión.
Sección segunda
De las atribuciones de la Suprema Corte
Art. 73. Las atribuciones de la Suprema Corte, son las siguientes:
I. Dirimir las competencias que se susciten entre los tribunales de diversos
estados o fueros.
Documentos 219
II. Nombrar los empleados y dependientes de sus propias oficinas.
III. Excitar a los tribunales a la pronta y recta administración de justicia.
IV. Conocer:
1o. De las diferencias de los estados entre sí y de las que se susciten entre
un estado y uno o más vecinos de otro, siempre que las reduzcan a un punto
contencioso, en el que deba recaer formal sentencia.
2o. De los juicios en que se trate de contratos hechos por el Gobierno su-
premo o de su orden.
3o. De las causas criminales en que se requiere declaración del gran ju-
rado, a excepción de las de sus propios miembros, y limitándose a aplicar la
pena en aquellas de que habla la primera parte del artículo 39.
4o. De los negocios civiles en que fueren demandadas las personas a quie-
nes la Constitución concede esta prerrogativa, y de aquellas en que las mismas
fueren actores si el reo lo pidiere.
5o. De los negocios civiles y criminales de los agentes diplomáticos y cón-
sules de la República.
6o. De las causas de almirantazgo, presas de mar y tierra, crímenes cometi-
dos en alta mar, y ofensas hechas contra la nación.
7o. De las faltas oficiales de sus dependientes.
8o. De los negocios en que el erario federal se interese por más de diez mil
pesos.
Art. 74. Una ley organizará la manera y forma en que la Suprema Corte debe
desempeñar instancias de los negocios de que hablan las fracciones II, V, VI
y VIII de la 4ª atribución, erigir tribunales especiales o facultar a los de los
estados.
Título IV
De la fuerza armada y la Hacienda Pública
Sección primera
De la fuerza armada
Art. 75. La fuerza armada se divide en tres clases.
Es la primera, el ejército permanente de mar y tierra, destinado a la defen-
sa exterior de la República, y a la conservación de la unidad nacional en el
caso del artículo 81 disposición IV.
220 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Es la segunda la guardia nacional, compuesta de todos los ciudadanos del
estado secular que no estén suspensos de sus derechos, desde la edad de 21
a la de 60 años, y destinada a la conservación de las instituciones y del origen
público en el interior de los estados.
Esta guardia no podrá ponerse a sueldo, ni salir de su territorio, si no es
conforme a esta Constitución. No tiene fuero.
La fuerza de policía es la tercera; está destinada exclusivamente a la segu-
ridad privada; debe ser organizada en cada estado en pequeñas secciones, al
mando de agentes subalternos, y repartida en el territorio en la proporción
conveniente, sin que puedan ponerse dos o más compañías a la orden de un
mismo jefe, ni reunirse en un lugar que no les corresponda, más que en un
caso urgente de su mismo instituto.
Art. 76. La fuerza armada es por su naturaleza, pasiva; no puede obrar si no es
en virtud de orden de la autoridad competente, y toda deliberación tomada
por ella sobre los negocios del Estado, es un delito.
Sección segunda
De la Hacienda Pública
Art. 77. La Hacienda Pública General se compone de las rentas generales y del
producto del contingente.
Son rentas generales los productos de las aduanas marítimas y la de co-
rreos. Mientras subsista el estanco del tabaco, una ley general arreglará la
intervención que deben tener en ella los estados y la parte de utilidades que
debe aplicárseles.
El contingente ordinario para cubrir los gastos generales se repartirá entre
los estados en proporción a su población, necesidades y recursos, y consistirá
en un tanto por ciento de sus rentas ordinarias, el cual nunca podrá exceder
de un tercio.
Cuando ocurriere un gasto extraordinario, o fuese necesario cubrir algún
déficit en los gastos ordinarios, este se repartirá entre todos los estados, en
la proporción establecida en la parte anterior de este artículo, y cada estado
para cubrir su parte, aumentará la cuota de sus contribuciones existentes, o
creará otras nuevas, destinándose en este caso el producto del aumento o de
las nuevas contribuciones exclusivamente al contingente extraordinario.
Art. 78. El Poder Legislativo de cada estado decretará anualmente sus gastos
ordinarios, y establecerá, conforme a esta Constitución, las contribuciones
con que deba cubrirlas.
Documentos 221
Será obligación de los gobernadores de los estados, entregar fielmente
cada mes a disposición del poder general, la cantidad que le corresponda de
contingente ordinario y extraordinario; y solo en caso de infracción, podrá
decretarse la intervención, que se reducirá a cobrar lo adeudado.
En las oficinas de las casas de moneda, tendrá también el Gobierno general
la intervención precisa, para cuidar únicamente de la exactitud de su ley, tipo
y peso.
Art. 79. Los estados cuidarán de establecer las contribuciones del artículo an-
terior, sin dañar su riqueza pública ni la de los demás estados, y el Congreso
General puede con este fin quitar o disminuir las contribuciones en que se
ataque este principio.
Título X
De la conservación, reforma y juramento de la Constitución
Sección primera
De la conservación de las instituciones
Art. 80. Para la conservación de las instituciones, la nación reconoce y declara
expresamente los principios siguientes:
I. Para el ejercicio de los derechos soberanos de la nación no existen otras
formas que las del sistema representativo, republicano, popular, federal, adop-
tado por ella y consignadas en su pacto fundamental.
II. Todos los poderes públicos emanan de la nación, y no pueden estable-
cerse ni dejar de existir si no es en virtud de la Constitución, ni tener más
atribuciones que la que ella misma les concede, ni ejercerlas más que en las
formas prescritas por ella.
III. Todo acto atentatorio contra las anteriores disposiciones es nulo, y lo
son también todos los que los poderes hagan, aún dentro de la órbita de sus
funciones, accediendo a peticiones tumultuarias e ilegales.
Art. 81. Para conservar el equilibro de los poderes públicos y precaver los
atentados que se dirijan a destruir su independencia o confundir sus faculta-
des, la Constitución adopta las siguientes medidas:
I. Todo acto de los poderes Legislativo o Ejecutivo de alguno de los estados
que se dirija a privar a una persona determinada de alguna de las garantías
que otorga esta Constitución, puede ser reclamado por el ofendido ante la
Suprema Corte de Justicia, la que, deliberando a mayoría absoluta de votos,
222 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
decidirá definitivamente del reclamo. Interpuesto el recurso, pueden suspen-
der la ejecución los tribunales superiores respectivos.
En el caso anterior, el reclamo deberá hacerse dentro de los quince días
siguientes a la publicación de la ley u orden, en el lugar de la residencia del
ofendido.
II. Si dentro de un mes de publicada una ley del Congreso General fuere
reclamada, como anticonstitucional, o por el presidente de acuerdo con su
consejo, o por dieciocho diputados, o seis senadores, o tres Legislaturas, la Su-
prema Corte, ante la que se hará el reclamo, mandará la ley a la revisión de las
legislaturas, las que dentro de tres meses darán su voto, diciendo simplemente
si «es o no inconstitucional».
Las declaraciones se remitirán a la Suprema Corte, y esta publicará el resul-
tado, quedando resuelto lo que diga la mayoría de las Legislaturas.
III. La Cámara de Diputados en caso de urgencia, puede suspender los
actos del Gobierno sobre los que se hubiere acusado, entretanto que hace su
declaración de haber o no lugar a formación de causa.
IV. Si el Congreso General, en uso de su primera atribución, declarare anti-
constitucional alguna ley de la Legislatura de un estado, este obedecerá, salvo
del recurso de que habla la disposición segunda.
Si alguna de las autoridades de los mismos se resistiere a cumplir las dispo-
siciones de los poderes generales que deben obedecer, el Ejecutivo requerirá
a las autoridades y dará parte al Congreso General. Este por formal decreto
provendrá a la Legislatura o al gobernador la obediencia dentro de un tér-
mino perentorio, y si no se lograre, declarará a la autoridad que resista, en
estado de rebelión y autorizará al Ejecutivo para restablecer el orden.
Solo en este caso podrá el Gobierno dirigir fuerzas sobre un Estado, y en
él se limitará a hacer obedecer la ley; la autoridad que resistió será depuesta y
sustituida en el modo que establezca para este caso la Constitución del Estado,
retirándose inmediatamente la fuerza.
Art. 82. Si la mayoría de las Legislaturas pidiere la separación de un ministro,
esta se verificará inmediatamente.
Sección segunda
De la reforma de la Constitución y de su juramento
Art. 83. Para la reforma y variación de esta Constitución, se establecen las
reglas siguientes:
Documentos 223
I. Toda reforma relativa a los artículos de la Constitución que puedan va-
riarse sin alterar la forma de Gobierno debe ser iniciada al menos por tres
Legislaturas.
II. Tomada en consideración, el Congreso General aprobará la reforma
redactándola en términos precisos y del todo conformes con la iniciativa, y la
remitirá a las Legislaturas para que den su voto, reducido a aprobar o repro-
bar sencillamente la forma.
III. La iniciativa, la aprobación la ratificación, deben hacerse en tres dis-
tintos bienios y al menos con un intervalo de más de cuatro años; y para la
ratificación se necesita el voto de los dos tercios de las Legislaturas.
IV. Aprobada y ratificada una reforma, se publicará y se tendrá como parte
de esta Constitución.
V. Toda reforma que altere la forma de Gobierno adoptada por la nación
no puede tomarse en consideración, si no es cuando en dos bienios distintos,
la pidieren los dos tercios de las Legislaturas de los estados.
VI. En este caso en el siguiente bienio, el Congreso General la tomará en
consideración, y resolverá si para el congreso siguiente deben o no pedirse po-
deres extraordinarios, entendiéndose reprobada siempre que no acordaren
por la afirmativa los dos tercios de cada Cámara.
VII. Si hubiere resolución por la afirmativa, el Congreso tendrá poderes
extraordinarios siempre que la mayoría de los estados los acuerden a sus dipu-
tados, no entendiéndose que un estado los acuerda mientras no lo resuelvan
así los dos tercios de los electores secundarios.
VIII. Ninguna reforma podrá proponerse hasta pasados cuatro años de
sancionada esta Constitución, y toda reforma que se propusiere y fuere des-
echada o no tomada en consideración en cualquier período, no podrá volver
a reproducirse, sino hasta pasados dos años, y entonces correrá sus trámites
como si fuere nueva.
Art. 84. Todo funcionario público, antes de entrar al desempeño de su cargo
o destino, jurará guardar fielmente la Constitución.
Sala de Comisiones del Congreso Constituyente, 26 de agosto de 1842.—
Espinosa de los Monteros.—Otero.—Muñoz Ledo.
224 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
VIII. DIARIO DEL GOBIERNO
DE LA REPÚBLICA MEXICANA
PARTE OFICIAL
HONORABLE JUNTA NACIONAL LEGISLATIVA
Segunda junta preparatoria para sus sesiones, verificada el día 4 de enero
de 1843
Concurrieron a esta los señores que lo verificaron en la anterior, excepto el
señor Ballesteros, y además los señores que siguen: Caballero, Canalizo, Cora,
Garza (don Simón), Garza Flores, González, Goribar, Nájera, Peña y Peña,
Puebet, Ramírez (don Pedro), Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San
Miguel, Sánchez Vergara, y Zulcaga.
Se leyó y aprobó la acta de la del día 2 del actual, y habiendo número
competente de señores vocales, se procedió a la elección de presidente y
vicepresidente de la junta, y resultó electo en segundo escrutinio para lo
primero, el señor Valencia por 28 votos contra los 118 que obtuvo el señor
Posada, y para lo segundo fue nombrado el señor Quintana Roo por 28 sufra-
gios, habiendo obtenido 6 el señor Posada, el señor Peña y Peña, 1 el señor
Iturralde, 2 el señor Camacho, 1 el señor Aguirre, 3 el señor Baranda y uno
el señor Navarrete.
Se acordó que los secretarios fueran cuatro, y habiéndose procedido a su
elección, resultaron electos: primero, el señor Larraínzar en segundo escru-
tinio por 37 votos contra 11 que obtuvo el señor Baranda; segundo, el mismo
señor Baranda, también en segundo escrutinio, por 28 señores contra 19, que
estuvieron por el señor Fonseca; tercero, este mismo señor por 34 votos, ha-
biendo tenido 11 el señor Sagaceta, 2 los señores Castillo y Rodríguez de San
Miguel y 1 los señores Iturralde y Ramírez; y cuarto, el señor Sagaceta por 30
votos, habiendo tenido 3 el señor Cora, 2 los señores Castillo, Cortina y Carre-
ra, y 1 los señores Iturralde, y Villa y Cosio.
Después de esto, el señor presidente hizo la siguiente declaración: «La Ho-
norable Junta Nacional Legislativa, queda legítimamente instalada».
Se procedió enseguida por todos los señores presentes a prestar en la for-
ma acostumbrada el juramento previsto en el artículo 8o. del decreto de 23 de
diciembre próximo pasado.
Concluido este acto, el señor presidente dispuso se preguntara si se ob-
servaría provisionalmente el último reglamento y se acordó por la afirmativa.
Documentos 225
El mismo señor presidente nombró una comisión compuesta de los seño-
res Gordoa (don Luis), Arrillaga, Carrera, Escobedo, Conejo, Ramírez (don
Pedro), y los dos primeros secretarios, para que participase al supremo Go-
bierno la instalación de la Honorable Junta Nacional Legislativa.
Se levantó la sesión, a la que no asistió por enfermedad el señor Ballesteros.
SESIÓN DEL DÍA 6 DE ENERO DE 1843
Reunidos los señores que componen la Honorable Junta Nacional Legisla-
tiva, se presentó el Excelentísimo señor presidente sustituto de la República,
acompañado de una comisión de dicha Junta, y después de haber ocupado su
asiento bajo el solio, pronunció un discurso análogo a las circunstancias, que
fue contestado por el presidente de la Junta. Habiéndose retirado el prime-
ro, y vuelto la comisión que lo cumplimentaba, el segundo hizo la siguiente
declaración.
La Honorable Junta Nacional Legislativa abre sus sesiones hoy día 6 de
enero de 1843.
Se levantó la sesión.
Son copias. México, 7 de enero de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 7 DE ENERO DE 1843
«Se nombraran las comisiones siguientes. Primera: la de bases constitucio-
nales, que se compondrá de nueve individuos. Segunda: la de reglamento.
Tercera: la de policía. Cuarta: la de redacción. La comisión de bases constitu-
cionales presentará precisamente a la deliberación de la honorable junta, las
fundamentales de su proyecto».
Dispensados los trámites, fue puesta a discusión, y en el curso de ella, el
señor Ortega presentó esta otra: «Pido que se suspenda la discusión, y que una
comisión de tres individuos dictamine en la mañana de hoy sobre la proposi-
ción del señor Iturralde, relativa al número de individuos que deben compo-
ner la comisión de bases». No se admitió.
En consecuencia, continuó la discusión de la proposición mencionada del
señor Iturralde y, suficientemente discutida, hubo lugar a votar y fue aproba-
da de la primera parte. La segunda, suficientemente discutida, hubo lugar y se
aprobó. La tercera, hubo lugar y se aprobó. La cuarta y la última, en el curso
de la discusión, las retiró su autor.
226 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Se procedió al nombramiento de los individuos que deben componer la
comisión de bases constitucionales.
En primer lugar quedó electo el señor Camacho en segundo escrutinio,
compitiendo con el señor Posada, habiendo obtenido 28 votos el primero y
25 el segundo.
En segundo lugar, el señor Gordoa, (don Luis), por 45 votos, de 55.
En tercero, el señor Couto, por 51 de 55.
En cuarto, el señor Baranda, por 50 de 53.
En quinto, el señor Valencia, por 44 de 53.
En sexto, el señor Rodríguez Puebla, en segundo escrutinio, compitiendo
con el señor Ibarra, por 28 votos contra 23.
En séptimo, el señor Ramírez (don Fernando), por 41 votos de 52.
En octavo, el señor Peña y Peña, por 38 votos de 51.
En noveno, el señor Garza (don Simón), en segundo escrutinio, compi-
tiendo con el señor Cora, por 29 votos contra 19.
Se leyó la lista de los señores nombrados por el señor presidente para com-
poner las comisiones que siguen.
La de reglamento, los señores Posada, Rodríguez de San Miguel, Ramírez
(don Fernando), Arrillaga y Sagaceta.
La de policía, los señores Iturralde, Alas, Navarrete, Celis y Cortina.
Se levantó la sesión pública para entrar en secreta.
Es copia. México, enero 9 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 9 DE NOVIEMBRE DE 1843
Se aprobó el acta de la celebrada el día 7 del corriente, y se dio cuenta con
las comunicaciones siguientes.
Del Ministerio de Relaciones Exteriores y Gobernación, comunicando ha-
ber aceptado el Excelentísimo señor presidente sustituto de la República, las
excusas que presentaron rehusándose a servir el cargo de vocales de esta ho-
norable Junta, los señores licenciado don Bernardo Couto, don Juan Gonzá-
lez Cabofranco, general don José Ignacio Gutiérrez, licenciado don Francisco
Molinos del Campo, general don José M. Rincón Gallardo, licenciado don
Juan Rodríguez Puebla, don Estanislao Saviñon y don Angel Trias, y haber
Documentos 227
nombrado para reemplazarlos, a los señores licenciado don José María Cue-
vas, licenciado don Rafael Berruecos, coronel don Rafael Espinoza, don An-
tonio Pacheco Leal, general don Miguel Cervantes, licenciado don Luis G.
Chávarri, general don José Ignacio Basadre, canónigo, doctor Don Mariano
Vizcarra, licenciado don José M. Jiménez, y don Miguel Garibay, a quienes se
ha hecho la correspondiente comunicación.—Se mandó archivar.
Del señor Don Bernardo Couto, contestando a la nota que se le paso por
esta Secretaría el día 7 del corriente, contraída a que se presentara a prestar el
juramento, que en virtud de haber admitido el Supremo Gobierno, la renun-
cia que había hecho del cargo de vocal de esta junta, consideraba no tenía ya
lugar la cita referida.—Al archivo.
Del señor Don Juan Rodríguez Puebla, insertando un oficio que se le pasó
por el Ministerio de Relaciones, en que se le participa la admisión de la renun-
cia que ha hecho de vocal de esta junta, y con lo cual contesta a la excitación
que se le hizo por esta secretaria en 7 del actual, para que se presentara a
prestar el juramento correspondiente. Al archivo.
Enseguida se procedió a reemplazar a los señores Couto y Rodríguez Pue-
bla en la comisión de bases constitucionales, y resultaron electos, el señor
Ibarra por 36 votos de 50, y el señor Posada por 34 votos de 48.
SESIÓN DEL DÍA 8 DE ABRIL DE 184
Se dio segunda lectura al proyecto de bases de organización para la Repú-
blica, presentado por la comisión nombrada al efecto, y puesto a discusión,
el señor Rodríguez de San Miguel manifestó que, aunque votaba a favor del
proyecto en lo general, no por eso estaba por la organización que en él se da
al Senado, lo que pedía constase en el acta.
Declarado suficientemente discutido, hubo lugar a votar en lo general
por unanimidad de los 54 señores que siguen: Aguirre, Arrillaga, Arteaga,
Ballesteros, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Camacho, Cañas, Carrera,
Castillo, Celis, Cervantes, Chávarria, Conejo, Cora, Domínguez, Escobedo,
Espinoza, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Ibarra, Icaza (don An-
tonio), Irrisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Moreno y
Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Pacheco Leal, Payno, Peña y Peña, Pérez Ta-
gle, Pimentel, Pizarro, Posada, Quiñones, Rodríguez de San Miguel, Ruano,
Sagaseta, Sánchez Vergara, Segura, Torres, Valencia, Villamil, Vizcarra, Viya y
Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
Se procedió a la discusión particular de los artículos.
228 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
TÍTULO I
DE LA NACIÓN MEXICANA, SU TERRITORIO,
FORMA DE GOBIERNO Y RELIGIÓN
Artículo. 1o. La nación mexicana, en uso de sus prerrogativas y derecho como
independiente, libre y soberana, adopta para su gobierno interior la forma de
república representativa popular.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó por unanimidad de los 51
señores siguientes: Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Bara-
sorda, Basadre, Bonilla, Camacho, Cañas, Carrera, Castillo, Celis, Cervantes,
Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García Conde, Garibay, Gar-
za (don Simón), Ibarra, Icaza, (don Antonio), Irrisarri, Iturralde, Icaza (don
Juan), Larraínzar, Lebrija, Moreno y Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Pacheco
Leal, Payno, Peña y Peña, Pimentel, Pizarro, Posada, Quiñones, Rodríguez de
San Miguel, Ruano, Sagaseta, Sánchez Vergara, Torres, Villamil, Vizcarra, Viya
y Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
Artículo 2o. El territorio de la República comprende lo que fue antes virrei-
nato de Nueva España, capitanía general de Yucatán, comandancias de las
antiguas providencias internas de Oriente y Occidente, Baja y Alta California
y las Chiapas, con los terrenos anexos e islas adyacentes en ambos mares.
Declarado suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por
los 41 señores siguiente: Arteaga, Ballesteros, Baranda, Basadre, Camacho,
Carrera, Celis, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, 0Escobedo, Espino-
za, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Ibarra, Icaza (don Antonio),
Iturralde, Icaza (don Juan), Larranínzar, Moreno y Jove, Nájera, Navarrete,
Pacheco Leal, Payno, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pizarro, Posada, Quiñones,
Ruano, Sagaseta, Sánchez Vergara, Segura, Torres, Valencia, Vizcarra, Viya y
Cosio, Zozaya, y Zuloaga; contra los señores Aguirre, Arrillaga, Bonilla, Cañas,
Castillo, Irisarri, Ortega, Rodríguez de San Miguel, y Villamil.
Se levantó la sesión. No asistieron por enfermedad, los señores Fonseca,
Alas, y Quintana Roo; por tener licencia, los señores Dublán, González, Eche-
verría, Moreno (don Diego), y Orbegoso; y sin ella, los señores Caballero,
Garza Flores, Gómez la Madrid, Gordoa (don Luis), Gordoa (don Francisco),
Goribar, Lombardo, Puchet, y Rodríguez (don Santiago).
No se han presentado los señores Valentín, Haro y Tamaríz, Mondardin,
Mier y Terán, Rincón, Cortazar, Jiménez (don Víctor), y Moreno Cora.
Son copias. México, abril 10 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
Documentos 229
SESIÓN DEL DÍA 4 DE ABRIL DE 1843
Aprobada el acta del día 31, se dio cuenta con los oficios siguientes.
Del Ministerio de Guerra y Marina, acompañando el expediente sobre in-
dulto de la pena capital a que fue sentenciado el soldado José Narciso. A la
segunda comisión de guerra.
Del mismo, remitiendo otro expediente también sobre indulto de pena
capital, al corneta Miguel Urutia. A la primera comisión de guerra.
Del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, acompañando la solicitud
documentada de Don Manuel Galicia, en que pide dispensa de varios requisi-
tos para ser admitido a examen de abogado. A la primera comisión de justicia.
Del referido ministerio, acusando recibo de los expedientes sobre indulto,
a los reos Francisco Sánchez Pintado, José María Zenil, Jacinta Riveros y Gua-
dalupe Flores. Al archivo.
Se dio segunda lectura a un dictamen de la Comisión de instrucción públi-
ca, que concluye con esta proposición:
«No es de accederse a la solicitud de don José María Mata, para que se le
permita ejercer la medicina en otros puntos que los que le permita la orden
superior de 3 de diciembre de 1841». Puesto a discusión, sin ella hubo lugar a
votar en lo general, y en lo particular fue aprobado.
Se levantó la sesión pública para entrar en secreta.
No asistieron los señores Fuente y Rojas por enfermedad; los señores More-
da, Arellano, Rivas y Bárcena por tener licencia; y sin ella, los señores Beltrán,
Castillero, Díaz Torres, Goribar, Loperena, Mata, Nieto, Pardio, Ramírez, Ti-
rado, Viezca y Zapata.
SESIÓN DEL 28 DE FEBRERO DE 1843
En segunda se precedió a la renovación de presidente, vicepresidente y dos
secretarios, resultando electo para primer cargo el señor Peña y Peña por 32
votos de 47; para el segundo el señor Lebrija por 42 votos de 47; para tercer
secretario, en segundo escrutinio, el señor Iturralde por 23 votos contra 22
que obtuvo el señor Zuloaga, y para cuarto dicho señor Zuloaga por 34 votos
de 41.
El señor Baranda expuso: Que la comisión de constitución en una de las
sesiones anteriores manifestó a la honorable junta, que muy breve terminara
el proyecto de bases, lo que en efecto ha cumplido desde antes de la mitad
230 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
del presente mes. Que desde entonces hubiera dado cuanto con sus trabajos,
pero necesitaba de antemano conferenciar con los señores ministros acerca
del mismo proyecto, para lo cual lo remitió tan pronto como quedó conclui-
do, esperando que el Ministerio ha ocupado estos días en este objeto, y ha-
biendo inquirido varias veces la comisión cuando podía verificarse la confe-
rencia se le dijo el sábado último, que ya estaba casi concluido el examen del
proyecto, y que se creía que hoy o mañana podría celebrarse la reunión. Que
en esta virtud la comisión hace presente lo ocurrido, ofreciendo que luego
que hubiese conferenciado con el Ministerio, avisaría para dar cuenta con el
proyecto.
A moción del señor Rodríguez de San Miguel se acordó se insertara en esta
acta la anterior exposición.
Se levantó la sesión pública para entrar en secreta.
DIARIO DEL GOBIERNO DE LA REPÚBLICA MEXICANA
Número 2,840 DOMINGO 02 DE ABRIL DE 1843 TOMO XXV
PARTE OFICIAL
GOBIERNO GENERAL
Ministerio de Relaciones Exteriores y Gobernación
Secretaría de la honorable junta nacional legislativa. Excelentísimo señor:
Esta junta ha precedido hoy a la renovación de presidente, vicepresidente
y dos secretarios, resultando electos, para primero, el señor don Sebastián
Camacho; para lo segundo, el señor don Manuel Baranda; y para secretarios,
los señores don Manuel Zozaya y don Juan Rodríguez de San Miguel. Lo que
tenemos el honor de participar a Vuestra Excelencia para que se sirva ponerlo
en conocimiento de su Excelencia el presidente, y fines consiguientes.
Dios y libertad. México, marzo 31 de 1843. José María de Iturralde, vocal
secretario.—Luis Zuloaga, vocal secretario.—Excelentísimo señor ministro de
Resoluciones Exteriores y Gobernación.
SESIÓN DEL DÍA 10 DE ABRIL DE 1843
Se leyó y aprobó el acta del día 8 del corriente.
El señor presidente nombró a los señores Barasorda y Rodríguez de San
Miguel para que introdujesen en el salón al señor general don Manuel Rin-
Documentos 231
cón, quien prestó el juramento, y tomó asiento entre los demás señores Con-
tinuó la discusión del proyecto de bases de organización.
Artículo. 3o. A moción del señor Arrillaga se dividió en dos partes.
Primera. El número de los departamentos y sus limites se arreglarán defini-
tivamente por una ley, continuando por ahora como existen.
Hubo lugar a votar, aprobó por unanimidad de los 51 señores siguiente:
Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda, Basadre, Boni-
lla, Camacho, Cañas, Carrera, Celis, Cervantes, Conejo, Cora, Domínguez,
Escobedo, Espinoza, García Conde, Garza (don Simón), Garza y Flores, Iba-
rra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Mo-
reno y Jove, Nájera, Navarrete, Orbegoso, Pacheco Leal, Payno, Peña y Peña,
Pérez Tagle, Pimentel, Pizarro, Puchet, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don
Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sánchez Vergara, Segura, Torres,
Villamil, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya y Zuloaga.
Segunda. La Baja California, Colima y Tlaxcala, quedarán gobernados se-
paradamente, y la ley arreglará su Gobierno particular señalando cuáles de las
facultades que Constitución asigna a los departamentos se ejercerán por sus
autoridades respectivas.
Declarada suficientemente discutida, el señor Quiñones apoyado por otros
señores, pidió que la votación de si ha lugar a votar fuese nominal, y se de-
claró no haber lugar a votar por los 28 señores siguiente: Aguirre, Arrillaga,
Bonilla, Cañas, Chávarri, Cora, Domínguez, Espinoza, García Conde, Garibay,
Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, More-
no y Jove, Nájera, Ortega, Orbegoso, Puchet, Quiñones, Rodríguez de San
Miguel, Ruano, Sánchez Vergara, Segura, Tagle, Villamil, y Vizcarra; contra
los 26 que siguen: Arteaga, Ballesteros, Baranda, Basadre, Bonilla, Camacho,
Carrera, Castillo, Celis, Cervantes, Cora, Escobedo, Ibarra, Irisarri, Pacheco
Leal, Payno, Peña y Peña, Pizarro, Rincón, Rodríguez Don Santiago, Sagaseta,
Segura, Valencia, Viya y Cosio, Zozaya, Y Zuloaga; y se acordó que volviese a
la comisión.
El señor Cañas pidió que el artículo 4o. se dividiese en partes, y se acordó
por la negativa; dice así el artículo:
«La suma de todo el poder público reside esencialmente en la nación, y se
divide para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial, sin que puedan re-
unirse dos o más poderes en una sola corporación o persona, ni el legislativo
depositarse en un individuo».
232 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Suficientemente discutido hubo lugar a votar y se aprobó por los 51 seño-
res siguiente: Aguirre, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Basadre, Bonilla, Cama-
cho, Carrera, Castillo, Celis, Cervantes, Chávarri, Cora Domínguez, Escobedo,
Espinoza, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Ibarra, Icaza (don An-
tonio), Irisarri, Moreno y Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco
Leal, Payno, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pizarro, Puchet, Quiñones, Rincón,
Rodríguez Don Santiago, Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Segura,
Torres, Valencia, Villamil, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga; contra los
2 que siguen: Arrillaga, y Cañas.
Se levantó la sesión a la que no asistieron por enfermedad, los señores Alas,
y Quintana Roo; por tener licencia los señores Moreno, Dublán, y González,
y sin ella los señores Cortina, Fonseca, Gómez la Madrid, Gordoa (son Luis),
Gordoa (don F.), y Goribar. No se han presentado los señores Cortazar, Haro
y Tamaríz, Jimenez (don Víctor), Mier y Terán, Monjardin, Moreno Cora, y
Valentín.
Es copia. México, 11 de abril de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
Circular. Siendo de la mayor importancia para los intereses y servicio de
la nación, que sus agentes en el extranjero de cualquier carácter que sean,
atiendan a sus respectivos deberes y desempeñen por sí mismos sus corres-
pondientes atribuciones, el Excelentísimo señor presidente provisional se ha
servido acordar, por punto general, que dichos agentes no puedan separase
ni abandonar las legaciones o consulados que se les ha confiado por ningún
pretexto, y sin previa disposición o permiso de su Excelencia, bajo el concepto
de que desaprobará y aún vera con el mayor desagrado la falta de ustedes con
tal objeto y fines consiguientes.
Dios y libertad. México, marzo 31 de 1843.—Bocanegra.—Se comunicó a
las legaciones y consulados mexicanos.
A su Excelencia el señor. Palacio Nacional. México, abril 6 de 1843.—El
infrascrito ministro de Relaciones Exteriores.
SESIÓN DEL DÍA 11 DE ABRIL DE 1843
Se aprobó el acta anterior con la reforma indicada por el señor Orbegozo,
y la secretaría participó que han acusado recibo del proyecto de bases, los
Gobiernos y comandancias generales de Puebla y Querétaro, los Tribunales
Superiores de Veracruz y Querétaro, y el Colegio de Abogados de Puebla.
Continúo la discusión del Proyecto de bases de organización.
Documentos 233
Artículo. 5o. La nación profesa y protege la religión católica, apostólica,
romana, con exclusión de cualquier otra.
Declarado suficientemente discutido, hubo lugar a votar en votación nomi-
nal pedida por el señor Vizcarra, por los 43 señores siguiente: Arteaga, Balles-
teros, Baranda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas, Carrera, Castillo, Celis,
Cervantes, Chávarri, Conejo, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García
Conde, Garza (don Simón), Garza y Flores, González, Ibarra, Irrisarri, Iturral-
de, Icaza (don Juan), Nájera, Ortega, Pacheco Leal, Pérez Tagle, Pimentel,
Pizarro, Posada, Puchet, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sagaseta,
Segura, Torres, Valencia, Villamil, Zozaya, y Zuloaga; contra los 13 que siguen:
Aguirre, Arrillaga, Bonilla, Garibay, Icaza (don Antonio), Larraínzar, Moreno
y Jove, Navarrete, Orbegoso, Payno, Quiñones, Rodríguez de San Miguel, y
Viscarra; y se aprobó por los 48 señores siguiente: Arteaga, Ballesteros, Baran-
da, Basadre, Bonilla, Caballero, Camacho, Carrera, Castillo, Celis, Cervantes,
Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García Conde, Garza (don
Simón), Garza y Flores, González, Ibarra, Irrisarri, Iturralde, Icaza (don Juan),
Larraínzar, Moreno y Jove, Nájera, Ortega, Obregoso, Pacheco Leal, Payno,
Pérez Tagle, Pimentel, Pizarro, Posada, Puchet, Quiñones, Rincón, Rodríguez
(don Santiago), Ruano, Sagaseta, Segura, Torres, Valencia, Villamil, Vizcarra,
Zozaya, y Zuloaga; contra los 6 señores que siguen: Aguirre, Arrillaga, Garibay,
Icaza (don Antonio), Navarrete, Rodríguez de San Miguel.
TÍTULO II
DE LOS HABITANTES DE LA REPUBLICA
Artículo. 6o. Son habitantes de la República, todos los que residen en pun-
tos que ella reconoce por su territorio.
Sin discusión hubo lugar a votar, y se aprobó por los 53 señores siguiente:
Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Basadre, Bonilla, Caballe-
ro, Camacho, Carrera, Castillo, Celis, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez,
Escobedo, Espinoza, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), González,
Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno
y Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pahceco, Payno, Pérez Tagle,
Pimentel, Pizarro, Posada, Puchet, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don San-
tiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Segura, Torres, Valencia,
Villamil, Vizcarra y Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
Artículo. 7o. Son obligaciones de los habitantes de la República, observar
la constitución y las leyes, y obedecer las autoridades.
234 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Sin discusión hubo lugar a votar, y se aprobó por los mismos señores de la
votación anterior, más el señor Cañas, y menos los señores Payno, Pimentel,
y Segura.
Se levantó la sesión. No asistieron por enfermedad, los señores Alas, Fonse-
ca, Quintana Roo, y Sánchez Vergara; por tener licencia, los señores Moreno,
Dublán, Gómez la Madrid, y González; y sin ella, los señores Cortina, Gordoa
(don L.), Gordoa (don F.) y Goribar.
No se han presentado los señores Cortazar, Haro y Tamaríz, Jiménez (don
Víctor), Mier y Terán, Monjardin, Moreno Cora, y Valentín.
SESIÓN DEL DÍA 12 DE ABRIL DE 1843
Se aprobó el acta de la celebrada el día anterior, y continuó la discusión del
Proyecto de bases de organización.
Puesto a discusión el artículo 8o., en el curso de ella, por indicación del
señor Pacheco Leal, la comisión convino en que quedase como rubro en estos
términos:
Son derechos de los habitantes de la República, los siguientes:
Artículo 8o. (que antes era el 9o.). Ninguno es esclavo en el territorio de
la nación.
Hubo lugar a votar, se aprobó por unanimidad de los 48 señores siguientes:
Aguirre, Arillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Basadre, Bonilla, Caballero,
Camacho, Celis, Cervantes, Chávarri, Conejo, Cora, Domínguez, Escobedo,
Espinoza, García Conde, Garza (don Simón), Garza y Flores, Ibarra, Icaza,
Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jove, Nájera, Na-
varrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pimentel, Pizarro, Posada, Puchet,
Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Rua-
no, Sagaseta, Segura, Torres, Villamil, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
El señor Espinoza presentó la siguiente adición:
«Y el que se introduzca se considerará en la clase de libre, quedando bajo
la protección de las leyes».—Se mandó pasa a la comisión.
Artículo. 9o. (antes 10). Ninguno puede ser molestado por sus opiniones,
y todos tienen derecho para imprimirlas y circularlas, sin necesidad de previa
calificación o censura.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por unanimidad
de los 48 señores siguientes: Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda,
Documentos 235
Basadre, Bonilla, Caballero, Camacho, Cañas, Carrera, Castillo, Celis, Cervan-
tes, Chávarri, Cora Escobedo, Espinoza, García Conde, Garibay, Garza (don
Simón), Garza y Flores, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irrisarri, Iturralde, Icaza
(don Juan), Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pérez Ta-
gle, Pimentel, Pizarro, Puchet, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago),
Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Segura, Torres, Villamil, Viya y
Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
Enseguida presentó la comisión un artículo que deba quedar intercalado
entre el 10 y el 11, que a la letra es como sigue: «Una ley clasificará los abusos
de libertad de imprenta, designará sus penas y arreglará el juicio, no pudien-
do fijarse otras faltas que las siguientes: contra la religión, contra la moral y
buenas costumbres, provocación a la sedición y desobediencia a las autorida-
des, y calumniando a los funcionarios» de primera lectura, y se dispuso por el
señor presidente, a moción del señor Espinoza, quedase sobre la mesa para
que se impusiesen de él los señores de la Junta.
Artículo. 10 (antes 11). En el curso del debate, lo reformó la comisión, en
estos términos: «Los escritos que versen sobre el dogma religioso o Sagradas
Escrituras, se sujetarán a las disposiciones de las leyes vigentes, y en ningún
caso será permitido escribir sobre la vida privada».
Declarado suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por
unanimidad de los 44 señores siguientes: Aguirre, Arrillaga, Ballesteros, Ba-
randa, Basadre, Bonilla, Caballero, Camacho, Cañas, Castillo, Celis, Cervantes,
Chávarri, Cora, Escobedo, Espinoza, Garibay, Garza (don Simón), Ibarra, Ica-
za (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Moreno y Jove, Nájera,
Navarrete, Orbegoso, Pacheco Leal, Pérez Tagle, Pimentel Pizarro, Puchet,
Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Rua-
no, Sagaseta, Segura, Torres, Villamil, Viya y Cosio, Zozaya y Zuloaga.
El señor presidente anunció que continuaría la discusión el lunes de la
semana próxima, para lo que suplicaba a los señores vocales concurrieran lo
mas temprano posible.
Se levantó la sesión. No asistieron, por enfermedad, los señores Alas, Ba-
rasorda, Fonseca, Peña y Peña, Quintana Roo, Sánchez Vergara, y Vizcarra;
por tener licencia, los señores Gómez la Madrid, González, y Moreno (Don
Diego); y sin ella, los señores Cortina, Gordoa (don Luis), Gordoa (don Fran-
cisco), Goribar, Lebrija, Lombardo, y Valencia.
No se han presentado los señores Cortazar, Haro y Tamaríz, Jiménez (don
Víctor), Mier y Terán, Monjardín, Moreno Cora, y Valentín.
236 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Son copias.—México, abril 17 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
El señor Larraínzar presentó los siguientes artículos adicionales al proyec-
to de bases, y se mandaron pasar a la comisión.
«Después del artículo 60 se intercalarán los siguientes:
Artículo. 61. Podrán prorrogarse las sesiones del primer período, por todo
el tiempo necesario para la conclusión de los asuntos que por sus importancia
o urgencia así lo exijan; y las del segundo para llenar cumplidamente los ob-
jetos a que exclusivamente se destinan.
Artículo. 62. Esta prórroga no podrá verificarse sin decreto previo en que
se especifiquen los asuntos que haya de ocuparse el congreso.
Artículo. 63. El Congreso y las Cámaras podrán ejercer en ambos períodos
durante la prórroga, y aún cuando se hallen en sesiones extraordinarias, sus
funciones económicas, electorales, y de jurado.
Artículo. 64. Si durante la prórroga o las sesiones extraordinarias, ocurrie-
re algún asunto urgente que no esté comprendido en el decreto respectivo,
podrá tomarse en consideración si así lo acuerdan ambas cámaras.
Artículo. 65. Para la clausura de sesiones, tanto ordinarias como extraordi-
narias, se expedirá formal decreto».
Continuó la discusión del proyecto de bases.
DE LAS SESIONES
Artículo. 58. Tendrá el Congreso dos periodos únicos de sesiones cada año,
que durarán tres meses cada uno, el primero comenzará en 1o. de enero, y el
segundo en 1o. de julio.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó por unanimidad de los 41 se-
ñores siguientes: Aguirre, Arteaga, Barasorda, Basadre, Caballero, Camacho,
Cañas, Celis, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, García Conde, Garza
(don Simón), Gómez la Madrid, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (Don
Juan), Larraínzar, Moreno y Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pay-
no, Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don San-
tiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Segura, Torres, Valencia,
Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
Artículo. 60. Por indicaciones del señor Ortega, lo reformó la comisión en
estos términos: «El segundo período se destinará exclusivamente al examen y
Documentos 237
aprobación de los presupuestos del año siguiente a las contribuciones para cu-
brirlo, y al examen de la cuenta del año anterior que presenta el Ministerio».
Declarado suficientemente discutido, hubo lugar a votar en votación nomi-
nal pedida por el señor Cañas, apoyado por otros señores, los 32 siguientes:
Aguirre, Arteaga, Barasorda, Basadre, Caballero, Camacho, Celis, Cervantes,
Chávarri, Domínguez, García Conde, Garza (don Simón), Icaza (don Anto-
nio), Iturralde, Icaza (don Juan), Moreno y Jove, Nájera, Navarrete, Ortega,
Orbegoso, Payno, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don
Santiago), Sagaseta, Torres, Valencia, Vizcarra, Zozaya, y Zuloaga; contra los
señores Cañas Cora, Gómez la Madrid, Pimentel, Rodríguez de San Miguel,
Ruano, Segura, y Viya y Cosio; y se aprobó del mismo modo por los 32 señores
siguientes: Aguirre, Arteaga, Barasorda, Basadre, Caballero, Camacho, Celis,
Cervantes, Chávarri, Domínguez, García Conde, Garza (don Simón), Icaza
(don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Moreno y Jove, Nájera, Navarrete,
Ortega, Orbegoso, Payno, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodrí-
guez (don Santiago), Sagaseta, Torres, Valencia, Vizcarra, Zozaya, y Zuloaga;
contra los señores Cañas, Gómez la Madrid, Larraínzar, Pimentel, Rodríguez
de San Miguel, Ruano, Segura, y Viya y Cosio.
FORMACIÓN DE LAS LEYES
Artículo 61. Corresponde la iniciativa de las leyes:
Primero. Al presidente de la República, diputados y asambleas departa-
mentales en todas materias.
Segundo. A la Suprema Corte de Justicia en lo relativo a la administración
de su ramo.
Sin discusión hubo lugar a votar, y se aprobó por unanimidad de los 41 se-
ñores siguientes: Aguirre, Arteaga, Barasorda, Basadre, Caballero, Camacho,
Cañas, Celis, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, García Conde, Garza
(don Simón), Gómez la Madrid, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don
Juan), Larraínzar, Moreno y Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pay-
no, Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don San-
tiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Segura, Torres, Valencia,
Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
Artículo. 62. No podrán dejar de tomarse en consideración las iniciativas
de los poderes Ejecutivo y Judicial, las dirigiere una asamblea departamental
sobre asuntos privativos a su departamento, y aquellas en que estuviera de
acuerdo la mayoría de las asambleas.
238 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Discutido, hubo lugar a votar se aprobó por unanimidad de los 41 señores
siguientes: Aguirre, Arteaga, Barasorda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas,
Celis, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, García Conde, Garza (don Si-
món), Gómez la Madrid, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan),
Larraínzar, Moreno y Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Payno, Pi-
mentel, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santia-
go), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Segura, Torres, Valencia, Viz-
carra, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
Artículo. 63. Toda iniciativa de ley se presentará en la cámara de diputados.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó por unanimidad de los 41 se-
ñores siguientes: Aguirre, Arteaga, Barasorda, Basadre, Caballero, Camacho,
Cañas, Celis, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, García Conde, Garza
(don Simón), Gómez la Madrid, Icaza, Moreno y Jove, Nájera, Navarrete, Or-
tega, Orbegoso, Payno, Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón,
Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Segu-
ra, Torres, Valencia, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
Se levantó la sesión. No asistieron por enfermedad, los señores Peña y
Peña, Arrillaga, Ballesteros, Fonseca, Posada, y Sánchez Vergara; por tener
licencia, los señores Lebrija, Conejo, Moreno (don Diego), y Pizarro; y sin
ella, los señores Alas, Bonilla, Carrera, Castillo, Cortina, Dublán, Escobedo,
Espinoza, Garibay, Garza y Flores, González, Gordoa (don Luis), Gordoa (don
Francisco), Goribar, Irisarri, Lombardo, Pérez Tagle, y Villamil.
No se han presentado los señores Cortazar, Haro y Tamaríz, Jiménez (don
Víctor), Mier y Terán, Monjardín, Moreno Cora, y Valentín.
Es copia. México, abril 28 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 28 DE ABRIL DE 1843
Aprobada el acta del día anterior, la Secretaría avisó haber acusado recibo
del proyecto de bases de organización la junta departamental de Nuevo León,
el Gobierno de Durango, los tribunales superiores de San Luis Potosí, Zaca-
tecas, Jalisco y Durango, los ayuntamientos de Aguascalientes y Veracruz, y el
cabildo eclesiástico de Michoacán.
El señor Rodríguez de San Miguel presentó las siguientes adiciones al pro-
yecto de bases.
Documentos 239
Al fin del Artículo 60. «Sin embargo de que el congreso general cierre sus
sesiones, el Senado continuará las suyas mientras tenga leyes pendientes de
revisión». Admitidas, se mandaron pasar a la comisión.
Continuó la discusión del referido Proyecto de bases.
Artículo 64. Los proyectos de ley o decreto aprobados en la Cámara de
Diputados, pasarán al Senado para su revisión.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó por unanimidad de los 44
señores siguientes: Aguirre, Arriaga, Arteaga, Baranda, Barasorda, Caballero,
Camacho, Cañas, Carrera, Celis, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, Gar-
cía Conde, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza
(don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, More-
no y Jove, Nájera, Navarrete, Orbegoso, Pacheco Leal, Pérez Tagle, Pimentel,
Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de
San Miguel, Ruano, Sagaseta, Torres, Valencia, Viya y Cosio, Zozaya y Zuloaga.
Artículo 65. Si el Senado los aprobare, o modificare, o adicionare, volverán
a la Cámara de su origen.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó por los 47 señores siguientes:
Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Caballero, Cama-
cho, Cañas, Carrera, Celis, Cervantes, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza,
García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid,
Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar,
Lebrija, Moreno y Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal,
Pérez Tagle, Pimentel, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don
Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Torres, Valencia, Viya y Cosio,
Zozaya y Zuloaga.
Artículo. 66. Reformado por la comisión en el curso del debate. «Para la
discusión de toda ley o decreto en cualquier Cámara, se necesita la presencia
de la mitad y uno más de sus individuos, y la mayoría de los presentes para su
aprobación. En la segunda revisión se requieren los dos tercios de la Cámara
iniciadora para ser reproducido, y en la cámara revisora si no llegaré a dos ter-
cios el número de los que reprobaren, modificaren o adicionaren, se tendrá
por aprobado».
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 47 se-
ñores siguientes: Aguirre, Arrillaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Caballero,
Camacho, Cañas, Carrera, Celis, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Es-
cobedo, Espinoza, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores,
Gómez la Madrid, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan),
240 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Larraínzar, Lebrija, Moreno y Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso,
Pacheco Leal, Rincón, Rodríguez (son Santiago), Rodríguez de San Miguel,
Ruano, Torres, Valencia, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
Artículo 67. Aprobado un proyecto de ley o decreto en primera o segunda
revisión, se pasará al presidente para su publicación.
Sin discusión, hubo lugar a votar, y se aprobó por los 47 señores siguientes:
Aguirre, Arrillaga, Baranda, Barasorda, Caballero, Camacho, Cañas, Carre-
ra, Celis, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García
Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra,
Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija,
Moreno y Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pérez Ta-
gle, Pimentel, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago),
Rodríguez de San Miguel, Ruano, Torres, Valencia, Vizcarra, Viya y Cosio,
Zozaya y Zuloaga.
Artículo 68. Cuando el Senado reprobare o reformare una parte del pro-
yecto, la Cámara de Diputados se ocupará solamente de lo reprobado o re-
formado, sin poder alterar en manera alguna los artículos aprobados por el
Senado.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó por los 48 señores siguientes:
Aguirre, Arrillaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas,
Carrera, Celis, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza,
García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez de la Ma-
drid, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), La-
rraínzar, Lebrija, Moreno y Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pache-
co Leal, Pérez Tagle, Pimentel, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez
(don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Torres, Valencia, Vizcarra,
Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
Artículo 69. Las proposiciones y proyectos desechados no pueden volver a
proponerse en el mismo año, a no ser que sean reproducidos por nueva ini-
ciativa de diverso origen que la primera.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó por los 45 señores siguiente:
Aguirre, Arrillaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas,
Carrera, Celis, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza,
García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid,
Ibarra, Icaza, (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar,
Lebrija, Moreno y Jove, Nájera, Navarrete, Orbegoso, Pacheco Leal, Pérez Ta-
gle, Pimentel, Quiñones, Rincón, Rodríguez de San Miguel, Ruano, Torres,
Valencia, Vizcarra, Zozaya, y Zuloaga.
Documentos 241
Artículo 70. En la interpretación, modificación o revocación de las leyes
y decretos, se guardarán los mismos requisitos que deban observarse en su
formación.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó por los 47 señores siguientes:
Aguirre, Arrillaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas,
Carrera, Celis, Cervantes, Chávarri, Cora Domínguez, Escobedo, Espinoza,
García Conde, Garibay, Garza (eon Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid,
Ibarra, Icaza (don Antonio), Irasarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar,
Lebrija, Moreno y Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco, Leal,
Pérez Tagle, Pimentel, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Rodrí-
guez de San Miguel, Ruano, Torres, Valencia, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya y
Zuloaga.
Artículo. 71. Toda resolución del Congreso tendrá el carácter de ley o de-
creto.
Hubo lugar a votar y se aprobó por lo 44 señores siguientes: Aguirre, Arri-
llaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Camacho, Cañas, Carrera, Celis, Cervan-
tes, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García Conde, Garibay,
Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don Anto-
nio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Moreno y Jove,
Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pérez Tagle, Pimentel,
Quintana Roo, Rincón, Rodríguez de San Miguel, Ruano, Torres, Valencia,
Vizcarra, Zozaya y Zuloaga.
Artículo. 72. Las leyes y decretos se publicarán bajo la siguiente fórmula:
El presidente de la República Mexicana, a los habitantes de ella a saber:
«Que el Congreso Nacional ha decretado lo siguiente. (Aquí el texto). Por
tanto, mando se imprima, publique, circule, y se le dé el debido cumpli-
miento».
Hubo lugar a votar y fue aprobado por los 48 señores siguientes: Aguirre,
Arrillaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas, Carre-
ra, Celis, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García
Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra,
Icaza (Don Antonio), Irizarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija,
Moreno y Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pérez Ta-
gle, Pimentel, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago),
Rodríguez de San Miguel, Ruano, Torres, Valencia, Vizcarra, Viya y Cosio,
Zozaya y Zuloaga.
242 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
DE LAS ATRIBUCIONES DEL CONGRESO
Artículo 73. Son facultades exclusivas del Congreso:
Primero. Dictar las leyes a que debe arreglarse la administración pública
en todos y cada uno de sus ramos, derogarlas, interpretarlas, y dispensar su
observancia.
Hubo lugar a votar y se aprobó por los 46 señores siguientes: Aguirre,
Arrillaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas, Carre-
ra, Celis, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García
Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra,
Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija,
Moreno y Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pérez Ta-
gle, Pimentel, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago),
Ruano, Torres, Valencia, Vizcarra, Zozaya, y Zuloaga.
Segundo. Decretar anualmente los gastos que se han de hacer en el si-
guiente año y las contribuciones con que deben cubrirse.
Hubo lugar a votar y se aprobó por los 46 señores siguientes: Aguirre,
Arrillaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas, Carre-
ra, Celis, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García
Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra,
Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija,
Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pérez Tagle, Pimentel,
Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Torres,
Valencia, Vizcarra, Zozaya, y Zuloaga.
Tercero. Examinar y aprobar cada año la cuenta general que debe presen-
tar el Ministerio de Hacienda por lo respectivo al año anterior.
Hubo lugar a votar y se aprobó por los 46 señores siguientes: Aguirre, Artea-
ga, Baranda, Barasorda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas, Carrera, Celis,
Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García Conde,
Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores), Gómez la Madrid, Ibarra, Ica-
za (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija,
Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pérez Tagle, Pimentel,
Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Torres,
Valencia, Vizcarra, Zozaya, y Zuloaga.
Cuarto. Clasificar las rentas para los gastos generales de la nación y los de
los departamentos.
Documentos 243
Hubo lugar a votar y se aprobó por los 46 señores siguientes: Aguirre, Arri-
llaga, Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Camacho, Cañas, Carrera, Celis,
Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García Conde,
Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza
(don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Mo-
reno y Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pérez Tagle,
Pimentel, Quintana Roo, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de
San Miguel, Ruano, Torres, Vizcarra, Zozaya, y Zuloaga.
Quinto. Decretar el número de tropa permanente de mar y tierra, y el de
la milicia activa, fijar el contingente de hombres respectivo a cada departa-
mento, y dar reglamentos y ordenanzas para su aislamiento, servicio y organi-
zación respectiva.
Hubo lugar a votar y se aprobó por los 42 señores siguientes: Aguirre, Arre-
llana, Atraerá, Baranda, Barrosa, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas, Ca-
rrera, Celis, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinosa, García Conde,
Garza (don Simún), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Caza (don Anto-
nio), Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Moreno y Ove, Nájera,
Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pérez Tagle, Quintana Roo, Qui-
ñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano,
Torres, Zozaya, y Zuloaga.
Sexto. Designar cada año el máximum de milicia activa, que el ejecutivo
pueda poner sobre las armas.
Hubo lugar a votar y se aprobó por los 44 señores siguientes: Aguirre,
Arrillaga, Arteaga, Baranda, Barasorda, Caballero, Camacho, Cañas, Carre-
ra, Celis, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García
Conde, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza
(don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Moreno y
Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pérez Tagle, Pimen-
tel, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez
de San Miguel, Ruano, Torres, Valencia, Vizcarra, Zozaya, y Zuloaga.
Séptimo. Reconocer y clasificar la deuda nacional, y decretar el modo y
medio de amortizarla.
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los 44 señores siguientes: Aguirre,
Arrillaga, Arteaga, Baranda, Barasorda, Caballero, Camacho, Carrera, Celis,
Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García Conde,
Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don An-
tonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jove, Nájera,
Navarrete, Orbegoso, Pacheco Leal, Pérez Tagle, Pimentel, Quintana Roo,
244 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Rua-
no, Torres, Valencia, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
Octavo. Autorizar al ejecutivo para contraer deudas sobre el crédito de la
nación, prefijando bases y designando garantías.
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los 44 señores siguientes. Aguirre,
Arrillaga, Baranda, Barasorda, Caballero, Camacho, Celis, Cervantes, Cháva-
rri, Cora, Domínguez, Escobedo, García Conde, Garibay, Garza (don Simón),
Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturral-
de, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Moreno y Jove, Nájera, Navarrete,
Orbegoso, Pacheco Leal, Pérez Tagle, Pimentel, Quintana Roo, Quiñones,
Rincón, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Segura,
Torres, Valencia, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
Noveno. Aprobar toda clase de tratados que celebre el ejecutivo con las
potencias extranjeras.
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los 44 señores siguientes: Aguirre, Arri-
llaga, Arteaga, Baranda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas, Celis, Cervan-
tes, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García Conde, Garibay,
Garza (don Simón), Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri,
Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jove, Nájera, Navarrete,
Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pérez Tagle, Pimentel, Quiñones, Rincón,
Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Segura, Torres,
Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
Décimo. Aprobar para su ratificación los concordatos celebrados con la
silla apostólica, y arreglar el ejercicio del patronato en toda la nación.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 33 se-
ñores siguiente: Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Caballero, Camacho,
Cañas, Carrera, Cervantes, Cora, Domínguez, Espinoza, García Conde, Garza
(don Simón), Gómez la Madrid, Ibarra Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan),
Lebrija, Nájera, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pimentel, Quintana Roo,
Rodríguez (don Santiago), Ruano, Segura, Valencia, Viya y Cosio, Zozaya y
Zuloaga; contras los señores Aguirre, Arrillaga, Garibay, Icaza (don Antonio),
Moreno y Jove, Navarrete, Torres, y Vizcarra.
Se levantó la sesión a la que no asistieron por enfermedad los señores Ba-
llesteros, Bonilla, Castillo, Payno, Pizarro, Posada, Puchet, y Sánchez Vergara;
por tener licencia, el señor Moreno (don Diego); y sin ella, los señores Corti-
na, Dublán, González, Gordoa (don Luis), Gordoa (don Francisco), Goribar,
Lombardo, Alas y Villamil.
Documentos 245
No se han presentado los señores Cortázar, Haro y Tamaríz, Jiménez (Don
Víctor), Mier y Terán, Moreno Cora, Valentín y Monjardín.
Es copia. México, abril 29 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 29 DE ABRIL DE 1843
Se aprobó acta de la celebrada el día anterior, y se procedió a la renova-
ción de presidente, vicepresidente, y dos secretarios, y resultó electo para el
primer cargo el señor Rincón, por 27 votos de 45; para el segundo, el señor
Navarrete, por 28 votos de 44; para tercer secretario, el señor Quiñones, por
23 votos de 43.
No habiendo resultado en la elección del cuarto secretario número com-
petente de votos, la mesa dispuso se repitiera la votación, en la que resultó
electo el señor Garza y Flores, por 31 de 42 votos.
El señor Espinoza presentó la siguiente adición al artículo 73 parte octava:
«Para autorizarlo a contraer un préstamo extranjero se necesita, además, el
consentimiento de la mayoría de las juntas departamentales».
Admitida se mandó pasar a la comisión.
Comenzó y quedó pendiente la discusión de la parte undécima del artículo
73, y se levantó la sesión pública para entrar en secreta de reglamento. No
asistieron, por enfermedad, los señores Ballesteros, Bonilla, Gómez la Madrid,
Peña y Peña, Puchet, Rincón, Posada, y Sánchez Vergara; por tener licencia,
el señor Moreno (don Diego), y sin ella, los señores Alas, Caballero, Castillo,
Chávarri, Conejo, Cortina, Dublán, Escobedo, Fonseca, Garza y Flores, Gonzá-
lez, Gordoa, (don Luis), Gordoa (don Francisco), Goríbar, Lebrija, Lombar-
do, Nájera, Pizarro, y Villamil.
No se han presentado los señores Cortazar, Haro y Tamaríz, Jiménez (don
Víctor), Mier y Terán, Monjardín, Moreno Cora, y Valentín.
Es copia. México, mayo 1o. de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 2 DE MAYO DE 1843
Aprobada el acta anterior, se dio conocimiento de varias autoridades que
acusaban recibo de la constitución.
Se leyó una adición del señor Lebrija a la parte duodécima del artículo 73,
contraída a que se den al Gobierno bases para la formación de aranceles de
246 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
comercio, y la fundó diciendo: que el día que habló el señor Arriaga sobre esa
parte del artículo, iba a tomar la palabra, apoyando los conceptos que expi-
dió, pero que después creyó era mejor hacer la adición que ahora presentaba;
que debía tenerse presente que los aranceles comprenden disposiciones de
diverso género, todas muy minuciosas y prolijas, y por consiguiente debía de-
jarse expedito al ejecutivo para formarlos en los términos que consultaba. Se
admitió, y pasó a la comisión.
Se puso a discusión la parte decimoctava del artículo 73, que dice: «Am-
pliar las facultades del ejecutivo, con sujeción al artículo 193, en los dos úni-
cos casos de invasión extranjera o de sedición tan grave, que haga ineficaces
los medios ordinarios de reprimirla».
El señor Castillo afirmó: que la disposición de este artículo ha sido materia
de muchas declamaciones, porque se había notado que el Ejecutivo se sale
de su esfera, y no se le ha hecho efectiva la responsabilidad; que un artículo
semejante tenía la constitución de Colombia, y dio por resultado la disolución
de aquella República; que el presente tenía ideas muy complejas, y debía ex-
presarse en él quien ha de calificar la gravedad de la sedición, si el Congreso
no debería ser con sola mayoría, sino con dos tercios de votos.
El señor Ibarra sostuvo que la comisión se había propuesto no dejar al
Gobierno sin alguna facultad extraordinaria, y que esta no sea más que la que
se puede conceder, a la manera que se observaba en Inglaterra con la suspen-
sión de la ley habeas corpus, que era claro que, hablándose de las facultades del
Congreso, este era el que había de hacer la calificación.
El señor Navarrete expuso que más bien tocaba al Congreso la facultad de
salvar a la nación en circunstancias difíciles, en este cuerpo debía tenerse toda
la confianza necesaria porque representaba a la nación; y, por consiguiente,
en lugar del término en que está concebido el artículo, debería decir: «Dictar
cuantas providencias sean necesarias, &c.», insistiendo en esto la segunda vez
que tomó la palabra.
El señor Ibarra contestó que tal cual está el artículo, llena perfectamente
los objetos que se había propuesto la comisión y se tomaba el temperamento
más prudente en este punto de facultades extraordinarias.
La experiencia acreditaba que de estas se había abusado con perjuicio
enorme de la República para dar empleos, empeñar a la nación, gastar mas
dinero que el necesario, de manera que conceder al congreso la protestad de
dar esas facultades omnímodas, equivale a decir que no tiene constitución el
país. Mas el artículo precave este mal sin llegar a este extremo porque la histo-
Documentos 247
ria de nuestros sucesos políticos justificaba que una sola providencia enérgica
había bastado para contener la revolución sin ser necesario más.
Así era que en el año de 1823 se sofocó la revolución que iba a estallar solo
con prender a los autores de ella, separándolos de la capital, pudiendo citar
otros ejemplares, en que ha sido suficiente igual medida.
Lo mismo sucedía en Inglaterra y Francia, y en los Estados Unidos basta
solo publicar la ley marcial en las circunstancias críticas, para apaciguar el
país. Por lo mismo, creía también que, entre nosotros, solo con usar de alguna
facultad extraordinaria en los casos que señala el artículo, sería bastante para
salvar el orden público.
El señor Quiñones señaló que, aprobándose este artículo, se preocupa el
193 que cita.
El señor Ibarra contestó: que no había embarazo porque ese artículo 193
se podría impugnar o por lato o por estricto. Suficientemente discutido, se
aprobó por 44 contra 5.
Se aprobaron sin discusión la primera y segunda parte del artículo 74.
Tercera. Dar a ninguna ley que no sea puramente declaratoria, efecto re-
troactivo.
El señor Navarrete objetó que, si a la ley declaratoria se le había de dar
efecto retroactivo aún respecto de las sentencias ejecutoriadas, eran palpables
los inconvenientes que se seguirían.
El señor Baranda contestó que no podría hablarse de ese caso, porque en-
tonces el Congreso intervendría en las funciones del Poder Judicial, lo que no
debe suceder, según la división de poderes consignada en esta Constitución.
El señor Quiñones se opuso al concepto de que pudiera una ley tener efec-
to retroactivo, porque esto era contrario los principios más sabidos de Dere-
cho, y que por lo mismo le parecía muy disonante el paréntesis que contiene
el artículo. La Comisión suprimió esas palabras, y quedó el artículo reducido
a estos términos: «Dar a ninguna ley efecto retroactivo». Se aprobó por 43
señores.
Cuarta. Suspender o minorar las garantías individuales, si no es en los casos
y modo del artículo 193.
El señor Espinoza observó que este artículo, o era superfluo porque ya
está previsto y comprendido en la parte 18 del 73, o era injusto porque pone
a las garantías individuales de peor condición que otros puntos consignados
en esta Constitución. Para probarlo, citó el artículo 197, que exige para hacer
248 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
reformas o alteraciones a esta Constitución, dos tercios de votos de ambas Cá-
maras, y el ejecutivo, siendo así que, para suspender las garantías individuales
conforme a este artículo, no se requiere esa circunstancia; e insistió en este
concepto otra vez que hizo uso de la palabra.
El señor Baranda contestó que como se está hablando de las limitaciones
del Congreso, y podría dudarse si podría hacer o no esto, se creyó convenien-
te especificarlo, marcando las circunstancias en que podría tener lugar. Que
en cuanto a la otra objeción del señor preopinante, era muy visible la diferen-
cia que hay entre suspender las garantías individuales por cierto y determina-
do tiempo, y reformar o modificar la Constitución, pues esto último se hacía
sustituyendo una disposición con otra, lo cual ciertamente nadie negaría ser
punto muy delicado y nada transitorio, como no deben serlo las disposiciones
constitucionales, por cuya razón de diferencia se exigían dos tercios de votos
conforme al artículo 197. Suficientemente discutido hubo lugar a votar en
votación nominal por 42 señores contra 3, y se aprobó por 44 contra 1.
En seguida se aprobaron sucesivamente los artículos 7 y 5 hasta el 81 inclu-
sive, y se levantó la sesión a las tres y media.
SESIÓN DEL DÍA 1o. DE MAYO DE 1843
Aprobada el acta del día 29 del próximo pasado, continuó la discusión de
la parte undécima del artículo 73 del proyecto de bases:
XI. Decretar la guerra por iniciativa del presidente, aprobar los convenios
y tratados de paz, y dar reglas para conceder patentes del corso.
Discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 38 señores siguientes: Ar-
teaga, Ballesteros, Baranda, Caballero, Camacho, Carrera, Celas, Cervales, Co-
nejo, Croa, Domínguez, Escobado, García Conde, Garza (don Simón), Garza
y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Ica-
za (don Juan), Lebrija, Moreno y Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso,
Pacheco Leal, Payno, Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Sagaseta,
Torres, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga, contra los señores Arrillaga, Espinoza,
y Rodríguez de San Miguel.
XII. Habilitar puertos para el comercio extranjero y de cabotaje.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 44 seño-
res siguientes: Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Caballero, Camacho,
Cañas, Carrera, Celis, Cervantes, Chávarri, Conejo, Cora, Domínguez, Escobe-
do, Espinoza, García Conde, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la
Madrid, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), La-
Documentos 249
rraínzar, Lebrija, Moreno y Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pache-
co Leal, Payno, Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rodríguez (don
Santiago), Ruano, Torres, Vizcarra, Viya y Cosio, y Zozaya.
XIII. Determinar el peso, ley, tipo y denominación de las monedas, y decre-
tar un sistema general de pesos y medidas.
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los 43 señores siguientes: Arrillaga, Ar-
teaga, Ballesteros, Baranda, Caballero, Camacho, Cañas, Carrrera, Celis, Cer-
vantes, Chávarri, Conejo, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García Con-
de, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don
Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jove, Ná-
jera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Payno, Pimentel, Puchet, Quintana Roo,
Quiñones, Rodríguez de San Miguel, Ruano Sagaseta, Torres, Vizcarra, Viya y
Cosio, y Zozaya.
XIV. Conceder o negar la entrada de tropas extrajeras en el territorio de la
República, y la salida de fuera del país de tropas nacionales.
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los 46 señores siguientes: Arrillaga,
Arteaga, Ballesteros, Baranda, Caballero, Camacho, Cañas, Carrera, Celis,
Cervantes, Chávarri, Conejo. Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García
Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Iba-
rra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Ituarralde, Icaza (don Juan), Larraínzar,
Lebrija, Moreno y Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal,
Payno, Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rodríguez de San Miguel,
Ruano, Sagaseta, Torres, Vizcarra, Viya y Cosio, y Zozoya.
XV. Conceder indultos generales y amnistías, cuando el bien público lo
exija.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los mismos
señores la votación anterior, más los señores Castillo y Pérez Tagle, y menos los
señores Conejo y Quintana Roo.
XVI. Crear o suprimir toda clase de empleos públicos, aumentar o dismi-
nuir sus dotaciones, y fijar las reglas generales para la concesión de retiros,
jubilaciones y pensiones.
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los 45 señores siguientes: Arrillaga, Ba-
llesteros, Baranda, Barasorda, Caballero, Camacho, Cañas, Carrera, Castillo,
Celis, Cervantes, Chávarri, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García Conde,
Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza
(don Antonio), Irisarri, Iturralde, Larraínzar, Lebrija, Moreno y Jove, Nájera,
Navarrrete, Orbegoso, Ortega, Pacheco Leal, Payno, Pérez Tagle, Pimentel,
250 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Puchet, Quintana Roo, Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Torres,
Vizcarra, Viya y Cosio, y Zozaya.
XVII. Reprobar los decretos dados por las asambleas departamentales
cuando sean contrarios a la constitución o a las leyes, y en los casos previstos
en esta constitución.
Discutida, hubo lugar a votar y se aprobó por los 43 señores siguientes:
Arteaga, Baranda, Barasorda, Caballero, Camacho, Cañas, Carrera, Castillo,
Celis, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García
Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra,
Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija,
Moreno y Jove, Nájera, Navarete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Payno,
Pérez Tagle, Pimentel, Quintana Roo, Quiñones, Rodríguez de San Miguel,
Ruano, Sagaseta, Torres, Vizcarra, y Zozaya, contra los señores Arrillaga, y Viya
y Cosio.
El señor Navarrete presentó la siguiente adición al artículo 30.
«Después, de la palabra pesos, se suprimirán las siguientes: lo menos proce-
dentes, y se pondrán: o un, añadiéndose al fin, “que le produzca la suficiente
para subsistir”» quedando el precepto de esta manera: «Que tenga una renta
anual de $200.00 pesos, o un capital físico, o industria, o trabajo personal ho-
nestos que le produzca lo suficiente para subsistir». Admitida, se mandó pasar
a la comisión.
Se levantó la sesión pública para entrar en secreta extraordinaria. No asis-
tieron por enfermedad, los señores Aguirre, Basadre, Posada, Peña y Peña,
Rincón, y Sánchez Vergara; por tener licencia, los señores Moreno (don Die-
go), Rodríguez (don Santiago), Segura, y Valencia; y sin ella, los señores Alas,
Cortina, Dublán, González, Gordoa, (don Francisco), Gordoa (don Luis), Go-
ribar, Lombardo, Pizarro, y Villamil .
No se han presentado los señores Cortazar, Haro y Tamaríz, Jiménez, Mier
y Terán, Monjardín, Moreno Cora y Valentín.
Es copia. México, mayo 3 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 2 DE MAYO DE 1843
Se dio cuenta con una adición del señor Lebrija a la parte duodécima del
artículo 73, que es como sigue: «A la parte duodécima del artículo 73, se agre-
gará. “y dar al gobierno bases y reglas generales para la formación de los aran-
celes de comercio”».
Documentos 251
Fundada por su autor y admitida a discusión, se mandó pasar a la comisión
de bases.
Se puso a discusión la parte 18 del artículo 73, que dice.
XVII. «Ampliar las facultades del Ejecutivo con sujeción al artículo 193, en
los dos únicos casos de invasión extranjera, o de sedición tan grave, que haga
ineficaces los medios ordinarios de reprimirla». Suficientemente discutido,
hubo lugar a votar y se aprobó por los 40 señores siguientes: Arteaga, Balleste-
ros, Baranda, Barasorda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas, Carrera, Celis,
Cervantes, Chávarri, Escobedo, Espinoza, García Conde, Garibay, Garza (don
Simón), Garza y Flores, Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don
Juan), Larraínzar, Lebrija, Moreno y Jove, Nájera, Orbegoso, Pacheco Leal,
Pérez Tagle, Pimentel, Quintana Roo, Rincón Rodríguez (don Santiago),
Ruano, Segura, Torres, Valencia, Vizcarra, Viya y Cosio, y Zozaya, contra los 5
que siguen: Castillo, Domínguez, Gómez la Madrid, Navarrete, y Quiñones.
Artículo 74. No puede el Congreso.
Primero. Derogar ni suspender las leyes prohibitivas de géneros y efectos
perjudiciales a la industria nacional, sin el consentimiento previo de las dos
terceras partes de las asambleas departamentales.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó por los 43 señores siguientes:
Arteaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda, Camacho, Carrera, Castillo, Celis,
Cervantes, Chávarri, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García Conde, Gari-
bay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don
Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Nájera, Navarre-
te, Orbegoso, Pacheco Leal, Payno, Pérez Tagle, Pimentel, Puchet, Quintana
Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Segura, Torres,
Valencia, Vizcarra, y Zozaya; contra el señor Cañas.
Segundo. Proscribirá a ningún mexicano, ni imponer pena de ninguna
especie directa ni indirectamente. A la ley solo corresponde designar con ge-
neralidad las penas para lo delitos.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó por los 45 señores presentes:
Arteaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda, Caballero, Camacho, Cañas, Carre-
ra, Celis, Cervantes, Chávarri, Domínguez, Escobado, Espinosa, García Con-
de, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (Don
Antonio) Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Nájera, Navarrete,
Orbegoso, Pacheco Leal, Payno, Pérez, Pérez Tagle, Pimentel, Puchet, Quin-
tana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sagaseta, Se-
gura, Torres, Valencia, Vizcarra, Viya y Cosio, y Zozaya.
252 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Tercero. Puesto a discusión, en el curso de ella, lo reformó la comisión en
estos términos.
3o. Dar a ninguna ley efecto retroactivo.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por unanimidad
de los 44 señores siguientes: Baranda Barasorda, Basadre, Caballero, Cama-
cho, Cañas, Carrera, Castillo, Celis, Cervantes, Chávarri, Domínguez, Escobe-
do, Espinoza, García Conde, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la
Madrid, Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar,
Lebrija, Larraínzar, Lebrija, Nájera, Navarrete, Orbegoso, Pacheco Leal, Pay-
no, Pérez Tagle, Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodrí-
guez (don Santiago), Ruano, Sagaseta, Segura, Torres, Valencia, Vizcarra, Viya
y Cosio, y Zozaya.
Cuarto. Suspender o minorar las garantías individuales, si no es en los caos
y modo del artículo 193.
Suficientemente discutido, el señor Espinosa, apoyado de otros dos seño-
res, pidió que la votación de si ha lugar fuese nominal, habiéndolo por los
42 señores siguientes: Ballesteros, Baranda, Barasorda, Basadre, Caballero,
Camacho, Cañas, Carrera, Castillo, Celis, Cervantes, Domínguez, Escobedo,
García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid,
Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija,
Nájera, Navarrete, Ortega, Pacheco Leal, Payno, Pimentel, Puchet, Quintana
Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Segura, Torres,
Valencia, Vizcarra, Viya y Cosio, y Zozaya; contra los señores Espinoza, Pérez
Tagle, y Sagaseta, quedo aprobado por los 44 señores siguientes: Ballesteros,
Baranda, Barasorda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas, Carrera, Castillo,
Celis, Cervantes, Chávarri, Escobedo, García Conde, Garibay, Garza (don Si-
món), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturral-
de, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Nájera, Navarrete, Orbegoso, Pa-
checo Leal, Payno, Pérez Tagle, Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Quiñones,
Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sagaseta, Segura, Torres, Valen-
cia, Vizcarra, Viya y Cosio, y Zozaya; contra el señor Espinoza.
FACULTADES ECONÓMICAS DE AMBAS CÁMARAS,
Y PECULIARES DE CADA UNA
Artículo 75. Corresponde a cada una de las Cámaras, sin intervención de
la otra, el arreglo de sus respectivas oficinas, el nombramientos, número y
dotación de los demás empleados en ellas a quienes expedirá sus despachos el
Documentos 253
presidente de la República, teniendo cuanto cada una resuelva por sí en estos
puntos, la misma fuerza de una ley; la policía interior del local de sus sesiones;
calificar las elecciones de sus funciones.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó por los 46 señores siguientes:
Ballesteros, Baranda, Barasorda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas, Carre-
ra, Castillo, Celis, Cervantes, Chávarri, Domínguez, Escobedo, Espinoza, Gar-
cía Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid,
Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija,
Nájera, Navarrete, Orbegozo, Pacheco Leal, Payno, Pérez Tagle, Pimentel, Pu-
chet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano,
Sagaseta, Segura, Torres, Valencia, Vizcarra, Viya y Cosio y Zozaya.
Artículo 76. Toca exclusivamente a la Cámara de Diputados.
Primero. Vigilará por medio de una comisión inspectora de su seno, el
exacto desempeño de la contaduría mayor.
Puesta a discusión sin ella hubo lugar a votar, y se aprobó por los 46 seño-
res siguientes: Ballesteros, Baranda, Barasorda, Basare, Caballero, Chamaco,
Cañas, Carrera, Castillo, Celas, Cervantes, Chávarri, Domínguez, Escobedo,
Espinosa, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez
la Madrid, Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Larraín-
zar, Lebrija, Nájera, Navarrete, Orbegoso, Pacheco Leal, Payno, Pérez Tagle,
Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano,
Sagaseta, Segura, Torres, Valencia, Vizcarra, Viya y Cosio, y Zozaya.
Segundo. Nombrar los jefes y empleados de la contaduría mayor, a los cua-
les dará sus despachos el presidente de la República.
Sin discusión, hubo lugar a votar, y se aprobó por los 40 señores siguientes:
Ballesteros, Baranda, Barasorda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas, Carre-
ra, Celis, Cervantes, Chávarri, Escobedo, Espinoza, García Conde, Garibay,
Garza (don Simón), Garza y Flores, Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde,
Icaza (don Juan), Larraínzar, Nájera, Navarrete, Orbegozo, Pacheco Leal,
Payno, Pérez Tagle, Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Ro-
dríguez (don Santiago), Ruano, Sagaseta, Segura, Torres, Valentín, Vizcarra,
y Zozaya; contra los señores Castillo, Gómez la Madrid, Icaza (don Juan), y
Lebrija.
Artículo 77. Toca la Cámara de Senadores; aprobar los nombramientos de
plenipotenciarios, ministros y agentes diplomáticos, y los de oficiales supe-
riores del ejercito y armada, desde coronel inclusive arriba; desempeñar las
funciones que les señalan los artículos 46 y 48.
254 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Sin discusión hubo lugar a votar, y se aprobó por unanimidad de los 44
señores siguientes: Ballesteros, Baranda, Barasorda, Basadre, Caballero, Ca-
macho, Cañas, Carrera, Castillo, Celis, Cervantes, Chávarri, Domínguez, Es-
cobedo, Espinoza, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores,
Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan),
Larraínzar, Lebrija, Nájera, Navarrete, Orbegoso, Pacheco Leal, Payno, Pérez
Tagle, Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don
Santiago), Sagaseta, Segura, Torres, Valencia, Viya y Cosio, y Zozaya.
Artículo 78. Todo lo relativo a juntas preparatorias, ceremonial, orden de
debates y demás puntos conexos con el desempeño de las funciones enco-
mendadas a las Cámaras, se fijará en el reglamento interior del Congreso.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó por los 45 señores siguientes:
Ballesteros, Baranda, Barasorda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas, Carre-
ra, Castillo, Celis, Cervantes, Chávarri, Domínguez, Escobedo, Espinoza, Gar-
cía Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid,
Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar Lebrija,
Nájera, Navarrete, Orbegoso, Pacheco Leal, Payno, Pérez Tagle, Pimentel, Pu-
chet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Sagaseta,
Segura, Torres, Valencia, Vizcarra, Villa y Cosio, y Zozaya.
Artículo 79. Los diputados y senadores son inviolables por las opiniones
que viertan y votos que emitan en el desempeño de sus funciones, sin que
en ningún tiempo ni por autoridad alguna, puedan ser molestados por esta
causa.
Sin discusión hubo lugar a votar y se aprobó por los 45 señores siguientes:
Ballesteros, Baranda, Barasorda, Basadres, Caballero, Camacho, Cañas, Ca-
rrera, Castillo, Celis, Cervantes, Chávarri, Domínguez, Escobedo, Espinoza,
García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid,
Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija,
Nájera, Navarrete, Orbegozo, Pacheco Leal, Payno, Pérez Tagle, Pimentel, Pu-
chet, Quintan Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Sagaseta,
Segura, Torres, Valencia, Vizcarra, Viya y Cosio y Zozaya.
Artículo 80. Los diputados y senadores no podrán ser juzgados en sus cau-
sas criminales y civiles, durante su encargo y dos meses después, sino en la
forma prevista por la Constitución y las leyes.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó por los 42 señores siguien-
tes: Ballesteros, Baranda, Barasorda, Basares, Camacho, Carrera, Castillo,
Celis, Cervantes, Chávarri, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García Conde,
Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Icaza (don
Documentos 255
Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Nájera, Navarre-
te, Orbegoso, Pacheco Leal, Payno, Pérez Tagle, Pimentel, Puchet, Quintana
Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sagaseta, Segura,
Torres, Valencia, Viya y Cosio, y Zozaya
Artículo 81. No pueden los diputados ni senadores obtener empleo o as-
censo de provisión del Gobierno, si no fuere de rigurosa escala. Mas podrán
obtener del mismo, con permiso de su Cámara respectiva y consentimiento
del nombrado, comisiones o encargo de duración temporal, en cuyo caso el
interesado cesará en sus antiguas funciones durante el encargo.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó por los 45 señores siguientes:
Ballesteros, Baranda, Barasorda, Basadre, Camacho, Cañas, Carrera, Castillo,
Celis, Cervantes, Chávarri, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García Conde,
Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza
(don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Nájera, Nava-
rrete, Orbegoso, Pacheco Leal, Payno, Pérez Tagle, Pimentel, Puchet, Quin-
tana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez, (don Santiago), Ruano, Sagaseta,
Segura, Torres, Valencia, Vizcarra, Viya y Cosio, y Zozaya.
Se levantó la sesión. No asistieron por enfermedad, los señores Aguirre,
Bonilla, Irisarri, Peña y Peña, Posada, Sánchez Vergara, y Zuloaga; por tener
licencia, los señores Moreno (Don Diego), y Rodríguez (don Santiago); y sin
ella, los señores Alas, Cortina, Dublán, González, Gordoa (don Francisco),
Gordoa (don Luis), Goribar, Lombardo, Pizarro, y Villamil.
No se han presentado los señores Cortázar, Haro y Tamaríz, Jiménez (don
Víctor), Mier y Terán, Mojardín, Moreno Cora y Valentín.
SESIÓN DEL DÍA 3 DE MAYO DE 1843
Se leyó y aprobó el acta anterior.
Continuó la discusión del Proyecto de bases.
Artículo 82. Cada una de las cámaras conocerá de las acusaciones que se
hicieren contra sus respectivos individuos, para el efecto de declarar si ha o no
lugar a la formación de causa.
Hubo lugar a votar, se aprobó por unanimidad de los 43 señores, siguien-
tes: Arrillaga, Ballesteros, Baranda, Basares, Caballero, Camacho, Cañas, Ca-
rrera, Celis, Cervantes, Chávarri, Conejo, Domínguez, Espinosa, García Con-
de, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don
Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jove, Ná-
256 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
jera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pimentel, Pizarro, Puchet,
Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Segura,
Torres, Vizcarra, Zozaya, y Zuloaga.
Artículo 83. Cualquiera de las dos Cámaras podrá conocer en calidad de
Gran Jurado, para el efecto de declarar si ha o no lugar a formación de causa,
en acusaciones por delitos oficiales o comunes de los secretarios del despa-
cho, ministros de la Corte Suprema de Justicia y Marcial, consejeros de gobier-
no y de los gobernadores de departamento.
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los 43 señores siguientes: Arrillaga, Ba-
llesteros, Baranda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas, Carrera, Celis, Cer-
vantes, Chávarri, Conejo, Domínguez, Espinosa, García Conde, Garza (don
Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisa-
rri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jove, Nájera, Navarrete,
Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pimentel, Pizarro, Puchet, Quintana Roo,
Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Segura, Torres, Vizca-
rra, Zozaya, y Zuloaga.
Artículo 84. Reformado. «Las dos Cámaras reunidas formarán jurado, para
el objeto arriba expresado, en las acusaciones contra el presidente de la Re-
pública, por delitos oficiales especificados en el artículo 96, y en las que se
hagan por delitos oficiales contra todo el Ministerio, o contra toda la Corte de
Justicia o la marcial».
Hubo lugar votar, y se aprobó por los 44 señores siguiente: Arrillaga, Balles-
teros, Baranda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas, Carrera, Celis, Cervan-
tes, Chávarri, Conejo, Domínguez, Espinoza, García Conde, Garibay, Garza
(don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don Antonio),
Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jove, Nájera, Nava-
rrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pimentel, Pizarro, Puchet, Quintana
Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Segura, Torres,
Vizcarra, Zozaya, y Zuloaga.
Artículo 85. Reformado. «Se reunirán las dos Cámaras para comutar los
votos y declarar quién es presidente de la República y magistrados de la Corte
de Justicia, en el tiempo y modo dispuesto por esta constitución, y para abrir
y cerrar las sesiones.
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los 45 señores: Arrillaga, Arteaga, Ba-
llesteros, Baranda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas, Carrera, Celis, Cer-
vantes, Chávarri, Conejo, Domínguez, Espinoza, García Conde, Garibay, Garza
(don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don Antonio),
Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jove, Nájera, Nava-
Documentos 257
rrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pimentel, Pizarro, Puchet, Quintana
Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Segura, Torres,
Vizcarra, Zozaya, y Zuloaga.
DIPUTACIÓN PERMANENTE
Artículo. 86. El día antes de cerrarse las sesiones de cualquiera período del
Congreso, elegirá cuatro individuos la Cámara de Senadores, y cinco la de
diputados.
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los 45 señores siguientes: Arrillaga,
Arteaga, Ballesteros, Baranda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas, Carre-
ra, Celis, Cervantes, Chávarri, Conejo, Domínguez, Espinoza, García Conde,
Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Ica-
za (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y
Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pimentel, Pizarro,
Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano,
Segura, Torres, Vizcarra, Zozaya, y Zuloaga.
Artículo 87. Los sujetos de que habla el artículo anterior, formarán la dipu-
tación permanente que deberá durar hasta el período que sigue.
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los 45 señores siguientes: Arrillaga,
Arteaga, Ballesteros, Baranda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas, Carre-
ra, Celis, Cervantes, Chávarri, Conejo, Domínguez, Espinoza, García Conde,
Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Ica-
za (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y
Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pimentel, Pizarro,
Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano,
Segura, Torres, Vizcarra, Zozaya, y Zuloaga.
Artículo 88. La Diputación Permanente tiene por objeto hacer la convoca-
toria a sesiones extraordinarias cuando lo decrete el Gobierno, recibir actas
de elecciones de presidente y senadores, y ministros de la Corte de Justicia,
citar a la Cámara respectiva para el desempeño de sus funciones cuando haya
de ejercerlas según la ley, y ejercer las economías que le señale el reglamento.
Hubo lugar a votar y se aprobó por unanimidad de los 45 señores siguien-
tes: Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Basadre, Caballero, Camacho,
Cañas, Carrera, Celis, Cervantes, Chávarri, Conejo, Domínguez, Espinoza,
García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid,
Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar,
Moreno y Jove, Nájera, Navarrete, Orbegoso, Ortega, Pacheco Leal, Pimentel,
258 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Pizarro, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santia-
go), Ruano, Segura, Torres, Vizcarra, Zozaya, y Zuloaga.
TITULO V
SUPREMO PODER EJECUTIVO
Artículo 89. El Supremo Poder Ejecutivo se deposita en un magistrado que
se denominará presidente de la República. Durará cinco años.
Hubo lugar a votar y se aprobó por unanimidad de los 44 señores siguien-
tes: Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Basadre, Caballero, Camacho,
Cañas, Carrera, Celis, Cervantes, Chávarri, Conejo, Domínguez, Espinoza,
García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid,
Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar,
Moreno y Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pimentel,
Pizarro, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santia-
go), Ruano, Segura, Torres, Vizcarra, y Zozaya.
Artículo 90. Para ser presidente se requiere.
Primero. Ser mexicano por nacimiento ciudadano en ejercicio de sus de-
rechos, mayor de cuarenta años y residir en el territorio de la República al
tiempo de la elección.
Segundo. Pertenecer al estado secular.
Discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 45 señores siguientes:
Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas,
Carrera, Celis, Cervantes, Chávarri, Conejo, Domínguez, Espinoza, García
Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra,
Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno
y Jove, Nájera, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pimentel, Pizarro, Puchet,
Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago),
Artículo 91. El presidente es jefe de la Administración General de la Re-
pública, y le está encomendado especialmente. el orden y tranquilidad en lo
interior y la seguridad en lo exterior.
Hubo lugar a votar y se aprobó por los 43 señores siguientes: Arrillaga,
Arteaga, Ballesteros, Baranda, Basadre, Caballero, Camacho, Carrera, Celis,
Cervantes, Chávarri, Conejo, Domínguez, Espinoza, García Conde, Garibay,
Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don An-
tonio), Irisarri, Nájera, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pimentel, Pizarro,
Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano,
Sagaseta, Torres, Vizcarra, Zozaya y Zuloaga.
Documentos 259
Artículo 92. Son obligaciones del presidente. Primero, guardar la Consti-
tución y las leyes, y hacerlas guardar por toda clase de personas, sin distinción
alguna. Segundo. hacer que a los tribunales se les den todos los auxilios nece-
sarios para la ejecución de las sentencias y providencias judiciales.
Hubo lugar a votar y se aprobó por los 44 señores siguientes: Arrillaga,
Arteaga, Ballesteros, Baranda, Basadre, Caballero, Camacho, Carrera, Celis,
Cervantes, Chávarri, Conejo, Domínguez, Espinoza, García Conde, Garibay,
Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don An-
tonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jove, Nájera,
Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pimentel, Pizarro, Puchet, Quintana Roo,
Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sagaseta, Segura, To-
rres, Vizcarra, Zozaya, y Zuloaga.
Artículo 93. Puestos a discusión el primer párrafo de este artículo, por in-
dicación del señor Arrillaga, la comisión lo suspendió.
Segundo. Nombrar y remover libremente a los secretarios del despacho.
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los 44 señores siguientes: Arrillaga,
Arteaga, Ballesteros, Baranda, Basadre, Caballero, Camacho, Carrera, Celis,
Cervantes, Chávarri, Conejo, Domínguez, Espinoza, García Conde, Garibay,
Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don An-
tonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jove, Nájera,
Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pimentel, Pizarro, Puchet, Quintana Roo,
Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sagaseta, Segura, To-
rres, Vizcarra, Zozaya y Zuloaga.
Los párrafos tercero y cuarto los redujo la comisión a uno solo, redactado
en estos términos.
Tercero. «Expedir ordenes, y dar los reglamentos necesarios para la ejecu-
ción de las leyes, sin alternarlas ni modificarlas».
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los 42 señores siguientes: Arrillaga,
Ballesteros, Baranda, Basadre, Caballero, Cañas, Carrera, Celis, Cervantes,
Chávarri, Conejo, Domínguez, Espinosa, García Conde, Garibay, Garza (don
Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisa-
rri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larrainzar, Moreno y Jove, Nájera, Ortega,
Orbegoso, Pacheco Leal, Pimentel, Pizarro, Puchet, Quintana Roo, Quiño-
nes, Rincón, Ruano, Sagaseta, Segura, Torres, Vizcarra, Zozaya y Zuloaga.
Cuarto. Decretar que se convoque al Congreso a sesiones extraordinarias,
designando los únicos asuntos de que deba ocuparse.
260 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los 45 señores siguientes: Arrillaga, Ar-
teaga, Ballesteros, Baranda, Basadre, Caballero, Cañas, Carrera, Celis, Cervan-
tes, Chávarri, Conejo, Domínguez, Espinoza, García Conde, Garibay, Garza
(don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don Antonio),
Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jove, Nájera, Orte-
ga, Orbegoso, Pacheco Leal, Pimentel, Pizarro, Puchet, Quintana Roo, Qui-
ñones, Rincón, Ruano, Sagaseta, Segura, Torres, Vizcarra, Zozaya, y Zuloaga.
Quinto. Nombrar los empleados y funcionarios públicos, cuyos nombra-
mientos no esté cometido a otra autoridad, y en la forma que dispongan la
constitución y las leyes.
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los 43 señores siguientes: Arrillaga, Ar-
teaga, Ballesteros, Baranda, Basadre, Caballero, Cañas, Carrera, Celis, Cervan-
tes, Chávarri, Conejo, Domínguez, Espinoza, García Conde, Garibay, Garza
(don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don Antonio),
Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jove, Nájera, Nava-
rrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pimentel, Pizarro, Puchet, Quintana
Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Segura, Torres,
Vizcarra, Zozaya, y Zuloaga.
Sexto. Expedir los despachos a todo empleado público, cuando por la ley
no deba darlos otra autoridad.
Hubo lugar a votar, y se aprobó pro los 46 señores siguientes: Arrillaga,
Arteaga, Ballesteros, Baranda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas, Carre-
ra, Celis, Cervantes, Chávarri, Conejo, Domínguez, Espinoza, García Conde,
Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Ica-
za (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y
Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pimentel, Pizarro,
Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano,
Sagaseta, Segura, Torres, Vizcarra, Zozaya, y Zuloaga.
Séptimo. Puesto a discusión, se suspendió por haberse levantado la sesión
pública para entrar en secreta extraordinaria. No asistieron por enfermedad,
los señores Rodríguez de San Miguel, Aguirre, Barasorda, Bonilla, Cora, Pay-
no, Peña y Peña, Posada, y Sánchez Vergara; por tener licencia, los señores
Castillo y Moreno (don Diego); y sin ella, los señores Alas, Cortina, Escobedo,
Dublán, González, Gordoa (don F.), Goribar, Lebrija, Lombardo, Pérez Tagle,
Valentín, Villamil, y Viya y Cosío.
No se han presentado los señores Cortazar, Haro y Tamaríz, Jiménez (don
Víctor), Mier y Terán, Monjardín, Moreno Cora y Valentín.
Documentos 261
Son copias. México, mayo 4 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 4 DE MAYO DE 1843
Se leyó y aprobó el acta anterior.
Continuó la discusión del párrafo séptimo del artículo 93 del proyecto de
bases, que dice: «Suspender sus empleos, y privar de la mitad de su sueldo
hasta por tres meses, a los empleados de gobierno y hacienda que falten a sus
obligaciones. Cuando la falta requiera un proceso o en caso de reincidencia
los pondrá a disposición del juez competente».
Suficientemente discutido, no hubo lugar a votar en votación nominal,
pedida por el señor Vizcarra, por los 34 señores siguientes: Arrillaga, Arteaga,
Bonilla, Caballero, Cañas, Carrera, Castillo, Celis, Cervantes, Chávarri, Cone-
jo, Domínguez, Espinoza, García Conde, Garibay, Garza y Flores, Icaza (don
Antonio), Irisarri, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jove, Nájera, Na-
varrete, Payno, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Ruano, Sagaseta,
Segura, Torres, Vizcarra, Viya y Cosio, y Zozaya; contra los señores que siguen:
Baranda, Basadre, Camacho, Espinoza, Garza (don Simón), Ibarra, Iturralde,
Orbegoso, Pacheco Leal, Pérez Tagle, Rodríguez (don Santiago), Valencia, y
Zuloaga, y se acordó volviese a la comisión.
Prosiguió la discusión sobre los restantes párrafos del artículo 93.
Octavo. Cuidar de que se administre pronta justicia por los tribunales y
jueces, dirigiéndoles excitativas, y pidiéndoles informes justificados sobre los
puntos que estime convenientes para el efecto de hacer que se exija la respon-
sabilidad a los culpables.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 40 seño-
res siguientes: Arteaga, Baranda, Basadre, Bonilla, Caballero, Camacho, Ca-
rrera, Castillo, Celis, Chávarri, Escobedo, Espinoza, García Conde, Garibay,
Garza (Don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (Don
Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (Don Juan), Larraínzar, Moreno y Jove, Ná-
jera, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Payno, Pérez Tagle, Puchet, Quintana
Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (Don Santiago), Ruano, Segura, Torres,
Vizcarra, Viya y Cosio, y Zozaya, contra los señores Arrillaga, Garza y Flores, y
Navarrete.
Noveno. En el curso del debate, lo reformó la comisión en los términos
siguientes: «Hacer visitar del modo que disponga la ley a los tribunales y juz-
gados siempre que tuviere noticias de que obran con morosidad, o de que en
ellos se comenten desórdenes perjudiciales a la administración de justicia; ha-
262 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
cer que les den preferencia a las causas que así lo requieran para el bien públi-
co, y pedir las noticias del estado de ellas, cada vez que lo crea conveniente».
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 41 seño-
res siguientes: Arrillaga, Arteaga, Baranda, Basadre, Bonilla, Camacho, Carre-
ra, Celis, Chávarri, Escobedo, Espinoza, García Conde, Garibay, Garza (don
Simón), Garza y Flores, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza
(don Juan), Larraínzar, Lebrija, Moreno y Jove, Nájera, Ortega, Orbegoso,
Pacheco Leal, Payno, Pérez Tagle, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón,
Ruano, Segura, Torres, Vizcarra, Viya y Cosio, y Zozaya; contra los señores.
Cañas, Castillo, Domínguez, Navarrete y Sagaseta.
Se levantó la sesión. No asistieron, por enfermedad, los señores Aguirre,
Ballesteros, Gómez la Madrid, Peña y Peña, Pimentel, Posada, y Sánchez Ver-
gara; por tener licencias, el señor Moreno (don Diego), y sin ella, los seño-
res Alas, Cortina, Dublán, González, Gordoa (don Francisco), Gordoa (don
Luis), Goribar, Lombardo, y Villamil.
No se han presentado los señores Cortazar, Haro y Tamaríz, Jiménez (don
Víctor), Mier y Terán, Monjardín, Moreno Cora, y Valentín.
Es copia. México, mayo 6 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
La comisión presentó nuevamente la parte primera del artículo 93, redac-
tada en los términos siguientes:
«Publicar y circular las leyes y decretos del Congreso nacional»
Hubo lugar a votar y se aprobó por los 44 señores siguientes: Arrillaga, Ar-
teaga, Barasorda, Basadre, Caballero, Cañas, Castillo Celis, Cervantes, Cháva-
rri, Domínguez, Espinoza, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza
y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Iturralde, Icaza (don Juan), Lebrija, Mo-
reno y Jové, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pérez Tagle,
Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santia-
go), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Segura, Torres, Valencia, Viz-
carra, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
Se mandaron pasar a la comisión después de admitidas las siguientes adi-
ciones al proyecto de bases.
Del señor Castillo, a la parte XVIII del artículo 73 después de la palabra
reprimirla, se añadirá: «calificada por dos tercios de cada Cámara y en virtud
de proposición suscrita por diez diputados».
Del señor Lebrija, a las partes de que se compone el artículo 93, se agrega-
rá la siguiente:
Documentos 263
«Formar los aranceles de comercio, de acuerdo con el consejo, con absolu-
ta sujeción a las bases y reglas que prefije el Congreso».
Continuó la discusión del Proyecto de bases.
Artículo 93. Parte X. Imponer multas a los que desobedecieren sus ordenes
o le faltaren al espeto debido, arreglándose a lo que dispongan las leyes.
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los 42 señores siguientes: Arrillaga, Ar-
teaga, Barasorda, Basadre, Caballero, Cañas, Carrera, Castillo Celis, Cervan-
tes, Chávarri, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García Conde, Garibay, Gar-
za (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don Juan),
Lebrija, Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal,
Pérez Tagle, Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez
(don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Segura, Torres,
Valencia, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
XII. Cuidar de la exactitud legal en la fabricación de la moneda.
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los mismo 47 señores.
XIII. Cuidar de la recaudación e inversión de las rentas generales, distribu-
yéndolas en el modo y forma que dispongan las leyes.
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los 50 señores siguientes: Arrillaga,
Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas, Carrera,
Castillo Celis, Cervantes, Chávarri, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García
Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra,
Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Moreno y Jové, Nájera, Nava-
rrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Payno, Pérez Tagle, Pimentel, Puchet,
Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de
San Miguel, Ruano, Sagaseta, Segura, Torres, Valencia, Vizcarra, Viya y Cosio,
Zozaya, y Zuloaga.
XIV. Dirigir las negociaciones diplomáticas y celebrar tratados de paz, amis-
tad, alianza, tregua, neutralidad armada y demás convenios con las naciones
extranjeras sujetándolos a la aprobación del Congreso antes de su ratificación.
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los 51 señores siguientes: Arrillaga,
Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Caballero, Camacho, Cañas, Carrera,
Castillo, Celis, Cervantes, Chávarri, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García
Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra,
Icaza (don Juan), Irisarri, Iturralde, Larraínzar, Lebrija, Moreno y Jové, Náje-
ra, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Payno, Pérez Tagle, Pimentel,
Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Rodrí-
264 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
guez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Segura, Torres, Valencia, Vizcarra, Viya
y Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
XV. Reformada en estos términos: «Admitir ministros y demás enviados y
agentes extranjeros».
Discutida suficientemente, hubo lugar a votar y se aprobó por los 46 se-
ñores siguientes: Arrillaga, Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Caballero,
Camacho, Cañas, Carrera, Castillo, Celis, Cervantes, Chávarri, Domínguez,
Escobedo, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Ibarra,
Icaza (don Juan), Irisarri, Iturralde, Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Orte-
ga, Orbegoso, Pacheco Leal, Payno, Pérez Tagle, Pimentel, Puchet, Quintana
Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San Mi-
guel, Ruano, Sagaseta, Segura, Torres, Valencia, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya,
y Zuloaga, contra los señores Gómez la Madrid, Larraínzar, Lebrija.
XVI. Celebrar concordatos con la silla apostólica, sujetándolos a la aproba-
ción del Congreso.
Discutida, hubo lugar a votar y se aprobó por los 48 señores siguientes:
Arrillaga, Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Camacho, Cañas, Carrera,
Castillo, Celis, Cervantes, Chávarri, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García
Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Ibarra,
Icaza (don Juan), Irisarri, Iturralde, Larraínzar, Lebrija, Moreno y Jové, Náje-
ra, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Payno, Pérez Tagle, Pimentel,
Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Rodrí-
guez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Segura, Torres, Vizcarra, Viya y Cosio,
y Zozaya.
Comenzó y quedó pendiente la discusión de la parte XVII, y se levantó la
sesión. No asistieron por enfermedad, los señores Aguirre, Ballesteros, Bo-
nilla, Peña y Peña, y Posada; por tener licencia, los señores Cora, y Moreno
(don Diego), y sin ella, los señores Alas, Conejo, Cortina, Dublán, Fonseca,
González, Gordoa (don Luis), Gordoa (don Francisco), Goribar, Icaza (don
Antonio), Lombardo, Pizarro, Sánchez Vergara, y Villamil.
No se ha presentados los señores Cortazar, Haro y Tamaríz, Jiménez (don
Víctor), Mier y Terán, Monjardín, Moreno Cora, y Valentín.
SESIÓN DEL DÍA 6 DE MAYODE 1843
El señor Larraínzar presentó los siguientes artículos, que se mandaron pa-
sar a la comisión de bases.
Documentos 265
Se intercalarán entres las facultades del Congreso General, los artículos
siguientes:
«Aumentar o disminuir por agregación o división, los departamentos que
forman la República, y señalar los límites de su territorio, oyendo previamen-
te para lo primero a la mayoría de las asambleas departamentales, y para lo
segundo a las de los respectivos departamentos.
Dar reglas generales para la concesión de cartas de naturaleza y de ciuda-
danía, y conceder, conforme a ellas, estas últimas.
Decretar las bases para la adquisición de bienes raíces por extranjeros, y
arreglar en general todo lo concerniente a la colonización.
Conceder premios y recompensas a las corporaciones o personas que ha-
yan hecho grandes servicios a la República, y decretar los honores públicos a
la memoria póstuma de los grandes hombres.
Fomentar la prosperidad nacional, decretando la apertura de caminos y
canales, o su mejora, protegiendo la industria por medio de exclusiones y pro-
hibiciones de artículos que la perjudiquen, y dando impulso a la instrucción
con la creación de escuelas y establecimientos científicos e industriales, sin
que esto impida a las asambleas departamentales el ejercicio que les compete
de las facultades sexta, séptima y duodécima del artículo 135».
Se dio primera lectura a un dictamen de la comisión de bases sobre la
adición de los señores Basares y Espinoza al artículo 14, y se levantó la sesión
pública para entrar en secreta extraordinaria. No asistieron, por enfermedad,
los señores Aguirre, Ballesteros, Caballero, Bonilla, Celis, Peña y Peña, y Po-
sada; por tener licencia, El señor Moreno (don Diego); sin ella, los señores
Alas, Chávarri, Conejo, Cora, Cortina, Dublán, Escobedo, Fonseca, Gómez la
Madrid, González, Gordoa (don Luis), Gordoa (don Francisco), Goríbar, Ica-
za, (don Juan), Lebrija, Lombardo, Moreno y Jové, Pizarro, Sánchez Vergara,
Segura, Valencia, Zozaya y Villamil.
No se han presentado los señores Cortazar, Haro y Tamaríz, Jiménez (don
Víctor), Mier y Terán, Monjardín, Moreno Cora, y Valentín.
Son copias. México, mayo 8 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 8 DE MAYO DE 1843
Aprobada el acta del día 6, se dio cuenta con un oficio del Ministerio de
Relaciones Exteriores y Gobierno, en que manifiesta estar enterado. Su Exce-
266 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
lencia el presidente de la República de la renovación de oficios de esta Ho-
norable Junta, verificada el día último del próximo pasado abril. Al archivo.
Continuó la discusión de la parte 17 del artículo 93, la que, reformada por
la comisión, quedó en estos términos.
Decimoséptimo. «Conceder el pase a los decretos conciliares, bulas, breves
y rescriptos pontificios, o decretar su retención. Esta facultad la usará con
acuerdo del Congreso cuando se versen sobre asuntos generales; con audien-
cia del consejo, sin son sobre negocios particulares; y con la de la corte de
justicia, si versaren sobre puntos contenciosos».
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 46 seño-
res siguientes: Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Caballe-
ro, Camacho, Cañas, Carrera, Castillo, Celis, Cervantes, Domínguez,
Escobedo, Espinoza, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Gar-
za y Flores, Ibarra, Icaza (Don Antonio), Irisarri, Iturralde, Larraínzar,
Lebrija, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y
Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rin-
cón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sagaseta, Torres, Valencia,
Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga; contra los señores Arrilaga,
Gómez la Madrid, y Rodríguez de San Miguel.
Decimoctavo. Hacer dentro de treinta días observaciones, con audiencia
del consejo a los proyectos aprobados por las Cámaras, suspendiendo su pu-
blicación. Si el proyecto aprobado fuere reproducido, el Gobierno podrá sus-
penderlo con acuerdo del consejo, hasta el inmediato período de sesiones
en que corresponda que las cámaras puedan ocuparse del asunto. Si en este
fuere reproducido por los mismos dos tercios en ambas Cámaras, el Gobierno
lo publicará.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 28 se-
ñores siguientes: Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Camacho, Carrera,
Castillo, Celis, Espinoza, Garibay, Garza (don Simón), Ibarra, Icaza (don An-
tonio), Irisarri, Iturralde, Larraínzar, Lebrija, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña
y Peña, Quintana Roo, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Valencia,
Vizcarra, y Zozaya; contra los 22 señores que siguen: Arrillaga, Bonilla, Ca-
ñas, Cervantes, Chávarri, Domínguez, García Conde, Garza y Flores, Gómez
la Madrid, Nájera, Navarrete, Ortega, Pérez Tagle, Pimentel, Pizarro, Puchet,
Quiñones, Rodríguez de San Miguel, Sagaseta, Torres, Viya y Cosio, y Zuloaga.
Se levantó la sesión pública para entrar en secreta extraordinaria. No asis-
tieron, por enfermedad, los señores Ballesteros, Cora, Moreno y Jové, Payno
y Bustamante, Pasada, Segura, Sánchez Vergara, y Aguirre, por tener licencia
Documentos 267
los señores Conejo, y Moreno (don Diego); y sin ella, los señores Alas, Corti-
na, Dublán, Fonseca, González, Gordoa (don Luis), Gordoa (don Francisco),
Goribar, Lombardo y Villamil.
No se han presentado los señores Cortazar, Haro y Tamaríz, Jiménez (don
Víctor), Mier y Terán, Valentín, Monjardín y Moreno Cora.
No estuvieron presentes a la hora de abrirse la sesión, los señores Arteaga,
Bonilla, Caballero, Cañas, Cervantes, Chávarri, Domínguez, Escobedo, García
Conde, Garibay, Garza (Don Simón), Irisarri, Icaza (Don Juan), Nájera, Pérez
Tagle, Pizarro, Puchet, y Sagaseta. Los señores Carrera, Zozaya, y Valencia,
pidieron licencia con anticipación por media hora, por tener urgente ocupa-
ción.
Es copia. México, mayo 8 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 9 DE MAYO DE 1843
Se leyó y aprobó el acta anterior.
Continuó la discusión del artículo 93 del Proyecto de bases.
XIX. Declarar la guerra en nombre de la nación y conceder patentes de
corso.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 39 se-
ñores siguientes: Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Caballero, Camacho,
Cañas, Castillo, Celis, Cervantes, Conejo, Domínguez, Escobedo, Espinoza,
García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza
(don Antonio), Irisarri, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Nájera, Ortega,
Orbegoso, Pacheco Leal, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rodríguez (don
Santiago), Sánchez Vergara, Torres, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga;
contra los señores Rincón, y Rodríguez de San Miguel.
XX. Disponer de la fuerza armada de mar y tierra conforme a los objetos
de su institución.
Hubo lugar a votar, y se aprobó por unanimidad de los 45 señores siguien-
tes: Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Caballero, Camacho, Ca-
ñas, Castillo, Celis, Cervantes, Conejo, Domínguez, Escobedo, Espinoza, Fon-
seca, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Gómez la Madrid, Ibarra,
Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (Juan) Larraínzar, Lebrija, Náje-
ra, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Puchet, Quin-
tana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San
Miguel, Sánchez Vergara, Torres, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
268 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
XXI. Conceder la naturalización.
Discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 40 señores siguientes:
Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Caballero, Camacho, Cañas,
Celis, Conejo, Domínguez, Escobedo, Espinoza, Fonseca, García Conde, Gari-
bay, Garza (don Simón), Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisa-
rri, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Nájera, Ortega, Orbegoso, Pacheco
Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pizarro, Puchet, Quintana Roo, Rodríguez
(don Santiago), Ruano, Sánchez Vergara, Torres, Vizcarra, Viya y Cosio, y Zu-
loaga, contra el señor Rodríguez de San Miguel.
XXII. Expeler de la República a los extranjeros no naturalizados, pernicio-
sos a ella.
Hubo lugar a votación, y se aprobó por unanimidad de los 44 señores si-
guientes: Arteaga, Baranda, Barasorda, Bonilla, Caballero, Camacho, Cañas,
Castillo, Celis, Cervantes, Conejo, Domínguez, Escobedo, Espinoza, Fonseca,
García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza
(don Antonio), Irisarri, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Nájera, Ortega,
Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pizarro, Puchet, Quintana Roo, Qui-
ñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano,
Sánchez Vergara, Torres, Valencia, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
XXIII. Admitir las renuncias de los Ministros de la Suprema Corte de Jus-
ticia y Marcial, de los individuos del consejo y gobernadores de los departa-
mentos.
Hubo lugar a votar, y se aprobó por unanimidad de los 44 señores siguien-
tes: Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Caballero, Camacho,
Cañas, Castillo, Celis, Cervantes, Conejo, Domínguez, Escobedo, Espinoza,
Fonseca, García Conde, Garza (don Simón), Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza
(don Antonio), Irisarri, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Nájera, Ortega,
Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pizarro, Puchet, Quintana
Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San Mi-
guel, Ruano, Torres, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
XXIV. Conceder indultos particulares de la pena capital, en los casos y con
las condiciones que disponga la ley.
Habiéndose preguntado si estaba suficientemente discutido, el señor Ca-
ñas pidió se ratificara la votación, y habiendo se declarado afirmativamente,
pidió el mismo señor acompañado de otros señores, que la votación hubo lu-
gar a votar por los 35 señores siguientes: Alas Arteaga, Baranda, Barasorda, Ba-
sadre, Bonilla, Camacho, Castillo, Celis, Cervantes, Chávarri, Conejo, Domín-
Documentos 269
guez, Escobedo, Fonseca, García Conde, Garza (don Simón), Ibarra, Irisarri,
Iturralde, Icaza (son Juan), Lombardo, Nájera, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña
y Peña, Pizarro, Puchet, Quintana Roo, Rincón, Rodríguez (don Santiago),
Ruano, Vizcarra, Viya y Cosio, y Zuloaga; contra los señores que siguen: Ca-
ballero, Cañas, Espinoza, Gómez la Madrid, Icaza (don Antonio), Larraínzar,
Ortega, Pérez Tagle, Quiñones, Rodríguez de San Miguel, Sánchez Vergara,
Torres, Villamil, y Zozaya; y se aprobó por los 37 señores siguientes: Arteaga,
Baranda, Barasorda, Bonilla, Camacho, Castillo, Celis, Cervantes, Chávarri,
Conejo, Domínguez, Escobedo, Espinoza, Fonseca, García Conde, Garibay,
Garza (don Simón), Ibarra, Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar,
Lebrija, Lombardo, Nájera, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pizarro,
Puchet, Quintana Roo, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Vizcarra,
Viya y Cosio, y Zuloaga; contra los señores que siguen: Caballero, Cañas, Gó-
mez la Madrid, Icaza (don Antonio), Ortega, Rodríguez de San Miguel, Sán-
chez Vergara, Torres, Villamil.
XXV. Conceder privilegios exclusivos, conforme a las leyes, a los inventores,
introductores, o perfeccionadores de algún arte o industria útil a la nación.
Hubo lugar a votar, y se aprobó por unanimidad de los 47 señores siguien-
tes: Alas, Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Caballero, Camacho,
Castillo, Celis, Cervantes, Chávarri, Domínguez, Escobedo, Espinoza, Fonse-
ca, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Gómez la Madrid, Ibarra, Ica-
za (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija,
Nájera, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pizarro,
Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Rodrí-
guez de San Miguel, Ruano, Sánchez Vergara, Torres, Villamil, Vizcarra, Zo-
zaya, y Zuloaga.
XXVI. Conceder dispensas de edad y de cursos literarios, en los términos y
con las circunstancias que prescriban las leyes.
Suficientemente discutido, se preguntó si se dividía en dos partes para su
votación, como indicó el señor Castillo, y se acordó por la negativa. En segui-
da hubo lugar a votar, y se aprobó por los 36 señores siguientes: Alas, Arteaga,
Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Caballero, Camacho, Cañas, Celis, Cer-
vantes, Chávarri, Domínguez, Escobedo, Espinoza, Fonseca, García Conde,
Garibay, Garza (don Simón), Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde,
Icaza (don Juan), Lebrija, Nájera, Ortega, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez
Tagle, Pizarro, Quintana Roo, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sánchez
Vergara, y Torres; contra los señores: Castillo, Gómez la Madrid, Larraínzar,
Orbegoso, Puchet, Quiñones, Rincón, Rodríguez de San Miguel, y Vizcarra.
270 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
XXVII. Nombrar creadores del seno del consejo, que concurran a la cáma-
ra cuando lo estime conveniente, para manifestar o defender las opiniones
del gobierno.
Hubo lugar a votar, y se aprobó por unanimidad de los 45 señores siguien-
tes: Alas, Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Caballero, Camacho,
Cañas, Castillo, Celis, Cervantes, Chávarri, Escobedo, Espinosa, Fonseca, Gar-
cía Conde, Garibay, Garza (don Simón), Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don
Antonio), Irisarri, Iturralde, Larraínzar, Lebrija, Nájera, Ortega, Orbegoso,
Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pizarro, Quintana Roo, Rodríguez
(don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sánchez Vergara, Torres,
Villamil, Vizcarra y Zozaya.
XXVIII. Aumentar o disminuir las fuerzas de policía de los departamentos,
según lo exijan las necesidades de su institución.
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los 43 señores siguientes: Alas, Arteaga,
Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Caballero, Camacho, Cañas, Castillo,
Celis, Cervantes, Chávarri, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García Conde,
Garibay, Garza (don Simón), Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don Antonio),
Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Nájera, Ortega, Orbegoso,
Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pizarro, Quintana Roo, Rincón, Ro-
dríguez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sánchez Vergara,
Torres, Vizcarra y Zozaya; contra los señores: Fonseca y Villamil.
Se leyó y fue puesto a discusión un dictamen de la comisión de bases, admi-
tiendo las siguientes adiciones.
De los señores Basadre y Espinoza al artículo 14: «Después de las palabras
por mandato de autoridad competente, se agregarán las siguientes: dado por
escrito y firmado».
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los 41 señores siguientes: Alas, Artea-
ga, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Caballero, Camacho, Castillo, Celis,
Cervantes, Chávarri, Domínguez, Escobedo, Espinosa, García Conde, Garza
(don Simón), Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza
(Juan), Larraínzar, Lebrija, Nájera, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y
Peña, Pérez Tagle, Pizarro, Puchet, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ro-
dríguez de San Miguel, Ruano, Sánchez Vergara, Torres, Villamil, Vizcarra y
Zozaya.
También fue puesto a discusión otro dictamen de la referida comisión,
sobre la adición del señor Espinoza al artículo 30, y se suspendió por haber
dado la hora.
Documentos 271
Se levantó la sesión. No asistieron, por enfermedad, los señores Arrillaga,
Ballesteros, Cora, Garza y Flores, Navarete, Moreno y Jové, Pimentel, Segura,
y Valencia; por tener licencia, el señor Carrera; sin ella, los señores Cortina,
Dublán, Gordoa (don Luis), Gordoa (don Francisco), y Goríbar.
No se han presentado los señores Cortázar, Haro y Tamaríz, Jiménez (don
Víctor), Mier y Terán, Monjardín, Moreno Cora, y Valentín.
No estuvieron presentes a la hora de abrirse la sesión, los señores Barasor-
da, Bonilla, Castillo, Cervantes, Chávarri, Espinoza, Puchet, y Ruano; y por
tener licencia, el señor Pizarro.
Es copia. México, mayo 10 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 10 DE MAYO DE 1843
Se aprobó el acta de la del día anterior, continuó la discusión que quedó
pendiente ayer del dictamen de la comisión de bases sobre la adición del
señor Espinoza al artículo 30 del proyecto, modificándola en los términos
siguientes: «El congreso, cuando lo estime oportuno, podrá fijar como requi-
sito para ejercer los derechos de ciudadano, el que el mexicano sepa leer y
escribir».
Suficientemente discutida, no hubo lugar a votar por los 32 señores si-
guientes: Barasorda, Basadre, Cañas, Castillo, Cervantes, Chávarri, Conejo,
Domínguez, Escobedo, Espinoza, García Conde, Garibay, Goríbar, Larraínzar,
Lebrija, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pérez Tagle, Puchet, Quiñones, Rin-
cón, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta,
Sánchez Vergara, Torres, Vizcarra, Zozaya y Zuloaga; contra los 19 señores
que siguen: Arrillaga, Arteaga, Bonilla, Camacho, Celis, Cora, Fonseca, Garza
(don Simón), Gómez la Madrid, Ibarra, Icaza (don J.), Nájera, Pacheco Leal,
Peña y Peña, Pizarro, Quintana Roo, y Viya y Cosio.
Se preguntó si volvía a la Comisión el dictamen, y se acordó por la negati-
va; se preguntó si se ponía a discusión siguiente adición del señor Espinoza:
«Desde el año de 1850 en adelante, los que llegaren a la edad que se exige
para ser ciudadano, además de la renta dicha antes para estar en ejercicio
de sus derechos políticos, es necesario que sepan leer y escribir». Se resolvió
afirmativamente.
El señor Espinoza reclamó el trámite, apoyado de otros tres señores, y se
preguntó por orden del señor presidente si subsistía el referido trámite, y se
acordó por la afirmativa. Puesta a discusión, sin ella hubo lugar a votar, y fue
aprobada por los 32 señores siguientes: Baranda, Barasorda, Basadre, Cañas,
272 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Castillo, Celis, Cervantes, Chávarri, Conejo, Cora, Domínguez, Escobedo, Es-
pinoza, Fonseca, Garibay, Garza (don Simón), Icaza (don Antonio), Larraín-
zar, Navarrete, Pacheco Leal, Pérez Tagle, Puchet, Quintana Roo, Rincón, Ro-
dríguez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaceta, Villamil,
Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga; contra los 19 señores que siguen:
Arrillaga, Arteaga, Bonilla, Camacho, García Conde, Gómez la Madrid, Gori-
bar, Ibarra, Irisarri, Icaza (don Juan), Lebrija, Lombardo, Nájera, Orbegoso,
Peña y Peña, Pizarro, Quiñones, y Sánchez Vergara.
El señor Sánchez Vergara propuso la siguiente adición al mismo artículo
30: «En los departamentos de México y Puebla, en los demás, sus Legislaturas
y asambleas fijarán este término». Admitida, se mandó pasar a la comisión.
Se leyeron los siguientes dictámenes de la comisión de bases:
Sobre la adición del señor Navarrete al referido artículo 30, sustituyéndola
por la que sigue: «Los Congresos constitucionales podrán arreglar, según las
circunstancias de los departamentos, la renta que en cada uno haya de reque-
rirse para gozar de los derechos de ciudadano».
Suficientemente discutido hubo lugar a votar, y se aprobó por los 27 seño-
res siguientes: Baranda, Barasorda, Basadre, Camacho, Celis, Conejo, Domín-
guez, Escobedo, Espinoza, Fonseca, García Conde Garza, (don Simón), Gori-
bar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Nájera, Pacheco Leal, Peña y Peña,
Quintana Roo, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sánchez Vergara,
Villamil, Zozaya, y Zuloaga; contra los 16 señores siguientes: Arrillaga, Cañas,
Castillo, Cervantes, Chávarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Navarrete, Ortega,
Orbegozo, Pérez Tagle, Puchet, Quiñones, Sagaseta, Torres y Vizcarra.
Sobre la adición del señor Castillo al artículo 32 («Después de la palabra
moral, se pondrán estas; o excepción legal»), la comisión propone que se admita.
Hubo lugar a votar, y fue aprobado por los 47 señores siguientes: Arrillaga,
Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Cañas, Castillo, Celis, Cervantes, Cháva-
rri, Cora, Domínguez, Espinoza, Fonseca, García Conde, Garza (don Simón),
Gómez la Madrid, Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Ica-
za (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Nájera, Navarrete, Ortega, Pacheco Leal,
Pérez Tagle, Pizarro, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez
(don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Torres, Villamil,
Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
Sobre la adición del mencionado señor Navarrete al artículo 47, y concluye
con la proposición que sigue: «No se aprueba la segunda parte de la adición
Documentos 273
en que se señala una misma hora para la postulación de que habla el artículo
47».
Discutida, hubo lugar a votar y se aprobó por los 42 señores siguientes:
Arrillaga, Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Camacho, Castillo,
Celis, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Fonseca, García Con-
de, Garza (don Simón), Gómez la Madrid, Goribar, Ibarra, Icaza (don An-
tonio), Larraínzar, Lebrija, Nájera, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y
Peña, Pérez Tagle, Pizarro, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodrí-
guez de San Miguel, Ruano, Torres, Villamil, Vizcarra, Viya y Cosio, y Zozaya;
contra los señores Espinoza, y Navarrete.
Sobre las del señor Rodríguez de San Miguel a los artículos 59 y 60, finaliza
con la siguiente proposición: «Se admite la primera de las anteriores adicio-
nes en estos términos: “Sin embargo de que el Congreso General cierre sus
sesiones, continuará las suyas el senado hasta por 30 días, teniendo leyes pen-
dientes de revisión”».
Hubo lugar a votar y se aprobó por los 46 señores siguientes: Arrillaga,
Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Camacho, Cañas, Castillo,
Celis, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, Fonseca,
García Conde, Garza (don Simón), Gómez la Madrid, Goribar, Ibarra, Irisarri,
Iturralde, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Larraínzar, Lebrija, Náje-
ra, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pizarro, Puchet, Quintana
Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San Mi-
guel, Ruano, Sánchez Vergara, Torres, Villamil, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya,
y Zuloaga.
Sobre la del señor Lebrija a la parte duodécima del artículo 93, que conclu-
ye así: «Se aprueba la anterior adición del señor Lebrija». La adición a que se
refiere es esta: «y dar al Gobierno bases y reglas generales para la formación
de los aranceles de comercio».
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los 45 señores siguientes: Arrillaga, Ar-
teaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Camacho, Cañas, Castillo, Celis,
Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García Conde, Garza (Don
Simón), Gómez la Madrid, Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, La-
rraínzar, Lebrija, Nájera, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pi-
zarro, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago),
Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaceta, Torres, Villamil, Vizcarra, Viya y
Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
Se admitieron y mandaron pasar a la comisión, las siguientes adiciones.
274 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Del señor Rodríguez de San Miguel: «En la parte duodécima del art. 93,
después de la palabra, multas, se pondrá, que no pasen de quinientos pesos».
Del señor Pizarro al miembro veintiséis, del artículo 93: «Después de la
palabra, o industria “nueva y”».
De los señores Castillo y Lebrija: «A la parte veinticinco del artículo 93,
después de la palabra, capital se añadirá, con acuerdo del consejo».
«A la parte veintisiete del mismo artículo, después de la palabra literarios,
se añadirá con acuerdo del consejo».
Del señor Larraínzar a la atribución 19 del artículo 93: «Después de la
palabra publicación, se intercalará” lo siguiente: este término comenzará a
contarse desde el mismo día que los reciba».
«Después de la palabra asunto se pondrán estas: dándoles aviso de esta
resolución dentro de igual término».
En miembros separados sin numeración, y como parte de la misma atribu-
ción, se colocarán las siguientes:
«Cuando los treinta días concluyan, estando ya cerradas las sesiones del
Congreso, las observaciones que hiciere el gobierno o aviso que debe dar, lo
dirigirá a la diputación permanente».
«Pasado el referido término sin practicar nada de lo previsto se tendrá por
acordada la sanción, y la ley o decreto se publicará sin demora».
Se levantó la sesión a los tres cuartos para las tres de la tarde y se entró en
secreta, en la que se acordó que lo tratado y acordado en ella, conste en esta
y es lo siguiente.
Con dispensa de trámites se puso a discusión la siguiente proposición, que
hizo al principio el señor Rodríguez de San Miguel, y que, habiéndola retira-
do, la hicieron después suya los señores Zazoya, Ibarra y Cora: «La votación
de los artículos, acerca de los cuales nadie use de la palabra en contra, se veri-
ficará económicamente».
El señor Zozaya la adicionó en estos términos: «pudiendo cualquiera de los
señores que quiera hacer constar su voto, llegarse a la mesa para que se anote
su nombre».
Fundada por sus autores en la utilidad pública, de que haya más tiempo
para discutir y examinar profundamente los artículos que no sean sencillos, y
respecto de los cuales alguno se manifieste en contra en la ansiedad de la na-
ción, por tener Constitución cuanto antes, en la indicación que con el mismo
Documentos 275
objeto de que se obsequien esos deseos públicos ha hecho el Supremo Go-
bierno, y finalmente, en que la proposición se refiere a los artículos sencillos,
y que no llaman la atención de ningún vocal, se puso a discusión, y declarada
suficientemente discutida y con lugar a votar, se aprobó por 30 señores contra
15.
«Finalmente se acordó constase así en acta pública».
No asistieron, por enfermedad los señores Aguirre, Ballesteros, Caballero,
Garza Flores, Moreno y Jové, Payno, Pimentel, Posada, Segura y Valencia; por
tener licencia, el señor Carrera; y sin ella, los señores Cortina, Dublán, Gor-
doa (don L.), Gordoa (don F.), y Moreno.
No se han presentado los señores Cortazar, Haro y Tamaríz, Jiménez (don
Víctor), Mier y Terán, Monjardín, Moreno Cora, y Valentín.
Es copia. México, mayo 11 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 11 DE MAYO DE 1843
Aprobada el acta anterior, continuó la discusión del proyecto de bases.
Artículo 94. Reformado por la comisión en estos términos. «Además de los
casos expresados en esta constitución el presidente tendrá obligación de oír
la opinión del consejo en los negocios a que se refieren las facultades cuarta
quinta y décima séptima del artículo anterior».
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 95. No puede el presidente.
Primero: Mandar en persona las fuerzas de mar o tierra, sin previo permiso
del congreso. El presidente cesará en el ejercicio de sus funciones mientras
mande las tropas, y solo será reputado como general en jefe.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
Tercero. Separarse por más de seis leguas del lugar de la residencia de los
supremos poderes, sin permiso del cuerpo legislativo.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó en votación no-
minal por los 48 señores siguientes: Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre,
Bonilla, Camacho, Cañas, Castillo, Celis, Cervantes, Conejo, Cora, Escobedo,
Espinoza, Fonseca, García Conde, Garza (don Simón), Goribar, Ibarra, Ica-
za (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno
y Jové, Nájera, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle,
276 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Rodrí-
guez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Sánchez Vergara, Torres, Valencia, Vi-
llamil, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya y Zuloaga; contra los señores Arrillaga y
Gómez la Madrid.
Cuarto. Enajenar, ceder, permutar o hipotecar parte alguna del territorio
de la República.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
Quinto. Ejercer ninguna de sus atribuciones, sin la autorización del secre-
tario del despacho del ramo respectivo.
Sin discusión hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 96. Son prerrogativas del presidente: No poder se acusado ni pro-
cesado criminalmente durante su residencia y un año después, sino por deli-
tos de traición contra la independencia nacional y forma de gobierno estable-
cida en esta constitución. Tampoco podrá ser acusado por delitos comunes,
sino hasta pasado un año de haber cesado en sus funciones.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 49 se-
ñores siguientes: Arrillaga, Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla,
Camacho, Cañas, Castillo, Celis, Cervantes, Conejo, Cora, Escobedo, Espino-
za, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Gómez la Madrid, Goribar,
Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar,
Moreno y Jové, Nájera, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez
Tagle, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago),
Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Sánchez Vergara, Torres, Villamil,
Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya y Zuloaga; contra el señor Fonseca.
Artículo En las faltas temporales del presidente de la República, quedará
depositado el Poder Ejecutivo en el presidente del consejo; si la falta o ausen-
cia pasare de quince días, el Senado elegirá quién debe reemplazarlo, tenien-
do las cualidades para este encargo. Si la falta fuese absoluta y no ocurriere en
el año en que deba hacerse la renovación, se verificará la elección en el modo
previsto en los artículos 158 y siguientes, y el nombrado durará el tiempo que
restaba al que faltó.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 43 seño-
res siguientes: Arrillaga, Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Cañas,
Castillo, Celis, Chávarri, Conejo, Cora, Escobedo, Espinoza, García Conde,
Garibay, Garza (don Simón), Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde,
Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jove, Nájera, Orbegoso, Pacheco Leal,
Peña y Peña, Pérez Tagle, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rodríguez (don
Documentos 277
Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Torres, Valencia, Viz-
carra, Viya y Cosio, y Zozaya; contra los señores Gómez la Madrid y Villamil.
Artículo 98. El presidente interino gozará de las mismas prerrogativas, ho-
nores y consideraciones que el propietario, sin otra limitación que reducirse
a dos meses el año de que habla el artículo 96. Una ley señalará el sueldo del
presidente, y el que deba disfrutar el que lo sustituya.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
DEL MINISTERIO
Art. 99. Puesto a discusión, en el curso de ella, el señor Fonseca presentó
la siguiente proposición: «Pido que se suspenda la discusión de esta sección
de artículos, comprendida entre los artículos 99 hasta el 108, entre tanto no
se halle presente el ministerio». Se preguntó si se tomaría en consideración, y
se resolvió por la negativa. Continuó la discusión del mencionado artículo 99,
que dice así: «El despacho de todos los negocios del gobierno, estará cargo de
cuatro ministros que se denominarán: de Relaciones Exteriores, Gobernación
y Policía; de Justicia, Negocios Eclesiásticos, Instrucción Pública e Industria;
de Hacienda; y de Guerra y Marina».
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar en votación nominal pedi-
da por el señor Fonseca por los 34 señores siguientes: Arrillaga, Arteaga, Ba-
randa, Barasorda, Basadre, Camacho, Celis, Cervantes, Chávarri, Escobedo,
García Conde, Garza (don Simón), Ibarra, Icaza (Antonio), Irisarri, Iturralde,
Icaza (don Juan), Lombardo, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña,
Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Saga-
seta, Torres, Valencia, Vizcarra, Zozaya, y Zuloaga; contra los 17 señores que
siguen: Bonilla, Cañas, Castillo, Cora, Espinoza, Fonseca, Garibay, Gómez la
Madrid, Larraínzar, Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Pérez Tagle, Rodríguez
de San Miguel, Sánchez Vergara, Villamil, y Viya y Cosio; y se aprobó por los
46 señores siguientes: Arrillaga, Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Boni-
lla, Camacho, Celis, Cervantes, Chávarri, Escobedo, Espinoza, Fonseca, García
Conde, Garibay, Garza (don Simón), Gómez la Madrid, Goribar, Ibarra, Ica-
za (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Lombardo, Moreno
y Jové, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pu-
chet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano,
Sagaseta, Sánchez Vergara, Torres, Valencia, Villamil, Vizcarra, Vizcarra, Viya y
Cosio, Zozaya y Zuloaga; contra los señores que siguen: Cañas, Castillo, Cora,
Larraínzar, Pérez Tagle, y Rodríguez de San Miguel.
278 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Artículo 100. Para ser ministro se requiere ser mexicano por nacimiento, o
hallarse en el caso segundo del artículo 23 y ser ciudadano en el ejercicio de
sus derechos.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 49 se-
ñores siguientes: Arrillaga, Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla,
Camacho, Cañas, Castillo, Celis, Chávarri, Cora, Escobedo, Fonseca, García
Conde, Garibay, Garza (don Simón), Gómez la Madrid, Goribar, Ibarra, Icaza
(don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lombardo,
Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Ortega, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez
Tagle, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago),
Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Sánchez Vergara, Torres, Valen-
cia, Villamil, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya y Zuloaga.
El señor Moreno y Jové hizo presente a la mesa que, habiendo dejado de
asistir unos pocos días antes de la Junta, por enfermo, según se ha hecho cons-
tar en las actas, desde luego se había omitido en alguna esta circunstancia,
porque en el Diario del Gobierno aparecía sin licencia; lo que avisaba para
corregir cualquiera equivoco.
Se levantó la sesión pública para entrar en secreta ordinaria. No asistieron,
por enfermedad, los señores, Domínguez, Pizarro, Pimentel, Payno, Posada,
Ballesteros, Caballero, Lebrija, Garza y Flores, y Segura; por tener licencia, el
señor Carrera; y sin ella, los señores Dublán, Gordoa (don Luis), Gordoa (don
F.), y Moreno (don Diego).
No se han presenta los señores Cortazar, y Haro y Tamaríz, Jiménez (don
Víctor), Mier y Terán, Monjardín, Moreno Cora, y Valentín.
SESIÓN DEL DÍA 12 DE MAYO DE 1843
Se aprobó el acta anterior, y continuó la discusión del proyecto de bases.
Artículo 101. Son obligaciones de cada uno de los ministros.
I. Acordar con el presidente el despacho de todos los negocios relativos a
su ramo.
II. Presentar anualmente a las cámaras antes del 15 de enero, una memo-
ria especificativa del estado en que se hallen los ramos de la administración
pública correspondientes a su Ministerio, y en que proponga las reformas
que estime convenientes. El Ministerio de Hacienda la presentará el día 8 de
julio, y con ella la cuenta general de gastos del año penúltimo, el presupuesto
Documentos 279
general de los del siguiente, y la iniciativa de las contribuciones con que debe
cubrirse.
Discutida, hubo lugar a votar y se aprobó por los 46 señores siguientes:
Arrillaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Camacho, Cañas, Carrera,
Castillo, Celis, Cervantes, Conejo, Cora, Espinoza, García Conde, Garza (don
Simón), Gómez la Madrid, Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Itu-
rralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jove, Nájera, Navarrete, Or-
tega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Puchet,
Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sán-
chez Vergara, Torres, Villamil, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya y Zuloaga.
El señor presidente mandó que se preguntara si se llamaría a funcionar a
uno de los señores secretarios que concluyeron en el mes próximo pasado,
por esta solo uno de los del presente. Se acordó por la afirmativa.
Artículo 102. Todos los negocios de gobierno se girarán precisamente por
el Ministerio, a cuyo ramo pertenezcan sin que un ministro pueda autorizar
los que correspondan a otro. Las órdenes que se expidieron contra esta dispo-
sición, y las del presidente que no aparezcan con la debida autorización, no
serán obedecidas ni cumplidas.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 103. Todas las autoridades de la República sin excepción alguna,
prestarán cumplida obediencia a las órdenes que se les dirijan por los secreta-
rios de despacho, siendo libradas en la forma prescrita por esta Constitución.
Se puso a discusión y, después de haber hablado en contra el señor Arri-
llaga las tres veces que permite el reglamento, y habérsele contestado otras
tantas, pidió a la Junta que se le permitiera hablar por cuarta vez, y se acordó
afirmativamente.
En seguida se declaró el artículo suficientemente discutido y con lugar a
votar, y se aprobó por los 47 señores siguientes: Arrillaga, Arteaga, Balleste-
ros, Baranda, Basadre, Bonilla, Caballero, Camacho, Cañas, Carrera, Casti-
llo, Celis, Cervantes, Conejo, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García
Conde, Garza (don Simón), Gómez la Madrid, Goribar, Ibarra, Icaza (don
Antonio), Irisarri, Iturralde, Larraínzar, Lombardo, Moreno y Jové, Nájera,
Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pimentel, Puchet,
Quintana Roo, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Torres, Villamil,
Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya y Zuloaga.
Artículo 104. Reformado en estos términos: «Los ministros tiene derecho
de concurrir a las Cámaras siempre que así lo disponga el presidente, y debe-
280 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
rán hacerlo cuando cualquiera de ellas lo acuerde, y les darán de palabra o
por escrito todos los informes que les pidan, salvando siempre el caso de que
la revelación de un secreto comprometa el éxito de los negocios que estén
pendientes».
Discutido, no hubo lugar a votar y se aprobó por los 45 señores siguien-
tes: Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Basadre, Bonilla, Caballero, Ca-
macho, Cañas, Carrera, Castillo, Celis, Cervantes, Conejo, Cora, Domínguez,
Escobedo, Espinoza, García Conde, Garza (don Simón), Gómez la Madrid,
Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Icaza (don Juan), Larraínzar, Lombar-
do, Moreno y Jové, Nájera, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña,
Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano,
Torres, Villamil, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya y Zuloaga.
Artículo 105. El Ministerio formará un reglamento especificando los nego-
cios que correspondan a cada ramo, y lo presentarán al Congreso dentro del
primer período de sus sesiones para su aprobación, y sin que pueda reformar-
se o alterarse sin permiso del Congreso.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 106. Los ministros serán responsables de los actos del presidente
que autoricen con sus firmas contra la Constitución y las leyes.
Discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 51 señores siguientes:
Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Caballe-
ro, Camacho, Cañas, Carrera, Castillo, Celis, Cervantes, Chávarri, Domínguez,
Escobedo, Espinoza, Fonseca, García Conde, Garibay, Garza (don Simón),
Gómez la Madrid, Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Ica-
za (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbego-
so, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Puchet, Quintana Roo,
Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sánchez Vergara, Torres, Villamil,
Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya y Zuloaga.
Artículo 107. Los ministros se reunirán en junta cuando el presidente lo
disponga, y cuando así lo pidiere el ministro del ramo. Todos firmarán el
acuerdo en el libro respectivo, anotándose los que disientan.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 108. De las resoluciones que se tomaren en junta de ministros,
serán responsables los que las acordaren, y en todos casos lo será el ministro
que las autorice.
Documentos 281
Discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 49 señores siguientes:
Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda, Bonilla, Camacho, Ca-
ñas, Carrera, Castillo, Celis, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobe-
do, Espinoza, Fonseca, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Gómez la
Madrid, Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don
Juan), Moreno y Jove, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal,
Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Rincón, Rodrí-
guez (don Santiago), Ruano, Sánchez Vergara, Torres, Villamil, Vizcarra, Viya
y Cosio, Zozaya y Zuloaga.
Artículo 109. El presidente después de oír las opiniones emitidas por los
ministros en la junta, es libre para resolver lo que le parezca.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
DEL CONSEJO DE GOBIERNO
Artículo 110. Habrá un consejo de gobierno compuesto de diez y siete vo-
cales, nombrados por el presidente.
Discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 44 señores siguientes:
Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Basadre, Bonilla, Caballero, Cama-
cho, Cañas, Carrera, Celis, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, García
Conde, Garibay, Garza (don Simón), Gómez la Madrid, Goribar, Ibarra, Icaza
(don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Moreno y Jové, Nájera,
Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimen-
tel, Puchet, Quintana Roo, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sán-
chez Vergara, Torres, Viya y Cosio, Zozaya y Zuloaga.
Artículo 111. Para ser consejero se necesita, ser ciudadano con ejercicio de
sus derechos, mayor de 35 años, y que haya servido sin nota lo menos 10 años
en la carrera pública. El número de consejeros se escogerá de modo que haya
lo menos tres personas que por se carrera se hayan versado en los negocios
peculiares de algún Ministerio.
Discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 43, señores siguientes:
Arteaga, Ballesteros, Basadre, Bonilla, Caballero, Camacho, Castillo, Celis,
Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Fonseca, García Conde,
Garibay, Garza (don Simón), Gómez la Madrid, Goribar, Ibarra, Icaza (don
Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jové, Nájera, Or-
tega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Puchet,
Quintana Roo, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sánchez Vergara,
Torres, Villamil, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya y Zuloaga.
282 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Artículo 112. El presidente elegirá al del consejo de entre sus vocales, a
propuesta en terna de esta corporación.
Artículo 113.El cargo de consejero es perpetuo, y solo se perderá por sen-
tencia ejecutoria que impone esta pena.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 114. Los consejeros serán responsables de los dictámenes que die-
ren contra la constitución y las leyes.
Hubo lugar a votar y se aprobó, estando en contra el señor Villamil.
Artículo. 115. El consejo formará su reglamento interior, y lo sujetará a la
aprobación del Congreso.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 116. Es obligación del consejo, dar su dictamen al Gobierno en
todos los asuntos que lo exigiese esta Constitución, y en los demás que este se
lo pida.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 117. Es atribución del consejo, proponer al Gobierno los regla-
mentos y medidas que le parezcan útiles al mejor servicio público, en todos
los ramos de la administración.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Fueron admitidas y se mandaron pasar a la comisión las siguientes adicio-
nes.
Del señor Cora al artículo 99: «Quedando desde ahora autorizados los fu-
turos Congresos para hacer en este artículos las variaciones que la experiencia
acredite ser convenientes»
De los señores Espinoza y Cora al art. 112: «Siendo mexicanos por naci-
miento y del estado secular»
El señor Irisarri, presentó las siguientes proposiciones.
Primera: «En vez de consejo de gobierno, se denominará Consejo de Esta-
do».
Segunda: «En el artículo 112, después de la palabra elegirá, se debe añadir,
en principio de cada año, de manera que el artículo quede redactada en estos
términos. El presidente elegirá en principio de cada año al consejero de entre
sus vocales, a propuesta en terna de esta corporación».
Documentos 283
Se mandaron pasar a la Comisión.
También presentó las adiciones que siguen.
Primera: «Serán supernumerarios los que hayan sido presidentes de la Re-
pública. Los declarados beneméritos de la patria, los que hayan sido ministros
en propiedad por más de un año, los jubilados de la Suprema Corte de Justicia
y marcial, y jefes superiores de Hacienda jubilados en cuenten cuarenta años
de cumplidos servicios».
Segunda: «Estos suplirán las ausencias y faltas temporales de los propieta-
rios por el orden de antigüedad: teniendo también voto en los asuntos graves
en que el Gobierno quiera oír el dictamen del consejo pleno o cuando el mis-
mo consejo acuerde la concurrencia de todos sus individuos».
Admitidas, se mandaron pasar a la comisión.
Se levantó la sesión. No asistieron, por enfermedad, los señores Aguirre,
Garza y Flores, Lebrija, Payno, Posada, Rodríguez de San Miguel, Sagaseta,
Segura, y Valencia; con licencia los señores Pizarro, y Quiñones; y sin ella, los
señores Alas, Cortina, Dublán, Gordoa (don Luis), Gordoa (don Francisco),
y Moreno (Diego).
No se han presentado, los señores Cortázar, Haro y Tamaríz, Jiménez, Mier
y Terán, Monjardín, Moreno Cora, y Valentín.
Son copias. México, mayo 13 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 13 DE MAYO DE 1843
Aprobada el acta del día anterior, la Secretaría aviso haber acusado recibo
del Proyecto de bases, las juntas departamentales de Chihuahua, Durango, Ta-
maulipas, y Chiapas; el Gobierno del Departamento de Tabasco; los Tribuna-
les Superiores de Chiapas, Chihuahua y Tamaulipas; el Gobierno eclesiástico
de Durango, la Universidad de Chiapas, y el Ayuntamiento de Guadalajara. Al
archivo.
Continuó la discusión del Proyecto de bases.
TITULO VI
DEL PODER JUDICIAL
Artículo 118. El Poder Judicial se deposita en una Suprema Corte de Justi-
cia, en tribunales superiores y jueces inferiores de los departamentos, y en los
demás que establezcan las leyes.
284 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó económicamente.
Artículo 119. La Corte Suprema de Justicia se compondrá de once minis-
tros y un fiscal.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 43 seño-
res siguientes: Arrillaga, Ballesteros, Baranda, Bonilla, Caballero, Camacho,
Cañas, Castillo, Celis, Conejo, Cora, Dublán, Domínguez, Escobedo, Espi-
noza, Fonseca, García Conde, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la
Madrid, Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar,
Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y
Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez
(don Santiago), Ruano, Sánchez Vergara, Torres, Villamil, y Viya y Cosío.
Artículo 120. Para ser ministro de la Suprema Corte de Justicia, se requiere:
Primero. Ser ciudadano en ejercicio de sus derechos.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó económicamente.
Segundo. Tener la edad de cuarenta años cumplidos.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
Tercero. Ser abogado recibido conforme a las leyes, y haber ejercido su
profesión por espacio de diez años en la judicatura, o quince en el foro con
estudio abierto.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
Cuarto. Puesto a discusión, se reformó por indicación del señor Castillo,
quedando de esta manera: «No haber sido condenado judicialmente por al-
gún crimen o delito que tenga pena infamante en proceso legal».
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar en votación nominal, pedida
por el señor Villamil, apoyado de otros señores, por los 39 siguientes: Artea-
ga, Bonilla, Carrera, Castillo, Celis, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo,
Espinoza, Fonseca, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flo-
res, Goribar, Ibarra, Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y
Jové, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegozo, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez
Tagle, Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Rincón, Rodríguez (don Santiago),
Ruano, Torres, Valencia, Vizcarra, y Zuloaga; contra los señores que siguen:
Arrillaga, Cañas, Cervantes, Gómez la Madrid, Quiñones, Sánchez Vergara,
y Villamil; y se aprobó por los 41 señores siguientes: Arteaga, Baranda, Boni-
lla, Cañas, Castillo, Celis, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza,
Fonseca, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Goribar,
Ibarra, Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jové, Ná-
Documentos 285
jera, Navarrete, Ortega, Orbegozo, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle,
Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santia-
go), Ruano, Sánchez Vergara, Torres, Valencia y Zuloaga; contra los señores
que siguen: Arrilaga, Cervantes, Gómez la Madrid, y Villamil.
ATRIBUCIONES DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA
Artículo 121. Son facultades de la Corte Suprema de Justicia.
Primera. Conocer en todas instancias de las causas criminales que se pro-
muevan contra los funcionarios públicos, a quienes el congreso o las cámaras
declaren con lugar a la formación de causa, y de las civiles de los mismos.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
Segunda. «Conocer de las causas civiles y criminales en que hagan de ac-
tores los funcionarios de que el reo lo solicite en el tiempo y forma que pres-
criban las leyes».
Suficientemente discutida, hubo lugar a votar en votación nominal, pedida
por el señor Navarrete, apoyada por otros señores por los 23 siguientes: Artea-
ga, Baranda, Camacho, Castillo, Celis, Escobedo, García Conde, Garibay, Gar-
za (don Simón), Goribar, Ibarra, Irisarri, Larraínzar, Orbegozo, Pacheco Leal,
Peña y Peña, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sánchez
Vergara, Valencia y Zuloaga; contra los 22 señores que siguen: Arrillaga, Boni-
lla, Cañas, Carrera, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Espinoza, Fonse-
ca, Garza y Flores, Gómez la Madrid, Icaza (don Antonio), Nájera, Navarrete,
Ortega, Pérez Tagle, Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Torres, y Villamil; y se
aprobó por los 24 señores siguientes: Arteaga, Baranda, Camacho, Castillo,
Celis, Escobedo, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Goribar, Ibarra,
Irisarri, Iturralde, Larraínzar, Orbegozo, Pacheco Leal, Peña y Peña, Quiño-
nes, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sánchez Vergara, Valencia
y Zuloaga; contra los señores que siguen: Arrillaga, Bonilla, Cañas, Carrera,
Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Espinoza, Fonseca, Garza y Flores,
Gómez la Madrid, Nájera, Navarrete, Ortega, Pérez Tagle, Pimentel, Puchet,
Quintana Roo, Torres, Villamil, y Vizcarra.
Tercera. Puesta a discusión, quedó pendiente, levantándose la sesión a la
que no asistieron, por enfermedad, los señores Aguirre, Basadre, Lebrija, Pay-
no, Posada, Sagaseta, Rodríguez de San Miguel, y Segura; por tener licencia,
los señores Zozaya, Barasorda y Pizarro; y sin ella los señores Alas, Cortina,
Dublán, Gordoa (don Francisco), y Gordoa (don Luis).
286 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
No se han presentado los señores Cortazar, Jiménez, Mier y Terán, Monjar-
dín, Moreno Cora, y Valentín.
SESIÓN DEL DÍA 15 DE MAYO DE 1843
Se leyó y aprobó el acta del día 3 del corriente.
La comisión retiró la parte tercera del artículo 121 del Proyecto de bases.
Se puso a discusión la parte cuarta de dicho artículo 121, que dice así:
«Conceder de la misma manera de las demandas judiciales que un departa-
mento intentare contra otro, o los particulares contra un departamento con-
tencioso».
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por unanimidad
de los 46 señores siguientes: Aguirre, Arrillaga, Baranda, Basadre, Bonilla, Ca-
ballero, Camacho, Cañas, Castillo, Celis, Cervantes, Conejo, Domínguez, Es-
cobedo, Espinoza, García Conde, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez
la Madrid, Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan),
Larraínzar, Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña
y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Ro-
dríguez (don Santiago), Ruano, Sánchez Vergara, Torres, Valencia, Villamil,
Vizcarra, y Zozaya.
Quinta. Conocer de las causas llamadas de almirantazgo, presas de mar y
tierra, y crímenes cometidos en alta mar.
Discutida, hubo lugar a votar y se aprobó por los 43 señores siguientes:
Aguirre, Arrillaga, Baranda, Basadre, Bonilla, Caballero, Camacho, Cañas,
Castillo, Cervantes, Conejo, Domínguez, Escobedo, Espinoza, Fonseca, Gar-
cía Conde, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Goribar,
Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Moreno y
Jové, Nájera, Navarrete, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle,
Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Ruano, Sagaseta, Torres,
Valencia, Vizcarra, y Zozaya; contra los señores Villamil, y Viya y Cosio.
Sexta. Conocer de los asuntos contenciosos pertenecientes al patronato de
la nación.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Séptima. Dirimir las competencias que se susciten entre los tribunales y
juzgados de diversos departamentos o fueros.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Documentos 287
Octava. Conocer en la tercera de los negocios civiles, promovidos contra
los gobernadores, y los civiles y criminales comunes de los magistrados supe-
riores de los departamentos.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Novena. Conocer de las causas de responsabilidad de los magistrados de
los tribunales superiores de los departamentos.
Discutida, hubo lugar a votar y se aprobó por unanimidad de los 45 señores
siguientes: Aguirre, Arrillaga, Baranda, Basadre, Bonilla, Caballero, Camacho,
Cañas, Castillo, Celis, Cervantes, Conejo, Domínguez, Escobedo, Espinoza,
Fonseca, García Conde, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid,
Goríbar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Mo-
reno y Jové, Nájera, Navarrete, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez
Tagle, Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Ruano, Sagaseta,
Sánchez Vergara, Torres, Villamil, Vizcarra, Viya y Cosio y Zozaya.
Décima. Conocer de las causas criminales que deban formarse contra los
subalternos inmediatos de la misma Corte Suprema, por faltas, excesos o abu-
sos cometidos en el servicio de sus destinos.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Undécima. Conocer de los recursos de nulidad que se interpongan contra
las sentencias dadas en última instancia por los tribunales superiores de los
departamentos.
Suficientemente discutida, hubo lugar a votar y se aprobó por los 37 seño-
res siguientes: Arrillaga, Arteaga, Baranda, Basadre, Bonilla, Camacho, Cañas,
Carrera, Celis, Cervantes, Domínguez, Escobedo, Espinoza, Fonseca, Garibay,
Garza (don Simón), Garza y Flores, Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde,
Larraínzar, Moreno y Jové, Navarrete, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña,
Pérez Tagle, Puchet, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano,
Sánchez Vergara, Valencia, Villamil, Vizcarra y Zozaya; contra los 2 que si-
guen. Caballero, Castillo, García Conde, Gómez la Madrid, Goribar, Icaza
(don Juan), Lebrija, Nájera, Pimentel, Sagaseta, Torres, y Villa y Cosío.
La duodécima la sustituyó la comisión con el artículo 189 y quedó en lugar
de ella la siguiente redacción: «Conocer de los recursos de la fuerza de los M
RR. arzobispos, RR. obispos, arzobispos, provisores y vicarios generales y jue-
ces eclesiásticos, los que se interpondrán ante la Suprema Corte de Justicia;
mas si a la parte conviniere, podrá introducirlo ante el tribunal del mismo
departamento siendo colegiado, o en el más inmediato que lo sea».
288 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Hubo lugar a votar en votación nominal pedida por el señor Cañas, acom-
pañado de otros señores, por los 35 que siguen: Arrillaga, Baranda, Basadre,
Caballero, Camacho, Carrera, Castillo, Celis, Domínguez, Escobedo, García
Conde, Garza (don Simón), Garza y Flores, Goríbar, Ibarra, Irisarri, Iturrralde,
Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Lombardo Nájera, Orbegoso, Pacheco
Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Rincón, Rodríguez (don Santiago),
Ruano, Sagaseta, Torres, Vizcarra, Viya y Cosio, y Zozaya; contra los 4 siguien-
tes: Aguirre, Arrillaga, Bonilla, Cañas, Cervantes, Espinoza, Garibay, Gómez la
Madrid, Icaza (don Antonio), Moreno y Jové, Navarrete, Puchet, Sánchez Ver-
gara, y Villamil; y se aprobó por los 37 que siguen: Arteaga, Baranda, Basadre,
Bonilla, Caballero, Camacho, Carrera, Castillo, Celis, Domínguez, Escobedo,
Espinoza, García Conde, Garza (don Simón), Garza y Flores, Goríbar, Ibarra,
Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Lombardo, Nájera,
Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Rincón, Rodrí-
guez (don Santiago), Ruano, Sagaseta, Torres, Villamil, Viya y Cosio, y Zozaya;
contra los 11 siguientes: Aguirre, Arrillaga, Cañas, Cervantes, Garibay, Gómez
la Madrid, Icaza (don Antonio), Moreno y Jové, Navarrete, Puchet, y Vizcarra.
Decimotercera. Oír las dudas de los tribunales sobre la inteligencia de al-
guna ley, y juzgándolas fundadas iniciar la declaración correspondiente.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Decimocuarta. Nombrar todos los dependientes y subalternos de la misma
corte, a los que expedirá sus despachos el presidente de la República.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Se leyeron las siguientes adiciones.
Del señor Bonilla: pido a la Honorable Junta Legislativa se sirviera admitir
entre las atribuciones de la Suprema Corte de Justicia, la siguiente proposi-
ción.
Sexta. «Conocer de las demandas de los agentes diplomáticos extranjeros,
que por razón de adulterio intentaren contra sus mujeres, para solo los obje-
tos civiles, siempre que estas fueren naturales de la República o tuvieren en
ella bienes raíces, y contra sus cómplices, para la imposición del condigno
castigo según las leyes».
Fundada por su autor se admitió, y se mandó pasar a la comisión, salvando
su voto el señor Ibarra.
Del señor Navarrete, al artículo 121. Decimaquinta: «Presentar ternas al
presidente de la República para el nombramiento de magistrados de los tri-
Documentos 289
bunales superiores de los departamentos, tomándola de las listas de letrados
que remitan sus gobernadores, de acuerdo con las juntas departamentales y
previo informe de los tribunales respectivos». No se admitió.
Se levantó la sesión. No asistieron, por enfermedad, los señores Ballesteros,
Cora, Ortega, Payno, Posada, Segura, Rodríguez de San Miguel, y Zuloaga;
con licencia, los señores Barasorda y Pizarro; y sin ella, los señores Alas, Corti-
na, Dublán, González, Gordoa (don Luis), Gordoa (don Francisco), y Moreno
(don Diego).
No se han presentado los señores Cortazar, Haro y Tamaríz, Jiménez, Mier
y Terán, Monjardín, Moreno Cora, y Valentín.
Son copias. México, mayo 16 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 16 DE MAYO DE 1843
Aprobada el acta del día anterior, se dio cuenta con dos oficios, uno del
Gobierno y comandancia general de Tamaulipas, acusando recibo del pro-
yecto de bases de organización; y el otro del cabildo eclesiástico de Chiapas,
avisando también haber recibido el referido proyecto, y manifestando su opi-
nión sobre algunos artículos del mismo. El primero se mandó pasar al archi-
vo, y el segundo a la comisión de bases.
Continuó la discusión del Proyecto referido.
Artículo 122. No puede la Corte de Justicia.
Primero. Hacer por sí reglamento alguno, ni aun sobre materias pertene-
cientes a la administración de justicia, ni dictar providencias que contengan
disposiciones generales que alteren o aclaren las leyes.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó económicamente.
Segundo. Tomar conocimiento alguno sobre asuntos gubernativos o eco-
nómicos de la nación o de los departamentos.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 123. No pueden los ministros de la corte de justicia.
Primero. Tener comisión alguna del Gobierno sin permiso del Senado.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
Segundo. Ser apoderados judiciales ni asesores, ni ejercer la abogacía sino
en causa propia.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
290 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
TRIBUNAL PARA JUZGAR A LOS MINISTROS
DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA
Artículo 124. Para juzgar a los ministros de la Corte Suprema de Justicia, se
erigirá un tribunal en esta forma. Cada bienio el segundo día de las sesiones,
se insacularán todos los letrados que haya en ambas Cámaras. La de diputados
sacará por suerte doce individuos, y los que resulten formarán el tribunal que
conocerá de las causas mencionadas.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 125. Este número se distribuirá en tres Salas, en la forma que dis-
ponga el Reglamento del Congreso.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 126. El acusado y acusador pueden recursar cada uno un juez en
cada Sala, sin expresión de causa.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 127. El hueco de las recusaciones se llenará con jueces de la Sala
siguiente, y para los que falten en la última, se sortearán de los letrados insacu-
lados, pertenecientes a la Cámara que no haya hecho la declaración de haber
lugar a la formación de causa.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 128. Si faltare número de los letrados de que habla el artículo
anterior, se elegirá por la cámara respectiva de entre los demás individuos,
las personas que le parezcan, para completar el total de jueces, no debiendo
elegirse eclesiásticos.
Hubo lugar a votar, y se aprobó.
Artículo 129. Si no llegare a veinte el número de letrados de ambas Cáma-
ras insaculados, se completará este número con otros individuos de las mis-
mas, elegir dos la mitad por cada una, si la falta fuere de número par, sino lo
fuere, la de diputados nombrará el número mayor, y la de senadores el menor;
y si uno solo falta, lo elegirá la Cámara de Diputados.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 130. Los que resulten nombrados para jueces, no votarán en el
jurado de acusación.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 131. Fue retirado por la comisión.
Documentos 291
TÍTULO VII
GOBIERNO DE LOS DEPARTAMENTOS
Artículo 132. Reformado por la comisión en el curso del debate, su redac-
ción quedó del siguiente modo: «Cada departamento tendrá una asamblea
compuesta de un número de vocales que no pase de once ni baje de siete, a
juicio por esta vez de las actuales juntas departamentales. El número de su-
plentes será igual al de propietarios.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 41 se-
ñores siguientes: Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Bonilla,
Camacho, Carrera, Castillo, Celis, Cervantes, Cora, Domínguez, Espinoza,
García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid,
Goríbar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar,
Moreno y Jové, Nájera, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pimentel, Quin-
tana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Sagaseta, Sánchez
Vergara, Torres, Villamil, Vizcarra, y Viya y Cosío; contra el señor Ortega.
Artículo 133. Para ser vocal de las asambleas departamentales, se requie-
ren la edad de veinticinco años cumplidos, y las demás calidades que para ser
diputados al congreso, y no estar comprendido en ninguna de sus excepcio-
nes.
Reformado así por la comisión, hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 134. Los vocales mencionados durarán cuatro años en su encar-
go, y se renovarán por mitad cada dos, saliendo por la primera vez los segun-
dos nombrados, y en lo sucesivo los más antiguos. Si el número fuere impar,
saldrá primero el número menor, y seguirán alternándose después la parte
mayor y la menor.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 135. Son facultades de las asambleas departamentales:
Primera. Establecer arbitrios para completar sus gastos ordinarios, o hacer
los extraordinarios que determinen, según sus facultades, con aprobación del
Congreso, sin perjuicio de llevarlos a efecto inmediatamente que los decre-
ten. El presidente de la República puede suspender la ejecución de estos arbi-
trios, dando cuenta sin demora al Congreso.
Suficientemente discutido hubo lugar a votar, y se aprobó por los 42 seño-
res siguientes: Aguirre, Arteaga, Baranda, Bonilla, Camacho, Cañas, Carrera,
Castillo, Celis, Chávarri, Cora, Domínguez, Espinoza, Fonseca, García Conde,
Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Goribar, Ibarra, Icaza
292 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
(don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jové, Ná-
jera, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimentel,
Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sagase-
ta, Torres, Villamil, Viya y Cosio y Zozaya; contra el señor Cervantes.
Segunda. Arreglar la inversión y contabilidad de la hacienda del departa-
mento.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Tercera. Crear los empleados necesarios para la recaudación y distribución
de la hacienda departamental; asignarles sus dotaciones, y reglamentar las
obligaciones de los empleados.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Cuarta. Crear fondos para establecimientos de instrucción, utilidad, o be-
neficencia pública, con los requisitos designados en la atribución primera.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Comenzó y quedó pendiente la discusión de la parte quinta.
Se levantó la sesión. No asistieron por enfermedad, los señores Caballero,
Lebrija, Payno, Posada, Puchet, Rodríguez de San Miguel, Segura, Valencia, y
Zuloaga; por tener licencia, los señores Barasorda, Navarrete, y Pizarro; y sin
ella, los señores Alas, Cortina, Dublán, González, Gordoa don Luis), Gordoa
(don Francisco), y Moreno (don Diego).
No se han presentado los señores Cortazar, Haro y Tamaríz, Jiménez (don
Víctor), Mier y Terán, Monjardín, Moreno Cora y Valentín.
Es copia. México, mayo 17 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 17 DE MAYO DE 1843
Aprobada el acta del día anterior, se dio cuenta con las siguientes adicio-
nes.
Del señor Larraínzar, a la parte segunda del artículo 101. Después de las
palabras y en que se intercalarán las siguientes: «previa audiencia del consejo».
Después de la palabra reformas se pondrá «e iniciativas». Se admitió y se
mandó pasar a la comisión.
Del señor Iturralde, a la parte tercera del artículo 120: «y tener una renta
anual notoria, o sueldo que no baje de $2,000.00 pesos». No se admitió.
Documentos 293
Del señor Navarrete, al artículo 119: «Una ley secundaria determinará el
número de suplentes que haya de haber en la Suprema Corte, sus cualidades
y modo de elegirse; entre tanto, continuarán los suplentes que existen y se
proveerán las vacantes conforme a la ley vigente». Admitida, se mandó pasar
a la comisión.
Continuó la discusión de la parte quinta del artículo 135, que quedó pen-
diente en la sesión del día anterior, y la comisión la reformó en los términos
siguientes:
Quinta. «Decretar lo conveniente y conforme a las leyes, respecto de ad-
quisición, enajenaciones y permutas de bienes que pertenezcan al común del
departamento. Sobre enajenaciones de terrenos, se observará lo dispuesto
por las leyes».
Discutida, hubo lugar a votar en votación nominal pedida por el señor
Larraínzar por los 31 señores siguientes: Aguirre, Arrillaga, Ballesteros, Bo-
nilla, Cañas, Carrera, Castillo, Celis, Cervantes, Cora, Domínguez, Espinoza,
Fonseca, García Conde, Garibay, Gómez la Madrid, Irisarri, Icaza (don Juan),
Larraínzar, Moreno y Jové, Nájera, Orbegoso, Pimentel, Quintana Roo, Qui-
ñones, Rincón, Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sánchez Vergara, Torres, y
Vizcarra; contra los 16 que siguen: Baranda, Basadre, Camacho, Escobedo,
Garza (don Simón), Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Navarrete, Orte-
ga, Pacheco Leal, Peña y Peña, Rodríguez, (don Santiago), Sagaseta, Valencia,
y Zozaya; y se acordó volviese a al comisión.
Sexta. Reformada por la comisión en estos términos: «Disponer la apertura
y mejora de los caminos de los departamentos, y cuidar de su conservación
estableciendo en ellos peajes para cubrir sus costos, entendiéndose esta atri-
bución sin perjuicio de los que dispongan las leyes sobre cominos generales».
Fue aprobada.
Séptima. Fomentar la enseñanza pública en todos sus ramos, creando y
dotando establecimientos literarios, sujetándose a las bases que diere el Con-
greso sobre estudios preparatorios, cursos, exámenes y grados.
A moción del señor Castillo, se preguntó si se dividía en dos partes y se
acordó por la negativa, y hubo lugar a votar y se aprobó por los 48 señores
siguientes: Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda, Basa-
dre, Bonilla, Camacho, Cañas, Carrera, Celis, Cervantes, Domínguez, Escobe-
do, Espinoza, Fonseca, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Goríbar,
Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar,
Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y
Peña, Pimentel, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santia-
294 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
go), Ruano, Sagaseta, Sánchez Vergara, Torres, Valencia, Vizcarra, Viya y Co-
sio y Zozaya; en contra, los señores Castillo, Cora, y Gómez la Madrid.
Octava. Crear y reglamentar establecimientos de beneficencia, corrección
o seguridad.
Hubo lugar a votar y fue aprobada.
Novena. En el curso del debate la retiró la Comisión.
Décima. Por indicación del señor Larraínzar, la comisión la reformó en
los términos siguientes: «Hacer la división política del territorio del depar-
tamento, establecer corporaciones y funcionarios municipales, expedir sus
ordenanzas respectivas y reglamentar la policía municipal, urbana y rural».
Discutida, hubo lugar a votar y se aprobó por unanimidad de los 49 señores si-
guientes: Aguirre, Arrillaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Camacho,
Cañas, Carrera, Castillo, Celis, Cervantes, Cora, Domínguez, Escobedo, Espi-
noza, Fonseca, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Gómez la Madrid,
Goríbar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar,
Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y
Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez
(don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Sánchez Vergara,
Torres, Valencia, Vizcarra, Viya y Cosío y Zozaya.
Undécima. Cuidar de la salubridad pública y reglamentar lo conveniente
para conservarla.
Hubo lugar a votar, y se aprobó.
Duodécima. Fomentar su agricultura, industria y demás ramos de prospe-
ridad, según sus facultades.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Decimotercera. Por indicación del señor Espinoza, la reformó la comi-
sión en los términos siguientes: «Aprobar los planes de arbitrios municipales
y los presupuestos anuales de las municipalidades». Suficientemente discu-
tida, hubo lugar a votar y se aprobó por los 39 señores siguientes: Aguirre,
Arrillaga, Arteaga, Basadre, Bonilla, Carrera, Castillo, Celis, Cervantes, Cora,
Domínguez, Escobedo, Fonseca, García Conde, Garibay, Garza (don Simón),
Goríbar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Larraínzar, Moreno
y Jové, Nájera, Navarrete, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle,
Pimentel, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Rua-
no, Torres, Valencia, Vizcarra, y Zozaya; contra los señores Gómez la Madrid,
y Rodríguez de San Miguel.
Documentos 295
Decimocuarta. Establecer y organizar los tribunales superiores y juzgados
inferiores, y reglamentar el ejercicio de sus funciones sin alterar el orden de
procedimientos que disponen o dispusieren las leyes.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Decimoquinta. Hacer al Congreso iniciativas de ley según la facultad del
artículo 61.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Se levantó la sesión. No asistieron, por enfermedad, los señores Caballero,
Chávarri, Conejo, Garza y Flores, Lebrija, Payno, Posada, Segura, Villamil, y
Zuloaga; por tener licencia, los señores Puchet, y Pizarro; y sin ella, los señores
Alas, Cortina, Dublán, González, Gordoa (don Luis), Gordoa (don Francis-
co), y Moreno (don Diego).
No se han presentado los señores Cortázar, Haro y Tamaríz, Mier y Terán,
Monjardín, Moreno Cora, y Valentín.
SESIÓN DEL DÍA 18 DE MAYO DE 1843
Se aprobó el acta anterior, y continuó la discusión del Proyecto de bases.
Artículo 135.
Parte XVI. Consultar al gobernador en todos los asuntos en que este se lo
exija, y también en los que deba hacerlo según la constitución y las leyes.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
XVII. En el curso del debate la retiró la comisión.
XVIII. Hacer las elecciones según esta constitución, de presidente de la
República, individuos de la Suprema Corte de Justicia y senadores.”
Hubo lugar a votar y se aprobó.
XIX. Decretar la fuerza de policía que deba haber en el departamento, y
reglamentar su servicio, sin prestar otro que el de conservar el orden, la se-
guridad, y auxiliar la ejecución de los mandatos de las autoridades políticas y
judiciales. Esta fuerza no gozará fuero, y deberá estar distribuida en las pobla-
ciones, con proporción a sus necesidades.
Discutida, hubo lugar a votar y se aprobó por los 49 señores siguientes:
Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Barasorda, Basadre, Bonilla, Caballe-
ro, Camacho, Cañas, Carrera, Castillo, Celis, Chávarri, Conejo, Dublán, Do-
mínguez, Escobedo, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flo-
296 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
res, Gómez la Madrid, Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde,
Icaza (don Juan), Lebrija, Lombardo, Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Or-
begoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rin-
cón, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sánchez
Vergara, Torres, Vizcarra, Viya y Cosio y Zuloaga.
Artículo 136. Son obligaciones de las asambleas departamentales:
I. Formar y dirigir anualmente la estadística de su departamento al gobier-
no supremo, con las observaciones que crean convenientes al bien y progresos
del departamento.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
II. Reformada en estos términos: «Formar los presupuestos anuales de los
gastos del departamento, y dirigirlos al congreso general para que los tenga
presentes al revisar los arbitrios que ellas establezcan para completarlos».
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 137. Fue retirado por la comisión.
Artículo 138. Para ser gobernador se requiere; ser ciudadano en ejercicio
de sus derechos, mayor de 35 años, natural o vecino del departamento, tener
$2,000.00 pesos de renta efectiva, y que haya servido por 5 años en empleos o
cargos públicos.
Discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 43 señores siguientes:
Aguirre, Arrillaga, Ballesteros, Basadre, Bonilla, Caballero, Carrera, Castillo,
Celis, Chávarri, Cora, Dublán, Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y
Flores, Gómez la Madrid, Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Itu-
rralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Moreno y Jové, Nájera, Orbego-
so, Pacheco Leal, Peña y Peña, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Ro-
dríguez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sánchez Vergara,
Torres, Vizcarra, Viya y Cosío y Zuloaga.
Artículo 139. Las faltas temporales de los gobernadores se suplirán por
el vocal más antiguo secular de la asamblea departamental; la falta absoluta
se cubriría por nueva elección en la forma prevista en esta Constitución. El
nombrado no podrá nunca durar por más tiempo que el que restaba al gober-
nador que faltó.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 140. Reformado en estos términos: «La propuesta para goberna-
dor se hará en los diez primeros días de febrero del año en que debe reno-
varse».
Documentos 297
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 141. Son obligaciones de los gobernadores de los departamentos.
I. Cuidar de la conservación del orden público en lo interior del departa-
mento.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
II. Publicar a más tardar al tercer día de su recibo, las leyes y decretos del
Congreso Nacional, y los decretos del Presidente de la República, haciéndolos
cumplir dentro de su territorio.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
III.Publicar y hacer cumplir los decretos de las asambleas departamentales.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
IV.Remitir al Gobierno Supremo los decretos de las asambleas departa-
mentales.
Discutida, hubo lugar a votar y se aprobó por los 44 señores siguientes:
Aguirre, Arrillaga, Baranda, Basadre, Bonilla, Caballero, Camacho, Cañas,
Carrera, Castillo, Celis, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, García Con-
de, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Goribar,
Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar,
Lebrija, Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Orbegoso, Peña y Peña, Puchet,
Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sán-
chez Vergara, Torres, Vizcarra, Viya y Cosío y Zuloaga.
Artículo 142. Reformado en estos términos: «Los gobernadores son el con-
ducto único y necesario de comunicación con las supremas autoridades de la
República, exceptuándose los casos de acusación o queja contra los mismos, y
la correspondencia oficial de los tribunales superiores con la Corte de Justicia
en materias judiciales».
Discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 43 señores siguientes:
Aguirre, Arrillaga, Baranda, Basadre, Bonilla, Caballero, Camacho, Cañas,
Carrera, Castillo, Celis, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, García Con-
de, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Goribar,
Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar,
Lebrija, Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y
Peña, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago),
Ruano, Torres, Vizcarra, y Viya y Cosio; contra el señor Rodríguez de San Mi-
guel.
298 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Artículo 143. Son atribuciones de los gobernadores de departamento.
I. Devolver dentro de ocho días a las asambleas departamentales sus decre-
tos cuando los consideren contrarios a la Constitución o a las leyes, y si insistie-
ren en ellos, los remitirán al Gobierno dentro de ocho días para los efectos de
la atribución XVII del artículo 73, suspendiendo entre tanto su publicación.
Discutida, hubo lugar a votar y se aprobó por los 44 señores siguientes:
Aguirre, Arrillaga, Baranda, Basadre, Bonilla, Camacho, Cañas, Carrera, Cas-
tillo, Celis, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, García Con-
de, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gómez la Madrid, Goribar,
Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar,
Lebrija, Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y
Peña, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago),
Rodríguez de San Miguel, Ruano, Torres, Valencia, Vizcarra, y Viya y Cosío.
II. Devolver por una vez dentro de ocho días a las asambleas departamen-
tales, sus decretos que no estén en el caso del artículo anterior, exponiéndole
los motivos que tenga en su contra, y si insistiesen en ellos, los publicará pre-
cisamente.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
III. Nombrar las autoridades políticas subalternas del departamento.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
IV. Nombrar los empleados que se establezcan para recaudar y distribuir la
hacienda que le toque al departamento. En este nombramiento se respetarán
las propiedades de los actuales empleados.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
V. Quedó pendiente.
Se levantó la sesión. No asistieron por enfermedad, los señores Espinoza,
Fonseca, Ortega, Payno, Pérez Tagle, Posada, y Segura; por tener licencia,
el señor Zozaya, y sin ella los señores Alas, Cortina, González, Gordoa (don
Luis), Gordoa (don Francisco), Moreno (don Diego), Sagaseta, y Villamil.
No se han presentado los señores Cortázar, Haro y Tamaríz, Jiménez (Don
Víctor), Mier y Terán, Monjardín, Moreno Cora, y Valentín.
Son copias. México, mayo 19 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
Documentos 299
SESIÓN DEL DÍA 10 DE MAYO DE 184398*
Aprobada el acta de la del día anterior, continuó la discusión que quedó
pendiente ayer el dictamen de la comisión de bases sobre la adición del señor
Espinoza al artículo 30 del proyecto, modificándola en estos términos: «El
Congreso cuando lo estime oportuno podrá fijar como requisito para ejercer
los derechos de ciudadano el que el mexicano sepa leer y escribir».
Suficientemente discutido, no hubo lugar a votar por los 31 señores siguien-
tes: Barasorda, Basadre, Cañas, Castillo, Cervantes, Chávarri, Conejo, Domín-
guez, Escobedo, Espinoza, García Conde, Garibay, Goribar, Larraínzar, Lebrija,
Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pérez Tagle, Puchet, Quiñones, Rincón, Rodrí-
guez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Sánchez Ver-
gara, Torres, Vizcarra, Zazaya, y Zuloaga; contra los 19 que siguen; Arrillaga,
Arteaga, Bonilla, Camacho, Celis, Cora, Fonseca, Garza (don Simón), Gómez
la Madrid, Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Nájera,
Pacheco Leal, Peña y Peña, Pizarro, Quintana Roo, y Viya y Cosío.
Se preguntó si volvía a la comisión el dictamen, y se acordó por la negativa.
Se preguntó si se ponía a discusión la siguiente adición del señor Espinoza:
«Desde el año de 1850 en adelante los que llegaren a la edad que se exige para
ser ciudadano, además de la renta dicha antes para estar en ejercicio de sus
derechos políticos, es necesario que sepan leer y escribir».
Se resolvió afirmativamente, y el señor Espinoza reclamó el trámite apo-
yado por otros tres señores: preguntado por orden del señor presidente si
subsistía dicho trámite, se acordó por la afirmativa, y puesto a discusión, sin
ella hubo lugar a votar y se aprobó por los 32 señores siguientes: Baranda, Ba-
rasorda, Basadre, Cañas, Castillo, Cervantes, Chávarri, Conejo, Cora, Domín-
guez, Escobedo, Espinoza, Fonseca, Garibay, Garza (don Simón), Icaza (don
Antonio), Larraínzar, Navarrete, Pacheco Leal, Pérez Tagle, Puchet, Quintana
Roo, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano,
Sagaseta, Villamil, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga; contra los 19 que
siguen; Arrillaga, Arteaga, Bonilla, Camacho, Celis, García Conde, Gómez la
Madrid, Goribar, Ibarra, Irisarri, Icaza (don Juan), Lebrija, Lombardo, Náje-
ra, Orbegoso, Peña y Peña, Pizarro, Quiñones, y Sánchez Vergara.
El señor Sánchez Vergara propuso la siguiente adición al mismo art. 30:
«En los departamentos de México y Puebla; en los demás sus Legislaturas, o
asambleas fijaran este término». Admitida, se mandó pasar a la comisión.
98
* Se repite esta sesión por haber eliminado algunos errores de su primera inserción. Diario
del Gobierno de la República
300 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Se leyeron los siguientes dictámenes de la comisión de bases.
Sobre la adición del señor Navarrete al referido artículo 30, sustituyéndola
con la proposición que sigue: «Los congresos constitucionales podrán arre-
glarse según las circunstancias de los departamentos, la renta que en cada uno
haya de requerirse para gozar los derechos de ciudadano».
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 27 se-
ñores siguientes: Baranda, Barasorda, Basadre, Camacho, Celis, Conejo, Do-
mínguez, Escobedo, Espinoza, Fonseca, García Conde, Garza (don Simón),
Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Nájera, Pacheco Leal, Peña y
Peña, Quintana Roo, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sánchez Ver-
gara, Villamil, Zozaya, y Zuloaga; Contra los 16 que siguen: Arrillaga, Cañas,
Castillo, Cervantes, Chávarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Navarrete, Ortega,
Orbegoso, Pérez Tagle, Puchet, Quiñones, Sagaseta, Torres, y Vizcarra.
Sobre la adición del señor Castillo al artículo 32 («después de la palabra
mora, se pondrán estas o excepción legal»), la comisión propone que se ad-
mita.
Hubo lugar a votar, y se aprobó por lo 47 señores siguientes: Arrillaga,
Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Camacho, Cañas, Castillo, Celis, Cer-
vantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Espinoza, Fonseca, García Conde, Garza
(don Simón), Gómez la Madrid, Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri,
Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Nájera, Navarrete, Ortega,
Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pizarro, Puchet, Quintana Roo, Qui-
ñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano,
Sagaseta, Torres, Villamil, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
Sobre la del mencionado señor Navarrete al artículo 47 y concluye con el
siguiente artículo: «No se aprueba la segunda parte de la adición, en que se
señala una misma hora para la postulación de que habla el artículo 47».
Discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 42 señores siguientes:
Arrillaga, Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Camacho, Castillo,
Celis, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Fonseca, García Con-
de, Garza (don Simón), Gómez la Madrid, Goribar, Ibarra, Icaza (don Anto-
nio), Larraínzar, Lebrija, Nájera, Ortega, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez
Tagle, Pizarro, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don
Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Torres, Villamil, Vizcarra, Viya y
Cosio, y Zozaya; contra los señores Espinoza, y Navarrete.
Sobre las del señor Rodríguez de San Miguel a los artículos 59 y 60; finaliza
con la siguiente proposición: «Se admite la primera de las anteriores adicio-
Documentos 301
nes en estos términos: “Sin embargo de que el Congreso General cierre sus
sesiones, continuará las suyas en el senado hasta por 30 días teniendo leyes
pendientes de revisión”».
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los 46 señores siguientes: Arrillaga,
Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Camacho, Cañas, Castillo,
Celis, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, Fonseca,
García Conde, Garza (don Simón), Gómez la Madrid, Goríbar, Ibarra, Irisarri,
Iturralde, Larraínzar, Lebrija, Nájera, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña
y Peña, Pizarro, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don
Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sánchez Vergara, Torres, Villa-
mil, Vizcarra, Viya y Cosío, Zozaya, y Zuloaga.
Sobre la del señor Lebrija a la parte duodécima del artículo 73 y concluye
así: «Se aprueba la anterior adición del señor Lebrija. La adición a que se re-
fiere es esta: “y dar al Gobierno bases y reglas generales, para la formación de
los aranceles de comercio”».
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los 45 señores siguientes: Arrillaga, Ar-
teaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Camacho, Cañas, Castillo, Celis,
Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García Conde, Garza (don
Simón), Gómez la Madrid, Goribar, Ibarra, Irizarri, Larraínzar, Lebrija, Náje-
ra, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pizarro, Puchet, Quintana
Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San Mi-
guel, Ruano, Sagaseta, Sáchez Vergara, Torres, Villamil, Vizcarra, Viya y Cosio,
Zozaya, y Zuloaga.
Se admitieron y mandaron pasar a la comisión las siguientes adiciones:
Del señor Rodríguez de San Miguel: en la parte duodécima del artículo 93
después de la palabra multas, se pondrá «que no pasen de quinientos pesos».
Del señor Pizarro al miembro 26 del artículo 93: después de la palabra o
industria «nueva y».
De los señores Castillo y Lebrija.
A la parte vigésimoséptima del mismo artículo después de la palabra litera-
rios, se añadirá «con acuerdo del consejo».
Del señor Larraínzar a la atribución 9 del artículo. 93:
Después de la palabra publicación, se intercalará lo siguiente: «Este término
comenzará a contarse desde el mismo día que los reciba».
Después de la palabra asunto, se pondrán estas: «dándoles aviso de esta
resolución dentro de igual término».
302 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
En miembros separados sin numeración y como parte de la misma atribu-
ción se colocarán las siguientes:
«Cuando los treinta días concluyan estando ya cerradas las sesiones del
Congreso, las observaciones que hiciere el Gobierno, o aviso que debe dar, lo
dirigirá a la diputación permanente».
«Pasado el referido término sin practicar nada de lo previsto, se tendrá por
acordada la sanción y la ley o decreto se publicará sin demora».
Se levantó la sesión pública a los tres cuartos para las tres de la tarde, y se
entro en secreta en la que se acordó que lo tratado y acordado en ella conste
en esta, y es lo siguiente:
«Con dispensa de trámites, se puso a discusión la siguiente proposición que
hizo al principio el señor Rodríguez de San Miguel, y que habiéndola retirado
la hicieron después suya los señores Zozaya, Ibarra, y Cora. “La votación de los
artículos acerca de los cuales nadie use de la palabra en contra, se verificará
económicamente.” El señor Zozaya la adicionó en estos términos: “Pudiendo
cualquiera de los señores que quiera hacer constar su voto, llegarse a la mesa
para que se anote su nombre”».
Fundada por sus autores en la utilidad pública, de que haya más tiempo
para discutir y examinar profundamente los artículos que no sean sencillo, y
respecto de los cuales alguno se manifieste en contra, en la ansiedad de la na-
ción por tener Constitución cuanto antes, en la indicación que con el mismo
objeto de que se obsequien esos deseos públicos, ha hecho el Supremo Go-
bierno, y finalmente, en que la proposición se refiere a los artículos sencillos,
y que no llaman la atención de ningún vocal, se puso a discusión y declarada
suficientemente discutida y con lugar a votar, se aprobó por los 30 señores
siguientes: Arrillaga, Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Cora, Do-
mínguez, Escobedo, García Conde, Gómez la Madrid, Goribar, Ibarra, Irisarri,
Icaza (don Juan), Lebrija, Nájera, Navarrete, Peña y Peña, Puchet, Quintana
Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez de San Miguel, Torres, Villamil, Vizcarra,
Zozaya y Zuloaga; contra los 14 que siguen: Arteaga, Camacho, Cañas, Cas-
tillo, Cervantes, Espinoza, Garza (don Simón), Larraínzar, Ortega, Pacheco
Leal, Pérez Tagle, Pizarro, Ruano, Sánchez Vergara, y Viya y Cosio.
Finalmente, se acordó constarse así en el acta pública.
No asistieron, por enfermedad, los señores Aguirre, Ballesteros, Caballero,
Garza y Flores, Moreno y Jové, Payno, Pimentel, Posada, Segura, y Valencia;
por tener licencia, el señor Carrera; y sin ella, los señores Cortina, Dublán,
Gordoa (son Luis), Gordoa (don F.), y Moreno (don Diego).
Documentos 303
No se han presentado los señores Cortázar, Haro y Tamaríz, Jiménez, Mier
y Terán, Monjardín, Moreno Cora, y Valentín.
Es copia. México, mayo de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 20 DE MAYO DE 1843
Se leyó y aprobó el acta anterior.
Continuó la discusión del Proyecto de bases.
Artículo 151. Las autoridades políticas harán celebrar las elecciones en el
día designado por la ley.
Discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 41 señores siguientes:
Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Basadre, Bonilla, Camacho,
Carrera, Castillo, Celis, Chávarri, Cora, Domínguez, Espinoza, García Conde,
Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Goribar, Ibarra, Icaza (don An-
tonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jové, Nájera, Nava-
rrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Ro-
dríguez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Torres,
Vizcarra, Viya y Cosío, y Zozaya; contra el señor Villamil.
Artículo 152. Los individuos pertenecientes a la milicia, votarán en la sec-
ción de su cuartel, y no se presentarán armados ni formando cuerpo.
Discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por unanimidad de los 43 señores
siguientes: Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Basadre, Bonilla,
Camacho, Carrera, Castillo, Celis, Chávarri, Cora, Domínguez, Espinoza, Gar-
cía Conde, Garza (don Simón), Garza y Flores, Goribar, Ibarra, Icaza (don
Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lombardo, Moreno y Jové,
Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pérez Tagle, Quintana
Roo, Quiñones, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano,
Sagaseta, Torres, Vizcarra, Viya y Cosío, y Zozaya.
Artículo 153. Las juntas electorales calificarán las calidades de sus indivi-
duos y la validez de la elección anterior.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 154. Reformado en estos términos: «En todo caso de empate se
repetirá la elección, y si aún volviere a empatarse decidirá la suerte».
Hubo lugar a votar y se aprobó.
304 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Artículo 155. Cada seis años se renovará el censo de la población de los
departamentos, y por él se computará el número de sus representantes.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 156. Las elecciones primarias se verificarán cada dos años el se-
gundo domingo de agosto; las secundarias el primer domingo de septiembre,
y las de los colegios electorales para nombrar diputados al Congreso, y vocales
de las asambleas departamentales, el primer domingo de septiembre; las de
los colegios electorales para nombrar diputados al Congreso, y vocales de las
asambleas departamentales, el primer domingo de octubre y lunes siguiente.
Discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por unanimidad de los 47 seño-
res siguientes: Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Bo-
nilla, Camacho, Cañas, Carrera, Castillo, Celis, Chávarri, Cora, Domínguez,
Espinoza, García Conde, Garza (don Simón), Garza y Flores, GorÍbar, Ibarra,
Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lombardo, Mo-
reno y Jové, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña,
Pérez Tagle, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rodríguez (don Santiago),
Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Torres, Villamil, Vizcarra, Viya y
Cosio, Zozaya y Zuloaga.
Artículo 157. Las asambleas departamentales calificarán las calidades de
sus individuos.
Suficientemente discutido, el señor Larraínzar pidió que, si hubiese lugar
a votar, la votación fuese nominal, y hubo lugar a votar por los 32 señores
siguientes: Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Baranda, Camacho, Carrera, Celis,
Chávarri, Domínguez, Espinoza, García Conde, Garza (don Simón), Garza
y Flores, Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan),
Moreno y Jové, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Puchet, Qui-
ñones, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sagaseta, Sánchez Vergara, Torres,
Villamil, Viya y Cosío, y Zozaya; contra los 10 señores que siguen: Ballesteros,
Barasorda, Castillo, Cora, Domínguez, Larraínzar, Nájera, Navarrete, Pérez
Tagle, y Rodríguez de San Miguel.
Artículo 158. EL 1o. de noviembre del año anterior a la renovación del
presidente de la República, cada asamblea departamental por mayoría de vo-
tos, y en caso de empate conforme dispone el artículo 154, sufragará para
presidente por una persona que reúna las calidades requeridas para ejercer
esta magistratura.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Documentos 305
Artículo 160. Reformado en estos términos: «El día 2 de enero del año en
que debe renovarse el presidente, se reunirán las dos Cámaras y abrirán los
pliegos, regularán los votos, calificarán las elecciones conforme a los artículos
164 y 168, y declararán presidente al que haya reunido mayoría absoluta de
sufragios».
Discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 42 señores siguientes:
Aguirre, Arrillaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda, Bonilla, Camacho, Cañas,
Carrera, Castillo, Celis, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, García Conde,
Garza (don Simón), Garza y Flores, Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Itu-
rralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Orte-
ga, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Puchet, Quintana Roo, Rodríguez
(don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Sagaseta, Sánchez Vergara, Torres,
Villamil, Vizcarra, Viya y Cosío, Zozaya y Zuloaga.
Artículo 161. Si no hubiere mayoría absoluta, las Cámaras elegirán presi-
dente de entre los dos que tuvieren mayor número de votos si hubiere más
de dos sujetos que tuvieren más votos que el resto, pero en número igual, el
presidente será elegido entre estos.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 162. Si uno tuviere mayoría respectiva, y entre los que reunan
menos hubiere dos o más que obtuvieren igual número de votos, pero mayor
que el resto, las Cámaras elegirán entre estos últimos uno que compita on el
primero para hacer la elección de presidente. Todos estos actos se verificarán
en una sola sesión.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Se levantó la sesión. No asistieron por enfermedad, los señores Caballero,
Cervantes, Gómez la Madrid, Lebrija, Payno, Pimentel, Posada, Rincón, Segu-
ra, y Valencia; por tener licencia, el señor Moreno (don Diego); y sin ella, los
señores Alas, Cortina, Dublán, Escobedo, Fonseca, González, Gordoa (don
Luis), y Gordoa (don Francisco).
No se han presentado los señores Cortazar, Haro y Tamaríz, Jiménez (don
Víctor), Mier y Terán, Monjardín, Moreno Cora y Valentín.
Es copia. México, mayo 22 de 1843.—J. N Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 19 DE MAYO DE 1843
Aprobada el acta de la sesión anterior, la Secretaría avisó haber acusado
recibo del proyecto de bases la junta departamental de Sinaloa, el Gobierno
306 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
del mismo departamento, los Tribunales Superiores de Sinaloa y Tabasco, y el
Ayuntamiento de Culiacán. Al archivo.
Se leyó y mandó pasar a la comisión la siguiente proposición de los señores
Ortega y Castillo como artículo 2o. del proyecto:
«El territorio de la República se dividirá en departamentos, distritos, parti-
dos y municipalidades».
La comisión presentó la parte octava del artículo 93 nuevamente redactada
en estos términos:
“Suspender de sus empleos y privar aún de la mitad de sus sueldos hasta
por tres meses a los empleados de Gobierno y Hacienda infractores de sus
órdenes. Si creyere que se les debe formar causa, o que es conveniente sus-
penderlos por tercera vez, los pasará con los datos correspondientes al juez
respectivo.”
Puesta a discusión sin ella, fue aprobada.
La Secretaría manifestó:que la comisión de bases suspendía la parte quinta
del artículo 143, cuya discusión quedó pendiente en la sesión del día anterior
y, en consecuencia, se puso a discusión la siguiente.
Sexta. Ejercer respecto de los empleados del departamento la misma facul-
tad que tiene el presidente de la República en la atribución octava del artículo
93, e imponer multas a los que le falten al respeto, y además en los casos y
modo que dispongan las leyes.
Sin discusión, se aprobó económicamente.
Séptima. Vigilar la pronta administración de justicia del departamento en
la misma manera que lo debe hacer el presidente de la República.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
Octava. Ser presidente nato de la junta departamental con voto en ella, y
el de calidad en caso de empate, no siendo la votación en ejercicio del poder
electoral.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
Novena. Disponer de la fuerza de policía para lo objetos de su institución.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
Décima. Ser jefe de la Hacienda Pública del departamento, y tener en la
general la vigilancia que le conceda la ley.
Documentos 307
Suficientemente discutida, hubo lugar a votar y se aprobó por unanimidad
de los 42 señores presentes: Aguirre, Arrillaga, Ballesteros, Basadre, Bonilla,
Caballero, Camacho, Cañas, Carrera, Castillo, Cora, Domínguez, Escobedo,
Espinoza, Fonseca, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Gómez la
Madrid, Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan),
Larraínzar, Lebrija, Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Ortega, Pacheco Leal,
Peña y Peña, Pimentel, Puchet, Rodríguez (don Santiago), Sagaseta, Sánchez
Vergara, Torres, Valencia, Vizcarra, Viya y Cosio y Zuloaga.
Undécima. Conceder permisos para el establecimiento de asociaciones’’
públicas, literarias o de beneficencia y revisar sus reglamentos, reformando en
ellos cuanto fuere contrario a las leyes o al orden público.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó
Artículo 144. Las leyes secundarias, y los decretos que las asambleas depar-
tamentales, expidan en uso de las atribuciones que la constitución les otorga,
designarán las facultades y obligaciones de los gobernadores, según las bases
anteriores.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó.
Puesto también a discusión el 145, quedó reformado por indicación del
señor Larraínzar en estos términos: «Los gobernadores en sus causas civiles,
serán juzgados en primera y segunda instancia por el tribunal superior del
departamento en que ejerza sus funciones, o de aquel cuya capital sea más
inmediata a elección del actor».
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
ADMINISTRACION DE JUSTICIA
EN LOS DEPARTAMENTOS
Artículo 146. Habrá en los departamentos, tribunales superiores de justicia
y jueces inferiores. Todos los negocios que comiencen en los juzgados inferio-
res de un departamento, terminarán dentro de su territorio en todas instan-
cias. Una ley determinará el modo de suplir las segundas y terceras instancias
de los departamentos que no pudieren establecer tribunales superiores.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 43 seño-
res siguientes: Aguirre, Arrillaga, Ballesteros, Bonilla, Caballero, Camacho,
Cañas, Castillo, Celis, Cervantes, Chávarri, Conejo, Domínguez, Espinoza,
Fonseca, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Goríbar, Ibarra, Icaza
(don Antonio), Iturralde, Icaza (gon Juan), Larraínzar, Lebrija, Moreno y
Jové, Nájera, Ortega, Pacheco Leal, Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Rodrí-
308 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
guez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Sánchez
Vergara, Torres, Valencia, Vizcarra, Viya y Cosií y Zuloaga; en contra, los seño-
res Cora, Gómez la Madrid, y Navarrete.
PODER ELECTORAL
Artículo 147. Puesto a discusión, en el curso del debate la comisión lo re-
tiró junto al 148.
Artículo 149. El colegio electoral nombrado según el artículo anterior, ve-
rificará la elección de diputados al congreso, y a la respectiva asamblea depar-
tamental.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 150. Para ser elector primario o secundario, se necesita ser ciuda-
dano en ejercicio de sus derechos, mayor de 25 años, vecino y residente en el
partido donde se elija, y no ejercer en jurisdicción contenciosa. Los electores
secundarios deberán además tener una renta de $500.00 pesos anuales lo me-
nos, procedente de capital físico o industria, o trabajo honesto.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 34 se-
ñores siguientes: Aguirre, Ballesteros, Barasorda, Basadre, Bonilla, Caballero,
Camacho, Carrera, Castillo, Celis, Chávarri, Domínguez, Escobedo, Espino-
za, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Goribar, Ibarra, Icaza (don
Antonio), Lebrija, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pimentel, Puchet,
Quintana Roo, Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Torres, Valencia, y
Viya y Cosío; en contra, los 14 que siguen: Arrillaga, Cañas, Cervantes, Cora,
Fonseca, Gómez la Madrid, Iturralde, Larraínzar, Moreno y Jové, Sánchez Ver-
gara, Villamil y Zuloaga.
Se levantó la sesión pública para entrar en secreta extraordinaria. No asis-
tieron, por enfermedad, los señores Arteaga, Garza y Flores, Payno, Posada,
Quiñones, Baranda, y Zozaya; y sin ella, los señores Cortina, Alas, González,
Gordoa (don Luis), Gordoa (don Francisco), y Dublán.
No se han presentado los señores Cortazar, Haro y Tamaríz, Jiménez, Mier
y Terán, Monjardín, Moreno Cora y Valentín.
Es copia.—México, mayo 25 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 22 DE MAYO DE 1843
Aprobada el acta de las del día 20, se leyeron y mandaron pasa a la comi-
sión de bases, las siguientes proposiciones.
Documentos 309
Del señor Arrillaga: después del artículo 21 se adicionará el siguiente: «No
podérsele impedir la traslación de su persona y bienes a otro país cuando le
convenga, con tal de que no deje descubierta en la República responsabilidad
de ningún género, y satisfaga por la extracción de los segundos, la cuota que
establecen las leyes».
Del señor Larraínzar: después de la atribución octava del artículo 93, se
colocará la siguiente: «Remover a los ministros y demás agentes diplomáticos
y cónsules de la República, siempre que lo juzgue conveniente».
Del mismo: Después de la facultad tercera artículo 121, se adicionará la
siguiente: «Conocer en todas instancias de las causas civiles y criminales pro-
movidas contra los ministros y demás agentes diplomáticos y cónsules de la
República».
Del señor Ortega: como artículo, intercalar entre el 4 y el 115, propuso el
siguiente: «Los consejeros no podrán ser diputados ni senadores».
Se admitieron y mandaron pasar a dicha comisión de bases, las siguientes
adiciones:
De los señores Espinoza y Larraínzar al artículo 150: «Los Congresos cons-
titucionales podrán arreglar según las circunstancias de los departamentos la
renta que en cada uno haya de requerirse para ser elector secundario».
Del señor Castillo, a la parte undécima del artículo 121: «Mas si a la parte
conviniere, podrá interponer el recurso de nulidad ante el general superior
del departamento más inmediato siendo colegiado».
Del señor Villamil al artículo 54. «Si el empate ocurre en las elecciones
primarias, sin repetirse estas, decidirá la suerte». La retiró.
Continuó la discusión del Proyecto.
Artículo 163. Las votaciones de que hablan los artículos anteriores, se ha-
rán por mayoría de votos: en caso de empate, se repetirá la votación, y si este
siguiere, decidirá la suerte.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 164. Los actos especificados para la elección de presidente serán
nulos, ejecutándose en otros días que los asignados, a no ser que la sesión
haya sido continua y no se pudiere acabar en el día; solo en el caso de que
algún trastorno social imposibilite, o la reunión del Congreso o la de la mayor
parte de las asambleas departamentales, el Congreso con el voto de las dos ter-
ceras partes de los individuos presentes de cada cámara, designará otros días,
valiendo este acuerdo extraordinariamente y por aquella sola vez.
310 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 165. El presidente terminará en sus funciones el 1o. de febrero
del año de su renovación, y en el mismo día tomará posesión el que deba
reemplazarlo.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 166. Las vacantes de la Suprema Corte de Justicia se cubrirán por
elección de las asambleas departamentales que para la elección de presidente.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 167. «Las elecciones de senadores se verificarán por las asambleas
departamentales, Cámara de Diputados, presidente de la República y Supre-
ma Corte de Justicia para el tercio que debe renovarse cada dos años el día
1o. de octubre del año anterior a la renovación. La elección que debe hacer el
Senado según el artículo 48 y la computación que le corresponde por el artí-
culo 46, será el 1o. de diciembre siguiente. Los nuevos senadores y diputados
entrarán en posesión de su cargo el 1o. de enero inmediato.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 168. Ninguna elección podrá considerarse nula, sino por alguno
de los motivos siguientes. Primero: falta de las calidades constitucionales en el
electo. Segundo: intervención o violencia de la fuerza armada en las eleccio-
nes. Tercero: falta de la mayoría absoluta en los que tienen derecho a votar,
si no fuere en las elecciones primarias. Cuatro: error o fraude en la computa-
ción de los votos.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 169. El nombramiento de senadores preferirá al de diputados: el
de senadores electos pro las asambleas departamentales, al del tercio postu-
lado por primeras autoridades, y el de diputado por vecindad, al electo por
nacimiento.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 170. Las elecciones para diputados, senadores, presidente de la
República y asambleas departamentales, se harán en el año presente en los
días designados en esta Constitución. El primer Congreso abrirá sus sesiones
el 1o. de enero inmediato: el presidente constitucional entrara a funcionar el
1o. de febrero siguiente, y en los diez días primeros de propio mes, se hará
la terna para gobernadores de los departamentos. Para facilitar las elecciones
primarias y secundarias en la primera vez, se observará lo que acerca de ellas
Documentos 311
está dispuesto en la ley de 30 de noviembre de 836 en lo que no sea opuestos
a esta Constitución.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
DISPOSICIONES GENERALES
SOBRE ADMINISTRACION DE JUSTICIA
Artículo 171. Se dispondrán las cárceles de manera que el lugar de la de-
tención sea diverso del de la prisión.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 172. A nadie se exigirá juramento en materia criminal sobre he-
cho propio.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 173. Reformado en estos términos: «Los jueces dentro del tercer
día de tener detenido al reo, le tomarán se declaración preparatoria manifes-
tándole antes el nombre de su acusador, si lo hubiere, la causa de su prisión,
y los datos que haya contra él».
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 174. Al tomar su confesión al reo, se le leerá íntegro el proceso, y
si no conociere a los testigos, se le darán todas las noticias conducentes para
conocerlos.
El señor Castillo pidió que constase en este acta la aclaración que la comi-
sión hizo a este artículo, que es la siguiente: «El señor Ibarra; que no cree que
por el artículo a discusión, se pueda entender que se deroga la ley de 23 de
mayo de 1837 citada por el señor Castillo, porque en el artículo no se hace
más que sentar una base; el modo con que se han de dar esas noticias al reo,
y lo demás que fuere necesario, lo prevendrá la ley secundaria, como lo ha
previsto ya la ley que rige sobre el particular. Por lo mismo no había inconve-
niente en aprobar el artículo».
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 48 seño-
res siguientes: Aguirre, Arrillaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda, Basadre,
Bonilla, Caballero, Camacho, Cañas, Carrera, Castillo, Celis, Cervantes, Cora,
Domínguez, Escobedo, Espinoza, García Conde, Garza (don Simón), Goribar,
Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija,
Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y
Peña, Pérez Tagle, Puchet, Quintana Roo, Rincón, Rodríguez (don Santiago),
312 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Ruano, Sagaseta, Sánchez Vergara, Torres, Villamil, Vizcarra, Viya y Cosío, Zo-
zaya, y Zuloaga.
Artículo 175. Queda prohibida la pena de confiscación de bienes; mas po-
drán embargarse cuando la prisión fuere por delitos que traigan consigo res-
ponsabilidad pecuniaria, y solo en los suficientes para cubrirla.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 176. La nota de infamia no es trascendental.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 177. La pena de muerte se impondrá sin aplicar ninguna otra
especie de padecimientos físicos que importen más que la simple privación
de la vida.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 178. Fue retirado por la comisión.
Artículo 179. En ninguna causa, sea cual fuere su cuantía y naturaleza, po-
drá haber más de tres instancias. La ley fijará el número de las que cada causa
debe tener para quedar ejecutoriada.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 180. Los magistrados y jueces que hubieran fallado en una instan-
cia, no podrán hacerlo en otra.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 181. Reformado en estos términos: «Los litigantes tienen derecho
para terminar sus pleitos civiles y los criminales sobre injurias puramente per-
sonales, por medio de jueces árbitros, cuya sentencia será ejecutada conforme
a las leyes».
El señor Castillo pidió que en esta acta conste la aclaración que la comisión
dio a este artículo.
El señor Peña dijo que el artículo no podía ofrecer ninguna duda porque
como saben muy bien los señores vocales, hay injurias que aunque sean graves
con respecto al injuriado no pasan de personales, y otras que pueden llamar-
se personales y públicas, o lo que se entiende por mixtas; respecto de estos
delitos, no puede haber conciliación ni decidirse por jueces árbitros porque
en ellos se interesa la vindicta pública. No sucedía lo mismo respecto de los
puramente personales, en los cuales muy bien podía tener lugar la concilia-
ción Por ejemplo, el adulterio, el cual, sin embargo de ser un delito de mucha
Documentos 313
consideración en sí mismo, podía ser objeto de una avenencia a beneficio del
matrimonio, y de la manera que propone el artículo salvando la autoridad
eclesiástica en los que la toca, y la razón es porque la ofensa no pasa de las
personas agraviadas. Por tanto, entendía que el artículo está bastante claro
cuando dice puramente personal.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 49 se-
ñores siguientes: Aguirre, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda, Basa-
dre, Bonilla, Caballero, Camacho, Cañas, Carrera, Castillo, Celis, Cervantes,
Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García Conde, Garza (don
Simón), Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan),
Larraínzar, Lebrija, Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Ortega, Pacheco Leal,
Peña y Peña, Pérez Tagle, Puchet, Quintana Roo, Rincón, Rodríguez (don
Santiago), Ruano, Sagaseta, Sánchez Vergara, Torres, Valencia, Villamil, Viz-
carra, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga.
182. Los códigos civil, criminal y de comercio, serán uno mismo para toda
la nación; sin perjuicio de las variaciones que por particulares a circunstancias
podrá hacer el Congreso.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 183. Quedó pendiente la discusión.
Se levantó la sesión. No asistieron, por enfermedad, los señores Fonseca,
Garibay, Gómez la Madrid, Payno, Pimentel, Posada, Quiñones, y Segura; por
tener licencia, el señor Moreno (don Diego); y sin ella, los señores Alas, Cor-
tina, Dublán, González, Gordoa (don Luis), Gordoa (don Francisco) y Lom-
bardo.
No se han presentado los señores Cortazar, Haro y Tamaríz, Jiménez (don
Víctor), Mier y Terán, Monjardín, Moreno Cora y Valentín.
Es copia. México, mayo 31 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 23 DE MAYO DE 1843
Aprobada el acta del día anterior, se leyó la siguiente adición del señor
Larraínzar al artículo 67: «Al fin del artículo se añadirá lo siguiente: “lo que
hará se verifique dentro de seis días siguientes al de su sanción, a no ser que
disponga reglamentarla, en cuyo caso lo avisará a las cámara, y tendrá hasta
veinte días más para aquel objeto. Los decretos se tendrán por publicados con
solo se inserción en los periódicos oficiales”».
Fundada por su autor, fue admitida y se mandó pasar a la comisión.
314 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Continuó la discusión del Proyecto de bases.
Artículo 183. Para entablar cualquiera pleito civil y criminal sobre injurias
puramente personales, debe intentarse antes el medio de la conciliación.
El señor presidente leyó la lista de los señores que habían hablado, que-
dando con la palabra en contra los señores Arrillaga y Bonilla.
Suficientemente discutido, no hubo lugar a votar en votación nominal, pe-
dida por el señor Larraínzar, por los 25 señores siguientes: Aguirre, Arrillaga,
Bonilla, Caballero, Cañas, Chávarri, Domínguez, Fonseca, Garibay, Goríbar,
Larraínzar, Moreno y Jové, Navarrete, Ortega, Pérez Tagle, Pizarro, Puchet,
Quiñones, Rodríguez de San Miguel, Sagaseta, Segura, Torres, Villamil, Vizca-
rra, y Zozaya; contra los 24 señores que siguen: Baranda, Barasorda, Basadre,
Camacho, Carrera, Castillo, Celis, Cervantes, Dublán, Escobedo, Espinoza,
García Conde, Garza (don Simón), Garza y Flores, Ibarra, Icaza (don Anto-
nio), Iturralde, Nájera, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Rincón, Ruano
y Viya y Cosio; y se acordó volviese a la comisión el mencionado artículo 183.
Artículo 184. Puesto a discusión, en el curso de ella fue retirado por la
comisión.
Artículo 185. Si el presidente de la República, por resultado del uso de las
atribuciones novena y décima del art. 93, o por quejas fundadas contra cuales-
quiera magistrados o jueces, creyere que se les debe exigir la responsabilidad,
reunirá los datos convenientes; y oído el dictamen de su consejo, pasará todo
al juez respectivo, dejando al acusado suspenso de su empleo. No se entiende
lo previsto en este artículo, con los ministros de la Suprema Corte de Justicia
y de la Marcial.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar, y se aprobó por los 42 se-
ñores siguientes: Aguirre, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Caballero,
Cañas, Carrera, Castillo, Celis, Cervantes, Cora, Dublán Domínguez, Escobe-
do, Espinoza, Fonseca, García Conde, Garza (don Simón), Garza y Flores,
Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Nájera, Ortega, Orbegoso,
Pacheco Leal, Peña y Peña, Pizarro, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rin-
cón, Ruano, Segura, Torres, Villamil, Vizcarra, Viya y Cosío, y Zozaya; Contra
los señores Arrillaga y Navarrete.
Se levantó la sesión. No asistieron por enfermedad, los señores Arteaga,
Ballesteros, Rodríguez (don Santiago), Posada y Zuloaga; con licencia, los se-
ñores Alas, Cortina, González, Gordoa (don Luis), Gordoa (don Francisco),
Lombardo y Payno.
Documentos 315
No se han presentado los señores Cortázar, Haro y Tamaríz, Jiménez, Mier
y Terán, Monjardín y Moreno Cora.
Es copia. México, mayo 29 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 24 DE MAYO DE 1843
Se aprobó el acta anterior, y el señor presidente dispuso funcionarse como
secretario el señor Zuloaga, por falta de tres señores secretarios.
Continuó la discusión del Proyecto de bases.
Art. 186. Podrá el Congreso establecer por determinado tiempo juzgados
especiales, fijos o ambulantes, para perseguir y castigar a los ladrones en cua-
drilla, con la circunstancia de que estos juzgados sean de primera instancia, y
que los recursos al superior y la confirmación de las sentencias se haga por los
tribunales de segunda y tercera instancia del territorio donde dieren su fallo.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 187. Una ley general fijará el modo de proceder de estos tribuna-
les, sin que en caso alguno puedan admitirse pruebas privilegiadas ni privarse
a los reos de los recursos que conceden las leyes para su defensa.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 188. Se establecerán fiscales generales cerca de los tribunales, para
los negocios de hacienda y los demás que sean de interés público.
Discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 48 señores siguientes:
Arrillaga, Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Caballero, Cama-
cho, Cañas, Carrera, Celis, Cervantes, Chávarri, Conejo, Cora, Escobedo, Espi-
noza, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Goribar, Ibarra, Icaza (son
Antonio), Iturralde, Larraínzar, Lebrija, Moreno y Jové, Nájera, Ortega, Or-
begoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Pizarro, Quintana
Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sagaseta, Sánchez
Vergara, Segura, Torres, Villamil, Vizcarra, Viya y Cosío, y Zuloaga; contra el
señor Fonseca.
Se levantó la sesión pública para entra en secreta extraordinaria. No asistie-
ron, por enfermedad, los señores Aguirre, Garza y Flores, Gómez la Madrid,
Payno, Posada, Puchet, Zozaya, y Rodríguez de San Miguel; por tener licencia,
el señor Moreno (don Diego), y sin ella, los señores Alas, Cortina, Dublán,
González, Gordoa (don Luis), Gordoa (don Francisco), Icaza (don Juan), y
Lombardo.
316 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
No se han presentado los señores Cortazar, Haro y Tamaríz, Jiménez, Mier
y Terán, Monjardín, y Moreno Cora.
SESIÓN DEL DÍA 29 DE MAYO DE 1843
Se aprobó el acta del día 24 y la secreta del 27 del mismo, de la que se in-
serta lo siguiente, por acuerdo de la Junta.
Aprobada el acta de la del día 26, continuó la discusión pendiente del ar-
tículo 190 del proyecto de bases, que dice: «En ningún caso se impondrá la
pena capital por delitos meramente políticos, y en los casos que las leyes la se-
ñalen, será conmutada en deportación. No se reputan delitos políticos los de
traición. No se reputan delitos políticos los de traición contra la independen-
cia nacional, y los que comprometan manifiestamente su seguridad exterior».
Agotado el número de los señores que tenían la palabra en contra y los que
la tenían en pro, se preguntó si estaba suficientemente discutido, y se declaró
por la negativa. Continuo la discusión, y después de haber hablado otros dos
señores uno en contra y otro en pro, se repitió la pregunta de si estaba sufi-
cientemente discutido el artículo y se resolvió afirmativamente.
Al procederse a la votación, el señor Larraínzar, pidió que fuese nominal,
y de este modo se declaró haber lugar a votar por los 34 señores siguientes:
Baranda, Basare, Bonilla, Caballero, Camacho, Cañas, Celis, Chávarri, Domín-
guez, Escobedo, Espinoza, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza
y Flores, Goribar, Ibarra, Irisarri, Iturralde, Lebrija, Nájera, Ortega, Pacheco
Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Pizarro, Rincón, Segura, Valencia,
Vilamil Zozoya, y Zuloaga; contra los 23 señores que siguen: Aguirre, Arri-
llaga, Arteaga, Ballesteros, Barasorda, Carrera, Cervantes, Cora, Icaza (don
Antonio), Larraínzar, Moreno y Jové, Navarrete, Orbegoso, Pacheco Leal, Pu-
chet, Quintana Roo, Quiñones, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San
Miguel, Ruano, Sánchez Vergara, Vizcarra, y Viya y Cosio; y se aprobó por los
36 señores siguientes: Ballesteros, Baranda, Basadre, Bonilla, Caballero, Ca-
macho, Cañas, Celis, Chávarri, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García Con-
de, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Goribar, Ibarra, Icaza (don
Antonio), Irisarri, Iturralde, Lebrija, Moreno y Jové, Nájera, Ortega, Peña y
Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Pizarro, Rincón, Segura, Valencia, Villamil, Viya
y Cosio, Zozaya, y Zuloaga; contra los 20 señores que siguen: Aguirre, Arri-
llaga, Arteaga, Barasorda, Carrrera, Cervantes, Cora, Larraínzar, Navarrete,
Orbegoso, Pacheco Leal, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rodríguez de San
Miguel, Ruano, Sánchez Vergara, Torres, y Vizcarra.
Documentos 317
Se puso a discusión el artículo 191, que dice: «En los delitos de imprenta
no hay complicidad en los impresores; pero serán responsables, si no se ase-
guran en la forma legal la responsabilidad del editor o escritor, o si imprimen
escritos contra la vida privada».
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 45 seño-
res siguientes: Aguirre, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda, Caballero,
Camacho, Carrera, Celis, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo,
Espinoza, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gori-
bar, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Larraínzar, Lebrija, Nájera, Nava-
rrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimentel,
Pizarro, Puchet, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano,
Sagaseta, Sánchez Vergara, Torres, Valencia, Viya y Cosio, y Zozaya; contra los
señores que siguen: Arteaga, Bonilla, Cañas, Moreno y Jové, Quintana Roo,
Rincón, Villamil, y Vizcarra.
El señor Villamil, pidió a la Junta que constase en el acta que tanto él como
los señores Moreno y Jové, Cañas, Quintana Roo, Rincón, y Bonilla, habían
votado no en contra de todo el artículo, pero sí de la última parte que dice: «o
si imprimen escritos contra la vida privada».
Fueron admitidas y mandadas pasar a la comisión las adiciones siguientes:
De los señores Ortega y Larraínzar, al fin del artículo 119: «No entendién-
dose por tales los que versen sobre crímenes o faltas de los funcionarios públi-
cos, relativos al cumplimiento de sus deberes».
Del señor Navarrete al artículo 191: «o no versen sobre las materias en que
conforme al artículo de esta Constitución, debe proceder la censura de los
ordinarios».
Sin discusión, fueron aprobados los dictámenes de la comisión de bases
sobre las adiciones siguientes:
Del señor Espinoza a la parte octava del artículo 73: «Para autorizarlo a
contraer un préstamo extranjero, se necesita además, el consentimiento de la
mayoría de las juntas departamentales».
La comisión concluye con esta proposición.
No se admite la anterior adición del señor Espinoza.
Del mismo señor Espinoza y Ortega, al artículo 12. La comisión dice: que
la primera parte esta propuesta en el artículo 191, y en cuanto a la segunda la
adopta en estos términos: «La ley señalará el tiempo que dure la responsabi-
lidad del impresor».
318 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Del señor Ortega a la parte final del artículo 114: «Los consejeros no po-
drán ser diputados ni senadores».
La comisión concluye de este modo: se admite la adición anterior del señor
Ortega.
Del señor Arrillaga después del artículo 21: No pode-...
NOTA: Esta sección está incompleta
... Posada, y Zuloaga: por tener licencia, los señores Moreno (don Diego),
y Segura; y sin ella, los señores Alas, Cortina, Dublán, González, Gordoa (don
Luis), Gordoa (don Francisco), Icaza (don Juan), y Lombardo.
No se han presentado los señores Cortázar, Haro y Tamariz, Jiménez, Mier
y Terán, Monjardín y Moreno Cora.
Son copias. México, junio 2 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 30 DE MAYO DE 1843
Se leyó y aprobó la acta anterior con la reforma que indicó el señor La-
rraínzar, y se dio cuenta con un oficio del Ministerio de Relaciones Exteriores
y Gobernación acompañando copia del decreto expedido por el Excelentísi-
mo señor presidente provisional relativo a que, si en el proyecto de bases que
presentare la Junta Nacional Legislativa para la sanción del Ejecutivo, hubiere
alguno o algunos artículos cuya adopción no fuere conveniente, se devolverán
a la misma con observaciones. De enterado y al archivo.
Continuó la discusión del Proyecto de bases.
Artículo 192. Toda prevaricación por cohecho, soborno o baratería, pro-
duce acción popular contra cualquiera funcionario público que la cometiere.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 193. Si en circunstancias extraordinarias, la seguridad de la na-
ción exigiere en toda la República o parte de ella la suspensión de las forma-
lidades prescritas en esta constitución para la aprehensión y detención de los
delincuentes, podrá el Congreso decretarla por determinado tiempo.
Discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 46 señores siguientes:
Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda, Caballero, Ca-
macho, Cañas, Celis, Conejo, Cora, Escobedo, Espinoza, Garza (don Simón),
Garza y Flores, Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza
(son Juan), Larraínzar, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal,
Documentos 319
Peña y Peña, Pérez Tagle, Pizarro, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón,
Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sagaseta, Sánchez Vergara, Segura, Torres,
Valencia, Villamil, Vizcarra, Viya y Cosio, y Zuloaga; contra el señor Castillo.
Artículo 194. La Hacienda Pública se dividirá en general y departamental.
En el primer período de sesiones del primer Congreso, se dará la ley, distribu-
yendo las rentas en las dos partes expresadas, de modo que las asignadas a los
departamentos sean proporcionadas a sus gastos»
Discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por unanimidad de los 46 se-
ñores siguientes: Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda,
Camacho, Cañas, Carrera, Castillo, Celis, Conejo, Cora, Domínguez, Escobe-
do, Espinoza, Garza (don Simón), Garza y Flores, Goribar, Ibarra, Icaza (don
Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Nájera, Ortega, Orbegoso, Pacheco
Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Pizarro, Puchet, Quintana Roo, Qui-
ñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sagaseta, Sánchez Vergara,
Torres, Valencia, Villamil, Vizcarra, Viya y Cosio, y Zuloaga.
Artículo 195. Una ley que iniciará el gobierno en el primer período de
sesiones del primer Congreso, arreglará la hacienda general y atenderá como
bases el fijar medio de amortizar el crédito público y los fondos con que deba
hacerse, y que los sueldos del congreso y corte de justicia se hagan de fondo
particular que quedará a cargo exclusivo del Senado.
Suficientemente discutido, a moción del señor Pacheco Leal acordó la jun-
ta se dividiera en dos partes este artículo para su aprobación. La primera,
hasta la palabra «hacerse». Hubo lugar a votar y se aprobó por los 45 señores
siguientes: Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Caballero, Cama-
cho, Cañas, Carrera, Castillo, Celis, Cervantes, Chávarri, Conejo, Cora, Do-
mínguez, Escobedo, Garza (don Simón), Garza y Flores, Goribar, Icaza (don
Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Nájera, Navarrete,
Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pimentel, Pizarro, Puchet, Qui-
ñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sagaseta, Sánchez Vergara,
Segura, Valencia, Vizcarra, Viya y Cosio, y Zuloaga.
La segunda, hubo lugar a votar y se aprobó por los 24 señores siguientes:
Aguirre, Caballero, Carrera, Castillo, Celis, Cervantes, Conejo, Cora, Goribar,
Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Pacheco
Leal, Pizarro, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sagaseta,
Segura, Viya y Cosio, y Zuloaga; contra los señores que siguen: Arrillaga, Ba-
llesteros, Baranda, Camacho, Cañas, Chávarri, Domínguez, Escobedo, Garza
(don Simón), Garza y Flores, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Peña y
Peña, Pimentel, Puchet, Sánchez Vergara, Valencia, y Vizcarra.
320 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Artículo 196. Fue suprimido por la comisión.
TITULO VIII
DE LA OBSERVANCIA Y REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN
Artículo 197. Puesto a discusión, en el curso del debate, se levantó la se-
sión. No asistieron, por enfermedad, los señores Basadre, Bonilla, Garibay,
Gómez la Madrid, Moreno y Jové, Payno, Posada, y Zozaya: por tener licencia,
los señores García Conde, Lebrija, y Rodríguez de San Miguel; y sin ella, los se-
ñores Alas, Cortina, Dublán, Fonseca, González, Gordoa (don Luis), Gordoa
(don F. ), y Moreno (don D.).
No se han presentado los señores Cortázar, Haro y Tamaríz, Jiménez, Mier
y Terán, Monjardín y Moreno Cora.
Es copia. México, mayo 31 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 31 DE MAYO DE 1843
Aprobada el acta de la del día anterior, se procedió a la elección de presi-
dente, vicepresidente y dos secretarios.
Salió electo para lo primero, el señor Baranda por 29 votos de 44; obtu-
vieron el señor Quintana Roo, 5, el señor Ibarra, 2 el señor Ariillaga, y 1 los
señores Navarrete, Orbegoso, e Irisarri.
Para lo segundo, el señor Ibarra por 24 votos de 45, y obtuvieron 12 el se-
ñor Orbegoso, 2 el señor Iturralde, y 1 cada uno de los señores Quintana Roo:
Segura, Irisarri, Cervantes, Arrillaga, Cora y Espinoza.
Para tercer secretario, el señor Villamil en segundo escrutinio, por 25 su-
fragios, habiendo obtenido 19 el señor Cora.
Para cuarto secretario, el señor Cora por 24 votos de 44, habiendo sufraga-
do 11 por el señor Viya y Cosio, 5 por el señor Castillo, 5 por el señor Pimentel
y 1 por el señor Arteaga. Reformado en los términos siguientes:
«En cualquiera tiempo podrán hacerse alteraciones o reformas a esta
Constitución, estando de acuerdo en ellas los dos tercios de ambas cámaras.
El Ejecutivo, respecto de estas reformas, usará de la facultad 19a. del art. 95».
Declarado suficientemente discutido, el señor Rodríguez de San Miguel
pidió se dividiera en dos parte para su votación, y no habiéndose accedido, se
procedió a la de todo el artículo, y hubo lugar a votar y se aprobó por los 51 se-
ñores siguientes: Arteaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda, Camacho, Cañas,
Documentos 321
Celis, Cora, Escobedo, Espinoza, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores,
Goribar, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (Don Juan), Moreno y Jové,
Navarrete, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Quintana Roo,
Quiñones, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sagaseta, Segura, Valencia, y
Vizcarra; contra los señores Aguirre, Arrillaga, Castillo, Domínguez, Larraín-
zar, Ortega, Pimentel, Pizarro, Puchet, Rincón, Rodríguez de San Miguel, Sán-
chez Vergara, Torres, Villamil, y Viya y Cosío.
Se levantó la sesión pública para entrar en secreta de reglamento. No asis-
tieron por enfermedad, los señores Ibarra, Gómez la Madrid, Payno, y Posada;
por tener licencia, los señores Bonilla, Carrera, García Conde, y Lebrija, y sin
ella, los señores Alas, Cortina, Dublán, Fonseca, Basadre, González, Gordoa
(don Luis), y Moreno.
No se han presentado los señores Cortazar, Haro y Tamaríz, Jiménez, Mier
y Terán, Monjardín y Moreno Cora.
Es copia. México, junio 11 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 1o. DE JUNIO DE 1843
Aprobada el acta anterior, se leyeron y se pusieron a discusión sucesiva-
mente los artículos siguientes que presentó la comisión de bases, unos como
adicionales al proyecto, y otros en sustitución de algunos que ha retirado.
Al artículo 25 se añadirá lo siguiente:
Cuarto. «Los naturales de la República de Guatemala que se hallaban en
ella cuando pertenecía a la nación mexicana, y que desde entonces han con-
tinuado residiendo en la República».
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Después del artículo 78, se añadirá el siguiente artículo separado.
«Mientras el congreso forma su reglamento, se regirá por el de 25 de di-
ciembre de 1824».
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 43 se-
ñores siguientes: Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda,
Basadre, Caballero, Camacho, Cañas, Carrera, Cervantes, Cora, Domínguez,
Espinoza, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Goribar, Ibarra, Icaza
(don Antonio), Irisarri, Icaza (don Juan), Larraínzar Moreno y Jové, Nájera,
Navarrete, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Pizarro, Puchet,
322 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Sánchez Verga-
ra, Segura, Torres, Villamil, Vizcarra y Zuloaga; contra el señor Valencia.
CORTE DE JUSTICIA
En la parte segunda del artículo 121 se eliminarán estas palabras: «con
tal que el reo lo solicite en el tiempo y forma que prescriben las leyes» y se
añadirán las siguientes: «con tal que el reo lo solicite en cualquiera estado del
negocio hasta el acto inclusive de citación para sentencia‹».
Hubo lugar a votar y se aprobó.
CORTE MARCIAL
En lugar del artículo 151 se proponen los siguientes.
1o. «Habrá una corte marcial, compuesta de generales efectivos y de letra-
dos nombrados por el presidente de la República, a propuesta en terna del
senado. Estos magistrados serán perpetuos».
Hubo lugar a votar y se aprobó.
2o. La organización de la corte marcial, y el modo de conocer en las diver-
sas clases de asuntos que le corresponden, será objeto de una ley»
Hubo lugar a votar y se aprobó
En el artículo 124, después de las palabras «Corte de Justicias, «se añadirá,
y marcial».
Hubo lugar a votar y se aprobó.
ASAMBLEAS DEPARTAMENTALES
A la facultad 5a. del artículo 135 se quitarán estas palabras: «No se com-
prenden en esta atribución las enajenaciones de terrenos,», y se añadirán las
siguientes: «Sobre enajenaciones de terrenos se observarán las leyes vigentes y
lo que determinen las de colonización».
Hubo lugar a votar y se aprobó.
La facultad 9a. del artículo 135 quedará como está, quitando la palabra
«alistamiento» de la atribución 5a. del artículo 73.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
A la facultad 14 del artículo 135 se añadirá «respetando en esta arreglo la
propiedad de los actuales magistrados y jueces».
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Documentos 323
JUNTAS DEPARTAMENTALES
Las actuales juntas departamentales por la primera vez harán la califica-
ción de los individuos que han de sucederles.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 44 seño-
res siguientes: Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Caballero, Camacho,
Cañas, Castillo, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Espinoza, Garibay,
Garza (don Simón), Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde,
Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Pacheco Leal,
Peña y Peña, Pimentel, Pizarro, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón,
Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Segu-
ra, Torres, Valencia, Villamil, Vizcarra, Viya y Cosio, y Zuloaga.
Reformado este artículo en el curso del debate, quedó en los términos si-
guientes: «La calificación de nulidad de elecciones, que no sean calidades de
los electos, será comprendida en la que haga la Cámara de diputados según el
artículo 75, sin perjuicio de que las asambleas departamentales entren desde
luego a funcionar».
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 45 seño-
res siguientes: Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Baranda, Caballero, Camacho, Ca-
ñas, Carrera, Cervantes, Chávarri, Cora, Domínguez, Espinoza, Garibay, Garza
(Don Simón), Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza
(don Juan), Larraínzar, Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Pacheco Leal, Peña
y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Pizarro, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rin-
cón, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez, de San Miguel, Ruano, Sagaseta,
Sánchez Vergara, Segura, Torres, Valencia, Villamil, Vizcarra, y Villa y Cosio.
GOBERNADORES
Del artículo 157 se eliminarán estas palabras: «desde el día de su postula-
ción», y se pondrán las siguientes: «desde el día que tome posesión».
Hubo lugar a votar y se aprobó.
La comisión retiró la adición que había presentado a la facultad 5a. del
artículo 145.
La facultad 5a. del artículo 145 quedará así: «presentar ternas al presidente
de la República con acuerdo de la asamblea departamental, para el nombra-
miento de magistrados superiores, jueces letrados y asesores, oyendo en todo
caso los informes de los tribunales superiores».
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 45 señores
siguientes: Aguirre, Arrillaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda, Caballero, Ca-
324 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
macho, Cañas, Castillo, Cervantes, Chávarri, Cora, Dublán, Espinoza, Garibay,
Garza (don Simón), Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde,
Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Pacheco Leal,
Peña y Peña, Pimentel, Pizarro, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rodríguez
(don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Segura, Valencia,
Villamil, Vizcarra, Viya y Cosío, y Zuloaga; en contra, el señor Arteaga.
Se levantó la sesión pública para entrar en secreta. No asistieron por enfer-
mos, los señores Bonilla, y Posada; con licencia, los señores García Conde, Zo-
zaya y Lebrija; y sin ella, los señores Alas, Dublán, Fonseca, González, Gordoa
(don Luis), Gordoa (don Francisco), y Moreno (don Diego).
No se han presentado los señores Cortazar, Haro y Tamaríz, Jiménez, Mier
y Terán, Monjardín, y Moreno y Cora.
Es copia. México, junio 14 de 1843.z—J. N. Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 2 DE JUNIO DE 1843
Se aprobó el acta anterior y continuó la discusión de los artículos presen-
tados por la comisión de bases en sustitución de algunos que retiró, y otros
como adicionales.
Después del 144, se pondrá el siguiente:
«A los gobernadores se les ministrarán por la fuerza armada, los auxilios
que necesiten para la conservación del orden de sus departamentos».
Hubo lugar a votar y se aprobó.
PODER ELECTORAL
Artículo 147. Todas las poblaciones de la República se dividirán en seccio-
nes de a quinientos habitantes para la celebración de las juntas primarias.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Segunda. Los ciudadanos votarán por medio de boletas un elector por
cada quinientos habitantes. En las poblaciones que no lleguen a esta número,
se celebrarán, sin embargo, juntas primarias, y se nombrará en todas ellas un
elector.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 148. Los electores primarios nombrarán a los secundarios que de-
ban formar el colegio electoral del departamento, sirviendo de base el que se
Documentos 325
nombre un elector secundario por cada veinte de los primarios que debieran
componer la junta.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
El artículo 150 se reforma en estos términos: «Para ser elector primario
o secundario, se necesita ser ciudadano en ejercicio de sus derechos, mayor
de veinticinco años, vecino del partido desde se le elija, y no ejercer en él
jurisdicción contenciosa; los primarios deberán ser residentes en la sección
en que se les vote; y los secundarios en el partido, y estos además habrán de
tener una renta anual de $500.00 pesos lo menos, procedente de capital físico
o industria o trabajo honesto».
Discutido hubo lugar a votar, y se aprobó por los 46 señores siguientes:
Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Caballero, Cama-
cho, Castillo, Cervantes, Chávarri, Conejo, Cora, Domínguez, Escobedo, Es-
pinoza, Garza y Flores, Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturral-
de, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Ortega,
Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Quintana Roo, Quiñones,
Rincón, Rodríguez (Don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Sagaseta, Sán-
chez Vergara, Torres, Valencia, Villamil, Vizcarra, Viya y Cosío, Zozaya y Zu-
loaga.
El artículo 134 queda así: «En todo caso de empate decidirá la suerte»
Discutido hubo lugar a votar, y se aprobó por los 40 señores siguientes:
Aguirre Arteaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda, Basadre, Camacho, Casti-
llo, Cervantes, Chávarri, Conejo, Cora, Domínguez, Escobedo, Garza (don
Simón), Garza y Flores, Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza
(don Juan), Lebrija, Moreno y Jové, Nájera, Ortega, Pacheco Leal, Tagle, Pi-
mentel, Quintana Roo, Rincón, Rodríguez de San Miguel, Sagaseta, Segura,
Torres, Valencia, Villamil, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga; contra los
señores Arrillaga, Espinoza, y Sánchez Vergara.
Al artículo 157 se añadirá lo siguiente: «Cualquiera otra calificación sobre
validez de estas elecciones quedará comprendida en la que haga la cámara de
diputados según el art. 75.»
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Después del artículo 167 se añadirán los siguientes:
Primero. «Los decretos del Congreso y Senado sobre las elecciones que
les corresponde hacer o declarar según esta Constitución, no están sujetos a
observaciones del Gobierno».
326 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Segundo. «Para llenar las vacantes de pesidente de la República, senadores
y Suprema Corte de Justicia, el Senado señalará los días en que deben verifi-
carse las elecciones».
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Tercero. «Los gobernadores de los departamentos se nombrarán en todo
el mes de marzo del año en que deben renovarse; y tomarán posesión el 15
de mayo siguiente».
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Al artículo 170 se agregará lo que sigue:
Primero. «Las nuevas asambleas departamentales comenzarán el 1o. de
enero inmediato».
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Segundo. «Si en cualquiera de los departamentos dejaren de celebrarse las
elecciones primarias secundarias o de departamento en los días designados
en esta constitución, la Diputación Permanente señalará el día en que deban
verificarse».
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Tercero. «Las Californias y Nuevo México podrán ser administradas con
sujeción más inmediata al Gobierno, que el resto de los departamentos, si
así pareciere al Congreso, quien dará las reglas para su administración. Lo
mismo podrá verificarse en uno y otro punto litoral que así lo exigiere por sus
circunstancias particulares.
Hubo lugar a votar y se aprobó, salvando su voto los señores Arrillaga y
Aguirre.
Artículo 178. Cualquier falta de observancia en los trámites esenciales de
un proceso, produce la responsabilidad del juez; en los civil, además, la nuli-
dad para solo el efecto de reponer el proceso. La ley señalará los trámites que
son esenciales en cada juicio.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 16. Nadie podrá ser juzgado ni sentenciado en sus causas civiles y
criminales, sino por jueces de su fuero y por leyes dadas y tribunales estable-
cidos con anterioridad al hecho o delito de que se trata. El fuero eclesiástico
continuará como hasta aquí, según las leyes vigentes. El fuero militar conti-
Documentos 327
nuará del mismo modo en la forma que prescribe la ordenanza o en delante
prescribieren las leyes.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar, y a moción de los señores
Espinoza y Ortega se dividió en partes para su votación. La primera hasta las
palabra «de que se trata» fue aprobada por unanimidad de los 47 señores
siguientes: Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Caba-
llero, Castillo, Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, Garza (don
Simón), Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don
Juan), Larraínzar, Lebrija, Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbego-
so, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Puchet, Quintana Roo,
Quiñones, Rincón, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sagaseta, Sánchez Ver-
gara, Segura, Torres, Villamil, Vizcarra, Viya y Cosío, Zozaya, y Zuloaga.
La segunda, hasta «leyes vigentes», se aprobó por los 41 señores siguientes:
Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Caballero, Castillo,
Chávarri, Cora, Domínguez, Escobedo, Espinoza, Garza (don Simón), Gori-
bar, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Le-
brija, Moreno y Jove, Nájera, Navarrete, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña,
Pérez Tagle, Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rincón, Rodríguez
(don Santiago), Ruano, Sagaseta, Torres, Villamil, Vizcarra, Viya y Cosio, y Zo-
zaya; contra los señores Ortega, y Sagaseta; y la tercera hasta el fin, se aprobó
por los 50 señores siguientes: Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Baranda, Barasorda,
Basadre, Cora, Domínguez, Escobedo, Garza (don Simón), Goribar, Ibarra,
Icaza (Don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija,
Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pimentel, Quin-
tana Roo, Quiñones, Rodríguez (don Santiago), Segura, Villamil, y Vizcarra;
contra los 12 que siguen: Castillo, Chávarri, Espinoza, Ortega, Orbegoso, Pé-
rez Tagle, Puchet, Rincón, Ruano, Sagaseta, Torres y Zozaya.
Los magistrados de los tribunales superiores y los jueces letrados serán per-
petuos.
Hubo lugar a votar y se aprobó.
El artículo último, que trataba sobre el modo de proveer las vacantes actua-
les de la Suprema Corte, lo retiró la comisión.
Fueron admitidas y se mandaron pasar a la comisión las adiciones siguientes:
Del señor Cora al artículo 194, después de la palabra gastos seguirá. «Inclu-
yendo en estos el pago de las dietas de sus respectivos diputados».
El presupuesto del Senado, y de la Suprema Corte de Justicia, se prorratea-
rá entre los mismos departamentos a proporción de sus rentas.
328 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Del señor Moreno y Jové al artículo 10. Después de la palabra opiniones,
se agregará «políticas».
De los señores Castillo, y Viya y Cosio, como artículo intercalar entre el
artículo 178 y 179.
Continuarán los Tribunales Mercantiles y los de Minería.
Cuando el Congreso lo estime conveniente podrá establecer los de agricul-
tura y de industria.
Se levantó la sesión pública para entrar en secreta extraordinaria. No asis-
tieron por enfermedad, los señores Cañas, Payno, Pizarro, y Posada; por tener
licencia los señores Bonilla y García Conde; y sin ella los señores Celis, Corti-
na, Dublán, Fonseca, González, Gordoa (don Luis), Gordoa (don Francisco),
Lombardo, y Moreno (don D.).
No se han presentado los señores Cortazar, Haro y Tamaríz, Jiménez, Mier
y Terán, Monjardín y Moreno Cora.
Es copia. México, junio 5 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
SESIÓN DEL DÍA 5 DE JUNIO DE 1843
Aprobada el acta de la sesión anterior, se presentó el señor ministro de
Relaciones Exteriores y Gobernación, quien usando de la palabra manifestó
que el Excelentísimo señor presidente provisional, se ocupaba de todo lo con-
ducente a la publicación de la Constitución; y que esperaba que la honorable
junta abreviara sus trabajos por hallarse toda la nación en la mayor ansiedad
por su publicación. El señor presidente de la Junta le contestó que esta se
ocupaba con bastante empeño de tal objeto, y que este sería un nuevo motivo
para expeditar cuanto antes sus trabajos.
Se dio cuenta con un oficio del Ministerio de Relaciones Exteriores y Go-
bernación, en que avisa quedar enterado el Excelentísimo señor presidente
provisional, de la renovación de oficios verificada por esta honorable junta el
día ultimo del próximo pasado mayo. Al archivo.
La comisión presentó los artículos adicionales siguientes.
«De las causas civiles de los ministros de la Suprema Corte de Justicia, co-
nocerá el tribunal de que hablan los artículos 124 y siguientes».
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
«Todas las leyes, las hará publicar dentro de seis días de su sanción el pre-
sidente, en la forma acostumbrada; las demás autoridades políticas, las publi-
Documentos 329
carán dentro del tercero día de su recibo. Los decretos cuyo conocimiento
solo corresponda a determinadas autoridades o personas, bastará que se pu-
bliquen en los periódicos del Gobierno».
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
A la facultad 18 del artículo 95, se añadirá: «No se extiende esta facultad a
los breves sobre materias de penitenciaria, que como dirigidos al fuero inter-
no, no estarán sujetos a presentación».
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 47 se-
ñores siguientes: Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda,
Caballero, Camacho, Cañas, Carrera, Celis, Chávarri, Conejo, Cora, Domín-
guez, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Goribar, Ibarra, Icaza (don
Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Moreno y Jové, Ná-
jera, Navarrete, Ortega, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Quintana
Roo, Quiñones, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano,
Sagaseta, Sánchez Vergara, Segura, Torres, Villamil, Vizcarra Viya y Cosio, Zo-
zaya y Zuloaga; contra el señor Basadre.
Después del 117.
Artículo 118. Las leyes determinarán si el consejo ha de ejercer funciones
economico-administrativas, cuáles serán estas, y la forma en que se han de
ejercer.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 50 se-
ñores presentes: Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda,
Caballero, Camacho, Cañas, Carrera, Castillo, Celis, Chávarri, Conejo, Cora,
Domínguez, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Gori-
bar, Ibarra, Icaza (Don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraín-
zar, Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Ortega, Pacheco Leal, Peña y Peña,
Pérez Tagle, Pimentel, Quintana Roo, Quiñones, Rodríguez (don Santiago),
Rodríguez de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Sánchez Vergara, Segura, Torres,
Villamil, Vizcarra Viya y Cosío, Zozaya y Zuloaga.
Artículo 155. Facultad 17, se quitará la palabra «ternas» y en su lugar se
pondrá «cinco individuos».
Sin discusión hubo lugar a votar y se aprobó.
Artículo 157. Se quitarán las palabras «en terna» y se pondrán en su lugar:
«Según la facultad 17a. del artículo 155».
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
330 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
La parte 5a. del artículo 121, quedará como está, quitando la palabra «ne-
gociaciones».
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
En el artículo 165, después de la palabra mayoría, se pondrán la siguiente:
«absoluta».
Sin discusión hubo lugar a votar y se aprobó.
Al artículo 165, se quitarán estas palabras: «el que deba reemplazarlo», y se
pondrán las siguientes: «el nuevamente nombrado o el que en su falta haya de
sustituirlo según esta Constitución».
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
«Todo funcionario público, antes de tomar posesión de su destino o para
continuar en él, prestará juramento de observar esta constitución. El gobier-
no reglamentará el acto del juramento de todas las autoridades».
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
En el artículo 10, la segunda parte quedará en esta forma: «Los militares y
eclesiásticos continuarán sujetos a las autoridades a que lo están en la actuali-
dad, según las leyes vigentes».
Sin discusión hubo lugar a votar y se aprobó.
Art. 185. Para entablar cualquiera pleito civil y criminal sobre injurias pu-
ramente personales, deber intentarse antes el medio de la conciliación, en la
forma y con las excepciones que establezca la ley.
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 40 seño-
res siguientes: Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda, Basadre,
Caballero, Camacho, Cañas, Carrera, Castillo, Celis, Chávarri, Conejo, Cora,
García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Ibarra, Icaza (don
Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan), Moreno y Jové, Nájera, Ortega, Pache-
co Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Quintana Roo, Quiñones, Ro-
dríguez (don Santiago), Ruano, Sánchez Vergara, Segura, Villamil, Vizcarra
Viya y Cosio, Zozaya y Zuloaga; contra los señores Aguirre, Goribar, Irisarri,
Puchet, y Sagaseta.
Artículo 184. Los magistrados y jueces no podrán ser suspensos sino en los
casos de la parte 7a. del artículo 145, o del artículo 185, o por auto judicial,
ni privados de sus cargos, sino por sentencia ejecutoriada que imponga esta
pena.
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
Documentos 331
Artículo adicional. «El Congreso General por si, o excitado por el presi-
dente de la República, podrá decretar con respecto a la Suprema Corte de
Justicia, las mismas visitas que se previenen en la facultad 10a. del artículo 95,
respecto de la visita resultare que debe exigirse la responsabilidad a alguno o
algunos magistrados, se pasarán los datos conducentes a la sección del gran
jurado de alguna de las Cámaras».
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
Se pusieron a discusión, y sin ella se aprobaron los dictámenes de la comi-
sión de bases, sobre las adiciones de los señores que siguen
De los señores Larraínzar y Ortega al fin del art. 191: «No entendiéndose
por tales los que versen sobre crímenes o faltas de los funcionarios públicos
relativo al cumplimiento de sus deberes».
La comisión concluye: «Se aprueba la adición anterior de los señores Or-
tega y Larraínzar».
Del señor Irisarri a la aparte que trata del consejo de gobierno: en el artí-
culo 112, después de la palabra elegirá, se debe añadir: «En principio de cada
año», de manera que el artículo quede redactado en estos términos. “El pre-
sidente elegirá en principio de cada año al del consejo de entre sus vocales, a
propuesta en terna de esta corporación».
Primera. Serán supernumerarios los que hayan sido Presidentes de la Re-
pública. Los declarados beneméritos de la patria. Los que hayan sido secreta-
rios del despacho de justicia y marcial, y jefes superiores de hacienda jubilados
que cuenten 40 años cumplidos de servicio.
Segunda. Estos suplirán las ausencias y faltas temporales de los propietarios
por el orden de antigüedad, teniendo también otro en los asuntos grave en
que el gobierno quiera oír el dictamen del consejo pleno; o cuando el mismo
consejo acuerde la concurrencia de todos sus individuos.
La comisión concluye de esta manera: «Se aprueban las anteriores adicio-
nes del señor Irisarri».
De los señores Ortega y Castillo, como artículo 2o. del proyecto.
«El territorio de la República se dividirá en departamentos, estos en distri-
tos, partidos y municipalidades».
La comisión dice: «Se aprueba la adición anterior del señor Ortega».
Sobre la adición del señor Sánchez Vergara al artículo 30, la comisión con-
cluye: «No se admite la anterior adición del señor Sánchez Vergara».”
332 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Del señor Castillo a la parte 18 del artículo 75: «Después de la palabra “re-
primirla,” se añadirá: “calificada por dos tercios de cada Cámara, y en virtud
de proposición suscrita por diez diputados».
La comisión concluye con estas proposiciones.
Primera. «Se aprueba la adición anterior del señor Castillo hasta la palabra
Cámara».
Segunda. «No se aprueba lo demás de dicha adición».
Sobre la adición del señor Lebrija al artículo 95, la comisión propone:
«Formar los aranceles de comercio con sujeción a las bases que diere el
Congreso»
Del señor Quiñones al artículo 12. «Después de las palabras a disposición
de su juez, del artículo 12 ya aprobado, pido se añadan estas: “o a la de cual-
quiera otra autoridad política”».
La comisión propone este.
El artículo 12 concluirá con estas palabras: «Poniendo al reo en custodia, a
disposición de su juez competente»
Del señor Castillo al artículo 20: «Después de la palabra “legislativo,” o por
las asambleas departamentales, en uso de las facultades que les concede esta
constitución”».
La comisión: «Se aprueba la anterior adición del señor Navarrete».
Del señor Larraínzar al artículo 95: después de la palabra «asuntos» se pon-
drán estas: «dándoles aviso de esta resolución dentro de igual término».
En miembros separados sin numeración y como parte de las sesiones del
Congreso, las observaciones que hiciere el gobierno, o aviso que debe dar, lo
dirigirá a la diputación permanente.
«Pasado el referido término, sin practicar nada de lo previsto, se tendrá
por acordada la sanción, y la ley o decreto se publicará sin demora».
La comisión concluye con esta proposición.
«Se aprueban las anteriores adiciones del señor Larraínzar».
Del señor Rodríguez de San Miguel: «En la parte 12a. del artículo 95, des-
pués de la palabra “multas”, se pondrá “que o pasen de quinientos pesos”»
La comisión dice: «Se admite la anterior adición del señor Rodríguez de
San Miguel».
Documentos 333
Sobre las adiciones de los señores Castillo y Lebrija a la parte 25a. del artí-
culo 95, y a la 27a. del mismo; la comisión concluye con esta proposición: «No
se aprueban las anteriores adiciones de los señores Castillo y Lebrija».
A la del señor Pizarro al miembro 26o. del artículo 95, la comisión dice:
«No se admite la anterior adición del señor Pizarro».
De la del señor Navarrete al artículo 191, la comisión dice: «No se aprueba
la anterior adición del señor Navarrete».
Habiendo expirado la hora de reglamento para levantar la sesión, el se-
ñor Basadre pidió a la Junta que se declarara en sesión permanente hasta la
conclusión del proyecto de bases, y acordándose por la afirmativa, continuó
la sesión.
La comisión propone sobre los artículos del señor Larraínzar, que debe-
rían ponerse después del 60; lo siguiente:
Primera. «Puede el Congreso prorrogar las sesiones ordinarias del segun-
do período, por el tiempo necesario».
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 41 se-
ñores siguientes: Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Caballero,
Camacho, Carrera, Chávarri, Cora, Domínguez, García Conde, Garibay, Gar-
za (don Simón), Garza y Flores, Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisa-
rri, Iturralde, Icaza (don Juan), Moreno y Jové, Nájera, Pacheco Leal, Peña
y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rodríguez
(don Santiago), Ruano, Sagaseta, Segura, Torres, Villamil, Vizcarra Viya y Co-
sío, Zozaya y Zuloaga.
Segunda. «El Congreso y las Cámaras, en el tiempo de prórroga de sesio-
nes, y en las extraordinarias, se puede también ocupar de sus funciones elec-
torales, de jurado y económicas».
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
Tercera. «No se admite el resto de las anteriores adiciones del señor La-
rraínzar».
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
Fueron también aprobadas sin discusión las siguientes.
Del señor Aguirre al artículo 51.
La comisión «No se admite la adición anterior del señor Aguirre».
334 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Del señor Castillo a la parte 11 del artículo 121: «Mas si a la parte convi-
niere, podrá interponer el recurso de nulidad ante el tribunal superior del
departamento más inmediato, siendo colegiado».
La comisión dice: «Se admite la adición anterior del señor Castillo».
Del señor Larraínzar, después de la atribución 8a. del art. 95: «Remover a
los ministros y demás agentes diplomáticos y cónsules de la República siempre
que lo juzgue conveniente».
La comisión lo pone de este modo.
«A la atribución 2a. del artículo 95 se añadirá lo siguiente: “y a los ministros
y agentes diplomáticos y cónsules”».
Del mismo señor Larraínzar después de la faculdad 5a. del artículo 121:
«Conocer en todas instancias, de las causas civiles y criminales promovidas
contra los ministros y demás agentes diplomáticos y cónsules de la República».
La comisión dice: «Se aprueba la anterior adición del señor Larraínzar».
Del mismo señor Espinoza al artículo 150: «Los Congresos Constituciona-
les podrán arreglar según las circunstancias de los departamentos, la renta
que en cada uno haya de requerirse para ser elector secundario».
La comisión propone: «Se aprueba la anterior adición de los señores Espi-
noza y Larraínzar».
Sobre la de los señores Castillo y Viya y Cosío como artículo, después del 178.
El mismo señor Castillo tomó la palabra para pedir a la Junta que constara
en el acta, integro el dictamen de la comisión sobre la anterior adición, que a
la letra dice: «La Constitución que explica que el poder judicial reside en los
tribunales y jueces actuales, o que hubiere en lo de adelante, no deja abolidos,
sino antes bien supone su existencia. Pero no se ha contemplado propio de la
Constitución decir si estos tribunales deben subsistir, pues esto es indudable-
mente propio de leyes secundarias. Con este espíritu únicamente la comisión
propone lo siguiente»
«No se aprueba la anterior adición de los señores Castillo y Viya y Cosío».
De los señores Cora y Castillo al 194, la comisión propone: de la anterior
adición sólo se aprueba lo siguiente: «Incluyendo en estos el pago de las dietas
de sus respectivos diputados».
Del señor Moreno y Jové al artículo 10.
«Después de la palabra “opiniones,” se agregará, “políticas”».
Documentos 335
Puesta a discusión, en el curso del debate la retiró la comisión.
Del señor Bonilla como parte 6a. de las atribuciones de la Suprema Corte
de Justicia.
La comisión propone: «No se aprueba la anterior adición del señor Bonilla».
Del señor Navarrete al artículo 49: «Una ley secundaria determinará el
número de suplentes que haya de haber en la Suprema Corte, sus cualidades
y modo de elegirse; entre tanto, continuarán los suplentes que existen, y se
proveerán las vacantes conforme a la ley vigente».
La comisión propone lo siguiente.
«La ley determinará el número de suplentes de la Suprema Corte, sus cali-
dades, elección y duración»
Del señor Larraínzar a la 2a. del artículo 101.
La comisión propone: «No se admiten las anteriores adiciones del señor
Larraínzar».
Del mismo señor como artículos que deben intercalarse entre las faculta-
des del Congreso General.
La comisión concluye con esta proposición:
«No se admiten las anteriores adiciones del señor Larraínzar».
Con dispensa de trámites y puestas a discusión, fueron reprobadas las adi-
ciones siguientes.
Del señor Villamil al artículo 106.
«Lo serán así mismo para sus propios actos u omisiones contra esta consti-
tución y las leyes»
Suficientemente discutido hubo lugar a votar y se aprobó por los 55 se-
ñores siguientes: Aguirre, Arrillaga, Baranda, Barasorda, Basadre, Camacho,
Carrera, Chávarri, Cora, García Conde, Garibay, Garza (don Simón), Garza
y Flores, Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan),
Lombardo, Moreno y Jové, Nájera, Ortega, Pacheco Leal, Pimentel, Puchet,
Quintana Roo, Quiñones, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San Mi-
guel, Ruano, Torres, Vizcarra Viya y Cosio, Zozaya y Zuloaga; contra los seño-
res Cañas, Castillo, Domínguez, Sagaseta, Segura, y Villamil.
Del señor Rodríguez de San Miguel al artículo 180:
336 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
«La sustanciación y decisión de los contenciosos del fisco, corresponde ex-
clusivamente a la autoridad judicial sin perjuicio de las facultades que confor-
me a la ley, competen a los administradores yo representantes de la Hacienda
Pública, para promover ante aquella cuanto crea conveniente a la defensa de
los derechos e intereses de esta».
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se reprobó por los 21 se-
ñores siguientes: Aguirre, Barasorda, Basadre, Camacho, Cañas, Chávarri, Ga-
ribay, Ibarra, Iturralde, Lombardo, Moreno y Jové, Ortega, Pacheco Leal, Pu-
chet, Quintana Roo, Quiñones, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sagaseta,
Vizcarra, y Zozaya; contra los 20 que siguen: Arrillaga, Carrera, Castillo, Cora,
Domínguez, García Conde, Garza (don Simón), Garza y Flores, Goribar, Icaza
(don Antonio), Icaza (don Juan), Nájera, Peña y Peña, Pimentel, Rodríguez
de San Miguel, Segura, Torres, Villamil, Viya y Cosio, y Zuloaga.
No se admitieron a discusión las siguientes:
De los señores Castillo y Viya y Cosio al artículo 118: «Después de las pa-
labras tribunales superiores,” se añadirá: “tribunales,” de manera que deberá
leerse así: “El poder judicial se despista en una Suprema Corte de Justicia, en
los tribunales superiores de justicia, tribunales y jueces inferiores”».
Del señor Arrillaga al artículo 10.
«Después de la palabra “opiniones,” “mientras no las estrenen con perjui-
cio del orden civil o religiosos”».
Se levantó la sesión, y el presidente avisó a la Junta que se citaría cuando
la minuta estuviera en corriente. No asistieron por enfermedad, los señores
Cervantes, Payno, Pizarro, Posada, Rincón, y Valencia; por tener licencia, los
señores Bonilla y García Conde; y sin ella los señores Cortina, Dublán, Fonse-
ca, González, Gordoa (don Luis), Gordoa (don Francisco), y Moreno.
No se han presentado los señores Cortazar, Haro y Tamaríz, Jiménez, Cora,
Mier y Terán, y Monjardín.
Es copia. México, junio 16 de 1843.—J. N. Espinoza de los Montero
SESIÓN DEL DÍA 9 DE JUNIO DE 1843
Leídas y aprobadas las actas de los días 5 y 7 del presente, el presidente
de la comisión nombrada para poner en manos del Excelentísimo señor pre-
sidente de la República, el proyecto de bases orgánicas para los efectos del
supremo decreto de 29 de mayo último, manifestó haber cumplido con este
encargo, y que su Excelencia el presidente lo había recibido con la más viva
Documentos 337
satisfacción, manifestando los deseos que tenía de ver concluida esta obra, y
que si algunas observaciones se hicieran por el gobierno, las remitía a la junta
inmediatamente para su discusión.
A continuación, se dio cuenta con las indicadas observaciones, y el señor
presidente mandó se leyese el decreto del Gobierno que trata de la materia.
Los señores Valencia, Iturralde y Castillo, hicieron la proposición que si-
gue:
«Pedimos a la honorable junta se sirva declararse en sesión permanente
hasta concluir la discusión de las observaciones del Supremo Gobierno».
Tomada inmediatamente en consideración, hubo lugar a votar y se aprobó.
Se leyeron las observaciones hechas por el Gobierno, y fueron puestas a
discusión
Se suscitó debate sobre el modo de discutirse y votarse las observaciones
del Gobierno, y la mesa fijó la cuestión disponiendo que se distinguieran las
observaciones, calificando unas de adiciones absolutamente nuevas, como
modificaciones otras, y como artículos nuevos que destruyeran los puestos en
el proyecto.
Leída la primera observación que dice:
Primero. «Se dice en el epígrafe: la honorable junta etc., y su Excelencia
el Presidente cree que después de la palabra “ha acordado,” deben añadirse
estas otras; “y nos sancionamos con arreglo a los mismos”».
Después de una ligera discusión, lo retiró el Gobierno por el órgano de sus
ministros:
Fue puesta a discusión la segunda adición hecha al artículo 4o. concebida
en estos términos.
Se añadirá al artículo 4o. lo siguiente: «podrán erigirse algunos territorios
con arreglo al artículo anterior».
Y enmedio del debate, el señor Baranda lo redactó en los términos siguien-
tes: «Los puntos cuyo gobierno se arregle conforme a la segunda parte del
artículo anterior, se denominarán territorios».
Admitida por el Gobierno esta adicción, y discutida, hubo lugar a votar y
se aprobó por los 54 señores siguientes: Aguirre, Arrillaga, Arteaga,
Ballesteros, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Caballero, Cañas,
Carrera, Castillo, Celis, Cortina, Dublán, Domínguez, Escobedo, Es-
pinoza, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Goribar, Ibarra,
338 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar,
Lebrija, Moreno (don Diego), Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Or-
tega, Orbegoso, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Pizarro, Puchet,
Quintana Roo, Quiñones, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de
San Miguel, Ruano, Sánchez Vergara, Segura, Torres, Valencia, Villa-
mil, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya, y Zuloaga; en contra, el señor Ca-
macho.
Se puso a discusión la tercera observación hecha al art. 18, que dice: «Al
final del art. 18 se advierte que se usa de la palabra “estar en ejercicio,” cuan-
do parece más propio, según el contexto del mismo artículo, la de entrar en
ejercicio».
En el curso de la discusión, habiéndose explicado que esta ya corregido en
estos términos el artículo, retiro el Gobierno la observación.
La cuarta al artículo 25 que dice: «En el artículo 25 se dice que el poder
legislativo se deposita un Congreso dividido en dos Cámaras, y su Excelencia
estima que deba añadirse: “y se aprobó, salvando su voto los señores Canalizo
y Rodríguez de San Miguel, que pidieron que así conste”».
Se dio lectura a la quinta observación al artículo 54, que dice: «En el art. 54
observa su Excelencia que se ha dejado de calificar como necesario, tomar en
consideración las iniciativas que hagan los diputados a la vez que se concede
esta atribución a los poderes Ejecutivo y Judicial, siendo así que a los dipu-
tados en razón de su encargo, les es propio hacer iniciativas, y por lo mismo
no deben dejar de tomarse en consideración, ya sea para aprobarlas, o bien
para desecharlas. Se ofendería, por tanto, con la exclusiva, la alta misión que
reciben para representar los derechos del pueblo».
Suficientemente discutida, hubo lugar a votar, y lo hicieron por la afirma-
tiva los 17 señores siguientes: Aguirre, Arteaga, Barasorda Cañas, Cora, Garza
(don Simón), Garza y Flores, Irisarri, Iturralde, Orbegoso, Pacheco Leal, Ro-
dríguez (don Santiago), Ruano, Sánchez Vergara, Villamil, Zozaya y Zuloaga;
contra los 32 que siguen: Arrillaga, Ballesteros, Caballero, Camacho, Castillo,
Celis, Cortina, Dublán, Escobedo, Espinoza, Garibay, Goribar, Ibarra, Icaza
(don Antonio), Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Moreno (don Diego),
Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Pi-
zarro, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rodríguez de San Miguel, Segura,
Torres, y Valencia; declarando estar desechada la observación.
Se suspendió la sesión a las tres y media para continuar a las cinco; y, re-
unida de nuevo la junta, se suscitó discusión sobre si estaba o no legalmente
desechada la anterior observación, atendida la genuina inteligencia del so-
Documentos 339
berano decreto de 29 de mayo. En el curso de la discusión, el señor Villamil
presentó las siguientes proposiciones, con las que manifestó el gobierno estar
conforme:
Primera. «Las observaciones del supremo gobierno que destruyen artícu-
los ya aprobados, necesitan para su reprobación, los dos tercios de los indivi-
duos de la junta».
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó.
Segunda. «Las que se hayan propuesto como adiciones totalmente nuevas
o como sustituciones de unas palabras por otras, necesitan para su aprobación
o reprobación, la mayoría de votos de los individuos de la junta».
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
Tercera. «Esta, antes de cada votación resolverá cual de los dos caracteres
tenga la que inmediatamente vaya a hacerse».
Sin discusión, hubo lugar a votar y se aprobó.
El presidente dispuso se preguntar a la honorable Junta si la adición del
gobierno al artículo 54, lo destruía, y se acordó por la negativa, y en conse-
cuencia, la mesa declaró, que la repetida adición quedaba desechada.
Se puso a discusión la adición sexta del Gobierno al artículo 65, que con-
sulta que a la forma para la publicación de las leyes, después de «decretado»,
se añadirán estas: «y nos sancionamos».
El señor Bonilla, en el curso de la discusión, propuso la siguiente redac-
ción: «y el Ejecutivo ha sancionado».
Admitida por el Gobierno, y puesta a discusión, se declaró que no destruía
el artículo la observación del gobierno; hubo lugar a votar y se aprobó, estan-
do por la afirmativa los 30 señores siguientes: Aguirre, Arrillaga, Ballesteros,
Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Carrera, Cora, Domínguez, Espinoza,
Garibay, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Moreno (don Diego), More-
no y Jové, Ortega, Pacheco Leal, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rodríguez
(don Santiago), Ruano, Segura, Valencia, Vizcarra, Viya y Cosio, Zozaya, y
Zuloaga; contra los 25 que siguen: Arteaga, Caballero, Castillo, Celis, Corti-
na, Dublán, Escobedo, Garza (don Simón), Garza y Flores, Goribar, Ibarra,
Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Nájera, Navarrete, Ortega, Peña y Peña,
Pérez Tagle, Pimentel, Pizarro, Rodríguez de San Miguel, Sagaseta, Torres, y
Villamil.
La adición séptima del Gobierno a la parte décimo octava del artículo 66
que dice: «en casos de extrema urgencia, el presidente podrá tomar por si las
340 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
medidas necesarias para la conservación del orden público, sin perjuicio de
explicar sus motivos al Congreso».
Puesta a discusión la siguiente observación octava del Gobierno a las fa-
cultades del congreso, que dice: «dar leyes especiales para la organización
política de alguno o algunos departamentos por iniciativas del presidente de
la República».
Suficientemente discutida, se declaró que la adición no destruía el artícu-
lo, y se aprobó por unanimidad de los 56 señores siguientes: Aguirre, Arri-
llaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Caballero,
Cañas, Carrera, Celis, Chávarri, Cora, Cortina, Dublán, Domínguez, Escobe-
do, Espinoza, Garibay, Garza (don Simón), Garza y Flores, Goribar, Ibarra,
Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija,
Moreno (don Diego), Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso,
Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Pizarro, Puchet, Quintana
Roo, Quiñones, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano,
Sagaseta, Sánchez Vergara, Segura, Torres, Valencia, Villamil, Vizcarra, Viya y
Cosio, y Zuloaga.
Se puso a discusión la observación novena a la parte vigésima del artículo
87, que dice: «en lugar de las palabras “con acuerdo del consejo,” se pondrán
éstas otras: “con audiencia del consejo».
Suficientemente discutida, se declaró que no destruía la esencia del artí-
culo, y se aprobó por los 32 señores siguientes: Aguirre, Arteaga, Ballesteros,
Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Cañas, Carrera, Castillo, Celis, Cora,
Espinoza, Garza y Flores, Goribar, Ibarra, Irisarri, Iturralde, Larraínzar, Lebri-
ja, Moreno y Jové, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Quintana Roo, Quiñones,
Rodríguez (don Santiago), Ruano, Segura, Valencia, Villamil, y Zuloaga; con-
tra los 22 que siguen: Arrllaga, Caballero, Chávarri, Cortina, Dublán, Domín-
guez, Escobedo, Icaza (Don Antonio), Icaza (don Juan), Moreno (don Die-
go), Nájera, Navarrete, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Pizarro, Puchet,
Rodríguez de San Miguel, Sagaseta, Sánchez Vergara, Torres, y Vizcarra.
La siguiente observación décima del Gobierno que recaía al artículo 88,
que requiere que el presidente obre con acuerdo del consejo para ejercer las
facultades expresadas en las partes tercera y decimasexta del artículo 89, juzga
su Excelencia que la palabra «acuerdo» debe sustituirse: por «audiencia»
Explicó la comisión, que la cita de las facultades estaba equivoca y debía ser
de las facultades cuarta, quinta y decimoctava, en cuya virtud la observación
fue retirada por el Gobierno en el curso del debate.
Documentos 341
Al artículo 95 hizo el Gobierno la siguiente observación undécima: «Que
debe omitirse el final del mismo artículo».
Suficientemente discutida, y habiéndose declarado que no destruía el artí-
culo, se aprobó la observación por los 38 señores siguientes: Arrillaga, Artea-
ga, Ballesteros, Barasorda, Basadre, Bonilla, Cañas, Carrera, Celis, Chávarri,
Cortina, Dublán, Domínguez, Escobedo, Espinoza, Goribar, Icaza (don Anto-
nio), Iturralde, Icaza (don Juan), Lebrija, Moreno y Jové, Nájera, Navarrete,
Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Pérez Tagle, Pimentel, Puchet, Quiñones,
Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sagaseta, Sánchez Vergara, Segura, Valen-
cia, Vizcarra, y Zuloaga; contra los 7 señores que siguen: Cora, Ibarra, Larraín-
zar, Peña y Peña, Pizarro, Rodríguez de San Miguel, y Villamil.
El nuevo artículo que importa la observación siguiente, en que el Gobierno
pretende que esta sola vez, nombre el consejo el presidente de la República,
según se dispone en el artículo 38 respecto de los senadores, pues que de otro
modo no podría tener lugar en el mes de enero el indicado nombramiento
de presidente del consejo, supuesto que el de la República no debe funcionar
sino hasta el 1o. de febrero.
Fue puesto a discusión, y con lugar a votar fue aprobado por los 49 seño-
res siguientes Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Barasorda, Basadre, Bo-
nilla, Cañas, Carrera, Castillo, Chávarri, Cora, Cortina, Dublán, Domínguez,
Escobedo, Espinoza, Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde,
Icaza (don Juan), Larraínzar, Lebrija, Moreno (don Diego), Moreno y Jové,
Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle,
Pimentel, Pizarro, Puchet, Quiñones, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez
de San Miguel, Ruano, Sagaseta, Segura, Torres, Valencia, Villamil, Vizcarra,
Viya y Cosio, y Zuloaga; contra 7.
Observado por el Gobierno el artículo 107 en los términos siguientes:
«Que el artículo indicado debe suprimirse, sustituyéndolo con el que sigue».
«Los consejeros durarán el tiempo mismo que el presidente que los nombre».
Puesta a discusión la observación, después de suficientemente discutida, se
declaró que ella destruía el artículo; hubo lugar a votar esto, y se insistió en
el artículo por los 45 señores siguientes: Arrillaga, Baranda, Basadre, Bonilla,
Cañas, Carrera, Castillo, Chávarri, Cora, Cortina, Domínguez, Escobedo, Es-
pinoza, Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Irisarri, Iturralde, Icaza (don
Juan), Lebrija, Moreno (don Diego), Moreno y Jové, Nájera, Navarrete, Orte-
ga, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Pizarro, Pu-
chet, Quiñones, Rodríguez (don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano,
Sagaseta, Sánchez Vergara, Segura, Torres, Valencia, Villamil, Vizcarra, Viya y
342 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
Cosio, y Zuloaga; contra los señores Aguirre, Arteaga, Ballesteros, Barasorda
y Dublán.
Observación 14: «El artículo 115 juzga su Excelencia que debe suprimirse».
Se declaro que destruía el artículo, y suficientemente discutido, puesto esto
a votación, estuvieron por la afirmativa los 26 señores siguientes: Arrillaga, Ba-
randa, Basadre, Castillo, Chávarri, Dublán, Domínguez, Espinoza, Larraínzar,
Lebrija, Nájera, Ortega, Orbegoso, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Piza-
rro, Quiñones, Rodríguez (don Santiago), Sagaseta, Segura, Torres, Valencia,
Villamil, Viya y Cosio, y Zuloaga; contra los 22 señores que siguen: Aguirre,
Arteaga, Ballesteros, Bonilla, Cañas, Carrera, Cora, Cortina, Escobedo, Go-
ribar, Icaza (don Antonio), Irisarri, Icaza (don Juan), Moreno (don Diego),
Moreno y Jove, Navarrete, Pacheco Leal, Puchet, Rodríguez de San Miguel,
Ruano, Sánchez Vergara, y Vizcarra.
Declarándose en consecuencia que no se insiste en el artículo 115.
Se suspendió la sesión a las once y cuarto de la noche.
Continuó a las once y media de la mañana del día 10, dándose lectura a la
observación que hace el Gobierno, adicionando el artículo 116, parece deber
añadírsele que «los Tribunales Especiales de Hacienda, Comercio y Minería,
continuarán como se hallan establecidos por la ley».
Puesta a discusión, se preguntó si la adición destruía el artículo, y acordado
que no, hubo lugar a votar y se aprobó económicamente.
Observación 16. «Su Excelencia estima muy conducente asegurar la inte-
gridad del territorio de la República, que puede el ejecutivo nombrar libre-
mente los gobernadores de los departamentos fronterizos y litorales, y que en
los demás, se le faculte para elegirá a aquello que estime oportunos en casos
extraordinarios, sin sujetarse a la propuesta de las asambleas departamentales
que establecen los artículos 135 y 137».
Puesta a discusión, el señor ministro de Relaciones pidió que se suspendie-
ra, para que pasando la observación a la comisión respectiva con vista de su
dictamen, se pudiese acordar lo conveniente, y así se acordó.
Observación 17. «Su Excelencia desea que el artículo 195 se amplié a que
los tribunales especiales sean para todas las instancias o que se supriman por
inútiles».
Puesta a discusión, en el curso de ella se propuso que quedando como se
halla el artículo 195, se coloque en el 94 después de la palabra tribunales, la
Documentos 343
adición siguiente: «Y podrá también abreviar los términos de las segundas y
terceras instancias».
Adoptada por el Gobierno y suficientemente discutida, se declaró que la
adición no destruía el artículo, y resulto a probada por los 49 señores siguien-
tes: Aguirre, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Caba-
llero, Cañas, Castillo, Celis, Cora, Cortina, Dublán, Escobedo, Espinoza, Gar-
cia Conde, Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza (don Juan),
Larraínzar, Lebrija, Moreno (don Diego), Moreno y Jové, Nájera, Navarrete,
Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Puchet,
Quintana Roo, Quiñones, Rodríguez (don Santiago), Ruano, Sagaseta, Sán-
chez Vergara, Segura, Torres, Valencia, Villamil, Vizcarra, Viya y Cosío, y Zu-
loaga; contra el señor Camacho.
Se suspendió la sesión pública para entra en secreta extraordinaria, de cuya
acta se toma lo siguiente que se inserta por acuerdo de la honorable junta.
«Abierta la sesión, el señor presidente manifestó: que el objeto de ella era
el que se examinasen las observaciones que hace el Gobierno al artículo 196;
habiéndolo dispuesto de este modo, porque además de que así lo habían so-
licitado los señores ministros, la honorable junta se había ocupado en sesión
secreta de la discusión y votación del mencionado artículo. En seguida se leyó
este, e inmediatamente se puso a discusión la observación 18 del gobierno,
concebida en estos términos: “Reproduciendo cuanto el Ministerio expuso
en la discusión del artículo 196, su Excelencia el presidente, insiste en que se
suprima del todo”».
Suficientemente discutida, se preguntó si la observación destruía el artí-
culo, y acordado que si, se procedió a la votación del artículo 196, resultan-
do que no se insiste en él, pues estuvieron por la negativa los 20 señores si-
guientes: Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Barasorda, Carrera, Cora,
Iturralde, Larraínzar, Moreno (don Diego), Navarrete, Orbegozo, Pacheco
Leal, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Rodríguez de San Miguel, Ruano, y
Sánchez Vergara; y por la afirmativa, los 35 señores que siguen: Baranda, Ba-
sadre, Bonilla, Caballero, Camacho, Cañas, Castillo, Celis, Chávarri, Cortina,
Dublán, Domínguez, Escobedo, Espinoza, García Conde, Garza (don Simón),
Garza y Flores, Goribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Icaza (don Juan), Le-
brija, Nájera, Ortega, Peña y Peña, Pérez Tagle, Pimentel, Pizarro, Sagaseta,
Segura, Valencia, Villamil, Viya y Cosio, Zozaya y Zuloaga, que no forman los
dos tercios que se requieren para estos casos.
El señor ministro de la Guerra pidió la palabra, y dijo: «Que a nombre del
Excelentísimo señor presidente, ponía en conocimiento de la junta que tenia
344 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
acordado el Gobierno publicar una amnistía general en virtud del juramento
de la constitución».
El señor Rodríguez de San Miguel, hizo moción, que fue aprobada, para
que se contestase al Gobierno, que la Junta había oído con la más grata sa-
tisfacción, la resolución del Excelentísimo señor presidente sobre amnistía
general, y le daba por esa medida expresivas gracias.
Continuó la pública, y se puso a discusión la observación 19 relativa al ar-
tículo 198 de las bases, que dice: «Juzga el presidente que en el artículo 198
después de la palabra religión, deben agregarse las siguientes: “ataques a la
independencia y forma de gobierno que establecen estas bases”».
Suficientemente discutida, se preguntó si la adición destruía el artículo, y
acordado que no, se acordó también a moción del señor Ortega que se votara
por parte; siendo la primera: ataques a la independencia.
Hubo lugar a votar y se aprobó por unanimidad de los 45 señores siguien-
tes: Aguirre, Arrillaga, Arteaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda, Basadre, Bo-
nilla, Caballero, Camacho, Cañas, Carrera, Celis, Cora, Dublán, Domínguez,
Escobedo, Espinoza, García Conde, Garza (don Simón), Garza y Flores, Go-
ribar, Ibarra, Icaza (don Antonio), Icaza (don Juan), Lebrija, Moreno (don
Diego), Nájera, Navarrete, Ortega, Orbegoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pi-
mentel, Pizarro, Puchet, Quintana Roo, Quiñones, Ruano, Sagaseta, Sánchez
Vergara, Segura, Torres, Valencia, Villamil, y Zuloaga.
Segunda parte: «y forma de gobierno que establecen estas bases».
Hubo lugar a votar, y se aprobó por los 25 señores siguientes: Arrillaga,
Arteaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda, Basadre, Bonilla, Camacho, Cañas,
Celis, Espinoza, Icaza (don Antonio), Moreno (don Diego), Navarrete, Or-
begoso, Pacheco Leal, Pimentel, Pizarro, Quintana Roo, Quiñones, Ruano,
Sagaseta, Segura, Torres, y Valencia; contra los 20 señores que siguen: Caballe-
ro, Carrera, Cora, Dublán, Domínguez, Escobedo, García Conde, Garza (don
Simón), Garza y Flores, Goribar, Ibarra, Icaza (don Juan), Lebrija, Nájera,
Ortega, Peña y Peña, Pérez Tagle, Sánchez Vergara, Villamil, y Zuloaga.
Observación 20, dice así: «El artículo 200 deberá ser extendido como que-
da redactado en el 66, al observar el contenido de la decimoctava de las facul-
tades del presidente de la República».
Puesta a discusión, la retiró el Gobierno por ser una consecuencia de la
observación que retiró relativa al artículo 66.
Documentos 345
Observación 21. «Observa su Excelencia que en varios artículos se usa la
palabra Constitución, cuando en general el proyecto se llama de bases para la
organización de la República; y cree por lo mismo, que estas palabras deben
sustituir a la primera».
Puesta a discusión la adoptó la comisión, ofreciendo tenerla presente
cuando se corrija la redacción de las bases, con lo que quedo de acuerdo el
Gobierno.
Se suspendió la sesión, mientras la comisión abrió tenerla presente cuando se
corrigiera la redacción de las bases, con lo que quedó de acuerdo el gobierno.
Se suspendió la sesión, mientras la comisión abrió su dictamen sobre la
observación que acordó la junta se le pasase.
Continuó, y se dio lectura al dictamen de que ha hecho mención, y en el
que propone de acuerdo con el Gobierno el artículo siguiente: «Proponer al
Gobierno supremo uno lista de todos los individuos que le parezcan a propó-
sito, y que no sean menos de cinco, para el nombramiento de gobernador. En
los departamentos fronterizos, no tendrá obligación el Gobierno de sujetarse
a esta lista, y sucederá lo mismo cuando en algún otro departamento y en caso
extraordinario, lo acordase el Congreso por iniciativa del presidente».
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y se aprobó por los 38 seño-
res siguientes: Aguirre, Arrillaga, Ballesteros, Baranda, Barasorda, Basadre,
Bonilla, Caballero, Cañas, Carrera, Castillo, Chávarri, Cora, Espinoza, Garza
(don Simón), Garza y Flores, Ibarra, Icaza (don Antonio), Iturralde, Icaza
(don Juan), Larraínzar, Lebrija, Moreno (son Diego), Nájera, Navarrete, Or-
begoso, Pacheco Leal, Peña y Peña, Pimentel, Puchet, Quiñones, Rodríguez
(don Santiago), Rodríguez de San Miguel, Ruano, Segura, Torres, Valencia, y
Villamil; contra los señores Camacho, Dublán, Domínguez, Escobedo, García
Conde, Pérez Tagle, Viya y Cosío, y Zuloaga.
El Señor ministro de Relaciones manifestó, que a reserva de remitir para
los usos acostumbrados los ejemplares del decreto expedido por el Excelen-
tísimo señor presidente provisional, sobre solemnidad de los actos de la san-
ción y publicación de las bases para la organización de la República, presenta-
ba uno para instrucción de la Junta.
Después de haberse dado lectura, el señor presidente citó a los señores de
la junta para sesión el lunes 12 del presente, a las diez de la mañana.
Se levantó la sesión.
346 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra
SESIÓN DEL DÍA 12 DE JUNIO DE 1843
Abierta la sesión se procedió a la lectura y confrontación de los autógrafos
que contienen el proyecto de bases orgánicas conforme al artículo 84 del re-
glamento interior de la honorable Junta, y concluida se lectura los firmaron
los señores presidente, vicepresidente y todos los vocales presentes por el or-
den alfabético; y finalmente, los secretarios.
El señor presidente nombró para que compusiesen la comisión de que tra-
ta el artículo 85 del reglamento a los señores Valencia, Peña y Peña, Carrera,
Arrillaga, Navarrete, Icaza (Don Antonio), Cañas, Rodríguez de S. Miguel,
Espinoza, Quiñones, y Villamil.
Se suspendió la sesión mientras la comisión llevaba el mencionado autó-
grafo al Supremo Gobierno, y vuelta esta continuo la sesión.
El señor Presidente de la Comisión dio cuenta de haberla cumplido y que
su Excelencia el presidente provisional le había manifestado la más grata sa-
tisfacción.
Se levantó la sesión citándose para mañana a las diez.
SESIÓN DEL DÍA 15 DE JUNIO DE 1843
Abierta la sesión, se leyeron las actas de los días 9 y 12, y el señor Iturralde
hizo presente que al votar el artículo 196 lo hacia bajo el concepto de no ser
propio de las bases; y habiéndose manifestado por la mesa que en esta acta se
pondría lo que reclamaba el señor Iturralde, fueron aprobadas.
Inmediatamente, se procedió por los señores secretarios a tomar al Exce-
lentísimo señor presidente de la junta el juramento previsto en el artículo
4o. del supremo decreto de 8 del presente. A continuación, el mismo señor
presidente lo recibió a los demás señores vocales concurrentes, conforme al
artículo citado. Se suspendió la sesión.
Continuó cuando se anunció la llegada del consejo de representantes, y
presentes en el salón los señores consejeros, se procedió por el presidente de
la Junta a tomarles el juramento respectivo según el artículo 5o. del mismo
decreto, y concluido esta acto se suspendió la sesión.
Continuó, y se presentó el Excelentísimo señor presidente provisional de
la República, acompañando de la comisión de la junta que salió a recibirlo y
de la comitiva de que habla el mencionado decreto; y habiendo ocupado el lu-
gar que le corresponde bajo el solio, puesta la mano derecha sobre los Santos
Documentos 347
Evangelios, dijo: «Yo, Antonio López de Santa Anna, presidente provisional
de la República, juro guardar las bases que para su organización ha formado
la Junta Nacional Legislativa, y yo he sancionado con arreglo a los decretos de
19 y 25 de diciembre de 1842».
Concluido este acto pronunció su Excelencia un discurso análogo, que le
fue contestado por el Excelentísimo señor presidente de la Honorable Junta.
Se suspendió la sesión: abierta de nuevo, el señor Cora presentó la propo-
sición siguiente: «Los señores que formaban la comisión de policía de la ho-
norable Junta Legislativa, quedan autorizados por los individuos de ella para
seguir negociando el cobro de las dietas y viáticos que se le adeuda, y para
verificar su distribución. Lo quedan también para dar, en caso necesario, sus
ceses a los que los pidieron. Estos acuerdos se comunicarán al Ministerio de
Hacienda y a la tesorería general, para los efectos consiguientes».
Suficientemente discutido, hubo lugar a votar y fue aprobada.
El señor Sánchez Vergara presentó la que sigue: «Pido a la honorable junta
se sirva acordar, que de los primeros ejemplares impresos de las bases se repar-
tan a los señores que la componen, llevándoselos a sus casas». Fue aprobada.
El señor Navarrete hizo la que sigue: «La comisión de redacción queda
exonerada de la obligación de publicar las actas». Fue aprobada, como tam-
bién el acta de este día.
El señor vicepresidente dijo: «La honorable junta nacional legislativa, cie-
rra sus sesiones hoy 15 de junio de 1843.»
Son copias. México, junio 30 de 1843.—J. N. Espinoza de los Monteros.
348 Manuel González Oropeza - Rafael Estrada Michel - Alejandro Morales Becerra