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Cantinflerismo Academico-Parte1

Este documento presenta una primera parte de notas sobre el "cantinflerismo académico". Define el cantinflerismo como el uso de un lenguaje enrevesado y truculento que no transmite ideas claras, sino que intenta impresionar o confundir. Distingue entre cantinflerismo general y especializado, y entre cantinfleros deshonestos y honestos. Además, tipifica a los cantinfleros como expertos, herederos o novicios. Finalmente, enumera algunos rasgos característicos del lenguaje cantinflérico.

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Cantinflerismo Academico-Parte1

Este documento presenta una primera parte de notas sobre el "cantinflerismo académico". Define el cantinflerismo como el uso de un lenguaje enrevesado y truculento que no transmite ideas claras, sino que intenta impresionar o confundir. Distingue entre cantinflerismo general y especializado, y entre cantinfleros deshonestos y honestos. Además, tipifica a los cantinfleros como expertos, herederos o novicios. Finalmente, enumera algunos rasgos característicos del lenguaje cantinflérico.

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José Padrón G.

Los Teques, octubre 2006

NOTAS ACERCA DEL CANTINFLERISMO ACADÉMICO


(1ª Parte, versión borrador)

Es importante advertir que aquí se usan las palabras “cantinflerismo” y “cantinflé-


rico” exclusivamente por la fuerza ilustrativa del personaje en cuestión para lo que aquí
se quiere plantear. No es de ningún modo una burla ni un calificativo peyorativo. Lo que
cuenta es el gran isomorfismo de ciertas formas discursivas de Cantinflas con respecto
a las formas discursivas académicas que estoy criticando, de modo que el uso de esas
palabras es estrictamente referencial, descriptivo, nunca actitudinal ni valorativo. Con
esto espero aclarar que mi intención no es insultar ni descalificar a nadie, sino DES-
CRIBIR un hecho. Si estoy en un error en la descripción de ese hecho, quedo a la es -
pera de los contra-argumentos del caso.

Otra advertencia es que las citas textuales que aquí aparecen y cuyo original es-
tá en inglés fueron traducidas por mí. Dependiendo de cuán buenas o malas sean esas
traducciones, el lector podrá confiar en ellas. En todo caso, quienes leen inglés pueden
verificar esto consultando los originales cuyos datos aparecen al final, en las “Referen -
cias”. Digo esto para aclarar que las citas no están editadas a mi propia conveniencia.

1. Tipos y rasgos y del cantinflerismo académico

Como se sabe, uno de los rasgos del personaje CANTINFLAS es el de resolver


ciertas situaciones echando mano de un lenguaje truculento, construido con palabras
impresionantes e inusuales y con una sintaxis enrevesada, pero que no transmite nin-
guna idea relevante.

La función de este tipo de lenguaje no es transmitir información, sino impresionar


al interlocutor y confundirlo. Muy en general, la intención es enmascarar la propia igno -
rancia y engañar al oyente o lector fingiendo una gran cultura y una profunda sabiduría.
En nuestras universidades abundan desde hace años los académicos que usan
este mismo recurso, es decir, abundan los profesores cantinfléricos. En estas notas se
señalan algunos tips para identificarlos y, sobre todo, para evitar convertirse en uno de
ellos. Si se desea una explicación más amplia y detallada de este fenómeno del cantin-
flerismo académico, puede revisarse el trabajo titulado “La Neosofística y los actuales
sofismas” (Padrón, 2000). Un trabajo más extenso puede verse en Sokal (1999).

Contrariamente a lo que sugiere una lógica discursiva racionalista convencional,


y por ciertas razones didácticas, prefiero mostrar primero algunos tipos básicos de
Cantinflas académicos y luego ver los rasgos que definen ese cantinflerismo. Como di-
señador instruccional, sospecho que, después de poder discriminar varios tipos de
cantinflerismo académico, se entenderá mejor el concepto de fondo. En los tres prime -
ros párrafos de estas notas, gracias al personaje Cantinflas, creo que quedó plasmada
una definición intuitiva del cantinflerismo académico. Luego, aproximándonos a los va-
rios tipos cantinfléricos, esa definición se hará mucho más exacta. Veamos, pues, una
tipificación provisional básica.

La primera tipificación distingue entre un cantinflerismo general y otro especiali-


zado. El cantinflerismo general data desde los comienzos de la humanidad y agrupa a
todas aquellas personas que usan un lenguaje truculento en cualquier área, para cual -
quier situación y con un léxico no diferenciado, atípico, que puede ser literario, técnico
o esotérico. El propio Cantinflas pertenece a este tipo. Los cantinfléricos especializa-
dos, en cambio, son una subclase reciente, ubicada dentro de las corrientes posmoder -
nistas, constructivistas, relativistas, subjetivistas e intimistas. El léxico de éstos es total-
mente típico e identificable, es como una jerga, al punto de que sería sumamente fácil
construir una especie de diccionario cantinflérico posmodernista, con expresiones tales
como “transcomplejidad”, “yo”, “reflexión”, “otredad”, “conciencia”, “sujeto”, “incertidum-
bre”… y otras por el estilo, además del uso profuso e indiscriminado de los sufijos
“auto” (“auto-reflexión”, por ejemplo), “meta” (“meta-relatos”, por ejemplo) y “trans”
(“transdisciplinariedad”, por ejemplo). A continuación, dos muestras. La primera lo es
del cantinflerismo general, el que existe desde siempre, mientras que la segunda lo es
del cantinflerismo especializado, uno de cuyos padres actuales es precisamente el au-
tor de esa misma segunda cita:

Entender el futuro (el ser, la posibilidad, la infinitud) como fuente del presente
exige dar un salto -Sprung- desde la concepción impropia del tiempo lineal a la
temporalidad apropiada (que apropia a los éxtasis del tiempo expropiándoles,
pues ninguno es ya propiedad suya autosuficiente) o enlazada. Ese salto lleva
muy lejos (más acá); abre a un fundamento sin fondo (Ab-grund) y a una finali-
dad sin fin. Levanta la prohibición aristotélica del recurso al infinito (la recusación
substancialista de la infinitud), haciendo imposible que el pensamiento, como el
ser, se detenga en los primeros o últimos principios. (Oñate, 1988:421).

Hay un segundo principio de incertidumbre, y es que el sujeto oscila, por natura-


leza, entre el todo y la nada. Para sí mismo, él es todo. En virtud del principio
egocéntrico, está en el centro del mundo, es el centro del mundo. Pero, objetiva-
mente, no es nada en el Universo, es minúsculo, efímero. Por un lado, hay una
antinomia entre ese privilegio inaudito que el yo se concede a sí mismo y la con -
ciencia que podemos tener de que esa cosa, la más sagrada y la más funda-
mental, nuestro tesoro más precioso, no es nada de nada. Estamos divididos en -
tre el egoísmo y el altruismo (Morin, 1994:84-85).

La segunda tipificación distingue entre los cantinfléricos deshonestos (farsantes


conscientes) y los honestos (farsantes inconscientes). Los primeros saben que carecen
de ideas y saben que el cantinflerismo es un truco muy útil para enmascarar sus defi-
ciencias y para obtener prestigio académico engañando a los inocentes. Saben, ade-
más, que su cantinflerismo es nocivo para la Academia y para los académicos en for-
mación, pero para ellos lo importante es su propio prestigio, poder e influencia, aparte
de los ingresos económicos y demás privilegios que van asociados. Los otros, en cam -
bio, no son conscientes de nada de esto y están convencidos de que esa es la correcta
manera de hacer Academia, de escribir artículos y ponencias y de abordar los proble-
mas de las Ciencias Sociales. Muchos de ellos lo hacen por seguir una moda, que con-
sideran de vanguardia o de prestigio o de gran validez intelectual. En general, estos
cantinfléricos honestos se forman bajo la influencia de los del primer tipo y son sus se-
guidores entusiastas. Esto último nos lleva a la tercera tipificación.

Bajo un tercer criterio, podemos discriminar a los cantinfléricos expertos y pione-


ros, de nivel 1. Son los veteranos, los mundialmente famosos y los líderes. Son ellos
los que inventan los nuevos términos rimbombantes. Allí están, por ejemplo, Edgar
Morin con su “pensamiento complejo” y su “transcomplejidad”; Francois Lyotard con su
“economía libidinal” y su “condición posmoderna”; Gilles Deleuze con sus interpretacio-
nes de Nietzsche; Gianni Vattimo con su “pensamiento débil” y “pensamiento fuerte”,
etc. Luego están los cantinfléricos herederos, legatarios o delfines, de nivel 2. Estos en
general son estudiosos y admiradores de los del nivel 1, pero a su vez se encargan de
liderar el cantinflerismo en sus respectivos países o regiones, casi al modo de las su-
cursales o las franquicias. No podemos citar a nadie en particular debido a la gran
cantidad de ellos en cada país y región, pero podemos imaginarlos como los que reci -
ben directamente el legado de los grandes maestros pioneros y se encargan de repro -
ducirlo a diferentes escalas regionales, con alguno que otro ingrediente que parezca
original. Finalmente, están los novicios, los imitadores sistemáticos, la masa de segui-
dores, de nivel 3. Éstos no tienen el prestigio de los de nivel 2, pero trabajan en ello, lle-
gan a un dominio relativo de los trucos o de la magia del lenguaje cantinflérico, buscan
infiltrarse como ponentes en eventos universitarios o como profesores de seminarios de
postgrado e intentan publicar de cuando en cuando en alguna revista, siempre con el
objetivo de ir ascendiendo en la escala. Aparte de esos tres niveles, están las víctimas
tanto potenciales como reales, ubicadas particularmente entre los estudiantes de Doc-
torado. Ellos aun no han adquirido la suficiente capacidad crítica o rebeldía intelectual o
independencia académica, la misma que resulta indispensable para descubrir errores,
falacias, enmascaramientos e imposturas. Una vez que resultan víctimas del cantinfle -
rismo y cuando deben escribir sobre filosofía o epistemología, por ejemplo, o hacer su
proyecto de tesis o redactar sus trabajos de Seminario, llegan a creer que todo se trata
de buscar palabras altisonantes, giros sintácticos rebuscados, largos circunloquios, tér-
minos usados por los maestros cantinfléricos (niveles 1 y 2), etc., pero sin esforzarse
en ideas relevantes ni en razonamientos o argumentos. Algunos, incluso, se limitan es-
trictamente a parafrasear los escritos de esos maestros.
Hasta aquí una tipificación de los estilos cantinfléricos. Volvamos a hora a una
definición del cantinflerismo académico configurada según rasgos de clase. Considere-
mos los rasgos mínimos que caracterizan el cantinflerismo académico o el lenguaje
cantinflérico:

- Uso de palabras altisonantes, impactantes, tanto originales como tomadas de


otros autores. Ejemplo:

Romper la linealidad del tiempo antropomórfico (esa pertinaz simplificación


obtenida por hipóstasis de acciones instrumentales: inicio-medio-fin, que no
permiten explicar ninguna de nuestras experiencias verdaderas) costó al Za-
ratustra de Nietzsche una febril convalecencia exhausta. (Oñate, 1988)

- Más del 70% de los adjetivos, verbos, sustantivos y adverbios remiten a refe-
rentes que no están en la realidad material ni en la esfera del pensamiento lógico, sino
en la conciencia íntima del autor. En el ejemplo que sigue se trata del 100%:

El  pensar de la transfinitud es un pensar  de reconciliación que abandonan-


do el sueño -pesadilla- de  las totalidades (...) asume la belleza de una tragi-
cidad sagrada: ese luminoso temor de los seres emergiendo un segundo -un
eterno- antes de  desaparecer. Esa alteridad del diferir sin fin en que se es-
tremece  lo mismo sin ser nunca aún.  Esa  gracia gratuita de lo que brota y
se oculta en quiebras de plenitud, en destellos de persistencia y variación ru-
morosa... muriendo en resurrecciones  multidimensionales,  sin necesidad de
cambiar de  mundo.

- Composición sintáctica enrevesada, barroca, llena de arabescos y filigranas.


Ejemplo (la cita anterior también es una muestra de este rasgo):

A fin de evitar la insatisfactoria inmanencia de la conciencia al tiempo, cae-


mos en una inmanencia del tiempo a la conciencia. La conciencia abarca al
tiempo y es a la vez abarcada por éste (Lyotard, s/f:121)

- Predominio de la función dogmática, declarativa y categórica, con afirmaciones


no demostradas ni razonadas. Véase cómo en el siguiente ejemplo todas las afirmacio-
nes son gratuitas, no se dan razones ni evidencias de nada de lo que se afirma. El au -
tor espera que todos los lectores crean ciegamente en lo que él pontifica:

La racionalidad científica ha acabado por sufrir un empobrecimiento draco-


niano. Se ha revelado técnicamente perfecta y humanamente carente de
sentido. Ya no tiene ni el coraje ni quizá la capacidad o la imaginación para
plantearse cuestiones fundamentales. Con obsesión neurótica, se limita a
controlar la exactitud interna de sus propias operaciones. Se ha convertido
en procedimiento. La ciencia ha abdicado transformándose en cientificismo.
La razón racionalista ha cortado los puentes con lo cotidiano. En nombre del
racionalismo absoluto, ha dejado de ser razonable. Se ha erigido en un nue-
vo dogmatismo. (Ferrarotti, 1994:281).

- Enmascaramiento de información trivial, obvia (perogrulladas o verdades de


perogrullo), pero disfrazada de originalidad y dotada de pomposidad, como si se estu-
viera diciendo algo novedosísimo. El siguiente ejemplo plantea algo que cualquier anal-
fabeta sabe y que siempre se ha dicho, pero el autor lo plantea como algo que se dice
por primera vez en la historia humana:

Nunca se sabe de antemano cómo alguien llegará a aprender, mediante qué


amores se llega a ser bueno en latín, por medio de qué encuentros se llega
a ser filósofo, en qué diccionarios se aprende a pensar (Deleuze, 1988:273-
274).

- Redundancia de la información (cuando hay alguna información), circunloquios,


rodeos y repeticiones: lo que podría decirse con pocas palabras se dice con muchas.
Ejemplo:

Compárese hacer el amor en una pradera y en un automóvil, en un camino


para enamorados y en una calle de Manhattan. En los primeros casos, el
ambiente participa e invita a la catexia libidinal y tiende a ser erotizado. La li-
bido trasciende las zonas erógenas inmediatas; se crea un proceso de subli-
mación no represiva. En contraste, un ambiente mecanizado parece impedir
la autotrascendencia de lo erótico. La ciencia ha proyectado y promovido un
Universo en el que la dominación de la naturaleza ha permanecido ligada a
la dominación del hombre; un lazo que tiende a ser fatal para el universo
como totalidad. La naturaleza, comprendida y dominada científicamente, rea-
parece en el aparato técnico de producción y destrucción, que sostiene y
mejora la vida de los individuos al tiempo que los subordina a los dueños del
aparato (Marcuse, 1965:103,193).

- Ambigüedad. Los siguientes ejemplos no son en sí mismos muestras de ambi-


güedad, pero sí son una recomendación de un cantinflérico del nivel 1 (Adorno) y de
otro cantinflérico del nivel 2 (Guba), en que se insta a sus víctimas a ser ambiguos.
Para muestras de ambigüedad en sí mismas, véase cualquiera de las muestras anterio-
res:

- Ya que la dialéctica no es un método independiente de su objeto, la misma


no puede, a diferencia del sistema deductivo, ser representada en sí misma.
No accede al criterio de definición porque, en cambio, ella critica ese criterio
mismo (Adorno, 1976:9).

- En cuanto al término “Paradigma”, algunos consideran que la falta de


claridad en esa definición es algo inconveniente. Pero yo creo que es
importante dejar el término en ese limbo problemático en que se halla, ya
que entonces será posible irlo moldeando a medida que mejore nuestra
comprensión de sus múltiples implicaciones. (Guba, 1991:17).

- Falta de sentido, ausencia de referentes, vacío de significados. Se trata de estructuras


discursivas en las que sólo se leen palabras, pero no se captan ideas. Sin embargo, el
lector ingenuo jura y perjura que está frente a una pieza académica de primera
magnitud. Ejemplo:

Muchas señales de agotamiento discursivo están presentes en la tarea de


pronunciar un pensamiento alternativo con capacidad interpretativa para
comprender la complejidad del horizonte histórico-cultural actual. Es
precisamente donde lo epistemológico no tiene tanta fuerza normativa para
imponer reglas de verdad y fundamentación. (Azócar, 2002).
2. El lenguaje de Cantinflas explicado por algunos autores

Muchos autores se han percatado de este tipo de lenguaje en las producciones


académicas y han ofrecido explicaciones diversas. Aquí revisaremos unas pocas.

Marc Kac, por ejemplo, asocia este lenguaje a la magia y al misterio:

En ciencias, al igual que en otros terrenos de la actividad humana, hay dos


clases de genios: los ordinarios y los mágicos. Un genio ordinario es alguien al
que usted y yo habríamos podido igualar si hubiéramos sido varias veces
mejores. No hay ningún misterio sobre la manera de trabajar de su intelecto. Una
vez comprendido lo que ha hecho, nosotros seríamos capaces de hacerlo. Es
diferente con los mágicos. Están, utilizando la jerga matemática, en nuestro
complementario ortogonal y la forma en que su espíritu trabaja es a todas luces
incomprensible. Incluso después de haber comprendido lo que han hecho, el
procedimiento por el que lo han realizado queda completamente oculto. Raras
veces o nunca tienen alumnos porque no pueden tener émulos y debe ser
terriblemente frustrante para un espíritu joven y brillante medirse con los
caminos misteriosos por los que atraviesa el cerebro de un mago (Kac,
1987:XXV).

Esa misma es la explicación de Jacob:

El autor de una obra es único, irreemplazable. El de un descubrimiento, inter -


cambiable. Sin Flaubert no existiría Madame Bovary. Sin Mozart tampoco La
Flauta Mágica. Por el contrario, si un descubrimiento no hubiera sido hecho por
el profesor A, lo hubiera sido por el doctor B. Hasta por C o incluso por D. (Cita-
do por Brezinski, 1993:21).

Lo que está de fondo en el pensamiento de estos dos autores anteriores es algo


clave para un argumento contra el cantinflerismo académico: el lenguaje cantinflérico
queda encerrado dentro de los límites de la conciencia del individuo. Nadie más sino él
entiende el misterio y la magia que arropan su discurso. Por tanto, los niveles de
socialización, requisito indispensable de la producción académica, resultan sumamente
bajos y la Intersubjetividad queda aniquilada, sobre todo en el sentido de que es un
discurso que escapa a la crítica y a la evaluación. Cualquier error puede esconderse
detrás de ese lenguaje mágico-misterioso.

Popper, por su parte, lo explica en términos de cómo se produce ese lenguaje y


del efecto asociado:

La receta es: tautologías y trivialidades aderezadas con paradójicos absurdos.


Otra receta es: póngase a escribir cualquier pomposidad escasamente
comprensible y añada trivialidades de vez en cuando. Esto lo disfrutará aquel
lector que se sienta halagado por encontrar en un libro tan ‘profundo’ las ideas
que él ya había tenido alguna vez (Popper, 1992:86)

Y hay un autor no identificado (es muy difícil saber quién es el autor original, ya
que su idea ha sido repetida, ajustada y transformada en muchas versiones) que
elaboró una guía para elaborar discursos cantinfléricos. Se trata de una tabla de 4
columnas y 14 filas. En cada una de las celdas resultantes hay una frase incompleta.
Pero se puede obtener una oración cantinflérica sintácticamente perfecta si se elige
cualquier frase de la columna 1 y luego se le añade cualquier frase de la columna 2,
luego cualquier frase de la columna 3 y luego cualquier frase de la columna 4. Por
ejemplo, sumando las frases de las celdas I-1, II-2, III-3 y IV-4, se obtiene la siguiente
oración cantinflérica:

“Queridos compañeros, la complejidad de los estudios de los dirigentes exige la


precisión y la determinación de las actitudes de los miembros hacia sus deberes inelu-
dibles.”

Aunque la idea de esta tabla es, desde luego, una caricatura o una sátira,
permite ilustrar parcialmente el modo en que escriben muchos cantinfléricos. La tabla
es la siguiente:

I II III IV
la realización de de las condiciones fi-
Queridos compa- nos obliga a un
las premisas del nancieras y adminis-
ñeros exhaustivo análisis
programa trativas existentes.
Por otra parte, y la complejidad de cumple un rol es- de las directivas de
dados los condi-
los estudios de los cencial en la forma- desarrollo para el futu-
cionamientos ac-
dirigentes ción ro.
tuales
el aumento cons-
tante, en cantidad exige la precisión y del sistema de partici-
Asimismo,
y en extensión, de la determinación pación general.
nuestra actividad
Sin embargo no ayuda a la prepara- de las actitudes de los
la estructura actual
hemos de olvidar ción y a la realiza- miembros hacia sus
de la organización
que ción deberes ineludibles.
garantiza la partici-
el nuevo modelo
pación de un grupo de las nuevas proposi-
De igual manera, de actividad de la
importante en la for- ciones.
organización,
mación
el desarrollo conti-
La práctica de la cumple deberes im- de las direcciones
nuo de distintas
vida cotidiana portantes en la de- educativas en el senti-
formas de activi-
prueba que, terminación do del progreso.
dad
No es indispensa-
del sistema de forma-
ble argumentar el nuestra actividad
ción de cuadros que
peso y la significa- de información y facilita la creación
corresponda a las ne-
ción de estos pro- propaganda
cesidades.
blemas ya que,
Las experiencias el reforzamiento y obstaculiza la apre- de las condiciones de
ricas y diversas desarrollo de las ciación de la impor- las actividades apro-
muestran que, estructuras tancia piadas.
El afán de organi- la consulta con los ofrece un ensayo in-
del modelo de desa-
zación, pero sobre numerosos militan- teresante de verifi-
rrollo.
todo tes cación
Los superiores el inicio de la ac- implica el proceso de las formas de ac-
principios ideológi- ción general de
de reestructuración
cos, condicionan formación de las ción.
y modernización
que actitudes
un relanzamiento
Incluso, bien pu- habrá de significar
específico de to- de las básicas premi-
dieramos atrever- un auténtico y efi-
dos los sectores sas adoptadas.
nos a sugerir que caz punto de partida
implicados
permite en todo
la superación de
Es obvio señalar caso explicitar las de toda una casuística
experiencias peri-
que, razones fundamen- de amplio espectro.
clitadas
tales
Pero pecaríamos una aplicación in- asegura, en todo
de insinceros si discriminada de los caso, un proceso de los elementos ge-
soslayasemos factores confluyen- muy sensible de in- neradores.
que, tes versión
de toda una serie de
Por último, y como el proceso consen- criterios ideológica-
deriva de una indi-
definitivo elemento suado de unas y mente sistematizados
recta incidencia su-
esclarecedor, otras aplicaciones en un frente común de
peradora
cabe añadir que, concurrentes actuación regenerado-
ra.
(continuará)

REFERENCIAS EN LA PRIMERA PARTE3

Adorno, T. (1976): “On the Logic of Social Sciences”, en Adorno et Al.: The Posi-
tivist Dispute in German Sociology. New York: Harper & Row.

Azócar, Tomás (2002): “Educación para el Siglo XXI. Aportes para un Diálogo
Necesario”, en Educere, Abril-Junio. Año/Vol. 6, Nº 17, Universidad de Los Andes, Mé-
rida, Venezuela. Pp. 20-28. Disponible: http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/
356/35601703.pdf#search=%22%22agotamiento%20discursivo%22%22

Brezinski, C. (1993): El Oficio del Investigador. Madrid: Siglo XXI.

Ferrarotti, F. (1994): "El Destino de la Razón y las Paradojas de lo Sagrado", en


AA VV: Formas Modernas de Religión. Madrid: Alianza.

Deleuze, G. (1988). Diferencia y repetición. Madrid: Júcar.

Guba, E. (1991): The Paradigm Dialog. California: Sage

Oñate, T. (1988): “Finito, Infinito, Transfinito”, en Reyes, R. (1988): Terminología


Científico-Social. Barcelona: Anthropos.

Kac, M. (1987): Enigmas of Chance. Berkeley: Univ. Of California Press.

Lyotard, F. (s/f): La Fenomenología. Buenos Aires: Paidós.

Marcuse, H. (1965): El Hombre Unidimensional. México: FCE.

Padrón, J. (2000): “La Neosofísitica y los actuales Sofismas”, en Cinta de Moebio


No. 8. Septiembre 2000. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile. Edición
original: 1996, disponible en http://padron.entretemas.com/neosofistica/neosofisti-
ca.htm.

Popper (1992): «Against the Big Words», en Popper, K.: In Search of a Better
World. New York/London: Routledge.
Morin, E. (1994): “La Noción de Sujeto”, en Schnitman, D.: Nuevos Paradigmas,
Cultura y Subjetividad. Buenos Aires: Paidós.

Sokal, A. (1999): Imposturas Intelectuales. Buenos Aires: Paidós.

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