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La Confesión, Folleto (P. Benedicto) (6707)

La confesión es el sacramento en el que, mediante la absolución del sacerdote, recibimos el perdón de nuestros pecados si nos confesamos arrepentidos. Para hacer una buena confesión se requieren cinco cosas: examen de conciencia, arrepentimiento, propósito de enmienda, confesarse con el sacerdote, y cumplir la penitencia impuesta. La confesión es principalmente un encuentro con Cristo donde recibimos su curación y fortaleza para superar las tentaciones.

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La Confesión, Folleto (P. Benedicto) (6707)

La confesión es el sacramento en el que, mediante la absolución del sacerdote, recibimos el perdón de nuestros pecados si nos confesamos arrepentidos. Para hacer una buena confesión se requieren cinco cosas: examen de conciencia, arrepentimiento, propósito de enmienda, confesarse con el sacerdote, y cumplir la penitencia impuesta. La confesión es principalmente un encuentro con Cristo donde recibimos su curación y fortaleza para superar las tentaciones.

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I.

Introducción 2

II. ¿Qué recibimos en la Confesión? 3

III. ¿Qué es el sacramento de la Reconciliación? 5

IV. ¿Qué es necesario para hacer una buena confesión? 8

1. El examen de la conciencia. 9

2. El arrepentirse de los pecados. 9

3. El propósito de enmienda. 11

4. La confesión con el sacerdote. 12

5. La satisfacción. 14

VI. En el confesionario (una guía) 16

VII. Una ayuda para el examen de conciencia 18

1
EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN UN DON
DE DIOS A LA IGLESIA.

Dios sabe de nuestra debilidad y siempre de nuevo necesitamos de


su perdón y de su misericordia. Por eso dejó a la Iglesia el
sacramento de la Reconciliación. Si por nuestras acciones hemos
perdido la gracia recibida en el Bautismo de vivir plenamente
como hijos de Dios, la confesión, y la voluntad de convertirse de
corazón, es el camino de recuperar esta gracia. Por eso se ha
llamado la confesión un “segundo bautismo”. Siempre tenemos la
oportunidad de hacernos hombres nuevos.

La Iglesia para decir que a través de los sacerdotes tiene el poder


de perdonar los pecados, se basa en las palabras que dijo el mismo
Jesús el día de la Resurrección a los Apóstoles:

“Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les


quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan
retenidos.” (Jn 20, 22-23)
El sacramento de la reconciliación es el “regalo de Pascua” del
Resucitado a su Iglesia. Como Cristo quería que este don del
Espíritu llegara a todos los hombres de todos los siglos, dio a los
apóstoles el poder de perdonar de una manera transmisible. Así lo
pudieron transmitir por la imposición de las manos a sus sucesores
los obispos y sacerdotes. Por eso es siempre Cristo mismo quién
está presente en sus ministros para ofrecer la Reconciliación y
perdonar los pecados:

“el Hijo del hombre tiene en la tierra poder


de perdonar pecados” (Mc, 2, 10)

2
Tal vez no estamos realmente conscientes que útil y realmente
benéfico es el sacramento de la Reconciliación para nosotros.
Muchas personas en sus angustias que llevan en su alma, antes de
confesarse acuden al sicólogo. Sin embargo, en muchos casos sería
mucho más efectivo acordarse antes que nada de nuestro Padre
celestial y de su promesa. El sacramento de la Reconciliación va
directamente a la raíz de nuestros problemas más profundos, y bien
vivido no se limita a una curación superficial. La confesión es
sencilla, no cuesta nada y es sumamente efectivo. En una buena
confesión no se pierde nada, porque no vamos a confesarnos para
dar algo, sino para recibir.

Dice el Catequismo: El sacramento de la Penitencia nos devuelve


la gracia de Dios y nos une a Él con profunda amistad. A quienes
lo reciben con un corazón arrepentido y con las debidas
disposiciones les trae la paz y la tranquilidad a la conciencia y un
profundo consuelo espiritual. (CEC 1468)

Podemos resaltar tres efectos principales: purificación, sanación y


fortalecimiento.

a) Nos purifica. Como hay una suciedad exterior del cuerpo así
también nuestra alma queda afectado por la suciedad del
pecado. En la confesión en virtud de la sangre de Cristo se
borran nuestros pecados, somos lavados interiormente y
permitimos que Dios nos dé realmente un corazón nuevo:

3
“Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; de todas
vuestras impurezas y de todas vuestras basuras os purificaré.
Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu
nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os
daré un corazón de carne.” (Ez 36,25)

b) Nos sana. Estamos enfermos si algo en nosotros no está en


orden. Sin orden no hay paz ni alegría. Pero hay cosas
desordenadas que no podemos ordenar por nosotros mismos,
hay cosas ocultas que no podemos sacer por nuestras propias
fuerzas, hay enfermedades que no podemos curar por nosotros
mismos. En la confesión Cristo puede hacer todo esto, nos
sana maravillosamente, restablece el orden en nosotros y así el
sacramento se hace fuente de paz y alegría porque:

“Para Dios nada es imposible” (Lc 1, 37)

c) Nos fortalece. Como una buena medicina la confesión no


solamente nos sana sino también nos fortalece. Como el hijo
perdido cuando vuelve a la casa del Padre recibe además del
nuevo vestido y del anillo como signo de su filiación también
nuevos zapatos para andar mejor sobre los caminos espinosos,
así también nosotros: recibimos todas las gracias necesarias
para evitar en adelante el pecado, crecer en el amor de Cristo
y caminar seguras en los caminos espinosos de la vida.

Dichosos los que laven sus vestiduras en la sangre del cordero, así
podrán disponer del árbol de la Vida. (Ap. 22, 14)

4
Si ya estamos convencidos por sus efectos de lo provechoso que
es la confesión sería bueno saber ahora algo más y preguntarnos
de nuevo:

Podemos decir escuetamente:


La confesión es el sacramento en el cual, por medio de la
absolución del sacerdote, recibimos el perdón de
nuestros pecados si nos confesamos arrepentidos.

"Confesaos unos a otros vuestros pecados para que sean salvos".


(San 5, 16)

Pero para comprender algo mejor lo que en el fondo es


realmente la confesión nos puede ayudar repasar algunos de los
aspectos que comúnmente se tiene en mente. Así podemos
prever malentendidos y llamar la atención sobre lo más propio
de este sacramento:

 La confesión sacramental es más qué…

… un tratamiento de sicoterapia.
- El sacramento aunque implica algo de sicoterapia apunta sobre
todo a la vida sobrenatural del ama destruido por el pecado mortal
o herido por el pecado venial. Hay algunas enfermedades que
necesitan el trato profesional de un sicólogo, pero ya lo decimos:
la sicología no puede sanar el desorden de nuestra relación más

5
íntima con Dios lo cual es fundamental para que podamos ser
felices.
… una guía espiritual
- La guía espiritual puede ser separado de la confesión, sin
embargo, en muchos casos coincide.

… un desahogarse
- El hombre tiene la necesidad de compartir lo que le pesa.
Cuando en la confesión dice sus pecados encuentra un espacio
seguro porque tiene la garantía absoluta que al sacerdote le obliga
el secreto sacramental. Pero la confesión es más que un
compartir…
… una predica individual
- La orientación por el confesor puede ser importante, pero no es
lo propiamente esencial; no depende el valor del sacramento si se
recibió en ella una “buena homilía”.

… un turno de preguntas religiosas


- Es una posibilidad utilizar la confesión para hacerle una
pregunta al confesor. Si esto sería el caso el momento correcto es
inmediatamente después de haber dicho los pecados, no al final
después de la absolución. Pero no se debería exagerar, no es
simplemente un turno de preguntas.

 La confesión sacramental es…

… un encuentro con Cristo


- Como todos los sacramentos, el sacramento de la Reconciliación
es en primer lugar un encuentro con Cristo mismo (Uno no se
confiesa con el P. fulano sino con Cristo mismo). Si me voy a
confesar no voy simplemente “a confesar” o “al Padre” o “a

6
hacer una devoción”, sino tengo un encuentro personal con Cristo
como lo tenía p. ej. La pecadora María Magdalena.
… una conversación con Cristo
- El sacerdote es únicamente un mediador para que el penitente se
encuentre con el perdón de Dios. Un poco como “un teléfono” por
el cual Cristo nos escucha y absuelve. De hecho, no importa
realmente el color o aspecto del teléfono con solo que funcione…

… un juicio por Cristo


- Es el juicio de la misericordia. En la confesión me arrodillo ante
Cristo el eterno juez. El Sacerdote no me acusa - él no tiene que
investigar todo -, el acusador soy yo mismo y mi conciencia.
Tampoco es el sacramente para confesar los pecados de los demás.

… ser resucitado por Cristo


- Si venimos a la confesión con pecados veniales, el sacramento es
como una curación de una enfermedad (como de la “lepra “del
alma), pero si hemos pecado en algo más grave, es para nuestra
alma como una resurrección de la muerte. Recibimos de nuevo la
vida de la Gracia y la amistad con Jesús.

… curación por Cristo


- Cristo es el médico de nuestra alma. Si estamos en peligro de
muerte (pecado grave) es imprescindible buscar un médico. Pero
también si estamos más o menos enfermos, aparte de nuestro
propio esfuerzo para mejorar, es recomendable decirle al médico
lo que tenemos para que nos alivie y nos dé los medios adecuados.
Además, una enfermedad leve puede fácilmente hacerse más grave
si no se toma las medidas necesarias… No es obligatorio decir
todos los pecados veniales (leves), aunque es bueno hacerlo.
Podemos decir por lo menos la una o la otra falla que nos parece

7
más importante y en la cual más queremos trabajar; así vamos a
obtener una ayuda para enmendarnos seriamente en este asunto.
Como una buena medicina, Cristo nos cura en el sacramento, pero
también nos fortalece para superar con él las nuevas tentaciones
que pueden venir.

¿Cuántas cosas son necesarias para


hacer una buena confesión?
Para hacer una buena confesión son necesarias cinco cosas:
1) Un examen de conciencia.
2) Arrepentirse de los pecados.
3) Propósito de enmienda.
4) Confesarse con el sacerdote.
5) Cumplir la penitencia que impone el confesor.

CUMPLIR Vs. CONVERTIR


Lo importante no es cumplir simplemente con los 5 pasos del
sacramento de la Reconciliación. El fin es convertirnos realmente,
es decir, renovar nuestro modo de pensar y actuar, hacernos
mejores y poner a Cristo en el centro de nuestra vida.

Confesarse es convertirse. Si no hay conversión, si únicamente


utilicemos el sacramento como desquite de lo que queremos que ya
no nos moleste o por miedo al castigo, pero no abrimos las puertas
para Cristo que nos da un corazón nuevo, entonces no se vive el
sacramento en plenitud. Esta conversión dura toda la vida: el
malvado se convierte a la vida; el que ya está en el camino se hace
mejor; el perfecto se hace más perfecto.

8
¡Cuanto más uno entiende que confesarse significa convertirse,
tanto mejor será su confesión!
I. El examen de conciencia.
Este es el primer paso que hacemos para prepararnos para la
confesión. Se trata de recordarnos de los pecados cometidos y
también de las causas o razones por las cuales estamos cometiendo
estas faltas. Hay ayudas para el examen de conciencia que nos
hacen reflexionar acerca de nuestro comportamiento a la luz de los
diez mandamientos, los mandamientos de la Iglesia, los pecados
capitales etc. (cf. página…)
¿Cómo empezar?
1º Buscamos un lugar tranquilo que nos facilita el recogimiento
(p. ej. tu cuarto o la capilla).
2º Invocamos al Espíritu Santo para que nos recuerde los
pecados con los cuales hemos disgustado a Dios. (Como se
enciende la luz para ver bien por donde limpiar la casa).
3º Repasamos los puntos que nos surgiere la ayuda para el
examen. (¡Es muy recomendable hacerse unas notas para
no olvidar nada de lo que nos proponemos de confesar!)
- N.B. Si nos confesamos más frecuentemente no es necesario
utilizar siempre la “ayuda”.

II. El Arrepentirse de los pecados.


Es esto lo más importante para una buena confesión. Significa que
sentimos tristeza y pesar de haber ofendido a Dios. ¡Si no estamos
arrepentidos, incluso si nos confesaríamos con el Santo Padre, el
sacramento no tendría ningún efecto! Si el hijo pródigo no se
hubiera arrepentido de lo que hizo, no hubiera regresado a la casa
del Padre.
El verdadero arrepentimiento ya implica la repugnancia al pecado,
el dirigirse a Dios y el propósito de enmendarse.

9
 ¡EL ARREPENTIMIENTO (JUNTO CON EL PROPOSITO DE
ENMIENDA) ES LO MÁS IMPORTANTE PARA RECIBIR EL
SACRAMENTO CON EL MAYOR FRUTO: DE SU INTENSIDAD DEPENDE
EL GRADO DE GRACIA QUE EL ALMA RECIBE CON LA ABSOLUCIÓN!
Hay dos clases de contrición:
 La contrición perfecta (por amor): Nace del pesar de
que hemos ofendido a un Dios infinitamente bueno y de
la vergüenza de haber abusado de este amor. Tiene el
poder de borrar cualquier pecado e implica siempre el
deseo de confesarse y el propósito de evitar en adelante
el pecado.
 La atrición (contrición imperfecta por miedo): Nace del
pensamiento en la justicia divina o por la fealdad del
pecado, pero todavía no del puro amor a Dios. Por sí
mismo no puede borrar los pecados graves, pero prepara
la conversión más profunda y es suficiente para recibir el
perdón al obtener la absolución del sacerdote y teniendo
el propósito de enmendarse.
 Si nos confesamos únicamente por vergüenza ante los hombres, por
obligación o para aparecer algo, sin pensar en el amor o la justicia
de Dios, y tampoco tenemos la intención de mejorar, la confesión no
sirve de nada e incluso sería un pecado más y un abuso del
sacramento confesarse así.

 Ya que la gracia del verdadero arrepentimiento es un don de Dios


que solo se puede generalmente conseguir por vía de oración, es
importante humillarse ante Dios y pedirla con insistencia por la
intercesión de María.

 Para conseguir el dolor de haber pecado podemos imaginarnos a


Jesús crucificado por nuestros pecados, pensar en lo bueno que el
Padre celestial nos concede permanentemente y la felicidad eterna que
nos espera si somos fieles, y también pensar en la malas consecuencias

10
que el pecado puede tener en el más allá si no nos convertimos a Dios
que ha venido para salvarnos y conducirnos a la felicidad.

 Pensemos en como quisiéramos arrepentirnos de todas nuestras


faltas y pecados cometidos si deberíamos aparecer hoy día ante Jesús.
III. El propósito de enmienda.
Ya que sentimos pesar de haber ofendido a Dios tomamos la firme
resolución de nunca más ofenderle. Queremos cumplir con lo que
Jesús dijo a una pecadora:

“Vete, y no pecas más” (Jn 8, 11)

No significa que ya no volveremos a pecar – incluso el justo peca


siete veces al día - , pero estamos resueltos de hacer todo lo posible
para evitar los futuros pecados y las situaciones que nos hacen
pecar. Implica también de reparar si es posible el daño que ha
causado el pecado.

Muchas veces es necesario evitar las ocasiones que nos hacen


pecar: el trato con ciertas persona; ciertos lugares; pasar
mucho tiempo en internet etc.
¡La causa porque muchas personas siempre se confiesan de
lo mismo es porque no evitan las ocasiones!
Pensémoslo bien:
¿Cuáles son las ocasiones que me hacen pecar?
¿Cómo los puedo evitar?
Junto con los propósitos negativos (ya no haré esto…) es
importante hacerse también propósitos positivos: seré más
amable a esta persona; leeré acerca de esta virtud para
mejorarme etc.

11
 No nos desanimemos se caemos de nuevo: lo decisivo no es
que nunca más caeremos, sino que nunca dejaremos de
levantarnos de nuevo: en la confesión Cristo nos tiende una
mano para ponernos de nuevo de pie.
 Como no nos lavamos las manos de una vez para siempre,
sino todas las veces que haga falta, así la confesión.

 Para avanzar en el seguimiento de Cristo y en la vida espiritual,


aparte del propósito general de evitar todos los pecados graves hace falta
proponerse los medios para trabajar concretamente en las faltas
personales más importantes.

IV. La Confesión con el sacerdote.


Para recibir la absolución manifestamos con confianza y sin
engaño ni mentira al confesor los pecados cometidos.

Confesad vuestros pecados y así serán curados espiritualmente


(San 5, 16)
¿Qué pecados estamos obligados a confesar?
 Estamos obligados solamente a confesar todos los pecados
graves con las circunstancias determinantes, pero es muy
recomendable y provechoso confesar también los pecados
veniales (leves).

 Aunque los pecados leves pueden ser perdonados también fuera de la


confesión, por la oración, la mortificación, las obras de caridad etc. la
confesión por ser un sacramento (una acción de Cristo mismo) es un
remedio más efectivo para sanar las consecuencias que dejan estas
faltas un nuestra alma.

12
 La confesión habitual de los pecados veniales ayuda a formar la
conciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por
Cristo, a progresar en la vida del Espíritu. (CEC 1458)
 Si el confesor conoce nuestros pecados veniales nos puede dar más
fácilmente una adecuada “dirección espiritual”.
 Hace mucho sentido confesar aquellos pecados veniales en las cuales
más queremos trabajar y si lo combinamos con propósitos prácticos y
concretos para evitarlas en adelante, el sacramento nos la una gracia
especial para alcanzar nuestras metas.

N.B. Es necesario enumerar todos los pecados graves, cuales son,


cuantas veces los cometimos (si lo sabemos), y las circunstancias, pero
no se debe describirlos a detalle al confesor si no sería estrictamente
necesario. Tampoco si dice por ejemplo literalmente las palabras
groseras que decimos a una persona, basta decir que decimos palabras
groseras…

Si callamos intencionalmente un pecado grave la confesión no


es válido. Pero si nos olvidamos de un pecado sin quererlo, Dios
nos perdona sin ninguna duda, pero tenemos que decirlo en la
próxima confesión.

o Ya que para la confesión es necesario la conversión personal


y el propósito de no pecar más, no pueden recibir el
sacramento los que viven en unión libre, concubinato,
matrimonio civil, o los divorciados vueltos a casar, salvo el
caso que se proponen ya no tener en adelante relaciones
sexuales. No es la culpa del Padre que “no quiere darme la
absolución”, sino él no puede, y si lo haría pecaría el mismo y
no tendría ningún efecto menos el de engañar al penitente y
hacerle pecar más.

13
---------------------------------------------------------------------------------
Mensaje de Juan Pablo II a las personas que por su situación de vida
todavía no pueden participar en los sacramentos de la
Reconciliación y Eucaristía:

“La Iglesia desea invitar a sus hijos, que se encuentran en estas situaciones
dolorosas, a acercarse a la misericordia divina por otros caminos, pero no por
el de los Sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, hasta que no hayan
alcanzado las disposiciones requeridas. Que cumplan actos de piedad que no
sean la recepción de estos sacramentos, que procuran hacer un esfuerzo
sincero por mantenerse en comunicación con Dios por medio de la oración,
que asistan a la Santa Misa; que repitan con frecuencia actos de fe, de
esperanza y de caridad, y hagan actos de contrición lo más perfectos posible,
para que así vayan preparando el camino hacia la reconciliación plena, en la
hora que solo la Providencia conoce” (Reconc. et Penitentia, 34)

V. La satisfacción.
Para pagar la pena temporal que es consecuencia de nuestros
pecados y para expresar nuestra voluntad de conversión, el
sacerdote nos impone una penitencia que puede consistir en
oraciones, buenas obras etc.

¿Por qué penitencia si Dios ya me ha perdonado?

Hay que distinguir entre lo que es la culpa y lo que es la pena por


un pecado cometido.
Por el pecado nos hacemos culpables porque hacemos un daño a
nuestra relación con Dios, a nuestros prójimos y a nosotros mismos
(como un cristal roto). Si nos confesamos arrepentidos, Dios nos
perdona completamente la culpa, nos abrasa como su amigo y nos
recibe de nuevo en su casa como hizo el Padre misericordioso en la
parábola de “hijo pródigo”.

14
Pero otra cosa es la pena temporal que son las consecuencias que
deja el pecado en nuestra alma, como cicatrices que se quedan
incluso una vez curado una enfermedad. El sacramento sana
también una parte de estas cicatrices, sin embargo no las sana
todos. Cuanto más arrepentidos somos por amor a Dios, más se
perdona de la pena temporal. Si estuviéramos completamente
arrepentidos con un gran amor a Dios, se borrarían todas estas
penas temporales en la confesión, pero pocas personas logran esto
realmente.
La pena temporal se puede expiar por la oración, el ayuno, la
limosna, el sacrificio voluntario y “sobre todo en aceptar con
paciencia la cruz de sufrimientos de cada día” (CEC 1460).
También hay otras ayudas que concede la Iglesia como son por
ejemplo las Indulgencias. A veces es necesario reparar el pecado
cometido por una obra concreta como restituir lo robado, devolver
la buena fama a alguien de quién se ha hablado mal etc., pero
siempre cuando esto no conlleva otro daño al penitente o lesiona el
secreto de la confesión.

 La posibilidad que tenemos de hacer penitencia


expresa bien que Dios quiere que colaboremos
nosotros mismos activamente en nuestra salvación.

“Dios nos ha creado sin nosotros, pero no ha


querido salvarnos sin nosotros” (San Agustín)

 San Alfonso recomendaba como penitencia por los


pecados dedicar cada día algunos minutos a leer un
buen libro religioso. Y dice que esto cambiaba
totalmente a las personas.

15
 Hay que cumplirse la penitencia cuanto antes para que no haya peligro
de olvidarse de cumplirla. Al menos hay que cumplirla antes de la próxima
confesión

 Si por olvido sin quererlo o una causa grave omitimos cumplir con la
satisfacción, el sacramento es no obstante válido, pero en circunstancias
normales el sacramento sin satisfacción queda por lo menos incompleto.

En el confesionario (si lo hay) te arrodillas y haces


juntamente con el Padre la señal de la cruz mientras él dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Luego el sacerdote te invita a poner tu confianza en Dios:


Dios, que ha iluminado nuestros corazones, te conceda un
verdadero conocimiento de tus pecados y de su misericordia.

16
Tú respondes: Amén.

Diga primero al Padre hace cuantos días (semanas, meses)


fue tu última confesión.
Ahora dices sinceramente todos los pecados que has
encontrado.
Si estás inseguro en alguna cosa puedes preguntar al confesor.

Cuando has terminado, el sacerdote te va a dar los consejos


oportunos, te invita a la contrición y te dice la obra de penitencia
que tienes que cumplir.
Tú aceptas la penitencia y puedes decir: “Sí Padre”
El Padre te invita a manifestar tu arrepentimiento. Puedes decir
una oración de contrición que conoces, o simplemente dices:
“Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí, que soy un pecador.”

El sacerdote te da la absolución:
Dios, Padre misericordioso,
que reconcilió consigo al mundo
por la muerte y la resurrección de su Hijo
y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados,
te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz.
Y YO TE ABSUELVO DE TUS PECADOS
EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO +
Y DEL ESPIRITU SANTO.
Tú respondes: Amen.
Ya estás libres de tus pecados y el Padre te despide con una
oración:

17
La pasión de nuestro Señor Jesucristo,
la intercesión de la Bienaventurada Virgen
María y de todos los santos, el bien
que hagas y el mal que puedas sufrir, te
sirvan como remedio de tus pecados, aumento
de gracia y premio de vida eterna. Vete en paz.
Te puedes retirar para dar las gracias a Dios por haberte
perdonado, y cuanto antes cumples con tu penitencia.

---------------------------------------------------------------------------

1. Yo soy el Señor tu Dios. No tendrás otros dioses fuera de mí.


■ ¿Busco amar a Dios con todo mi corazón y con toda mi alma y
con toda mi fuerza (Dt 6:5)? ¿Pongo a alguien o a algo por encima
de Dios? ¿Rezo todos los días?
■ ¿He tenido algún tipo de envolvimiento con lo oculto, con la
brujería, la santería, la tabla ouija, cartas del tarot, sesiones
espiritistas, cristales de la nueva era, adivinos o algo parecido? ¿He
puesto mi fe en los horóscopos?
■ ¿He comulgado estando en pecado mortal?
■ ¿He abusado del Sacramento de la Penitencia al mentirle al
sacerdote o deliberadamente no confesando algún pecado mortal?
■ ¿He negado alguna verdad de la fe por preocuparme por el
respeto o la opinión de otros?
2. No tomarás en vano el nombre del Señor tu Dios.
■ ¿He usado el santo nombre de Dios de forma irreverente?

18
■ ¿He blasfemado contra Dios, la Iglesia, María, los Santos o
cualquier otra cosa sagrada?
3. Recuerda mantener santo el Día del Señor.
■ ¿Trato de mantener el domingo como un día de oración,
descanso y reposo, evitando el trabajo innecesario?
■ ¿He deliberadamente llegado tarde o me he ido temprano de la
misa sin una buena razón?
4. Honrar padre y madre.
■ ¿Honro y respeto a mis padres?
■ ¿He herido deliberadamente a mis padres?
■ ¿Trato a mis hijos con amor y respeto?
■ ¿Respaldo y cuido del bienestar de todos los miembros de mi
familia?
■ ¿He sido negligente o he descuidado los deberes familiares?
■ ¿Honro y obedezco a mis superiores legales?
5. No matarás.
■ ¿He causado deliberadamente daño a alguien?
■ ¿Me he sometido a un aborto o he instado a que se realice un
aborto?
■ ¿He intentado suicidarme o lo he considerado seriamente?
■ ¿He abusado de las drogas o del alcohol?
■ ¿He llevado a alguien a cometer pecado por medio del mal
ejemplo o por instarlo directamente?
6. No cometerás adulterio.
Para los casados
■ ¿Soy fiel a mi cónyuge en pensamiento y acción?
■ ¿He usado anticonceptivos artificiales o he sido esterilizado?

19
Para los no casados
■ ¿He tenido actividad sexual con alguien de uno u otro sexo?
Para todos
■ ¿He visto deliberadamente revistas, vídeos o sitios de Internet
pornográficos?
■ ¿Me he masturbado?
■ ¿He usado lenguaje impuro o dicho chistes impuros?
■ ¿Visto con modestia?
7. No robarás.
■ ¿He robado o he aceptado bienes robados?
■ ¿He destruido deliberadamente lo que le pertenece a
otros?
■ ¿Le he estafado a alguien lo que le debo?
■ ¿Gasto en juegos de azar excesivamente?
■ ¿Comparto lo que tengo con los pobres y la Iglesia de acuerdo
con mis medios?
8. No levantarás falsos testimonios contra tu prójimo.
■ ¿He mentido? ¿He jurado en falso?
■ ¿He cometido plagio o he sido académicamente deshonesto?
■ ¿He regado rumores? ¿He revelado secretos o información
confidencial sin tener buenas razones?
■ ¿He arruinado el buen nombre de otros al difundir mentiras o
maliciosamente revelar sus faltas y pecados?
9. No codiciarás la mujer de tu prójimo.
■ ¿He permitido deliberada y conscientemente pensamientos
sexuales sobre alguien más que mi cónyuge?
■ ¿Controlo mi imaginación y mis sentidos?

20
■ ¿He visto espectáculos, obras, retratos o películas que contienen
escenas impuras con la deliberada intención de sentirme excitado
por ellos? ¿Soy responsable con lo que leo?
10. No desearás los bienes de tu prójimo.
■ ¿Envidio las posesiones, habilidades, talentos, belleza o éxitos de
otros?

■ ¿Amo a mi prójimo?
¿Hay alguien a quien no amo o me niego a amar?
¿Le he deseado daño o desgracias a alguien?
■ ¿Perdono desde mi corazón a quienes me han lastimado?
¿Guardo odios o rencores? ¿Ruego por mis enemigos?
■ ¿He ridiculizado o humillado a otros?
■ ¿Busco ayudar a otros que tienen necesidades?
■ ¿Me amo a mí mismo como Dios me ama?
¿Cuido mi salud física, emocional y espiritual?
■ ¿Me perdono a mí mismo por mis pecados luego de llevárselos a
Dios en el Sacramento de la Reconciliación?

■ ¿He faltado a misa en domingo o día de obligación sin una razón


seria?
■ ¿Me confieso por lo menos una vez al año cuando tengo pecados
serios que confesar?
■ ¿Recibo la Sagrada Comunión por lo menos una vez durante el
tiempo Pascual?
■ ¿Participo en las festividades principales que conmemoran a
Nuestro Señor, la Virgen María y los santos?

21
■ ¿Me abstengo de comer carne los viernes durante la Cuaresma
(para los que tienen 14 años de edad o más) y ayuno una comida
completa el Miércoles de Cenizas y el Viernes Santo (para las
edades de 18 a 59 años)?
¿Ayuno una hora antes de la comunión (se permite agua y
medicinas)?
■ ¿Contribuyo a respaldar las necesidades materiales de la Iglesia?

¿Me dejo dominar por el orgullo, la avaricia, la lujuria, la


gula, la envidia, la ira, o la pereza?

 Pregúntate: ¿Cuál de mis pecados será él que más le ha


disgustado a Dios y cual pecado mío mayor mal hace a los
demás?; ¿Cuál es el pecado que más me domina (casi
siempre es uno de los 7 pecados capitales)?

 Diga siempre primero al Padre el pecado más importante


y que más te cuesta, así se te hará mucho más fácil confesar
también los demás.

 No tengas miedo, la confesión no es para castigar sino


para librar. Es el encuentro con un Dios que a pesar de tus
faltas te ama muchísimo más que tú tal vez te lo puedes
imaginar.

22
“Dónde la debilidad abunda,
la gracia de Dios abunda aún más.”

23

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