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1 La Dialectología Tradicional

La dialectología tradicional estudia las variaciones geográficas (diatópicas) y sociales (diastráticas) de una lengua. Inicialmente se centró en variaciones diatópicas rurales, realizando mapas lingüísticos de dialectos. Más tarde incorporó variaciones diastráticas y estudios urbanos, asumiendo que factores sociales también influyen en los cambios lingüísticos. La dialectología moderna adopta un enfoque sincrónico y estudia variaciones en diferentes grupos sociales.

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Cristina Guaman
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1 La Dialectología Tradicional

La dialectología tradicional estudia las variaciones geográficas (diatópicas) y sociales (diastráticas) de una lengua. Inicialmente se centró en variaciones diatópicas rurales, realizando mapas lingüísticos de dialectos. Más tarde incorporó variaciones diastráticas y estudios urbanos, asumiendo que factores sociales también influyen en los cambios lingüísticos. La dialectología moderna adopta un enfoque sincrónico y estudia variaciones en diferentes grupos sociales.

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La dialectología tradicional

A nadie escapa que toda lengua, y entre ellas el español, presenta variaciones de diversa naturaleza
a lo largo de su extensión geográfica y social. No es igual el español hablado en Madrid que el que se
habla en Sevilla, como no son iguales entre sí, ni iguales a los anteriores, el español de Buenos Aires
y el que oímos en La Habana. Tampoco el inglés de Londres es el mismo que el de Nueva York, ni
éste es idéntico al de Melbourne, en Australia. Encontramos, entre las múltiples variantes de
cualquier idioma, diferencias léxicas (de vocabulario), fonéticas (de pronunciación), gramaticales (de
morfología y sintaxis) y semánticas (relativas a los significados). Sin embargo, está comúnmente
aceptado que dos hablantes de una misma lengua conseguirán, en la inmensa mayoría de los casos,
entenderse en ella, independientemente de la variedad específica que cada uno de ellos hable. A
pesar de no estar exento de polémicas científicas, este criterio de inteligibilidad mutua resulta
fundamental, como veremos en nuestra próxima clase, a la hora de diferenciar entre lenguas y
dialectos. La dialectología es el brazo de la lingüística dedicado al estudio de esa heterogeneidad de
las lenguas, que lejos de ser homogéneas están compuestas por un mayor o menor número de
dialectos más o menos diferentes entre sí (ZAMORA; GUITART, 1982). En la definición del profesor
Francisco Gimeno, la dialectología es el estudio de las variaciones diatópica y diastrática de la lengua
(GIMENO, 1990). Dicho con otras palabras, la dialectología estudia la variación geográfica (diatópica)
y la variación social (diastrática) de una lengua. Pero no son estos los únicos tipos de variación que
se producen en cualquier idioma, pues existen también la variación situacional (diafásica),
relacionada con los diferentes registros lingüísticos que un hablante puede emplear, y la variación
histórica (diacrónica), relacionada con la cronología histórica de desarrollo de un idioma. Veamos
esos cuatro tipos de variación con algo más de detalle:

 Variación geográfica (diatópica): se refiere a los usos lingüísticos propios de un determinado


territorio, ocasionados por la distancia geográfica que separa a los hablantes (CHAMBERS;
TRUDGILL, 1994). Regiones bien comunicadas entre sí tienden a compartir formas
particulares de utilizar el idioma, mientras que aquellas áreas mal comunicadas entre sí
evolucionan de forma diferente.
 Variación social (diastrática): las variaciones sociales, también conocidas como niveles
lingüísticos o sociolectos, hacen referencia a las diferentes formas que adopta el habla en
función del nivel de instrucción del hablante, su clase social, profesión, edad y origen étnico.
Resulta evidente que, a pesar de la gran movilidad social que presentan hoy las sociedades
más desarrolladas, existen aún diferentes niveles de estratificación social por grupos étnicos,
socioeconómicos y religiosos, de manera que los miembros de un mismo grupo tienden a
utilizar un habla internamente homogénea y diferenciada de las de otros grupos
(CHAMBERS; TRUDGILL, 1994).
 Variación situacional (diafásica): más conocidas como registros lingüísticos, las variaciones
situacionales o contextuales hacen referencia a las modalidades de habla seleccionadas
voluntariamente por el hablante en función del contexto o la situación de comunicación.
Dependerán del medio empleado (no es lo mismo el registro oral que el escrito), del asunto
(general o de especialidad), de la relación jerárquica entre los interlocutores, etc., pudiendo
dar lugar, entre otros, a registros coloquiales, formales, familiares o especializados, estos
últimos llamados también tecnolectos (Diccionario de Términos Clave de Ele, Centro Virtual
Cervantes, 2003-2011).
 Variación histórica (diacrónica): en la historia de la lengua española, por ejemplo,
distinguimos entre el español arcaico (siglos X-XII), el español medieval (siglos XIII-XV), el
español clásico o del Siglo de Oro (siglos XVI XVII), el español moderno (siglos XVIII-XIX) y el
español actual (Diccionario de Términos Clave de Ele, Centro Virtual Cervantes, 2003-2011).
Como nos recuerda Hernández (1993), el estudio de las variantes lingüísticas despertó el
interés de la comunidad científica en muy temprana fecha: el primer estudio dialectológico
moderno comenzó en Alemania en 1876 y tuvo como resultado, en 1881, el primer atlas
dialectal publicado, Sprachatlas des Deutchen Reichs. La metodología de recopilación de
datos, en aquella época, eran los cuestionarios remitidos por correo, que dieron paso a las
entrevistas personales a domicilio en el primer atlas lingüístico del francés, el Atlas
Linguistique de la France (1902-1910) de Jules Gilliéron y Edmond Edmont. Estudios
similares se llevaron a cabo durante toda la primera mitad del siglo XX en Estados Unidos,
Canadá, Inglaterra y España, entre otros países.

En esos primeros momentos del desarrollo de la dialectología como disciplina científica, su


objeto de estudio eran exclusivamente las variaciones geográficas o diatópicas, es decir, los
dialectos o geolectos, y las investigaciones dialectales tenían como objetivo principal la
elaboración de mapas lingüísticos que recogieran, de forma bien delimitada, la extensión
territorial no solo de cada dialecto, sino también de cada fenómeno lingüístico particular. Las
comparaciones entre los diferentes atlas lingüísticos, no obstante, comenzaron pronto a mostrar
que las fronteras entre dialectos no eran tan claras como se suponía (HERNÁNDEZ, 1993). Con el
tiempo, los dialectólogos llegaron a la conclusión de que un área dialectal no era un territorio
perfectamente homogéneo, sino que presentaba un área focal o central, áreas de transición
fronterizas con otras áreas dialectales y diferentes capas de isoglosas (líneas imaginarias que
separan áreas geográficas en función de un rasgo dialectal concreto, como por ejemplo el
“ceceo” del español septentrional). A continuación podemos ver una ilustración de un área
dialectal típica:

Más adelante tendremos la oportunidad de estudiar con mayor detalle conceptos clave como
lengua, dialecto, variedad lingüística e isoglosa, que serán fundamentales a lo largo de toda la
asignatura. Por el momento, continuaremos nuestra revisión histórica de la evolución de la
dialectología analizando su encuentro, en la segunda mitad del siglo XX, con ciencias sociales
como la antropología y la sociología.

Dialectología tradicional rural y dialectología moderna urbana


En algunos textos encontrarás la expresión “dialectología rural” contrapuesta a la “dialectología
urbana”. El motivo es que los estudios dialectales tradicionales se realizaban principalmente en
entornos rurales, por considerarse que al ser menos frecuentes en ellos las innovaciones
lingüísticas resultaba más factible reconocer fenómenos lingüísticos estables. Como explica
Hernández (1993), esas investigaciones tradicionales se realizaban con hablantes que reunían
características muy específicas: debían ser hombres (porque el habla de la mujer se consideraba
más insegura y con más conciencia de clase), de entorno rural (donde las innovaciones
lingüísticas serían menos probables), residentes fijos no ambulantes (para garantizar que su
habla fuese característica de la región) y de edad avanzada (lo que permitiría estudiar el habla
de una época antigua). A partir de la segunda mitad del siglo XX, no obstante, y debido al
creciente interés científico en los estudios del lenguaje como fenómeno social y cultural –lo que
hoy conocemos como sociolingüística–, comenzaron a desarrollarse investigaciones dialectales
en entornos urbanos que incorporaban una dimensión social a la tradicional dimensión
geográfica y que en lugar de ocuparse de la evolución histórica de los fenómenos lingüísticos –la
variación diacrónica–, adoptaban un punto de vista sincrónico, es decir, atento a la realidad del
idioma en aquel momento particular. Los dialectólogos comenzaron a asumir que la geografía no
era el único factor explicativo de los cambios operados en las lenguas, y que el ambiente social
jugaba también un papel importante. Así, donde antes se buscaba como sujetos de estudio a
hombres rurales de residencia fija y edad avanzada, los dialectólogos pasaron a interesarse
también por un perfil diametralmente opuesto: mujeres jóvenes de ámbito urbano con
tendencia a cambiar de residencia frecuentemente.

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