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TENDENCIAS EN PSICOLOGIA Estilos de Cria

Este documento presenta un libro titulado "Tendencias en Psicología y Educación. Revisiones Temáticas, Volumen 1", el cual contiene seis capítulos escritos por investigadores de diferentes universidades e instituciones de México. Cada capítulo revisa la literatura sobre un tema específico relacionado con la psicología educativa, como los estilos de crianza, la conducta alimentaria, la relación entre música y lenguaje, el desarrollo de competencias académicas, la comprensión lectora y el sínd

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TENDENCIAS EN PSICOLOGIA Estilos de Cria

Este documento presenta un libro titulado "Tendencias en Psicología y Educación. Revisiones Temáticas, Volumen 1", el cual contiene seis capítulos escritos por investigadores de diferentes universidades e instituciones de México. Cada capítulo revisa la literatura sobre un tema específico relacionado con la psicología educativa, como los estilos de crianza, la conducta alimentaria, la relación entre música y lenguaje, el desarrollo de competencias académicas, la comprensión lectora y el sínd

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Tendencias en Psicología

y Educación
Revisiones Temáticas
Volumen 1

María Teresa Fuentes Navarro


Juan José Irigoyen
Guadalupe Mares Cárdenas

Red Mexicana de Investigación en Psicología Educativa


Sistema Mexicano de Investigación en Psicología

Tendencias en Psicología y Educación 1


Tendencias en Psicología
y Educación
Revisiones Temáticas
Volumen 1

Red Mexicana de Investigación en Psicología Educativa


Sistema Mexicano de Investigación en Psicología
Tendencias en Psicología y Educación.
Revisiones Temáticas. Volumen 1

Primera Edición, 2010.


Red Mexicana de Investigación en Psicología Educativa.
Sistema Mexicano de Investigación en Psicología.

ISBN 978-607-00-3756-6

Comité Cientíico y de Revisión Técnica:


Dr. Carlos Javier Flores Aguirre. Universidad de Guadalajara.
Dr. Pedro Solís Cámara. Universidad de Guadalajara.
Mtro. Everardo Camacho Gutiérrez. Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente.
Dr. Juan José Irigoyen. Universidad de Sonora.
Dra. María Antonia Padilla Vargas. Universidad de Guadalajara.
Mtra. Karla Fabiola Acuña Meléndez. Universidad de Sonora.
Dra. María Teresa Fuentes Navarro. Red Mexicana de Investigación en Psicología Educativa.
Dra. Blanca Fraijo Sing. Universidad de Sonora.
Mtra. Elena Rueda Pineda. Universidad Nacional Autónoma de México. FES Iztacala.
Dr. Humberto Velázquez Cárdenas. Universidad Autónoma de Sinaloa.
Mtra. Miriam Yerith Jiménez. Universidad de Sonora.
Dra. Guadalupe Mares Cárdenas. Universidad Nacional Autónoma de México. FES Iztacala.
Índice

Presentación 6
María Teresa Fuentes Navarro, Juan José Irigoyen y Guadalupe Mares Cárdenas

Capítulo 1 10
Estilos de crianza e interacciones familiares:
aproximaciones teóricas e investigaciones empíricas

David Jiménez Rodríguez y Yolanda Guevara Benítez


Universidad Nacional Autónoma de México
Facultad de Estudios Superiores-Iztacala

Capítulo 2 46
Conducta alimentaria: instrucciones y aprendizaje

Alma Gabriela Martínez, Antonio López-Espinoza, Karina Franco, Felipe Díaz,


Virginia Aguilera, Asucena Cárdenas, Elia Valdés y Claudia Magaña
Centro de Investigación en Comportamiento Alimentario y Nutrición
Centro Universitario del Sur-Universidad de Guadalajara

Tendencias en Psicología y Educación 4


Capítulo 3 59
La interrelación entre música y lenguaje.
Aspectos neurológicos involucrados y efectos
del entrenamiento musical en el desarrollo lingüístico

Iris Xóchitl Galicia Moyeda


Universidad Nacional Autónoma de México
Facultad de Estudios Superiores-Iztacala

Capítulo 4 94
Análisis de competencias académicas
en la formación de estudiantes en ciencias

Juan José Irigoyen, Karla Fabiola Acuña y Miriam Yerith Jiménez


Interactum. Universidad de Sonora

Capítulo 5 128
La comprensión lectora: revisión teórica desde la
perspectiva cognoscitiva, conductual e interconductual

María Teresa Fuentes Navarro


Investigadora Independiente. Red Mexicana de Investigación en Psicología Educativa

Capítulo 6 167
Burnout y factores relacionados
con su presentación en Maestros

Ariadnne Rionda Arjona y Guadalupe Mares Cárdenas


Centro de Actualización del Magisterio en el Distrito Federal
Universidad Nacional Autónoma de México
Facultad de Estudios Superiores-Iztacala

Tendencias en Psicología y Educación 5


Presentación

María Teresa Fuentes Navarro


Juan José Irigoyen
Guadalupe Mares Cárdenas

Tendencias en Psicología y Educación 6


Presentación

La obra Tendencias en Psicología y Educación. Revisiones Temáticas, surgió como una


propuesta de la Red Mexicana de Investigación en Psicología Educativa del Sistema Mexicano
de Investigación en Psicología, para ofrecer a los alumnos universitarios y a los interesados
en este ámbito, una serie de textos que les permitieran acceder, de manera rápida y de primera
mano, a la literatura especializada sobre temas relevantes a la Psicología Educativa.
El primer capítulo ofrece, a través de investigaciones realizadas en México y en otros
países, una nutrida evidencia acerca de la relación que existe entre los estilos de crianza que los
padres ejercen sobre los hijos y el comportamiento que los niños y adolescentes mostrarán en
diferentes escenarios interactivos. Los estudiosos Jiménez y Guevara incluyen investigaciones
que abordan el tema desde conceptos teóricos distintos tales como patrones de crianza, estilos
de crianza, interacciones familiares o diádicas, así como estudios de campo, correlacionales y
experimentales. Este capítulo incorpora también una propuesta de intervención realizada por los
autores, así como plantea prospectivas de investigación y recomendaciones metodológicas al
campo.
El grupo de investigación en Comportamiento Alimentario y Nutrición del Centro
Universitario del Sur de la Universidad de Guadalajara, nos brinda en el capítulo dos, una
revisión sobre las contribuciones del Análisis Experimental de la Conducta al campo de la
alimentación en ambientes educativos. En la primera parte ubican el problema en un contexto
nacional e internacional. Posteriormente, describen una serie de estudios experimentales
que analizan el efecto de las instrucciones sobre la conducta alimentaria. Comentando que
la implementación de estrategias instruccionales para el desarrollo de comportamientos
alimentarios nutricionalmente adecuados debe involucrar las capacidades de anticipación, de
planiicación y de autorregulación durante la actividad alimentaria del estudiante.
La literatura que aborda el tema de la interrelación entre música y lenguaje sustentada en
investigaciones desarrolladas desde las Neurociencias y la Psicología, es reseñada y analizada
en el capítulo tres. En la primera sección, la Dra. Galicia describe las investigaciones dentro
del campo de la biología que han aportado elementos sobre la relación entre música y lenguaje,
los reportes analizan la relación prosodia y música, los efectos del entrenamiento musical en la
prosodia, la relación semántica y música, así como la relación sintaxis y música. Posteriormente,

Tendencias en Psicología y Educación 7


aborda la inluencia de las actividades musicales en el desarrollo lingüístico, incluyendo estudios
que analizan la exposición a sólo la audición musical, o a la realización de las actividades
musicales, sobre la lectura, la conciencia fonológica, la memoria verbal y el vocabulario.
Finalmente, dirige la atención hacia una serie de aspectos no investigados, variables no resueltas
y el impacto que este campo de investigación tendría en la planeación de los programas
educativos.
El grupo conformado por los investigadores Irigoyen, Acuña y Jiménez de la Universidad
de Sonora, presenta una aproximación analítica al estudio de las interacciones en el proceso
de enseñanza-aprendizaje, como una alternativa para formar estudiantes competentes en el
ámbito cientíico. Para ello, describen las condiciones que llevan al desarrollo de un modelo
educacional por competencias y los cambios que esto implica para los programas educativos.
Los autores organizan una gama amplia de estudios que investigan variables relacionadas con las
modalidades lingüísticas del discurso didáctico, el hacer explícitos los criterios de la tarea, el tipo
de tarea y el tipo de texto. En la última sección del capítulo reseñan una serie de investigaciones
que analizan el impacto de las Tecnologías de la Información y la Comunicación en las prácticas
educativas.
En el capítulo cinco, la Doctora María Teresa Fuentes, ofrece una revisión amplia
de la literatura generada sobre comprensión lectora. En la primera sección se presenta una
descripción sencilla de los modelos conceptuales más difundidos sobre comprensión de textos
desde el enfoque cognoscitivo, en donde también se reiere una gama amplia de investigaciones
y las principales variables estudiadas. La segunda sección se dedica a exponer las propuestas
teóricas generadas desde una perspectiva conductual, de la misma manera que en la sección
anterior, se presentan las variables más ampliamente investigadas. En la sección inal, siguiendo
una estructura semejante a las dos secciones anteriores, se abordan las explicaciones y las
investigaciones generadas desde un enfoque interconductual. La autora enuncia líneas futuras de
investigación.
En el último capítulo, Rionda y Mares reseñan investigaciones recientes acerca del
agotamiento emocional, la falta de realización personal y la despersonalización que se observa
en algunos maestros y otros profesionales, denominado síndrome de burnout. Las autoras narran
el surgimiento del concepto, las maneras en las cuales se ha medido, los principales modelos que
buscan explicar la aparición del trastorno, así como ofrecen un desglose amplio de los factores,
más estudiados, referidos al individuo y al ámbito laboral. Entre los factores del individuo

Tendencias en Psicología y Educación 8


incluyen investigaciones acerca del papel jugado por algunas variables sociodemográicas,
la depresión y las estrategias de afrontamiento de los profesionales; entre los referidos al
ámbito laboral incluyen estudios que analizan el salario, el tipo de plaza, la capacitación, el
reconocimiento, el clima de las organizaciones y la excesiva demanda laboral.
Así, la presente obra que ponemos a consideración de los lectores, es resultado de
colaboración entre diferentes investigadores e instituciones, todos con la inalidad de aportar
desde la perspectiva de la ciencia psicológica al ámbito de la educación.

María Teresa Fuentes Navarro


Juan José Irigoyen
Guadalupe Mares Cárdenas
Otoño 2010

Tendencias en Psicología y Educación 9


Capítulo 1
Estilos de crianza e interacciones familiares:
aproximaciones teóricas e investigaciones empíricas

David Jiménez Rodríguez y Yolanda Guevara Benítez


Universidad Nacional Autónoma de México
Facultad de Estudios Superiores-Iztacala

Tendencias en Psicología y Educación 10


Jiménez y Guevara

Capítulo 1
Estilos de crianza e interacciones familiares:
aproximaciones teóricas e investigaciones empíricas

David Jiménez Rodríguez y Yolanda Guevara Benítez


Universidad Nacional Autónoma de México
Facultad de Estudios Superiores-Iztacala

El objetivo del presente capítulo es exponer una revisión de los trabajos de investigación que
se han realizado para estudiar los estilos paternos de crianza y las interacciones familiares,
así como sus efectos sobre diversos aspectos del desarrollo infantil, con particular interés
en el desempeño académico y social de los niños. Tal revisión muestra las aportaciones que
diversas investigaciones empíricas han realizado para la comprensión de este campo de estudio
de la psicología, poniendo especial énfasis en aquellas desarrolladas con mayor grado de
sistematización, a saber, desde las perspectivas teóricas conductual y cognitivo conductual.
Dicha revisión de investigaciones sirve de marco y antecedentes para una exposición
del estado actual del campo, en donde se incluye la descripción y discusión del trabajo de
investigación realizado por los autores del presente capítulo (Jiménez y Guevara, 2008), lo cual
permite delimitar las herramientas teórico-metodológicas con que actualmente se cuenta para
realizar estudios sistemáticos en esta área de investigación tan importante para la psicología
educativa y del desarrollo.

REVISIÓN DE INVESTIGACIONES EN EL CAMPO

Para comprender qué es la psicología contemporánea del desarrollo, podemos entenderla como el
campo que estudia aquellos cambios que se conforman en la organización de la conducta durante
el transcurso de la vida del individuo. Evidentemente el individuo pertenece a su vez a un
sistema organizado que se puede describir de manera intraindividuo e interindividuo. En primera
instancia, cada persona se constituye por un sistema anatómico, bioquímico, neuroisiológico,
motor, perceptual, cognitivo, de aprendizaje, lingüístico y social. En segunda instancia, la
persona es parte de un sistema mayor, donde interactúa con otros y establece una interacción
activa. De esta manera se desarrolla una relación del individuo consigo mismo, con su familia,
con su comunidad y con su cultura (Fitzgerald, Strommen y McKinney, 1981).

Tendencias en Psicología y Educación 11


Jiménez y Guevara

Las perspectivas teóricas con las cuales se ha estudiado el desarrollo del ser humano
plantean que, en el transcurso de la vida del individuo, existen condiciones más favorables que
otras para que se establezcan cambios importantes en su desarrollo. De hecho, diferentes teorías
ponderan aspectos distintos del desarrollo humano como trascendentes, algunos autores enfatizan
aspectos de tipo biológico, otros de tipo ambiental, y otros más de tipo emocional y cognitivo.

Estudios cognitivos y conductuales que relacionan los estilos de crianza paternos


con el desarrollo psicológico infantil

En la literatura psicológica relacionada con las interacciones familiares, diversos autores


(Berridi, 2001; Jiménez, 2000; López 1999, Ortega, 1994) señalan que cuando se trata de rastrear
el origen de las características sociales y de personalidad en el niño, se requiere partir de la
familia. Las relaciones familiares son las que primero ocurren en la vida de un individuo, y son
en gran medida un modelo de comportamiento social cuando el niño se relaciona fuera del hogar.
La familia es quien puede promover el desarrollo personal y social en los niños, dentro de ella
ocurre el proceso de socialización, donde los padres ponen en juego ciertos estilos o prácticas de
crianza, que determinan el tipo de relación padre-hijo y los niveles de desarrollo psicológico en
diversas habilidades y competencias. Belsky (1981) señala que la familia es la unidad central de
las experiencias humanas tempranas: “este contexto de desarrollo se debe ver como un sistema que
incluye vías de inluencia directas e indirectas, y una variedad de roles de los individuos, es decir,
como mamá y como esposa, como padre y como esposo, como hijo y como hermano” (p. 9).
La deinición de lo que en la actualidad se conoce como patrones o estilos de crianza es el
resultado de investigaciones realizadas a partir de la tercera y la cuarta décadas del siglo XX. Los
investigadores de la conducta y del desarrollo en el niño fueron interesándose en cómo algunos
patrones de reforzamiento en un ambiente determinado conforman estilos de comportamiento
especíico en el niño (Darling y Steinberg, 1993).
Para Baumrind (1966) la socialización y los comportamientos del niño se ajustan a las
demandas de los que le rodean en sus diversos contextos. Esta autora señala que las primeras
investigaciones en el campo abordaron la inluencia de los patrones de paternidad o estilos de
crianza sobre el desarrollo en la infancia temprana, menciona que los padres con disposición a
socializar con sus hijos tienen una conceptualización de ‘control parental o paterno’ distinta de
la que tienen padres estrictos e impositivos, y por ello usan estrategias distintas para integrar

Tendencias en Psicología y Educación 12


Jiménez y Guevara

al niño en la familia y la sociedad. Los planteamientos de Baumrind acerca de los estilos de


crianza se convirtieron en una fuerte inluencia para la investigación en este tema. Desde el
enfoque cognoscitivo, esta autora comenzó a estudiar variables como disciplina y madurez
de los padres en función de las interacciones con sus hijos. En investigaciones posteriores,
consideró categorías como el involucramiento paternal, el cual describe el grado de atención
y conocimiento que los padres tienen de las necesidades de sus hijos, así como de exigencia y
supervisión de las reglas establecidas por ellos. A partir de esas bases, Maccoby y Martin (1983)
presentan la tipología más conocida y utilizada acerca de los patrones o estilos de crianza. En
esta clasiicación se ubican cuatro estilos de crianza principales cuyas características son las
siguientes:
1. Estilo democrático (también llamado autoritativo). Caracteriza a los padres como
personas que delimitan reglas dentro del hogar y las comparten con sus hijos; les hacen
saber cuando no hacen lo correcto. Estos padres atienden las necesidades de sus hijos sin
romper las reglas y teniendo una comunicación con ellos para conocer su punto de vista,
y juntos establecer acuerdos.
2. Estilo permisivo. Caracteriza a los padres tolerantes en extremo, que autorizan todo
a sus hijos; acuden ante la menor demanda de atención, se oponen a impartir castigos o
señalamientos verbales y ceden a la menor insistencia.
3. Estilo negligente. Caracteriza a los padres como tolerantes en extremo, que permiten
que sus hijos se comporten como quieran, pero a diferencia de los de estilo permisivo,
estos padres no acuden ante las demandas de atención, tampoco imponen castigos y no
establecen intercambios o negociaciones con sus hijos.
4. Estilo autoritario. Caracteriza a los padres sumamente estrictos e intransigentes,
que exigen obediencia absoluta. Los padres bajo este estilo de crianza imponen reglas,
tanto morales como de comportamiento, las cuales deben ser practicadas sin objeción;
no toleran las contradicciones a sus reglas y pueden actuar en contra de los intereses y
aspiraciones de los hijos. Justiican su actitud partiendo del principio de que ese es el
camino adecuado para que los hijos tengan un futuro favorable, y que la “mano dura”
hace hijos responsables y comprometidos.
Dornbusch, Ritter, Leiderman, Roberts y Fraleigh (1987) realizaron un estudio transversal
donde se relacionaron los estilos de crianza de los padres con variables de desempeño escolar
en sus hijos adolescentes (ejecución académica y promedio de caliicaciones). También se

Tendencias en Psicología y Educación 13


Jiménez y Guevara

observó la relación de los estilos de crianza con variables como escolaridad de los padres (nivel
educativo alto, medio o bajo), estructura familiar (familias intactas, padre o madre soltero, padre
o madre con otra pareja) y origen étnico de la familia (asiático-americano, euro-americano, afro-
americano e hispano). El estudio se llevó a cabo a través de la aplicación de un cuestionario a
una muestra de 7 836 jóvenes entre 14 y 18 años de edad, todos de clase socioeconómica media.
Los principales hallazgos de esta investigación indicaron que el estilo de crianza democrático no
pareció alterarse en función de la edad o el género del hijo; se presentó más frecuentemente en
familias de origen europeo que en familias de origen asiático, africano e hispano, y se presentó
principalmente en familias de adolescentes que vivían con ambos padres biológicos. El estilo
autoritario tampoco se modiicó por género, aunque sí de acuerdo a la edad del hijo, fue más
común cuando los hijos eran adolescentes, de entre 14 y 15 años de edad; éste fue el estilo
más frecuente en familias de origen asiático, africano e hispano, y se presentó más en familias
donde uno de los padres biológicos vivía con una nueva pareja (padrastro o madrastra). El estilo
permisivo no se modiicó por género; se presentó más frecuentemente cuando el hijo contaba
con 17 o 18 años de edad, así como en familias de origen asiático e hispano, especialmente con
madres o padres sin pareja o con pareja nueva.
El estudio de Dornbusch et al. (1987) también reportó que los padres de bajo nivel
educativo parecen tener tendencias a adoptar un estilo autoritario o permisivo, mientras que los
padres de nivel educativo alto y medio suelen desarrollar un estilo democrático (autoritativo).
La variable que más se relacionó con la ejecución académica fue el estilo de crianza, los
alumnos con bajo rendimiento escolar reportaron estilos paternos autoritario o permisivo y los
de rendimiento alto reportaron un estilo de crianza democrático. Los autores señalan que estos
hallazgos conirman los de estudios similares llevados a cabo con poblaciones de niños de clase
media que cursaban el nivel primaria.
Steinberg, Elmen y Mounts (1989) estudiaron la relación entre estilos de crianza de
los padres y el rendimiento académico de los hijos. Se consideraron los siguientes aspectos:
percepción del alumno sobre los estilos de crianza de sus padres, nivel de aceptación hacia
sus padres y evaluación de su autonomía; estos factores se correlacionaron con el rendimiento
escolar de los niños, así como con los puntajes de una escala de madurez social. Los resultados
indicaron que la madurez social del alumno parece ser un efecto del estilo de crianza, cuando los
padres mostraron un estilo de crianza regido por el razonamiento (democrático) o una mezcla
de éste con el estilo autoritario, los hijos obtuvieron puntajes altos en la escala de madurez

Tendencias en Psicología y Educación 14


Jiménez y Guevara

social y tuvieron un rendimiento escolar alto. Pasó lo contrario cuando el estilo de los padres fue
permisivo, negligente o autoritario. Los autores concluyen que si los alumnos identiican a sus
padres como garantizadores de autonomía, con control irme pero que permiten la negociación
de acuerdos, tienden a mostrar índices altos de autonomía, autorregulación y alto rendimiento
académico.
Lambord, Mounts, Steinberg y Dornbusch (1991) realizaron un estudio transversal,
con el propósito de explorar los efectos de lo que denominaron “estilos de paternidad”
(democrático, autoritario, permisivo y negligente) sobre diversos aspectos del desarrollo de sus
hijos adolescentes (competencia social, orientación hacia la escuela, competencia académica,
promedio escolar, orientación hacia el trabajo, auto-realización, síntomas psicológicos, síntomas
somáticos, uso de drogas, nivel de delincuencia y mala conducta escolar). El estudio también
consideró el origen étnico de la familia, la clase social, la escolaridad de los padres y la
estructura familiar. Se recurrió a entrevistar a una población de 4 100 adolescentes con edades
entre 14 y 18 años.
Estos autores reportan que los adolescentes cuyos padres fueron democráticos
obtuvieron los mejores resultados en variables como auto-realización, orientación hacia el
trabajo, competencia social, orientación hacia la escuela, competencia académica y promedio
escolar; este estilo paterno también tuvo inluencia positiva en las variables de conducta, en
los adolescentes de ambos géneros que reportaron este estilo paterno se obtuvieron los índices
más bajos en síntomas psicológicos, síntomas somáticos, mala conducta escolar, uso de
drogas y delincuencia. En los adolescentes cuyos padres solían ser autoritarios, se observaron
buenos resultados en orientación hacia el trabajo, competencia social, orientación hacia la
escuela, competencia académica y promedio escolar; los jóvenes de ambos géneros que
reportaron este estilo en sus padres no manifestaron mala conducta escolar, ni uso de drogas o
delincuencia, tampoco expresaron síntomas somáticos, aunque sí mostraron bajos índices de
auto-realización. Los resultados de los adolescentes que percibieron el estilo paterno permisivo
fueron los más variados de los cuatro estilos; prácticamente en todas las variables relacionadas
con la competencia, auto-realización y promedio escolar obtuvieron altos puntajes, variando
ligeramente de acuerdo al género del adolescente, sin embargo en algunos varones se obtuvieron
puntajes altos de mala conducta escolar, uso de drogas y delincuencia; los síntomas psicológicos
y somáticos no se presentaron en estos jóvenes. El estilo negligente resultó ser el menos
adecuado, los jóvenes de ambos géneros que reportaron este estilo en sus padres obtuvieron bajos

Tendencias en Psicología y Educación 15


Jiménez y Guevara

puntajes en auto-realización, orientación hacia el trabajo, competencia social, orientación hacia


la escuela, competencia académica y promedio escolar; también se asoció con bajos puntajes
en síntomas psicológicos y somáticos, pero estos jóvenes obtuvieron los puntajes más altos
en variables como mala conducta escolar, uso de drogas y delincuencia, especialmente en los
varones.
Steinberg, Lamborn, Darling, Mounts y Dornbusch (1994) realizaron un estudio
longitudinal cuyo objetivo fue describir los cambios que a lo largo de un año escolar maniiestan
los estudiantes adolescentes en variables de desarrollo psicológico, tales como competencia
académica, problemas de conducta y síntomas somáticos (medidas a través de auto-reportes),
así como la relación de estas variables con el estilo de crianza paterna (medido a través
de la aplicación de un cuestionario de estilos de crianza). Se estudió una muestra de 2 352
adolescentes entre 14 y 18 años, de clase media, de cuatro distintos orígenes étnicos. Los
hallazgos de este estudio coinciden con los antes expuestos, en cuanto a la relación que guarda
el estilo de crianza paterno con el desarrollo académico, social y psicológico del hijo, aunque
en este caso no se encontró evidencia para relacionar el estilo de crianza con el origen étnico de
la familia. También llama la atención que en esta investigación se encontró que el 37% de los
adolescentes reportó un estilo de crianza negligente en su familia, el 35% un estilo de crianza
democrático, el 20% reportó el estilo autoritario, y el 8% el estilo permisivo.
Por su parte, Vallejo (2002) hace una revisión acerca de investigaciones que se han
propuesto determinar los efectos de los estilos de paternidad sobre el desempeño académico
en familias no occidentales. Según esta revisión, en trabajos con familias chinas también se
encuentra un efecto negativo en el desempeño académico de los niños con padres autoritarios;
los niños y adolescentes con bajo rendimiento académico reportaron baja respuesta de sus padres
hacia sus necesidades, y en esos adolescentes se observó una tendencia a ser más violentos que
otros con mejor rendimiento escolar.
En España, Pons y Berjano (1997) realizaron un estudio longitudinal de un año,
donde analizaron lo que denominaron estilos “parentales” de socialización (sobreprotección,
comprensión y apoyo, castigo, presión hacia el logro, rechazo y reprobación), relacionándolos
con el grado de consumo de alcohol en adolescentes. La muestra constó de 1100 jóvenes
con edades entre 15 y 19 años, de clase socioeconómica media y media-alta, de nacionalidad
española. A los participantes se les aplicó, en dos momentos del estudio, una escala que indicó
el consumo de alcohol y a partir de la primera evaluación se agrupó a los adolescentes de

Tendencias en Psicología y Educación 16


Jiménez y Guevara

acuerdo a sus índices de consumo de bebidas alcohólicas. La frecuencia del consumo de alcohol
fue de la siguiente manera: abstemios 24%, consumidores moderados 57% y consumidores
excesivos 19%. También en dos momentos del estudio, se aplicó a los adolescentes una escala
donde reportaron los estilos parentales de socialización. Los datos se expresan en términos
de la probabilidad de cada estilo paterno para propiciar consumo de alcohol en sus hijos, de
mayor a menor probabilidad, se ubicaron: reprobación, castigo, rechazo, presión hacia el logro,
sobreprotección, comprensión y apoyo.
De acuerdo con los autores, las prácticas educativas de los padres basadas en la facilidad
para establecer comunicación, afecto, apoyo y comprensión, juegan un papel decisivo en el ajuste
social y emocional de sus hijos; señalan la necesidad de proporcionar a los padres programas
preventivos, a in de crear un ambiente familiar positivo y ofrecer a los hijos un modelo racional
y controlado en lo relativo al uso de bebidas alcohólicas. La prevención debe incluir a los padres
como un agente central de la intervención, pero dirigir su objetivo hacia los niños y adolescentes.
También en el contexto español, Rodríguez y Torrente (2003) encontraron que los padres
elaboran teorías implícitas de cómo debe ser el proceso de crianza, y que por ello son múltiples
las técnicas educativas que suelen poner en marcha para lograr sus objetivos educativos. Estas
técnicas pueden estar presentes en las familias, y el uso de una u otra depende de la situación
especíica que se vive; aunque también mencionan que suele existir un estilo dominante que
los padres ponen en marcha con mayor frecuencia. Estos autores aseguran que las prácticas
educativas más adecuadas para los hijos son las que establecen normas nítidas, las que no
utilizan sanciones punitivas, las más congruentes, las que se basan en la explicación, las que
permiten el intercambio de opiniones entre padres e hijos, las que promueven actividades
cotidianas adaptadas y las que fomentan el desarrollo de ideas propias y opiniones en los niños y
adolescentes, favoreciendo así que el clima familiar sea cohesivo.
Cerezo, Trenado y Pons (2006) mencionan que la sensibilidad materna es de suma
importancia para las interacciones familiares. La deinen como la percepción consistente de
la madre hacia las señales o necesidades de su hijo, así como saber interpretar y proporcionar
las respuestas apropiadas, y actuar oportunamente. Aclaran que si la madre maniiesta
estados emocionales negativos ante los estresores del medio, puede afectarse sus habilidades
atencionales respecto de sus hijos. Esto se traduce en actuaciones menos sensibles en las
situaciones de crianza, propiciando interacciones inapropiadas que llevan a conlictos y actos
abusivos contra los menores. Los autores continúan exponiendo que los factores de distrés o

Tendencias en Psicología y Educación 17


Jiménez y Guevara

malestar psicológico, infelicidad, ansiedad y problemas percibidos con los otros y con uno
mismo, iguran entre los más relevantes en relación con situaciones y percepciones emocionales
negativas. Los padres con altos niveles en estos factores tienen riesgos de actuar con sus hijos
de forma inapropiada o incluso abusiva, física y emocionalmente. En concordancia con los
planteamientos de Belsky (1981), Cerezo et al. (2006) mencionan que, a nivel microsocial, la
sensibilidad materna se traduce en interacciones sincrónicas, acompasadas y oportunas, propias
de un cuidador hábil para adaptarse al estado emocional y necesidades del niño. Sin embargo,
reiteran que el déicit cognitivo de las madres, propiciado por sus estados emocionales negativos,
se maniiesta en respuestas inoportunas o asincrónicas. Cuando el niño está molesto, la conducta
inapropiada materna es insatisfactoria porque no propicia la auto-regulación emocional que el
niño necesita, lo que intensiicará sus señales estresando más a la madre; aunado a lo anterior,
estas madres presentan patrones de interacción similares a los de quienes abusan físicamente de
sus hijos, es decir, de los que ejercen prácticas de paternidad de riesgo.
En relación con lo anterior Torío, Peña y Caro (2008) mencionan que, en un momento
en que la estructura y la conformación familiar están cambiando en la sociedad actual, parece
importante insistir en entender las prácticas educativas de los padres. Tanto padres como madres
disponen de modelos o técnicas disciplinares diversas, pero son las “técnicas inductivas de
apoyo” (los autores llaman así a las formas de interacción que los padres muestran dentro del
hogar para apoyar a sus hijos), las que más favorecen el ajuste social y familiar del niño, así
como las que proporcionan una adecuada seguridad emocional y autoestima al menor. Los
autores aseguran que, la gran mayoría de los padres no tiene un estilo único de interacción
deinido y tiende a proporcionar pautas contradictorias. Para Torío et al. (2008) la expresión
de afecto y comunicación, combinada con una forma prioritariamente “inductiva de apoyo”
para establecer las normas en el hogar, constituyen las bases de una interacción familiar de
tipo democrático, la cual, como se ha mostrado ampliamente en numerosas investigaciones,
contribuye al mejor desarrollo de la personalidad de los hijos, especialmente cuando ellos lo
perciben así. La buena comunicación entre padres e hijos facilita la resolución de conlictos entre
ellos. Los estudios que han explorado la “supervisión parental” y el papel que juegan los hijos en
el modo en que los padres obtienen la información necesaria para su supervisión, sugieren que
éste es un proceso bidireccional donde inluyen tanto la solicitud de información y el control que
los padres ejercen sobre los hijos, como el deseo de niños y adolescentes de revelar información
a sus padres acerca de sí mismos y de sus actividades.

Tendencias en Psicología y Educación 18


Jiménez y Guevara

Ahora bien, entre los pocos estudios realizados en México para investigar acerca de los
estilos de crianza, pueden ubicarse los que se presentan a continuación.
Aguilar, Valencia, Martínez, Romero y Lemus (2004) realizaron un estudio transversal,
cuyo objetivo fue determinar las relaciones que guardan los estilos paternos y maternos con
variables de desarrollo psicológico y variables sociales (competencia académica, auto-conianza,
morosidad, evitación al trabajo, auto-estima, depresión, mala conducta escolar, consumo de
alcohol y drogas), en una muestra de 236 estudiantes universitarios mexicanos de clase media,
con edades entre 18 y 20 años. Estos autores caliican los estilos paternos y maternos como
positivos o negativos. Dentro de los primeros ubican el democrático (o autoritativo), así como
el permisivo, encontrando que los jóvenes universitarios que ubicaron estos estilos en su familia
reportaron tener buena competencia académica y auto-conianza, no reportaron conductas
catalogadas como morosidad, evitación al trabajo, depresión, mala conducta escolar o consumo
de alcohol y drogas. Los estilos ubicados como negativos fueron el autoritario y el negligente,
encontrando que los jóvenes que ubicaron estos estilos en sus padres también reportaron baja
competencia académica, altos niveles de morosidad y evitación al trabajo, baja auto-estima,
problemas de depresión, mala conducta escolar y consumo de alcohol y drogas.
Ortega (1994) realizó un estudio donde exploró la inluencia de tres dimensiones
(castigo, rechazo y aceptación) de los estilos de crianza maternos sobre el auto-concepto de
niños mexicanos pre-adolescentes. La muestra constó de 362 participantes (195 alumnos y 167
madres), los niños tenían 12 años de edad y estaban inscritos en quinto o en sexto grado de
primaria, la edad promedio de las madres fue de 39 años. Las familias pertenecían a clases media
y baja. Se aplicó a los alumnos un cuestionario que permite ubicar, de acuerdo a una escala de
clasiicación, algunas de las tres dimensiones (rechazo, castigo y aceptación) en los estilos de
crianza de sus madres, así como un cuestionario de auto-concepto. Por su parte, a las madres se
les preguntó acerca de su escolaridad y acerca del ingreso económico de la familia. Los niños
que ubicaron las dimensiones rechazo o castigo materno reportaron bajos niveles de auto-estima
moral y bajo auto-concepto como hijos, aunque algunos reportan un buen auto-concepto como
estudiantes. En cambio, los niños que ubicaron la dimensión de aceptación materna, reportaron
buenos niveles de auto-concepto. Con esto, el autor corroboró los hallazgos de estudios previos
(Kapur et al., 1986; Kawash et al., 1984; Peterson et al., 1983; citados en Ortega, 1994) que
indican que la aceptación de ambos padres desarrolla en el niño una auto-estima alta, tanto en
familias de alto nivel socioeconómico como en familias económicamente marginadas.

Tendencias en Psicología y Educación 19


Jiménez y Guevara

El estudio de Ortega arrojó dos datos adicionales importantes, el primero fue que se
corroboró que la escolaridad materna tiene efectos sobre el estilo de crianza, ya que los hijos de
madres con mayor nivel de estudios reportan más frecuentemente la dimensión de aceptación,
en tanto que a los niños cuyas madres únicamente cursaron la primaria se les castiga más; el
segundo dato tiene que ver con el nivel de ingreso familiar, al parecer, las familias con ingreso
mensual bajo suelen ejercer más castigos hacia sus hijos.
Jiménez (2000) realizó un estudio cuyo objetivo fue determinar si el estilo de crianza
materno tiene relación con el “estatus socio-cognitivo” en niños de nivel preescolar, término
deinido por la autora tomando como base conductas de solución de problemas que realizaron
los niños y por las conductas de interacción de éstos con sus compañeros de escuela. Se utilizó
una muestra de 254 niños mexicanos, con edades entre 5 y 6 años, y sus madres. Las díadas
pertenecían a clase media. A los niños se les aplicó un cuestionario a través de dibujos, donde
cada niño elegía el dibujo que representaba cómo actuaba su madre ante diversas situaciones;
las respuestas se catalogaron de acuerdo a una escala que incluye los cuatro estilos maternos
de crianza (democrático o autoritativo, autoritario, permisivo y negligente o indiferente). A
las madres se les aplicaron entrevistas y a partir de sus respuestas se catalogaron los estilos
de crianza que ellas reportaron utilizar más frecuentemente con sus hijos. El “estatus socio-
cognitivo” de los niños se obtuvo a partir de observaciones de su interacción social en el
contexto escolar; la categorización fue a través de un instrumento sociométrico compuesto por
mapas socio-cognitivos, desarrollado por Santoyo (1994, en Jiménez, 2000). En este estudio,
el estilo de crianza más reportado por los niños fue el autoritario, seguido del democrático y en
último sitio el permisivo y el indiferente o negligente. Los estilos de crianza más reportados por
las madres fueron el autoritario con apoyo en el democrático, y al inal se ubican el permisivo y
el negligente. Según esta autora, se encuentra una relación entre el estilo de crianza materno y el
estatus socio-cognitivo de los niños, concluyendo que: cuando las madres son menos autoritarias
los hijos suelen establecer mejores relaciones amistosas con sus compañeros y mejor ejecución
en tareas de solución de problemas en el contexto escolar; sin encontrarse diferencias de acuerdo
al género del niño.
Las investigaciones cognitivas y conductuales hasta ahora expuestas dejan clara la
importancia de los estilos de crianza sobre la interacción familiar, así como sobre el desarrollo
psicológico y académico de los niños y adolescentes. Han aportado datos que permiten conocer
la importancia de variables como la clase social, el nivel educativo de los padres, e inclusive el
origen étnico de las familias.

Tendencias en Psicología y Educación 20


Jiménez y Guevara

Por su parte, los estudios realizados en México, además de dar cuenta de la inluencia de
dichos factores, han corroborado que el hecho de pertenecer a una familia de estrato sociocultural
bajo, puede colocar a los niños en situación de riesgo social y académico.
Otra de las aportaciones de la perspectiva cognitivo-conductual se relaciona con
la metodología para estudiar este tema. Dentro de la cual pueden ubicarse la deinición, la
categorización y la medición de variables como estilos de crianza, rendimiento académico
y conducta social, con referencia a parámetros observables. Así como llevar a cabo estudios
longitudinales y transversales que permiten conocer más ampliamente la inluencia de diversas
variables sobre los estilos paternos de crianza y la inluencia de dichos estilos de crianza sobre
distintos aspectos del desarrollo psicológico infantil. Sin embargo, también es ampliamente
reconocido que las prácticas de crianza no son el único factor que interviene en la dinámica
familiar, las interacciones que se presentan en el hogar suelen estar asociadas con diversos
aspectos, por ello se recurrió a la revisión de estudios que exploran interacciones familiares y su
efecto sobre el desarrollo del niño, mismas que son presentadas en el siguiente apartado.

Estudios cognitivos y conductuales que relacionan las interacciones familiares


con el desarrollo psicológico infantil

El estudio de las interacciones familiares dio inicio en el campo de la psicología social. Se


entiende por interacción a la relación entre dos unidades o sistemas de cualquier clase, donde
la actividad de cada una está en parte determinada por la actividad de la otra; una segunda
deinición plantea que interacción es el intercambio de aspectos favorables y desfavorables, así
como de normas, que traen como consecuencia relaciones positivas, negativas o indiferentes
entre dos o más personas. Según Del Valle (1997), el concepto de interacción es fundamental
en los fenómenos de la naturaleza y en los de la sociedad, y por ello es universal; aunque este
autor también plantea que no se dispone de un marco teórico único para explicar la interacción
dentro del hogar, sino paradigmas que han ido cambiando a medida que se dispone de nuevos
conocimientos del tema.
Guevara y Mares (1995) exponen que, entre las décadas de los sesenta y setenta,
investigadores interesados en estudiar el desarrollo infantil y la socialización reorientaron la
perspectiva que se tenía sobre los procesos involucrados en dichos fenómenos. Abandonaron
la tradicional concepción unidireccional en la que se planteaba que son los padres quienes, a

Tendencias en Psicología y Educación 21


Jiménez y Guevara

través de sus estilos de crianza, determinan las características de la relación familiar, y por ende
el desarrollo infantil. Autores como Garrido, Reyes y Torres (1998) concuerdan con lo anterior,
al mencionar que “tradicionalmente, el estudio sobre el desarrollo infantil estuvo centrado en
observar el comportamiento materno y su inluencia en el desarrollo de su hijo, sin embargo
existe evidencia psicológica que revela que la madre no es la única responsable del desarrollo
del menor, también… el propio niño contribuye a él” (según planteamientos de Bronfenbrenner,
1979, en Garrido et al., 1998, p.145).
En esta nueva concepción interactiva de la relación familiar y del proceso de desarrollo,
se parte de que las características de los hijos van a afectar la manera en que los padres se
dirigen a ellos. A partir de lo anterior es que comienzan a tomarse en cuenta factores que afectan
las interacciones familiares, tales como características del padre, de la madre, de los hijos, e
incluso de los contextos en que se interactúa dentro y fuera del hogar. Con este planteamiento
se sentaron las bases para incursionar en el estudio más amplio de la interacción familiar y
de la inluencia que sobre ella pueden tener diversos factores personales, socioeconómicos,
culturales y contextuales de la familia (Guevara y Mares, 1995). Pineda (1993) señala que una
interacción diádica es la dependencia entre la actividad de adulto y niño, y que esto puede variar
en contextos situacionales distintos. Agrega que existen contextos especíicos que promueven
más que otros el desarrollo de interacciones familiares. Por ello, el comportamiento de los padres
en situaciones de interacción con los niños depende de las características y tipo de conductas de
éstos, y a su vez, la conducta infantil varía de acuerdo a las características y conductas del padre,
así como de la situación particular que se viva.
Los estudios observacionales de Valdéz y Whitehurst (1988) prueban que cuando el
niño pequeño es expuesto a un ambiente rico, donde hay muchos objetos y actividades cuyo
acceso sólo es posible a través de la interacción, se promueven interacciones duraderas entre
niños y adultos. Durante el aprendizaje incidental el niño suele controlar la situación iniciando
la interacción que el adulto aprovecha para proporcionar un modelo; la interacción que se
presenta en la díada normalmente incluye reforzamientos especíicos. Respecto a los efectos
de la interacción diádica, Tomasello y Farrar (1986) reportan que los niños desarrollan mejor
el lenguaje cuando las madres se ajustan al foco de atención que el niño elige; cuando la
madre nombra objetos que en ese momento están siendo el foco de atención del niño se tienen
mayores efectos sobre su adquisición del vocabulario que cuando la madre nombra objetos que
implican la reorientación o el cambio en el foco de atención del niño. Las evidencias indican

Tendencias en Psicología y Educación 22


Jiménez y Guevara

que la cantidad de tiempo que las díadas permanecen en atención conjunta está relacionada
positivamente con el tamaño del vocabulario del niño, así como con su nivel de desarrollo
psicológico general (Guevara, 1992).
Torres, Ortega, Reyes y Garrido (2007) exponen las bases sobre las cuales se desarrolló
esta perspectiva interactiva. Explican que la adquisición de conductas como el lenguaje y la
socialización es posible sólo a través de un proceso de desarrollo que tiene lugar en situaciones
interactivas. En un primer momento, estas situaciones en la vida del infante están deinidas en
términos de las interacciones madre-hijo, de tal manera que una investigación sobre desarrollo
psicológico y lingüístico deberá centrarse en el análisis de la interacción diádica madre-hijo.
Al concebir la conducta psicológica como un proceso interactivo que se va desarrollando
en el tiempo, de acuerdo a diferentes situaciones sociales, dentro de esta perspectiva fue
necesario el desarrollo de una metodología que permitiera analizar los cambios ocurridos en los
elementos básicos de la díada, es decir, cambios recíprocos de la conducta, tanto de la madre
como del niño. Las estrategias metodológicas para analizar ese desarrollo fueron, según Torres et
al., (2007), las tres siguientes:
1. Estudios longitudinales, para observar los cambios en las clases de interacciones entre
la madre y el infante.
2. Estudios experimentales, que especiicaron las clases de interacciones a través de la
manipulación de, por ejemplo, variables situacionales.
3. Estudios comparativos, que permitieron encontrar similitudes y diferencias entre los
estados de desarrollo de distintas díadas madre-hijo.
Las autoras aclaran que, dentro de esta línea de investigación, por lo general los
estudios se llevan a cabo utilizando categorías de observación que permitan conocer el proceso
interactivo entre la madre, el infante y los eventos del medio ambiente, así como su inluencia
en el desarrollo psicológico infantil. Citando los trabajos de autores como Belsky (1981) y
Hann (1989, citados en Torres et al., 2007), exponen que las primeras interacciones madre-hijo
se pueden conceptualizar a lo largo de un continuo que puede ir desde interacciones de baja
calidad (insensitivas, de rechazo e inadecuadas), hasta interacciones de alta calidad (sensitivas y
de responsividad). Este continuo de interacciones madre-hijo y la calidad de éstas sirven como
medios para favorecer un desarrollo psicológico adecuado. “El que el niño cuente con conductas
necesarias por parte de la madre: sensitiva, estimulación física y verbal, responsividad a sus
respuestas y baja frecuencia en conductas directivas facilita un desarrollo general adecuado,
principalmente en las áreas cognoscitiva, social, lingüística, afectiva y psicológica” (p.128).

Tendencias en Psicología y Educación 23


Jiménez y Guevara

Guevara, Ortega y Plancarte (2005) explican el grado de desarrollo psicológico que un


niño alcanza incluyendo habilidades lingüísticas y sociales, función de varios elementos:
1. Qué tan hábiles son la madre y demás familiares para adaptar sus modelos y su nivel
lingüístico a las necesidades del niño, en cada momento de su desarrollo.
2. Cuánto tiempo permanecen las personas de la comunidad familiar en interacción
directa con el menor.
3. Cuántos contextos o ambientes, dentro y fuera de casa, son marco de las interacciones
familiares y qué tan ricos son esos contextos en lo que a estímulos sensoriales se reiere.
4. Cuántas y qué tan variadas son las actividades en las que se involucran los familiares
con el pequeño, y cuántos materiales utilizan durante dichas interacciones diádicas,
triádicas o grupales.
“En general, lo rico del ambiente físico y social del niño va a determinar en gran medida
qué tan bueno es su desarrollo psicológico. La ‘riqueza’ o ‘pobreza’ del ambiente físico y social
no puede deinirse por sí mismo, sino en función de que esté dirigido o no a las necesidades
del pequeño; a que el niño y los adultos que lo rodean se involucren juntos en las mismas
actividades, a que los familiares guíen al menor hacia el desarrollo psicológico, siguiendo los
propios intereses y necesidades de éste” (Guevara et al. 2005, p.22). Las autoras agregan que
las características del ambiente físico y social están relacionadas con diversos factores de tipo
sociocultural, tales como: nivel educativo y cultural de los padres, nivel socioeconómico de la
familia, raza a la que pertenecen, características de organización familiar, tiempo disponible de
la familia para la crianza y la educación infantil, conocimientos de la familia (en especial de la
madre) sobre desarrollo infantil y prácticas de crianza, y estructuración de rutinas en el hogar
para la organización de la vida familiar.
Torres, Reyes y Garrido (1998) mencionan que, dentro de este enfoque interactivo se
concibe al adulto y al niño como elementos activamente involucrados en la interacción y, por
tanto, frecuentemente se realizan análisis de secuencias entre la actividad de uno con respecto a
otro. También señalan que el contexto en el que se debe estudiar la interacción es aquél en el cual
adulto y niño se vinculan de manera más natural, es decir, el hogar, y que es importante estudiar
la díada en situaciones de interacción. Cuando se habla de patrones o estilos de interacción
madre-hijo, se puede analizar la calidad de la interacción en dichas díadas utilizando índices
que permitan el registro simultáneo de la conducta del niño y de la madre en una situación de
interacción, considerando que lo que marca una interacción diádica es la dependencia entre

Tendencias en Psicología y Educación 24


Jiménez y Guevara

la actividad del adulto y la del niño. Ello justiica la importancia de analizar la calidad de las
interacciones adulto-niño para determinar las características y particularidades de las mismas.
Torres et al. (2007) explican que un desarrollo infantil óptimo se reiere a que el niño pueda
actuar y manejar su entorno de tal manera que pueda obtener beneicios de su medio, y a la
vez desarrollar habilidades que le permitan enfrentarse al medio que le rodea. Para esto, los
estudios en este campo han empleado la metodología observacional, y han buscado diferentes
medidas que permitan obtener datos que muestren qué conductas maternas, qué contexto o
qué factores son los que potencializan o contribuyen al desarrollo infantil. Se han desarrollado
estudios longitudinales y transversales, para hacer los cortes en determinadas edades, analizando
la interacción diádica y evaluando el desarrollo infantil, a in de correlacionar variables como
los estilos maternos, el involucramiento, la calidad del ambiente, la responsividad de ambos
miembros de la díada, las características familiares y los niveles de desarrollo psicológico
infantil.
Partiendo de que desde que el niño nace es un ser social que se integra, conforma y
desarrolla a partir de la relación con los demás, se hace necesario que la madre, como cuidadora
principal del niño, desarrolle una sensibilidad que le permita ajustar su conducta a las exigencias
especíicas de sus hijos a in de asumir un papel que, sin ser directivo, sea estimulante del
desarrollo psicológico del menor. Según diversos autores (Ford, 1994; Laosa, 1982; citados
en Garrido et al., 1998) existe un conjunto de factores que inluyen en la interacción diádica y
que repercuten en la forma en la cual la madre se relaciona con su hijo. Entre tales factores se
encuentran el nivel de escolaridad de la madre, el número de integrantes de la familia, el orden
de nacimiento de cada hijo y la situación ambiental o contextual del hogar.
Entre los primeros estudios que aportaron datos al respecto se encuentran el de Hess
y Shipman, 1960, el de Duyckaer, 1970 y el de Marjoribank, 1975 (citados en Torres et al.,
1998), quienes probaron que la clase social de pertenencia (que incluye nivel de ingresos y
nivel cultural), tiene inluencia sobre los estilos de enseñanza materna, así como sobre las
variaciones en los modos lingüísticos y cognitivos de las díadas madre-hijo. Los resultados de
estas investigaciones indicaron que existe una diferencia en los códigos verbales que utilizan
las madres de diferentes clases sociales, las madres de clase media utilizan más frecuentemente
palabras abstractas y estructuras sintácticas complejas, además de elogiar los esfuerzos verbales
y cognitivos de sus hijos; mientras que en las madres de clase baja se presentan producciones
verbales y cognitivas simples, y se observa una tendencia a hacer críticas en vez de motivar

Tendencias en Psicología y Educación 25


Jiménez y Guevara

verbalmente los esfuerzos de su hijo. De acuerdo con estos hallazgos, las madres de clase
media tienden a ser más abiertas en las demostraciones afectivas con sus hijos, y tienen mayor
interacción visual y verbal con ellos, en comparación con las de clase baja, quienes interactúan
con sus hijos casi exclusivamente en actividades de cuidado básico, como son el baño y la
alimentación. También se encontró que a mayor número de miembros en la familia existen
menores posibilidades de interacciones, y que los primogénitos tienden a recibir más atención que
los hijos posteriores, siendo los más pequeños los que suelen ser desatendidos por sus padres. Esto
a su vez, parece tener un efecto sobre los puntajes cognitivos obtenidos por los niños.
Las conclusiones que pueden obtenerse, de acuerdo a los hallazgos de la investigación
en el campo, es que existen una serie de factores que afectan negativamente los patrones de
interacción entre padres e hijos, entre los que se encuentran: la baja escolaridad de los padres,
contar con una familia numerosa, bajo nivel nutricional y bajos ingresos familiares. Tales
hallazgos permiten ubicar a esas variables como ‘factores de riesgo ambiental’.
Farran (1982) señala que existen muchas razones por las cuales la clase social puede
afectar la habilidad de los padres para dar al niño un óptimo medio ambiente. Los grupos o clases
sociales pueden diferir, por ejemplo, en cuanto a su ideología acerca del desarrollo infantil, del
papel que juega el adulto en el desarrollo del niño o respecto a qué interacciones familiares son
las adecuadas. Puede haber grupos o clases sociales que crean que ciertas habilidades verbales y
cognoscitivas son deseables en el niño y dirigirán sus esfuerzos a desarrollar tales habilidades,
mientras otros grupos pueden pensar que los niños deben ser quietos y obedientes.
Según este autor, grupos sociales distintos enfatizan el desarrollo de diferentes
comportamientos en sus hijos, de acuerdo a su nivel de educación, su clase social y su etnia.
Dentro de un círculo social más amplio, como un país, esto se convierte en un problema,
porque los programas educativos son los mismos para todos los grupos sociales que lo integran,
basándose en el supuesto de que todos los individuos cuentan con las habilidades que desarrollan
normalmente niños de un grupo social especíico. Los programas educativos, así como los libros
y materiales de enseñanza, están diseñados pensando en que los niños que los utilizarán tienen un
cierto nivel de desarrollo conductual correspondiente a niños de clase media, criados bajo ciertas
condiciones; incluso el lenguaje de los profesores y las actividades de enseñanza dentro del aula
se enfocan al perfeccionamiento de habilidades lingüísticas y académicas, partiendo del supuesto
de que los alumnos ya cuentan con las bases psicológicas previas. La investigación de Farran
(1982) reporta que pueden no existir diferencias signiicativas entre madres de clases media y

Tendencias en Psicología y Educación 26


Jiménez y Guevara

baja acerca de las creencias y objetivos de la crianza, sin embargo las madres de clase baja están
sometidas a situaciones de estrés, que guardan relación con sus condiciones de vida (bajo ingreso
económico, largas jornadas de trabajo, pérdida de empleo, enfermedades crónicas, problemas
nutricionales, así como con el número de hijos que tienen), y dichas situaciones las hacen más
propensas a modiicar sus patrones de interacción con los hijos.
Ortega (1994) realizó una revisión de investigaciones dirigidas a conocer las formas
especíicas de interacción entre madres e hijos pequeños. Concuerda en que la mayoría de
estos estudios recurre a la observación diádica y reporta que los niños cuyas madres son
cariñosas, responsivas a sus necesidades y que aceptan sus limitaciones, tienden a desarrollarse
exitosamente, lo cual no ocurre cuando las madres son poco sensibles a las necesidades de sus
hijos; se concluye que la sensitividad de la madre es una dimensión importante tanto durante la
época de desarrollo temprano como en las experiencias posteriores. También se aclara que la
sensibilidad y responsividad de la madre hacia sus hijos se relaciona con las características del
niño, de la madre y de su medio social; en relación a esto último, las madres que reportan tener
mayor apoyo social suelen ser más sensitivas hacia sus hijos. A su vez, existe evidencia de que
cuando la madre percibe que desempeña un papel satisfactorio en la crianza y en un empleo,
suele tener actitudes positivas, lo cual se asocia con calidad en la relación madre-hijo.
Dentro del contexto social mexicano, Salguero, Torres y Ortega (1996) compararon
las interacciones diádicas madre-hijo en poblaciones con características socioeconómicas y
culturales diferentes. En un primer grupo, participaron ocho díadas madre-hijo, donde las madres
contaban con una escolaridad superior al bachillerato, con ingreso económico mensual mayor a
cuatro salarios mínimos, y cuya vivienda estaba ubicada en zona urbana, con su hijo primogénito
sin daño orgánico. En un segundo grupo participaron ocho díadas madre-hijo donde el nivel
de escolaridad materna fue de primaria, con un ingreso económico mensual de dos salarios
mínimos y cuya vivienda estaba ubicada en zona suburbana con servicios incompletos, con un
hijo participante que no era el primogénito. Se realizaron tres sesiones de ilmación con cada
díada, en una situación de juego libre de aproximadamente 30 minutos cada una. Para el análisis
midieron diferentes categorías de conducta materna dentro de las interacciones diádicas: ignorar
(cuando la madre no se relaciona con la actividad infantil); iniciar (cuando la madre propicia la
actividad conjunta con el niño); responder (cuando la conducta materna se produce en respuesta
a la demanda del niño). Los resultados indicaron que las madres de clase socioeconómica y
cultural media y alta mostraron un patrón de estilo materno que favorece el desarrollo del niño,

Tendencias en Psicología y Educación 27


Jiménez y Guevara

y que incluye: mostrar y comentar la actividad con el niño, realizarla, observar después cómo el
niño la realiza, además de proporcionarle las instrucciones pertinentes. Asimismo, se encontró
que estas madres respondieron a las conductas del niño siguiendo sus iniciativas y aprovechando
la oportunidad de interactuar con él. Por su parte, las madres de clase socioeconómica y cultural
baja no lograron atraer la atención de su hijo para realizar actividades conjuntas, estas madres
intentaron una y otra vez iniciar actividades que para sus hijos no eran atractivas, por lo que éstos
no seguían las sugerencias maternas.
Salguero et al. (1996) señalan que esta falta de conocimiento materno de las preferencias
del infante podría ser el resultado de la poca interacción que se establece entre este tipo de
díadas, ya que por las condiciones socioeconómicas bajas la madre suele ocupar su tiempo en
actividades que le resultan más productivas, y resta importancia a la actividad conjunta con su
hijo. Estas madres tampoco aprovecharon las situaciones de cuidado (alimentación y baño) para
interactuar con sus hijos, lo que quizá se debe a las creencias maternas acerca del desarrollo
infantil; por sus características culturales, en estas poblaciones las madres suelen considerar que
la escuela y los maestros son los que deben encargarse de la educación de sus hijos, por ello no
sienten la responsabilidad de hacerlo. Las autoras concluyen que estas diferencias en la calidad
del ambiente familiar son de suma importancia para el desarrollo infantil; que la variedad de
contactos que los niños tengan con adultos que atiendan, sigan y comenten acerca de los objetos,
situaciones o personas a los cuales él atiende, le proporciona oportunidades para su óptimo
desarrollo psicológico.
En un estudio similar, Torres, Salguero y Ortega (1997) llevan a cabo mediciones de
calidad del ambiente familiar a través de un inventario (“Home, observation for measurement
of environment”), comparando díadas con características socioculturales diferentes. Se encontró
que en las díadas cuyas madres tenían estudios superiores, los puntajes en el inventario también
fueron superiores, especíicamente en las categorías que incluyeron: estimulación académica,
estimulación del lenguaje y ambiente físico. A diferencia de las madres con bajos niveles cultural,
las madres con mayor preparación académica consideraron que una función importante en la
crianza de sus hijos es la enseñanza de algunos comportamientos precurrentes necesarios para
el buen ajuste del niño al ingresar a la escuela; estas madres creen que deben enseñar conductas
académicas a sus hijos para que tengan una buena ejecución cuando entren a la escuela.
Del Valle (1997) realizó un estudio para comparar interacciones que tienen con sus hijos
madres adultas y madres adolescentes; la población fue de 40 díadas madre-hijo, 20 con madres
de 16 años de edad o menos y 20 con madres adultas; los niños tenían entre 24 y 27 meses de

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edad. Las familias pertenecían a clases sociales media y baja, de nacionalidad mexicana. Se
obtuvieron datos demográicos de las madres, como estado civil, estructura familiar y edades
de madre e hijo. Se grabaron en video tres episodios interactivos entre madre e hijo y se
utilizaron categorías de observación para analizar las interacciones. Los resultados indicaron
que las madres adultas solían mantener mayor proximidad con sus hijos, observarlos con mayor
frecuencia y estimularlos mejor que las madres adolescentes. Estas últimas, solían desviar más
la atención hacia otros estímulos, hacían menor número de referencias a sus hijos en el episodio
interactivo y se oponían con mayor frecuencia a lo que sus hijos querían. Sin embargo, cuando
se encontraban en una situación interactiva de juego, las madres adolescentes se desempeñaron
mejor que las adultas. No se encontraron evidencias para concluir que la estructura familiar y el
estado civil de las madres inluyeran sobre la interacción materno-infantil.
Mestre, Samper, Tur y Díez (2001) realizaron una revisión de investigaciones en el
campo, después de lo cual concluyen que los factores ecológicos, las condiciones físicas que
prevalecen en un hogar y el grado de orden que caracteriza las actividades que se llevan a cabo
en la familia, también inluyen en el desarrollo del niño. Hogares ricos en estímulos, que poseen
orden y dedicación, suelen proporcional estímulos dirigidos al niño en forma de conversación,
atención, caricias o juegos, que contribuyen al desarrollo de conductas más maduras en los
niños. Estos autores aseguran que el tipo de normas que una familia establece, los recursos y
procedimientos que utiliza para hacer cumplir dichas normas, junto con el grado de afectividad,
comunicación y apoyo entre padres e hijos, constituyen dimensiones fundamentales para el
crecimiento personal de los más jóvenes, y para su interiorización de valores, lo cual inluirá
sobre las decisiones que toman ante conlictos sociales. En general diferentes variables familiares
se consideran relacionadas con el desarrollo personal del niño, variables que se reieren a la
estructura familiar, tamaño de la familia, así como cantidad y calidad de las interacciones entre
sus miembros. En la medida en que las familias están menos estructuradas transmiten indecisión
e inseguridad en los niños, que no tienen un marco de referencia estable ni una previsión de las
consecuencias de su conducta.
Hill, Bush y Roosa (2003) llevan a cabo una investigación en una comunidad
estadounidense, donde se evaluó qué nivel de inluencia tienen variables como el origen étnico,
las prácticas de cuidado materno y los conlictos familiares, sobre variables como problemas
de conducta de los hijos, nivel de aceptación materna y disciplina. El estudio contó con la
participaron de 344 díadas madre-hijo, de dos diferentes orígenes étnicos (mexicano y europeo),

Tendencias en Psicología y Educación 29


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pertenecientes a familias de bajos ingresos de una misma comunidad, en la cual los niños
cursaban la primaria. Se obtuvieron los reportes de cada integrante de las díadas, en lo relativo
a diversas variables: problemas de conducta de los niños, síntomas depresivos en los niños,
prácticas de cuidado materno (que se catalogaron como aceptación materna, control hostil o
disciplina inconsistente) y conlictos familiares.
El análisis de datos indicó que hubo algunas diferencias entre los grupos étnicos.
Ambos miembros de las díadas de origen mexicano reportaron mayor control hostil y mayor
inconsistencia en la disciplina que ejercen las madres, en comparación con las díadas de
origen europeo. Los niños de origen mexicano también reportaron un mayor nivel de síntomas
depresivos, aunque según los reportes maternos no hubo diferencias entre ambos grupos étnicos
en esta variable. El dato más signiicativo de este estudio fue que, cuando las madres mostraron
altos niveles de aceptación y de consistencia en la disciplina, en combinación con bajos niveles
de conlictos familiares y de control hostil, los niños mostraron bajos niveles de conductas
problema y de síntomas depresivos. En concordancia, cuando se presentó el control hostil y
las inconsistencias en la disciplina, así como los conlictos familiares, se presentaron mayores
problemas de conducta infantil. Este dato fue consistente, tomando en cuenta los reportes de
las madres y de los niños, en ambos grupos étnicos. Los autores concluyen que las prácticas de
cuidado materno y los conlictos familiares pueden considerarse como variables predictoras de
los problemas de conducta infantil, y que estas variables parecen estar más relacionadas con el
estatus sociocultural de las familias que con su origen étnico.
Torres et al. (2007) concluyen que las interacciones diádicas se pueden diferenciar
de acuerdo a su calidad. La calidad de la interacción madre-niño puede verse inluida por el
momento y la topografía en que se den las respuestas a la otra persona, dado que la respuesta de
un integrante generalmente precede a la del otro, con lo cual se da una sincronía de respuestas.
Dentro de las interacciones de alta calidad ubican aquellas en donde las madres observan y
responden a las necesidades del niño, es decir son sensitivas y responsivas a las conductas
presentadas por su hijo, inician y promueven situaciones interactivas, integrándose en actividades
conjuntas con su hijo, sin recurrir a conductas que pudieran restringir la adquisición de nuevas
habilidades por parte del niño, como la directividad. La relación inicial que se establezca
entre los padres y el hijo tiene efecto en las interacciones posteriores, puesto que el desarrollo
de conductas mutuamente reforzantes durante los primeros años de vida del niño aumenta la
probabilidad de que se mantenga la satisfacción mutua, y a partir de esto, surjan estilos de
interacción que sean promotores de un buen desarrollo psicológico en los niños.

Tendencias en Psicología y Educación 30


Jiménez y Guevara

La revisión hasta aquí presentada deja claro que, ya sea a través del estudio de los estilos
de crianza, o bien por el análisis de las interacciones diádicas y familiares, la evidencia de la
investigación en el campo apunta hacia la fuerte inluencia que estos aspectos tienen para el
desarrollo psicológico de los niños y para su desempeño académico y social dentro de la sociedad
en general, y la comunidad escolar en particular. También se han expuesto las inluencias que
sobre las interacciones familiares pueden tener diversas variables de carácter sociocultural, entre
las que destacan: nivel educativo y cultural de los padres, nivel socioeconómico de la familia,
raza a la que pertenecen, características de organización familiar, tiempo disponible de la familia
para la crianza y la educación infantil, conocimientos de la familia (y en especial de la madre)
sobre el desarrollo infantil, así como prácticas de crianza y estructuración de la vida familiar.

HERRAMIENTAS TEÓRICO-METODOLÓGICAS ACTUALES


Y LÍNEAS FUTURAS DE INVESTIGACIÓN

En virtud de los hallazgos de los diversos estudios expuestos en el apartado anterior, puede
decirse que hay claras evidencias de que el estilo de crianza de los padres (y en especial de las
madres), tiene efectos importantes sobre el desarrollo psicológico y académico de los niños,
y que el estilo de crianza con mejores efectos sobre el desarrollo infantil es el democrático o
autoritativo, porque las interacciones familiares que se propician con él suelen promover en los
niños habilidades personales y sociales, así como niveles académicos, que pueden considerarse
mejores que los que se desarrollan con otros estilos de crianza e interacción familiar.
También parece claro, según las investigaciones observacionales, que las familias que
reportan ejercer un estilo democrático, también reportan contar con un alto nivel de escolaridad
materna y paterna, así como con niveles sociocultural y económico medios o altos. Mientras que
en las familias de bajo estrato sociocultural y educativo, se practican habitualmente los estilos
de crianza autoritario o negligente. En directa relación con lo anterior, en estas familias los niños
pueden mostrar niveles académicos bajos, así como comportamiento inadecuado dentro de los
ámbitos escolar, familiar y social. Situaciones que los colocan en riesgo de fracaso escolar.
Sin embargo, es importante señalar que la gran mayoría de los estudios en el campo
han sido llevados a cabo en países como Estados Unidos, y que varios de esos estudios
estuvieron encaminados especíicamente a comparar poblaciones según su origen étnico, clase
socioeconómica, nivel sociocultural y escolaridad de los padres. Si se toman al pie de la letra los

Tendencias en Psicología y Educación 31


Jiménez y Guevara

hallazgos de esas investigaciones realizadas en otros países, es de esperarse que en poblaciones


mexicanas de clase sociocultural baja se observe una tendencia a presentar los estilos autoritario
y negligente, especialmente en padres y madres de niños con bajo rendimiento escolar y/o con
problemas de conducta en el aula. Pero, dado que son muy pocos los estudios que han sido
realizados en México, no se cuenta con datos suicientes para la conirmación de tal supuesto.
Por ello, es necesario desarrollar estudios empíricos y sistemáticos dirigidos a contestar las
preguntas siguientes:
1. ¿Qué estilos maternos de crianza se reportan en familias de estrato sociocultural bajo,
cuyos niños muestran problemas de rendimiento escolar y/o de conducta en el aula?
2. ¿Qué relación guardan los problemas académicos y conductuales que los niños
muestran en la escuela con los estilos de interacción que se presentan en sus hogares,
especialmente entre los niños y sus madres.
Por otra parte, según se desprende de lo revisado y expuesto, si se detectan problemas en
el aprovechamiento escolar o en la conducta infantil en el aula, y ello está asociado con estilos de
crianza e interacciones familiares inadecuados, es necesario desarrollar estrategias que permitan
modiicar los estilos de crianza y las interacciones familiares, como un medio para mejorar el
aprovechamiento escolar y la conducta en el aula. También es lógico suponer que esta necesidad
puede ser mayor en poblaciones que presentan situaciones de riesgo ambiental, como bajos
niveles educativos y socioculturales en las madres. Ante estos planteamientos surge otra pregunta
de investigación.
3. ¿Es posible mejorar el aprovechamiento escolar de los alumnos, así como su conducta
en el aula, a través de un programa dirigido a desarrollar en sus padres (especialmente en sus
madres) un estilo de crianza democrático?
Además, los reportes relacionados con la eiciencia de los programas de entrenamiento
a padres, así como los planteamientos teórico-metodológicos relacionados con las interacciones
diádicas en las familias llevan a una cuarta pregunta de investigación.
4. ¿Qué estrategia es mejor: aquella que centra su entrenamiento a madres para promover
en ellas un estilo de crianza democrático, o aquella que centra un entrenamiento diádico para
desarrollar un estilo democrático de interacción entre madres e hijos?
Ahora bien, en las investigaciones en el campo generalmente se recaba la información
relacionada con las prácticas de crianza y la interacción familiar, a través de entrevistas,
cuestionarios o instrumentos dirigidos a uno de los miembros de la familia. Con frecuencia la
persona que reporta es la propia madre (auto-reporte sobre prácticas de crianza que ejerce con

Tendencias en Psicología y Educación 32


Jiménez y Guevara

sus hijos), aunque en ocasiones se aplica el instrumento a quienes han vivido con tales prácticas
de crianza, los hijos adolescentes o niños. Dado que hay instrumentos diseñados para ambos
miembros de la díada, puede plantearse una nueva pregunta de investigación:
5. ¿Qué grado de correspondencia existe entre los estilos de crianza que reportan las
madres ejercer sobre sus hijos y los que ellos reportan recibir?

Descripción de una investigación reciente

Jiménez y Guevara (2008) dirigieron un estudio para intentar dar respuesta a las preguntas de
investigación antes expuestas. El objetivo central del estudio fue evaluar la efectividad de dos
estrategias de intervención en las interacciones madre-hijo, y su relación con el desempeño
académico y social de los niños. Se tuvieron como objetivos particulares: 1) Evaluar qué
estilos maternos de crianza se reportan en familias de estrato sociocultural bajo, cuyos niños
muestran problemas de rendimiento académico y/o de conducta en el aula. 2) Probar si es
posible mejorar el aprovechamiento escolar de los alumnos, así como su conducta en el aula,
a través de programas dirigidos a promover un estilo de crianza democrático en sus madres.
3) Obtener datos acerca de la relación que guardan los problemas académicos y conductuales
que los niños muestran en la escuela con los estilos de interacción que se presentan en sus
hogares, especialmente entre los niños y sus madres. 4) Comparar el nivel de efectividad de
dos estrategias de intervención: una que se enfoca en el entrenamiento a las madres y otra que
se enfoca a un entrenamiento diádico, para desarrollar un estilo democrático de interacción en
madres e hijos. 5) Describir el grado de correspondencia que existe entre los estilos de crianza
que reportan las madres ejercer sobre sus hijos y los que ellos reportan recibir.
En el estudio se contó con 90 participantes, 45 madres y sus hijos con una media de edad
de 5.9 años, inscritos en el primer grado de una escuela primaria pública ubicada en una colonia
de nivel sociocultural bajo. El criterio para la inclusión de los niños fue que hubieran obtenido
un promedio de caliicación global menor de 7 durante la primera evaluación bimestral del ciclo
escolar en curso y que junto con sus madres, estuvieran dispuestos a participar en el estudio.
Además, el 44% de los alumnos participantes fue reportado por sus profesores con conducta
inadecuada dentro del salón de clases.
Las variables de la investigación correspondieron a tres categorías: demográicas,
dependientes e independientes. Dentro de las primeras se ubicaron: edad y sexo del niño, edad,

Tendencias en Psicología y Educación 33


Jiménez y Guevara

estado civil, escolaridad y ocupación de la madre, así como estructura e ingreso mensual familiar.
Las variables dependientes fueron: 1) Estilos de crianza reportados por las madres, deinidos
en términos del porcentaje de reactivos que las madres contestaron como “frecuentemente” y
“muy frecuentemente”, en respuesta a las preguntas realizadas acerca de la forma en que actúan
ante situaciones particulares con sus hijos; tales respuestas permitieron ubicar los niveles en
que se presentó cada uno de los cuatro estilos de crianza (democrático, permisivo, negligente
y autoritario) que explora la “Escala sobre estilos maternos de crianza” elaborado por Jiménez
(2000). 2) Estilos de crianza reportados por los hijos, deinidos como el porcentaje de reactivos
que los niños eligieron en respuesta a las preguntas realizadas acerca de la forma en que actúan
sus madres ante situaciones particulares con ellos, que explora la “Escala de reportes del niño
acerca del estilo de crianza materno” de Jiménez (2000). 3) Rendimiento académico de los
alumnos participantes, que contempló los puntajes de las caliicaciones bimestrales oiciales
de las tres materias académicas del currículum o plan de estudios de primer grado de primaria,
Matemáticas, Español y Conocimiento del medio, relacionadas con habilidades operacionales, de
lecto-escritura y de conocimiento del medio ambiente; son obtenidas a través de los criterios que
la Secretaría de Educación Pública determina para evaluar el avance académico de los alumnos,
incluye participación en clase, cumplimiento de tareas académicas y ejecución en los exámenes
bimestrales diseñados con base en los contenidos temáticos revisados durante el periodo
correspondiente. 4) Conductas sociales inadecuadas en el aula, deinidas (de acuerdo con Plaza,
1996), como aquellas que inluyen negativamente en el proceso docente y/o suponen un trastorno
para el desarrollo de la vida escolar; entre ellas se ubican: negarse a cumplir las reglas o tareas,
molestar a compañeros o profesores, desobediencia sistemática y agresión física o verbal; para el
presente estudio se consideró el número de niños cuyos profesores identiicaron con alguna(s) de
estas conductas, con base en el cuestionario utilizado para ello.
La variable independiente fue la estrategia de intervención. Se compararon dos
estrategias generales: la primera fue la intervención con un grupo de madres y sus hijos, para
mejorar sus patrones de interacción diádica; la segunda fue el entrenamiento dirigido a madres,
orientado a modiicar sus estilos de crianza y promover en ellas el estilo democrático con sus
hijos. Ambas estrategias fueron comparadas entre sí, al comparar a los grupos que recibieron uno
y otro programa, así como con el grupo control que no recibió ninguno de los programas durante
el ciclo escolar referido.
El estudio tuvo un diseño pretest-postest, con dos grupos experimentales y un grupo
control, siguiendo los criterios de Méndez, Namihira, Moreno y Sosa (2006). Durante la fase de

Tendencias en Psicología y Educación 34


Jiménez y Guevara

pre-evaluación se explicaron los propósitos del estudio, se solicitó consentimiento y se aplicaron


los instrumentos. Las 45 díadas fueron asignadas de manera aleatoria a tres distintas situaciones
experimentales, conformándose dos grupos de intervención y uno control, con 15 díadas cada
uno. Se cuidó que no hubiera diferencias entre los grupos, ni en lo relativo a las variables
demográicas ni en promedio escolar y conducta inadecuada de los alumnos, para lo cual se
realizaron análisis estadísticos (chi cuadrada y ANOVA).
La segunda fase consistió en la aplicación de las dos estrategias de intervención. En el
Grupo A se realizó un entrenamiento donde participaron las díadas madre-hijo, en el Grupo
B el entrenamiento se dio únicamente a las madres, y el Grupo C pasó a lista de espera. En
ambos grupos de entrenamiento se llevaron a cabo 15 sesiones que incluyeron contenidos y
actividades orientados a desarrollar en las madres habilidades de interacción y de negociación
con sus hijos y a establecer acuerdos con la participación de ambos miembros de la díada,
es decir, se intentó modiicar la tendencia que las madres pudieran tener hacia un estilo de
crianza en particular, a través de promover en ellas conductas relacionadas con el estilo de
crianza democrático. Se llevaron a cabo juegos de roles, en donde el investigador y su asistente
modelaban una interacción positiva o negociación diádica, después actuaban dos o tres díadas
para practicar estas formas de interacción positiva y democrática, y al inal de cada sesión, todos
los participantes retroalimentaban a las díadas que actuaban, analizando sus errores y aciertos; se
cuidó que todas las díadas participaran. De esta manera se trabajaron las siguientes actividades
en las sesiones: 1) establecimiento de reglas y rutinas en el hogar, incluyendo horarios para
levantarse, desayunar, arreglarse, hacer la tarea, ver televisión, jugar y dormir; 2) formas de
interacción, incluyendo peticiones de madre e hijo, respuestas a peticiones y discusión adecuada
de desacuerdos; 3) negociación para actividades fuera de casa, tales como visitas a familiares
y asistencia a eventos sociales; 4) establecer las consecuencias de romper acuerdos o reglas
establecidas por la díada; 5) dirigirse al otro de manera afectiva y comprensiva en situaciones de
conlicto; 6) trasmitirle conianza al otro; 7) apoyo y reconocimiento de las actividades escolares
de los niños, y 8) apoyo y reconocimiento de las actividades maternas.
El procedimiento general de esta estrategia, las técnicas de entrenamiento, los temas
tratados y las actividades del programa, fueron los mismos en ambos casos, la única diferencia
fue que en el Grupo A participaron madres e hijos y en el Grupo B sólo las madres. Al concluir
los entrenamientos se llevó a cabo una segunda aplicación de los instrumentos, a modo de
pos-evaluación. Se llevaron a cabo comparaciones intra grupo y entre los grupos, en todas

Tendencias en Psicología y Educación 35


Jiménez y Guevara

las variables deinidas, para estudiar los efectos de cada uno de los entrenamientos sobre las
prácticas de crianza de las madres, así como sobre el desempeño académico y la conducta
en el aula de los niños, en diferentes momentos del ciclo escolar. Entre las pruebas utilizadas
estuvieron la chi cuadrada, el ANOVA y la t de Student para muestras relacionadas.
Los resultados indicaron que el Grupo C (Control) no mostró cambios en ninguna de
las variables. En el Grupo B (entrenamiento dado a las madres) se observaron cambios en las
prácticas de crianza reportadas por las madres, pero no en las reportadas por los hijos; también
se encontró que el rendimiento académico (promedio escolar) de los niños mejoró después
del entrenamiento, pero no su conducta en el aula. En el Grupo A (entrenamiento a díadas)
se observaron efectos muy positivos en todos los indicadores de efectividad de la estrategia:
las prácticas de crianza reportadas por madres e hijos mostraron una clara predominancia
democrática, mientras que el rendimiento académico y la conducta de los alumnos en el aula
mejoraron notablemente.

Discusión de la investigación y delimitación de las herramientas


teórico-metodológicas actuales

El principal propósito de esta sección es delimitar las herramientas teórico-metodológicas con


que actualmente se cuenta para realizar estudios sistemáticos en esta área de investigación
tan importante para la psicología educativa y del desarrollo. Para ello, tomaremos como base
la discusión del estudio de Jiménez y Guevara (2008) expuesto previamente, enfatizando las
características metodológicas que se retomaron de diversos estudios previos, y que se requiere
utilizar en estudios futuros.
El primer objetivo del estudio citado fue conocer qué estilos maternos de crianza se
reportan en una muestra de familias mexicanas de estrato sociocultural bajo, cuyos niños
presentan problemas de rendimiento académico y/o de conducta en el aula. Para lograr
plenamente este objetivo fue necesario especiicar y cumplir criterios de selección de la
población, así como asegurar la igualdad de los grupos participantes. Por ello, al inicio de
la intervención se midieron y controlaron las variables demográicas y dependientes. El
cumplimiento de tales criterios y el control de variables permite asegurar que la población
participante pertenece a un estrato sociocultural bajo y que los niños mostraron problemas de
rendimiento académico y/o conducta inadecuada en el aula al inicio del estudio.

Tendencias en Psicología y Educación 36


Jiménez y Guevara

Otra característica de sistematicidad fue el haber utilizado instrumentos validos y


coniables, para dar cuenta de los estilos maternos de crianza, por ello, los datos obtenidos
durante las aplicaciones iniciales de los instrumentos que miden dicha variable (auto-reporte de
las madres y reporte de los niños) pueden considerarse como una muestra de la forma en que se
presentan los estilos de crianza en la población con estas características. En estudios futuros, es
necesario cuidar que los instrumentos sean válidos y coniables.
Dado que existieron esos cuidados metodológicos, los hallazgos de la etapa inicial del
estudio pueden considerarse válidos. Los datos obtenidos en la citada investigación parecen
corroborar, en una población mexicana, lo reportado por autores como Rodríguez y Torrente
(2003) y Sloman, Atkinson, Milligan y Liotti (2002), en lo referente al hecho de que los padres
pueden utilizar prácticas de crianza que caen dentro de diferentes estilos, y que el uso de unas
u otras depende de la situación familiar especíica que se vive; también se conirma que cada
padre suele tener un estilo de crianza dominante que pone en marcha con mayor frecuencia.
Considerando los auto-reportes maternos y los reportes de los niños, las madres mostraron
la presencia de todos los estilos evaluados, con ciertas predominancias, variando dichas
predominancias de acuerdo a la persona que las reporta (madre o hijo).
También parecen conirmarse en cierta medida los hallazgos de diversas investigaciones
en el campo (Aguilar et al., 2004; Connell y Prinz, 2002; Dornbusch et al., 1987; Farran, 1982;
Garrido et al., 1998; Guevara et al., 2005; Hill et al., 2003; Jiménez, 2000; Lambord et al., 1991;
Ortega, 1994; Salguero et al., 1996; Torres et al., 1997; Vallejo, 2002), en el sentido de que
las madres de nivel sociocultural bajo muestran una tendencia hacia el estilo autoritario, dado
que durante la evaluación inicial las madres reportaron ese estilo de crianza como uno de los
predominantes. Dicha tendencia es aún más evidente cuando se consideran los reportes de los
niños de los tres grupos participantes, quienes caliicaron el estilo de sus madres con una franca
predominancia hacia el estilo autoritario (aunque también reportaron la presencia de los estilos
democrático, permisivo y, en menor medida, el negligente). De hecho, los reportes infantiles
indican que esta situación permanece sin cambio después de la intervención (pos-evaluación), en
los Grupos B y C. Tales datos requieren considerarse en investigaciones futuras.
Otro objetivo del estudio fue probar si es posible mejorar el rendimiento académico
de los alumnos, así como su conducta en el aula, a través de programas dirigidos a promover
un estilo de crianza democrático en sus madres. Lo cual permite también obtener datos acerca
de la relación que guardan los problemas de rendimiento académico, así como los problemas
conductuales que los niños muestran en la escuela, con los estilos de interacción que se presentan

Tendencias en Psicología y Educación 37


Jiménez y Guevara

en sus hogares, especialmente entre los niños y sus madres. Para lograr esto, fue necesario
deinir teórica y operacionalmente cada variable y llevar a cabo análisis estadísticos rigurosos.
Recapitulando los datos que arrojaron las pruebas estadísticas se puede decir que, antes del
entrenamiento no se observaron diferencias entre los alumnos de los tres grupos, en ninguna de
las variables demográicas y en ninguna de las variables dependientes, pero en las evaluaciones
inales sí se observaron diferencias estadísticamente signiicativas. Ese control hace posible
asegurar que las diferencias en el rendimiento académico, observadas al inal del ciclo escolar
entre los grupos de entrenamiento (A y B) y el Grupo Control, pueden ser atribuidas al hecho
de que los dos primeros participaron en uno de los programas de intervención llevados a cabo
(entrenamiento diádico y entrenamiento a madres, respectivamente). Adicionalmente, los datos
relativos al rendimiento académico y la conducta de los alumnos en el aula indican que los
mejores efectos se observaron en los niños del Grupo A. Estos hallazgos parecen conirmar
que los problemas de rendimiento académico y los problemas conductuales de los niños están
asociados con los estilos de crianza predominantes en sus familias, y que es posible disminuir
estos problemas a través de programas dirigidos a promover un estilo de crianza y de interacción
democrático en los hogares.
Los datos obtenidos de los auto-reportes maternos sobre sus estilos indican que los dos
programas tuvieron efectos positivos, aunque el reporte de los niños acerca de los estilos de
crianza de sus madres indican que únicamente el programa diádico aplicado al Grupo A tuvo un
efecto positivo. Estos datos nos llevan a concluir que el entrenamiento que se lleva a cabo con la
participación de díadas madre-hijo parece ser más efectivo para desarrollar un estilo democrático
de interacción entre ellos, que el entrenamiento donde participan exclusivamente las madres.
En cumplimiento del último objetivo de la investigación de Jiménez y Guevara se
exploró el nivel de correspondencia entre los estilos de crianza que reportan las madres ejercer
sobre sus hijos y los que ellos reportan recibir por parte de sus madres. En relación a este
aspecto puede concluirse que no existe una clara correspondencia entre lo reportado por las
madres y lo reportado por los niños. Esa falta de correspondencia entre auto-reportes maternos y
reportes infantiles es evidente en los tres grupos durante la pre-evaluación (según las madres la
predominancia se da en su estilo democrático, según los niños esa predominancia corresponde al
estilo autoritario). Respecto a los datos de pos-evaluación, esa falta de correspondencia se sigue
presentando entre madres e hijos de los Grupos B y C, pero en el Grupo A los reportes maternos
e infantiles sí coinciden en reportar la predominancia del estilo democrático.

Tendencias en Psicología y Educación 38


Jiménez y Guevara

Conclusiones y líneas futuras de investigación

Todo lo anteriormente expuesto parece corroborar la importancia de los planteamientos de


diversos autores (Epstein, 2001; García y Flores, 2001; Garrido et al., 1998; González, 2004;
Guevara, 1992; Guevara y Mares, 1994, 1995; Guevara, Mares, Sánchez y Robles, 1997;
Hill et al., 2003; Pineda, 1993; Salguero et al. 1996; Stahl y Yaden, 2004; Torres et al., 1997,
1998; Torres, Ortega, Reyes y Garrido, 2007, 2008) respecto a que los programas para mejorar
las interacciones diádicas pueden tener mayores beneicios que los entrenamientos dirigidos
exclusivamente a que los padres apliquen técnicas para modiicar la conducta de sus hijos, o a
que alteren sus propias prácticas de crianza. Coincidimos con ellos en la necesidad de abandonar
la tradicional concepción unidireccional en la que se plantea que son los padres quienes, a
través de sus estilos de crianza, determinan las características de la relación familiar, y por ende
el desarrollo infantil. Considerar a la díada como una unidad de aprendizaje conjunto asume
una concepción interactiva de la relación familiar, así como del proceso de desarrollo infantil
psicológico y académico.
Nuestra sugerencia es que ese enfoque interactivo predomine en los estudios que se
desarrollen en el campo. También creemos importante reiterar que el uso de una metodología
sistemática asegura la coniabilidad de los datos a ser obtenidos en una investigación. Es
necesario especiicar deiniciones teóricas y operacionales, deinir criterios de selección y
control de variables, utilizar instrumentos coniables y, en el caso de estudios dirigidos a
probar intervenciones, el diseño pretest-postest puede ser una buena opción. En muchos casos,
además de lo anterior, se requerirá el apoyo de los análisis estadísticos que permitan conirmar
hipótesis. Todas esas características han permitido el desarrollo de investigaciones que tienen
como resultado avanzar en este campo de conocimiento de la psicología y han de ser buenas
herramientas para estudios futuros.
Sin embargo, como ocurre en otros campos de investigación de la psicología, aún pueden
encontrarse diversas limitaciones metodológicas que se requiere superar en investigaciones
futuras. Una de dichas limitaciones está representada por el hecho de que se observa una falta
de concordancia entre los auto-reportes maternos y los reportes infantiles relacionados con los
estilos de crianza. Al respecto es necesario considerar que los dos instrumentos utilizados por
Jiménez y Guevara fueron validados por su autor (Jiménez, 2000), por lo que resulta difícil
decidir cuál es el dato más coniable o signiicativo, el auto-reporte materno o el reporte de los
niños. Dado el hecho de que en los niños no necesariamente inluye el tratar de ajustarse a lo

Tendencias en Psicología y Educación 39


Jiménez y Guevara

socialmente deseable (a quedar bien con la persona que les aplica un instrumento), la balanza
parece inclinarse hacia una mayor coniabilidad de los reportes infantiles. Pero, para contar con
datos más coniables, ese es un aspecto que se requiere estudiar especíica y sistemáticamente en
estudios futuros.
También puede ser útil para estudios futuros contar con video-grabaciones de las
actividades de las madres y/o de las díadas participantes, durante las diferentes sesiones
de trabajo, sean éstas parte de estudios observacionales o de intervención. En el segundo
caso se podrían utilizar las ilmaciones de las propias interacciones diádicas como parte
del entrenamiento; el hecho de que las madres observen sus propios videos y reciban
retroalimentación de sus interacciones puede ser una excelente estrategia de entrenamiento,
además de que ello permite visualizar los avances de cada participante (como lo demuestran los
estudios de Guevara et al., 1997). Esta herramienta metodológica permitiría contar con mayores
datos cuando se pretenda comparar el nivel de efectividad de las dos estrategias de intervención,
disminuyendo con ello el problema de la concordancia entre los reportes maternos y los
infantiles.
Un aspecto metodológico muy importante para ser considerado en estudios futuros es
que, si se tiene la posibilidad, se realicen las observaciones o las intervenciones en al menos dos
escuelas distintas, para aplicar de manera paralela los instrumentos, observaciones o programas
de entrenamiento y comparar los resultados entre los participantes de uno y otro plantel; ello
puede aportar datos más precisos acerca del nivel de generalización de los datos obtenidos.
Claro que, para ello, es indispensable contar con el interés de las autoridades de las escuelas
para que se permita el acceso al equipo de investigación, lo cual no siempre es fácil de lograr;
esta problemática suele constituirse en una limitación para la realización de investigaciones
educativas en escenarios escolares.
En estudios futuros también sería importante, además de contar con el reporte de los
profesores acerca de los alumnos participantes, observar directamente las interacciones que se
establecen dentro del salón de clase. Las variables que podrían considerarse para un análisis
más detallado acerca de la conducta de cada alumno, podrían ser: su competencia académica en
términos de participación, culminación de tareas, resolución de problemas, así como los aciertos
y errores que comete durante tales actividades; también podrían evaluarse la auto-percepción
del niño acerca de su competencia académica, las interacciones que establecen los niños entre
sí y con el profesor. Las variables sugeridas podrían deinirse operacionalmente para su registro

Tendencias en Psicología y Educación 40


Jiménez y Guevara

y análisis posterior, o bien recurrir a video-grabaciones para evitar que se pierda parte de la
información.
Retomando todo lo expuesto en la presente revisión, y a pesar de algunas limitaciones
que todavía se tienen, a nivel teórico y metodológico, puede decirse que en la actualidad se
cuenta con un sólido bagaje de conocimientos que permite realizar programas de intervención
para resolver diversos problemas académicos y de desarrollo psicológico infantil relacionados
con los estilos paternos de crianza y las interacciones familiares. Los hallazgos apuntan hacia
la consideración de la díada madre-hijo cuando se intenta resolver un problema de rendimiento
académico o de conducta del alumno en el aula, y no exclusivamente al entrenamiento a madres
de familia. Esto es importante porque, cuando se pretende mejorar dichos aspectos, normalmente
se piensa en que las madres deben asumir una actitud directiva hacia sus hijos “con problemas”,
en que son ellas quienes tienen la responsabilidad de “educar bien” a sus hijos, y pocas veces se
enfoca la solución hacia la mejor manera de lograr que madres e hijos participen activamente
en la deinición de sus formas especíicas de interactuar y de resolver el problema académico
o conductual que se maniiesta en la escuela. Enfocar la solución de esta manera puede tener
muchas ventajas, especialmente con poblaciones de nivel sociocultural bajo que, como se ha
demostrado repetidamente en las investigaciones del campo, pueden mostrar una tendencia hacia
la directividad y el autoritarismo, así como un riesgo de fracaso escolar o de bajo rendimiento
académico en sus niños (INEE, 2004, 2006).
Sin embargo, debe reconocerse que realizar este tipo de intervenciones puede tener
diicultades. Una de ellas es que el entrenamiento diádico puede requerir tiempo y esfuerzo de los
profesionales, así como de los miembros de la familia, de los cuales no siempre se dispone en la
vida cotidiana dentro de las escuelas públicas mexicanas; para solventar en parte esta diicultad,
una alternativa puede ser llevar a cabo convenios institucionales entre las escuelas primarias de
la SEP y las instituciones de educación superior, para incorporar estudiantes de psicología que
realicen esa importante labor de enlace entre escuela y familia. Una segunda diicultad tiene que
ver con el propio nivel educativo de las madres de familia, si éste es demasiado bajo (llegando
al analfabetismo) la puesta en práctica de cualquier programa de intervención puede requerir
ajustes, y el apoyo académico hacia sus hijos se verá también limitado.
Por esas razones, entre otras importantes, se hace necesario que en investigaciones
posteriores también se elaboren y prueben programas dirigidos a profesores y alumnos de
educación básica, encaminados a mejorar sus formas de interacción en el aula, ya que éste es otro
de los aspectos que pueden poner en riesgo el cumplimiento de los objetivos educativos.

Tendencias en Psicología y Educación 41


Jiménez y Guevara

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