LUISA DE LA TORRE, LA BEATITA DE HUMAY (1819-1869)
Nació en Humay (Pisco) el 21 de junio de 1819. Fueron sus padres Agustín de la Torre e Isabel
Rojas, quienes fallecieron cuando era muy niña, quedando tanto su hermana melliza Carmen
como ella al cuidado de sus tías Francisca y Juana.
Desde su más tierna infancia se consagró enteramente al servicio de Dios y a la práctica de todas
las virtudes, al punto que sus coterráneos la llamaban la "Beatita" o "La Niña Luisa". Modelo de
penitencia, torturaba su cuerpo con cilicios y disciplinas. Su caridad no tenía límites, dándolo
todo a los pobres. Pasaba largas noches den oración y a menudo penetraba a la iglesia estando
las puertas cerradas y caía en éxtasis. Alguna vez recibió la comunión de manos de los ángeles.
Su confesor afirmó que Luisa fue un ángel de pureza. Dios la favoreció con carismas
extraordinarios, tales como el éxtasis en momentos de oración, visiones premonitorias con
curaciones extraordinarias.
SAN MARTÍN DE PORRES
Era hijo de Juan de Porres, hidalgo pobre originario de Burgos, y Ana Velásquez, una negra
liberta, natural de Panamá. Su padre, debido a su pobreza, no podía casarse con una mujer de
su condición, lo que no impidió su amancebamiento con Ana Velásquez. Fruto de ella nació
también Juana, dos años menor que Martín. Nacido en el barrio limeño de San Sebastián, Martín
de Porres fue bautizado el 9 de diciembre de 1579. El documento bautismal revela que su padre
no lo reconoció, pues por ser caballero laico y soltero de una Orden Militar estaba obligado a
guardar la continencia de estado.
Hacia 1586, el padre de Martín decidió llevarse a sus dos hijos a Guayaquil con sus parientes. Sin
embargo, los parientes sólo aceptaron a Juana, y Martín de Porres hubo de regresar a Lima,
donde fue puesto bajo el cuidado de doña Isabel García Michel en el arrabal de Malambo, en la
parte baja del barrio de San Lázaro, habitado por negros y otros grupos raciales. En 1591 recibió
el sacramento de la Confirmación de manos del arzobispo Santo Toribio de Mogrovejo.
PEDRO URRACA
Hijo de padres labriegos, rústicos y piadosos, desde pequeño dio muestras inequívocas de estar
destinado al sacerdocio y hacia 1600 cruzó el océano llamado por un hermano mayor, fraile en
el convento franciscano de Quito. El obispo Luís López de Solís acababa de fundar el Seminario
de San Luís, donde siguió estudios y no sabiendo a qué Orden ingresar, cierto día caminó al
templo de la Merced y mientras oraba “vio y oyó que la efigie de la Virgen de las Mercedes le
manifestaba su voluntad que se hiciera mercedario.”
Aún novicio, se lanzaba a predicar con gran simpatía y afabilidad por los ásperos y pedregosos
caminos del norte, donde el cristianismo aún no era bien comprendido, ayudando a afianzar el
régimen español. También pedía limosnas para la redención de los cautivos, ideal mediterráneo
que no tenía aplicación en las tierras de Quito, de allí que las limosnas servían para ayudar a los
pobres con quienes siempre fue muy caritativo.
SANTA ROSA DE LIMA
Santa Rosa de Lima nació el 20 de abril de 1586 en la vecindad del hospital del Espíritu Santo de
la ciudad de Lima, entonces capital del virreinato del Perú. Era hija de Gaspar Flores (un
arcabucero de la guardia virreinal natural de San Juan de Puerto Rico) y de la limeña María de
Oliva, que en el curso de su matrimonio dio a su marido otros doce hijos. Recibió bautismo en
la parroquia de San Sebastián de Lima, siendo sus padrinos Hernando de Valdés y María Orozco.
En compañía de sus numerosos hermanos, la niña Rosa se trasladó al pueblo serrano de Quives
(localidad andina de la cuenca del Chillón, cercana a Lima) cuando su padre asumió el empleo
de administrador de un obraje donde se refinaba mineral de plata. Las biografías de Santa Rosa
de Lima han retenido vivamente el hecho de que en Quives, que era doctrina de frailes
mercedarios, la futura santa recibió en 1597 el sacramento de la confirmación de manos del
arzobispo de Lima, Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo, quien efectuaba una visita pastoral en
la jurisdicción.
SAN JUAN MACÍAS
Nació en Rivera de Fresno, en Extremadura, España, el 2 de marzo de 1585. Era muy niño cuando
sus padres murieron, quedando él bajo el cuidado de un tío suyo que lo hizo trabajar como
pastor. Después de un tiempo conoció a un comerciante con el cual comenzó a trabajar, en 1616
el mercader viajó a América y Juan junto con él. Llegó primero a Cartagena y de ahí decidió
dirigirse al interior del Reino de Nueva Granada, visitó Pasto y Quito, para llegar finalmente al
Perú donde se instalaría por el resto de su vida. Recién llegado obtuvo trabajo en una hacienda
ganadera en las afueras de la capital y en estas circunstancias descubrió su vocación a la vida
religiosa. Después de dos años ahorró un poco de dinero y se instaló definitivamente en Lima.
MELCHORITA SARAVIA
Melchorita o Melchora Saravia Tasayco, nació el 6 de enero de 1897 en el pueblo de San Pedro
de Grocio Prado, perteneciente a la provincia de Chincha (Ica), en el seno de una humilde familia
de artesanos tejedores. Desde muy niña aprendió dicho oficio y se dedicó a elaborar canastas,
petates, bolsos y esteras con caña, totora, junco y carrizo. Profundamente devota no perdía
oportunidad de ir a Chincha a visitar los templos y en su San Pedro nativo su vida transcurría
entre el trabajo y la oración. Las virtudes cristianas calaron profundamente en su alma y se
impuso como deber visitar a los enfermos y socorrer a los pobres, siendo ella también muy
pobre. La vida admirable de esta santa mujer le granjeó el respeto de los sampedranos y a su
humilde vivienda acudían todos en busca de consejo, ayuda física y fortaleza espiritual. La fama
de Melchorita comenzó en vida.
SAN IGNACIO DE LOYOLA
Se retiró inicialmente a hacer penitencia y oración en Montserrat y Manresa, donde empezó a
elaborar el método ascético de los Ejercicios espirituales (1522). Luego peregrinó a los Santos
Lugares de Palestina (1523). De regreso a España comenzó a estudiar (ya con 33 años y para
poder afrontar mejor su proyecto de apostolado) en las universidades de Alcalá de Henares,
Salamanca y París.
Las primeras actividades de San Ignacio de Loyola difundiendo el método de los ejercicios
espirituales le hicieron sospechoso de heterodoxia (asimilado a los «alumbrados» o a los
seguidores de Erasmo de Rotterdam): en Castilla fue procesado, se le prohibió la predicación
(1524) y hubo de interrumpir sus estudios.
SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS
Santa Teresa del Niño Jesús nació en la ciudad francesa de Alençon, el 2 de enero de 1873, sus
padres ejemplares eran Luis Martin y Acelia María Guerin, ambos santos. Murió en 1897, y en
1925 el Papa Pío XI la canonizó, y la proclamaría después patrona universal de las misiones. La
llamó «la estrella de mi pontificado», y definió como «un huracán de gloria» el movimiento
universal de afecto y devoción que acompañó a esta joven carmelita. Proclamada "Doctora de
la Iglesia" por el Papa Juan Pablo II el 19 de octubre de 1997 (Día de las misiones) «Siempre he
deseado, afirmó en su autobiografía Teresa de Lisieux, ser una santa, pero, por desgracia,
siempre he constatado, cuando me he parangonado a los santos, que entre ellos y yo hay la
misma diferencia que hay entre una montaña, cuya cima se pierde en el cielo, y el grano de
arena pisoteado por los pies de los que pasan.
DOMINGO DE GUZMÁN
Domingo de Guzmán nació en Caleruega (en la actual provincia de Burgos, España) hacia el año
1170. Sus padres fueron el venerable Félix de Guzmán y Juana de Aza (llamada comúnmente
santa Juana de Aza, beatificada en 1828). Domingo tuvo dos hermanos mayores, Antonio y el
beato Manés (este último fue uno de los primeros beatos dominicos).
De los siete a los catorce años (1176-1184), bajo la preceptoría de su tío que era arcipreste
en Gumiel de Izán, Gonzalo de Aza, recibió esmerada formación moral y cultural. En este tiempo,
transcurrido en su anciano parte en Gumiel de Izán, despertó su vocación hacia el estado
eclesiástico.
De los catorce a los veintiocho (1184-1198) vivió en Palencia, estudiando artes (humanidades
superiores y filosofía), cuatro años más estudió teología, y pasó otros cuatro como profesor de
las escuelas catedralicias de Palencia (que en 1208 serían convertidas en Estudio General).
SANTA RITA DE CASIA
La historia de Santa Rita está llena de acontecimientos extraordinarios y uno de éstos se dio en
su infancia. La pequeña, dejada por algún momento sin custodia en su cuna en el campo
mientras los progenitores trabajaban la tierra, fue rodeada por un enjambre de abejas. Estos
insectos recubrieron a la pequeña, pero extrañamente no la pincaron. Un campesino, que al
mismo tiempo se hirió la mano con la hoz y acudió corriendo para curarse, pasó delante de la
cuna donde estaba Rita. Al ver a las abejas que zumbaban en torno a la bebé, intentó expulsarlas,
pero con gran estupor, mientras sacudía los brazos para alejarlas, la herida se cicatrizaba
completamente.
La tradición nos transmite que Rita tenía una precoz vocación religiosa y que un Ángel bajaba
del cielo a visitarla cuando se retiraba a rezar en un pequeño desván.