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Fábulas

La fábula cuenta la historia de una cigarra que pasa el verano cantando sin trabajar, mientras que una hormiga trabaja arduamente recolectando alimentos. Cuando llega el invierno, la cigarra no tiene comida y le pide ayuda a la hormiga, pero esta se niega porque la cigarra no trabajó durante el verano. La moraleja es que debemos esforzarnos y trabajar duro para estar preparados para los tiempos difíciles.

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Fábulas

La fábula cuenta la historia de una cigarra que pasa el verano cantando sin trabajar, mientras que una hormiga trabaja arduamente recolectando alimentos. Cuando llega el invierno, la cigarra no tiene comida y le pide ayuda a la hormiga, pero esta se niega porque la cigarra no trabajó durante el verano. La moraleja es que debemos esforzarnos y trabajar duro para estar preparados para los tiempos difíciles.

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La cigarra y la hormiga

“Era un caluroso verano. Una cigarra, protegida del sol por la sombra de un
árbol y disfrutando el momento sin ninguna intención de ponerse a trabajar,
cantaba y cantaba continuamente. Mientras vio cómo su vecina, una
trabajadora hormiga, se encontraba trabajando arduamente para ir llevando
comida a su hogar.

La cigarra le ofreció cantar y descansar, a lo que la hormiga la indicó que


debería dejar de estar ociosa y ponerse a recoger alimentos. La cigarra ignoró
su consejo.

Meses después llegó un invierno frío, que sorprendió a la cigarra sin nada que
comer ni un sitio al que ir. Desesperada acudió a su vecina la hormiga
pidiéndole ayuda. Sin embargo, la hormiga contestó preguntando qué había
hecho durante el verano. La cigarra le dijo que cantar, a lo que la hormiga le
respondió que bailara ahora ya que cuando pudo no hizo nada para evitar esa
situación, y cerró la puerta dejando fuera a la cigarra".

Aunque luego sería reformulada por la Fontaine, se considera o atribuye esta


conocida fábula también a Esopo. La moraleja es clara: debemos esforzarnos
y trabajar duro para subsistir y conseguir llevar a cabo una vida
digna que nos permita sobrevivir., mientras que la vagancia y la falta de
actuación nos pueden salir caras. Debemos ser constantes, perseverantes y
previsores.

1
El murciélago y las comadrejas

“Cayó un murciélago a tierra y fue apresado por una comadreja. Viéndose


próximo a morir, imploró el murciélago por su vida. Le dijo la comadreja que
no podía soltarle porque de nacimiento era enemiga de los pájaros. El
murciélago replicó que no era pájaro sino un ratón, librándose de este modo
con gran astucia.

Tiempo después volvió a caer en manos de una segunda comadreja, a la que


suplicó que no le devorara. La comadreja le dijo que odiaba a los ratones, de
manera que no podía dejarle marchar. El murciélago sin embargo le contestó
que él no era un ratón sino un pájaro, de manera que consiguió volver a
librarse".

Esta pequeña fábula de Esopo tiene como moraleja que debemos ser capaces
de adaptarnos a las situaciones de manera rápida y flexible, algo que sin
duda es lo que nos va a permitir medrar y sobrevivir.

El perro y su reflejo en el río

“Vadeaba un perro un río llevando en su hocico un pedazo de carne. Vio su


propio reflejo en el agua del río y creyó que aquel reflejo era en realidad otro
perro que llevaba un trozo de carne mayor que el suyo. Y deseando adueñarse
del pedazo ajeno, soltó el suyo para arrebatar el trozo a su compadre.

Pero el resultado fue que se quedó sin el propio y sin el ajeno: éste porque no
existía, solo era un reflejo, y el otro, el verdadero, porque se lo llevó la
corriente".

2
Esta fábula de Esopo nos enseña la importancia de no codiciar ni centrarse
en obtener o usurpar los bienes o logros de otros, ya que ello nos puede
hacer perder lo que sí hemos logrado por nosotros mismos.

Bóreas y Helios

“Bóreas y Helios se disputaban quién era más fuerte, decidiendo que se le


daría la victoria a aquel que lograra quitarle la ropa a un caminante de la zona.
Bóreas sopló y sopló con gran fuerza para quitársela. Sin embargo, ante el
fuerte viento el hombre se agarró la ropa con cada vez más fuerza, e incluso
llegó a ponerse una prenda más gruesa debido al frío.

Cansado, Bóreas dejó el turno a Helios. Este al principio brilló de manera


moderada, de tal manera que el hombre dejó de tener frío y empezó a quitarse
la prenda gruesa. Poco a poco Helios fue aumentando el calor, hasta que
finalmente el hombre decidió quitarse la ropa para bañarse".

Esta es una de las fábulas de Esopo que están protagonizadas por dioses y
seres humanos, y su moraleja es que resulta más sencillo y útil convencer a
alguien de algo (como hizo Helios al permitir que poco a poco fuera subiendo
la temperatura) que intentar conseguirlo con la fuerza (como intentó Bóreas
con su viento).

3
LA TORTUGA Y LA HORMIGA
 

Una Tortuga en un pozo

a una Hormiga así decía:

—En este mezquino invierno,

dime, ¿qué comes, amiga?

—Como trigo —le responde—,

como maíz y otras semillas,

de las que dejo en otoño

mis bodegas bien provistas.

—¡Ay! ¡Dichosa tú! —exclamaba

la Tortuga muy fruncida—;

¡qué vida te pasas!

¡Oh, quién fuera tú, sobrina!

y no yo, ¡infeliz de mí!

que en este pozo metida

todo el año, apenas como

4
una que otra sabandija.

—¿Pero en todo el año qué haces?

—preguntaba la Hormiguilla—,

y la Tortuga responde:

—Yo, la verdad, todo el día

me estoy durmiendo en el fondo

de este pantano o sentina,

y de cuando en cuando salgo

a asolearme la barriga.

—Pues entonces no te quejes

—la Hormiguilla respondía —

de las hambres que padeces

ni de tu suerte mezquina;

porque es pena natural,

y aun al hombre prevenida,

que a aquel que en nada trabaja

la necesidad persiga.

5
Las Tres Monedas

Al volver cierto día a su casa, un padre cariñoso dio a cada uno de sus
pequeños hijos una moneda de diez centavos, ofreciendo un precioso regalo al
que mejor empleara su modesto tesoro.

Llenos de alegría los niños con aquel obsequio, se alejaron gozosos,


expresando su placer en sus gritos y en sus risas infantiles.

Durante algunas horas recorrieron las calles de la ciudad, deteniéndose


embelesados ante los lujosos aparadores de tiendas y dulcerías y después de su
agradable paseo regresaron contentos al hogar, donde los aguardaban las
caricias maternales.

Cuando la tarde declinaba, el amoroso padre los reunió en el jardín para que le
dieran cuenta del uso que habían hecho de su fortuna.

—Yo, dijo el más pequeño, he comprado dulces deliciosos y los he comido


todos, pensando en que eres tú muy bueno y en que nos quieres mucho.

— Es natural en tu edad, hijo mío, que solo pienses en el placer de un


momento, exclamó el padre; los años y la experiencia llegarán a hacerte al fin
más sabio y más prudente.

—Yo, dijo el otro niño, he guardado cuidadosamente la moneda que me diste,


con otras que ya tenía, para reunir mucho dinero y comprar más tarde un
hermoso vestido.

— Tú piensas en el porvenir, exclamó alborozado el padre; el buen juicio y la


economía te harán al fin rico y dichoso.

Llegó su vez al mayor de los tres niños; pero guardó silencio, bajando al suelo
los ojos, ruborizado.

—¿Qué has hecho tú de tu tesoro? — le preguntó el padre severamente.

Conmovido el pobre niño, no se atrevía a contestar.

—Yo lo he visto todo, dijo entonces la madre, estrechando al niño entre sus
brazos y llenándole de caricias. Iba Enrique a comprar con su moneda un
bellísimo e ingenioso juguete, cuando pasaron cerca de él algunos pobres

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niños huérfanos, tristes, enflaquecidos y cubiertos de harapos, pidiendo
tímidamente una limosna por amor de Dios. Nuestro hijo, al verlos, sintió sus
ojos inundados de lágrimas, abandonó el juguete, y con su moneda compró
pan que los pequeños mendigos comieron con ansiedad, bendiciéndole.

—Tuyo es el regalo, hijo mío, exclamó el padre; tú has empleado mejor que
tus hermanos tu modesto tesoro. Más delicioso que el sabor de los dulces, más
grande que el placer de llevar un hermoso vestido, es el gozo purísimo que
deja en el corazón el recuerdo de una acción buena. Toma esta moneda de oro,
recompensa justa de tu generoso proceder; haz buen uso de ella, y no olvides
que Dios sonríe en el cielo cuando ve desarrollarse en el alma de los niños el
sentimiento de la caridad.

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