Fernandez Cabrelli + Amenedo
Fernandez Cabrelli + Amenedo
(14)
CAPILLAS Y ORATORIOS EN ESTANCIAS Y EN OTRAS PROPIEDADES
301
la noticia que nos da el cura Astigarraga: .ponía sobre aviso respecto a
los sacerdotes tanto seculares como regulares que andan errantes y sin
licenciado sus ordinarios, que a estos no se les permita predicar ni ejercer
ministerio alguno sin presentar la documentación correspondiente de su
Superior o de la Curia de Buenos Aires. (17)
C) FESTIVIDADES Y CELEBRACIONES
Además de tos domingos y otras .fiestas de guardar., cuyo
calendario regia para toda la catolicidad y en cuyos días era de precepto
la concurrencia a la misa, a otras fechas que se establecían en cada
pueblo se adjudicaba la calidad de .días de tabla., uno de ellos el del
santo Patrono de la localidad, otros los fijaba el Cabildo, de acuerdo con
el párroco.
Por vio de ejemplo se transcribe la lista de tales festividades
aprobada en 1787 por el Cuerpo Capitular de Maldonado: .Cumpleaños
detRey don Carlos, Nuestro Señor; La Calendario, Domingo de Ramos,
Oficios de Semana Santa, Primer día de Pasqua de Resurrección,
Víspera y día del Santo Patrono, en que se saca el Real Estandarte;
primer día de Pasqua dei Espíritu Santo, Víspera y día de Corpus, La
Asunción de Nuestra Señora, día de la Serenísima Sra. Princesa de
Asturias, Días del Rey Nuestro Señor, La Purísima Concepción, Primer
día de la Pasqua de Navidad.. (18)
Existían también celebracion es cívico-religiosas encuya oportunidad
también era obligatoria la concurrencia de los vecinos a la misa, al
inexcusable sermón y demás ceremonias acostumbradas; eran ellas las
mismas de que se dió noticia en el tomo primero. (19)
En tales días todas las actividades profanas, comerciales, de
diversión, realizadas entiendas o casas públicas, debían cesar, cerrando
las puertas sus propietarios a partir de la última campanada con que se
congregaba a losfieles, ello bajo penado multaen caso de incumplimien-
to.
302
Espinillo la Hermandad de Dolores y Animas (1792).
En Minas la Hermandad del Carmen que congregaba a los negros
y en Santo Domingo Soriano la Cofradía del Rosario.
Sin duda en los demás pueblos, en su mayoría al menos, debieron
existir asociaciones religiosas similares de las cuales no he podido reunir
noticias.
Finalmente, como excepción a lo que parece fue regla general, San
Carlos contó, ya a principios del siglo XIX, con tres Cofradías respecto las
cuales el padre Astigarraga nos dice: «No entramos en detalles del
proceso de estos grupos de católicos asociados pero los libros existentes
podrán ser consultados en nuestro Archivo Parroquial. Es suficiente
consignar aquí que las principales familias, no sólo por su dinero sino por
su piedad y devoción, eran dirigentes de estos grupos los cuales elegían
democráticamente sus autoridades en votación secreta. Casi siempre
vemos al sacerdote como asesor espiritual.... (20)
Esas Cofradías eran: la de la Virgen del Carmen (1775), la del
Santísimo Sacramento y la del Rosario.
=El padre Amenedo tuvoque intervenir en la Cofradia del Santísimo
por un exceso de autonomía., asegura Astigarraga, quien más adelante
transcribe los documentos cursados por ambas partes, párroco y cofra-
des, a las autoridades eclesiales bonaerenses. Todo se reducía a
cuestiones de misa más misa menos y algún gasto extra de cera que el
cura no quería asumir; problemas económicos, al fin y al cabo, que Su
Ilustrísima resolvió en 1804 de la siguiente manera: .Vista la pretensión
de los hermanos, con el documento presentado y el informe que antece-
de, declaramos no haber lugar al nuevo arreglo que solicitan por haber
sido la variedad, la inconstancia y la condescendencia, el radical motivo
de la lastimosa decadencia de la Cofradía en lo espiritual y sus
temporalidades, y del desarreglo que se experimenta, y mandamos se
observe y practique en los actos, juntas, misas, entierros y funciones,
conforme al último estado sin hacer novedad por ahora y sin perjuicio de
los derechos parroquiales que al Cura corresponden de sus feligreses en
los entierros, honras, funerales, e insignias con arreglo al Arancel de este
Obispado, por ser estos inconexos e independientes de los derechos y
obvenciones que percibe de los mismos como cofrades, procediendo en
la exación de unos y otros con la equidad que exijan las circunstancias.
Observándose para lo sucesivo lo mandado por nuestros autos de visita
de esta fecha sin dar motivo con la inobservancia a que procedamos a
suprimir la referida Cofradía, con absoluta prohibición de celebrar actos,
honras, funciones, juntas y entierros que digan respecto de ella.... (21)
Como vemos Su ilustrísima sabía como defender los derechos de
sus curas subordinados.
303
E) LOS INGRESOS DE LAS PARROQUIAS
304
Dios el remunerado., Igualmente encargay manda S. ¡lima. la predicación
del Sto. Evangelio los días de fiesta a todo lo que me obligo con la más
perfecta resignación; para que conste lo firmo oy Primero de Enero de
1767, Firma Fray Agustín Rodríguez., quien, prevenido, agrega este
.Otrosí: prebengo que las balas para las bendiciones nuciales no las ha
de poner el cura sino en el caso que se las alquilen los desposados; si los
dichos trajeren bolas se las llebaran (despues de) la función, y si fueren
de alquiler pagaran al curso a la iglesia la merma.. (29) Las cosas claras.
Dos años mas tarde el fraile Agustín había visto aumentada su
congrua que ahora ascendía a 125 pesos anuales; vale al pena referirnos
aquí, en vista de la resignación con que el curado Soriano aceptó la rebaja
de su arancel, lo que casi contemporáneamente ocurría con el fraile
Capellan castrense y cura vicario de la Fortaleza de Santa Teresa, Blas
Juan Martinez quien, dejó estampada una queja en la partida de función
de Andres Vázquez, mulato de 90 años, capataz y carpintero mayor del
Rey, con un sueldo de veinte pesos mensuales, más que el Capellan
(decía el Capellan y vicario) que tiene quince solamente. cerrando el
documento con su firma y este agregado: .Cura y Vicario y actual
capellan castrense, aunque no por mi voluntad. (23)
El fraile quejoso ganaba 55 pesos más que su colega sorianense.
Volviendo a Santo Domingo debe decirse que la cera que se
gastaba en las ceremonias religiosas, la pagaba el Cabildo y el cura la
cobrababa para sí, ascendió en 1769 a 20 pesos y dos reales y en 1777
se elevó a 56 pesos, con lo que más que se duplicó la cifra anterior,
habiéndose consumido ese último año 1 arroba 1/2 de aquel materia
A partir de los años 70 se producen significantes aumentos en el
costo de las diversas 'funciones cléricas y esos mismos aumentos
sufrían oscilaciones poco explicables.
Veamos sino: mientras en 1770 se pagó al cura, por una misa y un
sermón en el día del Santo Patrono 12 pesos y en 1788 el párroco Castro
y Careaga cobró 55 pesos por «la fiesta del Santo Patrono, misa de la
víspera, cera, música y arreglo de la iglesia.; por ese mismo servicio,
excepto los aditamentos de música y arreglo, otro cura cobró en 1791 12
pesos y 4 reales; en 1794, Castro y Careaga cobró, por el mismo servicio
que había prestado en 1788, sólo 35 pesos y en 1802 «el padre
Marcelino. cobró 45 pesos por un sermón y 20 pesos por una misa.
Parece que en materia de sermone la tarifa era muy variable: 20
pesos se cobraba en 1794 y 45 pesos hubo que pagar en 1802; sin
embargo ese año, por dos sermones de Semana Santa un fraile hizo
precio a los sorianenses, cobrándoles solamente 24 pesos (24).
Se celebraban en Santo Domingo Soriano misas de muy diversos
valores para una misma celebración o festividad y por el mismo celebran-
305
te, mientras que en 1791 por una misa .que canté solemnemente., se
jactó el cura, se le pagó con seis pesos; dos años más tarde recibió por
ella treinta pesos y esto pese a que en tal oportunidad no cantó, o tal vez
por eso. (26)
También el presbítero Astigarraga, en su documentado trabajo
sobre el padre Amenedo Montenegro, nos proporciona valiosa informa-
ción sobre los medios regulares, normales (también algunos no muy
santos) que permitían a los curas de los pueblos de campaña subvenir a
sus necesidades vitales y, porque no, a sus afanes de ahorro, que por
cierto los tenían.
En 1779 el Obispo Malvar estaba en San Carlos durante su visita
pastoral de ese año, dejando establecido allí el siguiente arancel para los
entierros: el mayor 30 pesos, el menor 18 pesos, debiendo cobrarse
aparte las misas, que podían ser cantadas o rezadas. En 1800, en la
misma parroquia, debió pagarse al padre Pedro Vida¡ 25 pesos por un
sermón y por 16 misas cantadas, con un diácono y un subdiácono, 82
pesos, (27) excelente ingreso (más de 213 de la congrua anual del cura
de Soriano) para medio mes de .actividad. Asombra realmente la
riquísima variedad de agregados que, sin salir de lo sacra¡, había
inventado la frondosa imaginación de la clase sacerdotal para dar gusto
a la vanidad de los fieles y aumentar sus ingresos. De eso nos enteramos
en el tomo primero, ahora venimos de confirmarlo: misas rezadas, misas
cantadas, misas cantadas con diáconos y subdiáoonos, misas con
sermón; matrimonios simples, matrimonios con toda la variedad de misas
posible, matrimonios en la iglesia o a domicilio; entierros con cruces altas,
con cruces bajas, hasta con cruces al hombro (modalidad ésta que los
curas de Maldonado empleaban en los entierros de los pobres y que, en
1779, prohibió el obispo Malvar dejando escrito; .en los entierros menores
el llevar cruces al hombro es posición indecente. (28), entierros con
variable cantidad de posas (detenciones que se hacían en el camino
hacia el sitio de¡ entierro, para cantar los responsos), entierros con diversa
cantidad de curas y frailes acompañantes, con variable cantidad de
tañidos de campanas, entierros con difuntos vestidos con traje corriente
o con hábitos de alguna órden religiosa, a elección; todo ello seguido, con
posterioridad al entierro, de la cantidadde las misasque el difunto hubiera
dejado determinadas en testamento, en algunos casos, conocimos los de
Alzaibary Melchor Viena, .hasta la eternidad., etc., etc. Comprendemos
as¡ el estado espiritual de aquel vecino de Montevideo, Don Antonio
Parra, que aquí tenia su .tienda de platería. y que en alguna ocasión,
necesitado el Cabildo de dinero, decidió prestarle 400 pesos, sin cobrar
intereses; aquel verdadero erasmistaque no temía a la .muerte subitánea
y repentina., cuando en 1760 al hacer su testamento y reconocer una hija
306
natural, dejó dicho que .testaba para disponer y ordenar los pocos o
muchos bienes que Dios, mi fortuna y diligencia me han dado, para que
si mi muerte me coja de repente, como está sucediendo en estos días, me
coja con esta diligencia, para que los jueces caminen con seguros y no
sea necesario buscar abogados para determinar, declaro mi última
voluntad como si ya estuviera en el tren de la muerte.... pues que nunca
he sido vano en mis trajes, tampoco quiero vanidad en mi entierro y
mortaja, porque me hago juicio que una vez muerto, lo mismo será
enterrarme en una parte o en otra, que me lleven en hombros, o en un
cuero, que sea con cruz afta o baja, que me amortajen o no me amortajen,
que lleven hachas de cera o de sebo, o que lleven ninguna, que vaya
gente o no vaya, porque todas estas cosas y otras que omito al tenor,
siempre las he tenido por vanidades que no sirven para el alma; que
muera en gracia o que no muera en gracia.... (29)
En Rocha, pueblo novísimo, los entierros de pobres costaban 2
pesos y los de personas pudientes 16 pesos, sin incluir en esa tarifa
misas, velas, posas, y demás aditamento elegible; los casamientos
.dejaban., dice el padre Astigarraga, 3 pesos cada uno, eso en 1795.
Ahora bien, siendo en Rocha, recién fundada, tan baratos los servicios
eclesiales, asombra el tan sito consumo de vino blanco que se registra en
la rendición de cuentas de la parroquia para ese año: 12 frascos con un
costo total de 9 pesos y 6 reales (30) mientras que en Santo Domingo
Soriano donde actuaban al menos tres curas, se consumieron, también
en un año, en la misma época apenas 10 frascos (31). Comparado con
la sobriedad de los curas sorianense, en el Este el consumo de .vino de
misa. era abundante y parejo ya que, también en Maldonado y en 1804,
se anota una salida de 24 pesos por concepto de, exactamente, 24
frascos de buen vino blanco (32).
No es necesario aclarar que en todos los casos el tal vino estaba
destinado, segun la relación de gastos, a ser consumido .en las misas..
Algunas otras noticias más nos proporciona el padre Astigarraga
respecto a los precios, como vimos muy cambiantes, de los entierros en
la parroquia de San Carlos allá por 1783; coinciden en dos de ellos, 18
pesos recibió el oficiante en cada oportunidad; otros se hicieron gratis y
alguno a pago diferido, .los derechos parroquiales se pagaran, dice la
constancia puesta en el libro de Defunciones, cuando se vianda la ropa»,
de la muerta que era .Juana pintos, china soltera» (33)
Y nada más porque lo conocido ya es suficiente para tener una idea
de lo que, en relación con el tema en examen, ocurría en nuestra
campaña; sólo dos reflexiones: la primera, que en el caso de Santo
Domingo Soriano merece destacarse la plausible actitud del Obispo de la
Torre al decidir, vista la pobreza de los vecinos del pueblo, rebajar
307
drásticamente el costo de los servicios eclesiales; la otra, que de lo
conocido en la materia surge la certeza de que, contra lo que podía
pensarse desconociendo la realidad de las cifras, ¡oscuras de campaña,
especialmente los parrocos de los pueblos, tenían ingresos no despre-
ciables silos comparamos con los que, por su trabajo manual o intelectual,
obtenían los peones, los maestros, los fundonarios de la administración,
aun los militares de grados inferiores, medios y cercanos a los superiores
como se vió en el tomo primero de este trabajo; ingresos que pueden
considerarse excelentes si a lo percibido por congrua agregamos lo que
recibían por derechos de estola y sacristía y por las demás prestaciones
que el pueblo les concedía como: la leña, los criados y la casa habitación
que en algunos sitios, por ejemplo en Santo Domingo Soriano, tenía
comodidades superiores a las de la mayoría de las personas pudientes
del medio: .Cuatro habitacionesy un corral, cuatro puertas, tresventanas
y hecha con corredores con palos de ñandubay, el techo de paja. Una
cocina de lo mismo y un cercado de palo a pique que guardaba el sitio que
solo tenía adentro unas higueras y un ombú...» (34)
Pero, como se insinuó al principio, se conocieron entonces y aquí
otras formas, menos ortodoxas pero quizá tan efectivas de recaudación,
practicada por gente de la Iglesia
Una de ellas fue la que, en sus dos versiones: la pacífica y la
violenta, denunció y condenó en 1804, durante su visita pastoral, el
Obispo Bando de Lue y Riega. Asi nos trasmite el padre Astigarraga, el
texto que dejó escrito Lue en los libros de la iglesia del pueblo de las
Víboras: .Prevengo contra las questaciones y demandas que hacen
algunos eclesiásticos y seculares, aun en forma violenta y forzosa a la
sombra de la ignorancia y credulidad de las gentes sencillas de la
campaña, como ocurre este año» (35). También en San Carlos debió
referirse al mismo asunto y condenarlo en estos términos en el capítulo
octavo de sus recomendaciones: .Ha llegado a noticia de S.S. ¡lima que
personas eclesiásticas y seculares, pretextando fines piadosos y cristianos,
hacen demandas y a la sombra de la ignorancia y credulidad de las gentes
de campaña, lo hacen casi con violencia y forzosamente». .Manda el
Obispo, sigue el documento transcripto por Astigarraga, que el mismo
cura impida estos abusos, recurriendo si fuere necesario al brazo secular,
exigiendo los permisos para dichas demandas y si no b frenara así,
recurra a él directamente» (36)
La otra, más condenable manera de percepcion de ingresos, si lo
medimos con criterio actual, (pero no así teniendo en cuenta que tal
modalidad fue durante decenios, no sólo aceptada y aprovechada, sino
impulsada por las jerarquías edesiales en Europa y de ella pueden
apreciarse efectos en tantas y tantas iglesias y sitios religiosos del viejo
308
y nuevo mundo), me refiero al comercio de las reliquias. A él se dirige
expresamente, aunque dejando el camino expedito para el comercio con
las «auténticas», el alerta que documentó Lue en los libros de la iglesia
de Colonia, en términos que también transcribe Astigarraga: «Que se
tenga especial cuidado con las reliquias que dicen que son auténticas de
los Santos» (37), que reiteró en Santa Teresa: «no se acepten reliquias
de Santos sin documentación que pruebe su genuínidad. (38) y que
también recomendó los vecinos de San Carlos: «Asimismo pide S.S.lllma.
que no se repartan ni se ofrezcan a la adoración de los fieles reliquias
cuyos documentos de autenticidad no esten reconocidos por el ordinario,
según lo previene el Concilio de Trento.» (39)
La reiteración del aviso en todos los pueblos recorridos es prueba
fehaciente de que las irregularidades que denuncia se habían extendido
por la campaña y eran cosa corriente.
No deben causar, sin embargo, demasiado escándalo los métodos
irregulares empleados por algunos curas en la campaña oriental, denun-
ciados y condenados por el obispo Lue, cuando nos enteramos de
situaciones mucho más graves creadas a los indios mexicanos por sus
pastores espirituales. Ellas se motivaban en la práctica muy corriente de
cobrar los servicios espirituales prestados a los indígenas carentes de
capacidad económica, obligándolos al pago en especie o con trabajo.
Los excesos a que daba lugar este método provocaron serias
resistencias y protestas de los así explotados y por consecuencia, afines
del siglo XVI la ley prohibió a los curas la práctica de exigir alimentos o
prestación de servicios personales en pago de la administración de los
sacramentos. Pese a ello muchos sacerdotes siguieron empleando tales
prácticas lo que dió lugar a que los perjudicados debieran recurrir a la
justicia eclesiástica. El historiador norteamericano John Frederick
Schwaller nos da noticia de algunos de esos litigios: «en la diócesis de
Puebla, dice ese autor, un cura local, Luis Hidalgo de Montemayor, fue
acusado durante una visita de haber exigido excesivos comestibles a los
nativos sin pagárselos. De acuerdo a los cargos formulados... Hidalgo
había cobrado 81 pesos en alimentos durante siete meses, que incluían
110 pollos españoles y 74 aves locales, además de 35 fanegas de maíz
para sí y para sus animales, La queja dice que había exigido 20 aves por
semana. Eljuez eclesiástico ... lo declaró culpable y lo multó con 32 pesos
por costos... además de hacerle pagar 40 pesos por los alimentos. En un
caso similar ocurrido en la diócesis de Michoacán, «el cura de Tricato,
Diego de Mendoza, fue acusado de tomar comestibles ilegalmente a los
indios... se le imputó haber tomado a los indios a su cargo 400 pescados,
400 huevos, 200 pollos, 20 fanegas de maíz, además de manteca y pan
español...». El caso anterior, dei cura Hidalgo, se agravó porque fue
309
acusado .además de haber aceptado comestibles de los indios. de
haberles exigido y recibido de ellos dos tipos de servicio personal. Exigió
el trabajo de nueve indios para desempeñar funciones generales en su
domicilio. Además tenía tres mujeres indias para moler maíz, tres hom-
bres para cortar leña, tres para dar pienso a sus caballos, dos para
guardar estos y uno para vigilar a todos los demás servidores... El otro tipo
de trabajo que exigió era mucho más especializado. En ausencias de
bestias de carga, los indios de México tenían que usar porteadores,
tamemes. Incluso después de la Conquista y la introducción de animales
europeos continuó la tradición de usar porteadores humanos... Hidalgo
de Montemayor usaba tres de estos porteadores para llevar pescado de
Tukancingo a Chicontepec y transportar mercaderías a Puebla. (40)
Otro autor que se ocupa lateralmente del tema, el estadounidense
Robert Wassertrom, nos informa de similares o peores abusos cometidos
en el siglo XVIII por los frailes dominicos y por algunos párrocos seglares
en la región central de Chiapas, por entonces bajo jurisdicción de la
Capitanía de Guatemala. El caso más representativo es el del cura José
Ordoñez y Aguiarcuyas acciones califica el referido autorde deshonestas
en este terreno. Ordoñez y Aguiar .era un clérigo... que al igual que su
hermano Ramón, consideraba la prebenda como una fuente de ingresos
que podía invertir en fincas y labores privadas. Sin embargo no contento
con el salario nominal (de su curato) inflaba las cuotasque su infortunado
rebaño estaba obligado a pagar por la administración del bautismo,
confesión y otros sacramentos. Pero a pesar de que con frecuencia se
negaba a compartir sus entradas con sus superiores, sus ganancias eran
relativamente modestas. Para vencer estas limitaciones, introdujo una
serie de medidas expoliatorias ... Según un colega eclesiástico, Vicente
Guillen, cura de Zinacantan, .exigía a sus parroquianos que hilaran y
trenzaran 600 o 700 arrobas de algodón... y también les vendía a crédito
mulas, sombreros, ganado y otras mercancías. Asimismo, Miguel Trujilío,
el maestro de escuela de Chamula, se quejó: .los indios me dicen que no
pueden pagar sus impuestos debido al trabajo que tienen que realizar
para la cura, trabajo que se ha vuelto tan pesado que ya no quieren
permanecer en sus pueblos. Por su parte los indios declaraban que. «El
curatiene unafinca a donde manda a nuestros niños después de la clase
de catecismo aacarrear rocas, leña y quitar lapajade sutrigo sin pagarles
nada por ello... y distribuye lana entre las muchachas para que tejan ropa
para él, pero les datan poca que ellas tienen que comprar más, portemor
a los azotes sino terminan las prendas ... •.
Las actuaciones iniciadas para la averiguación de estos hechos
comenzó a principios de los años ochenta del siglo XVIII.
Otro caso tan significativo como el anterior, es el que denunciaba,
310
a fines del XVII, don Manuel de la Tovilla ex alcalde de Ciudad Real,
también en Chiapas. Este personaje declaró, según la noticia que nos
proporciona Wassertrom: Existe un pueblo en la Provincia de Los Llanos
en donde es de conocimiento general que en la Pascua los frailes piden
una arroba de algodón o media fanega de maíz para escuchar confesión,
y en este pueblo hay 3.000 indios.. .Dentro del mismo estilo, prosigue
diciendo el mismo autor, otro terrateniente local testificó que: .Una vez
había preguntado a Miguel de la Torre, indio culto y escribano de San
Bartolomé, si era costumbre dar algodón a dinero en la Pascua, el indio
le contestó: .Señor, hace varios años el cabildo nativo de este pueblo
envió conmigo un mensaje el cura diciéndole que los indios de aquí no
podrían cumplir con sus obligaciones espirituales pues no podían darle
cada uno una arroba de algodón al año, y que no era sólo por esto que
no podrían cumplir con sus obligaciones, sino que además huían del
pueblo; y como yo fui quien llevó la noticia, ordenó que me azotaran, y me
dieron 200 latigazos.... (41)
Muchos otros casos de la misma índole citan los autores Schwaller
y Wasserstrom, pero los transcriptos son suficientes para ilustrarnos
respecto al tema que aquí nos ocupaba.
311
NOTAS
1) AGN. Particulares Caja 3, Carp. 3.
2) RH. Nos. 52-54, Dos informes, etc., ya citado, p.385.
3) Idem p.382.
4) Idem p.385.
5),RH. NQ8, 1910, Diario de Larrañaga, pp.449-450.
6) Ibidem, pp.440-441.
7) Ibidem, p.446.
8) Pbro, LuisAstigarraga, Un curada 1800 Manuel de Amenedo Montenegro
1978, 21 parte, p.23.
9) RH. Ns7, 1910, Diario de Larrañaga, p.107.
10) Ibidem, p.11.
11) Ibidem, p.116.
12) Ibidem, pp. 128-129.
13) AGN. Fondo Ex. A.G.Ad. Manuscritos, N°t, Perez Castellano, Cajón de
Sastre.
14) Luis Astigarraga opus citado, pp.52-53.
15) Ibidem.
16) Anibal Barrios Pintos. Los Oratorios rurales orientales, en Historia de
Iglesia en el Uruguay, pp.94-104.
17) Astigarraga, opus citado, p.28.
18) AGN. Fondo Ex. A.G.Ad. L°269, fs. 78.
19) Alfonso Femández Cabrelli, ARTIGAS, el Hombre frente al Mito, T.I.
p.77.
20) Astigarraga, opus citado, p.13.
21) Ibidem p.19.
22) AGN. Fondo Ex. AZ, Ad., LO 152, fs. 62.
23) Astigarraga, opus citado, Primera parte, p.24.
24) AGN., Fondo Ex A.G.Ad., L'68.
25) Idem. L° 69, fs. 37-42.
26) Idem, noticias recabadas en los libros 69 y 229 (AGN. Fondo EX.
A.G.Ad.).
27) Astigarraga, opus citado, Parte Primera, p.20.
28) Ibidem p.16.
29) J.A.Apolant, Orígenes, etc., p.809.
30) Astigarraga, opus citado, Segunda Parte, p.31.
31) AGN. Fondo Ex. A.G.Ad. L°62, p.27.
32) Astigartaga, opus citado, Segunda Parte, p.38.
33) Ibidem, Primera Parte, p.48.
34) AGN. Fondo Ex. A.GAd., L'68, fs. 103 vio.
35) Astigarraga, opus citado, Segunda parte, p.25.
36) Ibidem, pp. 34-35.
37) Ibidem, p.26.
38) Ibidem, p.28.
39) Ibidem, p.35.
312
40) John Frederick Schwaller, Orígenes de la riqueza de la Iglesia México,
Ingresos eclesiásticos y finanzas de la Iglesia 1523-1600, Fondo de Cultura
Económica, México, 1990, pp, 131, 132 y 136.
41) Robert Wasserstrom, Clase y sociedad en el centro de Chiapas, Fondo
de Cultura Económica. México, 1989, pp.73, 80 y 81.
313
2- ¿RELIGIOSOS, CRÉDULOS O IGNORANTES?
Religiosidad: Práctica y esmero en cumplir las obligaciones religiosas.
Religioso: el que tiene religión y particularmente que la profesa con celo.
Crédulo: Que cree ligera o facilmente.
Ignorante: El que no sabe una o muchas cosaso no tiene noticia de ellas.
Creer: Tener por cierta una cosa que el entendimiento no alcanza o que
no está comprobada o demostrada.
PREAMBULO
Cabe ahora, como se hizo en el tomo anterior, al referirme a los
pobladores de Montevideo, preguntarse si aquella gente que habitaba en
los pueblos del interior de la Banda Oriental y que cumplían con todas o
casi todas las formalidades externas que imponía la única Iglesia autori-
zada, oficial y de obligada adhesión, y si aquellos otros que, deseando
agruparse en nuevas villas, cumpliendo el obligado .acogerse bajo cruz
y campana., pedían la correspondiente autorización para levantar una
capilla, estaban realmente animados de sentimientos propios de una
religiosidad entendida en el sentido pleno del concepto, o eran simples
creyentes que aceptaban algunos dogmas, o gentes que .ad cautelam,
temerosos de las amenazas que para el más allá esgrimían los pastores
de almas, pensaban asegurar su bienestar eterno aceptando con mayor
o menor disciplina el cumplimiento de los formalismos exigidos por la
Iglesia, algunos ineludibles para quienes pertenecían a .la comunión de
los fieles., y aun así eludidos, pese a los severos controles a que estaban
sometidos esos aspectos de la vida religiosa.
Ninguno de los supuestos, referidos acerca de la posible falta de
verdadero espíritu religioso imperante en el medro yen la época, es
producto de especulación teórica;todos ellosfueron insinuados o denun-
ciados entonces, en la mayor parte de los casos, por los propios jerarcas
eclesiales.
El Obispo Lue, por ejemplo, es quien con mayor claridad expresa
sus dudas respecto, incluso, a la capacidad de aquellas gentes modes-
tas, sencillas, para podercaptar la profundidad de los dogmasy adherirse
conscientemente a ellos y estar apto para distinguir lo .verdadero de lo
falso., cuando reiteradamente habla de su .ignorancia y credulidad. y
teme, quizá estaba seguro, .que podían ser fácilmente engañados. por
los comerciantes de falsas reliquias, por los frailes vagos, sin duda
charlatanes; o explotados por los requerimientos de los curas asentados
en los pueblos.
314
No es posible, en verdad, desentenderse de estos y otros juicios,
tampoco de lo que va implícito en las advertencias del jerarca religioso
respecto a la circulación de reliquias falsas y a la posibilidad de que
pudieran exibirse otras con certificado de verdaderas.
De cualquier forma, el problema no puede resolverse aceptando o
rechazando esos testimonios por eso importa, para acercarnos, a una
mayor comprensión de la mentalidad imperante, conocer otras opiniones
y considerar algunos hechos que nos permitan tener un panorama más
amplio de lo que en la época ocurría en relación con los sentimientos que
manifestaron, en dichos y actitudes, aquellas gentes respecto a los
dogmas, a los preceptos, a los pastores, y a los anuncios atemorizantes
que parael más allá les proponía la Iglesiacomo resultado del Juicio Final.
315
británicos prosiguieran su avance y perpetraran iguales atropellos que los
que hablan cometido en oportunidad de la toma de Maldonado. As¡ las
cosas, los cabildantes de aquel pueblo acuerdan, el 17 de abril, la
.celebración de una misa cantada a nuestra madre y Señora del Rosario
y otra, también cantada, a nuestro Santo Patrono Santo Domingo Soriano
pidiéndoles auxilios para libramos de los enemigos ingleses para el fin
que no vengan ni lleguen a esta nuestra jurisdicción, y si acaso para
nuestra desgracia llegase a venir este enemigo u otro qualquiera, que no
se le siga daño en sus personas ni sus bienes a ninguno de esta
jurisdicción y que permanzca siempre nuestra santa religión Católica,
Apostólica, Romana.... (2)
La posterior expulsión de los ocupantes extranjeros fue debidamente
celebrada en aquel pueblo los días 23 y 24 de agosto, no faltando en la
oportunidad las sólitas misascantadas; por ellasy un buen sermón recibió
el padre Tomas Gomensoro 70 pesos. (3)
B) EL «GRAN TEMOR»
316
húndanse las sienes, abátanse las orejas; los ojos se sumen en las
cuencas con una mirada espantosamente fija; las mejillas se deprimen y
as¡ flácidas parecen pegarse a los huesos, la nariz se queda afilada, los
labios contraídos, la lengua seca, el color de la cara del todo pálido, el
cuerpo entero frio y rígido como un bloque de marmol.. Prosigue
Groethuysen: «Este espectáculo, añade el jesuita de cuyos sermones
citamos este pasaje- es algo tan triste, que quisiera ver si el hombre más
contento de vivir puede asistir a él sin ponerse en absoluto melancólico,
todos los que se acercan al lecho de muerte se retiran al punto, pálidos,
mudos y cavilosos. (4)
Era ese un introito, una preparación para la parte cruel y atemorizante
del sermón que el jesuita; luego de enlazar la idea de la muerte con la idea
de culpa, de pecado, llegaba al Juicio de Dios y al condigno castigo: «Qué
tormento no ha de ser, se dice en el sermón del jesuita-estar ardiendo sin
cesar y padecer siempre el mismo dolor, sin que jamás el fuego se
extinga, ni siquiera disminuya un poco su ardor. ¡Ay¡ ya un dolor de
cabeza que dure veinticuatro horas o un día de trabajo que haya sido algo
pesado nos parecen indeciblemente largos e insufribles, qué será de
nosotros cuando ardamos por toda la eternidad. (5)
Algo más se dijo en relación con este tema en el tomo primero, se
ha tratado de no repetir lo dicho y transcripto en aquella oportunidad, sin
embargo importa reiterar una experiencia recogida por los mismos
jesuitas luego de una predicación que el padre misionero Oyarzabal
realizó entre los primeros pobladores de Montevideo al poco tiempo de
fundada la ciudad: «...La impresión de dolor y arrepentimiento que causó
en la población, dice el relato jesultico, fue universal... En la procesión de
penitencia manifestaron extraordinario fervor y rigor, en lo cual se
distinguieron en primer lugar los jefes militares de la fortaleza, llevando
una corona de espinas en la cabeza y una soga al cuello. Estos mismos
oficiales exigían a los Padres Misiones que les impongan la corona de
espinas, hincados ellos de rodillas delante de los Padres; y como uno de
ellos advertía que los Padres al imponían con demasiada suavidad,
acordándose él que Jesucristo había soportado en silencio la fiereza de
la soldadesca en la coronación con espinas, exclamó: Padre ¿cómo
puede ser que después de que a la cabeza inocente de mi Salvador fue
impuesta la corona de espinas con tanta crueldad de los lictores, me la
impongacon tanta suavidad, pecadorcomo soy yo?. Ycon estas palabras
apretó con las dos manos la corona de espinas en su cabeza, con tanto
valor y tanta fuerza, que penetraron en ellas las espinas y se tiñó de
sangre; y de este modo asistió durante toda la procesión, a no poca
edificación de todos. Los Nuestros también se coronaron con espinas,
pusieron soga al cuello y cadenas pesadas en las manos.... y as¡
317
prosigue el relato describiendo otras similares actitudes de españoles e
indios; .Resultado de esta Misión, concluye, fue una total renovación de
costumbres. (6)
Si la imaginación del virtuoso relator era tan exuberante como su
optimismo, bien se podría dudar de lo que dice en su narración; nosotros
sabemos que los desinhibidos montevideanos nunca dejaron de vivir
plenamente los placeres y satisfacciones de la vida terrenal.
Lo que s( es cierto, lo comprobamos antes cuando examinamos la
vida y costumbres de los pobladores de la ciudad-puerto, lo comprobare-
mos ahora conociendo otros tantos ejemplos, que si bien es cierto los
.sermones del infierno» solo podían producir efectos momentáneos, que
no lograban cambios notables en las conductas personales, en la forma
de actuar de todos los días, si producían en el ánimo de las gentes otros
efectos de los cuales, en lo mediato, se beneficiaba la Iglesia. Es que las
amenazas sobre los resultados de un juicio condenatorio de la Justicia
Divina. no dejaban de pesar en el espíritu de aquellas gentes que,
mentalmente, tenían un pie en el medioevo y el otro en la nueva sociedad
que habia comenzado apestarse por efecto de los cambiosdetoda índole
que en los aspectos materiales y anímicos estaba introduciendo aquel
fenomenal revulsivo que fue la revolución industrial. Y ese hombre nuevo,
en proyecto, el futuro burgués, habituado a adoptar precauciones, a
contratar seguros para no arriesgarse a perderlo todo en sus operaciones
comerciales, encaró de la misma forma el .negocio. de su temible viaje
por el ultramundo que con colores tan oscuros le pintaban sus pastores
espirituales.
Por cierto que estos .seguros. para la vida en el .más allá.
recibían en el discurso eclesial ladenominación menos directa de =obras
pias•. Acerca de tales métodos de recaudación ideados por los pastores
de la Iglesia Católica dice el historiador norteamericano John Frederik
Schwaller: .En el pensamiento católico del siglo XVI las obras pías
ocupaban un lugar muy importante. En esta cuestión específica basó
Lutero gran parte de su oposición a la Iglesia Católica. Para Lutero, la
justificación se obtenía exclusivamente mediante la fe en Dios. Para la
Iglesia Católica de aquella época, la justificación estaba vinculada
íntimamente al mérito, es decir a la propiedad de una buena obra que
permitía a su autor el logro de una recompensa. De este modo la creación
de agentes perdurables de buenas obras pías, concedía al fundador un
mérito igualmente perdurable y con él la gracia, la gloria celestial y otras
recompensas. (...) Dada la importancia de las buenas obras en la
oposición católica a Lutero, la institución de las obras pías adquirió
importancia como una explícita refutación del Reformador a finales del
siglo XVI. Las obras pías abarcaban una gama muy amplia de institucio
318
nes... » (6) Esta denominación general albergaba creación de capollanias,
fondos para dotes de muchachas pobres, fundación de hospitales y
monasterios y constitución de fondos para la celebración de misas a
perpetuidad o por cierto tiempo.
Siendo esto así, de acuerdo a las seguridades que daban los
sacerdotes católicos, se explica que quienes disponían de posibles no
olvidaban, cuando los años o alguna dolencia les advertía sobra la
cercanía de la muerte, dictar su testamento. Como si ello fuera una
obligada fórmula notarial, siempre ese documento se abría con una
declaración expresa y juramentada de adhesión a la Iglesia Católica
Apostólica Romana que en casos como el ya conocido de Alzaybar podía
agotarla pluma del pensolista con sus cuatro o cinco hojas, es decir ocho
o diez páginas, y en otros, los más modestos y moderados, solo se
limitaba a enunciados como: «Creyendo como firmemente creo en el
misterio de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres
personas distintas y un solo Dios verdadero. o mas corto aun: «creo en
todos los artículosy misteriosde nuestra Santa fe Católica.. Después de
esa introducción nunca faltaba la mención al «temor a la muerte.,
«temeroso de la muerte., «temiendo de la muerte. o más claro, la
solicitud de «asistenia en el tremendo Tribunal de Dios», con lo que
quedaba en evidencias] efecto producido por los «sermones de la muerte
y del infierno». La siguiente, inevitable parrafada, iba dirigida a la
designación de los abogados que en el más allá habrían de ocuparse de
la defensa del alma del testador; el menos inquieto, Salvador Riso, se
conformó con decir «elijo por mi Abogada a la Santísima Madre de
Nuestro Señor Jesucristo, para que con el Angel de mi guarda, Santo de
mi nombre me asistan en el tremendo Tribunal de Dios»; otro, que
posiblemente se consideraba necesitado de un mayor cuerpo de de-
fensores, dictó: «pido y suplico a la reyna de los sielos María santísima
Madre de Dios y Señora Nuestra y al angel de mi guarda y al santo de mi
nombre y a los de mi particulardebosion y jeneralmente atodos los santos
y santas de la Corte del sielo sean mis abogados y defensores».
Enseguida, como aquella gente sabía muy bien lo costoso que era el
servicio de los profesionales abogados en este «valle de lágrimas», se
cuidaban muy bien de dejar expresa constancia de su voluntad de retribuir
aquí en la tierra a los vicarios eclesiales; tarea que quedaba siempre a
cargo de sus herederos. De esa forma el primer Item de aquellos
testamentos establece: como debe ser la ceremonia de sus funerales; el
hábito con que ha de ser vestido su cuerpo carnal; el lugar de la iglesia
donde quiere se le entierre, si en su parroquia se estilaba tal cosa; el
número y la calidad de las misas que debía rezar el cura en sus funerales
y las que después habrían de continuar dedicándose para la buena
319
marcha de sus asuntos en el trasmundo.
El más modesto de aquellos cuyos testamentos se archivaron en el
Cabildo de Colonia, -modesto en materia de discurso previo, en la
designación de abogados y en las disposiciones dirigidas a compensar a
la Iglesiapor ladefensa encomendada a los abogados celestiales-,fue un
bonaerense, soltero, Salvador Riso, quien elige para ser enterrado .la
puerta de la iglesia sin solemnidad ni pompa» (lo mas económico); poco
deja para compensar a la iglesia dexo a las mandas forzosas de dos
reales para adelante, lo que mi Albacea disponga»; ni una misa siquiera!¡
El más munífico de aquellos testadores, aquel que creyó necesitar
para su defensa en el ultramundo del Colegio de Abogados celestiales en
pleno, -un ostentoso, además-, dispuso: .que mi cuerpo sea amortajado
con el Abito de Nuestro Seráphico Padre San Francisco y se le dé
sepultura en la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de donde soy
feligrés, o en Capilla de imágen si muriere en otra parte. Item - Es mi
boluntad y mando que a mi cuerpo lo acompañe el cura de la Parroquia.
o Theniente que haiga en ella, con cruz alta, y en el acompañamiento de
donde salga a la iglesia en que se me dé el entierro se hagan seis posas
pagadas quatro rreales cada una, con Misa cantada de cuerpo presente,
si hubiese lugar a ello... item mando que me digan un novenario de misas
de a ocho reales cada una, y cabo de año, cantado. item, es mi voluntad
y mando de que en mi entierro se me digan veinte misas de ocho rreales
por mi alma, recomendadas por mi, veinte a Nuestra señora del Rosario
en altar suio y dios (que demandará su importe) a Nuestra señora de
Aranzazú, en el contento de San Francisco de Buenos Aires o donde mi
albacea determine» (7).
¡Menuda carga para sus herederos¡
Mientras eso ocurría en Colonia, en el este, en Rocha, Manuel
Yarza estanciero de aquel partido, dispone en su testamento que a su
muerte se entregue a la Iglesia el dinero suficiente para «un altar para
poner en él la imagen del Carmen en talla que al presente está en mi
poder», erige además una capellanía con una dote de cuatro mil pesos
y, finalmente, deja un legado de mil pesos para la fábrica del nuevotemplo
que se proyectaba levantar en el pueblo. (8) Tal era el efecto, a largo
plazo, logrado por los .sermones de la muerte y el infierno» que si no
cambiaban las costumbres, reportaban sustanciosos ingresos a las
economíasde las parroquias; pero, comotoda regla tiene sus excepciones,
ya conocimos una la que protagonizó el platero Parra en Montevideo.
También en la campaña encontramos quienes se desentendían de este
asunto de los temores por lo que pudiera ocurrirles en la .otra vida»; uno
de ellos, aunque no el único, fue el estanciero de los pagos de Santa
Teresa don Jose Llorens a quien ya conocemos por las menciones que
320
le dedicó Oyarbide durante su paso por aquella zona. Para saber lo que
nos interesa, me remito a la noticia que nos proporciona la historiadora
Fajardo Teran en su Historia de la Ciudad de Rocha: «El problema de la
feligresía aparece claramente manifestado en las expresiones del Cura
de la Villa de San Carlos en 1791, en ocasión del fallecimiento de don José
Llorens, cuyos pertinentes párrafos transcribimos textuales: (Legajo 73.
Expte. 84 - Archivo del Arzobispado. Rep. Argentina).
....el difunto (se refiere a don José Llorens) avecindado en su
Estancia de la costa de esta banda del Arroyo de Cebollatí jurisdicción de
esta Parroquia según consta -dice- ha muerto sin confesión y me
persuado que muchos años ha no se habla confesado: sin embargo de
que fuá aconsejado y amonestado de su Cura Territorial y de sus
compadres y de otros amigos, que se condolían de él: lo mismo sucede
con otros de esta vecindad que siendo aconsejados de la misma manera,
y reconvenidos por su Párrooo, unos se disculpan de que han cumplido
en Maldonado, y otros de que son vecinos de aquella ciudad, teniendo su
fija, residencia en sus estancias de esta jurisdicción parroquial.. (9)
«Lo mismo sucede con otros. decía el cura de Rocha refiriéndose
al absoluto abandono quede la Iglesia, sus ritos, obligaciones y amenazas,
hacían los estancieros de su jurisdicción.
Igual experiencia había recogido ya en 1758 en el vecindario del
partido de las Víboras durante su visita de control pastoral el fraile
Domingo Monzon quien se vid obligado a denunciar a su Obispo que 15
de los pocos más de treinta vecinos de aquel distrito: «el Biejo Esquível,
Arébalo, Francisco el Cochero, León, José Miguel Ford, Juanico Silla
Maior, Thadeo, Blas Cáceres, Bigua; el Biejo Chucha, Palazios peon del
Mellizo, Perico Souza, su mujer, el Biejo Pedro que anda del Rosario a las
Bivoras huiendo, Ignacio Santa Fe, con más Francisco Tarú y Jose
Ignacio Lara, no cumplen con la Iglesia en cuatro años arriba. (10)
Para completar este cuadro que exhibe un creciente apartarse ya
no de la Iglesia sino de la misma religión, por parte de la gente que
habitaba en la campaña oriental, tenemos el testimonio de Miguel
Lastarria quien, en informe fechado en Madrid el 31 de diciembre de 1804
afirmaba:
.Hay hacendados que poseen más de cincuenta leguas; y que
cuentan más de doscientos dependientes sin oír el Santo Sacrificio de la
Misa; ni asistir a concurso de fiestas o diversiones públicas; cuyo estado
de barbaridad, e independencia he descripto distinguiéndolos con el
nombre que les dan de gauderios, gauchos y camiluchos. Concivo que
contribuiría a restituirles la sensibilidad, y substituir en ellos la decencia
de modos y maneras, y lo que es más, se mejoraran sus costumbres
mediante los puntos de reunión religiosa. Por lo que convendrá que
321
también se solemnicen las fiestas de los santos: con esta ocasión se
cortaran las barbas, se limpiarán, y procurarán vestirse; gustando des-
pués del buen luxo; que llamo al que se encuentra en los pueblos como
la sal sazona el alimento.. (11)
322
San Fernando de Maldonado data, según el presbítero Astigarraga, de
1755. Cobrar que visitó el pueblo en 17841a describió de esta manera:
.un rancho indecente de la misma paja (de que estaban hechos los
ranchos de los vecinos) el cual por su mucha antigüedad se llueve por
todas partes y está para venirse abajo de un día a otro. Tres años más
tarde, el 27 de agosto de 1787, los cabildantes preocupados por una
realidad que había anticipado Cobrar, celebraron sesión especial para
considerar tal situación y encontrarla forma de superarla, Comienzan por
recordar un mandato del rey .que en el segundo punto del artículo 66 de
su Real Instrucción. decía: .y porque se experimenta el total abandono
que generalmente hay en la reparación de las Iglesias... a causa de no
administrarse como corresponde el derecho de sepulturas y demás que
por las Leyes Canónicas estan destinados a la refacción material de los
templos....; esto era una alusión a la despreocupación o algo más grave,
como podía ser el mal manejo de los fondos recaudados por los referidos
conceptos, en que podía haber incurrido el sacerdote, Capellan Juan
Leon Ferragut, por ese tiempo encargado de la atención de la iglesia y de
su feligresía.
El Cabildo decide nombrar un Mayordómo de Fábrica que .desde
esta fecha en adelante recoja los derechos que por leyes canónicas estan
destinados a la fábrica de la iglesia, que anualmente deverá dar sus
cuentas al Cabildo para que este pueda darles al Sr. Gobernador
Intendente siempre que las pida; que siempre que adicho Mayordomo se
le ofrezca alguna indeferencia con nuestro párroco avise de ella al
Cabildo o de salvarla con el modo más suave y más acordado.... (12)
De lo acordado en esa oportunidad y del texto de la Real Instrucción,
dieron cuenta por oficio al Capellan Ferragut.
La indirecta que iba contenida en la mención a las obligaciones que
las Leyes Canónicas imponían al administrador de los derechos eclesiales
que debían destinarse a la reparación de la iglesia y el directo desplaza-
miento de sus funciones de administrador, fueron absorvidos por el cura
quien dos días mas tarde, el 29 de agosto, respondió a la autoridad civil
eludiendo diplomáticamente eltemade las posibles irregularidades de su
administración y derivando la culpa de la carencia de medios a la
despreocupación de los vecinos: «Aun no se había cumplido un año que
habla tomado posecion, replica Ferragut, de esta iglesia quando viendo
que toda ella amenazaba ruina por haverse vencido todo un lienzo o
pared, comboqué a todos los mejores vecinos y parroquianos de ella y
con todo que estaba el pueblo no en tanta decadencia como al presente,
despues de haverles ponderado con la mayor eficacia que pude el peligro
que amenazaba y la grande obra a que concurrir pues no se trataba de
otra cosa que de mejorar la casa de Dios, todo lo que pude juntar de
323
limosna fueron treinta y seis pesos; y aunque esto no alcanzaría para la
mitad de¡ monto, emprendí lacompostura que havia proyectado y concluí
abonando de mi cortisima renta lo que faltó que pasó de cincuenta pesos.
En estos términos no se que responder a V.S. ni que decir sobre el
asumpto; la ruina que amenaza la iglesia es cierta, no solo un tirante,
como V.S. dice; sino toda ella pide el remedio de esta necesidad, no sin
lágrimas de mis ojos, lo miro por mi parte imposible si debo contar con la
caridad y limosnas de los feligreses para esta obra.... Se siguen largos
razonamientos de¡ cura respecto a lo que el Rey manda en tales casos y
termina cerrando las tres carillas de su habil discurso con una velada,
levisima, pero entendible amenaza, digamos advertencia, acerca de las
consecuencias que, necesariamente, habrían de derivarse en caso de
que la ruinatotal sobreviniese a «la casada Dios.: «y de esperar su ruina
se sigue no solo la cesación de los divinos oficios, sino también la
administración de los santos sacramentos. (13), al parecer el cura ni
siquiera confiaba que pudiera encontrarse otro sitio, como en 1801
veremos se halló, donde trasladar los elementos de¡ culto e instalar una
iglesia provisoria; no confiaba o quería deslizar una amenaza de «huel-
ga. pastoral, como la que en Santo Domingo Soriano, se conoció por
aquel tiempo.
Todo continuó igual en Maldonado hasta 1801 cuando el nuevo
párroco, Juan Dámaso Fonseca, comunica, el 31 de enero, al Cabildo de
laciudad que «El lunes 2 defebrero, día de la Purificación de N.S., se hará
por la mañana la solemne traslación del SSmo. Sacramento de esta
Iglesia Parroquial a la Provicional, que se ha preparado, con el fin de
poder emprender la nueba fábrica de el templo; lo que pongo en noticia
de V.S. para que por su parte se sirbaconcurrir a solemnizar este acto en
que tanto se interesa la honra de Dios nuestro Señor.» (14)
La historiadora fernandina Diez de Guerra, nos informa acerca de
cual fue el sitio que provisoriamente se transformó en Matriz del pueblo:
«...Parece que por haber pocatropa en esos años, ...se destinó una pieza
de¡ Cuartel (de Dragones) ...Aun cuando el edificio era más sólido no por
eso pasó a ser más decente, as¡ lo hace notar el ministro al virrey Joaquin
de¡ Pino: «...por no tener templo alguno el precitado pueblo haviendo sido
preciso arbitrar una parte del Quartel de tropa que sirba de providencial
Iglesia, con la incomodiad, falta de proporción y de decencia que deja
inferirse y con el riesgo de que, cuando se aumente la tropa, como suele
ser allí frequente, se dificulte e impida su alojamiento.... (15)
Noventay cuatro años más debió estar el pueblo sin un sitio de culto,
decente; todo un record, cosa que no parece haya inquietado a sus
habitantes, muchos de los cuales, como aquellos de Rocha de que se
quejaba Amenedo, tuvieron el pretexto de la falta de espacio para eludir
324
el cumplimiento de las exigencias de su iglesia en materia de asistencia
a las ceremonias del cubo.
San Carlos
En 1772 el Obispo Manuel de la Torre llega a San Carlos en visita
pastoral, y de su iglesia parroquial deja esta somera descripción: .hecha
de paja, interin se edifica la que se intenta de piedra..., con paredes de
madera.. Dé algunos detalles de la pobreza de sus imágenes y adornos
interiores y exhora .a los fieles a construir la nueva obra la cual lo
vinculará a las felicidades temporales y eternas como lo aseguran (según
él afirma) las Sagradas Escrituras... Y para que los fieles se exiten a
cooperar personalmente en dicha obra en cuanto puedan, concedía y
concedió su ¡lima. 40 días de indulgencias a todas y cada una de las
personas de uno y otro sexo por cada vez que emplearan un espacio de
dos horas en dicho trabajo o envíen a sus expensas algún peón.... (16)
Al parecer las indulgencias no sedujeron a los vecinos los que, con
más razon ahora que no pendía sobre ellos la amenaza de ir a trabajar
gratis a las obras del Rey si no cumplían lo que entonces se había
establecido como obligación-, hicieron caso omiso del ofrecimiento de su
bondadoso obispo. En efecto llegó en 1779 Malvar y el rancho que vió de
la Torre, cinco años más viejo, seguía cumpliendo su honrrosa mision de
Matriz de San Carlos; lo peor del caso es que el nuevo y poderoso
visitante halló además el desquicio existente en los libros de Fábrica de
la parroquia en los que, desde 1774, no se anotaban las entradas de los
dineros que, por concepto de diezmos, debían volcarse a la obra del
proyectado templo. El depositario, amenazado de excomunión mayorpor
el Obispo si no rendía inmediata cuenta de aquella sospechosa omision,
se llamaba Manuel Araujo Viera y además de ser hombre de pro de la
zona, y fundador de la principal cofradía del pueblo, la del Santísimo
Sacramento, fungía como su .Hermano Mejor». Don Manuel produjo una
confusa pieza excusatoria que nadie debe haber entendido y muchos
años costó al padre Amenedo Montenegro lograr que reintegrase el
capital de que era despositario no demasiado fiel (17).
En 1789 las cosas seguían estando igual: el rancho de pie todavía
en el mismo sitio, cumpliendo su antigua función; la obra proyectada
seguía siendo un proyecto (recién en 1799 tendría San Carlos su nuevo
templo) mientras el ejemplar párroco Amenedo disponía de los recursos
que se iban recaudando en remendar el techo de su iglesia, en comprar
para ella alguna campana, en blanquear sus paredes de madera y en
remediar alguna otra inmediata necesidad.
325
Colonia
Historia parecida a las anteriores tiene la iglesia parroquial de
Colonia del Sacramento. Erigida en 1680 dentro de un recinto en queso
construyó además la casa del Gobernador de la Plaza y otros edificios
públicos; sufrió severos malos tratos en cada oportunidad que fue
ocupada ¡aplaza por las tropas españolas, hasta su destrucción casi total
en oportunidad de la definitiva expulsión de los portugueses, en tiempos
del virrey Ceballos. En 1800 todavía seguía haciendo las veces de iglesia
parroquial provisional la pequeña capilla de Santa Rita, mientras los
vecinos continuaban proyectando la « reconstrucción de la iglesia parroquial
consumida por el incendio.. Permanecían as¡ las cosas cuando, llegado
a la población el obispo Malvar, solicitó a los vecinos principales se
reunieran con él y con el cura párroco que entonces seguía siendo, como
en 1800, el padre Jose María Henrriquez. Esa pequeña asamblea se
celebró el 16 de diciembre de 1804, a ella asistieron, además del jerarca
convocante y el párroco, los vecinos: Ignacio Rodríguez, Manuel Delga-
do, Antonio Rajoy, Antonio Delgado, Bemardo de Gomensoro, y Andres
Bernabé Saenz. Se oyó al Obispo diciendo que si se había solicitado del
rey y se había obtenido de él la suministración del tercio Real, que había
ascendido a 6 mil pesos, para emplearlo en pago de parte de la obra
proyectada, entendía su ¡lima. que los vecinos se habían obligado a
proporcionar los dos tercios restantes, 12.000 pesos, proponiendo que
para reunir esa cantidad se estableciera aun impuesto ligero y casi
insensible.. Tan delicada mención a una nueva carga impositiva no
modificó el ánimo con que los hombres principales habían concurrido a
la reunión. «algunos vecinos, conformándose los demos., dice al acta
labrada en laoportunidad, rechazaron la interpretación del monseñory su
edulcorada oferta «por ninguna parte aparecía, dijeron los intérpretes del
interés general, que este corto y pobre vecindario se hubiera obligado a
concurrir a una obra superior a sus fuerzas pues no habiendo merecido
hasta ahora por su pequeñez y número, reunirse en sociedad con título
no solo de ciudad, o villa pero ni aun de pueblo, ni lugar, mal podían
haberse empeñado en una obra que excedía el costo de una pobre iglesia
de Aldea..... Algo más dijeron, entre quejosos de la poca o ninguna
atención que les prestaba el gobierno central y renuentes a todo compro-
miso expreso de desembolso, insinuando al final de su discurso una serie
de no muy clara medidas tendentes a reunir en un futuro no demasiado
cercano, pluscuamperfecto, digamos, alguna pequeña contribución para
las obras del templo. El Obispo se dió por enterado, pidió que se
concretara un plan de recaudación y propuso, lo que fue aceptado ya que
no implicaba extraer ni un real de las respectivas bolsas, que se designara
a Manuel Lavarden Mayordomo de Fábrica de la futura casa del Señor.
326
(18)
Nada había cambiado en Colonia en la materia examinada cuando
en 1815 llegó por allí el cura Larrañaga de vuelta de su gestióndiplomática
ante Artigas. El pueblo estaba tan decaido como antes, las ruinas,
dejadas por la bastedad de Caballos, permanecían entorpeciendo el paso
de los que entraban al centro del pueblo y la capillita de Santa Rita seguía
ocupando, provisionalmente, el lugar que correspondía a la soñada
nueva iglesia parroquial.
D) MANIFESTACIONES DE RESISTENCIA Y DE
RECHAZO
327
intolerable vicio de usurpársele la antigüedad y preferencia que ha
gozado siempre a todos estos partidos de Vivoras y Bacas, que no ha
conosido hasta de pocos añosa esta parte hotra Iglecia que la de el citado
y al presente, por yntereses particulares que no alcanza, se halla bajo el
dominio del cura de las Vivoras quien a su modelo, que solo se dirige a
la codicia pero no al cervicio de Dios... ha puesto un vine cura que por el
sólo su dicho de que tiene tal autoridad se a recebido con toda sumisión
y respecto y con la misma es tratado por los feligreses no obstante las
tiranías que se experimentan en esta conformidad; no yngnorando S.
Excelencia lo atrasado que se halla el Pueblo que segun la experiencia
podrá tener algun adelantamiento admitiendo por vecinos a algunos
forasteros que quieran casarse con las hijas de la Patria; estos son tan
pobres como ellas y se ven precisados (¿impedidos?) de acerlo por los
ynsoportables costos que se les han de seguir pues el cura de las Vivoras
no permite que pueda hacerlo el vice cura sino que oyen de venir a su
precencia y se le aya de dar tres pesos por cada testigo y si estos no
quieren por no dejar su trabajo es forzoso costearles el viaje de cuya
omicion e ymposibilidad'se siguen las ylicitas consequencias que se
dejan conocer. Es cierto S. Exmo. que al cura de nuestro pueblo no le
origina la Iglesia ningún gasto sino que se le contribuye con el vino, ¡azora
y demás cosas necesarias al culto Divino y aun con todo esto no se
Bauptiian nuestros hijos por no tener la plata para la vela y caballo;
nuestros Padres curas anteriores, es regular oyen procurado adquirir
alguna cosa en recompensa de su fatiga, pero han mirado la mayor o
menor combeniencia de cada uno y al que podía poco le regalaron por
pobre lo que ha otro ayan concedido por alguna posibilidad, contentán-
dose con aquello ho con nada si la necesidad lo ha pedido. Igualmente
nos causa bastante novedad el poco zelo que se experimenta en nuestro
vice cura en catequisar a los charuas yntieles que tenemos en nuestro
pueblo, enseñarles la doctrina, pues desde que se aya con tal cargo no
se ha exers8adoen obratan pía y de su presisa obligación (...) ultimamente
reconocemos graves perjuicios por los expresados y por ver alterados los
aranzeles de los derechos que debemos pagar...- (i g).
Temprano tenían problemas con su Iglesia los sorianenses; la
verdades que al año siguiente, lo comprobamos cuando se estudiaron los
ingresos de las parroquias, las autoridades eclesialas atendieron las
solicitudes que, a ese nivel, plantearon los vecinos de aquel pueblo. No
siempre ocurrió asi.
328
como lo define el acápite, un largo, complejo y penoso pleito que duró más
de ocho años en resolverse y que estuvo integrado por una larga serie de
episodios de duros enfrentamientos entre el pastor espiritual a cargo de
la parroquia del pueblo, don Manuel Antonio de Castro y Careaga, con los
sucesivos Cabildos.
Era don Manuel un sacerdote culto, había recibido educación en el
célebre Colegio de San Francisco, en Buenos Aires, donde enseñaba el
fraile Cayetano Rodriguez a quien en el lapso revolucionario correspon-
dió actuación destacada llegando a ocupar una diputación en el Congreso
de Tucumán. Afiliado a la masonería, segun Martin V. Lazcano historiador
de la Institución Fraternal, tenía entonces 27 años y hacíados meses que
había sido consagrado sacerdote; fue ál quien de su propio peculio
construyó, en el Paso de la Calera, la Capilla de Nuestra Señora de las
Mercedes alrededor de la cual se reunió un vecindario que constituyó el
primer núcleo de población de Mercedes, pueblo que también él fundó y
donde ejerció su pastoral ministerio hasta que, serenados los ánimos en
la sede de su vicariato, regresó y allí permaneció hasta 1797, año en que
pasó a ocupar el curato de la iglesia de la Piedad, en Buenos Aires; en
1810 se encuentra desempeñando el cargo de párroco en la ciudad de
Corrientes (20) y en 1815 fue beneficiado por su .hermano. el cura
Valentin Gomez, con unaprebenda eclesiástica en laáudad de Córdoba.
(21)
Contra lo acostum brado, ya que no es el cura Castro y Careaga el
protagonista de esta Historia, he incluido esa brevísima noticia biográfica
suya y lo he hecho por varias razones: porque lo considero necesario para
una mejor comprensión de los hechos que vamos a conocer en este
apartado; porque los últimos años de su presencia en Santo Domingo al
frente de su curato coinádieronconaquellosenqueJosáArtigas,-aqulen
debe haber conocido y tratado ya que, incluso, está su firma en la partida
de nacimiento de José Manuel el primer hijo que Isabel Velazquez dió al
entonces jefe de partida de vaqueros-, pasaba allí algunas temporadas
pues era aquel pueblo el centro de su actividad de reclutamiento de los
elementos de la zona que lo acompañarían en las vaquerías que al norte
del Rio Negro lo ocupaban por aquellos años y porque allí vivía su
compañera de entonces; y finalmente, no menos Importante, por lo que
fue la obra civil más memorable realizada por ál en nuestro territorio; la
creación de Mercedes a partir de la fundación de la capilla y de su
dedicado trabajo posterior de afianzamiento y organización de los prime-
ros pobladores.
En cuanto al pleito de marras importa conocer las etapas de su
desarrollo por las situaciones tan variadas que en su curso se plantearon
y porque resulta el caso de este cura,-como &¡de Amenedode Montenegro
329
en San Carlos y Rocha, como el de Santiago Figueredo en Florida o el del
religioso trinitario Ubeda de Porongos-, ejemplo de la actividad que
elementos ilustrados de la Iglesia, jóvenes y enérgicos pastores que, al
margen de sus aciertos y de sus humanos errores, cumplieron con
seriedad y responsabilidad sus deberes religiosos, fundaron pueblos y,
en los días decisivos de la insurgencia emancipadora, demostraron
patriotismo americanista acompañando al pueblo en sus luchas; pero
además, otro rasgo común distinguió sus respectivas actuaciones y este
fue que, quizá por la diferencia que existía entre los niveles de su
formación culturaly elde la mayoria de los miembros del núcleo que surtía
los cargos de los respectivos cabildos, -también porque fue signo de
aquellos tiempos el cambio de mentalidad de las gentes-, todos estos
curas debieron enfrentar muchas veces choques y sufrir desatenciones,
incluso acusaciones de distinta gravedad, en los sitios donde ejercieron
su ministerio. Veremos que situaciones parecidas vivieron en Europa
curas de sus mismas características por esos mismos años finales del
siglo XVIII.
El primer episodio, conocido, del accidentado pleito, se produce en
los últimos días de 1782 a raíz de una dura sanción impuesta a un vecino,
el .Juez de Fechos. del Cabildo sorianense, Juan Piris Camargo,
comunicada al padre Castro y Careaga a quien se pide cumpla su parte
en la ejecución de la pena. El cura solicitó alguna mayor información a lo
que el cuerpo capitular responde de forma que desagrada al párroco y
Juez Eclesiástico. Este, .por conducto de su notario Sr. Juan Francisco
Estrada. (uno de los maestros del pueblo) hace llegar al cuerpo capitular
un escrito en que dice .paréceme conveniente diese (la autoridad civil)
los motivos o causales para el desalojo de dicho Camargo a lo que se me
responde de un modo inusitado., y, a seguidas, con evidente disgusto y
una nota de soberbia, agrega: .Aunque me hago cargo de lo Peregrinos
que estan Vms. en estas materias por lo que no tomando Vmd. las
correspondientes providencias, me valdrá de mi Jurisdicción haciendo lo
que debo; y usando de mi acostumbrada prudencia y madurez, y por
distinguirlo de otros, le he dado ocho días paraque en este espacio diese
a Vms. cuenta de mi determinación... deseo ahora sí, se me exponga la
causa, porque no tiene lugar el pedimento antecedente, por lo que
protesto hacer presente ante le Superior Tribunal ser mi petición justa y
necesaria.... y finalizaba: .protesto hacer presente al Exmo. Sr. Virrey,
estosy otros desórdenes paraque hallándolo conveniente, les aplique las
penas dispuestas por derecho.... (22)
La reacción del Cabildo fue .unánime y conforme.; debían mandar
y mandaron .se devuelva el escrito a esta parte para que presente otro
en la forma forense y conforme a la práctica de los Reales Tribunales sin
330
batir en él las cláusulas subrayadas.. Califica después esos párrafos
diciendo: .Y no pueden los individuos de este M.Y.C. creer que hun
párroco a quien se le consideró sufisiente para la colocasion de este
curato, se halle tan rremoto de nunsiones de derecho....
De esta forma revertían, con más fuerza, la frase levemente
arrogante del párroco, pero, fue al final donde llegó la gruesa andanada:
«Y tambien, dijeron justificando el rechazo de la nota, por la palabra
injuriosa impropia del estado sacerdotal y moderasión con que deve dar
ejemplo a sus feligreses para que acaten y rrespeten a las personas
costituidas en Pública autoridad, sin rnenospresiarlas como ase esta
parte que inpiesa: .Aunque me hago el cargo de lo Peregrinos que estan
Vmds. en estas materias.. Despresio y procasidad que sería rreprensible
en hun despreciable Marinero, quanto más a un Eclesiástico que por su
estado y condision está obligado a darnos mayores ejemplos de
urbanidad y moderasion.. Se agravian despues los cabildantes por la
amenaza del recurso al Virrey que juzgan de «estilo chocante y procaz y
nada correspondiente a su eclesiástico ministerio. Y por todas las
razones que anteseden, se le apersibe para lo susesivo, se contenga y
modere en su escritos, ablando en ellos con la sumision devida. Con
apersibimiento que de notársele semejante desarreglo y procasidad se
prosederá a lo que hubiere lugar en derecho y no se le admitirá otro escrito
eh iguales términos.... (23)
No consta en los papeles que he consultado el final de este
episodio, de cualquier forma la heridaquedaba abierta; siguieron ocurriendo
desencuentros menores entre el pastor eclesial y los sucesivos Cabildos;
seguramente podrá encontrarse en la repetición de tales enfrentamientos
la decisión adoptada por Castro y Carega de edificar a su costa, a siete
leguas de Santo Domingo Sorianocerca del Paso de la Calera, en la zona
de de los Cerrillos, la Capilla de Nuestra Señora de las Mercedes cuya
piedra fundamental se colocó en 1788. En ese empeño, que comenzó a
preocuparlo ya en 1784, se trasladó a Buenos Aires donde inició los
trámites para obtener las correspondientes autorizaciones de la autori-
dad civil y la eclesiástica. (24)
Agitadas al máximo las aguas con esta decisión de su pastor, el
cabildo, renovó su atan de hostilizar al párroco a extremos como el que
quedó de manitiesto e120 de octubre del año siguiente cuando en sesión
extraordinaria, luego de dejar constancia de «haberse recibido un oficio
del P. cura y Vicario Don Manuel Castro y Careaga en respuesta a uno
que ¡odio el 19 de cte. para que entregase lacera sobrante de la festividad
de Nuestro Patron y respondió dicho P. cura que no la entregaba hasta
que no se le mandase por su superior., determinó el Ayuntamiento: «se
detubiese los cincuenta pesos que se le tenía que dar por misa y función
331
de Nuestro Patron Sto. Domingo» (25)
Pero ¿qué gente era aquella que as¡ hostigaba, con pretextos que,
por tan mínimos agravaban la ofensa, y qué pensaba el resto de los
vecinos, aquellos que no formaban parte del grupo de la gente de más
destaque en el pueblo entre los cuales se distribuían año a año los cargos
concejiles ?. Lo primero nos lo contesta Francisco Albin Comandante
militar de la región, quien solicitada su opinión por el Virrey respecto al
mejor sitio donde autorizar la erección de la Capilla que proyectaba
Castro y Careaga respondió el 12 de Octubre y en ese oficio decía:
«En este paraje que es tan inferior al de los «Zorrillos» se hallan
poblados unos quantos vezinos pobres, y se les sigue perjuicio (causa)
si la Iglesia se muda, aunque sus casa son de poco valor, y otros que las
tienen de más costo respecto a estos, no obstante sordo palo a pique las
paredes y techo de paja, los más son forasteros que comercian en efectos
y bebidas, los quales no atendiendo más que a sus intereses, repugnan
la traslación de la Iglesia, pero soy de sentir que mudándose esta se
mudarán ellos. Los más de los vecinos desean que la Iglesia se mude
para hacer sus casas...»
Y agrega más adelante: «Respecto a que no tienen haciendas y se
mantienen del juego y latrocinios de cuero, y embebidos en este trajín no
procuran labrar la tierra». (26)
En cuanto a lo que la gente común pensabade su párroco nos lo dirá
más adelante el Obispo Manuel Azamor y Rodriguez.
Las obrasde la Capilla Nueva, financiadas y dirigidas personalmente
por el padre Castro y Careaga, avanzaron bastante más rápido que
aquellas otras en que habían sido los vecinos los requeridos para ayudar
con dinero o trabajo a su erección; a principios de 1789 ya estaban tan
adelantadas que el curadecidió sacar de la iglesia de Santo Domingo una
de las tres campanas allí existentes para llevarla a la que quería inaugurar
en 1790 con la prometida asistenciadel Obispo Azamora. Ese hecho más
alguna otra actitud, también al parecer alguna inconduda suya, cierta o
sopechada, de que intentó excusarlo su teniente cura, dieron motivos
paraque el 12 de mayo de 1789 el cuerpo capitular decidiera iniciar acción
criminal contra Castro y Careaga, denunciándolo ante los tribunales civil
y eclesiástico, a cuyo efecto designó cromo apoderado del pueblo de
Santo Domingo a Pedro Manuel Garcia, a quien dio especial encargo para
que proporcionara a Su lllma, el Obispo, «solemne y amplia información
de los excesos cometidos pordicho don Manuel de Castro y Careaga con
poco temor de Dios y menos precio de su conciencia y de la eclesiástica
jurisdicción que en S.lllma. reside, vilipendio del Cabildo y del vecindario
ultrajando en el lugar sagrado de su predicación a los constituyentes de
este propio Cabildo que fueron en el año pasado, y a los que no lo eran
332
tratándolos de antecristos, pulperos del demonio, mentecatos indignos,
y mitándole asimismo en estos el teniente cura actual don Gregorio Llanos
con la licenciosa y escandalosa proposición de que aunque a dicho cura
le bieron fomicando no lo creyeran pues a él le constaba que era un Santo,
Santo y que esta bordad la atestiguaba con el Santísimo Sacramento de
que ha permitido tambien dicho cura y vice cura estubiese este pueblo a
tiempo de la erección de la nueba Capilla de río Negro sin sacerdote que
pudiese ocurrir a las necesidades espirituales de este pueblo desde los
días lunes asta las noches de los biernes de cada semana permanecien-
do en dicha obra tanto el expresado cura como su teniente lo que
asimismo ha dado lugar de que los padres enterrasen los cadáveres de
su propios hijos sin asistencia de sacerdote, fuera de la iglesia...., relatan
luego el episodio del traslado de la campana y concluyen manifestando
que .procedimientos extraños de dicho cura han puesto a este pueblo y
su vecindario en un doloroso fermento, de maledicencia y murmura-
ción.... (27)
Cada vez más maltratado, notoria la mala disposición de los
miembros del cuerpo capitular, el padre Castro y Careaga respondió
recurriendo a lo que Plongeron denominó «el arma absoluta: la Huelga.,
cuando explica lo que había ocurrido en Francia precisamente en esos
mismos años: «Cuando los notables, dice el historiador católico, llegaban
a crearle serias desazones... el cura decidla rehusarlas plegarias
públicas contrae¡ granizo, contra la sequía y suprimía las procesiones, las
ceremonias de difuntos... y los demás servicios pastorales. (28).
Por esos¡ Ayuntamiento eleva, con fecha 15 de noviembre de 1789,
oficios de queja al Virrey ya] Obispo: «Nos los Sres. de este Ilustre Cavildo
participamos a S.E. como nos hallamos mui escasos en este pueblo sin
tener quien nos administre los sacramentos a causa de hallarse nuestro
cura y Vicario Don Manuel de Castro y Careaga fabricando una Aiuda
Parroquia... y solo viene quando se le pagan las misas de obligación y lo
demás del tiempo se pasa en compañía de su Aiudante cura en aquella
aluda de Parroquia y nosotros padecemos la pension de no tener quien
nos administre los sacramentos, ni dé sepultura a los muertos, pues ha
tenido unosquantos que estuvieron dos o tres días causando mas grande
pestilencia y escándalo en este pueblo y viéndose en precision los
interesados de hacer un hoio debajo del corredor dé la iglesia sin
asistencia de ningún sacerdote, y asimismo ha tomado un gran encono
con todos los vecinos de este pueblo como lo demuestra, pues se vale de
el arbitrio de explicar la Doctrina Christiana en la Cáthedra del Espíritu
Santo y entonces destrata a todos los del auditorio, y particularizando a
las Justicias y Sres, de este Cabildo pues este ultraje está experimentan-
do este I.C. continuamente, a mas de a V.S., y nosotros valiéndonos de
333
la prudencia y por no molestar la atención de V.S. hemos tolerado hasta
aquí viéndonos tan abandonados de nuestro cura y Vicario que ha
intentado despoblar estacapilla de varias halajas sin tener derecho a ellas
como b hizo con una campana de esta propia Iglesia, pues estaba
colobcada en ella cerca de tres afios y haviéndola volado del campanario
y puéstola en su propia casa para mandarla al siguiente día a la aluda
parroquia arriba nombrada, y haviendo llegado a nuestra noticia este
asunto tan injusto determinamos pasaren persona, el Alcalde de 1er voto
y el de 2Q en compañía del Síndico a la casa del Sr. Cura y Vicario, en
donde solo encontramos al aiudante del cura, don Gregorio Llanos, y
diciéndole nosotros que con que orden se havia vejado aquella campana,
respondió que por orden del Sr. Don Manuel de Castro y Careaga y
diciéndole nosotros buenamente que aquella campana era de esta
nuestra iglesia, dándonos unas grandes vocea, nos dijo que estábamos
descomulgados (...).. Al final de su larga perorata agregan que el párroco
tiene .una grande usadla y altivez... pues aun no respeta el Santo Templo
de Dios, como lo ha hecho con varias personas hachándolas de la iglesia,
como lo hizo con Don Juan Pedro de la Cruz dándole con las puertas en
los ojos.... (29)
El Obispo Manuel Azamora y Ramirez llegó a Soriano en mayo de
1790 de paso para la Nueva Capilla que iba a inaugurar; sin embargo los
problemas que agitaban el ambiente del pueblo, pleito de que había sido
enterado en Buenos Aires por Pedro Manuel Garcia, le obligaron a
detenerse allí para investigar lo que estaba ocurriendo y conocer la
opinión de ¡agente. Antes ya había manifestado al apoderado del Cabildo
que cuanto éste presentara sus escritos ellos debían .venir firmados de
Letrado con Estudio conocido.. (30)
Más tarde, una vez cumplida la misión que lo llevaba hasta la costa
del Río Negro, que consistió en bendecir la Capilla Nueva el 28 de de
mayo y celebrar al día siguiente misa pontifical y escuchar los sermones
de .Vicente Arroyo segundo cura rector de la Catedral, del propio padre
Castro y Careaga, de otro cura innominado y de Fray Josecito. (31), el
Obispo decidió quedarse algún tiempo en aquel sitio en procurado alivio,
así dijo, de algunas dolencias que lo aquejaban. Fue en esos días del mes
de julio de 1790 cuando elaboró el informe que, en respuestas un pedido
del Virrrey elevó a éste, noticiándolo del resultado de sus averiguaciones
en Santo Domingo Soriano. Importa el conocimiento de su texto porque
el mismo arroja luz sobre la verdadera situación de las partes en conflicto
y sobre la opinion que los vecinos de Santo Domingo tenían al respecto:
.Como por la constitución de mi salud y dictámen de los Médicos
necesitaba yo pasar a esta Venda a mudar de aguas y de aire por algún
tiempo, me pareció conveniente tomar por mí mismo las noticias de más
334
cerca inspeccionando al mismo tiempo la verdad de las quejas y su
origen: bien que se me hacia duro creer, que un sacerdote que en su
ministerio y conducta había sido antes tan bueno, se volviese de repente
muy malo; y que un cura que sin auxilios del Rey ni de este Cabildo, si no
a su costa y diligencia, había tenido espíritu para edificar una Iglesia en
medio de su Curato, sólo por el bien espiritual, y aun temporal de sus
feligreses, se extremase en hacerles, en decirles, y en quererles mal
como enunciaba bien claro la representación del Cabildo. Pero de
cualquier suerte era preciso oyr las quejas y atender la justicia.
No pude executar tan pronto como quisiera mi venida, porque la
llaga de la pierna me tuvo dos meses sin salir de casa y sólo pude venir
a mediados de abril...
Después de manifestar haber recibido la delegación del Cabildo y
auscultar el espíritu del vecindario, agrega: .Paso a paso y con mucha
paciencia, voy tolerando cosas que no pensé tolerar si no por la Caridad
y el oficio; pero los Padressufren, aunque con dolor el poco comedimiento
de su hijos. Por lo demás, la causa continúa por sus trámites regulares,
y esa es la serenidad de la Justicia. El Pueblo y Vecindario, y todo su
partido, lo advierto en un total sosiego en orden a esta causa. Solamente
el Cabildo, o los capitulares entre sí, oygo decir que están turbulentos,
agitados, y en continua conmoción unos con otros. Lo que a mime parece
es (y no me engaño mucho) que quieren reducir las cosas a vocinglería,
y recurrir a gritos y clamores, más bien que al orden regularque prescribe
el derecho para los juicios.
.Esta es la relación que doy a V.S. del asunto, que más me parece
carta de amistad que contestación a su oficio del 1 Q de este mes (julio) que
recibí el día 15». (32)
En agosto de 1790 llegó a Santo Domingo Soriano el Abogado
licenciado Eusebio Antonio Mallado, contratado en Buenos Aires por el
Alcalde de 2Q voto Juan Pablo de la Cruz, para atender la parte del cabildo
en el pleito con el cura; su primera actuación fue cobrara¡ cuerpo capitular
•400 pesos de moneda corriente libres de los otros gastos de casa y
demás necesarios para su subsistencia en el Real Pueblo». (33)
En setiembre Mallada, acompañado de de la Cruz y dos testigos
llegó hasta Capilla Nueva, donde todavía permanecía el Obispo curán-
dose o descansando, pretendiendo entregarle un escrito que el prelado
rechazó. Enterado el Cabildo dispuso elevar los antecedentes al Virrey.
(34)
En la misma sesión Juan Pablo de la Cruz pone en conocimiento del
Cuerpo sobre .una información sumaria que había actuado con veinte y
seis testigos sobre haver varios sujetos, formado una cierta especie de
conmoción y conspiración contra el Y.C. y a fabor del cura dicho Don
335
Manuel de Castro y Careaga». (35)
Es decir que había en el pueblo un partido que se solidarizaba con
el párroco; en él militaba al parecer José A. Pérez Moreno quien fue
encarcelado y embargados sus bienes. (36) No duró mucho el atropello
porque pocos días más tarde llegó a Santo Domingo el Comandante de
milicias de la región don Francisco Albin, portador de una orden de la Real
Audiencia que disponía .la inmediata libertad de Pérez Moreno, el
desembargo de sus bienes» s intimaba al cabildo» a presentarse ante la
real Audiencia por medio de apoderado dentro de un plazo de 30 días.
(37)
Llovía sobre mojado sobre el techo pajizo donde se reunían los
pugnacescabildantessorianenses, pero no terminaron ahi sus sofocones.
En efecto, un nuevo incidente, inevitable, iba a agriar aún más las
ya ácidas relaciones entre el poder civil y la autoridad eclesial; se
acercaba el 15 de setiembre fecha en que dobla celebrarse la festividad
del Santo Patrono del pueblo y al mismo tiempo procederse a la jura del
estrenado monarca, Cactos IV, ceremonias que no habla forma de
soslayar ni de postergar. Los cabildantes se reunan el día 13; sospechan,
con bastante fundamento, que el cura y vicario iban a continuar aplicando
las medidas digamos gremiales, que tantas protestas habían suscitado,
dejándolos sin misa, ni sermón, y sin el resto de los servicios religiosos
que eran de uso en tales solemnidades; «no sabemos, dijeron los
preocupados capitulares, quien en ellas y en su misa cantada se vestirá
y hará los Divinos oficios» por eso deciden dirigirse otravez al Obispo que
continuaba su estadía de descanso y reflexión en la Nueva Capilla .para
que se sirba desirnos quien hará los divinos oficios en este caso y as¡
tambien hacerle presente que en caso de no darnos ministros del Altar
quedamos de acuerdo en que lo sea el P. Fray Isidro de Sosa del Orden
de los Predicadores.» (38)
El asunto no se presentaba bueno para los responsables de la
.vocinglería» anti-párroco, de cualquier manera tenían a mano un fraile
itinerante que podía sacarlos del apuro. La verdad es que, al fin, no hubo
demasiado drama, el cura y vicario apareció a tiempo, celebró «los
Divinos Olicios», cumplió con sus demás obligaciones pastorales y
regresó a su Capilla Nueva. Sin embargo no todo se desarrolló a
satisfacción de los .sensibles. cabildantes quienes, reunidos el 9 de
octubre (aunque el redactor del acta de esa sesión escribió .setiembre.)
acordaron: «que en atención a no haverse compuesto la iglesia por el cura
don Manuel Antonio de Castro y Careaga para la festividad de Nuestro
Santo Patrono, que se celebró el día quince del mes pmo. pdo., en culo
día se solemnizó, as¡ tambien, la jura de Nuestro Católico Monarca
reinante Don Carlos IV (que Dios guarde) y a los muchos otros desaires
336
que se le hicieron a este Ilustre Cuerpo en el citado día y víspera por el
referido cura; al mismo tiempo que para la festividad de Nuestra Señora
del Rosario, pues se celebró el día de oler, que contamos tres del
presente, se advierte haverse exmerado en poner todo su exmero en la
compostura de la iglesia solo por, con este motivo, darle maiores
sentimientos a este Cavildo, se le de cuenta al Exmo. Virrey ...• (39)
Leerlo que antecede basta para hacernos una idea cabal del grado
a que había subido la temperatura ambiente en la Casa Capitular; pero
no pararon ahí las desazones que debieron soportar los irritados
cabildantes antes de que llegara el final de aquel su largo .calvario.;
recordamos que apenas entró en escena, en agosto de 1790, el Abogado
y Licenciado Mallado, los capitulares tuvieron que desembolsar 400
pesos (suma importante para la época) en calidad de adelanto; antes, en
julio Juan Pablo de la Cruz que habla viajado a Buenos Aires, por cuenta
y a costo del cabildo, entre otras cosas para contratar al profesional que
se encargaría del caso, presentó a sus pares una liquidación de gastos
que ascendió a 85 pesos, tres reales y 1/2 (se incluyen allí los clásicos
.sellados., timbres, copias, derechos al escribano, vistas fiscales, un
adelanto de otros 25 pesos al abogado, etc., etc.), finalizando: «se
perdona el mes y veinte días que lo hizo gratis., según el gestor Cruz. (40)
No quedó ahí el castigo económico que debieron soportar los
futuros .crucificados. capitulares porque; otra vez en setiembre de 1790,
en doctor Mallada demostrando ser sumamente diligente... en eso de
pedir adelantos, exigió y obtuvo otros 50 pesos .para gastos..
Realmente eran caros los servicios profesionales en aquella época;
enseguida sabremos cual fue el resultado de la intervención de Mallado
en este pleito y la ópinión que le merecían al Virrey Arredondo los
prestadores de tales servicios.
Llegamos ahora a .visitar. las postreras .estaciones. del .calvario.
de los tercos cabildantes sorianenses; en octubre de 1790 reciben una'
comunicación que desde Buenos Aires les remitió Bonito Lopez de los
Rios, Regidor del Cabildo, quien había sido encargado de entregar al
Virrey todo el papelerío reunido desde el inicio del pleito; el informe no
podía ser más desolador: despues de haberle saludado, dice Lopez, y
puestos los pliegos en su mano le dije como hora comisionado y Regidor
de ese Cabildo... a que me respondió que ya tenía la cabeza llena de
escritos y representaciones de aquel Cabildo y quesería necesario tomar
una grande providencia sobre ello, que si no podrían estar en gracia de
Dios, que estando así tan rebuenos y llenos de hira unos a los otros, a lo
que le respondí que a los de la parte del cabildo nos parecía ser muyjusto
el seguir y defender estos asuntos por ser tan notorios a nuestra bordad
y que a costa de nuestros intereses lo estábamos costeando y defendien
337
do, a lo que me respondió que nosotros que por consejos de Abogados
nos hacían bar que lo negro era blanco y por comernos la plata y lo mejor
que era cortarlo y quitarse de enredos. (...)
Más adelante: S.E. respondió que pusieramos todas las cosas en
su mano que él daría un buen corte que el no hablado querer que la parte
del cabildo quedase con bejamen... no me permitió que yo le expusiera
ni hablase de naday con eso me despedí, yo soy del parecer señores que
este asunto se transe por que... a mi me parece que vale más una mala
compostura que un buen pleito.... (41) La fecha, 11 de octubre de 1790.
Siguen en días posteriores llegando otras comunicaciones del
agente que está en Buenos Aires; en una de ellas trasmite la noticia de
que el Dr. Mallada esta muy interesado en proseguir su pleito y aconseja
seguirlo pidiendo «la separación del cura., El Regidor López, con muy
buen criterio, defendiendo sin duda sus intereses y los de su colegas
sorianenses de una nueva embestida recaudatoria del interesado curial,
anuncia: • no ajitaré nada hasta la resolución de V.S.. Llega, ¡al fin 1, en
noviembre, el aviso fatal: .es de advertir que todo Buenos Aires me en
dicho que estan comprometidos con los Oidores, Fscal y Virroyna en
favor del cura, aunque con todos los que he consultado la realidad del
asunto nos dan la razon.... (42)
Con esta noticia los ánimos se aplacaron en el cabildo sorianense,
nuevos capitulares llegaron en los años siguientes y con ellos y con la
experiencia adquirida, llegó la reconciliación con su párroco y vicario
quien depuso asimismo sus juveniles desplantes y pudo, al menos no hay
noticias en contrario, seguir ejerciendo sin mayores contratiempos, hasta
el año de su traslado a Buenos Aires, 1797, su sagrado ministerio en el
antiguo pueblo, donde, también con aporte de su peculio, contribuyó a
levantar una nueva iglesia
338
te la sacralización de su imagen.
Era un tiempo nuevo y de ello son constancias, lo que ocurría con
los curas, vicarios de Dios, ministros de su culto, cuando sus actitudes o
sus exigencias afectaban la dignidad o los intereses materiales de
aquellos que ya no se consideraban .siervos., que si eran creyentes
sabían de sus derechos y tenían suficiente libertad de conciencia y
ausencia de temores para reclamarlos. Y no importaba que, como en el
caso de Santo Domingo Soriano, perdieran la partida, tampoco cambiaba
la esencia del fenómeno que la ganaran, como enseguida veremos
ocurrió en Paysandú; el hecho es que habían aprendido a enfrentar a la
autoridad espiritual como también lo hacían otros con la castrense; la
gente se acostumbraba a disentir y a expresar su disenso ante aquellos
poderes antes incuestionables.
No sabemos cual pudo haber sido la causa que en 1804, habla
obligado al párroco de Paysandú fray Jose Baca, como antes lo había
hecho su colega de Santo Domingo Soriano, a declarar la huelga de
servicios espirituales en perjuicio de sus feligreses. En tales circunstancias
los vecinos de aquel pueblo decidieron reclamar ante el Obispo denun-
ciando esa y otras actitudes del padre Bocoy lo hacen el 26 de agosto de
1804 en estos términos:
«Después de rendirse estas humildes ovejas, a las órdenes de su
favorecedora, pasan, con la debida sumisión, a impartir a su ¡¡¡me. los
desórdenes que hoy en el día experimenta éste su rebaño con la opresión
de nuestro Cura, el R.P. Fray José Baca, siendo éste el principal
instrumento de las inquietudes que en la actualidad experimente este
corto número de pobladores, quienes sólo aguardando se hallan la
indispensable resolución de Su (lima., pues como fieles ovejas buscamos
primero el remedio (de quien puede darlo) para obviar perniciosos males,
y gravámenes fines, como sería ¡afina¡ despoblación de un tan deseado
Pueblo; pues que acostada nuestros haberes lo hemos reducido al actual
fomento en que se mira, habiendo sido asolado por superiores órdenes
no ha mucho tiempo, pues vecinos se hallan segunda vez pobladores de
este Pueblo, que a su costa y pensión han renovado las habitaciones, de
que antes fueron expulsados; este muy natural dolor nos obliga a mover
los labios pidiendo otro cura, que, desapasionado de su particular
bienestar, mire por el comúm; y que no conozcamos por cura a quien no
se duele de ver morir sin confesión, por ser distancia de media legua, de
la que fué llamado, como después diremos.
No dudamos que el entablar, en un pueblo novicio, la ley Santa de
Dios, es la piedra fundamental, en la que estriba todo el último fin de las
almas; pero al mismo tiempo se ha de observar cierta indispensable
cordura, para no hacerlo obedecer a sangre y fuego, porque será
339
experimentar dispersiones en los eligreses, comoyase está notando. No
hablamos de aquellas personas díscolas y altaneras, que sólo se ocupan
en dar trabajo a un Pueblo; no es nuestro fin traer a colación tales
personas: sólo, sí, de aquéllas en quienes se recapacita algún pudor; y
que éstas, por medio de alguna amonestación, saldrían del lago de la
culpa en que encenagadas se miraban; ésta, más parece ¡limo. Señor,
una prudente queja; y justos motivos para hallarnos preocupados de
notables disgustos, los que nos hacen importunar la atención de Su ¡lima.
Con el actual Cura, se hallan los pobladores de este recinto sin
esperanzas de confesión, pues el que, por su desgracia, cayó doliente en
su lecho, clama por Sacerdote, y no le hallan sin tener quien los auxilie en
los últimos trámites de la muerte, consolándose éstos con levantar sus
descompuestos ecos, envueltos en sentimientos, a dar sus justas quejas
al Altísimo, por llamar, y no ser oídos: Otros más innumerables feligreses
hubiesen seguido por el camina de ésta desgracia, si en la actualidad no
se hubiera hallado el P. Fray José Ramón Leones quien, llevado del celo
y bien de estas almas, aunque sin obligación de ello, caminó bajo la
encubierta noche a remediar otra alma, que damaba por confesión. En
esta virtud, dilectisimo Pastor, sólo conocemos por Cura, por ser el P.
Fray José Baca quien cobra los derechos de la Iglesia, y aun esto, con
tanta tiranización, que sólo en ello fija su conato; prueba de esto será
haber juntado en dos meses al pie de doscientos y setenta pesos, los que
ha ido mandando en remesas para Buenos Aires: siendo de su resorte,
e indispensable obligación ayudarnos para los menesteres de esta pobre
Iglesia, y no obligarnos al prorrateo, como ha acontecido, para pagar un
copón y un sagrario; no para que fijemos nuestra consideración, ni que
deje de sergusto nuestro, el exponer los haberes de que gozamos por el
alivio de ella: pero si a este paso, nos es doloroso, experimentar tan
notable decadencia en nuestros cortos negocios por haber sido él causa
de tanta dispersión, en tanto grado que muchos de los que concurrían el
día domingo a la misa, hoy se excusan de ello, hostigados por la opresión
con que este Padre procura tratarlos; estos son sin duda, motivos muy del
caso paraque Su Illma nombre otro cura, el que desapasionado, mire por
esta feligresía
Se halla en la actualidad el padre Fray José Ramón Leones, aquien
sus notorios méritos, han abierto las puertas de toda aceptación; sujeto
capaz, por su amabilidad, para el desempeño de este Pueblo, y a quien
hemos obedecido puntuales todo el tiempo, sin que dicho Padre pueda
tener la más leve queja de este corto número de vecinas.
Por lo tanto, a Su Illma. pedimos que, mirándonos con el amor de
Padre, consigamos lo que nuestra justa y bien fundada solicitud piensa
alcanzar. - Paysandú, 26 de agosto de 1804.
340
José María Decasa - Nicolás Delgado - José Ignacio Calderón -
Manuel de los Ríos -Juan Maso - Pedro Mayans. (43)
341
LA CASA DEL CURA
342
a determinadas ceremonias religiosas, las defendieron los cabildantes
fernandinos.
Ocurre que las reclamadas prerrogativas, que hoy pueden parecer-
nos cosa menor, constituían la manifestación expresa del respeto y la
consideración que el poder eclesial debía al poder civil representado por
los miembros del Ayuntamiento; renunciar a ellas hubiera sido, en
tiempos de la monarquía borbónica que habíasubrayado el viejo concep-
to regaliano, dar la espalda a sentimientos civilistas muy arraigados en el
alma española.
Su falla de cumplimiento, muchas veces intentado por los pastores
espirituales como se comprobó en el caso del Cabildo de Montevideo,
implicaba a juicio, razonable, de los miembros del Ayuntamiento, además
de un desconocimiento de su autoridad, un motivo de escándalo que los
desprestigiaba ante la opinión pública.
El caso de esta especie que conocemos ocurrido en Maldonado, se
denunció al Virrey en 1799 pero la conducta irregular del párroco, que lo
era Juan Dámaso de Fonseca, (futuro diputado de ese pueblo a la
Asamblea Constituyente que en 1813 se reunió en Bs. As.) había
comenzado a manifestarse en 1795, tres años después de que este cura
se hiciera cargo de la parroquia fernandina.
El relato contenido en la reclamación que el Cabildo elevó a la
máxima autoridad colonial del Plata, el 9 de setiembre de 1799, ilustra
sobre el desarrollo del ceremonial que, en reconocimiento del poder civil
por la autoridad eclesial, se desarrollaba en la iglesia de Maldonado en
oportunidad de las grandes ceremonias; dice así, en la parte que nos
importa, el referido oficio: «...desde la fundación y erección de su Ilustre
Ayuntamiento, estubo reciviendo y disfrutando en la iglesia parroquial por
los curas párrocos propietarios e ynterinos en los días de tabla o de
precisa asistencia las ceremonias de al entrar y salir, recibir y despedir a
los capitulares con agua bendita, acompañándolos a la entrada hasta el
propio escaño de donde se retiraban para la asistencia a la misa y demás
oficios divinos que se practicaban, durante los quales tambien se les
daban las balas de cera, encendidas en su oportunidad y hacían otros
onores yceremonias que caracterizaban adicho respectable cuerpo; que
en la Fiestadel patrono San Ferrando para más solemnizarla tambien se
les dispensaban a que las dichas ceremonias, y acompañaban dos
capitulares desde el aliar maior hasta el púlpito a los curas párrocos que
predicaban, recibiendo ygualmente de estos las más rreberentes benias
hasta su regreso. Sobre este pie ce-, quieta y pacífica posesion y sin
alguna intermision estubo por muchos Los el Cabildo hasta el mes de
julio del año pasado de 1795, en que el; actual párroco don Juan Dámaso
de Fonseca de improviso y sin fundamento motibo y abandonando la
343
inbeterada costumbre despojó a los capitulares de las referidas ceremo-
nias ocasionando esta violenta y boluntaria nueba disposición un motivo
de público escándalo en toda la ciudad que miraba el menosprecio del
cuerpo más respetable de ella...., más adelante afirman los capitulares
que «El Cavildo para mantener la devida autoridad y jurisdicción, no
necesitaba, sin duda, de los ezpresados onores, pero tampoco es debido
que se le pribe de los que con anterioridad, por costumbre, ha recibido,
prebiniéndolo así las leyes recopiladas de estos Reynos, cuando se trata
de las precedencias y ceremonias, y rrefiriéndose a que de modo alguno
se cese la costumbre como lo ha obserbado el párroco...., finaliza este
oficio pidiendo V.E., ordene que a este cavildo se le den y hagan todas las
ceremonias que acostumbraron hacer y permitieron los párrocos que
hubieron en esta parroquia hasta el año pasado de 1795... .Maldonado
9 de septiembre de 1799. Firman Andres Benito Fajardo, Juan Machado,
Antonio Revillo, Fabian Cerron, Josef Ferradell y Juan Pasqual Pla. .(46)
Como era característica de la administración española, herencia
que cultivamos, el Ayuntamiento fernandino debió seguir soportando el
.menosprecio. de su párroco por dos años más ya que recién el 18 de
diciembre de 1801 Don Manuel Joachin de Soca firmó en Buenos Aires,
vaya uno a saber cuando llegó a Maldonado, el oficio conteniendo la
resolución recaida. .En el expediente promovido por V.S. con el Cura
Vicario, sobre etiquetas,.... Allí se decía que .la Real Audiencia... declara
que el cura de la ciudad de Maldonado debe, en las funciones de Tabla,
por sí o por otra persona quando estubiere empleado en ellas, recibir al
Cavildo con agua bendita a la puerta y despedido luego que se concluyan,
dándole igualmente la paz en la misa.... (47)
344
contraidas cuando, por el bautismo, habían ingresado ala «comunidad de
los fieles. y, 2°, que ese enfriamiento del celo religioso, ese abandono del
«esmero. que la Iglesia exigía a un espíritu realmente religioso en el
cumplimiento de las prácticas que distinguían a un verdadero católico,
bien se podía estar llegando a los límites del descreimiento, casi a la
irreligiosidad.
Algunos episodios que venimos de conocer, por ejemplo: la falta de
interés de los vecinos por apoyar de alguna forma concreta, con dinero
o con trabajo personal, el adecentamiento de los lugares del culto o,
incluso, en salvar de la ruina esa, «obra tan grata a los ojos de Dios.;
también todas esas demostraciones de desconsideración, a veces de
agresividad, que, según pudimos enterarnos, debieron sufrirlos ministros
del culto por parte de las autoridades civiles, constituyen elementos de
juicio que refuerzan aquella sospecha, si es que ya no la confirman.
Vamos a incursionar ahora en terreno más firme con elconocimiento
de hechos y situaciones que nos van a permitir acercarnos un poco más
a la verdadera comprensión de los reales sentimientos que, en general,
abrigaban para con su Iglesia (dogmas, preceptos, ceremonias, y minis-
tros) las gentes de nuestra campaña.
LA EXCOMUNIÓN DESESTIMADA
345
el Comandante (actual) por tantos, y por su Escribano que no ha cumplido
con la Iglesia, ¿cómo será posible que el cura... cumplacon su obligación,
que todo no sea preparatorio y leña para encender más el fuego de su
persecución?...» (48)
Ya vemos que poco podía la Iglesia en aquellos apartados pueblos
de la Banda Oriental cuando la rebeldía de sus .siervos., o su aparta-
miento, se ponía de manifiesto afrontando los rayos de su Obispo. Pero
es que, y lo dice un historiador católico, ya en los años 20 del siglo XVIII
.el arma de la excomunión había pasado de moda (demodé)» (49), ya no
surtía los efectos queridos por la Iglesia ni el ánimo de los sancionados
ni en sus relaciones con el resto de la sociedad; los curas recurren, a la
huelga, a la negativa de prestar sus servicios pastorales; medida que,
atemperada aplicó Castro y Careaga (trabajo a reglamento podríamos
llamarle ya que sólo cumplía sus obligaciones pastorales los sábados y
domingos) en Santo Domingo Soriano con el fin de .docilizar» a sus
tenaces impugnadores del cabildo.
No sabemos que decidió hacer en aquella oportunidad el Obispo,
con quienes figuraban en la lista de .Reveldes»; la amenaza de excomu-
nión habla sido desestimada, la misma situación reinante en San Carlos
no era propicia para la aplicación de esa medida, la .huelga de servicios»
ningún efecto iba a producir ya que, precisamente, de esos servicios
habían decidido prescindir los .Reveldes».
La Iglesia gala hablase ingeniado, frente a tales casos, también la
española; se trataba, según Plongeron .de una estrategia garantida»; la
negación de los sacramentos (la absolución, por ejemplo), cuando quien
estaba mal con la Iglesia se encontraba en trance de muerte, y después
del deceso la prohibición de enterrar sus restos en el camposanto.
No habían llegado aquí esos usos, sí se estrenaron en los años 70
del siglo siguiente cuando el Obispo Vera negara entierro en los cemen-
terios a los católicos afiliados a la Masonería. (SO)
34E
asi», -aclara el padre Astigarraga) en el que se acusa a un tal Mateo
Campos zapatero recién llegado al pueblo, que se había expresado como
un hereje afirmando que «Cristo no sufría en su propio cuerpo los azotes,
sino en alguna sombra» y que «si en estas tierras la Iglesia permitía
casarse a los compadres él no creía en Dios» (51). Parece que estas, que
hoy consideramos ingenuas lucubraciones, escandalizaron al devoto
Guadalupe y a otros vecinos quienes acusaron al pobre zapatero ante la
Justicia eclesial. Supongo que; al no existir por esa época en la Banda
Oriental gente del santo oficio que se ocupara en serio de tales cuestiones
nada grave haya ocurrido al incrédulo zapatero Mateo Campos.
FRIALDAD RELIGIOSA
347
combeniente, como tambien los que oorran carreras sin si permiso,
incurriran en la misma pena.... Firman: Bonito Fajardo, Antonio Tort,
Caietano Ignacio Huerta y Bonito de Casas (?) (52)
Esta claro cuanto importa al tema que tratamos el conocer la
constancia que en el documento se deja de que la gente que realizaba
trabajos manuales, que vivía de su salaria, (al menos esa) resistía, o
eludía no solo la prohibición de trabajar en los .dios festibos. que, para
el buen entendedor de la época, eran los días de .fiestas de guardar.
sino que, por consecuencia, también dejaban de cumplircon laobligación
de asistir a las ceremonias religiosas que en esos días se celebraban.
Pero, además, encontramos en ese .Bando de buen gobierno. un detalle
que nos revela la gravedad que se atribula atal apartamiento, habitual ya
que era preciso reiterar la norma, de los deberes de un espíritu religioso,
el mismo radica en que mientras para castigar estos .delitos. la sanción
propuesta era de diez pesos, suma mayor que el salario que por mes, se
pagaba a aquellos que entonces alquilaban su fuerza de trabajo, en
cambio se penaba con suma mucho menor, cuatro pesos, infracciones
más graves desde la óptica actual, como ser el que un médico, un
cirujano, un boticario, y, aun, un .curandero., no denunciase haber
atendido a un herido en hecho de sangre.
Comprobar la real situación de descaecimiento de la disciplina
religiosa, predominante al menos en algunos sectores de la población de
San Carlos, era el objeto primero que nos llevó a reproducir este
documento; pero también el resto de su contenido, por referirse e ilustrar
acerca de otros aspectos de la vida de aquel pueblo tiene valor suficiente
como para justificar su transcripción, aún fuera de oportunidad.
Situación parecida a laquevenimos de conocer se dabatambién en
Colonia y en Soriano. En el primer pueblo, y en 1780, nos dice el padre
Astigarraga, que Sor Maria Antonia de José una monja que a este
sacerdote le .resulta una de las figuras más atrayentes., estuvo tratando
de organizar allí una casa de Ejercicio, no habiendo logrado al parecer su
objetivo ya que de esa experiencia .se lamentaba debido a la falta de
Sacerdotes y a la frialdad religiosa. (53) que pudo constatar afectaba al
vecindario.
En Santo Domingo Soriano y en 1806, el 28 de junio, el Cabildo
debió ocuparse, igual que lo había hecho el de San Carlos, de la
indiferencia que muchos vecinos demostraban por el cumplimiento de
sus deberes religiosos: ....se dará parte, dice el acta de aquella sesion,
al Exmo, Señor Virrey, noticiándole asimismo de los vicios, menosprecio
y abandono, con que se mira por los vezinos y más particularmente por
los empleados en el cuerpo de Milicia esimiéndose de asistir con fríbolos
pretextos a la función de Santo Patron y paseo del real Estandarte,
348
haciendo caso de los bandos, penas y multas impuestas, por la antigüe-
dad de nuestros antecesores y deviéndose esta, como antes ha cido la
función más solemne y de lucimiento, biene asar en la presente, ridícula
y despreciable y para que el remedio de este vicio, tan perjudicial, por la
indeboción al santo Patron, y poco respeto al soberano de que informado
S.E., dará providencia para proceder contra los que incurran en el
desobedecimiento.. (54)
Falta en nuestros archivos documentación que nos diga lo que en
esta materia sucedía en los demás pueblos de la campaña, pero pode-
mos suponer que en todos ellos la situación era la misma, muy parecida
o aun peor; algo de esto, se deduce de lo que vamos aconocer enseguida.
349
extracciones de ganado y el comercio clandestino por la inmediación de
los portugueses, este es el verdadero y único interes que ellos procuran,
no su espiritual aprovechamiento.... (55)' '-
Como vemos no se cuestiona allí otra cosa que la presunta
religiosidad de los solicitantes y la sinceridad de los fundamentos espi-
rituales de su pedido. Sin embargo; deja planteada una duda que nos
llega también a nosotros que estamos enterándonos de situaciones
parecidas.
Quien va directamente a la cuestión que ahora nos interesa es el
propio Miguel Ignacio de la Quadra que, urgido por el hecho de que la
autorización había sido ya concedida, llega al expediente 9129 de marzo
de 1802 y descarga en su escrito todas las baterías disponibles contra
Fondar, contra el cura y contra el resto délos firmantes. De estos últimos
dice que., .son imaginarios y puestos sin más que el' antojo dé sus
caprichós y el de Fondar para sorprendes la vondad de V.Exá: y se conoce
no lo hacen con aquella legalidad que exige la verdad, pues aun quando
fuese cierto; estos tienen para cumplir los preceptos divinos y eclesiás-
ticos el pueblo de San Jose a una distancia regular á ménos que cada urjo
quierá tener pegado asu casa la Capillá y la ermita del Dios Bacoque séla
el objeto y proyecto principal. Muy a la vista han estado estos exemplares
que la taberna y el Oratorio se han hallado pared por medió en una misma
casa, que V.Exa. no lo ignora... (56) Dice más de la Quadra, ofrece su
capilla privaday de Fondar dice que .es hombre de conocidos vicios ,y los
más abominables de la embriaguez».
Queda así conocida la primera mención respecto a la existencia de
la poco creible cohabitación de pulperoycura, de taberna y lugarde culto,
bajo el mismo techo. ¿Simple recurso de mal litigante o realidad
constatable ?. De la Quadra recuerda al Virrey que .V.Exa. no lo ignora».
'Sospechábamos que podía ser verdad lo alegado por Miguel
Ignacio de la Quadra en 1802 y esa sospechaquedó confirmada cuando,
leyendo un pequeño pero muy valioso trabajo de investigación realizado
por dos sorianenses M.E. Hirschy Sosa y el sacerdote Ruben A. Irurueta,
encontré que: Allá por 1754, según testigos de la época, dice la señora
Hirschy Sosa, un pequeño y pobrepueblo, El Espiniilo, fue levantando sus
ranchos sobre el arroyito del mismo nombre, a dos leguas más o manos
de los rios San Salvador y Uruguay, en jurisdicción del Partido de las
Víboras.
En una pulpería del pueblito, cuyo propietario era Don Manuel
Sarambión, fue destinada una pieza para oratorio, donde concurrían a
rezar los vecinos y donde de vez en cuando decía misa algún cura que
pasaba. Fue pues en la pulpería de .Sarampión», como decían los
paisanos, un rancho de barro y paja, el origen de la Parroquia de Nuestra
350
Señora de los Dolores.... .Más adelante agrega la autora: • En los libros
de Santo Domingo Soriano consta una visita (del Obispo de la Torre) en
1772. Se detuvo al pasar por el El Espinillo en el modesto oratorio de la
pulpería de Sarambión, donde los vecinos le solicitaron que enviara un
teniente cura o un cura interino, para poder cumplir los preceptos cristiano
pues les era practicamente imposible concurrir hasta Nuestra Señora de
los Remediosque era la Parroquiade las Víboras...-. El obispo .prometió
entonces la división del curato de las Víboras, para crear el curato del
Espinillo y enviarles un párroco. Entusiasmados los vecinos se compro-
metieron a pagar de su peculio, por prorrata, la congrua del sacerdote en
el Oratorio.. (57)
Llegamos así a la comprobación que de la Ouadra tenía razón y
decía la verdad, o estaba muy cerca de ella
UN CATÓLICO EN FALTA
CONCLUSIONES
Regresando al título de este subcapitulo, creo que ahora estamos
más cerca de poder dar una respuesta a la interrogante que allí se
planteaba, no por capricho sino tomando la palabra al Obispo Lue quien
consideraba a los paisanos que habitaban en los pueblos de nuestro
territorio interior: .crédulos e ignorantes..
351
Luego de enterarnos, a traves de los ejemplos de conductas que
hemos conocido, de las declaraciones de feligreses, de las acusaciones
de pastores espirituales, de las amenazas que éstos se vieron en la
necesidad de descerrajar y de la constatación de la absoluta inoperancia
de las mismas, creo que como primera conclusión podemos afirmar que
en el ambiente y en la época que estudiamos no existía, en general: ni la
credulidad propia de la ignorancia, ni la credulidad propia del fanatismo.
Pruebas de ello son, a mi juicio: el que aquella gente fuera capaz en
materia religiosa de discernir; aceptando aquello que se compadecía con
sus sentimientos, necesidades y conveniencias, lo que no siempre
coincidía con la totalidad de las exigencias del credo; de resistir lo que le
incomodaba; de rechazar de plano lo que entendían eran avances del
poder eclesial sobre sus derechos y, en fin, de reclamar lo que de acuerdo
a su conveniencia y creencias le interesaba de los servicios espirituales
que prestaba su Iglesia. Incluso, en relación con lo que hemos llamado el
«Gran Temor», que tan claramente se manifestaba entonces en las
exteriorizaciones que, escribano mediante, dejaban escritas los poblado-
res, .de posibles., de Montevideo cuando sentían acercarse el fin de su
tránsito por este «lugar de peniténcia», -que para ellos nunca debió serlo
tanto-, y las gravosas preocupaciones que sintieron los demás cuando de
enterrar, cristianamente a sus muertos se trataba; en la campaña, salvo
el caso de los testamentos de Colonia, aquellas manifestaciones no
parecen haberse repetido muy asiduamente.
Estaban aquellos hombres siempre tan cerca de la muerte y la
tuvieron con tanta asiduidad a la vista, que posiblemente por esa razón
no la temían demasiado. En fin, creo que de ninguna manera pueda
decirse que la gente de la campaña fuera irreligiosa en el sentido de
rechazar de plano dogmas, preceptos y las propias orientaciones de la
Iglesia oficial, única y obligatoria. Algunas excepciones recogidas vendrían
a confirmar la regla de una general aceptación que fundamentalmente se
refería a todo el andamiaje exterior de obligaciones, formalidades,
preceptos y demás componentes del edificio eclesial. En cambio, sí
fueron abundantes las manifestaciones de inquietud que en procura del
«pasto. espiritual se encuentran en los discursos de los cabildos y
personas; y aunque existe la posibilidad, aveces indicios vehementes, de
que algunas de esas manifestaciones fueran el producto de motivaciones
de oportunidad, en otros casos ellas suenan a sinceridad. Pero, en ambas
situaciones, luego que se consigue la asistencia reclamada a los minis-
tros del culto, se comprueba que muchos eluden el cumplimiento de las
obligaciones y compromisos que, teoricamente, habían contraído como
católicos; incluso, muchas veces, con estrépito, recusan a sus reclama-
dos pastores.
352
Entonces y como resultante puede decirse que la forma de relación
mantenida con su Iglesia por los habitantes de los pueblos dala campaña
oriental fue aquella que se adecuaba a un tiempo de transformaciones,
preanuncio de la que después, en toda su historia, hasta el presente,
(pese a los contraproducentes intentos protagonizados por el sector
pionónico que gobernó la Iglesia uruguaya desde 1859 hasta principios
del presente siglo) fue laxa, no demasiado sujeta ni entrañada, y respe-
tuosa.
La gente era, sencillamente creyente, no religiosa en la plena
acepción del término; respetaba a sus ministros y exigía de ellos el mismo
respeto, se resistía a ser explotada y si participaba en las ceremonias del
culto cuando sentía necesidad o se lo imponían las conveniencias del
medio ola costumbre, también era capaz de eludirlas cuando tenía
obligaciones más mundanas, más inmediatas que atender: el caso de los
tenderos, de los pulperos, de los artesanos que vivían del ingreso que
cada día les procuraba su trabaio.
353
NOTAS
1) AGN. Fondo Ex A.G.Ad., L°68.
2) Idem LO68 p.131.
3)Idem p. 133.
4) Bemhard Groetheysen, La formación de la conciencia burguesa en Francia en
el siglo XVIII, F.C.E., 1981, p.89.
5) Ibidem p.93 (Cita de libro editado por la Compañía de Jesus en 1783: • Lárt de
toucher le coeur dans le Ministére de la Chaise, T.2, p.269.
6) RIHG, T.V. Nº2, Documentos inéditos etc. pp.508-510.
6 bis) John Frederick Schwaller, Orígenes de la riqueza de la Iglesia en México,
Ingresos eclesiásticos y finanzas de la Iglesia 1523-1600, Fondo de Cultura
Económica, México, 1990, p.145.
7) AGN. Fondo Ex A.G.Ad., L9 712, Colonia, Testamentos de fs 17 a 112.
8) Florencia Fajardo Teran, Historia de la ciudad de Rocha, 1955, pp.213-214.
9) Ibidem, p.210.
10) Natalio Vade¡¡, Antecedentes históricos del antiguo puerto de las Vacas (el
Carmelo), de las Víboras y de la Calera de las Huérfanas, 1955, p.171.
11) R. Rodríguez Motas, opus citado, p.516. (Miguel Lastanía, Colonias orientales
del Río Paraguay o de La Plata, Buenos Arces, Documentos para la historia
argentina, Facultad de Filosofía y Letras, t. III, 1914, p. 245.)
12) AGN. Ex A.G.Ad. L° 269, pp. 89-90.
13) Idem, L9 270, pp.49-50.
14) Idem, Lº 270, p. 58.
15) María A. Díez de Guerra, opus citado, pp. 293-294.
16) Astigarraga, opus citado, Primera Parte, p.18.
17) Ibidem, p.23.
18) AGN. Fondo Ex A.G.Ad., L° 217 is. 87-88.
19) Idem, L° 152, fs. 28.
20) La Gazeta de Buenos Aires, N° 12, p.204.
21) MHN. Tomo 1454, fs. 101.
22) AGN. Fondo Ex A.GAd. L° 68 bis pp. 78-79.
23) Idem fs. 80-81.
24) Elisa A. Menéndez, Antes de 1810, 1952, pp. 254-255.
25) AGN. Fondo Ex A.G.Ad. L° 68 bisfs. 136.
26) Elisa Menéndez, opus citado, Documentos, p.343.
27) AGN. Fondo Ex A.G.Ad, L° 68 bis, fs. 61-63.
28) Bemard Plongeron, La vía quotidianne du áerge francais du XVIII siécie.
Hachette, Paris, 1974, p. 147.
29) AGN. Fondo Ex A.G.Ad. L° 68 bis, fs. 50.51.
30) Idem L° 68 bis, fs. 65.
31) Elisa Menández, opus citado, p.270.
32) Ibidem, Documentos, pp. 349-350.
33) AGN. fondo Ex. A.G.Ad. L° 68 bis, fs. 67,
34) Ibidem fs. 72.
35) Ibidem fs. 72.
354
36) Ibidem fs. 68.
37) Ibidem fs. 77-78.
38) Idem fs. 73.
39) Idem fs. 75.
40) Idem Lº 69 fs.93.
41) Idem L° 68 bis fs. 77-78.
42) Idem fs. 81.
43) Setembhno Pereda, Paysandú en el siglo XVIII, pp. 275-277.
44) Bemard Plongeron, opus citado, pp. 145-146.
45) AGN. Fondo Ex A.G.Ad. L° 68, fs. 103.
46) Idem L° 289, fs. 102-103.
47) Idem LO 279, fs. 157.
48) Astigarraga, opus citado, Primera parte, pp. 50-51.
49) Plongeron, opus citado, p.et.
50) Alfonso Femández Cabrelli, Iglesia ultramontana y Masonería en al transfor-
mación de la sociedad oriental, AMERICA UNA, 1990, pp. 242 y sig.
51) Ibidem, p.59.
52) AGN. Fondo Ex. A.G.Ad. L° 269, fs. 144,
53) Astigarraga, opus citado, p.59.
54) AGN. Fondo Ex. A.G.Ad. L° 68. fs. 118.
55) AGN. Fondo E,G, y H, (Bs, As.), L° 5759, fs. 19 vto-20.
56) Idem Fs. 25-26.
57) M.E. Hirschy Sosa y Ruben A. Irurueta, El Espinillo y Dolores, Ed. Jornada,
Dolores, 1952, p.2.
58) AGN. Fondo Ex. A.G.Ad. L° 230, fa. 91.
355
3 LOS CURAS REBELDES
PREAMBULO
356
difusión de su pensamiento, de orientación y de convicción: el púlpito,
desde él (Cátedra del Espíritu Santo, decían) todos los domingos yfiestas
de guardar y cuando lo creía oportuno, podía dar, junto con el mensaje
cristiano, revestido de cristiano, el que le parecía adecuado a las
circunstancias y a su personal opinión.
Asistido del poder que le daba su investidura, su calidad de vicario
de Cristo, sus potestades de dispensador de absoluciones válidas para
el más allá, -esto es, un poder espiritual de innegable eficacia-, el poder
de la palabra avalada por la autoridad de la Iglesia, disponía además el
curada¡ poder de la prensa oral, era el editorialista del pueblo y si su nivel
cultural era algo superior al mediano, se constituía en el orientador, en el
.convencedor., en el creador de opinión.
Es decir que si los curas de los pueblos cumplían normalmente con
las no demasiado onerosasobligaciones desu ministerio, sise adecuaban
a la manera de considerar las cosas de la Iglesia que tenían los vecinos,
si era tolerante, prudente y no extremaba rigores, y si su conducta social
no afectaba las no muy exigente normas morales que sabemos predomf
naban entonces (nadie lo iba a cuestionar, por ejemplo, si faltaba con
discreción al voto de castidad) y si no entraba en conflicto agudo con el
sector de gente .importante. del pueblo, su popularidad, credibilidad y
prestigio estaban asegurados.
Dadas esas condiciones, aquellos tonsurados que por obligación
de su ministerio eran los orientadores espirituales de lafeligresla, que por
su mismo carácter gozaban de la autoridad que se examinó, dadas las
especiales características del medio, podían ser y en general fueron, los
verdaderos dirigentes civiles de la comunidad.
Lo fueron aquí, lo fueron en el resto de América Aquí, en la época
que estudiamos, lo fueron para bien cuando llegó el tiempo de las
grandes decisiones políticas.
Desde los años ochenta del siglo XVIII hay noticias de curas
jóvenes, recién ordenados, a quienes se había asignado un curato en
algún rincón de la sernidesierta campaña oriental, que llanos de entusiasmo
y con espíritu cristiano, -a veces, porqué no, asociado a intereses
particulares un tanto alejados de ese espíritu-, condolidos por las deplo-
rables condiciones en que vivía su recién estrenada feligresía, por las
limitaciones que encontraban para su progreso y por el estado de ruina
en que se hallaba el miserable rancho dedicado a las ceremonias del
culto, decidían emprender la grande y riesgosa aventura de trasladar
capilla y pueblo a sitio más propicio para el buen desarrollo de éste y una
357
más digna imagen de aquella.
En todos los casos la empresa presentó obstáculos serios, en
algunos insalvables, ya fuera por la resistencia de algunos habitantes del
pueblo cuyos intereses resultaban perjudicados por el cambio, otros por
la oposición de los poseedores de los campos donde se proyectaba
instalar la nueva villa, siempre por las dificultades que ofrecían los largos
y complicados trámites que era necesario realizar antes de lograr la
autorización correspondiente de las autoridades civiles y eclesiales. Todo
eso demandaba, a quien se decidía abocarse ata¡ empresa: gran espíritu
de sacrificio, fuerza de voluntad, constancia a toda prueba, esfuerzos
personales y, sobre todo, capacidad de liderazgo, virtud imprescindible
para lograr el apoyo activo de quienes habrían de acompañarlo en el
empeño. En una palabra, los curas fundadores de pueblos fueron el
prototipo de aquellos conductores de gentes, removedores de quietudes
lugareñas, agitadores de conciencias, a que antes se aludió.
Conocimos el caso del cura Castro y Careaga quien, en mala
relación con el Cabildo de su curato sorianense decide, en 1784, fundar
la Nueva Capilla y pueblo de Mercedes, también nos enteramos de la
labor que en mismo sentido realizaba en el Este el padre Amenedo de
Montenegro. No fueron los únicos en ese tiempo.
Contemporáneamente al comienzo de la pelea emprendida por el
cura de Santo Domingo Soriano, también en 1782, otro sacerdote joven,
28 años, recién ordenado, el padre Juan Jose Rodiguez Pestaña
nombrado cura de la capilla de El Espinillo, -aquella que funcionaba en el
mismo rancho ocupado por la pulpería de .Sarampión.-,decidía remover
capilla y pueblo trasladándolo al Rincón de Aldao, en la costa del río
Uruguay, sitio que ofrecía mejores perspectivas de progreso para los
vecinosde el Espinillo. .Un domingo, dice laautoradel relatoque mesirve
de guía, de principios de 1782 a la salida de misa el cura... convocó a
Junta en su casa a los vecinos.. Reunidos allí quizá no más de una
docena de personas y explicado el proyecto de traslado y el sitio elegido
ya se planteó la primera oposición: Manuel Aldao, poseedor de las tierras
que serian afectadas por el cambio, .muy indignado abandonó la reunión
diciendo (al cura agitador) .que estaba buena su propuesta, que si para
eso lo habían llamado.. Otros inconvenientes se presentaron desde el
primer momento, diversidad de opiniones en cuanto a la ubicación
elegida por el padre cura, qué hacer con la capilla-pulpería, etc. De
cualquierforma Rodríguez Pestaña, expeditivo, decidió, al mismo tiempo
que iniciaba en Buenos Aires los pesados trámites para obtener las
autorizaciones del caso (más de cuatro años le habían llevado al bien
relacionado Castro y Careaga), llevar adelante su empeño ordenando
.de inmediato sacar la puerta y ventanas. de la parte del rancho que
358
oficiaba de capilla y .trasladarlas al Rincón de Aldao, donde edificó un
rancho para Iglesia y hasta allí .transportó las imágenes y vasos
sagrados en una carreta..
Nuevos problemas se plantearon entonces, imaginables por cierto,
al activo y expeditivo .agitador.: los vecinos que se habían opuesto al
cambio, imaginamos que a la cabeza de ellos estaría el pulpero Sarambión
o su sucesor, protestaron, a sus protestas adhirió Aldao y con éste otros
hacendadosde la zona. Se movieron las influencias en el ámbito virreinal,
se ordenó una investigación, se comprobó que todo se habla hecho sin
las debidas autorizaciones, se interrogó al impetuoso pastor eclesial
quien sólo pudo alegrar en su descargo .que a la honra y gloria de Dios
se movió a ello. Que era lo que podía decir.. (1) y ahí terminó su
desventurada aventura.
El rancho levantado en el Rincón de Aldao arrasado, las imágenes
sagradas devueltas al Espinillo y allí, otra vez, hermanadas la «la casa de
trato. y la .casa de Dios».
En 1798, otro cura joven, aunque unos años mayor que Castro y
Careaga y Rodriguez Pestaña, -había nacido en 1770-, el padre Casimiro
Jose de la Fuente, se hizo cargo de la parroquia de las Víboras, donde
ejerció su labor pastoral hasta 1809.
Este pueblo que había sido fundado a principios de los años
sesenta del siglo XVIII, estaba instalado en 4 cuadras cuadradas donadas
para ese fin por el terrateniente Pedro Gonzalez; en ellas se habían
levantado unos 16 ranchos y el total de la feligresia era por esos años de
76 vecinos de los cuales sólo dos escasas decenas vivían en el pueblo.
Al parecer el sitio no era bueno para el gusto y las necesidades de
sus habitantes porque ya en 1778 habían hecho gestiones para mudarse
.más al Norte a los Cerros de Monzón». El cura, atendiendo al interés del
vecindario y al suyo propio, volvió a plantear la inquietud de mudanza y
con apoyo de trece .capilleros» inició, en 1802, las gestiones del caso
ante las autoridades virreinales para lograr el traslado, señalando el
rincón de Escobar, sobre el arroyo las Vacas y el río Uruguay; para la
nueva ubicación del pueblo.
Era propietario de esas tierras Melchor Albin, miembro de una
familia de terratenientes; vinculado a los altos círculos gobernantes de
Buenos Aires, él mismo era 2° oficial de la Administración de Correos de
la capital y su hermano Comandante de Milicias de la jurisdicción de
Santo Domingo.
La respuesta de Albin se hizo esperar, -el escrito del cura se
traspapeló misteriosamente-, pero cuando respondió lo hizo con exten-
sión, con buenos argumentos curialescos y, sintiéndose seguro de su
posición dadas sus relaciones, con absoluta libertad de lenguaje cada vez
359
que debió referirse al párroco y a sus sostenedores.
Ironiza y minimiza las intenciones del padre de la Fuente: .las
Víboras, dice, es solamente una Capilla rústica y nada más... el Padre
Cura, con esto solo se contentó, y a esto solo le contemplaron acreedor
el Prelado y el Real Vice Patronato..... Lo acusa de .jacobinismo.,
pésima palabra en aquella época luego de la experiencia de los años en
que esa facción dominó el panorama político de la Revolución Francesa:
«el Padre Cura en lugar de tratar con el vecino más digno se agavilla
contra mí con los miserables que según el orden penden de los más
pudientes, aunque lo contrario haya pretendido la tieroza del Jacobinismo».
Cuando se refiere al grupo en que se apoya el padre Casimiro nos
deja noticias valiosas acerca de la composición social de los pueblos de
la campaña oriental:
.Podrá decir a esto el P. Cura qe los vecinos lo solicitan. A este
efecto se han puesto las situacionesy nombres dalos vecinos campestres
para que se vea que siendo estos setenta y seis solo hay ocho que
suscriben: los damas son los que tienen Pulperias, y tragin en la Capilla,
los que se han puesto allí como los Pejes que se llaman Pegadores al
costado dalos Tiburones, en una palabra la Pleve del vecindario, que por
desgraciada situación de nuestro estado son los que llevan la voz en un
orden inverso al orden social. En toda sociedad Política la parte respeta-
ble son los Labradores y los comerciantes por mayor, siguense los
artistas, pero Taberneros, Panaderos, Zapateros, y damas de esta clase
no son sino una especie de siervos publicos proximos ala hez de(
vecindario En nuestra campaña esta invertido este orden. La falta de
Escuelas y la rusticidad del exercicio Pastoril han dado margen a que
aquellos mismos sanguijuelas de sus honradas fatigas hagan de personas
en nuestras rusticas Poblaciones.
A estos se ha agregado nuestro P. Cura que hace mas aprecio dalos
que dan conversacion, que de los que sudan para que se mantenga con
decencia (...)
Estos pocos hombres rusticos han cedido ala autoridad de P. Cura,
quien por tanto huye de hacerse cargo de este abandono del pasto
espiritual con el mismo afectado estudio, con que hizo el que no sabia que
era mis aquella hacienda tan de su gusto. Estos pocos vecinos que
componen la decima parte de los Agricultores mal aconsejados preten-
den dejar al Partido abandonado, trasladando la Capilla a tres leguas de
mayordistancia, 6 cuatro leguas mas de camino, aun escondrijo que deja
toda el Territorio en el aspecto de una Pampa salvaje. Si los curas no
pueden llevar el Viatico segun el Ritual a mayor distancia de una legua,
y en el País por costumbrte hasta dos leguas; como intenta el P. Cura
alejarse quatro ? (...)
360
Los hsveres dalos Capilleros se pintan bien por el P. Cura. Esto es:
vecinos que claman y piden que se les permita trasladar el Pueblo (dice
el P. Cura a fs 6 bbta) son los que moran en diez y seis ranchos infelices
que conservando solamente el nombre de tales son incapaces de
preservar álos que los habitan de las incomodidades dalas estaciones.
Estos son lo que llevan la voz del Pueblo dalas Vivoras, estos son los
Feligreses favoritos del P. Cura. Bajo un respecto bien pueden serlo, por
que pintarlos como unos miserables pordioseros serán el objeto de su
caridad para partircon ellos lo que le sobrede las ofrendas y generosidades
dalos damas a cuya costa viviran el P. Cura y ellos.
Pero sera justo que estos infelices mendigos se tomen la voz del
Pueblo para incomodar y forzar á los que los sustentan, a lo que ni les
agrada, ni les conviene? Con quienes cuenta el P. Curaquando se obliga
a fs 6ta a expensas de su actividad, y de la caridad dalos fieles y dalas
rentas del Curato, a levantar una nueva Yglesia, cuya decensia exeda
sobremanera ala deis presente Parroquia? Qué fieles son estos? Quié-
nes pagan esas rentas? Por descontado que no son los infelices mora-
dores dalos diez y seis ranchos (...)» (2)
Melchor Fernandez contestó por el cura y demás postulantes y en
su escrito denunció un intento de =soborna» o de .apaciguamiento» que
habría intentado consumar Albin: «El Cura Sr. Exmo, no puede ni es
capaz de separar sus intereses de los de su feligresía, por esto es que sin
embargo de haverle ofrecido Albin 500 cabezas de ganado para que
desistiese de la presente solicitud, no convino ni admitió ese ofrecimiento
porque advirtió que por este medio se ponía el callo para siempre a la
infelicidad de aquel pueblo privándole del recurso que unicamente puede
mejorar su suerte».
Como era de esperar, se agravió el curial por la forma como ha sido
.zaherida la conducta irreprensible de aquel cura», y .también del
desprecio de aquel vecindario que supone compuesto de lo más despre-
ciable y ruin del partido». (3)
Para no ser menos que su homónimo el terrateniente, Melchor
Fernandez se despachó en 18 páginas y media de muy buena letra y
regulares argumentos quede nada sirvieron a la causa de sus defendidos
desde que, habiendo pago Albin los 850 pesos que adeudaba al Fisco,
quedó dueño de los terrenos que antes poseía entre los cuales estaba
incluido el que solicitaban el padre Casimiro y los más fieles de su grey,
y con un poco de buena suerte y la ayuda de sus amistades, ta Justicia
le dió la razón.
Quedaba sólo a los capilleros seguir esperando una nueva opor-
tunidad y al cura revoftoso» la satisfacción, aminorada por la derrota, del
deber cumplido. En 1816, retomada la idea del traslado por algunos
361
vecinos de las Víboras, fue bien recibida su demanda por el gobierno de
Artigas y el ansiado cambio pudo realizarse quedando aquel año fundada
la hoy ciudad y puerto de El Carmelo.
También en 1802, caso ya mencionado antes por otros motivos, el
cura Manuel Ubeda andaba por el Partido de los Porongos moviendo
paisanos, promoviendo progreso e inquietando a poderoso señor, nada
menos que el fuerte comerciante y gran hacendado don Miguel Ignacio
de la Quadra.
Trabajaba aquel fraile, que ya contaba con autorización civil y
ectasia¡ para erigir una capilla en un paraje situado .entre los arroyos
Grande, Yi y Maciel., apoyando los proyectos de un grupo de vecinos de
aquellos pagos, .viciosos haraganes., según don Miguel Ignacio, enca-
bezados por Francisco Fondar, .hombre de muy conocidos vicios y los
más abominables de la embriaguez. según Miguel Solsona apoderado
de de la Cuadra.
El padre Ubeda y sus compañeros civiles triunfaron en su empeño,
no sin antes haber soportado las andanadas denigratorias o las veladas
amenazas dei indignado de la Quadra y de su coadjutor Solsona. Ya nos
habíamos enterado de todo lo que en contra de la empresa de los futuros
porongueros (el pueblo que fundaron se llamó Porongos, hoy Flores)
dijeron ambos objetores que, menos agresivos y más respetuosos en el
trato con el tonsurado, no dejaron de lanzar contra él veladas amenazas
como éstaque estampó de la Quadra en uno de sus libelos: .prescindien
do ahora del trinitario (esa era la orden a que pertenecía Ubeda) no
obstante de las repetidas Reales Ordenes, leyes que hay acerca de los
religiosos, (que) expresan .que los religiosos que llegan a los puertos no
teniendo casas (su Orden) en las Indias, sean embiados a España., o
esta otra .que los religiosos que no teniendo conventos y bagasen en las
Indias, que se manden a Españapara recidir en sus Ordenesy Conventos
y provean sobre esto lo que les pareciese más conbeniente y procedan
a su execusión con toda celeridad y cuidado valiéndose de los Ordinarios
eclesiásticos en todo lo que a ellos tocare y que los arzobispos y Obispos
intervengan en su execución, y después de colocar sobre la testa
tonsurada de don Manuel esa espada de Damocles, entre compasivo y
maligno, agregó: .No me seria, Exmo. Sr., gravoso el mantener a este
religioso, pero lo veo unido a un hombre como Fondar, ¿qué concepto
puedo formar sino que buscan los medios a costa de los engaños?. (4)
Superada la instancia, instalada su capilla don Manuel Ubeda se
convirtió, sin que pueda dudarse, en el líder de los vecinos del pueblo que
se fueorganizando; podemos entonces imaginarcuanto habrá significado
para la causa emancipadora el aporte que, con su personaysu influencia,
allegó el cura .revoltoso. de 1802.
362
En 1809 encontramos otro cura .agitador. empeñado en otra
empresa fundacional; se trata del oriental Santiago Maria Figueredo,
patriota que después tendria tan destacada actuación en los sucesos que
se iniciaron en Asencio, en febrero de 1811. A principios de 1809
Figueredo había sido designado cura párroco de la capilla del Pintado y
apenas llegado a su destino lo que allí vio venla a confirmarlo que en 1802
habla dicho Miguel Ignacio de la Quadra en el curso de su pleito con
Ubeda: «se halla por el costado del este la Capilla o Ayuda parroquia en
Pintado inmediata, que por el poco favor de los feligreses de su partido
está sin adelantar y se ha visto que todos los sotocuras han abandonado
aquel establecimiento por la poca o ninguna asistencia que tienen: veinte
o más años hace que el presentado padre Chaparro habrió los cimientos
para aquella capillay así ha estado en esta situación con un rancho infeliz
de paja.... (5)
«Las ovejas de aquel pequeño rebaño de Jesucristo, escribe
Figueredo al Cabildo de Montevideo cuando pide a este autorización para
trasladar Capilla y pueblo a un terreno propiedad de este Ayuntamiento
«situado entre los arroyos Santa Lucia Chico y Pintado., encargado a mi
cuidado viven dispersas, retiradas de la parroquia y muchas a unas
distancias que les imposibilitan la asistencia a los divinos oficios, a la
participación de los sacramentos y aun a instruirse debidamente en los
principios de la religión. Treinta años ha que se fundó la primera capilla
en el mismo lugar que hoy ocupa la parroquia y solo cinco vecinos se han
reunido estando algunos de estos tal vez prontos a mudarde domicilio....
Más adelante desarrolla el padre Figueredo los argumentos con
quéjustificarsu proyecto, similares a los que había expuesto el «jacobino.
cura de las Viboras aunque subrayando aun más su contenido de justicia
social: «El pobre morador de la campaña que no posee otro patrimonio
que el de su trabajo, el labradoraquien la fortuna ingrata no hafaborecido
para hacer suyas algunas quadras de buen terreno, que vaga siempre
sembrando ya en una ya en otra parte, y a veces tal vez en lugares tan
retirados de la parroquia que se ve obligado a abandonarla enteramente
por atender a su trabajo. Los hacendados mismos no labran la tierra, no
por falta de terrenos, ni por huir el trabajo, sino porque perseguidas sus
sementras de los ganados, rara vez pueden defenderlas por no tener
como proporcionarse maderas para cercos. ¿No se reunirían todos estos
en chacras y población, si se les asignaran terrenos para sus labranzas?.
No hay que dudarlo. Ellos desean trabajar, son pobres y es preciso
fomentarlos para que sean útiles al Estado y a sí mismos.... (6) Eso
escribía don Santiago el 25 de febrero de 1809.
Pero no triunfó sin lucha Figueredo y quienes como don Bernardo
Suarez, -síndico procurador del cabildo montevideano y estanciero de los
363
pagos del Pintado, padre de Joaquin Suarez-, y Prudencio Murguiondo
Coronel de milicias; las primeras amarguras del cura párroco le fueron
causadas por la actitud del padre León Poros¡ de Peralta quien se negaba
a dejarle la casa que le correspondía por derecho. Este
enfrentamiento, tan parecido al que se habla dado en Santo Domingo
entre Gomensóro y Silverio Martinez, acarreó al padre Figueredo algunas
enemistades entre aquellos que .eran amigos y algunos compadres. del
padre Leon. Unos como consecuencia de esos resentimientos, otros
porque sus intereses se veían afectados por el proyectado traslado del
pueblo, fueron muchos los vecinos del Pintado que obstaculizaron las
tareas de Figueredo; de cualquier forma el 24 de abril de 1809, .La villa
de San Fernando de la Florida quedaba erigida por S.M. nuestro amado
Monarca. según fue .voceado en forma lata y clara, en cinco veces
consecutivas. en la mañana de aquel día, culminando así la corta lucha
del cura .revoltoso. don Santiago Figueredo.
8) 1789-1821
EL CLERO REBELDE EN AMÉRICA
Por las causas que se explicaron los curas que atendían las
necesidades espirituales de los habitantes de los pueblos de la campaña
oriental estaban capacitados para orientar en otras materias, no sólo en
la religiosa, el ánimo y las conductas de sus feligreses.
Por eso llegado el gran momento en que, aprovechando de la
situación política creada por la invasión napoleónica a la metrópoli
colonial, los propósitos ya madurados por los criollas americanos pudieron
manifestarse entrando en la etapa de ejecución, los curas patriotas
pasaron, de la prédica velada, subrepticia, a la propaganday a la acción.
Y esto último fue así ya que muchos de ellos, con la sotana arremangada,
empuñando una cruz, el estandarte de una virgen, una espada o un
trabuco, se coloraron en la primera fila de los combates. Eso ocurrió en
la región platense, tambien en el resto de Nuestra Américay los resutados
de la prédica y de la presencia de los curas patriotas en las filas de los
combatientes por la emancipación tuvo tal importancia, adquirió tanto
relieve, al menos en el momento del impulso inicial, que bien merecerla
su labor el estudio global, profundo que aun falta en la historiogralla
iberoamericana, que sí se ha ocupado, con toda justicia, de lo que en la
misma dirección (aunque con resultados más notables y notorios en el
tiempo de la institucionalización de las patrias emergentes de aquellas
luchas) hizo la Masoneríacuyos adeptos trabajaron principalmente en las
grandes ciudades, aunque también hubo sacrificados curas pueblerinos
364
.iniciados. en los secretos del Arte Real.
Vamos a conocer, en rápida síntesis, los acontecimientos más
destacados en que tuvieron participación activa los curas patriotas
americanos:
1809-En la Paz se produce un levantamiento popular, continuación
del que se habla frustrado en 1805, lo encabezan el mulato Pedro
Domingo Murillo y el cura Santiago Medina. Se instala una Junta Tuitiva,
se detiene al Intendente y al Arzobispo, se dictan medidas de gobierno en
función de un plan que luego fue encontrado en poder del presbítero
Sebastian Figueroa junto con una Proclama que definía los objetivos
finales del alzamiento: iIlustraos, pues Americanos, imitad el heroísmo
de La Paz y sereis felices; jurad la unión recíproca entre todos... acordaos
ya de laque es nuestra patria y olvidaos de los tiranos. En una plabra sed
patriotas americanos, sed fieles a vuestro suelo... Viva la Paz, viva
Chuquisaca y viva la América toda. (7). El levantamiento fue aplastado,
Murillo ejecutado. Participaron activamente en aquellos sucesos curas de
La Paz y otros pueblos de aquella Intendencia, entre los cuales, además
de los ya citados, los clérigos: Bernabé Ortiz y N. Patiño, el cura tucumano
Jose Antonio Medina, los presbíteros Melchor Leon de la Barra y Manuel
Mercado y los frailes franciscanos del Conventode Nuestra Señora de los
Angeles de Yungas.
1810 - 16 de setiembre: Ocurre en México el levantamiento cono-
cido como «el Grito de Dolores.. iniciado en ese pueblito de Guanajuato
por el cura francmason don Miguel Hidalgo y Costilla cuya primer
Proclama expresaba: .Llegó la hora de la nuestra emancipación, ha
sonado la hora de nuestra libertad, y si conoceis su gran valor, me
ayudareis a defenderla de la garra ambiciosa de los tiranos... Pocas horas
me faltan para que me veais marchar a la cabeza de los hombres que se
precian de ser libres. Os invito a cumplir con ese deber. De suerte que sin
patria y sin libertad estaremos siempre a mucha distancia de la felicidad.
Preciso es dar el paso que ya sabeis; y comenzar por algo ha sido
necesario; la causa es santa y Dios la protegerá. Los negocios se
atropellan y no tendré por lo mismo, la satisfacción de hablar por mas
tiempo con vosotros. Viva lavirgen de Guadalupe) Mueras¡ Mal Gobierno)..
Conocemos la historia: el cura arrastró tras de si centenares de miles de
pobres, indios y gentes de todos los pueblos por los que pasó en una
larga, al principio exitosa, marcha por extensos territorios de Mexico, al
final detenido, juzgado y fusilado; quedaron sus banderas (y su estandarte
de la virgen de Guadalupe) en manos de otro cura de pueblo: Jose Maria
Morelos, tambien vencido, víctima también de la Inquisición que luego de
juzgarlo en la carcel que tenía en Ciudad México, lo entregó al brazo
secular para ser fusilado. (8)
365
1810 - el 5 de noviembre ocurrió en El Salvador, entonces una
región netamente campesina dependiente dala Capitanía de Guatemala
un alzamiento a cuya cabeza estuvo el cura Jose Mario Delgado, quien
en un sermón pronunciado en aquella oportunidad en la Catedral de San
Salvador so expresó así:
«No hay rey, ni Capitan General, ni Intendente, sólo se obedecerá
a nuestro Cabildo». Poco duró el intento pero fue el mismo, germen de la
posterior revolución emancipadora iniciada en Guatemala el año siguien-
te en la que también tuvo papel protagónico el cura Delgado y Leon. (9)
1811 - Se habla producido en Chile el levantamiento que en 1812
culminarla con la instauración de un régimen republicano cuyo primer
Presidente fue don Miguel Carrera, quien posteriormente tuviera actua-
ción protagónica en nuestra región platense y fuera ejecutado en Tucumán
cuando se dirigía a su patria para combatir contra O'Higins. Tuvieron
participación destacada en tos sucesos revolucionarios de 1810-1811 los
curas Camilo Henriquez, el primer periodista chileno, y Antonio Orihuela.
este último pronunció un sermón en el año 1811: .Con vosotros hablo,
infelices, que formais el bajo pueblo. Atended f. Mientras vosotros sudais
en vuestros talleres, mientas gasteis vuestro sudor y fuerzas sobre el
arado, mientras veíais con el fusil al hombro, al agua, al sol y todas las
inclemencias del tiempo, esos señores condes, marqueses y cruzados,
duermen entre limpias sábanas y en mullidos colchones que les propor-
ciona vuestro trabajo, se divierten en juegos y galanteos, prodigan el
dinero que os chupan con diferentes arbitrios que no ignorais; y no tienen
otros ciudados que solicitar con el fruto de vuestros sudores, mayores
empleos y rentas más pingües, que han de salir de vuestras miserables
existencias, sin volveros siquiera el menor agradecimiento, antes sí,
desprecios, ultrajes, derechos usurpados... borrad si es posible del
número de los vivientes a esos seres malvados que se oponen a vuestra
dicha, y levantad sobre sus ruinas un monumento eterno a la igualdad... »
(10)
En esta somera relación no podemos olvidarnos del otro cura
rebelde chileno que transformado en oriental llegó a integrar el primer
cuerpo legislativo de la república independiente; me refiero al padre
Solano García, el exilado carrerista que fundó en 1814 y mantuvo hasta
1818 en Concepción del Uruguay, con el apoyo de Artigas y la ayuda del
Comandante gaucho Berdun, la primera escuela lancasteriana que se
instalara en iberoamérica.
1821-EI 28 de agosto de 1821 el fraile dominico Matias de Cordoba,
párroco de Comitan, un pueblo de Chiapas, -el actual Estado mexicano
que por entonces dependia de la Capitanía de Guatemala-, convocó a las
armas al pueblo de su parroquia y declaró la independencia.
366
En la plaza principal de Tuxtla-Gutierrez, hoy capital de aquel
Estado, se ha erigido al cura rebelde una estatua que lo proclama
libertador de Chiapas. Por la importancia de esta figura eclesial, de
cura criollo y popular, porsu aporte a la lucha independentista de Nuestra
América, se transcribe una breve biografía suya.
367
quedó dispersa y se perdió; sólo se conservan algunas fábulas, como La
tentativa del león y el éxito de su empresa. Estableció la primera escuela
normal de América. Fue miembro de la Sociedad Económica de Amigos
de Guatemala y de la Academia Matritense. Murió en Chiapas del Corso
el 17 de octubre de 1828.» (11)
Son estos algunos ejemplos, los más destacados que he podido
recoger sin llegar a profundizar en el tema que alguién decidirá encarar
algún día; así se manifestaron los curas humildes que ejercían su
ministerio sagrado entre los humildes de Nuestra América colonial.
Podemos agregar, paracompletar el panorama, algunaoorta información
sobre los curas que en dominios americanos de Portugal, estuvieron
involucrados en la llamada conjuraçao mineira..
1789 - Estos fueron algunos de los sacerdotes que participaron en
los preparativos del levantamiento que en Minas Gerais trataba de
organizar un grupo de portugueses-brasileros, en su mayoría
francmasones,: Canónigo Luis Vieira da Silva, padres: José da Silva,
Carlos Carreia de Toledo y Melo, José de Oliveira Lopes, Miguel Eugenio
da Silva Mascarenhas, Manuel Rodriguez da Costa. Algunos entre ellos
ejercían el sagrado ministerio en la capital, la mayoría en los pueblos del
interior de Minas Gerais. Se pensaba en la instauración de una república
y estaban en contacto con Jefferson, que por entonces ejercía cargo
diplomático en Francia; el escudo de la proyectada república, lo mismo
que la bandera, lucían en su centro el simbólico triángulo de la Orden
Fraterna. Fue a raíz del descubrimiento de esa conjuración patriótica que
resultó detenido y más tarde ejecutado; única víctima de aquel frustrado
intento y el primer martir de las luchas emancipadoras de Nuestra
América: Joaquín José da Silva Xavier .Tiradentes.. (11 bis)
«El día 25 de este mes de Mayo expiró en estas Provincias del Río
de la Plata la tiránica jurisdicción de los virreyes, la dominación despótica
de la península españolay el escandaloso influjo de todos los españoles.
Se sancionó en la capital de Buenos Aires y el voto unánime de todas las
corporaciones reunidas en Cabildo abierto, una Junta Superior Indepen-
diente de la peninsula...»
Parte del .acta de defunción» que, en mayo de 1810, escribió el
párroco interino del pueblo de Santo Domingo Soriano don Tomas Xavier
Gomensoro en el Libro de Muertos de su iglesia.
368
Ninguna manera me pareció más apropiada para recordar a los
curas orientales que desde el primer momento participaron junto con los
feligreses de sus parroquias en la .admirable alarma. de 1811, que
transcribir esa frase del modesto cura del viejo pueblo de indios. Grito
espontáneo que además de revelar la auténtica emoción de un corazón
de patriota, dejó irrefutable constancia de cual era el pensamiento que
animaba la decisión de los americanos que en el Río de la Platase alzaron
en 1810 contra el poder colonial, de cual era objeto central de su
sacrificado empeño: Romperlos lazos coloniales, América independien-
te.
Eso querían, por eso acompañaron la empresa artiguista los curas
rebeldes de la Banda Oriental.
Es posible, no es seguro y tampoco es objeto de la Historia crear
mitos, que todos aquellos ministros del culto católico que se integraron a
la lucha por la emancipación, hayan utilizado la cátedra de sus iglesias
para trasmitir a los fieles de su parroquia, con la prédica evangélica, el
mensaje patriótico; de cualquier forma lo que sí es real, indubitable, es
que en el momento de las decisiones supieron ubicarse, dando el
ejemplo, en las primera filas de los combates.
No porque sí, en diciembre de 1811 el Gobernador Vigodet escribía
a nuestro viejo conocido el Monseñor Lue y Riega: .En vano sacrificaría
mis desvelos para restituir el orden de esta Banda Oriental, y para
sepultar hasta el más leve Indicio de rival¡dad, si los pastores eclesiásticos
se empeñan en sembrar la cizaña y alterar el orden, persuadiendo la
rebelión a las leyes patrias. V.S.Illma. conoce cuan trascendentales son
los daños que pueden seguirse de una conductatan abominable, escan-
dalosa y contraria a las determinaciones de la Iglesia y tan reprobada y
punible por las leyes del reino.
¡Qué doloroso me es decir a V.S.Illma que ésta es la conducta
general de casi todos los párrocos y eclesiásticos seculares y regulares
que sirven la cura de almas en esta campañal, partidarios del error lo
difunden con desvergüenza audaz muy ajena de su sagrado caracter,
inspiran el odio contra los buenos vasallos del rey... y conspiran portodos
los medios imaginables a hacer odiable el supremo gobiemo de la nación,
que solo y legítimamente representa a nuestro rey cautivo y a que sean
despreciadas las providencias que emanan de su soberanía... ¡Conducta
luciferinal
As¡ es que he recibido reiteradas quejas de los vecinos del Canelón
cuyo cura escribe desde esa ciudad a uno de ellos, amenazándolo con
estas palabras:. ¡ Eche U. la vista al tiempo venidero ! y al freir de los
huevos no se quien ha de perder.. El de Colonia y el clérigo Arboleya que
estuvo en el Colla, y cuyo actual paradero ignoro, promueven constante-
369
mente la división, el de Las Víboras hace lo mismo, el de Santo Domingo
Soriano le imita, el de San José es tan reprensible como estos y, de una
vez, todos... Los religiosos mercedarios Fray Casimiro Rodriguez y el
Maestro Fray Ramon Irrazabal, yo¡ dominico Jose Rizo, el primer teniente
de San Ramon y el último de Canelones abandonados a su capricho y
locura obran como los párrocos a quienes sirven, de modo que todas las
ovejas de la grey de V.S.Illma, se hallan entregadas a lobos carniceros.
En cuanto a los habitantes de la campaña, Vigodet repite lo que,
antes, había opinado de ellos su actual interlocutor, el Obispo Lue: «Su
crasa ignorancia no les deja ver sino lo que les dicen los curas que por
desgracia han sido los más declarados enemigos de la buena causa, sin
exceptuar uno. (12)
Otro cura, este españolista, Fray Cirilo de Alameda, llegado de
España, en plena efervescencia revolucionaria s instalado en Montevi-
deo escribió en la Gaceta de nuestra ciudad del jueves 8 de agosto,
uniendo en una misma condena al cura Hidalgocon ¡oscuras rebeldes de
nuestra campaña: «El apóstata, excomulgado cura Hidalgo esta próximo
a sufrir el rigor de los anatemas que los Príncipes de la Iglesia fulminaron
contra su sacrílega conducta... (aquí) no se hubieran cometido tantos
delitos si hubieran sido más justos algunos párrocos y hubieran trabajado,
no como soldados de la independencia, sino como soldados de Jesus.»
Por su parte, don José María Salazar, Cte. Gral. del Apostadero la
Marina, en informe elevado al Secretario de Estado y del Departamento
Universal de Marina de la Metrópoli, escribió: ....los espíritus inquietos y
revoltosos, influidos por los perversos papeles públicos de Buenos Aires
y por los curas de los pueblos que son los que más parte han tomado en
esta revolución, agitaban la campaña desde los primeros días de la
insurrección.... (13)
Es indudable que la patria contó con los humildes curas de los
pueblos del territorio interior para nacer; con los curas de un tiempo
nuevo; no pocos de ellos, curas de logia masónica. Con ellos contó la
Iglesia oriental, llegado el tiempo de la patria independiente, para man-
tener las características que por más de medio siglo constituirían su
singularidad: liberal, tolerante, realmente fraterna, consentidora con las
tibiezas y los disensos enriquecedores.
Después, en atropellada torrentasa de intransigencia logró instalarse
en la cumbre, desde la que Larrañaga, Lamas y el padre Lorenzo
Fernández habían predicado con la palabra y el ejemplo la mesura y la
flexibilidad cristiana, el equipo pionónico, porel que puso su rostro severo
el padre Jacinto Vera. En 1859 se inauguró un etapa dispersiva de la
Iglesia, ahora uruguaya; el cambio de métodos enfermó la raíz vital,
muchas ramas se secaron, cayeron muchas hojas.
370
Y, precisamente, la prueba palmaria de ese cambio, el signo
definitorio de la renovada mentalidad medio evalista que se entronizó en
la Iglesia uruguaya fue aquella tristísima decisión adoptada en 1869 por
el padre Jacinto Vera, Obispo de Megara, en ocasión de la visita pastoral
que realizará aquel año el antiguo pueblo de indios Santo Domingo
Soriano. Allí, leido que hubo el inflexible pastor en el Libro de Defuciones
de la vieja parroquia el mensaje patriótico, limpio, americanista, emo-
cionado del Padre Tomas Xavier Gomensoro, el Monseñor con toda la
autoridad que lo había conferido Pio Nono, el último Papa-Rey, ordenó a
su secretario tachar: letra a letra, palabra por palabra, toda la patriótica
oración. (14)
Quizo el padre Vera, con esas plumadas de su cadjuntor, borrar la
Historia; en realidad con su gesto, frustráneo porque el mensaje pudo ser
leido y puede ser transcripto y conocido por los orientales del presente,
el padre Jacinto definía la política y los métodos de la nueva Iglesia
uruguaya.
Milagro del civilismo, del espíritu, el texto del párroco y vicario
interino de Santo Domingo, del cura rebelde sobrevivió al gesto inquisitorial.
a) Algunos nombres
371
Delgado, teniente cura de Maldonado (arrestado en 1812 por una
Partida tranquilizadora de la Campaña)
Fernández, Manuel Antonio; Mercedes
Figueredo, Santiago; el Pintado y Florida
Gomensoro, Tomas Xavier; Sto. Dgo. Soriano
Gomez, Gregorio, San Jose
Gomez da Fonseca, Jose Dámaso; Maldonado
Gomez, Valentin; Guadalupe
Henrriquez Peña, Jose Maria; Colonia
Irrazabal, Ramon; Sto. Dgo. Soriano
Larrobla, Juan Fco.; Canelones
Martinez, Silverio; Paysandú
Mestre Ignacio; Paysandú
Mestre Francisco; dominico
Olavarrieta, Ramon; El Espinillo
Pelliza, Marcelino; dominico
Peña, Jose Gabriel de la; San Bautista
Rizo, Jose, dominico; Canelones
Rodriguez, Casimiro; San Ramon
Rodriguez Mercado; Fray Francisco; Colonia
Somellera, Fray Francisco; Mercedes
Sanchez, Domingo, Secretario de Otorgues (1814)
Ubeda, Manuel; Porongos
b) Algunos hechos-
372
conocidos en este pueblo, i el de algunos amigos... el Gobierno de
Montevideo mandó a don Joaquin Novia con una partida fuerte para
prehenderme, lo mismo que a don Pedro Celestino Bauzá, Don Francisco
Malo i el padre Figueredo cura en aquella época del pueblo de Pintado
que despues lo trasladó a ¡acostado Sta. Lucia con el nombre de Florida.
Mateo Gallego, amigo de mi padre i en aquella época pertenecía a la
Juma que se había instalado en esta capital me dió aviso privado de la
medida para que me pusiera a salbo con los demás amigos, i desde esa
época tubimos que vivir en la campaña con precaución.... (15)
No resultó tan facil para el cura Figueredo, que estaba en Montevi-
deo, salir del dificil trance, de manera que se vió obligado, para eludir la
represión y poder regresar a los pagos del Pintado, presentar a las
autoridades esta nota excusatoria:
Siendo tan pública mi opinión particular sobre las ocurrencias del
día, nunca pensé, pudiesen alcanzarme los tristes resultados de la
lastimosa desunión, qe. experimentan nuestros pueblos. Distante más de
20 leguas, sin influencia alguna en los sucesos del día, ocupado entera-
mente en la formación de un Pueblo qe. dé un nuevo realce á las gloraias
de ese M.I.C., y en el fomento y adelanto de esta campaña, estaba
persuadido, qe. se miraría con despresio qualquier siniestro informe, que
contra mi pudiera sugerir la ignorancia o la malicia. No obstante, ciertas
noticias, y abisos, que he tenido de que el Gob.no tiene miras para mi
nada favorables, han debilitado mi confianza, me han hecho temer, y he
resuelto retirarme abandonando la obra de la iglesia, que había empeza-
do, la Escuela de niños que se iba á establecer y mas de trescientas almas
que buscan su felicidad con el auxilio de ese M.I. Cabildo, á la sombra de
mi zelo y constancia por sus adelantos, finalmente mi curato, al menos
entre tanto se me restituye mi honor y tranquilidad personal. No tengo
delito alguno pero temo una impostura. A V.S, interesa mi restitución al
nuevo Pueblo de San Fernando, que algún día aumentará sus glorias, y
Yo estoy á continuar la obra siempre q.e se me asegure, qu. el gobierno
desengañado no atenta contra mi Persona, y que tiene de mi el buen
concepto y opinion de que soy acreedor.. (16)
De nada le sirvieron esos descargos, Figueredo sin duda hubiera
idoa parara la Ciudadela de no haber mediado alguna fraterna complicidad
que le permitió embarcarse para Buenos Aires; desde donde, según el
relato que se va a transcribir, pudo ingresar clandestinamente a la patria
y llegar a sus pagos de Florida. As¡ describe sus peripecias y su alegría
al enterarse de la llegada de Artigas a Mercedes, en abril de 1811:
.Acabo de recibir la plausible noticia de su arribo a las costas de
nuestra banda con el objeto de salvar nuestra Patria, el mismo fin me ha
conducido a estos destinos aunque por medios extraordinarios, desean-
373
do dar a mis Paisanos el último testimonio de mi amor. Perseguido por el
Gobierno de Montevideo y separado de mi curato, me consideraba inutil
a mi Patria; por eso habla escrito al Doctor don Diego Zabaleta, manifes-
tándole mis deseos de pasar a esta banda, en donde por mis conocimien-
tos y conexiones podría ser util para que en ocasión oportuna los
significase a la Exma. Junta; pero en el entretanto habiéndoseme
presentado un momento favorable para volver a mi destino he seguido
gustosamente la suerte exponiéndome por segundavez a los rigores del
despotismo si mis patrióticas intenciones llegan a trascenderse. Mas no
importa, sí soy víctima, tendré la gloria de serlo por la Libertad de mi patria
a este fin he introducido en la campaña las Gazetas de Buenos Aires, por
cuia lecturay mis sesiones particulares he conseguido desengañar a más
de quatro que alucinados con las ridículas amenazas e insignificantes
promesas del tirano o ignorantes de nuestros incalculables progresos
paralizaban sus deseos en medio de tantas incertidumbres.
Todalagente de que constan las seis partidasde mi comprehensión
están prontas a reunírsele en el momento que vuestra merced se
acerque.
Yo por mi parte, quedo formalizando una compañía de vecinos
hacendados que en mi compañía se agregaran a servir de voluntarios y
sin gravamen alguno al Erario....
Florida, abril 7 de 1811" (17)
Veamos ahora lo que de su actuación y la de Volantín Gomez, en
Las Piedras, dijo Artigas a la Junta:
.También han llenado su obligación los voluntarios de Caballería,
y sus dignos xefes; siendo admirable, Exmo. Sr. la fuerza con que el
patriotismos mas decidido ha electrizado a los habitantes todos de esta
campaña, que después de sacrificar sus haciendas gustosamente en
beneficio del exército brindan todos con su persona... pero como prueba
nada equívoca de los rasgos singularesque heobservado con satisfación,
no olvidaré hacer presente a V.E. los distinguidos servicios de los
presbíteros Dr. D. José Valentin Gómez, y don Santiago Figueredo, curas
vicarios, éste de la Florida, y aquél de Canelones; ambos no contentos
con haber seguido las penosas marchas del exéráto, participando de las
fatigas del soldado, con haber exerádo las funciones de su sagrado
ministerio en todas ocasiones que fueron precisas, se conviertieron en el
acto de la batalla en bravos campeones, siendo de los primeros que
avanzaron sobre las filas enemigas con desprecio del peligro, y como
verdaderos militares....
374
OTROS HECHOS CONOCIDOS
375
Un noticia, reveladora de la activa y armada participació que
tuvieron los curas rebeldes en los trabajos revolucionarios y de la forma
en que se habían preparado para ello, nos la proporciona el parte que
desde el pueblo de Concepción de las Minas remite, el 9 de noviembre de
1811, Manuel Alonso encargado de la represión en aquel partido, al Virrey
Ello. En el extenso relato que Alonso hace llegar al Virrey de su actividad
de vigilancia en la zona leemos: «Tengo noticias de algunas armas que
estan en manosde quienes nodevian estar, pero no determino recogerlas
sin orden expresa de V.E., pues el teniente cura de esta villa tiene tres
armas largas, igualmente el cura tambien, dicen, tiene armas.... (21)
376
nía, los derechos de ¡agente, bien podía servir en el .Nuevo Mundo. ya
que los fines perseguidos, desde el punto de vista cristiano y americano,
no diferían en aquellos.
Sin embargo las altas jerarquías eclesiales de Roma y de la colonia
no pensaron de igual forma; habrán pesado, en lo que fue casi unánime
decisión, muchos factores: en ¡os prelados españoles europeos el senti-
miento nacionalista (también lo sintieron los liberales de las Cortes de
Cadiz respecto a América), en todos los casos la defensa de sus propios
privilegios y de los privilegios de su Iglesia derivados de la centenaria
alianza Trono-Altar, también el hecho de estar lejos de su .rebaño. y no
sentir sus reales necesidades.
Por esas causas resulta explicable el que mantuvieran, como así
sucedió, una radical oposición a la conducta de los rebeldes pastores que
vivían entre las .ovejas. del .rebaño., lo chocante fue la virulencia y, en
muchos casos, los extremos de crueldad a que llegó esa reacción.
377
Excomunión que reiteró «por segunda y tercera vez» (sic) en documento
de fecha 6 de octubre del mismo año. (24)
La agitación patriótica fue genéricamente condenada en Chile por
el prior del Convento Grande de Nuestra Señora de las Mercedes, Fray
José M. Romo, en su sermón del 29 de agosto de 1810.
«Ese espíritu revolucionario y altanero que reina en muchos de
nuestros amados chilenos que se creen verdaderos patriotas cuando no
hacen más que desnudare¡ cuello de la patria para el degüello. Hablemos
claro, que ninguna empresa embaraza más que ésta el negocio de
nuestra salvación, y ninguna puede arrancarnos mayores males. ¿Por
qué? Cómo podrán pensar en su salvación unos cristianos conmovidos
y agitados con ese nuevo plan de gobierno contra las leyes de la
monarquía y los preceptos de Dios?... No se nos ha dado orden para que
la alteremos, no se nos ha dicho que podemos gobernarnos por nosotros
mismos y a nuestro arbitrio», ...no queréis obedecer a la potestad de los
reyes de España que Dios nos dio desde la conquista y que nos ha
conservado hasta hoy misericordiosamente...» (25)
Por su parte el obispo de Concepción Diego Antonio Navarro de
Villodres en una Pastoral suya de enero de 1814, condenó la Revolución,
suspendió del ejercicio de sus órdenes al arcediano de la Catedral de
Concepción y amenazó» con pena de excomunión mayor Latas
sentencias ipso facto incurrendo» a quienes acataran las disposiciones
de dicho sacerdote patriota. (26)
Mucho más duros fueron los terminos empleados en los documentos
que redactaron los Obispos mexicanos y más inclementes y ciertas las
condenas que recayeron sobre los curas que en Nueva España hablan
encabezado el alzamiento emancipador.
En la respuesta a la proclamado Hidalgo se hizo hablar a la Virgen
de los Remedios contraponiéndola ala Virgen de Guadalupe que invo-
cara el cura patriota:
378
al Todopoderoso, para que aplaque su ira; hacedlo, hijos míos, que yo no
puedo faltar a la palabra que os tengo dada de favoreceros. Hijos míos,
a la guerra contra el hereje Hidalgo y sus excomulgados secuaces.
Vuestra Reinaos lo manda; vuestra Generala os lo intima y vuestra Madre
así lo quiere.. (27)
Los obispos Lizana y Ruiz Cavadas, la Congregación Eclesiástica,
el Colegio Apostólico de Pachucay, finalmente la Inquisición,; insultaron,
amenazaron, excomulgaron, propusieron cruzadas, amontonaron admo-
niciones, misas, pastorales, edictos y bandos contra la Revolución y
contra el revolucionario cura.
La Inquisición excedió los límites de la imaginación en materia de
literatura tronituante:
....vuestra impiedad, represada por el temor, había prorrumpido en
torrente de iniquidad en estos calamitoso días, poniéndose al frente de
una multitud de infelices que había seducido y declarado la guerra a Dios,
a su Santa Religión, con el nombre y devoción de María Santísima de
Guadatupe y con el de Fernando VII, nuestro deseado y jurado Rey; loque
alegó en prueba de vuestra apostasía de la fe católica y pertinencia en el
error y últimamente nos pidió que os citásemos por edicto y bajo la pena
de excomunión mayor os mandásemos que comparecieseis en el término
de treinta dios perentorios.
....que se os señale portérmino desde la fijación de nuestro edicto,
pues de otro modo no es posible la citación personal. Y que se lea este
edicto en todo el Reino, para que todos los fieles católicos sepan que los
promotores de la sedición e independencia tienen por corifeo a un
apóstata de la religión, a quien igualmente que el trono de Fernando VII
ha declarado la guerra. Y que en el caso de no comparecer se os siga la
causa de rebeldía, hasta la relajación en estatua... y declaramos incursos
en el crimen de fautoria y en las sobredichas penas a todas las personas,
sin excepción, que aprueben vuestra sedición y reciban vuestras procla-
mas, mantengan vuestro trato y correspondencia epistolar y os presten
cualquiera género de vida y favor, y a los que no denuncien y no obliguen
a denunciar a los que favorezcan vuestras ideas revolucionarias y de
cualquiera modo las promuevan y propaguen, pues todas se dirigen a
derrocar eltrono y aftar, de los que no deje duda la errada creenciade que
estáis denunciado, y la triste experiencia de vuestros crueles procedi-
mientos, muy iguales, así como la doctrina, a los del pérfido Lutero.. (28)
Apresado el rebelde, fue juzgado sobre esa base de .objetividad.
que denuncian las acusaciones transcriptas. Un cronista eclesial se
ofendió ante la dignidad con que el 29 de Junio de 1811 recibió Hidalgo
la sentencia condenatoria y la degradación; leamos:
...a las seis de la mañana procedió el Doctor a la degradación del
379
memorable cura Hidalgo., este «se presentó a este acto y permaneció
durante todo el tiempo con una serenidad tan desvergonzada que
escandalizó a los concurrentes, no habiendo expresiones con que
significar su desenbarazo y «luego entregado al Juez comisionado
siguió inmediatamente la intimación de la sentencia, que escuchó tam-
bién con excesiva indiferencia.... (29)
Al día siguiente se ejecutó la sentencia, fusilado, palpitante aún su
cuerpo fue expuesto a la curiosidad pública sobre una silla en la plaza
frente al Hospital Real de San Felipe de Chihuahua. «Y no satisfechos
todavía los odios que su sueño de redención nacional despertara, se
ordenó que la cabeza fuera arrancada de su cuerpo. (30)
Ferocidad poco cristiana, ...eran los tiempos, eran los rezagos de la
Iglesia medioeval.
Morelos, igual que Hidalgo resultó fulminado por excomuniones
que se le lanzaron desde los cuatro puntos cardinales de Nueva España
los enfurecidos obispos y arzobispos. Pero Morelos había creado más
problemas militares y había llevado adelante hechos revolucionarios
(expropiaciones, repartos de bienes muebles y de tierras, liberación de
esclavos) más concretos y abundantes. Había sido además el inspirador
y firmante de la segunda Constitución Republicana del Contienente en
1814. Era más peligroso su ideario, en cuatro años su obra había calado
profundo en el pueblo.
Don José Antonio Tirado redactó las actas acusatorias, los siguientes
párrafos son ilustrativos:
«siendo cristiano, bautizado y confirmado, y educado por sus
padres en la verdadera y santa doctrina y gozar como tal de los privilegios
y gracias concedidas a los buenos y verdaderos católicos «había aban-
donado» sus estrechas obligaciones de cristiano y sacerdote y pospuesto
el santo temor de Dios y de su divina justicia, y con positivo despreció de
la siempre recta y respetada del Santo Oficio, con grave ruina de su alma
y lamentable escándalo... del pueblo cristiano... pasándose de su purísi-
mo y santo gremio al f'co impuro y abominable de los herejes Hobbes,
Helvecio, Voltaire, Lutero y otros autores pestilenciales, materialistas y
ateístas... intentando suscitar errores, revolucionando todo el reino y
siendo causa principal [sima de las grandes herejías y pecados que se han
cometido y se cometen....
Todo ello lo convertía en «hereje formal, apóstata.. ateísta, ma-
terialista, deísta, libertino, sedicioso, reo de la majestad divinay humana,
enemigo implacable del cristianismo y del Estado, seductor, protervo,
hipócrita, astuto, traidor al rey y a la patria, lascivo, pertinaz, contumaz y
rebelde al Santo Oficio.... (31)
Mancisidor, relata, sobre la base de documentos de la época, que:
380
.Morelos, vestido de sotana corta hasta la rodilla. fue llevado ala sala del
Tribunal de la Sagrada Inquisición para escuchar aquellos cargos. Luego,
.de rodillas, fue azotado durante el salmo Miserere y .cuando las
palmas de las manos le fueron raspadas dió muestras de sufrimiento.
luego oyó la .cristiana. sentencia del Sagrado Tribunal, que se comuni-
caba a su ejecutor material:
.Declarado hereje formal y pendenciado por el Santo Tribunal de la
Fé y segregado por la iglesia como indigno de las órdenes que recibió, y
degradado por el brazo seglar, solo resta que V.E. le haga sufrir la pena
de muerte y confiscación de todos sus bienes... mandando que sea
fusilado por la espalda como traidor al rey; y que separada su cabeza y
puesta en una jaula de hierro, se coloque en la Plaza Mayor de esta
Capital que sirva a todos de recuerdo del fin que tendrán tarde o
temprano, los que despreciando el perdón con que se les convida se
obstinen todavian en consumar la ruina de su patria... según la ingenua
confesión del monstruo de Carácuaro, cuya mano derecha se remite
también a Oaxaca para que asimismo se coloque en la Plaza Mayor. (32)
381
austríaco para dominar la situación.
Inmediatamente .la Santa Sede organiza su propia cruzada
antiliberal: resucita la Compañía de Jesus (setiembre de 1814 y decreto
de agosto de 1815) y reinstala el Santo Tribunal de la Inquisición. (En
1816 el Inquisidor de Ravena condenó a muerte a un judío converso, reo
de ulterior apostasía ). Se levanta un nuevo Index de libros prohibidos, los
madonas milagrosas reanudan sus audiencias, el culto se enturbia con
fáciles supersticiones. Se abren nuevamente 2.346 conventos acargo del
Estado. El cardenal Paca prohibe la vacuna y el alumbrado público,
peligrosas innovaciones liberales. Los altos puestos de la administración
y justicia (de los Estados Pontíficos), arrebatados a los laicos, se otorgan
a los prelados.... (33)
Es en ese contexto, en el año 1816, que la Santa sede se ocupa de
América, todavía en lucha por su independencia, -recordemos que,
contemporáneamente, aprovechando la arremetida antiliberal de la San-
ta AlianzaPortugal se estaba preparando la invasión contrarrevolucionaria
a la Provincia Oriental que se concretaría a fines de ese mismo año-, y
descerraja una Encíclica en que se condena el empeño de los patriotas:
.A nuestros venerables hermanos arzobispos y a los queridos hijos del
clero de América sujeta al Rey Católico de las Españas, dice el Vicario de
Cristo, no dudamos que en las conmociones de estos paises que tan
amargas han sido para nuestro corazón, no habreis cesado de inspirar a
vuestra grey el justo y firme odio (odio, dice) con que se debe mirarlas;
debo exitaros más en esta carta a no perdonar esfuerzo para desarraigar
y destruir completamente la cizaña de los alborotos y sediciones que el
hombre enemigo siembra en esos paises. Facilmente lograreis tan santo
objeto, si cada uno de vosotros demuestra a sus ovejas, con todo el celo
que pueda, los terribles y gravísimos perjuicios de la rebelión, si presenta
las singulares virtudes de nuestro carísimo en Jesucristo, Fernando,
vuestro rey católico... Nadie que no sea un malvado podrá desconocer
que el origen de la discordia y de todas la calamidades públicas se
encuentra en los libros, debeis con todo el peso de vuestra palabra alejar
a los pueblos de su lectura....
Se renovaba así, por la más Alta Catedra romana, la centenaria
alianza entre el Trono y el Altar.
Las palabras del Papa-Rey no surtieron efecto en el ánimo de los
pueblos, aunque, todavía en 1820, el Obispo de Cuzco, Fray José Calixto
de Orihuela, por medio de una Pastoral suya hacía circular esa Encíclica
en Alto Perú.
Muchos más tarde, en 1824, todavía la Santa Sede intentaba
colocar el peso de su palabra en la balanza de los hechos para revertir en
América una situación ya definida Es así que mientras regresaba a Roma
382
la misión Muti, enviada por el papa Leon XII a Chile con el proclamado
propósito de reanudar las relaciones de Roma con la Iglesia americana,
enterado el santo padre de que en España había sido restablecido el
poder absoluto de Fernando (los .cien mil hijos de San Luis» habían
invadido la península y habían derrotado a los ejércitos liberales) no sólo
celebró con las mayores solemnidades de su Iglesia lo que calificó de
.fausto acontecimiento., sino que, con una euforia que demostró su
falibilidad, dado el posterior curso de los acontecimientos, aprovechó la
oportunidad para emitir otra Encíclica donde nuevamente se condenaba
la lucha por la independencia que ya estaba tocando en América el
definitivo éxitoso final.
383
NOTAS
1) M. E. Hirschy Sosa y Ruben Irurueta, opus citado, pp. 6-7.
2) AGN, Fondo E.G. y H. 1821, Exp. /164
3) Idem E, G. y H, (Bs. As.) L° 5762. Exp. 60
4) Ibidem L° 5759, p. 29.
5) Idem pp. 25-26.
6) AGn, Fondo Ex. A.GAd. L° 151, fs. 1 vto. y 2.
7) Manuel Pinto, La Revolución en la Intendencia¡ de la Paz, Biblioteca Paceña,
La Paz, Bolivia, 1953, T. III. Documentos, pp. XXI-XXIX.
8) José Mancisidor, Hidalgo, Morelos, Guerrero. Gandesa, México, 1956.
9) Rodolfo Baron Castro, José María Delgado ya¡ movimiento insurgente de 1811,
San Salvador, 1961.
10) Amunátegui y Barros Arana, La Iglesia frente a la emancipación Americana,
Santiago de Chile, p. 14.
11) Alberto Sánchez Merchant, Una luz en la cultura, Editado por el Gobierno del
Estado de Chiapas, Mexico, junio de 1992, pp. 53 y 54.
11bis) José Norberto de Souza Silva, Historia de Conjuracao Mineira, Imprenta
Nacional, Río de Janeiro, 1948.
12) AA.T.VII, pp. 9 y 10.
13) AA.T. IV, p. 402.
14) Alfonso Femández Cabrelli, Iglesia ultramontana y Masonería en la transfor-
mación de la sociedad orienta¡, Montevideo, 1990, p.223.
15) AGN, Fondo Ex. A. y M.H.
16) Ariosto Femández, Historia de la villa de San Fernando de la Floriday su región,
Montevideo, 1928, p. 97.
17) AA.T.IV, pp. 291-292.
18) Idem pp. 4-5.
19) Idem p, 271.
20) AA.T.V, p. 65.
21) AGN, Fondo Ex A. y M.H., Caja 8, Doc. 9.
22) Brian R. Hamnett, La política española en una época revolucionaria, 1790-
1820, F.C.E. Mexico, 1985, pp. 81-82 y 88-89.
23) Carlos Ponce San Gines, Documentos para la Historia de la Revolución de
1809, Volumen IV, Biblioteca Paceña, 1954, p. 43.
24) Ibidem, p.41.
25) Amunátegui y Barros Arana, opus citado, p. 9.
26) Ibidem, p. 10.
27) Luis Castillo Dedom, Hidalgo, México, 1968.
28) José Mancisidor, opus citado, pp. 66-67.
29) Ibidem, p. 129.
30) Ibidem, p. 130.
31) Ibidem, p. 276.
32) Ibidem, p. 278.
33) Alfonso Reyes, Obras completas, T.V. Historia de un siglo, F.C.E. México,
1980. p- 121.
384
CAPITULO VI
386
1 - CIVILISMO
387
dentro del límite de sus potestades.
Sabemos lo que propuso el artiguismo en el año XIII en relación con
este tema; el artículo 18 de las Instrucciones fue más que claro, con-
tundente: «El despotismo militar será precisamente aniquilado con trabas
constitucionales que aseguren inviolable la soberanía de los pueblos.;
sabemos como el artiguismo, a través de las decisiones de José Artigas,
actuó en ese terreno durante el corto lapso de su gobierno y de ello habrá
de tratarse en el siguiente tomo de este trabajo.
Más significativas, dada la especial situación en que se encontraba
la gente oriental, fueron las demostraciones de aquel sentimiento que
expusieron en los años de la ocupación militar brasilera, los Cabildos de
Colonia, Paysandú y Maldonado.
El cabildo de Colonia, por ejemplo, en documento del 9 de aogsto
de 1822 luego de denunciar diversos «atropellos militares cometidos
contra la autoridad civil., en lacláusula 3era instruyen a su diputado para
que solicite:
«Que se dicten las providencias más severas para concluir con un
mal de tanta trascendencia y que se declare de plano la separación
absoluta de ambos poderes Civil y Militar, castigando rigurosamente a
cualquiera que se abrogue facultades que no le competen..
En cuanto a los jerarcas capitulares de Maldonado, reunidos el 30
de setiembre del mismo año, dijeron en sus Instrucciones:
«la confusión de todos los valores en la autoridad militar y la
carencia de protección contra los continuos ataques que sufren los ve-
cinos en sus personas y bienes por los dependientes de la fuerza
armada... producen una inquietud peligrosa en la opinión pública que
predispone los ánimos a recibir las impresiones de la sugestión de los
anarquistas con riesgo inminente y próximo de la tranquilidad del Esta-
do..
Más adelante reclaman:
«...el establecimiento de un gobierno civil y liberal que disipando
interpretaciones maliciosas, asegure a los pueblos y a los ciudadanos las
garantías de sus justas libertades.. (2)
Esta reiteración, ahora irritada, de lo que en 1821 se habian dicho
en oportunidad del Congreso Cisplatino sin duda debió pesar en el ánimo
de Nicolás de Herrera, ya proclive aldisenso, para escribir, en 1823, a su
cuñado (para que Obes la divulgara en la Corte), parrafadas como esta:
«Todos, asustados por la amenaza del despotismo militar me
vienen a ver y me escriben y yo consigo calmar sus agitaciones asegu-
rándoles de los principios liberales de S.A...» (3)
Poco después haría llegar al mismo destinatario y con idéntico
objeto, sus «observaciones= acerca del «estado de desorden y opresión
388
bajo el que vivía la Provincia.; de ellas extractamos:
«El Síndico (García de Zúñiga)... (está) trabajando para que no se
nombre diputado... porque dice, que el país no está en estado de recibir
esas formas constitucionales...y otras frases del diccionario del despotismo
y la tiranía militar...» (4)
En otro documento de su autoría, Herrera, sin apearse de su
posición pro-brasileña, afirma que sólo se podrácontarcon los orientales;
•...si creen que se adopta para con ellos aquel sistema de Libertad
y Justicia por cuyo establecimiento han luchado diez años con el bárbaro
despotismo....
Más adelante propone: .Conocido el origen (de nuestros males) no
es difícil acertar con el remedio: que se dividan los ramos de la adminis-
tración, el militarcuidede la espada, el magistrado de las Leyes, elcuestor
de la Hacienda Pública: que se administre justicia pronta y no se nos
alimente con vanas promesas...»
Finalmente, cabe suponer que también pudo existir una cuota de
sinceridad en la posición y en las criticas formuladas por Herrera, en
relación con la eficacia del sistema militarista impuesto y mantenido por
el Barón de la Laguna sobre los orientales, cuya gente, como él mismo lo
reconoce, siempre había profesado arraigados sentimientos civilistas y
libertarios. Al respecto, vale la pena conocer algunos párrafos de lo que
Herrera tituló. Relato de la situación de la Cisplatina» (escrito seguramente
entre fines de 1822 y principios de 1823); dicen así: .Este amor de los
orientales a la libertad civil es inextinguible, el que lo ataque provocaría
una reacción peligrosa, el que lo fomente con destreza será el salvador
de aquella tierra» (5)
Sinceridad, recurso político el reconocerlo y asentarlo, de cualquier
modo: verdad irrefutable; valioso reconocimiento, por venir de quien
viene: de un político que sino siempre fue leal a aquellos principios, sí fue
ducho e inteligente en el conocimiento de los hombres.
Ahora, volviendo a ubicamos en la época, motivo de nuestro
examen, vamos a conocer algunos ejemplos de la forma como reaccio-
naron los Cabildos de los dos pueblos más antiguos, fundados por los
españoles, de la campaña oriental cuando fueron desconocidos o
agredidos por los jerarcas militares sus derechos o su dignidad.
En junio de 1794 se había planteado una discusión entre el
Comandante Militar de la jurisdicción de Santo Domi ngo Soriano, Melchor
de Reyna, y Manuel Gallegos, Alcalde de Primer voto de aquel pueblo; la
causa radicaba en que la autoridad civil eludía el cumplimiento de una
orden del jerarca castrense que los capitulares consideraron no se
ajustaba a derecho. Ante la insistencia arrogante de Reyna, Gallegos
cerró la cuestión con esta respuesta: -En virtud de la instancia que por sus
389
oficios de 9 y 12 del que rijo solicita le dé un tanto del libro de Marcas, he
resuelto con acuerdo de este Cabildo contestar a U. que en el interin S.E.
no lo ordena y mande, suspenda U. el pedírmela para lo que este Cabildo
ha escrito a S.E. dándole parte de todo. Nuestro señor guarde a U. Santo
Domingo Soriano y junio 17 de 1794. (6)
Por su parte el Cabildo de Maldonado se vió obligado en reiteradas
ocasiones a oponerse a los avances de los Comandantes militares; en
1786 había recurrido al Virrey reclamando porque el jefe castrense
pretendía arrogarse funciones de Justicia y policía que competían a la
autoridad civil. La resolución de este caso llegó de Buenos Aires, tenía
fecha 20 de marzo de aquel año y decía: «Enterado por la carta de V.S.
de 9 del corriente y copia que la acompaña de no haverse convenido ese
Comandante militara desprenderse dei conocimiento de las causas de
Justicia y Policía que hasta la creación de ese Cabildo han corrido unidas
a la Comandancia, le paso con esta fecha el oficio de que es copia la
adjunta, a fin de qu dexe a V.S. y a los Alcaldes Ordinarios de esa siudad
el libre uso de las referidas dos causas para que tenga cumplido efecto
lo resuelto por S.M. sobre estos asuntos, en la real Ordenanza general de
Intendencias y de haverse verificado me dará V.S. aviso. Dios guarde a
V.S. Buenos Aires 20 de marzo de 1786, Francisco de Paula Sanz.. (7)
Diez años más tarde, en 1796, estaban ocurriendo en Maldonado
hechos más graves, demostración de que persistían las malas relaciones
entre las autoridades fernandinas. Una da esas situaciones de tirantez se
dió cuando el Comandante de la guarnición de aquel pueblo envió a
prisión a uno de los Regidores «cuando este salió de orden del Cabildo
a acompañar a un religioso Dominico. que el jefe militar intentaba
detener. Lo que a continuación se transcribe esparto del relato que de los
hechos hiciera ante el Cabildo el Alcalde de Primer voto, as¡ como de la
denuncia que él mismo cuerpo capitular elevara a la sede virreinal, por
oficio, reclamando justicia: «Señores, dijo el Alcalde, no se puede ocultar
a V.S. el atentado enorme cometido a este Cabildo por el Comandante
Militar de la guarnición de estaciudad la tarde y la noche del día 19 de este
mes; la prudencia con que se ha manejado Vuestro Alcalde a fin de evitar
que huviera muchísimas muertes entre el vezindario y la tropa, si como
dios ha permitido viera una sublevación en la ciudad ociasionada por los
indicados insultos y atentados de este Comandante. Sin darme tiempo
para convocar a V.S. he dado los partes de todo lo acaecido a la real
Audiencia Pretorial de Buenos Aires y al Exmo. Sr. Virrey ofreciéndoles
información circunstanciada del hecho con representación de agravios,
y para el fin he formado este presente auto: haga VS. que lo lea el Fiel de
Fechos y juntamente los dos borradores de los expresados partes para
que enterados de ello se determine en este acuerdo lo que sea
390
derecho.
.Mi persona se halla revajada por los expresados insultos: la vara
de la real Justicia que exerzo a nombre de nuestro católico Monarca
despreciada por el indicado Comandante, por la misma razón me parece
que no debo obtenerla interin la superioridad o el Soberano no se digne
dar la satisfacción que merezca el enorme atentado cometido por el
expresado Comandante Don Cayetano Avegno (7), y que el Regidor a
quien corresponda la expresada vara de Justicia o en quien V.S. deter-
mine siga la indicada información para remitirla a la mayor brevedad a la
R. Audiencia y al Ezmo. Señor Virrey., Este Ayuntamiento conoce muy
bien las operaciones de usted, la prudencia con que se ha manejado
usted en el asunto, pues siendo de tanta gravedad ha sabido manejarse
con madurez ycorduracon los individuos de laciudad, y en virtud que Vm.
cita en los partes paso oficio político al Comandante Militar sobre el
atropellamiento y prisión del Fiel de Fechos de este Cavildo Don Pedro
María Tabeyra, sírvase poner de manifiesto el citado oficio, y si ha
contestado a él.
Aquí tiene V.S. el borrador del oficio pero hasta el presente no se ha
visto contestación alguna. Hecho cargo este Ayuntamiento del oficio, lo
relacionado por Vm. y ser tan notorio el escándalo, y el enorme atentado
de que este Ayuntamiento no puede desentenderse: las razones de Vm.
expuestas son poderosas y de madurez; pero considere Vm. a las del
Ayuntamiento. Si Vm. huviera ido por la calle y en su compañía el Fiel de
Fechos y que el Comandante Militar con la fuerza se lo arrebatara, es el
desacato a Vm. y por lo mismo era bien entonces depositar la vara en
razón de verse Vm. atropellado quitándole al Fiel de Fechos, y en este
caso la recibiría el ayuntamiento y la depositaría en el que le corresponde
para administrarjusticia. Pero en el presente caso: atropellado el Cabildo,
cercado por tropa, querer sacar de él de por fuerza al Fiel de Fechos; ajar
a los principales vezinos de la ciudad, este enorme atentado no ha sido
sólo a Vm. sino a todo el Ayuntamiento, o por mejor decir al Soberano de
cuia Soberana persona penden sus Cabildos; y por lo mismo no tiene
lugar la solicitud de Vm. con respecto al depósito de la vara, pues todo el
Ayuntamiento se halla ofendido lo mismo que Vm. siendo necesario que
hayga quien administrajusticia a nombre del rey nuestro señor y que vaya
la información circunstanciada del atentado queso tiene ofrecida y
concluida que sea sáquense dos testimonios, uno para remitir con el
original a las superioridades con la correspondiente representación de
agravios, y el otro para que quede archivado para los fines que convenga
a este Cabildo. Firman: Juan b. Gimeno, Antonio Machado y Francisco
González.. (8)
Un año después llegó al nuevo cabildo de Maldonado un oficio
391
comunicando la resolución recaída en el expediente incoado a partir de
las denuncias y reclamos elevados por la autoridad civil de la ciudad:
«Vistos, recójanse todos los expedientes de quexas contrae¡ Comandante
Militar de Maldonado y con ellos hágase a Su Magestad el respectivo
informe, escribiéndose acordada al Alcalde a fin de que procure toda
armonía con el Comandante evitando todo encuentro..; (9) lo había
firmado S.A. el Virrey Marqués de Loreto. Parece demasiada contempla-
ción para tamaño atropello; no siempre se habían resuelto antes con
buenos consejos situaciones de esa naturaleza.
2 - LA EDUCACION
PREAMBULO
392
niños señalan las casas de Diego de Torres, vecino de la ciudad, las
cuales casas se aderezarán en nombre de este Cabildo.... Entre las
firmas viene la de Hernandarias de Saavedra.
No es extraño, prosigue Silvio Zavala, que algo más tarde al escribir
al rey desde Buenos Aires, el 5 de abril de 1604, digas¡ propio Hernandarias
que en Asunción puso a estudio más de treinta hijos de vecinos, y más de
otros cincuenta a oficio, de los que andaban baldios y perdidos.
Al parecerlos primeros recibirían una educación del grado superior,
ya que Hernandarias agrega en la misma carta que hizo se .pusiesen a
la escuela. más de 150 muchachos. Distinguía, por lo tanto, entre el
.estudio. y la .escuela., aplicando el segundo término a leer, escribir y
contar. La existencia de algún estudio superior en Asunción por esta
época se confirma cuando Hernandarias agrega en su carta que el
licenciado Francisco de Saldivar, hijo de conquistador, es teólogo, pre-
dica y enseña gramática en la Asunción.. (11)
Más adelante nos informa Zavala que «El interes escolar, que
hemos señalado en otras ciudades de la gobernación del Plata, existió
también en Buenos Aires. Francisco de Vitoria dice, segun creemos en
primero de agosto de 1605, que por carecer esta ciudad y no haber en ella
persona que acuda a la administración, enseñanza y doctrina de los hijos
de los vecinos y moradores de ella, y ser cosa muy conveniente y del
servicio de Dios, pro y utilidad de los tales vecinos que los dichos sus hijos
sepan leer, escribir y contar; y por hallarse al presente desocupado y ser
persona habil y suficiente para usar dicho ministerio; y está presto para
poner escuela en la parta que los señores del Cabildo le señalen, dándole
casa acomodada para ello, como es costumbre; y los vecinos y moradores
le acudan con la pagado¡ primer mes adelantado, a razon de un peso los
de leer, y los de escribir y contar dos pesos, para reformarse de algunas
cosas que son necesarias y forzosas a dicha escuela, y que para lo de
adelante a la dicha razón se le pague su trabajo en cumpliéndose el mes
para que pueda sustentarse y acudir con más voluntad a su obligación..
.Aquí no se habla de doctrina, comenta el autor, la enseñanza primaria
es ponderada por sus propios fines. (12)
Pareció necesario incluir este prólogo a efectos de ampliar la visión
dei problema al conocer lo que en el resto de la región ocurría, también
en este terreno.
393
cual, aunque con algun hiato, hasta 1792 encontramos información
acerca del número de educandos de cada año, la que se deduce del
contenido de las .Razones de la plata que han entregado para el pago de
la Escuela los padres que tienen hijos en ella. y de la nota adicional en
que se mencionan aquellos padres pobres eximidos de tal contribución.
De esa forma nos enteramos que en 1777 concurrían a la escuela
del pueblo 63 niños, de ellos 48 pagaban la suma estipulada (4 pesos con
4 reales .desde el primero de julio del año pasado de 76, hasta último de
diciembre de este presente año de 77) y los otros cinco, porque sus
padres eran pobres, estaban exonerados. En el año siguiente los padres
tuvieron un alivio en el ya corto estipendio por .derecho a la enseñanza.,
en efecto, cada uno de los 51 «pudientes» solo debió abonar 3 pesos por
hijo (! tiempos felices en que los precios descendían en materia de
educación l); ese año un huérfano se educó gratuitamente y 5 viudas no
pagaron por sus hijos. La cantidad de asistentes a la escuela de Santo
Domingo se mantiene dentro de esas mismas cifras, con leves fluctua-
ciones, hasta que en 1792 el número de educandos desciende a 51 (48
pagos, 3 gratuitos) (13) (faltan datos de los tres años anteriores).
Ese descenso en la cifra de discípulos bien puede atribuirse al
hecho, que ya conocemos de que, al menos desde 1788 ,habia comenzado
alarmarse a siete leguas de Sto. Domingo Soriano el futuro pueblo de la
Capilla Nueva de Mercedes por lo que cierto número de vecinos ya se
habrían trasladado a aquel lugar.
En lo que tiene que ver con quienes ejercieron en el cargo de
maestros en Santo Domingo Soriano solo he podido encontrar noticias de
dos de ellos: Agustín Galeano y Juan Francisco Estrada; ambos cumplían
esas funciones en 1777, (a Estrada lo encontramos en igual situación
todavía en los años 90); el primero recibió del Cabildo un sueldo de 102
pesos por su trabajo del año anterior y el segundo 80 pesos.
No dejade ser interesante comparar estos ingresos que en un caso
no alcanzaba a 9 pesos mensuales (ese era el salario de un capataz de
estancia, eso ganaba en 1764 Santos Zapata que ocupaba tal cargo en
la estancia de la ciudad de Montevideo ubicada en al zona del Pintado,
y en el caso de Estrada no llegaba a los 7 pesos mensuales-), con lo que
percibía el párroco de Sto. Domingo, Fray Agustín Rodríguez, a quien,
además de los 125 pesos de congrua, el vecindario le proporcionaba
casa, leña y criados, sin contar con lo que podía ingresar por el pago de
sus servicios pastorales tarifados por arancel diocesano:
Pero hay más que agregar, ya que de reales o presuntas injusticias
se trata, en efecto, en aquel año de 1776 el Cabildo percibió por concepto
de pagos efectuados por los padres de los 63 alumnos de la escuela la
suma de 240 pesos y seis reales, superior en 58 pesos y seis reales a
394
pagado a los maestros, excedente que no se repartió entra los educado-
res ni tampoco se invirtió su totalidad en gastos para el mejoramiento de
la escuela, para lo cual sólo se dipuso de tres pesos, mientras que para
las ceremonias del culto católico celebradas ese año se distrajeron de la
caja del Ayuntamiento 115 pesos y 4 reales. (14)
A modo de punto final de este relevamiento de las escasas, pero
ilustrativas noticias que venimos de conocer, importa transcribir la parte,
que dedicada a la educación, encontramos en un Bando de buen
Gobierno dictado por el cabildo sorianense en el año 1796, .Mandamos,
dice el documento, que todo padre de familia que tuviese hijos de hedad
de cinco años a doce años los presente en la escuela de este pueblo, pena
de cuatro pesos.» (15) Es decir que en Soriano existió, ese año al menos,
escuela laica, obligatoria y gratuita para pobres.
También el cuerpo capitular de Maldonado se ocupó dela cuestión
de la enseñanza en aquel pueblo aunque no he podido hallar noticia de
los primeros maestros laicos ni de la fecha en que puedan haber
comenzado su actuación. Seguramente, como generalmente ocurría
antes de que los vecinos estuviesen en condiciones de sostener los
gastos que demandaba la paga de un preceptor, habrá sido el cura o su
teniente el encargado de impartir a los niños los primeros rudimentos de
una enseñanza elemental.
395
Se transcribe textualmente porque de su lectura completa y de su
comparación con anteriores y más rudimentarias normas dictadas en
casos similares podrá extraerse interesantes conclusiones.
«Para la permanencia de una Escuela de primeras letras conque se
instruya a la Juventud en los primeros rudimentos de nuestra Sagrada
religión Cathólica, al mismo tiempo que aprendan a leer, escribir y contar
y en que se dosilise el agreste natural de los jóvenes con la práctica de
la política: la del respeto debido a los maiores, obediencia a su Monarca,
y recíproca comunicación y trato social que tanto interesa a su bienestar,
al aumento de la población, a la felicidad del Estado y a los progresos de
la Religión, han dedicado su celo los vecinos de la Colonia a fin de que
se berifique en este pueblo un establecimiento permanente que sufrague
la competente congrua parasostenerun buen maestro en quien concurran
las calidades necesarias a llenar las obligaciones precisasdetan deseado
fin; que enseñe de balde a la juventud as¡ de este curato como de
cualesquiera otro que concurra el efecto y asignándole el Pueblo por
ahora la congrua suficiente aque han alcanzado sus esfuerzos en medio
de sus cortos recursos, pero que se ha juzgado necesaria y suficiente
para que se sostenga un buen preceptor se debe componer esta
mensualmente de catorce pesos quatro reales en que con este objeto se
halla gravado el gasto de la carne, de seis pesos que asimismo se le
agregan destinados, quatro por la sacristanía de la iglesia que deberá
serbir el dicho maestro y los dos pesos restantes por la sacristanía, que
también servirá, de la Hermandad del Santísimo y Animas, que todo
compone la cantidad de veinte pesos quatro reales al mes que le ha de
abonar el pueblo en efectibo, dándole asimismo casa en que vibaque por
razón de su sacristanía debe de ser el quarto que con este objeto
mantiene la fábrica, y si por su pequeñas no fuese sufuciente para que
sirva de escuela la proporcionará el pueblo la pieza correspondiente que
diligentemente se pueda conseguir mientras no quedare desocupada la
capilla de Santa Rita que por su capacidad estuvo sirviendo dedicada al
efecto y que por la quema acaecida de la Iglesia Parroquial hoy está
supliendo interinamente aquel defecto; con cuias consideraciones correrá
siempre la escuela al cuidado del Mayordomo de la fábrica y de otros dos
vecinos principales del Pueblo que lo serán por ahra Don Manuel Delgado
y don Franciscode Andujar, celando estos sobre la conservación de la
escuela bajo los artículos de esta contrata, y sobre la enseñanza y
tratamiento correspondiente de la juventud, para que amonestado el
maestro sino reparase los defectos que se le notasen ocurran al Co-
mandante de la plaza para que los remedie por si o de parte de la
Superioridad de quien dependen inmediatamente estos públicos esta-
blecimientos.
396
Bajo de estos principios han acordado y tratado los mencionados:
Mayordomo de Fábrica que lo es ahora don Ignacio Rodríguez y diputados
referidos; con don Mariano de Iparraga sujeto aparente y acreditado en
este egercicio de arreglada conducta e instrucción regular para el caso,
en lostérminos que se expresaran en las condiciones siguientes: Primera:
Se educaran en la Escuela sin llevarles estipendio alguno, no sólo los
Jóvenes de lafeligresiade la Colonia, sino todo slos demás de qualquiera
otra que sin distinción ocurran para este efecto.
Segunda-Se les ha de enseñar la Doctrina Cristiana, leer, escrivír,
y contar según el método más claro, vrebe, facil y primoroso que se
observa en las mejores escuelas de la capital.
Tercera - Se les enseñará con cuidado a que sean corteses, y que
respeten a los maiores por las calles y en sus casas; que se porten con
modestia y aseo en su trato y en su cuerpo, y sean moderados con todos
en sus echos y palabras, por ser tan lastimosos defectos bastante
comunes en las gentes sin educación que se crían fuera de las capitales,
sobre lo que debe velar el maestro con el posible esmero para desterrar
de los jóvenes unas costumbres tan radicadas que aprendidas de la
rusticidad de sus mismos padres, los haremos ignorantes de por vida y
abominables en la sociedad.
Cuarta- No se admitirán en la Escuela Jóvenes que pasen de doce
años sin examen y aprobación del Padre cura Vicario, quien si los juzgare
de inocentes costumbres podrá determinar su recession (recepción), por
que en esta edad suelen carecer de la inocencia necesaria y modestia
debida para mesclarse entre los jóvenes de poca edad.
Quinta - Se le dara al Maestro, en haviendo proporción, un
Cathesismo de Fleuri para que instruido por él mas estensamente, que
por el prontuario de Astete o Ripalon, pueda enseñar con solides a la
juventud los dogmas importantes de la Religión, y se le darán también
algunos otros libros de enseñanza pública luego que se puedan propor-
cionar, como assi mismo algunas cartillas modernas Matritenses para la
facil enseñanza, buenas muestras y un buen libro que corre impreso para
la más ligera inteligencia, brevedad y hermosura en escrivir, los quales se
conservaran siempre en la escuela con algunos más que combenga
aumentar para que pasen de unos maestros a otros con responsabilidad.
Sexta - Un día de cada semana se explicará en la escuela de
cathesismo Real que por preguntas y respuestas se halla escrito por el
¡limo. Prelado Don Fray José de San Alberto, dignísimo arzobispo de
Charcas cuía doctitud y suma Doctrina imprimirá en la juventud aquel
conocimiento necesario que todo buen cathólico deve tener de las
obligaciones indispensables que este virtuoso prelado lleno de gratitud
acia su Monarca y de amor a sus remotos vasallos le impulsaron a la
397
formación de este compendioso cathesismo cuia instrucción enseña
desde la infancia, la moral divina de la escritura sagrada en que se nos
manda como obligación indispensable, el amor hacia el rey, themor,
respeto y fidelidad, como puesto por el mismo Dios para el Gobierno
temporal de los hombres y que recibiendo su poder de la omnipotente
mano, lo debemos venerar no solo por temor al castigo sino porobligación
de conciencia.
Con todas estas prevenciones y adbertencias se obligaron
recíprocamente, por contrata, tanto los susodichos Comicionados, como
el espresado Don Mariano Iparraga, con intervención die Padre cura
Vicario Dr. Don Jose María Enriquez y aprobación del Comandante de la
Colonia Theniente Coronel Don Agustín de Pinedo, a que seran firmes y
balederas las mencionadas condiciones de ella incertas, de que en
oportuno tiempo se dará parte al Exmo, Sr. Virrey para que siendo de su
agrado recaiga su superior aprobación, quedando alcuidado de todos los
susodichos otorgantes de agregar la notaría del pueblo a la Sacristanía
y Maestría de Escuela (luego que por algún accidente bacare del sugeto
que hoy egerse) para que unidas estas congruas se cumpla en los
respectivos cargos por el sugeto que los obtenga reunidos con desencia,
esactitud, celo y puntaulidad; con la prevención de que ni el espresado
don Mariano de lparraga ha de poder hacer dejación de la escuela y
demás cargos sin abisar seis meses antes, ni el pueblo lo podrá remover
para colocar en su lugar otro maestro sin que preseda antisipado abiso
con el mismo tiempo. Sobre todo lo qua¡ se obligaron en legal forma y lo
firmaron en la Colonia del Sacramento en 16 de abril de 1800. (16)
398
de dhas. Escuelas por haverse presentado Dn. Joachin de Ortuño
graduado Mro. en la: Universidad de Cordova, para la enseñanza de
Gramatica y Latinidad y Dn. Manuel Diez Valdes para primeras Letras; se
nombrasen para examinadores de la aptitud y suficiencia del Mro. Dn.
Joachin de Ortuño. al Mro. Dn. Phelipe de Ortega, Cura y Vicario y al Dor.
Dn. Joseph Perez, Theniente de Cura para con su examen proveer á
veneficio del publico lo mas conveniente. Y supuesto qu. el Mro. de
primeras letras que tenía abierta escuela publica en esta Ciudad con
permisso de su llt. Cavildo, Justicia y Reximiento con certificazion de su
aptitud, que ha presentado del Curay Vicarioy no presentandose opositor
mas idoneo se haya por admitido para el Ministerio de su Oficio, y á efecto
de que tenga el fin deseado la publica educazion de la Juventud segun la
idea de esta lit. Junta.»
Para sede de la escuela, así como para la habitación de los
maestros, fue asignada la iglesia y damas locales que los jesuitas tenían
en el ángulo Suroeste de la manzana que hoy delimitan las calles Rincon,
Juan Carlos Gomez, 25 de Mayo e Ituzaingó, disponiendose al efecto que
.con el maior asseo, y prontitud que el Cuerpo de dha. Iglecia se
componga serrada la Puerta del Sur y abiertas dos ventanas inmediatas
con otra al Norte 6 interior de la Residencia, con sus respectivas vidrieras
en todos los parajes de Luz y adornada de mesas, Bancos 6 gradas que
el propio nro. Dn. Manuel Diez Valdex altere presisas y necessarias para
los discípulos que ay 6 puede haver segun su conocimiento y practicadel
pueblo, á la enseñanza de primeras Letras á cuyo objetose destinadesde
aora el Cuerpo de dha. Iglecia con lo reducido del Quartho de media agua
que le servia de Sachristia, como para avitacion de dicho Maestro el Quarto
de la portería; y que assi mismo avilite los tres Quartos ínteriores de de vajo
del Corredor para estudio de gramatica y vivienda de Mro. sirviendo el
Patio de su frente para los alumnos de unas y otras Escuelas y que
igualmente compuestos los Lugares comunes y formado una redusida
cosina á su costado (...)»
En la misma sesión los miembros del cuerpo capitular aprobaron lo
que puede muy bien considerarse un modesto código, en el que se
determinaba las principales obligaciones de los maestros, sus estipen-
dios, etc.
.Igualmente dixeron que los referidos Mros. ayan de estar subordi-
nados al Sor. Governador de esta Plaza su Cavildo, Justicia y Reximiento
con intervención del Cura y Vicario, 6 las personas que estos destinen
para la visita de las referidas Escuelas, é investigazion de la conducta y
operaciones dhos. Mros. tanto para uniformar 6 premiar sus escritos,
como para removerlos en caso necessario, á cuyo efecto, al tiempo de
expedirles su nombramiento, se les hará comparecer en esta Junta para
399
ser enterados y que presten en manos del Sr. Presidente el Juramento de
exerser bien y fielmente sus Ministerios, atendiendo con igualdad á todos
sus Discipulos sin distincion de personas por gratificazion 6 respeto
particular de pobres 6 ricos atendiendo á aquellos aun con mas actividad
y zelo que á estos, teniendo presente que la mente de nro. Muy Piadoso
Soberano con el establecimiento de estas Escuelas, lleva por objeto
principal; la educazion de los vasallos pobres y personas miserables que
porfaltade mediotienen enserrados superiores talentos, que pudieran en
lo subsesivo servir al publico y S.M.
y otro si dixeron que al Maestro de Gramatica y Latinidad se le
assignen quatrozientos pessos moneda corriente del País al año y al
Maestro de primeras letras treszientos y cincuenta pesos que ayan de
cobrarde los reditos devengados y que se devengaren de las Haciendas
vendidas y que se vendieren 6 alquileres exhistente s de dhas.
Temporalidades cuya satisfazion y paga les aya de hacer puntualmente
por plazos semanales, mensuales 6 anuales el administrador que es ó
fuere de dhos. reditos y damas enseres de efectos de plata ú oro de los
expresados vienes tomando los respectivos resivos para su resguardo,
que siendo lexitimos y arreglados á este Acuerdo y nombramiento que se
expedira á cada uno de los Maestros en particular se le admitiran en
cuenta de cargo y Data de su manejo. Y otro si dixeron que de este
Acuerdo presedido el Testimonio respectivo que se ha de remitir á la
Superior Junta Provincial con carta misiva se saquen otros dos authorizados
por el presente SSno. Actuario Provicional quien passara el uno á la
secretaria del Govierno y el otro al Archivo del Ilte. Cavdo. Justicia y
Reximiento de esta Ciudad con los comprovantes de su entrega. Y assi
lo proveyeron, mandaron y firmaron ante mi, de que doy fea, en onse días
del mes de Junio de mil setezientos setenta y dos . (19)
Quedaba así resuelta la instalación de la primera escuela pública y
gratuita que funcionó en nuestro país y reglamentado su funcionamiento
con condiciones tan liberales como eran aquellas que de las leyes
indianas se citan; las cuales, como otras similares, pocas veces se
cumplieron en la América colonial. Aquí se hace especial mención a .a
la mayor actividad y zelo que debía prestarse a los vasallos pobres y
personas miserables. y para nada se habla de doctrina; .la enseñanza
es ponderada por sus propios fines., como con justeza comentó el
historiador mexicano Silvio Zavala, refiriéndose a caso semejante ocu-
rrido en Buenos Aires en 1605. Integraban el Cabildo de ese año y
firmaron esta acta Felipe de Ortega, Bruno Muñoz, Cosme Alvarez, Pedro
Lean de Soto y Romero; asistió y presidió la sesion, que sin duda
constituye un hito en la Historia de la Enseñanza en el Uruguay, el
liberalisimo Gobernado don José Joaquín de Viena.
400