Historia Del Arte
Historia Del Arte
La historiografía del arte es una ciencia multidisciplinar, procurando un examen objetivo del arte a través de
la historia, clasificando culturas, estableciendo periodizaciones y observando sus características distintivas e
influencias. El estudio de la Historia del Arte se desarrolló inicialmente en el Renacimiento, con su objeto
limitado a la producción artística de la civilización occidental. No obstante, con el tiempo se ha impuesto
una visión más amplia de la historia artística, intentando una descripción global del arte de todas las
civilizaciones y el análisis de sus producciones artísticas en términos de sus propios valores culturales
(relativismo cultural), y no solo de los de la historia del arte
occidental.
Índice
Prehistoria
Paleolítico
Neolítico
Edad de los Metales
Arte antiguo
Mesopotamia
Egipto
América
África
Asia
India
China
Japón
Oceanía
Otras manifestaciones
Arte clásico
Grecia
Roma
Arte medieval
Arte paleocristiano
Arte germánico
Arte prerrománico
Arte bizantino
Arte islámico
Arte románico
Arte gótico
América
África
Asia
Oceanía
Arte de la Edad Moderna
Renacimiento
Manierismo
Barroco
Rococó
Neoclasicismo
América
África
Asia
Oceanía
Arte contemporáneo
Siglo XIX
Arquitectura
Romanticismo
Realismo
Impresionismo
Simbolismo
Modernismo
Fotografía
Siglo XX
Arquitectura
Vanguardismo
Últimas tendencias
Globalización del arte
Artes decorativas
Literatura contemporánea
Teatro contemporáneo
Música contemporánea
Danza contemporánea
Fotografía del siglo XX
Cine
Historieta
Arte efímero
Véase también
Notas
Referencias
Bibliografía
Enlaces externos
Prehistoria
El arte prehistórico es el desarrollado por el ser humano primitivo
desde la Edad de Piedra (Paleolítico superior, Mesolítico y
Neolítico) hasta la Edad de los Metales, periodos donde surgieron
las primeras manifestaciones que se pueden considerar como
artísticas por parte del Homo sapiens. Durante el Paleolítico
(25 000-8000 a. C.), los seres humanos se mantenían
principalmente gracias a la caza y a la recolección y habitaban en
cuevas, en algunas de las cuales desarrollaron la llamada pintura
rupestre. Tras un periodo de transición (Mesolítico, 8000-
6000 a. C.), en el Neolítico (6000-3000 a. C.) el ser humano se
volvió sedentario y se dedicó a la agricultura, con sociedades cada
vez más complejas donde fue cobrando importancia la religión, y
comenzó la producción de piezas de artesanía. Por último, en la
llamada Edad de los Metales (3000-1000 a. C.), surgieron las
primeras civilizaciones protohistóricas.
Paleolítico
Las primeras manifestaciones artísticas proceden del Homo Venus de Willendorf, Museo de
neanderthalensis, de hace unos 65 000 años, tal como se constata Historia Natural de Viena
por los restos hallados en las cuevas de Maltravieso (Cáceres),
Ardales (Málaga) y La Pasiega (Cantabria).2 Aun así, la mayor
parte de los primeros hallazgos artísticos son del paleolítico superior y pertenecen ya al Homo sapiens,
alrededor del 25 000 a. C., teniendo su apogeo en el periodo magdaleniense (±15 000-8000 a. C.). Los
primeros vestigios de objetos creados por el hombre aparecen en el sur de África, el Mediterráneo
occidental, Europa central y oriental (Mar Adriático), Siberia (Lago Baikal), la India y Australia. Estos
primeros vestigios son generalmente utensilios de piedra trabajada (sílex, obsidiana), o bien de hueso o
madera. Para la pintura utilizaban rojo de óxido de hierro, negro de óxido de manganeso y ocre de arcilla.
Su principal medio expresivo era la pintura rupestre, desarrollada principalmente en la región franco-
cantábrica: son pinturas de carácter mágico-religioso, en cuevas, de sentido naturalista, con representación
de animales, destacando las cuevas de Altamira, Tito Bustillo, Trois Frères, Chauvet y Lascaux. En
escultura, destacan las llamadas venus, representaciones femeninas que seguramente servían de culto a la
fecundidad, destacando la Venus de Willendorf. Otras obras representativas de esta época son el
denominado Hombre de Brno, el Mamut de Vogelherd y la Dama de Brassempouy.3
En la prehistoria surgieron las primeras formas rudimentarias de música y danza: diversos fenómenos
naturales y la modulación de la propia voz humana hicieron ver al hombre primitivo que existían sonidos
que resultaban armónicos y melodiosos, y que afectaban a las emociones, al estado anímico de las personas.
Al tiempo, la danza, el movimiento rítmico, supuso una forma de comunicación corporal que servía para
expresar sentimientos, o para ritualizar acontecimientos importantes (nacimientos, defunciones, bodas). En
principio, música y danza tenían un componente ritual, celebrados en ceremonias de fecundidad, caza o
guerra, o de diversa índole religiosa. Pronto el ser humano aprendió a valerse de objetos rudimentarios
(huesos, cañas, troncos, conchas) para producir sonidos, mientras que la propia respiración y los latidos del
corazón sirvieron para otorgar una primera cadencia a la danza.4
Neolítico
En la Edad del Hierro destacaron las culturas de Hallstatt (Austria) y La Tène (Suiza). La primera se dio
entre los siglos VIII a. C. y V a. C., caracterizada por las necrópolis con tumbas de túmulo, con cámara
mortuoria de madera en forma de casa, a menudo acompañada de un carro de cuatro ruedas. La cerámica
era polícroma, con decoraciones geométricas y aplicaciones de adornos metálicos. La Tène se desarrolló
entre los siglos V a. C. y I a. C., ligada a la cultura celta. Destacó por sus objetos en hierro (espadas, lanzas,
escudos, fíbulas), con diversas fases de evolución (La Tène I, II y III), que al final de esta era recibió las
influencias griega, etrusca y del arte de las estepas.7
Arte antiguo
Se denomina así a las creaciones artísticas de la primera etapa de la
historia, iniciadas con la invención de la escritura, destacando las
grandes civilizaciones del Próximo Oriente: Egipto y Mesopotamia.
También englobaría las primeras manifestaciones artísticas de la
mayoría de pueblos y civilizaciones de todos los continentes. En
esta época aparecieron las primeras grandes ciudades,
principalmente en cuatro zonas delimitadas por grandes ríos: el
Nilo, el Tigris y el Éufrates, el Indo y el río Amarillo.
Mesopotamia
Con la aparición de la escritura surgió la literatura, como medio de expresión de la creatividad del ser
humano. En la literatura sumeria destaca el Poema de Gilgamesh, del siglo XVII a. C. Se escribieron una
treintena de mitos sobre las divinidades sumerias y acadias más importantes, entre los que destacan: el
descenso de Inanna a los infiernos y los generados en torno a los dioses Enki y Tammuz. Otra muestra de
relevancia es el poema Lugal ud melambi Nirpal (Los trabajos de Ninurta), cuyo contenido es de tipo
didáctico y moral. En época acadia destaca el Atrahasis, sobre el mito del diluvio. En la literatura
babilónica es de remarcar el poema Enûma Elish, sobre la creación del mundo.10
La música se desarrolló en esta región entre el IV y el III milenio a. C., en rituales de los templos sumerios,
donde se cantaban himnos o salmos (ersemma) a los dioses. El canto litúrgico estaba compuesto de
responsorios —canto alternado entre sacerdotes y coro— y antífonas —canto alternado entre dos coros—.
Tenían varios instrumentos, como el tigi (flauta), el balag (tambor), la lilis (precursor del timbal), el algar
(lira), el zagsal (arpa) y la adapa (pandero).11
Egipto
En Egipto surgió una de las primeras grandes civilizaciones, con obras de arte elaboradas y complejas que
suponen ya una especialización profesional por parte del artista/artesano. Su arte era intensamente religioso
y simbólico, con un poder político fuertemente centralizado y jerarquizado, otorgando una gran relevancia
al concepto religioso de inmortalidad, principalmente del faraón,nota 1 para el que se construyen obras de
gran monumentalidad. Iniciado alrededor del 3000 a. C., el arte
egipcio perduró hasta la conquista de Alejandro Magno, si bien su
influencia persistió en el arte copto y bizantino.
La escultura y la pintura muestran las representaciones de forma figurativa, generalmente con gran rigidez y
esquematización. En la escultura egipcia comenzó a representarse a faraones y dioses ya en las primeras
dinastías, alcanzándose durante la IV Dinastía el dominio absoluto de la técnica en elegantes
representaciones de porte majestuoso con acabados pulidos en materiales tan duros como el granito o la
diorita. Predominaba la ley de la frontalidad y el hieratismo, con formas tendentes a la geometrización, dado
su carácter simbólico como manifestaciones de la vida ultraterrena. También destacan los ushebti, pequeñas
figurillas de tierra cocida o madera, de mayor realismo que la escultura funeraria, representando escenas
cotidianas.
La pintura se caracteriza principalmente por presentar figuras yuxtapuestas en planos superpuestos. Las
imágenes se representaban con criterio jerárquico, por ejemplo: el faraón tiene un tamaño más grande que
los súbditos o los enemigos que están a su lado. Predominaba el canon de perfil, que consistía en
representar la cabeza y las extremidades de perfil pero los hombros y los ojos de frente. En Egipto se
desarrollaron notablemente las artes aplicadas, especialmente la ebanistería y la orfebrería, con magníficos
ejemplos como los muebles de cedro con taraceas de ébano y marfil de las tumbas de Yuya y Tuyu (Museo
Egipcio de El Cairo), o las piezas halladas en la tumba de Tutankamon, de gran calidad artística.12
La literatura egipcia fue la primera en desarrollar un formato literario tal y como lo conocemos hoy en día:
el libro.13 Una de sus mejores manifestaciones es la Historia de Sinuhé, un servidor de Sesostris I, cuyo
relato data de mediados del siglo XX a. C. Posteriormente destaca el Libro de los muertos, escrito en el
Papiro de Ani, datado hacia el siglo XIII a. C. La música egipcia era principalmente de signo religioso, con
un gran protagonismo del canto vocal, desarrollando un ciclo anual de festividades cada una de las cuales
tenía su música correspondiente —hecho que pasó a la liturgia judía y cristiana—. Entre sus instrumentos
figuraban el sistro, el ser (pandero), el ben (arpa), la seba (flauta), el sneb (trompeta) y el met (clarinete). Al
parecer, tenían también un tipo de órgano hidráulico, y en la tumba de Tutankamon se encontraron dos
trompetas de plata.14
Máscara funeraria de
Tutankamón, Museo
Egipcio de El Cairo
América
África
Asia
India
El teatro indio tiene su origen en el Nāṭya-śāstra, libro sagrado de Brahma comunicado a los hombres por
el rishi Bharata Muni, donde se habla de canto, danza y mímica. Generalmente, la temática es de signo
mitológico, sobre las historias de los dioses y héroes indios. La representación es básicamente actoral, sin
decorados, destacando únicamente el vestuario y el maquillaje. Había diversas modalidades: Śakuntalā, de
siete actos; Mricchakaṭikā, de diez actos. Como dramaturgos destacaron Kālidāsa y Śūdraka.20
La música india tiene un fuerte sello ecléctico debido a la multiplicidad étnica de los diversos pueblos que
fueron llegando al subcontinente índico: los vedas tenían melodías únicamente de dos notas; los drávidas
tenían músicas y danzas más elaboradas, relacionadas con cultos a la fertilidad; los protomediterráneos
introdujeron nuevos instrumentos, como el magudhi, la famosa flauta de los encantadores de serpientes; los
arios introdujeron los himnos religiosos en los Vedas. El Ṛig vedá («himnos vedas») deja constancia de tres
tipos de entonaciones: udatta (aguda), anudatta (grave) y svarita (media). El Sāma Vedá («cantos vedas»)
pasó de cinco a siete notas, usando generalmente un tetracordio en las melodías vocales, que aún perdura
en zonas del Himalaya.21
China
Japón
El arte japonés ha estado marcado por su insularidad, aunque a intervalos ha ido recibiendo la influencia de
las civilizaciones continentales, sobre todo de China y Corea. Gran parte del arte producido en Japón ha
sido de tipo religioso: a la religión sintoísta, la más típicamente japonesa, formada alrededor del siglo I, se
añadió el budismo en torno al siglo V, forjando un sincretismo religioso que aún hoy perdura.
Período Jōmon (5000-200 a. C.): durante el Mesolítico y
el Neolítico se fabricaron instrumentos de hueso y
piedras pulimentadas, cerámica y figuras antropomorfas.
Japón se mantuvo aislado del continente, por lo que
toda su producción fue autóctona, aunque de poca
relevancia. Cabe señalar que la cerámica Jōmon es la
más antigua producida por el ser humano, hecha a Página de un Nihonshoki (Anales de
mano y decorada con incisiones o impresiones de Japón) del período Heian
25
cuerda.
Período Yayoi (200 a. C.-200 d. C.): desde el siglo I a. C.
empezó a introducirse la civilización del continente, a causa de las relaciones con China y
Corea. En esa época se difundió un tipo de sepulturas de gran tamaño con cámara y túmulo
ornamentado con cilindros de terracota, con figuras humanas y de animales. La cerámica se
producía con torno.
Período Kofun (200-600): destacan las grandes sepulturas de los emperadores Ōjin (200-
310) y Nintoku (310-399), donde aparecieron diversas joyas, armas, cerámica y unas
figuras de terracota llamadas haniwa. En este período encontramos las primeras muestras
de pintura japonesa (tumbas de Kyūshū, siglos siglo V d. C.-VI; enterramiento real de
Otsuka). En cuanto a arquitectura religiosa, cabe destacar el templo de Isa.26
La literatura japonesa tiene una fuerte influencia china, debido sobre todo a la adopción de la escritura
china. El testimonio más antiguo conservado es el Kojiki (Relatos de cosas antiguas), especie de historia
universal de corte mítico y teogónico. Otro testimonio de relevancia es el Nihonshoki (Anales de Japón). La
poesía está representada por el Man'yōshū (Colección de diez mil hojas), antología de poemas de diverso
signo, con gran variedad temática y estilística, redactado por varios autores entre los que destacan Ōtomo
no Yakamochi y Yamanoue no Okura.27
La música japonesa tuvo sus primeras manifestaciones en las honkyoku («piezas originales»), que se
remontan al siglo XIX a. C., así como el min'yō, canciones folclóricas japonesas. Los ritos sintoístas tenían
coros que recitaban un trino lento acompañado de flauta de bambú (yamate-bue) y cítara de seis cuerdas
(yamato-goto). La principal modalidad de música y danza sintoísta es la kagura, sobre el mito de
Amaterasu, diosa del sol. Se ejecuta con los instrumentos mencionados, y otros como el hichiriki (oboe) y
tambores como el o-kakko y el o-daiko.28
Oceanía
Arte clásico
Se denomina arte clásiconota 2 al arte desarrollado en las antiguas Grecia y Roma, cuyos adelantos tanto
científicos como materiales y de orden estético aportaron a la historia del arte un estilo basado en la
naturaleza y en el ser humano, donde preponderaba la armonía y el equilibrio, la racionalidad de las formas
y los volúmenes, y un sentido de imitación («mímesis») de la naturaleza que sentaron las bases del arte
occidental, de tal forma que la recurrencia a las formas clásicas ha sido constante a lo largo de la historia en
la civilización occidental.
Grecia
En Grecia se desarrollaron las principales
manifestaciones artísticas que han marcado la
evolución del arte occidental. Tras unos inicios
donde destacaron las culturas minoica y micénica,
el arte griego se desarrolló en tres periodos:
arcaico, clásico y helenístico. Caracterizado por el
naturalismo y el uso de la razón en medidas y
proporciones, y con un sentido estético inspirado
en la naturaleza, el arte griego fue el punto de
partida del arte desarrollado en el continente
europeo.
En arquitectura destacaron los templos, donde se Fachada del Partenón, en la Acrópolis de Atenas.
sucedieron tres órdenes constructivos: dórico,
jónico y corintio. Eran construcciones en piedra,
sobre un basamento (krepis), con o sin pórtico (o con pórtico delante y detrás, es decir, anfipróstilo), con o
sin columnas (que pueden ser frontales, laterales, o pueden rodear todo el edificio, en cuyo caso se
denomina períptero), y coronados generalmente en forma de frontón, situado por encima del entablamento,
cuyo friso muestra habitualmente relieves escultóricos. Destaca especialmente el conjunto de la Acrópolis,
con el templo dórico del Partenón y los jónicos del Erecteión y la Niké Áptera. Otras obras de relevancia
fueron el Teatro de Epidauro y la Linterna de Lisícrates, y se desarrolló el urbanismo de la mano de
Hipodamo de Mileto.
En escultura predominó la representación del cuerpo humano, basado en la armonía de las proporciones.
En época arcaica se dieron formas rígidas y esquemáticas, de gran expresividad, destacando por un tipo de
sonrisa cercano a la mueca, llamada «sonrisa eginética» por tener su mayor representación en las figuras del
Templo de Afaia en Egina. También son típicos de esta época las estatuas de atletas desnudos (kouros) y de
muchachas vestidas (kore). En el siglo V a. C. (el llamado «siglo de Pericles») se instauró el clasicismo,
llevando a la perfección el canon en las proporciones del cuerpo humano, con mayor naturalismo y un
estudio anímico en la expresión de la figura representada. Destacó especialmente la obra de Mirón, Fidias y
Policleto. En una segunda fase clasicista, se rompió la serenidad naturalista en aras de enfatizar la
expresión, que resulta más trágica y angustiosa, como percibimos en la obra de Escopas, Praxíteles y
Lisipo. Por último, en el periodo helenístico la proporción y la armonía dan paso al recargamiento y la
sinuosidad, al dinamismo violento de la forma y la expresión patética del sentimiento, como en el
Laocoonte y el Toro Farnesio, si bien persisten las formas clásicas en obras como la Venus de Milo y la
Victoria de Samotracia.
La literatura griega alcanzó cotas de gran calidad, poniendo las bases de la literatura occidental. Se
configuraron los géneros literarios (épica, lírica y dramática), siendo la base argumental de sus obras la
religión y la mitología. Desde unos inicios de tradición oral (la epopeya), surgió la literatura escrita con el
desarrollo del alfabeto griego alrededor del siglo VIII a. C.. Los mitos griegos eran una fusión de elementos
indogermánicos y mediterráneos, con un particular sentido estético que daría origen a la poesía. En origen,
el mythos griego era una historia explicada, de tradición oral, considerándose fidedigna —al contrario que
hoy, en que «mito» es sinónimo de leyenda, de ficción—; con la épica y la poesía, el mito pasó a la
literatura, principalmente con la figura de Homero y sus dos grandes obras: la Ilíada y la Odisea. La poesía
destacó por una lírica coral que expresaba sentimientos colectivos,
como se percibe en la obra de Hesíodo, Píndaro, Safo y
Anacreonte. También se desarrolló la prosa, sobre todo en el
género histórico, destacando Heródoto, Tucídides y Jenofonte; la
oratoria, representada por Demóstenes, Platón y Aristóteles; y la
fábula, practicada por Esopo.33
La música griega nos es desconocida a nivel auditivo, tan sólo tenemos idea de cómo podía ser por
documentos escritos. Los griegos escribían música con las letras del alfabeto, pero no se sabe cuánto duraba
cada nota, por lo que se desconoce el ritmo. Una de las primeras modalidades fue el ditirambo, relacionado
con el culto a Dioniso. El teatro y las narraciones épicas eran cantados, aunque al perderse las anotaciones
musicales han quedado como documentos escritos. En Grecia fue la primera vez en la historia que se
estudió la música de forma científica: Pitágoras la relacionó con las matemáticas, y se escribieron tratados
teóricos sobre música, siendo el primero el de Aristóxeno en el siglo IV a. C. Los principales instrumentos
utilizados en Grecia fueron: la lira, la kithara, el aulós, la siringa, varios tipos de tambores —como por
ejemplo el tympanon—, el crótalo, el címbalo, el sistro, etc.35 Grecia fue el primer lugar donde la danza
fue considerada un arte, teniendo una musa dedicada a ella: Terpsícore. Los primeros vestigios provienen
nuevamente de los cultos a Dioniso, mientras que fue en las tragedias —principalmente las de Esquilo—
donde se desarrolló como técnica, en los movimientos rítmicos del coro.36
Roma
Con un claro precedente en el arte etrusco, el arte romano recibió una gran influencia del arte griego.
Gracias a la expansión del Imperio romano, el arte clásico grecorromano llegó a casi todos los rincones de
Europa, norte de África y Próximo Oriente, sentando la base evolutiva del futuro arte desarrollado en estas
zonas.
La arquitectura destacó por su carácter práctico y utilitario: grandes ingenieros y constructores, los romanos
destacaron en arquitectura civil, con la construcción de carreteras, puentes, acueductos y obras urbanísticas,
así como templos, palacios, teatros, anfiteatros, circos, termas, arcos de triunfo, etc. Al sistema arquitrabado
griego añadieron el uso del arco y la bóveda, con el empleo de sillería, ladrillo y mampostería. Utilizaron
los órdenes griegos, al que añadieron el orden toscano, de fuste liso y capitel con collarino y equino
rematado en un ábaco cuadrado. Entre sus principales obras se pueden recordar el Coliseo, el Panteón de
Agripa, el Teatro de Mérida, la Maison Carrée de Nîmes, las Termas de Caracalla, el Acueducto de
Segovia, el Arco de Constantino, la Torre de Hércules, etc.
La escultura, inspirada en la griega, se centró
igualmente en la figura humana, aunque con más
realismo, no les importaba mostrar defectos que
eran ignorados por la idealizada escultura griega.
Un género muy difundido fue el retrato, con gran
detallismo y fidelidad en los rasgos, perceptible en
el uso del trépano para producir claroscuro y en el
hecho de grabar las pupilas. Más idealizados son
los retratos de los emperadores, realizados en tres
versiones: togata, como patricio; thoracata, como
militar; y apoteósica, como divinidad. Destacó
especialmente el relieve, en temas históricos o
religiosos, como vemos en el Ara Pacis de
Augusto, en el Arco de Tito y en la Columna El Coliseo de Roma.
Trajana.
La pintura es conocida sobre todo por los restos hallados en Pompeya, donde se perciben cuatro estilos: el
de incrustación, que imita el revestimiento en mármol; el arquitectónico, llamado así por simular
arquitecturas; el ornamental, con arquitecturas fantásticas, guirnaldas y amorcillos; y el fantástico, mezcla
de los dos anteriores, con paisajes imaginarios, variadas formas arquitectónicas y escenas mitológicas.
También destacó el mosaico, en opus sectile, de formas geométricas, u opus tesellatum, con pequeñas
piezas que forman escenas figurativas, como El sacrificio de Ifigenia en Ampurias o La batalla de Isos en
Nápoles.37
La literatura romana recibió como en el resto de las artes la influencia griega, de la que adoptaron técnica y
géneros; la principal innovación latina fue el concepto de «estilo» que los romanos aplicaron a sus obras. Si
bien su producción no fue de gran calidad —en el aspecto estético-literario—, la obra de los autores latinos
ha ejercido una gran influencia en la literatura occidental, por su ascendiente sobre la literatura cristiana y
medieval, y debido a que el latín fue el origen de las lenguas vernáculas habladas posteriormente en
muchos lugares de Europa. Cultivaron los mismos géneros que los griegos, destacando en poesía Lucrecio,
Virgilio, Horacio y Ovidio; en prosa, Petronio y Apuleyo; en oratoria, Cicerón y Séneca; en historiografía,
Salustio, Tácito y Tito Livio.38
El teatro romano recibió la influencia del griego, aunque originalmente derivó de antiguos espectáculos
etruscos, que mezclaban el arte escénico con la música y la danza: tenemos así los ludiones, actores que
bailaban al ritmo de las tibiae —una especie de aulos—; más tarde, al añadirse la música vocal, surgieron
los histriones —que significa «bailarines» en etrusco—, que mezclaban canto y mimo (las saturae, origen
de la sátira). Al parecer, fue Livio Andrónico —de origen griego— quien en el siglo III a. C. introdujo en
estos espectáculos la narración de una historia. El ocio romano se dividía entre ludi circenses (circo) y ludi
scaenici (teatro), predominando en este último el mimo, la danza y el canto (pantomima). Como autores
destacaron Plauto y Terencio.39 La música romana nos es desconocida, igual que la griega. Tan sólo
Cicerón habla un poco de ella en sus escritos. Al parecer, la época de mayor esplendor fue el reinado de
Nerón, que favoreció notablemente la música —él mismo tocaba la lira—. La música romana pasó a la
iglesia cristiana primitiva.
Fresco hallado en
Pompeya.
Arco de Constantino.
Mosaico de la Batalla de
Isos, Casa del Fauno,
Pompeya.
Arte medieval
La caída del Imperio romano de Occidente marcó
el inicio en Europa de la Edad Media, etapa de
cierta decadencia política y social, pues la
fragmentación del imperio en pequeños estados y
la dominación social de la nueva aristocracia
militar supuso la feudalización de todos los
territorios anteriormente administrados por la
burocracia imperial. El arte clásico será
reinterpretado por las nuevas culturas dominantes,
de origen germánico, mientras que la nueva
religión, el cristianismo, impregnará la mayor Mosaico del Buen pastor, Mausoleo de Gala Placidia,
parte de la producción artística medieval. Rávena (primera mitad del siglo V).
Arte paleocristiano
Se denomina arte paleocristiano al efectuado por los primeros seguidores de esta nueva religión, primero de
forma oculta, mientras aún eran perseguidos por el poder imperial, para pasar posteriormente, tras la
conversión al cristianismo del emperador romano Constantino, a ser el estilo oficial del Imperio. Las formas
clásicas fueron reinterpretadas para servir como vehículo de expresión de la nueva religión oficial, y se
produjo una atomización de estilos por zonas geográficas.
En arquitectura, las primeras manifestaciones se produjeron en el ámbito de los cementerios o
«catacumbas», que servían a la vez de lugares de reunión para los perseguidos devotos cristianos. Con la
legalización de su religión, destacó como tipología la basílica, adaptación del edificio romano de mismo
nombre que, sin embargo, pasó de una función civil a una religiosa. Generalmente constaba de tres partes:
un atrio de acceso, el cuerpo de la basílica, dividido en tres naves, y el presbiterio, donde se sitúa el altar.
Destacan las basílicas de San Pedro del Vaticano, San Juan de Letrán, San Lorenzo y San Clemente en
Roma, y San Apolinar en Rávena.
Las artes figurativas inician el camino del arte medieval, eminentemente religioso, dando preponderancia al
simbolismo de las escenas representadas por encima del realismo de la narración o de su carácter estético.
En escultura destacaron los sarcófagos, que evolucionaron desde la simple decoración ornamental con
molduras cóncavas (strygiles) hasta la narración de escenas en friso. La pintura se dio sobre todo en las
catacumbas, con escenas religiosas y alegóricas, y surgió la miniatura, iluminación de manuscritos, con dos
principales escuelas: la helenística-alejandrina y la siria. Cobró especial relevancia el mosaico, que tuvo un
gran desarrollo, llegando a influir al arte bizantino; los mejores ejemplos se hallan en Santa María la Mayor
de Roma y San Apolinar y San Vital de Rávena.40
La literatura cristiana fue desarrollada en latín y griego, generalmente con propósito didáctico y
propagandístico de la nueva fe. Eran obras prácticas, sin voluntad estilística, con una finalidad moralizante.
En un primer momento destacó la elaboración del Nuevo Testamento, redactado en griego, con tres partes
principales: los cuatro evangelios (Mateo, Marcos, Lucas, Juan), el corpus epistolar (cartas de San Pablo y
otros apóstoles) y el Apocalipsis de San Juan. A continuación surgieron una serie de escritos apologéticos
de los llamados Padres de la Iglesia: Atenágoras, Orígenes, Clemente de Alejandría, Eusebio de Cesarea,
etc. Al convertirse el cristianismo en la religión oficial del Imperio surgió una tendencia más literaria, más
elaborada y retórica, destacando san Basilio el Grande, san Juan Crisóstomo y san Gregorio Nacianceno.
Entre los exegetas latinos destacaron Tertuliano, Lactancio, Prudencio, San Jerónimo (traductor de la Biblia
al latín, la llamada Vulgata) y, especialmente, San Agustín.41
La música cristiana primitiva era heredera de la romana, así como de la liturgia judía. La misa era cantada,
de tipo coral. En el siglo IV, san Ambrosio introdujo el canto ambrosiano, ondulación vocal sin ritmo ni
saltos entre notas. Más adelante, el papa Gregorio I Magno creó el canto gregoriano (siglo VII), con una
línea melódica continua, en forma de misal (missalis romanum). Existen tres estilos de canto gregoriano,
que se clasifican dependiendo de la cantidad de tonos diferentes que se cantan por sílaba: cuando hay un
tono por sílaba se llama estilo «silábico»; de 2 a 5 tonos por sílaba se llama «neumático»; y de 6 a más
tonos por sílaba se llama «melismático».42
Arte germánico
La invasión del Imperio romano por los pueblos germánicos supuso la fragmentación del territorio en
diversos reinos, donde los pueblos invasores pasaron a ser la clase dirigente, si bien subsistió la cultura
romana entre las clases humildes. Esta convivencia cultural generó la aparición de las lenguas vernáculas y
la creación de nuevas entidades políticas y culturales, que se irán afianzando a lo largo de la Edad Media
hasta formar las diversas nacionalidades existentes en la actualidad en el mundo occidental.
Las primeras manifestaciones arquitectónicas de estos pueblos fueron de escasa relevancia, debido a la
pobreza de los materiales usados y a la falta de un programa constructivo de envergadura. Se solían
aprovechar instalaciones y materiales romanos, generalizándose el uso del arco de medio punto y la
bóveda. Destacan las construcciones ostrogodas en Italia, como el Mausoleo de Teodorico en Rávena. En
escultura destacó el relieve, como los de Poitiers en Francia o de Cividale en Italia. La pintura se desarrolló
en la miniatura, como vemos en los sacramentarios de Luxeuil y Gelasiano (Vaticano).
Entre los pueblos germánicos conviene destacar el
visigodo, asentado en la península ibérica, que
desarrolló un estilo propio de gran relevancia. La
arquitectura destacó por el empleo de la sillería, el
arco de herradura y la bóveda, bien de cañón o de
aristas. Desarrollaron tres tipos de iglesias: la
basilical de tres naves (San Juan de Baños), la de
una nave con cámaras laterales (San Pedro de la
Mata) y la de cruz griega (Santa Comba de
Bande). En escultura, es de destacar la
incorporación de la escultura figurativa a las
iglesias, sobre todo en frisos y capiteles, como en
Quintanilla de las Viñas ) y San Pedro de la Nave. Iglesia visigoda de San Juan, en Baños de Cerrato
Destacó también la orfebrería, sobre todo en (Palencia).
coronas y cruces, como los hallados en los tesoros
de Guarrazar y Torredonjimeno.43
Arte prerrománico
La literatura medieval es heredera de la tradición clásica grecorromana, aunque con un claro componente
teocéntrico y de exaltación de la religión cristiana. Enmarcada en el terreno eclesiástico, que es el
encargado de la conservación del antiguo legado cultural, la producción literaria es enteramente en latín,
generalmente sobre temas morales y de retórica, como se percibe en la obra de Sidonio Apolinar, Boecio,
Casiodoro, san Isidoro, san Gregorio Magno, Venancio Fortunato, etc. También destacó la escuela
irlandesa (san Columbano, san Beda el Venerable) y la carolingia (Alcuino de York, Teodulfo de Orleans,
Rabano Mauro).45
En esta época, la música va experimentando sucesivos avances: la música carolingia fue la primera en
incorporar instrumentos musicales, además del canto de tipo gregoriano; surgen las primeras piezas
musicales sin texto, en incisos a los cantos litúrgicos (tropos a medio texto, y secuencias al final); en el
siglo VIII comenzó un tipo de escritura musical diferenciada del alfabeto, con una serie de grafismos
(neumas) actualmente no identificados.46
Arte bizantino
En arquitectura se empleó la piedra y el ladrillo, con recubrimientos exteriores de placas de piedra con
relieves e interiores de mosaico. Abundó el uso de la columna, con capiteles cúbicos decorados con relieves
a dos planos, o bien en forma de avispero. Se utilizó el arco de medio punto y la bóveda con cúpula sobre
pechinas. La tipología más utilizada fue la de planta centralizada —quizá por la importancia otorgada a la
cúpula—, con un atrio de entrada, nártex, presbiterio y coro al fondo, con dos cámaras o sacristías laterales
y el altar bajo un baldaquino. Las primeras manifestaciones, de época de Justiniano, son las más
monumentales: iglesia de los Santos Sergio y Baco, de Santa Irene y de Santa Sofíanota 4 en
Constantinopla; en la segunda edad dorada destacan la catedral de Santa Sofía de Kiev y San Marcos de
Venecia; y en la tercera cabe mencionar los conjuntos de Mistra, Salónica y monte Athos.
Las artes figurativas tuvieron en época de Justiniano influencia paleocristiana, a la vez que recogieron
diversas tradiciones anteriores, especialmente la helenística y la siria neoática, destacando los conjuntos
musivarios de San Demetrio de Salónica y San Vital de Rávena. En la segunda edad dorada se
establecieron la estética y la iconografía bizantinas, sobre todo en torno a los iconos, con una fuerte carga
simbólica de las imágenes, con figuras estilizadas y perspectivas jerárquicas (el tamaño de la figura depende
de su importancia religiosa). La escultura solía ser en relieve, sobre piedra o marfil, destacando las
imágenes de «consagración imperial» (Cristo con las manos sobre las cabezas de los emperadores). En la
tercera edad dorada la pintura sustituyó al mosaico, sobre todo los iconos de pintura sobre tabla, destacando
las escuelas de Chipre, Salónica, Creta, Venecia y Moscú (donde descuella Andrei Rubliov).47
Arte islámico
La arquitectura destacó por el uso del arco apuntado —que en al-Ándalus fue de herradura por herencia del
arte visigodo—, usado a veces en superposiciones y entrecruzamientos, surgiendo más adelante el arco
lobulado, generalmente de tres o cinco lóbulos. Se utilizaban diversos tipos de bóveda, como la de gallones
y la de crucería. Se otorgó gran relevancia a la decoración ornamental, generalmente de yesería, alabastro,
mármol, mosaico o pintura, que era de signo abstracto, con motivos epigráficos, vegetales o de lacería. La
principal tipología es la mezquita, compuesta habitualmente por un amplio patio (sahn), la torre o alminar y
la sala de oración (haram), en cuyo fondo (quibla) se sitúa una hornacina llamada mihrab, precedida en
ocasiones de un espacio con arquerías (macsura). Destacan las mezquitas de Damasco, la de la Roca y al-
Aqsa de Jerusalén, la de Samarra, la de Ibn Tulun en Egipto, la de Isfahán, la de Tamerlán en Samarcanda,
la Mezquita Azul de Estambul, etc.
La literatura árabe arrancó con una obra de gran trascendencia, el Corán, libro sagrado del islam escrito por
Mahoma y fijado en su texto definitivo por el califa Uthman Ibn Affan en 650. Consta de 114 capítulos
(sura), en versículos rimados, con dos principales grupos de predicaciones: las escritas por Mahoma en La
Meca, breves y de tono poético, de una religiosidad más fervorosa;
y las escritas en Medina, más largas y discursivas, exponiendo los
principales preceptos de la nueva religión. El Corán fue la base
gramatical y estilística de la literatura árabe, que se desarrolló sobre
todo en la poesía (Abu Nuwas, al-Mutanabbi, Ibn Quzman); y la
prosa, ya sea filosófica (al-Kindi, Avicena, Avempace, Ibn Tufail,
Averroes), histórica (Ibn Jaldún), narrativa (Ibn al-Muqaffa, al-
Jahiz), o fantástica (al-Hamadani, al-Hariri). Cabe destacar la
El Corán fue la primera obra recopilación de cuentos titulada Las mil y una noches, obra
importante y la más influyente de la anónima redactada entre los siglos IX y XV en diversos estilos, y
literatura árabe que es un impresionante ejercicio de ingenio y fantasía.49
Arte románico
La pintura se desarrolló sobre todo en formato mural y en tabla, así como en la miniatura. Su temática era
de signo eminentemente religioso, en un estilo de corte esquemático al igual que la escultura, con una
intencionalidad simbólica alejada de la descripción naturalista. Tuvo una fuerte influencia bizantina,
difundida sobre todo por la orden benedictina a través de la abadía de Montecassino como centro irradiante.
La pintura mural se vinculó estrechamente con la arquitectura, hasta el punto de que casi todos los muros de
las iglesias se decoraban con pinturas, con un programa iconográfico donde destacaba la figura del
Pantocrátor —localizada por lo general en el ábside—, así como el Tetramorfos, la Virgen y los apóstoles,
el Juicio Final y otras escenas del Antiguo y Nuevo Testamento. Algunos de los mejores exponentes se
encuentran en la Abadía de Sant'Angelo in Formis (Capua), la iglesia de San Clemente de Tahull y el
panteón real de San Isidoro de León. En la pintura sobre tabla, generalmente destinada a servir de frontal de
altar, se empleó principalmente el temple. En la miniatura cabe destacar las escuelas inglesa e italiana.53
Tuvieron gran relevancia en esta época las artes aplicadas,nota 5 especialmente la orfebrería en oro y
piedras preciosas (Arca de las reliquias de los Reyes Magos, catedral de Colonia; Cáliz de doña Urraca,
San Isidoro de León); el esmalte, desarrollado notablemente por el taller de Limoges; y las labores textiles
(Tapiz de Bayeux, Tapiz de la Creación de la catedral de Gerona).54
En esta época, la literatura siguió preferentemente en manos eclesiásticas, conservando la tradición latina,
aunque poco a poco fueron surgiendo obras en lengua vernácula y comenzó la producción literaria de
ámbito profano, principalmente con el género trovadoresco. Las principales innovaciones se produjeron en
Francia, donde los círculos artísticos cortesanos fueron ganando peso y desplazando al poder eclesiástico:
destaca la gran epopeya del Cantar de Roldán, de finales del siglo XI. La poesía trovadoresca se desarrolló
especialmente en lengua provenzal, exaltando el amor cortesano (fin'amors), representada por Guillermo de
Poitiers, Jaufré Rudel, Bernart de Ventadorn, Marcabrú, Arnaut Daniel, Bertran de Born, etc. Otro género
relevante fue la novela de caballería (roman courtois), en francés, representada principalmente por Chrétien
de Troyes y sus novelas del ciclo artúrico. En España, los primeros textos escritos en lengua romance
fueron las glosas del monasterio de San Millán de la Cogolla, a las que siguieron las jarchas mozárabes;
posteriormente surgieron los «cantares de gesta», como el Cantar de Mío Cid (1140).55
El teatro medieval era de calle, lúdico, festivo, con tres principales tipologías: «litúrgico», temas religiosos
dentro de la Iglesia; «religioso», en forma de misterios y pasiones; y «profano», temas no religiosos. Estaba
subvencionado por la Iglesia y, más adelante, por gremios y cofradías. Los actores eran en principio
sacerdotes, pasando más tarde a actores profesionales. Las obras fueron en primer lugar en latín, pasando a
continuación a lenguas vernáculas. El primer texto que se conserva es el Regularis Concordia, de san
Æthelwold, que explica la representación de la obra Quem quaeritis?, diálogo extraído del Evangelio entre
varios clérigos y un ángel.56
Durante el románico surgió la música tal como es
practicada actualmente, gracias a la creación del
pentagrama y a la nomenclatura de las notas
musicales elaborada por Guido de Arezzo. Las
principales obras musicales se circunscriben al
canto gregoriano, aunque empezó a desarrollarse
la polifonía y la música profana, en torno a
trovadores y juglares. Los juglares eran
trotamundos, mitad poetas y mitad saltimbanquis,
mezclando en sus actuaciones la declamación y el
malabarismo, la música y la sátira, la lírica y las
gestas épicas. Los trovadores eran de clase social Notación musical con los versos del Himno a San Juan
más elevada (el mismo rey Ricardo Corazón de Bautista, que dieron nombre a las siete notas
León fue trovador), y componían y cantaban sus musicales, innovación realizada por Guido de
propias obras. Entre las formas trovadorescas Arezzo.nota 6
destacan: el rondeau (alternancia de coplas y
estribillo), el virelai (en que el estribillo no
interrumpe el desarrollo de las estrofas), y la ballade (estribillo alternante cada tres estrofas). En Alemania,
los trovadores recibieron el nombre de minnesänger.57
La danza medieval tuvo escasa relevancia, debido a la marginación a la que la sometió la Iglesia, que la
consideraba un rito pagano. A nivel eclesiástico, el único vestigio eran las «danzas de la muerte», que
tenían una finalidad moralizadora. En las cortes aristocráticas se dieron las «danzas bajas», llamadas así
porque arrastraban los pies, de las que se tiene poca constancia. Fueron más importantes las danzas
populares, de tipo folclórico, como el pasacalle y la farándula, siendo famosas las «danzas moriscas», que
llegaron hasta Inglaterra (Morris dances).58
Catedral de Pisa.
Tapiz de la Creación,
Catedral de Gerona.
Arte gótico
El arte góticonota 7 se desarrolló entre los siglos XII y XVI, época de gran desarrollo económico y cultural.
El fin de la época feudal supuso el afianzamiento de los estados centralizados, con mayor predominio de las
ciudades sobre el campo, al tiempo que un sector cada vez mayor de la sociedad tenía acceso a la cultura,
que dejó de ser patrimonio exclusivo de la Iglesia. El auge de las universidades comportó un aumento de
los estudios científicos, filosóficos y literarios, sentando las bases de la cultura moderna.
La arquitectura sufrió una profunda transformación, con formas más ligeras, más dinámicas, con un mejor
análisis estructural que permitió hacer edificios más estilizados, con más aberturas y, por tanto, mejor
iluminación. Aparecieron nuevas tipologías como el arco apuntado y la bóveda de crucería, y la utilización
de contrafuertes y arbotantes para sostener la estructura del edificio, permitiendo interiores más amplios y
decorados con vitrales y rosetones. Es la época de las grandes catedrales, entre las que cabe destacar: Laon,
Chartres, Amiens, Reims, Bourges y Notre-Dame de París, en Francia; Canterbury, Salisbury y Gloucester,
en Inglaterra; Siena, Orvieto, Florencia, Bolonia y Milán, en Italia; Colonia, Estrasburgo, Ulm y
Magdeburgo en Alemania; San Esteban de Viena en Austria; Barcelona, Gerona, Palma de Mallorca,
Sevilla, Toledo, Burgos, León, Zamora y Sigüenza, en España; y los monasterios de Batalha y Alcobaça en
Portugal. En España cabe destacar también el desarrollo del arte mudéjar, fuertemente influido por las
formas islámicas, y que se caracteriza por el empleo del ladrillo, el yeso y la madera de pequeña escuadría:
Cristo de la Vega (Toledo), San Lorenzo de Sahagún, Las Huelgas (Burgos), Santa Clara de Tordesillas,
Convento de Guadalupe (Cáceres), Alcázar de Sevilla, etc.
La escultura continuó enmarcada en la obra
arquitectónica, aunque comenzó a desarrollarse la
escultura exenta, con formas más realistas,
inspiradas en la naturaleza. Los artistas buscaban
la belleza ideal, en formas sencillas y diáfanas,
con cierta melancolía y nobleza en los
sentimientos, y con escenas de carácter narrativo.
En Francia destacan el Pórtico Real y las portadas
del crucero de la Catedral de Chartres, así como
los conjuntos de Amiens y Reims. En Italia
destaca el taller de Nicola y Giovanni Pisano en
Pisa, mientras en Alemania descuella la obra de
Veit Stoss y Tilman Riemenschneider. En España
destaca el Pórtico de la Gloria de la Catedral de
Santiago de Compostela, las portadas de la
Colegiata de Toro y de las catedrales de Tuy y
Ciudad Rodrigo, los conjuntos de Burgos, León y
Toledo, así como la obra de Pere Johan y Gil de
Siloé. Catedral de Nuestra Señora de París
Gótico lineal o franco-gótico: se desarrolló desde el siglo XIII hasta principios del XIV,
caracterizado por el dibujo lineal, el fuerte cromatismo, un naturalismo de líneas sencillas y
el idealismo de los temas representados. Este estilo se desarrolló sobre todo en vidrieras y
miniaturas.
Gótico itálico o trecentista: surgido en el siglo XIII en Italia, se caracteriza por la
aproximación realizada a la representación de la profundidad —que cristalizará en el
Renacimiento con la perspectiva lineal—, los estudios sobre anatomía y el análisis de la luz
para conseguir la matización tonal. Destacan dos escuelas: la florentina (Cimabue, Giotto,
Andrea Orcagna) y la sienesa (Duccio, Simone Martini, Ambrogio Lorenzetti).
Gótico internacional: corresponde a finales del siglo XIV y primera mitad del XV,
suponiendo una fusión de los estilos anteriores. Se caracteriza por la estilización de la
figura y el predominio de la línea curva, el detallismo técnico y el naturalismo simbólico de
la narración. Destacan los pintores Paul de Limbourg, Stefan Lochner, Conrad Soest,
Bernat Martorell y Lluís Borrassà.
Gótico flamenco: surgió en Flandes a principios del siglo XV, predominando a lo largo de
ese siglo en la mayor parte de Europa —excepto Italia, donde ya descollaba el
Renacimiento—. Su principal aportación es la técnica al óleo, que da colores más brillantes
y permite su gradación en diversas gamas cromáticas, a la vez que permite mayor
minuciosidad en los detalles. Cabe destacar a Jan y Hubert van Eyck, Robert Campin,
Rogier van der Weyden, Hans Memling, Gerard David, Hugo van der Goes y el Bosco; en el
resto de Europa, Jean Fouquet, Conrad Witz, Martin Schongauer, Hans Holbein el Viejo,
Nuno Gonçalves, Lluís Dalmau, Jaume Huguet, Bartolomé Bermejo, Fernando Gallego, etc.
Las artes aplicadas también tuvieron gran relevancia durante el gótico, favorecidas por las nuevas clases
urbanas de mercaderes y artesanos. Destacó la ebanistería, la tapicería —siendo famosos los tapices de
Arras—, la orfebrería —especialmente las custodias y los relicarios, donde sobresale el nombre de Enrique
de Arfe—, las obras en esmalte —en particular las procedentes de Limoges—, la cerámica —donde destaca
la de Faenza y Manises—, la vidriería —singularmente la veneciana y catalana—, etc.59
La literatura tardomedieval se movió entre las obras escritas todavía
en latín —generalmente de signo religioso—, y las escritas en
lenguas vernáculas, que irán ganando protagonismo y popularidad.
El centro creador pasó de Francia a Italia, donde las cortes de los
pequeños estados que se repartían el territorio de la península itálica
favorecieron las artes y las letras, dando origen a lo que será el
Renacimiento. Se practicó sobre todo el género del canzone, escrito
en endecasílabo —del que surgirá el soneto—, mientras que en
Florencia surgió el llamado Dolce Stil Novo, género poético de
Dante Alighieri y el universo de La signo más subjetivo, que exalta el amor, pero un amor más puro,
Divina Comedia, representados por más simbólico que el trovadoresco. Destacan especialmente tres
Domenico di Michelino en la Catedral nombres: Francesco Petrarca, Giovanni Boccaccio y Dante
de Florencia Alighieri, autor de La Divina Comedia (1304-1320), una de las
grandes obras de la literatura universal. En Inglaterra destacó
Geoffrey Chaucer con sus Cuentos de Canterbury (1386-1400). En
Francia, François Villon fue el primer gran poeta en lengua francesa. En España, en el siglo XIII surgió la
poesía del mester de clerecía (Gonzalo de Berceo), así como la lírica galaico-portuguesa (Alfonso X el
Sabio) y la catalana (Ramon Llull); en el siglo XIV destacaron el Arcipreste de Hita, don Juan Manuel y
Pedro López de Ayala; mientras que en el siglo XV es de remarcar las figuras de Jorge Manrique y el
Marqués de Santillana, así como del poeta catalán Ausiàs March.60
El teatro se desarrolló en tres principales tipologías: «misterios», sobre la vida de Jesucristo, con textos de
gran valor literario y elementos juglarescos; «milagros», sobre la vida de los santos, con diálogos y partes
danzadas; y «moralidades», sobre personajes simbólicos, alegóricos, con máscaras tipificadas. En esta
época nació el teatro profano, con tres posibles orígenes —según los historiadores—: la imitación de textos
latinos de Terencio y Plauto; el arte polivalente de los juglares; o los pequeños divertimentos escritos por
autores de signo religioso para evadirse un poco de la rigidez eclesiástica.61
En música, durante el gótico se desarrolló la polifonía, surgiendo por vez primera una música profana
separada de la música religiosa realizada hasta entonces (Le jeu de Robin et Marion, de Adam de la Halle,
1285). Surgió el contrapunto, voces paralelas que se funden o se contraponen, y se desarrollaron las
técnicas compositivas y la notación. De la primera fórmula compositiva por repetición se pasó a la imitación
en el siglo XIV, y a la variación en el XVI. El primer compositor conocido es Leoninus, organista de
Notre-Dame de París de mediados siglo XIII. En el siglo XIV surgió el Ars Nova, con Guillaume de
Machaut y Francesco Landino, mientras que en el XV destacan Josquin des Prés, Guillaume Dufay, Gilles
Binchois, Johannes Ockeghem, Jacob Obrecht, John Dunstable y Bartolomé Ramos de Pareja. En danza,
las principales modalidades fueron: el carol, el estampie, el branle, el saltarello y la tarantela.62
El matrimonio Arnolfini
(1434), de Jan van Eyck,
National Gallery de
Londres.
América
En los Andes floreció el arte inca, surgido igual que el azteca en el siglo XIII, abarcando los actuales
Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y parte de Argentina. Los incas tenían una cultura muy desarrollada, con
adelantados procedimientos metalúrgicos, cerámicos y textiles. Al igual que los romanos desarrollaron una
notable arquitectura e ingeniería civil, con ciudades planificadas y carreteras bien trazadas, como el Camino
Real de las Montañas, de 6000 kilómetros, amurallado y con un ancho de 9 metros. Su capital, Cuzco,
estaba fortificada con murallas de sillares poligonales, técnica igualmente empleada en Machu Picchu. Sus
edificios eran rectangulares o circulares, con puertas y ventanas de forma trapezoidal. Además de su
arquitectura, destacó su cerámica y arte textil, generalmente decorado con motivos geométricos. En Bolivia
destacó la ciudad de Tiahuanaco.63
La literatura precolombina era predominantemente oral, por lo que nos han llegado pocos vestigios. En
México se conservan varias expresiones en lengua náhuatl: escritos de signo religioso, cosmológico y
adivinatorio (Códice Borgia); documentos administrativos y relatos históricos (Códice Xólotl); y
composiciones poéticas, como los himnos rituales recogidos por Bernardino de Sahagún en Cantares de los
Dioses. En lengua maya destacan los libros de Chilam Balam, transcripción de obras jeroglíficas sobre
tradiciones orales, y el Popol Vuh, libro sagrado de los indios quiché. En Perú, la literatura inca está
representada por una serie de obras de poesía religiosa, así como largos poemas narrativos de temática
histórica o mitológica. Al parecer, fue la única cultura precolombina donde se desarrolló algo parecido al
teatro, como se puede apreciar en el drama en lengua quechua Ollantay.64
África
India
La literatura india de esta época se realizó en diversas modalidades: el drama continuó con las epopeyas
mitológicas, con un fuerte sello de imaginación, destacando Bhavabhūti, autor de Malatimadhava, historia
sobre el amor de dos jóvenes que ha sido comparada con Romeo y Julieta; el poema épico es heredero del
Rāmāyana, en un nuevo género denominado mahakavya, de temas históricos y mitológicos, destacando el
Rajatarangini de Kalhana (hacia 1150); la poesía lírica está representada por las Sataka de Bhartrihari,
conjunto de poesías sobre el concepto indio de la vida, y la Gītāgovinda de Jāyādeva, poemas de amor de
tipo alegórico; por último, la fábula se caracterizó por cuentos breves de aire popular, de carácter didáctico
y aleccionador, destacando los autores Narayana y Sivadasa. También cabe citar al famoso Kama-sutra,
compilado en el siglo VI por Vātsyāyana, que es un conjunto de preceptos y consejos relativos al amor y el
sexo.67
El teatro evolucionó sin grandes signos de ruptura desde época antigua, en espectáculos donde, junto a
dramas de tipo mitológico sobre la cosmogonía hindú, destacaban el canto, la danza y la mímica. En esta
época destacaron dos modalidades principales: el mahanataka (gran espectáculo), sobre las grandes
epopeyas indias; y el dutangada, en que un actor recita el texto principal mientras otros lo escenifican con
ayuda del mimo y la danza.68
La música fue en esta época predominantemente vocal, con acompañamiento de diversos instrumentos,
principalmente cítaras y laúdes. Se escribieron varios tratados sobre música: el Brihad deshi de Matamga
(siglo VIII), el Naradiya-siksa de Nārada (siglo X) y el Samgita-Ratnakara de Śārngadeva (siglo XIII).
Tenían siete notas (svaras): sa, ri, ga, ma, pa, dha, ni; con 22 grados microtonales (srutis). La melodía se
componía de varias estructuras de ciclos tonales (ragas), que incluyen diversos ornamentos (gamakas). A
su vez, cada raga está relacionado con un tala o medida de tiempo, para marcar el ritmo, que puede ser
lento (vilambita), medio (madhya) o rápido (druta). Por último, el kharaja (pedal) es un sonido mantenido
que sostiene el centro tonal, ejerciendo de guía durante la ejecución de la obra.69
China
Dinastía Tang (618-907): este fue uno de los periodos
más florecientes del arte chino, destacando por su
escultura y sus célebres figuras de cerámica. La figura Colores del otoño en las montañas
más representada siguió siendo Buda, así como los Qiao y Hua, de Zhao Mengfu
bodhisattvas (místicos budistas), destacando la estatua
en madera policromada de Guan Yin (o Bodhisattva de
la Misericordia), de 2,41 metros de altura. En arquitectura la tipología principal fue la
pagoda (Hua-yen, Hsiangchi). En pintura apareció el paisaje, género inicialmente de signo
elitista, destinado a reducidos círculos culturales. Desafortunadamente, los paisajes Tang
no han llegado hasta nuestros días, y sólo se conocen por copias, como Templo budista en
las colinas después de la lluvia, de Li Cheng (siglo X).
Dinastía Song (960-1279): época de gran florecimiento de las artes, se alcanzó un nivel de
elevada cultura que sería recordado con gran admiración en posteriores etapas. Apareció el
grabado sobre madera, impregnada de tinta sobre seda o papel. En arquitectura continuó la
construcción de pagodas, como la pagoda hexagonal de Kuo-Hsiang-Su (960), o la pagoda
de madera de Chang-Tiu-Fu. En cerámica destacan dos tipologías: la cerámica de esmalte
blanco de Ting-tcheu, y la cerámica de esmalte rosa o azul de Kin-tcheu. En pintura
continuó el paisaje, con dos estilos: el septentrional, de dibujo preciso y colores nítidos, con
figuras de monjes o filósofos, flores e insectos; y el meridional, de pinceladas rápidas,
colores ligeros y diluidos, con especial representación de paisajes nublados.
Dinastía Yuan (1280-1368): dinastía de origen mongol (su primer emperador fue Kublai,
nieto de Gengis Khan), China se abrió más hacia Occidente, como queda patente en el
famoso viaje de Marco Polo. En arquitectura destaca la Pagoda Blanca de Pekín. Se
desarrollaron especialmente las artes decorativas: se manufacturaron alfombras, se produjo
cerámica con nuevas formas y colores, y se elaboraron obras de metalistería de gran
riqueza. En pintura proliferaron los temas religiosos, especialmente los taoístas y budistas,
destacando las pinturas murales del templo de Yonglegong (Shanxi), y artistas como Huang
Gongwang, Wang Meng y Ni Zan.70
En este periodo se produjo la edad de oro musical china: destacaron los rituales confucianistas, donde un
coro cantaba el himno, con instrumentos de viento y campanillas, un órgano soplado para el contrapunto, y
diversos juegos de cítaras (ch'in, de 5 cuerdas, y sê, de 26 cuerdas), para definir la duración (tsao-man). Era
una música predominantemente tímbrica, con una armonía sencilla y elemental. Durante el reinado del
emperador Hsüan-tsung (713-756) hay constancia de que existía en la corte una orquesta de unos 1300
músicos. Los poetas recitaban al ritmo de un laúd corto (p'i-p'a), música de la que nos han llegado
composiciones como La última batalla de Hsiang Yü y Nueve canciones para Yüeh. Durante la dinastía
Song se popularizaron los espectáculos músico-teatrales, como Nan-ch'ü (Cantos del sur) y Pei-ch'ü
(Cantos del norte). En época Yuan surgieron los dramas musicales u óperas, con dos escuelas: septentrional
y meridional, que han llegado hasta nuestros días.72
Japón
Período Asuka (552-646): la llegada del budismo
produjo en Japón un gran impacto a nivel artístico y
estético, con fuerte influencia del arte chino. Como
edificio más destacable de este período hay que
mencionar el templo de Hōryū-ji (607), representante del
estilo Kudara. Las primeras imágenes de Buda fueron
importadas del continente, pero luego se instalaron en
Japón gran número de artistas chinos y coreanos
(Kannon de Kudara, siglo VI). La pintura denota un gran
sentido del dibujo, con obras de gran originalidad, como Templo de Hōryū-ji, en Nara
el relicario de Tamamushi.
Período Nara (646-794): en esta época tuvo su apogeo
el arte budista, continuando con gran intensidad la influencia china. Se conservan pocos
ejemplos de arquitectura: Pagoda del Este de Yakushi-ji, templo de Tōdai-ji, templo de
Kōfuku-ji, Shōsoin de Nara. Obtuvo gran desarrollo en escultura la representación de Buda:
Sho Kannon, Buda de Tachibana, Bodhisattva Gakko de Tōdai-ji. La pintura está
representada por la decoración mural de Hōryū-ji (finales del siglo VII) y por kakemonos y
makimonos, historias pintadas en un largo rollo de papel o seda, con textos relatando las
diversas escenas o sutras.
Período Heian (794-1185): la iconografía budista tuvo un nuevo desarrollo con la
importación de dos nuevas sectas del continente: Tendai y Shingon. La arquitectura sufrió
un cambio en la planta de los monasterios, que se erigían en lugares apartados, pensados
para la meditación: templos de Enryaku-ji, Kongōbu-ji y santuario-pagoda de Muro-ji.
Durante el período Fujiwara (897-1185), el templo volvió a situarse en la ciudad, siendo
centro de reunión de las clases dirigentes. Se construían según el modelo de los grandes
palacios, con una decoración muy desarrollada (monasterio de Byōdō-in, también llamado
del Fénix). En pintura, la aparición de la escuela de Yamato-e supuso la independencia de
la pintura japonesa de la influencia china; se caracterizó por su armonía y luminosidad, con
colores brillantes.
Período Kamakura (1185-1333): en esta época se introdujo en Japón la secta zen, que
influyó poderosamente en el arte figurativo. En escultura destacó la Escuela de Nara, con la
figura más remarcada de Unkei (estatuas de los montes Muchaku y Seshin). La arquitectura
era más sencilla, más funcional, menos lujosa y recargada; la influencia zen provocó el
llamado estilo Kara-yo. Destacan el conjunto de cinco grandes templos de Sanjūsangen-dō
(1266). La pintura se caracterizó por un mayor realismo y por su introspección psicológica,
desarrollándose principalmente el retratismo y el paisajismo.
Período Muromachi o Ashikaga (1333-1573): en este período floreció notablemente la
pintura, enmarcada dentro de la estética zen. Predominó la técnica de la aguada, perfecta
transcripción de la doctrina zen, que pretendía reflejar en los paisajes lo que significan, más
que lo que representan, destacando Sesshū, autor de retratos y paisajes. Cabe mencionar
también la Escuela Kanō, que aplicó la técnica de la aguada a temas tradicionales. La
arquitectura se distinguió por su elegancia, destacando las mansiones señoriales: el
Pabellón de Oro y el Pabellón de Plata, en Kioto; también hay que mencionar el monasterio
de Zuiho-ji. Se desarrolló notablemente el arte de la jardinería, en cerámica destaca la de
Seto, y cobraron importancia los objetos de laca y metal.73
La literatura japonesa continuó con el influjo de la china, sobre todo en poesía, donde la mayor producción
fue en lengua china, considerada más culta: tenemos así el Kaifuso (Tiernos recuerdos de poesía, 751),
antología de varios poetas. En época Heian hubo un renacer de las letras japonesas, destacando la narrativa:
Genji Monogatari (Relato de Genji), de Murasaki Shikibu, es un clásico de la literatura nipona,
describiendo el mundo de la nobleza en un lenguaje sencillo, de tono a veces erótico. La poesía de la época
fue compilada en la antología imperial Kokinshu, donde se exaltaba preferentemente la naturaleza, escrita
en waka (composición de 31 sílabas). En el período Kamakura la literatura se vio afectada por las
constantes guerras feudales, reflejadas en una narrativa de tono
pesimista y desolado: Hojoki (Narración de mi cabaña), de Kamo
no Chomei. Del período Muromachi cabe destacar el
Tsurezuregusa (Ensayos en ocio), de Yoshida Kenkō, y el Sannin
Hoshi (Los tres sacerdotes), anónimo.74
En música la llegada del budismo comportó la influencia extranjera, surgiendo dos corrientes: la música
izquierda, de origen indio y chino; y la música derecha, de origen manchú y coreano. Estas modalidades
empleaban instrumentos como el biwa (laúd de cuello corto), el taiko (tambor japonés), el kakko (tambor
chino), el shôko (gong), el sô-no-koto (cítara), el koma-bue (flauta), el hichiriki (oboe), el ôteki (flauta
travesera) y el shô (órgano soplado). Asimismo había una gran variedad de tipos de música tradicional: dos
de los estilos más antiguos eran shōmyō («hombre gordo que canta») y gagaku («música graciosa»), ambos
provenientes de los períodos Nara y Heian. Adicionalmente, el gagaku se divide en sōgaku (música
instrumental) y bugaku (música y danza).76
Sudeste asiático
Oceanía
En este periodo continuó la expansión polinesia hacia la periferia oceánica (Nueva Zelanda, islas
Kermadec, islas Chatham). Se produjo una gran diversificación cultural y artística: solo en Melanesia, por
ejemplo, había más de 1000 grupos étnicos diferentes. La mayoría de manifestaciones artísticas eran de
carácter ritual, relacionadas con danzas y ceremonias de tipo animista o politeísta. En Micronesia se
produjeron elaborados complejos arquitectónicos con esculturas de piedra y megalitos. En Yap (islas
Carolinas), apareció un tipo de moneda de piedra compuesta por grandes discos con un agujero central. En
Guam y las islas Marianas destacan las casas sobre columnas de piedra (latte). En Hawái se construyeron
grandes templos (heiau), con esculturas de madera de hasta tres metros que representaban a sus dioses. En
las islas Marquesas se dieron un tipo de construcciones de casas megalíticas sobre plataformas de piedra,
con grandes estatuas antropomórficas. En Nueva Zelanda, los maoríes desarrollaron un tipo de talla de
madera con figuras de líderes políticos y religiosos, así como colgantes de nefrita tallada (hei tiki). Por
último, cabe destacar la construcción en la isla de Pascua de las famosas cabezas monolíticas (moái), de las
que se erigieron unas 600 entre el año 900 y el 1600. Son figuras
de 4 o 5 metros, que se situaban sobre plataformas de piedra que
servían de base a los templos (ahu) de culto a los ancestros.78
El origen de la historia del arte como tal data del siglo XVI, considerándose las Vidas de Giorgio Vasari el
texto inaugural del estudio del arte con carácter historiográfico. El método que siguió el erudito florentino
era la biografía del artista. Esta metodología fue la que se impuso hasta el siglo XVIII, cuando el historiador
alemán Johann Joachim Winckelmann inició un nuevo tipo de análisis del arte buscando en el desarrollo de
las civilizaciones una evolución estilística.nota 9
Renacimiento
Surgido en Italia en el siglo XV (Quattrocento), se expandió por el resto de Europa desde finales de ese
siglo e inicios del XVI. Los artistas se inspiraron en el arte clásico grecorromano, por lo que se habló de
«renacimiento» artístico tras el oscurantismo medieval. Estilo inspirado en la naturaleza, surgieron nuevos
modelos de representación, como el uso de la perspectiva. Sin renunciar a la temática religiosa, cobró
mayor relevancia la representación del ser humano y su entorno, apareciendo nuevas temáticas como la
mitológica o la histórica, o nuevos géneros como el paisaje, el bodegón e, incluso, el desnudo. La belleza
dejó de ser simbólica, como en la era medieval, para tener un componente más racional y mesurado, basado
en la armonía y la proporción.
La arquitectura recuperó los modelos clásicos, reelaborados con un concepto más naturalista y con bases
científicas: se recuperó el uso del arco de medio punto, la bóveda de cañón, la cúpula de media naranja y
los órdenes clásicos (dórico, jónico, corintio y compuesto). La estructura del edificio se basó en
proporciones matemáticas, que buscaban la perfección de las formas, a la vez que se potenció la
luminosidad y la diafanidad de los espacios. En el Quattrocento destacó la arquitectura desarrollada en
Florencia: Filippo Brunelleschi (cúpula de Santa María del Fiore, Basílica de San Lorenzo), Leon Battista
Alberti (San Andrés de Mantua); mientras que en el Cinquecento el centro artístico pasó a ser Roma:
Bramante (San Pietro in Montorio, Basílica de San Pedro del Vaticano), Antonio da Sangallo (Palacio
Farnesio). En esta época cobró un progresivo
auge la jardinería, que empezó a ser concebida
mediante un diseño estructurado; surgió así el
llamado «jardín italiano», de composición
geométrica, construido sobre terrazas con
escalinatas (Jardín del Belvedere, Bramante; Villa
Madama, Rafael). Fuera de Italia, el
Renacimiento se desarrolló sobre todo en Francia,
con la obra de Philibert Delorme; en Alemania no
llegó hasta mediados del siglo XVI, con el castillo
de Heidelberg y, sobre todo a finales de siglo, en
Baviera; en los Países Bajos la influencia italiana
se denotó especialmente en la decoración, sobre
estructuras todavía de signo gótico; en Inglaterra
Iglesia de Santa Maria Novella, en Florencia, diseñada
se produjo el estilo Tudor, desarrollado sobre todo
por Leon Battista Alberti
en la construcción de palacios civiles,
caracterizado por la utilización del arco Tudor; en
Rusia, el Renacimiento italiano —introducido por Aristotile Fioravanti— fue adaptado al estilo bizantino
típicamente ruso, como en el magnífico conjunto del Kremlin. En España se desarrollaron varios estilos: el
plateresco, caracterizado por el uso de paramentos almohadillados, columnas abalaustradas y profusa
decoración de grutescos (Alonso Covarrubias, Diego de Siloé); y el purismo, más preocupado por la
estructura racional del edificio, abandonando la decoración exuberante del plateresco (Rodrigo Gil de
Hontañón, Andrés de Vandelvira).
La escultura buscó igualmente la idealizada perfección del clasicismo, aunque perduraron hasta el
siglo XVI la elegancia curvilínea y la esbeltez de proporciones del gótico internacional. Se utilizaban
materiales nobles, como el mármol y el bronce, con un especial gusto por la forma monumental. Junto a la
temática religiosa se desarrolló el retrato, en busto o en figuras ecuestres, al estilo de la antigua Roma.
Destacaron especialmente: Lorenzo Ghiberti, Jacopo della Quercia, Luca della Robbia, Andrea Verrocchio
y, especialmente, Donatello (David, 1409; Judit y Holofernes, 1455-1460); y, fuera de Italia, Michel
Colombe en Francia, Peter Vischer en Alemania, y Felipe Bigarny, Bartolomé Ordóñez y Damián Forment
en España.
La pintura sufrió una notable evolución desde las formas medievales, con formas naturalistas y temáticas
profanas o mitológicas junto a las religiosas. Los estudios de perspectiva permitieron hacer obras de gran
efecto realista, basadas en proporciones matemáticas, con especial utilización de la «sección áurea» tras el
estudio publicado por Luca Pacioli (De Divina Proportione, 1509). Se utilizó el fresco y el temple, mientras
que se introdujo el óleo a mediados del siglo XV por influencia flamenca. Uno de sus principales
exponentes fue Leonardo Da Vinci, genio polifacético que introdujo el sfumato o «perspectiva aérea», con
obras como La Virgen de las Rocas (1483), La Última Cena (1495-1497), La Gioconda (1503), etc. Otro
nombre de relevancia fue Rafael, maestro del clasicismo sereno y equilibrado, con una perfecta ejecución
pictórica, como se demuestra en sus frescos de las Estancias del Vaticano. Otros artistas destacados fueron:
Masaccio, Fra Angelico, Paolo Ucello, Andrea del Castagno, Perugino, Piero della Francesca, Benozzo
Gozzoli, Domenico Ghirlandaio, Botticelli, Andrea del Verrocchio, Luca Signorelli, Andrea Mantegna,
Giovanni Bellini, Antonello da Messina, etc. En el resto de Europa: Matthias Grünewald, Alberto Durero,
Hans Holbein el Joven y Lucas Cranach el Viejo en Alemania; Quentin Metsys y Pieter Brueghel en
Holanda; y Pedro Berruguete, Alejo Fernández, Vicente Masip, Juan de Juanes, Pedro Machuca y Luis de
Morales en España.
Las artes industriales tuvieron un gran auge debido al gusto por el lujo de las nuevas clases adineradas: se
desarrolló la ebanistería, sobre todo en Italia y Alemania, destacando la técnica de la intarsia, embutidos de
madera de varios tonos para producir efectos lineales o de ciertas imágenes. La tapicería destacó en
Flandes, con obras basadas en bocetos desarrollados por pintores como Bernard van Orley. La cerámica se
elaboró en Italia con barnices vidriados, consiguiendo tonos brillantes de gran efecto. El vidrio se desarrolló
notablemente en Venecia (Murano), decorado a veces con hilos de oro o con filamentos de vidrios de
colores. La orfebrería fue cultivada por escultores como Lorenzo Ghiberti, con piezas de gran virtuosismo y
elevada calidad, destacando especialmente los esmaltes y camafeos. Con la invención de la imprenta se
desarrollaron las artes gráficas, apareciendo o perfeccionándose la mayoría de las técnicas de grabado:
calcografía (aguafuerte, aguatinta, grabado al buril, grabado a media tinta o grabado a punta seca),
linograbado, xilografía, etc.79
El teatro renacentista también acusó el paso del teocentrismo al antropocentrismo, con obras más
naturalistas, de aspecto histórico, intentando reflejar las cosas tal como son. Se buscaba la recuperación de
la realidad, de la vida en movimiento, de la figura humana en el espacio, en las tres dimensiones, creando
espacios de efectos ilusionísticos, en trompe-l'œil. Surgió la reglamentación teatral basada en tres unidades
(acción, espacio y tiempo), basándose en la Poética de Aristóteles, teoría introducida por Lodovico
Castelvetro. En torno a 1520 surgió en el norte de Italia la Commedia dell'arte, con textos improvisados, en
dialecto, predominando la mímica e introduciendo personajes arquetípicos como Arlequín, Colombina,
Pulcinella (llamado en Francia Guignol), Pierrot, Pantalone, Pagliaccio, etc. Como principales dramaturgos
destacaron Niccolò Machiavelli, Pietro Aretino, Bartolomé Torres Naharro, Lope de Rueda y Fernando de
Rojas, con su gran obra La Celestina (1499). En Inglaterra descolló el teatro isabelino, con autores como
Christopher Marlowe, Ben Jonson, Thomas Kyd y, especialmente, William Shakespeare, gran genio
universal de las letras (Romeo y Julieta, 1597; Hamlet, 1603; Otelo, 1603; Macbeth, 1606).81
La danza renacentista tuvo una gran revitalización, debida de nuevo al papel preponderante del ser humano
sobre la religión, de tal manera que muchos autores consideran esta época el nacimiento de la danza
moderna. Se desarrolló sobre todo en Francia —donde fue llamado ballet-comique—, en forma de historias
bailadas, sobre textos mitológicos clásicos, siendo impulsado principalmente por la reina Catalina de
Médicis. Se suele considerar que el primer ballet fue el Ballet comique de la Reine Louise (1581), de
Balthazar de Beaujoyeulx. Las principales modalidades de la época eran la gallarda, la pavana y el
tourdion. En esta época surgieron los primeros tratados sobre danza: Domenico da Piacenza escribió De
arte saltandi et choreas ducendi, siendo considerado el primer coreógrafo de la historia; Thoinot Arbeau
hizo una recopilación de danzas populares francesas (Orchesographie, 1588).83
Frontispicio de la edición
de Hamlet de 1605, de
William Shakespeare.
Manierismo
Surgido igualmente en Italia a mediados del siglo XVI como
evolución de las formas renacentistas, el manierismonota 10
abandonó la naturaleza como fuente de inspiración para buscar un
tono más emotivo y expresivo, cobrando importancia la
interpretación subjetiva que el artista hace de la obra de arte. La
arquitectura adquirió un signo más efectista y de tenso equilibrio,
destacando el polifacético artista Miguel Ángel, autor del ábside y
la cúpula de San Pedro del Vaticano; Jacopo Vignola (Iglesia del
Gesù); y Andrea Palladio, creador de un estilo propio
(paladianismo), como vemos en la Basílica de Vicenza, la Villa
Capra (llamada la Rotonda), San Giorgio Maggiore de Venecia,
etc. En Francia surgió la notable Escuela de Fontainebleau. En
España se produjo la arquitectura herreriana (por Juan de Herrera),
estilo sobrio y sencillo, de formas simples y desnudas de
decoración, de acuerdo a la doctrina contrarreformista que entonces
imperaba; tuvo su máxima realización en el Monasterio de El
Escorial.
David (1501-1504), de Miguel Ángel,
La escultura es nuevamente reflejo del pesimismo que dominaba la
Galería de la Academia, Florencia
sociedad italiana de la segunda mitad del siglo XVI, con un arte
donde se deforma la realidad a capricho, predominando la
expresión sentimental del artista, con figuras estilizadas, en posiciones violentas y actitudes dramáticas.
Descuella nuevamente la obra de Miguel Ángel, con obras de tenso dinamismo donde resalta la expresión
de la persona representada: Piedad (1501), David (1501-1504), Moisés (1513-1515), Sepulcro de los
Médicis (1520-1534), etc. Otros importantes escultores fueron: Baccio Bandinelli, Benvenuto Cellini,
Giambologna y Jacopo Sansovino; y, fuera de Italia, Jean Goujon y Germain Pilon en Francia, Adriaen de
Vries en Flandes, Hubert Gerhard en Alemania, y Alonso Berruguete, Juan de Juni y Gaspar Becerra en
España.
La pintura manierista tuvo un sello más caprichoso, extravagante, con gusto por la forma sinuosa y
estilizada, deformando la realidad, con perspectivas distorsionadas y atmósferas efectistas. Destacó en
primer lugar —como en las otras artes— Miguel Ángel (autor de la decoración de la Capilla Sixtina),
seguido de Bronzino, Andrea del Sarto, Pontormo, Correggio, Parmigianino, Giorgione, Tiziano, Veronese,
Tintoretto, Jacopo Bassano, Giuseppe Arcimboldo, etc. Cabe mencionar a Maarten van Heemskerck y
Abraham Bloemaert en los Países Bajos, y Bartholomeus Spranger en Alemania. En España destacaron
Juan Fernández de Navarrete, Alonso Sánchez Coello, Juan Pantoja de la Cruz y, especialmente, El Greco,
artista excepcional creador de un estilo personal y único, de fuerte sentido expresionista.84
Villa La Rotonda, de
Andrea Palladio. Venus de Urbino (1538), de
Tiziano, Galería Uffizi
(Florencia).
Moisés (1513-1515), de
Miguel Ángel, iglesia de
San Pietro in Vincoli.
Barroco
El barroconota 11 se desarrolló entre el siglo XVII y principios del XVIII. Fue una época de grandes
disputas en el terreno político y religioso, surgiendo una división entre los países católicos
contrarreformistas, donde se afianzó el estado absolutista, y los países protestantes, de signo más
parlamentario. El arte se volvió más refinado y ornamentado, con pervivencia de un cierto racionalismo
clasicista pero con formas más dinámicas y efectistas, con gusto por lo sorprendente y anecdótico, por las
ilusiones ópticas y los golpes de efecto.
La arquitectura, bajo unas líneas clásicas, asumió unas formas más dinámicas, con una exuberante
decoración y un sentido escenográfico de las formas y los volúmenes. Cobró relevancia la modulación del
espacio, con preferencia por las curvas cóncavas y convexas, poniendo especial atención en los juegos
ópticos (trompe-l'œil) y el punto de vista del espectador. Al igual que en la época anterior, el motor del
nuevo estilo volvió a ser Italia: Gian Lorenzo Bernini fue uno de sus mejores exponentes, siendo el
principal artífice de la Roma monumental que conocemos hoy día (columnata de la Plaza de San Pedro,
baldaquino de San Pedro, San Andrés del Quirinal, Palacio Chigi-Odescalchi); Francesco Borromini es
otro gran nombre de la época, autor de las iglesias de San Carlo alle Quattre Fontane y Sant'Ivo alla
Sapienza; también destacaron Pietro da Cortona, Baldassare
Longhena, Filippo Juvara y Guarino Guarini. En Francia, bajo el
reinado de Luis XIV, se iniciaron una serie de construcciones de
gran fastuosidad: fachada del Palacio del Louvre, de Louis Le Vau
y Claude Perrault; Palacio de Versalles, de Le Vau y Jules
Hardouin-Mansart. En Austria destacó Johann Bernhard Fischer
von Erlach, autor de la Iglesia de San Carlos Borromeo en Viena.
En Inglaterra cabe mencionar la Catedral de San Pablo de Londres,
de Christopher Wren. En España, la arquitectura acusó en la
primera mitad del siglo XVII la herencia herreriana, con Juan
Gómez de Mora como figura destacada, mientras que en la segunda
mitad de siglo se dio el estilo churrigueresco (por José Benito
Churriguera), caracterizado por el exuberante decorativismo y el
uso de columnas salomónicas (Retablo Mayor de San Esteban de
Salamanca). Las Meninas (1656), de Velázquez
(Museo del Prado), fue un alegato de
La escultura adquirió el mismo carácter dinámico, sinuoso, la figura del pintor como artista
expresivo, ornamental, destacando el movimiento y la expresión, inspirado, frente a la condición de
con una base naturalista pero deformada a capricho del artista. En simple artesano que hasta entonces
Italia destacó nuevamente Bernini, autor de obras como Apolo y se tenía del oficio de pintor
Dafne (1622-1625), Éxtasis de Santa Teresa (1644-1652), Muerte
de la beata Ludovica Albertoni (1671-1674), etc. En Francia
destacaron François Girardon, Antoine Coysevox y Pierre Puget. En España perduró la imaginería religiosa
de herencia gótica, destacando Gregorio Fernández, Juan Martínez Montañés, Alonso Cano, Pedro de
Mena, Francisco Salzillo, etc.
En el terreno de las artes industriales, destaca especialmente la ebanistería, que llegó a cotas de altísima
calidad sobre todo en Francia, gracias a la obra de André-Charles Boulle, creador de una nueva técnica de
aplicación de metales (cobre, estaño) sobre materiales orgánicos (carey, madreperla, marfil) o viceversa.
Entre sus obras destacan las dos cómodas del Trianón, en Versalles, y el reloj de péndulo con el Carro de
Apolo en Fontainebleau. También destacaron la tapicería, la orfebrería —especialmente las «piedras duras»
en Florencia—, la cerámica y el vidrio —que cobró relevancia en Bohemia—.85
La literatura barroca se caracterizó por el pesimismo, con una visión de la vida planteada como lucha,
sueño o mentira, donde todo es fugaz y perecedero. Su estilo era suntuoso y recargado, con un lenguaje
muy adjetivado y metafórico. En un primer momento se produjeron diversas corrientes: el eufuismo en
Inglaterra (John Lyly, Robert Greene), el preciosismo en Francia (Vincent Voiture), el marinismo en Italia
(Giambattista Marino), la primera (Martin Opitz, Angelus Silesius, Andreas Gryphius) y segunda escuela
de Silesia (Daniel Casper von Lohenstein, Hans Jakob Christoph
von Grimmelshausen) en Alemania. Más adelante surgió el
clasicismo en Francia, con autores como François de la
Rochefoucauld, Jacques-Bénigne Bossuet, Nicolas Boileau-
Despréaux, Jean de La Fontaine, François de Malherbe, Cyrano de
Bergerac y Madeleine de Scudéry. En Inglaterra destacó la obra
poética de John Milton (El paraíso perdido, 1667). En España,
donde el siglo XVII sería denominado el Siglo de Oro, se
produjeron dos corrientes: el culteranismo, liderado por Luis de
Góngora, donde destacaba la belleza formal, con un estilo
suntuoso, metafórico, con proliferación de latinismos y juegos
gramaticales; y el conceptismo, representado por Francisco de
Quevedo y Baltasar Gracián, donde predominaba el ingenio, la
agudeza, con un lenguaje conciso pero polisémico, con múltiples
significados en pocas palabras.86
La música barroca destacó por el contraste, los acordes violentos, los volúmenes móviles, la ornamentación
exagerada, la estructura variada y contrastada. Se caracterizó especialmente por la utilización del bajo
continuo, sección instrumental grave que sostenía ininterrumpidamente la parte melódica superior. En esta
época la música alcanzó cotas de gran brillantez, desvinculándose plenamente de la voz y el texto,
surgiendo las formas instrumentales puras (suite, sonata, tocata, concierto, sinfonía). Con la sonata nacieron
los nombres de velocidad: allegro, adagio, presto, vivace, andante, etc. En la música religiosa nacen el
oratorio y la cantata, mientras que la música coral triunfó especialmente en el mundo protestante. En
España nacieron la zarzuela y la tonadilla como manifestaciones de la música popular. Entre las grandes
figuras de la música barroca conviene recordar a Antonio Vivaldi, Tommaso Albinoni, Arcangelo Corelli,
Marc-Antoine Charpentier, Johann Pachelbel, Heinrich Schütz, Johann Sebastian Bach, Georg Philipp
Telemann, Georg Friedrich Haendel, etc.
En ópera destacó la escuela veneciana, primer lugar donde la música se desligó de la protección religiosa o
aristocrática para ser representada en lugares públicos: en 1637 se fundó el Teatro di San Cassiano, primer
centro operístico del mundo. Comenzó el gusto por las voces solistas, principalmente las agudas (tenor,
soprano), apareciendo el fenómeno de los castrati. La ópera barroca destacó por la escenografía
complicada, ornamentada, recargada, con cambios repentinos. Destacan Pier Francesco Cavalli, Antonio
Cesti, Jean-Baptiste Lully, Henry Purcell, Georg Friedrich Haendel, etc. A finales del siglo XVII, la
escuela napolitana introdujo un estilo más purista, más clasicista, simplificando los argumentos y haciendo
óperas más cultas y sofisticadas. Alessandro Scarlatti introdujo el aria en tres partes (aria da capo).88
En Francia, la danza barroca (ballet de cour) hizo evolucionar la música instrumental, de melodía única
pero con una rítmica adaptada a la danza. Fue patrocinada especialmente por Luis XIV, que convirtió la
danza en grandes espectáculos (Ballet de la Nuit, 1653, donde intervino el rey caracterizado de sol),
creando en 1661 la Academia real de Danza. Como coreógrafo destacó Pierre Beauchamp, creador de la
danse d'école, el primer sistema pedagógico de la danza. Las principales tipologías fueron: minuet, bourrée,
polonaise, rigaudon, allemande, zarabande, passepied, gigue, gavotte, etc. En España también se dieron
diversas modalidades de danza: seguidilla, zapateado, chacona, fandango, jota, etc.89
Rococó
Desarrollado en el siglo XVIIInota 12 —en convivencia a principios de siglo con el barroco, y a finales con
el neoclasicismo—, supuso la pervivencia de las principales manifestaciones artísticas del barroco, con un
sentido más enfatizado de la decoración y el gusto ornamental, que son llevados a un paroxismo de riqueza,
sofisticación y elegancia. El progresivo auge social de la burguesía y los adelantos científicos, así como el
ambiente cultural de la Ilustración, conllevaron el abandono de los temas religiosos a favor de nuevas
temáticas y actitudes más mundanas, destacando el lujo y la ostentación como nuevos factores de prestigio
social.
La arquitectura pasó de la grandilocuencia barroca a un gusto más
delicado, de formas gráciles y con preponderancia de espacios
pequeños, de ambientes de recogimiento pensados para el bienestar
y el confort. Se puso de moda lo exótico, especialmente el gusto
por el arte oriental. El rococó se desarrolló sobre todo en Francia y
Alemania, representado principalmente por Ange-Jacques Gabriel
(Petit Trianon de Versalles, Hotel Biron de París), François de
Cuvilliés (Pabellón de Amalienburg del Palacio de Nymphenburg
en Múnich), Johann Balthasar Neumann (Palacio Episcopal de
Würzburg) y Dominikus Zimmermann (Iglesia de Wies). En
jardinería, al «jardín italiano» sucedió el «jardín francés», de
composición geométrica igual que el italiano, pero con una
perspectiva más larga, composición más simple, mayores zonas de
césped y un nuevo detalle ornamental: el parterre; destacan los
jardines de Versalles (diseñados por André Le Nôtre) y Aranjuez.
El columpio (1767), de Jean-Honoré
La escultura tiene un aire grácil, refinado, con cierta pervivencia de Fragonard, Colección Wallace,
las formas barrocas, especialmente por influencia de Bernini. En Londres
Italia cabe destacar la Fontana de Trevi, de Pietro Bracci y Filippo
della Valle. En Francia destacó la obra de Edmé Bouchardon, Jean-
Baptiste Pigalle y Étienne-Maurice Falconet. En Alemania tenemos la presencia de Georg Rafael Donner,
Ignaz Günther y los hermanos Asam (Cosmas Damian y Egid Quirin). En España podemos reseñar a Juan
Pascual de Mena y Luis Salvador Carmona.
La pintura se movió entre la exaltación religiosa o el paisajismo vedutista en Italia (Giambattista Tiepolo,
Canaletto, Francesco Guardi), y las escenas cortesanas de Jean-Antoine Watteau, François Boucher, Jean-
Baptiste-Siméon Chardin y Jean-Honoré Fragonard en Francia, pasando por el retratismo inglés de Joshua
Reynolds y Thomas Gainsborough. Figura aparte es el inclasificable pintor español Francisco de Goya, que
evolucionó desde un sello más o menos rococó hasta un cierto prerromanticismo, pero con una obra
personal y expresiva de fuerte tono intimista. Cultivó tanto la pintura como el grabado, siendo igualmente
de destacar sus cartones para tapices. Entre sus obras destacan: los Caprichos (1799), La familia de Carlos
IV (1800), El tres de mayo de 1808 en Madrid (1814), las Pinturas negras (1820), etc.
Las artes decorativas tuvieron especial relevancia, ya que, como se ha señalado, el rococó fue un arte de
aire burgués dedicado a la ostentación y el lujo. Se desarrolló notablemente el interiorismo, con especial
énfasis en el mobiliario, los espejos, las sedas, los tapices y los objetos de porcelana. Esta última tuvo una
gran difusión, sobre todo la de Sajonia y la de Sèvres, con delicados motivos ornamentales,
preferentemente de estilo oriental. En porcelana se fabricaron también pequeñas tallas escultóricas con
motivos galantes, pastorales o de la Commedia dell'arte. En mobiliario se desarrolló el «estilo Chippendale»
(por Thomas Chippendale), caracterizado por el eclecticismo, con mezcla de elementos góticos, rococó,
palladianos y chinescos. En España adquirieron notoriedad los tapices de la Real Fábrica de Santa Bárbara,
algunos de ellos diseñados por Goya. En esta época apareció la litografía, nueva modalidad de grabado
sobre piedra caliza, inventada por Aloys Senefelder en 1778.90
A nivel literario, el siglo XVIII fue el de la Ilustración, proyecto iniciado con L'Encyclopédie de Diderot y
D'Alembert y que supuso la consagración del racionalismo a nivel filosófico, poniendo el acento en la idea
de progreso del ser humano y su capacidad ilimitada, concepto que estableció el germen de la era moderna.
Sus principales representantes fueron Montesquieu, Voltaire, Denis Diderot, Jean-Jacques Rousseau, el
Abate Prévost, André Chénier, Giambattista Vico, Alexander Pope, Daniel Defoe, Jonathan Swift, etc. En
España se denotó la influencia francesa en una literatura crítica y especulativa, ganando gran auge el género
del ensayo; destacaron Benito Jerónimo Feijoo, Diego de Torres
Villarroel, Ignacio Luzán y José Francisco de Isla. Es de remarcar
la fundación en esta época de la Biblioteca Nacional y la Real
Academia Española.91
La danza siguió desarrollándose sobre todo en Francia, donde en 1713 se creó la Escuela de Ballet de la
Ópera de París, la primera academia de danza. Raoul-Auger Feuillet creó en 1700 un sistema de notación
de danza, para poder transcribir por escrito la diversa variedad de pasos de danza. En esta época la danza
comenzó a independizarse de la poesía, la ópera y el teatro, consiguiendo autonomía propia como arte, y
formulando un vocabulario propio. Se empezaron a escribir obras musicales sólo para ballet, destacando
Jean-Philippe Rameau —creador de la opéra-ballet—, y comenzaron a surgir nombres de bailarines
destacados, como Gaetano Vestris y Marie Camargo. A nivel popular, el baile de moda fue el vals, de
compás ¾, mientras que en España surgió el flamenco.94
Neoclasicismo
La escultura, de lógico referente grecorromano, tuvo como principales figuras a: Jean-Antoine Houdon,
retratista de la sociedad prerrevolucionaria (Rousseau, Voltaire, Lafayette, Mirabeau); Antonio Canova, que
trabajó para los papas y la corte de Napoleón (Paulina Borghese como Venus, 1805-1807); y Bertel
Thorvaldsen, muy influido por la escultura griega, consagrado a la mitología y la historia antiguas (Jasón
con el vellocino de oro, 1803). Otros nombres destacables serían John Flaxman, Johann Gottfried
Schadow, Johan Tobias Sergel y Damià Campeny.
La pintura mantuvo un sello austero y equilibrado, influido por la escultura grecorromana o figuras como
Rafael y Poussin. Destacó especialmente Jacques-Louis David, pintor «oficial» de la Revolución Francesa
(Juramento de los Horacios,1784; La muerte de Marat, 1793; Napoleón cruzando los Alpes, 1800). Junto
a él conviene recordar a: François Gérard, Antoine-Jean Gros, Pierre-Paul Prud'hon, Anne-Louis Girodet-
Trioson, Jean Auguste Dominique Ingres, Joseph Wright of Derby, Johann Zoffany, Angelika Kauffmann,
Anton Raphael Mengs, Joseph Anton Koch, Asmus Jacob Carstens, José de Madrazo, etc.95
Las artes decorativas se desarrollaron en diversos estilos, algunos de los cuales perduraron a lo largo del
siglo XIX: el estilo Directorio surgió en Francia en la época del Directorio (1795-1805), caracterizado por
las líneas sencillas, clásicas, sobrias, sin adornos excesivos; el estilo Imperio se desarrolló en la Francia
napoleónica y de la Restauración, de donde pasó al resto de Europa, sustituyendo la sobriedad por la
ostentación y el lujo, con un estilo suntuoso, con preferencia de temas exóticos y orientales; en
contraposición, el estilo Biedermeier alemán presentó un diseño más práctico y cómodo, de líneas sencillas
y hogareñas. Estos estilos influyeron en el isabelino español y el victoriano inglés, de aire burgués,
dedicados al lujo y la ostentación, aunque sin renunciar al confort y la funcionalidad.
A nivel literario, a finales del siglo XVIII se produjo una vuelta a premisas clasicistas, con la pretensión de
establecer un tipo de literatura preceptiva, ordenadora, con una base ética e intelectual. Muchos de los
autores de esta época estuvieron a caballo entre el neoclasicismo y el prerromanticismo, destacando:
Friedrich Gottlieb Klopstock, Christoph Martin Wieland, Henry Fielding, Laurence Sterne, etc. En España,
se denotó la influencia del clasicismo francés y los preceptos fijados por Boileau, destacando José Cadalso,
Juan Meléndez Valdés y Gaspar Melchor de Jovellanos, así como los fabulistas Tomás de Iriarte y Félix
María Samaniego.96 El teatro neoclásico tuvo pocas variaciones respecto al desarrollado a lo largo del
siglo XVIII, siendo su principal característica la inspiración en modelos clásicos grecorromanos, seña de
identidad de esta corriente. Destacan: Vittorio Alfieri, Richard Brinsley Sheridan y Gotthold Ephraim
Lessing y, en España, Leandro Fernández de Moratín y Vicente García de la Huerta.97
La música clásicanota 14 supuso entre el último tercio del siglo XVIII y principios del XIX la culminación
de las formas instrumentales, consolidadas con la definitiva estructuración de la orquesta moderna. El
clasicismo se manifestó en el equilibrio y la serenidad de la composición, la búsqueda de la belleza formal,
de la perfección, en formas armoniosas e inspiradoras de altos valores. Nació el desarrollo, nueva forma de
composición que consistía en desmontar el tema, cogiendo el ritmo o la melodía, pero cambiando la
tonalidad a través de la modulación. Evolucionó la música de cámara al desaparecer el bajo continuo, en
distintos formatos: dúo, trío, cuarteto, quinteto, etc. La música clásica está representada principalmente por:
Franz Joseph Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart, Christoph Willibald Gluck, Luigi Boccherini y
Domenico Cimarosa. La ópera clásica era menos recargada que la barroca, con una música austera, sin
ornamentos vocales, arias limitadas, recitativo con acompañamiento orquestal, argumentos más sólidos y
personajes más verídicos. Destacan: Jean-Philippe Rameau, Christoph Willibald Gluck y, especialmente,
Wolfgang Amadeus Mozart, autor de varias de las mejores óperas de la historia (Le Nozze di Figaro, 1786;
Don Giovanni, 1787; La flauta mágica, 1791).98
El ballet clásico también experimentó un gran desarrollo, sobre todo gracias al aporte teórico del coreógrafo
Jean-Georges Noverre y su ballet d'action, que destacaba el sentimiento sobre la rigidez gestual del baile
académico. Se buscó un mayor naturalismo y una mejor compenetración de música y drama, hecho
perceptible en las obras del compositor Gluck, que eliminó muchos convencionalismos de la danza barroca.
Otro coreógrafo relevante fue Salvatore Viganò, que dio mayor vitalidad al «cuerpo de ballet», el conjunto
que acompaña a los bailarines protagonistas, que cobró independencia respecto a estos.99
América
Desde el descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492 hasta la independencia de los diversos
países americanos a lo largo del siglo XIX (los últimos Cuba y Puerto Rico en 1898) se dio el denominado
arte colonial, que fue un fiel reflejo del arte efectuado en la metrópoli, desarrollándose los mismos estilos
artísticos que en el continente europeo, principalmente el Renacimiento, el Barroco y el Rococó. Las
principales muestras de arte colonial se produjeron en los dos centros geográficos de más relevancia en la
era precolombina: México y Perú.
La arquitectura se basó en las mismas tipologías de edificios propios de la cultura europea, principalmente
iglesias y catedrales, dado el rápido avance de la labor de evangelización de los pueblos nativos
americanos, pero también edificios civiles como ayuntamientos, hospitales, universidades, palacios y villas
particulares. Durante la primera mitad del siglo XVI fueron las órdenes religiosas las encargadas de la
edificación de numerosas iglesias en México,
preferentemente un tipo de iglesias fortificadas
llamadas «capillas de indios». A mediados de
siglo se empezaron a construir las primeras
grandes catedrales, como las de México, Puebla,
Guadalajara, Cuzco y Córdoba. La arquitectura
barroca se caracterizó por una profusa decoración,
que resultaría exacerbada en el llamado
«ultrabarroco» (Fachada del Sagrario de la
Catedral de México). En Perú, las construcciones
desarrolladas en Lima y Cuzco desde 1650
muestran unas características originales que se
adelantan incluso al barroco europeo, como en el
uso de muros almohadillados y de columnas
Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.
salomónicas (Iglesia de la Compañía, Cuzco). En
el siglo XVIII, la arquitectura se orientó a un
estilo más exuberante, otorgando un aspecto
inconfundible al barroco limeño (Palacio del Marqués de Torre-Tagle.
Las primeras muestras de pintura colonial fueron las de escenas religiosas elaboradas por maestros
anónimos, como las imágenes de la Virgen con el Niño. La producción artística hecha en Nueva España por
indígenas en el siglo XVI es denominada arte indocristiano. La pintura barroca recibió la influencia del
tenebrismo sevillano, principalmente de Zurbarán, como se puede apreciar en la obra de los mexicanos José
Juárez y Sebastián López de Arteaga, y del boliviano Melchor Pérez de Holguín. A finales del siglo XVI
destacó la Escuela cuzqueña de pintura, representada principalmente por Luis de Riaño y Marcos Zapata.
En el siglo XVIII la principal influencia sería la de Murillo, y en algún caso —como en Cristóbal de
Villalpando— la de Valdés Leal. Destacan Gregorio Vázquez de Arce en Colombia y Juan Rodríguez
Juárez y Miguel Cabrera en México.
En escultura las primeras muestras fueron nuevamente en el terreno religioso, en tallas exentas y retablos
para iglesias, confeccionadas generalmente en madera recubierta con yeso y decorada con encarnación —
aplique directo del color— o estofado —sobre un fondo de plata y oro—. A principios del siglo XVII
nacieron las primeras escuelas locales, como la quiteña y la cuzqueña, destacando la labor patrocinadora de
la orden jesuita. En el barroco destacó la obra escultórica desarrollada en Lima, como la sillería de la
Catedral de Lima. En Brasil destacó la obra del Aleijadinho.100
África
En esta época continuó la diversidad de estilos y manifestaciones artísticas en el continente africano, debido
a la multiplicidad étnica y religiosa, y a las diferentes organizaciones sociales, desde pueblos nómadas hasta
estados centralizados como Benín, Dahomey, el Congo y Ashanti. Los principales materiales eran la
madera, la piedra, el marfil, el metal, la arcilla, pieles, plumas, conchas, etc. En las montañas Drakensberg
(Sudáfrica), los San (o bosquimanos) realizaron miles de pinturas rupestres entre los siglos XVIII y XIX,
relacionadas con rituales chamánicos. En la región de Owerri (Nigeria) se construyeron una serie de
edificios votivos llamados mbari, decorados con pinturas y esculturas. En Malí destacaron las
construcciones en adobe, como la Gran Mezquita de Djenné, datada inicialmente del siglo XIII pero
reconstruida varias veces. En Ashanti (actual Ghana) adquirieron notoriedad los tejidos llamados kente, de
algodón o seda, decorados con motivos geométricos.
La escultura fue la principal actividad artística en
el continente en general, caracterizada por su gran
expresividad y fuerza emotiva, que llegó a influir
en el arte de vanguardia europeo cuando el
colonialismo favoreció la creación de museos
etnológicos que llevaron las obras de arte
africanas por toda Europa. En Benín se hacían
figuras de latón desde el siglo XV hasta el XIX.
En Ashanti se dio un estilo naturalista de
pequeñas esculturas de metal (siglos XVII-XX).
En la cultura yoruba (entre Nigeria, Benín y
Togo) proliferaron los relieves en madera tallada,
como en las puertas del palacio de Ikere, del
escultor Olowe de Ise. Otras tipologías fueron: los
Gran Mezquita de Djenné, Malí.
fetiches o «figuras de poder» (nduda),
relacionadas con ritos ultraterrenales, de figuras
antropomórficas recubiertas de tela, cuero o
plumas; los pfemba, dedicados a la maternidad, generalmente una mujer con un niño en brazos; y los
mbulu-ngulu, relicarios protectores. También se forjaron figuras en hierro, como la del rey Glele de
Dahomey, de tamaño natural, obra de Akate Akpele Kendo (1860). Por último, destacaron las máscaras,
destinadas a ritos de distinta índole (funerarios, agrícolas, de fertilidad, etc.).101
Asia
India
El arte tradicional hindú tuvo su manifestación en el magnífico templo de Meenakshi (Madurai), así como
en la escuela miniaturista de Rajput, donde vivía una comunidad jainista que creó un arte que tuvo gran
difusión en Occidente, plasmado en un conjunto de templos y esculturas de mármol con incrustaciones de
piedras de colores, decorados con gran preciosismo. A partir del siglo XII la escultura se realizó más en
bronce que en piedra, destacando las representaciones del dios Śivá en actitud danzante; después serían
característicos los retratos de guerreros y cortesanos, tradición que llegó hasta el siglo XVIII. La
arquitectura de finales de este periodo evolucionó hacia formas cada vez más complejas, con gran riqueza
decorativa, en la que se podría denominar una fase «barroca» del arte indio (aunque sin hacer paralelismos
con el barroco europeo).102
En literatura la principal particularidad de esta época fue el despunte de las lenguas vernáculas, surgiendo
una literatura en hindi, bengalí, tamil, maratí, guyaratí, télugu, rayastaní, etc. En el género dramático
destacó Anandarayamakhin, autor de Jiva-nandana (hacia 1700), drama alegórico que representa el alma
humana como un rey encarcelado en su palacio (el cuerpo); y en el poema épico destaca el Ram-chari-
manas de Tulsidas, reelaboración del Ramaiana con gran pureza lingüística y estilística. El teatro derivó en
tiempos más recientes del antiguo dutangada —donde predominaba la danza y la mímica— en una nueva
modalidad denominada kathakali, que igualmente ponía énfasis en la música y la gestualidad. En esta
interpretación adquirió gran relevancia el lenguaje de las manos (mudras, con 24 posiciones básicas y otras
combinadas), así como la expresión del rostro y los movimientos de los ojos (navarasya). También tenía
importancia el maquillaje, donde los colores eran simbólicos, identificando al rol o personaje.103
La música recibió igualmente la influencia musulmana, aunque subsistieron las antiguas formas
tradicionales, basadas en los ragas. Sin embargo, la convivencia de ambas modalidades provocó una
división en dos tradiciones musicales diferenciadas: la septentrional o indostánica, más influida por la
música árabe; y la meridional o carnática, más conservadora de la antigua tradición. La primera era más
elegante, decorativa, romántica, mientras que la segunda era más austera, intelectual. Dos de las danzas
clásicas de la India que ejemplifican lo anterior son el kathak, en el norte, y el bharatanatyam, en el sur.104
China
La literatura siguió siendo de corte tradicional, destacando en época Ming la producción teatral, con obras
como El círculo de tiza de Li-Hsing-Tao, La guitarra de Kao Ming y El pabellón de T'ang-Hien-Tsu. En
prosa destacó El mono, de Wu Cheng'en, de signo alegórico; y La ciruela del vaso de oro, de Wang Shih-
chên, narración de tono erótico. En época Qing la poesía destacó por su virtuosismo, detectándose por vez
primera el influjo occidental en la obra de Huang-Tuen-Hien. La narrativa era más humanista, como se
puede percibir en P'u-Song-Ling y Ts'ao-Sine-K'in, autor de Hong-leu-mon, la más famosa novela de amor
china; Los letrados, de Wu-Ching-Tzu, es una novela de tono satírico.106
La música siguió las tradiciones anteriores, recopiladas en el Manual de música de Tsai Yü (1596). De esta
época destacan las tonadas para cítara, con dos vertientes: tonadas breves (hsiao-ch'ü), de letra con
acompañamiento musical; y tonadas largas (ta-ch'ü), puramente instrumentales. En la dinastía Ming destacó
el compositor Wei Liang-fu, creador de un nuevo estilo dramático con óperas de 30 actos (k'un-ch'ü), con
partes cantadas y partes declamadas. El instrumento principal era la flauta travesera (ti), junto a la guitarra
(san-hsien), el laúd corto (p'i-p'a) y el tambor (pan-ku). Durante la dinastía Qing surgió un nuevo tipo de
ópera (ching-hsi), más popular, con acompañamiento de violín de una cuerda (hu'chpin). En ese periodo
comenzó la influencia occidental, al tiempo que la música china llegó a Occidente, como se observa en la
obertura de Turandot, de Carl Maria von Weber (1809).107
Japón
La literatura evolucionó hacia un mayor realismo, generalmente de tono costumbrista y con una sutil vena
humorística, como se aprecia en la obra de Saikaku Ihara, Jippensha Ikku y Ejima Kiseki. En poesía, la
principal modalidad es el haiku, composición de 17 sílabas, generalmente de tono bucólico, centradas en la
naturaleza y el paisaje, destacando Matsuo Bashō, Yosa Buson y Kobayashi Issa. Continuó el género de la
waka, generalmente en chino, representada principalmente por Rai Sanyo. En el siglo XIX destacó el
novelista Takizawa Bakin, autor de Satomi Kakkenden (Vidas de ocho perros).109
En teatro surgió la modalidad del kabuki, que sintetizó las antiguas tradiciones tanto musicales e
interpretativas como de mímica y danza, con temáticas desde las más mundanas hasta las más místicas. Así
como el nō era de tono aristocrático, el kabuki sería la expresión del pueblo y la burguesía. La puesta en
escena era de gran riqueza, con decorados donde destacaba la composición cromática, vestidos de lujo y
maquillaje de tono simbólico, representando según el color diversos personajes o estados anímicos. La
dicción era de tipo ritual, mezcla de canto y recitativo, en ondulaciones que expresaban la posición o el
carácter del personaje.110
La música fue en esta época principalmente de cámara, de tipo profano, desarrollada con diversos
instrumentos entre los que destacan el shamisen (laúd de tres cuerdas), el shakuhachi (flauta de bambú) y el
koto (cítara de 13 cuerdas). El koto, principalmente, tuvo un gran auge a partir del siglo XVII, siendo
popularizado por el músico ciego Yatsushashi. Se tocaba solo, con diversas variaciones (dan) de 52
compases (hyoshi), o acompañado de voz (kumi).111
Oceanía
Arte contemporáneo
Siglo XIX
Entre finales del siglo XVIII y principios del XIX se sentaron las bases de la sociedad contemporánea,
marcada en el terreno político por el fin del absolutismo y la instauración de gobiernos democráticos —
impulso iniciado con la Revolución francesa—; y, en lo económico, por la Revolución Industrial y el
afianzamiento del capitalismo, que tendrá respuesta en el marxismo y la lucha de clases. En el terreno del
arte, comienza una dinámica evolutiva de estilos que se suceden cronológicamente cada vez con mayor
celeridad, que culminará en el siglo XX con una atomización de estilos y corrientes que conviven y se
contraponen, se influyen y se enfrentan. Surge el arte moderno como contraposición al arte académico,
situándose el artista a la vanguardia de la evolución cultural de la humanidad.
Arquitectura
Artículo principal: Arquitectura del siglo XIX
La arquitectura
decimonónica sufrió una
gran evolución debido a los
avances técnicos que
comportó la Revolución
Industrial, con la
incorporación de nuevos
materiales como el hierro,
el acero y el hormigón, que
permitieron la construcción
de estructuras más sólidas y
diáfanas. Cobró cada vez
mayor importancia el
urbanismo, la preocupación
Viajero frente al mar de niebla
por el entorno habitable,
(1818), de Caspar David Friedrich,
que se tradujo en obras de
Kunsthalle de Hamburgo
saneamiento,
infraestructuras, mayor
atención a los medios de transporte y apertura de espacios verdes Torre Eiffel, diseñada por Alexandre
para buscar mejores ambientes y condiciones de vida para el Gustave Eiffel para la Exposición
ciudadano. Después de unos primeros planteamientos de signo Universal de París (1889)
utópico, como los de Robert Owen o Charles Fourier, se
produjeron las grandes transformaciones urbanas del siglo XIX:
París (plan Haussmann), Londres, Bruselas, Viena, Florencia, Madrid, Barcelona (plan Cerdà), etc. Otro
gran motor de la arquitectura de la época fueron las exposiciones universales, festivales económico-sociales
que pretendían incentivar y difundir el comercio, la industria, la cultura, los avances tecnológicos, etc. Estos
eventos fueron un campo de pruebas para las nuevas tipologías arquitectónicas, como se puso de manifiesto
en la Exposición de Londres de 1851, la de París de 1889 (con la famosa Torre Eiffel), etc. En jardinería,
apareció el llamado «jardín inglés» —que introdujo el concepto de «arquitectura paisajística»—, el cual,
frente al geometrismo del italiano y el francés, defendía una mayor naturalidad en su composición,
interviniendo únicamente en una serie de detalles ornamentales, como templetes o pérgolas, o incluso la
colocación de ruinas —naturales o artificiales—, en consonancia con los conceptos románticos de lo
sublime y lo pintoresco (Regent's Park, de John Nash; Kew Gardens, de William Chambers).
Estilísticamente, la primera mitad de siglo vio un cierto eclecticismo de las formas, así como un revival de
estilos anteriores reinterpretados según conceptos modernos: es el llamado historicismo, que produjo
movimientos como el neorrománico, el neogótico, el neobarroco, etc. Entre sus principales artífices cabe
recordar a: John Nash, Augustus Pugin, Viollet-le-Duc, etc. En Estados Unidos surgió una nueva tipología
de edificio, el rascacielos, fomentado por la denominada Escuela de Chicago (William Le Baron Jenney,
Louis Sullivan). A finales de siglo surgió el modernismo,nota 15 que supuso una gran revolución en el
terreno del diseño, con nombres como Victor Horta, Henry van de Velde, Hector Guimard, Charles Rennie
Mackintosh, Otto Wagner, Adolf Loos, Joseph Maria Olbrich, Hendrik Petrus Berlage, Antoni Gaudí,
Lluís Domènech i Montaner, Josep Puig i Cadafalch, etc.113
Templo Expiatorio de la
Sagrada Familia
(comenzado en 1882), de
Antoni Gaudí, Barcelona.
Romanticismo
En escultura prevalecen las formas neoclásicas, reinterpretadas según las nuevas temáticas románticas.
Cabría citar en Francia a: François Rude, que evolucionó del neoclasicismo al romanticismo (La
Marsellesa, 1832); Antoine-Louis Barye, especializado en figuras de animales; Jean-Baptiste Carpeaux,
artista polivalente con gusto por lo espectacular; y David d'Angers, autor del relieve del frontón del Panteón
de París (1830-1837). En Alemania destacaron: Christian Daniel Rauch, Rudolf Schadow y Johann
Heinrich Dannecker.114
El teatro romántico tuvo dos notables antecedentes nuevamente en el Sturm und Drang con Schiller (Don
Carlos, 1787; Guillermo Tell, 1804) y Goethe (Fausto, 1808). Como en el resto de la literatura romántica,
destaca por el sentimentalismo, el dramatismo, la predilección por temas oscuros y escabrosos, la exaltación
de la naturaleza y del folclore popular. Surgió un nuevo género, el melodrama, y se popularizaron los
espectáculos de variedades (vaudeville). Sus mejores exponentes fueron: Georg Büchner, Christian Dietrich
Grabbe, Juliusz Słowacki, Alfred de Musset, Victor Hugo, Francisco Martínez de la Rosa, el Duque de
Rivas, Antonio García Gutiérrez, José Echegaray, José Zorrilla (Don Juan Tenorio, 1844), etc.116
La música romántica se caracteriza como en el resto de las artes por el predominio del sentimiento y la
pasión, de la subjetividad y emotividad del artista, exaltando la música nacional y popular. Se amplía
notablemente la orquesta, para poder satisfacer plenamente la expresividad del artista, los nuevos
sentimientos que en él anidan (lo sublime, lo patético). El piano fue el instrumento de moda, pues su
registro, la intensidad de la pulsación, son fiel reflejo de esa emotividad, ligada al nuevo culto a la
personalidad que se desarrolla en el romanticismo. Nació la musicología como ciencia aplicada a la música,
así como la crítica y la estética musicales, y aparecieron los primeros conservatorios. Sus principales
representantes fueron: Ludwig van Beethoven, Carl Maria von Weber, Franz Schubert, Felix Mendelssohn-
Bartholdy, Robert Schumann, Franz Liszt, Frédéric Chopin, Niccolò Paganini, Johann Strauss, Johannes
Brahms, Anton Bruckner, Hector Berlioz, Jules Massenet, etc.
En esta época se desarrolló notablemente la ópera, sobre todo en Italia, donde recibió el nombre de bel
canto. Destacó por el brillo de sus voces, la coloratura, la ornamentación, ganando importancia el papel de
la soprano —desde 1840 se puso de moda el do de pecho—. La ópera romántica tuvo dos vertientes: la
cómica —o bufa— y la dramática, sobre los grandes dramas literarios románticos. Destacan: Luigi
Cherubini, Gaetano Donizetti, Vincenzo Bellini, Gioacchino Antonio Rossini, Charles Gounod, Georges
Bizet y, especialmente, Giuseppe Verdi (Rigoletto, 1851; Il trovatore, 1853; La Traviata, 1853; Aida,
1870). En Alemania, Richard Wagner dio a la ópera cotas de gran brillantez, con la pretensión de hacer una
«obra de arte total» (gesamtkunstwerk) que aunase música, poesía, filosofía, escenografía, etc.
(Tannhäuser, 1845; Lohengrin, 1850; Tristán e Isolda, 1865; Parsifal, 1882).117
La danza romántica recuperó el gusto por los bailes populares, las danzas folclóricas, muchas de las cuales
sacó del olvido. Surgió el clásico vestuario de ballet (el tutú), aparecido por vez primera en el Ballet de las
Monjas de Robert le Diable (1831), de Giacomo Meyerbeer. Se empezó a componer música puramente
para ballet, destacando Coppélia (1870), de Léo Delibes. En el aspecto teórico, destacó la figura del
coreógrafo Carlo Blasis, principal creador del ballet moderno en cuanto codificó todos los aspectos técnicos
concernientes a la danza: en El código de Terpsícore (1820) relacionó la danza con las otras artes,
efectuando estudios de anatomía y movimientos corporales, ampliando el vocabulario relativo a la danza, y
distinguiendo varios tipos de bailarines según su físico. También introdujo el baile sobre las puntas de los
pies, en el que destacaron Maria Taglioni y Fanny Elssler. En bailes populares, continuó la moda del vals, y
aparecieron la mazurca y la polca.118
La balsa de la Medusa
La pesadilla (1781), de (1819), de Théodore
Johann Heinrich Füssli, Géricault, Museo del
Detroit Institute of Arts. Louvre. La Marsellesa (1832), de
François Rude, Arco de
Triunfo de París.
Primera página de la
Quinta sinfonía (1808), de
Ludwig van Beethoven.
Realismo
La escultura se basó igualmente en el fiel reflejo de la sociedad, con predilección por figuras de obreros y
personajes marginales. Destacan: Max Klinger, Adolf von Hildebrand, Aimé-Jules Dalou, los hermanos
Agapito y Venancio Vallmitjana, Ricardo Bellver, Mariano Benlliure y, especialmente, Constantin Meunier,
principal evocador de la figura del proletario, con cierto aire idealizado, el obrero como héroe moderno (El
Pudelador, 1884-1888).
Con el teatro realista nació el teatro moderno, pues sentó las bases del que sería el teatro del siglo XX. Se
puso énfasis en el naturalismo, la descripción minuciosa de la realidad, no solo en la temática y el lenguaje,
sino también en decorados, vestuario, atrezzo, etc. La interpretación era más veraz, sin grandes
gesticulaciones ni dicción grandilocuente, como en la «representación antiteatral» —actuar como en la vida
real, como si no se estuviese en un teatro— de André Antoine y su Théâtre Libre —donde por primera vez
se iluminó sólo el escenario, dejando al público a oscuras—. A un periodo prenaturalista corresponden
Eugène Scribe, Victorien Sardou y Eugène Labiche. Destacó especialmente el teatro nórdico, con figuras
como Björnstjerne Björnson, August Strindberg y Henrik Ibsen. Otros autores fueron: Frank Wedekind,
Anton Chejov, Adelardo López de Ayala, Manuel Tamayo y Baus, Àngel Guimerà, etc.121
En el terreno de la música, en paralelo al realismo surgió el llamado nacionalismo musical, que supuso el
renacer de diversas regiones europeas hasta entonces poco destacadas culturalmente. Heredero de las
formas musicales románticas, se revalorizó el folclore y la música popular como portadores de ancestrales
valores culturales de todos los pueblos. Destacaron figuras como: Mijaíl Glinka, Modest Músorgski,
Aleksandr Borodín, Nikolái Rimski-Kórsakov y Piotr Chaikovski en Rusia; Antonín Dvořák, Bedřich
Smetana y Leoš Janáček en Checoslovaquia; Jean Sibelius en Finlandia; Edvard Grieg en Noruega; Carl
Nielsen en Dinamarca; Karol Szymanowski en Polonia; Béla Bartók y Zoltán Kodály en Hungría; Edward
Elgar y Ralph Vaughan Williams en Gran Bretaña; Isaac Albéniz, Enrique Granados y Manuel de Falla en
España. También en América surgieron las primeras escuelas nacionales: John Philip Sousa en Estados
Unidos; Heitor Villa-Lobos en Brasil; Manuel María Ponce en México; Guillermo Uribe en Colombia;
Próspero Bisquertt en Chile; Juan Bautista Plaza en Venezuela; Amadeo Roldán en Cuba; y Eduardo
Fabini en Uruguay. En ópera, el verismo italiano buscaba en igual medida reflejar la realidad, con
argumentos más populares, en ambientes rurales y proletarios, donde los protagonistas son personajes
corrientes. Está representado por Arrigo Boito, Amilcare Ponchielli, Ruggero Leoncavallo, Umberto
Giordano y, principalmente, Giacomo Puccini (La bohème, 1896; Tosca, 1900; Madama Butterfly,
1903).122
En la danza, el centro geográfico en cuanto a creación e innovación pasó de París a San Petersburgo, donde
el Ballet Imperial alcanzó cotas de gran brillantez, con un centro neurálgico en el Teatro Mariinski —y,
posteriormente, en el Bol'šoj de Moscú—. La figura principal en la conformación del ballet ruso fue Marius
Petipa, que introdujo un tipo de coreografía narrativa donde es la propia danza la que cuenta la historia.
Hizo ballets más largos, de hasta cinco actos, convirtiendo el ballet en un gran espectáculo, con
deslumbrantes puestas en escena, destacando su colaboración con Chaikovski en tres obras excepcionales:
La bella durmiente (1889), El cascanueces (1893) y El lago de los cisnes (1895). A nivel popular, el baile
más famoso de la época fue el cancán, mientras que en España surgieron la habanera y el chotis.123
Representación de El
cascanueces, de Piotr
Chaikovski.
Impresionismo
Impresionismo: fue un movimiento profundamente innovador, que supuso una ruptura con el
arte académico y una transformación del lenguaje artístico, iniciando el camino hacia los
movimientos de vanguardia. Los impresionistas se inspiraban en la naturaleza, de la que
pretendían captar una «impresión» visual, la plasmación de un instante en el lienzo —por
influjo de la fotografía—, con una técnica de pincelada suelta y tonos claros y luminosos,
valorando especialmente la luz. Surgió una nueva temática, derivada de la nueva forma de
observar el mundo: junto a los paisajes y marinas, aparecen vistas urbanas y nocturnas,
interiores con luz artificial, escenas de cabaré, circo y music-hall, personajes de la bohemia,
mendigos, marginados, etc. Cabe mencionar como principales representantes a Édouard
Manet —considerado un precursor—, Claude Monet, Camille Pissarro, Alfred Sisley, Pierre-
Auguste Renoir y Edgar Degas. Igual de renovador fue en el terreno de la escultura el papel
de Auguste Rodin, que sentó las bases de la escultura del siglo XX (El pensador, 1880-
1900; Los burgueses de Calais, 1884-1886). También destacó Medardo Rosso, que
conduciría la escultura hacia la desintegración de la forma.
Neoimpresionismo: evolucionando desde el impresionismo, los neoimpresionistas se
preocuparon más de los fenómenos ópticos, desarrollando la técnica del puntillismo,
consistente en componer la obra mediante una serie de puntos de colores puros, que se
colocan junto a otros de colores
complementarios, fusionándose en la
retina del espectador en un nuevo tono.
Sus principales representantes fueron
Georges Seurat y Paul Signac. Otra
variante fue el divisionismo, surgido en
Italia en ambientes de inconformismo
social cercanos al anarquismo. Esta
técnica se caracteriza por la proximidad
de colores descompuestos, con largas
pinceladas que, observadas a larga
distancia, producen un efecto de
composición. Este estilo fue practicado
principalmente por Giovanni Segantini,
Giuseppe Pellizza da Volpedo y
Gaetano Previati, e influyó en el Impresión, sol naciente (1872-1873), de Claude Monet,
futurismo italiano. Museo Marmottan Monet, París. Cuadro al que debe su
Postimpresionismo: fueron una serie de nombre el movimiento.
artistas que, partiendo de los nuevos
hallazgos técnicos efectuados por los
impresionistas, los reinterpretaron de manera personal, abriendo distintas vías de desarrollo
de suma importancia para la evolución del arte en el siglo XX. Así, más que un determinado
estilo, el postimpresionismo fue una forma de agrupar a diversos artistas de distinto signo:
Henri de Toulouse-Lautrec, autor de escenas de circo y cabaret esbozadas con rápidos
apuntes del natural; Paul Gauguin experimentó con la profundidad dando un nuevo valor al
plano pictórico, con colores planos de carácter simbólico; Paul Cézanne estructuraba la
composición en formas geométricas (cilindro, cono y esfera), en una síntesis analítica de la
realidad precursora del cubismo; Vincent van Gogh fue autor de obras de fuerte dramatismo
y prospección interior, con pinceladas sinuosas y densas, de intenso colorido, deformando
la realidad, a la que otorgó un aire onírico. En España podemos reseñar a Joaquín Sorolla,
autor de escenas populares donde destaca la utilización de la luz.124
En paralelo a la pintura, la música impresionista hace primar la armonía sobre la melodía, igual que en la
pintura prevalece el color sobre la línea. Se deja al espectador la reconstrucción de una composición
musical, hecha a base de partes, de sugerencias. Su principal representante, Claude Debussy, rechazó el
cromatismo tónico, introduciendo nuevos acordes de cinco y seis tonos, opuestos a las escalas habituales.
Frente a la melodía continua wagneriana, volvió a la tonalidad estática, aquietando la armonía y
potenciando la textura, la tímbrica, la irregularidad rítmica (Preludio a la siesta de un fauno, 1894). Maurice
Ravel retornó a la expresión lineal, aunque con notas y acordes algo fuera de contexto (Bolero, 1928).
Otros representantes fueron Paul Dukas y Florent Schmitt.125
El pensador (1902), de
Auguste Rodin.
Simbolismo
El teatro simbolista recibió la influencia del «espectáculo total» wagneriano, destacando por un lenguaje de
fuerte trasfondo metafísico y trascendente, buscando la esencia humana a través de la intuición y la
meditación, con preferencia por los temas míticos y las leyendas, de influjo esotérico y teosófico.
Destacaron Auguste Villiers de l'Isle-Adam, Paul Claudel, Maurice Maeterlinck y Émile Verhaeren.128 En
música, Gabriel Fauré innovó con un lenguaje sonoro preciosista, minucioso y personal, en la línea de la
poesía simbolista. Hizo una música estática, difusa, de armonías líquidas, dando importancia a los
instrumentos solistas: La buena canción (1892), sobre poemas de Verlaine.
Oscar Wilde.
Modernismo
El modernismo, por su carácter ornamental, supuso una gran revitalización de las artes aplicadas,
especialmente la carpintería, la forja, la vidriería, la cerámica, el moldeado en yeso, la impresión (libros,
revistas, postales), la joyería, el mosaico, etc.129 A ello ayudaron los nuevos procedimientos industriales,
que permitían la fabricación en serie. Cobró especial relevancia el diseño, el proceso creador del artista, que
materializa su creación en el bosquejo de la obra, que puede ser luego realizada por diversos artesanos.
Entre sus principales artífices destacaron Émile Gallé (ceramista y vidriero), René Lalique (orfebre),
Koloman Moser (diseñador), Louis Comfort Tiffany (joyero y vidriero), Gaspar Homar (ebanista), etc.
También tuvo especial relevancia el movimiento inglés Arts and Crafts («Artes y Oficios»), promovido por
John Ruskin y William Morris, que defendía una revalorización del trabajo artesanal y propugnaba el
retorno a las formas tradicionales de fabricación, estipulando que el arte debe ser tan útil como bello.130
En literatura, se suele vincular el modernismo a la obra del nicaragüense Rubén Darío, inaugurador de las
letras modernas españolas con un lenguaje esteticista de gran riqueza formal, de influjo simbolista. Otros
exponentes fueron el cubano José Martí, el mexicano Amado Nervo, el peruano José Santos Chocano, el
argentino Leopoldo Lugones y el colombiano José Asunción Silva, así como los españoles Salvador Rueda
y Eduardo Marquina. Con el mismo afán modernizador podemos situar también aquí la denominada
Generación del 98 que, frente al pesimismo por la pérdida de las últimas colonias españolas, supuso un
gran impulso en la renovación de la literatura española, especialmente en cuanto a contenido. Destacaron
autores como Ramón María del Valle-Inclán, Antonio Machado, Jacinto Benavente, Juan Ramón Jiménez,
Azorín, Pío Baroja, Miguel de Unamuno, Ramiro de Maeztu, Ramón Menéndez Pidal, etc. En Cataluña se
dio el movimiento de la Renaixença, destacando Jacinto Verdaguer y Joan Maragall, mientras que en
Galicia el Rexurdimento contó con figuras como Manuel Curros Enríquez y Eduardo Pondal.131
Fotografía
Esta nueva técnica comenzó con las Isla Pagoda en la desembocadura del río Min (1870), de
investigaciones de Joseph Nicéphore Niépce, que John Thomson. La fotografía supuso una gran
logró la primera fotografía en 1816, en negativo revolución a la hora de concebir el arte en el siglo XIX y
sobre papel, a partir de donde se fueron el XX.
perfeccionando los procedimientos técnicos para
su captación y reproducción. La construcción del
daguerrotipo por Louis-Jacques-Mandé Daguerre supuso un nuevo adelanto, consiguiendo impresionar
placas metálicas y fijar la imagen con un baño de sal y mercurio. Otro de los pioneros fue William Henry
Fox Talbot, que en 1835 inventó el negativo, que permitía sacar diversas copias de la imagen obtenida.
Hippolyte Bayard logró en 1840 la fotografía en positivo directo. Otro precursor, John Frederick William
Herschel, fue el creador del término fotografía, así como negativo y positivo, e instantánea cuando se
redujo el tiempo de exposición (25/100 de segundo). En 1888 George Eastman lanzó la película de
celuloide y el aparato Kodak, pequeña cámara cargada con 100 clichés. La primera fotografía en color fue
obtenida por James Clerk Maxwell en 1861; sin embargo, la primera placa fotográfica en color
(Autochrome) no llegó a los mercados hasta 1907.
A partir de entonces la fotografía se popularizó, ya que era un medio que no requería grandes cualidades
personales, simplemente el dominio de la técnica, apareciendo numerosos aficionados que se lanzaron a
plasmar el mundo en imágenes. Surgieron los primeros estudios y laboratorios fotográficos, dedicados en
principio sobre todo al retrato, aunque posteriormente a todo tipo de eventos y a imágenes del natural.
También apareció la fotomecánica y las primeras publicaciones ilustradas, siendo pioneros los álbumes de
Excursions Daguerriennes (1841-1842) y, como primer libro ilustrado, Pencil of Nature (1844), de Fox
Talbot. Igualmente apareció la fotografía documental, especialmente en cuanto a la plasmación de
conflictos bélicos, siendo las guerras de Crimea y de Secesión americana las primeras en ser retratadas.
A finales de siglo se empezó a considerar la fotografía como un arte, surgiendo el pictorialismo como
primer movimiento artístico fotográfico; este tenía la pretensión de hacer fotografías con una composición
de tipo pictórico, con influencia del impresionismo. Entre los fotógrafos más destacados del siglo XIX se
puede citar a Gaspard-Félix Tournachon, Louis Désiré Blanquart-Evrard, André Adolphe Eugène Disdéri,
David Octavius Hill, John Thomson, Julia Margaret Cameron, Oscar Gustav Rejlander, Eadweard
Muybridge, Étienne-Jules Marey, Jacob August Riis, etc.132
Siglo XX
La arquitectura ha sufrido una profunda transformación desde las formas tradicionales hasta los
movimientos de vanguardia, que han supuesto un nuevo concepto constructivo basado en una idea más
racional del espacio, estructurado de forma más depurada y funcional, con especial atención a las nuevas
tecnologías y a su ubicación medioambiental. Ha cobrado gran importancia el urbanismo, fomentado por el
nuevo aspecto consumista de la civilización occidental, a la vez que el auge de las comunicaciones ha
derivado en un desarrollo de los estudios de ingeniería aplicados a la arquitectura.
La arquitectura del siglo XX ha tenido un desarrollo independiente
del resto de las artes, aunque en ocasiones ha ido en paralelo a
algún determinado movimiento artístico. Tenemos así la
arquitectura expresionista, caracterizada por el uso de nuevos
materiales y su fabricación en masa (ladrillo, acero, vidrio), con
nombres como Bruno Taut, Erich Mendelsohn, Hans Poelzig y
Fritz Höger. El futurismo también tuvo alguna manifestación
arquitectónica, aunque lo utópico de sus formulaciones impidió en
muchos casos su realización material; destaca la obra de Antonio
Sant'Elia. En el neoplasticismo neerlandés tenemos la obra de
Jacobus Johannes Pieter Oud, Gerrit Thomas Rietveld y Truus
Schröder. Por último, cabe reseñar la vertiente arquitectónica del
constructivismo ruso, donde se inició un programa ligado a la
revolución que buscaba una arquitectura funcional que satisficiese
las necesidades reales de la población; estuvo representado
principalmente por Konstantin Melnikov.
Entre las últimas tendencias arquitectónicas se ha producido una gran diversidad de estilos y movimientos,
como en el resto de artes plásticas: en los años 1950 surgió el denominado brutalismo en paralelo al
expresionismo abstracto, caracterizado por las formas austeras, basadas en la pureza del material, primando
la estructura sobre el acabado (Alison y Peter Smithson, Louis Kahn y Anne Tyng); el metabolismo
japonés respondía a las necesidades de una sociedad masificada, con grandes escalas, estructuras flexibles y
formas orgánicas (Kenzō Tange, Kishō Kurokawa); la arquitectura pop destacó el carácter urbano y las
tipologías populares, tomando como referencia los ambientes nocturnos de Las Vegas, con sus luces de
neón y su escenografía decorativista (Robert Venturi, Denise Scott Brown); el llamado «diseño científico y
estructural» puso énfasis en las nuevas posibilidades de la técnica, especialmente el uso de hormigón y las
formas orgánicas (Félix Candela, Pier Luigi Nervi, Frei Otto, Jørn Utzon, Eero Saarinen, Richard
Buckminster Fuller); en los años 1960 apareció el high-tech, basado en las posibilidades otorgadas por las
nuevas tecnologías, tanto a nivel práctico como estético (Norman Foster, Richard Rogers, Renzo Piano);
entre los años 1960 y 1970 surgió el antidiseño, opuesto al racionalismo y a la primacía del diseño sobre la
función social y cultural de la arquitectura, representado por el grupo inglés Archigram y los italianos
Archizoom y Superstudio; el neorracionalismo supuso en los años 1970 el retorno a las premisas
funcionalistas, representado por el grupo italiano Tendenza y el estadounidense Five Architects; desde 1975
se ha desarrollado la arquitectura posmoderna, que como en las otras artes se basa en el eclecticismo y la
reinterpretación de estilos anteriores (James Stirling, Aldo Rossi, Ricardo Bofill, Arata Isozaki); en los años
1980 se dio el deconstructivismo, caracterizado por la fragmentación, el proceso de diseño no lineal y la
manipulación de las estructuras (Frank Gehry, Peter Eisenman, Rem Koolhaas). Entre otros arquitectos
contemporáneos conviene destacar igualmente a Jean Nouvel, Glenn Murcutt, Peter Zumthor, Jacques
Herzog, Pierre de Meuron, Sverre Fehn, Ieoh Ming Pei, Zaha Hadid, Santiago Calatrava, Rafael Moneo,
Luis Barragán, Álvaro Siza, etc.134
Pabellón estadounidense
de la Expo 67, de Richard
Buckminster Fuller,
llamado actualmente
Biosphère, en Île Sainte-
Hélène, Montreal.
Vanguardismo
En los primeros años del siglo XX se forjaron las bases del llamado arte de vanguardia: el concepto de
realidad fue cuestionado por las nuevas teorías científicas (la subjetividad del tiempo de Bergson, la
relatividad de Einstein, la mecánica cuántica); también influyó la teoría del psicoanálisis de Freud. Por otra
parte, las nuevas tecnologías provocaron que el arte cambiase de función, ya que la fotografía y el cine ya
se encargaban de plasmar la realidad. Gracias a las colecciones etnográficas fomentadas por el colonialismo
europeo los artistas tuvieron contacto con el arte de otras civilizaciones (africano, asiático, oceánico), que
aportó una visión más subjetiva y emotiva del arte. Todos estos factores comportaron un cambio de
sensibilidad que se tradujo en la búsqueda de nuevas formas de expresión por parte del artista.
Fränzi ante una silla tallada Retrato de Picasso (1912), Composición VII (Las Tres
(1910), de Ernst Ludwig de Juan Gris, Instituto de Gracias) (1917), de Theo
Kirchner, Museo Thyssen- Arte de Chicago. van Doesburg, Mildred
Bornemisza, Madrid. Lane Kemper Art Museum,
Saint Louis, Missouri.
Últimas tendencias
Desde la Segunda Guerra Mundial el arte ha
experimentado una vertiginosa dinámica
evolutiva, con estilos y movimientos que se
suceden cada vez más rápido en el tiempo. El
proyecto moderno originado con las vanguardias
históricas llegó a su culminación con diversos
estilos antimátericos que destacaban el origen
intelectual del arte por sobre su realización
material, como el arte de acción y el arte
conceptual. Alcanzado ese nivel de prospección
analítica del arte, se produjo el efecto inverso —
como suele ser habitual en la historia del arte,
donde los diversos estilos se enfrentan y se Elogio del agua (1987), de Eduardo Chillida, Parque de
contraponen, el rigor de unos sucede al exceso de la Creueta del Coll, Barcelona.
otros, y viceversa—, retornando a las formas
clásicas del arte, aceptando su componente
material y estético, y renunciando a su carácter revolucionario y transformador de la sociedad. Surgió así el
arte postmoderno, donde el artista transita sin pudor entre diversas técnicas y estilos, sin carácter
reivindicativo, volviendo al trabajo artesanal como esencia del artista. Por último, hay que remarcar a
finales de siglo la aparición de nuevas técnicas y soportes en el terreno del arte: video, informática, internet,
láser, holografía, etc.138
Durante el proceso de colonización iniciado por las potencias europeas en el siglo XIX, y sobre todo en el
XX con el auge de los medios de comunicación (radio, televisión, internet) y el proceso de globalización
cultural producido a nivel mundial, el arte se ha estandarizado progresivamente hacia la universalización de
estilos, conservando en muchos lugares las formas autóctonas y
tradicionales, pero adquiriendo un sello estilístico común
perceptible en diversos puntos del planeta. Antiguas formas
artísticas basadas en materiales y tipologías tradicionales han
abrazado las nuevas tecnologías y un nuevo sentido estético
dominado por factores como la moda y la rapidez de difusión de los
diversos movimientos artísticos.
El fin de la era imperial supuso la modernización de China, que se abrió más a la influencia occidental. El
triunfo de la revolución comunista impuso como arte oficial el realismo socialista, si bien recientemente la
nueva política aperturista ha favorecido la llegada de las últimas tendencias artísticas, ligadas a las nuevas
tecnologías. En 1989 tuvo gran resonancia la exposición China/Vanguardia, en la Galería Nacional China
de Pekín, que mostraba las últimas creaciones del momento, incluyendo tanto obra pictórica como
fotografías, instalaciones y performances. Desgraciadamente, los sucesos de Tiananmen provocaron un
nuevo retroceso, hasta una nueva apertura en 1992. Los artistas chinos contemporáneos más relevantes son:
Qi Baishi, Wu Guanzhong, Pan Yuliang, Zao Wou Ki y Wang Guangyi.
En Japón, el período Meiji (1868-1912) supuso una profunda renovación cultural, social y tecnológica,
abriéndose más al exterior y empezando a incorporar los nuevos adelantos conseguidos en Occidente. La
pintura presentó entonces dos corrientes: una tradicional (Nihonga), y otra occidentalista (Yōga). En
escultura existe igualmente la dualidad tradición-vanguardia. Más recientemente destaca la presencia en el
terreno del arte de acción del grupo Gutai, que asimiló la experiencia de la Segunda Guerra Mundial a
través de acciones cargadas de ironía, con un gran sentimiento de crispación y una agresividad latente.
Artistas destacados del Japón contemporáneo son: Tsuguharu Foujita, Kuroda Seiki, Tarō Okamoto, Chuta
Kimura, Leiko Ikemura, Michiko Noda, Yasumasa Morimura, Yayoi Kusama, Yoshitaka Amano, Shigeo
Fukuda, Shigeko Kubota, Yoshitomo Nara, Isamu Noguchi y Etsuro Sotoo.140
Artes decorativas
En el siglo XX las artes decorativas han tenido una rápida evolución, marcada por el uso de nuevos
materiales y tecnologías más avanzadas, y con una clara apuesta por el diseño como base creadora,
remarcando el aspecto intelectual de estas creaciones frente a la mera realización material otorgada
tradicionalmente a la artesanía. La gran revitalización de esta actividad artística provino del art déco,nota 20
movimiento surgido en Francia a mediados de los años 1920 que
supuso una revolución para el interiorismo y las artes gráficas e
industriales. Este estilo se caracterizó por la predilección por la
línea curva y el floreado simétrico en artes gráficas, y las formas
cuadradas y geométricas en mobiliario y decoración interior.
Dirigido principalmente a un público burgués, destacó por la
ostentación y el lujo, y se desarrolló notablemente en ilustración
publicitaria (Erté) y cartelismo (Cassandre). El art déco también se
dio en arquitectura (el Chrysler Building de William van Alen) y
pintura (Tamara de Lempicka, Santiago Martínez Delgado).
Literatura contemporánea
En el siglo XX la literatura ha tenido —como el resto de las artes— una gran diversidad estilística,
partiendo de premisas anteriores y cánones clásicos en algunos casos, y rompiendo con el pasado y
experimentando nuevas formas y estilos en otros. El afán de innovación llevó a la búsqueda de la esencia
literaria, de un lenguaje trascendente y metafísico, como es el caso de la denominada «poesía pura» (Paul
Valéry, William Butler Yeats, Ezra Pound, T. S. Eliot, Eugenio Montale, Fernando Pessoa, Konstantinos
Kavafis). El principal campo de experimentación fue el de las vanguardias artísticas: el futurismo destacó
por su afán modernizador, exaltando los adelantos técnicos, la velocidad, la acción, incluso la violencia
(tuvo estrechos contactos con el fascismo italiano), defendiendo la destrucción de la sintaxis y la libertad de
las palabras; estuvo representado principalmente por Filippo Tommaso Marinetti y Vladimir Maiakovski. El
cubismo buscó nuevas formas sintácticas, deshaciendo los poemas y dándoles un aspecto gráfico, con
diferentes tipos de letra y aparición de signos extralingüísticos, suprimiendo los signos de puntuación
(«collage lingüístico»), destacando Guillaume Apollinaire. El dadaísmo introdujo la anarquía en la génesis
literaria, buscando deliberadamente un lenguaje caótico y absurdo, que pierde su aspecto lógico y
comunicativo, como en la obra de Tristan Tzara. El expresionismo criticó la sociedad burguesa de su época,
el militarismo, la alienación del individuo en la era industrial y la represión familiar, moral y religiosa. Ya no
se imita la realidad, no se analizan causas ni hechos, sino que el autor busca la esencia de las cosas,
mostrando su particular visión. Destacaron Franz Kafka, Gottfried Benn, Alfred Döblin, Georg Heym,
Franz Werfel, Georg Trakl y Rainer Maria Rilke. El surrealismo tuvo gran influencia de la psicología
freudiana, evocando en sus obras el mundo del inconsciente, de los sueños, de la subjetividad, en un estilo
que buscaba la asociación insólita de palabras, de metáforas oníricas y delirantes, que se tradujo en la
técnica de la «escritura automática». Destacaron André Breton, Paul Éluard y Louis Aragon.
En España, la literatura del siglo XX comenzó con el llamado novecentismo, representado por José Ortega
y Gasset, Ramón Pérez de Ayala, Ramón Gómez de la Serna y Eugeni d'Ors. Más adelante surgió la
Generación del 27, con un mayor afán vanguardista, que persigue el ideal de «poesía pura», con cierta
influencia del surrealismo (Federico García Lorca, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, Pedro Salinas, Jorge
Guillén, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Miguel Hernández). Los años de la dictadura
producen una escisión: por un lado, una literatura afecta al régimen que exalta los valores nacionales (Luis
Rosales, Leopoldo Panero); por otra, una literatura desarraigada, de tono angustioso (Camilo José Cela,
Ramón J. Sénder, Miguel Delibes, Gonzalo Torrente Ballester, Carmen Laforet, Ana María Matute). En los
años 1950 surgió el realismo social, literatura más comprometida que denuncia la injusticia y la falta de
libertad (Blas de Otero, Gabriel Celaya, León Felipe). Desde los años 1970 surge una nueva vitalidad en
las letras, con afán reformador (los llamados «Novísimos» en poesía), destacando figuras como Manuel
Vázquez Montalbán, Juan Marsé, Antonio Gala, José Hierro, Jaime Gil de Biedma, José Agustín
Goytisolo, etc. En el siglo XX se desarrollan la literatura catalana (Josep Carner, Carles Riba, Salvador
Espriu, Josep Pla, Mercè Rodoreda, Josep Maria de Sagarra), gallega (Celso Emilio Ferreiro, Ramón Otero
Pedrayo, Alfonso Rodríguez Castelao, Álvaro Cunqueiro) y vasca (Esteban Urkiaga, Gabriel Aresti, José
Luis Álvarez Enparantza). En Hispanoamérica destacan: Alfonsina Storni, Gabriela Mistral, Vicente
Huidobro, César Vallejo, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Nicolás Guillén, Rómulo Gallegos, Miguel
Ángel Asturias, Alejo Carpentier, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Gabriel
García Márquez, Octavio Paz, Guillermo Cabrera Infante, Augusto Roa Bastos, Ernesto Sabato, Mario
Benedetti, Isabel Allende, etc.143
Teatro contemporáneo
Entre los diversos movimientos teatrales conviene reseñar: el expresionismo Bertolt Brecht, creador del
(Georg Kaiser, Fritz von Unruh, Hugo von Hofmannsthal); el «teatro teatro épico.
épico» (Bertolt Brecht, Peter Weiss, Rainer Werner Fassbinder); el «teatro
del absurdo», vinculado al existencialismo (Antonin Artaud, Eugène
Ionesco, Samuel Beckett, Albert Camus); y los Angry young men, de signo inconformista y antiburgués
(John Osborne, Harold Pinter, Arnold Wesker). Otros autores destacados son: George Bernard Shaw, Luigi
Pirandello, Alfred Jarry, Tennessee Williams, Eugene O'Neill, Arthur Miller, John Boynton Priestley, Dario
Fo, etc. En España destacan Federico García Lorca, Miguel Mihura, Alejandro Casona, Antonio Buero
Vallejo, Alfonso Paso y Fernando Arrabal.
Desde los años 1960 el teatro ha reaccionado contra la distanciación del teatro épico, buscando una
comunicación dramática establecida a través de acciones reales que afecten al espectador (The Living
Theatre, teatro-laboratorio de Jerzy Grotowski, acciones de happening). Los nuevos directores han
agregado a este «teatro de provocación» una conciencia estilística basada en la ceremonia, el divertimento y
el exhibicionismo (Peter Brook, Giorgio Strehler, Luca Ronconi). El lenguaje oral queda así doblado por el
visual, y el arte dramático recupera en cierta forma su antigua ambición de «teatro total». Esto se pone de
manifiesto en varios grupos españoles, como Els Joglars, Els Comediants y La Fura dels Baus, o el grupo
canadiense Cirque du Soleil.144
Música contemporánea
En el terreno musical la transición de siglo estuvo marcada por el postromanticismo de Richard Strauss,
Gustav Mahler y Aleksandr Skriabin, introduciéndose posteriormente en el ámbito de las vanguardias
artísticas: el cubismo tendió a la deshumanización, a la esquematización y a las construcciones lineales, sin
ornamentos (Erik Satie); el expresionismo pretendía desligarse de los fenómenos objetivos externos, siendo
instrumento únicamente de la actividad creadora del compositor y reflejando principalmente su estado
anímico, fuera de toda regla y toda convención (Darius Milhaud, Francis Poulenc, Arthur Honegger); el
futurismo experimentó con el ruido y los sonidos de la naturaleza y la vida cotidiana (Luigi Russolo, Edgar
Varèse); el neoclasicismo —ligado en Rusia al realismo socialista, también llamado «sinfonismo
soviético»— recuperó las formas clásicas, pero reinterpretándolas, y sin renunciar a los nuevos adelantos
vanguardistas (Carl Orff, Gustav Holst, Ígor Stravinski, Serguéi Prokófiev, Dmitri Shostakóvich, Serguéi
Rajmáninov); el dodecafonismo fue un sistema basado en los doce tonos de la escala cromática, que se
utilizaban en cualquier orden, pero en series, sin repetir una nota antes de haber sonado las otras, evitando
la polarización, la atracción a centros tonales (Arnold Schönberg, Alban Berg, Anton von Webern); de
igual forma, el ultracromatismo amplió la escala musical a grados inferiores al semitono —cuartos o sextos
de tono— (Alois Hába, Ferruccio Busoni); la Nueva Objetividad aportó una visión más realista y social de
la música, surgiendo el concepto de Gebrauschmusik («música utilitaria»), basada en el concepto de
consumo de masas para elaborar obras de sencilla construcción y accesibles a todo el mundo (Paul
Hindemith, Kurt Weill).
La ópera en el siglo XX ha mantenido vigente el repertorio anterior, que se continúa representando con
éxito en los mejores teatros y auditorios del mundo, mientras que a nivel productivo, si bien ha existido una
copiosa y excelente producción, las innovaciones producidas en este terreno no han gozado de gran éxito
entre el público mayoritario. A principios de siglo, el verismo italiano continuó en un llamado
«posverismo» representado principalmente por Riccardo Zandonai (Francesca da Rimini, 1914; Giulietta e
Romeo, 1922). El postromanticismo contó con la gran figura de Richard Strauss (Salomé, 1905; Ariadne
auf Naxos, 1912). El neoclasicismo dejó obras como Edipo rey (1925), de Igor Stravinski; Lady Macbeth
de Mtsensk (1936), de Dmitri Shostakóvich; y Guerra y paz (1946), de Serguéi Prokófiev. A nivel
vanguardista, destacaron el expresionismo y el dodecafonismo: Moisés y Aarón (1926), de Arnold
Schönberg; Wozzeck (1925) y Lulú (1935), de Alban Berg; Jonny spielt auf (1927), de Ernst Krenek. Más
recientemente destaca la obra de Benjamin Britten, de gran valor dramático (Peter Grimes, 1945; El sueño
de una noche de verano, 1961; Muerte en Venecia, 1973). Otros exponentes son: Kurt Weill (Aufstieg und
Fall der Stadt Mahagonny, 1930), George Gershwin (Porgy and Bess, 1935), Paul Hindemith (Matías el
pintor, 1938), Francis Poulenc (Les mamelles de Tirésias, 1947), Gian Carlo Menotti (La médium, 1946;
El teléfono, 1947; El cónsul, 1950), Alberto Ginastera (Bomarzo, 1967), etc.
También ha tenido mucha importancia la música popular, que ha generado diversos estilos musicales como
el jazz, el soul, el blues, el rock, el pop, el heavy, el punk, el reggae, el rap, el ska, etc. En el siglo XX
también han tenido un gran auge los espectáculos musicales, como el cabaret y el music hall, al tiempo que
ha cobrado un creciente protagonismo la banda sonora cinematográfica (John Williams, Ennio Morricone,
Henry Mancini, Andrew Lloyd Webber, Leonard Bernstein, Maurice Jarre, Vangelis, Nino Rota). El
aspecto consumista de la civilización actual, la aparición de nuevas tipologías (radio, hilo musical, video-
clip) y la introducción de nuevos soportes de grabación musical (disco de vinilo, casete, disco compacto,
formatos informáticos de audio, mp3) han favorecido la popularización de la música, que se ha convertido
en un aspecto indispensable del ocio moderno, con la proliferación de conciertos y recitales, y auténticos
fenómenos de masas en torno a diversos grupos e intérpretes (Elvis Presley, The Beatles, Rolling Stones,
Bob Dylan, Bruce Springsteen, Michael Jackson, Madonna, etc.). En los últimos tiempos, la industria
discográfica ha sufrido un progresivo declive debido a las descargas ilegales en internet, hecho que ha
generado una fuerte controversia que aún perdura.146
Danza contemporánea
La danza contemporánea se inició nuevamente con el liderazgo del
ballet ruso adquirido a finales del siglo XIX: Mihail Fokin dio más
importancia a la expresión sobre la técnica; su obra Chopiniana
(1907) inauguraría el «ballet atmosférico» —sólo danza, sin hilo
argumental—. Sergéi Diágilev fue el artífice del gran triunfo de los
Ballets Rusos en París, introduciendo la danza en las corrientes de
vanguardia: su primer gran éxito lo obtuvo con las Danzas
polovtsianas de El Príncipe Igor de Borodin (1909), al que
siguieron El pájaro de fuego (1910), Petrushka (1911) y La
consagración de la primavera (1913), de Stravinski; por último,
Parade (1917) fue un hito dentro de la vanguardia, con música de
Erik Satie, coreografía de Léonide Massine, libreto de Jean
Cocteau y decorados de Pablo Picasso. En el grupo de Diágilev
destacaron los bailarines Vaslav Nijinsky, Anna Pavlova y Tamara
Karsavina. Con la Revolución soviética el ballet ruso pasó a ser un
instrumento de propaganda política, perdiendo gran parte de su Ballet ruso (1912), de August Macke,
creatividad, aunque surgieron grandes bailarines como Rudolf Kunsthalle, Bremen.
Nureyev y Mihail Baryshnikov, y se produjeron obras memorables
como Romeo y Julieta (1935) y Cenicienta (1945), de Prokofiev, y
Espartaco (1957), de Aram Jachaturián. También alcanzó notoriedad el sistema pedagógico ideado por
Agrippina Vagánova.
La danza expresionista supuso una ruptura con el ballet clásico, buscando nuevas formas de expresión
basadas en la libertad del gesto corporal, liberado de las ataduras de la métrica y el ritmo, donde cobra
mayor relevancia la autoexpresión corporal y la relación con el espacio. Su principal teórico fue el
coreógrafo Rudolf von Laban, quien creó un sistema que pretendía integrar cuerpo y alma, poniendo
énfasis en la energía que emanan los cuerpos, y analizando el movimiento y su relación con el espacio. Este
nuevo concepto quedaría plasmado con la bailarina Mary Wigman. De forma independiente, la gran figura
de principios de siglo fue Isadora Duncan, que introdujo una nueva forma de bailar, inspirada en ideales
griegos, más abierta a la improvisación, a la espontaneidad.
En el período de entreguerras destacaron las escuelas francesa y británica, así como el despuntar de los
Estados Unidos. En Francia, el Ballet de la Ópera de París volvió al esplendor de la era romántica, gracias
sobre todo a la labor de Serge Lifar, Roland Petit y Maurice Béjart. En Gran Bretaña destacaron figuras
como Marie Rambert, Ninette de Valois, Frederick Ashton, Antony Tudor, Kenneth MacMillan, Margot
Fonteyn, etc. En Estados Unidos, donde había escasa tradición, se consiguió en poco tiempo llegar a un
alto nivel de creatividad y profesionalización, gracias en primer lugar a pioneras como Ruth Saint Denis,
Martha Graham, Doris Humphrey y Agnes De Mille. El ruso George Balanchine —surgido de la compañía
de Diágilev— se instaló allí en 1934, donde fundó la School of American Ballet, y produjo espectáculos
que lo renombraron como uno de los mejores coreógrafos del siglo. En los años 1950 y 1960 destacó la
actividad innovadora de Merce Cunningham que, influido por el expresionismo abstracto y la música
aleatoria de John Cage, introdujo la danza basada en la casualidad, el caos, la aleatoriedad (chance
choreography). Otro gran hito de la época fue el West Side Story (1957) de Jerome Robbins.
Con Paul Taylor la danza entró en el ámbito de la posmodernidad, con un manifiesto inicial en su Duet
(1957), donde permanecía inmóvil junto a un pianista que no tocaba el piano. La danza posmoderna
introdujo lo corriente y lo cotidiano, los cuerpos ordinarios frente a los estilizados de los bailarines clásicos,
con una mezcolanza de estilos e influencias, desde las orientales hasta las folclóricas, incorporando incluso
movimientos de aerobic y kickboxing. Otros coreógrafos posmodernos fueron Glen Tetley, Alvin Ailey y
Twyla Tharp. En las últimas décadas del siglo destacaron coreógrafos como William Forsythe y Mark
Morris, así como la escuela holandesa, representada por Jiří Kylián y Hans van Manen, y donde también se
formó el español Nacho Duato. A nivel de bailes populares, en el siglo XX ha existido una gran diversidad
de estilos, entre los que se puede remarcar: foxtrot, charlestón, claqué, chachachá, tango, bolero, pasodoble,
rumba, samba, conga, merengue, salsa, twist, rock and roll, moonwalk, hustle, break dance, etc.147
La fotografía se integró plenamente a los movimientos de vanguardia: así, los fotógrafos expresionistas
alemanes (August Sander, Karl Blossfeldt, Albert Renger-Patzsch) crearon un tipo de fotografía basada en
la nitidez de la imagen y la utilización de la luz como medio expresivo, modelando las formas y destacando
las texturas. Este tipo de fotografía tuvo una importante resonancia internacional, generando movimientos
paralelos como la photographie pure francesa y la straight photography estadounidense. El futurismo
italiano estuvo ligado a la fotografía en movimiento (fotodinamismo), representado por Anton Giulio
Bragaglia. En Gran Bretaña surgió el vorticismo, ligado al cubismo, destacando Alvin Langdon Coburn.
Con la Revolución soviética, en Rusia se impuso el realismo socialista, con la figura predominante de
Aleksandr Rodchenko. En Estados Unidos, Alfred Stieglitz fundó la Photo-Secession, que mostró la vida
urbana con una emotividad artística, y se vinculó a movimientos como el dadaísmo. En este último destacó
Man Ray, que llegó a hacer fotografías sin cámara, poniendo objetos sobre la película y exponiéndolos
unos segundos a la luz, creando imágenes ambiguas entre la figuración y la abstracción. Otra innovación
del dadaísmo fue el fotomontaje, como los elaborados por John Heartfield y Hannah Höch. Por último, el
surrealismo introdujo en fotografía el mundo del inconsciente, de los sueños, las imágenes oníricas (Eugène
Atget, Jacques-André Boiffard, Raoul Ubac).
En el período de entreguerras surgieron una serie de fotógrafos que retrataron la crudeza de la realidad
circundante, especialmente tras la crisis económica de 1929, como es el caso de Lewis Hine, Margaret
Bourke-White y Dorothea Lange. Desde la Segunda Guerra Mundial la fotografía ha seguido unida al
periodismo —especialmente con el auge de agencias como Magnum—, así como a la fotografía
documental, predominando el realismo fotográfico. También ha estado fuertemente vinculada a las últimas
tendencias artísticas, especialmente el pop art, el hiperrealismo y el arte conceptual. Entre los más afamados
fotógrafos de este siglo destacan: Werner Bischof, Brassaï, René Burri, Robert Capa, Henri Cartier-
Bresson, Agustí Centelles, Imogen Cunningham, Robert Doisneau, Robert Frank, Raoul Hausmann,
André Kertész, William Klein, Alberto Korda, Jacques-Henri Lartigue, Annie Leibovitz, Dora Maar, Inge
Morath, Helmut Newton, Irving Penn, Joe Rosenthal, Sebastião Salgado, Jeanloup Sieff, William Eugene
Smith, Emmanuel Sougez, Otto Steinert, Gerda Taro, Spencer Tunick, Edward Weston, etc. Desde 1990,
fecha de aparición de la fotografía digital, la creación fotográfica se ha vinculado fuertemente a las nuevas
tecnologías, preferentemente en el diseño por ordenador y los programas de retoque fotográfico, como
Photoshop.148
Cine
Una de las grandes revoluciones artísticas y audiovisuales del siglo XX ha sido el cine: a partir de la
invención del cinematógrafo en 1895 por los hermanos Lumière, el cine ha tenido una rápida evolución
tanto artística como tecnológica que lo ha convertido en un auténtico fenómeno de masas, siendo
rápidamente considerado como el «séptimo arte».nota 21 El cine es quizá uno de los medios artísticos más
completos, ya que aúna imagen con sonido, guion literario, interpretación, decorados, maquillaje, vestuario,
etc. Además introduce una nueva dimensión, el tiempo, la sucesión cronológica de los hechos, donde cobra
un papel relevante el montaje. En sus inicios el cine era mudo, sin sonido, hecho que no impidió la creación
de una auténtica gramática visual que aportó la base principal de la narración cinematográfica. Con la
incorporación de elementos tomados del teatro como los decorados y los efectos especiales —proceso
iniciado por Georges Méliès—, el cine alcanzó un grado de auténtica artisticidad. De carácter netamente
industrial en cuanto a su aspecto productivo, el cine tuvo una primera y rápida implantación en Estados
Unidos, donde se forjó una poderosa industria cinematográfica que cristalizaría en Hollywood. Allí
surgieron algunos de los primeros genios del cine: Edwin S. Porter, primero en rodar escenas plano-
contraplano; David Wark Griffith, que introdujo el montaje narrativo y los efectos de luz; y Charles
Chaplin, que aparte de ser iniciador del star system hollywoodiense, fue pionero en numerosos aspectos
interpretativos y argumentales, como los géneros y los personajes arquetipo, además de introducir la
psicología en la interpretación.
En 1926 se introdujo el sonido, con la película Don Juan, a la que siguió al año siguiente El cantante de
jazz, ambas de Alan Crosland. Esta nueva particularidad comportó por una parte la mejora de los guiones,
que podían ser más ricos en diálogos —lo que llevó a nuevos registros interpretativos por parte de los
actores— y, por otro lado, la introducción de la música, que sería primordial para acompañar numerosas
escenas. El siguiente avance tecnológico fue la introducción del color en 1935 con La feria de la vanidad,
de Rouben Mamoulian. Fue esta la época dorada del cine estadounidense, con directores como King Vidor,
Frank Capra, John Ford, William Wyler, Elia Kazan, George Cukor, Billy Wilder, Cecil B. DeMille,
Howard Hawks, Alfred Hitchcock, Michael Curtiz, Raoul Walsh, Orson Welles, etc. En Europa, se
sucedieron en esos años diversos movimientos de gran relevancia: en Francia apareció el «naturalismo
poético», caracterizado por la simbiosis entre el realismo descriptivo y el lenguaje poético, representado por
Jean Vigo, René Clair y Jean Renoir; y la nouvelle vague, influida por el existencialismo, de signo
antiintelectual, surgiendo el llamado «cine de autor» (Claude Chabrol, François Truffaut, Alain Resnais,
Jean-Luc Godard). En Italia surgió el neorrealismo, que se nutrió de la estricta realidad, con obras de
denuncia social realizadas generalmente en ambientes obreros y rurales; destacan Luchino Visconti,
Roberto Rossellini, Vittorio de Sica, Federico Fellini y Pier Paolo Pasolini. En Gran Bretaña se produjo el
Free cinema, caracterizado por una estética realista y temáticas de compromiso social (Lindsay Anderson,
Tony Richardson, Karel Reisz). Despuntó el cine nórdico con la obra de Carl Theodor Dreyer, Ingmar
Bergman y Victor Sjöström. En España se produjeron las primeras obras de importancia de la mano de Luis
García Berlanga, Juan Antonio Bardem, Carlos Saura, etc.
En las últimas décadas del siglo XX la producción cinematográfica ha oscilado entre el cine comercial y el
cine artístico, siendo de remarcar la obra de directores como Woody Allen, Pedro Almodóvar, Adolfo
Aristarain, Bernardo Bertolucci, Tim Burton, Mario Camus, Francis Ford Coppola, Constantin Costa-
Gavras, Brian De Palma, Clint Eastwood, Miloš Forman, José Luis Garci, John Huston, Stanley Kubrick,
Ang Lee, David Lynch, George Lucas, Joseph L. Mankiewicz, Vincente Minnelli, Max Ophüls, Roman
Polanski, Sydney Pollack, Otto Preminger, Carol Reed, Arturo Ripstein, Martin Scorsese, Ridley Scott,
Steven Spielberg, Oliver Stone, Andréi Tarkovski, Guillermo del Toro, Fernando Trueba, Andrzej Wajda,
Wim Wenders, Zhang Yimou, Franco Zeffirelli, Fred Zinnemann, etc. Uno de los últimos movimientos
cinematográficos ha sido Dogma 95 (Lars von Trier, Søren Kragh-Jacobsen), cine ascético y libre, en
localizaciones exteriores, sin decorados ni más luz que la natural, con sonido directo y color, sin trucajes,
géneros ni acción superficial.150
Historieta
La edad de oro de la historieta fue en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial (1945-1960): en la
prensa se impuso la llamada daily strip («tira diaria»), con personajes como Nancy (1938) de Ernie
Bushmiller, Pogo (1948) de Walt Kelly, y Peanuts (1950) de Charles Schulz, con su mundialmente famoso
Snoopy; en el comic-book se alcanzó una gran variedad temática, triunfando los de ciencia ficción,
aventuras, terror, romance y western. En esta época aparecieron personajes como Lucky Luke de Morris
(1946), Los pitufos de Peyo (1958), Astérix el Galo de Goscinny y Uderzo (1960), etc. Continuó el éxito
de los superhéroes, con Los 4 Fantásticos (1961) y Spiderman (1962), destacando la obra de Stan Lee,
Jack Kirby y el sello Marvel. En España, descuella la obra de Francisco Ibáñez, con personajes como
Mortadelo y Filemón (1958).
Entre los años 1960 y 1980 hubo una gran diversificación del medio, con una nueva sensibilidad donde
predominaba la estética y el sello de calidad, y comenzaron a abundar los títulos dirigidos a un público más
adulto. Destacan personajes como Barbarella (1962), Blueberry (1963), Mafalda de Quino (1964),
Valentina (1965), el Corto Maltés de Hugo Pratt (1967), Conan de Roy Thomas y John Buscema (1970),
etc. Surgió el cómic erótico (Guido Crepax, Milo Manara), la historieta de autor (Jacques Tardi, Carlos
Giménez, Enki Bilal, Vittorio Giardino), y sellos más vanguardistas, como Métal Hurlant de Moebius.
Desde los años 1980 ha tenido gran éxito el manga japonés, caracterizado por largas epopeyas de gran
dinamismo, con abundantes efectos sonoros. Aunque su inicio se vincula a la revista Manga Shōnen
(1947), de Osamu Tezuka, sería a finales de los 1980 cuando alcanzaría su mayor repercusión, con Akira
de Katsuhiro Otomo (1982-93) y Dragon Ball de Akira Toriyama (1984-95). Por último, las nuevas
tecnologías han supuesto grandes innovaciones para la historieta, como el webcómic en internet.152
Arte efímero
Esferificación de té verde,
plato innovador de Ferran
Adrià.
Peinado bob: Louise Chanel n.º 5, quizá el
Brooks en 1927. perfume más famoso de la
historia.
Véase también
Arte Historia de la danza Historia de la moda
Métodos de investigación Historia del desnudo Historia de la música
de la Historia del Arte artístico Historia de la ópera
Crítica de arte Historia de la escultura Historia de la pintura
Estética Historia de la estética Historia del teatro
Estudio de la Historia del Historia de la fotografía Patrimonio de la
Arte Historia de la gastronomía Humanidad
Historia de la arquitectura Historia del grabado Psicología del arte
Historia de las artes Historia de la historieta Sociología del arte
decorativas
Historia de la jardinería Tema artístico
Historia del cine
Historia de la literatura Teoría del arte
Notas
1. El término «faraón» proviene del egipcio per-o («la gran casa», por el palacio donde
habitaba el rey), pero este vocablo surgió durante la dinastía XVIII, por lo que no debería
aplicarse a reyes anteriores, aunque por lo general se suele extrapolar. Isaac Asimov: Los
egipcios, Alianza Editorial, Madrid, 1981, ISBN 84-206-1794-6, p. 82.
2. Derivado del latín classicus («de primera clase»), el término «clásico» hacía referencia al
periodo del arte griego comprendido entre el arcaico y el helenístico, valorado como el de
mayor creatividad de la historia del arte griego. Así, el término quedó como sinónimo de
creatividad, de excelencia, de la mejor época de cualquier estilo artístico, por lo que
numerosos estilos a lo largo del tiempo han tenido una fase denominada «clásica».
Heinrich Wölfflin, por ejemplo, se refería a arte clásico para hablar del Renacimiento
italiano. Chilvers (2007), p. 207.
3. El nombre del Imperio Bizantino deriva del antiguo nombre de su capital, Bizancio (en
griego Bizantion, derivado del fundador de la ciudad el 657 a. C., llamado Byzas),
posteriormente rebautizada Constantinopla en honor al emperador Constantino, y llamada
Estambul en la actualidad. Isaac Asimov: Constantinopla, Alianza Editorial, Madrid, 1982,
ISBN 84-206-1886-1, p. 12.
4. Hagia Sophía (Άγια Σοφία) en griego, que quiere decir Santa Sabiduría; sin embargo, se
suele nombrar como Santa Sofía en castellano.
5. El término artes aplicadas es sinónimo de artes decorativas o artes industriales —también
llamadas artes menores—, refiriéndose a las obras realizadas con una elaboración
industrial o artesanal pero persiguiendo una cierta finalidad estética, generalmente de tipo
ornamental. Guillermo Fatás y Gonzalo Borrás, Diccionario de términos de arte y elementos
de arqueología, heráldica y numismática, Alianza, Madrid, 1990, ISBN 84-206-0292-2, p. 30.
6. Ut queant laxis, resonare fibris, mira gestorum, famuli tuorum, solve polluti, labii reatum,
Sancte Ioannes. Más tarde, se cambió ut por do —excepto en Francia—. En los países
anglogermánicos se mantuvo la notación por las letras del alfabeto: a=la, b=si, c=do, d=re,
e=mi, f=fa, g=sol.«Historia de las notas musicales» (http://eloviparo.wordpress.com/2010/01/
20/historia-de-las-notas-musicales-guido-de-arezzo/). Consultado el 4 de septiembre de
2010.
7. La denominación «gótico» fue introducida por los artistas italianos del Renacimiento, en
sentido despectivo, pues lo veían como algo bárbaro y atrasado, como las realizaciones de
los «godos» que acabaron con el Imperio romano. Chilvers (2007), p. 419.
8. El término «arte moderno» proviene del concepto de «modernidad», teoría filosófico-cultural
que postula la actual vigencia de un periodo histórico marcado en lo cultural por la
Ilustración, en lo político por la Revolución Francesa y en lo económico por la Revolución
Industrial, y que supondría la raíz social propia de la Edad Contemporánea. El proyecto
moderno se caracteriza por el fin del determinismo y de la supremacía de la religión,
sustituidos por la razón y la ciencia, el objetivismo y el individualismo, la confianza en la
tecnología y el progreso, en las propias capacidades del ser humano. Esta «era moderna»
habría llegado hasta la actualidad, estando plenamente vigente según unos escritores,
mientras que otros defienden que es actualmente una fase superada en la evolución de la
humanidad, hablándose de «posmodernidad» como periodo sucesor de este proyecto
moderno. Valeriano Bozal: Modernos y postmodernos, Historia 16, Madrid, 1993.
9. Esta es una simplificación del estudio histórico del arte, pues es difícil establecer en un
nombre o una fecha el inicio de la historiografía del arte. Se suele citar a Vasari como
iniciador de esta ciencia, aunque sus escritos —generalmente crónicas, inventarios,
biografías u otros escritos más o menos literarios— carecían de perspectiva histórica y el
rigor científico necesarios para ser considerados historiografía del arte. Sin embargo,
Winckelmann creó una metodología científica para la clasificación de las artes, por lo que
suele ser considerado el padre de la historia del arte. Valeriano Bozal (y otros): Historia de
las ideas estéticas y de las teorías artísticas contemporáneas (vol. I). Visor, Madrid, 2000,
ISBN 84-7774-580-3.
10. La palabra deriva del término italiano maniera, que significaba «estilo», y que fue
introducido por Giorgio Vasari en sus biografías de artistas para denotar el estilo grácil y
equilibrado de los artistas de su tiempo. Chilvers (2007), p. 593.
11. El término «barroco» proviene de un vocablo de origen portugués, donde a las perlas que
tenían alguna deformidad se las denominaba perlas barruecas, siendo en origen una
palabra despectiva que designaba un tipo de arte caprichoso, grandilocuente,
excesivamente recargado. Chilvers: (2007), p. 83.
12. El rococó surgió en Francia durante la regencia del duque de Orleáns, en la minoría de
edad de Luis XV, y pervivió durante el reinado de éste. El término rococó se formó con la
conjunción del italiano barocco y rocaille, elemento decorativo parecido a una concha, muy
usado en la ornamentación durante este periodo. Chilvers (2007), p. 818.
13. En Reflexión sobre la imitación de las obras de arte griegas (1755), Johann Joachim
Winckelmann afirmó que los griegos llegaron a un estado de perfección total en la imitación
de la naturaleza, por lo que nosotros sólo podemos imitar a los griegos. Asimismo, relacionó
el arte con las etapas de la vida humana (infancia, madurez, vejez), estableciendo una
evolución del arte en tres estilos: arcaico, clásico y helenístico. Valeriano Bozal (y otros):
Historia de las ideas estéticas y de las teorías artísticas contemporáneas (vol. I). Visor,
Madrid, 2000, ISBN 84-7774-580-3, pp. 150-154.
14. Aunque hoy día se suele generalizar como «música clásica» la música sinfónica de tipo
orquestal, en realidad hace referencia a un periodo concreto de la historia de la música,
caracterizado por el clasicismo, correspondiente al último tercio del siglo XVIII y principios
del XIX. El término «música clásica» apareció por primera vez en el Oxford English
Dictionary en 1836, y señalaba las composiciones europeas más destacadas del siglo
anterior. Con el tiempo ha significado lo opuesto a la música popular en el lenguaje
corriente: es el nombre habitual de la música culta, académica o docta.The Oxford English
Dictionary (2007). The OED Online, ed. «Classical» (http://dictionary.oed.com/cgi/entry/5004
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15. El modernismo recibió diversos nombres según el lugar de procedencia: Art Nouveau en
Francia, Modern Style en Reino Unido, Jugendstil en Alemania, Sezession en Austria,
Liberty en Italia, etc. Chilvers (2007), p. 61.
16. Conviene no confundir con arte postmoderno, aplicado a las últimas tendencias artísticas
del siglo XX y principios del XXI. Francesc Fontbona: El modernisme i el noucentisme, en El
llibre d'or de l'art català, Edicions Primera Plana, Barcelona, 1997, pp. 171-172.
17. Aunque la fotografía es anterior al cine, éste se considera el séptimo arte y la fotografía el
octavo, pues adquirió tal categoría antes que la fotografía alcanzase dicho estatus.
18. Se denominan «vanguardias históricas» a las producidas desde la preguerra de primeros
de siglo (en torno a 1910) y el fin de la Segunda Guerra Mundial. Javier Arnaldo:
Vanguardias históricas (I), Historia 16, Madrid, 1993, p. 6.
19. El término «surrealismo» fue ideado por Apollinaire en 1917, refiriéndose a lo que está «por
encima de la realidad». En español se tradujo directamente del francés surréalisme, aunque
lo correcto sería «sobrerrealismo» o «superrealismo».
20. El término art déco es diminutivo de arts décoratifs («artes decorativas» en francés), y
proviene de la Exposición de Artes Decorativas de 1925 (Exposition Internationale des Arts
Décoratifs et Industriels Modernes) en París. AA. VV.: Enciclopedia del Arte Garzanti (1991),
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21. Denominación introducida por el crítico Ricciotto Canudo en 1911.«Ricciotto Canudo» (htt
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Enlaces externos
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Artehistoria (http://www.artehistoria.com/)
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