Loxosceles laeta es una araña tejedora y sedentaria con mayor prevalencia en la
zona de Sudamérica debido a su preferencia por los climas templados y tropicales.
Su nombre proviene del griego “loxos” curva y “Kelos” patas, debido a la forma que
presenta. Puede medir de 10-12 mm desde el cefalotórax hasta el abdomen o hasta
30 mm tomando en cuenta las patas, son de color marrón y en la cara dorsal de su
cefalotórax tienen una depresión de color marrón más oscuro que simula la forma
de un violín, por lo que coloquialmente será conocida como “araña violinista”. Sus
picaduras presentan el 4% de prevalencia en territorio argentino, hablando de
accidentes por animales ponzoñosos y es la segunda picadura de araña con mayor
relevancia médica, debido a que esta genera una necrosis cutánea que podría llegar
a repercutir en afectaciones sistémicas. Estas picaduras se caracterizan por un
singular cuadro relevante en la practica médica, el cual ha sido denominado
Loxoscelismo.
Cuando el paciente tiene contacto con los quelíceros (colmillos) de la araña, esta
es capaz de inyectar aproximadamente 0.1-0.4 microlitros de veneno compuesto
principalmente por Esfingomielinasa D (enzima que regula la acción necrótica y
hemolítica) y Hialuronidasa (que ayuda a la difusión del veneno en el organismo),
lo que genera en el paciente una reacción inflamatoria con aumento de citoquinas,
activación del sistema del complemento, selectinas y proliferación de neutrófilos. A
nivel cutáneo se observan zonas de isquemia, hemorragia, inflamación, necrosis y
hemólisis, dada la acción dermonecrotizante, hemolítica y coagulante del veneno.
Hablando de la sintomatología, en un periodo inicial, el paciente refiere dolor de
intensidad baja que a los pocos minutos evoluciona en un dolor urente y en la lesión
se puede observar la presencia de edema y eritema que a las 24-36 horas se
caracteriza por el aspecto de “placa marmórea” atribuida a la alternancia de zonas
de isquemia, hemorragia, inflamación, necrosis y hemólisis intercaladas con palidez
y equimosis, y dicha placa se caracteriza por presentar bordes bien definidos e
irregulares, puede estar rodeada de eritema y edema y será muy dolorosa para el
paciente, sobre todo ante el contacto con el exterior, además de la lesión local,
puede llegar a presentar afectaciones generalizadas como nauseas, vómito y fiebre.
Entre el día 5 y 7 posterior al contacto con el veneno, se forma sobre la lesión una
especie de escara color negro que puede desprenderse y dejar a su paso una úlcera
que tardará en cicatrizar y hará que el paciente se encuentre más vulnerable a
posibles infecciones al grado de poder requerir cirugía reparadora, lo que dificulta
el tratamiento debido a las alteraciones en el proceso de cicatrización.
El diagnóstico se realizará mediante la realización de la historia clínica del paciente,
dado que no existen pruebas específicas para el diagnóstico de Loxoscelismo.,
Durante la entrevista clínica se deberá enfatizar en las características de la vivienda
del paciente (tomando en cuenta la epidemiologia), el cuadro clínico que presenta,
el tiempo de evolución del mismo y sobre todo, la identificación del arácnido, por lo
cual se recomienda que una vez que el paciente ha sido picado se priorice la captura
del espécimen para presentarlo en el servicio de urgencias para facilitar su
identificación, pero en caso de que esto no sea posible, se deberá hacer una
indagación exhaustiva sobre las características físicas de la araña a fin de obtener
una imagen aproximada que auxilie en la identificación y diagnóstico. Otro método
de diagnóstico podría ser la exploración de la lesión en busca de dolor a la lesión,
zonas de hemolisis e indicios de la formación de la placa marmórea. Actualmente
se encuentran en desarrollo estudios para la detección de anticuerpos anti
esfingomielinasa D, pero estos aun no han sido correctamente probados y
aprobados en el ámbito clínico.
En el tratamiento dentro del área de atención primaria se priorizará la asepsia de la
lesión y profilaxis antitetánica a fin de evitar futuras infecciones y la administración
de analgésicos para disminuir la sensación de dolor, también se ha comprobado la
eficacia en la administración de corticoides con el objetivo de disminuir la respuesta
inflamatoria de forma local, recomendando el uso de Prednisona 0.5-1 mg/kg/día
durante 5-7 días que abarca el proceso inflamatorio agudo como reacción a la
picadura. Un tratamiento que promete un abordaje un poco más específico en contra
del veneno de Loxosceles laeta, que consiste en el uso de antiveneno, un
tratamiento mayormente aplicado en Argentina, Brasil y Perú en el que se le
administra al paciente un suero que contiene Inmunoglobulina G equina y el veneno
de Loxosceles laeta como inmunógeno activo. Se recomienda que este antiveneno
se aplique en las primeras 12 horas pasado el incidente y hasta 36 horas después,
a fin de garantizar su efectividad como inmunógeno.
Conclusiones:
El loxoscelismo es una enfermedad endémica de gran relevancia en el ámbito
clínico dada su prevalencia y las manifestaciones clínicas y complicaciones a largo
plazo que los pacientes que la padecen pueden llegar a presentar, y es realmente
importante conocer diversos aspectos acerca de ella, tales como su fisio patogenia,
manifestaciones y abordaje clínico a corto, mediano y largo plazo, ya que, a pesar
de que como fisioterapeutas tenemos una muy baja probabilidad de tener que
atender un caso en etapa aguda, al ser personal del área de la salud, esta
probabilidad nunca será igual a cero, y debemos saber los pasos a seguir durante
este abordaje. Hablando de un proceso crónico, debemos saber en que etapa del
proceso de cicatrización se encuentra nuestro paciente para no interferir en este
mediante la aplicación de ciertos agentes físicos que incluso podrían estimular la
proliferación de microorganismos infecciosos en el sitio de lesión, retrasar el
proceso de cicatrización, o estimular la proliferación de células proinflamatorias en
el sitio en una etapa en la que está ya debería haber cedido. Dentro del abordaje en
el campo de la fisioterapia, podemos intervenir favoreciendo el proceso de
cicatrización en tanto no hayan alteraciones, ayudando a preservar el movimiento y
la elasticidad de la piel e incluso en la educación del paciente para la prevención de
infecciones.
Referencias:
• Cabrerizo, S., Docampo, P., Cari, C., Ortiz, M., Díaz, M., de Roodt, A. y Curci,
O. (2009). Loxoscelismo: Epidemiología y Clínica de una Patología Endémica
en el País. Archivos argentinos de pediatria. 107 (2), 152-159.