Jean Piaget
(Neuchâtel, Suiza, 1896 - Ginebra, 1980) Psicólogo constructivista suizo cuyos
pormenorizados estudios sobre el desarrollo intelectual y cognitivo del niño
ejercieron una influencia trascendental en la psicología evolutiva y en la pedagogía
moderna.
Jean Piaget se licenció y doctoró (1918) en biología en la Universidad de su
ciudad natal. A partir de 1919 inició su trabajo en instituciones psicológicas de
Zurich y París (donde colaboró con Alfred Binet) y comenzó a desarrollar su teoría
sobre la naturaleza del conocimiento. Publicó varios estudios sobre psicología
infantil y, basándose fundamentalmente en el crecimiento de sus hijos, elaboró
una teoría de la inteligencia sensoriomotriz que describía el desarrollo espontáneo
de una inteligencia práctica, basada en la acción, que se forma a partir de los
conceptos incipientes que tiene el niño de los objetos permanentes en el espacio,
del tiempo y de la causa.
Para Piaget, los principios de la lógica comienzan a desarrollarse antes que el
lenguaje y se generan a través de las acciones sensoriales y motrices del bebé en
interacción con el medio. Piaget estableció una serie de estadios sucesivos en el
desarrollo de la inteligencia:
1. Estadio de la inteligencia sensoriomotriz o práctica, de las regulaciones
afectivas elementales y de las primeras fijaciones exteriores de la afectividad. Esta
etapa constituye el período del lactante y dura hasta la edad de un año y medio o
dos años; es anterior al desarrollo del lenguaje y del pensamiento propiamente
dicho.
2. Estadio de la inteligencia intuitiva, de los sentimientos interindividuales
espontáneos y de las relaciones sociales de sumisión al adulto. Esta etapa abarca
desde los dos a los siete años. En ella nace el pensamiento preoperatorio: el niño
puede representar los movimientos sin ejecutarlos; es la época del juego simbólico
y del egocentrismo y, a partir de los cuatro años, del pensamiento intuitivo.
3. Estadio de las operaciones intelectuales concretas, de los sentimientos morales
y sociales de cooperación y del inicio de la lógica. Esta etapa abarca de los siete a
los once-doce años.
4. Estadio de las operaciones intelectuales abstractas, de la formación de la
personalidad y de la inserción afectiva e intelectual en la sociedad de los adultos
(adolescencia). Aunque Piaget estableció, para cada una de estas etapas, las
edades correspondientes, no hay que tomar tales delimitaciones de forma rígida;
el ritmo varía de un niño a otro y ciertos rasgos de estos estadios pueden
solaparse en un determinado momento.
Piaget concibe el desarrollo intelectual como el resultado de una interacción del
niño con el medio, descartando la maduración biológica o la mera influencia
ambiental como únicos condicionantes de dicho desarrollo. Su concepción
armoniza en una teoría coherente el crecimiento neurobiológico y la influencia de
la vida social y cultural con el desarrollo de la inteligencia, subrayando la
interrelación entre tales fenómenos. Eludió así las simplificaciones y posturas
extremas, apartándose tanto de las especulaciones de Sigmund Freud y el
psicoanálisis, centradas en el desarrollo sexual del niño y en sus relaciones
afectivas con los progenitores como factores claves en la formación de la
personalidad, como del conductismo de John B. Watson o B. F. Skinner, para
quienes las circunstancias ambientales y sociales tejían una red de
condicionamientos y normas de conducta sobre la mente del niño, concebida
como una «página en blanco».
En este sentido son fundamentales sus conceptos
de esquema, adaptación y organización, que rigen el proceso de adquisición de
conocimientos en todos los estadios y resultan de la necesidad de todo individuo
de comprender el mundo que le rodea. Las nuevas experiencias o informaciones
recibidas obligan a adaptar los esquemas de conocimiento previos: tal adaptación,
que se divide en los subprocesos de asimilación de informaciones
y acomodación de las mismas a los esquemas o estructuras cognitivas previas,
desemboca en el aprendizaje. Y, en consecuencia, la organización o proceso de
categorización y sistematización de los conocimientos (de hecho, la
reorganización) es constante.
Jean Piaget estudió asimismo el desarrollo moral del niño, señalando que la
autonomía moral se adquiere alrededor de los siete años. Previamente, el niño se
halla sometido a las llamadas relaciones de presión por parte de los adultos, que
imponen sus reglas y mandatos con amenaza de sanción; es la llamada moral de
la obligación. A partir de esa edad, con el desarrollo de las relaciones de
colaboración entre iguales se pasa al estadio de la reciprocidad moral: el deber
impuesto se substituye por la aceptación de normas que se reconocen como
buenas y el respeto a los demás; surgen el sentido del bien y de la
responsabilidad.
Los múltiples estudios de Piaget, realizados a lo largo de más de medio siglo,
fructificaron en una ingente producción escrita que comprende gran número de
artículos y libros. Las obras más importantes de Piaget son El lenguaje y el
pensamiento en el niño (1923), La representación del mundo en el niño (1926), El
nacimiento de la inteligencia en el niño (1936), La psicología de la
inteligencia (1947), Tratado de lógica (1949), Introducción a la epistemología
genética (1950), Seis estudios de psicología (1964), Memoria e inteligencia (1968)
y El desarrollo del pensamiento (1975).
Jean Piaget ocupa uno de los lugares más relevantes de la psicología
contemporánea y, sin lugar a dudas, el más destacado en el campo de la
psicología infantil.
Sigmund Freud
El ser humano es ampliamente complicado, dentro de sí mismos existe un
universo inexplorado, que a lo largo de los años muchas personas brillantes han
ido desvelando para comprender mejor el comportamiento humano. Éste es el
caso de Sigmund Freud, considerado el padre del psicoanálisis.
Sigmund Freud fue un austriaco médico y neurólogo, que a lo largo de su vida
quiso explicar los orígenes y el porqué de muchas enfermedades mentales o
trastornos. Poco a poco fue descubriendo patrones de comportamientos en sus
pacientes y en base a ello fue formulando grandes teorías que generarían
polémica en su época.
Considerado uno de los más grandes intelectuales del siglo XX, que en un inicio
su pasión se centró en específico al estudio neurólogo, pero que progresivamente
iba tocando los límites de la psicología e iba explorando ambos campos,
descubriendo detalles importantes en la conducta del ser humano.
Al crear el psicoanálisis, Freud desarrollo técnicas terapéuticas como el uso de la
asociación libre y la transferencia descubierta, estableciendo su papel central en el
proceso analítico.
Una de las principales aportaciones de Freud fue su análisis de los sueños,
pues, como cumplimientos de deseos le proporcionó modelos para el análisis
clínico de la formación de síntomas y los mecanismos subyacentes de
la represión. Sobre esta base, Freud elaboró su teoría del inconsciente y
desarrolló un modelo de estructura psíquica que comprende id, ego y súper yo.
Freud postuló la existencia de la libido, una energía sexualizada con la cual se
invierten procesos y estructuras mentales y que genera vínculos eróticos, y
un impulso de muerte, la fuente de la repetición compulsiva, el odio, la agresión y
la culpa neurótica. En sus últimos trabajos, Freud desarrolló una amplia
interpretación y crítica de la religión y la cultura.
Él decía que en el niño existía una personalidad perversa infantil que hace que el
niño sienta algún tipo de deseo sexual hacia otro niño o una niña; a pesar de ello,
el niño en cuestión se encuentra ignorante ante tales deseos, pero Freud decía
que eso no anulaba el hecho de que el deseo existiera. Por dicha teoría fue
acusado se ser pansexual.
A lo largo de su vida, Sigmund escribió muchos libros que daban grandes aportes
a la ciencia médica a la naciente Psicoanálisis. En dichos libros describe el
comportamiento humano en diferentes situaciones de la vida cotidiana de un
individuo.
La interpretación de los sueños
En éste libro, Sigmund establece que los sueños pueden ser el entorno en el que
las ideas y pensamientos inconscientes suben a la consciencia a través de
mensajes transmitidos de manera simbólica, lo que quiere decir que, los sueños
pueden ser deseos reprimidos que aprovechan asomarse a nuestra consciencia
cuando dormimos.
En la descripción general del libro se puede ver que los sueños, en opinión de
Freud, se forman como resultado de dos procesos mentales. El primer proceso
involucra fuerzas inconscientes que construyen un deseo que se expresa en el
sueño, y el segundo es el proceso de censura que distorsiona a la fuerza la
expresión del deseo.
En opinión de Freud, todos los sueños son formas de cumplimiento de deseos
(mas, adelante, más allá del principio de placer, Freud hablaría sobre sueños que
no parecen ser cumplimiento de deseos). Freud afirma: Mi presunción de que los
sueños se pueden interpretar a la vez me pone en oposición a la teoría dominante
de los sueños y, de hecho, a toda teoría de los sueños.
Freud avanzó la idea de que un analista puede diferenciar entre el contenido
manifiesto y el contenido latente de un sueño. El contenido manifiesto se refiere a
la narración recordada que se desarrolla en el sueño mismo. El contenido latente
se refiere al significado subyacente del sueño. Durante el sueño, la inconsciente
condensa, desplaza y forma representaciones del contenido del sueño, cuyo
contenido latente es a menudo irreconocible para el individuo al despertar.
Los críticos han argumentado que la teoría sobre los sueños requiere
interpretación sexual. Freud, sin embargo, impugnó esta crítica, señalando que «la
afirmación de que todos los sueños requieren una interpretación sexual, contra la
cual los críticos se enojan tan incesantemente, no aparece en ninguna parte de mi
Interpretación de los sueños.
La interpretación de los sueños es considerado uno de los mejores libros de
Sigmund, y además se estima que dicho libro fue el nacimiento del psicoanálisis,
puesto que es allí donde Freud describe el comportamiento del psique humano a
través de los sueños.
ANA FREUD
(Viena, 1895 - Londres, 1982) Psicoanalista británica de origen austríaco.
Las aportaciones de Anna Freud se sitúan principalmente en el ámbito del
psicoanálisis infantil. Se ocupó de cuestiones relacionadas con problemas de la
infancia y la adolescencia, como la delincuencia juvenil, así como de temas
pedagógicos. Profundizó asimismo en los últimos estudios de su padre; en este
sentido es de fundamental importancia su obra El yo y los mecanismos de
defensa (1936), en la que identificó los múltiples mecanismos de que se vale
el yo para afrontar las pulsiones del ello, como la represión, la transferencia, la
racionalización o la regresión.
Entre sus restantes trabajos cabe citar Kidneranalyse (1927), Introducción al
psicoanálisis para educadores (1931), El tratamiento psicoanalítico de los
niños (1946), Normalidad y patología en la infancia (1965) y Dificultades en el
camino del psicoanálisis (1970). En 1973 se publicaron sus obras completas con
el título Escritos de Anna Freud, en siete volúmenes.
Una de las principales aportaciones de Anna Freud al psicoanálisis infantil y la
psicología del yo fue su definición de los mecanismos de defensa o la lucha
psicológica del ser humano ante hechos dolorosos. En su libro, 'El yo y los
mecanismos de defensa', la pequeña de los Freud entendía estos mecanismos
como procesos automáticos. Algunos de ellos eran la represión, la regresión, la
anulación, la vuelta contra uno mismo o la transformación en lo contrario. Si
Sigmund Freud es el padre del psicoanálisis, Anna Freud puede ser considerara la
madre del psicoanálisis.
Anna creía que para entender el comportamiento normal se necesitaba observar
cada uno de los movimientos de los niños más pequeños. Ella estaba influenciada
por las ideas de desarrollo infantil de la pionera María Montessori. Y decidió abrir
una guardería porque creía que existía la necesidad de un ambiente seguro para
los niños, cuyas madres estaban muy ocupadas con los esfuerzos de la guerra.
El personal de su guardería en Londres (ella y su familia vivían en Viena, pero tras
el exilio en 1938 durante el nazismo se instalaron en Inglaterra), que abrió en
1941, debía escribir las observaciones de los niños para intentar construir una
teoría del desarrollo normal. También fueron entrenados para pensar
analíticamente sobre lo que pudiera haber detrás del comportamiento.
Anna Freud resalta la importancia del yo como válvula de escape que hace que la
tensión acumulada por un ello que ha de ser reprimido constantemente no nos
ponga en peligro. El yo, que es la única de las tres estructuras psíquicas que tiene
una visión realista de las cosas, intenta entretener al ello para que sus exigencias
se retrasen hasta el momento en el que el hecho de satisfacerlas no nos ponga en
riesgo, a la vez que negocia con el superyó para que nuestra autoimagen no se
vea seriamente dañada a la vez que hacemos esto.
Los mecanismos de defensa son, para Anna Freud, las artimañas que el yo utiliza
para engañar al ello y ofrecerle pequeñas victorias simbólicas, ya que no puede
satisfacer sus necesidades en el mundo real. Así, el mecanismo de defensa de la
negación consiste en hacernos creer a nosotros mismos que el problema que nos
hace sentirnos mal, simplemente no existe; el mecanismo de defensa del
desplazamiento hace que redirijamos un impulso hacia una persona u objeto con
el que sí podemos "desquitarnos", mientras que y la racionalización consiste en
sustituir una explicación sobre lo que ha pasado por otra que nos haga sentirnos
mejor (puedes ver más mecanismos de defensa en este artículo).
Erik Erikson
(Erik Homburger Erikson; Frankfurt del Main, 1902 - Harwich, Massachusetts,
1994) Psicoanalista estadounidense de origen alemán. Tras estudiar arte en su
juventud, conoció a Anna Freud, por influencia de la cual se estableció en Viena y
se vinculó al movimiento psicoanalítico. En 1933 emigró a Estados Unidos, donde
estudió la influencia cultural en el desarrollo psicológico trabajando con niños de
diversas reservas indias.
Considerado como uno de los representantes de la tendencia culturalista
del psicoanálisis, sus trabajos se refieren sobre todo a la infancia y a la
adolescencia: Infancia y sociedad (1950), Identidad, juventud y crisis (1968)
e Historia personal y circunstancia histórica (1975), entre otros títulos; dedicó
además estudios al pensamiento reformista de Martín Lutero (El joven Lutero,
1958) y a las ideas sobre la no violencia de Gandhi (Gandhi y los orígenes de la
no violencia, 1969).
Erikson integró el psicoanálisis clínico y la antropología cultural matizando nuevos
aspectos del desarrollo. Por un lado, enfatizó la influencia de factores
psicosociales y socioculturales en el desarrollo del "Yo", y, por otro, propuso el
desarrollo de la identidad como sucesión de etapas diferenciadas entre las que
existen períodos de transición (crisis evolutivas), conceptualizando ocho crisis
psicosociales o etapas del desarrollo de la identidad hacia la síntesis del "Yo".
Sus ideas (en las que se percibe la influencia del enfoque de Freud,
principalmente en las primeras cuatro etapas) han tenido gran influencia en otros
trabajos sobre las etapas en la edad adulta. Para Erik Erikson, el desarrollo infantil
de la "confianza básica'' en los adultos, desarrollada durante los primeros años de
vida, es el fundamento de todo el desarrollo social posterior. Insistió en la
importancia de lo que Piaget denominó estadio sensomotor del desarrollo, y
corroboró la aseveración de que dicho estadio es el fundamento imprescindible de
un desarrollo social e intelectual normal.
En la adolescencia, etapa a la que prestó también particular atención, la formación
de la identidad es un foco de atención primordial. Las personas a lo largo de su
vida se preguntan "¿quién soy yo?", pero esta pregunta en la adolescencia
adquiere características de crisis. Erikson caracteriza la adolescencia como un
período de confusión y angustia en que se experimenta con alternativas antes de
optar por una serie de valores y metas. Los adolescentes experimentan diversas
identidades en la familia, en la escuela, entre los compañeros, en los clubes o en
movimientos políticos.
Durante este período, lo que los adolescentes consideraron una vez como dado es
ahora cuestionado; a través de un proceso de búsqueda interior, cambian las
características que definieron el yo en la niñez y las combinan con nuevos
compromisos. La búsqueda de la identidad es el rasgo más destacado de la
personalidad adolescente, y de su hallazgo depende el paso a una edad adulta
feliz y productiva.
Dicho esto, las características de la teoría del desarrollo psicosocial de Erikson
pueden resumirse de la siguiente manera:
Enfatizó la comprensión del yo. Erikson asumió al yo como una fuerza
intensa capaz de reconciliar fuerzas sintónicas y distónicas. Además,
tiene la capacidad de resolver las crisis derivadas del ámbito genético,
cultural e histórico de cada individuo.
Integró la dimensión social y el desarrollo psicosocial a las etapas del
desarrollo psicosexual de Freud.
Propuso un desarrollo de la personalidad más amplio, que abarca desde
la infancia a la adultez.
Abordó el impacto de la cultura, la sociedad y la historia en el desarrollo
de la personalidad.
Los 8 estadios psicosociales
Según Erikson, el ser humano atraviesa las siguientes etapas del desarrollo:
1. Confianza básica vs. desconfianza (nacimiento – 18 meses)
Esta etapa se basa en la sensación física de confianza. El bebé recibe el calor
del cuerpo de la madre y sus cuidados amorosos. Su presencia o ausencia
influirá significativamente en el desarrollo psicosocial del niño: si los
progenitores no satisfacen sus necesidades básicas, crecerá entre
sentimientos de frustración y sin esperar nada de los demás.
2. Autonomía vs. vergüenza y duda (18 meses – 3 años)
Esta etapa está ligada al desarrollo muscular y de control de las eliminaciones
del cuerpo (heces, orina). Este desarrollo es lento y progresivo y no siempre es
consistente y estable; de hecho, se trata de un proceso con mucho ensayo y
error.
Por tanto, ante los logros los niños podrán desarrollar sentimientos
de autonomía; mientras que, ante el fracaso, experimentará sentimientos de
duda.
Asimismo, el niño empieza a experimentar su propia autonomía, expresándose
en conductas que oscilan entre la cooperación y la terquedad. En este sentido,
las actitudes de los padres y su propio sentimiento de autonomía son
fundamentales en el desarrollo de la autonomía del niño.
Se da en la edad del juego y los primeros contactos sociales. El desarrollo de
la imaginación tiene un papel clave, así como también el paso a la acción. El
niño tiene la capacidad para poner en marcha los planes motores que le
permitan su irrupción en el espacio. Así, la gran curiosidad por explorar y la
incertidumbre lo llevan a desarrollar conductas de iniciativa o culpa.
Durante esta etapa, crece el interés en desarrollarse socialmente y contactar
con otros niños. Si estas interacciones con los padres y sus iguales no tienen
una respuesta positiva, la balanza se inclinará hacia la culpa.
4. Laboriosidad vs. inferioridad (5 años – 13 años)
Es la etapa en la que el niño comienza su instrucción preescolar y escolar. Y
suele estar ansioso por hacer cosas junto con otros. Aquí ya existe un bagaje
de experiencias que le permiten desarrollarse en un ámbito con reglas. Tanto
la socialización como el intercambio con sus pares potenciarán la superación
de circunstancias a través de la proactividad o de replegarse.
Durante esta etapa, el niño llega a sentirse insatisfecho y descontento con la
sensación de no ser capaz de hacer cosas o de no hacerlas bien. Además,
puede de desarrollar un sentimiento de inferioridad por aspectos de su
identidad, como por ejemplo su situación económico-social o por su condición
“racial”. Precisamente por ello, la escuela debe velar por el establecimiento del
sentimiento de laboriosidad.
5. Búsqueda de identidad vs. difusión de identidad (13 años -21 años)
En esta etapa, el sujeto transita tanto la búsqueda de una identidad como
diversas crisis marcadas por la resignificación de los conflictos de cada etapa
anterior. Asimismo, la exploración de los propios límites y posibilidades ocurre
en esta etapa, marcando diversos hitos en la consolidación de la identidad del
adolescente.
6. Intimidad vs. aislamiento (21 años – 40 años)
La intimidad supone la posibilidad de estar cerca de otros, ya que el sujeto
posee un sentimiento de seguridad sobre quién es y no tiene miedo a
“perderse” a sí mismo. Antagónicamente, la persistencia de conflictos
adolescentes e inseguridad, provocan aislamiento y deficiencia en los vínculos
sociales.
7. Generatividad vs. estancamiento (40 años- 60 años).
Período generalmente dedicado a la crianza de los niños, por lo que tiende a
dejarse de lado las necesidades propias. La tarea fundamental de esta etapa
es lograr un equilibrio apropiado entre la productividad y el estancamiento .
La productividad refiere al amor hacia el futuro y tiene que ver con una
preocupación sobre la siguiente generación y todas las demás futuras .
Además, se relaciona con la realización de cualquier actividad que llene esa
“vieja necesidad de ser necesitado”. Como, por ejemplo: realizar tareas
vinculadas a la enseñanza, la inventiva, las ciencias, el activismo social, la
escritura, etc.
En cambio, el estancamiento, es la “auto-absorción”: cuidar de nadie. Sin
embargo, algunas personas tratan de ser tan productivas durante esta etapa,
que llega un momento en que no se pueden permitir nada de tiempo para sí
mismas, para relajarse y descansar. Al final, estos individuos tampoco logran
contribuir algo a la sociedad.
8. Integridad vs. Desesperanza (60 años en adelante)
La vejez está caracterizada por una lucha entre la integridad y la
desesperación. Esta es la última etapa, donde los pesares de la vida junto al
desgaste físico se van acumulando. Según Erikson, el gran objetivo consiste
en mantener la integridad física y emocional, sin caer en la desesperanza.
Para concluir, recalcamos que la teoría de Erik Erikson tuvo un importante
impacto en la psicología norteamericana y después en todo el mundo . Hoy en
día sigue ejerciendo una fuerte influencia en la investigación y en el campo
terapéutico. Se trata de un enfoque interesante, profundamente humano y
esperanzador