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Soberanía Cultural y Lengua Guaraní

El documento trata sobre la soberanía cultural, identidad y lengua guaraní en Paraguay. Aborda el valor del guaraní como factor de identidad nacional y manifestación de la soberanía paraguaya. También describe las características lingüísticas del guaraní y su importancia en la educación paraguaya y transmisión de la cultura paraguaya. Finalmente, discute los desafíos que plantea la globalización a la soberanía e identidad cultural de los países pequeños.

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Soberanía Cultural y Lengua Guaraní

El documento trata sobre la soberanía cultural, identidad y lengua guaraní en Paraguay. Aborda el valor del guaraní como factor de identidad nacional y manifestación de la soberanía paraguaya. También describe las características lingüísticas del guaraní y su importancia en la educación paraguaya y transmisión de la cultura paraguaya. Finalmente, discute los desafíos que plantea la globalización a la soberanía e identidad cultural de los países pequeños.

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ISSN 2707-1642

SOBERANÍA CULTURAL, IDENTIDAD Y LENGUA GUARANI


Cultural sovereignty, Identity and Guarani language

David Galeano Olivera2

Resumen

El articulo trata acerca del valor de Lengua Guaraní como factor de identidad
nacional y como manifestación principal de la soberanía paraguaya. Asimismo,
describe las características peculiares lingüísticas del guaraní en comparación con
el castellano, con ejemplos referidos a la fonología, morfología y sintaxis. Aborda
igualmente el valor de la Lengua guaraní en el proceso educativo paraguayo ya que
su presencia en la malla curricular garantiza el respeto a los derechos humanos y
lingüísticos del guaraní-hablante. Finalmente, enfatiza el valor histórico y social
del guaraní en la transmisión de las manifestaciones esenciales de la cultura
paraguaya, sentenciando que es y será imposible entender la cultura paraguaya sin
el guaraní.

Introducción (Moñepyrû)

Existen muchas lenguas o idiomas en el mundo. Según los últimos datos son más
de seis mil lenguas las que aún se hablan en la tierra. Varias de ellas inclusive
trascendieron sus fronteras originales y mediante los innumerables procesos de
conquista y colonización a lo largo de la historia, se impusieron en varios otros
países del mundo, así, por ejemplo, el inglés, el castellano, el francés o el portugués
y más antiguamente el griego y el latín. En otras palabras, y desde un punto de
vista geopolítico, dichas lenguas son la manifestación indubitable de la

2-Licenciado en Lengua Guaraní (UNA), Licenciado en Antropología Cultural Guaraní y


Paraguaya (ATENEO), Especialista en Metodología de la Investigación Aplicada (UNA), Post
Graduado en Didáctica Universitaria (UNA) y Doctor en Lengua Guaraní (ATENEO).
Asimismo, Doctor Honoris Causa del Instituto Superior de Bellas Artes (ISBA). Profesor Titular
de la Universidad Nacional de Asunción. Docente de la Facultad de Filosofía; de la Facultad
de Ciencias Exactas y Naturales; de la Facultad Politécnica; y del Instituto Dr. Andrés
Barbero. De otras universidades (Universidad Nacional de Itapúa, y de la UTIC). Docente de
la Academia Militar Mcal Francisco Solano López. Fue director -Miembro de la Academia de
Lengua Guaraní – Académico Nº 6.

ÑEMITȲRÃ, 2019; 1(1) 19


DOI: https://doi.org/10.47133/nemityra010103
ISSN 2707-1642

hegemonía de los países más poderosos por sobre los más pequeños, menos
desarrollados, indefensos, con menor poder hegemónico, minoritarios y
minorizados. Esta es la representación de la eterna lucha de los poderosos que
ambicionan más y los débiles que no disponen de los recursos necesarios para su
protección o defensa de los ataques despiadados a los que están sometidos de
manera inmisericorde.

Desarrollo (Hetepy)
Identidad cultural, lenguas y fuerzas hegemónicas

Sin ninguna duda, cada día, los países poderosos procuran ganar terreno mediante
la imposición abierta o encubierta de cualquiera de los elementos de su identidad
cultural, así, por ejemplo, a través de la difusión de sus idiomas y de sus diversos
productos (alimentos, bebidas, ropas, etc.). En América, invadida por los ingleses,
españoles, portugueses y franceses, se impusieron territorialmente los ingleses y
españoles; sin embargo, el poderío inglés hoy invadir masivamente el mundo latino
mediante una guerra de empoderamiento, silenciosa pero efectiva. Sin tener que ir
muy lejos, en el Paraguay y en el entorno hispano-hablante, asistimos a la invasión
del inglés con locuciones como: shopping, full, email, Facebook, Twitter, lobby,
showroom, iPhone, notebook, pendrive, BlackBerry, after office, Coffe break,
fusión, etc.; y obviamente, en dicho proceso de colonización lingüística influyen
tremendamente los medios masivos de comunicación que están ―controlados‖ por
los más poderosos. Estas lenguas hegemónicas al imponerse en otros territorios
también posesionan al país que detenta el ―poder‖, violando de manera sistemática
la soberanía nacional del más débil. Es más, las personas que se resisten a utilizar
estas nuevas palabras prácticamente ―dejan de existir - no existen‖. A tanto llega la
fuerza de la dominación que hasta nos pintan estas nuevas palabras como fáciles
de decir más allá que resulten difíciles de pronunciar. Todo apunta a presentarnos a
estos idiomas hegemónicos como los más fáciles, los exitosos, los que abren todas
las puertas, los que nos comunican con el resto del mundo, los que tienen más
estatus, los que nos asocian a una mayor y mejor formación académica y a un más
elevado nivel de inteligencia. En fin, los beneficios que nos ofrecen estos super
idiomas son innumerables y fabulosos. A no dudarlo, la idea de la globalización
está directamente asociada a los intereses de empoderamiento de las potencias
hegemónicas. La globalización es un gran negocio, es el negocio, de estos grandes
países que mueven los hilos del mundo; por lo que podemos inferir que la
globalización es a todas luces un proceso de dominación, en el cual los más fuertes
se imponen a los más débiles. Mediante la globalización se ―unifica‖ el mundo en
torno al idioma, a las tradiciones, costumbres, producciones, etc. de una sola
potencia; o en otras palabras y usando una aleja frase: todos los caminos conducen
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a Roma. La aldea global apunta a convertir a todos en ciudadanos de un solo


territorio, hablantes mayoritarios del inglés y consumidores acérrimos de todo lo
que el gran imperio produce.
Se deduce entonces que en esa carrera de globalización cualquier modelo cultural
extraño al que se quiere imponer se convierte en estorbo, molestia y peligro. De allí
que a más de las estrategias de difusión masiva de las lenguas hegemónicas
también existe un velado proceso de discriminación, invisibilizarían y anulación
de cualquier otra lengua emergente. Aquí es donde el más grande -por cualquier
medio- intenta constantemente comerse al más chico.

Soberanía, Identidad Cultural y Globalización

Jean Budín, en 1576, en ―Los seis libros de la República‖


(http://www.cem.itesm.mx/derecho/sitioobservatorio/info/islas/38_A_Guide/16-
La-Repblica-Jean-Bodin.pdf) definir a la soberanía como “el poder absoluto, esto
es supremo de los ciudadanos y súbditos, no sometido a las leyes, salvo la de Dios
y la natural. Es un poder perpetuo (de por vida de quien tiene el poder) de una
República, no delegado, inalienable e imprescriptible. En este sentido, la
soberanía no es limitada, ni en poder ni en tiempo. El soberano no está sujeto a
las leyes porque “no es posible mandarse a sí mismo”. Es además un poder
indivisible, que le da por lo tanto unidad y estabilidad”. Jean Jacques Rousseau
en
―El contrato social‖
(http://www.fundecbogota.com/libros/Juan%20J.%20Rousseau%20-
%20El%20Contrato%20Social.pdf), publicado en 1762, dice que la
soberanía reside en la colectiva o el pueblo; que origina el poder enajenando sus
derechos como pueblo a favor de la autoridad. Para Rousseau cada
ciudadano es a la vez soberano y súbdito, ya que contribuye a crear tanto la
autoridad y a formar parte de ella; ya que por su razón soberana o su voluntad dio
origen a la mencionada autoridad y por otra parte está sujeto a esa misma
autoridad desde el momento en que se obliga a obedecerla.

La soberanía popular implica pues que la residencia legal y efectiva del poder de
mando de un conjunto social se encuentra y se ejerce en y por la universalidad de
los ciudadanos; es decir, el pueblo, sobre todo en los países democráticos.

Lo expuesto nos conduce sostener también que cada pueblo soberano tiene a más
del territorio geográfico y la población, una identidad cultural, entendiendo por
ella el patrimonio creativo colectivo acumulado a través del tiempo, que distingue
a una nación de otra y que genera el sentido de pertenencia en sus ciudadanos. En

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otras palabras, un pueblo es dueño de un patrimonio colectivo construido a lo largo


de su historia y que se caracteriza esencialmente por contener modelos
culturales comunes, tales como el idioma, las costumbres, las tradiciones,
las creencias, los usos, etc. De allí es que hablamos de la cultura con
sentido nacional, así, cultura paraguaya, cultura argentina, cultura brasilera,
cultura española, cultura norteamericana, etc. Cada una de ellas posee como
parte de su identidad un idioma propio o lengua materna, comidas
típicas, vestimentas tradicionales, expresiones artesanales, etc. Sin
embargo, son esa soberanía y esa identidad cultural las que de un tiempo
a esta parte están siendo perturbadas, soliviantadas, degradadas o rebasadas
-en los países de mediano y pequeño porte- por los grandes poderes
hegemónicos que poseen un planificado e implacable poder de penetración
o invasión.

Por otro lado, hablar del ser humano es hablar básicamente de sociedad, cultura,
tiempo y espacio, y, por consiguiente, el ser humano implica diversidad.
Precisamente, la Antropología Cultural nos demuestra que no somos iguales y que
en muchos casos apenas nos parecemos. Es así que un paraguayo se diferencia de
un argentino, un brasileño, un norteamericano, un alemán o un japonés por el
idioma que habla, por las costumbres, creencias, usos y tradiciones que aprende,
posee, practica, difunde y hereda; y por el espacio y el tiempo en el cual vive.
Definitivamente, más nos parecemos en las pequeñas asociaciones (núcleo
familiar) y nos parecemos menos, mucho menos, en la asociaciones más generales
o globalizadas. Obviamente esto deja al descubierto que la globalización es apenas
un pretexto, una cuestión de marketing, donde algunas poderosas transnacionales
―hacen su golpe‖ procurando hacernos creer que todo apunta indefectiblemente a
una fantasiosa ―supra-cultura‖. Por tanto, es muy difícil que Mc Donald y Coca
Cola puedan ser más que el guaraní, la mandioca y el terere, o que un guiso
carretero correntino o que una feijoada brasilera. En el fondo, a todos nos gusta y
nos sentimos muy orgullosos de ―lo nuestro‖, de nuestra gente, de nuestro valle y de
nuestra patria. En serio, para mi es imposible imaginarme a un paraguayo sin
guaraní, mandioca y terere, es más, sin guaraní, mandioca y terere ese individuo
deja de ser paraguayo y se convierte en cualquier cosa. Lo señalado no es una mera
expresión chauvinista ni la manifestación del nacionalismo a ultranza, es
simplemente una cuestión lógica e innata a la condición humana.

Así como nosotros los paraguayos, también los argentinos, los brasileros, los
norteamericanos, los alemanes y los japoneses tienen su manera de ser. Al igual
que nosotros también ellos se consideran especiales y -por supuesto- más y mejores

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que el resto del mundo. Es más, pese a los procesos de integración regional como
por ejemplo la Unión Europea o el Mercosur, cada Estado miembro de dichos
bloques sigue haciendo lo imposible por potenciar su identidad cultural o
idiosincrasia (idiomas, artesanías, comidas típicas, fiestas populares, etc.),
exponiéndola y ―vendiéndola‖ a través de paquetes turísticos y por los medios
tecnológicos de difusión como internet inclusive. Por consiguiente, al hablar de
la idiosincrasia o de la identidad cultural hablamos de las particularidades
sociales y culturales que definen una manera de ser recurrente, cotidiana y
característica de los miembros de una sociedad específica; y, por ende, la
identidad cultural es algo ―normal‖ en cualquier sociedad humana.
La lengua guaraní y el Paraguay
En ese sentido y refiriéndonos a la situación del Paraguay podemos decir que, al
igual que los demás países, el nuestro se precia de su soberanía como república
(política) y como nación (cultural), cuestión esta última que se evidencia a través
de su identidad cultural, donde la Lengua Guaraní es su principal y más valioso
componente. El guaraní no solamente es un idioma o un idioma más, en el caso
paraguayo es el incuestionable factor de cohesión psicosocial. Es imposible pensar
en el Paraguay sin el guaraní y en el guaraní sin el Paraguay.

Hasta hoy son muchos, paraguayos y extranjeros, que siguen preguntándose como
es que el guaraní se impuso al castellano. Mas llamativa resulta la cuestión cuando
que sus hablantes nativos, originarios, los guaraní, hoy apenas constituyen el 0,7 %
de los seis millones y medio de habitantes que tiene el Paraguay; sin embargo, en
un hecho increíble y sorprendente, casi el 90 % de la población del país sigue
hablando el guaraní, que sobrevivir a las formas más terribles de represión y
opresión. Los guaraní-hablantes recibieron a lo largo de la historia todo tipo de
agresiones verbales y castigos físicos por hablar esta lengua prohibida. Pero cosa
notable, José Gaspar Rodríguez de Francia fue uno de los primeros en usar
corrientemente el guaraní en sus alocuciones a la población; y, posteriormente, en
ocasión de las dos grandes guerras que sostuvo el Paraguay, los estrategas y líderes
del ejército paraguayo, se valieron del guaraní como herramienta de comunicación.
El Mcal. Francisco Solano López incluso convoca, en Jatata Kora, a un mini
congreso para establecer un alfabeto o abecedario, que permitió la publicación de los
periódicos de trinchera como el ―Kavichu ‘i‖, el
―Cacique Lambaré‖, ―La estrella‖ y ―El centinela‖ que contenían prosa y verso que
satirizaban al enemigo. Así como el Mcal. López, también el Mariscal José Félix
Estigarribia dispuso el uso oficial del guaraní por parte del ejército paraguayo
para todas las comunicaciones. Ni los uruguayos, ni los argentinos ni los brasileros
en la Guerra contra la Triple Alianza; ni los bolivianos en la Guerra del Chaco;
pudieron ―entender‖ las comunicaciones de las tropas paraguayas por una sencilla y
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obvia razón: el uso de la Lengua Guaraní, la poderosa lengua de los paraguayos, el


―inglés paraguayo‖.
El guaraní, su persecución y su reivindicación

Lo anotado precedentemente deja al descubierto que la lengua guaraní se


convirtió en un arma estratégica e invencible, en el símbolo más evidente e
indiscutible de la soberanía paraguaya y por consiguiente pasó a ser un peligro
para las fuerzas
contrarias. Consecuencia de ello es que, culminada la Guerra Grande en 1870, una
de las primeras medidas adoptadas por las tropas de ocupación fue la prohibición
del uso de la Lengua Guaraní sobre todo en las escuelas y simultáneamente se
desarrolla una campaña de degradación de la Lengua Guaraní. De esa época viene,
entre otros, la palabra ―guarango‖, término despectivo, equivalente a ignorante, bruto,
campesino, etc. Incluso, los docentes paraguayos ―formados‖ en la Argentina hasta
se ―convencieron" de eso e iniciaron una triste y despiada campaña de represión a
los niños guaraní-hablantes que constituían la mayoría de quienes asistían a las
escuelas tanto de Asunción como del interior.

Pero por más dura, sistemática y brutal que resulta dicha campaña, notablemente el
guaraní logró sobreponerse a la misma. En la actualidad, la Lengua Guaraní goza
del aprecio de casi la totalidad de la población con excepción de unos pocos que
aún guardan el resabio amargo del tiempo en que los guaraní- hablantes fueron
perseguidos por hablarlo.

A partir de la post guerra del Chaco, numerosas personalidades e instituciones del


Paraguay iniciaron una lenta, gradual y progresiva campaña de reivindicación del
guaraní y gracias a esa acción hoy el Avañe ‘ê es idioma oficial de la República,
también es lengua oficial de Bolivia, de la Provincia de Corrientes, de varios
municipios del Brasil; y, sobre todo, es Idioma del Mercosur junto al castellano y al
portugués. Es la primera lengua, idioma histórico, precolombino, hablado en la
actual región del Mercosur. Hoy posee casi nueve millones de hablantes en los
cuatro países constituyentes iniciales del bloque.

El guaraní como lengua: características, incidencia y educación

Lingüísticamente hablando, para alternar ambas lenguas se requiere de un enorme


esfuerzo que al paraguayito le resulta tan simple como tomar un sorbo de terere o
comer mandi‘o chyryry. Para apreciar mejor la dificultad señalada basta mencionar,
por ejemplo, que en el castellano existen preposiciones (voy a casa) y que en el
Guaraní hay posposiciones (aha ñga pe. Traducido: ―voy casa a‖); o bien, que en la
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conjugación castellana los verbos agregan sufijos (camino o, caminas, camino a),
en tanto que, en la conjugación Guaraní los verbos anteponen
prefijos ( aguata, reguata, oguata). Este último es un fenómeno muy importante si
consideramos que los niños -desde que nacen y por cinco años de su vida hasta
entrar a la escuela- estructuran la mente en Guaraní y la escuela, sin éxito hasta
hoy, pretende que la criatura cambie radicalmente al código lingüístico y como por
obra y gracia del Espíritu Santo aprenda el castellano en uno o dos días. Cosa de
locos y obviamente imposible aquí y en cualquier otro país bilingüe. Por otra parte,
cabe destacar que los adjetivos calificativos del castellano expresan género y
número
(señor alto, señora alta, señores altos, seoras altas), en tanto que dichos adjetivos
en Guaraní no indican género ni número, es decir, tienen una única forma de uso
(karai yvate, kuðakarai yvate, karaikuéra yvate, kuðakaraikuéra yvate. Exagerando,
en guaraní no existe yvate, yvata, yvates, yvatas). Por otra parte, en castellano lo
poseído precede al poseedor (el hijo de Carlos, la hija de Carlos, la casa de Carlos,
el patio de Carlos), en cambio en Guaraní primero está el poseedor y luego lo
poseído (Kalo ra‘y, Kalorajy, Kalo rñga, Kalo korapy).

Lo expuesto y otros numerosos ejemplos que me reservo, nos ayudan a ―darnos


cuenta‖ de la diametral diferencia que existe entre el Guaraní y el Castellano y que
no es tan fácil como parece hablar de manera espontánea el Guaraní y el
Castellano; y también demuestra porqué es tan necesaria e impostergable la
aplicación de la educación bilingüe partiendo de la enseñanza en la lengua
materna; lo que de ninguna manera significa que nosotros solamente deseamos que
las personas aprendan únicamente el Guaraní; muy por el contrario, implica sí que
nosotros deseamos la formación de personas bilingües (Guaraní – Castellano) y
que de ser posible también aprendan otros idiomas y que a través de ellos
cualquiera pueda acceder a todos los conocimientos posibles, a la ciencia y a la
tecnología. De hecho, el saber no ocupa lugar, y, por otra parte, la persona que sabe
es libre y cuanto más sabe más libre es.

La situación expuesta (escuelas con clases, libros y exámenes en castellano para


una mayoría de estudiantes guaraní-hablantes) solamente beneficio a los hispano-
hablantes privilegiados de nuestro país, que coincidentemente siempre detentaron
el poder; y por el otro lado, perjudica, en mayoría, a los guaraní- hablantes que
entraron a la escuela y pronto la abandonaron por no entender las clases. Lo
señalado quedó plasmado en un ñe‘ènga muy conocido que dice ―oike
mbo‘ehañpe ha mbo‘ehao ndoikéi chupe‖ (entra a la escuela, pero la escuela no le
entra). Esta situación sirvió única y exclusivamente para mantener en la condición
de analfabetos o semianalfabetos a un alto porcentaje, casi un 40% de la población
paraguaya, que tienen en común el Guaraní, la ignorancia, la pobreza y la miseria;
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y que explica por sí porqué el paraguayo quedó detenido en el tiempo, con una
cultura sencilla, rústica, en Guaraní y con manchones de Castellano, sin tradición
literaria, reducido a la oralidad y con escaso acceso a la ciencia y a la tecnología;
aclarando que la culpa no es del Guaraní sino del Estado o El Sistema que nunca
encara la enseñanza inicial
en la lengua materna mayoritaria del país, el guaraní. Entiéndase bien que el
problema de la mayoría de los paraguayos nunca fue el guaraní, el problema
siempre fue el castellano.

A ello debe sumarse que en un intento imperialista de aniquilación de la identidad


paraguaya y por consiguiente del paraguayo, por muchos años y hasta hace poco se
prohibir el uso del guaraní, lo que se materializa con todo tipo de medidas
coercitivas que fueron desde las agresiones verbales a los castigos físicos. En
varios momentos de nuestra historia se llega a renegar del guaraní en Guaraní
cuando por ejemplo las madres o los padres llegaban a la escuela y pedían, en
guaraní, a la profesora o al profesor que no enseñen a su hijo o a su hija en Guaraní
―anìke rembo‘e chupe Guaranìme, embo‘éke chupe castellano-pe‖, decían y aún lo
siguen diciendo algunos.

¿Pero qué pasa cuando el Guaraní y el castellano se mezclan en el clásico jehe‘a


(mal llamado jopara)? Pues ocurre algo extraordinario y sorprendente: nos
seguimos entendiendo. Cuando alguien -en el molde sintáctico del castellano- dice
―qué hora pio tené hína vo?‖, cualquiera entiende que, más allá de la mezcla, en
realidad preguntan ―qué hora es‖; o al revés, cuando alguien -en el molde sintáctico
del Guaraní- dice ―nde arrierorekorei lapi de color morotî‖, cualquiera sabe que
en realidad eso equivale a ―tú, hombre haragán (inútil) parecido al lápiz de color
blanco‖ y en Guaraní ―nde, kuimba‘e rekorei haiha isa‘y morotîva‖. Les puedo
asegurar que los ejemplos mencionados son muy complicados o difìciles de
comprender para un extranjero o para un castellano-hablante, pero notablemente
ambos casos resultan expresiones comunes y fáciles de entender (“pan comido”)
para el paraguayo. Notablemente y en el afán de anular al Guarani, de a poco se
metiñ en la cabeza de mucha gente que en el Paraguay solamente hablamos
Castellano y Jopará porque el Guaraní es muy difícil luego; sin embargo, cuando
escuchamos el castellano de la gente podemos percibir que también se trata un
simple y llano Jopara del Castellano; en otra palabras, la gente cree que habla en
Castellano cuando dice ―venì na‖, ―decìleke‖, ―de gua‟u nomáko te dije‖,
―te vía llevar en tu casa‖, ―vo pa le llevaste‖, ―yo nio no sabía lóo‖, ―vo taén pio te vas
a ir‖ y otras varias perlitas y perlotas más. Queda claro que así como existe el
Guaraní Jopara también existe el Castellano Jopara. A ley pareja nadie se queja.
Esto también ayuda a entender por qué los paraguayos somos individuos con un
marcado conflicto lingüístico. En síntesis, hablamos mal nuestros dos idiomas
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porque nunca se nos enseñó bien o correctamente ninguna de las dos y por esa
razón llegamos a la mezcla o jehe‘a. Esta es también la razón por la cual el Estado
debe promover la correcta enseñanza de nuestros dos idiomas oficiales.
Conclusión (Mohu‟â)
El Guaraní es una necesidad, es nuestra esencia vital. El guaraní sobrevivir a las
agresiones. Pese a todo, en la actualidad quien no habla guaraní está prácticamente
perdido (gobernante, abogado, médico, ingeniero, agricultor, comerciante,
periodista, sindicalista, policía, etc.). Por ejemplo, los políticos -incluidos aquellos
que hasta hace poco tiempo renegaban del guaraní- hoy se ven obligados a hablar
el Avañe‘ê, a fin de evitar el fracaso o el descrédito político. El número de
contreras del guaraní, comparado a veinte años atrás, se redujo notablemente.

El guaraní es la lengua materna del paraguayo; de ahí es que la cosmovisión


anterior y actual del paraguayo nace, crece, se reproduce y expande, en guaraní. El
castellano al decir del paraguayo común es casi una molestia, por eso se suele decir
―Castellano ha ytaku ndahi‘aréi che jurúpe‖.

En la experiencia de vida del hombre paraguayo, el guaraní siempre fue el amigo


más servicial en los casos difíciles y desesperados; siempre fue el más próximo, el
más solidario y el de más fácil y espontáneo uso.

El Avañe‘ë forma parte del paraguayo. Con el tiempo, probablemente se convirtió


en uno más de sus órganos vitales, o tal vez en uno de sus huesos más duros y
resistentes; o podría -por qué no- formar parte integrante y vivificante de su fluido
sanguíneo. Asimismo, podría decir -sin exagerar- que hasta el aire que respiramos
contiene partículas de guaraní.

La Independencia del Paraguay no depende de las armas de las Fuerzas Militares;


tampoco depende del dinero prestado del Banco Mundial. Por eso, ni perdiendo
una guerra ni si el Banco Mundial nos expropiara el territorio, dejaremos de ser
paraguayos. Nuestra nacionalidad está dada por la presencia -en cada uno de
nosotros- de esa esencia vital que se llama Idioma Guaraní y que, absolutamente,
es nuestra razón de ser. En Paraguay, nada se entiende sin el guaraní; así como
también, nada se puede construir sin él. El día que dejemos de hablar guaraní, ese
día dejaremos de ser paraguayos.

Por todo lo expuesto, definitivamente, la Lengua Guaraní marca a fuego


la identidad y la soberanía del Paraguay. Repito, esto imposibilita pensar en el
Paraguay sin el guaraní y en el guaraní sin el Paraguay. En el guaraní radica la
soberanía del Paraguay.
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