Nombre: Lucille Victoria
Resumen del texto:
¿Qué ha aportado el cristianismo en la historia de la humanidad?
Desde los principios, el cristianismo ha sufrido una fuerte persecución por parte del
judaísmo, pero luego de veinte años de la muerte de Jesús, la nueva fe se había arraigado en
las ciudades más importantes del mundo.
Frente a los imperios otomanos, romanos y demás, que habían mantenido una cultura
de guerra y violencia, el Dios que predicaba el cristianismo resultaba imposible. En este se
dejaba de lado la discriminación que oprimía a las mujeres, el culto a la violencia que se
manifestaba en los combates de gladiadores, la práctica del aborto o el infanticidio, la
justificación de la infidelidad masculina y la deslealtad conyugal, el abandono de los
desamparados, entre otros actos de brutalidad humana.
Esto desencadenó durante tres siglos, que el Imperio Romano persigue y ataca
violentamente a los seguidores de la religión. Sin embargo, no sólo no lograron su objetivo de
exterminar a la nueva fe, sino que al final se impuso el cristianismo, que predicaba un amor
que jamás habría nacido en el seno del paganismo. Esta proporcionaba dignidad y mínimo
respeto a minorías no escuchadas.
Ante las invasiones bárbaras, el imperio romano de Occidente, el cristianismo preservó
la cultura clásica, especial a través de los monasterios, que salvaguardar eficazmente los valores
cristianos en medio de un mundo que con las invasiones bárbaras se había colapsado por
completo. En los siglos siguientes el cristianismo fue decisivo para preservar la cultura, para la
popularización de la educación, la promulgación de leyes sociales o la articulación del principio
de legitimidad política, a pesar de su próxima destrucción por parte de otros pueblos guerreros,
puesto que no asimilaron la nueva fe.
Sin embargo, el cristianismo ejerció sobre ellos una influencia fecunda, que volvió a
sentar las bases de un principio de la legitimidad del poder alejado de la arbitrariedad guerrera
de los bárbaros, buscó de nuevo la defensa y la asistencia de los débiles y continuó su esfuerzo
artístico y educativo. Además, suavizó la violencia bárbara implantando las primeras normas
del derecho de guerra, supo recibir la cultura de otros pueblos, creó un sistema de pensamiento
como la Escolástica y abrió las primeras universidades.
Es cierto que hubo también páginas tristes y oscuras en la historia de la fe de esos
pueblos cristianos, y es verdad también que se cometieron errores, a veces graves, pero en el
curso de esos siglos y de los siguientes, el cristianismo alcanzó grandes logros educativos y
asistenciales, y facilitó el desarrollo económico, científico, cultural, artístico e incluso político.
Un dato importante es que en el siglo XX se declinó la fe cristiana y no es casualidad que haya
sido el siglo con más encarcelamientos, maltratos y ejecuciones por encima de cualquier otro
periodo de la historia. La mayor parte del mundo estuvo controlada por una doctrina llamada
comunismo que causó la desgracia de sus propios gobernados y que, en su expansión, fue
reduciendo a la esclavitud y a la muerte a centenares de millones de seres humanos. No fue,
además, el único peligro totalitario que aqueja a la humanidad en el siglo XX ni el único que
consideró al cristianismo como un objetivo; el otro fue el neopaganismo nihilista del que
nacerían el fascismo y el nazismo.
Nietzsche avanzó una cosmovisión nihilista y anticristiana que luego permearía estas doctrinas.
Nietzsche identifica el concepto de "bueno" con la clase superior. Lo malo corresponde a la
plebe, al vulgo, a la clase inferior. A esa moral aristocrática, de los poderosos, de los fuertes,
se contrapone la moral de los débiles, la de la plebe. Este proponía la superioridad de las razas
nórdicas, implantando una elite que dominaría sin freno de culpa, negación de la existencia y
la crueldad sobre los inferiores. Para lograrlo, judíos y cristianos debían ser aniquilados por las
razas germánicas.
Tales medidas permitirían implantar una sociedad elitista, basada en la desigualdad y la
jerarquía, al estilo del sistema de castas existente desde hace milenios en la India. Estos
preceptos luego tuvieron repercusiones políticas. En ese sentido, las afirmaciones ideológicas
de Nietzsche y las cámaras de gas de Auschwitz se hallan unidas por una línea recta. Tanto la
dictadura nazi y como la de Stalin se basaban precisamente en el rechazo de la herencia
cristiana de la sociedad, en un enorme orgullo que no quería someterse a Dios, sino que
pretendía crear él mismo un hombre mejor, un hombre nuevo, y transformar el mundo.
Sin duda, la aportación del cristianismo a la cultura occidental ha sido enorme a lo largo de sus
casi dos mil años de existencia. Sin embargo, sólo podemos captar algo de su extraordinaria
importancia cuando tratamos de imaginar lo que hubiera sido un mundo sin cristianismo o
cuando observamos los resultados obtenidos por otras culturas. Un mundo que se hubiera
limitado a continuar la herencia clásica no sólo habría resultado en una sociedad en la que los
fuertes y los violentos se sabían protagonistas, sino que, además, habría sucumbido ante el
empuje de los bárbaros sin dejar casi nada detrás.
Ya en el siglo XX, el olvido de algunos de los principios básicos de origen cristiano, sobre todo
en los regímenes incubados por el marxismo o el fascismo-nazismo, ha llevado a situaciones
de una barbarie sin precedentes, una muestra más de que construir el futuro olvidando los
principios sobre los que se asienta implica graves riesgos. Es cierto que los cristianos muchas
veces han dejado bastante que desear en el modo de vivir su fe. Con todo, la influencia
humanizadora y civilizadora de la fe cristiana no cuenta con equivalentes de ningún tipo a lo
largo de la historia universal. Sin la fe cristiana, el devenir humano habría estado mucho más
teñido de violencia y barbarie, de guerra y destrucción, de calamidades y sufrimiento; con ella,
el gran drama de la condición humana se ha visto acompañado de progreso y justicia, de
compasión y cultura