ARGUMENTOS INTERPRETATIVOS
analógico El argumento a simili, es una estructura discursiva de
a simili corte analógico en la que se busca la similaridad de la
proporción, es decir, se trata de establecer una
mediación entre algo. Por ejemplo, si hay un conflicto
entre dos partes, nos orientamos a establecer un
acuerdo de consenso.
En síntesis el argumento a simili o por analogía, implica
que dada una proposición jurídica que afirma una
obligación jurídica vinculada a un ente, ésta misma
obligación existe en relación a cualquier otro ente, que
tenga con el primer ente una corresponsabilidad, un
ejemplo específico sería: si está permitido que una
persona cruce el parque con un gatito, no contradice el
permiso de que no se permita igualmente a una persona
que cruza el parque con una tortuga. Es decir, por
argumento a simili se puede establecer la relación de
analogía entre un caso y otro.
a fortiori, . Este argumento representa el tanto más cuanto que, es
decir, implica señalar: con mayor razón sucede esto.
Implica el uso de adjetivos comparativos como “mayor
que”, “menor que” y “a mayor razón” de tal suerte que se
pasa de una proposición a la otra en virtud del carácter
transitivo de tales enunciados. Un ejemplo sería el
siguiente: si alguien es inocente porque no se aplica la
norma a un caso concreto, con mayor razón a tal sujeto
se aplicará tal cuestión, en función de tales argumentos.
Tarello define el argumento a fortiori en los siguientes
términos: “es un procedimiento discursivo conforme al
cual, dada una proposición normativa, que afirma una
obligación (u otra calificación normativa) de un sujeto (o
clase de sujetos), hay que concluir la validez y la
existencia cómo disposición jurídica de una disposición
jurídica diferente que afirma esta misma obligación (u
otra calificación normativa) de un sujeto (o clase de
sujetos) que está (o estén) en estado de merecer, con
mayor razón que los primeros la calificación normativa
que la primera disposición concedía a éstos” .
Un ejemplo del caso a minori ad maius es: si está
prohibido arrancar cinco hojas de un libro, está
prohibido robárselo. Ahora bien, en el caso de a maiori
ad minus, el ejemplo es el siguiente: si está permitido
fumarse seis cigarros, en consecuencia está permitido el
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fumarse un cigarro.
a contrario El argumento a contrario significa que si se toma como
premisa la verificación de un hecho concreto en el que se
cumplan todas las condiciones legales establecidas en el
supuesto jurídico, entrarán en vigor para este caso
concreto las secuelas o consecuencias jurídicas
prescritas; puede consecuentemente concluirse, que al
acaecer un hecho en el que no se cumplan todos los
requisitos o condiciones legales previstos en la hipótesis
normativa, no podrán aplicarse a éste, las secuelas o
consecuencias jurídicas correspondientes.
a partir de los principios El derecho es un sistema de carácter normativo abierto,
es decir, puede ser visto como un conjunto de normas
inscritas bajo las mismas reglas de permanencia,
desaparición y creación. En cambio, los principios
generales del derecho no provienen de ninguna
autoridad en particular o de un sistema de derecho en
específico, sino se han generado en una larga tradición
de aplicación de normas para la resolución de conflictos
o en los ámbitos de vida social. Los principios son
mandamientos de optimización en el sentido de que, por
identidad, extensión o atribución de razón, contribuyen
a encontrar una solución jurídica a cualquier caso.
En general las reglas prohíben o permiten. Los
principios, en cambio, implican la necesidad de una
valoración previa para saber si algo está o no permitido;
en virtud de que los principios no nacen dentro del
derecho sino más bien en un espacio más general como
lo es la moral, la costumbre y la práctica judicial, ante un
evento, debe valorarse si lo que se juzga está permitido o
prohibido.
En ese sentido, los principios generales del derecho
como normas referenciales tienen en sí mismos un
riesgo de construcción argumental, interpretación o
aplicación. Asimismo, cuando se argumenta, el operador
jurídico enfrenta el riesgo de decidir su uso y,
regularmente, requiere de dotar su juicio con la
construcción de argumentos paralelos de orden
sistemático o analógico.
Los principios generales del derecho que, con el tiempo,
se han convertido en normas positivas son, por ejemplo,
la dignidad, la libertad, la igualdad, la democracia, el
Estado de Derecho y la igualdad social, entre otros. Un
lugar especial lo constituyen por supuesto los derechos
humanos, sin embargo, al ser puestos en una ley, su
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ámbito argumental pasa de un principio general a una
interpretación conforme. De hecho, debe subrayarse que
muchos postulados constitucionales son la traducción de
principios generales.
J. Wróblewsky enumera los usos que se da a la expresión
principios del derecho:
1. Son normas que por su naturaleza o generalidad se
consideran más importantes que otras.
2. Son los principios implícitos en el derecho: justicia,
igualdad, imparcialidad, generalidad, el sentido
abstracto de las normas, etcétera.
3. Son las premisas ajenas al derecho que provienen del
análisis comparado, la práctica judicial o las
convenciones sociales aceptadas.
Debe tenerse presente que los principios generales del
derecho adquieren dimensión interpretativa ante las
lagunas legislativas, de manera similar al argumento
analógico, sin embargo, aquí el argumento no se aplica
por la identidad o similitud de razón, sino a través de
identificar la voluntad expresa del legislador al diseñar
la norma, precisamente por la dificultad de justificarlo
de otro modo.
También los principios son utilizados con finalidad
interpretativa cuando la norma tiene diferentes
significados, ajustando el principio que mejor se vincule
al significado previsto por el operador, según sea el caso.
Se debe tomar en cuenta que hay normas cuyas
premisas responden perfectamente a principios y
principios que dan lugar a un conjunto de normas.
Incluso Wróblewsky considera que hay normas positivas
que son principios generales dada su importancia en el
sistema a los que denomina principios-norma,
constituidos por uno o varios enunciados y que pueden
tener fines argumentales para los operadores. En el caso
de los principios implícitos en el derecho, cuando el
operador interpreta la norma con base en ellos, lo que
hace no es otra cosa sino transmutar la lógica del
legislador racional al asunto de que se trate.
Para el mismo autor, fuera del ordenamiento jurídico
están los principios estra-sistemáticos, en donde la
conexión con el legislador racional es menos sencilla.
Como se observó, se basan en la costumbre, la moral o
las convenciones sociales, por lo que el nexo es en
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realidad una atribución que hace el operador al autor de
la norma a través del significado.
Para Wróblewsky, cuando el operador utilizar un
principio general en la interpretación o argumentación
de un caso, en realidad está atribuyendo esos principios
al legislador racional.
a coherentia parte de la idea de que las paradojas o antinomias no
tienen un estatuto de posibilidad al interior de un
discurso jurídico, es decir, se refiere al espacio en que
dos enunciados legales parecen o resultan ser
incompatibles entre sí, ya que busca la conservación de
los enunciados salvando cualquier situación de
incompatibilidad.
la no redundancia
Económico por el que se excluye la atribución a un enunciado
normativo de un significado que ya ha sido atribuido a
otro enunciado normativo preexistente al primero o
jerárquicamente superior al primero o más general que
el primero; debido a que si aquella atribución de
significado no fuera excluida, nos encontraríamos frente
a un enunciado normativo superfluo” . En síntesis se
trata de establecer un tejido argumental en función de
una propuesta economizante, es decir, orientada hacia
un argumento pragmático, dirigido a la no-redundancia
de un enunciado determinado.
teleológico Tiene que ver con la interpretación dada de un
determinado enunciado en función de su objetivo o
finalidad. El ejemplo que se podría dar es el siguiente: un
sujeto determinado pregunta: ¿Cuál fue la finalidad de
tal ley? La respuesta es la siguiente: en función de su
teleología o finalidad implica estos criterios. Sobre éste
argumento Perelman afirma que: “El argumento
teleológico concierne al espíritu y a la finalidad de la ley,
que no se construye a partir del estudio concreto de los
trabajos preparatorios, sino a partir de consideraciones
sobre el texto mismo de la ley. Se impone una manera
más abstracta de argumentar cuando el estudio histórico
no permite aclararse al intérprete, porque los problemas
suscitados son nuevos y no se planteaban en la época en
que la ley se preparó”14 . En pocas palabras el
argumento teleológico implica establecer un enunciado
en función de un telos o fin de algo, respecto a algo.
por el absurdo Es un tipo de batería argumental que permite la
oposición a un tejido de interpretación determinado en
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un texto jurídico específico, por la derivación absurda,
inadmisible e ilógica a la que traslada y transfiere. El
ejemplo es el siguiente: un determinado sujeto no
acepta una proposición determinada en un texto jurídico
por las consecuencias absurdas a las que conduce el
tejido de la interpretación respectiva.
a rúbrica se da en función del título o rubro que indica un
razonamiento determinado en relación a un hecho
específico. Esto implica la atribución de significado a un
determinado enunciado que está en relación a la rúbrica
que encabeza el grupo de artículos en el que dicho
enunciado normativo se ubica. En la tradición jurídica
este tipo de batería argumental, es sin duda alguna uno
de los más antiguos. El ejemplo que se podría señalar al
respecto es el siguiente: dado un caso fáctico concreto —
un delito por ejemplo—, la rúbrica de una estructura
normativa señala algo específico que de una u otra
forma debe ser acatado. Es decir, el rubro o título nos da
la pauta en términos argumentales para tomar una
decisión concreta. El argumento psicológico, se define tal
como señala Francisco Javier Ezquiaga como —aquel
argumento “por el que se atribuye a una regla el
significado que se corresponda con la voluntad del
emisor o autor de la misma, es decir, el concreto
legislador que históricamente la redactó”.
Histórico está en función de la historicidad específica y de la
diacronicidad concreta de una determinada batería
argumental. Ezquiaga Ganuzas dice al respecto: “A la
hora de definir el argumento histórico nos encontramos
con la dificultad, antes aludida, de la variedad de formas
de entender el papel de la historia en la interpretación.
No es éste un problema superfluo creado artificialmente,
sino que puede tener una gran incidencia para nuestro
trabajo”.