ORACIÓN INICIAL
Padre de infinita caridad, que tanto nos amas, y que nos diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor,
para que hecho hombre en las entrañas de María Virgen y nacido en un pesebre para darnos
salvación, hoy venimos como tus hijos a adorarte. En nombre de todos mis hermanos y hermanas, te
doy gracias por tan grande beneficio; te ofrecemos nuestras vidas para que sean instrumentos de la
paz que tu amado Hijo trajo al mundo. Mi Santo Dios, te pido que tengas compasión del mundo y que
derrames tu misericordia sobre él en abundancia. Que esta navidad sea un motivo para que
reflexionemos sobre los caminos que elegimos, por las conductas que adoptamos y por lo que
olvidamos. Te pido, en el nombre del pequeño Niño Dios, una señal de esperanza para este mundo.
Te suplicamos que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y
desprendimiento, para que Jesús recién nacido encuentre en nosotros su cuna y viva eternamente
entre nosotros. Amén. Padre Nuestro…
CANTO DE DESPEDIDA
Muy agradecidos Quiera el Dios divino
de aquí nos marchamos, que, al dejar el suelo,
al cielo rogamos disfrutéis del cielo,
premie vuestra acción. la hermosa mansión
LETANÍA DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
Kyrie, eléison. (ésta y las siguientes se repiten) Mater boni consílii.
Christe, eléison. Mater Creatóris.
Kyrie, eléison. Mater Salvatóris.
Christe, áudi nos. Virgo prudentíssima.
Christe, exáudi nos. Virgo veneranda.
Virgo prædicánda.
Pater de cælis, Deus, miserere nobis. Virgo potens.
Fili, Redémptor mundi, Deus, Virgo clemens.
Spíritus Sancte, Deus, Virgo fidélis.
Sancta Trínitas, unus Deus, Speculum iustitiæ.
Sedes sapiéntiæ.
Sancta María. Ora pro nobis. Causa nostræ laetítiæ.
Sancta Dei Génetrix. ... Vas spirituále.
Sancta Virgo vírginum. Vas honorábile.
Mater Christi. Vas insígne devotiónis.
Mater Ecclésiæ. Rosa mystica.
Mater Misericordiae. Turris davídica.
Mater divínæ grátiæ. Turris ebúrnea.
Mater Spei. Domus áurea.
Mater puríssima. Foederis arca.
Mater castíssima. Iánua cæli.
Mater invioláta. Stella matutína.
Mater intemeráta. Salus infirmórum.
Mater immaculáta. Refúgium peccatórum.
Mater amábilis. Solacium migrantium.
Mater admirábilis. Consolátrix afflictórum.
Auxílium christianórum. Regína vírginum.
Regína angelórum. Regína sanctórum ómnium.
Regína patriarchárum. Regína sine labe originali concépta.
Regína prophetárum Regína in cælum assúmpta.
Regína apostolórum. Regína sacratíssimi rosárii.
Regína mártyrum. Regína famíliæ.
Regína confessórum. Regína pacis.
Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi. Parce nobis, Dómine.
Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi. Exáudi nos, Dómine.
Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi. Miserére nobis.
CANTO PARA PEDIR Y DAR POSADA
ACTO DE CONTRICCIÓN:
Postrado en vuestra presencia ¡Oh adorable Trinidad!, os bendigo y doy gracias, por el inefable
misterio de la encarnación en el vientre de la mas pura de las Vírgenes, víctima propicia a la Divina
Justicia por el mundo pecador. He aquí al más ingrato de los pecadores, que confundido y
avergonzado reconoce tu amor infinito y ardientísima caridad, os adora, bendice y alaba, a vos, que
desde el vientre purísimo de María os entregasteis a padecimientos, menosprecios y vejaciones
siendo inocente y aún os fijáis en mí, con ojos de misericordia, en mí, el más indigno de tu perdón,
por haber ultrajado vuestra Santidad y Grandeza a cambio de los innumerables beneficios que me
habéis prodigado. Oh Salvador que a redimirme venisteis de la esclavitud del demonio, Padre que,
olvidando mis locuras y extravíos, me busca, me llama y ofrece a cambio de tanta ingratitud: amor y
bienaventuranza eterna. Pequé y me pesa en el alma haberos ofendido. Aumentad, Dios mío, mi
arrepentimiento y dadme la fuerza eficaz para odiar el pecado y perseverarme en vuestro santo
servicio hasta el fin de mi vida. Amén.
(Jaculatoria para cada jornada)
Jesús, José y María,
yo os ofrezco por posada
el corazón y el alma mía
Os ofrecemos estas nueve Aves Marías, oh Castísima Virgen y Madre de Dios, en memoria de
vuestra Gloriosa Maternidad, y por todas las virtudes con que el Altísimo adornó tu alma, os ruego no
miréis en mí la miseria e indignidad que me reviste. Atended sólo al honrosísimo título de Madre de
Dios, título que llenándonos de regocijo y consuelo nos infunde la esperanza de que en la hora final,
olvidándote de nuestras ingratitudes, sólo recordarás que como Madre del Salvador, quien en su
agonía os depositara de su misericordia para que la tuvieses con los pecadores, en esa tremenda
hora os pedimos la uséis con nosotros acordaos en ella, que suplicantes imploraremos vuestra
asistencia, cuya memoria no bastará, pues sabemos que nunca quien vuestro auxilio implora, será
desamparado y así confío en obtener la gracia de recibir en mi pecho a vuestro Divino Niño Jesús
Sacramentado, gracia que será la señal de mi perdón y prenda segura de la vida eterna. Amén.
PRIMERA JORNADA
Considera, humildísima Reina de los Ángeles, la gran obediencia con que habiendo oído que el
César ordenaba que todos los que viviesen en su imperio se empadronasen para pagar el tributo,
dispusisteis en compañía de vuestro Esposo Sr. S. José, dejar vuestra santa casa de Nazaret y
tomar camino a Belén, a pie y con mil incomodidades, para que os empadronasen como tributarios;
llevando en vuestro seno virginal el Rey de Reyes, siendo éste el motivo por que os expusisteis a los
rigores del frío y a otros muchos padecimientos. Yo os ruego, madre amorosísima, nos enseñéis a
obedecer a vuestro soberano Hijo, que sirva a Dios y aprenda de Jesucristo Nuestro Señor el camino
de la gloria eterna. Amén.
Humildes peregrinos ¡Oh! Peregrina agraciada,
Jesús, María y José, oh bellísima criatura,
mi alma os doy con ella, yo te ofrezco el alma mía
mi corazón también. para que me deis posada.
(Se canta después de cada jornada).
SEGUNDA JORNADA
Considero, Virgen santa como salisteis en compañía de vuestro castísimo Esposo, de Nazaret para
Belén, con aquella cortedad y pobreza que tanto amabais y para un camino tan largo no llevasteis
sino un hatillo insignificante cargado en un jumento, estampando vuestras humildes plantas en el
áspero camino (tan quebrado como dichoso): cuyas piedras os lastimaron horriblemente. Pero qué
os importaban si llevabais en vuestro virginal vientre al Divino Jesús hecho hombre. Yo os adoro y
alabo, rogándoos que me enseñéis a sufrir las incomodidades de la vida y que amando la pobreza
siga yo vuestras huellas para gozar la bienaventuranza eterna. Amén.
Humildes peregrinos, etc.
TERCERA JORNADA
Con qué admiración considero, oh Reina de los Ángeles, vuestra penosa caminata, acompañada de
los ángeles que os guardaban y que alababan con cantos dulcísimos al Hijo de vuestras purísimas
entrañas. Aquí pondero, madre mía, en medio de lo áspero y dilatado del camino; el consuelo que
vuestra noble alma recibiría mirando a los ángeles vuestros compañeros, festejando con himnos al
Rey de la Gloria. Haz, madre Santísima, que tu Hijo Santísimo me conceda la gracia de que siempre
alabe a Jesús, María y José, en esta vida y después en compañía de los querubes eternamente os
adore. Amén.
Humildes peregrinos, etc.
CUARTA JORNADA
Considero, Paloma inocentísima, como por la afluencia de gentes que caminaban a Belén a
empadronarse, se llenaban todas las posadas del camino y os desechaban cuando llegabais con
vuestro Castísimo Esposo a pedir hospedaje, mirándoos tan pobrecito; yo, madre mía, os doy mi
corazón para que en él os aposentéis. Pondero vuestra humildad cuando os señalaban para
descansar el sitio donde se recogían los animales. Allí comíais vuestras pobres viandas con la
resignación y tranquilidad con que veíais las cosas terrenas. Yo os ruego, Virgen admirable, hagáis
que no se preocupe mi alma con las vanidades del mundo, para que mi corazón albergue sencillo,
sea de amor hacia la Santa Familia.
Humildes peregrinos, etc.
QUINTA JORNADA
Os considero. Peregrina Reina de los Ángeles y Madre de Dios, entrando a la ciudad de Belén, en
compañía de tu santo Esposo y solicitando albergue en donde descansar; lo primero que hicisteis fue
buscar la casa de empadronamiento y cumplisteis con humildad los mandatos del César. Qué
ejemplo de obediencia me dais, Vos, la Emperatriz del Cielo, sujetándoos a las leyes terrenas.
Concededme, Reina mía, que os sirva a Vos y a vuestro Hijo Jesús, conforme a su voluntad y me
sujete al estado y esfera en que me ha puesto, para ejercitar las enseñanzas de Nuestro Señor.
Amén.
Humildes peregrinos, etc.
SEXTA JORNADA
Cómo te compadezco, Reina y Señora mía al verte recorrer de puerta en puerta la ciudad de Belén,
en busca de un albergue en donde ser acogida; y en ninguna parte se compadecieron de vuestra
delicada situación, alegando que por la afluencia de forasteros no había ni un lugar desocupado.
Aquí admiro vuestra paciencia y me conduelo de vuestro dolor y del de Sr. S. José al tener que salir
fuera de la ciudad y dormir al pie de un árbol. Tú, la Emperatriz del Cielo, sin tener un abrigo que te
defendiera de la escarcha y de los vientos. Ruegos, Señora mía, que me alancéis de Jesucristo,
Ntro. Señor, gracia para que siga el camino de la virtud y consiga el miraros eternamente en la
Gloria. Amén.
Humildes, peregrinos. Etc.
SEPTIMA JORNADA
En este día, Señora y madre mía, acordose vuestro Santo Esposo de una gruta en donde algunas
veces los pastores y animales se defendían de las inclemencias del tiempo y con tierna solicitud os
condujo a ese sitio, en donde pasasteis menos mal la séptima noche de vuestra peregrinación.
Suplícoos, Señora, que por vuestra eficacísima intervención merezca que mi corazón se ablande y
abrazado en amor purísimo sea digna habitación donde se alberguen siempre Jesús, María y José.
Amén.
Humildes peregrinos, etc.
OCTAVA POSADA
¡Cuánto sufro, oh! Santísima Virgen al considerar que a pesar de tus sufrimientos pues el
alumbramiento se acercaba, tuvisteis que ayudar a vuestro amante Esposo a limpiar ese lugar
inmundo, que ni para bestias era digno. Concededme Señora que mi conciencia se vea limpia de
iniquidades, que me conforme en todo con la voluntad de Dios para estar con Él en el cielo. Amén.
Humildes peregrinos, etc.
NOVENA JORNADA
¡Ha llegado la hora dichosísima del Nacimiento del Mesías! Arrebatada en éxtasis divino y elevados
los ojos al Cielo diste a luz al Niño más hermoso, más sabio, más apacible, ¡que hubo nunca en este
mundo! Su presencia en la gruta embelleció instantáneamente el lugar con el esplendor de su gloria
y en tu virginal regazo, reverenciado por el Castísimo Patriarca que a sus pies se halla, rodeado de
arcángeles, ángeles y serafines que lo adoran y cantan: Gloria a Dios en las alturas y en la tierra
paz entre los hombres de buena voluntad. Y aún las bestias que pausadamente se acercan a
calendar con s aliento al tierno infante, forman el cuadro más imponderable y majestuoso que se
puede concebir. Es la aurora del cristianismo, la religión divina que ensalza al débil y al oprimido e
iguala al magnate con el mendigo, pues sois buena y clemente, Virgen amorosa. Amén.
Noche buena, Noche hermosa,
Noche de dulces placeres,
No hay Noche más venturosa
para los humanos seres.
(A las once y media de la noche se rezarán nueve avemarías y luego, paseando, se cantará la
letanía del Niño Dios y el Rorro)