A.’.L.’.G.’.A.’.D.’.U.’.
S.F.U.
Or.’. de San Francisco de Campeche, a 28 de Marzo de 2021. E.’.V.’.
R.’.L.’.S.’.F.’.
“Beatriz Castillo Ledón # 6”
J.’.A.’.L.’.M.’.G.’.L.’.
“ALMA DE ANAHUAC”
V.’.M.’.
Adda Lizbeth Avila Pérez
QQ.’.TT.’.
TRABAJO: EL JURAMENTO
El Aprendiz, ha contraído el compromiso de guardar silencio ante los profanos, de
someterse a las leyes de la Masonería y de amar a sus hermanos.
El Compañero no se contenta con ratificar acerca de estos diversos puntos su primera
obligación, pues hay el derecho de pedir al Masón instruido lo que no es posible exigir al
principiante.
Es así que el Compañero deberá redoblar la discreción y guardarse, en particular, de
querer explicar a los Aprendices lo que éstos no puedan comprender, es necesario dejar
que evolucione cada espíritu sin pretender que las inteligencias pasen por alto las etapas
de comprensión que les son necesarias.
No impongamos jamás nuestra manera de ver y sepamos colocarnos a la altura de los
que han avanzado menos que nosotros.
La disciplina del silencio debe sobre todo obligar al Aprendiz o no desperdiciar sus fuerzas
mentales en prematuras charlatanerías. No se llega a ser un buen Pensador, sino
penetrando en sí mismo y ejercitándose en concentrar su energía intelectual. Por el hecho
de guardar escrupulosamente un secreto, se aseguran además las ventajas de la fidelidad
hacia aquellos que os lo han confiado. El Masón que falta a la discreción prometida se
desliga de la Orden por este sólo hecho y renuncia a todos los beneficios intelectuales y
morales de la fraternidad iniciática.
Además, toda la fuerza del Compañero reside en su participación en el alma de la
Masonería. El silencio tiene, pues, para él, una importancia capital, tanto más cuanto que
está llamado a obrar iniciáticamente, es decir, como verdadero conspirador del
pensamiento y de la voluntad.
En lo concerniente a la fiel observación de las leyes el Compañero promete conducirse en
todas las cosas de manera de merecer siempre el ser propuesto como ejemplo a los
Aprendices.
En cuanto a la abnegación hacia sus hermanas, está en adelante directamente
interesado, pues no recibirá nunca sino en proporción a lo que él dé. Si él se encierra en
un egoísmo estúpido, no obtendrá jamás ningún beneficio real de la Masonería; esto es
de una certeza matemática. Para aquel que sepa comprender, egoísmo bien entendido y
altruismo están perfectamente de acuerdo. Todo se resume, además, para H.’. Comp.’. en
una sola resolución, la de llegar a ser verdadero Iniciado y de instruirse en consecuencia,
a fin de poder consagrarse con toda su alma a la obra de la Masonería.
Es cuanto.
Comp.*. Mas.*.
Enma del Rosario Avila Sosa.