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El Libro de San José Por José A. Rodrigues SEMANA 3

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EL LIBRO DE

SAN José
______________________________

Revelaciones sobre la vida, muerte y


glorificación del padre VIRGINAL de Cristo

José A. Rodrigues

1
Imprimatur: + Ramón C. Argüelles, STL
Arzobispo Emérito de Lipa
12.09.2019

Copyright © 2020 José A. Rodrigues

Editor: Benjamin Adams

Traducción del inglés al español: Dolores Carmona Leal

Tapa: Imagen de San José que se venera en la ciudad de San


Fernando (Cádiz, España). Autor de la fotografía: Archivo
Esclavitud de San José - Colección Pablo Aguirre Martín

Diseño del libro: José A. Rodrigues.

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta


publicación puede ser reproducida, distribuida o transmitida de
ninguna manera, incluyendo fotocopias, grabaciones o cualquier
otro método electrónico o mecánico, sin el previo permiso de la
editorial, excepto en el caso de breves citaciones en reseñas, así
como en otros usos no comerciales permitidos por la ley del
copyright.

Publicado por Ad Te Beate Ioseph

www.BookOfJoseph2017.wixsite.com/SaintJoseph

2
PARTE PIMERA: EL JOVEN SAN JOSÉ

1 El Príncipe Infante

2 El Niño José

3 La Adolescencia y la Primera Juventud

4 Un Hijo de David es Convocado

5 Los Sagrados Desposorios

6 El Anciano Viudo

7 El Mensajero

PARTE SEGUNDA: EL PADRE VIRGINAL

1 Camino a la Paternidad

2 La Cuna Humilde

3 Las Primeras Gotas de Sangre

4 Un Asunto Familiar

5 La Epifanía

6 La Presentación

7 El Niño Buscado

8 Refugiados

9 Hijo de José

10 La Dignidad del Trabajo

3
PARTE TERCERA: LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS

1 El Siervo se Marcha

2 El Príncipe Durmiente

3 La Corona de la Vida Eterna

4 Defensor de la Iglesia

5 Patrón Contra el Mal Político

6 En el Tiempo de Dios

PARTE CUARTA: APARICIONES DE SAN JOSÉ

1 Helfta, Alemania

2 Costa de Flandes

3 Quebec, Canadá

4 Agreda, España

5 Cotignac, Francia

6 Knock, Irlanda

7 Fátima, Portugal

8 Cracovia, Polonia

9 Indiana, Estados Unidos

10 Itapiranga, Brasil

11 Manaus, Brasil

4
PARTE QUINTA: RELIQUIAS

1 Manto de San José

2 Cinturón de San José

3 Palo de San José

4 Anillo Nupcial de la Virgen María

5 Estatua Tallada por San José

PARTE SEXTA: PAPAS, SANTOS, Y DIAS DE FIESTA

1 Papa Francisco

2 Papa Benedicto XVI

3 San Papa Juan Pablo II

4 San Papa Paulo VI

5 San Papa Juan XXIII

6 Venerable Papa Pío XII

7 Papa Pío XI

8 Papa Benedicto XV

9 San Papa Pío X

10 Papa León XIII

11 Beato Papa Pío IX

12 Venerable María de Ágreda

13 San Andrés Bessette

14 San Alphonso de Liguorio

15 Santa Teresa de Ávila


5
16 San Josemaria Escrivá

17 San Pío de Pietrelcina

18 Fiestas de San José

PARTE SÉPTIMA: ORACIONES

1 A Ti Bienaventurado San José 240

2 Capa Santa de San José 241

3 Súplicas a San José (Parte de la devoción de Capa Santa) 245

4 Memorare a San José (Parte de Capa Santa) 247

5 Letanía de San José (Parte de Capa Santa) 247

6 El Rosario de San José 251

7 Salve José (Parte de Rosario de San José) 252

8 Oración Antigua (Parte de Rosario de San José) 252

9 Alabanzas Divinas (Parte de Rosario de San José) 253

10 Consagración a San José 256

11 Suplica a San José 256

12 Visita a San José 257

Bibliografía 283

Crédito de Arte 284

6
Dedicación

Este humilde libro está dedicado al Padre Paulo Tinguely por su


asistencia espiritual en la tierra, por su amistad paternal y por
aguantarme a lo largo de los años. Este buen sacerdote, aunque
él lo negara fuertemente, es un santo a mis ojos.

Mi especial agradecimiento a Benjamin Adams, quien es como


mi Johnathan para David ( 1 Samuél 18:1-4).

Gracias a Dolores Carmona Leal por su generoso trabajo al


traducir este libro al español.

7
Su Santidad el Papa Francisco
Ángelus 22 diciembre 2013

José era un hombre que siempre escuchaba la voz de Dios, él era


profundamente sensible a Su secreta voluntad y atento a los
mensajes que le llegaban desde la profundidad de su corazón y
desde lo alto. El no persistía en seguir su propio plan para su vida
y no permitía que la amargura envenenara su alma; en cambio, él
estaba dispuesto a cumplir la voluntad de Dios y, por
consiguiente, era un buen hombre. El no odiaba. Sin embargo,
¿cuántas veces el odio, o incluso el desagrado y amargura
envenenan nuestras almas? Esto es dañino, nunca lo permitas:
San José es un ejemplo de ello. José de esa manera llegó a ser cada
vez más libre y mejor. Aceptándose a él mismo según el designio
de Dios, José se encontró a él mismo plenamente, más allá de él
mismo.

Su libertad para renunciar a lo que él era, las posesiones de su


vida, y toda su disponibilidad interior a la voluntad de Dios, nos
desafía y nos muestra el camino (Francisco, 2013).

8
PRÓLOGO

El Libro de San José es sobre el Esposo de nuestra Bendita Madre


la Virgen María y el Padre Virginal de Jesús. Como sacerdote,
leyendo El Libro de San José, estoy sorprendido de su realeza,
castidad, juventud y de la importancia de este intercesor en la
vida de la iglesia. Hay muy buenos puntos de reflexión que
desafían las antiguas ideas que pudiéramos tener de San José,
como que él era un viudo, un señor anciano y que tenía sus
propios hijos. ¡Esas nociones no son aceptadas en este libro ¡

Es muy innovador escuchar en este libro la tradición de la Iglesia


sobre este santo y poner sobre la mesa, como consecuencia, una
imagen más viva de quien era San José realmente y quien es
todavía.

Muchas referencias son hechas en base a los privilegiados


conocimientos de tres mujeres videntes provenientes de sus
escritos sobre la vida de la Sagrada Familia. Dos de ellas todavía
no son santas de la Iglesia, una de ellas Venerable y la otra Beata.
Papas, padres de la Iglesia, y santos muy conocidos son citados a
lo largo de todo el libro, dando credibilidad al texto.

Y finalmente, el libro incluye una serie de oraciones, reconocidas


y aceptadas por la Iglesia, siendo una sencilla manera de
encontrar la oración necesitada, y todo ello cuando encontramos
los consejos de los Papas y santos: “acudid a San José”.

Padre Paulo Tinguely

9
INTRODUCCIÓN

San José es el reflejo de Dios el Padre, Guardián del Hijo Dios,


Amigo de Dios Espíritu Santo, y esposo de la Inmaculada
Sirvienta. En su juventud, él rezó para la llegada del Mesías
prometido. En su vida adulta, no solo fueron sus oraciones
respondidas, sino que él amó y sostuvo al Mesías, Jesucristo. Y
ahora, en la Corte Celestial, San José intercede por la Iglesia ante
el Trono de Cristo.

Aunque él tiene el estatus de protodulía (venerado sobre todos


los santos, excepto la Virgen María, San José es fácilmente
ignorado por la gente con la misma excusa “conocemos poco
sobre él, la Biblia no dice muchas palabras de él”, cuando en
realidad, conocemos mucho sobre él- sólo necesitamos buscarlo.

En el recorrido para encontrar a San José, uno llega a descubrir


que hay en realidad mucho que aprender sobre él en las palabras
de los santos, místicos y Papas de la Iglesia. El problema es que
muchos de esos escritos son demasiado técnicos y son
inaccesibles para muchos de los fieles creyentes, y, por tanto, han
pasado desapercibidos durante siglos.

Queriendo dar a conocer más sobre San José con todos, pero
sabiendo que, en estos días y tiempos, mucha gente tiene poco
tiempo para leer largos y complejos textos, el autor decidió hacer
la investigación y presentar los hallazgos en una sola cubierta.
Después de que la información fuera reunida de varias fuentes,
la vida de San José fue armada en una única narrativa. Fue una
difícil tarea seleccionar que incluir y que dejar, pero, al final, lo
esencial ha sido cubierto.

Las palabras aprobadas de los Místicos, Santos, Beatos,


Venerables y Papas, no solo presentan la historia de San José, sino

10
que también permiten entender las creencias de esas figuras tan
importantes dentro de la historia de la Iglesia.

Trabajos de arte han sido incluidos para ayudar al lector a


reflexionar sobre los eventos más importantes de la vida de San
José, así como para exhibir distintos estilos de arte de todo el
mundo.

Con la esperanza de que la gente desarrolle una especial devoción


hacia este santo, una sección de oraciones a San José ha sido
incluida. Entre ellas, la oración al Santo Manto de San José, la
Coronilla y otras oraciones.

Aunque autor no es un teólogo, catedrático, profesor, ni ningún


tipo de autoridad en esta materia, había una necesidad de escribir
este libro y compartirlo con la esperanza de que la gente obtenga
algo bueno de esto, ya sea un mejor conocimiento de San José,
una oración que nunca haya sido rezada, o incluso una imagen
que nunca haya sido vista. Por lo tanto, este humilde libro es
presentado al lector con la esperanza de que sea leído con un
corazón y una mente abierta.

¡Que Dios te bendiga y San José sonría sobre ti ¡

José A. Rodrigues

11
12
PARTE PIMERA: EL JOVEN SAN JOSÉ

13
Derramaré mi espíritu sobre tu raza y mi bendición cubrirá tus
descendientes (Isaías 44:3).

14
CAPÍTULO 1: EL PRÍNCIPE INFANTE

Este capítulo habla de los venerables padres de San José, las milagrosas
circunstancias de su concepción y nacimiento, su circuncisión y
presentación, y su pronto don del buen juicio.

EL PADRE DE SAN JOSÉ

Para cuando nació Cristo, Judea había caído en manos de los


romanos y los descendientes del Rey David habían perdido su
real derecho de nacimiento y su lugar en la línea del trono. El
Gran Herodes, quien fue designado rey de los judíos por el
senado romano, había usurpado el trono. José de Nazaret, el
padre terrenal de Jesús (no según la carne), fue parte de este linaje
de David y permaneció como legítimo heredero de los reyes de
Judea. La Biblia traza su genealogía en el Evangelio de San Mateo,
nombrando a su padre Jacob, descendiente de David:

Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob… Jesé engendró al


rey David, y el rey David engendró a Salomón …Mattán
engendró a Jacob y Jacob engendró a José, esposo de María,
de la cual nació Jesús, llamado Cristo. (Mateo 1:1-16).

¿Entonces como se explica uno la genealogía dada en el Evangelio


de San Lucas? Ahí se expresa claramente que José es
descendiente del Rey David, pero su padre no es Jacob sino Leví:

Cuando comenzó su ministerio tenía Jesús 30 años, se le


consideraba hijo de José era hijo de Helí. Helí hijo de Mattát,
Mattát hijo de Leví. Natán hijo de David. (Lucas 3:23,31).

Elí (también conocido como Joachim) fue el padre de la Santísima


Virgen María, la esposa de San José. Según la Ley, al casarse con
la Virgen María, el "padre legal" de José o "suegro" se convirtió en
Helí. En el relato de San Mateo, se utiliza la palabra "engendró"

15
al descender el árbol genealógico, y esto se refiere a los padres
biológicos o a los guardianes considerados como padres. En el
relato de San Lucas, las palabras "hijo de" se utilizan en lugar de
"engendró” Esto puede referirse a "hijo a los ojos de la ley."

Sin embargo, muchos de los nombres en el relato de San Lucas


también son padres biológicos, por lo que esto puede causar
confusión. Uno debe ahora mirar a otras fuentes divinamente
inspiradas para la confirmación de que Jacob era de hecho el
padre biológico de San José. De acuerdo con las visiones de la
Mística alemana Beata Ana Emmerich (1774-1824), el padre de
San José era de hecho Jacob, como lo confirmaron otros místicos,
así como fue prefigurado en el Antiguo Testamento:

El abuelo de José Matthan había descendido de David a


través de Salomón. Tuvo dos hijos, Josés y Jacob. Jacob era
el padre de José (A. Emmerich, 1953, pág. 17).

LA MADRE Y LOS HERMANOS DE SAN JOSÉ

El padre de San José era Jacob; sin embargo, la Biblia guarda


silencio en el asunto de quién era su madre. Tanto en el Antiguo
Testamento como en el nuevo, aparece Jacob como el padre de
San José, y, por tanto, uno puede creer piadosamente que Raquel
era el nombre de la madre.

Para la identidad de la madre de José uno podría elegir mirar el


Nihil Obstat e Imprimatur concedidos a los escritos de la Sierva
de Dios, la mística Madre Cecilia Baij (1694-1766) que, como
Abadesa del Convento Benedictino de San Pedro en
Montefiascone, Italia, recibió revelaciones de Nuestro Señor Jesús
a mediados del siglo XVIII:

El nombre del padre de San José era Jacob y el de su madre


era Raquel. Ambos se distinguieron por llevar unas vidas
16
muy santas; tenían en común la nobleza de nacimiento
(ambos eran de la familia de David) (C. Baij, 1997, pág. 1).

En cuanto a la cuestión de que José tuviera hermanos, la Beata


Ana Catalina Emmerich, revela que tenía cinco hermanos. La
mayoría de los otros místicos, sin embargo, afirman que San José
era hijo único. Estos "hermanos" mencionados por Emmerich
eran posiblemente primos que a veces vivieron con la familia de
José o tal vez José vivió con ellos por un tiempo. Según la
tradición de la Iglesia, y como lo narra San Hegesippus (110-180),
Cleofás, también conocida como Alfeo, fue un pariente de San
José que a veces era considerado como su hermano. Se casó con
la prima de la Virgen María, que también era llamada María. Se
la menciona en el Evangelio de San Juan (19:25) y San Lucas
(24:18).

LA CONCEPCIÓN Y SANTIFICACIÓN DE JOSÉ

Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía, y


antes de que tú nacieras, yo te consagré (Jeremías 1:5).

A través de la Sierva de Dios, Madre Cecilia Baij, cuyos escritos


han sido aclamados durante siglos, las circunstancias de la
concepción y nacimiento de San José son conocidos.

Estos eventos reflejan aquellos de la profecía Jeremías (Jeremías


1:5) y San Juan el Bautista (Lucas 1:5-19, 41-44) que fueron
santificados en el vientre, y fueron bendiciones para sus familias.
Fueron liberados de la mancha del pecado original por la gracia
de Dios después de su concepción, y que esto no sea confundido
con la Inmaculada concepción de la Santísima Virgen María.

El padre de José, Jacob, nació en Nazaret, mientras que su


madre, Rachel, nació en Belén. Ambos eran descendientes
del rey David y vivían juntos en Nazaret, llevando vidas
17
muy santas. Aunque estaban llenos de virtud, Dios se
dignó a dejarlos sin hijos por un tiempo, y a pesar de lo
duro que fue para ellos, todo fue con el fin de que ...

... José fuera un niño obtenido a través de la súplica


piadosa. Para ello, sus padres generosamente otorgaron
limosna a los pobres y para el Templo en Jerusalén.
También hicieron muchas peregrinaciones para rogar a
Dios por la descendencia deseada (C. Baij, 1997, pág. 1).

No pasó mucho tiempo antes de que Dios recompensara a Jacob


y Raquel con la concepción de ese hijo tan rezado, con signos y
mensajes angelicales anunciando que ese niño fue especialmente
elegido y amado por Dios. La Madre Cecilia Baij continúa:

Fue en una ocasión en el Templo, que la madre de José


experimentó una convicción interna de que Dios había oído
su oración... y de hecho ella concibió a San José.

En este momento, tres estrellas inusualmente brillantes,


superando unas a otras en belleza y esplendor, se podían ver
directamente por encima de su casa ... Un ángel vino a ellos
y reveló ciertos hechos y secretos misteriosos con respecto a
este niño. Y el ángel les dijo:

"Este niño descansando bajo el corazón de su madre tendrá


el feliz privilegio de ver el Mesías prometido y relacionarse
con él. Vosotros debéis criarlo con una previsión y diligencia
especial, entrenándolo e instruyéndolo en las Sagradas
Escrituras. Deberéis decir su nombre “José” y el será grande
a los ojos de Dios (C. Baij, 1997, pág. 2)”.

En el siglo XVII, la mística española María de Agreda (1602-1665)


también recibió información celestial sobre la vida de San José.
Sus escritos han sido aclamados a lo largo de los siglos por Papas
y teólogos, y desde entonces ha sido declarada Venerable por la
18
Iglesia y ahora está en el camino de la beatificación. A ella
también se le mostró que la concepción de San José fue milagrosa:

José iba a ser un milagro de santidad. Ésta maravillosa


santidad comenzó con la formación de su cuerpo en el
vientre de su madre. Para ello, la providencia de Dios mismo
intervino, regulando la composición de su cuerpo con una
agradable proporción y asegurando para él una equilibrada
disposición que hizo que su cuerpo fuera bendecido para ser
la morada de un alma exquisita y una mente bien
equilibrada.

Fue santificado en el vientre de su madre siete meses


después de su concepción, y la levadura del pecado fue
destruida en él durante todo el curso de su vida (M. Agreda,
1912, pg. 163).

San Alfonso María de Ligorio también creía que, por una buena
razón, San José fue santificado en el vientre de su madre:

Cuando Dios, destina a cualquiera para un oficio en


particular, le da las gracias que la persona necesita para ello.
Entre aquellas concedidas, José tenía tres que eran especiales
para él. En primer lugar, que fue santificado en el vientre de
su madre, al igual que Jeremías y San Juan Bautista. En
segundo lugar, que al mismo tiempo se le confirmó en la
Gracia. Y, en tercer lugar, que siempre estaba exento de las
inclinaciones de la concupiscencia (A. Liguori, 1962, pg. 5).

EL NACIMIENTO DE JOSÉ

Durante este tiempo de santa expectativa, Jacob y Raquel se


sumergieron en la oración, dando a los pobres, y realizaron
períodos de ayuno– todo en acción de gracias a Dios por la venida

19
de su hijo prometido. Cuando llegó el día en el que el principito
iba a nacer, la Madre Cecilia Baij revela:

La madre de José le dio a luz con facilidad. El pequeño bebé


tenía una expresión angelical, venerable, y serena... y la mera
visión de él era una ocasión de estímulo espiritual para
todos. Las noticias del nacimiento de este niño, y las
inusuales circunstancias relacionadas con él, se extendieron
por todo Nazaret. Se decía que el niño sería un verdadero
“ángel" del paraíso", y todos estaban eufóricos (C. Baij, 1997,
pág. 3).

Las tres estrellas aparecieron de nuevo sobre la casa cuando


José estaba naciendo y fueron observadas con asombro. José,
al abrir sus pequeños ojos, las dirigió hacia el cielo, y por un
tiempo quedaron fijadas en esas estrellas, las señales que
Dios había dado para anunciar su nacimiento.

José estaba en la gracia y amistad de Dios, habiendo sido


previamente liberado de la mancha del pecado original ... El
crecimiento de su alma se derivó de las gracias que él obtuvo
de la abundancia y generosidad divina. Dios lo adornó de
acuerdo con Su propio corazón y espíritu, con el fin de
finalmente hacerlo un digno novio de la Madre de la Divina
Palabra (C. Baij, 1997, pág. 4, 5).

LA CIRCUNCISIÓN Y LA PRESENTACIÓN DE JOSÉ

En cuanto al principito, las Escrituras no dan cuenta de su


infancia. Al igual que con la historia de su concepción y
nacimiento, uno debe mirar a los escritos divinamente inspirados
de la Madre Cecilia Baij para los detalles de la circuncisión de
José, su temprano don de la razón, y su presentación en el
Templo.

20
En el día octavo de su nacimiento, los padres llevaron a San
José a circuncidar y se le dio el nombre de "José" (que
significa: al que Dios engrandece). Aunque al principio
llorara, el infante pronto quedó tranquilo, ya que entre los
muchos dones que Dios le otorgaría, se encontraría el uso de
la razón. Y debido a su santificación en el seno materno,
siendo liberado de la mancha del pecado original, José ya
estaba en la amistad santificante de Dios (C. Baij, 1997, pág.
5).

Cuarenta días después del nacimiento de José sus padres lo


llevaron al Templo de Jerusalén para presentarlo... mientras
el sacerdote tomó a José en sus brazos, y lo presentó y lo
ofreció a Dios, experimentó una extraordinaria sensación de
alegría y consuelo de Espíritu.

El sacerdote ... percibió cuan agradable este niño era a los


ojos de Dios. Durante todo el ritual los ojos de José estaban
abiertos y dirigidos hacia el cielo, siendo completamente
absortos en Dios. ... el sacerdote les reveló que este niño era
agradable a Dios, y estaba destinado para grandes cosas...
después de escuchar esto, los padres dieron gracias a Dios,
... con sus corazones profundamente tocados y llenos de
alegría. Ellos llevaron a José a casa como un tesoro, como un
divino don conferido (C. Baij, 1997, pág. 6, 7).

21
CAPÍTULO 2: EL NIÑO JOSÉ

Este capítulo habla sobre la educación del niño José, su piedad, sus
ángeles acompañantes y los ataques del diablo.

LA EDUCACIÓN Y PIEDAD DEL NIÑO JOSÉ

A medida que el niño José crecía, maduraba rápidamente en


inteligencia, en la conciencia de Dios y en las virtudes angelicales.
Como revelaron la venerable María de Agreda, la Madre Cecilia
Baij y la Beata Ana Catalina Emmerich, este fue el resultado de la
obra que Dios había hecho para santificarlo y bendecirlo con el
uso temprano de la razón, y la enseñanza de la Escritura por parte
de su padre Jacob.

El Señor aceleró el uso de la razón de José, dotándolo de la


ciencia infusa e incrementando su alma con nuevas gracias
y virtudes. El niño comenzó a conocer a Dios como la causa
y autor de todas las cosas. Él escuchó y comprendió con
entusiasmo todo lo que se le enseñó con respecto a Dios y
Sus obras. Era de una disposición amable, amorosa y afable,
sincera, mostrando inclinaciones no sólo santas, sino
angelicales, creciendo en virtud y perfección (M. Agreda,
1912, p. 164).

José tuvo el privilegio de hablar muy temprano y fueron sus


primeras palabras "¡Dios mío!"... Cuando los padres de José
vieron lo inteligente que ya era, comenzaron a instruirlo en
la lectura. Su padre se responsabilizó de ello ya que él estaba
muy instruido en la Ley. José comenzó a aprender a leer, y
se las arregló muy bien. Pronto avanzó a la lectura de las
Sagradas Escrituras, y especialmente los Salmos Davídicos,
todos los cuales fueron explicados por su padre. Esto le dio
mucho gozo a José. José tuvo una gran veneración por los

22
patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob, así como por el profeta
David. A menudo le pedía a su padre que le contara las
historias de sus vidas. José tenía el deseo de imitarlos
cuando vio cómo eran amados y especialmente
privilegiados por Dios (C. Baij, 1997, págs. 12, 16).

Cuando oyó a su padre relatar cómo Abraham siempre


había vivido en la presencia de Dios, José estaba decidido a
imitarlo. Y verdaderamente, José ya había adquirido a la
edad de siete años, un verdadero aprecio de todas las
virtudes que los patriarcas habían practicado (C. Baij, 1997,
pág. 17).

A esta edad prematura, ya practicaba los más altos tipos de


oración y contemplación y se dedicaba ansiosamente al
ejercicio de las virtudes propias de su juventud; de modo
que, en el momento en que otros llegan al uso de la razón, a
la edad de siete años o más, san José ya era un hombre
perfecto en el uso de ella y en la santidad (M. Agreda, 1912,
pág. 164).

José, a quien vi en esta visión a la edad de ocho años, era


muy talentoso y fue muy buen erudito. Era simple,
tranquilo, devoto y sin pretensiones. ... Sus inclinaciones
estaban orientadas hacia el trabajo en alguna artesanía
tranquila, y la oración. A menudo lo veía arrodillado con la
cara hacia la pared, orando con los brazos extendidos (A.
Emmerich, 1953, pág. 76).

LOS ÁNGELES QUE ACOMPAÑABAN A JOSÉ Y LOS


ATAQUES DEL DIABLO

A medida que el niño José seguía creciendo, el diablo se dio


cuenta de él. Era consciente de que José era diferente a otros

23
niños. Este niño poseía el razonamiento y las virtudes de un
hombre adulto, vivía piadosamente y estaba en contacto con
ángeles. El diablo sabía que José algún día se relacionaría con el
Mesías cuando viniera, pero no sabía en qué medida. El diablo
estaba confundido; no sabía completamente cuál era el papel de
este niño en el plan redentor de Dios, pero le hizo la guerra a
pesar de todo, como la Madre Cecilia Baij sabía:

El diablo, ese demonio infernal, era consciente de la luz que


habitaba en José y temía que este niño animara a otros a la
lucha contra él. Intentó varias veces quitarle la vida al niño,
pero sus planes siempre iban mal, porque José estaba
protegido por el todopoderoso brazo de Dios. José fue
custodiado por dos ángeles... y el ángel que había sido
asignado para hablar con él en sus sueños continuamente le
aconsejaba qué hacer para vencer al demonio infernal ... José
nunca falló en cumplir las exhortaciones del ángel. (C. Baij,
1997, pág. 10, 11).

Al ver la dificultad que planteaban los ángeles protectores del


niño, el diablo decidió entonces ir tras las personas próximas a
José, siendo estos , sus padres y los sirvientes domésticos. Trató
de inculcarles hostilidad y confusión, con el resultado deseado de
humillaciones y abusos hacia el pequeño José. La Madre Cecilia
Baij continúa:

El diablo ideó otra artimaña, por la cual, se esforzó por


instigar luchas y confusión entre los padres de José. Esto
también falló. ... Satanás entonces intentó un ataque a los
empleados domésticos del hogar, pero incluso esto falló,
porque José oró por todos ellos y Dios escuchó sus peticiones
(C. Baij, 1997, pág. 11).

El ángel, que había sido asignado para hablar con José en sus
sueños continuamente, le aconsejaba sobre cómo vencer al
24
demonio. Le informaba a José tan pronto como veía que el diablo
se estaba preparando para lanzar otro ataque contra la casa, y José
nunca dejó de llevar a cabo los consejos del ángel.

El diablo a menudo se esforzaba por suscitar que los


empleados domésticos maltrataran a José, con el propósito
de verlo fracasar en el ejercicio de la virtud de la paciencia
durante la aflicción. Pero en esto el demonio nunca tuvo
éxito (C. Baij, 1997, pág. 16).

El diablo, estando cada vez más cabreado y frustrado, infundió


entre algunos de los habitantes de la ciudad un gran odio por
José, incitándolos a abusar de él de varias maneras. Fue revelado
que el diablo eligió actuar a través de, como la Madre Cecilia
escribió, unos “jóvenes indisciplinados “y “una mujer que llevaba
una vida malvada”.

Satanás continuó con su acoso a José revolviendo contra él a


un número de personas que llevaban malas vidas; les
implantó un gran odio por esta alma santa... Jóvenes
indisciplinados accedieron a bombardearlo con abusos
verbales cada vez que se encontraban con él ... se burlaban y
lo abucheaban. El santo José simplemente inclinaba la
cabeza ... y rogaba a Dios que sus enemigos fueran
iluminados y se dieran cuenta de sus errores. Cuando los
jóvenes observaron esto, lo etiquetaron de estúpido,
cobarde, y de ser un conejo asustado. José continuaba
tranquilamente en su camino. Los jóvenes lo siguieron,
lanzándole su lenguaje ofensivo (C. Baij, 1997, pág. 26).

El diablo hizo uso de una mujer que, debido a su vida


malvada, odiaba simplemente la visión del pequeño santo.
Satanás la incitaba a ir a menudo a la madre de José para
acosarla y denunciar falsedades contra su hijo. ... Aunque
sabía quién estaba causando todos los problemas, el corazón
25
de José no tenía ningún tipo de hostilidad (C. Baij, 1997, pág.
27).

El acoso soportado por José también es revelado en los escritos de


la Beata Ana Catalina Emmerich, y más adelante por la Madre
Cecilia Baij, a quien se les mostraron visiones de estos
acontecimientos:

A menudo veía al joven José bajo la columnata en la corte


exterior, arrodillado con la cara de la pared, orando... y vi a
los chicos que se arrastraban sigilosamente y lo pateaban.
Una vez lo vi arrodillado así, cuando uno de ellos lo golpeó
en la espalda, y como no parecía notarlo, repitió su ataque
con tal violencia que el pobre José cayó hacia adelante en el
duro suelo de piedra. A partir de esto me di cuenta de que
había estado en un éxtasis de oración. Cuando volvió en sí
mismo, no perdió los estribos ni se vengó, sino que encontró
un rincón oculto donde continuó su oración (A. Emmerich,
1953, pág. 76).

La visión de este niño virtuoso despertó en el diablo una


rabia espantosa. Se volvió violento, y se comprometió un
día, a arrojar a José de cabeza sobre un tramo de escaleras...
José llamó a Dios para pedir ayuda y el Altísimo le impidió
ser herido... el diablo se vio obligado a retirarse (C. Baij, 1997,
pág. 17).

Los propósitos de estos ataques del diablo no sólo estaban


destinados a producir daño físico a José, sino a destruir o al
menos disminuir su espiritualidad, su santidad, haciendo que se
desesperara y tomara represalias vengándose con odio. Pero esto
no sucedió. Gracias a todo esto, el niño José oró por aquellos que
lo maltrataron, con la madurez de un hombre adulto, pero con la
inocencia de un niño. La Madre Cecilia Baij y el Papa Francisco

26
reflexionaron sobre la paz de San José, incluso en tiempos
difíciles:

José estaba tan sumergido en el pensamiento del amor de


Dios, y tan gozoso por la realización de la presencia de Dios
en su alma, que nada podía perturbar la paz dentro de su
corazón (C. Baij, 1997, pág. 17).

San José no permitió que la amargura envenenara su alma;


más bien, estaba listo para ponerse a disposición del plan de
Dios. Él no odiaba. Sin embargo, ¡cuántas veces el odio, o
incluso la aversión y la amargura envenenan nuestras almas
¡Y esto es dañino! Nunca lo permitas: José es un ejemplo de
esto (Francisco, 2013).

27
CAPÍTULO 3: LA ADOLESCENCIA Y LA PRIMERA
JUVENTUD

Este capítulo habla de la adolescencia sin pecado de José, la muerte de


sus padres, su trabajo como carpintero y su voto de virginidad.

El tiempo pasaba desde los hostigamientos del diablo, y el joven


José continuó viviendo una vida sin pecado a medida que crecía
en cuerpo, sabiduría y en la amistad constante de Dios. También
comenzó a aprender las habilidades básicas de la carpintería. La
beata Ana Catalina Emmerich y La sierva de Dios Madre Cecilia
Baij revelan ese tiempo en la vida de José:

Cuando José tenía unos doce años, a menudo lo veía


visitando las cuevas donde oraba solo. También disfrutaba
haciendo todo tipo de pequeñas cosas de madera; porque
había un viejo carpintero que tenía un taller con el que José
pasaba gran parte de su tiempo. Le ayudó con su trabajo y
poco a poco aprendió su oficio (A. Emmerich, 1953, pág. 77).

A medida que crecía, José hizo grandes progresos en la


práctica de la virtud, en el amor a Dios y en el estudio de las
Escrituras, especialmente los Salmos Davídicos. Su vida se
desarrolló en esta misma línea durante quince años sin
causar en Dios ningún disgusto, sin cometer pecado mortal,
ni ningún pecado venial deliberado, e hizo todo lo posible
para evitar incluso la misma sombra del pecado (C. Baij,
1997, págs. 33, 34).

LA MUERTE DE LOS PADRES DE JOSÉ

Sobre la muerte de los padres de José, la única fuente de


información proviene de las revelaciones de la Madre Cecilia Baij,
ya que ningún otro venerable o santo ha aparecido para presentar
tales detalles. Se ha revelado que San José tenía dieciocho años
28
cuando sus padres murieron. Su madre fue la primera en morir
debido a una enfermedad. Fue José, que se convertiría en el
Patrón de la buena muerte, quien la atendía en sus últimos días.
En sus últimos momentos, experimentó gran felicidad y consuelo
en presencia de su santo hijo:

José tenía dieciocho años cuando, según la voluntad de Dios,


sus padres se apartaron de esta vida terrenal. Le prestó a su
madre una ayuda y servicio muy encomiables,
fortaleciéndola y confortándola en su dolor, rogando
constantemente a Dios que le diera paciencia en su
agonizante enfermedad (C. Baij, 1997, pág. 39).

Su santa juventud la pasó cuidando, ayudando y orando muchas


noches junto a la cama de su madre. José le mostraba su gratitud
a su madre por su bondad con él, teniendo en estos últimos
momentos de su vida un comportamiento ejemplar con ella. No
quería dejarla, y nunca se cansó de servirla y consolarla con su
amor verdaderamente infantil, pero santo.

José permaneció con ella hasta que expiró. Fue una gran
ayuda no sólo para ella, sino también para su padre, que
estaba muy afligido por la pérdida de una compañera tan
virtuosa en la vida (C. Baij, 1997, pág. 40).

San José, sufriendo la pérdida de su madre, tuvo poco tiempo


para llorar la muerte de su madre, ya que fue poco después de su
partida que su padre enfermó. Continuaría en su papel de hijo
devoto de su padre, al igual que lo había hecho con su madre,
cuidando de él en sus últimos momentos:

No pasó mucho tiempo antes de que el padre de José se


enfermara mortalmente. El propio José se había debilitado
considerablemente durante el período de la dolorosa
enfermedad de su madre, a la que ahora se le añadió la grave

29
aflicción de su padre. ... José atendió y sirvió a su padre
afectuosamente, tanto de día como de noche, y lo animó en
la paciente resistencia de sus sufrimientos y ansiedades.
Cuando llegaron las últimas horas de su padre, José lo
atendió con amor, animándolo y consolándolo con su propia
convicción de que pronto entraría en el lugar de la paz y la
alegría. Así, completamente resignado y con la firme
esperanza de obtener la vida eterna, el padre de José
finalmente expiró. Una vez que su padre había respirado su
último suspiro, José se retiró y permitió que su naturaleza
afligida encontrara alivio en las lágrimas. De hecho, tenía
todas las razones para sentirse triste, teniendo en cuenta el
padre tan generoso, amoroso y solícito que había perdido (C.
Baij, 1997, pág. 41).

Después de la partida de su padre, se muestra la imagen de José,


de dieciocho años, cayendo bajo el peso de sus lágrimas, no sólo
afligido por la pérdida de sus padres a quienes tanto amaba, sino
también encomendándose a sí mismo, con confianza filial, al
cuidado del Padre Celestial. La Madre Cecilia Baij continúa:

José calló en sus rodillas, y con lágrimas, pidió ayuda a la


Divina Majestad con estas palabras:

“O Dios mío, mírame, ... privado tanto de padre como de


madre. Los has puesto amablemente fuera del alcance de las
preocupaciones de esta vida mortal, y ahora te ruego que en
Tu bondad me tomes enteramente bajo Tu protección. Me
doy y me entrego por completo a Ti. ... Ya que ya no estoy
sujeto a nadie más que a Ti, Dios mío, dame la gracia
necesaria, para que yo también pueda decir con el profeta
real: 'Mi padre y mi madre me han dejado, pero el Señor me
acogerá (Salmos 27:10). Haz conmigo lo que te plazca. Que
Tu santa Voluntad se cumpla en mí (C. Baij, 1997, pág. 44)."

30
JOSÉ APRENDIZ DE CARPINTERO Y MÁS TARDE SE
MUDA A TIBERÍAS, DONDE ES VISITADO POR UNO DE
SUS ÁNGELES

Le fue revelado a la beata Ana Catalina Emmerich que, alrededor


de los diecinueve años, San José se trasladó a un lugar llamado
Lebona, que estaba al sur del monte Gerizim. Fue ahí donde
aprendió con un carpintero. Después de esto, a la edad de treinta
y tres años, se trasladó a Tiberíades, en la orilla oeste del Mar de
Galilea, donde continuó trabajando como carpintero:

José podría haber tenido de dieciocho a veinte años de edad


en ese momento. Lo vi trabajando con un carpintero en
Lebona. Este fue el lugar donde aprendió su oficio por
primera vez. José era muy devoto, bueno, y en lo absoluto
de carácter complicado, todo el mundo lo amaba. Lo vi
ayudando a su maestro con mucha humildad. Más tarde, lo
vi trabajando en Tiberio para un maestro carpintero. Tenía
treinta y tres años en ese momento. José era muy devoto y
oró fervientemente para la venida del Mesías (A. Emmerich,
1953, pág. 77).

Fue mientras trabajaba aquí que su ángel se le apareció con un


mensaje misterioso:

"Como una vez el patriarca José, por voluntad de Dios, había


sido hecho supervisor de todo el maíz de Egipto, a ti, el
nuevo José, ahora se te encomendará el cuidado del granero
de la salvación." San José, en su humildad, no lo entendió, y
se entregó a la oración continua, hasta que recibió el
llamamiento de dirigirse a Jerusalén (A. Emmerich, 1953,
pág. 77, 78).

31
JOSÉ JURA SU VIRGINIDAD A DIOS

El ángel no tardó mucho tiempo en regresar a José para dar la


orden de que se mudara a Jerusalén, donde comenzaría a entrar
en el misterio del cual se le había dicho muy poco. Mientras
estaba en Jerusalén, el ángel le habló de la Virgen María y fue
inspirado a hacer su propio voto de virginidad a Dios. La Madre
Cecilia Baij reveló lo siguiente:

El ángel se le apareció a José y le aconsejó ir a Jerusalén...


donde en el Templo había una doncella que era más
querida por Dios, y por quien Dios tenía un amor especial.
Esta virgen del templo era María, la hija de Joaquin y Ana.
... Se le dijo que María se había entregado enteramente a
Dios, y le había prometido su virginidad, con la que Dios
estaba complacido. José sintió el deseo de hacer lo mismo,
y dedicó su virginidad a Dios por medio de un voto. Puesto
que esto era algo muy inusual para un hombre, el santo
estaba indeciso si podía hacerlo, y si sería agradable para
Dios. ... Al hacer su promesa de virginidad perpetua a
Dios, el corazón de José se llenó de un gozo inexpresable.
Dios le permitió sentir esto para que estuviera seguro de lo
agradable que le era ese voto. Luego fue elevado a un
éxtasis maravilloso en el que Dios le manifestó a él el
mérito de la virtud de la castidad (C. Baij, 1997, págs. 53,
54).

32
CAPÍTULO 4: UN HIJO DE DAVID ES CONVOCADO

Este capítulo habla de la convocatoria de los hijos de David al templo


para encontrar un esposo adecuado para la Virgen María y trata sobre
la realeza de San José, su primogenitura robada y su sentimiento de
indignidad.

Mientras José trabajaba y vivía en Jerusalén, un decreto salió del


Templo para todos los descendientes varones y solteros del Rey
David: Todos los hijos de la Casa Real de David debían
presentarse en el Templo de Jerusalén para que un esposo
adecuado para la Virgen del Templo, María, hija de Heli
(Joachim), fuera elegido de entre ellos. José, siendo hijo de David,
debía comparecer. La beata Ana Catalina Emmerich escribió:

Cuando la Santísima Virgen había alcanzado la edad de


catorce años y debía ser despedida del Templo, vi que los
mensajeros fueron enviados por toda la tierra y que todos
los hombres solteros de la línea de David fueron convocados
al Templo (A. Emmerich, 1953, pág. 81).

El DERECHO DE NACIMIENTO DAVÍDICO DE JOSÉ

En el Libro del Génesis, se señala que la profecía de Jacob sobre


la pérdida de la corona Davídica sería un signo de la venida del
Mesías.

No será quitado el cetro de Judá, Ni el legislador de entre


sus pies, Hasta que venga Siloh; Y a él se congregarán los
pueblos (Génesis 49:10).

Esta extirpación de autoridad ya había ocurrido para cuando José


llegó al mundo, sin embargo, José seguía siendo el heredero
legítimo de los reyes de Judea. Sin embargo, en el plan divino,
José estaba destinado a servir al Señor como obrero y a

33
esconderse y humillarse en la vida doméstica, al mismo tiempo
que era un noble. San José habría tenido perfecto derecho al trono.
San Pedro Eymard y San Bernardino de Siena comentan que,
aunque el trono fue arrebatado de la familia de José, no era menos
rey debido a ello:

Por lo tanto, como Cristo era Rey, de la línea de David, hizo


que San José naciera de esta misma línea real. Quería que
fuera noble, de la nobleza terrenal. Por lo tanto, en las venas
de San José brota la sangre de David y Salomón, y de todos
los nobles reyes de Judá. Si su dinastía estuviera aún sentada
en el trono, José sería el heredero y se habría sentado en el
trono en su momento. La injusticia había expulsado a su
familia del trono, al que él tenía derecho. Pero por esto, él no
es menos rey, el hijo de estos reyes de Judá, el más grande,
más noble y más rico del mundo. Así, en los registros
censales de Belén, San José fue inscrito y reconocido por el
gobernador romano como el heredero de David: en él yace
su título real, que es fácilmente identificable, y lleva la firma
real (P. Eymard, 1948, pág. 60).

San José nació de una raza patriarcal, real y noble en línea


directa. El Evangelio de San Mateo establece la línea directa
de todos los padres desde Abraham hasta al esposo de la
Virgen, demostrando claramente que toda la dignidad
patriarcal, real y noble llegaron a él (B. Albizensci, 1956, pág.
20).

El Señor Soberano se había dignado a hacer a San José de sangre


real, poniendo en él todo el honor y la gloria de la Casa de David.
Aunque la familia de San José ya no estaba sentada en el trono, él
seguía siendo una continuación de esta nobleza. Llevaba esta
herencia como si fuera un secreto entre él y su Señor, un vínculo
sagrado entre un príncipe terrenal y el Gobernante del Cielo y la

34
Tierra. La realeza de San José no se mostraba con una corona
externa, sino como una escondida en su corazón, un corazón en
el cual el Señor tomó gran consuelo y gran deleite.

JOSÉ SE SIENTE INDIGNO

Habiendo sido previamente hecho consciente de la Virgen María


por su ángel, José a menudo pensaba en ella y contemplaba lo
pura y virtuosa que era, y cómo fue especialmente favorecida y
amada por Dios, pero nunca entró en su mente que él sería digno
de tenerla por su esposa. Sin embargo, obedeció a la citación para
acudir al Templo. En su camino, oró a Dios no para que fuera
elegido como su esposo, sino para que el hombre elegido fuera
verdaderamente digno de ella y agradable a Dios. La Madre
Cecilia Baij revela la oración de San José a este respecto:

"¡Dios mío y mi Bien Supremo! ... Reconozco que soy indigno


de ser el que recibe de Ti un regalo tan eminente como esta
Santísima Virgen María, como cónyuge y compañero. Me
doy cuenta de que no tengo derecho a esperarlo. Voy a esta
reunión sólo porque me ha sido ordenado. Te ruego que le
des a esta Santísima Virgen un esposo que sea digno de ella,
y que esté plenamente de acuerdo con Tu propio corazón.
Pero a mí, concédeme amablemente un aumento de Tu
gracia y amor. Me pongo enteramente en tus manos. Que lo
que sea que te agrade sea siempre hecho en mí. No deseo
nada más que Tu santa voluntad se haga en mí (C. Baij, 1997,
págs. 75, 76)."

35
CAPITULO 5: LOS SAGRADOS DESPOSORIOS

Este capítulo habla de la selección divina de San José como el digno


cónyuge de María.

... a una virgen desposada con un hombre llamado José, de


la casa de David; y el nombre de la virgen era María (Lucas
1:27).

Los Padres y Doctores de la Iglesia están de acuerdo en que Dios


mismo predestinó y santificó a San José para que fuera el esposo
y defensor de la Santísima Virgen María y el padre y protector de
Dios Hijo – Jesús. La tradición sostiene que la selección de José
como cónyuge de María, predestinada por Dios, fue sacada por
sorteo. Esto recuerda el proceso de la selección del apóstol Matías
en el Nuevo Testamento.

Cuando los apóstoles estaban tratando de encontrar un remplazo


para Judas Iscariote, el apóstol que traicionó a Cristo, se reunieron
y oraron a Dios pidiendo una señal de quién iba a ser el elegido y
lo echaron a suertes entre ellos:

Y oraron y dijeron: "Tú, Señor, que conoces el corazón de


todos, muéstranos cuál de estos dos hombres has
escogido..." Echaron suertes y la suerte cayó sobre Matías
(Hechos 1:24-26).

Cuando se trataba de la selección de San José, se reunieron un


grupo de jóvenes de la Casa de David, José entre ellos, uno de los
cuales iba a ser elegido como esposo de María. Según la tradición,
y los santos y místicos de la Iglesia, para discernir un marido
adecuado para María, el sumo sacerdote Zacarías, por inspiración
divina, recordó cómo los israelitas se rebelaron contra Moisés y
Aarón. Para convencer a los israelitas de que Aarón era el Sumo
Sacerdote elegido, Dios le dijo a Moisés:

36
“Habla con el pueblo de Israel. Que te den una rama por
cada familia paterna: que, entre tudos los principales, en
representación de sus familias paternas, te den doce ramas.
Y escribe el nombre de cada uno en su rama y escribe el
nobre de Aarón sobre la rama de Leví. El hombre cuya rama
brote, será el que yo elijo.”

Moisés habló al pueblo de Israel; y todos sus líderes le dieron


ramas, una por cada líder, ... doce ramas... y he aquí, la rama
de Aarón para la casa de Leví que había brotado y puesto
brotes, y producido flores, y llevaba almendras maduras
(Números 17:1-23).

Usando este ejemplo, Zacarías dijo a cada uno de los hombres de


la Casa de David que trajeran una rama con su nombre grabado
en ella, y el hombre cuya rama floreciera sería el esposo elegido
de María. El resultado fue parte del cumplimiento de la profecía
de Isaías:

... y saldrá una rama de la raíz de Jesse, y una flor se


levantará de su raíz. Y el espíritu del Señor descansará sobre
él (Isaías 11:1-5).

El acontecimiento de la selección del cónyuge de María es


revelado por la Venerable María de Agreda, la Beata Ana
Emmerich y la Madre Cecilia Baij:

Entre ellos estaba José ... porque era uno de los


descendientes de la raza real de David ... Tenía entonces
treinta y tres años de edad, guapo y de semblante agradable,
pero también de una modestia incomparable ... y de lo más
santo en todas sus inclinaciones ... El Altísimo habló al
corazón del sumo sacerdote, inspirándolo a poner en manos
de cada uno de los jóvenes un palo seco, con la orden de que
cada uno pidiera a Su Majestad con una fe viva, que señalara

37
a quien había elegido como cónyuge de María. Mientras se
dedicaban así a la oración, el bastón que José sostenía,
floreció y al mismo tiempo una paloma del blanco más puro
y resplandeciente con luz admirable, descendió y descansó
sobre la cabeza del santo (M. Agreda, 1912, pág. 576).

Cuando José estaba a punto de poner su bastón en el altar


ante el Santo de los Santos, un lirio blanco floreció de la parte
superior... Vi sobre él una aparición de luz como el Espíritu
Santo (A. Emmerich, 1953, pág. 83).

De repente, ¡José vio su rama comenzar a brotar y fue


adornada con flores blancas como la nieve! Todo el mundo
a su alrededor estaba mirando esta señal milagrosa ... Todos
los presentes vieron a una paloma blanca como la nieve
descender del Cielo y posarse sobre la cabeza de José. Ahora
era bastante claro que, de todos los candidatos, José era el
hombre que había sido elegido por Dios (C. Baij, 1997, pág.
77).

Esta tradición de la selección de San José todavía es defendida por


los cristianos hasta el día de hoy y en casi todas las imágenes o
estatuas de San José se le muestra sosteniendo su bastón con
flores que están floreciendo (ya sean lirios o nardos) o
simplemente sosteniendo las flores en sí. Este es un recordatorio
de su pureza, y su dignidad a los ojos del Padre Celestial por ser
elegido como el cónyuge de la Madre de Dios.

María de Agreda relata la voz de Dios en el corazón de José y la


entrada de la Santísima Virgen María:

En el interior del corazón de José, Dios habló: "José, mi


siervo, María será tu esposa; acéptala con reverencia atenta,
porque ella es admisible en mis ojos, justa y la más pura en
alma y cuerpo ..." Llamándola hacia adelante para su

38
desposorio, el elegido salió como el sol, más resplandeciente
que la luna, y entró en la presencia de todos con un rostro
más hermoso que el de un ángel, incomparable en el encanto
de su belleza, nobleza y gracia; y los sacerdotes la
desposaron con el más casto y santo de los hombres, San José
(M. Agreda, 1912, p. 576).

¡Su marido, confiando su corazón a ella, tuvo un premio


inquebrantable! Ella le trae el bien, y no el mal... Está vestida
de fuerza y dignidad y se ríe de los días venideros. Ella abre
la boca con sabiduría, y en su lengua, es amablemente
consejo ... Muchas son las mujeres de valor probado, pero
ustedes han sobresalido a todas ellas (Proverbios 31:10-29).

ODA NUPCIAL

Al leer la hermosa Oda Nupcial en el Libro de los Salmos, María


puede ser fácilmente imaginada diciendo a su esposo:

Mi corazón se desborda con un buen tema; ... eres el más


guapo de todos los hombres; la gracia se vierte sobre tus
labios; por lo tanto, Dios te ha bendecido para siempre. ...
amas la rectitud y odias la maldad. Por lo tanto, Dios te ha
ungido con el aceite de alegría más allá de tus compañeros
(Salmos 45:2-8 NRSV)!

La importancia del desposorio entre José y María se muestra en


las palabras del Papa Benedicto XVI y el Papa León XIII:

El desposorio entre José y María es un episodio de gran


importancia. José era de la línea real de David y, en virtud
de su matrimonio con María, conferiría al Hijo de la Virgen
—al Hijo de Dios— el título legal de "Hijo de David",
cumpliendo así las profecías. El desposorio de José y María
es por ello, un acontecimiento humano, pero determinante
39
en la historia de la salvación de la humanidad, en la
realización de las promesas de Dios; debido a esto, también
tiene una connotación sobrenatural, que los dos
protagonistas aceptan con humildad y confianza (Benedicto
XVI, 2010).

La dignidad de la Madre de Dios es ciertamente tan sublime


que nada puede superarla; pero, no obstante, dado que
existía el vínculo matrimonial entre José y la Santísima
Virgen, no cabe duda de que, por encima de cualquier otra
persona, José se acercó a esa dignidad supereminente por la
que la Madre de Dios es elevada por encima de todas las
naturalezas creadas. El matrimonio es la unión y relación
más cercana posible por la cual cada cónyuge participa
mutuamente en los bienes del otro. En consecuencia, si Dios
dio a José como cónyuge de la Virgen, seguramente le dio no
sólo como compañero en la vida, testigo de su virginidad y
guardián de su honor, sino también como participante de su
exaltada dignidad debido al lazo conyugal en sí (León XIII,
1889).

40
CAPÍTULO 6: ¿EL ANCIANO VIUDO?

Este capítulo habla de la falsa descripción, sostenida por algunos, de San


José como un viudo anciano en el momento de su desposorio con María.
También habla de la virginidad perpetua de José.

En la época del santo desposorio, José tenía treinta y tres años de


edad y María entre catorce y dieciséis años – las místicas
Venerable María de Agreda, Madre María Cecilia Baij, y la Beata
Ana Catalina Emmerich lo revelan así. A través de los siglos, el
arte europeo ha representado a José como un anciano encorvado
sobre su bastón, o, más comúnmente en iconos de la Natividad
Oriental, como un anciano sentado en el suelo lejos de la Virgen
María y el recién nacido Jesús. En los verdaderos iconos
ortodoxos rusos San José siempre se describe como un ser anciano
y nunca está sosteniendo al Niño Jesús o tocando a la Virgen
María. Él es simplemente un observador.

La primera razón para representar a San José de esta manera, fue


para explicar el tema de los "hermanos y hermanas" del Señor,
mencionados en la Biblia (Mateo 12:46). El libro conocido como
La historia de José el Carpintero, que parafrasea el libro apócrifo El
protoevangelio de Santiago, condenado por el Papa Inocencio I,
afirma que José era viudo con cuatro hijos y dos hijas, y se casó
con la Virgen María cuando tenía aproximadamente setenta y
ocho años de edad.

Había un hombre cuyo nombre era José; se casó con una


esposa. Además, engendró para sí cuatro hijos, a saber, y dos
hijas. Estos son sus nombres: Judas, Justus, Santiago y
Simón. Los nombres de las dos hijas eran Assia y Lydia.
Cuando el justo José enviudó... el sorteo (para elegir un
esposo para la joven Virgen María) cayó sobre el anciano
piadoso. Por lo tanto, recibió a María, y la llevó a su propia
casa ... La edad de José, ese anciano justo, era de ciento once
41
años, y el día en que su alma dejó su cuerpo fue el vigésimo
sexto del mes de abril. (A. Roberts & J. Donaldson, 1903, pág.
388).

Esta era una manera de justificar a los llamados "hermanos y


hermanas" de Jesús. Sin embargo, todos los místicos están de
acuerdo en que José no tuvo como esposa más que a María. La
idea de que Cristo tuviera "hermanos y hermanas" se explicará en
un capítulo posterior.

La segunda razón del "José anciano" fue proteger la doctrina de


la virginidad perpetua de María. La idea de que la Virgen María
viviera con un hombre guapo y robusto no era aceptable, ya que
no sería común que una joven pareja casada permaneciera virgen.
Centrándose en lo físico y no lo espiritual, la gente no podía
imaginar que este matrimonio no mantuviera relaciones sexuales
a menos que hubiera algún tipo de barrera física, como que el
esposo fuera demasiado anciano para participar en tales acciones
con su esposa. San Josemaría Escrivá habla de la juventud y la
fuerza de San José de una manera positiva, sin que fuera un
obstáculo al amor noble y virginal que tiene por María:

No estoy de acuerdo con la imagen tradicional de San José


como si fuera anciano, aunque haya sido motivada por el
deseo de enfatizar la virginidad perpetua de María. Lo veo
como un joven fuerte... en el mejor momento de su vida y
trabajo. No tienes que esperar a ser viejo o sin vida para
practicar la virtud de la castidad. La pureza viene del amor;
y la fuerza y la alegría de la juventud no es un obstáculo para
el amor noble. José tenía un corazón joven y un cuerpo joven
cuando se casó con María, cuando se enteró del misterio de
su divina maternidad, cuando vivió en su compañía,
respetando la integridad que Dios deseaba dar al mundo
como una señal más de que había venido a compartir la vida

42
de Sus criaturas. Cualquiera que no pueda entender un amor
como ese sabe muy poco del amor verdadero y es un extraño
al significado cristiano de castidad (J. Escrivá, 2017, págs. 1
y 2).

La Biblia indicaba que el Mesías nacería de una virgen (Isaías


7:14). María misma le dijo al Arcángel Gabriel que era virgen
cuando le reveló que concebiría un hijo:

"¿Cómo puede ser esto ya que soy virgen (Lucas 1:34)?"

Si María no hubiera planeado permanecer virgen durante el


transcurso de su matrimonio, no habría tenido que preguntar
"¿cómo puede ser esto?", ya que, naturalmente, concebiría al niño
con José su esposo. Una vez más, esto se discutirá en un capítulo
posterior. San Jerónimo, Doctor de la Iglesia, explica la relación
virginal entre José y María:

Que Dios nació de una virgen, lo creemos porque lo leemos


en la Santa Biblia. Que María consumó el matrimonio
después de su parto no lo creemos porque no lo leemos.
Tampoco decimos esto para condenar el matrimonio,
porque la virginidad es en sí misma un fruto del
matrimonio, sino porque no hay licencia para sacar
conclusiones precipitadas sobre los hombres santos. Porque
si queremos tener en cuenta la mera posibilidad, podemos
sostener que José tuvo varias esposas porque Abraham y
Jacob tuvieron varias esposas y que de esas esposas nacieron
los 'hermanos del Señor', ¡una ficción que la mayoría de la
gente inventa con no tanta audacia piadosa como
presuntuosa! Dices que María no permaneció virgen; aún
más afirmo que José fue virginal a través de María, para que
de un matrimonio virginal pudiera nacer un hijo virginal.
Para que así el cargo de fornicación no recaiga en este
hombre santo, y si no está escrito en la Biblia que tenía otra
43
esposa, y si era más un protector que un esposo de María, a
quien se pensaba que tenía como su esposa, queda por
afirmar que el que merecía ser llamado el padre del Señor
permaneció virgen con ella (P. Schaff & H. Wace , 2007, pág.
344).

VOTO DE CASTIDAD

Desde los primeros días de la Iglesia, los fieles creyeron en la


virginidad perpetua de la Madre de Jesús. Además, las
tradiciones de la Iglesia apoyan plenamente que José, siendo
guiado por el Espíritu Santo, eligió ofrecer todo su ser a Dios y
habría hecho un voto de virginidad al principio de su vida. Dado
que fue santificado por Dios y recibió muchas gracias especiales,
esto no parece tan extraño. La Venerable María de Agreda, la
Madre Cecilia Baij, San Francisco de Sales y San Juan Pablo II
hablan de la virtud de la virginidad de José:

José había hecho y guardado el voto de castidad... y era


conocido por la máxima pureza de su vida, santa e
irreprensible a los ojos de Dios y de los hombres. (M.
Agreda, 1912, p. 576).

Al hacer su promesa de virginidad perpetua a Dios, el


corazón de José se llenó de un gozo inexpresable (C. Baij,
1997, pág. 54).

¡Cuán exaltado en esta virtud de la virginidad debió haber


sido José, que estaba destinado por el Padre Eterno a ser el
compañero en la virginidad de María! Ambos habían hecho
un voto para preservar la virginidad durante toda su vida, y
fue la Voluntad de Dios unirse a ellos en el vínculo de un
santo matrimonio (E. Thompson, 1953, pág. 90).

44
En la liturgia, María es celebrada como "unida a José, el
hombre justo, por un vínculo de amor marital y virginal".
Hay dos tipos de amor aquí, que juntos representan el
misterio de la Iglesia -virgen y cónyuge- como se simboliza
en el matrimonio de María y José.

La virginidad o el celibato por el bien del Reino de Dios no


sólo no contradice la dignidad del matrimonio, sino que lo
presupone y lo confirma. El matrimonio y la virginidad son
dos formas de expresar y vivir el misterio de la Alianza de
Dios con su pueblo, la Alianza que es una comunión de amor
entre Dios y los seres humanos (Juan Pablo II, 1989).

José dio su don de virginidad a Dios. Este fue un voto santo, no


porque las relaciones sexuales sean malas y él se abstuviera de
ellas, sino porque reconoció este don dado por Dios como tan
maravilloso e íntimo que quería ofrecerlo él mismo y a sí mismo
por completo a Dios. Este fue un acto de amor desinteresado.

VIRGINAL TRINIDAD

Dios Padre es virgen que genera al Hijo en toda Su bondad; Dios


el Hijo es virgen y que existió en el Cielo sin madre; Dios el
Espíritu Santo es virgen, que procede gloriosamente del Padre y
del Hijo. Como la Trinidad Celestial es la primera y totalmente
virgen, también lo es la segunda Trinidad, en la tierra. La
Trinidad Terrestre de Jesús, María y José reflejan la Trinidad
Celestial del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo – Jesús (Dios el
Hijo) conectando las dos Trinidades. Si Jesús es virgen, y María
es virgen, ¿por qué no podría José, que completaría esta Trinidad
virginal, serlo como ellos?

45
CAPÍTULO 7: EL MENSAJERO

Este capítulo habla de la Anunciación a María, de la decisión de José de


dejar a María y a su hijo por nacer, y la Anunciación a José.

Como el frío de la nieve en el tiempo de la cosecha, así es un


mensajero fiel que le envió, porque refresca su alma
(Proverbios 25:13).

Después de que María y José fueron prometidos el uno al otro, la


fecha de su matrimonio se fijó, según la tradición de la Iglesia,
para el 23 de enero. Se cree que el Arcángel Gabriel rindió
homenaje a la Virgen María entre el compromiso o quiddushin, y
la ceremonia de matrimonio real, nissu'in:

Y entrando, le dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está


contigo. Ella se conturbó por esas palabras y siguió
meditando qué clase de saludo era este. El ángel le dijo: No
tengas miedo, María, porque has hallado gracia delante
Dios. Vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a
quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será
llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono
de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los
siglos y su reino no tendrá fin. María respondió al ángel:
¿cómo será esto, puesto que no conozco varón? El ángel le
respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del
Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer
será santo y será llamado Hijo de Dios (Lucas 1:28-36).

VIAJE A LA CASA DE ZACARÍAS E ISABEL

Durante el período entre el compromiso y el matrimonio, José


acompañó a María a visitar a su pariente Isabel, que estaba
embarazada de Juan el Bautista y Zacarías. José no era todavía
consciente del embarazo de María, ya que ella aún no se lo había
46
dicho. Aunque el viaje al país montañoso de Judea fue arduo,
también resultó ser alegre, como revela la Madre Cecilia Baij:

Antes de partir, María se humilló pidiéndole a José su


bendición y se la dio con sinceridad y ternura de corazón. ...
Al viajar, José le pidió a su esposa que cantara algunos
himnos alegres. María cumplió y cantó maravillosamente,
alabando a Dios. José quedó fascinado, y viajó muchos
kilómetros completamente absorto en Dios, y
completamente alejado del mundo de los sentidos (C. Baij,
1997, pág. 100, 101).

JOSÉ SOLO EN NAZARETH

Después de dejar a la Virgen María en la casa de sus parientes,


José regresó a Nazaret para continuar su carpintería. En ausencia
de María, José tuvo momentos de profunda soledad, pero
recibiría visitas de uno de sus ángeles para consolarlo, como
relató la Madre Cecilia Baij:

Como José ya no tenía la presencia de María para consolarlo


cuando estaba cansado o solo, él se retiraba a la pequeña
habitación que había reservado para ella. Allí se arrodillaba
y consideraba a su esposa. Entonces empezaba a llorar. ...

Durante ese período, José recibió muchas visitas de uno de


sus ángeles, quien le dio noticias concernientes a su esposa
… El ángel le aseguró el apoyo de María a través de sus
oraciones y describió cómo ella estaba aumentando
continuamente en virtud, gracia y amor por Dios.

... José siempre obtuvo su mayor consuelo cuando


permanecía en su habitación para orar. Allí su espíritu fue
avivado y muy a menudo embelesado, y se le concedió la

47
comprensión de muchos de los misterios divinos (C. Baij,
1997, págs. 104, 105).

JOSÉ SE ENTERA DEL EMBARAZO DE MARÍA

... antes de empezar a estar juntos, se descubrió encinta por


obra del Espíritu Santo (Mateo 1:18).

Fue cuando María regresó a Nazaret que José se enteró de que su


virginal-esposa estaba embarazada. Hay un debate sobre lo que
San José sabía en ese momento con respecto a la concepción.
Algunos dicen que la Santísima Virgen le hizo saber la
Anunciación angelical y cómo se produjo la milagrosa
concepción. Sintiéndose indigno de ser el esposo de Santa María,
y el padre putativo del Hijo de Dios, José decidió apartarse de
esta situación con la máxima humildad.

Otros argumentan que San José creía que María había cometido
el pecado de adulterio y que llevaba el hijo de otro hombre. La
tradición de la Iglesia oriental dice que José fue tentado por el
diablo, al contarle que María era una adúltera y que José era un
tonto por creer en su historia. El diablo trató de convencer a José
de abandonar a María interfiriendo así con el plan de salvación
definitivo de Dios. Esta tentación de José se representa en muchos
iconos de la Natividad Oriental, ya que se le muestra sentado en
el suelo y siendo abordado por el diablo que se disfraza de un
pastor anciano. En su rostro hay una mirada de desesperación
que es muy gratificante para el diablo.

Y otros creen que no se le dieron a conocer las circunstancias


sobrenaturales del embarazo de María (concepción por el Espíritu
Santo) ni sospechó que ella era una adúltera: Él simplemente no
sabía qué pensar – estaba desconcertado por este misterio. La

48
ansiedad que penetró en el corazón de San José es manifestada
por la Venerable María de Agreda:

El embarazo divino de María había avanzado a su quinto


mes cuando el castísimo José comenzó a notar el estado de
la Virgen... este hombre de Dios fue herido en su más íntimo
corazón por una flecha de dolor... La causa principal de su
dolor fue el ... amor más intenso con el que apreciaba a su
más fiel esposa... Además de esto, fue la certeza de que él no
tuviera ningún papel en este embarazo ... La causa más
íntima de su dolor, y que le dio el dolor más profundo, fue
el temor de verse obligado a entregar a su esposa las
autoridades para ser apedreada, ya que esto era el castigo de
una adúltera condenada por el crimen:

Si un hombre comete adulterio con la esposa de otro


hombre... tanto el adúltero como la adúltera deben ser
ejecutados (Levítico 20:10).

El corazón de San José, lleno con esta dolorosa


consideración, se encontró, por así decirlo, expuesto a las
estocadas de muchas espadas afiladas, sin ningún otro
refugio que la plena confianza que tenía en su esposa ... no
había escapatoria de estos pensamientos atormentantes, y
no se atrevió a comunicar a nadie acerca de su grave
aflicción (M. Agreda, 1912, pág. 303).

Era hora de que San José tomara la decisión más difícil de su vida:
dejar a María en silencio sin avergonzarla. Aunque era un
observador justo de la ley, no haría la acusación de adulterio
contra ella. La Venerable María De Agreda y la beata Ana
Catalina Emmerich relatan:

José estaba debatiendo ansiosamente dentro de sí mismo en


cuanto al curso de acción adecuado... discutió consigo

49
mismo: "No encuentro una mejor manera de salir de estas
dificultades que ausentarme. Confieso que mi esposa es la
más perfecta y exhibe rasgos que muestran que es una santa;
pero después de todo ella está embarazada, y no puedo
entender el misterio. No quiero herir su reputación de
santidad involucrándola en el castigo de la ley; sin embargo,
al mismo tiempo no puedo esperar y ser testigo de las
consecuencias de su embarazo. La dejaré ahora, y me
encomendaré a la providencia del Señor, que me gobierna
(M. Agreda, 1912, p. 316)."

San José notó por la figura de María que estaba embarazada,


y estaba afligido por los problemas y la duda... José, aunque
muy inquieto por lo que había percibido, no dijo nada, pero
luchó en silencio con sus dudas. La Santísima Virgen, que
había previsto este problema, se volvió reflexiva y seria, lo
que aumentó la inquietud de San José. ... La inquietud de
José aumentó hasta tal punto que se decidió a dejarla y a
desaparecer en secreto (A. Emmerich, 1953, pág. 103).

... su esposo José, siendo un hombre justo y reacio a


avergonzarla, decidió repudiarla en silencio (Mateo 1:19).

Esta situación causó mucho dolor de corazón a José. ¿Su


matrimonio no fue ordenado por Dios? ¿Qué hay del milagro que
anunció su elección como esposo de María? ¿De dónde vino este
niño, sino de otro hombre? Tantos pensamientos se pasaron por
la cabeza de José mientras clamó a los Cielos:

"Escucha, oh Señor, mi voz, con la que te he llorado: ten


piedad de mí y escúchame. Mi corazón te ha dicho: Mi rostro
te ha buscado: tu rostro, oh Señor, aún buscaré. No te alejes
tu rostro de mí; no rechaces con cólera a tu siervo, tú eres mi
auxilio. Sé mi ayudante, no me abandones; ¡No me
desprecies, oh Dios mi Salvador (Salmos 27:7-9)!"
50
LA ANUNCIACIÓN A SAN JOSÉ

La Santísima Virgen María estaba con el corazón roto al ver a José


tan herido por esto. Ella oró a Dios para que se apiadara de José,
que lo iluminara, que aliviara su sufrimiento. Así, al estar lleno
de misericordia y amor, el Señor envió al Arcángel Gabriel una
vez más para dar un mensaje:

Pero mientras pensaba en estas cosas, he aquí que el ángel


del Señor se le apareció mientras dormía, diciendo: José, hijo
de David, no temas tomar contigo a María tu esposa, porque
lo que está engendrado en ella es del Espíritu Santo. Ella
dará un Hijo; y le pondrás por nombre Jesús, porque él
salvará a Su pueblo de sus pecados (Mateo 1:20-22).

¿POR QUÉ LA ANUNCIACIÓN A JOSÉ EN SU SUEÑO?

Hay algunos que están desconcertados en cuanto a por qué este


gran anuncio a José tuvo lugar mientras dormía en lugar de fuera
mientras estaba despierto. Las razones de esto son dadas por la
Venerable María de Agreda:

La primera razón es, ya que José era tan prudente y lleno de


luz celestial, no era necesario convencerlo con pruebas
contundentes para asegurarle la dignidad de María y de los
misterios de la Encarnación.

La segunda razón es, porque su problema tuvo su comienzo


en ver con sus ojos abiertos el embarazo de su esposa, y
habiendo dado ocasión de sospecha sus ojos, debían ser
cerrados para ver la visión angelical.

La tercera razón es que era apropiado que el ángel le


entregara este mensaje en un momento en que sus sentidos,
que habían sido escandalizados hasta el punto del dolor,

51
fueran suspendidos, para que José estuviera en un estado de
paz y tranquilidad de espíritu (M. Agreda, 1912, págs. 324,
325).

JOSÉ ACEPTA A MARÍA Y A SU HIJO POR NACER

San José tuvo su propia Anunciación en la que sus ansiedades se


tranquilizaron mientras el ángel lo calmaba y le decía que no
tuviera miedo de mantener a María como su esposa. El embarazo
divino de la Virgen y la importancia de este niño también le fue
explicado. José recibió el alto honor no sólo de ponerle el nombre
al niño de "Jesús", que significa "Dios Salva", sino también criar al
Hijo del Altísimo como su propio hijo. Con esas revelaciones e
instrucciones, el Señor le mostró a José que en verdad era digno
de una función tan importante como ser padre del Hijo de Dios y
esposo de la Madre de Dios; José debía asumir los derechos
legítimos y la posición de verdadero padre y de verdadero
esposo. Dios lo quería a él específicamente, no al hombre rico en
la colina, no al noble guerrero, sino al humilde carpintero de la
línea de David.

Y José se despertó de su sueño e hizo lo que el ángel del


Señor le mandó y tomó a María como su esposa (Mateo 1:24).

HOMBRES DE DUDA

En el Antiguo Testamento hay una historia similar a la de la


anunciación a San José, que involucra al muy venerado
antepasado Abraham. El mensaje es similar, pero las
circunstancias son diferentes. A Abraham se le dice que su esposa
de noventa años concebirá y tendrá un hijo en su vejez, que se
convertiría en el gran Isaac. Además, en el Nuevo Testamento, el
mensajero Gabriel es enviado a Zacarías para anunciar que su
anciana esposa Isabel dará a luz a un hijo que se llamará Juan, el
52
primo de Jesús. Tanto Abraham como Zacarías pusieron en duda
los mensajes que se les había dado, mientras que José creyó
completamente al ángel:

Entonces Abraham cayó sobre su rostro y se rio, y dijo en su


corazón: "¿Nacerá un niño de un hombre de cien años? ¿Y
Sara, que tiene noventa años, tendrá un hijo (Génesis
17:17)?"

Zacarías le dijo al ángel: "¿Cómo sabré esto con certeza?


Porque soy un anciano y mi esposa está avanzada en años
(Lucas 1:18)."

Igual de improbable e imposible parecía que un hombre de cien


años y su esposa de noventa años concibieran y tuvieran un hijo,
como que una virgen concibiera. Sin embargo, a diferencia de
Abraham que se rio de esta noción, y Zacarías que dudaba, José
aceptó humildemente el mensaje divino de que se le dio.
Probablemente él no entendiera completamente cómo iba a ser
esto, pero para él no importaba. Lo que importaba era su plena
confianza en las palabras del ángel y su entrega a la Voluntad
Divina.

Poned estas palabras en vuestro corazón y en vuestra alma,


atadlas a vuestra mano como una señal, y sean como una
insignia entre vuestros ojos (Deuteronomio 11:18).

Tan pronto como el sueño terminó, José se levantó y fue a ver


María para contarle la noticia. ¡Dios no lo había abandonado
después de todo! Al levantarse y actuar como lo hizo, San José
había dado su fiat – su "sí" a cooperar en la misión de Dios, tal
como lo había hecho la Santísima Virgen María. Al hacer esto, la
angustia mental y las heridas espirituales de San José fueron
sanadas, y su confianza se enmendó completamente a medida

53
que se convirtió en parte del plan redentor de Dios. El Papa
Benedicto XVI comparte:

José nos enseña que es posible amar sin poseer... Al


contemplar a José, todos los hombres y mujeres pueden, por
la gracia de Dios, llegar a experimentar la curación de sus
heridas emocionales, si abrazan el plan que Dios ha
comenzado a llevar a cabo en los cercanos a Él, así como José
entró en la obra de redención a través de María y por lo que
Dios ya había hecho en ella (Benedicto XVI, 2009).

ELOGIOS ENTRE LOS CÓNYUGES

San José prometió su amor y compromiso con María y el Hijo de


Dios no nacido, prometiendo ser su esposo, protector, y que
aceptaría al Santo Niño como su propio hijo. La Canción de las
Canciones puede ser entendida como cantada por los dos santos
esposos como compromiso renovado, con José adorando a la
Virgen María pura y sin pecado:

"Oh, mi amor, he aquí, eres justo, tus ojos son como los de
las palomas... Como el lirio entre espinas, así es mi amor
entre las hijas ... Tú eres todo justo ... y no hay un lugar en ti
... mi cónyuge es un jardín cerrado ... una fuente sellada ...
¿Quién es ella que sale como la salida de la mañana, justo
como la luna, brillante como el sol? Qué hermoso eres... mi
querida (Canción de Salomón 1:15, 2:2, 4:7,12, 6:10, 7:6)!"

Y la Virgen Santa le responde a José:

"Como el manzano entre los árboles del bosque, también lo


es mi amado entre los hijos. Me senté bajo su sombra... Me
ha traído a su salón de banquetes y su estandarte sobre mí
es amor ... Sosténgame ... porque estoy enamorado... Que su
mano izquierda esté bajo mi cabeza y su mano derecha me
54
abrace... Su apariencia es como el Líbano, la elección como
sus cedros, es totalmente encantador. Este es mi amado, este
es mi amigo. ¡Mi amado está radiante... se destaca entre
miles! Sus ojos son como palomas junto a las aguas
corrientes... Su estatura es ... imponentes como cedros. Su
boca es dulzura en sí; él es todo deleite. Tal es mi amado
(Canción de Salomón 2:3-6, 5:10-16)."

55
56
PARTE SEGUNDA: EL PADRE VIRGINAL

57
Un hombre justo que camina en su integridad — cuán
bendecidos son sus hijos después de él (Proverbios 20:7).
58
CAPÍTULO 1: CAMINO A LA PATERNIDAD

Este capítulo habla del censo, del viaje de José y maría a Belén, y de la
importancia de Belén para el venidero nacimiento de Cristo.

Con el paso del tiempo, José y María vivieron una vida sencilla
pero feliz mientras esperaban con gozo el nacimiento de su hijo
prometido. Llevaban el secreto el que José no era el padre
biológico del niño, pero sabían que no le impediría ser un
verdadero padre. ¡Estaría emocionado, como lo haría la mayoría
de los hombres, de decirle al mundo entero que iba a ser padre!
María se maravillaba de la anticipación y aceptación de José en el
cumplimiento de la Voluntad de Dios al ponerle el nombre y criar
al niño como suyo. Sin duda, ella atesoraba estos misterios en su
Corazón Inmaculado, así como atesoraba los otros misterios
presentes en su vida.

María atesoraba todas estas cosas, reflexionándolas en su


corazón (Lucas 2:19).

EL CENSO

Con el paso de los meses, el Santo Niño crecía dentro de Su


tabernáculo, el vientre de la Santísima Virgen, y Su tiempo se
acercaba. Pronto estaría en Belén, donde nació el rey David,
donde nació José, y donde también nacería en el mundo. Fue
durante el noveno mes que César Augusto ordenó un censo, lo
que significaba que todos tenían que regresar a las tierras de sus
antepasados para registrarse y ser contados.

Y José subió de Galilea, fuera de la ciudad de Nazaret a


Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén: porque era
de la casa y de la familia de David, para estar inscrito con
María su esposa, que estaba con el niño (Lucas 2:4-5).

59
LA IMPORTANCIA DE BELÉN

Es importante destacar el significado de que Belén sea el lugar de


nacimiento tanto de San José como de nuestro Señor Jesús por tres
razones:

La primera razón: se preveía que Jesús era descendiente del gran


rey David y, por lo tanto, José, Su padre terrenal, tendría que
haber sido de la Casa de David, que viene de Belén.

Y cuando tus días se cumplan, y te acuestes con tus padres,


prepararé tu descender después de ti... y estableceré su
reino. Construirá una casa para mi nombre, y estableceré el
trono de su reino para siempre (2 Samuel 7:12-13).

La segunda razón: José compareciendo a Belén en ese momento


significaría que la Virgen María daría a luz al Mesías allí, a lo que
también se le sumó el cumplimiento de la profecía de Miqueas
que anunciaba que este lugar traería a nuestro Señor al mundo:

Tú Belén, eres pequeño entre los miles de Judea de ti vendrá


a mí aquel que va a ser el gobernante en Israel, y su salida es
desde el principio, desde los días de la eternidad (Micah 5:1-
2).

La tercera razón: la palabra Belén, Bet Lehem en hebreo, significa


"Casa de Pan" y esto es realmente significativo desde que
Jesucristo se llamó a Sí mismo el "Pan Viviente":

"Yo soy el pan viviente que bajó del Cielo. Si alguien come
de este pan, vivirá para siempre; y el pan que voy a dar, es
mi carne, para la vida del mundo” (Juan 6:51).

Así como José del Antiguo Testamento proporcionó pan para sus
hermanos cuando lo buscaron con hambre (Génesis 41:55-57,
42:25), cuánto más hizo San José en Belén al presentarnos el
verdadero pan vivo, Jesucristo. Sostuvo este pan que da vida en
60
sus brazos cruzados y lo protegía como un almacén, pero ansioso
por nutrir a la humanidad. Así, es elogiado por el autor del siglo
XV Wilhelm Nakatenus en su Officium Parvum Sancte Ioseph:

Gloria de los patriarcas, mayordomo de la santa Iglesia de


Dios, que preservaste el Pan de Vida y el Trigo de los
elegidos (F. Lasance, 1904, pág. 591).

VIAJE DE CINCO DÍAS

San José tuvo que reportarse a Belén, el lugar de nacimiento del


rey David, que está a unos 130 kilómetros (80 millas) al sur de
Nazaret, donde él y María vivían. Para llegar a Belén tenían que
cruzar el terreno áspero de Samaria hacia Judea. Aunque José se
entristeció al no tener a María a su lado, él estaba indeciso sobre
si llevarla, ya que pronto iba a dar a luz. Con respecto a esto, la
Venerable María de Agreda revela las palabras de San José a la
Santísima Virgen:

"Mi Reina, si Dios no te ha revelado lo contrario, me parece


que debo hacer el viaje a Belén solo. Sin embargo, aunque
esta orden de reportarse se refiere sólo a los jefes de familia,
no me atrevo a dejaros sin ayuda, ni tendría un momento de
paz lejos de ustedes; porque mi corazón no podría tener
descanso sin verte. Sin embargo, tu alumbramiento está
cerca, así como para pedirte que vengas conmigo a Belén, y
no quiero ponerte en ningún riesgo (M. Agreda, 1912, pág.
375).”

Y las palabras de la Santísima Virgen a su cónyuge fueron:

"Mi esposo y mi maestro te acompañaré con mucho placer,


y haremos este viaje en el nombre del Señor. Confiando en
Su protección y asistencia en nuestras necesidades y

61
trabajos, procederemos con confianza (M. Agreda, 1912,
págs. 377, 378)."

Para que no hubiera dudas, San José y la Santísima Virgen oraron


al respecto pidiendo la guía de Dios. Se le reveló a la Madre
Cecilia Baij que un ángel fue enviado a José con la respuesta:

Durante la noche, el ángel de José se le apareció y le dijo que


lo que había decidido con su esposa estaba de acuerdo con
la voluntad de Dios, y que debía llevarlo a cabo. Este
mensaje del ángel hizo que José se sintiera completamente
satisfecho (C. Baij, 1997, pág. 144).

PROCESIÓN DEL CORPUS CHRISTI

Este viaje a Belén fue la primera procesión del Corpus Christi (en
latín para "Cuerpo de Cristo") que se llevó a cabo, pero en este
caso el Cuerpo de Cristo se encontraba en el seno de su madre, en
lugar de ser expuesto para la veneración por los fieles. El manto
de María era el dosel sobre Jesús Oculto que es nuestro Pan de
Vida, y las sandalias de José imprimidas en la tierra polvorienta
eran como palmas y pétalos dispuestos para que el Señor pisase.
Primero instituida por el mismísimo Jesús en la última cena, la
Eucaristía ha sido venerada por la Iglesia Católica Romana y se le
ha dado un día de celebración, la fiesta del Corpus Christi.
Tradicionalmente en el día de fiesta del Corpus Christi, una
hostia consagrada es llevada en procesión bajo la sombra de un
dosel para la veneración de los fieles, así como las flores y las
ramas de palma están esparcidas sobre el suelo, haciendo un
camino para la presencia real de Jesús en la Eucaristía.

62
MÁS ADELANTE

El viaje a Belén seguramente causó estragos en los pies de José,


pero con cada paso sabía que se estaba acercando a cumplir lo
que el ángel le había dicho con respecto al nacimiento de Cristo.
El calor y el terreno eran a veces intolerables, pero José sin
dudarlo consolaba a la Virgen lo mejor que podía, mientras
viajaban hacia su destino. La primera acción de José, cada vez que
descansaban por el camino o se detenían por la noche, era
preparar un lugar cómodo para que la Santísima Virgen se
sentara y descansara. La beata Ana Catalina Emmerich revela la
disposición de José durante el viaje:

José habló tan reconfortantemente a la Santísima Virgen, él


es tan bueno, y lamentaba tanto que el camino fuera difícil
(A. Emmerich, 1953, pág. 106).

NO HAY HABITACIONES LIBRES

Al llegar a Belén y buscar refugio, la santa pareja fue rechazada


por los posaderos y residentes. La ciudad de Belén estaba llena
de visitantes que acudieron a inscribirse en el censo, lo que hizo
que se produjera hacinamiento y que no hubiera vacantes. José
comenzó a sentirse desesperado por no encontrar un lugar donde
quedarse. La ansiedad de José aumentaba conforme veía que el
momento del nacimiento de Jesús estaba cada vez más cerca.

Finalmente, fue a una última casa y pidió ayuda. El propietario


se disculpó y dijo que él no tenía sitio, y el único lugar
desocupado era una cueva a las afueras de la ciudad, que los
animales utilizaban. José aceptó la sugerencia del hombre,
sintiéndose aliviado, pero también avergonzado. José sintió como
si hubiera fracasado, por no haber podido hacerlo mejor para su

63
amada, y su corazón más puro estaba atravesado por el dolor. La
Venerable María de Agreda relata:

Eran las nueve de la noche cuando el más fiel José, lleno de


un dolor amargo y desgarrador, regresó a su esposa y dijo:
"Mi dulce Señora, mi corazón se rompe de pesar al pensar en
no poder darte el cobijo que te mereces (M. Agreda, 1912,
págs. 388, 389)."

Una oración tradicional, "los Treinta días de oración a San José",


tiene su origen en el cansancio de San José en Belén:

Pido mi favor por el cansancio y el sufrimiento que viviste


cuando no encontraste refugio en la posada de Belén para la
Santa Virgen, ni una casa donde pudiera nacer el Hijo de
Dios. Entonces, estando en todas partes rechazada, tuviste
que permitir que la Reina del Cielo diera a luz al Redentor
del mundo en una cueva.

No sólo se predijo en el Antiguo Testamento el nacimiento de


nuestro Señor en Belén, sino también el entorno en el que iba a
nacer: El rechazo de la gente del pueblo y la presencia de animales
en Su nacimiento. En el Evangelio de San Mateo también se puede
aplicar una frase apropiada al rechazo en Belén:

El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su amo,


pero Israel no me ha conocido, y mi pueblo no ha entendido
(Isaías 1:3).

Porque tenía hambre, y no me diste de comer. Tenía sed, y


no me diste de beber. Yo era un extraño, y tú no me acogiste
(Mateo 25:42-43).

64
CAPÍTULO 2: LA CUNA HUMILDE

Este capítulo habla del éxtasis de San José, el nacimiento de Cristo, y del
homenaje que le rindieron los pobres pastores.

Cuanto más grande eres, más humilde eres en todas las


cosas, y encontrarás gracia ante Dios (Sirach 3:20).

En la entrada de la cueva, San José encendió su linterna para ver


lo que había dentro. Se arrastró y buscó un lugar ideal para que
María se acostara. En la esquina más lejana, había una pila de paja
y en su mayor parte estaba limpia. Luego volvió con su esposa y
la ayudó a bajar del burro. Descargó todas sus pertenencias e hizo
una cama de paja con mantas estiradas sobre la parte superior.
Luego escoltó a María a esa cama temporal, y ella le aseguró que
todo iba a estar bien.

EL ÉXTASIS DE SAN JOSÉ

Una pregunta que rara vez se hace es: "¿Estaba José presente en
el momento del nacimiento de Cristo?" Algunos ritos orientales
creen que salió a buscar una matrona y, cuando regresó con una,
el niño ya había nacido. Sin embargo, según la Venerable María
de Agreda y Santa Faustina Kowalska, San José estuvo presente
en el nacimiento de Cristo y se ha revelado que el bendito José fue
embelesado en un sagrado éxtasis:

San José se retiró a una esquina de la entrada, donde


comenzó a orar. Inmediatamente fue elevado a un éxtasis.
En él se le mostró todo lo que pasó durante esa noche en
esta bendita cueva; pero no volvió a la conciencia hasta que
su esposa celestial lo llamó. Tal fue el sueño que San José
disfrutó en esa noche, que fue más exaltado y bendecido
que el de Adán en el paraíso... José salió de su éxtasis y, al
ser restaurado a la conciencia, la primera visión de sus ojos,
65
fue el Niño divino en los brazos de la Virgen Madre
reclinada contra su rostro sagrado y su pecho. Allí lo
adoraba con profunda humildad y con lágrimas de alegría
besó Sus pies con gran gozo y admiración (M. Agreda, 1912,
pág. 396).

Vi el establo de Belén lleno de un gran resplandor. La


Santísima Virgen, toda perdida en el más profundo amor,
estaba envolviendo a Jesús con pañales, pero José todavía
estaba dormido (en su éxtasis). Sólo después de que la
Madre de Dios puso a Jesús en el pesebre, la luz de Dios
despertó a José, quien también oró (F. Kowalska, 2005, pág.
318).

Aunque San José estaba experimentando un éxtasis del


nacimiento, todavía estaba presente y, una vez que fue
despertado de el, fue el primer hombre en adorar al Niño Divino.
Sostuvo al Niño en sus brazos y besó Sus pequeños pies en
adoración. ¡José estaba lleno de gozo pues su esposa acababa de
dar a luz al Amor Encarnado, al Salvador y a un Nuevo Adán
para el mundo! La Venerable María de Agreda revela el momento
en que San José recibió por primera vez al divino Infante en sus
brazos:

Cuando por primera vez la Santísima Virgen puso al Dios


niño en los brazos de José, santa María le dijo: "Mi esposo y
mi ayudante, recibe en tus brazos... el Tesoro del Padre
Eterno y participar en esta bendición de la raza humana."

Su más fiel marido se humilló y respondió: "Mi señora y mi


esposa, ¿cómo puedo, siendo tan indigno, atreverme a
sostener en mis brazos al mismísimo Dios, en cuya
presencia tiemblan los pilares del cielo?

66
El deseo de San José de sostener al Divino Niño y su temor
reverencial hacia Él causó en José actos heroicos de amor,
fe, humildad y la reverencia más profunda. Temblando de
un miedo discreto, cayó de rodillas para recibirlo de las
manos de Su santísima madre, mientras que las lágrimas
más dulces de alegría y deleite fluían de sus ojos. El Divino
Infante lo miró acariciándolo y al mismo tiempo renovó su
alma más íntima (M. Agreda, 1912, pág. 425).

Las palabras no pueden expresar verdaderamente la magnitud de


este acontecimiento en la historia. ¡La salvación fue dada al
mundo con este Niño! ¡Los coros de ángeles se regocijaron del
nacimiento con el cielo nocturno iluminado como si fuera de día!
¡La humanidad había recibido su salvación!

Y escuché como si fuera la voz de una gran multitud, y


como la voz de muchas aguas, y como la voz de los grandes
truenos, diciendo: Alleluia... Seamos contentos,
regocijémonos y démosle gloria (Apocalipsis 19:6-7).

Alabado sea, oh siervos del Señor, alabad el nombre del


Señor. Bendito sea el nombre del Señor, de esta época y para
siempre. Desde la salida del sol hasta su puesta, el nombre
del Señor debe ser alabado. El Señor está en lo alto de todas
las naciones; Su gloria está por encima de los cielos (Salmos
113:1-4).

AUTORIDAD PATERNA

En esta, la más santa de todas las noches, José entró en la nobleza


de la paternidad y su título de Virginal-Padre fue mucho más
superior a ser simplemente un tutor legal o un padre adoptivo.
Jesús, concebido por el Espíritu Santo, fue el esplendor
culminante del virginal matrimonio de San José y de la Santísima

67
Virgen María. Deseaba humillarse al nacer de una mujer y
someterse a la autoridad paterna de Su padre escogido José,
estableciendo así una verdadera relación entre padre e hijo. José
asumió toda la responsabilidad y el honor que corresponde a un
padre y fue Jesús quien deseaba que fuera maestro sobre Sí
mismo y su Santísima Madre, dando a San José el lugar que le
correspondía como cabeza de la Sagrada Familia. Aunque Cristo
es Rey, y Nuestra Señora es la Reina, José tenía la autoridad
soberana sobre ambos como la cabeza de la familia. San Agustín
de Hipona, Doctor de la Iglesia, alaba así la paternidad de José:

¡Oh, Santo José! Recibes de María a través del Espíritu


Santo, el mismísimo Hijo de Dios como tu hijo, por un
medio de una concepción tan legítima como sublime. Tu
virginidad, y la de María, están lejos de ser empañadas. En
cambio, y con razón, es precisamente por vuestra
virginidad perfecta que vuestra esposa María, la Virgen de
las vírgenes, ¡se convierte en la Madre de Dios! Se debe a ti,
así como a ella misma, y, por lo tanto, tú eres
verdaderamente un padre (O. Staudinger, 1997, pág. 385).

HOMENAJE DE LOS PASTORES

Los primeros dignatarios en rendir homenaje al Rey Infante y a


sus padres no eran de la élite o las clases nobles de la sociedad,
sino que fueron los humildes pastores de las cercanías. Los
pastores eran personas ignoradas y eran consideradas como de
baja clase en la sociedad. A estos pastores, que velaban por sus
rebaños, se les concedió el prestigioso privilegio de recibir una
visita de los ángeles del Señor. Recibieron el mensaje de que el
Mesías prometido había nacido, y fueron invitados, por encima
de todos los demás, a contemplarlo.

68
Pero el ángel les dijo: "No tengas miedo; porque he aquí, os
traigo buenas noticias de gran gozo que serán para todo el
pueblo; porque hoy en la ciudad de David ha nacido para
vosotros un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto será una
señal para vosotros: encontraréis un bebé envuelto en telas
y acostado en un pesebre". Y de repente apareció con el
ángel una multitud de la hueste celestial alabando a Dios y
diciendo: "Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los
hombres que ama el Señor"... Así que llegaron a toda prisa
y encontraron su camino hasta María, José, y el bebé
mientras yacía en el pesebre (Lucas 2:10-16).

San José se alegró de dar la bienvenida a estos visitantes y el


hecho de que fueran humildes pastores no hizo que hubiera
diferencia a la hora al invitar a los pastores a acercarse y
contemplar al recién nacido. Qué pequeño y frágil era el Hijo de
Dios, acostado allí en dulce reposo.

Los pastores vinieron a adorar al Salvador recién nacido.


José se sorprendió mucho al verlos venir con tanto fervor y
devoción para adorar al Niño en un lugar tan miserable...
Su amor por la pobreza se incrementó ... porque vio el
respeto tan especial que el Salvador tenía por esta virtud.
José se dio cuenta de cuán gozosamente el Divino Infante,
este Dios de sabiduría y majestad, recibió a los pastores
visitantes (C. Baij, 1997, pág. 154, 155).

El niño real no estaba envuelto en brillantes túnicas limpias de


seda o terciopelo, sino en humildes pañales y el manto de José.
Aun así, los pastores adoraban a este niño que un día sería
conocido como el Buen Pastor y tomaría Su lugar como Rey del
Cielo y de la Tierra. Los pastores revelaron a José y a María el
mensaje del ángel y la visión que vieron en el cielo, y atesoraron

69
este encuentro con la Sagrada Familia, donde María y José
sintieron lo mismo.

Cuando vieron esto, dieron a conocer la declaración que les


había sido revelada acerca de este Niño. Y todos los que lo
oyeron se preguntaban sobre las cosas que les habían dicho
los pastores. Pero María atesoraba todas estas cosas,
reflexionándolas en su corazón. Los pastores regresaron,
glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído
y visto, tal como se les había dicho (Lucas 2:17-20).

70
CAPÍTULO 3: LAS PRIMERAS GOTAS DE SANGRE

Este capítulo habla del primer acto oficial de San José como padre, la
circuncisión y como le pusieron el nombre de Jesús.

Esta es mi alianza que habéis de guardar entre yo y vosotros


– también tu posteridad: Tod os vuestros varones serán
circuncidados. Os circuncudareéis la carne del prepucio, y
eso será la señal de la alianza entre yo vosotros.

A los ocho días será circuncidado entre vosotros todo


varón, de generación en generación, tanto el nacido en casa
como el comprado con dinero a cualquier extraño que no
sea de tu raza (Génesis 17:10-12).

Ocho días después del nacimiento de un hijo, la Ley exigía que


fuera circuncidado. Este rito fue prescrito por Dios a Abraham
como signo de la estrecha unión con Su pueblo. La circuncisión
de un hijo no era sólo un "procedimiento" en ese entonces, sino
una ocasión solemne pero muy alegre. Esta ceremonia
significativa significaba cumplir la parte de los judíos de su
alianza con Dios. Este rito sagrado estaba tan orientado a la
familia que ni siquiera tenía que tener lugar en el Templo. De
hecho, ni siquiera necesitaban un sacerdote; podía ser hecho por
el padre del niño. A partir del siglo IV, el término "Mohel" se
utilizó para identificar a quien realizaba circuncisiones.

SAN JOSÉ VS. EL SACERDOTE

En el Evangelio de San Lucas, no se nos dice quién circuncidó a


Jesús, si fue José o si se propuso encontrar un sacerdote para
llevar a cabo la ceremonia. Originalmente la tarea fue dada al
padre como en el caso de Abraham, quien circuncidó tanto a
Ismael como a Isaac. Con el tiempo, los sacerdotes podían asumir
esta tarea.
71
En las primeras y más populares representaciones de la
circuncisión de Cristo, se muestra que se realizó por lo que
parece ser un sacerdote, con San José y la Virgen a la espera.
Tendrían el honor de otorgar a su hijo el nombre dado por
el ángel del Señor:

“Y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su


pueblo de sus pecados (Mateo 1:21)."

Según la beata Ana Catalina Emmerich y la Venerable María de


Agreda, Jesús fue circuncidado por un sacerdote en la cueva de
Belén, no en el Templo.

La circuncisión tuvo lugar ocho días después del


nacimiento de nuestro Señor. José había ido a Belén y había
regresado con tres sacerdotes. La circuncisión se realizó en
la cueva. El Niño Jesús lloró fuertemente después de la
sagrada ceremonia, y vi que el niño fue devuelto a San José,
quien lo consoló (A. Emmerich, 1953, pág. 132).

El sacerdote llegó a la cueva de la Natividad, donde el


Verbo encarnado le esperaba. Para mostrar tanta reverencia
exterior por el sagrado rito de circuncisión como fuera
posible en ese lugar, San José encendió dos velas de cera. ...
Entonces el sacerdote circuncidó al Niño, el verdadero Dios
y hombre (M. Agreda, 1912, pág. 447, 448).

TRES OFRENDAS

En la circuncisión de Jesús, el corazón de San José ofrecería tres


sacrificios ocultos al Padre Celestial:

El primer sacrificio sería el Niño Jesús, aunque completamente


sin pecado y puro, asumiendo la degradación de un pecador. Lo
hizo sometiéndose al rito de la circuncisión que se instituyó como

72
un remedio para que el pecador hiciera las paces con el Señor. San
José no hubiera tenido que someter a su hijo a esto, ya que Jesús
no tenía pecado original en él, pero por humildad, acataba la Ley.
José ofreció la humildad del Niño Divino.

A quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, p


ara que viniésemos a ser justicia de Dios en él. (2 Corintios
5:21).

La segunda ofrenda de San José fue la disposición de permitir que


Cristo sufriera el dolor físico de la circuncisión. Este primer corte
en la tierna carne de Jesús sería Su primer sufrimiento físico a
manos de otro, pero con San José allí para consolarlo. Años más
tarde, en Su Pasión, a Jesús no se le concedería consuelo durante
Su dolor hasta que respirara Su último suspiro. Estaría indefenso
y sin consuelo.

Los insultos me han roto el corazón, por lo que estoy


desesperado. Busqué piedad, pero no había ninguna; y para
los edredones, pero no encontré ninguno (Salmos 69:20).

El tercer sacrificio en este acontecimiento sería el derramamiento


de sangre, mostrando plenamente el lado humano de nuestro
Señor. San José haría la primera ofrenda de la Sangre Preciosa en
reparación por las muchas ofensas cometidas contra nuestro
Señor.

Porque esta es Mi sangre del nuevo testamento, que será


derramada por muchos para la remisión de los pecados
(Mateo 26:28).

Después de este curso doloroso, el corazón de José estaría


impregnado de gozo, ya que acababa de cumplir su primer acto
oficial como padre en la sociedad judía. Desde el principio de los
tiempos, José fue elegido, tal como lo fue María, para desempeñar
un papel importante en la historia de la humanidad. José fue el
73
primer hombre en pronunciar el nombre de Salvador, sus labios
tienen el honor de pronunciar el Santísimo Nombre de Jesús
¡Cómo los cielos debieron haberse regocijado en el momento en
que se mencionó el nombre de la Salvación! La Biblia menciona
la circuncisión y cómo le dieron el nombre de Jesús y la Madre
Cecilia Baij da cuenta también:

Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se


le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser
concebido en el seno (Lucas 2:21).

José permaneció atento durante el procedimiento, mirando


con firmeza al Niño con amor y simpatía. Se le preguntó a
José qué nombre se debía dar al Niño. En su humildad, José
esperó a que la Madre de Dios hiciera el anuncio primero.
Por la Voluntad de Dios sucedió que pronunciaron juntos
el nombre de "Jesús". El cielo se inclinó ante el
pronunciamiento de este nombre, con todos los espíritus
benditos representando su homenaje (C. Baij, 1997, pág.
160).

HUMANO Y DIVINO

Aunque la circuncisión de Jesús sólo fue mencionada brevemente


en la Biblia, es muy importante tener en cuenta este
acontecimiento, no sólo recordándonos la presencia de Dios entre
Su pueblo, sino también para asumir nuestra naturaleza humana.
En el año 70 d.C. la herejía Docetista corría desenfrenada,
denunciando la naturaleza humana de Cristo, afirmando que Su
cuerpo era una ilusión y no carne y sangre reales, por lo tanto, no
muriendo físicamente por nuestros pecados. Esta creencia
siempre ha sido la antítesis del cristianismo, siendo condenada
como herejía por el Concilio de Jerusalén.

74
Jesús habiendo sido Dios-hecho-hombre es humano desde que Su
cuerpo se formó en el seno de la Santísima Madre, sin dejar de
conservar Su divinidad. Si el Niño Jesús no asumiera la carne
humana, ¿cómo lo hubiera llevado San José para ser
circuncidado? El propio sacerdote cortó el prepucio del Divino
Infante y, si Su carne era sólo una ilusión, ¿cómo habría podido
tener lugar la circuncisión? Si uno niega el aspecto humano de
Jesús, entonces también se niega que Cristo pudiera sufrir y morir
por la salvación de la humanidad — la Pasión de Jesús no tendría
mérito.

LA DIVINIDAD Y LA HUMANIDAD DE CRISTO

En muchos iconos orientales, Jesús es representado como


sosteniendo Su mano derecha y dando el signo de la paz. Sostiene
Su índice y el dedo corazón juntos y con su pulgar y los dedos
restantes doblados. En estas imágenes, Jesús parece estar
bendiciendo al espectador, pero también hay un significado más
profundo de la disposición de Sus dedos.

Los tres dedos doblados (dedo meñique, anular y pulgar)


representan a la Santísima Trinidad: El Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo. Los tres dedos que se unen y se tocan como uno
representan la unidad total de la Santísima Trinidad, como un
Dios en tres Personas. Jesús es la Segunda Persona de la Santísima
Trinidad, el Hijo.

Los dos dedos separados dando la bendición, o el signo de la paz,


representan las dos naturalezas de Cristo; Es plenamente Dios y
plenamente hombre. Aquí es también donde la Santísima Virgen
María recibió su santo título de "Madre de Dios", Theotokos
(Dios-Portador), ya que Jesús es Dios.

75
La circuncisión demuestra, a la temprana edad de ocho días, que
Dios se formó literalmente con carne humana en el seno de la
Santísima Virgen. José, en el ejercicio de su autoridad paterna
sometiendo a Jesús a este rito de circuncisión, ha demostrado que
el Niño Jesús es en verdad el Dios hecho hombre.

Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, (y vimos


Su gloria, la gloria como si fuera del Unigénito del Padre),
llena de gracia y verdad (Juan 1:14).

Poco después, San José se propuso registrar a su familia según el


censo de César Augusto. José tendría el honor de pronunciar los
nombres de su bendita esposa María, así como su propio nombre
santo, pero sobre todo el Santísimo Nombre de Jesús. Para José
ningún nombre sería más dulce que el de su don más preciado,
su único hijo.

76
CAPÍTULO 4: UN ASUNTO FAMILIAR

Este capítulo habla de la defensa de la virginidad de José y María, y de


la cuestión del "primogénito".

"LOS HERMANOS" DEL SEÑOR

El capítulo 6 de la Parte 1 introdujo la cuestión de la virginidad


de San José. Desde que José juró su virginidad a Dios, ¿quiénes
eran los "hermanos" del Señor mencionados en el Evangelio de
San Mateo y en los Hechos de los Apóstoles?

Mientras todavía hablaba a las multitudes, he aquí, Su


madre y sus hermanos estaban de pie afuera, tratando de
hablarle (Mateo 12:46).

Todos ellos, con una sola mente, se dedicaban


continuamente a la oración, junto con las mujeres, y María,
la madre de Jesús, y con Sus hermanos (Hechos 1:14).

En la Iglesia Católica Romana, así como en algunas


denominaciones protestantes, María es conocida como la "Virgen
Santísima". Al referirse a ella como tal, se afirma la creencia de
que era virgen antes del nacimiento de Cristo, así como después,
a lo largo de su vida. San José también es visto como virginal y
ello se observar en las Alabanzas Divinas, como el " más casto
Esposo " de María. Hay quienes creen que la santa pareja más
tarde tuvo hijos a los que la Escritura se refiere como los
"hermanos del Señor". En el Nuevo Testamento, los "hermanos" y
"hermanas" del Señor se mencionan en los siguientes lugares:
Mateo 12:46-50 y 13:55-56, Marcos 3:31-34, Lucas 8:19-21, Juan
2:12 y 7:3 y Hechos 1:14.

En la Santa Biblia la palabra "hermano" ("adelphos" en griego)


tiene una amplia gama de significados y no sólo significa

77
literalmente un hermano biológico, abarca el término una amplia
gama de significados. El Antiguo Testamento nos muestra que la
palabra "hermano “podría referirse a cualquier pariente
masculino, ya fuera primo, sobrino, u otros parientes, amigos,
aliados, etc...

Génesis 14:14 Lot se conoce como el hermano de Abraham,


aunque en realidad era sobrino de Abraham.

Génesis 29:15 Jacob es llamado el hermano de su tío Labán.

1 Crónicas 23:22 Kish (Cis) y Eleazar fueron hijos de Mahli. Kis


(Cis) tenía hijos propios, pero Eleazar sólo tenía hijas. Estas hijas
se casaron con sus "hermanos", los hijos de Kish (Cis). Estos
"hermanos" eran sus primos, no sus hermanos biológicos.

Jeremías 34:9 Jeremías se refiere a no guardar a los judíos como


esclavos. A estos esclavos se refieren como sus "hermanos".

ANUNCIACIÓN A UNA VIRGEN PERPETUA

En la Anunciación a María en el Nuevo Testamento, cuando el


Arcángel Gabriel le anunció que concebiría un hijo, ella le
preguntó con toda humildad:

"¿Cómo puede ser esto ya que soy virgen (Lucas 1:34)?"

Como se reveló anteriormente, María había hecho un voto de


virginidad, incluso en el matrimonio. Si no hubiera hecho este
voto, habría tomado las palabras del ángel, significando que ella
y José producirían un hijo. Si no hubiera jurado su virginidad a
Dios, no habría preguntado cómo iba a ocurrir esto. Aunque ella
y San José iban a casarse, ella le dijo al ángel que no "conocía al
hombre", que no tenía ni tendría una relación sexual con su
cónyuge. Si este no fuera el caso, no habría razón para que ella
afirmara que era virgen, ya que naturalmente habría dado su
78
virginidad a su marido para concebir al hijo del que hablaba el
ángel.

Otro ejemplo que podría apoyar la historia del único- Hijo se


muestra en el Evangelio de San Lucas. En este Evangelio se revela
un acontecimiento en la infancia tardía de Jesús:

Sus padres iban a Jerusalén cada año en la fiesta de la


Pascua. Y cuando cumplió doce años, subieron allí de
acuerdo con la costumbre de la fiesta; y mientras
regresaban, después de pasar todo el número de días, el
niño Jesús se quedó en Jerusalén. Pero Sus padres no lo
sabían, pues suponía que estaba en la caravana, y pasó un
día de viaje; ... Cuando no lo encontraron, regresaron a
Jerusalén en busca de él. Luego, después de tres días lo
encontraron en el Templo (Lucas 2:41-47).

En este relato, Jesús es casi un hombre a los ojos de la ley, ya que


trece es la edad en la que un niño judío alcanza la virilidad. José
y María habían sido marido y mujer durante doce años, y, sin
embargo, Jesús es su único hijo mencionado. Seguramente si no
hubieran hecho voto de virginidad, habrían tenido para entonces
otros hijos además de Jesús.

... y comenzaron a buscarlo entre sus parientes y conocidos.


Cuando no lo encontraron, regresaron a Jerusalén en busca
de él. Luego, después de tres días lo encontraron en el
Templo, sentados en medio de los maestros, tanto
escuchándolos como haciéndoles preguntas. Y todos los
que lo oyeron se asombraron de Su comprensión y Sus
respuestas. ... y su madre le dijo: "Hijo, ¿por qué nos has
tratado así? He aquí, Tu padre y yo hemos estado
buscándote ansiosamente (Lucas 2:44-50)."

79
Los "hermanos y hermanas" de Cristo ya habrían sido
mencionados, y ¿cuándo sería más apropiado mencionarlos que
en una peregrinación familiar a Jerusalén? Se menciona a su
familia extendida, pero aquí no se hace referencia a "hermanos" o
"hermanas". La Santa Biblia habría declarado que "el niño Jesús
no estaba entre Sus hermanos y hermanas, ni entre Sus parientes",
sin embargo, no lo hace.

SOBRINOS DE SAN JOSÉ

Seguramente los cuatro "hermanos" de Jesús de los que se habla


en la Biblia habrían sido mencionados en este acontecimiento
familiar en Jerusalén, pero no fue así. Según la tradición temprana
de la Iglesia, José tenía un pariente varón, (conocido como su
hermano o primo), llamado Cleofás que también estaba casado
con una mujer llamada María. María era la madre de Santiago,
José, Judas y Simón, que eran conocidos como los "hermanos" de
Jesús. María es hermana (prima) de la Santísima Virgen María.

Ahora estaban junto a la cruz de Jesús, Su madre y la


hermana de Su madre, María de Cleofás, y María
Magdalena (Juan 19:25).

¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de


Santiago, y José, y Judas, y Simón? ¿No están sus hermanas
aquí con nosotros? Y se escandalizaron con respecto a él
(Marcos 6:3).

"NO LA CONOCÍA... HASTA"

En la Santa Biblia el uso de la palabra "hasta" implica que cierto


acto sucederá o no hasta que sea el momento indicado. No
implica que el acto ocurra, o deje de serlo, después del momento
dado.

80
Un argumento utilizado para defender la virginidad perpetua de
San José y la Santísima Virgen María es el pasaje que se encuentra
en el primer capítulo del Evangelio de San Mateo:

Y José levantándose del sueño, hizo lo que el ángel del


Señor le había mandado, y se llevó a su esposa. Y él no la
conocía hasta que ella dio a luz a su primogénito, y él le
puso por nombre Jesús (Mateo 1:24-25).

Al aplicar el mismo razonamiento sobre que José no tuviera


relaciones sexuales con María hasta que diera a luz, también
habría que decir que la hija de Saúl no tuvo hijos hasta que murió,
lo que significa que tuvo hijos después de su muerte, lo cual no
tiene sentido.

Por lo tanto, Michal, la hija de Saúl, no tuvo hijos hasta el


día de su muerte (2 Samuel 6:23).

Si uno aplica el razonamiento a Timoteo, entonces San Pablo está


instruyendo a Timoteo que lea las Escrituras, predica y enseñe,
pero terminará todo eso cuando llegue San Pablo. Esto no es así.

Hasta que llegue, presta atención a la lectura pública de las


Escrituras, a la exhortación y a la enseñanza (1 Timoteo
4:13).

Al aplicar el razonamiento de que no hubo relaciones sexuales


entre José y María hasta que dio a luz, la cita de las Escrituras a
continuación revelaría que Cristo debe reinar hasta que venza a
Sus enemigos, pero no debe reinar después de eso. Esto es falso.

1 corintios 15:25: Porque el (Cristo) debe reinar hasta que


haya puesto a todos Sus enemigos bajo Sus pies (1 Corintios
15:25).

81
"HE AQUÍ A TU MADRE"

Otro ejemplo, más obvio, se da en la Crucifixión del Señor. Es


evidente que María no tuvo otros hijos porque mientras su único
Hijo estaba colgado de la cruz, magullado y sangrando, Jesús se
sintió obligado a confiarla al cuidado de Su Amado Apóstol, Juan.
San José murió antes de que Cristo entrara en el ministerio
público, por lo que les tocaría a sus hijos recibirla. ¿Por qué
entregaría Jesús a su madre a San Juan si tuviera hermanos o
hermanas que la cuidaran? ¿Por qué sus hermanos y hermanas
no estaban al pie de la cruz con su madre?

¿Se hace creer que esos hijos e hijas rechazaron a su madre en su


hora de necesidad? No tiene sentido. Así, sintiéndose responsable
del bienestar de Su madre, Cristo la entregó a Su compañero más
cercano para que la cuidara. Incluso en el atroz dolor de Su
crucifixión, se preocupó lo suficiente como para cuidar de Su
madre hasta el final.

Por lo tanto, cuando Jesús había visto a Su madre y al


discípulo de pie a quienes amaba, le dijo a Su madre:
Mujer, he aquí a tu hijo. Después de eso, le dijo al
discípulo: He aquí a tu madre. Y a partir de esa hora, el
discípulo la llevó a la suya. ... e inclinando Su cabeza,
entregó el Espíritu (Juan 19:26-30).

Se podría argumentar que este ejemplo no es suficiente para


sugerir que Jesús era hijo único. Ser crucificado era la forma más
vergonzosa de morir, y tal vez, por lo tanto, los supuestos
hermanos de Jesús no estaban al pie de la cruz con su madre. Se
puede apreciar que ni siquiera Sus apóstoles estuvieron
presentes, excepto Juan el Amado. ¿Dónde estaban Sus apóstoles
y amigos? Podrían haberse avergonzado de estar asociados con
la escena de la crucifixión, al igual que Sus hermanos. Aun así, si
Jesús tuviera hermanos o hermanas, no habría necesitado dar a
82
Su madre al cuidado de Su Amado Apóstol, sin importar si
estaban al pie de la cruz. ¿Por qué sus hermanos lo abandonarían
no sólo a Él, sino también a su madre? Si tomamos las referencias
de "hermano" literales, entonces de cuatro posibles hermanos,
¿no apoyaría uno de ellos a su madre? ¿La abandonarían los
cuatro?

EL PROBLEMA DEL “PRIMOGÉNITO"

Hay algunos que afirman que para ser llamado "primogénito" de


María, Jesús habría tenido un hermano que hubiera nacido
después de él. Se afirma que Cristo no podría ser un
"primogénito" a menos que otros hijos nacieran de José y María
después.

Y ella dio a luz a su primogénito y lo envolvió con pañales


(Lucas 2:7).

El uso de esto como argumento muestra el desconocimiento de


las formas del antiguo pueblo judío y cómo usaron ese término.
En éxodo 13:2 y Números 3:12, el niño que abrió el vientre fue el
primogénito y, bajo la Ley de Moisés, debía ser santificado, como
se mencionó anteriormente.

¿Tenían los padres que esperar hasta que naciera un segundo hijo
antes de que se les permitiera llamar oficialmente a su primer hijo
el "primogénito"? No es así. El primer hijo nacido de un
matrimonio siempre fue llamado el "primogénito"
independientemente de si era o no hijo único.

¿Por qué es tan difícil para algunos creer que la Virgen María fue
en realidad virgen toda su vida y mismo para San José? Dios
puede hacer lo que le plazca, así que ¿por qué es tan difícil para
algunos creer que creó unas almas tan puras como las de José y
María? ¡Su Hijo Jesucristo sanó a los enfermos, devolvió a los
83
muertos a la vida, caminó sobre el agua, resucitó de la tumba y
después de cuarenta días ascendió al cielo!

Otro ejemplo contundente del poder de Dios: ¡Creó el universo,


todo lo que se ve y no se ve! Entonces, ¿por qué este tema de la
virginidad debería ser tan difícil de creer para algunos? Ni
siquiera la Santa Biblia puede contener todos los misterios de
Dios y lo que ha forjado. ¿Por qué la gente trata de limitar las
obras de Dios, siendo demasiado presuntuosos para tener fe en
algunas de Sus obras más misteriosas?

Y Jesús contemplando, les dijo: Con los hombres esto es


imposible, pero con Dios todas las cosas son posibles (Mateo
19:26).

Porque Mis pensamientos no son vuestros pensamientos: ni


vuestros caminos Mis caminos, dice el Señor (Isaías 55:8).

84
CAPÍTULO 5: LA EPIFANÍA

Este capítulo trata de como los Reyes Magos de Oriente rindieron


homenaje al Niño Jesús.

Las naciones vendrán a Tu luz, y reyes al resplandor de Tu


ascenso (Isaías 60:3).

Así como Jesús había sido revelado a los judíos por medio de los
pastores en Su cuna, también fue revelado a los gentiles por
medio de los infames "Tres Reyes" o "Hombres Sabios". Ya en el
año 361 d.C., los cristianos fijaron la fecha del 6 de enero para que
fuera el día de fiesta de la Epifanía, conmemorando la Visita de
los Reyes Magos (hombres sabios persas o astrólogos) para
adorar al Niño Jesús. Este encuentro iba a ser la revelación de
Cristo a todas las naciones, ya que representaban al pueblo no
judío del mundo.

VISITANTES DEL ESTE

Según el Evangelio de San Mateo, los Reyes Magos de Oriente


vinieron a Belén para rendir homenaje al recién nacido Rey de los
Judíos. Ya que se dieron tres regalos al niño Jesús por parte de los
Reyes Magos, siempre se ha asumido que había tres Reyes Magos
a veces llamados los "Tres Reyes de Oriente". La Biblia no da sus
nombres, pero la tradición ya en el siglo VI lo hace: Gaspar (a
veces Caspar o Jaspar), Melchor y Baltasar. En cuanto a de donde
vinieron, sólo se nos dice que "vinieron de Oriente", pero
tradicionalmente se sostenía que eran de Persia, como sus
primeras representaciones en el arte muestran en traje persa.

Ahora, después de que Jesús naciera en Belén de Judea en


los días de Herodes el rey, los magos del este llegaron a
Jerusalén (Mateo 2:1).

85
UN SIGNO CONTROVERTIDO

Los Reyes Magos, también conocidos como los Reyes Magos,


seguían una señal en el cielo —una estrella brillante e inusual—
que los guio a Belén. Esta estrella, y los hombres que la siguieron,
han sido el tema de debate para algunos, ya que hay quienes
afirman que esta estrella fue obra del diablo, sobre todo el grupo
religioso de los "Testigos de Jehová". Su razonamiento detrás de
esta afirmación es que, como eran astrólogos, debían ser
condenados en lugar de celebrados. Ven la llegada de los
astrólogos como algo diabólico ya que la Biblia condena la
hechicería y la astrología en libros como Deuteronomio 18:10-11
e Isaías 47:13-14.

Además, el hecho de que la estrella seguida por los Reyes Magos


los llevara directamente al malvado rey Herodes no ayuda a su
caso. Los Reyes Magos hablaron al rey con respecto al nacimiento
de Jesús (el profetizado Rey de los Judíos) y debido a esto, más
tarde trató de matar al niño. Si los Reyes Magos no hubieran visto
la estrella y la hubieran seguido, el rey Herodes podría no haber
sido alertado del nacimiento de este "Rey de los Judíos" a quien
sintió como una amenaza para mantenerse en el poder.

Después, Herodes desplegaría a sus soldados en la ciudad de


Belén para aniquilar a todos los niños varones menores de dos
años, con la esperanza de que uno de ellos fuera el rey recién
nacido. Aunque este fue un doloroso acontecimiento en la
historia, estos inocentes muertos se convertirían en los primeros
mártires que derramaron su sangre por Cristo.

Al final, la mayoría de las denominaciones cristianas creen que la


estrella era un signo que debía ser celebrado, ya que sirvió como
guía para conducir a los gentiles paganos hacia el verdadero Dios.
Sin embargo, los "Testigos de Jehová" todavía creen que esta

86
estrella, y los Reyes Magos, fueron parte de la estratagema del
diablo para eliminar al Hijo de Dios.

¿Quién, entonces, envió a la "estrella"? Bueno, ¿quién tenía


el mayor interés en ver al niño que Jesús puso en la muerte,
impidiéndole crecer y cumplir su misión en la tierra?
¿Quién busca engañar a la gente y promueve las mentiras,
la violencia y la matanza? Jesús mismo identificó al
"mentiroso y al padre de la mentira", el que "era un cazador
de hombres cuando comenzó"— Satanás el Diablo (La
Atalaya, 2017).

ASTRÓLOGOS REDIMIDOS

En la Biblia, se afirma que los Reyes Magos querían encontrar a


Jesús no para hacerle daño, sino más bien para "venir a adorarlo"
(Mateo 2:2). Aunque la estrella fue descubierta y seguida por
estos astrólogos, estaba destinada a ser un signo de esperanza
para los extranjeros, los gentiles, así como para los más
necesitados de redención. Los santos Juan Crisóstomo y Agustín,
ambos doctores de la Iglesia, creían que la estrella era un medio
de Dios para atraer deliberadamente a los gentiles de Oriente, y
que Cristo eligió darse a conocer no sólo a los judíos, sino también
a los gentiles de Persia.

Dios los llama por medio de las cosas con las que están más
familiarizados; y les muestra una estrella grande y
extraordinaria para que quedaran impresionados por su
tamaño y belleza (Universidad de Navarra, 2005, pág. 30).

Los pastores eran israelitas, los Reyes Magos eran gentiles.


Los primeros estaban cerca de Él, los segundos lejos de Él.
Ambos se apresuraron junto a Él como a la piedra angular
... Como la inhabilidad predominaba en los modales

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rústicos de los pastores, la irreligiosidad abundaba en los
ritos profanos de los Reyes Magos. Sin embargo, esta piedra
angular los atrajo a sí mismo; en la medida en que vino 'a
escoger las cosas insensatas que podría confundir a los
sabios', y 'no a llamar a los justos, sino a los pecadores' (T.
Aquinas, 2014).

La Biblia dice que cuando los Reyes Magos encontraron dónde


estaba Jesús, "se regocijaron en extremo" y "cayeron, lo adoraron
(Mateo 2:11)". Se describe que los Reyes Magos cayeron y es
importante tener en cuenta que en las tradiciones judías
arrodillarse o postrarse ante alguien era visto como indigno.
Hasta el día de hoy, las personas de la fe judía no se arrodillan
cuando oran, sino que están de pie. Esto fue todo lo contrario para
los persas; para ellos arrodillarse era un signo de la mayor
reverencia y se utiliza para venerar a un rey reconocido. A día de
hoy, arrodillarse es un acto importante de la adoración cristiana,
particularmente dentro de la Iglesia Católica donde, además de
arrodillarse, la genuflexión es también parte de la adoración. La
tradición oriental sostiene que después de que adoraran al Niño
Jesús y presentaran sus dones, la Virgen María les dio, como
muestra de amistad, algunas de las vestiduras de nuestro Señor
para traerlas de vuelta con ellos a Oriente. Los Reyes Magos
regresaron a Persia y en el año 40 d.C. fueron bautizados por
Santo Tomás Apóstol. Más tarde ya que fueron asesinados por su
fe en Cristo, Gaspar, Melchior y Baltasar fueron celebrados como
mártires y santos. En el arte renacentista, a menudo se
representan con halos.

EL ÁNGEL DE JOSE LE ANUNCIA SOBRE LOS SABIOS

La Madre Cecilia Baij, revela que San José oró para que la gente
se enterara del don que Dios les había dado en la persona de Su

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Hijo. Quería compartir esto con todo el mundo. El Señor
respondió a José con otra visita de uno de los ángeles de José:

El gozoso José deseaba que el mundo supiera de este gran


favor que Dios había dado a la humanidad en enviando a
Su Hijo Unigénito para su salvación. ... El ángel de José vino
entonces a revelarle que tres reyes de Oriente venían a
adorar al Salvador recién nacido... Se le dijo a José que tenía
todas las razones para regocijarse por esto, ya que
complacería los deseos de su corazón y sería una respuesta
a la petición de que Jesús fuera conocido (C. Baij, 1997, pág.
165).

CORTE DE SAN JOSÉ

Algunos se han preguntado cuál era el propósito de la reunión de


los Reyes Magos en el palacio de Herodes antes de encontrar a la
Sagrada Familia. San Juan Crisóstomo habla:

La estrella se había ocultado de ellos para que, al


encontrarse sin su guía, no tuvieran otra alternativa que
consultar a los judíos (en la corte del rey Herodes). De esta
manera, el nacimiento de Jesús sería dado a conocer a todos
(Universidad de Navarra, 2005, pág. 30).

Después de abandonar la extravagante corte del rey Herodes, los


tres Reyes Magos se encontraron en la humilde corte de San José.
Él se sintió especialmente honrado de recibir a estos hombres
estimados como invitados y los invitó respetuosamente a adorar
al Niño Jesús. Estos hombres, que estaban acostumbrados a las
cosas más finas de la vida, con mucho gusto dejaron a un lado su
suntuosidad para el humilde entorno en el que ahora se
encontraban. Después de adorar al Santo Niño, la Beata Ana

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Catalina Emmerich revela que San José fue un anfitrión muy
amable:

Mientras tanto, José... había preparado una comida ligera


en la tienda de los reyes ... Vi a José recibiéndolos con gran
amabilidad y rogándoles que fueran sus invitados y
aceptaran esta modesta comida. Se reclinó entre ellos
alrededor de la mesa mientras comían. No tuvo en absoluto
timidez, y era tan feliz (A. Emmerich, 1953, pág. 161).

En esta reunión no había ricos ni pobres, reales o humildes, sino


que todos eran hombres de igual posición. Aunque los Reyes
Magos habían venido a ver al recién nacido rey de los judíos,
esperando ser conducidos a un palacio, sabían que al entrar en la
humilde cueva de la Natividad estaban en realidad en la corte
real de un rey cuyo reino no era de este mundo (Juan 18:36).

El trono sobre el que Cristo se encontraba no era de oro ni de


diamantes, sino que era el regazo de la Santísima Virgen María,
la joya de la creación de Dios. El Divino Rey Niño no estaba
vestido con túnicas de sedas finas, sino en simples pañales y el
manto de José. San José, aunque no fuera externamente de la
nobleza real, ya que su familia ya no se sentaba en el trono de
David, era el príncipe de este pequeño reino en la tierra y era el
más amable y noble de los hombres presentes.

Cuando Dios Padre decidió dar a Su Hijo al mundo, quiso


hacerlo con honor, ya que es digno de todo honor y gloria.
Así le preparó una corte y un servicio real digno de El: Dios
deseaba que Su Hijo tuviera una recepción honorable y
gloriosa en la tierra, aunque no lo fuera a los ojos del
mundo, ni a Sus propios ojos... La corte del Hijo de Dios
hecho Hombre estaba compuesta por María y José: Dios
mismo no podría haber encontrado siervos más dignos
para Su Hijo (P. Eymard, 2008).
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CAPÍTULO 6: LA PRESENTACIÓN

Este capítulo trata sobre la Presentación de Jesús en el Templo cuarenta


días después de Su nacimiento.

Me deleito en hacer Tu voluntad, oh Dios mío; Tu Ley está


en mi corazón (Salmos 40:8-10).

Cuarenta días después del nacimiento de Jesús, era hora de que


José llevara a su esposa y a su hijo al Templo de Jerusalén. La Ley
establecía que después del nacimiento de un niño, la madre tenía
que esperar 33 días para purificarse y, aunque María era toda
Inmaculada, quería someterse al rito de purificación, así como su
hijo fue sometido a la circuncisión. La Presentación era una
ceremonia en la que el padre presentaba a su primogénito para
ser redimido por Dios. El niño sería "liberado", comprado de
vuelta a Dios con una ofrenda, y José y María siguieron la Ley
como se prescribe.

Y cuando se cumplieron los días para su purificación


según la ley de Moisés, lo trajeron a Jerusalén para
presentarlo al Señor (Lucas 2:22).

SIMEÓN

San José llevó a su familia al Templo de Jerusalén para presentar


a su hijo, sin saber qué más había. En el templo estaba Simeón, un
sacerdote devoto de Jerusalén que, según el Evangelio de San
Lucas, esperaba la venida del Mesías con gran anticipación. La
Biblia dice que era bastante anciano y deseaba desesperadamente
ver la "consolación de Israel" (San Lucas 2:25) antes de morir.

Sus oraciones fueron contestadas cuando se le dio una revelación


del Espíritu Santo que decía que llegaría el momento de que él
contemplara al Prometido. Simeón fue el primer hombre en el

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Templo en reconocer y reverenciar al Salvador y sostener al Niño
Jesús en sus venerables brazos, alabando y dando gracias a Dios
por concederle este honor:

"Ahora tú desestimas a tu siervo, oh Señor, según Tu


palabra, en paz; porque mis ojos han visto Tu salvación, que
has preparado ante el rostro de todos los pueblos: una luz
de revelación a los gentiles, y una gloria para Tu pueblo
Israel (Lucas 2:29-32).

CORAZONES DOLORIDOS ENTRELAZADOS

Después de escuchar este Cántico de Simeón, y maravillarse con


sus palabras, José y María recibieron entonces una profecía del
venerable sacerdote concerniente a su hijo, así como palabras
referentes al alma misma de la Santísima Virgen María:

Y Simeón los bendijo y dijo a María su madre: He aquí, este


niño está listo para la caída, y para la resurrección de
muchos en Israel, y para una señal que será contradicha; Y
tu propia alma será atravesada por una espada, para que,
de muchos corazones, se revelen pensamientos (Lucas 2:34-
36).

La Madre Cecilia Baij revela el dolor de José al escuchar las


palabras de Simeón:

José se sintió afligido por el dolor cuando el profeta dijo esto


porque, hasta cierto punto, era consciente de lo que esas
palabras implicaban. Trató de someter sus sentimientos de
angustia, pero sucumbió y lloró amargamente. Las palabras
de Simeón estaban impresas ahora en su corazón y le
causaron una aflicción constante (C. Baij, 1997, pág. 175).

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El corazón más humilde de José estaba plenamente unido con el
de su esposa, y juntos cargarían una agonía única conocida sólo
por ellos. Además de compartir esto con María, San José tenía una
gran aflicción de manera personal al saber que no estaría allí para
proteger a su niño sufriente o consolar a su esposa cuando el
tiempo de la caída, el ascenso y la contradicción centrados en
Jesús, y el alma perforada de María, llegaran a cumplir las
palabras de Simeón. Como él no fue mencionado en las profecías
de Simeón, sabía que no viviría para presenciar esos
acontecimientos. Sabía que no estaría allí para salvaguardar y
proteger a aquellos a quienes el Señor le había confiado
amorosamente. Estos corazones de José y María unidos por la
Voluntad de Dios, en el amor, estaban ahora entrelazados en el
dolor, cada uno para ser el consuelo del otro.

La santa esposa de San José fue, por medio de estas


profecías, hecha para ver muchos de los misterios de la
Redención y de los esfuerzos y sufrimientos de Jesús. ... Sin
embargo, San José no debía ser testigo ocular de ellos
durante su vida terrenal (M. Agreda, 1912, pág. 511).

ANA LA PROFETÍSA

Después de considerar estas cosas, el sacerdote Simeón bendijo y


oró por María, dando a San José también una bendición especial.
Después de estas palabras, Dios envió a José y a María un
consuelo por medio de Ana, la profetisa, que dio testimonio
público de la grandeza de Dios. Tradicionalmente se sostiene que
Ana conocía a la Santísima Virgen cuando era niña, enseñándole
en los caminos del Señor.

Había también una profetisa... Ana, ahora ella, a la misma


hora, entrando, confesó al Señor; habló de El a todos los que
buscaban la redención de Israel (Lucas 2:36-38).
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JOSÉ PRESENTA A SU HIJO

José cumple con el requisito de la Ley de presentar a su hijo a Dios


para ser redimido con un sacrificio de dos tórtolas. San José
acababa de cumplir su segundo acto oficial como padre de Jesús,
habiéndolo presentado y consagrado en el Templo de Jerusalén.
Al igual que con la circuncisión de Jesús, la Ley exigía que el
primogénito fuera redimido.

José llevó a Jesús a la Corte Interior del Templo, en la que no se


permitía a las mujeres, por tanto, esperó la Santísima Virgen
afuera. Llevó al Templo al Verdadero Sumo Sacerdote, aunque
nadie reconoció al niño como tal, ni le rindieron homenaje.

En medio del Templo estaba el Mesías mismo, aquel por cuya


llegada los judíos oraban fervientemente, aunque sólo los
venerables Simeón y Ana vieran al Redentor en este niño. Jesús
se convertiría en el Cordero Sacrificial que, años más tarde,
llevaría la cruz sobre la cual moriría por la redención del mundo.
En la Presentación, Su carga aún no es evidente, ya que es llevado
al Templo por Su siervo más fiel, José, quien "recompra" al Niño
Jesús de Dios Padre.

El Papa Francisco habla sobre la importancia de este


acontecimiento:

Ante nuestros ojos hay un acontecimiento humilde pero


grande: María y José llevan a Jesús al Templo de Jerusalén.
Es un bebé como tantos otros, pero es único: Es el Unigénito
que viene por todos. ... En el templo Jesús viene a
encontrarnos... Contemplamos el encuentro con el anciano
Simeón, que representa la fidelidad devota de Israel y el
júbilo del corazón para el cumplimiento de las antiguas
promesas. Nosotros también admiramos el encuentro con
la anciana profetisa Ana, quien, al ver al Niño, alaba a Dios.

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Simeón y Ana son la expectativa y la profecía; Jesús es la
novedad y la realización: Se nos presenta como la sorpresa
sin fin de Dios. En este Niño, nacido para todos, el pasado
—hecho de memoria y promesa—, y el futuro— lleno de
esperanza, se unen (Francisco, 2016).

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CAPÍTULO 7: EL NIÑO BUSCADO

Este capítulo habla de los abusos sufridos por José en Nazaret, el ángel
mensajero que regresa a él, la masacre de los inocentes del rey Herodes
y José guiando a su familia en el exilio a Egipto.

Después de que San José hubiera cumplido con su deber de


presentar a Jesús, y la Santísima Virgen hubiera sido purificada a
los ojos de la Ley, la Sagrada Familia estaba pensando en
establecerse y hacer un hogar. José tenía la esperanza de que
pudieran residir en Nazaret y tuvieran una vida pacífica. Sin
embargo, al llegar, José fue recibido con abusos de la gente del
pueblo que lo etiquetaban de ser un bruto por llevar a la Virgen
María en el duro viaje a Belén, sabiendo lo cerca que estaba de
dar a luz. El regreso a Nazaret no fue tan pacífico como José
esperaba, ya que fue vilipendiado por la gente del pueblo,
algunos de los cuales fueron influenciados por el diablo. San José
no era ajeno al diablo ni a los insultos del hombre, ya que había
experimentado esto hasta cierto punto en su infancia, como se
mostró anteriormente en este libro. Así como soportó estos
abusos cuando era niño, con santa paciencia, también lo hizo en
su edad adulta, aunque con gran sufrimiento. La Madre Cecilia
Baij revela:

... comenzaron a tratarlo mal y decían que era un bruto por


haber llevado a su esposa a Belén cuando su parto parecía
inminente. Algunos habían sido influenciados por el diablo
para atacar aún más a José, proclamando que era una locura
haber dado a la doncella María como esposa a un hombre
como él, que no se preocupaba por ella y le permitía sufrir.
Decían que él sería el culpable si ella sufría una muerte
prematura por los sufrimientos que él le causó. Estos
abusos eran como espadas perforando el corazón del
amoroso José, porque sabía lo mucho que amaba a su

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esposa, y lo agradecido que estaba a Dios por habérsela
encomendado (C. Baij, 1997, pág. 181).

Aunque entristecido y herido por estos abusos, San José continuó


sobresaliendo en sus virtudes de paciencia, humildad y amor por
todos. Siempre fue agradable a la vista de Dios, su esposa María
y el Divino Niño Jesús. La Madre Cecilia Baij revela las hermosas
palabras de adoración que José decía en medio de sus pruebas, y
el éxtasis que experimentó como recompensa por su amor:

"Oh Dios mío, ... ¿Cómo es posible que Tú, que eres la
Infinita bondad, perfección y belleza insondable, no seas
amado por todos los hombres?" Con estas palabras José
entró en un éxtasis durante varias horas, deleitándose en la
grandeza de Dios. Sentía como un fuego con el amor más
santo por Dios. ... Después del éxtasis, María colocó al
Divino Infante en los brazos de José. José lo colocó cerca de
su pecho y así brindó plena satisfacción a su corazón
hambriento de amor. Su alma fue refrescada por este abrazo
con su amado Dios (C. Baij, 1997, págs. 181, 182).

EL COMPLOT CONTRA EL NIÑO JESÚS

Siendo el jefe de la Sagrada Familia y su guía y proveedor


designado, José recibió un mensaje sorprendente de uno de sus
ángeles:

"Levántate, y toma al Niño y a Su madre, y vuela a Egipto,


y estáte allí hasta que te lo diga. Porque acontecerá que
Herodes buscará al Niño para destruirlo (Mateo 2:13)."

En el Evangelio de San Mateo, se da a entender que la Sagrada


Familia todavía estaba en Belén cuando San José recibió este
mensaje del ángel. Sin embargo, la beata Ann Catalina Emmerich
y la Madre Cecilia Baij afirman que se les reveló que José ya se
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había establecido con su familia a setenta millas al norte de Belén,
en Nazaret:

En Nazaret ... Vi a José en su habitación acostado de lado


dormido con la cabeza en el brazo. Vi a un joven brillante
subir a su cama y hablar con él. El joven tomó su mano y lo
levantó, cuando José volvió a sus sentidos y se levantó, el
joven desapareció (A. Emmerich, 1953, pág. 183).

... José se sintió muy contento de permanecer en Nazaret,


pero cuando se enteró de la persecución de Herodes, sintió
una angustia muy profunda (C. Baij, 1997, pág. 182).

José despertó a María de inmediato y se fueron a toda prisa. Las


palabras de Simeón, el anciano del Templo, resonaron en sus
mentes: "¡He aquí, este niño está destinado a la caída y al ascenso
de muchos!" (San Lucas 2:34) ¿Podría ser éste ya el comienzo del
cumplimiento de sus palabras? ¡Jesús tenía apenas dos meses de
edad y ya había despertado la esperanza en los humildes y el
miedo en los poderosos! A San José se le dio la responsabilidad
de salvaguardar la vida del Niño Cristo, así como la de la
Santísima Virgen. Los Reyes Magos de Oriente le habían
preguntado a Herodes sobre el nacimiento del Rey de los Judíos
en Belén y esto lo puso nervioso. En lugar de arriesgarse a perder
su corona, Herodes actuó dominado por sus inseguridades e ira
enviando a sus soldados por toda la tierra de Judea para matar a
todos los niños menores de dos años. Mientras que los soldados
fueron arrancando a los bebés de pechos de sus madres, y los
niños pequeños de los brazos de sus padres, la Sagrada Familia
ya estaba lejos en el desierto.

Cuando Herodes se dio cuenta de que los Reyes Magos se


habían burlado de él, este estaba furioso y dio órdenes de
matar a todos los muchachos de Belén y sus alrededores
que tenían dos años o menos (Mateo 2:16).
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Así, dice el Señor: "Se oye una voz en Ramah, lamentación
y amargo llanto. Rachel está llorando por sus hijos; Ella se
niega a ser consolada por sus hijos, porque ya no lo son
(Jeremías 31:15)."

SAN JOSÉ, UN HOMBRE DE ACCIÓN

El ángel le había dado instrucciones de huir a Egipto y


permanecer allí hasta que se le dijera. Esta incertidumbre fue
increíblemente angustiosa para José, pero él era un modelo
perfecto de obediencia a la Voluntad de Dios, por lo que no hacía
preguntas y actuaba de inmediato. Todo lo contrario que el gran
Moisés que hacía numerosas preguntas y planteaba dudas
cuando el Señor le mandó sacar a los israelitas de Egipto, a pesar
de que el Señor había prometido estar entre él y su pueblo. El
Señor incluso dijo que mostraría muchas señales y maravillas
para su consuelo, y sin embargo se quejaron y sufrieron.

El ángel mandó a José que se levantara y se fuera; no se prometió


ninguna ayuda, no se dieron instrucciones, ni palabras de
consuelo. En el Evangelio de San Mateo, se muestra que José es
un hombre de fe y un hombre de acción, obediente al recibir sus
instrucciones y un ejemplo perfecto de sumisión completa a la
Voluntad Divina. José, sin tener certeza de lo que vendría
después para su familia, los llevó a Egipto y fueron fugitivos.
Aunque la ansiedad pesaba sobre el joven padre y esposo, estaba
decidido a llevar a cabo las instrucciones del ángel; continuó
depositando su confianza filial en Dios, como menciona la Madre
Cecilia Baij:

Se levantó, tomó al niño y a Su madre por la noche, y se


retiró a Egipto (Mateo 2:14).

100
El ángel de José le habló, mandándole que llevara al Niño y
a Su madre a Egipto. El ángel dejó claro que Herodes estaba
contundentemente decidido a que el Niño fuera asesinado.
... Siendo verdaderos fugitivos, se escabulleron por la
noche. José no sabía exactamente qué rumbo tomar para
llegar a Egipto, así que se abandonó por completo a la
Divina Providencia (C. Baij, 1997, pág. 183, 184).

En cuanto a este hombre de acción, el Papa Benedicto XVI


contempla la fe y la fidelidad de San José:

En José, la fe no está separada de la acción. Su fe tuvo un


efecto decisivo en sus acciones. Paradójicamente, fue
actuando, al cumplir con sus responsabilidades, que se hizo
a un lado y dejó a Dios libre de actuar, sin poner obstáculos
en Su camino. José es un hombre 'justo' porque su existencia
es ajustada a la palabra de Dios (Benedicto XVI, 2009).

El sol comenzando a alzarse, y cubrió las tinieblas lentamente, la


Santísima Virgen oró en silencio sobre su hijo, sus labios le
susurraron una oración pidiendo ayuda divina en su hora de
necesidad y especialmente por José, su marido justo, que los
llevaba al exilio:

Escucha la voz de mi oración, oh mi Rey y mi Dios... Por la


mañana me presentaré ante Ti... Condúceme, oh Señor, en
Tu justicia: por causa de mis enemigos, dirige mi camino a
tu vista... Porque bendecirás a los justos. Oh Señor, Nos has
coronado, como con un escudo de Tu buena voluntad
(Salmos 5:3-5, 9, 13).

Aunque su esposa oró en silencio, José escuchó sus súplicas al


Señor y le conmovieron. Era una mujer fuerte y aunque lloraba,
sus lágrimas lo llenaron de la fuerza para caminar hacia adelante,
sin importar lo cansados que estuvieran sus pies.

101
"Aleja tu voz del llanto, y tus ojos de las lágrimas; porque
tu dolor será recompensado", declara el Señor (Jeremías
31:16).

Cristo era el amor y la salvación de José y aunque no era de su


carne, Jesús seguía siendo su hijo. Y si mantenía su fe en el Señor
— especialmente durante las pruebas y los sufrimientos— José no
fallaría en su servicio a Él. A medida que el terreno se volvía más
áspero, la Sagrada Familia pasó varios días caminando bajo el
ardiente sol y durmiendo bajo cualquier refugio que podían
encontrar. Además, José durmió muy poco ya que mantuvo la
guardia casi toda la noche, ya que no era raro escuchar historias
de viajeros que eran robados e incluso asesinados en el desierto.

Existe una tradición que data del siglo III, y que se encuentra
predominantemente en la Iglesia oriental, de que la Sagrada
Familia se encontró con ladrones en el desierto. Al viajar, San José
y su familia se encontraron en una zona habitada por una banda
de ladrones, uno de los cuales se llamaba Dimas. Dimas vio a esta
familia vulnerable acercarse y estaba a punto de atacarles y
robarles cuando sus ojos vieron la cara del Divino Infante. Se dice
que reconoció al Niño Jesús como su Señor y de inmediato se
arrepintió. En uno de sus sermones, el Beato Santiago de
Voragine habla de este encuentro:

Durante su huida a Egipto, la Sagrada Familia cayó en


manos de ladrones. Uno de ellos, deslumbrado por la
belleza del Niño, dijo a sus compañeros: 'De cierto os digo
que, si fuera posible que Dios asumiera nuestra naturaleza,
creería que este Niño es Dios'... permitieron que la Sagrada
Familia partiera ilesa (M. Lisle, 1882, pág. 18).

Se dice que más tarde, en la crucifixión de Jesús, Dimas fue el


ladrón a la diestra de nuestro Señor, en quien profesó su fe, y
pidió perdón. Tradicionalmente en un crucifijo, Jesús inclina Su
102
cabeza hacia su lado derecho, reconociendo la reverencia que le
pagó el Buen Ladrón.

Y le dijo a Jesús: Señor, recuérdame cuando vengas a Tu


reino (Lucas 23:42).

LOS SANTOS INOCENTES

Mientras tanto, la furia de Herodes arreciaba en Belén y sus


ciudades circundantes, sangre inocente fluía por las calles
mientras las madres y los padres lloraban por sus hijos. Si el ángel
no hubiera advertido a San José, habría sido él el que hubiera
luchado por salvar a su único hijo. Hubiera estado su esposa,
sollozando en las calles. Hubiera sido su hijo el que hubiera sido
asesinado por la espada de un rey inseguro. Estos hijos fueron los
primeros mártires en derramar su sangre por Jesucristo — estos
Santos Inocentes murieron por Cristo sin siquiera saberlo, pero
grande es su recompensa en el Cielo.

Después de la construcción de la Iglesia de la Natividad,


construida sobre el lugar del nacimiento de Cristo, la emperatriz
Santa Elena trajo las reliquias de algunos de estos niños pequeños
y las colocó en una de las capillas subterráneas de la iglesia, que
posteriormente fue dedicada a su memoria. Bajo el altar reposan
los huesos de estos niños inocentes, amados por Dios y Su Iglesia.
La Iglesia Católica Romana celebra a estos niños víctimas,
conocidos piadosamente como los "Santos Inocentes", el 28 de
diciembre. La Iglesia también los llama, en palabras de San
Agustín, las "Flores de los Mártires", ya que fueron los brotes de
la nueva Iglesia, siendo cortadas en la persecución de Herodes.

... Vi bajo el altar las almas de los que fueron asesinados por
la palabra de Dios (Apocalipsis 6:9).

103
La Iglesia venera a estos niños como mártires (flores
martyrum); son los primeros brotes de la Iglesia asesinados
por la atroz persecución; murieron no sólo por Cristo, sino
en Su lugar (K. Knight, 2017).

El importante papel de José llevando de manera segura al Hijo de


Dios y su madre en el exilio, a menudo se pasa por alto, sin
embargo, el Papa León XIII reconoció esta gran hazaña en su
encíclica, Quamquam Pluries:

José protegió de la muerte al Niño amenazado por los


celos de un monarca, y encontró para él un refugio; en las
miserias del viaje y en la amargura del exilio siempre fue
el compañero, la ayuda y el defensor de la Virgen y de
Jesús (León XIII, 1889).

104
CAPÍTULO 8: REFUGIADOS

Este capítulo trata del viaje a Egipto, el derrocamiento de los ídolos, la


vida en Egipto y las curaciones

¡Cuánto debió sufrir San José en el viaje a Egipto al ver los


sufrimientos de Jesús y María! ... En efecto, José se sintió
conforme en todas las cosas a la voluntad del Padre Eterno,
pero su corazón tierno y amoroso no podía sino sentir dolor
al ver al Hijo de Dios temblando y llorando del frío y de las
otras dificultades que experimentó en ese duro viaje (A.
Ligorio 2017).

Después de muchos días de peligrosos viajes, José y su familia


finalmente cruzaron a Egipto, suspiraron de alivio. Ahora
estaban a salvo, pero a medida que se dirigían a través de Egipto,
recibían muchas miradas extrañas de la gente, ya que eran
extranjeros y no se fiaban de ellos.

Todo había sucedido tan rápido desde que José se casó con su
amada: en primer lugar, tuvo el dilema de que su prometida
virgen quedara embarazada del Hijo de Dios. En ese momento su
corazón estaba lleno de miedo y ansiedad hasta que el ángel se le
apareció y le tranquilizó. En segundo lugar, una vez que él y
María estuvieron juntos como marido y mujer, tuvieron que
viajar a Belén para el censo. Este viaje fue difícil para él,
especialmente porque su esposa estaba cerca de dar a luz y aún
no habían encontrado alojamiento. Habiendo sido rechazados en
todas partes, encontraron refugio en una cueva donde María dio
a luz a nuestro Señor. Protegió a su esposa y a su hijo, consciente
de que los ladrones u otros criminales podrían tratar de
esconderse allí o peor, robarles las pocas posesiones que tenían.
En tercer lugar, José había sido advertido de la intención del rey
Herodes de ejecutar al niño, y tuvo que huir con María y Jesús en
medio de la noche y viajar a una tierra extranjera.
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Vio a los hijos de Belén en su mente y lloró por ellos en su
corazón. Lloró por su esposa, cuya alma estaba siendo perforada
al pensar en que todos esos inocentes fueran arrebatados a sus
madres. Lloró por su Hijo, que estaba siendo perseguido por un
hombre que se sabía que tenía a una de sus esposas, tres de sus
hijos y a su cuñado ejecutados por presunta traición. Los
escalones hacia Egipto se mancharon con las lágrimas de José y
María mientras viajaban por el terreno áspero bajo el sol ardiente
y el frío cielo nocturno. El niño Jesús fue llevado a una tierra
extranjera como fugitivo, aunque no había cometido ningún
crimen.

LOS ÍDOLOS SE DERRUMBAN

Finalmente llegaron a Egipto, la tierra de dioses extraños, no


como visitantes, sino como refugiados que huían de su propio
país. La Sierva de Dios, la Madre Cecilia Baij, revela que José
temía la recepción que su familia tuviera entre los paganos de este
lugar y, siendo de naturaleza auto-sacrificada, como todo padre
debería ser, rogó que Dios liberara a su esposa e Hijo cualquier
maltrato durante su estadía y que cayera sobre él en su lugar:

Por fin, después de haber soportado muchas pruebas, Jesús,


María y José llegaron a su destino en Egipto. José temía que
esta llegada, temiendo que estas personas, siendo bárbaras
e idólatras, los maltrataran. Por lo tanto, se volvió hacia
Dios en ferviente súplica, diciendo:

"Oh Dios mío, concédeme el favor de que tu Hijo Unigénito,


y Su santa madre, nunca sean sometidos a tales ultrajes.
Mírame, mientras me ofrezco a tomar todo sobre mí mismo.
Ojalá se libren de tales adversidades. Mi Dios no permitas
que ellos, que son tan inocentes, tan en virtuosos, tan ricos
en méritos, sean maltratados. Merezco yo toda desgracia.
106
Permite, por lo tanto, que estas cosas me sucedan sólo a mí,
y no a ellos (C. Baij, 1997, pág. 191).

Los egipcios no sabían que José y María llevaba entre ellos al


único Dios verdadero. Tras la entrada del Niño Cristo, los
numerosos ídolos de Egipto temblaron y cayeron causando
pánico y tristeza entre el pueblo, en cumplimiento de la profecía
de Isaías, y confirmado por las místicas Madre Cecilia Baij y la
Venerable María de Agreda:

He aquí, el Señor está cabalgando... a Egipto; los ídolos de


Egipto temblarán ante Su presencia, y el corazón de los
egipcios se derretirá dentro de ellos (Isaías 19:1).

Al hacer su entrada, los ídolos a los que estas personas


cegadas adoraban cayeron al suelo siendo derrocados. Esto
causó un gran revuelo entre los habitantes, ya que nadie
tenía idea de lo que podría estar provocando esto. ¿Cómo
podrían saber que era el mismísimo Dios verdadero quien
estaba destruyendo así a sus dioses falsos al entrar en su
ciudad? (C. Baij, 1997, pág. 192).

Al entrar en las ciudades de Egipto, el Divino Infante, en los


brazos de Su madre, levantó Sus ojos y Sus manos al Padre
pidiendo la salvación de estos habitantes cautivos por
Satanás. E inmediatamente hizo uso de Su poder soberano
y divino y expulsó a los demonios de los ídolos y los arrojó
al abismo infernal. Como relámpagos que brillaban desde
las nubes, se lanzaron hacia adelante y descendieron a las
cavernas más bajas del Infierno y la oscuridad. Al mismo
tiempo, los ídolos se estrellaron contra el suelo, los altares
cayeron en pedazos y los templos se desmoronaron en
ruinas. San José sabía que esto era obra del Verbo
encarnado; y lo alabó y ensalzó con santa admiración. El

107
pueblo egipcio se asombraba de estos acontecimientos
inexplicables (M. Agreda, 1912, pág. 551).

PARADAS DE LA SAGRADA FAMILIA

Se cree que la Sagrada Familia no se asentó en la primera ciudad


que encontraron en Egipto, sino que estaban constantemente en
movimiento para encontrar un lugar seguro. El ángel no le dijo a
José cuánto tiempo tendrían que permanecer en el exilio, así que
hasta que escuchara de nuevo del mensajero, viajarían por todo
Egipto. La tradición dice que se quedaron en Egipto durante siete
años antes de regresar a su tierra natal y establecerse en Nazaret.

Según la tradición oriental, Theophilus (Patriarca Copto de


Alejandría de 385-412 d.C.) tuvo una visión en la que se le mostró
la ruta de escape de la Sagrada Familia y los muchos lugares en
Egipto en los que descansaron. Afirma que José y su familia
huyeron a Gaza y luego a El-Zaraniq, que está a unos treinta y
ocho kilómetros al oeste de El-Arish. Después de semanas de
viajes, la Sagrada Familia hizo innumerables paradas de
descanso, entre ellas Matariyah, donde el Divino Niño realizó un
milagro:

En Matareyah, un árbol todavía se encuentra en pie hasta el


día de hoy, todavía visitado regularmente, llamado el árbol
de María, ya que se cree que la familia descansó bajo su
sombra. Aquí, también, el Niño Jesús hizo que el agua
fluyera de un manantial, del cual bebió y bendijo, y en el
que la Virgen lavaba Su ropa. Ella vertió el agua de lavado
en el suelo, y desde ese lugar, la fragante planta de bálsamo
floreció: además de las propiedades curativas y calmantes
del dolor de este bálsamo, su esencia se utiliza en la
preparación de los aromas y perfumes de los cuales se

108
compone el santo Crisma (aceite) (Servicio de Información
del Estado de Egipto, 2017).

Esta siguiente tradición ha sido inmortalizada en obras de arte a


lo largo de los siglos: María está agotada y desea descansar un
rato a la sombra de un árbol. Ella no quiere molestar a José, y sin
embargo él no busca descansar hasta que ella lo recomiende. Él
está totalmente dedicado a la comodidad y el bienestar de su
esposa. Cuando la Virgen María menciona que está cansada y le
gustaría descansar, José hace una pausa en su viaje y lleva a la
familia a la sombra de un árbol. María le dice que tiene hambre y
le gustaría un poco de fruta:

Y aconteció que... mientras caminaban, que la bendita


María estaba cansada... y al ver una palmera, le dijo a José:
Permíteme descansar un poco bajo la sombra de este árbol.
Por lo tanto, José se apresuró, y la llevó a la palmera... Y la
Virgen María estaba sentada allí, miró hacia arriba... y la vio
llena de fruta y le dijo a José: “Ojalá fuera posible obtener
parte del fruto de esta palmera”. Y José le dijo: “Me
pregunto si dices esto, cuando ves lo alta que es la palmera;
y piensas en comer de su fruta. Yo pienso más en la falta de
agua, porque las pieles están ahora vacías, y no tenemos con
qué refrescarnos a nosotros mismos y a nuestro ganado”.
Entonces el niño Jesús, con un rostro gozoso... dijo a la
palmera: “Oh árbol, dobla tus ramas, y refresca a mi madre
con tus frutos”. E inmediatamente con estas palabras la
palmera inclinó su parte superior hacia los pies de la
santísima María; y recogieron su fruto, con el que todos se
refrescaron. ... Entonces Jesús le dijo: “... abre de tus raíces
una vena de agua que se ha escondido en la tierra, y deja
que fluyan las aguas, para que podamos satisfacernos con
ello” ... y de su raíz comenzó a salir un manantial de agua

109
extremadamente clara, fresca y brillante. Y cuando vieron
el manantial de agua, se regocijaron (K. Knight, 2017).

ALTAR AL SEÑOR

San José llevó a su familia al monte Qussqam, que sería la parada


más importante y significativa para ellos en la tierra de Egipto al
cumplir otra profecía del profeta Isaías:

... habrá un altar para el Señor en medio de la tierra de


Egipto, y un pilar para el Señor cerca de su frontera. Se
convertirá en una señal y un testimonio del Señor de los
ejércitos en la tierra de Egipto; ... Así, el Señor se dará a
conocer a Egipto (Isaías 19:19-21).

En este lugar se encuentra ahora el Monasterio Al-Muharraq,


dentro de él la Iglesia de la Virgen María, siendo el altar una vez
la cama sobre la que dormía el pequeño Jesús. Se cree que esta
piedra de altar es el cumplimiento de la profecía de Isaías. En
cuanto al pilar mencionado, se considera que es la Sede Patriarcal
de la Iglesia Apostólica en Egipto, que se cree que fue establecida
por San Marcos en Alejandría, en la frontera norte de Egipto.

LA VIDA EN EGIPTO

Mientras estaba en el exilio San José estaba preocupado por la


idolatría de los egipcios y se compadecía de estas personas. José
comenzó su papel intercesor en la tierra de los paganos orando
por su conversión y al mismo tiempo haciendo buenas acciones
para ellos, independientemente de sus creencias. Aunque el exilio
de su tierra natal fue siempre difícil para José, siempre tuvo el
consuelo de su bendita esposa María y del Divino Niño Jesús. La
Madre Cecilia Baij relata:

110
José siempre estaba muy preocupado por la conversión de
todos los pecadores y suplicaba a Dios en su nombre cada
vez que se encontraba con tales almas... Viviendo como lo
hizo entre estos incrédulos, por lo tanto, se esforzó aún más
por demostrar su amor por el prójimo... y, pobre como era,
todavía le daba limosna ... Aunque trabajó diligentemente,
José nunca dejó de lado sus oraciones. ... A veces estaba
cansado de sus trabajos extenuantes, y cuando regresaba a
María, se lo contaba. Ella ponía al Niño Jesús en sus
brazos... El feliz José lo recibía con la más profunda
humildad y abrazándolo... su alma se llenaba de alegría y
consuelo (C. Baij, 1997, págs. 195, 199).

Además de trabajar entre los paganos para proveer a la Santísima


Virgen María y al Niño Jesús, San José también buscó a otros
judíos que vivían y trabajaban en Egipto. La beata Ana Catalina
Emmerich revela que José no sólo se hizo amigo de sus
compañeros judíos, sino que construyó para ellos una pequeña
casa de oración. Durante su estancia en Egipto, el Niño Jesús, que
creció considerablemente, a menudo acompañaba a José en sus
recados y en su trabajo:

José construyó un lugar de oración en el que los judíos que


vivían en la ciudad se reunían con la Sagrada Familia. Antes
de esto, no tenían lugar de encuentro para la oración. A
menudo se me mostraba cómo el pequeño Jesús ya se estaba
haciendo más grande, y cómo jugaba con otros niños. Ya
podía hablar y correr bastante bien; A menudo estaba con
José, y a veces se iba con él cuando trabajaba fuera de casa
(A. Emmerich, 1953, pág. 193).

111
EL PODER DE SANAR

Se dice, que, durante sus siete años en Egipto, la Santísima Virgen


María y su esposo San José predicaban a los egipcios e incluso
realizaban curaciones en el nombre de su Hijo. La Venerable
María de Agreda revela:

Harían falta muchos libros para describir las maravillas y


las conversiones de almas que tuvieron lugar durante los
siete años de su estancia en Egipto. ... Cada vez que María
escuchaba y respondía a los que se le acercaban, sostenía en
sus brazos al Niño Jesús, que era el Autor de todas las
gracias que se dispensaban a los pecadores. El Niño Jesús la
facultó para curar a las mujeres con el toque de sus manos.

... Mientras vivían en Heliópolis hubo un período de


pestilencia. La gente sabía de las curaciones que habían
tenido lugar y venían a ellos desde todas partes del país y
regresaban a casa curados en cuerpo y alma. San José
también fue ordenado por Dios en la enseñanza y sanación
de los enfermos. Para ello, fue investido de nueva luz y el
poder de la sanación. Normalmente enseñaba y curaba a los
hombres, mientras que la Bendita Virgen atendía a las
mujeres. (M. Agreda, 1912, págs. 569, 572).

EL MENSAJERO VUELVE

Según se informa, en Al-Muharraq, el ángel mensajero vino una


vez más para instruir al siervo más humilde del Señor. San José
había estado esperando este momento durante bastante tiempo y
finalmente le llegó, como se revela en el Evangelio de San Mateo:

... un ángel del Señor apareció en un sueño a José en Egipto,


y le dijo: "Levántate, toma al Niño y a Su madre, y ve a la
tierra de Israel; pues aquellos que buscaron la vida del Niño
112
están muertos." Entonces, José se levantó, tomó al Niño y a
Su madre, y entró en la tierra de Israel (Mateo 2:19-21).

El corazón paterno de José estaba muy contento de que ahora


pudiera llevar a su hijo y a su esposa a casa. Sin embargo, el hijo
de Herodes, Arquelao, había ascendido al trono y tenía fama de
ser también un tirano. Se dice que José tenía miedo de regresar a
Judea, por lo que el ángel se le apareció a él una vez más para
redirigirlo a Galilea:

Pero cuando oyó que Archelao reinaba sobre Judea en lugar


de su padre Herodes, tenía miedo de ir allí. Luego, después
de ser advertido por Dios en un sueño, se fue a las regiones
de Galilea, y vino y vivió en una ciudad llamada Nazaret
(Mateo 2:22-23).

Este pasaje de Mateo a menudo se pasa por encima sin una


palabra o pensamiento, pero incluso esta breve escena merece ser
mencionada. En él aparece que San José tiene miedo de regresar
a Judea con su familia, temiendo que el sucesor de Herodes busca
destruir a su hijo. Aunque tiene fe, José todavía tiene un temor
temporal que es parte de la condición humana, y el Padre
Celestial lo entiende. Así que una vez más el Señor envía a Su
mensajero para instruir a José sobre lo que debe hacer. Este dato
del temor de José habla mucho no sólo de las fragilidades
humanas, sino también de la Compasión de Dios. El Padre
Celestial le permite a José tener, hasta cierto punto,
autosuficiencia, aun cuando esto le causa miedo. Pero el Señor es
misericordioso, por lo que envía a Su mensajero para aconsejar a
José sobre el curso que debe tomar para sacar a su familia sana y
salva del exilio.

En todo el viaje a Al-Muharraq y de regreso a Nazaret se habían


cubierto más de dos mil kilómetros. José, que desde el exilio había
llevado a su familia a pie, había dado cada paso para la mayor
113
gloria de Dios. Aunque los años de exilio fueron construidos
sobre la base de la tristeza, el regreso a casa se construyó sobre la
alegría. Su fe continuó guiándolo hacia adelante.

Deja que tus ojos miren directamente hacia adelante, y tu


mirada sea recta ante ti. Echad por cuenta en el camino de
tus pies, entonces todos tus caminos estarán seguros. No te
desdigas a la derecha o a la izquierda; aleja el pie del mal
(Proverbios 4:25-27).

Y así, el camino de Jesús de regreso a Nazaret desde Belén


pasó por Egipto. Así como Israel había seguido el camino
del éxodo "desde la condición de la esclavitud" para
comenzar la Antigua Alianza, así José, guardián y
cooperador en el misterio providencial de Dios, incluso en
el exilio, velaba por Él que lleva a la Nueva Alianza (Juan
Pablo II, 1989).

114
CAPÍTULO 9: HIJO DE JOSÉ

Este capítulo habla del regreso a Nazaret, la relación de San José con su
Divino Hijo Jesús, y la pérdida y el hallazgo de Jesús en Jerusalén.

Y ellos dijeron: ¿No es este Jesús, el hijo de José, cuyo padre


y madre conocemos (Juan 6:42 DRV)?

Sólo hay una paternidad, la de Dios Padre, el único Creador


del mundo, de todo lo visible e invisible. Sin embargo, al
hombre, creado a imagen de Dios, se le ha concedido una
participación en esta única paternidad de Dios (Efesios
3:15). San José es un caso sorprendente de esto, ya que es un
padre, sin paternidad según la carne. No es el padre
biológico de Jesús, cuyo Padre es solo Dios, y sin embargo
vive su paternidad de manera completa. Ser padre significa
sobre todo estar al servicio de la vida y del crecimiento. San
José, en este sentido, dio pruebas de gran devoción. Por el
bien de Cristo, experimentó persecución, exilio y la pobreza
que esto conlleva. Tuvo que establecerse lejos de su ciudad
natal. Su única recompensa era estar con Cristo. Su
disposición a hacer todas estas cosas ilustra las palabras de
san Pablo: "Es Cristo el Señor a quien sirves (Colosenses
3:24)." (Benedicto XVI, 2009).

La Santa Biblia no nos da un relato completo de la vida de la


Sagrada Familia, excepto por una breve mención en el Evangelio
de San Lucas, cuando Jesús ya tenía doce años de edad. Estos
años ocultos estuvieron llenos de alegrías y penas cotidianas,
como sucede con otras familias. Según la Venerable María de
Agreda, al llegar a su casa en Nazaret, San José se propuso
inmediatamente restablecerse como carpintero, abriendo su taller
para ganarse la vida para su familia. Ella contrasta los trabajos de
San José con otros "hijos de Adán":

115
Santo José ordenó sus ocupaciones y su trabajo para sacar
adelante dignamente al Divino Niño y Su madre, así como
para sí mismo. Eso, que en otros hijos de Adán se
consideraba un castigo y una dificultad, suponía para este
santo Patriarca una gran felicidad. Porque mientras otros
eran condenados a sostener su vida natural con el trabajo
de sus manos y con el sudor de su frente, San José fue
bendecido y consolado en la medida en que sabía que había
sido elegido para apoyar a Dios mismo y a Su madre con su
trabajo y sudor (M. Agreda, 1912, pág. 606).

LA CERCANÍA ENTRE JESÚS Y JOSÉ

Con el paso de los años, José, habiendo establecido su familia y


su obra en Nazaret, continuó enseñando a su Hijo en los caminos
de la vida. No hay duda de que aprendió y obtuvo varias
iluminaciones por parte de su Hijo, el Hijo de Dios. Pero sucedió
que Jesús eligió respetar y reconocer la inteligencia de José, su
arduo trabajo y su naturaleza humana. En el arte renacentista,
José a veces es representado como si estuviera en el fondo, sin
tener un papel activo en la vida de Cristo, cuando era todo lo
contrario. San José, el virginal-Padre de Jesús, pasó la mayor parte
de su tiempo con Él, junto a Su Santísima Madre. San José fue el
modelo de hombría de Jesús y le enseñó a Él, que es a la vez Dios
y el Hombre, lo que es ser un hombre mortal. Los santos Efrén y
Pedro Julián Eymard alaban la paternidad de José:

Bienaventurado eres tú, oh justo José, porque Él que se hizo


niño creció a tu lado tomándote por Su modelo; La Palabra
vivió bajo tu techo, aunque nunca dejó al Padre.
Bienaventurados los nombres que ha tomado en Su amor:
El que fue el Hijo del Padre es llamado hijo de David, hijo
de José (L. Cristiani, 1967, págs. 89-90).

116
Cuando José abrazó a Jesús en sus brazos, actos de fe
amorosa brotaban constantemente en su corazón. Fue una
adoración que agradó a nuestro Señor más que la que recibe
en el Cielo. Imagínate, por ti mismo, a San José adorando a
su Hijo como Su Dios. Habla de su disposición a morir por
Cristo, de todos sus planes para promover la gloria de
Cristo y de ganar más almas a Su amor. Ningún amante
construye planes más brillantes para su ser querido que un
santo. Cuanto más pura y sencilla es un alma, más
magnífico es su amor y adoración. No importa lo que hagas,
tu adoración nunca será igual de valiosa que la de San José.
Uníos a sus méritos. Un alma que ama a Dios lo ofrece todo
en amor y Dios escucha tal alma, que vale más que mil
personas (P. Eymard, 2017).

PADRE Y MAESTRO

Si los príncipes de este mundo son más cuidadosos al elegir


tutores para sus hijos, tomándose el esfuerzo de asegurar lo
mejor que se puede encontrar, ¿crees que Dios no seleccionó
al hombre más perfectamente calificado para ser el
guardián de Su Hijo Eterno, el Señor del Cielo y de la tierra?
(F.Sales, 2017).

San José enseñó a Jesús, cómo leer, cómo orar y cómo trabajar, así
como cualquier otro padre enseñaría a su hijo. La visión
escolástica de José como maestro rara vez se muestra entre los
teólogos o fue pintada en las artes. Sin embargo, durante el siglo
XVII, muchos artistas comenzaron a retratarlo como un erudito,
con un libro abierto delante de él. En algunas de estas pinturas,
está señalando un versículo en el libro, que se supone que es de
las Escrituras, mientras mira con amor al Niño Jesús. José era
consciente de las profecías que hablaban de un futuro Mesías, y

117
la representación de él con el libro, mientras miraba a Jesús,
revela que Jesús cumpliría las palabras de los profetas. No se debe
asumir que debido a que trabajó con sus manos, José era
analfabeto y no leyó las palabras de los profetas. Como se mostró
en el capítulo dos de la primera parte, José fue enseñado por su
propio padre, Jacob, en su infancia.

Se dice en las Escrituras que cuando Jesús vino a esta tierra, se


vació a Sí mismo y no se aferró a Su divinidad, para ser como uno
de nosotros (Filipenses 2:5-9). Jesús deseaba verdaderamente
aprender de Su padre virginal en la tierra y crecer como cualquier
otro niño. José era padre, guardián y maestro de su hijo. Este José
era a la vez obrero e intelectual, y pasó estos ideales a Cristo.

El Papa Francisco reflexiona sobre los diversos aspectos de la


paternidad de San José:

Vemos a José, como el modelo del educador, que


salvaguarda y acompaña a Jesús en Su camino de
crecimiento en "sabiduría, años y gracia", como nos dice el
Evangelio de Lucas... José cuidó de Jesús, ... él lo crio,
asegurando Su sano desarrollo.

En Nazaret está la vida oculta de Jesús dentro de la Sagrada


Familia. Durante esos años, José le enseñó a Jesús su trabajo,
Jesús aprendió a ser carpintero. José fue un ejemplo y
maestro de esta sabiduría para Jesús, que se nutrió de la
Palabra de Dios. Podemos imaginar cómo José enseñó al
niño Jesús a escuchar las Sagradas Escrituras,
especialmente acompañándolo en el día de reposo a la
sinagoga de Nazaret...

San Lucas nos dice refiriéndose a Jesús: "La gracia de Dios


estaba sobre él". Aquí sin duda la parte reservada a San José
es más limitada ... Pero sería un grave error pensar que un

118
padre y una madre no hacen nada para educar a sus hijos a
crecer en la gracia de Dios. La misión de San José es
ciertamente única e irrepetible, porque Jesús es único. Sin
embargo, en su cuidado a Jesús, educando y ayudándolo a
crecer no solo en años, sino también en sabiduría y gracia,
es un modelo para todos los educadores, especialmente
para los padres. San José es el modelo del educador y del
padre, el modelo de "papás" (Francis, 2014).

LA SABIDURÍA DE JESÚS

La sabiduría del joven Jesús se ve reflejada en el Evangelio de


Lucas, cuando tiene doce años de edad. Este relato se conoce
como el Hallazgo de Jesús en el Templo. Cada año, la Ley exigía
a los hombres judíos que asistieran a tres fiestas en Jerusalén, que
eran: Pascua, Pentecostés y Tabernáculos. Las mujeres y los niños
podían asistir a estas fiestas si así lo deseaban, pero no se les
exigía. En el Evangelio, tanto José como María viajaron a
Jerusalén para la Pascua cada año, y en esta ocasión, Jesús estaba
con ellos:

Ahora Sus padres iban a Jerusalén cada año en la fiesta de


la Pascua. Y cuando cumplió doce años, subieron allí de
acuerdo con la costumbre de la fiesta (Lucas 2:41-42).

La Biblia revela que después de las celebraciones de la Pascua,


José y María abandonaron Jerusalén y descubrieron que su Hijo
no era parte de su caravana. Los hombres y las mujeres viajaban
en grupos separados, los niños pequeños con sus madres. Jesús,
sin embargo, ya tenía doce años, por lo que habría estado en el
gran grupo de hombres de José. Después de viajar durante un día,
José se dio cuenta de que Jesús no estaba en su grupo, por lo que
asumió que estaba con su madre, sin embargo, no lo estaba.
Después de darse cuenta de que Jesús no estaba entre sus
119
parientes, volvieron con prisa de regreso a Jerusalén. Se culparon
enormemente a sí mismos por la pérdida de su Hijo.

... y cuando regresaban, ... el niño Jesús se quedó en


Jerusalén. Pero Sus padres no lo sabían, pues suponía que
estaba en la caravana, y pasó un día de viaje; y comenzaron
a buscarlo entre sus parientes y conocidos. Cuando no lo
encontraron, regresaron a Jerusalén en busca de él. Luego,
después de tres días lo encontraron en el Templo, sentado
en medio de los maestros, tanto escuchándolos como
haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oyeron se
asombraron de Su entendimiento y Sus respuestas (Lucas
2:44-48).

La más Santa María y San José se vieron abrumados con el


autorreproche por el negligente cuidado de su Hijo más
santo y se culparon a sí mismos por Su ausencia... Durante
todos estos tres días San José, había sufrido un dolor y una
aflicción indescriptibles, buscando a su Hijo, su amor
sincero y exquisito por el Niño divino lo hizo tan ansioso y
solícito para encontrarlo, que no se dejó tiempo para cuidar
de su propia alimentación mientras que su Hijo estuviera
perdido. (M. Agreda, 1912, p. 36, 37, 42).

La relevancia de este acontecimiento en la vida de San José a


menudo se pasa por alto y se ve de paso, ya que Jesús se muestra
a sí mismo como un niño sabio pero respetuoso. De hecho, esta
mención en la Biblia da tres agendas ocultas, cada una
concerniente a un miembro de la Sagrada Familia: la presencia de
Dios entre los eruditos, la intercesión de María y la obediencia a
San José.

120
DIOS ENTRE LOS HOMBRES

La primera agenda es glorificar al niño Cristo que demostró Su


profunda y santa sabiduría y comprensión en cuanto a asuntos
de fe y lógica. El Evangelio de San Lucas revela que se sentó entre
los eruditos y escuchó sus palabras, y luego dio Sus propias
opiniones y observaciones. ¡Sorprendió a todos con Sus
profundas ideas, e incluso los maestros del Templo se
asombraron con Sus palabras! Al leer esto hay un sentimiento de
asombro en como Jesús maravillaba al grupo de hombres
eruditos:

Después de tres días lo encontraron en el Templo, sentado


en medio de los maestros, tanto escuchándolos como
haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oyeron se
asombraron de Su comprensión y Sus respuestas. Cuando
lo vieron, se asombraron; y su madre le dijo: "Hijo, ¿por qué
nos has tratado así? He aquí, tu padre y yo hemos estado
buscando ansiosamente (Lucas 2:46-48)."

Al leer este encuentro del Señor con Su pueblo, en este caso, este
Jesús adolescente entre los maestros, puede conectarse con el
relato del Antiguo Testamento de Abraham. En esta historia, la
Santísima Trinidad llegó a Abraham como tres hombres que
hablaban como uno. Se sentaron en su tienda y reconoció a estos
hombres como Dios, llamándolos "Mi Señor". Incluso se inclinó
ante ellos. Para los transeúntes estos hombres no eran nada
especial, pero eran en realidad la Santísima Trinidad,
conversando personalmente con el patriarca Abraham, sentado
en medio de ellos (Génesis 18:1). También vino Dios en la Persona
del joven Jesús, que se sentó entre los eruditos y conversó con
ellos. Sin embargo, no reconocieron a este niño como su Señor, a
pesar de que se sentó con ellos y los dejó llenos de asombro. No

121
obstante, Ana y Simeón, doce años antes, lo reconocieron en el
Templo.

INTERCESIÓN MATERNAL

La segunda agenda es el papel de María como madre y un atisbo


de su papel de intercesora. Su corazón se rompió cuando
descubrió que Jesús estaba desaparecido. Ella experimentó
ansiedad y dolor mientras buscaba frenéticamente a su Hijo. El
dolor era casi insoportable, como lo es para muchas madres que
han perdido a sus hijos. ¿Su hijo simplemente se perdió entre las
multitudes? ¿Había sido secuestrado? ¿Dónde estaba? Jerusalén
era un lugar grande para la gente rural como María y José, y
volver sobre sus pasos sería agonizante. San José y la Santísima
Virgen pueden ser imaginados diciendo las palabras de la
Magdalena después de que ella encontró el cuerpo de Jesús
desaparecido de la tumba años más tarde:

"Y le dijeron: "Mujer, ¿por qué lloras?" Ella les dijo: "Porque
se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto (Juan
20:13)".

Cuando María y José finalmente encontraron a su Hijo, fue María


quien corrió por primera vez a Jesús, diciéndole de la angustia
que sentían cuando descubrieron que estaba desaparecido. Al
abrazarlo, ella le preguntó por qué les había hecho esto,
suspirando con alivio al encontrarlo.

Cuando lo vieron, se asombraron; y su madre le dijo: "Hijo,


¿por qué nos has tratado así? He aquí, tu padre y yo hemos
estado buscándote ansiosamente (Lucas 2:48)."

Como fue María quien habló a Jesús, se mostró como intercesora


y habló en nombre de José y de ella misma. Ella le expresó a Jesús
el dolor y la aflicción que sintieron y le pidió una explicación de
122
por qué los había dejado. Ella le presentó no sólo su dolor a su
Hijo, sino también el de José. José sintió el dolor y el alivio de
María por igual, pero él le permitió apresurarse a su Hijo primero
para que ella lo abrazara. ¿No deberíamos también nosotros
permitir que María sea nuestra propia intercesora, tal como lo
hizo José, anteponiendo sus penas y ansiedades? La Virgen, con
un corazón maternal, siente las penas de los hijos de Dios, y
comprende sus necesidades, así que, ¿quién mejor para
presentarlas a Jesús que Su propia madre?

AUTORIDAD PATERNA

Después de que María habló a su Hijo, se da el tercer programa


concerniente a San José. La respuesta de Jesús a Sus padres fue
simple, y algunos tienen la impresión que Su respuesta fue de
reprimenda o falta de respeto hacia Su padre terrenal José, sin
embargo, fue lo contrario.

Y les dijo: "¿Por qué es que me estabais buscando? ¿No


sabíais que tenía que estar en la casa de mi Padre (Lucas
2:49)?"

Algunos argumentarían que esta respuesta debe ser entendida


como un reproche a José y que Jesús no reconoció la autoridad
paternal de José sobre él, sino sólo la de Dios. Sin embargo, ¿no
sería esto un incumplimiento del Cuarto Mandamiento dado a
Moisés por Dios mismo? Jesús no cometió este pecado ni ningún
pecado. Más bien, Jesús fue infundido con tanto conocimiento y
amor de Dios Padre que se sintió como en casa en el Templo,
haciendo la obra de Dios y debatiendo sobre él. Estaba
respondiendo de una manera sincera y directa. Esto no fue de
ninguna manera una reprimenda, después de todo, ¿no es Dios el
Padre de Abraham, Isaac, Jacob, Moisés y David? ¿No es también

123
el Padre de José y de Jesús? José, al igual que los eruditos del
Templo, fue llamado a una vida de servicio a Dios.

San José estaba feliz no sólo por haber encontrado a su Hijo, sino
por haberlo encontrado en el Templo, con Jesús demostrando que
nuestro deseo debería ser el de buscarlo y hacer la voluntad del
Padre. Su hijo se estaba convirtiendo en un joven de sabiduría y
profundo entendimiento, creciendo en gracia ante Dios Padre. La
Madre Cecilia Baij revela la alegría de San José al encontrar a
Jesús en el Templo de Jerusalén:

José experimentó gozo al ver a Jesús y escuchar Sus


palabras de sabiduría impartidas a los hombres en el
Templo. Vio cómo todos se preguntaban por la gracia y la
sabiduría de este joven, y se dijo a sí mismo:

"He aquí, ahora mi Jesús será conocido y aceptado por lo


que es, el verdadero Mesías. Puesto que les está exponiendo
las Escrituras tan maravillosa y sabiamente y les está
haciendo tan evidente que el Mesías ha llegado, por lo que
necesariamente lo amarán (C. Baij, 1997, págs. 291, 292).

La posición de José como la cabeza de la familia se afirma


con los versículos finales, junto con otra mención del tesoro
de María, que es su Corazón Inmaculado: Y bajó con ellos y
vino a Nazaret, y continuó sometido a ellos; y su madre
atesoraba todas estas cosas en su corazón. Y Jesús siguió
aumentando en sabiduría y estatura, y en favor de Dios y
los hombres (Lucas 2:51-52).

El Papa Benedicto XVI y el Papa León XIII reflejan:

En el Evangelio de San Lucas, José aparece en un episodio


más, cuando va a Jerusalén y vive la angustia de perder al
Hijo Jesús. San Lucas describe la búsqueda ansiosa y la
maravilla al haberlo encontrarlo en el Templo, pero aún
124
mayor es el asombro al escuchar las misteriosas palabras:
"¿Cómo es que me buscaste? ¿No sabías que debía estar en
la casa de mi Padre?" (San Lucas 2:49.) Esta doble pregunta
del Hijo de Dios nos ayuda a comprender el misterio de la
paternidad de José. Recordando a Sus propios padres la
primacía de la persona a la que llama "Padre mío", Jesús
afirma la primacía de la voluntad de Dios sobre toda otra
voluntad, y le revela a José la profunda verdad de su
función: También está llamado a ser discípulo de Jesús,
dedicando su existencia al servicio del Hijo de Dios y de la
Virgen Madre, en obediencia al Padre Celestial (Benedicto
XVI, julio de 2010).

José brilla entre toda la humanidad por la más augusta


dignidad, ya que, por Voluntad Divina, fue el guardián del
Hijo de Dios y fue reputado como Su padre entre los
hombres. Por lo tanto, se produjo que la Palabra de Dios
estaba humildemente sujeta a José, que le obedecía y que le
prestó todos los respetos que los niños están obligados a
prestar a sus padres (León XIII, 1889).

Después de la pérdida y el hallazgo de Jesús en Jerusalén, no hay


detalles registrados en la Biblia sobre la vida de la Sagrada
Familia hasta que Cristo es un hombre completamente adulto.
Estos años intermedios fueron más simples y silenciosos que los
anteriores, con Jesús y San José trabajando codo con codo en su
oficio. Después de este período, sólo hay breves referencias a San
José:

"¿De dónde sacó este hombre esta sabiduría y estos poderes


milagrosos? ¿No es este el hijo del carpintero (Mateo 13:54-
55)?"

125
"Lo hemos encontrado de quien Moisés en la Ley y también
los Profetas escribieron— Jesús de Nazaret, el hijo de José
(Juan 1:45)".

Ellos decían: "¿No es este Jesús, el hijo de José, cuyo padre


y madre conocemos (Juan 6:42)?"

126
CAPÍTULO 10: LA DIGNIDAD DEL TRABAJO

Este capítulo trata del papel de San José como carpintero, proveedor para
su familia y de Jesús trabajando a su lado.

Y he descubierto que nada es mejor que un hombre se


regocije en su obra, y que esta es su porción (Eclesiastés
3:22).

SAN JOSÉ EL TRABAJADOR

La Biblia revela que San José era carpintero, pero ¿trabajó sólo con
madera? La palabra "faber", utilizada en las Escrituras latinas al
definir la ocupación de José, era un término general que se
aplicaba a un artesano en cualquier material; este podría ser aquel
que trabajaba con madera, piedra, hierro o incluso metales
preciosos. San Hilario, San Isidoro y San Bede, creían que José era
un herrero y escribieron en sus comentarios sobre los Evangelios
que Jesús era el Hijo del "herrero que somete el hierro con fuego."

Los grandes santos Justin Mártir, Tomás de Aquino y Juan


Crisóstomo, sin embargo, opinaban que José era en realidad un
obrero de la madera, al igual que Jesús:

San Justino Mártir:

Jesús vino a Juan, siendo reputado hijo de José, el carpintero


u obrero de la madera, y él mismo fue considerado como
carpintero; mientras vivía entre los hombres él había
realizado el trabajo de carpintero, haciendo arados y yugos,
enseñándonos a vivir libres de la holgazanería (E.
Thompson, 1891, pág. 100).

Santo Tomás de Aquino:

127
Jesús tenía fama de ser el hijo de José, que no era un
herrero, sino un obrero en madera (E. Thompson, 1891,
pág. 100).

San Juan Crisóstomo

Por lo tanto, María fue desposada a un carpintero, porque


Jesús, el Esposo de la Iglesia, debía obrar la salvación del
mundo por la madera de la Cruz (E. Thompson, 1891, pág.
100).

La idea aceptada es que José era realmente un carpintero que


trabajaba con madera, pero también trabajaba con otros
materiales en ocasiones. El arte más antiguo que representa a José
le muestra sosteniendo herramientas de carpintería, pero puede
que fuera representado trabajando con madera y hierro. Podía ser
llamado para construir muebles, ayudar a construir la casa de un
vecino, reemplazar cerraduras o colgar puertas. Lo que José hizo
para ganarse la vida no fue tan importante como la forma en la
que lo hizo. Ciertamente, José era conocido por ser no sólo un
buen obrero, sino también un hombre íntegro. José era un
maestro de su oficio y puso cuidado en el trabajo que hacía a la
gente, y el pueblo de Nazaret lo sabía. Sabían que no era en
absoluto codicioso, o injusto, y que era un hombre honesto con el
que hacer negocios. La Madre Cecilia Baij revela esto:

San José realizó todo su trabajo excepcionalmente bien, y


todo el mundo siempre quedó impresionado por ello. José
sólo cogía lo que se le ofrecía por su trabajo. Dejaba la
elección del precio del pago a ellos, y lo recibía de ellos con
agradecimiento, como si fuera un regalo en lugar de un
pago que se le debía. ... En su pequeño taller, José siempre
hacía tiempo para la oración y a menudo se bajaba al suelo
y hacía una oblación completa de sí mismo a Dios (C. Baij,
1997, pág. 232).
128
En la encíclica Quamquam Pluries, el Papa León XIII muestra la
dignidad de San José Obrero y lo alaba:

Porque José, de sangre real, unido por el matrimonio con la


más grande y santa de las mujeres, reputado padre del Hijo
de Dios, pasó su vida en el trabajo, y ganó con el trabajo del
artesano el apoyo necesario de su familia. Es cierto,
entonces, que la condición de los humildes no tiene nada
vergonzoso en ella, y el trabajo del obrero no sólo no es de
deshonra, sino que puede, si la virtud se une a ella, ser
singularmente ennoblecido. José, contento con sus ligeras
posesiones, llevó las pruebas consecuentes en una fortuna
tan delgada, con grandeza de alma, imitando a su Hijo, que,
habiendo tomado la forma de un esclavo, siendo el Señor
de la vida, se sometió su propia libertad- voluntad a la
espoliación y la pérdida de todo (Leo XIII, 1889).

JESÚS EL JOVEN CARPINTERO

Después de varios años en Nazaret, la transición en la vida de


Cristo estaba cerca y debía dedicarse plenamente al trabajo
manual al lado de su padre. En los años previos a esto, pasó la
mayor parte de Su tiempo con María en la casa de Nazaret,
mientras que Su padre trabajaba para proveer para la familia. A
medida que Jesús crecía, se involucró más con la obra de San José
en la carpintería de la familia. Una escena es dada por la Sierva
de Dios Madre Cecilia Baij, y una reflexión del Papa San Juan
Pablo II y el Papa Francisco:

Ver a Jesús presente en su taller hizo que el corazón de José


saltara de alegría... Volviéndose a Jesús, José dijo: "Oh, hijo
mío, ya sabes que mi deseo es estar a tu servicio, pero el
Padre Celestial ha decretado lo contrario. En obediencia a
Él, tendré que tomar el mando sobre ti. Sin embargo, lo haré
129
sólo para cumplir la Voluntad de Dios." En respuesta, Jesús
animó a José a hacer sus demandas libremente, ya que
ambos estaban obligados a llevar a cabo los designios del
Padre Celestial. El Divino Joven siempre estuvo a la obra,
dispuesto a servir, y ... Quería ser dirigido por José, y, por
lo tanto, practicar la humildad con su sumisión (C. Baij,
1997, pág. 271).

El trabajo fue la expresión diaria del amor en la vida de la


Familia de Nazaret. El Evangelio especifica el tipo de
trabajo que José hizo para mantener a su familia: era
carpintero. Esta sencilla palabra resume toda la vida de
José. ... Habiendo aprendido la obra de Su presunto padre,
Jesús era conocido como "el hijo del carpintero". Si la
Familia de Nazaret es un ejemplo y modelo para las
familias terrenales, en el orden de la salvación y santidad,
por analogía, también lo es el trabajo de Jesús al lado de San
José. En la mesa de trabajo donde se desarrollaba su oficio
junto con Jesús, José acercó el trabajo humano al misterio de
la Redención (Juan Pablo II, 1989).

En el Evangelio de San Mateo, uno de los momentos en que


Jesús regresaba a Su región natal, Nazaret, y habló en la
sinagoga, el Evangelio subraya el asombro de Sus
compañeros de la aldea por Su sabiduría, y la pregunta que
se hacen unos a otros: "¿No es éste el hijo del carpintero?"
(13:55). Jesús entra en nuestra historia, entra en medio de
nosotros, naciendo de María por la obra de Dios, pero con
la presencia de San José, el padre legal que lo guarda y
enseña. Jesús nació y vivió en una familia, aprendiendo de
San José el oficio del carpintero, compartiendo con él su
compromiso, trabajo duro y satisfacción, así como las
dificultades de cada día. Esto nos hace entender la dignidad
y la importancia del trabajo... el trabajo es parte del plan del
130
amor de Dios; estamos llamados a cultivar y salvaguardar
todos los bienes de la creación y, de esta manera,
participamos en la obra de creación (Francisco, 2013).

No hay nada mejor para un hombre que comer y


beber y decirse a sí mismo que su trabajo es bueno.
Esto también he visto que es de la mano de Dios
(Eclesiastés 2:24).

131
132
TERCERA PARTE: LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS

133
Y vino otro ángel, y se puso delante del altar, teniendo un
incensario de oro; y se le dio mucho incienso, para que ofreciera
las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro, que está
ante el trono de Dios (Apocalipsis 8:3-4).
134
CAPÍTULO 1: EL SIERVO SE MARCHA

Este capítulo habla de san José siendo consumido por el amor divino en
sus últimos días, sus últimas palabras a Jesús y María, su santa muerte
en su compañía, y el transporte de su alma bendita al Limbo.

Cuando Jesús entró en la hombría, Él y José continuaron con su


estrecha relación; conversando, orando y trabajando codo con
codo como padre e hijo. San Alfonso refleja:

Los dos discípulos, yendo a Emaús, (Lucas 24:13-31) fueron


inflamados por el amor divino en el poco tiempo que
pasaron en compañía de nuestro Salvador, y por Sus
palabras. Entonces, que llamas del amor santo debían haber
sido grabadas en el corazón de San José, que durante treinta
años conversó con Jesucristo y escuchó Sus palabras de vida
eterna; ¡que observó el ejemplo perfecto que Jesús dio de
humildad y paciencia, y vio la prontitud con la que le
obedeció y le ayudó en sus trabajos, y todo lo que se
necesitaba para la casa (A. Liguori, 2017)!

CONSUMIDO POR EL AMOR DIVINO

José era constantemente fiel en su devoción a su Señor y Señora y


a menudo experimentaba éxtasis como recompensa; su corazón
se incendiaba constantemente con un amor que consumía todo su
ser. A medida que se afligió cada vez más por el amor, comenzó
a anhelar el día de su muerte, mientras le pedía al Señor que lo
envolviera por completo en este amor ardiente. Esta llama divina
creció tan intensamente, que comenzó a irradiarse externamente
en la apariencia física de José. Durante los últimos días de la vida
de José, Jesús a menudo lo visitaba, cuidándolo y alentándolo,
especialmente durante las violentas ráfagas de amor extático

135
dentro de su cuerpo y alma. La Madre Cecilia Baij y la Venerable
María de Agreda revelan estos momentos:

El amor de Dios alcanzó tal intensidad dentro de José, que


su cuerpo se vio afectado por él. Su corazón se convirtió en
un volcán del divino amor ardiente, de modo que a menudo
exclamaba: "¡Oh, Dios de amor! ¡Pon fin a mi vida! ¡Oh, si
este fuego de amor que ahora arde en mi pecho me
consumiera por completo! José comenzó a tener el deseo de
la muerte siendo consumido por el amor divino. ... El
corazón de José estaba en llamas, su cuerpo estaba radiante
y sus ojos brillaban. María estaba encantada al mirar a José,
porque parecía ser más como una criatura del Cielo que de
la tierra (C. Baij, 1997, pág. 307).

José, en sus últimos años, se debilitó debido al fuego de su


amor ardiente, tan vehemente. Los vuelos y éxtasis de su
alma más pura, a menudo hubieran reventado los límites
de su cuerpo si el Señor, que se los otorgaba, no lo hubiera
fortalecido y consolado contra estas agonías de amor (M.
Agreda, 1912, pág. 143).

MOMENTOS FINALES

Bienaventurados los muertos, que mueren en el Señor. De


ahora en adelante, dice el Espíritu, para que descansen de
sus labores; porque sus obras los siguen (Apocalipsis 14:13).

Se sostiene ampliamente que San José falleció en Nazaret a la


edad de sesenta y tres años. Su muerte ocurrió mientras Jesús aún
estaba en casa, antes de partir y comenzar Su ministerio público.
Después el acontecimiento de la Pérdida y Hallazgo de Jesús en
el Templo, José ya no estuvo activo en la Biblia, mientras que la
Virgen todavía estuvo presente durante el resto de la vida de

136
Cristo. Los ejemplos más notables son la fiesta de las bodas de
Caná, la Crucifixión y Pentecostés. Estos ejemplos mencionan a
María, pero no a su bendito esposo, que seguramente habría
estado a su lado en estos acontecimientos. En la escena de la
Crucifixión, la madre de Cristo está al pie de la cruz con su prima
María, y Juan (el apóstol amado) a quien Jesús le confía. Si José
hubiera estado vivo, Jesús no hubiera tenido necesidad de poner
a María al cuidado de Su amado amigo.

Uno podría preguntarse, ya que Jesús tenía el poder de resucitar


a los muertos, como lo hizo a Su amigo Lázaro y a otros, ¿por qué
no hizo lo mismo a Su padre en la tierra? Jesús no hizo esto por
José, ya que él había cumplido su misión en la tierra: proteger,
nutrir y elevar al Hijo de Dios hasta que fuera un hombre adulto.
José había logrado lo que el Señor le había pedido y lo había
cumplido con el máximo amor, honor y humildad. Los místicos
revelan que, en los últimos días de José, experimentó éxtasis
intensos y la comodidad de los ángeles, con Jesús y María a su
lado. La Madre Cecilia Baij, la Beata Ana Catalina Emmerich y la
Venerable María de Agreda relatan:

Durante el último período de su vida, San José tuvo el


privilegio de escuchar el canto de los ángeles, anunciando
que su bendita partida estaba cerca. Esta noticia le dio gran
gozo y consuelo de espíritu. El Salvador estaba a su lado
para brindar consuelo con Sus palabras divinas, y María
también se sentaba con él (C. Baij, 1997, pág. 335).

Cuando José estaba muriendo, María se sentó a la cabeza de


su cama, sosteniéndolo entre sus brazos. Jesús estaba justo
debajo de ella, cerca del pecho de José. Toda la habitación
estaba brillante, con luz y llena de ángeles (A. Emmerich,
1953, pág. 330).

137
La noble alma de San José había sido purificada cada día
más en la aflicción del amor divino. Los días antes de su
muerte, San José disfrutó de la compañía de Jesús y María
y por orden del Señor, los santos ángeles tocaban música
celestial, mezclando sus himnos de alabanza con las
bendiciones del santo, acompañado de las fragancias más
dulces, para consolar al santo moribundo. El día antes de
morir, inflamado por el amor divino, se vio envuelto en un
éxtasis en el que vio claramente los misterios de la
Encarnación y la Redención, y la Iglesia militante con todos
sus Sacramentos y misterios. Cuando San José volvió de
este éxtasis, su rostro brilló con maravilloso esplendor y su
alma fue transformada por su visión de la esencia de Dios
(M. Agreda, 1912, pág. 151, 152).

LAS ÚLTIMAS PALABRAS DE SAN JOSÉ

En cuanto a las dulces últimas palabras del carpintero de Nazaret,


la Madre Cecilia Baij y la Venerable María de Agreda, revelan que
José, sólo superado por la Santísima Virgen María en santidad
entre las criaturas de Dios, pidió perdón a Jesús y María por
cualquier error que pudiera haber cometido como padre y
cónyuge. Les dio gracias por todo su amor, y especialmente
agradeció a Cristo por Sus futuros sufrimientos que salvarían a la
humanidad. La Madre Cecilia Baij revela la gratitud de San José:

José rogó a Jesús y a María que lo perdonaran por cualquier


deficiencia de su parte como padre y esposo. ... él les
agradeció todo el amor que manifestaron hacia él, por su
paciencia y por todas las gracias que obtuvo de ellos. ...
Finalmente, dio gracias al Salvador por todo lo que ya
sufrió, y que sufriría en el futuro, para llevar a cabo la gran

138
obra de la redención de la humanidad (C. Baij, 1997, pág.
337).

Entonces José bendijo y alabó a María mientras le decía que


esperaba con ansias el día de su reencuentro en el Cielo. El amor
de San José por su esposa no tuvo parangón al de cualquier
cónyuge en la historia de la creación, y aquí, en sus últimos
momentos en esta tierra, oró para que todas las generaciones la
llamaran bendecida (San Lucas 1:46-55). La Venerable María de
Agreda revela las palabras sinceras de San José, a la esposa que
pronto dejaría atrás:

"Bendita eres entre todas las mujeres. Que los ángeles y los
hombres te alaben; que todas las generaciones conozcan,
alaban y exalten tu dignidad; y que el Altísimo sea
eternamente alabado por haberte creado tan agradable a
Sus ojos y a la vista de todos los espíritus benditos. Espero
disfrutar de tu vista en la patria celestial" (M. Agreda, 1912,
pág. 152).

Entonces, volviéndose hacia Cristo su Hijo, el santo siempre


humilde intentó arrodillarse ante Él y pedir perdón por cualquier
error que hubiera cometido mientras criaba al Hijo de Dios como
suyo. José adoraba y exaltaba a su Hijo, reconociéndolo como su
Dios, le pidió una bendición final, y le dio gracias por haberlo
elegido para ser el esposo de María, quien lo llevó al misterio de
la historia de la salvación. La Venerable María de Agreda habla
de estos momentos entre padre e hijo:

Entonces este hombre de Dios, volviéndose hacia Cristo,


con reverencia, quiso arrodillarse ante Él. Pero el Jesús más
dulce, lo recibió en Sus brazos, donde, reclinando su cabeza
sobre estos, José dijo:

139
"Mi Más alto Señor y Dios, Hijo del Padre eterno, da Tu
bendición a Tu siervo; perdona las faltas que he cometido
en Tu servicio e interacciones. Te ensalzo y te doy las
gracias de corazón por haberme elegido para ser el cónyuge
de tu verdadera madre; Que Tu grandeza y gloria sean mi
acción de gracias por toda la eternidad" (M. Agreda, 1912,
pág. 153).

LA SANTA MUERTE DE SAN JOSÉ

Después de que José pronunció sus últimas palabras, recibió la


bendición de Cristo, así como su próxima misión, que se llevaría
a cabo en el Limbo, hasta el momento de la Ascensión de Cristo
al cielo. La Venerable María de Agreda y la Madre Cecilia Baij
revelan esta misión dada a José, así como el momento de su
muerte en compañía de su amado Jesús y María:

El Redentor del mundo le dio Su bendición, diciendo:


"Padre mío, descansa en paz y en la gracia de tu Padre
eterno y mío; y a los Profetas y Santos, que te esperan en el
Limbo, llévales la alegre noticia del acercamiento de su
redención." Con estas palabras de Jesús, y reclinado en Sus
brazos, el más afortunado San José expiró y el Señor mismo
cerró sus ojos. Al mismo tiempo, la multitud de los ángeles
entonaron himnos de alabanza con voces fuertes y
armoniosas (M. Agreda, 1912, pág. 153).

El Salvador lo sostuvo y le habló de la gloria, el amor y la


generosidad de Su Padre Celestial. Estas palabras
penetraron profundamente en el alma del moribundo José,
y lo inflamaron aún más con amor por Dios. Ya que había
llegado el momento final de la vida de José, el Hijo de Dios
invitó entonces al alma bendita de José a apartarse de su
cuerpo, a fin de que fuera tomada en Sus propias manos
140
santas, y de allí fuera encomendada a los ángeles santos que
debían escoltarlo al limbo. En respuesta a esta dulce
invitación, el dichoso José expiró su alma en un acto de
amor a Dios con los nombres más dulces de Jesús y María
en sus labios (C. Baij, 1997, pág. 328).

JESÚS CONSUELA A SU MADRE

Jesús, al ver que Su madre estaba afligida por la pérdida de su


bendito Esposo, la consoló y le prometió que José sería honrado
en la vida siguiente, como ningún otro hombre. La Venerable
María de Agreda revela las palabras del Salvador a su madre:

"Mi madre, los méritos de José son aceptables a mis ojos. Le


he asignado un lugar entre los príncipes de Mi pueblo, tan
alto que será la admiración de los ángeles y hará que ellos
y todos los hombres le entonen la alabanza más alta. Con
ninguno de los nacidos humanos haré lo mismo que con tu
cónyuge" (M. Agreda, 1912, pág. 151).

EL ALMA DE JOSÉ ES LLEVADA AL LIMBO

Después de su santa muerte, Jesús confió el alma de José al


cuidado de los ángeles y les mandó llevarlo al lugar de honor
preparado para él en el Limbo, donde él debía permanecer hasta
el día de la ascensión de Cristo al cielo. La Madre Cecilia Baij y la
Venerable María de Agreda revelan:

El Salvador ahora tomó el alma de José en Sus santas manos


y permitió que Su Madre lo contemplara, para que pudiera
ser consolada. Vio el alma más perfecta de su cónyuge, tan
adornada con virtud y gracia y tan rica en méritos, y se
regocijó por la santidad del alma de su bendito José (C. Baij,
1997, pág. 339).

141
Por mandato del Señor, los ángeles llevaron el alma más
santa de José al lugar de reunión de los Patriarcas y
Profetas, donde fue inmediatamente reconocida por todos
como revestida con esplendores de la gracia incomparables,
como el padre putativo y el amigo íntimo del Redentor,
digno de la más alta veneración... Su llegada extendió la
alegría en esta innumerable reunión de santos por el
anuncio de su rápido rescate (M. Agreda, 1912, pág. 153).

Los santos Alfonso de Ligorio y Francisco de Sales reflexionan


sobre la muerte de San José:

"Precioso a los ojos del Señor es la muerte de Sus fieles"


(Salmos 116:15). Después de haber servido fielmente a Jesús
y a María, San José llegó al final de su vida en la casa de
Nazaret. Allí, rodeado de ángeles, asistido por Jesucristo
Rey de ángeles, y por María, su esposa, que se colocaron a
cada lado de su pobre lecho, lleno de la paz del paraíso, José
se apartó de esta vida miserable. ¿Quién será capaz de
entender la dulzura, el consuelo, la bendita esperanza, los
actos de resignación, las llamas de la caridad que las
palabras de vida eterna provenientes alternativamente de
Jesús y María, respiraron en el alma de José al final de su
vida (A. Liguori, 2017)?

San José, que había amado tanto en su vida, no podía morir,


sino de amor; ... y habiendo cumplido ya el deber que se le
encomendó en la infancia de Jesús, lo que quedaba era lo
que debía decir... al Hijo, "¡Oh, hijo mío! Así como tu Padre
Celestial puso Tu tierno cuerpo en mis manos el día en que
viniste a este mundo, yo entrego mi alma en Tus manos,
este día de mi partida fuera del mundo." Tal como concibo,
fue la muerte de este gran patriarca, un hombre elegido
para realizar los oficios más tiernos y amorosos que jamás

142
se han realizado o se efectuarán al Hijo de Dios, salvo los
que fueron hechos por su sagrada esposa, la verdadera
madre natural del hijo (E. Thompson, 1953, pág. 406).

San José, habiendo completado la misión que se le había confiado


en la tierra, estaba entonces listo para la siguiente etapa en su
servicio a Dios; iba a ser un heraldo y consuelo para los Patriarcas
del Limbo – anunciando su redención venidera. Después de la
Ascensión de Cristo, entonces sería llevado al Cielo donde
asumiría otra función en el plan de Dios: el del intercesor.

143
144
CAPÍTULO 2: EL PRÍNCIPE DURMIENTE

Este capítulo habla del hermoso cuerpo de San José, y del lugar conocido
como Limbo.

Después de que su alma fuera tomada en manos de Cristo y


entregada al cuidado de los ángeles, el cuerpo de San José fue
preparado para su entierro por María. Mientras preparaba el
cuerpo, tan brillante era la luz que irradiaba que sólo la Santísima
Virgen podía ver el rostro de José. Después de estar preparado
para la procesión y el entierro, la luz se atenuó un poco para que
la gente pudiera contemplarlo y maravillarse de lo hermoso que
era. Su cuerpo, tan realista en apariencia, y emitiendo fragancia
de santidad, fue admirado por aquellos que participaron en la
procesión del entierro, como lo confirmaron la Venerable María
de Agreda y Madre Cecilia Baij:

Su cónyuge había fallecido, María comenzó a preparar su


cuerpo para el entierro. Ninguna otra mano lo tocó más que
las de su esposa y las de los santos ángeles, que la ayudaron.
Dios envolvió el cuerpo de san José en una luz maravillosa,
que escondía todo excepto su rostro, con la fragancia más
dulce proveniente de su cuerpo que permanecía tan
hermoso y realista; la gente vecina vino a verlo y se llenaron
de admiración. Acompañado por el Redentor, Su Madre la
más Bendita y una gran multitud de ángeles, y siendo
escoltado por sus amigos y muchos otros, el cuerpo sagrado
del más glorioso San José fue llevado al lugar común de
entierro (M. Agreda, 1912, pág. 154).

Su cuerpo estaba rodeado por un maravilloso resplandor y


emitía un aroma delicioso. Su atractivo se mantuvo
inalterado, y se parecía realmente a un ángel del paraíso.
Todos los que vieron sintieron la necesidad de venerarlo,

145
con todos sus corazones profundamente conmovidos y
llenos de lágrimas (C. Baij, 1997, pág. 339).

Se cree que después de la feliz y santa muerte de José, su cuerpo


fue sepultado en las laderas del Monte de los Olivos en Jerusalén.
Allí descansaba mientras su alma estaba en el Seno de Abraham,
en el Limbo.

EL SENO DE ABRAHAM: LIMBO

El alma de José fue llevada al Limbo por los ángeles para anunciar
a los Profetas y Patriarcas de la Antigua Alianza el Evangelio de
Cristo y su próxima ascensión al Cielo, después de la Pasión,
Muerte, Resurrección y Ascensión de Jesús.

En los momentos previos a la muerte de San José, la


Santísima Trinidad le encargó ser el mensajero del Salvador
a los santos patriarcas y profetas del Limbo; y le mandó que
los preparara para que salieran de este seno de Abraham al
descanso eterno y a la felicidad (M. Agreda, 1912, pág. 151).

En el Evangelio de San Juan, Jesús revela que regresará a la "casa


de Su Padre", donde "irá a preparar un lugar" para Sus apóstoles
y que "nadie puede venir al Padre excepto por medio de Mí" (Juan
14:2-6). Jesús es la puerta de entrada al Paraíso Eterno del Cielo,
ya que es Aquel que vence la corrupción de la muerte, pero ¿no
revela el Antiguo Testamento que Elías, que murió mucho antes
de que Jesús viniera a conquistar la muerte, fue llevado al Cielo
en un carro de fuego?

Y aconteció que cuando el Señor llevó a Elías al cielo por un


torbellino... he aquí un carro ardiente y caballos ardientes
los separó tanto en bajo: y Elías subió por un torbellino al
cielo (4 Reyes 2:1, 11).

146
Los profetas del Antiguo Testamento fueron llevados hasta
Limbo, el cual puede compararse con un tipo de sala de espera
para entrar en el Cielo. Aquellos que no habían conocido a
Jesucristo pero que llevaron vidas rectas fueron a este lugar. Este
era el lugar de los muertos, de los que habían muerto antes de que
Jesús mismo fuera crucificado y muriera, hasta que se levantara
de Su tumba.

La palabra "Limbo" se refiere al borde de un dobladillo en una


prenda, el borde, y es por eso que este término se utiliza para
describir este lugar de espera. La Biblia en sí no utiliza esta
palabra, pero el lugar ha sido conocido como el Seno de Abraham.
Este lugar estaba separado por un abismo con los justos en un
lado y los malvados por el otro. Jesús mismo se refiere a este lugar
en la parábola del mayordomo injusto:

Ahora el pobre hombre murió y fue llevado por los ángeles


al Seno de Abraham; y el hombre rico también murió y fue
enterrado. En Hades levantó los ojos, estando atormentado,
y vio a Abraham lejos y a Lázaro en su seno (Lucas 16:22-
24).

147
CAPÍTULO 3: LA CORONA DE LA VIDA ETERNA

Este capítulo habla de la posible asunción corporal de San José.

Sed fieles hasta la muerte, y os daré la corona de la vida


(Apocalipsis 2:10).

De todos los santos del cristianismo, los únicos de los cuales no


hay reliquias de primera clase son la Santísima Virgen María y
San José. La falta de reliquias corporales de María se atribuye a
su asunción al Cielo, en cuerpo y alma, y que es uno de los
grandes Dogmas Marianos de la Iglesia. Esta tradición se ha
creído desde los primeros días de la Iglesia, pero no fue
oficialmente establecida como dogma hasta el 1 de noviembre de
1950 por el Venerable Papa Pío XII. El mismo razonamiento se
aplica a la falta de reliquias corporales de San José, Virginal-padre
de Cristo y Esposo Casto de María.

EL CUERPO INCORRUPTO DE SAN JOSÉ

Muchos sostienen la creencia de que el alma de San José, después


de su estancia en Limbo, se unió con su cuerpo y fue llevada al
cielo el día de la Ascensión de Cristo. Otros creen que sólo su
alma está en el Cielo, y que su cuerpo todavía yace incorrupto en
alguna tumba oculta a la espera de ser descubierto. Esta era la
creencia del Padre Pablo de Moll, un trabajador milagroso en el
siglo XIX que declaró vagamente que algún santo (sin nombre)
ha visto su cuerpo incorrupto en una tumba:

En un éxtasis, un santo ha visto el cuerpo de San José


preservado intacto en una tumba, cuyo sitio aún se
desconoce. Cuanto más se honre al glorioso Esposo de la
Santísima Virgen, más pronto tendrá lugar el hallazgo de
su cuerpo, que será un día de gran gozo para la Iglesia (E.
Speybrouck, 1979).
148
No se sabe quién vio el cuerpo incorrupto de San José, aunque la
Beata Ana Catalina Emmerich dijo que pensaba que lo había visto
en una de sus visiones, aunque no estaba segura; ¿tal vez ella fue
la “santa” a la que se refería el P. Pablo de Moll? No hay pruebas
sólidas, en este momento, que respalden la idea de que el cuerpo
incorrupto de San José aún está esperando ser encontrado y
ninguna tradición ha sostenido esto.

Después de la muerte de San José, sus manos estaban


cruzadas en su pecho, fue envuelto de pies a cabeza en una
sábana blanca, colocada en un ataúd estrecho, y colocado
en una tumba muy hermosa, regalo de un buen hombre. Vi
a los ángeles siguiendo el cortejo fúnebre. Los restos de José
fueron posteriormente trasladados por los cristianos a
Belén, y enterrados. Creo que puedo verlo todavía tirado
allí incorrupto (A. Emmerich, 1953, pág. 330).

¿Quizás este traslado de los restos de San José ocurrió antes del
final de la vida de Cristo, y su cuerpo permaneció incorrupto
hasta su posible asunción?

LA ASUNCIÓN DE SAN JOSÉ

El tema de la posibilidad de la Asunción corporal de San José al


Cielo se ha discutido a través de los siglos. Sin embargo, en este
momento no hay una enseñanza definitiva y dogmática de la
Iglesia al respecto. Sin embargo, muchos santos y místicos han
atestiguado su creencia en la Asunción de José. Esta es la piadosa
creencia de santos como Francisco de Sales y Bernardino de Siena,
junto con la mística Madre Cecilia Baij, y aludida por san Juan
XXIII: Cuando nuestro Señor descendió al Limbo, San José le
habló así:

149
"¡Oh, mi Señor! Por favor, recuerda que cuando descendiste
del Cielo sobre esta tierra, te di la bienvenida a mi morada
y familia. Recibidme ahora en tu Reino. Mientras tú vivías
en la tierra, yo te llevaba en mis brazos. Llévame ahora en
los tuyos. Era mi preocupación cuidarte durante Tu
existencia mortal. Cuídame ahora y llévame a la vida
eterna".

¿Cómo podríamos dudar de que nuestro Señor elevó al


glorioso San José al Cielo, en cuerpo y alma? Porque él tuvo
el honor y la gracia de llevarlo tan a menudo en sus
benditos brazos, brazos en los que nuestro Señor tomó tanto
deleite. Verdaderamente, San José está en el Cielo, tanto en
cuerpo como en alma. De esto no cabe duda (F. Sales, 2017).

Aunque no haya sido definido como dogma, somos libres


de creer que Jesús honró a Su padre adoptivo de la misma
manera que honró a Su Santísima Madre. De la misma
manera que María iba a ser Asunta al Cielo, Jesús, se piensa,
glorificó a José el día de la Resurrección o Ascensión. De
este modo, toda la Sagrada Familia —Jesús, María y José—
que vivieron juntos en la tierra reinarían juntos en el Cielo
(B. Albizensci, 2017).

Cuando el Salvador del mundo se levantó gloriosa y


victoriosamente de entre los muertos... A partir de
entonces, procedió a librar y a llevar con él desde el Limbo,
a aquellas almas que habían sido confinadas allí. El alma
glorificada de San José fue, por el poder de Dios, de nuevo
reunida con su bendito cuerpo ... José hizo su entrada en el
Cielo junto con el Salvador en la tan especial ocasión de
Ascensión de Jesús. Allí el santo ocupa ahora, en virtud de
su virginidad y gran pureza de alma, un trono muy

150
distinguido cerca del Cordero de Dios sin mancha (C. Baij,
1997, pág. 340).

Hablamos de una de las personas más cercanas de la vida


de Cristo: José de Nazaret, su padre putativo y custodio. Le
corresponde –podemos creer piadosamente– el honor y el
privilegio de que Jesús lo acompañara admirablemente en
el camino hacia el Cielo (el día de Su Ascensión) y cantara
las primeras notas del himno interminable, "Te Deum"
(Juan XXIII, 1960).

¿PRESENTE SÓLO EN ESPÍRITU?

Uno puede aceptar la creencia de la posible Asunción de San José


observando las apariciones del siglo XX, y un ejemplo de ello son
las apariciones en Fátima, Portugal. Cuando San José apareció en
Fátima, Portugal, para bendecir al mundo el 13 de octubre de
1917, sosteniendo al Niño Jesús y de pie junto a la Virgen María,
¿habría sido algún tipo de "fantasma" sosteniendo a Jesús de
carne y hueso de pie junto a la carne y la sangre de la Santísima
Virgen? Se podría argumentar que no tiene sentido que la
Trinidad terrenal: Jesús, María y José, que estaban tan
estrechamente unidos en la Tierra, se vieran obstaculizados en su
unión en el Cielo. La Sierva de Dios Lucía dos Santos recuerda:

Vimos, junto al sol, San José con el Niño Jesús y nuestra


Señora vestida de blanco con un manto azul. San José y el
Niño Jesús se aparecieron para bendecir al mundo, porque
trazaron el Signo de la Cruz con sus manos (L. Santos, 2007,
pág. 183).

151
CORONA DE LA VIDA

Si alguna vez existió un hombre que mereciera el esplendor del


Cielo, ese es San José, el "hombre justo" (San Mateo 1:19) que vivió
una vida tan honorable y santa. Está unido a su amada esposa
María y a Jesús el Hijo Eterno, a quien crio como si fuera de su
propia carne y sangre. Sus pruebas terminaron hacía mucho
tiempo, sus ansiedades ya se calmaron, y sus manos ásperas, que
apoyaron a su familia, han sido calmadas por el Sanador Divino,
que corona sus logros y tribulaciones con vida eterna.

... cuando haya sido probado, recibirá una corona de vida,


que Dios les ha prometido a los que lo aman (Santiago 1:12).

San Bernardino refleja:

Es indudable que Cristo no le negó a José en los cielos esa


intimidad, respeto y alto honor que le mostró como a un
padre durante Su propia vida humana, sino que más bien
lo completó y perfeccionó. Justificadamente, las palabras
del Señor deben aplicarse a él: 'Entra en el gozo de tu Señor'.
Aunque es el gozo de la felicidad eterna lo que entra en el
corazón del hombre, el Señor prefiere decirle 'entrar en el
gozo'. La implicación mística es que esta alegría no es sólo
dentro del hombre, sino que lo rodea en todas partes y lo
absorbe, como si estuviera sumergido en un abismo infinito
(B. Albizensci, 2017).

152
CAPÍTULO 4: DEFENSOR DE LA IGLESIA

Este capítulo trata de las misiones de San Miguel Arcángel y San José
Patrono de la Iglesia en la defensa del Cuerpo místico de Cristo.

... Y te digo: Que tú eres Pedro; y sobre esta roca edificaré


mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra
ella (Mateo 16:18).

PAPA LEÓN XIII Y SAN MIGUEL ARCÁNGEL

El 13 de octubre de 1884, el Papa León XIII experimentó algo


místico y aterrador, algo que lo llenaría de miedo y preocupación
con respecto al bienestar de nada menos que la Santa Madre
Iglesia. Después de celebrar la Misa en su capilla privada con un
grupo de cardenales y algunos de sus empleados domésticos,
mientras salía del altar, sus pasos quedaron congelados
repentinamente, con el rostro blanco y con la mirada fija en el
Tabernáculo. Después de salir de su éxtasis diez minutos más
tarde, y sin explicar a nadie lo que había sucedido, se apresuró a
su oficina e inmediatamente compuso la que comúnmente se
conoce como la "Oración de San Miguel". Rápidamente instruyó
que esta oración, a partir de entonces, debía ser dicha después de
todas las Misas en todo el mundo. Después de dar estas
instrucciones, relató lo que sucedió.

Se había dicho que cuando estaba a punto de salir del pie del altar,
de repente oyó dos voces: una suave, la otra dura. Las voces
parecían provenir del Tabernáculo. Mientras escuchaba la
conversación, todo parecía desaparecer de su alrededor y todo lo
que existía eran esas dos voces. Oyó la voz de Satanás que, en su
orgullo, se jactaba y le decía a la otra voz, perteneciente a nuestro
Señor, que si se le daban cien años (setenta y cinco según algunas
fuentes) y se le daba más poder, podía provocar la destrucción de

153
la Santa Iglesia Católica Nuestro Señor accedió a esto,
concediéndole el tiempo y el poder.

Ahora, uno se preguntaría, ¿por qué Jesús permitiría tal cosa?


Porque Él sabe que las fuerzas del Infierno nunca prevalecerán
contra Su iglesia (Mateo 16:18), pero el diablo, estando tan lleno
de orgullo, nunca aceptaría esto. En la Biblia se muestra, sobre
todo en el Libro del Apocalipsis, que el diablo está en guerra con
San Miguel Arcángel y su Ejército Santo. Es por esto, que el Papa
se apresuró a exhortar a los fieles a orar la siguiente oración, que
también es de naturaleza profética, dada aquí en su forma
simplificada:

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Se nuestro


amparo contra la iniquidad y las trampas del diablo. Que
Dios le reprende, pedimos humildemente; y tú, oh Príncipe
de la Milicia Celestial – por el Poder de Dios – arrojado al
Infierno, a Satanás y a todos los espíritus malignos, que
merodean por todo el mundo buscando la ruina de las
almas. Amen (Michael Journal, 2017).

Como se ve en esta oración, el Papa León XIII tenía un buen


conocimiento de las futuras luchas de la Iglesia e imploró
fervientemente la ayuda del Arcángel Miguel. Sin entrar en
detalles, se podría decir que, desde la visión del Papa, la Iglesia
ha sido atacada tanto desde el exterior como desde dentro.

PAPA PÍO IX & SAN JOSÉ

En 1870 el predecesor del Papa León XIII, Beato Pío IX, emitió
Quemadmodum Deus. En este documento, se hizo evidente la
realidad de la Iglesia siendo atacada, desde todas las partes e
incluso desde dentro. Pío IX, afligido por los asaltos contra la
Iglesia decidió recurrir a San José, no sólo componiendo una

154
oración a él, sino yendo un paso más allá, y proclamando a San
José como el Patrono de la Iglesia Universal. Este no es un gesto
ocioso a los ojos de aquellos que verdaderamente aman el Cuerpo
místico de Cristo, la única Iglesia, santa, católica y apostólica.

Y ahora, en estos tiempos tan difíciles, la Iglesia es acosada


por enemigos de todos lados, y es agobiada por
calamidades tan pesadas que los hombres impíos afirman
que las puertas del Infierno han prevalecido por fin contra
Ella, los venerables prelados de todo el mundo católico han
presentado al Soberano Pontífice sus propias peticiones y
las de los fieles comprometidos con su cargo, orando para
que se dignara a constituir a San José Patrono de la Iglesia.
En consecuencia, ahora ha complacido a nuestro Santísimo
Soberano, el Papa Pío IX, de encomendarse a sí mismo y a
todos los fieles al patrocinio más poderoso del patriarca San
José, para cumplir con el deseo de los prelados y lo ha
declarado solemnemente Patrono de la Iglesia Católica (Pío
IX, 2017).

En este extracto, se ve que inicialmente fueron las personas las


que querían la ayuda de San José para la Iglesia, quienes lo
solicitaron a sus obispos, quienes luego se acercaron al Santo
Padre. La humanidad clamaba por la intercesión de San José. El
Papa lamentó que "la Iglesia fuera acosada por enemigos por
todos lados..." y esto era demasiado obvio en ese momento, ya
que el siglo XIX trajo mucha violencia contra la Iglesia Católica.
En ese momento, estaba teniendo lugar la guerra franco-prusiana;
los gobiernos italianos querían hacerse cargo de Roma, que antes
siempre había estado bajo la autoridad del Papa; El rey Víctor
Manuel II libró una guerra abierta contra el Papa Pío IX y los
periódicos anticlericales aplaudieron la toma de los Estados
Pontífices. Esta es una de las grandes razones por las que Pío IX
se dirigió a José, para proteger el papado y la Iglesia. El anuncio
155
de San José como Patrono de la Iglesia Católica no fue un gesto
ocioso. En tiempos de calamidad, el papado miraba a aquel que
tuvo el deber de proteger a nada más y nada menos que a Dios,
el Hijo y a Su Santísima Madre. Si uno realmente cree que la
Iglesia es el Cuerpo místico de Cristo, entonces uno debe tener
una devoción especial a San José que protege este Cuerpo. Él se
parece al querubín que sostuvo la espada en llamas, designado
por Dios para proteger el Jardín del Edén. Si se considera cierto
que el Santo Padre es el Vicario de Cristo, entonces uno debe creer
el pronunciamiento de la Iglesia nombrando a San José como
Patrono de la Iglesia Católica. Cuando un Papa habla, las suyas
no son palabras sin sentido que deben olvidarse en las próximas
generaciones, sino que sus palabras son vinculantes.

Amén os digo que todo lo que atéis sobre la tierra, será atado
también en el Cielo; y todo lo que aflojes sobre la tierra, será
suelto también en el Cielo (Mateo 18:18).

PAPA LEÓN XIII Y SAN JOSÉ

San José es puro, humilde y obediente, mientras que el diablo y


sus seguidores son lo opuesto. No saben nada de amor o pureza
y como estos atributos son parte de la encarnación de San José,
los demonios le temen. La serpiente que sedujo en el Jardín del
Edén, el Dragón que hace la guerra a la Iglesia en el Libro del
Apocalipsis, tiene terror de todo lo que es verdadero y santo. El
diablo tentó a Eva a desobedecer a Dios porque tiene miedo de
los que siguen al Señor. Al tener miedo y al mismo tiempo ser
demasiado orgulloso, el diablo recurre a la manipulación y la
seducción para desviar a Eva de lo que es bueno, con Adán
cayendo con ella. La caída de Adán y Eva es el triunfo de la
Serpiente. Satanás, disfrazado del Dragón del Apocalipsis, hace
la guerra a la maravillosa Mujer Vestida con el Sol y busca

156
devorar a su Hijo y a los que lo siguen. El Dragón busca destruir
lo que no conoce. No conoce el amor; por lo tanto, él tiene miedo
de ello, tratando de erradicarlo. Puesto que la Iglesia es el Cuerpo
místico de Jesucristo, que fue instituido por Cristo mismo, el
diablo quiere destruirlo. Si puede conquistar la Iglesia, y los que
son parte de ella, reinaría triunfante.

El Papa León XIII lo sabía e, incluso después de recurrir a San


Miguel Arcángel, todavía quería un refuerzo en la protección de
la Iglesia Católica. En 1889 compuso la encíclica Quamquam
Pluries, relativa a la devoción a San José, que previamente había
sido proclamado Patrono de la Iglesia por el Beato Papa Pío IX.
Recurrió a San José porque ningún santo, salvo la Santísima
Virgen María, es tan santo, valiente y tan poderoso como él. Así
como Satanás le teme a la Inmaculada, también se aterroriza de
su Bendito Esposo. San José es puro de corazón, cuerpo, mente e
intención. ¡San José era un hombre, nacido de una mujer, y sin
embargo es más santo que los ángeles mismos! Los demonios
fueron una vez ángeles santos y su orgullo provocó su caída, así
que, ver a este hombre que es todo santo y obediente a Dios, los
asusta. ¿Cómo podía un mero hombre alcanzar tal grandeza y
gloria por medio de Dios? Su orgullo no les permitía ver a este
hombre. Está cegado de rabia y se confunde en cuanto al por qué
de que Dios eligiera someterse como el Hijo de San José de
Nazaret, un mortal carpintero.

Cuando en la Tierra el Divino Niño, iba a ser asesinado por


Herodes, San José lo cogió a Él y a María, huyendo en mitad de
la noche. El demonio esperaba que a través del tirano Herodes,
Jesús fuera encontrado y asesinado, poniendo así fin al plan de
Dios para nuestra salvación. Incluso antes del nacimiento de
Jesús, San José mismo, fue tentado a abandonar a la Bendita
Virgen María, pero Satanás tuvo una gran decepción ya que José
probó ser, por la gracia de Dios, el hombre más resuelto. San José
157
se convirtió en uno de los adversarios más grandes del demonio,
incluso en nuestro tiempo.

San José fue recompensado por todo lo que había hecho en la


Tierra para la mayor gloria de Dios y se convirtió en un Príncipe
en la Corte Real del Cielo, así como en la Santa Iglesia en la Tierra.
Se le han concedido los dones del poder y la posición y Satanás lo
sabe y lo odia por ello. Se tambalea de ira al contemplar a este
hombre a quien Dios se ha dignado a elevar como el noble Virrey
del Cielo, el Patrono de la Iglesia. Puesto que el diablo no puede
destruir a Jesucristo, trata de destruir la Iglesia y aquellas almas
que son parte de ella.

El Papa León XIII, que conocía la importancia de San José y su


posición en el Cielo, entregó a la Iglesia, y a las almas de los fieles,
a su cuidado. La oración que compuso es temáticamente como la
oración dirigida a San Miguel, subrayando la importancia de su
invocación para la protección. El Papa León XIII ordenó que esta
oración se añadiera al finalizar el Rosario, que fuera recitada por
los fieles.

A ti, bienaventurado san José, acudimos en nuestra


tribulación, y después de implorar el auxilio de tu santísima
esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.

Con aquella caridad que te tuvo unido con la Inmaculada


Virgen María, Madre de Dios, y por el paterno amor con
que abrazaste al Niño Jesús, humildemente te suplicamos
que vuelvas benigno los ojos a la herencia que con su
Sangre adquirió Jesucristo, y con tu poder y auxilio socorras
nuestras necesidades.

Protege, oh providentísimo Custodio de la divina Familia,


la escogida descendencia de Jesucristo; aleja de nosotros, oh
padre amantísimo, este flagelo de errores y vicios.

158
Asístenos propicio desde el cielo, en esta lucha contra el
poder de las tinieblas; y como en otro tiempo libraste de la
muerte la vida amenazada del Niño Jesús, así ahora
defiende a la santa Iglesia de Dios de las hostiles insidias y
de toda adversidad.

Y a cada uno de nosotros protégenos con tu constante


patrocinio, para que, a ejemplo tuyo, y sostenidos por tu
auxilio, podamos vivir y morir santamente y alcanzar en los
cielos la eterna bienaventuranza. Amén.

El Papa León XIII había dado la orden de invocar y venerar a un


hombre y a un ángel, ambos amados por el Padre Celestial. San
José y San Miguel Arcángel nos son dados por Dios como santos
militantes a quienes se les confía el honorable deber de defender
el Cuerpo Místico de Cristo. Que las súplicas de este gran
Pontífice no sean ignoradas, ni siquiera hoy, sino escuchadas.

SAN JOSÉ BENDICE EL MUNDO

Treinta y tres años después de la experiencia mística del Papa


León XIII, San José apareció en Fátima, Portugal, en el mismo
aniversario de la visión del Papa León, 13 de octubre de 1917. En
esta aparición, San José trazó el Signo de la Cruz con su mano
derecha, bendiciendo a las 70.000 personas presentes, como para
decir que todavía estaba vigilante en su papel de Patrono de la
Iglesia y vigilando a los fieles. No abandonará la Iglesia de Dios,
ni Su pueblo.

En el cielo, vimos a San José con el Niño Jesús, y nuestra


Señora vestida de blanco con un manto azul, junto al sol.
San José y el Niño Jesús parecían bendecir al mundo,
porque realizaron el Signo de la Cruz con sus manos (L.
Santos, 2007, pág. 183).

159
LA IGLESIA HONRA A SAN JOSÉ

Así como San José guio a su familia dentro y fuera del exilio,
también dirige el Cuerpo místico de Cristo, la Iglesia, que
actualmente está experimentando dificultades y pruebas como
nunca antes se había visto. Los sucesivos Papas desde la época de
Pío IX han exhortado continuamente a los fieles a formar una
devoción especial a San José Patrono de la Iglesia y a implorar su
ayuda para la Iglesia. Entre estos pontífices se encuentran León
XIII, Benedicto XV, Pablo VI, Benedicto XVI y Francisco, por
nombrar algunos, que han animado a los fieles en esta devoción.

La Iglesia católica honra y venera con razón, con un


sentimiento de profunda reverencia, el ilustre patriarca
Bendito José, ahora coronado con gloria y honor en el Cielo.
En la tierra, Dios Todopoderoso, sobre todos Sus santos,
deseaba que fuera el casto y verdadero cónyuge de la
Inmaculada Virgen María, así como el padre putativo de Su
Hijo Unigénito. De hecho, lo enriqueció y lo llenó de gracias
totalmente únicas, permitiéndole ejecutar más fielmente los
deberes de un estado tan sublime (Pío IX, 1871).

El Beato Patriarca José contempla a la multitud de cristianos


que conforman la Iglesia como se les confiaron
especialmente a su confianza: esta familia ilimitada
repartida sobre la tierra, sobre la cual, debido a que es el
cónyuge de María y el padre de Jesucristo, posee, por así
decirlo, una autoridad paterna. Es, entonces, natural y
digno que, como el Bendito José cubría todas las
necesidades de la familia en Nazaret y los protegía, ahora
debe cubrir con el manto de su patrocinio celestial y
defender la Iglesia de Jesucristo (León XIII, 1889).

Nosotros, llenos de confianza en el patrocinio de aquel a


cuya supervisión providente Dios se alegró de confiarle la
160
custodia de Su Hijo encarnado unigénito, y de la Virgen
Madre de Dios, exhortamos fervientemente a todos los
obispos del mundo católico que, en tiempos tan turbulentos
para el cristianismo, animen a los fieles a orar con mayor
compromiso para obtener la valiosa ayuda de San José. Y
puesto que hay varias formas aprobadas por la Sede
Apostólica con las que se puede venerar al Santo Patriarca,
especialmente todos los miércoles durante todo el año y
mes consagrados a él, Queremos, que cada obispo apruebe
estas peticiones, que todas estas devociones, en la medida
de lo posible, se practiquen en todas las diócesis (Benedicto
XV, 1920).

La Iglesia invoca a San José como Su Patrono y Protector a


través de la inquebrantable confianza en aquel a quien
Cristo quiso confiar el cuidado y la protección de Su propia
frágil infancia humana, y que continuará desde el Cielo
para llevar a cabo su tarea protectora de guiar y defender el
Cuerpo místico de Cristo mismo, que siempre es débil, y
siempre bajo ataque y en estado de peligro. Hacemos un
llamamiento a San José por el mundo, confiando en que el
corazón del humilde trabajador de Nazaret, ahora
desbordado de inconmensurable sabiduría y poder,
todavía alberga y albergará siempre un sentimiento
singular y precioso para toda la humanidad. Así que, que
así sea (Pablo VI, 1969).

La vida de San José, vivida en obediencia a la Palabra de


Dios, es un signo elocuente para todos los discípulos de
Jesús que buscan la unidad de la Iglesia. Su ejemplo nos
ayuda a comprender que es sólo mediante la sumisión
completa a la voluntad de Dios que llegamos a ser
trabajadores eficaces al servicio de Su plan para reunir a

161
toda la humanidad en una sola familia, una asamblea, una
'ecclesia' (Benedicto XVI, 2009).

¿Cómo responde José a su llamamiento de ser el protector


de María, Jesús y la Iglesia? Estando constantemente atento
a Dios, abierto a los signos de la presencia de Dios y
receptivo a los planes de Dios, y no simplemente a los
suyos. ... José es un "protector" porque puede escuchar la
voz de Dios y ser guiado por Su voluntad; y por esta razón,
es más sensible a las personas confiadas a su custodia.
Puede mirar las cosas de manera realista, está en contacto
con su entorno, y puede tomar decisiones verdaderamente
sabias. En él, queridos amigos, aprendemos a responder a
la llamada de Dios, de manera fácil y voluntaria, pero
también vemos el núcleo de la vocación cristiana ¡que es
Cristo! Protejamos a Cristo en nuestra vida, para que
podamos proteger a los demás, para que podamos proteger
la creación (Francisco, 2013).

CONSAGRACION DEL ESTADO DE LA CIUDAD DEL


VATICANO

Como muestra adicional de la fidelidad del papado a San José, Su


Santidad el Papa Francisco ha consagrado el Estado de la Ciudad
del Vaticano a la protección de San Miguel Arcángel y San José,
en julio 2014, recordando a los fieles la importancia de su misión:

Miguel es el defensor de la primacía de Dios, de Su


trascendencia y poder. San Miguel lucha por restaurar la
justicia divina y defiende al pueblo de Dios de Sus
enemigos, sobre todo del enemigo por excelencia, el diablo.
Y San Miguel gana porque en él está su Dios que actúa. ...
Aunque el diablo siempre trata de desfigurar el rostro del
Arcángel y el de la humanidad, Dios es más fuerte; es Su
162
victoria y Su salvación la que se ofrece a todos los hombres.
... Al consagrar el Estado de la Ciudad del Vaticano a San
Miguel Arcángel, le pido que nos defienda del maligno y lo
destierre.

También consagramos el Estado de la Ciudad del Vaticano


a San José, guardián de Jesús, el guardián de la Sagrada
Familia. Que su presencia nos haga más fuertes y más
valientes al hacer espacio para que Dios en nuestra vida
derrote siempre al mal con el bien. Le pedimos que nos
proteja, y cuide de nosotros, para que una vida de gracia se
fortalezca en cada uno de nosotros cada día (Francisco,
2014).

163
164
CAPÍTULO 5: PATRÓN CONTRA EL MAL POLÍTICO

Este capítulo habla de la encomienda de la guerra de la Iglesia contra el


socialismo y el comunismo a manos de San José.

PATRÓN CONTRA EL COMUNISMO Y EL SOCIALISMO

El siglo XX vio el surgimiento del socialismo y el comunismo,


enemigos de la Iglesia y del trabajador cristiano. Conociendo
plenamente la amenaza de estos poderes, una sucesión de
Pontífices pensó que era conveniente advertir a los fieles y
confiarlos al cuidado de San José.

El 25 de julio de 1920, el Papa Benedicto XV, conocido como el


"Papa de La Paz" durante la Primera Guerra Mundial, emitió el
motu proprio "Bonum Sane" en el que advirtió a los fieles del
socialismo y del Gobierno Mundial, al tiempo que los confiaba al
cuidado de San José:

Ahora vemos, con verdadero dolor, que la sociedad es


ahora mucho más depravada y corrupta que antes, y que la
llamada "pregunta social" ha estado agravándose hasta tal
punto, que ha creado la amenaza de ruina irreparable. ...
Este Gobierno Mundial ya no reconocerá la autoridad del
padre sobre sus hijos, o del poder público sobre los
ciudadanos, o de Dios sobre la sociedad humana. Todas las
cosas, si se implementan, conducirán a terribles
convulsiones sociales, como las que ya están sucediendo...
Por lo tanto, nos preocupamos sobre todo por el curso de
estos acontecimientos ... recordar a los de nuestro lado, que
ganan su pan con su trabajo, para salvarlos del socialismo,
enemigo jurado de los principios cristianos, que con gran
solicitud los recomendamos a San José, que lo sigan como

165
su guía y reciban el honor especial de su patrocinio celestial
(Benedicto XV, 1920).

El Papa Pío XI, que sucedió a Benedicto XV, también vio la


creciente amenaza contra la Iglesia. En su encíclica de 1937
"Divini Redemptoris" decidió confiar explícitamente la causa
contra el comunismo a San José:

Para apresurar el advenimiento de esa "paz de Cristo en el


reino de Cristo" tan ardientemente deseada por todos,
encomendamos la vasta campaña de la Iglesia contra el
comunismo mundial bajo el estandarte de San José, Su
poderoso Protector. Pertenece a la clase obrera, y llevaba las
cargas de la pobreza para sí mismo y para la Sagrada
Familia, de la cual era la tierna y vigilante cabeza. A él se le
confió al Divino Niño cuando Herodes soltó a sus asesinos
contra él. En una vida de fiel desempeño de los deberes
cotidianos, dejó un ejemplo para todos aquellos que deben
ganar su pan con el trabajo de sus manos. Ganó por sí
mismo el título de "El Justo", sirviendo, así como un modelo
vivo de esa justicia cristiana que debe reinar en la vida
social (Pío XI, 1937).

En 1955 el sucesor de Pío XI, el venerado Papa Pío XII, estableció


la fiesta de "San José Obrero" que se celebra anualmente el 1 de
mayo. Esta fecha fue elegida específicamente para contrarrestar
la fiesta predominantemente socialista y comunista del "Día
Internacional de los Trabajadores", también conocido como el
"Día de Mayo". En un discurso el 1 de mayo de 1955, Pío XII
animó a los obreros a mirar a San José como su modelo y a pedir
su intercesión en su trabajo:

San José es el mejor protector para ayudaros en vuestra


vida, para penetrar en el espíritu del Evangelio. De hecho,
desde el Corazón del Dios-Hombre, Salvador del mundo,
166
este espíritu está infundido en vosotros y en todos los
hombres, pero es cierto que no había un espíritu obrero tan
perfectamente y profundamente penetrado como el del
putativo padre de Jesús, que vivió con él en la intimidad y
comunidad más cercana de la familia y del trabajo. Así que,
si quieres estar cerca de Cristo, os repito "Ite ad Ioseph":
Acudid a José (Pío XII, 1955).

167
168
CAPÍTULO 6: EN EL TIEMPO DE DIOS

Este capítulo habla del surgimiento de San José a la plena visión de los
fieles.

... un día con el Señor son como mil años, y mil años es
como un día (2 Pedro 8).

Durante siglos San José ha permanecido en un segundo plano,


sólo apareciendo periódicamente cuando se le necesitaba. Pero
todo se hace en el tiempo de Dios y, en última instancia, Su Divina
Voluntad se logra exactamente cuándo lo considera conveniente.
Se podría decir que el primer milenio estaba reservado para la
indagación de quién era y sigue siendo Jesucristo para Sus
seguidores. Fue un tiempo para el discernimiento y la meditación
sobre la Palabra de Dios, que vino a salvar a la humanidad del
pecado para que se dé la vida eterna. A la Iglesia se le dio
información sobre la vida, la muerte y la resurrección de
Jesucristo para entender el plan de Dios para la humanidad y la
realización de la persona de Dios en Él, como la segunda persona
de la Santísima Trinidad, definida como la verdad. Jesús es el
Nuevo Adán que vino a cumplir lo que estaba escrito en los libros
de los Profetas y a llevar a Su pueblo a una nueva vida. Dio a la
Iglesia el don del Espíritu Santo para continuar Su obra salvadora
en la tierra, para sostener Su Cuerpo místico, la Iglesia.

Porque como por la desobediencia de un hombre, muchos


fueron hechos pecadores; así también, por la obediencia de
uno, muchos serán hechos justos (Romanos 5:19).

LA BENDITA VIRGEN MARÍA

El próximo milenio se centraría en conocer a Cristo más


íntimamente a través de los más cercanos a Él. ¿Quién mejor para
mostrar a la Iglesia cómo amar a Jesús que su propia madre, la
169
Santísima Virgen María? Estos años sirvieron para enseñar cómo
imitarla, y para ser guiados por su ejemplo de humildad, en
verdadero amor por Cristo. Ella no es un obstáculo en el camino
a Cristo, ella conduce directamente a Él. La Virgen guía a los fieles
a su amado Hijo, que siempre está dispuesto a recibir a los
pecadores, especialmente de las manos de Su madre. Que se sepa
que Jesús es el único mediador entre Dios Padre y el hombre.
Puesto que Jesús es el único engendrado del Padre como Dios y
como hombre, la función de María es acercar a Su pueblo a la
unión con él, porque ella es Su mayor discípula. Su papel de
intercesora se hace eco del de la reina Ester, que suplicó ante el
rey por su pueblo en el Antiguo Testamento. En el Evangelio de
San Lucas, alguien de la multitud alaba a María por dar a luz a
Jesús, pero Jesús dice en cambio que es Bendita porque ha
escuchado la Palabra de Dios y se ha mantenido fiel a ella. Jesús
dice esto para mostrar que cualquiera de ellos puede ser llamado
"bendecido", pero sólo en tanto en cuanto se mantengan firmes a
la Palabra de Dios como ella lo hace.

¡Bendito es el vientre que te llevaba, y los pechos que te


amamantaron! Pero (Jesús dijo) "Bienaventurados los que
escuchan la Palabra de Dios y la obedecen (Lucas 11:27-
28)."

ENTRA SAN JOSÉ

El actual milenio parece estar abierto a San José, el Guardián del


Redentor, que hasta hacía poco había sido mantenido oculto, de
cierta manera. Los fieles están descubriendo su papel no sólo
dentro de los piadosos muros de la Iglesia, sino también en su
vida cotidiana. ¿Por qué es importante? ¿Por qué se necesita a
José?

170
José ha surgido en este momento crítico de la historia porque
ahora más que nunca se necesita un padre humano, un noble
modelo de hombría para estos tiempos problemáticos, ya que
actualmente se está librando una guerra sobre la virilidad. Los
padres, o "criadores" (como algunas personas se atreven a
etiquetar a los hombres heterosexuales, de manera bastante
despectiva, son avergonzados de ejercer cualquier derecho sobre
sus hijos. Son los niños los que se animan a tomar sus propias
decisiones, incluso las de una naturaleza adulta de extrema
seriedad (o naturaleza antinatural), como el tema tan popular
ahora del cambio de sexo. Los "criadores" ya no tienen voz en lo
que es mejor para sus hijos. Su único propósito es traer al niño al
mundo y ser lo más complacientes posible a los caprichos e ideas
de los hijos, independientemente de la salud, la seguridad o el
riesgo salvífico.

Se puede sentir cierta vergüenza en lo que respecta a la


paternidad, sobre todo cuando uno trata de tomar decisiones
importantes para los niños, y cuando se trata de disciplinarlos, o
incluso en darles la correcta formación espiritual. La frase común
de los padres en estos días es "Dejaré que mi hijo decida lo que
quiere". Los padres ya no tienen los derechos que Dios les ha
concedido, ya que han sido arrebatados por el mundo. Dios ya no
es el juez de la humanidad, sino más bien el público irreligioso.
¡El Papa Benedicto XV nos advirtió sobre este tipo de cosas hace
cien años! ¿Y a quién dio el Pontífice a los fieles como modelo y
protector para esos tiempos malos? A San José. Cuánto más lo
necesitamos ahora, en este diabólico siglo XXI. Las palabras del
Papa están tan en sintonía con nuestro estado actual que
fácilmente podría haberlas pronunciado esta mañana:

Ahora vemos, con verdadero dolor, que la sociedad es


ahora mucho más depravada y corrupta que antes... Este
Gobierno Mundial ya no reconocerá la autoridad del padre
171
sobre sus hijos, o del poder público sobre los ciudadanos,
o de Dios sobre la sociedad humana. Por lo tanto, nos
preocupamos sobre todo por el curso de estos
acontecimientos ... encomendemos los fieles, para que
sigan a San José como su guía y reciban de él honor de su
especial patronazgo (Benedict XV, 1920).

PATERNIDAD

San José ha elevado el listón para que los padres vengan. El Padre
Celestial ha dado a la humanidad un padre completamente
humano como modelo de lo que es la verdadera paternidad. José
es el modelo de la paternidad real de Dios, María es la imagen
perfecta de la maternidad, y Cristo es el ideal de la verdadera y
perfecta fisición y fraternidad. Debido a esta trinidad terrenal,
existe el plano familiar perfecto para los tiempos más
imperfectos. San José enseña, con su vida, que la paternidad va
más allá de la genética, y ahora, más que nunca, es un modelo a
seguir tanto para los padres biológicos como para los adoptivos.
Aunque Cristo no es de su carne, José lo acepta como su propio
Hijo a medida que crece dentro del santuario del vientre de
María.

Desde el momento en que Jesús fue concebido por el Espíritu


Santo, asumió la naturaleza humana de Su padre escogido, José,
y la carne y la sangre de María. Cuando San José aceptó su papel
de padre, se convirtió en el Patrono de la Paternidad y de los No
Nacidos, el guardián amoroso de los indefensos e inocentes. Así
como amaba al Redentor no nacido mientras aún estaba en el
vientre de su madre, también ama a todos los hijos de este
mundo. Y así como lloró por los niños que fueron masacrados por
el rey Herodes, también llora ahora por aquellos que son
abortados todos los días, en todo el mundo.

172
He aquí, los hijos son un don del Señor; el fruto del vientre
es una recompensa (Salmos 127:3).

Verdaderamente Tú has formado mi ser más íntimo; Me


tejiste en el vientre de mi madre. Te alabo, tan
maravillosamente que me hiciste; ¡maravillosas son sus
obras! Mi mismo Tú lo sabías (Salmos 139:13-15).

José también es un modelo para aquellos hombres que tienen


miedo o indecisión a la hora de asumir la responsabilidad de criar
a un niño. Tantos jóvenes se enfrentan a la noticia de que su
esposa o novia está embarazada. Una avalancha de pánico hace
presa en muchos de ellos, especialmente en los solteros, y en su
desesperación, huyen de sus responsabilidades, abandonando a
madre e hijo. Es este acto de abandono lo que lleva a muchos
niños a ser abortados por sus madres, no por malicia sino por
miedo. ¿Quién mejor para ser un guía para estos hombres que San
José? San José se enfrentó a la misma situación que estos hombres
y casi recurrió a enviar a su amada, y al Niño en su vientre, lejos.
Al final, sin embargo, hizo lo correcto y tomó el justo lugar que le
correspondía como esposo y padre. Él Sabe lo que es casi perder
a su esposa e hijo, y si los hombres sólo miraran hacia él, elegido
por el Padre Eterno, sabrían que él entiende cómo se sienten.
Estaba confundido, asustado y lleno de ansiedad, pero el amor de
un padre por su hijo superó estas frustraciones. Estaba
verdaderamente predestinado por encima de todos los demás
hombres a asumir el papel de Padre del Redentor y Esposo de la
Santísima Virgen.

Estad alerta, permanecer firmes en la fe, actuar como


hombres, ser fuertes. Que todo lo que haces se haga en el
amor (1 Corintios 16:13-14).

¿Quién protegió al feto dentro del vientre de María? José, por la


gracia de Dios. ¿Quién hizo sacrificios por su familia y puso las
173
necesidades de su familia por encima de las suyas? José. Ahora
más que nunca, el "hombre justo" es necesario para predicar con
el ejemplo, cómo vivir en la verdad. Estos extractos de los
Proverbios de Salomón describen al hombre justo, que bien
representan a San José y a los hombres que necesitamos hoy.

La bendición del Señor está sobre la cabeza de los justos ...


El que camina sinceramente, camina con confianza... La
obra de los justos es para la vida... La expectativa de los
justos es alegría ... La fuerza de lo recto es el camino del
Señor... Donde el orgullo es, también habrá reproche: pero
donde está la humildad, también hay sabiduría. La
simplicidad de los justos los guiará. La justicia de los rectos
hará su camino próspero ... El justo se entrega de la
angustia ... El fruto del hombre justo es un árbol de vida, y
el que gana almas es sabio (Proverbios 10, 11).

El 19 de marzo de 2009, mientras visitaba Yaundé, Camerún, el


Papa Benedicto XVI recomendó que los padres miraran a San José
como un modelo de verdadera paternidad:

Deseo dar una palabra de aliento a los padres para que


tomen a San José como su modelo. El que velaba por el Hijo
del Hombre puede enseñarles el significado más profundo
de su propia paternidad. De la misma manera, cada padre
recibe a sus hijos de Dios, y son creados a imagen y
semejanza de Dios. San José era el cónyuge de María. Del
mismo modo, cada padre se ve encargado con el misterio
de la feminidad a través de su propia esposa. Queridos
padres, como San José, respetad y amad a vuestras esposas;
y con vuestro amor y vuestra sabia presencia, llevad a
vuestros hijos a Dios, donde deben estar (Benedicto XVI,
2009).

174
PARTE CUATRO: APARICIONES DE SAN JOSÉ

175
Los conocerás por sus frutos. ... cada árbol bueno da buenos
frutos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no
puede dar frutos malos; ni un árbol malo puede dar buenos
frutos. ... Por lo tanto, los conocerán por sus frutos (Mateo 7:16-
20).

176
En cuanto a las visitas o apariciones de San José, son muy pocas
entre ellas, especialmente en comparación con las de Cristo o la
Santísima Virgen María. Cuando se trata de discernir estas
apariciones, la Iglesia lleva a cabo una larga y exhaustiva
investigación, haciendo grandes esfuerzos para determinar la
autenticidad de las supuestas apariciones. Los hallazgos se
clasifican a continuación como:

Digno de creencia (lo que significa que esto viene de Dios), No


digno de creencia (lo que significa que esto se imagina o viene del
diablo), Nada contrario a la fe (indeciso sobre la autenticidad,
pero teniendo en cuenta que no hay nada contrario a la fe, puede
ser necesaria una investigación adicional).

En cuanto a las apariciones, los fieles deben esperar siempre la


aprobación de la Santa Madre Iglesia antes de aceptarlas
plenamente. En algunos casos, el obispo local aprobará las
apariciones en un documento oficial o aprobará la promoción de
mensajes de las apariciones con un Imprimatur o Nihil Obstat y
los fieles pueden practicar devociones asociadas a las visiones. La
creencia en las apariciones no es vinculante para los fieles.

HELFTA, ALEMANIA – SIGLO XIII


Vidente: Santa Gertrude el Grande

Santa Gertrudis de Helfta, fue una Hermana de la Orden


Benedictina que tuvo varias
experiencias místicas y éxtasis.
Recibió visiones y locuciones de
nuestro Señor Jesús, así como de los
santos, y fue una gran amante de las
Almas del Purgatorio. Ella es la
única santa que posee el título de "La

177
Magna”, que le dio el Papa Benedicto XIV. Ella relata una visión
que tuvo de San José:

"En la fiesta de la Anunciación, vi el Cielo abierto y a San José


sentado sobre un magnífico trono. Me sentí maravillosamente
afectada cuando, cada vez que se mencionaba su nombre, todos
los santos hacían una profunda inclinación hacia él, demostrando
por la serenidad y dulzura de sus miradas que se regocijaban con
él debido a su exaltada dignidad.”

COSTA DE FLANDERS – Siglo XVI


Vidente: Dos Padres Franciscanos Anónimos

En el siglo XVI surgió una devoción llamada "Los Siete Padres


Nuestros de San José", que más tarde sería conocida como "Los
Siete Dolores y Gozos". La devoción tal como aparece hoy se
atribuye al Beato Gennaro Sarnelli (1702-1744). A continuación,
se relata la breve historia de cómo esta devoción llegó a ser
solicitada por el propio San José:

Había una vez dos sacerdotes de


la orden franciscana que
navegaban a lo largo de la costa
de Flandes. Hubo una terrible
tempestad, hundiendo el barco
junto con 300 pasajeros. Los dos
Padres cogieron un tablón
cercano, abrazándolo para
salvar su vida, mientras eran
azotados por las violentas olas.
Mientras tanto, los dos hombres
recurrieron a San José, orando y
rogando para que les ayudara,

178
para salvarlos en el nombre de Dios de esa situación tan indefensa
y terrible.

Al tercer día, alguien acudió en su ayuda, apareciendo como un


hombre radiante, animándolos a tener fe y a seguir confiando en
San José. El misterioso hombre los condujo con seguridad a un
puerto para la felicidad y el alivio de los dos sacerdotes. Al llegar
sanos y salvos, le dieron las gracias repetidamente y le pidieron
el nombre del hombre que acababa de salvar sus vidas. El hombre
les reveló que no era otro que San José, a quien habían orado todo
este tiempo.

Los dos sacerdotes que querían realizar algún tipo de honor o


respeto al santo por todo lo que había hecho por ellos,
preguntaron qué podían hacer para mostrar su gratitud. San José
les dijo que lo honraran así: recitar diariamente el "Padre
Nuestro" y el "Ave María" siete veces mientras meditaban en sus
siete penas y siete gozos. Después de aconsejarles, desapareció
tan misteriosamente como había llegado.

LAS SIETE PENAS Y ALEGRÍAS DE SAN JOSÉ

Un hombre justo caerá siete veces y se levantará de nuevo.


– Proverbios 24:16

I – La Desesperación de San José (Mateo 1:19)


La Anunciación a San José (Mateo 1:20-24)

II – La Pobreza del Nacimiento de Jesús (Lucas 2:7)


El Nacimiento del Salvador de La Humanidad (Lucas 2:10-19)

III – La Circuncisión de Jesús (Lucas 2:21)


El Santo Nombre de Jesús (Mateo 1:25)

179
IV – La Profecía de Simeón (Lucas 2:34, 35)
La Salvación de La Humanidad (Lucas 2:29-33)

V – La huída a Egipto (Mateo 2:13-14)


El Derrocamiento de Los Idolos (Isaías 19:1)

VI – El Peligroso Regreso del Exilio (Mateo 2:19-22)


Vida Familiar en Nazaret (Lucas 2:51-52)

VII – La Pérdida de Jesús en Jerusalén (Lucas 2:42-45)


El Hallazgo de Jesús en El Templo (Lucas 2:46-49)

QUEBEC, CANADÁ (NUEVA FRANCIA) – SIGLO XVII


Vidente: Beata Catalina de San Agustín

La Beata Catalina de San Agustín es honrada como una de los seis


fundadores de la Iglesia Católica en Canadá. A su llegada a
Nueva Francia (Quebec, Canadá) en 1648,
la Beata Catalina evangelizaba entre los
enfermos de las poblaciones aborígenes y
europeas. Era conocida por tener visiones
de nuestro Señor, de los santos y de
acontecimientos futuros en Canadá. Ella
registró su visión de San José:

"Vi una procesión muy solemne de almas


benditas... Juan el Bautista estaba a la cabeza y llevaba una
bandera blanca, blanca como la nieve, en la que estaba escrita en
grandes caracteres rojos estas palabras: Ecce Agnus Dei, ecce qui
tollit peccata mundi. Esta procesión parecía subir en el aire ... San
José era el más cercano a la entrada de las puertas eternas, y fue
él, me pareció, quien habló primero a la Trinidad; y dirigiéndose
a la persona de Dios Padre, después de que las santas almas

180
fueron puestas en su lugar designado, le dijo en un idioma de los
bendecidos:

"Este talento se ha beneficiado tanto que no sólo te lo devuelvo,


sino que ves esta multitud que ha adquirido; Te devuelvo todo y
te lo ofrezco”.

Entonces el Padre Eterno no sólo lo puso sobre un gran número


de personas, sino que incluso le dijo: "¡Siervo fiel! Puesto que tú
eras el mayordomo de Mi casa en la tierra, quiero que mandes
aquí y que tengas poder." El Hijo mismo le dio poder sobre Él,
siendo el un Rey de gloria, y quería que tuviera el honor de
mandarlo.

Entonces, por lo tanto, dirigiéndome a San José, le dije: "Gran


santo, yo soy una de los tuyos; pídale al Rey de gloria que por
toda la eternidad no me separe de Su amor. No te negará nada."

AGREDA, SPAIN – Siglo XVII


Vidente: Venerable María de Jesús

A lo largo del siglo XVII, la Abadesa Franciscana María de Jesús,


recibió revelaciones de la Santísima Virgen María, contando la
historia de su vida, que incluía a nuestro Señor Jesucristo y a San
José. Ella compiló estas revelaciones en su monumental obra
Mística Ciudad de Dios. A continuación, se presentan las palabras
de la Virgen a María de Jesús en
cuanto a la intercesión de San José:

"Hija mía, aunque hayas descrito a


mi cónyuge, San José, como el más
noble entre los príncipes y santos de
la Jerusalén celestial; no se puede
manifestar adecuadamente su

181
santidad eminente, ni ninguno de los mortales puede saberlo
plenamente antes de llegar a la visión de la Divinidad. Entonces
todos ellos se llenarán de asombro y alabanza y el Señor los hará
capaces de entender este sacramento. En el último día, cuando
todos los hombres sean juzgados, los condenados se arrepentirán
amargamente sus pecados, lo que les impedirá apreciar este
poderoso medio de salvación, y haberse aprovechado, como
fácilmente podrían haberlo hecho, de San José el intercesor, para
haberse ganado la amistad del Juez justo.

Toda la raza humana ha infravalorado mucho los privilegios y


prerrogativas concedidos a mi Beato Esposo José y no saben lo
que su intercesión con Dios puede hacer. Le aseguro, querida, que
es uno de los personajes más favorecidos en la presencia divina y
tiene un inmenso poder para permanecer en los brazos de la
venganza divina.

Deseo, que, a partir de ahora, durante el resto de vuestra vida


terrenal, avancen en la devoción y en el amor sincero hacia mi
Esposo, y que bendigan al Señor por haberle favorecido con
tantos privilegios y por haberme regocijado tanto en el
conocimiento de todas sus excelencias. En todas tus necesidades,
debes aprovechar su intercesión. Deberías inducir a muchos a
venerarlo y procurar que tus propias hermanas religiosas se
distingan en su devoción hacia él. Lo que mi cónyuge pide al
Señor en los Cielos se concede sobre la tierra y de su intercesión
dependen muchos y extraordinarios favores para los hombres, si
no se hacen indignos de recibirlos. Todos estos privilegios son
una recompensa por la perfección amable de este maravilloso
santo y por sus grandes virtudes; porque la clemencia divina es
dibujada favorablemente para ellos y mira a San José con
generosa liberalidad, dispuesto a derramar sus maravillosas
misericordias sobre todos aquellos que se aprovechan de su
intercesión."
182
COTIGNAC, FRANCIA – 1660
Vidente: Gaspard Ricard

El 7 de junio de 1660, un pastor de 22 años de edad, Gaspard


Ricard, estaba pastoreando sus ovejas al lado este del Monte
Bessillon. Aproximadamente a las 1pm el calor se hizo más fuerte
y más difícil de soportar. Muy cansado y sediento, decidió
acostarse en el suelo rocoso para descansar, cuando de la nada un
hombre alto estaba junto a él y señaló a una roca cercana diciendo:

"Yo soy José, levanta la roca y beberás."

El joven sorprendido vio que la gran roca parecía pesada y afirmó


que se necesitarían unos ocho hombres para moverla. Preguntó
cómo sería capaz de hacer esto solo, ya que no había otros
hombres alrededor de él. San José
reiteró su instrucción de levantar la
roca. Gaspard obedeció y, al
encontrarse capaz de mover la roca,
encontró agua dulce fluyendo desde
abajo. Empezó a beber emocionado y
al buscar vio que San José había
desaparecido. Con prisa, corrió a la
ciudad exclamando esta noticia a los aldeanos y en tres horas el
pequeño manantial de agua se había convertido en una fuente de
agua sobreabundante.

Como resultado de este acontecimiento, el rey Luis XIV (1638-


1715) decretó ese día, el 7 de junio, como día festivo y, después de
hacer su propia peregrinación a este lugar, consagró Francia, así
como a sí mismo, a San José. Estas aguas que surgieron en
Cotignac, Francia, se convertirían en un signo de esperanza para
muchas personas, ya que se encontró que las aguas tenían
propiedades curativas, tanto para el cuerpo como para el alma.
Ahora hay en ese lugar un santuario dedicado en honor a San
183
José. Uno de esos milagros fue registrado en 1662 por un
sacerdote que había ido allí el año anterior:

"Las aguas de San José traen milagros. Desde que regresé, un


hombre que conocemos de Aviñón, nacido lisiado, fue en la
primavera y volvió curado, habiendo dejado sus muletas allí.
Todo el mundo bebe y se lleva el agua." – Padre Allard del
Oratorio, 1662

KNOCK, IRLANDA – 1879

Videntes: Sr Dominick Byrne, Dominick Byrne Jr., Margaret


Byrne, Sra Mary Byrne, Margaret Byrne, Patrick Byrne, Judith
Campbell, John Curry, John Durkan, Sra Flatley, Patrick Hill,
Mary McLoughlin, Catherine Murray, Bridget Trench y Patrick
Walsh

A las 8 de la tarde del 21 de agosto de 1879, un grupo diverso de


quince personas, entre ellos, hombres, mujeres y niños,
percibieron una visión silenciosa de la Santísima Virgen María
con las manos y los ojos levantados hacia el Cielo y llevando una
corona sobre su cabeza, San José vestido de blanco con las manos
unidas y la cabeza inclinada, y San Juan Evangelista vistiendo un
mitro de obispo y sosteniendo una gran Biblia. Aparecieron en el
dosel sur de la Iglesia Parroquial Knock, en un resplandor de luz
gloriosa. Detrás de ellos, a la izquierda de San Juan, había un altar
sencillo, con un Cordero (símbolo de Jesucristo, el Cordero de
Dios) de pie sobre él. Adorando en el altar había un grupo de
ángeles.

San José parecía estar cerca de la mediana edad, con mechas


canosas en el pelo. Estaba vestido con túnicas blancas, de pie y en
el lado derecho de la Virgen María. Su cabeza estaba inclinada
hacia adelante y parecía estar rindiendo sus respetos a su Bendita

184
Esposa, y adorando al Cordero en el altar, con las manos unidas
en oración. Era la figura de la humildad y tenía un carácter gentil,
contemplando a la Santa Virgen y del Cordero de Dios. Mostraba
al pueblo el tener reverencia por la Misa y honrar a la Madre de
Dios. Los fieles deben ser como San José en su humildad y
oración, dejando de lado las pruebas y las distracciones para
pasar más tiempo en la contemplación tranquila de Dios y Sus
obras. A continuación, se relatan algunos de los relatos de testigos
oculares:

María Byrne: Vi, destacado al lado de la


aguilón, tres figuras que parecían ser las
de la Santísima Virgen, San José y San
Juan... Estaban un poco alejadas de la
pared, y, por la impresión que me dio a
un pie y medio o dos pies del suelo. La
Virgen estaba erguida, con los ojos
levantados al cielo... En la figura de San
José, la cabeza estaba ligeramente inclinada, e inclinada hacia la
Santísima Virgen, como si le rindiera respeto. ... La tercera figura
parecía ser la de San Juan Evangelista. ... Sobre el altar y
descansando sobre él, había un cordero, de pie con la cara hacia
San Juan. En el cuerpo del cordero y alrededor de él, vi estrellas
doradas.

Patrick Hill: Vi a San José a la


derecha de la Santísima Virgen; su
cabeza estaba doblada, con los
hombros hacia adelante, y parecía
estar rindiendo sus respetos; Me
percaté de su bigote; parecía
ligeramente gris; Yo también vi los
pies de San José. Sus manos se unían en la oración... durante una
hora y media estuvimos bajo la lluvia torrencial; en ese momento,
185
yo estaba muy mojado; Me di cuenta de que la lluvia no mojó las
figuras que aparecieron ante mí, a pesar de que yo estaba mojado.

Dominick Byrne: Vi las tres figuras: la Santísima Virgen, San José


y San Juan. Los ojos de las imágenes se podían ver; no hablaban.
Yo estaba lleno de asombro con lo que vi; Me afectó tanto que se
me escaparon unas lágrimas.

FATIMA, PORTUGAL – 1917

Videntes: Santa Jacinta Marto, San Francisco Marto y Sierva de


Dios Lucía dos Santos

De mayo a octubre de 1917 tres niños pastores vieron apariciones


de la Santísima Virgen María en lo alto de una pequeña encina.
Durante estas visiones, a los videntes se les dieron secretos, se les
instruyó que oraran el Rosario y se les dijo que ofrecieran
penitencia para la conversión de los pecadores. En la aparición de
septiembre, la Virgen les dijo:

"Continúen rezando el Rosario


para obtener el fin de la
guerra. En octubre San José
aparecerá con el Niño Jesús
para bendecir al mundo. Dios
está satisfecho con sus
sacrificios..."

El 13 de octubre se estima que más de 70.000 personas se


reunieron alrededor del sitio de las apariciones. Después de que
la Virgen se apareció a los tres niños, miles de personas de
diferentes ámbitos de la vida (incluyendo ateos que habían ido a
burlarse de los niños) fueron testigos de lo que ahora se conoce
como "El Milagro del Sol". Durante el milagro, los tres niños
pastores fueron testigos de lo que la Virgen les había prometido
186
en septiembre. La Sierva de Dios Lucía dos Santos relata lo que
vieron:

"Nuestra Señora desapareció en la inmensidad del firmamento,


vimos, junto al sol a San José con el Niño Jesús (ambos a la
izquierda del sol), y la Virgen (en el lado derecho del mismo),
vestida de blanco con un manto azul. San José y el Niño Jesús
vestían de rojo. Jesús parecía tener dos años de edad. San José
parecía bendecir al mundo, porque trazó el Signo de la Cruz con
su mano."

Aquí está San José, no hay palabras pronunciadas por él, pero sus
acciones hablan. San José, sosteniendo a su Hijo Jesús, bendice al
mundo trazando el Signo de la Cruz con su mano. Esta es una
poderosa declaración con respecto a su lugar como jefe de la
Sagrada Familia, así como su posición en la Iglesia. Sostiene a
Cristo en sus brazos, haciendo una declaración sobre la verdadera
paternidad: "Padres, amen a sus hijos, tomen su lugar a la cabeza
de la familia y protejan a los que se les ha confiado." El acto de
San José bendiciendo a las multitudes muestra su poder en la
Iglesia, como intercesor y patrono de la Iglesia Universal, como
proclamó en 1870 el Papa Pío IX.

CRACOVIA, POLONIA: 1936 – 1937


Vidente: Santa Faustina Kowalska

Santa Faustina Kowalska es más


conocida por dar a conocer el mensaje
de la "Divina Misericordia" al
mundo– habiendo recibido mensajes
y visiones de nuestro Señor Jesús y de
la Santísima Virgen María. Un hecho poco conocido fue que Santa
Faustina también fue bendecida al contemplar a San José en
algunas raras ocasiones, pero sólo una vez le habló. Aquí se
187
relatan sus entradas del diario en las que Santa Faustina
menciona haber visto a San José, acompañado con Jesús y María,
en la única vez que habló con ella.

2 de febrero de 1936: (Entrada del diario 608) Cuando comenzó


la misa, un extraño silencio y alegría llenaron mi corazón. En ese
momento, vi a la Virgen con el Niño Jesús, y al santo San José de
pie detrás de ellos. La Madre santísima me dijo: "Toma mi tesoro
más querido..." y ella me entregó al Niño Jesús. Cuando tomé al
Niño Jesús en mis brazos, la Madre de Dios y San José
desaparecieron. Me quedé solo con el Niño Jesús.

25 de diciembre de 1936: (Entrada del diario 846) Durante la misa


de medianoche, la presencia de Dios me atravesó y traspasó. Un
momento antes de la Elevación (de la Hostia) vi a la Madre de
Dios, al Niño Jesús y al buen hombre San José.

30 de julio de 1937: (Entrada del diario 1203) San José me instó a


tener una devoción constante hacia él. El mismo me dijo que
recitara estas oraciones: Padre Nuestro, Ave María, Gloria, y el
Memorare a San José, una vez todos los días. Me miró con gran
bondad y me dejó saber cuánto está apoyando esta obra (de
misericordia). Me ha prometido su especial ayuda y protección.
Recito las oraciones solicitadas todos los días y siento su
protección especial.

25 de diciembre de 1937: (Entrada del diario 1442) Cuando llegué


a la misa de medianoche, desde el principio fui empapada de un
profundo recuerdo, durante el cual vi el establo de Belén lleno de
gran resplandor. La Santísima Virgen, toda perdida en el más
profundo amor, estaba envolviendo a Jesús con pañales, pero San
José todavía estaba dormido. Sólo después de que la Madre de
Dios pusiera a Jesús en el pesebre, la luz de Dios despertó a José,
que también estaba orando. Pero después de un tiempo, me
quedé a solas con el Niño Jesús, quien me extendió Sus pequeñas
188
manos, y comprendí que debía tomarlo en mis brazos. Jesús
apretó su cabeza contra mi corazón y me dio a saber, por Su
mirada profunda, lo agradable que fue encontrarse al lado de mi
corazón. En ese momento Jesús desapareció y la campana sonaba
para la Santa Comunión.

INDIANA, ESTADOS UNIDOS – 1956 & 1958


Vidente: Sor María Ephrem Neuzil

A partir de 1938, Washington, DC, una hermana de la


Congregación de la Preciosa Sangre, Sor María Efrén, comenzó a
recibir locuciones de Cristo. Estas locuciones internas fueron
seguidas más tarde por apariciones de
los Arcángeles Miguel y Gabriel. El 25
de septiembre de 1956, mientras estaba
estacionada en la ciudad de Roma,
Indiana, la Santísima Virgen María,
conocida como "Nuestra Señora de
América", comenzó a aparecer ante
ella. El tema principal de las
apariciones fue el llamado a la pureza
y conversión de los Estados Unidos y a la santificación de la
familia. Mientras la Virgen continuaba apareciendo a Sor María
Efrén durante los años siguientes, fue en octubre de 1956, que
recibió una locución interior de San José, seguida de sus
apariciones en 1958 en las que habló de su paternidad espiritual,
su protección de la Iglesia Católica y pidió la devoción a su más
Castísimo corazón.

Se sabe que el arzobispo Paul F. Leilbold, director espiritual de


sor María Efrén, fue partidario de las apariciones, otorgando el
Imprimatur a los mensajes y acuñando medallas según las
instrucciones de Nuestra Señora de América. Más recientemente,

189
en una carta fechada el 31 de mayo de 2007, el arzobispo
Raymond L. Burke (ahora Cardenal Burke) afirma:

"Lo que se puede concluir canónicamente es que la devoción fue


aprobada por el arzobispo Leibold y, lo que, es más, fue
activamente promovida por él. Además, a lo largo de los años,
otros obispos han aprobado la devoción y han participado en la
devoción pública a la Madre de Dios, bajo el título de 'Nuestra
Señora de América'".

Octubre de 1956: A principios de octubre de 1956,


aproximadamente una semana después de la primera aparición
de la Virgen, San José, aunque no lo vi en ese momento, me dijo
las siguientes palabras:

"Es cierto, hija mía, que inmediatamente después de mi


concepción fui, a través de los méritos futuros de Jesús y debido
a mi excepcional papel de futuro Virginal-Padre, limpiado de la
mancha del pecado original. Desde ese momento estaba
confirmado en gracia y nunca tuve la más mínima mancha en mi
alma. Este es mi privilegio único entre los hombres.

Mi Corazón Puro también fue desde el primer momento de la


existencia inflamado con amor a Dios. Inmediatamente, en el
momento en que mi alma fue limpiada del pecado original, la
gracia se infundió en ella en tal abundancia que, excluyendo a mi
santa esposa, superé la santidad del ángel más alto en el coro
angelical. Mi Corazón sufrió con los Corazones de Jesús y María.
El mío era un sufrimiento silencioso, porque era mi especial
vocación de esconder y proteger, mientras Dios deseara, a la
Virgen Madre y el Hijo de la malicia y el odio de los hombres.

La más dolorosa de mis penas fue que sabía de antemano de su


pasión, pero no estaría allí para consolarlos. Su sufrimiento
futuro estaba siempre presente para mí y se convirtió en mi cruz

190
diaria, así que me convertí, en unión con mi santa esposa, en co-
redentor de la humanidad. A través de la compasión por los
sufrimientos de Jesús y María, co-operé, como ningún otro, en la
salvación del mundo."

11 de marzo de 1958: La Virgen me dijo: "San José vendrá.


Prepárese bien. Habrá un mensaje especial. Mi santo cónyuge
tiene un papel importante que desempeñar en traer la paz al
mundo.

18 de marzo de 1958: San José vino como se prometió, y estas son


las palabras que dijo en este momento: "Arrodíllate, hija mía,
porque lo que escucharás y lo que escribirás traerá a
innumerables almas a una nueva forma de vida. A través de ti,
pequeña, la Trinidad desea dar a conocer a las almas su deseo de
ser adorada, honrada y amada dentro del reino, el reino interior
de sus corazones.

Traigo a las almas la pureza de mi vida y la obediencia que la


coronó. Toda paternidad es bendecida en mí, a quien el Padre
Eterno escogió como Su representante en la tierra, el virginal-
Padre de Su propio Hijo Divino. Por medio de mí, el Padre
Celestial ha bendecido toda paternidad, y por medio de mí
continúa y lo seguirá haciendo hasta el fin de los tiempos.

Mi paternidad espiritual se extiende a todos los hijos de Dios, y


junto con mi Esposa los cuido con gran amor y solicitud. Los
Padres deben venir a mí, pequeña, para aprender la obediencia a
la autoridad: a la Iglesia siempre, como portavoz de Dios, a las
leyes del país en el que viven, en la medida en que éstas no van
en contra de Dios y su prójimo. La mía era la obediencia perfecta
a la Voluntad Divina, como me lo mostraron y me dieron a
conocer la ley y la religión judías. Ser descuidado en esto es muy
desagradable para Dios y será severamente castigado en el
próximo mundo.
191
Que los padres también imiten mi gran pureza de vida y el
profundo respeto que tenía por mi Esposa Inmaculada. Que sean
un ejemplo para sus hijos y semejantes, nunca hagan nada que
cause escándalo entre el pueblo de Dios. La paternidad es de
Dios, y debe tomar una vez más el lugar que le corresponde entre
los hombres." Cuando San José dejó de hablar, vi su Corazón Más
Puro:

El Corazón Más Puro de San José parecía estar acostado en una


cruz que era de color marrón. Me pareció que, en la parte superior
del Corazón, en medio de las llamas que se derramaban, había un
lirio blanco puro. Entonces escuché estas palabras: "He aquí este
Corazón Puro tan agradable a Aquel que lo hizo."

San José continuó entonces: "La cruz, mi pequeña, sobre la que


descansa mi Corazón es la cruz de la Pasión, que siempre estuvo
presente ante mí, causándome un intenso sufrimiento. Deseo que
las almas vengan a mi Corazón para que aprendan la verdadera
unión con la Divina Voluntad. Es suficiente, hija mía; Volveré
mañana. Entonces os daré a conocer cómo Dios desea que sea
honrado en unión con Jesús y María para obtener la paz entre los
hombres y las naciones. Buenas noches, mi pequeña."

19 de marzo de 1958: En la noche del día siguiente, 19 de marzo


de 1958, San José volvió a aparecerse como lo había prometido y
me dirigió estas palabras:

"Hija mía, deseo un día para que mi paternidad sea honrada de


manera especial. El privilegio de ser elegido por Dios para ser el
virginal-Padre de Su Hijo era sólo mío, y ningún honor,
excluyendo el otorgado a mi Santa Esposa, fue o será, tan sublime
o tan alto como este. La Santísima Trinidad desea así honrarme
para que, en mi paternidad única, toda paternidad sea bendecida.

192
Querida hija, fui rey en la pequeña casa de Nazaret, porque cobijé
en su interior al Príncipe de La Paz y a la Reina del Cielo.
Buscaron protección y sustento en mí, y no les fallé. Recibí de
ellos el más profundo amor y reverencia, porque en mí vieron el
lugar que ocupé. Por lo tanto, la cabeza de la familia debe ser
amada, obedecida y respetada, y a cambio, ser un verdadero
padre y protector para aquellos bajo su cuidado. Al honrar de
modo especial mi paternidad, también honras a Jesús y a María.
La Divina Trinidad ha puesto en nuestro cuidado la paz del
mundo. La imitación de la Sagrada Familia, hija mía, de las
virtudes que practicamos en nuestro pequeño hogar de Nazaret,
es el camino para todas las almas para conseguir esa paz que
viene de Dios solamente y que nadie más puede dar."

Entonces, de repente, cuando dejó de hablar, me fue dada una


visión única y maravillosa del glorioso San José:

San José parecía suspendido, por así decirlo, a una corta distancia
por encima de lo que tenía la apariencia de un gran globo con
nubes moviéndose a su alrededor. Su cabeza estaba ligeramente
levantada, los ojos mirando hacia arriba como si estuviera en
éxtasis. Las manos estaban en una posición similar a la del
sacerdote durante la celebración de la Santa Misa, sólo que se
extendieron un poco hacia arriba. El color de su cabello, como
también el de su barba, más bien corta y ligeramente bifurcada,
parecía de un marrón muy oscuro. Sus ojos se parecían en color
al pelo y la barba.

Estaba vestido con una túnica blanca que llegaba a sus tobillos.
Sobre esta llevaba una especie de capa que no se unía en la
garganta, sino que cubría los hombros y cubría con gracia cada
brazo, llegando hasta el dobladillo de la túnica. La capa a veces
tenía, o parecía tener, la apariencia de un marrón, a veces
púrpura, o tal vez una ligera mezcla de los dos. El cinturón

193
alrededor de su cintura era de color dorado, al igual que sus
sandalias.

Su apariencia, aunque bastante juvenil, daba al mismo tiempo la


impresión de una madurez combinada con una gran fuerza.
Parecía un poco más alto que la altura media. Las líneas de su
rostro parecían fuertes e intencionadas, suavizadas un poco por
una suave serenidad. También vi su Corazón Puro en este
momento. Además, vi al Espíritu Santo en forma de paloma
flotando sobre su cabeza. De pie hacia los lados, uno frente al
otro, había dos ángeles, uno a la derecha, el otro a la izquierda.
Cada uno llevaba lo que parecía ser una pequeña almohada en
una cubierta de satén, la almohada a la derecha con una corona
de oro, la de la izquierda, un cetro de oro. Los ángeles eran todos
blancos, incluso sus caras y cabello. Fue una hermosa blancura
que me recordó del Cielo.

Entonces escuché estas palabras: "Así, si se le honra a quien el Rey


desea honrar."

Cuando la visión terminó, San José antes de despedirse me habló


de la siguiente manera: "El Santo Padre no tiene por qué temer,
porque he sido nombrado su protector especial. Como Dios me
escogió para ser el guardián especial de Su Hijo, así me ha elegido
como el guardián especial de aquel que en el Nombre de Cristo
es la cabeza del Cuerpo místico de ese mismo Hijo en la tierra”.

Mi protección especial del Santo Padre y de la Iglesia debe dársele


a conocer. Dios desea darle a conocer esto para que reciba así un
renovado consuelo y aliento. Durante la guerra, hijita, fui yo
quien lo salvó de la muerte a manos de sus enemigos*.
Continuamente cuido de él y de la Iglesia, y deseo que esto sea
reconocido por la mayor gloria de Dios y el bien de las almas.

194
Hermosa niña, preciosa para el corazón de tu padre espiritual,
volveré el último domingo de este mes. Jesús y María vendrán
también en una visita especial. Recibe mi bendición."

Al arrodillarme para recibirla, sentí sus manos sobre mi cabeza y


escuché las palabras: "Que Jesús y María, a través de mis manos,
te otorguen un lugar eterno “.

+se había revelado en los Juicios de Núremberg (noviembre de


1945 – octubre de 1946) que, en 1943, Hitler ideó un complot para
secuestrar y posiblemente asesinar al Papa Pío XII y miembros de
la Curia Romana.

30 de marzo de 1958: Como había prometido, San José vino de


nuevo, acompañado por Jesús y María. Sus peticiones eran
similares a las de la Virgen y a la Devoción del Primer Sábado.
Los Sagrados Corazones de Jesús, María y José han sido elegidos
por la Santísima Trinidad para traer la paz al mundo; por lo tanto,
su petición de amor y honor especiales, y también reparación e
imitación.

"Yo soy el protector de la Iglesia y del hogar, ya que fui el


protector de Cristo y de Su Madre mientras vivían en la tierra.
Jesús y María desean que mi Corazón Puro, tan escondido y
desconocido, sea ahora honrado de una manera especial. Que mis
hijos honren mi Corazón Puro de una manera especial el primer
miércoles del mes recitando los misterios gozosos del Rosario en
memoria de mi vida con Jesús y María y el amor que les profesé
y el dolor que sufrí con ellos”.

Que reciban la Santa Comunión en unión con el amor con el que


recibí al Salvador por primera vez y cada vez que lo sostuve en
mis brazos. Aquellos que me honran de esta manera serán
consolados por mi presencia en su muerte, y los conduciré con
seguridad en la presencia de Jesús y María. Volveré, niñita de mi

195
Corazón Puro. Hasta entonces, continua con paciencia y
humildad, que es tan agradable a Dios".

ITAPIRANGA, BRASIL
1996 – Presente
Vidente: Edson Glauber

Desde el 2 de mayo de 1994, la


Santísima Virgen María bajo el título de
"Reina del Rosario y de la Paz”, Nuestro
Señor Jesucristo y San José, se dice que
se han estado apareciendo
regularmente en Itapiranga, Brasil. Las
apariciones, aunque temáticamente
como las apariciones en Fátima,
Portugal – hacen una llamada a la oración y la conversión, son
únicas desde el momento en que se nos dan visitas recurrentes de
San José. A partir de 1996, el mismo San José comenzó a aparecer,
recomendando la devoción a su Corazón Más Casto para obtener
gracias para la Iglesia y para la humanidad. Los mensajes
contenidos en este documento pertenecen específicamente a San
José.

Estas apariciones fueron aprobadas por el obispo local, Dom


Carillo Gritti, el 31 de enero de 2010, y se inició la construcción de
un santuario. Sin embargo, después de la muerte del Obispo
Carillo en 2016, el Administrador Diocesano ha aconsejado a la
Congregación para la Doctrina de la Fe que retire la aprobación.
Esta aparición está actualmente bajo investigación. Las
apariciones de San José que conducen a la aprobación inicial se
enumeran aquí para tu discernimiento.

25 de diciembre de 1996: La Sagrada Familia apareció vestida con


túnicas del oro más claro y puro. Jesús y la Virgen mostraron sus
196
Sagrados Corazones y señalaron, con sus manos, al Corazón de
San José, que aparecía rodeado de doce lirios blancos y, en su
interior, la Cruz de Cristo que superó la letra "M" (por María),
formada como por heridas. Los doce lirios blancos representan la
pureza y santidad del Corazón de San José: que siempre ha sido
puro, casto y santo en el mayor grado. Los doce lirios también
representan a las doce tribus de Israel, una de las cuales fue la
Casa del patriarca José. La Cruz y la "M" de María inscrita en el
Corazón de San José, representa su amor devoto y de todo
corazón por Jesús y María. Están formados por heridas porque
San José compartió los sufrimientos de Jesús y María,
participando también en el ministerio de la redención.

De los corazones de Jesús y María salen rayos de luz hacia el


Corazón de San José. Estos rayos representan el amor de los
Sagrados Corazones Trinos de Jesús, María y José, así como la
Santísima Trinidad es una y trino en el amor. Los rayos de los
corazones de Jesús y de María nos dirigen hacia el Corazón de
San José para mostrarnos que recibió todas las gracias y virtudes
de sus corazones más santos. Jesús y María compartieron todo
con él y no le niegan nada, en gratitud por la devoción de San José
a ellos.

Los rayos que salen del Corazón de San José son todas las gracias,
virtudes y amor santo, que recibió de los Corazones de Jesús y
María, y que ahora derrama sobre todos los que invocan la ayuda
de su Corazón Más Casto. Esta devoción trina de los Sagrados
Corazones de Jesús, María y José, unidos en un solo amor,
glorifica a la Santísima Trinidad: una y trino.

1 de marzo de 1998 – San José: En esta aparición, San José apareció


vestido con una túnica blanca con una toga azul, acompañado por
varios ángeles. San José sostuvo un brote de lirio y me reveló su
corazón.

197
"Mi querido hijo, nuestro Señor Dios me ha enviado para
contarles sobre todas las gracias que los fieles recibirán de mi
Corazón Más Casto y que Jesús y mi bendita esposa desean ser
honrados. Yo soy San José y mi nombre significa "Dios crecerá",
porque crecí cada día en gracia y en virtudes divinas. Por medio
de la devoción a mi Corazón Casto muchas almas serán salvadas
de las manos del Diablo. Dios nuestro Señor me ha permitido que
les revele las promesas de mi Corazón. Así como soy equitativo y
justo a la vista de Dios, todos los que tengan devoción a mi
Corazón también serán castos, justos y santos en Su visión. Yo te
llenaré con estas gracias y virtudes, haciéndote crecer en el
camino a la santidad. Esto es todo lo que revelaré en este día. Te
doy mi bendición mi hijo, y a toda la humanidad: en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén."

2 de marzo de 1998: San José y el Niño Jesús: San José apareció


con el Niño Jesús, con un manto rojo y una túnica blanca. El Niño
Jesús tenía su cabeza inclinada en el Corazón de San José, jugando
con los lirios que tenía en sus manos. San José tenía los ojos verdes
brillantes y una hermosa sonrisa: parecía ser muy joven con una
belleza indescriptible.

El Niño Jesús: "Hijo mío, he aquí este corazón..." Con una de Sus
pequeñas manos, el Niño Jesús abrió el pecho iluminado de San
José. En Su otra mano, Jesús sostuvo el Corazón más casto de San
José.

"Aquí en este Corazón me encontrarás viviendo, porque es puro


y santo. Que todos los corazones sean como éste, para que yo
pueda tener mi hogar en la tierra. Imitad este Corazón para que
puedan recibir Mis gracias y bendiciones."

San José: "Mi amado hijo, hoy te bendigo, bendigo a tu madre y


a toda tu familia. Mi Hijo amado, Dios nuestro Señor, desea dar a
toda la humanidad innumerables gracias, a través de la devoción
198
a mi corazón. Mi hijo y Señor Jesús, que crie aquí en la tierra con
el amor de un padre, desea que todos los hombres practiquen la
devoción a mi Corazón, para todos aquellos que necesitan gracias
del Cielo. También pide que los hombres ayuden a los
necesitados con sus buenas acciones. Prometo a todos los que
honren este Corazón Casto mío, y que hagan aquí en la tierra
buenas acciones en favor de los más necesitados, especialmente
de los enfermos y moribundos por los que soy consolador y
protector, que los consolaremos en sus últimos momentos de sus
vidas aquí en la Tierra con nuestra presencia y ellos descansarán
en la paz de nuestros Corazones. Yo mismo seré para estas almas
su intercesor ante mi Hijo Jesús y, junto con mi esposa, Santísima
María, los consolaremos en sus últimas horas aquí en la tierra con
nuestra santa presencia, y descansarán en la paz de nuestros
corazones.

Así como has visto a mi Hijo Jesús reposar Su cabeza en mi


Corazón, así mi esposa Santa María y yo llevaremos estas almas
a la gloria del paraíso, en presencia de su Salvador, Mi Hijo
Jesucristo, para que puedan descansar, e inclinarse a Su Sagrado
Corazón, en el horno ardiente del Corazón más puro y amoroso.
Os doy mi bendición: en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. Amén."

3 de marzo de 1998 : San José vino vestido con una túnica blanca
y una capa blanca, sosteniendo un lirio y al Niño Jesús, también
de blanco, en su regazo.

"Mi amado hijo, escucha y haz conocer a todos los hombres lo que
Dios me ha permitido revelarte. Mi amado hijo, ¡cómo el pecado
se propaga de una manera tan fuerte! Los hombres se dejan guiar
por las artimañas más insidiosas del diablo. El enemigo de la
salvación quiere destruir a todos los hombres para que, de esta
manera, todo se pierda. Es envidioso y odia a toda la raza

199
humana. Tantos pasan por pruebas y tentaciones que el enemigo
de Dios lanza en cada momento, para así tratar de destruir las
almas mortales de los hombres que fueron creadas por Dios.

Los medios que más utiliza son los pecados contra la santa
pureza, porque la pureza es una de las virtudes más queridas por
Dios, y de esta manera, Satanás desea destruir la imagen de Dios
presente en cada criatura a través de esta virtud. Y es por esto que
Dios pide a toda la humanidad que se tenga devoción a mi
Corazón Casto, quiere dar a los hombres la gracia de vencer las
tentaciones y ataques del Diablo en su vida cotidiana. ¡La
invocación de mi nombre es suficiente para hacer huir a los
demonios! Prometo a todos los fieles que honren a mi Corazón
Más Casto con fe y amor, la gracia de vivir con santa pureza de
alma y cuerpo y la fuerza para resistir todos los ataques y
tentaciones del Diablo. Yo mismo te protegeré preciosamente.
Esta gracia no sólo está destinada a aquellos que honren este
Corazón mío, sino también a todos los miembros de su familia
que necesitan ayuda divina. Os doy mi bendición: en el nombre
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén."

4 de marzo de 1998: San José vino vestido con un manto de color


vino con una túnica verde. Tenía un bastón en su mano derecha
y mostró su corazón casto que transmitía intensos rayos de luz.

"Mi amado hijo hoy es el primer miércoles del mes. Cada primer
miércoles del mes, mi Corazón Casto derrama numerosas gracias
sobre todos los que confían en mi intercesión. ¡Estos miércoles,
los hombres recibirán fuertes torrentes de gracias extraordinarias!
Las compartiré con los que me honran y confían en mí: todas las
bendiciones, todas las virtudes y todo el amor que recibí de mi
Hijo Divino Jesús y de mi esposa la Santísima Virgen María
mientras aún vivía en este mundo y todas las gracias que sigo
recibiendo en la gloria del paraíso.

200
¡Mi amado hijo, qué gran honor y dignidad recibí del Padre
Celestial, que hizo que mi Corazón se regocijara de alegría! El
Padre Celestial me concedió el honor de representarlo, en este
mundo, para cuidar de Su Hijo Divino y Amado, Jesucristo. Mi
Corazón también se sorprendió por tal dignidad, me sentí
incapaz y poco merecedor de tal favor y beneficio, pero puse todo
en las manos del Señor y, como Su siervo, estaba listo para hacer
Su santa voluntad. Piensa, mi amado hijo, ¡qué alegría sentí en mi
Corazón! El Hijo del Altísimo estaba ahora a mi cuidado y era
conocido por todos los hombres como mi hijo legítimo. A los ojos
del mundo era imposible, pero para Dios todo es posible cuando
así Él lo desea.

Debido a esta gran gracia y gozo que Dios concedió a mi Corazón,


prometo interceder ante El por aquellos que vienen a mí,
honrando este Corazón mío. Les daré las gracias para poder
resolver los problemas más difíciles y las necesidades urgentes,
que a los ojos del hombre parecen imposibles, pero que, por mi
intercesión a Dios, serán posibles. Concedo las gracias de mi
Corazón a todos los pecadores para que se conviertan. Mi
Corazón concede sus rayos de amor a toda la Santa Iglesia, en
particular al Vicario de mi Hijo, el Papa Juan Pablo II*. Nadie,
como él, tiene un acceso tan especial a este corazón mío. Que
confíe en mi Corazón y en mi intercesión, yo soy para el Santo
Padre como un padre protector. Doy mi bendición: en el nombre
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén."

*8/15/89, el Papa Juan Pablo II publicó la Exhortación Apostólica


REDEMPTORIS CUSTOS (Guardián del Redentor) que habla de
la vida y misión de San José.

5 de marzo de 1998 – La Sagrada Familia: San José tenía una capa


beige y una túnica gris azulada, en sus brazos estaba el Niño Jesús

201
con una túnica azul muy brillante. La Virgen llevaba un velo
blanco y un vestido gris azul.

San José: "Mi amado hijo, mi Corazón desea derramar muchas


gracias esta noche sobre todos los hombres, porque deseo la
conversión de todos los pecadores para que sean salvos. Para que
todos los pecadores no tengan miedo de acercarse a mi Corazón,
deseo acogerlos y protegerlos. Muchos son aquellos que están
distantes de Dios debido a sus graves pecados. Muchos de ellos,
hijos míos, están en ese estado porque se dejan caer en las
artimañas del diablo. El enemigo de la salvación les hace pensar
que no hay solución, ni retorno, porque se han desesperado y no
han confiado en la Divina Misericordia. Estos serán blancos
fáciles para el diablo.

Pero les digo a todos los pecadores, incluso a aquellos que han
cometido los pecados más terribles, que confíen en el amor y en
el perdón de Dios y que confíen en mí también, en mi intercesión.
Todos aquellos que recurran a mí tendrán la certeza de mi ayuda
para recuperar la gracia divina y la misericordia de Dios. Mira,
hijo mío, lo que el Padre Celestial me confió para cuidar: Su
Divino Hijo Jesucristo y el Inmaculado esposo del Espíritu Santo.

Mi Corazón sintió una gran paz y alegría por tener a Jesús y María
a mi lado en la misma casa. Nuestros tres corazones se amaban.
Vivimos un amor trinitario, pero fue un amor unido en el acto de
ofrenda al Padre Eterno. Nuestros corazones se fundieron en el
amor más puro como si llegaran a ser un solo corazón viviendo
en tres personas.

Pero mira, hijo mío, cuánto sufría mi corazón al ver a mi Hijo


Jesús tan pequeño y ya Su vida en peligro a causa de Herodes
que, influenciado por un espíritu maligno, ordenó el asesinato de
los niños inocentes. Mi corazón pasó por grandes tribulaciones y
sufrimientos debido al gran peligro que sufrió mi Hijo Jesús, pero
202
nuestro Padre Celestial no nos abandonó en ese momento, me
envió a Su ángel mensajero para dirigirme y revelarme qué
actitud tomar en esos momentos difíciles de sufrimiento. Debido
a esto, hijo mío, diles a todos los pecadores que no se desesperen
en los grandes peligros de la vida y de los peligros de perder el
alma.

Prometo a todos los que confíen en mi Corazón Más Casto,


honrándolo devotamente, la gracia de ser consolados por mí en
sus mayores aflicciones del alma y en el peligro del juicio, cuando
por desgracia pierden la gracia divina a causa de sus pecados
graves. A estos pecadores, que tienen que recurrir a mí, les
prometo las gracias de mi Corazón para el propósito de la
enmienda, del arrepentimiento y de la contrición de sus pecados.
Ahora, digo a todos los pecadores: No tengan miedo del diablo y
no se desesperen a causa de sus crímenes, sino que vengan a
lanzarse en mis brazos y a refugiarse en mi Corazón para que
reciban todas las gracias para su salvación eterna. Ahora daré al
mundo mi bendición: en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo. Amén."

6 de marzo de 1998 – San José: "Mi amado hijo, me gustaría hablar


de nuevo sobre las gracias que mi corazón casto desea derramar
sobre toda la humanidad. Mi Corazón Casto, por el impulso del
amor, busca salvar a todos los hombres del pecado de todas las
maneras de. Mi Hijo Jesús, a través de mi Corazón, desea impartir
a todos los hombres Sus bendiciones divinas. Sé que muchos de
ustedes sufren grandes dificultades porque, en estos últimos
tiempos, los hombres ya no se aman ni se ayudan unos a otros,
sino que viven con sus corazones llenos de orgullo, falsedad,
mentiras, intriga, ambición, críticas, mezquindades y muchos
males que son las consecuencias de vivir lejos de Dios.

203
¡Hijo mío, mira cuánto sufrí junto a mi Hijo Jesús y mi Esposo la
Santísima Virgen María! Como os he dicho, recibí de Dios la
misión de ser el guardián y protector de Jesús y María. Mi
Corazón estaba angustiado porque no vivíamos en las mejores
condiciones de la vida, aunque busqué una manera de dar una
vida digna al Hijo del Altísimo.

El único medio que tuve para traer a casa nuestro pan de cada día
fue a través de mi trabajo como carpintero. El trabajo no siempre
tuvo su beneficio adecuado. La vida tenía sus problemas, pero
siempre confié en la Divina Providencia. Esta fue siempre nuestra
ayuda para todo lo que era necesario para la supervivencia de mi
amado Hijo Jesucristo. Mi Corazón se angustiaba porque sentía
que no le estaba dando a mi Hijo Jesús una vida digna. Dios me
permitió pasar por esto para que yo confiara en Su Divina
Providencia. La virtud de la humildad adornaría mi alma y yo
sería un ejemplo para todos los hombres y trabajadores, para que
también cumplan con sus deberes y trabajen con paciencia y
amor.

Mi amado hijo, a todos los que honren este Corazón mío y confíen
en mí y en mi intercesión, les prometo que no serán abandonados
en sus dificultades y en las pruebas de la vida. Pediré a nuestro
Señor que los ayude con Su Divina Providencia en sus problemas
materiales y espirituales.

Madres y padres, consagraos a mi Corazón, también a vuestras


familias, y recibiréis mi ayuda en vuestras aflicciones y
problemas. Así como crie al Hijo del Altísimo en Sus santas leyes,
los ayudaré con la crianza y la educación de sus hijos. Ayudaré a
todos los padres y madres que me consagren a sus hijos, a criarlos
con amor en las santas leyes de Dios, para que encuentren el
camino seguro hacia la salvación.

204
Ahora les digo a todos los hombres: consagraos a mi Corazón
Casto. Consagradme todo: vuestras vidas, vuestras familias,
vuestros trabajos. Consagradme todo, porque mi Corazón es la
nueva fuente de gracias que Dios concede a toda la humanidad.
Extiendo mi manto por todo el mundo y por toda la Santa Iglesia.
Confía en mí y recibirás todas las gracias. Os doy mi bendición:
en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén."

7 de marzo de 1998 – San José: San José vino con una capa verde
hoja y una túnica gris oscura. Nuestra Santísima Madre vino con
un manto azul, un vestido blanco y con un velo blanco. El Niño
Jesús vino en una túnica de color amarillo claro. San José sostuvo
la mano derecha del Niño Jesús.

"Mi amado hijo, esta noche yo, mi Hijo Jesús y mi esposa la


Santísima Virgen, te bendecimos en el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo. Mi amado hijo, Jesús está muy indignado
con los pecados de la humanidad.

Desea derramar Su justicia divina sobre todos los hombres que


no quieren arrepentirse y continúan obstinadamente en sus
pecados. Mira, hijo mío, yo sostengo Su mano derecha,
impidiéndole derramar Su justicia sobre toda la humanidad. Le
pido, por las gracias de mi Corazón y por haber sido digno de
vivir a Su lado, por haberle cuidado con el amor de un padre en
este mundo, y por el hecho de que Él me haya amado con el amor
de un hijo, que no castigue al mundo por sus crímenes, sino que
por todos mis pequeños que honran este Corazón Casto mío,
derrame Su misericordia sobre el mundo.

¡Cuántos pecados se cometen en el mundo, hijo mío! Es necesario


que los hombres hagan mucha penitencia, que se arrepientan de
sus actitudes errantes, porque Dios recibe ofensas continuas de
hombres desagradecidos. Hoy hay tantos ultrajes, sacrilegios y la
indiferencia de todos los hombres. Es por esto que tantas
205
calamidades como la guerra, el hambre y la enfermedad ocurren
y tantas otras cosas tristes que el hombre ha sufrido a causa de la
rebelión del hombre contra Dios.

Dios permite que los hombres sigan sus propios caminos para
mostrarles a todos, que, sin Él, nunca serán felices. Deja que los
hombres pasen por tanto sufrimiento para mostrarles también las
consecuencias que el pecado trae a sus vidas y así la Justicia
Divina castiga a la humanidad debido a su obstinación en no ser
obedientes a la Voluntad de Dios. Debido a esto, mi amado hijo,
en estos últimos tiempos, la humanidad se vuelve cada vez más
obstinada en sus crímenes, porque lo que más le importa son los
placeres de las cosas mundanas, más que el amor de Dios y Sus
Mandamientos. Pero la justicia de Dios está cerca de una manera
nunca antes vista y se producirá repentinamente sobre el mundo
entero.

Entonces, hijo mío, dile a todos los que honren este Corazón
Casto mío que recibirán la gracia de mi protección de todos los
males y peligros. Porque aquellos que se rindan a mí no serán
masacrados por desgracias, guerras, hambre, enfermedades y
otras calamidades, tendrán mi Corazón como refugio para su
protección. Aquí, en mi Corazón, todos estarán protegidos contra
la Justicia Divina en los días que vendrán. Todos los que se
consagren a mi Corazón, honrándolo, serán mirados por mi Hijo
Jesús con ojos de misericordia. Jesús derramará Su amor y llevará
a la gloria de Su Reino a todos los que pongo en mi Corazón. Este
es mi mensaje para esta noche. Os bendigo: En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén."

8 de marzo de 1998 : San José, San José se vistió con una túnica
granate oscura y un manto granate claro, rodeado por doce
ángeles con grandes alas.

206
"Mi amado hijo, mi Corazón se regocija de gozo por estos
encuentros, quiero derramar estas gracias que el Señor me ha
permitido dar. Quiero, a través de mi Corazón, llevar a todos los
hombres a Dios. Aquí, en mi Corazón, todos los hombres están
protegidos y a través de él entenderán el amor de Dios en sus
vidas.

Mi hijo, todos los que propaguen la devoción a mi Corazón, y la


practican con amor, tienen la certeza de tener sus nombres
grabados en él tal como lo está la cruz de mi Hijo Jesús y la "M"
de María están grabados en ella, formados por heridas. Esto
también se aplica a todos los sacerdotes a los que amo con
predilección. Los sacerdotes que tengan una devoción a mi
Corazón y lo difunden tendrán la gracia de tocar los corazones
más endurecidos y convertir a los pecadores obstinados. Para que
todos difundan la devoción a mi Corazón, es Dios mismo quien
lo pide. Para todos los que escuchan mi súplica, te doy mi
bendición.

Deben difundir esta devoción a todos los hombres, mi amado


hijo, así como eres designado para ser el apóstol de mi Corazón.
¡Cuéntales a todos mi amor! Más tarde te hablaré de otras cosas
que serán muy importantes para la salvación de muchas almas.
Dios os ha confiado una gran misión: confía en mí y sabrás cómo
realizarla de verdad. Te doy mi bendición: en el nombre del Padre
del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

9 de marzo de 1998 – Llegó Nuestra Señora: San José, en una capa


burdeos y túnica blanca, con la Virgen, con un manto azul y un
vestido blanco. El Niño Jesús, todo de blanco, estaba sentado en
el regazo de San José.

"Mi amado hijo, esta noche yo, mi Hijo Jesús y mi Esposo Más
Casto San José, bendecimos al mundo entero. Os pido que
escuchéis y viváis los santos mensajes de Dios. Continúen
207
rezando el santo Rosario todos los días y, en particular, amado
hijo, los siete Credos de los Apóstoles, porque aquí en el
Amazonas habrá una gran pérdida de fe. Es por esto que os pido
que recéis siempre los siete Credos, ya que muchos perderán su
fe y abandonarán a la Santa Iglesia en los momentos difíciles por
venir. Yo, vuestra Madre, os pido que sigáis orando para evitar
ese gran peligro y los días difíciles durante los cuales muchos
sufrirán.

Todos los que honren al Corazón Más Casto de San José se


beneficiarán con mi presencia maternal en sus vidas de una
manera especial. Estaré al lado de cada hijo e hija mío,
ayudándoles y reconfortándolos con el corazón de una madre, así
como ayudé y consolé a mi esposo más casto, José en este mundo.
A los que le piden a su Corazón con confianza, prometo
interceder ante el Padre Eterno, mi Hijo Divino Jesús y el Espíritu
Santo. Obtendré para ellos, de Dios, la gracia de alcanzar la
santidad perfecta en las virtudes de San José, alcanzando así el
amor perfecto en el que vivió. Los hombres aprenderán a amar a
mi Hijo Jesús y a mí misma, con el mismo amor que mi Más Casto
Esposo José, recibió el amor más puro de nuestros Corazones.

Hijo mío, mi casto esposo José y yo estamos a tu lado. No temas


nada, porque nuestros corazones te protegerán siempre. Os doy
mi bendición: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. Amén."

10 de marzo de 1998 – Nuestro Señor Jesús: Jesús estaba


majestuosamente vestido. Habló con gran amor y autoridad real.
Era hermoso y lleno de luz que irradiaba de Su ser, como si la luz
saliera de dentro y lo rodeara permanentemente. Cada vez que
hablaba de la devoción al Corazón de Su Padre José, Su rostro se
iluminaba y Su Corazón brillaba inmensamente.

208
"Mi amado hijo, hoy derramo todas las gracias de mi Corazón y
bendigo a toda la humanidad. Deseo que todos los hombres
tengan devoción al Corazón Más Casto de mi Virginal-Padre José.
Aquellos que lo honren, como lo hacen a mi corazón, me traerán
alegría. Hablen con todos los hombres acerca de esta devoción
que se le ha revelado. Deberían amar a mi Padre José como yo lo
amo, porque, al amarlo, estarás haciendo Mi voluntad e
imitándome en todo.

Quiero salvar a todos los pecadores, amo a todos. Yo soy tu Dios,


te creé y quiero que seas feliz a mi lado y que compartas Mi amor
en la gloria del paraíso. Debido a esto, todos los que honren el
Corazón de Mi Virginal-Padre José, recibirán en la hora de la
muerte la gracia de resistir los ataques del enemigo de la
salvación, recibiendo la victoria y la merecida recompensa en el
Reino de Mi Padre Celestial. Aquellos que honren devotamente a
este Casto corazón en este mundo, tienen la certeza de recibir
gran gloria en el Cielo.

Las almas devotas de Mi Virginal Padre José se beneficiarán de la


visión beatífica de la Santísima Trinidad y tendrán el profundo
conocimiento del Dios trino, el tres veces Santo. Disfrutarán de la
presencia de Mi Madre Celestial y de Mi Padre Virgen José en el
Reino celestial. Estas almas serán amadas por la Santísima
Trinidad y por Mi Santa Madre María e circundarán el Corazón
castísimo de mi virginal-Padre José con el más bello de los lirios.
Te bendigo, a ti amado hijo, a toda tu familia y a todo el mundo:
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén."

19 de marzo de 1998 – Nuestra Señora y San José: La Sagrada


Familia se me apareció hoy: Nuestra Señora con San José, que
sostenía al Niño Jesús en sus brazos. Los tres estaban vestidos de
oro. El Niño estaba de espaldas a mí, con Sus pequeños brazos

209
alrededor del cuello de San José, con la cabeza baja como
llorando, pidiendo consuelo y apoyo.

Nuestra Señora: "Mi Hijo está muy entristecido por todos los
jóvenes, porque los jóvenes de hoy lo ofenden con pecados graves
y no quieren saber de Dios, rebelándose contra él. Jesús está
entristecido por todas aquellas personas que no quieren cambiar
sus vidas arrepintiéndose de sus pecados."

San José: "Mi corazón anhela enormemente la salvación de todos.


Toma de mi Corazón todas las gracias que necesites para tu
salvación. Te doy mi bendición a ti y al mundo".

15 de julio de 2000: Después de la Misa, cuando estaba rezando


el Rosario, Dios me reveló algo acerca de la unión de los tres
Corazones de Jesús, María y José. Primero, se me dio a entender
la unión de San José en el misterio de la Encarnación. Con cada
misterio gozoso del Rosario comencé a entender la participación
de San José en la obra de redención: en la Anunciación, en la
Visitación, en la Natividad, en la Presentación y en la Pérdida de
Jesús en el Templo.

Vi el radiante Castísimo Corazón de San José envuelto en luz.


Esta visión causó en mí una gran contemplación y me hizo
entender cuán lleno está el Corazón de San José de amor y gracia,
y cuánto Dios desea conceder muchas gracias y luz a la
humanidad para su salvación. Al ver esta visión, me sentí
totalmente envuelto y absorto por la presencia de Dios, que
realizó grandes maravillas en San José, y supe algo acerca de su
gran santidad, gloria y poder, y que los hombres ignoran. Cuanto
Dios desea que los hombres hagan uso de esta gran fuente de
gracias, pero la rechazan.

210
Después de esto, vi los tres Corazones de Jesús, María y José y de
cómo Dios desea que los hombres hagan uso de esta gran fuente
de gracias, pero la rechazan.

Después de esto, vi los tres Corazones de Jesús, María y José que


estaban unidos como uno solo. Esta visión se repitió tres veces
para que el significado se entendiera bien. Era un Corazón
radiante y luminoso que vivió con intenso amor y unidad,
honrando, adorando y glorificando a la Santísima Trinidad en
todo.

Inmediatamente después de esto, vi un ojo grande: era el Ojo de


Dios, el que lo ve todo. Sentí un gran y santo temor. Me sentí muy
pequeño. A través de ese ojo vi mi nada y mi debilidad, y le pedí
a Dios perdón de mis defectos. Fui iluminado sobre la majestad
de Dios, que es Omnipotente, Omnipresente y Omnisciente, y
todo esto quedó impreso en mi mente y en mi alma.

Entonces se me apareció San José, con una hermosa sonrisa


paternal que me mostró su Castísimo Corazón. Entendí que su
vínculo y unión con el Padre es muy grande e íntimo, porque fue
el Padre quien lo escogió para representarlo en esta tierra a través
de su paternidad para Su Divino Hijo Jesús. San José me bendijo
y desapareció.

Después de esto vi la Mano de Dios, bajo la forma de la Trinidad,


que también me bendijo. Entendí que el Padre bendijo junto con
San José, para que yo fuera fortificado para llevar a cabo la misión
que me confió: difundir la devoción de este Corazón Casto.

21 de enero de 2003: Por la noche vi a San José, que vino a


bendecirnos: Me mostró su casto corazón, que desprendía
muchos rayos de luz. Me mostró una visión: San José a las puertas
de la Basílica de San Pedro en el Vaticano y desde dentro bendijo

211
a la Iglesia y al mundo. Después de esto, vi a San José mostrando
al Papa su Corazón Casto, abrazándolo después.

20 de junio de 2007 – San José: "¡La paz esté con vosotros! Hijos
míos, soy el bendito esposo de la Santísima Virgen y el justo del
Señor. Vengo esta noche con mi Hijo Divino para conceder las
gracias que Dios me ha permitido distribuir a todos aquellos que
honren y celebren mi Más Casto Corazón. Mi Corazón se regocija
de alegría esta noche, por verlos unidos aquí en oración. Os digo
mis pequeños, aquellos que buscan mi ayuda e intercesión no
serán abandonados por mí. Deseo llevar a todos los hombres a
Jesús y a María. Son tiempos de grandes gracias. Te amo y te digo
que hagas de tu vida un don de amor a Dios, así como yo le ofrecí
mi vida desde mi Infancia.

Oren por aquellos que viven en la oscuridad del pecado. Muchas


almas son destruidas por el pecado. El diablo está enfurecido y
desea mostrar su rostro vergonzoso en Brasil con violencia y odio.
Oren para detenerlo con su ayuno y oraciones, porque, si no
escuchan mis súplicas, verán cosas dolorosas en su país.

... Muchos sacerdotes están en tinieblas, porque no oran y no son


fieles a Dios. Hoy en día muchas de las homilías de los sacerdotes
no tocan el corazón de los fieles, para convertirlos, porque
muchas de sus almas están llenas de pecado. Quien está en
pecado no puede recibir la gracia ni la luz de Dios para iluminar
a los demás. Jesús dijo: ¿Pueden los ciegos guiar a los ciegos? No,
queridos hijos. Si queréis ser luz para vuestros hermanos, tenéis
que convertiros vosotros mismos y arrepentiros de vuestros
pecados y de esta manera la gracia de Dios os envolverá. Mi
Corazón ama tanto a Dios y a la Santísima Virgen. Si queréis
pertenecer a ellos, acercaos a mi Corazón y os enseñaré a amarlos.
Os doy mi bendición, bendición de paz y de amor, unida a mi

212
Hijo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén."

24 de junio de 2009 – San José: Hoy apareció San José, con el Niño
Jesús y la Virgen, todos vestidos de oro. Me mostraron sus
corazones. Estaban rodeados de muchos ángeles y santos. San
José fue quien me dio el mensaje esta noche:

"La paz de Jesús esté con ustedes! Hijo mío, hoy mi Corazón
Castísimo está alegre con la presencia de todos los que vinieron a
honrarme con sus oraciones. Mi Hijo Jesús me permite
concederos numerosas gracias esta bendita noche en la que desea
dedicarla a mi Corazón Casto (el primer miércoles después de la
fiesta del Sagrado Corazón de Jesús). Alabado y bendito sea el
Santo Nombre del Señor que hace grandes cosas y maravillas.

Las familias que se entreguen a mi protección no serán apartados


de Dios, porque yo los guiaré a Él. Vengo del Cielo con mi
Corazón lleno de amor. Mi Hijo Divino te bendice y mi Esposa
Inmaculada te cobijará bajo su manto puro y santo. Amad a Jesús
y a María y enseñadlo a vuestros hermanos. Hoy, en el Cielo hay
celebración con todos los ángeles y santos alabando mi Corazón
Castísimo, el cual, Dios me ha concedido. Todos los ángeles y
santos están orando con todos ustedes y los acompañan. Ten fe.
Muchas gracias están siendo derramadas sobre todos ustedes.
Acoged los mensajes del Cielo y encontraréis La Salvación. Doy
mi bendición a todos: en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. Amén."

13 de diciembre de 2009 – San José: Hoy San José, que tenía su


corazón más casto expuesto, vino con el Niño Jesús, rodeado de
ángeles muy hermosos. San José tenía una capa blanca y la túnica
blanca también y el Niño Jesús llevaba una túnica azul clara con
pequeñas estrellas brillantes.

213
"¡La paz de Jesús esté con todos vosotros! Mi amado hijo, hoy el
Señor me ha enviado del Cielo para bendecirlos a todos. Ustedes
y sus hermanos deben entender las grandes gracias que les envía.
Son gracias especiales. Mi presencia aquí esta noche es un gran
regalo de Dios para toda la humanidad. Como les he dicho, quiere
hacerme conocido y amado en el mundo. Estoy aquí delante de
ustedes con mi Corazón Más Casto lleno del amor del
Omnipotente. Oren siempre y confíen. La confianza y la fe atraen
grandes bendiciones del Cielo. Dios te está llamando para que
vuelvas a Él – ¡regresa ahora! Es misericordioso y compasivo. Su
Corazón Divino está lleno de amor por ti.

Hijo mío, Dios hizo grandes maravillas en mi vida. De todos los


hombres me honró, me glorificó y me benefició con Su gracia. En
verdad, qué gran gracia me dio al tener a Jesús y a María a mi
lado, a quienes tanto amaba en este mundo. ¡Cuántas
bendiciones, gracias y virtudes recibió mi Corazón de sus
Corazones Sagrados! Mi vida en la tierra fue un continuo éxtasis
de amor. Mi alma entró en la contemplación más profunda de los
misterios de Dios, de Sus obras salvíficas. Mi alma y mi corazón
estaban profundamente unidos a Jesús y María. Todo mi ser les
pertenecía porque les dediqué mi vida, dándome cuenta de la
voluntad del Padre, guiado por el Espíritu Santo. Hijo mío, los
días pasados al lado de Jesús y María en Nazaret fueron los más
sublimes y santos. Mi alma fue incluida en este misterio de amor,
siendo santificada cada vez más como nuestro Señor lo deseaba.
Y cuando llegó el momento, la hora de mi muerte fue un
verdadero éxtasis de amor.

Después de mi muerte me quedé en un lugar reservado por el


Señor, siendo el que iluminó a todos los benditos y elegidos de
Dios hasta el momento de la resurrección de mi Divino Hijo Jesús.

214
El día de la resurrección de Jesús, el Señor coronó mi alma y mi
cuerpo en gloria. Me llevó al Cielo el día de Su Ascensión y santo
es Su Nombre. Hosanna a Aquel que es, que era, ¡y que vendrá!

Hijo mío, habla de todas mis glorias y virtudes. Es la voluntad de


Dios que se manifieste al mundo. Oren, oren, oren y Dios los
iluminará. Estoy a vuestro lado y os bendigo, así como a toda la
humanidad: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén."

MANAUS, BRASIL 1991 – Presente


Vidente: Larissa Baptista

Desde 1991 se dice que Larissa Baptista ha estado recibiendo


mensajes de Jesús, María y José. El fenómeno ocurre en forma de
una locución interna cuando ora. También se dice que Larissa
recibe visiones interiores que ella dice que están impresas en su
alma e intelecto.

La locución interior es común en la Iglesia. Los santos Catalina de


Sienna, Teresa de Ávila, Juan de la Cruz y muchos otros, son
ejemplos de cómo Dios se manifiesta y sigue actuando a través de
visiones internas y locuciones. El 27 de agosto de 2018, estas
visiones y mensajes fueron aprobados por la Iglesia, por el
arzobispo Sergio Eduardo Castriani. Lo que sigue son mensajes
relacionados con San José:

San José – Manaos, 08/03/2016: "La


paz sea con ustedes y con su familia.
Yo, José, vengo de Dios para
exhortarles a confiar en mi Hijo,
como yo confío. Vengo a ayudarles
a animarse ante la desesperación. En
estos tiempos en que los niños son

215
particularmente maltratados, perseguidos, vengo como una
ayuda eficaz para luchar contra Herodes que continúa disipando
a los niños. Sus hijos y sus hijas están en peligro, sus hijos están
dejando a la familia muy temprano para lanzarse al mundo que
los mata. Sí, los niños están muriendo en su inocencia, en su
pureza.

Vengo entonces a presentarme a ellos como una ayuda eficaz en


estos tiempos de gran peligro. También deseo ser conocido como
el padre y protector de los hijos. Al defender a mi Hijo, también
deseo defender y proteger a sus hijos. Soy el defensor de los niños
indefensos; Soy el gran y presente guerrero que lucha contra el
malvado Herodes. Hazme conocido como el protector de los
niños, los guardaré en mi Corazón, que está unido a los
Corazones de Jesús y María – palpitando juntos por el deseo de
hacer santos a vuestros hijos.

San José – Manaos, 09/03/2016: "La paz sea con ustedes y con su
familia. Vengo de nuevo para decirles el deseo de Dios de que yo
sea conocido y amado entre los niños. Deseo ser su protección en
momentos de peligro. Deseo que todos, incluso los niños,
reconozcan a mi casto y Virginal corazón como un refugio.

Los niños que están consagrados a mí ...

1. Recibirán de Dios la gracia de ser Su gozo en la tierra como yo


lo fui.

2. Recibirán gracias especiales para seguir sus vocaciones con


fidelidad a Dios sin apartarse nunca de las Leyes Divinas.

3. Los niños que tengan una devoción a mi Casto Corazón no


ofenderán a Dios con el pecado de la impureza y rechazarán toda
clase de inmundicia con la que el mundo trata de cubrir sus
almas.

216
4. Estos muchachos tendrán la gracia, si es la voluntad de Dios,
de convertirse en padres y esposos ejemplares fieles a las Leyes
Divinas.

5. Tendrán la gracia, como yo, de ser padres, protectores y


cuidadores de sus familias.

Consagrad a vuestros hijos a mi corazón casto y virginal."

Larissa: ¿Y las chicas, San José? ¿Qué tienes para ellas?

1. "La pureza del alma y el cuerpo. Serán como esposas del Señor
y seguirán sus vocaciones, pertenecientes a Dios en su inocencia.

2. Las niñas que se consagren a mí, tendrán mi protección


paternal hasta el fin de sus días.

3. Ellas serán consoladas por mí en sus aflicciones y nunca verán


días de tinieblas sin mi protección.

4. Las hijas que se consagren a mí tendrán fuerza, valor para


afrontar todo tipo de situaciones sin perder nunca su paciencia,
valor y fe. Yo mismo te llevaré como lo hice con mi Divino Hijo.

5. Te consolaré y velaré por tu integridad física y espiritual. Seré


tu protector en la Tierra y en el Cielo.

Propaga, hija mía, esta devoción saludable de los niños a mi casto


y corazón virginal. Los bendigo con la bendición de la paz".

Nuestro Señor Jesús – Manaos, 10/03/2016: "Hija mía, prometo a


quien se dedique a José, una sabiduría particular que no se
concede a los que no confían en él. He aquí, aunque yo soy Dios,
me sometí a sus enseñanzas para demostrar que esta es una
manera segura de llegar al Cielo. El Corazón de José es una fuente
inagotable de gracias, porque está nutrida por Mi Sagrado
Corazón y por el Corazón de quien me acompañó al someterme
a José: María. Ten plena confianza en aquel que me amó en la
217
Tierra y que no se aleja de Mi presencia en el Cielo. San José es
una fuerte presencia en estos tiempos de peligro. Se lograrán
muchas gracias para aquellos que las busquen de su Corazón
Paternal".

Larissa: Señor, ¿es San José tan santo como tu Madre?

Jesús: "Si. Así como mi Madre refleja mi luz, también él refleja la


suya y la mía".

San José – Manaos, 19/03/2016: Mientras rezaba los Misterios


gozosos del Rosario, vi al niño José que sostenía una vela
encendida en su mano derecha y una cruz en la izquierda. San
José dijo:

"Mi corazón estaba lleno de inocencia, no una inocencia infantil,


sino una inocencia que superaba a la de los más sabios de la
tierra".

En el En el cuarto misterio, vi a Jesús, María y José, los tres cuando


eran niños. Me di cuenta de que José era más alto que María y
Jesús. Jesús era mucho más bajo que ambos. En este momento me
acordé de la gran humildad de Jesús, que, al ser Grande, se
convirtió en el más pequeño por humildad.

En el quinto misterio, mientras meditaba sobre la pérdida y el


hallazgo del Niño Jesús, sentí un dolor en mi pecho, una tristeza,
entonces escuché de nuevo a San José, diciendo:

"Durante los momentos en que mi Hijo se perdió, mi Corazón


sangró. Me di cuenta de mi pequeñez al cuidar al Hijo de Dios.
No podría hacerlo sin Su gracia."

Dios me permitió ver la gran humildad de San José ante el


misterio al que fue invitado a participar. Entonces me arrodillé y
vi a la Virgen, adulta, que suavemente puso sus manos sobre la
espalda de San José y lo empujó suavemente hacia adelante, como
218
si me presentara. Llevaba una túnica verde clara con un cuello
dorado. Su cara era delgada, su pelo era de color marrón claro y
ondulado. Llevaba un lirio grande en sus manos. San José habló:

"La paz sea contigo, hija del Altísimo, ¡la paz para toda la
humanidad! En este día, honrado como Patrono de la Iglesia,
vengo a decirte que soy verdaderamente el Protector y Guardián,
no sólo de la Iglesia de Cristo, sino también de la iglesia que es tu
hogar.

Santo como soy, por el poder y la bondad del Altísimo, deseo


santificar vuestros hogares, dejando con cada familia un pedazo
del Cielo que viví en Nazaret. Soy el patrón de tu familia, quiero
ayudarte a vivir los caminos del Altísimo, como yo los he vivido.
Por tanto, sed dóciles, en estos tiempos en que la Iglesia de Cristo
es vilipendiada, sed dóciles a Su Palabra.

Quiero revelarte la dulzura y sencillez de mi corazón infantil.


Recibí de Dios a una edad temprana la gracia de la sabiduría que
superaba a los más sabios de la Tierra, un don que Dios me
comunicó y que yo comunico a la Iglesia. Hoy mi Corazón te
sostiene, Larissa, y quiero que reveles mi Corazón al mundo sin
miedo. Tengo, y siempre tuve, un Corazón inocente: inocente en
el amor y puro de espíritu. No hay inocencia sin amor verdadero
por Dios. Tuve un corazón inocente desde una edad temprana.
Cultiva esta inocencia de niño y verás a Dios. Comunica a las
personas que establezco con ellos mi amistad eterna".

San José – Manaos, 31/08/2016: "Te doy una fórmula eficaz para
consagrar a tus hijos:

Oh Glorioso San José, amoroso Padre del Niño Dios. Te doy en


este día mi vida y todo lo que le pertenece. Cuida mi cuerpo (+)
para que nunca pierda la pureza infantil, cuida mis oídos (+) mis
ojos (+) y mi boca (+) para que mantengan perpetuamente la

219
inocencia en sus actos naturales. Mantenme alejado de los
adversarios de mi alma para que pueda guardar y perseverar en
la fe. Sobre todo, San José, guarda mi corazón en el tuyo y
guardaré mi inocencia, para que llegue al Cielo. San José padre
de Jesús, y mi amigo, protégeme.

Esta consagración debe hacerse después de tres días de


meditación sobre los pasos de mi vida. Anota:

1. La alegría que tuve al saber que María engendró al Hijo de Dios


y, en consecuencia, que lo tendría en mis brazos.

2. La alegría que sentí cuando lo vi envuelto en pañales y


colocado en mis brazos paternos.

3. La alegría que experimenté con él después de tres días de cruel


persecución por los soldados de Herodes.

Que mediten en mis pasos y oren. Al final de tres días


consecutivos, que sean consagrados a mi Corazón".

San José- Manaus, 09/09/2016: Ven, hija mía, y escribe lo que Dios
quiere decir, a través de mí, como un regalo a la humanidad. Tres
son las virtudes más perfectas que han adornado mi corazón, tres
lirios perfumados que dejan al demonio temblando. Quiero que
honres a mi Corazón como un bálsamo para la humanidad
sufriente.

Mi Corazón tiene tres estrellas: La primera estrella honra mi santo


nacimiento. La segunda honra mi vida con mi amada esposa: la
Virgen Santa que perfumó mis días en la tierra y ahora en el
paraíso. La tercera estrella honra mi muerte y mi encuentro
definitivo con mi Salvador. Todo esto perfeccionó mi vida en la
tierra y garantizó mi vida en el Cielo.

Mi Corazón sostiene, en su centro, la cruz de Mi Hijo Jesús, que


es el centro de mi vida, y la única razón de ella. Nació en Dios y
220
para Dios. El nacimiento del Niño- Dios trajo a mi Corazón las
llamas divinas que emanaban de él. El Espíritu Santo vino a mi
Corazón para prepararme para recibir a Aquel que salvaría a la
humanidad. Yo soy el niño que fue santificado por el Espíritu en
el amor".

San José – Manaos, 10/09/2016: "La paz esté contigo, pequeña, no


te asustes, te dejo dormir un poco más. Te agradezco lo que estás
haciendo por el Cielo. Dios te recompensará enormemente. Fuiste
elegida, por Dios, para llevar a la humanidad al conocimiento de
mi Corazón Casto y Virginal y todo lo que desea revelar.

¡Alégrate! Hoy, te revelaré las gracias que se derraman sobre la


humanidad cada vez que mi Corazón Infantil es honrado:

1. Nunca dejaré de escuchar sus oraciones y, si es la voluntad de


Dios, concederé esas peticiones a través de mi Castísimo Corazón.

2.Serás fuerte ante las tribulaciones y yo defenderé, con la pureza


de mi inocencia, a todos aquellos que me llamen a través de mi
Casto y Corazón Infantil.

3. Mi Corazón Infantil es una fuente segura de salvación, porque


llevo a Cristo en mi Corazón.

Dos virtudes son intrínsecas en mi Corazón Casto y Virginal:


castidad y virginidad, nunca quise perder estas cualidades, no
quiere decir que los que ya no las poseen no sean buenos, pero
fue la voluntad de Dios para mí conservarlas.

San José – Manaos, 10/09/2016: Oración enseñada por San José:


Oh José, hombre casto y virginal. Tu Corazón Infantil es un
refugio para mi Alma. Vuestra Santa Infancia inspira mi vida
para que, en este valle de lágrimas, siempre pueda esforzarme
por la salvación. José, enséñame tu fe para que siempre escape de
cualquier cosa que sea contraria a mi salvación.

221
José, enséñame la virtud de la pureza y la castidad para
complacer a Dios en alma y cuerpo. José, Corazón Infantil,
restaura en mi vida la inocencia de un niño que tanto agrada al
Cielo. Eres mi lirio fragante; eres mi inspiración. Eres la
delicadeza de todos los santos.

Eres mi fuerza en momentos de peligro. José, con el Corazón de


un Niño, defiende mi alma de los asaltos del diablo. Eres el
amado hijo de Dios. San José, modelo de todas las virtudes,
ayúdame a ir al Cielo. Amén.

222
QUINTA PARTE: RELIQUIAS

223
EL MANTO DE SAN JOSÉ

San Jerónimo, uno de los grandes traductores de la Biblia, vivió


en Belén donde, durante más de 20 años, estuvo con la
comunidad cristiana primitiva (siglo IV). Mientras estaba allí,
tuvo acceso a una reliquia increíble: La capa de San José. Esta
importante reliquia se mantuvo a salvo hasta su traslado a la
Basílica de Santa Anastasia en Roma, donde se conserva con el
manto de la Virgen María durante más de 1600 años.

224
CINTURÓN DE SAN JOSÉ

En 1254, uno de los grandes cronistas de la Francia medieval, Jean


de Joinville, trajo desde Jerusalén el cinturón de San José, para el
cual se construyó una capilla en la Iglesia de Notre-Dame de
Joinville-sur-Marne. El cinturón Sagrado tiene aproximadamente
un metro y medio de largo, de color grisáceo. Los extremos se
unen con un cierre de marfil, amarillentos por el tiempo. Después
de la muerte de San José, permaneció con la Virgen María. En el
siglo XIII el cinturón estaba bordado con emblemas y versos de
“Fleur de Lis” (era la representación Francesa) de la Letanía de
San José.
225
VARA DE SAN JOSÉ

La vara la cual floreció en su desposorio con María fue utilizada


como bastón en los viajes de la Sagrada Familia. Más tarde, fue
guardada por José de Arimatea después de la muerte de San José.
La reliquia fue llevada a Inglaterra después de las Primeras
Cruzadas y guardada en un monasterio de los Padres Carmelitas
en Sussex. En 1775 la vara de San José se trasladó a Nápoles,
donde todavía se conserva en la Iglesia de San Giuseppe dei
Nudi.

226
ANILLO DE BODAS DE LA VIRGEN MARÍA DADO POR
SAN JOSÉ

Se dice que este anillo de cuarzo sirvió como anillo de bodas dado
por San José a la Santísima Virgen María. Según un relato del
siglo XI, un comerciante judío de piedras preciosas en Roma se lo
dio a un joyero de Chiusi, llamado Ainerio, a finales del siglo X.
Dudó de su autenticidad, hasta que su hijo pequeño recién
fallecido, fue restaurado a la vida con el fin de dar fe de ello.
Actualmente se encuentra en la Cappella del Santo Anello en
Perugia, Italia.

227
ESTATUA TALLADA POR SAN JOSÉ

Según la tradición, la estatua de la Virgen María que amamanta


al niño Jesús, conocida como Nuestra Señora de Nazaret, fue
tallada por San José. La imagen fue llevada de Tierra Santa en el
siglo VI a España, donde permaneció en un monasterio cerca de
Mérida hasta el año 711. Luego fue trasladada a Portugal después
de la batalla de Guadalete y permaneció oculta en una cueva
costera hasta 1182 cuando fue encontrada por el caballero Dom
Roupinho. La humilde estatua tallada por San José, como un
amoroso homenaje a su esposa e Hijo, reside ahora en el barroco
Santuário de Nossa Senhora da Nazaré.
228
PARTE SEIS: PAPAS, SANTOS Y DÍAS DE FIESTA

229
Papa Francisco, Misa inaugural del 19 de marzo de 2013: ¿Cómo
responde José a su llamamiento de ser el protector de María, Jesús
y la Iglesia? Estando constantemente atento a Dios, abierto a los
signos de la presencia de Dios y receptivo a los planes de Dios, y
no simplemente a los propios de uno. ... José es un "protector"
porque puede escuchar la voz de Dios y ser guiado por Su
voluntad; y por esta razón, es aún más sensible a las personas
confiadas a su custodia. Puede mirar las cosas de manera realista,
está en contacto con su entorno, y puede tomar decisiones
verdaderamente sabias. En él, queridos amigos, aprendemos a
responder a la llamada de Dios, de manera fácil y voluntaria,
¡pero también vemos el núcleo de la vocación cristiana, que es
Cristo! ¡Protejamos a Cristo en nuestra vida, para que podamos
proteger a los demás, y para proteger la creación también!

Papa Benedicto XVI, Homilía del 19 de marzo de 2009: Todos y


cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en el plan
de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Si el desánimo te abruma,
piensa en la fe de José; si la ansiedad toma control sobre ti, piensa
en la esperanza de José; si la exasperación o el odio se apodera,
piensa en el amor de José, que fue el primer hombre en poner los
ojos en el rostro humano de Dios en la persona del Infante
concebido por el Espíritu Santo, en el seno de la Virgen María.
Alabemos y agradezcamos a Cristo por habernos acercado tanto,
y por darnos a José como ejemplo y modelo de amor por Él.

Papa San Juan Pablo II, Redemptoris Custos 15 de agosto de


1989: El patrocinio de San José debe ser invocado, y siempre es
necesario para la Iglesia, no sólo para defenderla contra los
peligros que aparecen incesantemente, sino también y sobre todo
para apoyarla en esos esfuerzos temerosos de evangelizar al
mundo, y difundir la nueva evangelización entre las naciones

230
donde la religión y la vida cristiana eran antes florecientes, pero
ahora se ponen a prueba difícil... Que san José se convierta para
todos en un maestro singular al servicio de la misión salvífica de
Cristo, que incumbe a todos y cada uno de nosotros en la Iglesia:
a los esposos, a los padres, a los que viven por la obra de sus
manos o por cualquier otra obra, a las personas llamadas a la vida
contemplativa, así como a los llamados al apostolado.

Papa San Pablo VI, Homilía 19 de marzo de 1969: La Iglesia


invoca a San José como su Patrono y Protector a través de Su
inquebrantable confianza, en que aquel a quien Cristo quería
confiar su cuidado y la protección de su propia infancia humana
frágil, continuaría desde el Cielo para llevar a cabo su tarea
protectora con el fin de guiar y defender el Cuerpo místico de
Cristo mismo, que siempre es débil, siempre bajo ataque, siempre
en un estado de peligro. Hacemos un llamamiento a San José por
el mundo, confiando en que el corazón del humilde trabajador de
Nazaret, ahora desbordado de inconmensurable sabiduría y
poder, todavía alberga y albergará siempre un sentimiento
singular y precioso para toda la humanidad. Así que, que así sea.

Papa San Juan XXIII, Alocución 19 de marzo de 1959: Todos los


santos de gloria merecen con seguridad un honor y respeto
particular, pero es evidente que, junto a la Santísima Madre, San
José posee un título justo en un lugar más dulce, más íntimo y
penetrante en nuestros corazones, perteneciendo sólo a él...
Podemos ver toda la grandeza de San José, no sólo por el hecho
de que estaba cerca de Jesús y María, sino también por el brillante
ejemplo que ha dado de todas las virtudes.

Venerable Papa Pío XII, Discurso 1 de mayo de 1955: San José es


el mejor protector para ayudarte en tu vida, para penetrar en el
231
espíritu del Evangelio. En efecto, desde el Corazón del Hombre-
Dios, Salvador del mundo, este espíritu está infundido en
vosotros y en todos los hombres, pero es cierto que no había
espíritu obrero tan perfectamente y profundamente penetrado
como el padre putativo de Jesús, que vivió con él en la intimidad
y comunidad más cercana de la familia y del trabajo. Por lo tanto,
si quieres estar cerca de Cristo, te repito "Ite ad Ioseph": ¡Acude a
José!

Papa Pío XI, Divini Redemptoris 19 de marzo de 1937: Para


apresurar el advenimiento de esa "paz de Cristo en el reino de
Cristo" tan ardientemente deseada por todos, encomendamos la
vasta campaña de la Iglesia contra el comunismo mundial bajo el
estándar de San José, Su poderoso Protector. Pertenece a la clase
obrera, y llevó las cargas de pobreza sobre sí mismo y la Sagrada
Familia, de cuya tierna y vigilante cabeza era. A él se le confió al
Divino Niño cuando Herodes soltó a sus asesinos contra él. En
una vida de fiel desempeño de los deberes cotidianos, dejó un
ejemplo para todos aquellos que deben ganar el pan por el trabajo
de sus manos. Ganó por sí mismo el título de "El Justo", sirviendo,
así como un modelo vivo de esa justicia cristiana que debe reinar
en la vida social.

Papa Benedicto XV, Bonum Sane 25 de julio de 1920: Nosotros,


llenos de confianza en el patrocinio de aquel a cuya supervisión
providente Dios se alegró de confiar la custodia de Su Hijo
encarnado unigénito, y de la Virgen Madre de Dios, exhortamos
fervientemente a todos los obispos del mundo católico que, en
tiempos tan turbulentos para el cristianismo, induzcan a los fieles
a orar con un mayor compromiso para obtener la valiosa ayuda
de San José. Y puesto que hay varios caminos aprobados por la
Sede Apostólica con los que podéis venerar al Santo Patriarca,

232
especialmente todos los miércoles durante todo el año y el mes
que se le consagra, que cada obispo haga caso a estas peticiones,
que todas estas devociones, en la medida de lo posible, se
practiquen en todas las diócesis.

Papa San Pío X, Oración 26 de noviembre de 1906: Oh José,


padre virginal de Jesús, puro esposo de la Virgen María, ora por
nosotros diariamente al Hijo de Dios, para que, armados con las
armas de Su gracia, luchemos como debemos en la vida, y seamos
coronados por El en la muerte. Todo por Jesús, a través de María,
todo después de tu ejemplo, oh patriarca, San José. Tal será mi
consigna en la vida y en la muerte.

Papa León XIII, Quamquam Pluries 15 de agosto de 1889: El


Beato patriarca José ve a la multitud de cristianos que conforman
la Iglesia y como se le encomiendan especialmente a su confianza
– esta familia ilimitada extendida sobre la tierra, sobre la cual,
debido a que es el cónyuge de María y el padre de Jesucristo,
tiene, por así decirlo, una autoridad paterna. Es, pues, natural y
digno que como el Beato José cubría todas las necesidades de la
familia en Nazaret y los protegía, ahora debe cubrir con el manto
de su patrocinio celestial y defender la Iglesia de Jesucristo.

Beato Papa Pío IX, Inclytum Patriarcham 7 de julio de 1871: En


estos últimos tiempos en los que se ha declarado una guerra
monstruosa y abominable contra la Iglesia de Cristo... debemos
implorar más eficazmente la compasión de Dios a través de los
méritos y la intercesión de San José... Por lo tanto, por un decreto
especial ... ¡Declaramos solemnemente al bendito patriarca José
Patrono de la Iglesia Universal! ... Oh Dios, que en tu inefable
providencia se alegró de elegir al bendito José como el cónyuge
de tu santísima madre, te concedemos, te suplicamos que seamos
233
dignos de tenerlo como nuestro intercesor en el Cielo, a quien
veneramos como nuestro protector en la tierra.

Venerable María de Agreda: He descubierto que el Altísimo


concedió a San José, ciertos privilegios a favor de aquellos que lo
eligen como su intercesor, y que lo invocan con devoción... Ruego
a todos los fieles hijos de la Santa Iglesia que tengan una gran
devoción por este gran santo.

San André Bessette: Cuando invocas a San José, no tienes que


hablar mucho. Sabes que tu Padre Celestial sabe lo que necesitas;
bueno, también lo hace Su amigo San José. Dile: "Si estuvieras en
mi lugar, San José, ¿qué harías? Bueno, reza por esto en mi
nombre."

San Alfonso Ligorio: No hay duda al respecto: así como


Jesucristo quiso estar sujeto a José en la tierra, hace todo lo que el
santo le pide en el Cielo. Cuando Egipto fue despilfarrado por la
gran hambruna, el Faraón le dijo a su pueblo: ¡Ite ad Joseph! –
¡Acudid a José! Así que, si estamos en problemas, escuchemos la
palabra del Señor y tomemos el consejo de Faraón; vayamos a
José si queremos ser consolados... Sobre todo, os exhorto
encarecidamente a pedirle tres gracias especiales: el perdón de los
pecados, el amor a Jesucristo y una feliz muerte.

Santa Teresa de Ávila: Tomé para mí como defensor y


consolador al glorioso San José, y me encomendé fervientemente
a él; ... Su ayuda me ha traído mucho más de lo que yo siempre
quise recibir de él. ... Estoy bastante asombrada por los grandes
favores que nuestro Señor me ha dado, y de los muchos peligros,

234
tanto del alma como del cuerpo, ¡de los cuales me ha librado a
través de la intercesión de este bendito santo!

San Josemaría Escrivá: San José protege a quienes lo veneran y


los acompaña en su viaje por esta vida, tal como protegió y
acompañó a Jesús cuando crecía. A medida que lo conoces,
descubres que el santo patriarca es también un maestro de la vida
interior, porque nos enseña a conocer a Jesús y compartir nuestra
vida con él, y a darnos cuenta de que somos parte de la familia de
Dios.

San Pío de Pietrelcina: San José, con el amor y la generosidad con


la que protegió a Jesús, también protegerá tu alma. Todo el
cuidado que San José tuvo por Jesús, lo tendrá por ti y siempre te
ayudará con su patrocinio. No permitirá que tu corazón se
distancie de Jesús. ¡Acude a José con extrema confianza!

DÍAS DE LA FIESTA DE SAN JOSÉ

Este es el día que el Señor ha hecho; regocijémonos y


seamos contentos en él (Salmos 118:24)

.
Solemnidad de San José – 19 de marzo

Fue insertado por primera vez en el Calendario Romano General


para su celebración en 1621 por el Papa Gregorio XV, aunque esta
fecha ya había sido dedicada informalmente a San José ya en el
siglo X. En esta fecha también se celebra el "Día del Padre" en
algunos países católicos como Portugal, España e Italia.

235
San José Patrono de la Iglesia Universal – 3er miércoles después
de Pascua

Entre 1870 y 1955, este día de fiesta celebró el título dado a San
José por el Papa Pío IX. Honra a San José como el Protector del
Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia Universal. Esta fiesta
fue retirada más tarde en 1955 por el Papa Pío XII.

San José Obrero – 1 de mayo

En 1955 el Papa Pío XII estableció el Día de la Fiesta de San José


Obrero, que se celebra anualmente el 1 de mayo. Esta fecha fue
elegida específicamente para contrarrestar la fiesta
predominantemente socialista y comunista del "Día Internacional
de los Trabajadores", también conocido como "Día de Mayo". Pío
XII animó a los obreros a mirar a San José como su modelo y a
pedir su intercesión en su trabajo.

Muerte de San José – Abib 26 (20 de julio – Calendario Julián, 2


de agosto – Calendario gregoriano)

La fiesta de la santa muerte de San José, reconocida por la Iglesia


Copta.

San José el Prometido – Primer domingo después de Navidad

San José es conmemorado el domingo después de la Natividad


por las Iglesias Orientales. Si no hay domingo entre el 25 de
diciembre y el 1 de enero, su día de fiesta, junto con el rey David
y Santiago el Mayor, se celebra el 26 de diciembre.

236
Matrimonio de María y José – 23 de enero

Aprobada en 1546 por el Papa Pablo III para celebrar el santo


Desposorio de la Santísima Virgen María y San José.

Fiesta de la Sagrada Familia – Primer domingo después de


Navidad

Esta fiesta fue instituida por el Papa León XIII. En caso de que no
haya domingo entre Navidad y Año Nuevo, la fiesta se celebra el
30 de diciembre.

Todos Los Miércoles

Es tradición católica honrar a San José, de alguna manera, todos


los miércoles. Esta práctica fue especialmente recomendada por
el Papa Benedicto XV.

237
PARTE 7: ORACIONES

238
ORACIÓN DEL PAPA LEON XIII PARA SER RECITADA AL
CONCLUIR EL ROSARIO

A ti, Bienaventurado San José, acudimos en nuestra tribulación;


y después de invocar el auxilio de tu Santísima Esposa
solicitamos también confiados tu patrocinio. Por aquella caridad
con la que la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, te tuvo
unido, y por el paterno amor con que abrazaste al Niño Jesús,
humildemente te suplicamos vuelvas benigno los ojos a la
herencia que con su Sangre adquirió Jesucristo, y con tu poder y
auxilio socorras nuestras necesidades.

Protege, Providentísimo Custodio de la Sagrada Familia la


escogida descendencia de Jesucristo; aparta de nosotros toda
mancha de error y corrupción; asístenos propicio, desde el cielo,
fortísimo libertador nuestro, en esta lucha con el poder de las
tinieblas: y, como en otro tiempo librasteis al Niño Jesús del
inminente peligro de la vida, así ahora, defiende a la Iglesia Santa
de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad,
y a cada uno de nosotros protégenos con el perpetuo patrocinio,
para que, a tu ejemplo y sostenidos por tu auxilio, podamos
santamente vivir y piadosamente morir y alcanzar en el cielo la
eterna felicidad. Amén.

239
CAPA SANTA DE SAN JOSÉ

Es natural y digno que, como el Bendito José cubría todas


las necesidades de la familia de Nazaret y los envolvía con
su protección, ahora debe cubrir con el manto de su
patrocinio celestial, y defender, a la Iglesia de Jesucristo.

– Papa León XIII, Quamquam Pluries.

En nombre del Padre +, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Jesús, María y José, os doy mi corazón y mi alma.

Recitar el "Gloria" tres veces en acción de gracias a la Santísima


Trinidad por haber exaltado a San José a una posición de tal dignidad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, como era en el


principio ahora, y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ofrecimiento

Oh Glorioso Patriarca San José, yo humildemente me postro ante


ti. Ruego al Señor Jesús, a tu Esposa Inmaculada, la Virgen María,
y todos los Ángeles y los Santos en la Corte Celestial, que me
acompañen en esta devoción.

Te ofrezco este Manto precioso, mientras que prometo mi más


sincera fe y devoción. Me comprometo a hacer todo en mi poder
para honrarte a lo largo de mi vida para probar mi amor por ti.

Ayúdame, San José. Asísteme ahora y durante toda mi vida, pero


especialmente en el momento de mi muerte, como tu fuiste
asistido por Jesús y María, para unirnos un día en el Cielo y allí
honrarte por toda la eternidad. R. Amén.

240
Oración Primera

Oh Glorioso San José, tú, a quien se te confiaron los intrépidos


tesoros del Cielo y la Tierra y padre virginal de Aquel que nutre
a todas las criaturas del universo. Tú eres, después de María, el
santo más digno de nuestro amor y devoción. Tú, sobre todo los
santos, fuiste escogido para ese honor supremo de criar, guiar,
nutrir e incluso abrazar al Mesías, a quien tantos reyes y profetas
hubieran deseado contemplar. San José, salva mi alma y obtén
para mí de la Divina Misericordia de Dios esa petición por la que
humildemente ruego. Y a las Almas Sagradas en el Purgatorio,
otorgadles un gran consuelo de su dolor.

Recitar el "Gloria" tres veces en acción de gracias a la Santísima


Trinidad por haber exaltado a San José a una posición de tal dignidad
excepcional.

Oración Segunda

Oh, poderoso San José, tú que fuiste proclamado Patrono de la


Iglesia Universal, por lo tanto, te invoco, sobre todo a los demás
santos, como el mayor protector de los afligidos, y ofrezco
innumerables bendiciones a tu corazón más generoso, siempre
dispuesto a ayudar en cualquier necesidad. A vosotros, oh
glorioso San José, vienen las viudas, los huérfanos, los
abandonados, los afligidos y los oprimidos. No hay dolor, dolor
o angustia que no hayas consolado. Por ello, te suplico, que uses
en mi nombre los dones que Dios te ha dado, hasta que yo
también se me conceda la respuesta a mi petición. Y vosotras,
Almas Sagradas en el Purgatorio, rogad a San José por mí.

Recitar el "Gloria" tres veces en acción de gracias a la Santísima


Trinidad por haber exaltado a San José a una posición de tal dignidad
excepcional.

241
Oración Tercera

Innumerables son aquellos que han rezado a ti antes que yo y han


recibido consuelo y paz, gracias y favores. Mi corazón, tan triste
y doloroso, no puede encontrar reposo en medio de esta prueba
que me acosa.

Oh Glorioso San José, tú sabes todas mis necesidades, incluso


antes de que las pronuncie en la oración. Tú sabes lo importante
que esta petición es para mí. Me postro ante ti mientras suspiro
bajo el peso del problema que se enfrenta a mí.

No hay corazón humano en el cual pueda confiar mi dolor, y


aunque me encuentre a un ser compasivo que estaría dispuesto a
asistirme, todavía no podría ayudarme. Sólo tú puedes ayudarme
en mi dolor, San José, y te ruego oigas mi súplica. Acaso No ha
dejado Santa Teresa escrito en sus diálogos que el mundo debe
siempre saber: "Todo lo que pidáis de San José, lo recibiréis."

Oh San José, consolador de los afligidos, ten piedad de mi tristeza


y compadécete de las pobres almas que ponen en ti tanta
esperanza en sus oraciones.

Recitar el "Gloria" tres veces en acción de gracias a la Santísima


Trinidad por haber exaltado a San José a una posición de tal dignidad
excepcional.

Oración Cuarta

Oh Sublime Patriarca San José, a causa de tu perfecta obediencia


a Dios, intercede por mí. Por tu santa vida llena de gracia y de
méritos, oye mi oración. Por tu nombre dulcísimo, ayúdame. Por
tus lágrimas santísimas, confórtame. Por tus siete dolores,
intercede por mí. Por tus siete alegrías, consuélame.

De todo mal del cuerpo y del alma, líbrame. De todos los peligros
y desastres, sálvame. Ayúdame con tu poderosa intercesión y
242
obtenme, por tu poder y misericordia, *todo lo necesario para mi
salvación y en particular el favor que ahora te presento con gran
necesidad.

Recitar el "Gloria" tres veces en acción de gracias a la Santísima


Trinidad por haber exaltado a San José a una posición de tal dignidad
excepcional.

Oración Quinta

Oh Glorioso San José, son innumerables las gracias y favores que


has obtenido para las almas afligidas. Asistes a los Enfermos de
cualquier naturaleza, ayudas a los oprimidos, perseguidos,
traicionados, privado de todo consuelo humano, incluso aquellos
que necesitan del pan de vida, todos los que imploran tu
poderosa intercesión son consolados en su aflicción. Oh querido
San José, no permitas que yo sea el único de todos los que han
apelado a ti, a quien niegues esta petición que yo tan
ardientemente te suplico. Demuéstrame incluso a mí, tu bondad
y generosidad, para que pueda gritar en acción de gracias,
"¡Gloria eterna a nuestro Santo Patriarca San José, mi gran
protector en la Tierra y el defensor de las Almas Santas en el
Purgatorio!"

Recitar el "Gloria" tres veces en acción de gracias a la Santísima


Trinidad por haber exaltado a San José a una posición de tal dignidad
excepcional.

Oración Sexta

Eterno Padre, que estás en el cielo, por los méritos de Jesús y


María, te ruego me concedas mi petición. En el nombre de Jesús
y María, me postro ante tu presencia Divina y te ruego que
aceptes mi súplica llena de esperanza para perseverar en la
oración para que pueda ser contado entre la multitud de aquellos
que viven bajo el patrocinio de San José. Extiende tu bendición
243
sobre este precioso tesoro de las oraciones que ofrezco hoy a él
como prenda de mi devoción.

Recitar el "Gloria" tres veces en acción de gracias a la Santísima


Trinidad por haber exaltado a San José a una posición de tal dignidad
excepcional.

Oración Séptima

Glorioso San José, cónyuge de la Santísima Virgen María y padre


virginal de Jesús, mírame y protégeme; guíame por el camino de
la gracia santificadora; presta atención a las necesidades urgentes
que ahora te ruego que envuelvas dentro de los pliegues de tu
capa paterna. Elimina esos obstáculos y dificultades que se
interponen en el camino de mi oración y haz que la respuesta feliz
a mi petición sea para gloria de Dios y para mi salvación eterna.
Como promesa de mi eterna gratitud, prometo difundir la
palabra de tu gloria mientras doy gracias al Señor por haber
bendecido tanto tu poder en el Cielo y en la Tierra.

Recitar el "Gloria" tres veces en acción de gracias a la Santísima


Trinidad por haber exaltado a San José a una posición de tal dignidad
excepcional.

Súplicas a San José

San José, ruega a Jesús que descienda a mi alma para


santificarla.

San José, ruega a Jesús que descienda a mi corazón para


inflamarlo de caridad.
San José, ruega a Jesús que descienda a mi inteligencia para
iluminarla.

San José, ruega a Jesús que descienda a mi voluntad para


fortificarla.

244
San José, ruega a Jesús que descienda a mis pensamientos para
purificarlos.

San José, ruega a Jesús que descienda a mis aspiraciones para


dirigirlas.

San José, ruega a Jesús que descienda a mis acciones para


bendecirlas.

San José, obtén para mí de Jesús amarlo santamente.


San José, obtén para mí de Jesús imitar tus virtudes.
San José, obtén para mí de Jesús la verdadera humildad de
espíritu.

San José, obtén para mí de Jesús la dulzura del corazón.


San José, obtén para mí de Jesús la paz del alma.
San José, obtén para mí de Jesús el deseo de perfección.
San José, obtén para mí de Jesús tener un humor equilibrado.
San José, obtén para mí de Jesús un corazón puro y caritativo.

San José, obtén para mí de Jesús el amor al sufrimiento.


San José, obtén para mí de Jesús la ciencia de la vida eterna.
San José, obtén para mí de Jesús la perseverancia en el bien.
San José, obtén para mí de Jesús el valor para soportar las
cruces.

San José, obtén para mí de Jesús el desapego de los bienes de


este mundo.

San José, obtén para mí de Jesús permanecer en el recto camino


al cielo.

San José, obtén para mí de Jesús ser preservado de toda ocasión


de pecar.

San José, obtén para mí de Jesús un santo deseo del Paraíso.


245
San José, obtén para mí de Jesús la perseverancia final.
San José, haz que mi corazón no deje de amarte y mi lengua de
alabarte.

San José, por el amor que tuviste por Jesús, ayúdame a amarlo.
San José, dígnate aceptarme en tu servicio.
San José, me ofrezco a ti: recíbeme y auxíliame.

MEMORARE A SAN JOSÉ

Acordaos, oh castísimo esposo de la Virgen María y amable


protector mío San José, que jamás se ha oído decir que ninguno
haya invocado vuestra protección e implorado vuestro auxilio sin
haber sido consolado. Lleno, pues, de confianza en vuestro poder,
ya que ejercisteis con Jesús el cargo de Padre, vengo a vuestra
presencia y me encomiendo a Vos con todo fervor. No desechéis
mis súplicas, antes bien acogedlas propicio y dignaos acceder a
ellas piadosamente. Amén.

LETANÍAS A SAN JOSÉ

Señor, ten misericordia de nosotros


Cristo, ten misericordia de nosotros.
Señor, ten misericordia de nosotros.
Cristo óyenos.
Cristo escúchanos.

Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.


Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Santa Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

Santa María, ruega por nosotros.

San José, ruega por nosotros.


Ilustre descendiente de David, ruega por nosotros.

246
Luz de los Patriarcas, ruega por nosotros.

Esposo de la Madre de Dios, ruega por nosotros.


Casto guardián de la Virgen, ruega por nosotros.
Padre nutricio del Hijo de Dios, ruega por nosotros.
Celoso defensor de Cristo, ruega por nosotros.
Jefe de la Sagrada Familia, ruega por nosotros.

José, justísimo, ruega por nosotros.


José, castísimo, ruega por nosotros.
José, prudentísimo, ruega por nosotros.
José, valentísimo, ruega por nosotros.
José, fidelísimo, ruega por nosotros.

Espejo de paciencia, ruega por nosotros.


Amante de la pobreza, ruega por nosotros.
Modelo de trabajadores, ruega por nosotros.
Gloria de la vida doméstica, ruega por nosotros.
Custodio de Vírgenes, ruega por nosotros.
Sostén de las familias, ruega por nosotros.
Consuelo de los desgraciados, ruega por nosotros.
Esperanza de los enfermos, ruega por nosotros.
Patrón de los moribundos, ruega por nosotros.
Terror de los demonios, ruega por nosotros.
Protector de la Santa Iglesia, ruega por nosotros.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: perdónanos,


Señor.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: escúchanos,


Señor,

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: ten


misericordia de nosotros.

V.- Le estableció señor de su casa.


247
R.- Y jefe de toda su hacienda.

Oremos: Oh Dios, que, en tu inefable providencia, te dignaste


elegir a San José por Esposo de tu Santísima Madre: concédenos,
te rogamos, que merezcamos tener por intercesor en el cielo al
que veneramos como protector en la tierra. Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos. Amén

ORACIÓN FINAL

Recitar el "Gloria" tres veces en acción de gracias a la Santísima


Trinidad por haber exaltado a San José a una posición de tal dignidad
excepcional.

Oh Glorioso Patriarca San José, tú que fuiste elegido por Dios por
encima de todos los hombres para ser la cabeza terrenal de la más
santa de las familias, te ruego que me aceptes en los pliegues de
tu manto sagrado, que llegues a ser el guardián y custodio de mi
alma.

A partir de este momento, yo te elijo como mi padre, mi protector,


mi consejero, mi Santo Patrón y te ruego que custodies mi cuerpo,
mi alma, todo lo que soy, todo lo que poseo, mi vida y mi muerte.

Mírame como uno de tus hijos; defiéndeme de la traición de mis


enemigos, invisible o visibles, ayúdame en todo momento en
todas mis necesidades, consuélame en las amarguras de mi vida,
y especialmente a la hora de mi muerte. Di tan solo una palabra a
mí favor al Divino Redentor a quien tú fuiste considerado digno
de sostenerlo en tus brazos, y ser digno de la Santísima Virgen
María, tu castísima esposa. Pide para mí las bendiciones que me
llevarán a la salvación. Inclúyeme dentro de los más queridos por
ti y yo te demostraré que soy digno de tu especial amparo. R.
Amén.

248
A ti clamamos en las tribulaciones, Oh Bendito San José,
suplicamos con confianza tu amparo, después de la de tu
santísima esposa, la Virgen María. Por ese enlace sagrado de
devoción que te ligó a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y
por el amor paternal que prodigaste al niño Jesús, te pedimos
echar una mirada sobre los dones celestiales que el Divino
Redentor ha obtenido para toda la humanidad a través de su
Preciosa Sangre y por tu poder y misericordia, ayúdanos en
nuestras necesidades. R. Amén.

Oh Santo protector de la Sagrada Familia, protégenos a nosotros


los niños de nuestro Señor Jesucristo, mantén lejos de nosotros los
errores y males que corrompen el mundo, ayúdanos desde el
cielo en nuestras luchas contra los poderes de las tinieblas. Como
tú una vez protegiste al Divino Niño de la crueldad del edicto de
Herodes, ahora defiende la Iglesia y mantenla segura de todos los
peligros y amenazas, reparte sobre todos nosotros tu Santo
amparo, para que siguiendo tu ejemplo y con la ayuda de tu guía
espiritual, todos podamos aspirar a una vida virtuosa, una
muerte santa y asegurar para nosotros la bendición de la felicidad
eterna en el Cielo. R. Amén

249
EL ROSARIO DE SAN JOSÉ
Compuesta por José Rodrigues

1. Crucifijo: Senal de La Cruz & El Credo de Los Apóstoles –

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.


Amén.

Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la


tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue
concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa
María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue
crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al
tercer día resucitó entre los muertos, subió a los cielos y está
sentado a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso. Desde allí
vendrá a juzgar a vivos y a muertos. Creo en el Espíritu Santo, la
Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los
pecados, la resurrección de la carne y la vida perdurable. Amén.

2. Primera Perla: Padre Nuestro – Padre nuestro, que estas en el


cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino;
hagase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy
nuestro pan de cada dia; perdona nuestras ofensas, como tambien
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en
la tentacion, y libranos del mal. Amén.

3. Segundo Perla: Oración Para Todos Los Días – ¡Glorioso


Patriarca San José!, animado de una gran confianza en vuestro
gran valimiento, a Vos acudo para que seáis mi protector durante
los días de mi destierro en este valle de lágrimas. Vuestra altísima
dignidad de Padre putativo de mi amante Jesús hace que nada se
os niegue de cuanto pidáis en el cielo. Sed mi abogado,
especialísimamente en la hora de mi muerte, y alcanzadme la

250
gracia de que mi alma, cuando se desprenda de la carne, vaya a
descansar en las manos del Señor. Amén.

4. Tercera Perla: Ave Maria – Dios te salve Maria llena eres de


gracia el Senor es contigo bendita eres entre todas la mujeres y
bendito el fruto de tu vientre Jesus. Santa Maria, Madre de Dios
ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amén.

5. Cuarta Perla: Gloria – Gloria al Padre, y al Hijo y al Espiritu


Santo. Como en un principio ahora y siempre, por los siglos de
los siglos. Amén.

6. Misterio y Padre Nuestro: Anuncia y lee el reflejo del misterio,


reza el Padre Nuestro.

7. Salve José x 10 – ¡Salve José, hijo de David, el Señor está


contigo! ¡Bendito seas entre los hombres y bendito sea nuestro
Señor Jesucristo! Santo José, Guardián del Redentor, ruega por
nosotros y quédate con nosotros, ahora y mientras suspiramos
por última vez. Amén.

8. Después de Cada Conjunto de 10 Perlas: Oración a La Sagrada


Familia – Jesús, María y José, os doy el corazón y el alma mía.
Jesús, María y José, Asistidme en mi última agonía. Jesús, María
y José Haced que descanse en paz el alma mía.

9. Después de Rezar Los 5 Misterios: Antigua Oración a San


José – Oh San José, cuya protección es tan grande, tan fuerte y
tan inmediata ante el trono de Dios, a ti confío todas mis
intenciones y deseos. Ayúdame, San José, con tu poderosa
251
intercesión, a obtener todas las bendiciones espirituales por
intercesión de tu Hijo adoptivo, Jesucristo Nuestro Señor, de
modo que, al confiarme, aquí en la tierra, a tu poder celestial, Te
tribute mi agradecimiento y homenaje.

Oh San José, yo nunca me canso de contemplarte con Jesús


adormecido en tus brazos. No me atrevo a acercarme cuando Él
descansa junto a tu corazón. Abrázale en mi nombre, besa por mí
su delicado rostro y pídele que me devuelva ese beso cuando yo
exhale mi último suspiro. ¡San José, patrono de las almas que
parten, ruega por mi! Amén.

10. Conclusión: Las Alabanzas Divinas – Bendito sea Dios.


Bendito sea su Santo Nombre. Bendito sea Jesucristo, verdadero
Dios y verdadero Hombre. Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendito sea su Preciosísima Sangre. Bendito sea Jesús, en el
Santísimo Sacramento del Altar. Bendito sea el Espíritu Santo
consolador.

Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima. Bendita


sea su Santa e Inmaculada Concepción. Bendita sea su gloriosa
Asunción. Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre.

Bendito sea San José su castísimo esposo.

Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

Que el corazón de Jesús, en este Santísimo Sacramento, sea


alabado, adorado y amado con gran afecto en cada momento en
todos los tabernáculos del mundo hasta el fin de los tiempos.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.


Amén.

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MISTERIOS GOZOSOS DE SAN JOSÉ

1. Santificación de José: San José tuvo tres gracias que eran


especiales para él. En primer lugar, fue santificado en el vientre
de su madre. En segundo lugar, fue confirmado en la gracia. En
tercer lugar, que siempre estuvo exento de impurezas. – San
Alfonso de Ligorio.

2. Santo Desposorio: Dios habló al corazón del sumo sacerdote,


inspirándolo a dar a cada uno de los jóvenes un palo seco; por un
signo, mostraría a quién había elegido para ser el cónyuge de
María. Mientras oraban, la vara que José sostenía floreció y una
paloma del blanco más puro descendió sobre él. Y así, el
sacerdote desposó a María con uno de los más castos y santos de
los hombres, San José. – Venerable María de Agreda.

3. Anunciación a José: El ángel del Señor se le apareció en un


sueño, diciendo: "José, hijo de David... el niño concebido en María
es del Espíritu Santo; ella dará a luz a un hijo, y tú lo llamarás
Jesús: El salvará a Su pueblo de sus pecados." – San Mateo 1:20-
21

4. Nacimiento de Jesús: En esa noche santa, en Belén, con María


y el Niño, está José, a quien el Padre Celestial confió el cuidado
diario de Su Hijo, que José llevó a cabo con humildad. Piensen en
el amor de José, que fue el primer hombre en poner los ojos en el
rostro humano de Dios. – Papa Benedicto XVI.

5. Vida con Jesús y María: ¡Qué llamas de amor santo deben


haber estado ardiendo en el corazón de José, que durante treinta
años conversó con Jesucristo y escuchó Sus palabras de vida
eterna!– San Alfonso de Ligorio.

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MISTERIOS DOLOROSOS DE SAN JOSÉ

1. José Decide Dejar a María: José, siendo un hombre justo, y no


dispuesto a que María fuera hecha un ejemplo público, decidió a
apartar a María en privado. – San Mateo 1:19.

2. Pobreza en El Nacimiento de Jesús: José es testigo del


nacimiento del Hijo de Dios, que tuvo lugar en condiciones que,
humanamente hablando, eran vergonzosas, un primer anuncio
de ese auto vacío que Cristo aceptó libremente. – San Juan Pablo
II.

3. Profecía de Simeón: Este niño está destinado para la caída y el


surgimiento de muchos en Israel, y a ser una señal que será
opuesta. Y una espada atravesará el alma de María, para que los
pensamientos de muchos corazones sean revelados. – San Lucas
2:34-35.

4. Exilio en Egipto: José protegió de la muerte al Niño amenazado


por los celos de un monarca, y encontró para él un refugio; en las
miserias del viaje y en la amargura del exilio siempre fue el
compañero, la ayuda, y el protector de la Virgen y de Jesús. –
Papa León XIII.

5. Pérdida del Jesús Adolescente: Cuando tenía doce años, los


padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para celebrar la Pascua. A
su regreso, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, pero Sus padres
no lo sabían. Asumiendo que estaba en el grupo de viajeros,
hicieron un día de viaje. Entonces empezaron a buscarlo entre sus
parientes y amigos. Cuando no lo encontraron, regresaron a
Jerusalén para buscarlo. Después de tres días lo encontraron en el
Templo, sentado entre los maestros, escuchándolos y haciéndoles
preguntas. ... y su madre le dijo: "Hijo, ¿por qué nos has hecho
esto? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con dolor." – San
Lucas 2:41-48.

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MISTERIOS GLORIOSOS DE SAN JOSÉ

1. La Santa Muerte de José: Después de haber servido fielmente


a Jesús y a María, San José llegó al final de su vida en la casa de
Nazaret. Allí, rodeado de ángeles, asistido por Jesucristo Rey de
ángeles, y por María, su cónyuge, lleno de la paz del paraíso, se
apartó de esta vida. – San Alfonso de Ligorio.

2. Glorificación de José en Los Cielos: ¿Cómo podríamos dudar


de que nuestro Señor elevó al glorioso San José al cielo, en cuerpo
y alma? Porque José tenía el honor y la gracia de llevar a Jesús tan
a menudo en sus benditos brazos. Por lo tanto, San José está en el
cielo en cuerpo y alma, sin duda. – San Francisco de Sales.

3. Intercesión de San José: San José, con el amor y la generosidad


con que protegió a Jesús, también protegerá tu alma, y al
defenderlo de Herodes, ¡así defenderá tu alma del diablo! Todo
el cuidado que el Patriarca San José tiene por Jesús, tiene para
ustedes y siempre les ayudará con su patrocinio. No permitirá
que tu corazón se aleje de Jesús. Ve con extrema confianza a José,
porque no recuerdo haber pedido nada a San José, sin haberlo
obtenido fácilmente. – San Padre Pío.

4. Patrono de Los Trabajadores: El glorioso patriarca San José,


humilde y justo obrero de Nazaret, ha dado a todos los cristianos
un ejemplo de vida perfecta a través del trabajo diligente y la
admirable unión con Jesús y María. – Venerable Papa Pío XII.

5. Patrono de La Iglesia: En estos últimos tiempos en los que se


ha declarado una guerra monstruosa y abominable contra la
Iglesia de Cristo... debemos implorar más eficazmente a San
José... su intercesión. Por lo tanto, ¡por un decreto especial
Declaramos solemnemente que el bendito patriarca José es
patrono de la Iglesia Universal! – Beato Papa Pío IX.

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CONSAGRACIÓN A SAN JOSÉ

¡Oh glorioso San José, Dios te encomendó el cuidado de su Hijo


unigénito en medio de los muchos peligros de este mundo.
Venimos a suplicarte que tomes bajo tu protección especial los
hijos que Dios nos ha dado. A través del bautismo, ellos se
hicieron hijos de Dios y miembros de su Santa Iglesia. Los
consagro hoy a ti, para que a través de esta consagración ellos
puedan llegar a ser tus hijos adoptivos. Guárdalos, guía sus pasos
en la vida, formar sus corazones con el modelo de Jesús y María.
San José, que sentías la tribulación y la preocupación de un padre
cuando el niño Jesús se perdió, proteger a nuestros queridos hijos
por el tiempo y la eternidad. Puede ser su padre y consejero, que
ellos, como Jesús, crezcan en edad, así como en sabiduría y en
gracia ante Dios y los hombres. Presérvalos de la corrupción de
este mundo, y danos la gracia de un día estar unidos con ellos en
el cielo para siempre. Amén.

SÚPLICA A SAN JOSÉ

José dulcísimo y Padre amantísimo de mi corazón, a ti te elijo


como mi protector en vida y en muerte; y consagro a tu culto este
día, en recompensa y satisfacción de los muchos que vanamente
he dado al mundo, y a sus vanísimas vanidades. Yo te suplico con
todo mi corazón que por tus siete dolores y goces me alcances de
tu adoptivo Hijo Jesús y de tu verdadera esposa, María Santísima,
la gracia de emplearlos a mucha honra y gloria suya, y en bien y
provecho de mi alma. Alcánzame vivas luces para conocer la
gravedad de mis culpas, lágrimas de contrición para llorarlas y
detestarlas, propósitos firmes para no cometerlas más, fortaleza
para resistir a las tentaciones, perseverancia para seguir el camino
de la virtud; particularmente lo que te pido en esta oración
(hágase aquí la petición) y una cristiana disposición para morir

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bien. Esto es, Santo mío, lo que te suplico; y esto es lo que
mediante tu poderosa intercesión, espero alcanzar de mi Dios y
Señor, a quien deseo amar y servir, como tú lo amaste y serviste
siempre, por siempre, y por una eternidad. Amén.

VISITA A SAN JOSÉ

¡Oh castísimo esposo de la Virgen María, mi amantísimo


protector San José! Todo el que implora vuestra protección
experimenta vuestro consuelo. Sed, pues, Vos mi amparo y mi
guía. Pedid al Señor por mí; libradme del pecado, socorredme en
las tentaciones y apartadme del mal y del pecado. Consoladme
en las enfermedades y aflicciones. Sean mis pensamientos,
palabras y obras fiel trasunto de cuanto os pueda ser acepto y
agradable para merecer dignamente vuestro amparo en la vida y
en la hora de la muerte. Amén.

Jaculatoria: ¡Oh glorioso San José! Haced que sea constante en el


bien; corregid mis faltas y alcanzadme el perdón de mis pecados.

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BIBLIOGRAFÍA

LA SANTA BIBLIA

LA SANTA SEDE
www.vatican.va

LA VIDA DE SAN JOSÉ


Baij, Mo. Cecilia

LA MÍSTICA CIUDAD DE DIOS


De Agreda, Ven. María

LA VIDA DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA


Emmerich, Ana Catalina

LA VIDA DE JESUCRISTO
Emmerich, Ana Catalina

LA VIDA Y GLORIAS DE SAN JOSÉ


Thompson, Edward Healy

REDEMPTORIS CUSTOS
Papa San Juan Pablo II. Libreria Editrice Vaticana, 1989

LE VOCI CHE DA TUTTI


Papa San Juan XXIII. Libreria Editrice Vaticana, 1961

283
DIVINI REDEMPTORIS
Papa Pío XI. Libreria Editrice Vaticana, 1937

BONUM SANE
El Papa Benedicto XV. Libreria Editrice Vaticana, 1920

QUAMQUAM PLURIES
Papa León XIII. Libreria Editrice Vaticana, 1889

INCLYTUM PATRIARCHAM
Papa Pío IX. Libreria Editrice Vaticana, 1871

CRÉDITOS DE ARTE

Imagen de San José que se venera en la ciudad de San Fernando


(Cádiz, España). Autor de la fotografía: Archivo Esclavitud de San José
- Colección Pablo Aguirre Martín – página 259

Matrimonio de María y José – página 260


Luca Giordano, 1688

El Sueño de San José – página 261


Philippe de Champaigne, 1643

La Huída a Egipto – página 262


Bartolomé Murillo, 1648

La Sagrada Familia con Santa Isabel y Juan – página 263


Simon Vouet, siglo XVII

Trinidades del Cielo y la Tierra – página 264

Sagrada Familia en El Taller de Carpintería– página 265


Aristides Artal, 2000

Hallazgo de Jesús en el Templo – página 266


Philippe de Champaigne, siglo XVII

San José y El Niño Jesús – página 267


Nacho Valdés, 2016 – www.NachoValdes.com

284
San José – página 268
Philippe de Champaigne, 1650

San José – página 269


Ernst Deger, siglo XIX

El Lirio y El Carpintero – página 270


Gwyneth Thompson-Briggs – www.GwynethThompsonBriggs.com

Muerte de San José – página 271


Giovanni Gasparro – www.GiovanniGasparro.com

La Asunción de San José – página 272


Escuela Francesa, Siglo XVII

Coronación de San José – página 273


Juan de Valdes Leal, 1670

San José, Patrono de la Iglesia – página 274


Giuseppe Rollini, 1893

San José, Virrey de Cristo – página 275


Siglo XVII

San José con el Niño Jesús – página 276


Escuela Cusco, Siglo XVII

Coronación de San José por Jesús y María – página 277


José de Ibarra, 1735

El Casto Corazón de San José – página 278


Giovanni Gasparro, 2013 – www.GiovanniGasparro.com

San José Moderno – página 279


Gracie Morbitzer, 2016 – www.TheModernSaints.com

Imagen de San José que se venera en la ciudad de San Fernando


(Cádiz, España). Autor de la fotografía: Archivo Esclavitud de San José
- Colección Pablo Aguirre Martín – página 280, 281, 282

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