[go: up one dir, main page]

100% encontró este documento útil (1 voto)
342 vistas11 páginas

La Paz de Dios en Tiempos de Crisis

El documento habla sobre disfrutar la paz de Dios en la vida. Explica que Dios es la fuente de la verdadera paz y que Jesús ofrece una paz diferente a la del mundo. También describe cómo, a través de la muerte de Jesucristo, los hombres fueron reconciliados con Dios y perdonados de sus pecados, permitiéndoles disfrutar de la paz divina en su relación con Él.

Cargado por

Gerardo Melara
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
100% encontró este documento útil (1 voto)
342 vistas11 páginas

La Paz de Dios en Tiempos de Crisis

El documento habla sobre disfrutar la paz de Dios en la vida. Explica que Dios es la fuente de la verdadera paz y que Jesús ofrece una paz diferente a la del mundo. También describe cómo, a través de la muerte de Jesucristo, los hombres fueron reconciliados con Dios y perdonados de sus pecados, permitiéndoles disfrutar de la paz divina en su relación con Él.

Cargado por

Gerardo Melara
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 11

COMO DISFRUTAR LA PAZ DE DIOS EN TU VIDA

JUAN 14:27

La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe


vuestro corazón, ni tenga miedo. RVR60
Les dejo un regalo: paz en la mente y en el corazón. Y la paz que yo doy es un
regalo que el mundo no puede dar. NTV

¿Por qué hablar de la paz? Porque estamos en tiempos de crisis y porque


muchos hemos perdido la paz.
¿Qué significa exactamente la palabra paz? Esta puede ser abarcada desde
una perspectiva mundana como la ausencia de todo aquello que genera dificultad,
conflicto, discordia y disconformidad.
En el AT la paz se expresaba a través de la palabra shalom. El termino shalom,
más que solo la ausencia de conflicto implicaba harmonía, integridad, satisfacción,
plenitud, bienestar y prosperidad. Era una expresaba que evocaba la idea de un
flujo profundo y absoluto de bendiciones.
Dios pidió a Moisés bendecir diciéndoles “Jehová ponga en ti Paz” Números
6:26.
Luego de su encuentro con el ángel de Jehová, Gedeón “edificó allí altar a
Jehová, y lo llamó Jehová-shalom” que significa Jehová es paz. Jueces 6:24.
En el NT la palabra griega para paz implicaba una idea del estado de tranquilidad
del alma que encuentra su seguridad y reposo en su salvación por la obra de
Jesucristo.
Sin embargo, la paz de Dios se refiere también a un tipo de paz completamente
diferente a la que es expresada en términos de bienestar humano. La expresión la
paz de Dios indica que es un tipo de paz que le pertenece a Dios. Es suya. La
biblia presenta a Dios como un Dios de paz.
“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo” 1 Tesalonicenses 5:23
“pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz” 1 Corintios 14:33
Dios mismo es la fuente de la paz. La paz de Dios es absoluta pues nada hay
fuera del capaz de amenazarlo ni nada dentro de él que lo haga preocuparse. Es
esta paz diferente a la del mundo la que Jesucristo deja a sus discípulos. Y no
únicamente la deja, sino que la otorga a los que creen en él.
El objetivo de hablar de la paz es que disfrutemos la paz de Dios en nuestras
vidas.
La biblia enseña que los hombres disfrutamos de la paz de Dios en dos diferentes
maneras: en nuestra relación con él y en nuestra vida diaria.
I. ENTENDIENDO QUE DIOS NOS HA PERDONADO Y RECONCILIADO CON
EL A TRAVÉS DEL SACRIFICIO DE JESUCRISTO
A. UNA ENEMISTAD INFINITA
La carne es enemiga de Dios por su naturaleza y por la influencia de satanás
en ella:
“Los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se
sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” Romanos 8:7
La mente carnal no es solo un enemigo. Los enemigos pueden reconciliarse, pero
la enemistad misma no puede ser reconciliada.
Lo carnal y lo espiritual no son compatibles. Los deseos carnales batallan
contra el alma. 1 Pedro 2.11
El deseo de la carne es contra el espíritu y estos dos se oponen entre sí.
Gálatas 5.17
¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Santiago 4:4
Hablando del ser humano el apóstol Pablo dijo en Romanos 3 que:
No hay justo, ni aun uno;
No hay quien entienda,
No hay quien busque a Dios.
Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles;
No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
Sepulcro abierto es su garganta;
Con su lengua engañan.
Veneno de áspides hay debajo de sus labios;
Su boca está llena de maldición y de amargura.
Sus pies se apresuran para derramar sangre;
Quebranto y desventura hay en sus caminos;
Y no conocieron camino de paz.
No hay temor de Dios delante de sus ojos.

Añadiendo más adelante que “por cuanto todos pecaron, y están destituidos
de la gloria de Dios” Romanos 3:23
La carne ha fijado como enemiga a Dios. Tiene la misma orden de Satanás que
tenían los Asirios al pelear contra Acab: "No luches ni con los pequeños ni con
los grandes, sino solo con el rey de Israel" 1 Reyes 22:31 No es contra el
pequeño o contra el grande que el pecado se opone, sino contra Dios mismo.
De la misma manera, Dios contiende con la carne por su pecado y su maldad.
Oíd la palabra de Jehová, hijos de Israel, porque Jehová contiende con los
moradores de la tierra, porque no hay verdad, ni misericordia ni
conocimiento de Dios en la tierra Oseas 4:1.
El apóstol Pablo declaró que “la ira de Dios se revela desde el cielo contra
toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la
verdad” Romanos 1:18.
Efesios 5:5 – 6 enseña que, por causa de la fornicación, la avaricia y la idolatría
“viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia”.
Dios advirtió al profeta Malaquías que “he aquí, viene el día ardiente como un
horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa…”
Malaquías 4:1.
La enemistad entre Dios y la carne pecaminosa es tan grande que es imposible la
existencia de puntos neutrales. Jesús dijo “El que no es conmigo, contra mí es;
y el que conmigo no recoge, desparrama” Mateo 12:30.
B. LA OBRA PACIFICADORA DE CRISTO
Aún ante una enemistad tan profunda, el Dios de paz “que es rico en
misericordia y por su gran amor con que nos amó, se había propuesto en sí
mismo… reunir todas las cosas en Cristo… así las que están en los cielos,
como las que están en la tierra”.
Por una parte, estaban los hombres que, pecando, había contraído con
Dios una deuda a pagar y debían luchar contra el demonio que les retenía
como esclavos: cosas que no podían hacer, estando en deuda infinita y
prisioneros de Satanás del que deberían haberse librado. Por el otro lado
estaba Dios que podía expiar el pecado y vencer a Satanás, pero no debían
hacerlo, es decir no estaban obligados a hacerlo, no siendo Él el deudor.
Era necesario que hubiera alguno que reuniera él mismo el que debía
combatir y el que podía vencer, y esto es lo que ha sucedido con Cristo,
Dios y hombre.
Desde una eternidad pasada Dios formuló el plan de la redención que fue
profetizado por sus santos profetas. Desde antes de su venida a este mundo se
dijo que su nombre sería “Príncipe de paz” Isaías 9:6 y que “el castigo de
nuestra paz sería sobre él” Isaías 53:5.
En la anunciación de su nacimiento, los ángeles declararon a los pastores en
el campo que había para “la tierra paz y buena voluntad para los hombres”
Lucas 2:14.
A través de su muerte en la cruz Cristo abolió la enemistad entre judíos y gentiles,
pero principalmente entre los hombres y Dios y nos reconcilió con Dios.
Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando
la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las
enemistades, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo
hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a
ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y
anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a
los que estaban cerca; Efesios 2:14 – 18.
Cristo satisfizo la ira de dios porque “siendo aún pecadores, cristo murió por
nosotros” Romanos 5:8.
C. LA RECONCILIACIÓN FINAL
Por medio de la obra de Cristo, el hombre y Dios son capaces de reconciliarse.
TODAS LAS ACUSACIONES en nuestra contra FUERON RETIRADAS ya que él
nos “dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando
el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria,
quitándola de en medio y clavándola en la cruz” Colosenses 2:14.
Por la fe en la palabra de Jesús y en su obra nosotros hemos sido declarado
Justos “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio
de nuestro Señor Jesucristo” Romanos 5:1.
A través de Jesús y su obra reconciliadora hemos sido “bendecidos con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales” y hemos recibido el espíritu
de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”.
¿Quiere disfrutar de la paz de Dios en su vida? En primer lugar, disfrútela en lo
más importante, su relación con Dios. Dios ya no está enojado con usted. Una vez
retirada su ira, lo que queda es un Dios de amor.
Dios no le acusa por lo que antes era, en su lugar le ha dado una vida nueva “De
modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas
pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios,
quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la
reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo,
no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados…” 2 Corintios 5:17-19.
Cerca del final de su vida David recuerda como se sentía por su pecado con
Betsabé antes de confesarlo a Dios:
Jehová, no me reprendas en tu furor,
Ni me castigues en tu ira.
Porque tus saetas cayeron sobre mí,
Y sobre mí ha descendido tu mano.
Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira;
Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado.
Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza;
Como carga pesada se han agravado sobre mí.
Hieden y supuran mis llagas,
A causa de mi locura.
Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera,
Ando enlutado todo el día.
Porque mis lomos están llenos de ardor,
Y nada hay sano en mi carne.
Estoy debilitado y molido en gran manera;
Gimo a causa de la conmoción de mi corazón.
Salmo 38:1 – 8
Aún antes del nuevo pacto el salmista reconocía la dicha de la paz con Dios,
Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su
pecado.
Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad,
Y en cuyo espíritu no hay engaño.
Mientras callé, se envejecieron mis huesos
En mi gemir todo el día.
Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano;
Se volvió mi verdor en sequedades de verano.
Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad.
Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová;
Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.
Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado;
Ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán estas a él.
Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia;
Con cánticos de liberación me rodearás.
Salmo 32: 1 – 7

No hay bendición más grande que estar en paz con Dios. Tampoco hay paz más
grande que esa.

La segunda forma en que disfrutamos de la paz de Dios es en nuestra vida diaria,


relacionado a un estado de quietud y serenidad en el alma que espera
pacientemente en Dios.
II. ENTENDIENDO QUE DIOS NOS HA DADO POR SU ESPIRITU SANTO
PRECIOSAS Y BELLISIMAS PROMESAS PARA QUE CREAMOS EN ELLAS
A. DIOS DESEA DARNOS DE SU PAZ
Dios desea que vivamos en paz. El apóstol Pablo mandar hacer oraciones por
todos “para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y
honestidad.  Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro
Salvador” 1 Timoteo 2:2-3.
Dios nos ha “llamado en un solo cuerpo” para que “la paz de dios gobierne en
nuestros corazones” Colosenses 3:15.
En una de sus quejas por la desobediencia de Israel Dios se lamentó y dijo: “¡Oh,
si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un
río” Isaías 48:18.
David escribió que “Jehová dará fortaleza a su pueblo; Jehová bendecirá a su
pueblo con paz” Salmo 29:11
A su pueblo que no está disfrutando de la paz y la seguridad que él puede
ofrecernos le reclama “Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para
que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es
como heno?” Isaías 51:12
Dios es celoso en cuanto a la paz que el ofrece y declara maldición sobre el que
confía el alguien “Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el
hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. más
que el” Jeremías 17:5
La paz de Dios es un regalo que se otorga en abundancia para su pueblo por
medio de Cristo Jesús. “No hay paz, dice el señor, para los impíos” Isaías
57:21.
Los que no conocen a Dios tampoco “han conocido camino de paz” Romanos
3:17.
¿Por qué los impíos no pueden vivir en paz? Porque están bajo la ira de Dios y la
expectación de su castigo eterno, porque están separados de Dios que es la
fuente de la paz y porque su naturaleza pecaminosa es la fuente de su pleito,
mentira, el engaño e hipocresía que le impide vivir en paz con todos los hombres.
Dios ha decidido darnos la paz que Cristo ganó en la Cruz por medio de su
Espíritu Santo. A su vez, el Espíritu Santo nos ha hablado por medio de la
revelación de la palabra de Dios.
B. LAS PROMESAS DE DIOS GARANTIZAN LA TRANQUILIDAD QUE
TANTO DESEAMOS.
Las promesas de Dios son nuestra garantía. A lo largo de toda la escritura Dios
ha realizado un total de 3500 promesas relacionadas a todo aspecto de la vida.
Antes de despedirse de sus discípulos Jesús les prometió la venida del Espíritu
Santo y luego les dijo: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz.
En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” Juan
16:33.
Las promesas de Dios son nuestra única esperanza en el diario vivir. En un mundo
que colapsa aceleradamente, solo las palabras de vida de nuestro señor son
capaces de darnos el nuevo ánimo que necesitamos.
La paz de Dios en la vida práctica se refiere al estado de reposo del alma,
quietud en el corazón y descanso en el cuerpo que proviene de una confianza
firme y eterna en Dios y su amor para nosotros.
La paz de Dios en nosotros es un fruto del Espíritu que se produce en el campo
fértil de una vida de fe y se manifiesta en medio de las dificultades
Jesús dijo “NO se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en
mí” Juan 14:1. El apóstol Pablo dijo estar “atribulados en todo, mas no
angustiados; en apuros, mas no desesperados” 2 Corintios 4:8.
La paz de Dios en nosotros es el resultado de comprender que la seguridad del
creyente no está en la ausencia de problemas sino en la confianza que Él es
capaz de sacarnos adelante sin importar cual sea la circunstancia.
El apóstol Pablo, que al momento de escribir estas palabras estaba preso, dijo:
En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido
vuestro cuidado de mí … No lo digo porque tenga escasez, pues he
aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.  Sé vivir
humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado,
así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia
como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Filipenses 4:11-13
Jesús mismo declaro que “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he
vencido al mundo” Juan 16:33.
Las promesas de bendición y cuidado de Dios abarcan cualquier ámbito de la vida.
¿Está enfermo? Hay promesa Santiago 5:15. La oración de fe sanará al
enfermo y el Señor lo levantará.
¿Se le acabo el dinero? Hay promesa Filipenses 4:19 Mi Dios, pues, suplirá todo
lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.
¿Está en una encrucijada? Hay promesa Salmo 37:5 Encomienda a Jehová tu
camino, y confía en él, y él lo hará.
¿Está en peligro de muerte? Hay promesa 2 Corintios 1:9 Pero tuvimos en
nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en
nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el cual nos libró,
y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará.
¿El camino que con seguridad tiene por delante es un camino espantoso, lleno de
sufrimiento y tristeza? Hay promesa. El Salmista dijo “Aunque Ande en Valle de
sombra de muerte, no temeré mal alguno; porque tú estarás conmigo: tu
Vara y tu cayado me infundirán aliento” Salmo 23:4.
Y todo esto proviene de Dios, a través de la reconciliación por medio de Cristo sin
la cual seguiríamos “alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos
de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo” Efesios 2:12.
Antes no era posible acceder a las promesas de Dios pues estaban reservadas
para los israelitas, en estos tiempos finales “por medio de Jesús los unos y los
otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre, así que ya no sois
extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros
de la familia de Dios” Efesios 2:18.
Meditar en las promesas de Dios para nuestra vida es llegar a beber a la fuente de
inagotable paz. El profeta Isaías declaro que “Tú guardarás en completa paz a
aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”. Isaías
26:3 – 4.
El salmo 42 es un claro reflejo de como la fe y la esperanza luchan contra la
aflicción dentro del hombre angustiado:
Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;
¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?
Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,
Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?
Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí;
De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios,
Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.
¿Por qué te abates, oh alma mía,
¿Y te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.
Dios mío, mi alma está abatida en mí;
Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán,
Y de los hermonitas, desde el monte de Mizar.
Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas;
Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.
Pero de día mandará Jehová su misericordia,
Y de noche su cántico estará conmigo,
Y mi oración al Dios de mi vida.
Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí?
¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?
 
Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan,
Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?
 
¿Por qué te abates, oh alma mía,
¿Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.
SALMO 42

C. DOS CONSEJOS PRÁCTICOS PARA DISFRUTAR LA PAZ DE DIOS EN


LA VIDA DIARIA
La biblia nos da dos consejos prácticos para disfrutar la paz: el primero, echar
nuestra ansiedad sobre Dios porque el tiene cuidado de nosotros y el segundo es
llevar ante Dios todas nuestras peticiones en oraciones y ruegos.
Pedro apóstol nos exhorta y nos dice “echando toda vuestra ansiedad sobre él,
porque él tiene cuidado de vosotros” 1 Pedro 5:7. La única otra vez que la
palabra “echar” aparece en la Biblia es cuando los discípulos echaron sus túnicas
sobre el asno en el cual Jesús entraría a Jerusalén. La idea del texto es que
echemos sobre Dios la carga que nos agobia para que él, no nosotros, sea quien
la lleve. El punto es trasladar la preocupación del problema a Dios para que sea él
quien se encargue de todo.
El salmo 55:22 dice “Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará”. ¿Se
siente oprimido por tantas cargas en su vida? ¡Eche las cargas a Dios y camine en
paz!
El segundo consejo práctico para llenar nuestra vida diaria de paz es llevar todas
nuestras oraciones ante Dios en oración. El apóstol Pablo dijo “Por nada estéis
afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda
oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo
entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en
Cristo Jesús” Filipenses 4:6- 7.
Poner nuestras peticiones delante de Dios no es una forma de huir del problema,
sino de reconocer que nosotros mismos no podemos hacer nada, pero confiamos
en un Dios que nos escucha, nos ama y que “es poderoso para hacer todo
mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el
poder que obra en nosotros” Efesios 3:20.
Tras poner nuestros problemas en las manos de aquel que tiene toda la capacidad
para solucionarlo, lo único que nos queda es disfrutar la paz de Dios, que
sobrepasa todo entendimiento y es esa paz la que guarda nuestros corazones
y nuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Solo resta esperar el momento de
la victoria que Dios seguramente nos dará cuando fuere su tiempo y según su
santa voluntad.
El apóstol Pablo era un hombre experimentado en sufrimientos. A los Corintios
Pablo les dice:
De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. 25 Tres
veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he
padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta
mar; 26 en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de
ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en
la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos
hermanos; 27 en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en
muchos ayunos, en frío y en desnudez; 28 y además de otras cosas, lo que
sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias.
2 Corintios 11:24 - 28
A pesar de todo, solo unos años después él era capaz de decirle a otros que no se
preocuparán por nada. Su caminar cristiano le había demostrado que Dios estaba
en control de todo y que la mejor solución ante cualquier problema es la oración.
La oración es el mejor remedio para la preocupación. “¿Está alguno entre
vosotros afligido? Haga oración” Santiago 5:13 La forma de olvidar nuestras
miserias es recordar al Dios de nuestras misericordias.
Cuando el enemigo, las circunstancias o nuestra propia carne quieran
desmotivarnos o llenarnos de temor y duda es necesario levantar el escudo de la
fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno y cuando
las tentaciones a dudar del poder de Dios nos ataquen con más fuerza debemos
contraatacarlas con la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando
en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu. Efesios 6:16 – 18
La paz interior se proyecta a los que nos rodean. Hebreos 12:14 dice “Seguid la
paz con todos”, además, el apóstol Pablo exhorta a que, “Si es posible, en
cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres”
ROMANOS 12:18.
Relaciones sociales conflictivas son una evidencia de la falta de paz interior en el
ser humano. El apóstol pablo ordeno quitar de nosotros todas aquello relacionado
a una vida belicosa. Efesios 4:31 dice “Quítense de vosotros toda amargura,
enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia”.
CONCLUSIÓN
Jesucristo dejó su paz depositada en nosotros por medio de su obra en la cruz y
por las preciosas promesas de las cuales nos ha hecho herederos y participantes.
Como en todo en la Biblia, es nuestra decisión creer en las promesas de Dios y
vivir en paz o luchar por nuestra propia cuenta en este mundo donde no hay paz.

También podría gustarte