Arte Paleocristiano
El arte paleocristiano es el nexo de unión entre dos
grandes etapas de la cultura y el arte occidental. Nos
referimos a la Antigüedad Clásica y a la Edad Media
Cristiana.
Para el estudio del arte europeo de la Edad Media es
imprescindible realizar un acercamiento al arte
paleocristiano pues en él se van a gestar dos
manifestaciones artísticas de la importancia del templo
basilical y la iconografía narrativa y simbólica del
Cristianismo.
De esta última, por ejemplo, sobresale el crismón, que
será ampliamente utilizado en periodo romano.
Por tanto, se denomina Arte Paleocristiano al
desarrollado en las primeras comunidades cristianas de
los siglo II y III hasta la caída del Imperio Romano de
Occidente.
El arte paleocristiano se puede dividir en dos grandes periodos:
Periodo de persecución y clandestinidad (siglos II y III),
Periodo del gran arte paleocristiano en tiempos del Cristianismo como religión oficial
del Imperio (parte del siglo IV). En esta fase será, por contra, un arte protegido e
impulsado por las grandes jerarquías eclesiásticas de la época.
Primer Periodo del Arte Paleocristiano. Siglos II y III
Se desarrolla entre Finales del siglo II y siglo III, años en los que las comunidades cristianas
son perseguidas e el Imperio.
Las dos manifestaciones arquitectónicas de este periodo son las Domus Ecclesiae y los
Cimeterios (cementerios)
Domus Ecclesiae
Las Domus Ecclesiae fueron lugares para la celebración del rito cristiano, por tanto
son equivalentes a las iglesias parroquiales posteriores.
No tenían una forma especial debido a que se empleaban normalmente viviendas romanas
normales de dos pisos adaptándola a las funciones que necesitaban dividiéndola con tabiques.
Cimeterios (cementerios)
Durante esta fase los enterramientos cristianos tenían lugar en dos posibles lugares: los areae
y las catacumbas.
Areae
Lugares donde las tumbas estaban cubiertas por losas.
Por el ritual funerario de la época, era frecuente encontrar en estos cementerios salas o lugares
con mesas donde se celebraban los ágapes funerarios que se celebraban tras el entierro.
Catacumbas
Los cristianos encontraron problemas, durante este periodo de clandestinidad, para conseguir
terrenos para sus enterramientos.
Cuando las conseguían y se completaban se veían obligados a aprovechar el terrenos abriendo
galerías subterráneas entrecruzadas. Aunque estos lugares eran estrechos, podían tener
decoración, especialmente si el difunto pertenecía a clases adineradas, como los patricios
romanos, construyéndose, incluso, pequeños mausoleos.
Arte Paleocristiano en los siglos IV y V
El año 311 fue una fecha especialmente significativa para explicar el cambio que se va a
producir en el arte cristiano, de un arte típico de comunidades pobres y semiclandestinas a un
arte monumental y rico.
En esta fecha se promulgó el primer edicto de tolerancia, el Edicto de Valerio Augusto, aunque
tendrá más importancia el Edicto de Milán, del año 313, del mismo carácter tolerante que
permite el culto cristiano sin ningún tipo de cortapisas.
Ambos fueron promulgados por el emperador Augusto Valerio, pero al acceder al trono el
emperador Constantino se da un cambio, si cabe, más favorable para la iglesia cristiana puesto
que una gran parte de la familia de Constantino se va a convertir al cristianismo e incluso se
especula sobre si el propio emperador se hubiese convertido al final de su vida.
Este proceso de dignificación del cristianismo culmina en al año 380 cuando el emperador
Teodosio proclama a la iglesia cristiana como iglesia oficial del Imperio.
A partir del año 313 los altos dignatarios de la Iglesia se van a convertir paulatinamente en
autoridades del Imperio. De este modo, las jerarquías eclesiásticas van a pasar a ocupar
importante cargos de la administración pública y la Iglesia cristiana se convierte gradualmente
en una institución de poder estrechamente ligada al emperador y a la administración imperial.
Como consecuencia de ello, la liturgia cristiana comenzó a adoptar elementos característicos
del protocolo imperial. Se va a solemnizar y, en consecuencia, va a necesitar un nuevo
vocabulario artístico que iguale los edificios cristianos con los grandes edificios públicos,
palacios y templos de la sociedad romana.
En esta nueva etapa el arte cristiano es financiado por el alto clero y por las clases patricias e
incluso por los propios emperadores. Consecuencia de esta alto poder económico nos
encontramos con un arte con tendencia al lujo muy considerable y realizado, por tanto, con
materiales nobles especialmente costosos.
Las principales manifestaciones de este arte van a ser dos: la arquitectura eclesiástica y la
pintura monumental que se va a plasmar a través de los mosaicos (musivaria, el arte de los
mosaicos).
Los nuevos templos cristianos: las basílicas
El principal problema que se plantea la Iglesia en estos momentos es encontrar un modelo
arquitectónico para realizar sus celebraciones litúrgicas con toda pompa.
Evidentemente tiene muchos tipos de edificios a su alrededor que pueden inspirarles, como los
propios templos romanos, pero pronto se deshecha esta idea debido por un lado a
planteamientos puramente religiosos (reminiscencias de religiones paganas no deseadas…) y
por otro lado porque en los templos romanos no entra la multitud, pero en las celebraciones
cristianas sí.
Una vez que el Cristianismo fue legalizado y posteriormente elevado a la categoría de Religión
Oficial, los cristiano llegaron a tener una enorme influencia política en el Imperio, por lo que sus
construcciones van a ser de gran calidad y valor.
Para la construcción de los templos cristianos se rechazó el modelo de templo anterior romano
por su asociación al paganismo.
Se adoptó entonces la basílica, edificio de múltiples usos ya que no tenía ninguna función
específica y menos aún de carácter religioso.
Las basílicas romanas eran edificios de forma rectangular de tres o más naves en número
impar separadas por columnas, que solía tener una cabecera sobreelevada respecto al resto
rematada en una exedra
Edificios de planta centralizada: martyria y baptisterios
Si las basílicas para el culto tienen planta longitudinal, Las plantas centralizadas se van a
reservar para los martyria y para los baptisterios, con funciones litúrgicas distintas.
Los martyria fueron construcciones de carácter funerario.
En occidente van a tender a convertirse en plantas de cruz griega y normalmente estarán
unidos a la iglesia, mientras que en oriente adquieren una gran monumentalidad y se
convierten en templos normalmente poligonales que estarán exentos.
Los baptisterios, en occidente serán de planta octogonal y estarán próximos a la iglesia, pero
exentos, mientras que en oriente serán pequeñas salas de planta cuadrangular unidas al
templo.
Mosaicos y sepulcros
Al margen de la arquitectura, el arte paleocristiano tiene en los mosaicos y la escultura
funeraria de los sepulcros dos de sus más importantes manifestaciones artísticas.
La técnica del mosaico paleocristiano es la misma que el periodo anterior, pero lógicamente,
cambia la iconografía. Se eligen temas de carácter fuertemente simbólico y religioso.
Por su parte, en los sarcófagos paleocristianos de los siglos IV y V, frente a los del siglo III que
sólo nos ofrecían aspectos puntuales de la doctrina cristiana, se pretende resumir los principios
básicos de la doctrina cristiana en su totalidad.
Los sarcófagos se leen de izquierda a derecha y, si tienen dos registros, primero se lee el
registro de arriba y luego el de abajo.
Arquitectura y Arte Paleocristiano en España
En la Hispania tardorromana, dada su amplia romanización y también por su pronta
cristianización, debieron ser muchos los edificios paleocristianos construidos.
Lamentablemente, las guerras incesantes e invasiones QUE sufrió España durante siglos
apenas han dejado muestras de su arquitectura. Entre ellas, tenemos:
Mausoleo de Centcelles
El Mausoleo de Centcelles es lo único que se conserva de mediados del siglo IV y se encuentra
en Constatí en Tarragona.
Parece que formaba parte de una villa romana construida inicialmente en el siglo III y
reconstruida en la mitad del siglo IV, cuando se añaden los dos mausoleos, ambos de planta
centralizada, una cuadrilobulada y otra circular que presentaba cuatro nichos en forma de
pequeñas exedras.
Este último es el que se conserva, aunque en muy malas condiciones. Está cubierto por una
gran cúpula con decoración en 4 frisos: el inferior representa una cacería, en el segundo hay
escenas de las comendatio funebre entre columnas salomónicas, el tercero representa las
estaciones, símbolo de inmortalidad, y en el cuarto no se sabe.
Entre los cazadores, hay uno mirando al frente, se cree que el difunto. Del segundo hay restos
de un león que parece que era de gran calidad y del tercero, amorcillos con racimos de uvas.
Basílica de Santa María de Abajo de Carranque.
Se trata de la basílica cristiana más antigua que se conserva de España. Fue descubierta, tras
intensos trabajos de excavaciones y actualmente es parte del Yacimiento Arqueológico o
Parque Arqueológico de Carranque (Toledo),
Se cree que esta basílica paleocristiana fue erigida por orden del emperador romano cristiano
Teodosio, a fines del siglo IV.
Martiriun de la Alberca
El Martirium de la Alberca es probablemente obra del siglo V. Se percibe influencia de un heroa
griego de planta más bien basilical. El piso inferior está lleno de tumbas y el superior está
rematado en exedra. El inferior está cubierto con bóveda rebajada y el superior con techumbre
de madera a dos aguas.
Basílicas de ábside contrapuestos
En Vega del Mar (Málaga) del siglo V, quizá IV, con pórticos que suelen tener finalidad
funeraria. Otra muy similar es la iglesia de Casa herrera (Badajoz), en la que aparecen salas
junto a los ábsides, las pequeñas eran probablemente sacristías pero las grandes es posible
que estuviesen empleadas por una comunidad monástica.
Cómo nacen las catacumbas
La fuerte persecución iniciada por Nerón a partir del año 64 d. C. llevó al
martirio a una ingente cantidad de cristianos. Calificados de ateos (al negarse a
dar culto al emperador), peligrosos para la unidad del Imperio y enemigos del
género humano, a los cristianos se les atribuían las peores atrocidades:
infanticidios, antropofagia y desórdenes morales de todo tipo. Tertuliano, (160-
220), lo describía así: No hay calamidad pública ni males que sufra el pueblo de
que no tengan la culpa los cristianos. Si el Tíber crece y se sale de madre, si
elNilo no crece y no riega los campos, si el cielo no da lluvia, si tiembla la tierra,
si hay hambre, si hay peste, un mismo grito enseguida resuena: ¡los cristianos a
las fieras!
Hasta el 313, año en que se alcanzó la paz con el Edicto de Milán, la Iglesia vivió
perseguida.
Es cierto que las persecuciones no tuvieron siempre la misma intensidad y que,
quitando algunos periodos concretos, los cristianos hacían vida normal; pero
el riesgo de encontrar el martirio siempre estaba presente: bastaba la acusación de
un enemigo para que se diera inicio a un proceso.
Quien se convertía era plenamente consciente de que el cristianismo suponía una
opción radical que implicaba la búsqueda de la santidad y la profesión de la fe,
llegando, si fuera necesario, a la entrega de la propia vida.
El martirio era considerado entre los fieles un privilegio y una gracia de Dios:
una posibilidad de identificarse plenamente con Cristo en el momento de la
muerte. Junto a esto, la conciencia de la propia debilidad les llevaba a implorar la
ayuda del Señor para saber abrazarlo, si se presentaba la ocasión, y a venerar
como modelos a los que habían alcanzado la palma del martirio.
Es fácil imaginar cómo emocionaría a la comunidad cristiana de Roma oír los
detalles de la muerte santa de sus hermanos en la fe. Estos relatos eran a un
tiempo consuelo y fortaleza para los creyentes, y semilla para nuevas
conversiones. Las reliquias de los mártires se recogían y sepultaban con
devoción, y a partir de ese momento se acudía a ellos como intercesores.
Desde muy antiguo, la ley romana establecía que las necrópolis, ciudades de los
muertos, en griego, debían situarse fuera de las murallas de la ciudad. “Al
hombre muerto ni se le sepultará ni se le quemará en la Urbe”. Los romanos
solían incinerar los cuerpos de los difuntos, pero también existían algunas
familias que tenían por costumbre enterrar a los seres queridos en campos de su
propiedad, costumbre que se fue imponiendo posteriormente por influencia del
cristianismo.Al principio no había separación, y se enterraban juntos a fieles y
paganos.
A partir delsiglo II, gracias a las donaciones de algunos cristianos de buena
posición social, la Iglesia comenzó a tener sus propias necrópolis, a las que los
fieles comenzaron a llamar cementerios (coimeteria, del griego koimáo, dormir):
lugares donde los cuerpos reposan en espera de la resurrección.
Así fueron surgiendo las catacumbas cristianas, que no eran, como a veces se
piensa, escondrijos o sitios de reunión para las celebraciones litúrgicas,
sino lugares de sepultura donde se custodiaban los restos mortales de los
hermanos en la fe.
Originariamente, el término catacumba hacía referencia a la zona de la vía
Apia que se encuentra entre la tumba de Cecilia Metella y la ciudad de Roma.
Con el tiempo, pasó de ser un toponímico a designar en general el cementerio
cristiano bajo tierra.
En los primeros siglos fueron enterrados en ellas muchos mártires y, junto con las
tumbas de San Pedro y San Pablo, las catacumbas pasaron a ser lugares de
memoria y veneración muy queridos para los cristianos de Roma.
¡Cuántas veces, en los momentos difíciles, se escaparían a implorar la ayuda de
Dios por intercesión de aquellos que habían proclamado el Evangelio con su
sangre! Movidos por la devoción, era normal que los fieles quisiesen ser
sepultados y esperar la resurrección en compañía de los demás miembros de la
comunidad cristiana y, si era posible, cerca de algún Apóstol o de algún mártir.
Las catacumbas han cautivado siempre la imaginación del público, pues se
pensaba que habían servido de refugio a los cristianos en tiempos de
persecución. Sobre ellas han surgido además algunas leyendas sobre gente
que se perdía en sus galerías y desaparecía para siempre sin dejar rastro. Pero
todo esto es sólo fruto de la fantasía. Las catacumbas son simplemente
cementerios subterráneos (en su gran mayoría cristianos) cuya historia es, a
grandes rasgos, la siguiente:
Explicación del fenómeno. Desde tiempos remotos, la ley romana prohibía
enterrar a los muertos dentro de la ciudad. Las necrópolis se situaban por ello
fuera de los muros de la urbe, a lo largo de las principales vías consulares que
salían de Roma, y ahí es donde se encuentran hoy las catacumbas.
Los romanos solían incinerar los cadáveres, pero judíos y cristianos
preferían la inhumación. Por eso, pronto se vieron faltos de espacio y
comenzaron a excavar galerías subterráneas en la dócil roca de tufo del
subsuelo de Roma, partiendo del pequeño terreno de la necrópolis de
superficie.
Desarrollo. Las catacumbas surgieron en la primera mitad del siglo II d.C.,
crecieron enormemente en el siglo III por la gran devoción a las reliquias de
los mártires, y alcanzaron su máximo desarrollo en el siglo IV, cuando
terminaron las persecuciones contra la Iglesia. Se ramificaron tanto que las
distintas redes llegaron a conectarse entre sí, formando extensos
entramados de túneles, con respiraderos, lucernarios y pequeños espacios
dedicados al culto.
Abandono y olvido. A partir del siglo V, la Iglesia volvió a enterrar
exclusivamente en superficie. Con las invasiones de los bárbaros, las
reliquias de los mártires fueron trasladadas a las iglesias de la ciudad para
evitar profanaciones, y las catacumbas quedaron definitivamente
abandonadas. Durante la Edad Media cayeron en el olvido y su rastro se
perdió hasta el siglo XVII.
Descubrimiento. En el siglo XIX comenzó su exploración sistemática por
parte del arqueólogo Juan Bautista de Rossi, que descubrió las catacumbas
de San Calixto. Actualmente se conocen más de 60 catacumbas, con cientos
de kilómetros de galerías y docenas de miles de tumbas, pero aún siguen
quedando muchas por descubrir.
Las catacumbas más interesantes son, por este orden:
Las de San Calixto (en la zona de la Via Appia)
Las de San Sebastián (zona Via Appia)
Las de Domitila (zona Via Appia)
Las de Priscila (situadas en el otro extremo, al Norte de Roma, a 10 min. de
Santa Inés)
Las catacumbas de San Calixto es un cementerio que se encuentra al oeste de la Via
Appia Antica, después de la iglesia del "Quo Vadis".
Pez y pan eucarísticos, pintura sobre la pared de la cripta de Lucina, en la catacumba de San
Calixto, Roma.
Empezaron a existir hacia la mitad del siglo II y forman parte de un complejo que ocupa
una extensión de 15 hectáreas, con una red de galerías de casi 20 km en distintos pisos, y
alcanzan una profundidad superior a los 20 metros. En ellas se enterraron a decenas
de mártires, 16 pontífices y muchísimos fieles cristianos.
Reciben su nombre del diácono San Calixto, designado a principios del siglo III por el Papa
Ceferino como administrador del cementerio. De ese modo, las catacumbas de San Calixto
se convirtieron en el cementerio oficial de la Iglesia de Roma.
En la superficie se ven dos pequeñas basílicas con tres ábsides, llamadas por ello
"Tricoras": oriental y occidental. En la oriental se inhumó probablemente al papa San
Ceferino y al joven mártir de la Eucaristía, San Tarcisio.
El cementerio subterráneo consta de distintas áreas. Las Criptas de Lucina y la zona
llamada de los Papas y de Santa Cecilia son los núcleos más antiguos (siglo II). Las otras
zonas reciben el nombre de San Milcíades (mitad del s. III), de San Cayo y San Eusebio
(finales del s. III), Occidental (primera mitad del s. IV) y Liberiana (segunda mitad del s. IV)
con muchas criptas importantes.
Los Simbolos
Los primeros cristianos vivían en medio de una sociedad
mayoritariamente pagana y hostil. Desde la persecución de Nerón (64
después de Cristo) se consideraba que su religión era "una superstición
extraña e ilegal". Los paganos desconfiaban de los cristianos y se
mantenían a distancia, sospechaban de ellos y los acusaban de los
peores delitos. Los perseguían, los encarcelaban y los condenaban al
destierro o a la muerte. Como no podían profesar abiertamente su fe,
los cristianos se valían de símbolos que pintaban en los muros de las
catacumbas y, con mayor frecuencia, grababan en las lápidas de mármol
que cerraban las tumbas.
Como a todos los antiguos, a los cristianos les agradaba mucho el
simbolismo. Los símbolos expresaban visiblemente su fe. El término
"símbolo" se aplica a un signo concreto o a una figura que, de acuerdo
con la intención del autor, evoca una idea o una realidad espiritual. Los
símbolos más importantes son el Buen Pastor, la "orante", el monograma
de Cristo y el pez.
El Buen Pastor con la oveja sobre los hombros representa a Cristo
salvador y al alma que ha salvado. Este símbolo se encuentra con
frecuencia en los frescos, en los relieves de los sarcófagos, en las
estatuas, así como grabado sobre las tumbas.
La orante: esta figura, representada con los brazos abiertos, es símbolo
del alma que vive ya en la paz divina.
El monograma de Cristo está formado por dos letras del alfabeto
griego: la X (ji) y la P (ro) superpuestas. Son las dos primeras letras de la
palabra griega "Christòs" (Jristós), es decir, Cristo. Este monograma,
puesto en una tumba, indicaba que el difunto era cristiano.
El pez. En griego se dice "IXTHYS" (Ijzýs). Puestas en vertical, estas
letras forman un acróstico: "Iesús Jristós, Zeú Yiós, Sotér" = Jesucristo,
Hijo de Dios, Salvador. Acróstico es una palabra griega que significa la
primera letra de cada línea o párrafo. Es un símbolo muy difundido de
Cristo, emblema y compendio de la fe cristiana.
Otros símbolos son la paloma, el Alfa y la Omega, el ancla, el ave fénix,
etc.
La paloma con el ramo de olivo en el pico es símbolo del alma en la paz
divina.
El Alfa y la Omega son la primera y la última letra del alfabeto griego.
Significan que Cristo es el principio y el fin de todas las cosas.
El ancla es el símbolo de la salvación, símbolo del alma que ha
alcanzado felizmente el puerto de la eternidad.
El ave fénix, ave mítica de Arabia que, según creían los antiguos, renace
de sus cenizas después de un determinado número de siglos, es el
símbolo de la resurrección.
Los símbolos y los frescos son como un Evangelio en miniatura,
una síntesis de la fe cristiana.
Las catacumbas de san Calixto
Uno dice catacumbas e inmediatamente piensa en tumbas subterráneas oscuras y antiguas,
¿no es verdad? Bueno, si te gustan este tipo de sitios entonces en Roma tienes varias visitas
para hacer. Hemos hablado ya de las Catacumbas de San Calixto y de las catacumbas
romanas en general pero hoy nos toca hablar de las Catacumbas de San Sebastián.
Las Catacumbas de San Sebastián forman un cementerio del cristianismo temprano, uno de los
pocos a los que se puede ingresar, y están en la ciudad de Roma. Es un complejo de cuatro
pisos pero el primero de ellos está destruido así que es imposible recorrerlo.
Las salas mas llamativas tienen valiosas pinturas que hablan de aquellos lejanos y primeros
años de la fe cristiana, grafitos y mosaicos varios y hoy podemos ver además una basílica y
capillas con obras escultóricas que son muy posteriores. El caso es que se distingue una
basílica primitiva que fue reconstruida por los arqueólogos en los años ’30 del siglo XX y una
iglesia actual entre las que median
En estas catacumbas hay sarcófagos enteros y algunos fragmentos de otros que no han
soportado el paso de los siglos, la mayoría del siglo IV, que han visto la luz a partir de las
continuas excavaciones. Por una escalera se va bajando por las galerías hasta llegar a la
Cripta de San Sebastián, un mártir romano que era muy venerado en el siglo III.
Sus restos estaban en este lugar pero fueron llevados a la Iglesia de San Pedro hacia el año
826 cuando se temía una invasión sarracena que finalmente arrasó con la iglesia. El papa
Nicolás I mandó reconstruirla pocos años después pero el edificio que vemos hoy en día es un
edificio del siglo XVII ordenada por el cardenal Borghese. Los restos de San Sebastián han
vuelto, eso sí, a la basílica.
Las catacumbas de crisicila
Normalmente la nomenclatura de estos lugares de enterramiento estaba relacionada con
su fundador, sim embargo algunas inscripciones halladas en el interior de la catacumba
nos hacen pensar que su origen estaría en el enterramiento de la familia Acilios, parientes
del cónsul romano Acilio Glabrión que fue condenado por su adhesión al cristianismo.
Según las dataciones más antiguas se han encontrado restos en el enterramiento del siglo
II y III d. C.; parece ser que el lugar no siempre mantuvo su función funeraria y que con
anterioridad podría haber servido para otros fines, además muchos de los restos allí
hallados fueron trasladados desde otros enterramientos. Además de un buen número de
santos mártires en las catacumbas de Priscila se llegaron a enterrar algunos papas.
El criptopórtico –las galerías subterráneas que salvan el desnivel de las catacumbas- ha
sido realizado en piedra y ladrillo, parece que su uso en estos enterramientos no se
conoce con total seguridad pero en su interior se alberga la Capilla griega y el Hipogeo
de los Acilios. Se trata de una sala con una sola nave rectangular que se cubre con
bóveda de crucería y en cuyas paredes aparecen arcosolios decorados con pinturas
murales.
La Capilla griega era el lugar escogido para acoger los sarcófagos y quizás la parte más
conocida de las catacumbas; en su interior se encuentran importantísimos frescos de una
gran calidad artística que le ha llevado a conocerse con el sobrenombre de La Capilla
Sixtina Paleocristiana. La capilla posee tres espacios diferentes con ábsides y en cuyo
interior encontramos un determinado números de enterramientos.La primera zona
encontramos representaciones tan importantes como el primer Ave Fénix en un contexto
cristiano (Jesucristo Resucitado), los episodios más destacados de la vida de Jonás o la
representación de Daniel en el foso de los leones. En la segunda cámara aparecen
escenas vegetales y animales pero llama la atención la representación de la Partición del
Pan en la que participan cinco hombres y una mujer.
En el Arenario encontramos un espacio estrecho y alargado cubierto con bóvedas. A
lo largo de las paredes se abren un buen número de lóculos –espacios destinados a
albergar a los difuntos-. Especial mención merece en este espacio las representaciones
del Buen Pastor y la primera representación conocida de la Virgen María.
El cubículo de la Velatio era un espacio destinado al descanso eterno para
miembros de una misma familia. Aparecen tres escenas historiadas que harían alusión a
la vida de una de las mujeres allí enterradas, también aparecen representaciones del
Sacrificio de Isaac y de nuevo, una representación del Buen Pastor.
Las catacumbas de Domitila
La catacumba de Domitila está compuesta actualmente por una red de
17 Km. de galerías subterráneas, algunas de ellas inaccesibles,
excavadas en cuatro niveles o planos superpuestos.
La catacumba fue descubierta en el 1593 por Antonio Bosio, aunque no fue hasta
el siglo XIX cuando G.B. de Rossi supo que se trataba de la catacumba de
Domitila y del santuario de los mártires Nereo y Aquiles. Desde entonces,
numerosas excavaciones han sacado a la luz un considerable número de galerías.
Las galerias y sepulturas
La catacumba está excavada en el tufo, una roca tierna de origen
volcánico que se encuentra en el subsuelo de la ciudad de Roma.
Las galerías, en ocasiones, se obtuvieron utilizando pequeñas galerías ya
existentes o también, y con mayor frecuencia, excavando en la roca.
Tumbas más antiguas son las que se encuentran más altas; cuando se agotaba el
espacio disponible, los enterradores excavaban hacia abajo para obtener otras
tumbas, o ampliaban las galerías ya existentes creando diversos planos
superpuestos, con escaleras internas.
En las paredes de las galerías se pueden ver las tumbas más corrientes:
los nichos, de forma rectangular, normalmente para una sola persona, aunque en
ocasiones acogía varios difuntos.
Los nichos de menores dimensiones estaban destinados a la sepultura de niños.
En las galerías se abren también las entradas a los cubículos, habitaciones de
dimensiones diversas, normalmente cuadradas, con frecuencia adornadas con
frescos, y en general propiedad de una sola familia.