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Viento Del Norte: El Sol, Se Escondió Tras Una Nube y El Viento Del Norte Comenzó A Soplar. Sopló

El cuento presenta la historia de Trapito, un nuevo estudiante que es intimidado por el matón de la clase, Bully. Bully fuerza a Trapito a darle su comida y hacer su tarea. Tina se hace amiga de Trapito y busca la ayuda de los otros estudiantes para poner fin al abuso de Bully y asegurar que ningún estudiante sea intimidado.

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Abigail Morales
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Viento Del Norte: El Sol, Se Escondió Tras Una Nube y El Viento Del Norte Comenzó A Soplar. Sopló

El cuento presenta la historia de Trapito, un nuevo estudiante que es intimidado por el matón de la clase, Bully. Bully fuerza a Trapito a darle su comida y hacer su tarea. Tina se hace amiga de Trapito y busca la ayuda de los otros estudiantes para poner fin al abuso de Bully y asegurar que ningún estudiante sea intimidado.

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1.

El viento del norte era muy presumido y siempre alardeaba frente al sol de ser muy fuerte:

- Puedo derribar árboles, hacer volar casas por los aires y levantar tractores como si
fueran briznas de paja. Nadie puede aguantar mi fuerza. Todos deben doblegarse cuando
soplo con fuerza.

- ¿Eso es ser fuerte? La realidad es que hay otras muchas maneras de ser fuerte. Te lo
voy a demostrar, ¿ves a ese hombre que se acerca por el camino? Hagamos una sencilla
prueba. El que logre de los dos quitarle la capa que lleva, será el más fuerte.

- ¡Qué sencillo, es pan comido!, dijo el viento del norte.

- Te cedo el puesto, puedes comenzar tú a probar tu fuerza.

El sol, se escondió tras una nube y el viento del norte comenzó a soplar. Sopló
alrededor del viajero que comenzó a tener problemas para caminar ya que el viento le
empujaba y levantaba su capa por los aires. El viento siguió soplando y el hombre agarró
su sombreropara que no saliera disparado, hubo un momento que la capa revoloteó por
encima del hombre y parecía que iba a salírsele de los brazos, pero aquel hombre, dejó
de sujetar su gorro y ajustó bien la capa.

Pese al fuerte viento, continuó su camino encorvado para hacer frente a la fuerza del
viento. Cuanto más soplaba el viento del norte, más ajustaba el hombre su capa. Y,
tras muchos intentos, el viento del norte desistió y le cedió el turno al sol.

- Va a ser rápido, ¿quieres verlo?, dijo el sol confiado, y entonces salió de detrás de la
nube y comenzó a brillar fuerte en el cielo.

El hombre, se enderezó y en unos segundos, comenzó a sentir mucho calor, el sol


parecía estar justo encima de él dándole calor y, en unos minutos no soportó más el
sofoco y se desprendió de la capa para no sudar tanto.

El viento del norte, se marchó resoplando enfadado, y el sol, feliz, siguió brillando en el
cielo.
2.

Tejona iba siempre detrás de Tejón. Si Tejón quería agua, ella iba al río a beber aunque
no tuviera sed. Si Tejón quería comer, ella comía aunque no tuviera hambre. Si Tejón
quería pasear, ella lo acompañaba aunque estuviera muy cansada. Pero cuando Tejón
dormía, aunque ella tuviera sueño limpiaba la madriguera para que estuviera todo
dispuesto al día siguiente, como a él le gustaba.

Su amiga Osa le dijo un día:

- Tejona, está bien querer a alguien, pero no de esa manera.

- ¡No te metas en mi vida! Tejón me quiere. Yo también, y soy feliz a su lado - le


respondió enojada a Osa.

Otro día Tejón empujó de muy malos modos a Tejona, que se golpeó con el tronco de
un árbol hiriéndose en una pata. Ella, callada, agachó las orejas, dolorida, y se fue
llorando. Puerco Espín lo presenció todo desde el río.

- ¿Por qué dejas que te trate así? ¡Tejón no te respeta! - le dijo cuando la vio al día
siguiente.

- ¡¿Por qué te me metes en mi vida?! ¡Todo el mundo tiene enfados! - le dijo dando un
rabotazo.

Una mañana Tejona se metió en lo más profundo de su madriguera y tuvo dos bebés
tejones: fue el día más feliz de su vida. Osa y Puerco Espín fueron a visitarla. Llevaron
unas moras, arándanos, uvas y un poco de miel.

- Te ayudarán a coger fuerzas - le dijeron dejando las viandas a su alcance. Rápidamente


entró Tejón por la puerta.

- ¡Qué suerte! ¡Hum...! - dijo relamiéndose, y sin saludar siquiera, se zampó todo de un
bocado.

Osa esperó a que saliera de allí y dijo:

- Tejón solo piensa en él. ¡Es un egoísta! ¿No te das cuenta?

Puerco Espín asintió ante las palabras de Osa. Esta vez Tejona abrazó a sus bebés y
bajó la cabeza avergonzada. Al principio Tejón parecía contento con el nacimiento de los
dos cachorros; pero poco le duró la alegría. Pronto empezó a sentirse molesto con los
juegos de los pequeños y a quejarse de lo ruidosos que eran.

Transcurría el tiempo y Osa y Puerco Espín, que solo podían hablar con su amiga a
escondidas para que Tejón no se enfadara, le dijeron una vez más:
- No te engañes. Si os quisiera cuidaría de ti y de los cachorros. ¿Por qué no te vas de
aquí? ¡No puedes seguir así!

Tejón pasaba mucho tiempo fuera de casa y, cuando volvía, siempre estaba
malhumorado, gritaba y asustaba a los cachorros que se iban a un rincón haciéndose una
bola.

- ¿Por qué tenéis que vivir con miedo? ¡Tejón no es bueno con vosotros! - insistían sus
amigos.

- ¡Llévatelos de aquí! ¡Fuera de mi vista! - le ordenó Tejón a Tejona nada más entrar en la
madriguera, a los pocos días.

- ¡Hace mucho frío! - le contestó.

- ¡He dicho que te los lleves! ¡Quiero descansar! - gritó airado dando un fuerte rabotazo
golpeando a los hermanos.

Tejona, muy decidida, hizo una señal a sus hijos para que subieran a su lomo y salió de la
madriguera rápidamente. Sus amigos Osa y Puerco Espín la esperaban en el claro del
bosque. Nunca regresaron a casa con Tejón
3.. En el espejo

En el espejo. Luis Pisa Tolosa, escritor español. Cuento para padres, cuento sobre la
violencia de género.

Diego era un niño de siete años, vivía en un barrio de una gran ciudad, tenía muchos
amigos y una gran familia. Era hijo único, por lo que en casa no tenía con quien divertirse,
su madre era ama de casa y su padre trabajaba mucho y solía llegar tarde, pero eso sí,
no faltaba a ningún desayuno con él y su madre.

Mamá era todo ternura y papá era un poco más frío pero no por ello le quería menos. Era
un día de febrero cuando se levantaron los tres y ocurrió algo que él nunca había visto,
¡mamá llevaba un ojo morado!

Él preguntó

– ¿Qué te ha pasado mamá?-

Pero papá irrumpió rápidamente y le dijo

– Nada Diego, es normal.

Pero todos los desayunos empezaron a hacerse extraños por la apariencia de mamá y
por el silencio. Un día mamá despertó con el labio partido y Diego preguntó

– ¿Qué te ha pasado mamá?

De nuevo irrumpía papá

-Nada Diego, es normal.

Pasaban los días y mamá levantaba con golpes en el cuerpo, en las mejillas… y Diego
quería saber

– ¿Qué te pasa por las noches mamá? Mamá callaba y papá decía

– Diego, no pasa nada, es normal.

Un día papá apareció en casa antes de lo normal, había discutido con unos socios y
llevaba el labio partido, los ojos hinchados y morados y el brazo no paraba de sangrar.

Diego no preguntó, lo cogió de la mano y de la otra cogió a mamá, los llevó al espejo y le
dijo a papá

– No te preocupes, no es nada, es normal.

Desde aquella mañana, el monstruo en el que se había convertido papá al maltratar a


mamá cesó y todas las mañanas mamá levantaba con buena cara, desde entonces papá
era el que preparaba el desayuno y se volvía a reír y a disfrutar del desayuno como antes
de los golpes.

Fin
4.-

La clase de los ratones estaba alborotada: iba a venir un nuevo alumno.

- ¿Quién es? - preguntó el forzudo Bully.

- ¿No lo sabes? - se sorprendió Tina - ¡No se habla de otra cosa! Es Trapito, el hijo del
inspector de escuelas. 

- ¿El mismo inspector que nos prohibió ir a la montaña de queso? 

- Sí, el mismo.

Los ratoncillos estuvieron cuchicheando hasta que Trapito entró en clase.  Entonces, se
quedaron en silencio, observándolo. Era pequeño y muy delgado, con unas gafas
enormes de montura azul.

Trapito se puso en el pupitre de al lado del forzudo Bully, quien nada más sentarse le dijo:

- En esta clase no eres bienvenido.

El ratoncito se sintió fatal pero no dijo nada.

Después, en el patio, ningún compañero se acercó a Trapito ni le incluyeron en el partido


de fútbol. Se tuvo que conformar con verlos jugar desde un rincón.

Los días siguientes, la cosa fue a peor.  Bully trataba muy mal a Trapito. Como era mucho
más fuerte, le obligaba a darle el sándwich de roquefort que el ratoncillo llevaba para el
almuerzo. 

Después, le empezó a exigir que le hiciera los deberes, le soplara en los exámenes o le
encubriera cuando hacía alguna gamberrada. Si Trapito se negaba a algo, Bully le
enseñaba sus músculos y le hacía temblar de miedo. 

 Una mañana, Tina encontró a Trapito por el pasillo, cabizbajo y muy triste. 

- ¿Qué te pasa? - preguntó Tina.

 Trapito se sinceró con ella. Le contó la situación con Bully y lo injusto que era que todos
le hubiesen cogido manía por ser hijo del inspector. 

Después de la charla, Tina y Trapito se hicieron muy amigos.  La ratoncita buscó aliados
para poner fin a los abusos de Bully. Uno a uno les fue diciendo: “hay que parar al matón
con tu colaboración”.

 La clase se dio cuenta de que debían apoyar a Trapito y no permitir que nadie más se
aprovechara de ningún compañero, ni le hiciera sentir inferior.

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