¡Venga tu Reino!
LA AGONÍA DE CRISTO EN EL HUERTO
En la contemplación de la Pasión alcanzamos el término de todo esfuerzo espiritual: unirnos a Jesús en un acto
libre por el que Él entrega su vida.
Objetivos:
1) Contemplar a Cristo que sufre en el huerto de los olivos, subrayando el misterio de amor que
supone.
2) Experimentar compasión, conversión a Cristo. Salir de nuestro egoísmo y vivir los mismos
sentimientos. Cristificar nuestra vida.
3)Vivenciadel tercer grado del amor; decisión de seguir a Cristo. Sintonía total
con las actitudes, la voluntad, los sentimientos de Cristo.
Cristo quiere sufrir: no se resigna al sufrimiento. El se da al sufrimiento.
Oracion Preparatoria:
VII -LA AGONIA DE CRISTO EN EL HUERTO
Creo, Señor, ayuda mi incredulidad, quiero ver, ayuda mi vista,
quiero vivir, ayuda mi vida.
Ayúdame, Señor, para que puesto totalmente a tu escucha, más te descubra, más te
experimente, más te ame, más te guste, y así mi corazón pueda amarte como al único
totalmente amable, mi inteligencia pueda creer en ti como en el único que no engaña,
mi libertad pueda elegirte a Ti como lo único que colme mis ansias y anhelos.
VII -LA AGONIA DE CRISTO EN EL HUERTO
Petición:
Pedir dolor con Cristo doliente.
Quebranto con Cristo quebrantado.
Lágrimas y pena interna de tanta pena que Cristo sufrió por mí.
COMPOSICION DE LUGAR:
Del Evangelio de N.S. Jesucristo Según S. Lucas, (Lc 22:3954)
«Salió y, como de costumbre, fue al monte de los Olivos, y los discípulos le siguieron. Llegado al lugar les dijo:
«Pedid que no caigáis en tentación». Y se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba
diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya». Entonces, se le
apareció un ángel venido del cielo que le confortaba. Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor
se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra. Levantándose de la oración, vino donde los discípulos
y los encontró dormi dos por la tristeza; y les dijo: «¿Cómo es que estáis dormidos? Levantaos y orad para que
no caigáis en tentación». Todavía estaba hablando, cuando se presentó un grupo; el llamado Judas, uno de los
Doce, iba el primero, y se acercó a Jesús para darle un beso. Jesús le dijo: «¡Judas, con un beso entregas al Hijo
del hombre!» Viendo los que estaban con él lo que iba a suceder, dijeron: «Señor, ¿herimos a espada?» y uno de
ellos hirió al siervo del Sumo Sacerdote y le llevó la oreja derecha. Pero Jesús dijo: «¡Dejad! ¡Basta ya!» Y
tocando la oreja le curó. Dijo Jesús a los sumos sacerdotes, jefes de la guardia del Templo y ancianos que habían
venido contra él: «¿Como contra un salteador habéis salido con espadas y palos? Estando yo todos los días en el
Templo con vosotros, no me pusisteis las manos encima; pero esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas».
Entonces le prendieron, se lo llevaron y le hicieron entrar en la casa del Sumo Sacerdote; Pedro le iba siguiendo
de lejos».
1) Jueves Santo, Getsemaní,
Hacia las once de la noche Jesús y los suyos abandonaron el cenáculo. Atravesaron la parte de la ciudad de
Jerusalén que les separaba de la muralla y tomaron el camino hacía el Torrente Cedrón
Todavía la ciudad estaba en fiesta, el mayor parte de las casas había luces encendidas de quienes aun celebraban
la cena pascual.
Podemos imaginar el pequeño grupo de los apóstoles con Jesús a la cabeza cruzando el Torrente hasta llegar al
Huerto. Se trata de un media hora de camino, que hicieron casi en silencio.
Dice a sus discípulos: sentaos aquí mientras hago oración. Y llevándose a Pedro, a Santiago y a Juan, comenzó a
sentir pavor y a angustiarse. Y le s dijo: Mi alma está triste hasta la muerte quedaos aquí y velad. Y se apartó de
ellos como n tiro de piedra. Jesús siente la inmensa necesi dad de orar. Se detiene junto a unas rocas y cae
abatido: se postró en tierra. Se dirige a su Padre en una oración cargada de confianza y ternura, en la que se
entrega totalmente a él.
Vamos a mirar en silencio la oración y esta agonía de Cristo: «y entrando en agonía oraba con más intensidad
hasta derramar sudor de sangre:
2. Dentro de su alma: miedo, angustia, agonía (sentimientos de un condenado a muerte).
Es uno de los sentimientos más difíciles de entender para quien no lo ha vivido: siente ese miedo y angustia una
madre viendo morir a uno de sus hijos y siente la impotencia para ayudar y salvarlo. Siente angustia un padre de
familia que acaba de perder su trabajo y no tiene que llevar a su esposa y a sus hijos, pero sobre todo lo siente un
condenado a muerte que cuenta minuto a minuto el tiempo que le queda de vida.
Avanzó Cristo unos pasos y, de repente, sintió en su cuerpo un ataque tan amargo y agudo de tristeza y dolor, de
miedo y pesadumbre, que aunque estuvieran otros junto a Él, le llevó a exclamar inmediatamente palabras que
indican bien la angustia que oprimía su corazón: «triste está mi alma hasta la muerte». Una mole abrumadora de
pesares empezó a ocupar el cuerpo bendito y joven del Salvador. Sentía que a prueba era ahora ya algo
inminente y que estaba a punto de volcarse sobre él: el infiel y alevoso traidor, los enemigos enconados, las
cuerdas y las cadenas, las calumnias, las blasfemias, las falsas acusaciones, las espinas y los golpes, los clavos y
la cruz, las torturas horribles, prolongadas durante horas.
VII -LA AGONIA DE CRISTO EN EL HUERTO
3. ¿Por quién haces todo esto?
Para los demás: Hay manifestaciones de un amor delicado y finísimo.
Por amor, le dolía sobre todo el espanto de los discípulos, la perdición de los judíos, el fin desgraciado de aquel
hombre que le traicionaba. Por amor, se añadía además el inefable dolor de su queridísima madre.
Por amor también tiene una mirada para nosotros. Mira las almas y los corazones. Ante sus ojos tiene el
espectáculo de todos los pecados de los hombres, sus hermanos. Ve la deplorable oposición de tantos que
desprecian el sacrificio que Él ofrece por nosotros, la inutilidad para muchos de su sacrificio generoso. Siente
una gran soledad y dolor por la rebeldía y la falta de correspondencia.
Por tres veces busca la compañía en la oración de aquellos tres discípulos. Velad conmigo, estad a mi lado, no
me dejéis solo. Pero siempre los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados.
Por amor nos pide que nos levantemos y que oremos para no caer en la tentación.
Para su Padre: sumisión a su voluntad
En Getsemaní vemos lo doloroso que fue la obediencia de Cristo: «Abba, Padre, todo te es posible, ¡aparta de
mi este cáliz! pero que no se hagan las cosas como yo quiero, sino como quieres tú. En este momento se produce
en Cristo una agonía del alma mucho más dolorosa que la corporal por el conflicto interior entra las razones
supremas de la pasión, fijada en el designio de Dios, y la percepción que tiene Jesús en la finísima sensibilidad
de su alma, de la enorme maldad del pecado que parece volcarse sobre él, hecho casi pecado, para que el pecado
universal fuera expiado por Él. Así llega Jesús al acto supremo de la obediencia: «Padre en tus manos
encomiendo mi espíritu».
4. Getsemaní es la hora de la fidelidad:
Con Cristo nace en nuestra alma un propósito «Seré fiel hasta el último día de mi vida». Lo que importa es que
se cumpla este propósito. Debemos recordar en los trances más dolorosos que hemos prometido ser fieles hasta
morir; Con frecuencia cuesta mucho ser semper fidelis, siem pre fiel.
Ser fiel en el momento de la prosperidad, no cuesta ni es difícil; ser fiel cuando los hombres nos aprecian, es
fácil; ser fiel cuando no hay tentaciones, ser fiel cuando se está en consolación, cuando todo nos resulta como
nosotros lo queremos, cosa bien sencilla es; pero hemos de tener muy presente nuestra promesa de fidelidad en
las horas amargas de la vida; cuando nos persigan, cuando nos calumnien, cuando el Señor nos deje en grandes
sequedades y aumente su amargura por tentaciones contra la fe, cuando permita que nuestras pasiones se quieran
rebelar, cuando nos amague la tentación; cuando buscando algún consuelo entre los nuestros, todos se
manifiesten ten indiferentes a nuestras penas y se avergüencen de nosotros, y nos abandonen y hasta nos
vituperen, entonces, entonces es cuando vale la pena ser fieles y cuando debemos serlo como nunca. ¡Cuánto
cuesta a la naturaleza! Es indescriptible.
Oración de San Agustín:
Señor, quiero lo que quieres, quiero porque lo quieres,
quiero como lo quieres, quiero mientras tú lo quieras.
Te ruego Señor: ilumina mi inteligencia, inflama mi voluntad,
limpia mi corazón, santifica mi alma.
5. Salmo de Getsemaní Monje de España
VII -LA AGONIA DE CRISTO EN EL HUERTO
Cuantas pruebas me envíes, Señor, yo las para que se apartara de Ti el cáliz del Gólgota,
abrazo. mas no tu voluntad sino la del Padre se
Pero Tú también las sufriste cumpliese.
y como nadie las ha sufrido ni puede sufrirlas. Y era ya en la agonía de tu cruz, cuando aún
Y en nadie pudo haber gritabas: Dios mío, Dios mío,
más voluntaria aceptación que en Ti, ¿por qué me has abandonado?
que si las sufrías en cuanto Hombre, Ni mis quejas ni mis plegarias, Señor,
podías, como Dios, quieren decir nada contra tu Voluntad,
librarte de ellas a tu antojo y no lo hiciste. ni menguan la intimidad con que anhelo vivir
Sin embargo, el hombre que en Ti, Dios, había, en Ti.
sintió angustia y sudó sangre en el huerto de Mis quejas no son quejas, sino desahogos de
Getsemaní. amor...
Y tu alma estuvo triste hasta la muerte. Si quieres, no me hagas caso...
Y tres veces, Señor, Pero cuando pido, no me rechaces.
levantaste tu vista al cielo en aquella noche Porque pedir no es exigir.
Y me des o no me des,
yo siempre quiero vivir contigo...