Historia de Europa
Siglo veintiuno
LA EUROPA DEL RENACIMIENTO
1480-1520
J. R. Hale
El a u t o r
J. R. Hale es profesor de lengua italiana en el
University College de Londres. Fue durante algu
nos años F ellow y T u t o r de Historia Moderna en el
Jesús College de Oxford. En Warwick ejerció como
profesor de Historia cuando se fundó aquella Uni
versidad. Ha escrito sobre algunos aspectos del Re
nacimiento, en particular sobre temas bélicos, pen
samiento político y descubrimientos geográficos.
siglo
T r a d u c to r veintiuno
R a m ón Cotarelo editores
mexico
españa
argentina
D is e ñ o d e l a c u b ie r t a
Diego Lara
m ____________________________________ INDICE
siglo veintiuno editores, sa
G A B RIEL MA NC E R A 65. ME XIC O 12, D.F.
sigío veintiuno de espana éditons, sa
EMILIO RUBIN, 7. MADRID-33 - ES P A Ñ A
Págs.
sigloveintiuno argentina editores, sa
Av. C O R D O B A 2064. B U E N O S A IR E S , A R G E N T I N A
P r e f a c i o ......................................................................................................... 1
ÿ t f f c -------------------------- I. T iem p o y e s p a c io ................................................................... 5
^ V ß i) 1. El calendario, el reloj y la duración de la
vida, 5.—2. La alimentación y la salud, 14.—
3. La violencia y la muerte, 23.-4. La movili
dad, 30.—5. La idea de la naturaleza, 42.—
\ù II.
6. Los descubrimientos, 50.
L a E u ro p a p o l í t i c a ......................... 59
1. La unidad política, 59.—2. Florencia, Fran
cia, España, Inglaterra y Alemania, 69.—-3. La
evolución interna, 88.—4. Las relaciones in
ternacionales y la guerra, 97.
III. ........... 114
<6 0 * f i -, E l in d iv id u o y l a c o m u n id a d
1. La Cristiandad, 114.—2. El Estado, la región ,
y la «patria», 118.—3. El «extranjero»; 127.—
* 4, x i) 4. Las asociaciones locales, 136.—5. Las re
laciones personales y familiares, 142.
Primera edición en castellano, noviembre de 1973 IV. La E u r o p a e c o n ó m ic a ............................................. 158
© Siglo XXI de España Editores, S. A. 1. Continuidad y cambio, 158.—2. El carác
© Siglo XXI Editores, S. A. ter de la vida económica, 165.—3. La política
© Siglo XXI Argentina Editores, S. A. económica y el sistema impositivo, 180.
Primera edición en inglés, 1971 V. L as c l a s e s .................................................................. 193 >y
© Publishers Wm. Collins Sons & Co. Ltd. London 1. Definiciones y actitudes, 193.—2. Casos es
Título original: Renaissance Europe. 1480-1520 peciales, 211.—3. La comunidad agrícola, los
Derechos reservados conforme a la ley habitantes de la ciudad y la aristocracia, 232.
ISBN: 84-323-0108-6 (obra completa) VI. L a r e l i g i ó n .............................. 253
ISBN: 84-323-0110-8 1. La Iglesia y el Estado, 253.-2. Los clé
rigos, 262.-3. El llamamiento de la Iglesia,
Depósito legal: M. 30.299-1973 272.-4. El descontento, 283.
Impreso y hecho en España VII. L as a r t e s y s u p ú b l i c o ............................................ 290
P r i n t e d a nd m a d e in S p a in 1. La música, 290.—2. El teatro, 298.—3. El
Closas-Orcoyen, S. L. - Martínez Paje, 5 - Madrid-29 arte, 304.
Pdgs. PREFACIO
VIII. La e n se ñ a n z a s e c u l a r ............................................ 324
1. El llamamiento del humanismo, 324.-2. La
reforma de la educación, 333.—3. El huma
nismo cristiano, 351.—4. El pensamiento po El planteamiento de este libro difiere en algu
lítico, 358.-5. La ciencia, 366. nos aspectos del que es común a otros volúmenes
de esta Historia de Europa en que se integra. Sin
A péndice ignorar los acontecimientos sobre los que se es
Europa hacia el año 1500:un nomenclátor político. 377 tructura la cronología, su fin principal es facilitar
381
M a p a s ................................................................................................................ la comprensión del modo de vivir del mayor nú
B i b l i o g r a f í a ...........................................................
389 mero posible de personas, a través de los testi
In d ic e de n o m b r e s ...............................................................
403 monios que hasta nosotros han llegado, y con las
limitaciones que impone mi propio conocimiento.
Tratará tanto de las condiciones materiales como
de las mentalidades, a fin de registrar no sólo lo
que sucedió en los cuarenta años que median en
tre 1480 y 1520, sino —y esto es más im portante-
de dar una idea de lo que era la vida entonces.
Cada uno de los capítulos facilita información
acerca de un aspecto específico de la investigación,
al mismo tiempo que ofrece respuestas a algunas
cuestiones básicas, imprescindibles para compren
der a los hombres de cualquier época. ¿Qué idea
se hacían del tiempo y de su entorno? ¿En qué tipo
de organización política vivían, y cuáles eran sus
relaciones con ella y con las otras comunidades,
graduadas desde la familia hasta la Cristiandad?
¿De qué modo y dentro de qué estructura econó
mica se ganaban la vida? ¿Cómo se veían a sí mis
mos y a los otros en función del s t a tu s , el empleo
y los niveles de vida? ¿Qué importancia tenía la
religión en sus vidas, y qué tipo de distracciones
culturales e intelectuales se les ofrecían?
Creo ser consciente del peligro de excesiva am
bición que entraña esta visión, pero aún existen
otros riesgos contra los que conviene prevenir al
lector. Los testimonios a partir de los cuales se
pueden reconstruir las «mentalidades» de esta épo
ca resultan deshilvanados y extremadamente difí
ciles de evaluar. La decisión acerca del uso que
se haga de uno u otro testimonio, así como de la
investigación de una u otra esfera de la realidad
1
i*
es, fatalmente, subjetiva, Al pretender ponderar historia, ya que no los escritores (debido a razo
sentümeaatoi 4§ li mayoría, se esfuma la in- nes conocidas) han buscado siempre el lado signi
v*ri«d*d díi las reacciones individuales. ficativo, porque el hombre es un amnésico social,
lEÍUIIO# •>ti vlllón merma el interés que en el un desarraigado intelectual y, en cierta medida,
ltftttqr de hlutorla deapiertan la narración realista también emocional, si desconoce los vínculos con
di lo« enredos en los asuntos públicos. el pasado. Y para muchos, el tipo de significación
Mucho se pierde y mucho se arriesga, pero al que ayuda a ampliar este conocimiento no se en
margen de las inclinaciones personales, creo que cuentra en la búsqueda de situaciones pasadas
las ventajas de esta visión (que, por supuesto, no análogas a las nuestras ni, mucho menos, en solu
es original), a modo de introducción de un perío ciones a problemas actuales, sino en la posibilidad
do, pueden sobrepasar a las desventajas. «Rena de comparar nuestras propias actitudes respecto a
cimiento» es la abreviatura más atractiva del len cuestiones fundamentales (justicia social, digamos,
guaje histórico, y aquellos cuarenta años —con o amor, o la reacción frente a las obras de arte)
los comienzos de un contacto duradero entre Eu con aquellas de las edades pasadas y, viceversa, la
ropa y América, con los papas Borgia, della Rove- posibilidad de revisar las actitudes del pasado
re y Médicis, con pensadores y artistas de la talla para inquirir de nuevo acerca de las nuestras.
de Maquiavelo y Erasmo, de Leonardo, Miguel An Por lo menos, tal ha sido mi experiencia como
gel y Dur^ro— son los más atractivos del Rena profesor de historia del Renacimiento aquí y en
cimiento. Su historiador tiene el deber de profun los Estados Unidos. Por eso reconozco que tengo
dizar en su examen, para incluir otros procesos y mi primera deuda de gratitud con mis estudiantes
personalidades, además de aquellos que, luego de de Warwick y Berkeley. Le debo también mucho al
una larga labor historiográfica, se han convertido estímulo del profesor G. R. Potter, quien leyó el
ya en comúnmente representativos. Al relacionar tremendo montón de páginas del borrador, así
los «acontecimientos» con su público coetáneo, la como las pruebas, y también a la orientación fir
historia de masas ayuda también a corregir el la me y solidaria que recibí del profesor J. H. Plumb,
tente liberalismo de la tradición popular. Por ejem así como a los consejos y a la ejemplar paciencia
plo, el descubrimiento de América no tuvo interés de Mr. Richard Ollard.
más que para una minoría en aquella época l;
Maquiavelo no era un nombre que hubiera que
conjurar porque sus obras políticas aún no se ha
bían publicado, aunque ya estaban escritas; la par
te que en la progresiva pérdida de respeto a la au
toridad de Roma corresponde al nepotismo, a la
militancia y a la extravagancia cultural del pa
pado hay que medirla en función de quién estaba
al corriente de ellos y de en qué medida se preocu
paba.
Por último, el exigir el realce de «lo significati
vo» en la materia que se estudia implica una cier
ta abulia, filisteísmo e intolerancia. Los lectores de
. 1 Ver J. H. Elliott, T h e o íd w o r i d a n d th e n e w (Cambrid
ge, 1969), esp. cap. primero. (Hay traducción española
Alianza Editorial. Madrid, 1972.)
2 3
I. Tiempo y espacio
1. EL CALENDARIO, EL RELOJ Y LA DURACIÓN DE LA VIDA
«jO espacioso relox —exclamaba el abrumado
héroe de la obra de Fernando de Rojas, La Celes
tina—, aun te vea yo arder en bivo fuego de amor!
Que si tu esperasses lo que yo, quando des doze,
jamás estarías arrendado a la voluntad del maes
tro que te compuso... Pero ¿qué es lo que deman
do? ¿...No aprenden los cursos naturales á rodear
se sin orden que á todos es un ygual curso, á to
dos un mesmo espacio para muerte y vida; un li
mitado término a los secretos movimientos del
alto firmamento celestial de los planetas y norte,
de los crescimientos é mengua de la menstrua
luna... ¿Qué me aprovecha á mí que dé doze ho
ras el relox de hierro, si no las ha dado el del
cielo?» *.
Esta comparación entre el tiempo del reloj y el
natural ya no era una simple metáfora. Aunque
hacía mucho que los relojes no eran novedad, para
la mayoría de la gente el tiempo se medía por la
duración de las labores, según el día solar y la es
tación del año. Con la naturaleza se comenzaba y
se medía el día. «Al amanecer», «alrededor del
mediodía», «hacia la puesta de sol»: tales eran aún
las referencias temporales más comunes. Los me
ses se computaban en términos de las actividades
rurales que les eran propias, dentro de un calen
dario de supervivencia. Sentimentalmente, el año
comenzaba con las primeras flores, la prolonga
ción de los días y los primeros resultados de la
ventura que corriera el grano sembrado en invier
no. Solamente aquellos que tenían que ver con do
cumentos legales o diplomáticos pensaban en el
comienzo del año como una fecha oficial y no re-
1 Aquí, como más adelante, se cita de la edición de la
Librería Antonio López, Editor, Barcelona, 1909.
5
lacionada con la estación; y aun entre éstos no donde la hora podía ser una unidad de producción
existía acuerdo unánime acerca de la fecha en que y la diferencia de un día podía significar también
el año empezaba, variando ésta según los países, distintas tasas de cambio. Por ello, en las ciudades
del 25 de diciembre al primero Nde enero, el uno se computaba el tiempo en horas iguales y me
de marzo, el 25 de marzo y el uno de septiembre. diante relojes. Mientras que, en el campo, los es
Podía variar de ciudad en ciudad y, aún dentro de colares asistían a la lección una hora después del
una misma, en las diferentes clases de documen amanecer, en las ciudades los horarios estaban or
tos: en Roma, las bulas se fechaban de acuerdo denados de un modo más preciso, como lo mues
con un año que daba comienzo el 25 de marzo y tra uno de los C oloquios de Erasmo.
las cartas papales de acuerdo con otro que em
pezaba el 25 de diciembre. Si no consigo llegar antes de que pasen lis
Los días de Año Nuevo más corrientemente usa ta, me ganaré una zurra. Por ese lado no hay
dos coincidían con festividades eclesiásticas: la peligro alguno. Son las cinco y media justas.
Anunciación, la Navidad y, en algunas partes de Mira el reloj: la manilla no ha alcanzado aún
Francia, el comienzo de la Pascua. El calendario la media.
eclesiástico ocupaba el segundo lugar, tras el
cómputo natural, en la división de las ceremonias Desde que fueran introducidos en el siglo xiv,
del día y en los intervalos entre las mayores fes los relojes daban las horas en todas las ciudades
tividades a lo largo del año. Las rentas se paga de Europa; sin embargo, el modo de contarlas era
ban no el 29 de septiembre, sino el día de San Mi distinto. En Italia, los relojes comenzaban en el
guel; la Sorbona daba comienzo no el 12 de no ocaso y contaban de una a veinticuatro horas; en
viembre, sino «el día posterior a la festividad de Alemania, de una a veinticuatro, pero comenzan
San Martín». A pesar de que en las crónicas co do con la aurora; en Inglaterra y Flandes, de una
menzaban a utilizarse las fechas, los dos modos a doce horas desde el mediodía y la mediano
de computar continuaron coexistiendo. Según T h e che, respectivamente. Cada ciudad medía su tiem
Great C hronicle o f L ondon (Gran Crónica de Lon po a partir del momento en que el sol desapa
dres), la paz angloescocesa se proclamó «el día de recía tras su horizonte particular o emergía de
San Nicolás o el IV día de diciembre» y el incen él. Muchos relojes daban la hora, pero pocos te
dio de Sheen, donde el rey había reunido a la cor nían minutero y muy pocos, desde luego, daban
te navideña, se declaró «la noche siguiente al día los cuartos. Además, todos eran inexactos y re
de Santo Tomás, mártir». Más significativa aún querían reparaciones continuas. A pesar de que,
que la división del día en horas lo era la división con la ayuda del reloj y la igualdad de las ho
en comidas. La estación, el servicio eclesiástico y ras, se introdujo un concepto diferente del tiempo,
el estómago marcaban la pauta del horario del no podemos considerar que hubiera un conflic
año rural. Debido a los peligros nocturnos y a la to entre el tiempo del sol y el de la máquina,
carestía del alumbrado, se procuraba limitar en entre el tiempo «natural» del campo y el «ar
la medida de lo posible los horarios al día solar, tificial» de la ciudad, que caracterizó a la Revo*
comprimiéndolos en invierno y espaciándolos en lución Industrial. Muchos pueblos de Francia y de
verano. Las iglesias y los monasterios conservaban los Países Bajos tenían relojes públicos. Una pe
las horas canónicas para sus servicios, pero estas tición de 1481 por la que se instaba al ayuntamien
«horas» se apretaban en invierno, para que die to de Lyon para que instalase «un gran reloj cu
ran doce durante el día, aunque fueran cortas. yas campanadas puedan oír todos los ciudadanos
Sin embargo, esta concepción del tiempo no re en todas las partes de la ciudad», señalaba que
sultaba satisfactoria en las ciudades comerciales, *si se fabricara tal reloj, vendrían más comercian
7
tes a la feria», aunque también se añadían otras viesen relojes en sus tiendas y casas. Cuando en
razones: «los ciudadanos quedarían muy confor París, ciudad tan bien provista de relojes como
tados, animados y felices, y vivirían una vida más cualquier otra en Europa, se reformaron los es
ordenada y la ciudad ganaría en decoro». Además, tatutos que reglamentaban las condiciones labo
ciertas costumbres horarias, tales como el relevo rales de los curtidores, el texto anterior a la in
de la guardia en las ciudades con guarnición, el troducción del reloj se reprodujo intacto: los cur
cierre de las puertas de la ciudad por la noche y tidores tenían que trabajar desde el alba hasta el
el establecimiento del cubrefuego, después del cual crespúsculo, «hasta esa hora en que apenas se dis
se castigaban los delitos con pena doble y hasta tingue a un habitante de la ciudad de Tours de uno
triple, exigían un cómputo del tiempo. En las ciu de la de París». Tampoco las vacaciones se acor
dades, las personas concertaban citas y asistían a taron por el empleo del reloj en el cómputo del
reuniones; los relojes eran la expresión de la ne tiempo eclesiástico. La semana de dos días labora
cesidad social de un lenguaje preciso y común ca bles en su dependencia isleña de Skyros constituía
paz de medir el tiempo y reflejaban el deseo de un escándalo para los venecianos, quienes guar
dividir el día en interés del beneficio. Los grandes daban un año de doscientos cincuenta días labo
relojes de sol de las fachadas de las iglesias me rables; pero, a pesar de todo, las festividades
dievales y de los ayuntamientos, y los pequeños, dominicales y los santos (a los que se añadía el
de bolsillo, habían medido el tiempo eficazmente, medio día anterior para la confesión) seguían man
si bien no de modo continuo. La proliferación de teniendo el año laboral medio europeo en unos
los relojes y la introducción de los portátiles y de doscientos días y, aunque quizá existiera un incre
los de resorte (más inexactos aún que los relojes mento del trabajo nocturno, especialmente entre
de torre) reflejaban tanto una moda como una ne los oficios más nuevos, tales como la imprenta,
cesidad. Antonio de Beatis, que acompañó al car
denal de Aragón en el viaje de éste por Europa, Eara la mayoría de las personas el trabajo se aca-
aba cuando el sol se ponía.
en 1517 y 1518, anota que, en Nuremberg, el car Del mismo modo que había un ritmo natural
denal encargaba relojes y otros complicados arte del día y otro artificial, pautado por el reloj de
factos en metal como regalos para los dignatarios la ciudad, y así como había un año oficial y otro
no capitalistas. Todos estos instrumentos eran re según las estaciones, también existía la considera
cordatorios del paso del tiempo y contribuían a ción de una duración natural y otra artificial de
mejorar la conciencia existente del transcurso de la vida de un hombre. Salvo en algunas ciudades
un día de trabajo, pero conviene recordar que el Italianas, raramente se registraban los nacimien
culto al trabajo y la condenación de la pereza fue tos con cierta regularidad (este es el principal mo
ron rasgos característicos de la Alta Edad Media; tivo por el que el trabajo demográfico sobre esta
el nu lla d ies sirte linea anticipa la invención de la *época resulta tan inexacto) y muchas personas
contabilidad por partida doble. Incluso se podría desconocían su propia edad. La siguiente relación
argumentar que, lejos de ser un símbolo del ca de testigos de un asalto a una partida de comer
pitalismo, la medición del tiempo por el reloj pro ciantes en camino al sur de París resulta comple
tegía realmente al artesano, haciendo más preciso tamente típica: «Jean Gefroy, trabajador, de unos
su horario laboral obligatorio. La pausa para el cuarenta años... Queriot Nichalet, carnicero, de
almuerzo de los bataneros de Orleans, por ejem unos sesenta años... Pemet Callet, trabajador,
plo, se estableció entonces entre una hora com de unos veintisiete años... Colin Byson, casero, de
pleta antes y después del mediodía. Tampoco hay unos ochenta años.» En sus tareas organizadoras,
testimonio alguno de que los horarios de trabajo sin embargo, el gobierno tenía que dar por supues
hubieran aumentado porque los empresarios tu ta una precisión que no existía. Si había que or-
9
giunizar un ejército, se establecían cuidadosamente contrario, incluso por medio de testigos, quienes
Fas edades para el alistamiento. Se suponía que juraron que el rey había entrado una mañana di
la edad máxima de un hombre para ser útil en el ciendo: «Me tengo ganado un trago, y bien ganado,
servicio m ilitar era la de sesenta años; la edad porque durante esta noche he montado a mi mu
mínima variaba, según la urgencia de la situación, jer tres o cuatro veces.» A esto argüía Luis que
entre veinte y quince años. En materia tributaria, su hazaña había sido impedida por arte de bru
la mínima impositiva se establecía comúnmente a jería. En tal caso, contestaba Juana, ¿cómo pudo
la temprana edad de quince años. saber que había intentado hacer el amor con ella?
En Florencia, una persona alcanzaba la mayoría La causa del rey era tan endeble que si el papa
de edad política a los catorce años: a esa edad ya Alejandro VI no se hubiera comprometido a con
$e le podía exigir que asistiese a las reuniones del ceder la anulación debido a razones políticas, el
p a r la m e n to . En Florencia, como en otros lugares, monarca hubiera perdido el pleito. Sin embargo,
se habían establecido mínimos de edad para los estaba obligado a moverse en tan dudoso terreno
nombramientos de los diferentes órganos de go debido a una razón: aunque se encontraba estre
bierno, así como para el período de pena reducida chamente emparentado con Juana como para con
«propter aetatis imbecillitatem» en la administra seguir una anulación sólo por este motivo, no lo
ción del derecho penal. Los manuales de los confe: podía probar. Todo lo que podía hacer era pre
sores consideraban los catorce años como la edad sentar testigos que dijeran que, «en su opinión», o
en que se presuponía conocimiento de la naturaleza «según su experiencia, ya que entonces vivían en
del pecado mortal. Doce años fue la edad mínima la corte», los distintos vínculos matrimoniales ha:
que se señaló para permitir el bautismo forzoso bían tenido lugar. También se invocó a las cróni
de los niños judíos durante la controversia que cas en vano: no existía prueba documental alguna.
ello produjo. La mayoría legal de edad era distinta Y lo mismo sucedió cuando Luis pensó alegar
según el lugar, pero siempre estaba claramente de que, cuando se le obligó a la unión, se hallaba por
finida, así como la edad en la cual un príncipe po debajo de la edad de consentimiento, catorce años.
día prescindir de la regencia, o aquella en la que Y no lo podía probar porque no existía certidum
un súbdito feudal tenía que rendir tributo, o un bre alguna acerca de la fecha de su nacimiento.
tutelado podía entrar en posesión de su patri El sostenía que, por entonces, tenía doce años,
monio. pero no pudo citar ni el día de su nacimiento, ni
Incluso en las altas esferas de la sociedad era el de su esposa. Los testigos diferían en sus opi
común la incertidumbre acerca de la edad, espe niones: el rey «debía de tener» once, once y medio
cialmente fuera de Italia. Uno de los más dificul o doce o trece. Otros dijeron que el monarca: «de
tosos pleitos de la época fue aquel por el que bía de ser» entonces aún menor de edad, a juzgar
Luis XII de Francia, sucesor de Carlos VIII, in por lo que ellos recordaban acerca de su altura y
tentaba obtener la anulación de su matrimonio a figura. Debido a esta contradicción entre el tiempo
fin de desposar a la viuda de Carlos, Ana, y, de objetivo y el subjetivo, el rey se vio forzado a su
este modo, conseguir que el ducado de Bretaña mergirse en las turbias aguas de aquel pleito so
no se sustrajese a la jurisdicción de la corona de bre la no consumación.
Francia. Luis pretendía, con toda la riqueza de de Tales pretensiones de precisión no eran comunes
talles físicos precisos para apoyar su acusación en aquella época relativamente poco burocrática.
de deformidad, que no había sido capaz de tener En los sepulcros un creciente número de retratos
relaciones sexuales con su esposa. La acusación no incluían la edad del difunto, ahora que los artistas
sólo era desagradable, sino también carente de ve estaban capacitados para reproducir una imagen
rosimilitud, ya que Juana podía demostrar lo similar a una persona tal cual era en un tiempo
10 11
determinado. Pero tal preocupación se restringía fancia como un estadio preciso y separado. A los
a algunas personas pertenecientes a los sectores niños se les vestía al estilo de los adultos y se les
mejor educados de la comunidad, hombres a quie urgía a desempeñar ocupaciones de adultos. No
nes enorgullecía poner en "relación su edad con sus estaban sujetos a disciplina especial ni aislados
logros en los negocios, en la erudición y en los en guarderías o mantenidos a distancia del mundo
asuntos públicos; la mayoría no sentía la necesi de preocupaciones de los mayores. La enseñanza
dad de una perspectiva tan precisa. Por otro lado, escolar no era obligatoria ni incluía uniforme al
había un vivo interés general por la edad en un guno, pupilaje o código especial de comportamien
sentido subjetivo generalizado. El tiempo fisioló to; en la universidad, los estudiantes tenían una
gico era más tenue que la huella del natural o del amplia autonomía; lo que dividía a los años irres
culto del día, pero también más significativo para ponsables de los responsables no era la conven
algunos que el tiempo del reloj de hierro. Se tra ción, sino la circunstancia. El patetismo de las
taba de la sucesión de estados de ánimo, codifica «cinco edades» establecidas radicaba no en que re
dos por los antiguos en el sistema de caracteres y flejaran mentalidades y actividades distintas, sino
aceptados por la medicina contemporánea: el san en que pusieran de manifiesto el raudo paso del
guíneo dominaba desde la medianoche al amane cuerpo del hombre de una fprma de desamparo a
cer, el colérico desde el amanecer hasta el medio otra. El tiempo generacional estaba dominado por
día, el melancólico desde el mediodía al anochecer la imagen de la decrepitud, la espalda encorvada y
y el flemático desde el anochecer a la medianoche. la mueca desdentada de miles de tallas y carica
La literatura y la oratoria sagrada facilitaron an turas. La leyenda de la fuente de la vida mantenía
cho campo a la opinión de que la vida se medía su ilusoria promesa en las pinturas, los grabados
más eficazmente que por años por estadios, tales y las xilografías. Los ancianos, tropezando y arras
como la infancia, la juventud, la madurez, la ve trándose, llegaban desde todos los puntos, hasta
jez y la senilidad; división de estadios que alcanza sus orillas y caían en sus aguas, para resurgir
ba un gran dramatismo, ya que la esperanza media transformados en jóvenes de piel tersa que son
de vida era de treinta a treinta y cinco años, y en reían maliciosamente a sus compañeras a quienes
tre aquellos que llegaban a edades superiores, to asían lascivamente para demostrar su sexualidad
dos, con excepción de los ricos, comenzaban en recuperada. La tenue aura pornográfica que exha
esas edades a mostrar los atributos de la vejez. lan los sepulcros, mostrando a los difuntos casi
Erasmo, que llegó a alcanzar unos setenta años, como esqueletos con los vientres bullentes de gu
relata sombríamente que a los treinta y cinco la sanos; la jactancia con que Enrique VIII se
seca vejez agota las fuerzas del cuerpo. Para los palmeaba los muslos y alardeaba de su virilidad
sacerdotes era una dificultad encontrar amas que ante el embajador veneciano; las estampas satíri
hubieran alcanzado .la edad de cuarenta años, a cas populares de viejos espiando a las mozas, el
fin de no alimentar el escándalo. El pueblo utó esplendor con que el arte revestía los músculos
pico descrito en el R e lo x de P rín cip es (alrededor tensos y la carne fresca, todo ello, ya fuera abier
de 1518), de Antonio de Guevara, mataba a sus mu tamente, ya cubierto de moralidad -y mito, denun
jeres a los cuarenta años y a los hombres a los ciaba un culto al cuerpo sobre el que el tiempo se
cincuenta, para liberarlos de la debilidad en que tomaría rápida venganza. Ponce de León exploró
se cae con la edad Florida con la intención de descubrir la fuente de
Se puede calcular que en el primer año moría la vida. Todo esto no quiere decir que los ancia
el 50 por 100 de los niños, y no solamente los vás- nos fueran una rareza. En el campo había muchos
tagos de los pobres. Este holocausto de infantes Queriot Nichalets de «alrededor de sesenta años»,
no suscitaba una consideración especial de la in muchos oscuros Colins Bysons, de «alrededor de
12 13
ochenta años». Según las descripciones, al alcanzar alimentación constituía una monótona y universal
los setenta años, el papa Alejandro VI estaba «más continuidad con la Edad Media. No sólo porque
joven cada día; sus preocupaciones no le quitan los suministros alimenticios fueran precarios y
el sueño; está siempre feliz y nunca hace algo que que, en el mejor de los casos, la alimentación de
no le guste». El comerciante veneciano Francesco la mayoría no podía recuperar las energías des
Balbi mantuvo el control de sus negocios hasta que gastadas o preservar la salud, produciendo, por el
murió, a la edad de ochenta y cuatro años. Como contrario, estados de desasosiego nervioso y pa
historiador real, Marineo Sículo anduvo por los roxismos de terror que subyacían en algunas de
campos de batalla en los que las tropas españolas las turbulencias políticas y en los delirios reli
luchaban, se rompió un brazo a los setenta años y giosos de la época. La alimentación se componía,
murió a los ochenta y nueve, siempre sin dejar de sobre todo, de farináceas: trigo, centeno, cebada,
escribir. Gran parte de la obra anatómica de Leo avena y mijo. La comida más común estaba com
nardo se basa en su disección del cadáver de un puesta por trozos de pan que flotaban sobre una
centenario. No era ninguna casualidad que De se- clara sopa de verduras. Raramente se comía carne
n ec tu te , de Cicerón, fuera una de los obras secula fresca; en la mayoría de las familias, quizá una
res más reimpresas en su tiempo; y, desde luego, docena de veces por año. A causa de la especial
los viejos no eran tan difíciles de hallar como para dedicación a los cereales, y debido a la dificultad
que se originara un respeto especial por la sabi de mantener vivo el ganado durante el invierno, el
duría y la experiencia de los venerables. Una de número de cabezas era pequeño. Solamente en las
las exhortaciones más frecuentes de los predica ciudades más grandes era posible encontrar car
dores, los moralistas y los tratadistas sobre las cos niceros, y aun así no siempre tenían provisiones y
tumbres era que los jóvenes deberían ser más res sus precios eran elevados. La lecheTla manteqi^^la
petuosos con los viejos. y los quesos curados eran muTcaros, v el habitan-
te pobre de la ciuaag^pxp^pjemente no los p^o-
B2ka aJgWÍ aye^casipn^prsh'
2. LA ALIMENTACIÓN Y LA SALUD veían a la ymeo&Q. de fe mesa gg^i^T O O . A cau
sa de los elevados costes de la salazón, solía ser
La concepción del tiempo generacional estaba li más conveniente enviar un cerdo al pueblo o al
gada a los determinantes materiales de la dura señor feudal como pago, que comérselo. Los gran
ción de la vida: comida, salud y violencia. Cada uno des propietarios protegían celosamente la caza.
de ellos tenía un efecto doble: la violencia mataba Por supuesto, cerca de la costa se podía conseguir
a algunos y afectaba a la perspectiva de los demás; pescado fresco, pero es dudoso que el pescado
la peste bubónica, el tifus y otras enfermedades, salado formara parte de la alimentación del hom
como el sudor inglés, mataban a muchos y ame bre normal. Por los costos de la salazón y el trans
nazaban la seguridad de todos; hambres como las porte se deduce que los viernes y otros días de
de 1502-1503 y 1506-1507 en España podían des ayuno se guardaban sin esfuerzos, siguiendo la
poblar regiones enteras, donde los supervivientes, dieta normal de ausencia de carne. En los ríos y
como relata un contemporáneo, «vagaban a lo lagos se practicaba la pesca —en el muro de la
largo de los caminos, llevando a sus hijos, muer ciudad de Constanza había una placa que mostra
tos de inanición, a -sus espaldas». La armonía físi ba qué tipo de pescado era mejor comer en cada
ca y psíquica de la vida estaba condicionada por mes del año—, pero los derechos pesqueros que
lo que el hombre se podía permitir comer. daban restringidos a los grandes señores ribereños,
Si bien en muchos aspectos de la vida y no sólo y gran parte de la pesca iba a parar al mercado,
para la minoría, ésta fue una época de cambio, la a los monasterios o a las casas nobiliarias.
14 15
Los tipos humanos variaban grandemente. Los de c o m id a a la de c e n a , donde vuelven a pecar.
hombres y mujeres bien alimentados, que miran De nuevo invaden las enfermedades sus bebidas
sagazmente desde sus retratos, no le debían su se y, esta vez, quedan triunfantes. Con ellos se han
guridad al pan y a la sopa. Según el suelo y el traído a la s e ñ o r a e x p e r ie n c ia , y cuando b u en a
clima, había diferencias entre una región y otra, c o m p a ñ ía confiesa su falta, ella le entrega a sus
pero mucho más aguda la había entre la casa se servidores, p íld o r a s , la v a t iv a y s a n g r ía . A c e n a
ñorial y el campo circundante, y entre el campo la condenan a no acercarse nunca menos de seis
en su totalidad y las ciudades. Los empleados de horas a c o m id a y a llevar pulseras de plomo, de
una casa noble podían comer carne todos los días forma que sus manos no puedan volar tan rápida
—dos veces al día, según los cálculos del conde mente hacia su boca, c o m id a se libra con una re
bávaro Joachim von Gettingen—; el ama de,una gañina, pero a b a n q u e te , tras confesar la grosería
casa burguesa próspera podía incluso utilizar azú de su conducta, le cuelgan a lim e n t a c ió n solemne
car de Sicilia, no para su uso habitual a modo de mente, a título de aviso al público.
medicina, sino como sustitutivo de la miel, como Era una advertencia que pocos necesitan tomar
edulcorante; los huertos monásticos, bien cuida en serio, pero se repetía como corolario en la le
dos y adecuadamente abonados, podían producir gislación por la cual los gobiernos trataban de li
espárragos, alcachofas y melones, pero aunque la mitar el número de platos que se podían servir en
diferencia entre la alimentación del rico y la del las bodas y en otras ocasiones de regocijo. El con
pobre era tan extrema, en realidad hasta el más sumo del acomodado no debe ser tal que excite
afortunado comía .frugal y monótonamente en la envidia del pobre. La impresión de libros de
comparación con la Europa moderna, y los casos cocina —el inglés B o k e o f K e rv ing (1508) es un
de exceso a los que se concede tan gran importan ejemplo temprano— indica que entre los razona
cia en los relatos de la época, alcanzaban especial blemente acaudalados se estaba estableciendo un
relieve porque contrastaban con una sobriedad punto medio más elaborado entre el ayuno y el
obligada, debida a los altos precios y a la esca banquete; de todas formas, si deseamos compren
sez. La ingenua alegría con la que se describe la der el sentido de la época tal como se desprende
fiesta aristocrática, con su catálogo pantagruéli de los días festivos, tenemos que imaginar uno en
co de carnes, aves y pescados, no es distinta del el que los excesos de la mesa estaban muy espa
espíritu que debía presidir una orgía campesina, ciados y dejaban memoria tras de sí.
cuando una boda, una muerte o una fiesta de la No hay asunta
recolección se presentaban como disculpa para to en la legislación real y municipal iflfp.ptQs
mar un descanso en la existencia laboriosa. Tanto por mantener Bájó el precio déí"pan, impedir el
la oratoria religiosa como la escena obtenían pro monopolio del gr^np y. fomentar el envío aesum i-
vecho de las consecuencias de tales excesos: bas nistros a las zonas de escasez. De todos losIfiSrca-
tardos, cabezas rotas y enfermedades. En la obra dos de alimentos, el de g;rano^ soli^ e^af, vigjjadp.
teatral de Nicolás de la Chesnaye, doctor francés la mayoría de lár^'^^^sTTanto en lo arquitec
en derecho civil y canónico, C ondena de los ban tónico como en lo administrativo, por el ayunta—
qu e te s , la c o m id a , la c e n a y el b a n q u e te invitan a mientojie la^iudg^JDesde los almacenes del Nor-
comer a g lo t ó n , e p ic u r o , p la c e r y b u en a c o m p a Te,"KermBHc¥mente cerrados, hasta los silos sub
ñ ía . Cuando están en mitad del agasajo, les ataca terráneos de las islas mediterráneas, los almacenes
una horda de monstruos siniestros: a p o p le jía , pa de granos eran tan importantes para 1a. observan
r á l i s i s , e p ile p s ia , p le u r e s ía , c ó l i c o y g o t a , entre cia de la ley y del orden dentro de las ciudades
otros. Tras una danza violenta, los sibaritas ex como sus murallas para la protección del exterior.
pulsan a sus indeseados huéspedes y van de casa Los campos producían poco, raramente lo sufi-
16 17
cíente para abastecer a todos. El propietario feu los arroyos cavados, en el suelo. Pero es fácil exa
dal y la Iglesia restaban sus porciones antes de gerar las condiciones antihigiénicas de los pueblos.
Muchos de ellos tenían grandes espacios abiertos,
Saeganado
la distribución hubiera empezado; las aves y
absorbían aún otra fracción antes de y la ausencia, frecuente, de ventanas vidriadas in
que el grano se pusiera en camino —siempre que dica que las casas estaban a merced del aire frío.
daba una cantidad para las necesidades locales— . A despecho de la ineficacia de la medicina con
hada ©1 mercado y la cervecería, porque en toda temporánea o quizá a causa de ello, la Europa ur
1« Europa del norte el grano destinado a la ela bana había alcanzado un nivel razonablemente alto
boración de bebida competía duramente con el re en medicina preventiva. La caridad privada y el
servado para la alimentación. El maíz fue el pro sentido común municipal llevaron al establecimien
ducto aceptado con mayor avidez, de todos los to de un número adecuado de hospitales. Incluso
descubiertos en América antes de la tardía impor Lutero, a quien, en otros aspectos, cegaba el odio
tación de la patata; a partir de su introducción, a Italia, reconocía; en la visita que hizo a la pen
alrededor del 1500, comenzó a extenderse desde ínsula en 1511, que «los hospitales están graciosa
España a través de Francia, Italia y los Balcanes. mente construidos y admirablemente provistos de
El hecho de que en los viajes de descubrimiento excelente comida y bebida, así como de servidores
se llevaran depósitos de víveres demuestra que se cuidadosos y médicos capacitados». Quizá los hos
conocía la conveniencia de una alimentación equi pitales efectuaran pocas curas, pero su valor como
librada. Los hombres de Vasco de Gama disponían defensa mediante el aislamiento para el pueblo era
de una ración .compuesta del siguiente modo: li inestimable. La lepra había sido casi erradicada
bra y media de bizcocho, una libra de carne salada gracias al reconocimiento de 1& importancia del
o media libra de cerdo salado, un tercio de gilí * aislamiento y de la cuarentena, así como a la pro
de vinagre, un sexto de gilí de aceite de oliva, oca hibición que pesaba sobre los mercaderes de telas
sionalmente judías, lentejas, cebolla o ciruelas pa usadas de que vendieran prendas pertenecientes a
sas, dos pintas y media de agua y una y cuarto los pacientes; en 1490, el papa Inocencio disolvía
de vino diarios. Se añadía también amplia provi la orden de los lazaristas porque el fin para el
sión de pescado salado. Si esa dieta, a más de que se fundó se había cumplido.
fruta y verduras frescas, se hubiera podido con Los obstáculos de la higie-
seguir regularmente en toda Europa, hubiera ne pérso n^era En Alemania y en algu
transformado radicalmente la mentalidad, la pro nos paH é^^ los baños públicos manjgpjgp
ductividad y la longevidad de la población. un elevado jiiyel de^ g f e pfi, perá ^iy
Pero como no era así, los hombres, las mujeres carecían’ de esa costumbre tradicional^ j § ^ y e n-
y los niños eran muy vulnerables a la enfermedad. donada, el coste y" la dificultad para
La basura que los vecinos de París arrojaban a agua y el elevado precio del jabón hecho con acei
las murallas llegó a alcanzar tal altura en algu te de oliva o con sebo signífícálíanque"los^ Hl^jjpSs
nos puntos que hubo que cavar y apartarla de allí leI ? k a n ^ Ei algunos
por miedo a facilitarles el ataque a los ingleses lugaTéf era costumbre llevar un pequeño trozo de
en 1512. Erasmo atribuía la peste y la enfermedad piel para incitar a las chinches a que se agruparan
del sudor inglés a la inmundicia en las calles, a allí; en otros se ponían ramitas de zarzamoras de
los esputos y a los orines de perro que obstruían bajo de las camas para distraer a las pulgas: el
acaudalado veneciano Marco Falier anota en sus
cuentas caseras, en 1509, que la renovación de las
* Medida de líquidos equivalente a un octavo de litro. ramitas le ha costado cinco soldi. Los libros so
(N. del T.) bre buenas maneras reflejaban un interés crecien
18 19
te por la higiene doméstica: algunos de estos li cendió mucho. Muchos se marcharon a causa de
bros estaban impresos en verso, para ayudar a la la peste, que mató a 20 muchachos, y, sin duda, al
memoria; otros se ajustaban a melodías popula gunos no aparecieron por tal motivo.» Los docto
res, como el alemán T is c h z u c h t im R o s e n ton (La res discutían la teoría de los miasmas o la del
educación en la mesa1en Rosenton). «Limpia tu contagio, la del aire corrupto o la del cuerpo co
nariz, tus dientes y tus uñas / Guárdate de la rrupto, pero toda su sabiduría se reducía a un
carne —advertía una obra inglesa— y no escupas consejo: «¡Huid de los infectados!» No era nece
en la mesa.» sario saber leer para seguir este precepto: en las
En una época en que los médicos se limitaban epidemias de peste que azotaron Francia en 1493,
a decir que «todo el que bebe media cucharada de 1497, 1518 y 1520 se evacuaron pueblos enteros y
aguardiente cada mañana, nunca estará enfermo» sus habitantes huyeron a bosques y arbolados que,
y en la que las amas de casa, sagazmente, prefe normalmente, hubieran esquivado; las familias mo
rían los elixires destilados en casa a la sanguijuela rían allí de inanición, y el cronista francés Jean
y la lanceta, eran los mandatarios los que salva d'Autun describe cómo en otro estallido de terror,
ban vidas, y no los doctores. Cuando había carne, en 1502, el rey y sus nobles se vieron obligados a
se procuraba que no extendiera enfermedad algu organizar batidas de caza a fin de salvar a los en
na. Los estatutos (1514) del gremio de carniceros flaquecidos refugiados de las fauces de los lobos.
de Chevreuse, un pueblecito de la lie de France, i^ £ e £ ÍIo d ^
especificaban, entre otras regulaciones, que todo pero cuando la sífilis llegó por
cerdo que se hubiera criado en las inmediaciones rop’á' £T11*49^|tfaída; ¡Són toda certeza, en su forma
de una barbería o herrería tendría que ser ali virulenta, dé! Nuevo Mundo) la acompanata el te-
mentado durante nueve días en lugar aparte antes rro r provocado* £or la novedad. ‘•'Su,'''paso‘^ tl^ f ^ s
de la matanza. Pero no había regulación eficaz dé Europa fue espantosamente rápido: partiendo
contra la geste. Se sellaFán las casas y se identi de Nápoles alcanzó Bolonia a principios del año
ficaban "p^ <3lS' druces pintadas, se prohibía 1495 y cruzó los Alpes ese mismo año, con las tro
la venta de telas infestadas, se alimentaban gran pas que se desbandaron después de la campaña
des hogueras én todos los espacios abiertos, ins de Italia y la llevaron a sus casas en todas las di
pectores de sanidad andaban a la busqueda de recciones. En enero de 1496 se la describía en Gi
enfermos encubiertos, pero nada conseguía dete nebra, y en Francia se denunciaba su presencia
ner la aparición de los abscesos negros y azules por doquier; antes del fin de año ya estaba en Ho
en las axilas y las palmas de las manos, que eran landa y en toda Alemania; la primera mención
el anuncio de algunos días de dolores seguidos, cierta en Inglaterra data de 1497, y en 1499 había
en la mayoría eje los casos, por la muerte*. Venecia pasado al este de Praga. Además, por la publicidad
la ciúáad de Europa que se veía obligada a adop que va hora podía concederle la prensa y la xilogra
tar las más estrictas regulaciones sobre la salud fía, la transmisión del virus se hacía aún más per
a causa de su constante comercio con el Este, es turbadora. «El aspecto del cuerpo entero es tan
taba indefensa ante la peste; la E n tr on iz a c ión repulsivo —escribía un doctor francés en 1495—,
de San Marcos, la temprana obra maestra de Ti- los dolores son tan intensos, sobre todo por la
ziano, fue un ex vo to, después de la peste de 1510, noche, que esta enfermedad supera en horror a la
en la que murió su joven coetáneo Giorgione. En lepra y a la elefantiasis, y amenaza la vida del
1484, un maestro de escuela de Deventer, escribía hombre.» Los predicadores se apresuraron a salu
a un amigo con naturalidad reveladora: «Me pre dar la aparTciéñ' de ¿a. 'j^,.damp¿n¿.i;pn-
guntas cómo va la escuela. Bueno, ya está reple tra las relacig^és sexuaJesulícita». El obispo Fisher,
ta de nuevo; pero en el verano el número des de Rochéster, en un sermón impreso en 1509, des
20 21
cribía una Inglaterra poblada por hombres «aque bres en los umbrales del año místico de 1500 e
jados de las pústulas francesas, pobres y necesita instó a su pueblo a abandonar el mal camino y a
dos, tirados por los caminos, hediendo y casi po unirse a la cruzada que estaba intentando organi
dridos en vida y con un intolerable dolor en los zar contra el turco.
huesos». Los cultos y los acaudalados tampoco se
libraban. Konrad Celtis la contrajo a comienzos
de 1496, y su colega el humanista Ulrich von Huten 3. LA VIOLENCIA Y LA MUERTE
escribió un libro de mucho éxito acerca de su cu
ración, pero murió de ella a pesar de todo; el mis Ya fuera organizada o casual, la violencia aña
mo Erasmo la sufrió, así como el amigo y protector día una dimensión perturbadora a la incertidum-
de Durero, Willibald Pirckheimer. El número de bre que la enfermedad introducía acerca de la
obispos de quienes se dice que eran sifilíticos hace probable duración de la vida de un hombre. En las
pensar que se trata de una exageración maliciosa, guerras de esta época intervenían ejércitos mucho
pero parece autorizado creer que el papa Julio II más grandes de los que hasta entonces se habían
sí lo era, aunque no turbó su ánimo heroico. Cier organizado y el tránsito de éstos de un campo de
to es que la enfermedad mutilaba a muchas más batalla a otro dejaba tras de sí un ancho sendero
personas de las que mataba, pero la repugnancia de miseria donde los empleados de la intendencia
que causaba y el dolor que la acompañaba justi habían abusado, los acompañantes civiles habían
ficaban el espanto con que se la veía. robado y los soldados saqueado. A las bajas en
Los doctores se apresuraron a elaborar razones combáte, la matanza de prisioneros y el pillaje de
que justificaran la aparición de la plaga, princi los pueblos hay que añadir las consecuencias de los
palmente de orden astrológico, así como remedios, graneros urbanos vacíos, la escasez de alimentos, la
si bien el primero que resultó parcialmente efec elevación de los precios que arrojaban a miles de
tivo, la aplicación interna de mercurio, no se pro no combatientes del nivel de supervivencia a la
puso hasta 1512. Entretanto, las autoridades públi necesidad más desesperada. Pero no acababa aquí
cas tomaron medidas contra el pánico. En 1497, el azote de la violencia organizada: del mismo
Jacobo IV de Escocia ordenó que todos los sifilíti modo que un ejército se formaba trabajosamente
cos fueran aislados en una isla en el estuario del a partir de compañías de hombres que atravesa
río Forth. A comienzos del mismo, año, en París se ban el país como bandidos legales en su camino ha
notificaba, mediante pregón callejero, a todos los cia el punto de reunión, luego, cuando llegaba la
residentes infectados que tenían que acudir a un disolución, había muchos que preferían la vida
alojamiento de cuarentena, improvisado en St. errabunda del aspirante a mercenario. Estos se abu-
Germain-des-Prés; todos los infestados no residen rujaban en cuadrillas, dependientes de la posibili
tes estaban obligados a abandonar la ciudad en dad de empleo por medio de la clase ascendente
un plazo de veinticuatro horas por dos puertas con de los jefes militares y, entre tanto, se mantenían
cretas, donde tenían que firmar para recibir el di a sí mismos mediante el saqueo. Por supuesto, no
nero del transporte y marcharse a sus casas. Todo era éste un fenómeno nuevo. En 1477, una horda
ello bajo pena de muerte en caso de incumplimien de jóvenes soldados suizos, licenciados de las gue
to. Estas medidas resultaban demasiado drásticas rras de Borgoña, se había abierto camino como
para ser observadas, de forma que la enfermedad vándalos desde Lucerna a Ginebra, provocando
hizo estragos a lo largo de toda Europa, como los una oleada de pillajes. Una vez cristianizada la
haría tres siglos más tarde en Polinesia. El empera «vida salvaje», esta delincuencia de masas refle
dor alemán Maximiliano interpretó la sífilis como jaba un problema que ninguna sociedad se encon
un signo de que Dios estaba castigando a los hom traba preparada para resolver: la reabsorción de
22 23
sus fuerzas armadas. Otra razón de la violencia la siera él cubrefuegos por las noches en las calles;
constituía la creciente eficacia del intento dé los cualquier persona que saliera por la noche tenía
gobiernos de imponer ley y orden. Los bandidos que llevar una antorcha y explicarle sus intencio
que caían sobre los viajeros o que asaltaban pue nes a la guardia; y, frecuentemente, las calles te
blos para pedir rescate no eran solamente los de nían cadenas que se podían desenrollar de sus
tritus de la guerra, sino también los residuos de bobinas y usar para impedir la entrada en caso
la desfeudalización y la centralización, inasimila de disturbio.
dos sociales a quienes un contacto más estrecho En los manuales de orientación para los confe
entre el gobierno y la sociedad en su totalidad ha sores se concedía gran importancia a la necesidad
bía expulsado. Aparte de estos desplazados, la de convencer a los feligreses de que guardaran la
violencia podía surgir dondequiera que se hiciera paz, no provocaran a otros a disputa y no excita
un intento de transformar antiguas formas de ran a los vecinos mediante ruidos, gestos desafian
vida, desde el asesinato del duque de Northumber- tes o murmuración maliciosa. También se deplora
land en 1489, mientras trataba de recaudar un im ba el juego como la causa principal de la reyertas;
puesto real en una aldea de Yorkshire, hasta el en vano lo prohibían el gobierno en las taber
desafío armado con el que la Sorbona de París nas, los capitanes en los barcos y los estatutos
trataba de proteger sus exenciones frente al de gremiales a los aprendices. Era ésta una legisla
recho común. ción de clase. Enrique VIII podía permitirse hacer
Sin embargo, la causa principal de la violencia sus apuestas delante de toda la corte, al ajedrez,
urbana era la pura miseria. La. sospecha de que a los dados, a las cartas, en el tiro con arco o en
los comerciantes estaban almacenando grano cuan el tenis; el libro de apuestas de los comerciantes
do un alza de precios o un rumor acerca de un de la Hansa en Danzig muestra a éstos apostando
nuevo impuesto bastaban para provocar explosio sobre la duración de una guerra, los resultados
nes populares acompañadas por incendios y asal de una elección o de una justa, sobre el precio
tos a las tiendas. En Francia, el más rico de los de los arenques, sobre las posibilidades que asis
países europeos, se produjeron tumultos de este tían a una cocinera que señalaba al señor feudal
tipo en Bayona en 1488 y en Montauban y Moissac como el probable padre de sus hijos; todos ellos
en 1493. En 1500, las calles de París fueron inva podían afrontar las pérdidas. Los pobres eran los
didas por masas de personas que trataban de arro que tenían una más clara inclinación a sentirse
jar al Sena a los comerciantes de granos. En 1507 engañados y a tirar de cuchillo, especialmente des
se produjeron en Nevers tumultos a causa de la pués de haber bebido; las actas de los tribunales
alimentación. En 1514, la muchedumbre ocupó por están llenas de salvajismo de taberna y peque
completo la ciudad de Angers y, antes de que el ñas y brutales v e nd e tta s rurales. Había, sin em
ejército hubiera podido cercarla, las masas exigie bargo, una oculta inclinación hacia la violencia
ron una distribución igualitaria de los bienes y la en todas las esferas de la sociedad, violencia pre
exclusión de los ricos del gobierno municipal. sente incluso en los pasatiempos. De las justas se
Cuando Lyon se encontró al borde de una explo esperaban heridos y, por lo común, las batallas
sión similar en 1515, los magistrados prohibieron fingidas, escenificadas como entretenimiento pú
las reuniones públicas y censuraron todos los pa blico, se convertían en auténticas. Estas bajas
satiempos populares que contuvieron propaganda eran el atroz resultado de una época brutalizada
igualitaria; dos años más tarde, la ciudad caía en por su contacto continuo con la violencia y su
manos de bandas armadas de artesanos. Nada tie indiferencia hacia ella. Los combates de animales
ne de extraño que en la mayoría de los pueblos eran distracciones habituales de los príncipes. Se
europeos se prohibiera el uso de armas y se impu mutilaba y descuartizaba a los criminales en pú
24 25
blico, ante numerosos espectadores excitados, y tiempos; sin embargo, el carácter especialmente
sus cuerpos, o los pedazos, se colgaban en pique febril con que aparece en este período sólo se
tas fuera de las murallas o en los cruces de los puede explicar parcialmente y de modo fáctico. La
caminos. A veces se celebraba la tortura en públi fascinación que la tortura ejerce se puede ver muy
co, como la vez que, en 1488, los ciudadanos de claramente en Francia, para no escoger más que
Brujas aullaban para que el espectáculo se pro un ejemplo y, no obstante, las penas prescritas de
longara tanto tiempo como fuera posible o como hecho por el derecho francés se estaban dulcifi
el caso, citado por Johan Huizinga, en el que los cando notablemente en aquel tiempo. Siempre que
habitantes de Mons «compraron un bandido a un no hubiera atentado contra el orden público, el
precio muy elevado por el placer de verlo descuar derecho penal en toda Europa era injustamente
tizado, ante lo cual el pueblo disfrutó más que sumario en sus procesos, pero no salvaje. La prác
si un nuevo cuerpo santo hubiera surgido del tica era diferente de un país a otro: por un cáso
muerto». de juramento blasfemo que en Francia hubiera
Consideradas en este contexto, las crueldades costado 17 sous, se arrancaba la lengua en Italia;
que, bajo el impulso de la codicia o el miedo, in la ley podía transformarse súbitamente en vio
fligieron los portugueses y los españoles a los no lencia en virtud del pánico, pero el hombre medio
cristianos no resultan sorprendentes: Vasco de no estaba mal protegido. El súbdito poderoso era
Gama disparando contra un puñado de mujeres y quien pódía sufrir la arbitrariedad completa, que
niños, los hombres de Tristao da Cunha en Soma es el hado de las víctimas propiciatorias: así el
lia amputando los brazos y las piernas de las mu asesinato propagandístico que Enrique VIII hizo
jeres para obtener sus brazaletes más rápidamen en los dos impopulares mandatarios de su padre,
te, Balboa soltando los perros enfurecidos contra Empson y Dudley, o el consejo práctico de Ma-
los indios de Centroamérica. Los filósofos, corno quiavelo de ofrecer el asesinato político de Rami
Marsilio Ficino, podían deplorar la crueldad de los ro D'Orco como un presente para los súbditos de
hombres que «les acercaba a las bestias», pero César Borgia en la Romaña. La enorme cantidad
quizá resulten más sorprendentes los prolongados de procesos que se producían, a pesar de las de
esfuerzos de los monarcas españoles, Fernando e moras y de los elevados gastos, demuestra que el
Isabel, para mitigar la crueldad de sus colonos derecho no sólo tenía como función la disminución
en las Indias Occidentales. de la violencia, sino también el constituirse en
Mezclando lo sagrado con lo terrible, los mis un coso donde los instintos combativos podían en
terios trajeron al escenario público los cuadros contrar una salida pública, formalizada y, nor
más bestiales de las cámaras de tortura y de malmente, incruenta.
mostraron una gran ingenuidad al sustituir a los El barniz con el que el derecho, los Mandamien
actores por maniquíes en el momento en que las tos y una prosperidad relativa habían cubierto la
tenazas comenzaban a apretar y los hierros al violencia era quebradizo y se rompía fácilmente,
rojo a quemar. La misma inclinación mórbida ai en especial cuando la creencia de que Dios había
horror reflejan las xilografías en las crónicas im decidido castigar a su pueblo desembocaba en olas
presas, con sus descripciones detalladas, y a me de pánico.
nudo ilustradas, de nacimientos monstruosos y Al azote de la peste se añadía el del infiel. El
campos de batalla sembrados de trozos de carne; terror generado por las narraciones sobre las atro
y lo mismo ocurre con el arte, especialmente con cidades de los turcos durante la ocupación de
las versiones de la tentación de San Antonio, del Otranto en 1480 encontró expresión no solamente
norte de Europa, y la flagelación de Cristo. Por en la imprenta, sino también en la pintura, a tra
supuesto, esta inclinación es común a todos los vés de un sarpullido de martirologios de santos
26 27
inocentes. Un médico, que escribía en 1496 acerca vo tema proliferaba rápidamente en libros de xilo
de la sífilis, se preguntaba si esta enfermedad, grafías y en la imaginería de los sermones: el arte
como castigo al pecado, no estaría más allá de de morir, que se centraba no en la misma muer
cualquier posible cura humana, y si esto no sería te, sino en el preciso momento en que ésta llega
una verdad aplicable a todas las enfermedades, al borde de la cama.
considerada como un desfallecimiento del ánimo; Resulta imposible averiguar en qué medida se
teoría que subyacía en la tendencia, creciente y compartían los terrores. Los suicidios eran raros
nueva, a identificar toda enfermedad mental con y, por tanto, se les podía satirizar, como sucede
los manejos del diablo y, por ello, con la brujería. en la obra de Diego de San Pedro, Cárcel de a m o r
La milenaria preocupación por la muerte de la (1492), en la cual el héroe, rechazado por su aman
Edad Media, que la proximidad del año 1500 tendía te, comete suicidio tragándose las cartas de aqué
a exacerbar en algunos, adquiría una morbosidad lla. Las inscripciones de las tumbas continuaban
especialmente profunda en las diversas versiones dando por supuesto el interés de las generaciones
de la V id a del A n tic r is to : un judío engendra un aún nonatas, los hombres de negocios y los polí
monstruo en su propia hija, entre sicofantes que ticos continuaban haciendo planes, sin que hubie
le adoran; el monstruo se circuncida a sí mismo y ra afluencia de mercedes pías para ganar la amis
triunfa sobre aquellos que le niegan, mientras tad de San Pedro. Los humanistas podían seguir
éstos son serrados, quemados, crucificados o en vislumbrando una era de ilustración ante ellos,
terrados vivos. A medida que se acercaba el fin cuando hubiesen acabado de pulir y publicar todo
del siglo se multiplicaban los rumores y los sig el tesoro de la antigua sabiduría. «Creo que veo
nos portentosos: nacimientos monstruosos, lluvias la aurora de una edad dorada en el futuro pró
de leche y sangre, manchas en el cielo. Las no ximo», escribía Erasmo en una carta de 1518. «Veo
ticias llegaban de Francia —una luna triple—, de acercarse una transformación que viene de lo pro
Alemania —una verdadera plaga de niños defor fundo», escribía el erudito y reformador de la en
mes—, de Grecia —una corona de espadas lla señanza española, Vives, al año siguiente. «En to
meantes—, de Italia —un rayo entraba en el Va das las naciones están surgiendo hombres de una
ticano y derribaba al papa 'de su trono—. El inteligencia clara y verdaderamente libre, cansados
sentimiento de una inminente perdición persistía de la servidumbre.» Y un año después de esto, un
aún después de que hubiera pasado el peligro. libro escolar enseñaba el latín porque «la vena de
Continuaron cayendo lluvias de sangre (Durero oro o mundo de oro (por revolución celestial) ha
consiguió imitar una mancha en forma de cruci vuelto o retornado».
fijo como si uno de esos aguaceros la hubiera Se comenzaba a dominar el pasado. Los historia
dejado sobre la camisa de una sirviente), los pre dores podían mirar hacia atrás con perspectiva;
dicadores fogosos aún anunciaban el fin del mun*. episodios que, frecuentemente, en la crónica me
do y los cronistas pasados de moda, hartos ya de dieval habían oscilado en la atemporalidad, se
las seculares narraciones de violencia, aseguraban localizaban ahora con referencia a un punto con
a sus lectores que el mundo se acercaba a sus vencional. Los caracteres históricos, vistos a tra
últimos días. 'En las ilustraciones de la Danza de vés de una psicología bastante realista, resultaban
la M uerte, la mano del esqueleto tocaba a un ma más fáciles de imaginar y se posibilitaba la iden
yor número de personas refractarias y apuntaba a tificación con ellos. La búsqueda de un razona
una sección más detallada de la sociedad. Ya no miento de causalidad que explicaba los aconteci
se solía representar a la muerte en la apariencia mientos en función de la debilidad y la ambición
casi consoladora del gran nivelador o del guardián humanas, fortalecieron el hilo narrativo de la his
del auténtico fin de la vida, la salvación. Un nue toria, y cierta selección en la utilización de las
28 29
fuentes realzó su atractivo intelectual. Ya fuera del espacio reúne un aspecto físico, otro emocio
para buscar información o una confirmación del nal y otro imaginativo o intelectual. Es una idea
patriotismo, ya movidos por una búsqueda de la configurada por lo que vemos —el contorno in
sabiduría, por un elevado sentido de la identidad mediato y los itinerarios elegidos en los viajes—,
personal o simplemente por la evasión, los hom por lo que pensamos acerca de lo que vemos y por
bres se interesaron cada vez más por ese pasado la capacidad de imaginarnos lo que el ojo no pue
organizado. Se sucedieron las ediciones de Livio, de ver. El primer elemento está determinado por
César, Josefo, Eusebio y Valerio Máximo (para la movilidad; el segundo, por la idea de la natura
escoger una muestra de un solo centro impresor: leza; el tercero, al menos en su esencia, por los
Lyon); se revisaron las crónicas medievales y sa mapas.
lieron otras nuevas respondiendo a la demanda de En casi toda su extensión, Europa era una zona
todo un público lector. Por otro lado, no existía agrícola, con grandes bosques, pantanos y chapa
principio rector alguno para el futuro próximo, rrales, y casi inhabitada. La gran mayoría de los
salvo el emitido por la Iglesia, que era potencial hombres, posiblemente el 85 por 100 en la Europa
mente amenazador. El concepto de progreso secu occidental y cerca del 95 por 100 en la oriental,
lar no existía, excepto en el sentido de una recu vivían en caseríos desperdigados o en pequeñas al
peración más eficaz del pasado, esto es, la con deas. Nacían, se casaban y morían a la vista del
solación por la sabiduría antigua y el acicate para mismo bosque y de la misma iglesia parroquial. En
emular las consecuciones de la antigüedad. La idea Inglaterra y Gales había unos 810 pueblos con mer.
de que el hombre pudiera mejorar su destino fí cado (con poblaciones que oscilaban entre los 300
sico, de que se podían aumentar los recursos ali y los 1.000 a 2.000 habitantes) y que atendían a
menticios, erradicar las enfermedades y hacer la los suministros que no se podían conseguir o cul
vida más cómoda y agradable no existía: faltaban tivar en las casas particulares. La distancia media
las dos motivaciones que posibilitan una planifi que un hombre tenía que recorrer para alcanzar
cación esperanzada para el futuro: las humanita el más próximo de estos pueblos era de siete mi
rias y las tecnológicas. Para la inmensa mayoría, llas. Si tomamos en consideración las áreas me
el futuro no era una zona en la que un hombre nos uniformemente urbanizadas, así como el largo
pudiera proyectar con confianza sus propias acti trecho que al amanecer tenían que cubrir los hom
vidades y las de su descendencia o especular de bres entre la aldea fortificada y los pastos en las
modo optimista, acerca de la sociedad como tota islas del Mediterráneo y las llanuras al este del
lidad. El futuro se agotaba en la imagen de la Elba, no nos equivocaremos si fijamos en quince
muerte. millas el viaje medio más largo que hacía la ma
yoría de la gente en toda su vida.
Los pueblos, particularmente los que se hallaban
4. LA MOVILIDAD al borde de los caminos más frecuentados, actua
ban ahora como centros de nuevas ideas y de pro
La idea del tiempo es en parte objetiva, influida cesos de ajuste social más decididamente de lo
por calendarios, trabajos y relojes; es también que hicieran un siglo antes. Aunque las abadías
parcialmente subjetiva, determinada por las esta aisladas y las aldeas monásticas aún podían alber
ciones, el hambre, la actitud del individuo ante los gar a algunos meritorios eruditos aislados, ya no
estadios del discurrir vital y la esperanza de vida; eran centros de aprendizaje. Los días de las escue
es, por último, intelectual, condicionada por la ca las de arte radicadas en las pequeñas ciudades, St.
pacidad de penetrar con la imaginación en el pa Alban, Aix, Siena, habían pasado ya o estaban
sado y en el futuro. De la misma manera, la idea declinando. Lentamente, a medida que la pobla
30 31
ción europea, especialmente a partir de la mitad especialmente en las zonas deshabitadas de Eu
del siglo xv, se recobraba de la peste de la muer ropa oriental, el miedo constante a los bandidos.
te negra, crecían los pueblos, principalmente los Incluso en la parte occidental, los viajeros que no
que se encontraban enclavados en las rutas más tenían dinero suficiente para pagarse una pequeña
frecuentadas. El crecimiento se debía en parte a escolta, esperaban el paso de un convoy de co
que eran más los niños que habían nacido y con merciantes, antes de aventurarse por las regiones
seguido sobrevivir en ellos, así como a la emigra más desoladas.
ción del campo. Fueron las grandes poblaciones, Algunas regiones estaban muy pobladas, como
sobre todo, con sus oportunidades económicas, su resulta evidente echando una ojeada a las cifras
variedad social, sus imprentas, sus grupos minori de población en números redondos: Alemania,
tarios cosmopolitas, sus racimos de monumentos 20 millones de habitantes; Francia, 19; Rusia (muy
y la protección que extendían a la literatura y a inseguro), 9; Polonia, 9; Castilla, 6-7; Los Balca
las artes, las que atrajeron, a lo largo de los ca nes, sur de los ríos Save y Danubio, 5 7*; Borgoña
minos y ríos de Europa, a los inquietos y a los (incluyendo el Artois, Flandes y Brabante), 6; In
necesitados de trabajo, que llegaban para insta glaterra, 3; el reino de Nápoles, 2; los Estados Pa
larse entre las nuevas experiencias o para recoger pales, 2; Portugal, 1; Aragón, 1; Suecia y Suiza,
las y continuar su camino. Para la mayoría de los ambas, */<• La densidad de población era baja. Los
hombres que ensancharon su horizonte espacial centros mayores tendían a agrandarse, mientras
viajando, siempre fue una ciudad lo que les im que los pequeños no aumentaban y las aldeas no
pulsó a dar el primer paso. se convertían en pueblos. El viajero podía em
Para el viajero, las dificultades eran inevitables plear días enteros en atravesar extensiones de cam
y los avatares grandes. El gobierno veneciano, po po abierto que separaban a un oasis de comodidad
seedor de uno de los sistemas diplomáticos más del siguiente. Nápoles era un caso extremo: con
elaborados de Europa, tenía que amenazar con gra una población de más de 200.000 habitantes, posi
ves sanciones si quería mantener a sus agentes en blemente fuera la mayor ciudad de Europa, pero,
movimiento. En 1506, Francesco Morosini escribía aparte de ella, no había ninguna otra ciudad, ni
desde Turín para decir que, al atravesar los Al siquiera mediana, en todo el sur de Italia. Londres
pes, a su regreso de Francia, algunos de su acom tenía 60.000 habitantes; luego se contaban Nor-
pañamiento habían muerto a consecuencia de las wich, con 12.000, Bristol, con 10.000, Coventry y
tormentas de nieve. Al año siguiente, el legado quizá una decena más con unos 7.000, algunas,
pontificio, de regreso del encuentro entre Luis XII como Northampton y Leicester, con 3.000, y la
y Fernando de Aragón, en Savona, escribía que en gran mayoría con 200 o menos. París tenía más de
el mar se había mareado «usque ad sanguinem»; 150.000 y comenzaba entonces a extenderse más
y, en efecto, alcanzó Roma en tal mal estado de allá de sus murallas, en el futuro Faubourg St.
salud que contrajo una fiebre y murió. La corres Germain; Lyon era la mitad que París, y mucho
pondencia diplomática está llena de historias de más abajo aparecían los centros de orden inme
terror y de quejas acerca de malas posadas, diatamente inferior, tales como Reims o Bourges,
de comidas putrefactas, de muleros insolentes y de con 10.000 habitantes. La disparidad política de
las incomodidades continuas del viento y la lluvia Alemania daba lugar a una situación diferente: no
(no había ropas impermeables y las carreteras es había ni una población realmente grande, pero sí
taban demasiado rodadas para que se pudieran muchas alrededor de los 15.000 habitantes (Frank-
emplear carruajes cerrados y pesados). La vida de furt del Main, Ulm, Regensburg) o de los 10.000
los embajadores oscilaba alternativamente entre el (Mainz, Speyer, Worms), y algunas por encima de
ceremonial y la incomodidad. Se añadía, además, esas cifras: Colonia, con 40.000; Nuremberg y Mag-
32 33
deburg, con 30.000. En Castilla, Burgos, Toledo y ricos se podían permitir el lujo de llevar comida
Sevilla tenían poblaciones por encima de los 50.000 suficiente, ropas de cama y hombres armados para
habitantes y Salamanca probablemente 100.000 apartarse de las rutas principales. Sin embargo,
(Madrid, que aún no era capital, tenía 12.000); tras cualquiera que quisiera viajar, a pesar de las di
estas ciudades, las cantidades descendían vertigi ficultades, podía hacerlo, y ello a velocidades que
nosamente; por algo la mayoría de los viajeros apenas se transformaron hasta la llegada del fe
contaban a España entre los países más desérti rrocarril. De París a Calais, por ejemplo, se pre
co® y rústicos de Europa occidental. En Portugal, cisaban cuatro días y medio; a Bruselas, cinco y
ningún otro centro se aproximaba al tamaño de medio; a Metz, seis; a Burdeos, siete; a Toulouse,
Lisboa (40.000). Aún más pronunciado era el con de ocho a diez; a Marsella, de diez a catorce; a
traste entre Estocolmo, con 6.500 habitantes; Ber Turín, de diez a quince. La media de tiempo para
gen, con 6.000; y otros pueblos suecos y noruegos, otras distancias era: de Venecia a Roma, cuatro
o el que existía entre Moscú, probablemente con días (aunque existe noticia de un correo que lo
150.000 habitantes, y las otras poblaciones rusas, hizo en día y medio, sin detenerse); de Venecia a
de entre las cuales sólo Novgorod tenía unas di Londres, veintiséis días; a Madrid, cuarenta y dos;
mensiones apreciables. En Holanda, únicamente a Constantinopla cuarenta y uno. Estas eran dura
Leiden, Amsterdam, Delft y Haarlem pasaban de ciones de viajes de comerciantes y diplomáticos
10.000 habitantes; en Suiza, sólo Ginebra con 12.000 apresurados. En las rutas donde había un servicio
a 15.000 habitantes. Las más grandes poblaciones postal organizado todavía se podían acortar más los
de Italia, después de Nápoles, eran Venecia, con plazos. En 1516, las cartas enviadas desde Bruselas
unos 100.000 habitantes, y Milán, que, aproximada por medio del sistema postal explotado por la fa
mente, tenía la misma cantidad; la población de milia Taxis alcanzaban París en el verano en trein
Florencia era de unos 70.000. En realidad no exis ta y seis horas, Lyon en tres días y medio y Roma
tía razón alguna para que el peregrino o el comer en diez días y medio. Sin embargo, fuera de las ru
ciante europeos se sintieran superiores cuando vi tas principales, y especialmente si se incluía un pa
sitaban Constantinopla (bastante más de 100.000 saje marítimo, resultaba imposible predecir a nin
habitantes), Aleppo (65.000) o Damasco (57.000) y, gún nivel de exactitud la duración del viaje.
sobre todo, cuando visitaban El Cairo, ya que no El tráfico más importante, el de los comercian
se poseen cifras, si obra el testimonio de los visi tes, sus mercancías y sus agentes, alcanzaba su
tantes italianos según los cuales era una ciudad apogeo durante las cuatro ferias anuales, según las
capaz de albergar las poblaciones de Roma, Vene estaciones, que se celebraban en Lyon, donde, du
cia, Milán y Florencia juntas. rante quince días de intensa actividad, los merca
Es preciso tomar con precaución estas cifras. deres traían muestras de todos los confines de Eu
Los gobiernos tenían escaso interés en las esta ropa occidental. Los buenos caminos, los ríos na
dísticas de población por sí mismas, y las listas vegables, su posición central y la protección real
tributarias, a partir de las cuales se pueden com hacían de Lyon la más activa de las ciudades eu
pilar, suelen ser incompletas o están mal interpre ropeas. La ciudad se llenaba también con los ma
tadas. Pero, desde el punto de vista del viajero, yordomos de las familias ricas, que enviaban a
la situación está clara. Representadas en un mapa, aquéllos a largas distancias para cargar una recua
las grandes ciudades, las libres, las hospitalarias, de muías con artículos exóticos. Los libros de cuen
no pasaban de ser puntos espaciosamente separa tas de uno de estos compradores, el agente de la
dos unos de los otros. Unicamente en las princi princesa Filiberta de Luxemburgo, muestran las
pales rutas de comercio podían encontrarse fon distancias que alcanzaban la red del comercio. Sus
das a distancias de diez a quince millas. Sólo los compras incluían especias de Venecia, vino de Cre
34 35
ta, grosellas de Corinto, pescado salado de Flan- ses muestra que casi la mitad de sus aprendices
des, anchoas secas españolas, tejidos de Inglate venía del norte de Inglaterra.
rra, Italia y Holanda, mercancías de cuero de Algunos podían viajar; tenían que viajar, más
España y Alemania, collares de perro, pihuelas y bien, con la esperanza de conseguir empleo. Los
bolsos. La feria de Lyon es sólo una de ellas, si relojes de las aldeas los hacían relojeros errantes,
bien la más grande; únicamente en Francia había y las iglesias, frecuentemente, las construían
también ferias de comercio en París, Rouen, Tours, albañiles errantes. Renegados cristianos habían
Troyes, Dijon y Montpellier. Señalemos que las fe^ construido las grandes mezquitas de Constanti-
rías se limitaban a concentrar una actividad con nopla, así como los cañones que destruyeron las
tinua. La movilidad europea era más que nada murallas de la ciudad en 1453. Para muchos, la
mercantil. imprenta era una profesión errante, al igual que
Además de los comerciantes había un sin núme la corrección de pruebas. Sabemos mucho de los
ro de hombres buscando trabajo. La población de grupos errantes de actores, juglares y músicos,
Europa crecía lentamente, pero más deprisa de lo algo de los jugadores profesionales errantes de fút
que la agricultura y la oferta de trabajo urbano bol y tenis, pero, desgraciadamente, casi nada acer
podía absorber sin problemas. Esto era especial ca de los más errabundos de todos, los gitanos.
mente cierto en lo que se refiere a Castilla y las Habían sido expulsados de España (de derecho, ya
montañas centroeuropeas, menos fértiles que las que no de hecho) en 1499, de Borgoña en 1515; per
islas y costas del Mediterráneo. De estas zonas seguidos por doquier, en Escocia y Escandinavia
provenía un flujo constante de hombres a la bús era donde más tolerantemente se les trataba. Sin
queda de empleo, sobre todo como soldados. Se embargo, a través de la música y los testimonios
podían encontrar mercenarios albanos en luga pictóricos sabemos que, a pesar de todo, tuvieron
res tan lejanos de su patria como España, aunque gran auge. Un grupo de gitanos interpretó en la
la mayoría buscaba servir en Italia y encon boda de Matías Corvinus y Beatriz de Aragón en
traba acomodo particularmente en Venecia. Lla Buda en 1476 y también vuelven a aparecer repre
mados s tr a d io ta s porque siempre estaban en ca sentando ante la corte en 1483. En Corfú, y bajo la
mino (en italiano, s tra d a ), allí se les reunían hom protección veneciana, un centenar de gitanos for
bres procedentes de otras regiones estériles a la mó una comunidad eximida del servicio de gale
búsqueda de guerras que otros, más prósperos, ras y de las obligaciones campesinas habituales.
quisieran hacer sin riesgos personales. Con un Vagabundos también por necesidad, casi tanto
poco de fortuna y un número escaso de hombres, como los otros, eran los estudiantes y los eruditos.
un vagabundo se convertía en soldado de la noche Los grados universitarios se podían conseguir por
a la mañana; prácticamente este era el único me partes, tras haber residido en distintas universi
dio por el que un hombre sin cualificación algu dades. Había un plan de estudios idóneo para cada
na podía ascender. La experiencia inglesa muestra estudiante, basado en los libros de los grandes
lo difícil que le resultaba al vagabundo no cuali maestros y en la enseñanza oral acerca de ellos;
ficado, al jornalero, encontrar empleo viajando. pero este plan de estudios no se podía seguir tras
No se le admitía, excepto quizá temporalmente, ladándose de un aula a la otra, sino de un país a
en otros distritos agrícolas y en las ciudades no otro. El estudio del latín, el griego y el hebreo ha
se le admitía en ninguna época. Por otro lado, va bía producido un tipo de sabiduría nuevo y re
lía la pena viajar cuando se poseía una cualifica volucionario, secular al mismo tiempo que cris
tiano, y para participar de él los estudiantes ha
ción adquirida y la capacidad de servir como bían de correr de una fuente a otra, según iba ma
aprendiz. Un análisis de dos compañías londinen nando entre las peñas de la enseñanza escolástica
36 37
tradicional. Motivo de viaje era también la ne extremo de Europa, Iván III importó italianos que
cesidad de entrevistarse con los colegas, de sa trabajaran en las obras finales del Kremlin. Aris
car partido de algún editor entusiasta o de esta tóteles Fioraventi terminó en 1479 el Uspensky
blecerse durante un tiempo bajo el ala de algún Sobor, y Solari, que había diseñado el palacio Gra-
protector magnánimo. A este respecto, Moro es novitaia como un prisma, pensando en la deco
cribía en defensa del incansable errar de su amigo: ración de los palacios de Ferrara, lo terminó en
«Erasmo desafía los mares tormentosos, los cie 1491. Enrique VII de Inglaterra empleó trabaja
los enfurecidos y la mortificación de los viajes dores en vidrios polícromos procedentes de Flan-
por tierra, y atraviesa cansado por los viajes den des; algunas de sus monedas también las diseñó
sas selvas y bosques salvajes, cumbres escarpadas un flamenco y la verja de bronce que rodea su
y pasos montañosos, caminos acosados por los monumento —éste del italiano Torrigiano— era
bandidos... azotados por los vientos y ensuciados obra de un holandés. En Francia se incorporaron
por el lodo.» Pero hace esto a fin de aprender y équ ipp e s enteros de artífices italianos, que venían
enseñar, porque «al igual que el sol esparce sus a añadirse a Leonardo da Vinci (muerto allí en
rayos, del mismo modo, donde quiera que está, 1519) y a los arquitectos Francesco Laurana, Fra
Erasmo esparce sus maravillosos dones». Giocondo, Giuliano de San Gallo y Doménico da
Esta defensa del nomadismo de una persona Cortona. Carlos VIII tenía arquitectos, pintoies,
puede aplicarse a la cultura europea como un escultores, talladores de madera, marqueteros, ta
todo, caracterizada en esta época por una veloci piceros, maestros armistas y un organero, para los
dad desconocida hasta entonces, por la interna- trabajos del castillo de Amboise. A este grupo,
cionalización de sus formas o, más bien, por una Luis XII añadió, en 1500, ceramistas de Forli con
exposición sin precedentes de las formas naciona sus propios hornos.
les o locales al desafío de las influencias exterio A los músicos les caracterizaba una movilidad
res. A fines del siglo xv y principios del xvi, los similar. Al igual que los ejércitos, las mejores or
eruditos italianos introdujeron el Derecho Roma questas eran las que estaban compuestas por espe
no y el estudio del griego y del latín clásico en la cialistas de varias naciones; y del mismo modo que
universidad de Cracovia; además, fueron italianos empleaba piqueros suizos, Francisco I había con
los que trabajaron en la catedral de la ciudad y tratado, desde comienzos de su reinado, corne
en el palacio de la colina Wawel, dejando una hue tines y trombones procedentes de Italia. El orga
lla perdurable en los polacos que trabajaron a nista veneciano Dionisio Memmo se trasladó de
sus órdenes. También los italianos, a quienes Fer San Marcos a Londres en 1516. Mientras que las
nando e Isabel protegían, le dieron a la cultura corrientes de intérpretes partían del Sur hacia el
española un matiz similar permanente; de exten Norte, provocando con ello una importación mar
derlo se encargaron tanto la propia organización ginal de modas musicales —Enrique VIII bailó
de la corte, que incluía tutores para los prínci en la primera mascarada italiana, en 1513—, las
pes y una escuela para los jóvenes aristócratas de compositores y profesores iban del Norte hacia
que los monarcas tenían bajo su protección, como el Sur. Mientras que el inglés John Hothby (muer
el nomadismo permanente de toda la corte, tan to en 1487) enseñó durante 20 años música, la
múltiple en su composición, con tropas, músicos, mayoría era originaria del norte de Francia y de
cocineros, talabarteros, sastres, cirujanos y una los Países Bajos y extendía sus brillantes logros
multitud de empleados, tan brillante y tan grande por toda Europa. Johannes Tinctoris pasó más de
que constituía una verdadera capital andante y veinte años (de 1474 a 1495) en la corte napolitana,
que acabó influyendo en el modo de vivir y las donde dio a conocer a través de la práctica y de
ideas de la nobleza de toda España. En el otro numerosos tratados la gran calidad de uno de los
38 39
más ilustres compositores de la época, Johannes más peregrinos que en los tiempos anteriores o
Okeghem. El propio Okeghem pasó algún tiempo posteriores. Tenemos el testimonio negativo de los
en la España de Fernando el Católico y su influen críticos que desde el púlpito a la prensa tronaban
cia nórdica quedó confirmada cuando en 1516 el contra los que iban en peregrinación de forma
sucesor de Fernando, Carlos, se trajo consigo un demasiado irreflexiva o despreocupada. Tenemos
coro holandés completo. también el positivo del comercio de recuerdos
Josquin des Prez, do y en de los compositores de —conchas pintadas e imágenes de estaño de San
la época, también había abandonado su patria, Hai- Miguel en el monte del mismo santo—, las cifras
nault; trabajó en Milán, en la capilla pontificia en de asistentes, anotadas por los porteros de Aix-
Roma y, al final del siglo, en la corte de Ercole la-Chapelle, adonde acudieron 142.000 peregrinos
d'Este, en Ferrara; más tarde pasó la mayor parte en un sólo día para adorar el relicario con la santa
del tiempo en Francia, donde murió en 1521. Esta sangre; la estimación de que de los cientos de mi
costumbre de viajar, así como la afable práctica les de peregrinos que llegaron a Roma en 1500,
establecida por los reyes de llevarse a los músicos año de peste y de jubileo, unos 30.000 murie
con ellos y de prestarse ejecutantes unos a otros, ron allí.
son claro indicio de que Europa aprendía a ha Naturalmente, los motivos que les impulsaban
blar un lenguaje musical común con una rapidez eran diferentes. El humanista francés Lefévre
y un método que, felizmente, contradecían la ley d'Etaples describe la sincera ingenuidad de un an
de Gresham. ciano, antiguo esclavo de los turcos, a quien en
Los procedimientos administrativos también contró en el norte de Italia en 1491. «Vi a un
obligaban a muchos hombres a desplazarse. La hombre vestido con una tela de saco, descalzo y
pertenencia a la magistratura o a un cuerpo re sin nada en las manos. Tenía un cinto hecho de
presentativo, la necesidad de apelar a un tribunal juncos y llevaba una cruz de madera. Iba de ca
de instancia superior, todo ello desarraigaba a los pilla en capilla sin cuidarse de la lluvia ni de la
hombres de una existencia por otro lado estática; nieve, muy espesa en aquella época. Si encontraba
este proceso de desarraigo operaba como un fac cerradas las puertas, aguardaba fuera en oración,
tor de selección social, ya que cuanto más rico o arrodillado sobre la nieve. No se alimentaba de
mejor nacido era un hombre, tanto más se espe nada más que de pan y de hierbas y ayunaba días
raba que se desplazara hasta los tribunales cen enteros de una sola vez. Su bebida era agua y su
trales de la nación. Este lento afluir hacia el cen cama la tierra.» En el otro polo de la escala se
tro de representantes, litigantes y solicitantes, co encontraba el fraile Félix Fabri, quien se prepa
rría paralelo a otro que llevaba sentido contrario, raba para una peregrinación a Jejrusalén con gozo
del centro a la periferia, de jueces, agentes finan so entusiasmo. Abarrotó la celda que ocupaba en
cieros, mensajeros reales y comisiones investi el convento de Ulm con cuantos libros de viaje
gadoras. pudo conseguir. Por supuesto, como escribía en
Algunas de las viejas rutas de peregrinación, su relato penetrante y atento: «Le doy mi palabra
como la de Santiago de Compostela, comenzaban de que trabajé más pasando de uno a otro libro,
a caer en desuso y, además, entre los que estaban copiando, corrigiendo y cotejando lo que había es
demasiado ocupados o eran excesivamente pere crito, que yendo de un lugar a otro en mi peregri
zosos para ir por sí mismos, se había extendido la nación.» Este era el tipo de curiosidad que im
costumbre de pagar a otros —generalmente en pulsó al doctor Diego Chanca y a Miguel de Cuneo
forma de donación— para que fueran en peregri a acompañar a Colón en su segundo viaje, sin per
nación delegada. Pero a pesar de todo ello, es seguir beneficio alguno o que incitó a Pigafetta a
bastante probable que en aquella época hubiera abandonar su Vicenza nativa para unirse a la ex
40 41
pedición de Magallanes «para experimentar e ir el caso de que sus pastos y bosques los hicieran
y ver con mis propios ojos»; éste es el interés que útiles para el hombre. Nadie penetraba en las sel
hizo que Ludo vico Varthema mostrara «el mismo vas, que cubrían gran parte de Europa, salvo los
deseo, que había animado a otros, de contemplar cazadores y ios fugitivos de la justicia.
los distintos reinos de la tierra», de tal modo que, También la oscuridad ponía un límite a la con
en 1502, «anhelando la novedad», zarpó hacia La templación de la naturaleza. El miedo a la noche
Meca, disfrazado de peregrino musulmán, conti estaba generalizado; durante las horas nocturnas,
nuando después hasta hacer comercio con algún nadie entraba o salía de las aldeas, y los campesi
éxito en Burma y Ceilán. nos atrancaban las puertas. Si un vecino gritaba
en la calle, nadie oía sus gritos. Los lobos ronda
ban por los alrededores, los jabalíes desenterra
5. LA IDEA DE LA NATURALEZA ban los árboles frutales tiernos y las bandas de
ladrones se enseñoreaban de los caminos. Esta in
En sí mismos, los viajes no condicionan el sen seguridad en un mundo en el que apenas había
tido del espacio; éste depende de las reacciones ley y orden alimentaba las narraciones de pesadi
del individuo ante los lugares que atraviesa. A este lla sobre licántropos y horrores semejantes. La
respecto nos enfrentamos con un gran problema noche era el día del diablo, cuando sus brujas vo
de falta de testimonios. De no ser por la colección laban. Con los fogones asfixiados con agua por
de esbozos a la acuarela sobre el paisaje, indepen miedo al fuego, la gente que no vivía en las ciu
dientes del diario de viajes de Durero, tal diario dades pasaba la noche en una situación física y
sugeriría que el pintor sólo estaba interesado en psíquica parecida al estado de sitio.
la cantidad de millas que viajaba, en la gente que Era una época en la que también la salud, y a
se encontraba y en los precios de las fondas. veces la vida, dependían del tiempo atmosférico.
En todo caso no existía la idea de una serena Los diarios consistían frecuentemente en una an
contemplación de muchos de los accidentes natu gustiosa relación de grandes lluvias y heladas. El
rales por sí mismos. Aparte de las escasas comu campo, esto es, lo que quedaba tras restar las zo
nidades de pescadores, muy separadas unas de nas costeras, las selvas, las montañas y los desier
otras, y de las aisladas salinas, la costa marítima tos, era, más que nada, el lugar de donde proce
de Europa estaba desierta; sus peñas y ciénagas día la alimentación. Una mala cosecha afectaba a
eran un cor don sa n ita ire que el viajero o el co todo el mundo, con excepción de los ricos; los más
merciante se limitaban a traspasar para embarcar pobres morían de inanición; «fértil» o «árido» en
o desembarcar. Hasta los países costeros como lugar de «bello» o «deprimente» eran las palabras
Portugal o Venecia padecían escasez de marine que expresaban la primera reacción ante el pai
ros. Una vida miserable, arañando la subsistencia saje. Todo el mundo tenía una visión de agricul
del suelo, resultaba más atractiva que la existen tor: el humanista, el comerciante o el monje. La
cia a bordo de un barco. Nadie iba a la costa a Europa agrícola no era ni especialmente exube
descansar. El mar era peligroso y el mundo de rante (debido al posterior avenamiento y a la se
los naufragios algo acerca de lo que nadie escri lección de pastos) ni tampoco estaba agradable
bía, excepto en canciones desesperadas, y que no mente recortada, ya que había pocas divisiones
aparecía en las pinturas salvo como fondo de un por medio de cercas. Además, tampoco tenía una
milagro o primer plano ante los muelles de una productividad tan alta, a pesar de la escasa po
ciudad. También las montañas constituían zonas blación, como para compensar una mala cosecha
de terror, que nadie admiraba —excepción hecha con otra buena. Aproximadamente un tercio de la
de un estratígrafo como Leonardo— más que en tierra se encontraba en permanente barbecho,
42 43
puesto que, debido a la escasez de ganado y a la en xilografía. Desde luego, resulta imposible dic
ausencia de abonos artificiales, raramente podía taminar en qué medida esta visión estaba deter
la tierra soportar más de dos cosechas sucesivas. minada por asociaciones que oscurecían un inme
El alto precio y escaso número de animales de diato «amor a la naturaleza», entre ellas la utili
tiro, así como la ineficacia de los arados que la dad, las imágenes de la pseudociencia y la idea
mayoría de los campesinos podía procurarse, de de la voluntad divina, dentro de la cual el amor a
terminaban una propensión al cultivo superficial; la naturaleza se confundía con la adoración a Dios. -
como, además, le faltaba humus a la tierra (los Lorenzo de Médicis podía ver desde su casa de
campesinos ingleses extendían helechos sobre las campo en Poggio a Caiano que «según la dirección
veredas, esperando que los viandantes los convir del viento, el olivo aparecía verde o blanco sobre
tieran en abono al pisarlos), la rentabilidad era la loma, abierta y graciosa». Aquí se incluye un
baja. Por tanto, todo dependía del tiempo at atisbo de observación directa. En otros poemas
mosférico; la valoración objetiva contrarrestaba la de Lorenzo —en quien el sentido de la naturaleza
idea subjetiva de la naturaleza. estaba más fresco que en cualquiera de los otros
No solamente en los campos de cultivo cedía el escritores de la época—, esta viveza va poco más
placer al cálculo de la utilidad, también se consi allá (y en ello es representativo) de la fragancia
deraba a las flores, los matorrales y las hierbas que se desprende de los motivos de la tapicería de
fundamentalmente en función de su empleo como la Edad Media y de la literatura clásica: «Cerchi
condimento o medicinas. Es dudoso que la gente ch i v uo l le p o m p e Dejad que el que las desea
pobre pudiera considerarlos de otra manera. In busque la pompa y el honor, las plazas públicas,
cluso lo es que lo hicieran personas acomodadas e los templos y los grandes edificios, tesoros y pla
instruidas. Las ilustraciones xilográficas tradicio ceres que sólo traen con ellos mil dolores y preocu
nales que representaban herbarios ocultaban a la paciones. Un verde prado lleno de hermosas flo
misma flor tras una imagen frecuentemente muy res, un arroyo que humedece la hierba en sus
deformada, que se había mantenido desde los orillas, un paj arillo con su lamento de amor, todo
tiempos de Dioscórides, a lo largo de toda la Edad esto alivia nuestras pasiones mucho m ejor»2.
Media, sin que la observación directa viniera a re A comienzos del siglo xvi la retirada de la ciu
formarla. Los herbarios y los bestiarios mostra dad en busca de la saludable tranquilidad del cam
ban las flores comunes y los animales familiares po se había convertido en una actitud generaliza
bajo formas que contradecían la experiencia dia* da. En Italia, la casa de campo tenía ya una histo
ría; pero tales Imágenes poseían dos fuentes de ria de cincuenta años de perfeccionamientos y en
poder: de un lado, simbolizaban el conocimiento y toda Europa la construcción del castillo comenza
la autoridad y, de otro, constituían jeroglíficos ba a dulcificarse, a medida que la ley y el orden ga
aceptados que demostraban lo variado de la obra naban terreno. Los moralistas alababan las ocupa
de Dios y su inmediato interés por el hombre. ciones inocentes de la vida rural, los poetas imita
Tras el ojo que contemplaba la naturaleza había ban los versos de Teócrito y del Virgilio de las
una botánica falsa, una zoología falsa y una topo Eglogas y los pastores y pastoras pasaron a for
grafía falsa, habida cuenta de que, tanto para ár mar parte de las mascaradas. Hacia el año de
bol como para río y montaña existían símbolos 1490, Signorelli, con su dios Pan, proporcionó una
convencionales. Aun cuando los artistas habían de divinidad tutelar al movimiento de regreso a lá
mostrado su capacidad para representar una ciu naturaleza, y en 1502, con su Arcadia, Sannazaro
dad con exactitud, los impresores continuaban
ilustrando las descripciones escritas de las dife 2 Trad, de Eve Borsook, T h e C o m p a n io n G u id e t o F lo-
rentes ciudades con la misma vista convencional ren ce (1966), pág. 244.
44 45
captó el anhelo de la época por la paz y la ino bullían pulgas, para dirigirse a los prados y a los
cencia con una delicadeza de espíritu y una firme bosques. No es casualidad que las dos escenas de
za de estructura que permitía predecirle a la pas amor más bellas y serenas de la época, los M arte
toral una vida duradera. Aunque en la corte del y V e nu s , de Piero di Cosimo y Botticelli, estén si
joven Enrique VIII habían de danzar salvajes de tuadas al aire libre.
las selvas, era ésta una costumbre italiana y, al El arte, en su totalidad, es una referencia más
menos en parte, artificial. Además del amor al valiosa que la literatura. A pesar de que se cono
campo, había otras razones a favor de la vida en cían los logros de los antiguos en la pintura de
la casa de campo; la propiedad de la tierra era paisajes a través de la descripción que Plinio el
una sólida inversión en una época en que la vida Viejo hace de las obras clásicas, no se habían con
comercial italiana estaba sometida a recesiones servado muestras que fuera posible copiar o que
alarmantes. Al igual que en los tiempos de Boccac ejercieran alguna influencia. Ya a comienzos del
cio, aquellos que podían permitírselo, se retiraban siglo xv se habían pintado paisajes con bastante
de la ciudad en los meses de calor, que eran fre exactitud técnica; el río que serpentea hacia las
cuentemente los que traían la peste. La casa de colinas en lontananza de la M adonna del cancitler
campo no servía tanto para identificar a un hom R o lin (1425) es un magnífico ejemplo, aunque, por
bre con la vida rural cuanto para permitirle dis su intención, todavía se trata sólo de la naturaleza
tanciarse de ciertos aspectos de la existencia ur como símbolo. Hacia el año 1500 comenzó a aban
bana. Dominaba una gran admiración por la caba donarse el empleo del paisaje como símbolo de la
llería nórdica, el castillo, la caza y la distancia creación o alegoría de un estado de ánimo, a fa
social, a todo lo cual renunciara la clase dominan vor de una valoración de la naturaleza en sí mis
te italiana cuando, siglos antes, escogió la dura ma, como un contenido autónomo de sentido y no
competencia en las ciudades. La quinta permitía un poste indicador de cierta dirección para la men
una vida feudal desmilitarizada, aún más alejada te o el alma. El progreso técnico ayudó a prepa
de los conflictos de clase en sus asociaciones tra rar el terreno para este cambio. El dominio de la
dicionales. Los dirigentes republicanos de Floren perspectiva aérea y compositiva permitía al pin
cia y Venecia podían hacer excursiones a caballo tor —un Durero o un Giorgione— volver del cam-
y representar el triple papel de Amadís, Cicerón
y el banquero comerciante, provistos como estaban Eooceto;
con un paisaje completo en la mente o en un
facilitaba también a los pintores el em
de sus trovadores-humanistas para entretenerles, pleo de paisajes que poseían un significado per
de sus perros y sus halcones. Para los aristócratas, sonal para ellos, de tal modo que podían registrar,
el amor al campo probablemente era secundario con facilidad y naturalidad, los lugares en que se
frente a la conveniencia social del asentamiento, y desarrollaban sus vidas propias. De este modo, el
para aquellos humanistas que se podían permitir valle del Arno aparece en la N a tiv id a d , de Baldo-
construir una quinta o modificar una casa de la vinetti, y en el M a rtirio de S a n S e b a s tiá n , de Po
branza para ellos, la vida rural se convertía en una llaiuolo. Estos fondos familiares habían perdido su
biblioteca al aire libre. Una referencia más segura carácter de símbolos debido a que se les veía y
que la poesía es el testimonio de las xilografías v recordaba en su conjunto como una escena y no
los grabados, producidos para un público de ma constituían solo la mezcolanza de un río, una co
sas y en los que se mostraba al campo sobre todo lina rocosa y una selva procedentes del dicciona
coma un lugar para el amor. A los primeros días rio iconográfico que todo pintor llevaba en la
cálidos de la primavera, los amantes abandonaban cabeza.
unas casas donde no existía la intimidad, donde Sin embargo, no resulta sencillo determinar la
los colchones estaban impregnados de humedad y calidad de este sentido de la naturaleza. En su
46 47
S elva con S a n Jorge y el dra gón, de Altdorfer, el que producían obras de arte y literatura y aquellos
santo encubertado resulta un enano en compara otros que las protegían —comerciantes, nobles,
ción con el follaje abrumador del bosque, pero eclesiásticos—, autoriza a suponer que habrá con
cabe preguntarse si el pintor lo hizo así porque tribuido de algún modo a la representación de la
amaba los árboles o porque éstos simbolizaban naturaleza. No hay que olvidar, sin embargo, que
para él la parte del país reservada especialmente las impresiones sobre las que se elaboraba el sen
a la clase de los caballeros y a sus monteros. Tam tido del espacio de estos hombres las recogían fun
bién cabe preguntarse si Pollaiuolo no había em damentalmente a lo largo de caminos harto tran
pleado el valle del Amo porque el río, al alejarse, sitados o en las inmediaciones rurales de las
le permitía pensar en términos de perspectiva li ciudades y que, además, la mayor parte de los
neal convencional. Todo lo que puede afirmarse es viajeros se ponía en camino con un fin práctico,
que pocos artistas manifestaban un goce inequívo ya fuera obtener un empleo, ocupar un cargo, es
co con el paisaje por sí mismo y, aún estos, para tudiar, comerciar o combatir, y que, por tanto, se
su propia satisfacción. La mayor parte de estas orientaban hacia su fin específico. Erasmo expre
escenas son dibujos; pocos alcanzan un grado de sa la actitud típica del viajero cultivado; se re
elaboración que permita la venta o el regalo y, por siste a separarse de sus amigos y hace el camino
ende, la existencia de c onno ise u rs capaces de com a regañadientes, hasta que vuelve a encontrarse
partir el goce. No hay ni un cuadro completo que en compañía humana. La naturaleza es algo ante
esté dedicado únicamente al paisaje. Si bien es lo que se refunfuña —demasiada fatiga, excesiva
probable que la literatura pastoral, particularmen mente nublado, demasiado frío, un mar demasia
te una obra como la de Pietro Bembo, Gli Asolani, do encrespado— y con lo que no se obtiene placer
con su imaginación, intensamente visual, estimula casi nunca. La naturaleza es un vasto. pasillo des
se a los pintores, la visión de éstos era mucho más agradable que une las cálidas viviendas dé los
penetrante que la de los poetas. La descripción hombres. Incluso los geógrafos y los tipógrafos,
del olivo de Lorenzo resulta increíblemente exacta cuya mirada profesional admitía los escenarios
para un escritor: no obstante, he aquí uno de los nuevos, apenas expresan sentimiento alguno fren
muchos pasajes en los que Leonardo describe el te a ellos. Su interés se centraba en la toponimia,
aspecto del follaje: «Cuando te sitúas ligeramente en la productividad y en la gente. La ciudad, don
por debajo del nivel del árbol puedes ver el anver de se colgaba a todos los acusados y se les desen
so de algunas de sus hojas y el reverso de otras, y terraba para darles cristiana sepultura si poste
los anversos serán de un azul más oscuro porque riormente se demostraba que eran inocentes, éstas
las hojas están más escorzadas, y habrá veces que y otras curiosidades antropológicas resultaban de
la misma hoja muestre parte de su anverso y par más interés que el paisaje en el que tenían lugar.
te de su reverso y, en consecuencia, tendrás que El únifco de Jps.,descubridores que muestra cierto
pintarlas de dos colores». Al intentar utilizar ob deleite ante la naturaleza es Colón; pero tras haber
servaciones como la anterior y bocetos au p le in pasado muchas noches bajo cielos tropicales, no
air para el acabado de una obra de estudio se hace mención de las estrellas, si no es como pun
planteaban enormes problemas de interpretación. tos de referencia para la navegación e incluso su
Es posible que, aparte de la falta de demanda, la alabanza al paisaje degeneraba rápidamente en el
razón por la que los paisajes se mantuvieron como utilitarismo: «En esta isla Española hay montañas
fondos residiera en que así eran más sencillos de de gran tamaño y belleza, vastas llanuras, peque
ejecutar. ños bosques y campos muy fecundos, admirable
El hecho significativo de que, entre los grupos mente adecuados a la labranza, al pasto y a la
errantes, hubiera una gran proporción de aquellos vivienda».
48 49
6. LOS DESCUBRIMIENTOS eos y los marinos que les capacitó para la explo
ración a más largas distancias. Una serie de ex
La búsqueda concienzuda y práctica de produc pediciones portuguesas, que fueron cabotando las
tos útiles^ especialmente oro y especias, lEüe lo que costas africanas hacia abajo, condujeron al paso
determinó en mayor medida la extraordinaria ra del Ecuador en 1473. En 1482 fundo Juan II el
pidez con la que se produjo la apertura a través puerto de Elmina, en la Costa de Oro, con lo que
de la cual los europeos pudieron mirar al mundo. consiguió desviar la ruta de las caravanas del
El cabo de Buena Esparanza se rodeó en 1488; en Sahara.
1492 se descubrieron las Indias Occidentales; por Ya desde el segundo decenio del siglo xv, cuan
vía marítima se llegó á la Tñdiá por primera vez do comenzaron estas expediciones, existían casi to
en 1498; la descripción del Brasil data de 1500; en das las condiciones necesarias para la navegación
1513, cuando Balboa confirmó las suposiciones transoceánica, así como para la exploración cos
existentes viendo un «nuevo» océano, se reconoció tera. La base administrativa era adecuada: prés
a América como continente separado; Magallanes tamos para el equipo, seguro marítimo que cubrie
circunnavegó Sudamérica en 1520. ra riesgos imprevisibles y colaboración de los re
Estos viajes, que llegaron a marcar una época, accionarios y los expertos geógrafos. Los modelos
representaban, en gran medida, la consecución de que se podían seguir para la explotación de las
objetivos pretendidos durante mucho tiempo atrás tierras descubiertas en ultram ar y que, desde lue
y la recompensa a la pericia adquirida. Durante go, se adoptaron en las Azores y en las Canarias, se
siglos seJas^ía.ido a buscar a los puertos del nor obtuvieron de la experiencia de las plazas y en
te de Africa el oro procedente dé allende el Sahara:, claves comerciales cristianos en el Levante domi
así como aquel sucedáneo de la pimienta, llamado nado por los otomanos y los mamelucos, de la
granos del paraíso, mientras que los puertos del distribución y administración de las tierras con
Mediterráneo oriental suministraban drogas y es quistadas a los moros en Granada, así como del
pecias de las Indias Orientales. El deseo de al trato a los esclavos o a los trabajadores virtual
canzar las fuentes de esas mercancías había lleva mente desprovistos de derechos. Desde el punto
do a los comerciantes a cruzar el Sahara y a viajar de vista tecnológico, se..„mejoró el diseño de bar
por tierra hasta la CMna; pero ya a fines del si cos en el siglo xy; pero en 1420 los buques eran
glo xiv estaba claro que las fuentes no se podían ya lo suficientemente resistentes y podían nave
explotar ventajosamente más que por mar. Los gar a bolina como para hacer la travesía hasta las
costes de los transportes por tierra, la inseguridad Américas y regresar. L& joiisma se puede decir
política, así como el tiempo que se perdía en vigi desde el punto de vista científic^Ic^inslxum sii-
lar los fardos propios cuando los cambiaban de tps de aavegación,, astrolabios y nocturnos, se me
una caravana a otra, convertían en inútiles las ex joraron mucho y las tablas astronómicas, de las
periencias de viajeros tales como los Polo. que dependía su uso adecuado, se refinaron; sin
En el siglo xv se generalizaron los viajes maríti embargo, los marinos no confiaban en J as técnicas
mos prolongados. Lds galeras venecianas singlaban avanzadas .de posición. Ütiíizando el famiríar^com:,r
regularmente hacia Inglaterra; los comerciantes pás, estimando la distancia viajada pjor .medio de
del Báltico, a España; los pescadores ingleses co la experiencia, añadiendo a esto el conocimiento
menzaban a aventurarse hasta Islandia. La fre de su barco y —en el caso de que hubiera que
cuencia de los viajes dentro del triángulo Lisboa- cambiar de bordada— el manejo de una rosa de
Azores-Cabo Boj ador (del cual se había levantado los .vieatos, los pilotos navegaron a derrota esti
mapa incluido en el A tla s Catalán de 1375) consti mada hasta bien entrado el siglo xvi. Un exacto
tuyó una escuela de adiestramiento para los bár- control de la hora es absolutamente imprescindi
50 51
ble para determinar la longitud, aumento adecua- circunnavegación de Africa, como lo pensaba tam
do~]para su uso en el mar era el reloj de arena, bién un tercer autor cuyas obras recibieron gran
que nunca fue un utensilio preciso y mucho me atención en los círculos de humanistas: Cayo Ju
nos en üii bárc.o sujeto a continuos cabeceos y ar lio Solinus.
fadas, y ello si un accidente no lo volcaba. Existía El mapa mundial elaborado por el monje vene
un abismo infranqueable entre una teoría elabora ciano Fra Mauro muestra cuanto, hacia 1459, se
da desde la costa y lo que realmente se practi había modificado la teoría de Ptolomeo. Este mapa
caba en el mar. No es que las matemáticas, lá adoptaba la silueta de Asia ofrecida por Ptolomeo,
astronomía y la fabricación de instrumentos de pero dibujaba un Africa que, aunque no se le ha
precisión carecieran de utilidad en el proceso de bía incorporado los recientes descubrimientos de
exploración deliberada y continua, pero, desde lue los portugueses, quienes ya se encontrarían a la
go, (no determinaron ni la velocidad con que se lle altura de Sierra Leona, resulta claramente cir-
vaba a cabo ni su alcance. Estos estaban condicio cunnavegable. Este cambio de perspectiva fue el
nados por dos cosas: el desarrollo de la teoría que estimuló a Juan II de. Portugal para no darse
geográfica y un cambio en la idea que los hombres por satisfecho con el oro de Elmine y para deci
se hacían del espacio terrestre. dir alcanzar también las fuentes de las especias
Hacia 1480, los geógrafos habían consagrado orientales.
gran atención a la G eographia de Ptolomep y a los Juan envió dos expediciones en 1487 a fin de
mapas que se basaban en ese texto. El mapa mun comprobar la exactitud de sus cartógrafos antes
dial de Ptolomeo mostraba el mundo que Habían de hacer una inversión en una flota mercante. Des
conocido los romanos!'“cültpl;\&eL.sj1glo..lt; un mapa pachó a Bartolomé Díaz hacia el Sur, cabotando la
que, gracias a los contactos de los griegos con la costa de Africa, en tanto que a Pero de Covilhá
India y a las suposiciones —originadas a partir le envió en la dirección opuesta con el objeto de
de los rumores y del comercio— acerca de lo que que pasara al oceáno Indico a través del Medite
pudiera haber más al Este, daba un bosquejo más rráneo y del mar Rojo y recogiera cuanta infor
o menos exacto de Europa, de la costa norte de mación le fuera posible entre los árabes (el explo
Africa y de Arabia, y adjudicaba una generosa ex rador hablaba esta lengua) que traficaban entre el
tensión al océano Indico, al que mostraba, sin Africa oriental y la India. Mientras las tormentas
embargo, como un mar interior, con su costa sur apartaban a Díaz de la costa y le arrastraban ha
bañando la vasta masa completamente imaginaria cia el Sur y al Oeste de modo que realmente llegó
de la Terra Incógnita, que se alargaba hacia el a doblar el cabo sin ser consciente de ello, Covilhá
norte y llegaba a ser paralela al trópico de Ca alcanzaba Sofala justo al sur de Beira, donde hizo
pricornio, punto en el cual se confundía con Afri investigaciones acerca de las rutas marítimas en
ca. Según este mapa, los barcos podían navegar torno a Africa del sur. De las historias de árabes
fácilmente desde Africa hasta las Indias (término cuyos barcos habían sido arrastrados hacia el Este,
en el que se comprendían la península malaya, las del mismo modo que Díaz lo fue hacia el oeste,
Indias Orientales y la China), pero también pa Covilhá llegó a la conclusión de que la circunna
recía demostrar que no había manera de llegar por vegación era posible. El xe&ultado de la maniobra
mar hasta esta meta; parecía burlarse, permitien de tenasa.de Díaz,y Covilhá fue obtener una ima
do una clara visión del tesoro y cerrando la puerta gen relativamente clara de toda la costa africana-,
de acceso al mismo tiempo. Sin embargo, a Pto excepción hecha del trecho donde ninguno de los
lomeo se le estudiaba poniéndolo-ejj,.xeteción cada dos puso el pie, entre Londres oriental y Sofala.
vez más intensamente con su predecesor JEstrabón, Habían madurado las condiciones para eí viaje de
quien alimentaba la idea de que era posible la Vasco, de Gama alrededor del Cabo, siguiendo ha-
52 53
cia arriba la costa Este hasta Malindi y atravesan mentalidad que suponía el dejar de ver los mapas
do hasta Calicut; y, con entera certeza, sólo se como registros de lo que se conocía o se imagina
debió a la posterior enfermedad de Juan el que ba, para pasar a considerarlos como diagramas de
los portugueses retrasaran el contacto con la In- lo posible, como invitaciones a expediciones a las
difUtiasta 1498. — —, que se podría considerar como mera prolongación
En aqueÜos^momentos, Colón hacía su tercer ae los viajes ordinarios, tenía una influencia más
viaje a las Indias Occidentales. El descubrimiento directa e l „ ^
de América se había hecho de modo completa A finales del siglo xv un artista como Leonardo
mente distinto a como hasta entonces se llevaban podía no solamente registrar con exactitud un
las exploraciones en Africa y el contacto con la paisaje que tuviera delante, sino también proye '
India. Hasta el momento en que las tormentas tar imaginativamente su capacidad de asimilación
arrastraron a Díaz a gran distancia en el Atlánti espacial hasta la más amplia perspectiva del ojo
co sur, cuando se encontraba a unas 500 millas al de pájaro e incluso, más alto y amplio, podía di
norte del Cabo, la exploración de la costa africana bujar un mapa detallado de una provincia com
se había llevado paso a paso. Los marinos se apro pleta. El, art£Layudaba a la mente a pensar en cai-
ximaban a lo desconocido partiendo de lo cono tegprías de espacio mediante el previo M iésíra-
cido y procediendo de cabo en cabo y de bahía en miento del ojo. Áí ayudar a los hombres a «ver»
bahía,. Una vez que los portugueses doblaron el el campo como una totalidad y no como un amon
Cabo y establecieron contacto con Mozambique, tonamiento de impresiones independientes y al
penetraron en una zona comercial muy compleja, adiestrar sus imaginaciones, confrontándolas con
con un intenso tráfico de grandes barcos, donde paisajes imaginarios, pero perfectamente verosí
había mapas y los pilotos utilizaban cuadrante y miles, el pintor les capacitaba para proyectar
compás. El océano Indico se asemejaba a un Me imaginación más allá del marco del cuadro, más
diterráneo arábigo-parlante, donde, mediante in allá de lo que era visible* hacia lo que sólo se po
térpretes de la península Ibérica o de Africa, los día conjeturar. De la misma manera, con los ma-
europeos podían dominar los entresijos sin dema
siada dificultad, aunque, desde luego, no sin arros [)as la imaginación adiestrada se elevaba desde
a parte conocida, allí dibujaba, a la consideración
trar bastantes peligros e inevitables privaciones. de las regiones inexploradas como susceptibles de
Toda vez que la teoría geográfica y, por tanto, conocimiento. En efecto, a p a rliiL iie ^ ma
también los mapas habían admitido que Africa pas determinaban la dirección de ,los viajes cü"
SIlarQUlXíiav^gable, el contacto con el lejano exploración con un sentido de incitación positiva
Oriente era una cuestión de voluntad y valor sin que era nueva hasta entonces, pero que alcanzó
que se precisara una convicción imaginativa que tal intensidad que docenas de barcos habían de
justificase un enorme salto sobre la mar océana. zozobrar y cientos de hombres iban a perecer a la
Que Cathay se hallaba hacia el Oeste, al otro búsqueda de pasos, estrechos y hasta de un con
lado de un gran océano, hacía mucho tiempo que tinente entero, la Terra Incógnita Australis, que
sé había dado por supuesto. Sin embargo, para pe sólo existían en la imaginación de los cartógrafos.
ner en práctica semejante conocimiento no sólo se Al mismo tiempo se registraba una creciente
requerían barcos dotados de las características demanda de mapas y descripciones escritas con
precisas, técnicas de navegación adecuadas y hom fines administrativos y militares. «Me han pedi
bres dispuestos a arriesgar sus vidas, sino también do», escribía un médico humanista de Zurich a
de la capacidad de imaginar el espacio, expresado comienzos del último decenio del siglo xv, «que
en términos cartográficos, como abierto a la explo describa las regiones de nuestra Confederación y
ración de modo real y tentador. En el cambio de sus alrededores, de modo que puedes compren
54 55
der... lo útil que resulta tal descripción para to vos es lógico que se desarrollara el espíritu loca
dos aquellos príncipes que se aprestan a tomar el lista, así como la caza capacitaba al ojo para juz
país por la armas». Los historiadores comenzaban gar el terreno y las distancias. Si, a pesar de todo,
a utilizar la geografía, «el ojo de la historia», con los asuntos militares y diplomáticos están reves
el fin de situar su tema tanto en el espacio como tidos de un aura de confusión e improvisación,
en el tiempo, y el celo patriótico también consti ello se debe, al menos en parte, a que los hombres
tuía motivo para descripciones de ciudades y re eran literalmente incapaces de ver sus propios
giones. Asimismo, los políticos, que carecían de fines.
atlas o mapas que señalaran las fronteras nacio La dificultad de relacionar la información escri
nales, mostraban un creciente interés en concre ta y oral con un concepto gráfico del espacio tam
tar el escenario de sus operaciones diplomáticas, bién explica (aunque solo parcialmente) la indife
valiéndose de los informes de los embajadores rencia general de la mayoría de los europeos ante
para suplir los defectos de los mapas de Europa, el pasmoso ensanchamiento de sus horizontes geo
aún muy rudimentarios. gráficos. Resultaba imposible seguir los viajes con
Hacia el año, 1520, sin embargo, únicamente una la imaginación, y los relatos de lo que se había
; minúscula fracción de la población europea, había encontrado únicamente resultaban atractivos si se
visto alguna vez un mapa. En las escuelas y uni podían enlazar con las maravillas y los monstruos
versidades \nq¡ se enseñaba geografía, a excepción de la tradición viajera medieval; las 'diferencias
de en algunos centros, la mayoría de los cuales se esenciales con las nuevas tierras y los nuevos pue
encontraban en Alemania* donde se estudiaba a blos no se podían comprender porque la imagina
Ptolomeo. Careciendo de la costumbre de pensáF ción se encontraba retenida en Europa.
el espacio en conceptos, un viajero que fuera a la Los relatos.de viajes comenzaron a imprimirse
guerra o al trabajo no podía relacionar sus im a partir de 1493, cuando apareció en Roma la ná-
presiones aisladas con la naturaleza del camino rración del primer viaje de Colón, mas no encon
como un todo, y tampoco podía extenderlas ima traron un círculo importante de lectores hasta
ginativamente a las partes no visibles de la zona mediado el siglo xvi. A pesar de la gigantesca in
que estaba atravesando; un hombre no podía ima fluencia que las consecuencias económicas y polí
ginarse gráficamente el país en el que vivía; un ticas del comercio y el asentamiento en ultram ar
propietario agrícola, incapaz de «ver» sus propie habían de ejercer, hasta entonces la información
dades como totalidad, no estaba interesado en con sobre Africa, Asia y las Américas era insignifican
centrar sus dispersadas pertenencias por medio de te, excepto para los que estaban directamente im
la compra o el cambio; al gobernante, carente de plicados en el comercio ultramarino o en la pre
la «visión» de su reino, no le inquietaba malbara-. paración de los viajes de descubrimientos. La ma
tar provincias que las generaciones posteriores, yor parte de los eruditos humanistas estaba más
conocedoras del mapa nacional, habían de consi Interesada en el redescubrimiento del mundo an
derar como esenciales para el mantenimiento de tiguo —descubrimiento que se podía realizar me
las fronteras estratégicas; informados a través de diante palabras y el estudio de los textos— que
descripciones verbales, los gobiernos estaban im en prestar atención al descubrimiento del nuevo,
posibilitados para valorar los recursos materiales lo cual exigía una nueva imagen gráfica del espa
y humanos de sus rivales; los generales calculaban cio. Absolutamente típica fue la reacción de Ma
erróneamente las líneas de comunicación y encon rineo Sículo, quien enseñaba en Salamanca cuan
traban enormes dificultades para elaborar un plan do Colón estaba allí discutiendo su teoría geográ
sistemático de operaciones. Por supuesto, en una fica con sus colegas y que, además, era uno de los
época que virtualmente carecía de mapas efecti historiadores oficiales de Fernando de Aragón; en
56 57
hay una referencia al Nuevo Mundo, aquella en II. La Europa política
tre todos los numerosos escritos de Sículo sólo
la que comenta el hallazgo de una presunta mo
neda romana en América Central, mientras desliza
comentarios como: «Esto arrebata la gloria a nuesf
tros soldados, quienes alardeaban de su navegaj
ción, dado que la moneda es una prueba de que 1. LA UNIDAD POLÍTICA
los romanos habían navegado hacia las Indias
mucho tiempo antes.» Marineo se mantuvo con los La variedad de formas de gobierno„_e3iJteuEa¿“
ojos de la mente observando el pasado. Para íf rSpa^Se J^§^E á""efa asombrosa. Incluso aunque
gran mayoría de los hombres ilustrados el desafío ómTtamos an o m alía^ el Papado y las
más interesante venía del tiempo y no del espacio] zonas sobre las que, a todos los fines y efectos,
no se ejercía gobierno alguno, aún nos encontra
mos con monarquías hereditarias, electivas^ com-
particlas, con repúblicas oligárquicas w3e am pia ó
estrecha, base social, con coftfederacíóñes que ac
tuaban como agentes libres y con un e^ p ^ aS o r
puyas oircíeñes ignoraban virtuaffierite la inmensa
IM^gría de sus súbditos 1f Ñ o obstante, la pala
bra gobierno en esta épocatiene la ventaja de ser
menos equívoca que la de nación o estado para
la descripción de los acontecimientos políticos, ya
se refieran a la política exterior y a la guerra o al
sistema tributario y a la administración de justi
cia, ya a las luchas por el poder dentro de un país
determinado, ya a ías relaciones entre el súbdito
y su gobernante^
En aquel tiempo, la palabra «nación» significa
ba un conjunto de individuos que habían nacido
en .el mismo lugar; y así se entendió en los conci
lios ecuménicos de la Iglesia en el siglo xv, al igual
que se seguía considerando en la organización so
cial de las universidades; implicaba también la
idea de fines compartidos, experiencias y senti
mientos que se podían movilizar a través del go
bierno. Evidentemente, en este tiempo resulta
jposiMe. hablar de un sentimiento nacional, del rnis'-
mo modo que resulta imposible explicar los asun
tos internacionales soslayando la fortaleza del
patriotism o2. Pero la palabra nación, en su acep-
1 Véase apéndice. Europa hacia 1500: Un nomenclátor
político.
2 Véase más adelante, págs. 118 y s.
ción moderna, sugiere un sentimiento comunita nían un límite a la expansión. Ni siquiera el mar
rio más extensivo de lo que entonces se daba y impidió a Enrique VIII considerar que Calais era
resulta inseparable de la idea de unas fronteras parte de Inglaterra y tratar de anexionarse Bolo
bien definidas. En la legislación económica mer- nia; tampoco Aragón retrocedió ante el mar al
cantilista que promulgaban los gobiernos o en la intentar dominar el reino de Nápoles. Los teóricos
construcción de fortalezas para la defensa de sus también trataban de sostener que el lenguaje ac
territorios hay implícito algo parecido a un «pen tuaba como una frontera natural; más m un solo
samiento de frontera», pero como ni estaban cla gobernante utilizaba este argumento en la prácti
ramente delimitadas, excepto en la costa marítima, ca como no fuera a modo de excusa para la con
ni tampoco se daba por supuesto que hubieran de quista. Incluso dentro de cada nación faltaba la
ser necesariamente duraderas, fundamentalmente convicción de que todos los súbditos del mismo
las fronteras eran poco menos que tierras de na príncipe tuvieran que hablar la misma lengua. Por
die de distinta extensión, donde las comunidades ejemplo, los estudiosos y las prensas le llevaban
locales se sometían bien a las leyes de un lado mucha delantera al gobierno, sosteniendo la ne
bien a las del otro, según rezara su interés en cada cesidad de extender por el sur el francés, que se
momento, y donde unos hombres que fortificaban hablaba en lie de France. Carlos V no vaciló en
sus haciendas e iglesias, con la intención de defen gobernar los heterogéneos componentes que su
derse a sí mismos, ignoraban en principio el bra elección al Imperio en 1519 le aportó, como si se
zo del gobierno, generalmente debilitado al exten tratase de una unidad gubernativa: lo que por he
derse tan lejos del centro administrativo. rencia le correspondía en la Europa central y los
Los geógrafos podían hablar de las fronteras na Países Bajos, así como España, trofeo matri
turales, las montañas y los ríos, como lo hacían monial.
Johann Cuspinian en su A u stria e regionis d e sc rip - Los países europeos, especialmente los del Oes
tio. El rey francés Luis XI podía decir en 1482 te, estaban tan apretados unos con otros entre el
que quería que «el reino se extendiese... hasta los Atlántico, el mar del Norte, el Báltico y el Medi
Alpes... y hasta el Rin»; doce años más tarde, su terráneo, sus rivalidades tan claramente definidas,
sucesor Carlos VIII renunciaba a sus pretensiones las conquistas que unos conseguían a expensas de
sobre el Franco Condado y el Artois a fin de evitar los otros eran tan pequeñas y sus sistemas admi
que Maximiliano se interpusiese en su proyecto nistrativos tan efectivos que resulta tentador con
de conquista de Ñápales. De hecho no existía la siderarlos como verdaderos estados modernos,
opinión de que los accidentes naturales pudieran principalmente si sé los compara con Asia, con
constituir fronteras. No había dos países que se sus poblaciones tan escasamente esparcidas y sus
dieran por satisfechos al encontrarse separados rachas de entusiasmos religiosos supranacionales.
por un río, que, por otro lado, constituía un víncu No obstante, Europa, vista desde dentro, estaba^
lo natural entre las dos riberas, en un tiempo de aún lejos de “constituir un sistema dé entidades'
malos caminos y transporte acuático relativamen
te barato. Iván III fortificó el río Oka contra las Eolíticas con una autoconciencia de tales jr ádipi-
ístradas metódicamente; y ello sin cóñTárlas re
incursiones provenientes del Sur, pero también es giones más «asiáticas», el extremo norte, donde los
tableció fortificaciones bastante más al Sur, don lapones y los fineses pescaban y perseguían a los
de asentó una densa marca de tribus cosacas. Du renos sin que necesitasen saber quién les gober
rante las guerras de Italia, a partir de 1494, lo? naba por el momento; ni la región entre el Dniés
alemanes y los suizos pasaron los Alpes y llegaron ter y el Danubio, una zona vagamente gobernada,
tan lejos como pudieron en la llanura lombarda. asilo de nómadas, esclavos y refugiados.
Las montañas dividían a los países, pero no supo Desde el punto de vista de las relaciones jinter-.
60 61
na£ÍQHale,s.. se puede considerar a Europa como un bel y Enrique VIL Al año siguiente, y alarmados
mundo cerrado y propio. Los turcos se habían por su fácil triunfo, Fernando e Isabel y Maximi
'TetlTSídó dé sus posiciones en suelo italiano, en liano cambiaron de bando y se unieran g j)/enecia
Otranto, en 1481, y, desde entonces, aparte de una y al Papado para expulsar de Italia**ae nuevo¡ al
guerra naval con Venecia de 1499 a 1503, estuvie rey francés. Hacia 1509 los asuntos se complicaron;
ron demasiado ocupados como para que pudieran ya que los propios estados italianos vacilaban me
constituir una gran preocupación para los poderes nos en utilizar la ayuda extranjera, para resolver
europeos: en sus fronteras orientales tenían que sus disputas con sus enemigos interiores. En aquel
luchar contra Persia, en 1516 conquistaron Siria año, Fernando, Maximiliano, Luis XII, el papa Ju
y Egipto en 1517. En lo referente a ultramar, aun lio II, el duque de Ferrara y el marqués de Mantua
que hacia 1520 se habían dado pasos gigantescos constituyeron la liga de Cambrai, con el fin de de
en el establecimiento de los imperios español y rrotar a Venecia y de repartirse sus territorios en
portugués tras el primer viaje de Colón en 1492 tierra firme. En la batalla de Agnadello la Liga
y el desembarco de Gama en Calicut en 1498, el gbtuvo una victoria tan abrumadora que el Pága,
tratado de Tojrdesillas3 había resultado efectivo atrapado en el dilema del aprendiz de brujo, se
á f convenceF^ los marinos de los dos países de volvio contra Francia, que estaba devorando la
que los unos se mantuvieran fuera de la ruta de parte del león de los despojos, y dos años más tar
los otros, y viceversa; la época de los entremeti de, mi.51L-había fundado una alianza antifrancesa
mientos y los asentamientos rivales por parte de «que incluía, una vez más, a Fernando y Maximi
otros países todavía no había llegado. En el cam liano, junto a los suizos, a Enrique VIII de Ingla
po de las relaciones internacionales en Europa, los terra y a la víctima reciente, Venecia. Tras la ba
descubrimientos y la colonización que les siguió talla de Ravenna (1512), Francia tuvo que retirar
apenas si influyeron, como no fuera para dirigir se, sólo para regresar, como hemos visto, tres años
todo el interés de Portugal y parte del de Casti más tarde.
lla hacia ultramar. Aragón prácticamente no par Si bien las alianzas en gran escala no eran nove
ticipaba en esta actitud y precisamente era Fer dad alguna (tales alianzas habían decidido la gue
nando, el gobernante de Aragón, el principal ar rra de los Cien Años) nunca antes se habían cons
quitecto de la política exterior española. truido y reconstruido con tal rapidez. Esto se ha
El meollo diplomático del período de 1480 a bía hecho posible gracias a la transformación de
1520 lo constituyeron los sucesos de Italia entre los métodos diplomáticos. A partir de finales del
1494 y 1515. Ambos años fueron de victoria ¿ara siglo xv se había extendido desde Italia (donde
^rancia; en el primero, Carlos VIII invadió"Italia, encontraba amplia aceptación) al resto de Europa
tu z a n d o a la conquista de Nápoles; en él segun la costumbre de mantener diplomáticos en po s te
do, el joven Francisco I recobró Milán tras la Ba en el extranjero durante varios años seguidos, de,
talla de Mangnano k La segunda victoria fiabla de modo que la maquinaria para realizar tratados in
mostrarse tan efímera como la primera. Lo im ternacionales o cambios de frente estaba siempre
portante de estos veintiún años radica en el tamaño en funcionamiento. Un segundo punto es que los
de las alianzas que se fundaron con este fin y la ve países de Europa, en especial los de la Occidental,
locidad con que éstas se rompían y se recons eran ahora capaces, en un grado hasta entonas
truían Limitémonos a dos ejemplos: Carlos VIII musitado, de emprender una mieiatíva diploma tir
se protegió a sí mismo antes de invadir Italia por ca que luego se podía apoyar con el dinero y con
medio de pactos con Maximiliano, Fernando e Isa los ejercitas, simultáneamente,
Carlos VIII pudo invadir Italia~¿x)»~je^^
3 Véase más adelante, pág. 79. mayor que Europa había visto, porque su preSe-
62 63
cesor, Luis XI, había dedicado un largo reinado que ya gobernaba España desde, .1.516,., heredó. Jas
(1461 a 1483) a conseguir la recuperación econó tierras delos Habsburgo a la muerte de sil „abuelo*
mica de Francia después de la guerra de los Cien en - 15,19r y fu e .^ eridiQ:.....em.perador.., Italia siguió
Años. Fernando podía intervenir, primero de un siendo elcam po de batalla, pero desdé aqüel mo
lado y luego del otro, a causa de que su reinado mento la lucha estaba establecida entre dos blo
compartido con Isabel había restaurado el ordéñ ques, los Habsburgo y los Valois (en la persona
en los dos reinos al rem atar la Reconquista y con de Francisco I), a quienes ayudaban unos aliados
quistar el reino moro de Granada en 1492, dejando que ya no pasaban de ser meros satélites. Sin em
por todo ello un entrenado ejército desocupado. bargo, hacia el final de la época que estudiamos,
En Inglaterra, el fin de la guerra de las Dos Ro esta polarización no había producido aún la bús
sas y el reinado de Eduardo IV (1471-1483) habían queda consciente de un equilibrio de poderes que,
restaurado la paz en el—país y la rectitud en el mas tarde, había de caracterizar a los asuntos in
gobierno, proceso éste que se acabó bajo un mo ternacionales en Europa. La información acerca de
narca Tudor, después de los dos años de gobierno la fuerza real de los otros países era demasiado in
de Ricardo III (1483-1485). De aquí que Carlos VIII cierta y el ritmo de los acontecimientos demasia
tuviera que sobornar a Enrique VII para conse do rápido. Quizá lo más importante es que no se
guir que éste no invadiese Francia en 1494, cosa estimulaba la planificación a largo plazo o la po
que hizo Enrique VIII en tiempos del sucesor de sibilidad de un equilibrio eventual debido a que,
Carlos, sin importarle gran cosa los costes. En desde el punto de vista de las potencias no-italia-
1477, los suizos habían derrotado (y muerto) a su nas, jas guerras de la ^ eninsula^ ^ a^ ^ ^ errg ^ jd e
principal enemigo, él duque Carlos el Calvo de conquista y no por la supervivencia.
Borgoña, en Nancy, con lo cual consiguieron la ne Sin embargo, mcíuscT teniendo en cuenta esta
cesaria seguridad para proporcionar gran cantidad reserva, el ritmo de los asuntos internacionales
de sus piqueros, altamente especializados, para las da la impresión de que Europa estuviera consti
primeras campañas francesas en Italia. Hacia 1499, tuida por Estados en un sentido moderno, al me
y tras una batalla aún más sangrienta que la de nos en el Oeste; y el hecho de que fueran la uni
Nancy, derrotaron a un ejército enviado contra dad interna y el incremento de la eficacia admi
ellos por Maximiliano, y libres ya de cualquier, de nistrativa, lo que les permitió participar en la
pendencia real del imperio, tomaron parte en las contienda por Italia, no hace más que reforzar
guerras de Italia cada vez más como entidad polí esta suposición. Es conveniente, por tanto, antes
tica propia y menos como proveedores de tropas de considerar la evolución interna de cada país,
para los demás. Uricamente Alemania permaneció prevenir contra una comprensión de la palabra
tan desunida y ausente de administración central «Estado» en un sentido demasiado moderno cuan
como lo estuvo a mediados del siglo xv. De resul do se la emplea en este libro.
tas de ello, Maximiliano era el más débil de los En la Europa oriental resulta especialmente
contendientes que lucharon en la península. equívoco. Iván III (1462-1505) y su sucesor, Basi
/ / “"'Esie interés general y pronunciado sobre Italia^ lio IV, estaban empeñados en transformar «Mos
¡desde 1494 a 1515 estimuló a cada uno de los paí- i covia» en «Rusia» por medio de una serie de con
/sesMe Europa occidental a vigilar lo que los otros j quistas que llegaron a constituir una estructura
íhacían y fomentó un método manifiestamente / integrada y vacilante hacia 1520. En lo que se re
«moderno» de efectuar los intercambios diplomá/ fiere a los otros países del Este, el vínculo entre
L jüg sÁ Todavía resulta más tentador pensar en los Lituania y Polonia, d^carácte^electivo^de la~~mo-
asuntos internacionales en términos de sistema de jqarquia en Polonia, Hungría y Bohemia, que des-
Estados, cuando el nieto de Maximiliano, Carlos, Trína la posibilidad jde una^ CQn.ünuidad^dminis-
64 65
Jxaliva^ la^ ausencia virtual de una clase de . ad- provincia y ciudad contra ciudad/ Respetaban,
miiiistradores que hubiera podido cubrir esta además, fuertes lealtades personales. Los güel-
continuidad en alguna medida: tales eran las di dreses consideraban a la familia Egmont como
ficultades que se oponían a la consecución y que sus dirigentes naturales y no a los Habsburgo. Los
quedaban compensadas por el hecho de que <losL Países Bajos no constituían una unidad realmente
destinos de esos países inviable, pero la consecución de un consenso ge
el egoísmo de una clase p articu lar, los nnbí¿s—y neralizado era un proceso inmensamente costoso
en dinero y tiempo. Por último, dentro de la Con
quiénes co n slltu l^riin ^ federación Suiza no había poder central alguno;
raba las tierras comprendidas entre Alemania y cada cantón continuaba siendo independiente. Si
Rusia como una propiedad común que se podía había que discutir cuestiones de interés general,
repartir según las conveniencias dinásticas más uno o dos de los cantones, generalmente los más
bien que según los intereses nacionales. En los ricos, Berna o Zurich, tomaban la dirección e
países escandinavos, una incertidumbre similar invitaban a los otros a enviar representantes a
acerca de dónde residía la autoridad efectiva las una dieta ad ho c . Los cantones no se considera
traba la tendencia hacia la administración unifor ban vinculados por las decisiones de la mayoría.
me y hacia un mayor grado de homogeneidad A cierto grupo de cantones, cuya topografía y co
entre el pueblo y el gobierno. En Alemania era munidad de ocupaciones proporcionaban vínculos
tan fuerte el particularismo de algunas ciudades especialmente estrechos —tales como los canto
y príncipes, que preferían aliarse entre sí mismos nes de la «selva», Uri, Schwyz y Unterwalden— se
antes que invocar la protección del gobierno im les reservaba la posibilidad de convocar una dieta
perial. De este modo se formó la Liga Suaba en local sin necesidad de llamar a los otros.
el Sur en 1488 con el fin de contener a los suizos, A la hora de analizar la evolución de los res
así como la expansión de Baviera, gobernada por tantes países de Europa occidental es importante
su agresivo duque Wittelsbach. Dentro de este mo- \ tener presente no sólo la falta de jm ^ la ro^xon-
saiccL.de particularismos había territorios donde i jCfípjja^deJa^ fronteras, sino también la^Jiamipxe-
el gobierno era tan eficaz al menos como, por | , regianes^mal„adaptadas,, o
ejemplo, el inglés. Uno de esos territorios era el \ reacias a cooperar co n^ejt^u^
Palatinado, pero incluso aquí se producían anoma- * impedían el desarro-
lías. Su gobernante, el elector, tenía que aceptar Jlo (en^párte por razones p sícoló^
que algunos de sus vasallos le prometieran su debido a la organización- administrativa) de una
apoyo, mas no en su calidad oficial de conde pa respuesta m á s j ^ m e i w s j j ^ ^ a
latino, sino en su calidad privada de, pongamos psy~a,in iveraalm m .te-
por caso, señor de Weinsberg. El ducado de Bor- üíLailant^.
goña se parecía a Alemania. Desde el Franco Con JEn las monarquías, los enclaves más grandes
dado hasta Brabante y Flandes, todoji^sus .cQHb eran, paradójicamente, las posesiones personales
ponentes estaban sujetos a —su del gobernante, vastas propiedades que podía tra-
^consejo, pero eran excesivamente diferentes en ta tar más favorablemente o explotar de modo más
maño, importancia económica y condicionamiento efectivo que el resto de su dominio, zonas que
histórico para funcionar con auténtica coheren eran «suyas» „en un sentido puramente personal.
cia. No era solamente que las regiones industria aunqy£L,su&. rentas seldZstínaban a sostener a un
les se negaran a unirse con las agrícolas del sur fogíerpp queÜ S s Iaba .BaZjTpais como un toga,
del ducado, sino que, además, proseguían sus ri "Cada país tenía, además, otro enclave en la Igle
validades tradicionales propias, provincia contra sia, sus posesiones territoriales y sus tribunales.
66 67
Asimismo tenía cada país enclaves en forma de 2. FLORENCIA, FRANCIA, ESPAÑA, INGLATERRA Y ALE
zonas mal catastratadas por los empleados de la MANIA
administración central. E n, 1515, Francisco I he
redó una Francia cuyos límites apenas si iban a En la historia de organizaciones políticas tan di
cambiar hasta el reinado de Luis XIV, pero sólo ferentes como una república: Florencia; una mo-
podía actuar con auténtica libertad dentro de los narquía de dinastía indiscutida: Francia: ^na mn>
antiguos núcleos del país: Picardía, Champagne, riarqtrra^cj^
Touraine, Berry, Anjou y Maine, la «Francia real»,
como señaló un viajero italiano. El rey tenía siem podeFéfTéderales y monárquicos: el Imperio; fse,e
pre las manos atadas por contratos hechos cuando pueden establecer periodos que, si b ie n no son
se adquirieron las tierras: exenciones tributarias, solutámente qu»
exclusiones legales, necesidad de consultar á asam meras conyeniencig^ representan momentos de la
bleas locales. Aunque era heredero del país más evolución poíítica'^aram ente delimitados y, en lí
rico y más grande de Occidente que profesaba neas generales, coinciden. Para Florencia, este pe
lealtad a un solo gobernante, se veía obligado ‘ ríodo abarca desde 1478, año de la conspiración
a administrarlo en algunos aspectos como si se \ de Pazzi, cuyo fin era asesinar a Lorenzo de Médi-
tratara de una federación de poderes independien- \ cis y a su hermano, hasta 1523, fecha en la que, por
tes. En Aragón, la necesidad de respetar las cos segunda vez, se elige papa a un Médicis, bajo el
tumbres locales de Cataluña obstaculizaba la vo nombre de Clemente VII; para Francia, desde
luntad de Fernando, y lo mismo le sucedía a Isa 1481-82, con la recuperación del control real sobre
bel en la parte más remota de la nación, Galicia, Anjou y el Ducado de Borgoña, hasta 1520, fecha
donde tenía que moverse con mucha precaución y de la batalla del Drap d'Or; para España, desde
recabar el apoyo de los cabecillas enemigos. Tam año de la uni& Lde Castilla y ÁrggSíHmSTa
bién la autoridad de los Tudor comenzaba a vaci 1519, errqüe se e llip ó e ^ éraaor ¿XaBos
lar a medida que se acercaba a la frontera escoce burgo; para Tñglaíerra, 3es’3e~"l485, año" en que
sa; pero incluso más hacia el centro había trozos losTndor acceden al poder, hasta 1518, cuando se
de territorio, como el palatinado de Lancaster, el consolida el control de Wolsey sobre la política
«privilegio» de Richmond y el s o k e de Peterbo exterior; para Alemania, desde 1493, fecha de la
rough, que conservaban derechos tradicionales de muerte de Federico III, hasta la elección de Carlos.
autodeterminación en materia legislativa y, en me A causa del pequeño tamaño de la república, en
nor medida, de imposición. Incluso en Milán, el Florencia los acontecimientos políticos afectaban
ducado que Jacob Burckhardt pusiera de relieve a la gente más intensamente. En 1478, el atentado
para demostrar su tesis de que en Italia el Estado contra Lorenzo y Julio tuvo lugar en la catedral,
se había convertido en una «obra de arte», lo era durante una misa mayor. Julio resultó muerto y
tan escasamente que Ludovico Sforza, el más fuer Lorenzo herido, y a los asesinos se les dio caza a
te de los gobernantes italianos de la época, tenía través de las calles, donde ellos trataron vanamen
que tolerar que algunas de las familias dirigentes te de obtener apoyo mientras huían. A la caída de
del Milanesado elaboraran sus estatutos propios y la noche, cuatro miembros de la familia Pazzi, uno
que admitieran los juramentos de fidelidad de los de ellos un arzobispo, colgaba de las ventanas del
hombres de los alrededores. Palacio de la Señoría, a la vista de todo el pueblo.
En esta época, Lorenzo, quien había heredado
en 1469 la dirección de los asuntos públicos que les
fuera concedida desde 1434 a su padre y a su abue
lo, había endurecido el dominio político y se había
68 69
creado enemigos tanto dentro de la ciudad como ticipación política debería ser más extensa de lo
fuera de ella. En colaboración con sus partidarios, que había sido a lo largo de todo el siglo. Por aquel
incrementó la fiscalización que el Consejo «Médi- entonces, el prior de los dominicos, Jerónimo Sa
ci» de los Ciento ejercía sobre los órganos de go vonarola, había alcanzado notable influencia sobre
bierno, el cual pretendía representar una opinión un gran número de personas pertenecientes a to
más o menos popular. Por un lado, su casamiento das las clases sociales, influencia que se sustentaba
con una aristócrata no florentina, Clarizia Orsini, sobre un vigoroso estilo en la prédica, dentro de
originó la sospecha de que la familia ya no se la tradición de los evangelistas, el cumplimiento
contentaba con la idea de ser unos ciudadanos de algunas profecías (la de la muerte de Lorenzo
como los demás; por otro lado, se había negado a y la de la invasión francesa, entre otras) y una
colaborar con el papa Sixto IV en sus esfuerzos forma secular de considerar los problemas públi-
por aumentar el control pontifical sobre la Ro- eos. Es casi seguro que fue su apoyo al partido
maña. La conspiración de 1478 la tramó una fami ' «popular» lo que le permitió triunfar a éste. Se
lia florentina envidiosa, con el apoyo del Papa; la reformó la Constitución incluyendo algunas defen
consecuencia fue una guerra contra el Pontificado sas contra la formación de partidos, así como un
y su aliado el rey de Nápoles, cuyo término cons artificio que venía a ser la alternativa más radical
tituyó un triunfo diplomático personal para Lo concebible en la Europa del tiempo al Consejo de
renzo y le dio la ocasión para fortalecer aún más los Cien de los Médicis: un Gran Consejo compues
los controles por medio de los cuales tanto él corno to por uno de cada cuatro o cinco varones legos
sus partidarios acostumbraban a mantener fuera adultos residentes en la ciudad.
del poder a sus potenciales enemigos. Aunque for La nueva forma de gobierno hubo de resistir de
malmente Lorenzo nunca había sido más que un inmediato la prueba de la guerra no a través de la
ciudadano privado, cuando murió, en 1492, la direc directa participación en ella de sus ciudadanos,
ción de la ciudad pasó, sin que se provocara con sino los elevados impuestos necesarios para el al
flicto alguno, a su hijo Pedro, el cual constituía el quiler de los mercenarios, la presión psicológica
punto de referencia que mantenía unido —y, por originada por el aislamiento diplomático (ya qu^
tanto en el poder— al grupo de familias que tiem Florencia perseveró en la alianza con los franceses
po atrás se habían asociado con. los Médicis. que inaugurara Pedro y las reales amenazas a su
Hacia 1494, las decisiones políticas en Florencia territorio que suponían los ejércitos invasores y
eran competencia de un grupo de 300 personas, que crisis locales, tales como los intentos de César Bor
suministraba el personal de las principales comi gia de consolidar los fragmentos de unidad política
siones alternantes de gobierno. En aquel año, Car de la vecina Romaña. Aún más importante para los
los VIII invadió Italia y mientras el monarca fran florentinos resultó ser la guerra por la recupera
cés atravesaba la Toscana, Pedro trató de encami ción de Pisa, que se prolongó desde 1495 a 1509.
narle hacia Roma por medio de concesiones tan Ocupada por las tropas francesas como garantía
importantes (permiso de ocupación de fortalezas de que Florencia no cortaría las comunicaciones
claves) que su propio partido denunció el acuerdo de Carlos VIII durante la campaña de Nápoles, de
y él tuvo que huir de la ciudad. Los resentimientos 1494 a 1495, la ciudad se negó a volver bajo domi
que, en esta ocasión, emergieron a la superficie nación florentina, una vez que los franceses se re
representaban corrientes diversas de opinión resu tiraron. Apenas se había resuelto esta prolongada
mibles en dos argumentos esenciales: según unos crisis cuando dio comienzo otra, provocada por la
Florencia debería gobernarse por medio de un pe resistencia de los florentinos a unirse a la liga
queño número de personas experimentadas no su que Julio II creó en 1511 para levantar a toda Ita
bordinadas a ninguna familia; según otros, la par- lia contra los franceses. La oposición a tal proyecto
70 71
condujo a la intervención de las tropas pontificias aspecto económico; además, florecieron las sucur
y españolas en 1512, al restablecimiento de los Mé sales de los bancos florentinos en Roma. Clemen
dicis, la abolición del Gran Consejo y la vuelta a te, en cambio, se encontraba más condicionado por
las formas constitucionales de lps últimos años de la presión política de españoles y franceses y no
Lorenzo. podía ignorar la expansión del sentimiento anti
Apoyado en los celos fraccionalistas y en la in católico en Alemania. Necesitaba sumas de dinero
dignación que provocaban los chapuceros proce cada vez mayores ,que buscaba regularmente en
dimientos del gobierno «democrático», había vuel Florencia. Creció la oposición dentro de la ciudad,
to a surgir un partido pro-Médicis, que saludó los fomentada por la impopularidad de los represen
acontecimientos de 1512. Por supuesto, había des tantes habituales de la familia que residía allí y,
contentos y dos de ellps planearon en 1513 una tras el saqueo de Roma en 1517, realizado por los
repetición de la conspiración de Pazzi, pero una enemigos de Clemente, los florentinos volvieron a
traición los llevó al fracaso; a esta traición, en la expulsar a los Médicis y reconstruyeron el gobier
que estaba complicado Maquiavelo, le debemos las no bajo la forma que Savonarola ya había dado.
grandes obras de sus años de destierro de los asun Si en Florencia la historia que los datos reflejan
tos públicos, E l p rín c ip e y L o s d isc u rso s acerca es una historia constitucional, en Francia es pre
de la p r im e r a década de T ito Livio. Sin embargo, dominantemente militar. A la muerte de Luis XII,
el republicanismo radical, el republicanismo sim los reyes se sucedieron sin problemas ni conflic
bolizado en el Gran Consejo, había desaparecido. tos; a Carlos VIII le sucedió Luis XII en 1498; a
En 1512, el jefe de la familia Médicis era el hijo Luis, Francisco I en 1515. El buen resultado de la
de Lorenzo, el cardenal Juan, quien se convirtió en política de Luis XI, consistente en asegurar la paz
Papa al año siguiente bajo el nombre de León X. interna, en mantenerse claramente al margen de
Como consecuencia, Roma pasó a gobernar cada las mayores complicaciones extranjeras, en fomen
vez más a Florencia que, formalmente, seguía sien tar el comercio y la agricultura y en recabar el
do una república en la cual los miembros de la consejo de “personas que compartían su propio
familia residentes en la ciudad recibían un acato gusto por el duro trabajo poco atrayente, añadido
especial. El vínculo entre el Vaticano y el Palacio a los ricos recursos naturales del país, permitieron
de los Médicis ponía de relieve una de las dos di a éste recuperarse de la guerra de los Cien Años.
ferencias entre la Florencia de 1494 y la de 1513; Al final de su reinado, dos afortunados aconteci
la otra era mayormente una cuestión de calidad: mientos le permitieron casi duplicar la extensión
relacionadas con un Papa y emparentadas con fa de la Francia que pertenecía directamente a lá co
milias reales, las nuevas generaciones de los Médi rona. La muerte del último representante mascu
cis traían con ellos reminiscencias de un mundo lino de la gran casa feudal de Anjou en 1481 le
que no se conciliaba con el de una república. La aportó las extensas provincias de Anjou y la Pro-
muerte inesperadamente temprana de León X en venza. Por el tratado de Arras de 1482, que ponía
1521 hizo renacer las esperanzas entre las fraccio fin a la cuestión de lo que habría de hacerse con
nes de opinión republicana, pero el nuevo jefe de los territorios de Cairlos el Calvo tras su muerte en
la familia, el cardenal Julio, fue lo bastante astuto 1477, se le adjudicaron la Picardía y el ducado
para desarmar a la oposición invitándola a mani de Borgoña. Desde 1482 hasta las conquistas de
festarse a través de sugestiones escritas para reali Luis XIV, la historia de Francia, en agudo con
zar cambios constitucionales. Dos años más tarde traste con los períodos anteriores, es la de la mis
también él se convertía en Papa con el nombre de ma zona geográfica, con excepción de Bretaña.
Clemente VII. La política pontificia de León X no Este ducado se había gobernado a sí mismo tradi
le había costado demasiado cara a Florencia en el cionalmente como un poder independiente. Pero
72 73
una nueva muerte afortunada vino en auxilio de inconclusa batalla de Arnovo le iba a permitir sal
la corona. En 1488 murió el duque Francisco II, var la mayor parte de las tropas que no dejó de
dejando el Ducado a su hija. De entre todos los guarnición en Nápoles.
pretendientes, Carlos VIII resultó ser el más con Si bien los napolitanos se rebelaron de inmedia
vincente, porque invadió el territorio al frente de to contra su nuevo gobernante, Luis acabaría con
un grueso ejército y sólo consintió en la paz bajo siderando la aventura de su predecesor como un
la condición de que ella se casase con él. éxito. Sus objetivos eran mayores que los de aquél,
Esta «Francia», en la que ya se reconoce a la porque a las pretensiones napolitanas de la coro
moderna, aún se gobernaba de acuerdo con las fir na él añadía las de su propia familia sobre Milán,
mes orientaciones de Luis XI, esto es, concentra originadas en el matrimonio de un antepasado súyo
ción de la autoridad en el consejo real, delimita con una Visconti. Durante el segundo año de su
ción de competencias de los otros órganos del reinado, 1499, invadió Italia y al siguiente era due
Estado, en particular los relacionados con las fi ño del Milanesado. El paso siguiente fue la con
nanzas, y de sus relaciones con el consejo, conti quista del reino de Nápoles; no de todo él, sino
nua merma de los privilegios locales a favor de de la mitad, ya que Fernando había manifestado
una administración central que actuaba desde Pa los intereses tradicionales de Aragón en el sur de
rís. Este último proceso se lleva a cabo con la len Italia enviando tropas que ayudaran a los napoli
titud apropiada para evitar una confrontación gra tanos a expulsar las guarniciones de Carlos VIII.
ve entre la corona e individuos o corporaciones El rey francés hubo de aceptar a regañadientes el
poderosos. El hecho de que desde 1484 no se vol reparto de los despojos con Fernando. En 1502 am
vieran a convocar los Estados Generales hasta bos ejércitos invadieron y se repartieron Nápoles;
1560 ha alimentado la opinión de que este último pero, como era inevitable, surgieron disputas sobre
año constituye un hito en varios aspectos, siendo la división de los despojos, de modo que las tropas
así que, de hecho, la idea de una asamblea de re españolas, dirigidas por un general genial, Gonza
presentantes de toda Francia gozaba de poco apoyo lo de Córdoba, y apoyadas en los refuerzos proce
popular y que los reyes seguían consultando a sus dentes de Sicilia y España —el inadecuado poder
súbditos a través de las asambleas locales: la coro naval de Francia no se mejoró nunca en el curso
na obtenía de ellas lo que precisaba y las regiones de sus intervenciones en Italia—, expulsaron de
tenían la posibilidad de presentar sus quejas, por nuevo a los franceses de Nápoles en 1504 y esta
lo que no se requería cambio importante alguno. vez para siempre*
Carlos; VIII y sus sucesores heredaron el sistema Por aquel entonces, las aventuras militares en
tributario más productivo y la organización mili- Italia se habían convertido en algo así como una
‘ tar más perfecta de Europa y, seguros de la esta moda. El siguiente intento de conquista por parte
bilidad interior, lanzaron decididamente al país a de Francia, utilizando para ello la liga de Cambrai
la guerra. En 1494, Carlos entró en Italia con la en 1508, era parte de un asalto por el que Francia,
'intención'"He apoyar las pretensiones de los ange- España, Maximiliano, el papa Julio II y el duque
vinos al trono de Nápoles. Como la llamada la ha de Mantua iban a repartirse entre ellos las pose
bía hecho Ludovico Sforza, y ni Florencia ni Roma siones de Venecia. Los preparativos diplomáticos
se oponían, el ejército francés avanzaba hacia Ná para la participación de Luis en esta aventura tu
poles con la misma rapidez con que sus intenden vieron un inevitable carácter laborioso. Luis era
tes buscaban los alojamientos precisos. Nápoles se un monarca bastante más trabajador que Car
rindió tras brevísimo combate y aunque Car los VIII, quien apenas si podía firmar, pero si
los VIII tuvo que luchar denodadamente para al bien tenía una cierta inteligencia, no era ni sutil
canzar de nuevo los Andes al año siguiente, la ni paciente, y tuvo suerte al tener un Wolsey en
74 75
la persona de Jorge, cardenal de Amboise, el cual trono de Isabel en 1474 provocó, además, una gue
le descargaba del mayor peso de la administración rra civil que no se zanjó taxativamente a su favor
y las negociaciones. La victoria de los aliados en hasta 1479, el año en que Fernando se convirtió en
Agnadello fue completa, pero, al igual que en el rey de Aragón. La unión de las dos coronas, que
caso de Nápoles, a la ocupación siguieron las mu se anunció entonces, estaba fundada en una colabo
tuas rencillas. Como en el caso anterior, los aliados ración probadamente eficaz. Fernando se había ca
volvieron a enfrentarse; Fernando, Julio y, más sado con Isabel en 1469 y la había apoyado a lo
tarde, Maximiliano, unieron sus fuerzas contra los largo de la guerra con medios diplomáticos y mi
franceses a quienes expulsaron en 1513, no sólo litares; el mutuo respeto que se profesaban fue
del Véneto, sino también del Milanesado. una contribución esencial para lo que, posterior
Brillante y cultivado, Francisco I se distinguía mente, se habrían de considerar como las dos ge
de sus predecesores en casi todos los aspectos ex neraciones más extraordinarias de la historia de
cepto en el militar. A los pocos meses de su ascen España.
sión al trono cruzaba los Alpes y, por la batalla de Auuaue^.E&paña estaba unificada en^ lasjgerso&a^
Marignano, recuperaba Milán de modo indiscutido.
El Concordato de Bolonia y las concesiones hechas
.Jsjjusjpeaes,.no ^
por el Papa en este plan maestro para el gobierno do Castilla el reino más grande y el más poblado
interno de la Iglesia en Francia, así como sus absorbía mucho tiempo a Femando y casi todo
relaciones con Rom a4, demuestran que León X a Isabel. Fe^flandn gobernaba mediante un consejo
creía que los franceses habían llegado a Italia para real errante, ligado al mismoTíragón y a sus regío-
quedarse. Lo mismo sucedía con el muy alabado ‘nesnerm anas, Cataluña y Valencia, por medio de
tratado de Cambrai en 1517 y su gemelo, el trata virreyes y consejos locales; además, eL-.monaxca
do de Londres del año siguiente, que trataba de
asentar una paz duradera. A la muerte de Maxi dicionales a fin der mantener s;
miliano, Francisco llegó a presentarse como can -nio tripartito v elegía cu!3a3osamente el personal
didato al imperio. Esta atractiva propuesta, que de aquellas para minimizar las consecuencias de
se sabía inviable, seguida al otro año por la fabu su absentismo. La consolidación del quebrantado
losa entrevista del Campo del Drap d'Or, es nota poder real en Castilla comenzó durante un momen
ble porque representa un gasto que, añadido a los to de calma de la guerra civil, cuando en 1476 una
costos de la guerra en tres reinos, sólo podía pro reunión de las cortes (la asamblea nacional) re
ceder de un país tan próspero y tan ordenado para solvió unificar la multitud de órganos autónomos
el nivel alcanzado en aquella época que cualquier locales, las Santas Hermandades, en una organiza
estudio de su historia política ha de comenzar con ción directamente responsable ante la corona en
los acontecimientos que tuvieron lugar fuera de sus funciones de policía y de supresión del bandi
sus fronteras. daje en toda la extensión del reino. Pero si Isabel
Para España, por el contrario, tal MSXudis> ha de necesitaba un fundamento de ley y orden a partir
ocuparse por igual del cual pudiera actuar, también necesitaba dinero
nos v externos. Los predecesores de FernandcPe y capacidad para sobornar o recompensar a los no
Isabel, reyes de Castilla y Aragón, habían sido
hombres mediocres cuyos reinados habían estado bles a los que estaba dispuesta a someter; al esta
plagados de rebeliones de los nobles disidentes y blecer ese mismo año de 1476 el principio de qüe
de una anarquía muy extendida. La ascensión al la corona tenía el derecho de nombramiento de
grandes maestres de las órdenes militares, inmen
4 Véase más adelante, pág. 261. samente ricas, dio un paso notablemente audaz ha
76 77
cia el cumplimiento de sus fines: la primera que expulsión forzosa de todos los judíos practican
quedó vacante se la ofreció a Fernando, quien, pru tes 5.
dentemente, la rechazó. Pero tal rechazo significa La bula I n t e r ca etera del papa español Alejan
ba que no había seria oposición a su acepción de dro VI, en el año 1493, por la que España obtenía
las dos restantes. En principio, el asunto de los los derechos exclusivos sobre sus descubrimien
grandes maestres demostraba lo beneficioso de la tos en el Nuevo Mundo y su contrapartida secular,
unión de coronas y de talentos: la astucia de Fer el tratado de Tordesillas del siguiente año, que di
nando equilibrando la actitud de su esposa, una vidía las partes del globo hasta entonces no descu
mezcla de pragmatismo impulsivo y de idealismo, biertas entre España y Portugal, se produjeron en
al menos en asuntos religiosos. interés casi exclusivamente de Castilla. Aunque se
Inmediatamente después de la unificación se permitía a aragoneses aislados asentarse en las
produjo otra medida que estaba destinada a obte Américas, el comercio y los beneficios del asenta
ner dinero y a reducir el poder de la nobleza vis miento revertían en la corona castellana. Por cuan
a vis de la corona: el acta de restitución de 1480 to desde 1494 la preocupación política había sido
por la que se exigía a los nobles que devolvieran la resolución de los asuntos internos y el lanza
todas las tierras de la corona que habían ocupado miento del país a su asombrosa carrera ultrama
durante los disturbios de 1464. En el mismo año se rina hacia el Oeste, a partir de esta fecha la inicia
reformaba el consejo de Castilla, en un sentido tiva fernandina se hace predominante y se dirige
que mutilaba seriamente la iniciativa de los gran hacia el área tradicional de influencia aragonesa,
des feudatarios. En 1482 Isabel distrajo las ener el Mediterráneo oriental. La mayor importancia la
gías de éstos recomenzando la secular cruzada con alcanzan ahora la política exterior y la guerra.
tra los moros, por entonces reducidos al reino La alianzajdaJos poderes italianos en 1495 para
árabe de Granada; con ello ganaba tiempo además expulsar de líaliZ alE i franceses g ^ é ^ e |i , , <grapi
para que la administración se estabilizara. jjarte a l FpTTta-nflo el^uaTJpenna^ea ^ decidida-
Durante los diez años siguientes, la historia de m e r i t^Ti e l a e s a ^ o T í t i i ^ a
tiMlénfo para el reparto de Nápoles con Luis XII,
España fue fundamentalmente la de la guerra en acordado por el tratado de Granada de 1500. Hacia
el sur y la consolidación en el centro; y si hay una 1504, ya dueño de Nápoles, se unió a la liga anti
ruptura en la época de que estamos tratando, ésta veneciana de 1508, otra ocasión en la que se aliaba
se produce en 1492. En ese año cayó finalmente con Francia sólo mientras le conviniera. En 1512,
Granada, incorporada después a Castilla. Seis me gracias a sus tropas pudo Julio II obligar a ren
ses más tarde, Cristóbal Colón conseguía por fin dirse al último aliado de Francia, Florencia, y
el respaldo que buscara durante años y zarpaba aceptar de nuevo a los Médicis exiliados. Aprove
para establecer el primer contacto entre Europa chándose de los problemas de Luis en Italia, se
y las Indias Occidentales que registra la historia. anexionó el reino de Navarra, redondeando con
En cierto sentido, este viaje y los que le siguieron ello España en sus fronteras actúales.
representaba una prolongación ultramarina del es Isabel murió en 1504 y, de acuerdo con la natu
píritu de la r ec onqu ista . Pero así como la gue raleza esencialmente personal de la unión, no la
rra contra Granada había combinado los dos obje sucedió Fernando, sino su hija Juana, esposa de
tivos del servicio de Dios y del orden interno, los Felipe, hijo de Maximiliano. En 1504, por lo tanto,
viajes transatlánticos tenían como fin proporcio Juana se convirtió en la reina de Castilla y Fer
nar nuevos cristianos y oro. Mayor idealismo o, al nando quedó limitado legalmente al gobierno de
menos, mayor sinceridad doctrinaria, contenía el
tercer acontecimiento principal de aquel año: la 5 Véase más adelante, págs. 224 y s.
B IB L I O T E C A C E N T R A L 79
V . N . A . VL
su propio reino. Pero en 1506 murió Felipe de Aragón, los soberanos tenían que inventar; en In
Habsburgo y, como Juana estaba loca, Fernando glaterra, su principal tarea era la de restaurar.
pasó a ser regente, en lugar de su heredero Carlos, Durante el decenio de los años 70 del siglo xv,
de seis años de edad. A pesar del apoyo del prin Eduardo IV consiguió algunos progresos en esa
cipal consejero de Isabel, el cardenal Cisneros, la dirección. No es que pudiera contener gran cosa
posición de Fernando en Castilla era difíqil, debido la tendencia hacia una especie de la descentrali
a la interferencia de los consejeros holandeses de zación no planificada, resultado de la conservación
Carlos. Sin embargo, supo continuar la política de de los ejércitos privados y de las luchas entre los
Isabel en dos aspectos: prosiguió la cruzada con partidarios de York y los de Lancaster, pero sí
tra los moros a través de la costa norte de Africa, hizo cuanto pudo por poner los órganos centrales
donde se tomó Orán en 1509, y obtuvo de Julio II de gobierno al servicio del país y no de una cama
el derecho de nombramiento para todos los bene rilla. Eduardo murió en 1483. La sucesión por su
ficios eclesiásticos en el Nuevo Mundo, un derecho hijo Eduardo V, de doce años de edad, provocó
que Isabel y él habían ya obtenido para Granada. la escaramuza de gabinete que constituyó el pre
Esta fue la primera línea política de los Reyes ludio a la última de la guerra de las Dos Rosas:
Católicos (título que se les concediera a Isabel y una lucha por el control del gobierno "éntre la ma
Fernando en 1494 por sus servicios a la Iglesia) dre del rey niño y su tío Ricardo, duque de Glou-
que Carlos prosiguió tras la muerte de Fernando cester, lucha que terminó cuando Ricardo conven
en 1516. Sus consejeros persuadieron al papa de ció al Parlamento de que le nombrara rey a él
que garantizase a la corona el derecho de nombra considerando la posible ilegitimidad del niño. Para
miento de todos los obispados de España, con lo algunos, este modo de hacerse con la corona cons
que se consiguió la más manejable de todas las tituyó una fuente de disgustos, otra fue la inme
ramas nacionales de ,la Iglesia católica en Europa. diata desaparición de Eduardo y de su hermano,
Ello sucedió algunos años antes de que el monarca y la tercera, la forma que tenía el rey de contra
recogiera los otros hilos de la política de sus pre rrestar la oposición con el hacha más que con la
decesores. Al llegar a España en 1517, sin saber ley. En este clima, su intento de gobernar pacífi
hablar español y rodeado de flamencos, su impo camente, en la línea de Eduardo IV, se considera
pularidad personal produjo una oposición resen ba ambición personal y, cuando el representante
tida ante los cambios políticos del momento, hasta de la casa rival de Lancaster, Enrique Tudor, llegó
que aprendió a gobernar España como un español de Francia en 1485, encontró apoyo suficiente para
en los anos posteriores a su elección al Imperio ganarle la batalla de Bosworth y la misma corona.
en 1519. Con su rival muerto, Enrique no perdió tiempo
Al igual que en España, la primerax esponsabili- en convencer a nadie de la evidencia de que él v
fladjlel gobiernq-en Inglaterra consis tió enZEuüSi- sus herederos representaban la auténtica línea de
Sosidon de lalev .y_el orden, _y_^jeLjcestahlei¿- la realeza inglesa; pretensión ésta que no se podía
i^ n to ^ ^ T n a d aLrfla 1 fífficlito» En Inglaterra la probar ni a través de la* genealogía ni a través de
tarea estaba simplificada debido a que los medios la ley. El Parlamento se mostró de acuerdo, como
lo hizo en el caso de Ricardo. Casándose con Isa
por los que se ejercía la autoridad de la corona bel de York, Enrique aplacó algo a la latente opo
ya estaban establecidos de tiempo atrás y configu sición que aún existía, y encerrando en la Torre
rados en instituciones financieras, judiciales y con al heredero de York, el joven conde de Warwick,
sultivas, que, si se daban circunstancias favorables la privó de su dirigente natural.
y una dirección sana, podían producir un gobierno Si Enrique VII fue capaz de fundar una dinas
fuerte y ordenado. En Castilla, y algo menos en tía que gobernó Inglaterra durante más de un si
80 81
glo, se debió, además de a su muy desarrollado Por aquel tiempo, Enrique había tomado me
sentido de la oportunidad, al carácter de los tiem didas para protegerse por medio de un anillo de
pos que corrían. Hacia 1485 había mayoría de mag alianzas extranjeras. En el tratado de Medina del
nates que se consideraban a sí mismos yorkistas, Campo, de 1489, se comprometió el matrimonio de
pero que estaban dispuestos a poner la seguridad su hijo Arturo, de dos años de edad, con la hija
por encima de la aventura de un nuevo conflicto; de Fernando, Catalina. El tratado de Etaples con
y este sentimiento aún estaba más extendido entre Francia, en 1492, puso término al apoyo que En
los terratenientes no pertenecientes a la nobleza y rique había estado prestando a la lucha de Bretaña
entre los mercaderes, todos los cuales gozaban de por su independencia, apoyo que se debía por una
bienestar y estaban orgullosos de su influencia lo parte a sus pretensiones al trono de Francia y
cal, por lo que la subsistencia les interesaba más por otra, a que la amistad con Bretaña era el me
que la lealtad. Era a esos hombres a quienes pre dio más seguro de mantener la piratería alejada
tendió ganarse Enrique con medidas orientadas a del Canal. En 1496, un acuerdo de paz con Holan
acabar con los ejércitos privados de vasallos, a da redujo el peligro que suponía que los Países
terminar con la intimidación a los jurados y a pro Bajos apoyaran a un pretendiente que allí surgie
teger las posesiones, los contratos y el orden públi ra, sin que, sin embargo, afectara a la continua
co por medio de tribunales directamente respon rivalidad económica. Más cercana al país, se cas
sables ante la corona. Ellos fueron los que le tigó a Irlanda por haber apoyado a Warbeck; para
sirvieron de buena gana cuando jueces de paz en ello se promulgaron en Drogheda, en 1494, las
los condados y quienes le prestaron su voz cuando «Poynings laws», que, teóricamente, subordinaban
alguna rara vez los llamaba a Londres a sentarse a Irlanda por completo a la corona inglesa. En 1502
en el Parlamento. No obstante, aún existía una se concertó el matrimonio entre la princesa Mar
oposición latente. Lambert Simnel, quien pasaba garita y Jacobo IV de Escocia. En lo referente a
por ser el preso conde de Warwick, reunió a su asuntos internos, el reinado se caracterizó más por
alrededor tanto desafecto a Enrique que éste tuvo los acontecimientos que por los procesos. La coro
que extirparlo con una batalla, la derrota de Stoke na adquirió una libertad de acción muy incremen
en 1487, que dejó a Simnel prisionero en sus ma tada debido a un acta de restitución de 1481, si
nos. Perkin Warbeck, que se Hacía pasar por el milar a la de Isabel en 1480; pero, al margen de
hermano de Eduardo V, el duque de York, supuso esto, actuó más bien como un buen administrador
una amenaza más grave y mucho más duradera. que como un innovador constitucional o un pro
Que los problemas de Enrique no eran simplemen pietario ostentoso. Incluso los estatutos de sus
te de orden interno lo demostraba el apoyo que parlamentos redactados con más rigor, como el
Warbeck obtuvo primero en Francia, después en acta de retención de 1504, no pasaron de añadirle
Holanda y, sucesivamente, en el Imperio, en Irlan uñas a la legislación ya existente.
da y en Escocia, antes de encontrarse abandonado En 1509, Enrique VIII, de diecisiete años de
por los hombres de Cornwall, en cuya resistencia edad, entraba en posesión indiscutida de una he
tradicional había confiado para que le proporcio rencia que incluía un experimentado núcleo de con
sejeros y burócratas, un tesoro lleno, una sociedad
naran un ejército. Cuando se rindió en 1497 lle que, si bien violenta y criminal, no era potencial
vaba una carrera de impostor de seis años. Dos mente rebelde, y un peso modesto, aunque clara
años más tarde, Enrique seguía tan preocupado mente reconocido en el concierto internacional.
con las conspiraciones contra el régimen que tuvo Aparte de ejecutar a dos de los más impopulares
que ejecutar a Warbeck y al conde de Warwick, ministros de su padre, Empson y Dudley, el nuevo
quien aún estaba prisionero. rey dejó que los asuntos domésticos discurrieran
82 83
por las vías que su antecesor determinó. Unicamen milia de los Habsburgo; Maximiliano sucedió a
te escarbó profundamente en el tesoro legado por su padre Federico III en 1493 y, a su vez, su nieto
su padre, a fin de labrarse una imagen más impre Carlos le sucedió a él en 1519. El motivo principal
sionante en el extranjero. Casado con la viuda de de esta situación era la ausencia de una maquina
Arturo, Catalina, saludó el contacto con Aragón ria imperial capaz de vincular la política de los
que le proporcionaba una carta introductoria para emperadores con los bolsillos de la multitud de
los protagonistas del extenso drama de las gue príncipes, caballeros y ciudades que consideraban
rras italianas y justificaba la agresión a Francia. el lugar que ocupaban dentro de la constitución
En 1513 probó el sabor de la sangre en persona en imperial como un asunto marginal respecto a sus
una expedición que tomó Thérouanne y Tournai y propios intereses. En realidad, el lugar constitu
que derrotó un pequeño ejército francés en la ba cional no se ignoraba. Por supuesto, se reconocía
talla de Spurs, así como en la victoria de sus agen que ciertos problemas, tales como el bandidaje, la
tes sobre el aliado de Francia, Escocia, en la ba guerra privada y el incremento demográfico en el
talla, más decisiva, de Flodden. A partir de enton Suroeste, no se podían tratar a nivel local. Tanto
ces, la importancia de Inglaterra en la diplomacia los componentes del Imperio como el mismo em
internacional se hizo más relevante, especialmente perador deseaban que las partes de la maquinaria
cuando la ambición personal de Wolsey condujo funcionasen, pero sus esfuerzos se venían abajo
a éste, después de 1515, a vincular los asuntos in ante la incapacidad de ponerse de acuerdo sobre
gleses más estrechamente con los del Papado. En cómo tendrían que funcionar. Esta incapacidad y,
1518, la iniciativa inglesa, manifiesta en el tratado por ende, la del emperador para obtener respaldo
de Londres, extendió un barniz lustroso, aunque fuera de sus tierras hereditarias, se puso de relie
superficial, sobre la hostilidad mutua de las poten ve en las consecuencias de la muerte de Carlos el
cias occidentales y la época termina con estreme Calvo, duque de Borgoña, en la batalla de Nan-
cimientos de aprensión transmitidos a lo largo de cy en 1477.
toda la red diplomática europea como resultado Gracias a su matrimonio con María, la hija de
de los encuentros personales de Enrique y Carlos Carlos, Maximiliano recibió la parte del león en
en Inglaterra y Holanda, y de Enrique y Francisco las tierras del Ducado de Borgoña. Por este motivo
en el Campo del Drap d'Or en 1520. hubo de luchar contra Francia, pero, con la Paz de
Alemania aparece mucho en la historia diplomá Senlis, en 1493, retuvo el Franco Condado, Lu-
tica de la época, aunque, por regla general, sus xemburgo y los ricos e industrializados Países Ba
intervenciones tienen solamente una significación jos, gobernados en su nombre por su hijo Felipe
ritual. Las amenazas de guerra eran más frecuen desde 1494 y después, a la muerte de Felipe en 1506,
tes que las movilizaciones reales y los ataques mi por el joven Carlos, quien se encontraba funda
litares solían consumirse sin dejar nada tras ellos mentalmente bajo la influencia de su tía Margari
que delatase su existencia. Y, sin embargo, Ale ta. Esta adquisición de tierras en el Oeste fue la
mania era rica y populosa. que dio carácter de urgencia al problema de la
La disparidad entre los fines y los medios na reforma de la constitución imperial. Habitualmen
cía de la disparidad entre la geografía y la cons te, los emperadores solían poner el interés de sus
titución. El emperador hablaba como dirigente po propios territorios por encima de los de Alemania
lítico de Alemania, pero los alemanes no le respal como totalidad; pero ahora, se añadía a los inte
daban, o, en todo caso, sucedía en escasa medida, reses políticos de las viejas, tierras de los Habs
debido a la naturaleza electiva, más bien que here burgo —hostilidad hacia Venecia, defensa contra
ditaria, del título imperial. A todos los fines y pro los turcos, pesca en las aguas dinásticas de Bohe
pósitos, el Imperio era hereditario dentro de la fa mia y Hungría— el desafío que suponía el vecin
84 85
daje con una Francia no amistosa. Y esto sucedía Habsburgo. Cinco años más tarde, en 1500, se re
en una época en que Francia se mostraba como unió de nuevo la dieta en Augsburgo. En aquel
la más agresiva de las potencias europeas a través tiempo, Maximiliano tenía que digerir la recién
de sus repetidas invasiones de Italia. El desafío conquistada independencia de los suizos en la gue
se producía además durante el reinado de un em rra Suaba de 1499 contra el Imperio y tenía que
perador6 cuyo carácter era particularmente sus vigilar también la conquista de Milán por Luis XII
ceptible a los valores caballerescos, religiosos y mi durante el mismo año. Nuevas peticiones de refor
litares, que aún guardaba el nombre de Sacro ma respondieron a las suyas de dinero. Las medi
Imperio Romano. De entonces en adelante, Maxi das de 1495 habían afectado los intereses del em
miliano estaba decidido a representar un papel perador únicamente en cuanto que le obligaban a
heroico en Italia como preludio a la dirección de compartir la autoridad judicial completa. En 1500
una cruzada europea contra los turcos. Sus súbdi tuvo que aceptar el R e ic h sre g im e n t, un cuerpo go
tos estaban decididos a que no hiciera nada pa bernante supremo del cual el emperador era el
recido. presidente, pero que podía legislar para el Imperio
Maximiliano no se opuso a la invasión de Italia sin él. Sus planes militares se desvanecieron, pero,
por Carlos VIII en 1494 porque esperaba obtener al menos, tuvo la satisfacción de ver marchitarse
apoyo contra Venecia; además se casó con la hija un par de años al nuevo consejo como órgano esta
del aliado de Carlos, Ludovico Sforza, en Milán, tal efectivo. Se trataba del último intento serio de
en parte por la dote, en parte para poder decir reforma antes de la muerte de Maximiliano.
públicamente que Milán era un feudo del Imperio. Mas aunque las siguientes dietas fueron menos
Pero la facilidad con que Carlos conquistó Nápoles críticas, el emperador continuó presentando una
le dio que pensar. Para conseguir el dinero que le pobre estampa en el extranjero. En 1496 había
permitiera unirse a las fuerzas de los coligados a atacado sin éxito la parte toscana de Livorno, en
fin de oponerse a Carlos en su camino hacia el su calidad de aliado de Ludovico Sforza contra
Norte, se dirigió al R e ich sta g, la dieta imperial, Florencia. En 1509 su única contribución a la gue
que comprendía a los electores junto con los re rra contra Venecia fue el fracaso del sitio de Pa-
presentantes de los príncipes y las ciudades, en dua. En 1516 invadió el Milanesado, pero se quedó
Worms, 1495. La cantidad que recibió llegó dema sin dinero después de haber pasado un solo día
siado tarde para convertir la azarosa retirada de en Milán; sus tropas desertaron y él retornó a Aus
los franceses en una derrota. La dieta insistió en tria humillado.
tratar la reforma constitucional, y de tal insisten De 1493 a 1519, la historia del Imperio muy poco
cia surgieron dos decisiones que iban a perdurar: tiene que ver con la de Alemania. La historia de
la proscripción de la lucha de la guerra privada en Alemania es ante todo la de los principados aisla
tre el Imperio y un R e ic h s k a mm e r g e r ic h t, o tribu dos, los territorios eclesiásticos autónomos y las
nal imperial, que era quien había de poner en vi grandes ciudades que componían el mundo germa-
gor tal proscripción. Estaba compuesto de 25 jue nohablante. Maximiliano trató de darles a todos
ces, de los cuales solamente cinco los nombraba ellos un destino común por medio de una fervien
Maximiliano, aunque también nombraba dos más te propaganda en nombre de una idea imperial
en su calidad de propietario de las tierras de los revivida y fracasó en su empeño. Su éxito radica
6 Maximiliano no era emperador formalmente, porque tal en el gobierno de sus propias tierras y en una po
título dependía de que fuera coronado por el papa, lo cual lítica dinástica que hizo de su sucesor el gobernan
no sucedió. Pero desde 1508 adoptó el título de emperador te de más de la mitad de la Europa del oeste.
electo. Su título exacto había sido hasta entonces el de
rey de los romanos.
86 87
3. LA EVOLUCIÓN INTERNA ban como reliquias (o decían guardar, ya que en
este campo se habían producido muchas falsifica
Salvo en algunos pocos casos, el objetivo interno ciones), exenciones y privilegios, ampliando la ca
-BÜndpaL— tanto de 'ésfóT^iñco^parfgés tegoría de los delitos que se podían interpretar
como de los otros no era renovar, sino restaurar. como violaciones de la «paz real» o, simplemente,
Sin embargo, como lo señala GuicHardInren“ius ofreciendo un procedimiento judicial más rápido
comentarios a los D iscu rso s de Maquiavelo, cual y más justo que el que el individuo podía encon
quier intento de reproducir algo que haya suce trar en la mansión feudal o en el ayuntamiento.
dido en el pasado origina necesariamente algo nue Todos los procedimientos se costeaban por medio
vo, debido a las circunstancias concomitantes. Lo de honorarios y de multas, y la justicia real arre
que les da cierto aspecto de novedad a los gobier metía con toda su fuerza contra las justicias loca
nos de este período es la cantidad de precedentes les, no sólo porque al hacerlo así desbarataba leal
que exhumaron o restauraron y la rapidez con que tades puramente locales, sino porque de ese modo
lo hicieron, el consentimiento general obtenido *de conseguía lo que en realidad era un impuesto lu
sus súbditos (excepto en Alemania) y la existencia crativo aunque invisible. r
de grandes burocracias permanentes, garantía de Si en el campo de la justicia el gobierno parecía
que lo que se había recuperado bajo control cen dar más de lo que tomaba, en el tributario el in
tral iba a permanecer. tercambio era menos favorable y, por ende, tenía
Aunque no había gobierno cristiano alguno que que proceder con mayor cautela. Ni un solo rey
pudiera compararse con los turcos otomanos a francés, por ejemplo, se atrevía a tocar las exen
este respecto, el incremento del control central era ciones tributarias de la nobleza. Casi todos los
un fenómeno que se podía observar en todo Euro gobiernos tenían que buscar compromisos con
pa, desde Rusia con las conquistas de Iván III has asambleas que declaraban representar a las cla
ta los Estados Pontificios, donde los papas —de ses que pagaban impuestos. En Polonia había
Sixto IV a Julio II y León X— luchaban para re un seym ; en Suecia, un ting; en el Imperio, el
cuperar territorios que se habían perdido bajo R eichstag; en Castilla y Aragón, las cortes; en
sus predecesores y, por tanto, incrementaron las Francia y en los Países Bajos, a sam bleas de los
reservas humanas y de dinero de las que depen esta do s; en Inglaterra, el Parlamento. En su ori
día su posición predominante, tanto en la política gen, todos estos cuerpos los había configurado la
internacional como en la peninsular. La centrali corona en su necesidad de levantar impuestos es
zación eficaz, sin embargo, se encontraba obstacu peciales con fines militares, y para obtener tam
lizada por la mala calidad de las vías de comum bién el apoyo público que se hacía necesario si
cación, especialmente allí donde la capital estaba había que recaudarlos; eran susceptibles de ma
excéntricamente situada con relación a la perife nipulación por parte de la corona, en particular
ria, cual era el caso de Inglaterra y de Francia, y si la nobleza estaba del lado de ésta, pero el prin
por la ausencia de ejércitos permanentes; sólo cipio de reparación de agravios a cambio de las
contaban con las guardias reales y las guarnicio concesiones en dinero era común a todos ellos y,
nes, lo que suponía que los gobiernos tenían que naturalmente, los gobernantes se resistían a con
adecuar los cambios a lo que los súbditos se halla vocarlos excepto en casos de gran necesidad. Mien
ban dispuestos a tolerar. tras los costos de sus guerras y de las de Feman
La corona desbrozaba las zonas abiertas a la do en Italia no alcanzaron una cifra alarmante,
fiscalización central por medio de la restitución Isabel dejó pasar catorce años sin convocarlas cor
de derechos que prescribieron en períodos de anar tes castellanas; entre el año 1497 y el de su muerte,
quía, a través de la revisión de cartas que guarda en 1509, Enrique VII sólo convocó el parlamento
88 89
una vez. Esta época constituyó un momento de tarea de tal modo que la edad de oro regresará
prueba para la evolución de las asambleas nacio entre nosotros durante su vida y por todas partes
nales, más que un período de transformación. En resonarán gritos de alegría y regocijo!» La idea
los últimos años de ella aún no se había confir de que el gobierno era la corporeización de una
mado la decadencia de los estados generales fran relación personal entre gobernante y gobernado,
ceses; por otro lado, la colaboración regular en que daba a entender esta arenga, no implicaba la
tre la corona y el parlamento, que, más tarde simple obediencia. Era opinión general que el prín
caracterizaría al gobierno inglés, apenas si se es- j cipe tenía que simultanear la protección al pueblo
bozaba. con las exigencias sobre éste. Las convenciones
Mayor importancia cabía al incremento en la feudales habían impregnado a Europa con la idea
cantidad de profesionales empleados en el gobier- , del contrato; los juramentos de coronación subra
no, ya que éstos representaban la continuidad, un j yaban los deberes del príncipe tanto como sus po
concepto del servicio ajeno a la sangre o a la po deres y, si se les daba la ocasión, los súbditos no
sesión y un sentido de la actividad crecientemente se mostraban remisos para pronunciarse por su
impersonal y eficaz, en nombre del gobierno y no parte en la relación contractual.
de un gobernante particular. La cantidad de per Cuando Enrique VII cabalgaba a través de Wor
sonas empleadas en función de su capacidad ya cester en 1486, un actor teatral le saludó con las
fuera en los consejos reales ya en la administra siguientes palabras:
ción local crecía continuamente. El secretario se «¡Oh, Enrique! eres responsable frente a
convirtió en una pieza clave en todos los países, nosotros, que te hemos elevado por nuestra
desde Rusia al Palatinado, desde España a Ingla elección.»
terra. No es casual que en el Imperio, donde el
servicio civil era muy débil, no se consiguiera or En 1514, los estados de Baviera aleccionaban al
ganizar una administración imperial o federal efi duque Guillermo en términos todavía más llanos:
caz; mas también aquí se expresaba el espíritu dél ! «¿Qué es un príncipe sino un administrador de un
estado futuro más impersonal a través de uno de territorio, un criado de criados, como se ha llama
los consejeros cultos de Maximiliano, quien se do a sí mismo hasta el papa? Un príncipe es el
quejaba de que nunca se hacía nada porque el primero en su país mientras gobierne con virtud
emperador se entrometía constantemente. a sus súbditos. Si no es así, no merece que se le
Esta tendencia hacia una forma impersonal de j alabe, que se le honre o que se le obedezca.» En
gobierno no disminuía de modo alguno la función i rique VII era un rey nuevo cuyo derecho al trono
personal del gobernante o la imagen que éste j no estaba por completo fuera de discusión. Gui
presentaba a su pueblo. Todo súbdito, decía el j llermo tenía la activa oposición de su hermano
canciller de Carlos VIII cuando en 1484 le presen Luis. Aunque éstos son casos especiales, reflejan
taba a éste los Estados Generales, tiene que anhe una idea general —que ya entonces estaba pasada
lar la vista de su rey. «¡Mirad, pues, con alegría a de moda—, según la cual había un vínculo espe
su rostro! ¡Cuán radiante es la belleza que exhala, cial y directo entre el gobernante y su pueblo. Los
cuán serena! ¡Cuán claramente refleja una natura- j reyes continuaban reconociendo esa convención
leza noble e ilustre! ¡Qué promesa para todos de cuando, en ciertos casos, explicaban las razones
sagacidad futura! ¿Acaso el liberaros del miedo, el de sus actos: Carlos VIII les explicó a los Estados
aportar la calma perpetua a los terrores de todo Generales su reforma de la tesorería de Rouen,
el mundo, no es lo bastante valioso para entregar invitó a las ciudades a sancionar los tratados que
le la obediencia? ¡Sin duda que, con el auxilio de preparaban la invasión de 1493 y justificaba esta
la confianza que depositamos en él, cumplirá su
90 91
misma ante aquéllos. Los monarcas tomaban to Carlos de Francia». Cinco años más tarde Francia
davía juramentos de lealtad a las ciudades e indi era un enemigo y su gobernante, simplemente
viduos, indicando, desde luego, que las lealtades «Carlos, el rey francés». En 1492, la alianza co
fundamentales habrían de referirse al soberano y mún consiguió que Enrique se refiriera al «más
no al Estado La visita de Enrique a Worcester excelso y poderoso príncipe, su primo de Francia».
era parte de un programa, que todos los gobernan La guerra de 1513 condujo de nuevo a la fórmula
tes seguían, destinado a hacerse ver por el pueblo. «Luis, el rey francés», y la tregua de 1514 impuso
Erasmo prevenía al futuro Carlos V de que «no el estilo de «el muy excelente,.elevado y poderoso
hay nada que aliene más el afecto de pueblo [por príncipe, rey Luis de Francia». Encesta época fue
su gobernante] como que éste se complazca vi cuando se elaboró todo un ceremonial para ocul
viendo en el extranjero, porque entonces se sien tar la muerte del rey francés hasta el momento
ten relegados por él, para quien ellos quisieran ser en que se le depositaba en la tumba. Se hacía una
lo más importante». Ya viejo y enfermo, Luis XI, trabajosa efigie exactamente igual que el recién di
aterrorizado por la idea de que pudieran asesinar funto monarca y se le rendían todos los honores,
le, se encerró en Plessis-les-Tours, fortaleciéndolo como si fuera la persona misma. En el trayecto
con rejas y troneras de hierro, desde las cuales fúnebre hasta S. Denis, el cuerpo del rey yacía des
los arqueros podían disparar sobre cualquiera que nudo en un ataúd, mas la efigie llevaba su corona,
tratase de ganar la entrada. Despidió a muchos de su cetro y su vara de justicia. Hasta que no se en
sus sirvientes porque temía que le pudieran enve terraba realmente al cuerpo no se lanzaba el grito
nenar. Sin embargo, a fin de dejar bien claro que «¡el rey Carlos ha muerto; viva el rey Luis!». Has
aun en reclusión no había dejado de gobernar, in ta aquel momento, este ritual, cuya enorme fuerza
crementó su actividad diplomática y se inventó ex residía en que reunía el interés de las piezas tea
cusas para establecer correspondencia con países trales y de los misterios, rio constituía una repre
con los que no era probable que se pudiera entrar sentación de la teoría de que el rey nunca muere;
en negociaciones diplomáticas. Según Commines, ni ese grito implicaba algún tipo de referencia a
mandó buscar mastines a España, «perritos lanu instituciones distintas de la personalidad del mo
dos» a Valencia, una muía a Sicilia, caballos a Ná- narca, algo parecido al Estado. Expresaba más
poles e incluso alces y renos a Suecia y Dina bien la convicción de que era importante prolon
marca. gar el homenaje y la gloria debida a un rey hásta
Los gobernantes tenían tal desconfianza en las el mismo borde del sepulcro.
formas administrativas y en la política centrali; Como es lógico, la corte del gobernante, como
zadora para preservar la lealtad al hombre y la prolongación de su personalidad, se hizo más vis
obediencia a la máquina, que hinchaban sus títu tosa. Enrique VII, que era frugal con el dinero de
los. El Gran Duque Iván III de Rusia se definía la nación en otros aspectos, se prodigaba en los
como «soberano de toda Rusia», y su sucesor, Ba banquetes y entretenimientos que daba en la corte.
silio, se refería a sí mismo al hablar de zar y em El fin de la vi4a^daJaw,cc^ t^ftm .-4^ 4;,4l^d ^ f>grtqr
perador. El neutral y objetivo «rey» Enrique VII el intér?s y la reverencia en.el pais. sino ipipresio-
se había convertido en 1504 en «nuestro más temi Con el gasto que
do soberano señor». Los títulos que aparecían en hizo Enrique VIII en el torneo de Westminster de
las proclamaciones acentuaban que las guerras se 1511 se hubiera sufragado la construcción de 16 ó
hacían entre gobernantes y no entre estados. En 17 barcos de guerra. Y esta inflación de los espec
1485, cuando Inglaterra y Francia se hallaban en táculos principescos era un fenómeno extendido
términos amistosos, al referirse al rey francés se que se podía observar en las cortes de Milán, Vie-
le llamaba «el más querido primo de Enrique, na o Moscú y en traslados reales durante los cua
92 93
les los reyes franceses y Fernando e Isabel se mos
traban a sí mismos como la incorporación de sus «Femando y Juana, Rey y Reina de Castilla, León
respectivas naciones. Además de ello, el gasto te y Aragón». Tampoco se echaba en olvido el drama.
nía también un carácter de cebo para atraer a los E l tr iun fo de la fa m a , de Sannazaro, celebraba la
nobles y cumplir, por tanto, un objetivo político conquista de Granada por Fernando en beneficio
directo: el gasto de una corte vistosa y las pen de su primo Ferrante de Nápoles. Konrad Celtis
siones concedidas a los cortesanos suponían me escribió una obra que conmemoraba la victoria
nos desembolso del que causaba la deslealtad, por de Maximiliano sobre el ejército bohemio en 1504
no mencionar la rebelión. y le añadió una exhortación al emperador para
Un sentimiento de identidad con un gobernante que condujera un ejército cruzado hasta Constan-
no conduce necesariamente a una identificación tinopla, proyecto para el cual Maximiliano había
con su política. Por esta razón se comenzó a hacer buscado dinero y tropas durante largo tiempo.
uso de la propaganda en una cantidad desconoci No está claro si Luis XII protegía realmente al
da hasta entonces. Los medios que se usaban eran poeta y dramaturgo Pedro Gringoire, pero los es
diversos: las proclamas y los manifiestos se dis critos de éste seguían muy de cerca la política del
tribuían para su lectura desde el pùlpito. Se em monarca: antiveneciano en 1509, cuando Francia
pleaba a hombres de letras incondicionales a fin se preparaba para atacar Venecia; antipapal en
de pregonar la fama de su patrón y la justicia de 1512, cuando Luis estaba tratando de amedrentar
su causa. También las bellas artes se vieron obli a Julio II con la ayuda de un concilio general de
gadas a contribuir al servicio, aun cuando el pú la Iglesia.
blico al que tenían que alcanzar fuera obligada La utilización del lenguaje popular en las obras
mente pequeño. Amenazado por las propuestas propagandísticas de Gringoire autoriza a pensar
para convocar un concilio ecuménico de la Iglesia, que estaban escritas para públicos de diversas pro
Sixto IV comisionó a Botticelli para que, por medio cedencias sociales. Un público más amplio alcan
del fresco E l castigo de Corah, advirtiera a los zaban los grabados, que cumplían una función pa
conciliaristas el destino que esperaba a los que se recida a las modernas historietas. Ningún gober
rebelaban contra Dios. Julio II, consciente de que nante utilizó el grabado para fines tan varios como
aquellos herejes que atacaban la doctrina de la lo hizo Maximiliano, quien abarcaba desde las tos
transubstanciación estaban atacando también a los cas hojas baratas, que justificaban medidas polí
sacerdotes, que eran los únicos que podían pro ticas particulares, hasta el elaborado «Arco del
ducir el milagro, hizo que Rafael pintara E l m ila Triunfo» (de esta obra autoglorificadora llegaron
gro de Bolsería, donde aparece la hostia cubierta a hacerse 700 copias) y los gruesos libros ilustra
de sangre7. Las medallas se acuñaban con con dos, F reydahl y T e u e rd a n k , los cuales trasmitían,
signas políticas; incluso las monedas corrientes po bajo el más diáfano de los disfraces, una imagen
dían llevar un mensaje político. Después de la de Maximiliano como un superhombre polifacéti
muerte de Isabel, y aunque legalmente ya no era co bajo la especial protección de los dioses.
más que regente de Castilla, Fernando había acu La imprenta posibilitó el folleto de propaganda
ñado monedas en las que se leía la inscripción (Luis XII los editó durante sus campañas en Ita
lia). También se imprimían y se cantaban cancio
7 A fin de conmemorar la liberación de los suecos de las
garras de Dinamarca, Sven Sture comisionó a Bernt Notke
nes cargadas de sentido político.
para que hiciera la estatua ecuestre de San Jorge y el dra Por supuesto, la propaganda podía actuar en dos
gón, gesto similar al de la erección del grupo de J u d ith direcciones: o el dirigente la utilizaba para expli
y H o lo fe r n e s, de Donatello, frente al palacio cívico de Flo carles a sus partidarios o súbditos lo que tenían
rencia, cuyo fin era simbolizar la expulsión de los Médicis que pensar, o los súbditos la podían utilizar para
exponerle su caso propio al dirigente. En 1515,
94
95
cuando el nieto de Maximiliano, Carlos, llegó a maciones y decisiones legales ayudaban a que un
los Países Bajos, los ciudadanos de Brujas, que grupo de hombres cultivados, en. su mayor parte
se estaban quedando rezagados en los negocios juristas, obtuvieran una imagen más clara del go
respecto a Amberes (principalmente debido a que bierno como un todo sustancial y evolutivo, de
el río se estaba cegando), precisaban apoyo. Para bido a que, aunque el volumen de legislación ori
ello montaron una representación de entrada para ginal era todavía escaso y frecuente la cita de
el príncipe, en el curso de la cual se «le condujo estatutos seculares, el poder del gobierno para in-
ante dos escenas que iban al meollo del problema. terferirse crecientemente y de modo minucioso en
La primera mostraba a una dama llamada Brujas, la vida de los hombres resultaba difícil de com
de cuyo lado huían Negocios y Mercancías. La si prender. Ello resultaba particularmente cierto en
guiente, además de presentar el problema, sugería una época en la que la diplomacia, las guerras y la
la solución; en ella, Ley y Religión impedían por gran resonancia pública de los matrimonios dinás
la fuerza que Negocios y Mercancías abandonaran ticos atraían continuamente una atención crecien-
a la señora8. té sobre la importancia personal del príncipe o de
Algo parecido a un diálogo entre gobernantes y su á lte r ego (un Wolsey en Inglaterra, un Amboise
gobernados se producía cuando se daban estas pe en Francia), en lo referente a las decisiones que
ticiones animadas, así como la proclamación que afectaban a los destinos de los pueblos9.
las satisfacía; pero debe tenerse presente que los
programas teatrales los planeaban los gremios v 4.
los consejos municipales y no los representantes LAS RELACIONES INTERNACIONALES Y LA GUERRA
de todos los grupos de población y de ingresos. Antes de comenzar la descripción de Utopía, al
Incluso cuando los cuadros teatrales tenían un ca viajero que Tomás Moro imagina, Rafael Hithlodeo,
rácter puramente congratulatorio, como, por ejem le preguntan por qué no pone toda su sabiduría,
plo, la vez en que Lyon saludó a Francisco I en acumulada en ultramar, a disposición de algún go
1515 con una escena que le identificaba con Hércu bernante de Europa. Su respuesta es que «más de
les llevándose las manzanas de oro del jardín de uno lo ha hecho con sus escritos, pero todo es inú
las Hespérides (referencia Milán), el asunto y el til, ya que los gobernantes no escuchan sus sabias
gobernante quedaban unidos ante un público ma advertencias. Creedme —continúa— supongamos
sivo, que era mayor que el que allí se congregaba que yo sea consejero del rey de Francia, y que
debido a la publicación de descripciones poste soy llamado a la Cámara del Consejo, junto con
riores. los otros hombres de sano juicio. ¿Cuántas no se
El realismo en las artes —bellas y gráficas—, en rían las cuestiones sobre las que habríamos de
los retratos sobre medallas y monedas, en la pren decidir? ¿Cómo y por qué causas podría guardarse
sa y en las más recientes creaciones del teatro y Milán y reconquistar Nápoles, que se escapa de
la mascarada, conseguían hacer tan vivida la ima manos francesas; cómo someter a los venecianos
gen del gobernante que, para la mayoría de las y después de ellos a los otros estados de Italia?
personas a las que alcanzaban esos medios de ¿Cómo añadir Brabante, Borgoña y demás provin
comunicación, conseguía ocultar el crecimiento de cias al reino de Flandes? Uno propondría aliarse
las instituciones burocráticas y el aumento del po con Venecia; otro, sobornar a Suiza y asegurarse
der del gobierno sobre la nación como una totali su concurso por medio de pensiones; otro, seducir
dad. Las colecciones impresas de estatutos, procla al emperador con grandes sumas de dinero, argu-
8 G. R. Kernodle, F ro m a r t to th e a t r e : f o r m a n d c o n 9 Acerca de esto, véase más adelante, págs. 118 y s.
v e n tio n in th e R en a issa n ce (Chicago, 1944), pâg. 69.
96 97
mentando que éste es irresistible; alguien aconse le agradase gobernar, pues era evidente que no po
jaría firmar la paz con el rey de Aragón y que para día ocuparse de gobernar los dos a un tiempo; y
consolidarla se hiciesen concesiones al rey de Na que entonces el bueno del príncipe se contentó con
varra; otro, sería del parecer de intrigar en la cor su antiguo reino, cediendo la nueva conquista a
te de Castilla con objeto de concertar una alianza, un amigo carísimo, el cual no tardó mucho en ser
asegurando que ciertos negociadores son suscepti destronado. Para terminar, ¿creéis que podría ser
bles de pasarse a la causa francesa mediando bue bien recibido quien hablase como os digo?» 10.
nas prebendas y donativos. Por supuesto, la respuesta de Moro «no es muy
El punto más difícil sería el siguiente. ¿Qué ha favorable». Su propia repugnancia frente a los
cer con Inglaterra? ¿Proponer una paz con ella, y negociantes de la guerra era tal que hace que los
para consolidarla pronto tratar a los ingleses como utópicos prefieran el asesinato, el apoyo a las fac
amigos, aunque en el fondo se los tenga como ene ciones en pugna, la introducción de los rivales del
migos? Para ello sería preciso tener siempre a los enemigo en su retaguardia; cualquier cosa, en ver
escoceses a punto de lanzarlos sobre Inglaterra, ~ dad, que la inteligencia pueda inventar antes que
eso de una manera oculta (a causa de la alianza), recurrir al fenómeno humillante y animalesco del
asimismo sería indispensable ayudar a los nobles combate.
exiliados, pretendientes a la corona, a fin de tener Su retrato de la reunión del consejo era sólo una
en jaque al soberano sospechoso... suave caricatura basada en la política real de Fran
Cuando los consejeros se hubieran excitado ha cia al comienzo del reinado de Francisco I. Si se
blando todos de hacer la guerra, imaginaos que en considera el pasado desde 1516 hacia atrás, resul
aquel momento un pobre mortal como yo toma ta difícil creer que un hombre de natural apacible
se la palabra y contradijese sus opiniones, y les como Moro, nacido en 1478, no reflexionara sobre
dijese que dejasen vivir tranquilos a los italianos la cantidad de guerras que habían tenido lugar a
en interés del reino de Francia, hace ya tiempo lo largo de su propia vida y sobre los escasos cam
demasiado extenso para un solo señor y amo, y bios a que condujeron en materia de prosperidad,
que, por consiguiente, no era preciso pensar en fronteras o régimen en Europa. Solamene en el
anexiones, citándoles, como ejemplo, el caso de los Este la guerra había provocado cambios dramáti
archadianos, pueblo situado al sureste de Utopía, cos y duraderos. La expansión turca hacia Europa
que desde hacía años guerreaba para conquistar ya había sobrepasado Servia y Bosnia, alcanzando
cierto reino, sobre el cual su príncipe tenía, por con ello el Adriático. La ocupación de Otranto y
alianza, fundados derechos. La conquista costaba la más osada incursión de la caballería turca alre
tanto de realizar como de ser mantenida, ya que dedor de Venecia, en las inmediaciones de Vicenza
los nuevos súbditos se rebelaban constantemente en 1499, no eran más que demostraciones de fuer
y el derramamiento de sangre y los grandes dis za, si bien de terrible carácter; la negativa de las
pendios no cesaban, sin reportar la más ligera ven tropas turcas de invernar lejos de sus casas puso
taja para el pueblo, que, por otra parte, se había un límite geográfico a sus conquistas reales. Pero
corrompido debido a las costumbres adquiridas en 1516 y 1517, en dos campañas soberbias e in
durante tantos años de guerra, y por los hábitos contenibles, Selim I conquistó Siria y Egipto;
del fraude y del homicidio, viviendo con la autori esa conquista tuvo mayores consecuencias a largo
dad de un soberano que pretendía regir dos nacio plazo para el comercio en el Mediterráneo que la
nes y que en realidad no gobernaba bien ninguna
de las dos. Recordaría que los archadianos en cues 10 Tomás Moro, U top ía , Iberia, Barcelona, 1970, versión
de Ramón Pin de Latour, págs. 67 a 69. Myron P. Gilmore
tión, viendo que todo iba de mal en peor, suplica llama la atención acerca del valor ilustrativo de este trozo
ron a su príncipe que escogiese el reino que más en The W o r ld o f H u m a n is m (N. Y., 1952), pág. 155.
98 99
que pudiera haber provocado un conflicto pura hubiera podido obtener la corona francesa, por no
mente europeo. También en Rusia el ejército de hablar del pueblo francés.
Iván III era la base de su control más allá de Mos Como ya hemos visto, las actividades militares
cú y, bajo su sucesor, Basilio, llevó todo el peso francesas actuaron como un agente transmisor de
de la campaña para completar el dominio sobre infecciones para las otras naciones. Hasta las po
Riazán, así como del golpe que acabó con la ind( tencias que no alimentaban esperanzas de conse
pendencia de Pskov. También los ejércitos fueron guir trozos de territorio italiano para sí pudieron
los que cortaron los vínculos que mantenían unida ver que su actitud en materia de asuntos exterio
a Hungría durante el reinado de Matías Corvino, y, res variaba en función de los cambios de domina
a la muerte de éste, en 1490, Silesia, Moldavia, Mo- ción en Italia, de las distintas suertes corridas por
ravia y Valaquia se desmembraron, cayendo bajo los franceses, los españoles y los alemanes, de las
otras órbitas: polaca, lituana o turca. peticiones de ayuda por parte de los pueblos italia
Más hacia el Oeste, aunque las guerras eran fre nos amenazados y de las exhortaciones pontificias
cuentes, sus consecuencias no resultaban tan im a apoyar ora a un bando ora al otro. Los aconteci
presionantes, ya que la población era más densa mientos de Italia condicionaban las políticas na
y estaba repartida de un modo más regular, los cionales de los distintos países, al menos intermi
vínculos entre el gobierno central y el local eran tentemente, desde Londres a Constantinopla. La
más estrechos y las fronteras estaban más deter primera invasión de 1494 había originado poca in
minadas por la tradición. Si se dejan a un lado la quietud fuera de Francia e Italia; en cambio, el
guerra civil que trajo a Inglaterra la dinastía Tu- tratado de 1518 por el que se pretendía apaciguar
dor, las guerras casi civiles dentro de los domi las ambiciones sobre Italia lo suscribieron Francia,
nios de Maximiliano —la rebelión flamenca de España, Alemania, Inglaterra y el Papado, y quedó
1488 o el fracasado intento de controlar a los sui abierto para Escocia, Dinamarca, Portugal, Suiza,
zos en 1499— y las guerras de pequeña importan Hungría y los castigados estados de Italia.
cia, como el fracaso del ataque veneciano sobre Este proyecto utópico se hundió al año siguien
Ferrara en 1483, el conflicto bávaro-palatino de te con la elección imperial y, dado que Francisco,
1503 y la acción emprendida por la Liga Suaba con no esperaba poder conquistar las posesiones cen
tra el duque Ulrich de Württemberg, si se dejan trales de Carlos, recomenzaron las guerras de Ita
todas estas guerras de lado y se limita la perspec lia a una escala mayor que nunca. Dentro de la
tiva por el momento a los conflictos que carecían misma Italia hubo muchos cambios administrati
de respaldo internacional mayor, nos encontramos vos, ya que los estados saldaban viejas cuentas
con que solamente la conquista española de Gra pendientes entre unos y otros, cambiaban sus pro
nada en 1492 originó consecuencias de real impor pios gobiernos, buscaban protección extranjera o
tancia. estaban temporalmente ocupados; pero lo que no
Las guerras en las que Moro-Hithlodeo pensaba hubo fueron grandes reajustes de fronteras. Tam-
principalmente eran aquellas con las que los su [>oco las campañas que se realizaron fuera de Ita
cesivos reyeaJxanceses habían tratado dejC£¡|iguis- la, como residuos de la lucha principal, tuvieron
ta.r.^xrilnri o it a líanoT Aüü n- éxitos más notables. Fernando no conquistó la to
cesas no «acabaron- en agua de borraja» hasta talidad de Navarra, Enrique le vendió Tournai a
1525, cuando Francisco I cayó prisionero en la ba Francia cinco años después de haberlo conquista
talla de Pavía, lo cierto es que las pérdidas en te do. Escribiendo, como lo hacía, en el momento en
rritorios, adjudicados a los aliados, y en metálico, que el destino de Nápoles y Milán aún estaba en
empleado en pagar los ejércitos invasores, sobre el aire, resultaba natural que Moro pensara que
pasaban con mucho cualquier ventaja positiva que las ganancias de una guerra no justifican los sa
100 101
El obispo Seyssel incluyó una sección sobre nue
crificios hechos por ella. En verdad, aparte de las vas conquistas, como si de cosa evidente se trata
conquistas españolas en Italia medirional y sep ra, en un tratado político escrito para el joven
tentrional, los cambios políticos más duraderos de Francisco I. No fueron los eclesiásticos los que
la época no fueron resultado de la guerra. Vene- deploraron la expansión de las armas de fuego,
cia obtuvo Chipre de su propia gobernante Cata sino, y ocasionalmente, algún sensible erudito o
lina Cornaro en 1488 como resultado de un nego hidalgo de conciencia caballeresca.
cio monetario, aunque mediante amenaza de em Después de todo, las guerras en Europa eran en
plear la violencia. Los reyes de Francia debían la démicas desde hacía tanto tiempo como la me
extensión de su poder no tanto a las armas como moria podía recordar o registraban las crónicas.
a las confiscaciones para castigar el delito de trai La guerra constituía el tema de lectura más inte
ción (territorios de Armagnac y Alengon), a la au resante de las historias; y de guerra sobre todo se
sencia de herederos (Anjou, Maine, Provenza) y a habían nutrido el orgullo patriótico y la concien
los matrimonios (Bretaña). La acumulación más cia nacional. Los hombres de negocios eran tan
grande de poder cayó en las manos de Carlos V ajenos a la idea de que Cristo hubiera traído la
por elección y herencia. ¿A qué se debía, pues, tan paz al mundo, que Commines, perspicaz servidor
to espíritu guerrero? de la corona francesa, podía escribir que Dios lo
En Europa casi todo el mundo consideraba que había planeado todo de manera que cada potencia
la guerra era algo natural. Un puñado de descen europea tuviera un enemigo situado a su lado:
dientes de los hussitas en Bohemia creía que Cris «Así, al reino de Francia le ha adjudicado Ingla
to había venido a librar al mundo de la guerra, y terra como oponente; a los ingleses, los escoceses;
que los cristianos deberían ofrecer de verdad la al reino español, Portugal».
otra mejilla y responder a la violencia con la no- El campo de batalla era considerado también
resistencia. Moro y Erasmo se contaban entre las como un tribunal natural de apelación para los li
escasísimas personas que defendieron ideas paci tigios entre los gobernantes, principalmente en
fistas por razones humanitarias. La doctrina ecle cuestiones de herencias. Si Francia tenía derechos
siástica de la guerra justa —que era legítimo com sobre Nápoles, como creía Carlos VIII, o sobre
batir bajo la autoridad de un cuerpo superior Milán, como era evidente para Luis XII, y las au
legalmente constituido por una causa justa y con toridades locales rechazaban estas pretensiones,
un recto propósito— no era innoble en sí misma; ¿de qué otro modo se podía obtener la justicia?
pero, como Erasmo señalaba, «entre tan grandes y Teóricamente el Papado era un árbitro internacio
tan cambiantes vicisitudes de los acontecimientos nal; pero prácticamente nadie creía tal cosa. Uni
humanos, entre tantos tratados y acuerdos, que camente la potencia que tenía razones para creer
ora se establecen, ora se rescinden, ¿a quién le pue que el papa fallaría a su favor estaba dispuesta a
de faltar un pretexto... para ir a la guerra?». De someterse a su decisión. Fernando lo hizo, a fin de
hecho, no se iniciaba campaña alguna que no con asegurar los derechos españoles para posteriores
siguiera obtener la bendición del clero nacional. exploraciones y asentamiento en América. En 1493
Por supuesto, entre obispos obligados por derecho obtuvo lo que quería, la bula I n t e r caetera, pero
a proporcionar tropas a requerimiento de la co concedida por un papa español, Alejandro VI. El
rona y papas que levantaban ejércitos propios para combate singular, como medio de dejar que Dios
extender su poder secular y que forjaban alianzas juzgase un caso que confundía la sabiduría de los
para llevar a cabo acciones militares conjuntas, hombres, aún subyacía en el pensamiento judicial
raro predicador tenía que ser —John Colet se lla y la guerra no era otra cosa que una extensión de
maba esta rareza— el que considerara apropiado esa idea. En un mundo fundamentalmente agra
elevar su voz contra la amenaza de una campaña. 103
102
rio, la mayor parte de los pleitos versaban sobre tierra era tan fuerte que subyacía simbólicamente
la tierra. Todo el mundo trataba de apoderarse una vez que la realidad que la sustentaba había
ávidamente de nuevos pedazos de tierra, por lejos muerto. Catalina Cornaro, reducida a propietaria
que se hallaran de la propiedad principal, por im de la pequeña ciudad de Asolo, se intitulaba a sí
productivos o difíciles de administrar que resulta misma todavía reina de Chipre y reina también de
sen. Al igual que los grandes terratenientes de un Jerusalén y Armenia.
país, los gobernantes aplicaban las mismas medi Dados los tiempos que corrían, el plan de Maxi
das a territorios tan distantes como, por ejemplo, miliano para hacerse con Bretaña en 1490 por un
Nápoles y París; y la guerra en esas circunstan matrimonio secreto con su duquesa, cuando ape
cias no podía ser más que un pleito proseguido nas si podía controlar la parte meridional de su
con otros medios. herencia alemana, no resultaba grotesco, ni por
La ausencia de una clara idea de las fronteras su alcance geográfico ni por su método. La mayor
naturales o lingüísticas resulta fundamental para parte del tiempo que los diplomáticos dedicaban
la comprensión eje esta mentalidad. La ecuación a su actividad giraba alrededor de la política de
reza como sigup: el poder es igual a la tierra. Para dotes y de un tráfico internacional de herederas,
los súbditos, la tierra exhalaba todavía un aura o posibles herederas, casi al margen de sus eda
de justicia privada y homenaje personal, a pesar des. Cierto que este plan de Maximiliano no dio
de que los gobiernos estaban haciendo lo que po resultado. Carlos VIII convenció a los represen
dían para disiparla. Al margen de las repúblicas tantes de Ana de que rompieran el contrato y se
urbanas, la categoría social se medía, sobre todo, casó con ella, violando a su vez su propio contrato
por la cantidad de acres, selvas, arrendatarios, so con Margarita de Austria, a quien estaba prome
licitantes esperando en la antecámara, sirvientes tido desde los dos años de edad. El Imperio de los
a la mesa general y títulos en los que enumeraban Habsburgo, que Carlos V heredó estaba constitui
los privilegios, aunque ya no se pudieran obtener. do fundamentalmente por el matrimonio de Maxi
Para el gobernante, en su calidad de heredero v miliano con Margarita de Borgoña y por los ma
conquistador, la tierra tenía valor en sí misma. E1 trimonios que organizó entre su hijo Felipe y la
intento de criticar a los reyes de Francia por di hija de Fernando, Juana, así como entre su nieta
rigirse al Sur, hacia Nápoles, que apenas si pro María y Luis, hijo de Ladislao de Hungría y Bo
ducía algo más que grano (artículo que rara vez hemia.
tiene que importar Francia) y que sólo era accesi Desde vista^b- construcción de
ble por vías de comunicación extraordinariamen imp^ríe^mediante matrj^
te vulnerables, es razonable, pero irreal. A Enri tífico; sin embargo/Mofo lo criticaí>a~y~ Erásmo lo
que VIII se le reprocha11*por haber ocupado condenaba, en parte porque desviaba el interés
territorios en Francia que tenían que ser inesta del gobernante del cuidado de su propio pueblo y
bles por fuerza, ¿por qué no se gastó en cambio el en parte porque, en cualquier momento, la resu
dinero en fortificar verdaderamente Calais, que ya rrección de una antigua pretensión podía propor
era inglés y poseía valor comercial? Conquistar la cionar una excusa para la guerra. Además, las
misma Francia, afirmar su débil pretensión sobre muertes tempranas hacían que la incertidumbre
el trono francés: estas cosas eran imposibles. Sin y, por ende, la tensión, flotaran en el ambiente de
embargo, las monedas de Enrique continuaban lla continuo. A título de ejemplo, se puede escoger los
mándole rey de Francia. La necesidad de conseguir destinos que siguieron los matrimonios que Isabel
y Fernando concertaron para sus hijos. Casaron
11 Y muy duramente, por cierto, en A r m y R o y a l, de C. G. a su hija mayor con Alfonso de Portugal, quien
Cruikshank (Oxford, 1969). murió pocos meses después; vuelta a casar con el
104 105
sucesor de su difunto marido, murió al dar a luz bros de contabilidad: Iván, por el deseo de recu
un niño que sólo llegó a vivir dos años. Otra hija, perar «toda la antigua tierra rusa»; Maximiliano
Catalina, se casó con el hijo de Enrique VII, Ar para poner en práctica las pretensiones seculares
turo, quien disfrutó de corta vida; vuelta a mari del Imperio sobre la Italia septentrional; Car
dar con el hermano del anterior, Enrique VIII, los VIII y Luis XII para reactivar sus propias
su incapacidad para proporcionarle a éste un he pretensiones familiares en la península. Aunque
redero iba a provocar el divorcio más azaroso de las oportunidades se presentaban en la actualidad,
la historia de Inglaterra. A su hijo Juan le casa las justificaciones para la guerra había que en
ron con la hija del emperador Maximiliano, Mar contrarlas en la historia; generalmente consistían
garita; a los seis meses el marido había muerfp, en un rimero de exigencias que se podía resuci
dejando a Margarita embarazada de un niño qiF tar, dándole un ligero barniz de legalidad y que,
nació prematuro. A causa de todos estos acciden además, podía asociarse con los agravios de los
tes, la sucesión española regresó a otra hija, Jua exiliados y los descontentos: la pretensión de
na, que padecía ataques de locura, y al hijo que Luis XII frente a Milán nacía de un matrimonio
había tenido con Felipe, Carlos. Por tanto, una celebrado en 1389 y su primer ejército invasor iba
sucesión de inoportunas muertes reales contribuyó dirigido por un milanés, Gian Giacomo Trivulzio,
a dar la tónica de inestabilidad héctica que carac que fuera expulsado por Ludovico Sforza,
terizaba en gran medida la actividad diplomática La doctrina medieval de la Guerra Justa presu
del tiempo, y la tensión aumentaba más porque a mía que la decisión de abrir las hostilidades era
las reacciones en cadena que seguían a una gue personal y no colectiva. La posición no cambió du
rra 110 se oponía concepto claro alguno de neutra rante los siglos intermedios. «La gente común no
lidad. Un país podía tratar de mantenerse al mar va a la guerra por su propia voluntad —escribía
gen de la contienda, pero entonces se invocarían Moro—, sino que la locura de los reyes la arrastra
viejas lealtades, se reclamarían derechos de pasa a ella.» De modo similar, Erasmo arrimaba a las
je. Si el argumento «quiero que me dejen tranqui puertas de los príncipes europeos la responsabili
lo» tenía fuerza, mayor era la del «mi causa es dad por «esa locura de la guerra que ha durado
justa, por tanto, como gobierno cristiano tienes tanto tiempo tan desgraciadamente entre los cris
que ayudarme». tianos». La iniciativa personal del gobernante, su
£n4a-4eei$iéf^4e4ar|*t*em^ importancia como fuente de honor caballeresco y
jBÓmicas tenía^m ásJxteíi .poca importancia. A la como dirigente natural del ejército se daban por
piratería, endémica en el^B|¡fíco, supuestos. La feudal era una sociedad organizada
y el J M i á i t a r r á . n ^ > Q , p n represalias, para la guerra y a los reyes todavía se les consi
indiviSáos, rgás que con la guerra. AT ó largo“ de deraba como la cumbre armada de la pirámide
los siglos se había elaborado una acumulación de1
„ , ,y social. Todos dirigían los ejércitos en persona:
dispositivos que permitían la importación y la Carlos VIII, Luis XII, Francisco I, Enrique VIII,
exportación y el flujo de materias primas y bienes Maximiliano. Los monarcas que, como Luis XI, En
acabados a un ritmo adecuado a las necesidades rique VII y Fernando preferían planear más que
económicas de cada país; tales dispositivos eran ejecutar, constituían objeto de comentario sor
los acuerdos de mercado entre naciones vecinas, prendido (aunque entre los intelectuales, como
establecimiento de ciudades-mercados, las ferias Maquiavelo y Commines, el comentario era res
internacionales y las compañías comerciales. Los petuoso).
gobernantes se movían con mayor facilidad en fun Los miembros del consejo del rey, especialmen
ción del pasado que a través de una imagen de li te los burócratas entre ellos, podían reclamar pre
caución, pero en el círculo inmediato de conseje
106 107
ros de la corona, los nobles estaban en mayoría, trenados, sus armas y equipos eran frecuentemen
hombres éstos que, como dirigentes del segundo te inadecuados, incompletos y, en todo caso, anti
estado, habían sido educados para la guerra. Es cuados; se componían de espada, alabarda y arco,
dudoso, sin embargo, sobre todo en el Oeste, que en una época en que la pica (que requería entre
los reyes realmente buscaran las oportunidades namiento regular por grupos) y la pistola o el ar
para emprender una guerra a fin de satisfacer los cabuz (caro y peligroso en tiempos de paz en ma
anhelos aristocráticos por algo más satisfactorio nos de la clase baja) se convertían en las armas
que la caza y las batallas aparentes de los torneos. claves de la infantería. Si a todo esto añadimos la
En Hungría, cuando el sucesor de Matías Corvino renuncia del habitante de las ciudades a abando
adoptó una política de paz y atrincheramiento, la nar sus ocupaciones y la de los campesinos a de
nobleza se tomó venganza saqueando a sus cam jar sus cosechas a cambio de las incertitumbres
pesinos y mermando el mismo poder de la corona, de una campaña, resulta evidente que, en alguna
rehusando cooperar con su política de centraliza medida, el viejo sistema se había venido abajo.
ción. En el Oeste, como ya verem os12, el servi Aquellos que planeaban las guerras tenían que ha
cio de la corte, la diplomacia y la administración cerse cargo del contrato y pagar a los mercena
del estado resultaban cada vez más atractivos. Sin rios. El alcance de la discusión acerca de los
embargo, nunca hubo escasez de nobles o de ca distintos méritos de tropas nativas v e r s u s merce
balleros para proveer de oficiales a un ejército gue narias, de ejércitos ad hoc v e rsu s permanentes,
iba a la guerra, incluyendo el arma «no caballe abona la misma conclusión.
resca» de artillería; y no solamente se empleaba Esta discusión era menos aprercr te en Casti
a los segundones cuyas perspectivas financieras lla, cuya economía principalmente pastoral provo
eran nulas a causa de la costumbre de la primoge- caba el desempleo y hacía sencilla la recluta, así
nitura, sino también a los más grandes nobles del como en Suiza, otro país pastor que, además, es
país; de cualquier modo, sería difícil demostrar taba acostumbrado a defender su independencia
que los gobernantes estaban sumergidos en las con las armas; era vivísima en Italia, especialmen
guerras a incitación de una aristocracia incansa te en las repúblicas, donde unos ciudadanos poco
ble. Incluso en Francia se escuchaban quejas de belicosos hacía ya mucho tiempo que habían dele
que el segundo estado no cumplía la función ar gado en profesionales de alquiler para llevar a
mada para la que estaba predestinado. cabo sus combates y donde más preocupaba la di
Todavía estaban las naciones organizadas para ficultad de controlarlos; también tenía interés para
la guerra. En Inglaterra, donde la ley había limi Francia e Inglaterra. Los mercenarios eran hoiñ-
tado enérgicamente la costumbre por la que los bres adiestrados que aportaban su propio equipo;
nobles se rodeaban de siervos armados, se espe pero eran caros y había que pagarles prontamen
raba de aquélla, sin embargo, que proporcionara te; sus jefes no siempre estaban de acuerdo con
hombres armados a requerimiento del rey. A las los dirigentes nativos; en su calidad de ejércitos
parroquias y a las municipalidades se les exigía multinacionales resultaban más difíciles de disci
también la aportación de hombres ya entrenados plinar y eran reacios a acatar las órdenes. Además,
en el uso de las armas. Pero un ejército formado el resentimiento nacional podía originar disturbios
de este modo ya no era una fuerza eficaz de lucha si se utilizaba a los mercenarios en misiones de
adecuada al tiempo. El noble caballero era un guarnición. Un ejército nacional permanente evi
valor depreciado frente a un pica y a un arma de taba demoras en el comienzo de las operaciones,
fuego, los reqlutas locales no solían estar bien en ya que los hombres estaban adiestrados y siempre
listos; disminuía también la necesidad de ingresar
12 Véase más adelante, págs. 245 y s. en alianzas con el sólo objeto de obtener tropas ex
108 109
tras; capacitadas para aplicar las experiencias de tura»), también podía ser la lealtad a un capitán
una guerra a los métodos de la siguiente. Por otro local o, cuando menos, un conocimiento suficien
lado, era caro mantener una organización militar te del mismo. Excepto Alemania, donde Maximi
en tiempo de paz y, además, un ejército perma liano encontró enormemente dificultoso juntar tro
nente podría convertirse en revolucionario. pas (aunque las ciudades y los príncipes podían
No eran estos problemas nuevos, pero sí se dis hacerlo para sus querellas) siempre se podía en
cutieron en esta época con nuevo interés, aunque contrar el elemento nacional en un ejército. Los
no se llegaron a resolver. Los ejércitos se hacían principales problemas con los que se enfrentaban
cada vez más grandes (entre 25.000 y 40.000 hom los gobiernos abarcaban el equipo, el transporte,
bres) merced a la mayor regularización de las ar el aprovisionamiento, el pago de los mercenarios
mas y al enorme cuerpo de suministro: carpinte y las relaciones con los aliados.
ros, herreros, carreteros y zapadores, necesarios Raramente se enfocaban estos problemas desde
en el servicio de artillería. Al mismo tiempo, los una perspectiya realista. Por lo general se subes
gobiernos estaban tratando de recortar los pode timaba la cantidad de armas de repuesto para reem
res militares semiindependientes de los principa plazar a las que se habían estropeado o perdido;
les nobles y de llevar la ley y el orden al campo en lo mismo sucedía con el número total de armas
general. La necesidad de ejércitos más grandes que se requería. Había, además, la dificultad de
coincidía con la de desmilitarizar y pacificar. La alquilar carretas y animales de tiro cuando se cru
política social y la militar entraban en colisión. zaba por todo el país en plena época de cosecha.
Ello no significaba que los gobiernos no pudie Con frecuencia no había dinero suficiente para pa
ran ir a la guerra cuando la decidían. En líneas gar a la tropa, aunque la experiencia demostraba
generales, la aristocracia aún estaba preparada que eso era perjudicial para la moral en el caso
para luchar e ilustraba con el ejemplo su función de tropas nativas y desastroso en el caso de las
de dirigente militar natural de la sociedad. Los mercenarias, quienes podían desertar e n m a sse o,
habitantes de las ciudades podían criticar los gas incluso, volverse contra sus empleadores. Pero
tos de las guerras en el extranjero o, al menos, po esta misma falta de realismo facilitaba las decla
dían hacer como que criticaban, a fin de recibir raciones de guerra, cuando un rey y su entorno
alguna clase de beneficio en contraprestación; pero así lo decidían. Y esto se reflejaba en la confian
el mismo Gringoire defendía las guerras italianas za puesta en los aliados.
porque el honor francés estaba en juego y, tras JB1 fin Jle Ja s^ u i^ ^ lacon
una cortina de quejas, las ciudades pagaban los solidación del territorio francés, acompañada por
impuestos que se les pedían. Poco se puede saber tm a líiio ro ^ ^
acerca de lo que pensaban sobre la guerra el anal la^guerra de los Cien Años, la uniónaeT tT coro-
fabeto y el no representado, pero es bastante po nas'^esjrañólás ^ d e la cruzada contra los
sible que, por tratarse del pueblo, cuyo margen de moros, la sucesión del cauteloso Federico III por
supervivencia dependía de un capricho del clima, Maximiliano, al aspirante a guerrero, todos estos
que añoraba la perspectiva de una paga regular y acontecimientos produjeron una atmósfera muy
que ignoraba las condiciones reales de servicio en tensa en las relaciones internacionales a fines del
el extranjero, la consideraran atractiva. Siempre siglo xv debido al interés común por Italia y por
había una razón u otra por la que los hombres in los negocios que pudieran surgir entre las distin
gresaban en filas: podía ser el hábito de obedien tas potencias que allí competían. Tanto el ritmo
cia, la inquietud natural o la desesperación (no como el carácter de la gestión diplomática que
es seguro que a hombres con una vida tan circuns daron afectados. Si bien el diplomático residente
crita se les pueda atribuir un «sentido de la aven en el país pertenecía normalmente a un nivel so
110 111
cial demasiado bajo para poder firmar un tratado, búsqueda de dinero que permitiera a los dirigen
lo que si podía era apresurar las negociaciones tes iniciar la acción militar era, junto con el in
hasta un punto en el que una embajada más for tento de obtener la seguridad dinástica (y en el
mal pudiera sancionarlo. Por otro lado, era más caso a las repúblicas, clasista), el principal fac
sencillo convencer a esos agentes de que sus acti tor que subyacía en la evolución constitucional e
vidades iban a servir a los intereses del gobierno institucional antes de la Reforma. Desde luego, los
de su patria, convencerles de que no abandonaran gobernantes gastaban dinero en otras cosas, en
y que no aplicasen sus propios escrúpulos mora sus retaguardias, sus cortes, sus palacios, sus em
les a los asuntos políticos; y, con todo, los agen pleados y diplomáticos, pero las necesidades fi
tes encontraban muchas dificultades para obtener nancieras de la guerra superaban con mucho a
información y para que se les tratara con la con las otras.
fianza real de la que disfrutaban el noble tradi
cional o el embajador episcopal. Tampoco sus pro
pios gobiernos trataban siempre la información
que ellos enviaban en sus despachos con el secre
to que le era debido. La información se seguía
buscando por otros procedimientos: por medio de
espías o abriendo las mallas de noticias mercan
tiles. No hay duda de que la presencia de diplomá
ticos rivales en una misma corte, los sobornos y
otros métodos solapados que se veían obligados a
emplear conferían a la diplomacia un aire de des
confianza que ellos ayudaban a fomentar.
Aunque había algunos temas que se repetían du
raderamente (Inglaterra utilizaba a Flandes para
contrarrestar las intrigas francesas con los esco
ceses; la confianza de España en Inglaterra cuan
do tramaba un complot contra Francia; la de
pendencia inglesa del Imperio cada vez que los
franceses amenazaban) era éste un período de flu
jo. Cuando Enrique VIII descubrió una alianza en
1514 y 1517, mientras sus aliados se preparaban se
cretamente a cambiar de bando, ello no significaba
seguridad duradera o que hubiera que abandonar
sin problema alguno las conversaciones con otra
potencia. Si bien se reconocía la posibilidad de
que a uno le abandonara o le traicionaran, existía
la creencia obstinada entre los gobernadores (no
compartida necesariamente por los agentes) de
que cada nuevo compromiso, solemnemente jura
do y, a menudo, pomposamente celebrado, funcio
naría realmente.
La guerra no es solamente relevante para la
comprensión de las relaciones internacionales. La
112 113
III. El individuo y la comunidad para que enviaran embajadores a Roma con el
fin de planear una cruzada; en 1488 sus legados
aún estaban tratando de despertar el interés de
las potencias. En 1500, Alejandro VI formuló un
requerimiento similar que corrió también igual
fortuna. En 1517, León X elaboró un proyecto de
1. LA CRISTIANDAD tan largo alcance que llegaba a planificar de qué
modo se repartirían entre las naciones cruzadas
No era ésta una época, en la que el individuo se los territorios que se conquistasen a los turcos.
hubiera liberado de la necesidad de vincularse a Nadie se presentó voluntario para interpretar un
los demás. Por el contrario, es bastante probable papel en este gran drama de la Cristiandad en ac
que estos vínculos fueran más fuertes que nunca, ción. Es cierto que Carlos VIII había dado a en
desde el punto de vista de los sentimientos, del tender que tenía intención de utilizar Nápoles
interés propio y del intelecto. Así, la familia era como punto de escala para una cruzada cuando
una unidad más consciente de sí misma, el gremio entró en Italia en 1494. Maximiliano, consciente
suponía una mayor protección, la ciudad resultaba de las responsabilidades del sacro emperador ro
fuente de mayor'orgullo, la nacionalidad alcanzaba mano y ardiente partidario de los valores (y, en
mayor significado y la fraternidad internacional la mezcolanza de su territorio, de la utilidad po
de los estudiosos sin duda se había hecho más in lítica) del ideal caballeresco de lealtad personal
tensa. Unicamente la idea —que siempre fue di y servicio cristiano, revivió la vieja orden de cru
fusa— de pertenecer a la supercomunidad cristia zados de San Jorge, situándose él mismo a la ca
na estaba desvaneciéndose. beza. Las ráfagas de entusiasmo podían aún estre
La idea de la Cristiandad se había convertido en mecer a las muchedumbres o impregnar las pági
un lugar cc*mún que aún se mantenía en vida gra nas de las crónicas de las cruzadas en el estudio
cias a dos nociones, muy ajenas ya a la realidad de algún erudito; pero, para los políticos prácticos,
política: una nostalgia por los tiempos de las cru la espada del idealismo estaba ya muy oxidada en
zadas, alimentada por la literatura caballeresca, y su vaina.
la esperanza del individuo según la cual podría En los años que siguieron a la caída de Constan-
borrar sus pecados contribuyendo a la recupera tinopla se hizo evidente que se podía llegar a un
ción de los santos lugares, esperanza muy debili m odu s v iv e nd i entre los diferentes intereses co
tada debido al eficaz servicio turístico que los go merciales del Levante. Consecuentemente, cuando
bernantes mamelucos habían establecido en las tie los venecianos tenían que combatir, lo hacían para
rras de la Biblia. defenderse y no para atacar. El comercio y las
Muchos de los papas, desde luego, se tomaron relaciones diplomáticas condujeron a una mayor
en serio sus obligaciones de cruzados. En 1481, Six comprensión. Los peregrinos descubrieron que los
to IV organizó con inmenso esfuerzo una flota y musulmanes no eran tan satánicos como se les
un ejército para desalojar a los turcos de Otran- había hecho creer. Había un interés creciente y
to, en la esperanza de persuadir a su fuerza, ade respetuoso por las instituciones administrativas
más, para que cruzara el Adriático y recuperara turcas y Maquiavelo alababa la disciplina y la mo
la ciudad fortificada dálmata de Valona. Pero una ral de las tropas turcas en comparación con las
vez que hubieron cumplido su objetivo principal, cristianas. Durante la ocupación turca de Otranto,
barcos y tropas se escabulleron, regresando a sus el escultor de Lorenzo de Médicis, Bertoldo, tro
puntos de partida. En 1484, Inocencio VIII hizo queló una medalla en la que aparecía una magní
una llamada a todos los gobernantes europeos fica idealización de Mohamed, mientras que Alfon
114 115
so de Calabria alquiló una compañía de caballería en Constantinopla aprovechándose de que Ba
turca jpara que le ayudase en su guerra contra el yaceto, que sucedió a Mohamed el Conquistador
papa! Un fraile alemán, de visita en Venecia en en 1481, estaba más deseoso de consolidar su au
1482, se escandalizaba de ver a los venecianos dan toridad que de extenderla.
do la bienvenida a una misión militar musulma Eti cuanto a la península Ibérica, se había pro
na, cediéndoles a aquellos «perros, feroces enemi ducido una salida más ventajosa (y, para las po
gos del Sacramento», un lugar en la solemne pro tencias occidentales, también más significativa)
cesión del Corpus Christi. respecto al sentimiento de cruzada, con el comien
Dada esta falta de decisión en materia de cruza zo de las exploraciones portuguesas a lo largo de
das en Italia, no es de extrañar que monarcas más la costa occidental africana. Cuando los portugue
lejanos hicieran oídos sordos a las exhortaciones ses se pasaron del oro de Guinea a las especias
para otras cruzadas. Sin duda que la escasez de de Calicut, el rey Manuel explicaba en una carta
su celo se debía en gran parte al hecho de que en 1499 a Fernando e Isabel que «el principal mo
se encontraban muy ocupados organizando sus tivo ha sido, como en las anteriores, el servicio
propios estados y precaviéndose contra la perfidia de Dios nuestro señor y nuestro propio beneficio».
que reinaba entre ellos. A finales de siglo, el sul Y Colón, consciente de que los Reyes Católicos
tán Bayaceto aseguraba a sus visires que los pro esperaban dinero como resultado de su viaje, tam
yectos europeos para una cruzada acabarían en bién se imaginó que se sentirían satisfechos al sa
nada. «Los cristianos», señalaba, «luchan de con ber qué las condiciones en las Indias Occidentales
tinuo entre ellos mismos... El uno le dice al otro: eran «propicias para la realización de lo que yo
"Hermano, ayudadme vos hoy contra este prínci concibo que es el deseo de nuestro rey serenísimo,
pe y mañana yo os ayudaré contra aquél". No te ello es, la conversión de estas gentes a la santa fe
máis, no existe concordia entre ellos. Cada cual se de Cristo». El descubrimiento de América coinci
preocupa únicamente de sí mismo; nadie piensa día con el fin de la propia cruzada española para
en el interés común.» En 1516, Erasmo confirma desembarazar de moros la península y contribuyó
ba esta observación en La edu cación del p r ín c ip e a alejar su impulso de Europa y de Levante. Los
c r istia no , escrita para el futuro Carlos V: «Cada esfuerzos misioneros de España y de Portugal pro
anglo odia al galo, y cada galo, al anglo, solamente dujeron nuevos cristianos sin fortalecer con ello la
porque es anglo. El irlandés, sólo porque es irlan idea de la Cristiandad. Los turcos estaban ya esta
dés, odia al británico; el italiano odia al alemán; blecidos en gran parte de Europa y los europeos
el suabo al suizo, y así, a lo largo de toda la lista. se estaban estableciendo en territorios de ultra
El campo odia al campo y la ciudad a la ciudad.» mar. Ambos procesos contribuían a quitarle signi
En efecto, cuando en 1516 el embajador venecia ficación geográfica al término, mientras que su
no reclamó la ayuda de Enrique VIII contra el coherencia espiritual se difuminaba en el renovado
común enemigo de la Cristiandad, obtuvo la si interés que cobraba la leyenda de un imperio cris
guiente contestación: «Sois inteligente y en vues tiano en Africa gobernado por el Preste Juan, así
tra prudencia comprenderéis que nunca se reali como la discusión acerca de las condiciones espi
zará expedición general alguna contra los turcos rituales de los pueblos que se habían encontrado
mientras exista tal perfidia entre las potencias en la India y en las Américas (¿era posible que ya
cristianas que su única preocupación sea la de se les hubiese explicada el Evangelio? ¿Se les po
destruirse unas a otras.» Iván III, quien teórica día considerar cristianos en un sentido potencial
mente ocupaba una buena posición para iniciar o real?). Hasta 1520, fecha en la que Solimán el
un ataque lateral, prefería la negociación a la cru Magnífico llegó a sultán, quien en los dos años si
zada. Florencia incrementó su colonia comercial guientes tomó Belgrado y la isla de Rodas, la acti
116 117
tud de Europa hacia los turcos era, si no de indi ban aceptando peticiones individuales de repara
ferencia, sí de interés precavido o de idealismo ción de agravios, bien a través del Parlamento,
inactivo. como lo hacía el rey inglés, o bien —cual era la
práctica de Fernando e Isabel— en persona, un
2. EL ESTADO, LA REGIÓN Y LA «PATRIA» día señalado al efecto; también seguían haciendo
un uso generoso de su prerrogativa de gracia.
El individuo exigía tres cosas del gobierno, to Poco a poco se iba frustrando la tercera expec
das ellas de naturaleza altamente conservadora: la tativa, la de que los gobernantes deberían vivir
conservación de la ley y el orden, de forma que con los ingresos de sus posesiones personales en
las personas pudieran desempeñar sus tareas ha- la medida de lo posible e imponer la mínima con
hituales sin peligro para su vida ni para sus miem tribución para permitir la continuación de la gue
bros; justicia imparcial, barata y rápida; impues rra. Crecían los costes del gobierno y había que
tos tan bajos como fuera posible. Para hacer fren cubrirlos: administraciones nacientes, ejércitos
te al crimen y a los desórdenes, los gobiernos mayores, más especializados y, por tanto, mejor
podían reforzar los dispositivos locales que pre pagados. No todo el mundo padecía la amenaza
servaban la paz tales como los somatenes; enviar del bandidismo, no todo el mundo recurría a la
tropas o comisiones provistas de poderes extraor ley, pero, en cambio, los derechos aduaneros y los
dinarios para administrar justicia sumaria o reor impuestos de ventas —en especial sobre los ar
ganizar y reforzar los órganos locales de ayuda tículos de primera necesidad, como la sal— con
propia como hizo Isabel con las Hermandades de vertían a los impuestos en una preocupación casi
las ciudades de Castilla. A pesar de que, como en universal. Sin embargo, la reacción general frente
este último caso, los medios podían ser nuevos y a los impuestos impopulares tampoco era de re
aunque la acción del gobierno iba a acrecentarse, signación ante la inexorable extensión del control
restringiendo, por ejemplo, la libertad de movi central, sino la de tratar de negociar en un autén
miento de los parados, que eran, potencialmente, tico qu id p ro quod en forma de reparación de
los más inclinados a la violencia, la eliminación del agravios o concesión de privilegios, o lamentarse
bandidaje era una de las obligaciones tradicio de que el rey estuviera mal aconsejado, de que
nales de la corona y no suponía ningún compromi fuera víctima de ministros corruptos o de cortesa
so que pudiera desviar la atención de la responsa nos voraces.
bilidad personal del gobernante. Es cierto que los agentes del gobierno central
Lo mismo sucedía con la justicia. Había una ex se hallaban insertos en la administración local,
pansión continua de la justicia real a expensas de pero esto sólo lo podía ver con claridad la peque
la local o de la personal. No obstante, tanto si la ña minoría de europeos que vivía en las ciudades.
administraba un rostro familiar, como el del juez Una evolución gradual, junto con la utilización
de paz inglés, o un juez real de jurisdicción, o la decreciente de los cuerpos representativos, indi
administraba uno de los tribunales de apelación caban que los actos del gobierno (entendido como
central, la imagen que se ofrecía no era la de una los más importantes empleados del gobernante
ley impersonal, sino la de un rey ejerciendo la con su personal), se discutían ahora públicamente
más tradicional de sus funciones: resolver las con menor frecuencia. Si añadimos la creencia ge
disputas entre sus súbditos. Cuanto más. arriba neralizada de que la función del gobernante era
llegaba el demandante a través de los tribunales, preservar, proteger, restaurar y honrar alguna dis
tanto más cercano se hallaba, no a la majestad de posición antigua y difusa —tal como la Ley Sálica
la ley, sino a la majestad del rey. En reconoci o el Código de Magnus Lagaboter— antes de intro
miento de esta función, los gobernantes continua ducir cambios, nos encontramos con los factores
118 119
que encubrían el crecimiento del poder guberna palabra atractiva, porque las personas conocían,
mental a los ojos de todos menos de una pequeña a través de las crónicas y las baladas, los grandes
minoría. hechos realizados por los monarcas franceses y
Por supuesto, en las ciudades-república, la situa sus ejércitos. Sin embargo, la idea de una asam
ción era distinta. Existía un amplio interés en la blea general de representantes de todas las partes
política, provocado por la rotación de los puestos del país o, para los meridionales, de una asamblea
públicos cada pocos meses, por el principio de se que exigiera de todos ellos, de Toulouse a Pro-
lección mediante elecciones, por el hecho de que, venza, la igualación de sus identidades regionales,
debido a las cortas distancias (en veinte minutos provocaba una resistencia general. Un italiano que
se podía atravesar Florencia), todo el mundo era regresara de una estancia en el Norte podía anhelar
conocido o de todo el mundo se murmuraba. Tam el regreso a Italia, mas una vez que se encontraba
bién aquí el interés principal se centraba sobre las allí, su horizonte ,se resumía al deseo de llegar a
personalidades, sobre quién estaba arriba y quié^ su propia patria nativa, Florencia, Rimini o Ñápo-
de momento, estaba abajo. Al igual que en las les. Es comprensible que en Bohemia, donde mu
grandes naciones la naturaleza ocasional de los chos de los comerciantes, prelados y terratenien
contactos entre el gobierno y el pueblo impedían tes eran germanos, a las capas bajas de la socie
el nacimiento del concepto de «estado», el fenó dad les resultara difícil sentirse identificadas con
meno inverso, esto es, la familiaridad estrecha con el gobierno, aunque también en la mayor parte de
aquellos que tenían que ver con el gobierno, pro Europa el derecho del «estado» tenía que luchar
vocaba un efecto similar. Incluso Maquiavelo, es penosamente para sustituir al derecho local que,
cribiendo en su calidad de ex empleado civil de aún siendo imperfecto, se consideraba más «natu
carrera, usaba frecuentemente la palabra «estado» ral» que la justicia administrada por los jueces
en el sentido de «aquellos individuos que están en de apelación de la capital, perfectamente capaci
el poder de momento». Quizá únicamente en Vene- tados. La tendencia de los príncipes a emplear
cia se daban las condiciones para que surgiera el jueces y cancilleres preparados en Derecho Roma
concepto de un estado impersonal, así como para no provocaba una irritación general en Alemania.
que naciera un sentimiento patriótico; ello se 'de Constituía un error fundamental, decía un caba
bía a su sistema de castas legalmente definido, que llero bávaro en 1499, «porque estos hombres de
ahogaba las rivalidades de clase, y a la inusual ho leyes no conocen nuestras costumbres, y si las
mogeneidad de la vida económica, ya que el co conocen, no están dispuestos a aceptarlas». Una
mercio tenía una importancia mayor que la banca protesta de los estamentos de W ürttemberg en
o la industria. 1514 contenía la misma veta anticentralista; el du
Evidentemente en todas parte, excepto entre al que debía emplear únicamente a hombres que
gunos intelectuales y muchos administradores pro «juzguen de acuerdo con las costumbres y los usos
fesionales, la región, la zona que rodeaba el propio antiguos y no atribular a sus pobres súbditos».
lugar de nacimiento, era más importante que el Cuando Francisco I subió al trono en 1515, Fran
país como un todo. Muchos germanos, incluso los cia constituía el ejemplo supremo en Europa de
suizos, tenían el vago sentimiento de pertenecer al lo que una política deliberadamente centralizado-
Imperio; pero el homenaje rendido a la idea no ra podía conseguir. Lo que ésta no podía conse
influía en la acción1. «Francia» resultaba una guir, en Francia o cualquier otra parte, era una
extensión del alcance de las lealtades del indivi
1 Las canciones populares de diversas regiones ensalza
ban a Maximiliano y vilipendiaban a sus rivales, los fran duo, un ensanchamiento del círculo de causas por
ceses, mas cualquier intento de conseguir dinero para com las que estaba dispuesto a sacrificarse. El gran
batirlos levantaba oleadas de protesta. magnate podía convertirse en gobernador provin-
120 121
cial y actuar para la corona, pero con ello no se I a los lioneses, se estremece al pensar en la desola
canalizaba hacia la capital la lealtad y la deferen- ción de los pueblos a su alrededor cuando los ejér
cia que se le profesaban. En todas las ciudades e citos reales se pasean de un lugar a otro durante
incluso en algunos pueblos grandes había uno o las guerras del rey. Por supuesto, cuando el pago
dos de los habitantes principales ocupando cargos era tardío y las posibilidades de saqueo escasas,
reales, habitualmente en conjunción con sus ocu los ejércitos tendían a disolverse por sí mismos.
paciones normales como comerciantes o abogados. j «Si consideramos solamente —escribía Commines
Correos y administradores ambulantes les unían sobre la expedición italiana de Carlos VIII— cuán
con los tribunales financieros y judiciales de París, j tas veces ha estado a punto de desbandarse este
Pero estos empleados eran considerados aún como ejército desde su misma llegada a Vienne en el
hombres locales y estaban empeñados en continua Delfinado... tenemos que reconocer que Dios To
lucha por imponer los decretos reales sobre las dopoderoso dirigió la empresa.» Cuando el estado
costumbres locales. Una cita del diario-crónica de ; burocrático comenzaba a surgir de su crisálida
Benoit Maillard, prior de la abadía de Savigny, feudal, los empleados que le ayudaron a nacer,
cerca de Lyon, refleja algo de la atmósfera dentro muchos de los cuales eran abogados, estaban obli
de la cual estaban ocurriendo estos cambios. «En gados a buscar un compromiso entre la eficacia
el penúltimo día del mes de abril del año de gracia í de los esquemas (de los que existían modelos en
de 1487, un cierto Jean, zapatero y ladrón, que j el Derecho Romano y en el funcionamiento de
se había refugiado en esta ciudad de Savigny, en \ grandes propiedades individuales, laicas y monaca
carcelado aquí en virtud de la acusación de úna j les) y la tradición, entre someterse a las concep
pobre mujer de St. Clement-de-Valsome, a quien ciones locales o solicitar la cooperación invocando
había robado, percatándose de que la policía local j el hechizo del nombre del rey. Del «gobierno» no
iba a entregarlo a la de St. Clement para que su- | emanaba destello alguno; los nombramientos,
friera el castigo a su robo, o sea, la ejecución, se j las proclamaciones, los edictos tenían que venir
encomendó a la Virgen María y, doblando los re- !j del rey.
cios barrotes de hierro de la puerta de la prisión j El nombre del rey era familiar en todo tribu
de Chamarier, y desprendiendo su parte inferior, 'j nal donde se administraba justicia real. En la sala
se escapó y buscó refugio en nuestra iglesia, lo que í de justicia de Nottingham se presentó denuncia
vieron algunos de nuestros monjes. De este modo, j contra Henry Gorrall porque se decía que «en el
con ayuda de la Virgen María, escapó de manos vigesimosexto día del mes de septiembre, en el
de la justicia y se salvó.» Y en 1493 el mismo decimotercer año de reinado del rey Enrique VII
Maillard anotaba cómo hubo que instalar por la ¡ (1497), valiéndose de la fuerza y de las armas, a
fuerza de las armas al candidato del rey para ar- i saber, de una porra y un cuchillo, arrojó un ca
zobispo de Lyon, aunque era cardenal y el papa j ballo muerto y putrefacto a las calles de nuestro
había aprobado su nombramiento. señor el Rey en la precitada Nottingham, para
Como la mayoría de sus contemporáneos, Mai- j la penosa molestia de los vasallos de nuestro di
llard contemplaba a la corona a través de una red j cho señor el Rey y contra su paz». Los nacimien
de prejuicios locales, eclesiásticos y seculares; el í tos, defunciones y bodas reales suscitaban un vivo
rey, casi convertido en un dios por el carácter sa- ¡ interés. Las visitas ceremoniales de los reyes a los
grado de la ceremonia de su coronación y capaz j pueblos de sus dominios se registraban en memo
de realizar milagros y curas, a diferencia de los rias y los grabados conmemoraban las coronacio
otros hombres, no debería haberse inmiscuido en I nes. Sin embargo, esta invocación continua del
la elección de Lyon; aunque Maillard está orgullo- ! nombre del monarca, esta concepción de la reale
so de ver la persona del rey en las visitas de éste za, no contribuían a vincular a los hombres en una
122 123
comunidad nacional de súbditos. En 1495, en el las palabras de un juez o de un recaudador de
curso de un intento que se hizo para fallar un liti impuestos.
gio fronterizo entre el Languedoc y la Provenza, se En cuanto al nacionalismo, allí donde existía en
envió a un comisionado de Provenza (anexionada alguna forma que se pareciese al moderno, se tra
a la corona en 1481) a plantar las armas provincia taba de una invención literaria de los intelectuales;
les en las lies du Rhóne. Al hacerlo pasó un puesto era la versión idealizada del disgusto del hombre
que ostentaba las armas reales. Su reacción fue re común ante el extranjero, por medio de la cual se
veladora: se descubrió y se arrodilló ante el símbo escudriñaba en la historia para aportar testimo
lo del poder real, después se levantó, lo apartó de nios de la superioridad cultural del país del escri
allí y lo dejó en la sacristía de la iglesia local, tor. El renacer del estudio de la historia antigua
«donde se conservan las reliquias». servía a la causa nacional. En la historia mundial
Se daba por supuesto que los límites de juris de Spiridon se aseguraba que la familia real rusa
dicción de un país pudieran fluctuar por razón de descendía del hermano del emperador Augusto y
la herencia, los matrimonios dinásticos o la for con ello se reforzaba la poderosa ficción de que
tuna de la guerra. La idea de «Francia» quedaKa Rusia era «la tercera Roma». Los escritores litua
aún más debilitada por la noción que la acompa nos daban pábulo al orgullo nacional narrando que
ñaba de «las tierras gobernadas en el momento su pueblo descendía de la tripulación de un bote
por el rey francés». Es más, cuando el poder regio de legionarios romanos separados de las fuerzas
francés daba un paso hacia delante, lo hacía hacia de Julio César por una tempestad en el mar del
un fin moderno, pero con medios medievales, in Norte. Pero era principalmente entre los países ve
vocando la herencia o el derecho feudal o en con cinos de Italia y más conscientes de la superioridad
testación a una petición de ayuda o protección; intelectual de la península donde la leyenda se
por tanto, cada nuevo vínculo con una región o una combinaba con los hechos antiguos y medievales
ciudad se consideraba aislado de una política cen- a fin de crear deliberadamente una historia pa
tralizadora total y según los términos de un con triótica. Los autores franceses subrayaban el ca
trato feudal teóricamente revocable y basado en el rácter puro de los galos, revelado en los C om en
cumplimiento mutuo de las obligaciones. El dis tarios de César. Los alemanes acentuaban el valor
positivo del futuro estado-nación se estaba cons y la nobleza de ánimo de Arminio en los A nales de
truyendo entre pueblos que hasta entonces no eran Tácito y estaban seguros de que si se pudieran
conscientes de ello. conseguir otras obras clásicas, ocultas por los en
Mientras que los príncipes y los oficiales trata vidiosos italianos, éstas describirían en detalle las
ban de establecer sistemas de procedimiento para virtudes de la antigua raza germana; «ique nos
la capital (o sus sustitutos errantes, los tribuna devuelvan la H isto ria de Tácito entera, que han
les) a través de la densa maraña de costumbres escondido», requería Albert Krantz, «que nos res
locales, el horizonte patriótico de la mayoría de tituyan los veinte libros de Plinio sobre Alema
los hombres seguía siendo reducido. Fuera de las nia!». «Roma conquistó la Galia», escribía Valeran
ciudades, entre la gran mayoría de la población, de Varennes en 1508, «pero, después de la decaden
donde había menos movilidad y menos ilustración, cia de Roma, fueron los galos quienes conquista
es dudoso que se pueda hablar de patriotismo en ron Alemania (Carlomagno), protegieron el Papado
(Pipino y Carlomagno) y libertaron la Tierra Santa
ningún sentido; allí la «política» la constituían los (las cruzadas)». Roma dejó una huella de crueldad
visitantes del señor local, las habladurías de los y subyugación, señalaba en 1510 Christophe de
soldados desmovilizados y los destellos de la dis Langueil, pero los galos han actuado siempre con
tante majestad del rey que se filtraban a través de justicia y virtud. «En las artes y las ciencias», ade
124 125
más, «Francia es superior a Italia; ha producido un estallido de entusiasmo literario en el último
más hombres eminentes en su propio suelo que capítulo de E l P rín cip e , Maquiavelo reclamaba al
todas las otras naciones juntas». Nada tiene de guna forma de dirección unificada, al menos para
asombroso que el abogado humanista Guillaume el centro estratégico italiano, pero en la contes
Budé se sintiera movido a dedicar uno de sus tra tación a la pregunta de un amigo durante el mis
tados, el De A sse de 1515, que se refiere a la acu mo año, 1513, acerca de una alianza de los poderes
ñación romana, simplemente «al genio de Francia». italianos, decía llanamente: «No me hagas reír.»
Nada tiene de asombroso, tampoco, que, por otro Los moldes de un patriotismo nacional se for
lado, el alsaciano Jakob Wimfeling negara que jaban lentamente: un lenguaje común, una admi
los descendientes de los Nervii hubieran conquis nistración unificada, la elevación de una monar
tado alguna vez a los descendientes de Arminio. quía milagrosa a la categoría de una visión com
Los franceses pretendían que la buena tierra ale pleta por encima de los grandes hombres de la
mana entre los Vosgos y el Rin les pertenecía. localidad, la proliferación de los empleados de go
«¿Dónde están allí las trazas de la lengua france bierno de plena dedicación, la elaboración de una
sa? —preguntaba—, no se encuentran libros en literatura destinada a cualquier precio a predicar,
francés, ni monumentos, cartas, epitafios, títulos o a ensalzar la fama de un pueblo. Gran parte de la
documentos.» En cuanto a los italianos, ¿qué nece realidad de que esas formas se iban a revestir,
sidad había de ceder ante ellos? Se había hundido ya se encontraba presente: la conciencia de las
en la ignorancia, en tanto que, en el siglo x, la características nacionales diferentes, la competiti-
monja alemana Hroswitha escribía las obras de vidad política y económica, el resentimiento frente
teatro que Celtis había redescubierto y se las dedi a la interferencia exterior. Pero a muchos hombres
caba al elector Federico. Los alemanes tenían que les faltaba la visión, el conocimiento y, sobre todo,
hacer valer sus derechos a la dirección de Euro no les era necesario pensar, como no fuera de vez
pa, que era suya por su carácter, cultura e histo en cuando, en la nación como una comunidad. Sus
ria. «Verdaderamente —escribía von Hutten en su fronteras eran demasiado difusas, su pueblo de
diálogo Trias R o m a n a —, es un grande y excelente masiado diverso en lenguaje y costumbres, sus go
hecho conseguir por medio de la persuasión, la ex bernantes demasiado distantes y sus intereses de
hortación, el estímulo y el impulso, que la patria masiado alejados. Lo significativo residía en lo
familiar y en lo cercano.
llegue a reconocer su propia degeneración y se
arme a sí misma para reconquistar su antigua li
bertad.» 3. EL «EXTRANJERO»
Este jingoísmo de los intelectuales conseguía es
casa respuesta pública. El papa Julio II podía re El estrecho sentido de identificación con la pro
cordar a todos los itálianos la común herencia de pia región y el mucho más oscuro de que la región
la antigua Roma, cuando les exhortaba a respaldar estaba unida a una unidad política mayor estaban
su determinación de expulsar a los «bárbaros». condicionados por la actitud de las personas hacia
Pero, en el momento de establecer alianzas, los lo que era diferente y extranjero. Al tratar de va
estados italianos lo hacían de modo que, cuando lorar la noción de «lo extranjero», tenemos la im
hubiera desaparecido el peligro común, ellos si presión, no de mirar aquí y allá a través de un
guiesen siendo diferentes. Florencia se regocijaba telescopio, sino de un caleidoscopio. No había geo
cuando los extranjeros conquistaron Nápoles en grafías o historias generales de Europa, ni nomen-
1501 y exultaba de alegría cuando la «bárbara» clators o mapas exactos que ayudasen a ubicar las
coalición de Cambrai despojó a Venecia de sus impresiones visuales, las lenguas extranjeras, las
principales posesiones de tierra firme en 1509. En
126 127
características nacionales proverbiales y las narra metía contra la exravagancia de sus peinados. «Oh
ciones de victoria y atrocidad en ciertas partes mujeres, vosotras que os consagráis al atavío, que
de Europa. a menudo no escucháis la palabra de Dios, aunque
La más intensa de las impresiones visuales era, para ello os bastaría con cruzar la calle, estoy se
probablemente, la del vestido. Dentro de ciertas li guro de que llevaría menos tiempo limpiar un es
mitaciones —ya que no había diferencia de corte o tablo de 44 caballos de lo que os lleva a vosotras
de paño entre las prendas de verano y de invierno, peinar vuestros cabellos.» Vanas eran las quejas
y dado que la moda de los hombres cambiaba con de los poetas; en 1509 Alexander Barclay se la
más rapidez que la de Jas mujeres— se cultivaba mentaba de que:
la fatuidad mediante el acicalamiento personal,
siempre que el dinero alcanzase. La sensibilidad «La forma del hombre se desfigura en cada
visual y táctil a los paños era aguda. Una parte escalón, como caballero, escudero, hacenda
considerable de la economía europea, desde luego, do, gentilhombre o bellaco. ¡Ay!, así decaen
dependía del placer que producían ciertos paños, todos los estados del hombre cristiano, y
desde los forros a los brocados, los terciopelos y también de la mujer, deformando su figura.»
los tafetanes. Los artistas pintaban las telas con Por supuesto, el ritmo de cambio de las modas
suma atención y algunos hasta diseñaban cortes. se aceleraba cada vez más con mangas que, ya
El cuerpo, entrenado para la danza, se ajustaba eran tan anchas como las de los monjes, ya casi
con facilidad al peso y al corte. Los vestidos eran demasiado estrechas para poder moverse, como
símbolos de lealtad. Los gobernantes vestían a sus lamentaba otro predicador en Strasburgo. Y no
criados de librea, roja para la casa del Palati- sólo las modas en el vestido: «Era un honor de
nado, escarlata y blanca para la de Aragón. Los jarse crecer la barba; ¡ahora los elegantes afemi
músicos del papa León X llevaban sus colores, nados dicen no!», escribía Sebastián Brant en su
blanco, rojo y verde. En las casas nobles se seguía Barco de lo c o s 2.
también esta costumbre. Los vestidos indicaban la Con tanta preocupación por los vestidos en el
clase, la ocupación y la condición, según se fuera país propio, no es sorprendente que los extranje
virgen, casada o viuda. En toda Europa había una ros fueran objeto de un profundo interés. «¿Aca
legislación suntuaria que trataba de contener la so no se visten de modo diferente el español, el
extravagancia de los sastres en interés de la ar italiano, el francés, el alemán, el griego, el turco,
monía de clases (la m ujer del burgués no debía el sarraceno?», pregunta un personaje en los Co
imitar a la del noble y ésta no debía hacer osten loquios de Erasmo. «Y en el mismo país, ¡cuánta
tación de su situación), así como fomentar la de variación de atuendo entre personas del mismo
cencia (no se debían resaltar los pechos o los ge sexo, de la misma edad y rango! ¡Cuán diferentes
nitales), la moralidad (contención de la vanidad y son en apariencia el veneciano, el florentino, el ro
la extravagancia) y el proteccionismo (no se de mano y ello dentro de Italia únicamente!» Durero
bían comprar géneros importados). Su constante se procuró ilustraciones de vestidos irlandeses y
repetición muestra que era imposible contener el livonios para copiarlos, e hizo dibujos en los que
deseo de variedad 'y exhibición. resaltaba las diferencias de atavío entre Italia y
Vanas también eran las exhortaciones desde el Alemania.
púlpito. «Mujeres —suplicaba el franciscano Michel Las modas se extendían a través de los grupos
Menot en un sermón de Cuaresma—, en estos días de pintores y bailarines y también a través de las
de penitencia la Iglesia cubre a sus santos con un
velo; por el amor de Dios, haced lo mismo con 2 Aquí y en lo sucesivo se ha utilizado la traducción de
vuestros pechos.» En otra ocasión, en 1508, arre Edwin H. Zeydal (Columbia U. P., 1944).
128 129
relaciones comerciales, militares y diplomáticas. pudiera hacerse querer de sus súbditos por sí
«Las modas en el vestir», escribía Celtis en su des mismo y no tuviera que estar a merced de un in
cripción de Nuremberg, «cambian continuamente térprete. Maximiliano apuntaba sus propios logros
influidas por las naciones con las que se realiza en un manuscristo de su disimulada autobiogra
comercio». Hacia 1480 se copiaba en el norte de fía, la W e issk un ig : alemán, cuando era niño; latín,
Italia el atuendo de la corte borgoñona; en 1515, del maestro de escuela; valón y bohemio, de los
Enrique VIII tenía un vestido de «brocado duro campesinos; francés, de su mujer, María de Bor-
a la moda húngara» y otro «en damasco blanco, goña; flamenco del círculo de Margarita de York,
según la moda turca». Un viajero anotaba que las viuda de Carlos el Calvo; español, de la correspon
mujeres de Génova, las más bonitas de Italia se dencia diplomática; italiano, de los oficiales del
gún él, habían comenzado a vestirse en 1517 como ejército inglés de sus arqueros a sueldo. El rey
si fueran españolas. Tales importaciones suscita Manuel de Portugal aprendía español con fines di
ban la resistencia patriótica. «Ved los pantalones plomáticos y Enrique VIII aprendía francés con
—escribía Johann Geiler—: están cuadriculados la ayuda de un preceptor, residente en el país. Aun
como un tablero de ajedrez, y su confección cuesta que los franceses eran reacios a aprender otras
más que el material. Todas estas modas nos llegan lenguas y, quizá por esta razón, la suya había sus
de Italia y de Francia; son una vergüenza para los tituido al latín como el principal idioma diplomá
germanos que, aunque el mejor pueblo del mundo, tico. Commines podía realizar negociaciones en
incurren en las locuras de otras naciones y se de italiano. Los estudiosos ambulantes no podían con
jan convertir en monos por los sastres extranje fiar únicamente en el latín por muy apasionada
ros.» En algunas de las ciudades suizas se prohi mente que lo hubieran aprendido: Cornelius
bían los estilos foráneos y a los extranjeros que Agrippa aprendía francés e italiano, además de
llegaban a quedarse se les daba un año para ajus su alemán nativo. Solamente a título de hazaña
tar su guardarropa a la convención local. elegante, Lucrecia Borgia añadió el francés al es
El «mapa» de sastres era vivido, aunque confu pañol que aprendió con su padre y al italiano que
so. Esto era también cierto del «mapa» lingüísti recibió con la educación. Los descubridores mos
co, del cual tenían al menos una vaga impresión traron algún interés en las lenguas nativas: Vasco
todos los viajeros y todos los habitantes de las de Gama se trajo un glosario de palabras malayas
grandes ciudades comerciales, así como aquellos y Pigafetta compiló uno en patagonio durante su
que poseían alguno de los muchos libros polilin- viaje con Magallanes.
gües de canciones de la época. Éste aprendizaje no solía ser profundo. La pro
Gracias al comercio, a la diplomacia, a la admi ducción de gramáticas, por no hablar de los diccio
nistración de dominios polilingües y al empleo de narios, estaba en sus comienzos: el primer auxiliar
ejércitos también de esta característica, un cono valioso fue la gramática castellana de Elio Anto
cimiento superficial de idiomas extranjeros no era nio de Nebrija, impresa en 1492. La mayoría de la
una hazaña inaudita. Excepto entre eclesiásticos y gente se seguía dando por satisfecha con manuali-
en las universidades, el latín hablado se estaba tos como los D ialogues in F rench and E ng lish (Diá
quedando restringido a momentos puramente for logos en francés e inglés) (1480), de Caxton, que
males, tales como la presentación de las cartas seguía los tradicionales L iv res des M e stie rs (Libros
credenciales de un embajador o para llenar lagu de los oficios), con sus modelos de cartas comer
nas en la comprensión de idiomas modernos. En ciales y sus conversaciones elementales acerca de
su E du c a c ión de un p rín c ip e (1518 ó 1519), Budé cómo se compra, cómo se vende, cómo se encuen
subrayaba la importancia del aprendizaje de las tra una posada y cómo se alquilan caballos.
lenguas modernas, de tal modo que el gobernante , Desde luego, es imposible evaluar en qué medi
130 131
da un cierto grado de familiaridad con una lengua zona de retirada norte del alemán bajo frente al
extranjera ayudaba a las personas a representarse alto, e incluso entonces, cuando se publicó en Co
gráficamente el país donde aquélla se hablaba. lonia en 1479 la primera traducción de la Biblia
Tampoco había posibilidad de considerar Europa al bajo alemán, tenía que llevar bajo franco y bajo
en términos de un número determinado de unida sajón en columnas paralelas. Aún más confusa era
des lingüísticas porque, por regla general, la cía la situación en los Países Bajos. En Amberes, por
se gobernante hablaba de modo distinto que la ejemplo, el lenguaje de la administración local era
masa del pueblo y, además, en todos los países ha el flamenco; el de la correspondencia con la corte
bía diferencias regionales muy fuertes. Aunque las o con los representantes del duque, el francés; el
administraciones centralizadoras y los escritores de los tribunales eclesiásticos, el latín; en tanto
que rechazaban el latín porque se estaba estili que un enjambre de traductores ayudaba a las
zando en un lenguaje muerto que ya no admitía transacciones comerciales en alemán, italiano, es
los neologismos ni las oraciones vernáculas expre pañol. En Rusia había tres grandes divisiones lin
sivas o simplemente útiles, ayudaban a uniformar güísticas: el gran ruso, el ucraniano y el bielorru
la lengua nacional, el proceso se hallaba lejos de so, pero era tan fácil que al viajero le saludaran
su término. Una anécdota que cuenta Caxton en el en eslavo eclesiástico como en cualquiera de los
prefacio de su E n e y do s (1490) se puede aplicar otros. En Noruega, la clase gobernante y muchos
más ampliamente. «En mis días —escribía— suce de los comerciantes hablaban danés. Aún existían
dió que ciertos comerciantes estaban en un barco zonas reducidas en Italia meridional donde se ha
en el Támesis con la intención de hacerse a la vela blaba el griego y la diferencia de lengua vernácula
y navegar hasta Zelanda, y, por falta de viento, se entre los grandes estados proporcionaba materia
demoraron en la parte sur del Cabo y fueron a para una interminable controversia literaria. Con
tierra para refrescarse. Y uno de ellos, llamado su propia contribución a esta controversia (Diálo
Sheffield, un mercero, fue a una casa y pidió carne go sobre el le ngu a je ), Maquiavelo esperaba que se
y, especialmente, huevos. Y la buena m ujer con estableciera la primacía de Florencia y que se
testó que ella no sabía hablar francés. Y el comer «desautorizaría a aquéllos tan desagradecidos por
ciante estaba furioso porque él tampoco sabía los beneficios que de nuestra ciudad han recibido,
francés, pero le gustaría conseguir huevos y ella que están dispuestos a mezclar su lengua con la
no le entendía. Y entonces, por fin, otro dijo que de Milán, Venecia o la Romaña y con todos los
quisieran "eyren”. Y entonces la buena mujer dijo sucios usos de la Lombardia».
que le entendía bien. Cátate, ¿qué no podría es Un obstinado acervo de frases hechas que pre
cribir ahora un hombre de aquellos días?» Y Cax tendían retrasar el carácter nacional de los pue
ton termina diciendo que entre «el inglés llano, el blos de modo conciso y simbólico todavía con
tosco y el raro», ya no sabía qué pensar. En Fran tribuía más a emborronar la impresión que se
cia, la langue â'oïl del norte era incomprensible pudiera obtener de un país extranjero. Para los
para los del sur, que hablaban la langue d 'o c , y autores alemanes de las Cartas de los ho m b r e s
entre los primeros había muchas divisiones regio ob scu ro s (1515-1517) resultaba axiomático que Po
nales: cuando M aître P athelin, en la popular farsa lonia era el país de los ladrones; Bohemia, de los
de ese nombre, simula la locura para chasquear herejes; Sajonia, de los borrachos, y Florencia, de
a un acreedor, desvaría en normando, picardo, li- los homosexuales. Según este acervo, los france
musín y bretón. El «ik-isch» * aún separaba la ses eran frívolos; los flamencos, golosos y prodi
giosamente limpios; los ingleses, malhablados, ava
* Se refiere a las dos posibles formas de pronunciar el riciosos e insulares. Sin ningún afán descubridor,
pronombre personal «ich» (yo). (N. del T.) sino por el placer de soltar una perogrullada, un
132 133
italiano de visita en Inglaterra explicaba que «los España, Pedro Mártir expresó su consternación
ingleses son grandes admiradores de sí mismos y ante hombres «cuyo único dios es Baco, seguido
de todo cuanto les pertenece; piensan que no hay por Citherea», y un embajador italiano en Suiza
más hombres que ellos, ni más mundo que Ingla estaba aterrado por la manera como sus anfitrio
terra; y cuando quiera que ven a un extranjero nes «se pasaban dos o tres horas en la mesa, co
de buena presencia dicen que "parece un inglés", miendo sus muchos platos y bárbaras especias con
y que "es una gran lástima que no sea inglés", y gran ruido». Erasmo hizo a Carón declarar que él
cuando comparten un dulce con un extranjero le no tenía nada en contra de transportar a los espa
preguntan: "¿se hace tal cosa en su país?"». Como ñoles sobre la Estigia, pero que los ingleses y los
maestros de juramento, los ingleses tenían un ri germanos estaban tan hinchados de comida que
val: «jurar como un escocés» era un dicho popu estaban a punto de hundir el barco. Aunque estos
lar entre los franceses; pero el peor insulto que insultos parecen triviales, tenían peso en una épo
un francés podía utilizar para describir a un in ca en que a menudo escaseaba la comida y en la
glés, insulto acuñado durante siglos de animosi que la gula era uno de los pecados más vividamen
dad, era «coué», rabudo. En su De card in aíatu, te representados en los sermones y en el arte po
Paolo Córtese prevenía a un príncipe de la iglesia pular. Las tallas que representaban escenas copro-
que estaba levantando casa en Roma para que no fágicas de las iglesias del Norte son un exponente
emplease criados italianos; los romanos eran de de las aberraciones a que podía llegar la imagina
masiado violentos e indignos de confianza; los flo ción por la situación de tensión entre la voracidad
rentinos, demasiado codiciosos; los venecianos, de y el sentido de culpa.
masiado arrogantes; los napolitanos, demasiado A despecho de la cultura literaria de la corte
vagos. de Borgoña y de los logros artísticos de los Países
Los epítetos y las frases que poblaron Europa Bajos, los italianos se aferraban a su convicción
de grotescos fantasmas surgían de una serie va de que el norte de los Alpes se hallaba en manos
riada de antipatías. Por supuesto, una de las fuen de los bárbaros. En carta a León X desde la culta
tes más comunes era la rivalidad política. Hacía Bruselas, el discípulo de Rafael, Tomás Vincidor
tiempo que los escoceses se curaban de sus heri se quejaba de que «tengo mucho que soportar,
das llamando cobardes a los ingleses. Pero las opi aquí lejos, entre tanto bárbaro». En visita al reli
niones basadas en diferencias sociales o cultura cario de los Santos Lugares, Pedro Casóla anotaba
les eran más generales. Los ingleses despreciaban con fastidio que «siempre dejo a los ultramonta
a los irlandeses porque carecían de un firme go nos entrar precipitadamente». Lleno de irritación,
bierno real y de una ley. de primogenitura estable. Christopher Scheurl citaba en 1506 un dicho vene
Las naciones meridionales despreciaban a las sep ciano, según el cual «todas las ciudades alemanas
tentrionales en bloc como pobladas de estólidos están ciegas^ —excepto Nuremberg—, ¡y ésa sólo
borrachínes; los del Norte desdeñaban a los me ve por un ojo!». Por otro lado, «tenemos que ser
ridionales, indignos de confianza y presumidos. indulgentes», escribía Zuinglio con altivo sarcas
Las costumbres culinarias eran un verdadero es mo, «con la presunción italiana... No pueden so
tribillo. «Liberad de esa vieja infamia a los ger portar a un germano que les aventaje en saber».
manos —imploraba Celtis en su conferencia inau También Francia deseaba importar la cultura ita
gural—, esos escritores que nos atribuyen borra liana sin infectarse con el carácter italiano. Los
chera, inhumanidad, crueldad y todo mal que se cantores de Milán tenían mucho que enseñar a los
acerque a la bestialidad y a la irracionalidad.» parisinos, pero Jean Marot no pudo abstenerse de
Cuando los acompañantes de Carlos V introduje exclamar que sus cantos sonaban como los gritos
ron costumbres culinarias nórdicas en la abstemia de parto de una cabra enana; también se les com
134 135
paraba con cerditos chillando dentro de un saco. estaban diseminados en varios campos y que las
Aprended de ellos, pero no les imitéis, tal era el decisiones acerca de cuándo y dónde arar, sem
mensaje de Pedro Gringoire. «Por mi fe que no brar y segar había que tomarlas en común, la al
hay nada peor que un francés italianizado.» dea era el centro natural de actividades, bien fue
Ya fuera al nivel de muchachos que le daban ra una con las casas en andana a lo largo de una
emoción a sus juegos representando a franceses calle o dos, o estuvieran éstas amontonadas en re
contra alemanes, o de la propaganda oficial, es po voltillo dentro de una empalizada como en la aldea
sible que esta patriotería moral ayudase a las per eslava de «cercado redondo». Allí donde se daba
sonas a identificarse con rivalidades internaciona la participación en la cosecha, como en la Francia
les que solamente sus gobernantes podían zanjar. meridional o en Toscana, o donde la tierra pr
Pero ni todo el refranero de recriminaciones mu cedía de desbosque o bien era demasiado monta
tuas, ni la conciencia de que otros grupos de hom ñosa o árida para sostener una población concen
bres hablaban lenguas distintas y se vestían de di trada, o donde la regla eran los pastos migratorios,
ferente modo consiguieron aportar un sentido cla los campesinos vivían en alquerías aisladas o en
ro de implicación personal en el propio país; aldehuelas compuestas de tres o cuatro familias.
mucho menos en la Cristiandad como un todo. Estos asentamientos representaban sólo una mino
ría de la población campesina de Europa. Desper
digados desde la Inglaterra septentrional a través
4. LAS ASOCIACIONES LOCALES de Bretaña central, los Pirineos, los Alpes, los Ape
ninos y los bancos del Elba y el Vístula, en otro
Este sentido de implicación personal era aún tiempo cenagoso hasta las regiones nórdicas de
más débil, si cabe, a causa del vigor de las asocia Escandinavia y de Rusia, estos campesinos semi-
ciones locales y de su capacidad para atender sa cristianizados, de costumbres brutales, alimenta
tisfactoriamente al deseo de ayuda mutua, frater ban las bases de aquellas fantasías solitarias que
nidad espiritual, esparcimiento y simple grega- luego atizaban las hogueras en que se abrasaba a
rismo. * las brujas. No es que la vida aldeana fuera más
En el campo, la parroquia rural, por más que decorosa o ilustrada, pero sí toleraba la lucha con
reaccionaba débilmente ante las presiones del go tra la naturaleza y, como veremos más adelante,
bierno y más regularmente ante las del señor lo también permitía que se relajaran las tensiones
cal o de su administrador, era una unidad de humanas dentro de un gregarismo organizado para
administración autónoma y bastante democrática un fin.
en cuya iglesia se reunía todo el mundo no sola La parroquia urbana cumplía un cometido seme
mente los domingos o los días de fiesta, de na jante en relación con el resto del pueblo como to
cimientos, bodas y muertes, sino también en cada talidad, pero uniendo dentro de sí a un enclave de
una de las peligrosas etapas del año agrícola, a fin vecinos. Las ciudades grandes estaban divididas en
de rezar para detener o provocar la lluvia y para distritos con fines administrativos. Estos también
dar gracias por la cosecha recogida. Esta combi ofrecían oportunidades para cooperar en todo lo
nación de iglesia como centro comunitario y pa relacionado con el mantenimiento de la paz, la
rroquia como una pequeña unidad administrativa prevención de incendios, la organización de la mi
que coincidía aproximadamente con la tierra que licia y la vigilancia de mercados vecinos. La lenti
la aldea trabajaba, ya que no poseía, no se encon tud de la recuperación demográfica a partir del
traba en toda Europa. Su base era el sistema de siglo xvi permite suponer que la mayor parte de
parcelas por el que grandes extensiones se divi las poblaciones aún contenían grandes espacios
dían entre los cultivadores. Dado que los pedazos abiertos dentro de sus murallas. Si se consideran
136 137
los planos, se observa que, frecuentemente, tas mostrando aquel celo por «su propio» derecho que
ciudades se parecían a un grupo de aldeas de ca todos los grupos profesionales trataban de preser
lles reunidas, con casas de uno o dos pisos la ma var contra las usurpaciones de la legislación real
yoría de las veces, separadas del núcleo siguiente y municipal. Los gremios representaban una ne
por huertos o espacios libres. La dispersión de cesidad económica, pero el deseo de alcanzar otras
distritos como si fueran aldeas iban en interés de formas de asociación más allá de tales necesida
la policía, de las aduanas y de las funciones eco des y del círculo de parentesco era más fuerte que
nómicas de las puertas principales, que tendían a nunca. Los M e iste rsing e r (maestros cantores), al
convertirse en núcleos de posadas, establos, mer principio músicos aficionados extraídos de todas
cados, tiendas y oficios relacionados con las mer las profesiones, crecieron en cantidad y amplia
cancías que llegaban a través de las rutas mercan ron sus escuelas en las ciudades alemanas. Flore
tiles privadas. No cabe duda de que la catedral o cieron las cofradías religiosas. La nota de frater
la iglesia más grande y el ayuntamiento significa nidad llegó a estar muy acentuada: la cofradía de
ban un impulso centralizador; pero incluso allí San Ildefonso en Valladolid, por ejemplo, atendía
donde las «aldeas» se entrañaban unas en otras, a los cofrades enfermos, pobres o encarcelados y
conservaban una típica personalidad identificable. se cuidaba de las viudas y los huérfanos, orde
Dado que todas las clases trabajaban en sus casas, nando, además, que antes de cada reunión anual
nó había movimiento de un distrito a otro, ni por solemne se debían haber zanjado todas las dispu
la mañana ni por la tarde. A la catedral, a escu tas entre los miembros y «los que no se hablaban
char a un predicador invitado, podía afluir una con otros» tenían que reconciliarse; tampoco po
oleada de gente, y lo mismo al ayuntamiento, para día invadirse ilícitamente el campo profesional de
escuchar una proclamación o a una zona concreta otro, ni cabía la competencia desleal. En algunos
de esparcimiento, pero al refluir al distrito, de re pueblos, particularmente en los ingleses, las cor
greso a la vida autónoma en pequeña escala, la poraciones municipales tomaban bajo su protec
homogeneidad de ésta se reflejaba en la rivalidad ción a los huérfanos de los burgueses, hasta que
entre distritos, en aquellas carreras de caballos o llegaban a la mayoría de edad. Se fundaron nue
partidos de fútbol que aún se conmemoraban en vas hermandades legas, en parte con carácter de
Italia. voto, en parte recreativo. Asociaciones como las
Las calles ostentaban los nombres de los comer cámaras retóricas de los Países Bajos encargaban
cios que en ellas se practicaban, de las familias e interpretaban piezas de teatro, sostenían discu
del lugar o de los acontecimientos locales, de las siones literarias y realizaban lecturas de poesía. El
iglesias, cervecerías o posadas; la participación en polifacetismo inherente a los humanistas floreció
los intereses profesionales da a entender que ha en una erupción de academias y cofradías. Fre
bitualmente los parientes vivían en la misma zona cuentemente informales, como la Academia Plató
de la ciudad. De modo similar se concentraba la nica Florentina, donde bajo la presidencia de Mar-
actividad de los gremios. No se había producido silio Ficino, se discutían las obras de Platón, o
relajamiento alguno de los fines económicos y so como las reuniones en los jardines de Oricellari,
ciales para cuya prosecución se había creado el donde los amigos de Cosimino Ruccellai conversa
gremio medieval; repuliendo de continuo sus es ban acerca de la historia de Roma y de su impor
tatutos para protegerse a sí mismos contra los «ex tancia en relación con las convulsiones constitu
tranjeros» que, en cantidades crecientes, arriba cionales de Florencia; los matices de estos grupos
ban a las poblaciones, continuaban cuidando cari se podían captar en numerosas obras que repe
tativamente de sus miembros, encargando obras tían sus discusiones, aunque ninguna conserva el
de arte j%ira sus capillas en la iglesia local y de cálido sentimiento del contacto fmmano tan bien
138 139
r
como lo hace el C o rtesa no de Castiglione, que ase cia las comunidades más amplias y más difumi-
gura registrar conversaciones que tuvieron lugar nadas, esto es, el estado, la colaboración de los
en el palacio ducal de Urbino en 1507. El club li estados en las alianzas, la misma Europa. En 1497,
terario florecía tan holgadamente en Alemania un viajero escribía acerca de Calais: «Se cierran
como en Italia. Ijlabía c o fra d ía s en Linz, Ingolstadt, las puertas todos los días a primera hora de la
Leipzig, Augsbuirgo, Olmütz y Estrasburgo. Celtis tarde, cuando los habitantes están descansando; lo
preveía la creación de clubs para las cuatro regio mismo ocurre durante los días de fiesta, sólo que,
nes de Alemania, llamadas la Renana, la Danubiana, en lugar de una vez, como en los días laborables,
la Vistulana y la Báltica; su misión sería revitali- se hace dos veces; la primera, mientras se realizan
zar la vida cultural del país por medio de discu los servicios en las iglesias y la segunda, como an
siones y correspondencia y arrebatarles la direc tes, cuando las gentes están comiendo. Entre tan
ción a los italianos. Al igual que en Italia, la perte to, los centinelas y los guardias atalayan en todas
nencia a estas asociaciones no estaba restringida direcciones desde las murallas de la ciudad.» La
a los profesores; también incluía doctores, abo ciudad trabaja, se divierte, se echa la siesta *
gados, ciudadanos educados, eclesiásticos y maes como si fuera una inmensa y protegida familia.
tros de escuela. Las personas que compartían in En tiempos de guerra, la primera preocupación
tereses más peligrosos se vinculaban unas a otras de la ciudad era la protección de sus murallas.
por medio de juramentos de apoyo mutuo y se «Política» hacía referencia a la primacía y ante
creto. Cornelius Agrippa pertenecía a una sociedad rioridad de la política cívica, esto es, la medida
secreta de ocultistas; alrededor del mago y místico de lo que se podía ver y tolerar en las luchas por
Mercurio da Correggio se formó otro grupo. la preponderancia y las facciones. El orgullo era,
La vida de la ciudad se abastecía por medio; de sobre todo, orgullo cívico. Los parisinos se jacta
estas asociaciones, a fin de desarrollar sus intere ban de su nuevo puente de Nótre-Dame, que se
ses en asuntos financieros, religiosos, culturales y columpiaba suavemente sobre el Sena, con sus
recreativos. Las condiciones variaban de una ciu veinte pies de calzada y sus hileras de tiendas. El
dad a otra. Es posible que Venecia fuera un caso precio de un cuarto de millón de liv res se sufragó
único debido al brillante papel que interpretaban con una facilidad mucho mayor que cualquier im
los gremios en las festividades eclesiásticas y en puesto establecido por el estado para algún fin na
las procesiones estatales, que hacían del calendario cional. Durante las festividades, o cuando se cele
veneciano algo a la vez tan serio y tan alegre. Quizá braba la llegada de algún gran hombre, la ciudad
en ninguna otra parte se pudiera encontrar un manifestaba aún más este orgullo disfrazándose.
interés público tan pronunciado y de tal calidad Así, las fuentes se convertían en tarimas para ía-
como el que los florentinos mostraban por los bleaux v iv a n ts; carrozas de Amor o Venus, o Muer
grandes encargos cívicos y gremiales a los pinto te o Fortuna, arrastradas por figuras extrañamen
res, escultores y arquitectos. El alcance de la fis te ataviadas desfilaban por las calles, donde el la
calización que los mandatarios ejercían sobre cada tón y los lienzos pintados habían transformado las
detalle de la vida, desde el precio del pan hasta el fachadas habituales en vías romanas o senderos en
corte de los atuendos y la censura de las piezas la floresta, y desembocaban en arcos triunfales
teatrales, probablemente en ningún sitio era tan desde los cuales los picaros de la región, amarra
completo como en las ciudades de Alemania. Todas dos con toda seguridad, interpretaban en la dulzai
las ciudades ofrecían una red completa y gratifi- na la pompa de Augusto o los amores de Pan. Ja-
cadora de relaciones que absorbían cualquier ten kob Wimfeling, que en 1505 escribía una historia
dencia que tuvieran los hombres —excepto en el
campo de los negocios— a indagar hacia fuera, ha * En español en el original (N. del T.).
140 141
de Alemania, lo hizo desde la perspectiva de Alsa- conociera como a los padres de su pueblo. Aunque
cia, su propia provincia, y reservó los más caluro los eclesiásticos conservadores todavía deploraban
sos elogios para su Estrasburgo, la ciudad en la la inevitabilidad del estado matrimonial, una can
que estaba escribiendo. He aquí su apreciación de tidad creciente de personas creía que la vida en
la catedral: «Diría que no hay nada tan magnífico el temor de Dios podía discurrir con la misma
sobre toda la faz de la tierra que este edificio. facilidad dentro del marco de un hogar que de un
¿Quién puede admirar esta torre en toda su belle convento. El respeto de la familia p ie ta s de la an
za? ¿Quién puede encomiarla adecuadamente?... tigua Roma, añadido a la desconfianza frente a la
iEs casi imposible que se haya podido elevar tan moral de los monasterios, produjeron una ideali
alto una tan pesada estructura! Si Scopas, Fidias, zación de la vida en familia.
Ctesifón y Arquímedes vivieran hoy, tendrían que La solidez de la familia se debía en gran parte
admitir públicamente que nuestro pueblo les exce al hecho de que era el centro de producción y no
de en el arte de la arquitectura, y que prefieren un retiro de ella. Entre los campesinos, la familia
este edificio al templo de Diana en Efeso, a las entera trabajaba la tierra y, en invierno, compartía
pirámides de Egipto y a todas las otras obras que la casa con los animales por moi; del calor de
se cuentan entre las siete maravillas del mundo.» éstos. El artesano trabajaba en su propia casa,
Era difícil hacer una demostración más literal del como lo hacía el zapatero. Los criados y los apren
C a m p a n ilism o *. dices yivían como miembros de la familia, úni
camente separados por sus deberes de la vida or
dinaria del hogar. De acuerdo con los ajustes de
5. LAS RELACIONES PERSONALES Y FAMILIARES reciprocidad comunes entre los campesinos fran
ceses, diferentes familias vivían bajo un mismo te
La forma más importante de asociación, en lo cho y toda su propiedad, incluidos los utensilios
que concernía al individuo, era, sin duda, la fa de cocina, era de propiedad común. Un sentimien
milia. Los vínculos del parentesco eran sólidos in to más consciente de la unidad familiar indujo a
cluso entre aquellos cuyos nombres tienen algún la producción de escenas hogareñas en la ilustra
matiz de «individualismo». Los papas aceptaban ción, la pintura y el grabado, a veces como fondo
el escándalo del nepotismo. Miguel Angel, elevado para, por ejemplo, el nacimiento de la Virgen,
a la categoría de «divino», miraba incansablemente pero frecuentemente como escenas costumbristas
por su poco prometedora nidada de parientes. Du- propiamente dichas. Los criados atendían a los
rero, quien en su magnífico grabado M elancolía I amos provistos de una no muy clara idea acerca
subrayó la soledad esencial del artista creador, de las divisiones sociales. El marido y la mujer
escribió con una tristeza minuciosa y meditabun cuidaban uno de otro como una necesidad que
da sobre la muerte de su madre. Se multiplicaron podía ser efectiva y respetuosa, aunque raramen
los recuerdos de familia, las reminiscencias de los te era la relación autónoma desde el punto de vis
antepasados muertos, los encargos de retratos y ta de la pasión o de la comprensión. Se entendía
bustos; así como también lo hicieron las peticio que el padre tenía que gobernar, aunque, a veces,
nes de misas por los difuntos, la compra de in su autoridad sufría rudos ataques. La atmósfera
dulgencias y la construcción de capillas. En los li era gregaria; el deseo de intimidad no hacía más
bros se describía la perfecta administración case que apuntarse (raras eran las muchachas, incluso
ra. Los príncipes se enorgullecían no solamente de las más ricas familias, que disponían, como
de su linaje ilustre, sino también de que se les la Santa Ursula de Carpaccio, de un dormitorio
para ellas).
* En español en el original (N. del T.). La unidad funcional del hogar hace difícil la
142 143
evaluación de la calidad y del tono emocional de ban mercenarios cada vez en mayor número y un
la vida familiar. Un alta tasa de mortalidad impli comercio que se llevaba a cabo por medio de
caba una cierta frecuencia en la contracción de agentes, las mujeres tenían una función menos pro
segundas nupcias. No es solamente que los parien minente que desempeñar en los asuntos. En algu
tes planearan los matrimonios, con lo que éstos nos oficios —especialmente los que dependían del
carecían, al menos en los estadios iniciales, de trabajo femenino, como la cintería, la sastrería y
romanticismo, sino que la velocidad con la que el bordado— se admitía a las mujeres como miem
se traía al hogar al nuevo cónyuge obliga a pensar bros de los gremios, mas raramente en posiciones
en una cierta contingencia sentimental. Las terce de autoridad. Las mujeres de los tenderos aten
ras nupcias solían ser frecuentes. En las familias dían a los clientes como una prolongación de sus
más ricas era costumbre enviar fuera a los niños, labores domésticas. Había mujeres barberas en
al cuidado de una nodriza, durante los primeros Francia, algunas dedicadas al cambio de moneda
meses, así como (aunque esto era poco común en en Alemania, se recordaban mujeres músicos y, si
Italia), mandarlos a que se aducaran, mientras cre bien estaban excluidas del drama religioso, se las
cían, a alguna casa noble, un «proceso de refina admitía en los grupos cantores y también como
miento» que comenzaba a la edad de siete u ofcho intérpretes en los tab lea u x v iv a n ts y en las mora
años. Que la familia no se preocupaba por sus lidades. Durante una visita que hizo a Amberes,
miembros más viejos como algo natural lo sugie Durero compró un manuscrito ilustrado por una
ren algunos contratos por los cuales una persona muchacha de dieciocho años. «Es maravilloso que
anciana transmitía su propiedad a sus hijos a cam una mujer pueda hacer una cosa así», comento.
bio de una promesa de apoyo, en la salud y la De lo que realmente eran capaces las mujeres úni
enfermedad, durante tanto tiempo como hubiese camente se manifiesta en circunstancias extraordi
de durar su vida. Y que la atmósfera de la familia narias. Catalina Sforza defendió Forli, en la Ro-
no era la más adecuada para mantener a los ni maña, con un valor que le hubiera envidiado cual
ños entretenidos y respetuosos de la ley lo mues quier hombre. Zoé Paleólogo, esposa de Iván III,
tran las diatribas de los predicadores y los escri desempeñó una parte importante en la italianiza
tores satíricos contra la delincuencia juvenil, en ción de la cultura moscovita. Indudablemente, el
las que se responsabiliza a los padres por no vi refinamiento de las cortes de Ferrara, Mantua y
gilar a sus hijos y por permitirles que frecuenten Urbino le debía mucho a la influencia de un pu
las malas compañías. Los tardíos casamientos de ñado de mujeres muy ilustradas, tales como Isa
los hombres y la alta tasa de mortalidad a los bel de l'Este y Elisabetta Gonzaga. Si hubieran
treinta y cinco o cuarenta años hacen suponer que nacido para gobernar o, por lo menos, con la po
muchos niños eran huérfanos de padre al llegar a sibilidad de gobernar, una Ana de Bretaña o una
la adolescencia y que muy pocos tendrían un abue Margarita de Austria se hubieran mostrado a la
lo que les pudiera vigilar. altura de los hombres. Por un azar de la suerte,
Más común que la preocupación por las rela Sigbrit, hija de un tendero y madre de la amante
ciones entre las generaciones lo era la preocupa de Cristian II de Noruega, tuvo la posibilidad de
ción por las relaciones entre los sexos. Es posible demostrar que una burguesa aguda podía gober
que, en conjunto, la posición de la mujer hubiera nar un estado mejor que un rey débil; también por
disminuido de importancia. Cuando los maridos se un azar de la suerte, una moza campesina, Marou-
hallaban ausentes, en la guerra o con fines comer la de Lemnos, demostró que una mujer puede re-
ciales, la ley había aceptado que sus mujeres eran unificar una guarnición vacilante y dirigirla en
competentes para gobernar sus posesiones y admi un contraataque triunfante contra los turcos, ac
nistrar sus negocios. Con unas guerras que pelea ción por la cual el estado veneciano le ofreció una
144 145
dote y la posibilidad de escoger marido entre sus y el de que, físicamente, el acabado del cuerpo de
funcionarios. La literatura ofrecía algunas heroí las mujeres era más primoroso que el de los hom
nas brillantes e independientes, pero, para la ma bres. Estos razonamientos denotan una falta de
yoría de los escritores, el lugar de la mujer estaba valor que resulta sencilla de comprender en una
en casa sin duda alguna y sus intereses se restrin época en que un estudiante podía garrapatear, jun
gían (como se ve en el retrato de Femando de Ro to al nombre de un colega en la lista de matricula-
jas) a: «"¿Qué había de cenar?" y "¿Estás embara ción de la Universidad de Viena: «Habiéndose vuel
zada?" y "¿Cuántos pollos han salido?" y "Lléva to loco, tomó mujer.»
me a comer a tu casa" y "¿Cómo son tus vecinos?" Con excepción de los círculos de la corte y de
y otras cosas parecidas.» Vespasiano da Bisticci. algunas familias burguesas excepcionales, a las
librero y biógrafo florentino, ni siquiera les conce mujeres se las educaba de casualidad, si se las
día esta libertad. Las mujeres, escribía, deben se llegaba a educar en absoluto. Cuanto más rica era
guir las siguientes reglas: «La primera es que edu una familia, tanto más temprano se concertaban
quen a sus hijos en el temor de Dios, y la segunda los matrimonios en interés de la propiedad y de la
que estén en silencio en la iglesia, y añadiría que herencia; de este modo, las muchachas que tenían
también dejen de hablar en los demás lugares, por mayores probabilidades de recibir una educación,
que causan con ello mucho agravio.» El mismo es tenían también mayores probabilidades de que
tribillo se escuchaba en Inglaterra: «Nada hay que ésta se interrumpiera rápidamente. La idea roma
ensalce, aventaje, alabe, adorne, engalane, atavíe na de que «in foemina minus est rationis» ganaba
y decore a una muchacha como el silencio», avi terreno en el derecho, abriendo el camino a los
saba un folleto anónimo inglés. Entre los protec jueces para que impusieran penas menos severas
tores de la imprenta de William Caxton se conta a las mujeres porque les faltaba la fuerza moral
ba aquella enérgica mujer, Margaret Beaufort, y mental necesaria para constituir intención delic
Condesa de Richmond y Derby y cofundadora de tiva en sentido estricto del término; también hay
los colegios de Cristo y San Juan en Cambridge. algunos indicios de que las leyes que capacitaban
Sin embargo, el impresor describía un ideal de a las viudas para recibir una parte proporcional
mujer más pasivo cuando decía que: «Las muje de los bienes del marido a la muerte de éste, esta
res de este país son muy juiciosas, complacientes, ban cayendo en desuso. Además, si juzgamos a
humildes, discretas, sobrias, castas, obedientes a partir del testimonio de los sermones (evidente
sus maridos, recatadas, seguras, siempre ocupa mente parciales), los padres mostraban una pre
das, nunca inactivas, morigeradas en el hablar y ocupación menor por una educación estricta para
virtuosas en todas sus acciones, o, al menos así sus hijas. Josse Clichthove, que no era en modo
tenía que ser.» Una extraña excepción: en 1509, alguno un predicador alarmista, daba por supues
Cornelius Agrippa escribió un tratadito en alaban to que su feligresía aceptaría su cuadro de una
za de las mujeres, con la intención de atraer la sociedad donde la educación de las muchachas se
atención de Margarita de Austria. Su teoría era desatendía y donde se les permitía una peligrosa
atrevida: que únicamente la tiranía masculina y libertad para corretear y juntarse con malas com
la falta de educación de las mujeres impedían a pañías. Existía, por tanto, la sospecha de que, una
éstas desempeñar una función en el mundo equi vez que un marido había «comprado» a la mucha
parable a la de los hombres. Mas, al comenzar a cha, habría que vigilarla.
buscar argumentos que apoyaran su tesis se vio A pesar de que, legalmente, la autoridad en la
obligado a utilizar algunos tan poco convincentes familia y en la determinación de la herencia re
como el de que «IJva» tiene una mayor afinidad sidía en el hombre, según la sátira esta autoridad
que «Adán» con el inefable nombre de Dios, JHVH, estaba lejos de ser algo evidente. Un tema favori
146 147
to del arte popular era la batalla por los panta ción patológica. Mas no eran solamente los cléri
lones, en la que un hombre y una mujer bregaban gos los que creían, junto con Michel Menot, que
sobre quién tenía que llevarlos; la victoria (algu «luxuria etiam breves dies hominis facit». Etienne
nas veces adjudicada por un demonio feliz), por Champier, doctor al tiempo que poeta, avisaba a
regla general, se le concedía a la pendenciera mu los lectores de su L iv re de V raye A m ou r (Libro
jer. Otros grabados trataban, alarmantes, de casos del amor verdadero) que demasiada fornicación
famosos de hombres dominados por mujeres: producía la gota, anemia, dispepsia y ceguera; v
Adán tentado por Eva, Sansón rapado por Dalila, no estaba haciendo más que repetir un tópico mé
Holofernes decapitado por Judit, Aristóteles em dico. Tanto los doctores como los clérigos se ha
bridado y arreado por Campaspe. El hombre cal cían eco de un miedo que enraizaba en la oscu
zonazos era un personaje fijo en los dramas. En ridad de los terrores populares. Este miedo estaba
una farsa de Cuvier, la suegra de Jacquinot le re patente en el más popular de los libros de viajes,
cuerda que «tiene que obedecer a su esposa como los T ravels (Viajes) de Sir John Mandeville. El
debe hacerlo un buen marido». Entre ella y su autor describe a los habitantes de una isla imagi
hija describen una prolija lista de las obligacio naria «donde es tal la costumbre que la primera
nes del marido y le obligan a firmarla. El se tiene noche de casados hacen que otro hombre yazca
que levantar el primero, encender las luces, pre con sus mujeres para que les arrebate la donce
parar el desayuno, lavar los paños sucios de los llez... Porque los del país consideran que es una
niños; de hecho, «ir, venir, trotar, afanarse como cosa tan grande y tan peligrosa tener la doncellez
Lucifer». El desenlace llega, con gran descanso de de una mujer, que suponen que el primero que la
los maridos que hay entre el público, cuando su tenga pone su vida en peligro... Y yo les pregunté
mujer cae en una enorme artesa y le ruega que la cuál era la causa de que mantuviesen esa costum
saque. «Eso no está en mi lista», rezan sus res bre, y ellos me dijeron que en los viejos tiempos
puestas a cada petición, y solamente la rescata a habían muerto los hombres por desflorar a las
cambio de la promesa de que, de ahora en ade doncellas que tienen serpientes en sus cuerpos y
lante, será él amo en su propia casa. Esta es una muerden a los hombres en la verga, y mueren lue
caricatura de vena humorística, pero tras ella se go». El viajero Ludovico Varthema cuenta una his
esconde el miedo a una forma más oscura de do toria similar; y no cabe duda de que la intriga de
minación, ya que éste era un tiempo en el que se La M andràgora de Maquiaveló, que gira alrededor
permitió a las mujeres intervenir en las represen del hecho de que un marido burlado cree que una
taciones de la crucifixión con la misión de forjar droga que ha tomado su mujer matará al primer
alegremente los clavos de la cruz y cuando una hombre con el que se acueste, expresa, a pesar
misericordia podía pintar a una m ujer que arras de todas sus implicaciones cómicas, un miedo in
traba de un hombre hacia su perdición con una consciente ante la mujer como castradora. Aún
cuerda atada en torno a sus genitales. hay que añadir otro hecho a este miedo y a las
El miedo a la sexualidad de la mujer parece enseñanzas de la Iglesia y de los médicos. La lite
haber sido general. «¿Dónde, {ay! —suspiraba el ratura burguesa del tiempo repite continuamente
más relevante estudioso de la oratoria sagrada la cantinela de Ja mujer consumiendo, debilitando,
impresa a fines del siglo xv en Inglaterra, G. R. agotando a sus maridos. Las muchachas y las es
Owst—, dónde está nuestra feliz Inglaterra me posas no estaban aisladas del sexo. Los dormito
dieval?» La Iglesia, desde luego, utilizó una larga rios no constituían lugares privados (aunque la
tradición en la que se identificaba a la mujer con arquitectura doméstica comenzaba a reflejar el
lu xu ria y se la describía en términos de abomina deseo de que así fuera), lenguaje y gesto eran
148 149
obscenos y a la mujer se le reconocían abierta la misma calle, esta cifra puede ocultar la redis
mente sus deseos sexuales3. tribución de algunos niños entre parientes sin hi
Entre las capas más pobres de la sociedad, las jos o parientes ligeramente mejor acomodados.
circunstancias económicas hacían cada vez más di Aún así resulta difícil liberarse de la sospecha de
fícil una relación sexual natural entre un hombre que las confesiones en los procesos de brujas in
y una mujer. «Poca propiedad y muchos hijos volucraban una histérica transferencia de respon
—como decía un proverbio flamenco— traen gran sabilidad por las fantasías y aberraciones origina
des desastres para muchos.» La Iglesia y, en otra das en una vida sexual torturada por el miedo,
medida, el servicio militar, ofrecían posibilidades como así sucedía, con toda probabilidad, con las
de empleo fuera de la comunidad local, pero la fa acusaciones de intromisión sexual, presentadas
milia se preservaba generalmente como una uni por los hombres, con ayuda de inquisidores céli
dad autosuficiente (aunque sólo lo fuera marginal bes, contra las brujas de la noche.
mente), por una serie de limitaciones voluntarias. El contraste entre el precepto y el deseo no so
Una de ellas era la postergación del matrimonio lamente era profundo, sino también abierto. Casi
en sí para los hombres pobres, frecuentemente todas las prácticas prohibidas por el clero se pue
hasta que habían llegado a una edad intermedia den encontrar en el arte popular,* en libros y en las
entre los treinta y los treinta y cinco años. Le se diversiones públicas. Era un pecado mortal buscar
gunda era tener relaciones sexuales por medios placer observando el acoplamiento de los anima
que no condujeran a la concepción, medios por les. En 1514 se puso en la Piazza dei Signori
los que los clérigos recibían instrucciones de in de Florencia un espectáculo animal ampliamente
quirir en el confesionario, y que ellos trataban de anunciado. Particularmente relevante fue el mo
combatir. La tercera era el aborto, también con mento en que se soltaba a una yegua entre varios
denada y, desde luego, penada con la muerte, pero sementales. En opinión de un observador, el pia
que se practicaba con frecuencia. La última me doso Luca Landucci, «esto disgustó mucho a las
dida era correr el riesgo y en este sentido, al me gentes decentes y de buena conducta». Pero a los
nos en las ciudades, los orfelinatos aceptaban a. ojos de otro testigo, Cambi, «era el entretenimien
los niños abandonados, los proveían de nodrizas to más maravilloso para que lo vieran las mucha
y se los entregaban a padres adoptivos; un siste chas». Erasmo, en sus muy leídos C oloquios da por
ma apoyado en la ausencia del prejuicio social, ya supuesto el lesbianismo, como un peligro para las
que no legal, contra el bastardo. Gracias a estas monjas jóvenes; y entre las numerosas historias
restricciones y a la secuela de la mortalidad por atribuidas al preste Arlotto Mainardi había una de
enfermedad, la familia media, probablemente, no un campesino que confesaba no sólo haber robado
alcanzaría una cantidad superior a los dos padres el grano del preste, sino también que se masturba-
y dos o tres niños, aunque como los parientes vi ba; la jovial absolución fue: «Saca a pasear a tu
vían habitualmente en el mismo barrio, si no en almirez tan a menudo como quieras, pero no robes
nunca más; deja la propiedad de los demás en paz
3 «Es conveniente que el hombre tenga uno de estos lu y, sobre todo ¡devuélveme mi grano!» En el arte,
gares en su casa, para protegerse de la molestia de las mu
jeres» (William Hormo, G r a m á tic a L atin a, 1519). Un libro
temas como la mujer de Putifar, Susana y los vie
similar de la misma época, el V u lg a r ia de John Stranbrid- jos, Betsebé, Lot y sus hijas, les daban una posi
ge, revela algo del estilo conversacional. Los muchachos bilidad a los pintores para m ostrar una concep
aprendían formas latinas para los órganos genitales mascu ción inmediatamente sensual del desnudo. En las
linos y femeninos, así como para palabras tales como
«pedo», «apestar», «excremento» y «orín» y para frases ta tallas en piedra y en madera de las iglesias, las fi
les como «mierda para tu boca», «se acuesta con una puta guras de la lu x u ria exageraban el uso de la ale
por la noche». goría hasta alcanzar la pura lascivia y el falismo
151
sin ambages. En los grabados y xilografías se de italianos que toda la serie de desastres, desde la
mostraba la «influencia» de Venus con escenas de invasión francesa de 1494 hasta el terremoto vene
fornicación; se mostraba a Locura y Muerte pre ciano de 1511, era un castigo por la sodomía. Para
sidiendo escenas de burdel en las cuales la conven muchos, el negro de la conducta y de los vagos en
ción didáctica se utilizaba como una excusa para sueños podía conciliarse aparentemente sin dificul
celebrar los placeres del sexo, del mismo modo tad con el blanco de la enseñanza cristiana; los
que, de modo traviesamente erudito, mecenas hombres pasaban fácilmente del pecado a la abso
como Federico Gonzaga y Alfonso de l'Este po lución, ayudados por una iglesia que, con gran sen
dían permitirse una afición por el erotismo mito tido de la realidad, era más indulgente en la corte
lógico, con los y Danaes, consiguiendo mediante y en el confesionario que en el pùlpito. Pero no
artimañas, en el caso de Alfonso, la genial Fiesta todos podían aceptar tan simple dualismo; la ti
de los d io s e s, de uno de los más grandes pintores rantez que provocaba la obsesión sexual era dema
de temas religiosos, Giovanni Bellini, y una Leda siado evidente. En el misterio francés La venganza
sensualmente acariciante de Miguel Angel. Si añadi y d e s tr u cc ión de Jerusalén, Nerón ordena que se
mos a esto los chistes que cuenta Castiglióne en el le efectúe una operación a su madre, de forma que
C ortesano como adecuados para las reuniones mix él pueda ver el lugar Concreto en que ella le con
tas, la alegría sexual de la c h a n son francesa y la cibió. Se hacían cinturones de castidad que, si bien
canción italiana de carnaval (los laúdes y los li nadie usaba, aparecían en las obras de arte. La
bros de canciones se hallaban entre las «vanida tirantez inherente a la versión secular de la moral
des» quemadas por Savonarola), obtenemos una cristiana, elaborada exhaustivamente en las nove
imagen de los placeres del sexo, ora completamen las de caballerías —por las que en aquel tiempo
te abiertos, ora empleando, como lo hacía la «Can hubo un interés renaciente—, se mostraban en los
ción de los vendedores de piña de abeto», de Lo grabados, en los que se manifestaba el objeto real
renzo de Médicis, una imaginería sexual fácilmen de la adoración del héroe. La mezcla de la imagi
te visible, pero que en ningún caso despreciaba la naria sexual y la devota en la poesía de Skelton es
moral cristiana convencional. una muestra de lo penetrada que estaba la otra
Se producía una clara confrontación: de un lado, concepción etérea de la mujer, la mariolatría, por
anécdotas (italianas) impresas, como ésta: a cau las imágenes de una especie más grosera.
sa de su excesivo apego al placer, Febo da Sarasi- Todo esto son testimonios que, desde luego, hay
no estaba perdiendo gradualmente la vista. Cuan que considerar con gran cautela. De poco signifi-.
do se quedó completamente ciego dijo: «Alabado cado nos resultan los bajos modelos (de moda en
sea el Señor. (Ahora podré conseguir todo lo que algunos lugares) o las piezas largas de formas y
quiero sin temor a quedar ciego!», y de otro, un colores llamativos (principalmente en Alemania);
sermón predicado por Olivier Maillard en París resulta imposible volver a sentir el efecto senti
en 1494 en el que inquiría: «¿Habéis venido, impre mental de una moda pasada. Es igualmente impo
sores?... Oh miserables libreros, vuestros propios sible obtener conclusión ninguna de la prolifera
pecados ya no os bastan; imprimís libros sensua ción de desnudos icásticos en el arte. La alegoría
les, viles, libros sobre el arte de amar y dais a los no tiene nada que ver con el realismo. Además,
demás ocasión de pecar; iréis al infierno.» Durero, el desnudo podía continuar aún una tradición que
apasionado dibujante del Apocalipsis, se burlaba lo asociaba con la vergüenza y la humillación: de
de Willibald Pirckheimer por su preferencia por este modo pintó Memling a Tomás Portinari, arro
los jóvenes, y Pomponio Laeto evitaba la crítica dillado desnudo, con su mujer al lado, en los esca
a su homosexualidad poniendo el ejemplo de Só lones que llevaban al juicio. Es dudoso, sin em
crates. Con todo, los predicadores advertían a los bargo, que nadie concibiera el sexo de modo más
152 153
neutral que los utópicos, para quienes se asimilaba su falta de castidad con más libertad de la que
a los placeres espontáneos comparables a los pro tienen los hombres para lastimarlas; y esto es
ducidos por el rascamiento o la defecación. porque nosotros hemos hecho una ley, según la
No hay duda de que existía una comprensión au cual una vida disoluta no es una falta o degrada
téntica y afectuosa entre los hombres y las muje ción entre nosotros, mientras que para las mujeres
res; no obstante, la moral cristiana y los proble significa tan cabal desgracia y vergüenza que, una
mas del control voluntario de nacimientos dentro vez que se ha calumniado a una mujer, sea el car
de la familia, habían producido una mentalidad go falso o no, es desgraciada para siempre». En su
que tenía tendencia a ver a las mujeres como cate bosquejo necrológico de Luis XI, Commines apun
gorías. Había la m ujer de la novela, la ensoñada taba con asombro que, durante los últimos años de
compañera ideal del yo intelectual y fantasioso del su vida, el rey había sido fiel a su esposa, «consi
hombre; había la mujer como diversión sexual, y derando que la reina (aunque era una excelente
había la mujer como esposa, una imagen tópica de princesa en otros aspectos) no era una persona
persona dedicada a la casa y a la crianza de niños, en quien un hombre pudiera encontrar gran pla
demasiado ignorante para despertar interés men cer». Antonio de Beatis escribía del joven Francis
tal, demasiado familiar en el cuadro de la casa y co I que, «aunque de moral tan airada que se des
producto excesivamente evidente de una negocia lizaba fácilmente en los jardines ajenos y bebía
ción casi financiera, para deíspertar curiosidad nin del agua de numerosas fuentes, trataba a su espo
guna. Atrapado entre los temores y las zozobras, sa con gran respeto y honor». En el elogio del em
el hombre casado trataba de encontrar fuera del perador Maximiliano, Johann Cuspinian subraya
hogar el romanticismo y el placer despreocupado, que, «a diferencia de otros príncipes», siempre fue
real o imaginario. Hay una serie de endechas popu virtuoso en sus relaciones con las mujeres. Esta do
lares (todas escritas desde el punto de vista mascu ble pauta moral no era exclusiva de los príncipes,
lino) con títulos tales como: T h e N e w ly -w e d ’s y la imagen de las estampas que muestran al aman
C o m p la in t (El lamento del recién casado) y T he te escabulléndose de la habitación al entrar el ma
S h a d es o f M arriage (Las sombras del matrimonio). rido, indican que se respondía a ella vengativa
El poeta francés Coquillart describe con amarga mente. Los utópicos eran celosos guardianes de la
minuciosidad cómo se escapa el amor por la ven moral sexual. «El motivo por el que castigan tan
tana a medida que los embarazos y amamanta severamente esta falta —explicaba Moro— reside
mientos van haciendo más repulsiva físicamente a en su previa convicción de que, a menos que se
la esposa. Un dibujo alemán simbolizaba el m atri impida cuidadosamente a las personas el trato pro
monio con dos troncos que crecían de un solo to miscuo, pocos contraerán el vínculo del matrimo
cón y que terminaban en un travesaño en el que nio, en el que hay que pasar una vida entera con
estaban crucificados un hombre y una mujer, am un solo compañero y en el que hay que llevar cón
bos desnudos y con los ojos vendados; una actitud paciencia todas las inquietudes que le son pro
que más tarde resumiría Lutero en su desconsola pias.»
da frase: «Sí, uno puede amar a una muchacha. No resulta sorprendente que floreciera la pros
Pero a la propia esposa... ¡puf!» titución, ya que el gobierno y, de mucha peor gana
En su C ortesano, Baltasar de Castiglione defen la Iglesia, la veían como una válvula de seguridad
día el matrimonio, a menos que hubiera una gran esencial. Siempre se había garantizado un alto ni
desigualdad de edad y temperamentos; pero, al ha vel de aprovisionamiento, gracias a la pobreza, es
blar de las bromas y las chanzas entre hombres y pecialmente en tiempos de escasez, cuando las fa
mujeres, hacía decir a uno de sus personajes que milias sólo podían sobrevivir prostituyendo a sus
las mujeres «pueden vilipendiar a los hombres por hijas. La demanda la mantenían unas cifras de
154 155
mográficas que señalan una gran desproporción en Escipión y Laelio, junto al ideal del amor platóni
tre los sexos, con una mayor cantidad de hombres co, ampliamente extendido, centraron la atención
que de mujeres. En 1490 se daban cifras (insegu en el arte y en las ventajas de la amistad. La amis
ras) de 6.800 prostitutas en Roma y de 11.000 en tad no se limitaba a los vecinos o conciudadanos.
Venecia a comienzos del siglo xvi. Su situación era Por supuesto, el correo regular era escaso y, nor
distinta, según el punto de vista de las autoridades malmente, restringido a la correspondencia diplo
municipales. Coquillart retrata las calles de París mática de los estados que lo habían adoptado. La
frecuentadas por una figura familiar: «Una mujer Universidad de París tenía un sistema por medio
que va sin antorcha por la noche y murmura a del cual los estudiantes se podían mantener en
cada cual: "¿M e queréis?”», mientras que en Nu- contacto con sus familias en el campo. Los comer
remberg, si bien las prostitutas estaban protegidas ciantes de la Hansa tenían su propio servicio pos
por estatutos propios se les exigía la permanen tal del mismo modo que las grandes firmas inter
cia en burdeles autorizados por el Estado. La apa nacionales, como los Welser y los Fugger. Si se
rición de la sífilis apenas si hizo cambiar esta am disponía de los contactos adecuados, se podían
plia concepción; la primera reacción fue la pre utilizar estos sistemas organizados, aunque eran
caución y no el pánico. Y, desde luego, durante caros. También llevaban cartas los mercaderes, los
este período fue cuando se le reconocieron a las alguaciles y los clérigos y, si se prescindía de la
prostitutas sus derechos. La sustitución de la pala demora y la falta de comodidad, también se podía
bra «cortesana» por la de «pecadora» revela una aprovechar el incesante tráfago de hombres que
mayor tolerancia para la profesión en general, y seguían itinerarios propios. En los doce meses que
en Italia, especialmente en Roma, la prostituta van del primero de agosto de 1514 al de 1515, Eras-
procuraba compañía romántica al mismo tiempo mo envió cartas desde Lovaina, Lieja, Basílea, St.
que placer. Los hombres buscaban fuera del ho Omer, Londres y Amberes y recibió corresponden
gar, por tanto, la camaradería de los gremios o las cia procedente de Estrasburgo, Friburgo, Lovaina,
cofradías, el consuelo del amor menos prosaico y Londres, París, Arlon (una aldea de Bélgica), Tu-
las alegrías de la amistad. En sociedades como la binga, Schlettstadt, Ausburgo, Halling (cerca de
de Florencia, donde era costumbre que las mu Rochester, en Kent) y Roma. Y todavía era posi
chachas se casaran alrededor de los veinte años y ble conseguir una vinculación más perdurable que
los hombres al final de los treinta, la despropor el correo. En 1517, el mismo Erasmo encargó su
ción fomentaba las relaciones homosexuales tanto retrato y el de su amigo Peter Giles al pintor
como la prostitución. En general, aparte del com Quentin Matsys, y le envió los dos a Moro «a fin
pañerismo habitual en los negocios y en la admi de que estemos siempre con vos, incluso cuando
nistración y del fuerte sentimiento de solidaridad la muerte nos haya aniquilado».
masculina frente a las mujeres, ésta fue una épo No obstante, dado lo poco extendido que se ha
ca de sinceras e intensas relaciones entre las per llaba el don de la espontaneidad en la escritura,
sonas. A ello contribuyó en cierto modo el ideal el informe verbal de un mensajero solía ser más
caballeresco de los paladines errantes vinculados, apreciado que la carta que llevaba. La capacidad
así como la participación en las confidencias y la de mantener una relación por correspondencia era
vigilancia recíproca, estimuladas por la piedad lega poco frecuente. A los hombres les gustaba verse
de la D evo tio m od e rn a en interés de un perfec y tratarse mutuamente, beber, orar, discutir y rea
cionamiento espiritual. Las numerosas ediciones lizar negocios juntos. Les resultaba difícil imaginar
de De a m ic itia (De la amistad), de Cicerón, las his-# aquello que no podían ver u oír; y cualquier es
torias de los famosos amigos de la antigüedad en tudio sobre los cambios de gobierno, las relaciones
Grecia y Roma, Pilades y Oreste, Teseo y Peritoo, exteriores y la guerra ha de tener esto en cuenta.
156 157
IV. La Europa económica sucediendo nada que se pareciera a una transfe
rencia de preponderancia de una a otra; que puer
tos como el de Lisboa y Amberes crecían más rá
pidos que Florencia y Venecia, no era más que un
presagio de lo que reservaba el futuro, ya que,
1. CONTINUIDAD Y CAMBIO desde un punto de vista comercial, Europa consti^
tuía aún una unidad autónoma con áreas que se 1
, Si se considera la economía de Europa en su to abastecían las unas a laso tras exutéOTÍim.JBás
talidad, se puede ver que no fue ésta unaépoca en o menos iguales, más bien que una polarización"
la que se produjeran cambios fundamentales. Ha- de áreas dirigidas hacia las pocas que traficarían
cia su fiM I ccménzaron a subir lentamente los pre en gran escala con las tierras que entonces estaban
cios en el Oeste, pero, a despecho de las guerras, en proceso de descubrimiento. , n ¡
de los recientes brotes de peste y de las penurias La explotación de estas .tierras se llevaba a cabo
locales, fueron tiempos de callada prosperidad ge a un ritmo verdaderamente llamativo. Hacia 1515,
neral. No se producían oscilaciones demográficas, hacia el fin del mandato del virrey portugués Al
ni tampoco repentinos incrementos o descensos iti- fonso de Alburquerque, las flotas regresaban regu
dustríales; la próxima oleada de bancarrotas esta larmente de las costas de las Indias Orientales,
tales ño había de llegar hasta mediado el siglo xvi, estando protegidas, mientras se constituían, por
* p L a nueva inyección de metales preciosos de ías co los puertos fortificados de Diu, Goa y Cochin,
lonias españolas en América aún no tenía la fuer mientras que los barcos con base en Ormuz y
za necesaria para trastornar un metabolismo Mombasa las defendían de los piratas árabes en su
monetario que ya estaba acostumbrado a las in ruta a través del océano Indico. Además, un fuer
fusiones del oro africano de Portugal, j te en Malaca servía de base adelantada para pro
Si bien las estadísticas no están To suficiente seguir la exploración de Malasia y las Molucas.
mente completas para juzgar de este punto con Antes de que Cortés desembarcara en Méjico en
seguridad, parece probable que la prosperidad del 1519, España había ya establecido asentamientos
área italiana del Milanesado-Venecia-Toscana per en Santo Domingo, Jamaica, Cuba y Puerto Rico,
diera ventaja lentamente a favor de la Alemania en las Indias Occidentales, y estaba convirtiendo a
dej sudoeste, y no cabe duda de que la supremacía Darién, en Colombia, en la ciudad española más
batucaría pasó en la misma dirección. Aunque la importante de tierra firme. Es dudoso que por es
banca Médicis y la Fugger eran dos excepciones, tas fechan ninguna de las dos grandes potencias
la decadencia dé la primera en los últimos años coloniales obtuvieran más de to qac:::estal3EdEEi-
del siglo xv y el florecimiento de la segunda a tiendo en sus imperios de ultramar Gjran parte del
comienzos del xvi, estaban relacionadas con cir capital necesario para financiar los viajes se ¿Bte-
cunstancias que a fecta b a n a las dos áreas en su nía de los banqueros italianos y alemanés, jLMJpía
conjunto, especialmente el aumento de la impor «que devolverlo; las especias portuguesas atrajeron
tancia de los minerales al norte de los Alpes y la un beneficio inicial a Lisboa, pero como tenían que
Creciente dificultad de obtener lana para la in: seguir camino hacia Amberes, en su mayor parte
j$ustri&.JextiL En cierto sentido, este con para la distribución, el beneficio de la venta al por
traste refleja también un cambio más profundo en menor iba a parar a manos no portuguesas; co
la importancia relativa de las costas mediterrá menzaba a afluir oro suficiente a España descTe
neas y atlánticas en lo que se refiere a las posibili las Indias Occidentales para iniciar el aumento dé
dades del desarrollo económico. Todavía no estaba precios que iba a afectar a toda Europa hacia
finales de siglo, pero la verdadera riqueza de Es-
158 159
. , paña la procurarían lastim as de plata de Sudamé Los .costes de transporte seguían siendo los que
Jifia, que aún estaban sin descubrir. En 1520, la j fundamentalmente determinaban los precios. El
economía europea no se resentía sino marginal- comprador de especias indias en Toledo pagaba
mente dé las consecuencias de los viajes de Colon por ellas dos veces lo que hubiera pagado en Lis
y Vasco de Gama. boa. El 75 por 100 del precio del grano en Arkangel
La dirección de las corrientes de productos ali sé debía a los costes de transporte desde Moscú,
menticios básicos y materias primas en Europa a 650 millas de distancia. El precio de este i^ismcj
continuó siendo constante: lino y pieles de Polo artícuja^recía en un tercio en el corto trayecfb
nia y Lituania, hacia el Oeste; el grano y el algodón j desde Rouen"a Ámiens. Cuanto más voluminosa
sicilianos, hacia el Norte; la lana de España e In- j era la mercancía, más alta la carga que se le im
glaterra, hacia el Este, y el pescado salado de los ponía: sólo el 5 por 100 del precio de la madera
mares del Norte y Báltico, hacia el Sur. Las áreas entregada representaba el coste en el bosque, el
de densa población y de manufacturas, las princi resto lo absorbía el transporte. Tales cargas in
pales consumidoras de estas m ercarías, no cam*\ A cluían los costes de flete, carga y descarga, asegu
biaban^ el centro de gravedad He la vida financie^ ; ración, derechos de aduanas y, según la ruta, tam
ra e industrial de Europa continuaba siendo el sur \ ; bién portazgos, escoltas obligatorias y peajes. Los
de los Países Bajos y el norte de Francia, Alema- \ artículos en camino desde París a Rouen a lo lar
1uS"'ffiendional ¿^Italia' septentrional. El Rin, con i- go del Sena, pagaban quince portazgos diferentes
su raza flotante de hombres y mujeres, nacidos y \ antes de afrontar los derechos que la misma ciu
criados en las gabarras que raramente abandona dad de Rouen cargaba. Entre Nuremberg y Frank-
ban, seguía siendo el río más laborioso de toda j furt, unas 150 millas, había que contratar cuatro
Europa. Dentro de esta norma había ciudades que i escoltas diferentes, a medida que los carros pasa
continuaban siendo tan especializadas que depen ban de una jurisdicción territorial a otra, y en el
dían "eri gran medida de las principales, corrientes mismo Frankfurt había que pagar derechos de
3eT comercio: grandes depósitos como Venecia; puerta.
centros más pequeños, como Pskov, con sus ca f~Entre el productor y el consumidor se interpo-
lles atestadas de herreros y plateros, y algunas *nía una multitud de derechos señoriales y privne-
diminutas, como Waldsee, que exportaba instru gios municjpaka. Se hicieron intentos de mejorar
mentos de viento de gran calidad, Pero también Oos canunos como una a ltern ativa a l uso. d e los
existían muchas regiones.que-habían desarrollado ríos, excesivamente recargados de peaj&gl en Fran
tal_d|versidad de actividad económica que .eran, y I cia sé cóhstituyeron asociaciones de comerciantes
seguían* áiéfídolo efí ¿ran medidáráütá^^ Ca- : para negociar con los señores ribereños. Sin em
racterísticas de tales regiones era Y’o rkshire, que bargo, los costes de transporte continuaron deter
enfurtía y tejía los vellones de sus propias ove minando los precios y, por ende, los salarios. Los
jas, construía con piedras de sus propias monta costes de transporte eran asimismo responsables
ñas, se alimentaba de su pesca marítima y fluvial, de la naturaleza esencialmente regional de la acti
extraía y fundía su propio hierro. Sheffield expor vidad económica, caracterizada por pequeñas ciu
taba plomo para techados y canalizaciones, así dades mercado que abastecían a los territorios
como mercancías de acero, y Hull constituía su sa adyacentes en un radio de 15 a 20 millas, al tiem
lida hacia los sólidos puertos comerciales del mar po que se abastecían de ellos. Los costes de trans
del Norte. Tales regiones se podían relacionar más porte constituían la prueba de que, aparte de las
o menos a su voluntad, con la pauta europea ge materias primas, como la lana, y de los productos
neral de comercio, según los suministros y los alimenticios básicos, tales como los cereales, el
precios. aceite, la sal y el vino, el comercio de larga dis
160
tanda proveía casi exclusivamente a los ricos. Con llenaron de emprendedoras comunidades, d
la posible excepción de un único apresto de atavío das exclusivamente a ese único propósito m,
para las fiestas, es dudoso que la mayoría de las y sorprendentemente homogéneas de carácter,
personas poseyeran un solo objeto a cuyo fabri eia el segundo decenio del siglo xvi se c alcu le^
cante no pudieran conocer personalmente. Por cau que el número de personas empleadas en la mine
sa de los costes de distribución, los comerciantes ría y metalurgia en todo el Imperio alcanzaba una
tendían a establecer monopolios, a despecho de las cifra cercana al centenar de millar. Hacia 1490 el
disposiciones gubernamentales; las grandes com mercado de cereales de Estoco!me? cambió su nom
pañías mercai*tiles tratabartdá incrementar iu s be bre por el de mercado del hierro, debido a la
neficios constituyendo asociaciones para traficar jplotactó^ en ‘general de la cre-
corTmefcáñcíás preciosas y esenciales, como el co? cíénté^aémanda de metal para la fabricación^ de
iH X illa lu m in io . ^ d e las cañones, escopetas y pistolas, así como p aralar^
grandes empffcSas no se alteraron en otros aspec maduras, y los tradicionales centros de fabrica
tos. Jugaban sin riesgo ninguno diversificando sus ción de armas, Malinas, Moscú y Milán, crecieron
In tereses, como lo hicieron su s’predecesores me-" en importancia, en tanto que surgían otros riva
dieváles" combinando la banca con el comercio y les (Londres, París, Nuremberg, Brescia). Resultan
lajM ustriá, ^Continuaron haciéndoles préstamos, difíciles de valorar las consecuencias de las gue
aToís pHncipes á cambio de privilegios m ercantil rras porque estaban entrelazadas con otros fac
Íes;, la Hansa ayudó a Eduardo IV a alcanzar d tores. Las interrupciones constantes de las comu
trono de Inglaterra, los Fugger y los Welser com: nicaciones terrestres y marítimas con Italia a
praron los votos electorales que le dieron a Car-_ partir de JJ5A^favorecieron sin duda a la marina
jas-V unim perio. catalana y francesa y a las grandes compañías mer
Si bien las condiciones básicas de la vida eco cantiles de Alemania meridional. Pero como Italia
nómica continuaban siendo estables, no dejaron de era el reñidero de Europa, ello no tuvo un efecto
producirse cambios regionales. El rápido desarro realmente grave sobre la generalidad de la pen
llo de los fondos pesqueros de Islandia a expensas ínsula. Florencia siguió siendo un cejxtro-ba n ^ rie,
de los del Báltico, dañaron la prosperidad de Ber si bien los nombres de las bancas más prósperas
gen que, durante siglos, se basó en la salazón y cambiaron. El canal y los sistemas de irrigación
redistribución de los arenques y el bacalao. La es de la Lombardia aún convertían al Milanesado en
casez de metales preciosos de acuñación en espe una de las zonas agrícolas más fértiles de Euro-
cial para las compras en el levante y en las Indias *p.a.\ El desarrollo de, la imbricación del tejido de
y, ello en menor medida, para el pago de los ejér seda a base de la materia prima casera, seguía
citos, suscitaron un gran desarrollo de las minas compensando algo de la reducción de sumimsffps
de plata de Sajonia e hicieron la fortuna de las de^ lana extranjera para paños. Y, desde luego, en
empresas que las administraban. Las viejas pobla aquellos mismoa..años, cuando Francia, Alemania
ciones sajonas dedicadas a las minas de plata y España trataban de repartirse la península, ¿ía {
engrosaron a un ritmo que alteró de raíz el equili hacían respondiendo a un càmbio dé gustos, de
brio de la interdependencia campo-ciudad y aca deseo de corriodidad y a una afectación social que
rreó un aumento en los precias, de los productos les empujaba a comprar cantidades crecientes de
alimenticios y del combustible que hizo del cam artículos de lujo, que el artesano italiano sabía
pesinado y del proletariado urbano de esta región producir con destreza. Nunca había sido tan am-l
JñL. factor más revolucionario de toda Eurppa; se plio el mercado de las sedas italianas, así como!
fundaron nuevas ciudades, como Annáberg, cerca de los brocados, damascos, fibras de plata, vidrios,? ^
de Chemnitz, y los apacibles valles montañosos se porcelanas, joyería y objetos devotos. J
162 163
Incluso el más conocido de los reveses, la llegada que antes, así como el distrito del otro lado del
a Lisboa en 1501 de los primeros cargamentos por Rialto, cuando también él quedó destruido por el
tugueses de especias compradas en la India no fuego en 1514.
produjo más que un doloroso cardenal y no una Se: produ|eroij cambios en la importancia res
herida permanente en este brazo del comercio ve pectiva dé ciudades y empresas, así como de regio
neciano. En 1504 había especias portuguesas a la nes enteras; las prácticas de comercio más libres
venta en Londres, y en el mismo año, las galeras y la protección impulsaron a Amberes muy por
venecianas no encontraron ninguna en las dos delante de su rival Brujas; las ferias internacio
principales salidas de especias al Mediterráneo, nales de Lyon seguían mermándoles negocios a
Alejandría y Beirut —puertos en los que estaban las de Ginebra; Amsterdam pasó a ser uno de los
acostumbrados a encontrar tres millones de libras puertos pesqueros más activos de Europa septen
e incluso más—. El susto de estos primeros años trional, principalmente a expensas de los del Bál
y el pánico que los acompañó no duraron largo tico. Más prodigiosa resultó la expansión de t e s
tiempo. Los muelles vacíos no eran el resultado empresas bancadas y; comerciales de A me-
del monopolio portugués, sino de la dislocación ‘ndróhál á costa del grupo d&, compañías *3e la
temporal del servicio árabe de distribución a tra-, Hansajén.el norte y de las de Italia. Ljas,jim.pi:esas
vés del océano Indico hasta el mar Rojo.,y el gol Ue Awsburgo, Hochstetter, Welsejc^y, sobre tocio,
fo Pérsico; los culpables no ££&n las partidas de Fugger introdujeron sus agentes —que, a veces
los portugueses, sino sus cañones. Al comienzo del disimulaban sus contactos con la compañía ma
segundo decenio del siglo' xvi sé haBfán restaMe2*"* dre— (gnJas .principales ciudades.Je. Europa ceñ
cido los vínculos con los distribuidores árabes. De irá!, se encargaron de la administr§QÍón. fie los
entonces en adelante, las especias venecianas ten ingresos, pontifMog y, merced aí endeudamiento
drían que competir con las de Lisboa, pero el pre de los mismos Habsburgo y de otros príncipes de
cio de compra en ambos puertos era fundamental- ; Alemania y Hungría, recibieron concesiones para
mente el mismo y la demanda más elevada que ; la elaboración y venta precisamente de aquellas
nunca. Las_esp^¿ias (principalmente la pimienta) : mercancías por las que casi todos los gobiernos
eran solamente una de las mercancías con las que mostraban un creciente interés: plata y cobre. A
comerciaba la marina veneciana, aunque sí la más pesar de todo esto, la #elasticjdgd„... qu&...V.sue¿¡a
valiosa. 4 d g í^ £ Mde importar otras mercancías demostraba indica el consejrvadurismQ.esencial del
lujo orientales, ía ciudad y su térra fe r m a habían conjiercio y ,1a industria europeos, y la persistencia
comenzado lentamente a tejer paños. También se de las líneas generiles^de^ofertaT y demanda.
incrementó la producción de vidrios y de libros
impresos* Esta diversificación, añadida a la revi 2. EL CARÁCTER DE LA VIDA ECONÓMICA
vificación de las importaciones de especias, justi
fican que VenecigL fuera xx$s Cualquier generalización acerca del grado de
de 1520 (le lo que lo era hacia 1480. V je ^ ia resistia j competitividad económica a que daban origen es
la j^jgixa ,£on los turcos de 1499 } tas condiciones resulta imposible. Un gran histo
a 1502, las noticias desde Lisboa, los hundim iento riador francés ha comparado al comerciante de
de la banca, los gravosos subsidias a los aliados este período con un soldado, «un hombre de deci
y la^catá^trofe de la derrota de Agnadelo. En esos j siones rápidas, de energías físicas y morales poco
años comenzó el proceso por el que los puentes de j comunes, de audacia y determinación iniguala
madera sobre los canales se convirtieron en puen- | das» K Se pueden añadir muchas cosas a esta de
tes de piedra. El Foncado dei Tedeschi, que se j 1 Luden Febvre, R e v u e d e s C o u r s e t c o n fe r e n ce s (1921),
quemó en 1505, se reconstruyó a mayor escala página 63.
164 165
finición. IJra una época en la que se acumulaban general. Desde luego, si se deja de lado la posible
las mercancías astutamente cuando la demanda se excepción de Ambereg. donde a .un repent4n©»4n-
hacía desesperada y en la qüe los mondpoliós se cremento- de _la. ^projp£rÍdad* *líguxó una intensa
defendían con ferocidad. Sé contaba que cuando competitividad entre las comunidades extranjeras,
instaron a Jacobo Fugger a que se retirara y dis cada vez más numerosás, y los comerciantes nati
frutara de su riqueza, él contestó «que no tenía vos, resulta fácil considerar a la burguesía sobre
intención de hacerlo, sino que deseaba conseguir todo como cauta en los negocios, dotada de un in
ganancias durante tanto tiempo como pudiera». tenso "sentido dèi deber y de la obligación Síijo
Colón subrayaba la diferencia con Europa cuando que respecta a los asuntos públicos recelosa ante
escribía de los indígenas de San Salvador que «son las nuevas ideas y..genuinamente religiosa. «Y pues
tan ingenuos y libres con todo lo que tienen que to que el Señor Dios es el Üonador de todos los
quien no lo haya visto no lo creería; de todo lo bienes», reza un pasaje de un acuerdo de sociedad
que poseen... os invitan a compartir y muestran florentino de 1506, «acuerdan que de los dichos be
tal amor como si pusieran sus corazones en ello». neficios de esta empresa, darán cada domingo,
Los monasterios rusos cargaban intereses de has como limosna a los niños huérfanos, dos de cada
ta 156 por 100 sobre los préstamos a los campe 100 florines que hayan recibido durante la sema
sinos empobrecidos. Un sacerdote misionero en na, bien como empresa, o bien cada miembro por
Malaca causó el asombro de su vicario al procla separado distribuirá de acuerdo con esta regla».
mar que «no quedaría satisfecho hasta que se Mucho más representativo que la observación de
hubiese asegurado 5.000 cru za do s y muchas perlas Jacob Fugger es el matiz expuesto por Luca Pa-
y rubíes en el espacio de tres años». cioli en su declaración de que «el propósito de
Por otro lado, Durero provocaba la condenación todo mercader es conseguir un beneficio razona
general de la pereza al grabar a un burgués dur ble y legal de modo que pueda mantener su ne
miendo junto a una estufa, con el cofre cerrado y gocio».
soñando, bajo la influencia del diablo, no con la En cualquier caso, eran muy pocas las áreas-de
ganancia, sino con Venus. El diarista veneciano la actividad .„e^Qi^ipica’ q,üfc. Irisistieran la tentá-
Girolamo Priuli atribuía esta actitud tan poco mi . ción de elevarse rápidamente a la rig id a . Una de
litante no al diablo, sino al sueño sobre los laure ellas era el mefòidè^d^ tnetàles ^ acaparado por las
les económicos. «Nuestros antepasados eran de casas de Alemania del sur; ías,.pxés.tamQS jaUtas
nodados, fieros, incapaces de tolerar las ofensas, j>ríadp£s y Ja recaudación delegada de impuestos
prestos a golpear, orgullosos de combatir. Actual eran otras, 4^o..£& casas~e^^ te
mente somos de espíritu suave, mansos, longáni nían capital disponible para probar en fa primera
mos, asustadizos, refractarios a la guerra. Y esto y la segunda ofrecía oportunidades sólo a unos
me lo explico porque en los viejos tiempos todos pocos. Los costes de transporte minimizaban los
vivfáinos (del comercio y no^„.i|igresos fijos; pa beneficios comerciales y las restricciones gremia
sábamos muchos años de nuestras vidas en tierras les los industriales. Es imposible decir cuánta
lejanas, donde tratábamos con razas diferentes y energía se dedicaba a la industria en función del
nos hacíamos valerosos... Actualmente, pocos de deseo de la mano de obra de ahorrar dinero para
nosotros viven del comercio. La mayoría vive de mejorar su situaciáji. De cada 30 habitantes de
sus ingresos o de una paga oficial.» Venecia, uno tenía una cuenta corriente, normal
Para Priuli, pues, los tiempos del soldado habían mente muy pequeña. Por otro lado, Clichtove se
pasado; él hablaba de Venecia, pero el aumento lamentaba repetidamente de la costumbre de in
del número de r e n tie rs y de aquellos que aspira terrum pir el trabajo cuando los sábados a medio
ban a la seguridad del empleo administrativo era día sonaba el Angelus; ¿no se daba cuenta la co
166 167
munidad, preguntaba, de que el diablo era el que avisó a Eck de que se le estaba utilizando sola
les impulsaba a que observaran el Sabbath judío mente con fines de propaganda.
como observaban el domingo^ cristiano? Ni las prohibiciones directas del Derecho Canó
El progreso económico del individuo dejgendía^ nico, ni el continuo raudal de censura desde el
por lo general de que obtuviera ün préstámo{ üíT púlpito habían conseguido retener al egoísmo eco
crédito para la mejora. Y en una sociedad* en Tá nómico que suponía utilizar el préstamo o practi
que tanto el prestamista cotrió él prestatario tra car el comercio en función del máximo beneficio
taban de mejorar su posición, un préstaráo. .impIF que se pudiera obtener. A veces se ignoraba sim
caba la devolución coix interesen Contra el cobro plemente la convención. En Rusia eran los mo
de intereses se elevaban las voces de Aristóteles nasterios quienes cumplían el papel de pacifica
y de Cristo. En la Política se entendía como natu dores en técnicas de negocios; en ciertas ciudades,
ral la adquisición por medio de la agricultura y la como Ginebra, las autoridades, aunque con algu
ganadería, en tanto que la adquisición por medio nas limitaciones, legitimaban los préstamos que
de la usura «es censurada justamente, porque el incluían interés; en Lyon se permitía a los comer
beneficio que de ella resulta no se hace natural ciantes que cargaran el 15 por 100 en los tratos
mente, sino a expensas de otro hombres». Y en el entre ellos mismos. Con mayor frecuencia aún se
Sermón de la Montaña, Cristo dijo: «Prestad, no evadía la convención por medio de ficciones: se
esperéis nada a cambio; y vuestra recompensa será disfrazaba el préstamo de inversión o de colabo
grande y seréis los hijos del Altísimo.» La conde ración o, más llanamente, las cantidades de devo
nación medieval de esta actividad esencial del co lución, que escondían los intereses cargados, se
merciante, del prestamista y el banquero había nombraban en los contratos, o los préstamos se
sido constante y se hizo más extensa que nunca a devolvían en moneda extranjera, dando la impre
comienzos del siglo xvi. En sus Adagios, la más sión de un cambio o de una compra recíproca; o
ampliamente programada de sus obras, Erasmo se bien se pagaba el monto del interés bajo la forma
quejaba de que «desde luego es contrario a la natu de una donación anual. En la medida en que las
raleza, como dijo Aristóteles en su P oltica, que el expresiones de gratitud para el depositante no
dinero produzca dinero. Pero ahora esta costum eran condición del depósito, no se producía viola
bre es tan generalmente admitida entre los cris ción alguna del Derecho Canónico; evidentemente,
tianos que mientras se desprecia a los labrado como el banco podía ser pasto de las llamas o el
res... los usureros, por otro lado, se cuentan entre dinero, invertido por el banquero en una flota
los pilares de la Iglesia. En nuestros días ha alcan mercantil, por ejemplo, podía ir al fondo, el depo-
zado tal altura el ansia de posesión que no hay sitador encaraba un riesgo posible y ello le legi
nada en el dominio de la naturaleza, sea sagrado timaba a cierto pago compensatorio. Todos estos
o sea profano, de lo que no se pueda obtener un trucos ya eran familiares en el siglo xiv. Es dudo
beneficio». Cuando John Eck, clérigo y profesor so que las leyes sobre la usura tuvieran efecto
en la Universidad de Ingolstadt argumentó, en un alguno, cualquiera que éste fuese, sobre la pro
debate en Bolonia en 1515, que un préstamo co ductividad económica de Europa en conjunto, pero
afectaron posiblemente los canales por los que se
mercial podía cargar propiamente el 5 por 100 de dirigía la actividad económica y originaron un cli
interés (la firma bancaria Fugger le había pagado ma de opinión al que el individuo tenía que ajus
sus gastos de viaje), su amigo Pirckheimer, vásta- tarse con varios grados de comodidad. Él présta
go a su vez de una familia de comerciantes, escri mo al interés más rematadamente perverso era el
bió: «Me duele veros mezclado en un asunto que que se hacía al consumidor que se hallaba en difi
no puede sino mancillar vuestra conciencia», y cultades financieras, y la Iglesia era más tolerante
168 169
con los préstamos (en tanto no hubiera una tasa se negó a dar el permiso; pero —dijo— si, no obs
de interés explicitada, fija) realizados con fines tante, los hombres trabajaban, él los absolvería
comerciales, donde el riesgo para el prestamista más tarde. La próspera ciudad de Amberes era una
era mayor. La tendencia del hpnibre de negocios plaza donde, en la práctica, se prohibían muy po
escrupuloso era la de preferir la inversión comer cas actividades financieras. Las comunidades de
cial al préstamo monetario directo; en verdad, to comerciantes extranjeros escogían cuidadosamente
d os los bancos estaban implicados en préstamos confesores cuyas opiniones podían manipular has
.comerciales, y el banquero evitaba mucho ,dél opro- ta que, aprisionados entre el Derecho Canónico y
fyio -que suscitaban el usurero y el prestamista ca las ventajas prácticas de tener penitentes ricos, el
llejero. Esta desviación creativa de la inversión en desgraciado clérigo se hacía anuente o declinaba
la producción más bien que en el apoyo al consu su responsabilidad, pidiendo directrices a la Uni-
mo, estaba equilibrada, sin embargo, por la des j versidad de París. La incomodidad acerca de la
viación no creativa de lo invertido en especulación situación moral de la vida de los negocios alcanzó
con el cambio extranjero, otro método compara probablemente su punto más profundo en la pri
tivamente legítimo de conseguir beneficios. La at mera generación del siglo xvi. La estricta religio
mósfera que contribuía a condicionar esta alter sidad, característica de este período, tuvo algo que
nativa no se caracterizaba tanto por la amenaza ver con ellos. Además, los primeros indicios de lo
de la persecución real como por la facilidad con que habría de ser una amplia subida de precios,
la que el deudor podía escabullir sus obligaciones enfrentó al consumidor con un fenómeno que, a
invocando la protección de las leyes dontra la falta de una teoría política realista, él atribuyó a
usura. las perversas maquinaciones de los hombres de ne
Tal afmósfera estaba llena de contradicciones. gocios, de la Fuggerei. Y con el aumento de los
En Florencia se toleraba a los pequeños presta precios vino pareja la posibilidad de beneficios
mistas pero se les negaba el acceso a los sacra extra, susceptibles de reinversión, lo cual atrajo
mentos y al entierro cristiano, aunque casi todos aún mayor atención sobre la producción del dine
los ciudadanos de cierta importancia poseían valo ro por el dinero.
res en el M on te , la deuda pública consolidada, que Por supuesto, en los negocios era posible hacer
pagaba intereses sobre las cantidades allí deposi fortuna, elevarse desde los andrajos a la opulen
tadas. Cuando, en Venecia en 1499, se hundió la cia; pero tales carreras sólo podían realizarse con
banca Lippomani, Priuli, también comerciante y tra un viento dominante de cauto proteccionismo.
banquero, escribió: «Los Lippomani eran de tanta La intervención estatal se encontraba.^pa^aMza4a
distinción y, en el pasado, fueron tan estimados y entre un movimiento mercantilista que pretendía
honrados en Venecia que nadie podía serlo más reducir las importaciones y estimular la produc
Pero ahora están arrestados, aprisionados y son ción nacional y la necesidad de minimizar el con
maldecidos de todos. Y ésta es la moraleja de es sumo ostentoso y de mantener bajos
tos acontecimientos: quienquiera que coloque sus de los bienes de consumo básico, así cománde los
esperanzas en las cosas de la tierra, resulta decep productos alimenticios. En las instituciones muni
cionado al final, porque la rueda de la fortuna no cipales tampoco se había producido cambio alguno
puede permanecer por siempre en un punto.» Otro respecto a la presunción medieval de que el de
veneciano, Marino Sanuto anota que, en una oca ber de los mandatarios era mantener bajos los
sión en que el estado andaba urgido de moneda precios y elevada la calidad. En las ciudades pro-
para pagar a las tropas, la ceca pidió permiso para liferaban los inspectores de carne y pollería, los
trabajar durante los días festivos. Esta preocupa medidores de paños, los catadores de vinos, cerve
ción por la moneda escandalizó al Patriarca, quien za y pan y los aquilatadores de joyería. Ello no
170 171
entraba en contradicción con el espíritu de la ma nes contra los «extranjeros» que venían buscando
yoría de los productores. La tendencia general en trabajo, hasta las ricas comunidades mercantiles
Europa era a favor de la organización gremial, ya de la Hansa en Colonia, Dortmund, Brunswick,
fuera autónoma, ya responsable ante el rey o el Lübeck, Danzig, Visby y otras partes, la tónica
consejo ciudadano, así como a rechazar todo co general no era la de la empresa libre, sino la de
mienzo de libertad de comercio o de manufactura, control, de igualdad de oportunidades entre los
y a convertirse en monopolio, haciendo más rígido miembros y de seguridad más bien que de riesgos.
el sistema maestro-aprendiz-oficial. En Amiens, Las viejas ideas, la preocupación por la prepa
donde el número de oficios que se protegían por ración de artífices, por la regulación de la calidad,
medio de los gremios pasó de 12 en 1400 a 42 aún estaban presentes, pero quedaron sobrepasa
en 1500; a las Hermanas de la Merced se les pro das por el deseo de crear monopolios y de elabo
hibió la fabricación de bienes para la venta en rar un método de entrada rígidamente establecido
beneficio de sus fondos de caridad. La época del contra una mano de obra que estaba creciendo a
hombre universal fue también la época en la que un ritmo alarmante.. La creación de monopolios
los puños, las hojas y las vainas de las espadas jio se preponía la acumuíación de nuevas fortunas^
las hacían gremios diferentes, en la que una silla sino la reducción de la competitividad; no "Iba
de montar requería el trabajo de tres oficios dis dirigida a crear nuevas condiciones, sino a' éstábF
tintos: uno hacía la estructura de madera, otro el lizar y regular las antiguas. El espíritu que reinaba
relleno de la almohadilla y otro la decoración; y entre el amplio sector de la burguesía relacionada
cuando r ô tiss e u r s y polleros discutían con gran con la manufactura era el de restricción. La inicia
ahínco a quien correspondía el derecho exclusivo tiva comercial había que ir a buscarla entre aque
de vender ganso asado. La multiplicación de los llos que no se dedicaban a la fabricación y venta
gremios comerciales e industriales en Francia bajo de un producto particular, entre ,los comerciantes
licencia real era ventajosa directamente para la que compraban en un lugar para vender en otro,
íjiim a ; por medio de la disciplina situaban a sus hombres cuyos temperamentos les inclinaban más
trabajadores y oficiales entre los hombres más im a la especulación que a la producción y que a me
portantes de cada ciudad y la gratitud les hacía nudo especulaban con dinero igual que con las
depender directamente de la autoridad central; mercancías y actuaban como banqueros momen
además suponían un ingreso al pagar por.la.apro* táneos por medio de la manipulación de los présta
Jbacifojçle. .S]is.jestej^tos y por müchas de sus acti mos. Aquí residían las mejores oportunidades,
vidades, talés como" el alistamiento de un maestro junto a los mayores riesgos, y debido a que las
o el contrato con un aprendiz. Constituían, tam circunstancias fomentaban las diferencias entre
bién, objetivos bien definidos para los impuestos estos dos tipos principales de actividad burguesa,
reales y los municipales. Sin embargo, no todas no hay fácil definición de las clases media y alta
las actividades económicas se realizaban por medio que le haga justicia a la variedad de vidas y metas.
de gremios. En Lyon, por ejemplo, el gobierno de Aun en medio de las mayores oportunidades, su
la ciudad hizo descender el número de tales cor ponía más de una generación conseguir un cam
poraciones a cuatro, a fin de atraer a los extran bio significativo en el poder de compra de una
jeros a que se establecieran también como nego familia, así como en la consideración de que go
ciantes. Pero este avance general hacia el control zaba; y era sobre todo la combinación de riqueza
estatal no hubiera podido realizarse si la comuni mercantil y posición administrativa la que produ
dad económica no lo hubiera favorecido. Desde cía los más evidentes ejemplos de movilidad de
los pequeños gremios de oficios de los pueblos un medio social a otro. La carrera de Jacques de
ingleses perdidos en el campo, con sus restriccio Beaune resulta notable por exagerada. Hijo de un
172 173
comerciante moderadamente acomodado, buscó es ciones de la caridad/Lutero se escandalizaba cuan
posa dentro del círculo de los empleados del rey do, a la muerte en Roma del obispo de Brixen en
y, ayudado por estos contactos y por la habilidad 1509, en su casa no se encontró ni oro ni plata,
con la que multiplicó su fortuna como comercian sino simplemente una tira de papel oculta en el
te y banquero, se convirtió en proveedor de plata reborde de su manga y que un representante de
de la corona, tesorero de la reina Ana y, en 1495, Fugger aceptó como equivalente al valor de 300.000
recaudador general para el Languedoc. Había he florines. La contabilidad por partida doble era ya
redado 3.112 livres a la muerte de su padre, que, a corriente, pero, al igual que en el caso de la letra
fines del siglo, se habían convertido en más de de cambio, la reflexión se detenía poco antes del
100.000; en 1518 estaba en situación de prestarle punto en el que ésta hubiera adquirido las venta
240.000 a la corona para obras de construcción en jas adicionales del cheque endosable; la actividad
los castillos de Amboise y Plessis-les-Tours. Enno contable daba lugar muy raramente a una hoja de
blecido por Luis XII en 1510, recibió la baronía balance, y cuando ello era así, normalmente se
de Semblan^ay en 1515 de manos de la reina ma debía a causa de muerte, bancarrota o disolución
dre, Luisa de Saboya, cuyos asuntos financieros de la sociedad. La situación real de los asuntos de
administraba él conjuntamente con su recauda un negocio en un momento dado sólo se podía
miento. Entretanto, continuaron prosperando sus establecer rebuscando minuciosa y trabajosamen
negocios particulares, un torrente de regalos afluía te a través de una serie de libros mayores y dia
de los individuos y ciudades con los que trataba rios; todo estaba allí anotado, pero los balances,
en el ejercicio de su cargo oficial. En 1523 alcanzó una ayuda tan preciosa para la planificación del
la cumbre de su carrera: siendo ya uno de los futuro, no se cerraban jamás en la práctica formal.
hombres más ricos de Francia, pasó a ser, como Tampoco estaba uniformado el modo en que se
tré so rie r de Vépargne (tesorero del ahorro) el pri anotaban los conceptos. Como se lamentaba Pació*
mer cargo financiero del reino. Cuatro años más li, «cada empleado prefiere llevar los libros a su
tarde, tras comprobarse las acusaciones de mal- aire».
versación, le ahorcaban. El sistema de numeración de la sociedad en su
/ ‘T ’or último hay que decir que poco acicate llegó, conjunto era solamente un añadido de remiendos.
si es que llegó alguno, de la misma comunidad fi Incluso las personas que se podían contar entre
nanciera, de las matemáticas o las ciencias aplica los no analfabetos, ya que sabían leer y escribir y
das, para una reconsideración de los modos con aprender de los libros, no solían ser capaces de
los que se podía hacer dinero. No se produjeron hacer algo más que sumar, restar, multiplicar y di
cambios importantes en las técnicas de los nego vidir por dos. Las fracciones distintas del medio
cios; ya hacia el final del siglo xv, las asociaciones tenían su lugar entre los arcana de las matemáti
y las compañías con ramas lejanas eran un fenó cas, penetrables únicamente para los menos. Nadie
meno corriente/N o había billetes de banco y las aprendía la tabla de multiplicar ni usaba los signos
letras de cambio y los pagarés no se podían trans de la ^adición, sustracción, multiplicaciáa„.y divi
ferir mediante endoso ni tampoco cobrar antes de sión. La suma y la resta resultaban inexactas por
su vencimiento. Pero las letras y el crédito cons que se efectuaban de izquierda a derecha, Había
tituían aspectos familiares del comercio interna (y ello es parte, del motivo de lamentación de Pa-
cional y gozaban de la confianza del inversor pri cioli) por lo menos ocho métodos de multiplica
vado. Las personas ricas utilizaban los bancos de ción y aún más de sustracción. Todavía más
Ausburgo de un modo similar a como hacen hoy desconcertante, tanto para los contables como
con los bancos de Suiza: en los tiempos azarosos, para nuestra comprensión de la psicología del
o con el fin de eludir los impuestos o las obliga hombre de negocios, era la retención general de
174 175
los numerales romanos para el cálculo con prefe y el ejercicio práctico de la profesión, del mismo
rencia sobre los arábigos; tiempo, espacio y exac modo las matemáticas (que, principalmente, eran
titud, todo se sacrificaba a este prejuicio. La geometría) de la educación superior no ofrecían
vaguedad y la confusión en los números eran los enseñanza alguna a las personas dedicadas al co
responsables de gran parte de los continuos pleitos mercio.
mercantiles y agrarios, de los que no estaban exen Un abismo parecido existía entre la ciencia en
tas ni lás más altas cumbres de la práctica conta señada en la universidad y la tecnología diaria.
ble. Roger Doucet, editor de las actas financieras Para los turcos, Europa era un enorme laboratorio
de la corona francesa para 1523, ha señalado que del que ellos robaban ayudantes para construir ga
«hay que dar por supuestos los errores de cálculo. leras, encureñar cañones, fabricar pólvora, diseñar
Una suma exacta constituye una excepción. A ve fortificaciones, levantar mapas y trabajar los me
ces, los errores son considerables, incluso superio tales; a la vanguardia del avance otomano en Eu
res al orden de las cien mil livres». ropa iban los renegados cristianos. Se trataba, sin
La,gran cantidad de monedas diferentes compli embargo, de un laboratorio sin ideas nuevas. El
caba la vida dd comerciante. Pacioli mencionaba descubrimiento metalúrgico clave, el proceso saiger
únicamente algunas de entre las que eran de uso para extraer la plata del mineral de cobre, databa
común en Italia: ducados venecianos, florines pa de mitad de siglo; la máquina más compleja en
pales, sieneses y florentinos, troni, m arce lli, c a r ll aprovechamiento industrial, el torcedor múltiple
n i papales y napolitanos, g rossi florentinos y los de seda, se había adoptado antes de fines del si
te s ton i de Milán. La situación empeoraba debido glo xiv. La fuerza hidráulica se utilizaba cada vez
a que, como ninguna de estas monedas estaba ce- más para enfurtir el paño y templar el acero. En
rrillada, cualquier tratante sin escrúpulos podía Holanda había molinos de sierra movidos por el
cercenarlas o limarlas. Además, se batían y acuña viento. Las norias trabajadas por perros extraían
ban a golpes de martillo y sin troquel, con lo que agua de los pozos en Rouen, mientras que las no
su anchura era variable. Otra dificultad era la va rias movidas por caballos se usaban para bombear
riedad de medidas, desde «la yarda de hierro de el contenido de las minas en Alemania. Muchos de
nuestro señor el rey» en Inglaterra, hasta los nu los dibujos tecnológicos de Leonardo estaban de
merosos p a ssi en Italia. Es cierto que estas difi dicados a demostrar cómo a través de las fuerzas
cultades se adaptaban al interés del comerciante; de la naturaleza o del uso de ruedas dentadas, en
éste valoraba las monedas al peso, había tablas granajes, poleas y palancas se podía remplazar el
impresas para la conversión de las medidas y tenía trabajo manual o hacerlo más productivo; pero
varas de medir para las unidades que se utilizaban no se aplicaba principio nuevo alguno y las máqui
más comúnmente en las mercancías con que tra nas de cierta complicación tenían escasa importan
taba; pero este constante pesar, medir, comerciar cia en la industria. Esto se debía, de un lado, a lo
por la calidad, realizar operaciones de cálculo con caro que resultaba construirlas y atenderlas y, de
un contador, sobre una tabla cuadrada o un trozo otro, a que el coste del trabajo no era tan elevado
de paño, provoca una acumulación de impresiones que hiciera imperativo el uso extensivo de la má
que parece haber impedido cualquier cosa que su quina.
pusiera algo más que un uso elemental de la Es difícil resistir a la tentación de pensar que
aritmética mental por parte del comerciante y po había otras razones menos tangibles. El amor a
siblemente explica la conservación de los números la ingenuidad por sí misma, por ejemplo, actuaba
romanos, con el subsiguiente porcentaje de erro como un contrapeso a la ejecución de las ideas me
res. Al igual que en la medicina había poco contac cánicas en una escala más amplia y más rentable
to entre la enseñanza teórica de las universidades económicamente. Muchos de los artilugios de Leo
176 177
nardo no podían funcionar en la práctica: eran pleaba a la mayor cantidad de obreros, la textil,
garabatos obcecados que desarrollaban ad absur- comprendía algo así como 20 estadios que iban
du m un único principio mecánico. O quizá se les desde la lana bruta hasta el producto elaborado.
podía hacer funcionar, pero no sin un desperdicio Unicamente dos de esos estadios implicaban algo
de energía humana, justificada tan sólo por una que pudiera parecerse a una factoría, donde gran
llamarada de cinco minutos al pasar ante la tari des cantidades de hombres trabajaban juntos: el
ma principal en un desfile de carnaval; sus «tan enfurtido, que se hacía en grandes patios y el ten
ques» eran como las máquinas que registra Lan- dido (extendido), que se realizaba sobre simples
ducci en su relato de una caza salvaje de leones y armazones en grandes cobertizos, donde también
búfalos en Florencia, cuando «habían hecho una se llevaba a cabo el plegado y atirantamiento de
tortuga y un puercoespín en cuyo interior había la cuerda. Los otros estadios tenían lugar en fa
hombres que los hacían rodar a lo largo de la milia o sobre la base de un grupo. Toda la orga
piazza (della Signoria), mientras acometían a los nización requerida era un simple problema de
animales con sus lanzas». Parecidos a esto eran los horario y transporte; la inversión en la fábrica y,
complejos relojes que simbolizaban el cosmos, con por tanto, el cuidado del equipo eran irrelevantes
el sol, la luna y los planetas girando alrededor de en relación con el dinero empleado en las materias
la tierra, pero que daban las horas inexactamente, primas y en los salarios.
o las pistolas con varias bocas de fuego, o las com La empresa industrial más grande de Europa
binaciones de fusiles con ballestas o picas, todas era el Arsenal Veneciano, los astilleros, que em
ellas armas fascinantes, pero poco menos que pleaban a unos 4.000 trabajadores en los años de
inútiles. actividad. En algunos años, las alumbreras de
En aquel tiempo, como ha señalado Roland Tolfa, en los Estados Pontificios, incluso emplea
M ousnier2, había una incapacidad general para ban más, pero con el hundimiento de los suminis
aprender de la experiencia. Pone este autor como tros de Volterra a fines del siglo xv y el fracaso
ejemplo la práctica agrícola del Poitou, donde la del intento francés de industrializar sus propios
sementera realizada en tierras en las que había ve depósitos a un precio razonable, Tolfa permaneció
nas calizas tenía un alto rendimiento. PíTes bien, como único ejemplo de esta industria extractiva
no se produjo intento ninguno de mezclar yeso con bastante elaborada. La minería de carbón era más
la tierra en ninguna otra parte, a pesar de que competitiva, en especial con el desarrollo del área
ello se encontraba dentro de la competencia técni de Lieja. Sin embargo, la mayoría del carbón se
ca de los campesinos del área. Hay que señalar extraía de las vetas de superficie, sin aparatos
por último que no había intercambio alguno de excavadores específicos, aparatos que se requerían,
ideas, en ninguna dirección, entre la ciencia, la in sobre todo, para la excavación de metales, hierro,
genuidad tecnológica y el oficio o la experiencia plata y cobre. Junto a la manufactura del vidrio,
industrial. en la que Venecia continuaba manteniendo un cla
Las fábricas eran demasiado pequeñas y no re ro predomniio, era la metalurgia la que empleaba
presentaban desafío ninguno a la capacidad de or la mayor cantidad de hombres y las más grandes
ganización de los capitalistas y los administrado inversiones de capital en un proceso que incluía
res que las dirigían, así como tampoco podían capacidad técnica y poder mecánico y natural
incitarlos a experimentar al margen de los méto (para la trituración y el lavado), así como cono
dos tradicionales de trabajo. La industria que em* cimientos químicos. A juzgar por las publicacio
nes metalúrgicas, que comenzaron a aparecer a
2 En E tud.es s u r la F ranee d e 1494 à 1559 (curso de la Sor- partir de 1500 y permitían una renuente transmi
bona, París, s. a.), págs 38-39. sión de «secretos», estos conocimientos estaban
178 179
basados en la memoria y no eran profundos. Un para ello a sus países tan autárquicos como fuera
aspecto más importante lo constituye el hecho de posible. El primer elemento deL nacionalismo que
que mientras las fábricas se extendían sobre un se pudo apreciar ampliamente y sobre el que se
amplia área, desde los Alpes Corintios a los Piri pudo actuar,fue el económico,
neos, muy pocas de entre ellas empleaban más de Al languidecer la industria Francesa del lino y al
un millar de hombres. A pesar de la demanda de importar los franceses los tejidos de Inglaterra,
vasijas, campanas, lingotes de oro y plata, armas Italia y España, Luis XI estimuló la producción
de fuego y de las enormes gamellas que se utili de lino de Arrás, Reims y otros lugares, concedien
zaban para evaporar la sal, la industria metalúrgi do exenciones tributarias a las ciudades afectadas
ca, como otras industrias, no tenía sino una im e incrementando los derechos de importación so
portancia menor en la delimitación del camino a bre el paño extranjero. Su sucesor obligó a las
lo largo del cual algo más que un puñado de hom otras industrias en Poitiers a conceder subsidios
bres reflexionaba acerca de la tecnología, la orga a la de lino hasta que ésta se recuperó. A fin de
nización del trabajo y los métodos de administra fomentar la industria de la fundición, Luis exi
ción. Ni la naturaleza de la industria ni su tamaño mió de impuestos a los mineros y a los fundidores
actuaban como una levadura que hiciera más es y obligó a los terratenientes locales a suministrar
tricta la vida económica de Europa en sus mode leña para^ el fuego a los maestros fundidores, ¿ q t
los de cálculo o más conscientemente progresiva. lo general, los gobiernos marítimos ofrecían sybsi-
Quizá la imprenta fuera una excepción. Si bien $ios a las empresas que construían barcos mercan
las empresas que empleaban hasta cien hombres, tes tan grandes que pudieran transformarse en
como lo hacía la de Antón Koberger en Nurem- buques de combate en tiempos de guerra. El&,££j£
berg, eran poco frecuentes, las técnicas de pro un sistema para conseguirse una flota de guerra
ducción de libros se habían racionalizado. El dise casi gratis, pero estaba en consonancia con la le
ño de las prensas, la composición de los moldes, gislación del tiempo, como el edicto de Castilla
la distribución de los locales, todo estaba orienta de 1500 que exigía que todos los bienes de la na
do a acelerar la producción sin sacrificar la exac ción se exportaran por medio de la flota nativa.
titud. El cambio de la posición sedente del cajista Además de los derechos de aduanas, había otro
a la erecta, aunque sin importancia en sí mismo, sistema de reducir las importaciones, como el de
resulta significativo como resultado de un estudio las leyes suntuarias, que prohibían vestir géneros
de la relación de tiempos y movimientos cuyo pa extranjeros. Para que dieran ejemplo de cumpli
ralelo sólo puede encontrarse fuera de la imprenta miento de tales leyes, a ningún funcionario público
en los cambios introducidos en los aparejos de los veneciano le estaba permitido vestir paños que no
barcos con el fin de ahorrar mano de obra. se hubieran producido en Venecia o en su térra
ferm a . En un intento (vano) de proteger la indus
tria coralífera catalana, que producía ornamentos
3. XA POLÍTICA ECONÓMICA Y EL SISTEMA IMPOSITIVO muy apreciados en el exterior, se había prohibido
la exportación de las herramientas especiales que
El alcance de la intervención estatal en los asun hubieran hecho el trabajo coralífero más fácil
tos financieros de los individuos y las corporacio para otros^La acción del gobierno pqdía determi
nes variaba de un país a otro; pero todos los esta nar la prospéndad económica de ciudades indivi
dos intervenían y todos perseguían los, mismos duales. La elección de Calais como la única salida
Objetivos, esto es, fomentar los productos nagifí- de exportación para la lana inglesa es un ejemplo,
nales, protegerlos de la competencia exterior y el sacrificio del resto de las ciudades rusas a favor
precaver el aflujo de oro al extranjero, haciendo de Moscú a donde los artesanos estaban obligados
180 181
a trasladarse por edicto real es otro; un tercero: bel concedieron una carta de privilegios a la prin
la deliberada institucionalización de Lyon como cipal organización de transportes dentro del país,
un centro banquero y mercantil internacional tuvo que pasó a llamarse desde entonces la Asociación
tanto éxito que las ciudades menos favorecidas Real de Tronquistas, por la que se les eximía de
criticaron a la corona. los peajes y se les concedían pastos en todas las
Fue en Francia donde se manifestó más clara tierras comunales y sin propietario. En 1497 die
mente el principio que se escondía tras la mayor ron licencia a la ciudad de Burgos, por la que la
parte de esta actividad gubernamental. «El dine convirtieron en el embudo por el que pasaría toda
ro —como lo expresó un orador en los Estados Ge la lana castellana antes de la exportación a la Eu
nerales en 1848— es al cuerpo político lo que la ropa del norte. Siguiendo este ejemplo, en 1503 se
sangre es al cuerpo humano. Por tanto, es nece estableció en Sevilla la Casa de Contratación como
sario examinar qué sangrías y qué purgas ha su el único punto receptor y distribuidor de mercan
frido Francia.» Las dos mayores sangrías eran, los cías para las Américas. Pero la más ostentosa de
impuestos pontificios y la compra de mercancías estas comanditas por las que la corona canalizaba
en el extranjero. Los efectos de la primera se po el comercio a través de su propio bolsillo, se esta
dían contrarrestar mediante la acción política; los bleció con la M esta, la asociación de ovejeros cas
de la segunda, mediante la «introducción del oro tellanos. Los rebaños eran de enorme tamaño, en
y de la plata en el país». La necesidadde crear w total unos tres millones de cabezas. A causa de la
balanza comercial favorable era tanto más urgenje naturaleza del país, tenían que trasladarse desde
cuanto que el valor de la moneda y, por tanto, el los pastos de montaña del verano, a los llanos en
CQ&t£„ de vida, estaba determinado por el precio del invierno, a lo largo de distancias que a veces llega
oro, y. el oro era escaso. La creencia generalizada ban a las cuatrocientas cincuenta millas. A través
en la teoría mercantilista entre los comerciantes de las rutas que seguían se producía un natural
les incitaba a buscar en la corona una directiva, conflicto de intereses. Los agricultores pretendían
especialmente desde que los monarcas de Europa incrementar la cantidad de tierras dedicadas al
habían reclamado desde mucho tiempo atrás el de grano, a las viñas y aceitunas, mercancías todas
recho exclusivo a acuñar moneda y a fijar los va de alta demanda, los pastores querían vastos co
lores respectivos del oro y de la plata. Además, en rredores de pastos. A partir de 1489, Fernando e
esta época, los gobiernos, ya fueran de reyes o de Isabel publicaron una serie de edictos en interés
príncipes independientes, estaban imponiendo efec de la M e sta , de los cuales el más importante, apa
tivamente sus derechos sobre todos los filones de recido en 1501, garantizaba a sus miembros el in
metales preciosos, con independencia de a quién discutible usufructo de las tierras sobre las que
pertenecía la tierra sobre ellos. los rebaños pastaban en el pasado, con indepen
Sin duda, esta centralización monetaria fue be dencia de cualquier otro cambio de intención pos
néfica para la economía como un todo, lamfeíén terior por parte del propietario de la tierra. Otros
era provejChQsa>pax^JLas^gobiernos interesados. Por aseguraban a los pastores contra la prisión por
añadidura suscitaba la creacion dé otros monopo deudas a sus patronos y les eximían del servicio
lios nacionales —por ejemplo, la extracción de sa militar. Otro sacrificaba uno de los más viejos
litre y la fabricación de pólvora-- y el apoyo, por monopolios de la corona a su más reciente p ro té g é
razones de interés, a los monopolios ya estableció monopolista, es decir, eximía a la M e sta del im
dos o que las compañías privadas querían estable- puesto sobre los cargamentos de sal que acompa
cer. El desarrollo de los monopolios bajo protec ñaban a los rebaños.
ción, de _la corona no fue en ninguna parte tan Resulta difícil saber en qué medida este descen
evidente como en España, En 1497, Fernando e Isa so de la corona a la plaza del mercado se debía
182 183
a la iniciativa gubernativa y en qué medida a las los efectos en la economía resultaban difíciles de
exigencias de los mercaderes y manufactureros, comprender. La teoría se explicaba en función de
pero surgía naturalmente del juégo recíproco en pseudoexplicaciones tales como los apotegmas del
tre el gobierno y la producción. Cuando, tras con portugués Tomé Pires, «un reino sin puertos es
sultar con los manufactureros, Luis XI publicó como una casa sin ventanas», y en el mercantilismo
una ordenanza en 1479 (repetida y elaborada en se veía de modo acrílico la panacea universal. Aun
1512) que regulaba el número de hebras, la calidad así, la teoría iba por delante de la práctica. En
y la longitud de cada pieza de paño de la zona bajo 1482, Luis XI trató de organizar una marina mer
jurisdicción de los p a r le m e n ts de París, Rouen, cante sujeta a control total por la corona, pero el
Burdeos y Toulouse, estaba ejerciendo simple proyecto exigía un grado de cooperación entre los
mente una función a nivel nacional que habitual armadores y los mercantes para el cual no estabán
mente habían ejercido los gremios y las municipa éstos preparados, quedando tal proyecto reducido
lidades a nivel local. El establecimiento de los al papel en el que estaba escrito. En Portugal, los
precios por el gobierno era otra transferencia de mercaderes estaban preparados para aceptar el sis
un deber municipal familiar. Estas transferencias tema por el cual había que acumular las importa
casaban fácilmente con la concepción del rey como ciones del Este en cuatro puntos de depósito:
padre y protector de su pueblo, y se encontraban Ormuz, Goa, Malaca y Macao, embarcarlas hacia
en consonancia con la creciente confianza en la el país en convoyes organizados por el gobierno y
justicia central más bien que en la local. La pro distribuirlas a través de una oficina central en
mulgación de ordenanzas económicas nacionales Lisboa. El obstáculo aquí residía en que, gracias
corría paralela con la codificación de las leyes, a la complejidad de regulaciones y a la falta de
entendidas como racionalizaciones tanto al servi métodos eficaces de organización en el despacho
cio del estado como del individuo. Paralelamente de aduanas, Lisboa se convirtió en la angostura
también a la creciente tendencia de los nobles y más hermética de toda Europa. El país, que había
los abogados de ocupar puestos en el gobierno y iniciado los descubrimientos, inició también la
los tribunales, los grandes mercaderes se mostra utilización estrecha de la rutina burocrática. Espa
ban cada vez menos absorbidos por los asuntos ña proporciona un tercer ejemplo de los inconve
económicos y administrativos de sus ciudades y nientes con que tenía que enfrentarse una plani
más interesados en sus fortunas personales. Tanto ficación general. Tras la unificación de las coronas
por razones psicológicas como financieras, estos de Aragón y Castilla, se introdujo en Castilla la
mercaderes pasaban por encima de los muros de avanzada estructura gremial de Aragón, a benefi
las ciudades hacia el gobierno central y en las cio de la uniformidad y de la conveniencia, con lo
asambleas consultivas daban su apoyo al patro que más cjue aumentar se redujo la producción.
nato real y a las asociaciones locales profesionales La parcialidad a favor de la M esta y a expensas de
y mercantiles, así como a la política económica las tierras arables provocó un aumento que, social
nacional. Por último, se producía una idea más cla mente, era peligroso en el precio de los productos
ra de que fenómenos tales como la subida de pre alimenticios. En conjunto, estos factores eran más
cios y el vagabundeo no eran simples castigos desfavorables para la economía del país que la ex
infligidos por Dios, sino resultado de factores eco pulsión de los judíos, cuyas funciones económicas
nómicos (los suministros de especias, el cerca- iban supliendo progresivamente los extranjeros.
miento de los pastos y otros parecidos), con los Todos los planes para utilizar al gobierno como
que quien mejor podía enfrentarse era la acción un instrumento de cambio económico los obstacu
gubernamental. lizaba la falta de especialistas burocráticos capa
Tal realismo era aún esporádico. Las causas y citados, y sobre todo los registros sin método y
184 185
las estadísticas inadecuadas. Lo único que podían bajo control directo. En los demás lugares, la in-
hacer los gobiernos era barruntar lo que sucedería certidumbre acerca de las cifras de población era
en el futuro, ya que carecían de cifras claras so causa principal de que la productividad de los im
bre lo que había sucedido en el pasado. Es nece puestos estuviera manifiestamente por debajo de
sario dar por supuesto un elemento de azar en los la suma anticipada. Un crédito de guerra del Par
planes comerciales en un tiempo en el que hasta lamento a Enrique VIII, por ejemplo, que pro
las cifras de población de un país eran difusas, metía ser de unas 100.000 libras resultó ser de
para no hablar de su balanza comercial, en el que menos de 60.000. Además de la ignorancia, había
los generales podían equivocarse acerca del núme otros aspectos que contribuían a que se produje
ro de hombres a sus órdenes hasta en un tercio, sen desniveles de este carácter. Las evaluaciones
en el que hasta Venecia, una ciudad financiera de la propiedad, de los bienes y del ingreso iban,
gobernada por hombres de negocios, podía llegar a veces, con generaciones de retraso. A los tasado
a construir más galeras de las que probablemente res locales y a los recaudadores se les sobornaba
podría dotar. con frecuencia. El contrabando, endémico en toda
Lo mismo sucedía con los planes fiscales. Por Europa, reducía la productividad prevista de los
aquel entonces se había llegado ya a generalizar impuestos de aduanas y de mercancías sobre ar
la idea de un presupuesto anual, de un balance en tículos del comercio exterior. A pesar de que se
tre el ingreso y el gasto, así como también los presentaba el pago de los impuestos como un de
intentos de prever el gasto del año próximo. En ber público y de que de las asambleas de repre
países pequeños, especialmente allí donde la carga sentantes se obtenía alguna forma de consenti
impositiva caía predominantemente sobre una gran miento para la mayoría de los impuestos más
ciudad, como era el caso de Florencia, se podía ha desacostumbrados, lo cierto es que la resistencia
cer un balance con cierta regularidad, aunque, al pago era general. Los extranjeros miraban con
entre los períodos de ajuste de las cuentas mayo cierto escepticismo la práctica que se seguía en
res, resultaba imposible de evaluar. En los países la ciudad de Nuremberg, por la cual los ciudada
grandes, como Francia, raramente llegaban las de nos tasaban sus propios ingresos y pagaban su
claraciones de impuestos a tiempo de realizar el impuesto municipal en una hucha común sin que
balance anual completo, y aún así, resultaba apro- nadie los vigilara.
ximativa hasta que un equipo de interventores Entre los pobres y los muy pobres existía la
podía viajar a comprobar las cuentas sobre el lu convicción obstinada de que la imposición no era
gar. Los procedimientos de cálculo estaban pen necesaria en absoluto, de que mientras que las gue
sados para tratar todavía con fuentes individuales rras y las pestes podían justificarla durante un
de ingresos más bien que con cifras globales, y período, no era natural en cambio el pago de ga
tampoco distinguían entre ingresos fijos y no fijos. belas por productos tales como el pan, la sal y el
El presupuesto nacional apenas si servía como una vino, otorgados por Dios y por los cuales ya ha
guía imprecisa para los requisitos de lo$ impuestos bían pagado los hombres con su sudor. Esta idea
y para el gasto. Una distinción similar se estable« acerca de una Edad de Oro fiscal no reflejaba
cía entre los pequeños países y los grandes en solamente la inocencia del ignorante: la división
relación con las estadísticas de población y, por; de la sociedad en tres estados permitía que los
tanto, con el cálculo del monto de los impuestos, nobles se negaran a pagar impuestos alegando que
A través de los encabezamientos, de los fogajes y su sangre estaba permanentemente al servicio del
de los registros civiles, las ciudades italianas te gobierno, y los clérigos refunfuñaban contra la
nían una idea bastante clara acerca de cuántos idea de servir al país con los impuestos dado que
contribuyentes tenían, incluidas las zonas ruralesi ya lo estaban sirviendo con sus oraciones (en efec
186 187
to, estaban gravados aparte de los legos y más mentaría y todos los otros artículos sin los que
suavemente). A fines del siglo xv, cuando el Mila- no puede existir la vida humana... Pero sucede así
nesado cayó temporalmente bajo dominio francés, que estas mismas cosas soportan las cargas más
el consejo de la ciudad de Piacenza se negó a pesadas de varios modos; en primer lugar, por la
pagar el impuesto sobre los artículos del comercio extorsión opresiva de los impuestos agrícolas...;
exterior a causa de la difusión de un extraño ru después, por los derechos de importación, que tam
mor, según el cual, en Francia —posiblemente la bién llevan su propio grupo de expoliadores, y,
nación más gravada de toda Europa— nadie paga finalmente, por los monopolios, a través de los
ba impuestos a no ser que así lo eligiera. En la cuales a los pobres se les desangra tristemente de
misma Francia los Estados Generales de 1484 se sus fondos, a fin de que el príncipe pueda obtener
tomaban completamente en serio otra tradición un insignificante interés.» Moro hacía un cuadro
—por aquel entonces tan pasada de moda que ape aún más oscuro de la opresión del pueblo. «Re
nas si alcanzaba a ser una superstición—, según la tratemos a los cancilleres de algún rey o a otros
cual el rey podía vivir de los ingresos de sus pro que reflexionan con él y maquinan a través de
pias posesiones. En todas las monarquías se hacía qué sistemas pueden amontonar tesoros para él.
la distinción entre los ingresos ordinarios, el in El uno aconseja exagerando el valor del dinero
greso personal del rey y los ingresos extraordina cuando tiene que pagar algo y disminuyéndolo por
rios en forma de impuestos, derechos y emprésti debajo de su precio justo cuando tiene que re
tos. Enrique VII, cuyo ingreso personal estaba cibir algo; con el doble resultado de que puede
reorganizado y se administraba con cierta escru saldar una gran deuda con una pequeña suma y
pulosidad, aún necesitaba los derechos de expor de que, si sólo se le debe una pequeña suma, puede
tación de la lana y del cuero, así como los de recibir una mayor. Otro sugiere fingir una guerra,
importación y exportación del vino, incluso en los bajo cuyo pretexto recogerá dinero, y, cuando ya
años de paz. Por supuesto, en todas partes se es haya suficiente, hacer la paz con solemnes cere
taba convirtiendo el gobierno en un negocio más monias a fin de echar tierra a los ojos del pueblo
caro, pero, excepto en caso de guerra, al contribu simple, ya que su amado monarca misericordioso
yente le resultaba difícil comprender el motivo, y evita gustosamente el derrame de sangre humana.
éste era otro elemento que explicaba también la Otro consejero le recuerda ciertas leyes viejas, apo-
resistencia a pagar. lilladas, caídas ya hace mucho tiempo en desuso,
Al dirigirse al joven Carlos de Habsburgo, quien de las que nadie se acuerda y que, por tanto, todos
como emperador Carlos V había de convertirse en han transgredido. El rey tendría que imponer muí- !
el más grande colector de impuestos de Europa, tas por esas transgresiones, ya que no hay fuente
Erasmo daba por sentado que un rey trataría de de beneficio más rica ni más honorable que ésta,
vivir sin imponer a sus súbditos, a menos que «al debido a su máscara exterior de justicia.»
gún impuesto sea absolutamente necesario y que Para todas esas formas de extorsión, desde la
los asuntos públicos lo hagan imprescindible». Eñ tajada sacada del impuesto agrícola hasta la pues
tal caso, tendría que gravar a los ricos y cargar ta en vigor de leyes apolilladas, Erasmo y Moro
«los lujos extravagantes y los caprichos que sólo hubieran podido citar ejemplos en la práctica con
los adinerados disfrutan», entre los cuales nom temporánea con pelos y señales; y también hubie
bró las joyas, la seda, la especias y los tintes. ran podido mencionar otros. Los príncipes ale
Ya que «un buen príncipe gravará tan ligeramente manes extraían dinero de las ciudades y de los
como sea posible aquellas mercancías que utilizan individuos en concepto de protección. En el Pala-
los miembros más pobres de la sociedad, tales tinado se obligaba a las personas a que plantasen
como el grano, el pan, la cerveza, el vino, la indu- viñedos de modo que tuvieran que pagar el im
188 189
puesto sobre la producción vino. Luis XII de Fran cansaba fundamentalmente en un impuesto extra
cia extendió la deplorable costumbre por la cual ordinario permanente, la taille, un impuesto sobre
los puestos administrativos no iban a las personas la renta que producía casi el 83 por 100 del ingre
más cualificadas, sino que se podían comprar por so total (en 1483). Dado que los nobles, clérigos,
dinero. Las leyes apolilladas eran, sobre todo, las jueces y muchos otros funcionarios, junto con
relativas a la posesión feudal. En lo más bajo dé ciertas ciudades, estaban exentos, el peso recaía
la escala social se restablecieron derechos medie sobre las clases que menos podían soportarlo, es
vales, como el derecho sobre las bellotas y las pecialmente el campesinado. Además no solamente
judías en la cumbre; los reyes emplearon a sus se gravaban con impuestos sobre las ventas (a id es)
juristas para que indagaran la legitimidad de los mercancías de lujo, como la seda, las especias, los
títulos de propiedad de la tierra, a fin de poder tintes y la joyería, sino casi todos los artículos de
exigir de nuevo a los arrendatarios los viejos de primera necesidad: vino, grano, carne, pollería y
rechos de señorío, posesión y reparación. En nin pescado, géneros de lana y zapatos, materiales de
guna parte se llevó a cabo este proceso con más construcción, carbón y el carbón vegetal. El pobre
decisión e ingenuidad que en Inglaterra. Debido resultaba siempre peor parado. Esta desigualdad,
a las bajas habidas durante la guerra de las Dos menos evidente en Inglaterra, pero característica
Rosas, se podía demostrar que muchas posesiones de todos los gobiernos europeos, no solamente
habían revertido sobre la corona a falta de here constituía un peligro social y suponía enormes
deros. A los que vivían, pero eran menores, se les costes de recaudación, sino que también provocaba
declaró bajo tutela de la corona, quien adminis la evasión y el contrabando.
traba sus tierras y recibía sus beneficios hasta que Por regla general, se mejoraron los viejos siste
ellos llegaban a la mayoría de edad; momento en mas y, en algunos casos, se ampliaron, pero no se
el cual tenían que pagar un derecho de toma de produjo replanteamiento radical alguno de la po
posesión para poder administrar su herencia. En lítica fiscal, ni tampoco los gobiernos eran capaces
rique VIII, en un golpe maestro de arqueología de retener en sus manos todo el proceso de recau
legal persuadió al Parlamento para que aceptara dación de ingresos. Como no había empleados pú
su embargo de los auxilios feudales cuando armó blicos suficientes, delegaban los impuestos agríco
caballero a su hijo mayor y casó a su hija tam las, sacrificando la totalidad potencial del impuesto
bién mayor. a la certeza de recibir regularmente una cantidad
El ejemplo de Inglaterra muestra en qué medida disminuida por el campesino. Como apenas si te
la posibilidad de aumentar el ingreso representaba nían una leve noción de la planificación contingen
un cebo para la eficacia fiscal y la centralización. te, tenían que recurrir a los préstamos, a veces
Solamente durante el reinado de Enrique VII, los con tasas de interés muy elevadas o asegurados en
ingresos de las tierras de la corona, los derechos términos de devolución específicos. Incluso cuan*
de aduanas, los derechos feudales y las tasas v do las asambleas de representantes concedían los
multas legales, se triplicaron desde unas 52.000 impuestos especiales de guerra, había que recurrir
libras a unas 142.000 al año. También en Francia normalmente a los préstamos como medios de cu
aumentó el ingreso por las tierras de la corona, brir los vacíos entre los votos y su ejecución, y
así como el ingreso nacional en conjunto. Pero el los financieros privados añadían sus cargas a las
aumento de la eficacia no comprendía el inventa cuentas que por fin había que aceptar. La regula
rio de los efectos sociales de un sistema que in ridad fiscal en tiempos de paz entraba en aguda
cluía (que en realidad se basaba en ellos) los de contradicción con el modo como los gobiernos pa
fectos sobre los que llamaba la atención Erasmo. gaban las guerras. La pignoración de objetos va
A diferencia de Inglaterra, el gobierno francés des liosos era algo normal; así, Isabel empeñó sus
190 191
joyas para obtener dinero para la campaña de 1489
contra los moros; la soberbia colección de trabajos
V. Las clases
de orfebrería de Maximiliano se encontraba toda
ella en garantía a su muerte. Teniendo siempre
presente esta misma posibilidad de empeño, En
rique VII tenía todo su tesoro —de un valor entre
uno o dos millones— en joyería y vajilla de meta 1. DEFINICIONES Y ACTITUDES
les preciosos. La rapidez con la que su sucesor
dispuso de esta enorme suma para financiar gue De 1515 a 1519 Nicolás Manuel pintó para los
rras que tenían poca justificación económica, si dominicos de Berna una Danza de la M u e rte que
es que tenían alguna, ilustra el doble patrón que refleja el número de categorías entre las que un
caracterizaba a la contabilidad nacional: en el habitante inteligente de la ciudad dividía su mundo
frente doméstico, método e ingenuidad y cierta social. Un papa, un cardenal, un patriarca, un
imaginación con respecto al comercio; en asuntos obispo, un abad, un canónigo, un monje y un ere
exteriores, un espíritu de improvisación incauto. mita representaban a la Iglesia; la sangre azul la
representaban un emperador, un rey, un duque,
un conde, un caballero y un miembro de la Orden
Teutónica; un académico y un médico en ejerci
cio, un jurista y un abogado, un astrólogo, un
consejero, un rico mercader y otro de menor ca
tegoría, un magistrado, un alguacil, un soldado, un
campesino, un artesano, un cocinero y un pintor
representaban a la sangre común. La muerte lle
gaba interrumpiendo las ocupaciones de cada uno
de ellos, como lo hacía para llevarse a una empe
ratriz, una íeina, una abadesa, una monja y una
prostituta y cinco figuras alegóricas: muchacha,
esposa, bachiller y loco.
Los conservadores aún veían a la sociedad como
dividida en tres estados que se sostenían mutua
mente. El M irro r o f th e W o rld (El espejo del
mundo) (1481), de Caxton, ponía la división tradi
cional en su forma más simple: el pueblo bajo,
que trabaja; los caballeros, que combaten, y el
clero, que reza. «Los trabajadores deben proveer
a los clérigos y a los caballeros de las cosas que
sean necesarias para vivir en el mundo honesta
mente; y los caballeros deben defender a los clé
rigos y a los trabajadores para que no se les haga
agravio; y los clérigos deben instruir y enseñar a
esas dos clases de personas, y dirigirlas en sus
obras de tal manera que ninguno haga (alguna)
cosa por la que pudiera disgustar a Dios o perder
su gracia.» Las analogías comunes en la época po
192 193
pularizaban este ideal de armonía y equilibrio: la La m on a rch ie de France (La monarquía de Fran
sociedad existía en función de los tres estados cia) (1515) era mostrar cómo debía preservar la ar
como Dios existía en la Trinidad; el juego del aje monía social el nuevo rey de Francia, Francisco I.
drez dependía de que los caballos, los alfiles y los Las categorías de Seyssel no incluyen el clero, al
peones vulgares, trabajando juntos, apoyaran al que describe al margen como representando a las
rey; la vida del hombre dependía de la cooperación capas ricas, acomodadas y pobres, paralelamente^ a
de sus miembros: la cabeza piadosa, los brazos la sociedad secular. Su primer estado es la nobleza,
protectores y el cuerpo, productor de energía. Si vista convencionalmente como defensores del rei
lo vemos en relación con un cuerpo político real, no especialmente privilegiados; el segundo com
España, por ejemplo, las proporciones resultan prende a los mercaderes, junto a los funcionarios
grotescas: cabeza, 3 por 100; brazos, 2 por 100; reales y los burócratas empleados en la adminis
cuerpo, 95 por 100. Que los conservadores eran tración de justicia y las finanzas; el tercero se
conscientes del problema de tamaño del tercer compone fundamentalmente de productores, esto
estado se demuestra por la insistencia con que es, campesinos y artistas, aunque también incluye
Edmund Dudley, en Th e T ree o f C o mm o w e a lth empleados inferiores, mercaderes con poco volu
(El árbol de la república) (1509) decía que tenía men de negocio y los grados más bajos del ejérci
que funcionar como un miembro de la trinidad to. Es un estado inferior, subordinado, «de acuer
social, aunque «dentro de él están todos los mer do con la razón y la necesidad política, al igual
caderes, artesanos, artífices, trabajadores, propie que en el cuerpo humano tiene que haber órganos
tarios libres, ganaderos, campesinos, agricultores inferiores al servicio de aquellos de más alto va
y otros, generalmente la gente de esta región». lor y dignidad». Si dejamos de lado las metáforas
En líneas generales, los hombres de letras —y y nos hacemos cargo de la influencia de la preocu
esto incluye a los políticos de espíritu retórico— pación medieval por las tríadas, vemos que la
huían de la observación directa del tercer estado, fórmula de Seyssel estaba de acuerdo con la reali
con sus dos extremos de riqueza bancaria y mise dad. Un indicio de capacidad de observación apa
ria proletaria. El prestigio adscrito a la tierra, con rece en el capítulo titulado «Cómo se pasa del
su aura de poder legislativo y poltico local, dio ori tercer estado y del segundo al primero», en el que
gen a clasificaciones en el sentido de «eclesiásti Seyssel explica que la ambición puede llevar a
cos hacendados y sin hacienda». Los autores recu un miembro del pueblo común a abrirse próspero
rrían periódicamente a Aristóteles para fundamen camino hacia el segundo estado, y que un servicio
tar su tosca división entre los muy ricos, los público descollante puede mover al rey a ennoble
moderadamente acomodados y los pobres, que cer a miembros del segundo estado, haciéndoles
«sólo saben cómo obedecer», ignorando su divi entrar en el primero, cuyas filas, en todo caso,
sión de clases más prácticas, la cual incluía no están disminuyendo continuamente merced a la
sólo a los asalariados, campesinos propietarios y guerra y —lo que es significativo— a la pobreza.
artesanos, sino también una «clase comerciante» Esta movilidad —explica— es una válvula de segu
que «comprende a todos aquellos que se dedican ridad esencial: sin ella «aquellos cuya ambición es
a comprar o vender». irrefrenable, conspirarán con otros miembros de
Por lo menos, la división de la sociedad secular su estado contra los que están por encima de
en capas superiores, medias e inferiores, posibili ellos». Tal como están las cosas, el grado de movi
taba un análisis social realizable no en términos lidad es tal que «todos los días se ve a miembros
de deber'o servicio, sino de poder adquisitivo. Así del estado popular subiendo por grados al de la
lo hizo el más «sociológico» de los observadores nobleza, e incontables acceden al estado medio».
de su tiempo, Claude de Seyssel. El propósito de su Y, como hombre de su tiempo, para quien la ob-
194 195
servación no era suficiente, añadió que ello repro el clero y en la mayoría de los países la nobleza
ducía la práctica romana por la cual los plebeyos estaban sujetos a leyes diferentes de las que afec
podían ascender hasta convertirse en caballeros y taban al tercer estado. Casi en todos los países
continuar hasta la clase de los patricios. donde había una asamblea de representantes ésta
r Los gobiernos, en su legislación tributaria y so- estabá~dTvid^
Jcial, hacían regularmente la distinción entre la ÍÍO~yeI llano, por supuesto, Hp.hirin_a.jyjp- 1ns rqí^-
/sangre aristocrática, de un lado, y los diferentes narcas""deséábañ extraer la riqueza del clero, los
layados de riqueza, del otm iL os reglamentos sun ingresos nolCTiSnSs”^
tuarios ingleses de 1517, por ejemplo, iban enca m e rc a a lite s^ d e J^ lE C e sta ^ j ^
minados a reducir la extravagancia y la ostentación coherente a sus propios ojos, y*a los de"muchos
en materia de comidas, e incluían a los clérigos. otros, era el^ dé la nobleza, que contenía una am
fLas categorías nobles eran: cardenal (nueve pla plia serie efe fangos e ingresos, ,pe«n> era también
nos por comida); arzobispo y duque (siete); mar- ^de^escaso número v la entrada en él estaba reeula-
I qués, conde y obispo (también siete); los señores d ap o rlb s revesZHe^rmas v venía determinada por
(seculares por debajo del grado de conde, los aba- l^Jixte-rveneién—perg onaIZdeCSaQSa^€á; sFngncon-
í des pertenecientes a la Cámara de los Lores, alcal- traba rodeado por el aura de un código especial
)des de la ciudad de Londres y los caballeros de la de conducta y, en ciertos países, como Francia y
NOrden de la Jarretera (seis). {A jos demás, según Suecia, así como en algunas partes de Alemania,
los bienes que poseían o sus ingresas, se les permi estaba exento de contribuciones. F¡1 ggfrdo pp.Ip-
tían cinco platos, cuatro o tres7Y<<se ordena que siástico era más numeroso y mucho más varia do
en caso de que alguno u otros de los estados an en su comp^sícióir^onómlca v social 7Xa^vSE3ST
tes relatados hubiera de comer o de cenar con otro c le ro jg o r^ la,da. a
de un grado inferior será lícito para la persona o
personas con las que los dichos estados tienen que das de. lc^~mnna.s.tei^ mendicantes
comer o cenar de esta manera, servirles a todos y v,tos.xui:a^ s a la r i^ ^ e11hambre?
a cada uno de ellos de acuerdo con sus grados y ( Desde el punto de vista dé! ésfíló de víHa, eTárzo-
según las proporciones antes especificadas»; por j bispo tenía más en común con un duque que con
ejemplo, un mercader con bienes valorados en ¿un cura párroco;1Del mismo modo es posible que
500 libras podía ofrecer una comida de siete pla el mercader en granos o vinos de la localidad en
tos para un obispo, pero sólo de tres cuando co- el campo se sintiera más feliz negociando con el
jriía solo o con sus colegas financieros. -Esta divi administrador del monasterio vecino que en pre
s ió n , segúnJUusiingre y la riqueza, se modifico para sencia del juez itinerante. A despecho de esto, los
]los funcionarioi^no anstocráticos, a fin de permi- clérigos, en su calidad de responsables ante Roma,
/tirles ensalzar su "grestigi<y Por este motivo, el al de célibes, de administradores de los sacramentos
calde de Londres, cualquiera que fuese su estado y también de cabezas de turco del anticlericalis
o grado no oficial, tenía permitidos seis platos y mo, daban la impresión de ser un orden separado,
también había una provisión especial para los jue desperdigado por toda la sociedad, pero esencial
ces, el primer oficial del tesoro, los miembros del mente distinto de ella.
consejo real y los alguaciles mayores de la ciudad Donde la fórmula realmente se desbarataba era
de Londres: a todos se les permitían cinco platos, en relación con el tercer estado. La existencia de
con independencia de su posición en la vida corporaciones míIniiiiftalpV íqyes mercantiles, gre
privada. mios. cofradías, sistemas diferentes de posesión If-
Sin embargo, la idea de los tres estados no po 4*re jy vipculaH^^había fragmentada^
día morir sino tras larga lucha. En toda Europa tado en grupos de interésT de ocupaciones v de
196 197
condición social, incluso a los ojos de la ley. En y criados:
los cuerpos representativo.^ desde el Parlamento Pagad cua lqu ier salario, que no com placerá
inglés “a lascoríes "catalanas o a la Dieta BoKeinia, A ún qu errá n ellos aho rra r su s energías.
el tercer estado jabarcaba una amplia gama.£Qjd&l,
desdé los mercaderes, medios Jhasta las personas
distinguidas. propista d ^ s-jd e ^ i^ sa ill^ ^ Ve en todos los grupos pereza, fraude, ostenta
práctica, ninguno se sentía«par|e del tercerjesla^ ción y, sobre todo, la ambición de trepar so
do», '^¿qjgartertteiiiT^ro cialmente:
y, dentro de éste7*9e”un grupo especíFícoUe ingre T odas las naciones se han labrado la desgracia
sos. Cuando los polemistas, predicadores y satíri Y n inguna está c on te n ta con su su erte,
cos andaban a la búsqueda de blancos sociales, Y ninguna se acuerda ahora de su s señores,
atacaban a la nobleza como un todo, al clero, ha E l m undo está lleno de los deseos de los locos.
bitualmente, bajo dos cabezas, obispos y curas pá
rrocos y monjes y frailes, y al tercer estado, en
función de una serie de grupos de los que se pen Por supuesto^,denti:Q„de 1aestructura del tercer
saba que practicaban una forma de vida que los ^.adCLj&s... daban características 7ocáíeTr^nT5SIa-
distinguía de los demás. En su De v a n ita te (De la térra, a los laBradores acomoTa3os7 p ro p ieta rio s
vanidad), Cornelius Agrippa atacaba a los merca agrícola^ de los que se esperaba que velasen las
deres (estafadores y usureros), a los abogados (pi armas si prosperaban suficientemente, se les con-
capleitos) y a los doctores (curanderos), antes de jsideraba como un grupo separado, si bien es cier-
pasar a una condenación general de los pobres to que la estimación que unHhomfore hacía de su
(estúpidos, supersticiosos y zafios). Oliver Maillard, propia situación social podía ser distinta de la
que predicaba en 1500 en Brujas, mencionaba a que hacían sus vecinos. En Florencia se producía
los príncipes y también a los cortesanos, funcio una neta división política y una división social
narios, mercaderes y abogados. En su S h ip o f the moderadamente clara entre los miembros de los
Fools (Barco de los locos) (1494), Sebastián Brant
atacaba a los artesanos: f remios mayores y menores; en algunas partes de
Temanfa, los maestros artesanos tenían que jurar
que sus recipiendarios eran «libres y no siervos
Cada a p re nd iz quisiera se r m a estro, de nadie, ni tampoco hijos de un servidor de los
Un gran d esa stre para todo s los o fic io s, baños, de un barbero, de un ras trillador de lino
o de un trovador». Sin embargo, se puede decir
a los abogados y doctores: que los coetáneos consideraban al tercer estado
Y m ie n tr a s él pasa los fo lio s con el pulgar dividido ampliamente en las siguientes clases:
E l p a c ie n te al ce m e n te rio va, propietarios agrícolas, trabajadores del campo,
funcionarios del gobierno, mercaderes, artesanos
) Terrados domés
a los mercaderes y sus esposas: ticos %A los abogados "se
H o y la m u je r del burgu és se v is te les coi^idgfaba ,jcpmo unajcfase profesional aparte_
Telas m e jo r e s de las que se p e r m ite una duqu e s a , j¿ a los médicos también,Jtunque^ no tanto como a
"aquéllos. OscflanW'“‘é ntire^estas categorías había
a los campesinos: ciertos _^rum s identificables: los humanistas pro
fesionales l, los artistas, im ^ e ^ ^ e s J ^ m ^ ^ S ^ " ’
Las g e n te s cam pesinas eran de m odo s sen c illo s
E n tie m po s no e x tra o rd in a ria m e n te lejanos, 1 Véase más adelante, págs. 324 y s.
198 199
soldados m e rc e n a rio s r a todos los cuales no era fá escala social se daba el intercambio: el hijo del
cil examinar en función del patrimonio, grado o labrador acomodado que se establecía en la ciudad
condición, porque tampoco se podían asociar con y cuya familia, después de dos o tres generaciones
un nivel de ingresos determinado, ya que poseían prósperas, regresaba al campo, no era un fenóme
una forma de vida específica. Bien fuera a cau&a no extraño. La mayor parte j d e l g s , ^
de^s^ caráret^ novedad o del tener una casa eC 3C Q U ¿^ tiempo
cambio de actitud frente a ..^^osición ^ social, siguiéndolos asuntos de la corte, pero solía pasar
estos grüjjos np ^e ^ ^ c ^ fe a n fácilmérífe ^én^uTia casTlOtte'" su vidá en sus posesiones agrícolas, es
taba familiarizada con cada detalle del año agríco
tampoco tomaba en cuenta a los^ judíos, gitanos la y podía atravesar cualquier paraje rural guiada
por el halcón y el sabueso.
icar más esta estampa ya de por sí Y, sin embargo, a pesar de todos esos contactos,
imprecisa, aparecía un prejuicio muy extendido, había un abismo emocional entre los habitantes
quizá más fuerte que la barrera que se establecía de la ciudad y los del campo, abismo que era más
entre el lego y el cura; tal era el prejuicio del estrecho entre los ricos y que se hacía más ancho
habitante de la ciudad contra^dJbabitante del cam cuando todas las otras clases se enfrentaba a
po Y no es que entre la vida rural y la urbana no aquella cabeza de turco universal, el campesino,
hubiese contacto alguno; por el contrario, desde muy evidente en los países más urbanizados, como
Lisboa a Moscú se cultivaban verduras, hortalizas Italia, Alemania y los Países Bajos, pero percep
y legumbres dentro de las murallas y los ciudada tible en la literatura y casi siempre visible en el
nos confiaban en la leche y la carne de sus pro arte, donde se da la torpe figura encorvada del
pias vacas. Los burgomaestres de Frankfurt del labriego como caricatura o con una condescenden
Main tuvieron que promulgar una ordenanza por cia divertida. Las gentes del campo son subhuma-
la que se prohibía a los ciudadanos el estableci nas, gruñía Félix Hemmerlin, un canónigo huma
miento de pocilgas en el lado que daba a la calles nista de Zurich; les sentaría bien que cada cin
de sus casas, y en otras ciudades alemanas, los cuenta años se les quemaran las casas y sus cam
vinateros y los horticultores formaban gremios es pos se les convirtieran en desiertos.
peciales. En Dijon, los artesános —aforradores, El tópico del rústico hacendado, del primo cam
carpinteros, toneleros y otros— tenían viñedos y pesino, del patán que venía a pasmarse ante las
vendían el vino que ellos no consumían. Si bien maravillas de la capital, tiene una larga historia.
las ocupaciones agrícolas estaban generalizadas en Los cuentos como el B e lfa go r de Maquiavelo (en
las ciudades, .Ja- necesidad de Iaa,Jaabitantes-^del tre 1515 y 1520), en el que un labriego engaña al
rgmjpo de_Jjei¿r^ dos iuentes de ingresos hizq^ue diablo, constituyen extrañas excepciones a la regla
J oSl. oficios de tac tilidad se trasladasen aLcamp^-, de que los trabajadores rurales son despreciables
Jiilandería, tejeduría, fábrEacIóxi ¿le claro s, Mu- («salvajes, traidores e ineducados», era la opinión
rtT ó s llO s ra r^ que llegaban a la ciudad con de Sebastián Franck) o ridículos. En las obras de
sus cestos, su talabartería, sus marmitas y sus ga teatro, el labrador es un payaso, en las anécdotas
mellas, a los mercados locales, eran trabajadores resulta un bobo ignorante. En E l C ortesano se en
agrícolas estacionarios. Aparte del pequeño mer cuentra una versión temprana ^lel chiste en el que
cader y del alguacil o administrador residentes un hombre solicita de un mirón que sostenga el
en la ciudad, pocos menestrales se adentraban mu cabo de una cuerda, mientras él va alrededor del
cho en el campo; en cambio, las ciudades recibían edificio para medirlo; una vez que se ha perdido
de continuo el flujo de trabajadores rurales a la de la vista del otro, ata la cuerda a un clavo y se
búsqueda de empleo. También más arriba en la escapa. En E l C ortesano también se narra un
200 201
ardid por el que un estudiante de Padua le roba Al investigar las causas psicológicas de las guerras,
a un labrador dos pollos. Sin embargo, fue en Ita de la contienda civil y de los disturbios popula
lia donde la A rc a d ia alcanzó a aparecer del modo res, casi por unanimidad los historiadores suelen
más encantador e imaginativo, donde la ninfa y utilizar el señuelo de la ambición como factor ex- ^
el pastor labraban primorosamente sus amores, y plicativo 'principal. Jfc^or donde quiera que mire-
el caramillo de Pan silbaba provocadoramente a mos se encuentran quejas que indican que los
través de densas malezas de versos. Y en los ur hombres no están contentos con las condiciones
banizados Países Bajos, el campo dio una aguda en las que han crecido. «La gente se da ínfulas»,
réplica a la ciudad. Entre los ta b le a u x v iv a n ts apa escribía el cronista de Lyon, Symphorien Cham-
ñados para celebrar la entrada de Carlos, conde pier, «y alimenta malos pensamientos..., y los cria
de Flandes (el futuro Carlos V), en Brujas en 1515, dos, que antes eran humildes en presencia de sus
había uno en el que los habitantes de los campos señores y eran sobrios y vertían mucha agua en su
vecinos se presentaban con los rasgos de los ver vino..., ahora quieren beber mejor vino, como sus
daderos herederos de la Edad de Oro. Como lo amos, sin agua alguna o cualquier otra mixtura,
expresaban las descripciones impresas: «En la pri lo cual es una cosa contra toda razón». Los pron
mera edad y en la arcaica barbarie de la raza hu tuarios para confesores exhortaban al clero para
mana, bajo el gobierno de los dioses y diosas re que previniera a sus feligreses a fin de que no
presentados en este recinto, los hombres vivían envidiaran las posesiones o la posición social de
en chozas y cabañas, completa y apaciblemente de otros y de que no comieran ni vistieran por enci
la agricultura y de la ganadería, porque no bus ma de su condición. Clichthove se quejaba, en un
caban ni ganancias ni frutos, salvo los de la tierra sermón tras otro, acerca de las congregaciones,
y los de las otras bestias brutas.» Y la moraleja que trataban a la Iglesia como la plaza del merca
era que el crecimiento de las ciudades, que había do, cerrando contratos y discutiendo asuntos de
roto el «bienheureux circle aurian du glorieux Sa- negocios. En 1515, un predicador alemán describía
turne» 2, arruinaba también más una vida simple un mundo que, según él, parecía haberse vuelto
y sin agresiones. loco por el dinero. «Cada cual piensa que se hará
Este antagonismo duró siglos, durante los cua más rico y que pondrá su dinero a interés con las
les las ciudades habían negociado y combatido por mayores ventajas. Los artesanos y los campesinos
su derecho a algún tipo de autogobierno, contra- invierten su dinero en una compañía o con co
ja Tglgsia^ los nobles y el monarca y habían élí: merciantes. Creen que van a ganar una enorme
minado el matiz de servilismo que aún persistía cantidad y a menudo lo pierden todo. Este vicio
en el campo. Y a medida que crecían,„lósameles no existía en los tiempos pasados, sino que ha au
de vida y de eduólaSíTen mentado en los últimos diez años.» En Inglaterra,
t¿~ de .fprmaT’ymo a constituir upa barrera más; Alexander Barclay prorrumpía en invectivas en su
Moro haBTá"l?3uca utópicos en S h y p o f Folys (Barco de los locos) (1509) contra
el campo y les obligaba a volver a las tareas agrí las pretensiones de los campesinos que aspiraban
colas de vez en cuando a fin de derribarlas. a la clase media acomodada y contra los chicos
La explicación de la sátira —«Todas las naciones de los carniceros que pretendían transformarse en
se han labrado la desgracia y ninguna está con alguaciles (en aquel mismo año, Wolsey, hijo de
tenta con su suerte»— es que -éste fue un período un carnicero de Ipswich, entró al servicio del jo
de intenso cambio social, de rapiña compeírETva. ven Enrique VIII, como limosnero y consejero).
¿Por qué tienden los hombres a esto? Al fin, la
2 Elizabeth Armstrong, R o n s a r d a n d th e age o f go ld muerte lo nivela todo. «Por consiguiente se me
(Cambridge U. P., 1968), pág. 3. hace que de todas las cosas la mejor es/Que el
202
hombre esté satisfecho y contento con su grado». fue la respuesta de los pobres de Oberhasli, cuan
La sabiduría popular razonaba del mismo modo. do los hombres de caudal en su cantón votaron
En una obra teatral popular italiana, la Farsa con por la concesión de créditos a fin de proveer al
tra el m a tr im on i o (hacia el 1500), una muchacha francés de tropas. Pero, en general, no había an
labradora camina hacia el mercado con una cesta tagonismos de clase en el sentido de una clase que
de huevos equilibrada sobre la cabeza. Mientras sólo desea permanentemente desposeer a otra.
camina, va soñando con el futuro. Venderá los Cuando A dán cavaba y E v a hilaba
huevos, comprará más, criará pollos y los venderá,
comprará tierra y se hará rica. Entonces irá a su ¿Quién era en ton ce s el ho m b r e de d is tin c ión ?
padre a decirle que quiere un marido, y no un
campesino, ni un hombre de distinción, ni siquie Era un adagio que persistía como lema y no
ra un noble. Su padre preguntará: «¿Es el empe como actitud política. Los más bajos rangos ca
rador lo que quiere?», y ella, inclinando la cabeza recían de fuerza, entre los moderadamente aco
ante el esplendor del sueño hecho realidad, dirá: modados se daba la suficiente movilidad ascen
«Sí, señor». Y Fortuna concluye: «Al inclinar la sional como para asegurar que las previsiones so
cabeza cayó la cesta con los huevos dentro, y así ciales se contenían en su mayor parte dentro de
dieron al traste, y con ellos los planes que esta las varias jerarquías de riquezas y de honor. A los
pobre muchacha había hecho»3. pobres, y especialmente a los pobres inmigrantes
El mayor interés del individuo era elevar su ni en las ciudades, se les temía menos como revolu
vel de vida dentro de su clase, ya fuera noble, bur cionarios potenciales que como trasmisores y nu-
gués, eclesiástico o campesino propietario. Los tridores de enfermedades. Además, las diferencias
más desesperados esfuerzos por mantener el nivel de ingreso alcanzaban tal magnitud que más que
de vida se daban entre aquellos grupos que se provocar la rivalidad de clase la paralizaban. El
aproximaban al filo de la subsistencia, los traba ingreso anual del conde de Benavente, en las cerr
jadores asalariados campesinos y urbanos. El an canias de Valladolid, era 1.700 veces superior al
helo más consciente se producía entre aquellos de un trabajador. En la misma ciudad, el ingreso
grupos de «descolocados» que incluían artistas y de un patricio de medios modestos era 18 veces
humanistas profesionales, quienes, siendo frecuen el de un artesano cualificado y 29 veces el de un
temente del más humilde origen, estaban obligados hombre sin cualificar. Además, la estratificación
a buscarse la aceptación tanto social como inte social estaba fragmentada por las afiliaciones de
lectual entre aquellas clases tradicionalmente de clan, por los gremios, las cofradías y por los sis
finidas que les protegían. El sentimiento corpora temas de clientela, que restringían la capacidad
tivo de clase se expresaba en función del odio de pensar en términos clasistas horizontales y que
hacia aquellos que tenían poder para oprimir o asociaba a los hombres de bajo ingreso con los de
rendir por el hambre en un momento particular, más elevado en un vínculo de carácter protector.
en una ciudad particular o, ya más raramente, en En todo caso, la tensión social en Europa esta
una región particular. La mayoría de las veces era ba lejos de ser uniforme. El carácter más complejo
el precio del pan el que provocaba estos estallidos y, por tanto, también el menos explosivo se alcan
de resentimiento; a veces era un impuesto especí zaba en países con una densidad de población bas
fico. «¡Matad a todos los hombres de distinción!», tante regular, muchas ciudades, mucho comercio
y unas reglas bien establecidas que definían las
3 Sigo la sipnosis que ofrece M. T. Herrick, I ta lia n Co
relaciones entre el gobierno, la corporación y el
m e d y in th e R e n a issa n ce (University of Illinois, 1960), pa- individuo, esto es, Inglaterra, Francia, Italia sep
gina 36. tentrional, los Países Bajos, Alemania central y
204 205
meridional. En países como Noruega, Suecia y Es clase, estaban restringidas a una minoría muy pe
paña, en los que una clase media ciudadana cons queña y los cambios de profesión que implicaban
tituía una frontera muy tenue entre los poseedo un cambio de nivel de vida eran, por supuesto,
res y los poseídos, era poco probable un conflicto muy escasos. Un 90 por 100 de la población de
de clases y una escasa dispersión de la población; Europa vivía fuera de las ciudades, que eran el
una Iglesia vigilante y un derecho tradicional fir único lugar donde había alguna posibilidad razo
memente establecido, reducían el peligro de ten nable de trepar socialmente en el plazo de una
sión entre ellas. Sin embargo, si seguimos hacia el generación o dos e, incluso en tal caso, la dificul
Este, más allá de los límites del Danubio austríaco, tad de acumulación de capital estorbaba tal movi
donde el gobierno y las instituciones eclesiásticas lidad; quizá el 5 por 100 de los ciudadanos, si se
se hallaban muy enraizadas entre una población le ofreciera la oportunidad, temperamento y suer
racialmente homogénea de campesinos, ciudada te, fuera capaz de mejorar su posición durante su
nos y nobles, cuanto más avanzamos en dirección vida. Los campesinos pobres podían buscar una
al mar Negro, o cuanto más nos introducimos en nueva ocupación, pero, de cualquier modo, no con
Ucrania y Polonia, tanto más simple y violenta seguían otra cosa que convertirse en ciudadanos
aparece la estructura social, con una Iglesia débil pobres. El movimiento de una clase a la otra pro
mente organizada, gobiernos impotentes para im porcionaba un blanco muy pequeño para que me
poner la ley en vastas zonas de llanura y selva, sin reciera la pena tirar; el satírico disparaba contra
una clase ciudadana bien definida y una aristocra las pretensiones dentro de las clases, entendidas
cia que aún se veía a sí misma como conquista como desviación de la norma. Se criticaban las
dora y que consideraba a los campesinos como pretensiones porque representaban la ruptura con
una presa tolerada a duras penas, sobre cuyas tie el ideal de servicio, de ocupar una plaza útil en la
rras cabalgaron sus antepasados magiares. La sociedad sirviendo devotamente a un superior a
crueldad con que se sofocó la rebelión campesina cambio de su protección, ideal éste que no sola
húngara de 1514 no era otra cosa que el más san mente era parte de la nostalgia de la literatura
griento ejemplo de una propensión general en caballeresca, sino que todavía aseguraba la armo
toda la Europa del este. Con Danzig-Viena a modo nía dentro de la casa del comerciante entre el
de eje, la balanza de la libertad campesina ascen maestro, el aprendiz y el criado, así como la del
día en el Oeste y se hundía en la servidumbre en complejo aparato social preciso para regir las vas
el Este. Es cierto que la composición social de los tas casas de la nobleza. El ideal no significaba
estados del Este da la impresión de ser notable nada —ni nunca lo significó— para hombres que
mente más simple de lo que era, a causa de las trataban de ascender desesperadamente; podía
fuentes: crónicas monásticas escritas, como lo fue reaparecer en las relaciones de los humanistas con
ron, tras puertas cuidadosamente atrancadas, cro sus protectores y, si bien había surgido dentro de
nologías reales semejantes a sagas, un mínimo de la estructura militar del feudalismo, ahora lo ne
correspondencia personal o de recuerdos de fami gaban abiertamente los soldados profesionales,
lia, incluso de centros comerciales establecidos de quienes se declaraban en huelga en vísperas de
antiguo, como Novgorod; pero, por supuesto, en la batalla a fin de conseguir más alta paga. Sin
ningún sitio del Este se daba una estratificación embargo, los ataques contra el deseo de los hom
tan compleja que justificara a un satírico dando bres de cambiar la posición social los originaba
suelta a su malhumor en lujos tan minúsculos la comprensión de la ¿satisfacción emocional que
como el corte de un jubón. proporcionaba el servicio, así como su probado
Incluso en el Oeste las posibilidades de movili valor como emoliente social.
dad social, de profesión en profesión, de clase en En los prontuarios de los comerciantes no se
206 207
ponía el acento en cómo progresar, de qué manera refrenar la vanidad; el estado, detener el flujo de
hacer fortuna, sino en cómo adecuar la vida a la moneda al extranjero, así como impedir que se
habilidad y las virtudes que la sociedad esperaba retiraran del uso productivo grandes sumas de di
de un comerciante. La misma preocupación por nero. Mas el fin principal era el de preservar la
las cosas tal como eran muestran las pinturas y estratificación tradicional de la sociedad, hacer
grabados que contenían representaciones de los que la conducta correspondiese con la jerarquía o
atuendos y ocupaciones de las distintas jerarquías, la ocupación y, sobre todo, impedir que la nobleza
desde el emperador y el cambista hasta el artesano —y, en algunas ciudades, también los patricios—
y el mendigo. Eran representaciones en función de se agotara a sí misma fuera de la vida pública
sí mismas o estaban ligadas en series, como las de efectiva o por quedar reducida, por extravagancia,
Manuel, en las cuales la muerte danza con cada a un modo de vida inapropiado a su «verdadero»
persona para llevársela, con independencia de su puesto en la jerarquía social.
posición o profesión; o como en las «Cartas de Bastaría con señalar la posibilidad de que la
Tarocchi», ilustradas, en las que se incluían figu fama recayese sobre escritores y artistas de hu
ras «de los planetas y virtudes como parte de un milde origen, para que fuera posible presentar este
modelo de existencia predestinado e incambiable. período como uno en el que el talento tenía abierta
En lugares de diversión pública, como el festival > la posibilidad de hacer carrera; pero ello se debe
Schembart, en Nuremberg, figuraban cuadros con a que, a veces, la moda rompía algunas de las
los planetas y las virtudes; los cuadros se distin mallas de la red social para darle libre curso al
guían unos de los otros por el vestido que, en la talento. Resulta posible agrupar pasajes de las pá
calle, señalaba a un hombre como abogado, doctor, ginas de escritores especulativos que subrayarían
tendero o herrero. Este catálogo visual de las cla la importancia del hombre hacedor, ho m o faber, y
ses y las profesiones, al igual que la rigidez cre de su libertad para influir su propio destino, mas
ciente de la organización artesanal, la codificación esto no tiene nada que ver con el progreso social.
del derecho y la elaboración de escalafones a fin La carrera abierta al talento —en la medida en
de determinar quién podría entrar, cuándo y dón- i que era posible— fue el producto de la demanda
de sentarse en las funciones diplomáticas, refleja 1 específica de protectores del arte con habitaciones
una tendencia a ver la sociedad como cualquier que poblar, y de florecientes administraciones con
cosa menos algo abierto. Las solemnes procesiones empleos por cubrir; no era la consecuencia de una
religiosas y estatales en Venecia eran como diagra nueva actitud hacia la movilidad social. Como de
mas animados de la teoría de los tres estados: el pendían de la aristocracia o de un patriciado que
dogo y los senadores en un grupo, los clérigos en , estaba imitando las formas aristocráticas, los hu
otro, los distintos oficios y ocupaciones represen- ¡ manistas hablaban de libertad en un tono que se
tados por sus funcionarios gremiales en otro, y ; ajustaba al punto de vista social conservador. Res
todos netamente distinguibles por su atuendo. La f paldados por los autores clásicos, cuyos héroes
vida era pública, colorista y conformista; de aquí f eran gobernantes, filósofos, artistas e intelectua
el miedoso salvajismo con el que se podían tratar 5 les y, por lo general, desdeñosos de los resultados
anomalías tales como los judíos y los gitanos. j de las ambiciones contemporáneas, que ponían en
Como ya hemos visto, había una multiplicidad i peligro la paz y vulgarizaban el pensamiento, a los
de fines que justificaban la legislación suntuaria, i humanistas les interesaba cambiar los corazones
por la cual todos los gobiernos expresaban la opi- j y las mentes, pero no exigir que se borraran, por
nión de 'que los hombres y las mujeres no debían j poco que fuera, las barreras de clase.
vestirse ni divertirse por encima de las posibili- :¡ Es posible encontrar pasajes en las discusiones
dades de su condición social. La Iglesia anhelaba ¡I sobre la naturaleza de la auténtica nobleza que
208 209
parecen potencialmente destructivos de las divi da, tremolando el copete que el hombre ingenioso
siones sociales. Para citar a Erasmo de nuevo, cu podía asir, antes de que ella se desvaneciera ha
yas obras alcanzaron mayor resonancia que las de biéndole pasado. En bronce y prosa, Fortuna jin
cualquier otro intelectual: «Deja que los otros se glaba sobre su globo o soplaba las velas de su
pinten leones, águilas, toros y leopardos en sus propio navio, Capricho personificado, menos de
escudos. Esos son los poseedores de la verdadera terminista que el Hado, menos mecánicamente efi
nobleza, que puede utilizar en sus escudos de caz que la Rueda de la Suerte. En un capítulo cla
armas ideas que han aprendido cabalmente de ve de su libro sobre lo políticamente posible, E l
las artes liberales»; o, a propósito de un no Príncipe, semejaba la Fortuna a una mujer a la*
ble indigno: «¿Por qué, te pregunto, hay que que se puede reducir a sumisión. Si bien el men
colocar a esta clase de persona a un nivel más saje de estas imágenes era que el hombre es libre
alto que al zapatero o al campesino?» Mas esta de configurar su carrera y no necesita la humilla
sugerencia de que la nobleza es esencialmente una ción ante la Fortuna, ello se aplicaba solamente
propiedad de la mente cultivada que se pone a a la superación dentro de una sola clase, no al es
sí misma al servicio del bien común sólo adquiría fuerzo que se requería para pasar de una a otra.
seriedad al nivel (bastante alto) de la discusión El humanismo enriqueció el vocabulario subjetivo
sobre la naturaleza moral del hombre. Entendida de las desesperaciones y esperanzas del individuo,
en función de la realidad social no pasaba de ser en tanto que aceptaba los límites tradicionales so
un agradable tema de discusión risqué. Castiglio- ciales de su acción. Recordando estas indicaciones
ne la mencionó sólo para acabar con ella hábil de exclusividad y restricción podemos entender
mente. A la desagradable sugerencia de que el por qué cuando Leonardo diseñó una ciudad ideal,
plebeyo puede conseguir un puesto en la jerarquía partió que ésta tendría dos niveles: «Las carrete
se oponía el argumento de que lo bueno viene de ras de alto nivel son... solamente para la conve
lo bueno. Por tanto, el hombre de distinción ten niencia de las gentes de distinción. Todos los ca
dría cuidado para no ensuciar su casta. Los con rros y cargas para servicio y conveniencia del pue
sejos que siguen eran rotundos: el cortesano no blo llano se confinarán en el nivel bajo.»
tenía que discutir con el campesino (ello dañaría
su situación social si pierde); lo único que tiene
que hacer es moverse con confianza entre sus 2. CASOS ESPECIALES
iguales; tiene que mezclarse contadas veces con el
pueblo, por miedo a que la familiaridad engendre La carrera de Jácques de Beaune fue verdade
el desprecio. Estos consejos muestran lo falta de ramente excepcional, pero contenía rasgos que se
crédito que resultaba la tesis de que un buen za repitieron en otras que causaron menor conmo
patero era más digno de respeto que un mal noble. ción; el nacimiento burgués y el testimonio de
Acaso Dios no había insertado a los aristócratas que se poseía agudeza financiera, ambas cosas
en su sistema gradual entre los hombres ordina aportaban un matrimonio socialmente ventajoso y
rios y los ángeles (así, Edmund Duddley, en grotes los puestos oficiales que eran en sí otra ocasión
ca parodia de Pico). para hacer más dinero. Nada nuevo había en el
Tampoco esas dos virutas del leño del pensa hecho de que los reyes utilizaran personas de ori
miento humanista, Fortuna y Oportunidad, mani gen burgués, como consejeros y administradores;
festaban una mayor proximidad al problema de la muchos de los más altos empleos en el estado aún
movilidad social. De la pintura a la más barata de les estaban reservados a los nobles. Fue el ritmo
las xilografías se multiplicaban las imágenes de notablemente rápido de expansión de las adminis
Oportunidad, la diosa duende con la cabeza mon traciones real y principesca el que hizo de la ca
210 211
rrera burocrática, sobre todas las demás, la puerta . Desde una perspectiva po
abierta al talento. En Francia, en 1512, había unos pular, los funcionarios constituían un grupo que
86.000 hombres cuyas vidas estaban dedicadas, to yivía de los demás y no pára los demás. Con ellos
tal o parcialmente, al trabajo administrativo. Su estaban asociadas oirás ctos ocupaciones^. las que
importancia variaba mucho, desde un Semblan 9ay también se veía dedicadas al interés propio a
a un vigilante de pesos y medidas en un pueble- expensas del resto de la sociedad: los doctores y
cito, de canciller a aforero de los fardos de lana los abogados. La medicina era una materia aca
para el servicio de aduanas. Los motivos que démica que gozaba de gran reputación —era la
atraían a las personas a estos servicios eran va cátedra mejor pagada en muchas universidades—,
rios. La atracción manifiesta que ejercía el prínci pero resultaba casi enteramente libresca y se des
pe impregnaba a aquellos que le seguían, aunque lizaba con facilidad en el oscuro dominio de la
fuera desde lejos y se podía «colocar» en el cuadro astrología. Simón de Pavía, por ejemplo, quien du
bíblico de las ocupaciones aprobadas. Las nota plicó sus funciones, como médico y como astrólo
rías y secretarías reales de Francia formaban una go, al servicio de Luis XI y Carlos VIII, se. casó
cofradía religiosa bajo la protección de San Juan, dentro de la aristocracia y murió rico. Careciendo
porque, como explicaron en 1482, «era el más im de una tradición de investigación empírica y de
portante y el más elevado secretario-evangelista de dicados cada vez más a exponer los principios de
nuestro salvador Jesucristo». La burocracia ofrecía la medicina clásica, los doctores buscaban las ex
ya una cierta seguridad en la posesión del carpo. plicaciones en las estrellas más bien que en la
Algunos de éstos, en efecto, eran hereditarios. Era circulación sanguínea y le daban preferencia al
una carrera que no solamente podía llevar al enno experimento mágico sobre el clínico. Como querían
blecimiento, sino que, además, implicaba el trato retener la ventaja crematística que se derivaba de
con los nobles, tanto en la corte como en los cen que se les creyera tan prácticos como estudiados,
tros provinciales, en términos de mutuo interés. se sentían inclinados a proclamar curaciones ma
Tal contacto era satisfactorio por sí mismo, en un ravillosas aunque secretas, exponiéndose con ello
tiempo en el que el aristócrata era el tipo social a la acusación de curandería. Prudentemente, el
más ampliamente respetado, y por las oportunida público confiaba principalmente en las hierbas y
des que estas relaciones ofrecían para efectuar un en la sabiduría tradicional, y llamaba al médico
matrimonio dentro de la nobleza. Por último, gra únicamente en los momentos de auténtica desespe
cias a la costumbre, corrientísima en Francia, por ración, momentos en que un caso había ido más
la que los cargos se vendían en realidad por dine allá de la capacidad de la ciencia médica para cu
ro, al mercader le resultaba posible comprar su rarlo. Por entonces, la imagen popular del doctor
ingreso. Se trataba de una carrera en la que pocos era la de una persona que cobraba mucho por fra
llegaban lejos, pero a causa de la mezcolanza de casar en el cumplimiento de su deber, y la figura
su origen social —nobles, burgueses, clérigos—, del hombre con una botella llena de orina en una
la naturaleza específica de la lealtad que fomenta mano y un talego de oro en la otra era ya una fi
ba y también la mezcla de respeto y desconfianza gura literaria y dramática común.
con que se les miraba, los funcionarios requieren Pedro Gringoire incluía a los abogados con los
un lugar en la lista de las clases especiales, donde doctores y los funcionarios, «llenos hasta el glo
los consideraremos antes de pasar a las categorías bo ocular con los bienes del pueblo». Aunque ya
más amplias del campo, los habitantes de la ciu era tradicional, las maldiciones contra los aboga
dad y a la misma nobleza. dos aumentaron en extensión y amargura. La ju
La-idea-de los tres _gsjt risprudencia, como la medicina, era un tema del
sideración de una sociedad en la cua^cá<^£Síado más alto prestigio. Las universidades pujaban unas
212 213
contra otras, tratando de conseguir los servicios tación de cohechos. Tener un apetito «tan promis
de profesores prominentes. Además, es mediante cuo como la bolsa de un abogado» era ya una ex
el estudio de la ley más que de la política, la reli presión proverbial en Francia. ¿Cuál es la cosa
gión o la literatura, como se articulan los d is jec ta más delicada del mundo? El hombro de un aboga
m e m b r a de una sociedad pasada; además de ello, do: apenas lo has tocado, su mano se dispara a por
el derecho estaba en la base de la excavación hu dinero. La literatura formulaba la desconfianza
manista del antiguo mundo e incorporaba un pres social en multitud de expresiones como las ante
tigio cultural y profesionaLal mismo tiempo. Una riores. Los abogados podían ser ministros, memo
capacitación en leyes era un pasaporte para la pro rialistas, alguaciles o interventores de casas sola
moción en los servicios administrativo y diplomá riegas, estaban desperdigados a lo largo de toda
tico tanto de la Iglesia como del Estado. Las fami la escala de ingresos; pero cualquiera que fueran
lias patricias en las repúblicas italianas y las sus funciones y su forma de vida, se les conside
nobles en Alemania, Francia e Inglaterra enviaban raba —y ellos se consideraban a sí mismos— como
a sus hijos a las facultades de derecho como un hombres capacitados legalmente cuya gran canti
medio de conseguir un progreso apreciable. Esta dad era posible gracias al afan de pleitear de la
tendencia era particularmente clara en Inglaterra, gente y cuya importancia se basaba en las necesi
donde la educación legal no era competencia de dades de la burocracia, ya que ellos eran lo que la
las universidades, sino de los colegios dependien época poseía de más cercano a una educación muy
tes de los tribunales. Su astuto padre transfirió a técnica y a una profesión organizada.
Tomás Moro, de Oxford, a las Posadas, y Erasmo El aprovechamiento en los estudios humanistas
anota, bastante exageradamente, sin embargo, que también podía facilitar una carrer^;'L^“Capáct¿Sd
en Inglaterra «no hay mejor camino para la dis de leer y, aún mejor, de escribir el latín con ele
tinción, porque la nobleza se recluta en su mayo gante fluidez era un talento que abría las puertas
ría, del derecho». Alexander Barclay observaba de cargos tales como la secretaría de un obispo o
el mismo fenómeno con su habitual melancolía un noble, historiador de un gobernante o una ciu
sardónica: «Los abogados son señores, pero la jus dad, o un puesto de consejero, lo cual requería,
ticia está vendida.» Porque mientras los abogados además, el prestigio del estilo ciceroniano de moda
ocupaban altos cargos en toda Europa y algunos para la correspondencia oficial, las proclamacio
pasaban en algún momento a través de las manos nes, los tratados y las solemnes alocuciones con
de los hombres con formación legal, se estaba ha las que los diplomáticos presentaban sus creden
ciendo poco a fin de aumentar la rapidez y dismi ciales. Probablemente era extraña la persona de
nuir los gastos con los que tenía que enfrentarse origen humilde que accedía al ejercicio de la ley,
el ciudadano en sus tratos con la ley. El conflicto pero muchos humanistas tenían orígenes relativa
de leyes y la mayor minuciosidad de la capacita mente humildes, que ellos podían ocultar por me
ción legal consiguieron que los litigantes se acos dio de la latinización de sus nombres: Aesticam-
tumbraran a las demoras (el pleito sobre la pro pano por Sommerfeld, por ejemplo, o Laticefalo
piedad de Robert Pilkington duró de 1478 a 15Í1), por Bredekopp. Celtis (nacido Bickel) era el hijo
al bizantinismo y al traslado de tribunal a tribu de un campesino. El padre de Wimfeling era un
nal. El mismo Moro expulsó a los abogados de su talabartero. Marineo Sículo nació de padres hu
Utopía, prefiriendo esta situación a que sus ciuda mildes en el pueblecito siciliano de Vizzini. Anal
danos estuvieran entrampados «en un número tan fabeto hasta los veinticinco años, un sobrino, hijo
infinito de leyes ciegas e intrincadas». Y, para col de una hermana que se había casado un poquito
mo, además de las acusaciones normales, a los por encima de su condición, le enseñó a leer y es
abogados se les imputaba universalmente la acep cribir. Un pariente sacerdote le educó y, a fuerza
214 215
de gran aplicación, recibió un puesto de preceptor dón) una de las artes mecánicas, adecuadas a los
en Palermo. En este refugio alcanzó tal reputación hombres nacidos libres. Se trataba sólo de un es
que consiguió una cátedra en Salamanca, en 1484, tigma teórico, pero el pintor, obligado a ser miem
sin haber visitado una universidad en su vida. bro de un gremio, tenía que trabajar con orden,
Los intelectuales seculares independientes cons igual que los otros profesionales, y si bien su ta
tituían aún un fenómeno lo bastante extraño y lento podía originar una proliferación de encargos
nuevo como para que se les considerara una cla y acarrearle un cierto grado de fama y riqueza, no
se distinta, aunque, al no ser hereditario su ta le elevaba en la condición social. En cambio, en
lento, no atrajeron la crítica que los empleados 1520, el año de la muerte de Rafael, el pintor de
y abogados multigeneracionales se habían gana jaba una fortuna muy considerable (16.000 duca
do. De hecho, es muy difícil percibir la actitud dos); y aún más, a pesar de su calidad de pintor,
de las otras clases hacia los humanistas profesio había vivido, se le había recibido y tratado como
nales. Engendraban algo del prestigio que se aso a un hombre de distinción. Dos años antes León X
ciaba con los aristócratas y los comerciantes edu escribió al gobernador de Civitavecchia, advirtién
cados en humanidades; se les valoraba porque sus dole que preparara una recepción suntuosa, por
mercancías eran adecuadas a los tiempos que co que llevaba a algunos escritores y artistas con él
rrían. Italia seguía estando interesada (y en Euro «y éstos son personas de gran importancia y de
pa aumentaba cada vez más este interés) en la las más caras para mí». Cuatro años antes, Loren
antigüedad no sólo como descanso intelectual, zo Costa, pintor de corte de Francesco Gonzaga,
sino como un talismán contra la acusación de ig duque de Mantua, se había negado terminan
norancia. Además, se les honraba con regalos, se temente a pintar a los hijos del duque. El comen
les respetaba como expertos entre los grupos de tario de Francesco fue un moderado: «Tiene sus
discusión patricios o aristocráticos y podían aspi caprichos, como muchos hombres de genio.» Alre
rar a la coronación con la corona poética de hojas dedor del año 1512, Andrea del Sarto y Julio de Mé-
de laurel. Por otro lado, heredaron algo de la in dicis, il M agnifico, se hicieron socios del convivio
dulgente condescendencia que se les acordaba a de la Sociedad de la Paleta en Florencia. Y, según
sus antepasados juglares y cronistas, estaban so Vasari, en 1506, una vez que Miguel Angel, quien
metidos a la acusación de servilismo y su estado había salido a cumplir un encargo de Julio II, fue
civil de casados, así como el carácter frecuente introducido en presencia del Papa por un obispo
mente disoluto de sus vidas, constituían una ano que suplicó a éste que excusara al artista, ya que
malía en una época en que la enseñanza profesio «tales hombres como él son siempre ignorantes»;
nal era el feudo del clero, célibe y teóricamente la ira pontificia recayó sobre el obispo por su an
casto y sobrio. ticuada concepción de las cualidades personales
Este desasosiego era similar al que aquejaba a de un artista. Esto es tanto más revelador por
la posición social del artista. En 1520, un diplomá cuanto que el padre de Miguél Angel, por cuyas
tico portugués, de visita en Etiopía, encontró a un venas corría unas gotas de sangre noble, había
italiano que hacía mucho tiempo que se había ins intentado quitarle a golpes al muchacho la deter
talado allí: «Era una persona muy honorable», se minación de ser escultor.
ñalaba Francisco Alvares, «y, aunque pintor, un Aparte de Miguel Angel, con su pizca de noble
gran caballero». Era un resumen bastante acerta za, del noble Juan Francisco Rustici y de Leonar
do de la condición algo equívoca del artista. En do, que era bastardo de un notario local prominen
la Edad Media, la pintura (a diferencia de la mú te, .los artistas eran, por lo general, del más llano
sica) no era una de las artes liberales; tampoco origen. El padre de Piero della Francesca era un
(a diferencia de la agricultura y la carda del algo zapatero remendón; el de Botticelli, un curtidor;
216 217
el de Fray Bartolomeo, un arriero; el de Andrea cipales imprentas del continente era donde, sobre
del Sarto, un sastre, y el de Antonio y Pedro de todo, podía verse en funcionamiento algo así como
Pollaiuolo, un pollero. Y Lucas van Leyden, quien un estado de las artes y las letras, donde capita-
se casó con una mujer perteneciente a la noble listas-eruditos, consejeros humanistas, académicos-
familia de van Boshuysen, fue de las pocas excep correctores de pruebas y artistas y literatos cajis
ciones a la regla de que los artistas no mejoraban tas trabajaban en un ambiente a medio camino
socialmente a través del matrimonio. La condi entre la fábrica y la academia. La proliferación de
ción de hombre distinguido-aunque-sea-pintor se las imprentas se había saludado casi con júbilo
le atribuía de buena gana a los individuos cuyas universal. Los coleccionistas de manuscritos opo
obras gozaban de gran demanda, pero no dejaba nían alguna objeción, alguna reserva moderada,
rastro alguno después de que aquéllos hubieran frente a un cambio excesivamente brusco de la ca
muerto o caído en desgracia. Por otro lado, la can ligrafía a la imprenta —«aunque tenemos millares
tidad de información que Vasari pudo recoger de volúmenes», avisaba el abad Trithemio en 1492,
acerca de la época para componer sus V id a s, cons «no podemos dejar de escribir, ya que los libros
tituye en sí misma un índice del interés que des impresos nunca son tan buenos»—, pero el entu
pertaban los pintores, escultores y arquitectos. Di siasmo de los clérigos superaba al de los eruditos
fícilmente hubiera conseguido la misma cosecha legos. Ya en 1476 los protectores de una imprenta
de hechos si hubiera estado acumulando material en Rostock justificaban su empresa llamando a
para hacer una historia de los farmacéuticos. Hay la imprenta «la madre común de todas las ciencias,
que decir que tampoco la hubiera conseguido fue la ayudante de la Iglesia», y en 1487 el médico del
ra de Italia. En el libro de expresiones latinas de obispo de Ausburgo escribía al impresor Radtot
1520 de Robert Wittinton, los escultores, grabado que «sería difícil estimar la profunda deuda de
res, imagineros y pintores ocupaban, sin diferen todas las clases sociales con el arte de imprimir,
cia alguna, el mismo lugar que los yeseros, los vi que, por la gracia de Dios, ha surgido en nuestro
drieros, los techadores y otros «trabajadores». tiempo y, más especialmente, es éste el caso de la
Al igual que entre los humanistas profesionales, Iglesia Católica, la novia de Cristo, que gracias a
el éxito que permitía a un artista llevar un estilo aquel arte recibe gloria adicional y va al encuentro
de vida fundamentalmente distinto de lo que era de su novio con nuevos ornamentos y muchos li-
habitual entre las personas de origen llano, era bros de sabiduría celestial».
poco frecuente; no se podía heredar y, probable A pesar de que el personal de una imprenta era
mente, sólo era posible allí donde el humanismo poco numeroso, únicamente las personas próspe
hubiera preparado el terreno para una comunidad ras, como el parisino Jean Petit, quien procedía de
de intereses entre el pintor y su m ecenas...4. La una familia de maestros carniceros, podían poner
idea de unos individuos independientes, intelec una por su cuenta, debido a los desembolsos en las
tual y creadoramente dotados, no había hecho más prensas y los tipos y a los plazos que mediaban
que comenzar a germinar, pero afectaba más bien entre la impresión de una edición y su venta a tra
a lo que los humanistas y artistas pensaban de vés de un sistema de distribución lento y costoso.
sí mismos, y no a la consideración que los demás En ocasiones, un erudito podía conseguir apoyo
les tributaban. A despecho de un Erasmo o de un como lo hizo Aldo con la familia de Pico della
Rafael, en esta época se pensaba más en función Mirandola. Bajo tales protecciones social y finan
de expertos y de capacidades especiales que en cieramente respetables se enrolaba a los mejores
términos de intelectuales o de genios. En las prin cerebros de la comunidad para que ayudaran en
la edición y la corrección de pruebas. Si añadimos
4 Véase más adelante, págs. 315 y ss. a esto la colaboración de artistas de la talla de
218 219
Durero, Holbein, Burgkmair y el anónimo ilustra superiores, unos cuarenta años más tarde el em
dor de las H ipn e r o to m a c h ia P o lifili se comprende perador Maximiliano se hacía retratar en el taller
fácilmente lo atractivo del ambiente de los erudi de un impresor. Por último, la imprenta dependía
tos profesionales y aficionados. Impresores como de una nueva clase de artesanos cualificados. Las
Badio en París, Amorbach y Froben en Basilea, planchas, la composición de tipos y otras ocupa
Schürer en Cracovia y Aldo en Venecia dirigían ciones requerían inteligencia y cultura, así como
instituciones que, por su continuidad, su indepen destreza manual,, y estaban muy bien pagadas. La
dencia de los centros habituales de actividad inte imprenta era un centro neurálgico al que afluían
lectual —universidades y monasterios— y por la las noticias más recientes, las últimas ideas. Era
variedad social de sus colaboradores, ejercían más también una industria aquejada de subempleo,
influencia a la hora de elaborar la idea de la inte cuando el crédito se hallaba demasiado extendido,
lectualidad que las relaciones temporales entre el o cuando decrecía la demanda de artículos tales
pintor, el mecenas y el consejero erudito, las cua como los impresos legales, durante las vacaciones.
les caracterizaban a algunos de los grandes ciclos Muchas empresas eran pequeñas y producían sólo
decorativos de la época. unos cuantos libros antes de dejar de funcionar
El reconocimiento de este ambiente vino prepa por completo. Todos estos factores se combinaban
rado, en cierta medida, por la naturaleza de la gra para producir una imagen característica del im
fía de mediados del siglo xv. Sin embargo, las im presor asalariado. Su cultura le llevó a reclamar
prentas originaron una conmoción bastante nueva. una posición más, elevada que la que se concedía
Los conservadores podían interpretar el uso que a las profesiones mecánicas, simbolizado en el
los griegos hacían del fuego a fin de probar que la derecho a llevar armas; el desempleo y la errabun-
antigüedad ya sabía de la pólvora, pero la impren dez hacían de ellos negociadores obstinados capa
ta era una invención incontrovertible de los mo ces de obtener mejores condiciones de trabajo; el
dernos; y la posibilidad de la producción en masa contacto con las nuevas ideas le daba a esa obsti
se abrió en una época en la que los gobiernos eran nación el matiz de un radicalismo inteligente.
cada vez más conscientes de la importancia de la Saber de un hombre que era impresor en aque
propaganda, y en la que el humanismo había des lla época era saber más acerca de él de lo que las
pertado el interés por los textos en ediciones crí palabras «talabartero» o «tejedor» decían acerca
ticas, que no podía ser satisfecha adecuadamente, de los que practicaban estos dos oficios. Es posi
ni en su cantidad ni en su uniformidad, por los co ble que las otras dos únicas ocupaciones asalaria
pistas. Si añadimos a esto el hecho de que un cre das que transmitieran de modo tan neto los rasgos
ciente número de escuelas producían semianalfa- del carácter, así como las usanzas del trabajo, fue
betos sin nada para leer, veremos que la extensión ran las del minero y el soldado profesional.
de la imprenta estaba asegurada. A finales del si Tradicionalmente se consideraba que los mineros
glo xv, el número de libros impresos se estimaba formaban una casta aparte. Esta imagen, fundada
en seis millones, compuestos de unos 30.000 títulos en la rudeza de su trabajo y en el aislamiento de
diferentes y producidos por cerca de 1.000 impre los filones, se reforzaba por las mejoras en la per
sores distintos. Un copista profesional, trabajando foración y en la ventilación, que leá permitían tra
aceleradamente, necesitaba seis meses para copiar bajar más profundamente y en regiones aún más
400 hojas en folios; no resulta sorprendente que salvajes, A las tradiciones y leyendas sobre el tra
las imprentas rompieran en cierta medida con los bajo de los herreros y acerca de las regiones mon
criterios sociales convencionales. Así, mientras que tañosas —en Alemania, a los mineros se les llama
hacia los años de 1470 se satirizaba a Vespasiano ba B erg leu te, gentes de las montañas— se añadía
da Bisticci por su intimidad con los socialmente el prestigio de algunos de los más importantes
220 221
descubrimientos tecnológicos de la época: la ma de los ejércitos borgoñeses frente a los suizos ha
quinaria de extracción y trituración, la topografía cia los años de 1470, se habían aprendido dos leccio
y la construcción de accesos, la química utilitaria nes. La primera era que la caballería pesada, el ar
del refinado y la fundición. ma noble tradicional, no podía, por sí sola, vencer
El minero era, por tanto, un experto. Luis XI a los piqueros, y que los ejércitos precisaban ahora
reclutaba mineros en Alemania, e Iván III importó un equilibrio más cuidadoso del que hasta enton
expertos alemanes en 1491, con el fin de que bus ces podía conseguir cualquier país: caballería li
casen cobre y plata a lo largo del río Pechora. A gera y pesada, piqueros y alabarderos, arqueros y
causa de la importancia de su oficio y de la cohe arcabuceros; la segunda era que se precisaba un
sión de las comunidades (aunque estuvieran aisla nivel de capacitación más elevado del que el sol
das) en las que habitaban, los mineros eran hom dado temporal estaba dispuesto a admitir en épo
bres acostumbrados a los privilegios. Los gobiernos ca de crisis. Para las tareas de guarnición, además,
los trataban con alguna precaución; en Suecia, in así como para las guardias permanentes persona
cluso llegaban a enviar delegados propios a las les (por ejemplo, la guardia escocesa de los reyes
reuniones de los estados. En tiempos de guerra, los de Francia), para el mantenimiento de los sitios
oficiales de reclutamiento se dirigían sobre todo y la ocupación de territorios conquistados, el sol
a las zonas mineras, en busca de soldados y explo dado profesional, que podía servir en cualquier
radores duros, con recursos e ingeniosos. momento e ir a cualquier parte, podía proporcio
De modo parecido, el soldado mercenario re nar la necesaria continuidad, así como también su
presentaba una antigua profesión a la que el cam experiencia podía endurecer a los cuerpos de tro
bio de condiciones había dado un nuevo aspecto. pas escasamente preparados, a los que se añadían
Por este motivo causó una nueva impresión en la sus compañías en el campo de batalla.
opinión contemporánea y adquirió una concepción Los mercenarios eran de diverso origen social.
más ceremoniosa acerca de su separación del res La caballería incluía no solamente caballeros y
to de la sociedad. Las guerras las hacían aún en gentes de noble nacimiento, sino también hombres
su mayoría soldados temporales, conscriptos para cuyos servicios se habían premiado con el regalo
una campaña específica, que retornaban a sus ocu de un caballo y una armadura. La infantería cubría
paciones en tiempos de paz, cuando aquélla se ha toda la gama, desde caballeros que ya no pensaban
bía terminado; los hombres de distinción y unos que luchar a pie fuera indecoroso para un hombre
pocos burgueses luchaban a caballo; los campesi de distinción, hasta exiliados, criminales huidos,
nos y los ciudadanos más pobres, a pie. Los costes mercaderes arruinados y comerciantes desconten
de mantenimiento de un ejército permanente ade tos. En 1509, el conservador francés, el señor de
cuado eran demasiado elevados y no permitían que Bayard, se negó a desmontar y tomar Padua a la
se prescindiese de esa fórmula por completo; pero carga junto con los L a nd s k n ec h te . «¿Acaso consi
sus inconvenientes se hacían cada vez más eviden dera el emperador que es justo y razonable —se
tes. Los campesinos hábían mostrado siempre gran quejaba— poner en peligro tanta nobleza junto
renuncia a alejarse de sus cosechas durante mu con su infantería, en la cual el uno es un zapatero,
cho tiempo, y lo mismo los comerciantes de sus el otro un labrador, otro un panadero y otros me
tiendas. Si bien en casi toda Europa se les exigía cánicos?» Pero el lugar acordado al mercenario en
a los legos comprendidos entre los dieciséis años la imaginación popular no estaba determinado tan
aproximadamente y los sesenta que guardasen ar to por su origen social o su capacidad para luchar
mas en casa o en una armería local, rara vez esta como por su temperamento, conducta y aspecto;
ban aquéllas en buen uso. Y ahora, tras las dos una imagen compleja, nutrida por retazos reales,
derrotas, convincentes y ampliamente divulgadas, especialmente estampas realizadas por artistas
222 223
—Nicolás Manuel y Urs Graf entre ellos— que posición repentina y arbitraria, pero aseguraba la
habían sido mercenarios a su vez. Aventureros libertad de cultos. La separación no era más irri
errantes, sin lealtad para nadie salvo para el ca tante de lo que lo era en las localidades donde se
pitán del momento, capaces de m atar por dinero amontonaban comunidades de comerciantes cris
y de despilfarrar lo que tenían en bebidas, muje tianos; además, la riqueza podía comprar las ex
res y juegos, vestidos con galas andrajosas, blas cepciones. No sólo en el comercio y la banca, sino
femos, despreocupados de la familia; éstos eran los también como médicos, músicos y profesores los
términos según los cuales los mercenarios se con judíos hicieron importantes contribuciones a al
virtieron en unos espantajos que los predicadores gunas de las principales corrientes de la vida eu
y los moralistas podían agitar. Con banderas fla ropea. Crecía el interés por el hebreo5; mas este
meantes y una vaina sobresaliente se les repre interés en la lengua de Moisés, de los Mandamien
sentaba, no sin cierta envidia mal encubierta, eruc tos de Dios a los hombres y del mismo Cristo sólo
tando y acuchillando por encima de cualquier era una quebradiza capa de hielo que recubría los
costumbre decente y violando todas las leyes ex prejuicios seculares de un cristianismo occidenta-
cepto la de la demanda y la oferta. lizado. A partir de la Biblia Vulgata de San Jeróni
La antipatía social tenía una cuádruple base. En mo, Dios había hablado a los europeos en latín;
primer lugar la constituía el miedo a las pérdidas hebreo era la lengua de los traidores, de Judas.
o daños. Los abogados y los mercenarios, aunque Cuadro tras otro, el niño Jesús bendecía a la hu
eran necesarios, podían utilizar la confianza que manidad entre las ruinas de la Antigua Ley mo
se había puesto en ellos para sus propios fines. De saica y los arcos quebrados del establo significa
la misma manera podían hacerlo los molineros y ban el cambio de decoración, de Palestina a Roma.
los curtidores, hombres difamados universalmente Las obras de teatro sobre la Pasión escenificaban
como individuos imprescindibles para elaborar los discusiones en las cuales la iglesia había sustitui
productos ajenos, pero que podían apartar o sisar do a la sinagoga. Cuando un nuevo papa se dirigía
parte de esos productos sin miedo a que los des en procesión a San Pedro, los representantes de
cubrieran. En segundo lugar la desaprobación mo la comunidad judía de Roma le salían al encuen
ral. Los hijos de los sirvientes de los baños estaban tro en el puente de Sant-Angelo y le ofrecían los ro
excluidos de los gremios porque los baños públi llos de la Ley mosaica; como representante de San
cos servían para ir limpios, pero también como Pedro, el papa los rechazaba imperiosamente, an
lugares de prostitución. En tercer lugar la inasimi tes de su entronamiento. Esta ceremonia simbóli
lación en la sociedad legalmente constituida: de ca se realizaba en todas partes. En Corfú, por ejem
aquí el desprecio de los alemanes por los tejedo plo, donde se exhibía una familia a los visitantes
res de lino que carecían de gremios y, por tanto, como descendiente directa de Judas Iscariote, se
de voz en los asuntos públicos, y también la des presentaba al nuevo arzobispo un rollo de la Ley
confianza ante los actores ambulantes, a pesar de vieja para que la apartara a un lado, y la comuni
lo seductores que resultaban .sus talentos. En cuar dad judía tenía además que cubrir las calles con
to lugar un odio latente hacia aquellos cuya posi alfombras para que el arzobispal pie pudiera pi
ción moral era desconocida; que no solamente ca sarlas.
recían de casillero en la jerarquía social, sino que, El hacinamiento, los distintivos infamantes, la
espiritualmente, eran extraños. Quienes más se intimidación espiritual, todo ello no pasaba de ser
destacaban dentro de esa categoría eran los judíos. una charada humillante en tiempos tranquilos,
Hacia fines del siglo xv se había llegado a un pero mantenía viva la vulnerabilidad de los judíos
difícil compromiso con los judíos que comprendía
el distintivo amarillo (o su equivalente) y una im 5 Véase más adelante, págs. 355 y s.
224 225
como chivos expiatorios. La desaparición inexpli miento que resultaba afrentoso para el gregaris
cable de un niño cristiano podía provocar la acu mo de sus vecinos y daba pábulo a las sospechas:
sación de asesinato ritual y, consiguientemente, ¿cómo era posible que los judíos, que vivían apar
arrestos, torturas y quema de sinagogas. Cualquier te, casi, como así era, en secreto, siempre parecían
predicador podía obtener un mayor arrepentimien disponer de más dinero que los francos y abiertos
to penitente en su congregación, atribuyendo par cristianos eternamente a la busca de préstamos?
te de la perversidad censurable circundante a la Oficialmente la Iglesia podía coexistir con los ju
tolerancia frente a los crucificadorés; así, por díos, como lo podía hacer con el esclavismo, la
ejemplo, cuando en 1488 fray Bernardino de Feltre tortura judicial, las armas de fuego y cualquier
dio suelta a las masas en Florencia para que persi otra cosa que pareciera-necesaria para mantener a
guieran a los judíos, acción por la que posterior la sociedad en funcionamiento, mas a los clérigos
mente se le expulsó. A raíz del miedo y de la individuales y, sobre todo, a la opinión pública
desorientación política que siguieron a la derrota les resultaba difícil aceptar la infección hebrea
del ejército veneciano en 1509, los habitantes de del tercer estado. «¿Por qué los judíos no quie
ciudades tales como Verona, Treviso y Asolo se ren trabajar con las manos?», preguntaba el pre
echaron sobre los judíos, saqueando sus casas y dicador Geiler de Kaysersberg. «¿Acaso no están
expulsándoles con sus familias, hasta que volvie sujetos, como lo estamos nosotros, al mandato ex
ron tiempos más tranquilos. Este compromiso de plícito de Dios "Ganarás el pan con el sudo» de tu
coexistencia, que siempre fue quebradizo, comenzó frente"?» El cronista español Andrés Bernáldez
a resultar aún menos seguro cuando se percibió señalaba que los judíos «nunca quieren trabajar
que la función económica para cuya realización se arando o cavando, ni tampoco ir por los campos
había .tolerado a los judíos comenzaban a tomarla vigilando el ganado, ni les enseñan a sus hijos a
a su cargo en la práctica y, hasta cierto punto, hacerlo; todo lo que quieren es un empleo en la
también en la teoría los cristianos. Ya no era nece ciudad para ganarse la vida sin mucho trabajo».
sario acudir a los judíos para pedir dinero presta En 1498 se les expulsó de Nuremberg (en esta
do o para empeñar las pertenencias. En los veinte ciudad el motivo fue el interés) a causa de sus
últimos años de la fundación de bancos públicos «manejos usureros, perversos, peligrosos y taima
de ahorro a través de los cuales los gobiernos mu dos». En el mismo aVío se les expulsó de Würzburg,
nicipales concedían préstamos a los pobres. Estos Salzburgo y Württemberg; en 1499, de Ulm; en
M on ti di Pietà, como se les llamaba en Italia, de 1500, en Nórdlingen; en cada uno de estos casos
pendían de los intereses para su funcionamiento, con el permiso (y con la ventaja financiera) de
pero estaban respaldados por la Iglesia y libera Maximiliano. Expulsados de ciertas ciudades en
ban de la fastidiosa necesidad de la tolerancia. Francia (entre ellas, Tarascón, Saint-Maximin, Ar-
Cuando los florentinos establecieron un M on te de lés) encontraron refugio en el territorio pontificio
Pietà, cuyo proyecto se había discutido largo tiem de Avignon. En 1495, y de nuevo en 1506, se les
po, a instancias de Savonarola en 1495, les conce desterró de toda la Provenza. De Beatis comentaba
dieron doce meses a los judíos para que se prepa que si los judíos traspasaban las escasas yardas
raran a abandonar la ciudad. que separaban la jurisdicción pontificia de la fran
El primer ghetto en sentido estricto, esto es, un cesa, «cualquiera podía matarlos sin temor algu
barrio herméticamente cerrado desde la puesta a no». En 1502, Iván III derogó las medidas de pro
la salida del sol, data de 1516, fecha en que se tección que había extendido sobre los judíos de
incomunicó a los judíos venecianos de este modo; Rusia. Pero fue en España donde las envidias so
sin embargo, debido a una exclusividad natural, ciales, la euforia religiosa, el cálculo político y,
los judíos habían vivido ya de antes en un aparta posiblemente, la presión demográfica, produjeron
226 227
la catástrofe real: en 1492 se expulsó sumariamen mero de esclavos en la patria, lo cierto es que a
te a los judíos practicantes, y la medida se llevó aquélla la propició el hecho de que en Europa m e
a cabo con tan estricto celo que se ha estimado ridional y oriental se daba por supuesto desde
en unos 150.000 los judíos que posiblemente aban hacía mucho tiempo el uso de esclavos no cristia
donaron el país. En 1494, Torquemada ordenó que nos como criados domésticos y trabajadores agrí
a los descendientes de aquellos a quienes la In colas, contando además con la connivencia de la
quisición encontrara culpable de haber renunciado Iglesia, la cual daba preferencia a la posible con
formal pero no convincentemente al judaismo se versión del paganismo sobre la cierta pérdida de
les excluyera de una lista de ocupaciones que, a la libertad personal: mejor un esclavo cristianiza
todos fines y efectos, era una definición de la cla do que un hombre pagano. Las órdenes misioneras
se media. «No pueden tener o poseer funciones llegaron a m ostrar —y para ello se necesitaba un
públicas, o puestos u honores, ni pueden recibir gran valor— un interés humanitario profundo por
órdenes sagradas, ni ser jueces, alcaldes, alguaci la suerte de las poblaciones indígenas de América,
les, magistrados, jurados, administradores, funcio mas la importación de' esclavos de todas partes
narios de pesos y medidas, comerciantes, notarios, había llegado a generalizarse tanto que apenas si
escribientes públicos, abogados, apoderados, secre permitía mantener una débil preocupación por la
tarios, interventores, tesoreros, médicos, ciruja institución misma de la esclavitud.
nos, tenderos, corredores, cambistas, inspectores Los portugueses habían estado importando es
de pesos, cobradores, recaudadores de impuestos, clavos africanos para su uso propio mucho antes
ni ostentar ningún otro cargo público similar.» de que comenzaran a facilitárselos a los españoles
Además de la expulsión de los judíos practicantes, para las minas y las plantaciones del Nuevo M un
los esfuerzos de la Inquisición fructificaron en la do. En 1500 se habían embarcado ya unos 150.000.
quema de 2.000 con verso s condenados y 120.000 A principios del siglo xvi, escribía un observador,
más huyeron del país. El vacío que se produjo en no sin cierta exageración, que «apenas sí puede
las filas medias de la sociedad no se llenó; a los uno creer que en Lisboa haya más esclavos, hom
pobres les faltaba talento y capital, y la aristocra bres y mujeres, que portugueses de libre condi
cia desdeñaba la vida del comerciante y el banque ción». En Italia, los esclavos eran ya de tiempo
ro. Fueron sobre todo los cristianos extranjeros atrás un rasgo característico de las casas ricas, y
quienes asumieron la dirección de los asuntos si^ hacia el final del siglo comenzó a decrecer su
económicos españoles, esto es, genoveses, alema número —aunque sólo en Venecia parece que lle
nes y flamencos. En interés de una sola raza, Es gó a haber unos 3.000—, se debía no a un cam
paña comenzó su período imperial ultramarino bio de actitud, sino al bloqueo de la mayor fuente
gravosamente mermada en la composición social de aprovisionamiento, debido al control turco so
de su pueblo. bre el mar Negro y los puertos levantinos. De aho
Hasta cierto punto, España compensó esta re ra en adelante, los turcos absorberían los produc
ducción en la clase distributiva con un aumento tos multirraciales del mercado de Kaffa, en tianto
de la clase productiva por medio de la institución que a los españoles, italianos y portugueses se les
del esclavismo en el Nuevo Mundo. Los habitantes dejaban los etíopes, los moros del litoral africano
de las Indias Occidentales se mostraron incapaces del norte y algunos griegos y eslavos atrapados en
de soportar el pesado trabajo de las minas y, pos Dalmacia. Además, los esclavos negros eran cada
teriormente, del cultivo de la caña de azúcar. En vez más caros y, en las casas burguesas, se habían
1501 llegaba el primer cargamento de esclavos afri convertido en un tedioso problema moral: su ap ro
canos. Si bien la introducción de la esclavitud en vechamiento como si fueran parte del mobiliario
las Américas coincidió con un descenso en el nú permitía a sus propietarios comprobar la veraci
228 229
dad de una leyenda ya bien desarrollada acerca de La decadanecia de la esclavitud en el Este fue
la potencia de los africanos. Ahora sólo se les más lenta. A la vuelta del siglo, en Rusia se utili
compraba a título de caprichos, bien recibidos zaban esclavos como criados domésticos en las
como una nota de oscuro exotismo en el elegante casas de los príncipes y los boyardos y, en algunas
e n s e m b le de la corte. Los luchadores negros de posesiones más grandes, también como trabajado
Hipólito de Médicis o el centenar de moros, un res agrícolas, pero tanto en Rusia como en Litua-
regalo de Fernando a Inocencio VIII en 1488 que nia la esclavitud se estaba tornando en servidum
el Papa distribuyó entre sus cardenales y los no bre, como ya había sucedido en Polonia, Lituania
bles romanos a los que deseaba favorecer, tenían meridional, sin embargo, constituía una fuente de
un valor productivo nulo. Y eso mismo es proba aprovisionamiento para los tártaros de Crimea en
blemente cierto para toda la Europa del suroeste sus incursiones en busca de esclavos. Protegidos
(hacía tiempo que la esclavitud había desapareci por una alianza con Iván III, quien necesitaba su
do del noroeste) hacia 1500. El esclavo remero de apoyo contra Kazán y el Khanato de la Horda de
las galeras del Mediterráneo es un fenómeno que Oro, llegaron en 1482 tan lejos en sus incursiones
aparece a mediados del siglo xvi. Aunque los ca que alcanzaron Kiev, saqueando la ciudad y lleván
pitanes de navio utilizaban indígenas capturados dose a gran cantidad de sus habitantes a Kaffa.
en ultramar, en los viajes desde Europa los hom Los esclavos que, en una época de altos costes de
bres escogidos para purgar sus delitos o para transporte, se podían transportar a sí mismos,
abandonarlos a lo largo de la ruta a fin de «eu eran una inversión muy rentable; además, no ha
ropeizar» trozos de costa a beneficio de los náufra bía descenso de la demanda entre los turcos, ya
gos o de los exploradores precisados de ayuda eian fuera la originada entre individuos ricos que de
criminales a quienes se había conmutado la sen seaban ensalzar la variedad y la pompa de sus
tencia. Pero el desuso no debilitó el principio. El séquitos, ya la originada por los agentes del sul
estudio de la teoría política antigua suscitó un re tán. En un país donde el mismo sultán era hijo de
novado interés por la esclavitud, sobre la que se un esclavo, la palabra tenía resonancias distintas
basaba la sociedad antigua. Este era un punto de de las asociaciones degradantes y a veces temibles
vista desde el que se desplegaba la exquisita aris- que suscitaba en el Oeste. Los esclavos adultos po
tocratización. de Castiglione en su concepción de dían terminar remando en las galeras turcas, pero
la sociedad, ya que «algunos... han nacido de tal en su mayoría se empleaban como sirvientes o
suerte que la naturaleza les ha ordenado obeder, guardias personales. Para los muchachos que fri
así como los otros han de mandar... Por tanto, hay saban los doce años, ora comprados en los mer
muchos hombres ocupados solamente con las ac cados de esclavos, ora parte del tributo humano
tividades físicas, y éstos difieren de los hombres que los turcos cobraban de los albanos, serbios,
versados en las cosas del espíritu tanto como las croatas, búlgaros y griegos, la posibilidad de mo
almas difieren de los cuerpos... Puesto que aqué vilidad social —aparte de la situación legal—
llos son esencialmente esclavos y para ellos es me era mucho mayor que en el Oeste, factor éste
jor obedecer que mandar». El principio no se que hacía que muchos padres de los Balcanes
tradujo en acción, desde luego, pero es difícil du dieran la bienvenida al piquete de inspectores
dar de que un conocimiento más claro de la es de niños, que pasaba cada cuatro años y que
tructura de la sociedad griega y romana, surgido impulsara a muchas familias musulmanas a pa
de los estudios humanistas, no añadiera algo al gar a las cristianas para que hicieran pasar
*matiz de desprecio que incitaba a todo escritor po como suyos hijos de las primeras. Los servi
lítico de esta época a verter su desdén sobre las cios administrativos y militares del estado otoma
masas. no se reclutaban de entre los esclavos cristianos
230 231
reeducados, y una carrera que comenzaba en una bre todo, en destripar el suelo para el grano. Si
choza albanesa podía acabar en un generalato, un bien había pastores en España, viticultores en Bor-
extenso harén y un servicio doméstico que llegaba goña y apicultores en las selvas rusas, Europa vi
a los miles de personas. La suerte de los niños vía sobre todo del trigo, la avena, la cebada, la
conseguidos como tributo se hallaba en radical escanda y el centeno. La pobreza de las comunica
contraste con la de los negros que trabajaban en ciones determinaba que ningún área pudiera cons
las plantaciones de la Española, o con la de aque tituirse en panera para sus vecinos (en la misma
llos guineanos aún menos afortunados a quienes Francia no había ni un distrito dedicado exclusi
los franceses vendían como alimento a sus asocia vamente a las viñas), y la escasez de abonos, junto
dos caníbales del Brasil, los Potiguara. a las labores poco profundas y a una ganadería de
poca importancia, obligaba a apartar grandes áreas
para el grano, aun cuando la tierra fuera más ade
3. LA COMUNIDAD AGRÍCOLA, LOS HABITANTES DE LA cuada para pastizal, árboles frutales o huerta, si
CIUDAD Y LA ARISTOCRACIA se quería producir un exceso sobre el consumo me
ramente local. Existía una cierta variedad: manza
Hemos tratado hasta ahora de las anomalías nas y albaricoques, lino y judías, pollos y asnos;
dentro del teHXiLXStido, desde losJjm tim arios pero lo que determinaba la condición y organiza
jdel gobierno hasta ^los jgintores, ^mineros ción social propias de los campesinos, reconocible
vos.^ Et trabájo* consistía casi éxclusivan^nta-«eP en su similitud desde el Atlántico a los montes
arar la 'tie n ^ J f K .estaba Urales, era el cultivo del grano.
^dTK B fla. fandamasjtatogate, por campesinos. Los largos siglos medievales habían producido
En 1510 Lucas van Leyaen conmemoraba éste he innúmeras variaciones en la propiedad y las labo
cho en un grabado conmovedor sobre Adán y res campesinas, desde el esclavo sin derechos,
Eva, Las dos figuras caminan a. través de un pai pasando por el siervo, capaz de atraer sobre sí la
saje de piedras y hierbajos; a su espalda, un ár atención del derecho del país a través de la cerca
bol con las ramas dobladas por los vientos. Eva, del control señorial, hasta el propietario libre y
como una premonición de María ( Quos E v a e cu lp a próspero. La propia naturaleza de la tierra produ
d a m n a v it, M ariae gratia s o lv it) y como el símbolo cía la variedad; la orgullosa independencia del
de toda maternidad, se adecúa a ese laborioso fon campesino bretón, quien separaba mediante cer
do, sin ser parte de él: con un rostro acariciante cados su pedazo de terreno del de su vecino, con
y el cabello suelto, su cuerpo y su vestido forman trastaba con los amplios campos abiertos al sur
una mezcla maravillosa de gótico y antiguo, acuna del Loire y sus fiestas corporativas de la siega.
un niño que yace en sus brazos como un regordete Es posible, sin embargo, enunciar una cierta gene
abad pequeñito. Fuera del tiempo y de las clases ralización; la diferencia social esencial se estable
sociales, la madre y el niño llevan la escolta de cía entre aquellos que tenían un arado y los ani
una figura que parece haber surgido del paisaje males necesarios para tirar de él y la mayoría de
y que está condenada a permanecer en él; es un los que no tenían más que una pala y no podían
hombre viejo, de barba y cabellos hirsutos, con contribuir sino con uno o dos animales para com
el cuello hundido en unos hombros enormes, ves pletar el equipo de un hombre más rico. El can
tido con unos jirones de piel y llevando una pala sancio físico, 1a. vigilancia constante contra las in
de madera. trusiones en los terruños o sembrados que ño
Los labradores ya no llevaban pieles, pero la estaban delimitados mediante setos o cercados, el
pala, especialmente la de madera, todavía era el aislamiento, todos estos factores producían la
distintivo de su trabajo, ya que éste consistía, so «mentalidad campesina» y, aparentemente, justifi-
232 233
caban la corriente de chanzas y mofas urbanas. seían una casa y algunos acres de terreno, pero que
Por supuesto, ellos eran los responsables del con buscaban trabajo estacional en otras propiedades,
servadurismo en la práctica de la agricultura y de a fin de mantener a sus familias por encima del
la crueldad de la que tanto los gobiernos como los nivel de subsistencia. Por otro lado, durante el pe
propietarios acomodados tenían que tomar cuen ríodo de escasez de mano de obra que siguió a la
ta. Carentes de vida privada —la mayoría tenía Muerte Negra, un crecido número de campesinos
una choza o dos habitaciones que cumplía el doble había comprado o contratado haciendas propias
papel de granero y establo— y con escasas perte (y si no estrictamente suyas, sí que por lo menos
nencias personales: una mesa, un arca (para alma se podían transm itir a sus herederos sin problema
cenar y para sentarse en ella), una olla de hierro y alguno). Como resultado, se agrandó el abismo en
una artesa, con unos niños a los que se empleaba tre los campesinos sin tierra y los pequeños cam
para espantar a los pájaros tan pronto como se te pesinos de una parte y los pequeños propietarios
nían en pie y unas esposas que trabajaban tan du de otra, quienes, si bien trabajaban ellos mismos
ramente como ellos; los campesinos no estaban en la tierra, también empleaban pastores y labrado
situación de interesarse en los cambios de su res. Tales personas podían mirar hacia un futuro
perestructura de la civilización de la cual eran el en el que sus descendientes pudieran huir del tra
fundamento. La voz campesina que conservan las bajo manual y coger el camino al que no se apli
fuentes escritas es violenta, querellante, llena de caban reglas reconocidas legales o universales, sino
ruda superstición. Pero ello se debe a que le oímos solamerite el juicio local y una moderada prospe
simpre más claramente cuando se levanta contra ridad, hacia la amplia gama de los campesinos aco
el gobierno o cuando se la denuncia desde el pùl modados o de los ricos; las ganancias en la agri
pito. Tanto su paciencia como su capacidad para cultura eran escasas y las propiedades sólo se
trabajar con los demás y su anhelo de tierra y podían construir lentamente, una generación tras
bienes propios se pueden ver en la misma tierra y otra.
en las señales de su trabajo en ella; en lo que En Inglaterra^ los campesinos, acomodados le
afecta al resto, es preciso observar a los campe
sinos de la Europa moderna, de Montenegro, Cer- nización políticajr a la paz eme originó en el cam-
deña o Irlanda, por ejemplo, para ver cuánta ge póT Sobré 'tSScTse "Rallaban endeudados con el tie-
nerosidad y humor pueden caber en un conserva cRo de que la guerra de los Cien Años hubiera
durismo ignorante. tenido lugar sobre suelo francés. Si bien en Fran
Un rápido vistazo a Europa desde el Oeste al cia era menor la proporción de pequeños propieta
Este nos mostrará las variaciones regionales sobre rios independientes y la clase de los campesinos
cuyo fondo hay que medir tales generalizaciones acomodados no tenía el «peso» que la opinión local
y nos hará conscientes del contraste entre el cam le acordaba en Inglaterra, había grandes diferen
pesinado relativamente próspero de Inglaterra y cias en el tamaño de las propiedades rurales y, a
Francia* y la decadencia de su condición social y despecho de los vestigios del derecho feudal y se
nivel de vida en Polonia y Rusia. ñorial, posiblemente más libertad de acción y se
En Inglaterra, la variedad era especialmente guridad en la posesión, debido a que, a fin de
grande. El aumento gradual de la población obli reactivar las propiedades devastadas por la guerra,
gaba a los hombres con poca o sin ninguna tierra, los terratenientes hubieron de hacer grandes con
a los que dependían del empleo ajeno, a afrontar cesiones para atraer de nuevo a los arrendatarios
una mayor competencia y a acudir a la caridad. y evitar la dispersión y el ocultamiento. Hacia fi
Este mismo factor hacía insegura la vida de nu nes del siglo xv aún había tierras que esperaban
merosos pequeños campesinos, hombres que po ser restauradas, y el sistema de m étayage, por el
234 235
que se pagaba la renta en especies a cambio de las señoriales, los impuestos estatales y los diezmos
herramientas, las semillas y el propio uso de la eclesiásticos; para la mayoría de los campesinos,
tierra, permitía que los hombres sin capital recla una desesperada vida de fatigas dejaba sus fortu
maran tierra para establecerse en ella con seguri nas exactamente como ellos las habían heredado
dad, aun a pesar de que el beneficio que se podía y, además, no proporcionaba seguridad ninguna
extraer de una m é ta irie era poco adecuado para contra los endeudamientos que seguían a una mala
producir una elevación de la condición social. Que cosecha. En Portugal, la renta, los derechos feuda
nuestro período —casi precisamente nuestro perío les y el diezmo podían llegar a constituir un 70
do— era favorable al campesino francés que desea por 100 del producto del campesino.
ba comprar tierra y aumentar sus bienes, nos lo Y, sin embargo, no fue un período, tanto en Es
sugieren las cifras recopiladas por la señorita Be- paña como en Portugal, en el que hubiera que »te
zard. Para comprar un hectolitro de mestura (trigo mer una revuelta y mucho menos una guerra cam-
mezclado con centeno), un trabajador hubiera teni gesi»a. El rey Juan de Dinamarca (1481-1513)
do que trabajar seis días bajo Luis XI, dos y medio podía referirse a los campesinos como hombres
bajo Carlos VIII, dos y tres cuartos bajo Luis XII nacidos para la servidumbre (condición de servi
y ocho bajo Francisco I; para comprar una vaca, dumbre que los daneses, a diferencia de los suecos,
doce días bajo Carlos VIII, cuarenta y tres bajo estaban abandonando). El proverbio francés «Jac-
Francisco I; para comprar una hectárea de terreno, ques Bonhomme tiene fuertes espaldas y cargará
cuarenta y cuatro bajo Luis XI, veintiuno bajo con lo que sea» daba por supuesto la pasividad
Carlos VIII, ciento cuarenta y seis bajo Luis XII campesina, como también lo hacía el alemán «Un
y casi cuatrocientos bajo Francisco 16. campesino es justo como un buey, sólo que no
Si la cantidad de material publicado acerca de tiene cuernos», a pesar de que las guerras campe
la vida rural inglesa y francesa hacen peligrosa sinas iban a estallar en la Alemania meridional y
cualquier generalización, las conclusiones sobre la central en 1524-1525, estando precedidas de asocia
situación del campesinado español son temerarias ciones clandestinas, como el movimiento del B und -
por la razón opuesta. Un decreto de las Cortes en s c huh de 1502-1517. Debido a su tamaño y a la
Toledo en 1480 abolió la servidumbre en Castilla heterogeneidad de sus instituciones, de todos los
y los servicios feudales se abolieron en Cataluña países europeos, Alemania era aquel del cual resul
en 1486, a cambio de una compensación en metáli ta más difícil generalizar, mas la condición y la
co. Es imposible decir, sin embargo, en qué me: prosperidad de los campesinos (y, por tanto, la
dida se benefició de estas medidas el campesinado, diferencia entre los pobres y los acomodados) pa
en contraste con Aragón, donde prevalecían las rece haber sido más grandes en el suroeste y ha
relaciones feudales. En Castilla había bastantes ber ido disminuyendo hacia el noroeste. Hablando
propietarios campesinos prósperos, tantos que se de Alsacia, Wimfeling escribía: «Sé de campe
les reconocía como un tipo social en la literatura, sinos que gastan tanto en las bodas de sus hijos
pero la posibilidad de que un pobre mejorara su e hijas o en el bautismo de sus niños que con ese
condición estaba gravemente lastrada por la ayuda dinero podrían comprar una casa pequeña, una
masiva que el gobierno concedía a las rutas de granja y una viña.» El testimonio de los moralis
pastoreo, a los gigantescos rebaños que la M esta tas es siempre sospechoso, pero, por otro lado,
organizaba. Aún estaba más gravada eft la totali una ordenanza promulgada en 1497 en Lindau pro
dad de la Península debido al peso de los derechos hibía al «campesino llano llevar paños que cues
ten más de medio florín la yarda, sedas, terciope
6 La v ie r u ra íe d a n s le s u d d e la r é g io n P a r isie nn e d e los, perlas, oro o vestiduras acuchilladas», lo cual
1450 á 1560 (París, 1929), págs. 236-239. confirma el testimonio de que los efectos de las
236 237
rutas de comercio de lujo a lo largo del país del las. En 1497 la Dieta bohemia confirmó la servi
Rin no se limitaban a las ciudades. De mayor im dumbre de los campesinos. En 1519 se declaró que
portancia para los moralistas y el consejo de la el deber de servicio de una propiedad rural que
ciudad era la independencia nutrida por el ejem daba establecido de un día a la semana (en lugar
plo de los suizos vecinos, quienes, por medio de de uno a seis días al año) y, en la práctica, resul
una prolongada guerra campesina no sólo se ha taba mucho más pesado; una serie de leyes, pro
bían sacudido los derechos feudales que aún eran mulgadas entre 1496 y 1511, prohibían tanto al
comunes en Alemania (aunque ya no fueran un campesino como a sus hijos que abandonaran las
símbolo de la dependencia), sino que habían crea tierras sin el consentimiento del señor, y, durante
do una comunidad independiente. Refleja también la misma época, se abolió el derecho de apelación
dos factores cruciales que, en aquel momento eran contra la justicia señorial excepto en las tierras
inconmensurables y gravitaban sobre la posición de realengo o en las eclesiásticas. En 1514, todos
del campesinado en toda Europa occidental: los los campesinos húngaros que vivieran fuera de los
costes crecientes de las administraciones burocra- burgos reales libres, fueron condenados a «servi
tizadas (estatales, civiles y principescas), que se dumbre real y perpetua» frente a sus señores. Un
descargan sobre aquellos sectores de la sociedad descenso semejante de condición y libertad de
entre los cuales resultaba más difícil de movilizar acción se produjo en Lituania y Rusia, con mayo
la objeción, y la profesionalización de la guerra, res demandas de obligaciones monetarias y servi
lo que significaba que los terratenientes, a quie dumbres laborales y con una vinculación más
nes les desaparecían los beneficios de los pagos, estrecha del campesino a la gleba; según el Códigp
los pillajes y los rescates, se concentraban en la ruso de 1497, un campesino sólo podía abandonar
explotación de sus propiedades. Los J un k e r de a su señor durante el período que comprendían
Prusia son un claro ejemplo de esta segunda ten las dos semanas posteriores al día de San Jorge,
dencia. También se reactivaron derechos feudales y aún así, tras haber pagado unos elevados dere
caducos en un movimiento orientado a reducir a chos por el privilegio de ser un hombre libre du
los campesinos a la condición de los siervos esla rante una ventiseisava parte del año.
vos, cuyo trabajo se hallaba por completo a dis La primera razón que explica esta caída en la
posición de su patrón. servidum bre fue la mengualda..la importancia^xfe
También era clara la diferencia entre los dos la, EurojDajari&atal. El resentimiento de los nobles
modos en que los magnates trataban de asegurar frente“a las actividades competitivas de los mer
se la mano de obra en sus propiedades al este y el cados ciudadanos, el alto precio que allí alcanza
oeste del Elba. En el Oeste, la tendencia era la de ban los artículos manufacturados, el refugio que
reducir, conmutar o abolir las obligaciones labo las ciudades concedían a los campesinos fugitivos
rales, esto es, confiar en la buena voluntad y en y la consideración con que las trataban los go
el contrato voluntario más que en la fuerza. En el bernantes que andaban necesitados de subsidios
Este, los terratenientes intensificaron su demanda económicos, todos estos factores provocaron la
de mano de obra y sus esfuerzos por vincular a presión sobre los gobiernos para que redujeran la
ésta a la tierra. Este paso hacia la servidumbre lo independencia y la actividad comercial de las ciu
respaldaban los gobiernos de la Europa oriental: dades; presiones que tuvieron éxito y que llega
la vida urbana, siempre menos vigorosa que en el ban en una época en que la Liga Hanseática, asi
Oeste, estaba en decadencia; los gobernantes se mismo en decadencia y atosigada en el Báltico por
enfrentaban con la bancarrota si no podían procu las marinas inglesa y holandesa, ya no podía ser
rarse el apoyo financiero, así como político de la vir como ejemplo de la energía urbana en la Eu
clase terrateniente, o noble o propietarios agríco
238 239
ropa del noreste y cuando las rutas continentales como para que, a través de su interacción, se pro
hacia el Oeste se agostaron virtualmente tras la dujera algo más duradero y más reconocible que
ocupación turca de la costa norte del mar Negro. la actividad de una ciudad aislada: Flandes e Ita
En 1500 se excluyó a los habitantes de las ciuda lia septentrional en el siglo xiv y Alemania del
des de la representación en la Dieta de Bohemia. suroeste y la tierra del Rin en el siglo xv eran los
La recuperaron en 1517, mas la tendencia estaba ejemplos. En España, las comunicaciones entre las
clara: los nobles y el gobierno se enfrentaban a ciudades tan alejadas unas de otras eran demasia
los campesinos sin el amortiguador económico y do dificultosas como para que la interacción tu
político de las ciudades. viera sentido alguno. La vida burguesa de Londres
Esto no quiere decir que en el Este cesara la encontraba poco eco en los otros centros urbanos
actividad burguesa. Los hombres continuaron ven de Inglaterra, mucho más pequeños.
diendo y cambiando mercancías que no producían A pesar de que las ciudades francesas más im
ellos mismos, dedicándose a los préstamos y al portantes, tales como Rouen, Burdeos, Toulouse,
cambio de moneda,, pero lo hacían cada vez más Marsella y Lyon, estaban muy separadas entre sí,
como agentes o comisionados, empleados por los la política económica de Luis XI había estimulado
grandes dé la tierra, o como buhoneros disfraza la vida urbana en general. Las ciudades volvían la
dos, que obtenían ventajas de las concesiones vista hacia París como un centro de estímulo y
aduaneras de importación que (al menos en Po fiscalización. En las ferias mercantiles, aun más
lonia) se hacían para los nobles, pero no para las que en las reuniones de los estados provinciales,
ciudades. No obstante, poco significa la palabra la burguesía conseguía aparecer eficazmente como
«burgués» si no se la puede vincular a la cultura constituyendo un estado propio y la conexión de
burguesa y para eso se precisan cuatro condicio algunas de las grandes familias comerciantes con
nes: una acumulación urbana significativa de hom la administración real le daba a su condición una
bres dedicados al intercambio de mercancías, publicidad adicional. Lo que quizá llamara más
servicios o dinero; representación de sus concep que nada la atención de los contemporáneos más
ciones comunes en el gobierno nacional, regional intensamente que antes era la creciente diferencia
o local; reconocimiento de la naturaleza y de los de ingresos y formas de vida dentro de la propia
valores de su propia forma de vida como especí burguesía como totalidad.
ficamente distinta de la de los nobles o de los pro En qué medida era aguda esta diferencia de in
ductores de bienes primarios y reconocimiento de gresos dentro de la burguesía hacia 1500 lo pode
tal diferencia por los otros; posesión de la rique mos ver en una ciudad moderadamente próspera
za suficiente que permita dejar una huella física y medianamente grande, Hamburgo, en la que se
e intelectual en la cultura de su tiempo por medio habían distinguido cuatro categorías7: los ricos,
de la construcción y el mecenazgo. Si se parte de con ingresos que oscilaban entre los 5.000 y los
estos criterios, resulta difícil localizar una cultura 40.000 marcos de Lübeck, esto es, los grandes mer
burguesa al este del Oder, incluso en Cracovia, caderes y los propietarios; aquéllos con ingresos
Novgorod o Moscú. entre los 2.000 y los 5.000 marcos, principalmente
Es necesario conservar en la memoria el contras dedicados a la cervecería y a la navegación; los
te entre la vida urbana (común a toda Europa) y pequeños cerveceros, los tenderos prósperos, los
la cultura burguesa también cuando se trata de carniceros y herreros famosos, con ingresos entre
estudiar la naturaleza de las clases ciudadanas en 600 y 2.000 marcos; pequeños comerciantes y nu
Europa occidental. Una cultura burguesa signifi
cativa sólo era posible en zonas en las que las ciu 7 Por Heinrich Reineke, cit. P. Dollinger, La H a n se (Pa
dades prósperas estaban lo suficientemente cerca ris, 1964), päg. 165.
240 241
merosos cerveceros que, más que ser propietarios, del tercer estado tenía la misma minuciosidad en
eran arrendatarios de sus establecimientos, con las ciudades italianas. Si bien aquí era también
ingresos entre 150 y 600 marcos. Por debajo de importante la riqueza, ésta no constituía más que
estas categorías se encontraba la masa de artesa uno de los criterios por los que se determinaba el
nos pobres y empleados municipales, tales como respeto que se le profesaba a un hombre o el
barrenderos, porteros y criados domésticos. valor que él atribuía a su propia posición en la so
Puestas en relación con estudios comparables en ciedad. El enlace duradero con la dirección de los
otros períodos, tales cifras muestran que en las asuntos cívicos creaba un grado por sí mismo, in
ciudades europeas había una clara tendencia a cluso allí donde, como en el caso de los g e n tiluo
acentuar el contraste, de un lado, entre los bur m in i sieneses, ciertas familias representaban un
gueses pobres y los ricos y, de otro, entre la bur grupo cuya función política prácticamente se había
guesía en su totalidad y los trabajadores manua anquilosado: el respeto por el linaje podía sobre
les. Un ejemplo característico es el de Nuremberg, vivir a la pérdida del poder. A los individuos se
que participó en el crecimiento general de la pro les «colocaba» socialmente no de acuerdo con su
ducción de las ciudades alemanas entre 1480 y influencia política y sus cualidades y posesiones
1520. La discrepancia que aquí se encuentra en personales, sino con referencia a los antecedentes
tre los pobres y los muy ricos se ha descrito como históricos de sus familias y a la posición social
«enorme»8, pero no es posible establecer una co de aquellas con las que estaban relacionados por
rrelación sencilla entre la riqueza, la condición so razón de matrimonio. Las antenas sociales eran
cial y el poder político. El dominio político residía sensibles y conscientes de la tradición.
indiscutidamente en las manos de 43 familias pa Resulta imposible hablar en términos generales
tricias que, a su vez, se dividían en tres categorías, acerca del carácter de la vida burguesa. Había una
según la antigüedad de su asociación con la admi gran distancia desde la circunspección opulenta
nistración civil. Al cerrar solemnemente la admi de Venecia y la melindrería de la conducta floren
sión en las filas del patriciado en 1521, el Consejo tina hasta las rudas orgías de los mercaderes de
definía a esta clase como «aquellas familias que Bergen en la fiesta anual de iniciación de los ofi
acostumbraban a bailar en el R a th a u s en los viejos ciales en las filas de los avezados B e r g e n fá h r e r. El
días y que aún bailan allí» mediante invitación satírico abogado, Guillermo Coquillart, retrataba
formal. Un poco por debajo de los patricios en al burgués de París y de su ciudad natal, Reims,
la reputación pública, pero distinguiéndose de como un palurdo que aspiraba a ser aristócrata;
modo similar por el atuendo y las formas de tra y de lo que quizá resulta su tema más vigoroso,
tarse, se encontraba una clase reconocida especí las relaciones de los sexos, surge un cuadro vivo
ficamente: la de aquellos que habían adquirido compuesto de senos manoseados, faldas levantadas
más recientemente la influencia o la reputación y traseros pellizcados, por un lado, y extraños te
profesional, hombres cuyos ingresos y formas de jidos, peinados artificiosos y gustos melindrosos,
vida podían ser similares a los de ciertos patri por el otro. Uno de sus poemas más chispeantes
cios, o incluso más solemnes, pero que no po describe la pelea entre una pareja próspera acer
dían compartir la peculiar aura de autoridad de ca de con quién se casará la hija. El marido se da
aquéllos. por satisfecho con que siga siendo una «belle
La conciencia de las diferencias de clase dentro bourgoise», y la mujer insiste en que «on la de-
moisellera». Coquillart sugiere que, entre tanto, la
8 Por Gerald Strauss en su N u r e m b e r g in th e S ix tee n th vistan mitad de lino y mitad de terciopelo, «moytie
C e n tu r y (N. Y., 1966), de donde he tomado los datos si bourgeoise et demoyselle».
guientes. De hecho, probablemente era más frecuente que
242 243
los burgueses ricos ascendieran a las filas de la profesionales, hasta el mercader individual que po
aristocracia, por admisión, ya que no mediante pa día pagar por sí solo hasta un tercio del subsidio
tente de nobleza, que un pobre hombre prosperara de la comunidad»9.
hasta alcanzar aquellos niveles de la burguesía En su desesperación, los hombres carecían de la
donde radicaba el auténtico peso social. La socie energía, la confianza mutua y la ideología precisa
dad urbana era antigua. La distribución de poder para imirse efectivamente. Había uniones y pro-
en los asuntos municipales se había establecido tosindicatos que daban una apariencia de concien
desde mucho antes entre los representantes de las cia de clase unitaria a los obreros y que %ofrecían
distintas profesiones y oficios, habiéndose hecho una forma de consuelo social a los trabajadores
pocas concesiones a los cambios económicos del errantes o a los oficiales en busca de empleo. Se
último siglo aproximadamente. Debido a las cre hacían huelgas por una paga mejor o por mejo
cientes restricciones para la admisión entre las fi res horarios, especialmente en las comunidades
las de los maestros de los gremios, el aprendiz mineras de Alemania. Pero la noción del contrato
industrioso que lograba ascender era ahora exce colectivo carecía de todo apoyo teórico y el desafío
sivamente extraño y no se le podía considerar que representaba frente a la vieja idea del ser
como un símbolo del éxito social. En tanto que un vicio mutuo era tan grande que las ciudades es
maestro podía admitir a sus propios hijos sin res taban dispuestas a perder una profesión antes que
tricción como aprendices, el límite para los de fue a mejorar las condiciones de trabajo aceptando las
ra de la familia era de uno o dos, y después, tras exigencias que se planteaban desde abajo. Los
un aprendizaje que iba desde los cuatro a los ocho mercenarios eran los únicos que podían hacer
años, el oficial cualificado tenía que buscar tra huelgas con un éxito completo; únicamente ellos
bajo por su cuenta hasta que hubiera podido acu presentaban reivindicaciones que afectaban tanto
mular la cantidad que le permitiera comprarse una a las vidas como a las formas de vivir.
maestría propia. Entre las capas superiores de la burguesía, el
La tendencia de la clase de los maestros a per desprecio y el miedo crecientes frente al proleta
petuarse a sí mismos, así como la de que la con riado corrían parejos con el gusto por las mane
dición social se determinara por la tradición y la ras aristocráticas que ya había percibido Coqui-
familia más bien que por el talento o la respuesta llart. Y esto se producía en una época en que la
a las fluctuaciones del mercado, se aceleró en una aristocracia europea —con muchas diferencias per
época en que estaba aumentando la inmigración sonales y regionales— estaba experimentando un
en las ciudades y que en el aumento de los precios cambio perceptible en su función y en sus valo
obligaba al oficial asalariado y al trabajador urba res. Se abolieron ciertas ceremonias y tratamien
no, ora a una errabundez inacabable, ora a añadir tos, como el español «es nuestra voluntad», que
se a la cola de reparto de pan a los menesterosos, imitaban los procedimientos reales. Se recortó la
lo que originaba un aumento de la presión de lás justicia personal. Los nobles ya no podían acuñar
capas que había sobre ellos. La existencia de un moneda, ennoblecer a otros o eximirles de im
proletariado falto de recursos no era una novedad, puestos. Aún iban los nobles a la guerra, mas a
pero se convirtió en un fenómeno más visible. «En invitación del rey y premiados por él. Su posición
definitiva», se ha dicho a propósito de Inglaterra, cada vez más debilitada frente a la corona y a la
«unos dos tercios de la población urbana vivían burguesía se acentuaba por una reducción general
cerca o por debajo del límite de la pobreza; el de las rentas de sus posesiones, causada por un
tercio superior lo constituía una pirámide social
que ascendía hasta adquirir el tamaño de una agu 9 Joan Simon, E d u c a tio n a n d S o c ie ty in T u do r E n g la n d
ja, desde los prósperos artífices, comerciantes y (Cambridge, 1966), pdg. 18.
244 245
descenso en el poder adquisitivo de la moneda, un príncipe a la espera de protección. De otro modo,
descenso que puede haber llegado a ser del orden cualquiera podría considerarme como una presa
de los dos quintos entre 1500 y 1520. Teniendo que fácil... No podemos visitar una aldea vecina, ni
doblegarse ante las circunstancias —prohibición ir a cazar o a pescar, si no es con la armadura...
de la guerra privada y de la construcción de for El castillo, ya esté en la llanura o en la montaña,
talezas; obligación de conseguir más bien que de no tiene que ser elegante, sino firme, rodeado de
recabar por la autoridad la mano de obra agríco fosos y murallas, estrecho por dentro, repleto de
la; merma de la importancia de la caballería—, la establos para el ganado y arsenales para las armas,
aristocracia se hizo más racional en su calidad de la brea y la pólvora. Además están los perros, con
terrateniente, más apreciativa de las oportunida su estiércol; un dulce aroma, os lo aseguro. Los
des que se abrían sirviendo al gobierno por un hombres a caballo van y vienen, y entre ellos los
salario, más cuidadosa a la hora de resucitar o asaltantes, los ladrones y los bandidos... El día
de inventarse una parte que representar en la po está lleno de preocupaciones por el futuro, cons
lítica regional y municipal. tantes disturbios y continuas tormentas... Si un
Hasta cierto punto, su posición en la Iglesia año es mala la cosecha, sigue entonces una lamen
compensaba a la aristocracia de Europa occiden table pobreza, inquietud y turbulencia» 10.
tal de su pérdida de poder político. Las posiciones Desde luego, dentro de la casta aristocrática ha
claves tales como los obispados, abadías, priora bía claras graduaciones de dignidad —en Inglate
tos eran por lo común la prerrogativa de los hijos rra, desde duque y marqués, a través de barón y
menores de las familias nobles. Especialmente en caballero, hasta el esquire * y el gentilhombre—
Alemania los nobles dominaban los capítulos ca y una distinción de clases razonablemente clara:
tedralicios. Cuando le informaron a Erasmo de entre los aristócratas predominantes y los hom
que la entrada al capítulo de Estrasburgo estaba bres de prosapia heráldica reconocida pero de posi
abierta sólo a aquellos que podían demostrar doce ción modesta, había una clase identificada con Ja
antepasados aristocráticos, tanto por el lado ma g e n tr y en Inglaterra, la p e tite nob le sse en Francia,
terno como por el paterno, comentó que «¡el mis la szla c h ta en Polonia, la húngara K d zn e m e ssé g, el
mo Cristo no hubiera podido ingresar en este cole R itte r s t a nd en Bohemia y los caballeros españoles;
gio sin una dispensa!». Pero por cada magnate que una clase cuyos privilegios legales eran distintos
podía señorear sobre grandes heredades, aumen de un país a otro, pero que se reconocía fácilmen
tadas por astutas alianzas matrimoniales y defen te frente a los campesinos y burgueses prósperos.
didas por el prestigio de los parientes eclesiásti Las fuentes apenas si nos ayudan en nuestra com
cos, había muchos aristócratas que justo se las prensión de estas graduaciones con la delicadeza
apañaban, refunfuñando miserablemente, para requerida. En qué medida estaba matizada la per
mantenerse en su función cada vez más anacró cepción de la condición social nos lo muestra el
nica. Escribiéndole a Willibald Pirckheimer, von sistema de m e s tin ic h e s tv o (jerarquía) observado
Hutten describía su vida como caballero libre del por los boyardos moscovitas cuando buscaban un
imperio: «No envidiéis mi vida comparándola cargo. «Se comparaba el linaje de cada candidato
con la vuestra... Nosotros vivimos en los campos, al puesto y su lugar en la línea de descendencia
selvas y fortalezas. Aquellos gracias a cuyos tra (su o tec h é stv o, como se le llamaba)... un sistema
bajos existimos son paisanos agobiados por la notablemente complicado, ya que se basaba sobre
pobreza a quienes cedemos nuestros campos, vi
ñedos, pastos y bosques. Lo que se obtiene a cam 10 Hajo Holborn, U lrich v o n H u tte n a n d th e G e rm a n R e
bio es excesivamente ralo en comparación con el f o r m a ti o n (N. Y., 1966), págs. 18-19.
trabajo empleado... Tengo que vincularme a algún * Título nobiliario inglés equivalente a hacendado (N.
del T.).
246 247
las filas de parientes ocupadas por los antepasa butación; en todos los países tenían un sistema
dos del hombre que estába haciendo la compara tributario distinto y su distinción de la burguesía
ción, ásí como en el lugar de estos hombres en la se consideraba aún como un gran alivio. Los nue
línea de descendencia de sus antepasados. El prin vos productos de la burguesía eran ya numerosos,
cipio fundamental del sistema era que nadie tenía pero no tan frecuentes como para que mermaran
por qué servir bajo superior si se podía demostrar el prestigio del nacimiento aristocrático, y la re
que uno de sus antepasados había tenido una po surrección de las formas caballerescas contribuía
sición más elevad^ a aquella del superior propues a acrecentar un aura de distancia social. La M orte
to. Además, cada servidor era responsable por el D’A r thu r (Muerte de Arturo) de Malory, impresa
honor de todos sus parientes vivos y el de todos en 1485 por Caxton y en 1498 por Wynkyn de
sus descendientes, porque si aceptaba un puesto Worde, sugería que «todos los caballeros que lle
inferior al que le permitía su prosapia, sentaba un van armas antiguas deberían en derecho honrar a
precedente que dañaría las carreras de todos sus Sir Tristán en los excelentes términos que los ca
parientes presentes y futuros» 11. balleros tienen y vbsan... para que de este modo...
También había diferencias nacionales en cuanto todos los hombres de respeto puedan distinguir a
a la medida dentro de la cual se consideraba pro un caballero de un campesino». La resurrección
pio de un aristócrata ejercer carreras distintas de de las formas góticas a fines del siglo xv seguían
las de administrador de propiedades o funciona el espíritu de este consejo. Se resucitaron los tor
rio eclesiástico o real. En Rusia, la ocupación del neos, con toda la ceremonia medieval y nuevas
comercio no se consideraba degradante. En Es complicaciones heráldicas, quedando reservados
paña se despreciaba el comercio en principio, aun estrictamente para los caballeros; en Inglaterra
que no siempre en la pfáctica. Lo mismo sucedía nadie que estuviera por debajo del grado de s qu ire
en Francia, donde un aristócrata pensaba que le podía competir; en Alemania, con el fin de mante
estaba permitido explotar, la tierra —incluyendo ner alejados a los nuevos nobles, el número de
los depósitos minerales y (ya que dependía de antepasados nobles que se requería para calificar
la madera) también la manufactura del vidrio—, se se elevó a ocho y, a veces, incluso a dieciséis. A
pero donde la idea de que el comercio rescin la par con el culto redivivo de las justas, se pro
día la nobleza pesaba tanto como para que se dujo una oleada de legislación para devolverle a
extendiera una forma de suicidio financiero en la clase de los caballeros sus olvidados derechos
aras de la causa del honor, esto es, evitar un de caza, ya fuera sobre la «caza mayor» de venado,
rico matrimonio burgués. Los ingleses llegaron jabalí, osos y lobos, ya sobre la «caza menor» de
a un compromiso, permitiendo a sus hijos tras gallinas salvajes y liebres.
pasar la frontera »de casta en sus estudios legales Era una resurrección que, por un lado, reafirma
y, más raramente, accediendo al comercio. ba al aristócrata en su convicción de que era dis
La reducción de la independencia política y el tinto de los otros hombres y, por otro lado, enal
debilitamiento de la posición económica no tenían tecía el atractivo del medio aristocrático frente al
un efecto social profundo. Dentro de la nobleza, la burgués; ya que la neocaballería de este período
transición desde el quasi-príncipe al grande es aho era una rñoda y moda era algo que el burgués
ra más sencilla de percibir que lo era entonces. En comprendía; incluso la imponía en algunos luga
algunos países —Francia, España y Hungría entre res. «La extravagancia en el atuendo ha empobre
ellos—, los aristócratas estaban exentos de la tri cido a la nobleza alemana», escribía tristemente
un moralista alemán. «Anhelan dar el mismo es
11 J. Blum, L o r d a n d P e a s a n t in R u ss ia f r o m th e n in th pectáculo que los ricos mercaderes de la ciudad.
t o th e n in e tee n th ce n tu r y (Princeton, 1961), pdgs. 137-138. En otros tiempos eran los directores de la moda,
248 249
y ahora tienen que ver de mala gana cómo las mu en 1512, Lodovico Alamani sugirió que convencie
jeres y las hijas de los comerciantes los aventajan sen a los ciudadanos más preeminentes para que
en la suntuosidad del atavío; y ellos no se lo pue se vistieran la esclavina del norte, la principesca
den permitir, porque no obtienen de sus posesio moda, en lugar de la capa burguesa. En una época
nes ni la vigésima parte de lo que los mercaderes en que en los otros países occidentales la aristo
pueden ganar con sus negocios y su usura.» cracia se estaba adaptando con diversos grados de
La nostalgia por la nobleza había estado siem precaución a las condiciones no feudales, los pa
pre presente, incluso en las repúblicas italianas. La tricios italianos, tan acostumbrados a la vida le
caballería o una patente de nobleza, tales eran las gal y administrativa y a la idea de servicio a la
condiciones sociales de una clase aún codiciada, comunidad, daban señales de envidiar el indivi
aunque tenía poco que ver con el poder político y dualismo o, más bien, la comparativa irresponsa
ejercía poca influencia sobre la forma de vida de bilidad del señor. Ni siquiera tenían que mirar al
sus poseedores. Servían para llegar hasta la ribera otro lado de los Alpes para ver al señor levantando
del mundo de los reyes y los emperadores, al ho ejércitos, ejerciendo la justicia personal o empla
nor que se debía a la sangre y no al esfuerzo con zando a sus sicarios en los últimos años del si
tinuo, a una condición social que era hereditaria glo xv presenciaron un nuevo florecimiento de las
y no dependía de las habilidades azarosas de un posesiones militares y de las relaciones feudales.
heredero. Este modo de pensar, unido al contacto El respeto italiano por las formas de vida de
con las formas francesas y españolas durante las las aristocracias invasoras no se basaba en el res
guerras de Italia, produjo una extendida aristo- peto a sus logros intelectuales. Castiglione expre
cratización de las capas superiores de la vida ita saba la esperanza de que si el duque de Angulema
liana. El M organte de Pulci exponía unas ideas sucedía a Luis XII (como así sucedió), pudiera
caballerescas domeñadas y sazonadas con ironía adquirir por fin el francés una cultura que comen
en el círculo de Lorenzo de Médicis. Boyardo, zaría a rivalizar con su valor. Sebastián Franck es
quien vivía pn la corte semirreal de Este en Fe cribía acerca de los aristócratas alemanes que
rrara, había llevado aún más lejos la naturali «no tienen más ocupación que cazar con un perro
zación de esas ideas en su O rlando Inn a m o r a to y halcón, emborracharse y armar alboroto». Pero
(Orlando enamorado). El siglo xvi trajo el O rlando ninguna de estas condenas generales es realmente
F urioso de Ariosto y con él toda una literatura reveladora. Los hijos de los aristócratas alemanes,
caballeresca italiana que respiraba un espíritu en por ejemplo, acudían en impresionante cantidad
teramente propio. También aparecieron individuos a las universidades.
como Luigi da Porto, quien luchó en la campaña Del mismo modo, también la aristocracia ingle
que siguió a la derrota veneciana de Agnadello en sa era probablemente culta, a pesar de la famosa
1509; combatía como mercenario, pero en un cons anécdota de Richard Pace acerca del estallido de
ciente estilo de caballería, prefiriendo el combate humor de un squ ire inglés: «Juro por el cuerpo
singular, donde se podía ver brillar su bravura, de Dios que prefiero ver colgado a mi hijo antes
exquisitamente cortés con amigos y enemigos, te que estudiando letras. Porque es apropiado que
naz en el amor y orgulloso de escribir sonetos du los hijos de los caballeros toquen el cuerno con
rante las pausas en el combate. Apareció también maestría, cacen con pericia y lleven y traigan ele
una creencia en el valor político de las formas aris gantemente un halcón. Pero el estudio de las letras
tocráticas. En 1516, cuando los Médicis estaban hay que dejarlo a los hijos de los rústicos.» Las
tratando cautelosamente de neutralizar las insti condiciones cambiantes estaban demostrando que
tuciones republicanas de Florencia a su regreso el prestigio y el progreso económico requerían tan
250 251
to el cuerno como la cartilla *. Los príncipes edu
cados andaban buscando consejeros y sirvientes
VI. La religión
públicos educados y los estaban encontrando cada
vez más entre la burguesía. Que los coetáneos reco
nocían esta situación lo testimonia la marea de sá
tira antiburguesa favorecida por los protectores
nobles. Y que esta sátira no era suficiente lo testi 1. LA IGLESIA Y EL ESTADO
monia a su vez la advertencia de Edmund Dudley:
«Verdaderamente me temo que los nobles y los ca En 1498 llegaba a Calicut la primera expedición
balleros de Inglaterra sean los peor educados en la que se hacía a la vela directamente desde Europa
mayor parte de los reinos de la Cristiandad. Y, a a la India; allí se llevó a sus componentes a un
causa de ello, los hijos de los pobres y de las gen templo hindú y se les mostraron sus columnas fá-
tes de la clase media se elevan hasta la autoridad licas, el altar de Parvati, los amenazadores reyes-
que los hijos de la sangre noble debieran tener si demonios y los guardianes del culto de Shiva,
se obrara en consecuencia.» con la su tra, la triple hebra que señalaba su casta.
El acontecimiento lo describe el narrador del via
je de Vasco de Gama. «Cuando llegamos, nos lle
varon a una gran iglesia, y esto es lo que vimos.
El cuerpo de la iglesia es tan grande como un
monasterio, todo cubierto de piedra labrada y de
azulejos. En la entrada principal se elevaba un pi
lar de bronce, tan alto como un mástil, en cuya
punta había un pájaro, aparentemente un gallo.
Además de éste, había otro pilar tan alto como un
hombre y muy sólido. En el centro del cuerpo de
la iglesia se levantaba una capilla, toda construida
de piedra labrada..., dentro de cuyo santuario ha
bía una pequeña imagen que ellos decían que re
presentaba a Nuestra Señora... En esta iglesia dijo
sus oraciones el capitán en jefe y nosotros con él.
No entramos en la capilla, porque es costumbre
que solamente ciertos sirvientes de la iglesia, lla
mados quafis, pueden entrar. Los quafis llevaban
algunas hebras que les pasaban por encima del
hombro izquierdo y por debajo del brazo derecho,
del mismo modo como nuestros diáconos llevan
la estola. Nos asperjaron con agua bendita y nos
dieron de una tierra blanca, con la que los cris
tianos de este país tienen la costumbre de untarse
en las frentes, pechos, alrededor del cuello y en
los antebrazos. Asperjaron con agua bendita al
capitán en jefe... Había muchos otros santos, que
* Juego de palabras intraducibies entre hora (cuerno) y llevaban coronas, pintados en las paredes de la
hornbook (cartilla) (N. del T.). iglesia. Estaban pintados de modo vario, con dien
252 253
tes que sobresalían una pulgada de la boca y con mentales del cristianismo. Y cuando (como suce
cuatro o cinco brazos.» dió con los aztecas) un sacerdocio floreciente
Aunque se le conceda cierto crédito a la leyenda atraía la atención hacia una fe sistematizada, lo
del trabajo misionero del apóstol Santo Tomás en que sobre todo se comentaba eran las similitudes
la India meridional, esta confusión constituye un con la práctica cristiana. Hasta que las continuas
sorprendente testimonio de hasta qué punto los reincidencias en la fe antigua debidas a las con
europeos estaban condicionados a ver y a pensar versiones superficiales no comenzaron a ser un
en términos de cristianismo. Los siglos de cruza problema misionero principalísimo, los cristianos
das, comercio y peregrinaciones habían hecho muy no se percataron de que era necesario estudiar y
poco por abrir los ojos cristianos ante la natura comprender las fes rivales a fin de atacarlas en
leza del mahometanismo, la fe vecina y rival del las raíces, siendo ésta una evolución del pensa
cristianismo. De igual modo tampoco se intentaba miento que coincidía con la reorientación de la
comprender la verdadera naturaleza de otra fe que Reforma, al cambiar ésta el centro de interés de
se practicaba en la misma Europa: la de los ju la moral a la fe.
díos. Cuando Pico della Mirandola y Reuchlin es Los hombres de Vasco de Gama provepían de
tudiaban la Cábala lo hacían como parte de la ar una civilización en la que no sólo la devoción, sipo
queología literaria del cristianismo. Por supuesto, toda la calidad de la vida secular estaba permeada
el estudio del hebreo se había emprendido seria por la observancia cristiana. Es éste un tema que
mente; la gramática de Reuchlin se publicó en 1506 no requiere discusión. La apariencia física de las
y la lengua se enseñaba en varias universidades,, ciudades grandes y pequeñas, así como de las al
entre ellas Alcalá, Lovaina, Wittenberg y Oxford. deas, estaba dominada por las iglesias. No había
Pero ello se hacía en interés del estudio del Anti multitud ni frecuentada ruta en la que no apare
guo Testamento, no del judaismo. No era una épo ciera un porcentaje de clérigos con sus caracterís
ca de herejías desafiantes dentro del propio cristia ticas ropas talares, de crucifijos y altares a lo
nismo. Las relaciones de los católicos y los orto largo del camino. En Inglaterra, la proporción en
doxos se hallaban en plena paz; en Corfú, los tre el clero y los seglares era, poco más o menos,
romanos y los griegos participaban en las mismas de uno a 75, en Italia era mucho más elevada.
procesiones y, una vez por año, la iglesia de San Las ceremonias religiosas pautaban las estaciones
Arsenio ponía su nota discordante en los otros dos del año agrícóla, las retmióñes d& ^
estilos de cantos. Pero los grandes debates, los es consultivas y de los gremios. En la universidad,
fuerzos por alcanzar la reconciliación formal a los exámenes de viva voce tenían lugar en el coro
través del entendimiento mutuo, habían dejado de o en el presbiterio. Las ollas, las camas y las cam
producirse ya a mediados de siglo. Ver un templo panas de las chimeneas ostentaban textos cristia
hindú en función de la iglesia cristiana era un nos, figuras y símbolos. Los trabajadores traían
caso extremo, mas no debe extrañarnos que otros sus utensilios de trabajo, mientras esperaban em
exploradores mostraran poco interés en las creen pleo en las catedrales, La Iglesia abría sus brazos
cias de los pueblos que encontraban. «Carecen de sin dificultad a los nuevos y a los extraños: a los
fe», escribía Alvise Cadamosto de los habitantes mineros expuestos a los peligros de las voladuras
de las islas Canarias. «No tienen creencia alguna, y a los artilleros, expuestos a los de las explosiones
ni comprenden qué es eso», era el comentario de de los cierres, les ofrecía el patronato de Santa
Caminha sobre los nativos del Brasil. Desde el Bárbara. El manto protector de la Virgen, que se
punto de vista espiritual se consideraba a los pue había extendido sobre los devotos para proteger
blos no europeos como tabulae rasae sobre los que los de los flechazos de la peste, se les ofrecía ahora
no había más que marcar a punzón las bases ele- ] como una defensa contra el nuevo azote de la
255
sífilis. A través de su concepción de la usura, la sirven al mismo propósito, tanto en tiempos de
Iglesia manifestaba su interés por los negocios de guerra como de paz.» Cabral, siguiendo la misma
los hombres. Todos los países tenían tribunales ruta que Vasco de Gama, era portador de una car
eclesiásticos, cuyo fin principal era, aparte de re ta al gobernador de Calicut en la que se advertía
gular la vida de los mismos clérigos, ejercer la a éste que ahora Dios había señalado el camino
vigilancia sobre aquellos asuntos que vinculaban por el cual los europeos podían dominar el co
al clero con los laicos administrativamente: las mercio de su país y que él no debía tratar de resis
capitulaciones, los testamentos, los contratos, los tirse a su voluntad manifiesta y conocida. El «cri
pagos de los diezmos y otros deberes. Las exhorta men» de Maquiavelo no residía en que, al separar
ciones desde el pùlpito sobre problemas morales la previsión política del trasfondo de la moral
estaban respaldadas por el Derecho Canónico, que cristiana, invitase a los gobernantes a la perversi
tenía carácter coactivo en los tribunales eclesiásti dad, ya que, según ese criterio, en cualquier caso
cos, en particular con respecto a las ofensas de eran perversos, sino en que despojaba a las accio
tipo sexual, la blasfemia, la calumnia y la negli nes del Estado del aroma de la aprobación divina.
gencia en el cumplimiento de los sacramentos. La Entre la introducción del control de la Iglesia
Iglesia era responsable también para las diligen sobre las intim idada de la vida doméstica y la
cias de instrucción y procesamiento de los herejes. suposición de que la violación de la ley era una
En el aspecto institucional, los abogados podían desobediencia a Dios, había un tercer aspecto que
discutir acerca de los puntos en los que, aparen también afectaba al modo como los hombres con
temente, el Derecho Canónico entraba en conflicto sideraban la religión: ya relación entre la iglesia
con el civil, pero lo más significativo para ese de un país particular y el Papado. Idealmente, la
sentido de la religión, diluido a través de toda la Cristiandad era una!| Cuando los papas convocaban
vida secular, era la presunción general de que el una cruzada, los estados singulares tenían que rea
derecho de cada país estaba también en concor lizar al menos un cierto esfuerzo de ingenuidad
dancia con el derecho divino y de que esto era para explicar por qué no podían contribuir a ella.
especialmente cierto cuando, por su naturaleza, un Idealmente, los papas eran los supremos árbitros
agravio amenazaba con poner en peligro la esta diplomáticos. «Es función propia del Romano Pon
bilidad del régimen. El preámbulo a un estatuto tífice, de los cardenales, obispos y abades —escri
inglés del año 1513 expresaba muy claramente esta bía Erasmo en 1514— conciliar las querellas de
identidad de intereses: «Por cuanto que, como se los príncipes cristianos, ejercer su autoridad en
ve a menudo, la razón del hombre, a través de la este dominio y demostrar en qué medida prevale
cual debiera él discernir el bien del mal y lo justo ce el respeto por su oficio.» Desde luego, se invo
de lo injusto, resulta muchas veces reprimida y caba la asistencia papal para establecer un acuer
vencida por seducción del Diablo, de donde se do entre los suizos y Milán en 1483, y para
siguen las discordias, asesinatos, robos, divisiones, confirmar el tratado anglo-francés de 1498. A la
desobediencia a los soberanos, subversión de los bula de León X en 1517, en la que ordenaba una
dominios y destrucción de los pueblos...; por esta tregua de cinco años en Europa, siguió el tratado
razón, los emperadores y príncipes y gobernadores de Londres de 1518. Mas el auténtico arquitecto
de los tiempos antiguos, a fin de contener tan de esta pacificación fue Wolsey y no León, y, al
desordenados apetitos y de castigar a aquellas igual que en los ejemplos de 1483 y 1489, los con
gentes que huyen de pecar por miedo al dolor tendientes seguían las directivas papales solamen
corporal o a la pérdida de los bienes más bien te porque ya estaban lo suficientemente exhaustos
que por amor a Dios o a la justicia, han ordenado para dar la bienvenida a un arreglo.
diversas leyes muy sabia y políticamente, que Al igual que los gobernantes utilizaban o ignora
256 257
ban al Papado como árbitro universal, según su modo que jamás explicó claramente) la cabeza,
propia conveniencia, del mismo modo trataban de tanto espiritual como secular. Pero, a pesar de que
crear enclaves dentro de la maquinaria interna el sentimiento antipapal era más fuerte en Ale
cional del gobierno eclesiástico, a fin de contener mania que en otras partes, resultó imposible de
la corriente de procesos, impuestos y derechos que movilizar, atrapado entre los intereses encontrados
afluían a Roma y de moderar la libertad con la que dentro del Imperio, permaneciendo en un estado
los papas proveían al personal de las iglesias «na de desconcertada impaciencia, aliviada aquí y allá
cionales» con candidatos de su propia elección. por «concordatos» locales establecidos con prín
Las relaciones entre Inglaterra y el Papado con cipes aislados y aireada en las reuniones de la
tinuaron siendo armoniosas, dentro de los regla dieta imperial bajo la forma de «los agravios de
mentos del siglo xiv, que limitaban el alcance de la nación alemana», lamentaciones acerca de la
los nombramientos papales y de las apelaciones condición fiscal y jurisdiccional del Papado y so
de los tribunales eclesiásticos ingleses a Roma. bre la reforma moral del clero. El difuso cesaro-
Contrastando fuertemente con esto, el control de papismo de Maximiliano encontró un eco más in
la corona sobre la Iglesia en España se fue incre tencional en Riisia, cuando Iván III obtuvo la
mentando manifiestamente. La Inquisición, orga ventaja de que, como ahora Roma era hereje (des
nizada por completo bajo el generalato de Tor- de el punto de vista de los ortodoxos) y Constán-
quemada en 1483, era un arma política valiosa y tinopla había sido conquistada, Moscú era la ter
las confiscaciones que imponía constituían una cera Roma, el verdadero centro de la Cristiandad.
importante fuente de ingresos para la corona. En Iván mantuvo deliberadamente la imagen y el ce
1486 Fernando consiguió del papa Inocencio VÍII remonial de Bizancio. Fomentó la idea de su pro
una bula concediéndole el patronato sobre todas tectorado sobre la Iglesia y empentó continuamen
las iglesias que se levantaran en el recientemente te para conseguir el control real sobre ella, tenden
conquistado reino de Granada. En 1508 se les re cia que apoyaban los mismos eclesiásticos, en
conoció a Isabel y Femando el derecho de nom parte como un mal menor ante el control por par
bramiento de todos los beneficios en sus posesio te de los nobles, en parte porque una minoría in
nes americanas. En Castilla y Aragón se reduje fluyente creía que los eclesiásticos no debían po
ron las exenciones tributarias del clero y se al seer riqueza material. La secularización de las
canzó un acuerdo informal por el que el Papado posesiones de las iglesias y los monasterios tras la
ratificaba el nombramiento de los nóminos reales caída de Novgorod facilitaron el modelo para una
para los obispados. Si se añade la bula I n t e r cae- cauta política de secularización en el gran Ducado
tera y el título de «Reyes Católicos» que les con de Moscú, mientras que la teoría de la tercera
cediera Alejandro VI, se observa que las conce Roma proporcionaba una cubierta respetable para
siones que Fernando e Isabel obtuvieron de los este fin. Porque, como el abad Filoteo (Filofei) es
papas, precisados éstos del apoyo diplomático de cribía al hijo de Iván en 1510: «El (Iván) es el úni
los primeros, fueron notables. Sin embargo, la li co emperador de los cristianos sobre la tierra, el
beración de la fiscalización de Roma no implicaba dirigente de la Iglesia Apostólica, que ya no reside
un debilitamiento de la ortodoxia católica. Los en Roma o en Constantinopla, sino en la bendita
acontecimientos futuros habían de demostrar que ciudad de Moscú. Moscú es la única que resplan
los papas servían a su fe más eficazmente no a dece en todo el mundo con un brillo mayor que el
través de sus victorias, sino a través de sus con del sol.» En ningún otro país europeo llegó la Igle
cesiones. sia a ver tan ligada su misión con la autoridad del
En Alemania, Maximiliano soñaba vagamente gobernante.
con una iglesia nacional de la que él sería (de un La iglesia de Francia tenía una clara imagen de
258 259
sí misma como heredera de derechos y libertad.es, el santo eremita Francisco de Apulia, a quien el
resumidas en la palabra galicanismo, que le con rey Luis XI había llamado para que le aconsejara
cedían una notable independencia de Roma, en tan* en sus días postreros, acabó profundamente mez
to que asumía la correspondiente subordinación^ a clado en las intrigas antigalicanas y convertido en
la corona. Al monarca se le llamaba «muy cristia el centro de una red de información y en el emisor
no». La sagrada a m pou le que contenía el carisma de noticias que se le pasaban subrepticiamente al
con el que se le ungía en su coronación, le daba papa. El Concordato de Bolonia de 1516 mejoró la
derecho a hacer milagros y a curar a los escro situación, pero no la resolvió. Según este acuerdo,
fulosos por contacto. A cambio, los reyes tenían el nombramiento era competencia del rey y la
que adular cuidadosamente al clero, honrando la institución canónica del papa; esto es, el rey podía
fórmula por la que la iglesia francesa era «la hija nombrar a quién él eligiera, según sus necesida
mayor de la Iglesia», superior en edad y devoción des y la clase de consejo que hubiera escogido,
a las otras ramas nacionales del catolicismo. Car mientras que el papa ponía la estampilla sobre la
los VIII y Luis XII invocaron esta tradición cuan decisión (la ceremonia de la institución, desde lue
do buscaban ayuda financiera para sus guerras en go, tenía un significado profundo para aquellos
Italia, y lo mismo hizo Francisco I cuando se pre que eran capaces de verlo) y las elecciones no
sentó candidato al Imperio a la muerte de Maxi eran periódicas. El rey aceptaba ciertos princi
miliano. pios que gobernaban los nombramientos: los can
El compromiso dentro del cual trataban de en didatos a los obispados tenían que tener, por lo
tenderse el rey, el papa y el clero se basaba en menos veintisiete años; para los prioratos y aba
el concordato de 1472. Era éste más favorable para días, por lo menos, veintitrés; los futuros obispos
el rey que para el clero, puesto que daba al pri tenían que ser graduados en teología; aún había
mero gran libertad para nombrar sus propios can otras salvaguardas, pero también se daban excep
didatos a los obispados, mientras que dejaba ciones suficientes (miembros de la casa real, p e r -
desamparados al clero frente a los inflexibles im sonríes s ub lim e s ) como para preservar algo de la
puestos papales. Este concordato agraviaba a los antigua incertidumbre agotadora. En resumen, la
teólogos de la Sorbona, porque modificaba la iglesia de Francia miraba menos hacia el Papado
Pragmática Sanción de Bourges anterior (1438) al y más hacia la corona, a la hora de buscar su lu
Parlamento, porque debilitaba la posición legal de gar. Los que padecían por esta estrecha relación
este cuerpo como tribunal de apelación en asuntos entre la Iglesia y el Estado eran la población y las
eclesiásticos, así como a un núcleo cerrado de filas más bajas del clero. La hija mayor de la
ultramontanos y porque no concedía bastante po Iglesia se estaba convirtiendo en la elegante se
der al Papado. Penetrar bajo la superficie del con ñora que sería después hasta la*Revolución de 1789.
cordato era ech^r una ojeada a un resentimiento En ningún caso resulta fácil, sin embargo, en
en ebullición, a una continua disputa sobre los juiciar el efecto de las relaciones entre la Iglesia
nombramientos. La provisión de los beneficios era y el Estado, ya internamente, ya entre la nación y
el problema más doloroso. ¿Quién iba a obtener el Papado, en función de la cualidad de la vida
el nombramiento? ¿El hombre del rey? ¿El del religiosa del pueblo en general. La naturaleza del
papa? ¿El candidato que un capítulo catedralicio clero, como el respeto que se le profesaba, la efi
había elegido de entre sus propios monjes? ¿El cacia de su ministerio, todo esto estaba directa
hijo de un magnate local? La incertidumbre acer mente relacionado con la forma en que se efectua
ca de los nombramientos, añadida a la rivalidad ban los nombramientos. Si bien un papa podía im
entre los galicanos y los ultramontanos, hizo que poner a un extranjero impopular, un rey podía
la religión se tiñera aún más de política. Incluso nom brar a un favorito sin capacidad religiosa al
261
guna. El anticlericalismo, presente en todas partes sí mismos mientras cabalgan los más finos ca
y oscilando en toda la rama de los sentimientos, ballos y un numeroso tren de domésticos con es
desde el pasatiempo hasta la pasión, no cabe duda pléndidas libreas les siguen. Se hacen construir
de que afectaba a la calidad del interés espiritual exquisitos palacios, donde, entre pasatiempos sun
de los hombres en sus prácticas religiosas; uno de tuosos, se entregan a una vida de orgía.» Añadién
sus elementos era la propiedad de la Iglesia. Y, dole un pellizco de sal, esta descripción hubiera
sin embargo, era tan furioso en Escocia y en Ita servido para un número bastante elevado de pre
lia septentrional, donde la tierra había ido pasan lados europeos, sobre todo en Francia, España, e
do constantemente del control de la Iglesia a las Italia y en partes de Alemania. Tras el retrato ima
manos de los laicos, como en Alemania, donde las ginario de Butzbach se encuentran prelados reales,
posesiones eclesiásticas aún eran de proporciones tales como el arzobispo de Speyer, quien conser
formidables. vaba su posición e ingresos como deán de Mainz,
canónigo de Colonia y Trier, preboste de San Do-
2. LOS CLÉRIGOS naciano, en Brujas, y cura párroco de Hochheim
y Lorch am Rheim, o el caso, aún más escandaloso,
Cuanto más estrechos eran los vínculos entre la de Alberto de Brandenburgo, a quien, tras llegar
Iglesia y el Estado tanto más natural parecía que a ser arzobispo de Mainz, el papa le permitió re
se considerase la vida de la religión como una ca tener los obispados de Magdeburgo y Halberstadt.
rrera en la cual, tras dar un salto de costado des Tenía por entonces veinticinco años. El papa cargó
de la aristocracia o la burguesía e incrustarse en derechos muy elevados sobre esos privilegios, que
el nicho adyacente de la jerarquía eclesiástica, una Alberto tuvo que hacer frente acudiendo a los
persona podía esperar un rápido aumento de for Fugger para obtener un préstamo; mas para ayu
tuna y, sobre todo, de tierras.jGeorge d'Amboise, darle a pagar, León X le concedió la mitad de los
arzobispo de Rouen, y más tarde cardenal, proce beneficios que se obtuvieron de la venta de las
día de una familia burguesa rica; mas en el plazo indulgencias de San Pedro en sus diócesis, esto
de una generación, él y sus hermanos —que llega es, la famosa indulgencia con la que se pretendía
ron a ser obispos de Poitiers y Albi y abad de recaudar dinero para la construcción de la nueva
Cluny— sobrepasaron con mucho la prosperidad basílica de San Pedro en Roma, y que ayudó a
de sus parientes seculares. Tampoco el traspaso de Lutero a definir sus concepciones acerca de la
un estado a otro implicaba un cambio excesiva religión de su tiempo.
mente drástico en la forma de vivir. El clérigo aris El escándalo, por supuesto, saltaba a la vista, en
tócrata tenía que aceptar el celibato, pero todavía parte por sí mismo, en parte porque fascinaba
podía cazar y guerrear, como lo hizo el arzobispo a los contemporáneos. Sin embargo, si se comple
de Sens, quien invadió Italia junto a Luis XII, con mentan las crónicas con los registros diocesanos,
armadura completa y la lanza en la mano. El clé aparecen los obispos, posiblemente una mayoría,
rigo burgués seguía, como siempre, absorbido por que gobernaban sus sillas con la mirada puesta en
las cuentas administrativas, el cambio y la acumu sus responsabilidades pastorales. En Inglaterra la
lación de tierras y el anhelo de lujo por el cual falta de contacto entre los obispos y la vida de las
tanto se criticaba a sus colegas seculares. «Vemos parroquias se debía, probablemente, tanto al gran
venir hacia nosotros —escribía el cronista alemán tamaño de las diócesis como a sus preocupaciones
Butzbach— a nuestros prelados, repletos de sober seculares o al pluralismo, lo cual, posiblemente,
bia. Están vestidos con el más fino paño inglés... también sea cierto de Castilla, donde Isabel inten
Sus manos, cargadas de costosos anillos, reposan taba ocupar las vacantes en los obispados con
orgullosamente sobre sus muslos. Se admiran a hombres de devoción probada. Sin embargo, un
262 263
Alberto de Brandenburgo era responsable de mil (profrancesa) J u liu s E x c lu su s. En las puertas ce
veces tantas almas como las que sé encontraban lestiales, San Pedro desafía al espíritu del papa.
bajo los cuidados de un obispo «bueno», como «El invencible Julio no tiene por qué responder a
Fisher de Rochester o Francisco d'Estaing, de un miserable pescador, sin embargo, has de cono
Rodez. Además, las ausencias a causa de los ne cer quién y qué soy yo. En primer lugar, soy un
gocios seculares, así como el frecuente traslado de ligur y no un judío* como tú. Mi madre era la her
un beneficio a otro, implicaban que muchas sillas mana del gran Papa Sixto IV. El Papa me con
se encontraban sin una dirección efectiva, gober- I virtió en un hombre rico, gracias a las propieda
nadas por delegados que, o bien trataban de imi des de la Iglesia. Llegué a cardenal. Tuve mis des
tar a sus superiores, o estaban obligados a dedi gracias: sufrí la viruela, se me expulsó de mi país
carse a una administración rutinaria, más que a y se me dio caza, pero yo siempre supe que, al
supervisar activamente a los curas, que eran los final, acabaría por ser Papa... Llegué a la cumbre
responsables primarios para el mantenimiento de e hice más por la Iglesia y por Cristo que ningún
la fe del pueblo. La Iglesia cada vez se parecía otro Papa antes de mí... Anexioné Bolonia a la
más a una empresa que, segura frente a la com Santa Sede. Derroté a los venecianos. Engañé al
petencia, invertía sus beneficios en los salarios del gran duque de Ferrara. Deshice un concilio cis
director y dejaba a sus vendedores en el abandono mático, fingiendo un concilio de mi invención. Ex
y la desesperación. Del mismo modo, tampoco se pulsé a los franceses de Italia y hubiera expulsado
daba por supuesta la entereza de conducta como a los españoles si los hados no me hubieran traído
un distintivo de profundo sentimiento religioso. La aquí. Les he tirado de las orejas a todos los prin
fe de un campesino no moría por el hecho de que cipes de Europa. He violado tratados, mantenido
viera el rostro de su obispo bañado en sudor a grandes ejércitos en el campo de batalla, he cu
causa de la caza, de la misma manera que un ofi bierto Roma de palacios... Y todo eso lo he hecho
cial no pensaba que la catedral fuera menos la yo solo. No le debo nada a mi nacimiento, porque
casa de Dios por el hecho de que él acudiera allí no sé quien fue mi padre; nada a la educación,
a vender su trabajo. porque no tengo ninguna; nada a la juventud, por
Iguales precauciones deben adoptarse al consi que ya era viejo cuando comencé; nada a la popu
derar a la misma Roma y la influencia que en la laridad, porque se me odiaba por doquier. A des
índole de la religión en Europa ejerció la repu pecho de los dioses y los hombres, realicé todo lo
tación de los papas notables de este período, es que te he contado en unos pocos años, y a mis su
pecialmente Alejandro VI, Julio II y León X, junto cesores les he dejado tal cantidad de trabajo pen
con su no menos notaible círculo de cardenales. La diente, que puede llegar a durar diez años. Tal
elección de Alejandro se atribuyó de mala fe a la es la modesta verdad, y mis amigos en Roma pue
existencia de cohecho durante el cónclave y su den llamarme dios más que hombre» x. León X, que
impopularidad como español que era, así como la obtuvo el capelo cardenalicio a los trece años y
abierta preocupación por sus hijos, hicieron proli- que resultó elegido Papa cuando sólo tenía treinta
ferar una serie de escandalosas historias. Un pan y ocho, pronto cayó bajo el fuego de la crítica por
fleto anónimo declaraba en, 1501: «No hay desafue su afición a la caza, la prodigalidad de sus gastos
ro o vicio que no se practique abiertamente en el en los placeres del mecenazgo y por haber de
palacio del Papa... Rodrigo Borgia es un abismo puesto al duque de Urbino a fin de instalar en su
de vicios, un destructor de toda justicia, humana lugar a su sobrino, Lorenzo de Médicis.
o divina.» El caso de Julio II lo expuso Erasmo,
con una fuerza que sugiere una admiración a re 1 Paráfrasis de J. A. Froude, en su L ife a n d L e tt e r s o f
gañadientes, en su soberbio diálogo de propaganda E r a s m u s (Londres, 1894), págs. 142-143.
264 265
En general, y si se dejan de lado las acusaciones políticos. Habiendo sabido de la muerte de Ale
de inmoralidad personal, ninguna de las cuales se jandro VI en 1503, un mercader florentino trans
puede probar, una vez que habían asumido el car mitió la noticia a un asociado en el extranjero, sin
go, a los papas se les criticaba por la pompa exce hacer referencia alguna a las cualidades morales
siva, la militancia política, la manipulación del o espirituales de Alejandro o a las del que se espe
colegio cardenalicio, la venta de cargos y el nepo raba que fuera su sucesor. Se limitó a pedir que,
tismo. La triple naturaleza del Papado (su direc «con la ayuda de Dios», se eligiera un papa que
ción espiritual, su función soberana en una entidad fuera capaz de mantener el orden en la Romaña,
política, los estados de la Iglesia, y el gobierno porque «los negocios en todas las zonas de esta
de su imperio financiero) adquirían un especiar re región se encuentran en un estado tal que han de
lieve en esta época de presión diplomática casi ser estimulados».
constante o de guerra real. Como príncipes terri Además, no eran tanto los papas como el talan
toriales, los papas eran débiles: otros se habían te de los cardenales, de los que podía haber hasta
anexionado zonas que primitivamente pertenecie 20 ó 40 en Roma al mismo tiempo, lo que conce
ron a sus estados (Bolonia y Urbino eran Sos día al centro de la Cristiandad su aire de secular
casos). Tampoco había resuelto el problema de asi magnificencia. Muchos de ellos eran, por supues
milar la baronía local feudal. Necesitaban dinero to, hombres extraordinariamente valiosos, pero de
(escaso y partir de la serie de concordatos) para entre los masivos nombramientos de Sixto (34),
levantar ejércitos y entrar en el juego diplomático y Alejandro y León (43 cada uno), muchos no pa
en una posición de fuerza. Tenían necesidad de saban de ser oficinistas ostentosos. Como a menu
comandantes leales, y como los papas, aparte de do se nombraba a jóvenes que salían del palacio
León, eran todos viejos cuando les elegían y no más que de la parroquia, es posible que la mayoría
podían dejar dinastía tras ellos, encontraban aún jamás hubiese escuchado una confesión o se hu
más difícil que los otros príncipes asegurarse de la biera dirigido a una congregación. Un proyecto
lealtad de los mandos. Forzaron entonces el pre abortado de bula reformadora de Alejandro VI
cedente, vendiendo los cargos para llenar las arcas en 1497 nos transmite un cierto sabor de lo que
y utilizaron a miembros de sus familias, en quie era su forma de vida. Los cardenalés no podían to
nes ellos podían confiar. Al igual que sus colegas mar parte en los torneos ni en los carnavales, ni ir
los príncipes, que insistían en la necesidad de un a las obras teatrales seculares; sus servicios no po
mayor control político positivo, los papas hincha dían contar más de 80 personas, de las cuales
ron el colegio cardenalicio con sus nóminos y evi 12, por lo menos, tenían que estar en posesión
taron los cauces tradicionales de mando, hasta de las órdenes sagradas; no podían emplear más
colocarse en una posición desde la que podían to de 30 caballos ni tampoco podían emplear mucha
mar rápidas decisiones y conseguir que se realiza chos o jóvenes como sirvientes personales.
ran. La necesidad de comportarse como los otros Para el visitante mundano, repetimos, nada* anó
gobernantes territoriales y su creciente habilidad malo había en esta conducta, ni tampoco la mag
para hacerlo así pusieron de modo especial de re nificencia o el ceremonial podrían conseguir algo
lieve los aspectos seculares del Papado. Aún así, más que impresionar al peregrino ordinario, acos
la multiplicidad de funciones ya les era familiar tumbrado a la exhibición eclesiástica que podría
a los visitantes influyentes, diplomáticos y ecle encontrar en su comunidad local. Algunos visitan
siásticos, quienes estaban acostumbrados a las fun tes se quedaban perplejos ante lo que veían, si
ciones similares que realizaba el clero dirigente en bien no siempre es posible distinguir de las mani
sus países. A los papas se les criticaba una cierta festaciones lo que es la protesta espiritual del puro
política, pero casi nunca el que actuasen como anticlericalismo o del sentimiento antiitaliano, es
266 267
pecialmente fuerte entre los inteléctuales alema los cuales cuatrocientos eligieron la emigración a
nes. Según ciertas acusaciones, todo, incluido Dios, Africa para abrazar el islamismo antes que pres
estaba a la venta; la religión se había hecho egoísta cindir del abrazo de sus concubinas, describen
y vinculada a lo terreno (reacción de Lutero) y comunidades aisladas, que habían regresado, como
hasta la misma fe se encontraba en peligro a la lo hicieron, al breñal, a hacer frente a las difi
sombra del Vaticano. Estas no eran quejas nue cultades y a disfrutar los rudos placeres de la
vas. Además, fuera de la misma Roma, las noti aldehuela ordinaria, comunidades que se distin
cias sobre los papas y los cardenales eran esca guían de los campesinos en poco más que en el
sas y la distancia les arrebataba su carácter vivo atuendo y, a veces, ni en eso; o cuando describen
e inmediato. aquellas fundaciones más ricas, que albergaban a
La situación de los monasterios ofrecía un blan los vástagos de las familias de la nobleza pobre,
co más visible para los ataques de los coetáneos. escasas en órdenes sacerdotales, quienes con la
Hacia fines de siglo se instaló en Florencia el gran caza, la cetrería y el alboroto, convertían a sus
relieve policromado de Andrea della Robbia, que abadías en castillos de baronía en m a squ era d es.
mostraba el encuentro fraternal entre Santo Do Las causas de esta decadencia eran evidentes. Se
mingo y San Francisco. Dado que los francisca admitía con excesiva facilidad a los hombres y a
nos estaban a la gresca con los dominicos de las mujeres y no se les instruía propiamente has
Savonarola, el relieve apenas si expresaba la pia ta que no habían ingresado. Los campesinos en
dosa esperanza de Sixto IV en la «Bula de Oro» viaban allí a sus hijos por razones de prestigio,
en la que el Papa urgía la necesaria armonía en los aristócratas veían en los monasterios y aba
tre las dos órdenes religiosas y entre todas las días unos mecanismos excelentes de alivio para
órdenes y el clero secular. En efecto, en toda Eu una prole excesivamente numerosa. Y, sin embar
ropa las órdenes se combatían entre sí (a veces go, en muchos monasterios había decaído el núme
incluso yendo a la rebatiña para disputarse el ro de tal manera que, prácticamente, cada monje
primer puesto en las procesiones), y el clero era necesario para realizar alguna función, con lo
parroquial se lamentaba de las actividades de «ra cual ya no se les podía someter a disciplina bajo
tería» de los frailes, quienes, según se decía, mi amenaza de degradación. En otros se había im
naban la disciplina pastoral imponiendo peniten puesto un abad por la fuerza por encima de la
cias más suaves y que incluso admitían a los voluntad de la comunidad, la cual le trataba con
excomulgados en sus servicios. Si a esta multi un arisco resentimiento. Tanto el absentismo de
plicidad de lamentaciones dentro de las filas de los superiores como lo inadecuado de las inspec
la Iglesia se añaden las quejas de los laicos, se ciones periódicas eran explicaciones que se podían
obtiene un cuadro penoso, aun admitiendo que las encontrar en la estructura monasterial como un
bromas y las lamentaciones a expensas de monjes todo, así como en la calidad de los individuos. De
y frailes tenían una antigüedad tan venerable que safiados en su base moral por el rasgo activista
habían perdido mucho de su filo cortante. del pensamiento humanista, también se puede en
La situación que revelaban las inspecciones y las contrar posiblemente una explicación de la deca
comisiones de reforma era, desde luego, deplora dencia de la moral monástica en el cambio de acti
ble: laxitud en la disciplina, negligencia en el tud hacia el trabajo, en la actitud que, revitalizada
cumplimiento de los votos, concubinato, ignoran por la escasez de trabajo que siguió a la Muerte
cia, disputas domésticas. Los informes son más re Negra y por el miedo a la violencia que podía
veladores, quizá, cuando no son tan escandalosos, resultar del desempleo en las ciudades, insistía en
cuando en lugar de describir las bebidas de los la frase bíblica «trabajarás seis días...». Frente a
abades ricos o de aquellos frailes andaluces, de esta creciente ética del trabajo, que se identifi
268 269
caba particularmente con la burguesía, pero que mentos, no está claro si los feligreses reconocían
también la predicaba con placer el clero secular, que su eficacia dependía de la naturaleza del sacer
a los monjes se les veía, y posiblemente ellos fo docio, como tampoco lo está si muchos curas hu
mentaban la imagen, como zánganos, que ya no bieran sido capaces de explicárselo. Bautismo,
eran ejemplares de la vida ideal, sino gentes que confesión, matrimonio, extremaunción, todo ello
habían huido de ella. delata que la práctica de la religión estaba pro
En 1516, el benedictino Charles Femand se pro fundamente enraizada como un hábito social; el
puso rebatir la convicción, sostenida por muchos consuelo que aportaban los sacramentos a una
de su orden de que el mundo se estaba haciendo población casi totalmente analfabeta, resultaba in
viejo y los hombres tan débiles que ya no se podía dependiente de los conocimientos teológicos. El
esperar de ellos que sufrieran los rigores y las clero bajo era ingenuo en materia de teología, ya
penalidades que los grandes antepasados, como el que cada vez era más difícil que los niños real
mismo San Benedicto y San Antonio, habían so mente pobres ingresaran en la universidad, puesto
portado sin mayor esfuerzo. Este ingenioso pesi que las becas, concebidas en principio para los po
mismo tampoco lo compartían los otros arquitec bres, las arrebataban los hijos de los burgueses.
tos de la reforma monástica. Se expulsó a los Debido a la pobreza, muchos de ellos hacían sólo
miembros flojos, a veces por la fuerza de las una parte de los estudios universitarios, mientras
armas, como sucedió con los jacobinos de París, que otros muchos no pasaban de los cuatro años
y en su lugar se colocó a frailes de casas más es de arte, que no incluían la teología. La misma
trictas. Las nuevas órdenes, como los mínimos admisión al sacerdocio se hacía de modo ligero
franceses, ayudaron por medio del ejemplo. La re y poco cabal y producía una masa amorfa de clé
forma no detuvo la decadencia, pero tampoco era rigos, cuya influencia sobre sus congregaciones se
la reforma necesaria en todo momento. Lutero basaba en el puro accidente de su integridad per
ingresó en los agustinos de Erfurt porque, según sonal, sin que estuviera apoyada por una creencia
su reputación, llevaban una estricta observancia razonada. La crítica y la exhortación desde arriba
de la regla. Los frailes le aceptaron sólo tras ha servían de poco. El provincial de una orden mo
ber esperado el año normal de prueba, y bajo su nástica que tuviera ideas reformadoras se encon
dirección, él se convirtió en un teólogo sobresa traba, en último caso, con grupos de hombres con
liente. Cualquier generalización acerca de la vida los que tratar; un obispo reformador, en cambio,
monástica ha de tener en consideración a hom se encontraba paralizado por la naturaleza disper
bres llenos de éxito, como Jean Raulin, quien la sa de su cargo. Además, la pobreza hacía que re
eligió para retirarse a ella, estando situado en el sultara imposible a un cura párroco mejorarse a
pináculo del mundo académico de París. sí mismo; sus diezmos estaban sujetos a tantas
Como sucedía con muchos miembros de las ór cargas legales y de propiedad de la tierra desde
denes religiosas, la masa de los clérigos secula los siglos pasados que apenas si le quedaba una
res, especialmente en las aldeas y en lafc parro fracción de ellos. Un impuesto le podía reducir a
quias de los pueblos, apenas si se distinguía del la miseria absoluta. Dependía, por tanto, de los
medio ambiente en el que se les reclutaba, campe derechos. Una anécdota italiana contemporánea
sino o pequeño burgués, por algo más que por la decía: «Un año, la cosecha de grano y fruta fue
sotana y por un celibato teórico. En la iglesia, du excelente en toda Italia y Toscana, especialmente
rante la misa, la distancia que le separaba de los en el campo florentino. Todo el mundo hablaba y
demás era inmensa y todos la reconocían: sólo él ! se regocijaba de la gran cosecha de su tierra. Un
podía transformar el pan y el vino en el cuerpo ; día, el sacerdote Arlotto se hallaba con un grupo
y la sangre de Cristo. Al igual que los otros sacra- ! de hombres, quienes estaban hablando acerca de
270 271
su buena suerte, y, tras haberles escuchado du máquina , de fomento de Jos jjatgres£& del JbiQ^ibre,
rante un momento, dijo: "Mi experiencia es com tomando dinero del pobre en lugar de
pletamente distinta de la vuestra. Puedo asegura
tra n s m itirle
ros que mi mejor trozo de tierra me dio una Tas enseñanzas de Cristo con amor. Una enorme
muchedumbre errabunda de falsos frailes, mon
cosecha muy pobre". Todos los hombres que se ha jas, vendedores de reliquias y dispensas falsas sa
llaban en compañía de Arlotto mostraron su asom caba provecho de la ignorancia de la gente. Los
bro y le preguntaron cómo era eso posible y de vendedores de indulgencias subrayaban la eficacia
qué lote de tierra estaba hablando que le producía del pago y no de la contrición o de las buenas
tan pobre cosecha. "Es el cementerio detrás de mi obras, sobre las cuales insistía la doctrina de las
iglesia", replicó. "Todos los años me deja un in indulgencias. Si Cristo hubiera de regresar a la
greso de entre 50 a 60 lire, ya que cada año entie tierra hoy, decía el franciscano Thomas Murner,
rro allí de seis a ocho personas y por cada cuerpo, predicando en Frankfurt del Main, en 1512, se le
que exige tres yardas de tierra, me quedan diez traicionaría y Judas pensaría que tenía bien gana
lire . Este año, mi cementerio no me ha producido das las treinta monedas. La proliferación de estas
absolutamente nada porque hasta ahora nadie ha denuncias puede hacernos creer que la Iglesia ya
muerto, lo cual me aflige mucho".» se encontraba madura no para la reforma, jin o
Como los curas dependían de una cosecha de de para la Reforma. Sin embargo, el prestigio de su
rechos, igual que sus feligreses dependían de sus enseñanza, aunque algo más oscura y menos ex
recolecciones, la actitud de los primeros hacia los clusiva que en otros tiempos, aún era activo y con
bienes materiales se confundía con la de los segun tinuaba siendo una fuente de inspiración para
dos. Y lo mismo sucedía con la organización de su aquellos que, en creciente número, se apiñaban en
servicio doméstico. Las concubinas eran una cau los grandes centros de teología —entre los cuales
sa general de preocupación para los reformadores. seguía manteniendo su lugar destacado la Univer
El Concilio de Sevilla de 1512 se vio obligado a sidad de París— y que luego se dirigían a los es
declarar que, por lo menos, los curas debieran tratos inferiores por medio de los libros escritos
mantenerse alejados de los matrimonios de sus hi o la palabra desde el púlpito. No existía ninguna
jos e hijas. La legitimación del bastardo de un clé figura dominante; los hombres miraban hacia
rigo era un fenómeno común. El paralelismo en atrás fructíferamente, hacia los grandes pensadores
las costumbres de los curas y del pueblo estaba que echaron la semilla, San Agustín, Guillermo de
aún más extendido a causa de la presteza con la Occam y Tomás de Aquino. Se iniciaba el ataque
que los mejor educados, poseedores de beneficios al escolasticismo, a la forma de estudio y expre
más remunerativos, dejaban a vicarios al frente de sión característica de las facultades de teología,
sus parroquias, delegados tan humildes que estu pero la violencia del ataque se debía a la vitalidad
vieran dispuestos a realizar las funciones del otro y no a la debilidad de lo que se estaba atacando.
por un modesto salario. La influencia que entre los fieles habían tenido
las controversias teológicas había sido siempre es
3. EL LLAMAMIENTO DE LA IGLESIA casa; tales controversias eran la obra de movi
mientos que, como el franciscano, habían comen
Abundaban las denuncias contra la relajación zado desde el nivel de los fieles y habían influido
eclesiástica, especialmente dentro de la misma en el academicismo teológico. La teología conti
Iglesia, Colet, en un sermón de 1513, resumía el ¡ nuaba siendo vigorosa y polémica, intrincada y ar
meollo de gran paite de la crítica habitual cuan gumentadora, más que apasionada moralmente y
do decía que la Iglrsia se había convertido en una aislada de la generalidad de la Iglesia. El peligro
272 273
no estaba en que la Iglesia hubiese perdido su re hombres auténticos que se acuerden con la profe
serva de enseñanza, su capacidad para preparar y sión de cristiano»2.
estimular, sino que a muchos de sus dignatarios La Iglesia tomó a su cargo la censura de libros.
se les nombrara para sus cargos sin haber entrado La "censura lóMt data del año 1475,‘
en contacto prolongado, y a veces sin haber tenido versidad de Colonia recibió autorización del papa
ninguno en absoluto con ella. para investigar no sólo los libros, sino también
La actitud de la Iglesia frente a la literatura la los lectores. En 1486 se autorizó al arzobispo Ber-
tina secular era ambigua. En tanto que León X toldo de Mainz para que supervisara los libros im
presenciaba las comedias de Terencio en Roma, presos en su provincia y en 1501 apareció la pri
Guillaume Michel continuaba la tradición medie mera declaración pontificia de carácter general,
val del Ovidio cristianizado con su edición de las cuando en la bula I n t e r m u ltíp lice s (dirigida a
G eórgicas, de Virgilio, «traducidas (al francés) y Alemania) Alejandro VI saludaba la invención de
moralizadas». Virgilio había escrito de un enjam la imprenta como un medio para extender la ver
bre de abejas sin patas dentro del cuerpo de una dadera religión, pero llamaba la atención sobre el
ternera, una imagen que, aunque poco común, era peligro de que también las concepciones heréticas
perfectamente rural; Michel se apresuraba a com pudieran obtener auditorio e instruía a los impre
pararla con «el hombre nuevo, regenerado por la sores para que sometieran sus obras a la licencia
sangre de Jesucristo, sin poder propio para ca de los arzobispos. Las imprentas monacales no
minar y hacer progresos a lo largo del sendero de eran raras; en Florencia había una hasta en el
la virtud». En tanto que en Italia los seguidores convento de monjas dominicas de San Giacopo de
de Pico della Mirandola se esforzaban por desve Ripoli. La Iglesia tenía pocos motivos para sentir
lar el mensaje divino, escondido en la literatura se inquieta por la imprenta. De una cifra aproxi
clásica precristiana, la abadesa del convento de mada de libros publicados antes de 1500 resulta
Santa Clara escribía a Konrad Celtis agradecién que, al menos el 45 por 100, eran de naturaleza
dole el envío de su descripción de la ciudad de religiosa y que el porcentaje creció, en lugar de
Nuremberg y una copia de unos poemas amorosos descender, en los siguientes veinte años. Y esa ci
latinos, sus A m o r e s . «En verdad no puedo negar fra no incluye más que muy pocos recordatorios
que la descripción y alabanza de la patria terrenal (xilografías con unas líneas de texto debajo, que
en vuestro libro, que tanto me complació, me hu constituían todo el mobiliario religioso de innú
biera resultado más cercana y deleitosa si hubiera meras casas pobres), ni tampoco los infolios o los
sido la descripción y alabanza de la patria celes baratos folletos que detallában los milagros, las
tial más allá de Jerusalén, de la que arribamos a vidas de los santos o unos cuantos textos agrupa
este valle de miserias, calamidades e ignorancia dos por temas, manuales para llevar en peregrina
y a la que tenemos que aspirar con todas nuestras ción, breves meditaciones en loor de Nuestra Se
fuerzas... Porque no tenemos aquí ciudad perma ñora o las últimas palabras en la cruz. Perecede
nente ninguna, sino que esperamos una que está ros y realizados por manos chapuceras, su número
por venir... Por tanto, justificándome en la es sólo se puede adivinar tomando como base algu
trecha amistad que nos une, exhorto a vuestra nas supervivencias frágiles.
merced a abandonar las malvadas fábulas de Dia Esta proporción de libros religiosos resulta ver
daderamente reveladora si recordamos que la apa
na, Venus y Júpiter y de otros condenados paga rición de la imprenta permitió poner en circula-
nos que ahora están ardiendo en el fuego de los
infiernos y cuyos nombres y recuerdo tienen que 2 Lewis W. Spitz, K o n r a d C e ltis , th e G e r m a n Arch-H u-
borrar, odiar y entregar al completo olvido los m a n i s t (Harvard U. P., 1957), págs. 85-86.
274 275
ción por primera vez, y a precios razonables, toda a convertirse en El Libro. La Iglesia había des
la literatura manuscrita de cada país, esto es, des confiado siempre de la lectura de la Biblia, espe
de libros de cocina y novelas caballerescas hasta cialmente de los Evangelios: se podía establecer
poemas y crónicas, un conjunto de obras que se una comparación ingenua entre las costumbres de
había ido acumulando a lo largo de los siglos. El Galilea y las de Roma; la enseñanza sencilla del
catálogo, como se ve, estaba completo y, sin em Cristo vivo se podía comparar con la multiplica
bargo, de entre los nuevos libros, la demanda po ción de las ceremonias y dogmas instituidos por
pular daba un lugar de preferencia a los que ver- ¡ la Iglesia viva a lo largo de los siglos. De la lec
saban sobre temas religiosos. 1 tura del libro de Tomás de Kempis se podía in
Es difícil medir el efecto de todo esto en las \ terpretar que para imitar verdaderamene a Cristo
actitudes religiosas de los hombres. De las obras era necesario retirarse de la religión instituciona
heréticas apenas si había rastro antes de que co lizada. En este sentido, la impresión de libros re
menzaran a extenderse los libros luteranos. Cierto ligiosos, aunque testimonio de la religiosidad esen
es que Sebastián Brant se quejaba de que: cial de la época, fomentaba la crítica a la I ^ esia.
Una obra alemana sobre"^ inorad,Tmpresa en 13837
Los credos y los dogm as to ta lm e n te fa lso s relata cómo había una vez un «santo varón que
Parecen crece r ahora de un día para o tr o . encontró a un diablo que llevaba un saco». Le
Los im p re so re s con sigu en que la situ a c ión sea aún preguntó que qué llevaba en él. Contestó el dia
[m á s la m e n ta b le . blo: «Cajas de distintas clases de ungüentos. En
S i algunos libros fu e r a n al fu e go ésta (mostrándole una caja negra) hay un ungüen
D esaparecería m u c h a sin ra zón y e rro r . to con el que cierro los ojos de los hombres para
que se duerman durante el sermón... un sermón
Pero parece que estaba pensando, sobre todo, en puede robarme almas que he tenido en mi poder
los relatos de milagros falsos o en las interpre durante treinta o cuarenta años.» La popularidad
taciones vulgares de la Escritura, que degradaban de que gozaban los sermones es indiscutible. Se pu
la creencia ortodoxa sin desafiarla. Por otro lado, blicaban volúmenes de ellos y muchos se traducían
Sé publicaban obras que, sin criticar a la Iglesia, ; de la lengua vernácula en que se pronunciaban (ex
capacitábáíl á ios hombres para definir la natura cepto los sermones a un público de clérigos y los
leza de su descontento frente a ella. Antes de 1504 , que se predicaban con motivo de acontecimientos
habían aparecido más de 90 edicíoríes latinas qe oficiales) al latín, adquiriendo con ello circulación
la Biblia y 30 ediciones en, seis lenguas vernácü—! internacional. El arsenal de sus temas, común a
l^s. Una de las obras que con más'‘ffé(CüeMt^,s e ¡ todos los países, incluía: la vida, desde la cuna
reeditaba era la Im ita c ión de Cristo, tanto en latín a la tumba, es una cosa miserable y efímera; los
como en traducciones a lenguas vernáculas. Sólo pecados de los hombres son excesivos y no se pue
una pequeña parte de la población podía leer, y : den contar, pero los más importantes son el
la distribución de tales libros, aunque suponga- |j orgullo, la lujuria y la gula; los hombres general
mos tiradas de un millar de copias y concedamos j mente ceden a las insinuaciones de la carne, igno
que hubiera cinco lectores para cada copia, única1 I rando las del espíritu; la misma Iglesia está pla
mente afectaba a una fracción reducida de esa | gada de simonía y de mundanidad pomposa. El
población. Los inventarios testamentales eviden^ ¡ tono variaba desde la seriedad enormemente aca
cian que incluso las familias relativamente acomoM démica de un Colet hasta el estilo del predicador
dadas poseían muy pocos libros y, probablemen: ¡ imaginado por Angelo Poliziano, quien, predican
te, la mayoría no tenía más que uno o dos; y un' I do sobre la Anunciación, preguntaba: «¿Y qué
libro leído y releído, alabado y protegido, tiend$j| creéis, queridas señoras, que estaba haciendo la
276 277
Virgen María en aquel momento? ¿Tiñéndose los las herejías y las profecías inflamatorias, no los
rubios cabellos? iNo, desde luego que no! ¡Todo ataques a los ricos o a los grandes, ni siquiera
lo contrario! Tenía un crucifijo delante de ella y los ataques a los clérigos mismos. Por supuesto,
estaba leyendo el Libro de las Horas de Nuestra es más probable que se minara el apoyo a la Igle
Señora.» Variaba desde el franciscano itinerante, sia con aquel continuo sacar los trapos sucios al
que gritaba y pateaba las paredes del púlpito a púlpito.
fin de mantener despierta a su congregación de La religión tenía un lado oscuro compuesto de
rústicos, hasta un predicador por quien Poliziano angustia y morbosidad que, al menos, era el re
sentía una admiración dominante: Savonarola. sultado combinado tanto del miedo, del miedo fí
Como predicador, Savonarola no era superior a sico a la peste, a la carestía y a la violencia, como
hombres como Olivier Maillard o Michel Menot, del sentimiento del alma que se ve condenada a
en Francia, o a Johann Geiler, de Alsacia, ni tam no ser nunca iluminada por la presencia de Dios,
poco era más popular; también ellos recurrían a a estar eternamente manchada por el pecado. La
altos niveles de elaboración intelectual, domina Iglesia tenía la precaución de dejarle salidas al pe
ban la anécdota y el argumento y podían aterro cador; tales eran la mediación del sacerdocio, las
rizar, inspirar o deleitar. advertencias de la confesión, la posibilidad de las
Al igual que sucedía con los libros, resulta mu^ buenas obras. A menos que existiera sospecha de
difícil evaluar el efecto que tenían los sermones. herejía clara, el yugo era ligero sobre la concien
Sin duda, muchos de ellos eran violentamente cia del individuo. Los tribunales eclesiásticos im
emocionales. El farmacéutico Luca Landucci, un ponían penas suaves en delitos tales como el adul
devoto seguidor de Savonarola, apunta en su dia terio y respetaban los derechos testamentarios de
rio que, cuando el fraile comenzó a predicar otra los bastardos; las feroces penas previstas para la
vez, desafiando la prohibición de Alejandro VI, blasfemia se conmutaban generalmente por una
«mucha gente acudió y se habló mucho a propó pequeña multa o por la donación de una vela a
sito de su excomunión, y muchos no fueron por la iglesia del ofensor. El obispo Seyssel reconocía
miedo a que los excomulgaran, diciendo: gu ista que, en la práctica, los príncipes tenían que tole
vel inguista, tim e nd a est». Y el farmacéutico aña rar la caterva de prostitutas que acompañaban a
día: «Yo fui uno de los que no acudieron.» Si se a los ejércitos en su marcha, «igual que la Igle
puede obtener alguna moraleja de la confrontación sia tolera los burdeles en las ciudades sin aprobar
entre Savonarola, el predicador al que mejor co el pecado que ellos implican». La literatura con
nocemos, y Landucci, uno de los pocos asiduos a temporánea muestra con qué facilidad podían
los sermones que haya dejado testimonio de sus marchar juntas la pasión ilícita y la religión, al
reacciones, ésta es que, incluso en una época de menos para los cultivados. Con el fin de seducir a
tensión política y milenaria, ni la fe ni el equili la mujer que ama, el héroe de la novela de Cavi-
brio psicológico resultaban fáciles de sacudir. Se ceo, II Peregrino (El Peregrino), se esconde bajo
ha dicho que la acentuación del c on te m p tu s m un - un altar para conseguir su propósito cuando ella
di creó una atmósfera de alarma desesperada, que se arrodilla en oración y también se introduce
los ataques constantes contra la avaricia de los subrepticiamente en su casa, escondido dentro de
mercaderes, la suntuosidad de los nobles y su in una estatua de Santa Catalina. Cuando el héroe
diferencia frente a los que se encontraban necesi
tados habían estimulado la lucha de clases, lo cual de la C elestin a , de Rojas, reclama la ayuda divina
es dudoso. Estos temas tenían siglos de antigüe para que ayude a su alcahueta a traerle a Melibea
dad. Cuando se iniciaron los primeros intentos de a su lecho, no es de Júpiter o de Amor de quienes
fiscalizar los sermones, lo que se examinó fueron la reclama, sino de «¡Tú, que guías los perdidos, é
278 279
los reyes orientales por el estrella precedente á Esta capacidad de responder a las demandas la
Belén truxiste, y en su patria los reduxiste!». manifiesta la Iglesia no ^ólo en lo que permitía,
También se demostraba la tolerancia en la for sino también en lo que condenaba. El caso más
m a como la Iglesia tomaba conocimiento de los notorio es la persecución de las brujas. No había
cambios sufridos por la devoción popular. Existía nada nuevo en las creencias en las brujas. En un
un anhelo extendido por creer que la Virgen había sermón de 1505 en Tubinga, que suena como una
sido concebida inmaculadamente, que la figura sinopsis enciclopédica de la sabiduría popular,
más accesible en la vida de Cristo, supremo ejem Martin Plantsch recordaba a sus feligreses que
plo de la feminidad, estaba tan libre de pecado las brujas levantaban tormentas, tenían gatos co
original como su hijo; además de tener el ejemplo mo si fueran familiares suyos, originaban la impo
del hombre perfecto, el adorador también quería tencia, manipulaban la salud y la enfermedad,
rezarle a la perfecta mujer. Aunque no había jus irrumpían en las bodegas a través de puertas ce
tificación ninguna de que ésta hubiera sido así, ni rradas, utilizaban polvos, infusiones, imágenes y
en las Escrituras ni entre los primeros Padres, Six desacralizaban los sacramentos. Tal era la concep
to IV aprobó el culto, si bien no como dogma, y ción popular. Lo nuevo era que se admitiera ofi- *
los teólogos de la Sorbona lo sancionaron en 1496. cialmente. En 1484, Inocencio VIII promulgó la \
Asimismo se saludó el culto aún más nuevo (sin bula S u mm i s d e sid e ra n te s a ffec tibu s , que autori- \
que fuera dogma) de Santa Ana, que traducía el zaba a los inquisidores dominicos Heinrich Kra- I
deseo de creer que desde el principio de los tiem mer y Jacob Sprenger a erradicar la brujería de j
pos también se había escogido a la madre de la Alemania. Dos años más tarde, éstos publicaban /
Virgen como parte del plan divino de redención el documento básico de la caza de brujas, el M al-*
de la humanidad y sin que estuviera sujeta al leus M a lefica ru m , una ficha para el reconocimien
pecado original. Lutero escribía en 1523: «Los to de las brujas, que contenía instrucciones acer
hombres comenzaron a hablar de Santa Ana cuan ca de cómo perseguirlas y que ganó rápida circu
do yo era un muchacho. Hasta entonces nadie le lación en Europa. Al enumerar las atrocidades
había prestado atención.» Los primeros veinte cometidas por las brujas, la bula de Inocencio in
años del siglo xvi vieron multiplicarse la imagen cluía los destrozos de cosechas y animales, la im
de la santa en las iglesias de toda Europa. En esta potencia sexual en los hombres y la esterilidad
época se extendió la devoción del Rosario, des en las mujeres. Al proveer de chivos expiatorios
pués de sus comienzos hacia los años 1470, y el para una amplia gama de desgracias económicas
Vía Crucis se convirtió en un culto familiar, aun y personales, la Iglesia satisfacía anhelos tan ur
que, como las estaciones aún no se habían fijado gentes como aquellos que buscaban nuevos cami
a lo largo de la misma Vía Dolorosa en Jerusa- nos para expresar las necesidades espirituales.
lén, el ritual variaba de una a otra iglesia. Tal Se obtenía entusiástico provecho de todos los
flexibilidad no se mostraba solamente frente a las apoyos tradicionales a la devoción católica; en res
aspiraciones populares. La la dig puesta a la fuerza de estas devociones alcanzó su
nidad del hombre entre los académicos humanis máximo apogeo a fines del siglo xv y comienzos
tas condujo a que se insistiera —especialmente del xvi la sátira contra la superstición y contra
entre los platónicos— sobre la idea de la inmorta la exterioridad de la observancia religiosa. Había
lidad del alma. A causa de las dificultades filosó una abierta creencia en las imágenes milagrosas y
ficas del concepto, la Iglesia había dejado el asun en la idea de que los pueblos y las ciudades se
to abierto, aunque declarándolo imposible de pro hallaban bajo la protección de un santo Patrón. El
bar. En 1513, el Concilio lateranense convirtió esta deseo de convertir la fe en algo visible y, en el
creencia en un dogma de la Iglesia. caso de las reliquias o de los objetos del culto
280 281
tales como las tumbas o ciertas estatuas, también religiosas cubriera sus paredes y coronara sus al
palpable, era más fuerte que nunca. Un inglés, in tares. Además, se continuaban construyendo pa
terrogado bajo sospecha de herejía, había imagi redes y altares.
nado tan claramente el milagro de la transustan- En Francia, España y Alemania había muchas
ciación que creía que la hostia tenía que estar bor iglesias y nuevas capillas dentro de las viejas. En
deada por un «muy blanco pan del grosor de un Inglaterra, el vidrio de Fairford y del King's Colege,
pequeño hilo de bramante, porque —dijo— cuan en Cambridge, la torre en Fountains y la Abadía
do un hombre o una mujer fueran a comulgar po de Bath se cuentan entre los más conocidos ejem
dría suceder que la hostia tropezara con los dien plos de una actividad impresionante en la cons
tes y entonces, si no estaba allí el círculo de pan trucción de iglesias y en su ornamentación con
para retener la sangre, ésta podría caer desdicha tumbas, capillas, bancos nuevos, púlpitos y tabi
damente fuera de los labios»3. ques, así como con el alabastro cincelado que daba
En Suiza y en Italia, en el Domingo de Ramos, fama a la región. Un testimonio aún más imponen
a lo largo de las naves de las iglesias, se tiraba te de la continua vitalidad de la observancia reli
de Cristo, que iba montado sobre un burro de giosa se encuentra en las actividades de las co
madera. En el día de la Ascensión, en el gran mo fradías legas, quienes ofrecían a los habitantes de
nasterio de Zurich, Cristo emergía de un agujero los pueblos que no eran trabajadores una posición
en el suelo y era izado, desapareciendo por una personal en la maquinaria y la satisfacción devota
escotilla en el techo. La Iglesia daba aún gran im que la Iglesia ofrecía. Además de la importancia
portancia a las opiniones de San Gregorio y San social de las escuelas que dirigían algunas de ellas
Bernardo, según los cuales surge más fácilmente y de la caridad, que extendían más allá de sus pro
la emoción a través de la vista que a través del pios miembros, las cofradías podían ser mecenas
oído, se estimula mejor la memoria con un argu notables. En 1517, la cofradía veneciana de San
mento pintado que con uno oído; el arte es la Rocco comenzó la construcción de una casa de reu
letra del iletrado. A fines del siglo xv, el agustino niones (sc uo la ) para la que Tintoretto había de
Gottschalk Hollé insistía en que se podía atraer pintar una serie de obras maestras que marcarían
a los hombres a la piedad más eficazmente «por un hito en su carrera. En Florencia, la cofradía
medio de la pintura que con un sermón», y Geiler dello Soalzo compró un terreno cercano a su igle-
reconocía que «tales artículos de fe como son los sita, destinado a un convento que Andrea del Sar-
esenciales para el hombre los pueden aprender to empezó a decorar en 1511 con los más bellos
las gentes del común por medio de las pinturas trabajos de g risaille de todos los tiempos. En el
y de las historias que están pintadas por doquier extremo opuesto encontramos las placas con em
en las iglesias». La pintura se hacía eco de todos blemas eucarísticos que se vendían por uno o dos
los impulsos espirituales y los estimulaba, desde chelines a los miembros de la cofradía de York
los santos apresuradamente pintarrajeados que, del Corpus Christi para que los guardaran en sus
en su utilización religiosa, apenas se distinguían casas.
de los amuletos paganos, hasta los ciclos de fres
cos de una teología más elaborada, como los de
Miguel Angel y Rafael. Ya fueran imaginativas u 4. EL DESCONTENTO
obtusas, prudentes o tontamente atrevidas, la
Iglesia permitía que una variedad de experiencias La escalera que conducía al hombre hacia Dios
tenía muchos escalones. Una ventana en San Lo
3 En Margaret Bowker, T h e s ec u la r c le r g y in th e d io ce s e renzo, en Beauvais, mostraba en 1516 a un hom
o f L in c o ln 1495-1520 (Cambridge U. P., 1968), pdg. 153. bre arrodillado solicitando la intercesión de Lo
282 283
renzo; el santo, a su vez, mira suplicante hacia la bria y los Abruzzos. .Enemigos de los sacerdotes,
Virgen, quien mira hacia Cristo, quien mira ha recelosos de toda .práctica cuya legitimidad no se
cia Dios. Aquellos que deseaban desbrozar los pudiera extraer de los Evangelios y de las Epís
escalones de santas reliquias, devociones máriánas tolas, creían que toda persona que viviera una
y símbolos eucarísticos, a fin de acudir directa vida pura podía administrar los sacramentos que
mente a Dios, sin intervención sacerdotal, estaban ellos consideraban únicamente como la carne y la
aislados, y su número no aumentó notablemente sangre de Cristo. Vivían en la pobreza (la mayo
en este período. Unicamente en Bohemia estaba ría de ellos, a la fuerza) y se preparaban para ayu
extendida la herejía, como un legado de los tiem dar a la misa, con el fin de desviar la atención
pos de Hus. Los utraquistas, quienes practicaban de la Iglesia de creencias que habían sido conde
la comunión bajo las dos especies y leían los Evan nadas repetidamente desde el siglo xii. A partir
gelios y las Epístolas en la lengua vernácula, te de 1488 se les persiguió sañudamente y su número
nían una cierta posición social, con poderoso res se redujo mucho. «ELleixeil^grupp, que se puede
paldo entre la clase media rural, y en ciertas ciu definir con cierta facilidad, era el de aquellos lo-
dades, en su mayor parte, se les permitía practi J^ 4 o stJij||gleses.. que seguían manteniendo vivas Ja?'
car sus ritos un poco excéntricos y socialmente ideas de, Wyclif, esto es, negación de la transus
inofensivos. Mucho más extremistas eran los Her tanciación, de la confesión, de las oraciones por
manos Bohemios, quienes se encontraban prácti los muertos y del celibato clerical. Recelaban de
camente más allá del alcance de la ortodoxia, en toda ceremonia que no fuera bíblica
tre sus selvas y montañas. En carta a Erasmo, Jan bayoJaJ4m p o r t^
Slechta, un bohemio culto que contaba con algu e n _ la j^ Las ideas de los lolardos
nos medios, describía sus opiniones. Describen al se circunscribían, por lo general, a las personas
papa y a sus funcionarios como el Anticristo. Eli pobres. Aunque legalsnente se les pod^ penar con
gen a sus propios obispos, legos iletrados y rudos la muerte si, una vez convictos y retractados, re
con mujeres y familia. Se saludan unos a otros incidían, los obispos ingleses no los persiguieron
con el nombre de hermanos y hermanas y no re con ferocidad. Su número era escaso y muchos de
conocen otra autoridad que la Biblia. Sus sacer ellos se retractaban al sufrir la primera persecu
dotes dicen la misa sin vestiduras litúrgicas, utili ción. Es imposible decir cuántas personas que no
zan pan con levadura y sólo rezan el Padre Nues eran lolardos, aunque se les podía identificar co
tro. Niegan la transustanciación y consideran ido mo tales, fueron influidos por los argumentos
látrica la adoración de la hostia. Ridiculizan los contra la riqueza ritual del clero y su exclusivi
votos por los santos, las oraciones por los muer dad, así como por su odio contra Roma. Además
tos y las confesiones a los sacerdotes y no guar de estas sectas, cada una de las cuales poseía (o,
dan ningún día de fiesta, salvo los domingos, la en el caso de los lolardos, había poseído) alguna
Navidad, la Pascua y Pentecostés. firma de «Iglesia» organizada propia, en toda Eu
La importancia de los Hermanos residía, sobre ropa se daban casos de vez en cuando de indivi
todo, en la influencia que ejercían sobre todas las duos que, movidos por alguna tensión psíquica,
personas que llegaban de toda Europa central para arrojaban la hostia contra el suelp y gritaban que
trabajar en las minas de plata. No muy distintas el papa era el Anticristo o anunciaban su inten
eran las creencias de los Valdenses, una secta que ción de engendrar un nuevo Salvador. La ausencia
encontraba el máximo arraigo entre los valles al de una clara idea del progreso secular, añadida
pinos del Piamonte y el sureste de Francia, pero a la perdurable tradición de los sueños quiliásti-
que en Italia contaba con comunidades dispersas cos medievales, suponía que, en los momentos de
también en las regiones montañosas, como Cala presión política o social, las más apasionadas pre
284 285
dicciones sobre la llegada del Anticristo o el fin dió a otras partes. Los Hermanos tenían casas y
del mundo se bosquejaran sobre el futuro, sin que escuelas en todo el País del Rin y desde Holanda
aparecieran como inherentemente inverosímiles. hasta la lejana Sajonia. La esencia de su fe estaba
Los excesos místicos conducían a los frailes espa constituida por la convicción de que la fortaleza
ñoles a proclamar que la unión personal con Dios del carácter y el amor de Dios constituían apoyo
les liberaba de la inclinación al pecado y les re suficiente para el alma que busca a Cristo y de que,
dimía de la necesidad de realizar buenas obras. para vivir piadosamente, el hombre necesitaba el
EiLAlemaaax
nutridas en la fuente psicológica y doctrinal co mínimo auxilio de los ritos y los sacerdotes, para
mún, relacionada con la secular herejía de los no hablar de la teología de unos académicos en
Hermanos del Libre Espíritu, según las cuales zarzados en disputas sin fin acerca de los límites
toda la organización de la Iglesia era un fraude; entre el pecado mortal y el venial. «¿Qué utilidad
el hombre puede llegar a ser Dios, y una vez que tiene discutir sobre materias oscuras y ocultas, cu
lo ha reconocido es libre de hacerle el amor ante yo conocimiento o ignorancia será irrelevante
el altar a su hermana o a su hermano, o de ase para nosotros el día del juicio?» La pregunta es
sinar a sus hijos. La actitud más general era la típica del principal libro de la D evotio, la I m it a
de atenerse simplemente a las palabras de las Es ción de C risto.
crituras, y ello no solamente entre los pobres - La desconfianza frente á la razón, tan acentuada
los ignorantes. «Les doy dos chelines a cualquiera en la I m ita c ión de Cristo, era también responsa
que pueda mostrarme un pasaje en las Sagradas ble en parte de un aumento del interés por la ma
Escrituras que nos ordene ayunar durante la cua gia entre los eruditos. Para el místico, la razón
resma», decía Jean Laillier, presentando temera ponía un falso velo, hecho de ingenio humano,
riamente una tesis en la Sorbona en 1484 en la ante el rostro de Dios. Para el mago encubría el
que rechazaba la confesión, la absolución, el celi resplandor de una luz que, brotando desde el
bato clerical y la autoridad de la tradición. Creador hacia el alma humana, podía ceder al in
Había otros, sin embargo, que declinaban la dividuo algo del poder del creador sobre la na
compleja hospitalidad de la Iglesia, dándole pre turaleza. Los poderes mágicos no sólo correspon
ferencia a un camino de autoperfeccionamiento. dían a las más altas posiciones en la escala de la
/Y aquí es donde parecía residir el auténtico peli- creación, que algunas corrientes del pensamiento
sgro para la Iglesia: en la creencia de que sus mi- humanista le atribuían al hombre, sino también
Snisterios no eran injustos, sino irrelevantes. Los a un método de fortalecer la naturaleza espiritual
Hermanos de la Vida Común, por ejemplo, hom de aquél por medio del encantamiento, los talis
bres y mujeres que vivían en comunidades pare manes y las fórmulas de hechizo. (^El mismo hu
cidas a monasterios, que observaban votos auto- manismo surgió del estudio de los libros paganos,
impuestos de pobreza, castidad y oración y que pero sería difícil demostrar que el paganismo to
conceptuaban la meditación y la recta conducta tal fuera una amenaza para la Iglesia. Hay que
por encima de los sacramentos y de las ceremo atribuirle poca importancia al caso del hombre
nias, representaban una crítica a la Iglesia, sin ne que en 1503, en París, arrebató la hostia de manos
cesidad de hacerla manifiesta. Fue de estas escue del sacerdote y declaró que «Júpiter y Hércules
las completamente ortodoxas de donde habían sur son los únicos dioses verdaderos». Más significa
gido Erasmo y Lutero para subrayar que la Biblia tivo e inmensamente conmovedor es el relato que
era la única medida que se podía aplicar a las nos dejó Fray Luca della Robbia sobre las últi
creencias y al culto. La influencia de la D evotio mas horas de Pierpaolo Boscoli, sentenciado a
m oderna, practicada por los Hermanos, se exten muerte por su participación en el complot para
asesinar a los Médicis en 1513. «Liberadme —ro-
286 287
gaba— de la memoria de Bruto, para que pueda legos de que los sacerdotes y los monjes tenían
m orir como un cristiano.» El fraile sostiene que, que ser visiblemente más virtuosos que ellos mis
tras haber luchado toda la noche para rescatar mos y, por último, sobre todo, por la certeza de
a Boscoli de los valores de la educación humanis que ninguna institución podía mostrarse realmen
ta, al final lo consiguió. No hay duda de que esto te, sino que, todo lo más, podía ser puesta a prue
es cierto; dado el espíritu religioso de la época, ba por los individuos.
era extraño el caso del hombre cuyos últimos mo
mentos estuvieran ocupados con una visión de los
Campos Elíseos en lugar de con la del Día del Jui
cio Final. ^
El estudio de la antigüedad podía suscitar pun
tos de vista más desapasionados acerca del mérito
de otros sistemas religiosos que no fueran el cris
tianismo. Así, Maquiavelo podía alabar el valeroso
patriotismo que la religión romana daba a los sol
dados de la República, y también Mutianus Rufús,
que había sido compañero de estudios de Erasmo
en los años 1480, podía enseñar que la filosofía
de los antiguos y las religiones de los judíos y los
cristianos no eran sino diferentes reflejos de la
efusión continua de la divinidad de Dios. Y esta
consideración comparativa podía sombrearse de
deísmo, como sucedió en Celtis:
Te m a ravillas de que nun c a m u e v o los labios en
[ una iglesia,
M u rm u ra ndo oraciones a tra vés de los d ie n te s .
La razón es que la gran v o lun ta d d ivina de los
E sc u c h a a la vocecita in te r io r . [ c ie lo s
Te m a ra villa s de v e r m e tan ra ra m e n te
A rra stra ndo los p ies en los te m p lo s de los d io se s .
Dios está e n tre no s o tr o s . N o n ece sito m e d ita r so-
E n i g le s ia s p i n t a d a s . [ b re E l
Era raro que se produjese duda alguna acerca
de dónde se hallaba la preferencia en momentos
de angustia, de guerra, de pérdidas personales o
en la aproximación de la muerte.
A todas éstas y a otras necesidades respondía
la Iglesia permitiendo un incremento de sus en
señanzas y sus prácticas e intentando una refor
ma de faltas tan sencillamente identificables, aun
que estaba obstaculizada, como siempre, por sus
propios intereses creados, por la creencia de los
289
Vil. Las artes y su público iban a «cantar durante vuestro trabajo en la casa
y en el campo, en vuestras horas de oración y
devoción, en días de alegría y en días de pena»,
añadía: «Las buenas canciones son agradables a
Dios, las malas son pecaminosas y hay que evi
tarlas.» Ya fuera para elevar el espíritu, ya para
1. LA MÚSICA aliviar el día de trabajo, el poder, la utilidad, la
popularidad universal de la música se daban por
Cuando los hombres de Vasco de Gama desem supuestos de un modo que se diferenciaba bas
barcaron luego de haber rodeado el cabo de Bue tante del loor acordado a cualquier otra forma de
na Esperanza, los nativos les saludaron tocando expresión artística.
una especie de flauta, «consiguiendo, sin embar La inclusión de la música en el qu a d r iv iu m im
go, una agradable armonía para ser negros, de plicaba, por supuesto, que todo graduado univer
quienes no se supone que hayan de ser músicos». sitario y, por ende, una proporción bastante alta
Se suponía, en cambio, que los marineros serían de los que eran capaces de expresarse libremente
capaces de contestar debidamente, como así lo por correspondencia o a través de libros, estaba
hicieron. Los primeros viajeros llevaban trompe capacitado para discutir sobre la naturaleza y el
tas y tambores que se usaban para ayudar a la efecto dq la música, aun a pesar de que el curso
guardia de la tripulación y para hacer señales en de música era teórico y no exigía habilidad ejecu
la niebla, pero también como distracción. Erasmo tante ninguna. No obstante, el canto y el aprendi
no se estaba entregando al sentimentalismo cuan zaje de algún instrumento constituía una parte
do expresaba la esperanza de que alguna vez se normal en la enseñanza escolar de las familias de
cantarían las historias del Nuevo Testamento las clases medias y altas. Seguramente, el instru
acompañando a la rueca y al arado. Desde la can mento más común habrá sido el laúd, el propio
ción más sencilla, sin acompañamiento, hasta los de la época de la H a u s m u s ik . Los instrumentos
coros de las catedrales y las orquestas de las cor domésticos de teclado eran menos comunes, pero
tes principescas, la música suministraba el placer muchas iglesias grandes y casas importantes po
cultural que más profundamente se sentía, el más seían un órgano, y Rodolfo Agricola expresaba se
compartido y el que menos discusión admitía. guramente el parecer de muchos viajeros cuando
No hay descripción de los sentimientos que ins informaba acerca del placer que sintió cuando, vi
pira la vista de una obra de arte que tenga la in sitando Ferrara, comprobó que podía entregarse
tensidad de la creación de Andrea Calmo ante un a su «debilidad por los órganos». En opinión de
concierto: «En cuanto a la forma de cantar nunca Castiglione, los instrumentos de viento debían de
he oído nada mejor, iDios! iQué bella voz, qué jarse a los profesionales, ya que llevaban con
estilo, qué plenitud, qué decrescendos, que suavi ellos (la idea procede de Aristóteles en la P olítica)
dad, que hubiera hecho fundirse los más duros co un matiz de servilismo. Y así era en lo funda
razones!» Durero anotaba que, en el curso de otro mental.
concierto, en Venecia, a los mismos violones se De Portugal a Lituania y Hungría, los cantores
les soltaban las lágrimas, y uno de los maestros errantes, acompañándose de un laúd o de un sim
de capilla de León X, Elzéar Genêt, decidió re ple violín, repetían viejas baladas o acontecimien
nunciar a todo género de música secular porque tos recientes, poemas épicos nacionales mezcla
temía excitar con demasiada fuerza las malas pa dos con la murmuración de la corte y del campo
siones. Por razones similares, un libro de oracio de batalla, constituyendo una especie de periodis
nes alemán de 1509, aceptando que sus lectores mo musical que reflejaba los gustos e intereses
290 291
populares con más fidelidad que cualquier otro llegó a armar caballero al organista de cámara,
medio, con excepción, quizá, del sermón. Los es Paul Hofheimer. De conformidad con el prestigio
tudiantes, los oficiales, los miembros de los gre que alcanzaba la música entre las otras artes,
mios, los soldados mercenarios, todos tenían re cuando Leonardo le escribió una carta a Ludovico
pertorios de canciones tan específicos como sus Sforza, de Milán, mediante la cual pretendía re
atuendos y sus ocupaciones, canciones que, a pe comendarse a sí mismo, además de señalar su
sar de todo, apenas si están registradas como un competencia como pintor, escultor e ingeniero mi
aspecto de la capacidad del hombre para identifi litar, concedió especial relieve a su pericia como
carse con su tipo de trabajo, a través de cancio tañedor de laúd. El mismo León X compuso mú
nes «noticia» con la autoridad y a través de la sica, como también lo hizo Enrique VIII. Sería
épica nacional, adecuada a la forma de balada, tedioso, desde luego, citar la lista de los prínci
con su país como un todo. La danza estaba tan pes y monarcas que podían tocar algún instru
extendida —otra oportunidad para la elaboración mento; ello solamente tiene importancia porque
de la música popular— que, en ciertas partes de no había ninguno que supiera pintar o esculpir o
España e Italia, se había incorporado la música a —con la posible excepción de Lorenzo de Médi-
las ceremonias religiosas. cis, quien presentó un proyecto para la fachada
/Las ocasiones en las que se interpretaba música inacabada de la catedral de Florencia— que tuvie
solían ser actos públicos, interludios en los autos ra capacidad alguna como arquitecto. La plétora
sacramentales, por ejemplo, o procesiones o la de ángeles-músicos en el arte, la utilización de ins
celebración de un tratado de victoria, de alianza trumentos musicales como asunto en el trabajo
o de paz; y muchos pueblos de cierta importán- de intarsia, la Santa Cecilia de Rafael (hasta en
cia empleaban una banda municipal de trompe tonces un tema poco común), la existencia de aca
teros, pífanos y tambores. En Amberes incluso se demias de música, dedicadas tanto a la ejecución
daban regularmente conciertos vespertinos. Pero como a fomentar la discusión de grupos, en Sie
también hay abundancia de testimonios que mues na y Roma, todos estos casos constituyen un re
tran que la música dentro de la casa era algo ha cordatorio de la importancia de la música en una
bitual. A partir de 1501 comenzó a aparecer la época que, retrospectivamente, se ha hecho famo
música escrita, mucha de ella dividida en libros in sa por las artes que fundamentalmente dependen
dependientes, de tal modo que cada instrumentis del sentido de la vista.
ta podía tener ante sí su propia parte; las dedica En Italia, la música de cámara acentuaba sobre
torias que constan en ella hacen pensar que gran todo su carácter secular, si bien algunos príncipes
cantidad de esta musicografía, tanto vocal como manifestaban un gran interés por la música cpe
instrumental, estaba pensada para casas privadas. se hacía en sus capillas. En otras partes, especial
El ritmo de los cambios en el estilo y la pericia mente quizá en Hungría, Bohemia y España, se
de la ejecución lo determinaban las orquestas y acentuaba más la música sacra, que, desde luego,
los vocalistas adscritos, como algo perfectamente continuaba siendo la especial provincia de la mis
natural, a las casas nobles. Había una gran com ma Iglesia. En Inglaterra estaba tan extendido el
petencia para conseguir los servicios de composi interés por una liturgia musicalmente compleja,
tores e instrumentalistas. Los cantores en la corte incluso en las colegiatas de mediano tamaño, que
pontificia de León X podían reclamar salarios tan Erasmo, el defensor de la vocalización infantil, se
altos, por lo menos, como los que se pagaban a vio obligado a comentar de la música eclesiástica
los hombres de letras. Lorenzo de Médieis hizo que: «Tienen tanta de ella en Inglaterra, que los
levantar un cipo en la catedral florentina al mú monjes no se cuidan de nada más. Una serie de
sico «de la familia», Squarcialupi. Maximiliano criaturas que deberían estar lamentando sus pe
292 293
cados, se hacen la ilusión de que pueden compla gama de mecenazgos que la que se podía conse
cer a Dios gorgoreando en sus gargantas.» guir en el Norte. Obrecht, Isaac y Josquin traba
La tendencia a conseguir un tratamiento más jaron una temporada en Florencia.
armónico de la música en este período se eviden Los nombres y personalidades de los intérpre
cia en el aumento de tamaño de los coros, ya que tes, cantantes y compositores se conocían y discu
ahora comenzó a depender mucho más del efecto tían ampliamente merced a la imprenta, a la co
conseguido por las voces conjuntadas. Así, ade rrespondencia de los humanistas interesados en
más de la rivalidad musical intraeclesiástica, que la música y a la competencia entre las cortes y
conducía a que se birlaran los coristas unas igle las iglesias. También había otros factores que
sias a otras, había una creciente demanda de mu contribuían a un fin similar; tales eran el mayor
chachos como cantantes. Los coros y músicos interés en la improvisación instrumental, el surgi
monásticos y parroquiales no se limitaban a in miento de un discernimiento perito en materia dé
terpretar música dentro de las iglesias y las ca vocalización, para el cual el juicio sobre la calidad
pillas, sino que también marchaban en procesio de una voz individual era materia de vehemente
nes, salían a bendecir los ejércitos que partían a discusión. La muerte de Ockeghem, en 1495, no
la guerra y a celebrar la llegada de los que regre sólo fue llorada por sus colegas compositores en
saban. La música religiosa regular se completaba sus ob^as, sino también por Erasmo en un epi
con coros e instrumentalistas apoyados por las co tafio. Al igual que en las otras artes, había un in
fradías legas, algunas de las cuales, como la cofra tento consciente de romper con las tradiciones
día de Nuestra Señora, en Amberes, eran lo bas anteriores, en particular con el canto gregoriano,
tante ricas para instalar órganos de su propiedad tan profundamente enraizado, con el principio de
en las capillas que le estaban reservadas. la composición sucesiva (opuesta a la composi
En resumen, por tanto, si tenemos en cuenta, ción polifónica, en la que se imaginaban las par
ya sea la música secular, ya la sagrada, resulta tes simultáneamente) y con la subordinación del
que, al filo del nuevo siglo, había más individuos sentido de las palabras a las pautas musicales.
activamente ocupados con la música y más ocasio Contra este trasfondo de la novedad anhelada se
nes de escucharla que en ninguna época anterior. perfilaban los compositores en vigoroso relieve,
Fue además uno de los grandes períodos forma- como sucede en una carta italiana en la que se com
tivos de la evolución del estilo musical; una evo para a Isaac con Josquin des Prez y se sitúa al pri
lución en la que dominaban la Francia septentrio mero en mayor consideración porque «compone co
nal y Holanda, con compositores tales como sas nuevas más a menudo». Las discusiones entre
Ockeghem, Obrecht, Isaac, Mouton y Josquin des los teóricos ayudaban a mantener la idea de la músi
Prez y que afectaba a la composición musical en ca como forma artística en evolución. La que tuvo
otros países gracias a las continuas migraciones lugar entre el español Bartolomé Ramos de Pareja
de músicos y compositores y gracias también, aun y Franchino Gaffurio, catedrático de música en
que en menor medida, a la circulación de partitu Milán y director de la orquesta de la catedral, fue
ras impresas. El intercambio era particularmente acompañada de una toma de partido generalizada,
fructífero entre Holanda e Italia. En Italia falta especialmente cuando la polémica descendió al ni
ban compositores de auténtica singularidad, mas vel del agravio personal al acusar Ramos a Gaffu
su gran tradición instrumental constituía un es rio no sólo de ser un bastardo y borracho, sino de
tímulo para los músicos del norte, hasta enton tener la voz de un cuervo.
ces más orientados hacia la vocalización, y la exis El interés, la oportunidad, los viajes continuos,
tencia de centros tales como Milán, Florencia, Man la imprenta; todos éstos son los factores que ayu
tua, Ferrara y Urbino exhibían una más extensa dan a comprender la rapidez de difusión que al
294 295
canzó uno de los principales avances de la época: humana en tanto que obedeciendo a leyes forma
la composición en función de los acordes y no de les. Desde la broma secular de hacer que las vo
las ligaduras que se añadían sucesivamente. Pero ces rebuznaran como asnos o que los instrumen
la creación de una estructura armónica también tos imitaran a los pájaros, a los grillos o a las
dependía de dos cosas más: la primera era la mujeres parlanchínas, hasta la nueva elocuencia
invención de la partitura musical, que comenzo con la que se reflejaban los temas de la devoción
a usarse hacia los años de 1480; la segunda, la popular, los sufrimientos de la cruz, las congojas
nueva libertad que Ramos ofrecía a los compo de la Virgen, las tribulaciones de Job, resulta esen
sitores en aquel mismo tratado controvertido, De cial considerar la nueva adaptabilidad de la músi
m ú sic a tr a c ta tu s (Tratado de música), de 1482, ca si se quiere comprender la función social de la
al recomendar con ahínco que las terceras y cultura de últimos del siglo xv y principios del xvi.
las sextas se considerasen como consonantes, sien La música no evolucionaba aisladamente, sino
do ésta una sugerencia que el oído se había nes que tenía vínculos evidentes con la enseñanza y
gado a aceptar hasta entonces, basándose en ‘la las otras artes, evidenciados a través de la natu
influencia que ejercía la mente tras haber acepta raleza de los programas de estudios universitarios,
do un argumento puramente matemático. Y toda la existencia de profesores amantes de la música y
vía quedaba otro gran adelanto que contribuía al de músicos-pintores. La emotividad de la música
florecimiento de la estructura armónica; tal era quizá reflejara el anhelo de una religión más per
la utilización de la música para expresar toda la sonal. Y la insistencia en que la música siguiera
gama de la experiencia humana, haciendo que el el significado traducía casi con certeza el empeño
significado de las palabras determinara el sistema. de los humanistas por establecer propiamente los
Los utópicos, como de costumbre, estaban en el textos, así como su conocimiento de que la música
carro del progreso. «Toda su música —escribía griega estaba perfectamente adecuada a los poe
Moro—, ya proceda de algún instrumento, ya sea mas que contenía. Imaginándose el efecto que
interpretada por voz humana, de tal modo refleja produciría una partitura considerada como un
y expresa los sentimientos naturales, de tal modo todo en lugar de una acumulación de detalles, los
adecúa el sonido al asunto (ya sea afligido, triste compositores se ponían al pairo con la práctica
o furioso) y representa el contenido por la forma de los pintores y los escultores. Los vínculos re
de la melodía que afecta, penetra e inflama ma sultan más difíciles de identificar que de intuir,
ravillosamente los espíritus de los que escuchan.» pero no cabe duda de que, en la medida que los
En lo que se refiere a la canción, no era éste nin hombres habían comenzado a pensar en la «cul
gún principio nuevo. Las canciones de taberna de tura», en sus relaciones con los productos de un
los estudiantes nunca habían sonado como cantos cierto número de formas de expresión creativa,
fúnebres; y a los utópicos ya se les habían ade ello estaba determinado primariamente por la mú
lantado Josquin y Ockeghem, quienes habían lle sica. Desde un punto de vista numérico había más
vado la formulación de los sentimientos naturales hombres y mujeres que oían y hacían música de
hasta las más altas cimas de la polifonía comple los que se podían contar en las otras artes. Cuali
ja. La combinación de una partitura para voces tativamente, el efecto real de la música sobre el
—lo que posibilitaba oír las palabras claramente individuo parece haber sido más grande. El hom
y orientarse a su significado literal ntusicalmen- bre «universal» estaba inclinado, por educación, a
te— con un sistema de acordes —que subrayaba mantenerse al corriente de todas las artes y de
el significado emotivo de aquéllas—, contribuía a la cultura como un todo, pero es más verosímil
hacer de la música el medio más satisfactorio de que fuera a través del laúd, y no del cepillo o
todos los que intentaban reflejar la experiencia del cincel, donde él obtuviera una experiencia prác
296 297
tica de los problemas formales y técnicos que to teatro era un arte que, en todos los órdenes de
das las artes avanzadas tenían en común. complejidad, contaba con un alto nivel de seguri
dad en sus métodos. Las obras «reales» compren
dían los misterios, que aún eran muy populares,
2. EL TEATRO basados fundamentalmente en historias de la Bi
blia o vidas de santos, pero que, con el fin de pro
El teatro cedía solamente ante la música en vocar un efecto cómico, incorporaban por lo ge
cuanto al número de personas a las que afectaba neral una gran cantidad de asuntos y diálogos de
y por cómo las conmovía. La gama de espectácu la vida diaria. Las moralidades eran cada vez más
los dramáticos era amplia. En un extremo de la populares y, normalmente, constituían variaciones
escala se encontraba el monólogo teatral, esto es, sobre el tema de la elección humana entre la vir
un único actor que contaba una historia, o daba tud y el vicio, aunque a veces se basaban en un
un sermón burlesco o representaba una variedad elemento más extremo de narración, tal como la
de personajes y voces en lo que venía a ser una historia de la paciente Griselda o de la virtuosa
obra teatral de un sólo actor. En el otro extremo Blancaflor, quien se cortó las manos antes que
se encontraba el espectáculo callejero, que podía casarse con su padre. También eran populares las
provocar transformaciones de la vía pública y las farsas, que se podían adaptar con más facilidad
plazas, así como emplear a una cantidad considera a la sátira y a la inclusión de referencias a asun
ble de la población en calidad de comparsa. Del tos del tiempo.
mismo modo que mantenían orquestas, los per Las obras latinas, generalmente comedias reali
sonajes poderosos tenían también conjuntos de zadas siguiendo el modelo de Terencio, las hacían
actores, habitualmente pequeños, de cuatro a diez los aficionados en las universidades y en las cor
personas. Al igual que hacían con las orquestas, tes humanistas. Ninguna de ellas alcanzó perdu
los poderosos podían prestarse los conjuntos unos rable valor, si bien no se puede decir lo mismo de
a otros, o enviarlos como espectáculo a las bodas, la comedia secular basada en los mismos modelos.
cual fue el caso de los actores que Enrique VII La Mandràgora, de Maquiavelo (1518), es la pri
envió a Edimburgo para el casamiento de Jaco- mera obra teatral europea que combina satisfac
bo IV en 1503. Por regla general, su tarea consis toriamente la construcción con los personajes de
tía en representar piezas cortas, a modo de «in carne y hueso, y en la que la sátira, dirigida prin
terludios» entre los actos sucesivos de aquel cipalmente contra la burguesía y la Iglesia —si se
entretenimiento característico, la proto-máscara, dejan de lado algunas referencias locales—, se
en la que los miembros de la corte, o del palacio manifiesta en un diálogo que aún hoy día tiene
patricio, representaban una historia alegórica, nor vigencia. La M andràgora es una obra sorprenden
malmente de amor y, a veces, de carácter político. temente independiente de cualquiera fuente clási
Desde un punto de vista numérico, en estas ca específica, por más que la división de los actos,
obras «reales» (esto es, situaciones que se expre así como parte del mecanismo sobre el que se
saban, sobre todo, en forma de diálogo), había monta la trama y uno o dos de los personajes, se
más actores aficionados que profesionales, y si a hayan tomado prestados de Plauto. A fin de ver
ellos añadimos el número de los que tomaban en qué medida se modernizaban los modelos clá
parte en los espectáculos, en los que, si bien sicos, adaptándolos a los tiempos que entonces
se producía poco diálogo, había una fuerte ten corrían resulta más interesante considerar la otra
dencia a la mímica, a la despersonalización o obra de este autor, Clizia, escrita un poco m is
a la conciencia de formar parte de una historia, tarde, puesto que si bien se hallaba basada mani'*
el paralelismo con la música se hace evidente. El fiestamente en la Casina de Plauto, el tono es d©
298 299
1506, el año en que la sitúa Maquiavelo. Además, de la comedia clásica ayuda a darle consistencia
la obra es un magnífico ejemplo de la creencia a la estructura dramática, y proporciona sugeren
del autor de que «el fin de una comedia es cons cias acerca de cómo conseguir que una anécdota
tituirse en espejo de la vida doméstica». Ninguna se adapte a la duración y variedad de personajes
otra fuente proporciona un resumen tan realista que requiere una obra teatral (las anécdotas eran
de la vida diaria de un burgués florentino del si el meollo de las numerosas novelle que, desde los
glo xvi como el parlamento de Sofronia, en el que días de Boccaccio, habían ejercido una gran influen
ésta lamenta el entusiasmo de su marido por una cia sobre la farsa italiana). Mas la necesidad de in
joven. teresar al público por lo contemporáneo y familiar
«Cuaquiera que hubiese conocido a Nicómaco era, al menos, tan fuerte como el deseo de adular
hace un año y le viera hoy no podría dejar de le con la reminiscencia de lo clásico, y esta presión
asombrarse por el gran cambio que ha sufrido. a favor del realismo se puede observar en todas
Acostumbraba a ser digno, responsable, sobrio. las formas del teatro. Aún era fuerte el anhelo de
Pasaba el tiempo aprovechadamente: se levantaba alegorías y moralizaciones, mas cuando Enri
por la mañana temprano, oía misa, encargaba la que VIII se levantó impacientemente en el trans
comida del día y luego se ocupaba de los nego curso de una moralidad interpretada por sus pro
cios que tuviera en la ciudad, en el mercado o en pios actores «y se dirigió a su cámara», estaba
los despachos de los magistrados. Si no tenía nin haciendo un gesto que simbolizaba el deseo de
guno, discutía acerca de algún tema importante presenciar un teatro que fuera más un espejo de
con unos pocos amigos, o se encerraba en su es la sociedad que una traducción de un debate abs
tudio para revisar o poner al día sus cuentas. Des tracto desde el púlpito o desde el aula de dialéc
pués comía alegremente con su familia y, tras tica. Y la exigencia no era solamente de realismo
la comida, hablaba con su hijo, le daba consejos, psicológico; los públicos que, durante generacio
le enseñaba a comprender la naturaleza humana, le nes, se dieran por contentos aceptando un árbol
ayudaba a vivir, en una palabra, con imágenes del en el lugar de una selva, una fuente en el de un
presente y del pasado. Luego salía y pasaba el jardín de los placeres y un rudimentario castillo
resto del día ora en los negocios, ora en algún en el de un reino completo, ahora exigían, y lo
entretenimiento sobrio y respetable. Con la oscu conseguían, escenarios que trataban de reflejar
ridad llegaba todos los días a casa, permanecía un las incidencias físicas de la vida.
rato con nosotros, junto al fuego si era invierno, Allí donde se podían conseguir artesanos capa
y luego se iba al estudio a trabajar en sus asuntos. citados, artistas y dinero, se empleaban decorados
Tres horas después de la puesta del sol cenaba pintados y máquinas escenográficas complejas
en el mejor de los humores... Mas desde que esa para crear escenificaciones que simulaban perfec
muchacha se le ha metido en la cabeza, ha aban tamente la ilusión, añadiendo con ello al placer
donado sus negocios, sus cultivos decaen, su co del reconocimiento el ejercicio de la imaginación.
mercio se arruina. Se pasa el día criticando sin Al igual que la música, el teatro estaba refinando
saber por qué. Entra y sale de casa mil veces al sus propias reglas y dando un paso hacia la crea
día, sin que sepa qué es lo que quiere hacer, y a ción de su público. Tal público alcanzaba las más
la hora de las comidas no está nunca. Si se le ha altas cifras de asistencia en los misterios. El nú
bla, no contesta, o su contestación es completa mero de asistentes a una representación de un
mente disparatada. Al ver esto, sus criados se ríen maratón entre los romanos de Trudias, en 1509,
de él y su hijo le ha perdido todo el respeto.» fue de 4.780 el primer día, 4.220 el segundo y. casi
En Clizia, como en las primeras obras de Arios- 5.000 el tercero. Ya era posible realizar una esce
to y en la C alandria, de Bibbiena, el conocimiento nografía para los misterios con máquinas que po
300 301
dían izar de una sola vez a grandes grupos hacia «con personajes y escenas como ésta, vemos que
el paraíso, y otras que podían imitar la lluvia a las la leyenda cristiana se halla plenamente aclimata
bocas del infierno con llamas reales. Los figuran da a la vida en la ciudad alemana.,, y se ha con
tes, embutidos en huesos y entrañas, añadían un vertido en la expresión perfecta de la experiencia
fr iss on a las muertes en la hoguera, y en un mis del ciudadano medio de estos días»
terio en Bourges, en el que aparecían figuras de La organización de misterios estaba, por lo ge
la mitología clásica, el vestido de Proserpina es neral, en manos de los ciudadanos, aunque, los
taba confeccionado de tal manera que sus pechos podían escribir o modificar los clérigos cultos. Se
no solamente rezumaban sangre, sino que, de vez suponía que todos los miembros de los gremios
en cuando, emitían destellos. A este mismo fin se o de las profesiones, responsables de algunas esce
hacían ensayos de los misterios áureos con el fin nas particulares o de series de episodios, ayudarían
de conseguir un alto nivel de interpretación, y los a pagarlos. El momento de su representación, por
clérigos obtenían permiso para dejarse crecer la lo común una vez por año, dependía también de
barba, mientras preparaban sus papeles. determinadas situaciones en las que hubiera nece
Las rápidas alternancias entre los momentos sidad de estimular el sistema de sentimientos lo
trágicos y los obscenos en los misterios, que ha cales: la necesidad de interceder a causa de la
bían sido un rasgo tradicional en ellos y que da lluvia, de rezarle a Dios para que mantuviera ale
ban por supuesto un público emocionalmente tran jada a la peste o para dar gracias por la cosecha.
sitorio, en el cual las lágrimas y las carcajadas Sin embargo, lo que mayormente afectaba al rit
podían alternar rápida y naturalmente, permitían mo de la revisión y a la naturaleza de los ciclos
concebir muy pocas esperanzas a favor de un rea que se componían era, probablemente, la existen
lismo psicológico; el mayor efecto residía en los cia de textos impresos que alcanzaban amplia
fines. No obstante, había una tendencia a clari lectura. Ahora se podían establecer comparacio
ficar la acción incluyendo más diálogos en menos nes y superar la tradición para satisfacer la de
escenas, desarrollando los personajes de un modo manda de un realismo modernizado, que resultaba
más vivido y dejando de lado lo meramente gro difícil de conseguir mientras los textos fueron ma
tesco o milagroso. En 1486, por ejemplo, Jehan nuscritos casi sagrados encerrados en los cuarte
Michel acometió la tarea de modernizar una ver les generales de los gremios.
sión primitiva de la pasión de Angers. Cercenó A medio camino entre la procesión o cabalgata
las escenas del Antiguo Testamento, eliminó una y los ciclos de misterios se encontraban los es
en la que se discutía el contenido de la salvación pectáculos callejeros, que eran un pasatiempo tea
(como demasiado complicada y escolástica) le aña tral que utilizaba zonas enteras de la ciudad como
dió sabor al personaje de Judas, haciéndole ma escenarios. En una procesión, los participantes no
tar a su padre y casarse con su madre, así como hacían otra cosa que exhibirse espléndidamente
sentimiento a la Magdalena. Después de haberse ellos mismos y los espectadores eran simples mi
informado, entre los que ya han visto a Jesús, rones. En el espectáculo callejero, si bien había
acerca de su edad, complexión y color de ojos, la poco diálogo sobre las tablas —montadas sobre los
Magdalena decide seducirle y va a escucharle con brocales planos de los pozos a lo largo de las
su atavío más sugestivo. Tras haber tratado de vías públicas, o en las esquinas—, y aunque la
atraer su atención, sucumbe al hechizo de sus alegoría y el discurso formal tenían una gran im
palabras y de su mensaje y, movida por el arre portancia, la actividad era más genuinamente tea-
pentimiento y el sentimiento de culpa, se deshace
en lágrimas. Al describir la Pasión de Alsfeld 1 P e r s o n a lity in G e rm a n L ite r a tu r e b e fo r e L u th e r (Har
(1501), similar a ésta, Kuno Franke escribía que vard, 1916), pág. 137.
302 303
tral, en cuanto que los que participaban repre para los espectáculos públicos, Pontormo decoró
sentaban a alguien que no era ellos mismos, y los algunos de los carros triunfales con los que Flo
mirones, al tener que pasar de un cuadro a otro, rencia celebró la noticia de la elevación de Juan
se veían obligados a hacer un ejercicio de imagi de Médicis al Papado, como León X en 1513. El
nación bastante distinto del que se realizaba mi eminente escultor Rollinger dirigía el misterio de
rando a los patricios y obispos durante los desfi la pasión que se celebraba dos veces al año en
les. Mayores similitudes podían descubrirse con el Viena. La xilografía del arco triunfal de Durero
carnaval, porque en tales ocasiones, el anhelo de era la <?opia de un llamativa escala de arcos cons
ponerse un disfraz —especialmente fuerte en cul truidos especialmente para que los visitantes po
turas con un exigente código moral y una estruc tentados recibieran las alocuciones de bienvenida.
tura de clase estrictamente diferenciada— estaba Menos mediata era la conexión entre el teatro y
abierto no sólo a los que formalmente se acomo el efecto general que producían las artes plásticas.
daban en los carros del espectáculo callejero, sino Por lo menos podía establecerse una comparación
a otros muchos, siendo éste un privilegio que la entre los ta b leaux v iv a n ts de actores, que posaban
autoridad concedía a regañadientes, pero que, una sobre un fondo disperso a lo largo de la ruta de un
vez concedido, como el S c h e m b a r tla u f anual en espectáculo público y la manera como los pintores
Nuremberg, era defendido sañudamente. En par situaban a sus personajes en un "espacio cerrado;
te a causa de la policía (ya que, por otro lado, las así, en la Anunciación, el nacimiento de la Virgen
máscaras y el atuendo no característico se asocia o la última cena. El sentido de lo unitario y lo
ban con lo delictivo) y en parte porque se ponían cerrado era muy parecido. Es bastante probable
en escena para agasajar a un dignatario visitante, qüe el sentido de la unidad del escenario hubiera
lo cierto es que los espectáculos callejeros eran pasado originariamente de la pintura a las tablas,
asuntos decorosos y que la gran mayoría de la pero también es posible que el interés por el rea
población tenía que contentarse con ver únicamen lismo psicQlógipp hubiera seguido el camino inver
te a los actores y actrices provistos de disfraz, so, esto es, que a los pintores les hubieran ayuda
aunque bastara para generar una afición por el do los actores, presenciando una obra, a expresar
teatro. el temor, la angustia o la expectación. Quizás un
Por tanto, desde las obras latinas de toga, inter vínculo más importante fuera la actitud no de
pretadas ante auditorios selectos, en las que in aquellos que las producían, sino de los que paga
cluso los mismos príncipes podían tomar parte, ban las obras de arte. Prácticamente todo el mun
como lo hizo el emperador Maximiliano y su suce do, ya fuera rico, gremio o patricio, estaba acos
sor Carlos, hasta los misterios y los espectáculos tumbrado a ver a los hombres actuando en el
públicos, una gran cantidad de personas que en marco familiar de las historias de la Biblia, las
cargaban o que simplemente se deleitaban ante las vidas de los santos o en las moralidades y las far
pinturas y las esculturas, junto a los mismos ar sas seculares; también lo estaban, en efecto, a
tistas, estaban familiarizados con alguna forma de considerar atentamente los cuerpos reales, en re
espectáculo teatral. poso o en movimiento, como en una obra de arte
que hubiera sido activa. Al pasar del escenario
teatral al pintado hubieran podido exigir que las
3. EL ARTE figuras fuesen vividas; además, estaban en si
tuación de comprender la intención del artista
En cierto sentido, la conexión entre los artistas si aquél hubiera sido su fin, ya que el teatro les
y el teatro era inmediata. Andrea del Sarto pinta habría ayudado a romper con la idea de que había
ba decorados teatrales, Leonardo hacía diseños que m irar desde diferentes puntos de vista a las
304 305
figuras pintadas y a las personas reales. Y la rup tes... en lugar de aquellas que inculcan la licen
tura de esta idea le permitía al ojo del mecenas cia, la vanagloria o la tiranía.» Y Córtese, al hacer
seguir las intenciones del artista cuando éste deja su descripción acerca de cómo debía vivir el car
ba de lado la imitación directa de la vida a favor denal ideal, subrayaba que en su dormitorio de
de la idealización o de la deformación deliberada. bían colgar únicamente cuadros que le proveyeran
Cualesquiera que fueran los otros motivos que de algún tema virtuoso de meditación en cuanto
subyacían en el tratamiento que el artista hacía abriera los ojos.
de la figura humana —el deseo de imitar la des El QrgullQ..sivic^^^ interés ge
cripción de una pintura antigua, la preocupación neral paxa las. artes. Cristoforo Landino atribuía
por la musculatura, la reacción contra un prede en 1481 a los pintores y arquitectos de Florencia
cesor o un rival, o el deseo de elaborar mediante el origen de la gran reputación de la ciudad. Félix
la selección la figura perfecta y, por tanto, irreal— Fab'er, al hablar acerca de una nueva iglesia en
unos compradores visualmente entrenados por el su descripción de Ulm, su propia ciudad, señalaba
teatro le estimulaban a seguir su genio. con orgullo que «es más grande que cualquier
Merece la pena recordar la capacidad de la mú iglesia de París... y más majestuosa que muchas
sica para mover a los hombres al llanto y la pa catedrales», y aunque no se atreve a compararla
ciencia de los intérpretes de misterios (tres días con Santa Sofía en Constantinopla, sin embargo,
no eran una duración excepcional para un ciclo), «nuestra iglesia es más bella que todas las otras».
habida cuenta de que los testimonios que se con Y seguía citando otra razón por la cual la igle'sia
servan de respuesta directa a las obras de pintura era única: «Hay aquí más altares que en todas las
son escasos. Cierto es que la reacción de De Beatis otras iglesias parroquiales, porque tiene 51 alta
al ver la pieza del altar de Van Eyck en Gante fue res, todos bien provistos y plenamente particula
de entusiasmo: «Este cuadro, hecho al óleo, está rizados; y, además, están equipados no por prín
ejecutado con tal perfección y viveza, hay una ar cipes o extraños, sino por los mismos ciudadanos
monía tan grande entre las partes, los matices de de Ulm.»
la carne están tan bien reflejados, que uno puede Este sistema de atribuir las capillas y los alta
decir, sin duda alguna, que ésta es la mejor obra res a familias aisladas o a gremios y cofradías le
de la Cristiandad.» Pero también es cierto que era gas contribuyó en gran medida a extender el inte
una reacción excepcional. Celtis ignoraba la escul rés por los cuadros y las esculturas con las que
tura y la pintura de su descripción de la propia se les dotaban. El^mecenazgo no estaba restrin
ciudad de Durerò. Maquiavelo no dice nada de su gido al clero respónsaBTe áe úna iglesia particular,
conciudadano Leonardo ni de ningún otro artista. sino que se extendía ampliamente por toda la co
Que la pintura podía provocar efectos compara munidad, desde los patricios a los artesanos. En
bles a los de la música se puede inferir de las in algunos lugares se hacía responsables a los gre
vectivas de Savonarola contra los retratos de esce mios del mantenimiento de las iglesias, de su or
nas religiosas en los cuales la belleza física suscita namentación y reforma y, dado que los oficiales
sentimientos no espirituales. Es posible que, bajo de los gremios acostumbraban a servir según un
su influencia, se enjalbegaran los desnudos de Po sistema de turnos (rotativo), ello ampliaba el nú
llaiuolo en Arcetri. Dentro del mismo espíritu. mero de los que tenían que tomar decisiones re
Erasmo recomendaba en la E du ca ción de un p r ín lativas a las obras de arte. Es posible que las
cipe c ristia no «que los artistas deben representar comisiones municipales educaran el gusto público,
a un príncipe en el atavío y modo que conviene como sucedió en el caso de la antecámara del Gran
a un príncipe prudente y serio... Las cámaras prin Consejo de Venecia en 1480; al estar abiertas a
cipescas deben adornarse con pinturas edifican veces estas comisiones a la competencia pública
306 307
vel diseño de la fachada de la catedral florentina más estético. Pero las estampas se vendían en
de 1489 es un ejemplo de ello) se ofrecía una nue grandes cantidades y también ayudaban a mo
va ocasión para comentarios y discusiones ge dernizar el sentido de la pintura y propagaban la
nerales. familiaridad con los estilos contemporáneos, como
Los mismos talleres, aunque fueran empresas en los xilografías, que reflejaban el estilo de Botti
familiares, empleaban jóvenes forasteros que dei celli y Domenico Ghirlandaio, que se vendían en
seaban llegar a ser pintores o escultores, y actuad Florencia en gran cantidad. Como se originaban al
ban como un estímulo para mantenerse al ritmo < margen del sistema normal de mecenazgo, debían
a que se producía el cambio. Además, si bien al-\ de representar las intenciones de los artistas de
gunas obras estaban destinadas a casas privadas, \ un modo libre y personal, sólo sobrepasado (ya
retratos en su mayoría, pero también, y cada vez \ que tenían que ser vendibles) por el dibujo que
más, otros temas, en especial mitológicos, como el j el artista tenía por hacer o el que le servía de
N a c im ie n to de V e nu s y Prim avera, de B otticellp base para un cuadro. A pesar de todo ello, y aún
ésta era aún una época en que las obras de arte, aceptando que había unos gustos establecidos para
aunque fueran de a va n t garde, se exponían gene los que los artistas producían (el amor por la
ralmente ante el público en las iglesias, edificios violencia, en virtud del cual se producían xilogra
públicos y en los patios de los palacios, casi pú fías de matanzas y monstruos, el pietismo que du
blicos, de los ricos. La novedad del estilo de un rante algunos años satisfizo mecánicamente el Pe-
artista como Botticelli nunca quedó exclusivamen rugino), resulta verosímil que incluso en centros
te reservada a la consideración de los coleccionis artísticos tales como Florencia, Amberes o Viena,
tas. Todos los artistas tenían también trabajo en el número de personas susceptibles de conmoverse
el sector público. En una ciudad del tamaño de realmente ante un cuadro u otra obra de arte por
Florencia se conocía bien a los artistas y a sus sí mismos era más reducido que el de aquellos a
ayudantes, sus mecenas eran figuras familiares, los que se podía afectar por medio de la música o
tema de murmuración política o personal, y las el teatro. Por otro lado, el grado de familiaridad
obras de arte se pintaban o se instalaban en algún con lo que se estaba realizando demuestra que los
lugar donde todos las pudieran ver. Hay otro as artistas trataban con un público tolerante, capaz
pecto que conviene señalar. Esta era una época de valorar en lo que merecían el cambio estilístico
en la que los que no podían permitirse el lujo de y la excentricidad personal.,JE1 j 2jgjíodo de 1480
comprar cuadros, podían adquirir xilografías v vio cambios fundamentales e n la pintura; escültu^
grabados, especialmente de las imprentas de Ho ra y arquitectura de Italia, Francia, Alemania y
landa, Alemania e Italia. Los grabados podían ser Holanda, cambios significativos en Inglaterra y
caros; así, por ejemplo, algunos de los grandes de España y, al menos, cambios aislados en Polonia
Lucas van Leyden costaban un florín de oro cada y Rusia. Cierto que no había vandalismo virtual
pieza. Algunos grabados los compraban, sin duda, ninguno, ni tampoco clamor público. No se sabe
los otros artistas; así, las xilografías del Apoca qué cuadros (si es que hubo alguno), dibujos o
lipsis de Durero influyeron en los pintores de Fran grabados perecieron en las hogueras por la vani
cia, de Italia e, incluso, de Rusia; y a él, a su vez, dad de Savonarola. En todo caso, la protesta iba
le influyeron los grabados de Schongauer y Jaco- contra los temas lascivos, no contra la novedad
po de Barbari. No cabe duda de que algunos esta de estilo.
rían clavados en la pared, como si fueran iconos, El tema ayudaba a la aceptación de las obras
sustitutos baratos para los crucifijos de madera o de arte en los lugares públicos. Cambiaba el tra
los santos tallados, más bien que como obras de j tamiento pero los asuntos —santos y natividades
arte; muchos, desde luego, no aspiraban a un fin -i: en las iglesias, alegorías y retratos políticos en los
308 309
ayuntamientos— seguían siendo los mismos. Para cuádruple estaba tan extendida que muchos de
las casas de los aficionados particulares se pinta ducirían de ella otra significación, la de los grupos
ban escenas de la historia antigua y de la mito que representaban la cólera, la flema, la sangui-
logía. Si bien es cierto que en las ciudades de Italia nidad y la melancolía, que sólo podían conciliarse
y del sur de Francia se podían ver sarcófagos " en el hombre perfecto2. Por otro lado, la pintura
otros fragmentos de la estatuaria romana y que conseguía sus mejores resultados al reflejar as
cualquiera que fuese en peregrinación a Roma po pectos de la vida o al convertirse en registro de
día ver la colección de escultura clásica del Capi acontecimientos.
tolio que Sixto IV había abierto al público, la La juvenil apariencia de la Virgen en la P ietà de
poca frecuencia de los grabados y la ausencia de Miguel Angel no sorprendería a aquellos que acu
las pinturas verdaderamente chabacanas sobre te dían a adorarla a San Pedro. Estaban acostumbra
mas clásicos parece demostrar que únicamente los dos, a través de los sermones, de la adoración ante
acomodados se decidían a encargar tales temas. el sagrario y de las pinturas anteriores, a relacio
Verdad es que si bien había poco en el dominio nar el nacimiento de Cristo con su muerte y su
público que conmoviera a través de su tema, tam promesa sacramental, que constituía la totalidad
poco se planteaba nada significativamente nuevo de su encarnación. La juventud de la Virgen sólo
a la inteligencia. Lejos de abandonar el contenido era un modo particularmente conmovedor de re
simbólico del arte medieval, el creciente dominio lacionar el comienzo y el fin de la más narrada de
del realismo entre los pintores del siglo xv hizo todas las historias. Y en la cercana Capilla Sixtina,
que se llegara a una utilización más exacta y com la pintura de Miguel Angel sobre la creación de
pleja de los símbolos. No hay obra medieval que Eva no se veía como un «acontencimiento», sino
incluya tantos objetos simbólicos como el grabado como un paso en el proceso que llevaba inevita
de Durero M elancolía, ni tampoco que contenga blemente a Dios a crear a la «nueva Eva», la Vir
tantas significaciones como las que se puedan gen, que permitiría a Dios volver a entrar en su
hallar en la U ltim a Cena, de Leonardo. Pero debido creación para darle la posibilidad de la salvación.
a que una técnica realista ocultaba el símbolo y La idea de que los acontecimientos del Viejo Tes
la alegoría dentro de un escenario aparentemente tamento prefiguraban y anunciaban los del Nuevo
naturalista, resultaba posible disfrutar del resul era un tópico de los sermones y de la literatura
tado sin que se mezclara el sentimiento de que se devota y había recibido amplia circulación a tra
había atentado contra la cultura o la ingenuidad. vés de libros ilustrados tales como la llamada B i
Tampoco era aquél un público incapaz de no ver blia del pob re y el E s p e jo de la salvación hu m a n a .
otra cosa que lo superficial en la pintura. En los Esto no quiere decir que el peregrino medio hu
sermones se utilizaba con frecuencia la cuádruple biera captado la naturaleza del compromiso per
interpretación de la escritura: literal, alegórica, sonal de Miguel Angel o del programa intelectual
moral y mística. Al percibir que Leonardo había que le ayudaba a dar una unidad visual al esque
dividido a los apóstoles en cuatro grupos alrede ma celestial como un todo. Sin embargo, es pro
dor de Cristo, no solamente los monjes que co bable que el dominio de las técnicas naturales com
mían en el refectorio del monasterio de Santa binadas con la costumbre de suponer que cualquier
María de las Gracias, donde había sido pintado, re cosa podía sustituir a otra, ya fuera como un sím
cordarían el múltiple significado de las palabras bolo (el conejo era el de la sensualidad), ya como
de Cristo al referirse al pan y al vino ante él, sino una personificación (David, como el valor movido
que este modo de ver la pintura podía ser el de
muchos de los visitantes. La idea de que la salud 2 Recojo los puntos de vista de Edgard Wind en un ar
del hombre estaba determinada por otra fórmula ticulo publicado en T he L i s t e n e r (8 de mayo de 1952).
310 311
ayuntamientos— seguían siendo los mismos. Para cuádruple estaba tan extendida que muchos de
las casas de los aficionados particulares se pinta ducirían de ella otra significación, la de los grupos
ban escenas de la historia antigua y de la mito que representaban la cólera, la flema, la sangui-
logía. Si bien es cierto que en las ciudades de Italia nidad y la melancolía, que sólo podían concillarse
y del sur de Francia se podían ver sarcófagos " en el hombre perfecto 2. Por otro lado, la pintura
otros fragmentos de la estatuaria romana y que conseguía sus mejores resultados al reflejar as
cualquiera que fuese en peregrinación a Roma po pectos de la vida o al convertirse en registro de
día ver la colección de escultura clásica del Capi acontecimientos.
tolio que Sixto IV había abierto al público, la La juvenil apariencia de la Virgen en la P ietá de
poca frecuencia de los grabados y la ausencia de Miguel Angel no sorprendería a aquellos que acu
las pinturas verdaderamente chabacanas sobre te dían a adorarla a San Pedro. Estaban acostumbra
mas clásicos parece demostrar que únicamente los dos, a través de los sermones, de la adoración ante
acomodados se decidían a encargar tales temas. el sagrario y de las pinturas anteriores, a relacio
Verdad es que si bien había poco en el dominio nar el nacimiento de Cristo con su muerte y su
público que conmoviera a través de su tema, tam promesa sacramental, que constituía la totalidad
poco se planteaba nada significativamente nuevo de su encarnación. La juventud de la Virgen sólo
a la inteligencia. Lejos de abandonar el contenido era un modo particularmente conmovedor de re
simbólico del arte medieval, el creciente dominio lacionar el comienzo y el fin de la más narrada de
del realismo entre los pintores del siglo xv hizo todas las historias. Y en la cercana Capilla Sixtina,
que se llegara a una utilización más exacta y com la pintura de Miguel Angel sobre la creación de
pleja de los símbolos. No hay obra medieval que Eva no se veía como un «acontencimiento», sino
incluya tantos objetos simbólicos como el grabado como un paso en el proceso que llevaba inevita
de Durerò M elancolía, ni tampoco que contenga blemente a Dios a crear a la «nueva Eva», la Vir
tantas significaciones como las que se puedan gen, que permitiría a Dios volver a entrar en su
hallar en la U ltim a Cena, de Leonardo. Pero debido creación para darle la posibilidad de la salvación.
a que una técnica realista ocultaba el símbolo y La idea de que los acontecimientos del Viejo Tes
la alegoría dentro de un escenario aparentemente tamento prefiguraban y anunciaban los del Nuevo
naturalista, resultaba posible disfrutar del resul era un tópico de los sermones y de la literatura
tado sin que se mezclara el sentimiento de que se devota y había recibido amplia circulación a tra
había atentado contra la cultura o la ingenuidad. vés de libros ilustrados tales como la llamada B i
Tampoco era aquél un público incapaz de no ver blia del pob re y el E s p e jo de la salvación hu m a n a .
otra cosa que lo superficial en la pintura. En los Esto no quiere decir que el peregrino medio hu
sermones se utilizaba con frecuencia la cuádruple biera captado la naturaleza del compromiso per
interpretación de la escritura: literal, alegórica, sonal de Miguel Angel o del programa intelectual
moral y mística. Al percibir que Leonardo había que le ayudaba a dar una unidad visual al esque
dividido a los apóstoles en cuatro grupos alrede ma celestial como un todo. Sin embargo, es pro
dor de Cristo, no solamente los monjes que co bable que el dominio de las técnicas naturales com
mían en el refectorio del monasterio de Santa binadas con la costumbre de suponer que cualquier
María de las Gracias, donde había sido pintado, re cosa podía sustituir a otra, ya fuera como un sím
cordarían el múltiple significado de las palabras bolo (el conejo era el de la sensualidad), ya como
de Cristo al referirse al pan y al vino ante él, sino una personificación (David, como el valor movido
que este modo de ver la pintura podía ser el de
muchos de los visitantes. La idea de que la salud 2 Recojo los puntos de vista de Edgard Wind en un ar
del hombre estaba determinada por otra fórmula tículo publicado en T h e L i s t e n e r (8 de mayo de 1952).
310 311
por un sentimiento de justicia), ya como una ale lia Tornabuoni, se determinaba más metódicamen
goría (la pluma roja de jilguero en la mano del te el tema. Raramente se encuentra alguna refe
Niño Jesús como una anticipación de la sangre de rencia a algún esbozo preparatorio que había de
la pasión) llevaba a un arte religioso más signi seguir el trabajo terminado o a otra pintura a la
ficativo que el precedente. Se proveía a la necesi que había de parecerse. Lo que resultaba particu
dad de identificación a través del realismo psico larmente interesante en relación con estos contra
lógico sin abandonar el temperamento místico que tos es que, en tanto que acentúan la dependencia
buscaba significados cada vez más profundos bajo económica del artista respecto al mecenas (a me
la mera apariencia. nudo se pide un adelanto para comprar colores
El arte auténticamente esotérico estaba restrin caros y casi siempre para piedra y mármol), así
gido exclusivamente a Italia, era secular (los cua como la dependencia de la elección del tema que
dros del Bosco son un raro ejemplo de una visión hace el mismo mecenas, apenas si suele haber al
minoritaria, posiblemente «secreta», de la religión guna limitación expresa a la libertad del artista
que encuentra expresión visual) y fuera del do para escoger el estilo que prefiera. Y en una época
minio público. El interés humanista en los textos en la que un artista podía cambiar de estilo tan
extraños, en las cu rio sid a d e s jeroglíficas y her abruptamente como lo hizo Botticelli tras su en
méticas, condujo a una proliferación de imágenes cuentro con Savonarola, o evolucionar a través de
que sólo los muy elaborados podían entender, esto varias fases de un grandioso clasicismo armónico,
es, los que podían distinguir la referencia clásica hasta una anticipación de la deformación manie-
o ver la adecuación de una imagen a un individuo rista, la elección de un artista determinado no era
concreto. Por lo general, tales obras eran medallas garantía en sí misma de un estilo particular. El
o broches que se intercambiaban entre amigos. hecho de que los mecenas podían aceptar la más
Surgían naturalmente, aunque de modo antiguo, baja oferta de entre pintores con muy diferentes
de la costumbre heráldica de expresar la esencia estilos es otra prueba de que el estilo tenía menos
de un individuo con un penacho y un lema. importancia que el tema.
Estos diseños no quedaban al arbitrio de un es Por otro lado, tampoco hay que leer entre líneas
cultor o un artífice. Por supuesto, con pocas excep en tales contratos. Después de todo, las amones
ciones tales como el ejercicio técnico de la cabeza taciones no dicen nada acerca del amor. Julio II se
de la Medusa, atribuida por Vasari a Leonardo, o adhirió recalcitrantemente a Miguel Angel porque
el «falso» Cupido antiguo, atribuido al joven Mi admiraba su modo particular de pintar y esculpir;
guel Angel, todas las pinturas y esculturas eran re Isabel de l'Este perseguía al renuente Giovanni
sultado de encargos directos. Los monasterios, las Bellini porque le gustaba su modo de pintar. Y
cofradías, los gremios, los consejos municipales y ambos hombres eran exploradores, siendo impre
los individuos encargaban obras de arte por con visible, hasta cierto punto, la naturaleza de su pró
trato, salvo que el artista estuviera empleado per xima obra. Los hermanos Ghirlandaio estaban ocu
manentemente por el mecenas. Por lo general, era pados porque a los patricios florentinos les gustaba
éste quien especificaba el precio, los materiales la manera que ellos tenían de combinar el retrato
que había que utilizar, el tamaño de la obra, el realista con los grupos y conjuntos graves, aunque
tiempo en el que tendría que estar terminada y de algún modo aristocráticos. Jean Perreal y Jean
el tema. A veces, las condiciones eran vagas, nom Clouet eran los retratistas preferidos por la corte
brando apenas (por ejemplo) los santos que habían francesa porque parecían haber encontrado el jus
de entrar en un retablo de altar; de vez en cuando, to medio entre el naturalismo y el decoro. Los ri
como sucedió con el contrato de Ghirlandaio para cos mercaderes de Augsburgo sostenían a Hans
los frescos de Santa María Novella, para la fami Burgkmair debido a que su obra tenía un matiz
312 313
italiano que se estaba poniendo de moda. Y en trataba de resaltar el trabajo de la inteligencia. Se
los centros urbanos que tenían una corte o una ennoblecía e idealizaba a la figura humana, per
burguesía cultivadas era más probable que se con fectamente integrada, ya fuera en un escenario
cediese el favor de los mecenas a aquellos que se arquitectónico o en un paisaje. Esta era una forma
encontraban ligeramente por delante de la tradi de hacer a través de la cual los mecenas obtenían
ción estilística. un ensalzamiento de su propia imagen y de sus
Sin duda la moda tenía importancia en todo relaciones con el mundo social. El encuentro de
esto. Las personas que estaban dispuestas a so estos dos estilos lo simboliza la amistad entre Ra
portar las mayores incomodidades para seguir la fael y Castiglione (quien ya había redactado el Cor
última moda en vestimenta y armamento es pro tesano, antes de encontrarse con el pintor), el pin
bable que desearan también señalar el camino en tor «perfecto» y su contrapartida, el «perfecto»
sus compras artísticas. Mas importante, sin embar gentilhombre. El arte de Rafael tenía la rapidez
go, era el que ciertas tendencias estilísticas, que de percepción, la totalidad armónica, la dignidad
conducían al cambio, reflejaban bastante bien las carente de pedantería, la búsqueda del ideal y, so
actitudes que se habían originado en la educación bre todo, el sentido de la facilidad de ejecución
y las formas de vida de las personas ricas e influ que Castiglione alababa en la mente y en la con
yentes. Ello era especialmente cierto en Italia. A ducta del cortesano. Este «estilo del alto Renaci
fines del siglo xv, los pintores y escultores estaban miento», con su dulce armonía, su delicada idea
en situación de reunir los conocimientos de las lización del hombre y del ambiente de su vida, se
generaciones experimentales y a veces un tanto re correspondía con la concepción que la clase tenía
torcidas, que les habían precedido; esto es, los de sí misma; pero también le debía algo a un re
experimentos en la perspectiva, en la anatomía, en troceso deliberado a los principios de un arte que
la expresividad emocional y en la monumentali- se produjo en circunstancias sociales bastante dis
dad. Durante estas mismas generaciones, bajo la tintas, a Giotto y Masaccio, a quienes Miguel An
influencia del humanismo (que en este contexto gel había estudiado cuidadosamente y que eran
incluía fundamentalmente las ideas de Cicerón y los únicos pintores mencionados por Leonardo
Quintiliano y las V id as de Plutarco) y, en menor como dignos de imitación. Tan intensos eran los
grado, de la caballería, la clase gobernante había sentimientos de los artistas al desarrollar sus pro
desarrollado una nueva autoimagen consciente pios estilos, aprendiendo de otros y rechazándolos,
Haciendo las oportunas salvedades de diferencia que después de los veinte años que Durero pasó
de lugar y función, esta imagen acentuaba el pres aprendiendo de Leonardo, Pontormo rechazaba el
tigio de las ocupaciones vocacionales, concedía un «estilo del alto Renacimiento», auxiliado en algu
amplio campo a las ideas, ostentaba una impertur nos de los grabados más góticos de Durero.
bable confianza frente a la adversidad, una calcu No obstante, el mecenas era aún necesario para
lada elegancia en las formas y comportaba diver el artista; todavía no había llegado la época en la
sas consecuciones fáciles. que podría pintar o esculpir para propia satisfac
A lo largo de los últimos años del siglo xv y de ción, en la esperanza de que alguien le comprara
los primeros del xvi, la evolución del estilo artís sus mercancías. Los mecenas no podían originar el
tico condujo a su imitación en la vida. Había una impulso que hacía que un artista cambiase radi
búsqueda de efectos espaciales amplios y cohe calmente la dirección de los fines que estaba tra
rentes, una ausencia de remilgos, una ocultación tando de conseguir, pero podían fomentar y dar
de los medios a través de los cuales se había ob publicidad a estos cambios, así como estimular su
tenido la impresión general, un retratismo que imitación y conceder oportunidades especialmente
(dueño ahora de la copia directa de la naturaleza) sugestivas o un apoyo cálido a los individuos. Ade
314 315
más, el artista y el mecenas podían hablar un len sobre pintura, escultura y arquitectura; demostró
guaje común. Ya constituían patrimonio general que el arte se podía aprender y que los hombres
ideas tales como la dignidad del hombre, su talen cultos podían, e incluso debían, interesarse por las
to creador, el concepto de que hay una norma, una artes. El resultado que se produjo fue el de incre
belleza implícita en cada rostro y en cada objeto, mentar la impresión ya en aumento que el artista
que el artista puede aspirar a ver en su imagina tenía de la importancia de su propia personalidad
ción, de que hay leyes que gobiernan la belleza y el valor intelectual de su vocación. Se hicieron
posible en una obra de arte, la cual refleja las más frecuentes los viajes emprendidos con el pro
que determinan la armonía del cosmos. Resulta pósito de mejorar la técnica y absorber la atmós
verosímil ver tras el desnudo esqueleto de un con fera de un medio más avanzado; tales fueron las
trato, las conversaciones en las que el mecenas y razones que llevaron a Durero a Venecia y a Ra
el artista, con o sin la intervención de un interme fael de Urbino a Florencia. Pero los artistas tam
diario cultivado, discutirían no sólo acerca del bién trataban de cultivar sus inteligencias puestas
tema de un cuadro, sino, hasta cierto punto, tam al servicio de su arte. A Rafael se le consideraba
bién acerca del espíritu dentro del cual habría que competente para redactar un informe sobre la si
realizarlo. tuación de los antiguos monumentos de Roma, y
Los artistas eran hombres cultos. En 1503 Leo para hacer sugerencias a fin de preservarlos. El
nardo poseía 115 libros, una biblioteca inusitada anciano Piero della Francesca escribió un tratado
mente grande para una persona privada, y aunque sobre la perspectiva, y Leonardo compilaba ma
muchos de ellos trataban de cuestiones médicas terial para un tratado sobre pintura. Durero pu
y matemáticas, también tenía libros de poesías, blicaba obras sobre geometría e ingeniería militar.
incluyendo a Pulci y a Burchiello, y algunos ejem El matemático Luca Pacipli se salió de su terreno
plares de la forma más popular de la literatura en su obra De div in a p ropo rtion e , a fin de alabar
coetánea de evasión, la novela caballeresca. Si bien la habilidad con la que pintores como Giovanni
éste era un caso excepcional, el taller, con su va Bellini, Melozzo da Forli, Botticelli y Filippo
riedad de ocupaciones, desde los escudos de armas Lippi empleaban sus conocimientos de teoría ma
y los cofres de ajuar, hasta los monumentos y los temática al servicio de su arte. La principal apor
ciclos de frescos, era un ambiente vivo, no muy tación del humanismo al arte fue la idea del poder
distinto en la forma al de las imprentas, a las creador del individuo. De aquí se seguía la acen
que podía estar vinculado a través de los grabados tuación de la importancia de la originalidad, la ca
y las xilografías. La rivalidad personal entre los pacidad de «crear nuevas cosas que nunca antes
aprendices y la que se producía entre los talleres estuvieron en la imaginación de ningún otro hom
suponía un acicate para la formación del artista, bre», como Durero lo expresaba. Hacia 1520, Isa
un acicate alimentado por la sugestión de las nue bel de l'Este se quejaba de «estos maestros des
vas técnicas, tales como la pintura al óleo en vez carriados», que «o bien se niegan a realizar algo
de al temple (que aún se desconocía en Italia hacia o bien lo hacen inexactamente».
los años de 1480) y el dibujo en yeso, así como Es verdad que hacía mucho tiempo que pasara
por el deseo de proseguir la educación más allá la época en la que el artista trabajaba ante los
del límite a la formación que proporcionaban los ojos de Dios, puliendo abnegadamente unos deta
talleres. El ejemplo de León Battista Alberti, quien lles que nunca nadie vería después o que sólo se
a mediados del siglo xv combinaba la sangre no verían de modo oscuro. Un encargo para un ta
ble con la erudición humanista y la brillantez eje bernáculo alemán en 1493 contiene frases como
cutiva en su calidad de arquitecto y escultor, ha las siguientes: «La base ha de quedar sólida sin
sido de importancia perdurable; escribió tratados ser muy cara, ya que tampoco se verá mucho de
316 317
ella bajo la galería... El cuerpo principal... hay supremas del «alto» estilo— a Bruselas, donde ha
que hacerlo con la más pura y la más fina de las bía de llevarse a cabo el tejido real. El estudio en
artesanías, puesto que quedará completamente ex el que se almacenaban se convirtió, durante una
puesto a la vista del espectador.» Sin embargo, el época, en la capilla Brancacci del Norte. Mas una
resto «también se hará bien y sólidamente, pero de las razones por las que se aceptaron las ideas
no de un modo tan sutil como las partes más ba plásticas italianas fue que no todas representaban
jas, puesto que quedará más arriba, no tan al este estilo. El grado de diferenciación individual
alcance de la vista del espectador». Y, con una y regional en la península —algunas de ellas de
considerable perspicacia, Durero escribía a un me bidas a la importación de obras nórdicas y al em
cenas que insistía en que se pintase con idéntico pleo de pintores nórdicos a comienzos del si
detalle cada una de las cien figuras de un cuadro: glo xv—, posibilitó a los artistas a pedir prestado
«¿Quién oyó nunca que se realizase tal trabajo de Italia, según sus propias necesidades.
para un retablo de altar? Nadie lo podría ver.» El proceso de difusión fue lento y bajo ningún
Subrayaba también que, si seguía los deseos de su
mecenas, «no lo terminaré en toda mi vida». La concepto uniforme. Así, por ejemplo, en ciudades
observación ilustra no sólo la concepción que el como Nuremberg, Munich y Cracovia, donde aún
artista tenía de su carrera como una serie conti había una tradición nativa en escultura que se
nua de oportunidades de autoperfección y experi estaba desarrollando según sus propias normas,
mentación, sino también un característico aspecto se rechazó el ejemplo italiano. En Amberes, la
de independencia. Era costumbre entre los pinto pintura italiana no consiguió atraer a los pintores,
res «firmar» sus obras, aunque como ello se hacía quienes estaban elaborando un nuevo estilo a su
con un rótulo formal en un rollo de pergamino o manera. Además, en Holanda había un movimiento
sobre algún rasgo arquitectónico del cuadro, el bastante extendido, a favor de un revigorizamien-
fin puede haber sido el de proporcionar una pu to del arte, mediante una vuelta a los principios
blicidad al taller del artista más que proclamar la que siguieron su s grandes maestros a comienzos
obra como propia. Otro signo del aumento de se del siglo xv, Van Eyck, el Maestro de Flemalle y
guridad era la práctica, especialmente generaliza Petrus Christus. En Alemania, aunque Grünewald
da en Italia, de incluir un autorretrato en un cua era sin duda un pintor de comienzos del siglo xvi,
dro o en un fresco, o la copia, a pequeña escala, se inspiraba mirando retrospectivamente el arte
de uno de los cuadros propios del autor, aunque devoto de fines del siglo xiv, más que hacia Italia.
esto se hacía más raramente. La preocupación que Desde luego, la serenidad que caracterizaba al con
embargaba a Durero acerca de sí mismo y de sus junto del arte religioso italiano constituía un im
progresos quedaba reflejada en una serie de auto pedimento para los muchos pintores y escultores
rretratos independientes, que comenzaban con un que deseaban expresar fuertes sentimientos devo
dibujo a la edad de trece años, así como en la tos propios. El gótico tenía dos elementos que po
insistencia con que fechaba sus grabados. dían comunicarle intensidad al sentimiento religio
Las ideas italianas se extendieron por todo el so: un rasgo realista y caricaturesco que se podía
resto de Europa por medio de los grabados y los aplicar al rostro y cuerpo humanos, y un rasgo
dibujos, los viajes de los artistas y la circulación, curvilinear decorativo que se podía emplear para
cada vez mayor, de diplomáticos y militares me los matices de intranquilidad y angustia. Entre las
cenas por Italia a partir de 1494. En esta época ruinas clásicas de Roma, Rafael podía despreciar
la exportación de cuadros italianos no era muy el gótico como «fuera de toda razón» y carente de
importante; mucho más peso tenían los envíos dé «gracia», pero para aquellos que habían crecido en
diseños de tapicerías de Rafael —representaciones medio de tal arte, resultaba susceptible de evolu
ción. Hacia el año de 1500, el gótico era el estilo
318 319
auténticamente internacional, de Inglaterra a Po lo que posiblemente era una familiaridad única
lonia, y del Báltico al estrecho de Gibraltar, con con los artistas en Italia. Es dudoso que entre los
figurado libremente de acuerdo con el tempera artistas no italianos, en general, hubiera ni el de
mento local y dotado de gran riqueza de detalles seo ni la capacidad de obtener ventajas del pro
cuidadosamente observados, principalmente a cau- ceso educativo que en Italia se daba por supuesto.
^a de la difusión de la influencia holandesa (inclu La fama que Fra Bartolomeo ganó para sí y para
yendo la borgoñona). El prestigio de la cultura ita el taller en el monasterio de San Marcos, en Flo
liana alcanzaba mayor altura entre los eruditos rencia, que él dirigía, está en manifiesta contra
que entre los artistas. Resultaba comprensible que dicción con la diagnosis ofrecida por un fraile acer
los pintores franceses, tales como el Maestro de ca de los ataques de Hugo van der Goes sobre
Moulins, Jean Hay y el mismo Perreal (quien ha la depresión patológica: «Puesto que no era mas
bía conocido a Leonardo en Milán) volviesen la que un ser humano —como somos todos nos
vista en primer y principal lugar a las escuelas otros — , los diversos honores, visitas y acoladas
vecinas de Gante y Brujas, antes que a las de Ve- que recibía le hacían sentirse muy importante.
necia o Roma. Y en países como España y Rusia, Pero* como Dios no quería que pereciera, en su
donde el tema artístico era casi exclusivamente infinita compasión le envió esa enfermedad humi
religioso —especialmente en el primero, donde el llante que, desde luego, le hizo sentirse muy con
espíritu guerrero se había mantenido vivo por las trito.»
largas guerras contra los moros y, posteriormente, Si la atmósfera educacional en la que trabaja
por el trabajo misionero en el Nuevo Mundo—, la ban los pintores y los escultores fuera de Italia
influencia italiana penetró muy lentamente. Sin entorpecía la posibilidad de identificarse con los
estar provistos de un conocimiento acerca de cómo principios que subyacían en el arte italiano, la di
el arte italiano había evolucionado a lo largo del ficultad aún era mayor para los arquitectos. Fuera
siglo xv y sin estar familiarizados con la teoría de Italia, la arquitectura estaba fundamentalmen
que la explicaba, los artistas que no eran italianos te en manos de hombres preparados como albañi
tomaron de él principalmente detalles decorativos, les y que cumplían su aprendizaje en las grandes
como la idea del desnudo en función de sí mismo catedrales, que aún se construían en el estilo gó
o las lecciones acerca de cómo retratar las esce tico, Colonia y Tours entre ellas, o en las iglesias
nas mitológicas, cuya demanda crecía fuera de Ita parroquiales góticas, como aquélla tan alabada
lia. Los pocos intentos de imitar la forma general por Félix Fabri. Por otro lado, muchos de los ar
de la pintura italiana —tales como los de Mabuse quitectos italianos eran personas a las que nun
después de su visita a Italia en 1508— carecían de ca se había enseñado a poner una piedra sobre
una vida propia, creada vigorosamente. otra. Tanto a Bramante como a Rafael o Miguel
A falta de un Vasari nórdico, poco se conoce Angel, se les invitó a dedicarse a la arquitectura
acerca de las vidas privadas de los artistas no ita tras haberse establecido como pintores. Fra Gio-
lianos. Como hemos visto, tanto la riqueza como condo comenzó en calidad de erudito. Solamente
el prestigio social resultaban posibles. Cuando Giuliano y Antonio da San Gallo parecen haber
Memling murió en Brujas en 1494 se contaba en sido arquitectos profesionales desde el primer mo
tre los hombres más ricos de la ciudad. El que mento.
Jean Fouquet haya pintado al esmalte su autorre En Italia, por tanto, los arquitectos hereda
trato indica posiblemente algo parecido a la se ban el interés teórico que para los pintores y la
guridad personal, tan común en Italia. Perreal ( pintura se consideraba apropiado, por medio de
se alababa de ser un poeta y de tener algunos co-' escenarios arquitectónicos que podían permitirse
nocimientos de astronomía y filosofía; pero tenía el lujo de ser pretenciosamente clásicos porque
320 321
nadie tenía que vivir en ellos, salvo los cuadros la Hampton Court de Wolsey se aplicaban deta
mismos. En la práctica se volvían principalmente lles italianizantes sobre un edificio nativo. Y lo
hacia la vigorosa arquitectura regional de la pen mismo sucedía con el Palacio de Malinas de Mar
ínsula y hacia el románico, que había adaptado garita de Austria. Al igual que sucedía con la pin
la arquitectura romana al uso cristiano más que tura y la escultura, existían tradiciones arquitectó
hacia la romana misma, si bien podían racionali nicas nativas fuertes y similares. La influencia de
zar el espacio de acuerdo con los principios clási Italia se mostraba en la biblioteca de una perso
cos de la armonía y añadir detalles decorativos na rica mucho antes de que afectara seriamente
modelados en los edificios antiguos. El San Pe al edificio que la albergaba.
dro de Bramante o el Palacio Strozzi, en Florencia,
eran «clásicos» por el estilo, pero de ningún modo
reconstrucciones clásicas. Esto implicaba que la
arquitectura italiana fuera particularmente difícil
de imitar, porque aunque sus elementos estaban
formalmente unificados eran muy diversos, exten
diéndose hasta los modelos bizantinos, como el
San Marcos de Venecia. Una visita a San Pedro
no significaba necesariamente que se hubiera com
prendido su diseño.
Además, la arquitectura era necesariamente la
más conservadora de las artes, ya que originaba
el mayor desembolso en metálico y porque tenía
que adecuarse a las condiciones climáticas y a
las formas de vida. El peristilo arqueado, el p'á-
tio central encerrado en espiral, rasgos todos que,
entre los primeros, comenzaron a revelar la in
fluencia clásica en Italia, no eran adecuados para
los climas más fríos. Tampoco era exportable la
iglesia redonda, favorecida por Bramante y por
Giuliano da San Gallo. Reflejaba una teoría italia
nizada en el sentido de que intentaba tran$mifir
la matemática perfección inherente a Dios Padre
más bien que el sentimiento y la promesa de la
cruz y regresaba a una moda italiana medieval
de baptisterios redondos despegados.
La parte de Italia más visitada por los mece
nas nórdicos era Milán: la primera escala en las
numerosas invasiones de la península. Allí, la ar
quitectura «clásica» era poco más que el enyesa
do de una riqueza exuberante de detalles anti
guos sobre un estilo vernáculo moderadamente
adaptado. Y, de hecho, este estilo alcanzaba has
ta allí donde llegaba la influencia italiana hacia
el Norte. Tanto en el Château de Gaillon como en
322
VIII. La enseñanza secular A medida que, texto por texto, se procedía a la
reconstrucción intelectual del mundo antiguo, se
iba haciendo más clara la relevancia de ese a lte r
ego. Sus palabras ya no resultaban oscuras; sus
personalidades habían sido restauradas dentro del
contexto de su propia sociedad; el prestigio de los
1. EL LLAMAMIENTO DEL HUMANISMO autores que la Edad Media había conocido, esto
es, Platón, Aristóteles, Virgilio, Cicerón y Ovidio,
A fines del siglo xv resultaba posible describir era mayor que nunca, y a ellos se habían unido
el humanismo como una mentalidad que se origi muchos otros. El efecto de todas estas inteligen-
na en el estudio de los textos antiguos y que se ciaá sobre los hombres que las estudiaban no
amplía con un programa educativo basado en al sólo por admiración de su conocimiento o de su
gunos de ellos, especialmente en aquellos que tra particular experiencia, sino en calidad de mode
tan de historia, de filosofía moral y de retórica. los de los que se podía aprender acerca de la
Paralelos al descubrimiento y edición de los tex teoría del Estado, del arte de la guerra, de la
tos y a su utilización como instrumentos educati creación de obras de arte y de la capacidad, mu
vos surgían los grandes rasgos de una vasta civi cho más importante, de soportar la adversidad,
lización en el tiempo y en el espacio. No cabía había convertido al humanismo en una fuerza cul
duda de que la decadencia primero de Atenas y tural. No se trataba únicamente de una lectura
luego de Roma reflejaba la voluntad del Dios de cuidadosa de manuscritos olvidados, sino de una
los cristianos; pero los griegos y los romanos fue comunicación llena de sentido con una raza de
ron desconocedores de ello, lo que permitía que ilustres antepasados. Maquiavelo no era un huma
los que exhumaban y leían sus narraciones consi nista profesional: no podía hacer una edición de
deraran a la antigüedad en función de sus propios un texto latino (aunque en los D iscursos sob re
términos. El presente se había encontrado, como T ito Livio comentaba uno), no era capaz de en
sucedió, con un alter ego. Aparte de los habitan señar humanidades, pero la nota de humanismo
tes de la ciudad celestial de Dios, los hombres po aparece de modo suficientemente claro en sus car
dían imaginarse ahora una sociedad parecida a tas más famosas. Dolido de los reveses políticos,
la suya, a la que sólo le faltaba el compás, la im le describía su exilio de los asuntos públicos en
prenta, la pólvora, el Papado y las Américas; una 1513 a su amigo Francesco Vettori, quien aún se
sociedad en la que, merced al aventamiento que hallaba ocupado en su empleo. Se pasaba los días
el tiempo hiciera de sus fuentes y monumentos charlando con los rústicos, pero «cuando llega el
más triviales, semejaba haber estado habitada atardecer, me retiro a casa y voy a mi estudio. En
por una raza superior intelectual y creadora. Pa el umbral me despojo de mis ropas diarias de tra
recía que se hubieran alcanzado las más altas ci bajo, fangosas y llenas de sudor, y me pongo los
mas, tanto en el campo de la especulación filosó trajes de la corte y el palacio, y con este grave
fica como en el de la acción política o el de las¡ atuendo penetro en las cortes de los antiguos,
realizaciones culturales, con un vigor y una con-« donde soy bien recibido por ellos, y de nuevo allí
sumación supremas, y ello en un pueblo cuya his saboreo los alimentos que son sólo míos y para
toria no sólo tenía la claridad que da la distancia ( los que nací. Allí tengo el atrevimiento de hablar
en el tiempo, sino también el carácter rotundo de ,j con ellos y de preguntarles los motivos de sus
los ciclos completos, partiendo de la oscuridad, ¡| acciones, y ellos, en su humanidad, me contes
a través del imperio mundial, hasta el caos bár- í tan. Y durante cuatro horas me olvido del mundo,
baro. ' no recuerdo vejación ninguna, no le temo más a
324 325
la pobreza y ya no tiemblo ante la muerte. Pe está volviendo en sí, como si se despertara de
netro decididamente en su mundo.» un profundo sueño».
La gran época del descubrimiento de textos ha Para Erasmo y para Von Hutten, el humanismo
bía pasado, pero el humanismo se encontraba to era un llamamiento a la sabiduría del mundo an
davía en una fase de entusiasmo descubridor. tiguo para que reformara los valores del nuevo.
«Sin duda es una edad de oro —escribía Ficino En Europa septentrional se pensaba que los va
en 1492— que ha restaurado a la luz las artes li lores que más necesitados de corrección estaban
berales, las cuales habían sido casi destruidas: la eran los relacionados con la vida religiosa. Refi
gramática, la elocuencia, la poesía, la escultura y riéndose a la enseñanza del Antiguo Testamento,
la música.» Este milenarismo secular, esta creen Erasmo subrayaba que «esta clase de filosofía es
cia en la importancia y en la posibilidad de la re más un asunto de disposición que de silogismos,
generación cultural ya no era fundamentalmente más vital que polémica... Además, aunque na'die
un fenómeno italiano. Italia atraía aún a los que la ha enseñado de modo tan absoluto y efectivo
de ella querían aprender, pero la actitud de éstos, como Cristo, aún se puede encontrar mucho con
como hemos visto, era de independencia crecien corde con ella en los libros paganos». Con esto
te. Además, los Alpes nunca fueron un límite cul expresaba lo mismo que de modo más esotérico
tural: las ideas emigraban a una velocidad que habían descrito Ficino y Pico, y Rafael había pin
no estaba determinada por la naturaleza, sino por tado, en aquella habitación del Vaticano en la que
la disposición de los individuos y las sociedades E l D ebate estaba enfrente de La E sc u e la de A te
a aceptarlas, y tal disposición estaba acelerada nas. La búsqueda que realizaron los humanistas
por el testimonio del vigor creador de la cultura italianos para encontrar un acuerdo entre las en
vernácula nativa, así como del academicismo clá señanzas de los antiguos y las de Cristo fue lo
sico. Florencia atravesaba una «edad de oro» de que permitió, fundamentalmente, que los estudios
bido a que la poesía italiana de Lorenzo de Mé- clásicos se pudiesen aceptar como susceptibles de
dicis, la escultura de Verrochio y de Benedetto cumplir una misión útil en países que a fines del
da Maiano y la pintura de Botticelli, Filippo siglo XV habían realizado escasa contribución al
Lippi y muchos otros, mostraba un aliento de vi estudio de los textos o a la reconstrucción intelec
talidad que podía obtener ventajas de las enseñan tual del mundo antiguo, esto es, Inglaterra, Espa
zas de la antigüedad. Von Hutten, en una carta ña, Portugal y Polonia, países en los que se aco
a Pirckheimer en 1518 en la que se refería a los metían los estudios humanistas porque se veían,
franceses Lefévre y Budé y a los humanistas de principalmente, como decisivos para el estudio de
su propio país, exclamaba: «¡Oh, siglo; oh, letras! la Escritura.
¡Es un placer estar vivo! ¡Los estudios adelantan Un ejemplo mostrará la importancia que se atri
y las inteligencias florecen! ¡Ay de vosotros, bár buía a las realizaciones de la antigüedad con res
baros! ¡Aceptad el lazo, marchad al exilio!» Su pecto a otras esferas. Los capítulos acerca del arte
optimismo se apoyaba en la fuente creadora más antiguo en la H isto ria N a tu r a l, de Plinio, servían
grande de literatura y arte en Alemania hasta el no sólo como una declaración de ideales clásicos,
siglo xvin. Educados en los Países Bajos en una sino como una afirmación estimulante de las ten
época en que la música holandesa eclesiástica era dencias que ya se estaban desarrollando, sobre
un ejemplo para el resto de Europa, más tarde todo a partir de las demandas de los mecenas
amigo de Holbein, Erasmo también expresaba la frente a los pintores y del interés estético y técni
esperanza de que las humanidades renovarían la co de éstos por su trabajo. El esfuerzo por el rea
calidad de la vida en una época en que el ritmo lismo encontraba un amplio respaldo en historias
creativo se estaba acelerando mucho; «el mundo como las de las uvas de Zeuxis, que estaban pin
326 327
tadas de modo tan realista que los pájaros trata últimas obras de los artistas*..asíj^m o^sus cua
ban de comerlas, y del caballo de Apelles, ante dros inacabados..., que a aquellos que terminaban,
el cual relinchaban los otros caballos. Estos ejem porquejen ellos^estan visibles lös esbozos y Tas au:
plos, como otros %que daba Plinio, tenían una gran ténticas intenciones del artista». El artista encon
fuerza porque no se podían comprobar. A dife traba siempre reconocimiento y confirmación de
rencia de la arquitectura y la escultura, la pintura la situación liberal de su profesión, ya fuera bajo
antigua, aparte de algunos fragmentos decorativos, la forma de la defensa del desnudo, o de acicate
solamente se conocía por descripciones escritas para el empleo de colores caros con el único fin
en las cuales el artista podía leer lo que quisiera. de la ostentación, o bien la inclusión del retrato
La idea de una belleza ideal temperaba el realis de su amante en un cuadro sagrado. Por supuesto,
mo. Zeuxis volvía a proporcionar un ejemplo de siempre es más fácil mostrar lo relevante que
ello. Deseando pintar una figura humana perfecta lo eficaz, pero este ejemplo, al menos, muestra la
para el templo de Hera en Girgenti «pasó revista, esperanza que daba la popularización de los es
desnudas, a las muchachas del lugar, y escogió cin tudios humanistas, una esperanza qué Cortés ex
co con el propósito de reproducir en el cuadro presaba en un contexto muy diferente, al exhortar
los rasgos más admirables de cada una de ellas». a su puñado de aventuraros españoles para que
Aquellos pintores, cuyo interés por la perspectiva imitaran los hechos heroicos de los romanos; por
les llevaba a valorar las matemáticas, podían es ello registra su cronista Díaz: «Respondimos como
tudiar acerca de Pamphilo, «el primer pintor es un solo hombre que obedeceríamos sus órdenes,
pecializado en todas las ramas del conocimiento, que la moneda había señalado la buena suerte,
especialmente aritmética y geometría, sin^ ayuda como dijo César al cruzar el Rubicón».
de las cuales mantenía .que él arte no puede alcan La gran atracción que ejercía la antigüedad se
zar la perfección». Xrtis tas que andabáií a la Bus- basaba en los paralelismos que se establecían en
queda de nuevas ideas sobre pintura, como man tre el carácter de la sociedad antigua y el de la
chas accidentales de color en las paredes, no ha contemporánea. Este paralelismo era muy estre
cían otra cosa que volver a la definición que los cho, tanto en la política como en la guerra (con
griegos daban de ella, porque «todos coinciden en excepción de la pólvora). El paralelismo era válido
•que nació, cuando alguién- trazó una línea alrede- también para las funciones del escritor y el ora
dor de la sombra de un hombre». A la busca de dor, el abogado y el médico, así como para ciertas
una más elevada consideración para su arte, los ocupaciones, tales como la de campesino. Es evi
pintores se sentían satisfechos al leer que la pin dente que, tanto el filósofo como el científico, te
tura en el mundo antiguo «tuvo el honor de que nían mucho que aprender; resulta más difícil de es
la practicara la gente de nacimiento libre y, más timar, en cambio, en qué medida se percibían las
tarde, personas de rango, estándole siempre pro diferencias entre las dos culturas. El mundo anti
hibida a los, esclavos la instrucción en este arte»; guo estaba edificado sobre una base de esclavos.
también les enorgullecía leer que Apelles gozó de Cabe preguntarse si ello hacía aumentar el des
tan alfo favor con Alejandro Magno, que éste le precio que los escritores humanistas sentían fren
cedió a su amante Campaspe, de quien el artista te a las capas más bajas de la población. El mundo
se había enamorado cuando la pintó desnuda. En antiguo era antifeminista: ¿acaso influyó ello en la
perfecta armonía con el énfasis que los humanis creciente subordinación de la importante función
tas ponían sobre las cualidades del hombre como que désempeñaban las mujeres en el siglo xvi?
creador, la importancia del genio, del artista, así Una tercera diferencia reside en que las técnicas
como de su producto ya acabado, Plinio afirma de los negocios en la antigüedad eran inferiores
ba que en la antigüedad «se admiraba más a las y, en cualquier caso, dejaron escaso testimonio
328 329
de sí. No obstante, también aquí se conservan cier que hasta se la utilizaba como una especie de sá
tas manifestaciones, no bajo la forma de textos tira. En aquel mismo año, Reuchlin, perseguido
específicos, sino de una alabanza general de la por los inquisidores dominicos debido a su de
vida activa, el ideal de tomar parte de modo total fensa del estudio de los escritos religiosos judíos,
y responsable en la vida de la comunidad. Era éste publicó, a modo de testimonio abierto, una colec
un ideal especialmente atractivo para los acadé ción de cartas escritas en apoyo de sus puntos de
micos, ya que les toleraba una mayor libertad vista, L e tte r s o f F a m ou s M en (Cartas de hombres
frente a las asociaciones enclaustradas de la en famosos). Dos de sus defensores, Von Hutten y
señanza medieval. Las ideas de que la virtud y el Crotus Rubianus, no se dieron por satisfechos con
aprendizaje progresan más rápidamente en la so esto y, al año siguiente, publicaron un apéndice,
ciedad, de que el amor y la riqueza no son cosas L e tte r s of O b scure M en (Cartas de hombres oscu
que haya que evitar, sino utilizar sabiamente, refle ros). Estas pretendían ser una selección de car
jan la aceptación que estos conceptos humanistas tas escritas por sus admiradores a uno de los prin
gozaban entre los mercaderes y los banqueros. cipales adversarios de Reuchlin, Ortvinus Gratius,
Los miembros ricos de las familias mercantes un teólogo de la Universidad de Colonia. Con una
se contaban entre los «organizadores» del hu gran habilidad y gracia, estos «admiradores» de
manismo: patrocinaban a los eruditos, realizaban jaban en claro que Ortvinus era un picapleitos
reuniones con el fin de discutir la literatura clá ignorante e inmoral. Celebraban sus sórdidos amo
sica y la historia antigua, contagiaban a sus se res, ensalzaban su habilidad para determinar asun
guidores de su propio entusiasmo. tos tan capitales como si comer un huevo que
Estos grupos de estudio, ya fueran reuniones contuviera un pollo no empollado en viernes era
informales de amigos, o Academias más conscien pecado mortal o venial y, sobre todo, impugnaban
temente organizadas, tales como aquellas asocia sus enseñanzas. «Cuando estuve en vuestro estu
das con Ficino, en Florencia; Pontano, en Nápo- dio en Colonia —escribía uno de ellos con respeto
les; Pomponio Laeto, en Roma, o las cofradías burlón— pude ver con holgura que teníais gran
alemanas modeladas sobre ellas, tenían lina gran cantidad de volúmenes, tanto grandes como pe
importancia a la hora de proporcionar un sentido queños. Algunos tenían tapas de madera, otros de
de unidad a los estudios humanistas, especialmen pergamino, algunos estaban recubiertos de cuero,
te donde la estructura oficial de la educación aún rojo, verde y negro, mientras que otros estaban
estaba dominada por las universidades orientadas encuadernados. Y allí estabais vos sentado con un
teológicamente. Algunos hombres tales como Ro- whisky en la mano, para sacudir el polvo de las
bert Gaguin, en París; el abad Trithemio, Konrad encuadernaciones.»
Peutinger y Cuspinian, en Alemania; Ficino, en Este pasivo respeto ante la cultura que se le
Florencia, y el peripatético Erasmo, quienes man atribuía a Ortvinus y a los que eran como él es
tenían una extensa correspondencia con otros hu taba en franco contraste con lsu utilización que
manistas y actuaban como centros de distribución de los libros hacían sus críticosiLa imprenta, des
para las noticias y las ideas, vinculaban a aquellos de luego, tenía una importancia capital para la
grupos y ayudaban a crear la sensación de que difusión de las ideas humanistas y, en general,
existía una república general de estudios huma los gobiernos ostentaban una actitud favorable.
nistas. Tal república general se hizo visible con la Juan II de Portugal autorizó la importación de
publicación de las cartas de sus dirigentes. Hacia libros en 1483 «porque es bueno para el bien co
1514, cuando el doy en de los humanistas españo mún que haya muchos libros circulando en nues
les, Marineo Sículo, imprimió su E p is to la r u m fa- tro reino». Luis XII, en una ordenanza de 1513,
m ilia ru m , tal costumbre estaba tan generalizada se refería a la imprenta como «una invención di
330 331
vina más que humana». El número de ciudades y de sentimiento personal. Entretanto, la polémica
con imprentas propias difería según los países: sobre el estilo se convirtió en un estímulo para
en 1500 había 73 centros efi Italia, 50 en Alemania, lecturas más amplias y detalladas; no sólo se es
45 en Francia y cuatro en Inglaterra. La exporta tudiaba a los autores griegos y, particularmente,
ción de libros estaba también bien organizada/Los a los latinos en función del tema que trataban,
textos impresos permitían a los estudiosos de di sino para saber cómo y por qué escribieron del
ferentes países citar los pasajes con indicación de modo que lo hicieron. Este interés por el estilo
página y capítulo. |La imprenta «fijó» la imagen implicaba un interés por la forma, la que, a su
de la cultura medieval por medio de una generosa vez, influía sobre lo que decían aquellos que la
selección de los textos que había que poner en estudiaban y la imitaban. Así, la lectura de Tácito,
circulación) Esta imagen fue la que los humanistas Livio o Tucídides influía no solamente en la con
manejaron, entendiendo la cultura medieval como cepción de la historia, sino también en la consi
un amontonamiento de superstición y frivolidad deración acerca de cuál era el tema adecuado para
que oscurecía una perspectiva clara del mundo an la misma. De modo similar, la poesía de Horacio
tiguo. Hacia fines de siglo, este punto de vista y Catulo sugería no solamente nuevos modos i.e
ganó en extensión. En Estrasburgo, por ejemplo, poetizar, sino también nuevos temas. Las comedias
donde hacia 1500 sólo el 10 por 100 de los libros de Plauto y Terencio eran al mismo tiempo mode
trataban del mundo antiguo, en el período com lo y estímulo para Maquiavelo y Ariosto. La sátira
prendido entre 1500 y 1520, en cambio, el 33 por de Luciano afilaba el ingenio y aumentaba la fan
100 eran ediciones de autores latinos y griegos o de tasía de Moro y Erasmo; la correspondencia de
los escritos de los humanistas. Allí, como en cual la antigüedad, particularmente las cartas de Cice
quier otro sitio, el número de ejemplares de una rón, extendía el alcance de lo que se consideraba
edición oscilaba entre 400 ó 500 y 1.500 ó 2.000. Un como el contenido apropiado de la comunicación
millar de ejemplares es una media aceptable para no convencional entre amigos.
los textos clásicos, lo cual daría 200.000 ejempla
res de Virgilio publicados antes de 1500 y 72.000
de los Adagia, de Érasmo, entre 1500 y 1525. 2. LA REFORMA DE LA EDUCACIÓN
Estos números constituyen una prueba de que,
a despecho de la importancia que ello tenía, la El estímulo intelectual, la amplitud de los inte
fuerza motriz tras el estudio de la antigüedad era reses importantes que buscaban soluciones en lo
aún fundamentalmente académica y literaria. El que. más que las Américas, era de verdad un «nue
humanismo carece de sentido a menos que vea vo mundo» hacia fines del siglo xv y comienzos
mos en su sustancia un estímulo puramente inte del xvi, la popularización del estudio bajo la for
lectual, el interés por la restauración de textos, ma de nombres cristianos «clásicos», la ostenta
la comparación, la publicación y la controversia, ción y las convenciones decorativas; todo ello hace
esto es, el invariable entusiasmo académico. Lo que resulte tentador considerar al humanismo
que se recobró enteramente fue el lenguaje. En convertido por entonces tanto en una moda como
las páginas de Paoló Córtese y Pietro Bembo se en un compendio, el tema predominante de la en
imitaba el lenguaje de Cicerón como parte del mo señanza secular. Para comprobar esta tentación
vimiento para devolver a la escritura del latín la tenemos que considerar su contribución a la re
pureza de su extraordinario modelo. A partir de ligión, al pensamiento político y a la ciencia; pero
1520, al menos en Italia, el ciceronianismo se iba antes de nada hay que preguntarse en qué medi
a convertir en una ortodoxia, y entre el deseo y el da penetró de hecho el humanismo, esto es, de
acto de escribir se perdió algo de espontaneidad cuántos europeos puede decirse que estuvieran lo
332 333
suficientemente educados como para poseer una consideraba estrictamente como un proceso voca-
vida intelectual. cional más que como una base general a partir de
Acerca de la extensión de la cultura no se pue la cual podía un muchacho liberarse de la ocupa
den hacer más que vagas generalizaciones. En teQr ción de su padre y de su nivel intelectual. El
ría, ál menos, todo el clero, tanto secular como re: hijo de un comerciante, por ejemplo, abandona
guiar, podía leer y se le había preparado para el ría la escuela normalmente entre los doce y* los
estudio. De las inspecciones episcopales a los mo quince años con el fin de comenzar a aprender
nasterios y de los informes sobre ellas se deduce, el negocio de su padre. Un muchacho proceden»
sin embargo, que en las zonas rurales, sobre todo, te de la clase urbana más baja la abandonaría
había muchos monjes y curas que eran demasiado en cuanto hubiera adquirido el mínimo de capact
ignorantes para comprender los servicios que leían dad que se requería para la entrada en un gftN
y cuya cultura era demasiado insegura como para mió. Es bastante seguro que la enseñanza escolaiF
enriquecerla por medio de la lectura. .,Entre los era completa para la pequeña minoría de aquello#
trabajadores pobres, el elemento más numeroso que estaban destinados para la Iglesia, el derecho
de la población, el número de los que podían leer o la medicina; si el muchacho (normalmente M
estaba bastante por debajo del l por 100 y el de trataba de muchachos, ya que había muchas me*
los que sabían escribir era todavía más reducido. nos escuelas para muchachas) permanecía el tietít*
Los hijos de los campesinos que habían ido a la po suficiente, podría leer y escribir en su propia
escuela y prometían para el futuro era probable lengua y en latín. El ritmo de avance en la eé m
que abandonaran el campo por la vía de la Igle cación, así como la variedad de temas, se encon*
sia o de la ciudad. Las personas acomodadas que traban muy restringidos, debido a la gran canti
vivían en el campo podían leer y escribir normal dad de asistentes a las clases, así como a los
mente y llevar las cuentas. La proporción de los altos precios de los libros y el material. S a lv ü . al
que podían leer y escribir en las ciudades era mu gunas excepciones, la mayor parte de la enseñanza
cho más elevada; Tomás Moro la fijaba en un 60 consistía en un aprendizaje memorístico de anti
por 100 de los londinenses y, en una gran ciudad cuados libros de texto, algunos de los cuales se
como Florencia, la proporción debía de ser aún habían copiado e impreso sin cambio alguno des
mayor, aunque ambas constituían probablemente de los siglos x n y x iii. Tales libros —gramáticas
excepciones. Las personas de situación social me latinas en su mayor parte—, se leían en alto y se
dia, sin embargo, eran capaces de escribir cartas copiaban palabra a palabra por los alumnos, la
y guardar diarios y los estatutos de muchos gre forma métrica en la que estaban redactados mu
mios prescribían la capacidad de leer y escribir chos de ellos acentuaba la importancia del mero
como una condición para ingresar en el aprendi aprendizaje memorístico. Aunque se daba la ma
zaje. Sin embargo, la capacidad para leer y es yor importancia al latín como la materia funda
cribir, aunque sólo fuera para firmar o llevar la mental de estudio, así como el principal medio d$
correspondencia de los negocios, resulta poco sig aprendizaje, y aunque en muchas escuelas se em
nificativa a la hora de evaluar la capacidad de pleaba a los muchachos para espiar a los que ha
leer libros, para no hablar de la de deducir ideas blaban la lengua materna en el patio escolar e
de ellos. informar sobre ellos, lo cierto es que aquellos fac
Si bien aumentaba la cantidad de escuelas, es tores contribuyeron en gran medida a impedirle
pecialmente en los pueblos, la mayoría de ellas a la juventud el acceso que, de otro modo, hu
continuaba utilizando métodos capaces de des biera tenido a la literatura humanista. Los hom
alentar la curiosidad intelectual y la posibilidad bres ricos y casi todos los que eran de nácirfítentó
de proseguir una autoeducación. La escolaridad se aristocrático preferían emplear un preceptor, en
334 335
cuyo caso eran muy superiores las posibilidades como en la fama del nivel doctoral, lo que era
de que se elevara la curiosidad mental, a menos una cuestión fundamental para los jóvenes que
que el padre tuviera prejuicios contra el «apren aspiraban a una carrera profesional —incluyendo
dizaje de los libros» como algo que era mejor la enseñanza universitaria— o alcanzar un ascen
dejar para los hijos de las personas pobres, que so en la Iglesia. Así, Bolonia y Ferrara se identi
querían ingresar en la Iglesia. ficaban con derecho; Oxford y París, con teolo
La gran mayoría de las escuelas lo eran de día, gía, y Padua, con medicina. Entonces como ahora
lo cual reducía el número de muchachos pobres esa reputación oscilaba continuamente. Cracovia
del campo que podían asistir, a no ser que les se hallaba en el cénit de su fama hacia fines de
fuera posible permanecer gratis con algún parien siglo, en tanto que Salamanca, en otro tiempo la
te —por lo general, un cura— en una aldea gran más prestigiosa de las universidades españolas, se
de o en un pueblo que poseyera una. Ello signi eclipsaba ante Alcalá de Henares, fundada en 1508
fica, por otro lado, que el coste de la educación y más liberal. De la misma manera, si bien el es
sencilla era reducido; no era extraño que los maes tudio de Aristóteles continuaba siendo predomi
tros rurales aceptasen cobrar en especie, madera nante en la enseñanza de todas las universidades,
o productos del campo. En las universidades ha el método de aproximación podía diferir grande
bía que aportar dinero, tanto para el pago de cada mente desde París, donde se le enseñaba en todas
conferenciante como para atender a la manuten las facultades y de modo completamente eclesiás
ción y alojamiento. Muchas universidades tenían tico, hasta Padua, donde se concedía la mayor im
modos de ayudar a los estudiantes pobres; éstos portancia a sus escritos científicos, considerados
trabajaban como criados en los hogares de los como obras que había que leer en su totalidad v
médicos y maestros o en las residencias de estu no como textos de los que había que cercenar fra
diantes; además, podían pagar los honorarios por ses para polemizar. A diferencia de las del Norte,
medio de préstamos, o bien les eran condonados las universidades italianas hacían poco caso de
o reducidos. Sin embargo, la baja proporción de la teología, o se la dejaban a instituciones cleri
estudiantes clasificados como «pobres» (16 por cales especializadas. Algunas universidades, de
100 en Colonia y sólo 9 por 100 en Leipzig) supone las que Lovaina constituía un eminente ejemplo,
que, incluso en esas circunstancias, muchos jóve tenían reputación de ser especialmente «sanas»
nes seguían sin poder ir a la universidad. La ca desde un punto de vista teológico, inhospitalarias
rrera comenzaba normalmente a los catorce o para los nominalistas o los pietistas, por no ha
quince años y, teóricamente, se seguía el tradicio blar ya de las aproximaciones humanistas al tema.
nal tr iv iu m —gramática, dialéctica y retórica (todo Esta variedad de tónica, calidad y especializa
ello preparado en forma rudimentaria en la es ción hacía que frecuentemente fuese necesario via
cuela— y el qu a d r iv iu m —aritmética, geometría, jar lejos con el fin de recibir la enseñanza más
astronomía y música—. Tales eran los prelimina estimulante, lo que probablemente contribuía a
res esenciales para realizar un trabajo doctoral gravar los platillos de la balanza en contra del
especializado de teología, derecho civil o canó estudiante pobre. En cambio, un estudiante aco
nico o medicina. modado, como Pico della Mirandola, podía per
Estaban ya muy lejanos los tiempos en los que mitirse el traslado desde derecho canónico, en
un hombre podía dominar muchos temas. Si bien, Bolonia, a filosofía, en Ferrara y Padua, y a teolo
las universidades eran notablemente uniformes en gía, en París, complementando sus cursos univer
cuanto a organización, la intensa especialización sitarios con visitas a Florencia para encontrarse
era resultado de su distinta tónica y equilibrio con Ficino y a Perugia, donde había judíos, de los
en los primeros grados del plan de estudios, así que aprendió el hebreo.
336 337
Los métodos educativos eran los mismos en to ral es probablemente correcto; pero aun sin el
das las universidades. El rasgo central lo consti estímulo de pensadores de la originalidad y la
tuía la conferencia, que no era extraño que dura fuerza de un Guillermo de Occam o de un Tomás
se dos horas. Otro era la polémica sobre un tema de Aquino, el nivel intelectual de aquellas facul
propuesto. Entre ambos puntos se ocupaba la ma tades era en lo fundamental elevado. Siempre
yor parte del día, quedando poco tiempo para la que se piensa en la Reforma resulta fácil identifi
lectura de textos enteros y mucho menos para ra carse con la crítica más devastadora de todas las
monear fuera del programa. En las conferencias que se realizaron contra las universidades de la
se veía con malos ojos la espontaneidad; era pre época, la del nominalismo (especialmente en el
ciso leerlas. Al igual que en la escuela, se conce-j Norte) y la de un aristotelismo revivido (especial
día gran importancia a la memoria y a la capa- ' mente en Italia), que desmantelaban la armonía
cidad de argumentar, más que a la originalidad; tomista entre la razón y la fe y conducían a una
o al desarrollo de la capacidad crítica. En las uniJ mutilación de la teología, ya que el proceso normal
versidades no había una convicción mayor que de argumentación no podía «probar» ninguna
en las escuelas de que el fin de la educación fuera creencia religiosa, así como a una filosofía que no
el ejercicio de la inteligencia, que habría de ser tenía ninguna relación con la vida interior del hom
útil en una serie de vocaciones. Las universidades bre. Pero esto tenía poco que ver con el ejercicio
existían para producir expertos. Esto no quiere de la inteligencia. Antes de considerar el ataque
decir, sin embargo, que las universidades carecie humanista a las universidades y las actitudes que
ran de entusiasmo intelectual. Los factores que defendía éste, resulta importante recordar que
vivificaban el sistema, que se mantenía inmutable pensadores tan creativos como Pico y Ficino,
desde hacía más de dos siglos, estaban caracteri Moro, Erasmo, Guicciardini y Lefévre d’Etaples
zados por la gran importancia que tenían los es eran todos producto de una educación muy orto
tudiantes mismos en el gobierno de los asuntos doxa y que, si bien los artistas, comerciantes, no
universitarios, la promoción de buenos profeso bles y mercaderes que no habían estado en la
res debido aí hecho de que se les pagaban los ho universidad, determinaban en gran medida la tó
norarios directamente, la práctica del traslado y nica de la vida europea, la maquinaria que gober
las facilidades para inscribirse en las nuevas uni naba el Estado y la Iglesia estaba casi totalmente
versidades, la posibilidad que tenían los profeso controlada por hombres que sí habían ido a la
res no ortodoxos de establecerse en los pueblos universidad y que la mayoría de los reformadores
con universidad, las rivalidades interfacultativas, de la generación siguiente era el producto de un
las tendencias dentro de cada facultad, como las sistema que no se había reformado en absoluto.
de realistas y nominalistas en las facultades cíe El mismo humanismo se había desarrollado en
Ingolstadt y Heidelberg. parte dentro y en parte fuera de las universida
Conviene subrayar este punto porque frente a des italianas. Hacia fines de siglo, cuando ya los
la amenidad de los ataques humanistas se corre estudiosos de la antigüedad cubrían toda la gama
el peligro de olvidar el vigor y la sutileza que desde los filólogos de todo pelaje, algunos tan
podían producir el método escolástico, compuesto avinagrados y quisquillosos como cualquier mise
por la lectura y la meditación y por libros de tex rable profesor, hasta los filósofos originales y sis
to escritos en forma de preguntas, respuestas y temáticos, tales como Ficino, el humanismo como
calificaciones. Frente a la sombra de la Reforma, movimiento tenía un claro plan de reforma edu-
que cada vez se extendía más, existe el peligro de cácioíiaí. En el fondo había una creencia de auto-
menospreciar la teología y la filosofía de las uni mejorá por medio del incremento del pensamiento
versidades como trivial y estéril. Como juicio mo y ejercicio de la voluntad, y condujo a una reva
338 339
lorización acerca de cómo y sobre qué debían pen sajes de la antigüedad con las menos esotéricas
sar los hombres, expresado en su forma más mís afirmaciones de la Escritura.
tica por Pico, quien escribió que mientras que El humanismo, por tanto, tenía un contenido
un perro tenía que actuar siempre como un perro místico, ejemplificado en hombres como Pico, Co-
y un ángel no podía hacer otra cosa que actuar let y Lefévre, por un círculo secundario de hom
angélicamente, el hombre tenía la capacidad de bres como Erasmo y Moro, cuya inclinación era
modelar su propio desarrollo, de tal manera que predominantemente moral y por un círculo más
podía bestializarse o espiritualizarse. Sin este ele amplio de popularizadores, cuya inclinación osci
mento místico, que era esencialmente privado y laba entre la pedagogía práctica de Linacre y el
contemplativo, al humanismo le hubiera faltado cinismo inconsciente de un Castiglione. A todos
mucho de su intensidad. Paradójicamente, este les sostenía en su entusiasmo un genuino amor
nuevo interés por el autoperfeccionamiento per por las lenguas de la antigüedad, particularmente
mitía qué se le considerase por primera vez como el latín (ya que el dominio del griego aún era una
un movimiento reformista. E l hüffiáñismo no Hu hazaña poco frecuente) y un deseo de purificarla
biera podido tener sus propangandistas educacio frente a una corriente general de profesores que,
nales si no hubiese tenido sus escapistas. como Celtis lo expresaba, «hablan desde sus cáte
De la creencia en que el individuo puede con dras disparatada y brutalmente contra todo arte
formar su propia naturaleza, como Dios dio feiraa y regla de la dicción, con graznidos de ganso y mu
al mundo mismo, a la de qüe'TámBién puede el gidos de buey, vertiendo palabras vulgares, viles
individuo ayudar a los demás a conformar la suya y corruptas y cualquier otra cosa que entra en
no hay más que un paso. Un fin esencial era el de sus bocas, pronunciando dura y bárbaramente la
réünificár el corazón y la inteligencia, de donde pulida lengua latina».
se derivaba un ataque al escolasticismo. Otro fin El ataque contra los métodos de enseñanza ca
era el de la relevancia; no relevancia en el sentido saba más con el espíritu de la práctica diaria. A
de una eafriera —función que desempeñaban per lo largo de todo el tr iv iu m y qu a d riv iu m , y en
fectamente bien las universidades medievales, ex menor extensión, también en los estudios docto
cepto en el caso de las «nuevas», tales como la rales, tenía la lógica una importancia tan grande
diplomacia profesional—, sino en el de la evolu que, en el peor de los casos, al menos, se explota
ción moral del hombre. El niño y, posteriormen ban las disciplinas aisladas como forraje para la
te, el joven teníán"qüe darse cuenta de que todos actividad primaria del debate y la resolución de
sus estudios se orientaban hacia su conformación problemas, se ponía la disciplina muy por encima
moral como hombres. O t r o era rechazar la idea de la comprensión, los compendios y las citas,
de que Dios había hajblido solamente, y a menudo por encima de los textos de los que se habían
incomprensiblemente, por boca de sus profetas y extraído. En contra de esta práctica, los humanis
de su Hijo, y sostener, por el contrario, que había tas subrayaban la necesidad de estudiar los tex
estado esparciendo signos de Su naturaleza y de tos como un todo, junto con un análisis del estilo
Sus intenciones a través de los escritos de la an y el conocimiento de los tiempos en los que se
tigüedad no judía, de modo que, estudiadas pro habían escrito. La intención era la de comprender
piamente, las obras de Platón podían proporcionar a un escritor en función del por qué, cómo y cuán
una guía espiritual, de la misma manera que las do escribió. En términos del tr i v iu m ello signifi
de Cicerón podían proporcionarla ética. Estos úl caba un abandono de la gramática y de la dialécti
timos fines provocaron una nueva valoración de ca y una radical valoración de la retórica, el
algunos programas de escuelas y universidades, estudio de la literatura y la filosofía con el fin de
con la intención de armonizar los más nobles men comprender lo que habían dicho realmente los
340 341
grandes hombres y de ser capaz uno mismo de nistas, para volver a mis viejos estudios escolásti
escribir y hablar elocuente y oportunamente, ya cos, de modo que pudiera persuadirme a mí mis
que el gran avance de la retórica en este sentido mo de que no había pasado tantos años en París
residió en una combinación del aumento del co para nada.»
nocimiento con un dominio creciente de la auto- . Otra presunción compartida era la necesidad de
expresión. Cada humanista aislado difería de los regresar a las fuentes de la creencia moral, ética
otros en su valoración de los escritores de la fase y religiosa, más que estudiarlas a través de textos
escolástica. Erasmo expresaba un gran respeto por degradados y de comentaristas medievales. La idea
Tomás de Aquino, Colet abominaba de él por po de «regreso a las fúentes» no era nueva. El deseo
ner su celo sistematizador por encima de la clara de comunicarse tan directamente como fuera po
doctrina de Cristo. Tanto Ficino como Pico admi sible con una personalidad completamente realiza
tían que el ejemplo de los mejores escolásticos da del mundo antiguo, se había manifestado en la
había ejercido una uniforme y unificante influen interpretación petrarquiana de Cicerón. La edición
cia en su propio pensamiento, un punto de vista de textos latinos y, en menor extensión, también
que Pico defendía con alguna vehemencia contra griegos, había sido una de las principales preocu
los reproches del gran humanista veneciano-Er- paciones de los humanistas en el siglo xv. Una
molao Barbaro, quien deseaba que el humanismo fuerte corriente orientada hacia la consideración
comenzara su labor en blanco. Ya se tratara de una retrospectiva de los orígenes se hacía sentir en las
defensa parcial de los escolásticos, ya de una tem deliberaciones de los gobiernos, así como en el in
peramental acometida, la actitud de los humanis terés por la genealogía; la tendencia intelectual en
tas dependía en parte de la importancia que cada muchos campos puede resumir en la frase reculer
uno de ellos concediera a la elegancia del lenguaje, pou r m ie u x s a u te r (retroceder para saltar mejor).
como opuesto a la satisfacción en parte del celo Aún más revolucionaria —más bien por la exten
religioso, como cuando Pirckheimer, en 1520, reali sión del argumento que por su originalidad— era
zó una descripción de una «operación» que se lle la determinación de pasar por encima de los teólo
vaba a cabo sobre un adversario de Lutero, Eck, gos escolásticos, para lleggr^a la misma Biblia y
con el fin de amputarle sus sofismas, silogismos y a los primeros Padres de la iglesia, «lo doc
corolarios. Todos los humanistas, sin embargo, tores que se hallaron cercanos á Cristo y a sus
atacaban la preponderancia de la lógica sobre el apóstoles», como lo expresaba Erasmo.
pensamiento y el sentimiento. En su Pseudo-dia- En 1496, las conferencias de Colet en Oxford
lecticu s (1519) Juan Luis Vives desarrollaba su sobre las Epístolas de San Pablo a los corintios
propio ataque contra los métodos escolásticos de rompieron radicalmente con los métodos tradicio
enseñanza, así como sus dudas, lo cual es también nales de la enseñanza divina. En lugar de aproxi
muy significativo. «¿Quién toleraría que el pintor marse al tema a través de los comentarios latinos
pasara toda su vida preparando sus pinceles y. medievales, recordando con ello a su auditorio
mezclando sus colores?... Si, en bu en a lógica, este que la Iglesia representaba una acumulación de
gasto de tiempo resulta intolerable, ¿cuál es el interpretaciones, así como de dogmas, utilizó di
lenguaje adecuado para designar esa cháchara que rectamente el texto griego y explicó cómo la forma
ha corrompido cada rama del saber?... Yo reco y el lenguaje de las Epístolas estaban condiciona
nocía que estaba cambiando lo nuevo por lo viejo, dos por la visión que San Pablo tenía de los hom
lo que ya había obtenido en el campo del conoci bres a quienes iban dirigidas. Colocó al mismo Pa
miento por lo que aún estaba por ganar... El cam blo dentro del contexto de la civilización romana
bio me resultaba tan odioso que a menudo me y de los primeros años del cristianismo y, al ubi
apartaba de la idea de mejorar los estudios huma carlo claramente en el tiempo y en el espacio, con-
342 343
siguió que Pablo hablara casi tan directamente a do sostienen que hay que venerar el simple nom
los estudiantes de Oxford como lo había hecho a bre de la antigüedad como si fuera una deidad.
los corintios, como testimonio de los comienzos I Creo que, de hecho, los hombres de la antigüedad
de la Iglesia, para animar a la reflexión personal, I eran hombres como nosotros que, a veces, escri
en lugar de que se le usara como una excusa para fjj bían sobre cosas acerca de las cuales no sabían
realizar un despliegue de erudición. Quizá aun Jjl mucho» l.
más determinante para ejemplificar er^Heseo^Tiü- El último principio educacional que compartían
manista de regresar a l^^fuOTté^ era él dé leer !¡ los humanistas con los más diferentes intereses
ia.Biblia en el leiiguájé 'que,, esencialmente, em el :! era el más notable, el de la creación del «hombre
de Dios y Cristo, él hebreo. Pico estudió la lengua, 1 completo». «¿En qué campo del conocimiento, dig
y Reuchlin formuló sus reglas, de forma que otros no de expresión literaria, era deficiente Platón?
pudieran estudiarla. Pero, una vez más es en Eras- ¿Cuántos estudios de generaciones le fueron nece
mo donde vemos claramente la motivación. «Nadie sarios a Aristóteles para abarcar no sólo todo el
comprende la opinión de otra persona sin conocer panorama del conocimiento filosófico y retórico,
el lenguaje en qu e ha expresado tal opinión», es sino también para investigar acerca de la natura
cribía en los A dagia. «Y así, ¿qué hizo San Jeróni leza de cada animal y de cada planta? Además, ellos
mo cuando decidió exponer la Sagrada Escritu tenían que descubrir todas esas cosas, que nos
ra?... Se convirtió en maestro en las tres lenguas otros no tenemos más que aprender. La antigüedad
merced a un incalculable esfuerzo. El que las ig nos ha legado todos esos maestros y todos esos
noraba —añadía con su habitual capacidad para | modelos para que los imitemos, de forma que no
anonadar— no es un teólogo, sino un violador de 1 se puede concebir ventura mayor sobre todas las
la teología.» En 1508 Guillaume Budé publicaba un 1 demás que la de nacer en esta época, desde el mo
trabajo sobre las P a nd ec ta s, de Justiniano, en el i mento en que todas las anteriores han laborado
que urgía la lectura completa de esa obra, tan | para que podamos cosechar los frutos de su sabi
importante para el estudio del Derecho Romano, 1 duría.» Asimismo, el hombre culto «no debe cir
no a través de las selecciones e interpretaciones de | cunscribirse al estudio de la lógica, sino que ha
los glosistas medievales, así como una lectura aten de tener una familiaridad teórica con todos los te
ta de los juicios y principios legales contenidos en mas de la filosofía natural..., ni que mientras está
la obra, con su terminología original y contra el familiarizado con el orden divino de la naturaleza,
fondo de una comprensión histórica de las cir desconozca los asuntos humanos. Debe entender
cunstancias en las que se había escrito. En esta de derecho civil..., debe también familiarizarse
obra, como en el De Asse, Budé expresaba muy coii la historia de los acontecimientos en las eda
claramente la alegría del descubridor al limpiar des pasadas..., ignorar lo que ocurrió antes de que
de maleza eclesiástica, a fin de revelar los monu uno naciera equivale a seguir siendo para siempre
mentos de la antigüedad en toda su prístina pure un niño. Porque ¿cuál es el valor de la vida huma
za. «Creo que soy el primero que ha emprendido na, a menos que éste se injerte en la vida de nues
la tarea de restaurar este aspecto de la antigüe tros antepasados por medio de los acontecimien
dad», declara en el De Asse, donde también hacía tos registrados en la historia?»
una observación que, por su distanciamiento críti Lo significativo de estos pasajes es que están
co, anunciaba la llegada del humanismo; a propó tomados respectivamente de los tratados de ora
sito de un error que había detectado en los cálcu toria de Quintiliano y de Cicerón. El hecho de que
los monetarios de Plinio, escribía: «Me parece una 1 He tomado estas citas de un estudio inédito sobre «Le
absurda atadura a la que se han vinculado mu Roy and Budé», que el profesor James Stayer tuvo la ama
chos hombres instruidos de nuestra época... cuan- bilidad de permitirme leer.
344 345
se pud ie ra n escribir en 1500 muestra con cuánta tes y no siendo necesario el resto, cedo a otros la
firmeza había arraigado el ideal humanista en la infructuosa tarea de recargar las mentes de sus
idea clásica de que el retórico debiera ser capaz estudiantes. Porque si, tras haberse familiarizado
de hablar con conocimiento y en términos ade con la forma de las palabras emplean el tiempo
cuados, acerca de una gran variedad de temas, am que los otros gastan estudiando las reglas de la
pliando de este modo la retórica del triv iu m , tan gramática, en escuchar a los autores de los que
estrechamente concebida, y convirtiéndola, por se han tomado esas reglas, seguramente avanzarán
tanto, en una especie de recipiente para la educa más y llegarán a ser no gramáticos, sino latinistas.
ción como totalidad. Así se enseña a los muchachos en Italia y en Ale
La fama del concepto de Vuom o universale, le ] mania.» Lefévre hacía la misma observación en
debe mucho a su más celebrado ejemplar, Leonar Francia y en los Países Bajos, donde el cauto hu
do da Vinci y a su más elocuente exponente, Cas- manismo de los Hermanos de la Vida Común ha
tiglione. No se trataba de una nueva idea; incluso bía proporcionado ya un ejemplo. La práctica de
entraba en conflicto con la propia exigencia de la enseñanza en una serie de escuelas, especialmen
muchos humanistas de que se estudiaran ramas te quizá en Deventer, aún se revisaba más decidi
particulares de la enseñanza en profundidad, ad damente siguiendo los criterios erasmianos. En
quiriendo con ello unas complicadas capacidades Inglaterra, la Magdalen College School fue la ini
lingüísticas. En el estudio, en los negocios, en la ciadora en los primeros años de 1480 y entre 1508
administración, el móvil de la época, la más urgen y 1509, Colet fundó la escuela de San Pablo en
te necesidad era la especialización. Para la mayo Londres, en colaboración directa con Erasmo.
ría de las personas, cualquier cosa que se acercara Por regla general puede decirse que las univer
al conocimiento universal era sólo alcanzable al sidades habían aceptado a los humanistas en cali
nivel del enciclopedismo o del dilettantismo, a pe dad de profesores de literatura griega o latina con
sar de lo atractiva que pudiera resultar la glosa mucha mejor voluntad de la que tenían para acep
de Castiglione. Incluso en el nivel del dilettantis tar las propuestas humanistas para reformar los
mo, no se podía alcanzar el ideal universalista más programas de estudio. Si la tónica del tr iv iu m se
que en el caso del rico ocioso, y en este hecho des hizo más humanista ello se debía a que tales profe
cansaba mucho del interés del universalismo, ya sores, al ser libres para seleccionar sus propios
que distinguía entre el caballero, quien no preci textos, eran capaces de llegar hasta los otros cam
saba un conocimiento o capacidad especializados pos de la carrera y de poner en funcionamiento un
para asegurarse una renta, del académico o del aumento beneficioso de la carrera de artes como
artesano, para quienes sí era necesario. una totalidad. La extensión de este aumento di
La mayor importancia que los humanistas con fería según el conservadurismo de las facultades
cedían a la comprensión sobre la memoria, a los establecidas. A Marineo se le ofreció una cátedra
textos sobre la discusión y, especialmente, a ade de poesía y oratoria en Salamanca, y Pedro Mártir,
cuar la educación al niño y no viceversa, consi en su calidad de profesor allí invitado, relata que
guió un cierto efecto en la organización de las tras unas conferencia pública sobre Juvenal, le
escuelas. La imprenta permitió acelerar el impor «llevaron a casa como al vencedor desde el esta
tantísimo proceso de aprendizaje del latín a través dio de la Olimpiada». Pero la universidad en sí
de nuevos medios de enseñanza, en especial gramá continuó siendo inflexiblemente tradicional y el
ticas y diccionarios. Parafraseando un principio gran erudito Elio de Nebrija se encontró con que
erasmiano, Marineo Sículo escribía de su propia su actitud de «regreso a las fuentes» respecto a
gramática simplificada que «juzgando que estas la divinidad era tan impopular entre sus colegas
pocas nociones son suficientes para los principian- que se vio obligado a trasladarse en busca de la
346 347
atmósfera más solidaria de Alcalá. A despecho de Fox diciendo que si la teología no implicaba el
la presencia de hombres de cuño tan humanista estudio de los primeros padres y el del latín, grie
como Robert Gaguin, la Sorbona continuó imper go y hebreo, retrocedería de nuevo a las estériles
turbable bajo la influencia de su facultad de teolo discusiones de los académicos, esto es, que prose
gía conservadora. Oxford y Cambridge estaban do guiría su rumbo actual, e hizo la observación, ya
minadas por intransigentes facultades de teología familiar en la literatura humanista, pero impor
cuya resistencia al cambio venía facilitada por la tante a pesar de todo en aquel contexto particular,
existencia de las Posadas de la Corte, las cuales de que no solamente el conocimiento de la antigua
recibían a los hijos de las familias influyentes que, sabiduría no suponía obstáculo ninguno para el
aspirando a realizar carreras diplomáticas o admi estudio de la teología, sino que era de valor po
nistrativas, querían una educación más realista. sitivo para los hombres que gobernaban el Estado
Aunque el rector de Cambridge a partir de 1503 y cuyos deberes suponían un conocimiento tan am
era John Fisher, un protector de Erasmo, la uni plio como fuera posible de los asuntos humanos.
versidad obtuvo únicamente un catedrático de grie En efecto, los gobernantes estaban nombrando
go. En Oxford hacía más progresos el humanismo, a los humanistas como preceptores de sus hijos.
si bien aquí se debía a la existencia de un nuevo Linacre era preceptor del hijo de Enrique, Arturo.
colegio, el Corpus Christi, introducido en la uni A Pedro Mártir le hicieron jefe de la pequeña
versidad por el obispo Richard Fox en 1517. Si escuela de palacio, donde se educaba a Juan, prín
bien había sido fundado en un lugar donde, según cipe de Castilla, en medio de un grupo cuidadosa
rezaban los estatutos, los «estudiosos, al igual que mente seleccionado de nobles jóvenes. Y si bien
ingeniosas abejas, han de laborar día y noche para algunos de los temas infinitamente discutidos bajo
hacer cera en honor de Dios y miel, goteando la la influencia humanista estaban ya muy trillados,
dulzura, en beneficio de ellos mismos y de todos tales como el de si la espada es más poderosa que
los cristianos», sus 20 miembros tenían que es la pluma, al menos resultaban más adecuados para
tar bien impuestos en la literatura latina secular. la vida que los enigmas de Jas facultades de teo
Aún más importante era la contribución que el logía, tales como «si estamos obligados por la ley
Corpus había de hacer a la universidad a través del amor a liberar al prójimo contra su voluntad
de un catedrático de latín que iba a tratar de los de la opresión, la infamia o la muerte, cuando no
poetas, oradores e historiadores de la antigua podemos hacerlo sin causamos un daño a nos
Roma, un catedrático de literatura griega y un otros mismos». Como Pedro Mártir decía de sus
catedrático de teología, quien «seguiría en la me jóvenes y belicosos alumnos: «Están comenzando
dida de lo posible a los antiguos y santos doctores, a admitir que las letras no constituyen un obstácu
tanto griegos como romanos y, en especial, a Je lo para el oficio de soldado, como se les había
rónimo, Agustín, Ambrosio... y otros de esta ca enseñado a pensar, sino qué más bien son una ayu
tegoría, no a Nicolás de Lyra, ni a Hugh de Vienne da activa.» Es muy posible que tales debates de
ni al resto de ellos, quienes, tanto en el tiempo moda como armas v e rsu s letras y la colección de
como en la sabiduría, se encuentran muy por de proverbios y anécdotas, como los Adagia, de Eras
bajo de los primeros». mo, inmensamente populares, hacían más por ex
En el plazo de un año había crecido tal oposi tender el interés y respeto por la oportunidad del
ción contra los «griegos» del Corpus, que éstos se antiguo mundo que ediciones completas de los au
hallaron en la calle, expulsados por los «troyanos» tores clásicos o la enseñanza de los humanistas en
de la Facultad de Teología, lo que obligó a Tomás las universidades.
Moro a venir desde la corte para regañar a las El éxito de cualquier intento de introducir un
autoridades académicas. Defendió los planes de nuevo programa de enseñanza y una nueva forma
348 349
de pensar depende de la extensión en que se les to de vista de la autoeducación en las ideas huma
pueda popularizar. Rechazadas por las institucio nistas, el lector común era, hasta cierto punto,
nes establecidas, o sólo superficialmente incorpo víctima de este patriotismo, ya que éste llevaba a
radas a ellas, la extensión de las actitudes huma los impresores a publicar la historia nacional y la
nistas dependía de los instrumentos que se podían literatura nacional en lengua vernácula, más bien
utilizar para la autoeducación. Estos eran aún es que a popularizar las obras de los humanistas
casos. Pocos hombres, incluso entre los de media contemporáneos o a editar textos clásicos. Hacia
na situación, poseían más de 20 libros. Algunas 1520 la lengua vernácula aún no había ganado
poblaciones, entre las cuales Nuremberg, Leipzig aceptación general como medio para expresar aque
y Frankfurt, tenían bibliotecas públicas, pero las llos aspectos del húmanismo que le podían haber
grandes bibliotecas no universitarias, como la de dado a la clase media europea algo parecido a
los Médicis y la del Vaticano, si bien estaban una cultura común, y para muchos, que podían
abiertas al público, sólo las utilizaban en la prác leer latín, aunque éste retenía para ellos el aroma
tica los estudiantes. artificial de una lengua secundaria y no de con
La gran mayoría de los libros capaces de estimu fianza, el mundo antiguo continuó siendo extraño,
lar el pensamiento y de sugerir comparaciones y tanto en las ideas como en el tiempo.
nuevas ideas aún estaban impresos en latín y, por
tanto, eran inaccesibles, salvo para aquellos que 3.
habían tenido una buena educación, capaces no EL HUMANISMO CRISTIANO
sólo de aprender latín, sino de seguir leyéndolo.
La práctica de cada cual difería. Erasmo escribía Que los humanistas iban a combinar una función
sólo en latín; Maquiavelo, sólo en italiano. Durerò autoatribuida, la de maestros de la Europa secu
buscó el consejo de latinistas como Pirckheimer lar, con la de reeducadores de la Cristiandad, era
cuando comenzó a escribir sus tratados y, debido una conclusión prevista. El complemento natural
a que ignoró en gran parte tales consejos, contri de su deseo de restablecer los textos originales de
buyó a configurar el alemán como una lengua que, la civilización era el que les había hecho incluir
como Moro decía del inglés: «Es suficientemente no sólo a Platón, Aristóteles y Cicerón, sino tam
rica para expresar nuestras mentes sobre todo bién al sistema de la Iglesia cristiana. Consecuen
aquello acerca de lo cual un hombre está acostum cia lógica de sus ataques a los métodos del esco
brado a hablar con los demás.» Sin embargo, Moro lasticismo fue un ataque a las actitudes frente a
escribió là U topía en latín. También Nebrij#, un la religión que inculcaba el método escolástico y
humanista profesional que escribía en latín y edi el tipo de pastor espiritual que producían las fa
taba textos clásicos, fue quien compuso la primera cultades de teología.
gramática de una lengua europea moderna y la La teología cumplía una función secundaria en
justificó ante Isabel por medio de la famosa y las universidades italianas, lo que explicit que fue
profètica observación de que «el idioma es el per ra al norte de los Alpes, sobre todo, donde los
fecto instrumento del Imperio »v„El nacionalismo esfuerzos de los humanistas para conseguirse
ascendente era uno de los factores que coadyuvaba puestos en la universidad e introducir bonae
a la vulgarización y al incremento del uso de la litte ra e en los programas condujo a un mayor in
lengua vernácula, aunque también aquí, se daban terés por el carácter de la vida religiosa. A través
algunas contradicciones. Félix Fabri defendió enér del ataqué a la negligencia en las fuentes, al apren
gicamente el alemán como «la más noble, la más dizaje memorístico, a la aceptación acrítica de las
distinguida y más humana de las lenguas»; pero malas autoridádes, a la insistencia en la forma
su defensa estaba redactada en latín. Desde el pun por encima de la sustancia, llegaron a convertirse
350 351
en críticos de una religión que subvaloraba la vida En un cierto sentido, medio en broma medio
Ty^Tmensaje' de “Cristo, dé observañci&S tales corno en serio, ciertos humanistas se consideraban a sí
ja «ádoración» de los santos y de la automática mismos como viviendo en el contexto de las an
repetición dé oraciones sin sentimiento, de ora tiguas costumbres. Celtis encargó a Hans Burgk-
ciones fúnebres rezadas por los curas á cambio de mair un anticipo de su muerte en un grabado
un honorario, del culto a las reliquias y de pere copiado de una tumba romana, donde yace él en
grinaciones llevadas a cabo por delegación. Los el sueño de la muerte, llorado por Apolo y Mer
.humanistas vieron que una teología que no le curio. La tumba de dos doctores en medicina, Gi-
hablaba al corazón llevaba a una vida religiosa rolamo y Marcantonio della Torre llegaba a mos
que consistía enjugaos, exteriores. Al criticar la trarles a los dos acarreados a través de la Estigia
práctica religiosa, tras haber criticado la práctica hacia los Campos Elíseos. La iconografía clásica
educativa, los humanistas encontraron apoyo en había pasado a ser una moda muy extendida. La
los movimientos preexistentes de piedad lega prác tumba de los dos hijos pequeños de Carlos VIII
tica y de interiorismo místico en el norte, así y de Ana de Francia mostraba escenas de los tra
como *en la importancia que los italianos conce bajos de Hércules junto a escenas de la vida de
dían a la dignidad humana y su corolario: especial Sansón, y, en el monumento al papa Sixto IV, de
interés por la vida buena más bien que por la Pollaiuolo, estaba retratada la misma teología bajo
buena muerte. Como franciscanos en vez de be la forma de una Diana desnuda. En 1503 Paolo
nedictinos de la Cristiandad humanizada, subra Córtese, secretario del papa Alejandro VI, publi
yaron que aunque en el centro del cristianismo có un C o m p e nd io del D ogm a, en el que se llamaba
había un misterio, la enseñanza de Cristo no era a la Virgen la madre de los dioses y a las almas
misteriosa. de los muertos m a n e s, el Infierno poseía las ri
Esta era la actitud a la que habían conducido el beras del Tártaro pagano y a Tomás de Aquino
fervor literario de Petrarca y la sutileza filológica se le llamaba el Apolo de la Cristiandad. Cuando
de Valla. ¿Cómo se explica entonces la Inquisi León X, protector de la enseñanza humanista y
ción, Lutero, Zuinglio, Calvino, la censura de li tan buen coleccionista de manuscritos como sus
bros y la increíble reafirmación del incremento de antepasados del siglo xv, Cósimo p a te r p a tria e y
la doctrina medieval por el Concilio de Trento? Lorenzo el Magnífico, entraron en Roma, lo hicie
El fracaso manifestado por este punto de vista ron bajo arcos decorados con citas clásicas, así
tuvo poco que ver con el suave tinte de paganismo como estatuas de Apolo y Mercurio, Venus y Baco..
que acompañaba al estudio de la antigüedad. Aun León continuó apreciando el arte y la literatura
que los distintos humanistas se diferenciaban en de la antigüedad tras haber publicado los decretos
cuanto al grado de decisión con el que pensaban de su predecesor en el Concilio Lateranense, que
atraer a los autores clásicos al redil, como así era, condenaban un interés excesivo en la enseñanza
sin que allí se originara disturbio ninguno —Eras- pagana.
mo era más tolerante que Lefévre, y Lefévre que Más debilitador aún del sentido de convicción
Colet, por ejemplo—, cuando señalaba que «segu total y abandono de uno mismo que se necesitaba
ramente, corresponde el primer lugar a la Sagra para una amplia regeneración del cristianismo era
da Escritura; pero a veces encuentro cosas escritas la importancia que los humanistas le concedían a
por los antiguos, por paganos y poetas, tan castas, la sabiduría y a la ética a expensas de lo milagroso
santas y divinas, que estoy persuadido de que un y revelado. Pico y Pomponazzi se contaban entre
buen genio.les ilustró. Cierto es que se encuentran los pocos humanistas que sufrieron la acusación
muchos en la comunión de los santos que no es de herejía. La mayoría aceptaba los dogmas de la
tán en nuestro catálogo de santos». Iglesia, pero los ignoraba. Le restaron algo de te
352 353
rrorífico a la imagen del infierno enseñando que íies & vigilar ..y rezar, .menos y a estudiar y pen-
un hombre cuyas pautas morales eran prudentes
Un sorprendente eclecticismo alejaba aún más a
i
y estrictas y cuyo autoexamen moral era honesto
' *" ’
estaba justificado si vivía más en términos de aquí la imaginación de la liturgia y del tema del púlpito
y ahora que en términos de la muerte y el juicio y presidía la amplia variedad de fuentes que los
por venir. Sostenida por los rasgos estoicos y epi humanistas juzgaban oportunas para el estudio de
cúreos, comunes a gran parte del pensamiento hu la vida religiosa. Una de las causas era una ex
manista,J a dignidad especial d§l. hombre se creía traordinaria curiosidad académica. Las otras eran:
que resíHTa .en 'su habilidad,para lograr una ar la importancia concedida a la filosofía moral, que
monía interior placentera a Dios por medio de la buscaba sus ilustraciones en la poesía, la retórica
ampliación de su pensamiento y de la suma de su y la historia tanto como en la Sagrada Escritura;
conocimiento de la antigua sabiduría ,y de la en el interés por el auténtico sentido de la religión,
señanza de Cristo. Había, pues, un interés menor el alimento a la adoración, que se puede descubrir
en la naturaleza sacramental del cristianismo. El en todos los credos y en todos los tiempos; el
optimismo esencial de esta creencia en la auto- eclecticismo que ya se hallaba presente en algunos
perfectibilidad dejaba de lado la función dramá de los modelos básicos de los humanistas, espe
tica que jugaba el pecado original en la teología cialmente en Cicerón.
ortodoxa. El Jardín del Edén y lo que allí sucedió El benévolo estudio de las otras religiones ya
se convirtió en la alegoría de una elección, en un no estaba fuera de lugar. Cada religión se suponía
aviso sobre el carácter del combate que iba a ser que reflejaba (aunque el cristianismo lo hacía más
librado en la naturaleza humana, más bien que en directamente) una verdad particular emanada de
el primer paso de un drama acerca de la gente real un solo Dios; era posible descubrir algo significa
que requería la efusión de la sangre de Cristo en tivo de las intenciones de Dios y de la espirituali
la cruz. La degradación del drama «histórico» del dad inherente al hombre desde los obeliscos de
fruto prohibido estaba sostenida por la creencia Egipto hasta el Corán. El riesgo era que el cris
pseudohistórica en una Edad de Oro, cuando el tianismo no quedara reforzado, sino diluido. «Los
hombre vivió durante generaciones en un estado ritos y ceremonias de la religión —escribía Cor-
de bienaventuranza inconsciente. Los humanistas nelius Agrippa— son distintos en razón de las di
no mostraban a los santos como intercesores en ferencias de tiempo y región; y cada religión tiene
función del tesoro amontonado de sus méritos, algo de bueno, que se dirige hacia el mismo Dios,
sino que, más bien, incitaban al hombre a utilizar el Creador; y aunque Dios no aprueba más que
su propia vigilancia informada para alimentar la la religión cristiana, no rechaza por completo
semilla de divinidad que había en él. T M oesto otros cultos practicados en Su honor; tampoco los
era~desdeJb¿egCM^mterés^^ tiene por completo olvidados y los premia, si no
niñeada. El resultado, igual e inevitablemente, era mediante una recompensa eterna, sí mediante una
él de iñtelectualizarla. La Cristiandad ya no era temporal; o, al menos, los castiga menos.»
tan fácilmente perceptible. Las palabras de Cristo Este sincretismo alcanzaba su grado diluyente
se convirtieron en algo más importante que sus más elevado en su reflejo de una tendencia am
milagros y su crucifixión. Los demonios, los ánge pliamente compartida por los humanistas: la com
les, los vicios, las virtudes, el cáliz de la comunión, binación de un auténtico estudio original del Nue
sostenido para recoger la sangre que brotaba de vo Testamento con otro semejante a una clave de
la cadera de Cristo, Judas colgado por el cuello, el código del Antiguo. Así, la Cábala judía se consi
tormento de los mártires, una-kbrgaUbjemicia» de deraba como un cuerpo de sabiduría secreta,
arte y teatro quedaba disminuida por exhortacio- transmitida oralmente desdé los tiempos mosaicos,
354 355
antes de que fuera confiada a la escritura, una tema teológico, simplicidad para las masas y sa
tradición de sabiduría que, si se aplicaba a la biduría esotérica para ellos mismos.
Biblia (si era necesario, después de haber diluci Si la importancia concedida a la sabiduría secu
dado el significado simbólico de ciertas letras he lar podía llevar a un olvido de la revelación; si la
breas), podía suplir la comprensión del Antiguo búsqueda de Dios podía conducir a olvidar a Cris
Testamento. El hecho de que a los hombres sa to; si el aliento de esa búsqueda podía llevar a un
bios se les había concedido un preconocimiento vago panteísmo*, como sucedió con la afirmación
del nacimiento de Cristo y que habían venido del de Celtis de que a Dios se le podía adorar de igual
Este lo consideraban los humanistas como un ín manera en el campo y en la Iglesia; si todo esto
dice para buscar aún más antiguas visiones en los era así, también la invocación de tantas autorida
trabajos (o pseudotrabajos) de los sabios orienta des podía conducir a la desconfianza en el cono
les, cuyas ideas se creía estaban incorporadas en cimiento mismo, y, con ello, a socavar un fin cen
los escritos de Pitágoras. Egipto también ejercía tral del humanismo: que ampliando su pensamien
cierta fascinación, ya que, debido a una tradición to el hombre podía aumentar su talla espiritual.
que se halla en Herodoto y Platón, se creía que Abrumado por la acumulación de conocimientos
había sido la cuna original de la religión. Parecía desde los tiempos en que Tomás de Aquino rea
como si esta tradición tuviera un lado real a causa lizó la conciliación de la razón y la fe, oprimido
de un cuerpo de escritos atribuidos a Hermes Tris- por la cantidad de estudios de la fuente de creen
megistos, de los que Ficino pensaba (habiéndolos cias, resultaba tentador continuar con el conoci
traducido del latín), al igual que sus antecesores, miento y dejar que la fe se las arreglara como
que se trataba de la obra de un antiguo sabio pudiera. Resultaba tentador también convertirse
egipcio, si bien habían sido escritos de hecho en en un escéptico de la razón, como lo hizo el so
los siglos m y iv después de Cristo. Un índice de brino de Pico, Gian Francesco, ver la filosofía de
en qué medida era bien recibido Hermes en el gru Cristo como un discurso esencialmente autocon-
po de aquellos que podían arrojar alguna luz so tradictorio y, desde luego, sin esperanza para unos
bre el Antiguo Testamento es la inscripción que hombres que, sobre todo, necesitaban el tipo de
reza bajo una representación suya en la catedral afirmación que únicamente alcanza lo profundo
de Siena, en 1488, donde se suponía que era «con para proporcionar el consuelo cuando es el resul
temporáneo de Moisés». El Antiguo Egipto era tado de un relámpago revelador en el camino de
también el hogar de los jeroglíficos. Estos resul Damasco. Finalmente, resultaba también tentador
taban fascinantes debido a la posibilidad de que confundir los jeroglíficos con los símbolos traza
contuvieran huellas directas de los pensamientos dos en el polvo por el bastón del mago y, en cuan
de Dios, que (bajo influencia platónica) se suponía to al humanismo, interpretar el intento del hombre
que tenían la forma de imágenes-ideas completas, como una imitación más que como una búsqueda
hasta que se dio a Sí mismo una boca humana de Dios, intento qué'realizó Agrippa y dentro del
en la encarnación. Los jeroglíficos aparecían cada que figura como uno de los inspiradores del F aus
vez más en el arte, y Durero, por ejemplo, los uti to, de Goethe.
lizaba pródigamente en la contrapieza de su vasto El humanismo implicaba inevitablemente la re
arco del triunfo. Pero los jeroglíficos y el deseo ligión. Del mismo modo inevitable sólo podía ac
de descifrarlos era un asunto exclusivo de espe tuar como una levadura muy lenta dentro de la
cialistas. No podía existir una clara imagen del vida espiritual de Europa como un todo. Los hu
humanismo cristiano mientras sus componentes manistas escribían en latín para un público rela
buscaran al mismo tiempo el combate con el sis tivamente pequeño aunque importante. Algunos
de ellos, dentro y fuera de la Iglesia, eran autó
356 357
nomos; otros dependían de las fluctuaciones del una vez consciente de las limitaciones a su liber
mecenazgo; otros picaban aquí y allá, no siempre tad, sus acciones serán moderadas y perspicaces.
con seguridad, entre las universidades y otras ins Maquiavelo representa un punto de vista similar,
tituciones educacionales. Carecían de un cuerpo de aunque puesto al servicio del activismo; él conoci
predicadores animados de sus ideas. No estuvie miento sobre los hechos acerca de las institucio
ron involucrados con los sentimientos patrióticos nes y la naturaleza humana permitían al gober
de ninguna nación. Sobre todo, quizá, a su men nante aliviar el dinamismo potencial en el sistema
saje le faltaba humildad y sentido del pecado; y político. Por último, en el extremo opuesto del
como le faltaba el sentido del pecado, le faltaba idealismo de Erasmo se encuentra la posición de
la necesaria nota de esperanza. La actitud de Lu- Cornelius Agrippa, para quien el estudio de la po
tero hacia la teología reflejaba algo del matiz hu lítica era simplemente gastar el tiempo; si la mo
manista que la Universidad de Erfurt había ad narquía, aristocracia y democracia funcionaban o
quirido cuando él estuvo estudiando allí. En sus no dependía de los caracteres de los individuos
años tempranos fue un admirador de Erasmo; pe implicados en ellas; por lo tanto, ¿qué sentido
ro un simple pasaje puede explicar la ruptura que tenía discutir sus méritos como formas institucio
se produjo entre los dos hombres y la gran fuer nales?
za penetrante de la visión alemana de la religión. Aparte de esta vena excluyente, existía un pun
«Creo —escribía— que no puede creer en Jesu to de vista ampliamente compartido entre los
cristo, mi Señor, o ir hacia El auxiliado por mi escritores sobre política, según el cual se podía
propia razón o fortaleza. Pero el Espíritu Santo aislar, analizar y tratar con los problemas espe
me ha llamado por medio del Evangelio, me ha cíficos, tanto si se trataba de la injusticia social
iluminado con sus dones, santificado y mantenido (Moro), o .de las rivalidades internacionales, apa
en la única fe verdadera.» rentemente sin sentido (Erasmo), o la debilidad
militar (Maquiavelo), De la misma manera que
los historiadores comenzaban a dejar de explicar
4. EL PENSAMIENTO POLÍTICO la historia en términos de juego de ajedrez juga
Entre todos aquellos que retrocedían para con do entre Dios y el Diablo con fichas humanas, en
siderar la naturaleza de la sociedad política como términos de ambición individual, avaricia y codi
una totalidad había una gran cantidad de segui cia, también los escritores sobre política eran cons
dores de la moda. Muchos sermones, folletos y tra cientes de que, hasta cierto punto, los destinos del
tados prolongaban aún el desfasado tema de los hombre estaban en sus propias manos y que él
«Espejos de príncipes»: bastaba que un gobernan resultado de ello dependía del autoconocimienta.
te fuera un buen cristiano para que todo estuviera Era necesaria mucha flexibilidad para descubrir
en orden con su pueblo. Este era un rasgo domi los adornos familiares de las mejores constitucio
nante en la E du c a c ión d e un p r ín c ip e c ristia no . nes de Aristóteles y sus malignos contrapuntos,
Un punto de vista más moderado lo representaba pues el pensamiento constructivo sólo podía co
Seyssel, cuya M on a rqu ía d e Francia se funda so menzar cuando se las cotejase con la realidad. Así,
bre la idea de que un gobernante debe fundar sus Seyssel había añadido los oficiales de paz, de cual
acciones en primer y principal lugar sobre el co quier origen social que fueran, al elemento aristo
nocimiento de su país, sus instituciones, la com crático en la vida institucional de Francia. Budé,
posición social y las necesidades del pueblo en en su muy antierasmiana E du ca ción de un p r ín
general; tendrá que gobernar, de hecho, más con cipe, señalaba que la naturaleza de la economía
su cabeza que con su corazón o su conciencia: era más importante para el planificador político
que el carácter de su príncipe. Y Savonarola, edu
358 359
cado en la preferencia de Santo Tomás de Aquino se refería con desilusión al montón de libros es
por la monarquía como el más cercano reflejo del critos para aconsejar a los príncipes desde la an
gobierno único de Dios y el de la naturaleza (la tigüedad en adelante. ¿Qué efecto práctico habían
abeja rema) y ansioso como pastor espiritual por tenido? Los príncipes o no los necesitaban o no
una constitución dentro de la cual los hombres los leían. Sin embargo, gracias a los despachos e
pudieran llevar vidas virtuosas, alababa la cons informes del naciente cuerpo de diplomáticos, la
titución republicana de 1495, tanto en sus sermo confianza de maestros de los eruditos humanistas
nes como en sus T ra ta do s sob re el gob ierno de y la creación de los administradores profesiona
Florencia, porque casaba con el temperamento y les legalmente preparados, era más fácil de imagi
surgía de modo natural del condicionamiento his nar ahora que en el pasado la función del conseje
tórico de cada pueblo particular. ro político efectivo, lo cual le concedía un nuevo
Esta importancia concedida a lo que funciona sentido de oportunidad a lo que decían.
ba más que a lo ideal no sólo era el resultado de Era más fácil también conseguir que el consejo
una observación directa; estereotipos antiguos y tuviera algún valor práctico por medio de compa
medievales ayudaban a ello. El cuerpo político raciones y obteniendo conclusiones de ellas, no
estaba sujeto a cambios, como lo estaba el cuer tanto de ejemplos contemporáneos —Venecia, el
po individual; necesitaba el consejo del diagnós Imperio, los turcos, las más importantes entre
tico político, al igual que el individuo precisa el las pocas comunidades políticas que era necesario
del doctor. Del mismo modo que el individuo se considerar en términos de instituciones más bien
hallaba vinculado a la rueda que le llevaba del que de gobernantes— como de la antigüedad. Se
bien al mal a menos que la virtud la frenara, así podía hacer una relación de las acciones y de sus
las naciones pasaban de una forma de constitu consecuencias, de las instituciones y de sus des
ción a otra, de la prosperidad al desastre, a me tinos, que tanto para los escritores como para los
nos que la presión del conocimiento entrara en lectores resultaba algo en común. Si bien Maquia-
funcionamiento. Estas metáforas de cambio no .velo cotejaba las modernas situaciones con las an
tienen significado por sí solas. Ningún escritor de tiguas, con un sentido de su paralelismo inusitada
política pensó que el mundo se estuviera deslizan mente agudo, y en los D isc u rso s proclamaba estar
do hacia la senilidad, aunque algunos predicado abriendo un nuevo sendero al señalar la impor
res y cronistas lo hicieron. Fuera de Italia existía tancia de la historia antigua para los problemas
poca comprensión sobre el fenómeno del paso de modernos, la costumbre de invocar la historia del
una forma de constitución a otra: la monarquía mundo antiguo era casi universal. Trabajando so
hereditaria había sido el gobierno a lo largo de bre bases muy similares, aunque sin que cada
los siglos. Pero ello contribuía a dar un carácter uno conociera la obra del otro (a pesar de que
de urgencia y un sentido de misión a los escri se habían conocido en 1504), Seyssel y Maquiavelo
tores. Budé, Seyssel y Maquiavelo escribían en la utilizan los mismos ejemplos de la antigua Roma
lengua vernácula, a fin de atraer la vista de un go con una frecuencia sorprendente.
bernante concreto, en cualquier caso, un nuevo Los teóricos políticos, por supuesto, tomaban
gobernante, el joven Francisco I y el joven Loren del mundo antiguo lo que apoyaba a sus propios
zo de Médicis, nieto de Lorenzo el Magnífico. Los intereses. Aquellos que se interesaban primera
asuntos son fluidos; así están las cosas en este mente por los valores éticos se podían preguntar
momento; esto es lo que puedes hacer; cualquie a sí mismos: ¿qué medio institucional consegui
ra que sean sus diferencias formales, éste es el ría producir una nación de cicerones? Los repu
mensaje común a sus obras. blicanos podían volver los ojos hacia Livio; los
Seyssel, un obispo, administrador y diplomático, monárquicos, hacia Suetonio; los estudiosos del
360 361
cambio constitucional, a Polibio; los idealistas, a de Carlos VII, permitían que se pudiera citar el
Platón. Esta gran cantidad de modelos no producía modelo imperial romano sin inhibición ninguna.
en sí misma obras de mayor originalidad que aqué Para Budé, que, ante todo y sobre todo, era un
llas de la Edad Media, para no hablar de las obras erudito por temperamento, el poder del rey era
encaminadas a influir a los que se hallaban en el absoluto. A fin de probar que no solamente era
poder. Hay que recordar que algunas de las que esto verdad, sino que había de ser verdad tam
posteriormente han aparecido como obras clá bién en términos de la naturaleza del ideal polí
ve no se imprimieron hasta después de este perío tico, citaba (por supuesto, arreglados para este
do; entre ellas, la de Francesco Guicciardini, Los propósito) ejemplos de la historia romana y lleg
d isc u rso s de Logrogno (1512, impresa en 1558); la a ignorar la ceremonia de coronación, con su aura
de Maquiavelo, E l p rín c ip e (1513, impresa en 1532), de responsabilidad ante Dios y ante la Iglesia, por
y la de Budé, La edu cación del p rín c ip e (1518 ó que carecía de analogía en el mundo antiguo. El
1519, impresa en 1547). Cuanto más claro se veía único contrapeso para el absolutismo era la en
que todas las instituciones las habían hecho los soñación de la conciencia del gobernante. Budé
hombres y que ellos las podían alterar, y que es estaba utilizando la historia de Roma con el fin
tas alteraciones habían de tomar en cuenta la de abolir la de Francia, para liberar al rey de los
tónica de la sociedad como un todo, tanto más cla obstáculos del pasado nacional.
ramente se consideraba a estas instituciones de Por el contrario, Seyssel, aunque compartiendo
cididamente clásicas en función de su evolución en un nivel más superficial el conocimiento de
histórica. Los orígenes y mucho del primer des Budé sobre la antigua Roma y coincidiendo con
arrollo de las naciones contemporáneas se hálla- su deseo de enaltecer la autoridad del rey, seña
ban envueltos en la mitología; los de Roma, pare laba que tal autoridad no podía ser absoluta en la
cían ser claros. La ausencia de libros adecuados práctica. El monarca estaba obligado a no actuar
analíticos o de referencia contemporánea hacía en contra de los intereses de la religión. Estaba
que resultara más fácil ver cómo se había gober obligado a tener en cuenta el derecho del país tal
nado Roma que cómo lo eran las grandes naciones como lo conocían sus jueces. Se encontraba, por
en aquel momento, sin excluir muchas veces a la tanto, vinculado por ciertas convenciones que ha
del mismo escritor. bían llegado a alcanzar el estatus de leyes funda
Fuera de las repúblicas, lo que más influyó a mentales, convenciones que gobernaban la suce
los escritores de política fue la claridad con la que sión al trono, la inalienabilidad de las tierras de
se podía ver a la Roma imperial. En Alemania, la corona, las relaciones entre la corona y el Pa
que realmente tenía un emperador, si bien uno pado. Además, el análisis que hacía Seyssel de la
débil, el pensamiento político en una escala na composición social de la nación revelaba más «fre
cional continuaba siendo una aspiración más que nos» (para utilizar su propia palabra) sobre la li
una práctica. En Inglaterra, la idea de que el bertad de acción del monarca, ya que su poder
monarca se encontraba sometido a la ley y que se disolvería si ignorase arbitrariamente los inte
estaba allí para proteger al mismo tiempo que di reses básicos de cualquier grupo social.
rigir a su pueblo, embotaba la fuerza de la ana Por tanto, si bien la posibilidad de conseguir
logía romana, como también hacía la posición de información acerca del antiguo mundo ayudaba a
las Cortes españolas. En Francia, sin embargo, el cambiar la tónica del pensamiento político y aña
día mucho al alcance de su material ilustrativo,
desprecio que casi todos los que tenían una edu no determinaba su dirección. La utilizaban los
cación humanista sentían por la plebe, junto al profetas del absolutismo, como Budé, y los tácti
crecimiento de la eficacia a partir de la monarquía cos, como Seyssel; los entusiastas por imitar las
362 363
acciones de los antiguos, como Maquiavelo, y los deslizando hasta el punto en que las ideas de
escépticos, como Guicciardini, quienes miraban ha «buen hombre» y «príncipe» parecen ser la an
cia la antigüedad como una guía del pensamiento, títesis la una de la otra». Evidentemente resulta
no para hacer historia. Las zonas principales don estúpido y ridículo hablar de un buen hombre
de la opinión de los escritores políticos aparecía al hablar de un príncipe.
más o menos unitaria eran la de la política exte El aspecto más «realista» del pensamiento polí
rior y la guerra. Las instituciones feudales y cle tico contemporáneo debía mucho, ciertamente, al
ricales habían impregnado tan profundamente la estudio de la antigüedad. No era solamente por
vida política nacional con el sentido del contrato que la guerra ocupaba un lugar tan destacado en
y la rectitud cristiana que la mayoría de los teó las obras de los historiadores romanos por lo que
ricos políticos simplemente no podían recomen se argumentaba que la guerra era p a r excellen ce
dar un amoralismo cabal al discutir la orientación la verdadera materia de la historia, sino que los
de los asuntos interiores. En los asuntos exterio escritores que pagaban impuestos sabían que las
res, sin embargo, las lecciones de sutilezas milita guerras eran caras y, como no habían nacido en
res y diplomáticas que se podían leer de los his una casta luchadora, simpatizaban con la concep
toriadores y los escritores sobre la guerra de la ción de Vegetius de que casi todos los métodos
antigüedad no eran fáciles de digerir. Cuando pien de derrotar al enemigo eran mejores que combatir
sa sólo en Florencia, Maquiavelo está vinculado, contra él realmente. La idea de Fortuna era co
y le gusta estarlo, a las tradiciones de su pasado mún a los intelectuales. Vegetius, en áu muy leí
republicano; pensaba en términos de honradez so da De re m ilit a n , había llamado la atención sobre
cial, de confianza mutua y de bien común. Pero la función dominante que desempeñaba la fortuna
cuando reflexiona sobre las cualidades que nece en el campo de batalla. Resultaba razonable, por
sita un dirigente que ha de conquistar o tratar tanto, sancionar el uso del terror, el engaño y
con territorios conquistados o negociar con enemi el subterfugio, ardides y políticas reunidos en an
gos potenciales, aceptaba la necesidad de disimu tología por otro autor clásico también muy leído,
lar y mentir. Expresaba la desconfianza en la na por Frontinus. Resulta dudoso, sin embargo, si
turaleza humana con más decisión de lo que lo este rasgo «realista» habría quedado tan explícito
hacían muchos de sus contemporáneos, apuntaba de no haber sido por la crónica de engaños y es
la necesidad del divorcio entre la moralidad pri tratagemas a expensas de los pueblos enemigos
vada y la política con mayor fruición que los determinados, recogidos en el Antiguo Testamen
otros, pero su punto de vista no estaba aislado. to, o incluso por la enseñanza menos consistente
«Ya que los hombres son corruptos por naturale del Nuevo; además de los ejemplos clásicos que
za —escribía Seyssel—, generalmente tan ambicio Seyssel cita en sus capítulos sobre relaciones di
sos y deseosos de dominación... que uno no puede plomáticas y guerra, se refería a San Pablo a p r o
poner ni fe ni confianza en ellos, es muy recomen po s de la habilidad para sembrar las disensiones
dable y necesario que todos los príncipes respon entre los propios enemigos, cuando dice: «Intro
sables del gobierno de los dominios mantengan ducía un cisma entre los judíos para ver que cons
siempre un ojo cauteloso sobre sus vecinos, inclu pirasen todos irracionalmente contra él.»
so en tiempos de paz.» Budé sancionaba el en Resulta también dudoso si este rasgo se hubiera
gaño, la falacia y la astucia en los intereses na generalizado tanto de no haber sido por la tónica
cionales. No tenía a Maquiavelo presente (de quien
nunca había oído hablar) cuando Erasmo recor general de los asuntos internacionales y por el
daba a su propio príncipe cristiano ideal que «los hecho de que los escritores políticos más origina
medios por los que algunos príncipes se han ido les estaban, o bien situados para observarlos
364 365
—Budé, en París—, o habían tomado parte en Y si había pocos conocimientos que descendie
ellos, como hicieron Maquiavelo, Guicciardini, ran desde las universidades para animar al espíri
Seyssel y Moro. tu científico caracterizado por el proceso observa
ción - experimento - hipótesis - nuevo experimento,
también pocos conocimientos ascendían desde el
5. LA CIENCIA nivel de prueba y error de la tecnología y el ofi
cio. Del mismo modo que no había «ciencia» en
Nadie había recibido hasta entonces el nombre el sentido de un método que investigara los fenó
de científico. «Scientia» significaba simplemente menos naturales que se pudieran transferir, aun
conocimiento en su totalidad (o una de sus par que fuese bajo una forma diluida, a otras activi
tes) y aquellos que profesaban o estudiaban la dades, tampoco existía la idea de una «tecnología"
«filosofía natural», esto es, la naturaleza del mun como algo que implicaba la posibilidad de aumen
do físico, ponían la filosofía por encima de la tar la eficacia o el control progresivo por el hom
investigación. La ciencia, en el moderno sentido, bre de su medio. La literatura tecnológica (como
era, o bien el derivado de un interés profesional pintar, forjar cañones o destilar licores) contenía
en medicina, magia o alquimia, o una materia fun sugerencias que métodos perfeccionados permiti
damentalmente autoaprendida que tenía que ajus rían a la siguiente generación hacer progresar;
tarse a otra carrera. El hombre al que más deci pero los avances en las artes y oficios concretos
didamente se puede llamar «científico» en este no se combinaban en un concepto general de pro
período (aunque sus descubrimientos no se die greso tecnológico, pues estaba aún obstaculizado
ron a la luz hasta más tarde), Copérnico, había debido al secreto que guardaban los oficios y al
estudiado medicina, derecho canónico y filosofía, carácter excluyente de los mismos. Había ocupa
así como astronomía; ocupó un puesto de canó ciones donde los académicos con intereses cientí
nigo en la catedral de Frauenburg, en Polonia, y ficos cooperaban con la ayuda de los cirujanos,
se ganaba la vida como secretario del obispo y la literatura médica se beneficiaba de los dibujos
como médico. Aunque el humanismo afectó al ca y grabados anatómicos que realizaban los artis
rácter del mayor número de zonas del estudio tas; los matemáticos ayudaban a los topógrafos
secular, se oponía al crecimiento de una posición y a los fabricantes de instrumentos náuticos. Ta
científica excepto en una cuestión: la pasión por les contactos, sin embargo, eran demasiado aisla
la antigüedad produjo la publicación de textos dos y demasiado escasos y no llegaban a producir
científicos hasta entonces imposibles de conseguir. una colaboración fértil entre quienes pensaban y
La oposición de los humanistas al escolasticismo quienes actuaban. Fuera de las artes, además, no
les llevó a ignorar los avances que ya se habían había lugar adecuado en el pensamiento social
conseguido con la filosofía natural, enseñada en contemporáneo para el artesano que tuviera pre
el programa medieval, mientras que su predomi tensiones intelectuales y, dentro de las artes, la
nante interés en la conducta humana, estudiada superación intelectual, influida por el anhelo de
en relación con la literatura clásica, les apartaba elevarse de la situación del oficio conducía a una
del estudio de la naturaleza en sí misma. Intocada cierta actitud de denigración del elemento ma
en las universidades, o escasamente influida por nual. El desprecio de Leonardo frente a los escul
el humanismo, a la ciencia no le iba mejor: la tores sudorosos corría parejo con el de los profe
enseñanza de la filosofía natural hacía mucho sores de la facultad de medicina, quienes relega
ban las disecciones a los ayudantes que aspiraban
tiempo que se había convertido en un asunto de a la humilde condición de cirujanos. Entre la hi
memoria. pótesis y el experimento había un abismo de se
367
paración creado por un prejuicio, tanto social bién encontramos que la piel del cuello y
como intelectual. garganta bajo el cinturón de seda estaba fro
Muchas de las actitudes intelectuales necesarias tada e irritada, por medio de aquello con
para conseguir una concepción científica del mun que los asesinos también le habían roto el
do existían ya. La curiosidad impulsaba a las per cuello. También las manos del citado Hun
sonas a coleccionar antigüedades, a proveerse de estaban retorcidas a la altura de las muñe
zoos y a buscar rarezas naturales. Si bien un cas, por lo cual entendimos que le habían
topógrafo alemán podía interrumpir una descrip atado las manos. Además, vimos que en la
ción de Ulm para señalar que la fecha de su fun citada prisión no había nada con lo que un
dación la daba su nombre deletreado al revés hombre pudiera colgarse a sí mismo, sino
(MLV ó 1055), el nivel crítico de muchos escritos solamente un taburete que estaba sobre un
históricos y filológicos era elevado. El mismo sen almohadón en una cama, en tan difícil equi
tido común riguroso que llevaba a Leonardo a de librio que ninguna persona o animal podría
ducir de la presencia de conchas fósiles en los Ape rozarlo sin que se cayera, por lo cual en
ninos que los valles de estos montes estuvieron en tendimos que no era posible que Hun pu
el pasado cubiertos por el mar, se manifestaba diera haberse servido del taburete tal como
también diariamente en los tribunales de justicia. se encontraba... Tampoco era posible que
El informe del médico forense sobre el supuesto el suave cinturón de seda pudiera romperle
suicidio de Richard Hun en la prisión de la To el cuello o la piel debajo del cinturón. Tam
rre de Lollard, en 1515, es un ejemplo excelente bién encontramos en un rincón, algo detrás
y muy representativo del razonamiento deductivo del lugar donde el cuerpo colgaba, un gran
a comienzos del siglo xvi: charco de sangre; también encontramos
que sobre el lado izquierdo de la chaqueta
«Todos los pertenecientes a la encuesta de Hun, del pecho hacia abajo, corrían dos
subimos juntos a la citada torre, donde en grandes regueros de sangre. Encontramos
contramos el cuerpo del citado Hun, colga asimismo bajo la solapa del lado izquierdo
do de una argolla de hierro por medio de de su chaqueta un gran coágulo de sangre
un cinturón de seda, con limpio semblante, y la chaqueta estaba doblada por encima,
el cabello bien peinado y el gorro puesto lo que Hun nunca pudo hacer después de
sobre la cabeza, con los ojos y ía boca ce estar colgado. Por lo cual, a todos nosotros
rrados, sin que tuviera la mirada vidriosa nos pareció muy claro que a Hun le habían
o estuviera boquiabierto o ceñudo; asimis roto el cuello y que éste había derramado
mo sin baba ni humor alguno en todo su la gran cantidad de sangre antes de ser col
cuerpo... El nudo del cinturón que rodeaba gado. En base a todo esto nosotros encon
tramos ante Dios y nuestras conciencias que
su cuello estaba bajo su oreja izquierda, lo a Richard Hun le habían asesinado y exo
que obligaba a su cabeza a inclinarse sobre neramos al citado Richard Hun de su pro
el hombro derecho. Sin embargo, de las pia muerte. También encontramos un cabo
ventanas de la nariz le surgían dos regue- de vela que John Bellringer dijo que había
ritos de sangre, que venían a ser unas cua dejado ardiendo junto a Hun aquel mismo
tro gotas. Con excepción de esas cuatro go domingo por la noche en que Hun fue ase
tas de sangre, la cara, los labios, la frente, sinado, la cual vela encontramos emplaza
el jubón, la golilla y la camisa del citado da sobre los enseres y apagada, a unos sie
Hun estaban limpios de toda sangre. Tam- te u ocho pasos del lugar donde habían col-
368 369
gado a Hun, la cual vela, en nuestra opi más celeste en el universo estaba en el centro
nión, nunca la apagó él, debido a muchas de éste. Desafiaba también a la importancia que
consideraciones que habíamos observado»2. los humanistas y los cristianos ponían en el
hombre, convirtiendo al teatro de su vida en algo
Que esta curiosidad, el juicio crítico y el sen periférico al orbe sin vida, al sol. Es probable
tido común no se coligasen para poner en tela que fuera por esta razón por la que Copérnico
de juicio las ideas establecidas acerca de la na dilató la publicación de sus ideas hasta 1543,
turaleza del universo no es sorprendente. Los fi aunque ya estaban bien configuradas hacia 1512.
lósofos de la naturaleza de los siglos xn y xm Incluso Pomponazzi, el más vigoroso y racional de
habían elaborado una visión que abarcaba toda los filósofos contemporáneos, el cual negaba que
la creación, desde las plantas y las piedras hasta se pudiera probar la inmoralidad personal, quien
la esfera límite de las estrellas fijas y que resul se burlaba de los milagros y dudaba de la efica
taba lógica y bella y tenía la sanción de la Igle cia de la oración, aceptaba el modelo tradicional
sia. No explicaba suficientemente algunos de los y buscaba el destino del hombre en la influencia
movimientos de los cuerpos celestes observados de las estrellas.
por los astrónomos, sino que dejaba campo para Otro aspecto del modelo que no invitaba a rea
un debate acerca de la naturaleza del movimien lizar un estudio desinteresado lo constituían los
to o la influencia de los planetas sobre la con siglos de servicio que había proporcionado a los
ducta humana. Pero resultaba coherente, sin em astrólogos. Los astrólogos enseñaban en las uni
bargo y tenía sentido si se presumía que Dios versidades y recibían pensiones en las cortes de
estaba únicamente interesado por el ser humano los príncipes. Enrique VII sostenía a un astrólo
en su tranquila plataforma central, la tierra, y go, como lo hicieron Carlos VIII y Luis XII. Los
en su interior agrupaba los más pequeños equi c ondo ttie r i como Bartolomeo Alviano y Paolo Vi-
librios de explicación, tales como las analogías telli les consultaban. Los gobiernos seguían sus
que se podían encontrar entre temperamentos, consejos (o, al menos, los buscaban) antes de en
los elementos, las cualidades, los vientos, las es viar una embajada y las personas privadas lo
taciones, el tiempo del día y el de la vida, así, hacían antes de poner la primera piedra para
el temperamento sanguíneo se asociaba con el construir una casa o antes de salir de viaje. El
aire, las cualidades de húmedo y cálido; el vien alquimista necesitaba consejo antes de intentar
to céfiro, con la primavera; la mañana y la ju hacer una transmutación, a causa de las relacio
ventud. Inventado por Jehová, explicado por Aris nes entre los metales y ciertas estrellas. El mé
tóteles y Ptolomeo y elaborado y confirmado por dico recogía sus hierbas y las administraba en
innúmeros comentadores medievales, este mode épocas determinadas astrológicamente. Los cam
lo venerable' ya no se discutía. El contramodelo pesinos plantaban, cosechaban y hacían la ma
de Copérnico, que establecía la rotación de la tanza con gran acopio de literatura barata de
tierra y su traslación alrededor del sol, desafia prognosis en la cabeza. Desplazar a la tierra del
ba a la evidencia; el globo terráqueo tendría que centro del universo significaría trastornar los
estar constantemente azotado por vientos impe cálculos de todos aquellos que predecían el fu
tuosísimos, una piedra no caería en línea recta turo o escogían tiempos favorables del día o
cuando se la tirase. El contramodelo desafiaba del mes.
a Aristóteles porque el lugar natural del cuerpo Una gran cantidad de ironía acompañaba a la
creencia en la astrología. Según una leyenda, un
2 C. H. Williams, ed., E n g lis h h is to r ic a l do c u m e n ts , vo rey de Francia salió a cazar con la esperanza de
lumen V, 1485-1558 (1967), págs. 660-661. disfrutar del buen tiempo que le prometía su as
370 371
trólogo. Por no prestar atención a un molinero, res cometidos por los astrólogos y las discrepan
quien le advirtió, ya que lo sabía por los tába cias entre sus previsiones. Significativamente, hu
nos arracimados alrededor de su burro, que iba bo de ser el filósofo napolitano Pontano, quien
a llover, el rey hubo de sufrir una tormenta to carecía de la vena idealizadora romántica de sus
rrencial. En realidad, la elaboración de horós colegas florentinos, quien argumentó de un modo
copos estaba prohibida por el Derecho Canónico, más convincente en favor de la astrología. Aun
porque negaba el concepto de libre albedrío, pero aceptando la influencia de la herencia, la educa
los astrólogos continuaban ejerciendo su comer ción y el medio, Pontano se concentró en la psi
cio mediante el ardid de que los planetas «incli cología del hombre y encontró aberraciones que,
nan sin coaccionar». La influencia del humanismo en aquel tiempo, sólo eran explicables (dejando
condujo en general a un aumento del respeto que de lado, como él hacía, la acción de Dios sobre
se le profesaba a la astrología. La actitud de Ci el alma) si se tomaba en cuenta la influencia de
cerón daba lugar a dudas, pero Virgilio, Plinio y las estrellas.
Ptolomeo, todos parecía haber creído en el poder Este campo de argumentación filosófica, desde
de las emanaciones planetarias y siderales, como la negativa de Pico a través del escepticismo va
lo hacía el Platón del T im e o . cilante de Ficino hasta la afirmación de Pontano,
Pico della Mirandola, el más decidido enemigo era desde luego irrelevante para la gran cantidad
de la astrología, creía que si se pensaba que los de gente que buscaba una certeza para el futuro,
planetas eran poderosos, ello se debía a que lle una guía en sus asuntos diarios y una explicación
vaban nombres de dioses de los que en un tiempo del carácter que solamente la astrología podía
se pensó que influían en las vidas de los hom proporcionar. Y los principios astrológicos deri
bres. Su ataque tenía un gran alcance: tras lle vados del modelo cósmico medieval desviaban la
var un diario del tiempo, encontró que las pre crítica de este modelo en interés de otra necesi
dicciones astrológicas eran correctas sólo siete dad muy arraigada: ejercer un control real sobre
de cada ciento treinta días. Si la astrología es el futuro por medio de hechizos y encantos. La
una ciencia, preguntaba, ¿por qué no pueden coin magia era una necesidad y una habilidad en su
cidir entre ellos los astrólogos? Los astrólogos calidad de tecnología del no cualificado, de cien
confiaban en tablas de movimientos celestes y, cia del que no estaba preparado y de poder del
sin embargo, se sabía que éstas eran erróneas. no privilegiado. El hombre que no se podía per
Sus argumentos claves, no obstante, no se basa mitir regar su tierra podía comprar un trozo de
ban en las observaciones del sentido común, sino un galimatías que, si se inscribía en un pedazo
en la convicción de que Dios le había dado al de papel blanco y se daba a comer a una rana,
hombre la posibilidad de elegir libremente su originaría la lluvia tan pronto como la rana vol
destino propio. ¿Cómo podían los planetas, sim viera a saltar en una charca. Una piedra-imán
ples masas de rocas con nombres paganos, afec situada junto a una barra de hierro transfería su
tar esa elección que se ofrecía al espíritu del hom propiedad de señalar el Norte al hierro; así pues,
bre? Pero el ataque de Pico era un ataque aislado, lógicamente, un extracto de testículo de macho
porque se basaba en una visión absolutamente cabrío que se administrara a la mujer adorada,
personal más que en un razonamiento encadena aunque fría, la convertiría en apasionada. Los gri
do verificable que cubría todo el camino, desde llos y los cerrojos se fundirían si las influencias
guardar su diario del tiempo hasta el deseo de siderales que mantenían rígido al metal se inte
despojar a las estrellas de sus poderes ocultos. rrumpían por medio de un encanto bien escogido.
Incluso Ficino, su socio más viejo, no negaba ta El hecho de que la magia tuviera sus lados pro
les poderes, si bien él también señalaba los erro hibidos y heréticos, que comprendían el trato con
372 373
los demonios, y de que hubiera una polémica en ca de Galeno, S ob r e el uso de las p a rte s, sino
cuanto al carácter de la magia verdadera y de la también la obra llena de errores de Guy de Chau-
falsa, únicamente conseguía que la magia apare liac, Cirugía, los comentarios del siglo x m sobre
ciera más claramente como parte del orden nor la E sfera, de Sacrobosco, y numerosas compila
mal de las cosas. Al trabajar dentro de una estruc ciones populares que se proponían destilar todo
tura intuitiva de ideas donde era tradicional, los cuanto era necesario saber a propósito de geome
magos y los astrólogos eran los grandes calculado tría o fisiología en unas pocas páginas. Ya muy
res de la época, dejando aparte las filas de los avanzado el siglo xvi, cuando se pudo aventar
negociantes y los funcionarios del gobierno. La la paja de aquella era, la imprenta iba a servir
ciencia pura dormitaba sosegadamente en las fa para registrar descubrimientos recientes y, con
cultades de filosofía natural de las universidades. profuso uso de las ilustraciones, para igular el
La ciencia aplicada, el deseo de utilizar un conoci modo en el que se discutían aquellos descubri
miento de las leyes físicas para cambiar el medio mientos. De momento, sin embargo, el deseo de ab
y mejorar la cualidad de la vida de la persona sorber sobrepasaba al de observar, especular y
humana eran más vigorosos, pero se trataba sobre probar mediante experimentos.
todo de un asunto de horóscopos y de hechizos. Fuera del laboratorio del alquimista, el deseo
Por ejemplo, los investigadores no consideraban de experimentar (como opuesto a las mejoras que
que les disminuyera el andar entre retortas y hor se buscaban en la metalurgia, la imprenta y las
nos para verter ácidos y traspalar aceite a fin de industrias navales), se limitaba a las artes. El pin
romper los secretos de la naturaleza. tor, anhelante de hacer que por lo menos la base
Aparte de algunos hombres de genio, se había de su cuadro, si no el efecto final, fuera una co
venido considerando desde hacía tiempo a la filo pia exacta de la naturaleza, estaba obligado a es
sofía natural como algo que había que aprender tudiar los fenómenos de la naturaleza y a facili
de un puñado de textos casi sagrados. El respeto tarse el trabajo en el estudio elaborando reglas
por las autoridades escritas era tal que una vez que iban a permitirle reproducirlos sin m irar a
absorbido, el conocimiento adquirido se convertía través de la ventana. La búsqueda de reglas venía
en un fin en sí mismo que quizá necesitara comen facilitada por la parte de un todo, ahora se es
tario, pero que no exigía mayor investigación. Al peraba que la perspectiva calculada matemática
multiplicar las autoridades, el humanismo había mente influyera en la representación del espacio.
intensificado esta actitud. Incluso Copérnico es «Fíjate —se recordaba Leonardo a sí mismo en
taba más interesado en ajustar a Ptolomeo a sus uno de sus libros de notas— cuánto disminuye un
teorías que en superar a las autoridades antiguas. hombre a una cierta distancia y qué distancia es
Además, el apoyo de esta posición era la dispo ésa; luego, a dos veces esa distancia y a tres ve
sición a creer que algo era verdad por el hecho ces, y hazte de ese modo tu regla general.» Como
de estar escrito. Alimentado por la rareza y el va se ve por sus dibujos, el sentido visual de Leonar
lor de los manuscritos, este rasgo se transmitió do era tan grande que raramente necesitaba de
al amplio público que entonces podía comprar los fórmulas para procurar un sentido a la distancia,
libros impresos. La imprenta, por supuesto, exten el efecto de la luz en un cuerpo sólido o el es-
dió el conocimiento científico; pero, al mismo paciamiento de las hojas que distingue a un árbol
tiempo, extendió los errores y retrasó la especula viejo de otro joven. Su deseo de hacer que su
ción. Hacia 1500 se habían publicado unos 3.000 li visión interna, reflexiva y capaz de reorganizar las
bros diferentes que trataban de temas científicos, cosas fuera tan aguda como el ojo con el que mi
sacando a la luz no sólo los textos clásicos de raba el mundo físico, le llevó a realizar afirma
fundamental importancia, como la obra anatómi ciones que procuran la sensación que más tarde
374 375
sería característica de la ciencia, pero que, por APENDICE
entonces, era muy rara: «Me parece que esas cien
cias que no surgen del experimento, fuente de toda
certidumbre, son vanas y están llenas de error»;
«quien, al argumentar, recurre a la autoridad, no
utiliza la inteligencia, sino la memoria». El cien
tífico deseo de Leonardo de comprender enraiza EUROPA HACIA EL AÑO 1500: UN NOMENCLÁTOR PO
ba en el artístico de copiar. Y este impulso difería LÍTICO
del modo contemporáneo habitual de considerar
un fenómeno, el cual implicaba ver su significado R u sia : población, 9.000.000 (muy inseguro); gran
alegórico o moral, o su relación con fenómenos de ducado hereditario con centro en Moscú, com
clase muy distinta. prendiendo Novgorod, Viatka, Tver y Riazán. M ol
Para comprender mejor cuál era la imagen que davia: población incierta; nominalmente, princi
se tenía de un cuerpo humano, para ser capaz de pado independiente, pero sujeto por turnos a do
retratarlo en movimiento brusco o en combinación minio turco, húngaro y polaco. Lituan ia: población
con algunos otros sin tener que recurrir a los mo: incierta; frontera oriental en litigio con Rusia;
délos, Leonardo hacía autopsias y estudiaba la fun gran ducado gobernado desde Polonia y en con
ción de los músculos. «Los médicos —como escri junción con ella. Polonia: población, 9.000.000;
bía Marineo Sículo— deberían poder hacer algo monarquía electiva. H ung ría : población incierta;
más que husmear en el orinal.» Mas lo que Mari monarquía electiva. B oh e m ia : población incier
neo continuaba diciendo acerca de ellos no tiene ta; monarquía electiva. A lem ania: población^
nada que ver con el escalpelo y resulta caracterís 20.000.000; principal componente del Sacro Imperio
tico por completo de la mayor parte del pensa Romano bajo la teórica autoridad del emperador
miento científico de la época: «Tendrían que saber electo, Maximiliano de Habsburgo, gobernante
de música, desde luego, y tener una formación ma hereditario de los ducados de Austria, Estiria,
temática y cualquier cosa que ataña a la cantidad Carintia y Carniola, junto con el condado de Ti-
y a la medida y a las causas, movimientos, in rol. En la práctica, Alemania era un conglome
fluencia, naturaleza y efectos de las estrellas; ya rado de unidades independientes que comprendía
que si un médico ignora todas esas cosas, ni puede unos treinta principados (entre los más importan
diagnosticar ni curar.» Para la mayor parte de la tes se cuentan el Pala tinado, Alta y Baja Baviera,
gente, la investigación «científica» flotaba incómo Würtemberg, Sajonia, Mecklenburgo y Branden-
damente en el vacío, entre la observación del sen burgo), 50 territorios eclesiásticos, cerca de 100
tido común y una cosmología aceptada de modo condados y 60 ciudades libres1. Países B ajos: po
no crítico. blación, cerca de 6.000.000; tradicionalmente par
te del Sacro Imperio Romano, luego gobernada
conjuntamente con Luxemburgo y el Franco Con
dado por el príncipe Felipe de Habsburgo, hijo
de Maximiliano. Suiza: población, cerca de 750.000;
federación de 11 cantones; parte del Sacro Im
perio Romano, pero independiente en la práctica.
1 «Nadie consiguió nunca compilar una ¿elación adecua
da del número de unidades soberanas de Alemania». Gerald
Strauss, H is t o r i a n in an a g e o f c r is is : t h e lij e a n d w o r k s
o f J o h a nn e s A v e n tinu s, 1477-1534 (Harvard U. P., 1963).
376 377
D inam arca: población incierta; monarquía electi tados independientes, bien fuera por derecho,
va. Suecia: población, cerca de 800.000; monarquía como en el caso del reino de E scocia y el ducado
electiva. N o rueg a: población, desconocida; monar de Saboya, o porque sus superiores nominales eran
quía hereditaria. En teoría, desde la Unión de Kal- incapaces de controlarlos, como era el caso de al
mar (1397) se regían juntos los tres reinos escan gunas ciudades bálticas, como Lübeck y el área al
dinavos; en la práctica Noruega seguía un curso sur del golfo de Finlandia, controlada por la Orden
propio, como lo hacía Dinamarca, que económica Teutónica de Caballeros, ambas sujetas nominal
mente era la más fuerte (controlando el Kattegat mente al Sacro Romano Emperador. Tampoco in
por medio de su posesión de Bohus, Hallánd y Es- cluye un estado que no era de Europa, pero que
cania), mientras Suecia estaba dividida entre dos ocupaba la mitad de ella, el imperio de los tu rc o s
partidos: uno independiente y otro pro-danés. I t a o to m a no s, que, a la muerte de Mohamed el Con
lia: término cuya significación era principalmente quistador en 1481, gobernaban una extensión al
geográfica, pero que, en momentos de crisis polí oeste de los Dardanelos tan grande como la que
tica o debate cultural, podía referirse a un trasfon- tenían en Asia y controlaban una población balcá
do lingüístico más o menos común y a una sen nica al sur del Danubio que alcanzaba los
sación del común origen en la antigua Roma, 5.500.000.
compartida por (para enumerar los principales po
deres independientes de la península): Venecia: po
blación, 1.500.000; república y el único estado
italiano con un imperio ultramarino, compren
diendo parte de Dalmacia, Corfú, Creta, Chipre y
algunas colonias dispersas en el sur de Grecia.
M ilán: población, 1.250.000; ducado (en 1500 ocu
pado y administrado por los franceses). Florencia:
población, 750.000; república. E s ta do s P on tific io s:
población, 2.000.000; principado eclesiástico electi
vo, gobernado por el papa. N á po les: población,
2.000.000; monarquía hereditaria. Entre los esta
dos italianos más pequeños estaban las repúblicas
de Génova (con un dominio inseguro sobre Cerde-
ña), L u cca y Siena, los ducados de Ferrara, Móde-
na y U rbino y el marquesado de M antua. Sicilia:
población desconocida; reino hereditario, pero de
pendiente de Aragón. E sp a ñ a : comprendiendo A ra
gón, población, 11.000.000 y Castilla, población,
6.500.000; ambas monarquías hereditarias, pero go
bernadas conjuntamente por Femando e Isabel,
sus respectivos soberanos, desde la sucesión de
1479. P ortugal: población, 1.000.000; monarquía he
reditaria. N avarra: población desconocida; monar
quía hereditaria. Francia: población, 19.000.000;
monarquía hereditaria. Ing la te rra : población,
3.000.000; monarquía hereditaria. Esto no agota la
lista de entidades políticas que actuaban como es
378 379
/ ' iJ~ ^ ¿ " '2 S "7y .....
: ;•**""**' : •*’
^lon •
AOfHUtollO B_
TürSi jpovta Mantua*-
BIBLIOGRAFIA
Eli realidad, esta bibliografía es una dedicatoria
Jlír fuera de lugar, ya que, ante todo, constituye una
relación de mis reconocimientos. El hecho de que,
además, esté restringida a títulos en inglés y fran
cés, mutila su posible carácter de introducción
comparada a la bibliografía de la época. La me
jor de estas introducciones, a mi juicio, es la R e -
naissartce B ib liog ra fy , compilada por Gene A. Bru-
cker, para uso de los estudiantes graduados en
historia en la Universidad de California, Berkeley.
Muchos de los libros y artículos más abajo cita
dos se refieren a más de un tema; llevan entonces
el encabezamiento de aquel al que más contribu
yen. Los libros se han publicado en Londres, a no
ser que se cite otro lugar.
OBRAS GENERALES
G. R. Potter, éd., T h e n e w C am b ridg e m od e m his
tory; vol. 1 (Cambridge University Press, 1957);
Myron P. Gilmore, T h e W o rld o f hu m a n is m ,
1453-1517 (N. Y., 1952); Roland Mousnier, U s
X V I e e t X V II e siècles (París, 1961); H. Hauser
and A. Renaudet, L es d é bu ts de l’âge m o d e rn e
(4.a edic. Paris, 1956); Fernand Braudel, L e Me*
d ite rra n ée et le m ond e M é d ite rra n ée n à V ip o a u e
d e P h ilipp e II (edic. revisada, 2 vol., Paris, 1966);
H. G. Koenigsberger and G. L. Mosse, E u r o p e
in th e s ix tee n th ce n tu r y (1968); W. K. Ferguson,
E u r op e in T ra n sition, 1300-1520 (Boston, 1962);
Denys Hay, E u r op e in th e f ou r t ee n t h à nd f i f m
tee n t h C enturies (1966), y, como editor, Th e age
o f hu m a n is m : E u r op e 1480-1530 (1963); R* Vftn
Marie, Iconog ra ph ie de Vart p r o fa n e a u m oy e n
age e t à la R en a issa n ce (2 vol., La Haya, 193142);
Charles S. Singleton, A rt, s c ie n ce a nd h is t ory in
th e R en a issa n ce (Baltimore, 1967).
389
En las citas de opiniones contemporáneas me Phillips, Margaret Mann, T h e «A dages» o f E ra s•
he basado especialmente en las siguientes obras m u s (Cambridge U. P., 1964).
(que no se encuentran relacionadas en otro lugar Rojas, Fernando de, T h e S p a n is h B a w d (La Celesti*
de esta bibliografía). na), trad. J. H. Cohen (1964). Ed. española, La
Celestina, Librería Antonio López, editor, Bar
Beatis, Antonio de, Die R e ise d es K a rd in a ls Luigi celona, 1900.
d ’Aragona, (1517-1518), ed. Ludwig Pastor (Frei Seyssel, Claude de, La m on a rc h ie de France, editor
burg im Breisgau, 1905). El texto está en italiano. J. Poujol (Paris, 1961).
Speroni, Charles, W it a nd w is do m o f th e It a li a n
Cito de mi próxima traducción para la Sociedad R enaissance (U. of California, 1964).
Hakluyt. Spitz, Lewis W., C onrad Celtis, the GermaH a fc fo
hu m a n is t (Harvard U. P., 1957). •:
Castiglione, Baldassare, T h e boo k o f th e cou rtie r, Strauss, Gerald, S i x tee n th ce n tu ry G erm a n y t it s
trad. George Bull (1967). Trad, española, «El topography a nd topog ra ph ers (Madison*. 1959).
Cortesano», Consejo Superior de Investigaciones Thompson, Craig R., ed. y tr., The C olloquies 'o f
Científicas, Madrid, S. Aguirre, imp. Í942. E r a s m u s (U. of Chicago, 1965).
Chêrot, M., «La société au commencement du XVIe Williams, C. H., ed., E ng lis h H isto rica l D ocu m en ts
siècle (d'aprés les homélies de Josse Clichto- 1485-1558 (1967).
ve) 1472-1543», R e v u e d es Q u e stion s H is to r iqu e s
(1895).
Coquillart, Guillaume, O eu vres (2 vols., Paris, TIEMPO Y ESPACIO 1
1857).
Crotch, W. J. B., éd., T h e p ro logu e s and ep ilogu es Tiempo: F. A. B. Ward, T im e M e a su re m e n t (19S8)¡
o f W illia m C axton (1928). Carlo M. Cipolla, C locks and c u ltu r e 1300*1100
La Borderie, A. de, O eu vres fra n ç a ises d 'O livier (1967), vuelto a publicar con G uns and sails*,,
M aillard: s e r m on s e t po é sie s (Nantes, 1877). (ver más abajo, esta sección) en E u rop e a n ' éuU
Landucci, Luca, A flo r e n tin e d iary f r o m 1450 to tu re and overseas ex p a n sion (1970); J. Lé Gtofi
1516, trad. Alice de Rosen Jervis (1927). «Au moyen age. Temps de l'église et temp# du
Lynn, Caro, A college p r o fe ss o r o f th e R e n a issa n ce marchand», A nn ales (1960), 417-33, y «Le taitops
(M arineo S ic u lo ) (Chicago, 1937). du travail dans la crise du XIVe siècle: du tetaps
More, Sir Thomas, Utopia, in T h e c o m p le te w o r k s médiéval au temps moderne», Le Moyefa Age
o f S t. T ho m a s More, vol. 4, ed. Edward Surtz (1963), 597-613; Edouard Jeanselme, T r a it é . éë 'i a
y J. H. Hexter (Yale, 1965), Trad, española, Uto sy ph ilis, vol. 1 (Paris, 1931); Creighton Gilbert,
pia, éd., F. C. E. «When did renaissance man grow old?», S tud ie s
in the R enaisance (1967), 7-32; Alberto Tenenti,
Nauert, Charles G., A g rippa a nd th e crisis o f R e La vie e t la m o r t à travers Vart du XV e-,siècle
n aissance though t (University of Illinois, 1965). (París, 1952); C. A. Beerli, Le p e i n tr e po ète Ni*
Nève, Joseph, S e r m on s c ho isis d e M ich el M eno t, colas M a nu el e t r é v o lu tion sociale de son tetftpS
1508-1518 (Paris, 1924). (Ginebra, 1953); Erwin Panofsky, T o m b SetdfitU*
Oulmont, Charles, La po ésie m orale, po litiqu e e t re, ed. W. W. Janson (1964); P. Burke, ThertMê*
d r a m a tiqu e à le veille de la R en aisance: P ierre naissance sense o f the p a s t (1970). Espadio*
G ringoire (Paris, 1910). E. H. Gombrich, M e d ita tion s on a HobbyHüfàe,
Panofsky, Erwin, T h e life a nd a r t o f A lb r ec h t D u esp. «Psycho-analysis and the History of. Ait*
re r (Princeton, 1955). (1963); A. Richard Turner, T he v is ion o f latídsete
390 m
p e in R e n a issa n ce I ta ly (Princeton U. P., 1966); State?», en Heinz Lubasz, ed., The d e v e lop m e n t
M. Margaret Newett, C anon P ietro Casola's p il o f th e m od e r n s ta te (N. Y., 1964). Sobre propa
g rim age to J e ru sa le m in th e ye a r 1494 (Man ganda: G. E. Waas, T h e legendary c h a ra c te r o f
chester U. P., 1907); A. J. Mitchell, S p r ing V o th e K aiser M a x im ilia n (N. Y., 1914); Chartrou,
yage (1964); E. G. R. Taylor, «The surveyor», L e s e n trée s so lon e lle s e t trionph a le s à la R e
E c ono m ic H is to r y R e v ie w (1947), 121-33. Descu naissance 1484-1551 (París, 1928); Sydney Anglo,
brimientos: J. H. Parry, T h e Age o f R ec onn a is Spectacle, p a g e a n tr y a nd early T udo r po licy
sance (1903); Boies Penrose, T ravel a nd disco (Oxford, 1969); L. D. Ettlinger, The S is tin e Cha
ve ry in th e R en a issa n ce (Harvard U. P., 1952$ p e l before M ichelangelo: religious im a g e ry a nd
J. R. Hale, R en a issa n ce e xp lo ra tion (B. B. C., p a pal p r im a c y (Oxford, 1965). Países aislados:
1968); G. V. Scammell, «The New Worlds and George Vernadsky, R u ss ia a t the d a w n o f th e
Europe in the sixteenth century», T h e H is to r i m od e rn age (Yale U. P., 1959); J. L. I. Fennell,
cal Jou rn a l (1969), 359-412; J. H. Elliott, T h e old I v a n the G reat o f M o sc o w (1961); Ian Grey,
w o r ld a nd th e n e w , 1492-1650 (Cambridge, 1970); I v a n III a nd th e un ific a tion o f R u ss ia (1964);
Carlo M. Cipolla, G uns and sails in th e early J. H. Elliott, Im p e r ia l Spain, 1469-1716 (1963);
ph a se o f E u rop e a n expansion, 1400-1700 (1965); John Lynch, S p a in und e r the H a b sbu rg s, vol. 1
M. Mollat y P. Adam, eds., Les a sp ec ts in te rn a (Oxford, 1964); H. S. Offler, «Aspects of go
tion a u x de la d éc ou v e rte océa n iqu e aux XV e et vernment in the late medieval empire», en E u
X V I e siècle (Paris, 1966); V. Magalhaes-Godinho, rope in th e late M idd le Ages, ed. J. R. Hale,
L 'éc ono m ie de V em pire po rtug a is a u x XV e et J. R. C. Highfield y B. Smalley (1965); Hans Ba
X V I e siècles (Paris, 1970); C. R. Boxer, T h e Por ron, «Imperial reform and the Habsburgs, 1486-
tugu ese se a bo rn e em p ire , 1415-1825 (1969); C. O. 1504: a new interpretation», A m e ric a n H isto rica l
Sauer, T h e early S p a n is h M ain (U. of Califor R e v ie w (octubre de 1939), 293-303; H. J. Cohn,
nia, 1966); R. H. Major, tr. y éd., C h r istoph e r T h e go v e r n m e n t o f th e R h in e P a la tin a te in the
C o lu m bu s, f ou r voyages to th e Mew W o rld : f i f t ee n t h ce n tu r y (Oxford U. P., 1965); P. S. Le
le tte r s a nd s e lec te d do c u m e n ts (reimpresión, wis, L a te r m ed iev a l F rance (1968); R. Mousnier,
N. Y., 1961); E. G. Ravenstein, ed., Th e jou r n a l E tud e s s u r la France de 1494 à 1559 (curso de
o f th e f i r s t voyage o f V asco da Gama, 1497-1499 la Sorbona, Paris, s. a.); R. Russell Major, R e
(Hakluyt Soc., 1898); W. B. Greenlee, tr. y éd., p r e s e n ta tiv e in s titu tion s in R en a issa n ce France
Th e voyage o f P edro A lvares Cabral to B ra zil (Madison, 1960); Denys Hay, T h e Ita lia n R e n a is
a nd I nd ia (Hakluyt Soc., 1938); Lodovico di sance in its histo ric a l s e tting (Cambridge U. P.,
Varthema, T h e T ravels, tr. J. W. Jones, ed., 1961); Nicolai Rubinstein, T h e go v e r n m e n t o f
G. P. Badger (Hakluyt Soc., 1863). F lorence und e r th e M edici (Oxford, 1966); D. M.
de Mesquita, «The Place of Despotism in Ita
lian Politics», en E u r op e in th e L a te M iddle
EUROPA POLÎTICA Ages (cit.); G. R. Elton, E ng la nd und e r the T u
do rs (1955) y T h e T udo r C on s titu tion (Cam
Temas générales: G. R. Potter, «The beginnings of bridge U. P., 1960); Paul L. Hughes and James
the modem state», H is to r y (1946), 73-84; Garrett F. Larkin, eds., T udo r royal p ro c la m a tion s, vo
Mattingly, «Changing attitudes toward the state lumen 1 (Yale U. P., 1964); J. ML W. Bean, T h e
during the Renaissance», en F acets o f th e Re- dec lin e o f E ng lish fe ud a lism , 1215-1540 (U. of
naisance, ed., W. H. Werkmeister (N. Y., 1959); Manchester, 1968); T h e C am bridge h isto ry o f Po
Gerhardt Ritter, «Origins of the modern state», land, vol. 1 (Cambridge U. P., 1950); P. Brock,
y Federico Chabod, «Was there a Renaissance . T h e po litic a l a nd social do c tr in e s o f the Unity
392 393
"""H
o f C zech B r e th r e n (La Haya, 1957); K. Gjerset, C o mm ission o f H isto ric a l SczgnelMÉl
H is to r y o f th e N o rw e g ia n p eop le (1927); Michael lumen V (Varsovia, 1933), 540-549i}i;|;|
Roberts, T he early Vasas: a h is to r y o f S w e d e n, E u r op e : the e m e rgence o f an iàëi¡H
1523*1611 (Cambridge U. P., 1968); Garrett Mat U. P., 1957); W. H. Mcneill, E u rop e 's i
tingly, R e n a issa n ce d ip lo m a c y (1955). tie r (Chicago U. P., 1964); A. S. Atiyt*
sade in th e la te r M idd le Ages (1938)* IÀti1
ra de las ciudades: Yvonne Bézard,
EL INDIVIDUO Y LA COMUNIDAD rale dans le s ud de la région Parisiennes^
J. Huizinga, T h e w a n ing o f th e M idd le Ages (1924), à 1550 (Paris, 1929); W. G. Hoskins, P f
traducción española, «El otoño de la Edad Me E ngland (1963). La vida dentro de las
dia», Revista de Occidente, Madrid; mantiene Gerald Strauss —libro del que me he gulaüi
su entero interés como un intento de describir cho—, N u r e m b e r g in th e s ix tee n ts century'
el «espíritu» de una sociedad; más reciente y de va York, 1966); Bartolomé Bennasar, Vuq
más importancia para este período, Robert Man- au siècle d 'o r ; une ville de Castille et
drou, I n tr odu c ti on à la F rance m od ern e , 1500- pagne au X V I e siècle (Paris, 1967); J. B„;|j|
1640 (Paris, 1961). Demografía: el capítulo de worth, L y on s 1473-1503, the beginnings ç
Karl F. Helleiner en C am b ridg e econo m ic h is m opo lita n is m (Cambridge, Mass., 1962), y .]
to ry o f E u rop e. Sobre la estructura de la fami Romier, «Lyons and cosmopolitanism at
lia: Philippe Ariès, C e n tu rie s o f C h ildhood : a so ginning of the French Renaissance», en
cial h is to r y o f f a m ily life (1962), Moral: C. Bru hu m a n is m 1470-1600, Werner L. GundershéÎjfiï'i
nei, «Opuscules provençaux du XVe siècle sur editor (1969); Miriam U. Chrisman, S t r a s h m f jt
la confession», A nn ales du M id i (1917), 174-224 and the r e fo rm : a s tud y in the p ro ce ss o f ¿Jjjljitt»
y 355-409; J. de Pas, «Moeurs rustiques aux XVe, ge (Yale U. P., 1967), y Jacques Heers, ’Gif%$$
XVIe et XVIIe siècles dans les baillages de Saint au XV e siècle (Paris, 1901). ;
Omer et Aire», M é m o ires de la S o c ié té des A n ti * ::SIÛ\.
quaires de M orinie, vol. XXXV, 329-78; G. J. EUROPA ECONÔMICA
Witkowski, L 'a rt p ro fa n e à l'église: ses licenses
s y m bo liqu e s , s a tiriqu e s e t fa n ta is ie s (3 vols., Pa E. E. Rich y C. H. Wilson, edts., T h e C am bridge ggç»
ris, 1908-12); H. C. Lea, M aterials to w a rd a h is no m ic histo ry, vol. IV (Cambridge U. P., 1967}{!
to ry o f w itc h c r a ft, ed. A. C. Howland (3 vols., re Phillippe Dollinger, La H anse, X II e- XV II e siècles
impresión, 1957). Sentimiento intranacional: C. (Paris, 1964); Richard Ehrenberg, C apital and
A. J. Armstrong, «The Language Question in the F inance in the age o f R enaissance, tr. H. M. Lu
Low Countries», en E u r op e in the Late M idd le cas (1928); Raymond dé Roover, T h e rise a nd
Ages, cit.; G. Ascoli, La G rande B reta gn e d e v a n t d eclin e o f the M edici B a n k, 1397-1494 (Harvard
l'op in ion fra n ç a ise d e pu is la Guerre de C ent U. P. 1963); Gertrude R. B. Richards, F lorentine
A ns ju s qu 'à la fin du X V I e siècle (Paris, 1927); m e r c h a n ts in th e age o f the M ed ici (Harvard U.
V. Ilardi, «"Italianità” among some Italian in P., 1932); M. Bresnard, Les fo ir e s de Lyon au
tellectuals in the early sixteenth century», Tra- XV e e t X V I e siècles (Paris, 1924); Jean François
d itio (1956), 339-367; R. Schwoebel, T he sh a do w Bergier, Genève et l'écono m ie E u rop ée nn e de
o f the c r e s ce n t: T h e R en a issa n ce image o f the la R e n a issa n ce (Paris, 1903); Jean Delumeau,
T u rk , 1453-1517 (N. Y., 1967). Sentimiento supra- L 'a lun de R om e, XV e- XV I e siècles (Paris, 1962);
nacional: J. Ancel and O. de Torne, «L'évolu F. C. Làne, V e n e tia n s h ip s a nd s h ipbu ild e rs
tion de la notion de frontière», en In te r n a tion a l (Baltimore, 1934), y V en ice and h is to r y : the col
394 395
lec te d p a p e rs o f F. C. Lane (Baltimore, 1966); 1964); Rudolf y Margot Wit u n-
Julius Klein, T h e M esta: a s t ud y in S p a n is h eco der S a tu rn (1963); WlttF
no m ic h is to r y (Harvard U. P., 1920); Joan lism in art and artist: & Renallil
Thirsk, ed., Th e agrarian h is to r y o f E ng la nd a nd Journal o f th e H is to r y o f Ideas
W ales, vol. IV (Cambridge U. P., 1967); Lawrence S. W. Baron, A So cial and religiüíti
Stone, «State control in sixteenth-century En the Jews, vol. XIII (1969); Cecil
gland», E c ono m ic H is to r y R e v ie w (1947), 103- o f the J e w s o f I t a l y (Philadelphia#
120. Ver Class, «In the towns». campo: B. H. Slicher van Bath, jL
h isto ry o f W e s te r n E u r op e , 500-1550 (]
CLASES Bloch, F re n c h rural h isto ry : an esJiMM
sic c h a ra cte ristic s, tr. Janet Sondhtifl
Temas generales: R. Mohl, T h e th ree e sta te s in J. Blum, L o r d a nd p e a sa n t in RtiS
M e dieval and R e n a issa n ce lite r a tu r e (Nueva n in th to th e n in e tee n th C e n tu ry (P; ‘
York, 1933); Lawrence Stone, «Social Mobility in 1961); Brian Tierney, M edieval po0f\
England, 1500-1700», P ast a nd P re se n t (abril, ley, 1959). Servidumbre y esclavittí
1966) 16-55; Joan Simon, E du c a tion and so c ie ty «The rise of serfdom in Eastern ® |
in T udo r E ng la nd (Cambridge U. P., 1966). Dos rican H isto ric a l R e v ie w (1956-1957)*'
«modelos» italianos: D. L. Hicks, «Sienese so Origo, «The domestic enemy: the '
ciety in the Renaissance», C o m p a ra tiv e S tud ie s ves in Tuscany in the 14th and lSÜJkj1
in S o c ie ty and H is to r y (1960) 412-420; Paul Co S p ec u lu m (1955), 321-366. En las cittr
les, «The crisis of Renaissance society, Geno V. Alter, L es orig ines de la sa tire aH\
va 1488-1507», P ast and P re se n t (abril, 1957) en F rance. M oyen A g e -XV Ie sièmlft
17-47; Leyes suntuarias: Henri Aragon, Les lois 1966); P. Boissonade, Le so cia lism e J
s o m p tu a ir e s en France. Le lu xe sou s les rois du s tr ie e t les classes indu strie lle s eri'P\
de F rance. Le XV e siècle e t la R e n a issa n ce . Or d a n t les d e u x p r e m ie r s siècles de V@tw\
donn a n ce s e t é d its (Perpignan, 1921); J. H. Vin 1453-1661 (Paris, 1927); L. Febvre, «~
cent, C o stu m e and c ondu c t in th e law s o f B a sle , miques et sociaux du XVIe siècle: le
B e rn e a nd Z u rich, 1370-1800 (Baltimore, 1935); R e v u e d es Cours e t C onfé ren ces (19Í
M. M. Newett, «The sumptuary laws of Venice 143-157; Régine Pemoud, H is to ir e de
in the fourteenth and fifteenth centuries», en geoisie en France, vol. I (París, V *
H isto ric a l S tud ie s , ed. T. F. Tout y James Tait Coornaert, Les co rpo ra tion s en Fra\
(Manchester U. P., 1907). Abogados: Lauro Mar- 1789 (Paris, 1941); Sylvia Thrupp, The
tines, L a w y e rs a nd s ta t ec r a f t in R e n a issa n ce Flo class o f m e d ie v a l L ondon, 1300-1500
rence (Princeton U. P., 1968); E. W. Ives, «The U. P., 1948); J. A. Goris, E tud e s s u r le§
reputation of the common lawyers in English m a rc h a nd s m é r id ion a le s à A n vers, 1488
society, 1450-1550», U n iv ersity o f B ir m ingh a m vaina, 1925); J. H. Hexter> «The educatîi
H isto ric a l Jou rn a l (1959-1960), 130-161; Hans aristocracy in the Renaissance», en s1
Thieme, «La role des doctores legum dans la so p ra isa ls in h is to r y (1961).
ciété allemande du XVIe siècle», en I nd i v idu e t
S o c ié té à la R en a issa n ce (Paris, 1967). Otros gru- RELIGIÓN
pos: Pauline A. Smith, T h e A n ti-c ou rtie r tr e nd
in s i x tee n th ce n tu r y F rench lite ra tu re (Gine- Temas generales: R. Aubenas y Ricard, í$j
bra, 1966); Fritz Redlich, T h e G erm an m ilita r y en e t la R enaissance, 1449-1517 (París, 1951); ‘
te r p r is e r a nd h is w o r k fo rce, vol. I (Wiesbaden, Im bart de la Tour, L es origines de la RÏ
396
volumen I (París, 1905); Luden Febvre, A u co eu r vard Theological Reyèmtf\ {ÍWQ¡k, 4?*?# L itt e r s
religieux du X V I e siècle (Paris, 1957); P. S. Allen, o f Obscure M m , udmprofta coma On th e E v e o f
T h e Age o f E r a s m u s (Oxford U. P., 1914); H. A. th e R e fo r m a tion, ed. H»jo Holborn (N. Y„ 1964);
Enno van Gelder, T h e tw o R e fo r m a tion s o f the Hajo Holborn, Ulrich von H u tte n and th e G n
s ix t ee n th ce n t u r y . A s t ud y o f th e religioux as m an R e fo r m a tion (Yale U. P., 1937); Lewis
p ec ts a nd con se qu e n ce s o f the R en a issa n ce and Spitz, T h e religious R en a issan ce o f th e G erm an
hu m a n is m (La Haya, 1961); J. Toussaert, Le se n hu m a n is ts (Harvard U. P., 1963); Descontento.*
ti m e n t religieux en F landre à la f i n du m oyen- A. Hyma, The C h ristia n R e n a issa n ce : a h i s J
age (Paris, 1960). Iglesia y estado: R. J. Knecht, o f the D evotio M oderna (Hamden, Conn., )
«The Concordat of 1516», U n iv ersity o f B ir m ing H. R. Trevor-Roper, «The European witch craze
h a m H isto ric a l Jou rn a l (1963), 16-32; Henry Ka- of the sixteenth and seventeenth centuries», en
men, T h e S p a n is h Inqu is iti on (1965), trad, espa R eligion , th e R e fo r m a tion and social change
ñola, «La Inquisición española». Clérigos: Lud (1967); Auguste Jundt, H isto ire du p a n th é is m e
wig Pastor, T h e H is to r y o f th e Popes, volú popu la ire au m o y e n âge e t au s e iziè m e siècle
menes IV-VIII, tr. F. I. Antrobus (1894 seq.); (reimpresión, Frankfurt, 1964); J. A. F. Thomson,
M. E. Mallet, T h e B org ias (1969); D. S. Cham T he la ter L o lla rd s, 1414-1520 (Oxford U. P., 1965);
bers, «The economic predicament of Renaissan Myron P. Gilmo^je, «Freedom and determinism
ce cardinals», en S tud ie s in M edieval a nd R e in Renaissance historians», S tud ie s . in th e R e
naissance H isto ry , vol. Ill (U. of Nebraska, naissance (1956), 49-60; Don Cameron Allen,
1966); David Knowles, T h e religious o rd ers in D oub t's bound le ss sea (Baltimore, 1964) y T he
E ng la nd , vol. Ill (Cambridge U. P., 1961); Mar star-crossed R en a issa n ce (Durham, USA, 1941);
garet Bowker, The secu la r clergy in th e diocese Lewis W. Spitz, «Occultism and despair of
o f L in c o ln , 1450-1520 (Cambridge U. P., 1968). reason in Renaissance thougth», Jou rnal o f
Iglesia y pueblo: Emile Mâle, U a r t religieux de th e H is to r y o f I d e a s (1966), 464-469; D. P.
la f in du m o y e n âge en France (Paris, 1925); Mi Walker, S p ir itu a l a nd d e m on ic m ag ic f r o m Fi-
rella Levi d'Ancona, T h e ic onograph y o f th e I m cino to C am panella (1958); A. G. Dickens, R e
m a c u la te C on cep tion in th e M idd le Ages and fo r m a tion and S o c ie ty in s ix tee n t h ce n tu r y E u
early R e n a issa n ce (College Art Association of rope (1966).
America, 1957); D. Weinstein, «Savonarola, Flo
rence and the millenarian tradition», C hurch
H is to r y (1958) 291-305, y S a vonarola and F loren ARTE
ce (Princeton U. P., 1970); G. R. Owst, L ite ra
tu re and pu lp it in M edieval E ng la nd (Cambrid Musica: Gustave Reese, M usic in th e R e n a issa n
ge U. P., 1933); J. W. Blench, Preaching in E n ce (ed. rev., N. Y., 1959); Dom Anselm Hughes
gland in th e Late F iftee n th a nd S ix t ee n th Cen and Gerald Abraham, A rs no v a and th e R e
tu rie s (Oxford, 1964). Enseñanza: Margaret As n a issance , 1300-1540 (Oxford U. P., 1960); Nanie
ton, «Books and belief in the later Middle Ages», Bridgman, La vie m u sica le au qu a ttr o ce n to (Pa
en P apers p r e s e n te d to th e P ast and P re se n t ris, 1964); Edward Lowinsky, «Music in the cul
c on fe re n ce on popu la r religión (typescript, ture of the Renaissance», Jou rn a l o f th e H is to r y
1966); A. Renaudet, P ré ré fo rm e e t hu m a n is m e à of Id e a s (1954), 509-553. Teatro: Gustave Cohen,
Paris p e nd a n t les p r e m iè r e s gue rre s d 'Ita lie , Le th é â tre en France au m o y e n age (2 vols. Pa
1494-1517 (Paris, 1916); H. A. Oberman, «Some ris, 1928, 1931) e H isto ire de la m ise en scène
notes on the theology of nominalism with atten dans le th é â tre religieux fra n ç a is du m o y e n age
tion to its relation to the Renaissance», H a r (Paris, 1926); Jean Jacquot, ed., Le lieu th éatrale
398 399
à la R en a issa n ce (Paris, 1964); H. G. Harvey, LA ENSEÑANZA SECULAR ¡' M
>"{
T h e a tre o f th e B a zo ch e (Harvard U. P., 1941); Humanismo: R. R. Bolgar, T h e classical fih e rita n
E. K. Chambers, T h e m e d ie v a l stage, vol. II (Ox ce (Cambridge U. P., 1952); Robert H iiss, T he
ford U. P., 1903); Glynne Wickham, E a rly E n R ena issa n ce d isco ve ry o f classical antii ity (Ox
g lish S ta g e 1300 to 1600, vol. I (1959); Douglas ford, 1969); P. O. Kristeller, T h e Cla isics ana
Radcliffe-Umsted, T h e b ir th o f m od e r n c o m e d y R e n a issa n ce though t (Harvard U. P., II 5), «The
in R e n a issa n ce Ita ly (Chicago University Press, philosophy of man in the Italian Ren; ssance»,
1969); G. R. Kemodle, F ro m a rt to th e a tr e : f o r m en F. L. Baumer, ed., In te llec tu a l mow n e n t s in
a nd c on v e n tion in th e R e n a issa n ce (Chicago m od e rn E u rop e a n h is to r y (N. Y., 1961 y «Hu
U. P., 1944). Bellas artes: Elizabeth G. Holt, ed., manism and scholasticism in the It lian Re
A do c u m e n ta r y h is to r y o f a rt, vol., I (N. Y., naissance» en su S tud ie s in R en a issa n c ; though t
1957); John White, T h e b ir th a nd r e b ir th o f p ic a nd le tte r s (Roma, 1956); Eugenio G rin, I t a
torial space (1957); E. H. Gombrich, «The Re lian hu m a n is m : ph ilo s oph y and, civic I e in th e
naissance theory of art and the rise of landsca R ena issa n ce (Oxford, 1965); Ernst Cas rer, T h e
pe», en su N o r m a nd F o rm (1966); Anthony ind ividu a l and th e co sm o s in Renaiss nee ph i
Blunt, A r ti s tic th e o ry in I ta l y 1450-1600 (Oxford lo soph y (Oxford, Í963); J. A. Mazzeo, 1 mai?san-
U. P., 1940); J. Jex-Blake y E, Sellers, T h e elder ce and r e v o lu tion : th e re m a k ing o f urop e a n
P liny's c h a p te r on th e h is to r y o f a rt (1896); though t (N. Y., 1965); Eugene Rice, T h e R e
Otto Benesch, T h e a rt o f th e R en a issa n ce in naissance idea o f w is do m (Harvard U. 1958);
N o r th e r n E u r op e (ed. rev., 1965); Charles de Tol- E. Surtz, T h e p ra ise o f p leasu re (Harv rd U. P.,
nay, H ie r on im u s B o s c h (1966); Charles Garside, 1957); K. H. Dannenfeld, «Egypt and Jgyptian
Z w ing li a nd th e a rts (Yale U. P., 1966); Wolfgang antiquities in the Renaissance», S t ud $ in th e
Stechow, N o r th e r n R en a issa n ce a rt 1400-1600 R en a issa n ce (1959), 7-27; Werner L. G\ idershei-
(Englewood Cliffs, N. J., 1966); Anthony Blunt, mer, ed., cit. Alfabetismo y educació: ¡ Luden
A r t a nd a r c h itec tu r e in France 1500-1700 (1953); Febvre y H. J. Martin, L 'a pp a rition du ty f e (Pa
Albert Châtelet y Jacques Thuillier, La p e in tu r e ris, 1958); Elizabeth L. Eisenstein, «Í >me con
fra n ça ise du F ouqu e t à P ou ssin (Ginebra, 1963); jectures about the impact of printing on Wes
Lawrence Stone, S c u lp tu r e in B r it a in : T h e M idd le tern society and thought: a preliminat report»,
Ages (1955); André Chastel, T h e G olden Age o f Jou rn a l o f M od ern H is to r y (1968), jr «The
th e R e n a issa n ce : Ita ly 1460-1500 (1965), T h e s t u
dios a nd s ty le s o f th e R e n a issa n ce : It a ly 1460- advent of printing and the problem < the Re-
1500 (1966), A r t et hu m a n is m e à F lorence au naissance», P ast a nd P re sen t (noviem fa, 1969),
te m p s de L a u r e n t le M a gn ifiqu e (Paris, 1960); 19-89; Albinia de la Mare, V e s p a s ia n and th e
R. Klein y H. Zerner, Ita lia n a r t, 1500-1600 (En F lo re n tin e boo k w o r ld (continuación); Hisrch,
glewood Cliffs, N. J., 1960); Eve Borsook, T h e P rin ting, selling a nd reading, 1450-155 (Wiesba-
m u ra l p a in te r s o f T u sc a n y (1960); John Shear den, 1967); H. S. Bennett, E ng lis h \ks and
man, A nd re a d el S a r to (2 vol., Oxford U. P., readers 1475 to 1557 (Cambridge U. 1952);
1965); Edgard Wind, B e llin i's F east o f th e G ods Henry F. Schulte, T h e S p a n ish p ress, §470-1966;
(Harvard U. P., 1948); John Pope-Hennessy, T h e p r i n t , po w e r and po litic s (University K Illinois,
po r tr a it in th e R en a issa n ce (1967), Ita lia n R e 1968); Kenneth Charlton, E du c a tl in R e
naissance s c u lp tu r e (1958) y «The Italian Pla n a issance E ng la nd (1965); B. White ed., T he
quette», P roceed ings o f th e B r itis h A c a d e m y V ulgaria of J ohn S ta nb ridg e a nd th V ulgaria
(1964), 63-85. o f R ob e r t W h itting ton (1932). Huma ||mo cris-
tiano: J. Huizinga, E r a s m u s o f R o tt e n (1952);
400 401
P. Albert Duhamel, «The Oxford lectures of John Indice
Colet», Jou rn a l o f th e H is to r y o f Id e a s (1953),
493-510; y ver más arriba, Religión: Educación
y descontento. Pensamiento político: Félix Gil
bert, «Florentine political assumptions in the
period of Savonarola and Soderini», J ou rn a l o f
th e W a rbu rg and C ou rta u ld I n s tit u t e s (1957), Agrícola, Rodolfo, 291 Baldovinetti, Alessio, 47
187 ss., y M ach iavelli a nd G uicciard in i (Prince Agrippa, Cornelius/ 131, 140, Barbari, Jacopo, 308
ton U. P., 1965); R. E. Giesey, T h e royal fun e r a l 146, 198, 355, 357, 359 Bárbaro, Ermolao, 342
ce re m on y in R en a issa n ce France (Ginebra, 1960); Agustín, San, 273, 348 Barclay, Alexander, 129, 203,
Marc Bloch, Les rois th a u m a tu r g e s (París, reim Alamanni, Lodovico, 251 214
Bartolomeo, Fray, 218, 321
presión, 1961); Seyssel, op. cit.; Guillaume Budé, Alberti, Leon Battista, 316
Alberto de Brandenburgo, Basilio IV, 65, 92, 100
V I n s tit u ti on du prince, en C. Bontems, L.-P. Arzobispo de Mainz, 263, Baviera, Luis y Guillermo,
Raybaud y J.-P. Brancourt, eds., Le p rin ce d ans 264 Duques de, 91
la France des X V I e et X V II e siécles (Paris, 1956); Alburquerque, Alfonso de, 159 Bayaceto II, Sultán de Tur
Erasmo, T h e E du c a tion o f a C h ristian P rince, Aldo (Aldus Manutius), 219. quía, 116, 117
ed., L. K. Born (N. Y., reimpresión, 1965); 220 Bayard, Pierre, Señor de, 223
Philippe de Comines, M é m o irs (Paris, 1925). Alejandro VI, Papa, 11, 14, 79, Beatis, Antonio de, 8, 155, 227,
Ciencia: Edgar Zilsel, «The genesis of the con 103, 115, 258, 264, 267, 275, 306
cept of scientific progress», en R oo ts o f s c ie n ti 278, 353 Beatriz de Aragón, 37
Beaufort, Margaret, Condesa
fic though t, ed., P. P. Wiener y Aaron Noland Alfonso, Príncipe de Portugal, de Richmond y Derby, 146
(N. Y., 1957); Marie Boas, T h e s c ie n tific R e 105 Beaune, Jacques de, 173, 211.
naissance, 1450-1630 (1962); George Sarton, S ix Altdorfer, Albrecht, 48 Bellini, Giovanni, 152, 313, 317
W ings: m e n o f science in th e R en a issa n ce (1958); Alvares, Francisco, 216 Bembo, Pietro, 48, 332
B. Gille, Les ing én ieu rs de la R en a issa n ce (Pa Alviano, Bartolomeo, 371. Benavente, Conde de, 205
rís, 1964); Margaret T. Hodgen, E a rly a n th r opo Amboise, Jorge, Cardenal de, Benedetto da Maiano, 326
logy in th e s ix tee n th and s e v e n tee n th ce n tu r ie s 76, 97, 262
Ana de Bretaña, Reina de
Bernáldez, Andrés, 227
(U. of Pensylvania, 1964); Giorgio de Santillana, Francia, 10, 105, 145, 174,
Bernardino de Feltre, Fray,
«The role of art in the Scientific Renaissance», 353
226
Bertoldo di Giovanni, 115
in the T h e R ise o f S cien ce in R e la tion to S o cie ty, Aquino, Tomás de, 273, 339, Bibbiena, Bernardo Dovizi,
ed., L. M. Marsak (1964); Joan Gadol, «The unity 342, 353, 357, 360 , 300
of Renaissance: humanism, natural science and Aragón, Cardenal de, 8 Bisticci, Vespasiano da, 146,
art», en F ro m th e R en a issa n ce to th e Counter- Ariosto, Lodovico, 250, 300, 220
R e fo r m a tion : essays in honou r o f G arret M a ttin 333 Boccaccio, Giovanni, 46, 301
gly, ed., Charles H. Carter (1966). Aristóteles, 148, 168, 194, 291, Borgia, César, 27, 71
325, 337, 345, 351, 359, 370 Borgia, Lucrecia, 131
Arminio, 125, 126 Borgia, Rodrigo (ver Alejan
Arturo, Príncipe de Gales, 83, dro VI), 264
84, 106, 349 Bosco, Jerónimo, 312
Augusto, Emperador, 125, 141 Boscoli, Pierpaolo, 287, 288
Autun, Jean d', 21. Botticelli, Sandro, 47, 94, 217,
308, 309, 313, 317, 326
Balbi, Francesco, 14 Boyardo, Matteo Maria, 250
Balboa, Vasco Núñez de, 26, Bramante, Donato, 321, 322
50 Brani, Sebastián, 129, 198, 276
402 403
Budé, Guillaume, 126, 130, 326, Colet, John, 102, 272, 277, 341 Enrique VIII, 13, 25,27, 39, 46, Fox, Richard, Obispo de Win
344, 359, 360, 362, 363, 364, 342, 343, 347, 352 61, 63, 64, 83, 84, 93, 101, chester, 348, 349
366 Colón, Cristóbal, 41, 49, 54, 57; 104, 106, 107, 112, 116, 130, Francisco I, Rey de Fruncift,
Burchiello, Domenico, 316 62, 78, 117, 160, 166 131, 187, 190, 203, 293, 349 39, 62, 65, 68, 73, 76, 84, % ,
Burckhardt, Jacobo, 68 Commines, Felipe, 92, 103, 107, Enrique Tudor, 81 99, 100, 101, 103, 107, 121,
Burgkmair, Hans, 220, 313, 353 123, 131, 155 155, 195, 236, 260, 360
Copérnico, Nicolás, 366, 370, Erasmo, Desiderio, 2, 7, 12, 18, Francisco de Apulia, 260
Cabrai, Pedro Alvares, 257 371, 374 22, 29, 38, 49, 92, 102, 105, Franck, Sebastián, 201, 251
Cadamosto, Alvise, 254 Coquillart, Guillermo, 154, 107, 116, 129, 135, 151, 157, Franke, Kuno, 302
Calabria, Alfonso, Duque de, 156, 243, 245 188, 189, 190, 210, 214, 218, Frontinus, 365
115, 116 Comaro, Catalina, Reina de 246, 257, 264, 284, 286, 288, Fugger, Familia (Jacob Fug
Calmo, Andrea, 290 Chipre, 102, 105 290, 293, 306, 326, 327, 330, ger), 157, 162, 165, 166, 167,
Calvino, Jean, 352 Córtese, Paolo, 134,307,332,353 332, 333, 339, 341, 342, 343, 168, 175, 263
Cambi, Giovanni, 151 Cortona, Doménico da, 39 344, 347, 348, 349, 350, 352,
Caminha, Pedro Vaz de, 254 Corvino, Matías, Rey de Hun 358, 359, 364
Estaing, Francisco, Obispo de Gaffurio, Franchino, 295
Carlos el Calvo, Duque de gría, 37, 100, 108 Rodez, 264 Gaguin, Robert, 330, 348
Borgoña, 64, 73, 85, 131 Costa, Lorenzo, 217 Este, Alfonso del, 152 Galeno, Claudio, 374
Carlos V, Emperador, 40, 61, Covilhá, Pero de, 53 Este, Ercole del, 40 Geiler, Johann, 130, 227, 278,
64, 69, 80, 84, 85, 92, 93, 96, Cristian II, Rey de Noruega, Este, Isabel del, 145, 313, 317 282
101, 102, 105, 106, 116, 134, 145 Estrabón, 52 Genêt, Elzéar, 290
162, 188, 202, 304 Crotus Rubianus, 331 Eusebio, 30 Gettingen, Joachim Von, 16
Carlos VII> 263 Cunha, Tristao da, 26 Ghirlandaio, Doménico, 309,
Carlos V ili, Rey de Francia, Cuneo, Miguel de, 41 312
10, 39, 60, 62, 63, 64, 70, 71, Cuspinian, Johann, 60,155, 330 Faber (o Fabri), Félix, 41, 307, Giles, Peter, 157
73, 74, 75, 86, 90, 91, 103, 321, 350 Giocondo, Fra, 39, 321
105, 107, 115, 123, 213, 236, Chanca, Dr. Diego, 41 Falier, Marco, 19 Giorgione, 20, 47
260, 3.53, 371 Champier, Etienne, 149 Federico, Elector, del Palati- Giotto, 315
Carpaccio, Vittore, 143 Champier, Symphorien, 203 nado, 126 Gloucester, Ricardo, Duque
Casóla, Pedro, 135 Chauliac, Guy de, 375 Federico III, Emperador, 69, de, 81
Castiglione, Baltasar de, 140, Chesnaye, Nicolás de la, 16 85, 111 Gonzaga, Elisabetta, 145
152, 154, 210, 230, 251, 291, Felipe de Habsburgo, 79, 80, Gonzaga, Federico, 152
315, 341, 346 Díaz, Bartolomé, 53, 54, 329 85, 105, 106, 377 Gonzaga, Francesco, 217
Catalina de Aragón, 83, 84, 106 Doucet, Roger, 176 Fernand, Charles, 270 Gonzalo de Córdoba, 75
Cátulo, 333 Dudley, Edmund, 27, 83, 194, Fernando, Rey de Aragón, 26, Gorrall, Henry, 123
Caviceo, Jacopo, 279 210, 252 32, 38, 40, 57, 62, 63, 64, 68, Graf, Urs, 224
Caxton, William, 131, 132, 146, Durero, Alberto, 2, 22, 28, 42, 75, 76, 77, 78, 79, 80, 83, 89, Gratius, Ortvinus, 331
193, 249 47, 129, 142, 145, 152, 166, 94, 95, 101, 103, 105, 107, Gringoire, Pedro, 95, 110, 136,
Celtis, Konrad, 22, 95, 126, 130, 220, 290, 305, 306, 308, 310, 117, 119, 182, 183, 230, 258, 213
134, 140, 215, 274, 288, 306, 315, 317, 318, 350, 356 378 Grünewald, Matías, 319
341, 353, 357 Eck, John, 168, 169, 342 Ferrante, Rey de Nápoles, 95 Guevara, Antonio de, 12
César, Julio, 30, 125, 329 Eduardo IV, 64, 81, 162 Ficino, Marsilio, 26, 139, 327, Guicciardini, Francesco, 88,
Cicerón, Marco Tulio, 14, 46, Eduardo V, 81, 82 330, 337, 339, 342, 356, 372, 339, 362, 364, 366
156, 314, 325', 332, 333, 340, Egmont, Familia, 67 373
343, 345, 351, 355, 372 Empson, Sir Richard, 27, 83 Filoteo (Filofei), Abad, 259 Hay, Jean, 320
Cisneros, Cardenal, 80 Enrique VII, 39, 63, 64, 81, 82, Fioraventi, Aristóteles, 39 Hemmerlin, Félix, 201
Clemente V ii; Papa, 69, 72, 73 83, 89, 91, 92, 93, 106, 107, Fisher, John, Obispo de Ro Hernán Cortés, 159, 329
Clichthove, Josse, 147, 167, 203 123, 188, 190, 192, 298, 301, chester, 21, 264, 348 Herodoto, 356
Clouet, Jean, 313 371 Fouquet, Jean, 320 Hofheimer, Paul, 293
404 405
Holbein, Hans, 220, 326 Ladislao, Rey de Hungría y Vlaillard, Benoit, Prior de Sa- Memling, Hans, 153, 320
Holle, Gottschalk, 282 Bohemia, 105 vigny, 122 Melozzo da Forli, 317
Horacio, 333 Laeto, Pomponio, 152, 330 Maillard, Olivier, 152, 198, 278 Memmo, Dionisio, 39
Hothby, John, 39 Lagaboter, Magnus, Códig<joMainardi, Arlotto, 151 Menot, Michel, 128, 149, 278
Hroswitha, 126 de, 119 Mainz, Bertoldo, Arzobispo Mercurio da Correggio, 140
Huizinga, Johan, 26 Laillier, Jean, 286 de, 275 Michel, Guillaume, 274
Hunne, Richard, 368 Landino, Cristoforo, 307 Malory, Sir Thomas, 249 Michel, Jehan, 302
Hus, Jan, 284 Landucci, Luca, 151, 178, 278 Vlandeville, Sir John, 149 Miguel Angel, 2, 142, 152, 217,
Hutten, Ulrich von, 22, 126, Langueil, Christophe de, 125 Vlanuel I, Rey de Portugal, 282, 311, 312,313, 315, 321
246, 326, 327, 331 Laurana, Francesco, 39 117,131 Mohamed II, el Conquistador,
Lefèvre D'Etaples, Jacques, Manuel, Nicolás, 193, 208, 224 117, 379
Inocencio VIII, Papa, 19, 114, 41, 326, 339, 341, 347, 352 Maquiavelo, 2, 27, 72, 88, 107, Moro, Sir Tomás, 38, 97, 99,
230, 258, 281 León X, Papa, 72, 76, 88, 115, 115, 120, 127, 133, 149, 201, 100, 101, 102, 105, 107, 155,
Isaac, Heinrich, 294, 295 128, 135, 217, 257, 263, 264, 257, 288, 299, 300, 306, 325, 157, 189, 202, 214, 296, 333,
Isabel, Reina de Castilla, 26, 265, 266, 267, 274, 290, 292, 333, 350, 359, 360, 361, 362, 334, 339, 341, 348, 350, 359,
38, 62, 63, 64 ,68, 76, 77, 78, 293, 305, 353 364, 366 366
79, 80, 83, 89, 94, 105, 117, Leonardo da Vinci, 2, 14, 39, María de Borgoña (esposa del Morosini, Francesco, 32
118, 119, 182, 183, 191, 258, 42, 48, 55, 177, 211, 217, 293, Emperador Maximiliano), Mouton, Jean, 294
263, 350, 378 304, 306, 310, 312, 315, 316, 85, 105, 131 Murner, Thomas, 273
Isabel de York, Reina de In 317, 320, 346, 367, 368, 375, Margarita de Austria, 105, 106,
glaterra, 81 376 145, 146, 323 Nebrija, Elio Antonio de, 131,
Iván III («El Grande»), 39, 60, Linacre, Thomas, 341, 349 Margarita Tudor, Reina de 347, 350
65, 88, 92, 100, 116, 145, 222, Lippi, Filippo, 317, 326 Escocia, 83, 85 Northumberland, Henry, 24
227, 231, 259 Livio, 30, 333, 361 Margarita (de York), Duque
Luciano, 333 sa de Borgoña, 105, 131 Obrecht, Jacob, 294, 295
Jacobo IV, Rey de Escocia, 22, Luis, Rey de Hungría, 105 Marot,
83, 298 Luis XI, Rey de Francia, 60, MaroulaJean, de
135
Lemmos, 145
Occam, Guillermo de, 273, 339
Josefo, 30 64, 73, 74, 75, 92, 93, 107, Masaccio, 315 Ockeghem, Johannes, 40, 294,
Josquin des Préz, 40, 294, 295, 155, 181, 184, 185, '213, 222, Matsys, Quentin, 157 295, 296
296 236, 241, 261 Maximiliano de Habsburgo, Orca, Ramiro D', 27
Juan, Príncipe de España, 106, Luis XII, Rey de Francia, 10, 22, 60, 62, 63, 64, 75, 76, 79, Orsini, Clarizia (esposa de Lo
349 11, 32, 39, 63, 73, 79, 87, 93, 85, 86, 87, 90, 95, 96, 100, renzo de Médicis), 70
Juan, Rey de Dinamarca, 237 95, 103, 107, 174, 190, 236, 105, 106, 107, 111, 117, 131, Ovidio, 274, 325
Juan II, Rey de Portugal, 51, 251, 260, 262, 331, 371 155, 192, 221, 227, 258, 259, Owst, G. R., 148
53, 54, 331 Luis XIV, Rey de Francia, 68, 260, 292, 304, 377
Juana, Reina de Castilla, 79, 73 Máximo, Valerio, 30 Pace, Richard, 251
80, 95, 105, 106 Luisa de Saboya, Reina Ma Mauro, Fra, 53 Pacioli, Luca, 167, 175, 176, 317
Juana, Reina de Francia, 10, dre de Francia, 174 Médicis, Hipólito de, 230 Paleólogo, Zoé (esposa de
II Lutero, Martin, 19, 154, 175, Médicis, Juan de (ver León X), Iván III), 145
Julio II, Papa, 22, 63, 71, 75, 263, 268, 270, 280, 286, 342, 72, 305 Pazzi, Conspiración de (1478),
76, 79, 80, 88, 94, v95, 126, 352, 358 Médicis, Julio de (ver Clemen 69, 72
217, 264, 313 Luxemburgo, Filiberta de, 35 te VII), 69, 72, 217 Pedro Mártir, 135, 347, 349
Justiniano, 344 Médicis, Lorenzo de, 45, 69, 70,
Juvenal, 347 71, 72, 115, 152, 250, 265, Perreal, Jean, 313, 320
Mabuse, Jan, 320 Perugino, 309
Maestro de Flemalle, 319 292, 293, 326, 353, 360
Koberger, Antón, 180 Maestro de Moulins, 320 Médicis, Lorenzo de (nieto de Petit, Jean, 219
Kramer, Heinrich, 281 Magallanes, Fernando, 42, 50, Lorenzo el Magnífico), 360 Petrarca, Francesco, 352
Krantz, Albert, 125 131 Médicis, Pedro de, 70, 71 Peutinger, Konrad, 330
406 407
Pico della Mirandola, Giovan Ricardo III, Rey de Inglate Tácito, 125, 333 Vasco de Gama, 18, 26, 53, 62,
ni, 219, 254, 274, 327, 337, rra, 64 Terencio, 274, 333 131, 160, 253, 255, 257, 290
339, 340, 341, 342, 344, 353, Robbia, Andrea della, 268 Tinctoris, Johannes, 39 Vegetius, 365
357, 372, 373 Robbia, Luca della, Fray, 287 Tintoretto, 283 Verrochio, Andrea del, 326
Pico della Mirandola, Gian Rojas, Fernando de, 5, 146, 279 Tiziano, 20 Vettori, Francesco, 325
Francesco, 357 Rollinger, Wilhelm, 305 Teocrito, 45 Vincidor, Tomás, 135
Piero della Francesca, 217, 317 Rovere, Della, 2 Tomás de Kempis, Santo, 277 Vitelli, Paolo, 371
Piero di Cosimo, 47 Ruccellai, Cosimino, 139 Torquemada, Tomás de, 228, Virgilio, 45, 274, 325, 332, 372
Pigafetta, Antonio de, 41, 131 Rufus, Mutianus, 288 258 Vives, Juan Luis, 29, 342
Pilkington, Robert, 214 Torre, Girolamo della, 353
Pirckeimer, Willibald, 22, 152, Sacrobosco, 375 Torre, Marcantonio della, 353 Warbeck, Perkin, 82, 83
168, 246, 342, 350 San Gallo, Antonio da, 321 Torrigiano, Pietro, 39 Wr^wick, Eduardo, Conde de,
Pires, Tomé, 185 ' San Gallo, Giuliano da, 39, Trismegistos, Hermes, 356 81, 82
Pitágoras, 356 321, 322 Trithemio, abad, 219, 330 Welser, Familia, 157, 162, 165
Plantsch, Martin, 281 San Pedro, Diego de, 29 Trivulzio, Gian Giacomo, 107 Wimfeling, Jakob, 126, 141,
Platón, 139, 325, 340, 345, 351, Sannazaro, Jacobo, 45, 95 Tucidides, 333 215, 237
356, 362, 372 Sanuto, Marino, 170 Wittelsbach, Duque de, 66
Plauto, 299, 333 Sarto, Andrea del, 217, 218, Valla, Lorenzo, 352 Wittinton, Robert, 218
Plinio «El Viejo», 47, 125, 327, 283, 304 Van der Goes, Hugo, 321 Wolsey, Thomas, 69, 75, 84, 97,
328, 344, 372 Savonarola, Jerónimo, 71, 73,] Van Eyck, 306, 319 257, 323
Plutarco., 314 152, 226, 268, 278, 309, 313, Van Leyden, Lucas, 218, 232, Worde, Wynkyn, 249
Polibio, 362 359 , 308 Württemberg, Ulrich, Duque
Poliziano, Angelo, 277, 278 Scheurl, Christopher, 135 Varennes, Valeran de, 125 de, 100, 121
Poliamolo, Antonio, 47, 48, 218, Schongauer, Martin, 308 Varthema, Ludovico, 42, 149 Wyclif, William, 285
306, 353 Selim I, 99 Vasari, Giorgio, 217, 218, 312,
Poliamolo, Pedro, 218 Seyssel, Claude de, 103, 194, 320 Zuinglio, Ulrico, 135, 352
Pomponazzi, Pietro, 353, 371 195, 279, 358, 359, 360, 361,
Ponce de León, Juan, 13 363, 364, 365, 366
Pontano, Gioviano, 330, 373 Sforza, Catalina, 145
Pontomo, 305, 315 Sforza, Ludovico, 68, 74, 86, 87,
Portinari, Tomás, 153 107, 293
Porto, Luigi da, 250 Siculo, Marineo, 14, 57, 58, 215,
Preste Juan, 117 330, 346, 347, 376
Priuli, Girolamo, 166, 170 Signorelli, Luca, 45
Ptolomeo, 52, 53, 56, 370, 372, Simnel, Lambert, 82
374 Simón de Pavia, 213
Pulci, Luigi, 250, 316 Sixto IV, Papa, 70, 88, 94, 114,
265, 267, 268, 280, 310, 353
Quintiliano, 314, 345 Skelton, John, 153
Slechta, Jan, 284
Sócrates, 152
Rafael, 94, 135, 217, 218, 282, Solari, Cristoforo, 39
293, 315, 317, 318, 319, 321, Solimán I, el Magnífico, 117
327 Solinus, Cayo Julio, 53
Ramos de Pareja, Bartolomé, Spiridón, 125
295, 296 Sprenger, Jacob, 281
Raulin, Jean, 270 Squarcialupi, Antonio, 292
Reuchlin, Johann, 254, 331, 344 Suetonio, 361
408 *09