La expresión hábeas corpus suele tener diferentes significados, aunque todos
resultan estructuralmente coincidentes. Desde el punto de vista etimológico, la
locución latina se ha traducido como “exhibiendo el cuerpo” o “traedme el cuerpo”,
lo cual nos da una idea básica del significado de la institución: Radica en
presentar a una persona ante una autoridad o exhibir a quien no dispone de la
posibilidad de presentarse por sí mismo.
Sus antecedentes históricos la posicionan como una institución que tiene como
función la protección de la libertad. Cierta doctrina sostiene que, en el Derecho
Romano, el Digesto consagraba la posibilidad de que una persona libre pueda
presentar un edicto ante el pretor para que el autor de la detención lo ponga ante
su presencia.
El antecedente de mayor relevancia podemos identificarlos en la Carta Magna de
1215, una cédula real conocida tradicionalmente como expedida por el Rey Juan I de
Inglaterra, entre cuyas cláusulas se previa: «Ningún hombre libre será tomado o
preso, o desposeído de sus derechos o bienes, o exilado o prohibido, o privado de
su posición de cualquier otro modo, ni procederemos con fuerza en su contra, o
mandar a otros a hacerlo, sin el legítimo juicio de sus pares o por la ley de la
tierra»1. La institución posteriormente fue incluida en el derecho anglosajón
mediante habeas corpus Act, de 28 de mayo de 1679; y; The Bill of Rights, de 13 de
febrero de 1689.
El establecimiento de la acción de hábeas corpus como mecanismo de protección del
derecho a la libertad, así como de los derechos a la integridad física, vida y
otros derechos que resulten conexos respecto de la persona que se encuentra bajo
proceso penal deriva de la supremacía de la Constitución (Art. 424 y 426 CRE), así
como de la aplicabilidad directa e inmediata de las normas constitucionales en
tanto normas jurídicas de rango superior (Art. 11.3 y 426 inc. 2 CRE); de lo
contrario, la naturaleza suprema y básica de las normas constitucionales no tendría
un mecanismo idóneo que lograra hacerlas prevalecer y la protección de los derechos
no contarían con un mecanismo eficaz para la protección de sus derechos.
Aunque parece la razón más importante no es exclusiva, ya que también los
instrumentos internacionales en materia de Derechos Humanos prevén normas en el
mismo sentido. La Declaración Universal de Derechos Humanos reconoce el derecho de
toda persona a un recurso efectivo que la ampare contra actos que violen sus
derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley (Art. 8); el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos prevé la obligación del Estado
de garantizar un recurso efectivo en caso de violación de derechos o libertades
(Art. 2.3.a); y, la Convención Americana sobre Derechos Humanos reconoce un recurso
para garantizar el derecho a la libertad (Art. 7.6). Conforme los artículos 11.3 y
426 de la Constitución de la República, estas normas constituyen derecho aplicable
y debe ser considerado en la decisión judicial para comprender la naturaleza de la
acción de hábeas corpus prevista en nuestro ordenamiento jurídico. La
jurisprudencia de la Corte Interamericana sobre Derechos Humanos, desde sus
inicios, ha precisado que el hábeas corpus “tutela de manera directa la libertad
personal o física”; y, eventualmente, permite ordenar la libertad. También ha dicho
que permite “controlar el respeto” del Estado respecto de distintos derechos (vida
e integridad), impedir la desaparición o indeterminación del lugar de privación de
libertad, así como proteger contra “la tortura u otros tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes.”, precisando que tanto la acción de amparo como el hábeas
corpus sirven “para preservar la legalidad en una sociedad democrática”2. Ha
señalado que, en determinados escenarios o contextos, puede ser una garantía
judicial indispensable y el medio idóneo para garantizar distintos derechos3.
La Corte Constitucional ha determinado que esta acción “protege aspectos
relacionados con la privación ilegal o ilegítima de la libertad de una persona,
sino también aspectos relacionados con los derechos a la vida y la integridad
física de las personas; evidenciándose de esta manera la existencia de tres
derechos que protege la garantía en cuestión, que son la libertad, la vida y la
integridad física.”4.
Una garantía es un instrumento procesal que permite materializar ciertas
cuestiones. El hábeas corpus constituye un mecanismo constitucional a través del
cual, corresponde a los jueces resolver si la privación de libertad se efectuó de
forma ilegítima, ilegal, arbitraria o si en las condiciones acreditadas al momento
de presentar el hábeas corpus concurre alguna de estas circunstancias; también para
analizar las condiciones de privación de libertad de la persona.
Aunque las acciones constitucionales se caracterizan por la sencillez, informalidad
y la ausencia de condicionamientos; y, en el marco de la privación de libertad
existen aspectos que pueden ser controlados directamente por el juez, es
imprescindible que el accionante determine los hechos a los que adscribe la
vulneración de sus derechos (Art. 86.3 CRE), ya que la identificación de unos
hechos concretos determinará la viabilidad de examinar la vulneración
constitucional. En ese sentido, la Corte Constitucional ha precisado que “los
derechos que se protegen mediante esta garantía hacen necesario que –cuando sea
alegado o cuando las circunstancias lo requieran– los jueces analicen la totalidad
de la detención y las condiciones actuales en las cuales se encuentra la persona
privada de libertad.”