Reforestación
La reforestación es una operación en el ámbito de la silvicultura
destinada a repoblar zonas deforestadas en el pasado histórico y
reciente.
              La reforestación
Consiste en repoblar zonas deforestadas para recuperar bosques
destruidos en el pasado reciente. Ante la pérdida de grandes
masas forestales, vitales para la absorción de CO2, la generación
de oxígeno y la lucha contra el cambio climático, se hace
necesaria la plantación masiva de árboles nuevos con el objetivo
de evitar la pérdida de ecosistemas y frenar el deterioro del
planeta.
Restablecer                 la         pérdida               de
biodiversidad
Los bosques albergan más del 80 % de todas las especies
terrestres del mundo. En concreto, según El estado de los
bosques en el mundo 2020 (FAO) acogen a más de 60.000
especies arbóreas, al 80 % de los anfibios, al 75 % de las aves y al
68 % de los mamíferos. Su degradación y desaparición aboca a
cientos de especies a la extinción pese a los esfuerzos de
conservacionismo. La Estrategia de Biodiversidad de la Unión
Europea para 2030 prevé la plantación de al menos 3.000
millones de árboles en territorio europeo para contribuir a la
protección de la biodiversidad. Reducir el dióxido de carbono en
el aire
La actividad del ser humano causa emisiones anuales de en torno
a 40 Gt CO2. La mitad de estos gases se quedan en la atmósfera
contribuyendo al calentamiento global y la otra mitad es
absorbida por bosques y océanos. Reforestar es fundamental
para nuestra propia subsistencia: los bosques son sumideros de
carbono imprescindibles para frenar el cambio climático. Sin
ellos, la temperatura promedio del planeta seguirá en aumento,
con la consecuente elevación del nivel del mar o el deshielo de
glaciares y polos, entre otros efectos climáticos. Revertir la
erosión del suelo y revivir las cuencas hidrográficas
Los árboles del bosque, al frenar el viento y la caída del agua,
protegen al suelo de la erosión. Los suelos erosionados e
infértiles perjudican a la agricultura y favorecen los
deslizamientos de tierra y las inundaciones repentinas. La
reforestación busca paliar esa situación, también acentuada por
la tala indiscriminada, preservando la fertilidad del suelo con
unas raíces bien adheridas. A su vez cuidar la salud del ser
humano
La deforestación y sus efectos sobre el hábitat no solo nos privan
de nutrientes esenciales, sino que son las principales vías de
transmisión de enfermedades infecciosas emergentes, incluida la
COVID-19. El 75 % de estas enfermedades, entre ellas la gripe
aviar o el ébola, se transmiten de la vida silvestre a las personas.
La degradación de los bosques, sin una óptima reforestación,
propicia la exposición de los seres humanos a enfermedades
zoonóticas.
              Tipos de reforestación
Según el lugar en que se practique, se distinguen dos tipos de
reforestación:
Reforestación urbana. Referida a la plantación de árboles en
entornos urbanos. Su objetivo tiene que ver con las propias
necesidades de la ciudad: modificar el clima —los espacios
verdes son buenos para combatir el calor—, mejorar la calidad
del aire —la alta incidencia de tráfico en las ciudades hace que
suban los niveles de CO2—, aumentar las zonas de sombra o
embellecer el entorno.
Reforestación rural. Se trata de la plantación masiva de árboles
en superficies forestales que han sido deforestadas, es decir,
donde antiguamente existían bosques, selvas o vegetación
semiárida. También puede darse en áreas donde estos antes no
existían, aunque el término adecuado en ese caso sería
forestación. Dentro de la reforestación rural, se enmarcan
distintos subtipos atendiendo al objetivo: de conservación, de
protección y restauración, agroforestal o productiva.
 CÓMO SE REALIZA UNA REFORESTACIÓN
Para reforestar un terreno baldío por la tala indiscriminada, por
un incendio o por la deforestación a causa del cambio climático
hay que trazar un plan. La reforestación ha de ser sostenible, es
decir, no se trata de plantar árboles arbitrariamente. A
continuación, repasamos las principales cuestiones a tener en
cuenta.
Cuencas hidrográficas reviven con la recuperación de nutrientes.
    Elegir las especies repobladoras
Lo más recomendable es optar por especies autóctonas, pero
también pueden incluirse especies importadas de crecimiento
rápido que sean compatibles con el suelo y el clima. El
germoplasma forestal ha de ser de buena calidad y lo ideal es
que el vivero de procedencia se encuentre a no más de 100
kilómetros. La forma y el momento del transporte también son
importantes, evitando el sol o las fuertes corrientes de viento.
Optar por un método de plantación
Hay que preparar el terreno, elegir las herramientas adecuadas y
optar por la técnica menos invasiva. Además, debemos tener en
cuenta la altura y cobertura de cada nueva planta para que no se
perjudiquen entre ellas. La plantación no se acaba con la
introducción del germoplasma forestal, sino que se debe llevar a
cabo un plan de seguimiento.
     Establecer un plan de protección
Dentro del plan de seguimiento, se debe desarrollar el modo de
proteger el bosque reforestado de posibles enfermedades,
plagas, incendios o talas ilegales, entre otros. El mantenimiento y
las evaluaciones son vitales para afianzar la reforestación.
       Problemas de la reforestación
Según la Evaluación de los recursos forestales mundiales 2020
(FAO), más de 2.000 millones de hectáreas de bosque en el
mundo tienen planes de gestión. La preparación de directrices
para el correcto funcionamiento de los bosques es un punto de
partida
que no debe faltar a la hora de rehabilitar un bosque o de
lanzarse a reforestar porque, como en todo proceso, pueden
surgir problemas:
Si la reforestación es impulsiva, es decir, no cuenta con un buen
plan de ejecución, puede ser contraproducente, perjudicando a
la diversidad de especies o a los cultivos agrícolas.
En grandes cultivos forestales podemos conseguir el efecto
inverso al buscado, desecando y empobreciendo los suelos por
exceso de concentración salina.
Una mala elección de los nuevos árboles a introducir, así como
su manera de plantarlos y posicionarlos puede ser perjudicial.
Además, la introducción de especies invasoras puede favorecer
la extinción de otras.
Una reforestación mal planteada podría desembocar en un
monocultivo, que no solo afectaría a la diversidad de la flora
autóctona sino también a los hábitats de los diferentes
habitantes del bosque.
 Con el objetivo de volver en el tiempo
En términos generales, la reforestación es un intento de
recuperar un espacio natural que ha sido destruido debido a
factores diversos (la industrialización, la creación de espacios
dedicados a la agricultura y la ganadería, nuevas infraestructuras,
necesidad de vivienda, incendios y un largo etcétera).
La lucha permanente por la protección de los bosques en el
mundo
La destrucción de millones de hectáreas de bosques en todo el
mundo ha servido para crear
Una tarea organizada para lograr los mejores resultados
                 Reforestación
En la estrategia de repoblamiento de los bosques también hay
que organizar un sistema de vivero forestal, el lugar donde se
siembran las semillas con los nutrientes más adecuados y en las
mejores condiciones. Por otra parte, es preciso crear una
infraestructura básica en relación con una serie de aspectos
técnicos en los viveros: un sistema de riego, un invernadero, un
umbráculo para proteger las plantas del calor en verano, un
sistema de conservación de las semillas y un procedimiento para
mantener el suelo del vivero, también conocido como substrato.
Por último, como paso previo a la reforestación definitiva se lleva
a término una limpieza del terreno, que se combina con el uso de
herbicidas para controlar la maleza, así como la elaboración de
un trazado del terreno (o marco de plantación) que dependerá
de las características de este.