La Ciudad de Tres Velocidades PDF
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lUAN Jvl IGl:EL I-h:RN.üwn LEÓ"i
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\. Lo. textos de jacC[ues Donzelot. Jaime
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Pastor, lan Parker, Erica Bur man- [ulia
Yarda r César Rendueles se publican
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bajo una licencia Reconocimiento-No
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España de Creanve Commons. El texto
Z de Judith R. Walkowitz tiene Iodos los La fragilización de las relaciones sociales
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...• .-:, los titulares de los derechos de propie-
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_1 dad intelectual. JACQUES DONZELOT
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JUDITH R. WALKOWITZ
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IAN PARKER
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-...... «:'.' Prólogo de César Rendueles
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S.L.
,., Traducciones: Jorge Cano Cuenca, Daniel Gil Flores,
t!;, CíRCULO nr BELL'SARns. ~OO? Susana Córnez y Eleonora Pascale
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24 JACOUES DONZELOT
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pecto a las calidades de las personas que se entremezclaban características: una libertad común respecto a las servidum-
en la ciudad 2. Por otro lado, en la ciudad del Antiguo Régi- bres feudales que vertebran el campo, y una misma búsqueda
men, esta mezcla y esta variedad de condiciones se organiza- de refugio tras las murallas que por entonces rodean las ciu-
ban enteramente en torno al sector más rico y derrochador de dades y protegen a sus habitantes. La ciudad conforma una
la población urbana, y todas las demás categorías no existían sociedad aparte que disfruta de un régimen de excepción. Así
más que en la medida en que estaban a su servicio, ya fuera de pues, el único momento en el que se podría decir que la ciu-
manera directa -en calidad de sirvientes- o indirecta -como dad producía sociedad es aquel en el que la ci.udad se encon-
proveedores de todo tipo de bienes-o Pero existía una catego- traba más al margen, instalada en una suerte de extraterrito-
-nía social que escapaba a esta función: los mendigos, que rialidad en relación a la parte más importante de la sociedad.
erraban por la ciudad atraídos por su riqueza, pero eran inca- No obstante, a esta lectura hacia atrás de la relación entre
paces de encontrar en ella un empleo debi.do a que el régimen ciudad y sociedad se puede oponer una lectura hacia delante
de gremios reservaba el derecho al trabajo para sus propios. que toma como punto de partida, precisamente, la ciudad
miembros. La presencia de esos mendigos se convierte en medieval y muestra cómo va a agTegarprogresivamente a toda
una obsesión a finales del siglo XVIII y está muy relaciona- la población rural y cómo va a procurarle, por si misma, su
da con la emergencia de un discurso que describe la ciudad unidad. Esta atracción se explica por las ventajas de las que
como lugar de corrupción y de malas artes en oposición al goza la ciudad frente al campo: «El aire de la ciudad hace
campo, considerado depositario de la pureza natural y las libre», decía HegeL porque respirarlo equivalía a una libera-
buenas costumbres. Por lo tanto, en aquel momento la ci.udad ción. También hacía rico, ya que la posibilidad de vivir al
se muestra como un principio de desagregación de la socie- amparo de las anchas murallas que protegían a sus habitantes
dad más que como su matriz. ¿Es necesario entonces retroce- de las amenazas exteriores fundaba relaciones de relativa
der aún más en el tiempo y volver la mirada hacia la ciudad confianza entre ellos)' permitía, así, la acumulación de rique-
medieval para encontrar un tipo de ciudad «productora de za. Es precisamente esta riqueza la que atraerá a los pobres
sociedad»? En efecto, en esa etapa de la historia, la ciudad que viven en las zonas rurales próximas)' en las más lejanas. y
forma una sociedad de personas unidas por unas mismas hará que la ciudad deje de ser un territorio aparte y se con-
vierta en el espacio principal en el que se desarrolla la vida
~ De hecho. es muy posible que en el momento en que la indumentaria
social y donde convergen tanto la riqueza como la pobreza -y,
perdió esa capacidad para seiialar la condición de un individuo. la dis-
tancia espacial tomara el relevo para marcar las distancias sociales en la por lo tanto, los problemas y conflictos que esa proximidad
ciudad. no puede dejar de engendrar-o Los ciudadanos -losburgue-
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ses- perciben que la irrupción de los pobres convierte la ciu- entre ambos polos de la sociedad urbana ese ascensor social se
dad en un espacio propicio para el delito y, a su vez. esta traduzca en una densificación del háhitat de las capas medias.
población pobre ve en ella un teatro en el que podrá procla- Así pues, la ciudad moderna, la ciudad de la industrialización.
consigue «producir sociedad» me.diante..clJ1:aza.cto funcional
mar lo injusto de la suerte que se le ha reservado.
La historia de la ciudad se convierte entonces en la histo- ~~.~u ppa_~o, la separación
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de las clases antagonista0el
ria de la sociedad, construida a medida que se van dando res- esbozo de un sueño de promoción social para el individuo.
puestas a esa inseguridad indisociablemente civil y social que Hasta el punto de que, entre finales de los anos cincuenta)'
alcanza su paroxismo en el siglo XIX. Las respuestas a esa doble principios de los setenta, la partida parecía tan ganada, espe-
inseguridad lle.garán entre finales del siglo XIX y principios del cialmente en Francia, que pudo c~ncebirse y materializarse
xx. ¿Cómo evitar que la ciudad se conyierta en una gigantesca una particular forma de urbanismo que reunía a todas las cla-
escena del crimen? La respuesta consiste en someter las dis- ses en un espacio urbano unificador a través de la homogenei-
tintas zonas urbanas a un tratamiento que, siguiendo las rece- dad. Los «grandes polígonoss residenciales y las «nuevas
tas de un urbanismo higienista y moral, implica deportar a los ciudades» fueron la principal encarnación de esa confianza
pobres a colonias de viviendas sociales ubicadas en la perife- en la capacidad de la urbe para crear una sociedad unida.
ria' tan propicias al trabajo como poco favorables al delito. En este movimiento «hacia delante» que nos muestra
¿Cómo evitar que las clases trabajadoras marchen sobre la una sociedad formándose en el seno de la ciudad gracias a un
ciudad en un estallido de rabia por lo injusto de su condición, dominio cada vez más diestro de las proximidades funcio-
comparada con la riqueza que exhiben los burgueses? Tratan- nales' de las distancias sociales y de las movili dades indivi-
do, en este caso, a las personas, paliando a través del sistema duales' hay un momento en que nuestra visión se nubla y
de protección social la situación de necesidad en que se parece como si alguien hubiera cambiado subrepticiamente
encuentran cuando no pueden trabaj ar a causa de un acciden- la película y la mente tardara en percatarse de ello, porque la
te. de una enfermedad, de la edad o del paro. Y, por último, historia que se desarrolla ante nuestros ojos parece, en bas-
¿cómo evitar que esa segregación entre las clases pobres y las tantes aspectos, continuación de la anterior. La sociedad se ha
clases acaudaladas no re avive en las mentes las iras que apaga- urbanizado por completo, el desarrollo de las clases medias
ba en los corazones? Posibilitando una continuidad entre las ha sido notable y los conflictos de clase han perdido intensi-
distintas condiciones sociales, vinculando la mejora en la dad: esto es lo que aparece como prolongación directa de la
condición de los más pobres -gTacias al trabajo, al ahorro o historia del progreso social que triunfa sobre el drama huma-
al éxito académico- con la movilidad espacial, y logrando que no. Sin embargo. hay varios elementos que perturban esta
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continuidad de la visión, entre ellos, y el más importante. la tro de esa gigantesca clase media en la que parecía haberse
inseguridad, qLleregresa bajo su doble forma civil y social. En convertido la sociedad, haciendo que aparezca una división
los últimos veinte años, la delincuencia)' la violencia se han entre los qLlevan a disfrutar de la centralidad urbana y quie-
duplicado o triplicado, según los países, a la vez qL1ela preca- nes se establecerán voluntaria u obligatoriamente en el área
rización del trabajo ha tornado más frágil la condición de los periurbana. Todo esto ocurre como si los anteriores mecanis-
asalariados, en particular la de los menos cualificados, que mos de unificación de la sociedad hubieran invertido sus
hasta ahora podían pensar que era posible intercambiar su efectos bajo el manto de una urbanización generalizada. Entre
docilidad por un crecimiento continuado de su protección los polígonos de viviendas sociales y los barrios «bien».
social. Ambos problemas son de sobra conocidos por los pasando por las urbanizaciones de clase media, existía un
expertos y reconocidos por los políticos, y han dado lugar a la camino que apuntaba a una posibilidad de tránsito entre
-------puesta en r;;-á~chade programa-s deactua-ciónesp-eCla1es sobre -.--. ------- .-.--- - -üÍ1 espacio y'otro, apoyándose de alguna manera en la distan-
zonas urbanas desfavorecidas. tomadas de nuevo por la delin- cia relativa qLlelos separaba para crear una dinámica positiva.
cuencia. Asimismo, han dado pie a la búsqueda de una refor- La pacificación que proporcionaba la separación funcionaba
ma del derecho laboral que permita conciliar la flexibilidad como condición para el ascenso. Hoy, sin embargo, ¿no ocu-
requerida por una economía globalizada y la necesidad de rre en buena medida lo contrario? La distancia (entre los
seguridad de los asalariados en lo que a su acceso al empleo se polígonos de viviendas sociales)' las urbanizaciones periur-
refiere. ¿Por qué ver, entonces, en estas dificultades recien- banas, porun lado.y entre éstas y los centros gentrificados de
tes algo más que un obstáculo provisional en el proceso de las grandes ciudades por otro) es percibida como el rechazo
unificación de la sociedad en y por la ciudad? Porque la con- de uno de los mundos por parte del otro, lo que alimenta el
tinuidad de las condiciones sociales, gracias a la promoción resentimiento)' las fricciones, la sensación de no pertenecer
regular de los elementos más meritorios de la sociedad indus- a la mi.sma ciudad, o a la misma sociedad. En lugar de un
trial, ha sido sustituida por una lógica de separación que des- movimiento único y unificador de los espacios urbanos asis-
hace la unidad relativa de la sociedad urbana. Separación qLle timos al advenimiento de una ciudad de tres velocidades defi-
no sólo se produce entre el sector más pobre de la sociedad ni da por la relegación de los polígonos residenciales y la
-constituido por esos «excluidos» relegados a los antiguos periurbanización de las clases medias, que temen la proximi-
barrios de viviendas sociales, qLlea menudo se han converti- dad de los «excluidos» mientras se sienten «olvidadas» por
do en lugares de abandono social- y el resto de la sociedad, la elite de los «ganadores» que se dedica a invertir en el pro-
sino que también hace mella en la continuidad existente den- ceso de gentrificación de los centros históricos.
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Nos zustaria mostrar cómo Sé concreta esta nípartición de partiendo de aquello que simbolizó con mas fuerza la preten-
la ciudad caracterizando la manera de ser propia de cada una sión de reunir armoniosamente los distintos elementos de la
de esas tres entidades urbanas, es decir. hacer un trabajo de sociedad mediante UD urbanismo voluntarista, esto es. los
topología urbana señalando las particularidades de cada uno «grandes polígonos» residenciales y las «nuevas ciudades»:
de esos lugares. No damos cuenta aquí de investigaciones Ideados ambos en un momento en el que la confianza en la
empíricas. dada la considerable variedad de formas sociales y capacidad del progreso para acortar las distancias sociales y
urbanas a las que pueden estar asociados los términos «rele- reducir la conflictividad estaba en un punto álgido (del que
gaeión». «periurbanización» y «gentrificación». Lo que pro- parece haberse producido un alejamiento irremediable des-
ponemos se encuentra más relacionado con un método ideal- de entonces), el primero de esos modelos de urbanización ha
r .. típico con el que se trata de extraer, a propósito de cada una de asistido al total desvanecimiento del sueño que acompañó a
esas formas y a través de lo que las distingue. un principio su fundación, y con el segundo ha ocurrido en gran medida lo
de inteligibilidad que permita comprender el impacto de esa mismo. Y no se trata de que esas creaciones fueran meros
lógica de separación que opera en la ciudad. Así pues, vamos a caprichos tecnocráticos de unos arquitectos perturbados,
describir cada uno de esos lugares a partir de cuatro elementos puesto que en sus inicios hallaron un eco real en la sociedad.
que pueden mostrar lo que los caracteriza y a la vez lo cfueali- Esos g1'andes polígonos destinados a alojar en condiciones de
menta su ruptura con los otros dos. Primero. una manera de relativa igualdad a toda clase de empleados, «desde lobrero
estar «entre sí» en esos lugares: segundo. la actitud respecto al asalariado hasta el ingeniero», según la fórmula acuñada,
movimiento y a la seguridad o inseguridad que acompañan a lograron sus objetivos gracias al atractivo de unos piso con-
cada tipo de «entre sí»; tercero, la relación que en cada caso se fortahles que proporcionaban una alternativa a la estrechez
establece con la educación, toda vez que la escuela se ha con- de las viviendas del centro urbano, a una movilidad liberada
vertido en el vehículo de la movilidad social; y, por último, su en espacios funcionales frente al encierro en las apretadas
eficacia, es decir, lo que en cada caso se trata de conseguir. calles de la ciudad vieja, a la seguridad sanitaria y social que
implicaba ese alejamiento de la urbe y sus tormentos y, por
último, a la promesa de disponer de los equipamientos esco-
LA RELEGACIÓN lares, sociales y culturales que acompañaban a ese tipo de
urbanizaciones. Las clases medias acudieron con la misma
Para describir el proeeso de separación que afecta a la ciudad disposición que las clases populares, )' nada indica que ese
desde hace veinticinco años, lo mejor es observar sus efectos equilibrio no se hubiera mantenido, de uno u otro modo, si
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las condiciones no hubiesen cambiado, aunque sólo fuera chas e incluso sufre ante la perspectiva de marcharse cuando
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por la vocación que tenían esos pisos de alquiler de servir de aparece una posibilidad de mejora ¿Por qué insistir, pues,
primera vivienda a matrimonios jóvenes con independen- en esa dimensión obligada de su relación? Porque los habi-
cia de sus ingresos. Sin embargo, la fuerte reducción en el tantes de esos barrios en los que predominan las minorias
empleo industrial de baja o nula cualificación, el paro resul- étnicas se encuentran de algún modo atrapados en una doble
tante, el modo en que éste afectó sobre todo a los nuevos exigencia: una. tácita, es la de tener que seguir viviendo unos
ínmigrantes. la oportunidad que por su carácter público con otros; la otra, ex-plícita, es la de evitar constituirse en un
representaban los polígonos para alojar a una clientela pobre nosotros que pueda hacer demasiado patente lo que tienen en
y poco apreciada por los propietarios individuales debido a común. y, en efecto, por una parte están ahí a causa de sus
sus características étnicas, la imagen negativa que se asoció orígenes. de esas costumbres propias que irritan a los fran-
a esos grandes polígonos y la consiguiente «huida» de las ceses de origen, de la necesidad de «sacrificar» para ellos
clases medias, hicieron que esas nuevas formas urbanas deja- una parte del parque de viviendas sociales si se quiere que
ran de ser la ilustración de una modernidad voluntaria para la otra siga siendo atractiva para las clases medias bajas; por
adquirir un carácter ahuyentador, y que de ser símbolos de otra, saben que en Francia no pueden apoyarse en sus oríge-
agregación pasaran a serlo de relegación y aislamiento. nes. su cultura y su religión para formar sociedad a partir de
Los habitantes de los polígonos residenciales forman una estos elementos de afinidad, salvo que quieran colocarse en
sociedad particular marcada por la naturaLeza obLigada de su una posición de ruptura con la República.
relación, en la medida en que el papel de la libre elección en Para ilustrar los efectos de esa doble presión que se ejerce
la constitución de su vecindad es mínimo. Están ahí porque sobre los habitantes de los polígonos residenciales, lo mejor
no pueden estar en otro sitio, y no eligen en absoluto la com- es fijarse en la sucesión de tres hitos que han marcado la his-
pañía de sus vecinos, lo que no sig11ificaque no haya movili- toria de las periferias urbanas francesas a lo largo del último
dad en esta población ni que sus relaciones no puedan tener cuatro de siglo: la marcha de los beurs 4 a principios de los
alguna dimensión electiva, algún calor. Estudios cualificados años ochenta, el aumento intensivo de distintos tipos de trá-
han demostrado que, incluso en los polígonos más estigmati- fico ilegal en los años noventa y, por último, las manifestacio-
zados' si bien hay una parte de los habitantes que percibe el
3 Pienso, en concreto, en B. Allen, «Les Tarterets. un quartier daccueil?».
hecho de vivir allí como una deshonra, existe otra. no menos LesAnnale.s de la recherche urbaine. 94 (2003).
importante, que lo hace suyo y lo convi.erte en una parte posi- 4 Término de uso común en francés para designar a los ciudadanos de ori-
gen árabe. [N. T.]
tiva de su identidad, entabla relaciones de vecindad estre-
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nes islamistas a principios de la década de zoco. El primero coches, por el dinero que se exhibe. que se consigue rápida-
de estos hitos corresponde a un momento de esperanza, ya mente)' se gasta del mismo modo. o se invierte en los países
que el objetivo de la marcha en cuestión era hacer ver el deseo de origen para cosechar allí la sensación de que uno cuenta
para los demás".
de integración de los llamados inmigrantes de segunda gene-
ración. poniendo de relieve la voluntad de asumir sus oríge- El tercer hito, el del velo y la afirmación identitaria a tra-
nes y. a la vez. su acercamiento a la sociedad francesa. Su pos- vés de la religión, enlaza con esa equiparación cada vez más
tura se resumiría en estas palabras: «Nos sentimos relegados frecuente de inmigración y delincuencia, y trata de dar una
en nuestros barrios a causa de nuestra pertenencia étnica. solución que al mismo tiempo se haga eco del sentimiento de
Queremos que la sociedad nos tenga en cuenta. ser parte de rechazo, que se ha hecho mayor a medida que se ha ido exten-
ella en lugar de acampar ante sus puertas. Podemos aportar diendo la imagen que pr senta al inmigrante como fuente de
nuestra energía de emigrantes y el enri.quecimiento colectivo inmoralidad. La campaña electoral de '400'4 giró en su totali-
que produce siempre la mezcla de colores y culturas». Esta dad sobre el asunto de la inseguridad asociada a los inmigran-
declaración no obtuvo ninguna respuesta convincente. a juz- tes y la crítica a los barrios «al margen de la ley» donde viven.
gar por los disturbios desesperados que estallaron en los a110S La necesidad de reconocimiento de la población concernida
noventa y. sobre todo. por el aumento de la delincuencia y el vuelve a adquirir entonces una dimensión colectiva, pero esta
vez serán las chicas.y no los chicos. quienes tomen las calles)'
trapicheo a lo largo del decenio siguiente.
Ése es el seg1mdo hito. el de la delincuencia y la búsqueda los establecimientos públicos. Ya no se expresarán en nombre
individual de reconocimiento. ¿Es una delincuencia por de los valores de la integración sino en el de los de su cultura de
necesidad. un simple efecto del paro? En absoluto. Si intenta- origen, como si estuvieran en peligro de extinción. Lo que
mos comprender esos tráficos ilegales mediante las justifica- cuenta ya no es la autoafirmación individual sino la demostra-
ciones que dan sus autores. nos encontraremos ante una bús- ción de la propia sumisión a los valores de la religión islámi-
queda de reconocimiento más que ante la satisfacción de un ea, encargada de resaltar la línea de división entre la cultura
estado de necesidad material. R.etomando a Hugues Lagrange de la población inmigrada y la sociedad. El velo, por ostensi-
ble. impide que se censure la falta de moral en el inmigrante,
y, a través de él. el análisis hegeliano. podría decirse que. a
'falta de ese reconocimiento del que gozan a priori todos los pero se corre el riesgo -buscado- de recibir una condena
miembros de la sociedad en un Estado de derecho, los delin- republicana por regresión cornunitarista. Se pasa así de la
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esas comunidades por n'tenderse más allá de su perímetro ~ d '" estuviesen abierto:
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lO as las imáaene " a 'J ' o llel al.
b' C:~ SOCIauas a estos barri - '
provoca problemas .c<fronterizos», fricciones y disturbios, ya la cuestión d 1 '_ _ " os ponen de relieve
que está en juego el valor mercantil de los l)arrios limítrofes, e la inmovilidad. empezand por las carreras de
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coehe:~. que se iniciaron en 1981 en el barrio de MingJettes y transportes públicos. corno es sabido. no escapan a esa inse-
se repiten desde entonef'::;. siguiendo un rit1.1al estahlecido. g·uridad. En definitiva. el espacio común no es -va no- un
en los ~-;uburbios de algunas ciurlades como Estrasburgo. lugar en el que se pueda estar a gusto solo, JUnto a ios demás.
Robar coches. dar vueltas a toda velocidad por el harrio y pudiendo mirarles, recurrir a ellos en caso de necesidad.
luego quemarlos, ¿no es un modo de mvernr el movimiento. sentir su distancia) En el exterior sólo se
su disponibilidad.
de reducirlo a la nada'? La mi.sma fuerza tiene en este aspec- puede estar a gusTO en grupo. en banda. y si se quiere estar
to la imagen de los portales ocupados por grupoS de jóvenes solo hay que quedarse en casa. Se vive. por tanto. o bien refu-
y salidas de los vecinos.
-',r------.--:S~l~.
que opo~ell su inercia a las entradas giado en el aislamiento o bien confundido en la aglomera-
n~e~nñtJ~aalf:'g~.o).,'I:co~quCfi'f~í'!,~a~a~dfte~S~1 . .?~I pando de esa aprop ia ci n cu asi mafiosa del te:-
•••••ij""l;¡,.l..í!•• ';¡¡e.J:.;·iJ:nlJn:l:l1~Ó~}T1i·lLID1~0~S~O~I11.>
O~S~13MCt.Iljilii~@I1i ~c~·i2ólll~
J¡
ll¡,.· ó
tanto esas imágenes mediáticas como el encierro de los veci- rritorio que se da en aquellos lugares en los que sólo reina
'~"Jl~ nos en las viviendas, el afán por estar en casa con la puerta la ley del más fuerte. Lo que desaparece es precisamente la
'~," cerrada, como si salir, moverse. ir a otro lugar y volver fuese posi~ilidad de estar ligado a los otros y no obstante separado
;1 una prueb, que 1, gente" ;,npusie" lo menos posible. de ellos, como están quienes se disponen a uno y otro lado de
..';t. En los pobgonos de viviendas sociales Tefugiarse en casa una mesa, según la metáfora que emplea Hannah Arendr par2
"1 se irnpone en la medida en que Iwbl.a.r de espacios COllumes es describir el principio del espacio público 7.
habln)" de i.nseguridad. Tanto en los pOTtales de los bloques «Entre sí» obligado. espectáculo de inmovilidad volun-
como en las entradas de los centros r:-seolares, los aparca- taria, inseguridad de los espacios comunes: los territorios de
mientas de residentes o los de las superficies comerciales, la relegación son dignos de tal nombre. ¿Por qué su situación
entrar o salir implica expo lerse" diversos riesgos, desde la parece eternizarse más allá de los esfuerzos de los pode-
habitual mala educación a la ex'torsión metódica o al robo del res públicos? Está clara la coyuntura de crisis del empleo rrue
-1 e o sí hay provocó la d O' - d . c ; 1 - 1
coche. Naturalmente. no siempre ocurre o peor. P 1 J . eula aClO11e e esos lugares y la concentración
una franja del día más problemática , que empieza al anoche- de la pobreza. pero desde entonces ha ü."rumpido un nuevo
cer. A la inmovilida d, se agrega asi' e1 aIS
. 1amier. rto ."11or"1.-
m1e es orden • que ha traído
él J 1Jues t os dee tra
trahai
Ja)o susceptibles de susri-
cornplicado invitar a cenar a gente d e .c ruera sa 1JL .ende . que tuir al meno S en par t e, a 1os que se perdieron en la industria:
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pio. Al margen de la preocupación por el equilibrio «repu-
aunque sólo fuera a través de los lazos familiares Yde amis-
. hlicanos en la composición social de sus poblaciones, se
tad que mantenian quienes habitaban los polígonos y quie-
perfila un temor más sustancial, pues afirman que si se llega
nes habían accedido a la propiedad de una parcela: éstos
a cierto umbral de ruptura en la composición social de un
atraian a aquéllos. los arrastraban y les hacían probar de
municipio, éste pierde todo atractivo y se une al conjunto de
alguna manera la tierra prometida. Actualmente, el rechazo
terntonos desfavorecidos, a los que se aplica la gestión palia-
es más fueI1e que la atracción, ya que el miedo a que los habI-
trva de la llamada «política de la ciudad» .
tantes de los ~olígonos puedan perturbar la vida apacible de
¿Por qué son rechazados de ese modo los polígonos re si -
los chales, perjudicar la calidad de su entorno o provocar una
denciales y sus moradores por los habitantes del área periur-
caída de su valor de mercado, prima sobre el deseo de mos-
bana, teniendo en cuenta que una palie de ellos procede de
trar el éxito. la «pequeña felicidad"» alcanzada. a los que
allí~ Un elemento a tener en cuenta es, desde luego, que los
sízuen viviendo en los polígonos de viviendas sociales ..Ra
o
pohgonos se Identifican con las minorías étnicas y el males-
aparecido un principio de incompatibilidad que se traduce
tar más o menos declarado que generan. Sin embargo, parece
en el establecimiento de una frontera, de un dique con el que
qU,ela explicación habría que buscarla, más bien, en la oposi-
los residentes de los chalés contienen a los habitantes de los
cien casi estructural entre estas dos tendencias de la ciudad
polígonos. i11cluso-o precisamente- cuando comparten el
contemporánea: la relegación en barrios de viviendas socia-
mismo origen: es como si los primeros tuvi.eran la sensación
les .s,ituados dentro o fuera del casco urbano y la periurbani-
de haber escapado de un inmenso peligro y no quisieran en
zacion, que parece el reverso exacto de la primera. En efecto.
modo alguno verse de nuevo expuestos a él. Esta incompati-
los habitantes del periurbano oponen al «entre SI» forzado
bilidad no es un fenómeno secundario o provisional, sino
de los polígonos la búsqueda de un «entre sí» protector, que
que atraviesa realmente la vida de todos los municipios en
es necesario en la medida en que tienen que contar con el
los que existen polígonos residenciales Yurbanizaciones de
apoyo de un vecindario tranquilizador para poder llevar una
chalés. Para convencerse de ello basta con escuchar el dis-
vida marcada por desplazamientos importantes, tanto para ir
curso de los alcaldes de esa clase de poblaciones. Yen par-
al trabajo como para las compras. el ocio o la educación de sus
ticular en las llamadas ciudades «nuevas», cuya mayor preo-
hijos. Aquí lo que choca no es, como en los barrios de vivien-
cupación, casi obsesiva, es aumentar o almenas mantener el
das sociales, el espectáculo de una inmovilidad casi volunta-
número de sus habitantes de clase media. y reducir el riesgo de
rra, sino la omnipresencia del automóvil, la hipermovilidad
fuga provocado por la concentración de pobres «proceden-
forzada. Tampoco reina en los espacios comunes esa insegu-
tes de la inmigración» en las viviendas sociales del mUl1lCI-
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de tal modo que concede los beneficios n '
estrictamente en fu ., d ;:, redioamhientales
ridacl de los polígonoS que empuja a sus habitantes a ence- rieron e los iuzres d .
den acceder a ellos A ' 1 tJ, os, e qtuenes preten-
rrarse en el hogar, al que prodigan cuidados proporcionales al . SI. en a reglOn d Il d
s una especialización soci a1 dIe . e e France
abandono en el que dejan los lugares con1partido ; de hecho, e os municipi . se da
que ofrece al comprad lOSpenurbanos
la situación es bien distinta, ya que si la primera preocupa- or parcelas más b
aumenta la distancia aratas a medida que
ción son los espacios y bienes privados, como lo demuestra la respecto a la capital d
menos favorecidos 1 b ' e modo qtle los
sobreabundancia de verjas Yperros g'uardianes, los espacios , os o reros cualifi d
exterior del anillo P ica os, ocupan la parte
comunes son objeto de un gran interés e incluso se tiende a la . or otro lado los i -
en el relativo aislami ,ntentos de autozestión
pro,,¡ca pn"atizac¡ón de los mismOS.justificada po, las necesi- . amiento de las parcelas no . o
pnmeras disputas entr _' . sobreviven a las
dades de seguridad. por último, si en los polígonos residen- · . . e qUlenes quieren i , .
CIOcomún)' auienes dur . invertir en el espa-
ciales la educación muestra todos los efectos negativos del ,la Ulas penas 100'ra
privado, de modo q o' CJ n pagar su espacio
e
«entre si> forzado, la inercia Yla inseguridad de los espacios ue oeneralmente l
por heredar sus prerrogati d os municipios acaban
comunes, ocurre todo lo contrario en el p eriurb ano , donde la · lvas o eheres .
ClOSviarios Cual ' en matena de servi-
escuela se beneficia de la naturaleza protectora del «entre . qmera que sea el . d .
habitantes de las' ' gl a o de mversión de los
sí» (le sus habitantes, de su preocupación por la seg;uridad de 1 areas penurbanas en 1 O' . ,
falansterio. Sin eml)argo, el sueño bucólico Yla excitación rl parmentos, o también' mstaíarse
1
10 E. Chal' en un auténtico
comunitaria no sobre\:1.vieron a la época de los fundadores. ya
. .Les nssus péen.- lIT b al11s
mun it'les.mes, . a i fsa e . 1
informe para el Mini " fran . 1 r . .p' e a a menoce des gared com-
que para disfrutar de un ambiente natural hay que regirse sterio oe Hacienda. París, PUCA , 20 ",'J·..1.
46 ~
----
LA CIUDAD DE TRES VELOCIDADES 49
JACQUES DONZELOT
48
bajo lejos de casa, centros de interés cultural y de ocio situados
. b 'la vida municipal
. to al centro ur ano ya. . en otras direcciones, y amistades diseminadas por todas par-
aislalUlento respec di y redes proplÜS
r disfrutar de los me lOS. . tes. Esta «ciudad emergente» es una «ciudad de la opción» y
local, optando po . 1 blemas de equipalmen-
1 por sí mlsmQs os pro una «ciudad móvil» que emancipa a sus habitantes de las
para reso ver . ., d territorio periurbano
" 1 la pOSlClOn e un obligaciones inherentes al barrio de la ciudad de antaño. qtle
tOS . Sea cua sea ibili d d s que ofrece la relación
d'f " ntes 'pOSI I I a e libera el juego de las oportunidades y las afinidades del yugo
dentro de las 1 el e ., " «entre sí» protector
1 ,' 1 preocupaclÜn pOI un de las pertenencias socio espaciales l~. Pero esta libertad nue-
con lo po ItlCO, a . . ble que compar-
. . do el componente de base llwana va se paga con una doble dependencia: por una parte, frente a
Sigue SIen .
ten todas las opciones. . "banización está pre- los medios de transporte, por otra, frente a las garantías de
En todas las modalidades de penm " al o ue se tranquilidad que ofrezca el lugar donde se vive. Por lo que
, de un «entre sí» protectol, e g q
toca al primer punto, de entrada hay que disponer de dos o, lo
sente la busqueda l oue i ega el desplazamien-
. " 1 apel fundamenta que]u . " que es aún más frecuente, de tres vehículos. Influye también
explica pOI e p . h.'b·tat natural que, pOI
d de vida radIcado en un a I la calidad de las vías de desplazamiento, así como la existen-
to en un mo o .' t' dispuesto a aceptar un
1 '1 e conSHfue SIse es a cia o no de un medio de transporte público que sirva de alter-
lo genera, so o S D d 1 abai o como de los centros
1 . miento tanto e tr a] nativa más ventajosa o para casos de emergencia. Por último, y
importante a e)a' d ia) Vivir en un área
. ( 1 nos los de secun arta . sobre todo, cuenta la lejanía de los servicios: la distancia a la
educatIVOS a me" 1 npo> sino también
. . t larse no solo «en e cal que se puede encontrar un buen liceo, la posibilidad o impo-
penurbana es ms a. ' de fluidez, opuesta a
. . te>: la Imagen es aqul . sibilidad de ir por la noche al centro de la ciudad y volver sin
«en el mOVllmen o , .' 1 Ahora bien. uno no
. 1 l'g'onos reSIdenCIa es. que ello se convierta en una expedición excesivamente agota-
la inerCla de os po I . en la medida en que
. '1 uente del hogar S1110 dora ... Tratándose de la tranquilidad del lugar de residencia,
se aleja tranqul al. tector proporcionan-
t gldo y ser pro. , es necesario poder contar con la seguridad de las protecciones
éste parezca estar pro e . T da para poder ir a
base lo bastante so I contra el robo, con la vigilancia de los vecinos, con su eventual
do de este mo d o unan temor a que algo
.' haci otros tipos de gente SI preocupación por la casa o los hijos de uno en caso de ausen-
otros SItiOS, acia . d 1 d 1hogar. Con la periur-
. intecrnda o a e cia, para que la angustia no acabe con el placer del desplaza-
1
amenace a propia b . d d na ciudad de opcio-
., nueva cm a ,u miento. Es difícil saber qué hace más atractivo el periurbano,
banizacIon emerge una . der a puestos de tra-
n Ia rrue la movilidad permIte acce . si el alejamiento o la movilidad, ya que anillos elementos guar-
nes. e '1."
. t ain d'aventure
. 11 cré« Le periurbau1. en 12 Y. Chala s )' G. Dubois- Taine. La vil/e émelgen.te, La Tour d'Aigue, Editions
11 M. C. ]aillet, 1. Brevard'y 1. oUt>'?» PouI,oi.rs LOCGlLX. 56 ¡(marzo de
politique pour les classes moyennes. . delAuhe.199?-
2003), pp 25-29'
b
LA CIUDAD DE TRES VELOCIDADES 51
JACQUES DONZELOT
50
5°
b
r
p
52 JACOUES DONZELOT LA CIUDAD DE TRES VELOCIDADES 53
das producen en los transeúntes, sobre todo en quienes la que da acceso en el marco de estas nuevas fórmulas, como
viven en otros tipos de espacios urbanos, que con las razo- si de un ticket de entrada se tratara, ni más ni menos. Consi-
nes que efectivamente mueven a quienes buscan o venden derados a la luz de este análisis, los mecanismos de cierre
este tipo de producto'5 Eric Charmes señala que tendemos a y de privatización de esas nuevas áreas residenciales apare-
ver en esas formas de autoprotección un afán por crear una cen como la realización, sin disimulo ni complicaciones
sociedad cenada sobre si misma, algo que no confirma en inútiles -como consecuencia del progreso económico, en
absoluto un análisis cuidadoso de las razones que dan los cierta medida-, del proyecto inherente a la tendencia de
interesados: el deseo de tranquilidad no llega basta el extre- las áreas periurbanas que consiste en comprar un entorno
mo de desear un auténtico encierro, y mucho menos supone protector, pero liberado ahora de la tarea de producirlo o
un racismo más o menos declarado hacia los habitantes de coproducirlo, es decir, descargado de la inversión relacional
los polígonos y la amenaza que representan. ¿Cómo inter- que ello requeriría y cuyo resultado es siempre incierto.
pretar entonces la proliferación de esas fórmulas más o La cuestión del acceso, tal y como la teoriza Rilkin, arroja
menos cerradas de residencias colectivas? .T eremy Itifkin luz sobre la relación que los habitantes de las áreas periurba-
hace a este respecto un análisis particularmente sugestivo. nas establecen con la seguridad, pero también con los servi-
Muestra, en efecto, cómo dichas fórmulas se inscriben en el cios en su conjunto y particularmente con la escuela, ya que
marco mucho más general de una sustitución de la lógica de en este último caso todo gira alrededor del acceso, que hay
la propiedad p.or la del acceso: la propiedad, en sentido que preservar allí donde ya existe)' posibilitar en otros luga-
estricto, de una casa tranquiliza e inquieta al mismo tiempo. res. En efecto, la escuela combina los beneficios de los rasgos
Hay que protegerla, velar por ella, para disfrutar de la segu- característicos del hábitat periurbano que hemos podido
ridad que procura. Pero si esa seguridad es el bien del que se delimitar: un «entre sí» protector, una tendencia al movi-
quiere disfrutar, ¿por qué no comprarla directamente de miento yuna privatización de los espacios comunes con el fin
algún modo en forma de acceso a un lugar protegido, que de hacerlos más seguros. A modo de ilustración puede
dispensa servicios estrictamente reservados a quienes han tomarse la reciente investigación dirigida por Eric Charmes
pagado la entrada? De esta manera, lo que se quiere proteger sobre las relaciones de cierre y apertura en las áreas periur-
con un arsenal de medios de vigilancia ya no es la propiedad banas,6. Su trabajo se ha centrado en un pequeño municipio
-que pasa, pues, a un segundo plano -, sino la tranquilidad a de 4.600 habitantes llamado Coubron, que tiene la particula-
ridad de ser uno de los más prósperos en un departamento
15 J. Rifkin, La era del acceso. La revolución de la. nu.evCt economía. Barcelona.
Paidós.uoco. 16 E. Charmes. Les nssus pén-llrba.illsfmn~ais ... , oj!. cit.
53
52
54 JACOUES DONZELOT LA CiUDAD DE TRES VELOCiDADES 55
famoso por sus problemas sociales. el de Seine-Saint- Denis. sus beneficiarios un privilegio que. además. es buscado.
Otra de sus características es que linda con dos municipios apreciado y defendido en mayor medida por aquellas familias
que figuran entre las ovejas negns del departamento, Clichy- que lo percibían como una barrera cuando se encontraban al
sous-Bois y Montfermeil, de los que de hecho procede un otro lado de la mi sma. He aquí lo~ efectos elel «entre sí»
porcentaje importante de los habitantes de Coubron. Estos protector sobre la escuela. La relativa privatizaci ón de los
orígenes. sin embargo, no facilitan la relación entre Coubron espacios comunes en aras de la seguridad se lleva a cabo no
)' las poblaciones vecinas. más bien podría afirmarse 10 con- sólo cerrando éstos sino también mediante la supresión. no
trario' pues el deseo de separación parece ser aún más fuerte menos eficaz. de cualquier ocasión, de cualquier tentación
en quienes consiguieron abandonarlas y quieren que la rup- que pueda incitar a acudir al municipio a los niños de los
tura sea total para que el esfuerzo no haya sido en vano. Para polígonos circundantes. De esta manera, en Coubron se evita
estas personas todo se decidió cuando sus hijos llegaron a la cuidadosamente construir cualquier equipamiento, por
edad escolar. Hicieron entonces un considerable sacrificio ejemplo deportivo, que pudiera atraerlos.
para invertir en la compra de una casa en ese municipio cer- En cuanto a la tendencia a la movilidad, Tan caracte-
cano pero con un suelo caro con el fin de proporcionar a sus rística de las áreas periurbanas, enseguida se aprovecha
hijos un maTCOque pudiera evitarles sufrir los prejuicios para derivar a los alumnos de secundaria hacia un insti-
inherentes a la vida en un polígono de viviendas sociales. tuto situado en un municipio vecino y con un alumnado
Como consecuencia de esa inversión se afanan más que el más selecto que el de Clichy-sous - Bois, que es el que les
resto de familias del municipio en vetar el acceso al mismo correspondería de acuerdo con el mapa escolar. Ese insti-
a recién llegados que pudieran no estar especialmente tuto de Clichy- sous - Bois podría haberse construido per-
motivados en preservar su calidad. En Coubron las familias fectamente en Coubron. pero ello habria supuesto mezclar
presionan a los cargos públicos para que rechacen cualquier a los alumnos de ambas localidades; por eso, la adminis-
iniciativa legal que permita a los niños de las viviendas tración optó por una formula que supone para los padres
sociales matricularse en sus escuelas. La adquisición de una un mayor gasto en desplazamientos pero asegura una bue-
vivienda equivale a comprar una entrada para acceder a un na escolarización para sus hijos. En definitiva, el acceso es
colegio protegido: por consiguiente. se niega dicho acceso a un arte cuyos beneficios se extraen cuanto mejor se saben
quienes no lo han pagado. El «mapa escolar» " reserva así a utilizar las barreras administrativas y las decisiones políti-
1, Que obliga a que los niños sean e~colariz"dr;s en el centro mas próximo a
cas en provecho propio y contra aquellos a quienes se quie-
su domicilio. [N. T.] re evitar.
S5
54 ti,
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LA CIUDAD DE TRES VELOCIDADES 57
JACQUES DONZELOT
56
en el que dejan una parte considerable de su tiempo Lo que
u.. GEl'ilRIFICACIÓN caracteriza a los habitantes de los centros gentrificados no es
la inmovilidad voluntaria ni la movilidad obligada, sino la
La relación que se establece entre los barrios de relegación y ubicuidad: pueden estar plenamente allí y, con la misma faci-
las áreas periurbanas está marcada por el rechazo que mani- lidad, en cualquier otro sitio, por la proximidad del lugar en
fiestan los habitantes de estas áreas frente a esos barrios de el que viven a todo lo que les importa y por la rapidez de las
los que muchos de ellos proceden. La tercera parte en discor- redes reales o virtuales que les permiten proyectarse holga-
dia la conforman las clases medias que abandonaron la ciu- damente a cualquier otro punto del orbe, al ritmo del cual
dad buscando, en un primer momento, un entorno más viven constantemente. En materia de inseguridad, no alber-
atractivo y, más tarde, una vivienda familiar suficientemente gan realmente ningún temor por sus espacios privados, ),a
grande, algo que ya no podían permitirse en los centros que el precio del suelo basta para mantener alejada a la plebe
metropolitanos a causa del aumento de los precios del suelo. de los suburbios. Tampoco se sienten amenazados en las
Paralelamente, se da en el segmento superior de esas clases calles, ya que la abundancia de comercios va acompañada de
medias un movimiento en sentido inverso de «retorno a la una vigilancia sutil, reforzada si es necesario por la no tan
ciudad» 18 (véase el título de la obra de Catherine Bidou). Este discreta policía municipal, y por la presencia, más aparatosa,
proceso de gentrificación crea un «entre sí» opuesto al de las de la policía nacional en las puertas de los numerosos edifi-
áreas periurbanas: los partidarios de ese famoso retorno a la cios públicos. La inquietud, de hecho, corresponde al modo
ciudad ya no buscan un vecindario seguro, sino más bien de presencia de esta categoría de habitantes: está n todas
valorizador; antes que a un «entre sí» protector aspiran a un palies y en ninguna, igual que ellos viven aquí y allá a la vez.
«entre sí» selectivo. Ello no sig;nifica que lo vayan pregonan- La escolaridad, por su parte, no está en absoluto condiciona-
do ni que procuren cerrar el paso a personas no gratas: no da por el deseo de acceder a un centro de enseüanza protegi-
existe ningún sistema vecinal envarado que reserve el acceso do ni por la obtención del título porque pueda abrir las puer-
a los lugares de la gentrificación a una autoproclamada elite. tas a un empleo cualificado. Lo importante aquí no es el
El «entre sí» selectivo es el producto «natural» del merca- pasaporte, cuenta mucho más la búsqueda de la mejor trayec-
do. También cambia la relación con la movilidad: no existe toria posible, ya que se lo permite lo selectivo del medio y ese
aquí la movilidad obligada de los habitantes del área periur- «don» de ubicuidad del que disfrutan.
hana, su desplazamiento permanente, ese célebre com71wting . Hablar de un «entre sí» selectivo a propósito de la gentri-
Ílcación puede parecer un contrasentido si consideramos
18 C. Bidou Zachariasen (dir.) , Herour en \'i.lte. París. Descartes et Cie. 2003.
5b ,A.--
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-p
que los pioneros del proceso fueron, por el contrario, clases vender. Pero para que la ciudad se pudiera vender bien era
medias que regTesaron a vivir en el centro de las ciudades, en necesario librarla de sus «defectos», hacer una labor de deses-
sus partes degradadas, sin temer el contacto con 12.S clases cornbro, procurar que recuperara su belleza. reducir el ruido,
populares y movidos por un cierto g·u.§to.,pOJlo pint9~esco. el tráfico. los malos olores, los malos encuentros. La gentrif'i-
Ése era el sentido primero de la pala1\fagentrifica~i9n_~u'ando cación es el proceso que permite disfrutar de las ventajas de la
Ruth Glass la inventó en 1963. Uno de'SUs'íñejo~'es analistas, ciudad sin tener que preocuparse por sus inconvenientes.
Neil Smith, describe cómo unagentlJurbana compuesta por Genera el producto adecuado a ese deseo, pero a un coste que
"n,:Yl dirt<; v altas decidió por aquel entonces mYerti~ en atrae a quienes poseelllos medios para permitirselo a la vez
( u .. J.. .
:,"os
'¿o '9.
obreros de Londres porque le gusta-
El fenómeno fue bastante margmal
que hace desaparecer
no pueden pagado.
discretamente de la escena a quienes
Al final de este proceso, al menos en
hasta los años ochenta, asociado a la faceta bohemia de una aquellos lugares en los que parece estar en una fase avanzada.
fracción de intelectuales y artistas de las clases acomodadas se puede ver claramente el tipo de «entre sí» selectivo que
(Greenwich Víllage). Después pasó de ser una curiosidad, o produce la gentrificación, ya que quienes viven en esos espa-
incluso una anomalía local, a constituir un valor central: se cios rehabilitados son los altos ejecutivos de la globalización,
convirtió en «la» forma de estar en la ciudad, en un princi- las profesiones intelectuales superiores. Parece lógico que
pio de producción del espacio urbano, sobre todo a partir de quienes compran el producto más caro del mundo sean las
los años noventa, cuando ayuntamientos y promotores vieron personas más ricas. sí. pero también las más adaptadas al
en ella el medio de valorizar el producto del que disponían, es mismo, porque se ha hecho para ellas. Tenemos la prueba de
decir. la ciudad. esa ciudad de la que desertaban las clases esa estrecha correspondencia entre el producto y sus com-
medias porque estaba asociada a una densidad excesiva ya pradores en el modo de reconocimiento mutuo que la gentri-
molestias de toda clase. Lo que demostraban los gentrificados ficación establece entre sus beneficiarios. Se parece mucho al
i
era, sin embargo, que la ciudad seguía siendo lo que había espectáculo que dan los ganadores de un concurso de relerrea-
sido, es decir, un lugar único de concentración de oportuni- lidad, con esa alegría y ese orgullo que ingenuamente exhiben
dades de encuentro, de alianzas, de placer, que era también y por hallarse juntos y felices, sintiéndose supervivientes del
precisamente por eso un espectáculo, el mas buscado del gTan juego de la sociedad nacional .y miembros elezidos de la
tl
mundo y por tanto necesariamente el más caro si se sabía sociedad mundial.
19 Cf. N. Smith. «La gentrification comme stratégie urhaine globale», París constituye el laboratorio de la gentrificación de
Esprit. 3-4 (zooa). p. 160. las grandes ciudades francesas, como Nueva York lo fue de las
I~
partes del XXy el XII-, querían sin duda, como los promoto- El mismo periodista, Thierry Portes. llega incluso a lanzar un
res de Greenwich Village en los años sesenta, defenderlos,
grito de inquietud, tan inesperado como políticamente inte-
hacer respetar su impronta histórica e incluso su carácter resado, por el futuro de las clases populares: «¿ Quién podría
popular a través de las asociaci.ones de vecinos. Sin embaTgo,
no oír -escribe- el grito de agonía de una población de
es difícil defender a los artesanos del barrio y al mismo tiem- empleados, obreros, artistas)' trabajadores intermitentes
po quejarse del ruido de los repartidores que les llevan las harta de una ciudad en la que los precios de la vivienda están
materias primas y recogen los productos terminados. Es por las nubes? Pronto, algún día, el tranvía de los bulevares
imposible revalorizar un barrio sin atraer al mismo a quienes exteriores trazará una frontera simbólica entre esos nuevos
tienen medios de sobra para acceder a las viviendas disponi- habitantes de los suburbios)' las profesiones intelectuales
bles, provocando de este modo un alza del mercado. Sobre \
r ocupadas en la mejora de sus condiciones de vida» 2'.
todo teniendo en cuenta que los amantes de los pisos situados La relación de los habitantes de los centros con la movili-
en barrios «populares» no faltan en una capital en la que dad contrasta completamente con el movimiento pendular de
cada vez abundan más los representantes de profesiones inte- quienes viven en las áreas periurbanas ~2. Viven cerca de su
lectuales superiores que, como es bien sabiclo. no albergan lugar de trabajo, con frecuencia pueden ir andando y alaban
respecto al pueblo las prevenciones de la burguesía de antaño. esa suerte, no se trata de una simple ventaja cuantitativa de
k
pero cuyo apetito inmobiliario se traduce en un éxodo forzado f ahorro de tiempo)' dine ro, ya que laa prOXlIJ1lad
nroxi id entre casa .y
de obreros, empleados)' profesionales intermedios que tra- f• trabaJ'o
. permite. a 1os d os miembros
. de la pareja desarrollar -
f
bajan en la capi.tal. Los pequei'lOs comercios disminuyen en por Igual sus carreras profesionales. )' ello puede favorecer
I beneficio de la restauración rápida o de alto nivel (ultramari- una verdadera mutación en la relación entre hombre y mujer.
1 nos de luj o... ) )' de las empresas culturales y de ocio (gimna- De este mo do.Ja
o, a vid
VI a en un centro gentrificado hace. posible
sios). es decir, todo aquello que conviene al modo de vida de lo que rara vez
. permite
. laa imst al ación
" en el área periurbana, ya
'\ . los célebres «burgueses bohemios», los «ecologistas rosas»
2,0 T Pon es en L e F.'19aro
lb. de octubre de 2003). pp.
cuyos votos han hecho que la derecha pierda la alcaldía desde ~1 (29 10-13.
·que allí, si el hombre es un ejecutivo, la mujer por lo general Los gentrificados evitan la movilidad forzada del habitan-
trabaja a tiempo parcial, con el fin de disponer de tiempo libre
te periurbano.y sobre todo la pérdida de tiempo que supone.
para ocuparse de los hijos. Ella es la que asegura una presen- En consecuencia, reequilibran la relación entre hombre }'
cia más regl.uar en el hogar en detrimento de su ambición pro- mujer, entre vida social y vida familiar. Sin embargo, no se
fesional. En los gentrificados desaparece esta desigualdad enclaustran en la ciudad y sus encantos como hacen quienes
entre hombre y mujer; ambos pueden dedicarse por igual a viven en las áreas periurbanas, que parten a la busca de algún
sus carreras sin temer por la educación de sus hijos, sobre recóndito pedazo de naturaleza y de pronto se encuentran
todo teniendo en cuenta que el doble salario de ejecutivos les atrapados en sus chales, sus jardines vallados, sus vistas a
permite recurrir desahogadamente a los servicios de cangu- colinas amenazadas por la expansión descontrolada de sus
ros. El centro gentrificado es un lugar en el que es posible semejantes. Los gentrificados oponen a esa búsqueda de un
labrarse una carrera profesional, educar a los hijos y, al mis- entorno «natural» la de un lug'ar abierto al mundo, que per-
mo tiempo, mantener contactos sociales)' culturales, a dife- mita vivir lo global a escala local. un lugar del que esperan que
rencia del área periurhana, que implica la común renuncia a participe de la erosión de las fronteras nacionales y cultura-
una vida social intensa. Esta motivación de los gentrificados les, que les permita escapar de las obligaciones de la vida
puede observarse en Ámsterdam, donde la gentrificación local. En este sentido, la gentrificación proporciona un terri-
es producto de la migración de familias que abandonan los torio que una persona dotada de un <.<estadode ánimo alo-
o
suburbs uando el deseo de seguir de cerca la escolarización bal» siente como propio. ¿Cómo se reconoce ese estado de
de los niños puede suponer la renuncia de la mujer a una ánimo global? Sintomas no faltan, pero el que más salta a la
carrera profesional. De hecho, a estos gentrificados se le lla- vista es sin duda esa propensión que tienen los altos ejecu-
ma )'upps (acrónimo de )'oung iutuu: professional paretus), que tivos y otros representantes de profesiones intelectuales
es una forma de subrayar que la eliminación de la obligación superiores a comparar su salario con el de sus equivalentes en
de los largos desplazamientos implica una reconstrucción de otros países, pero nunca con el que ganan profesionales
los roles masculino y femenino que se traduce en un reparto de otro tipo en el suyo propio. ¿Qué distingue materialmente
equivalente de las responsabilidades parentales y las amhi- a un territorio de vocación «global» de otro cualquiera? La
23
ciones profesionales . . presencia de todo aquello que facilita un estilo de vida en el
~3 L Karsten. «Farnilv Centrifiers. Challengingthe City as a Place Simulra- que proliferan cafés y restaurantes del mundo entero, tiendas
nouslv to Build a Career and to Raise Childre n». Urba.n St¡¡dies, 4o.1~ }'galerías de arte. Esto es, un conjunto de signos de prestigio
(noviembre de ~oo3)_
que los promotores han aprendido a manejar para que ciertos
62
ó3
.",
•..._--,-------~-~----'-------_ .. ,-'
p
LA CIUDAD DE TRES VELOCIDADES 65
64 JACOUES DONZELOT
ficados se liberan de las obligaciones inherentes al movi- tantes de los centros gentrificados o, en todo caso, no bajo la
miento y también de las que tienen que ver con lo local, Están forma evidente que puede adquirir para los habitantes de los
barrios de viviendas sociales que la sufren permanentemente
aquí y en otra parte, no en la movilidad forzosa de los habi-
tantes periurbanos sino en la ubicuidad, Su relación con la o para los de las áreas periurbanas, que se organizan ante todo
inseguridad cambia del mismo modo: ésta no se sitúa tanto en en función de ella, Esta inseguridad corriente no es asunto
suyo: la que les preocupa es, por supuesto, global. Fluctúa con
los espacios públicos o privados como en los puntos en los
la actualidad del mundo y les hace vivir a su ritmo,
que su universo se encuentra con el exterior, donde entra
en contacto con el entorno del que quiere sustraerse y con las La relación de los habitantes de los barrios gentrificados
con la escuela es consecuencia de lo selectivo del «entre sí»
conexiones que le unen a lo que hay más allá de él, al resto del
mundo, ¿De dónde viene el peligro para los habitantes de que les rodea, comparado con la obligada movilidad que
París si no es de la estación de cercanías de Chátelet-Ies- sufren los residentes de las áreas periurhanas. La calidad de
los propios habitantes, esto es, su grado de educación consi-
Halles, agujero por el que se cuela en la ciudad la fauna de los
derado como una garantía de ambiente selecto en los centros
suburbios? Lo que lleva. al ayuntamiento actual a acome-
de estudio, constituye uno de los principales argiJmentos de
ter una remodelación de este lugar es, sobre todo, su preo-
los promotores, Los anglosajones, que como es sabido se
cupación por la seguridad, La amenaza, sin embargo, puede
preocupan por respaldar con cifras cualquier relación, por
encontrarse distribuida por todas las vías de comunicación
obvia que sea, demuestran con precisión en qué porcentaje
que atraviesan la ciudad y la unen al exterior inmediato y a los
enriquece al conjunto de los habitantes de un barrio la llegada
24 Para un desarrollo de este análisis, véase Matthew W. Rofe, «"1 Want to de una familia con padres que hayan realizado estudios supe-
Be Global"; Theorising the Gentrifying Class as an Emergent Elite Global
riores, Existe sin embargo una especie de umbral por debajo
Community>. Urban Stndies, 40.12 (noviembre de 2003).
65
66 JACQUES DONZELOT
f
f U\ CIUDAD DE TRES VELOCIDADES 67
¡
!
del cual los gemrificados sólo a regaüadientes escolarizan a estudios sabiendo hasta dónde deben llevarles v F~Tclcursar
sus hijos en un barrio en el que, sin embargo, están encanta- de entrada. las indispensables etapas de uno o do AE'
dos de vivir: ya que, aunque aprecian la P' oximidad del pue- más prestigiosas universidades extranjeras. :-t~
blo o de lo que queda de él, no dejan de temer los efectos
nocivos de la promiscuidad en la escolarización de su proge- :i;
ese estado de cosas por dos extremos: está, por una parte, la
globalización por abajo, gue se traduce en la concentración de
esas minorías visibles en los territorios de la relegación; por
EL FEMINISMO Y EL CUERPO EN MOVIMIENTO
otra, tenemos la globalización por arriba, que corresponde a la
clase emergente asociada a la gentrificación. Entre estos dos
[udith R. Walkowitz
polos no existe ninguna dimensión común que permita el
establecimiento de una relación. conflictiva o no. Viven en la
Traducción: Susana Gómez
misma ciudad. pero ésta no une ambos extremos. Más bien
subsiste al ritmo del malestar de la población que se intercala
entre anillos elementos sin establecer una continuidad eficaz,
ya que esta población de clases medias que es la parte principal
de la sociedad contribuye a la relegación del mismo modo que
se siente rechazada por el proceso de gentrificación. Las clases
medias fueron la solución de la ciudad industrial, y se han con-
vertido, en la ciudad globalizada, en el problema. Para que la
ciudad pueda de nuevo «producir sociedad» deberá dar una
solución a esas clases medias a las que no les faltan motivos
para considerarse las grandes olvidadas de la nueva configura-
ción' por la sencilla razón de que a ellas les toca padecerla.