Leon - Dialogos Con Nosotros
Leon - Dialogos Con Nosotros
Jesús de León
CONFESIONES DE SERGIO CORDERO Me di cuenta que había un discurso por ahí rondando. ¿Por qué se da
EL NORTE COMO EXILIO GENEROSO. • • . • • • • • • • • • • • . • • • . • • • . • • • 109 en literatura la necesidad de buscar una expresión regional? ¿Por qué
de un momento a otro se rechazan los modelos marcados por el cen·
NOTICIA BIOBLIOGRÁFICA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125 tro de irradiación cultural que impera en ese momento y se intenta
volver a lo esencial? ¿Por qué en otras áreas del arte la cultura también
existe esa tendencia a volver al lugar de origen? En suma, ¿qué perdimos
en la casa familiar y por qué tenemos que buscar en el álbum fotográfico
de nuestros padres, en el arcón de nuestros abuelos, en el traspatio y en
la huerta? ¿Por qué renunciamos a la silla giratoria de la burocracia y
volvemos a sentamos en la mecedora? ¿Por qué cerramos los ojos a la
aquí un campo virgen para la difusión de su obra. Es decir, ahora nos DESDE EL FIN DE LA TIERRA
encontramos con la paradoja de algunos escritores capitalinos que qui·
sieran ser escritores norteños de segunda y de algunos norteños que
vienen a reclamar una heredad cultural que durante muchos años recha·
zaron vergonzosamente.
El panorama no estaría completo si faltaran los escritores peregri·
nos. Los que no son de esta región, y precisamente porque pueden
verla con otros ojos, descubren en ella cosas que nosotros nunca ve·
riamos. Algunos se casan, echan raíces y aquí mueren. Otros se quedan
una temporada considerable, establecen un diálogo enriquecedor con los
autores de la región y después siguen su camino. Pero lo que vieron y
dijeron es tan importante para nosotros que no podemos dejar de to-
marlos en cuenta. Porque traían la llave para abrir un mirador inespe-
rado en nuestra propia casa. No deben extrañamos estos gambusinos
culturales. En el desierto todos estamos de paso y quedarse es de algún
modo morir a mitad del camino. Los que no son de aquí se asombran
madas telefónicas. Viajo casi cotidianamente con mis conferencias. la SOBRE LA NATURALEZA Y FUNCIÓN DEL CRONISTA
gente va a escucharme y al final establece contacto personal conmigo.
Mi labor está llena de sentido humano. Siento que en la ciudad de Mé- El cronista es el narrador de la ciudad. Es el contador de sus cuentos. El
xico eso no se da. No me interesa que me lea la gente del poder. Me in· que evita que la vida de la ciudad se vaya de entre las manos de sus ha-
teresa que me lea la gente. bitantes como agua que no se recupera. No me considero un historiador.
El historiador está obligado a la objetividad. Yo procuro ser subjetivo.
Traje de casimir oscuro y pulcramente presentado. Camisa blanquísima y cor· No soy un simple fotógrafo de la realidad, sino un intérprete. Pongo
bata contrastante. Zapatos color negro reluciente y sin grabado. Calcetín de no sólo mis juicios, sino mis prejuicios, en esa tarea deliciosa de ir ha·
seda oscura bordada de rayitas. Cabello plateado que peina con esmero. Die· ciendo la crónica de mi ciudad.
ción pulcra, subrayada por gestos pausados. Mirada fija y ademanes que pare· Me he apartado de la ortodoxia de los cronistas que, en la inmen·
cen dictar cátedra. Catón es tan inverosímil que convence. sa mayoría de los casos, son una especie de funcionarios oficiales y lle-
Nos citamos gracias a las opulentas "gracias" de una común amiga. Lo vi·
gan, incluso, a tener oficina en el palacio municipal. No soy cronista
mos acercarse. Caminaba pausadamente, como si temiera dejar escapar algo
de funcionarios. Soy cronista de mi ciudad y recojo, a veces, el enco-
muy profundo de su personalidad. Silencio. Pedimos café. Nuestra amiga pi·
dió algo distinto y en el momento que nos trajeron nuestros cafés, ella sacó nado odio que ésta siente por quienes no la sirven bien.
de su pecho una extraña pregunta: Me dicen, por ejemplo, que por qué no fui al informe del alcalde. Es
-¿Crema, señores? que a esa hora yo estaba en unos quince años, donde iba a encontrar
Nostálgico baladista de los años cuarenta Catón tomó el micrófono y se mejor la naturaleza de mi ciudad que en ese acto oficial u oficialoide don·
dirigió al respetable. Comenzó hablando de si mismo, como si él fuera toda de todo puede ser apariencia y nada puede ser la verdad.
la ciudad. Carlos Herrera Álvarez, director del diario saltillense El Sol del Jamás he pertenecido a la cultura oficial. He _rehuido ese sistemáti·
Norte, lo bautizó como Catón, nombre que no le gusta porque se presta a rimas camente, empecinadamente, tercamente ...
muy incómodas:
Catón dejó caer una de sus categóricas manos sobre la mesa.
-Ay, mamá, qué bien escribe
este elegante señor;
¿tú sabes cómo se llama? Incluso cuando el gobernador del estado me pidió que fuera asesor cul-
-Sólo sé que es muy ca...tón. tural del ejecutivo, yo acepté con la condición de serlo en forma honori·
fica, es decir, sin percibir sueldo por parte del erario. Él pidió mencionar
Nació en 1938, pero le disgusta que le digan que es un cronista joven, según mi nombre en la lista de sus colaboradores. Otra vez le pedí que hicie·
él, porque todos los cronistas de las ciudades son muy viejitos o muy putos. ra la mención de que yo no estaba ligado a esa lista, por una obligación
¿Acaso puto es sinónimo de joven? ¿Acaso no puede haber viejitos putos o presupuesta!, a determinados compromisos que reducirian mi margen
historiadores jóvenes sin malas mañas? de e:xpresión periodística.
-¿Y cómo trata a las mujeres? -preguntó nuestra común amiga.
Mi única aspiración es que, de aquí a cien años, alguien que por ca-
Catón repitió una vez más, como un acto reflejo, uno de sus sabidos y cons-
sualidad lea alguna de las páginas que yo escribí, descubra algo del va·
abidos chistes: "Había un científico y anatomista que afirmaba categóricamente
que las mujeres de busto breve se caracterizaban por tener una clara inteligencia, lor que nosotros encontramos en los libros de Morfi, en las crónicas
un refinado discernimiento. ¡Ya!, dijo el ranchero, por eso allá en mi pueblo las de Alonso de León, del bachiller Fuentes o cualquiera de los antiguos
preferimos pendejas pendejas". verdaderos cronistas de estas tierras.
No le teme a la grabadora. Define muy bien sus conceptos, como si estu·
viera dejando su huella para la historia. Por eso mi participación en la entrevis-
ta se welve invisible. Presento la homilía que la suerte puso al alcance de mi HAY VIVOS QUE NO HACEN RUIDO
grabadora. Estas son las palabras de Catón punto por punto.
He contado tantos cuentos. Pero hay uno que me agrada en particular.
Se trata de In historia de un viejo vendedor de churros que conocl en
mi niñez. Era un anciano de pelo entrecano, ojos claros y que, por pri· AH, CIUDAD MANÍA
mera vez, hasta donde yo recuerdo en Saltillo, adoptaba la sanitaria pro-
videncia de tomar el churro que vendía con unas pinzas, precaución Una vez, regresando de una caminata por la sierra, me encontré con un
inusitada en esos tiempos. La gente lo veía con cierta supersticiosa ad· anciano de El Ojo de Agua. Quise hacer una especie de travesura. Como
miración, porque se decía de él que había muerto y que luego había para que el anciano pensara que venía yo caminando de luengas dis-
resucitado. La verdad era otra. Hubo epidemia de influenza española a tancias, pregunté:
principios de siglo y el doctor Antonio Maria Zertuche, que era médico -Oiga, señor, ¿aquí es Saltillo?
municipal y gozaba de un enorme prestigio por haber estudiado en la El burlado resulté yo, pues el viejecillo, con absoluto tono de ver-
Sorbona, recibió el encargo de ir casa por casa señalando con tiza blan· dad, me contestó:
ca la frente de los que habían muerto victimas de tan terrible mal. Anda- -No, señor, Saltillo está allá abajo: aquí es El Ojo de Agua.
ba de prisa el doctor Zertuche y marcó, por equivocación, la frente del Existe en mi ciudad un profundo sentido de barrio. Esto ha dado
vendedor de churros que estaba únicamente privado del conocimiento a Saltillo una aportación increíble de tradiciones, de personajes, de le-
y lo recobró, espantado, cuando iba en macabro carretón que, en confu· yendas, de bellezas ... Otro barrio famoso, aparte de El Ojo de Agua,
so hacinamiento de cadáveres, lo llevaba camino del cementerio, para es el barrio del Águila de Oro, que ha sido de cuchilleros. No me
arrojarlo en la fosa común. Pretendió bajarse el vendedor de churros, refiero a matones, sino a fabricantes de cuchillos, también de teje-
pero el carretonero lo detuvo con ademán imperioso: dores, de saraperos y de fabricantes de cobijas. Cabe hablar asimismo
del barrio de La Güilota y de la Guayulera, Estos serían los barrios
-¡Epa, amigo!, ¿pa'dónde va?
más tradicionales de la ciudad. A su lado, existen aquellos que po-
-¡No estoy muerto! -señaló el otro.
-¡Cállese y échese! ¡A poco va a saber más usted que el doctor Zertuche! drían llamarse predios rurales, es decir pequeños poblados cam-
pesinos como el Rancho de las Varas, el Rancho de Peña, el Rancho
Catón chasqueó su saltillense lengua, paladeando el saltillense café, adereza· de la Borra. Luego, las pequeüas aldeas del valle de Saltillo: Los Ro-
do con la saltillense crema (marca La Saltillera) de la saltillense ubre. dríguez, Los González, Los Valdés. También existen enclaves industria-
les de principios de siglo como La Aurora y La Bella Unión. Finalmente,
Mi ciudad es pródiga en narraciones de ese tipo. No existe un saltillense para formar una santísima trinidad junto con Saltillo, se encuentran
del que no salga un cuento, una anécdota, una leyenda, un chascarrillo, Ramos Arizpe y Arteaga que, siendo tan diferentes entre sí, constitu-
alguna frase certera. Formas de decir las cosas muy propias de nosotros. yen ya casi una sola zona.
Aqui he escuchado que cuando alguien anda desconcertado, dice: "Ando
como girasol en dia nublado, hecho un pendejo... ". Esa frase me parece Catón dirigió la vista hacia la calle. El azul del cielo lo distrajo por un mo-
no sólo llena de ingeniosa picardía, sino hasta de cierta poesía... mento, como si sintiera el peso de la leyenda. La historia -el cuerpo- de la
ciudad.
Dichos, dicharachos y decires. Cierta vez, al amor de un fogón cam·
pesino, escuché esta expresiva expresión: "Más despreciado que la torti·
lla de arriba". En efecto, habrá observado cualquier observador que, No se conoce lo que se tiene demasiado cerca de los ojos, y menos aún,
al meter la mano en la canasta de las tortillas, nadie toma la que está lo que se tiene demasiado cerca del corazón. Yo no conozco a Saltillo
encima del montón, quizá por juzgarla más fria que las otras, y todos porque aquí nací y aquí he vivido toda mi vida. Llevo mi ciudad como
buscan una de más abajo. No habrá nadie que no se haya sentido al· una calcomanía. Hay quienes dicen que es una ciudad cerrada, que
guna vez "más despreciado que la tortilla de arriba". por otra parte es el carácter de toda ciudad montañesa, y Saltillo lo es.
Hay una gran sabrosura, una gran riqueza de imaginación, de ver· Pero me resulta inexplicable esa dureza de la que otros hablan, esa frial-
bo, de expresión. Aqui podemos escuchar, a propósito de una mujer dad. Para mí Saltillo es como una dulce esposa.
embarazada, que "está enferma de gustos pasados".
Catón li¡¡ó sus manos, muñeca ~on muñeca, igual que prisionero.
16 ~~~~~~J_e~•.ús de León Armando Fuentes Aguirre, tal cual 17
Yo vivo dulcemente reclinado en mi ciudad. Encuentro en ella toda Yo me indigno y clamo contra los señores del casino que destruyeron
suerte de venturas. Hallo las durezas de mi ciudad del mismo modo hace tiempo una vieja casona y dejaron en su lugar un corralón cubier-
que se encuentran las durezas de la mujer amada ... to por una malla de gallinero. Fue como escupir en la cara de la ciudad,
porque aquello queda a dos pasos de la Catedral. Y se hizo impunemen-
Contuvo el aire aprisionado de vacunas imaginaciones. te. Con altanera prepotencia .
... que no sólo se perdonan sino que incluso se aman.
Todas las tazas de café del Café se quedaron quietas, tratando de adivinar el
Yo viajo mucho. Me precio de conocer muy bien mi país. Me insta- acertijo de tan inmensa furia. Nuestra común amiga cabeceó hipnotizada por
lo cómodamente en ciudades a las que amo también y en las que ten- la rígida verticalidad del dedo.
go grandes amigos. Monterrey es una de ellas, Guadalajara, Mérida ...
pero con todo y reconocer las bellezas y grandes atractivos de otras ciu- Seis, siete veces he escrito en contra de esos señores y ellos ni siquiera
dades, no cambiaría la mía por otra. se han dignado a llamarme por teléfono. Sólo mediante un gran esfuer-
Sin embargo, yo le cuestiono a Saltillo su pereza. Aquí parece que zo, Y casi llegando al sacrilegio y a la blasfemia, pude evitar que se fun-
no pasa nada. Hay sucesos que acontecen en Monterrey y pasan a To- dieran las campanas de Catedral que la ignorancia ya había condenado.
rreón; que suceden en San Luis y pasan a Monclova. En el centro _de
esa cruz está Saltillo. Sin comprometerse con ninguno de los rumbos Siguió sacudiendo el dedo, como si asestara una serie de golpes. Se escucharon
cardinales. Estamos comodonamente instalados en la indiferencia. No las catedralicias campanadas y fue tm exacta la sincronía entre el movimiento
sucede nada en el ámbito de lo político. Ni en lo cultural. No hay desa- del dedo de Catón, los cabeceos de nuestra común amiga y las campanadas,
rrollo, después del espectacular boom en la época de Flores Tapia. Casi que pareció por un instante que en Saltillo nadie se atrevería a mencionar
podemos hallar los mismos baches. Las mismas esquinas desgastadas. ni al barroco ni al general Santa Anna. La ciudad era polvo en la voz del
Los mismos focos fundidos en las mismas farolas. Hay apatía, hay ador- cronista. Una voz de badajo de campanario sin historia. Saltillo se cimbraba,
se estremecía y se enarcaba gracias al noble trabajo de una cabeza, un dedo
mecimiento. Yo quisiera que mi ciudad fuera más viva. Que hubiera y las campanas.
más a donde ir por las noches. En todos y con todos los sentidos.
En Saltillo hay muchos escritores que no escriben. Muchos pintores
que no pintan. Muchos actores que sí actúan, pero que lo hacen abajo VENERABLES CAMPANAS, SONORAS NADAS
del escenario y no sobre el foro. Algunos aseguran que en Saltillo la
cultura es de aparador. Yo agregaría que por ahora ese aparador está Quiero hablar de esas reliquias con más de trescientos años de antigüe-
vacío. No está mostrando nada. dad Y que la ignorancia supina de unos prepotentes condenó a la muer-
Tampoco sentimos amor por el cuerpo de nuestra ciudad. Con- te. Me consta que las iban a destruir. Hice investigaciones en SEDUE.
tínuam<"nte estambos destruyendo nuestras viejas casonas. No las ama- Un empleado del De Efe dictaminó que algunas campanas podrían
mos. A ellas que nos han amado a nosotros. Que nos han brindado fundirse porque se desconocía su antigüedad. Impugné rudamente. Ese
bodigo y protección. Casas granadinas de patios arábigos. De alcobas señor estaba resolviendo no por lo que sabía de las campanas, sino por
tan fastuosas que podrían convertirse perfectamente en un salón de bai- lo que de ellas ignoraba. Afortunadamente el delegado de SEDUE hizo
le. Casas con 14 recámaras. Con un comedor catedralicio. Pero las ur- una reconsideración. Yo había ido con el cura (reparad que no digo el
gencias económicas hacen que de una casa de Saltillo se saquen tres señor cura, sino el cura) para decirle que, si quería hacer que las cam-
y el propietario habite una, convertida en cuchitril, y alquile las otras panas volvieran a sonar, podía hacer campanas de otro metal, hasta
dos, cuchitriles igualmente. ofrecí que yo sería el primero en cooperar económicamente, pero no fui
escuchado. Y tuve que recurrir a otras instancias, hasta que se echó aba-
El cronista se levanta de su asiento y sacudió su dedo admonitorio al que, cosa jo el propósito inicial.
curiosa, nuestra común amiga se le quedó mirando con extraña delectación.
62 Jesús de León
Manriquez, Francisco Segovia, Margarita Cuéllar, Carlos Montemayor, HABIA DANIEL SADA
etcétera, etcétera. Sin contar economistas, historiadores, actores, baila-
rines: Gabino Palomares, Rogelio Luévano, Alejandro Santie, el Popo EN COAHUILA ESTÁ EL FIN DE LA TIERRA
Torres, el grupo La Percha, Matraz, Susana Alexander, Ahumada,
Clemens, Luis Fernando, Chucho Reyes Cordero, Jazzmoart...
Ya que hemos comentado tus primeras obras, ¿qué tipo de literatura cultivas
en la actualidad? ¿La publicas?
Un premio importante en sus inicios ha devenido en una especie de conso-
A principios del años pasado terminé mi primera novela: Los poetas. lazione a dueto. Recientemente el premio Xavier Villaurrutia ha sido dividi·
do por parejas: Ruy Sánchez·Jacobs/Deniz-Quirarte/Sada.Campos. Pactos de
(Por los titulos de sus obras da la impresión de que Mireles Charles más que las mafias chilango-literarias. En el caso de Daniel Sada (Mexicali, B.C., 1953),
cultivar su literatura, la desentierra. En su novela, seguramente los poetas se el reconocimiento se debió a su libro de relatos Registro de causantes Qoaquín
hacen pedazos.) Mortiz, 1993). Su literatura original y rigurosa es una obra abierta a la suntuo-
sidad de la lengua castellana y a la multiplicidad de sentidos que evoca en la
La estoy tratando de publicar, pero la crisis la tiene varada. Actualmen· memoria de sus lectores. Los temas de sus relatos son los de un paraiso alum-
te estoy terminando otra novela: Placer de la inteligencia, gracias a la beca brado por el intenso sol del desierto norteño. El entramado que los sostiene
del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Coahuila. está construido por las vetas de la más antigua tradición.
Su primera novela, Lampa vida (1980), cuenta la historia de un payaso que
El consuelo que le queda a J. C. Mireles Charles es que él no es el único que trabajaba a mitad del desierto. Dicha historia se ubica en un territorio coro·
suspira por la época de las arracheras, porque tampoco es el único escritor con pletamente apócrifo, donde el lenguaje, los nombres de los personajes y de
un deslumbrante y tecnocrático currículum que ha ingresado a las filas del de· los lugares son por completo inventados. "Lampa -dice el autor- es un lati·
sempleo. El número de los exarracheados-desempledos bien podria formar nismo y tiene muchas acepciones: lampo es el relámpago. Lampa es una pala-
por si mismo la membresia de una sociedad literaria. bra del siglo de oro que también signiflca costumbre, rutina, cotidianidad.
Lampa vida se puede traducir como vida de costumbres."
(1995) El origen de esta novela parte de la atracción que siente Sada por los gita·
nos o húngaros entre los que hay magos, equilibristas y malabaristas. A él lo
atrajo el payaso. "Me llamaba mucho la atención -comenta el autor- que el
tipo anduviera pintarrajeado con aquel calorón de los mil diablos. Se le escu·
rría el maquillaje y tenía que volvérselo a retocar. Me cautivaba que anduviera
caminando y, al mismo tiempo, me daba terror. Eran como diablos en el de·
sierto. También como coyotes aullando que huían."
Su siguiente libro, Juguete de nadie y otras historias (1985), está compuesto
por seis relatos. Entre ellos destaca su único cuento cuyo tema es el mar. "En
Coahuila y Chihuahua -observa Sada- mucha gente no conoce el mar. Siem·
pre es una ilusión, una ausencia. En Sacramento yo vi mucha gente que se
iba al desierto como si fuera a la playa. Llevaban sus sombrillas, anteojos para
el sol, sus bermudas y el espejismo era el mar. Yo le puse Juguete de nadie; del
mismo modo, el libro en su conjunto tampoco."
Después vino Albedrío (1989), una novela donde Daniel Sada retoma el tema
de los gitanos y experimenta con el octosilabo. "De hecho creo que es el so-
nido natural del espnflol -seflala- porque no depende de mucha adjetiva·
ción y, bueno, ampliando un poco más la sintonla, me doy cuenta que las
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canciones, los boleros y los corridos son todos octosilábicos. El romance es- Cuando llegaban los húngaros lo desquiciaban todo. Eran como ex-
pañol, las jarchas, toda la literatura de los primeros siglos, cuando se formó
traterrestres, pero al mismo tiempo eran muy atrayentes. Eran mesías
el idioma, es de frase corta, contundente."
Tres historias (1990) marca su retorno al relato: "Tengo muchas historias
circunstanciales que venían a descubrirle cosas a la gente, a adivinar-
en la mente, pero lo que trato es de fabular, no solamente contar, sino crear les la suerte, el destino. A proyectarles cine. Simplemente su vestimen-
personajes fuertes y complejos", indicó. ta, su atuendo, su manera de concebir las cosas, de no encontrar lugar
El título de Registro de causantes lo eligió porque quería deliberadamente de permanencia nunca: ser itinerantes para siempre. Esa situación de
que el lector pensara que se trataba del registro federal de causantes: "Final- andar de un lugar a otro, el nomadismo, los convertía en gente muy
mente -dijo-, los causantes son gente que causa cosas o que las propicia". atractiva. Representaban, al mismo tiempo, el terror, pero también la
En esta entrevista, Daniel Sada habla de los pueblos recorridos en la in- oportunidad de una revelación. El mundo es siempre algo más de lo
fancia, del cuento y de su experiencia por el trayecto de la escritura y, por últi- que se puede concebir a través de la experiencia. Se robaban a los
mo, del desierto como territorio propicio para el ilimitado despliegue de la
niñ.os. Algunos niños se iban con ellos por su propia voluntad. Inclu-
imaginación.
so los padres querían que sus hijos se fueran. En muchos casos ocurrió
que se llevaron niños y luego los regresaron.
UN FATALISTA INOCENTE Lo único cierto es que la vida de los húngaros es la contraparte de
la vida de la gente del desierto. El desierto es fatal. Hay que luchar
Viví en Sacramento, Coahuila, y para mi fue muy importante vivir en todos contra uno. Todo hay que buscarlo. Cualquier problema que se
ese lugar. Me sentía dueñ.o del mundo. No había limites de ningún tipo. presente, por mínimo que sea, cuesta mucho trabajo resolverlo. Sin
Lo mismo podía ir al cerro que al rio. Nunca estuve supeditado a que embargo, la gente se aferra a ese tipo de vida. Busca la permanencia.
después de tres cuadras era peligroso. Con esa misma libertad podía Por fatal que sea el desierto no se van a mover de ahí. Los húngaros
imaginar cosas, a como vinieran y a como se desarrollaran en mi mente. son la contraparte, son personajes oníricos. No es casual que se des-
Mi madre es de Sacramento. Toda mi familia materna es de ahi y placen más por el norte. Son más atractivos para la gente del desierto
mi abuela contaba historias de aparecidos, de fantasmas, de extrate- que para la gente del sur. En el sur no le llaman la atención a nadie.
rrestres. Incluso anécdotas del pueblo, de gente muy especial. Me di En el norte, yo siempre he dicho que, fuera del desierto, todo es
cuenta que en esos lugares tan dejados de la mano de Dios, en pleno museo. No es visitado por nadie. No es un lugar atractivo como para
desierto, les viene una sensación de lejanía, como de otra galaxia y la ir a vacacionar.
gente quiere desbordar su imaginación. Todo es producto de la añ.o- Viví mucho tiempo en Sacramento. Mi padre se dedicaba a la agri-
ranza y de la nostalgia eterna. Ver a una persona que llega a un lugar cultura. Le gustaba sembrar, no depender de sueldos ni de nada de eso.
tan aislado es todo un acontecimiento. La gente no está acostumbra- Finalmente optó por salir de ahí. Nos fuimos a Mexicali donde nos que-
da a los contactos sociales, como en las urbes, donde a cada ratito hay damos por un tiempo y, finalmente, llegamos a la ciudad de México.
roces. En un pueblo platicar con alguien diez minutos, aunque te diga
dos frases, es una revelación increíble. Cada palabra posee un sentido
especial, cada línea. La gente de los pueblos no tiene capacidad de teo- DE LOS CLÁSICOS A CHANOC
rización de ningún tipo. Todos hablan a través de lo que han experi-
mentado y solamente pueden especular o teorizar a partir de lo que han Al llegar a la ciudad de México, descubrí de manera formal lo que era
vivido. Esto me llamó mucho la atención. el mundo .de la literatura, el mundo del arte; a la gente que escribía,
Descubrí que en todas esas personas hay una especie de fatalidad que publicaba y que de alguna manera tenia presencia pública. El
inocente, aunque parezca una contradicción decirlo, pero en el senti- único taller que tuve fue en el Centro Mexicano de Escritores (1978-
do clásico de la fatalidad como destino, o de la tragedia como modo de 1979). Ahí estaban Juan Rulfo y Salvador Elizondo.
vida, hay cierta inocencia en cuanto al contacto con las cosas. Pero no Yo escribla una novela y Elizondo me dijo que no le importaba lo
hay ninguna esperanza di: nada. Por eso se aferran al desierto. que pasara: le interesaba el lenguaje. Finalmente a él le gustó muchlsi-
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roo el libro. Esa novela la leyó también Paz y le sorprendió lo mismo: sía se debe hacer en verso libre. Mi primer libro fue de poesía. Una pla-
la situación del lenguaje, no tanto la anécdota. Pero yo no me creí eso queta que ya descarté porque me da mucha vergüenza.
de que todo tiene que estar amparado por el lenguaje. También le hice
caso a Rulfo. Él decía que le gustaba reconocer el esfuerzo literario,
pero que quería ver la historia. Exigía ajuste de cuentas. Decía que lo LAS MEJORES HISTORIAS QUEDAN INCONCLUSAS
que pide leer la gente es lo que pasa en la vida. Me dio un consejo:
"Mire -me dijo-, sus preocupaciones intelectuales, sus disquisiciones Yo había leído toda la novela de la Revolución mexicana, Me asustó
teóricas son para usted, guárdeselas. Al fin y al cabo, de alguna forma que todas esas novelas, o por lo menos la mayoría, provengan del na·
van a surgir en la escritura, pero, cuando escriba, hágalo para la vida". turalismo, que no es otra cosa que el análisis de las costumbres. O sea
Alguien me preguntó una vez si yo trataba de superar a Rulfo. De que todo está sometido a la realidad a ultranza. Un realismo exacerba·
ninguna manera, la gran trascendencia de Rulfo es limpiar hasta dejar do, sin ningún tinte de inverosimilitud, ya no digamos de fantasía. No
como un páramo lo que escribe. En lo que yo escribo está implicado el .veía yo que los escritores se preocuparan por meter los lados oscuros
desierto, pero a través de lo que sueño. En el caso de Rulfo no hay una de la realidad. Todo era evidente y comprobable. Entonces dije: yo no
preocupación lingüística. Él quería desnudar lo más posible una his· quiero leer lo que vivo, quiero que el libro me alucine. Para mí la lite·
toría, dejarla casi en los huesos, pero no creo que ésa sea la posición ratura tiene que estar signada por el enigma. Lo que yo quería era par·
de alguien del desierto. La gente del desierto sueña mucho. Se hace tir de una realidad, pero manejar la inverosimilitud. Fue hasta que leí
especulaciones con las estrellas. Cuando llega la noche inventa cosas. a Borges y a otros escritores donde vi que se partía de la realidad para
En mis cuentos hay muchas conjeturas de tipo onírico. Esa es básica- llegar a otra cosa. La literatura mexicana es cáustica. Y eso tampoco me
mente la diferencia. No trato de superar a Rulfo porque no creo en el interesa. Me gusta leer algo que me emancipe de la realidad para volver
progreso en el arte. Tan válido es lo que se escribió hace mil años como con otros ojos a ella.
lo que se escribió ayer. El arte, a veces, da la sensación de que evolu- En mí también opera lo siguiente: tengo que escribir desde la año·
ciona, pero vuelve al punto de partida. En realidad es un círculo. Yo ranza. Para escribir sobre Zacatecas necesitaría añorarla. No puedo es·
pienso que el tiempo en P] arte es circular, no lineal. Tan interesante cribir sobre la ciudad de México si habito en ese lugar. No me gusta
puede ser, en un momento dado, el arcipreste de Hita como Henry escribir a expensas de las circunstancias. No es algo que vea, palpe e
Miller. Depende del contexto. No creo que nadie supere a otro. Si ha- inmediatamente vaya al papel y de alguna forma lo resuelva, como una
blamos de eso, delimitamos mucho la expresión artística. respuesta a lo que vivo. No me gusta esa inmediatez en el arte. A mí
Estudié periodismo en la escuela Carlos Septién García, que hoy está lo que me funciona hasta ahora es que si imagino una historia nece·
en decadencia, pero en ese tiempo me dio clases Vicente Leñero, Grana- sito recrearla y escribirla en mi mente antes de hacerlo en el papel.
dos Chapa y otros periodistas de renombre. De esa escuela han surgido Para eso necesito tiempo. De tal modo que lo que estoy escribiendo
la mayoría de los periodistas de Proceso: Pepe Reveles, el Negro Guzmán. ahora son cosas que pensé hace cinco o seis años y que he venido tra·
Julio Scherer iba mucho a la escuela y en ocasiones dio conferencias y se- bajando, haciendo bosquejos, etcétera. Esto es cuanto a mi obra de crea·
minarios. Entré a Letras en la UNAM, pero no me gustó el sentido ción, no en cuanto al periodismo o a mis articulas que sí necesitan cierta
académico de concebir el arte. Mi acceso a la literatura no fue a través de temporalidad.
imposiciones, sino absolutamente espontáneo. Leía lo que quería, lo que Querámoslo o no, somos autobiográficos. Finalmente uno revela lo
me gustaba, lo que me llenaba. No tenía ese concepto de historicidad en que es, escribe como es y se trasluce en la literatura. Hay muchas eta·
la literatura. Por propia voluntad me acerqué a los clásicos: quería ir a pas, muchos ciclos. Van cambiando las ideas, las vivencias. También
beber de la fuente. Leía al mismo tiempo clásicos y modernos. No hay cambian los libros. La literatura es un reflejo quizá emancipado, quizá
un ordenamiento tácito en mi información. Leía de todo, hasta Chanoc. onírico ...
No me he separado mucho de la poesía. De hecho. Empecé como Siempre he tenido la impresión de que las grandes obras de la lite·
poeta. Siempre he defendido que la prosa se debe medir y que la poe· ratura universal son inconclusas. Todo fin es caprichoso. Goethe decía
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que no hay final posible en una novela ni en un cuento ni en un poe- terarura sirva necesariamente para hacer un ajuste de cuentas ni una toma
ma ni en nada. En el momento en que se ponga un final categórico de conciencia. Por eso me interesa mucho que los cuentos tengan la
o tácito, pierde mucha fuerza lo que se dijo anteriormente. Toda se des- posibilidad de ser contados. No importa que yo use octosílabos o ende-
morona. Me remito a la historia: la Divina Comedia es inconclusa; La casílabos o haga juegos de palabras o use estrucruras complejas. Lo esen-
Iliada y La Odisea, también. Fausto, En busca del tiempo perdido, Uli- cial de un cuento es que pueda contarse de viva voz. Como cualquier
ses e incluso El Quijote son obras inconclusas. Aunque muere el Quijo- anécdota. Y tenga la posibilidad de ser recordado con pelos y señales.
te, en ese momento el personaje de Sancho empieza a crecer y en los Yo cuento mucho mis cuentos antes de escribirlos. Me los conté a
últimos capírulos de la novela se queda interrumpido. Yo aspiraría a mí mismo y a mis amigos. Y me interesa que también se puedan con-
que me dijera más sobre Sancho, ese personaje que nada idealiza, que tar a otras personas. Yo me acuerdo de los cuentos de Maupassant,
siempre trata de ordenar la realidad. aunque el estilo se diluye. Lo que queda es la esencia. No me intere-
El escritor que cierre un libro dae opción a otra historia dentro de esa sa el estilo con que fueron escritos.
misma perspectiva. Por eso, deliberadamente, yo trato de dejar los fi. Horado Quiroga, en su Decálogo del perfecto cuentista, señala que
nales abiertos. En ningún cuento o novela trato de obtener un final. hay que escribir como si los personajes vivieran realmente la sirua-
ción, es decir, desde su perspectiva, no desde la perspectiva del autor.
Eso es lo que me llama la atención del Decálogo: que los personajes
EL CUENTO ES COMO UN COHETE; vivan y que todo suceda como ellos lo conciben. O sea que uno tiene
LA NOVELA COMO UN VIAJE que escribir a favor de los personajes.
La novela, en cambio, no necesariamente tiene que ser contada. Re-
Para mí un buen cuento es aquel que estalla y se olvida: como un cupera ciertos mecanismos de la oralidad, pero es más bien un viaje.
cohetón. Me gusta que se maneje el drama en el cuento. Las cosas pa· Se pueden recordar algunas partes, pero no todo el recorrido. Las po-
san, se complican y vuelven a la normalidad. No me gusta manejar ni sibilidades que ofrece la novela es que te puedes desviar de repente,
finales felices ni finales trágicos. Los finales sorpresivos siento que son por cualquier razón. Tornar otro tema y quién sabe si vuelvas a recu-
tramposos. A lo mejor en alguno de mis cuentos hay algún final sor- perar lo que replanteaste al principio. La novela debe tener ese senti-
presivo pero no es voluntario. Por mi concepción sobre esa dualidad do de incertidumbre. No sabes a dónde te lleva, porque tampoco vas
de las obras inconclusas, me gustan más los finales abiertos, donde el a encontrar un final necesariamente. A mí esas novelas que van buscan·
lector tiene la oportunidad de construir, si le da la gana, su propio do el final o que lo van preparando desde los capírulos antecedentes
final. Edgar Allan Poe dice que hay que empezar por el final y yo estoy ya me desilusionaron. Se pueden resolver muchas cosas dentro de la
completamente de acuerdo. Cualquier escena, cualquier siruación, puede novela, pero no necesariamente todo. Siempre hay algo que queda en
ser una escena final. Sólo hay que imaginar lo que antecede a esa esce- el enigma, algo que queda flotando en el aire. Eso es lo que da cierto
na o lo que ocurre a partir de ella. Si uno entra inmediatamente en la carácter a la obra. Si todo es explicable y demostrable dentro de una no-
acción ya es un buen principio. Lo que más me interesa de un cuen- vela, y el escritor se concreta a estar explicando y demostrando cada una
to es la argumentación, no tanto la descripción. Si un tipo va a matar de las acciones, se pierde el efecto. Virginia Woolf decía que, si se tie-
a otro yo quiero que me diga el autor por qué lo va a matar, no me nen buenos personajes, la fuerza de la historia está en ellos. Lo que les
conformo con que me diga sola~ente que lo mató. Ahora, esa argu- ocurra o no es lo de menos. Un buen personaje siempre será lo sufi-
mentación no tiene que ser todo un rollo, puede estar sintetizada en cientemente complejo como para que le pueda pasar lo que sea. No im·
tres líneas. Otra cosa: yo siento que la realidad no tiene moraleja. La fá. porta si se empieza por la mitad o por el final. El personaje mismo es el
bula tal vez, pero ninguna realidad puede tener moraleja. Por lo tanto, problema. En él está implicada toda la historia. De ahí puede uno sacar
no puede tener final tampoco. todos los pañuelos de la caja mágica. Una novela no puede estar ampa-
Un cuento es, en esencia, la parte central, el desarrollo. No tiene por rada en las siruaciones. El lector, de una manera consciente o incon·
qué ser categórico ni demostrar absolutamente nada. No creo que la li· scientc, exige que la salida se resuelva, al menos parcialmente. Si hay
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más trabajo sobre los personajes y menos sobre las situaciones, pien· dulce típico. Se les ocurrieron muchos nombres, pero al 6.nal no se de-
so que la novela va por buen camino. cidieron por ninguno y se quedaron con Dulces nombres. Los cuates
de Australia también está cerca de Saltillo. Ahí llegaron unos austra-
lianos que venían de Estados Unidos y eran mellizos. Alguien dijo que
EL DESIERTO, EL DESIERTO Y EL DESIERTO venían de Australia, por supuesto que nadie tenia la más mínima idea
de dónde podía estar Australia, pero aquellos eran unos ingenieros
Yo necesito estar en contacto con el desierto porque necesito sentirme que murieron a mitad del desierto, allí enterraron sus cadáveres y se
alejado de todo. Es el único lugar donde la realidad no me asalta. Hay formó la aldea. Hay otro lugar que se llama Finisterre, como el sitio
un sentido más atemporal de las cosas. Puedo recrear e imaginar más que está al norte de Portugal. En la geografía ptolomeica se creía que
ante la carencia. Si estoy en una ciudad hay una saturación de todo tipo, ahí era el fin de la tierra. En Coahuila también ése es el fin de la tie-
que me agrede o me sublima, pero no tengo esa distancia. No puedo rra, porque después del desierto solamente hay más desierto.
añorar nada. Todo arremete contra mí. Lo mismo pasaría si estuviera Te puedo decir que casi conozco de norte a sur el estado. Incluso
en una selva o en un bosque. Todo me hostiga. Puedo gozarlo, pero de cacería he padecido el desierto. He tenido sed, he sufrido por la
finalmente todo es demasiado próximo. No hay esa sensación de que falta de agua, he caminado kilómetros y kilómetros. Si ahora tuviera
el mundo está en otro lado o que las cosas fantásticas e inverosímiles la oportunidad de recorrer el estado en un jeep, lo haría con mucho
-tomado esto de Milan Kundera- se suscitan es todas partes. gusto. Me prende mucho su geografía. He visto en Coahuila atardece-
Pero haría una distinción entre literatura fronteriza y literatura del res rosas, anaranjados, azules ... No voy a dechte que he visto atardeceres
Norte. Simplemente porque de Torreón a Chihuahua es casi la misma verdes, porque ya seria demasiada mariguanez, pero morados, celestes y
distancia que de Torreón al De Efe. Lo que se hace en Torreón no amarillos también he visto.
tiene nada que ver con lo que se hace en la frontera. Es una realidad
aparte. En el desierto todo está lejos, no sólo el agua sino también las
personas. Eso no se experimenta en Piedras Negras, que es una fron· EPÍLOGO
tera. En el desierto hay que luchar. Si necesitas agua tienes que hacer
un pozo, trabajar para conseguirla. No es algo que encuentres a las pri- Estoy escribiendo ahora cuentos futuristas, siempre huyéndole a la rea·
meras de cambio. Lo mismo las personas, sobre todo si estás en una lidad. Me encanta ser mentiroso. No sé cuál sea la verdad. Nietzsche
ranchería donde hay tres o cuatro gentes. decía que lo terrible de las verdades es que son asquerosamente sim-
Ocampo, Coahuila, es un municipio tan grande como Portugal. Yo ples. Tan insospechadamente simples que nunca se puede acceder a
anduve en muchas de sus rancherías. Mi padre me mandó para que ellas. Quiero ver cómo será el desierto en cincuenta años más. Pienso
me hiciera hombre. Durante las vacaciones de la escuela tenia que tra· que va a ser un depósito de chatarra gigantesco. Se va a convertir en
bajar como peón. Cuando regresaba a Sacramento, que es un pueblo el basural de la tecnología. Me gusta pensar incluso en el futuro del
de mil habitantes, me parecía como Nueva York. Me llamaban la aten· libro. Ya se especula sobre su posible desaparición. En primer lugar
ción la figura de las tazas, las rayas de las banquetas. Estar en la auste· porque la industria del papel es altamente antiecológica. Hay que talar
ridad absoluta me llevó a apreciar el mundo de las formas. bosques. Incluso los periódicos y revistas se reducirán a folletos y prác-
En Coahuila hay rancherías que llevan por nombre Charcos de ticamente desaparecerán. He leido mucho sobre ciencia. Me interesa
risa, Los cuates de Australia o Dulces nombres. En el caso de Charcos rescatar, por ejemplo, las ciencias olvidadas, especulaciones antiguas.
de risa es un pueblo que está en pleno desierto, cerca de Torreón. Al- No ciencia ficción tecnológica, gente que vuelve de otros planetas; no,
guna vez llovió muchísimo y, después de una tormenta de horas se for- rescatar ciencias, como es el caso de la paleontologia, que está olvidada,
maron charcos, pero eran tan pequeños que eran de risa. Así se le la arqueología o la geografía misma. Los esotéricos inventaban geogra·
quedó el nombre al pueblo. Dulces nombres está cerca de Saltillo. En fías apócrifas, como el caso de James, el poeta, que decía que había una
este caso querían bautizar al lugar con el nombre de una flor o de un isla de las im;\genes, otra de las percepciones, otra de los suefios, etcé·
72 Jesús de León
(1992)
Escritas con soltura,
U
COORDINACIÓN
NACIONAL DE
0eSCENTRAUZACIÓN
• GOBIERNO
DEL ESTADO
DE COAHUILA