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099 Los Origenes de Israel, Damien Noel

Este documento describe los desafíos que enfrentan los historiadores al estudiar los orígenes de Israel según la Biblia. Explica que a medida que se remonta más atrás en el tiempo, los conocimientos son más limitados y depende del debate sobre las tradiciones del Pentateuco. También señala que Israel se dio representaciones sucesivas de sus orígenes para afirmar su identidad. Finalmente, sugiere que aunque muchas imágenes bíblicas deben ser corregidas o desaparecer, estas tradiciones siguen siendo test

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099 Los Origenes de Israel, Damien Noel

Este documento describe los desafíos que enfrentan los historiadores al estudiar los orígenes de Israel según la Biblia. Explica que a medida que se remonta más atrás en el tiempo, los conocimientos son más limitados y depende del debate sobre las tradiciones del Pentateuco. También señala que Israel se dio representaciones sucesivas de sus orígenes para afirmar su identidad. Finalmente, sugiere que aunque muchas imágenes bíblicas deben ser corregidas o desaparecer, estas tradiciones siguen siendo test

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rcBl Damien Noel

~
Los orígenes
de Israel

EDITORIAL VERBO DIVINO


Avda. de Pamplona, 41
31200 ESTELLA (Navarra)
1999
esde hace un siglo, el conocimiento de la historia bíblica de Israel ha progre-
sado enormemente gracias a las excavaciones arqueológicas, al descubri-
miento de textos del Antiguo Oriente y, sobre todo, a mejores lecturas de los
textos bíblicos. A medida que nos remontamos hacia períodos anteriores a la
monarquía de David, los conocimientos escasean y están limitados por el de-
bate actual sobre las antiguas tradiciones del Pentateuco: ¿a cuándo se re-
montan los relatos fundadores de Israel sobre los Patriarcas y el Éxodo? De
una manera manifiesta, el pueblo de Israel, a partir de la época de la monar-
quía, se ha dado sucesivamente varias representaciones de sus orígenes para
afirmar su identidad política y religiosa.
Damien NOEL, sacerdote de Val d'Oise que enseña historia de Israel en el
Instituto Católico de París, estudia este período anterior a la monarquía y la
puesta por escrito de estas tradiciones. En la primera parte, describe el mar-
co histórico del Antiguo Oriente, en particular de Canaán, entre el 1600 y el
1200 (período de los Patriarcas y del Éxodo), después entre el1200 y el 1000
(período de la Conquista y de los Jueces). Solamente en la segunda parte uti-
liza los textos bíblicos y se remonta a través de cada período para entender
las representaciones que Israel se ha hecho de sus orígenes. Arranca del libro
de los Jueces y de datos sobre las doce tribus, antes de remontarse a la Con-
quista -instalación en Canaán-, después al Éxodo y, finalmente, a los Pa-
triarcas.
Aunque la mayor parte de las preguntas deben permanecer abiertas, un
buen número de imágenes de las Historias Sagradas están llamadas a ser co-
rregidas y transformadas -incluso a desaparecer del ámbito de la historia-,
como la conquista de Canaán por Josué. Pero todas estas tradiciones, cons-
truidas después, y a veces tardíamente, permanecen como testimonios esen-
ciales sobre la convicción de Israel de vivir, a través de los siglos, una rela-
ción única con su Dios. El trabajo de los historiadores nos permite conocer
mejor los comienzos de este pequeño pueblo y de iluminar la fe que le ha ani-
mado y le ha hecho vivir el paso de los siglos hasta hoy.
Philippe GRUSON
Introducción

Los orígenes y la protohistoria de Israel ocupan el más que un valor aproximado que puede engañar. El
conjunto que se extiende del Génesis al libro de los riesgo de argumentación circular permanece en tan-
Jueces. Encontramos en él, en primer lugar, los an- to no se pueda levantar acta del caminar retrospec-
tepasados lejanos, los Patriarcas: Abrahán, Isaac y tivo que preside el establecimiento de los orígenes.
Jacob. Con los doce hijos de Jacob, la Biblia comien- Ya se trate de un individuo o de un grupo, nadie es,
za a hablar de un Israel con doce tribus. Es un Israel en efecto, testigo directo de su propio nacimiento.
ya constituido que se encuentra en Egipto, que sale Sólo una nación ya constituida puede emprender la
de él bajo la guía de Moisés y que, conducido por Jo- relectura del pasado y generar su relato fundador.
sué, conquista Canaán. Finalmente, es "todo Israel" el
Para tratar de dar cuenta de los orígenes de una
que ocupa el territorio en el libro de los Jueces.
nación a partir de sus fuentes escritas, el historiador
Según la versión bíblica, la identidad israelita es debe desconfiar del concepto de surgimiento, que no
presentada, en principio, con el relato del nacimien- le protege más que insuficientemente de conductas
to de un pueblo. La imagen unificada e ideal de un frecuentes en la documentación disponible, tales co-
pueblo nacido de Dios precede a la realidad, más mo la anticipación y la unificación del pasado. Hay
compleja, en que la historia se explica a partir de po- que verificar en cada etapa el contenido de las tradi-
blaciones protoisraelitas hasta su organización en un ciones y distinguir los datos eventualmente antiguos
Estado monárquico. La Biblia da la impresión de que de las construcciones globalizantes, que son siempre
conoce los orígenes de Israel porque una convicción posteriores. Los fundadores, ya sean antepasados,
religiosa le impone la representación de éstos. héroes locales o primeros reyes, no han tenido, cier-
tamente, conciencia del papel histórico que se les re-
Ahora bien, para el historiador no es evidente que
conoce en un relato construido posteriormente.
todos los grupos cuya historia se cuenta desde el Gé-
nesis a los Jueces constituyan ya la entidad que lle- Es previsible que los resultados de la crítica his-
vará el nombre de Israel, incluso aunque hacia el tórica no dejarán subsistir demasiado de la repre-
1230 este nombre aparezca en la Estela de Mernep- sentación bíblica de los orígenes de Israel. Pero des-
tah '. Confrontado con fenómenos complejos que ne- cubrir que Israel no ha actuado de modo distinto que
cesitan tiempo, el historiador trata naturalmente de las otras naciones a la hora de establecer sus oríge-
dar cuenta de los orígenes de una nación en térmi- nes es, indiscutiblemente, una ventaja. La Biblia tie-
nos de surgimiento. Sin embargo, cuando se aplica ne la apariencia de un libro de historia ya que, des-
a una nación, el concepto de surgimiento no tiene de los orígenes a los Macabeos, hace del pasado de
Israel un relato casi continuo. Sin embargo, si la Bi-
1 Los nombres geográficos y de persona están tomados bá-
blia tiene intención de presentar una historia de Is-
sicamente de J. González Echegaray, El Creciente fértil y la BI- rael, lo hace viendo algo más que un simple relato del
blia (Editorial Verbo DIvino, Estella 1991). pasado.
La naturaleza de la documentación permite dis- plo, y con conductas, tales como la anticipación y la
tinguir dos conjuntos en el período que se extiende unificación del pasado. Así, podemos decir, la me-
desde los orígenes al Exilio. Hasta los primeros re- moria pretende ser cada vez más nítida a medida
yes incluidos, el pasado de Israel no está práctica- que el pasado se vuelve cada vez más difuso. De es-
mente documentado más que en la Biblia. Un único to resulta que las fuentes disponibles pueden alcan-
texto egipcio, fechado en torno al 1230, la Estela de zar un porcentaje de artificio tal que su valor infor-
Merneptah, menciona el nombre de Israel sin más mativo se encuentra seriamente limitado. Este rasgo
detalles. A partir de la separación de los dos reinos, caracteriza la documentación relativa a toda fase pro-
hacia el 930, los acontecimientos de dimensión in- tohistórica de una nación. Se comprende que la pru-
ternacional relatados por la Biblia encuentran exce- dencia sea la norma cuando se estudia este tipo de
lentes verificaciones con otras fuentes, especialmente textos bajo el punto de vista histórico.
mesopotámicas. Este período es el mejor documen-
tado de toda la historia de Israel y el historiador se El historiador no tiene que demostrar que "la Bi-
encuentra en él en terreno seguro. blia dice la verdad", sino establecer los hechos a par-
tir de las huellas que nos han llegado. Para él, la Bi-
La relación que mantiene el texto con la realidad
blia es un documento que debe tratar como cualquier
de un pasado varía para cada sección de la historia
documento humano. Tiene que pasar, pues, por la
bíblica. Si aparece relativamente estrecha para el pe-
crítica histórica los datos bíblicos para tratar de re-
ríodo que sigue a la separación de los dos reinos
construir los hechos y comprender los principios que
(930), esta relación es ya más difícil de apreciar en
los comienzos de la monarquía. En fases anteriores han conducido a Israel a la representación del pasa-
se hace francamente problemática, pues, al mismo do que se encuentra en nuestra Biblia actual.
tiempo que las tradiciones disminuyen y que su ob- Sean cuales sean la opacidad que le opongan las
jeto se aleja en el tiempo, éstas se agrupan según un fuentes y la complejidad del proceso crítico que se le
plan de conjunto caracterizado por períodos: Patriar- impone, el historiador no puede prescindir de recurrir
cas, Éxodo, Conquista. Esto merece una explicación. a las fuentes bíblicas para elaborar una historia de Is-
Cuando se constituye una nueva identidad colec- rael. En efecto, en muchos casos, éstas resultan la
tiva, la memoria local, la de las antiguas poblaciones, única documentación disponible. Escuchar lo que di-
se encuentra absorbida en la organización de un pa- ce Israel de su propio pasado, identificar las voces
sado común. Ahora bien, una identidad colectiva es que aún se escuchan en el texto, confrontar los da-
algo más que la simple yuxtaposición de poblaciones tos de la Escritura con documentos extrabíblicos y
que, en adelante, la comparten. Para dar cuenta de arqueológicos, es el método que permite tomar pre-
la nueva fundación, la memoria tiende a enriquecer- cauciones contra toda tentación reductora y mante-
se con conceptos, los de pueblo o nación por ejem- ner abierta la problemática.

6
, ,
APROXIMACION HISTORICA
A LOS ORÍGENES
-
"

El marco histórico del 1600 al 1200


La geografía precede a la historia a Asiria, los Pueblos del Mar se despliegan por olea-
das sucesivas con riesgo para la estabilidad de Egip-
La historia del Próximo Oriente antiguo está con-
to. En algunas épocas, cuando las condiciones le son
dicionada por la geografía. Para que se constituyan
favorables, una de las potencias intenta imponerse a
Estados poderosos son necesarias sociedades esta-
las otras.
blecidas, demográfica, económica y culturalmente
desarrolladas. Esto sólo es posible bajo dos condi- Asia Menor y Mesopotamia se comunican con
ciones: agua permanente y espacio habitable y culti- Egipto por un estrecho corredor norte-sur formado
vable. En el espacio que nos interesa, estas condi- con parte de los valles del Orontes y del Litani, el al-
ciones se encuentran reunidas en Egipto, con el Nilo, to valle del Jordán, la llanura de Yizreel, los pasos de
cuya crecida anual deposita un limo que renueva la la cadena montañosa que se prolonga hasta el Car-
fertilidad del suelo, en Mesopotamia, con el Tigris y mela, y desemboca en la llanura costera. Limitado
el Éufrates, o incluso en Asia Menor, con el Halys (el entre el mar, las montañas del interior y el desierto,
actual Kizil Irmak), aunque en esta parte montañosa poderosamente fortificado por Egipto en su parte me-
el espacio cultivable esté claramente reducido. Éstos ridional, este corredor estratégico ve pasar en varias
son los tres puntos esenciales de la geopolítica del ocasiones, y en los dos sentidos, los ejércitos de los
Antiguo Oriente alrededor de los cuales se van a for- grandes imperios. Campos de batallas célebres lo ja-
mar las grandes potencias. lonan: Kadesh, Qarqar, Meguiddo. Las poblaciones
Estos tres centros vitales están constantemente que lo habitan no pueden desempeñar más que una
hostigados por las poblaciones circundantes, más o función política limitada cuando se lo permite la de-
menos marginadas en las regiones montañosas o cadencia, suficientemente prolongada, de las gran-
desérticas. Así, los arameos amenazan largo tiempo des potencias. Éste es el caso de los arameos, de Is-
7
rael, de Judá y de los reinos circundantes. Los feni- mantener el contacto con la Asia cercana. Las tradi-
cios prefieren volverse decididamente al mar para ciones egipcias que nos han llegado ofrecen una
asegurar su futuro. imagen negativa de estos reyes, que habrían llevado
a cabo destrucciones de todo tipo (ver los textos en
J. BRIEND (ed.), Israel y Judá en los textos del Próxi-
mo Oriente Antiguo [Documentos en torno a la Biblia
EL MARCO INTERNACIONAL 4; Editorial Verbo Divino, Estella 1982] pp. 17-19). La
DEL 1600 AL 1200 arqueología tiende a probar lo contrario, pues pare-
ce que asimilaron perfectamente la cultura egipcia y
Esta época abarca el final de la edad del Bronce prolongaron el modelo faraónico.
Medio (2200-1550), la totalidad del Bronce Tardío o En el 1600, el rey hicso que se sienta en el trono
Reciente (1550-1200) y el comienzo del Hierro es Khyan. En Tebas, en el Egipto Medio, existe to-
(1200-1100), tal y como las definen los arqueólogos davía la dinastía XVII, sobre la que los datos son bas-
(cf. recuadro de la p. 12). La documentación es bas- tante oscuros (estelas de Kamoses). En esta época,
tante escasa para este período. los dos regímenes parecen coexistir pacíficamente.
La tónica va a cambiar a continuación. La recon-
quista del delta será obra de Ahmosis (Ahmés), quien
Los hicsos en (1600-1550)
vuelve a tomar a los hicsos Menfis y Avaris. El golpe
En el 1600, Egipto está sometido a la dominación definitivo se produce con la toma de ciudad de Sha-
de los hicsos. Se trata ciertamente de asiáticos, ori- ruhen, en el suroeste palestino, que priva a los hic-
ginarlos de la Asia cercana, comprendiendo mayori- sos de su principal base de retaguardia asiática. La
tariamente elementos semitas, como lo sugieren a la reconquista del delta y la expulsión de los hicsos no
vez los nombres (Yaqub-el, Yaqub-har, Anat-el, Anat- puede ser datada, en la mejor hipótesis, más que al-
har) y los indicios religiosos, pues, bajo el nombre del rededor del 1550. Comienza entonces el Imperio
dios Set, los hicsos introdujeron a Baal en el panteón Nuevo egipcio, con la XVIII dinastía.
egipcio. El período hicso interesa especialmente a los bi-
La instalación de los hicsos en el poder no es el blistas porque ofrece un marco excelente para la ins-
resultado de una brusca y masiva emigración de ele- talación de elementos protoisraelitas en Egipto, en la
zona de Avaris precisamente, así como de su mar-
mentos asiáticos hacia Egipto en los siglos prece-
cha hacia Asia cercana, tal y como se muestra en la
dentes ni de un cambio violento. En efecto, la arqueo-
historia d.e José en el Génesis y en la salida de Egip-
logía muestra que Palestina fue excepcionalmente
to en el Exodo.
próspera en los ss. XVIII-XVII, lo que supuso una
cierta estabilidad de las poblaciones y la ausencia de
fenómenos perturbadores. La llegada de los hicsos al Primera recuperación del control
poder parece que se produjo sin luchas. El primer rey egipcio sobre Canaán (1506-1364)
hicso es un cierto Salitis que se estableció en Men-
fis. A continuación, la dinastía de los hicsos hará de En el 1595, el equilibrio del Oriente Próximo se
Avaris su capital, que hay que buscar al este del del- rompe por la iniciativa del rey hitita Mursil 1, que cer-
ta; lo que quizá sugiere que tuvieron la intención de có Babilonia sin sacar, sin embargo, ninguna venta-
8
ja sustancial. Discutido en su país, Mursil I es asesi- tama. La explicación de este acercamiento hay que
nado y el país de Hatti, preso de las disputas de pa- buscarla en los hititas, que emergen en este mo-
lacio, entra en un período de decadencia durante mento, después de más de un siglo de crisis. Se van
más de un siglo. Asia Menor y Mesopotamia se en- a reforzar entonces los vínculos entre las dos poten-
cuentran, pues, fuera de juego en el plano interna- cias, marcados por los matrimonios principescos de
cional. El vacío así creado en esta zona beneficia a Amenofis 111 (1402-1364). Entramos en el período de
algunas poblaciones, tales como los hurritas y otros las cartas de EI-Amarna (ver p. 11).
menos conocidos que fundan el poderoso reino de
Mitani, en la alta Mesopotamia, en el meandro del río
Éufrates. Hacia el 1500, Mitani extiende su influencia
El despertar del poder hitita
desde el Mediterráneo al este del Tigris.
(1370-1250)
Las grandes campañas egipcias se reemprenden
en Asia con Tuthmosis (Tutmés) I (1506-1494), que Alrededor del 1370, Suppiluliuma se convierte en
llega al Éufrates y lo cruza. Parece que se enfrentó rey de Hatti. Conduce varias campañas contra Mita-
a lo que su expedición trataba de frenar: la expansión ni, quitándole poder e influencia en el oeste, con-
mitania. Sus sucesores, Tuthmosis 11 (1494-1490) Y quistando Alepo, Alalakh, Karkemish, Kadesh y Da-
la reina Hatshepsut (1490-1468), no llevaron a cabo masco. Egipto no actúa inmediatamente, Amenofis
nada significativo en Asia. IV / Akhenatón está ocupado en una ambiciosa re-
forma religiosa que, por otra parte, fracasa. Tutan-
De Tuthmosis 111 (1468-1436) conocemos dieci- kamón, su sucesor, igualmente deja hacer, y el re-
siete campañas, emprendidas durante los veinte pri- sultado de esta negligencia se salda con la
meros años de su reinado. Desde 1468, una prime- incorporación del reino de Amurru al poder hitita. A
ra campaña apunta a la coalición formada en torno la muerte de Tutankamón, su viuda, que queda sin
al príncipe de Kadesh y, tras ésta, la potencia insti- heredero varón, pide en matrimonio a un hijo de
gadora, que no es otra que Mitani. El faraón toma Suppiluliuma, Zannanza, que es asesinado en el ca-
Meguiddo, somete Galilea y el Golán, desmembra la mino. Así pues, falta poco para que Egipto pase a
coalición de Kadesh y después regresa a Egipto (tex- dominio hitita. En esta época, una epidemia de pes-
to en Israel y Judá en los textos del Próximo Oriente
te devasta el Oriente Próximo y la historia registra un
Antiguo, pp. 21-22). Durante su octava campaña
parón.
(1457), Tuthmosis entra en Mitani, a la que quita po-
der, aunque sin abatirla definitivamente. Mitani conti-
núa, en efecto, intrigando bastante lejos, en el sur,
hasta Palestina, donde uno de sus emisarios es de- Segunda recuperación del control
tenido en la llanura de Sharon llevando una tablilla egipcio sobre Canaán (1304-1224)
destinada a un príncipe palestino.
Egipto debe a los Ramsés (XIX dinastía) no ha-
Tuthmosis IV (1412-1402) mantiene las posicio- ber perdido pie definitivamente en Canaán. Seti I
nes heredadas de su predecesor, pero parece que ha (1304-1290) vuelve a emprender las campañas asiá-
cambiado el clima entre Egipto y Mitani, ya que ob- ticas, pues los hititas, bajo la dirección de Mursil 11,
tiene en matrimonio a una hija del rey mitanio Arta- se recuperan de la epidemia y afianzan sus posicio-
9
nes en Siria. Sus campañas son parcialmente cono- Con Sethnekht comienza la XX dinastía, cuyo re-
cidas por las estelas de Beth-Shean, ciudad de Ca- presentante más eminente es Ramsés 111 (1184-
naán que permaneció fiel a Egipto (texto en Israel y 1153). Éste aún debe enfrentarse con los libios, des-
Judá en los textos del Próximo Oriente Antiguo, p. pués a una invasión muy importante de los Pueblos
32). Una primera operación restablece el control so- del Mar y, de nuevo, con los libios. Tenemos pruebas
bre Canaán hasta Tiro. Una segunda operación con- de su presencia en Canaán por el descubrimiento de
dujo a Seti I hasta Kadesh, y parece que se conclu- su cartucho en Meguiddo y Guézer, de sus escara-
yó entonces un tratado entre él y Muwatalli, sucesor bajos en Beth-Shémesh, Tell el-Farah de Filistea y
de Mursilll. La adhesión a Egipto del reino de Amu- Lakhish, y de su estatua en Beth-Shean.
rru vuelve a cuestionar este acuerdo y provoca la rea-
nudación de las hostilidades.
Fin del imperio hitita
Encontramos al sucesor de Seti 1, Ramsés II
(1290-1224), cuando emprende una campaña asiáti- Después del tratado de 1269 con Egipto, los hiti-
ca en el cuarto año de su reinado. En el 1286 se pro- tas deben enfrentarse a la amenaza asiria, con las in-
duce el choque decisivo en Kadesh entre Ramsés y cursiones de Tukulti-Ninurta I (1244-1208) al oeste
el rey hitita Muwatalli. Es la batalla mejor documen- del Éufrates. Desórdenes interiores conducen al ase-
tada de toda la Antigüedad. La propaganda faraóni- sinato del rey asirio, y los hititas se ven momentá-
ca no basta, sin embargo, para ocultar el retroceso neamente liberados en su frontera oriental.
egipcio: Kadesh no es recuperada y Amurru vuelve Las causas de la brusca desaparición del impe-
a los hititas. Esta situación es ratificada por el trata- rio hitita permanecen aún oscuras. Cesa completa-
do concluido entre Ramsés 11 y Hattusil 111, hermano mente toda documentación a final del s. XIII, y los
y sucesor de Muwatalli, en el 1269. Las relaciones se emplazamientos de Bogazk6y, Kultepé, Alaca y Alí-
normalizan entre las dos potencias y se vuelven muy shar son destruidos completamente. De la docu-
pronto amistosas, marcadas por matrimonios princi- mentación proveniente de Bogazk6y, de Egipto y de
pescos. Egipto comprende que ya no puede tener Ugarit podemos deducir que Hatti se oscureció por
más actividad en Siria, y los hititas desean estar en razones económicas, quizá víctima de un bloqueo.
paz en el flanco meridional, pues a partir de ahora En efecto, Merneptah dice haber enviado a los hiti-
Asiria amenaza en el este. tas un cargamento de trigo. Tres cartas enviadas al
último rey de Ugarit, Ammurapi, muestran igual-
mente el envío de trigo a los hititas. Una traducción
Decadencia de Egipto (1224-1140) en ugarítico de un mensaje del rey hitita encontrada
en Ras Samra da cuenta aún de una petición de ví-
En el 1224, Merneptah sucede a su padre Ram- veres y señala la presencia del enemigo. Varios do-
sés 11. Sucede algo nuevo: el delta es amenazado cumentos ugaríticos dan noticia de una amenaza
ahora en el oeste por los libios. Éstos tienen por alia- marítima, de desembarcos enemigos en Alashia
dos a grupos llegados del norte por vía marítima: los (Chipre) y de la destrucción de puertos. Entonces
Pueblos del Mar, que aparecen aquí por primera vez Hatti desaparece, al mismo tiempo que su aliado
en los textos egipcios. Ugarit. Según una inscripción de Ramsés 111 en Me-
10
dinet-Habu, esta destrucción sería imputable a los (suroeste de Turquía), Alashia (Chipre) y Hatti (hiti-
Pueblos del Mar (texto en Israel y Judá en los tex- tas). Un segundo conjunto de 298 tablillas reúne la
tos del Próximo Oriente Antiguo, p. 41). Hay que su- correspondencia de vasallos egipcios de Siria o de
poner, naturalmente, otros factores que explicarían Palestina (cf. las 13 cartas relativas a Canaán en Is-
especialmente la destrucción sistemática de los lu- rael y Judá en los textos del Próximo Oriente Antiguo,
gares del interior. Se ha avanzado la hipótesis de un pp. 23-32).
seísmo.
La correspondencia de las potencias reconocidas
nos permite identificar estas naciones y apreciar las
relaciones que mantenían con Egipto. La de los va-
sallos nos informa directamente sobre la vida cana-
CANAÁN DEL 1600 AL 1200 nea. Por ella conocemos nombres, lugares, datos ad-
ministrativos y algunos de los problemas planteados
El territorio de Canaán está en esta época bajo a las autoridades locales, en particular las preocupa-
control egipcio. Así pues, hay que dirigirse a Egipto ciones consiguientes a la presencia de los habiru, so-
para buscar la documentación susceptible de infor- bre los que volveremos.
marnos sobre las poblaciones que lo habitan y sobre
los acontecimientos que allí se desarrollan.
La Estela de Merneptah

Las cartas de El-Amarna La Estela de Merneptah, primer texto extrabíblico


actualmente conocido que menciona a Israel, fue
Tell EI-Amarna se encuentra en el Nilo, aproxi- descubierta en Tebas, en la orilla izquierda del Nilo,
madamente a 300 km al sur de El Cairo, en el em- en 1896. La mención de Israel aparece en un con-
plazamiento de Akhenatón, antigua capital egipcia junto (líneas 26-27) que enumera los objetivos al-
fundada por Amenofis IV/ Akhenatón en torno al canzados en Canaán durante una campaña atribui-
1365. Las primeras tablillas fueron descubiertas en da a Merneptah, sucesor de Ramsés 11. Asquelón,
1887. La magnífica correspondencia de 382 tablillas, Guézer y Yanoam preceden inmediatamente a Israel
dispersas hoy por diferentes museos (p. ej., el Lou- en el texto. El texto de la línea 27 relativo a Israel es-
vre conserva las tablillas 362 a 367), ilumina singu- tá redactado así: "Israel está aniquilado y su simien-
larmente la historia del Antiguo Oriente. El período te no saldrá jamás" (ver Israel y Judá en los textos
que cubre esta documentación es desgraciadamen- del Próximo Oriente Antiguo, p. 37).
. te demasiado breve: entre 15 y 30 años.
Según la estela, el contingente egipcio parece ha-
Entre las 382 tablfllas, 350 constituyen una co- ber avanzado hacia el nordeste: Asquelón, Guézer,
rrespondencia diplomática compuesta por cartas y Yanoam. Podemos trazar, sin ninguna garantía, un
listas, de proveniencia asiática en su mayoría. Un pri- cierto perímetro al teatro de operaciones: la monta-
mer conjunto de 52 tablillas recoge la corresponden- ña central, los accesos al lago, el valle del Jordán e
cia de las potencias establecidas y reconocidas co- incluso Transjordania. Pero las fuentes egipcias no
mo tales por Egipto: Babilonia, Asiria, Mitani, Arzawa dicen nada más aparte de esto y la Biblia no ha con-
U
servado ningún recuerdo de un choque importante excavadores al episodio de Abimélek (Jue 9,45), pe-
entre Egipto e Israel en territorio cananeo hacia fina- ro sin pruebas decisivas.
les del s. XIII. El Burnat (monte Ebal): único emplazamiento del
Hierro I conocido en el monte Ebal, descubierto en
Los datos arqueológicos 1980, al nordeste de la cumbre y excavado a partir
de 1982. Muro del recinto y construcción de 15 x
En época reciente hemos visto cómo se ha ido 15 m. Se ha querido ver en él un gran altar de plata-
desarrollando la exploración de superficie como com- forma; hipótesis apoyada en la presencia de nume-
plemento a las excavaciones practicadas en los em- rosos huesos de gamo, lo que indica una caza
plazamientos tradicionales. Esta exploración siste- intensiva. El comienzo de la ocupación del em-
mática contribuye a ofrecer una idea cada vez más plazamiento se remonta como muy pronto a finales
precisa de la ocupación del suelo, en particular para del s. XIII - comienzos del s. XII.
el período comprendido entre el fin del Bronce Tardío
(1400) y el comienzo del Hierro (1100). Recordemos Bet-Shean: lugar bien conocido por la documen-
aquí los principales resultados. tación egipcia desde el 1460. Restos de un templo
del s. XVI. Numerosas inscripciones: estelas de Seti
I y de Ramsés 11 (finales del s. XIV - comienzos del
LOS PERíODOS ARQUEOLÓGICOS s. XIII). Estatua de Ramsés 111 (s. XII). Ciudad ca-
nanea destruida hacia 1200-1150, vuelta a ocupar
Bronce Antiguo 3300 - 2200 después, con silos y numerosas jarras de almacena-
Bronce Medio I 2200 - 2000 miento. Huellas de incendio a finales del s. XI re-
HA 2000 - 1750 lacionadas con la época de Saúl.
HBe 1750 - 1550 En el conjunto de esta zona, las nuevas instala-
ciones comienzan en la segunda mitad del s. XIII y
Bronce Tardío I 1550 - 1400
parecen propagarse de este a oeste. La población se
HAB 1400 - 1200
estima en 25.000 habitantes para Manasés y 9.400
Hierro lA 1200 - 1150 para Efraín. La ausencia de fortificaciones en los em-
lB 1150 - 1000 plazamientos cananeos se explicarían por una prohi-
HA 1000 - 900 bición egipcia.

Transjordania septentrional
Cisjordania septentrional (Manasés) (Makir, Galaad)
Este territorio de alrededor de 1.750 km 2 , con fuen- Tell Oeir-Allah, cerca del Jordán: santuario des-
tes numerosas y abundantes, ofrece excelentes indi- truido por un seísmo hacia 1200-1150. Vaso de loza
cios de ocupación del Bronce Tardío (BT) al Hierro 1. que lleva el cartucho de la reina egipcia Tausert
Tell Balata (= Siquén): ocupación ininterrumpida (1193-1185). En el Hierro lB, alfarería cercana a la
del BT al Hierro 1. Destrucción en el s. XIII, nuevas cerámica filistea.
construcciones más pobres que las antiguas. Violen- Balance sobre el valle medio del Jordán: entre el
to incendio hacia finales del Hierro 1, atribuido por los wadi Kufrinjeh y el wadi Zerqa (el Yaboq), la ocupa-
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ción es continua, sin ruptura significativa para los em- Et- Tell (= Ay): ciudad fortificada en el Bronce An-
plazamientos ya ocupados. Se encuentra en ellos un tiguo, después abandono del emplazamiento del
centro metalúrgico alimentado por combustible pro- 2400 al 1200. Se vuelve a ocupar en el Hierro, es-
cedente de los bosques de Ajlun. Región fértil, bien tando las casas dispuestas en cadena alrededor del
irrigada desde los más antiguos establecimientos. emplazamiento.
Macizo de Ajlun (en sentido amplio, el antiguo Ga- Izbet-Sartah (cerca de Afeq): con otros seis em-
laad): la ocupación de emplazamientos conoció un plazamientos establecidos en la misma línea de co-
fuerte aumento a comienzos del Hierro, lo que se tra- linas, este lugar fue ocupado desde finales del s. XIII
duce en un importante crecimiento de población. a comienzos del s. X con breves interrupciones. Nu-
merosos silos, casas de cuatro piezas y jarras de al-
En toda esta región septentrional, de una y otra macenamiento indican una población agrícola. La al-
parte del Jordán, el material descubierto, ya se trate farería puede ser comparada a la de la muy cercana
de la jarra grande de collar o de la casa de cuatro pie- Filistea.
zas con pilares -que se las consideraba como indi-
cio de la presencia israelita-, no permite de ninguna Khirbet Seilun (= Siló): emplazamiento capital pa-
manera zanjar la cuestión a propósito de la identidad ra la protohistoria de Israel. Importante fortificación
de las poblaciones. Este material aparece, en efec- de la época de los hicsos destruida a finales de este
to, en zonas ciertamente no ocupadas en la época período (s. XVI). Reanudación de la ocupación du-
por poblaciones israelitas. rante el s. XII, con almacenes que contienen nume-
rosas jarras de almacenamiento. Violento incendio
hacia la mitad del s. XI.
Cisjordania central (Benjamín, Efraín)
Para esta zona, el balance queda establecido así:
Jericó: grandes problemas planteados por el cé-
escasa ocupación en el BT (Betel, Siló). En el Hierro
lebre texto bíblico (Jos 6). Ocupación que va deca-
1: 115 emplazamientos, en el límite del desierto y en
yendo en el Bronce Tardío. Emplazamiento abando-
el centro, de los que 26 lugares corresponden al Hie-
nado sin destrucción hacia el 1275, se vuelve a
rro I alrededor de Siló. Del Hierro 11 se cuentan 195
ocupar en el s. XI o a finales del s. X. Región aban-
emplazamientos, casi el doble que en el Hierro 1. El
donada a finales del BT o comienzos del Hierro.
establecimiento comienza por la vertiente oriental, li-
En esta zona, la parte oriental parece desocupa- mitando al desierto, y se extiende a la montaña cen-
da en el BT, mientras que la vertiente occidental ya tral. La población, estimada en 3.800 habitantes al
está ocupada (El Jib = Gabaón, Yalu = Ayalón). Así comienzo del Hierro, pasa a 9.400 hacia el 1050. Es
pues, podemos considerar una continuidad con de- de tipo pastoril o seminómada, como lo indica la for-
o sarrollo moderado de la ocupación para la vertiente ma, a menudo elíptica, de los establecimientos y la
occidental, y una multiplicación de emplazamientos abundancia de silos.
nuevos en la vertiente oriental y en la cumbre.
Cisjordania meridional (Judá)
Beitin (= Betel): restos de una ciudad fortificada
en el Bronce Medio, reocupación en el BT 11. Des- No conocemos más que dos emplazamientos
trucción de la ciudad cananea hacia 1240-1235. Ocu- ciertamente ocupados a finales del Bronce: Jerusa-
pación continua a comienzos del Hierro. lén y Khirbet Rabud (= Debir). A finales del s. XI, la
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población de la montaña de Judá no sobrepasa los tección del primer grupo. Las primeras instalaciones
1.250 habitantes. Incluso aunque no se trata más no sobrepasan el último tercio del s. XIII.
que de una estimación limitada a los emplazamien-
Constatamos, en el conjunto del territorio cana-
tos urbanos que no toma en cuenta las poblaciones
neo, la destrucción de numerosos emplazamientos
nómadas, el asentamiento resulta muy escaso. Ahí
entre 1300-1250. Algunos lugares destruidos en este
tendríamos la explicación de la ausencia de esta re-
período conocieron una interrupción o una nueva ocu-
gión en la historia anterior a David.
pación de un tipo diferente. Otros empalzamientos
fueron reconstruidos según las líneas anteriores (Me-
Négueb septentrional (Simeón) guiddo, Beth-Shean, Lakhish). Una segunda ola de
Berseba: primera habitación en grutas. Se han destrucciones, después del 1250, corresponde al final
escavado fosas al este del tell. Alfarería compuesta de la presencia egipcia en Canaán. Ningún indicio ar-
por jarras de almacenamiento, ollas y escudillas, tí- queológico permite identificar a los destructores.
pico de una población pobre. Los huesos de anima-
les muestran una clara predominancia de los ovinos Apiru, habiru, hebreos
sobre el ganado mayor, normalmente utilizado para
las labores del campo. Las primeras construcciones La existencia de los apiru se muestra por la co-
no aparecen más que tardíamente. La presencia de rrespondencia de EI-Amarna, más precisamente por
escarabajos atestigua la presencia egipcia. las cartas de Abdi-Hepa, príncipe hurrita de Jerusa-
Tell Masas (= ¿Hormá? ¿Ciqlag?): emplazamien- lén (Israel y Judá en los textos del Próximo Oriente
to excepcionalmente extendido para este período. Antiguo, pp. 28-31). Inmediatamente se plantea la
Primera instalación, finales del s. XIII-comienzos del pregunta de la relación entre los apiru y los hebreos
s.XII. Este primer asentamiento implica construccio- de la Biblia. Son nombrados en nueve textos egipcios
nes ligeras, fosas de almacenamiento y hornos. Nin- conocidos hasta la fecha, cuyas fechas se escalonan
gún rastro de piedra o de ladrillo en los primeros ni- entre los ss. XV Y XII. La equivalencia con los habi-
veles. Se encuentra a continuación una fortaleza y un ru, forma asiática del término, está definitivamente
edificio administrativo, con algunos vasos egipcios y establecida por los tratados hititas bilingües de los ss.
un escarabajo de Seti 11. El origen de esta nueva po- XIV Y XIII Y los textos de Ugarit.
blación hay que buscarlo en el norte (Sefela) o en el El método socio-histórico, fuertemente marcado
oeste. Los siguientes ocupantes pueden haber sido en sus comienzos por la búsqueda de una posible
filisteos. Acaece una destrucción en el s. XI. correspondencia entre los apiru/habiru y los hebreos
de la Biblia, se ha fijado desde hace tiempo en la úni-
El balance de las investigaciones efectuadas en
ca pregunta de saber si apiru/habiru era un apelativo
esta zona muestra una variedad de ocupaciones que
étnico o sociológico.
impide considerar una "ola" de asentamientos. Asis-
timos a una transición en el modo de alojamiento: de En el s. XIV, los textos egipcios no conocen a los
la tienda y del campamento a la casa resistente y al apiru más que como prisioneros, entre los cuales ha-
pueblo. La población parece haber sido mixta: nó- bía reyes y hermanos de reyes. Activos en Canaán,
madas o seminómadas, que forman el grupo domi- constituyen un peligro para los príncipes locales, in-
nante, y campesinos cultivadores que buscan la pro- cluso para los faraones, que deben someter sus re-
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vueltas, así sucede con Seti I hacia el 1300. Algunos mujeres de los hebreos" (Éx 1,15.16.19; 2,7) o "el
textos ugaríticos e hititas del s. XIII les muestran en país de los hebreos" (Gn 40,15). Se observa todavía
vías de sedentarización. La opinión común tiende, un vínculo persistente con el estatuto de esclavo (Gn
pues, a considerarlos como una categoría que se de- 39,17; 41,12; d. Éx 21,2; Dt 15,12; Jr 34,9.14) y la
fine siempre negativamente, como extranjeros refu- separación señalada por los egipcios a propósito de
giados, desarraigados, cuya supervivencia no de- las comidas (Gn 43,32; d. 46,34). Observamos, fi-
pende más que de la subordinación. nalmente, empleos genéricos: "un hebreo" (Gn 39,14;
Éx 2,11), "dos hebreos" (Éx 2,13), "los hebreos" (Éx
Los hebreos 1,22), "un niño hebreo" (Éx 2,6). Todos los usos
muestran que el término "hebreo" no designa espe-
El uso corriente confunde con frecuencia hebreo cialmente a una etnia particular, sino a una población
e israelita. El examen de los textos bíblicos va a mos- globalmente distinta de los egipcios considerada co-
trarnos que esta identificación es errónea y nos abri- mo de rango inferior.
rá un acceso inesperado a una realidad histórica cu-
yo recuerdo ha sido indirectamente transmitido por la
El esclavo hebreo
Biblia.
La ley sobre la liberación de los esclavos contie-
La Escritura utiliza en primer lugar un nombre pro- ne una formulación ciertamente antigua, ya que la
pio, Héber, que designa al antiguo epónimo de los he- denominación "hebreo" se mantiene en ella a lo lar-
breos (Gn 10,21.24.25; 11,14.15.16.17; Nm 24,24; 1 go de toda la Biblia, desde Éx 21,2 hasta Jr 34,9.14,
Cr 1,18.19.25). Aunque el empleo genealógico de es-
pasando por Dt 15,12, mientras que desaparece de
te término sugiere que los hebreos constituyen una los relatos después de 1 Sam 29,3. La hipótesis de
unidad étnica, no debemos olvidar que Héber es en una formulación antigua en Éx 21,2 Y en los textos
realidad el padre de una multitud de pueblos, como lo emparentados se apoya en la capacidad del lengua-
muestra la tabla de las naciones de Gn 10,21.25-30. je jurídico para registrar y conservar la realidad con-
La Escritura utiliza a continuación 34 veces el tér- creta de las condiciones de vida de una sociedad.
mino "hebreo" ('ibri), es decir, muy poco para el con- Ahora bien, en estos textos, "hebreo" está constan-
junto del Antiguo Testamento; estas utilizaciones se temente relacionado con el estatuto de esclavo, yes-
localizan en el Pentateuco y 1 Samuel; se limitan es- ta relación no es un dato que se invente. Así pues,
trictamente al período de los orígenes de Israel, de está permitido, al menos, postular la realidad históri-
Abrahán a Saúl. Ahora bien, los apiru/habiru desa- ca de una condición de vida inferior característica de
parecen de los textos extrabíblicos a finales del s. XII. una población denominada "hebreos" entre la que se
El uso bíblico parece, pues, corresponderse perfec- reclutaban los esclavos.
~ tamente con un fenómeno general.
Manteniendo las reservas acostumbradas sobre
¿Cómo funciona el apelativo "hebreo"? ¿Qué de- la antigüedad de los relatos del Génesis y del Éxodo
signa en los textos del Pentateuco y de 1 Samuel? que incluyen la palabra "hebreo", el historiador no
Fuera del texto legislativo de Éx 21,2, del que de- puede descartarlos definitivamente de la investiga-
pende Dt 15,12 Y Jr 34,9.14, todas las veces que se ción en la medida en que, precisamente, también
emplea están en relatos. Así, encontramos "el Dios ellos atestiguan el vínculo establecido por los textos
de los hebreos" (Éx 3,18; 5,3; 7,16; 9,1.13; 10,3), "las jurídicos entre hebreo y esclavo. Sea cual fuere la fe-
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cha que se asigna a la historia de José y al relato de La precisiones aparecen cuando el texto habla del
la estancia en Egipto, es forzoso constatar que en estado de servidumbre de los hebreos con respecto
ellos se encuentran igualmente las huellas de la a los filisteos y de un posible cambio de situación de
transmisión del recuerdo de la condición de hebreo. la que los filisteos tienen mucho que temer (1 Sam
El texto de la ley sobre la liberación de los escla- 4,9). Los inicios de Saúl se presentan claramente co-
vos muestra claramente que no hay que confundir mo una revuelta de hebreos contra los filisteos en un
hebreo con israelita, no más, por otra parte, que con contexto donde se emplea igualmente el nombre de
no israelita. Sin duda, es difícil precisar más sin salir Israel (1 Sam 13,3-7). El paso es tanto más intere-
de la Biblia, pues Éx 21,2, retomado por Dt 15,12 Y sante cuanto que el texto bíblico deja entender que,
Jr 34,9.14, queda como un texto aislado. Encontra- visto desde el lado filisteo, el movimiento israelita
mos una ley semejante en los textos asirios de Nuzi: puede aparecer como una sublevación de hebreos
los hapiru pueden abandonar el servicio de su amo contra una población establecida y culturalmente su-
mediante compensación. El rodeo por los textos jurí- perior. Este último punto viene confirmado por el he-
dicos ha llevado a ampliar el campo de la investiga- cho de que la ausencia de metalúrgicos en Israel sea
ción, recayendo ésta en la terminología y, por lo tan- imputada a los filisteos. El texto de 1 Sam 13,19-21
to, en la realidad de la condición de hebreo, que dice, en efecto, que los filisteos querían mantener a
aparece como un fenómeno extendido al conjunto los hebreos en un grado de subequipamiento técni-
del ámbito semítico occidental. co y militar particularmente bajo. Por lo demás, la re-
dacción conocía el tono especialmente despectivo
Hebreos y filisteos del término "hebreo", como lo atestiguan los dos
ejemplos puestos, claro está, en boca de los filisteos:
En el primer libro de Samuel (1 Sam 4,6.9; "Mirad, unos hebreos que salen de las cuevas don-
13,3.7.19; 14,11.21; 29,3), el empleo de la palabra de se habían escondido" (1 Sam 14,11) Y "¿ Qué pin-
"hebreo" resulta particularmente valioso. Este térmi- tan aquí esos hebreos?" (1 Sam 29,3).
no designa, en primer lugar, a los adversarios de los
filisteos ("campamento de los hebreos", 1 Sam 4,6), Se comprende que estos textos, ricos en datos
sin que sea posible percibir una etnia precisa tras la socio-históricos significativos, hayan alimentado el
palabra, ya que algunos hebreos estaban al servicio modelo de una "revolución socioeconómica" preci-
de los filisteos (1 Sam 14,21) Y otros, ciertamente no sado por algunos investigadores para dar cuenta
israelitas, atravesaron el Jordán para huir de una zo- del surgimiento de Israel a finales del s. XII (cf. p.
na que se había vuelto peligrosa (1 Sam 13,7). 43).

El marco histórico del 1200 all000


Convencionalmente, la fecha del 1200 a. C. mar- discontinuidad brusca que se corresponda con esta
ca el final de la edad del Bronce Tardío y el comien- fecha precisa. Pero los arqueólogos y los historiado-
zo de la edad del Hierro (Hierro I A). Naturalmente, res convienen en que una novedad aparece después
sobre el terreno no tenemos evidencia de ninguna del 1200, incluso aunque no dispongamos para ca-

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racterizarla, como único indicio, más que del empleo Saúl, David y Salomón no debe hacer perder de vis-
cada vez más generalizado de un metal tan poco no- ta el profundo silencio que rodea a estos personajes
ble como el hierro. en las fuentes extrabíblicas. Se ha señalado que la
constitución de un reino judío entre el 900 y el 800
Para el lector de la Biblia, este período es decisi-
(Hierro II B) resulta al menos algo problemático, yal-
vo. Como escribe J. B. HUMBERT, "la aparición del fe-
gunos dudan seriamente de la historicidad de un rei-
nómeno político-religioso propiamente israelita debió
no unificado davídico-salomónico administrado des-
de producirse hacia finales del s. XII o incluso a co-
de Jerusalén, y sugieren que Judá no llegó a ser un
mienzos del s. XI" ("Tell Keisan entre mer et montag-
Estado y Jerusalén un centro administrativo impor-
ne", en Archéologie, art et histoire de la Palestine
tante más que hasta el s. VIII lo más pronto. Pero el
[París, Cerf, 1988] p. 71).
reciente descubrimiento de una pequeña estela de
La época de Saúl, David y Salomón, que la Biblia basalto en Tell Dan podría ofrecernos, sin embargo,
señala como el origen de la monarquía, es relativa- la mención no bíblica más antigua (hacia 900-850) de
mente breve: alrededor de un siglo. Pero su impor- la "casa de David", que aparecería en la línea 9 de
tancia es tal que se le ha dedicado un conjunto con- esta estela (cf. Le monde de la Bible, 90, p. 38). Es-
siderable de textos: los dos libros de Samuel y la to debería llevarnos a un escepticismo razonable,
mitad del primer libro de los Reyes (1 Re 1-11). Este proporcionado.
período, cuya historia permanece aún oscura en nu-
Que el establecimiento de un reino israelita en el
merosos puntos, ha dejado huellas de una manera
s. X no haya dejado indicios en el terreno entra den-
manifiesta. La Biblia debía explicarse sobre la ins-
tro de lo probable. Que los acontecimientos de este
tauración del nuevo régimen que constituye la mo-
período hayan sido amplificados e idealizados por la
narquía; desde el comienzo, parece haber sido el
tradición, no ofrece ninguna duda. Por el contrario,
objeto de vivas controversias políticas, socioeconó-
los relatos bíblicos parecen haber guardado perfec-
micas y religiosas.
tamente la memoria del problemático establecimien-
Los orígenes de la monarquía conciernen a un to de la monarquía en un país dividido, incluso de-
pueblo cuya unidad no ha sido nunca conseguida de sequilibrado, en el plano demográfico y económico.
forma duradera. En efecto, desde el final del reinado La dualidad fundamental Israel-Judá deja para siem-
de Salomón, Israel (el reino del Norte) se separa de pre su huella en la historiografía bíblica de este pe-
Judá. Este acontecimiento, ocurrido muy temprana- ríodo. Esto es un indicio precioso que no debemos
mente, deja su huella en las tradiciones más antiguas dejar de lado.
así como en la evolución posterior de los relatos. De-
La Estela de Merneptah, en torno al 1230, ates-
bajo de este cuadro, tal como nos ha llegado, perci-
tigua sin más detalles la existencia de un grupo lla-
o bimos en realidad el surgimiento de dos monarquías.
mado Israel en territorio cananeo (cf. p. 11). Por otra
Semejante literatura, unas veces sabrosa, otras po-
parte, la cronología permite situar a los primeros re-
co afortunada, apenas corresponde a las exigencias
yes bíblicos, Saúl, David, y Salomón, entre el 1010
de una historiografía moderna. Sin embargo, sitúa a
Y el 930. Lo que un historiador puede designar ra-
la Biblia entre los primeros documentos de la huma-
zonablemente por período premonárquico se ex-
nidad que merecen el nombre de historia.
tiende, pues, aproximadamente durante dos siglos,
Pero la abundancia de texto que se dedica a aunque el límite superior, fijado por el estado actual
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de nuestra documentación, haga suponer un espacio Egipto están entonces separados. En el norte, Smen-
histórico a una realidad Israel hoy ciertamente inac- des funda una nueva dinastía (XXI) y se instala en
cesible. Tanis, después del desmantelamiento de Pi-Ramsés.
En el sur, los sumos sacerdotes de Amón restable-
cen la teocracia.
Egipto
Smendes (1069-1043): Piankhi sucede a Herihor
De Ramsés IV a Ramsés XI, Egipto conoció una como sumo sacerdote. Su hijo Pinedjem adopta una
rápida decadencia. Se suceden ocho reyes en alre- titulación real, aunque deja la primacía al faraón.
dedor de un siglo.
El texto de Wen-Amón (cf. Israel y Judá en los
Ramsés IV (1154-1148): se han encontrado es- textos del Próximo Oriente Antiguo, pp. 42-47) data
carabajos de Ramsés IV en Palestina. de esta época. Es el relato de las desventuras dé un
embajador encargado de traer madera para la barca
Ramsés V (1148-1144): vuelve a abrir las minas
sagrada de Amón. El funcionario egipcio no tiene nin-
del Sinaí (Serabit-el-Khadem, Timná). Su reinado es-
gún peso ante el príncipe de Guebal (Biblos), lo que
tá marcado por un escándalo financiero que implica
dice mucho sobre la debilidad internacional de Egip-
al clero de Elefantina (Asuán).
to. El texto nos enseña que los "teucros" (tjeker), uno
Ramsés VI (1144-1136): uno de los últimos indi- de los Pueblos del Mar desconocido por la Biblia, pe-
cios de la presencia egipcia en Canaán es la base de ro muy documentado en los textos egipcios, habitan
una estatua de bronce encontrada en Meguiddo que la zona litoral de Dar. El único paralelo con la Biblia
lleva el nombre de Ramsés VI. Su hijo, Ramsés VII son las compras de madera por Salomón a Hiram de
(1136-1128), Y Ramsés VIII, hijo de Ramsés 111 (1128- Tiro (1 Re 5,15-26) Yla mención de los habitantes de
1125), no llegan a impedir la decadencia. Guebal como artesanos de la piedra y de la madera
(1 Re 5,32).
Ramsés IX (1125-11 07): un reinado de 18 años y
una enorme actividad le permiten dejar huellas, es- Los reyes siguientes no desempeñan ningún pa-
pecialmente en Guézer, donde se ha encontrado su pel en Asia: Amenemnesut (1043-1039), Psusennes
nombre. I (1039- 993), Amenemopé (993-984) y Osorkón el
Viejo (984-978).
Ramsés X (11 07-1 098?): último rey que domina
Nubia, único territorio exterior aún sometido a Egip- Siamón (978-959): es uno de los reyes más ilus-
to. Ramsés XI (1098-1069): disturbios en la Tebaida, tres de la XXI dinastía; vuelve a dar un cierto dina-
emancipación del clero, pillaje, hambre, guerra civil. mismo a la política exterior egipcia. La principal fuen-
Hacia el 1080 aparece el sacerdote Herihor, de ori- te no egipcia podría ser aquí la Biblia. Pero ésta no
gen probablemente libio. A la muerte de Ramsés XI, indica el nombre del rey de Egipto responsable de
hacia el 1069, el administrador Smendes, a las ór- una expedición de castigo a Guézer (1 Re 9,16) ni del
denes del clero de Amón, dirige el norte del reino en que da a su hija en matrimonio a Salomón (1 Re 3,1;
Pi-Ramsés. Herihor dirige el ejército y los asuntos re- 7,8; 9,16; 11,1) ni de aquel junto al que se refugia Ha-
ligiosos. La secesión de Nehesy reduce Egipto al va- dad el edomita, que se casa también con una prin-
lle del Nilo, entre Asuán y el delta. El Alto y el Bajo cesa egipcia (1 Re 11,17-22).
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Psusennes 11 (959-945): último soberano de la Israel y Judá en los textos del Próximo Oriente Anti-
XXI dinastía. ¿Es el que da a su hija en matrimonio guo, pp. 41-42). Lleva su campaña hacia el oeste,
a Salomón (1 Re 3,1; 9,16)? hasta el mar, e impone tributo a Guebal (Biblos), Si-
Sheshonq I (945-924): fundador de la XXII dinas- dón y Arpad. Somete lo que queda de Hatti. Pero los
textos indican el hostigamiento constante de que es
tía (libia). Es el que acoge a Jeroboán (1 Re 11,40).
La campaña de Sheshonq en Palestina (1 Re 14,25) objeto Asiria por parte de los ahlamu durante una
muestra que esta dinastía retoma su política de con- quincena de años (28 veces ... texto B, en J. BRIEND /
trol de la explanada asiática, donde los nuevos reinos M.-J. SEUX, Israel et les Natians [Suppl. Cahiers
de Judá y de Israel han hecho su aparición. Hasta en- Évangile 69; París, Cerf, 1989] p. 41). En el 1090 de-
tonces, Egipto era demasiado débil para intervenir en cide volverse hacia Babilonia, que consigue tomar en
Canaán. el 1085. Pero hacia el 1083-1082, los ahlamu están
ante los muros de Nínive. Tiglat-piléser I debe refu-
giarse en la montaña.
Asiria Asur-bel-kala (1074-1057): después de Ashared-
apil-ekur, que no reina más que dos años (1076-
Asiria y Babilonia vuelven a salir a la superficie 1075), reanuda las campañas en el norte. Pero, ba-
durante el último tercio del s. XII ya reemprender sus jo la amenaza de los ahlamu, decide poner fin a la
luchas ancestrales. Bajo el reinado de Tukulti-ninur- política de hostilidades contra Babilonia. Instala un
ta I (1245-1208), Asiria domina muy claramente a Ba- usurpador, Adad-apla-iddina (1069-1048), en el tro-
bilonia y saca el mejor partido de la desaparición del no de Babilonia, del que la crónica neobabilonia de-
reino de Mitani así como la del imperio hitita, consi- ja percibir su origen arameo.
guiendo con esto una salida al Mediterráneo. Babilo-
Las buenas relaciones conseguidas entre Asiria y
nia está bajo el dominio casita desde el 1208 al 1157,
Babilonia no duran. En el 1055, el hijo de Asur-bel-
fecha en la que pasa a dominio elamita durante una
kala, Eriba-Adad 11 (1056-1055), es destronado y exi-
veintena de años (1157-1133).
liado en Babilonia por su tío Adad-apla-iddina. El
Asur-resh-ishi (1133-1116): rechaza a los babilo- buen comportamiento aparente de Asiria en realidad
nios llegados de los alrededores de Arbela. Llega a no hacía más que desviar el flujo arameo hacia Ba-
yugular dos tentativas de Nabucodonosor I (1126- bilonia, donde, bajo el peso del hambre y las revuel-
1105) Y a contener a las tropas babilonias en el me- tas, el caos se instala progresivamente. Del 1025 al
dio Eufrates. Pero debe oponerse a las presiones 940, Babilonia permanecerá prácticamente inactiva
de los nómadas ahlamu. En el otro lado del territo- en la historia.
rio lleva a cabo campañas contra las tribus de los
Seis reyes se suceden en Asiria del 1050 al 935,
Zagros.
de los que algunos conocen una cierta longevidad:
Tiglat-piléser I (1115-1077): se opone al avance Asurnasirpal I (1050-1032: 18 años), que reconstru-
de los mushki (los mések de Gn 10,2) Y controla to- ye los templos, Asur-rabi II (1013-973: 41 años), Ti-
do el curso superior del Tigris. Continúa las campa- glat-piléser 11 (967-935: 33 años). Pero, bajo Asur-
ñas en los Zagros. A continuación debe enfrentarse rabi 11, los arameos están sobre el meandro del Éu-
con los alhamu, extendidos a lo largo del Éufrates (cf. frates. Así pues, se constata que Asiria no ejerce una
19
presión duradera al oeste y al sudoeste, sino que, por ción aramea sobre Edom, Moab, los ammonitas, los
el contrario, en esta zona es ella la que sufre la pre- filisteos y Amaleq, que vuelve a David como botín
sión de los ahlamu-arameos. Esta pérdida de in- después de su victoria sobre el rey de Sobá. El es-
fluencia crea las condiciones para el establecimiento tudio de 2 Sam 8,3-12 debe ser completado con el
de principados arameos entre Damasco y el Éufra- de 2 Sam 10,6, que distingue a los arameos de Bet-
tes. Rejob y a los arameos de Sobá, pero cita además al
reino de Maaká y a las gentes de Tob. Bajo el reina-
do de Salomón asistimos a la ascensión de los ara-
Los principados arameos meos de Damasco (1 Re 11,23-25), con Rezón, ofi-
cial del rey de Sobá.
Los invasores arameos aparecen por primera vez Gueshur y Maaká: el reino de Maaká (2 Sam
en los anales de Tiglat-piléser I asimilados a los 10,6) se sitúa al sur del Hermón. David toma una
ahlamu, conocidos desde el s. XIV. El movimiento de mujer de nombre Maaká, pero es hija del rey de
población ahlamu se conoce desde la correspon- Gueshur (2 Sam 3,3); ella será la madre de Absa-
dencia de EI-Amarna. Ión. El reino de Gueshur, citado en 2 Sam 15,8, hay
El territorio del antiguo imperio hitita es ocupado, que localizarlo al norte de Transjordania. Gueshuri-
a partir del 1200, por poblaciones luvitas. En la épo- tas y maakitas, a menudo nombrados juntos, resul-
ca de Tiglat-piléser I se constituye un reino, cuya ca- tan distintos de los arameos: Jos 12,5; 13,11-13; Dt
pital es Karkemish. El rey, Ini-Teshub, lleva un nom- 3,14.
bre hurrita. Los arameos comienzan por atacar con
fuerza este reino en el s. X. Hacia el 950 fundan el
reino de Bit-Adini, con capital en Til-Barsip, entre Kar- Los reinos transjordanos
kemish y el Bulih, afluente del Éufrates. Este reino es Ammón
conocido por Am 1,5 (Bet-Eden), 2 Re 19,12 (= ls
37,12), Ez 27,33. Hacia el 920, Yadiya es tomada y No sabemos casi nada del origen de los ammo-
se convierte en capital del reino de Samaal o Bit- nitas. Las fuentes esenciales siguen siendo las de la
Gabbar. Hamat resiste a todos los ataques y no Biblia, que les llama "hijos de Ammón". En 2 Sam
caerá hasta un siglo más tarde. 10,1-2, los ammonitas llaman a los arameos en su
ayuda. ¿Se trata de un recurso justificado por un co-
En la Biblia, Aram ('rm) y Edom ('dm) tienen una mún origen arameo o por un vínculo de vasallaje? La
escritura que no difiere más que en la resh (r) y la da- capital es "Rabbath (la Grande) de los hijos de Am-
tet (d), dos letras muy semejantes; de ahí las confu- món", la actual Ammán, en Jordania. El territorio am-
siones. En 1 Sam 14,47, ¿hay que leer Edom o manita es atravesado por el valle del Yaboq. Su cen-
Aram? En Jue 18,28 tendríamos la mención más an- tro de interés está orientado al este, ya que controla
tigua de los arameos en el texto bíblico. Las guerras el comercio de las carvanas. Ammón desempeña un
de David contra los arameos están descritas en 2 papel insignificante en el s. XII. La primera mención
Sam 8,3-12; 10,6-19. Se trata de Hadadézer, rey de bíblica de los ammonitas se encuentra en Jue 11,
Sobá, de los arameos de Damasco, de Tou, rey de mostrando un conflicto. Jue 11,12.14.27.28 mencio-
Hamat, adversario de Hadadézer, y de una domina- na un rey de los ammonitas, sin embargo no se dice
20
el nombre de éste. Además, Jue 11 es un texto muy Benayas, un valiente de David, abatirá a dos cam-
retocado y esta mención no es original. peones de Moab, según 2 Sam 23,20.
Nahash, rey de los ammonitas en la época de
Saúl (1 Sam 11), conocerá el reinado de David (2
Edom
Sam 10,1). Su hijo Hanún cambia de política, y en el Territorio situado al sur de Filistea, limitado al nor-
origen de la guerra está un incidente diplomático que te por el wadi Zéred, al oeste por la Arabá y al su-
termina con la toma de Rabbath (2 Sam 12,26-31). deste por el desierto. La expansión de Edom no po-
En 2 Sam 17,27, David, huyendo ante Absalón, reci- drá hacerse más que a expensas de Judá, y
be la ayuda de Shobí, hijo de Nahash. recíprocamente: Judá no podrá alcanzar el mar Ro-
jo más que a expensas de Edom. Los edomitas pro-
Moab ceden de la misma región que los árabes. Conoce-
mos a su dios: Oos. La versión bíblica los une a los
Nm 24,17 llama a los moabitas "hijos de Seth",
israelitas a través de Esaú, hermano mayor de Ja-
denominación que no deja de relacionarse con los
cob. ¿Se trata de hacer notar consanguinidad o sim-
shutu mencionados en los textos egipcios. Desde el
ple alianza entre los dos grupos? La pregunta per-
punto de vista israelita, la genealogía patriarcal rela-
manece abierta.
ciona a Moab y a Ammón con Lot, sobrino de Abra-
hán (Gn 19,30-38). El territorio moabita está limitado Hadad el edomita, adversario de Salomón en 1
al oeste por el mar Muerto, al sur por el wadi Zéred, Re 11,14-15, es presentado como un príncipe real de
y se abre al desierto por el este. La frontera norte es Edom, lo que es históricamente dudoso. En efecto,
variable, dependiendo de las épocas, en torno al Ar- según 2 Sam 8,13-14, David impone vasallaje a
nón. Edom y, más aún, parece que es su rey, ya que es-
tablece en él a sus gobernadores. Los datos del Pen-
Bajo Ramsés 11 se desarrolla una campaña en el
tateuco relativos a Edom son difícilmente admisibles
"país de Moab", cuya ciudad principal es Dibón. No
desde el punto de vista histórico: Nm 20,14, donde
se habla del rey en el documento egipcio, que, por
Moisés pide al rey de Edom el libre paso de las tri-
otra parte, es fragmentario. Nm 21,26 parece ser la
bus, texto retomado en Jue 11,17, como elemento
mención bíblica más antigua de Moab, pero el texto
redaccional; Dt 2,4-7, donde los "hijos de Esaú" son
plantea un problema: ¿hay que leer "primer rey" o
llamados hermanos; Éx 15,15, texto ciertamente tar-
"rey precedente"? Además, el versículo sirve de in-
dío, que nombra a Filistea, a los jefes de Edom -no
troducción a un poema más antiguo que el v. 26. En
reyes, sino jefes de clan- y a los príncipes de Moab.
Nm 22,4-10 Y23,7 se dice que Balaq, hijo de Cippor,
. es rey de Moab. Esta afirmación es discutida por los Gn 36,15-42 es un texto complejo que combina
historiadores. En Jue 3,12-30 se habla de Eglón, rey cuatro genealogías de fuente meridional. Edom apa-
de Moab, que domina la "ciudad de las palmeras", rece constituido por clanes que tienen un jefe a la ca-
Jericó. ¿Se tratará de un reyezuelo local? Volvemos beza. Los vv. 31-39 nombran a ocho reyes que han
a encontrar a Moab en 1 Sam 14,47 entre los ene- reinado antes que el primer rey de Israel, sin duda
migos de Saúl. Pero en 2 Sam 22,3-4, las relaciones David, lo que podría abarcar un período de uno o dos
son buenas entre los moabitas y David. Éste les im- siglos. Todos son de origen diferente. Un estudio más
pondrá, sin embargo, vasallaje, según 2 Sam 8,2, y preciso de las listas, de su fraseología y de los datos
21
geográficos especialmente permite constatar que en fabeto fenicio -versión cuneiforme ugarítica o alfa-
los vv. 32.35.39 la fórmula "reinando X... y el nombre bética fenicia, de la que derivan el paleohebreo y el
de su ciudad Y", así como la toponimia, nos remite a moabita de la Estela de Mesha- es una invención de
Moab, mientras que en los vv. 33-34.36-37 se trata comerciantes. Por otro lado, estas ciudades están en
de Edom. Así pues, hubo fusión de listas de origen la tenaza de Hatti y Egipto. En el s. XIII, su equilibrio
diferente que podían mencionar a jefes más o menos se cuestiona por la llegada de los Pueblos del Mar y
contemporáneos. Podemos concluir que no está só- por el empuje arameo.
lidamente atestiguada la existencia de un reino edo-
En el s. XI, Tiro y Sidón están asociadas, con la
mita en los ss. XIII-XII. Es posible considerar una
preponderancia de Sidón (Gn 10,15: Sidón primogé-
evolución que va de la jefatura tribal a la organización
nito de Canaán). La monarquía hereditaria parece
monárquica.
antigua. Después de un período difícil, estas ciuda-
Estos tres territorios transjordanos parecen haber des van a volver a recuperar su importancia en el s.
conocido ritmos diferentes en su evolución hacia la X, con Tiro en primera posición. Salomón establece-
monarquía. Moab es, sin duda, el primero en llegar a rá alianza con Hiram de Tiro (1 Re 5,15-32).
ella, lo que se explica bien geográficamente, ya que
este régimen supone la sedentarización. Para Am-
món y Edom, la monarquía no aparece hasta los co- Filistea
mienzos del s. X. Las conquistas de David no se pue-
Los textos egipcios no mencionan a los prst más
den entender como anexiones, puesto que los reinos
que a partir de Ramsés 111, que los expulsa de Egip-
transiordanos permanecen como vasallos. En cam-
to hacia el 1190. Su presencia en el Pentateuco es
bio, se explican suficientemente por razones de or-
ciertamente anacrónica (Gn 21,32.34; 26,1.8.14-15;
den económico. Moab posee una cabaña importan-
Éx 13,17), como lo es igualmente en Jos 13,2-3 y Jue
te, Ammón tiene la llave del comercio con Oriente,
3,3. El primer contacto de los israelitas con los filis-
Edom posee riquezas mineras en su propio territorio,
teos hay que buscarlo, sin duda, en el ciclo de San-
pero permite también el acceso a otras minas más le-
són, en Jue 13-16. Textos como Dt 2,23; Am 9,7 y Jr
janas de la península, explotadas por Egipto (cf.
47,4 parecen acreditar el origen cretense de los filis-
Ramsés V).
teos; Creta es llamada en hebreo Kaftor (Kaptaru en
Mari, kptr y Kabturi en Ugarit, Keftiu en Egipto). En
Fenicia efecto, la Biblia distingue los filisteos de los kereteos
(Ez 25,16; Sof 2,5) y conoce el binomio kereteos-pe-
El término es inadecuado, porque es demasiado leteos (2 Sam 8,18; 15,18; 20, 7.23; 1 Re 1,38.44).
reciente, para designar la región costera que se ex- Nada permite considerar a estos kereteos como cre-
tiende al norte de Israel en la época aquí estudiada. tenses, especialmente debido al Négueb de los ke-
Las ciudades importantes: Arvad, Sumur, Guebal reteos, citado en 1 Sam 30,14. La onomástica tam-
(= Biblos), Berytus (= Beirut), Sidón, Sarepta y Tiro, poco permite identificar filisteo (pelishti) y peleteo
se vuelven hacia el mar por razones geográficas, (pe/eti). Así pues, el origen cretense no se impone a
pues el interior está atravesado por la cadena del Lí- partir de estos únicos datos bíblicos. Dos tesis se en-
bano. Su futuro es, pues, marítimo y comercial. El al- frentan a propósito de este origen: Cilicia o Creta. És-
22
ta no habría constituido más que una etapa en su Los tres sellos encontrados en Ashdod no han podi-
movimiento. Su lengua les situaría entre los indoeu- do ser descifrados.
ropeos. La industria de los filisteos es notable. Se les atri-
Su territorio: los tjeker se instalan en la región de buye una cerámica muy identificable. Parecen domi-
nar el hierro. Sus dioses son todos conocidos como
Dar, en la llanura costera al sur del Carmelo. Los fi-
cananeos, lo que indica una asimilación. En el ciclo
listeos ocupan toda la llanura hasta Gaza. Conoce-
de Sansón, Dagan (Jue 16,23) es un término semita
mos cinco ciudades suyas, de las cuales las tres prin-
que significa trigo: se trataría, pues, de una divinidad
cipales son: Gaza, Ashkelón, Ashdod, mencionadas
de las cosechas y no, como lo indica una tradición
en la documentación egipcia, y otras dos menos im-
rabínica, un derivado de dag, que significa pescado.
portantes, cuya localización aún plantea problemas:
Gat y Ekrón. Después de su instalación, los filisteos Su organización política no nos es accesible más
tienen tendencia a tomar posesión del interior del que por la representación bíblica. Cada ciudad está
país. Según el relato de Wen-Amón (hacia el 1080), dirigida por un seren, un "tirano". Akish, por ejemplo,
es factible una alianza comercial entre los puertos fi- lleva el título de "rey de Gat": 1 Sam 21,11.13; 27,2;
listeos y Tiro, Sidón y Biblos. Estas relaciones serían 29,8; 1 Re 2,39. Pero los datos bíblicos relativos a
determinantes para la difusión del alfabeto fenicio. Gat no son coherentes: 2 Sam 15,18-22 menciona a
los kereteos, peleteos, guititas de Gat, con Itay a la
El nombre del príncipe de Dar, Badar, como los de cabeza, que quiere aliarse con David. En 1 Re 2,39-
otros príncipes mecionados: Warta, Makmura y War- 40, dos esclavos de Semey huyen con Akish, hijo de
kartara, no son semíticos, mientras que los topóni- Maaká, rey de Gat. En 1 Cr 18,1, David arrebata Gat
mos de las ciudades filisteas lo son, por ejemplo Gat de manos de los filisteos. ¿Quién es exactamente
(::: lagar). El nombre de Ashkelón es conocido desde Akish: un filisteo o un vasallo de los filisteos que man-
comiem:os del segundo milenio por los textos de exe- tiene su título de rey? Cuando se convierte en vasa-
cración (Israel y Judá en los textos del Próximo llo de David, conserva un estatuto especial frente a
Oriente Antiguo, pp. 13-15). Encontramos igualmen- los filisteos. En Ekrón, según 1 Sam 5,10-11; 7,14, no
te huellas de estos topónimos en las cartas de EI- parece que haya un tirano filisteo. En consecuencia,
Amarna y en los textos ugaríticos. Así pues, los filis- podemos considerar que sólo tres ciudades son
teos llegaron a un territorio antiguamente ocupado y realmente filisteas: Ashkelón, Ashdod y Gaza, y las
se mezclaron con las poblaciones cananeas. otras dos, Gat y Ekrón, no son más que dos ciuda-
des cananeas vasallas. Según algunos datos bíbli-
La lengua filistea no es conocida más que muy cos, los príncipes filisteos tienen una organización
. fragmentariamente: apenas algunas palabras legi- colegial: Jue 16,5-8.18.23.27-30 (acción concertada);
bles sobre cascotes de arcilla. En hebreo encontra- 1 Sam 5,8-11 (convocatoria de los príncipes a pro-
mos seren (príncipe, gobernador), que se relaciona pósito del arca); 6,12-16 (vigilancia del regreso del
con el griego tyrannos y con el hitita tawanna. El arca); 7,7 (acción militar común); 29,2 (desfile de los
nombre Goliat está relacionado con Alyatte, padre de príncipes). Más que de una anfictionía, hay que ha-
Creso, rey de Lidia, y Akish está relacionado con An- blar aquí de oligarquía militar.
chise. Una tablilla cuya escritura está emparentada, La arqueología permite pensar en una expansión
según algunos, con la lineal A no debe ser filistea. filistea en los ss. XII-XI. Son sensibles los rastros al
23
este de Gaza y en la Sefela. En Tell-Qasilé, sobre el mesh. De otros, que nos resultan desconocidos, se
Yarqón (al norte de Tel-Aviv), ciudad fundada por los descubren rastros en Meguiddo y Beth-Shean.
filisteos en un emplazamiento virgen, se encuentran
Los indicios arqueológicos de una presencia israe-
los restos de un templo filisteo (nada que ver con
lita resultan dudosos, lo que no significa la ausencia
Sansón). Las excavaciones de Afeq, en las fuentes
de estas poblaciones en el terreno. Falta, simple-
del Yarqón, permiten pensar que los filisteos destru-
mente, el "marcador" decisivo que sería el argumen-
yeron la ciudad antes de volverla a ocupar. Al norte,
to absoluto. Todos los que han sido invocados hasta
Meguiddo y Beth-Shean estaban ocupadas por otros
una época reciente: jarras de cuello, casa con pila-
Pueblos del Mar distintos de los filisteos.
res o casa de cuatro piezas y cultivo en terrazas, han
La expansión de los filisteos, a partir de la costa fracasado. Los bruscos cambios del tipo de urbani-
y remontando los valles hacia el interior, se enfrenta zación reconocidos en Jasar o en Dan, al norte, no
a otros Pueblos del Mar al norte y al nordeste, y a Is- se atribuyen a una presencia israelita más que por
rael en el este. Tratando de alcanzar el valle del Jor- referencias de la Biblia. Sucede lo mismo para los
dán, intentan dividir y rodear a Israel. Después de la nombres de los pequeños emplazamientos que fue-
victoria sobre Saúl en el monte Gelboé (1 Sam 31), ron fundados casi simultáneamente en las zonas
la maniobra casi alcanza el éxito: el Israel central es centrales que corresponden a Efraín, Manasés y
separado del Israel del norte, con la amenaza de ser Benjamín. Las huellas de ocupación comparables a
asfixiado. El retroceso filisteo da credibilidad a la mo- las que se encuentran en la montaña central son ca-
narquía davídica en 2 Sam 19,10. si inexistentes al sur de Belén y en la Sefela judía.
Apenas conocemos como emplazamientos ocupa-
dos en Judá más que Hebrón, Beth-Zur, Tell Bet-Mir-
Conclusión sim y Guiloh, y, más al sur, Berseba, Tell Masas y Tell
Esdar no muestran más que un tipo de ocupación
Entre el 1200 y el 1000, el país de Canaán va a muy modesta. En Transjordania, sólo Galaad cono-
sufrir cambios importantes. Conoce aún una impor- ce una ocupación comparable a la de la montaña cís-
tante presencia egipcia del 1200 al 1150, bien ates- jordana.
tiguada en Meguiddo, Beth-Shean, Guézer, Lakhish,
Tell el-Farah del sur y Timná, cerca del golfo de Áqa- La decadencia de las grandes potencias que do-
ba, donde se explota el cobre. Sin embargo, esta pre- minan la historia del Oriente Próximo, Egipto, Hatti y
sencia egipcia se limita a la región costera del Medi- Asiria, permite a poblaciones más limitadas en espa-
terráneo (evitando, por otra parte, la zona filistea) y cio y en recursos afirmar sus pretensiones de de-
sempeñar un papel que no puede ser más que pro-
al acceso al mar Rojo por el Négueb.
visional o limitado. Es el caso de Israel, pero también
Los diferentes Pueblos del Mar rechazados por de sus vecinos: arameos, fenicios, filisteos, edomi-
Egipto se establecen a lo largo del Mediterráneo, tas, ammonitas y moabitas, pequeñas potencias a
donde se encuentran huellas de los tjeker en Dar, las menudo rivales, ocasionalmente unidas por alianzas,
de los filisteos en Ashdod, Ashkelón y Tell Qasilé, e conociendo cada una por turno grandeza y deca-
indicios de su penetración en el interior, en Tell Miq- dencia. Éste es el marco político de la historia parti-
né (¿Ekrón?), Guézer, Afeq, Tell Batash y Beth-Shé- cular que ahora vamos a estudiar.

24
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SIMEÓN MOAB

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20 40 km
EDOM
LA REPRESENTACIÓN BÍBLICA
DE LOS ORÍGENES

El Israel premonárquico
El texto bíblico distingue claramente dos tipos de nas o está demasiado reelaborada como para que se
sociedad israelita antes de la llegada del Estado mo- pueda dar una imagen satisfactoria. Podemos admi-
nárquico, aunque esto no tendrá lugar más que su- tir, en el mejor de los casos, que elementos protois-
cesivamente: la comunidad del Éxodo y de la Con- raelitas, dotados de una administración embrionaria
quista por una parte, y las tribus establecidas de la y conducidos por libertadores, se imponen y mantie-
época de los Jueces por otra. La documentación re- nen en ciertas zonas en orden más o menos disper-
lativa a estos dos conjuntos justifica enfoques varia- so, sin que podamos hablar razonablemente de ac-
dos por parte del historiador. ción de conjunto y de realizaciones comunes. La
monarquía de Saúl no comenzará más que por una
La comunidad israelita del Pentateuco y del libro
especie de hermanamiento entre dos ciudades: Gui-
de Josué goza de un estatuto literario particular que
se refiere esencialmente al carácter fundador de los beah de Benjamín y Yabesh de Galaad. La de David
conoce comienzos aún más modestos, en el límite
relatos de la que es objeto. Así, "todo Israel" con sus
doce tribus sale de Egipto y entra en Canaán. del desierto, lejos del campo político esencial de la
época.
El Israel de los Jueces no es aún verdaderamen-
te Israel, sino una yuxtaposición de grupos más o
menos aliados o rivales. Incluso lo que la Biblia de-
signa como "Israel" o "todo Israel", no es sino el pro- EL LIBRO DE LOS JUECES
ducto combinado de una anticipación globalizadora y
de recuerdos locales. En cuanto a saber lo que fue Visión de conjunto
el modo de sociedad y de gobierno del Israel de es-
ta época, la documentación tiene demasiadas lagu- El libro de los Jueces es considerado como el
26
punto de partida propiamente dicho de una historia Clasificando y sumando todas las cifras de la cro-
de Israel por la mayoría de los biblistas. Ésta era ya nología sistemática, R. DE VAUX obtiene 111 años de
la posición de DESNOYERS (1922). Sin embargo, aun- opresión, 220 años de "respiro" después de la acción
que el historiador parece que dispone aquí de fuen- liberadora de los jueces "mayores" y 70 años para la
tes más localizadas que se refieren a grupos reales duración de los jueces "menores". A este sistema se
y a acontecimientos verosímiles, la crítica literaria im- añaden los 6 años de Jefté y los 3 años de Abimé-
pone aún muchas reservas y el material disponible lek. Así, el período de los Jueces habría durado 410
no debe ser considerado en principio como comple- años, lo que es demasiado; pero éste es el resulta-
tamente fiable. Un examen rápido del libro basta pa- do imputable al proyecto del libro, que es el de pre-
ra justificar estas precauciones. sentar todos los acontecimientos en una secuencia
única. Lo inverosímil de la cifra 410 está en la misma
Marco (Jue 2,6-3,6 + notas Biblia, ya que es incompatible con los 480 años indi-
que enmarcan los episodios) cados en 1 Re 6,1 (desde el Éxodo a la construcción
del templo).
La perspectiva panisraelita es muy clara en el
conjunto del libro, siendo considerado cada grupo co- Difícilmente podemos ver cómo la diferencia 480-
mo un elemento regional de Israel, comprendido co- 41 O = 70 se corresponde con las cifras dadas por
mo doce tribus, incluso aunque la cifra doce no se otros textos: desierto y conquista = 45 (Jos 14,10), Elí
corresponda con el número real de personajes men- = 40 (1 Sam 4,18b), el arca en Oiryat-Yearim = 20 (1
cionados en el libro. De ello resulta que la sistemati- Sam 7,2), Saúl = 2 (1 Sam 13,1), David = 40 (1 Re
zación duodecimal no debe ser considerada como 2,11) Y construcción del templo el cuarto año del rei-
original. La compos'lc'lón de conjunto indica que el ci- nado de Salomón = 4, es decir, un total de 151 años
clo de los libertadores se construye sobre la base del en lugar de los 70 deducidos por la cronología de los
número doce, siendo la intención, sin duda, la de Jueces. Semejante divergencia indica que los datos
mostrar cómo cada tribu ha contribuido por turno al cronológicos no pertenecen a las mismas fases re-
mantenimiento del conjunto. Formularemos, por tan- daccionales del libro.
to, las más expresas reservas sobre el Israel del li-
El mejor método para resolver este problema con-
bro de los Jueces, el cual no debe de remontarse
siste en separar los datos cronológicos según las fór-
más allá de las historiografías de los ss. VII-VI.
mulas que los acompañan, tal como lo ha hecho W.
RICHTER. El resultado es interesante, ya que permite
Cronología recuperar de nuevo el total de los 480 años (Éxodo-
La cronología medianamente heterogénea de los templo) sin artificios dudosos: desierto y conquista =
Jueces es inexplotable por el historiador. Procedien- 45, libertadores = 253, jueces = 136, primeros reyes
do de fuentes antiguas para las cifras "exactas" y de = 46. Otras fórmulas empleadas para los 3 años de
redacciones tardías para las cifras simbólicas 12, 20, Abimélek, los 40 años de opresión filistea y los 20
40 Y 80, está integrada, además, en una cronología años de permanencia del arca en Oiryat-Yearim per-
más amplia que va desde el Éxodo al cuarto año de miten descartar estas cifras. Los 18 años de opresión
Salomón, fecha de la construcción del templo (480 ammonita (Jue 10,8) se considéran como una adi-
años; cf. 1 Re 6,1). ció!).
Pero, aunque la hipótesis de W. RICHTER de- en una misma secuencia personajes cuyo destino,
muestra ser la mejor para poder armonizar los datos estatuto e importancia reconocida difieren radical-
bíblicos, el total asignado al "período de los Jueces" mente unos de otros en las antiguas tradiciones. Es-
("libertadores" y "jueces"), es decir, 253 + 136 = 389, ta focalización en una figura singular y la generaliza-
no puede satisfacer al historiador. Así pues, el solo ción del término de juez a cada una de ellas sugiere,
examen de la cronología obliga a preguntarse sobre una vez más, que hay que datar la configuración de-
el efecto de periodización que constituye este "pe- finitiva del libro lo más temprano en la época monár-
ríodo de los Jueces", según la historiografía bíblica. quica, que trata historiográficamente este período co-
En efecto, ésta no se define más que por un criterio mo premonárquico.
negativo, ya que "en aquel tiempo no había rey en Is-
rael y cada uno hacía lo que quería" (Jue 17,6; 18,1; Terminología
19,1; 21,25; d. Dt 12,8; Rut 1,1). Estos diferentes
textos indican claramente que la periodización del Las reseñas dedicadas a los jueces emplean tér-
tiempo de los Jueces no se remonta más allá de la minos característicos cuya significación exige preci-
época monárquica de la que se distingue. siones. El principal es, por supuesto, "juzgar". Pero
también encontramos "salvar" y "salvador". Estas re-
Sobre este fenómeno de "periodización", que no señas permiten igualmente localizar el origen tribal o
es más que un caso particular de delimitación del la zona de actuación de los diferentes jueces. Estos
campo histórico, podemos leer en P. VEYNE: "El itine- datos están resumidos en el recuadro de la página si-
rario que escoge el historiador para describir el cam- guiente.
po de los acontecimientos puede ser elegido libre-
mente y todos los itinerarios son igualmente legítimos Este recuadro muestra la desigual distribución de
(aun los que no sean muy interesantes)" (Cómo se los términos en las reseñas. Esta observación plan-
escribe la historia, p. 38), e incluso: "Puede parecer tea dos cuestiones: la de la historia literaria del mar-
paradójico negar el tiempo en la historia, pero no es co de los relatos y la de la naturaleza de la función
menos cierto que el concepto de tiempo no es indis- de los jueces, la judicatura. A propósito de este últi-
pensable para el historiador, que no necesita más mo punto, hay dos referencias (en negrilla) que pue-
que procesos inteligibles (nosotros diríamos: de intri- den ser interpretadas en un sentido judicial. Final-
ga); ahora bien, estos procesos pueden ser infinitos, mente, el recuadro muestra notables desigualdades
pues es el pensamiento el que los perfila, lo que con- en el origen tribal de los jueces. Efraín, Zabulón y Ga-
tradice la sucesión cronológica por un solo camino" laad, todos del Norte, proporcionan la mitad de los
(id.). efectivos. Otras seis tribus están representadas: Ju-
dá, Benjamín, Manasés, Neftalí, Isacar y Dan, de las
Figuras que cinco son del Israel del Norte, cuyo pasado de-
Son heterogéneas y aparecen artificialmente be ser considerado como reserva esencial de las tra-
agrupadas. Los libertadores propiamente dichos no diciones. La tradición de Otoniel de Judá, aunque si-
ocupan más que una parte del libro. Lo que llamamos tuada a la cabeza porque se trata de Judá, es
"juez" (shofet) no puede ser aplicado de la misma insignificante. Hay que hacer notar la ausencia de
manera a cada una de las figuras. Estamos, pues, en Rubén, Simeón, Leví, Gad y Aser. Gad no es nom-
presencia de una sistematización historiográfica de brado nunca en el libro de los Jueces. El nombre de
las últimas redacciones, que han pretendido integrar Leví no designa en este libro una tribu, sino una ca-
28
Jueces juzgar salvador salvar tribu o región
Otoniel 3,10 3,9 3,9 Caleb = Judá
Ehud 3,15 Benjamín
Sangar 3,31 Neftalí
Débora 4,4 Efraín
Gedeón 10,1 Abiezer = Manasés
Tolá 10,2 Isacar
Yaír 10,3 Galaad
Jefté 12,7 Galaad
Ibsán 12,8.9 Zabulón
Elón 12,11.12 Zabulón
Abdón 12,13.14 Efraín
Sansón 15,20; 16,31 Dan
Elí 1 Sam 4,18 Efraín
Samuel 1 Sam 7,6.15.17 Efraín
8,1.2

tegoría, ya que el levita de 17,7-13; 18,3.15 es judío, do traslucir diversas fuentes que, aunque difícilmen-
y el de 19,1; 20,4 efraimita. No se menciona a Si- te datables, todo el mundo está de acuerdo en reco-
meón más que en el marco de! libro: 1,3.17. Sólo las nocer su antigüedad, al menos de una buena parte
menciones de Rubén en 5,15-16 Y Aser en 5,17; de ellas. En Jueces hallamos otra versión de la "Con-
6,35; 7,23 (pero no en 1,31-32, que pertenece al mar- quista" (1,1-2,5), que diverge notoriamente de la del
co) pueden reivindicar una pertenencia a antiguas libro de Josué. Los héroes nacionales ocupan la ma-
tradiciones. yor parte del libro (3,7-16,31). Sus acciones apuntan
El estudio del verbo "juzgar" (shafat), tanto en la a los enemigos exteriores, tratándose de golpes de
Biblia como en los textos extrabíblicos (Fenicia, Uga- mano aislados (Sangar, Ehud, Sansón) o de empre-
rit, Mari, Cartago y sus dos "sufetes"), permite con- sas de mayor envergadura, con la constitución de
cluir que su sentido es doble: administrar justicia o una fuerza armada en el seno de un grupo particular
gobernar, pero es posible precisar que el sentido (Jefté) o de varios grupos (Débora, Gedeón). La mi-
principal es gobernar. Podemos invocar aquí Sal gración de los danitas (17-18) y la guerra benjamini-
2,10; 87,8; 96,13; 98,9; 148,11. Fuera de textos poé- ta (19-21) pertenecen a otra historiografía, que pre-
ticos, este sentido aún está atestiguado en 1 Sam para el período monárquico.
8,5.20. Es posible, por lo tanto, considerar para los
jueces una función de gobierno cuyo perfil resulta, sin
Historias de libertadores (Jue 3-16)
embargo, impreciso en la época premonárquica.
Otoniel (Jue 3,7-11)
Acontecimientos Reseña fuertemente redaccional, casi exclusiva-
La materia del libro está muy contrastada, dejan- mente compuesta por fórmulas características de la
29
fraseología del libro. El quenizita Otoniel es a la vez posteriores a los relatos, pues, en Jue 4, el v. 6 enla-
salvador y juez, hijo de Qenaz (Jos 15,16-19; Jue za directamente con 4a, y el aspecto judicial de la ac-
1,12-15). Representa aquí a la tribu de Judá, la futu- tividad de Débora no aparece por ninguna parte en los
ra tribu real; lo que sin duda le vale ser a la vez sal- capítulos 4 y 5. Ella es la que convence a Baraq, de la
vador y juez. Como la figura de Otoniel está cierta- tribu de Neftalí (4,6-7), para la acción militar.
mente tomada de Jos 15,17, es evidente el carácter
¿Quiénes son exactamente los enemigos de Is-
artificial, projudío, de esta reseña: se trata de situar
rael? El texto parece indicar que son los cananeos:
a la cabeza de los libertadores una figura vinculada
Yabín, rey de Jasar, y Sísara, el jefe de su ejército
a Judá. Su acción se dirige contra Edom y no contra
(vv. 2.7). Aquí hay que recordar que la ciudad de Ja-
Aram (según el texto hebreo masorético: confusión
sar ya ha sido tomada y destruida por los israelitas,
clásica entre eQom y aram).
según Jos 11. El nombre de Yabín no aparece de he-
cho más que en versículos redaccionales (4,2-
Ehud (Jue 3,12-30) 3.7.17b.23-24), Y el cántico de Débora no menciona
La tradición es benjaminita. La montaña de Efraín a Sísara más que al final (5,26-30). Por otra parte, en
designa el oeste de Jericó. La geografía del texto Jos 11, el rey de Jasar lleva ya el nombre de Yabín.
plantea un problema de lógica: si la frontera norte de Así pues, parece que la mención de Yabín en Jue 4
Moab es el Amón, entre la desembocadura del Jor- es una imitación de Jos 11, pues la tradición de la to-
dán y el Lisán, se entiende mal una extensión moabi- ma de Jasar y la de la batalla de Taanak son geo-
ta a la altura de Jericó, claramente más al norte. ¿Qué gráficamente independientes. Encontramos el tán-
hay que pensar de un Eglón, rey de Moab, instalado dem Yabín-Sísara en 1 Sam 12,9 y Sal 83,10. La
en Jericó? Eglón debe ser considerado como un rey introducción de Yabín en Jue 4 se explicaría por el
de la llanura, asimilado más tarde a un rey moabita. hecho de que en Jos 11 y Jue 4 los grupos israelitas
Ehud no es más que un libertador; no se dice de él que se oponen a él son los mismos: Neftalí y Zabu-
que sea juez de Israel en el texto hebreo masorético, Ión. El indicio de una antigua fusión aparecía en Jue
sino solamente en la versión griega. 5,18, versículo adicional que repite la mención de Za-
bulón, ya citado en el v. 14, y en el que el texto he-
Sarngar (Jue 3,31) breo contiene la fórmula "en las alturas del país" ('al
merome sadeh), que podría ser una reminiscencia de
Referencia a título informativo. Se ha pensado las "aguas de Merom" de Jos 11,5.7. A los argumen-
que Ben Anath, "hijo de Anath", podía ser suficiente tos de R. DE VAUX se puede añadir la tendencia, ya
como para tenerle por cananeo, no israelita. El per- observada en los estratos recientes relativos a la
sonaje es conocido por Jue 5,6. En etecto, existe una "Conquista" en Jos 6-12, a multiplicar los reyes ca-
ciudad Beth-Anath en Neftalí (Jos 19,38; Jue 1,33). naneos entre los adversarios de Israel.
Así mismo, Samgar no hace más que salvar a Israel,
no juzga. El nombre de Sísara no es semita, incluso aunque
se le encuentre en Esd 2,53 (= Neh 7,55). Un texto
Débora y Baraq (Jue 4-5) de Ugarit menciona a Zizaruwa, príncipe de Siria del
Norte en el s. XIV, que W. F. ALBRIGHT relaciona con
Débora es una profetisa que pertenece a la tribu de Sísara. De este modo, nos orientaríamos hacia uno
Isacar y juzga a Israel (4,4b-5). Estas indicaciones son de los Pueblos del Mar.
30
El carácter épico de Jue 4-5 apenas permite pre- vador" de Israel y no como rey. Aquí reconocemos
cisar las circunstancias históricas de los aconteci- una teología antimonárquica, suficientemente tardía
mientos relatados por estos capítulos, ni en espacio como para permitir un juicio negativo sobre la función
ni en tiempo, ni siquiera en lo que concierne a la iden- histórica de la monarquía.
tidad de los actores, ya se trate de personas o de gru- La historia de Abimélek, primer rey bíblico de Si-
pos. La fecha del Cántico de Débora es igualmente quén, relatada en Jue 9 es interesante por varios mo-
controvertida. Ciertamente es excesivo considerar a tivos. En primer lugar, se sitúa en un contexto socio-
Jue 5 como próximo a los acontecimientos. La lista político ya mencionado en Gn 34, que es el de la
de las tribus remite más bien a la monarquía de Is- ciudad de Siquén, donde los cananeos y los israeli-
rael que hacia una confederación israelita premonár- tas parecen llevarse bien. ¿Quién es exactamente
quica. Los datos se resumen, pues, al movimiento de Abimélek? Jue 8,31 le presenta como hijo de Gedeón
Sísara, de Haroset ha-Goyim al torrente del Quisón, y de una mujer de Siquén, pero según Jue 9 es hijo
y al de Baraq, del Tabor a Haroset ha-Goyim (Jue de Yerubaal. La vinculación genealógica de Gedeón,
4,13.14.16). originario de Ofrá y del clan de Abiezer, con el linaje
siquemita de Yerubaal-Abimélek, ciertamente resulta
Gedeón, Abimélek (Jue 6-9) artificial. ¿Debemos considerar a Abimélek como un
mestizo o como un cananeo puro? Su historia, aun-
Las tradiciones sobre una eventual monarquía de que reivindicada por la Biblia, ¿no será más que un
Gedeón apenas permiten conclusiones seguras. La episodio de la historia cananea de Siquén? Esta últi-
primera dificultad reside en el doble nombre del per- ma pregunta se plantea tanto más cuanto que los da-
sonaje central de Jue 6-8: ¿Gedeón o Yerubaal? Hoy tos del relato mencionan una situación bastante si-
se admite que dos tradiciones distintas que contienen milar a la que conocemos por las cartas de
personajes distintos han sido fusionadas en un mis- EI-Amarna. Siquén no se menciona más que una
mo ciclo, habiendo querido los redactores relacionar vez, en la carta n° 289 (cf. carta J en Israel y Judá en
a Gedeón-Yerubaal con la genealogía de Abimélek, los textos del Próximo Oriente Antiguo, p. 30). Según
primer rey bíblico de Siquén (Jue 9). este documento, Labayu habría cedido la región de
La segunda dificultad estriba en las relecturas de Siquén a los habiru, y sus sucesores parecen querer
la historia. En Jue 8,22-23 vemos cómo a Gedeón, liberarse de la tutela egipcia en una época anterior en
héroe local del pequeño clan de Abiezer, originario de que Egipto controlaba aún estrechamente su expla-
Ofrá (Jue 6,11), se le propone la monarquía sobre Is- nada asiática.
rael por sus victorias sobre Madián. ¿Monarquía so- La tentativa de Abimélek finalmente resulta un fra-
bre Israel? ¿Qué se puede decir de esto? Evidente- caso. Las tensiones de las que había sacado prove-
. mente, aquí hay gato encerrado, ya que esta cho en un primer momento para imponerse en Si-
monarquía propuesta a Gedeón preocupa mucho a quén, al final se vuelven contra él. La redacción de
la tradición. En el estado final del texto, Israel puede su historia le es muy hostil: llegado al poder median-
designar una realidad israelita premonárquica o el te la eliminación de sus hermanos (Jue 9,5-6), debe
reino del Norte antes de la caída de Samaría en el muy pronto reprimir violentamente la revuelta de los
722, o incluso el conjunto del pueblo de Israel. Aho- siquemitas, dirigidos por un tal Gaal (Jue 9,26-41). La
ra bien, Gedeón rechaza la monarquía. Los últimos destrucción de Siquén que se le imputa (Jue 9,42-49)
redactores han querido que Gedeón figure como "sal- podría corresponder a las huellas de una importante
sr
destrucción evidenciada por las excavaciones y fe- peligro ammonita, es enteramente redaccional, como
chada a finales del s. XII. Abimélek será asesinado lo indican el estilo y la teología. Para W. RICHTER, es-
en Tebes (Jue 9,52-54). te largo texto, caracterizado por la profundización del
Estas primeras tentativas de instauración de una marco, habitualmente más sumario, utilizado en el li-
"monarquía" en Siquén nos llegan en textos clara- bro, constituiría la introducción de un conjunto de di-
ferente proveniencia. Los vv. 17-18 llevan a cabo la
mente antimonárquicos. Esto no es nada sorpren-
transición, y la historia propiamente dicha no co-
dente. Parece que la institución monárquica nunca
mienza más que en el capítulo 11. Señalaremos que,
despertó gran estusiamo en el reino del Norte, de
contrariamente a los casos precedentes, el marco, in-
donde provienen estas tradiciones. Llegadas a Jeru-
cluso en la forma más elaborada que toma aquí, no
salén con los refugiados de Samaría después del
dice que YHWH suscite un salvador. La única pre-
722, estas tradiciones de la monarquía separatista no
gunta planteada es la de saber quién será jefe de Ga-
tenían ninguna oportunidad de ser reexaminadas po-
laad.
sitivamente, al contrario. Históricamente hablando,
por contra, atestiguan un avance evidente del Norte Jefté es de Mispá de Galaad, refugiado en el
sobre el Sur por lo que se refiere a la búsqueda de país de Tob porque es hijo de prostituta y ha sido ex-
una organización política. El núcleo dinámico más pulsado de su clan. El motivo familiar de este destie-
antiguo del pueblo de la Biblia hay que buscarlo en rro es ampliado con un motivo político en el v. 7, lo
la montaña central, entre Betel y Siquén, lo que con- que sin duda es una incoherencia consiguiente a la in-
firmará la historia de Saúl. tegración de una versión antigua en una perspectiva
más amplia. La misma observación vale también pa-
Tolá (Jue 10,1-2) ra la diferencia que aparece entre el Jefté jefe de una
Originario de Isacar, habita, sin embargo, en la banda de malhechores (11,3) Y el comandante que se
montaña de Efraín. No se le atribuye ninguna acción le pide ser ante la amenaza ammonita (11,6). También
liberadora precisa, aunque los verbos "levantarse" y habría que preguntarse, como lo haremos a propósi-
"salvar", de los que es sujeto, caracterizan la libera- to de Sansón, sobre la progresiva teologización de la
ción. Tolá es un caso poco frecuente que asocia sal- historia, que aparece como puramente secular al co-
vación y judicatura. mienzo. No se conoce ningún relato de vocación pa-
ra Jefté. El espíritu de YHWH no se menciona más
Yaír (Jue 10,3-5) que en 11,29. La teología no aparece con claridad
más que en el pasaje, a todas luces redaccional, que
Originario de Galaad, Yaír no parece haber ejer- constituye el mensaje de Jefté al rey de los ammoni-
cido actividad militar. Los datos familiares del v. 4 su- tas (11,12-28) Y cuyo contenido no es más que una
gieren más el sólido establecimiento de un clan de retrospectiva de la ocupación transjordana.
notables, absolutamente compatible con una cierta
imagen de la judicatura. Otro dato podría abogar en favor de la verosimili-
tud del episodio de Jefté: la brevedad de su judica-
., Jefté (Jue 11-12,7) tura: seis años (12,7), cifra sorprendente comparada
con las que encontramos, cuando existen, en las re-
La introducción a la historia de Jefté en Jue 10,6- señas precedentes, Tolá = 23 años, Yaír = 22 años.
18, que describe una situación nueva marcada por el En cambio, después de Jefté, las judicaturas son de
32
otro orden: Ibsán = 7 años, Elón = 10 años, Abdón = Sansón (Jue 13~16)
8 años. Sólo en Sansón encontramos una judicatura
de 20 años. El antiguo ciclo de Sansón hay que buscarlo en
los capítulos 14-16. Hay que precisar aún que este
Los datos históricos significativos de la historia de ciclo está adaptado, ya que se encuentran dos rese-
Jefté están, pues, limitados a la región de Galaad y ñas conclusivas de su judicatura, en 15,20 y en
a la acción contra los ammonitas, como es 11,33. Es- 16,31. Como para la historia de Jefté, la redacción
ta acción, por otra parte, va a tener un efecto limita- muestra una teologización progresiva del relato. Las
do, como lo mostrarán las campañas de David con- unidades básicas son perfectamente seculares, in-
tra Ammón. El conflicto entre Galaad y Efraín, cluso libertinas. A. SOGGIN piensa que Sansón no es
actualmente unido a la historia de Jefté, plantea va- en su origen un héroe israelita, sino un personaje ca-
rios problemas. Si Jefté, sin duda, no es original en naneo. En Jue 15,10 se dice que son judíos quienes
este asunto, el conflicto parece verosímil, aunque la tratan de capturar a Sansón. A este personaje fácil-
tradición sea difícilmente perceptible bajo el texto ac- mente se le relaciona con mitos solares: su nombre
tual. No encontraremos más que pedacitos en 12,4- Shamshon significa "pequeño sol". Efectivamente, en
6, con los propósitos despreciativos respecto a los la región se encuentra la ciudad de Beth-Shémesh
galaaditas y el episodio de la palabra sibbofet. El fi- ("templo del Sol"), y un buen número de los temas de
nal del libro de los Jueces está ocupado por este ti- la historia de Sansón han sido identificados como te-
po de conflictos entre grupos protoisraelitas.
mas de héroes solares: fuerza, cabellos, león, miel,
ceguera.
Ibsán (Jue 12,8-10)
Una reseña limitada a los datos familiares, como La heterogeneidad del antiguo ciclo se manifies-
con Yaír (10,4). Belén es aquí una ciudad de Zabu- ta sobre todo por el hecho de que, por una parte,
Ión, citada en Jos 19,15, a unos 10 km al noroeste Sansón no es más que un personaje primitivo, cuya
de Nazaret. fuerza física es el principal atributo, y que, por otra,
se le convierte en un descifrador de enigmas. La
Elón (Jue 12,11-13) teología hace una primera aparición relacionando la
fuerza física de Sansón con el espíritu de YHWH
Este juez lleva el mismo nombre que el de su ciu-
(13,25; 14,19). Interviene después decisivamente en
dad. Se trata de un zabulonita, como el precedente.
el capítulo 13, enteramente redaccional, que tiene
como función moralizar la historia de Sansón y hacer
Abdón (Jue 12,13-15)
de él un antihéroe que malgasta el don de Dios,
Reseña limitada a los datos familiares. Los pro- cuando sus padres habían hecho todo lo posible pa-
blemas textuales que afectan a la toponimia de esta ra hacer de él un consagrado (nazir) digno de ese
reseña la vuelven incoherente. La región de "Selen" nombre.
(lectura de los Setenta, en la que se ha modificado
el orden de las palabras) podría estar en Efraín, pe- El principal problema de la historia de Sansón es
ro el texto masorético señala "la montaña de Ama- el de la ocupación danita del territorio, delimitado por
leq", sin que se pueda precisar quién es este Ama- los topónimos de Jue 13-16. En favor de esta ocu-
leq y qué relación mantiene con los amalecitas pación, el libro de los Jueces aporta el ciclo de San-
conocidos por otro lado. són y la migración de los danitas al norte del país (17-
38
18). Contra la ocupación danita se invocan las poco Señalemos que lo esencial del texto está dedica-
nítidas fronteras entre Judá, Benjamín y Dan en Jos do al estatuto del santuario de Dan, y que una de las
15,5-11; 18,11-20; 19,40-46, así como la afirmación líneas de fuerza de la leyenda es precisamente la mi-
de Jue 18,1 según la cual Dan no había recibido aún gración danita. El texto es ciertamente tardío, ya que
territorio. Además, el Cántico de Débora (Jue 5,17) evoca la destrucción de Dan y la deportación, que
sitúa a Dan "en medio de los navíos extranjeros", lo debe de ser asiria. Según SOGGIN, se trata de una po-
que no aclara nada. lémica dirigida en la época de Josías contra el san-
tuario de Dan, ya apuntada en 1 Re 12,30 (los bece-
rros de oro de Jeroboán en Betel y Dan).
Historia de los levitas (Jue 17-21)
Guerra benjaminita (Jue 19-21)
El elemento común de los relatos de Jue 17-21 es
el de la puesta en escena, con intrigas complicadas, En Os 9,9 y 10,9 se mencionan los "días de Gui-
de los levitas establecidos en Efraín. beah". La historia pone en escena a un levita efrai-
mita y a su concubina judía. El levita parte hacia Be-
Migración de los danitas (Jue 17-18) lén a buscar a su concubina, que había vuelto a casa
de su padre. Durante el regreso, rechazan pararse
El relato es complejo, pues fusiona varias intrigas en Jebús y llegan hasta Guibeah, en Benjamín, don-
para dar cuenta de la fundación del santuario de Dan. de se produce el drama que acaba en la guerra con-
Una primera unidad (17,1-6) apunta a desacreditar al tra Benjamín. En este estadio, el relato supone ya un
efraimita Mikayehu (o Micá), su culto sobre la base Israel con doce tribus (Jue 19,29; d. gesto análogo
de imágenes prohibidas y su sacerdocio ilegítimo. al de Saúl, 1 Sam 11,7). Otro punto muy importante
Una segunda unidad (17,7-13) pone en escena a un de este episodio es el establecimiento de la relación
levita judío de Belén que va a ponerse al servicio del privilegiada entre Benjamín y la ciudad de Yabesh de
culto establecido por Micá. Una tercera parte (18,1- Galaad, especie de prólogo a la historia de Saúl (Jue
10) pone en escena a los exploradores danitas que, 21,8-14), episodio que forma doblete con el siguien-
habiendo partido de la región de Estaol y de Soreá, te, que narra el rapto de las hijas de Siló (21,15-23).
pasan a Efraín, a donde Micá, consultan el oráculo
del sacerdote judío, que resulta ser muy favorable, Estos tres capítulos podrían representar los orí-
van a reconocer el emplazamiento de Lais, su situa- genes de la tribu de Benjamín, primera tribu real de
ción de aislamiento y la debilidad de su defensa, vol- todo Israel. Las corrientes monárquicas o antimonár-
viendo después para hacer el relato a sus hermanos. quicas se dejan sentir en estos episodios. La institu-
Una cuarta parte (18,11-26) narra la primera fase de ción es a veces solicitada como necesaria o recha-
la migración de los danitas, que comprende el robo zada por inútil. La fórmula "en aquel tiempo no había
de los ídolos y el rapto del sacerdote de la casa de rey en Israel, y cada uno hacía lo que le parecía"
Micá. Una quinta y última parte (18,27-31) relata la (21,25; 19,1) hay que leerla en un sentido pro-mo-
toma de Lais por los danitas y la fundación del san- nárquico. Por el contrario, la escena de la delibera-
tuario israelita, cuyo ambiguo texto parece que quie- ción (20,1-11) muestra que Israel puede muy bien go-
re establecer a la vez la legitimidad y la ilegitimidad. bernarse sin rey.

34
Conclusión los Jueces se limita a la mera estadística y no prue-
ba nada, incluso aunque la Biblia nos diga que diez
Partiendo del libro de los Jueces, la recopilación tribus ocupan el Norte contra solamente dos tribus el
de acontecimientos históricamente significativos es Sur. Señalemos, por otro lado, la ausencia de toda
relativamente escasa, y esta literatura resulta ser di- participación egipcia en los acontecimientos relata-
fícilmente explotable. Pero, indirectamente, la obra dos en este libro. Las únicas menciones de Egipto
dista mucho de ser despreciable para el historiador. pertenecen a la fraseología de los discursos que evo-
Fuera de la judicatura de Otoniel, que se puede can el Éxodo: 2,1.12; 6,8.9.13; 10,11; 11,13.16;
relacionar lejanamente con Judá, la mayor parte del 19,30.
libro concierne al futuro territorio del reino de Israel. La realidad de lo que llegará a ser Israel bajo la
Esto nos lleva a pensar que la historia es más pre- forma de Estado monárquico está oscuramente en-
coz para estas poblaciones que para las del Sur. Se trevista por el historiador, que trabaja aquí en los lí-
manifiesta tanto por acciones dirigidas contra los mites de su campo debido a las dificultades que plan-
enemigos exteriores de Israel como por querellas in- tea la documentación escrita. Es innegable que la
tertribales donde se pone en evidencia alternativa- Biblia conserva las huellas de un período premonár-
mente a Efraín, Galaad y Benjamín. La división y la quico de su historia. Pero no es cierto que este pe-
búsqueda de unidad política bajo la dirección del gru- ríodo sea cronológicamente idéntico al que define co-
po más fuerte en un momento dado marcan, en efec- mo período de los Jueces. Ya hemos señalado el
to, toda la historia del Israel del Norte. Este hecho se fenómeno de la periodización, especialmente sensi-
deja sentir hasta en la época monárquica. Aunque el ble en este libro. Nada nos obliga a admitir que todos
libro de los Jueces ha conocido revisiones projudías, \os hechos y gestos que narra se desarrollen obliga-
es indiscutible que en principio pertenece a la tradi- toriamente entre el 1200 y el 1000 a. C.
ción del Reino de Israel.
Sean cuales fueren las instancias que han proce-
dido a la colección de tradiciones regionales y a su
arreglo, es forzoso constatar la realidad de un pasa- LAS DOCE TRIBUS
do premonárquico, sea como sea éste de tenue y di-
fícilmente accesible. Los datos globales del libro po-
drían cuadrar con la imagen que la arqueología, Los datos bíblicos
J45>J/8da a cabo independientemente de la referencia
Tribus del Norte
a la Biblia, da de la ocupación del terreno en el Hie-
rro 1-11 (1200-587), período durante el cual el Norte y Aser: nombre propio de persona que M. NOTH
el Centro dan prueba de una cierta vitalidad, mientras considera como el masculino del nombre de la diosa
que el Sur permanece escasamente ocupado. Esto Ashera (cf. 1 Re 15,13). Jos 19,24-31 le atribuye un
no implica, por otra parte, que puedan ser identifica- vasto territorio, claramente más reducido en Jue
das como israelitas todas las poblaciones que han 1,31-32, en el este de la llanura costera, al norte de
dejado esos indicios de ocupación. La única relación Akko. La región está desocupada en la edad del
considerada aquí entre densidad de población y can-
tidad de material narrativo consignado en el libro de
Bronce, pero los emplazamientos aparecen en el
Hierro I (ss. XII-XI): Aser ocupa un lugar libre. Jue
.
5,17 afirma que Aser vive tranquilo en los puertos sin signa al conjunto del Norte, por oposición a la "casa
tomar parte en la guerra. Los textos egipcios men- de Judá", que designa al Sur.
cionan i-s-r (Aser) y q-f-i-s-r (Gad-Aser). Se puede
Manasés: nombre de persona que significa "el
considerar un establecimiento antiguo. Este grupo es
que hace olvidar" dado a un hijo cuyo nacimiento si-
claramente periférico.
gue a un duelo. El territorio de los manasitas es la re-
Neftalí: nombre gentilicio que designa un país, y gión de Siquén, ciudad que nunca fue conquistada
no una persona. Jos 19,32-39 le sitúa en la Alta Ga- por los israelitas (Jos 17,7-13; Jue 1,27-28). El gru-
lilea. El proceso de ocupación es similar al de Aser, po de Manasés es compuesto. Los textos más anti-
según Jue 1,33. Su territorio es una alta región ar- guos hablan del clan de Makir (Jue 5,14; 2 Sam 9,4-
bolada donde la ocupación cananea es nula. El gru- 5), importante clan de Siquén, al cual se vinculan los
po es poderoso en la época premonárquica: Jue 4 y demás: Galaad, Yézer, Jélec, Asriel, etc. (Nm 26,29-
Jos 11. 34). Según Nm 32,33b-39-42, parece imponerse pa-
ra los makiritas un establecimiento transjordano.
Isacar: el nombre, que significa "mercenario", po-
Yaír y Noba están en Transjordania, y según 1 Cr
dría sugerir una situación en el origen: el que alquila 2,21-23, la hija de Makir se casa con Jesrón, situado
sus servicios (Gn 49,14-15). Una carta de EI-Amar- en Transjordania. Los lazos entre makiritas y ara-
na (EA 335) procedente del rey de Meguiddo men- meos se mencionan en 1 Cr 7,14, situación compa-
ciona a los esclavos de Shunama (Sunén), ciudad rable a la de Gn 31,46 a propósito de las relaciones
que pertenece a Isacar (Jos 19,18). En la prolonga- de Jacob con Labán el arameo.
ción meridional de la montaña galilea, el territorio es
cultivable. Grupo activo en la época de los Jueces: Después de haber conocido una situación de im-
Jue 5,15; 10,1. portancia, Makir decayó en beneficio del clan de
Abiezer. Gedeón es del clan de Abiezer; en Jos 17,
Zabulón: zbl es un título honorífico: Jue 9,30 men- José, Manasés, Makir y Abiezer son mencionados en
ciona a un Zebul, jefe de Siquén. Aunque el territorio este orden. En 1 Cr 7,18, Makir y Abiezer son distin-
es limitado (Jos 19,10-16; Jue 1,30), el grupo está tos. Clanes makiritas se sedentarizaron en Transjor-
activo en la época de los Jueces (Jue 4,5). La bata- dania (Galaad) después de Rubén y Gad.
lla de Taanak (Jue 5,19) afloja la presión cananea
que impide la comunicación entre la región del norte Efraín: topónimo utilizado en la expresión "mon-
y la montaña central. taña de Efraín". Este grupo es uno de los más im-
portantes de la "casa de José", como lo indica Jos
16,5-10. Está centrado en Betel (Jue 1,27; Jos 16,10)
Tribus del centro
e incluye Guézer, según Jue 1,29. La toma de Tap-
José: nombre de persona que significa "que Dios puah (Jos 17,8) asegura la superioridad de Efraín so-
añade" (Gn 30,24). José es una figura que es objeto bre Manasés, como encontramos en Gn 48,20, don-
de un ciclo narrativo con compleja historia literaria. El de Efraín es citado antes que Manasés. Pero los
nombre aparece en la antigua expresión "casa de Jo- textos antiguos presentan un orden inverso, Mana-
sé" (Jos 17,14-17; Jue 1,23-25; 2 Sam 19,21), que sés antes que Efraín: Jos 14,4; Nm 26,28.37. El cam-
designa al grupo constituido por Manasés, Efraín y bio aparece en Jue 8,1-3; 12,1-6, cuando se trans-
Benjamín. En los textos recientes, la expresión de- fiere la influencia de Siquén a Betel: Jue 20,18; Gn
36
35,1-8. En esta época, el grupo de Efraín es muy 15; 15,13-14; Jue 1,10); los otonielitas de Debir (Jos
fuerte. Josué es un efraimita: Nm 13,8.16; Jos 19,49- 15,15-19; Jue 1,12-15); los quenitas de Arad (Jue
50, así como Jeroboán: 1 Re 11,26. 1,16), que desempeñan una función religiosa impor-
tante con relación a Moisés (Nm 10,29-31), y los ye-
Benjamín: es el único de los hijos de Jacob naci-
rahmelitas (1 Sam 27,10; 30, 29; 1 Cr 2,42), igual-
do en Canaán, y su nombre confirma este dato sim-
mente vinculados a Arad. La lista de Sheshonq I
bólico: "hijo de la derecha", es decir, del sur, en rela-
menciona a "Arad de la casa de Yrhni'.
ción con Efraín. Resulta aleatoria una relación con
los Banu-Yamina conocidos por los textos de Mari. La tribu de Judá es de constitución tardía, no an-
Según 1 Cr 7,15 se vinculan con Makir, y según Jue terior a David, que debe ser considerado como el que
21,12 existen lazos muy extrechos entre Benjamín y la reúne. Belén y Hebrón son los emplazamientos
la ciudad manasita de Yabesh de Galaad, confirma- esenciales para la historia bíblica de Judá.
dos por 1 Sam 11,1-4; 31,11-13.
Simeón: nombre de persona (Is 10,31) que deri-
El territorio benjaminita está muy limitado: entre va de shama', escuchar, empleado por la madre por
Betel y Jerusalén, según Jos 18,11-20. En la época haber tenido un hijo: "(Dios) ha escuchado" (Gn
premonárquica, Benjamín está siempre a la sombra 29,33). Gn 34,25-31 sitúa a Simeón en la región de
de Efraín (Jue 5,14) Y se desencadena una guerra Siquén, situación recordada en Gn 49,5-7, donde
contra Benjamín en Jue 19. Saúl, el primer rey, es aparece un vínculo con Leví. Pero en Jue 1,3.17, Si-
benjaminita. Los emplazamientos principales, Gui- meón está ligado a Judá. Centrado en Berseba, Si-
beah (Tell el-Fui) y Mispá (Tell en-Nasbeh), conocen meón es absorbido por Judá (Jos 19,1-9; 1 Cr 4,28-
su ocupación más antigua alrededor del 1200. 33). Jos 15,21-32 está dedicado a la incorporación
de ciudades simeonitas a Judá. Simeón no es nom-
Tribus del Sur brado en Dt 33. Esta tribu, que ha dejado algunas
huellas, desapareció rápidamente.
Judá: Topónimo que se convierte en étnico. La
"montaña de Judá" designa el sur de Jerusalén en Dan: nombre de persona: "(Dios) ha juzgado".
Jos 20,7; 21,11. Encontramos igualmente el "desier- Único caso de migración tribal conocido: Jue 1,34;
to de Judá" en Jue 1,16. El grupo de Judá también 18,1-2.11. Situada en el pequeño espacio entre los
es compuesto. En primer lugar, el clan de Efrata, cen- amoritas, Benjamín, Efraín y Judá, Dan no poseyó
trado en Belén (1 Cr 4,4), debe ser considerado en más que las ciudades de Soreá y Estaol (13,2). San-
su origen como efraimita: 1 Sam 10,2; Jr 31,15 (Ra- són puede ser un danita de la Sefela. El Cántico de
má, junto Efrata). La expresión "Belén-Efrata" apare- Débora (5,17) supone a Dan ya establecido en el nor-
ce en Gn 35,19; 48,2, Rut 4,11; Miq 5,2. Nos encon- te. El santuario de Dan está relacionado con Moisés
tramos, pues, en presencia de dos tradiciones. Los por su hijo Guersón (18,30).
lazos con Efraín parecen auténticos, ya que les de-
signa un mismo nombre: Efraín, Efrata. La primera Tribus de Transjordania
acción militar de Judá se desarrolla en Bézeq, según
Gad: nombre de persona que significa "buena for-
Jue 1,1-7, en el territorio de Manasés.
tuna" (Gn 30,11), pero también nombre divino del se-
Otros varios clanes forman el grupo de Judá: los mítico occidental (Baal-Gad) en los textos tardíos (Is
calebitas de Hebrón (Nm 13,6; Dt 1,22-45; Jos 14,6- 65,11). Efectivamente, esta tribu tuvo suerte, puesto
37
que es la primera en ser dotada de un territorio, con la toma de Guézer (levítica en Jos 21,21) por un fa-
las regiones de Yazer y Galaad (Nm 32). Este terri- raón y la masacre de los habitantes, a los que se lla-
torio se extenderá (Jos 13,24-28; Jue 5,17). La pre- ma cananeos; después, Guézer fue dada como re-
sencia de Gad es antigua, como lo menciona la Es- galo de bodas a la hija del faraón, mujer de Salomón.
tela de Mesha, línea 10: "Las gentes de Gad habían
habitado en el país de Atarot desde siempre" (cf. Is- Conclusión
rael y Judá en los textos del Próximo Oriente Antiguo,
pp. 57-58). Según Jue 11,26, Gad está establecida Los datos históricos significativos disponibles para
desde hace trescientos años. Este grupo pertenece cada una de las tribus no se remontan más allá de la
al primer período de instalación, y su territorio trans- época de los Jueces. Este hecho grava pesadamente
jordano, perdido rápidamente en beneficio de Moab, la epopeya nacional desarrollada del Génesis a Josué
siempre fue objeto de una reivindicación israelita. y obliga a considerar de distinto modo a como lo hace
la Biblia la pregunta por los orígenes de Israel. Esta
Rubén: nombre de origen desconocido. Su posi- breve historia de las tribus deja entrever varias pistas,
'Ción de hijo mayor supone, paradójicamente, la ca- ninguna de las cuales deberá ser ignorada.
tástrofe para este grupo (Gn 35,21; 49,3-4). Jos
13,15-23 le sitúa en territorio gadita. La presencia de
Rubén en Cisjordania es verosímil, ya que en Jos Los sistemas
15,6; 18,17 se menciona "la piedra de Bohan, hijo de
Rubén" (entre Qumrán y el Jordán). En Jos 7,1-8, La Biblia representa la unidad del pueblo de Israel
Akán, hijo de Karmí, lapidado en la llanura de Akor mediante colectivos con base duodecimal que pue-
por haber violado la prohibición, es de la tribu de Ju- den privilegiar un aspecto particular. El nombre pro-
dá, pero Karmí es de Rubén, según Nm 26,6, y esta pio de un grupo puede designar tres tipos de reali-
información parece antigua. dades. Puede designar a un descendiente de
Jacob-Israel; estamos entonces en un sistema ge-
Tribu sin territorio nealógico. Si designa al grupo mismo, estamos en un
sistema tribal. Finalmente, si designa al territorio ocu-
Leví: Moisés es de la tribu de Leví. La historia de pado por el grupo, estamos en un sistema geográfi-
este grupo particular, sin vinculación territorial propia, co o territorial. Estas distinciones no siempre son
es difícil. En cada tribu existían ciudades levíticas aplicables de un modo riguroso, pero son prácticas y
(Jos 21; 1 Cr 6). Según prospecciones de superficie permiten una clasificación de los textos que no es ar-
realizadas en setenta emplazamientos considerados bitraria.
como potencialmente levíticos, esta lista puede ser
caracterizada como una ficción Iilteraria, ya que de Sistema genealógico:
las cuarenta y ocho ciudades mencionadas, un buen
Gn 29,31-30,24 + 35,16-20
número de ellas no existía antes de la instauración
de la monarquía: Yutta, Eshtemoa y Yattir, en Judá, La unidad de Israel se expresa mediante un rela-
y Heshbón, en Gad (si Heshbón es la actual Hisbán), to de nacimiento que remite, según un cierto orden,
no comienzan a existir más que entre los ss. X y VIII. cada uno de los grupos israelitas a un padre común,
Ya la misma Biblia ponía sobre la pista de una con- Jacob-Israel. Los grupos se relacionan con dos ma-
clusión semejante, puesto que 1 Re 9,16 menciona dres principales, Lía y Raquel, eventualmente secun-
38
dadas por sus sirvientas Bilhá y Zilpá. El orden de los del reagrupamiento materno: Rubén, Judá, Leví
nacimientos está indicado aquí por la numeración: (Lía), Benjamín, José (Raquel), Zabulón, Isacar (Lía),
Gad, Dan, Neftalí, Aser. Zabulón e Isacar están jun-
Lía Raquel tos, Efraín y Manasés aparecen en el oráculo dedi-
cado a José, Simeón está ausente. Este texto ya no
1. Rubén 12. José
conoce más que 11 nombres y no presenta más que
2. Simeón 13. Benjamín
10 oráculos.
3. Leví
4. Judá A la luz de Os 12, la doble representación de Is-
9. Isacar rael, referida tanto a Jacob (Gn 49) como a Moisés
10. Zabulón (Dt 33), adquiere una importante significación. Pare-
11. Dina ce que aquí se haya hecho una síntesis idéntica efec-
Zilpá Bilhá tuada por dos corrientes diferentes, una que da prio-
7. Gad 5. Dan
ridad a una figura patriarcal y otra a una figura
8. Aser 6. Neftalí
profética.
Otros repartos aparecen aún en Dt 27,12-13 (ben-
Este relato presenta algunas particularidades: el diciones y maldiciones), donde hallamos dos reagru-
número 12 no es alcanzado en Mesopotamia más pamientos: Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Ben-
que con la hija, Dina. Benjamín es el único de los hi- jamín en el monte Garizín, y Rubén, Gad, Aser,
jos de Jacob nacido en Canaán. Aparecen clara- Zabulón, Dan y Neftalí en el monte Ebal. En Ez
mente dos grupos: el de Lía, que parece anterior, y 48,31-34 (puertas de la futura Jerusalén), al norte:
el de Raquel. Podemos suponer, más o menos, que Rubén, Judá, Leví (Lía); al este: José, Benjamín, Dan
los hijos de las esposas representan a los grupos im- (Raquel + Bilhá); al sur: Simeón, Isacar, Zabulón
portantes y que los hijos de las siervas representan (Lía); al oeste: Gad, Aser, Neftalí (siervas).
a los grupos menores o marginales.
Sistema tribal
Estos datos se encuentran en Gn 35,23-26 (Lía,
Raquel, Bilhá, Zilpá), Gn 46,8-25 (Lía, Zilpá, Raquel, No se toman en cuenta más que los grupos que
Bilhá), Éx 1,2-5 (sin las madres ni José, ya en Egip- tienen una existencia diferenciada y una vinculación
to), 1 Cr 2,1-2 (Dan desplazado). territorial propia, lo que excluye a Leví. Se obtiene el
total de 12 por la mención de Efraín y Manasés. Es-
En Gn 49,2-27 (bendiciones de Jacob) encontra- te sistema no aparece más que en siete textos de
mos a los seis hijos de Lía, después a los cuatro hi- Números bajo dos formas diferentes, estando la pri-
jos de las siervas (Dan, Gad, Aser, Neftalí) ya los dos mera representada por dos textos:
hijos de Raquel. El texto vuelve a tomar algunos da-
tos narrativos tales como el incesto de Rubén (Gn 35, - Nm 1,5-16 (censo): Rubén, Simeón, Judá, Isa-
22) o las violencias de Simeón y de Leví (Gn 34), lo car, Zabulón (cinco hijos de Lía, sin Leví), Efraín, Ma-
que manifiesta su aspecto artificial y tardío. nasés, Benjamín (grupo de Raquel), Dan, Aser, Gad,
Neftalí (siervas).
En Dt 33 (bendiciones de Moisés), el orden de los
hijos de Jacob ya no es el de sus nacimientos ni el - Nm 13,4-15 (exploradores en Canaán): Rubén,
39
Simeón, Judá, Isacar, Efraín, Benjamín, Zabulón, Jo- la "Conquista": Transjordania con Rubén, Gad y la
sé + Manasés, Dan, Aser, Neftalí, Gad. mitad de Manasés, después Judá (+ Caleb), Efraín y
la otra mitad de Manasés. Las otras tribus obtienen
En esta primera forma, Rubén, el hijo mayor, e~­
un lote mediante la suerte durante la asamblea de Si-
tá siempre en la primera posición, y la secuencia
ló: Benjamín, Simeón, Zabulón, Isacar, Aser, Neftalí
comprende a los hijos de Lía, después a los de Ra-
y Dan; sus territorios pertenecen a los espacios con-
quel y de las siervas.
quistados a los cananeos.
La segunda forma está representada por cinco
- En Nm 34, el orden es el mismo que en Jos 13-
textos:
19 a excepción de Dan, que está situado aún cerca
- Nm 1 20-43; 26,5-51: Rubén, Simeón, Gad, Ju- de Benjamín.
dá, Isacar, 'Zabulón (Lía), Efraín, Manasés, Benjamín
- En Ez 48, todas las tribus están reagrupadas en
(Raquel), Dan, Aser, Neftalí (siervas). ~~, estos dos
Cisjordania. Un territorio central con Jerusalén, los
textos, Rubén está aún en primera pOSIClon.
sacerdotes y los levitas alrededor del cual se en-
- Nm 2,2-31; 10,13-27: 4 grupos de tres. Al este: cuentran siete tribus al norte (entre ellas Judá) y cin-
Judá, Isacar, Zabulón; al sur: Rubén, Simeón, Gad; co al sur (entre ellas Benjamín).
al oeste: Efraín, Manasés, Benjamín; al norte: Dan,
- Dos listas divergen destacadamente de los de
Aser, Neftalí.
los sistemas examinados: 1 Cr 12,25-38 añade a Le-
- Nm 7,10-88: Judá, Isacar, Zabulón, Rubén, Si- ví, y 1 Cr 27,16-22 añade a Leví y a Aar?n, omitie~­
meón, Gad, Efraín, Manasés, Benjamín, Dan, Aser, do a Gad y a Aser. Estas listas son tardlas y de on-
Neftalí. gen sacerdotal.
En los tres primeros textos, Judá toma el primer - La lista de Jue 5, por el contrario, reflejaría una
lugar. situación sin duda antigua, con Efraín a la cabeza,
seguido de Benjamín, Makir, Zabulón, Isacar y Nef-
La lógica de este sistema, difícil de captar, esbo-
talí, dispuestos para el combate, mientras que Ru-
za reagrupamientos maternos, geográficos o inspira-
bén, Galaad, Dan y Aser no toman parte en la lucha.
dos por otros motivos no identificados, tratando de
Judá y Simeón no aparecen: bien sea porque ya.~o
dar cuenta del devenir histórico de Israel. Las enor-
existen (o todavía no son), bien sea porque la acclon
mes cifras que acompañan a los nombres mue~tran
no les concierne. Pero las incertidumbres que pesan
que se trata de ficciones panisraelitas, cuyo caracter
sobre la fecha de esta composición épica apenas
artificial y tardío no ofrece ninguna duda.
permiten decir más.
Sistema territorial: Jos 13-19; Nm 34; Ez 48
Conclusión
Aquí están los territorios que se toman en consi-
Los datos territoriales más antiguos de estos sis-
deración. La descripción geográfica presenta nece-
temas no se remontan más allá de David-Salomón.
sariamente un orden en el cual se expresa una cier-
El sistema tribal característico de Números es una
ta manera de entender el colectivo israelita.
creación reciente. La fecha del sistema genealógico
- En Jos 13-19, el reparto sigue a las etapas de ha sido considerada como premonárquica, ya que
40
Leví y José aparecen aún en él, pero esto parece de la aproximación tradicional, que consiste en ad-
dudoso. No hay organización israelita total antes de mitir el argumento bíblico en sus grandes líneas: pre-
David-Salomón, y aún habrá que precisar ulterior- sencia de todo Israel en Egipto, durante el Éxodo y
mente los límites del territorio sometido a esta orga- la Conquista o establecimiento. Los partidarios de es-
nización. te acercamiento lo llevan a cabo con más o menos
matices, y su recurso a la arqueología resulta mu-
El único elemento fijo que aparece en estos sis-
chas veces dudoso, ya que se trata ante todo de es-
temas es el número 12, cuya única realidad histórica
tablecer la verdad del texto mediante argumentos del
habría que buscarla en la administración salomónica
terreno considerados como decisivos. Así, por ejem-
(1 Re 4,7). Para el resto, el sistema genealógico po-
plo, el nivel de tierra roja quemada (red burnt) del s.
dría llevarnos hacia la hipótesis de un Israel con múl-
XIII, considerado como huella de las destrucciones
tipl~s orígenes, con un grupo antiguo (Lía), un grupo
israelitas de la Conquista, la casa de pilares y la ja-
reciente (Raquel) y poblaciones sometidas o adheri-
rra de cuello. Además de las numerosas dificultades
das (siervas). Pero el significado preciso de esta ge-
planteadas por el mismo texto bíblico, este acerca-
nealogía se nos escapa y, si es cierto que grupos an-
miento ignora absolutamente la crítica literaria, que
tiguos se solapan con grupos más recientes, la
se necesita previamente para toda conclusión de or-
jerarquía genealógica no refleja exactamente su his-
den histórico. Los datos arqueológicos (Jericó, Ay,
toria (Rubén desapareció muy pronto, Judá no es an-
Arad, Berseba) apenas dejan ya posibilidades para
tiguo).
este tipo de acercamiento.

Migraciones independientes,
HIPÓTESIS penetración progresiva
y establecimientos tribales separados
El examen de las fuentes bíblicas deja al histo-
riador insatisfecho, ya sea por las divergencias de és- Tesis de A. ALT, M. NOTH, R. DE VAUX, B. MAZAR,
tas, ya sea por sus silencios y sus simplificaciones: Y. AHARON1, B. HALPERN Y A. LEMAIRE. La crítica lite-
hay que buscar otras explicaciones sin, por ello, pen- raria de las fuentes bíblicas, especialmente en Ale-
sar que vamos a encontrar la luz plena. Diferentes mania, ha permitido distinguir entre tradiciones lo-
métodos y acercamientos han estado (y aún lo están) cales más antiguas y argumento panisraelita más
tentados de suministrar un cuadro suficientemente tardío. De ahí la idea de una constitución progresi-
coherente y completo de los orígenes de Israel. He- va de Israel a partir de grupos independientes, fina/-
mos considerado cuatro de estas hipótesis, que pa- mente organizados en una monarquía en el s. X. En
samos ahora a presentar y discutir. esta hipótesis, la genealogía de los hijos de Jacob,
el Cántico de Débora (Jue 5) y el pacto de Siquén
(Jos 24) desempeñan una función importante. En
Éxodo pan israelita e invasión efecto, hay que entender que grupos independientes
unos de otros han terminado por reconocerse de la
Tesis de Y. KAUFMANN, W. F. ALBRIGHT, E. WRIGHT, ~isma entidad, Israel, y de la misma religión, el yah-
J. A. CALLAWAY, B. K. WALTKE y A. MALAMAT. Se trata vlsmo.
41
Explotando los datos egipcios sobre Canaán, ALT y el itinerario conocido pasaría por Galaad y el bajo
pudo ya establecer desde 1925 que las ciudades-es- Yaboq, para acabar en el norte de Siquén. Los Bene
tado cananeas más fuertes estaban establecidas en Israel vienen del delta del Nilo, son portadores del
las llanuras y que el espacio disponible para los se- yahvismo (los sasu del dios Vaho de los textos egip-
minómadas se limitaba a las tres zonas montañosas cios). Llegan por el sur y Transjordania. Este grupo
del centro. Ahora bien, los datos antiguos de Jos, Jue es el que menciona la Estela de Merneptah bajo la
y 1-2 Sam muestran que los israelitas combaten jus- denominación de y-si-r-i-r. Según LEMAIRE, que sigue
tamente a las ciudades cananeas establecidas en las en este punto la vieja hipótesis de H. VON CALlCE
llanuras que separan los macizos (el eje Akko-Beth- (1903), la fuente de "las aguas de Neftoá" (my nptwh,
Shean y el eje Beth-Shémes-Jerusalén). Jos 15,9; 18,15) sería un punto fortificado por Mer-
neptah, cuyo nombre se encontraría de nuevo defor-
NOTH ha llevado la hipótesis hasta el extremo: un mado en el topónimo bíblico (E. M. Laperrousaz
grupo de Lía ya instalado al oeste del Jordán, un gru- (ed.), La Protohistoire d'lsrael [París, Cerf, 1990] p.
po de Raquel venido de Egipto, fundación de una an- 225).
fictionía (liga sacra) en Siló, ampliación seguidamen-
te a otros grupos en Siquén (Jos 24). Pero la tesis de Esta hipótesis, que trata de integrar el mayor nú-
la anfictionía israelita ha fracasado. mero posible de datos bíblicos teniendo en cuenta a
la vez los principales datos arqueológicos, entraña
Los puntos de vista de NOTH han sido parcial- muchas incertidumbres. Pero representa la suma de
mente retomados por A. LEMAIRE. Para este autor, Is- todo lo que un historiador puede hoy proponer posi-
rael tiene dos componentes: los Bene Jacob (hijos tivamente sobre los orígenes de Israel.
de Jacob), de origen arameo, y los Bene Israel (hi-
jos de Israel), de origen egipcio. La huella de esta
dualidad se encuentra en Dt 26,5-6. Jos 24 narra el Revuelta de la población rural
pacto entre los dos grupos. Según Gn 31,42.53, la contra las ciudades
divinidad de los Bene Jacob lleva el nombre de Pa-
had (¿Terror o Padre?). Ahora bien, las hijas de Se- Tesis de M. WEIPPERT, G. MENDENHALL, J. Dus y N.
lofehad de Nm 26,33; 27,1-11; 36,1-12 YJos 17,3-6, K. GonwALD. En 1962, MENDENHALL propone enten-
que habitan en el nordeste de Siquén, serían, según der los datos del libro de Josué menos como una in-
LEMAIRE, los clanes de los Bene Jacob. Incluso las vasión que como una serie de revueltas campesinas
listas de los clanes de Manasés de Nm 26,29-32; contra las ciudades-estado cananeas. Así pues, in-
Jos 17,2; 1 Cr 7,14-19: Jélec, Semidá, Abiezer y As- terpreta Jos 24 como una toma de conciencia de po-
riel, situados al sudoeste de Siquén, serían los Be- blaciones diversas que se descubren capaces de so-
ne Israel. meter el territorio en nombre de su dios Yahweh. En
esta hipótesis, no se trata sólo de manejar los datos
LEMAIRE propone tomar Asriel ('sry'l) como equi- bíblicos y arqueológicos, sino de intentar una expli-
valente de y-si-r-i-r (Estela de Merneptah) y de ysr'l, cación socio-histórica, con lo que se vuelve a propo-
Israel (Estela de Mesha y texto masorético). Añade ner un modelo. En esta hipótesis se impone la equi-
que el clan de Asriel está asentado cerca de Siló. La valencia entre apiru y hebreos, y proporciona una
migración de los Bene Jacob se remontaría al 1275, abundante materia para la reflexión.
42
MENDENHALL ha sido seguido y desarrollado por origen de Israel. Sin embargo, en la perspectiva de
Dus y GOTTWALD. El interés de esta hipótesis es la LEMCHE, el proceso de israelización por diferenciación
de liberarse lo más posible de las aportaciones de sobre fondo cananeo revaloriza el aspecto religioso
poblaciones llegadas del desierto para establecerse de la cuestión, un poco dejado en la sombra por las
en Canán, lo que sería el punto débil en las teorías teorías de ALT y de NOTH o reducido al nivel ideoló-
de ALT, NOTH y sus sucesores. En efecto, se entien- gico por MENDENHALL. Pero quizá ésta sea una ma-
de mal que dichas poblaciones experimentaran de nera de esquivar el problema: la conservación de la
repente la necesidad de modificar su modo de vida identidad israelita y el surgimiento de esta identidad
tradicional. Incluso se ha dirigido el reproche de un ¿son una única y misma cosa? La relectura que ha-
cierto "romanticismo" a esta concepción del noma- ce LEMCHE de los textos bíblicos no permite mante-
dismo que parece desconocer el verdadero signifi- ner esta necesaria distinción. Por otra parte, los
cado sociopolítico del fenómeno (w. WEIPPERT, datos arqueológicos que atestiguan una clara dis-
1967). continuidad entre el Bronce Tardío y el Hierro I A no
permiten pensar el problema en términos de evolu-
Sin embargo, queda que la ecuación apiru = he- ción (ROSEL). Volveremos a encontrar esta crítica de
breos aún no ha conseguido unanimidad, que el mo- posiciones marcadas por un escepticismo más o me-
delo "revuelta" es quizá tan romántico como el mo- nos radical en LEMAIRE (La Protohistorie d'lsrael, pp.
delo "invasión" y que aunque este modelo vale más 258-263,291-192).
o menos para algunos acontecimientos locales, no
debería ser sistematizado para dar cuenta de los orí- En otra obra de 1991, LEMCHE parece plantear el
genes de Israel. problema con mayor precisión. Los investigadores se
dividen en dos campos: los que piensan que la na-
ción israelita está fundada en los lazos de sangre y
Israelización progresiva en una ascendencia común, y los que piensan que
de los cananeos sólo la religión es el cimiento de esta nación. Para los
primeros, los israelitas son extranjeros en Canaán,
N. P. LEMCHE, T. L. THOMPSON y P. D. DAVIES. La te- para los segundos, son canaeos de origen, diferen-
sis del origen indígena de Israel, ya mantenida por ciados por su religión particular. Según LEMCHE, un
MENDENHALL y retomada por GOTTWALD, tenía el mé- procedimiento más adecuado sería considerar la
rito de plantear mejor la cuestión de los orígenes de descripción veterotestamentaria de la historia de la
la sociedad israelita. En efecto, una cosa es buscar nación israelita y el origen de la religión israelita co-
el origen de las poblaciones que formaron una enti- mo dos partes de un mismo y único relato. Pero, for-
dad política, y otra explicar la formación de esa enti- zando aún más el interrogante, LEMCHE se pregunta
-dad. qué es lo que hay exactamente en la diferenciación
N. P. LEMCHE (Early Israel, 1985) fue el primero en entre cananeos e israelitas. ¿Quiénes son realmen-
formular la hipótesis de la evolución como alternati- te los cananeos? ¿Quién los designa como tales? La
va a la de la revolución. Sus recensores señalan, sin conclusión de LEMCHE es la de decir que los cana-
embargo, que no se da ninguna explicación en esta neos son un producto del discurso religioso israelita
obra sobre la aparición de los Estados en el s. X y que caracteriza el Pentateuco y los libros históricos.
que no proporciona ninguna clave para conocer el Los documentos extrabíblicos de dos milenios antes
de Cristo permiten afirmar que a nadie se le ha lla- letra, y la primera manifestación de la identidad is-
mado nunca cananeo. raelita fuera del Pentateuco y de los libros históricos.
Ciertamente hay que mantener elementos de la
postura de LEMCHE y de sus análisis. Sin embargo, Conclusión
como hemos visto en la introducción general, el prin-
cipio de una redacción tardía para el conjunto de Gn- El problema de los modelos de la formación de Is-
Jue no debe convertirse en la panacea. Quedaría por rael entre los ss. XIII Y XI es un problema socio-his-
verificar si todos los datos de este conjunto encuen- tórico complejo porque los datos son actualmente de-
tran su mejor Sitz im Leben en los medios exílicos. masiado fragmentarios y porque la Biblia nos dice
Esto puede parecer verosímil para la temática global, demasiado o demasiado poco. En efecto, hay que
pero se entiende mal que topónimos y héroes regio- señalar que los datos bíblicos están relativamente ni-
nales fueran mencionados en una época tardía de velados, dando la impresión de que se ha llegado a
otro modo que por generación espontánea. Hay que un compromiso entre las fuerzas vivas del Norte y las
esperar a que se confronten las investigaciones del del Sur. Esto podría ser, por otra parte, un indicio de
tipo DE PURy-ROMER con las del tipo LEMCHE-THoM- antigüedad. Al término de esta investigación, nos da-
PSON. Esto ya ha comenzado a producirse con E. A. mos cuenta de que todos los modelos demasiado
KNAUF. Oseas es un testigo importante: en él encon- sencillos, ya sea el de la misma Biblia o los de los
tramos la mención de las dos versiones concurren- teóricos, resultan insatisfactorios. Hemos encontra-
tes de los orígenes de Israel, la secular y la proféti- do, por el contrario, varias cuestiones que renuevan
ca, la equivalencia entre cananeos y efraimitas (Os el problema de manera interesante. Los años futuros,
12,8), que, según LEMCHE, hay que tomar al pie de la a buen seguro, no dejarán de sugerir otras.

Del Génesis a Josué:


la epopeya fundadora

Introducción: decididamente algunas líneas de investigación. A pe-


La producción de una memoria sar de la escasez de sus resultados, este siglo de in-
vestigación sobre los orígenes de Israel debe ser
Desde hace más de un siglo, la investigación ha considerado indiscutiblemente como positivo, aun-
progresado enormemente en todos los campos, y en que no fuera más que debido a los importantes des-
especial la arqueología y la crítica documental. La plazamientos impuestos a la problemática. Aunque la
aportación de estas disciplinas particulares ha obli- construcción relativa a la Conquista, Moisés y el Éxo-
gado al historiador a dar cauce a preguntas nuevas, do y los Patriarcas aún se considera lejos de estar
a plantear de otro modo las antiguas o a abandonar acabada, en adelante al menos se pone de mani-
44
fiesto en el conjunto de sus objetivos. Así pues, se piejo y laborioso si se cree a Jos 9, que tiene en
impone la inspección de esta construcción. Tanto cuenta un tratado con los gabaonitas, y Jos 24,14-15,
más cuanto que el sujeto constituye todavía y siem- que supone un pacto entre grupos del Éxodo-Sinaí y
pre la "manzana de la discordia" para todos aquellos grupos que se quedaron en Canaán. Varios textos,
que conservan una referencia confesional o simple- como Nm 32,39-40; 13,2-6; 15,13-19; 17,14-18;
mente cultural con la Biblia. 19,47; Jue 1, contradicen la unidad de acción rela-
tando las iniciativas de grupos particulares. Final-
Entre los que rechazan, por el motivo que sea,
mente, Jos 13,1-6; Jue 1 reconocen la falta de con-
cuestionar la historicidad del menor versículo y los
clusión de la Conquista, y Jue 2,1-6.20-23; 3,1-6
que se instalan en un escepticismo radical, podemos
explican teológicamente como un fracaso esta con-
suponer que se abre un espacio a posiciones en las
quista inacabada.
que el rigor y la seriedad hacen honor a la vez a las
exigencias de la crítica y al respeto a los datos dis- El estudio de las tradiciones y las redacciones re-
ponibles. Así pues, el historiador debe hacer su oficio lativas a la Conquista resulta, también, muy frágil: "A
tratando lo más rigurosamente posible las preguntas decir verdad, no es fácil que el historiador saque par-
de la crítica histórica planteadas por estos textos, tido del libro de Josué por su compleja composición,
siendo consciente de que apenas puede construir su que se extiende durante varios siglos". Ésta es la opi-
juicio. O bien creerá a pies juntilllas porque así está nión autorizada de J. BRIEND 2. A esta dificultad que
escrito en sus fuentes y tratará de integrar todos los presentan las fuentes escritas se añaden las de la ar-
datos en su argumentación, o bien optará por la ma- queología, cuyos datos corren el riesgo de interferir
yor verosimilitud de algunos de ellos en detrimento de de manera importante con las conclusiones de orden
otros, o bien sospechará de todos e!los y se refugia- propiamente histórico a las que se quiere !legar por
rá en el escepticismo. Pero ninguna de estas posi- el estudio de los textos. Ahora bien, como lo señala
ciones estará fundamentada en buenos argumentos. DE VAUX: "No hay hechos arqueológicos puros, no
hay más que hechos interpretados. En ausencia de
documentos escritos encontrados en las ruinas, la ar-
queología permanece muda sobre la causa y los au-
LA CONQUISTA, EL ESTABLECIMIENTO tores de una destrucción" (o. c., p. 451). Las obje-
ciones más importantes al arqueologismo no
"El problema del establecimiento de los israelitas proceden únicamente de los especialistas del texto
en Canaán y de la formación del sistema de doce tri- bíblico, sino de los excavadores mismos, como lo
bus es el más difícil de toda la historia de Israel", es- muestran las conclusiones de K. KENYON para Jericó,
cribe R. DE VAUX (Histoire ancienne d'/sraell, 1970, J. MARQUET-KRAUSE y J. CALLAWAY para Ay, y J. B.
p. 443; trad. española: Historia antigua de Israel [Ma- PRITCHARD para Gabaón. Claramente, no todas las
drid, Cristiandad, 1975]). ¡Estamos advertidos! destrucciones registradas en Canaán a finales del
El cuadro de la rápida conquista panisraelita co- Bronce Tardío deben ser puestas en relación con "el
menzada en Nm 12-13, continuada en Nm 20-25 y israelita invasor".
acabada en Jos 1-12 constituye, al decir de la mis-
ma Biblia, una simplificación. La israelización del te- 2 "Israel et les Gabaonites", en La Protohistoire d'/srae/, p.
rritorio de Canaán aparece más bien como algo com- 121.
El método y el objeto mismo de este estudio de- conquista de Hebrón a Caleb. La primera función que
ben precisarse, habida cuenta de la variedad y la se reconoce a Josué es, pues, un hecho literario fá-
abundancia de datos bíblicos sobre las relaciones de cilmente comprobable. Lo podemos explicar por el
cada grupo israelita con su territorio. ¿Estableci- origen efraimita de Josué (Jos 19,50; 24,30; Jue 2,9).
miento o Conquista? Aquí hay que decidir lo que se En efecto, Efraín es un grupo poderoso, en concu-
quiere estudiar, pues no se trata forzosamente de lo rrencia con Benjamín, en la época premonárquica. El
mismo. Estudiar el establecimiento es proceder, pa- primer rey de Israel, Saúl, es un benjaminita, pero el
ra cada tribu, al completo examen de los datos dis- primer rey del reino del Norte, Jeroboán 1, es un efrai-
ponibles para su implantación. Estudiar la Conquis- mita. Josué no parece haber desempeñado un papel
ta es limitarse al examen de la representación histórico más que en un espacio reducido (Jos 10,10-
global de Nm 13-25; 31-36 + Dt 1-5; 34 + Jos 1-12 14).
+ Jue 1, que, efectivamente, es un guión de con-
quista. La generalización de este argumento debe Otra sistematización, que hay que poner en el ac-
ser cuestionado, ya que la Biblia deja entender que tivo de una redacción intermedia, es la generaliza-
toda presencia israelita en Canaán no es obligato- ción de los combates y la sumisión de reyes extran-
riamente el resultado de una conquista. Así, es pre- jeros, por ejemplo Og, "rey de Basán": reino del que
ferible distinguir cuidadosamente los dos concep- se buscan en vano las huellas (Nm 21,33-35; Dt 3,1-
tos, los cuales no ocultan exactamente el mismo 17). Si se separan los textos que llevan estos indicios
objeto histórico. se obtiene, en una primera aproximación, una visión
más diversificada de las operaciones que hace apa-
No deduciremos ninguna conclusión histórica recer la originalidad de los acontecimientos propios
seria del conjunto bíblico dedicado a la Conquista de cada zona, y rompe con el marco sincrónico del
más que ateniéndonos a varios pasos: tomar en relato actual. Encontramos aquí, por tanto, la proble-
cuenta todos los datos textuales, crítica de la re- mática del establecimiento o de la conquista. Pues lo
dacción y de las tradiciones, confrontación honrada que dice desarrollarse en cada una de las zonas no
de los textos y de los datos arqueológicos. En la puede ser relacionado con la misma época ni proce-
medida de lo posible, habrá que tratar de explicar der de la misma operación. Un examen, incluso rá-
los modos de fijación y de transmisión de las tradi- pido, confirmará estas impresiones.
ciones reconocidas como antiguas: lugar, motivo,
eventual traslado, etc.
La Conquista se desarrolla en cuatro zonas dife- El Sur
rentes, cada una de las cuales presenta particulari- Podemos distinguir varias tradiciones actualmen-
dades: el Sur, Transjordania, el Centro y el Norte. La te combinadas, entre las que hay dos principales: la
sistematización panisraelita tardía del conjunto se tradición calebita: Nm 13,17b-20.22-24.27-31; 14,4.
traduce principalmente por la sincronización de las 23b-25.39-45 II Jos 14,6-14; 15,13-19; Dt 1,20-21.36,
operaciones y la introducción de la tigura de Josué Y la tradición simeonita de la ocupación de Hormá:
allí donde las antiguas tradiciones ignoran su pre- Nm 21,1-3; Jue 1,17; Jos 19,4 II 1 Cr 4,30.
sencia. Así, Jos 10,28-43 para la invasión del Sur,
mientras que Jue 1,1-5 deja la iniciativa de ello a Ju- La ocupación calebita de Hebrón muestra cómo
dá y Simeón, y Jos 14,6-14 y Jue 1,20 atribuyen la ha podido evolucionar una tradición antigua en la ela-
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boración del relato de la Conquista. Jos 15,13-19 re- del proceso que condujo a la representación de un Is-
laciona la iniciativa con Caleb; Jue 1,10-15 subordi- rael ideal en doce tribus.
na ya Caleb a Judá y Jos 10,36-37 atribuye la toma
de Hebrón a Josué. Sacamos de esto dos conclu-
siones: Josué no condujo ninguna operación en es- Transjordania
te sector, y la primacía que Jue 1,2 reconoce a Judá
en la invasión de Canaán es imputable a una relec- Siendo relativamente fácil de representar una su-
tura judía. Por otra parte, es verosímil que esta pri- bida a Canaán partiendo de Kadesh, es más difícil
macía de Judá domine el conjunto de la representa- hacer llegar al grupo del Éxodo del otro lado del Jor-
ción de la Conquista: en primer lugar el Sur (Judá), dán. Los diferentes itinerarios de Nm 33,37-49 (sín-
después el Centro y el Norte. Este argumento per- tesis tardía), Nm 21,10-20 (preciso únicamente en el
mite poner en evidencia el carácter tardío del desa- final del recorrido) y Dt 2 (impreciso en los topóni-
rrollo panisraelita del conjunto de las tradiciones. Los mos) son incompatibles. Un solo dato extrabíblico
elementos protojudíos no atravesaron nunca el Jor- permite asegurar algo de este periplo: el descubri-
dán en Guilgal. miento de una serpiente de cobre, parcialmente cha-
pada en oro, en un santuario próximo a Timná, cen-
La presencia de Simeón en el extremo Sur es tro minero en el oeste de la Arabá, ocupado bajo Seti
ciertamente antigua, pero la Biblia conoce igual- 1, Ramsés 11 y Ramsés 111. El paralelo con Nm 21 Ab-
mente su presencia, con Leví, en Siquén en Gn 9 (la serpiente de bronce) se impone naturalmente.
34,25.30-31, versículos en los que la mención de El estudio de los textos muestra que los itinerarios
estas dos tribus parece adicional. Los antiguos la- han sido reconstruidos tardíamente, no antes de la
zos meridionales de Leví están también atestigua- época monárquica.
dos por Nm 26,58a; Jos 21,1-42; 1 Cr 6,39-66. El
vínculo entre las operaciones simeonitas y levíticas Pero más aún que el itinerario, la ocupación trans-
en el Sur con las del grupo de Moisés son quizá se- jordana por las tribus de Rubén, Gad y Manasés-Ma-
cundarias, pero hay que hacer notar la presencia de kir plantea numerosos problemas al historiador. Co-
nombres egipcios: Pinjás, Hofni, Merari, entre los hi- mo para el sur, nos podemos preguntar si las
jos de Leví y recordar que Moisés es de la tribu de tradiciones relativas a esta ocupación merecen ser
Leví (Éx 2,1; 6,20). mantenidas en el marco de la Conquista, ya que Ru-
bén y Gad rechazan atravesar el Jordán (Nm 32,1-
El estudio de las antiguas tradiciones meridiona- 5). "¿No es esto lo que es histórico?", señala DE VAUX
les plantea al menos dos preguntas importantes. La (Historie ancienne d'lsrael, 1, p. 538; trad. esp.: His-
ocupación calebita y simeonita ¿es contemporánea toria antigua de Israel, Madrid, Cristiandad, 1975). El
del Éxodo? ¿No debe ser disociada de él y relacio- compromiso aceptado por estas dos tribus de parti-
nada con otra época, independientemente de si es cipar en la conquista debe atribuirse a una relectura
antes o después del Éxodo? El examen de los textos panisraelita (Nm 32,31-32; Jos 1,10-18).
muestra, por otra parte, que no se puede atribuir nin-
guna conquista antigua a la tribu de Judá. ¿Ésta es, Igualmente, parece que estos datos, ya sean an-
pues, de creación reciente? De hecho, no parece for- teriores o posteriores a la Conquista, en todo caso
marse más que con David. Esta importante conclu- son independientes. Una vez más nos encontramos
sión contribuye de manera decisiva a la comprensión con la alternativa: ¿establecimiento o conquista? So-
47
bre toda esta región pesa, en efecto, la reivindicación signar antiguas poblaciones ya establecidas más
territorial constante del reino de Israel, que se opone allá del Jordán antes de la época de la Conquista.
a la de Moab. Teológicamente, el establecimiento de Rubén debió ceder rápidamente el terreno a Moab,
grupos israelitas en esta región es igualmente difícil, y Gad no se mantuvo más que en razón del punto
ya que está bien asentado que la tierra prometida se de apoyo que constituía para el Israel del otro lado
sitúa al oeste del Jordán. Sin embargo, habiendo si- del Jordán. Su integración en las doce tribus aporta
do perdidos bastante pronto los territorios transjor- una nueva luz a la lógica que parece dominar la ela-
danos, desde el s. IX, habremos de conceder un cré- boración del sistema, en la que los objetivos territo-
dito favorable a la antigüedad de las tradiciones que riales parecen haber desempeñado una función na-
se refieren a ellos, con la reserva de un examen más da desdeñable.
profundo.
La derrota de Sijón, rey de los amorreos en Hesh-
La montaña central
bón, adversario del primer rey de Moab, y la de Og,
rey de Basán (Nm 21,21-35; Dt 2,27-37; 3,1-17; Jue Las operaciones llevadas a cabo desde el envío
11,19-28), parecen escapar a toda investigación his- de los espías (Jos 2), la travesía del Jordán en Guil-
tórica, pues Basán no ha sido nunca un reino y Dt gal (Jos 3-4), la toma de Jericó (Jos 6-7), la de Ay
3,11, a menudo considerado como la fuente del rela- (Jos 8), el tratado con los gabaonitas (Jos 9) y la ba-
to de Números, sitúa explícitamente a Og en la talla de Gabaón (Jos 10) constituyen un conjunto épi-
leyenda. Parece que hay que reservar la misma suer- co bien caracterizado cuyas dificultades históricas
te a la derrota de Sijón, a menos que el aconteci- son célebres.
miento sea más tardío, pues el emplazamiento de
Hisbán (= Heshbón) no se ocupó más que a partir del Guilgal (Jos 3-4)
s. XII. Sea como fuere, el único grupo israelita sufi-
cientemente poderoso como para imponerse en esta El examen de los relatos de la travesía del Jordán
región es el de Gad, ya que la Estela de Mesha, rey (Jos 3-4) muestra que la tradición más antigua a la
de Moab en el s. IX, menciona la implantación inme- que podemos acceder ofrece una versión sin Josué,
morial de los gaditas en el país de Atarot (Israel y Ju- sin milagro, sin arca, centrada en el "círculo" (gilgal)
dá en los textos del Próximo Oriente Antiguo, pp. 57- de piedras. El acontecimiento que constituye la de-
58), lo que confirma Nm 32,34-36. La tribu de Rubén, secación momentánea del Jordán no tiene nada de
instalada en el lugar de la batalla contra Sijón (Nm inaudito, ya que el mismo fenómeno es atestiguado
32,37-38), desapareció muy pronto de la historia. en la noche del 7 al 8 de diciembre de 1267 por el
cronista árabe Nowairi. Esta antigua tradición se re-
La ocupación de Galaad por Manasés-Makir, monta al santuario de Guilgal, con gran actividad en
mencionada en Nm 32,39-42, es posterior al s. XIII y la época premonárquica. Conoció seguidamente una
debió de producirse justo antes de la época monár- evolución, primero en el mismo Guilgal, después en
quica a partir del oeste. Jerusalén, cuando entra en una síntesis histórica pa-
nisraelita.
En resumen, parece, pues, que Transjordania
responde más a la problemática del establecimiento La amplificación progresiva del relato de la trave-
que a la de la conquista. Rubén y Gad parecen de- sía no puede explicarse más que por la historia del
48
santuario de Guilgal, como lo señala F. LANGLAMET 3 • Jordán (4,9). ¿No se trata aquí de censurar el culto
Nos hallamos en condiciones de afirmar que este re- guilgalita borrando todas las huellas dudosas que
lato nos informa mucho mejor sobre el destino de es- constituyen las piedras levantadas, como estelas pa-
te santuario que sobre las circunstancias de la tra- ganas?
vesía. En efecto, no hay necesidad de milagro para
Es evidente que la combinación de los relatos se
atravesar el Jordán en este lugar, ya que los espías
remonta a una fecha suficientemente antigua como
de Jos 2 lo pasan sin problema tanto al ir como al vol-
ver. Jos 2,7 menciona incluso la existencia de vados. para permitir otros desarrollos que terminan en el ac-
tual ciclo de Guilgal (Jos 3-5), dedicado a la entrada
Según LANGLAMET, el complejo texto de Jos 3-4 com-
bina un relato Sittim-Guilgal: Jos 3,1* 4.5.14a.16; en la Tierra Prometida. Recordemos en esta ocación
4,19b, Y varios desarrollos en la base de los cuales que la introducción tardía del tema de la travesía del
mar a pie enjuto en Éx 14 se debe ciertamente a la
se encuentra la tradición guilgalita propiamente di-
puesta en paralelo entre la salida de Egipto y la en-
cha. El relato Sittim-Guilgal conoce a Josué así co-
trada en la Tierra Prometida. Las antiguas tradiciones
mo una travesía excepcional del Jordán a pie enjuto,
pero no se dice nada del santuario, no siendo Guil- no .conocen más que una victoria sobre los egipcios.
ASI pues, el paso del Jordán, con su aportación es-
gal más que una simple etapa del trayecto hacia
Jericó. Este relato es conocido por Miq 6,5. Las tra- pecífica, produjo un efecto de relectura muy impor-
diciones cultuales de Guilgal se reparten, según LAN- tante sobre la tradición del Éxodo.
GLAMET, en tres etiologías diferentes de las piedras: La aparición de Josué en este episodio no se re-
Jos 4,1*.2.3*.8* (versión israelita); 4,4-5.20 (versión monta más que al relato Sittim-Guilgal. La fusión de
"Josué"); 4,9*(etiología) y dos catequesis: 4,6-7* y este relato con el de la travesía, según la versión cul-
4,21-24. tual, provoca además complicaciones en los desa-
Históricamente, esto significa que el recuerdo de rrollos de la tradición sobre las piedras. Hay que re-
una travesía fue conservado en Guilgal bajo la forma conocer, sin duda, una cierta antigüedad a la cifra
de una tradición litúrgica que recuperaba los ele- doce, así como a la expresión "tribus de Israel" en
mentos preisraelitas del emplazamiento (piedras, Jos 4,2-4. Sin embargo, no debemos sacar de ello
proximidad del Jordán) en el marco de su leyenda. La conclusiones erróneas sobre la antigüedad de la
pérdida del favor del santuario, iniciada por la crítica aplicación del sistema duodecimal a la representa-
de los profetas (Am 4,4; 5,5; Os 4,15; 12,12; Jue ción de Israel. Nada incita a considerar a Guilgal co-
3,19), se manifiesta desde el antiguo relato Sittim- mo un santuario panisraelita central en la época pre-
Guilgal, donde ya no aparecía nada del desarrollo monárquica, ya que, fuera de Jos 3-5, es preciso
cultual propio de este lugar. Es igualmente sensible esperar a 1 Sam 10,8; 11,14-15; 13; 15,12.21-33 pa-
en la evolución de la tradición, que, con la interven- ra encontrar huellas de su importancia en la época de
ción del arca, busca devolver las piedras al lecho del Saúl. Por otra parte, el análisis literario de Jos 3-4
muestra que la presencia del arca no pertenece a los
estratos antiguos de la tradición y nos podemos pre-
3 Gilgal et les récits de la traversée du Jourdain (París, Ga-
guntar si este objeto realmente permaneció en este
balda, 1969) 137-144. lugar. La forma de la tradición a la que llegamos con
4 El asterisco indica que solamente una parte del versículo
las doce piedras de Guilgal no es, pues, de ninguna
está implicada. manera premonárquica. Los partidarios de la liga sa-
49
cra de las doce tribus son, naturalmente, de una opi- es también bastante antigua. Se sabe, por otra par-
nión diferente. te, que Gabaón es un importante lugar salomónico (1
Re 3,4) y que los gabaonitas pudieron servirse de él
Jericó (Jos 6) desde esta época, según la tradición referida por Esd
Las excavaciones de Jericó son célebres, pues se 2,55 II Neh 7,57. Hemos de señalar, finalmente, que
esperaba poder datar los derrumbamientos de las las cuatro ciudades gabaonitas mencionadas en 9,17
murallas y establecer firmemente la realidad de la no aparecen más que posteriormente en el texto, lo
conquista israelita. La arqueología muestra que la que impide pensar que esta organización se remon-
mayor parte del emplazamiento estaba ya destruido te al s. XIII.
en el s. XIII, sin que podamos relacionar las causas
de esta destrucción con un agente histórico identifi- Batalla de Gabaón (Jos 10)
cable. Se busca en vano la esperada la muralla. El relato es una recuperación tardía de tradiciones
antiguas escritas (en el "Libro del Justo": Jos 10,13).
Ay (Jos 8) La batalla de Gabaón tiene ciertamente una base his-
La arqueología permite decidir que aquí nos en- tórica que está en relación con el pacto de Jos 9. La
contramos ante un relato ficticio. El emplazamiento de participación de Josué en esta batalla, considerada
Et-Tell, excavado por J. MARQUET-KRAUSE (1933-1935) por A. ALT como la única que se le puede atribuir en
y después por J. CALLAWAY (1964-1972), muestra que, toda la conquista, sin embargo no es evidente.
en primer lugar, la ocupación fue la de un pueblo no
fortificado, después la de una ciudad (3000-2400), se-
guida de un largo período de abandono (2400-1200). El Norte
La ocupación vuelve con un pueblo marcado por la vi-
Victoria junto a las aguas de Merom
da agrícola (1200) y cesa hacia el 1050. El origen del
y toma de Jasor (Jos 11)
relato de Jos 8 debe buscarse en la posición fronteri-
za de Ay, entre Benjamín y Efraín. Un redactor tardío vuelve a tomar los elementos
conocidos por Jue 4 (Yabín, rey de Jasar) en el sen-
Tratado con los gabaonitas (Jos 9) tido de la guerra santa: carros y caballos, quemar la
ciudad, mutilar a los caballos. Al datar de la época de
Este relato quiere explicar por qué los israelitas
Josías (después del 622) y no disponiendo de una
concluyeron un pacto con los gabaonitas, pacto que
documentación suficiente sobre el pasado de esta re-
plantea problemas, ya que contraviene la prohibición
gión, este redactor esquematiza hasta el extremo.
de relaciones con el ocupante cananeo atestiguada
Los nuevos desarrollos posteriores muestran las preo-
por otra parte. El texto de 2 Sam 21,1-9 permite pen-
cupaciones habituales de los redactores: los reyes
sar que, efectivamente, un pacto concluido en otro
vencidos, el exterminio total, el anatema, el botín y el
tiempo fue roto por Saúl, creando así un contencio-
aspecto conquistador de toda la operación, subra-
so que intentará arreglar David. Este pacto anterior
yando su carácter de guerra santa.
a Saúl no se remonta, sin embargo, a Josué, que no
es introducido en el texto más que tardíamente. Es Los datos arqueológicos relativos a la muy anti-
posible que el antiguo relato se remonte a la época gua y muy amplia ciudad de Jasar indican la des-
de Saúl, ya que la prohibición de este tipo de pactos trucción y el incendio en el nivel XIII, hacia el 1200,
50
pero el nivel XII no presenta ninguna reconstrucción.
La ciudad no está verdaderamente reconstruida más LA ESTANCIA EN EGIPTO.
que en el nivel X, que corresponde al comienzo de la MOISÉS Y EL ÉXODO
época monárquica.
Las principales dificultades de este conjunto han
sido señaladas desde hace mucho tiempo. Afectan
Conclusión especialmente a la historia de José y a la estancia en
Egipto, a la figura de Moisés, a las causas y a las mo-
La crítica literaria muestra que no hay que hablar dalidades de la salida de Egipto, a los itinerarios del
propiamente de conquista. Ésta, con los rasgos que Éxodo, a la triple toponimia "Montaña de Dios I Horeb
la caracterizan y para una gran parte de la obra, he- I Sinaí" y a la amplificación panisraelita del aconteci-
cha por una serie de redactores deuteronomistas, es miento. Sin embargo, la verosimilitud del conjunto,
completada en los puntos litúrgicos por redactores constituida por la presencia de elementos protoisrae-
sacerdotales. litas en el delta y la salida de Egipto, sostenida por só-
lidos apoyos extrabíblicos (dominación después de la
Las antiguas tradiciones no se refieren más que
expulsión de los hicsos), y la línea de su argumento,
a episodios locales independientes unos de otros,
generalmente no es puesta en duda por los historia-
fundados en etiologías y a veces ficciones. Lo que
dores. Esto se debe al hecho de que el Éxodo se re-
sucede en Jericó y en Ay puede marcar la concu-
monta ciertamente a tradiciones particulares que se
rrencia de Efraín y de Benjamín en esta parte del te-
refieren a hechos reales, guardadas por uno o varios
rritorio. Los acontecimientos de Gabaón no tienen
grupos étnicos que llegan más tarde a Israel.
nada que ver con una conquista, sea cual sea. En
cuanto a los episodios del Norte, se relatan de ma- Incluso aunque, en su comienzo, esta tradición
nera muy esquemática y están compuestos mani- presente una estructura idéntica a la de la gesta pa-
fiestamente en una época tardía a partir de frag- triarcal, difiere de ella profundamente por la natura-
mentos de tradiciones antiguas. leza de su funcionamiento y la complejidad de su ma-
teria: ya no se trata solamente de una designación
El vínculo entre todos estos episodios es esta- circunstancial de los antepasados, limitada al princi-
blecido en primer lugar en la época de Josías. Al me- pio y después extendida, sin que logre, sin embargo,
nos es el mejor contexto que podemos asignar a es- imponerse al conjunto de la nación, sino de una re-
te estrato literario bien caracterizado, cuyos temas, el ferencia fundadora constante que se apoya en una
de la guerra santa en particular, encajan perfecta- memoria. El enorme desarrollo de esta tradición con-
mente con la reconquista intentada, si no lograda, por firma que esta referencia ha funcionado sin cesar
este rey de finales del s. VII. hasta imponerse, finalmente, como la anámnesis por
excelencia de los orígenes de Israel.
Querer encontrar históricamente una conquista
de Canaán por Israel aparece, pues, como un cami-
no que no lleva muy lejos. Hay que considerar otros La historia de José
modelos para dar cuenta de la hegemonía israelita
sobre el territorio cananeo entre los ss. XIII Y X. Reconocida como un conjunto independiente tan-
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to de la historia patriarcal como del Éxodo, ha resis- Aunque es posible que el fondo antiguo de la tra-
tido siempre a la discrepancia entre documentos o dición de un José en Egipto pueda remontarse a un
tradiciones del Pentateuco. Parece haber conocido clan protoisraelita, por ejemplo Makir (que en hebreo
un largo desarrollo desde un estadio antiguo, donde significa "vendido"), no es menos cierto que la histo-
se han producido varias versiones de ella, y su in- ria ha conocido desarrollos considerables en una
serción, que parece tardía, entre Gn 12-35 y Éx 1. El época tardía, posterior en todo caso a la representa-
fuerte sabor egipcio del relato ha llevado a algunos ción de un Israel en doce tribus. Pero incluso admi-
autores a explotar todos los datos susceptibles de es- tiendo que una tradición semejante haya sido lleva-
tablecer su antigüedad. Sin volver a considerar la an- da por un grupo protoisraelita aún presente en Egipto
tigüedad evidente de algunos elementos (localiza- en la época de Moisés, es forzoso convenir que no
ción de José en Dotán, al norte de Siquén: 37,17), las hubo nunca un "pueblo de Israel" en Egipto. A pesar
críticas no han dejado, sin embargo, de constatar de que la lengua egipcia contiene un buen número de
que la historia de José presentaba igualmente rasgos términos de origen semita, fenómeno que atestigua
más tardíos. De hecho, la historia de José parece una presencia suficientemente determinante y pro-
cumplir al menos dos funciones en el Pentateuco. longada de poblaciones asiáticas, y aunque el esta-
Asegura, en primer lugar, la transición entre la épo- blecimiento de los hicsos seguido de su expulsión
ca patriarcal y la de Moisés, a las que separa un es- proporcionan un contexto general extremadamente
pacio vacío, y, en segundo lugar, bosqueja el retrato favorable (d. p. 8), el historiador debe resistirse aquí
típico del perfecto judío de la diáspora, cuya presen- a las facilidades ofrecidas conjuntamente por los da-
cia es tan benéfica para el país extranjero donde re- tos egipcios y el texto bíblico.
side como para su propio pueblo. Esta temática no
puede ser anterior a la época persa.
Moisés
José y la historia
Así pues, al historiador se le impone una cierta El voluminoso y complejo conjunto mosaico debe
prudencia en lo relativo a la antigüedad del contexto ser examinado a la luz de dos principios: la búsque-
egipcio de la historia de José y su significado en la da de tradiciones antiguas e irreductibles unas a
Biblia actual. El examen de los paralelos conocidos otras por una parte, y la "mosaización" final del Pen-
sobre el ascenso de José no permite ninguna preci- tateuco por otra.
sión en cuanto a sus funciones y a su fecha. El aná-
Después de una fase de agudo escepticismo, de-
lisis de los topónimos egipcios de Gn 37-50 muestra
bido a la hipótesis de temas independientes del Pen-
que el marco resulta impreciso. La doble versión bí-
blica de la venta que lleva a José a Egipto presenta tateuco, que implicaba que Moisés no estuvo pre-
datos incoherentes (¿ismaelitas o madianitas? d. Gn sente en todas sus partes desde el origen, y que fue
37,28.36) que permiten entender que el destino del un personaje secundario en la salida de Egipto, el Si-
"vendido" quizá no fuera originalmente Egipto. Pero, naí y la marcha por el desierto, no quedaba gran co-
sobre todo, la materia de Gn 37 (venta de José por sa al historiador, sino la tradición fuertemente con-
sus hermanos) aparece como muy diferente de la de trovertida de la tumba de Moisés en Moab (Dt 34,6)
Gn 39-41 (ascenso de José en la corte del Faraón). Y la función que Moisés habría podido desempeñar
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en la preparación de la entrada de los grupos de Pa- 6-8), podemos sospechar que la tradición madianita
lestina central en Canaán. sobre Moisés no ha sido inventada.

Un nombre egipcio Valorización progresiva de Moisés


El origen egipcio del nombre de Moisés hoy no es La figura de Moisés ha sido objeto de un desa-
discutido por nadie. La Biblia disimula mal el origen rrollo continuo que puede ser seguido desde las tra-
egipcio de este nombre, ya que la etimología de Éx diciones más antiguas hasta la forma final del Pen-
2,10 intenta hebraizarlo mediante un juego de pala- tateuco. Así, encontramos a un Moisés preprofético
bras gramaticalmente dudoso. En realidad, este del que lo esencial proviene del Norte, ya diversifi-
nombre se explica muy bien por el verbo egipcio msj cado según las dos tradiciones, madianita y quenita.
= engendrar, que aparece en un buen número de Desde la época de Oseas (Os 12,14), un Moisés pro-
nombres teóforos faraónicos, tales como Ahmosis, fético, de descendencia levítica, comienza a desem-
Tuthmosis, Ptahmosis, Ramsés, construidos sobre el peñar un papel legislativo y religioso que la corriente
modelo: "el dios X ha engendrado". Aquí no falta, na- deuteronomista acentuará para hacer de él la ins-
turalmente, más que el nombre del dios que engen- tancia última del Pentateuco. Constatamos, pues,
dra. Por lo demás, Moisés no es el único nombre que la primacía absoluta reconocida por la Biblia a
egipcio llevado en el Éxodo por personajes conside- Moisés no es el resultado de un compromiso tardío,
rados como israelitas, tales como Merari (Éx 6,16), sino que esta mosaización es un proceso que co-
Pinjás (Éx 6,25) y, quizá, Aarón. mienza muy pronto en Israel.

La tradición madianita
Los topónimos del Éxodo
La tradición más antigua a la que podemos llegar
con respecto a Moisés es la de sus relaciones con Raramente una cuestión fue tan debatida tanto
Madián: Éx 2,16-22; 3,1; 4,18; 18,1-12, donde Jetró sobre el terreno como sobre los textos. En esta ma-
es suegro de Moisés. Esta tradición está estrecha- teria, el historiador, al parecer, debe proceder me-
mente ligada a Egipto. diante dos operaciones distintas. La primera consis-
te en localizar e identificar sobre el terreno los
La tradición quenita emplazamientos enumerados en el texto bíblico. La
segunda consiste en estudiar de manera crítica las
Una tradición concurrente vincula a Moisés con redacciones y las tradiciones del Éxodo.
los quenitas: Jue 1,16; 4,11 con Jobab, otro suegro
de Moisés. Esta tradición no tiene relación con la sa- El primer paso por sí solo es insuficiente, incluso
aunque condujera a resultados que el conjunto de los
lida de Egipto.
investigadores considerara como definitivos. Pues
Las dos tradiciones se fusionan en Nm 10,29, que asegurar la fijación de la toponimia no es lo mismo
es un texto armonizador. Puesto que los madianitas que reconstruir un itinerario. El segundo paso se im-
son considerados como enemigos desde los relatos pone tanto más cuanto que el historiador debe estar
de Baal-Peor (Nm 25,6-9) y después en los de la preocupado por la antigüedad de los datos transmi-
guerra santa (Nm 31) Y en el ciclo de Gedeón (Jue tidos por las tradiciones del Éxodo. En efecto, es cier-
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to que las primeras redacciones relativas a la salida en hebreo, cf. Éx 2,3.5; Is 19,6, donde suf = caña) es
de Egipto no se remontan más allá de la época mo- un topónimo ambiguo, ya que puede designar el lu-
nárquica. A esta cuestión es posible responder posi- gar del milagro del mar (Éx 13,18; 15,4.22; Dt 11,4;
tivamente, pues las construcciones de silos de trigo Jos 2,10; 4,23; 24,6; Neh 9,9; Sal 106,7.9.22; 136,13-
en Pitom y de una ciudad nueva, Pi-Ramsés, en el 15), el golfo de Suez o el mar Rojo (Éx 10,19; Nm
delta, son elementos conocidos en el reinado de 33,10-11 , en los Setenta = erythre thalassa) o el gol-
Ramsés 11. Ahora bien, el nombre de Pi-Ramsés de- fo de Áqaba (Nm 14,25; 21,4; Dt 1,40; Jr 49,21; 1 Re
saparece de los textos egipcios antes del final de la 9,26 con seguridad; Jue 11,16 dudoso). Hay que se-
XX dinastía (1069), lo que hace que se valoren sin- ñalar que el relato en prosa de Éx 14 habla única-
gularmente los datos toponímicos de Éx 1,11 Y pone mente de "el mar", sin otra precisión. En los textos de
término a la hipótesis de una reconstrucción poste- Éx 13,28; 15,4.22, que parecen tardíos, en vano bus-
rior de esta tradición. caremos la localización precisa del milagro a partir
Las investigaciones actuales sobre los vestigios del único topónimo mar de las Cañas.
arqueológicos del delta del Nilo permiten asegurar Pi-Hahirot (Éx 14,2.9; Nm 33,7.8) y Baal-$afón
definitivamente la localización de emplazamientos (Éx 14,2.9) hay que buscarlos al este del delta. El pri-
conocidos por la documentación escrita. Ramsés (Pi- mero puede designar una zona pantanosa próxima a
Ramsés en egipcio) está en Qantir; Soán (Tanis en Teku (= Sukkot), y el segundo, un santuario de origen
egipcio) en San el-Haggar. Pitom (= Pr-ftm, templo de fenicio que habría que localizar en el Ras Kasrún, el
Atón) aparece en el Papiro Anastasi VI y designa el monte Casios de los antiguos.
mismo emplazamiento que Éx 1,11. Este santuario
Goshen, según la historia de José (Gn 45,10;
ha de ser buscado en los alrededores de Teku (=
46,28[2x).29.34; 47,1.4.6.27; 50,8) Y el relato de las
Sukkot).
plagas (Ex 8,18; 9,26), habría que situarlo en Egipto,
Los datos de los Papiros Anastasi V y VI (Papiro al este del delta. Pero Jos 10,41; 11,16; 15,51 lo si-
Anastasi VI en Israel y Judá en los textos del Próxi- túan en el sur palestino. Hoy sabemos que el topóni-
mo Oriente Antiguo, p. 38) parecen confirmar no só- mo Goshen es desconocido en la documentación
lo la toponimia bíblica, sino también el itinerario. En egipcia. El examen de los textos Gn-Éx en que apa-
estos documentos, que datan de finales del s. XIII y rece Goshen muestra que se estableció una separa-
provienen de oficiales de fronteras, aparecen, en ción entre egipcios e israelitas, mientras que en la se-
efecto, los nombres de Teku, Htm y Migdol-de-Seti, rie de textos que ignoran Goshen, los israelitas viven
que corresponden a la secuencia bíblica Sukkot, entre los egipcios. Así pues, Goshen parece funcio-
Etam y Migdol. Teku, la actual Tell el-Maskhuta, en la nar como una "homeland", una especie de reserva
desembocadura del wadi Tumilat, cerca de Ismailía, donde los israelitas están instalados bajo control
correspondería a Sukkot (Éx 12,37; 13,20); Htm se- egipcio. Pero, aunque Goshen está, efectivamente,
ría Etam (Éx 13,20) y el Migdol-de-Seti sería el Mig- controlado por Egipto, nada obliga a localizarlo en te-
dol del Éxodo (Éx 14,2). Además de los topónimos y rritorio egipcio propiamente dicho. La tradición Gos-
su secuencia, estos documentos mencionan movi- hen, pues, se podría remontar a un grupo protois-
mientos de poblaciones asiáticas controladas por las raelita diferente del que conoció los trabajos forzados
fuerzas egipcias. de Pitom y Ramsés establecido en el sur palestino.
Se trataría, más precisamente, de un grupo protoju-
El mar de las Cañas (Pa-twf en egipcio, yam suf dío, los simeonitas.
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La reconstrucción de un itinerario preciso para el cenas fundamentales para la identidad religiosa de
Éxodo resulta imposible, pues todos estos topónimos Israel y el de la unión de todo este conjunto con la
parecen cuadrar bien en el camino del norte, mien- salida de Egipto. Esta montaña conoce tres designa-
tras que el conjunto del argumento implica el camino ciones diferentes (ver recuadro).
del sur. El texto bíblico solventa esta dificultad me- Es demasiado precipitado decir que estos tres ti-
diante un cambio de ruta (Éx 13,17-18, texto redac- pos de designación no se refieren más que a un so-
cional). La complejidad del conjunto se explica por el lo y único lugar, y que tendríamos tres versiones
ensamblaje de tradiciones originales de grupos di- diferentes del mismo acontecimiento. Para conven-
versos. Podríamos distinguir entre dos tipos de éxo- cerse de ello, basta con observar que las tres series
do: éxodo-fuga por el sur (las montañas del Sinaí) y de textos reagrupados en torno a cada uno de estos
éxodo-expulsión por el norte (camino costero). Da la términos no ponen en escena a los mismos actores
impresión de que la realidad es aún más compleja, y que su acción difiere igualmente.
como resulta del examen de los problemas plantea- Las dos designaciones que pertenecen a tradi-
dos por la localización del Sinaí. ciones antiguas son "montaña de Dios" y "Sinaí". "Ho-
reb" se introdujo tardíamente en Éx 3,1; 17,6; 33,6 Y
no parece encontrar su lugar natural, en el Penta-
El Sinaí teuco, más que en el marco narrativo del Deutero-
La perícopa del Sinaí (Éx 19-34) plantea al histo- nomio.
riador dos problemas principales: el de la localización El Sinaí solo no se encuentra más que una vez,
de la montaña junto a la cual se desarrollan las es- en Éx 16,1. En los demás sitios encontramos "de-

LOS TRES NOMBRES DEL SINAí


1) Sinaí (33x)
Éx 16,1; 19,1.2.11.18.20.23; 24,16; 31,18; 34,2.4.29.32 (l3x)
Lv 7,38; 25,1; 26,46; 27,34 (4x)
Nm 1,1.19; 3,1.4.14; 9,1.5; 10,12; 26,64; 28,6; 33,15.16 (l2x)
Dt 33,2
Jue 5,5 8aI68,9.18; Neh 9,13
2) Horeb (l7x)
Éx 3,1; 17,6; 33,6
Dt 1,2.6.19; 4,10.15; 5,2; 9,8; 18,16; 28,69 (9x)
1 Re 8,9; 19,8; Mal 3,22
8all06,19; 2 Cr 5,10
3) La montaña (l7x)
Éx 19,2.12.nI4.16.17.18; 24,12.15; 32,15; 34,2.3 (12x)
La montaña de YHWH: Nm 10,33
La montaña de Dios: Éx 3,1 (= Horeb, único caso); 4,27; 18,5; 24,13

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sierto del Sinaí" (12x: Éx 19,1.2; Nm 1,1.19; 3,4.14; Arabia, donde el volcán apagado Hala el-Bedr, a 325
9,1.5; 10,12; 26,64; 33,15.16), "montaña del Sinaí" km al sudeste de Áqaba, muestra indicios de erup-
(12x: Éx 19,11.18.20.23; 24,16; 31,18; 34,2.4.29.32; ciones en la época histórica. Algunos topónimos de
Nm 3,1; 28,6). Estas fórmulas permiten concluir que Nm 33, resumen tardío, corresponden a los de esta
se trata de una región más que de una montaña pre- región.
cisa.
Con DE VAUX, debemos concluir: "Es verosímil
Fuera de Éx 33,6, Horeb no aparece como una que, desde muy pronto, no se supo dónde estaba
montaña. Éx 17,6; 33,21 sugieren incluso que Horeb exactamente la montaña santa". A este desengaña-
no designa más que a una roca. Los datos topográ- do juicio del historiador se añade el del exegeta P.
ficos de la Biblia sitúan el Horeb a once días de mar- BEAUCHAMP: "No hay arqueología posible del Éxodo,
cha de Kadesh (Dt 1,2) Y a cuarenta días de Berse- ni de ninguna maravilla pasada de Dios" (Psaumes
ba (1 Re 19,7). Conocemos un wadi Horb en Madián, nuit et jour, Seuil, 1980, p. 20; trad. española: Los sal-
pero está demasiado alejado del Horeb bíblico. mos noche y día [Madrid, Cristiandad, 1981]).
La localización del Sinaí en el sur de la penínsu-
la no se remonta más allá del s. IV de nuestra era:
es el Jebel Musa (en árabe: monte de Moisés, 2.244 ¿Un Éxodo sin Moisés?
m), al pie del cual Justiniano hizo construir el mo- ¿Un Sinaí sin Éxodo?
nasterio y la basílica de Santa Catalina a mitad del
s. VI. Otros piensan en el Jebel Serbal (2.052 m.), a El problema de la localización del Sinaí no es una
50 km al noroeste. El Jebel Musa corresponde a la cuestión de pura erudición, pues afecta directamen-
marcha de once días indicada por Dt 1,2 entre el Si- te a la relación entre salida de Egipto y alianza del Si-
naí y Kadesh, a condición de que ésta sea realmen- naí. Para los partidarios de la independencia de los
te Ayn Oedeis, al este de Ouseima, cerca de la fron- temas del Pentateuco, la localización en el norte de
tera egipcio-israelí. Una última propuesta en esta Arabia constituye un argumento suplementario. Los
región, debida a E. ANATI (La montagne de Dieu, Har partidarios de una tradición unificada, por el contra-
Karkom. Recherches archéologiques sur la route de rio, están interesados en aproximar el Sinaí a Egip-
I'Exode [París 1986]) S, no ha encontrado el asenti- to. Ya que existen buenos argumentos en favor de
miento de los biblistas porque las huellas de ocupa- dos localizaciones, el único problema histórico plan-
ción del emplazamiento les parecen a éstos dema- teado por el Éxodo y la permanencia en el Sinaí es
siado antiguas. el del origen y el contenido de las tradiciones.
Los relámpagos, los truenos, la nube, el fuego, el
humo y el terremoto (Éx 19,16-18) se han interpre- Aparente independencia de las tradiciones
tado como manifestaciones volcánicas. Ahora bien, G. VON RAD (1938) fue el primero en formular la
la península del Sinaí no presenta ningún indicio de hipótesis de temas independientes basándose en Dt
actividad volcánica. Se ha considerado el norte de
26,5-9, que consideraba como una antigua confesión
de fe. Ahora bien, en este texto se pasa directamen-
'También Har Karkom in the Light of New Discoveries (Stu- te de los Patriarcas y el Éxodo al don de la tierra, sin
di Camuni 11; Capo di Ponte, Edizioni del Centro, 1993). ninguna mención del Sinaí. Encontramos un esque-
ma semejante en Dt 6,21-23; Jos 24,2-13; 1 Sam F. CRÜSEMANN distingue algunas etapas importan-
12,8; Sal 78; 105; 135; 136. Aunque Sal 106,19-20 tes: para los textos más antiguos, el Sinaí es la mon-
menciona el becerro de oro, nada se dice aquí del taña de donde Dios viene a liberar a su pueblo (Jue
don de la Ley. 5,4-5 II Sal 68,8; Dt 33,2). El tema de la liberación a
partir del Sinaí se vuelve a encontrar después, en Éx
Hay que esperar a Neh 9,13-14 para ver cómo 3 y 1 Re 19. El primer vínculo entre Sinaí y legisla-
se intercala la teofanía y el don de la Ley entre el ción se encuentra en Éx 32-34, donde las tablas de
Éxodo y la Conquista. VON RAD concluyó de ello que la Ley se oponen al becerro de oro, institución esta-
la tradición del Sinaí es independiente del Éxodo y tal del reino del Norte (1 Re 12,28-30). Todo lo demás
de la Conquista, y que se remonta a una fiesta de debe ser considerado como desarrollo exílico o post-
renovación de la Alianza, celebrada en Siquén en exílico (Die Tora, 1992, pp. 39-75).
otoño (fiesta de las Tiendas), mientras que el Éxo-
Estos trabajos hacen ver la complejidad aparen-
do y la Conquista se celebraban en Guilgal en pri-
temente insalvable de las combinaciones y desarro-
mavera (fiesta de las Semanas o de la Siega: Pen-
llos a los cuales han dado lugar las antiguas tradi-
tecostés).
ciones. Hoy se reconoce que el modelo de las cuatro
M. NOTH (1948) siguió a VON RAD sistematizando fuentes de J. WELLHAUSEN es insuficente para Éx-Nm,
radicalmente la separación de los temas en el con- y que más allá de J, E Y P se encuentran fuentes va-
junto del Pentateuco. Completa sus observaciones riadas y ya fusionadas. Varios exegetas señalan que
señalando que Lv 23,42-43 relaciona la fiesta de las si el Pentateuco hubiera comenzado en Éx 1, jamás
Tiendas con la salida de Egipto y no con el Sinaí, y se habría formulado ninguna teoría documentaria, lo
que, fuera del Pentateuco, las menciones del Sinaí que permite pensar que el Génesis tiene, ciertamen-
independientes del Éxodo son escasas: Dt 33,2; Sal te, otra historia literaria distinta que la de la salida de
Egipto y la del Sinaí.
48,8.9.18; Jue 5,5; 1 Re 19,9-14; Mal 3,22. NOTH
piensa, pues, que el Sinaí es una tradición muy anti-
gua que habría sido suplantada por la del Exodo, Una tradición unificada
más reciente, aunque concediendo que en un esta- Lo importante para el historiador es constatar que
dio anterior al yahvista y al elohísta (Grundlage), las un buen número de exegetas continúan afirmando,
tradiciones estaban ya reunidas. mostrándolo de manera más precisa que en otro
tiempo, la existencia de antiguas tradiciones en las
Paradójicamente, admitiendo la realidad histórica que los nombres de lugares, de personas y las intri-
de la salida de Egipto y del Sinaí, estas concepcio- gas no dependen de 105 desarrollos imputables a in-
nes llevan a pensar en 105 orígenes de estos dos te- tereses teológicos ulteriores. Éste es el caso, espe-
mas sin Moisés. Así podremos calibrar la importan- cialmente, para la tradición madianita (Éx 2,16-22;
cia de las preguntas planteadas. En efecto, se trata 3,1; 4,18; 18,1-12), reconocida como la más antigua
de verificar si el Pentateuco se explica por el desa- debido a la ruptura precoz con los madianitas que in-
rrolo único de un credo primitivo (VON RAD), si la in- tervienen desde Nm 22,3.7, como ya lo hemos se-
dependencia de los temas puede dar cuenta del fu- ñalado. Es ella, en efecto, la que atestigua los lazos
turo del Pentateuco (NOTH) y si Moisés está ausente más antiguos entre Moisés, la salida de Egipto y el
de las tradiciones más antiguas. Sinaí.
57
Por complicado que sea, el largo proceso que fi- adoptada por WELLHAUSEN desde finales del s. XIX no
naliza tardíamente en la mosaización completa del ha perdido nunca su actualidad. Aún la encontramos
núcleo narrativo y legislativo del Pentateuco podría en la Historia de Israel de M. NOTH (trad. francesa:
haber comenzado mucho antes de la época de Es- Paris, Payot, 1954, pp. 132-137; trad. española: Bar-
dras. Aunque el historiador no pueda más que cons- celona, Garriga, 1966).
tatar el carácter fuertemente elaborado del conjunto,
Por el contrario, la postura americana, represen-
al menos puede entrever algunos fundamentos irre-
tada inicialmente por W. F. ALBRIGHT B Y seguida des-
ductibles y suficientemente sólidos como para soste-
pués por J. BRIGHT 9 , se basa en el posible acuerdo en-
ner la fragilidad de esta gigantesca construcción.
tre los datos bíblicos y los documentos extrabíblicos
Además, no habrá que dejar de buscar las razones
sin renunciar por ello a las exigencias de la crítica in~
que condujeron a la elección de Moisés como su-
terna. Pero, según el mismo BRIGHT, al propósito del
premo legislador de Israel.
historiador se le imponen límites severos: "Debe ad-
~itirse la imposibilidad de escribir, en el sentido pro-
piO de la palabra, una historia de los orígenes de Is-
rael, y esto a causa de las limitaciones de las pruebas
LOS PATRIARCAS tanto arqueológicas como bíblicas. Ni siquiera acep-
tando la narración bíblica tal como suena es posible
Historia de la investigación reconstruir la historia de los orígenes de Israel. Que-
dan demasiadas cosas oscuras" (o. C., p. 80).
Desde J. WELLHAUSEN, la fiabilidad de los relatos
patriarcales siempre ha despertado las sospechas de De 1957 a 1961, NOTH matizó algo su excepticis-
una buena parte del mundo exegético. Dos textos de mo radical a la vista de la publicación de los textos
este autor resumen esta postura: "No podemos llegar de Mari, que permiten establecer una relación vero-
a ningún conocimiento histórico sobre los Patriarcas símil entre los "protoarameos" de Mesopotamia y los
sino solamente sobre el tiempo en que las narracio~ oríg~n~s arameos constantemente reivindicados por
nes relativas a ellos se formaron en el pueblo israe- la Biblia para Israel. Al comienzo de los años 70 la
lita; esta época posterior, con sus características síntesis de DE VAUX representa el statu quo que po-
internas y externas, ha sido proyectada inconscien- dría pretender la crítica histórica a propósito de las
temente a la antigüedad más lejana y se refleja en tradiciones patriarcales. La onomástica, las institu-
ella como un fantasma transfigurado" 6; más preciso ciones y las migraciones constituían entonces bases
aún: "Los relatos sobre los patriarcas en el Génesis suficientes para un conjunto de relatos cuya clave,
tienen relación con condiciones etnológicas y con por otra parte, quedaba por encontrar.
instituciones cultuales de la época monárquica y se A partir de 1974, una primera serie de estudios
hace remontar el origen a una prehistoria ideal en la sobre los Patriarcas renueva profundamente la pro-
que ellas no hacen más que reflejarse" 7. La postura

6 Prolegomena zur Geschichte Israels (1886) p. 331. 8 De la Edad de piedra al cristianismo. El marco histórico y

71sraelitische und jüdische Geschichte, 1894, reed. 1958, p. cultural de la Biblia (Santander, Sal Terrae, 1959).
10. 9 La historia de Israel (Bilbao, Desclée de Brouwer, "1987).

51
blemática. T. L. THOMPSON (1974) y J. VAN SETERS MEYLEN 11 sostiene una posición similar. Su J davídico
(1975) proceden a un nuevo examen crítico de la tra- se caracteriza por la extensión panisraelita de los es-
dición de Abrahán que rompe definitivamente el tablecimientos patriarcales, al principio meridionales,
acuerdo global obtenido por la generación prece- incluido Jacob (tradición Jacob-Esaú); lo que corres-
dente y obliga a los investigadores a volver a tomar pondería a las pretensiones davídicas sobre el con-
positivamente los caminos trazados por WELLHAUSEN. junto de Israel. El J salomónico explota el tema de la
Por las mismas fechas, aunque en un marco más clá- elección del hijo menor en detrimento del mayor e in-
sico, A. DE PURY reemprende el estudio del ciclo de siste en las consecuencias políticas de esta elección,
Jacob desde la óptica de la promesa '0, e intenta ten- lo que indicaría la intención de legitimar un estado de
der un puente entre las antiguas tradiciones locales cosas que VERMEYLEN, en la línea de A. DE PURY, atri-
y su reanudación o su desarrollo en una historia mo- buye al régimen salomónico.
nárquica de los orígenes de Israel. Esta crisis no tiene, sin embargo, más que recaí-
En la misma época estalla la crisis de la teoría do- das negativas. En efecto, muy recientemente el exa-
cumentaria del Pentateuco, a la que, por otra parte, men de la función de los Padres en el Deuteronomio
contribuyeron de manera importante las publicacio- ha permitido a T. RÓMER postular la dualidad de los
nes sobre Abrahán de THOMPSON y de VAN SETERS. El discursos mantenidos por Israel sobre sus antepa-
inconveniente que tiene este vendaval para los estu- sados 12. Recibe en este punto el apoyo de su maes-
dios dedicados a los Patriarcas consiste en la singu- tro, A. DE PURY, quien, a partir de una exégesis re-
lar reducción del contenido preexílico del estrato yah- novada de Os 12, llega a sugerir que el mismo
vista (J) y la casi desaparición del estrato elohísta (E) profeta Oseas conocía ya esta dualidad y que pedía
en beneficio de una enorme producción deuterono- a sus contemporáneos del reino de Israel en el s. VIII
mista y de un J postexílico. que eligieran entre las dos versiones, la patriarcal o
Privado de documentos que puede considerarse la del Exodo, a fin de determinarse teológica y espi-
que se remontan más allá del Exilio, entre los cuales, ritualmente 13. Además del interés teológico que pre-
en primerísimo lugar, estarían los que podrían pro- senta esta hipótesis, de esta manera tendríamos en
venir del reino de Israel antes de la caída de Sama- Os 12 el testimonio más antiguo de una historia ya
ría (722), al historiador no le quedaría más remedio formada del patriarca Jacob, así como la de una ver-
que resignarse ante el denso misterio de Gn 12-50. sión profética del Éxodo, mantenida concurrente-
No obstante, y sea lo que sea de la teoría documen- mente con la primera.
taria del Pentateuco, la revisión de la totalidad del Esta hipótesis está más de acuerdo con las críti-
conjunto patriarcal por E. BLuM (1984) mantiene to- cas dirigidas en la misma época por Amós a los san-
davía la época monárquica como Sitz im Leben de la tuarios locales, entre los que se encuentran los "lu-
primera elaboración de un discurso sobre los oríge-
nes de Israel y de Judá a partir de tradiciones an-
cestrales conservadas en los santuarios de Betel,
11 "Les premleres étapes littéraires de la formation du Penta·
Siquén, Penuel, Hebrón y Berseba. En 1989, J. VER- teuque", en A DE PURY (ed.), Le Pentateuque en question (Gi-
nebra, Labor et Fides, 1989) 149-197.
"Israel Vater (1990).
10Promesse divine et légende cultueJle dans le cycle de Ja- 13 A. DE PURY, "Os 12 et ses implicallons", en Le Pentateuque

cob (París, Gabalda, 1975). (París, Cerf, 1992) 175-207.


gares altos de Isaac" (Am 7,9.16), a los que se pue- 12,4-5.13 ya lo conoce. No se puede decir lo mismo
de identificar con Berseba (Am 5,5; 8,14). Concuer- de la historia de Abrahán, que resulta especialmen-
da igualmente con los datos del Deuteronomio, con te heterogénea y constituida por escenas típicas sin
los de la historia deuteronomista y con Jeremías, verdadera relación cronológica entre ellas. En cuan-
obras en las que la tríada patriarcal formada por to a la historia de Isaac, es, por así decir, inexisten-
Abrahán, Isaac y Jacob-Israel aparece siempre como te: las de Abrahán y Jacob la desbordan amplia-
intrusa o tardía (Dt 1,8; 6,10; 9,5.27; 29,12; 30,20; mente. Esto nos lleva a considerar una fecha
34,4; 1 Re 18,36; 2 Re 13,23; Jr 33,26). Esta hipóte- bastante tardía para la elaboración final del ciclo
sis confirma, por otro lado, que las investigaciones de- Abrahán-Isaac-Jacob. El examen del empleo de los
ben orientarse hacia la época monárquica para com- nombres de Abrahán y de Jacob en la Biblia va a
prender cómo los antepasados de Israel han servido confirmar esta pista.
para una cierta representación de los orígenes de una
nación según una versión cuyos rasgos, ciertamente
populares al principio, fueron ocultados progresiva- Abrahán y Jacob fuera del Génesis
mente, sin desaparecer, no obstante, del todo.
El nombre de Abrahán (o Abrán) aparece 44 ve-
ces fuera del Génesis. Está asociado 30 veces a Ja-
La localización de los patriarcas cob o a Israel, otro nombre de Jacob. No aparece
solo más que 14 veces: Lv 26,24; Jos 24,2; Is 51,2;
Una simple lectura muestra que los estableci- Ez 33,24; 1 Cr 1,27(2x).32; 16,16; 2 Cr 20,7; Neh
mientos de los primeros antepasados israelitas están 9,7(2x); Sal 47,10; 105,9.42. Fuera del Pentateuco,
enormemente dispersos por el territorio. Abrahán es- Is 51,2 Y Ez 33,24 son los textos más antiguos en los
tá en Hebrón, al sur de Jerusalén; Isaac en Berseba, que Abrahán es citado solo. Estos textos datan del
aún más al sur, en el límite del desierto; Jacob en la Exilio.
montaña central, en Betel, yen Transjordania, en Pe-
nuel. Una primera conclusión se impone: los tres an- El nombre de Jacob aparece 165 veces. Pero el
tepasados son figuras protoisraelitas relativamente nombre de Israel aparece 6 veces en lugar de Jacob
antiguas unidas a lugares precisos. Su radio de ac- en las asociaciones de patriarcas. En total, Jacob-Is-
ción corresponde exactamente al territorio de los rei- rael se cita 17 veces. Si se restan de este total las 30
nos de Judá y de Israel, que no aparecieron más que veces en que el nombre de Jacob-Israel se asocia
en el s. X. Podemos considerar que su relación y su con el de Abrahán, quedan 141 veces en que apa-
ordenamiento genealógico en una descendencia úni- rece solo, 10 veces más que el nombre de Abrahán.
ca data, lo más pronto, de la época monárquica. Citado en textos antiguos de Is, Am y Os, el nombre
de Jacob puede también designar a todo el pueblo,
del que es el antepasado epónimo; lo que nunca su-
Las características de los relatos cede con Abrahán. El conjunto de la Biblia, por lo tan-
to, atestigua masivamente que se ha guardado la
De tres patriarcas, sólo la historia de Jacob pre- memoria de Jacob como el patriarca más antiguo de
senta la apariencia de un ciclo coherente y comple- Israel, aquel con el que están relacionadas las doce
to. Este ciclo es además antiguo, puesto que Os tribus. Así pues, en un momento dado sucedió algo
60
importante en la representación genealógica de los del proceso que terminó en la genealogía actual? Ja-
orígenes de Israel para que Jacob, el antepasado cob fue considerado durante largo tiempo como el
"natural", se encuentre finalmente en tercera posi- único patriarca porque encarnaba al reino de Israel,
ción. Aquí se supone que la elaboración final debe de el cual reagrupaba la mayoría del pueblo (diez tribus
ser bastante tardía. de doce). Abrahán no debe su primer lugar actual
más que al hecho de que es el patriarca de Hebrón,
la primera capital de David (2 Sam 5,1-5). Después
Líneas de investigación de la desaparición del reino de Israel en el 722 sola-
mente subsiste el reino de Judá. La reestructuración
¿Cuáles son las explicaciones más verosímiles unitaria del pasado del pueblo puede entonces efec-

ABRAHÁN Y JACOB
comparación de su importancia
AT (salvo Gn)
JACOB NT
ABRAHÁN

ABRAHÁN JACOB

Mi 7,20 Is 51,2 Is 63,16


Is 29,22 Ez 33,24 Ps 105,6
Is 41,8
1er Jacob Abrahán l er Abrahán
2e Abrahán solo 2e Jacob

En el AT: Abrahán: 14xsolo En el NT: Abrahán: 72x


Jacob: 141xsolo Jacob: 23x

61
tuarse en un sentido únicamente projudío. Esto ex- - Jacob-Abrahán, la forma antigua de la díada, no
plicaría cómo los dos patriarcas del reino de Judá, aparece más que en el final tardío del libro de Mi-
Abrahán e Isaac, fueron colocados encabezando la queas (Miq 7,20), en el segundo Isaías (Is 41,8), en
lista. Así pues, desde esta óptica, la elaboración final otro pasaje tardío, Is 29,22, y la fórmula más recien-
se remontaría lo más temprano al 722. te, en que Abrahán precede a Jacob o a Israel, en Is
63,16 Y Sal 105,6.
Aunque una genealogía se presenta en sentido
descendente, no debemos olvidar que, para estable- - La tríada Abrahán-Isaac-Jacob no aparece, fue-
cerla, ha habido que proceder en sentido inverso, re- ra del Gn, más que en textos tardíos del Pentateuco
montándose hacia el pasado. La Biblia no hace ex- (postdeuteronomistas o sacerdotales P): Éx 2,24;
cepciones en este punto. Para Israel, la unidad 3,6.15.16; 4,5; 6,3.8; 32,13; 33,1; Nm 32,11; Dt 1,8;
básica es el clan, después la tribu. Se comienza por 6,10; 9,5.27; 29,12; 30,20; 34,4; Yde la literatura em-
designar los antepasados progresivamente a medida parentada con redacciones deuteronomistas tardías:
que los clanes se reagrupan y que las tribus se cons- Jos 24,3-4; 1 Re 18,36; 2 Re 13,23; Jr 33,26; o sa-
tituyen en una unidad más amplia, como un reino. En cerdotales: 1 Cr 1,28.34; 29,18; 2 Cr 30,6.
cuanto los reinos se separan, cada uno ofrece una
Comprendida de esta manera, la genealogía pa-
versión de sus orígenes concurrente con la del otro.
triarcal del Génesis aparece como la expresión de la
De esto, ya lo hemos visto, la Biblia guarda el re-
unidad ideal del pueblo de Dios. En efecto, éste es
cuerdo claramente. Después de la desaparición de
el mensaje que ofrece: un antepasado único, paga-
uno de los dos reinos ya no hay concurrencia y el rei-
no convertido en creyente (cambio del nombre Abrán
no que subsiste recupera el conjunto en beneficio
en Abrahán) por su respuesta a la llamada de Dios,
propio.
depositario de toda la identidad israelita, que está
- El nombre de Abrahán solo no comienza a apa- esencialmente constituida por tres promesas: la tie-
recer en los textos más que a partir del Exilio (Is 51 ,2; rra, la descendencia y la bendición universal, y un
Ez 33,24). signo: la circuncisión. Al mismo tiempo se compren-

GENEALOGíA DE LOS PATRIARCAS


Téraj
I
I

Najor Aram Abrahán


I I

I
Lot
+ Hagar
Ismael
+ Sara
Isaac
+ Queturá
Madián...
I
I I I I

Moab Ammón Jacob Esaú


I I
I
I
12 tribus Edom Amaleq

62
de mejor por qué el ciclo de Abrahán aparece tan un período, justo antes de la muerte del personaje
deslavazado, compuesto por escenas independien- principal, con las bendiciones de Moisés a las mis-
tes unas de otras, pero asumiendo todas un fuerte mas tribus, cercano en algunos detalles.
significado religioso. En comparación, el ciclo de Ja- Sabemos desde hace tiempo que la historia de
cob, quizá más lógico y más completo, aparece co- los Patriarcas y la de Moisés están artificialmente uni-
mo mucho menos importante y más anecdótico que das. La misma Biblia, en la medida en que hace to-
el de Abrahán. do lo posible para rellenar el foso que las separa,
Quedaría por ver cómo funcionan los diferentes atestigua que se trata de dos versiones indepen-
lazos genealógicos reconocidos a los patriarcas. dientes de los orígenes de Israel. La doble bendición
de las doce tribus, primero por Jacob y después por
Nos espera una primera sorpresa: no hay más Moisés, constituiría un indicio esencial de ello. Pero
que israelitas entre los descendientes de Abrahán, hay otros. Así, en el Ot, la palabra "padres" (Ot 1,21;
puesto que en ellos se encuentran los pueblos de al- 5,3; 7,8.12; etc.) no designa a los Patriarcas, sino la
rededor. Por sus otras dos mujeres, Hagar y Quetu- generación del Éxodo (T. ROMER).
rá, Abrahán es el padre de Ismael (Hagar) y de Ma-
dián (Queturá). Lot, el sobrino de Abrahán, es el Cuando se relaciona esta doble bendición con lo
padre de Ammón y de Moab. Esaú, hijo de Isaac, que dice Os 12, la dualidad de los orígenes de Israel
hermano gemelo de Jacob, es el padre de Edom y adquiere un relieve singular. Pues Oseas, en el
de Amaleq. Por simbólico que sea el sistema, no es s. VIII, hace algo más que atestiguar la antigüedad
menos intencionado. En efecto, todos estos pueblos del ciclo de Jacob. Conoce ya la doble versión y pi-
se encuentran sometidos, en un momento u otro, a de a sus contemporáneos que elijan entre las dos. En
cuanto al mismo Oseas, ya hizo su elección: para él,
la dominación israelita.
el verdadero Israel no es el que nace del pérfido y dé-
bil Jacob, sino el que salió de Egipto bajo la guía de
¿Quiénes son los antepasados un profeta (Os 12,13-14).
de Israel: los Patriarcas o La postura de Oseas no es única en el s. VIII, ya
los padres del Éxodo? que el profeta Amós se suma a ella en algunos san-
tuarios locales, tales como los "lugares altos de
Recientemente, el examen de la composición del Isaac" (Am 7,9.16), que podemos identificar con Ber-
Pentateuco y el estudio de Os 12, texto ya Invocado seba (Am 5,5; 8,14). Los patriarcas tienen mala pren-
en favor de la antigüedad del ciclo de Jacob, ha per- sa en esta época.
mitido considerar la posibilidad de un doble discurso
¿Qué podemos deducir de todo esto? Lo menos
mantenido por Israel sobre sus antepasados. Vea-
que se puede decir es que el pasado de Israel era
mos cómo se presenta el problema.
objeto de una fuerte controversia ya en el s. VIII. Sin
La historia de los Patriarcas culmina en Gn 49 con embargo, parece que el problema es ante todo reli-
las bendiciones pronunciadas por Jacob sobre sus gioso. Si creemos a Oseas y a Amós, los patriarcas
doce hijos, que representan a las doce tribus de Is- Jacob e Isaac estaban asociados a una forma de
rael. Ahora bien, la misma escena se reproduce en yahvismo decadente, inmersa en el sincretismo. La
Ot 33, en una posición idéntica, es decir, al final de devoción patriarcal aún no estaba anclada de mane-
63
ra decisiva en el yahvismo auténtico, el que Oseas prendente cuanto que se inscribe en la línea de al-
reconocía a Moisés. Señalemos de paso que el yah- gunos trabajos publicados antes de 1975 que de-
vismo mosaico ya no está al abrigo de contamina- sembocan ya en las mismas conclusiones, tales co-
ciones, ya que, a finales del s. VIII, Ezequías hará su- mo los de R. E. CLEMENTS 14 Y N. LOHFINK 15 sobre el
primir la serpiente de bronce, vieja reliquia de la ciclo de Abrahán. Los argumentos ciertamente han
permanencia en el desierto (2 Re 18,4). Esto es muy cambiado, y hay una mayor prudencia en la utiliza-
interesante. En primer lugar vemos que las figuras de ción y la datación de algunos conceptos, tales como
Isaac y Jacob tienen un largo pasado y que su me- la promesa de una tierra o de una descendencia,
moria está vinculada a ciertos santuarios. Pero ve- aunque no es menos sorprendente constatar que
mos, a continuación, que estas figuras no expresan siempre se vuelve -excepto los que mantienen posi-
suficientemente la fe de Israel. Esto ilumina de ma- ciones hipercríticas- a la época monárquica, ya cla-
nera inesperada la evolución de la historia de los Pa- ramente indicada por WELLHAUSEN.
triarcas. Para hacer de ellos fundadores y testigos o,
al menos, para mantenerlos en este lugar, hay que El oscuro proceso que conduce al conjunto actual
revisar al alza su retrato, especialmente el de Jacob, de Gn 12-35 parece muy complejo porque verosímil-
cuyo perfil, bastante bajo al principio, no era cierta- mente guarda la huella de las sacudidas de la histo-
mente el del perfecto hombre de Dios. ria de Israel, enfrentada consigo misma. Sin embar-
go, emergen dos elementos que hoy la crítica
En lo que concierne a los orígenes de Israel, nos reconoce de manera cada vez más clara: Abrahán no
guardaremos, pues, de oponer demasiado rápido las debe su primer lugar en la genealogía nacional más
dos versiones. Cada una puede reivindicar una vin- que a su calidad de patriarca de Hebrón, primera ca-
culación con el pasado, aunque hoy sea difícil de pre- pital de David, y, antes que él, ciertamente fue Jacob
cisar. Repitámoslo, se trata ante todo de un proble- el primer padre reconocido del conjunto de Israel, co-
ma religioso, Israel no podía estar satisfecho con la mo lo sugieren la vinculación de las doce tribus a su
única referencia a los Patriarcas. Le era necesario persona y el empleo masivo de su nombre como epó-
igualmente Moisés, aun a costa de trabajar laborio- nimo equivalente a Israel a lo largo de toda la Biblia.
samente para unificar el pasado y, sobre todo, para Si hacemos caso de la constante argumentación de
confesar que el Dios de Moisé~ era ya el Dios de A. DE PURY desde 1975, con el fondo antiguo del ci-
Abrahán, de Isaac y de Jacob (Ex 3,6). clo de Jacob podríamos llegar al discurso mantenido
sobre sus orígenes por un Israel premonárquico.
Los Patriarcas y la historia Jacob es ciertamente un patriarca meridional, co-
mo lo subrayan BLUM y VERMEYLEN, pues esta locali-
Incluso aunque el hecho de que se vuelva a po-
zación es sugerida por sus disputas con Esaú, que
ner en cuestión la teoría de WELLHAUSEN trastorne
representa a Seír = Edom (sa'ír. velludo, en Gn
bastante radicalmente la imagen que tengamos he-
27,11) en Gn 25-27. El acento que se pone en Betel,
cha del Israel preexílico, es sintomático constatar
que, no obstante la crisis, diversos especialistas (A.
DE PURY, E. BLUM, J. VERMEYLEN) continúan obtenien- 14 "Abraham and David. Genesis 15 and its Meaning for Isra-
do resultados convergentes en lo que relativo a la for- elite Tradition", SBT5 (London 1967).
mación de las tradiciones patriarcales en la época 15"Die Landverheissung als Eid. Ein Studie zu Gen 15", SBS
monárquica. Esta convergencia es tanto más sor- 28 (Stuttgart 1967).

64
santuario real desde Jeroboán 1, y Penuel, capital esta primera elaboración, es forzoso reconocer que
temporal de Israel con este mismo rey (1 Re 12,25), han recurrido a los datos locales disponibles para or-
representaría quizá un desarrollo imputable al reino ganizar un relato sobre los orígenes de la nación. Es-
del Norte. En todo caso, parece excesivo limitar el tos datos actualmente están desarrollados según dos
patriarcado de Jacob al territorio de Israel únicamen- líneas principales: la afirmación constante de una mi-
te, como lo hace A. LEMAIRE 16. La hipótesis de un pa- gración y la diferenciación, en el lugar, de grupos que
triarca Israel distinto de Jacob y localizado en Siquén se convertirán después en naciones distintas. Fuera
ha sido formulada por H. SEEBASS 17. Aquí llegamos de los nombres propios, que constituyen los únicos
al límite de la documentación. datos irreductibles, todo lo demás señala una elabo-
ración que combina relatos populares y composicio-
Aunque la primera formación de la gesta patriar-
nes religiosas. Por muy lejos que pueda remontarse
cal puede ser fechada en la época monárquica, o li-
en el análisis de las tradiciones patriarcales, el histo-
geramente más tarde para algunos de sus elemen-
riador no llega más que a un proceso de designación
tos, le queda al historiador la tarea de sacar las
de antepasados, como ocurre con las otras naciones
consecuencias. Sean cuales sean las instancias, mo-
que han procedido a esta operación.
nárquicas o premonárquicas, que han procedido a

Conclusión

De todo esto resulta que el concepto de período efecto, hay que esperar a 1 Re 9,16 para encontrar
patriarcal es, por lo menos, fuertemente aleatorio, y un faraón anónimo en Guézer al principio del reina-
que el objeto que puede abarcar escapa al campo do de Salomón y a 1 Re 14,25, que menciona la in-
histórico propiamente dicho. cursión de Sheshonq bajo el reinado de Roboán. La
Biblia, de manera manifiesta, no conoce en este pe-
El surgimiento de Israel se produce entre el 1250
ríodo otros ocupantes del territorio más que los is-
y el 1100, acontecimiento que se desarrolla al mismo
raelitas y diversos pueblos globalmente designados
tiempo que aparecen las naciones vecinas: Aram,
como cananeos.
Ammón, Moab y Edom. Sorprende el silencio abso-
luto de las fuentes bíblicas sobre una presencia egip- Hemos constatado que la época patriarcal estaba
cia en Palestina hasta finales del s. XII, mientras que fuera de la historia, que el Éxodo y la figura de Moi-
ésta está bien atestiguada por la arqueología. En sés debían su importancia al desarrollo posterior de
la tradición y que la Conquista era esencialmente una
ficción que se remonta a la época de Josías. Los ele-
16 La Protohlstolre d'lsraél, p 233.
mentos más antiguos de las representaciones de Is-
17 "Der Erzvater Israel und die Elnführung der Jahwevereh-
rung In Kanaan", BZAW98 (Berlín 1966).
rael en doce tribus no se remontan más allá de la

65
época monárquica. El sistema genealógico de los hi- tre partidarios de modelos diferentes, primero, y so-
jos de Jacob podría abrir una pista interesante sobre bre la pertinencia de la noción misma de modelo,
la constitución de Israel. Desgraciadamente, su lógi- después. En efecto, en la elaboración de un modelo
ca se nos escapa en gran parte y, de todas formas, se corre el riesgo de privilegiar un elemento particu-
procede de una ordenación posterior. lar del conjunto en detrimento de los otros, o de re-
legar completamente un elemento que se resiste a la
La protohistoria de Israel resulta difícilmente ac- línea de interpretación que se mantiene.
cesible a partir de los datos actualmente disponibles.
Las huellas arqueológicas, que siempre hay que in- Sobre este punto concreto, el historiador choca
tentar que se acomoden con el texto bíblico, son am- con una dificultad suplementaria: la Biblia presenta
biguas. El aspecto hipotético se vuelve especial- varios modelos que parecen proceder de discursos
mente preponderante cuando se trata de cruzar las irreductibles los unos a los otros, tal como lo hemos
informaciones relativas a fenómenos complejos tales señalado. Aunque la Biblia responde de diversas ma-
neras a la cuestión sobre los orígenes de Israel, de-
como la situación administrativa de una región, los
bemos tratar de comprender las razones de ello. En
modos de vida, los problemas políticos, los despla-
efecto, la constitución de una nación es un proceso
zamientos de poblaciones y los cambios de socie-
demasido complejo como para que sea posible dar
dad. Ahora bien, solamente en este nivel es como
cuenta de él con un solo tipo de discurso o con una
podemos hablar de historia. El carácter concreto y sola línea explicativa. Debemos reconocer la nece-
fragmentario de las fuentes disponibles en principio saria complementariedad de métodos y acercamien-
no deja que aparezca un cuadro suficientemente tos variados.
completo del paisaje histórico que pretendemos re-
construir. Con mucha más razón, el encadenamien- Sin duda hay que decir adiós a algunas repre-
to de las causas y los efectos escapa, muchas veces, sentaciones. Pero reconocerlo es ya un progreso.
a una explicación rigurosa, y el campo que se deja a Constatar que la arqueología no ofrece argumentos
la interpretación es, entonces, demasiado importan- absolutos no es en sí negativo. Si podemos llegar a
te como para que pueda imponerse decisivamente tener la convición de que el Israel que afirma sus orí-
una sola línea de explicación. genes en el Pentateuco y el libro de Josué no nace
definitivamente hasta mucho más tarde, en cierta for-
En este nivel de la investigación es donde apare- ma, sin duda, con los primeros reyes, pero sobre to-
cen los diferentes modelos propuestos para dar do -como pueblo de Dios- durante el período mo-
cuenta de los orígenes de Israel. Por otra parte, es- nárquico y el Exilio, quizá hayamos dado un paso
te punto ha sido el objeto de un debate específico en- decisivo.

66
PARA CONTINUAR EL ESTUDIO LISTA DE RECUADROS
W F AlBRIGHT, Arqueologla de Palestma (Barce- Los penados arqueologlcos 12
lona, Garnga, 1962)
Reseñas sobre los Jueces 29
J M BlAZQUEZ et al , Hlstona de Onente AntIguo
(Madnd, Catedra, 1992) La familia de Jacob 39
J BRIEND (ed ), Israel y Juda en los textos del Pro-
Los tres nombres del Slnal 55
xlmo Onente AntIguo (Documentos en torno a la BI-
blia 4, Estella, Verbo DIvino, 1982) Abrahan y Jacob 61
H CAZEllES, En busca de MOlses (Estella, Verbo
Genealogla de los Patnarcas 62
DIVinO, 1981)
H CAZEllES, Hlstona polltlca de Israel desde los
ongenes a Alejandro Magno (Madnd, Cnstlandad,
Mapa de Israel 25
1984)
M COlLlN, Abrahan (Cuadernos blblicos 56, Es-
tella, Verbo DIvino, 1987)
EstudIos Blbltcos 52 (1994) nn 1-2 "La nueva cn-
tlca del Pentateuco"
J GONZAlEZ ECHEGARAY, El CrecIente tertll y la BI-
bita (Estella, Verbo DIVino, 1991)
ID , Arqueologla y evangelIos, Estella, Verbo DIVI-
no, 21999
M LlvERANI, El antIguo Onente Hlstona, socIedad
y economla (Cntlca/Arqueologla, Madnd, Cntlca,
1995)
R MlcHAuD, Los patnarcas Hlstona y teologla
(Buena Noticia 2, Estella, Verbo DIVinO, 21983)
Reseña Blbltca (1998) n 20 "Arqueologla blblica"
J SANMARTIN / J M SERRANO, Hlstona antIgua del
Proxlmo Onente Mesopotamla y EgIpto (Madnd,
Akal,1998)
J L SICRE, "Los ongenes de Israel Cinco res-
puestas a un enigma hlstonco" EstudIOs Blbllcos 46
(1988) 421-456
J A SOGGIN, Nueva hlstona de Israel De los on-
genes a Bar Kochba (Biblioteca Manual Desclee 14,
Bilbao, Desclee de Brouwer, 1997)
R DE VAUX, Hlstona antIgua de Israel, 2 vals (Ma-
dnd, Cnstlandad, 1975)
Contenido
Damien NOEL, biblista e historiador, hace aquí balance sobre lo que sabemos de los orígenes de Israel.
Después de describir el marco histórico del Antiguo Oriente del 1600 al 1000, recorre los textos bíblicos
remontándose desde el libro de los Jueces y de las doce tribus hasta los Patriarcas. Ilumina la supuesta
Conquista de Canaán (que no fue más que una lenta inmigración) y las tradiciones sobre el Éxodo. Des-
de la monarquía de David, Israel se ha dado diversas representaciones de sus orígenes para afirmar su
identidad política y religiosa. Ciertamente, la mirada del historiador trastorna y transforma la Historia Sa-
grada, pero permite comprender mejor las convicciones religiosas de Israel a lo largo de los siglos.

Introducción 5
Aproximación histórica a los orígenes de Israel
El marco histórico del 1600 al 1200................................................................. 7
El marco internacional: Egipto, los hititas............................................................ 8
Canaán: Cartas de EI-Amarna; Estela de Merneptah;
datos arqueológicos; apiru, habiru y hebreos...................................................... 11
El marco histórico del 1200 al 1000................................................................. 16
Egipto, Asiria, arameos, Ammón, Moab,
Edom, Fenicia, Filistea 18
La representación bíblica de los orígenes
El Israel premonárquico.................................................................................... 26
El libro de los Jueces; las doce tribus. Hipótesis 26
Del Génesis a Josué: la epopeya fundadora.. 44
La Conquista, el establecimiento: el Sur,
Transjordania, la montaña central, el Norte......................................................... 45
Egipto y el Éxodo: José, Moisés,
los topónimos del Éxodo, el Sinaí 51
Los Patriarcas: su localización; Abrahán y Jacob fuera del Génesis;
líneas de investigación; ¿quiénes son los antepasados de Israel?;
los Patriarcas y la historia.................................................................................... 58
Conclusión......................................................................................................... 65
Para continuar el estudio..................................................................................... 67
Lista de recuadros 67

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