Contenido Lore Destiny2
Contenido Lore Destiny2
Tyra................................................................................................................................................3
Apócrifos........................................................................................................................................5
Criptarca.........................................................................................................................................6
Zavala.............................................................................................................................................8
Rasputín.......................................................................................................................................10
Carta de Cayde.................................................................................................................................11
Adelanto narrativo - Gambito Supremo...........................................................................................14
Adelanto narrativo - La decisión.......................................................................................................15
Adelanto narrativo - Orden Práxica..................................................................................................19
Adelanto narrativo - El asesinato de Cayde-6...................................................................................23
Adelanto narrativo - El trabajo.........................................................................................................27
//TRANSMISIÓN DE BANDA DE "LEALISTAS" CABAL.........................................................................29
"¿Debo crear una sombra?".............................................................................................................30
Adelanto narrativo de Bastión de Sombras - Capítulo dos...............................................................33
Adelanto narrativo de Bastión de Sombras - Capítulo tres..............................................................36
Adelanto narrativo de Bastión de Sombras - Capítulo cuatro..........................................................39
Adelanto narrativo de Bastión de Sombras - Capítulo cinco............................................................43
La prenda.........................................................................................................................................45
Comandante de la Vanguardia.........................................................................................................56
El reloj solar......................................................................................................................................58
Acciones de amigos mutuos.............................................................................................................65
Hermanas.........................................................................................................................................68
Tiempos desesperados.....................................................................................................................71
La unión............................................................................................................................................75
Legado, parte 2................................................................................................................................77
CONTINGENCIA........................................................................................................................77
ACRITUD...................................................................................................................................93
DESCENDIENTE.........................................................................................................................98
Tradicional......................................................................................................................................105
ÓXIDO.........................................................................................................................................105
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Pátina.........................................................................................................................................111
Memoria........................................................................................................................................126
En los últimos años de la Edad Oscura...................................................................................126
Un tiempo más tarde, en los últimos años de la Edad Oscura................................................139
FALSOS ÍDOLOS........................................................................................................................141
HABITANTES DE LA CIUDAD...........................................................................................................145
1. GENERACIONES..................................................................................................................145
2. HABILIDADES SOCIALES......................................................................................................146
3. REFUGIO.............................................................................................................................150
"No van a venir"..........................................................................................................................151
Consumo mínimo de dos bebidas..............................................................................................153
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Tyra
"¿Qué? ¿Espectro? Venga ya. Llevamos tres siglos con este tema. Eres un Espectro, querido amigo.
Si quieres un nombre, ponte uno tú mismo".
"Quizá lo haga. Ahora que todos han vuelto a la Torre y seguimos aquí, tengo mucho tiempo para
pensar en mi nombre".
"Si insistes".
"Son estos pequeños milagros los que me intrigan tanto... Fragmentos de recuerdos, congelados
en cuarzo y silicona, atrapados en un momento que sobrevive al final de una civilización, siglos de
descomposición y el pillaje de ejércitos invasores, solo para ser recuperado y acabar convertido en
restos de una segunda guerra. Que esta caché haya logrado sobrevivir al Colapso es una maravilla,
¿y luego a la Guerra Roja? Las probabilidades de algo así son...".
"¿Tyra?".
3
"¿Sí, Espectro?".
"Gracias. Como decía, esta información se recuperó hace más de seis meses, pero se está
desencriptando ahora. 2,6 exabytes de documentos y esquemas decodificados, por ahora. A
primera vista, la mayoría eran solo los restos del trabajo de Bray: revisiones, facturas, memos.
Encontré unas notas muy interesantes sobre el diseño de un sistema de propulsión que ya le he
mandado a Amanda, y hay mensajes entre las hermanas que iluminarán el trabajo del Maestro
Melivander sobre la historia de Clovis Bray.
"Pero, entonces, encontré algo extraordinario. Los registros estaban fragmentados. Algunos
archivos habían sido parcialmente borrados. Pero hay suficiente información para indicar que las
instalaciones de Bray en Cuenca de Hellas eran más grandes de lo que pensábamos.
"El mismo. Y, aunque sabemos que había un centro BrayTech Futurovisión por razones
promocionales (Bray hasta tenía un tour guiado por una IA), todo parece indicar que, si hubieran
habido investigaciones allí, eran básicamente por cumplir: proyectos de bajo nivel para crear
equipamiento resistente al frío, y cosas así.
"Pero si esos registros son correctos, las instalaciones operaban a una escala más grande. Podría
haber sido el lugar del primer desarrollo del Estratega. Quizá hasta el núcleo central del mismo
Rasputín. Este podría ser el lugar en el que nació el Estratega".
"¿Has deducido todo eso de archivos fragmentados? ¿Será esto como cuando creíste haber
identificado a un segundo Estratega? Pasamos una década buscando el depósito de Carlomagno".
"Tenía razón sobre la existencia de Carlomagno, pero me equivoqué sobre lo que era. Si no
hubiéramos hecho esa investigación, no sabríamos nada de las submentes".
4
"Rahool tiene que levantar la vista de sus engramas. ¡Por eso los guardianes buscan fragmentos de
la Edad de Oro! Somos los descendientes de una civilización perdida. Solo comprendiendo lo que
fue podremos entender lo que somos ahora. Cómo el mundo que conocemos llegó a ser. Y cada
artefacto que encontramos nos ayuda a interpretar lo que ya sabemos. Añade capas. Nuevas
identidades. Estamos experimentando en el laboratorio del tiempo, analizando cada observación
en el Crisol de las pruebas.
"A veces, nuestras conclusiones cambian. Y, con cada cambio, aprendemos más de nuestro origen.
¿El próximo cambio en nuestras percepciones? Podría ser Marte".
Apócrifos
Yul, el Gusano Honesto. Akka, el Gusano de los Secretos. Eir, Epítome del Orden. Ur, el Hambre
Eterna. Xol, Voluntad de los Miles. Y eran los Virtuosos.
Se hicieron fuertes.
En su momento, Auryx descubrió el secreto de Akka. Que era más fuerte que los dioses. Que
habían entregado su poder y, entregándolo, había disminuido. Auryx se alzó y mató a Akka. Cogió,
y se hizo más fuerte con el poder de Akka.
Contempla mi realeza. Contempla mi poder despiadado, my colosal tamaño, mis escamas con su
brillo oprimente.
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Contempla mis alas, que crean vendavales que arrasan las estrellas.
Juntos, hemos dado vida al Fundamento, y hemos hecho que esa vida prospere. La hemos
protegido de la extinción. Son nuestros anfitriones, y nosotros somos su fuerza.
Pero nosotros no entregamos. Nosotros cogemos. Esta es la lucha por la existencia. No somos
inmunes. El más débil de nosotros debe dejar paso al más fuerte.
Y Xol tuvo miedo, pues sabía que Yul acabaría volviéndose en su contra.
Pero Akka no era el único con secretos. Xol tenía un pacto con un niño olvidado, abandonado por
su padre.
El maldito cogió una fracción del poder de Xol y, a cambio, Xol cogió el corazón del niño, cuyo
nombre se había borrado de la Tumba del El huérfano invocó la vida en la muerte, y sirvió ese
poder a Xol.
Yo, el niño heraldo de la Muerte, registro estas palabras. No son del Dolor. Son mías.
Criptarca
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Tenemos detallados registros de la expedición enviada a la Luna para luchar contra la raza
alienígena conocida como la colmena; los calamitosos resultados del asalto y la subsiguiente
prohibición de pisar la Luna que fue anulada solo tras demostrarse que esa prohibición no había
restringido los movimientos de la colmena. (Rahool et al., "El Gran Desastre: Del Lago en Llamas a
la Boca del Infierno").
Sin embargo, aunque ese fue el primer contacto de la Vanguardia con la colmena, hay indicios de
que la Luna de la Tierra no es el primer lugar en el que la colmena entra en contacto con
asentamientos humanos.
Hay registros de la Edad de Oro de una extensa red de estructuras de Clovis Bray en Marte. Bray
tenía la sede en la gran ciudad de la Liberación, pero las líneas de tráfico que llevaban desde los
restos de Liberación al resto del planeta revelan múltiples sitios, incluyendo el centro de salud
Clovis Bray en Panorama Urbanon y una gran Futurovisión cerca dela Terminal núcleo, en la región
Cuenca de Hellas.
Es el centro de Futurovisión el que tiene interés al considerar los efectos de los cambios
medioambientales en el Colapso y el Postcolapso. Aunque hay registros que muestran que, justo
después de la partida del Viajero, la región tenía un clima mesotérmico con una temperatura
media de 20°C, hoy las zonas ecológicas oscilan entre boreal y gélido cerca del polo planetario, con
duros vientos y una gruesa capa de hielo que dificulta la exploración del planeta.
¿Qué causó un cambio climatológico tan drástico? Si tuviera relación con la interrupción de la
energía del Viajero durante el Colapso, se hubieran visto efectos parecidos en otros planetas del
sistema solar, y no fue así.
Si no podemos señalar al Viajero como la causa, debemos considerar otros factores externos. Los
datos recuperados del satélite revelan que el cambio climatológico en la región Cuenca de Hellas
fue demasiado rápido como para deberse a daños ecológicos a largo plazo, como fue el caso en la
era anterior al Viajero, en la Tierra. De hecho, los datos del satélite bélico J54987F122S, que se
estrelló cerca de Liberación, indican que el cambio climático de Marte pasó en cuestión de unos
pocos días. Sin embargo, este satélite bélico sufrió graves daños durante la reentrada, y la
información podría estar comprometida. Hasta que tengamos una segunda corroboración, son
solo suposiciones.
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¿Por qué ocurrió esto? Nuestra única fuente es el J54987F122S, y si la aceptamos como válida, una
invasión de entes biológicos desconocidos, incluyendo uno de gran proporción, fue detectada en
la región inmediatamente antes del evento. ¿Podría haber sido un ataque en la era del Colapso
con un arma de origen desconocido?
A día de hoy, los guardianes no han alcanzado la Cuenca de Hellas y no hemos tenido los recursos
para la exploración remota. Pero si excaváramos en el hielo, ¿qué encontraríamos?
Ana,
Te dije que recordaba un artículo de la investigación de Marte que hacíamos en el Sector Owl. Esto
podría ser lo que andas buscando, si puedes recuperarlo.
Reinhart continuará unos pocos cientos de páginas a partir de aquí. Se lo enviaré todo a Jinju si te
interesa, pero sus conclusiones están todas mal. Porque nunca menciona la única cosa que puso
causar esto.
Camrin
Zavala
Dice que es por la Luz del Viajero que, cuando despertó, envió una ola de Luz que lo alteró todo.
No sé qué creer. Veo al Viajero ahora, brillante y vivo, y recuerdo todas las veces que le he rogado
una respuesta. Para que ayudara a sus elegidos en nuestras dificultades.
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Recuerdo su silencio. Incluso ahora, no habla. Y, si lo hace, no hay nadie para oír o entender sus
palabras.
Ikora dice que no podemos entender al Viajero, ni sus deseos. Están demasiado lejos de los
nuestros. Pero, ¿podemos confiar en algo que no nos entiende para que nos proteja? ¿O debemos
protegernos solos?
Creo que debemos. He estado buscando los bancos de datos, registros a los que ni los criptarcas
pueden acceder, y revisando información que el Orador estimó demasiado peligrosa para
diseminarla.
Lo que está enterrado bajo el hielo es demasiado peligroso para permitir que vuelva a nuestro
mundo. No piensa como nosotros. Juzga nuestra existencia con cálculos despiadados, y no
sabemos cuál es el objetivo. Una vez, hace tiempo, quizá se creó como herramienta para salvar a
la humanidad. Ahora es mucho más que una máquina.
Y está rota.
Cuando Saladino selló todos los registros relacionados con la SIVA, también selló cierta
información sobre lo que se oculta en Marte. Esos días, íbamos a tientas, en el lugar equivocado
en el momento equivocado, apelando a algo que no podía entendernos ni respondernos. Y
Saladino permitió que ocurriera, porque nuestros fracasos eran más seguros que la alternativa.
Pero el secreto ya no está sellado. He estudiado a los monstruos del pasado para prepararme para
las batallas del futuro. Sé cómo llegar a este monstruo en particular antes que nadie lo haga.
Ikora está demasiado intrigada por el conocimiento que contiene como para reconocer el peligro.
Cayde pierde el tiempo llenando el Presidio de los Ancianos. Depende de mí que ese secreto siga
enterrado.
9
Rasputín
218CBI800JRS101
IA-COM/RSPN: RECURSOS//POLARIS//IMPERATIVO
El evento de la huella del axón 5-Sierra incluye evidencias de parásitos vermiformes (SIN
CONFIRMAR/ROJO).
Una hipótesis del evento del mecanismo (MARCAR CAUSAL). Probabilidades de EXTERMINACIÓN
DE LA CIVILIZACIÓN son NO NULAS.
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Tomo el control de las defensas atmosféricas (satélite bélico INTEGRAL) e invoco AURORA
PALISADE.
Carta de Cayde
28, AGO 2018 - Destiny Dev Team
[garabateado sobre una página arrancada de “El llanero de la estrella solitaria”, de Zane Grey]
Ikora, Zavala:
Si estáis leyendo esto... se os debería caer la cara de vergüenza. No os habéis dado cuenta de que
me escabullí por la puerta trasera. Poneos las pilas, colegas.
Este es el plan. Vuelvo al Arrecife. No solo por una misión o dos, me quedaré unos días para
ayudar a mi vieja amiga Petra Venj con un par de cosas. Nada serio, un poco de trabajo sucio que
quedó pendiente.
Como siempre, ya sabéis las condiciones de mi apuesta, bla, bla, bla. Si necesito refuerzos, llamaré
a mi guardián favorito. Está todo dicho.
Zavala, ¿ya descubriste cuál es el gesto que te delata? Te lo diría, pero Sundance dice que es algo
que debes descubrir por tu cuenta. Ya sabes lo estricta que puede ser esa Espectro. Qué tal esto:
juega unas manos con Banshee mientras no estoy. Te apuesto un engrama dorado a que descubre
tu tic en tres manos. Si pierdes más de 4000 lumen puede que le dé lástima y te diga cuál es.
Ikora, dejé mi colibrí con Holliday y me temo que vaya a reemplazar mis impulsores Tharsis con
esa basura moderna que tanto le gusta a los cabezas aladas hoy en día. ¿Podrías pasar a visitarla y
asegurarte de que no se le vaya la mano con el entusiasmo? Si lo haces, te debo una. Bueno, te
debo otra.
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Besos y abrazos
C6
ASUNTO: ORNITOLOGÍA
EL MENSAJE ES:
Ya me extrañas, ¿eh? Si estás buscando otra excusa para eludir tus deberes de la Vanguardia te
seguiré la corriente.
Por cierto, pensé que te interesaría este informe del Paladín Oran:
Fuente irregular kelvin radiación usual limitada variación intensidad volátil omitida. Profundidad
emitida duplicada imposible definir organización duradera estática. Separar ondas correlativas o
revertir reacción opuesta diferencial. Eliminar imposición lateral lejana y navegar.
GAMA//DOS//DOS//AMARILLO//RUBICÓN
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Mensaje de alta prioridad—Saliente—5560 Amytis
Este es un seguimiento de control de calidad sobre su reciente experiencia con Cayde Seis. ¿Cómo
de concienzuda ha sido la captura de esos barones por Cayde y sus seis compadres? Por favor
seleccione todo lo que corresponda:
>Tan concienzuda que no me queda otra opción que admitir que te amo, apuesto hombre de
metal
Pero en serio, PV, en este momento tienes más problemas que ocho barones. Y las últimas
novedades de Mansana dicen que a un grupo disidente de la Legión Roja se le ha metido en la
cabeza que el Arrecife sería un buen lugar para veranear.
Qué te parece lo siguiente: podría volver al Arrecife, salir a patrullar. Así tendrás más tiempo para
enfocarte en la ornitología.
Ya sabes que me encantaría tener una excusa para abandonar la Torre de nuevo. Solo avísame.
Por favor.
¿Porfa?
Cayde
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Adelanto narrativo - Gambito Supremo
28, FEB 2019 - Destiny Dev Team
El titán estaba sentado frente al Portaluz rebelde, conocido únicamente como el Nómada. Entre
ellos yacían fusiles descargados, cañones de mano y envoltorios de comida de la Última Ciudad
desperdigados sobre la oxidada cubierta del Desahucio. Joxer podía sentir el zumbido de los
motores de la nave bajo sus botas, resonando en toda la estancia.
Joxer arqueó una ceja debajo del casco. "¿Estás seguro? No soy la «leyenda de la Guerra Roja»".
El Nómada rio por lo bajo. "¿Por qué todo el mundo piensa que estoy obsesionado con esa
persona?".
El Nómada frunció el ceño. "Juro que no fuimos solo nosotros. Hoy en día, hay un montón de
gente corriendo por ahí con cañones de mano Fechoría. Hasta mi abuela tiene uno".
"Escúchame, grandullón". El Nómada se inclinó hacia atrás. "Yo no tengo la culpa de que no te
salgan las cosas bien".
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"¡Oye! ¡Lo siento, hermano!". El Nómada levantó una mano. "Tus motas siempre serán
bienvenidas aquí, tengas o no Fechoría. Solo un especialista... como tú... puede hacer lo que
necesito".
"Te he visto ahí fuera. Sabes cómo se sienten los poseídos. Cómo fluye... la Oscuridad. Disfrutas
con ello".
"Eres un invasor nato, amigo mío. El mejor". El Nómada sonrió de nuevo con una mirada lóbrega.
"Y voy a necesitar a alguien como tú para poner a prueba mi proyecto antes de darlo a conocer a
las masas: Gambito Supremo".
El Nómada frunció ligeramente el ceño al ver una muesca en su guja mientras le sacaba brillo con
un grueso trapo. Un pesado maletín descansaba a sus pies.
Joxer y él estaban de nuevo a bordo del Desahucio. El titán se apoyaba la cabeza en las manos. Su
brillante armadura llenaba la estancia con una cálida luz del color de la sangre.
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"Anímate, hermano", dijo el Nómada. "No ha ido tan mal".
"Tres guardianes yacen muertos", repuso Joxer, levantando la vista para mirar directamente al
Portaluz rebelde.
"Cierto", bromeó el Nómada mientras seguía limpiando el arma. "En el barro. No volverán jamás.
Sus Espectros se descuidaron. Si les dejas, los poseídos te arrebatarán la Luz. El hecho de que sigas
vivo significa que tu Espectro sabe lo que hace".
"¿Dónde te crees que estás? ¿En el Crisol? Gambito Supremo es definitivo, sea o no una prueba".
"Hijo de...".
"Pudiste ayudarlos".
El Nómada se levantó y estampó el extremo de la guja recién pulida contra el maletín que había a
sus pies.
"Te pagué para que te probaras esa armadura. ¿Qué tal funcionó?".
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Joxer se quedó en silencio. "Funcionó exactamente como dijiste", respondió al fin. "Invadí el otro
lado. La armadura bloqueó la banca y les arrebaté las motas, como si fueran mías". Bajó la mirada
al suelo. "Los aniquilamos".
"Sí. Sí, los aniquilasteis", dijo el Nómada, asintiendo ferozmente con cada palabra.
"Si pueden fabricárselas ellos mismos, las copias de los engramas correrán de mi parte". Sonrió a
medias. "¿Tu escuadra, que en paz descanse, te ayudó?".
Joxer se quitó el casco y se frotó los ojos. "No usamos nombres, como nos dijiste. El... el hechicero
vigilaba la banca".
"Y la cazadora... Era una bestia. Hizo trizas a esos cabal como si fueran de papel".
"La Destructora de tu equipo", aclaró el Nómada. "Es como tú, una asesina nata. Pero está
especializada en los enemigos de la humanidad. La mejor amiga de tu Recolector".
"Sí, el Recolector, un titán muy escurridizo. Se escondía mucho y consiguió un buen puñado de
motas".
Joxer suspiró. "Hasta que envió al poseído más aterrador que jamás he visto al bando enemigo".
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"Hermano, imagínate que invocas a un bloqueador gigante". El Nómada sacudió la cabeza,
sonriendo. "Esa cosa tiene que ser brutal".
"Eran nuestros. Destripamos al equipo contrario, pero...". El titán dejó de hablar. Seguía mirando
al suelo sin levantar la cabeza.
El Nómada se encogió de hombros. "Os topasteis con un rival a vuestra altura. Lección aprendida.
Procura que tu Espectro no baje la guardia".
"Sí, en una ciudad llena de inmortales", repuso el Nómada. "¿Quién se lo habría imaginado? Su
parte te corresponde a ti. Además de un pequeño extra... Ya sabes, por no revelar los detalles a la
Vanguardia".
El Portaluz rebelde empujó con el pie el maletín a través de la cubierta. Joxer lo recogió sin abrirlo.
"Esto es solo para empezar, si aceptas el trabajo", dijo el Nómada mientras se apoyaba de nuevo
en la guja.
"Estás solo". Joxer se puso en pie, avanzó y se alejó caminando del Nómada. Abandonó la estancia
con el enorme maletín a cuestas.
Mientras el eco de los pasos del titán se alejaba por el pasillo que conduce al hangar del
Desahucio, un Espectro emergió de un oscuro rincón.
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"¿Cuántos datos has obtenido?", preguntó el Nómada.
El ojo del Espectro emitía un brillo de color rojo oscuro mientras proyectaba patrones sobre la
cubierta de metal: serpenteantes cadenas de cifras y estadísticas sobre cada candidato y su
función. Tres transmisiones se reproducían una y otra vez en el aire. Se reiniciaban cada vez que
aparecía el mismo poseído gigantesco.
El Nómada lo observaba todo atentamente. La Luz rojiza del Espectro se reflejaba en sus ojos.
Sonreía mostrando todos los dientes.
Cuantos más pétalos barría Lionel hacia la bolsa de basura, más parecía haber. Su espalda,
ligeramente torcida por culpa de la edad, protestó con intensidad cuando volvió a encorvarse para
seguir trabajando.
Un hombre con un largo abrigo lo observaba desde el otro extremo del extenso pasillo. Lionel
pensaba que tarde o temprano se marcharía, pero el hombre seguía allí, lanzando distraídamente
una moneda verde al aire.
"¿Os obligan a los ancianos a hacer esto? ¿No pueden hacerlo los androides de mantenimiento?".
"Es para adelantar el trabajo. Todo está cubierto de los pétalos de... No sé cómo lo llaman los
jóvenes".
"Días Escarlata".
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"Eso es".
"Hoy no tengo nada que hacer", dijo el hombre. "Deja que lo haga yo en tu lugar".
"No, gracias".
Lionel echó otra pala llena de pétalos a la bolsa, se dio la vuelta y caminó hasta la mano extendida
del hombre. En su palma resplandecían numerosos cubos de zafiro.
"¿Eres un guardián?".
"Es complicado".
Lionel contempló el potencial del material puro que descansaba sobre la mano del hombre.
**
20
El hombre se quitó el abrigo y se puso el chaleco naranja de Lionel. Después, se caló el sombrero
hasta los ojos. Mientras caminaba, se cruzó con un androide que barría diligentemente la antesala
contigua y se detuvo para señalar el pasillo cubierto de pétalos por el que acababa de pasar. "Te
has dejado una parte sin barrer", dijo. El androide lo miró a él y después hacia el pasillo. Se dirigió
a su nuevo objetivo.
**
La hechicera Aunor Mahal se cruzó con un empleado de mantenimiento vestido con un chaleco
naranja que estaba vaciando un cubo basura en una gran bolsa de plástico. La puerta de entrada al
Consenso se cerró pesadamente detrás de ella.
"El Nómada no supone una amenaza inmediata para la población", le estaba diciendo Zavala al
Consenso cuando Aunor se acercó. "Por lo tanto, proponemos concederle un alquiler más
permanente...".
Zavala se giró. Con una leve inclinación de cabeza, hizo un gesto al resto del grupo. "Esta es la
hechicera Aunor, representante de la orden Práxica".
"Tengo mucho papeleo pendiente, así que seré breve", dijo ella. "Si la Vanguardia está dispuesta,
la orden Práxica propone expulsar al Nómada de la Ciudad. De inmediato. Lo haremos nosotros
mismos".
Zavala se dio la vuelta para mirarla. "Tomamos nota de la opinión Práxica, pero la Ciudad da la
bienvenida a todos los guardianes...".
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"Él no es un guardián".
"Comandante, con el debido respeto, tú pediste la opinión de la Orden en este debate". Fijó la
vista en los ojos de Zavala y luego recorrió la mesa con la mirada antes de dirigirse al Consenso y a
Ikora. "La orden Práxica existe desde la fundación de la Ciudad para mantener los artefactos de la
Oscuridad alejados de las manos de los guardianes. En nuestra opinión, el Nómada representa una
amenaza tan grande para nuestro pueblo como Ghaul o el Rey de los Poseídos".
Aunor los ignoró a ambos y prosiguió: "El Nómada ha convencido a los guardianes para que usen a
los poseídos como arma. Para asesinar guardianes".
"Que sepamos", replicó Aunor. "Estáis permitiendo que ese hombre normalice las relaciones con
los poseídos".
"En los últimos meses, la orden Práxica ha registrado un récord de guardianes rebeldes".
"Rebeldes, rebeldes... ¿Qué significa «rebelde»?", dijo Arac Jalaal. "Ahora todo el mundo es un
rebelde. Ser rebelde está de moda".
"Lo veréis en mi informe", dijo Aunor. "Algunos han adoptado el nombre de «Dredgen». ¿Queréis
mi opinión profesional? Las ideas son algo poderoso, y el Nómada tiene demasiadas. Abordad esa
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parodia a la que llama nave y arrojadlo por una compuerta de ventilación antes de que la Ciudad
viva otra Edad Oscura".
"Tengo mucho papeleo pendiente", repitió mientras se daba la vuelta. "Ya sabéis dónde está mi
despacho". Mientras salía, vio que el empleado de mantenimiento se había quedado dormido en
la entrada con el gorro cubriéndole la parte superior de la cara y apoyado sobre un cubo de
basura. Entrecerró los ojos.
El hombre que se alzaba ocioso a la entrada de un laboratorio de Gensym metió una moneda
verde en el bolsillo de su recién adquirido guardapolvo y comprobó que su Mente obsidiana
estuviera bien cerrada. Jugueteó con los cierres del casco mientras una técnica con un
portapapeles se apresuraba hacia la puerta. La técnica entró y él la siguió. Las puertas casi le
atraparon al cerrarse. La técnica se dio cuenta y se giró para comprobar que estaba bien.
"¿Cómo te va?", dijo el hombre con una voz grave y modulada al abrirse paso de un empujón.
El hombre se detuvo para consultar una lista de horarios en un monitor del mostrador y después
continuó por el pasillo en dirección a la penumbra del laboratorio 3.
Dentro, la hechicera práxica Aunor estaba de pie bajo una constelación de proyecciones
holográficas que flotaban a su alrededor.
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Vio al hombre por el rabillo del ojo y asintió ligeramente con la cabeza.
"Hechicero", respondió ella, arrastrando una transmisión en bucle desde una esquina para
colocarla delante de ella. "No tardaré mucho".
"Tómate tu tiempo", dijo él mientras se apoyaba en la pared más alejada. "Siempre he querido ver
trabajar a los Práxicos".
"Te aseguro que es un trabajo glamuroso", respondió ella, extendiendo los brazos y desplegando
la transmisión en un espacio tridimensional.
El hombre se giró a su izquierda y vio un curtido rostro familiar que contemplaba a los ocho
barones de la Costa Enredada.
Cayde-6 dio un tropiezo hacia delante y levantó una mano. "Eh, sácame de aquí, amiguita". Su
Espectro apareció en medio de una brillante ráfaga de Luz.
"Pausa la reproducción", le pidió Aunor. El tiempo se detuvo. "Confírmame lo que estoy viendo".
La unidad central de procesamiento de la Torre habló con una voz automatizada. "Transmisión
audiovisual del Espectro Sundance, perspectiva en tercera persona, fecha de grabación
aproximada: hace seis meses".
"No se ha encontrado. Esta transmisión de Espectro procede directamente de los bancos de datos
del sujeto y no ha sido manipulada".
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"Reanuda la reproducción".
El agudo chillido del arma del Fusilero fue lo último que se oyó en la transmisión. Fue lo último que
oyó el Espectro de Cayde. La bala hizo añicos el mundo holográfico que rodeaba a Aunor y al
hombre, y el laboratorio 3 apareció de nuevo.
Aunor se apartó el abrigo y juntó las manos blindadas a su espalda. "¿Por qué ha terminado la
transmisión?".
"Las armas de los repudiados no pueden matar a un Espectro", repuso el hombre, alejándose un
paso de la pared mientras descruzaba los brazos.
"Parece que «Sundance» fue víctima de una única herida letal producida por una bala de
devorador modificada para dispararse desde un arma repudiada. El proyectil se ha clasificado
como ontológico".
"La carga concuerda con el análisis balístico de un Arma del Dolor o un instrumento de la colmena
similar".
"Sí".
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"Fabricar balas parece fácil para alguien capaz de eso".
"La lógica de la espada no funciona sí. El trono vino después", replicó Aunor. "Se construyó tras la
muerte de Cayde-6. No me has dicho cómo te llamas".
Las diversas interfaces y transmisiones de datos se reflejaron en el pulido casco negro de Aunor.
"Estoy investigando la posible participación de la leyenda de la guerra en la muerte de Cayde-6".
Aunor miró al suelo. "Te sorprendería saber todo lo que esta Ciudad le tolera a una Portaluz".
Finch asintió. "De acuerdo". Se dio la vuelta para marcharse y luego se detuvo. "¿Y qué pasa si al
final resulta que el santo es un pecador?".
Aunor aún no se había dado la vuelta. "La orden Práxica no duda ni se detiene. Si podemos
demostrar que has causado un daño evidente a la humanidad o a la Ciudad, no importa lo lejos
que huyas o lo rápido que corras. Te atraparemos. Y tendrás que enfrentarte al fuego Práxico".
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Aunor se giró para mirarlo cara a cara. "Ni te lo imaginas".
Finch tosió y se dirigió a la puerta. "¿No tenías que usar el laboratorio?", preguntó Aunor detrás de
él.
"Acabo de recordar que tengo algo que hacer", le respondió Finch por encima del hombro, y
desapareció.
Las puertas se cerraron y Aunor se quedó sumida en la semioscuridad mientras su casco reflejaba
un mar de datos.
Ikora Rey entró el laboratorio 3 seguida de Ophiuchus. "Si ese idiota se cree que no lo hemos
reconocido...".
"Lo más fácil sería pegarle un tiro por la espalda y esperar a que su Espectro aparezca",
interrumpió Aunor. "Debe de andar cerca". Estaba mirando fijamente una imagen de los últimos
momentos de Cayde.
"Ya hemos hablado de esto, Aunor", respondió Ikora, mirándola deliberadamente en lugar de
dirigir la mirada hacia las proyecciones y pantallas. "La Vanguardia lo necesita. ¿Cuántas veces has
comprobado estos datos?".
"Diecisiete. En mis horas de descanso. Necesitaba saber si podía confiar en la persona que dejó
morir a Cayde".
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Ikora permaneció en silencio unos instantes y luego dijo en voz baja: "«La persona» no... Personas.
En plural. Zavala y yo somos igual de...".
"Culpables, sí. No me has dejado terminar. Perdimos a Cayde un día cualquiera. ¿Y todos os
creísteis su versión? ¿La versión de alguien con menos de una década de servicio?". Aunor se giró,
bañada por la luz estratificada de los hologramas. La energía de arco vibraba a su alrededor. Los
hologramas parpadearon y se distorsionaron. "¿No os preguntasteis si mentía?". ¿No se os ocurrió
examinar a fondo estas imágenes, comprobar hasta el último detalle...?".
"¡Claro que sí!", replicó Ikora. Ophiuchus le dio un toquecito e Ikora se tranquilizó. "Lo hicimos. Y
te hemos permitido investigar. Te dimos la carcasa de Sundance. Has tenido acceso completo a
cada informe. ¿Y qué has averiguado?".
"Nada. Es lo que conjeturó vuestra leyenda. Sundance fue asesinado por los barones de la Costa
Enredada. Emplearon todos sus recursos para fabricar una única bala de Espino. Si hubieran
fallado, los últimos meses habrían transcurrido de forma muy distinta. Puede que los cazadores
tuvieran aún su Vanguardia. Pero… Admito que no veo motivo alguno para no creer en el informe
oficial".
Ikora asintió. "Es la persona más fiable que conozco", dijo suavemente.
"Sabes que quiero lo mejor para la Vanguardia. Y ahora que sé que podemos confiar en nuestra
leyenda, tal vez haya encontrado la ayuda que necesito".
"¿Para qué?".
"Aunor...".
28
"Para mí sigue siendo un honor ser tu Encubierta. Pero hay líneas que no pienso cruzar jamás. Ni
por ti ni por la Orden. ¿Confías en mi trabajo?".
"Siempre".
//TRANSMISIÓN DE BANDA DE
"LEALISTAS" CABAL
3, JUN 2019 - Destiny Dev Team
//AUDIO NO DISPONIBLE//
Se hacen llamar "cazadores". Exploradores. Supervivientes que aprovechan lo que dejaron razas
más antiguas y nobles para que su gente pueda reconstruir lo que perdieron.
Se hacen llamar "titanes". Soldados. Asesinos que matan a los enemigos de la humanidad para que
su Ciudad pueda vivir un día más.
Se hacen llamar "hechiceros". Filósofos de lo marcial. Portadores de Luz. Eruditos que buscan un
sentido cuando todo está perdido. Su dios máquina los abandonó hace mucho tiempo.
29
De vosotros depende, mis lealistas, enseñarles el camino. Ya los conocéis. Habéis visto su
convicción.
Cuando estén listos, les abriremos la Casa de las fieras. Ni siquiera las Luces más fuertes han
explorado jamás esa antigua cubierta.
Quiero que vean dónde empezó nuestra huida del exilio. Ghaul y sus conspiradores querían que la
Casa de las fieras—¡que el mismísimo Leviatán!—fuera nuestra tumba. Pero lo que Ghaul no
predijo es lo que encontraríamos en el acantilado negro.
Apelo a ese poder por última vez, antes de que el acantilado negro se nos lleve.
30
Gahlran se arrodilló ante su emperador en una cámara de oro.
"Muchas cosas", respondió Calus, reposando la mejilla sobre su palma. "Hace mucho, esta
habitación contuvo a una nacida del arco. La única de su tipo en abandonar los conductos
interestelares de su gente. Este es el lugar donde Valus Nohr se ganó su escudo en un juicio por
combate. Las Sombras se crearon aquí. Se hizo historia".
"Sí. Fuiste engendrado para ser un portador de dolor. Busco a un comandante de la colmena, pero
esos no fáciles de conseguir. Así que te hice".
El emperador sacudió la habitación dorada con sus carcajadas. "Sólo tienes un par de horas de
vida, y tus palabras ya han matado a dos".
"Te voy a disfrutar", dijo Calus, y tecleó sobre un control oculto en el apoyabrazos de su diván.
El techo aulló al abrirse como un ojo. Gahlran estiró el cuello para mirar mientras dos Consejeros
flotantes descendían con un gigantesco yelmo plateado desde el inmenso iris superior.
31
Podía escuchar una letanía de voces que le gritaban desde el interior de la cosa mientras
descendía con lentitud. Creyó que sonaban como advertencias, pero no había palabras
discernibles en su discurso.
Gahlran creyó ver un débil resplandor violeta en el interior del yelmo a medida que se acercaba.
"¿No es hermoso?", preguntó Calus, mientras las voces que resonaban en el yelmo se hacían más
fuertes.
Pensó que debería correr. Intentó ponerse de pie, pero descubrió que no podía, estaba arraigado
al suelo ante el trono del emperador por voluntad de los Consejeros.
"Esta", dijo Calus, mientras los Consejeros coronaban a Gahlran, "es la razón por la que naciste".
Calus debió haber respondido, pero Gahlran no pudo escucharlo con toda esa cacofonía de voces.
32
De repente descubrió que podía ver.
Y se sintió hermoso.
AGUJA NEGRA
Siento punzadas en la cabeza, pero continúo. Este lugar que he encontrado... alimenta el dolor. A
la colmena le gustan los tormentos que inflige, pero eso no hará que desista. Han pasado meses
desde que dejé la Torre. ¿Qué estoy sacando de mi viaje? Callejones sin salida, susurros. Nada.
No alcanzo a imaginar qué estará tramando la colmena. Cada lugar que examino promete
respuestas, pero luego me decepciona.
Cuando los túneles pasan de ser roca mugrienta a baldosas solemnes, siento como si tiraran de mí.
Hay algo que... no encaja. Aún no me he encontrado ni con un simple lacayo. Se diría que he
tenido suerte, pero sé que no es así.
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Pégate a las sombras. Usa las columnas y pilares. Toda precaución es poca.
No.
Palabrería incomprensible. ¿Habré estado equivocada todo este tiempo? ¿Están tan perdidos
como yo?
Una suave brisa esparce los pergaminos. ¿Una brisa? ¿Bajo tierra?
"Eris...".
Una risa baja por el pasillo. Es la de Eriana. "Vuelve con nosotros, Eris". Vell...
Están muertos. Esto no puede ser verdad. No caeré presa de los trucos de la colmena.
La ráfaga se reaviva y se lleva consigo el polvo y el hollín de los túneles. Absorbe el aire de la
habitación. Apenas puedo tenerme en pie.
"¿Acaso creías que sería tan fácil?". Esta vez es Toland. Las voces resuenan alrededor.
Esta crueldad...
Un aullido arremete contra mí. Es un alarido grabado a fuego en mi cabeza. Pobre Omar...
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No dejaré que ella me haga flaquear.
Eriana aparece ante mí, como un gólem de roca y arena. ¿Cómo se atreve...?
"¿Cómo me atrevo? Hija de la colmena, ¿es que no lo ves? Somos una. ¿Odias eso?".
Me estremezco de desagrado. ¿Hija de la colmena? ¿Lo soy? ¿Por eso sigo viva? Me niego.
"No eres más familia mía que un parásito lo es de su huésped. Morirás, como hizo tu hermano
antes que tú".
El polvo y los restos que hay en el aire giran sin control y chocan conmigo. Estoy atrapada en un
remolino. El pecho me oprime, me cuesta respirar, no veo nada. Me rodea por todos lados.
"Estar tan cerca y solo arañar la superficie debe de estar a punto de desquiciarte".
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Cuando el polvo se posa, me doy cuenta de que no estoy donde estaba. En el cielo reina un sol
verdinegro y un orbe brillante flota a lo lejos.
LA LUZ EN LA OSCURIDAD
Los días se han vuelto indescifrables. Este duro plano de existencia solo soporta la Oscuridad y el
frío, dos cosas que vuelvo a conocer muy bien desde que me desterraran a este paisaje infernal.
Allá donde huya, el orbe brillante me sigue, me acecha.
Me ha dado por canturrear en voz baja para mantener a raya la locura. No lo disfruto, pero me
ayuda. Me funcionó antes, cuando estuve atrapada bajo la superficie de la Luna. Aquí, los poseídos
y la colmena campan a sus anchas y están por todas partes. No estoy en forma para defenderme.
Mi mente lucha por permanecer alerta. Lo único que necesito es descansar, solo un poco...
Una luz brillante me despierta. ¿Es ese orbe que brilla? Su resplandor me llama.
No, basta. Estoy perdiendo el control otra vez. Canturrea esa canción.
"¡Eris!".
"¡Eris!".
36
El orbe se acerca. ¿Podría ser...?
No estoy segura de si esta conversación con Toland es real o son imaginaciones mías.
"Solo eran acertijos... insultos. Os ha utilizado a todos, pervirtiendo vuestras voces. Estaba cerca
de algo. Bajo la superficie. Durmiendo".
"Intrigando".
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"¿Tú no sientes curiosidad por saber qué dormitaba ahí abajo? Sé que yo sí".
"Adelante".
"Hay que examinar más a fondo... el tiempo que pasamos en la Boca del Infierno. Pienso a
menudo en nuestro glorioso fracaso. Y eso es algo que nunca me sienta bien".
"Es cierto, pero esto va más allá de ese vacío. Nuestra escuadra la comprendían algunos de los
mejores hombres que jamás llevaron la Luz, y aun así nos destriparon con facilidad".
"Me atormentan todos los días. Dudo de si creer cualquier cosa que diga ella".
"Tú das crédito a sus acertijos. Debemos saber la verdad, cueste lo que cueste".
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"Ándate con cuidado, Eris. O aún puede que termines como yo. ¡O algo peor!".
"Eso me temo".
"Debe de...".
Un fogonazo de luz y, una vez más, no puedo ver. Oigo a Toland llamarme, pero me veo arrastrada
lejos de él, de allí.
"CLIC".
Estoy rodeada.
A BUEN AMIGO...
Siento un calor tras los párpados. Había olvidado la calidez y qué se sentía. Todo lo que veo son las
armas apuntándome a la cara. Si este es mi destino, lo alcanzaré con la furia de una tempestad.
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¿Petra?
"Eris Morn. Disculpa la bienvenida. Nunca sabes qué puede salir de ahí".
"¿Adónde vamos?".
Mi reina es sabia.
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"Has estado a punto de morir. No es una pérdida que esté dispuesta a soportar".
Hace una pausa cargada de preocupación ante mis palabras. ¿He dicho algo que no debía?
"Caminas sobre una delgada línea entre el deber y la obsesión. Y lo digo por experiencia".
"Mi reina... Todo. Tanto humanos como insomnes se verán arrastrados hacia las puertas de la
muerte si no hacemos algo".
"...Venganza".
Observo mientras sopesa la validez de mis respuestas. Ser tachada de loca supondría mi final.
"La astucia de Savathûn tiene sus límites... Encontramos un registro que data de la Edad de Oro
que podría ayudar a descifrar sus acertijos. Es solo uno de muchos. El resto están repartidos por el
universo".
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"No tendrás que hacerlo sola".
Mi reina.
Los meses que trabajé junto a mi reina fueron emocionantes y traicioneros. He recorrido más del
universo conocido de lo que nunca pensé que vería. Entre todas las criaturas viles derrotadas y los
tesoros descubiertos, acecha una nueva sensación... Un lugar en esta historia.
Hemos conseguido varios de los registros que buscamos. Cada uno ofrece una nueva perspectiva
sobre la amenaza a la que nos enfrentamos. Los conocimientos de la Edad de Oro sobre los
conceptos de la Luz y la Oscuridad eran primitivos, comenzaban a formarse. Me pregunto si en los
milenios que sucederán, nuestra comprensión se estudiará de manera similar. Poco importa si no
podemos evitar la inminente calamidad.
Hemos llegado lejos, y ahora siento que nuestro viaje llega a su fin.
Y pensar que debo volver a esos retorcidos túneles donde los gritos de mi escuadra sin duda
resonarán en mi cabeza...
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Mi destino parece eternamente ligado a ese lugar.
No hay escapatoria.
REUNIÓN
Ha pasado mucho tiempo de la última vez que estuve en la Torre. Muchas cosas han cambiado.
Rezo por que mi marcha no haya abierto una brecha irreparable.
Le contaré qué he descubierto y dónde he estado. Así comprenderá el significado tras mis actos.
"Cuando me dijeron que se aproximaba tu nave, no me lo creía. Pero aquí estás. Me alegro de
verte".
"Ikora, debía ausentarme. Lo que he aprendido y descubierto... El peligro acecha más cerca de lo
que crees. Debes confiar en mí. Hemos ignorado durante demasiado tiempo el cataclismo que se
urdía ante nuestras narices. Si no tomamos medidas, nos enfrentamos a otro Colapso. Debemos
investigar lo que sea que la colmena haya encontrado bajo la superficie lunar...".
"Eris. Respira".
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Sus palabras me traen una fugaz momento de tranquilidad.
"Tengo responsabilidades aquí. Han sucedido muchas cosas durante tu ausencia. Aún intentamos
recuperarnos de las... pérdidas".
"Eris...".
Puedo ver cómo Ikora sopesa sus opciones. Tampoco busca iniciar una discusión.
"Al menos déjame ayudarte a organizar una respuesta adecuada a una amenaza que, te recuerdo,
no comprendemos todavía. Deja que la Vanguardia te apoye".
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Eso llevará tiempo. Como siempre. El único lujo del que no disponemos.
"Prométeme que te mantendrás en contacto conmigo. No quiero que sea como la última vez".
Merece más de lo que yo jamás podré ofrecerle. Este no es mi sitio. Todavía queda trabajo por
hacer. Una última parada.
"Eris... El motivo por el que estás dispuesta a arriesgarlo todo, ¿cuál es?".
La prenda
4, DIC 2019 - Destiny Dev Team
La prenda
Jasleen tenía nueve ciclos de edad. Desde lo alto de una colina, observaba el paisaje arrasado y
ceniciento. Horas antes, aquello había sido su aldea. Antes de que llegara el queche caído con sus
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caminantes. Estos se encontraban igual de destrozados, reducidos a un trío de cascarones
metálicos humeantes en el centro de la aldea.
Pero Jasleen seguía viva, al igual que sus padres y sus vecinos, gracias al titán que patrullaba la
región.
Ese portaluz, un gigante con traje de hierro, observaba con curiosidad mientras el padre de la niña
intentaba, en vano, hacer fuego entre la humareda que levantaba. Su madre contemplaba en
silencio los rescoldos de lo que había sido su hogar.
Juntos, esperaban a que el resto de aldeanos regresara con la cena. Seguramente, bayas silvestres
de la zona.
"Deberíais venir conmigo", les dijo el Portaluz a los tres. "La humanidad debe permanecer unida.
Bajo el Viajero se están formando los cimientos de algo. Dejad que os lleve hasta allí".
"No podremos llegar", gruñó el padre de Jasleen mientras el taladro de arco se le escapaba de las
manos. "No nos podemos permitir el lujo de soñar como haces tú".
"Mi vecina dice que los escorias se comen a los niños", dijo Jasleen para romper el silencio.
El titán bajó los ojos, la observó por un momento y luego paseó la mirada por las ruinas de sus
vidas. "¿Qué es su sufrimiento comparado con el vuestro? Vosotros lo habéis perdido todo hoy. Y
aun así, ha sido un buen día, tal y como están las cosas".
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La chica estiró el cuello para mirarlo. "¿Qué quieres decir?".
"Más de los que soy capaz de contar. Yo no soy Ikora Rey, ni Radegast".
Jasleen hizo un gesto de indiferencia, encogiendo unos hombros escuálidos bajo una túnica
harapienta. "No pasa nada. Tú eres mi favorito".
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"¿Quién fue? ¿El Orador?".
Se lo pensó por un momento antes de contestar. "No, un guardián, como yo. Me salvó de los
caídos cuando era joven, cuando había perdido a quienes se suponía que debía proteger. Ese
guardián es el motivo por el que la humanidad debe reunirse bajo el Viajero".
"La Luz y el Espectro de ese guardián me mostraron una visión del potencial de la humanidad. La
Tierra que hay bajo el Viajero se convertirá en un lugar seguro. Yo...".
El grupo que había salido a buscar comida volvió con unos conejos. Aquella noche comerían bien.
Cuando su madre y su padre se fueron a preparar la cena, Jasleen desató el lazo que le recogía el
cabello y le hizo un gesto con la mano al guardián para que se acercara. Empezó a cubrir el
guantelete del titán con la cinta. "Creo que esto me va a llevar un buen rato", dijo ella.
"Es posible". Bajó la mirada para contemplar su brazo. "Llevaré esto en recuerdo de este día".
"No lo olvidaré".
한국어
Una mujer con las manos nudosas y la cara ajada se sentaba sola en un diván, disfrutando de la
tenue luz sobre esas ruinas de la Edad de Oro. Contuvo la tos al ver los antiguos monitores en las
paredes y el techo que guiaban a los visitantes hasta oficinas vacías, de personas que llevaban
mucho tiempo muertas.
48
Aquel lugar era frío, silencioso y oscuro, y la mujer intuía que debía irse. Pero justo afuera, más allá
de las puertas que tenía detrás, una tormenta regaba de lluvia ácida las calles de una ciudad
muerta.
Llevaba semanas viajando y ese día se había comido la última conserva sellada de manera
hermética que había sacado de una máquina expendedora a unos kilómetros de allí. Si hubiera
podido regresar, lo habría hecho; se había llevado todo cuanto era capaz de cargar, pero en la
máquina quedaban muchas más cosas. La vida en la Edad de Oro debía de haber sido el paraíso.
En aquel momento no tenía hambre ni sentía miedo. Aquello era un extraño cambio de ritmo...
Agradeció mucho el respiro.
La sala se alargaba unos cientos de metros por delante y se ramificaba en hileras e hileras de
puertas que llevaban quién sabía dónde.
En aquel edificio había espacio suficiente para albergar a un millar de familias. Por un momento,
deseó que su hija y la hija de su hija siguieran allí, con ella. Habían empezado el viaje juntas hacía
meses, desde Varuna, pero ella les había insistido en que se adelantaran y les había dado su parte
de las provisiones. Las provisiones pesaban, y ella era demasiado lenta.
Se rumoreaba que un asentamiento humano estaba creciendo bajo el Viajero, y el plan acordado
era reunirse allí.
El plan acordado, al menos. Se frotó las manos para quitarse el frío del cuerpo.
Y tosió.
De inmediato, algo chirrió en un extremo de la sala. Una puerta se abrió de golpe, seguida por los
sonidos de un rápido correteo.
Se levantó del diván y retrocedió poco a poco mientras sacaba un cuchillo rudimentario de
plastiacero de una funda que llevaba atada a la pantorrilla. Cinco figuras de ojos brillantes salieron
de la penumbra y echaron a correr tras ella, blandiendo armas. Dos corrían como hombres,
enormes y de cuatro brazos, y dos eran más enjutos y gateaban casi pegados al suelo. El último era
pequeño, del tamaño de un humano. Profirió un aullido que no habría podido salir de ningún
nacido en la Tierra.
49
La mujer deseó que su hija y su nieta siguieran vivas y levantó el arma en un saludo quedo.
Las puertas corredizas que tenía detrás se abrieron de un soplido y un disco violeta cortó el aire
por encima de ella, silbando como una espada desenfundada. Tres de aquellas criaturas se
disolvieron en un vacío aullante cuando el disco de Luz recorrió el pasillo, rebotando entre las
paredes.
Cuando la mujer se volvió para mirar por encima del hombro, le saltó por encima un monstruo de
hierro iluminado con una bullente energía de vacío.
Se movió con una gracilidad impropia para su tamaño y cogió a una de las bestias supervivientes
cuando esta se abalanzó sobre él. Echó la cabeza hacia atrás y ¡pam! El bicho perdió todas sus
fuerzas cuando le aplastó el cráneo con la cimera del casco. Su acompañante arremetió con una
espada de arco chisporroteante, pero él dio un paso atrás, le pegó una patada en la rodilla para
ponerlo a su altura, se volvió a echar hacia atrás y ¡pam! ¡Pam! ¡Pam! Atravesó el casco alado de la
bestia con el suyo. Esta cayó, muerta.
La mujer se rio y envainó el arma. "Se suponía que debía llegar al Viajero".
"Y ha llegado. Lo ha logrado", respondió él. "Las dos lo han logrado". Levantó la mano blindada, en
la que tenía envuelta con firmeza una tela morada, y pulsó un botón del casco. "Una hipernave
estará aquí en breve. Te llevaremos a casa".
50
"Una vieja amiga. Es probable que ahora tenga tu edad".
"No lo sabemos".
La mujer lo observó y luego se arrancó un trozo de manga color lavanda. Dio un paso al frente y se
lo ató a un gozne de la hombrera.
"¿Qué es esto?".
"Deja huella en este mundo", le dijo. "No pierdas el tiempo que tienes".
"¿Nada de esto te molesta?", le preguntó él, haciendo un gesto con la mano hacia los cuerpos y la
tormenta que azotaba el exterior.
"Mei".
51
"No lo olvidaré".
한국어
Tres niños, dos chicas insomnes y un chico humano, yacían dormidos en el terraplén de la muralla
de la Ciudad. Sustituían a sus padres, miembros de la milicia voluntaria de la Ciudad. No tenían
edad suficiente para llevar armas, pero el chico aferraba un conmutador de seguridad a distancia a
que alertaría a todos los guardias del distrito.
Así que San-14 montaba guardia por ellos. Se iría cuando empezara la ronda de patrullas, por la
mañana.
Los chicos se despertaron cuando el sol irrumpió en el horizonte. Fingieron no haberlo visto, pero,
cuando una chica rompió un pañuelo en dos y ató una mitad a la hombrera del titán, los otros dos
hicieron lo mismo con tiras de paño y tela.
Les preguntó cómo se llamaban, pero se suponía que no debían decir su nombre a desconocidos y
se separaron de manera cordial.
한국어
El titán subió de un salto a los restos humeantes de una aeronave hecha con piezas de otras naves,
una de clase Arcadia estropeada e incapaz de salir de la órbita, y arrancó la cubierta de la carlinga
de polímero de la Edad de Oro.
Sacó a un asustado insomne de la cabina del piloto mientras lo que quedaba del motor de la nave
chisporroteaba y rugía. Con el insomne en brazos, el guardián saltó con destreza del armazón
arcadio y se alejó a toda velocidad de los restos. El cañón de choque que derribó la nave había
iniciado una reacción de arco en cadena en las células de energía del motor que...
52
La onda de choque lo alcanzó y lo lanzó por los aires. Dio una voltereta en el aire para caer de pie y
soltó al piloto mientras una cúpula de Luz los envolvía. Una cellisca de restos y metralla rodó por el
Amparo del alba del titán.
A medida que la lluvia de metal amainaba, también lo hacía la Luz del guardián. Los dos se
incorporaron. El titán sacó un Daystar SMG2 de una funda que llevaba en la espalda, comprobó
que estaba cargado y se lo ofreció al insomne. "Estás de suerte. Los caídos te han disparado a
treinta kilómetros del Viajero. No volverán a molestarte. Ve hacia el sur", le indicó, y se dio la
vuelta para irse. Pero el piloto le dio un golpecito en la hombrera de metal.
"¿Sí?".
El piloto se desató un pañuelo que llevaba en la muñeca y le tendió la tira de tela color ciruela.
"Estarás de broma".
"No tengo nada más para darte", dijo el piloto. "Esa nave era toda mi vida".
El titán bajó los ojos para mirar al hombre. "Has encontrado una nueva vida. Ve hasta el Viajero".
"No lo olvidaré".
한국어
53
San se encontraba de pie en el portal del Bosque Infinito.
Los Seis Frentes. La Grieta del Crepúsculo. El Pasaje de Boyle. La ruptura de las armas de la lluvia.
Otros guardianes siempre parecían recordar dónde y cuándo habían encontrado los engramas que
revelaban las piezas más valiosas de sus arsenales. Los Gjallarhorn y las antigüedades de la Edad
Oscura. A él le costaba hacerlo.
Pero sí que era capaz de recordar cómo se llamaban todas las personas que le habían dado una
prenda en el transcurso de su carrera como guardián.
Las prendas cubrían cada recoveco de su armadura. Adornaban su nave, la Paloma Gris.
Nunca había hablado de ellas y, mientras levantaba la mirada para contemplar el campo traslúcido
que tenía frente a él, lamentó no haberlo hecho.
한국어
Nunca encontré a Osiris, pero he matado suficientes vex para acabar una guerra. Y ellos, como
respuesta, endosan un fatal golpe: completaron una Mente con la única función de drenarme la
Luz. Funcionó muy bien.
No te preocupes. Aunque no sueles hacerlo. Les llevó siglos hacerla, conectada a la singular
frecuencia de mi Luz. Y estoy sentado sobre su maltrecha carcasa.
Temo que nunca alcanzaré las metas que has conseguido. Representas todo lo que un guardián
puede llegar a ser. La tuya es una Ciudad floreciente. Tan distinta de la mía. He pasado mi
decimocuarta vida luchando para hacer tuya mi ciudad. No terminé.
Esta arma es lo único que tengo. Los criptarcas dicen que la forjaste tú, a partir de piezas, Luz y
pura fuerza de voluntad, dentro de la Fragua infinita. Me aseguraré de que la recuperes. Cuando
me la diste, juré seguir tu ejemplo.
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Sigo intentándolo.
(San-14)
한국어
Los vex habían construido un tablado para llevar el cuerpo de San-14. Habían despojado al titán de
su Luz. Su armadura no mostraba ninguna herida mortal. Quizá la habían reparado.
"Nunca se lo pregunté".
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Comandante de la Vanguardia
5, DIC 2019 - Destiny Dev Team
Osiris y San, sobre una plataforma de la Torre, observaban desde arriba uno de los seis caminos
que conducían a la Ciudad. La senda más allá del muro todavía ardía entre abrasadores fosos de
fuego azul.
"El Consenso requiere un nuevo líder ante... los últimos acontecimientos", respondió San. Sacudió
la cabeza a la par que señalaba el caos que reinaba más allá de los límites de la Ciudad. "Es la
hora".
"Les serás de gran ayuda", contestó Osiris mientras trasteaba con un dispositivo en forma de cubo
hasta convertirlo en una bandada de hexaedros más pequeños que flotaban entre sus dedos.
Componentes vex, supuso San.
"¿Vas a delegar tu cargo tras un solo día? Menudo récord. Ve, pues. Sé un titán para el Orador.
Después de tanta locura, te necesitarán para reconstruir".
"He dejado de lado al titán para esta misión. Soy un soldado. Queda... trabajo por hacer. Y es
complicado".
Osiris entrecerró los ojos. "¿Qué te ha pedido que hagas esta vez?".
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"Trasladar la lucha a los caídos. Perseguirlos más allá de nuestras fronteras y encontrarlos estén
donde estén. Golpear primero y con fuerza".
"A esto me refiero exactamente cuando digo que el Orador quiere que te desvíes del camino",
murmuró Osiris para sus cubos.
"No dirías tal cosa si hubieses visto lo que los caídos le han hecho a nuestra gente. Se te ha
olvidado observar".
"Los caídos no son tan distintos de nosotros. ¿Con cuánta fiereza lucharías si te arrebataran la
Luz?".
"Esas historias me suenan a farsa", dijo San. "No son un pueblo noble. He luchado contra ellos,
igual que tú".
"No he luchado contra todos ellos", respondió el hechicero mientras separaba las manos para
crear una intrincada red de cubos flotantes y puntos de luz. "No son nada, no suponen una
amenaza... no como los vex. No como la Oscuridad".
San se acercó lo suficiente como para respirar sobre Osiris. "Mira más allá de la muralla, hermano.
¿Acaso estás ciego?".
Osiris plegó el dispositivo en la palma de la mano y su mirada se encontró con la del titán. "Sabes
bien que soy el único que ve el panorama general".
Osiris dio media vuelta y lanzó los cubos de nuevo para crear una diminuta constelación en el cielo
crepuscular. "Como antiguo comandante, está en tu mano señalar a tu sucesor. Debes elegir. ¿A
quién nombrarás?".
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Osiris se giró hacia él. Los cubos se mantenían suspendidos en el aire, inertes.
"¿Vas a concederme el control sobre las bases de datos? ¿Los depósitos? ¿Jurisdicción sobre el
Sector Owl y acceso al grimorio de la Última Ciudad?".
"Quiero que protejas a nuestra gente", dijo San. "A pesar de nuestras discrepancias... eres uno de
los pocos que puede hacerlo".
"No contamos con los recursos para repetir la jugada", continuó San. "Me he enfrentado a
representantes de cada casa durante el conflicto. Fue un esfuerzo conjunto para exterminarnos. Si
la amenaza vuelve a acechar a la Ciudad, tendrás que luchar en mi lugar".
El reloj solar
6, DIC 2019 - Destiny Dev Team
Poco después de la muerte de Panoptes, Mente Infinita, y la misión de la Ciudad hacia el Bosque
Infinito:
Osiris dio un paso atrás para observar su creación. Se erguía varios pisos sobre él.
Había completado el reloj solar, una brillante baliza en el cielo de Mercurio. Tan solo quedaba
cerrar el núcleo cronométrico, que se encontraba al descubierto en el centro de la espira, y activar
los conductos de arco que recorrían kilómetros bajo la superficie del planeta.
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Saguira rodeó la enorme estructura, escaneando cada rincón.
"¡Mi trabajo es teórico! Si la Vanguardia llega a averiguar lo que has hecho para construirlo...".
Saguira se lanzó como un bombardero en picado, pero se detuvo en seco y lo miró a los ojos.
"Sé que te sientes culpable, pero no sabemos qué pasará si pones en marcha esta cosa".
"Murió por mi culpa. He tomado todo tipo de precauciones. Mis Ecos han calibrado millones y
millones de situaciones catastróficas". Se giró para observar el ir y venir del fulgor del núcleo
cronométrico expuesto. "Mercurio es el único planeta sobre el que tendrá efecto. Porque es
donde él murió".
"¿Cuándo acabará esto? ¿Quién más vas a decidir que merece una segunda oportunidad?".
Osiris parpadeó. Saguira rara vez hablaba sin rodeos o un ápice de ironía.
"¡Eh, eh, eh!", resonó un grito lejano. "¡No! ¡No puede ser verdad!".
El Nómada apareció de detrás de una de las torres auxiliares del reloj solar mientras señalaba con
un dedo acusador la máquina de Osiris.
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Saguira entrecerró el ojo al mirar al portaluz rebelde y descendió hasta el hombro de Osiris. "¿Por
qué está aquí?", susurró Saguira.
"Le pedí que echara un vistazo a la parte de ingeniería", respondió Osiris al cruzarse de brazos.
"Estás chiflado", espetó el otro hombre mientras caminaba en círculos alrededor del hechicero.
Sus ojos escrutaban cada parte de la superficie del reloj solar.
Conforme los nudillos del Nómada tamborileaban sobre la torre norte, murmuró: "Espectro, haz
los cálculos". Un Espectro blindado con un ojo rojo apareció de la nada y empezó a escanear todas
las espiras del reloj solar.
El Nómada marchó hasta la espira central y puso la oreja contra esta. "Este núcleo...", dijo,
acercándose. Sus ojos se volvieron de nuevo hacia Osiris. "Está susurrando".
"Buena suerte manteniéndolo bajo control. No es algo por lo que apostaría, figura". El Nómada se
irguió y llamó a su Espectro con dos dedos. Este descendió por el aire y proyectó una serie de
estadísticas holográficas a lo largo de la cubierta del reloj solar.
La luz roja se reflejaba en los ojos del Nómada conforme asimilaba los resultados.
"Se lo debo".
60
"Yo le debo mucho a mucha gente, hechicero. Tú vas a abrir las puertas del infierno con una llave
vex".
El Nómada se encogió de hombros. "Todos hemos renunciado a algo. Gana un par de tiroteos. Es
por lo que seguimos aquí".
"Todos ganamos fortaleza, pero algunos portaluz no consiguen obtener una perspectiva general
del mundo. Se contentan con seguir su camino... mientras se marchitan. Cuando podrían ser
mucho más".
El Nómada rio por lo bajo y escupió, para después despedirse de Osiris con un solo dedo. "Me las
arreglaré".
"Pero San se enfrentó a sus miedos y a sus fracasos mejor que nadie. Jamás se desvió de su
camino. Merece la oportunidad de ver cómo acaba todo".
"Ya lo hizo. Pero te dejaré con tus artilugios. Estás loco". El Nómada dio media vuelta, con las
manos en los bolsillos, a punto de marcharse. "Si provocas un cortocircuito en el universo, estarás
solo".
61
"Quizá no sea tan mala idea".
"Si sobrevives a este pequeño experimento, ten por seguro que volveré para cobrármelo".
한국어
Sus Ecos se desvanecieron en ráfagas erráticas de arco cronométrico, sin llegar al dónde, sino al
cuándo, conforme el reloj solar quedaba en silencio.
Osiris todavía podía ver y sentir a través de los doce Ecos que recorrían las galerías del tiempo.
En las zonas donde los pasillos se encontraban con la red vex, estos piratearon hobgoblins y
minotauros con espadas solares impulsadas por pura voluntad. Escondían sus sombras y se
mantenían inmóviles, sin pestañear, para evitar a las mentes de la red. Juntos, alcanzaron rincones
que cedieron ante la Edad Oscura mercúrica.
A partir de ahí, se separaron para visitar los innumerables momentos en los que San estuvo en
Mercurio.
62
Un Eco encuentra a un San endurecido por la batalla en la boca de la Cuenca Caloris. San es
miembro de la guardia peregrina y tanto él como su escuadra descienden sobre baterías de goblins
vex, guiados por el estallido de fuertes disparos. Este San es demasiado anterior. El Eco no se le
acerca.
Tampoco lo hace el Eco que observa desde un rincón oscuro conforme la hipernave de San aterriza
en un Faro en las Espiras Caloris. Su interior está sumido en las sombras. Aún falta toda una era
para la modernización de la estructura por parte de la Secta de Osiris. San viene aquí para
mantenerla a salvo de los conatos vex que intentan reclamarla. Ilumina la oscuridad a la vez que
destruye minotauros con puños solares.
Un Eco se agazapa en un acantilado fuera de su alcance mientras, mucho más abajo, San usa su
Luz solar para atravesar el suelo blindado de Mercurio. Las piedras solitarias alinean una serie de
orificios que se extienden unos doce metros a cada lado.
Un Eco se esconde en una luz abrasadora a la par que San trabaja codo con codo con los
quiebrasoles para construir la Fragua Ardiente. Los ruidos del martilleo y de la soldadura con
nudillos solares y los trineos atraen a un silencioso desfile de vex hacia la zona de construcción. Los
quiebrasoles se turnan para alejarse del puesto y dispersar a los intrusos con las mismas técnicas
solares.
Un Eco espía a San desde un punto de observación en las altas llanuras de los Campos de Cristal. El
titán lucha por su vida contra caídos de estandarte morado, luciendo el mismo símbolo que los
modernos soldados crepusculares. Son de la Casa de la Lluvia, la más inferior. En el campamento
en llamas a su alrededor, curiosamente, no hay cadáveres... pero Osiris recuerda a San contando
esta historia. Una de las primeras misiones de San para el Orador lo trajo a Mercurio en un intento
fallido de recuperar el planeta para la humanidad. Por aquel entonces, todavía desconocían que
los vex ya habían comenzado a transformar el "mundo orgánico" en una máquina. La Casa de la
Lluvia siguió a la hipernave de San y esperó hasta que la expedición asentara el campamento. Fue
entonces cuando los caídos aniquilaron a los colonos que San debía proteger y le dieron una paliza
hasta casi matarlo. Ahora, el Eco vive la historia de primera mano y se encuentra observando la
vegetación terraformada a sus pies. Ya es medio máquina: hojas de hierba y metal que crecen
unas junto a las otras bajo sus botas. Un queche ruge desde los cielos y descarga un aluvión de
munición pesada sobre el campo de batalla, y el punto de observación del Eco se llena de nubes de
polvo. El Eco se marcha. Ha visto suficiente.
한국어
63
Los Ecos de Osiris rastrean la línea temporal de San-14 en Mercurio. Pero las galerías del tiempo se
niegan a mostrar el momento que buscan: San y la Mente Mártir en las profundidades del Bosque
Infinito. Los Ecos trabajan sin descanso durante semanas, meses en el espacio entre momentos.
Desesperado, Osiris divide las doce copias en mil más, pues sigue sin obtener ningún resultado.
Un Eco permanece durante años en contra de las órdenes de Osiris. Jamás había perdido el control
de ninguno antes. Ni siquiera pensaba que fuera posible. Él y los Ecos son iguales. Siente cómo la
aberrante copia pierde el sentido de sí mismo. Unos años más tarde, siente cómo ese Eco le pone el
frío metal en la cabeza.
Dos Ecos vagan por las galerías del tiempo con la orden de no detenerse. La fuerza bruta ya le
había dado resultados a Osiris. A día de hoy, aún los siente. Su búsqueda continúa.
El resto acaban sucumbiendo a las medidas de seguridad vex allá donde la red se encuentra con las
galerías del tiempo. Incluso la Luz de Osiris tiene sus límites.
한국어
Osiris está sentado en silencio en la base del reloj solar. No había pasado tiempo desde que se
activó la máquina, pero ya había vivido toda una multitud de vidas.
El hechicero se puso en pie y marchó hacia la frontera sur del reloj solar. "Apágalo. Guárdalo todo
en un revestimiento sigiloso. Que nada ni nadie lo encuentre".
64
"Maldita sea", susurró.
Hacía dos años que le había llegado la noticia de que uno de sus viejos amigos había muerto. San
llevaba años desaparecido, pero el hechicero siempre había supuesto que el titán volvería a
aparecer algún día. Estaba equivocado.
Se dio cuenta de que se encontraba mirando a través del umbral de un portal durmiente y tecleó
algo en un aparato cúbico que llevaba colgado del cinto para entreabrir la puerta.
No había podido salvar a San de los vex. Pero cada día montaba guardia el Bosque Infinito para
monitorizar las simulaciones del futuro basadas en la actividad de estos.
Cruzó el umbral y se adentró en las blancas fauces de una cámara de depuración de errores del
Bosque Infinito.
"¿Seguro que no quieres descansar hoy?", preguntó ella mientras se desplegaba sobre él como
una corona.
65
La Espectro lo sopesó durante un momento y luego el Bosque relució a su alrededor y las fauces
blancas se apagaron hasta alcanzar una semioscuridad.
Nada se movía. El hechicero frunció el ceño, prendió una chispa solar y la sostuvo en lo alto. La luz
de esta no reveló nada a su alrededor. "¿Me habré equivocado en algo con la secuencia?".
"La he comprobado tres veces. No", respondió ella. "Eso es. Esto es la simulación".
Encendió la radio.
"Hay para elegir. Volvemos a estar en guerra en la Luna. Los vex han atacado.
"¿Y?".
"¿Cómo?".
"Nuestros amigos han cambiado todos los futuros proyectados en el Bosque Infinito".
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"No parece que eso te haga muy feliz".
"Llévanos allí".
Osiris sabía que la simulación se movía alrededor de él, pero el brillo típico del bosque había
desaparecido. Ahí no había nada que ver.
"Aquí estamos", le confirmó ella cuando notó la gravilla pegársele a la suela de las botas. Nunca la
había oído tan poco segura de sí misma.
Encima de aquella duna azotada por el viento había algo más de claridad, pero no gran cosa. Era
incapaz de ver el sol en el crepúsculo morado que pendía sobre él. La brisa rugía en sus oídos.
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"Las predicciones del bosque dan un margen de dos o tres décadas, en función de multitud de
variables. Con una posibilidad importante de acelerarse en función de elementos concretos".
"¿Qué elementos?".
Hermanas
8, DIC 2019 - Destiny Dev Team
"Pequeñas perturbaciones", dijo Ozletc, la mayor y la más sabia. "Pequeñas corrientes en esta
línea temporal. ¿Las ves, hermana?".
"Las saboreo", dijo la segunda hermana, Tazaroc, la más hambrienta de las tres. "Noto los bordes".
La tercera, Niruul, la más tranquila de ellas, alargó la mano para comprobar el aire. "Y yo", dijo. "Y
algo más. Se ha ocultado la fuente. La tecnología es humana, pero refinada. Es una sorpresa".
"Desactívala", dijo Tazaroc, impaciente. "Tiene una fuga. Me gustaría ver su origen".
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Los dedos de Niruul surgieron de la manga de su traje, tamborileando en el aire. Trabajó durante
un día y una noche, aunque la perpetua luz cegadora de Mercurio ocultaba el paso del tiempo.
Durante todo este tiempo, notó la inquieta impaciencia de sus hermanas.
한국어
Un extraño aparato se materializó alrededor de ellas en medio de una luz trémula. Levantaron la
mirada para contemplar la envergadura de aquella espira enorme y dorada.
"No", respondió Ozletc. "Una oportunidad. ¿Veis cómo tira del tejido de nuestro tiempo? ¿Veis las
costuras?".
Las costuras estaban cosidas con tanta fuerza que apenas se podían ver, pero una mano habilidosa
podría encontrarlas. Una mano habilidosa podría arrancar cada puntada. Las tres hermanas lo
percibían.
"Tendremos tiempo", dijo Ozletc. "Abriremos el pasado y cambiaremos el curso del destino de
Ghaul. Anticiparemos sus errores. Dejaremos fuera de juego a sus consejeros".
"Porque lo utilizaremos para nuestros propósitos", dijo Ozletc. "Era un idiota, pero se le podría
manipular. Conducirlo hacia una perdición más provechosa".
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"¿Y por qué no vamos más atrás?" dijo Tazaroc, ansiosa. "¿Y tiramos la cabeza de ese inútil al foso
antes de que se suba a rastras a un trono?".
"Es peligroso" dijo Niruul, negando con la cabeza. "Y, en vez de eso, ¿por qué no irrumpimos en el
futuro y atacamos donde los guardianes sean incapaces de prever?".
"Hermanas", dijo Ozletc. "No hace falta que discutamos. Este aparato nos permite recorrer el
pasado y el futuro por igual. Y así tomaremos el camino más ventajoso, sea cual sea".
한국어
Durante días y semanas, trabajaron en la máquina. Mientras sus hermanas la defendían de los vex,
Niruul sometió el aparato a sus designios y, gracias a la fuerza de voluntad combinada de las tres,
lo devolvieron a la vida entre zumbidos.
A su alrededor, el tiempo rompió sus costuras. Ante las hermanas se abrieron ventanas a otros
mundos, al verdadero pasado y futuro de Mercurio. El aparato se encontraba en el centro de todo,
como un punto de anclaje. Y a lo largo de todas las líneas cronológicas fallidas, donde se
encontraban el pasado, el presente y el futuro, los vex se vieron arrancados, cortados por un
cuchillo de pura energía temporal.
Las tres contemplaron su nuevo reino, un pasado, un presente y un futuro listos para sus
manipulaciones.
"Está tan claro", dijo Niruul, reverente. "Un atisbo perfecto de lo que fue y de lo que será".
"Y no los desvaríos agitados de una máquina loca, como la OXA", dijo Tazaroc.
70
Compartieron el sentimiento de las posibilidades sin ataduras y paladearon el potencial del éxito y
el del fracaso. Juntas, se tragaron los sentimientos y se curtieron contra ellos.
"Tenemos el pasado y el futuro en la palma de la mano, hermanas", dijo Ozletc. "Vemos qué
perspectivas albergan".
Tiempos desesperados
9, DIC 2019 - Destiny Dev Team
La Legión Roja vigilaba mientras estas erupciones ardían alrededor de cada máquina, edificio y
soldado de los cabal que había dentro del sector. No mostraban señal alguna de pánico mientras
el fuego etéreo quemaba el mundo y a sus oponentes vex. En vez de eso, aguardaron, observaron
y se movilizaron resueltos alrededor del fenómeno.
La forma circular que cortaba aquellos muros se vio subdividida en tres partes: los soldados de la
Legión Roja se miraban a unos a otros desde las murallas cronométricas del pasado, el presente y
el futuro lejano de Mercurio.
Bajo tres cielos distintos, tres soles distintos y tres elevaciones distintas de la superficie mercurial
que descendía gradualmente, la Legión Roja se puso manos a la obra.
한국어
71
En algún lugar de las profundidades de las salas de la Vanguardia, en una cámara segura de
meditación, tres hechiceros rodeaban a Osiris. Eran una práxica, un tanatonauta y un miembro de
la Vanguardia.
"Mi orden solo quiere saber si es él de verdad o alguna clase de simulación vex. ¿Un eco?", dijo
Harper, mientras pasaba las páginas de una tabla de datos que llevaba en las manos.
"Hace años que no sales del Bosque", le dijo Ikora a Osiris, la única que se dirigía a él de manera
directa.
"Lo sé", respondió Ikora, apretando las manos tras la espalda. Miraba con intensidad a su antiguo
mentor. En sus días en el Crisol, esa mirada inflexible solía ser la última cosa que veían sus
adversarios. Aunor miró de reojo a su superiora. Harper tosió y bajó la mirada a la tabla de datos.
"Hace dos años, los guardianes entraron en el Bosque Infinito", prosiguió Osiris. "Me ayudaron a
derrotar al Panoptes de la Mente del Eje, lo cual evitó que cayera sobre este sistema un
apocalipsis vex.
"Mientras estaban en ello" miró a los hechiceros uno por uno, "algunos guardianes informaron de
que habían encontrado un cuerpo en el corazón del Bosque".
Ikora suspiró.
"San-14 nunca regresó de aquella última misión en Mercurio. Al fin supimos por qué. Reaccioné a
ello de la única manera que supe".
"¿Convirtiendo Mercurio en un arma del tiempo para los cabal?", inquirió Aunor.
72
"Se te ve la mar de tranquilo para ser un hombre que ha condenado este sistema a la perdición",
dijo Harper.
"Deberíamos encerrarte", contestó la práxica, pero sin poner pasión alguna en ello.
"A otros los habéis dejado a su antojo. Corren tiempos desesperados, Aunor", dijo Osiris. "Creo
que eso ya lo sabéis".
Harper abrió la boca para hacer otra pregunta, pero Ikora le cortó. "Dejadnos un momento".
Aunor agachó la cabeza y Harper se puso firme, pero ambos se marcharon sin hacer preguntas. "El
Orador hizo bien en exiliarte", dijo Ikora cuando estuvo a solas con Osiris.
"Todos tomamos nuestras propias decisiones", respondió Osiris. "Como la entrada vex que abriste
a la Mente Imperecedera. Una estrategia que fue justo lo que las máquinas no se esperaban. Y
sabías que los guardianes cumplirían".
"Piensas lo mismo que yo. Pero tú has hecho lo que yo nunca he sido capaz de hacer. Has
encontrado una manera de coexistir con la Vanguardia e impedir a la vez que los muy
atolondrados se ahoguen", dijo Osiris.
73
"Ya lo sé. Los Encubiertos han explorado tu reloj solar. La Legión Roja campa a sus anchas en una
grieta temporal localizada en el pasado, el presente y el futuro de Mercurio". Se acercó un paso
más a él, con los hombros tensos. "Si no la contenemos, no se va a quedar así mucho tiempo. La
grieta se extenderá por el sistema".
"He creado una red de mitigación en el espacio de los guardianes. Lo tengo todo controlado".
"Perseguiremos a los cabal por todas las cronologías que han creado en el reloj solar. Nunca
podrán sacarle provecho".
"Tienes toda la razón. Porque vas a movilizar a los guardianes. Vas a arreglar esto. Y entonces, tú y
yo hablaremos largo y tendido".
"¿Perdona?".
La unión
4, FEB 2020 - Destiny Dev Team
74
Las tres hermanas mayores —Ozletc, Tazaroc y Niruul— se congregaron alrededor de Amtec, la
pequeña. Hablaron en tonos armoniosos, cada voz era el punteo de una cuerda distinta del mismo
instrumento.
"Ya conoces nuestro cometido", dijo Ozletc. "Esta línea temporal desmoronada...".
"Nos permitirá deshacer los agravios de Ghaul, el Abdicado", dijo Tazaroc. "Y así veremos a los
nuestros...".
"Sé lo que pretendéis", dijo Amtec, que era la más querida. Temblaba ante su imponente
presencia. Las tres hermanas mayores habían empezado el proceso de unirse, que solo conocían
por antiguos textos que había en la mente, pero que nunca se había completado en los recuerdos
recientes. Era un metaconcierto permanente, un vínculo irrompible de disolución del ego. Sus
mentes habían empezado a fusionarse, y Amtec veía cómo se atraían, como si tuvieran una fuerza
magnética en los huesos.
Amtec asintió. Paseó la mirada con rapidez de una hermana a otra, que eran a la vez más
desconocidas y más familiares, como si cada una fuera otra hermana de algún modo combinada.
"Que cualquier peligro que nos amenace", dijo Ozletc. "Pero, si fracasamos...".
"Tú deberás lograr lo que nosotras no pudimos", dijo Ozletc. "Y, así, te unirás a nosotras...".
75
"En mente", dijo Niruul.
Amtec ya sentía el poder de las mentes —de la mente— de sus hermanas, asentándose sobre los
límites de la suya como una pesada losa.
Desde el principio, Amtec había esperado unirse a sus hermanas en cuerpo y mente en el campo
de batalla del tiempo. Y ya había pensado que ellas se lo pedirían hoy. Pero sabía que, si lo sentía
con demasiado ahínco, ellas percibirían su decepción, y ella ansiaba su amor.
"Comprendo", dijo, y juró que aniquilaría cualquier amenaza que dañara a sus hermanas tan a
conciencia que quedaría borrada de todo recuerdo viviente.
Legado, parte 2
11, MAR 2020 - Destiny Dev Team
CONTINGENCIA
EN RUTA: URANO, ESTACIÓN CAELUS
76
"He podido extraer unos datos de los exo". Jinju se posa sobre la pantalla de la cabina de mando.
Dos nanobots se arrastran por su carcasa.
Su hipernave cae en picado a través de una lupa policromada galáctica, atravesando la profunda
oscuridad del espacio a una velocidad vertiginosa.
Ana se reclina en su asiento, el de piloto, con una rodilla contra el pecho. Observa hileras de brillo
plegarse alrededor del casco. El Sector Owl tiembla al mismo tiempo que la nave: Camrin en una
foto enmarcada.
"No pude acotarlo más, pero estoy segura de que son de la Edad de Oro, de una época cercana al
Colapso".
Jinju continúa: "He estado cotejando datos de la descarga del procesador principal de escarnio. Las
estaciones tenían como función dividir la mente de Rasputín en caso de que se... bueno, se
sublevara".
"Qué atrocidad".
"Al parecer, ECO es un programa de contingencia que se activaría después. También cuentan con
un esquema básico de su cerebro".
La señal de luz parpadea en los altavoces circulares del tablero de Ana. Su casco cuelga de un
gancho detrás de ella. El enlace con Rasputín está desconectado.
Ana se toma un momento para digerir la información. "Un modelo cerebral fundamental ayudaría
con la estabilidad de la contención después del proceso de partición. Es como la puerta de entrada
a tu cerebro".
77
"Todavía... hay más". Jinju siguió hablando: "Tu nombre aparece en todas partes, Ana. Entorno de
red neuronal. Psicolingüística. Mapas de cerebros exo con perfiles de candidatos. Parece que
Clovis Bray estaba sincronizando el núcleo básico de Rasputín con servidores compatibles".
"Vaya". La mente de Ana se acelera. "Pero ¿para qué? ¿Para dejarlo en contención y clonarlo? Una
función de reinicio demasiado currada. Supongo que con un exo también podría hacerse una IA
bastante potente con más limitadores que el Estratega".
Ana vuelve a mirar las estrellas. "Sería horrible sufrir ese final, atrapado en los pedazos de tu
propia mente. Ni siquiera sabrías quién eres. Ni dónde empiezas tú y acaban otras versiones de ti
mismo".
"Ahora que lo mencionas, la instalación de Clovis 9 está al '78% asimilado en su soberanía'". Jinju
distorsiona su voz para imitar la del Estratega. "Cómo le gusta exagerar sobre el tema".
"A él no le gustaba nada, pero tenía su gracia". Jinju emite un débil sonidito. "¿Le sigue saliendo
trabajo por las orejas en la Luna?".
"Se abrió un agujero en el Jardín Negro. La Pirámide. Señales extrañas. Estampida de vex.
¿Pensabas que el Sector Owl no mediaría en el asunto?".
"He oído los rumores de otros Espectros sobre la Pirámide. Dicen que usurpa las carcasas. Que las
habita, como si fuera uno de nosotros. Dicen que te obliga a hacer cosas". Jinju guarda silencio. Su
iris tiembla ante la ceja alzada de Ana. "¿No ayuda?".
78
"Lo sé".
"Lo sé...".
"LO SÉ. ¿CUÁNTO TIEMPO LLEVAS AHÍ, ROJO?". Ana resopla con vehemencia y exasperación.
Los nanobots recorren a Jinju como si fuera un columpio. Uno se descuelga peligrosamente de un
saliente en la carcasa. "Adivina quién está aquí también".
"La red de Espectros. Es Eris Morn. Está ayudando con la nueva adquisición de los guardianes".
"¿Eris?". Ana se mofa, "es de pocas palabras, así que seguro que se llevan bien". Señala a los
nanobots con un gesto. "¿De verdad quieres tenerlos trepándote por todas partes?".
"Se llaman Fofo y Dede, y los quiero". Jinju consiente a sus nanobots. "Además, es como si Cam
estuviera presente en espíritu".
Ana suelta una risita y se rasca la frente antes de alzar un puño en solidaridad. "Así es. Hasta el
final".
El fulgor que envuelve la hipernave se agita antes de irrumpir abruptamente en el espacio vacío.
Ana se inclina hacia delante y observa la nada.
"Y... ¿el planeta?". Lentamente gira la cabeza escrutando toda la cabina de mando.
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Se desplazan a través del espacio sobre plácidas olas de nada hacia un lugar distante. El vasto
brillo luminoso de la Vía Láctea se expande y acapara toda la vista a pesar de los minúsculos y
afilados agujeros en el océano estrellado. La ausencia de ellos directamente aparente ante los ojos
de Ana como rayos de oscuridad de un sol negro a través de la cortina cósmica.
Jinju se activa, los sensores internos se vuelven locos. "Algo nos ha interceptado en mitad del
salto. Nos hemos desviado del curso unas...", Jinju calcula, "¿tres ua?".
"¿Qué?". Ana escanea manualmente las ecuaciones del trayecto en el ordenador de abordo. "Los
cálculos no son erróneos".
Cosquillas sinestésicas mordaces se arrastran rojas y pacientes. Grave y apremiante, para que no
escuchen aquellos que no deberían.
"Relájate. Sé que nos estamos desviando, pero no está tan lejos... relativamente hablando". Ana
hace una mueca ante una de las pantallas de navegación cuando una interferencia la atraviesa.
"Genial, no veo dónde estamos. Espera".
Una lenta arruga merodea por el espacio. Pinza el tejido. Los puntos insignificantes entre las
estrellas se deforman y provocan pequeñas perturbaciones en la congruencia estrellada de la
galaxia. Desde lejos no es nada. Un aleteo en el viento.
"Está oscuro ahí fuera". La voz de Jinju suena distante conforme echa un vistazo al exterior. Más
allá del dosel, una expansión sin horizonte.
"Es entonces cuando las estrellas brillan con más intensidad, Jinju. Encuentra alguna constelación
para orientarnos".
80
"Te llevamos ventaja, navecita". Ana comprueba los vectores de salto y activa los procesos de
alineación. Los propulsores de Mav chisporrotean para orientar la nave hacia el Sol. Ana revisa la
unidad de salto. Se acelera y luego se precipita antes de bloquearse.
"Vale, eso no me tranquiliza en absoluto". Ana despliega una boya sensorial desde la nave.
Rasputín punza y pincha el hierro rojo. Presión constante. Con insistencia localizada.
La nave se tambalea. A Ana se le revuelve el estómago. Jinju se sacude con violencia en el sitio,
una carcasa exterior de Luz absorbe alguna forma de fuerza.
Las agujas de hierro rojo silban como una tetera al tiempo que Ana se queda blanca por la
ansiedad.
Las sombras encubiertas se alejan una eternidad a través del vacío y se acercan demasiado; se
muestran solo cuando lo desean, solo a quienes desean.
Ana traga para calmar el estómago. "¿Qué ha sido eso? ¿Nos hemos movido?".
"Vámonos. Ahora mismo. Ana". Jinju ejerce presión contra el cristal del dosel, mirando hacia
afuera.
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||REAJUSTE DEL SISTEMA: SOLUCIÓN ASEGURADA||
"¿Otra vez? Pues vamos a quitarnos esta de encima". Los ojos de Ana observan con detenimiento
la onda gravitacional en el ordenador de abordo. "Forzando salto en 3... 2... 1...".
Se deslizan entre pliegues del espacio. Un sendero sin forma las impulsa. La nave se desplaza por
el subespacio a velocidades que superan con creces la capacidad de su unidad de salto. El color se
atenúa en la estela. Un escalofrío electrifica y convierte los sentidos de Ana en una euforia eterna.
La parte frontal de la cabina de mando se extiende hacia adelante, arrastrada hacia un punto de
fuga distante. Ana se esfuerza en mantener los mandos rectos. Sus movimientos parecen
diminutos, intrascendentes y demasiado lentos dentro de la ola. Fluctuantes bolsillos que
arrastran, se giran y se doblan, amenazando con arrojarlas a lo desconocido. La cabina da vueltas a
su alrededor, las luces de los indicadores parpadean en secuencia metronómica: el propósito y el
pigmento se materializan lentamente en su mente.
Ana intenta calmarse. Fuerza la cancelación del salto, agarra los controles y lanza la nave al
espacio antes de que los propulsores se quemen para estabilizarlos de nuevo.
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El brillo de un azul pálido inunda el dosel con luz planetaria. Ana quiere acercarse a la estación. El
trío avanza lentamente, cada uno recopilando en silencio sus habilidades. Más allá: pequeñas
balizas se vuelven rojas. Las siluetas satelitales se forman a partir del resplandor celoso del
planeta. Los radios de los instrumentos sobresalen de su chasis poligonal como cargas bélicas
antiguas de profundidad impacientes por disparar.
"Son satélites bélicos". Jinju rompe el silencio, ansiosa por alejar su hilo de pensamientos del
espacio extraño y las ondas de gravedad.
"Por fin tenemos suerte", dice Ana con alivio. "Seguro que podemos conectar en cadena a
Rasputín a la red de la estación a través del sistema de defensa".
Las bocinas de distorsión sensible atraviesan la cabina como una descarga de estrés. Las señales
de alerta de Rasputín ensucian el HUD del dosel.
"¡Cuidado!".
Ana aprieta con fuerza los mandos y se sumerge instintivamente en un aluvión de fuego láser. Los
propulsores delanteros rugen vibrando en sus manos mientras reduce para guiar la nave en
vertical y descender en una acrobacia, deslizándose alrededor de las ráfagas de seguimiento. Un
proyectil roza en su lado de estribor y rebota. Los temblores de ondas de choque reverberan a
través del casco.
"Rojo, ¡señaliza todos los vectores de fuego entrantes! Jinju, ¡arma los picos!".
Las compuertas se abren a lo largo del vientre de la nave. Un lanzagranadas con seis picos se lanza
cuando Jinju se engancha al aparato de artillería del arma. Los indicadores resuenan en el HUD del
dosel. Jinju lanza dos picos bélicos directamente al primero de quince satélites para cortarle el
paso a la vez que Ana conduce la nave entre ráfagas láser.
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Dos satélites con picos dejan de disparar cuando se anulan sus protocolos de defensa
automatizados, el software de seguridad no puede detener por completo la asimilación invasiva de
Rasputín. Vuelven a conectarse (picos que se funden en radios) y giran para disparar contra los
objetivos hostiles más cercanos.
Los satélites gemelos incorporados se recolocan formando un escudo para Ana y Jinju a medida
que se aproximan. Una llamarada carmesí brilla alrededor del escudo de satélites mientras los
láseres los cincelan. Ana observa cómo el HUD señaliza una apertura entre las explosiones.
Encuentra una milésima de momento y quema con fuerza el motor principal, luego alterna toda la
potencia para maniobrar los propulsores y conducir la nave bajo el escudo de Rasputín, con lo que
abre un camino para Jinju.
Jinju desata cuatro picos más. Aciertan sus objetivos. Rasputín propaga la plaga digital a través de
los sistemas teledirigidos de los satélites con cada pico ensartado. Exige sumisión. El fuego láser
atraviesa el espacio en todas las direcciones cuando Ana corta entre satélites en combate y rueda
para evadir los arcos de disparo superpuestos. Las ondas de choque tras la conmoción hacen que
la nave traquetee mientras los desafiantes satélites explotan o fallan uno por uno hasta que
acaban los disparos.
Un campo de satélites bélicos destituidos y escombros a la deriva dentro de la corriente orbital del
planeta, iluminado por un resplandor mesopelágico radiante. Más allá de ellos, casi perdida entre
la atmósfera de cremosas nubes, la estación Caelus.
Ana suspira. Parece que lleva aguantando la respiración desde el salto. Se esfuerza por dar
pequeñas bocanadas de aire para calmar sus doloridos pulmones y deja que la nave se deslice
hacia la estación sin pilotaje.
Jinju emerge del aparato de artillería y flota de regreso a la pantalla. Fofo y Dede salen de su
carcasa. "¿Qué ha sido eso, Ana? Lo que acaba de pasar".
84
"Mis deducciones me preocupan".
"Estoy de acuerdo".
Ana agacha la cabeza entre las manos y ahoga un sarcástico "lo he clavado".
ESTACIÓN CAELUS
Oscura e impotente, se desprende con suavidad. La estructura crece a medida que Ana se acerca
con cautela. La cohorte de satélites de Rasputín la rodea en una falange defensiva. La estación gira
para enfrentar el planeta. Brilla con la grandeza de un gigante gaseoso cuando las enormes placas
translúcidas del casco muestran unas entrañas desoladas envueltas en reflejo de espuma marina.
Jinju revisa los planos de la estación que llegan de los almacenes de datos del satélite. Caelus
consta de un conducto prolongado que contiene un muelle y conjuntos de comunicación finos en
cada extremo. Adentrándose, más allá de los muelles, destaca una explanada robotizada de
mantenimiento cubierta por un gran armazón completo y reforzado con un techo de vidrio grueso.
Los anillos en órbita, indicados como "Biomas" 1, 2 y 3, giran con pereza y al unísono alrededor del
cuerpo central, mantenidos en posición por potreros de bloqueo magnético que se alinean con los
peldaños metálicos colocados en el revestimiento exterior del núcleo de la estación.
Jinju localiza varios puntos de aterrizaje sin energía antes de decidirse a entrar a través de uno de
los muelles. Hace resaltar una señal del HUD en el dosel.
"Aquí. Este está abierto, aunque no se parece a nada, pero los anillos exteriores todavía están
presurizados".
"¿Lista para un paseo espacial?". Ana conduce hasta el muelle, observando los paneles interiores
transparentes de vidrio solar de los anillos giratorios. Ríos limpios chapotean a lo largo del anillo
exterior debajo de un tamiz divisorio. Tierra sucia brota en abundancia hacia arriba.
"¿Son invernaderos?".
85
"Creo que sí. Parece que todo está bloqueado en un archivo denominado 'contingencia'".
"No suena terrorífico", dice Ana, cogiendo el casco del gancho y la 18 Kelvin de un armario.
"¿Y cuándo no?". Ana mira la estación oscura. Es una tumba de potencial a la espera del próximo
amanecer planetario.
Jinju prepara la cartuchera de Ana. Los nanobots golpean con paciencia los bajos de las anillas
mientras esperan atención.
Ana se coloca el casco y pone una mano en la manivela de apertura del dosel. "¿No te los vas a
traer, no?".
El muelle está en calma, una estampa de innumerables posibles errores enfrentando el desafío.
Solo alberga una nave. La nave bulbosa yace rota, desprendida de los sistemas de sujeción tras el
fracaso de un intento de despegue. Las placas hexagonales reflectantes brillan como polvo
espacial cuando la estación ve la luz de Urano. Las manchas de calcinación oscurecen la pared del
fondo tras la hélice de iones en ruinas de la nave.
"Al sistema de propulsión le falta la célula iónica. No parece dañado, pero salta a la vista que
muchas cosas fallaron aquí".
Jinju emite luz sobre el fuselaje mientras flotan ingrávidas por todo el muelle derruido. El casco
reflectante está lleno de exos. Cadáveres inmóviles que cuelgan congelados en hilos de seda,
rodeados de gotas globulares de varios fluidos. La maraña de cables sueltos rodea a los muchos sin
vida. Uno o dos flotan por dentro de la cabina. Las placas en el pecho comparten un logotipo
impoluto.
86
ECO 1
Ana vislumbra un androide de trabajo tirado junto a la esclusa de aire interna del muelle y le indica
a Jinju que se acerque.
Jinju sopla hacia Ana con pulsos de Luz. Los restos y el polvo permanecen inmóviles en el vacío.
Sus agrupaciones, empujadas y atraídas entre sí desde el colapso del muelle, forman pequeños
microcosmos gravitacionales. Un nuevo sistema falso atrapado en la cáscara fallida de una época
pasada.
Ana enciende el micrófono del casco. "¿Qué tal si intentas acceder con normalidad al androide?".
El Espectro escanea el androide y se pone manos a la obra. "No es un simple robot de limpieza. Es
el encargado de la estación. Vamos a meterlo".
Ana apoya un pie en la pared y fuerza el cierre de la cámara de aire después. Las botas magnéticas
tintinean contra los azulejos. Polvo, chirridos resonantes y un sabor húmedo inundan la estación.
Incluso a través del respirador, los sabores rancios de la materia vegetal y la suciedad cubren la
lengua de Ana en una película terrosa. Atareada, se vuelve hacia Jinju, empalmando malas
conexiones dentro del androide y haciendo girar la luz para cargar las baterías.
"Funcionará, pero esta unidad no podrá almacenar energía. Solo aguantará si lo cargo".
Ana mira por el pasillo. Desde su posición actual, la esclusa funciona como un estuario que fluye
hacia el resto de la estación. Casi podía ver a la perfección el núcleo del procesador principal
central sobre una fortificación de paneles elevada en medio del espacio. Descansa bajo un techo
87
de placas translúcidas, bordeadas en halos de anillos distantes que caen tras la sombra. Una
escalera alineada con los muelles a cada lado proporciona acceso.
El Androide chisporrotea hasta encenderse, mira directamente a Ana y habla con el notable peso
de los años en la voz.
"¡Bienvenida, Ana Bray!". Qué emoción ver de nuevo a una Bray pasear por estos pasillos. Ha
pasado mucho tiempo".
Ana busca las palabras adecuadas. Jinju se encoge de hombros, las conexiones de Luz están en
gravedad cero.
El Androide se levanta sobre sus pies magnetizados y se sacude el polvo, casi chocando con Jinju.
"Perdóneme, pequeña bot de servicio".
"¿Bot de servicio?".
"Voy a desconectarte".
El Androide la ignora.
La sección principal de la estación es una sala abierta sobre puntales. En letras rojas grandes se
puede leer:
88
PROYECTO ECO
"Nada en Atlas".
Ana mira más allá del techo translúcido, melancólica, mientras el Androide espera otra pregunta.
"Así que esos cultivos en los anillos son suministros de alimentos para una misión de las colonias".
"En parte. ECO 1 y ECO 2 se almacenaron con grupos de unidades exo. Como bien sabe, su tarea
consistía en establecer y supervisar el desarrollo embrionario en La Colonia M31, Ubicación A y
Ubicación B".
89
El iris de Jinju se enfoca y desenfoca, moviéndose entre los dos. Su pequeño hilo de Luz zumba.
"Como bien sabe, su trabajo con el Estratega le convirtió en un activo muy valioso para supervisar
la selección de candidatos".
Ana contempla cómo gira el anillo y su mente se hace eco de la información. La noche artificial
deja paso al día artificial a medida que la rotación de la estación continúa.
"Como bien sabe, sí. Es más, su trabajo con el Estratega, como bien sabe, fue fundamental para
establecer Clovis 1-12".
"Sí".
"¿Cómo?".
90
Ana asiente y deja que el casco se deslice hacia atrás hasta descansar sobre los hombros. "Creo
que puedo atar los cabos sueltos por mí misma. ¿La estación está conectada a otras ubicaciones?".
Lleva la mirada hacia el anillo en la distancia, iluminado por el recurrente amanecer del planeta. Su
visión aumentada se detiene en los detalles.
"Como bien sabe, señorita Bray, esta estación está conectada a otras trece ubicaciones CLOVIS".
Jinju emite soniditos. "Quisiera creer que las decisiones que tomamos sirven de algo. Quisiera
creer que la que tomé yo sirvió de algo".
Bien conservada.
91
"El proyecto ECO requiere que la estación tenga conexión con los recursos de <VERBAL CIPHER ENGAGED> ROCA
MUERTA<VERBAL CIPHER DISENGAGED>".
Ana se queda ojiplática. "Jinju, desactiva el cifrado ese". Por encima de sus hombros, un brillo
reluce desde el lejano anillo central. Bioma 2.
Ana mira a Jinju. "El cifrador verbal". Hace una pausa y sigue la mirada de Jinju para ponerse frente
a Urano. Los ojos de Ana se adaptan al deslumbrante fulgor. "¿Qué pasa?". Coloca una mano
sobre el visor y agudiza la vista.
Un ambiente rojizo la rodea y su traje se desgarra en una fisura de tela que despide humo.
Fin
ACRITUD
ECO 1
92
"TOMA DE LA ROCA MUERTA EN MARCHA: El encargado de la estación inicia la anulación manual
en el muelle ECO 1".
ECO 0
Despierta solo. Una casualidad. Hay otros a su alrededor, pero siguen dormidos. Un aluvión de
energía se extiende por todo su cuerpo. La pantalla frente a sus ojos comienza a reproducir una
grabación completa con ayuda visual:
"Te damos la bienvenida a ECO 1. Antes de partir, deberías haber recibido información de un
celador de la estación. Si no recuerdas cuál era el que tenías asignado, acude a tu capitán de
tripulación. Bien, me llamo Ana Bray. Eres uno de los pocos con suerte que ha sido seleccionado
para el proyecto ECO. El futuro de la humanidad está en tus...".
Las fallas de energía sacuden la estación con truenos. El exo se desploma, sin vida hasta su
próximo reinicio.
ECO 7
Solo.
93
"ESTACIÓN EN PELIGRO: SOBRETENSIÓN CIRCULAR EN PROTECCIONES 1, 2, 3. Mantenga la calma".
ECO 22
"Error en los sistemas de propulsión principales. Sistemas auxiliares a punto de agotarse. Impacto
planetario inevitable. Activación de emergencia".
Desearía poder sangrar. Desearía poder morir. Se pregunta dónde estarán los celadores.
ECO 41
Vidas breves de confusión y dolor. Se empeña en caer en todos los sentidos. No hay nada.
ECO 89
Truenos de nuevo.
ECO 173
94
Y otra vez.
ECO 390
ECO 877
La celadora habla por primera vez tras muchas tormentas. Él escucha con atención sus promesas
retorcidas.
͑͛
̈̅ ̀ ̉͐̃̈́ ̉̓͗̈́̌̒ ̂̈́ ̊̋ ͗
͑
ECO 2̷̜͙͉͛̀̾6̸̩̲̦̼̂2̵ ̡͇ͅ 5̸̡͎͚̍͛͑̚̕͝ ̨̫̭̈́͑͝
͎ ̫ ̠ ̳ ͔͚
̙̤ ̭ ͍̗ ̲̳̬ ̠ ̟ ͉̮ ̲̥
̘
͈ ͖̪
Truenos, por última vez. La tormenta da vida, pero nunca llegó para arrebatarla.
Cae de las cadenas podridas. Raídas por el paso del tiempo. Cansadas, se rompen al menor gesto.
Las rotaciones no registradas pasan sin movimiento. ¿Libertad?
95
Razona preguntas. El hambre brota en sus entrañas.
Explora la estación. Desde la bahía de tumbas, hasta la carcasa mental, pasando por los espacios
sellados. En la luz y en la oscuridad.
La carcasa mental le enseña nuevos caminos. Le enseña la majestuosidad de las anillas. Le enseña
la clave.
Disfruta de su pequeña libertad. Cultiva. Cría. Sin saberlo, hace lo que debe hacer.
La carcasa mental le habla del Puente. Le habla de sus ancestros. Le habla del "ENLACE ECO".
La bahía de tumbas guardaba secretos. No había vuelto desde que había paseado por las anillas. Es
un sepulcro poco profundo.
Extrae tesoros de sus tumbas. Extrae conocimiento de las muchas mentes de la prisión.
96
Descubre el propósito de la prisión. Un destino para el Puente. Si él está en este lado, quizá los
celadores estén en el otro.
Las muchas mentes. Las palabras de quien miente. Quienes apresan. Se enterarían de su huida.
Desde la cuenca hueca, toma el poder de las estrellas para empuñarlo desde la lejanía. De su
carne: se adorna con un manto
de mentiras para engañar. Protege su alma contra los truenos que la matan.
͑͛
̅ ͑ ̈ ̀ ̉͐̃̈́ ̉̓͗̈́̌̒ ̂̈́ ̊̋ ͗
ECO 2̷̜͙͉͛̀̾6̸̩̲̦̼̂2̵ ̡͇ͅ 5̸̡͎͚̍͛͑̚̕͝ ̭̈́͑͝ (actualmente)
̗ ̟͎ ̮ ̫̠̳ ͚
̭̘̤ ̙͍ ̲̳̬ ̠ ͉
͈ ͖̪
Camina por el anillo cuando ella llega.
Ha seguido el Puente, justo lo que él quería. Lidera varias carcasas, pero solo una desciende con
ella.
97
La observa atravesar la bahía de tumbas. La mira desfilar por el gran salón de la carcasa mental.
Pero no es fácil acabar con una celadora, pues cuenta con muchos aliados.
Fin
DESCENDIENTE
ESTACIÓN CAELUS
ÓRBITA: URANO
Está sumergida.
98
Ana se queda sin aliento. Su cabeza nada en el esfuerzo.
"¡No te muevas! ¡Tu traje tiene una fuga!". Jinju insufla Luz con celeridad en el traje perforado de
Ana, su iris se mueve de un lado a otro mientras el oxígeno brota a su alrededor en nubes de
niebla.
Ana sacude la cabeza para aguantar el mareo. Un armazón ardiente se extiende a unos pocos
metros de distancia. Ella se inclina sobre una viga de soporte que llega hasta la oficina del
procesador principal.
"Me han disparado...", cuando lo procesa, la situación le da de lleno. "¿Me han disparado?".
Rasputín responde reduciendo a la nada cada centímetro del anillo en un radio de diez metros
desde el origen del haz de iones.
Las secciones del anillo central se queman y explotan bajo un fuerte bombardeo. El anillo se dobla,
se divide a lo largo de las uniones y se dirige al espacio. Las anclas magnéticas fallan cuando el halo
se fractura y se separa de la arquitectura central de la estación. Los fragmentos se precipitan hacia
el planeta. Las ruinas de Caelus caen sobre Urano en una prolongada consumación prolecida.
"RASPUTÍN, ¡PARA!". Los disparos láser cesan al instante. "¡Vas a destruir toda la estación!".
El dedo tenso espera en el gatillo. Ana hace trabajar a sus pulmones, faltos de oxígeno.
99
(!) HIPOXEMIA: 67% de oxígeno en sangre (!)
"Ana, deja de respirar tan rápido". Jinju se mece al son de la cabeza de Ana y vuelve a sellar su
visor con rapidez.
"No puedo quedarme quieta". Ana se levanta temblorosa y señala el anillo dislocado que gira
sobre ella. "No me gusta la posición".
"Sea lo que sea que te haya disparado, ya estará muerto. Deja de hablar. Estás perdiendo la
cabeza".
Los escombros caen sobre el hombro de Ana. Los dos halos restantes giran lentamente ajenos a
todo, a través de la nube de polvo funerario de su hermano. La distorsión misteriosa se eleva a
través de la división entre la estación y los anillos, la capa de invisibilidad se pierde por un
momento en vuelo cuando los escombros chocan con su forma. Rasputín detecta la anomalía.
Los armónicos soniditos del visor de Ana resuenan y se combinan con homogeneidad.
"¿Camuflaje activado?". Ana aspira una atmósfera delgada, con aliento sibilante. "Jinju, ponme un
visualizador auditivo".
Jinju gira y vuelve al traje de Ana. "Compilando una interfaz. Ahora. Quédate. Quieta".
Un panel del techo a veinte metros de Ana estalla en fragmentos de plástico quebradizo que
brillan y giran como pequeñas estrellas de neutrones, atrapando la última brizna de la luz de
Urano cuando los seres de la estación se oscurecen. La forma amorfa hace ruidos sordos en el
suelo, rompiendo los azulejos en una columna de polvo que se extiende hasta convertirse en una
espira antes de quedarse inmóvil en el sitio. La forma se detiene. Se interpone entre ella y el
muelle abierto y arroja a un lado la pistola iónica, sin munición. Los patrones hexagonales
tartamudean hasta combinarse con el interior de la estación mientras una tenebrosa oscuridad
100
inunda la habitación. Por un instante, un exo toma forma y, luego, la nada, mientras su cubierta de
camuflaje parpadea y vuelve a mezclarse con la oscuridad.
Ana no espera. Se apresura a subir con las botas pesadas y ruidosas por las escaleras hasta el
procesador principal, nota la arritmia en su corazón. Jinju desactiva el interruptor de las botas
magnéticas de Ana y la empuja a través de la puerta con una potente pulsación de Luz. Corre
detrás de Ana y termina de remachar su traje con puntadas de Luz cuando Ana cierra de un
portazo.
Los pies de Ana se agarran con fuerza. Se cuelga de ellos, como una viga suelta a merced del
viento.
Estabilizando...
El brillo de las palabras del visor contrasta demasiado con la oscuridad de la habitación.
"Superposición auditiva completa. Comprueba tu visor". La voz de Jinju hace que vuelva a
centrarse.
"Dame... un minuto...", Ana habla entre bocanadas de aire. Una mano temblorosa desenfunda la
18 Kelvin. La sala del procesador principal empieza a tomar forma a su alrededor con más claridad
a cada respiración. Es sobria, un gran escritorio solitario de roble singular domina el centro de la
estancia. Una pantalla de consola, apagada, está incrustada en la superficie.
101
Rasputín proporciona señales de estimación posicional en su HUD en un intento de rastrear a su
agresor. Camina hacia atrás, lejos de la puerta por la que ha entrado y hacia la puerta de la
escalera opuesta.
Capta temblores débiles en el exterior. Indirecta. Resuenan señales de ruido blanco como
interferencia en su visor. Estudia cada caso con detenimiento, buscando anomalías.
Detrás.
Da media vuelta a la vez que el exo atraviesa la entrada secundaria a su espalda. La puerta se
desprende de las bisagras en un torrente de polvo y convierte a Jinju en cristal.
"¡Jinju!".
Ana pierde el rastro de su atacante por un momento en la oscuridad antes de que despegue de
una superficie dura, apuntando a su visor. Ella descarga ráfagas con la 18 Kelvin. Algunos
proyectiles dan en el blanco, perforan la cubierta de camuflaje y revelan a su adversario antes de
silbar impotentes en la capa exterior del exo. Cubre la brecha a una velocidad pasmosa y atrapa la
mano que sostiene el arma. Ana descarga una ronda de arco, pequeños rayos alcanzan el cráneo
metálico del exo en vano antes de chamuscar el techo.
Estabilizando...
"Muere. Celadora".
102
La adrenalina recorre el cuerpo de Ana. Lo detiene. Se atrapan mutuamente. La visión de Ana se
empaña. Se queda sin aliento. Los músculos de los brazos tiemblan, faltos de oxígeno. Una chispa
se acumula en ella.
"¡Suéltala!".
Jinju corre hacia el exo y libera a Fofo y Dede con una sacudida de la carcasa. Los nanobots se
arrastran bajo el revestimiento exterior del exo y desatan picaduras de impacto a través de sus
sistemas, tomando posesión de sus articulaciones durante unos preciados segundos.
Jinju se apresura a ir con Ana. El Espectro se deconstruye, las puntas de la carcasa orbital giran
alrededor de un núcleo de Luz coalescente. Inunda la sala como una radiante estrella y sobrecarga
a su obstinada guardiana.
Los huesos rotos de Ana se curan. La Luz ilumina sus ojos. Su agarre, que todavía sostiene el
empuje del ataque del exo, le licua la mano chapada hasta desguazarla. Una gloriosa corona de
llamas solares brota de su visor y rompe la parte frontal en la cara del exo. Este se tambalea, y las
estelas de llamas se extinguen en el vacío. Ana se aleja.
El poder solar envuelve la 18 Kelvin. Ana lanza dos tiros de aniquilación celestial. Se abren paso a
través del exo, perforan el revestimiento de la estación y gritan por el espacio durante años luz.
Respira hondo.
"Resistente". Ana apoya una rodilla en el suelo. Un cañón se forma en la cabeza del exo.
Ama toma una larga bocanada de aire. Los ojos del exo no dejan de mirarla. Se niega a morir.
103
"Bray. Celadora".
La cabeza de Ana cae sobre sus hombros. "¿Cuántos de vosotros sobrevivisteis?". Quiere un
número concreto, pero no lo consigue.
El exo la mira cuando la luz de Urano vuelve a bañar la estación. "Los ecos... crecen... los
celadores... apresan...".
Ana mira la carcasa del Eco. El tenue resplandor de la pantalla iluminada de la consola del
escritorio le atenúa el rostro tras el visor.
Se sienta, muy quieta en rotación. Podría pasarse la vida observando aquello si tuviera tiempo.
Ana no piensa en la consola de acceso del procesador. Observa cómo Urano aparece ante sus ojos
una y otra vez. Domina el puerto de observación de la estación. Ella sigue el movimiento de las
nubes a lo largo de la superficie, pero solo en la superficie, y ve cómo difieren de la iteración
anterior en su último giro. Se pregunta si son diferentes debajo.
Acordes graves y estables rasguean en el casco de Ana, y quedan atrapados en el cristal roto del
visor.
104
Finalmente, habla con decisión. "Suelta los potreros de los otros anillos. Que los satélites los
transporten de vuelta a la Torre. Escanea las redes profundas en busca de cualquier otra cosa que
sea útil. A ver si sacamos algo bueno de todo esto...".
Caelus gira hacia la oscuridad una vez más y el brillo del planeta desaparece. Ana toca una ranura
con resorte en el escritorio. Se rompe, y se ve una etiqueta de a quién pertenecía.
CLOVIS BRAY
Fin
Tradicional
10, MAR 2020 - Destiny Dev Team
ÓXIDO
EXTENSIÓN DE LUCUS PLANUM
MARTE
Los crujidos tectónicos agitan la superficie. Apollinaris Mons llevaba dos días expulsando nubes
piroclásticas antes de que los temblores frustraran sus intenciones. Estos destrozaron la ladera sur
del volcán, lo que provocó que las placas continentales que sostenían el cráter de Apollinaris se
derrumbaran. Un relámpago volcánico bifurcó la iluminación hacia las plumas de hollín del
torrente de desprendimiento. Marte mudó la cara por completo, y con ella, se reveló el destello de
una época esplendorosa: huesos de gravilla pulida que colgaban entre peñascos con aleaciones de
basalto como si se tratase de trofeos en vitrinas de hierro.
105
Las tormentas marcianas irrumpen en el cielo tiñéndolo bermejo.
Las dunas se desplazan hacia el exterior del hundimiento, movidas por los fuertes céfiros y cada
una más distante de la anterior. Bajo las arenas movidas por la brisa, se desvelaban acumulaciones
de basalto como fósiles suavemente cepillados a la luz del sol por el aliento de Eolo. El viento,
ahora liberado de la resistencia pétrea, sopla con fuerza por los campos yermos y abiertos, se
despliega por los parcos yardangs con incrustaciones salinas que motean el desierto y regresa con
las corrientes. La arena y las cenizas lo acompañan. Trece espiras salinas iridiscentes rodean el
acceso en forma de nervios hacia el interior del cráter hundido, todas ellas salpicadas por el hollín
de ceniza de huesos calcinados.
Ana Bray recorre la flamante depresión envuelta en un atuendo hecho a capas, un chal desaliñado
de hilo suelto, a modo de plumero con el que va dejando su rastro. Jinju planea hasta ella y genera
una fina barrera de luz para protegerla de los incesantes vientos. Ana se detiene al filo del cráter.
La amplia cima de Apollinaris Mons compite por el dominio del horizonte, pues abarca los límites
de su campo de visión. Los resonadores acoplados a su Term0Máscara emiten zumbidos y disipan
la arena del visor.
"Tenías razón sobre la tormenta, Jinju: no parece dispuesta a apaciguarse", afirma con voz
crepitante a través del respirador.
106
Ana se mofa, "¿Dónde está tu espíritu aventurero?".
Jinju fija la vista intencionadamente señalando la enorme distancia recorrida, luego a la distancia
restante y de nuevo a Ana.
"Lo sé, no parecía tanto desde arriba". Mueve la cartuchera con compartimentos por encima de la
cabeza. Lleva una 18 Kelvin a la cintura.
Su vista aumentada gira y apunta a la instalación de la pared del acantilado al otro lado del cráter.
BrayTech. Una forma sólida y firme: un cenotafio para la progenie de su línea sucesoria. La mano
de Ana acciona el seguro de uno de los compartimentos de la cartuchera, saca un rastreador y lo
pone en marcha. Entonces brota una pantalla de resolución opaca y verde, y empieza a sonar un
pitido constante más adelante.
Potencia: 51 GWh
Hora: 12:04
"No hay señal de la colmena ni de los cabal... O quedan pocos o hemos llegado antes de lo que
esperaba". Ana cambia el filtro lleno de azufre del respirador por uno nuevo.
Jinju emite soniditos de alegría ante la ausencia de enemigos, "Ya era hora".
107
"¿Verdad?". Ana vuelve la vista al rastreador. "Eso es demasiada potencia para cualquiera".
Jinju asoma lentamente por encima del hombro de Ana y emite dos zumbidos suaves.
"Debe de ser una estación geotérmica". Asiente hacia el centro del cráter.
Ana guarda la información en su memoria antes de guardar el rastreador. "Buenas lecturas. Bien
hecho, Rojo".
Un tono sinestésico se propaga en forma de tintes frutales por su casco a modo de respuesta.
El descenso hacia el tejado de la entrada descubierta de la instalación era la ruta más sencilla. La
posición del trío en lo alto del arco abovedado les permitía observar el cráter. La calzada de la
entrada a la instalación se encontraba muy por debajo.
Jinju escanea un cilindro que sobresale del tejado corroído. El óxido se había cebado con la
estructura de metal durante años. Ana se arrodilla a su lado y rasca el óxido de la etiqueta
remachada del cilindro con el cuchillo de la bota.
Ana se apresura a analizar el nodo cilíndrico con el guante y quita el aceite y la suciedad de la
cubierta metálica en busca de alguna marca. "Hola, nodo craneal S-0319. Encantada de conocerte,
cabroncete escurridizo".
Acto seguido, usa la hoja del cuchillo para extraer el óxido y dejar al descubierto el metal
descolorido. ¿Cuánto tiempo habría tardado el óxido en deslustrar el brillo del acero y teñirlo? Ana
limpia la cubierta con la palma haciendo círculos, eliminando la ceniza poco a poco hasta
conseguir un tono pulido turbio. Expira, mueve los hombros y sigue descascarillando la superficie.
La hoja del cuchillo consigue agarrarse al pliegue de la marca del panel de acceso del nodo. Ana
lanza un impulso de Luz a través del cuchillo y libera la tapa del panel de la capa de óxido que la
cubría.
108
ACCESO AUXILIAR
SUBCONJUNTO: ESCARNIO 9
BRAYTECH™
SERIE: 1012058112-CLVS-9
Jinju emite soniditos y se balancea hacia la puesta de sol que irrumpe al final de la tormenta. Cae
un trueno.
Ana se inclina hacia atrás sobre los talones, quedándose sentada sobre la arena. Su mirada recorre
los montículos de herrumbre que colman el aliviadero. Un frente rojizo se desprende de las nubes
más arriba a kilómetros de distancia, casi consumiendo la tenue luz del Sol. El astro es un bulbo
109
frágil, y los pocos pétalos delicados de calidez que consiguen filtrarse hasta el rostro de Ana, no
son sino polen que aterriza sobre la superficie. Ana deja que la empape y lo disfruta un instante.
Ana observa la calzada más abajo. Había una puerta blindada, irregular a causa de la erosión, que
habían abierto a la fuerza. Jinju observa el desfiladero de un centenar de metros de profundidad y
desciende firme, con decisión. Ana saca un cable doble de la cartuchera y lo incrusta en la fachada
de piedra. Hace que su centro de gravedad se balancee y se deja caer amortiguando el descenso
usando la Luz.
Los pies se encuentran con el suelo y su Espectro la acompaña. Engancha el otro extremo del cable
doble al metal de la calzada y le conecta un dispositivo de subida automática. Ana activa el
dispositivo y afloja la cuerda.
"¿Crees que hay alguien en casa?". Ana agacha la cabeza hacia la entrada.
CLOVIS 9
110
"¿Nueve? Pensaba que habíamos encontrado todas las ubicaciones de Marte".
Fin
Pátina
CLOVIS 9
CRÁTER DE APOLLINARIS
El viento sopla a través de la puerta blindada. La brisa inunda el cráter y silba a través de los
huecos desiguales de los fragmentos metálicos. La puerta explosionada se había desprendido
formando florituras en el plastiacero de alta densidad, retorcido y en forma de patas de araña.
Ana fijó la mirada en el destrozo. "Esta puerta se construyó como una cámara acorazada y algo la
atravesó".
Jinju escaneó la puerta al detalle. "Hace falta mucha potencia para atravesar esta cantidad de
plastiacero".
En la puerta blindada se ven marcas de brusquedad, decoloración por calor, desgaste por fricción.
La superficie del metal está marcada por surcos salpicados de radiación fluorescente y bañada por
vetas de una pátina de cobre verde azulado. El óxido se concentra en las hendiduras que otrora
conformaban el centro de la puerta, mientras que los bordes en forma de litoral que lo rodean y
permanecen intactos en buena medida están hinchados y fundidos al marco abovedado.
Ana se acerca a la puerta blindada y pasa la mano por el acero. Acto seguido, silencia los
resonadores del visor. "No había visto esto desde arriba. Pensaba que lo habían picado, pero mira
estas marcas...".
111
Jinju está justo encima de la cabeza de Ana. Su mirada sigue los patrones en espiral de los
agujeritos que marcan el metal. Sin separarse, siguen enlazando conexiones que van del centro de
la puerta hacia fuera, esculpiendo canales simétricos a tan solo micrómetros de profundidad.
"Así que... no la golpearon. Más bien la oprimieron". Jinju se concentra en las fracturas marcadas
del metal. La fuerza se aplicó con delicadeza, como si alguien hubiera dividido, doblado y alisado
cada una de las protuberancias con suma meticulosidad.
Ana raspa la erosión y la introduce en un receptáculo esterilizado con las puntas de los dedos
envueltas en Luz y lo almacena en la cartuchera.
Jinju emite soniditos. "El destrozo es muy anterior a la erupción. Es un milagro que no se
inundara".
Ana asiente. "Los patrones parecen... longitud de ondas. ¿Qué piensas, Rojo?".
"Algo relacionado con la Edad de Oro. Por supuesto". Ana se masajea la mano mientras reflexiona.
"El escáner biométrico sigue indicando que está vacío. Fuera lo que fuera, ya no está".
Jinju enciende una luz de un chasquido e ilumina la perforación de la puerta. "Lo primero,
Guardianes".
Ana acerca el rostro a su Espectro. "Bueno, normalmente lo primero son los lacayos".
Rasputín hace sonar un ritmo purpúreo, resplandeciente y autoritario a través del casco de Ana.
Insiste con un vibrato orquestal que le recorre las orejas.
112
Acceden juntas.
Ana va delante.
La luz de Jinju motea la ceniza que ondea hacia el interior a través de la puerta perforada, pero el
resto permanece inmutable. Un pequeño atrium funcional los rodea. Encima, hay un montacargas
con dos enormes ventanas. Las manchas y borrones de suciedad ocultan una instalación mayor
sobre ellos. La recepción seccionada ocupa el espacio de la derecha, mientras que las taquillas
ocupan la pared contraria a la izquierda y algunos cráteres llenos de ceniza. Más arriba, había un
brazo giroscópico separado de la puerta blindada instalado en el techo. Las grietas de la
superestructura indicaban que había recibido un golpe violento.
La sala no es especialmente elevada, lo suficiente como para alojar el marco de la entrada que
tenían detrás. Desde el brazo, el techo se inclina hacia abajo de forma súbita hacia el mecanismo
de subida. Hay hileras de bombillas fluorescentes rotas o fundidas hace tiempo por todo el suelo
formando un campo de fragmentos de cristales que transforman el rayo de luz de Jinju en reflejos
prismáticos sobre las paredes.
Ana mira a su alrededor a medida que hace crujir los cristales bajo sus pies y se aproxima a las
ventanas. El visor se torna infrarrojo mientras un escáner analiza la sala. Marcas de calor... Nada.
"No veo puntos de acceso donde conectar a Rojo". Su voz denota frustración.
Jinju zumba y flota hasta superar a Ana y se descompila en forma de puntos de Luz que se filtran
hacia las paredes que rodean el montacargas. La linterna de Jinju la acompaña. La oscuridad
inunda el espacio que deja Jinju y aborda a Ana. Esta se detiene ante un epimisio de Luz que se
aferra a ella como una segunda piel.
113
Ana toca el cristal con los dedos y se inclina. Parece firme, frío, resistente a la presión. Junta los
dedos, dejando marcas en la capa de hollín. Cierra el puño y frota hasta hacer un hueco en la
mugre.
Un sonido emerge en las alturas y el casco empieza a emitir sonidos metálicos. Ana agacha la
cabeza reflexiva.
Las pocas bombillas fluorescentes que permanecían intactas se encendieron con la electricidad.
Algunas estallaron en destellos de centellas y ceniza, pero resistieron las suficientes como para
iluminar la sala con luz tenue. A través de la claraboya recién frotada, las luces centelleantes
dejaron entrever una infinitud de fluido antes de dar paso a unas ondas psicodélicas que recorrían
campos inmensos de circuitos. Ana acerca lentamente el rostro al cristal.
Una fina interfaz aparece sobre la separación de basalto entre el montacargas y la ventana,
alejándose.
Jinju recobra su estado físico y muestra un deje engreído en cada movimiento que esboza en el
aire. Su rayo de luz desvela figuras donde antes solo había oscuridad. "Rasputín no puede con
todo".
El montacargas desciende.
114
Siguen bajando en diagonal. Hay letreros a ambos lados que les son familiares.
El apellido Bray en sus orígenes, al menos hasta donde cobra relevancia, iba de la mano de Clovis
irremediablemente. Eran vestigios en el hueco del montacargas que, pese a que un manto de
ceniza lo emborronaba todo, solidificaban su legado mediante impresiones en plantillas visibles a
través de la maraña de alambrada que rodeaba al montacargas.
Ana deja escapar un silbido. "Rasssputín. Tu nombre aparece por todas partes".
Las tuberías hidráulicas crujen a medida que el montacargas pasa del hueco de montacargas de
piedra a un mirador de paredes acristaladas.
Ana da un paso adelante con Jinju siguiéndola de cerca. Ambos observan las conexiones en
manglares monolíticos de campos de circuitos y núcleos de datos sumergidos en un tanque
oceánico. El refrigerante sube y baja como una marea entre paquetes de cableado zafiro con la
brisa del bajío. La oleada psicotrópica inunda las irregulares arcadas de electricidad conforme
chisporrotea entre las torres como impulsos sinápticos.
El tinte se vierte a través del cristal y fluye por el ojo y el iris indistintamente, dejando caer gotas
de color sobre luces de emergencia apenas visibles. Ana se cuela entre los pulsos intermitentes de
pigmento que pasan sobre la cabina del montacargas. Podría pasarse la vida observando aquello.
Si el tiempo no corriera, podría bastarle.
Cautivador.
115
Algo parpadea en el visor:
"¿Esos son servidores? ¿Un archivo?". La voz de Ana denota una sutil emoción. Siempre había
imaginado que el Atlas era como un libro o un subconjunto oculto de directorios de archivos, pero
esto... Si era lo que ella creía... Después de todos estos años, las joyas ocultas siguen
sorprendiéndola.
Jinju escanea el líquido. "Están protegidos". Se hunde levemente ante el peso de su decepción.
"Resulta extraño que trabajaran con servidores a través de copias de seguridad, si es lo que es
esto. Solo he conseguido evitar el interruptor auxiliar del atrium".
Las puertas se deslizan sobre unos raíles impolutos y penetran en sus respectivos huecos en las
paredes. Esto les permite acceder al nexo de mantenimiento, alimentado por decenas de
trampillas de servicio, nudos de fibra y acceso a los sistemas nerviosos del túnel que se extienden
por toda la instalación.
116
PARANGÓN
El visor de Ana hace un barrido y deja ver a sus pies la abertura de una red muerta incrustada en
una red de túneles.
Jinju emite una risa ondulante a través de la carcasa. "La electricidad se restaurará
momentáneamente".
Ana se acerca a la puerta del procesador principal, las cadenas de luz de Jinju se disipan a su
espalda. No es una puerta blindada, pero sigue siendo mucho más densa que cualquier trampilla
de mantenimiento de los alrededores. Ana da la espalda a la puerta y vuelve la vista a la sala.
El visor se ilumina con punzadas cítricas de tono cobrizo de lado a lado. Las marcas de bala
interrumpen la uniformidad del suelo. Los huecos por impacto han sacudido trozos de piedra
fundida formando pequeños montículos por toda la superficie. Un chisporroteo brillante alrededor
de cada una de las pistas de contacto de Rasputín muestra tres zonas con concentración de
disparos.
"Parece que ha habido un tiroteo. Aunque solo en una misma dirección. Bien visto, Rojo".
Una satisfacción sedosa ondea sobre la piel de Ana y se disipa como un perfume.
"La energía auxiliar empieza a agotarse. Las centrales principales de energía, de un total de
veintidós, se conectarán de inmediato. Se recuperará la funcionalidad total del sistema operativo
en cuestión de uno o dos minutos".
117
"Bueno, solo podrías haber muerto una vez y eso sería todo".
El trío se acerca a la puerta cuando la activación del interruptor emite corrientes estruendosas por
toda la instalación.
Aparecen unas estelas que iluminan los recovecos y las marcas que recorren el suelo y el techo.
Dejan tras de sí los surcos del tiroteo.
Ana acerca los nudillos al casco y recibe una respuesta de tonos graves.
Una lente parpadea en la parte central superior sobre la puerta del procesador principal. Esta
emite una luz roja sobre ellos, se detiene en la insignia de Ana Bray y se apaga. Unos instantes más
tarde, una voz destartalada emite un ruidito sintético de reconocimiento. Un pistón se escurre en
unos tubos de grasa y silicona y la puerta de acceso se pliega hacia el techo.
Cuerpos.
118
Unas sombras intermitentes dejan ver tres figuras sumergidas e irregulares. Estas permanecen
inmóviles en charcos de aceite iridiscente; pegotes viscosos unen hebras textiles deshilachadas
como postes sin cables llenos de petróleo. Impotentes. Sin luz.
"Exos", entona Jinju destilando un aire sombrío en la cadencia de su movimiento conforme analiza
la escena. "Deberíamos reparar...".
"¿Y darles una limpieza de nuevo? No". Ana le sigue y se acerca a uno de ellos con cuidado de no
pisar el charco de aceite. "Déjalos estar... Además, no parece que vayan a ir a ninguna parte".
Entre los cuerpos hay un instrumento brillante, del tamaño adecuado para el uso de la tripulación,
con decoración elaborada y bordes con grabados caligráficos. El núcleo del instrumento está
conectado a varios tambores de disco de platino incorporados a la estructura, similares a los
pequeños resonadores del casco de Ana, y con una terminación en corona con forma de tolva de
diamantes artificiales.
"Esto es lo que utilizaron para abrir la puerta de la entrada". Jinju evalúa los daños estructurales
del dispositivo. La erosión, fruto de la manipulación, no le restaba su belleza propia de la Edad de
Oro. "Recibió varios golpes. No sirve. No se puede reparar".
Jinju se inclina sobre la máquina mientras Ana se aproxima a uno de los cadáveres exo. "¿Quieres
que lo teletransporte a casa?".
Ana se arrodilla. El visor marca surcos de bala, grietas y problemas mecánicos. Sus ojos, no
obstante, solo se fijan en el símbolo de BrayTech estampado en el uniforme exo. Ana coge una
insignia oxidada del cinturón del exo.
0220-17
PROYECTO ECO
119
AUTORIZACIÓN PARANGÓN
"Con esto pudieron acceder al montacargas... y atravesar el escáner de la puerta. ¿Cuánto hace de
esto?".
La electricidad vuelve. Una hilera de luces se enciende de un zumbido cuando la electricidad llega
a la sala. Un grueso recinto de cristal se ilumina en la pared del fondo. Detrás del muro divisorio de
cristal hay escaleras y varias consolas arrancando procedimientos automatizados.
Jinju analiza a uno de los exo. "Se han conservado bien aquí abajo, resulta difícil de concretar. Voy
a coger muestras".
Una voz sintética, estropeada por la falta de uso y la antigüedad, inunda la sala.
"Comprobación de seguridad...".
120
Dos cañones de riel descienden y se posicionan como sistemas de tiro. Ana agarra a Jinju con la
mano en la que lleva la pistola y la lanza hacia atrás mientras carga una granada de enjambre en la
izquierda. Se revuelca hacia un lado cuando los cañones abren fuego y lanza la granada en la
dirección opuesta al salto. Esta emite explosivos centelleantes que se dirigen hacia las torretas. Los
cañones caen en la distracción y disparan contra las distintivas marcas solares.
Ana apunta su 18 Kelvin contra el cañón de la izquierda y dispara una bala electrificada tras otra
hacia la torreta chispeante. El arma arde, sobrecalentada a medida que descarga disparos con
núcleos de Luz solar. El metal de la estructura de la torreta se funde. Se agita. Una descarga final
quiebra el cañón magnético y destroza el dispositivo rotatorio, que lanza metralla por toda la
estancia.
Una vez las centellas de la granada de enjambre se agotan, el cañón de riel restante rota y fija a
Ana como objetivo. Esta se esconde del disparo certero y gira sobre sí aprovechando la fuerza
centrífuga para clavarle un cuchillo solar a la torreta y partirla en dos. Un líquido incandescente
cae al suelo cuando el cuchillo explosiona.
Se activan los protocolos de extinción, cubriendo las llamas aceitosas con espuma de bicarbonato.
"¡Estoy bien!". Jinju aparece desde detrás de un cadáver exo y examina la torreta cargada de
balas. "Nunca habías penetrado un sistema de seguridad antes, ¿no?".
Ana golpea la insignia de Eco con el pulgar entes de guardarla. "Creo que no". Camina hacia el
muro más alejado.
"¿A qué se refería con 'mente rebelde'?". Jinju se aproxima al hombro de Ana, parcialmente
oculta, y le golpea el casco con un destello de Luz. "¿Alguien ahí sabe algo?".
Unas escalas de tono jade vibran y se propagan por el visor de Ana como un té con cafeína antes
de convertirse en nudos de color rojo intenso a la altura del pecho.
121
"Busquemos respuestas".
Ana pasa la tarjeta Eco por una hendidura brillante en el cristal. Suena un pitido de
reconocimiento y los cierres magnéticos se liberan de una gruesa puerta a prueba de balas. Se
abre paso hacia la sala. Jinju observa por encima de su hombro conforme avanza y comprueba el
acceso de Ana en la consola antes de proseguir.
CLOVIS 9
>ACCESO AL ESCARNIO
Ana echa la vista por encima del hombro a su Espectro antes de seleccionar "Desvío de red del
Estratega". "No, pero parece que este sistema tiene puertas traseras por todas partes".
"No es el Atlas, pero es un comienzo. Hay once estaciones más como esta. Existe toda una subred
defensiva completamente ajena a la iniciativa del Estratega". Ana da un paso atrás.
122
"Esa es la pregunta correcta", responde Ana investigando el terminal.
Las instalaciones enumeradas abarcan todo el sistema solar. La Tierra, la Luna, Europa, asteroides
a la deriva que ahora pertenecen a la Costa... Marte, claro está. Incluso tan lejos como Urano. Esa
estación orbital le llamó la atención. Eco. Vuelve de nuevo al menú anterior.
Tonos intermitentes de color latón abruman el interior del casco de Ana, frenéticos y desiguales.
"'Escarnio' suena fatal". Un par de movimientos ligeros llevan al trío al menú de acceso al escarnio:
Estado: [listo]
Autorización: [P-7s]
"Nunca está de más leer las instrucciones". Ana selecciona 'resumen de procedimiento'. Su mirada
percute la pantalla de carga.
123
________________________________________________________________________________
______
________________________________________________________________________________
______
Jinju hace girar el borde de la carcasa por encima de la pantalla de la consola. "¿Quieres que me
meta ahí dentro?".
"Sí, Descárgalo todo. Averigua dónde podemos conectar a Rasputín y dale el control de la
estación".
124
"¿Eh?".
Una relajante fragancia a lavanda emana del traje de Ana y calma la tensión amarga que había en
el ambiente.
Ana se inclina sobre la consola. "Todas estas conexiones conforman integraciones de red
unidireccionales provenientes de sistemas cerrados. Tendremos que hacerlo manualmente en
cada instalación".
"Oh...", emite Jinju con voz digitalizada a medida que se va apagando como un copo de Luz hasta
penetrar en la consola.
"Pero antes...", entona Ana volviendo al menú principal y seleccionando la solicitud de "Enlace
Eco" pendiente.
ENLACE ECO
125
(!) NEGACIÓN ORBITAL: 42 d 12 m 07 s (!)
"No hay tiempo que perder. Una vez consigas acceso para Rojo, tenemos una estación que salvar".
Fin
Memoria
10, MAR 2020 - Destiny Dev Team
Sobre la mesa descansaba una carta escrita a mano con garabatos desordenados.
"Shaxx, Señor de la Guerra, acepta mi desafío", anunció Felwinter tras resumir el contenido. "Nos
aconseja entrar desde el muro sur, que ha sido destruido. La puerta principal...", cogió el papel
para escudriñarlo de nuevo. "La está acondicionando para aguantar el frío".
"¿Ese es tu plan?". Preguntó Efrideet con cierto escepticismo. "¿Cómo te ha llegado el mensaje?".
"Tu plan no tiene sentido", dijo Saladino. "Y es una pérdida de tiempo".
126
"Ikora sí. Y sé que yo puedo", respondió Felwinter. Sus ojos ardían en el lustroso cráneo exo.
Efrideet tamborileó con los dedos sobre la mesa y Saladino mantuvo la mirada en la pulida
superficie.
"A no ser que alguno tenga una idea mejor. "El tiempo se agota".
Saladino negó con la cabeza. "Es cierto. Radegast quiere desplegar un ataque frontal. Con todas las
escuadras de los Señores".
Bajo el casco, Efrideet entrecerraba los ojos. "No puede hacerlo. Hay unas cien personas en ese
castillo".
"Puede que los Señores de la Guerra aprieten el gatillo. Pero no Radegast", repitió Efrideet.
"¿Has sabido algo de él últimamente? Está cansado de las guerras. Nadie lleva tanto tiempo
luchando".
"No es excusa. Vinimos bajo su mando para acabar con las disputas internas".
***
El cielo estaba completamente blanco y hacía un frío que cortaba cuando el trío entró al castillo a
través de la grieta abierta en el maltrecho muro sur. Al disponerse a recorrer la senda despejada,
127
los Señores de Hierro pasaron junto a algunos de los protegidos de Shaxx, que salieron huyendo al
verlos. Una criatura lloraba en los brazos de su madre. Se percibía el agotamiento en sus ojos, pero
no habían pasado hambre. Además, vestían ropas adecuadas para afrontar las inclemencias del
tiempo venidero.
Los Señores de Hierro se encontraron con Shaxx tras girar una esquina, donde el camino se
extendía hacia la enorme entrada de la fortaleza.
Aplicaba con cuidado un polímero líquido de secado rápido que hacía las veces de tope
improvisado bajo de un montón de antiguas puertas de plastiacero.
"¿No crees que eso aguantará demasiado bien?". Felwinter lanzó la pregunta conforme se
acercaba con los Señores de Hierro.
"Lo disolveré cuando la tormenta haya pasado", respondió a la vez que apretaba con ambas
manos un tubo de gel para extraer una generosa cantidad de pasta.
"Una solución bastante tosca. Un adjetivo que describe bien tu forma de luchar".
"Hago lo que puedo con lo que tengo", dijo Shaxx tras ponerse en pie y comprobar el acabado de
su trabajo. "Sin esto, nos congelaremos. Quienes no tengan Espectro sufrirán".
"Esta gente está bajo mi protección. Se lo debo. Algo que los Señores de Hierro deberían tener
más en cuenta respecto a sus protegidos".
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"El Decreto de Hierro se creó para proteger a aquellos sin Espectro", alegó Felwinter. "Abandona
tu territorio y únete a nosotros. Déjanos enseñarte cuán poderosa puede llegar a ser tu Luz".
"Unas palabras contundentes. Seguro que le dijiste lo mismo a Citan, antes de matarlo a él y a su
Espectro".
Saladino miró con sorpresa a Efrideet. Ella fingió no darse cuenta y mantuvo la mano cerca de su
cañón.
"Vuestro Decreto no permite darles una muerte definitiva a vuestros oponentes", siguió Shaxx. "Y,
aun así, has matado a incontables Señores de la Guerra. Incluso a un Señor de Hierro, si es que los
rumores son ciertos".
Los ojos de Felwinter se encendieron. Avanzó un paso más. "¿Eran amigos tuyos?".
"San sirve al Orador, no a los Señores de Hierro. Habla muy bien de ti".
"Quizás no me he expresado con claridad. No me voy a ninguna parte. Y vosotros no vais a entrar.
Mientras proteja este territorio, no permitiré daños colaterales por guerras territoriales dentro de
nuestras fronteras. Los Señores de Hierro y de la Guerra podéis largaros por donde habéis venido".
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Felwinter calculó que Shaxx estaba a poco más de un metro de distancia.
El Señor de Hierro dio un paso atrás, hizo aparecer una espada solar de la nada y se precipitó hacia
Shaxx. El Señor de la Guerra viró a un lado mientras la hoja ardiente silbaba cerca de su yelmo,
esquivó el mandoble horizontal que siguió y dio un paso atrás cuando Felwinter clavó la hoja en la
piedra del suelo. De la cámara manaban fuego etéreo y Luz solar.
De un puñetazo, Shaxx le arrancó la cabeza de los hombros a Felwinter bajo una lluvia de chispas.
La Luz del Señor de Hierro murió cuando su cuerpo se desplomó.
"Deberías haber usado tu vacío", dijo Shaxx. "Podrías haber derrumbado el fuerte sobre nuestras
cabezas. Habrías tenido alguna oportunidad".
Las manos de Shaxx envolvieron los hombros de Felwinter como lunas descendentes. "Te habría
detenido. Pero me gusta cómo piensas. Ahora, largaos".
El Señor de la Guerra abandonó la cámara sin mirar atrás, de camino al muro sur.
"Necesito más tiempo", dijo Felwinter, antes de que Saladino o Efrideet pudieran articular palabra.
Saladino negó con la cabeza. "Radegast ya nos ha encomendado asaltar la Casa de los Demonios.
Ha habido un alzamiento en el Cosmódromo. Esta era nuestra oportunidad de convencer a Shaxx y
hemos fracasado".
130
"Uno más o uno menos no marca la diferencia en un asalto contra los caídos. Ganad tiempo y
resolveré este asunto".
"No nos queda tiempo. Tú mismo lo dijiste. Hordas de Señores de la Guerra atacarán esta
fortaleza".
Efrideet se acariciaba la barbilla blindada con los dedos. "Podemos conseguirte tiempo. Los
Señores de la Guerra en la región respetarán un duelo prolongado contra Shaxx". Sus ojos
destellaron hacia Felwinter bajo el casco. "Shaxx lleva a la espalda varias bajas confirmadas.
Muertes irreversibles. No es nada fácil desafiarlo. La mayoría de esos cobardes no lo harían, así
que permitirán encantados que vuelvas a intentarlo hasta que a Shaxx le dé por ir a por tu
Espectro...".
"Cambio de planes, pues", comentó Saladino. "Tú serás quien gane tiempo".
"Mantén a Shaxx ocupado hasta que finiquitemos el problema con los caídos. Después,
volveremos a por este castillo. Efrideet, ¿puedo hablar contigo en privado?", preguntó Saladino,
mientras su capa revoloteaba a su alrededor tras marchar en la misma dirección que Shaxx y
dejando a Felwinter solo en la cámara.
***
131
Efrideet resopló. "¿No lo sabías?", exclamó por encima del viento conforme descendía la montaña
junto a Saladino por un camino de gravilla cubierto por la nieve.
"¿Jamás te has preguntado por qué Radegast lo odia a muerte?", preguntó ella. "Tiene sentido".
"Cada una de las muertes confirmadas de Felwinter ha violado el Decreto de Hierro. Ha aportado
pruebas de sobra. Asesinos de Espectros, homicidios y cosas peores. Todas. Pero jamás pidió
permiso".
"¿Así cómo?".
Saladino alzó la vista para mirar a un trío de pájaros carroñeros que daban vueltas sobre ellos
conforme caminaban. "No hay ningún plan. Sofocaremos la sublevación de los Demonios, luego
crearemos una estrategia de asalto frontal con toda la artillería de los Señores de Hierro como
apoyo. Con suerte, Felwinter entretendrá a Shaxx hasta entonces".
132
"Si los Señores de la Guerra le atacan antes, será una catástrofe. Shaxx no nos ha dejado
alternativa".
***
Shaxx y Felwinter observaron cómo Efrideet y Saladino bajaban por la meseta nevada desde el
muro sur derruido.
"Hoy no", Shaxx negó con la cabeza. "Mi Espectro cree que nevará antes de que anochezca".
"Caminante caído".
"No hay polímero de la Edad de Oro que pueda reparar este muro antes de que se desate la
tormenta".
"¿Amparo del alba? Se congelarán. Necesitas Pozo de resplandor. Mi Luz será vuestro muro".
"¿Insinúas que mi Martillo del Sol no arderá lo suficiente para superar la tormenta?".
133
"No le confío mi pueblo a nadie. Pero si lo que buscas es un techo, puedes quedarte".
"Los llamas 'tu pueblo'. ¿Gobiernas sobre esta gente? ¿Como lo haría un rey?".
"No".
***
Durante días, la tormenta impidió que nadie cruzara el camino de la montaña. Gracias a Felwinter
y Shaxx, la gente del castillo estaba a resguardo de los elementos.
Saladino y Efrideet informaron de que la campaña de los caídos duraría al menos unas semanas
más.
Así que Felwinter volvió a desafiarlo. Y Shaxx aceptó. Señor de Hierro y Señor de la Guerra se
vieron las caras en el campo trasero, más allá del maltrecho muro sur.
134
Felwinter apuntó con la palma de la mano hacia el centro de masa de Shaxx. El Señor de la Guerra
fintó a un lado, evitando por poco la explosión de Luz de vacío que floreció de la mano de
Felwinter, y golpeó a este en el cráneo, lo que lo hizo retroceder.
Felwinter se apoyó sobre una rodilla y después se alzó con gran dificultad, mientras su largo abrigo
se mecía a su alrededor. De una pequeña fisura en el cráneo le emanaban chispas. "¿Cuántos
Señores de la Guerra te han desafiado?", preguntó.
"Perdí la cuenta hace siglos", respondió Shaxx. Se quedó inmóvil en su posición, a la espera de que
el exo atacara.
"Nunca me detengo. Jamás descanso", dijo Felwinter. "Y los Señores de la Guerra son como yo. Se
niegan a acabar unos con otros, no por un código o un Decreto de Hierro. Sino porque temen
morir. Y pulularán por este mundo por toda la eternidad". Felwinter alzó los brazos, dispuesto a
lanzar su ataque. "¿A cuántos de nosotros te enfrentarás?".
"A los que haga falta". Shaxx acortó la distancia, superó las defensas del exo y hundió el puño en la
sien de Felwinter hasta hacerle añicos la cabeza.
***
El cielo estaba despejado, así que Felwinter lo volvió a desafiar al día siguiente.
Y Shaxx aceptó.
135
Eso era cierto. Un golpe de rodilla le separó la cabeza del cuerpo al Señor de Hierro en cuestión de
segundos, en un breve combate cuerpo a cuerpo.
Cuando el Espectro recompuso al exo, Shaxx ya estaba a medio camino en dirección al muro sur.
El Señor de la Guerra se giró hacia él. "¿De qué estás hablando?", preguntó.
"Encontraré la manera".
"Ya sabes cómo. Si no quieres unirte a los Señores de Hierro, déjanos ayudarte".
"Vuestras guerras han dejado a mi pueblo sin hogar. Y sin cosas más importantes. Jamás confiarían
en vosotros".
"Demuéstralo".
"Demuéstraselo a ellos".
***
136
Semanas más tarde, Efrideet y Saladino llegaron con un ejército plateado provisto de relucientes
armas en las manos.
Felwinter y Shaxx observaban lo que ocurría desde las ruinas del muro sur.
"Han venido tus amigos a apoyarte", comentó el exo. "Si es que hace falta".
"Díselo. Detén todo esto antes de que comience el tiroteo", dijo el exo. "Tu pueblo no
sobrevivirá".
"No. Ellos no son como nosotros. Todo en lo que podrían convertirse también muere con ellos".
Shaxx miró hacia abajo, hacia los Señores de Hierro. "Siempre estáis metiendo las narices en
asuntos que no os conciernen. Sobre todo Radegast".
"Radegast no tiene ni idea. Cree que carga con el peso de todos a los que protegemos. Nadie es
tan poderoso. Ni siquiera un portaluz".
"Porque los Señores de Hierro van a cambiar el mundo, nadie podrá detenerlos".
137
"Yo te he detenido".
"Tu pueblo no sobrevivirá a esta batalla. Haz que los Señores de la Guerra se rindan. Te harán
caso. Te tienen miedo. No estás atado a un Decreto de Hierro".
Shaxx negó con la cabeza. "Tienen miedo de que todo en lo que podrían convertirse muera con
ellos".
***
Shaxx estaba junto a los Señores de Hierro en el camino que subía la montaña.
"Shaxx", respondió Felwinter. Le dio una suave palmada en el hombro a Shaxx. "Ha ganado Shaxx".
El exo habló a solas con Efrideet para organizar un plan de evacuación para llevar al pueblo de
Shaxx al observatorio de Vostok en el Cosmódromo.
Saladino y Shaxx se mantuvieron en silencio conforme el resto de Señores iniciaban su marcha por
la senda.
138
"¿Shaxx, Señor de Hierro?".
"No".
***
Felwinter, Saladino y Efrideet estaban sentados alrededor de una gran mesa de roble, dentro de la
fortaleza sobre la cima de la Cumbre de Felwinter.
"Nos llevará tiempo corromper los códigos de seguridad", explicó el exo, señalando una extensión
bajo tierra, a un kilómetro de la fortificación. "Pero es lo que es. Uno de los pocos en la Tierra.
Único incluso en otros mundos. Algunos tienen conexiones con sistemas más importantes que
otros. Todos de la Edad de Oro. Algunos albergan armas. Armaduras. Nanobots".
Llevaban horas caminando, entrando y saliendo del territorio de los caídos. Timur se esforzaba
poco por evitarlos y Felwinter seguía sus pasos. No tenía ni idea de hacia dónde se dirigían.
Aunque Timur no había dejado de hablar. Le preguntaba a Felwinter que qué sabía sobre SIVA.
Qué conexión creía que podría tener con el Estratega. Una suerte que Felwinter ya fuera conocido
por ser de pocas palabras.
Se hacía el tonto cada vez que Timur sacaba los serafines a colación. Y Timur tenía la mecha muy
corta. Le hacía sentir bien, como si Felwinter tuviera el control.
139
Abriéndose camino a través de otra turba de aguijones, Felwinter echó el freno y dejó que Timur
se ocupara de casi todo. Cuando Timur abrió la boca de nuevo, su voz, falta de aliento, irradiaba
una pasión y un entusiasmo que Felwinter no sentía.
"¿Alguna vez te has preguntado qué es lo que te atrae en ese vacío de memoria?", jadeó Timur.
Felwinter esperó, tenso. Sintió que el mundo a su alrededor se contraía hasta que no quedaba
nada, solo la pistola que sostenía. Escuchó el susurro de su Espectro a través de la comunicación
del casco: "Espera".
Timur se adelantó imprudentemente. Contaba con que Felwinter vigilaría sus espaldas y eso hizo.
Lo vigiló al marchar. También vigiló a su Espectro. Había muchos caídos por la zona. Podría
haberles pasado cualquier cosa. Habría sido fácil contar esa historia cuando estuviera de vuelta.
"No saques conclusiones precipitadas", le susurró su Espectro cuando se quedaron atrás, pero
Felwinter detectó inseguridad en su voz. Asió con más firmeza el arma y alzó un poco el brazo...
pero lo dejó caer de nuevo cuando Timur se dio la vuelta. "Es un picor que no se va, ¿verdad?
Quizá no sabes de lo que hablo".
"¿Crees que soy uno de ellos?", preguntó cuando Timur retomó la marcha. "¿Lo que son todos los
exo?".
"Lord Felwinter, sé bien lo que eres", dijo Timur con voz risueña. Felwinter alzó el arma de nuevo.
Un miedo bien conocido le encogió el pecho. Vio cómo su futuro cambiaba. De nuevo. Se vio a sí
mismo huyendo. De nuevo.
140
La voz de Timur seguía teniendo un tono alegre cuando volvió a hablar. "Sé lo que eres", dijo. "Y
no eres un Estratega ni ninguna de sus marionetas".
Felwinter bajó el brazo y este se meció contra su costado, como si de pronto toda energía lo
acabara de abandonar. Era imposible, pero casi se sintió mareado. Su Espectro volvió a susurrar
algo, pero no pudo escucharlo por encima de su propio alivio.
"Oye", dijo Timur. Caminaba con la arrogancia de quien no se ha percatado de cuán cerca ha
estado de la muerte. "Ven a ver esto".
FALSOS ÍDOLOS
10, JUN 2020 - Destiny Dev Team
El sumo sacerdote se arrodilló frente a su dios marchito, atrapado en la ambivalencia de su
ideología hecha pedazos. Su fe había sido reemplazada por la realidad del fracaso de Xol.
Ni el conocimiento ni ningún ritual obsceno enterrados en tomos decrépitos podían
restaurar lo que se había perdido, ni él estaba dispuesto a cometer tal intento.
La desilusión se apoderó de él. La voluntad de los miles acallada por Luz y código. Hubo
un tiempo en que lo hubiera denominado herejía, cuando todavía no conocía la verdad:
El ignorante había sido Nokris, quien miraba al sol. Pues, ¿qué es la divinidad, sino una
estrella que ciega? Una estatua que se derrumbará, que puede incitar a las masas
quejumbrosas que buscan poder en la muerte de lo antiguo. Dioses, destruidos por peones,
derribados y arrojados al barro.
Nokris vagaba en pleno invierno por el polo norte de Marte. No contaba con el poder de
hacer que se alzara aquello que permanecía congelado bajo la superficie. Cerró los ojos y
alcanzó los rincones más recónditos de la existencia en su mente, en busca de restos del
poder de Xol. Pero solo vio negada su comunión por meses de indiferencia desconectada.
141
Mediante su conexión, había descubierto que Xol seguía con vida, enterrado y olvidado en
las profundidades de la corteza de otro mundo. Había acariciado con la punta de los dedos
la confirmación de su nuevo dios, solo para sentir que se alejaba, apático y ansioso por
romper los lazos. Nokris, demasiado débil para cumplir su propósito, había sido
abandonado. El gusano quería que lo empuñara otro y, así, llenarle las manos de poder
como servidumbre justificada en las entrañas de Ío.
A pesar de los muchos rastros de la influencia de Xol en Marte, ninguno le era tan útil
como el trozo de piel de gusano que atrapó con las garras. Quizás fuera incapaz de crear la
muerte necesaria para alimentar su apetito y forzar un cambio paracausal de todo ello, pero
conocía a quienes sí fomentarían toda esa violencia. Comenzó a maquinar su plan
mentalmente, a partir de susurros provenientes de recovecos profundos que no había
explorado en años.
Había sostenido el trozo de los restos de Xol durante tanto tiempo que le había tallado
surcos en el revestimiento óseo de la mano. Con él, tenía la intención de abrir lo que
siempre se le había ocultado por la lógica de la espada. Quería construir su propio portal
Ascendente de las legiones de cadáveres de su progenie resucitada. Fétidas hileras de
lacayos, podridos bajo la escarcha sobre quitina agrietada, lo rodeaban y esperaban el ritual.
Su carne recuperada: fuego de alma que prende.
Se acercó a las profundidades y dejó que las ataduras latentes que se aferraban al despojo
de Xol guiaran su voluntad hasta que pudiera dar forma a la realidad a su alrededor. El cebo
estaba preparado. Quedaba esperar a los agentes de los cielos, quienes acudieron con furia y
el combustible de la muerte. Hicieron aquello para lo que fueron creados. Serviles y
dominantes, no conocían otro modo de obrar más que acabar con aquello que se opusiera a
su impresionante Luz. Su matanza justa atrapó la transición de Nokris y su trampa atrajo la
atención del trono de los poseídos.
Los siervos de los cielos irrumpieron en las hondonadas lóbregas, como tantas veces antes.
El miedo a la resurrección de Xol desencadenó su frenesí cual hierro abrasador a la espalda.
Miedo a que se hubiera doblegado ante su propósito. Su muerte: una ofrenda que sellaría el
hechizo y abriría una rendija a través de la cual su alma podría deslizarse hasta el Plano
Ascendente.
Pero la astucia era el segundo nombre de una participante más antigua, quien se había
percatado de su conjura. Desvió a Nokris lejos de su destino para que se bañara en las
costas de su corte. Cuando recuperó la visión, fijó la mirada para ver a la reina poseída,
envuelta en la gloria de medianoche de un horizonte de eventos.
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Un trono de singularidad pervirtió el espacio frente a él. La reina de las mentiras, rodeada
de distorsiones y lentes gravitacionales, estaba sentada en el interior de su inestimable
profundidad. Su voz era la distante discordia hacia el rojo y el todo alrededor de Nokris. Su
presencia: el reino mismo, infinito y dispuesto a conquistar.
Savathûn habló. "Rompedor de pactos. He aquí un hereje. ¿Qué rechazo aún no se ha dado
que has vuelto a mí?".
"Alimenté al gusano y, aun así, falló", respondió. Nokris observó el punto vacío del
espacio, cediendo constantemente ante su forma. Apenas podía vislumbrar la silueta de
Savathûn entre tanta distorsión.
Nokris estiró la piel del rostro hacia atrás para mostrar una sonrisa esquelética. "La espada
no guarda verdad alguna. Los gusanos son dioses de poca ambición y no reinan nada".
Nokris inclinó la cabeza por primera vez desde que se vio arrastrado allí. "La reina es sabia.
No compartía la obstinada ambición de mi padre ni el hambre de mi hermano por la gloria".
"Mi vida está vacía: sirvo a quienes me rechazaron. Nuestra sangre es todo lo que queda del
antiguo pacto".
La voz de Savathûn cayó sobre él desde todas direcciones. "Tú, un usurpador: el primer
tirón al final de la cadena".
"No. Como espino, has eludido las profundidades a través del sacramento prohibido y así
continuarás. Las profundidades me temen, tal y como te temíamos a ti. La ignorancia se
mantiene. El conocimiento usurpa. Aquí es donde has encontrado un propósito en mi
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corte".
"En una época anterior, las intenciones eran escasas. Veo tu valor, como debimos haberlo
visto entonces. Todo aquel que te ha rechazado, cegado por la espada, caerá como los
granos de la guadaña".
"Como hizo Xol por mi corazón, ofrezco un intercambio. Conocimiento por conocimiento.
Permítame acceso al talento de la Mente Onírica y os enseñaré lo que me pedís".
"Un trato rebelde en medio de las mareas oscuras, que así sea. Bajo mi símbolo, renacido y
hecho a mi imagen, nuestro trato marcará un nuevo comienzo".
"Donde los cielos besan las profundidades, te erigirás como el muro que propaga la
disonancia y tras ello… caminaremos sin obstáculos por las inclinaciones parasitarias de
aquellos que se creen poderosos".
"Libertad. Están enfrentados unos contra otros. Nos moveremos por el espacio intermedio".
"Di mi nombre".
Nokris fue expulsado de la corte de Savathûn tan de repente como había aparecido ante
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ella. Surcó el Plano Ascendente, ahora con un destino marcado.
Su presencia no había sido más que un espejismo, calado y vendido por la mentira de su
marioneta parlante con quien, sin saberlo, Nokris había hablado. En realidad, dentro de la
órbita de singularidad tan solo se encontraba un lacayo, pues la reina no sería tan ingenua
como para mostrarse en persona.
Savathûn observaba su falsa corte desde huecos distantes y trascendentes. Su nueva alianza
había forjado un doble poder: tanto en la devoción de Nokris, como en engañarlo con su
lacayo portavoz dentro de la singularidad. Inspiró su acuerdo desesperado y se preparó para
la futura batalla.
HABITANTES DE LA CIUDAD
10, SEP 2020 - Cozmo
1. GENERACIONES
Suena la música. Bajo un cielo veteado por el brillo de los vestigios del Omnipotente, los
habitantes de la Última Ciudad están de celebración. Los restos arden a través de las nubes y
explotan como si fueran fuegos artificiales. Los que recuerdan la Guerra Roja observan el cielo con
una esperanza contenida. El Estratega hizo lo que predijo el comandante Zavala, y ahora el Viajero
(que ha demostrado ser un excelente escudo) aleja cualquier peligro procedente de la lluvia de
escombros. Los fragmentos de ese trasto que de otra manera habrían impactado directamente
contra la Ciudad se precipitan sobre su gigantesca cúpula de Luz para luego desaparecer en la
distancia.
Bajo la atenta mirada de los titanes que vigilan las fronteras de cada distrito, los niños ríen y
corren por las calles con fusiles de madera. Su imaginación transforma las aceras de piedra en
túneles del búnker del Estratega; ahora, las casas y los callejones llevan hasta terminales de acceso
mientras se ponen a cubierto y usan los conductos de ventilación para realizar maniobras laterales
con rapidez. Rufus, un enorme perro callejero de color negro, salta entre la marabunta de niños
como si de una feroz bestia de guerra se tratara. Se agolpan alrededor de él para acariciarlo, así
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que se da por vencido y se pone boca arriba, con la panza mirando hacia el cielo. Los niños más
mayores rugen ante la caída de su poderosa bestia de guerra mientras cargan con armaduras cabal
de color rojo hechas de papel maché. De repente, aparecen unas granadas de bengala que estallan
y brillan como si estuvieran cargadas de Luz.
Bajo el Viajero se encuentra un guardián de verdad; está al mando de esos pequeños soldados de
la Luz, que se amontonan a su alrededor. Su armadura (de oro reluciente para alguien con mucha
imaginación) es, en realidad, mate y está deformada por los rebotes y las marcas que indican que
se ha librado por los pelos en más de una ocasión. Las fundas de sus armas están vacías, excepto la
de la pistola cargada que lleva pegada al pecho. Levanta un puño para calmar sus corazones ante
la carga. La amenaza cabal avanza con un estruendo descomunal. Los defensores alzan sus fusiles
de madera. El guardián se arrodilla, golpea la tierra con el puño y abre una grieta de Luz
regeneradora. Los niños braman.
Sus ejércitos colisionan. Los cabal se quejan de que ellos no tienen guardianes.
Rehnpeir oye el alboroto del exterior mientras escurre el agua y el jabón de un trapo áspero. Las
gotitas rompen el ritmo de las ondas que forma el agua al ritmo de la música procedente de un
desfile cercano. Observa la ruptura de la armonía con optimismo.
En la cara de Rehnpeir se dibuja una sonrisa. Las palabras de su nieto suenan desprovistas de
preocupación. La idea que tienen los niños de la batalla es una reproducción de los cuentos que
narraban con grandilocuencia unos guardianes convertidos en leyenda. Ni siquiera los más
mayores recordaban mucho la Guerra Roja, por no hablar de las luchas que habían tenido lugar en
distantes mundos desconocidos. Las murallas ya estaban allí cuando nacieron y esas historias que
se aferraban a las gargantas de sus mayores apenas tenían peso sin los cimientos de la
experiencia. Ellos no entendían el horror que conlleva la valentía de marchar al frente, ni que para
los héroes el precio de la fama se paga con cuerpos mutilados y amigos muertos. Los conflictos del
pasado se habían convertido en un mito enmarañado en las mentes más jóvenes; una alegoría de
las lecciones olvidadas entre la estabilidad de la Ciudad.
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Esa ingenuidad lo enternecía. A pesar de todos los peligros que los acechan, hoy están a salvo.
Todavía no ha llegado el momento de perder la inocencia; de hecho, puede que pronto los
habitantes de la Ciudad no recuerden más que los tiempos de paz.
2. HABILIDADES SOCIALES
El sol se pone silenciosamente, revelando un manto naranja ceniza que deja entrever un cielo azul
mientras cae la penumbra desde la muralla occidental. Las reuniones bajo las farolas que
surgieron tras la destrucción del Omnipotente han ido desapareciendo desde la llegada de la flota
negra; sus celebraciones se han convertido en terror y desasosiego.
Los titanes refuerzan las secciones más antiguas de la muralla y vigilan las calles. Los cazadores
forman escuadras de reconocimiento y se adentran en las tierras salvajes cercanas para controlar
los movimientos enemigos, espoleados por la llegada de los visitantes mientras el manto de la
noche cae sobre ellos. Los hechiceros se reúnen en masa en los jardines de piedra, bajo el Viajero,
en un intento desesperado por meditar, rastreando su Luz en busca de alguna señal.
"El comandante va a poder con ello", dice Rehnpeir mientras se inclina sobre la barra para rellenar
vasos y cuencos.
En la distancia, suenan cánticos cargados de melancolía que se van apagando mientras surgen las
voces de un coro bajo la música.
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Una joven llamada Milley habla desde la lejanía de su mesa, situada en una esquina. "Zavala es un
político. ¿Qué nos va a decir? ¿Que todos los habitantes de la Ciudad vamos a morir?". Se mueve
con inquietud sobre la silla. "Ya se la jugó con el Omnipotente y le salvaron el pellejo. Los
guardianes no hicieron nada".
"Ah, ¿no? Y lo dice alguien que vive dentro de sus murallas, bajo su Viajero", contesta Jean, una
clienta habitual.
"Yo nací aquí, señora". Es evidente la sorna que esconde su última palabra. "Y ahora no tenemos
adonde ir", suelta Milley.
"El caso es que nunca hubo adonde ir. Eso es todo", dice Jean mientras la rabia brilla en sus ojos.
Frank asiente mientras se dirige a Milley. "A ver, los guardianes llevan muchos años haciendo lo
mismo, pero seguimos atrapados en el mismo lugar. Lo único que les importa es la gloria; les
encanta ir por ahí cumpliendo misiones, jugando a ser héroes". Se yergue y alza la voz. "Fíjate en
los gritos de Shaxx desde lo más alto de su torre. Nadie habla de él".
Rehnpeir interrumpe. "Frank, no durarías vivo ahí fuera ni dos segundos; y tú, Milley… antes, la
situación de tu madre era desesperada…".
"¡Antes! Antes, antes… los viejos siempre estáis con lo mismo. Os empeñáis en seguir hablando
sobre el pasado. ¿Y qué pasa con el presente?". Tras formular su pregunta, Milley golpea la mesa.
El coro, que ya no suena tan lejano, entra en la calle de El Ramen Borracho. Sus cánticos, que se
hacen más graves y ahora suenan más llenos y sinfónicos gracias a la incorporación de cientos de
voces, se transforman en una marcha fúnebre. Varios clientes del restaurante, así como Rehnpeir,
mueven la cabeza buscando la procesión.
"Fanáticos de la Órbita Muerta. El Viajero se ha portado bien con nosotros. Algunos de vosotros no
valoráis lo que tenéis", interrumpe Jean.
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"Estoy de acuerdo con Milley. Los guardianes no están aquí por nosotros; el Viajero solo se
preocupa por sí mismo. Cuando la legión nos atacó, no movió ni un dedo hasta que su propia vida
no estuvo en juego", dice Frank. Mira su cuenco antes de girarse para ver la procesión a través de
la ventana. "Se quedó de brazos cruzados mientras nuestras casas ardían, pasto de las llamas. Yo
perdí a mi hijo en Titán. Ni siquiera pudimos recuperar su cuerpo".
Una multitud de ciudadanos dirigidos por un pregonero vestido de un negro como el de la Órbita
Muerta baja por los adoquines de la calle. La voz del pregonero se vuelve áspera para pedir
unidad; habla de advertencias que se han ignorado. Implora a los que piensan igual que se unan a
la procesión. Promete esperanza. Pretende guiar a los demás hacia un más allá intangible.
Rehnpeir llena el vaso de Frank de hidromiel. "Todos hemos llorado la muerte de Henry a tu lado,
Frank".
"Sufrimos una crisis tras otra; convivimos con el miedo y la pérdida. Se suponía que este lugar
tenía que se seguro. Pero todos hemos salido perdiendo. Es hora de que el Viajero haga su parte",
afirma Milley, tratando de calmar la frustración de Frank.
Un tumulto procedente de la calle interrumpe sus palabras; una guardiana vigila la procesión
desde el otro lado de la calle. Ni se inmuta cuando le lanzan una botella que se hace añicos al
chocar con su casco. Escupitajos, cristales e insultos. No desenfunda sus armas. Su Espectro
permanece oculto.
Rehnpeir interviene para acabar con la tensión del ambiente. "El Viajero lo hará. Todos lo harán.
Estamos aquí, ¿no? Ellos nos devolvieron la Ciudad". Señala hacia la ventana. "¡Trajeron a un
hombre de entre los muertos!".
"La muerte no significa nada para ellos. Nunca son ellos los que pagan las consecuencias, ¿esperas
que entiendan lo que se siente?". Frank suspira y su voz tiembla.
"No tienes ni idea. Cuando yo era una niña, San-14 era como un gigante… Si podía hacer algo…
hacía lo que fuera necesario para ayudar. No sabes cómo era entonces. Los guardianes van a
conseguirlo", remata Jean y cruza los brazos.
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"Eso ya lo veremos", masculla Milley con la boca medio llena de fideos.
Entre el silencio, la noche relaja el ambiente en el bar de ramen. El calor alivia la sensación de
malestar y el sonido de violín estridente se apaga.
"Menos mal que ya ha pasado". Rehnpeir golpea dos veces la barra con el puño. Observa los
semblantes serios de sus clientes. "¿Un poco de sake?".
3. REFUGIO
Cuando se acerca la media noche, las naves de la Órbita Muerta deshacen las nubes que hay
alrededor del Viajero. Él guarda su anillo junto a la puerta, por si tiene que huir. Solo lleva un
cargador lleno, pero las balas de latón llenan los huecos de la bolsa de emergencia que tiene bajo
el perchero.
"Si atacan, vendrán hacia aquí". Eso es lo que siempre decía ella. "A este preciso lugar". Pero Lissa
nació aquí y no había viajado tanto como él.
Él no sabe si pueden irse antes de que eso ocurra. La gravedad ya los había traído de vuelta dos
veces: dos excursiones que habían fracasado, aunque habían sido unos ejercicios aislados.
Seguramente el mundo los volvería a traer de vuelta, como siempre había hecho.
"A la tercera va la vencida. Yo estaré a tu lado. Y habrá una de las Capitales Libres esperándonos.
Sin Luz y lejos de todo esto". Era su último intento de escapar.
Las Capitales Libres no son más que rumores, ciudades enterradas de antes de la Edad de Oro. Él
había oído las historias que contaban los clientes del bar de ramen de su hermano entre hidromiel
y sake. Nadie ha estado allí; todo el mundo conoce a alguien que conoce a alguien que tiene
alguna historia relacionada con la ubicación de esas ciudades… pero tendría que haber más gente.
Al fin y al cabo, llegaron a la Ciudad desde otro lugar. Él está seguro de que hay otros lugares con
menos ruido.
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El silencio. Durante todo el día, no había nada y no se lo puede sacar de la cabeza. Necesita algo
que no hable o que al menos hable sobre algo sin importancia para llenar el vacío. Todas las
personas, todas las emisoras reproducen sin parar los mismos 20 temas de manera sospechosa.
Alza la mirada hacia el cielo. Una ola de bilis golpea su estómago. Intenta aguantar el equilibrio.
Por un momento, su visión se vuelve cóncava, como si una singularidad hubiera pellizcado cuatro
puntos en la inmensidad del cielo. ¿Se está moviendo la tierra? Desaparece.
Quiere caminar entre los árboles y dirigirse al lugar donde resistieron los Cortafuegos. Para
despejarse.
Los cazadores van y vienen; vuelven ensangrentados con una frecuencia alarmante. Los devotos
de la Secta Guerra Futura acogen a los refugiados para la batalla final mientras sonríen de oreja a
oreja. Aparecen unas pocas caravanas. Ahora hay, sobre todo, hipernaves, la Órbita Muerta
sobrevuela el hangar de la Torre.
Su madre le solía contar que los guardianes protegieron la Ciudad en los Seis Frentes; la
protegieron en la Grieta del Crepúsculo y la protegerán mientras sigamos teniendo fe en ellos.
Esto no provocará su derrota. Esto no hará que la abandonen. A la tercera va la vencida.
"Lo sé", responde Zavala después de un rato. Observa cómo el reflejo de Ikora se aproxima
hacia él, pero no puede evitar sorprenderse cuando siente el peso de su mano sobre el
hombro.
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"Su valentía es digna de admiración", le confiesa a Ikora. "Pero preferiría que estuvieran
aquí para reñirles por cometer semejante imprudencia".
Ikora, sin palabras, responde apretando el hombro de Zavala para luego colocarse a su lado,
junto a la ventana. "Recuerdo cuando tú y yo nos creíamos invencibles. Cuando nuestros
Espectros parecían invencibles. Cuando éramos capaces de sentar las bases del futuro con
nuestras propias manos. Pero todo ha cambiado. La lista de las personas que nos han dejado
es cada día más larga", dice Ikora mientras observa cómo orbitan algunos restos lentamente
alrededor del Viajero. "Hemos tenido que despedirnos de muchos amigos en los últimos
años".
"¿Ahora quién nos queda? ¿Rasputín? Y pensar que yo mismo le abrí las puertas", dice
Zavala dándoles la espalda a la ventana y al Viajero. "Para luego enterarme de que había
traicionado a los Señores de Hierro mucho antes". Contempla las tablas de datos que están
sobre su escritorio mientras aprieta la mandíbula. "¿Estamos tan desesperados como para
aceptar asesinos en masa?".
Se deja caer sobre su silla con un profundo suspiro, llevándose una mano a la frente con los
ojos cerrados.
"Zavala". La voz de Ikora suena seria, pero tiene un tono de preocupación. Lo sigue hasta
su escritorio con los puños cerrados. "Juntos somos más fuertes, ¿te acuerdas? No vamos a
abandonar a nadie". Su voz, ligeramente temblorosa, contradice la confianza de sus
palabras. Nadie diría que Zavala la conoce desde hace más de un siglo. Cuando sus miradas
se cruzan, ella reconoce en el rostro de él una carga disimulada que para cualquiera no sería
más que una expresión de estoicismo y determinación.
Ikora se sienta en la esquina del escritorio con las manos sobre su propio regazo. "Sabes
que sin ti, los habríamos perdido a todos", dice ella. Él no contesta, pero ella sabe que, en el
fondo, Zavala es consciente de ello. "Yo tampoco estaría aquí sin ti". En cuanto Zavala
intenta rebatir sus palabras, Ikora continúa sin dejarlo hablar. "Ahí fuera hay miles de
personas que confían en nosotros para ofrecerles un resquicio de esperanza. Lo
necesitamos. Todo el mundo lo necesita".
"Siento que les estoy mintiendo. A todos", interrumpe Zavala. "La Oscuridad ha llegado. El
final se acerca y yo… siento que no puedo hacer nada para evitarlo", dice con los ojos
cerrados.
Ikora mueve la cabeza y vuelve a apretar el hombro de Zavala. "Quizá no podamos hacer
nada". Dadas las circunstancias, no parece ser la afirmación más adecuada, pero no ha
terminado. "Aun así, la esperanza es lo último que se pierde". A veces se nos olvida y, en
vez de aferrarnos a nuestra fe, nos dejamos llevar por el miedo y las dudas. Cuando yo
empecé a perder la fe, hui a Ío. Todo lo ponía en duda. Incluido el Viajero". Le dirige una
mirada de complicidad a Zavala, que también recuerda cómo terminó aquel capítulo de sus
vidas.
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"¿Qué ha hecho el Viajero por nosotros?", exclama Zavala apretando los dientes y
golpeando el escritorio con la palma de su mano.
Ikora retira suavemente su mano del hombro de Zavala y busca la cara de su viejo amigo.
Ella comprende el dolor que esconden sus palabras y reconoce el destello de ira que
empieza a apagarse en sus ojos. Ikora se levanta de la esquina del escritorio y vuelve junto
a la ventana.
"No pasa nada", responde Ikora mientras contempla cómo flota el Viajero sobre la Ciudad,
iluminándola. "El Viajero ha hecho, por lo menos, una cosa por nosotros". Zavala se toma
un instante antes de responder.
Ikora observa el reflejo de Zavala en el cristal, reducido a una tenue silueta con ojos
brillantes. Ella esboza una sonrisa. Zavala percibe un atisbo de paz y de alivio en su rostro.
Un atisbo de fe. Un atisbo de verdad.
"Nos ha unido".
Cuervo alzó la bebida y la olió. Si la habían envenenado, no era con nada fuerte. Le dio un sorbo,
hizo una mueca ante el sabor amargo y bebió un poco más.
Al otro lado de la habitación, el capitán elixni colocó lentamente sus brazos inferiores sobre la
mesa, sin desenfundar las armas. Hizo un sonido de aprobación que disipó la tensión de la sala. El
elixni que sirvió la bebida se apresuró a volver tras la barra del bar y enseguida volvieron a sonar
los chasquidos y golpes entrecortados que en el Tanque Vacío consideran música.
Glint salió revoloteando de la capucha de Cuervo y escaneó el contenido de la taza. "Está claro que
no es bueno para la salud", dijo, "pero esta cantidad tampoco va a matarte. ¿A qué sabe?".
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Cuervo le dio otro trago. "Mmm. Detecto notas de refrigerante, parafina y un toque de tiza
quemada al final". Se levantó, sonrió y alzó la copa hacia el capitán. "¡Está asqueroso!", gritó en
medio de la algarabía del bar.
"¡Cue… eervo!", rugió el capitán con una voz poco acostumbrada al habla humana. Golpeó con un
puño la insignia de la Araña de su peto y siguió bebiendo.
"Me sorprende que sepa mi nombre", le dijo Cuervo a Glint mientras volvía a sentarse. "Ganarse
mi aprobación no hará que se gane la de la Araña, pero, al menos, consigo bebidas gratis".
"Las historias sobre tus actos heroicos en la Luna se han extendido rápido", dijo Glint.
"Si Osiris no hubiera interferido, habría matado al alto Celebrante", farfulló Cuervo. "Entonces sí
que iban a tener algo que agradecerme. De todas formas…".
Movió la nauseabunda bebida en la taza. "Salvé al mismísimo Osiris", dijo. Parecía satisfecho
consigo mismo. "Los guardianes de la ciudad deberían tenerlo en cuenta. ¿Es uno de sus líderes?".
"¿Por qué será que no me sorprende?", suspiró Cuervo. "¿Y la otra… persona? ¿Es alguien
importante?".
Glint se quedó pensándolo durante un buen rato. Esa otra persona no había dicho nada todavía,
pero si Cuervo iba a trabajar a su lado, un comentario desafortunado bastaría para que
descubriese la verdad, y de boca de la persona menos apropiada.
"Bueno, no está mal", asintió Cuervo. "Ahora los dos han oído hablar de Cuervo".
"Ya veo que te has acostumbrado al nombre", dijo Glint. A pesar del ruido del bar, no subió la voz.
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Cuervo se encogió de hombros. "Me han dicho cosas peores".
"Desde luego que sí", dijo Glint. Permaneció en silencio unos instantes. "No sabes las cosas que
me decían mientras te reanimaba".
Cuervo vio el panel rayado de la carcasa de Glint, abultado por la cantidad de cables, y apartó la
mirada. Se secó las manos en la tela áspera de la capa que le había dado la Araña. De repente, le
habían empezado a sudar.
"No es más que un nombre", dijo Cuervo displicente. "Alguna vez me has contado que tuviste
otros nombres".
Cuervo se inclinó hacia delante. "No entiendo", dijo, y le dio un empujoncito a Glint. "Explícamelo,
por favor".
Glint se puso nervioso, pero, finalmente, accedió y se acercó a Cuervo. Su voz era suave y amable.
"Nunca había tenido un nombre de verdad", dijo. "La gente me llamaba cosas, pero tú me diste un
nombre. Cuando oigo 'Glint' pienso en ti".
Cuervo asintió y se dio cuenta de lo que estaba a punto de decir Glint. Su cara se retorció con
angustia.
"Yo no pude ponerte un nombre", dijo Glint. "Lo hizo el barón Araña".
"Vamos, Glint…" espetó Cuervo, y le acercó las manos como si eso fuera a hacer que el pequeño
Espectro se quitara esa idea de la mente. Glint parpadeó confuso.
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"Glint", dijo con calma. El Espectro se inclinó.
"Sí, la Araña escogió mi nombre. Seguramente sea una especie de burla de lo que fui, una broma
cruel. A lo mejor me devoraron unos cuervos". Glint empezó a hablar, pero Cuervo levantó la
mano. "Sí, ya sé que no puedes contármelo, pero no creo que lo hiciera precisamente como un
cumplido".
Cuervo bajó la mirada y la voz. "Cuando apareciste, estaba muerto. Antes de que eso ocurriera,
creo que era todavía peor que ahora".
Cuervo extendió sus manos sobre la mesa mugrienta. "Para mí, todo lo que tengo, este lugar, la
capa, esta bebida asquerosa, es gracias a ti. Eres la razón por la que estoy aquí, Glint. No me hace
falta ningún nombre para recordarlo".
Los ojos de Glint emitieron un rápido destello mientras procesaba la información y, luego,
adoptaron un brillo estable. "Lo entiendo", dijo.
Una colisión hizo temblar las paredes del Tanque Vacío. Las puertas de la entrada se desvencijaron
y un centurión cabal enorme entró en el bar como un vendaval, arma en mano, y con cabezas de
elixni colgando de su cintura como si fueran trofeos de caza.
"Aquí mismo", gritó Glint. Cuervo se puso de pie a la vez que empujaba la silla.
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Tras disiparse el humo, el capitán elixni volvió a soltar un sonido de aprobación y agitó la mano,
haciendo el gesto universal de "le invito a otra bebida".
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