PLANEACIÓN Y EVALUACIÓN POR COMPETENCIAS
INVESTIGACIÓN
El proceso de la enseñanza por competencias, implica una propuesta pedagógica
del docente, en la que se pasa del modelo de enseñanza-aprendizaje tradicional
hacia la enseñanza orientada al desarrollo de aprendizajes por competencias,
fortaleciendo el trabajo del estudiante y el establecimiento de las condiciones
idóneas que se puedan conseguir para dominar con éxito los objetivos propuestos.
La evaluación del aprendizaje por competencias implica la demostración del uso
integrado de conocimientos, habilidades, destrezas, valores y actitudes en la
acción, fundamentados en la determinación de una competencia, que identifica
una tarea que tiene que desarrollar el estudiante y que, por lo tanto, se tiene que
poder visualizar y evaluar.
Enseñar por competencias requiere desarrollar los seis principios educativos,
incluirlos en la planeación, ponerlos en juego antes de insertar una actividad
didáctica y considerarlos para la evaluación. Son un puente que permite al
docente organizar su camino entre sus intenciones educativas y sus acciones:
TODO TIENE
QUE VER
REFLEXIONAR
CUESTIONAMIENTO
PERMANENTE
SISTEMATIZAR
INCORPORAR
HABILIDADES DE
PENSAMIENTO
EVALUAR
PARA
PRINCIPIOS RECONSTRUIR
EDUCATIVOS
TODO TIENE QUE VER: todo lo que pasa alrededor, dentro y fuera del aula, todo
lo que forma parte del contexto.
REFLEXIONAR: insertar en el proceso de operación la reflexión, a través de la
concientización.
CUESTIONAMIENTO PERMANENTE: mantener una actitud de duda permanente
para descentralizar las certezas con las que operamos, ver más allá nos permite
conocer otras oportunidades de crecimiento.
SISTEMATIZAR: escribir lo que pensamos, hacemos y manifestamos nos permite
identificar confirmaciones positivas y errores de la práctica.
INCORPORAR HABILIDADES DEL PENSAMIENTO: se favorece la integración
de los aprendizajes, el desarrollo de la capacidad para encontrar sentido a la
experiencia, y el descubrimiento de alternativas de realidad.
EVALUAR PARA RECONSTRUIR: cuestionar los supuestos en la forma de
evaluar, pensar en la idea de qué te ha hecho evaluar como hasta ahora, ¿hay
que cambiar?
CONCEPTO DE COMPETENCIA
Interacción comprehensiva, reflexiva y funcional de saberes – cognitivos,
procedimentales, actitudinales y metacognitivos enmarcada en principios
valórales, generadora de evidencias y actuaciones transferibles a distintos
contextos, identificadas en la transformación de la realidad interna y externa de la
persona.
Las competencias articulan saberes de distintos orígenes, se construyen en la
práctica social, en procesos dialógicos, y son flexibles, más que productos
terminados, se podrían considerar como cartas de navegación o procesos de
habilitación, siempre en posibilidad de mejorarse.
En la competencia se entreveran diferentes tipos de saberes y el sujeto es
consciente de cómo y por qué se aprendió (metacognición) y de qué formas se
dan estas relaciones, además de identificar las posibilidades de mejora (reflexión).
Saber, poder y querer se alinean rumbo a un mismo objetivo (funcionalidad),
porque puede ocurrir que se contrapongan.
SABER: Fundamentos teóricos de la materia.
SABER HACER: habilidades y destrezas a desarrollar.
SABER SER: Valores y actitudes en el proceso educativo.
SABER TRANSFERIR: Es la aplicación de las competencias adquiridas en
contextos diversos.
SABER METACOGNITIVO: Es la culminación del proceso de aprendizaje
en donde se reconoce como se sabe lo que se sabe.
SABER CREAR, CONVIVIR Y COMUNICAR: Son saberes que tanto
alumnos como profesores requieren para ser competentes dentro y fuera
del aula.
RECOMENDACIONES PARA EVALUAR
1. La evaluación educativa debe hacerse con rumbo y sentido, orientado a
rescatar los procesos y las evidencias que los alumnos hayan alcanzado en
un determinado tiempo y con una determinada expectativa.
2. Diseñar un marco interpretativo sobre la forma en que serán evaluados y
medidos las evidencias que construyan los alumnos.
3. Partir de un código ético para evaluar y dar sentido a las problemáticas
educativas que se presenten a lo largo del proceso educativo.
4. Considerar las normas institucionales y sociales que orientan la
interpretación y los resultados de la evaluación.
5. Evaluar, desde la perspectiva formativa, es dialogar y reflexionar sobre el
proceso, convirtiéndolo en dialógico y deliberativo.
TIPOS DE EVALUACIÓN
DIAGNÓSTICA: La importancia de la evaluación diagnóstica consiste en cambiar
la racionalidad del diseño: en lugar de fundamentarse en objetivos y contenidos,
se basa en personas concretas para que, a partir de sus saberes previos, sus
expectativas y sus intereses, se pueda articular una propuesta significativa para
quien aprende. Conviene saber, asimismo, cuál es el contexto sociofamiliar de los
alumnos, cuáles son sus estilos de aprendizaje y cuáles son las características de
sus capacidades relacionadas con aprender a aprender: acaso esta información
ya
exista y haya sido generada por la institución educativa.
FORMATIVA: La evaluación formativa, entendida como aquella que va brindando
seguimiento tanto al desarrollo de los aprendizajes, como a la pertinencia de la
práctica docente, permite establecer los mecanismos de reorientación para el
instructor mediador y para el alumno, de tal forma que se construyan en el camino
las mejores estrategias para el logro de los objetivos planteados.
SUMATIVA: Por su parte, a la evaluación sumativa la vinculamos con aquellas
acciones que se orientan a dar cuenta de productos, saberes, desempeños y
actitudes que se contabilizan para el sistema de calificación que se trabaja en la
institución. Si poner un número (o una letra) es un requisito, más allá de acuerdos
o desacuerdos, habrá que establecerlo de la manera más exacta posible,
dotándolo de un significado común y referido a criterios conocidos por todos. Uno
de los principales conflictos con el uso de exámenes, muy empleados en la
evaluación sumaria, radica en que se parte de ciertos supuestos que dificultan una
apreciación de la realidad formativa, dicho de otra forma:
Los exámenes miden capacidades temporales. El ánimo, la memoria, el
manejo de estrés o las capacidades de copiado, son privilegiados en los
exámenes.
Los exámenes parten del supuesto de que todos los alumnos aprenden de
igual manera, a través de los mismos canales y con los mismos niveles de
interés. Acreditan los alumnos que coincidan con lo que los profesores en
turno consideren lo que es importante expresándolo de la forma en que el
profesor pueda entender mejor.
REFLEXIONES FINALES
La evaluación va más allá de la calificación: habrá que ayudar a que los
alumnos comprendan esta idea y busquen aprender para su desarrollo, no
para aprobar.
Es necesario compartir el sistema de evaluación con los alumnos y
transparentar los criterios, así como hacerlos partícipes del proceso.
Es recomendable buscar diversidad en las formas de evaluar, siempre
teniendo claro qué estamos evaluando y para qué lo estamos haciendo.
Toda evaluación debe acompañarse de retroalimentación, por lo que habrá
que planear cómo brindarla y de qué manera puede generar mejoras.
Debemos tratar de plantear evaluaciones continuas, integrales y que
consideren tanto resultados como procesos.
La evaluación debe sistematizarse: por ello debemos enfocar con precisión
qué debemos y podemos evaluar.
Toda evaluación puede tener propósitos múltiples. Por ejemplo: un examen
que todos reprueban me indica ciertos elementos sobre mi forma de
explicar.
La evaluación que aplicamos debe ser evaluada para mejorarla de manera
permanente. Es un asunto de congruencia.
Recordemos que finalmente la evaluación debe ser un proceso de reflexión
sobre el aprendizaje y sobre la enseñanza.
Fuente:
Cázares, L. & Cuevas, J. (2010). Planeación y evaluación basada en
competencias: Ed. Trillas.