TENDENCIAS TEÓRICO - EPISTEMOLÓGICAS Y METODOLÓGICAS EN LA
FORMACIÓN PROFESIONAL
DRA MARGARITA ROZAS PAGAZA
Los fundamentos que sustentan la relación de la formación profesional con la
realidad social me parece un hecho significativo, porque en la década de los 90,
en pleno auge del neoliberalismo, la posibilidad de esta reflexión estaba obstruida
por la sobrevaloración de los medios e instrumentos de la acción, como producto
de una clara visión pragmática y utilitarista de la formación
Hablar de fundamentos era considerado reiterar algunas teorías ya superadas en
tanto metateorías que no alcanzaban a capturar los cambios generados en esta
etapa “del fin de la historia.
Los que sustentaban estos cambios, tomaron como base de sus argumentos, el
relativismo social y que justificaron el opacamiento de la visibilidad que la cuestión
social había adquirido durante el Estado de Bienestar Social.
90, la que generó profundos cambios económicos y sociales que transformaron la
estructura de nuestros países.
Paradigmático de esos cambios y sus terribles consecuencias sociales, generando
modificaciones también en la vida cultural e intelectual
. Ello ha significado la base, sobre la cual el liberalismo triunfa desde el punto de
vista ideológico. Las ciencias sociales no han estado ausentes de esta
comprensión y particularmente el Trabajo Social, como profesión.
En esta perspectiva, explorar las tendencias de la formación profesional es una
tarea compleja si partimos por entender que una tendencia significa una fuerza
que impulsa un cuerpo hacia un punto y en consecuencia, una tendencia teórica
refiere a un conjunto de proposiciones y de abstracciones que dan cuenta sobre
los fenómenos sociales
sentido, como diría Alexander, una teoría “no sólo son intentos de explicar el
mundo sino esfuerzos para evaluarlo, comprender cuestiones de sentido, amplias
(1992). En definitiva, una tendencia refiere a un conjunto coherente de ideas sobre
el hombre, la sociedad y la historia a partir del cual, se direcciona también una
visión sobre la profesión en relación a la sociedad.
A nuestro juicio existen tendencias que emergen con grados diversos de
explicitación y, en algunos casos con un interés por reactualizar una perspectiva
teórica y metodológica vinculada a diversas concepciones acerca de la cuestión
social
En esta dirección, el positivismo, el funcionalismo y el marxismo como tendencias
teóricas, siempre han estado y están presentes en la formación profesional. Sin
embargo; es necesario resaltar que estas grandes matrices, reaparecen
“metamorfoseadas” en las teorías contemporáneas que moldean de manera
dispersa la formación; planteándose a la luz de estas teorías viejos problemas aún
no resueltos en la formación, podemos mencionar el debate persistente respecto a
la metodología o metodologías para la intervención; imprecisiones respecto al
objeto de intervención; preocupación por considerar si se trata de una disciplina o
profesión. Dilemas existentes aún respecto a la producción de conocimiento;
reiterada preocupación por el rol profesional; sobre las concepciones de la
intervención y la visión restringida sobre lo público estatal y su relación con la
sociedad civil; asimismo sobre las concepciones de pobreza. La diversidad de
estos problemas se han intentando resolver desde miradas diferentes entre ellas
desde la teoría de los sistemas, la teoría del interaccionalismo simbólico, del
relativismo individual, del neoparsonianismo y la teoría interpretativista que han
configurado un pensamiento identificado como conservador por un lado, y como
renovador por otro, en este último caso están sobe todo, aquellos que se
consideran postmodernos. Asimismo y en contraposición a estas posturas aparece
una tendencia denominada crítica, que en algunos casos, hace referencia al
marxismo o los marxismos de libre interpretación, todo ello teniendo como telón de
fondo los cambios generados en la vida social de la década de los 90. Abarcar
todo ello, en esta exposición implicaría un trabajo más profundo y sistemático, por
lo tanto, apenas quedarán esbozados.
LOS RASGOS DEL POSITIVISMO EN LA FORMACION PROFESIONAL
Es una tendencia que surge a fin del siglo XVIII y principios del siglo XIX, con una
ideología conservadora identificada con el orden industrial/burgués y sigue vigente
en la actualidad, basado en premisas que estructuran un sistema coherente y
operacional. Dichas premisas sustentan que la sociedad está regida por leyes
invariables que transcurren independientemente de la voluntad y de la acción de
los hombres. Por lo tanto, la vida social reproduce una armonía natural, sobre todo
porque la sociedad está regida por leyes naturales y, en tanto tal, asimilada
naturalmente (naturalismo positivista). Desde esta perspectiva la sociedad puede
ser estudiada por los mismos métodos y procesos impregnados en las ciencias
naturales. Dicho estudio se debe realizar por la observación y explicación causal
de los fenómenos de manera objetiva, neutra y libre de juicios de valor, ideologías
y preconceptos.
profesionalización se da fundamentalmente por la modernización de sus métodos
y técnicas. Esta perspectiva evolucionista presupone un desarrollo natural de
dichas formas de intervención, desvinculada de las relaciones sociales y los
procesos históricos. Al mismo tiempo, el carácter naturalizado de dicha evolución
aparece neutral, ingenua desprovisto de conceptos.4 En esta perspectiva se
encuentran muchos autores que han trabajado sobre la historia de la profesión,
entre ellos, por citar algunos; están Ander Egg, Natalio Kisnerman. Como tesis
contrapuesta está los que plantean el surgimiento de la profesión como parte de la
división social y técnica del trabajo, imbricada en la reproducción de las relaciones
sociales capitalistas, esta perspectiva ha sido desarrollada ampliamente por
Marilda Iamamoto, en su obra clásica “relaciones sociales y trabajo social”. La
unilinialidad de la perspectiva evolucionista, en su forma profesionalizante lleva a
considerar que el uso del método científico hace que la práctica de la intervención
sea también científica. En cuanto al método, los métodos y metodologías que
marcaron y siguen marcando la preocupación por el cómo de la intervención
profesional, la influencia del positivismo está en su formulación lógico-formal,
caracterizado por una secuencia de etapas, en unos casos, y en otros, según el
sujeto de la acción a partir de la trilogía de los métodos: caso, grupo y comunidad.
Respecto a las funciones del trabajo social, en la perspectiva del positivismo,
históricamente en la profesión está presente el absorber los desequilibrios que la
sociedad a planteado, en distintos momentos históricos, a través de la educación
para el cambio en la época del desarrollismo, de la integración al sistema y los
subsistemas llámese familia, grupo y comunidad. Pero la expresión más significativa
tiene que ver con la separación de esas funciones del contexto de análisis y la investigación.
Separación entre conocimiento que genera la investigación y la acción del profesional. La marca
del positivismo ha sido tan fuerte en este sentido, que hoy seguimos en un registro de dicotomías
parcialmente resueltas.
Por otro lado, la fractura entre razón e historia, ha llevado a dicotomizar el conocer y el hacer, y lo
que es más grave, la pretensión de asignarle “objetividad” al conocimiento a partir de la fuerza de
los hechos. Ello ha llevado a considerar que el conocimiento es neutro, desprovisto de los
conflictos ideológicos y de las presunciones. La perspectiva de Greenwood,, considera justamente
que ese conocimiento científico, no puede ser parte del Trabajo Social porque el contacto con la
realidad, construida en términos de “problemas sociales” tiene una cercanía “emocional” con la
práctica y un acceso a ella a través de los sentidos. Por lo tanto, el rol de la práctica profesional se
mueve en el ámbito de la utilidad que ella tiene para “resolver problemas” y en la eficiencia
técnica que sustenta dicha solución de problemas sociales. Al mismo tiempo que dicha eficiencia,
es la base para tener legitimidad como profesión.
La solución de los problemas planteados en estos términos implica encubre el interrogante sobre
la naturaleza de los llamados “problemas sociales”, puesto que ello correspondería a las ciencias
sociales. En consecuencia, al Trabajo Social le compete solamente la aplicabilidad de esos
conocimientos “objetivos” producidos en la esfera de las ciencias sociales. Decimos “objetivos”, en
tanto dichos conocimientos, tal como venimos explicando están libre de interpretaciones y
desligados de los contextos de explicación. Agregando a este atributo de “objetividad” que la
ciencia positiva sustenta, está la consideración de la invariabilidad de los hechos sociales, por lo
que dicha invariabilidad refuerza la idea del dato objetivo. En tal sentido, la intervención del
trabajador social actúa sobre esa invariabilidad de los hechos, con la diferencia que la relación que
establece con los hechos tiene una implicancia “emocional”, ello impediría, según esta concepción
producir conocimiento en el sentido positivista..