Poéticas de la Hipérbole en Gorodischer y Mercado
Poéticas de la Hipérbole en Gorodischer y Mercado
Departamento de Letras
Año 2011
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SUMARIO
I.PARTE INTRODUCTORIA
Propósitos de la tesis--------------------------------------------------------------------------------------5
Algunas precisiones previas------------------------------------------------------------------------------12
Estado de la cuestión-------------------------------------------------------------------------------------19
II.DESARROLLO DE LA INVESTIGACIÓN
Capítulo 1. La configuración de las narraciones de los comienzos-----------------33
resbaladizas------------------------------------------------------------------------79
2
III.CONCLUSIONES
Conclusiones----------------------------------------------------------323
IV.BIBLIOGRAFÍA---------------------------------------------------------------------------339
3
I.PARTE INTRODUCTORIA
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PROPÓSITOS DE LA TESIS
para comprobar su hipótesis central según la cual las obras de Angélica Gorodischer y
primera, una poética de la hipérbole por aumento (“la hipérbole consiste en exagerar por
aumento”, Barthes, 1982: 75) y una poética de la hipérbole por disminución para la
segunda (“la hipérbole consiste exagerar por disminución”, Barthes, 1982: 75). Nos
proponemos, entonces, desplegar una serie de núcleos de sentido en los cuales, apelando
observamos a primera vista que los mismos se hallan demarcados por zonas de la
o contraria. Nos referimos, claro está, a una perspectiva que, por un lado, identifique
opción fuera contrastar la obra de alguna de estas autoras con otras, el resultado de esta
investigación sería por completo diferente, arrojaría un saldo diverso del emitido por el
curso de esta propuesta. La opción metodológica tanto como la opción del objeto de
estudio (un corpus literario aún en curso en este caso) entonces, responderá a un
Tununa Mercado. Lo cierto es que entendemos que este tipo de perspectiva nos faculta
discursiva literaria que, como líneas y vectores dominantes es posible rastrear en otras
producciones estéticas, también del orden de lo relevante. Ello no hace sino ser una
5
metodología ejemplar (no, en cambio, paradigmática) entre otras posibles de poéticas
no obstante formas comunes, en este caso, una figura retórica bastante generalizada,
afirmación arriba citada, aumentar o disminuir, verbos ambos que pueden predicarse de
disímiles, no serían sino giros, gestos, formas de organización de los planos del lenguaje
poético no aleatorias, esto es, que definen identidades estéticas, formas del discurso
cotejar.
estrategias en diversos núcleos de sentido, entre los cuales hemos seleccionado, por
los siguientes:
esto es, hacia la década de los sesenta. Década de revulsiones explosivas, de formas y
6
zonas ideológicas del discurso social que liberaban zonas de la experiencia privada y
social antes inhibidas o levemente dibujadas de modo previo, oprimidas por el control
social, esta década será ante todo disconforme con el statu quo cultural. Algunas de las
neutralizaban otras inhibitorias. Se trazaba así una suerte de combate o pulseada entre
tensión y convulsión. Simultáneamente, las formas que dichas autoras eligen son, pese
a sus diferencias, afines. Se trata de cuentos o relatos breves, esto es, formas narrativas
escritoras. Pero será siempre visible una cierta “profesionalización” mayor en el caso de
Gorodischer, en tanto cuenta con una obra fructífera, muy profusa, ininterrumpida en el
devenir temporal, pero, eso sí, señalando giros en las formas de su producción literarias
su caso hablar más de formas literarias (múltiples) que de una sola; en tanto, Tununa
Mercado ha cultivado una obra más condensada pero más escueta, no sólo en la
longitud de sus libros, sino en una escritura altamente poética e intensamente codificada
de su corpus (nos referimos en este último caso por lo menos a tres de sus libros, una
preferencias han optado por una escritura que remeda la oralidad mediante la escritura,
7
lo que no deja de constituir una suerte de oxímoron a la vez que una suerte de
una sintaxis que busca cifrar y descifrar la del intercambio intersubjetivo operado
mediante la interpelación.
escritos posteriores el fantasma de la identidad de un cuento; la lucha que tal vez sin
saberlo contra la retórica del cuento, con sus finales sensatos y sorpresivos, prosiguió a
lo largo de los años; pero ya no me importa” (Mercado, 2007: 14-15). Asimismo, nos
centraremos en el cultivos que ambas autoras realizan de los así llamados “géneros
los géneros.
8
El género es “una categoría construida social, histórica y culturalmente (…). El
propiedades y de funciones que una sociedad atribuye a los individuos en virtud del
la distinción genérica” (Santa Cruz, Bach, Femenías, Gianella y Roullet, 1994: 49). “El
momentos históricos (Santa Cruz, Bach, Femenías, Gianella y Roulet, 1994: 49). En el
marco de los así llamados más o menos recientemente estudios de género o, si así se
prefiere, teoría de género, con todas sus resonancias, nos centraremos en la orientada a
los estudios feministas, contemplando, eso sí, las otras posibilidades que el marco
defensora de los derechos cívicos y políticos de las mujeres, siguiendo la línea del
seno de sociedades patriarcales, pese a las largas batallas dadas por las mujeres, al
menos en Occidente, y sus innegables conquistas, al tiempo que se articula con una
a lo contextual.
9
D) Verificarlas en el uso y apropiación que hacen ambas autoras de las
empiria, para la construcción del tejido textual. En tal sentido, es posible indagar en el
cuales se advierta la irrupción del orden de “lo real” mediatizado a través de los sentidos
profunda reflexión sobre el cuerpo y sus relaciones con el mundo, para lo cual
con vistas a desencadenar una suerte de identidad que las identifique. En efecto, se trata
autoritario de 1976/1983 (sin descuidar por ello los gobiernos de facto previos a esta
dictatorial y padecieron tanto desde el exilio (Mercado) como desde el inexilio o exilio
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interior (Gorodischer) formas de desarraigo o resistencia frente al avasallamiento de las
libertades cívicas y, por supuesto, discursivas, en tanto que escritoras, por ser la libertad
actitud melancólica pero militante, actuará desde el exilio y más tarde guardará esos
desdichados momentos en la memoria como trauma pero también como una suerte de
compulsivo.
ambiciosos. Descorrer ese velo supone una pesquisa por publicaciones periódicas, libros
editados, entrevistas, cartas, reportajes, declaraciones inéditas, entre otras carreteras que
desandar.
divergencia, útiles para discernir notas y acentos propios de ambas poéticas. Se tratará,
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ALGUNAS PRECISIONES PREVIAS
por sí, sin principio ni fin asignables. La poética del texto considera la obra como
(Barrenechea, 1983: 16; subrayado de la autora). Una definición ajustada del término
teoría sobre el arte. En este sentido, se relaciona con el concepto de los comienzos como
de dicha poética responde a una acción intelectual que procede por inducción a partir de
un corpus y del cual participaría gran parte de la producción de las autoras. En los
pertinente secundar el sustantivo poética del adjetivo “crítica”, entendiendo por poética
crítica un tipo de poiesis que tiende a poner en cuestión el statu quo social (relativo a
las prácticas sociales y políticas) y respecto de otras poéticas, más complacientes con el
del campo literario. Nos referimos, por ejemplo, al bestsellerismo, a las modas literarias,
configuradoras de tradiciones.
durante casi toda su vida (desde los seis años), ocupa un sólido lugar de prestigio en la
tipo de editoriales en los que edita dichas obras, los medios de prensa en que colabora,
12
las devoluciones que bajo la forma de declaraciones públicas realizan sus colegas
respecto del reconocimiento hacia su persona, entre otros datos atinentes a su carrera
literaria. En efecto, en el año 2007, esta autora tuvo a su cargo la apertura de la Feria
Internacional del Libro, del Autor al Lector, en la ciudad Autónoma de Buenos Aires,
con una conferencia magistral, lo que pone de manifiesto la relevancia que en espacios
institucionales suscita su proyecto creador. Sin ser funcional a la lógica del campo del
diálogos intermitentes merced a los cuales, sin desvirtuar ni renegar de sus convicciones
Universidad Nacional del Litoral, con sede en Rosario, pero no los concluyó, alegando,
escritura creativa, que era su verdadera vocación. Conocida sobre todo por sus textos de
ciencia ficción, por los cuales es considerada una maestra del género en el mundo
hispano, a partir de la década de los años ochenta inicia una constante producción de
bien, en un tipo de ficción que desarticula la lógica del patriarcado mediante estrategias
que de trazar fronteras, de ver el modo como Gorodischer articula los supuestos
ideológicos de su obra con otras ideologías tanto literarias como sociales más
13
ampliamente inclusivas, en las que la militancia feminista ocupa un espacio
por la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, como reconocimiento por su
necesariamente que dichas escritoras se definan o sus textos definan una ideología o
femenina (Bs. As., Ediciones Desde la Gente, 2000), donde recupera una rica estirpe y
1
El premio Club del Orden, primera de sus distinciones, se trata de un premio Regional, que Gorodischer
obtuviera en 1965, por su primer libro de cuentos. Se trató de un concurso regional, que abarcaba las
producciones literarias de las provincias de Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos, Chaco, Misiones y Formosa.
Otros premios recibidos son: en 1984 el Poblet (Argentina) a la mejor novela por Kalpa Imperial y el
Sigfrido Redaelli otorgado por el Club de los XIII al mejor libro de narrativa por Mala noche y parir
hembra. El Premio Emecé por Floreros de alabastro, alfombras de Bokhara; el Diploma Konex
(Argentina) al mérito por su obra de ficción; Premio Más Allá, Buenos Aires, Centro argentino de
Ciencia Ficción y Fantasía (C.A.C. F. y F.) a la mejor novela publicada en 1983 por Kalpa Imperial.;
Premio Gilgamesh de fantasía, Barcelona, (relato) por “Acerca de ciudades que crecen
desmesuradamente de Kalpa Imperial; Premio Gilgamesh de fantasía al mejor cuento fantástico por “Así
es el Sur” y “Retrato de la Emperatriz”, de Kalpa Imperial; Premio Gilgamesh de fantasía al mejor libro
de narrativa fantástica por Kalpa Imperial; 1994, Premio Konex de Platino por su obra de ciencia ficción;
1998, Premio Silvina Bullrich a la mejor novela del trienio escrito por una mujer por La noche del
inocente. ; 2000, Premio Esteban Echeverría otorgado por la Gente de Letras por su obra narrativa
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sobre literatura fantástica y de ciencia ficción, literatura argentina y latinoamericana y
remontan a los años ochenta, pero ha realizado viajes por su país, América Latina,
Ursula K. Le Guin fue la responsable de volcar al inglés una de las obras más capitales
empapadas de los mismos pilares. Así, el interés por su obra en otras latitudes y la
opinión connotada axiológicamente de modo positivo entre sus colegas más destacados
no hace sino acrecentarse. No sólo ello, sino que, por añadidura, sus textos circulan por
resignifica.
Ha publicado hasta la fecha diez libros de cuentos, once novelas y dos volúmenes de
abocada a escribir una nueva novela. Compiló cinco antologías sobre escritura de
escritos para ser leídos bajo la forma de conferencias públicas o prólogos de antologías
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feminismo, la tradición literaria femenina argentina, los problemas de la creación
literaria, la ciencia ficción nacional en relación con la de cuño internacional, entre otros
asuntos. Ese material, inédito en su mayoría, pero con el que contamos para su análisis
(más tarde recogido parcialmente en su libro A la tarde, cuando llueve), constituye una
intelectual argentino, no sólo mediante el mercado del libro, sino bajo la forma de
entrevistas y artículos aparecidos en los principales diarios y revistas del país (diarios y
colecciones de libros, como La noche mildós, una colección de textos de ficción erótica
carrera de Letras en su ciudad natal (sólo le faltaron dos materias para concluirlos), pero
no llegó tampoco a finalizarlos, habiendo cursado casi la totalidad de las asignaturas del
su paso por la academia es visible en su uso del metalenguaje (en especial de análisis
2
Interrogada oralmente acerca de una posible afinidad de su obra con la de la escritora argentina del siglo
XX Silvina Ocampo, Gorodischer manifiesta una vinculación algo desvaída entre su obra y de la su
colega. Por el contrario, enfatiza la afinidad de su obra con la de Victoria Ocampo, hermana de Silvina. Si
algún rasgo emparienta ambas obras no sería un tipo de factor estético, así lo entendemos, sino más bien
la notable exposición pública de ambas escritoras, su intervención en los respectivos campos intelectuales
y, tal vez, cierto tipo de lecturas cosmopolitas, en especial europeas, además del conocimiento de otras
lenguas y la organización de empresas literarias o feministas.
16
su formación cultural cosmopolita y en su conocimiento de las tradiciones literarias
literario Noé Jitrik, dos exilios: uno, más corto, en Besançon (Francia) y otro, más
extenso, en México, después del cual regresó a la Argentina en 1986 para radicarse
Américas en 1967 por su primer libro, Celebrar a la mujer como a una Pascua (luego
contemporáneos a esa época)3 y el Premio Boris Vian que consagró su libro Canon de
alcoba (1988), el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, el Premio Konex en 2004, la
en la categoría ficción para la escritura de una novela, que fue concluida y publicada en
de tanto en tanto, notas de opinión. Fruto de esa actividad son textos argumentativos,
3
La reedición platense de distribución nacional de Celebrar a la mujer como a una Pascua constituyó un
capítulo muy importante en la historia de la poética de Mercado, dado que permitió la circulación de un
volumen agotado por otros contornos topográficos y temporales, al tiempo que favorecía el rescate de
relatos inéditos confinados a los papeles personales de la autora. También fue relevante la recuperación
de la nota que Tomás Eloy Martínez le dedicara en su momento a la salida del libro, cuya nota crítica fue
publicada contemporáneamente en el semanario Primera Plana. También el volumen incluyó un Prólogo
de la autora altamente revelador de su poética gracias a una operación de introspección y de
autoindagación subjetiva.
17
muchos de los cuales más tarde han pasado a la imprenta bajo la forma de ponencias o
textos que surgen de una demanda externa de escritura, de una solicitación extrínseca, a
Tununa Mercado le gusta señalar que “el pedido fue y es un llamado, es como el
encendido de un motor, desencadena la marcha, establece el rumbo del andar: hay que
agradecerlo, esperarlo como se espera a la voz del otro y estar siempre dispuestos a
ello equivale a decir que ha trabajado con lo autobiográfico, pero no sólo ello, sino que
ha articulado experiencia vivida, mímesis social, con una forma de ficción o autoficción
literarias. Sus textos interpelan el pasado y la memoria, pero la escritora opera sobre
lo retórico que se las torna irreconocibles y de una hondura poética que difícilmente el
18
ESTADO DE LA CUESTIÓN
cultores de ese género en nuestro país y América Latina, sobre todo, en las décadas de
los sesenta, de los setenta y de los ochenta. En efecto, en esa superficie de textualidades
no afincadas de modo firme en el campo literario nacional, estas voces disonantes, que
tanto “comprometerse con una voz femenina en primera persona (...) es atreverse a
19
poder” (Gimbernat González, 1992: 139). El trabajo también desarrolla algunas
tanto la voz autoral, a través de la ventriloquía, así lo postula siguiendo una política
Balboa Echeverría y Ester Gimbernat González (Bs. As., Feminaria editora, 1995). Se
trata del primer libro que aborda en forma integral el estudio de la obra de la narradora
géneros literarios (en ocasiones articulando ambos tópicos), así como algunos
de integridad frente a los derechos humanos y frente al oficio que desempeña con
sólo por quienes la estudian académicamente sino por otros miembros del campo
su producción hasta el libro Las repúblicas (1991), el último hasta entonces publicado.
20
crítica literaria argentina y, por ende, destaca, dentro de la crítica gorodischeana y sus
narradores/as de ciencia ficción que elaboraron, durante las décadas de los sesenta, los
ese modo, se ponía en evidencia la arbitrariedad de los significantes sobre los que se
fundaba la cultura y se elaboraba una visión del mundo que procuraba denunciar los
articulación semiótica. En efecto, el statu quo cultural no era sino desafiado por una
mayor, merced al cual el dinamismo y la fluidez cultural constituían una piedra de toque
2000), a su vez directora del tomo, señala que la obra de Gorodischer marca “pasos
nuevos en espacios diferentes”, como síntesis de una poética insurreccional que, una vez
más, trasciende la idea de no adoptar los supuestos ideológicos del sentido común, en
21
instituciones cuanto con poéticas funcionales al sistema literario o, más ampliamente,
Por nuestra parte (Ferrero, 2002), en el marco de nuestra tesis de grado y de tres
(édita hasta la fecha, esto es, 2005) y procurando servirnos de bibliografía actualizada
atenta a las nuevas tendencias sobre el tema, así como las relaciones que los libros de
brindar consistencia narrativa a una teoría crítica y emancipatoria (Amorós, 2000) como
actualidad éditos, pero no por entonces) que la autora nos brindó generosamente y que
sirvieron de base a los fines de documentar el estudio. Por otra parte (Ferrero, 2003),
nos centramos en lecturas contextuales y esta vez fue la década de los sesenta (período
produce sus “narraciones de comienzo”, en términos de Edward Said) la que nos ocupó.
Nos propusimos en este trabajo abordar la obra de nuestra autora en relación con la
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El 10 de marzo de 2006 tiene lugar un evento científico de singular relevancia
para los estudios sobre la obra de Angélica Gorodischer a nivel internacional, tanto
desde el punto de vista académico como editorial. En efecto, la Dra. Michèle Soriano,
países del mundo, expusieron durante todo un día, trabajos sobre distintos aspectos de la
esto escribe tuvo oportunidad de asistir y presentar una comunicación sobre una lectura
efecto, la hipótesis central del trabajo consiste en postular que la proliferación de los
altamente disruptivo desde el punto de vista de la lengua standard, al uso, se erige como
sentidos era una fuente erógena que transgredía los mandatos patriarcales para una
comunicación titulada “Angélica Gorodischer: una señora con cuarto propio” apunta a
4
A la misma se puede tener acceso en el siguiente website: CIREMIA: www.univ-
tours.fr/ciremia/equipe.htm. Publicación en formato digital (pdf)
23
las convergencias entre la obra de Virginia Woolf y Gorodischer, refiriendo sendas
descubren, en el caso de Woolf, que lo que se ha escrito sobre las mujeres ha sido hecho
sustracción del sujeto mujer. Por otro lado, Zapata reconoce en Gorodischer, a partir de
feminista, así como del humor, lo que puede refinarla o bien hacerla incurrir en debates
las cuales se encuentran las protagonistas de Mala noche y parir hembra (1983),
pequeñoburguesas, que aspiran a serlo. En este sentido, el cruce entre género, clase
24
otras variables sexistas, como las planteadas por el feminismo neomarxista que procura
mujer presente en Mala noche y parir hembra, si bien tendría en común la idea matriz
burgués, el sujeto bajo el capitalismo” (López Rodríguez, Temas de mujeres, sin fecha
ni paginación).
Gorodischer (Bs. As., Editorial Corregidor). El volumen, que trabaja con la obra
destacar el interés de una investigadora por involucrar sus cavilaciones en torno de una
el campo literario argentino desde 1960 en adelante; un capítulo sobre una relativamente
del estudio de la categoría del “delito”, en especial oficiado por parte de mujeres, en el
seno del sistema patriarcal, una típica operación de deconstrucción, así como un estudio
25
cuentos, como “Al champaquí” (cuento, en Las repúblicas) y Doquier (novela). El
libro se cierra con una bibliografía de y sobre la narrativa de Gorodischer, así como una
tucumana Silvia Natalia Ferro Sardi, titulada “Angélica Gorodischer: las máscaras de la
Ferro Sardi estudia el modo en que las nuevas formas de modernización del capitalismo
en las zonas urbanas no centrales, por ejemplo en este caso la ciudad de Rosario, son el
cómo los comienzos del siglo veinte constituyen un compás histórico-social clave para
llamado mercantil de la mujer, las paradojas de la posición social que, pese a pertenecer
al mismo género, impone a las distintas clases y bases sociales asignaciones de poder y
de movilidad diversas.
ya citado volumen de 1992 de Ester Gimbernat González, abocado al análisis del corpus
autora analiza el libro Canon de alcoba (1988) de Tununa Mercado desde la perspectiva
de “canto coral”, pero también de “corpus consagrado y definitivo”. Es, ciertamente, esa
variedad semántica la que lo vuelve un texto muy rico e inestable desde el punto de
26
conjunto de figuras y representaciones somáticas, del cuerpo como sistema semiótico y
(volumen 11. La narración gana la partida), parte de la obra de Tununa Mercado (en
especial, el libro En estado de memoria, 1990) es abordado por José Luis de Diego en
su artículo “Relatos atravesados por exilios” (de Diego, 2000: 431-458). De Diego
anota que uno de los efectos del exilio parece haber sido el de “la reconfiguración
genérica de las formas breves (...), como si una experiencia traumática -el exilio-
requiriese la exploración de los instrumentos con los que se encara la ardua tarea de la
representación” (de Diego, 2000: 449). Por último, de Diego cree vislumrar también en
la experiencia del exilio una intensidad que demanda una reflexión sobre la percepción
y sobre los modos de construir el relato y sus figuras (y, por lo tanto, una cavilación
sobre la construcción del orden propio de “lo real” inscripto en lo discursivo), y pone
como ejemplos los relatos de ese libro titulados “Celdillas”, “Intemperie” y “El muro”.
literatura argentina que tienen como denominador común interpelar las relaciones de
paradigmáticos son los de Germán García, Luis Gusmán, Osvaldo Lamborghini, Héctor
Lastra...). En este marco, estudia algunos cuentos de Canon de alcoba (en especial
“Ver” y “Antieros”) que, a diferencia de los de las décadas de los sesenta y de los
setenta, no pretenden “espantar a los burgueses”, sino que “quieren ser leídos desde
descubre o encubre una violencia que estos textos parecen inscribir, escribir y dejar leer
27
En un artículo publicado en la revista Feminaria (2001), la investigadora Eva
memoria de Tununa Mercado” (2002), agrega que, para Mercado, escribir sobre sí
desajustes y quiebres que esta ‘experiencia del desastre’ genera en los sistemas de
pasado y en la formación de síntomas sobre los exiliados que regresan al país, Mercado
utiliza las imágenes del depósito y de la madriguera, del baúl y de las carpetas, como
lugares clandestinos donde se guardan objetos confiando” (Sarraceni, 2002) en que esos
espacios tanto del orden de lo imaginario como de lo material pueden cubrir como
pliegue o recobrarse.
Tununa Mercado” (2005), indaga como parte de una línea de investigación en curso y a
proseguir con un corpus más amplio en el futuro, en las circunstancias en las cuales es
28
vestimenta o el vestuario, la espacialidad de las casas o las ciudades inespacializadas y
Respecto del volumen Celebrar a la mujer como una Pascua, agrega Tomás
Mercado, pese a tratarse de un primer libro y de pequeño formato, los seis relatos
originarios del libro “bastan para sacudir la vida de cualquiera” y de que se trata de un
“objeto incómodo e irreverente, lo que no es una falsa metáfora” (Martínez, 2007: 11).
Hace notar también que lo peculiar de este libro es que “su sexto sentido era en verdad
el primero que ahora, a través de este libro (o lo que fuere) lo asalta para señalarle el
real nombre de las cosas, su sabor secreto y su auténtica apariencia” (Martínez, 2007:
sea posible merced a un único libro de una autora primeriza le resulta prodigioso.
29
pretende inscribirse en ese vacío enunciativo que justificaría y actuaría como
solidario a la vez, por lo que, en este punto, tenderían a converger pero, al mismo
Saavedra, 1993 y Ferrero, 2001 y 2005), material inédito e intercambio personal con
ambas, logramos ampliar el corpus paratextual y refinar la masa crítica que permita un
Angélica Gorodischer y este sería el primer paso en la dirección de establecer una línea
ellas prestando una detenida atención a ambas. En especial trazando un puente mediador
posible paradigma.
El hecho de mantener una relación de amistad personal con ambas autoras (más
30
materiales inéditos y a declaraciones privadas con vistas a ser utilizadas en el marco de
31
II. DESARROLLO DE LA INVESTIGACIÓN
32
CAPÍTULO 1
Intention & method (1975), nos proponemos estudiar cómo se producen las primeras
mucho antes, en diarios íntimos, borradores, textos inéditos, cartas, muchos de los
indudablemente, producen una fuerte marca de aprendizaje en quienes más tarde o bien
lenguaje y en el pensamiento, especulativo o no? ¿cuáles son las condiciones que hacen
historia cultural, para desentrañar algunas de estas inquisiciones Para Said, “el
repeticiones más que una simple progresión lineal” 5 (Said, 1985: XVII; la traducción es
5
“Beginning is bassicaly and activity which ultimatly implies return and repetition rather than simple
linear accomplishment (…)” (Said, 1985: XVII).
33
nuestra). Regresar, retornar y repetir son dos operaciones unidas. Esa repetición, no
obstante, es revisión y genera novedad. Agrega Said que “los comienzos no sólo
innovan debido a su propio método, sino en virtud de que ostentan una intencionalidad.
resultado de combinar lo ya familiar con la fecunda novedad del trabajo humano con el
estos términos desliza la hipótesis de que quien comienza, combina lo ya familiar con la
fértil novedad del trabajo humano con el lenguaje. Comenzar es “crear una diferencia”,
de sí misma (de sus ideas naturalizadas y sus convenciones para dar lugar a otras que las
renueven, las fertilicen y las proyecten hacia nuevos objetos). Si quien comienza se
con el lenguaje, ello supone no solo una inmersión en una suerte de cultura adquirida
y destrezas, pero también de un método y una intención que, unidos, producen “una
diferencia” o “la diferencia” respecto del resto de los comienzos de otros productores
culturales. Cada quien comienza, pero comienza a su manera, de modo inherente a sus
que el autor o la autora se despega de todo el resto de las obras literarias. Los comienzos
6
“Beggining not only creates but is its own method because it has intention. In short, beginnings is
making or producing difference -difference wich is the result of combining the already familiar with the
fertile novelty of human work in language”.
34
o antagonismo o una mezcla de ambas”7 (Said, 1985: 3). Dichas relaciones de
mente abierta a acogerlos. Según Said, “los comienzos, entonces, son el primer paso de
un deseo, en el comienzo intelectual, por hacer algo de una forma característica, tan
consciente como inconscientemente, mas según un patrón que el lenguaje siempre (o
casi siempre), pone en evidencia. Designios de la intencionalidad del lenguaje por
manifestarse de cierta forma y siempre comprometido deliberadamente en la producción
9
de sentido (Said, 1985: 12; la traducción es nuestra).
En el caso de la autoras que estudiamos, se trata (lo que las torna afines) de dos
Celebrar a la mujer como a una pascua, 1967, en el caso de Mercado). Ambos libros se
culturalmente marcada por ideales de socialismo como Cuba) y es así como la carrera
literaria de ambas autoras comienza con muy buenos auspicios. Ahora bien,
7
“estableshes relationships with works already existing, relationships of either continuity or antagonism
or some mixture of both”.
8
“The beginning, then, is the first step in the intentional production of meaning”.
9
“an appetite at the beginning intellectualy to do something in a characteristic way -either consciously or
unconscously, but at any rate in a language that always (or nearly always) shows. Signs of the begining
intention in some form and is always engaged purposefully in the production of meaning”.
35
bien poco tienen que ver con lo que será la obra ulterior de las autoras, sientan las bases
de una relación con la tradición literaria, así como nexos de filiación o distanciamiento.
El primer libro de textos de Gorodischer se caracteriza por una cierta estridencia, en sus
letrados” o que se alejan del modelo de “lo culto”, entendido como el propio de las
“bellas letras”. Así, código oral y código escrito se entrelazan y contaminan pero
marca, su resto10. Lo coloquial irrumpe frente a la idea de “lo literario” como sinónimo
El lenguaje que hablamos todos los días, el que yo hablo con los chicos, el que hablo en
la calle o en la verdulería, es tan rico y tan poco explorado que para mí no vale la pena
hacer experimentos de probeta sobre el papel cuando todavía no se ha conseguido unir
todos los lenguajes que hablo. Porque uno no habla un solo lenguaje, habla muchos
lenguajes y escribir con ese lenguaje, con la suma de todos es lo que yo pretendo hacer,
es lo que quiero hacer en este momento (Gandolfo, 1977: 174).
10
En un reportaje realizado por Elvio Gandolfo en una antología por él preparada sobre la obra de
Angélica Gorodischer, titulada Casta luna electrónica (Bs.As., Ediciones Andrómeda, 1977, Colección
dirigida por Jorge Sánchez), Gorodischer menciona la influencia que tuvo en su formación literaria la
obra de Roberto Arlt (p.p. 180). Al respecto señala Gorodischer una variedad de autores que dejaron
rastros en su formación, pero señala expresamente que la marca de Roberto Arlt dejó una huella en un
aspecto central del registro de su lenguaje literario. Al respecto profundiza: “He leído mucha literatura
francesa e inglesa, pero hay autores (fijate qué cosa extraña te voy a decir) como Roberto Arlt, que me
dejaron un sello que no sé si los demás advierten pero yo sí, en el lenguaje y en la pretensión con la que
uso el lenguaje. Leí a Arlt por primera vez hace veinte años, cuando todavía no conocía de la literatura
argentina nada más que lo que dábamos en el colegio (…). (pp. 180-181)
36
Se trata de un sociolecto (Lois, 2001) determinado por códigos en conflicto, lo que
entrelazados por la figura capital del personaje homónimo que da título al libro, el
sujetos tanto masculinos como femeninos. Todo ello propicia las narraciones, las
social y política, así como comenzarán a entreverarse con ciertos tópicios de cuño
especularmente sobre sí misma y respeta sus propios códigos, sin infringir la lógica de
11
Si bien la relación entre el idiolecto de Angélica Gorodischer no ha sido puesto en relación, al menos
en forma oficial, por los discursos académicos, resulta evidente que existen elementos que la vinculan al
idiolecto de Manuel Puig. Nos referiremos a este punto con más detalle más adelante. Lo cierto es que el
camino de la oralidad hacia la escritura y viceversa son piedras angulares de ambas poéticas, a lo que en
el caso de Puig es posible agregar sus intertextos cinematográficos.
37
problematizar la categoría de “lo real”, sin sucumbir a excesivas cavilaciones. Su
enunciación escrituraria no queda puesta en cuestión porque no hay nada que la desafíe
y, por tanto, pareciera ser casi imperceptible por el mero hecho de que habla (escrita),
afinidad con textos que narren un argumento afilado y recortado por unidades
narratológicas ligadas a una fábula (en el sentido que los formalistas rusos otorgan a
este lexema), este primer volumen procederá a una cierta vacilación respecto de dicho
recelo de la autora. Textos breves, donde de hecho una serie de personajes que se
dicha iniciativa no se concrete, esto es, no tenga lugar más que de un modo fallido. La
una mujer que observa a una pareja conocida en una escena primero pasional y luego
cotidiana a través del velo de una cerradura. Se trata de una serie de relatos breves que
38
producen una sensación de incompletitud en el lector, pero simultáneamente lo invitan a
que demandan de parte de quien los transita una constante atención y ponen en juego
una permanente tensión entre la situación de quien lee y lo leído, en virtud de que en
ellos se habla de situaciones incómodas respecto del statu quo cultural. Una percepción
de los más sofisticados matices que puede plantear el extrañamiento, al estilo en que lo
concebían los formalistas rusos también sobrevuela estas narraciones. Los relatos de
una perspectiva inhabitual en la mayoría de las poéticas. Libro “delgado como hostia”,
como gusta denominarlo su autora, en virtud de su brevedad (ocho relatos muy breves),
el eje de ellos no son las tramas sino los sujetos que se aproximan, se alejan, se asedian,
miden su proximidad física al punto que ella es la que determina la índole de sus
alcoba, otro de sus libros posteriores. En verdad, Celebrar a la mujer como a una
pascua se constituye en una suerte de antesala y nudo que luego desatará Canon de
Asimismo, es posible caracterizar estas dos obras en el marco del resto de otras
Edward Said,
comenzar es una actividad y, al igual que otras actividades, está sujeta a ciertas reglas
de juego, operaciones habituales de la mente, condiciones a ser satisfechas (…). Dicho
sentido de contextualización queda sometido a un tiempo y a un tipo de sociedad -en el
sentido amplio ‘tiene lugar en’ un tiempo y en el seno de una sociedad.12 (Said, 1985:
19; la traducción nos pertenece).
12
“Beginnig is an activity, and like other activities there are associated with it a field of play, habits of
mind, conditions to be fulfilled. (…) That sense of associaton is set in time and society -that in a larger
sense they ‘take place in’ time and society”.
39
Al configurarse los comienzos como una actividad, parafraseando a Said, esta práctica
social, por cierto siempre verbal y ligada al lenguaje en su puesta en acción, se entrevera
con la situación social e histórica en la cual tiene lugar. Así, notables variables acuden
Para ello resulta importante remitirse a los textos ya clásicos de Oscar Terán,
Silvia Sigal y otros más recientes de Susana Cella y Noé Jitrik que abordan la etapa de
la historia argentina y mundial en la que ambas autoras comienzan sus obras, realizan
ambas producciones en el seno de “la irrupción de la crítica” (Jitrik y Cella, 1999), esto
cultura argentina entre los años 1955 a 1975 y que se caracterizaron por el
cuestionamiento del statu quo cultural así como plantearon una revisión de la literatura
condiciones sociales que facilitaron la emergencia de estos dos libros, dado que se trata
pulseadas políticas se vuelve más compleja, los textos producidos en esas condiciones
40
con ideologías literarias practicando un embrión de proyectos creadores atravesados por
la conflictividad.
por ser un período revulsivo desde el punto de vista del campo cultural, en el seno del
y poder desde 1910 a 197013, Silvia Sigal define la década del sesenta como una franja
anchas franjas de la intelectualidad progresista” (Sigal, 1991: 192). Sigal brinda una
fechación tentativa del advenimiento de esta nueva época: la aparición del Semanario
industrias culturales, especialmente de la industria del libro y tanto las pequeñas como
13
Aludimos en este segmento de la argumentación a un volumen histórico-político en el cual la socióloga
argentina indaga en las repercusiones sociopolíticas que ciertos incidentes tanto nacionales como
internacionales configuraron una suerte de identidad de la década de los sesenta. Sigal, Silvia.
Intelectuales y poder en la década del sesenta. Bs. As., Editorial Puntosur, 1991.
41
(Rivera, 1998: 138). Jorge B. Rivera14 ha estudiado la peculiar consideración y el
culturales, y las implicancias que ello tuvo para la circulación de la literatura argentina
Jorge Álvarez, en la cual editará su primer libro Mercado y, años más tarde,
Gorodischer hará lo propio con cuentos de su pluma. Esta editorial independiente era
porosa a las novedades literarias y configuraba un espacio de difusión de obras a las que
brindaba una circulación en el mercado del libro que, de otro modo, no hubieran tenido
divulgación.
interesante atender a la caracterización que hace Sigal de las relaciones entre el arte y la
política propias de la primera parte de la década. Esta primera etapa de los años sesenta
sentido, “la disyunción entre cultura y política dio por resultado el predominio de un
encarna perfectamente esta disyunción y perfila una obra que se politizará tardíamente,
merced a los problemas del gender, pero que siempre defenderá su especificidad
orden que lo político propone e impone, pero aludirá a él desde su propia práctica de
artista.
14
Rivera, Jorge B. El escritor y la industria cultural. Bs. As. Editorial Atuel, 1998.
42
Por su parte, lo reiteramos, Noé Jitrik y Susana Cella, en la Historia Crítica de
la Literatura Argentina (Volumen 10, Emecé, 1999) caracterizan a este período como el
puede datar en unos veinte años (1955-1976) marcado por el “surgimiento impetuoso de
actitudes cuestionadoras que avanzaron sobre las distintas áreas de los saberes y de la
propuestas surgidas desde diversos ámbitos del campo intelectual. En este contexto, la
Argentina, planteaba una orientación que tenía que ver con problematizar, desde un
cultura en un sentido amplio y del sistema literario, en forma más restringida. Una
hasta la primera mitad del siglo XX, y una reivindicación, en cambio, de ciertas
que contaba con un corpus nacional tan escaso, supone una apuesta riesgosa y atrevida
43
Señala Guillermo García que los relatos anticipatorios anteriores, no obstante al
narrar el futuro como si fuera pasado” (García, 1999: 326). De este modo, la
anticipación “se perfila como una ficción entre política y moralizadora: la ciudad se
proyecta hacia el futuro y desde allí se observa, señala sus defectos magnificándolos”
(García, 1999: 326) (para este tópico de la ciudad hipertrofiada, veáse el cuento “Acerca
poder, pág. 108). Desde esta perspectiva, los textos iniciales de Gorodischer narrados
desde un futuro se proponen una crítica de las costumbres, o de las ideas que en ellas se
permite hipertrofiar variables o aspectos para denunciarlos con más visibilidad. En este
anotado.
Paralelamente,
utópicos o distópicos, permite entrever una voluntad crítica que cuestiona esta
modernidad.
En efecto, en este período se suma una creciente importancia de los países que tendrán
44
guerras antiimperialistas (Argelia, Vietnam) con consecuencias en los mismos países
El año 1959 es un año clave, dado que se produce la Revolución Cubana. Este
es, sin duda, un episodio ante el cual los intelectuales argentinos tienden a posicionarse.
literaria argentina de los años 1968 a 1976 15 y ha elaborado una serie de axiomas que se
desprenden de una práctica escrituraria ejercida en ese marco contextual. Dado que
nosotros nos ocupamos del discurso ficcional y no del crítico, las conclusiones de
algunos de los axiomas señalados por Panesi en el seno del contexto literario, y hacerlos
extensivos hacia la figura más amplia del “intelectual”; pese a ello, la especificidad de
su práctica. Señala Panesi, por ejemplo, que “la sensación de que el tejido social juzga
positiva: se marcha junto al pueblo para lograr en el futuro la liberación” (Panesi, 2000:
21). “No hay distancia entre la lucha política y la lucha cultural” (Panesi, 2000: 21).
de la práctica escriturarios. Paralelamente, como segundo axioma, agrega Panesi que “el
15
Nos referimos a un diestro artículo teórico-crítico, en el cual el crítico literario argentino se aboca,
desde distintas perspectivas, a enfocar sobre distintos objetos culturales, por ciertos siempre emanados de
la teoria literaria o la literatura, una suerte de metanálisis o teoria de la crítica. En: Panesi, Jorge. “La
crítica argentina y el discurso de la dependencia”. En: Panesi, Jorge. Críticas. Bs. As., Editorial Norma,
2000. Pp. 17-48.
45
discurso de la dependencia reivindica una nueva forma del americanismo que también
tercer axioma, que insiste en la incomodidad conceptual frente a los modelos. Si bien
lingüística), este axioma se puede pensar en relación con los modelos artísticos para el
principios estéticos al resto del mundo y que generaban lo que Harold Bloom enuncia
como la “angustia de las influencias” (Bloom, 1977). Estos tres elementos (la certeza de
original que asume los rasgos de monumento) dan la clave ideológica de la situación de
los intelectuales durante este período, entre los que podemos contar a Gorodischer y
Mercado.
novela latinoamericana (Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Mario
Vargas Llosa, etc.), fenómeno que tendió a homogeneizar tanto como a hegemonizar el
imagen americana acorde con sus propios mitos de origen. Paralelo a este fenómeno
privadas (poco reeditadas), tales como Martha Lynch, Silvina Bullrich, Beatriz Guido y,
lectores y lectoras, sino que además muchas de ella fueron traductoras profesionales (tal
46
el caso de Silvina Bullrich, quien, junto con José Bianco, volcó al español casi la
tópico del “color local”, comenzando por hacerlo en su primer libro, porque tiende a
neutralizar las referencias nacionales en sus textos. Más bien Gorodischer propende a
es una exigencia codificada en el género que practica: la ciencia ficción busca disolver o
las nacionalidades es abolida, por otra transnacional que la contiene y la abarca. En este
sentido, sería una ley del género el pensar la representación literaria del espacio en
términos macroscópicos: cambiar las rutas por las trayectorias espaciales y los
adelante, pero más tarde será proseguido en libros como Las pelucas (1968), Trafalgar
emparienta con las corrientes ideológicas que barrieron la sociedad argentina y permite
leer en su mapa literario la huella de una disidencia. De esta manera, los textos de
Gorodischer pueden ser vislumbrados como una catalización y, a veces, también, como
una cita de la agenda que nutría los debates de la sociedad argentina. Podría constatarse,
47
entonces, la fuerte marca de elementos contextuales en los libros de Gorodischer, y
también pensarlos como modos de réplica literaria frente a diversos discursos que
Señala Susana Cella que en este momento (1955-1976) “la literatura se redefine
de los sucesos” (Cella, 1999: 9). En este sentido, el carácter politizado (entiéndase esta
entre política y literatura e historia y literatura. Pero sobre todo, permite deducir una
significativas de la vida social. Más aún, la literatura es pensada por Gorodischer como
un espacio conflictivo, definido a partir de las tensiones que establece con las
través de una alusión directa, desembozada o de denuncia, sino más bien como una
respuesta, desde el ámbito propiamente literario y desde la práctica literaria, hacia todos
48
realizará operaciones en el mismo sentido, pero con otros géneros: la ciencia ficción y la
literatura fantástica.
Tella”, también es cierto que siguió haciéndolo constantemente, incluso en períodos tan
específica para la intelectualidad argentina. Como explica Silvia Sigal, “los intelectuales
argentinos, entonces, no asistían solamente al ocaso de una dictadura salvaje sino que
tenían ante sí un nuevo espacio, el de la política democrática, que les ofrecía una
entre 1983 y 1984 Gorodischer publica tres libros, entre los cuales figura su obra capital
la representatividad del poder (véase Drucaroff, 2000: 472). Y tampoco es casual que
de una crítica política con un retórica lateral, que aludía a ella a través de figuras, pero
no de un modo referencial (recuérdese una vez más, como ejemplos de las ya mentadas
“astucias” de Gorodischer, que los textos de ciencia ficción comúnmente eludían los
recuperará esas estrategias de alusión indirecta durante la década menemista (véase, por
ejemplo, La noche del inocente -1996- o “Los frutos del árbol de la vida”-1996).
fenómeno del boom latinoamericano con textos conjeturales que construyen la figura
49
del sujeto mujer y del sujeto varón heterodesignado por la mujer, lo que la vuelve una
mismo marco contextual rige para Mercado, excepto el de que sus narraciones de
“cajas chinas” sintetizan un regresión a lo personal tan político como la esfera pública.
simbólica que desordena los signos, parodia los discursos mediáticos y políticos, postula
del hogar, pero desnaturalizándolo al punto de romper con las leyes familiares de
orden social. Esfera íntima y esfera pública trazan las dos formas de intervención
por el contrario, nunca deja de “pisar con los pies sobre la tierra”. Ademanes en los que
se imponen universos o se retrae la mirada hacia la crisis del orden vigente. La familia
50
Paralelamente, esta atención prestada al contexto, ideológicamente marcada, se plasma
anclaje hacia el realismo. Como señala la misma Gorodischer en una nota aclaratoria de
2000: “Encrucijada digo porque me doy cuenta de que ya no pero todavía tampoco. Es
que en una época yo escribía furiosamente fantástico y después me dio por lo realmente
típicamente los del período, pero sus dardos están dirigidos hacia zonas de la
políticas estarán siempre asociadas no a macro episodios históricos, sino más bien al
modo en que la Historia se introduce en los hogares y, dentro de ellos, en los entresijos
de su tejido.
51
CAPÍTULO 2
Existe un consenso más o menos estable entre los críticos y teóricos literarios
respecto de que los géneros no preexisten a las obras literarias16. También que, como
toda noción cultural, como parte del sistema literario o, más propio sería afirmar, los
sistemas literarios, están sometidos a la diacronía y que, por tanto, ha habido una
acentuar respecto de los géneros literarios es, en primer lugar, su rango estético, lo que
resulta una obviedad, a menos que, no obstante, como lo señala Mijaíl Bajtín, formen
parte más ampliamente de los géneros discursivos y las prácticas del lenguaje y, por lo
tanto, de una totalidad mayor inclusiva. También se suele afirmar de ellos que, a
llamados “géneros literarios” que sólo pueden ser juzgados en relación a otras series, no
rusos de las década de 1930 alude a una interconexión cultural en el seno de un orden
simbólico y material como lo es una sociedad. Finalmente, los géneros literarios serían
transculturales, en tanto que atraviesan las distintas lenguas y las distintas etapas de la
Si los géneros literarios son ejercidos más conscientemente que otros géneros
discursivos, no menos cierto es que son reconocidos también de una conciencia mayor
16
La mayoría de las ideas que expongo en el primer párrafo de este apartado me son sugeridas por el
artículo de Michal Glowinski “Los géneros literarios”. En: Angenot, Marc y otros. Teoría literaria.
México, SigloXXI, 1993, pp. 93-109.
52
por parte de los receptores, quienes perciben en ellos una cierta estabilidad de
parámetros, sin llegar por ello a una esencialización. De modo que en ese
Jauss respecto de los modos de la recepción literaria en permanente mutación, así como
los de Wolfgang Iser respecto del lector implícito y las operaciones cognitivas de
aprehensión de la obra literaria. Cada género literario supondría, entonces, una suerte de
protocolo de lectura según el cual los lectores y lectoras lo decodificarían en tanto que
texto. Dicha construcción no sería estable sino que solicitaría una permanente
podría ser ejercido teniendo en cuenta su evolución total, desde sus inicios hasta sus
manifestaciones más recientes, lo que brindaría una idea cabal de su dinámica y de sus
procesos de génesis y recepción ulterior. Entre todos los géneros existen jerarquías y,
como tales, los hay mayores y menores, como la novela con su apogeo en los siglos
XIX, XX y XXI. En tanto que la tragedia, paradigma del género más encumbrado en la
ha corrido gran parte del resto de los géneros y subgéneros literarios. Seguirmos a
distinción de los géneros literarios según tres ejes: la materia, la forma y el público. Un
juvenil, para adultos, etc. Los tres ejes, a su vez, pueden combinarse y producir
53
variedades mixtas, tales como “narrativa de ciencia ficción para jóvenes” o “lírica
ha procurado fijar hipótesis sobre las razones por las cuales ciertos géneros tienden a
prevalecer sobre otros, a alcanzar un apogeo y que, por el contrario, otros son proclives
universidades, editoriales, prensa, mercado, público lector, etc.) que son las que
permitirán la autonomización del arte de las esferas del poder y una mayor
En lo que atañe al cultivo de los géneros literarios en las autoras en cuestión, nos
opción divergente pero que, tal como anticipáramos como hipótesis central de la
aparente jerarquía dentro del sistema literario y, particularmente, dentro de los géneros
54
literarios. Nos referimos a que, si bien es posible, según las preceptivas y poéticas que
Durante la época helénica lo fue la tragedia y, en segundo lugar, la épica, tal como lo
fija como tipo de discurso hegemónico por encima de la dramaturgia, el texto lírico y
aún otros como el guión cinematográfico, las letras y comedias musicales, entre otros.
Angélica Gorodischer opta, en lo que hace a la forma, entonces, por los así
denominados, tanto por la crítica literaria como por el mercado, los “géneros mayores”,
esto es, por los géneros que se encuentran en el centro del sistema literario por su
obstante, conviene introducir algún reparo frente a esta afirmación, que consideramos
no tan central tal como la enunciáramos. Queremos aludir con ello a que si bien
“géneros íntimos”, dentro de otra teoría de los géneros). Observamos, en este caso,
55
continente. Así, Gorodischer procede a la politización de los mismos mediante múltiples
sus usos como sus efectos y sistemas de lectura. Así, el énfasis de los “géneros
menores” sólo permite entrever formas literarias de nula o escasa irrupción en la ficción
narrativa y que el mercado relega a meras curiosidades o rara avis nacionales, con
mediante una serie de astucias que procederemos a indagar en las líneas que siguen.
Dirá Tzvetan Todorov que “siempre que hay mezcla o desvío, es bueno saber con
respecto a qué lo es” (Steimberg, 2002: 105). En tal sentido, nos extenderemos páginas
a continuación.
Tununa Mercado opta por los géneros mayores (la narrativa), en un sentido, pero
en cambio, apelará a los textos autiobiográficos, como veremos, pero lo hará desde
operaciones, una vez más, transgresoras, desde un costado en el que mestiza formas del
diario íntimo, la narrativa autobiográfica y otras formas afines, incluso como las cartas y
los emails de amigos y colegas, que reproduce en el cuerpo de algunos de sus libros.
56
- Reinventar los géneros: politización de los “géneros menores” en la
“lo masivo”, así como los juicios de valor sobre ellos vertidos, han atravesado el siglo
XX y han ocupado, sobre todo, a los intelectuales. Quizás porque percibieron a estas
porque las modalidades estéticas que adoptaron estos fenómenos no satisficieron sus
encarnaran una ideología crítica (en tanto las increpaciones que llovieron sobre estos
que, salvo los declaradamente populistas, los intelectuales se han manifestado al menos
considerarlos “géneros marginales” o “menores” dentro del sistema literario. Fue, sin
bien por su lectorado o bien por el tipo de mecanismo constructivo del que se munían
sus cultores.
57
La definición de las categorías antes citadas, en términos de “lo alto” y “lo
bajo”, implica juicios de valor que se enfrentan según las escuelas o los grupos. Es bien
precisiones, nos centraremos para nuestro análisis en las que establece Ana María Amar
legítimo y oficial” (Amar Sánchez, 2000: 12). En este sentido, “lo popular” aparece
“un conjunto de prácticas en estrecha relación de dependencia del desarrollo que desde
el siglo XIX han tenido las formas de reproducción técnica” (Amar Sánchez, 2000: 13).
serial, es esa misma cualidad la que alude a sus condiciones de producción, circulación
que data de 1936. En efecto, Benjamin vislumbraba hacia época tan temprana, la
productos culturales. Lo que equivale a señalar que ya percibía en sus textos, con la
58
antelación de un sismógrafo, los alcances y la incidencia de la base material sobre la
superestructura.
Tomemos, por caso, la literatura policial. Este género nace en 1842 en los
Los crímenes de la calle Morgue, “La carta robada” y “El misterio de Marie Rogêt”, de
Edgar Allan Poe. Estos textos fundacionales establecerán y estabilizarán lo que, más
tarde, serán los rasgos y la preceptiva propios del género. Configurado como una
rasgo masivo de estas formas las vuelve fuertemente codificadas, en el sentido de que
efecto de un gesto rupturista, fundante. Habrá que esperar a la segunda mitad del siglo
Tanto el policial como la ciencia ficción, si bien cuentan -como hemos visto-
consagran como tales en los famosos pulps o publicaciones “de pulpa” (así llamadas
de escaso costo que se vendían por cientos de miles y que diseñaban el gusto de un
59
librerías sino en kioscos y la misma demanda de los consumidores obligaba a una
producción febril.
Hay toda una línea de críticos y estudiosos que ve con muy malos ojos este tipo
de manifestaciones culturales. Quien sentara precedente en esta materia fue, sin duda,
conocida polémica con Walter Benjamin, el filósofo denuesta a la así llamada “industria
cultural” por considerar que invita a la credulidad, que no alimenta el juicio sino que lo
diferente” del que los maneja en esa actualidad. Esta dicotomía fue más tarde resumida
por Umberto Eco, hacia los años sesenta, en términos de “apocalípticos e integrados”,
una opción binaria que se repetirá a todo lo largo de los debates que atraviesan nuestro
siglo. Amar Sánchez alerta sobre el hecho de que la mayoría de los análisis de los
“géneros masivos” suele quedar reducido a los efectos ideológicos de las fórmulas
narrativas, más que a indagar en otras aristas del problema, esto es, a indagar en otros
Jaime Rest, en su trabajo sobre literatura y cultura de masas (1967), enumera los
cuatro grupos de objeciones en que el estudioso Daniel Bell resume las objeciones
60
-“corrupción de la ‘cultura elevada’” a causa de que el artista legítimo se siente
insustanciales o ‘bastardas’
- “estímulo de las pasiones más groseras, al halagarlas con grave perjuicio para la moral
popular” (ya desde su misma enunciación) no es inocente desde ningún punto de vista y
elitismos, pero, ante todo, en un divorcio entre cultura letrada y lectorados amplios. En
optan por productos culturales densos sino que, por el contrario, se entregan a la
y, simultáneamente, lo ghettizó.
61
El propósito de la presente tesis, más que internarse en la polémica que desveló a
tantos pensadores, es considerar las posibilidades comunicantes que hay entre la así
algunos de sus géneros. Tomamos ambos términos, en este caso, más a título
“bajo” plantea a priori una evaluación por parte del sujeto de la enunciación, dado que
como “lo culto” y “lo popular” en términos de “construcciones culturales que no tienen
consistencia como estructuras naturales” (Amar Sánchez, 2000: 16) y que son tributarias
de coyunturas históricas que las han esencializado. García Canclini relativiza e historiza
así un binomio de nociones que parecían cerradas o clausuradas. Asimismo, hay otros
enfoques que ven distintos puntos de intersección, fusión y transformación entre las
culturas que no se constituyen como pacíficos sino, antes bien, como conflictivos. Es
visible (y estudiosos como Mijaíl Bajtín se han ocupado de demostrarlo) cómo los
otros. Y, como lo señalara Michel Foucault en Arqueología del saber, hay saberes que
circulan por los distintos campos de la cultura, migrando así y provocando mutaciones
disciplinarios hace la ciencia, diverso del que hace un género literario como la ciencia
62
Son estas zonas de “cruce” a las que Amar Sánchez interpela en su libro, que se
verificarían como una verdadera toma de partido con respecto a los antiguos dominios
escindidos. Tal como señala Amar Sánchez, este problema se puede pensar en el seno
de otro que lo abarca: los modos en que las imágenes y convenciones pertenecientes a la
las que se piensa el arte durante la última mitad del siglo XX.
La tesis central del libro de Amar Sánchez postula que habría un corpus de
representación que implica una táctica de apropiación que permite su disfrute, el goce y
las distancias (...)” (Amar Sánchez, 2000: 23) respecto de su uso ordinario o canónico.
con un doble placer: por un lado, el goce del reconocimiento de las fórmulas remanidas,
que tienden a confirmarse a sí mismas; por el otro, estos “géneros menores” brindan,
por lo general, “emociones fuertes” y una carga de suspenso que la “alta literatura” no
Es por ello que Amar Sánchez habla de “juegos de seducción y de traición”, con
remanidos se apela a las “emociones fuertes”, suerte de “tensión diegética” para halagar
el interés de los lectores; pero se trata de un uso espurio, desviado, en la medida en que
se los refuncionaliza en otro contexto. Según Amar Sánchez, estas estrategias tenderían
63
a politizar todo un conjunto de manifestaciones culturales que literalmente se asociaban
célebres como los de Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Rodolfo Walsh. Pero
también los de Manuel Puig, Juan Sasturain, Eduardo Goligorsky, sobre todo asociados
amanecer está asociado con la cultura de masas, como la ciencia ficción, al menos tal
(Capanna, 1992). Es en ese vacío en el que este trabajo intenta insertarse y, si fuera
inicia una prolífica trayectoria como novelista desde sus comienzos vinculados con el
género policial, luego su producción se vuelca hacia un género con escasa o nula
tradición en el país, como los ya citados ciencia ficción ligada sobre todocon el género
policial, luego hacia la ciencia ficción asociada en especial con la distopía (y, por
extensión, a la utopía) y ,hacia los años ochenta, sus preocupaciones se orientan hacia
posible advertir entonces, como ya lo señaláramos al comienzo de esta tesis, que, desde
cabal de los “géneros menores”, ya no como uno de los vectores de su trabajo sino
plantada ante la tradición como una suerte de marginal (también por ser mujer) en varias
64
Lo que nos proponemos es mostrar la apelación de Gorodischer a recursos de la
por Amar Sánchez; segundo, proponiendo una revisión de dichos géneros a la luz de
hace acreedora del II Premio del Semanario Vea y Lea, otorgado por un jurado
integrado, entre otros, por Rodolfo Walsh. De este modo, la primera “consagración” de
libro sobre la evolución de la literatura policial en Argentina que durante muchos años
los escritores consagrados escribían secretamente policiales que procedían a firmar con
seudónimo, debido al descrédito que provocaba este hecho entre sus pares y el
lectorado. Esta tendencia empieza a revertirse hacia 1940, fecha en que se producen una
serie de operaciones culturales merced a las cuales el policial comienza a circular entre
los intelectuales más cultivados y se comienzan a revisar los prejuicios sobre los que se
la iniciativa de la colección El séptimo círculo, que dirigieran hacia 1944 Jorge Luis
Borges y Adolfo Bioy Casares, que difundió la mejor literatura de ese género escrita por
autores de la “alta literatura” (Nicholas Blake, Dashiell Hammett, Anton Chéjov, entre
otros). A ello hay que sumar los propios ejercicios literarios de los escritores
65
mencionados, dado que poco a poco comienza a conformarse una promoción de
la misma novela”. Esta semejanza referida por la escritora estriba en una diégesis y un
sistema de personajes muy similar (una mujer madura, que a partir de una serie de
equívocos se ve envuelta en un caso de intriga policial que resuelve más que nada
merced al azar). Las protagonistas de ambas novelas son mujeres mayores que,
halla asociado con un motivo literario que acompaña la búsqueda de identidad desde
larga data, como lo es el viaje. En un caso, a México; en el otro, a una isla del Caribe. El
excusa perfecta para poner en escena tanto personajes como juicios, motivos como
66
general al escapismo y la evasión. Por el otro, lo politiza en segundo grado proponiendo
lenguaje que utiliza la protagonista es una jerga masculina que no elude la “obscenidad”
ni los saberes propios de ese sexo. Recordemos que en el policial las mujeres estaban
encantatorios clásicos del género; al mismo tiempo que sorprende y desbarata esas
teoría de sexo-género.
obras precedentes. En este caso, Gorodischer retoma la tradición “dura” del género pero
tratada con humor, como “en sordina”. De esta manera, un motivo tan recurrente y
definitivo del policial “negro” como lo es la violencia resulta parodiada y, por ello,
atenuada. Nota común a casi todos los textos, la violencia tanto física como simbólica
es ejercida por las mujeres, quienes toman las armas y delinquen homologándose así
67
construye representaciones de la feminidad que hacen estallar las restricciones
genéricas.
salvo que señalando los rasgos privativos de ese género. En ellos (Opus dos-1967, Bajo
Imperial-I y II- 1983 y 1984) Gorodischer politiza un “género menor” (que, en todo
propone en su artículo “La ciencia ficción y las ruinas de un porvenir” (Cohen, 1999)
que a comienzos de los años setenta, “la estética transvanguardista avisó que la
disgregación del lenguaje y el relato no podía extremarse más sin que el lector pidiera el
divorcio (...)” (Cohen, 1999: 20). Nuevamente se insiste en levantar “la bandera de la
(Cohen, 1999: 20). Según Cohen, este retorno a “la vieja escuela” permitió un replanteo
abrumadoras. Es así como surge un grupo de escritores (Paul Auster, Ricardo Piglia,
68
la reflexión histórica y la escritura en general en un plano de mayor definición (Cohen,
1999: 20).
desviada al relato “de fórmulas” por la crisis que llevó al divorcio entre público lector y
Marcelo Cohen, en el mencionado artículo, asevera algo más que nos interesa
discutir. Según Cohen, lo que es privativo de un género como la ciencia ficción es “que
desarrollado por su cuenta” (Cohen, 1999: 20). Según Cohen, lo que caracterizaría a la
poéticas. Por ello, la considera “pionera de la posmodernidad literaria, que crea historias
“temas” que son propios de la tradición de este género). No obstante, lo que nos
interesa, más que polemizar con Cohen, es pensar la obra de Gorodischer que se
percibir así los desplazamientos que ella operaría en el género y el modo en que
69
contribuye a desarticular estereotipos sociales e ideologías sociales que inhiben las
o la alienación.
tradición del género (las naves espaciales, los viajes intergalácticos, los navegantes
interplanetarios, los mundos paralelos, etc.), pero los pone al servicio de la así llamada
“alta literatura”. Al mismo tiempo, en libros como por ejemplo Trafalgar (1979) plantea
una crítica rotunda al imperialismo y al androcentrismo (en cuentos como “Casta luna
entronca con una zona de lo que llamamos “la utopía”), en su momento de consagración
Se trata de un texto límite porque confluyen en él rasgos propios del género de ciencia
ficción y del policial, aunadamente. Ejemplo de texto tensionado por ambos códigos, el
argumento es policial, pero los móviles del crimen descansan en la amenaza que reviste
sentido, “La pera irremediable” plantearía un caso de híbrido genérico tributario de una
El cuento es, en último caso, una reflexión profunda sobre las corporaciones
estabilidad de las jerarquías y los lauros que las rigen. Politizado esta vez no desde
70
que se vuelve simultáneamente la confesión del asesino . Planean por estas páginas las
figuras de Galileo y de Giordano Bruno, tanto como del resto de los “mártires” de la
comunidad científica.
“El infinito plural”, porque es allí donde sienta sus puntos de vista en torno de la
de Adorno, en el sentido de que sin concesiones toma partido en contra del esquema
dominación masculina, no puede adherir, por principio, a una estética (y, por tanto, a
una política y a una moral) que se construye a partir de patrones sexistas, como por
71
aplicadas a varios planos del texto literario. Por ejemplo, el maniqueísmo asociado por
lo general con cuentos donde se cuestionan las relaciones en un mundo patriarcal (“Los
propósitos del cazador”-1996 o “El beguén”-1997). Una polaridad moral entre las
mujeres, que son muy buenas o “víctimas” y los hombres que son muy malos y son los
sentido, los sexos están “moralmente marcados” en tanto encarnan por su misma
esencia las reglas y los términos de un conflicto. La polarización de los géneros ratifica
una estética del melodrama negada o solapada en el texto ensayístico al cual hiciéramos
Más aún, en una novela como La noche del inocente (1996), el pobre, pequeño,
ínfimo novicio descalificado y utilizado por sus superiores corruptos termina recibiendo
maniqueísmo moral, no asociado con lo sexual en este caso, sino con las jerarquías
(inversamente proporcional a ellas, cabe agregar). Y en este texto, los pobres son
lo que Peter Brooks denomina “the recognition of virtue” que se da, además, con el
todo el texto está diseñado según el contraste moral entre las cúpulas y los inferiores y
no estable y en el que las definiciones que permiten dar cuenta de sus variaciones no son
de un debate fechado. Esto es lo que dejan como saldo las intervenciones de Néstor
72
García Canclini. Nos es dado definir las culturas (y no la cultura) según temporalidades
y toponimias diversas.
fundantes de esas categorías, esto es, a una axiología. No obstante, tampoco caeremos
y no evaluativas.
por los medios de comunicación de masas y las técnicas reproductivas, lo que incide de
bordes mismos de su delimitación. Así es posible advertir que una zona supuestamente
incontaminada de la cultura como los textos literarios de sus letrados, entran en contacto
con manifestaciones culturales ubicadas en “la otra orilla” del espectro cultural.
de esa zona “no legitimada” o “no oficial” y los pone al servicio de otros fines. En este
propias de esa legalidad. Si en una suerte de guión y dogma cultural existen roles y
formas asignados a priori (lo que agrega, además, una “moral de la forma”), es posible
advertir cómo ciertos productores culturales desafían dichos dogmas que contribuyen al
Lo que emerge de esos préstamos es una obra “tensionada” por los dos
dominios, cada uno de los cuales se lo disputa pero que, al mismo tiempo, lo desconoce
73
en su falta de pureza, aunque no por completo. Vista por los puristas massmediáticos o
populistas como un producto deseable y por la “alta literatura” como una “aberración”,
Por último, retomar desde otro lugar géneros cuya misma denominación se
entiende como peyorativa, nos faculta para revisar las categorías y los juicios sobre los
bestsellers (de allí que Noé Jitrik, en su dirección de la Historia crítica de la literatura
y el comic y la poesía a un espacio vicario del sistema literario argentino, que sigue los
Gorodischer, en efecto, ha publicado doce novelas y diez libros de cuentos, sobre todo
inclinado en su práctica escrituraria por los así llamados “géneros íntimos o menores”
(Catelli, 1991), muchas veces limítrofes con textos periodísticos como la crónica o,
74
incluso, por textos de difícil taxonomía, misceláneos, que involucran fuertemente la
íntimos”, de los cuales estos últimos apuntarían a dar cuenta de una subjetividad social
arena de lo público, de su nota más privada. Mercado, aún cuando redacta diarios o
fragmentos de diarios, no obstante, se puede constatar que ejerce esta práctica desde un
afirmar que cualquier relato en prosa, en el cual sean idénticos el narrador y el personaje
-y ambos coincidan con el nombre del autor-, cuyo asunto principal sea una visión del
desarrollo de esa vida y de esa persona desde el pasado, forma parte de ‘géneros’
íntimos o menores” (Catelli, 1991: 59). Tununa Mercado tiende a realizar operaciones
(En estado de memoria, 1990; La madriguera, 1996 o los diarios íntimos en La letra de
una Pascua (1967; más tarde reeditado) incluye una serie de relatos, al igual que Canon
de alcoba; y, en algún sentido, La madriguera puede ser considerada una novela aunque
historia política y social o bien privada de orden intersujetivo, no menos cierto es que a
partir de ese fermento la autora procede a imprimirles una reescritura limitante del mero
75
ficcionales, lo que, valga la redundancia, “confunde al lector” o lo desoriente en el mapa
en el que el sistema literario tiende a organizar. Si las novelas o cuentos con una trama y
escritura donde la trama es atenuada casi a un grado cero y la escritura como tal,
tecnologías, así como los mass media. Mediante operaciones de montaje, traducción y
novela. De esta manera, su trabajo escriturario produce una suerte de mestizaje bastante
inédito pero reconocible en la medida en que uno se familiariza con una labor en la que
las convenciones literarias son desmanteladas pero no desatendidas. Sino, más bien,
que, siguiendo una suerte de nonsense, son articuladas de modo según el cual se
desanudan y se desatan algunas de las formas según las cuales el sistema literario ha
76
estatuto de verdad. Más bien, lo que algunos teóricos tienden a ver en la autobiografía
en la actualidad, más que una mímesis es una poiesis (Loureiro, 1991). Entre los que
niegan toda referencialidad al discurso autobiográfico (De Man, 1991) y quienes ven en
él una garantía de ella (Lejeune, 1975), hay un arco amplio de posturas que analizan las
respecto, el reciente libro de Beatriz Sarlo (Tiempo pasado, Bs. As., Siglo XXI Editores,
2005) establece un nuevo debate respecto del género testimonial en primera persona,
1976/1983, los cuales son inobjetables dado su fundamento político probatorio de los
Gorodischer escribe ensayos en general para ser leídos bajo la forma de conferencias
públicas, y es por ello que sus textos están (una vez más) contaminados de notables
marcas de oralidad o, en términos de Daniel Cassany, código oral y código escrito están
sobreimpresos, produciendo una ilusión de oralidad compleja pero próxima, íntima pero
hechos para ser “actuados” en público, por lo que sus notas teatrales o dramatúrgicas,
sobre todo con vistas a producir un efecto humorístico, son bien visibles. En efecto, sus
prólogos y conferencias, carentes de todo rigor académico, juegan con las jergas, la
textos de Mercado, por el contrario, recatados, están permeados por un lenguaje literario
77
psicoanálisis, la teoría de género, el marxismo, la multidisciplina, la transdisciplina. Sus
paradojales, las de recordar e imaginar, o, más preciso sería decir, la de servirse de una
ciencia ficción, la ficción especulativa y las utopías y distopías (con un fuerte énfasis en
anclará su poética en el pasado, como forma de resucitar un tejido necrosado. Claro está
que, para llevar adelante estas dos propuestas, ambas autoras se ven en la obligación de
sienten cómodas, o por decisión, o por oposición o por inevitable choque entre sus
proyectos y las de las instituciones en las que se entrometen como exóticos ejemplares.
78
- Autobiógrafas, biógrafas encubiertas, autobiografías ficcionales y
resbaladizas17
Ahora yo soy otro, quiero recordar a aquel niño y no puedo. No sé cómo es él mirado desde mí. Me he
quedado con algo de él y guardo muchos de los objetos que estuvieron en sus ojos.
Felisberto Hernández. El caballo perdido19
self, y hasta, por momentos, cierta egolatría y cierto egocentristo en su sentido más
liberal, de tomar al yo como un foco de escritura del cual se desea dar cuenta. Ello
de las primeras décadas del siglo XX. Este narcisismo no es absoluto pero sí supone la
17
Si bien en la mayoría de los capítulos de la presente tesis hemos procedido en primer lugar al análisis
de la obra de Angélica Gorodisicher en relación al punto en cuestión, en este casos hemos optado por
hacer lo propio con la obra de Tununa Mercado en función de que su novela aubiográfica o autobiografía
novelada reconoce para su estudio sobre ella nociones más cercanas al “asunto autobiográfico” que el
caso de Gorodischer. En efecto, como veremos a continuación el texto de Gorodischer aquí analizado,
Historia de mi madre, responde a una suerte de híbrido genérico que es necesario deconstruir a través de
categorías que exceden las nociones relativas a la autobiografía (tales como la de diario, biografía, notas,
diario de viajes, etc.).
18
Cita extraída de Borinsky, Alicia. “Manuel Puig: Vida propia/Historias ajenas”. En: Orbe, Juan.
(compilador). Autobiografía y escritura. Bs. As., Editorial Corregidor, 1994. pp. 41-55.
19
Cita en Molloy, Sylvia. Acto de presencia. La literatura autobiográfica en Hispanoamérica. Bs. As.,
Fondo de Cultura Económica, 1996. p. 108.
79
Si el término “literatura” alude a un discurso complejo, saturado de
podríamos decir que toda forma discursiva, toda formación discursiva posee algún rasgo
persecución política, racial, étnica o religiosa), ficciones que a su vez encierran otros
de que para que exista la autobiografía hace falta un tipo peculiar de credulidad, de acto
de fe, entre quien lee y quien escribe. Quien escribe lo hace para ser leído como un
copista de sucesos, un escriba que pretende que los hechos que refiere sean verosímiles
(de otro modo, sería su palabra mera literatura o hasta charlatanería o causerie), pero
que los hechos revistas cierta verificación, así como de una connotación relevante.
Quien lee lo hace para ser un decodificador de sucesos que está cierto han tenido lugar,
son constatables. Ambos son pantomimas, simulacros. Quien lee, lo sabemos, se fía del
haz de textos que integran el corpus de las así llamadas “literaturas nacionales”, una de
sus variantes, nada desdeñables en cuanto a calidad y cantidad de producción, están las
autobiografías, los diarios íntimos, los carnets, las cartas y las memorias. Fuera de la
lista algo desordenada que supone todo catálogo, lo común a todas ellas es que
80
protagonista y en torno del cual gravitan los sucesos. Este sentimiento de pertenencia a
una comunidad y a una constelación actancial también puede ser un motivo por el cual
mera chismografía.
lee sabe que lo que está leyendo es algo de índole imaginaria, producto de la
imaginación social, para ser exactos, quien lee algunos de los tipos de textos arriba
citados construye e intuye una idea de sujeto por completo diverso del literario. “La
medio que es dado para ‘ver’ mi existencia. De cierto modo, ya he sido narrada: narrada
por el mismo relato que estoy narrando” (Molloy, 1994: 13). La autobiografía es una re-
presentación, “un contar de nuevo, ya que la ‘vida’ a la cual supuestamente remite es, ya
(Molloy, 1994: 14). En lo referente a su índole, la autobiografía en tanto que relato pre-
existe a la vida propiamente dicha en tanto que recuerdo. Recuerdo lo que relato y que
tanto como construyen un sujeto, sino que también, al menos en teoría, la índole de los
sucesos referidos han tenido lugar efectivamente, han acontecido. Lo que varía de una
otro, son las características exógenas al texto, las marcas de autor o autora, sus marcos
81
Lisa Block de Behar expresa en un agudo análisis sobre la autobiografía que “El
discurso autobiográfico configura una suerte de régimen discutible, una escritura que se
encuentra cerca de la periferia, exterior a las categorías genéricas pero que las incluye o
paraliterario, o bien sería una “forma” incluida en todos los géneros literarios. Presente
como un acto en todos ellos, no habría ninguna obra literaria que pudiera escapar a su
Por su parte, Paul de Man reafirma esta postura al señalar que la autobiografía
no constituiría un género (punto del que se permite dudar). “La autobiografía, entonces,
del entendimiento que en mayor o menor alcance y magnitud, aparece en todos los
textos”21 (de Man, 1984: 70; la traducción es nuestra). “Cualquier libro con un título
legible de página sería, en todo caso, autobiográfico”22 (de Man, 1984: 70; la traducción
estribaría
20
Block de Behar, Lisa. “Anotaciones a propósito de una escritura negativa”. En: Orbe, Juan
(compilador). Bs. As., Editorial Corregidor, 1994. pp. 171-183.
21
“Autobiography, then, is not a genre or a mode, but a figure of reading or of understanding that occurs,
to some degree, in all texts”.
22
“Any book with a readable title page is, to some extent, autobiographical”
82
imposibilidad de clausura y de totalización de todo sistema textual construido sobre la
base de sustituciones tropológicas”23
(de Man, 1984: 71; la traducción es nuestra).
sería que
prosopopeya, resalta que todo texto literario alude al deceso de una figura, de un sujeto
cuyo cuerpo descompuesto aún sigue dictando sus palabras a un auditorio inexistente a
veces, y que lo hace mediante una voz que no es tal sino que es un velo.
ello. El lenguaje no puede representar, por más que sea esmerado, el orden de “lo real”
acaecido. Así, de Man hace notar que la autobiografía constituye una excusa para
23
“not that it reveals reliable self-knowledge -it does not- but it demostrates in a striking way the
impossibility of clousure and the totalization (…) of all textual systems made on of tropological
substitutions”.
24
“The language so violently denounce is in fact the language of methapor, of prosopopeia and of tropes
(wich is the specular language of autobiography) is indeed like the body, which is like its garments, the
veil of the soul as the garment in the sheltering veil of the body. How can this harmless veil then suddenly
become as deadley and violent as the poisoned coat of Jason or of Nessus?”
25
Cabe aclarar que gran parte de la argumentación de Paul de Man se funda en un estudio de caso de la
autobiografía del escritor británico Thomas Wordsworth.
26
“To the extent that language is figure (or metaphor, or prosopopeia) it is indeed not the thing itself but
de representation, the picture ofe the thing and, such, it is silent, mute as pictures are mute. Language as
trope, is always privative”.
83
El silencio, como en el caso de un cuadro o una pintura, en sus palabras, es a lo
(figurado por la prosopopeya), inteligimos por fin que el lenguaje nos depriva de la
mente de la cual es en sí misma la causa”27 (de Man, 1984: 81; la traducción es nuestra).
hecho del cual es la causa. La inversión no deja de ser sugestiva ni, aún, invierte el
paradigma según el cual los estudios sobre el discurso autobiográfico suelen centrar su
atención. No en un autor presente en el texto, sino ausente de él; no en una voz viva,
del texto y del sistema literario. Una pregunta sobre la ficción, no sobre los géneros, una
tomamos como propia, como se ha visto líneas más arriba. Nos parece que el sujeto de
interrogación sobre el lenguaje, sino que se trata de estudios de casos de los cuales es
posible extraer rica información sobre etapas de la vida histórica, sobre etapas de la
construcción de las subjetividades sociales y sobre los hechos (por cierto interpretados e
culturalmente marcado por el género. Epocalmente, como sugiere Adolfo Prieto, estas
formas han ido mutando, al igual que en los distintos espacios y toponimias, y por lo
27
“Autobiography veils a defacement of the mind of wich it is itself the cause”
84
tanto no es posible reducirlos a meras construcciones o desconstrucciones de formas
contextuales.
pretende ser superador pero no crítica ni nítidamente hegemónico), nuestra postura será
la del análisis histórico-crítico de los discursos sociales. Es por ello que, tras los pasos
argentina, nos apoyaremos para nuestro trabajo en los aportes de una poética crítica
afianzada en un trabajo sobre las élites culturales del siglo XIX, pero que, precisamente
por ello, admite una perspectiva más acabada y distanciada del “asunto autobiográfico”.
argentina, 1966), cuyo acento y matizaciones se formulan desde una perspectiva de los
vista su pertenencia de una clase social y a un rol específico en el seno de una sociedad
De manera que para este investigador el rango estético de las autobiografías y de los
textos autobiográficos no sólo los vuelve comparables a la ficción narrativa sino parte
85
como autónomos el uno del otro pero, pese a ellos, contrastables y comparables. Esto,
en cada autobiógrafo.
ciertas claves a partir de las cuales dicho texto será leído, según un sesgo u otro. Según
el sujeto que refiere esté investido de una imagen de autor, también la imagen de lector
dirigente nacional” (Prieto, 1966: 22). Este panorama, que asocia corpus de literatura
autobiográfica con clases de poder, deja por cierto en un plano muy secundario el
siglo XX, en particular desde la segunda mitad del mismo, pero que sitúa la producción
relación muy posterior ocupada por la mujer en el espacio de dirigencia política y social
(pero no necesarimente de liderazgo). Más aún, por ello, reviste un valor más desafiante
86
evidencia el nuevo espacio inaugurado por las nuevas formaciones sociales, en pos de
una emergencia discursiva inaugurada como posible en el seno del campo literario y
sujeto varón. Este sujeto tácticamente orquestará su texto en orden al tipo de intenciones
o de ambiciones que acaricie, pero también de las cuales esté dispuesta a hacerse cargo
siglo XX, tanto en las autobiografías de varones como de mujeres, prima la decisión de
exhibir una parte conveniente del pasado, pero de reconvertirlo en una retórica ávida de
reconocimiento.
Las autobiografías, los diarios, las memorias, los epistolarios, los carnets, no son
determinada autoimagen que se pretende imagen pública. Los móviles que articulan
autobiográfico legisla sobre la materia narrada y, por ende, sobre sus lectores y el futuro
pero puede construir una validación pública de un sujeto político, por ejemplo. De modo
autenticarlo.
87
Si las autobiografías y sus géneros afines pretenden “dar cuenta de” (un sujeto,
será demandado más de lo que ese texto da en el hecho de ser coherente con sus
autobiográfico debe responder y atestiguar, como ante un jurado. Y, ante todo, se suele
difícilmente verificable.
selección narrativa, que construyen los contornos de una diacronía, por más que su
retórica narrativa pueda ser discrónica. Prolepsis, analepsis, tiempo presente, tiempo
que ya tuvo lugar en el discurso, etc. retozan con el pretérito como forma hegemónica
pero no unilateral.
Presiento que, de todos modos, quien tan libremente se mueve entre signos con
de modo inocente ni, menos aún, inofensivo. Transmuta, pergeña, urde, elide, matiza,
enfatiza, minimiza, en fin, operaciones todas que se refieren a una toma de partido y a
conviene, elide lo que quiere callar, ocultar o sugerir sin nombrar. En definitiva,
88
conmiserativas, admirativas, jactanciosas, presuntuosas, la calidad y cantidad de esas
sometidas a revisión pero al mismo tiempo sustrae otras, al tiempo que introduce un
privada y de la vida social nacional efectivamente acaecidos (por ejemplo el impacto del
de esos eventos no son equipolentes. Entre ciertos hechos de la intimidad más absoluta
político. En un punto, mediante pinceladas o leves puntadas de una aguja aguda, por
soliviantado gesto, Mercado articula la intimidad de su vida privada con la vida pública,
provincial. Pero mediante una operación traslaticia transpone dicho lugar público a la
89
novela de aprendizaje, al tiempo que un aprendizaje que adquiere ribetes novelescos. Si,
como señala Sylvia Molloy, en las autobiografías de mujeres del siglo XIX las escenas
de lectura son patrocinadas por un varón que oficiaba de iniciador, La madriguera será
después devendría su autora en tanto productora de textos. Resaltan las escenas en las
que Mercado y hermana actúan como una suerte de “negros literarios” o ghost writers
(quizás más modestas en este caso), pero también como un ejercicio o una práctica de
moderación, que será de rutina para quien devendrá futura escritora. Hay otra escena, en
escrutinio de la biblioteca del Quijote, esta vez bajo la forma de un inventario que
entremezcla la faz simbólica, el contenido de los libros, con su soporte material: olores,
dedicatorias. Parodia de los escrutinios librescos, tal vez prefigurando futuros actos de
pero también de una ideología social, pródiga en capital simbólico y discreta en capital
material.
28
Tomo la noción de “autobiografema” del libro de Sylvia Molloy Acto de presencia. La literatura
autobiográfica en Hispanoamérica. Bs. As., Fondo de Cultura Económica, 1996.
90
La convergencia, la identidad entre autora/narradora del texto, se encuentra
Córdoba, la ciudad de Córdoba. Una casa familiar habitada por una familia de tres hijos
Así, afirma la autora en las primeras líneas: “Yo había seguido, allá por el 42, en el
estadio liminar de mi vida, los pasos de mis padres cuando entramos por primera vez en
esa casa, mucho antes de que pudiera tener conciencia del cielo y de la tierra en el
autora, el año 1939, comprobamos que el cronotopo, en términos de Mijaíl Bajtín, esto
es, la representación que del espacio y de la temporalidad se haga en el seno del texto,
coincide casi literalmente con los datos relativos a la vida privada de la autora. El
idea.
91
La enunciación específicamente literaria del texto, sus tropos, su carga de
lirismo y gusto literario, de decoro e indecoro, son tan indiscernibles que desmantelan y
autorreferencial. Constituye una forma literaria de interrogación del orden de “lo real” a
coquetear con la poesía misma, en el sentido de discurso lírico. Opulenta y lujosa sin ser
estridente, capciosa, como veremos más adelante, sin ser panfletaria, La madriguera es
se revela contra el lado público de la vida social y militante del lado público que toda
intimidad aloja.
domesticación. Pero también su título connota y denota, una cadena y una cadencia
fragmentario del último, que los hace discrepar en la forma, pero sí en el tipo de
agujero, una zona del texto en la cual la autora/narradora puede descansar sin peligros,
de la exposición y a la exposición (una edad de oro evocada como idílica pero por
92
estriba en la dupla refugio/exposición, dupla que se polariza hasta volverse antagónica
pero que el texto desdibuja hasta la agonía semántica. En ella hay exhibición pero no
de un pasado que no puede ni quiere olvidar, pero tampoco evocar por completo y, por
connota porque despliega todos sus sentidos, sin alardes pero tampoco sin retaceos. Al
su principal interés radica en el hecho de que reflejan, además de una concepción del
29
Otra senda posible hubiera sido la de constrastar este tipo de autobiografía íntima con la de la “mujer
pública”. Tal el caso de Victoria Ocampo. Nos ha parecido que tal referencia no guardaba mayor relación
93
que no es casual “que las reminiscencias de este tipo sean, por lo general, obras de
considerarse no sólo dentro de un amplio contexto cultural, sino dentro del marco
constituido por la ficción del propio autor. Sirven a menudo como pre-textos, como
ficción a la vez que de vida” (Molloy, 1996: 170). Entendemos que el texto de Mercado
de Norah Lange (Buenos Aires, 1905-1972) (ejemplo citado y analizado por Molloy,
dicho sea de paso) que a las autobiografías de hombres de la generación del ochenta u
pequeña que se refiere a su familia en los siguientes términos: “la madre”, “el padre”,
vez de tratarse de una narración en primera de alguien que se refiere a sus seres
queridos, con quienes, en principio, debería manifestar una mayor intimidad. Por otro
lado, la mediación, en el caso de Norah Lange, le brinda una particular visión del
el primer viaje que hicimos desde Buenos Aires a Mendoza, surge en mi memoria
como si recuperase un paisaje a través de una ventanilla empañada” (Lange, 1994: 9).
con las poéticas autobiográficas de Mercado y Gorodischer, en términos sustantivos. Pero en particular el
caso de la saga autobiográfica en cinco volúmenes de Victoria Ocampo alude menos a sus vivencias que a
referencias a la de figuras públicas (por cierto en su gran mayoría célebres personalidades literarias
europeas o nortemericanas, salvo excepciones) por ella frecuentadas. Asimismo, pueden rastrearse rasgos
autobiográficos en la serie de los así llamados Testimonios, suerte de reportajes en los cuales la autora se
refiere a autores u obras literarias pero siempre en relación con la parte de su experiencia vital en relación
con ellos.
94
temporalidad borrosa, deformante, la opacidad de una memoria no fidedigana, propia de
narrarlos y de haberlos vivido. O quizás la madriguera desde la cual todo puede verse
autobiografías noveladas las protagonistas habitan en casas las cuales tienen los únicos
teléfonos del barrio donde se asientan sus hogares. Al respecto señala Lange: “Durante
mucho tiempo fuimos la única familia que poseía teléfono en la calle Tronador. Si
alguno del barrio lo necesitaba, debía recurrir al almacén o pedir permiso para utilizar el
acentúa aún más su status poético, su subjetividad lírica y un relativismo de los hechos
desarticula por la forma poemática de verso libre, al tiempo que da cuenta del espacio
30
Respecto de la relación entre Cuadernos de infancia e Invenciones del recuerdo, llama la atención que
se trata de una clase social más o menos homogénea en ambos casos y de que se trata de familias
numerosas donde cinco hermanas mujeres conviven con un hermano varón, de modo similar en la franja
etárea aludida en los dos textos. Silvina Ocampo y Norah Lange perderán sendos hermanos por
circustancias de salud. También se trata de dos escritoras que frecuentarán similares grupos y cenáculos
literarios, así como establecerán relaciones intelectuales de reciprocidad con referentes idénticos. Sus
padres son ambos ingenieros. En ocasiones hasta compartirán foros de publicación o banquetes literarios.
95
antitéticos, se aúnan para definir una poética tensionada entre lo que se crea, lo que se
alcanzan una contigüidad más inmediata y dentro del sistema más amplio y evolutivo de
dentro de su corpus. Las autobiografías noveladas serían una suerte de transición entre
las que permisivamente pudieran probar jugar con las fronteras, los límites, las
distinciones tajantes en que tanto los críticos, los teóricos literarios, los analistas o,
incluso, sus mismos colegas tienden a organizar la literatura o la Historia literaria según
estrategia eficaz, la coartada más creíble para permanecer en el orden de lo lúdico y, por
más propia que se les podría atribuir es el de literatas más que el de autobiógrafas. En
tal sentido, aludimos a que en sendos textos la ficción procede a una devoración de los
sucesos “constatables”, y los tres libros eluden sus notaciones referenciales para
metafórica.
siglo XX es una comprobación más de que las marcas del pasado están presentes y han
episodios más o menos personales, sino una decisión o una voluntad por volver estética
96
intelectuales, políticas, sociales, privadas y públicas, mediante estrategias altamente
paleta de recursos literarios para dar cuenta de sucesos acontecidos, son la marca de un
fracasada o fallida, pintora por vocación pero también frustrada en ella, ávida por ser
sus aspiraciones, ante la cual su hija no puede sino experimentar decepción y una suerte
según que se hace cargo de referir la diégesis, no puede ni desea imitar pero sí emular
experiencia de alguien que ha sido madre de un sujeto mujer para dar cuenta de la de ser
oscurecidos, hábilmente tapados o disimulados por su familia o por su madre, y que ella
97
procede a publicitar o denunciar. Suerte de árbitro moral del pasado, Gorodischer
reclama, no obstante, a ese pasado un virtuosismo del que ese pasado, como una
Además de ser una suerte de diario autobiográfico, de memorias cortadas por los
estiletazos que son las entradas con aclaración de lugar, día, año y mes, de autobiografía
también está la temporalidad discrónica: las analepsis, las prolepsis, las digresiones, las
madre está estructurada como un work in progress. Además de escribir, se escribe que
se escribe, se escribe que se escribe como una forma en abismo. Cito un ejemplo: “Qué
lástima lo de ayer. Ayer escribí páginas y más páginas sobre Manena, la menor de mis
tías Junquet, y la computadora me jugó una mala pasada y perdí todo. En verdad no fue
la computadora: fue una torpeza de mi parte. Voy a ver si ahora puedo reescribirlo. En
este momento me parece que no voy a poder porque sólo me acuerdo de algunos
detalles, pero confío en mi memoria” (Gorodischer, 2005: 87). Se advierte en esta cita la
escritura: recordar lo que se extravió, pero recordar lo que se ha vivido. Como si el error
de que la computadora haya borrado parte del libro metaforizara el esfuerzo de una
memoria por reconstruir sucesos del pasado que aparentemente también se han borrado.
pone el acento es en la mnemónica. Gran metáfora del libro, esta escena de pérdida,
de las operaciones y las dotes necesarias para poner en “estado de texto” el material con
que se pretende constuir el libro. Historia de mi madre, una vez más, no es una historia.
98
Es un acto. Una función. Es una operación, una maquinaria compleja mediante la cual
transversalmente.
todo discurso autobiográfico que hurga en el pasado para remontarlo y traerlo en una
peregrinaje que desanda los orígenes y deambula por el presente y los deícticos en
primeras persona; un viaje a una estancia; otro viaje a Buenos Aires; otro a Resistencia,
es ridículo pero tiene su encanto si una lo piensa” (Gorodischer, 2005: 30). Presentación
99
más remoto. La enunciación, enunciada a su vez, prosigue en otras ciudades y
toponimias: Rosario, Estancia Santa Clara, Buenos Aires, Resistencia (Chaco), Toronto,
Gorodischer afirma en la entrada del libro del día martes 16 de mayo de 2000, en
Rosario: “Caramba, nunca pensé en esto como en un diario; es más, lo pensé como un
no-diario con pretextos cada día para escribir otra cosa. Pero bueno, lo que sigue es
precisamente otra cosa” (Gorodischer, 2005: 45). Esa “otra cosa” es la hibridez que el
texto reclama para sí y que ella misma autopercibe, al tiempo que manifiesta cierta
perplejidad ante un “monstruo” que ha escapado de sus manos, una forma textual que la
aparentemente anodina -según declara- de escribir algo para no escribir, como mero
Abundan las escenas de lectura y la historia del acopio de lecturas (no sólo de
pintura, de folletines, de fotonovelas, entre otros géneros). Dentro del tipo de escenas
cuentos. De modo que, en este caso, más preciso sería hablar de “escenas de escucha de
argumento se vuelve voz para retornar al texto escrito como grafía, en este caso , de una
100
También proliferan las escenas de recorte de titulares de matutinos, de avisos
escribe su autora:
Por las tardes, mientras las hermanas practicaban escalas en el piano o aprendían a
zurcir medias en esos grandes huevos de madera que ya casi nadie utiliza, sentada en el
suelo, yo me distraía con mi pasatiempo favorito. Con una tijera recortaba palabras de
los periódicos locales y extranjeros, y las iba apilando en montoncitos. La mayor parte
de las veces desconocía su significado, pero esto no me preocupaba en lo más mínimo.
Sólo me atraía su aspecto tipográfico, la parte tupida o rala de las letras (Lange, 1994:
34).
artesanado singular.
aprendido a escribir. Decir que escribía parece absurdo puesto que no tenía los
elementos para hacerlo y ni sabía siquiera que algún día los iba a adquirir”
patética del dolor. Pero esa escena condensa una zona del carácter da cuenta de napas
101
profundas de la formación de la escritora, al menos de las conscientes, aquellas que son
de inicio, una zona vagamente narrativa en la cual se alude a la narrativa que más tarde
llegará bajo la forma de una obra conclusa pero también de una profesionalidad. Ya
hacerse leer y escuchar públicamente, al tiempo que erige un cuarto propio al fondo de
su jardín.
existe aquella en la que la narradora rosarina narra una en la que se entrelazan diversos
La cuestión era abrir el libro, tenerlo entre las manos, oler el olor a papel y a goma de
encuadernar, mirar la copa de la portada, las ilustraciones si las había, una vez y otra
vez, y finalmente el mayor placer de todos, poner los ojos en las palabras y descifrarlas
y oír lo que tenían que decir u oír nada más la música de las letras, supiera o no lo que
significaban (Gorodischer, 2004: 139).
orden simbólico, simultáneamte. La lectura vivida a través del propio cuerpo. Los
sentidos que involucra el acto de leer. La lectura como operación física y cognitiva.
de experiencias por inhibición y un sentido del “decoro” y del pudor que más tarde
terminará por repudiar y resistir, como una estrategia de escritora disidente. Ante las
que, primero, experimentará como padecimiento, como deprivación, como rebeldía. Tal
vez sea ese el foco seminal de su carácter contestatario y una proverbial rebeldía, en
102
Definiendo la relación de Gorodischer con su madre, y de Gorodischer con su
Aparte de que mi madre escribía, decía que era escritora, la ciudad sabía que era
escritora, y yo no quería ser como ella; al contrario, quería ser de otra manera, de la
manera opuesta, pero cómo se hacía eso en vista de que no podía liberarme de esa
resolución, la de ser, alguna vez, escritora (Gorodischer, 2004: 201).
anaquel y me dijo: ‘Éstos no; a estos los va a leer cuando seas grande, no ahora: pas
pour jeunes filles” (Gorodischer, 1995: 12). En este fragmento, la figura materna ya
desobediencia. Acota a continuación: “Demás está decir que fueron los primeros que
leí: algunos me aburrieron, otros no los entendí aunque algo tenían que me impedía
103
En este caso la madre de Gorodischer funciona como una contrafigura execrada en su
praxis escrituraria pero que evidentemente vaticinaba, por contraste pero por
manera, en la manera en que actúa roles de género que sobreimprimen en ella rasgos
infelicidad hacia su hija, de un modo especular. Historia de mi madre no hace sino, más
están impedidas de realizarse y los varones en repetir un guión patriarcal, del que
tampoco gozan.
que Gorodischer las escenifica y en detalle. Alude a cada rama de su familia, a sus
rasgos físicos y psicológicos, al vínculo que mantuvo con cada uno de ellos y de ellos o
ellas entre sí, a si son inmigrantes o criollos, al carácter judío de su marido, a la idea de
que ella empezaba otro linaje. “Orgullo aparte, lo digo con razón: en mí terminaba una
sinónimo, en este caso, de que se casó con un judío, con él tuvo hijos y su familia fue
religiones de los padres: las católicas y las judías. También de que, frente a la férrea
ellos, de ambas ramas familiares, esa unión se pudo consumar y lentamente los ánimos
104
intolerantes y socialmente facciosos o segregadores. Gorodischer se solaza en una suerte
de pertenencia a una familia bien acomodada, pero también denuncia sus hipocresías, su
violencia, sus fanatismos, sus perversiones, sus secretos y lo que ella llega a denominar
¿Por qué los textos autobiográficos son tardíos en la obra de Gorodischer? Pues
bien, la elaboración del pasado es lenta, una sustancia que se macera, al menos en su
caso. Hace falta cierto impudor y cierta certeza de la identidad en el presente para
solapas de sus libros de ficción. Ella misma se interroga, hacia el final de Historia de
mi madre, atónita frente a su propio libro, en su punto culminante: “Claro que esto no es
una autobiografía. No sé muy bien lo que es: ¿una crónica familiar? ¿mis memorias?
¿una biografía? ¿una genealogía? ¿Qué diablos es?” (Gorodischer, 2004: 229). Si, como
en prácticas de escritura, este desconcierto de Gorodischer (que tal vez sea sólo un
artificio), denota una escritura más atenta a ser desovillada sin preámbulos, sin
preconceptos, que atenta a ser descubierta a medida que aflora. El género se define al
texto híbrido da cuenta de que desarticula una serie de variables que son estables en una
otra, menos aún de una pariente tan próxima. Desconcertada pero impávida,
105
Gorodischer escribe. Escribe en copiosamente en silencio más pendiente de la escritura
diario de viaje de una perseguida política del nazismo. Dicho diario, cedido por su hijo,
está escrito en francés, francés que la autora en su novela traduce y administra a lo largo
del texto de a pequeños párrafos, distantes uno del otro. Entre un fragmento y el otro, la
voz narrativa, la narradora de Mercado, Mercado misma tal vez, se entromete en una
intimidad que se vuelve suya, de la cual se apodera, pero que transfiere al lector, en un
acto de violencia inaudita. Si alguien escribe un diario es cierto que es para otro distinto
de sí mismo, o además de sí mismo. Pero recibir como un don un diario de viajes de una
del diario, del diario de una huida, de una persecución. Autobiográfico en la medida en
autora/narradora y, por ende, sus relaciones con los protagonistas narrados y consigo
escritura, en otra persecución, la de la escritura, esta vez por la búsqueda del sentido y la
violencia del sinsentido. En ese diario están presentes casi todas las operaciones
106
culturales: transcripción, traducción, montaje, reescritura, completitud de vacíos y
escribe o reescribe su historia con las briznas de una historia ajena, pese a ser depositada
madriguera, memorativa donde el presente no está aludido más que como una ausencia
ser, como una hipótesis potencial, la génesis de un sujeto desde ángulos no siempre
autoconstrucción.
íntimo) para configurar un fresco de una época y un árbol familiar que no renuncia a su
decisión.
parecen ser las claves de una memoración donde el principio masculino (donde la niña
capacidad de actuar y crear, espeja otro espejo, el de lo que no se desea repetir, para
construir algo distinto, algo alternativo. Principio de padre y principio de madre; pasado
107
Por disminución, Mercado renuncia a constituirse en una autobiógrafa y narra
definitivos y decisivos, de los cuales dudar sería una suerte de traición a su presente. El
un pasado criminalizado.
Para Adolfo Prieto, “la opinión pública -en tanto que instrumento de regulación
social-, que se carga tan especiosamente de carácter político en los años posteriores a la
sanciona sin término de apelación posible” (Prieto, 1966:37). El prestigio del poder trae
el temor a la sanción pública. De modo que gran parte de los textos autobiográficos
(Prieto, 1966: 37). Esta máxima no es posible de ser transpuesta al caso de ambas
propia y a un eventual corrimiento con vistas a ocupar espacios antes interdictos a sus
ideologías literarias, en tanto que ideologías sociales, pero también en tanto que
108
intervenciones, una marca de género que las politiza aún más. La función en la serie
sólo por las condiciones de producción y recepción de los siglos XIX, XX y XXI en
nuestro país y el mundo, sino por su mismo devenir como género. Lo cierto es que las
autoras no sienten las necesidad de justificar ni sus actos ni sus obras, sino más bien la
de dar cuenta de una subjetividad y una retrospección que suele manifestarse como
especial, las del siglo XIX y gran parte del XX), que sus obras “suelen escapar a la
concepción de la autobiografía como acto público que cumple una función cívica puesto
de difícil y problemático acceso” (Molloy, 1994: 14). Género, poder, acceso a la esfera
profundizar ,en tanto ponen sobre el tapete una formidable maquinaria donde la palabra
109
- Géneros íntimos, política y evocación literaria: la novela La
escribe desde la credulidad ingenua con que muchos productores culturales practicaron
contrariando la doxa tan socorrida entre lectores y escritores del género, parece descreer
de la eficacia del lenguaje para dar cuenta de hechos del orden de “lo real” y se
intelectual. En este sentido, Mercado, avisada del carácter construido y ficcional, más
“La niña que yo era entonces, o mejor dicho la niña que ahora creo haber sido, o mejor
dicho la niña que hago desde este yo que soy ahora (…)” (Mercado, 1996: 44). Esta
tantos egos y pone tantos reparos en la forma de nombrar a “esa que ya no es”, que de
hechos que ella refiere, si bien es su propia memoria, es decir, ella misma, pone bajo
31
Introducimos la noción de “ficción autobiográfica antiestatal” por considerarla reveladora de un tipo de
textualidad que denota un tipo de experiencia social que, precisamente, se opone a los así llamados
“géneros íntimos”, asunto sobre el que versa el presente apartado.
110
noción de “falsos recuerdos” que el psicoanálisis ha dado en desentrañar como
ser por ello conscientes. Entendemos este proceder cauto de Mercado como un gesto de
mueve entre signos y que, pese a su inseguridad, persiste e insiste en el intento por
Cuando Mercado publica este libro por primera vez, en mayo de 1996, tiene
sobre sus espaldas una breve pero prestigiosa trayectoria como narradora, ensayista,
permite seguir una lógica poética prospectiva, pese a que la suya apunta hacia una
hecho o de facto, esto es, mediante golpes de Estado, produce y emite, a la vez, un
relato sobre cómo llegan al poder sus líderes, la identidad y el pasado de los mismos, su
manifestar una cierta lógica interna, un punto de vista y legitimar y reforzar la imagen
pública de los funcionarios y sus acciones. Este relato no funciona como un texto único,
sino que más bien debe ser reconstruido o reunido mediante la operación de articular
111
múltiples discursos tanto verbales como audiovisuales, tanto privados como sociales. La
técnica adquieren una centralidad capital, este relato estatal puede ser o bien reforzado,
esto es, confirmado, afirmado en una suerte de apoyo a su coherencia, o bien, asaltado
como la denuncia de prensa, las entrevistas a víctimas o testigos de casos de algún tipo
de atentado a las normas democráticas, las leyes que rigen la vida cívica, o los
derechos humanos.
mundo real sólo a través de una versión que, en los hechos, se manifiesta absolutista. En
pluralidad de sentidos y lecturas que admite, por su carácter de “obra abierta”, como
afirma Umberto Eco, faculta tanto para codificar, decodificar y atribuir sentidos e
sociales.
Mercado, al momento de redactar esta novela, elabora una suerte de respuesta cultural al
112
corrupción, despilfarro y traición a los intereses de la nación, según fuera probado en
libro memorativo de los primeros años de vida de una niña de provincia (como los de
las conocidas porteñas Norah Lange, María Rosa Oliver o Silvina Ocampo, sus novelas
la narradora de origen cordobés repudia. Este gobierno es definido ya en 1990 por Pablo
neocapitalismo que adopta la forma neoliberal en los países del Cono Sur durante la
década de los años noventa. Si las dictaduras emiten relatos “clínicos” sobre las
los mass media en el seno de la vida privada, mixturando vida política con escenario
mediático.
de los cincuenta como referente histórico o prehistórico narrativo, pero en verdad acude
113
reconocida prédica antimenemista, parece proponerse historiar los antecedentes
país, en las cuales el movimiento peronista tenía una notable gravitación. Asimismo, el
hecho de que la enunciación memorativa se realice desde un sujeto mujer, importa una
“El género autobiográfico, en sus orígenes -Europa, s.XVI-, se concibe como una
(Klein, 2001: 77). En este sentido, si el sujeto autobiográfico moderno occidental era
“naturalmente” masculino, ello tenía que ver, en primer lugar, con la crasa desigualdad
intelectual, salvo excepciones. Esas autobiografías de varones que refiere Eva Klein
eran ricas en sucesos y hazañas históricos, en instantes de la vida pública de una nación
y, por último, en el espacio de privilegio que esos sujetos autobiográficos varones tenían
como una recapitulación de una vida que esa palabra justificaba. La palabra se volvía
madriguera) no es un sujeto monolítico, orgánico, sino facetado, con fisuras: “un sujeto
114
verticalistas en el sujeto femenino lo que lo vuelve, quizás, más desvalido pero,
formaciones y los actores sociales que detentan la autoridad y el poder, en este caso
eminentemente masculinos. Con menos poder efectivo sobre lo real, estos sujetos
ellas aportes al terreno de la ciencia o la política. Esa tan mentada “intimidad” referida a
los textos escritos por mujeres, no construye un mundo menos inofensivo ni más banal.
Por el contrario, las habilita para una mayor densidad poética, mientras que de los
varones se exige precisión, claridad, una ratio que no puede ser objetada por sus
iguales, ser expeditivos y más informativos; para utilizar esos textos (memorias, cartas,
diarios) como sutiles lentes de aumento que, por deformación, se cargan de una valencia
ellas se resistieron a cumplir. No obstante, tales textos recién pudieron ser leídos en su
a rastrear, leer, releer y reconstruir toda una trama de “mentiras, secretos y silencios”
(como diría Adrienne Rich) que había sido una fuente de infelicidad, violencia física y
argentinos ligados sobre todo con sectores opositores al peronismo (algunos de ellos de
115
origen “patricio”, liberales o conservadores, renuentes a aceptar el régimen, y otros
estos autores (Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Julio Cortázar, Ezequiel
construyeron más que una respuesta política explícita al régimen peronista, una
respuesta ante todo cultural, diferida, mediada por sus propias armas simbólicas: las de
(Avellaneda, 1983). “Son los fenómenos históricos de alto voltaje, como el peronismo
generales) y a una adhesión por los mismos marcos de referencia históricos e idénticos
política de Juan Manuel de Rosas, más recientemente Tomás Eloy Martínez hizo lo
propio con la figura de Eva Perón (Santa Evita, 1995). Mediante esa operación
personaje de existencia constatable ligado con poder y cuya imagen positiva no habían
116
Tununa Mercado realizó una estrategia escrituraria orientada en el mismo sentido (pero
escritora para aludir a su condición actual de autora édita y consagrada o “de culto”;
Esta “treta del débil”, para calificarla del mismo modo en que Josefina Ludmer
virreinal, implica una toma de postura ante lo real que no busca el enfrentamiento
directo, frontal, conflictivo, sino más bien un comportamiento evocativo que procura
sobre cuya pervivencia la autora intenta trazar algunas hipótesis, al tiempo que se
propone narrar las estrategias de resistencia que desde su familia (como caudillo
opositor que era su padre, legislador provincial de Córdoba, secundado por su madre y
sus hermanos) se implementaron. Incapaz por su carácter letrado de asumir una vita
obstante, esa elección no supone pasividad, sino que implica la adopción de una actitud
y prácticas de resistencia no menos radicales pero, eso sí, no tan expuestas, elaboradas
así como comenzar a trazar con la pluma las primeras armas de un territorio de combate.
fuerte puesta en escena en el orden de la política de elementos propios del mundo del
espectáculo (Sarlo, 2003). Esta espectacularización de la política, sin duda ligada con el
nacimiento de la cultura de masas en nuestro país, tuvo que ver también con el hecho de
showbusiness. Tal es el caso de Eva Perón, quien fuera actriz e interviniera en algunas
117
películas pero, sobre todo, en radioteatros de la industria cultural de la época. Lo que en
1994). En ambos casos, sin embargo, se produce una suerte de estatización del
apariciones públicas en mitines, actos (el balcón y la plaza pública serán los topoi por
excelencia del peronismo, y lo serán por muchos años, hasta que la cultura mediática
maquillaje, las inflexiones y tonos de voz (típicos en sujetos provenientes de mundo del
teatro o las Fuerzas Armadas), y de una permanente interpelación a las masas bajo la
pero sobre todo, de una articulación del liderazgo fundada en el orden del pensamiento
vividas con cierto pudor, como si atentara contra el decoro y una idea de la defender la
ficción, la propia dicción poética del idiolecto de Mercado con la medida justa, ideal,
agregaría yo, para dar cuenta de una disputa que no se quiere solapar por cobardía sino
118
todo lo contrario: ser tan combativa por persistir en una forma discursiva que se opone a
de funcionario. Este gesto espectacular, nada menos que ejecutado por el padre de la
del recuerdo en primera persona o la memoración subjetiva. Pero ¿qué es escribir “en
muerte, hacedor de muerte y más muerte en cada una de sus búsquedas de la estampa
perdida y, aún más, que el texto se imprimía como recordatorio, in memorian, como
memento mori (Mercado, 1996: 174). Escribir la memoria es, entonces, sacudir un
tejido sepultado para incitarlo a decir su verdad (así sea subjetiva), recurrir a aquello
asesinato (el Tánatos), para resucitarlo. Esta operación inspiradora (de quien insufla
vida o respiración a un muerto, en esta respiración boca a boca, pluma a pluma) implica,
que Paul de Man denomina la prosopopeya: figura de figuras de la retórica que consiste
119
en dar la voz a los difuntos, reponer un sustrato discursivo en un vacío, una eliminación
o un silencio.
desaparición de una niña cordobesa, Marta Stutz (de la promoción de Mercado, sobrina
de un íntimo amigo de su padre), que sale de su casa una mañana a comprar una revista
Anticomunista Argentina (conocida como Triple A). Los familiares de Martita Stutz
recorrerán las costas del mar (donde les han asegurado está el paradero de la niña),
rastrillando las orillas del océano como años más tarde lo harán los padres de
subidas y bajantes de las mareas de los cadáveres a las playas del Atlántico). Aguas
serán sememas que La madriguera activará como significantes que articulan una
colectiva pueden y deben ser recuperados como una forma de alerta, de restitución, a los
deudos, del soma, de la identidad perdida de sus seres queridos, pero también ya no de
información, sino de formación para quienes no vivieron esos años, o los vivieron
120
vicariamente narrados por la Historia Oficial (entendiendo por “Historia Oficial” a la
que se emite y discurre desde los centros de poder y difícilmente admita ser
mítico, sobre todo de orden familiar, en las cuales se inscribe la propia identidad bajo la
madre” y un “espacio de padre”. Hay una zona de la casa llamada “de la cultura”, su
la que se funda el carácter letrado y laico de esa comunidad familiar. Y hay sectores de
escritores y consignas políticas libertarias. Ese espacio de escritura, ocluido, tapado por
Más que un alarde de prosapia (lo que sería un lugar común del patriciado, una
“tilinguería”, que Mercado está atenta a no repetir como un tic de clase bobo, previsible
121
pragmáticas, corporativistas, y vinculadas sobre todo con la intolerancia política y la
persecución del disidente por parte del gobierno peronista. Por otro lado, el texto
Una (de las medidas) fue la implantación de clases de folclore en las escuelas, la
enseñanza religiosa obligatoria en el primer período, la imposición de textos de lectura
imbuidos de la llamada ‘doctrina peronista’, la exaltación del deporte, y otros cultos
nacionalistas y populistas que mis padres rechazaban con energía, una de cuyas
manifestaciones era la marcha o himno al trabajo (…) (Mercado, 1996: 182).
Como apoyando el fundamento del relato de estos sucesos, Pablo Giussani sostiene:
políticamente” (Giussani, 1990: 39). Esta cita viene a confirmar que la polifonía no era
aceptada por el régimen, que más bien podría definirse en términos de un discurso
monológico.
Como receptáculos y nutrientes de ese universo letrado están sobre todo las
educó, atravesada por consignas políticas y estéticas de corte progresista. Hay también
las cuales la autora erige la propia, que en un típico gesto de estructura en abismo:
inglés, amigo de sus padres y perseguido político boliviano que busca asilo en Córdoba
Sarmiento, vinculado con una forma de inteligir el mundo propia del orden de lo poético
122
o de lo literario, en especial de lo transgresor: será quien oficie de introductor en una
maestro, homónimo del prócer argentino, con resonancias ligadas con el campo
significado asociado con instrucción, es quien acercará a la niña a la lengua inglesa, sus
aparente serenidad hasta ese momento. El don de una segunda lengua vendrá
provincia configuran un sociolecto (más evocado que hablado, que actualiza en la mente
que sonaba tan naturalmente evidente y ahora resuena, como un eco, en su comicidad o,
por momentos, su crueldad y su violencia. Este maestro particular, cuya vida privada
deseo bajo la apariencia de ser “lo Otro”, el sexo opuesto (velludo, trajeado, corpóreo),
Eros del lenguaje, su faceta sensible e incitante. También, por qué no decirlo, en el
123
atesorar de modo internalizado la figura galante de un partenaire. Si Sarmiento es el
Otro (el varón, el adulto, el casado, el maestro, entre muchos otros largos etcéteras)
(datos, frases, ideas), sino más bien en una suerte de captación del universo desde una
dicotomía sémica más socorrida durante el siglo XIX y parte del XX, no es azarosa.
Agazapada en esas aparentes clases de inglés de niña de familia letrada, Mercado viene
en ese aprendizaje que narra La madriguera el arduo despertar a una política y a una
librepensador al orden represivo y doctrinario del peronismo, según es definido por sus
física, su riesgo, su libertad, su erotismo, al tiempo que absorbe un nutriente nuevo para
sus experimentos. Esta sensación de extrañamiento ante lo real será constante a lo largo
la propia identidad.
tiene como resultado ‘una inteligibilidad pública’” (Giordano, 2003: 40). Y agrega más
adelante: “Toda búsqueda literaria se define por una paradoja en la que se cifra su
124
acontecer. La que corresponde a la literatura de Tununa Mercado es la de volverse más
(Giordano, 2003: 42). Como vemos, poética y política son en Mercado dos caras de un
proceso bifronte, donde las huellas de lo público quedan inscriptas en los entresijos de
político. El relato de lo público, de los actores que regresan del ágora para narrar en la
seguridad de sus hogares las anécdotas o atropellos del poder, así como alguna actitud
intimidad como forma clandestina, donde quien habla puede confesarse, puede dar
puertas adentro, resuenan ahora, se repiten en un eco de algo que fue y retorna, de algo
injusto sobre lo que uno se puede pronunciar sin el temor a ser sancionado o penado.
registra, inversamente, el deseo de invisibilidad de la hija, que por ser la segunda de tres
hermanos (“la del medio”) es más invisible aún, protegida detrás de los dos hitos que la
Había, pues, plegamientos diversos en la condición de medianía; ser del medio era estar
en una meseta, en un peñón lanzado sobre el vacío desafiando los vértigos del cielo y
del abismo, un estado de purgatorio en el que el alma se entibiaba apenas con el fuego y
nunca llegaba a enfriarse con el hielo (Mercado, 1996: 76).
125
Ser del medio, como ser del Interior, como ser escritora, como ser mujer, es no
estar condenada ni salvada, estar confinada a un promedio, a una meseta que produce
desazón y acaso un sentirse fuera de lugar, fuera del centro, fuera de las localizaciones
medianía, pero también de un riesgo y de un conflicto producto del habitar entre dos,
entre los que se debe mediar y con los que se debe negociar para existir y ser.
La novela narra con detalles, como ya dijimos, el episodio (que tal vez sea el
decir un oxímoron: alguien que no puede ser lo que es o que es lo que no debe ser. Tal
experimentar la ira, perder los estribos y cometer ese acto explosivo en el que
exterioriza su rabia como síntoma y la ruptura con un aparente orden republicano que
dejó de ser tal, esto es, el gesto extremo de “animalidad”, de brutalidad, desenmascarar
una seudo democracia, en tanto que las reglas cívicas no son cumplidas ni repetadas. A
126
decirlo, de la posición del Otro, aparece como una característica estructural que no
variará jamás (Sigal y Verón, 1986: 65).
El lugar del padre de Mercado es en el relato del Estado el lugar del Otro, por
comunidad. Ello, sin duda, habrá generado en la niña que la autora/narradora era
Recuerdo una frase brutal y amenazante de mi madre, más fuerte aún que el
autoritarismo criollo que esgrimían los policías de civil: ‘algún día les vamos a hacer
leer esos libros colgados de los pies’, anhelando ella un derrumbe del peronismo
definitivo, en las horcas de la historia, apostando a la proverbial caída de dictadores a
usanza del siglo (…) (Mercado, 1996: 127).
Estas dilatadas citas son particularmente sugerentes en más de un sentido, por lo que
dejan entrever sobre cómo era experimentada esa intrusión en la vida privada de los
segregamos alrededor de nuestro entorno inmediato para cobijar las vivencias y las
experiencias más íntimas. Por otro lado, nótese el semema de la invasión (mencionado
por Andrés Avellaneda como recurrente en los escritores de la época peronista; el caso
127
Germán Rozenmacher) para definir la experiencia de la irrupción de sujetos ajenos a la
En ella, la hija atribuye el exabrupto a su madre, también a una figura femenina, como
si la violencia, esta vez la simbólica, pudiera ser también atributo de la mujer, incluso de
sólo a un hogar sino a la “zona de la cultura”, metáfora última del asalto a los valores
subversión, el mundo “patas arriba” (o “mundo del revés”, del que habla María Elena
escritura, en este resucitarla y retrotraerla del pasado donde estaba enterrada, la mujer,
digo, puede tomar la palabra, puede defenderse, puede incluso vituperar a quienes la
128
ofenden o a quienes se entrometen con sus seres queridos y sus bienes, así como su
el que la hija se concebirá especularmente no sólo más tarde, durante las dictaduras,
“amazona”, si bien no es un lugar simbólico que Mercado vaya a emular o usurpar por
El carácter combativo del padre de Mercado (en el sentido más físico, material
enteca, diminuta, delgada, débil. Esta referencia a las magnitudes hiperbólicas (por
aumento, en el caso del padre; por disminución, en el caso de su hija) no hace sino
subrayar y tender una alianza aún más próxima entre ambos términos de la evocación:
marcada bajo el signo de las idealización, cara deformante del recuerdo que agiganta o
empequeñece, esa filigrana amplificará como un espejo que desordena las magnitudes y
ratificará las limitaciones históricas del género de la autobiografía, sobre las que
Mercado produce una torsión semiótica y genérica. El carácter combativo del padre y de
escritura.
Así como en el texto hay una pareja pública de valencia negativa (Juan Domingo
Perón y Eva Duarte), en el texto hay también otra pareja de valencia positiva que actúa
129
Mercado. Carismáticos ambos, políticos ambos: adversarios de la pareja famosa. La
política se articula como un sistema de alianzas entre las parejas (varón/ mujer), cuyas
Por último, quisiera hacer alusión a una escena que condensa, a mi juicio, la alta
un día en que la autora va con su padre y su hermana al cine a ver la película Sunset
(…) cuando apenas había empezado apareció un anuncio en la pantalla que, siendo
muy exacto en la hora y en los minutos, en lugar de decir que Eva Perón había muerto,
se diluía en un eufemismo, declarando que era inmortal, negando por lo tanto el hecho
de su muerte. A las veinte y veinticinco ella había entrado en la inmortalidad y esa
indicación tan precisa, para entrar en una muerte hipostasiada, la inmortalidad, se tornó
cotidiana. Todos los anocheceres durante años y años se oía por la radio una señal y
después una voz que decía: ‘Veinte y veinticinco, hora en que Eva Perón entró en la
inmortalidad’” (…) (Mercado, 1996: 151; el subrayado es nuestro).
narradora (así como en el resto del pueblo argentino, oficialista u opositor) una muerte
atracción o el repudio, una muerte oficial que fue cuestión de Estado, así como denuncia
al mismo tiempo la estrecha trama y la estrecha treta entre propaganda política, medios
exactitud de la hora, la forma en que se designa a Eva Duarte, el destino que la espera,
configura un texto pastiche que mixtura la jerga seudocientífica de los partes médicos,
130
devoción popular por su figura femenina (puesta de manifiesto de modo evidente en un
texto como La razón de mi vida y acrecentada en la terrible agonía en la que Eva Duarte
luchó hasta extinguirse), y una teología política a la que quedaría incorporada de modo
definitivo.
militar argentina de 1976-1983 emanó del gobierno un relato estatal que procuraba
instalar, bajo la forma de una doxa, una versión altamente ficcional de los sucesos
vida de los mandatarios. En especial, nos referimos, claro está, a la instauración del
libro La razón de mi vida (1951) como texto de lectura obligatoria en el sistema escolar
y productora cultural, también es lícito afirmar que historiza y vuelve inteligible bajo la
forma de un relato (opositor, claro está) el otro relato público, el oficial, dramatizando
ambos textos y ambas mujeres que se erigen como dos versiones antagónicas del
categorías de percepción de lo real, no hace sino poner de manifiesto las ficciones del
131
Estado, fundadas en un soporte textual y metatextual melodramático y mimético, de
letrado, curioso, atento a los matices y leves inflexiones de la física del mundo así como
reflexión. También Mercado narra una suerte de historia de las injusticias, como si para
excepcional con palabras vulgares, es una nueva forma, parece decirnos Mercado, de
engendrar más dicotomías y, por lo mismo, más conflicto o más malentendido. Mercado
estatales y relatos privados (de clase media ilustrada laica opositora, cabría agregar
como una marca de pertenencia, pero también como una marca generacional y de
estatales del peronismo, oponiéndoles una opacidad que las desnmascara. Suscita, al
1955 bajo la forma de la evocación de que fueron objeto tanto ella como su familia La
132
publicación de la novela, si bien no constituyó un acontecimiento político, sí tuvo el
fuera una mujer, de que la carga de los sucesos evocados aludiera a la génesis y la
momento de publicación de la obra, muestra a las claras una voluntad de incidir en “lo
real” y de construir un sujeto mujer ajeno a las falacias y las trampas de la farándula y el
construyendo) los medios y el plasma social adicto al poder. Construye un lugar para la
caracterizó a esa época (Feinmann, 1994). Su prosa, lujosa y opulenta (pero siempre
caracterizó por consagrar como referentes públicos a mujeres ligadas con la vida del
mujeres cuyos atributos más notables eran sus medidas y su talle o bien los parámetros
contenido pero no por ello menos carentes de atributos femeninos (devaluados, eso sí,
estupor del pensar, del colmarse de contenido a través de la reflexión. De ese modo,
133
polemiza con las construcciones públicas que bajo la forma de representaciones hacían
canónicas del relato autobiográfico, al narrar la política desde una poética, al construir
incertidumbre. Por ello, los suyos son textos literarios altamente politizados e
deslumbrantes.
134
CAPÍTULO 3
Algunos dicen, con palabras prestigiosas, que el sujeto de la escritura es andrógino; yo creo que es
así pero prefiero imaginar ese andrógino como alguien cuyos caracteres femeninos permanentemente lo
traicionan; como andrógino quiere vendar sus pechos pero éstos delatan su volumen a través de la ropa,
se sujeta los cabellos pero éstos se le sueltan irredentos. En otras palabras, ese andrógino que escribe es
una mujer, o vuelve a ser mujer, plenamente, cuando ha transgredido el cuerpo de su propio género,
cuando ningún carácter secundario la delata, la oprime o la obliga a ocultarlo, sólo cuando reside en la
escritura y, por consecuencia, cuando la escritura es.
32
Nos referimos en este apartado al género en su acepción de categoría de análisis cultural en relación a
las sexualidades. En inglés, existen dos palabras para distiguir la noción de género literario (“genre”) de
género sexual (“gender”). Es por ello que se torna necesario adjetivar el sustativo.
135
teorías y epistemologías el espacio subordinado que históricamente la mujer había
Ahora bien, ¿en qué consistiría el feminismo desde una perspectiva ética, si es
que es posible hablar en estos términos? Según Cèlia Amorós, “en el ámbito de la ética,
el feminismo, concebido como movimiento de lucha de las mujeres para lograr estatuto
pleno del ser humano, supone la máxima ampliación del protagonismo ético y por tanto
ético” y que “debe poner en cuestión, o no, por fin y radicalmente (…) uno de los
sobre la sexualidad los códigos sociales, políticos, económicos, tanto como otras
el género
designa lo clasificado (“hombre”, “mujer”), pero apela también, y sobre todo al sistema
general de identidad sexual que organiza tal clasificación con sus funciones normativas
y prescriptivas (…). El feminismo insiste en el carácter relacional de las identidades de
género, que deben, por lo tanto, ser leídas interactivamente (Richard, 2002: 95).
136
El género debe entenderse “como producto de las complejas tramas de representación
género radica en que visibiliza teóricamente el corte entre naturaleza (cuerpo sexuado) y
opone al determinismo biológico” (Richard, 2002: 95). Subraya, además, “el carácter
(posteriores, por cierto, al movimiento feminista histórico), esto es, abarcando otras
refiriéndose a la teoría feminista en particular, que dichos estudios “han servido para
valorizar las contribuciones de las mujeres al campo del conocimiento que habían sido
la mano en la medida en que las representaciones de género y los espacios de poder han
obras de las autoras aquí tomadas como corpus. Ello no significa que desde el género
137
masculino no emanen representaciones de la femineidad. Simplemente, la mujer será o
pública, por más que lo personal, la esfera de la intimidad y de lo privado, alojen zonas
inferiorización de los derechos de las mujeres, es evidente que ello se manifestará tanto
privada.
(cultura)” (Richard, 2002: 99). Butler rodea de sospechas “el modo en que esta misma
Castellanos,
el gran aporte de Butler sigue siendo la comprensión que nos permite de las formas en
las cuales lo que puede parecernos la realidad inescapable, eterna e inmutable del sexo,
en el sentido de las diferencias anatómicas entre hombres y mujeres (incluyendo la
genitalidad), está también coloreada y matizada por la interpretación cultural
(Castellanos, 2006: 27).
138
Así, los discursos sobre un sexo pre-existente a la constitución del género, una categoría
pugna, así como sería el producto de ideológico de tramas de poder. Butler ve como
También Castellanos se refiere a que habría que matizar y “rever el supuesto ‘binarismo
sexual’, que más bien debemos pensar en el sexo como una gradación y no como una
disyuntiva entre dos unidades discretas” (Castellanos, 2006: 26). Parte de la abrumadora
distintas culturas tanto occidentales como orientales, permiten hacer pie en esta
revisión.
de un análisis de las teorías de género más recientes y de una suerte de Historia de las
específico a las concepciones que usamos (y que influyen decisivamente sobre nuestra
conducta) en relación con el cuerpo sexuado, con la sexualidad y con las diferencias
contexto determinados” (Castellanos, 2006: 27). En este sentido, sus premisas serían
139
pre-butlerianas o bien ignorarían la discusión en torno de la construcción discursiva del
entendemos por tal, alude a un movimiento constituido ante todo “por una posición
estructuras sobre las que se asienta la legitimidad de dicha ideología social (Amorós,
han procurado en sus ficciones tanto como en sus intervenciones públicas construir un
sujeto mujer atento a revisar nociones y paradigmas en los que dicho sujeto se viera
opresión social, no sólo de género. En efecto, ambas han trabajado fuertemente sobre
los modos de plasmar en relatos una teoría crítica y emancipatoria como la que reviste
el feminismo.
tiene sus raíces en fuentes de la Ilustración, esto es, aquel que persigue un orden social y
140
político alternativo en el que ambos sexos puedan convivir sin intentos de supremacía
del uno por sobre el otro, y en el que primen las mismas oportunidades para ambos. Se
trata de recuperar un discurso utópico en el seno de una realidad distópica para la pareja
postula una “diferencia” entre varones y mujeres y esencializa sus identidades, restando
ocupan un espacio distinto en la sociedad y que, por ende, sus discursos tenderán
lugar subalterno. Ello es visible, por ejemplo, en una novela como Prodigios (1994), en
la que un grupo de mujeres manejan con sus saberes domésticos los rumbos del antiguo
caserón del poeta Novalis, ahora devenido casa de pensión. Desplazado de la esfera
pública de sus reconocimientos literarios, Novalis pasaría a ser un mero dueño de casa
fenecido y el eje narrativo de la ficción literaria se afinaría hacia las damas que le
culinarios, los de la higiene y el aseo, todas las gamas de la domesticidad, que son
novela, los hombres pálidamente observan atónitos ese orden y constituyen figuras
141
diminutas y desdibujadas. Este vaivén pendular algo ambiguo denota una cierta
distinción, de una voz que, si bien pretende detentar formas de la equidad no pretende
real” sin desventajas respecto del otro género resulta a sus ojos decisivo. Así, podemos
Parecería aquí estribar una suerte de encerrona. Si varones y mujeres aspiran a derechos
(Castellanos, 2006: 40), ello no sería óbice sino complemento del “feminismo de la
142
Tal como lo señaláramos, en la actualidad tienden a ser posturas conciliatorias y
síntesis entre ambos, donde sin dejar de desenmascarar las inequidades, también
incitaría a propulsar un tipo de lenguaje, en este caso literario, cuya voz sólo sería dado
cauta, recela de los planteos feministas más radicalizados, despectivos del varón a
(…) se trataba, entre comillas, de hacer política. Salía provisoriamente del yo al ella o
bien del ejecutar una serie de órdenes en relación con un sujeto que, inerme y
desprotegido, otro, no yo misma como persona de mujer real, se dejaba someter a mis
designios. Ver sus desplazamientos, operar sobre él un femenino, hacer de ese sujeto un
personaje (masculino o asexuado en la nomenclatura literaria), dejar que viviera por
procuración o por préstamo en el texto, cederle el drama era, en verdad, fabricar un
monstruo mental, uniforme y resbaladizo, proteico. Pero ese artificio me permitía
postergar un develamiento estratégico que tenía que derivar, indefectiblemente, en una
renuncia. El costo era alto: si de manera súbita yo desmontaba la ficción, si desbarataba
el ilusorio efecto de una escena con personajes y acciones, si decía yo, me quedaba sola
con el texto; la escena se desdibujaba en el espejo y esa superficie no quedaba más que
el texto, e incluso ese yo soterrado en las ‘personas’, descubierto el juego de los ropajes,
se adelgazaba como sujeto de la enunciación para ser texto, texto como sujeto
(Mercado, 1994: 41).
a quien con ella pretende realizar juegos de lenguaje. La femineidad deambula por
143
varón la locución le ha sido propiciada y a la mujer denegada poderosamente, es el texto
migrar por distintas situaciones del género, sus ideologías y sus variantes.
el lugar en el que las feministas han confinado al varón y, en este sentido, parece
interceder por una conciliación, una suerte de pacto en el cual el varón no sea
criminalizado por serlo sino que dicha apreciación debe ser revisada, en principio por
abolir toda forma de diálogo, tan necesario para conquistar la igualdad de derechos. La
relación entre hombres y mujeres no necesariamente debe devenir una batalla por el
poder, sino que también hay que invertir los términos de la confrontación y pensar qué
lugar otorgan las mujeres a los hombres en sus debates. Tampoco es posible culpar a
todos los varones de las injusticias: muchos de ellos las padecen en carne propia y otros
las ejercen sin consciencia de ello. No habría intencionalidad, pero sí acto. Es en ese
Tununa Mercado adivina una falta de urbanidad (e incluso de deseo) que habría que
revertir para preservar la convivencia. Al respecto agrega: “Yo lamento que haya
feministas que quieren hacer sus vidas al margen del hombre y celebro, en cambio, que
porque también es una forma de feminismo hacer la historia de una con los hombres”
Dos cuentos de estas autoras son paradigmáticos para pensar el género desde el
alcoba, 1988) narra detallada y morosamente las tareas domésticas a las que una mujer
144
doméstico, producto de un mandato, el ama de casa encuentra una forma de rebelión en
el placer que le brinda el roce y el contacto con los objetos, la soledad “libertina”, fuera
mientras se cuece en una cacerola, se unta y masajea los pechos con una materia
untuosa, hierve huesos de puerco con especias, alcanza el febril estado de la excitación.
El texto culmina con una gran manifestación de satisfacción erógena u orgásmica como
cabría agregar) es capaz de cumplir con ciertas rutinas (el texto sigue el género
economía libidinal, una física y una economía del placer y la delectación por oposición
mucho antes.
Por su parte, Angélica Gorodischer, en su cuento “La perfecta casada” (en Mala
noche y parir hembra, 1983), refleja otras formas de rebelión que pueden adoptar las
literaria como la del fantasy con otra política, social y económica como la del género,
Gorodischer hace que un ama de casa y madre de familia, ocupada con obligaciones que
competen a su hogar, abra las puertas hacia sitios fantásticos o lejanos en la cronología
o la toponimia (como la Edad Media o el desierto de Gobi, una bañera en una clínica
33
El llamado “Eros”, es “el término mediante el cual los griegos designaban el amor y el dios Amor.
Freud lo utiliza en su última teoría de las pulsiones para designar el conjunto de las pulsiones de vida,
oponiéndolas a las pulsiones de muerte” (Laplanche y Pontalis, 1996: 122). Asimismo, la “erogeneidad”
sería “la capacidad que posee toda región corporal de constituir la fuente de una excitación sexual, es
decir, de comportarse como una zona erógena” (Laplanche y Pontalis, 1996: 121).
145
con un enfermo que se higieniza). Las puertas se cargan de una valencia mágica y
ciclicidad de las tareas hogareñas con la vida temeraria y violenta de una “amazona”:
mujer que no sólo curiosea, sino que hiere, maltrata y asesina al prójimo (en especial al
engendra y no la que la quita (El segundo sexo de Simone de Beauvoir, 1949). Una
Otro texto de Gorodischer, “El beguén”, publicado por primera vez en 1997 en
una antología de cuentos policiales compilada por Jorge Lafforgue (recogido más tarde
continuado con su vida y la ha olvidado por completo. Por último, en un episodio muy
146
premeditado y sanguinario, la protagonista se vengará del ultraje, ultimándolo después
relato las formas en que el Estado, con un fuerte sesgo patriarcal, ejerce la violencia
física y simbólica sobre el sujeto mujer y cómo este último debe, a través del accionar
tanto que instrumento crítico-conceptual pero también como elemento regulativo de una
sociedad:
El delito es (…) uno de los útiles o instrumentos críticos (…) que separa la cultura de la
no cultura, que funda culturas, y que también separa líneas en el interior de una cultura.
Sirve para trazar límites, diferenciar y excluir. Con el delito se construyen conciencias
culpables y fábulas de fundación y de identidad cultural (Ludmer, 1999: 14), que “en el
vasto mundo de los cuentos de delitos desde fin del siglo XIX hasta hoy, aparece un
caso específico de relación entre crimen y género femenino en la literatura argentina. Es
el ‘cuento’ de las mujeres que matan hombres para ejercer una justicia que está por
encima del Estado (Ludmer, 1999: 355).
Asimismo, según Ludmer, esta “cadena de ficciones parece entrar en correlación con
cultura argentina (…)” (Ludmer, 1999: 368). Estos cuentos de delitos femeninos son la
contracara de los cuentos de hadas o los cuentos maravillosos donde las jóvenes bebían
exilio de Mercado), en particular, desde las primeras décadas del siglo XX. Al respecto,
el fenómeno, como afirma Ludmer, “no pasa por las escritoras sino por otras redes”
(Ludmer, 1999: 368). En nuestra tesis intentamos reconstruir la compleja relación entre
147
Tununa Mercado ve la propia escritura como el camino para una política
feminista; sostiene: “Más que el uso de la palabra: las mujeres usamos la escritura, y
hacerlo debería ser nuestra reivindicación actual” (Mercado, 2003: 21). En tal sentido,
toma de partido y una postura ante lo real que fractura los mandatos tradicionales y
tematiza el delito femenino y donde las mujeres “toman las armas”, establece un
coloquio con la retirada del estado neoliberal de todas sus funciones capitales en
relación con el bienestar social (sobre todo la administración de justicia y, más aún,
teniendo en cuenta la enorme corrupción imperante), repliegue que tuvo lugar hacia la
década del noventa durante los sucesivos gobiernos menemistas, con notables
modo contestatario produciendo textos donde el semema del delito aparecía fuertemente
connotado. En el marco de este análisis, resulta provechoso analizar de qué modo en las
de Prodigios, las mujeres aparentemente triviales de la gran historia del Genio literario,
148
inician una lenta pero sistemática toma de poder del espacio y las iniciativas. El espacio
efecto, delito, corrupción y clientelismo son articulados literariamente con una noción
tanto material cuanto simbólica. Al respecto, en dicho libro aparecen dos cuentos que
funcionan como un espejo. Nos referimos a un orden especular en tanto en ambos las
esposas son o bien ignoradas o bien degradadas a la condición de servidumbre por parte
de sus maridos.
En efecto, en los dos textos se produce una fuga del hogar de las protagonistas,
dejando al varón en una situación de perplejidad tanto como de falta. En el caso de “La
perfecta casada”, se narra la vida de una mujer, Gertrudis, quien, a lo largo de su vida,
trabajar sin descanso para llevar la economía de ese hogar y la educación de sus hijos
adelante. En 2009, María Victoria Menis, dirige, con guión de su autoría y de Alejandro
Gorodischer y que dará título a su más reciente antología de cuentos, también editada en
149
por nuevos detalles. Lo cierto es que en el film de María Victoria Menis, Gertrudis, la
hostigada por su madre y por sus compañeros de colegio y obligada a mirar hacia abajo,
colectividad judía la corteja, ella acepta y la fiesta de casamiento dura varios días.
Gertrudis lleva una vida activa, productiva, con el rol del ama de casa tradicional, pero
de la naturaleza, las puestas de sol y los amaneceres, el colorido de las flores, el gusto
para peones iletrados hacia sus novias). Esta vida intelectual también fecunda a otros:
estimula a sus hijos a estudiar y a asistir al espectáculo del universo con perplejidad. En
hijos. Ambos comparten el amor al arte, a la vida especulativa, al desinterés por la vida
planos inmóviles de fotografías en primer plano), como un arte que compagina las
relaciones entre los individuos, las formas de respeto, de inclusión y exclusión social y,
en especial, familiar. La afinidad entre ambos subvierte una actividad instrumental para
francés, quien además de disfrutar de los manjares y los festines organizados por doña
150
Gertrudis, de asistir a su laboriosidad, a sus principios morales y a su honestidad,
o, más preciso sería decir, se ha fugado con el fotógrafo, devenido amante. La película
termina con imágenes del fotógrafo y de doña Gertrudis tomando fotos el uno del otro,
una discreta ropa interior, fotografiada acostada contra un árbol. Como vemos, el
fotógrafo llega por casualidad a un pueblo, para cumplir su trabajo, pero se topa con la
abandonar a su propia familia en aras del amor genuino. Lejos de tratarse de un film que
respecto de los roles de género e incluye en el seno de los diálogos entre la familia y el
progroms a los cuales Gertrudis evoca como razón del exilio de su familia hacia la
entreveran pero donde la presencia del amor despierta en los protagonistas formas de
con la rigidez y los mandatos de la asignación de los roles de género como un destino.
151
Paralelamente, “La resurrección de la carne” funciona como una modelización
partir del deseo que un grupo de varones atractivos y virtuosos (posiblemente metáforas
divino, provocan en una mujer de vida rutinaria. Una vez más, un marido cuya afición
esposa, produce un hastío en ella que la hace optar por un amor genuino, en el cual sea
maridos de sendos cuentos, ambas familias, también, reaccionan a partir de la falta del
sujeto mujer. Como si para que el sujeto mujer fuera percibido y autopercibido,
construido y reconstruido como tal, fuera necesaria una situación de falta o ausencia.
observan dos posturas frente a “lo real”: los personajes de Tununa Mercado se regodean
en un anonadamiento frente a los objetos de la sensualidad y del orden del placer que
sentido, marcan una excepción, producto de una pasión (Sarlo, 2003), y una resistencia
postulan una visión del orden del sensualismo en una cultura que sanciona fuertemente
152
delgadez y belleza (conducta fuertemente visible en prácticas como la publicidad y la
venganza o una compensación que el sistema no les brinda, sino a la que las confina.
la violencia física o simbólica. Muchas veces, esa violencia se ejerce sobre alguien que
las usó como un medio; otras, simplemente, la violencia se justifica como una forma de
vengar un crimen por parte de damnificadas laterales. Lo cierto es que en éstos, como
en otros cuentos, las mujeres “toman las armas” y no perdonan sino que instauran una
ética de la venganza, que compensa un hecho violento con otro similar, en una cadena
que amenaza con no tener fin. En definitiva, no se trata de una propuesta superadora,
sino iterativa, que opera por inversión. Lo que sí es destacable consiste en que se
acto tan violenta como el varón, para defenderse o bien para hacer valer sus derechos en
Mercado se politiza porque en ellos anida el placer y la sensualidad en todas sus formas
(el coito, la gestualidad genital, la comida, las texturas, los roces). El cuerpo de los
quienes ejercieron la violencia sobre ellas y, en la mayoría de los casos, se trata del
poder masculino que las ha martirizado. Existe una devolución de la violencia porque
aparentemente no existe otra posibilidad que no sea la del ejercicio del la agresividad. O
153
bien porque en una cultura fuertemente denegatoria de la dimensión intelectual y
gesto hiperbólico); las de Tununa Mercado parecen rendirse, en cambio, a los encantos
es imposible que el varón pueda siquiera ingresar según una gramática o un léxico que
saldrá al encuentro de formaciones discursivas, que por cierto anclan en una tradición
literaria cuanto en otros proyectos creadores del presente, para insubordinar los signos
154
Ahora bien, si la obra de Gorodischer está atravesada transversalmente por la
reflexión sobre el género, y cada categoría literaria resulta corroída por la de género,
también es cierto que no es sino desde 1983, con la publicación del libro Mala noche y
parir hembra, cuando Gorodischer abraza el feminismo como una causa personal. Se
en su mayoría mujeres, que por lo general se encuentran bajo la sujeción del poder
masculino, poder del que, mediante estrategias diversas, logran liberarse. Todo el libro
es una extensa, amarga reflexión sobre la condición femenina que apela en ocasiones,
como no podía ser de otra manera en esta autora, a recursos de la ficción fantástica. Así,
se proyecta en hipótesis futuras que ratifican sus intenciones por devolver a la mujer un
Imperial II, 1984), la mujer logra acceder a altos cargos de poder, a una jerarquía
gobernar algo más que no fuera su propio ámbito doméstico o donde los instructivos
todos cuantos haya tenido el imperio”. En este texto las mujeres ganan el
reconocimiento por su labor eximia como dirigentes, sin renunciar por ello a su
155
Ahora bien: invisibilidad en el caso de las protagonistas de la novela
figuras femeninas. Una vez más lo que interroga Gorodischer son las formas
mujer o bien transgrede roles de género o bien cobra una densidad sémica que, pese a
extraña esta confluencia en una autora que se reconoce como “feminista, ecologista y
contaminándola o destruyéndola.
que obtiene el segundo premio del concurso organizado por Artes y Ciencias y
para reflexionar sobre la dimensión económica al pensar una categoría como la del
condesa (Leda) de posición muy acomodada, que ha estado casada cuatro veces pero
con ninguno de sus maridos ha tenido hijos ni ha sido feliz. Ese contraste o
contrapunto (que remeda el cuento “Lejana” de Julio Cortázar) nos permite acceder a
las fantasías más íntimas de una y otra mujer. Ambas desean la suerte de la otra. La
En que yo no era yo, en eso pensaba. En que era otra, viviendo en una
ciudad provinciana y mezquina, otra a quien le dolía la cabeza y odiaba un verano
que no podía aprovechar. En que era feliz (...). En que era otra Leda, un ama de casa
156
atareada, de clase media, preocupada, un poco fastidiada y fastidiosa, rodeada de
chicos y de cosas que hay que limpiar, en una casa chiquita (Gorodischer, 1966: 72).
suerte de la otra, sino la imagen deformada que tienen de esa suerte. Gorodischer
juega literariamente con los estereotipos que las mujeres manejan respecto de sí
En una novela como La noche del inocente (1996), nuestra autora toma como
personaje literario a una figura teológica del panteón católico. La Virgen María o
La virginidad de María, tiene sobre todo un valor negativo: aquella por la que la
carne ha sido rescatada, ya no es carnal; no ha sido tocada ni poseída. (...) Si a María
157
se le niega su carácter de esposa, es para exaltar en ella más puramente a la Mujer-
Madre” (de Beauvoir, Simone, 1945: 174).
mediadora entre la Iglesia, los hombres y Dios. En este sentido, resulta sugerente
encuentra la estatua que irradia luz de la Virgen María. El negro, acostado, huyendo
verbal y más tarde, sugestivamente carnal con la Virgen María. Mediante una escena
el negro y la Virgen terminan por copular. La Virgen está agradecida a ese hombre
por haberle restituido una carnalidad birlada por la adoración de sus fieles, quienes
negro purga su falta (el asesinato del blanco), en tanto la Virgen se encarna en una
refugio, al que acaban de arribar los perseguidores del negro. Cabe agregar que la
pierde su fulgor, precisamente merced a una serie de metáforas y tropos que la autora
158
del cuento se sirve para que, de ese modo, no sean traicionados la esencia y el vigor
esto escribe, refirió haberse inspirado para la diégesis de La noche del inocente en el
cabeza de un alfiler”, Gorodischer había escrito un cuento donde una mujer plagada
Salirse de madre35, que forma parte de un proyecto en el cual una serie de diez
cuentos, a través de los cuales la relación entre madres e hijas es puesta en evidencia,
Dicha variedad de registros es estudiada por Nora Domínguez, quien agrega que el
libro comprende “fotos familiares (…) o dibujos”. El libro “da cuenta hacia el final,
34
Para una análisis desde la teoría de género de la obra de Armonía Somers, veáse el artículo de María
Luisa Femenías “Armonía Somers: la difícil andadura de una obra” (En: Revista Orbis Tertius. Revista de
Teoría y Crítica literaria. Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria. Facultad de Humandidades y
Ciencias de la Educación. U.N.L.P., Año VII. 2002-2003. p.p. 141-176). Femenías se centra
específicamente en el libro La mujer desnuda, de la autora uruguaya. No obstante, realiza importantes
aportes a los estudios sobre la obra de Armonía Somers.
35
VVAA.Salirse de Madre. Bs. As., Croquiñol Ediciones, 1989. Tal como lo señala Domínguez, el
proyecto involucra a autoras con mayor trayectoria en el oficio de la escritura (Angélica Gorodischer,
Alicia Steimberg, Mirta Botta, Diana Raznovich), junto con otras que empiezan a dar sus primeros pasos
en el oficio de escribir. Incluye asimismo a narradoras, poetas y dramaturgas.
159
precedido por una identidad de género que deviene en una posición de política sexual
o de otras que están dando sus primeros pasos en la escritura, “revisa las claves
sus propias madres y las de sus hijas, juega así con los relevos intergeneracionales”
ficcional avanza en agunos de sus imperativos: dar voz a las mujeres, reformular
hijas” (Domínguez, 2007: 44-45). Domínguez aprisiona algunos de los nudos que
objeto, y subraya los subtextos que circulan por debajo de las tramas de las
ejerce una torsión sobre la razón patriarcal y sobre sus formas de representación,
todos los órdenes del quehacer literario. Para ser exactos, nuestra autora se propone
160
Es por ello que la literatura de la escritora rosarina adopta matices críticos,
Mercado, como siempre más modesta, hurga en las tramas secretas de la vida
social y expande dentro de esos resquicios la placentera sensación del disfrute, del
introspección que se manifiesta en una revisión del espacio que, desde la casa hasta
36
Tomamos el concepto de “modo de réplica literaria” de Andrés Avellaneda, para quien éste consiste
“en una muestra avanzada y muchas veces exclusiva, de determinadas respuestas culturales y parece
depender de un previo equipamiento tanto ideológico como expresivo” (Avellaneda, 1983: 10).
161
CAPÍTULO 4
imperceptible
El punto del arroz, el punto de la carne, los puntos a los que se pretende llegar y que si son
sobrepasados rompen con el equilibrio del universo, eran los puntos de mi obsesión. Y debo haber tenido
sobre quien infringía la armonía de esos tiempos una actitud correctiva e impaciente.
Si los puntos eran algo así como el cierre de una forma, en cierto modo una completud transgredida
una y otra vez por los demás que se obstinaban en sobrepasarla, si la gente violentaba los estados justos
de la materia, se podía ver claramente que allí mi obsesión era reparar en lo que sobra, en lo que
desborda y que, al ignorar un límite, arruina el alimento o echa a perder el estadio óptimo de un
proceso, sin dejar la posibilidad de una rectificación: lo que pasó ya no puede ser regresado a su
condición primigenia. No culminar, entonces, dejar a medias, dar las cosas el margen de maduración,
incidir sólo en las etapas iniciales de la evolución de un elemento y luego dejarlo abandonado a su
propia inercia, no precipitarlo ni cerrarlo, eran las leyes de esa obsesión que colmaba todas mis
intenciones y definía todos mis deseos.
Tununa Mercado (1990)
pensar y el puro sentir, así como entre el sujeto y el objeto” (Ferrater Mora, 1970: 325).
disponible. Esto equivale a decir que no se fían de los sentidos, sino que piensan la
vez. Los realistas sostienen que cuando alguien contempla, se detiene y presta atención
a un objeto, éste aparece sin que haya diferencias entre la apariencia y el objeto. Por
último, los idealistas, postulan que existe una mediación entre el objeto y la apariencia
Por su parte, los neo-realistas hacen constar los actos de percepción como
162
(Ferrater Mora, 1970: 327). Husserl hablaba de una “percepción sensible” cuando el
centro de las discusiones ni el eje de las polémicas y fuera más bien desdeñado o
minimizado.
La así llamada sensación es toda percepción sensible, que “abarca toda aprehensión
que no sea de naturaleza intelectual” (Ferrater Mora, 1970: 371). Esta definición de
Ferrater Mora resulta engañosa y supone la exclusión del acto intelectual como parte del
proceso perceptivo. Ello, por cierto, como postura es discutible en vista de que, para que
una percepción sea registrada, enunciada o incluso registrada por quien la ejerce o la
a su valor evocativo.
163
percepción, pero todos peculiarmente modificados en la forma correspondiente”
(Husserl, 1992: 40).
intencional del sujeto. De otro modo, nos encontraríamos frente a otro tipo de
trataría de formas de captación que nada tendrían que ver con la intencionalidad, sino
Según Husserl, el sujeto va al encuentro del objeto, y ese tránsito afecta la relación
entre mundo empírico e interiorización de “lo real” de modo deliberado. Esa sería la
única vía de la percepción válida, esencial. Las formas esenciales invariantes, propias de
una decisión.
posible la percepción.
hacernos creer (que entiende que el universo sensible es el que mejor conocemos porque
esto no es más que una falsa apariencia (…). Hizo falta mucho tiempo, esfuerzos y
cultura para ponerlo al desnudo, y que uno de los méritos del arte y el pensamiento
164
modernos (…) es hacernos redescubrir este mundo donde vivimos pero que siempre
estamos tentados de olvidar” (Merleau-Ponty, 2002: 9).
humanas, fácilmente naturalizable, sino que está mediada por una serie de rasgos
las cosas no son meros objetos neutros que contemplamos; cada una de ellas simboliza
para nosotros cierta conducta, nos la evoca, provoca por nuestra parte reacciones
favorables o desfavorables, y por eso los gustos de un hombre, su carácter, la actitud
que adoptó respecto del mundo y del ser exterior, se leen en los objetos que escogió
para rodearse, en los objetos que prefiere, en los paseos que hace (Merleau-Ponty, 2002:
30; subrayado del autor).
caso, para cuestionar o naturalizar lo que nos rodea o lo que hemos recibido como ideas
mismos con nosotros mismos se hace a través de una cultura, por lo menos a través de
mencionado autor, en este mundo resulta imposible separar las cosas de su manera de
165
mediante palabras, colores, siluetas, perspectivas, movimientos, sintaxis, dichas
sujeto. Como veremos más adelante, similar idea sostiene Gilles Deleuze
Los clásicos, el pensamiento clásico, dogmático, para el cual las cosas son en sí: el
duda, de la sospecha, que observan el mundo con permanente perplejidad, y lo ven con
inacabado, al igual que el universo, siempre provisional. Por cierto que Merleau-Ponty
se sitúa en ésta última corriente, pero deja sentado que es necesario recorrer el itinerario
evolución, además de adherir al que resulta superador y el o los otros, que se consideran
superados. Sus ideas son revisionistas en el sentido de que ,para este pensador, el nuevo
pensamiento, el más coherente, el más cohesivo, el más innovador debió pasar antes por
los signos sensibles a menudo nos permiten recobrar el tiempo, nos lo devuelven en el
seno del tiempo perdido. Los signos del arte nos dan un tiempo recobrado, tiempo
original absoluto que incluye a todos los demás. Pero si cada signo tiene su dimensión
temporal privilegiada, cabalga también sobre las otras líneas y participa de las restantes
dimensiones del tiempo. El tiempo que perdemos se prolonga en el amor e incluso en
los signos sensibles. El tiempo perdido aparece ya en la mundanidad y subsiste todavía
en los signos de la sensibilidad. El tiempo que recobramos nos brinda reacciones a su
37
Deleuze, Gilles. Proust y los signos. Barcelona, Editorial Anagrama, Colección Fundamentos, 1989.
Traducción de Franciso Monge. En lo que hace a todas las citas, remitimos a la presente edición.
166
vez sobre el tiempo que perdemos y sobre el tiempo perdido. Y en el tiempo absoluto de
la obra de arte todas las otras dimensiones se unen y encuentran la verdad que les
corresponde” (Deleuze, 1989: 34-35).
sensible que entra en contacto de forma renovada y renovadora con los sentidos, vuelve
atesoradas. El giro deleuziano estriba en repensar las zonas de ese fenómeno del orden
Deleuze, en cambio, entenderá el arte como el centro de una función social compleja: la
y las sustancias. Por ello, Deleuze habla del “tiempo absoluto” de la obra de arte, que
partir de estas cavilaciones de Deleuze, es posible inferir que la obra de arte es la única
primordial en el sentido más estricto del término, aquello que determina la singularidad
atribuye una dirección orientada hacia lo pretérito, Deleuze señalará que se trata de un
texto literario que no está enfocado hacia el pasado, sino hacia el futuro y los progresos
167
del aprendizaje. “Lo importante es que el protagonista no sabía al principio algunas
cosas y las aprende progresivamente, hasta que al final recibe una revelación última”
(Deleuze, 1989: 36). Otro giro de Deleuze operado sobre la crítica proustiana que lo
los especialistas, una novela más autobiográfica (en el sentido de referir la experiencia
largamente incubadas, se proyectan hacia un futuro indecible pero posible. Ese futuro la
torna más una novela de aprendizaje, una novela de viaje (por el tiempo), que una
En este punto, resulta tentador, a los ojos de la presente tesis, repensar los textos
tanto que dimensión queda obturado. También articula y desarticula las temporalidades
experimentar internamente, pero luego a través del arte, una suerte de movimientos, de
un mecanismo asociativo. Por una parte, “semejanza entre una sensación presente y una
sensación pasada; por el otro, la contigüidad de la sensación pasada con un conjunto que
1989: 68). La memoria voluntaria va de un presente actual a un presente que “ha sido”.
168
Una vez más, siguiendo a Husserl, la decisión y la voluntad definen la captación del
que ha sido presente, a algo que ya no lo es. La memoria involuntaria, puede o bien
recomponemos el pasado con presentes, sino que de golpe nos situamos en el propio
Lo que nos facilita la inteligencia con el nombre de pasado no es tal. En realidad, como
ocurre con las almas de difuntos en ciertas leyendas populares, cada hora de nuestra
vida, se encarna y se oculta en cuanto muere en algún objeto material. Queda cautiva
para siempre, a menos que encontremos el objeto. Por él la reconocemos, la invocamos,
y se libera. El objeto en donde se esconde -o la sensación, ya que todo objeto es en
relación a nosotros sensación- muy bien puede ocurrir que no lo encontremos jamás38
(Proust, 1993: 9).
Es aquí donde la teoría de Proust entabla un diálogo especular con el orden de los
objeto es lo vivido. Proust parece inducir a pensar que parte de lo vivido quedará
inextricablemente perdido y que forma parte del orden de lo azaroso el toparse con
aquel objeto que nos posibilite reencontrarnos con experiencias vividas. Es más,
observa que cada fugaz instante que pasa perece en el mismo objeto que lo aloja. Y que
acometiendo contra la inteligencia una vez más: “No sólo la inteligencia no puede
ayudarnos a esas recurrecciones, sino que incluso esas horas del pasado no van a
38
Todas las citas de Marcel Proust están extraídas de su libro La muerte de las catedrales. Bogotá,
Editorial Norma, Colección Cara y Cruz, 1993. Traducción directa del francés de José Cano Tembleque y
Consuelo Berges. Selección de Eduardo Peláez Vallejo.
169
(Proust, 1993: 12). Denostador de la inteligencia por considerarla una especie de
vividas.
recobrar la anécdota del pasado no necesariamente debe ser un objeto excelso. Puede
tratarse de un objeto anodino para la cultura pero no para el sujeto, para quien lo apresa.
Puede suceder que una representación musical detestable de un teatro de provincias, un baile que
las personas de gusto consideran ridículo, evoquen recuerdos en él, se relacionen con él dentro de
un orden de ensueños y de inquietudes, más que una ejecución admirable en la Ópera, una velada
de extraordinaria elegancia en el fauburg Saint-Germain. El nombre de las estaciones en una guía
de ferrocarril, en donde gustaría imaginar que desciende del vagón en una tarde de otoño, cuando
los árboles están ya desnudos de sus hojas y huelen intensamente en el aire fresco, un libro
insípido para las gentes de gusto, lleno de nombres que no ha oído desde la infancia, pueden
representar para él un valor distinto a los estupendos libros de filosofía, y llevan a decir a las
gentes de gusto que para ser un hombre de talento, tiene gustos muy tontos (Proust, 1993: 15).
Como vemos, el objeto evocador puede no estar enaltecido por el prestigio del
aura ni del lujo, ni tan siquiera del buen gusto o lo social o moralmente admitido. Está
allí, listo para esperarnos; para él no valen las jerarquías alto/bajo, buen gusto/mal
aisladas, que
se hacen presentes de una manera enigmática. De ahí que para captar conscientemente
las vibraciones más íntimas de esta creación literaria, es necesario introducirse en un
estrato especial muy profundo de esa memoria involuntaria, en la cual los momentos
recordados no nos dan noticias de la totalidad como imágenes aisladas conformadas,
sino no en manera representativa y disforme, sin determinación ni opacamente, así
como el peso de la redada hace saber al pescador cuál sea el resultado de su pesca
(Benjamin, 1986: 251).
operaciones indiscernibles y que interrogan mucho más que dar respuestas a quien
170
busca conceptos tranquilizadores y hallazgos en esa maraña o tejido de hebras que son
morosamente en las sensaciones, en los aromas, en los sabores, en los colores y las
texturas, esto es, en los datos de los que informan los sentidos y que, en cierto modo, se
oponen a la intelección pura (esto se verifica en Canon de alcoba, donde figuran relatos
cuyos títulos son “Ver” y “Oír”, respectivamente, donde estos sentidos desempeñan
agregar, traspasados por una lógica del goce que los torna un camino hacia la búsqueda
de la plenitud y la satisfacción.
Hemos visto cómo ello deviene una verdadera política en tanto remite a un
universo utópico donde la culminación estaría dada por el placer y en el que el deber ser
social, en tanto que represión social compulsiva, quedaría abolido. Existe una suerte de
“trampa” en la que “los signos sensibles nos invitan a buscar su sentido en el objeto que
los causa o los emite” (Deleuze, 1989: 42). Dicha trampa se llamaría “objetivismo” y
desatendería el hecho de que los sentidos serían una mera ilusión (objetivista). Porque,
según el autor de Proust y los signos, aún en el arte, aún de modo terco, aún creyendo
triturarlo para extraer de ello una verdad, resulta una suerte de imposible semántico, un
intento vano y a priori fallido, por su modo mismo de formulación. De todos modos,
casi ningún escritor renuncia a ese intento, porque renunciar a ello supone renunciar a
la búsqueda del significado en los objetos sería una especie de malentendido en el cual
171
se confunde al signo con lo que denota del signo que significa, ambas cosas distintas
Es falaz por naturaleza -dirá Deleuze- una literatura que interpreta los signos
relacionándolos con objetos designables (observación y descripción), que se rodea de
las garantías pseudo-objetivas del testimonio y la comunicación (conversación,
encuesta), que confunde el sentido con significados inteligibles, explícitos y formulados
(grandes temas) (Deleuze, 1989: 43-44).
Este tipo de arte denunciado por Deleuze oscila entre la mala fe y lo naïf. Se
literaria (en la cual la de Mercado formaría parte de una serie) y que el mérito de su uso
Entre ellos, claro está, que Proust sería el más relevante, pero en tanto que elemento
tal como lo ha hecho Gilles Deleuze en las líneas arriba citadas, ni quizás
empíricamente esta búsqueda por el signo que nombra el pasado ha sido todo lo
explotado que podría haberlo sido. Vale mencionar otros casos de indagación sobre la
percepción, parodiada (como Juan José Saer en su libro La mayor, 1976), y que otros
corriente literaria liderada por Nathalie Sarraute y Philiph Sollers), pero que revela
también un acierto para dotar a los textos autobiográficos (como es el caso de En estado
172
de memoria o La madriguera) de una fuerte valencia afectiva y connotada de un
principio de realidad atento a revelar aristas prismáticas del orden de “lo real”. En todos
los casos, una sensación o percepción sensible presente (un aroma, un perfume, un
recuerdos o sintagmas vinculados con ella y que rodean, encapsulan desde una cadena
Mercado:
Esta ars poética declarada por Mercado remite a una apelación a los sentidos como
o de acumulación por el sesgo memorialístico del sujeto, constituye también una forma
presente a través de un objeto supone excitar una zona adormilada que estalla y
gratificantes.
conocido texto, a la presencia en Sor Juana Inés de la Cruz de una “filosofía” que los
173
establecía con el guisar formas de pensar filosóficamente y encontraba un estímulo en
tanto que motivación pero también como excusa de escritura para estos hallazgos y
prácticas sociales. Como cuando apunta que si Aristóteles hubiera cocinado sus
orden.
Pero hay una particular inflexión que Mercado hace observar respecto de sí
universo sensoperceptivo”, en el cual le ha tocado en suerte ocupar “el lugar del medio”,
un “entre dos” ubicados en dos polos: dos hermanos, dos dimensiones, dos oficios, la
(1996):
Con estas dos letras hice la mía. Estoy en el medio de tres hijos, oscilé entre una
caligrafía seriada cuyas pequeñas bocas y miembros se alinearon sobre líneas
imaginarias o reales o imaginarias buscando un equilibrio entre cuerpo y espíritu (…);
compuse una estructura de supervivencia en un sitio donde el número segundón estaba
condenado a subsumirme al cero, y ella consistió en decir lo menos para ser oída en lo
más. (…). La devoración era de otro orden, y ahora que me he puesto a buscar a
Sarmiento (…). El ruido de la pluma el olor de los secantes y las tintas la textura de los
labrados sobre el papel el crujir de las hojas dentro de la piel de los libros se acumulan
en mi mesa como para su gran festín (Mercado, 1996: 74- 75).
Como es posible observar en esta extensa cita de la novela, la autofiguración del sujeto
sólo de una actitud perceptiva respecto del orden de lo empírico, sino de la delimitación
174
universo peculiar respecto de qué resulta perceptible para este sujeto femenino, qué
relacionar el signo con el objeto que lo emite, atribuir al objeto el beneficio del signo, es
la dirección natural de la percepción o de la representación. Pero también es la dirección
de la memoria voluntaria, que se acuerda de las cosas y no de los signos: e incluso de la
dirección del placer y de la actividad práctica, que conciernen a la posesión de las cosas
o el consumo de los objetos (Deleuze, 1989: 39).
la percepción inmediata, “pues la percepción cree que la realidad debe ser vista,
observada; pero la inteligencia cree que la verdad debe ser dicha y formulada”
apunta Deleuze, existe una suerte de disociación entre los perceptivo y lo inteligible, y
pirámide de lo que Deleuze llama “las esencias”, el sentido de “lo esencial”. Eso que
resulta interesante cotejar las teorías de Deleuze con las del formalista ruso Víctor
Si examinamos las leyes generales de la percepción, vemos que una vez que las
acciones llegan a ser habituales se transforman en automáticas. De modo que todos
nuestros hábitos se refugian en un medio inconsciente y automático. Quienes puedan
recordar la sensación que sintieron al tomar el lápiz por primera vez con la mano o
hablar por primera vez una lengua extranjera, y pueden comparar esta sensación con la
que sienten al hacer la misma cosa por enésima vez, estarán de acuerdo con nosotros.
Las leyes de nuestro discurso prosaico, son sus frases inacabadas y sus palabras
pronunciadas a medias, se explican por el proceso de automatización (Shklovski, 1970:
59).
175
Así, el autor alude a que todo proceso de aprehensión de un objeto a través de una
percepción termina por ser naturalizado y automatizado, de modo tal que se pierde toda
Para dar sensación de vida, para sentir los objetos, para percibir que la piedra es piedra,
existe eso que se llama arte. La finalidad del arte es dar una sensación del objeto como
visión y no como reconocimiento; los procedimientos del arte son el de la
singularización de los objetos, y el que consiste en oscurecer la forma, en aumentar la
dificultad y la duración de la percepción. El acto de la percepción es en arte un fin en sí
y debe ser prolongado” (Shklovski, 1970: 60).
de captación de las esencias y de dotar al sujeto de una captación del universo menos
catastrófica sobre la relación con el tiempo. Gran parte de las ficciones de esta
39
Para finalizar su disertación, el investigador ruso agrega que “Al examinar la lengua poética, tanto en
sus constituyentes fonéticos y lexicales como en la disposición de las palabras y de las construcciones
semánticas constituidas por ellas, percibimos que el carácter estético se revela siempre por los mismos
signos. Está creado conscientemente para liberar la percepción del automatismo” (Shklovski, 1970: 68).
Este rasgo es predicable de la literatura en general, pero de ciertas poéticas en particular, en las cuales se
pone de manifiesto de modo más exacerbado, por un uso idiolectal del idioma más radicalizado. Tal es el
caso de la brasileña Clarice Lispector, Franz Kafka, el argentino Macedonio Fernández y Tununa
Mercado, sobre todo en su última novela, la publicada en 2005. Tomo las citas de Shklovski de Todorov,
Tzvetan. Teoría de la literatura de los formalistas rusos. Bs. As., Editorial Signos, Colección Biblioteca
del Pensamiento Crítico, 1970. Traducción de Ana María Nethol.
40
Aludimos aquí a la noción de género en su acepción ligada al análisis cultural de la sexualidad.
176
prominente corriente de pensamiento abordaron el asunto de la corporalidad, con
distintas matizaciones.
construcciones sociales sobre los cuerpos, serían formas de inscribir en lo real un orden
simbólico. El transcurso del tiempo, en tanto que habitantes del mundo, conduce a los
sujetos a padecer de modo natural lentos e imperceptibles estadios en los cuales dicho
hacen en virtud de cualquier tipo de atentado o crimen patrocinado sobre ellos o ellas.
figura complementaria de Simone de Beauvoir en función del sesgo que imprimió a las
teorías sartreanas (en especial, al carácter socio-cultural que desentrañó como impresión
sobre los somas), con su fuerte acento puesto en carácter descriptivo del “ser”, también
por ser “el segundo sexo” y por ser “la última edad”.
puntos de vista en relación con otros filósofos de la percepción arriba analizados, Teresa
177
Merleau-Ponty es “el primer filósofo existencial (…), en el que el modo de ser de la
involucrada en el mundo, hecha una con el cuerpo” (López Pardina, 2001:66). El cuerpo
“es el vehículo del ser-en-el-mundo, y tener un cuerpo es, para un ser vivo, universo a
continuamente” (López Pardina, 2001: 66). Ahora bien, “no hay en Husserl en ningún
para los dos sexos” (López Pardina, 2001: 68). En este sentido, el aporte de Simone de
Beauvoir resulta para López Pardina decisivo, una suerte de zona de no retorno en
natural de lo cultural” (López Pardina, 2001: 69). Para de Beauvoir, el cuerpo no es una
“cosa”, al igual que para Sartre, Heidegger y Merleau-Ponty, sino una “situación”.
el cuerpo para Beauvoir es (…) instrumento de captación del mundo y situación -parte
de la situación en el complejo libertad/situación- y es sexuado, siendo la sexualidad,
como parte Sartre, Merleau-Ponty y el psicoanálisis existencial, una expresión de la
existencia. Pero nuestros cuerpos nos condicionan a aprehender el mundo de maneras
diferentes y sobre esas maneras diferentes se construyen social y culturalmente los
géneros que son dos: masculino y femenino (López Pardina, 2001: 71).
Si el existencialismo sartreano insiste una y otra vez sobre los límites que
circunscriben una vida humana (la muerte, el cuerpo, el deterioro, el prójimo bajo la
178
forma de mirada sancionadora o cuestionadora, de “infierno”), proyectada incluso hacia
detractores más burdos, es posible advertir una actitud muy opuesta, es más,
futuros mausoleos, tampoco para hacer pública y elevar una queja a un dios con el que
providenciales, suprasensibles. Sino para que, advertidos de ese punto de partida y ese
horizonte inescrutable, indiscernible pero que pauta una marca, el presente invita y en
ideario, sino con una causa inclusiva y estar dispuestos a arriesgar la vida en ello. El
cuerpo, en todas estas propuestas, ocupa un lugar central tanto para su ejecución como
el contrario, resulta una actitud no menos genuina que esperanzada, mediante la cual se
acción, que precede a ser, se encarna la existencia. Dicha acción positiva confiere a la
hacia un futuro y a la convicción de que lo penoso puede devenir, puede mudar, puede,
179
en definitiva, ser revertido. Este principio, concebido a la luz de la noción de
utópico del siglo XX. En definitiva, que aquello que nos sostiene en el mundo y nos
y el origen de los males o los bienes de una sociedad, sino, por el contrario, el motor
que, siendo falible, mortal y transitorio, inspira por tal motivo la sensación más intensa
así llamadas “naturales”, constructivas como deconstructivas (por más que de Beauvoir
para los semejantes, especialmente quienes han sido desfavorecidos en sus condiciones
Pero hay también en ambas figuras líderes del existencialismo francés una intensa
librescas como periódicas, de radicalizar la figura del intelectual (tan opacada por la del
docente universitario, confinado en las aulas, por más prestigiosas que fueran, pero
180
siempre en un claustro, el investigador “de gabinete”; como el del clero), del pensador y
del escritor profesando una postura considerada irrelevante junto con una producción de
espacio autónomo y crítico, una empresa intelectual que, mediante una ardua génesis,
suscitar experiencias e inhibir otras que estiman nocivas para el progresista desarrollo
imaginarias, también es cierto que nos proyecta hacia una cantidad plural de acciones y
prácticas sociales, tanto físicas como de simbolización: subrayar los efectos que la
acción ejercida desde el discurso, desde las prácticas, incluso del pensamiento, entre
mundo que nos rodea y en el que estamos situados, esto es, inmersos, al que, como
Lo cierto es que, adelantándonos a las conclusiones del estudio que nos hemos
asociados con formas de alojar el pasado (que puede ser documentado y recuperado
181
mediado por la escritura, de un tipo de percepción del lenguaje que suscite el placer. En
sitúen a su obra en una suerte de “jolgorio” del uso de la lengua en todos sus matices y
Beauvoir, puesta de manifiesto no sólo en su obra teórica, como El segundo sexo, sino
también en un libro que fue clave para la poética de Tununa Mercado, Memorias de una
joven formal. Al respecto, señala que se trató de una lectura que fue un hito en su
autobiográfico, que más tarde cultivaría, el modo como en ese texto se produce la
refiere a de Beauvoir como una figura clave en el pensamiento progresista, por cierto en
agenda del siglo XX, una serie de núcleos, conceptos y captación de acontecimientos a
de sus debates en torno de qué es ser mujer en una sociedad patriarcal y, resulta
182
un tratado sistemático que funciona como una suerte de plataforma a partir de la cual el
uno de los puntos de su argumentación en tanto que handicaps negativos para el sujeto
mujer. Finalmente, esta autora resulta decisiva para ambas en la medida en que
pública desde su constitución como figura intelectual a la par del varón. Desmantelando
formas literarias, fraguando otras, de Beauvoir funciona como una suerte de mentora de
Cèlia Amorós. El cuerpo, tanto en sus tratados como en sus ficciones, será siempre una
En ambas, como la marca, posible pero no cierta, la huella, el rastro de que además de
temporalidad.
materialidad de los cuerpos; siguiendo a Butler, podríamos afirmar que se trata en sus
183
Femenías, en las modernas teorías feministas deconstruccionistas “no hay distinción
entre sexo (natural) y género (cultural), sino que sexo-género es ya una suerte de
modelo (macro) donde nos construimos de una cierta manera, que responde a su vez a
sesgo sexuado y de construcción del sujeto en un sentido socio-cultural, con que ambas
muy ulterior a de Beauvoir, por cierto, son construidos por el lenguaje, y en el lenguaje,
al sistema patriarcal, tanto Gorodischer como Mercado incitan a lecturas en las que la
teoría feminista, tanto la más reciente como la de mediados del siglo XX, pueden verse
implicadas.
No conviene perder de vista, por otro lado, que nos estamos refiriendo a
orden de “lo real” no resulta del todo pertinente. Más bien, corresponde rectificar los
184
narrativas del cuerpo teniendo en cuenta siempre el reparo de que también nos
encontramos frente a un constructo ficcional (en este caso narrativo) del orden literario.
niña. El dato cronológico es explicitado: la década del cincuenta (es decir, el espacio
uno más restrictivo pero más libre al mismo tiempo. Si bien los “permisos” estaban
pautados por un estricto protocolo de los adultos familiares y por sus amistades más
cercanas, no menos relevante resulta el hecho de que esa niña devenida mujer adulta
familia, así como la de los amigos que visitaban su casa infantil, o el recuerdo que de su
casa infantil tiene. Mediante certeras pinceladas, Mercado pauta una organización de su
habilita para dar cuenta, mediante estrategias inherentes al oficio letrado, de un estadio
preliminar a la propia escritura del presente libro. Luego de una captación privada de
cierto sustrato elemental, logra utilizar los signos y deambular entre ellos de un modo
185
En la capacidad de autopercepción, en los mecanismos autoperceptibles, Tununa
transmisión “lo real” a través del lenguaje de una lengua extranjera (lo que permite a la
didáctico, formulan una serie de desafíos al statu quo propios de dicha institución,
este caso se trata de la educación no formal, pero varias de las premisas de la educación
formal pueden ser capaces de ser transpuestas a ella. Una educación protolibertaria.
por su nombre, resulta una figura de orden enigmático (tal como los efectos de la
memoria involuntaria según los planteaba más arriba Walter Benjamin), aparentemente
degradado por las autoridades del lugar en función de sus adhesiones políticas (y que,
por ende, comulga con el padre de la narradora, quien auspicia este magisterio), es
quien introduce a la niña una serie de prácticas sociales. Dichas prácticas exceden el
por senderos inesperados, tales como salir a la vereda pisando las baldosas de la calle,
en tanto que pronuncian una serie de rimas, canciones y frases en idioma inglés que
lectura”.
186
perceptivo de la narradora, aún en gestación, pero cuya gravitación resulta innovadora,
Las primeras clases que tenían lugar alrededor de la gran mesa del comedor estuvieron
dedicadas a la persona humana, los sujetos y las identidades genéricas, el yo y el otro, el
nosotros y el ellos; él insistió en las partes del cuerpo y cuando decía my ears tomaba
sus pabellones y los despegaba de la cabeza, y cuando decía the skin levantaba con los
dedos índice y pulgar de su mano derecha del dorso de su mano izquierda y esos
forzamientos físicos de despegar y separar de sus implantaciones sus órganos me
causaban impresión, pero las orejas eran pequeñas y las manos eran bellas y pronto
recuperaba la tranquilidad (Mercado, 1996: 31).
una materia o acaso de una lengua, sino que también domina e imparte una forma de
Simultáneamente, si bien la política está presente en este libro bajo sus formas
menos importante resulta señalar que, al menos a nuestros ojos, el aspecto de mayor
idiolectal, en cuya praxis escrituraria, sin sucumbir a los esencialismos, permite afirmar
una privacidad reñida con toda forma de comunicación convencional, respecto del
187
En su libro posterior, Narrar después (2003), Mercado inicia el volumen con
una suerte de ensayo sobre el sentido del gusto, en especial poniéndolo en una relación
analógica con la escritura y con su saturación: la prodigalidad con que cierta narrativa
forasteros. Frente a esta literatura, algo grosera, torpe e iterativa hasta llegar a la tara y
el lugar común, Mercado se referirá al sentido del gusto como una secuencia:
La secuencia del gusto no se deja atrapar por ninguna escritura propia: no existen
signos, como en la música, para registrarla; ninguna partitura podría dar cuenta de los
grados de plenitud y frustración que un alimento segrega y, sin embargo, la perduración
de esas oscilaciones en la memoria es proporcional a la fugacidad con que se precipitan
las sensaciones hasta borrarse. Es tan entrañable y tan esquiva la marca que dejan, tan
poderosa la capacidad de almacenamiento, que sus tributarios todavía no han terminado
de percibir cómo se disuelve y desagrega la materia y cómo se difunden sus encantos
que ya comienzan a añorarla, aunque cuando la sepan irrepetible (Mercado, 2003: 9).
que den cuenta de ellos, de sus inflexiones, de sus cantidades o facetas. Respecto de
dicha fugacidad (o de dicha “frugalidad”, para ser respetuosos del sentido en cuestión),
Mercado agrega, líneas más adelante: “Es sobre todo la fugacidad de la sensación, que
persona, el atributo elegido para encerrar ese instante” (Mercado, 2003: 13). En este
caso, la autora, detrás de una observación poética, encubre un tipo muy particular de
duelo por esa suerte de dimensión efímera de las unidades del gusto, aquellas
acompañada del sentimiento de pérdida, de ablación, de duelo por aquello que no será
188
excepción, un cuento tardío, “Lo posible”, en Menta, 2000), sino en un presente que
convoca las sensaciones desde el placer y el disfrute, el goce como principio, pero
siempre según una temporalidad presente, actual, vigente. Esto es, según un paradigma
donde lo libidinal adopta un fuerte rasgo subversivo, en tanto cuestiona la ley de una
cultura normativa de la privación del goce que emanaba del patriarcado cuanto de otros
todo a lo que quedan habilitados a realizar, por una suerte de plenitud que no hace sino
amigo, que según patrones convencionalmente aceptados por la teoría de los géneros
(desordenadamente) que envía a uno de sus amigos radicado en Londres, expresa en uno
de los párrafos del texto: “Lo tomé en sentido figurado: el sol, el calor, el viento, el
ondear de las ramas, todo excita los sentidos y los sentidos despiertan la vena poética
que duerme en todo hombre” (Gorodischer, 1996: 22). Y he aquí que se define una
por otros, de ser escuchado por un interlocutor, al estilo de Las mil y una noches, en la
41
Respecto del modo como Occidente ha dado cuenta de Oriente mediante operaciones mediatizadoras y
representaciones sociales deformantes y simplistas, puede consultarse el libro de Edward Said
Orientalismo. Barcelona, Editorial De Bolsillo, 2004. Traducción de María Luisa Fuentes. Presentación
de Juan Goytisolo. Primera edición en inglés de 1997.
189
cual la prospección del relato obedece a mantener despierto (o atento) al amante para no
perder la vida. Así, en esta novela la representación literaria del espacio liberal de
este descubrimiento de una nueva cultura está acompañada de una clase de “turismo”,
de viaje o de tour, motivado por el exotismo primero, pero más tarde por una
imantación, tal la tesis de Said) en funciones diplomáticas. Ello no hace sino acentuar y
estilizar aún más la formalidad de sus modales con las nuevas costumbres adquiridas.
“iniciada” por otro coro u harén de mujeres, una suerte de universo ginocéntrico. La
No, claro que no me importaba. Era apasionante verla reaccionar a las caricias. Dos de
las esclavas estaban boca abajo perpendiculares sus cuerpos al de ella sorbiéndole los
pezones. Otra tenía sus dedos en su sexo, otra aun los suyos entre sus nalgas, y la quinta
le lamía la boca. Y ella estaba bellísima, brillante toda de transpiración y saliva y sus
propios jugos, temblando como las hojas del darras seco bajo el viento del desierto. Se
oían los ruidos de la carne: la succión, el golpeteo, la lanzadera de los dedos, la boca
diligente sobre la boca. No me cansaba de mirarlas, pero supe que tenía que
interrumpirlas cuando estuviera lista para el rapto” (Gorodischer, 2006: 69).
190
He aquí un narrador testigo que contempla, comprometiéndose con lo mirado y
la mirada, una gran bacanal femenina en la que no interviene pero con la que goza,
escópicamente.
publicada en 2008, en la cual el sentido del gusto determina por completo la situación
narrativa, hasta situarse en el centro de la poética que se infiere del texto. Entreverada
con un enredo amoroso, una trama sentimental como transfondo, y otra comercial o
ejecutar recetas y de nombres de platos, bebidas y comidas. Novela del gusto, del
paladar en el sentido más amplio del término, en ella es recurrente la idea de que
gusto está tan presente en la novela, por supuesto todo se organiza en torno de veladas,
almuerzos, cenas, esto es, eventos sociales en los cuales comerciantes, socios, familiares
persona que
42
La cadena de los restaurantes “Leduc” son el emprendimiento de uno de los protagonistas de la novela,
que pretende instalar sucursales de esta casa de cocina en el resto de cinco ciudades europeas y de Asia.
191
Como es posible apreciar en esta larga cita, Gorodischer explicita las distintas
fisiológica, sino que está organizado como ritual en tanto que ceremonia cultural.
Más adelante, hacia el final de la novela, uno de los narradores agregará, como
-Cocinemos, entonces con amor y por amor -siguió don Leonel-, mastiquemos
concienzudamente manjares y palabras, olores y texturas deshaciéndolos en la boca para
formar con todo ello una pasta dulzona y suave, traguemos sin apuro, sin atragantarnos,
tomemos un sorbo del mejor vino a nuestro alcance para que el trago rojizo o dorado
nos lleve al estómago la sombra del sabor se nos ha quedado entre la lengua y el
paladar; pensemos en los momentos felices y vayámonos a dormir o a hacer la siesta,
preferiblemente con alguien que haya descorchado el vino y que sea capaz de festejar
con risas las pequeñas torpezas cotidianas. Y que todo sea con el mayor placer posible
(Gorodischer, 2008: 175).
Es perceptible el modo en que la autora pone ,en boca del personaje. una política
instante fugaz, pasajero, que tiene por sí mismo un valor absoluto, más allá de lo que lo
prosiga. Este texto nos recuerda aquel otro de Isaak Dinesen en el cual una mujer gana
organizar una fiesta para sus seres queridos (Llevada al cine con el título de “La fiesta
de Babette”).
titulado Locas por la cocina43 (en coautoría con Virginia Haurie, Elvira Ibargüen, Hilda
Rais y Ana Sampaolesi), que las autoras denominan subtitulan “Libro de cocina
43
Gorodischer, Angélica y Otras. Locas por la cocina. Bs. As., Editorial Biblos, 1998.
192
volumen conviven el discurso instruccional (recetas de cocina, memorias y evocaciones
autoras se encubren detrás de seudónimos o alias y van tejiendo un texto plural en sus
Humanidad se entrevera con la vida doméstica y profundas reflexiones sobre los roles
sido confinada la mujer pero cuya actualidad reconcilia su vida profesional con la
cocina “por placer”, para las ocasiones especiales. Los eventos sociales, las fiestas y las
los cuales la cocina encuentra su valor social. Hay referencias a intertextos que más
tarde darán título a otras obras de la autora, como el cabrito trois-couleurs, que será el
libro de historia y libro de liberación, del humor más desatado, Locas por la cocina
Pero hay una novela de Gorodischer, una novela sobre el pasado, sobre su pasado, en
la que piensa desde el presente del futuro de la enunciación en una dirección prospectiva
respecto de una hipótesis, hipótesis futura pero fácticamente posible o incluso probable:
193
y desde allá doblemente arriba, veía la calle gris. (…). Pero una mujer llevaba un
sombrero colorado y al cruzar el filo del cuchillo y meterse en el sol, el color saltó en un
instante de maravilla. Se fue, se perdió la mujer con su sombrero colorado y yo jamás la
olvidé (Gorodischer, 2004: 11).
diario/autobiografía agrega: “Claro que tal vez (Ramiro) algún día también él sienta ese
golpe frío en el medio del pecho y vea a raíz de vaya a saber qué recuerdo que le dicta el
cuerpo, no a una mujer de sombrero colorado sino esas luces que bailan y oiga un tin-tín
estirpe y la genealogía que encabeza, pero para, en cualquier caso, trazar una línea
divisoria entre su concepción del pasado y del presente, volviéndolos un espacio tópico
percepción del pasado con una hipótesis de otra que podría experimentar uno de sus
nietos.
amigo, como ya queda referido) la sensación está asociada con el contacto del cuerpo
en parejas o tríos que transitan el amor físico. Generalmente esa atracción no está
vinculada con instituciones sociales como el matrimonio sino a meros encuentros, con
presente, sin expectativas de ningún tipo. Más bien estos textos parecieran atentar contra
Esta física de los cuerpos impone un tipo de relato fluido, fraguado básicamente
194
ligadas o bien con una praxis netamente coital o erógena bien con la del voyerismo (si
cuenta del cortejo, la consumación del acto sexual y las otras ceremonias, más
sexual o del objeto sobre el que recae el deseo. En efecto, Gorodischer ha pergeñado
voluntad. En cuentos de Tununa Mercado aparecen los triángulos amorosos, que vienen
Quizás, lo que defina la diferencia entre las poéticas de ambas autoras consista
en que Tununa Mercado se sustrae al uso de alardes y más bien omite detalles, los
escatima, los nombra morosamente. Es más lo que sugiere, lo que deja entrever, que lo
que efectivamente narra. Los inocula de modo más insinuante (pero no menos
atributos de la genitalidad) y proyecta de este modo las fantasías del propio lector,
sentidos más implícitos que explícitos y, por ende, infunde en él una performance más
195
de las fantasías eróticas. Sus descripciones son esquivas pero precisas y, sobre todo, se
detienen en una poética del detalle y de lo mínimo, más que en dar cuenta de grandes
71), lo que inspiraría una poética en la cual protuberancias, formas somáticas, relieves,
sino un plan que lo desintegra para construir una forma de percibir, de autopercibirse y
que su propia consumación. Siempre se interviene, así sea con la mirada o el oído o la
escucha, sobre el cuerpo o los movimientos del otro o la otra. Cerraduras y puertas o
ventanas entreabiertas son la vía que permite la unión entre objeto percibido y sujeto
Son muy comunes en sus textos los catálogos o enumeraciones (en ocasiones, caóticas)
personajes de Gorodischer (y sus lectores, por extensión, cabría agregar) exhiben una
sobrecarga de objetos y sensaciones que los desborda (tanto desde los sonidos
acumulativo). Al mismo tiempo, una vez más, los atonta, los abruma, subvirtiendo el
196
principio de la moderación y economía que imparten los buenos modales y la tradición
la ceremonia del amor o del bocado sin censuras. En este sentido, parte de la prosa de
Gorodischer puede ser filiada con el neobarroco donde los significantes proliferan y
Proust, recordando sensaciones del pasado o experimentando de un modo que aturde las
múltiples o unívocos, así como puntos de vista. Era tarea de esta tesis intentar descifrar
respectivas poéticas. Así, rubricamos que las poéticas una vez más son hiperbólicas por
sujeto no tiene decisión porque de alguna manera es arrojado al mundo sin haberlo
197
solicitado, lo ubica en ámbitos de privilegio o de indigencia, con sus respectivos matices
tanto simbólicos cuanto materiales. El hombre cobra el ser sólo cuando su voluntad y su
amor físico o tortura), entre muchas otras formas en que el cuerpo se puede manifestar
país de origen, que el deterioro corporal resulta natural; lo que, en cambio, admite
polémicamente ser revisado es que devenga degradación o depredación, esto es, cuando
eliminación de sujetos por razones diversas, tanto como iniciativas privadas, tales como
mutante del cuerpo. En ella, los verdugos administran y animan sobre la consciencia y
198
de subjetividades y de identidades, esta mutilación sobre los cuerpos, también aparece
199
CAPÍTULO 5
“Siempre creí que mi relación con la escritura y con la literatura en términos generales no era de
entrega total; a decir verdad, no he pretendido vestirme con esa ropa ni pertenecer a ese vestuario de la
literatura, aunque, paradójicamente, haya sido allí donde encontrara mi ganapán. Pero la realidad se ha
encargado de desmentir esa aseveración: los libros que leo me chupan la médula y las emociones; en el
momento en que los leo, el mundo que poco a poco se me revela se somete a sus leyes y se apodera de
mí”.
Tununa Mercado (1990)
Según señala María Teresa Gramuglio en su conocido artículo de 1992 titulado “La
construcción de la imagen”,
(…) los escritores con gran frecuencia construyen en sus textos figuras de escritor, y (…) esas
figuras suelen condensar, a veces oscuramente, a veces de manera más o menos explícita y aún
programática, imágenes que son proyecciones, autoimágenes, y también anti-imágenes o
contrafiguras de sí mismos (Gramuglio, 1992: 37).
escritores en la literatura y su lugar en la sociedad, esto es, “la vinculación con aquellas
ligadas a lo literario pero regidas por otras lógicas” (Gramuglio, 1992: 38). Las figuras
de escritor remiten “a una subjetividad fechada y al estado del campo literario a que
pertenece el escritor, a los conflictos presentes en ese campo, a las formas de acceso
literaria y, por lo tanto, en el estado del campo: el siglo XIX (donde la literatura es
200
instrumental para la función política, en el seno de la esfera pública, a través de una
y el surgimiento del primer campo literario argentino, por cierto precario aún, sellado
años antes por la heteronomía y su dependencia del campo del poder) y la crisis de
1930, con datos como la ampliación del público lector y “el ingreso de nuevos actores,
entre ellos, de modo notorio, las mujeres” (Gramuglio, 1992: 44). A un estado avanzado
y reciente, por no decir presente, de esta última etapa corresponden las imágenes de
todo ello que en los casos de las presentes autoras, no ocupa un lugar menor la cultura
mediática que rodea de modo aurático no sólo al orden social sino también al espacio
tradición nacional y el campo intelectual y literario, entre otros tópicos. Dicho constante
devenir y flujo de discursos e imágenes que las fija en la imaginación popular como
semióticas que en ellos tienen lugar, son parte de las operaciones que los medios de
Catapultan escritores noveles, saturan la pantalla de otros así llamados best sellers,
201
proceden a una suerte de neutralización de orden fuertemente ficcional que pretende
paradigma de la escritora profesional que se gana la vida con sus colaboraciones y sus
publicaciones, que tiene conciencia del oficio y que lo cultiva hasta sus últimas
sus libros; defiende sus intereses gremiales y financieros, acepta ser entrevistada tanto
en forma privada como pública con suma regularidad, participa activamente de viajes
con fines literarios o docentes. En una breve autobiografía que redactó para la solapa de
uno de sus libros, la autora menciona consignas políticas de los distintos gobiernos por
los que transcurrió su vida. Todos ellos mutaron, salvo la facultad y la decisión por
escribir que, como una invariante, ha sido preservada por ella frente a todos los
intervención:
Nací cuando caía Yrigoyen. Crecí con aquella crisis. Entré a la secundaria con la Segunda
Guerra. Fui a la Facultad con Perón. Me casé cuando la quema de las iglesias. Bailé fox-trots con
Benny Goodman, y tuve mi primer hijo cuando Lonardi decía ‘ni vencedores ni vencidos’.
Empecé a escribir profesionalmente con el Di Tella. Seguí escribiendo con los milicos. Tuve mis
nietos con la democracia. Tengo un cuarto propio pero no quinientas libras al año (Gorodischer,
solapa de su novela La noche del inocente, 1996).
202
rasgos de dependencia de los productores culturales y, en especial, las productoras
En otra solapa de uno de sus libros, Mala noche y parir hembra (reedición de 1997),
la autora afirma:
Angélica Gorodischer nació en Buenos Aires por casualidad y desde los ocho años vive en
Rosario, primero por conveniencia de sus padres y después por elección propia. Tiene quince
libros publicados, un marido, dos hijos, una hija, dos nueras, cuatro nietos, un jardín y montones
de amigos. Los libros son todos de narrativa. Le dieron, dice, ‘montones de premios’, el Emecé,
por ejemplo, el Konex de platino, el Más Allá, el Gilgamesh y así por el estilo. Mención aparte
por lo que significa, señala el Premio Dignidad otorgado por la A.P.D.H. por sus trabajos por los
derechos de las mujeres. Dio conferencias, fue miembro de jurados, estuvo en cuanto congreso,
encuentro y simposio se le puso a tiro. Obtuvo un par de becas Fulbright, coordinó grupos de
reflexión sobre escritura; en fin, hizo todo lo que hacen todos los escritoras y los escritores
(Gorodischer, 1997: solapa).
La cita, esta vez referida en tercera persona, una vez más, irradia luz sobre su condición
la cual fijó su domicilio y dentro de la cual desarrolla su vocación: una ciudad relevante
(Rosario). Estas solapas son antisolapas, esto es, parodian el género mediante el cual la
Como vemos, en los distintos paratextos de sus libros, Gorodischer se define como
premios recibidos durante su ya largo oficio. Ello la sitúa en una pirámide, de los
203
géneros y de la coronación. La mención de sus premiaciones no puede leerse como una
gestualidad inmodesta sino como un acto descarnado y honesto. También como una
idea de que los méritos jamás deben ser enunciados por quien de ellos se beneficia es
designación de “escritora”. Más bien, le gusta definirse como “periodista”, tal como ha
realizáramos (Ferrero, 2001). Señala en una entrevista anterior que le hiciera Guillermo
Saavedra: “El hecho de escribir es algo que siempre he vivido con gran pudor, como
algo que no puedo tomarme demasiado en serio. Siempre tuve la sensación de que en
el hecho de mostrarse públicamente como escritor hay algo de despojo, de oropel, una
suerte de vanidad insulsa” (Saavedra, 1993: 33-34). Los paratextos de sus libros apenas
mencionan unos pocos rasgos biográficos y muy prudentemente los premios recibidos,
“No podía disputar lugares, y si por obra de las circunstancias alguna vez era
diferenciada valorativa o positivamente por alguien, esta evaluación nunca surgía de una
contienda en la que yo hubiera podido ser elegida entre pares, sino después y al costado,
204
La imagen de escritora que Tununa Mercado produce de sí misma en sus textos es,
amateur, que “aparentemente desdeña el prestigio que las letras puedan conferirle a él
(o ella, en este caso)” (Gramuglio, 1992: 48-49). “Pero con la figura del amateur el
escritor corre el riesgo de quedar atrapado en una imagen que niega la base misma de su
(Gramuglio, 1992: 49). “La figura del amateur se plantea de modo característico en las
literatura como profesión (y, por lo tanto, como institución) que evidentemente ella no
haber arribado a la madurez de su oficio. También otra suerte de conflicto que estriba no
ya entre la vacilación propia de los comienzos de una carrera y otra etapa de la misma
ya consolidada, sino del propio fundamento de su ser, en este caso de su “ser escritora”.
en tanto que función social. Según Roland Barthes, el o la amateur pone el acento
en la producción de la obra y no sobre la obra como producto. Ahora bien, estamos en una
civilización del producto en la que llega a ser subversivo el hecho de que uno tenga placer en
producir. (…). Pero el ‘buen sentido’ tiene una cierta compasión por el aficionado. Cuando no es
una especie de miedo; el miedo que fabrica marginales y por lo tanto subversivos (Barthes, 2005:
269)
Y agrega:
205
Los planteos de Barthes parecen apuntar en la dirección de que el amateurismo libera de
mantener a su ejecutor o ejecutora bien lejos de un “deber ser” y, por lo tanto, “deber
sentido, Mercado sería una escritora cuya concepción del oficio sería subversiva
Ello no quiere decir que su escritura, más luego, no suscite una adhesión o un rechazo o
que no sea vista como un producto más. Por su parte, Edward Said observa que la
un aficionado es alguien que considera que el hecho de ser un miembro pensante preocupado de
una sociedad le habilita para plantear cuestiones morales que afectan al fondo mismo de la
actividad desarrollada en su seno, incluso de la más técnica y profesonalizada, en la medida en
que dicha actividad compromete al propio país, su poder, sus modos de interactuar con sus
ciudadanos y con otras sociedades. Por otra parte, el espíritu del intelectual que actúa como un
amateur puede penetrar y transformar la rutina meramente profesional con que nos comportamos
la mayoría de nosotros en algo mucho más vivo y radical (Said, 1996: 90).
206
seno de la esfera pública. En especial es elegida para presentar libros de pares o bien
esencialización.
La condición “mínima” tanto de sus textos como de su visión del mundo constituye
una verdadera ideología (Williams, 1980). Al respecto, aclara Tununa Mercado: “La
concatenadas y unidas por hilos a la escritura misma” (Mercado, 2003: 17). Y, antes:
“(…) aunque parezca paradójico, la confrontación con el vacío se hace con el arma de lo
mínimo” (Mercado, 2003: 15). “Lo mínimo” es un gesto, pero es también una postura
ante lo real, una postura textual y retórica que se percibe en el cuerpo de la literatura.
conceptualmente con dominios del discurso donde, en palabras de la teórica Jean Franco
referidas a Sor Juan Inés de la Cruz, algunas productoras culturales con frecuencia
relativamente secularizada de Sor Juana Inés de la Cruz, Josefina Ludmer alude a que
207
relación entre el espacio que esta mujer se da y ocupa, frente al que le otorga la
institución y la palabra del otro: nos vemos también en el campo de las relaciones
Gorodischer, consta de una posicionalidad relativa, esto es, dependiente de que el poder
del patriarcado y de la institución literaria pueden otorgar al sujeto mujer en tanto que
productora cultural. Violar ese espacio, transgredirlo, supone un “salirse del campo”,
“estar por fuera del campo literario” que en ninguno de ambos casos pareciera ser la
opción ni la decisión a seguir. Si estar dentro del campo supone una institucionalización
de la vida profesional (pero por sobre todo de la lógica de las prácticas sociales en
general, al igual que su control y sus dominios; de una reificación del oficio y sus
núcleos de producción), lo cierto es que nadie que escriba puede evadirse de cierta
lógica inherente al campo sin ser considerado un outsider o bien un intruso apto para
advenedizo.
Por añadidura, se da en Tununa Mercado otro rasgo que la emparienta con, por
ejemplo, Roberto Arlt. Son conocidas las chanzas que este escritor realizaba en sus
aguafuertes en torno de sus nombres y sus apellidos, que constaba este último de tres
deben coincidir para producir el referente apropiado a su función social que dicho
nombre propio conmina a ejercer. En tal sentido, el dudoso y hasta ridículo apellido, sus
nombres adventicios, el juego de autor con ellos en sus columnas, no hacen sino
hasta risible, por no decir cómico. Arlt satiriza su apellido y sus nombres con el objeto
208
de, desde la autoridad autoral que confieren, proceder a neutralizarlas para producir un
nuevo pacto de lectura. Tal es el caso, una vez más, de Tununa Mercado. Esta vez la
Mercado:
Supe que el hombre de la plaza, mi principal hombre de la plaza, se llamaba Andrés. Le dije
también mi nombre, que de manera sistemática él tergiversó a lo largo de las semanas,
cambiando la primera ene de mi nombre por una te, sin que yo corrigiera el error; esos errores
con mi nombre hace mucho que no los rectifico, ya no me impacientan ni me producen mal
humor y creo, convencida, que se trata de un lapsus inofensivo de las personas. La te por la ene,
una i sustituyendo a una u, una o en lugar de la primera u, etcétera, no me hacen mella como
antes; ahora sé que ese es mi nombre, no hay dudas sobre la identidad que me confiere, pero no
siempre fue así, hubo épocas en las que no sabía qué argumentar sobre él, obligada por
insistentes reclamaciones de mis interlocutores que quieren saber cuál es su origen, cuál su
significado, he llegado a tener verdaderos brotes de desconcierto al verme cercada por preguntas
que no tienen respuesta (Mercado, 1990: 202-203; los subrayados de la autora).
barbaridad’, en alguien que, como los delincuentes, usaría alias y nombres falsos
de Mercado más que alertar sobre una posible identidad enmascarada o apócrifa, a cuyo
régimen quedarían subsumidos sus textos, alude a un dilema de identidad, a una suerte
de angustia producto de la alteridad que ese nombre convoca para otros. El “ser para
otros lo que uno no es” podría condensar brevemente este conflicto. Pero, nos parece,
como un seudónimo en el sentido de que resulta tan falso ser nombrado de un modo
209
como de otro y, por añadidura, da lo mismo escuchar el propio nombre en boca de otro
u otra de modo mutante. No es necesario dar explicaciones, quien explica señala una
Mercado se manifiesta más en su relación con el lectorado, pero en menor medida, por
sus pares, quienes suelen hacer referencia a su obra con admiración y recurrencia. De
modo que, una vez más, la esfera pública es la que inhibiría su identidad de escritora,
pero no su inserción entre sus en el campo literario desde el punto de vista horizontal.
Podemos corroborar, así, entre ambas escritoras una postura divergente ante su
una forma de “ganarse la vida”. Ello supone una apuesta y una decisión identitaria
economía, esto es, a una poética de lo mínimo, pero al mismo tiempo su opción es por
febril, ha hecho lo propio con veinticuatro, entre cuentos y novelas, además de las
antologías que ha compilado (que son cinco, hasta la fecha) y los volúmenes colectivos
en los que ha intervenido, que son numerosísimos. También en las entrevistas que ha
210
Sin embargo, hay una actitud compartida de no tomar, en ninguno de ambos casos,
los protocolos del oficio muy en serio, al menos en lo más solemne y en el snobismo
que él supone en muchos casos. Gorodischer, porque ríe, bromea, parodia, los lugares
comunes con que los escritores tienden a situar sus curricula y, básicamente, de la
su representación social, Gorodischer sabe que quien enumera méritos ante todo miente,
gesto como mero oropel o ficción burguesa. Tununa Mercado, en cambio, porque le
cuesta verse a sí misma como lo que es: una femme de plume en el seno de un gremio a
costo y la pérdida que suponen. Dicha resistencia insiste en la zona en que Mercado
confina a la escritura: lo que ella denomina “la caja” o “su caja”, esto es, una espacio
reticencia puede ser entendida, claro está, como otro aspecto de su reclusión en el orden
Franco referida a Sor Juana Inés de la Cruz, “quizás pueda decirse que su procedimiento
211
sólo a su imagen de escritora en relación con el campo literario sino también en cuanto
al tipo de textos por ella producidos. No acatan las condiciones de “narrar una fábula”,
zona de la argumentación a la que volvemos una y otra vez en esta tesis, una trama o
una historia en el sentido convencional, sino más bien tienden a disolver dichas formas
Hay en ambas una concepción de la escritora o la intelectual como una figura según
la cual
el artista o el intelectual independientes se cuentan entre las contadas personalidades que siguen
estando equipados para ofrecer resistencia y combatir el proceso de estereotipación y la muerte
consiguiente de las cosas dotadas de vida genuina. Percibir con frescura la realidad implica ahora
la capacidad de desenmascarar continuamente y romper los estereotipos de visión y comprensión
con los que las comunicaciones modernas (es decir, los modernos sistemas de representación)
nos inundan (Said, 1996: 38; citando a C. Wright Mills. Power, Politics and People: The
Collected Essays of C. Wright Mills, ed. Irving Luis Horowitz, p. 229).
Los textos de Mercado y Gorodischer (y en esto son unánimes, pese a la tensión de sus
autorrepresentación sociales que atentan contra los modos doxológicos de entender las
formas particularmente propias de los siglos XX y XXI. Todo ello con la voluntad de no
estética, pero siempre cauta. Oponen, a su vez, mensajes que proponen formas de
212
hermenéutico es contemplado como un eje fundante del discurso académico y, por ende,
repudiado por ambas, cada una a su manera. Gorodischer desde el humor, entendiendo
racionalidad instrumental, sino más bien los condensa y los hace renacer en algunas de
las cátedras, pero también asiste a ellas con recelo. También se manifiesta reacia a la
crítica que le permita indagar en asuntos que pueden o no estar circundando la agenda
académica.
En ambos casos existe una suerte de ridiculización (por rechazo, por supuesta
por oposición a dicha lógica, sin que podamos por ello afirmar que la corroboran. En
inhóspitamente imposible de ser alojadas por ély en él. La distancia entre ambas estriba
ratificar algún tipo de interrogantes, mediados por sus obras, sobre lo que supone el
escribir por fuera de un sistema y por dentro de otro. Estos “atentados al protocolo” se
tornan solidarios y las envuelven con pertinacia y son esenciales a su misma identidad
de escritoras.
213
CAPÍTULO 6
1976/1983
Tuve que explicarle que un contador de cuentos es algo más que un hombre que recrea episodios para
placer e ilustración de los demás; tuve que decirle que un contador de cuentos acata ciertas reglas y
acepta ciertas formas de vivir que no están especificadas en ningún tratado pero que son tan
importantes, o quizás más, que las palabras con las que construye sus frases. Y le dije que ningún
contador de cuentos se inclina jamás ante el poder y que yo tampoco lo haría.
Angélica Gorodischer. Kalpa Imperial (1984)
El exilio se me aparece como un enorme mural riveriano, con protagonistas y comparsas, líderes y
bufones, vivos y muertos, enfermos y desposeídos, corroídos y corrompidos; el mural tiene un espeso
color plomizo y sus trazos son gruesos. Hay un fuerte sinsabor en la evocación, me esfuerzo en este
momento para separar del conjunto algún instante colectivo de felicidad, que los hubo, pero la
melancolía lleva la delantera, nada se sustrae a la melancolía de un recuerdo gris, aunque muy intenso.
Tununa Mercado (1990)
(…) Hay un límite, un más acá de la palabra, del que no hay testimonio posible: nadie vuelve para contar
su muerte.
Hugo Vezzetti. Pasado y presente (2003)
Esto es lo que una crítica y teórica literaria y cultural como Jean Franco ha
214
inhibición, por cierto, de las subjetividades sociales; desterritorialización de esa zona
difusa, pero concreta a la vez, bajo la cual las vidas privadas y el entorno cierto de los
dominante. Si en vigencia del estado de derecho, tal como la frase antes citada así lo
215
supraindividual. Acontecerá, entonces, una suerte de retroceso a través de un “proceso”
que se torna abrupto, en tanto que “golpe” (con todas las implicancias violentas que
supone este lexema, tal como afirma la escritora chilena Diamela Eltit en su libro Signos
efecto letal en el orbe cultural y, en este caso, de la cultura literaria. Si bien es sabido
comunicación masiva, intervenciones de los grupos de poder, entre otros), mediante los
cuales se entroniza una axiología que connota rasgos de una, al menos, relativa pero
ostensiblemente injustos pero ante los cuales se debía callar o, a lo sumo, hablar de
desarraigo del exilio forzado en tanto que recurso autopreservativo), el statu quo
216
cultural propende a convertirse en una enorme maquinaria de iteración de discursos que
no buscan sino una ratificación de una ideología social fijada en enunciados estables
quienes se verán afectados, como es natural, por información extraoficial pero creciente
cuyas existencias acaece y acontece todo el peso del terrorismo de Estado produce una
sensibles, en virtud de que su obra segrega ideología y, por ende, no resulta neutral
persecución del orden imperante. Ello no hace sino inducir a un estado de pánico en el
217
confiscación de obras o de listas de libros o autores prohibidos se traducen en escenas
incurrir en sememas que puedan ser interpretados como sospechosos por el régimen
pero que, simultáneamente, puedan ser significativos a sus ojos y justifiquen el hacer
fundamento necesario para existir en tanto que tales. De modo que se producen, en
escribir o leer, la de publicar o editar libros, la de ser juzgados por el entorno y las
silenciarlas. No obstante, dicha suspicacia, si bien los limita, del mismo modo funciona
literario enajenado pero ajeno a la vez a esa realidad social afligente, recursiva y
experiencias aflictivas, persecutorias y, por cierto, paranoicas. Existe una pregunta sobre
si vale la pena narrar, qué significa narrar en épocas de aflicción y donde el mismo acto
218
de la representación literaria es objeto de una autorreflexión, tal como lo ha señalado
explícitas, sobre las condiciones bajo las cuales los sistemas de representación son
habitual. Si la censura supone un riesgo tanto para quien lo emite como para quien lo
recibe y decodifica, también produce otros efectos colaterales que visibilizan maneras
sobre el orden de “lo real” tal como la literatura (pero también otros discursos sociales)
los altos mandos con vistas a inhibir a los supuestos infiltrados en el campo de la
perseguidos prima el relato del acoso y la inminente lesión a sus cuerpos o a la de sus
allegados. Sin embargo, tanto textos como intertextos pueden y deben ser protegidos
burocrático-autoritario cuya crispación acontece hacia los años 1976 y 1983 (si bien
desde algunos años antes ya podía percibirse en la sociedad argentina una espiralada
violencia tanto sociosemiótica cuanto material que reconocía sus antecedentes durante
los gobiernos de Juan Domingo Perón y, más tarde, el de su cónyuge, María Estela
45
En: VVAA. Ficción y política. La narrativa argentina durante el proceso militar. Buenos Aires,
Alianza, 1987. p.p. 30-59
219
Altamirano, en un estudio preliminar a una compilación documental sobre el período
Pero más importante que, no sólo para la suerte del gobierno de Frondizi, sino para todo el curso
posterior de la vida pública argentina fue el efecto del ejemplo cubano en las Fuerzas Armadas.
Desde fines de los años cincuenta, la doctrina del Ejército estaba reordenándose, bajo la
inspiración de asesores militares franceses en torno del concepto de guerra antirrevolucionaria o
antisubversiva. Aunque no declarada, estaba en curso una guerra de nuevo tipo, la guerra
anticomunista revolucionaria, donde el operador era un operador múltiple y omnipresente que en
forma abierta o solapada actuaba en todos los órdenes de la vida nacional -en los partidos, en los
sindicatos, en la universidad- redefiniendo las ideas de “fronteras” y de “frente” como línea o
zona externa donde se instala el combate (Altamirano, 2001: 74-75)46.
Como resulta evidente, este sustrato que había encontrado antecedentes recientes en la
encuentra en esta suerte de organización precursora en el seno del Ejército una zona
doctrinaria que será capital para su posterior radicalización hacia la década del setenta y
los primeros años ochenta. Otros autores han señalado la impronta que grupos de
social y en especial la emanada del Estado, sin desconocer una suerte de precursión que
46
Pablo Giussani organiza en su libro Montoneros. La soberbia armada (1984) una suerte de tipología
entre el revolucionario, el político revolucionario y el rebelde. Si bien suelen existir zonas de contigüidad
entre dichas tipologías, podríamos decir que el revolucionario trasciende el orden cívico para pasar a
lucha armada, en tanto que el político revolucionario y el rebelde, constituyen personalidades que,
oponiéndose al statu quo de la burguesía de sus padres o de la burguesía gobernante traman una praxis
que no resigna la protesta pero sí reniega del uso de las armas o de la clandestinidad. Asimismo, Juan José
Sebreli, en un capítulo dedicado al Che Guevara en su libro sobre los mitos argentinos, se refiere a la
distinción entre el aventurero, el militante y el guerrillero, como formas de intervención en el orden de “lo
real” que se fundamentan en relatos y concepciones o bien antagónicas o bien complementarias, pero no
sinónimas.
220
a la condición humana, es cierto que desde la época de la Conquista en América Latina
y, mucho más, en nuestro país durante el siglo XIX a través de instituciones como el
caudillaje, el aniquilamiento del sustrato aborigen y las guerras civiles, no hace sino
ideas, y en el cual las salidas del diálogo y los consensos escasean. Se procede, por el
nazismo), en nuestro país la dictadura gozó del apoyo popular y fue un movimiento de
las Fuerzas Armadas tomaron el control del Estado y gobernaron durante el equivalente a casi
ocho años, y durante ese tiempo se propusieron una reconstrucción en profundidad en materia
económica, sindical, educativa y de las relaciones exteriores; ilegalizaron a los partidos políticos,
cerraron y reemplazaron al Parlamento por un engendro donde las tres fuerzas, como factores
políticos, simulaban un ámbito legislativo, rehicieron el Poder Judicial, intervinieron sindicatos y
universidades, se propusieron reformar planes de enseñanza, limpiar los planteles educativos y
de la administración, ejercieron poderes de censura sobre los medios de comunicación,
subordinaron y movilizaron las fuerzas de seguridad, redefinieron la política exterior (Vezzetti,
2003: 69-70).
La matanza colectiva forma parte de una zona de la planificación estatal del orden de
“lo ominoso” de la cual la sanción a los opresores y ejecutores del mismo no ha sido
derechos humanos, no menos cierto es que la impunidad de las Juntas Militares, sus
cúpulas y sus brazos ejecutores permanece aún como una asignatura pendiente, pese al
Juicio a las Juntas Militares impulsado por el Dr. Raúl Alfonsín y otras iniciativas
221
judiciales propulsadas en contextos democráticos que recientemente han sido revisadas
margen de la lucha política” (Vezzetti, 2003:163; los subrayados son del autor). En
homogéneo, aunque del lado de los verdugos podían quedar unificados bajo la figura
Ahora bien, ¿por qué nos centramos en el discurso literario y no en otros discursos
sentidos, para alcanzar su plenitud. Tal como lo afirmáramos líneas más arriba, se
En primer lugar debe existir la voluntad de destrucción física de un grupo o una parte
considerable de él. Segundo, esa voluntad de exterminio debe ejercerse sobre individuos por su
sola pertenencia a un grupo que posee un principio de unidad étnica, cultural o religiosa, o que es
percibido de ese modo. (…) Tercero, esa ejecución premeditada debe emplear recursos
burocrácticos y tecnología (Vezzetti, 2003: 159); los subrayados, del autor).
222
Vezzetti fundamenta su argumentación en las definiciones del teórico Christian
Como regla general puede afirmarse que las matanzas organizadas en gran escala siempre
requieren jefes y liderazgos visibles. En esas condiciones, las inhibiciones morales contra formas
atroces de violencia tienden a diluirse en la medida en que se cumplan tres condiciones: que la
violencia sea autorizada por órdenes reconocidas; que las prácticas violentas se conviertan en
rutinarias y respondan a indicaciones y roles precisos; que las víctimas sean previamente
deshumanizadas por definiciones ideológicas y prácticas de adoctrinamiento (Vezzetti,
2003:178; los subrayados del autor).
En lo que hace a las víctimas, no en todos los casos necesariamente se las eliminaba.
investidura social que ostentaran (quizás también producto del mero capricho, el azar o
Una revisión y abordaje del pasado reciente puede partir del análisis de diversas
223
testimonial Nunca Más introdujo un sistema de representaciones por completo
el del presente. Si bien hizo alusión a la vida de las víctimas después y no antes de la
visibilizó una zona de prácticas que hasta la fecha sólo se mantenía en la experiencia del
humanos. En cualquier caso, el Nunca más, así como el Juicio a las Juntas o cúpulas
dirigentes, facilitó una articulación probatoria y colectiva de los sucesos en esa época
acaecidos. El que podríamos llamar “archivo” de la Guerra Sucia, que dio cuenta en
particular del accionar de las Fuerzas Armadas, constituyó, según Vezzetti, no sólo una
que conducían a los atroces crímenes de lesa humanidad. En tanto constituyó una figura
rectificadora, también funcionó como una operación clave para esclarecer accionares
la hora de reinvindicar para sí una suerte de “retorno” al orden amenazado por dichas
de los puntales más ciertos en que se apoyó la supuesta legitimidad estatal y paraestatal
para su accionar.
224
Ahora bien, insistimos: ¿Por qué la elección del discurso literario producido y
publicado en esa época o apenas unos pocos años más tarde? En principio, porque la
ocasiones, perdieron la razón debido al tipo de heridas y traumas de los que fueron
escondidos, destruidos o disimulados). En fin, quedan pocos objetos o fuentes que den
cuenta de los episodios del terrorismo de Estado porque sus protagonistas, guiados por
un borramiento de las pruebas que los imputaban. Por otro lado, los testimonios
reunidos en el conocido libro Nunca Más por la CONADEP (Comisión Nacional por la
cometidos durante ese período. Como lo ha estudiado Beatriz Sarlo, en su libro Tiempo
pasado (2005), los testimonios, como todo discurso social construido a partir de la
primera persona, han sido o deberían ser objeto de escrutinio y revisión por parte de los
expertos e incluso de los lectores comunes, como el resto de las formas discursivas
donde la primera persona está implicada como enunciativa (sustentables, cabría agregar,
No obstante, Sarlo (nos sumamos a este importantísimo reparo) agrega a esta sugerencia
sin cuyas voces la oscura trama de violencia y silenciamiento que sobre ellos se ejerció
225
castigos y sanciones a los verdugos: los culpables de la masacre de ciudadanos, como
dijimos, se ocuparon muy bien de no dejar rastros ni huellas tras de sí que pudieran
elección del discurso literario por sobre otros discursos sociales (a los que considero de
similar relevancia), en razón del siguiente motivo: la literatura, como todo discurso
hechura, está construida a partir de muchas voces, fragmentos, textos e intertextos, para
configuraciones de densidad semántica que desafían el statu quo cultural, como los
demuestran la variedad de poéticas como las de Rodolfo Walsh, Juan Rulfo y Diamela
Eltit, entre otros ejemplos, que no narran una “fábula”, como pretenden algunas
historias de la literatura o ciertos suplementos literarios de los medios masivos, sino que
restituye a los lectores, bajo la forma de una invitación a descifrarla, esa complejidad
que “lo real” porta pero que se resiste a asumir, sumidos en la naturalidad con que
vivimos el día a día así como el flujo intenso y la avalancha mediática de mensajes e
imágenes que nos abruman. Aturdidos por todo tipo de mensajes, la subjetividad, como
226
posibilidades de realización. Desenmarañando ese tedio más hecho de repeticiones,
que llamamos “lo real”. Por último, agregaré que todo recorte de un corpus supone ya
totalidad debería ser revisada. Mediante esta operación visibilizo zonas del proyecto
creador de las autoras y disimulo o encubro otras de otros autores igualmente singulares
y relevantes.
significativos pero muy distintos al campo literario, produciendo textos que cuestionan
letras”, caracterizada como antes lo afirmáramos, como señalan Noé Jitrik y Susana
Cella, por una mirada aristocratizante que atiende al fenómeno literario como un
privilegio para minorías cultas, cuyo poder de cifrar y descifrar debe ser defendido a
ultranza del peligro de que se contamine de los saberes y las ideas “bajas”, como las
amenaza de la popularización. Huelga decir que repudiamos esa mirada sobre las artes
Roland Barthes, construye un verosímil crítico con el que, al igual que otros colegas,
227
polemizamos. Y que, además, tampoco adherimos, en tanto que críticos ideológicos del
discurso literario, a una lectura escolar y mecanizada, donde la literatura sería un mero
constituye una experiencia y una práctica social), pero que siempre dan por resultado un
“más allá”, que ningún escritor puede prever. Un “más allá” que se propaga más aún si
tenemos en cuenta las lecturas a las que está sometido todo texto, tanto
cierta clave, esto es, de modo institucional y crítico, parte de la obra producida por las
autoras sobre las que versa la presente tesis. Ese leer de cierto modo, ese deslizarse por
la superficie de los textos y forzarlos, intimarlos a decir algo, consiste en una operación
vez. Algo que está y no está previsto. Algo que puede sorprender (para bien o para mal)
los textos ciertos núcleos problemáticos y de ensayar una escritura crítica atenta a su
propia dicción crítica, alerta contra los peligros corporativos y naturalizadores que nos
228
búsqueda y no en el resultado estriba la complejidad del discurso literario, en su
escritores y escritoras. Por el contrario, esas búsquedas, desde otras tópicas, prosiguen
su work in progress. Tanto desde la geografía como horror como desde la distancia,
alejadas de los territorios de los cuales son oriundas, las escritoras se siguen
pronunciando sobre el horror y sobre sus propias obsesiones. Ese horror afectará, qué
duda cabe, la índole de las orientaciones de su atención y planteará nuevos dilemas por
Dado que la incesancia de ese trabajo se produce a través de una fractura en el pacto
sociosemióticos de esta última, no cabe sino verificar que dichos pactos destrozados y
literaria. Otro tanto ocurrirá en años ulteriores, cuando la dictadura sea evocada.
cual, siguiendo una compleja estructura de cajas chinas, de historias dentro de historias
que concluyen por unificarse, la protagonista de una de ellas es una perseguida, detenida
acosadas por la persistente amenaza de ser eliminadas, acuden al pasado como una
229
forma de ejercer la memoria y una suerte de justicia reparatoria que el presente judicial
En esta “desterritorialización”, los espacios en los cuales las normas inscriben los
separa la vida privada de la vida pública así como las garantías que esos espacios
legitimidad arbitraria, invasiva, que atropella los derechos cívicos más elementales.
como un oxímoron o paradoja: un Estado que liquida sus ciudadanos, un Estado que los
derecho: velar por sus ciudadanos, resguardar sus intereses y luchar por dar respuesta a
sus necesidades. Lo cierto es que esta inversión se naturalizó al punto de que las
algunos de los sujetos o colectivos que a sus ojos revestían una amenaza al orden
establecido, sino que también los pactos sociales a partir de los cuales se funda toda
convivencia social, fueron o bien invertidos o bien violados, transgrediendo las más
elementales normas de convivencia con lo diferente. Ante esta situación disruptiva, las
autoras en particular? Ciertos pactos entre lectores y lecturas, entre saberes y sapientes,
230
entre los intelectuales y lo inteligible se vieron afectados. Sabemos que numerosos
realizaron acciones de resistencia pacífica. Pero hubo otros grupos, en especial los
resistir no desde una denuncia explícita (camino que sí eligieron, entre otros, escritores
y periodistas como Paco Urondo, Haroldo Conti o Rodolfo Walsh; otros fueron
Benedetto) de las condiciones macabras en las que se vivía y según las cuales el Estado
Carta abierta de un escritor a la Junta Militar sino también en sus textos previos de la
cuenta de modo mimético y directo de esas prácticas sociales, sino construyendo nuevos
paradigmas desde donde narrar esa violencia para deslegitimarla y problematizando las
las autoras de las que se ocupa nuestra tesis: Angélica Gorodischer y Tununa Mercado.
Resulta relevante, a los fines del presente trabajo, subrayar su condición de mujeres, en
tanto entendemos que el género establece relaciones de inclusión y exclusión con las
instituciones y los colectivos, así como una peculiar forma de inserción en el campo
extradiscursivo.
Ahora bien, existe una trama secreta, disimulada, entre Estado y derechos humanos
231
El feminismo no ha revisado, en sus propios términos, una relación entre el Estado y la sociedad
dentro de una teoría de la determinación social específica del sexo. El resultado es que carece de
jurisprudencia, es decir, de una teoría de la sustancia de la ley y de la relación entre ambas. Tal
teoría abarcaría cómo funciona la ley en tanto que forma de poder estatal en un contexto social
en el que el poder es genérico (Mackinnon, 1995: 283).
Agrega que el género es un sistema social que divide el poder. Por lo tanto, es un
mantenerse por fuera a la hora de concebir una teoría del Estado. “El Estado es
masculino en el sentido feminista: la ley ve y trata a las mujeres como los hombres ven
y tratan a las mujeres” (Mackinnon, 1995: 288-289). Mackinnon pone como ejemplo de
por distintos motivos, la variable de sexo/género. El Estado liberal porque, según sus
292). La ley de la intimidad, agrega Mackinnon, trata la esfera privada “como esfera de
la libertad personal. Para los hombres lo es. Para las mujeres, lo privado es la esfera
1995: 301). Esto queda particularmente puesto de manifiesto en los Estados totalitarios
donde los hombres son torturados mediante métodos de intervención sobre los cuerpos
232
amén de la tortura física y psíquica de tipo convencional, se suma a ello la tortura
Su primer acto de Estado es ver a las mujeres desde la perspectiva del dominio
singular el tipo de sistema político que se funda. Un Estado político sexista, en el cual la
diferencia. Queda como asignatura pendiente una Teoría política del Estado argentino
que contemple la variable de género bajo el estudio de las condiciones de las mujeres
durante esa etapa de la Historia argentina: sus funciones, sus roles, la ausencia o
presencia en la esfera pública, sus renuncias y sus batallas. Sabemos que el rol de las
Las dictaduras que asolaron nuestro país dejaron marcas en las autoras que
reacciones frente a ellas. Las dos se han caracterizado por ser opositoras a dichos
regímenes autoritarios. “La historia de la cultura, como señala Andrés Avellaneda, “es
entre los productos culturales y el control del Estado” (Avellaneda, 1986: 7).
233
Avellaneda sintetiza con esta intervención crítica el hecho de que si bien la censura se
existen otro tipo de negociaciones que productores culturales y Estado realizan entre sí.
Cabría agregar cierta reciprocidad al respecto. Si la censura opera sobre el arte, también
Si bien no hay cuñas frondosas en su producción (no podría haberlas en vista del
cambio percibir las resonancias con que la violencia de Estado es retomada por estas
parte por su índole misma de autoras. Tununa Mercado sufrió, como ya lo señaláramos,
dos exilios: uno más breve, en Besançon, Francia, de 1967 hasta 1970, durante la
dictadura del General Oganía47; otro más dilatado, en México, de trece años, desde
donde regresó a la Argentina en 1986. Señala Edward Said respecto del exilio que
47
Inmediatamente posterior al golpe de Estado comandado por el General Onganía, un conjunto de
escritores e intelectuales realizaron una serie de actos de resistencia cultural, o bien se exiliaron. El caso
paradigmático de Tununa Mercado puede contrastarse con el de la dramaturga y narradora Griselda
Gambaro, quien en 1967 publica su obra de teatro El campo, con claras referencias al Holocausto judío,
pero que metafóricamente dramatiza de modo descriptivo e ilustrativo la realidad nacional argentina.
48
Para un desarrollo y deslinde tanto del término “exilio” como “exiliado” en su sentido literal y
metafórico puede consultarse el artículo de José Luis de Diego. “Notas sobre exilio y literatura”. En:
234
Testimonio de esos años y de este sentimiento que describe Said es el libro,
retrospectivo (ya que fue escrito de regreso en su patria) En estado de memoria (1990).
En otra clave admite ser leído Canon de alcoba, libro escrito fuera del país, pero
publicado recién en 1988 en Buenos Aires (Primera edición en Bs. As., Ada Korn
Editora; más tarde ampliamente reeditado y traducido al inglés y al francés). Aquí, los
textos pueden ser entendidos en una apuesta al vitalismo como una verdadera liberación
de las que los exiliados estaban muy al tanto, por ejemplo, a través de los
sus formas, que desatan en su lectura toda suerte de efectos libidinales y que importan
autora con experiencias dadoras de goce y energía renovadora. En este sentido, Canon
políticas pero que se ejecutan fuera de la mirada escrutadora del control oficial o estatal
Amícola, José y Speranza, Graciela. Encuentro Internacional Manuel Puig. Rosario-La Plata, Editorial
Beatriz Viterbo, 1998. pp.227-236.
235
en cualquiera de sus formas. Precisamente, las zonas de significación más
marcadamente políticas de estos textos breves están constituidas por su reclusión del
ágora, de lo público entendido en tanto que mirada y control de las acciones. Los
los dormitorios, las alcobas, las recámaras, los almohadones, los colchones, los toilettes,
las cocinas incluso, zonas todas ellas en las cuales las prácticas sociales quedan por
fuera del sesgo ocular del prójimo, excepto del elegido en tanto que partenaire del
deseo. Y no sólo esto, porque además las dictaduras militares se caracterizan por operar
según una doble moral o moral hipócrita donde se enuncian mandatos de una fuerte
carga axiológica, que connotan positivamente las virtudes, así como condenan
explícitamente tanto las expresiones como las prácticas “procaces”, los “vicios”, pero
por otro lado matan y asesinan seres humanos. Conocidas son las anécdotas relativas a
libros, entre otras forma de respuesta social ante el terror. Esa moral bifronte,
profundamente indecente, no hace sino revelar un doble discurso atento a preservar una
asociado durante años a una ideología estatal reproductiva ligada con la necesidad de
sexo ligado con el mero goce (esto es, separado de la función reproductiva), era
debía ser la excusa de la concepción. Si bien esta mirada fue relativizada con el
entre otros), también es cierto que no todos pudieron o pueden acceder a ellos y los
236
sectores más vulnerables socialmente siguen viviendo el sexo como fuente de placer
pero también como una condena de ingente multinatalidad. También, como es sabido, el
sexo es una fuente de ingreso para mujeres, hombres, niñas y niños que se prostituyen o
son obligados a prostituirse por sus padres o tutores y también a vender los hijos e hijas
políticas anticonceptivas estatales son frecuentemente censuradas por estar reñidas con
la ideología católica, lo que no las promueve sino más bien las inhibe y las sanciona
fin, parece una aporía de la cual se hace difícil salir, pese a que somos habitantes del
siglo XXI.
rincón de América Latina, en especial durante las dictaduras, donde las jerarquías
hechos estatales y velan por una imagen pública de la mujer secundando ese accionar
“alma del hogar”. Es lógico que Mercado fundara un modo de réplica literario
(Avellaneda, 1983) frente a estas ideologías sociales produciendo textos con un fuerte
sólo la pareja heterosexual tradicional, sino también los triángulos amorosos (cuyos
vértices conviven por cierto de modo nada apacible), que cuestionan la ficción burguesa
237
Así, en la subjetividad que impregna estos textos, pueden advertirse estrategias de
resistencia cultural: por un lado, frente al poder autoritario patriarcal (Newman, 1991)
de la dictadura militar de 1976/1983, donde una voz femenina elige narrar el placer que
nace del encuentro entre los cuerpos; por el otro, el residuo y la marca que el dolor por
la pérdida del territorio, las posesiones, los objetos preciados y las relaciones personales
acarrea para los exiliados, para quienes se hace difícil sortear los momentos penosos del
ostracismo y la diáspora culturales. Así, dice Tununa Mercado: “hay un fuerte sinsabor
en la evocación; me esfuerzo en este momento para separar del conjunto algún instante
colectivo de felicidad, que los hubo, pero la melancolía lleva la delantera, nada se
testimonio de Mercado, para quien vivir en otro sitio significó no un viaje sino un
destierro forzado.
Pero ya para Tununa Mercado había sido traumática la experiencia, durante su niñez,
del peronismo, dado que sus padres eran opositores y sufrieron la persecución de este
como ideologías sociales, una serie de experiencias que tenían lugar en la sociedad
argentina y que en cierto modo tendieron a exacerbarse y llegar al paroxismo años más
238
los exilios y el rosismo, así como prácticas sociales como el patoterismo de los
otras. Esa barbarie y ese antiintelectualismo son recordados una y otra vez por Mercado
de su patria por segunda vez, pero también con el menemismo, que es el régimen que
o torturadores (el general Menéndez), sin querer por ello homologar o uniformar de
ningún modo sus respectivos gobiernos e ideologías políticas, y sobre cómo la escritura
se hace cargo del dolor de la violencia ejercida sobre los cuerpos, del destino de los
una figura. Nora Domínguez (2005) ha estudiado cómo el libro Narrar después se hace
modo siempre ulterior y necesitara de una distancia para procesar ese horror, para
psíquico que se prolonga en el tiempo y de una elaboración lenta, interna que logra
merced a la temporalidad, esto es, a la posibilidad de narrarse como pasado, pero que
239
llega, como un llamado de atención o como una reparación. Respecto de Narrar
ciudad de Rosario, Argentina, podríamos afirmar sin reparos que se trata de un volumen
de “lo real”, merced a una lectura de la agenda política tanto presente como pasada,
demagogia (en tanto manifiestan un fuerte compromiso con la toma de partido político),
pero que, por el contrario, conjugan una delicada filigrana sintagmática y macrotextual
dominios que abarcan de la diatriba a la enjundia, pero a salvo de los lugares comunes
rescatamos una que nos parece verdaderamente singular para la comprensión del lugar
ese trabajo delinea una suerte de dibujo de lo que podríamos denominar un “género
detiene en esa especie de material residual de la barbarie, también recorre una forma
cuerpos, anécdotas, vivencias, lazos familiares. El símil al que acude Mercado para dar
49
Se trata, originariamente, de una ponencia que la autora presentara en el Coloquio “Violencia social y
derechos humanos”, que tuvo lugar en diciembre de 1996 en la Facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad de Buenos Aires. Más tarde, fue reescrito y ampliado para el coloquio “La desaparición:
Memoria, arte y política”, que se llevó a cabo desde el 13 hasta el 22 de agosto de 1999 en el Centro
Cultural Recoleta. En el libro Narrar después ,su paginación es de las pp. 101 a 114.
240
cuenta de la experiencia de estos avisos fúnebres o recordatorios, en el marco de la
poblado50. Esto recordatorios llegan para reavivar existencias asfixiadas al tiempo que
construyen una suerte de retrato arborescente, con distintas líneas de fuerza, en torno de
sociales.
Narrar después está titulado de ese modo en virtud de uno de los artículos o ensayos
que incluye. ¿Es posible narrar después de la muerte de la Historia, del auge de la
son las palabras empleadas por la autora) que pueblan el panorama en el cual le toca
50
Tununa Mercado se refiere al libro de Edgar Lee Masters Antología de Spoon River. Selección, prólogo y notas de
Alberto Girri. Buenos Aires, Ediciones Librería Fausto, abril, 1979. El libro se tituló originalmente en inglés como
Spoon River Anthology (1915), y es una colección de breves poemas de verso libre que colectivamente describen la
vida de un pequeño pueblo o aldea de orden ficcional, Spoon River, cuyo nombre se corresponde con el nombre
originario en el cual se inspira el libro, un pueblo que distaba unos pocos kilómetros del pueblo real en el que residía
Master. La colección incluye doscientos veinte personajes separados, todos quienes refieren doscientos cuarenta y
cuatro episodios de su vida y sus muertes y pérdidas.
241
Narrar después, entonces, establece los fundamentos de una práctica, de la de
literatura, como si “todo valiera”, “todo diera lo mismo”, tanto en tiempos adversos
deberían regirla son abolidos. Si los grandes relatos de la Historia, si las grandes
posible y es por cierto imprescindible proseguir con esa práctica como si se tratara de un
mandato.
Si pensamos que Narrar después fuera publicado luego de la crisis que asoló nuestro
país entre los años 2001 y 2002, dejando cadáveres, improntas, víctimas y heridas
irreparables en el tejido social, también ese “narrar después” puede ser interpretado,
ideales y de una fe en el futuro pese a los traumas sociales más acuciantes. Aún luego de
las catástrofes pueden seguir publicándose libros que a su vez den cuenta de los
242
pathos que alcanza sus puntos culminantes en episodios ligados a reconocimientos,
anagnórisis, bruscos arrebatos de la suerte, como las peripecias, y ello confirma que su
literatura prosigue con una tradición tanto en lo atinente a sus temas como a su forma de
plantear los asuntos, atenta a enfatizar las notas más difíciles de nombrar, de vivenciar,
están cargadas de una valencia tan tanática cuanto infrecuentemente dolorosa, plena de
padecimientos y aflicciones.
cierto es que Tununa Mercado, en este relato titulado “Visita guiada”, comienza a
destejer la historia y resulta la génesis de escritura de la que más tarde, como veremos
haber mantenido una relación lenta pero progresivamente de mayor intimidad con
cual se narra la huida de los nazis en la Europa ocupada y el extravío del por entonces
niño, de su madre, cuando ella, en una de las paradas del camión de huida, desciende
para proveerse de agua potable. El niño, cautivo de los nazis, pasa algún tiempo en un
campo de concentración, luego de lo cual logra huir disimulado bajo el camisón de una
de las mujeres deportadas y luego liberadas. Pedro, que estaba a punto de ser eliminado
mediante una cámara de gas por los nazis, logra huir de la barbarie y salvar su vida.
Gracias a la buena voluntad de unos vecinos es recibido y alojado en una casa como
huésped. Un tiempo más tarde logra reencontrarse con su madre, con quien en un viaje
243
hombre solitario, obsesivo, tímido, pero apunta también su acercamiento al resto del
grupo de los exiliados, en especial al que ella pertenece. Luego de mantener una
Tununa Mercado comienza a indagar y a interesarse cada vez más en la suerte de este
hombre. Hasta que, años más tarde, recibe, casi como un mandato, el diario de viajes
nunca te prometí la eternidad, entonces, está concebido con una base documental pero
enigmático pero factible nombre y un apellidos que comienzan a figurar como una
Benjamin es nominado con esas iniciales por haber padecido experiencias comunes a
los personajes de la novela y por fundar una suerte de linaje y de paradigma del
puntos de vista. Como es sabido, también Benjamin huye de los nazis a través de
Europa e intenta cruzar la frontera con España, hasta que se suicida con una valija con
sus manuscritos inéditos antes de realizar un intento final por traspasar dicha frontera.
de quien sacrifica su propia vida, autoeliminándose, defendiendo una causa noble como
argentina, ya distante varios lustros, pero, no obstante, las ideas de destierro, de exilio,
244
del derrotero vital de Mercado, pero también una suerte de metaforización de vivencias
argentina detuvo, secuestró y eliminó sujetos disfuncionales a sus puntos de vista (en
muchas oportunidades, ocasionales testigos o que no tenían nada que ver con la lucha
armada ni con la resistencia, sino más bien por el puro azar de un “error” o un
capricho), Mercado en esta novela da cuenta del correlato europeo de sistemas políticos
que son solidarios en sus modos de funcionamiento político y social, así como en la
Por su parte, Angélica Gorodischer, que residió en el país durante la dictadura arriba
prominentes ni significativas51. Sus textos son más hiperbólicos que los de Mercado,
quien recurre al relato de los vestigios y de las penurias del exilio y las aborda en
términos retrospectivos. En este sentido, sus dos actitudes son de repudio pero
antitéticas en el punto de vista a partir del cual eligen narrar: de una imaginación
que recientemente se ha dado en llamar “escrituras del yo”, que alterna con una
51
Al respecto puede consultarse nuestro artículo “Cautelosas subversivas: modos de réplica literaria al
Estado burocrático de 1976/1983”. En: Hispamérica. XXXII. Número 99. 2004. University of Maryland.
U.S.A. p.p. 103-110. En 2005 se publicó una versión ampliada del mismo trabajo en formato digital en el
sitio www.feminaria.com.ar en la sección Temas contemporáneos.
245
[1975]2003). Gorodischer enfatiza las operaciones creativas de la producción de
significados a nivel de la imaginación social y reacciona así ante las ideologías sociales
capitalistas represivas.
Gorodischer publicó sólo dos libros durante la dictadura militar: Casta luna
que da cohesión a toda la obra como figura central de la diégesis. Estructurado bajo la
forma de diálogos entre Trafalgar y un o una interlocutora, (con una coda breve pero
radical entre los detalles de la cotidianeidad (lo que en términos de Roland Barthes,
connotaría la categoría de “lo real”) frente al rango prodigioso de las anécdotas que
relato en particular del volumen, “El mejor día del año” (cuyo título hiperbólico no hace
especialmente sugerente y resalta de modo eminente otro rastro del poder, si leemos este
escena, escena vista y temida por todo argentino de esa época, remite a un repertorio de
conductas oficiales que respondían a una lógica de control y abuso de poder así como de
246
intervención sobre los cuerpos y la privacidad, que reconstruye zonas de incertidumbre
-Y, sí. Primero me molieron a palos y después me preguntaron quién era. Manoteé los
documentos pero me pararon en seco y el que mandaba llamó a un soldado que me registró.
Miraron todo, el pasaporte, el documento único y hasta el carnet de conductor y medio me
sonrieron y el mandamás dijo desde arriba del camión que me fusilara en el acto (Gorodischer,
1979: 102).
Como vemos, no se trata sólo de una situación de control ilegítimo e ilegal, sino de un
orden de asesinato, que, al igual que otras prácticas de prepotencia, ilustran el modus
operandi de las Fuerzas Armadas durante los terribles años de la Guerra Sucia.
Además, cotejando con los testimonios relatados y registrados por los y las
fuerzas de seguridad narradas por Gorodischer no difieren mucho de las de las Fuerzas
Armadas.
la enunciación que después incluyó en dos libros (Mala noche y parir hembra, 1983 y
figuración literaria (Sarlo, 1987) logra transponer al orden de lo discursivo las prácticas
247
discurso monológico del Estado autoritario (Masiello, 1987), haciendo privilegiar en sus
proponemos ver de qué modo se reacciona frente al horror: ya sea registrando el efecto
Por último, y dado que el libro más relevante de Gorodischer producido durante este
de sociogénesis de escritura a través del cotejo que realizáramos con tres pre-textos
por ser un texto de relativa independencia entre sus partes, articuladas más como
episodios que, bajo la forma de capítulos autónomos, harían estallar la forma tradicional
volumen fue vacilante, avanzó a tientas (como es el caso de muchos otros libros), tal
nos permite reconstruir algunos de los procesos mediante los cuales la producción social
52
Se trata del libro VV.AA. Los cuentistas de Rosario. Editorial El lagrimal Trifurca, Rosario, 1974. El
relato de Gorodischer que figura en este libro es “Retrato del emperador”. Entre otros autores colaboran
en el volumen Elvio Gandolfo, Juan Martini y Jorge Riestra.
248
de significado se articula en las formaciones discursivas y divisar el itinerario creativo
norteamericana Úrsula K. Le Guin (traductora del libro al idioma inglés), que se trata de
un libro
Como es sabido, las colecciones de libros de fantasía y ciencia ficción fueron las
menos castigadas y requisadas por los censores, dado que la lectura lineal y literal de los
la cronología, hacía que estas colecciones fueran las menos sancionadas por las listas
negras instauradas durante la censura, dado que no aceptaban una lectura “mimética”.
No obstante, ello no impidió que un grupo de autores y autoras ligados con el género de
objetos estéticos insurrectos, cargados de una alta densidad connotativa, al tiempo que
damnificara sus personas y les permitiera seguir escribiendo sin ser perseguidos o
expulsados del país por el régimen y, en un orden intensamente más radical, denunciar
53
La contratapa de Úrsula K. Le Guin aparece en traducción al español sin figurar el traductor
correspondiente, apenas bajo la forma de un comentario posiblemente aparecido en alguna entrevista co
declaración pública respecto de su traducción al español de Kalpa Imperial.
249
Tanto en Kalpa Imperial como en Mala noche y parir hembra, de modo
como física (en especial, contra las mujeres), el miedo, las conspiraciones y, ante todo,
y, por lo tanto, más universal y menos literal, de la escritora sobre los sucesos acaecidos
en su propia patria? En los distintos textos, esta situación a veces es descripta como
incurriendo a veces incluso en la venganza, lo que no parece a nuestro juicio una opción
superadora sino más bien circular, que refuerza la ilegitimidad de la violencia, así como
reparadoras.
En síntesis, una revisión del corpus de estas autoras publicado durante la dictadura
militar o gestado en esa etapa y publicado ulteriormente, nos permite verificar una
intercambio legítimo entre los actores sociales en vigencia. Al mismo tiempo, podemos
observar que la condena no parte (salvo algunas excepciones) de una denuncia frontal,
esto es, de un modelo referencial, mimético, sino más bien sigue un recorrido sinuoso
250
que los residuos que esa violencia deja en la subjetividad social y privada sea recordada,
sociales presentes durante la dictadura militar de 1976-1983 permite leer cómo estas
artilugios y fundamentar una recurrente mitomanía pública, ligada en especial con los
pública, esta vez de tipo mediático. Mercado narra el deseo en todas sus variantes,
desplegando frente al lector la riqueza del amor físico y sus infinitas posibilidades.
preserva y preserva a los suyos como productora cultural, al tiempo que envía a la
sus ficciones.
posterior, en la cual ese pasado es invocado en tanto que memoración y queja por la
251
desterritorializados, en función de su oficio, su dicción poética; y, precisamente, sus
poéticas sucumbirán a una tensión no siempre posible de advertir a primera vista, pero
que no hace sino componer un lenguaje literario y una figuración literaria rica en
polisemias, silencios para ser completados por un lector implícito concebido como
alguien altamente activo. Ello en función de que se producirá mediante el aparato estatal
culturales ejercen, así como se promoverá un tipo de producción literaria en la cual toda
como hemos dicho, a sus obras Kalpa Imperial (1983, 1984) y Mala noche y parir
situados en el inexilio o exilio interior no renunciarán a ejercer una poética crítica, una
dicción y predicción (tal el caso de Angélica Gorodischer, que tiene mucho que tributar
a los utopistas de los siglos XVIII y XIX) renuente a rendirse y a sentirse avasallada, sin
antes introducir, mediante modelos de elusión, textos que articulan conflictos pero
enmascaran señalamientos al orden de los hechos de la contienda que divide las aguas
de la sociedad argentina.
escenas de fuerte contenido erótico y hasta por momentos “obsceno”, propias de dicho
252
volumen, hayan podido sortear la censura, sin que operara sobre el libro o su autora la
relevante consiste en que una suerte de nota al comienzo del libro reconstruye una breve
Gorodischer (al estilo del cuento de Jorge Luis Borges “Tlön Uqbar Orbis Tertius”) y
nonsense y las discronías, al tiempo que introduce anclajes en la vida y los espacios más
antes aún, desde 1974), en ambos casos dicho horror es procesado en sus textos o bien
registrando el dolor que produce de modo retroactivo dicha violencia, siguiendo una
253
CAPÍTULO 7
Mercado, es posible rastrear en sus respectivas obras éditas algunos pre-textos asimismo
volumen cuanto en espesor sémico de los pre-textos respecto de los textos definitivos.
ciudad de Rosario, y contrastarlo con su versión final, por cierto muy diferente, que
figura en el libro Kalpa Imperial (En: Primera parte. La casa del poder, 1983), como
uno de los episodios de dicha novela. En segundo lugar, un libro como Casta luna
electrónica, de 1977, que reúne todas las características de una antología personal,
54
Citado en: Barrenechea, Ana María. Cuaderno de bitácora de Rayuela. Bs. As., Editorial Sudamericna,
1983. p.p. 13-14.
254
sobre las obras publicadas en el libro y sus proyectos editoriales en lo inmediato y lo
mediato) y es rico en antecedentes de lo que serán los cuentos o novelas por ella
en una versión conclusiva. Este cotejo resulta altamente fecundo para quien investiga su
que descarta y el que reelabora, entre otros hallazgos. También resalta el andar a tientas
que todo proceso creativo supone, avanzando sin saber a ciencia cierta cuál será el
No sólo la redacción interviene en este caso, sino también la corrección (en sucesivos
otros) y en la mayoría de su texto, pero no en todos los detalles. Nos referimos al hecho
de que, por ejemplo, el título compartido entre dos textos extemporáneos puede denotar
sólo es posible citar un caso de ellos, pero que resulta altamente determinante en cuanto
que luego se transfomará en una frondosa novela, tal vez su obra más ambiciosa. Así,
dos de sus libros: el que lo anuncia y el que lo ejecuta, el que lo antecede o precede y el
conviene tomar nota de que en los casos que analizaremos a continuación, los pre-textos
éditos son reconfigurados hacia versiones más complejas y extensas, no hacia productos
255
título pero un espesor distinto, sino que de texto disperso se elevará a la categoría de
lectoras, así como traducido a otras lenguas y publicado en otros países. En el caso de
ambicioso texto definitiva) aportará una apretada síntesis de lo que la novela desplegará,
brindándole matices y recursos por completos diversos, tanto cuanto más radicales en
De este modo, otra vez los gestos y conductas escriturarias de ambas se rigen por
durante período de 1976-1983 es Kalpa Imperial (en dos volúmenes inicialmente, 1983-
(1974), así como otros dos, afines, editados en dos revistas de circulación periódica (en
256
mediante los cuales la producción social de significados se articula con las formaciones
discursivas. Antes de ellos daremos algunas precisiones sobre una aproximación hacia
rama de los estudios literarios que más tarde se unificará en algunos rasgos
Gustave Flaubert o Paul Valéry, sumados a una larga lista que se irá abigarrando con el
Universités de France, 1994) puntualiza que los manuscritos son “los documentos
55
“des documents écrits, généralment manuscrits, qui, groupés dans des ensamble cohérents, forment la
‘prehistoire’ d’un texte et constituient la trace visible d’un mécanisme créatif” (Grésilon, 1994: 12).
257
en acción de dispositivos hermenéuticos a partir de diversas orientaciones (lingüísticas,
Con respecto a los documentos de los que se ocupan los estudios geneticistas,
Louis Hay señala que “Como todo escrito, el manuscrito es a la vez un objeto material y
un objeto intelectual, pero estos dos aspectos se cruzan en él de una manera particular”
(Hay, 1994: 14)56. En efecto, el abordaje de manuscritos nos pone frente a la mirada
estrábica que atiende a una historia de las tecnologías de la escritura (soportes, tintas,
grafías, trazos, tipografías, blancos, tachaduras, revisiones, dibujos), por un lado; por el
otro, nos sitúa frente a dos “horizontes de expectativas” de la Historia cultural: el del
argentina Élida Lois al señalar que “la crítica genética desarrolla una metodología
Élida Lois puntualiza, más adelante, que “el objeto de análisis de la crítica
permiten detenernos en otras instancias o “casos” posibles del análisis genético, esto es,
56
Como suele acontecer en la teoría literaria, la teoría del texto o la crítica literaria, existen en el seno de
la institución literaria textos y poéticas (cuentos, relatos, novelas, poemas) que o bien proceden por
antelación, o bien como inspiración, o bien como ilustración de algunas de dichas teorías. Al respecto, la
crítica genética tiene exponentes literarios en el sentido de establecer figuraciones literarias de ella en
Edgar Allan Poe, en su Filosofía de la composición, en Los papeles de Aspern, de Henry James y en “El
jardín de los senderos que se bifurcan” de Jorge Luis Borges (en Ficciones, 1956), abordando los tres
textos distintos aspectos de teorías geneticistas que ulteriormente o bien de modo contemporáneo serán
teorizados. Este breve catálogo me es sugerido por Almuth Grésillon en su artículo “Qué es la crítica
genética” (Lois, Élida editora, 1994: 25-52).
258
no excluir de la exégesis crítica las distintas versiones éditas de un mismo texto cuya
agrega Lois a continuación: “Además -si bien los geneticistas privilegian el trabajo
sobre manuscritos, en algunos casos, las transformaciones a las que un autor somete las
variación édita” (Lois, 2001: 2). La diferencia entre el trabajo con un corpus de
manuscritos y otro con textos éditos evidentemente invisibiliza (al menos de forma
aparente) -en el segundo caso- ciertas instancias de la génesis, al tiempo que nos pone
frente a dos o más “estados finales” (incluso aún provisorios) yuxtapuestos de carácter
puede considerar el estadio final de un texto, en tanto que fijación de sentido, sino uno
dinámico, transitorio aún, teniendo en cuenta que un autor puede “retocar” o enmendar
interdependencia con las demás variantes? ¿hay un texto “final”, paradigmático, o bien
la virtualidad propia de los cambios sufridos por el texto es lo que importa? Conocidas
“aumentadas”, lo que implica un desacuerdo del autor o autora con su escritura previa o,
al menos, una necesidad de una revisión y una corrección. Entra aquí a funcionar un
texto ideal o “ideal de texto” que va mutando según la cronología pero que el autor
siempre tendría en mente, para sí, pero siempre en relación con un público o lectorado
imaginario. Ese esquema inteligible funciona como un patrón que articula y desarticula
259
Ana María Barrenechea, por su parte, insiste en que habría dos posturas respecto
de los pre-textos57. Una postura anterior a dichos estudios, en la cual los anteriores eran
disciplina así llamada “crítica genética”, que cambiaría la perspectiva. “En general
reconoce la validez de los pre-textos como textos verdaderos, (…) como dos poéticas
Noël58, que propone tratar primero pre-textos y textos por separado, luego confrontarlos
“de manera que unos perturben a los otros, y finalmente integrarlos en una lectura
También Barrenechea, respecto de los pre-textos que llegan a manos del crítico
tratarse de pre-textos ficcionales (en cuyo caso, como señala, se conforma una peculiar
tal caso, las operaciones críticas que desarrollaremos, tanto en el caso de Angélica
Gorodischer como en el de Tununa Mercado, responden al primer tipo, esto es, a pre-
textos ficcionales. Excepción hecha de algunas entrevistas donde alude a los pre-textos
57
El término “pre-texto” es la traducción española del original francés correspondiente, el “avant-texte”.
58
Bellemin-Noël afirma que “la genética libra de la pregunta del origen y el fin, pero reconoce que en el
momento inicial, tal como los documentan los borradores, pre-existe un impulso a significar” (citado en
Barrenechea, 1983: 18).
260
escena de un diálogo, para ser desplazado por la teatralización de un pre-texto
De 1983, como decíamos, data Kalpa Imperial. Libro I. La casa del poder, que
incluye cinco episodios cuya unidad está dada desde la diégesis por la presencia de un
personaje que da coherencia a todas las historias: el narrador. En segundo lugar, cada
episodio -que bien puede ser leído y valorado en forma autónoma- alude a un Imperio
de Kalpa Imperial, Libro II: El imperio más vasto, que incluye seis nuevos episodios. El
lexema “kalpa” significa en sánscrito “duración de un universo” y fue esa una palabra
que Gorodischer leyó en un texto literario oriental traducido al francés y que guardó y
59
“transformer l’objet manuscrit en objet de connaissance, ce n’est en fin de compte rien d’autre que la
reconstruction des moments succesivs de la genèse écrite, c’est enrichir l’oeuvre de la dimension de son
devenir dans le temps, c’est la doter de l’épaisseur de l’acte de l’écriture, avec toute la gamme de
posibles, avec ses alternatives non résolues comme avec ses fourvoiements”.
261
atesoró durante muchos años hasta que llegó el momento de utilizarla como parte del
título de uno de los libros que la consagraron definitivamente en sus aportes al sistema
literario argentino, al tiempo que las ediciones en España y Estados Unidos la ponían en
verificar que la génesis de esta obra sufrió diversos avatares hasta hallar su sustancia
una extensión y una entrega para su esclarecimiento y exposición que supera en mucho
las intenciones de la presente tesis, hemos decidido, en cambio, centrarnos en los dos
invariancia del título, los textos son, tal como lo señaláramos, absolutamente disímiles y
diégesis. Nos referimos, claro está, a que la primera versión de “Retrato del Emperador”
262
después de que fuera depuesto el gobierno de Isabel Martínez de Perón por parte de la
Junta Militar, en tanto la segunda versión de dicho texto fue escrito en un período en el
que el país estaba inmerso en los efectos del terrorismo de Estado, por un lado y, por el
otro, su publicación coincide con un período en el que volvían a respirarse aires más
libertarios.
Como señala Pierre Bourdieu citando a Paul Valéry, hay obras que tienden a
crear un público y otras que son el producto de un público determinado. En ese sentido,
los textos de Gorodischer son proclives a desafiar el “gusto” del mercado y a instalarse
las condiciones estéticas para una adopción de puntos de vista y de principios estético-
productos literarios en este caso que circulan por el mercado son los exclusivos para su
como las instituciones propiamente culturales (la crítica literaria y cultural, las
literarios, las ediciones del bolsillo, las traducciones a otras lenguas, etc.) formulan al
escritor. Es así como el proyecto creador de los productores culturales “es el sitio donde
obra desde afuera” (Bourdieu, 2004 [1966]: 22). Es por ello que el proyecto se presenta
evolución.
263
Todo campo intelectual es un campo de relaciones simbólicas de fuerza, de
cultural” (Bourdieu, 2004 [1966]: 15). Es así que todo proyecto creador se define por el
lugar que ocupa en el campo y, por ende, por las relaciones que establece con los demás
de un legado.
apoya en la progresiva emancipación del arte de instancias ligadas al campo del poder,
del poder y la dificultad de los subordinados para alcanzar una comunicación fluida con
no son democráticas ni fruto de consenso social. En este sentido, el texto permite trazar
protagonista, sí, en cambio, aparece caracterizada la figura de los líderes como figuras
reverencia y veneración, pero cuyo acceso al poder o cuyo denegamiento del mismo es
264
absolutamente arbitrario. En el cuento de 1975, el aspirante al cargo de menor jerarquía
modo completamente aleatorio. Nos parece que Angélica Gorodischer está pretendiendo
acaparan son múltiples y quedan cautivos de ese supuesto don o privilegio a través de
una trama que los devora. ¿Es el poder un verdadero privilegio o una maldición que
estriba el poder? ¿Qué es lo que inviste a alguien como poderoso? ¿Es el poder un
espacio cerrado del cual el mismo poderoso no puede sortear ni quitarse de su propia
lógica? Se trata de preguntas que ,entendemos, el texto propone, pero cuya respuesta no
265
central es el del retrato de la Emperatriz. En “Retrato del Emperador” se
narra la muerte y la resurrección del Imperio así como en “Retrato de la
Emperatriz” se narra un apogeo, no el único, en la vida del Imperio. Que es lo
que pasa con los países: mueren varias veces y resucitan varias veces. Y aquí
estábamos en plena muerte. Era la muerte. Era la muerte del país y yo
contaba la muerte y la vida de un Imperio.
A.F.: Asociado a este universo de Kalpa Imperial -que tiene que ver con
Tolkien, con Andersen, con Las Ciudades Invisibles de Italo Calvino- que da
lugar a una cosmogonía de mundos que aluden a éste pero que al mismo
tiempo lo metamorfosean hasta un punto en el que ya no parece reconocible,
¿cómo encontraste el ‘tono’ adecuado?
266
Estas declaraciones de la autora nos permiten llegar a algunas conclusiones
primera página:
“RECONOCIMIENTO:
J.R.R. Tolkien e Italo Calvino, sin cuyas palabras de aliento este libro no se hubiera
de la gran tradición del fantasy en el sentido que Rosemary Jackson le otorga a este
Esta investigadora entiende que en la matriz del fantasy late una intencionalidad
60
Estas declaraciones, vertidas en la mencionada entrevista, son reveladoras de un sistema de lecturas
ávido por absorber géneros, materiales y temas e inscribirse en tradiciones literarias asociadas con la
épica fantástica y la literatura fantástica o fantasy, según la nomenclatura anglosajona. La obra de Calvino
(en especial Las ciudades invisibles, pero también de otras de sus novelas y cuentos), El hobbit y la saga
del Lord of the Rings de J. R.R. Tolkien, los cuentos de Hans Christian Andersen marcan un horizonte,
un humus creativo, una tradición selectiva, en palabras de Raymond Williams, en la cual la autora se
inserta, se impregna de mecanismos ideológico/formales, así como un intertexto a partir del cual elaborar
su propia poética fantástica, un verosímil y una mímesis no realista, como estrategia de escritora tanto
como sujeto mujer en el seno de un tradición de índole patriarcal. También, retrospectivamente, admiten
la posibilidad de leer Kalpa Imperial como uno de los avatares de esa tradición, de los cuales no
necesariemante sería un desprendimiento sino apenas una inspiración. Nos referimos, claro está, al
sistema de lecturas explicitado por la autora, por cierto no necesariamene el exclusivo que dio lugar a su
“opus magna”.
267
a partir de fines del siglo XVIII en adelante, muchos fantasy intentan socavar el orden
filosófico y epistemológico dominante. Subvierten e interrogan las unidades de tiempo,
espacio y personaje, y también cuestionan la posibilidad, o la honestidad, de la re-
presentación ficcional de esas unidades. (…). (…) el fantástico puede entenderse como
un arte de distanciamiento, que resiste el encierro, que abre las estructuras que
categorizar la experiencia en nombre de la ‘realidad humana’ (Jackson, 1986 [1981]:
183).
Asimismo, este carácter transgresor del fantasy que Jackson observa se refiere a que
este tipo de texto plantea imposibles semánticos y, por lo tanto, cuestiona universos
cerrados y unidades discretas que la cultura tiende a categorizar de este modo en virtud
un exponente del fantasy y es por ello que estamos en condiciones de afirmar que se
yuxtaponer un estado textual con otro ante la convicción -largamente comprobada ya-
de que algún dato significativo tiene que emerger de la observación de las diferencias”
61
José Amícola (compilador) Materiales iniciales para “La Traición de Rita Hayworth”. La Plata,
Publicación Especial Nº 1 de la revista Orbis Tertius, Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria,
1996. Para otros resultados, también relativos a la poética de Puig en dicha línea de investigación, remito
a las respectivas ponencias de José Amícola, Julia Romero y Graciela Goldchluk en el volumen
compilado por José Amícola y Graciela Speranza. Encuentro Internacional Manuel Puig. Rosario-La
Plata, Beatriz Viterbo Editora, 1998. Apartado titulado 2.Genética Textual. pp. 29-58.
268
mientras la postura tradicional de la crítica durante muchos siglos fue prestarle atención
solamente al producto terminado, porque se estaba convencido de que la tarea del artista
era un secreto inexpugnable que debía ser ocultado para que apareciera a la luz tan sólo
lo más excelso como resultado de la inspiración dionisíaca e irracional, ese paradigma
ha cambiado de modo tan violento, que hoy en día se ha instalado en el espacio crítico
una corriente nueva que reclama para sí el derecho al estudio de los materiales
póstumos, no sólo para corregir los errores posibles de aquello que ha sido editado,
como hacía la vieja Filología, sino para perseguir las huellas del proceso creativo. Los
manuscritos de un autor son, entre otras cosas, un rico documento sobre las normas
estéticas que ese autor ha incorporado. En este sentido, una corrección en los
manuscritos puede servir para sostener la tesis de una nueva lectura o colaborar a
apuntalar interpretaciones ya realizadas en el discurso receptivo” (Amícola, 1996: 18).
modo monumental y rígido, armado con ladrillos que serían sus páginas, bajo la forma
de pequeños nudos sémicos y léxicos, y solicita para el lector y la lectora, o acaso más
en ocasiones los escritores ensayaron la destrucción de sus papeles, menos para evitar la
fetichización que para resguardar su propia autoridad. Un libro terminado habla de un
sujeto lo suficientemente estable como para organizar los materiales y crear, a través de
ese orden, un sentido. Por más que se reniegue de la originalidad, el libro publicado
mostrará algunas influencias y ocultará otras, podría exhibir los retazos con los que se
organiza la escritura, pero incorporados a un texto que se presenta como acabado y
propio. El gesto de destruir intencionalmente los manuscritos resguarda esa propiedad y
remite a la jerarquización del producto sobre la producción; con este gesto los papeles
que atestiguan el proceso de escritura pasan, el acto de destrucción los lleva al pasado y
asegura la organización de un tiempo irreversible y lineal. Con una fecha en el pie de
imprenta, el libro publicado puede entrar en la historia de la literatura como objeto
único, producto de la creación de quien lo firma y del momento a que remite esa fecha,
también única y fechada para siempre (Goldchluk, 2003; el subrayado es de la autora).
una atribución que tiene todo autor sobre su obra y sus manuscritos, con la idea de que
269
la inexistencia de algunos de sus productos culturales originales hagan estallar, por un
lado, su prestigio, y postula ante los demás, por el otro, una posición en el campo
acceder a un proceso donde la poiesis quede en evidencia, sino también sería una
culturales.
Como vemos, tanto Amícola como Goldchluk confirman tanto las motivaciones
para la observancia del método genético, como sus límites, en especial los relativos a la
manipulación. Golchluk insiste en las reticencias y las relaciones conflictivas que los
escritores entablan consigo mismos especto de sus propios materiales. Cuando peligra
una autoimagen devenida imagen pública que podría ante la posteridad desfavorecerlos,
ante todo establecen una relación dubitativa y, en ocasiones, brutal, hacia su producción
manuscrita.
reticencia de la gran mayoría de los autores a reconstruir mediante una descripción los
más semejante al seguido por Edgar Allan Poe, esto es, no tiene reparos en difundir sus
supervivencia (cuentos, 1994): “Es que me encanta hablar de lo que escribo. No decir
las cosas dos veces en el texto, eso de decir que una va a decir algo y después decir lo
que se dijo, sino charlar con la gente amiga” (Gorodischer, 1994: 17). Y se extiende un
270
poco más adelante: “(…) qué suerte no ser un señor importante. Porque yo soy una
bocona y me siento a la mesa del café (sábados a la mañana, plena peatonal) y bocino
todo lo que estoy escribiendo, por qué, cómo y a qué horas. Y créase o no, eso ayuda”
(Gorodischer, 1994: 18). En efecto, Gorodischer no sólo admite que no tiene ningún
sino que atribuye a ello una función importante dentro del proceso creativo. La
que dibuja los contornos de lo que vendrá, y esas operaciones cumplen, a sus ojos, una
coherencia de una obra que está creciendo lentamente. Al respecto, pareciera coincidir
composición” afirma, previo a reconstruir cómo escribió, paso a paso, su poema “El
cuervo”:
Muchas veces he pensado cuán interesante sería un artículo de revista donde un autor
quisiera –o, mejor dicho, pudiera- detallar paso a paso el proceso por el cual una de sus
composiciones llegó a completarse (…). La mayoría de los escritores –y los poetas en
especial- prefieren dar a entender que componen bajo una especie de espléndido frenesí,
una intuición extática, y se estremecerían a la idea de que el público echara una ojeada a
lo que ocurre en bambalinas, a las laboriosas y vacilantes crudezas del pensamiento, a
los verdaderos designios alcanzados sólo a último momento, a los innumerables
vislumbres de ideas que no llegan a manifestarse (…); en una palabra, a los engranajes,
a la maquinaria para los cambios de decorado, la escalas y las trampas, las plumas de
gallo, el bermellón y los lunares postizos que, en el noventa y nueve de los casos
constituyen la utilería del histrión literario (…). Por otra parte, tengo plena conciencia
de que no es frecuente que el escritor esté en condiciones de volver sobre sus pasos y
mostrar cómo llegó a sus conclusiones. En general las sugestiones se presentan
confusamente al espíritu, y en la misma forma se las sigue y se las olvida. Por mi parte,
no comparto la repugnancia a que he aludido antes, y jamás he tenido la menor
dificultad en rememorar los sucesivos pasos de cualquiera de mis obras (…). (Poe,
1952: 224-225).
271
Es posible entonces, a partir del cotejo de algunos párrafos que o bien se
reproducen o bien se omiten, recrear zonas de la inventio inherente a una firma. O bien
de atender a las variaciones de títulos, planes, contextos en los que aparecen dichos
textos (previos o ulteriores). Proceder de este modo consiste en identificar ciertos rasgos
Por la presencia, en Kalpa Imperial, del narrador anónimo que aparece, tal
como lo señaláramos, articula como hilo conductor de todas las historias del libro,
excepto una.
hembra, de 1983, reeditado con modificaciones en 1997; sin embargo, la fechación del
texto debe ser bastante anterior a la de su publicación, dado que si contaminó e inspiró
composición debe de haber sido previa), tal como nos lo confiesa la misma Angélica
“sensatas”, según el así llamado “sentido común”), dice sus verdades y remata o inicia
los textos, mediador entre distintos sucesos, referente que como un leitmotiv atraviesa
todo Kalpa Imperial, constituye una excusa para iniciar un proceso de cierre o apertura
desde la diégesis. Porque el personaje del narrador está asociado con una forma de
272
discurso (el discurso directo con verba dicendi anunciativo), al tiempo que se constituye
Dijo el narrador:
el siguiente inicio:
Dijo el narrador:-Ahora que soplan buenos vientos, ahora que se han terminado los días
de incertidumbre y las noches de terror, ahora que no hay delaciones ni persecuciones ni
ejecuciones secretas, ahora que el capricho y la locura han desaparecido del corazón del
Imperio, ahora que no vivimos nosotros y nuestros hijos sujetos a la ceguera del poder;
ahora que un hombre justo se sienta en el trono de oro (…) (Gorodischer, 1983: 14).
el cual toda acción o reflexión es comunicada a los lectores. Así, que el narrador sea un
personaje, el personaje central que va hilando los episodios, no hace sino establecer una
enunciativos comunes, tales como el recurso del discurso directo referido por la figura
del narrador, así como la mención compartida por ciertos personajes como el del
273
parece una suerte de procesamiento simbólico de la recientemente transcurrida vivencia
del Proceso Militar, con claras remisiones a “ejecuciones secretas”, “locura”, y “noches
de terror”, sintagmas y lexemas todos ellos que remiten a una experiencia socialmente
Además de las diferencias textuales arriba señaladas entre los dos textos
tipografía distinta y más pequeña, se narran las vivencias interiores del personaje,
definitivo de 1983 y, menos aún, en ningún otro de los episodios de Kalpa Imperial.
Historia argentina. Los textos acusan sus contextos y especularmente los reenvían a sus
Kalpa Imperial se presenta a los ojos del investigador desde una perspectiva compleja,
274
dubitativa para el proyecto creador sin duda constreñido por factores contextuales y en
momentos en los que debe definir los rumbos de su poética. Es importante dejar sentado
que Angélica Gorodischer es una de las pocas escritoras que ha cultivado en forma
nuestra autora da cuenta de las relaciones de poder y las consecuencias que tienen tanto
para quien las padece como para quien las ejerce, no es sino hasta el cuento de 1983
cuando las remisiones a sememas, tales como los de la persecución y las ejecuciones
experiencias sociales y privadas diversas: el primero a una instancia donde las jerarquías
no son todavía lesivas para los sujetos pero merecen una reflexión y una flexión
narrativa, acaso también una evaluación sin concesiones del intelectual; el segundo, a
una disolutoria donde el poder se vive como una verdadera amenaza y actúa
inmoderadamente.
Por todo lo expuesto hasta aquí consideramos que queda absolutamente claro
tanto, permiten hacer emerger en la trama discursiva nuevos núcleos de sentido que
demandan una nueva voz y un nuevo tono para ser fraseados. Asimismo, entendemos
que cada uno de ellos constituye un estadio en la dilatada trayectoria en la que queda
nuestro país. Por último, ambas formaciones discursivas remiten a formaciones sociales
275
distintas, lo que con Foucault nos permite cavilar sobre los vínculos entre poder,
discurso y sociedad.
constituye la publicación, en 1982 (pero fechado por la autora en 1981), por añadidura,
mismo constituye literalmente uno de los episodios que más tarde, hacia 1984, se
corresponde con el que editará, como capítulo noveno, en Kalpa Imperial de modo
reproducido y bajo una forma similar. Es así que este texto permite corroborar hasta qué
conocer en un medio de circulación masiva un fragmento de lo que más tarde sería una
obra definitiva.
medios y medios ilustrados así como la clase patricia a la irrupción de los “cabecitas
“grasitas” utilizada en sus discursos por Eva Perón) señala que la literatura producida
no enuncia su posición política en la superficie de los signos; es más bien una literatura
que exige un tipo de lector competente en un específico discurso previo de
confrontación cultural, cuyo conocimiento le permite hacer funcionar las retóricas de
sustitución e implicación que le presenta el texto, actualizando así los códigos positivos
ausentes (o no dichos) a partir de códigos negativos que sí están presentes y dichos en
el texto (Avellaneda, 2006: 113).
62
Nos referimos a la publicación mensual El péndulo. Segunda época. Bs. As., Ediciones de la Urraca,
1982. pp. 69-76. Ilustraciones de Sanyu. Revista dirigida por Andrés Cascioli y cuyo jefe de redacción era
Marcial Souto, ambos expertos en el tema y cultores y autores del género.
276
sentido de la violencia en curso por entonces), estamos en condiciones de afirmar que la
produce en virtud de que “quien no huye es porque no tiene nada de qué temer”, pese a
que pueda resultar sospechoso a los ojos del sistema. Quien continúa con una vida
consuetudinaria no tiene nada que ocultar a los censores ni menos aun a las autoridades.
Mercado, no hacen sino inducir a una aparente confusión: no se trata de dos direcciones
experiencia que no peligre ni haga peligrar a sus actores. Si los posibles atentados están
adelante o hacia atrás, la máquina del tiempo es la que está funcionando y no hace sino
277
simultáneo: o ya lo fue, o deberá serlo. Como vemos, ese principio de fuga por la
ademán común de no poder narrar sincrónica sino asincrónicamente lo que tienen para
decir. En verdad se trata de lo que tienen para recordar o de lo que recordarán una vez la
una descripción los procesos creativos de sus obras, Gorodischer actúa de modo
revelador de una serie de “primicias” de lo que vendrá, así como funciona como una
suerte de engranaje para atar los vectores que se articulan para centralizar su obra.
presentar; una serie de cuentos (por lo general, breves) escritos por la autora y fechados
278
al final de cada uno de ellos (oscilan entre los años 1964 a 1977, es decir que abarcan
elaborada por el ya citado Gandolfo; una bibliografía que sigue un estricto orden
cronológico de textos tanto éditos como inéditos (muchos de los cuales devendrán libros
y serán publicación con posterioridad, y otros de los cuales se diluirán en una suerte de
orden explicativo respecto de la fecha y las circunstancias en que fuera escrito, o bien
sobre su origen o el lugar que ocupa dentro de su producción o que estima ocupará
Rosario en ese entonces y escribía -y escribe y traduce, aún hasta ahora- ciencia ficción,
continuadora de esta gran invitación a difundir su obra por parte de Gandolfo, lo cierto
279
sus procesos creativos, así como la de exhibir que se trata de una escritora que se vuelve
el reportaje- un cuento que en su momento fue por ella descartado y retomado once
años después (al pie del cuento de la antología figuran dos fechas: la del primer cuento
que dio origen al segundo; las fechas son: 1966, 1977). El cuento, el último incluido en
imaginario, que deambula por universos tópicos y distópicos, amigo del alter ego de la
En una de las notas que anteceden al cuento, Gorodischer anuncia que este cuento
formará una serie que ya logra entrever y que probablemente vea la luz en un futuro
citado en la génesis de escritura del pre-texto de 1977. La lógica del libro y su estructura
prefigurado.
Otro tanto sucede con un libro en preparación que la escritora cita en el reportaje
Aleph borgiano en el cual se aloja todo lo que es fue y será en el universo. Esta
cuentos ulterior, altamente celebrado por la crítica especializada y por los cultores de la
ciencia ficción, en particular. También uno de los cuentos de ese futuro libro es
publicado en Casta luna electrónica, bajo el título homónimo de “Bajo las jubeas en
280
flor” (fechado en Rosario en 1972). Al respecto aclara la autora en la nota que precede
al texto de la antología:
En 1972 leí en una revista un artículo sobre la vida cotidiana de los presos en
una cárcel no precisamente modelo, pero tampoco excepcionalmente sórdida. Había una
foto de hombres desencajados cocinando en latas sobre fogones improvisados en un
patio de tierra. Quise escribir la historia de uno de esos hombres acuclillados pero no
sirvo para eso que se llama didácticamente y quizás adecuadamente, aunque lo dudo,
realismo. (…). De modo que escribí Bajo las jubeas en flor (Gorodischer, 1977: 55).
El cuento en cuestión, tal como figura en la antología y tal como figurará más
forma total (salvo en tres de los cuentos) en otros textos del libro Bajo las jubeas en flor
las cavilaciones, movimientos y los temblores de su escritura, entre lo que declara que
menos hasta la fecha editada. En este caso, se trata del descarte de un plan inicial, no de
siesta y con Martina”, “Seis días con Max”, y “Haber ganado el mundo entero”), sí
figura uno que será determinante para una de sus obras más celebradas. Se trata de uno
de los episodios de lo que más tarde será Kalpa Imperial (1983/1984, publicado
originalmente en dos partes). El cuento, que promedia el libro editado por Gandolfo, se
281
refiere a él como fragmento de una totalidad mayor, de una suerte de libro que narra los
episodios, “Las dos manos”, con ligeras variantes en sus redacciones. En efecto, “Las
dos manos” será el segundo episodio de la versión definitiva del libro más consagratorio
de Gorodischer, entre otros once más, Kalpa Imperial, el que más cavilaciones y
del Rif”, datado en la antología en el año 1968, fue publicado un tiempo después en el
libro Las pelucas, también de 1968. Lo curioso es que el cuento narra una suerte de
universo cerrado, donde quienes lo habitan lo hacen con una mordaza a su libertad de
persona por uno de los personajes de la trama, consiste en esa suerte de contigüidad en
la que una lectura se superpone sobre otra posible. Ese sería el rasgo inherente al
pauta de que para Gorodischer se trataba de un texto cuya situación en un libro debía ser
deliberadamente preliminar.
que se trata de una nueva dimensión en su obra. Serio y hasta dramático, “Abecedario
del Rif” se convierte en una narración “de comienzos”, en la que el encierro de quienes
282
están cautivos en una institución, no impide, simultáneamente, la solidaridad entre
pares.
mediante el cual, a tientas pero con hallazgos y consejos de colegas, Gorodischer logra
interrogada por éste respecto de cuáles son sus planes o proyectos literarios,
manifestará sin ningún tipo de reparos cuáles son sus objetivos más inmediatos en lo
Kalpa Imperial es la historia del Imperio. Ya explico en el libro que yo tampoco sé,
aunque empiezo a sospecharlo, qué imperio es, y espero que el lector se dé un buen
susto cuando lo descubra. El Ordenamiento De Lo Que Es Y Canon De Las Apariencias
es ese texto que aparece y desaparece, que se escribe y se reescribe durante gran parte
de todos mis cuentos. Además es otra cosa, es un viaje, pero eso no sé si es importante.
El viaje es la parte de honor que yo les rindo al padre Stendhal y al padre Balzac.
Trafalgar es un personaje, un personaje que yo encontré y que es tan poderoso que sé
que me voy a topar con él en cualquier momento por la calle y me va a invitar a tomar
un café. Además de eso se ha metido en un montón de cuentos y Trafalgar Medrano
está quizás él escribiendo ese libro que se llama Trafalgar (Gorodischer, 1977: 184).
su obra futura parece ser tan diferente de lo que efectivamente ha acontecido. Ello le
literaria.
283
-Génesis de escritura: de la crónica evocativa breve a la novela del presente.
El caso de Tununa Mercado
trata de una suerte de correspondencia, en la cual un texto breve, en este caso una
median aproximadamente quince años, lo que hace suponer que se trata de una suerte de
un dardo hacia otra situación de génesis de escritura mucho más focalizada, pero no
familia del protagonista: sus abuelos, sus padres, su propia familia y su descendencia.
una tonalidad semejante, también tanto pre-texto como texto final tienen en común la
Guerra Mundial y el correspondiente exilio de los sujetos sociales que los protagonizan
63
La crónica titulada “A la intemperie” está incluida en el libro En estado de memoria (Buenos Aires,
Editorial Seix Barra, 1990) en las páginas 127 a 139 y constituye esa suerte de evocación/prospección
que dará por resultado una suerte de dupla literaria marcada por la génesis de escritura.
284
hacia México. Tipos, prototipos de una tipología social en la cual la expulsión de la
patria marca, además, el derrotero de la fuga. Se trata, además, no sólo de un viaje, sino
estado de memoria, aquello que permanece, que se atesora y que se guarda como quien
ni siquiera puede aspirar a la memoire involontaire de Marcel Proust para recoger ese
eternidad, formas de la temporalidad que como un binomio, como una encrucijada sin
resolver están contiguos el uno del otro, pero uno contiene al otro. Si la eternidad
memoria parecería también remitir a otra suerte de eternidad, esta vez surcada por la
Lo cierto es que un texto acaso menor, no sólo por sus dimensiones sino por el
lugar secundario que ocupa en el libro que lo alberga, un texto que menciona al pasar
una circunstancia y un personaje casi adventicios, es recuperado muchos años más tarde
285
procura brindarlos, pero que a la vez también persiste en su intento por amplificar lo
sesgo y el visaje con que se recuper esa resaca misteriosa que se preservó.
Si lo que permanecía “en estado de memoria” era una latencia, una economía
larval, en la eternidad todas las formas estallan, todos los intentos por procurarnos la
futuro, el pasado y el presente no pueden convivir sin que el sujeto estalle, sin una
macrodimensión y llegar a una zona de los géneros que pone en correlación un pasado
quien la refiere, los documentos y los testimonios que dan cuenta de ese pasado. En el
286
médium que merced a una alianza del material recopilado y una voluntad delegada
manos un diario de viaje especialmente dramático porque teatraliza una fuga, una
pérdida y un reencuentro. Todas esas escenas son las etapas, los estadios en los que la
constelación de personajes son orquestados por la autora/narradora para dar forma a una
presente se diluye). Los enunciados que organizan el texto son, simultáneamente, una
(siempre en Tununa Mercado las fronteras entre estas dos categorías tienden a
disiparse), el montaje que la narradora pondrá en juego para narrar sin prometer. Narrar
sin una promesa no es narrar sin fe ni menos aún narrar sin arrojo. Es más bien narrar
modo que quien se compromete a narrar esa odisea o esas odiseas, honestamente no está
287
Si el diario de Sonia refiere la búsqueda de un hijo por parte de su madre en un
medio hostil y de persecución, no menos cierto es que quien narre ese episodio plagado
comprometer un reencuentro, menos aún alguien que narre esa búsqueda puede
viaje, sobre la búsqueda, sobre una búsqueda temeraria, peligrosa, intrincada, pero
también sobre una escritora, una buscadora de sentidos que, perpleja ante los materiales
tan dolorosas han sido posibles, tampoco, una vez más, es posible una promesa. Y ese
promesa de quien busca y puede o no puede hallar un destino. Destino de narrar, destino
de nombrar, destino de buscar son formas de la fe. La fe, en tiempos peligrosos, sería
dar cuenta fielmente de “lo real”, bajo la forma de ideales libertarios y de ceremonias
morales.
bajo la lógica de una pesquisa, esto es, de la persecución denodada del sentido, su
novela más reciente organiza y dosifica muy sabiamente una pluralidad de materiales
electrónicos, notas, entre muchos otros) cuya carga referencial, de otro modo, hubiera
amenazado con convertir este texto en un alegato. Avisada de este peligro, Mercado va
multiplicidad de los materiales y los vuelve legibles como totalidad. Ese ejercicio
288
mediante el cual Mercado los sutura, se logra merced a una compleja y solapada
de cohesión.
interrogados una y otra vez como los hitos de un trabajo en progreso. Así, entre los
enunciación literaria, emparienta este libro de Mercado con algunos de Andrés Rivera,
como La revolución es un sueño eterno o El farmer, por citar tan sólo dos ejemplos
interpelarnos, una vez más, en su excentricidad. ¿Cómo invocar, frente a la pulsión que
toda escritura suscita, una historia enterrada y fragmentada en muchas voces, en muchos
libro. Única, reacia una vez más a los rótulos o catalogaciones, la escritura de Mercado
relación fluida sino discontinua. Su escritura es pura renovación, puro rapto y no pide
Más bien Mercado trabaja sobre los silencios de la tradición. Frente a una historia de las
289
optimistamente las historias literarias, la textualidad de Mercado no esconde su propio
la obra de su autora. Valerosa defensora de lo pequeño (que, según ella, “no supone una
opción modesta”), munida de una captación de lo real que atiende a la variación de los
economía del detalle y de lo pequeño, sobrecogida por los intercambios y los matices
más leves, Tununa Mercado había edificado una obra de culto, admirada y preservada
textos. Mercado marcaba, en sus textos previos, una subjetividad que buscaba
diferenciarse como femenina donde el deseo (no sólo a través del obvio cultivo de la
macroscópico: dar cuenta de una historia privada (pero que en su trama condensa los
grandes conflictos de la historia europea del siglo XX), que tiene mucho de excepcional
documentos, propio del copista, del mero escriba, se suma el acto creativo del escritor
accidental de un hijo de su madre. El éxodo tiene lugar en Francia, cuando los militantes
64
Para cotejar con una versión ficcional más reciente del éxodo de una mujer de Europa Oriental hacia
América del Sur, puede leerse la novela Lejos de dónde (Bs. As., Editorial Tusquets, 2009), del escritor
290
tiempo, está enmarcada por toda la violenta y desapacible Europa de la primera mitad
del siglo XX. El desamparo, semema tan presente en otros textos de Mercado, se
actualiza no sólo en la separación de Sonia y su hijo sino, años más tarde, entre Sonia y
su esposo Robert y Sonia y su madre. Si los límites físicos que circunscriben el afecto y
personajes de Mercado es el avatar de una distancia, una distancia que los textos (sobre
todo las cartas, pero también testimonios y diarios) procurarán remediar y reparar como
anécdota secundaria de una narración de mayor relevancia: las visitas a la casa de León
Trotsky.
equivalencia y equipolencia mediante las cuales dos sistemas semióticos (y no sólo dos
lenguas) entran en contacto y en conflicto. Traductora del francés ella misma, Mercado
deambula entre varios universos significantes, cuyo resultado será, siempre, la pérdida y
el duelo que le sigue como reacción natural a ella, al tiempo que una consciencia
291
Polifónica en su registro y polisémica en su estructura, esta novela o, más propio
sería decir, esta narración, pone en relación de afinidad las situaciones traumáticas de la
para recurrir a uno de los términos de la dicotomía sémica argentina más socorrida y
fundante.
Afrontando todos los riesgos y toda la tensión que implica el narrar, Mercado
reescribe lo que sólo la intimidad puede revelar: la miseria de los piojos, las pulgas y la
Francia, de la Francia tomada por los nazis, luego del pasaje por la España franquista,
moral, de los valores y de los gestos solidarios, que permiten sobrevivir en semejante
ominosa realidad.
por una bella reparación. En todo caso, su precursión está contenida en sí misma, cada
292
uno de sus textos es generador de su propia unicidad. Ejemplo de ello es la remisión en
Yo nunca te prometí la eternidad a una obra anterior, también sobre el pasado, esta vez
su pasado: La madriguera. Mercado dice hacia el final de su novela más reciente: “El
depósito de las imágenes que junto, las que conciernen al tronco de este árbol que se
Se evoca el pasado del pasado. El pasado referido por otro pasado. Ese doble pretérito
invoca, una vez más, operaciones en abyme que no cesan y dejan una incierta sensación
apertura de la novela, hay una referencia directa a ese pre-texto, a ese texto primero,
La historia de Pedro, que conté en mi primera memoria de exilio se recortaba casi sin
modificaciones sobre el relato escuchado aquella vez en esa reunión en una casa
mexicana: la revelación traumática de ese extravío de madre y, correlativamente,
extravío de hijo, que se habían producido en una carretera de Francia en dirección hacia
el sur. Ese instante de la separación de madre e hijo en una noche que imaginaba oscura
y llena de malos presagios, una noche a la que no podía atribuirle ningún amanecer
esperanzado, puesto que la guerra estaba declarada y los alemanes ganaban territorio,
me había impresionado intensamente y había superpuesto, como si la calcara, la propia
condición de los exiliados sobre la suerte de esos perdidos en la noche (Mercado, 2005:
9).
en esa suerte de crónica del exilio. Deslizado entre el relato de, como lo dijéramos, las
293
procura retrotraer mediante la escritura algunos meses en los cuales ella y lo suyos
accedieron a la estancia del intelectual ruso. Ese espacio-museo condensaba una postura
ante “lo real” en su valencia política, y una toma de partido ante el modo como vivía el
México para los exiliados constituía un gesto de supervivencia, ciertos rituales, que
esos “turistas” o “viajeros” a allegarse a ese hogar como un emblema ideológico, resulta
se admite renegar.
mediante otras identidades y otros nombres, pero no en sus efectos ni sus proyecciones
internas, por cierto sociales, ya no privadas. Si la fuga se desdibuja y alcanza por fin el
encuentro, también esa fuga, ese desencuentro es el que Mercado y los suyos perciben al
reencontrarse con su gente y su geografía al retornar en 1986 del largo exilio mexicano,
en cuyas resonancias todavía recuperan el anterior exilio, el francés, que durara tres
años.
lo que recuerda y por ser recordado a su vez a la hora de ser reescrito en el seno de un
294
La historia de Pedro que conté en mi propia memoria de exilio se recortaba casi sin
modificaciones sobre el relato escuchado aquella vez en la reunión en una casa
mexicana: la revelación traumática de ese extravío de madre y, correlativamente,
extravío de hijo, que se habían producido en una carretera de Francia en dirección hacia
el sur. Ese instante de la separación de madre e hijo en una noche que imaginaba oscura
y llena de malos presagios, una noche en la que no podía atribuirle ningún amanecer
esperanzado, puesto que la guerra estaba declarada y los alemanes ganaban territorio,
me había impresionado intensamente y había superpuesto, como si la calcara, la propia
condición de los exiliados sobre la suerte de esos perdidos en la noche (Mercado, 2005:
9).
su novela y del impacto que la anécdota referida tendrá sobre su subjetividad. Al punto
de volver y otra vez casi obsesivamente a dicha escena de desamparo, pero también de
reparación ulterior.
La noción de inaugurar otro tipo de relación con el orden de “lo real” mediado
por una dimensión textual, no hace sino ratificar el oficio y las destrezas de Mercado,
pero también sus limitaciones. El shock que tanto los sucesos como el registro de los
acrecentamiento, sino de índole, de una nueva relación con el lenguaje, con una historia
ignorada pero que debe ser referida, casi de un modo obligatorio, como reparación,
reponiendo su rango épico y moral a una historia trágica. Ese pathos ordena la materia
desordenada de una senda al tiempo que da comienzo a una continuación de una historia
295
forma de desorden, viene a ordenar la abyección y a denunciarla, resistiendo a los
296
CAPÍTULO 8
Manuel Puig
-¿Por qué Manuel Puig? Del idiolecto al sociolecto; de la angustia de las influencias a
las amistades literarias; de la oralidad al texto oralizado: leer desde Puig.
-Narrar a Puig65
arborescente de la presente tesis, que existe un sistema de remisiones a partir del cual
diferentes y hasta, por momentos, divergentes, dialogan con la del escritor Manuel Puig.
En efecto, Puig trabajó como nadie con los elementos tenidos por más oprobiosos de la
cultura de masas (y, antes aún, de la cultura popular) por parte de la cultura letrada y la
intelectualidad oficial en la figura del mainstream, (lo hizo, claro está, siempre con
recelo y distancia, si bien con simpatía) y pretendemos sugerir que tanto en algunas de
narradoras entablan con Puig una conversación infinita que desborda los límites de “lo
65
Para un sucinto pero intenso panorama de la obra de Puig en los años sesenta remito al estudio de Alan
Pauls, Manuel Puig. La traición de Rita Hayworth. Bs. As., Editorial Hachette, 1986. Especialmente pp.
11-16. También para una cronología sobre la vida y obra de Manuel Puig en el mismo libro, breve pero
útil, al igual que la referencia al modo en que Puig ordena su sistema de escritura a partir del monólogo de
una tía que iba a demandarle unas pocas páginas y termina por expandirse hasta unas veinticinco, según
su propio testimonio.
297
literario” hacia otras zonas de la experiencia social. Propone, por el contrario, zonas de
cual se triangula una zona de la experiencia literaria matizada por las afinidades pero
contactos y distancias entre sus miembros, que no siempre son los dominantes de esa
relación. Quiero decir que no existe un “cabecilla” o una suerte de figura protagónica,
de la cual las demás serían figuras secundarias o sumisas, sino que más bien se trata de
de Puig sigue una costura invisible, que siempre estuvo allí y que sólo fue necesario que
Puig se hiciera sitio en una vindicación de lo rechazado, del “desperdicio” a que las
social que desplegaba y a los materiales siempre tributarios de un verosímil acorde con
298
producto de la imaginación social. Era necesario, entonces, y ese espacio ínsitamente
estaba allí para ser colmado por un psiquismo valiente, munirse de herramientas que
estaban a la mano y hacer de ellas una obra, en su doble acepción de texto literario y de
novelas de Manuel Puig, donde subyacen sus hallazgos que no son sino
convencionalmente organizada, tanto por quien la ejercía como por quien la leía. El
paso siguiente consistía en unir, reubicar, desplazar, apropiarse, todas operaciones que
literatura, vino a colmar. “Después del fin de la literatura”, titula Puig uno de sus
últimos textos, si no el último preparado para ser publicado. Allí realiza una apologética
ser suplantada ni por el cine ni por la televisión. Se trata, en los dos primeros casos, de
posibilidad de nutrirse de perfiles y rasgos del orden de lo simbólico que ninguna otra
forma ni audiovisual ni virtual podrán reemplazar. Puig ejemplifica esta hipótesis con
cinematográfica, no le fue dado seguir el hilo narrativo y sintió que quedaba fuera del
guión de dicho film y allí descubrió el motivo por el cual le había sucedido ese avatar.
299
Para ser comprendido cabalmente, el guión requería retroceder a escenas previas,
velozmente expuestas en la narración audiovisual. Ello podía hacerse con el texto del
guión en las manos; no con la proyección sin respiro sentado en una butaca. De este
modo, Puig defiende la lectura (la lectura de novelas en especial, en tanto admiten un
comunes que encierran la moral y la vida social, del mismo modo en que lo hacen los
clichés, portadores del sentido común y las ideas recibidas (en el sentido que Gustave
Lo cierto es que con Puig, como señala Graciela Speranza, muere la literatura o
una buena parte de ella, pero renace otra, resurge otra mirada y otra capitulación entre
signo lingüístico y signo literario. Los materiales que utiliza Puig son, por orden de
méritos, aquellos que todos parecieran descartar: las conversaciones entre comadres, la
vida banal de los pueblos, el susurro, el chisme insidioso o enjundioso, el cine como
300
biblioteca y la enciclopedia por la cinemateca y la videoteca66. Su voz no se deja oír
sino a través de otras voces, las que él eleva a la categoría de una narración hastiada de
Pero no se trata del cine de autor, del cine arte, del cine para los letrados y los
intelectuales que miran y admiran el cine como una obra probablemente incluida en un
museo de joyas y lujo artísto. Se trata, más bien, del cine de masas, o bien del que la
reproducirlas. Tan luego puede parafrasearlas como puede describirlas en una mise en
abyme.
(¿el pop art?), sublima y subsume los llamados “grandes dramas de la Humanidad” en
ley.
maquillaje, sus chafalonías, la mímica estudiada de sus pasos, son todas formas de la
visibilidad de masas que Puig entiende como un rasgo inherente a la alienación de las
66
Esta es una de las hipótesis que maneja Graciela Speranza en su libro Manuel Puig. Después del fin de
la literatura. Bs. As., Editorial Norma, 2000.
301
sociedades tardocapitalistas y que, apropiándoselas, desnaturaliza por un uso desviado.
Así, apropiarse de esos signos tan mentados y elogiados por los espectadores y tan
vituperados por los críticos culturales y cinematográficos, es resuelto por Puig en una
El folletín, la novela rosa, los teleteatros, los boleros, los tangos, los tratados
sobre sexualidad, las películas de Hollywood, los “géneros íntimos” (cartas, diarios,
apuntes) todo eso seduce a Puig y todo eso logra Puig que seduzca mediante
entiende Mijail Bajtín, dado que las jerarquías son ambivalentes y se invierte lo sagrado,
lo profano, los contornos netos y lo difuso, las categorías cerradas con las abiertas y lo
una suerte de oficio del humor, el género sexual (el feminismo en el primer caso; la
opción gay, por la otra) atraviesa los rígidos moldes de los géneros literarios.
Gorodischer coquetea con el policial como Puig hace lo propio con The Buenos Aires
Affair. El beso de la mujer araña sería el epítome de texto literario del encierro en el
cual el sexo, el género y los géneros literarios se articulan y desarticulan para componer
establecer espacios de contacto con Boquitas pintadas y las cartas-diálogo entre sus
302
Giordano, en un estudio consagrado de Puig, de 2001, titulado Manuel Puig. La
autora de Canon de alcoba renuncia a la posibilidad de “contar una historia” que, por
otro lado, no sólo no le es posible concretar sino cuyo interés tampoco atiza como un
sino inherente. Se es no sólo agente de una poética sino paciente de ejercerla según el
Al respecto, señala Mario Goloboff, que “Hablar, por eso, es mucho más que
trasladar sentidos o que comunicar mensajes; es, a la vez que dar testimonio de mi
presencia y de la existencia del otro, darle lugar: darle, también, voz” (Goloboff, 1998:
76). Así, el espacio instersticial que Puig otorga al lector es un espacio abigarrado de
voces, polifónico, donde existe una suerte de coro griego: el lector puede reconocerse en
algunos de esos lectos de grupo pero también distanciarse de alguno de ellos evocando
unidireccional del poder, que es una voz unívoca y dominante, con las voces otras
303
silenciadas, solapadas que entre susurros y secretos, entre lo prohibido y lo permisivo,
sobrevivir en un mundo que las alimenta pero que las denigra. Ese gesto inclaudicable,
en todo su proyecto creador y será una marca de autor, su firma, si es que de autor y
firma puede hablarse en una literatura o una trama discursiva de estas características.
Simultáneamente, Goloboff apunta que existe una larga tradición o genealogía (ese
Y agrega:
Resulta interesante completar las ideas vertidas por Goloboff con otras de Alicia
67
La cita de Borinsky está extraída de su artículo “Manuel Puig: Vida propia/Historias ajenas”. En: Orbe,
Juan (compilador) Autobiografía y escritura. Bs. As., Corregidor, 1994. p.p. 41-55.
304
Sin chisme, sin conversación reveladores, sin interlocución, sin locución,
pareciera que las historias fueran imposibles o inenarrables. Esta imposibilidad en las
realidad en sus novelas parece más real que el propio principio de realidad. Como si a
Puig le resultara más difícil inventar historias que ser un mero escriba, un transcriptor
de “lo real” que el artífice o hacedor de una inventio. El lexema “escriba” se opone al
En estas genealogías apuntadas por otros críticos (Ana María Zubieta, Alberto
Giordano, entre otros) se le reconoce haber indagado con suspicacia en torno de las
representaciones habituales con las que la denominada “cultura popular” y, más tarde, la
“cultura de masas” transitaba con comodidad. Puig incomoda con ellas porque las
aparentemente incontaminadas de “lo literario”. Nada menos naïf en Puig que esa
premisa.
A lo largo de toda su obra Manuel Puig subraya la acumulación de frases hechas, del
uso de refranes, la cita de guiones de cine, el artificio de la conversación. Es decir,
insiste en que el idioma es trabajo de bricolaje, con el cual armamos puentes para
transportar la materia prima del idioma de un espacio al otro (Masiello, 1998: 348).68
La crítica norteamericana alude con esta cita a las transacciones mediante las cuales el
uno se autodescubre a través del espejo del otro, sea a través de productos consumidos
68
En: Amícola, José y Speranza, Graciela. Encuentro internacional Manuel Puig. La Plata-Rosario,
Beatriz Viterbo Editora, 1998. p.p. 341-354.
305
(productos culturales) o bien productos o prácticas sociales como el diálogo entre
que por separado son residuales, en espacios como el hogar, la cocina o la sala. También
pequeñoburgués.
Existe una escena que recurre, narrada en numerosas ocasiones por el propio
de una escena mítica, en la cual, mientras se preparaba para escribir un guión que estaba
programado para ocupar tres carillas, aflora en la pluma de Puig un extenso monólogo
bajo la voz de una tía real, hostil en su pasado, con una relación recíproca de
desavenencia, que se prolonga por treinta carillas. Este desplazamiento de la órbita del
género guión cinematográfico (al cual él se encontraba abocado) a una intrusión de una
una voz y un conjunto de prácticas asociadas con ella, ratifican su capacidad de evocar
sentido del cual él se encontraba por completo por fuera. Exógeno, visitante, intruso,
Puig es ante todo un perfecto o esclarecido oyente el cual ante todo interpela y es
interpelado por un tipo de sociolecto que transpone a un idiolecto literario. Esa tía no es
persecutorio. La literatura, así, cobra la forma de una conjura pero también de una
306
conjetura, aquella que trama una voz anónima o apenas identificada, la forma de una
los ojos desvalidos de un niño en un pueblo hostil. Lo dañiño se torna prolífico y hasta
prodigioso.
seguros a la hora de hacerse escuchar. Fingen no ser escuchados y por ello hablan con la
no es referir, sino permitir, admitir que los hechos son puestos en boca de personajes
inhabituales vienen a desatar una serie de cabos, a dotar de diafanidad a una estilización
La traición de Rita Hayworth, Alan Pauls explica que en ella “abundan los secretos, las
intrigas. Se conspira, se traman estrategias: todo el texto puede leerse como un reguero
agrega que “en todas partes una culpa que debe silenciarse, un pecado que hay que
ocultar, la pequeña traición innombrable” (Pauls, 1986: 45). Aquí Pauls entrevera
307
que ocultar, por contraposición hay una interdicción que impide decir, pronunciar y
pronunciarse. Existen toda una serie de matices y moldes sociales en los que los
en la intimidad que, aún así, no está exenta de propagarse. No obstante, o pese a ello, el
chisme siempre es secreto develado, como afirma Alan Pauls. Si no se sabe de dónde
unifican en mosaicos o frescos en las novelas de Puig dibujan una suerte de jerarquías
según las cuales ciertos personajes se vuelven pasibles de ser objeto o no del
23-24). El chisme se vincula entonces con una doble faceta: en tanto que ficción
narrativa, deforma; informe, circula como un fluido inesperado y esperado a la vez, tan
308
propio de espacios de ocio o de circulación restringida como la domesticidad. Pero en
su envés, también el chisme es ante todo escucha: se escucha lo que se quiere escuchar
puiguiana, ello vincula anonimato con muerte del narrador, tantas veces invocada a la
sustrayéndose a ese costado moral en tanto que organismo y unidad de una profunda
vitalidad que tiende, en las obras literarias de Marcel Proust, Henry James, E.M. Foster
o Puig, incluso a innovar más que a ratificar un orden. El chisme no ratifica un cosmos
con los estrategas literatos: crece hasta la expansión y se encumbra como una buena
Choderlos de Laclos, Jane Austen, expuesto en cambio en las obras de Marcel Proust y
circulación empírica.
representan una obra titulada “On Cuchote”, “Susurramos”. Según Mercado, este
309
espectáculo condensa la experiencia feminista, que del susurro se expande a la esfera
Tal vez haya lugar para un ejercicio feminista poco experimentado: escuchar lo que dice
el susurro de nuevas mujeres y apostar a que la política, esa palabra plural de la
reivindicación, salga ahora de esas bocas con otros ecos y modulaciones, distintas
incluso a las del modelo que copió el feminismo (Mercado, 1994: 45).
clandestino y de “tono cautivo” de otra voz que, o bien impide decir o bien no
que roza la moral y responde a una ética en el uso del lenguaje. El susurro, según los
impuesto por la violencia de una voz silenciadora. También, a diferencia del chisme,
de varones, tanto como agentes como pacientes). Susurrar supone también matices de
volumen pero también de asunto. Ya no se trata de “temas de mujeres”, sino que puede
y sería conveniente ser apreciado y reconfigurado por voces masculinas, que escuchen
percibe en el susurro una política feminista, no menos cierto es que no se trata de una
opción sino de una defensa frente a la adversidad que pretende aplastar. Hacerse
310
escuchar sería la forma última de dejar de susurrar endogámicamente para salir al ágora
y plantarse frente a la batallas de los discursos y por los discursos. Chisme y susurro son
principio, no supone necesariamente malicia, esto es, puede estar exento de una decisión
contigüidad con él, Alan Pauls expone una hipótesis interesante. “Los capítulos orales
trata las voces como caras” (Pauls, 1986: 68). Rostro, primer plano, ícono
cinematográfico son superpuestos por Pauls con prácticas discursivas. De modo que
código audiovisual y código escrito una vez más no permanecen divorciados sino que
rostros desorbitados que Toto recorta de las estrellas del star system y las vedettes no
son sino operaciones equivalentes de dos códigos. Aquí es donde también se encuentra
otro rasgo de similitud con Angélica Gorodischer. Si Puig establece una equivalencia
Amén de atribuir a Puig el uso desviado, esto es, el uso literario, del chisme,
pueden observarse otras marcas de oralidad en sus marcas de autor. La canción popular:
el bolero, el tango, las milongas, remiten a una zona de la experiencia social en la cual
311
la voz y las voces no están mediatizadas por recursos narratológicos y, literalmente,
arte algunos de los clásicos musicales fácilmente reconocibles por el gran público, una
vez más escuchamos “voces”. Esas voces ratifican un universo semiótico que incluye de
los géneros que Puig cultivó como autor y, en ocasiones, como adaptador (también de
efecto, tanto en sus guiones de cine como en sus obras teatrales, una vez más
rango oral que Puig articula con la escritura, como si la polifonía fuera su firma de
campo literario. Las misivas de Puig, sin duda por estar dirigidas a personas de su
estricto círculo familiar, dan cuenta de una situación comunicativa sin estorbos de tipo
en la cual sin mordazas simbólicas ni semióticas el autor puede referirse a sus andanzas
cuales se vuelve receptor o emisor o bien comentarista. Sin voz y sin voces no existe la
literatura. No sólo porque no habría narrador o narradores, sino porque esos narradores
312
Si se han recuperado los epistolarios de Puig, no debemos olvidar que en algunas
Ahora bien, ¿por qué nos remitimos a Manuel Puig en una tesis doctoral sobre
dos autoras argentinas? En primer lugar porque, en lo que se refiere a Tununa Mercado,
pileta que daba Manuel Puig71. Cada brazada era una suerte de cita de una película, una
gestualidad de una diva. Todas ellas remedaban el guión de una cinemateca oculta pero
Encarnada en el soma, el cuerpo deviene signo y la mirada, una semiología de los mitos
70
Hay una alusión al motivo de uno de los exilios de Puig (que luego, por cierto, llevó una vida migrante
hasta establecerse en Cuernavaca, Méxio) en la novela Cae la noche tropical (1997, p.14). En dicha
alusión, refiriéndose al personaje de una psicoanalista de la misma novela, los personajes de las dos
hermanas ancianas dialogan sobre la persecución de intelectuales y productores culturales por parte de la
Triple A (Alianza Anticomunista Argentina, liderada por José López Rega).
71
Nos referimos al texto “No me digas adiós”, incluido en el libro La letra de lo mínimo (Rosario, Beatriz
Viterbo Editora, 1994), p.p. 59-63.
72
Manuel Puig debió exiliarse en 1974 debido a que su nombre figura en una de las “listas negras” de la
Alianza Anticomunista Argentina (Triple A). Al respecto, puede consultarse el libro de José Luis de
Diego. ¿Quién de nosotros escribirá el Facundo? Intelectuales y escritores en Argentina (1970-1986) en
el que confecciona una lista de escritores, intelectuales y críticos ligados al campo literario perseguidos
tanto por esa agrupación como, más tarde, por la dictadura militar argentina del 1976/1983. Entre ellos
figura el nombre de Manuel Puig.
313
culturales. Puig reescribe con el cuerpo escrituras cinematográficas, musicales o
su propia vida, su praxis vital se apropian, en un acto coherente, de esa poética que su
imitándolos que imitando la teatralidad de esos íconos en los films en los cuales
aparecían. Respecto de la semiología de los cuerpos, señala Gilles Deleuze que “Los
(Deleuze, 1989: 108). Cuerpo y narración, cuerpo y cita, cuerpo e intertexto, son formas
en las que Puig una vez más ratifica que “la literatura en estado puro” ha llegado a un
colapso pero no ha llegado a su fin, con un afán esperanzado. Hace falta que la literatura
se permita, y para ello hace falta que los autores se atrevan, a internarse entre los
alta cultura, para de ese modo politizar experiencias que tienden, según Adorno y
obstante resulta evidente que por contraste, por ausencia y por polarización aluden la
una a la otra, están copresentes la una en la del otro. Esa contigüidad no está dada por
similitudes sino por afinidades, por una selectiva tradición de gustos y de olfato por los
Mercado trabajará con materiales no literarios, al igual que Puig -quien sin
314
pictóricas, recuerdos, bocetos y retratos de personas que conoció y que recupera), pero
su prosa tenderá a cargar del prestigio de la enunciación literaria más densamente lírica
prima con la que Puig lo hará. Puig cita intertextos por todos reconocibles. Lo hará,
además, con una producción casi febril. Mercado medirá cada palabra antes de lanzarla
a la mano o al teclado. Puig no cesará, en una incesancia, término que utiliza Mercado
para definir la figura y la poética del autor de Boquitas pintadas. Por cierto que amén de
una afinidad personal devenida amistad, existe otra, esta vez ideológica, un territorio de
Gorodischer indicios sobre lecturas de la obra de Manuel Puig. Las afinidades, en el aire
de los tiempos, allí están, no obstante. Gorodischer también compone con el habla de la
hablando, escribe como habla, hablando escribe, escribe para poder luego hablar de lo
que ha escrito. Un ejemplo evidente de ello es la frase extraída del cuento “Una vez por
La gente, las mujeres qu’ eran las que me interesaban, entraban y salían, solas, con los
maridos, en grupos de noche, en automóvil, a pie y en tranguai.Uno no iba a parar a
algun’ al voleo para preguntarle digamé señorita, o señora, ¿usté se dedica los jueves a
robar en casa de sus amistades (Gorodischer, 1998: 47; el subrayado es nuestro).
315
En esta cita es posible identificar marcas de una transcripción del orden de lo oral a la
escritura literaria, con una particular tendencia a ratificar la acentuación coloquial del
habla.
publica un cuento, hacia 2000, en un volumen colectiva, donde diez autores argentinos
seleccionanan sus propios mejores cuentos. Se trata del cuento “Quién es Shan Coctó”.
Eso también me gusta. Que la aseguren a uno una clientela okei, que cuiden los bisnes.
Y el manqui está ol rait. Esos qe andan de cara triste son los que pegan mejor; en una
pelea los para solamente una botella rota o una bulet” (Gorodischer, 2000: 51).
O, más adelante,
Dame la pantalla, gud lac; suiti, guimmi la gudlac. Ahí va todo y tiro todo, todo.
-Gud, mai boi, ver gud” (Gorodischer, 2000: 35).
lengua oral y escrita de la lengua inglesa con la española, realizado una libre
lengua española.
Lo que sí es posible afirmar es que tanto Puig como Gorodischer mantienen una
316
serán capitales en la poética de la construcción de la obra de Gorodischer Kalpa
Imperial (que tanto para su lectorado como para la comunidad de los críticos es su
orden del relato. El texto de Gorodischer está construido a partir de susurros, rumores y
chismes, al igual que otras de sus obras, como Prodigios. Citaremos dos ejemplos de
-Se dijo que alguien lo había sorprendido tratando de entrar en el palacio y lo había
matado, no se sabe quién, sólo alguien. Se dijo que alguien lo había matado. Se dijo que
otro alguien, no digo quién, que era su amigo, le avisó a tiempo y así él pudo escapar.
Se dijo que él mismo se había matado. Se dijo que no se había matado y erraba por los
campos y los montes: muchas gentes dijeron haberlo visto disfrazado de pastor o de
mendigo o de monje, y en más de una ciudad se mató a pedradas a algún inocente que
jamás había soñado con ser Emperador y nada tenía que que ver con la familia de los
Hevrontes (Gorodischer, 1983: 68).
que el Emperador era rubio, era moreno, era alto, era un enano, era gordo, era magro,
era calvo, tenía una larga cabellera, era enjuto, era un atleta, era viejo, era joven”
(Gorodischer, 1977: 105). Es posible ratificar el rasgo contradictorio en que las distintas
contracciones, en tanto que cada rumor es desmentido o suplantado por otro igualmente
factible. Otro ejemplo de la misma novela alude a uno de los Emperadores del Imperio:
317
“El Borénide gobernó muchos años, y como fue un hombre excepcional, muchos dicen
que fue el peor Emperador que ocupó el trono y otros tantos dicen que fue el peor
Emperador y que ninguno puede compararse” (Gorodischer, 1983: 112). Como vemos,
como un texto inestable, conflictivo desde el punto de vista de su discurso total, más
que hace a los hechos acaecidos en la Historia del Imperio, contribuye a afectar con la
cual la certeza no existe, en tanto quien refiere las hazañas y miserias del Imperios es un
provisoriedad que no da pie a la autoridad de una versión por sobre otras posibles. Y
allí, tal vez, estriba su riqueza. En este punto, se radicaliza su relación con Puig. En la
novelas y sus cuentos una zona enigmática de la experiencia narrativa y su asunto que
jamás se explicita pero que es una función del texto, una suerte de figuración
asfixiantes, tanto Puig como Gorodischer jerarquizan zonas de la experiencia social con
las que la tradición literaria no establecía puentes sino, por el contrario, la confinaba a
318
párrafo condescendiente bajo la forma estilizada de un diálogo. Pero escribir la oralidad
oralidad, una práctica letrada que suele ser autorreferencial, que suele autorrepresentarse
y que, por lo mismo, cuando encuentra a un extranjero entre los pliegues de su factura,
procura condenarlo al ostracismo. Una práctica que, en su misma oralidad, porta figuras
del encierro como los lugares comunes, los clichés, las ideas recibidas y toda forma
desviado lo hace situarse en esa zona de la constelación discursiva, entre otras posibles
pero descartadas.
Gustavo Vulcano y Ana María Zubieta, en la cual la oralidad, por cierto de modo bien
distinto, se vería en una puesta en escena en las novelas en cuestión. Cortázar, Arlt,
sociolectos o lectos de grupo, antes acalladas por la cultura oficial. Tal el caso de
Roberto Arlt en el sentido de reconfigurar voces canallescas producto del hibridaje entre
modernidad del siglo XX. Se podría agregar a esta serie la lengua del tango, de la
como la de Nicolás Olivari, Raúl González Tuñón y Juan Gelman, al menos en algunos
de sus textos.
319
Julio Cortázar sería incluido en esta serie fundamentalmente por la época
pugna pero aliados a la vez, que, bajo opciones estéticas y constructivas, trazan
sostiene que una tradición “Es una versión del pasado que se pretende conectar con el
setenta, puede leerse como un intertexto social respecto de los discursos sociales que
algunos núcleos de sentido respecto del feminismo, los roles de género, discusiones en
torno de la militancia y la lucha armada de los setenta. Todo ello entreverado con
relaciones amorosas y una narración paralela, en la cual una suerte de texto de ficción
73
Para un pormenorizado estudio sobre El beso de la mujer araña, remito al minucioso estudio de José
Amícola Manuel Puig o la tela que atrapa al lector. Bs. As., Editorial Grupo Editor Latinoamericano,
Colección Temas, 1992. Aquí Amícola indaga en dicha novela desde parámetros de la recepción social de
la obra de Manuel Puig y las contrucciones de ficciones contestatarias. También remito al libro de Alberto
Giordano. Manuel Puig. La conversación infinita. Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 2001.
320
científica se articula con el resto del discurso novelístico. Para Williams, lo que
creadores en el seno de su cultura, estén dentro de su país o fuera de él. Afirmar que
selectiva, nos faculta para leer en el mapa de sus textos no sólo correspondencias, sino
política de los géneros, los roles de género, los movimientos de liberación sexual, el
política y la sociedad de tu tiempo. Todo ello contribuye a afirmar que sus obras se
organizan según una tradición selectiva que no sólo construyen sino decontruyen.
321
III. CONCLUSIONES GENERALES
322
Estimamos que la presente tesis doctoral, luego de una fructífera y fecunda labor
asesoramiento crítico del director y la co-directora tanto como la misma labor científica
investigación que tuviera como punto de partida nuestro plan de trabajo. En tal sentido,
otras posibles líneas de investigación: siempre quedan abiertas sendas para proseguir,
323
autoras o a problemas planteados según las perspectivas epistemológicas elegidas.
Suerte de crucigrama que se interna en sus propios pliegues, los desarrollos teórico-
críticos se articulan, concurren, sin responder a una demanda interna o externa, que
Un primer asedio a la obra de las autoras abordadas, acaso el más epidérmico, estribe
en el cómputo de las obras tanto éditas cuanto inéditas producidas y publicadas por
Gorodischer y Mercado, al menos de las que está al tanto quien esto escribe. Se trata de
eventual versión édita, confiere a quien los produce una suerte de ritmo, de marcha, de
compás, de pulso de trabajo que, en este caso, contempla una suerte de bipolaridad. Si
de sus textos por el formato libro. Ello no supone una actividad menos tensa o intensa
en cuanto a sus cavilaciones, la dimensión de los conflictos que las motivan o que de
324
vez haya atentado contra una sistematicidad en la escritura de textos, una metarreflexión
pragmática que teórica, menos densa que ligera, por momentos incluso más confusa y
variables donde los espejos se distorsionan al ponerlos uno frente al otro, en lo atinente
escueta dimensión de una obra, en el marco de sendos proyectos creadores. Tal vez,
diverso pero que no trastorna jamás la lógica de los argumentos nítidos o los narradores
325
diegéticos o extradiegéticos. Tampoco resulta contradictoria su propuesta y su apuesta
punto de vista de los géneros literarios nos permite concluir que ambas autoras
del “gusto” del mercado (así como de sus fórmulas más estereotipadas, más socorridas y
que, por supuesto, las investiría de agentes del “sentido común”) y desafían las
así llamado pensamiento doxológico, según la noción establecida por Roland Barthes.
autora modifica las estructuras a partir de atravesar la categoría de los géneros literarios
novedosa en el panorama de las letras, más aún de las argentinas. Otro autor (también
analizado en esta tesis) como Manuel Puig, también la ha ejercido en sus textos. Pero no
por ello dejaremos de hacerla notar, en especial en lo que hace a la torsión peculiar que
Gorodischer ejerce sobre los signos y los códigos sociales. Corroe los signos más
connotando que designando y, por otro lado, estableciendo nuevas formas de repensarse
326
en relación con la tradición de la escritura de mujeres, en general, y feministas, en
de lado otras fronteras. En este sentido, elaborará, como decíamos, textos claramente
innovadores, en los cuales el espacio simbólico que la mujer estaba llamada a ocupar en
tiende a producir estallidos y discontinuidades. Así, podemos decir que sus textos
representaciones sociales que invitan a reconsiderar la relación entre los sexos al igual
las mujeres, y sobre ellas, amén de sus propios prólogos y ensayos éditos); en palabras
largo de su poética sienta las bases implícitas, mayormente, para una fundamentación
327
un proyecto creador tenga estatuto de capacidad de existir y potencialidad emergente se
selectiva” no sólo en la que se sustenta sino en las que proyecta y subtiende hacia la
prospección de otros proyectos creadores ajenos. Nos referimos a que su obra organiza
sentidos, coagula ideologías y trama tipologías textuales de modo corrosivo, en las que
inspiración.
Su opción por los “géneros menores” (policial, ciencia ficción, fantasy, gótico) tal
como eventuales o provisorios pero no incontestables. También habla a las claras del
modo en que una intervención literaria puede, de modo potente, demarcar nuevos
omitidas por la ley de los géneros y su lógica. Podemos ver entonces cómo la ficción se
hace cargo de llamar la atención sobre los procesos de canonización así como sobre los
producción simbólica de la mujer mexicana. Lo que equivale a decir que es una batalla
por el poder del discurso, por el poder de actuar simbólicamente, por el poder de
hacerse escuchar y hacer escuchar otras propuestas afines. Por el poder de interpelar y
ser interpelada por una igual frente a las construcciones de género masculinas. También,
328
Gorodischer será una clara exponente tanto del feminismo de la igualdad, atento a una
relación más equitativa de asignación de derechos entre varones y mujeres, como del
ficcional que se apodere de los signos y los politice, en tanto será fuertemente opositiva
a un tipo de lenguaje hegemónico instaurado por los varones. Una larga historia de
vuelven una rara avis en el panorama de las letras argentinas y también mundiales. Su
trabajo, a partir de los “géneros íntimos o menores” (Catelli, 1994), revela un proyecto
rígidas y taxonomías, “verdades” designadas por ambas autoras como una suerte de
329
“literatura autobiográfica”, “ficción autobiográfica” o “autoficción”. Si como explica
insistiendo sobre su fundamento y propone, a cambio, una resistencia que es, a nuestro
lectura, reticente a las lecturas de la crítica literaria, su obra evidentemente disiente con
la que circula habitualmente, así como practica una suerte de corte en relación con las
poéticas hegemónicas y cuestiona las bases mismas del modo narrativo: fábula,
discurso, narrador, narratario, entre otras categorías. Asume el vértigo de narrar a partir
de escribir bajo su égida o su tradición, aún selectiva, aún producto de una invención.
Lo cierto es que tanto una autora como otra, merced a su operaciones escriturarias, se
sino también internacionales, dentro de las cuales las presentes encuentran una suerte de
imperceptible (al tiempo que, por ello mismo, poderoso), la de Gorodischer se erige en
330
También, “micro” y “macro” definen la índole de sendas poéticas. Amplificar y
Proust, ambas son representativas del telescopio y del microscopio, en el sentido de una
lente con una perspectiva longitudinal otra perspectiva que radicaliza su profundidad.
La postura frente al género sexual o los géneros sexuales nos pone una vez más ante
(y ella subraya en varios textos que quiere construir su historia junto a los varones y que
éstos son para ella objetos de adoración, al tiempo que la marcan en tanto que ser
generizado), buscará formas de contacto donde el deseo pauta los encuentros y, por lo
tanto, donde una reconciliación (y, por lo tanto, una forma de utopismo social de
género) son posibles. Pero Mercado, atenta a los condicionamientos más sutiles del
de nuestra sexualidad. Así, concluirá Mercado, una fantasía sexual, para que sea
(esto es, ser heterosexual) y ser dual (los triángulos, aún la figura del tercero ausente en
331
Tanto Gorodischer como Mercado buscarán autodesignar al sexo femenino a través
de Simone de Beauvoir. Allí, la escritora francesa había establecido que la mujer era “lo
Otro” para el hombre, por lo tanto, era degradada y temida, al mismo tiempo. Dicha
alteridad, por cierto cabalmente historizada por la filósofa y escritora francesa, era
universalizada en su trabajo, más que matizada por contextos o bien por gramáticas
derechos inalienables a todas las mujeres, más allá de etnias, clases sociales, opción
la experiencia del goce y del placer (escribiendo, por ejemplo, textos eróticos pero
también atentas a una poética que instaura el erotismo en el acto mismo de la escritura y
campo literario con que revisan el estatuto de la mujer en la sociedad, supone la revisión
332
culturales aquí estudiadas. Sistema de sexo/género al que se incita a deconstruir y a una
homónimo, editado en 1983 con notables variaciones pero similar título, nos permite
1975 ya estaba en el “aire de los tiempos” la idea del poder como fuente de corrupción
de los sujetos, así como la evidencia de su malestar. Más que un don, el poder se vuelve
su género en la sociedad patriarcal, aún en pleno siglo XX y XXI, es sin duda menos
como productora cultural recién encuentra sus primeras posiciones hacia fines del siglo
333
suficientemente firme como para consolidarse sin una permanente invención de nuevos
espacios, lo que importa una descarga de energía y de uso de estrategias que ocasionan
su gesto de inscripción, información del pasado que estaba ocluida. Para Gorodischer,
han manifestado su repudio y lo han vivido dentro o fuera del país con extrema condena
inflingió en ella o en los suyos (y en otras víctimas), Mercado elige la mirada del que
daño moral que desencadena el físico. Gorodischer, por el contrario, produjo durante
esa etapa aciaga de nuestra Historia una serie de textos altamente connotativos y
invención de formaciones discursivas en las que la “cultura del miedo” y una serie de
sememas ligados con la amenaza eran y son puestos de manifiesto, en tanto gozan de
vigencia.
334
La hermeneusis de una sociogénesis de escritura permite cotejar dos formas de
los pre-textos: ese “andar a tientas” hasta lograr el estadio final de la publicación
definitiva viene antecedido por una sucesiva y previa publicación o bien de adelantos de
tales textos breves a un texto mayor (estructura macrotextual) del cual forman parte de
como antagónicas.
mucho más pudoroso y escatima a los lectores y lectoras sus borradores, la “cocina de la
Ambas, una vez más, nos sorprenden: una, Gorodischer, por su voracidad de narrar
Es posible observar, finalmente, dos paradigmas creativos disímiles: uno que trabaja
cambio, ligado con la experiencia del pasado, intensamente restrospectivo, que más que
inventa, a su modo, el pasado, porque elige un punto de vista para narrarlo y recorta una
335
serie de escenas sobre una totalidad imposible de ser recuperada como tal. Recordar y
sentido también sus poéticas se tocan. Se trata de dos proyectos críticos, qué duda cabe,
que no adscriben al statu quo cultural, sino que más bien lo desafían, lo fuerzan, lo
provocan y lo cuestionan, revisando sus formas más represivas, más dolorosas, ligadas
que sujetos.
escriben sendos libros de cuentos; ambas los redactan y publican hacia fines de la
década del sesenta; ambas son premiadas por sus textos), así como zonas más difusas
términos de Pierre Bourdieu. Toda su obra (a excepción quizás de las novelas Prodigios
y Kalpa Imperial) será un largo y provechoso esfuerzo por borrar la nitidez en que la
escrita o, si se prefiere, del código escrito por absorber las notas características de la
oralidad. Esta falsa ilusión, esa prestidigitación de estar ante la escucha de un texto
poético más que ante la lectura de un texto de Angélica Gorodischer es un rasgo que la
mayoría de sus lectores y críticos han procedido a señalar (también, como lo viéramos,
336
es un mecanismo narratológico que la aproxima por afinidad a la del escritor argentino
Manuel Puig). En primer lugar, se trata de un gesto escriturario que avecina, ahonda, el
narrador y un narratario afines a dicha lógica. En segundo lugar, ese acortamiento de las
fuerte sensación mimética, de verosimilitud, entre los narradores de sus historias y los
lectores de las mismas. Como puede imaginarse, el lector implícito de una obra de este
junto a Tununa Mercado y a la escritura de sendos textos sobre el autor argentino. Uno
conocimiento personal con Mercado sino por lo que Mercado lee en Puig de sí misma.
hablantes, sin diálogos pero con las marcas de la oralidad manifiestas. También la obra
Para concluir, podríamos afirmar que ambas autoras tienen en común aquello que las
distancia, aquello que las define pero no las vuelve afines. Aquello que articula sus
337
antecedentes y precursoras, ambas no escatiman esfuerzos a la hora de teorizar y
cuerpos, discursos represivos sobre el uso abrumador o escueto de la palabra (que exige
una dicción standard pero no una hiperbólica o una lacónica), textos que irrumpen
Contra todos estos paradigmas represivos sendas obras toman partido y edifican
padecimiento humano, con el dolor y a favor de lo que, con sencillez pero pericia,
sendas.
338
IV. BIBLIOGRAFÍA
339
Bibliografía de las autoras estudiadas y sobre ellas
-Cuentos con soldados. (cuentos) Rosario, Ediciones Club del Orden, 1965.
-Bajo las jubeas en flor. (cuentos) Bs. As., Ediciones de la Flor, 1973.
*Reeditado como Las jubeas en flor. Bs. As., Ed. Libros de la Araucaria, 2005.
*Reeditado por Editorial La Página (diario Página/12). Bs. As., Colección literatura
-Kalpa Imperial. Libro I: La casa del poder. (novela).Editorial Minotauro, Bs. As.,
1983a.
*Reeditado (edición corregida y aumentada) por Daniel Dinsmann Editor, Bs. As.,
1997.
340
-Kalpa Imperial. Libro II. El imperio más vasto. (novela).Bs. As., Editorial Minotauro,
1984.
*Traducido al inglés como Kalpa Imperial. The greatest empire that never was.
-Las repúblicas. (cuentos). Bs. As., Ediciones de la Flor, Bs. As., 1991.
Rosario, 1994b.
-La noche del inocente. (novela). Bs. As., Editorial Emecé, 1996.
-Historia de mi madre. Bs. As., Editorial Emecé. Colección Cruz del Sur, 2004a.
-Cien Islas (ensayos, conferencias, reseñas). Editorial Fundación Ross, Rosario, 2004b.
-Tumba de jaguares (novela). Bs. As., Editorial Emecé, Colección Cruz del Sur, 2005.
-A la tarde, cuando llueve (artículos críticos y conferencias). Bs. As., Editorial Emecé,
2007.
341
-Tres colores (novela). Bs. As., Editorial Emecé, 2008.
-La cámara oscura (cuentos). Bs. As., Editorial Emecé, Colección Cruz del Sur, 2009.
Nota: Según declaraciones muy recientes de Angélica Gorodischer a quien esto escribe,
Feminaria.
-VVAA. Locas por la cocina. (parodia de los libros de cocina).Bs. As., Editorial Biblos,
1997.
Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, Bs. As., junio de 2000. p.p. 63-67.
-VV.AA. No somos perfectas. Mori Ponsowy Editora. Bs. As., Editorial de Nuevo
342
3.-Antologías compiladas por Angélica Gorodischer
Kupchik.
Avon con la Mujer en las Letras). Edición y Prólogo de Angélica Gorodischer. Bs. As.,
-Gorodischer, Angélica (comp.).El tiempo y la palabra. Desde el siglo III hasta el XX.
-“Jano en Capri”. En: VVAA. La mujer. Bs. As., Editorial Jorge Álvarez, 1966. pp. 63-
79.
-“La morada del hombre”. En: Los argentinos en la luna. Eduardo Goligorsky (comp.).
343
-“Retrato del emperador”. En: VVAA. Los cuentistas de Rosario. Rosario, Ediciones La
-“Los embriones del violeta”. En: Los universos vislumbrados. Antología de la ciencia
ficción argentina. Prólogo y notas de Elvio Gandolfo. Bs. As., Editorial Andrómeda,
-“Bajo las jubeas en flor”. En: VVAA. La ciencia ficción en Argentina. Antología
crítica. Souto Marcial (comp.). Bs. As., EUDEBA, 1985. pp. 69-94.
Introducción de Augusto Uribe. Prólogo de Sergio Gaut vel Hartman. pp. 259-298.
-“Decadencia y caída, resurrección y destino de la muy honesta y fiel villa del Rosario”.
En: Santa Fe. Las provincias y su literatura. Antología. Bs. As., Ediciones Colihue,
-“La pera irremediable” (en coautoría con Guillermo Boido). En: Historia de la fragua.
Introducción de Pablo Capanna. Bs. As., Ultramar Editores, 1988. pp. 17-27.
-“Sensatez del círculo”. En: Ciencia ficción argentina. Antología de cuentos. Selección
-“Bajo el techo conyugal no quiere decir sobre el lecho conyugal”. En: VVAA. Cuentos
para el segundo nivel. Ediciones Colihue. Bs. As., 1991. Selección, introducción y
hispanoamericanos. José María Ferrero (comp.). Bs. As. Editorial Huemul, 1993. pp.
121-123.
344
-“Los propósitos del cazador”. En: VVAA. Violencia II. Visiones Femeninas. Selección
y prólogo de Cristina Siscar. Bs. As. Ediciones del Instituto Movilizador de Fondos
-“A la luz de la casta luna electrónica”. En: VVAA. Lo fantástico. Cuentos de realidad
e imaginación. Selección y prólogo de Horacio Moreno. Bs. As., Ediciones del Instituto
-“La perfecta casada”. En: VVAA. Selección y prólogo de Mempo Giardinelli. La otra
realidad. Cuentistas de todos los rincones del país. Bs. As., Ediciones Desde la Gente.
-“La lucha de la familia González por un mundo mejor”. En: VVAA. El cuento
argentino de ciencia ficción. Edición de Pablo Capanna. Bs. As., Editorial Nuevo Siglo.
Biblioteca de la Cultura Argentina. Dirigida por Pedro Luis Barcia. 1995. pp. 92-120.
-“Onomatopeya del ojo silencioso”. En: VVAA. Breve antología de ciencia ficción. Bs.
-“Los frutos del árbol de la vida”. En: VVAA. En el tren. Cuentos y relatos. Selección y
prólogo de Marta Rodil. Bs. As. Ediciones del Instituto Movilizador de Fondos
-“Las luces del puerto de Waalwijt vistas del otro lado del mar”. En: VVAA. Cuentos
argentinos. Antología para gente joven. Editorial Alfaguara, Bs. As., 1997. pp. 65-69.
-“El beguén”. En: VVAA. Cuentos policiales argentinos. Selección y prólogo de Jorge
-“Camino al Sur”. En: VVAA. 25 cuentos argentinos del siglo XX. (Una antología
definitiva). Edición de Héctor Libertella. Bs. As. Editorial Perfil, 1997. p.p. 179-188.
345
-“De navegantes”. En: VVAA. El cuento hispanoamericano en el siglo XX. Volumen
III. Edición de Fernando Burgos. Madrid, Editorial Castalia, Colección Clásicos, 1997.
pp. 286-311.
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381
VI. ANEXOS
382
ANEXOS
Tal como fuera puesto en evidencia en distintos núcleos de sentido de nuestra tesis,
hemos incorporado a ella dos entrevistas inéditas que realizáramos a Angélica
Gorodischer y otra igualmente inédita realizada a Tununa Mercado. Como es posible
advertir en dicho corpus inédito, precisamente Gorodischer se explaya hiperbólicamente
en sus respuestas, confiriendo a su oralidad una marca de autora en la cual la
argumentación guiada por preguntas y cuestionarios previos da cuenta de su capacidad
de desplegar su propia subjetividad mediante una suerte de hipérbole por aumento.
También de desenmascarar lo mecanismos de represión social, la institucionalidad
social, sirviéndose del recurso del humor y el desenfado.
Por el contrario, Tununa Mercado, más económica pero más densa en significados
sociales y disciplinarios, con su acostumbrado laconismo, responde a las preguntas con
cierta parquedad y mediante una hipérbole por disminución, esto es, llevando al
paroxismo una entrevista en ocasiones con preguntas más extensas que sus respuestas.
Ambas manifiestan entonces en estos textos una arista más del ya mentado gesto
equivalente: cuantitativamente aumentar o cuantitativamente disminuir la esencia
misma de la génesis de textos, argumentos e informaciones, así como estructuras
psíquicas. Casos ambos en los que se evidencia una exageración por disimularse,
encubrirse por detrás de lo mínimo, o bien de imponer la propia palabra mediante la
vehemencia y la elocuencia.
383
ANEXO I. Entrevista inédita a la escritora Tununa Mercado
natal. Vivió en Francia y estuvo exiliada en México durante la última dictadura militar
problematizar el orden de “lo real” (por así nombrar esa categoría) a través de
correspondencias y atracciones entre unas y otros. ¿Podría ser ésta una posible
definición de uno de los rasgos tu poética? ¿Por qué otorgas tanta importancia a la
T.M.: Hay una palabra “démarche” que dice en francés lo que no llega a decir “gestión”
ven los efectos de esas “sensaciones y percepciones” que mencionas y que descubres.
384
A.F: ¿Tienes esa misma percepción en tu vida cotidiana? ¿La escritura “literaria” sería
T.M.: Todos tenemos momentos privilegiados de atención, más o menos intensos. Los
traslado directo. Las cosas hablan, dejarlas decir es tornarlas productivas para cualquier
tarea. Piden una escucha atenta, que pueda atesorarlas y darles forma.
propia obra? ¿Podrías, por ejemplo, referirnos alguno de esos momentos de dicha o de
T.M.: Más que a la condición de escritor o artista lo que llamas hallazgos aparecen en
esa distinción que lo caracteriza sería un bien común de los seres humanos. El paso
anterior a desear darle forma. En cuanto a mí, lo real me asedia, me seduce y llega a
impositivo que me mantiene atenta, perturbada a veces, y al que trato de dar respuesta.
T.M.: La música es central. Escucho, no toco. Tengo que imponerme para no dejarme
ganar por ella de manera exclusiva. Un maestro ha abierto mis oídos y mi comprensión.
Escucho mejor, me entrego más plenamente. Soy hacendosa: me gusta dibujar y sé tejer
gobelino en un telar de alto lizo. Y, ya en otro orden, el principal, afectivo, veo gente,
385
salgo, hago de comer para amigos, me gusta la conversación y quiero reírme, reírme
mucho.
A.F.: ¿De qué manera la música te sustrae de la escritura, al igual que el dibujo?
realizaciones?
T.M.: No tengo ansiedad por escribir pero me doy cuenta de que eso es lo que tendría
que tener: ansiedad para poder hacerlo. Desperdicio mis capacidades si es que las tengo.
En cuanto a las labores de mano: son recursos para la fuga. Quienes las hacen saben
hasta qué punto uno se puede ir del mundo y volar a las esferas.
qué piensas que has incorporado o recreado esta forma compositiva de invención,
tramada bajo la forma de una poética, en la que lo vivido es procesado a través del
despegarme y ver desde otro sitio lo que he hecho, pero fuera de mí, como si ese objeto
A.F.: Cuando me refería al término “naturalizado” quería sintetizar una forma algo
lineal y, por qué no decirlo, simplista de leer tus textos desatendiendo otras aristas
cierto, sientes que tus textos no solo absorben la experiencia de las percepciones y
remiten al pasado? ¿Hay otras zonas de la escritura desde su misma génesis a las que
386
T.M.: Escribo sobre ciertos procesos que no son “memoriosos”. Pero no puedo negar
que lo hago desde un acopio que se fue armando con el tiempo. Conocimientos que se
fueron decantando sin que me diera cuenta y prácticas que ya son instrumentales. Sobre
la escritura misma, sobre textos de escritores, sobre obras de artistas plásticos, sobre
A.F.: Decías en un texto de Narrar después que durante muchos años habías
propias de las novelas que se apilan en los escaparates de las librerías: fábulas, tramas,
las manos. ¿Cuándo llegó el momento en que asumiste tu propia índole escrituraria, en
T.M.: Desde que comencé a escribir hice lo que podía hacer de manera espontánea. No
creo haber sido una rupturista. Y si alguna vez me preocupó no poder responder a las
brindaban los libros, los textos literarios en sus componentes más estables y ese “resto”
que les solicitabas y que terminó confiriéndote un espacio de enunciación propio. ¿Ese
presencia semiótica?
T.M.: Es tan personal el gesto con que se escribe que se puede estar inmerso en medio
de una abigarrada fauna de escrituras sin padecer la comparación con ellas. Es cierto
que siempre hay un deslinde. Con quienes se come, con quienes se comparte el duelo o
la fiesta, quienes son los pares dentro de ese mundo que hace valer sus intensidades y
sus valores. Pero el espacio de enunciación propio no surgió del descontento frente a lo
387
estable o el “resto”. ¿Quién puede saber de dónde sale su modo, contra quien establece
su manera?
ciencias humanas (en especial del psicoanálisis, la lingüística y la teoría literaria) pero
enciclopedista, sino más bien a través de una prosa compleja que incluye esos saberes
premeditado esta trabajo con los recursos de las ciencias sociales y su borramiento o te
parece inherente a toda prosa de escritor? ¿Sos conciente de redactar una prosa “densa”?
soy y en lo que hago. El tejido es denso tal vez por esa acumulación-decantación. No sé
con esfuerzo.
A.F.: Pero evidentemente la densidad de tu escritura literaria absorbe esos saberes para
después borrarlos, como una forma de ocultamiento, tal vez, de procesamiento literario.
¿Se trata de un modo de leer, un modo de percibir el discurso teórico mediado y atenta
siempre a no abandonar lo estético en el mejor sentido del término, esto es, en su valor
T.M.: Con esas palabras que me complacen y gratifican pareces haber encontrado la
involuntaria inocencia. El tuyo es un notable acierto crítico que celebro. Pocas veces se
388
A.F.: ¿Qué malentendidos pueden surgir con la crítica literaria a partir de que tu obra es
lectura que se estereotipa en lugar común, del tipo “escritora feminista”, “escritora de la
memoria o del exilio”, “resistente ante la dictadura”? ¿Cómo haces para sortear estos
asedios?
T.M.: Soy agradecida. No busco los malentendidos. Más bien me sorprende que mis
A.F.: ¿Cómo sientes la página o la pantalla a la hora de escribir? ¿Como un vacío, como
un silencio, como un lienzo en blanco? Una vez que escribes las primeras líneas ¿el
T.M.:Tengo un trato elusivo con el espacio en blanco. Sé que tengo que escribir, pero
me aparto; cualquier excusa me sirve para huir. Sin embargo, confío que en algún
momento podré quebrar la “fobia” sin demasiado dramatismo. Cuando esto sucede,
escribo “como quien no quiere la cosa”, sigilosamente para no espantar, con la certeza
sentido más obvio y convencional del término sino en un sentido más lato relativo a lo
libidinal, la pulsión de vida. ¿En qué medida tu vivencia de lo simbólico bajo la forma
Mercado: En el pensar.
A.F.: ¿En qué sentido “en el pensar” ¿en el sentido de la libertad, de la experiencia del
fluir del pensamiento sin trabas ni encausamiento de tiempos ?¿Podrías ampliar un poco
389
T.M.: La peor condición para desear es “la mente en blanco”. Pensar es alimentar ese
resplandor apenas insinuado, darle cuerpo, hacer de él una urgencia insoslayable, girar
A.F.: Tu escritura sintetiza dos búsquedas que por lo general no se dan unidas en un
A.F.: Muchos de tus libros están armados bajo la forma de la recopilación de textos
pero a la que respondes con holgura. No obstante, se trata de textos muy virtuosos, que
podrían haberse escrito sin el pedido, como señalas en las contratapas. ¿Qué diferencia
hay, si es que puedes establecer alguna, entre los textos escritos por demanda de
mío. De hecho, siempre hay un pedido, alguien que quiere ser escrito y reclama que yo
A.F.: Si “La letra de lo mínimo” condensa –según lo has escrito- tu forma de percibir,
simbolizar y habitar el mundo ¿Podrías contarnos en qué consiste esa forma de atender
al mundo?
T.M.: No hace mucho tiempo, acaso apenas unos meses me di cuenta de que lo que
390
discernir, atender a todo. Es demencial, porque tendría que tener otra vida para cubrir la
demanda. Tal vez siempre fue así, pero ahora parece que respondo al tipo que se
aconseja para las “personas mayores”: estar atento, interrogarse, inquietarse por lo que
A.F.: ¿Quieres decir que no está circundada por “mandatos” relativos a una “vida de
T.M.: No quisiera ser drástica. Me creas o no, nunca podría haber pensado para mí una
“vida de escritora”. Esa vida viene por añadidura y no sé cuáles son sus atributos. No
critico a quienes tracen para sí una carrera literaria y la cumplan. Pero no me veo en esa
A.F.: ¿Qué pasa con tu último libro, Yo nunca te prometí la eternidad, que sin dejar de
inteligibilidad en tu obra, más macroscópico además de más extenso? ¿Con esta última
T.M.: Fue un compromiso mayor. Tenía que aproximar esa curiosidad a la verdad
histórica, al conocimiento de los diversos órdenes que iban a desplegarse para contar
unas vidas que habían transcurrido en el éxodo, la guerra, la cárcel, los campos. Tuve
que leer, mirar fotos, hablar con testigos, viajar. La curiosidad funcionó a pleno.
A.F.: Fue entonces en verdad proceso de búsqueda, de una intensidad emotiva muy
fuerte, en la que te viste comprometida desde muchos ángulos del trabajo intelectual,
391
Encontraba un libro, aparecía alguien que me hablaba de otro, alguien más me contaba
una experiencia personal. Como si los datos hubieran estado esperándome en la antesala
llevó a recorrer muchos libros, muchos idiomas, muchos países y muchos testimonios y
T.M.: La génesis está contada en el texto mismo. Está más allá de mis fuerzas contarlo
de nuevo.
A.F.: ¿Dónde y a qué hora del día te gusta sentarte a escribir? ¿Tienes rituales asociados
obstinadamente?
T.M.: Tengo un estudio en la planta baja del edificio donde vivo. En tres metros
cuadrados -con un entrepiso- caben los instrumentos: una radio, la computadora, un atril
suscita aún peores merodeos que la pantalla virgen. Doy vueltas en ese espacio. De
llegado la hora de pasar de una política a una poética. ¿Podrías desarrollar esa idea?
T.M.: Pasar a una poética… No volveré a leer ese texto. Improviso: sería llegar desde
una concepción política feminista sostenida por una lucha y una acción, a un discurso
pleno, que hubiera atravesado la militancia para llegar a la crítica. Y, desde luego, a la
creación de otros mundos concebidos desde ese lugar. Una mirada hacia un horizonte
392
ANEXO II. Entrevistas inéditas a Angélica Gorodischer. Por Adrián Ferrero.
“Yo siempre fui centrífuga”. Entrevista a Angélica Gorodischer. Por Adrián Ferrero.21
de Julio de 2010
contacto con algún fluido, colores, objetos lo seres animados. ¿Cuáles han sido esos
que en la vida de toda escritora, probablemente en la vida de todo escritor también pero
no estoy muy segura, que en la vida de toda escritora hay dos cosas fundamentales que
presentes durante toda mi infancia, la soledad y los libros. En cuanto a detalles como los
que mencionás, sí, hay olores, colores, pequeños duendes que están ahí todavía: el olor
cuero y a colonia inglesa en casa de mis tías, el aroma de la lantana violeta que crecía en
baño de la casa de mis primeros años; el color granate del sombrero de una mujer que
cruzó la calle Juncal un día de sol. Esto último es algo que he usado varias veces. Yo era
muy pero muy chiquita, y esa mujer allá abajo, porque vivíamos en un cuarto piso,
cruzó la calle, pasó de la sombra a la luz y el sombrero fue como un punto de oro, algo
que yo no sabía ni sé por qué, quedó allí, incrustado en mi memoria, tanto que parece
haber sucedido ayer nomás. El olor a talco y a colonia también ha aparecido alguna vez
393
en alguna parte. Y, claro, el olor a papel, a cuero, a goma de pegar que sale de un libro
mis textos.
A.F.:¿Qué tipo de relación has establecido entre experiencia vivida y textos ficcionales
a lo largo de tu vida? Me refiero a que los primeros textos que escribiste, aparentemente
ciencia ficción o de anticipación. Más tarde hubo en tu obra libros como Historia de mi
A.G.: Mucha gente empieza escribiendo textos autobiográficos, cosa que no está mal ni
bien: depende de la calidad del texto. Yo siempre fui centrífuga: cuanto más lejos en el
tiempo y en el espacio, mejor. Sin ataduras, quiero decir. Eso, la libertad de inventar fue
lo que me tentó para escribir cf. Me parecía que así la libertad era más completa.
Macanas, en verdad. Con el tiempo y la práctica aprendí que la libertad era la misma se
y dolerme o alegrarme y utilizar eso para cumplir con la palabra. Sin querer, como en
todas y todos quienes escriben, la vida propia se mete por las grietas y los intersticios y
por trabajar a favor. De allí, del aprendizaje y de la confianza ganada, surgió Historia de
A.F.: ¿Sentís que esos textos autobiográficos, que por cierto en tu vida han sido escasos
(hay sin embargo otros más breves, además de entrevistas, claro está) te situaron frente
A.G.: Y, sí, claro, aunque creo que eso siempre sucede. Mi recuerdo de otros años pasa
394
especie. Yo digo: ahí no invento nada. Bueno, eso es lo que yo me creo, pero tengo la
sensación de que si confrontara ese recuerdo con el recuerdo de otra persona que estaba
presente cuando “eso” sucedió, me asombraría de su versión de las cosas. Acordate del
“Rashomon” de Kurosawa. Por otra parte hay además, cierto, una diferencia. Para
escribir ese texto autobiográfico sólo tuve que apretarme la nariz, hundirme en la marea,
bucear y elegir lo que me gustaba entre todo lo que iba encontrando. Para inventar, el
buceo es más rápido y más superficial. Para inventar basta con alargar el oído y prestar
atención a las voces del mundo. El mundo habla. Todo habla: el alma de las cosas habla.
Hay gente que no hace caso de esas voces. Escuchan otros ruidos. Esas gentes nunca
van a escribir. Y lo bien que hacen porque si no les importan las voces del mundo, ¿a
qué esforzarse? Oyen otras cosas y me parece perfecto porque eso suele llamarse
A.F.: En una entrevista que hicimos aludías al hecho de que escribiendo ciencia ficción
y al haber leído antes algunas obras capitales de ese género, habías sentido una enorme
libertad, que eras capaz de expresarte sin corset. Pero más tarde atenuaste esa opinión
aseverando que sentías que ese vuelo imaginativo podía ser ejercido desde otros
A.G.: Sí, es más o menos lo que te decía recién. Lo que pasa es que la ciencia ficción te
desconocido y lo imposible. Ahí estás, solo ante cualquier cosa que inventes. Claro, con
que la vida, las relaciones interpersonales, la gente, el mundo, el universo, todo está
Funes (Funes es un pueblito de acá cerca en donde hay quintas y casas de fin de
395
semana) es un viaje intergaláctico y un barrio es un imperio que reíte de “La Guerra de
las Galaxias”. Todo se inventa en la narrativa, y nada es inventado. En alguna parte está
que una puede escribir ciencia ficción o terror o realismo sucio o tragedias de cinco
actos en alejandrinos heroicos. El encanto y el mérito del texto está en otra parte. El
muchas cosas, el estar atenta a la crianza de tus hijos, un trabajo fijo con horarios.
¿Sentís que eso funcionó de algún modo para que te sumergieras en la escritura en esos
intersticios libres más intensamente?¿Cómo es ahora que estás consagrada casi por
completo a la literatura? ¿Sentís que hay tanto más para decir y con menos tensión?
A.G.: ¡Pero por supuesto! Escribir y al mismo tiempo tener marido, casa, hijos y un
trabajo fuera de casa, era abrumador. Una se las arregla, claro. Se las arregla porque
siente ese fervor sin el cual es imposible escribir. Pero era terrible. Ahora soy una
bacana. Tengo tiempo y lugar, cosas ambas de las que carecía en aquellos años. No me
arrepiento: yo quería todo, hijos, marido, casa, una familia y escribir. A los tumbos, a
los ponchazos, como se pudiera, pero lo conseguí y a veces, cuando me doy permiso,
A.F.: Siguiendo con esta idea de los tiempos y en especial los tiempos que lograbas
hacer coincidir entre una demanda interior de escribir y una posibilidad real de ejercerla,
¿surgían conflictos en vos misma? ¿Experimentabas algún tipo de malestar? ¿Cómo era
esa sensación que podía ser incómoda o resignada por aceptar, al menos a regañadientes
A.G.: Ay, eso nos pasa a todas las mujeres que rompemos con los roles estipulados por
una sociedad que los naturaliza. Es “natural” que una mujer quiera una familia, que se
396
case, que tenga críos y que se dedique a su hogar, a sus niños, a la cocina, etcétera
etcétera. Bueno, no quiero. Natural, un corno a la vela. No hay nada natural. O mejor,
esposa, madre, ama de casa, y con el tiempo adosé “abuela”. Es jodido pero se puede.
¿Culpa? Todas la sentimos, con respecto a los chicos o al marido a veces; con respecto a
la escritura otras veces. Hay que aprender a vivir con eso. Con eso y con los idiotas que
te dicen “Claro, vos escribís (o vas a congresos, o publicás) porque tu marido te deja”.
da risa, y lo que contesto es algo que no debe decir una señora bien educada como yo,
padece un estilo de vida más pacífico y sin sobresaltos, pero también a que cosas que
nutren como la convivencia familiar con marido, hijos y nietos por opción o no, no
A.G.: Sí, pero de un modo un poco solapado, subrepticio, no invisible pero casi, y que,
vos disculpame, pero no me interesa dilucidar. Una sola vez, un solo detalle, en
hija que para colmo tiene mellizas. Y en otras oportunidades puede ser, seguro que es,
A: F.: ¿A partir de qué momento sentiste que tu vida de escritora era una profesión
397
autopercepción, en la de tus seres queridos y tu medio, y en la escritura misma que
cultivabas?
A.G.: Yo supe desde los siete años que iba a ser escritora. Después viene la vida y te da
con el fierro en la cabeza y tenés que ir a la escuela (tuve que suspender mi educación
para empezar a ir a la escuela, como dijo Bernard Shaw), crecer, elegir una carrera,
pelearte con tu mamá, con tu papá, con tus tías y con tu madrina, tener novios, ir a la
universidad, trabajar y etcétera. Pero la seguridad de que yo iba a ser escritora no fue
algo que desapareciera con el tiempo, al contrario. No escribía pero leía leía leía, y no
sabía que con eso de la lectura omnívora, compulsiva, obsesiva, ya estaba escribiendo:
estaba almacenando escritura. Hasta que un día, ya con los chicos yendo a la primaria,
tenés que empezar ya ya ya”. Y empecé y todo fue muy rápido, más de lo que yo
pensaba que sería. Gané un concurso, otro, me envalentoné, me encontré con editores
generosos (Daniel Divinsky, Paco Porrúa, Jorge Sánchez) que deben haber pensado “Y
bué, muy buena no es pero quizás algún día escriba algo que valga la pena”, y como era
otro libro y otro y otro y así. A mi familia le gustó la cosa. Goro se sentía bastante
orgulloso y a los chicos les encantaba que sus maestras me invitaran a hablar en sus
resentidos puede ser, cuando yo viajaba muy seguido a Buenos Aires o al extranjero,
pero eso pasó pronto. No debe haber sido muy traumático porque a veces me cargan con
ese motivo.
A.F.: Si bien escribiste más que nada libros de narrativa, muchos de ciencia ficción, de
398
congresos, en los cuales la experiencia ficcional se replegaba y lo que primaba era el
A.G.: Sí, algunos porque tengo tantos que no sabría en cuántos volúmenes ponerlos. No
fue una experiencia traumática ni molesta ni nada de eso. Soy, me parece, más yo
cuando doy una conferencia o escribo un artículo o una ponencia o esas cosas, que
licenciada ni nada, y como odio la solemnidad, las palabras difíciles, los razonamientos
intrincados, me siento absolutamente libre para decir lo que se me ocurre con las
palabras que me vienen a la boca o a los dedos. Y eso, que parece tan simple e ingenuo,
tiene un éxito inesperado. De ahí que hablen de mi sentido del humor. Pero no,
caramba, lo que yo hago es hablar o escribir como si estuviera sentada a la mesa del
café charlando con mi vecina de la otra cuadra. Es fantástico. Cuando escribo narrativa
tengo que tomar distancia (ya te dije algo al respecto, ¿no?) y soy menos yo. Parece que
toda pero toda, está construida alrededor de la escritura y entonces, ¿por qué
A.F.: Pensaba, dado que estamos hablando de escritura, cuál fue tu primer texto
publicado, tu sensación y la de los tuyos al asistir a esa escena iniciática, y qué pensás
que fundó como experiencia ulterior a tu carrera profesional. ¿Sentís un continuum entre
estética sino a imagen o autoimagen de escritora. ¿Te sentís más segura y más satisfecha
con tu trabajo o seguís experimentando desafío como esa “primera vez”? Tal vez, por
399
A.G.: El primer texto que me publicaron fue un cuentito que no me acuerdo de cómo se
llamaba, en la revista “Claudia”. Qué emoción, aia, qué emoción. Pero se me pasó
premio–edición de libro del Club del Orden de Santa Fe. Con lo cual mi autoestima
subió hasta las nubes y sentí que yo era Cervantes y Shakespeare juntos. También se me
pasó enseguida, por suerte. Pero te voy a decir que me parece (por lo menos a mí me
pasa) que hay que tener la estima a varios metros sobre el nivel del mar para ponerse a
escribir por ejemplo una novela. No viene mal. ¿Te sentís un genio? Bueno, loca, escribí
como un genio, dale, vamos. No lo vas a lograr, pero es saludable. Y para la otra parte
de tu pregunta: no, no hay continuum., Aquélla y ésta son dos personas distintas, dos
A.F.: ¿En cuál de tus libros sentís que hay más calidad literaria? ¿Por qué? ¿O esa
sensación ha ido variando? ¿Tus lectores en generalk coinciden con esos juicios tuyos?
A.G.: No sé. Sé cuáles me gustan más, aunque a todos los amo. Me gustan más
Prodigios, Kalpa Imperial y Tumba de Jaguares. Prodigios porque fue escrito a fuerza
porque logré pintar todo un mundo. Tumba de Jaguares porque tiene una estructura
atractiva y difícil. Lo que piensan mis lectores es un misterio. Que piensen lo que
escribiendo como Isabel Allende, God forbid. O peor, como Paulo Coelho. Una escribe
400
A.F.: En general ¿los libros que deseás escribir se ajustan a su resultado final o sentís
que ese producto que concluís no te deja del todo satisfecha? ¿Podrías darnos algún
ejemplo?
A.G.: Termino un libro y pienso (durante cinco minutos) que es lo más grande que se ha
digo “no está mal”. Y como ya tengo otra cosa en proyecto, dejo de darle bola, lo
mando a la editorial y que se arreglen ellos. Un tiempo después lo tengo entre las manos
A.F.: ¿Sentís que tu obra tiene algunas constantes que retornan una y otra vez? ¿Las
percibís vos desde una demanda interior de redactarlas y escribirlas o te lo han señalado
A.G.: No. A todo eso la respuesta es no. ¿Sabés lo que pasa? A mí me gusta cambiar los
han resistido más que otros a ser escritos. ¿Cuáles han sido? ¿Cómo has resuelto esa
dificultad? ¿Los has postergado y pasado a otro proyecto, o por el contrario, ejercido
una persistencia tozuda en resolver los problemas que debías afrontar con ellos?
A.G.: Cada texto tiene sus dificultades, malditos sean. Pero nunca renuncié a uno,
nunca lo pospuse por otro. Cuando escribo una novela, por ejemplo, ese texto potencia
otro que ya ya ya tengo guardado para después. Pero no dejo el que estoy escribiendo.
Sea como sea, sale: lo sigo, lo sueño, lo vivo y en algún momento lo horneo y lo saco
401
A.F.: ¿Hay una o más frases de cabecera que recuerdes o quisieras traer a colación y te
han servido a la hora de escribir y pensás pueden ser útiles para alguien que escribe o
A.G.: Las hay, claro. Por ejemplo: “Todo sirve”. Además: “No se escribe con la pasión
sino con el recuerdo de la pasión”. Debe haber otras pero en este momento no las
recuerdo.
-Entrevista inédita a Angélica Gorodischer. “La fama es puro cuento”. Por Adrián
Ferrero. 6 de octubre de 2010.
como intelectual o, si preferís, como escritora de ficción. Por ejemplo, ¿a qué escuelas
fuiste? ¿Te gustaba la escuela o alguna asignatura en particular? Algo de todo eso está
Había allí una directora muy piola y progre. Entré directamente a primero superior
porque ya había tenido maestras en casa (horror: no hay nada peor que ponerle maestras
en casa a una nena solitaria y tímida) y sabía leer y escribir y hacer cuentas. Cuando
llegué a la escuela no sabía lo que era eso, no entendía nada y para colmo ya era una
lectora desaforada y sabía muchísimas cosas que ni mis compañeras ni las practicantes
402
adquiere o se pretende que adquieran los alumnos y las alumnas, se diseñan para ellos,
A.G.: Ninguna diferencia. Era una escuela buenísima, educación pública que en ese
momento era una garantía. Todavía hoy aprovecho lo que aprendí en esa escuela.
A.F.: ¿Sentías que en la escuela se podía jugar, pasarla bien, además de tener notas en
los boletines?
A.G.: Sí, la pasaba bien. Tenía un grupo de amigas, aprendía, jugaba, improvisábamos
mejor. Fui abanderada, claro, y en ese momento ser mala alumna era una vergüenza y
ser buena alumna no era un baldón, al contrario. Mis viejos no tuvieron que ir nunca a la
escuela a hablar por mí. Por otra parte nadie se sentaba a mi lado para ayudarme a hacer
A.F.: ¿Estudiaste idiomas en instituciones? Tal vez esta preguntaba se encadene con
toda la serie de viajes al exterior que realizaste a lo largo de tu vida como invitada,
después con alumnas del profesorado. Me fue muy bien. En cuanto al francés, lo había
oído hablar a menudo en mi casa. Tuve un abuelo francés y mi madre y mis tías
hablaban en francés a cada rato. Pero, ya casada y con chicos me dije “tengo que
y me hice los ocho años corridos. Puedo además leer, aunque con ciertas dificultades, en
italiano y en portugués.
A.F.: El estudio de esos idiomas en instituciones ¿Se produjo antes o después de haber
403
A.G.: El inglés desde chica. El francés coexistió con la escritura. Siempre les digo a los
principiantes que si una quiere escribir hay que aprender uno o mejor dos idiomas aparte
del propio. Cuando una puede apreciar el mérito de un escrito en otro idioma, el
A.F.: La traducción de tu obra a otros idiomas. ¿Supuso para vos algún tipo de cambio
A.F.: Esos estudios de idiomas que habías realizado en academias o en la escuela ¿Te
sirvieron a la hora de viajar? ¿O sentís que “tuviste que aprender otro idioma” por
A.G.: Sí, claro que me sirvieron y me sirven. En junio estuvimos con Goro en Israel y
A.F.: Me preguntaba, como ves, algo similar respecto de los libros y tus lecturas. Vos
leés en gran medida en los idiomas originales, utilizás citas para encabezar tus libros en
esas lenguas originales. De modo que esta pregunta o reflexión vendría como a insistir
en la anterior. ¿Pensás que leés de otra manera la literatura en tu idioma gracias a haber
A.G.: Por supuesto. Creo que dije algo de eso hace un par de preguntas.
A.F.: ¿Qué sentís que aporta a un o una hablante de lengua española el conocimiento de
otras lenguas? ¿Una mirada, otra, distinta, quizás extrañada, sobre la propia, donde la
de leer tus propios textos traducidos a otros idiomas, sobre todo el traducido por Ursula
404
A.F.: Y, sí. Creo que el conocimiento de otros idiomas es fundamental para quien
quiere escribir. Los idiomas se potencian. Son como los helechos: los ponés juntos y
crecen mejor.
A.F.: Cuando comenzás escribiendo esa ciencia ficción que marca tu primera etapa
como narradora, se editan numerosas antologías de ese género en las que vos participás.
Pensaba por ejemplo en esa estupenda antología Los universos vislumbrados, que me
has mencionado a menudo. Volviendo a este punto, tu vinculación con esos círculos ¿se
A.G.: La ciencia–ficción tiene sus fans y su fandom (su reino), pero yo nunca participé
gente que escribía cf porque no sabían nada pero nada aparte de la cf. No tenían idea ni
A.F.: Desde el punto de vista de la escritura ¿qué sentís que te aportó la ciencia ficción,
sea en su producción como narradora tanto como lectora? ¿Hay una huella o marca de
A.G.: Sí, la cf deja una marca, siempre. Nunca pude deshacerme (ni interés que tengo)
de la vertiente científica y/o metafísica que aparece en el texto. Por eso me disgustan
tanto las “novelas de la vida real” que se quedan en la vida real. Voy en busca de la cosa
405
hacia otras zonas de la ficción tuvo que ver con esa idea o simplemente te deslizaste
yo escribía: todo. La cf toda ella estaba agotada y la prueba está en que después de los
grandes (Le Guin, Dick, Cordwainer Smith, etc) no hay un autor o una autora que valga
A.F.: ¿Ese corrimiento de la ciencia ficción hacia otros espacios y géneros ficcionales
respondió a una suerte de temor a ser encasillada o a una evolución ideológica o estética
eso. Si los hubo ¿qué tipo de experiencias te condujeron hacia esas nuevas zonas de la
experiencia literaria?
A.F.:¿Qué textos de ciencia ficción te parecen capitales del siglo XX y XXI para darse
una idea general o introductoria del género? Me refiero a qué textos marcarías como
importantes para alguien que desea empezar a familiarizarse con este género.
A.G.: Toda la obra de Úrsula Le Guin, toda la obra de Philip Dick, toda la obra de
A.F.: La circulación de tus textos por ámbitos donde se escribía ciencia ficción ¿qué
tipo de debates o preguntas pensás que contribuía a producir en esos ámbitos, si eras
cosciente de eso? Tal vez te hacían preguntas o comentarios sobre tu obra comparándola
con la de otro un otros autores o autoras. ¿Eso te hizo reflexionar sobre tus lecturas?
406
A.G.: No. En realidad no tengo la menor idea. Una vez que termino un libro, chau. Lo
A.F.: ¿En qué sentido sentías, en cambio, viéndolo ahora retrospectivamente, resultaba
limitativo ese género? ¿O no lo vivías como limitativo? Si después se produce todo ese
A.G.: No, al contrario, no lo vivía como limitativo sino como posibilidad de libertad
absoluta.
A.F.: ¿Sentís que en algún texto has podido unir, atar cabos, entre tu producción de
feminismo?
A.G.: Sí, cuando por fin pude erigir el andamio ideológico del feminismo, eso infiltró
A.F. Tanto como la ciencia ficción también has escrito textos de otro orden, como
policiales, por ejemplo. ¿Cómo surge ese libro aparentemente homogéneo titulado
de ciencia ficción y en los policiales? ¿Sentís en ambos que hay reglas que pueden y
deben ser respetadas y otras que pueden ser transgredidas? Tal vez, en cambio,
reflexión teórica en manos de quienes saben manejarla. Los libros de cuentos se hacen a
mis espaldas. Cómo triunfar en la vida fue naciendo así, un cuento a propósito de algo,
407
otro cuento que tenía en un cajón, un tercero que se me ocurrió vaya a saber por qué, y
de repente había un libro entero porque todos esos cuentos tenían algo en común. Ignoro
absoluta y totalmente las reglas que hay que respetar en los distintos géneros. Y creo
que eso es saludable porque las reglas no sirven para nada a la hora de escribir narrativa.
A.F.: ¿Cómo ha sido tu experiencia en lo que hace a las publicaciones? Has publicado
traducciones, en fin… Pensaba si cada editorial no habría algún tipo de espacio a partir
del cual seguir creando, proseguir en el sendero de tu escritura con mayor o menos
libertad.
A.G.: Publiqué en varias editoriales. La verdad es que tuve suerte: encontré editores
gente de Emecé con Mercedes Guiraldes a la cabeza. Hace mucho que publico con
Emecé. En todas partes encontré entera libertad para lo que fuera, decir lo que se me
antojara, entregar en la fecha que se me diera la gana, pelear los anticipos, en fin,
siempre me he sentido muy cómoda con mis editores, de acá o del extranjero.
A.F.: El público, los lectores y lectoras que te han leído ¿sentís que ya forman una
suerte de grupo que te respalda en cada nuevo libro que producís? ¿O lo sentís como un
público que, en cambio, hay que conquistar, que te exige dar de vos lo mejor y, por lo
tanto, una suerte de figura que opera desde la exigencia o las expectativas?
pensar en los que la van a leer, sonamos. Se escribe para escribir. Si alguien quiere
ganar plata con lo que escribe, entonces sí, que piense en el público y lo que a los
lectores les gustaría. Va a terminar escribiendo como Marcela Serrano o como Paulo
Coelho, pero bueno, cada uno sabrá. De vez en cuando alguien se acerca o me escribe
408
para decirme cuánto le gustan mis escritos o los críticos hacen el elogio de lo mío. Todo
eso está muy bien, es muy satisfactorio, pero no hay que creérselo porque si te lo creés
estás frito.
A.F.: ¿Qué rol han jugado en tu vida el otorgamiento de premios, becas y distinciones?
¿Podrías mencionar los más importantes de ellos y qué significaron para vos tanto en tu
figura y tu obra?
A.G.: Nada. No significan nada. Es una satisfacción, un poco de orgullo durante una
semana o diez días y nada más. Me interesaron más las becas que los premios. Con una
beca hay posibilidades de ensanchar los horizontes. Con un premio lo único que lográs
de un diario.
A.F.: ¿Hay libros tuyos que hayas escrito pero no publicado? ¿O cuentos que hayas
escritura?
A.G.: No. No tengo nada salvo lo que estoy escribiendo ahora. Tiré a la basura mis dos
primeras novelas porque eran más malas que pegarle a la madre. Pero eso era de
esperar. Cuando empezás una actividad, lo más seguro es que lo hagas torpemente y
después de mucha práctica empieces a hacerlo cada vez mejor. Lo que no sirve, no
sirve. Y lo tiro. No lo tiro si hay alguna esperanza pero si veo que no anda, a otra cosa.
A.F.: Una vez que uno ha publicado tanto como vos, que ha llevado una vida tan intensa
consagrada al arte y desde planos y perspectivas tan plurales ¿Sentís que es más o
A.G.: Más o menos libre no sé. Pero más segura sí. Y más contenta.
409
A.F.: ¿Qué significó para vos el abrir con tu discurso inaugural la Feria del Libro, del
Autor al Lector, del año 2007? Viene a ser como una especie de momento culminante,
de instante que se guarda como una postal o una fotografía para vos y los tuyos.
A.G.: No, no, no exageremos. Fue muy agradable, me gustó mucho hacerlo, me gustó
que me eligieran pero nada más. Ni me acuerdo de eso. Y por supuesto que ni me voy a
acordar. Me acuerdo de mis libros, cómo me gustó escribirlos, cuál es el que más amo,
y todo eso, pero las críticas, las loas, las becas, las distinciones, minga. Hay que dejar de
lado todo el oropel porque si no se te arruina lo que escribís. Es malo estar pendiente de
lo que irá a pasar con tu texto. Lo único válido es lo que una siente y sabe con respecto
a ese texto. ¿Era esto lo que yo quería decir y como lo quería decir? Sí. Bueno, entonces
está bien, y lo que digan los demás me ne frega. ¿No era así como yo lo había pensado?
Bueno, entonces corregí, reescribí, volvé a corregir, volvé a reescribir siete, diez, veinte
veces hasta conseguirlo. Eso es lo único válido. Lo otro es puro cuento. La fama es
puro cuento.
410
ANEXO III. Ensayos inéditos gentilmente cedidos por la escritora Angélica
Gorodischer para figurar en la presente tesis como material documental.
que ocupa en la sociedad aquél o aquélla que se dedica a escribir. Es más: hubo una
época en la que el tema era obligatorio. No se podía hablar de literatura o de arte sin
tocarlo. Fue cuando Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir andaban por los cafés de
Hoy somos un poco más sensatos, no en todo pero por lo menos en esos
detalles. Todavía andamos por los cafés pero las cosas que nos preguntamos son otras, y
las respuestas, creo, son más sencillas. Hablando de literatura que es en el fondo (y en la
superficie también) mi tema, quiero recordar que Umberto Eco dice que todo texto
literario es “una máquina para producir mundos posibles”. ¿No es una maravilla de
411
ingenuidad cuando a los siete años y ya decidida a llegar a ser escritora, dictaminé no
para los mundos sino para mí misma, que escribir narrativa era contarle a la gente cosas
maravillosas. Crear mundos, contar maravillas, todo en uno. Vamos a ver si podemos
experiencia cotidiana, es el mundo que lo que se llama “novela de la vida real” copia,
aunque con la salvedad de que en ella se retratan cosas que no les sucedieron nunca a
gentes que no existieron jamás. Esas son inevitables “diferencias” con el mundo que
entonces tenemos
donde también escriben los escritores y las escritoras, que se produce según Wolfganf
Iser “a través de la pérdida de realidad sufrida por esas experiencias que han sido
creer, existe y actúa. Según sus adherentes, la Tierra no es una esfera azul verde y
dorada que gira en el espacio sino que es un plano que no sé muy bien cómo se sostiene
pero ahí está. Es decir, todo es como es en el mundo primario, pero no, porque hay una
experiencia que lo define como secundario: la Tierra es plana. La teoría tendrá sus
Otro ejemplo concreto es cierta calle de Rosario que durante bastantes años
412
sino que además saqué fotografías de esas pocas cuadras que iban más o menos desde
Pasco hasta 27 de Febrero. Pero, ay, en las fotografías no se veían los dos universos,
cosa que era evidente si una pasaba por esas cuadras a pie y hasta en auto o en
había algo, una sola cosa, que lo convertía en mundo secundario, esa pedazo de calle
En el texto pasa lo mismo. Cuando hay algo que falla o que es absolutamente
secundario. Hay una novela en la que todo en el mundo es tal cual lo conocemos, salvo
un detalle: la gente tiene alas y vuela. Está maravillosamente escrita de modo que tiene
una verosimilitud interna impecable. ¿Qué quiere decir esto? Que nos la creemos.
Sabemos perfectamente que la gente no vuela pero también sabemos que en ese lugar la
permiten, son los más atractivos. En caso de que nos aposentemos en los mundos
terciarios tenemos que hacer un esfuerzo, tenemos que colaborar con la autora o el
autor, tenemos que suspender la incredulidad y transitar por esos lugares alternativos
También es cierto que en todos los casos, siempre que se lee, se establece un
pacto entre el lector y el autor o la autora. Todas y todos queremos que nos cuenten
413
cuentos: es uno de los deseos básicos de la persona humana. Y es gracias a ese deseo
que existen la narrativa, el cine, las leyendas, los Beatles, Mme Butterfly, los circos y
las historietas. Quien quiere leer dice: “Contame un cuento”. Quien escribe dice: “Te
voy a contar algo, pero vos me vas a tener que creer”. Quien lee dice: “Te voy a creer”.
primera página, desde la primera nota, desde la primera imagen. Alguien me cuenta algo
y yo le creo.
O, como dice Harold Bloom que no es uno de los amores de mi vida pero que
suele decir cosas estupendas: “La escritura mala es toda igual, la buena escritura es de
A decir verdad, a mí las novelas de la vida real, las de los lugares que están en
mundos primarios, me interesan muy poco a menos que se trate de Balzac, de Proust o
de alguno de esos gigantes que logran a fuerza de lenguaje, que el mundo previsible y
este mundo que habitamos, son los lugares que conocemos y frecuentamos en “Emma
Zunz” o en “La intrusa” por ejemplo; pero es un mundo secundario en el que en algún
lugar algo nos hace perder pie en “La muerte y la brújula” o “El jardín de senderos que
¿Qué nos enseña todo esto? Que los lugares no son una mera acotación a la
lugar o en estos lugares. Y que son el punto de partida para una honda reflexión sobre
414
nosotros mismos. Si alguna aseveración no despierta preguntas, es que se trata de un
para pensar, nos damos cuenta de que el lugar está íntimamente asociado a la palabra. Y
la palabra, señoras y señores, es lo que nos hace humanos. Es cierto que hay animales
que tienen capacidad de mensaje: los delfines, los elefantes, los perros, los gatos, quizá
que el lugar, los lugares se convirtieron en el, en uno de los fundamentos de hacerse,
estamos marcando la importancia del lugar. Estamos en este mundo, no en otro sitio: en
el mundo. Podríamos estar fuera, cerca, lejos, encima, debajo, sobre, dentro, contra, y
Hace cientos de miles de años los hijos y los nietos de Lucy abandonaron África.
Lucy se quedó allá, en donde los arqueólogos del siglo XX encontraron su cuerpo casi
intacto, y déjenme de paso decirles que me fascina eso de saber que todas, todos
descendemos de ella, de la primera madre… que era negra. Eso es maravilloso: cuando
Bueno, África todavía está ahí. Aunque sepamos que los continentes se han
movido, también sabemos que eso fue mucho antes de la aparición de esos extraños
seres que no tenían pelos ni plumas (en fin, algo de pelo tenían pero plumas no) y que
andaban erguidos en dos patas. Y que hablaban. Tenían palabra. Eso lo sabemos porque
llevaban cuencos, cuchillos, pieles para abrigarse y porque enterraban a sus muertos. Y
no se puede hacer esas cosas sin comunicación entre los individuos de un grupo. Ciertos
monos pueden aprender a usar una rama para bajar una banana que está allá arriba en la
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palmera, pero ninguno de ellos puede decirle a otro “Ché loco, busquemos una rama
podemos averiguar qué sintieron al irse. ¿Urgencia? ¿Por qué? El hambre tal vez.
Demasiados animales feroces que les comían las crías. Otro grupo humano que les
palabra exilio. De exsilire (latín), saltar afuera. “Saltar afuera” tiene algo de repentino y
algo de obligatorio. No es una decisión tomada en paz. De pronto hay que irse y todos
saltan afuera del lugar en el que estaban. Covarrubias no consigna la palabra “exilio”.
Corominas sí, y dice que aparece en los años 1220 más o menos, pero que hasta 1939 se
usa poco el término. Cosa bastante razonable si pensamos en los sucesos de 1939. De
por los continentes, nacieron generaciones y generaciones que lucharon contra el clima,
contra las enfermedades, contra los monstruos de tierra, agua y aire, y también ya,
descendientes de Lucy. Pero sobrevivieron entre otras cosas porque podían designar,
nombrar los lugares que recorrían o en los que se asentaban. Eran más débiles que
muchos de los animales que los atacaban. No tenían garras ni tentáculos ni colas
escamosas ni colmillos poderosos como otros seres que poblaban los lugares que iban
atravesando. Pero podían decir cosas como aquí, allá, ahí, adelante, atrás, arriba, abajo,
etcétera.
“Saber el nombre, decir la palabra, es poseer el ser o crear la cosa”, dice Marcel
Granet. Cuando aquellos primeros seres humanos dijeron “aquí”, crearon el lugar, se
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apoderaron de la tierra, el aire, los árboles, el agua que corría o la montaña que se
elevaba en el horizonte. El mundo les pertenecía. Y les pertenecía porque podían decir
la palabra, inventar o averiguar el nombre. A este respecto Robert Kaplan se hace una
pregunta fundamental: “¿No tenemos todos la antigua sensación de que para que algo
seres que pudieron decir la palabra aquí, nacieron en otros puntales de los adverbios de
lugar, Viena y San Petersburgo, Shanghai y Brasilia, Nueva York y Estambul. Y que
cada lugar tiene su impronta y sus ceremonias y sus colores y sus músicas y sus
leyendas de origen y sus, digámoslo así, sus dueños narrativos: Praga tiene a Kafka,
irreal, o si pudiera describirse todo él a partir de esas apariencias mínimas con las que
nos topamos todos los días, no existirían, no tendrían para qué existir ni las ciencias ni
las artes. Pero existen, están ahí y nos ayudan a reflexionar sobre nosotros mismos, nos
ayudan tanto a subsistir como a, por lo que parece, tratar de destruir todo lo que nos
rodea. Desgraciadamente puede que lleguemos a lograrlo en cuyo caso nos quedaremos
cómo preguntarnos por la palabra adecuada, no tendremos lugares para nosotros ni para
nuestros hijos, como los tuvo Lucy; no tendremos lugar para los malvones, ni para los
filósofos, ni para los soles, ni para los animalitos tibios que nos hacen compañía, ni para
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las canciones, ni para los carneros que se asan en la playa a la orilla de un mar en el que
asentados en este mundo que es real e irreal, que es primario y absurdo, que es acogedor
y malévolo, el nido cálido en el que nació Lucy y en el que nos debatimos día a día en
busca de algo que en la mayoría de los casos no sabemos qué es y que oscila entre un
segundo de dicha y una vida entera de sentido. ¿La paz? ¿La felicidad? ¿La
inmortalidad? ¿La gloria? ¿La sabiduría? Sea lo que fuere y alcancemos o no lo que nos
proponemos, hemos inventado algo que a veces nos consuela. Otras veces lo
de la seguridad de que por descreídos que seamos, algo existe, inexplicable, aterrador y
tentador, algo en lo que han incursionado gentes muy sabias y muy serias que nos
charla.
realidad suele carecer de imaginación y que por eso, quienes la conservan y la atesoran
han inventado nuevos lugares, nuevos espacios geográficos donde coexisten lo evidente
mucho más interesante que Calcuta, que Caerleon a orillas del río Usk es enormemente
más civilizada que Nueva York o París, que ni Somalía ni Lichtenstein pueden
compararse con Narnia. Y así de seguido podríamos decir que Australia es una islita de
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atractiva que los Estados Unidos; que Océana es más interesante que Perú y Ruritania
Tampoco de otros, que son sólo un disfraz de ciudades o regiones que realmente
pocos, muy pocos porque hay muchísimos, lugares imposibles. Claro que bastaría con
que nos asomáramos a las “Ciudades Invisibles” de Italo Calvino, especie de mil y una
noche en la cual Marco Polo le cuenta al Khan las maravillas que ha visto en sus viajes.
teoría de Frederic Brown, y de que “la literatura cumple con la función de expandir
ellos, con el nombre de sus autoras o autores para que en algunos casos nos sintamos
Guadalupi.
1801. Está situada en el mar Egeo y gobernada por la reina Théone. Todo tipo de
la isla está sumida en un presente eterno. Que nada envejece. No hay allí enfermedades,
preocupaciones ni temores, el aire huele al perfume del rocío del ámbar, los naranjos
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atenúan el calor del sol y en los arroyos se miran las flores. Los frutos siempre están
maduros, los pájaros no cantan: susurran, y hay una eterna penumbra. Habitan la isla
ninfas siempre jóvenes, la más vieja de las cuales aparenta unos quince años.
inscripción que advierte a los amantes infieles que no se acerquen. Durante trescientos
años la reina fue feliz con el hombre que amaba, pero luego él la abandonó y ahora
Théone precisa dos mil años para aliviar la pena que esa infidelidad le causó. Por ello,
mostrar la cara triste de la felicidad. Pero me parece que todos los señores que hay en el
salón estarían encantados de ir a la Isla y estrechar vínculos con las ninfas quinceañeras.
Lástima que no se dice nada de los ninfos. Para nosotras parece que rien de rien. De
Melville, el señor que además inventó a aquel otro señor que perseguía a la ballena
blanca.
los Sueños”. Ha sido descrita como un lugar verde, tan redondo como un turbante
Nadie que llegue a sus costas podrá evitar el pago del tributo consistente en una
siesta, y los que vayan en busca de sus célebres calabazas de oro, antes de arrancar la
primera caerán en un profundo sueño del que sólo despertarán al llegar la noche. Los
viajeros recorren la isla restregándose los ojos, mientras los silenciosos espectros que se
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mueven en la pálida luz del bosque los saludan apareciendo y desapareciendo sin ton ni
son.
absoluto agradable.
Podríamos, eso sí, darnos una vuelta por Marchi, un reino que inventó en 1357
Sir John Mandeville. Está situado en la costa oriental de la isla. Es una de las mejores
tierras del mundo, rico y con más de mil ciudades y muchos pueblos. Viven en Marchi,
gran puerto fluvial situado a un día de viaje desde el mar (casi como Rosario, no me
digan que no) y que según dicen es más grande que París.
El pueblo de Marchi venera ídolos a los que en determinados días dan de comer.
Para ello les llevan carne asada y dejan subir el humo y el vaho que despiden hasta
ellos, con lo cual dicen que han comido; luego los religiosos se comen las viandas. En
Marchi, las aves doblan en tamaño a las de Europa, y las más comunes son una especie
de gansos blancos con el cuello rojo y grandes crestas. Abundan las serpientes que allá
se tienen por gran manjar, hasta el punto de que jamás se pensará en homenajear a
alguien con un banquete que no incluyera un plato de serpiente. Los habitantes crían
también una raza de gallinas blancas, cubiertas de lana como las ovejas. También se ven
otros animalitos a los que llaman loyres, que amaestran para pescar.
asimismo una visita. A varios días de distancia de Acorín, Casay, es decir “la ciudad del
cielo”, tiene un perímetro de ochenta kilómetros y está construida sobre el agua, como
Venecia.
421
Cerca de la ciudad hay una abadía rodeada de huertos. Cuando los monjes
terminan de comer, las sobras se retiran en fuentes de plata y oro y sirven de alimento a
los animales que pueblan la región. Los monjes creen que en los animales buenos están
las almas de los buenos hombres y que en los animales viles están las de los hombres
malos.
En fin, Marchi no parece demasiado atractivo salvo por lo del vino y los
animales exóticos.
Pero está Weng que es peor, habitado por enanos no muy inteligentes, todos
un libro que se llama “Descenso a los infiernos”, así que imaginen ustedes el cuadro. Y
consiste en la producción del oro líquido, que no es oro sino un vino muy especial que
se hace con uvas muy especiales. Y el Puerto de los Bribones, y el Mar de Karkar, y
Kioram (William Bradshaw, 1892) en donde hay un templo móvil que es una
Carnavalia en tierras de los vascos, en donde los arroyos no llevan agua sino vino
(Boccaccio, 1358). ¿Y qué me dicen de Casa Blanca, inventada por Edith Nesbit en
1902? Es un lugar pequeñito en Kent, Inglaterra, y dicen los que saben que parece
construida por un arquitecto loco. En Casa Blanca vive la última de las psammead o
Hada de las Arenas que es horrible, francamente: “tiene los ojos en el extremo de unos
cuernos retráctiles como los del caracol, orejas de murciélago y cuerpo rechoncho como
422
el de una araña cubierto de piel tupida. Los pies y las manos se parecen a los de los
monos”. Pueden conceder cualquier deseo, pero el encantamiento dura hasta que se
pone el sol. ¿Y la Isla de los Dichosos, que tiene siete puertas y cuyos habitantes se
pasean vestidos de púrpura a orillas del mar? ¿Y el Espejo de Llunet a los pies del
Prydain en donde si alguien quiere conocerse a sí mismo no tiene más que mirarse en
las aguas del espejo de Llunet? ¿Y la Isla del Sacrificio Conyugal? ¿Y Azania? ¿Y la
veredes o cosas leeredes, que non creederes, pero ya que estamos en visiones e
elijamos lugares. Algunos de ellos, créanme, son tan mágicos e impensables como los
lugares imposibles.
¿Quién nos dice si algún día Rosario no llega a figurar en una “Guía de Lugares
Imposibles”? Ciudad, se dirá, en los márgenes de un río que parece un mar, cuyos
habitantes vivían en altas torres que se elevaban hasta casi tocar el cielo. Algunos eran
felices, otros no tanto y otros nada. Pero todos bebían un extraño brebaje cocido en la
comer manjares e iban luego a salones en los cuales se veían imágenes móviles que
contaban una historia. Al día siguiente descansaban durmiendo el día entero. Y cuando
el calor aumentaba, emigraban hacia los mares del sur o las montañas del norte. Sus
extraños? Yo no lo sé. Aparte de aquella calle que pertenecía a dos universos al mismo
algunos sitios mágicos que cualquiera puede visitar y en los que se puede sentir la
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inminencia de un mundo que se estira y va y viene en el espacio sin color y sin aire. Son
lugares sin nombre porque fueron creados por gentes que supieron de todos los lugares
existentes en el vasto universo. Gentes que se asombraron ante las experiencias mínimas
y que sabían que podían dejarnos un mensaje. ”Vean”, nos dicen, “no se cansen de
mirar, de oír, de oler y de gustar lo que tienen frente a los ojos y entre las manos”.
“¿Adónde estás?”, nos preguntan, “¿cómo es posible que no veas a través de las
palabras y de los colores la vastedad del mundo y de las almas?” Y entonces buscamos,
en ese lugar que ni nombrar podemos, con la presencia de Don Diego Rodríguez de
Silva y Velázquez, la silueta de los reyes en el espejo, los cuadros que adornan las
vemos otras cosas, no solamente las formas y la luz y la estructura y los colores y la
composición: vemos la vida como una cinta móvil, vemos un minuto de la eternidad,
oímos el frufrú de los vestidos, olemos las presencias de los que han muerto, sentimos,
sabemos que están ahí la esencia de la palabra, el mundo visto por los ojos de Lucy, el
oro líquido, la sabiduría de las islas, los espectros del sueño, la felicidad en el dolor, la
esperanza de un mundo que se debate en la sangre espesa y la sal del mar, nosotros
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Dos voces
Puse una nota acá para no olvidarme de hacer la salvedad de que esto a pesar de
su título no tiene nada que ver con el programa de televisión en el cual estos dos
No: acá se trata de dos mujeres, de dos escritoras, y se trata de finales del siglo
XIX, principios del XX época en la cual ellas, Emma De La Barra y Eduarda Mansilla,
salones en los que se daban fiestas y saraos, y solían cantar a dos voces.
Las dos tenían bellísimas voces y como a las niñas de su clase, se les había dado
lecciones de música y canto; y así era como ellas cantaban a dúo canciones criollas, ya
que se daba mucha importancia a “lo nuestro” con fines a enfrentar las voces de las
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tonada cuyana. Pero también cantaban lieder y arias de óperas porque la mirada estaba
puesta en otra parte de Europa, no la que daba lugar a la inmigración sino la elegante, la
Cierto es que Eduarda le llevaba varios años a Emma, pero también lo es que
hay cartas personales en las que se mencionan fiestas y reuniones en las que las dos
escritoras habían cantado a dúo; diarios íntimos, las notas de Calzadilla y de Tobal, los
recuerdos de Elvira Aldao y otras señoras que frecuentaban los mismos ambientes,
como prueba de la frecuencia de estas escenas que solemos ver en las películas de
literatura argentina sino sólo tratando de dar un poco de vida y color a los perfiles de
dos mujeres que figuran con un peso inmerecidamente leve en algunos tratados y
ensayos pero a las que no se suele estudiar en colegios ni en facultades. Y creo que es
una injusticia.
señor de Balzac por ejemplo, y poblémoslos de gente que habla castellano, de hombres
espigados vestidos de oscuro y de mujeres brillantes, un poco más bajas que ellos, un
poco más redondeadas en las caderas pero más finas en las cinturas, y hagámoslos bailar
al compás de una orquesta que toca la música de moda en el gran salón mientras que en
la otra sala separada por una arcada, espera la mesa puesta, hilo de Irlanda en los
manteles, cristalería de Bohemia en las copas, porcelanas francesas en los platos y las
flautista que tocan una musiquita como la que reclamaba Keats para sus tardes de
426
trabajo y espera, entonces alguien las llama, a Emma y a Eduarda y pronto son muchos
los que les piden que canten algo acompañadas al piano por alguno de los varones
vestidos de oscuro.
Oigámoslas: una tonada, una vidalita, y después, ante los reclamos y los
aplausos y las felicitaciones, por qué no, Schumann y entonces Verdi tal vez, y Puccini
y más aplausos y cuando ellas y el piano callan, y vuelve la orquesta, las copas se
Pero quiénes eran en realidad, cómo eran, qué hacían estas dos mujeres bellas,
mas bella Eduarda que Emma pero elegantes las dos, aristocráticas las dos, aunque,
claro, en este país quién puede hablar de aristocracia cuando todas y todos tenemos a
nuestras espaldas al abuelo inmigrante, a la abuela que vino de Génova, de Siria, de los
montes aragoneses con su valijita de cartón y un sobre ajado en el que guardaba las
fotos color sepia de aquellos a los que nunca volvería a ver. No eran verdaderas
que eran los más propicios para empezar a dar forma en este país de aluvión a una clase
Eran además, las dos, cada una en su tiempo, diferentes, diferentes del resto de
las mujeres que actuaban junto a ellas. Con una diferencia no espectacular ni llamativa y
mucho menos rechazante, de la que sólo podemos adivinar algo a través de sus obras
literarias.
a los hijos y a las hijas, sino que se atrevieron a lo que algunos calificaron de escándalo,
teatro itinerante. Porque escribieron novelas y libros de viaje, porque cobraron sus
427
trabajos y en ese momento, que una mujer ganara plata con lo que hacía, era, por lo
momento. Porque todo el mundo hablaba de ellas, la crítica se ocupaba de sus libros,
Empecemos con Eduarda, sobrina que fue de don Juan Manuel de Rosas, hija de
Agustina Rosas que era hermana de Don Juan Manuel, y del General Lucio Mansilla,
quienes fueron además los padres de Lucio Victorio, el de la elegancia, ese que usaba
la niña que levantaba apenas unos palmos del suelo y que era capaz de servir de
francés, la niña que cantaba y tocaba el piano y hechizaba a todos quienes llegaban a
conocerla.
Eduarda creció, que es cosa que les suele ocurrir a todas las crías, sean
excepcionales o no, y se casó en 1855, tres años después de Caseros, con Manuel
García, hijo de un tenaz oponente de Rosas y diplomático en ese momento del gobierno
de Urquiza.
cumplir la unión entre entre “polis” y “eros”. Cosa que en último término podría dar
lugar a pensar que las novelas “nacionales” de América Latina usan las historias de
amor como metáforas de la necesidad de unificación, del logro de un acuerdo entre los
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principales elementos de la sociedad. Podría, digo que quizá se podría en este caso
de una vida en común que trajo viajes, hijos y libros a la vida de Eduarda Mansilla.
“El médico de San Luis: novela americana”, firmada con el nombre de Daniel,
su hijo mayor, apareció cinco años después de su casamiento con Manuel García y
alcanzó con el tiempo dos ediciones más. También bajo el seudónimo de Daniel aparece
en ese año “Lucía Miranda”. Pero ya en la segunda edición Eduarda figura como autora
con su propio nombre. En París, en 1869 se publica “Pablo ou la vie dans les Pampas”,
1882. Llegan después “Creaciones, relatos y teatro”, (en donde aparece “El Ramito de
entre el cuento “El Ramito de Romero” de Eduarda Mansilla, que apareció en 1877 en
“La Ondina del Plata”, y “El Aleph” de Borges. Cito: “La sincronía, la posibilidad de la
por la fascinación de una mujer. La cita con una mujer: Jorge Luis Borges y Eduarda
Mansilla”.
En efecto: historias de amor entre primos, una en Buenos Aires, la otra en París;
429
y otro Carlos. Una madre en “El Ramito de Romero”, un padre en “El Aleph”; un
disparadores. Y, claro, la visión que en “El Ramito de Romero” es “un globo colosal y
transparente del cual filtraba una luz semejante a la del sol que alumbra nuestro
planeta”. Y que en “El Aleph es “una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable
fulgor”. “Una visión”, dice Mizraje, “que nunca antes de Eduarda había aparecido así y
que deberá esperar hasta Borges para recobrar intensidad y llegar hasta el centro mismo
de la literatura”.
años en París y en esos años ella lleva una activa vida social y al mismo tiempo escribe
“El Médico de San Luis”. En 1860 Manuel García y su mujer y sus hijos se van a
Estados Unidos, llevado él por sus obligaciones como diplomático. De esa estadía en
los Estados Unidos nace “Recuerdos de Viaje”, que inaugura un vasto linaje de viajeras
Howard, Ada María Elflein, Cecilia Grierson, Julieta Lanteri, Delfina Bunge, etc.
Por cierto que la literatura de viajes no era escasa: el viaje a Europa y en menor medida
a Estados Unidos tenía para las varones de la época un sentido casi ritual: o era el exilio
para poner distancia con el gobierno de Rosas o era más tarde el gesto iniciático de los
hombres de clase alta que se preparaban para tomar el gobierno en sus manos.
Para Eduarda Mansilla, dice Szurmuk, el viaje tenía otro significado, primero
porque no se alejaba en exilio y segundo porque ella nunca iba a gobernar. Tal vez por
eso la mirada de la viajera se posa en aquellas causas y aquellas situaciones que los
“en touriste”; su hermano Lucio también aunque por otras razones. Lo cual significa que
ella es una mujer moderna, libre, que cuenta (no ella sino su marido pero para el caso y
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la época es lo mismo) con los medios para desplazarse con todo “comfort”, que puede
dirigirse a los naturales del lugar en el idioma del país que visita, que se siente cómoda
“Recuerdos de Viaje” funciona como lo que es, una crónica de su paso por New
York, Washington, Filadelfia, Boston y el sur de Canadá, pero además hace referencias
Al lado de todo lo cual Eduarda incluye sus reflexiones acerca de la vida moderna.
Todo ello pensando quizás en sus lectores, pertenecientes ellos y ellas a la élite de la
vida “argentina”. Porque es la primera vez que ella se califica a sí misma como una de
“los nuestros”. Cosa que significa que tal vez Eduarda sea la primera mujer argentina a
“federal” o para el entonces muy usado anacronismo de “americana”. Va sin decir que
ella nunca se llama a sí misma “argentina”. En su lugar habla de “lo nuestro” o de “la
Patria ausente” (ver Szurmuk, “Women in Argentina”). “Lo nuestro” es lo que la autora
Estados Unidos (los “hijos del desierto”) y habla incluso de genocidio. Pero en ningún
momento plantea la misma situación con respecto a los pueblos originarios de “la Patria
ausente” y además nunca cuestiona la esclavitud. Confiesa que en la guerra civil estuvo
del lado del sur que es “simpático” y elegante y permite que la vida en el sur siga siendo
gentil, refinada, culta, distinguida, delicada y bien educada: “Oh, sólo en el sur se
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La jerarquía social es para ella de principal importancia, cosa que se transparenta
aun en la descripción de la mujer que trabaja en Estados Unidos. Habla incluso de “la
soberanía de la mujer” que puede ganar su propio dinero, poner un comercio, solicitar
son “aberraciones”.
Aires y leer sus crónicas tal como fueron leídas entonces, queda definitivamente
atrapada por la sinceridad con la que sus palabras nos llegan a los oídos y a los ojos.
Eduarda Mansilla de García murió de una afección al corazón en Buenos Aires en 1892.
Otro país es el que lee las novelas de Emma De La Barra. Otro país es el que la
espera en el año en el que nace (1861) en mi ciudad, la Augusta y Fiel Villa de Nuestra
Señora del Rosario. O como se la llamó durante mucho tiempo (hasta mis tías le decían
Era hija de Emilia González Funes, miembro de una familia de artistas, y de Don
Federico De La Barra.
ranchos, barro y animales sueltos, en una ciudad, primero mínima, de tres calles
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paralelas que iban de la barranca a la pampa, después en una población que se levantaba
airosa y pujante (lamento los tan convencionales adjetivos pero a veces pasa eso: en este
caso son los más adecuados) junto al Paraná, “el padre del mar”. Y de pronto había
casas señoriales, comercios, hoteles, tres plazas, un museo, dos teatros, una librería, un
puerto. No hubo como en Buenos Aires los clásicos edificios coloniales pero “la moda
fue imponiendo las grandes rejas con óvalo en la malla que se abrían en la parte
superior, trocándose en balcones a la calle […] Allí, en una de esas casas de la calle
familia de artistas, Don Federico, que amaba la ópera, era un brillante periodista a quien
casa de los De La Barra quedaba a los fondos de lo que es hoy la catedral y a una cuadra
de lo que es hoy la plaza Veinticinco de Mayo. Por las noches había tertulia en casa de
Don Federico y Doña Emilia y allí se hablaba de política, las cuestiones entre Paraná y
Buenos Aires, de literatura, de teatro, de los asuntos locales de la ciudad. Y allí se gestó
el Club Social del Rosario, del cual uno de los fundadores fue Don Federico De La
Barra.
que se conservan retratos uno de los cuales describe Tobal como el de “una deliciosa
niña de carita redonda, facciones finas y ojos grandes y claros”. Emmita se educa en el
colegio al que iban las niñas de familias importantes, el de las Hermanas del Huerto, en
donde aprende francés y música y bordado en realce y pintura en seda y supongo que
433
Durante la presidencia de Avellaneda Don Federico De La Barra se trasladó con su
familia a Buenos Aires. Allí dirigió “El Nacional” y “El Siglo” y ocupó una banca en la
legislatura y luego fue vocal en el Concejo de Educación junto a su gran amigo Carlos
amistosos, la mudanza a una ciudad con una vida cultural más amplia provocó un
Emma, pero sí dan cuenta las cartas familiares y de amistades de su ansia intelectual
ligada a la música, esa misma ansia que prestaba brillo y profundidad a su voz y que la
va a llevar años más tarde a fundar la Sociedad Musical Santa Cecilia. Tenía, según sus
sus manos al cielo y aseguraba “¡Si Emmita fuera al teatro, qué Patti ni qué Patti!”
Y también es cierto que, dueña de una energía incansable, participó en las actividades
Fue una de las fundadoras de la Cruz Roja Argentina y estableció la primera escuela
En 1884 se casa, la casan, con Don Juan Francisco De La Barra Demaría, su tío,
hermano de su padre, un viejo señor viudo y con hijos ya crecidos, para salvar el honor
de la niña y el del nombre de la familia. En ese año nace una niñita a la que se anota
como María De La Barra De La Barra, que muere muy poco tiempo después.
Se ha especulado acerca del padre de la niña y se arriesgó el nombre del General Julio
A. Roca, pero parece que las cosas no fueron tan así, sino que el señor general a quien le
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gustaban, ya sabemos, las mujeres a rabiar, anduvo rondando a la señorita De La Barra
pero que ella no sólo no le llevó ni cinco de apunte sino que lo rechazó muy
siguiente nombre fue el de Don Estanislao Zeballos. De todos modos, todo son
protección de la familia, la niña enferma, serán retomadas por Emma en sus escritos a lo
largo de toda su vida. Por otra parte ella nunca habló de su hija y es más, dice, tanto en
entrevistas como en notas, que ella nunca había sido madre pero que sentía lo mismo
que las mujeres que habían dado a luz puesto que sus novelas eran sus hijas: “¡Calcule
niñas y otro para maestros, hayan sido de su autoría. El primero, “Almas rectas”, para
niñas de entre segundo y cuarto grado, está firmado por Emma C. de Bedogni. El
segundo se publica en 1903 con sello de Juan E. Barra y firmado por Aurora S. Del
Castaño. No se sabe que haya sido Emma la autora de uno o de los dos textos, pero
dadas sus condiciones, su interés por la cultura y la educación, no sería raro que hubiera
Un apartado especial merecen “las mil casas”, barrio obrero construido cerca de
1871. Para 1886 estaban instalados allí los talleres ferroviarios más grandes de América
del Sur, que habían sido proyectados y dirigidos por Otto Krause, y el molino La Julia.
Las mil casas se construyeron para los obreros de estas empresas y la figura descollante
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de su surgimiento fue Emma De La Barra. Don Juan, su primer marido, murió durante
la construcción del barrio y tiempo después Emma se casó con el escritor, periodista y
social, y se erigieron una escuela, una capilla y un teatro. Las Mil Casas fue el primer
En ese momento no hay documentos sobre ella como escritora o sobre posibles
textos de Emma De La Barra aunque sin duda ella debe haber estado inmersa en la
Hasta esos años por lo que se sabe, no se registran escritos firmados por Emma,
1904, había traducido del francés “Novia de Abril” de la francesa Jeanne Violet que
firmaba con el nombre de Guy de Chantepleure, para la Biblioteca La Nación. Pero ella
misma se encarga de decir: “Antes de “Stella” no había yo escrito una sola línea
jamás”.
sintió libre, sola y lo suficientemente fuerte como para asumirse escritora en un ámbito
hasta el momento dominado por los varones. Pero eso sí, jamás imaginó Emma De La
Barra o César Duayen como firmó los primeros ejemplares, que “Stella” iba a tener un
éxito tan resonante, que en tres días se iba a vender toda la edición de mil ejemplares,
que en pocos meses iba a haber nueve ediciones más, que el triunfo no se iba a limitar a
¿Quién era César Duayen? Un seudónimo sin duda. ¿De quién? Ah, debe ser Julio
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Llanos. Pero Julio Llanos sale a la palestra y asegura que él no es César Duayen. En el
diario “La Prensa” aparece un aviso que expresa: “Un caballero inglés ofrece quinientas
libras esterlinas por los originales de puño y letra del autor de “Stella”, famosa novela
autor es una autora y poco a poco aunque ella al principio lo niega, se sabe que el señor
ventas. Las librerías ponían carteles en sus vidrieras anunciando que se había agotado la
El diario “El Día” de La Plata arriesgaba la opinión de que en vista de que las
ediciones de “Stella” volaban de los estantes, habría libreros que habían hecho stock y
pretenderían cobrar por cada ejemplar un precio más alto del que tenían.
son la misma persona, publica una caricatura en la que la escritora se apoya sobre una
pila de sus libros y sostiene en la otra mano una máscara masculina con el nombre de
César Duayen mientras una enorme estrella ilumina con su luz deslumbrante toda la
escena.
introducen el tema del logro literario de Emma en las piezas teatrales que representan.
Edmundo De Amicis escribe el prólogo para la octava edición de “Stella”, que aparece
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En 1909 sale la edición guatemalteca de esa versión: ”Stella: novela de
“Tales frutos son excepcionales si se toma en cuenta que las escritoras, con
frecuencia, recibían un tratamiento apartado del resto de las obras literarias y el rescate
de sus textos llegó en manos de biógrafos y críticos que las examinaron como obras
ajenas al canon general” (Alloatti: Emma De La Barra). Es que “se las consideraba
como obras literarias. Sin embargo, estudios acerca del periodismo en la Argentina del
siglo XIX han demostrado que la participación de la mujer en las letras ha sido extensa
así a la cívica, mediante una voz distinta a la de la literatura de entonces” (Masiello: “La
para producir otra novela y le paga una gruesa suma por adelantado, hecho
absolutamente inédito hasta ese momento. Se publica entonces “Mecha Iturbe” y dos
publica bajo la forma de folletín. Y luego “La dicha de Malena” de 1943, ya cuando
llamada Alex en familia y entre sus amistades. Alex es la segunda máscara de Emma.
las diferencias entre las dos hermanas: Stella, el ángel sobre la tierra, la figura sutil,
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extraterrestre a fuer de superior y Alex, la mujer íntegra y fuerte, poco común en las
tierras del Plata, y los personajes diversos del Buenos Aires del siglo XIX. Las niñas,
huérfanas de madre desde hacía muchos años, traen una carta del padre quien ha muerto
hace poco, que las encarga al tío materno a quien le pide amparo para sus hijas.
cultura entre los dos polos, Europa y Buenos Aires. Las confrontaciones siempre son
en aquella casa”. Alex y todas las mujeres de las novelas de Emma están a la altura de
los varones cuando no son las que ponen orden en las casas y en las vidas de los demás.
Así, Alex y Máximo se enamoran pero para ella ese amor no tiene futuro mientras él
siga siendo un diletante, un bon vivant, un tipo despreocupado, elegante, egoísta y sin
propósito alguno en la vida salvo el de pasarla bien. Y bien, el intercambio entre estas
Stella muere y Alex se vuelve a Europa, pero a la vuelta, porque sí, es cierto, ella
vuelve a Buenos Aires, viene por segunda vez a este país al que pertenece (casi)
de sus obligaciones para con la sociedad y el país en el que vive y es por lo tanto el
Dos mujeres. Cuatro, cinco, seis, nueve novelas, muchos cuentos, conferencias,
artículos, fama, obras concretas y durables, arte, dinero y renombre. De todo eso queda
¿qué queda? Un baile en un palacio. Música. Viajes. La ronda de los personajes que las
acuciaron, las persiguieron, las espiaron, les rogaron que los escribieran. Quedan
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conceptos de vida, memorias de los hombres que las amaron, libros imposibles de
recuerdos que fueron dejando en pavimentos, puertos, salones, ocasos, plumas que
Merecieron otra cosa. Si en alguna noche podemos oírlas cantar a dos voces,
verlas bailar con los hombres de frac que apenas las sostienen por la cintura, mirarlas de
lejos cuando hablan entre ellas sabiendo cada una lo que piensa y siente la otra,
contemplarlas cuando lee una de ellas los libros que ha escrito la otra, cuando vencen
las palabras que hasta ese momento se les habían resistido, si podemos observarlas
cuando se apoyan en el piano que las ha de acompañar en las vidalas o en los lieder, si
llegan a sonreírnos porque Alex o Pablo nos sonríen, quién sabe, tal vez comprendamos
un poco mejor a los que las siguieron, a los que algo saben de ellas, a los que las
ignoraron, a los que hoy escriben sin saber que las sombras, las sombras de sus
BIBLIOGRAFIA
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