Café de Fornos
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El antiguo café de Fornos en una fotografía del año 1908.
El café de Fornos (llamado a partir de mayo de 1909 Gran Café) fue un
establecimiento de ocio abierto en Madrid en 1870, en la esquina de Alcalá con la
calle de la Virgen de los Peligros, frente al café Suizo. Ha pasado a la historia
metropolitana como uno de los cafés de tertulia más famosos y lujosos de la época,1
por sus variadas tertulias literarias y lugar de cita de la vida artística en
general.2 En 1918 pasó a llamarse Fornos Palace y dispuso de un casino de juegos,3
y luego café Riesgo como restaurante hasta la guerra civil española, en que
desaparecería el local, que ocupó luego una sede bancaria a partir de 1941.2
Índice
1 Historia
1.1 Inauguración
1.2 El café en su rutina
1.3 Declive y cierre
2 Características
3 Tertulias
4 Libro de firmas
5 Referencias
6 Bibliografía
Historia
A finales del siglo xix estaban en pleno apogeo los cerca de catorce cafés de la
Puerta del Sol.4 Sus locales eran lugares de moda a los que acudía la mayor parte
de los madrileños. Lugar de reunión de artistas y de gentes de paso, el café de
Fornos –que existió con tal nombre durante casi medio siglo– fue escenario de
numerosas anécdotas y figuró en las guías de viajes internacionales a nivel
europeo.5
Tras la revolución de 1868, que supuso el destronamiento de la reina Isabel II y el
inicio del período denominado Sexenio Democrático, el Ayuntamiento de Madrid decide
ensanchar el antiguo callejón de Peligros (perpendicular a la calle Alcalá a unos
200 metros de la Puerta del Sol), y para ello derriba el convento de Nuestra Señora
de la Piedad, habitado por las monjas de bernardas de Vallecas,2 así llamadas por
proceder del convento fundado en 1473 en Vallecas y trasladadas luego a los
Peligros.6 El convento ocupaba el tramo de la calle Alcalá, desde la Real Academia
de Bellas Artes de San Fernando hasta la esquina con Peligros. La empresa
constructora asignada para la habilitación, "La Nacional", se encargó de construir
cuatro bloques de viviendas, cuyas entradas daban a la calle Alcalá, y en la
esquina, siguiendo el consejo de José Salamanca y José Buschental,2 se construyó un
café que ocupaba la planta baja y el entresuelo de doble planta.
Inauguración
El café de Fornos se inauguró el 21 de julio de 1870,21 por el empresario José
Manuel Fornos (ayuda de cámara del Marqués de Salamanca).7 El reportaje de la
inauguración en la revista La Ilustración de Madrid fue obra del poeta Gustavo
Adolfo Bécquer y lo acompañaban fotografías de los techos del local pintados por un
tal Manuel Vallejo, así como del trabajo de los decoradores Terry y Busato.8 Los
cuatro cuadros principales de Vallejo eran alegorías al "Té", al "Café", al
"Chocolate" y a los "Licores y Helados". Debido a su lujosa decoración de estilo
Luis XVI, la apertura fue un acontecimiento en Madrid.
Su inauguración constituyó un verdadero acontecimiento llamando mucho la atención,
no sólo por el decorado, las pinturas, los tapices y alfombras (aquella alfombra de
terciopelo blanco), sino también por los amplios y cómodos divanes las estatuas de
bronce para sostener las lámparas (...) y particularmente la vajilla, toda ella de
plata, incluso las cucharillas.
Antonio Velasco Zazo,9
Las crónicas del evento anunciaron que la época de locales del tipo Fontana de Oro,
de los años 20, había pasado. El Café de Fornos nació con un nuevo concepto que
hasta entonces era desconocido en Madrid. A partir de entonces se convirtió en el
punto de reunión de los literatos y aristócratas de la época. El dueño José Manuel
Fornos era propietario además de otro local en Madrid, el Café Europeo (situado en
la calle de Arlabán).
El café en su rutina
El Café pronto fue visitado por madrileños de todas las condiciones;10 las crónicas
posteriores narran numerosas cenas y banquetes, casi siempre reflejo de
acontecimientos políticos o militares. Poco a poco fue ganando en elegancia
decorando sus paredes con pintores de renombre en la época, como: José María
Fenollera (1851-1918),11 Emilio Sala Francés (1850-1910),12 el malagueño José
Vallejo y Galeazo (1821-1882),13 Ignacio Zuloaga y Zabaleta (1870-1945), Antonio
Gomar y Gomar (1849-1911), Joaquín Araújo Ruano (1851-1894), Juan Francés y Mexía,
Enrique Mélida (1838-1892), Casto Plasencia, etc. Según crónicas era posible tomar
un café en uno de sus lujosos salones por tan sólo setenta y cinco céntimos de
peseta.14 Su suntuosidad sería evocada así por Zamacois:
El viejo Fornos, con sus bronces artísticos, sus zócalos de caoba y sus techos
pintados por Sala y por Mélida, ofrecía no sabemos qué de suntuario y de frívolo,
de distinguido y de escandaloso, de aristocrático y de bohemio, que, según el
momento del día, invitaba a sus clientes a la contemplación silenciosa o acicateaba
su regocijo. Cual si hubiese heredado partículas del espíritu de los dos últimos
edificios que le precedieron en aquel sitio, el Fornos inolvidable de nuestra
juventud tenía conjuntamente mucho de teatro y algo de iglesia.
Eduardo Zamacois15
Tras la muerte del empresario José Fornos en 1875, sus hijos acometieron una
reforma del local que concluyó el 18 de octubre de 1879.1 Las reformas incluían un
sistema de ventilación muy novedoso para la época que se encargaba de renovar el
pesado aire lleno de humo. Otra de las novedades fueron los numerosos cuadros
murales pintados en las paredes del local. Se intentó de alguna forma imitar al
Café de Madrid haciendo que convergieran allí mujeres de toda condición, que
servían de tópico reclamo.2 La apertura del Teatro Apolo en el año 1880 le proveyó
de numerosos clientes nocturnos. El diario del gourmet, revista de la época,
citando al Fornos,16 subraya como novedad importante el ofrecer un servicio de
cenas baratas a partir de media noche, como recurso para la gente que salía de los
teatros. Un eslogan en forma de cuplé rezaba en 1904:
Ni Suizo, ni Levante
Ni Inglés, ni Colonial
No hay Café como el de Fornos
Pa cenar de madrugá.
Banquete de despedida en el restaurant de Fornos a los redactores de Caras y
Caretas, fotografía de Kaulak (Blanco y Negro, 15 de junio de 1907)
Azorín y Pío Baroja eran visitantes habituales. Entre los clientes del restaurante
se encontraban Marcelino Menéndez Pelayo, que comía allí durante los meses de
verano,17 y Manuel Machado, asiduo de los bajos del Fornos.18 El café también fue a
final de siglo lugar de reunión de cantaores flamencos, como Luisillo Pérez El
Jorobado, por lo que se le incluye entre los cafés cantantes de la época.2 El
Fornos tuvo, así, una doble vida, durante el día era un café prestigioso con un
restaurante de lujo y por la noche se transformaba en lugar de citas y algarabía.
El titular de un artículo de la época escrito por Julio Burell, «Jesucristo en el
Fornos», habla por sí mismo.19 Según ciertas crónicas de la época había personas
que llegaban a pasar hasta ocho días de fiesta ininterrumpida en los reservados de
la planta baja.20
Declive y cierre
Esquina del «Edificio Vitalicio» (en 2009), que ocupó el Fornos/Gran Café.
La violenta muerte de uno de los hijos del propietario y encargado del local,
Manuel Fornos Colín, que se suicidó en uno de los reservados del café (el número
siete) el 13 de julio de 1904, pegándose un tiro en la cabeza, desencadenaría la
decadencia del Fornos.21 Tras su muerte se empezó a no dejar entrar a ciertas
mujeres y muchos noctámbulos se vieron amenazados por las órdenes del conde de San
Luis, por aquel entonces Gobernador de Madrid, que dispuso que los cafés cerrasen a
las doce de la noche. Los hermanos procuraron mantener el negocio a flote durante
cuatro años más, pero el 26 de agosto de 1908 cerró definitivamente.22 Sin embargo,
en mayo de 1909, volvería a abrirse con el nombre de Gran Café y con nuevo dueño:
Marcelino Raba de la Torre. Se reanudaron las tertulias y las fiestas en los bajos
del café. A pesar de ello en 1918 desaparece el Gran Café para reaparecer como
Fornos Palace en forma de cabaré con mesas de juego, convertido luego en
restaurante por Honorio Riesgo, que lo bautizó con su apellido. Finalmente, el
Banco Vitalicio propietario del edificio desde 1923, decide reconstruir por
completo la esquina, borrando cualquier rastro del café. Entre 1933 y 1936, dicho
Banco proyecta instalar allí su sede social, inaugurándola el 27 de junio de 1941.2
Características
Lo más llamativo para visitantes de la época, como Cecilio Plá, eran los techos
pintados.23 o los cuadros de Ramón Guerrero y Emilio Sala. Otro atractivo
mencionado era el restaurante, instalado en la planta superior, con platos como el
lenguado al horno, el estofado de cordero, los riñones al jerez y los renombrados
beef steaks con pommes soufflées.24 Una de las especialidades es el bistec a lo
Fornos, una tosta con un bistec cubierto de jamón serrano).25 Los comedores del
entresuelo estaban decorados con paisajes de Gomar. En el terreno de la repostería
era, en su época, muy famosos los denominados felipes (dedicados al cliente asiduo
Felipe Ducazcal), estos bollos eran unos hojaldres en forma de tartaletas rellenas
de crema y espolvoreados de crema.26
En la planta inferior había numerosos reservados en los que se realizaban almuerzos
políticos, cenas privadas, etc. Los reservados se podían ampliar debido a la
existencia de paredes móviles.6
Tertulias
Una de las tertulias más famosas del Fornos fue «La Farmacia», fundada inicialmente
en los Jardines del Retiro en el verano del año 1875.27 En invierno de ese año pasó
al Café Madrid, luego al Café Inglés, y finalmente al Fornos. Era una sociedad sin
secretario, ni presidente, ni cargos de cualquier otra índole.27 El nombramiento
como socio se hacía por el otorgamiento de una medalla elaborada por el
farmacéutico Julio Escosura. Se trataba de una especie de reunión francmasona donde
la principal característica era el buen humor y la amistad. Entre los socios había
alcaldes de Madrid, clérigos, e incluso gente humilde. Se disolvió por acuerdo de
los propios socios. Muchas de las tertulias del Café Suizo, cuando este cerró,
acabaron por trasladarse finalmente al café de Fornos.6
Libro de firmas
Teodoro Bardají Mas cocinero e historiador menciona que el pepito de ternera fue
inventado en este café.28
Era famoso el Café Fornos por el beef steak con pommes soufflées denominado bistec
a lo Fornos.2416
Ernest Hemingway menciona el Café de Fornos en su novela Death in the Afternoon.
El perro Paco (un perro callejero muy popular el Madrid de la época) fue un asiduo
del café que alternaba sus visitas entre el Café Suizo y el de Fornos (ambos
enfrente a escasos metros en la calle Alcalá).29
Unamuno y Pío Baroja son presentados por primera vez en el Fornos.30
También se menciona como visitante a Alfonso XII, en la nocturna compañía del
Marqués de Alcañices y el ‘doctor Camisón’ (médico de cámara del Rey).31 Más
legendaria es la presencia en el café de la espía Mata Hari.
Otro rey asiduo fue Amadeo I de España, que al parecer se encontraba en él cuando
el 11 de febrero de 1873 le comunicaron su «cese»;29 se anota también que, tras
recibir la noticia, canceló la comanda y pidió en su lugar una grappa, luego
recogió a su familia y ese mismo día regresó a Italia.[cita requerida]
Referencias
Besas, 2009, p. Fornos.
Blas, 2006, p. Fornos.
«El trágico final del Café de Fornos, la guarida nocturna de los «golfos»
madrileños.» ABC. Consultado el 11 de diciembre de 2015.
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104.
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Gómez de la Serna, Ramón (1929). Sagrada Cripta de Pombo (1ª edición). Madrid:
Moderna (Visor).
Opúsculo (1941), Banco Vitalicio de España, Edificio Social en Madrid
Gustavo Adolfo Bécquer, La Ilustración de Madrid, «El café de Fornos», publicado
el 27 de junio de 1870
Antonio Velasco Zazo (1945), El Madrid de Fornos, retrato de una época, Madrid
Répide, Pedro (2011). María Isabel Gea, ed. Las calles de Madrid. Madrid:
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Francisco Guillen Robles, Historia de Málaga y su provincia, p. 660
La Ilustración Española y Americana, nº XXXIX, p. 242
Eduardo Zamacois (1916), Años de miseria y de risa, pp. 86-87.
José Altabella, 1978, Lhardy. Panorama histórico de un restaurante romántico.
1839-1978, Imprenta Ideal
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Manuel Machado, «De hoy no pasa», La Caricatura, nº 69, 12 de noviembre de 1893
Julio Burell, «Jesucristo en el Fornos», Heraldo de Madrid, febrero de 1894
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Bibliografía
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Besas, Peter (2009). Historia y anécdotas de las fondas madrileñas. La Librería.
ISBN 978-84-9873-032-6.
VÁZQUEZ ASTORGA, Mónica (2018), “El café de Fornos (1870-1909) de Madrid, epicentro
social y cultural en la calle de Alcalá”, Arte y Ciudad, n.º 14, pp. 7-32.
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