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San Alfonso María Ligorio

San Alfonso María de Ligorio estableció un punto de equilibrio entre el laxismo y el rigorismo en la teología moral de su época al elaborar el sistema del equiprobabilismo. Siguió el esquema de los manuales morales pero con un enfoque pastoral y espiritual, uniendo moral y espiritualidad. Su obra influyó en la teología moral del siglo XIX al sustituir los enfoques rigoristas de los manuales.

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San Alfonso María Ligorio

San Alfonso María de Ligorio estableció un punto de equilibrio entre el laxismo y el rigorismo en la teología moral de su época al elaborar el sistema del equiprobabilismo. Siguió el esquema de los manuales morales pero con un enfoque pastoral y espiritual, uniendo moral y espiritualidad. Su obra influyó en la teología moral del siglo XIX al sustituir los enfoques rigoristas de los manuales.

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SAN ALFONSO MARIA LIGORIO Y SU APORTE A LA TEOLOGIA MORAL

En los siglos XVII y XVIII la investigación teológica en el terreno moral se desgasta casi por entero en la
interminable controversia sobre los sistemas morales en torno a la cuestión del probabilismo, es decir,
la problemática sobre las reglas de solución de los casos dudosos. La moral se redujo a casuística (por
ejemplo, las Resoluciones Morales de Antonio Diana no es otra cosa que una colección de más de
20.000 casos de conciencia) y la casuística dio origen a los diversos y opuestos sistemas de solución: el
probabilismo (se puede seguir la opinión más probable aun cuando la contraria que favorece la ley sea
más probable), el probabiliorismo (se debe seguir siempre la opinión más probable, es decir, la que
tenga más razones que la apoyen), el tutiorismo (se debe seguir siempre la opinión que favorece a la
ley). Las discusiones iban, pues, del laxismo al rigorismo1.

San Alfonso María de Ligorio (1696-1787), aunque ligado a la metodología y a la problemática de su


época, estableció un cierto punto de equilibrio entre los extremos de las posiciones presentadas. San
Alfonso se enfrentó al mismo tiempo al laxismo encerrado en el probabilismo como al rigorismo
jansenista, elaborando un sistema de solución sumamente equilibrado que tiene en cuenta tanto la
validez de los principios cuanto la determinación concreta de los casos: es lo que se denominó como
equiprobabilismo, del cual Sertillanges afirma que bien comprendido y aplicado no es otra cosa que la
misma doctrina de Santo Tomás2.

La unidad o nuevos desposorios del dogma y la moral, que tan felizmente se consumara en las grandes
"sumas" de los siglos anteriores, pronto se vio comprometida; la formidable síntesis de santo Tomás,
que representa la primera elaboración sistemática de la ética teológica, no tuvo buena acogida en los
siglos posteriores.

Se abre, pues, un nuevo período y el proceso de una nueva elaboración de la teología moral, que parte
de premisas precisamente opuestas a las del Angélico (el pensamiento nominalista) y desemboca, de
todas maneras —a través de nuevas vicisitudes, la aparición de las 'Institutiones morales' y las
controversias sobre el tratado de la conciencia— en una teología moral cuyos fines y cuya estructura
son distintos de la construcción tomista. Esta elaboración está vinculada al nombre de san Alfonso, en
cuya obra alcanza su punto culminante de perfección3.

Siguiendo la obra de Busenbaum, trataba de ofrecer un manual asequible y completo que sirviera de
base para la predicación popular. Su propio talante espiritual y pastoral lo inclinaría a una inestimable
benignidad pastoral4.

1
P. Miguel Ángel Fuentes. Los principios fundamentales de la teología moral católica. Pág. 29-30
2
P. Miguel Ángel Fuentes. Los principios fundamentales de la teología moral católica. Pág. 30
3
R. Rincón orduña - g. Mora Bartrés - E. López Azpitarte. Praxis cristiana pág. 82
4
José Román flecha. Teología moral fundamental. BAC. Madrid 2001. Pág. 56

1
SAN ALFONSO MARIA LIGORIO Y SU APORTE A LA TEOLOGIA MORAL

La primera edición de su Theologia moralis apareció en 1748; pero no logró imponerse hasta la primera
mitad del siglo XIX. Se caracteriza toda su obra por ser una reacción teológica y pastoral frente al
rigorismo, construyendo, a lo largo de las distintas ediciones de esta obra, el sistema moral con el que
ha sido asociado su nombre: el sistema del equiprobabilismo. El santo admite, como punto de partida,
el principio probabilista "la ley dudosa no obliga" y, por consiguiente, en esos casos se puede seguir
una opinión probable; pero añade un correctivo de gran importancia: Una ley no puede calificarse
verdaderamente como dudosa más que cuando las opiniones a favor y en contra de ella cuentan con
un grado de probabilidad sensiblemente igual.

Ya en 1768 su "Theologia moralis" fue prohibida por el gobierno portugués y, antes de su muerte, se le
sugirió que reformase su obra, a fin de que la congregación redentorista, por él fundada, no se viera
expuesta a "un descrédito mayor y a pique de ruina". Pero en el siglo XIX Pío VII declaraba que, en sus
numerosísimas obras, "nihil censura dignum repertum fuisse"; en 1816 tuvo lugar su beatificación;
posteriormente, Pío IX lo proclamó Doctor Ecclesiae (1871). Desde entonces, nueva paradoja, todos los
romanos pontífices han exaltado su magisterio teológico-pastoral5.

Su teología moral se emplaza en el cuadro de las Institutiones Morales. El examen de los autores
citados por San Alfonso confirma que él ha utilizado directamente, y casi con exclusividad, moralistas
post-tridentinos. Su libro de base, la Medulla Theologiae Moralis del jesuita Herman Busenbaum
(1650) pertenece, precisamente, al tipo clásico de manual de moral del siglo XVII. Sus obras morales
más representativas fueron la Theologia Moralis que apareció en 1738 como comentario y
complemento de la mencionada obra de Busenbaum, y que más tarde reaparecería como obra
completamente independiente; el Homo Apostolicus y la Praxis confessarii.

Como los otros moralistas de su tiempo, también San Alfonso elabora un sistema que ha sido llamado
equiprobabilismo: se articula en tres principios, que hacen referencia al primado de la verdad, a los
deberes de la conciencia que no puede confiarse ciegamente a la opinión de los moralistas, a los
derechos de la libertad humana que sólo puede estar vinculada por una ley cierta. Por lo demás, en el
conjunto de la moral alfonsiana el estudio de las circunstancias concretas de la acción prevalece
siempre sobre la aplicación mecánica de un sistema por justo que sea. Sin embargo, sólo en el siglo xix
se impondrá en la Iglesia la teología moral de San Alfonso, sustituyendo a la moral propuesta por los
manuales rigoristas6.

San Alfonso María de Ligorio siguió el esquema de la Medulla Theologiae Moralis de E. Busembaum,
quien no había dedicado un espacio al tratado de los actos humanos. Pero ya desde la segunda edición
de su obra (1753-1755), San Alfonso sintió la necesidad de dedicar una atención especial a los actos
humanos, su naturaleza y división, voluntariedad y libertad, análisis moral. También hoy, este tratado
resulta absolutamente imprescindible, aunque ha de ser estructurado teniendo en cuenta la dignidad
última de la persona, que se manifiesta en sus actos, sus actitudes y sus opciones básicas, pero
también la originalidad del comportamiento de los que han sido llamados en Cristo.

5
R. Rincón orduña - g. Mora Bartrés - E. López Azpitarte. Praxis cristiana pág. 91
6
José Román flecha. Teología moral fundamental. BAC. Madrid 2001. Pág. 57

2
SAN ALFONSO MARIA LIGORIO Y SU APORTE A LA TEOLOGIA MORAL

Ya desde el mismo prólogo que San Alfonso antepone a su monumental Teología Moral nos revela su
íntima preocupación por la formación de la conciencia de los fieles y su profundo respeto hacia el
magisterio pontificio en cuanto orientador de la reflexión del moralista Al santo le preocupaba recoger
las últimas normas aparecidas en las bulas recientemente promulgadas por el papa Benedicto XIV

Pero ¿cuál ha sido la aportación realmente original y decisiva de san Alfonso en el campo moral? Ante
todo, hay que referirse globalmente a toda su obra, ya que refleja una concepción "cristiforme" y
"cristodinámica": "Toda su doctrina es doctrina moral, es decir, teo-cristocéntríca, lo mismo cuando, en
la Theologia moralis y otras obras afines, habla de la teología de la conversión desde el límite del
pecado, que cuando, en sus obras de espiritualidad y devoción, trata de la teología del crecimiento en
la caridad de Dios por medio de Cristo y con la mediación de María, que, en el misterio de Cristo, es
teológica y existencialmente camino a Cristo y, por consiguiente, a Dios".

El que hoy es venerado como patrono de los moralistas, concibió su obra como pastor de almas,
aunque la redactara según el modelo de las "Institutiones morales". Sus propósitos fueron "abrir un
camino seguro de conducta moral", elaborar una doctrina justamente equilibrada entre la ley y la
libertad, formar buenos confesores y directores espirituales. En ese marco hay que contextualizar la
grandeza y las limitaciones de su contribución al discurso ético teológico7.

La doctrina de San Alfonso es particularmente importante respecto de temas como la conciencia, la


voluntad salvífica universal de Dios, la gracia suficiente y eficaz; pero sobre todo porque vuelve a unir
en su obra espiritualidad y moral, la exigencia de la ley cristiana y la vocación a la santidad. Su obra en
general alienta una intensa vida cristiana y un sólido fundamento teológico y sapiencial, alimentado en
el profundo conocimiento de los Padres, del Magisterio y del mismo Santo Tomás8.

En el siglo XLX se multiplican los manuales de Teología Moral que, inspirados en el sistema alfonsiano o
en el probabilismo, tras un tratado sobre los actos humanos, la ley y el pecado, siguen en la moral
especial el esquema de los mandamientos, para añadir la normativa canónica en la parte reservada a la
administración de los sacramentos . Así es como la Teología Moral comienza a parecerse a una filosofía
y a una derivación del derecho. “A los autores de los manuales de Moral les hubiera resultado
sorprendente que alguien los invitara a recurrir a la Sagrada Escritura o a la Teología Dogmática”9.

7
R. Rincón orduña - g. Mora Bartrés - E. López Azpitarte. Praxis cristiana pág. 92
8
P. Miguel Ángel Fuentes. Los principios fundamentales de la teología moral católica. Pág. 30
9
José Román flecha. Teología moral fundamental. BAC. Madrid 2001. Pág. 57

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