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Quién Es El Narrador en Un Cuento

El documento describe diferentes tipos de narración como subjetiva, objetiva, realista, fantástica, histórica y omnisciente. También presenta ejemplos cortos de cada tipo de narración.

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El documento describe diferentes tipos de narración como subjetiva, objetiva, realista, fantástica, histórica y omnisciente. También presenta ejemplos cortos de cada tipo de narración.

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LOS TEXTOS NARRATIVOS

Narrar es relatar hechos verdaderos o ficticios que suceden en un lugar y en un tiempo, y que
generalmente presentan un personaje como protagonista. Los principales géneros que pertenecen al
tipo de texto narrativo son: cuento, novela, mito, leyenda, relatos orales, etc.
Existen diferentes clases de narración. Veamos:

• Narración subjetiva (primera persona). El narrador es un personaje de la


narración y participa en el relato:

Durante el tiempo de mi vida al servicio del reino, justo cada semana y


alrededor de la misma hora, acostumbraba pasar sobre el pequeño puente
(el Pont neuf no se había construído aún) y, más que esos pocos artesanos u
otros aldeanos del pueblo, me reconocía y saludaba, siempre efusiva, una
joven muy hermosa cuya tienda adornaba un letrero con dos ángeles. La
mayoría de las veces esbozaba su saludo con una reverencia y me miraba tan
directamente como le era posible. Su actitud me resultaba agradable y yo le
devolvía la mirada agradeciéndole sus atenciones. En cierta ocasión,
avanzado el invierno, fui a caballo de Fontainebleau a París, y al ver una vez
más por el pequeño puente, mientras pasaba al trote, ella permaneció ante
la puerta de su tienda y exclamó:
-Señor mío, su servidora.
Hugo von Hofmannsthal. “Un suceso en la vida del mariscal Bassompierre”

• Narración objetiva. El narrador, que no es un personaje dentro del relato, observa y


cuenta los sucesos:

Dos muchachos sentados en el muelle jugaban a los dados. Un hombre leía


un diario en los escalones de un monumento, a la sombra del héroe que
blandía la espada. Una muchacha junto a la fuente llenaba su cubo. Un
vendedor de fruta yacía junto a su mercadería y miraba hacia el mar. En la
profundidad de una taberna se veía, a través de los huecos de puertas y
ventanas, a dos hombres bebiendo vino. El tabernero, sentado a una mesa,
al frente, dormitaba. Una barca se deslizaba silenciosa, como si la llevaran
por encima del agua, entrando al pequeño puerto. Un hombre de azul subió
a tierra y pasó los cabos por las argollas. Otros dos hombres, de ropas
oscuras con botones plateados, seguían al contramaestre con unas
angarillas sobre las que, bajo una tela de seda floreada, ostensiblemente
yacía un hombre.
Franz Kafka. “El cazador Gracchus”.

• Narración realista. Los hechos se presentan tal y como suceden en la realidad:

Era el miércoles dieciséis de diciembre de 1818. Me encontraba en el campo


como de costumbre, con mi rebaño, cuando acertaron a pasar, como a las
once del día, unos arrieros conduciendo varias mulas con rumbo a la sierra.
Les pregunté si venían de Oaxaca; me contestaron que sí, describiéndome a
ruego mío algunas de las cosas que allí vieron, y siguieron luego su camino.
Andrés Henestrosa. “Otra vez la oveja perdida”.

• Narración fantástica. Los hechos a que se narran no son reales:

Una tarde, mientras la mujer verde descansaba en su casa, tocaron a la


puerta. Ella se arregló su verde cabello y abrió. En el quicio de la puerta se
encontraba un hombre, un hombre violeta, violeta de pies a cabeza. Se
miraron a los ojos. La mujer verdiazul vio un dragón encantador. El hombre
violeta vio una cascada de peces. El hombre violeta se acercó a la mujer y la
mujer verde se acercó al hombre violeta. Entonces, un dragón violeta voló
hacia la cascada y ahí se puso a jugar hasta que se dejó ir en la corriente de
peces. Luego, cerraron la puerta.
Guillermo Samperio. “La señorita Green”.

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• Narración histórica. Se refiere a un hecho real sucedido en el pasado:

El famoso rey de los lidios, Kroisos o Creso, capturado por Kyros en 554, había
intentado no sólo dominar a los ionios de Asia y de las islas, sino atraérselos por
medio de una política eminentemente helénica, cuya muestra fue la veneración
hacia el oráculo de Delfos.
Justo Sierra. “Las guerras heleno – pérsicas”.

• Narración omnisciente. El narrador conoce todo. Maneja la narración con una


“cámara” que penetra todos los rincones. Conoce qué piensan los personajes y cuáles
son sus sentimientos más íntimos:

Una mosca golpeó en la frente a un señor que iba corriendo, le atravesó la


cabeza de parte a parte y le salió por la nuca. El señor, apellidado Derniatin,
se quedó muy sorprendido; le había parecido notar que en sus sesos algo le
había pasado silbando y en la nuca un trozo de piel se le desgarró
haciéndole sentir cosquillas. Derniatin se detuvo y pensó: “¿Qué significa
esto? He escuchado con absoluta claridad un silbido en la sesera. No se me
ocurre ninguna explicación a lo sucedido. En cualquier caso la sensación es
extraña, parecida a alguna enfermedad de la cabeza. Pero no voy a pensar
más en ello, voy a seguir con mi carrera”. Con estos pensamientos, el señor
Derniatin siguió corriendo aunque, por más que lo intentaba, no conseguía
correr en paz.

Ejercicio fuera del aula


Escribe un relato corto sobre una “absurda” relación de amor. Aquí te presento algunos
ejemplos de esos amores que parecen imposibles, pero que en el mundo de la literatura
pueden realizarse:

LOS OJOS Y LAS GAFAS

Cierto día los ojos estaban cansados de ver siempre lo mismo: el cielo azul, la misma gente, todo a
su alrededor igual. Nada cambiaba. Entonces comenzaron a alejarse y a refugiarse en un espacio
diferente, en la oscuridad. No quisieron ver más.
Hasta que de la nada, de las tinieblas, surgieron dos bellas y esbeltas mujeres llamadas gafas.
Tenían una figura circunferencialmente linda, perfecta. Eran tan puras y trasparentes, que
enamoraron a primera vista a los ojos. Y para completar la dicha de estos, además de ser siamesas,
eran gemelas, lo cual los entusiasmaba aún más.
Luego de conocerse mejor y de declararse el amor que sentían, los ojos les propusieron matrimonio
a las gafas, prometiéndoles fidelidad y dedicación. Y para retribuir tan noble gesto, las gafas les
juraron a los ojos llevarlos a mirar nuevos horizontes, nuevos mundos. Los ojos aceptaron y se llevó
a cabo la ceremonia. Así fueron felices, se hicieron compañía y tuvieron muchísimos hijos de colores
distintos (tanto ojos como gafas), y hasta ahora los ojos pueden ver todo su entorno, no sólo de
diferente forma, sino de cualquier color, dependiendo, claro está, del color de piel de sus gafas.
A pesar de que la modernización ha hecho hasta lo imposible por separarlos con la celosa cirugía de
rayo láser, los ojos y las gafas luchan por mantener su amor y su unión. Estoy segura de que
seguirán así por mucho tiempo más, pues su popularidad nunca pasará de moda: son la pareja del
año, del siglo, de todos los tiempos…
Adriana Patricia Jiménez

AMORES ABSURDOS

En un salón de clases, donde los esferos no paraban de escribir letreros como: “Manuel y Laura X
100pre” encerrados en corazones, y donde las hojas volaban de pupitre en pupitre, un esfero estaba

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perdidamente enamorado de una hoja. Le escribía hermosos poemas en su blanco y delicado cuerpo
y ella los leía volando de amor por el aire.
Pero un día, la hoja de papel no tuvo más campo donde escribir y fue a parar a la basura. Y al pobre
esfero, de pena moral, se le secó la tinta.
Sonia Arévalo

RITUAL

Un piso se enamoró, hasta el delirio, de una pared: le coqueteaba, le hacía guiños, y con sus vértices
la acariciaba suavemente en las esquinas.
Ella, en cambio, erguida, de buenas bases y principios, levantada con altivez y orgullo… lo ignoraba.
No cedía ante su pena, por eso de que las paredes tienen oídos, pero no corazón.
Él, triste, frío, herido hasta el agrietamiento, dejó escapar desde lo más profundo de su madre tierra
un grito de dolor.
Fue tanta la desesperación contenida en su lamento, que el temblor se hizo presente. Y ella, la
pared, la erguida pared, se vino de bruces, y en un gesto de aceptación quedó abrazada para siempre
a su pecho.
Freddy Alberto Mier Logatto

ECLIPSE TROPICAL

Un día, una señora llamada Tierra tuvo una bebé a la que llamó Luna. Estaba contenta con su bebé,
al igual que Venus, su esposo.
Venus la cuidó y la quiso tanto, que nunca la dejó salir con los jóvenes asteroides; sólo con sus
amigas, las estrellas fugaces.
Un día, Tierra le dijo a su esposo:
-¿Por qué no dejas salir a Luna con un asteroide? Eso no tiene nada de malo.
Él respondió:
-No quiero que esos asteroides le quiten la belleza a mi Luna.
Tierra comprendió lo dicho por su esposo y no insistió.
Pasaron los años y Luna había crecido bastante y era muy bonita. Tanto, que una muchacha
llamada Mercurio envidiaba su belleza y hasta llegó a odiarla.
Un día, Luna salió a dar una vuelta con Marte, su amiga, y esta le presentó a Sol, una simpática
estrella luminosa. Sol se enamoró de Luna y Luna, de Sol.
Días después, Luna llevó a Sol a su casa para presentárselo a Venus. Él estuvo muy contento porque
su hija le presentó a un amigo, aunque nunca la dejó salir con él.
Sol y Luna fueron novios por mucho tiempo a escondidas de Venus y Tierra. Hasta que, como
sucede en toda relación amorosa, Mercurio le contó a Venus sobre ese noviazgo. En ese momento
Marte fue donde Luna y le contó lo que pasó con Mercurio. Entonces Sol y Luna decidieron jurarse
amor eterno. Pero llegó Venus y se llevó a Luna, y Sol se quedó allí para siempre.
Desde entonces Luna está en su órbita y Sol está en el centro del universo donde la vio por última
vez. De ahí no ha querido moverse.
Cada vez que Sol y Luna se ven, él la acaricia con sus amarillos, lindos, calurosos y brillantes rayos,
cumpliendo su gran juramento de amor.
Jennifer Rodríguez

UN AMOR GASEOSO

Este es uno de esos amores que causan gracia, pero que marcan la historia. Todo empezó una tarde
soleada, de esas en las que te sofoca el calor. Todo estaba tranquilo y un grupo de amigos salía a
tomar algo para refrescarse. Ese día, por casualidades de la vida, había salido al mercado una nueva
gaseosa; se llamaba Lift. Era una bebida con sabor a manzana.
Este grupo de jóvenes, aparte de quitarse el calor, quería probar esa nueva bebida. Dicho y hecho: se
dirigieron a la tienda más cercana.
Cuando estuvieron allí pidieron sus gaseosas, y en el momento en que el tendero cogió el
destapador, ocurrió algo único: fue amor a primera vista. Quizás la propaganda era demasiado
sugestiva, pero el jingle decía: “Enamórate de Lift”. Y así fue: el destapador nunca había visto una
botella más hermosa. Dios mío, qué presentación, qué nombre, qué color. Es que era la botella de

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sus sueños. Decidido a declararse, se preparó. Su metal brillaba como nunca y estaba dispuesto a
todo. En ese momento los muchachos decidieron abrir su botella ellos mismos, lo que le daría al
destapador más tiempo para preparar su declaración.
Ya cuando estuvo preparado, se abalanzó a la gaseosa y se declaró muy románticamente, pero para
su infortunio fue cortantemente rechazado. La Lift le contestó que su sabor le pertenecía a alguien
más y ese alguien era la boca y que él no podría hacer nada.
Decepcionado, el destapador comenzó a derretirse y fue entonces cuando lo contrataron para la
propaganda de la gaseosa de mango biche.
Paula Díaz Maldonado

LA PAREJA PLATA-PLATA

Una pequeña y delicada moneda de veinte pesos se enamoró perdidamente de un billete. Se


conocieron en el bolsillo del elegante saco de un banquero y con él pasaron agradables veladas,
cenando en elegantes restaurantes; se conocieron a fondo en aburridísimas juntas directivas y él por
fin le propuso matrimonio en una agitada sesión de la bolsa de valores.
Se fueron a pasar la luna de miel a la costa, pero en estos casos de amor instantáneo las cosas no
salen tan bien como parece al comienzo.
Él era papel moneda y cuando la brisa soplaba, se lo llevaba lejísimos; regresaba al cabo de varias
horas, cansado, ajado, y lleno de sal, para encontrar a su dorada monedita ya caliente de sol y de
disgusto.
Cuando entraban a nadar al mar, ella se hundía rápidamente y vieran ustedes en las que se veía el
pobre billete para rescatarla del fondo, llevarla rodando a la playa y lavarla con agua dulce para
evitar que la sal le deteriora el cutis.
La luna de miel tuvo tantos contratiempos, que pronto empezaron a reñir. Los dos eran dinero, es
cierto, pero cada uno de material tan diferente, que la perfecta unión, la comprensión y el cariño,
eran poco menos que imposibles.
Optaron por el divorcio, como aconsejaban los ejecutivos en las Juntas Financieras. Ante un juez de
la República se expusieron los factores de incompatibilidad que les había llevado a tan drástica
solución.
La monedita reconoció que ella se había enamorado porque él era un hermoso billete de mil “y de
esos uno no ve todos los días”, dijo enrojeciendo.
El juicio fue muy rápido y el señor juez concedió la separación diciendo sabiamente que nunca ha
sido bueno mezclar el amor con el dinero.
Celso Román

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