LÉ X IC O D E E ST É TIC A
Introducción. Cronología y geografía
de la estética romántica
mente a la estética del romanticismo en las historias de la
estética escritas en el siglo X IX , y lo mismo podríamos decir
de la mayoría de las publicadas en el X X . Los autores de
quienes nos ocuparemos más extensamente, los hermanos
August Wil.hel.rn y Friedrich Schlegel, Novalis, Wackenro-
der, de Alemania; Coleridge o Wordsworth, de Inglaterra,
están tratados muy de prisa, a menudo nada más que refe-
remos una atención semejante, Schelling o Soiger, por
ejemplo, son objeto de un estudio más extenso en aquellas
historias, pero no se les considera en el marco de la estética
tética del idealismo alemán. En realidad, durante mucho
ticismo eran demasiado fragmentarios y
siado poco sistemáticos y demasiado poco inclinados a la
ticos e historiadores del arte, o como artistas ocupados en
mo término, de una poética, de una reflexión programática
e inmediata sobre el quehacer artístico; mucho antes que
como autores de una estética, de una teoría filosófica del
13
arte y de la actividad creadora. En consecuencia, y
bre todo referido a la evolución del pensamiento estético en
Alemania, durante mucho tiempo se ha pensado que los
frutos auténticamente especulativos del romanticismo han
sido cosechados por el idealismo, y que, por tal razón, los
cados no tanto en los protagonistas del romanticismo como
en los filósofos del idealismo alemán.
La consecuencia, verdaderamente paradójica, ha sido
vo para la aparición de la conciencia de la estética moderna,
para la articulación del moderno carácter central del arte
y para la atribución de su nuevo papel al artista, el período
en que la crítica literaria y artística han asumido los rasgos
mente el romanticismo, no ha sido tratado en las historias
zado a cambiar a lo largo del siglo X X , sobre todo gracias a
un mejor conocimiento de los autores del romanticismo,
mar, incluso, que aquella situación ha sido radicalmente
cambiada tan sólo en las últimas décadas, cuando se les ha
sión filosófica autónoma, no solamente no reductible sino
tica traspasa a las estéticas del idealismo y especialmente a la
de Hegel. Una introducción a la estética del romanticismo
tiene, por todo ello, que empezar con una precisión que en
mente, el nacimiento de una nueva sensibilidad, la atención
a nuevas formas de expresión, la aceptación y difusión de
14
una gama de sentimientos distinta de la tradicional, sino
también una filosofía, y, por tanto, una estética, un esfuerzo
de comprensión teórica y de elaboración conceptual, y que,
tuado a relacionar con la experiencia romántica.
Hay otro motivo además para esta precisión, un motivo
de índole diversa. Todos los términos que se emplean para
tura se utilizan también con un sentido metahistórico, de
tórico propio. Se puede hablar de «ilustración» a propósito
de la sofística griega, de «barroco» para ciertas tendencias
terminadas obras de arte o a determinadas situaciones
tegoría historiográfica para convertirse en un término de
descripción «psicológica») se hace generalmente hincapié en
ciertos estados de ánimo que tienen mucho que ver con lo
indeterminado, lo oscuro, lo fantástico, lo sentimental, la
no, conviene afirmar que todos estos significados tienen su
minados rasgos precisos del movimiento romántico y de sus
teorías, pero no se agota su alcance en tales consideraciones.
curos o irracionales del arte, si no se hace, al mismo tiempo,
un esfuerzo por comprenderlos filosóficamente. Una intro-
15
ducción a la estética del romanticismo debe prescindir de
do cuando se le ha utilizado fuera de los límites históricos
de la época romántica en tanto que categoría psicológica,
aunque pueda contribuir a explicar su génesis la recurrencia
precisa a autores y teorías históricamente aislables.
manticismo» y pretendiendo sólo una caracterización de la
estética romántica en tanto que fenómeno histórico, aun así,
resulta difícil señalar límites cronológicos y establecer una
periodización que resulte satisfactoria en todos los sentidos,
tanciales en cuanto entren en liza puntos de vista diferentes.
ce. Antes que nada, hay que hacer hincapié en el hecho de
que el romanticismo no fue sólo un fenómeno del ámbito
de la literatura, de las artes, del gusto, de la estética, en
suma; sino también una tendencia que abarcó y modificó
radicalmente toda la cultura europea. La religión, la política
y la ciencia también se vieron involucradas en la revolución
romántica. En el ámbito de la filosofía, no sólo hubo una
estética romántica, también una filosofía de la historia, una
damente las nacientes disciplinas históricas, acompañando y
je del derecho, de las religiones y de las mitologías.
El desarrollo y la difusión de las ideas románticas en
duciría error, tratar de aislar el curso del romanticismo en
estética del de los demás ámbitos culturales. Y ello no sólo
por el motivo, válido para todas las épocas, de la interrela-
ción entre los hechos de la cultura, sino también por una
16
circunstancia más intrínseca, que constituye ya un rasgo
distintivo de la estética romántica. Característica de ésta es,
efectivamente, la tensión a la superación de los límites entre
sofía, entre poesía y ciencias, la voluntad de poetizar toda
disciplina, no en el sentido de la reducción de las ciencias y
teticismo de la segunda mitad del siglo XIX,
pacidades cognoscitivas de la poesía. No es casual que los
primeros románticos hablaran de un proyecto enciclopédico,
aunque fuera, como veremos, en un sentido muy distinto
del de la Encyclopédie
do, en 1803, Friedrich Schlegel, al describir en la revista
Europa, fundada y dirigida por él, la situación cultural de su
damente diverso y extenso del concepto de romanticismo
bido, prácticamente en todas las literaturas europeas hay un
mientos románticos se desarrollan en cada uno de los países
en épocas muy distintas y de maneras muy diferentes, de
sible relacionar las distintas denominaciones con un tronco
ción de las tendencias románticas contribuye a que en las
áreas periféricas (en España o en los países eslavos) haya
arraigado la literatura romántica algunas décadas después de
tensión cronológica al término «romántico», de tal suerte
17
meros años del siglo XIX hasta el año 1850
te (aunque en el m undo germ ánico quepa correctam ente
adelantar el final al año 1830 o, incluso, al año 1820), no es
nom inación a tendencias posteriores al medio siglo.
versalizad oras» de la estética lo único que podemos hacer es
indicar en cada ocasión los momentos más importantes en
ber, sin pretender seguir los desarrollos del romanticismo en
rriente del término «romántico» en la historiografía literaria
podemos aclarar ya que en el caso de la estética romántica
cias románticas en las literaturas y en las artes y otra cosa
distinta es la elaboración de una reflexión filosófica sobre el
arte y la poesía. Ambas pueden no ir juntas, y, en la medida
mántica no va acompañada de una teorización significativa,
bien puede suceder que se den tendencias románticas en la
literatura (piénsese en Francia, por ejemplo) antes de que se
ca es posible establecer una periodización con alguna mayor
seguridad, pues, como veremos, en muchos países europeos,
la teoría
miento de la riquísima reflexión estética del romanticismo
alemán, a veces con una dependencia sólo indirecta, pero
mán, a su vez, presenta una fisonomía que, aun dentro de la
variedad de las tendencias y las personalidades, permite una
reconstrucción unitaria, y un análisis interno articulable
18
mino, no se puede sostener la conclusión escéptica a que el
historiador de las ideas Arthur Lovejoy (1873-1962), en un
ensayo de 1924, muy polémico, llegaba, tras un exhaustivo
toria de la literatura, cuando afirmaba que «es imposible
que [aquel que tenga que referirse al romanticismo] sepa de
qué ideas o tendencias tiene que hablar, en qué momento
han podido prosperar tales ideas o tendencias, o en quiénes
cabe defender que estén mejor representadas».
nerador de las ideas románticas al conjunto de estudiosos
manos August Wilhelm (1767-1845) y Friedrich Schlegel
ra alemana, tomando el nombre del título de un ensayo del
tido estricto. Las personalidades de los dos hermanos eran
muy distintas. Fino literato, gran experto en métrica, poco
mo y convincente escritor, el mayor; de una inteligencia
bastante más original y especulativa, si bien con una cierta
quier caso, de los dos, el auténtico teórico es Friedrich y a él
se atribuyen muchas de las ideas decisivas en torno a las
cuales se constituye el círculo romántico de jena. Cuando,
en el verano de 1796, se reúne con su hermano mayor, que
desde hacía unos meses estaba trabajando en la universidad,
guiente, que contiene in nuce
ticas del primer grupo romántico, es el ensayo
dio de la poesía griega. Pese al título, y el enfoque explícito,
que sigue siendo estrictamente clasicista, en el sentido de
19