Un corazón para Dios
Salmo 51:10
    Introducción
    Significar la crisis que existe en varias áreas de la vida política, social, económica y religiosa en todo el
    mundo.
    Proposición: Les propongo que valorando la historia del patriarca Abraham, descubramos cuatro principios
    que descubren un cora-zón que se consagra delante de Dios. Se busca un hombre con un corazón para Dios.
    I. Que oiga la voz de Dios
    A. En medio de aquella civilización pagana y politeísta, Abram oyó la voz de Dios.
    Cómo le habló Dios a Abram, no lo sabemos. Quizás en sueños, por algún profeta ignorado, por un ángel. La
    Biblia no deja claro como Abram llegó a conocer a Jehová. Lo cierto es que Dios le ratificó su llamado
    soberano. “Dios le dijo a Abram” (Génesis 12:1 TLA).
    B. Es sumamente necesario que los hombres cristianos de hoy aprendan a oír y distinguir la voz de Dios
    de otras voces que se escuchan en el mundo.
             La voz del afán. Todo no puede ser trabajo (Mateo 6:33).
             La voz de las falsas doctrinas. Movimientos neopentecostales (2 Timoteo 4:1; 2 Pedro 2:1; Judas
      1:4).
             La voz de las malas costumbres o hábitos (el mundo y todo lo que ofrece). (1 Corintios
      15:33; Hebreos 13:5).
             La voz de las redes sociales (exceso de tiempo). (Efesios 5:16).
    II. Que lo deje todo
    La fe de Abram lo llevó a la separación. Es que Dios siempre separa a los suyos:
             separó a Israel como nación (Éxodo 33:16; Levítico 20:24, 26);
             separó a los apóstoles (Hechos 1:2; Romanos 1:1);
             separa a los creyentes (Juan 17:15-19; 1 Pedro 2:9-10).
    De la experiencia de Abram aprendemos que la separación a la cual Dios nos llama tiene tres características
    específicas…
    A. Separación costosa. “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te
    mostraré.” (Génesis 12:1). Dejar su tierra natal y su familia era una decisión muy grande, especialmente
    cuando se trata de una sociedad tradicional.
    Abram debía separarse de tres elementos importantes en la vida de cualquier persona:
              1. Fuera de su país (vivir como extranjero).
              2. Lejos de sus parientes (separarse de la familia).
              3. Lejos de la casa de su padre (fuera de la cobertura paterna).
    Este llamado de Cristo al discipulado corre paralelo al llamado que Dios le hizo a Abram. (Lucas 14:25-33).
    B. Separación permanente. “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y
    serás bendición” (Génesis 12:2).
    Sería único. Dios haría de Abram la cabeza de una nación bendecida y próspera. Y además le promete que
    sería bendición a todas las naciones del mundo, porque a través de su descendencia, vendría el Salvador de
    este mundo: Jesucristo el Hijo de Dios. (Génesis 12:3; Gálatas 3:8).
    Dios le cambió el nombre de Abram [padre enaltecido] por Abraham, que significa “padre de una multitud”
    (Génesis 17:5).
    Es conocido en la biblia como el padre de la fe (Romanos 4:11; Gálatas 3:7) y el amigo de Dios (2 Crónicas
    20:7; Isaías 41:8; Santiago 2:23).
    C. Separación que hace diferencia. En costumbres, en afectos, en obras, en esperanzas. “Y dijo Josué a todo
    el pueblo: Así dice Jehová, Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto
    es, Taré, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños. Y yo tomé a vuestro padre Abraham del
    otro lado del río, y lo traje por toda la tierra de Canaán, y aumente su descendencia, y le di Isaac .” (Josué
    24:2-3).
    El monoteísmo que Abraham manifestó en medio de la idolatría fue un tema de constante exhortación y
    consideración a las nuevas generaciones hebreas. Abraham cortó con su ascendencia cultural y politeísta para
    convertirse en el hombre que adoraba a un solo Dios.
    Cabe hacerse esta pregunta: ¿Estamos dispuesto a experimentar esta separación? No aislarnos, pero si atentos
    a toda contaminación que afecte nuestro corazón y nuestra relación personal con Dios. La biblia dice “…
    Cristo nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).
    III. Que se someta a la dirección divina
    “…a la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1). “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al
    lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba.” (Hebreos 11:8).
    A. No sabía a dónde iba. No se le dice con claridad a la tierra que Dios le llevaría. Quizás pasó mucho
    tiempo en el que Dios no se le reveló, pues permaneció en Harán hasta la muerte de su padre. Pero Abram
    decidió arriesgar todo aquello que era valioso y apreciado para su vida al obedecer el llamado de Dios.
    De la misma manera Jesucristo desafía a la gente a aventurarlo todo para que le sigan a Él  (Mateo 10:37-
    39; Filipenses 3:8).
    La incredulidad no da un paso sin explicaciones previas; pero la fe no calcula: confía. Abram se sometió a la
    dirección divina. Y no se resistió a entrar a Canaán. No pretendió quedarse en Harán. “Y se fue Abram, como
    Jehová le dijo…” “…y salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron.” (Génesis 12:4-5).
    B. Cuántos no quieren dar un paso más allá de lo que han hecho toda la vida. Cuántos no quieren correr
    riesgos. Para poder experimentar lo extraordinario, debemos estar dispuestos a dejar de hacer lo ordinario.
    Los pueblos de Canaán eran degradados, idólatras, violentos. Dios a veces señala caminos extraños e
    inexplicable. La fe dice: “A donde quieras que vaya, iré.” (Rut 1:16). El pueblo de Dios fue llevado por
    camino extraño al salir de Egipto.
    IV. Que fije su mirada en la promesa divina
    Las promesas de Dios…
    A. Incluían muchas cosas: poder, honor, bendición, protección, influencia universal. (Génesis 12:1-3).
    B. Parecían improbables. Humanamente era imposible que se hiciera realidad esta promesa. Abram era
    viejo; el país estaba ocupado; carecía de influencia. A Dios no lo detienen las circunstancias, el busca un
    corazón que se rinda a Él.
    C. Dignas de confianza. Abram no pregunta por qué, dónde, cómo y cuándo. Se pone en las manos de Dios:
    él es poderoso, y cumplirá sus planes.
    Nunca entenderemos el alcance de las promesas de Dios. Quizás se demoren en cumplirse, más de lo que
    esperábamos. Lo cierto es que nunca debemos apartar nuestra mirada del Dios que ha prometido. Cada día se
    harán más claras y brillantes.
    Conclusiones
    El mundo de hoy necesita de hombres que tengan un corazón para Dios. Dios desea usar a hombres que a
    pesar de las presiones de la vida y de las tendencias modernas estén dispuestos
            1. A oír la voz de Dios.
            2. A dejarlo todo por servir a Cristo [en el sentido de darle a Dios la prioridad].
            3. A someterse a la dirección divina [los intereses de Dios prime-ro].
            4. A fijar su mirada en las promesas divinas [Dios no defrauda, Dios no miente, Dios no nos llama
      para tirarnos en un rincón de la vida. Dios no nos llama para avergonzarnos].
¿Estarás dispuesto a guardar tu corazón sólo para Dios?