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Incumplimiento Involuntario

Este documento resume conceptos clave relacionados con el incumplimiento involuntario y voluntario de obligaciones contractuales en derecho. Explica que el incumplimiento involuntario no es imputable al deudor, mientras que el incumplimiento voluntario o culposo sí lo es. También define conceptos como fuerza mayor, caso fortuito, hecho del príncipe y otros elementos y clases de culpa que pueden dar lugar a un incumplimiento.

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Incumplimiento Involuntario

Este documento resume conceptos clave relacionados con el incumplimiento involuntario y voluntario de obligaciones contractuales en derecho. Explica que el incumplimiento involuntario no es imputable al deudor, mientras que el incumplimiento voluntario o culposo sí lo es. También define conceptos como fuerza mayor, caso fortuito, hecho del príncipe y otros elementos y clases de culpa que pueden dar lugar a un incumplimiento.

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República Bolivariana de Venezuela

Estado Bolivariano de Miranda


Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria
Universidad Bolivariana de Venezuela
Aldea: “Escuela Bolivariana Ambrosio Plaza”
Programa de Formación de Grado de Estudios Jurídicos
Semestre N° 5
Unidad Curricular: Regulación Jurídica de las Relaciones Privadas

INCUMPLIMIENTO INVOLUNTARIO.

PNF: ESTUDIOS JURIDICOS

Facilitador: Abg. Dionimar Pereira.

Triunfador: Nelson Mayorca.


INCUMPLIMIENTO INVOLUNTARIO.
El incumplimiento involuntario, como es lógico, es aquel que no es imputable a la voluntad del
deudor. Una prestación se torna objetivamente imposible de cumplir cuando según las
concepciones del tráfico jurídico es prácticamente irrealizable para cualquiera. El incumplimiento
no imputable al deudor es aquel que tiene lugar por causas totalmente ajenas a su voluntad. De lo
que se deduce que el deudor no es responsable jurídicamente cuando su incumplimiento no se
deriva de su responsabilidad, esto es, se deriva de una causa extraña que no le resulta imputable.
INCUMPLIMIENTO VOLUNTARIO O CULPOSO
CONCEPTO: Es la inejecución de la obligación motivada por un obstáculo o causa que es o se
considera por el legislador imputable al deudor. El incumplimiento culposo viene dado por el dolo
(intención) y por lo tanto la culpa es imputable al deudor.
El incumplimiento voluntario viene dado tanto por circunstancias imputables al deudor o por otras
circunstancias no imputables. Como por ejemplo mala situación económica del deudor.

CULPA: La culpa es una imputación que se realiza a alguien por una conducta que generó


una cierta reacción. También se conoce como culpa al hecho que es causante de otra cosa

ELEMENTOS DEL INCUMPLIMIENTO CULPOSO.

ELEMENTO DE NATURALEZA OBJETIVA: incumplimiento de la obligación que es lo mismo


que inejecución total de la obligación. ART 1271 CC
ELEMENTO DE NATURALEZA SUBJETIVA: la culpa: LEVY la define como la violación de una
confianza legítima engañada, PLANIOL: la define como la violación a una obligación
preexistente.
TETRALOGO DE PLANIOL: Planiol no solo estableció el concepto de culpa sino que elaboró
cuatro categorías que deben ser observadas por todo sujeto de derecho y estas son:
1.- Toda persona debe abstenerse de toda violencia contra personas y cosas
2.- Toda persona debe abstenerse de todo fraude.
3.- Toda persona debe abstenerse de toda actividad para la cual no tenga habilidad,
pericia o competencia necesaria. Art 1185 CC.
4.- Toda persona debe ejercer la debida vigilancia sobre personas o cosas que estén bajo
su guarda. Responsabilidades especiales.
Las tres primeras comprenden obligaciones negativas (de no hacer) y la cuarta está
comprendida en una obligación positiva o de (hacer).

CLASES DE CULPA:
1. Según consista en una actividad negativa (no hacer) o positiva (hacer) desarrollada por
el deudor. Ejemplo la negligencia y la imprudencia
Negligencia: es la culpa considerada por una abstención del deudor de no hacer, es decir
una conducta negativa ejemplo que Ud. vea a un niño en peligro y no lo advierta o si lo
hace ya es demasiado tarde.
Imprudencia: es la realización de una actividad o conducta que no debió realizar .ejemplo
el exceso de velocidad.
1. Según su contenido comprenda los actos intencionales (dolo del deudor) o solo actos
culposos (negligencia o imprudencia).
Existen 2 acepciones del término culpa a) Latus Sensu (dolo) strictu sensu (culpa)
comprende actos no dolosos o intencionales.
1. Según su graduación o gravedad de la culpa:
Culpa Grave: es aquella que consiste en no aportar en los negocios propios el cuidado que
las personas menos cuidosas no dejan de aportar a sus negocios, es decir que es una culpa
inexcusable.
Culpa leve: Es aquella que consiste en no aportar a los negocios de otro el cuidado de los
hombres que comúnmente aportaría a sus negocios. Es decir que la culpa leve es aquella
en la que no incurriría una persona normalmente cuidadosa
Culpa levísima: esta consiste en no aportar el cuidado que la persona más astuta aportaría
a sus negocios es decir una persona muy diligente o sagaz.

CAUSAS EXTRAÑA NO IMPUTABLE


Es el hecho o circunstancia que produce el incumplimiento de una obligación contenida en
un contrato debido a un hecho fortuito, de fuerza mayor u otras.
CASO FORTUITO:
Es un evento que, a pesar de que se pudo prever, no se podía evitar.
Doctrinariamente, en Derecho, el caso fortuito es el escalón posterior a la fuerza mayor, que es
aquel evento que ni pudo ser previsto ni, de haberlo sido, podría haberse evitado.
La ley habitualmente les da un tratamiento similar, e incluso a veces confunde ambos casos, pero
existen diferencias.
Diferencias prácticas entre caso fortuito y fuerza mayor. Si bien ambos conceptos son difusos y en
muchos casos la legislación los confunde, la doctrina jurídica coincide en señalar que, si bien en
ocasiones se puede obligar a un deudor a cumplir una obligación que incumplió por caso fortuito,
no se puede exigir nunca una obligación que se incumplió por fuerza mayor.
Comúnmente se llama "caso fortuito" a lo que acontece inesperadamente, o sea a lo
"imprevisible"; la fuerza mayor alude a lo irresistible, es decir lo "inevitable". Desde el punto de
vista de los efectos jurídicos, en la medida que ambos conceptos se estén asimilados legalmente,
no existiría distinción entre ambos. Sin embargo, la ley normalmente exime ambos casos, pero
permite que se pacte en el contrato la responsabilidad en el caso fortuito.
FUERZA MAYOR:
La fuerza mayor o causa mayor, también conocido como mano de Dios o en latín vis maior, es un
hecho que no se puede evitar y tampoco se puede prever. Tiene gran importancia, en Derecho, a
la hora de establecer la responsabilidad por los daños.
Por poner un ejemplo, cuando una empresa no ofrece un servicio por causa de fuerza mayor,
puede evitar el pago de los daños, ya que no está en su mano poder evitarla. La existencia de una
fuerza mayor normalmente libera a una o ambas partes de un contrato de sus obligaciones
contractuales.
Quedan excluidas la causas que no se pueden evitar pero sí prever, que se denominan caso
fortuito, y las negligencias, que son casos que sí se pudieron evitar:
Si una persona tiene contratado un viaje al Caribe en una agencia de viajes y se sabe que un
huracán va cruzar esa zona. No se puede evitar que el huracán devaste esa zona pero sí puede
anular el viaje al cliente y devolverle el dinero.

HECHO O ACTO DEL ESTADO (HECHO DEL PRÍNCIPE)


Cuando la ecuación económico-financiera del contrato administrativo se altera por un
acto imputable al Estado, da lugar al denominado hecho del príncipe.
Esta denominación se acuñó en los albores de la formación del derecho público en
la Europa del absolutismo y ha sido mantenida y repetida mecánicamente hasta nuestros
días. Nuestro país, de indudable tradición republicana, nos impone ser consecuentes y por
ello se propone denominar a esta teoría en forma acorde con lo que en realidad ocurre: se
trata de hechos o actos del Estado.
El acto lesivo emanado de cualquier órgano o repartición estatal, sea o no de
la autoridad pública que celebró el contrato, habilita al contratista para requerir una
reparación integral, invocando para ello la teoría del hecho o acto del Estado. Para
configurarse la decisión debe provenir de cualquier autoridad pública y afectar
el desarrollo del contrato.
Así lo ha considerado la Procuración del Tesoro expresando que el hecho del príncipe se
funda en el álea administrativa, proviene de actos o hechos de los órganos estatales y
justifica una reparación integral.
En el supuesto en que el acto lesivo a los derechos del contratista, provenga de una
autoridad pública de una esfera de competencia distinta de la que celebró el contrato,
v.gr., un contrato celebrado por una provincia que se vea alterado por resoluciones
emitidas por la autoridad nacional, estaremos en presencia de la imprevisión, por ser el
acto lesivo ajeno o extraño a la autoridad estatal que celebró el contrato, circunstancia
que torna aplicable la teoría de la imprevisión.
Esta teoría se aplica a toda clase de contrato administrativo, pero solamente en los casos
de alteración contractual por actos de alcance general, ya que los de alcance particular
dan lugar a la responsabilidad contractual del Estado.
El hecho o acto del Estado se manifiesta a través de decisiones jurídicas o
acciones materiales que pueden modificar las cláusulas contractuales o las condiciones
objetivas o externas del contrato, lesionando los derechos del contratista.
Los principios que fundamentan la responsabilidad del Estado en este caso, radican en los
arts. 16 y 17 de la Constitución, en tanto garantizan la protección a los derechos, en
especial la inviolabilidad de la propiedad (art. 17), por lo cual el contratista no podrá ver
menoscabado su derecho o interés en función del interés público, a consecuencia de una
norma o disposición de carácter general que altere la economía del contrato. Por ello, es
que procede la indemnización pertinente en los casos de lesión patrimonial al particular.
Sólo el acto de poder anormal o extraordinario que afecte la ecuación financiera del
contrato da lugar a la aplicación de la llamada teoría del hecho del príncipe, para
responsabilizar al Estado, pues el acto de poder normal u ordinario, aun en el caso de
disposiciones generales, que sólo tornen un poco más gravoso el contrato, queda a cargo
del contratista.
Por otro lado, hay que diferenciar entre responsabilidad por hechos o actos del Estado
y responsabilidad contractual del Estado. La primera supone una norma general emanada
de la autoridad pública; la segunda supone una disposición o resolución específica
relacionada con el contrato administrativo; por ello es que la responsabilidad por hecho
del príncipe es indirecta o refleja, es un caso de responsabilidad extracontractual del
Estado, a la que el contratista no puede renunciar anticipadamente.
La aplicación de estos principios obliga a la Administración Pública, al Estado, a indemnizar
íntegramente al contratista por los perjuicios que el acto estatal le haya causado al alterar
el contrato.

TERCEROS
La posición de terceros no es siempre la misma aun cuando cumple una obligación ajena, hay
terceros que de algún modo están implicados en la obligación y aunque no sean propiamente
deudores deben responder en un momento determinado. Los casos menos frecuentes son los
pagos realizados por los terceros totalmente extraños a la relación obligatoria.
Cuando el tercero no tiene absolutamente ninguna vinculación con el deudor estamos en
presencia de un tercero extraño. Es irrelevante desde el punto de vista jurídico su interés en el
cumplimiento de la obligación. Para que su pago tenga efecto solutorio se exige que tenga el
propósito de cumplir la deuda ajena. Esta ajenidad absoluta, es lo que le impide subrogarse en la
relación obligatoria, a no ser que fuera aprobada expresa o tácitamente por el deudor, el pago
realizado al acreedor o hubiera un interés suyo en el cumplimiento de la obligación. El tercero
totalmente extraño sólo puede hacer uso de la acción de reembolso para reclamar lo que
previamente ha satisfecho al acreedor.
Sin embargo como nuestro código no regula específicamente la figura de tercero, a través del art.
258.2 debemos asumir a dicho tercero como totalmente extraño, pero con la diferencia que le
concede el derecho de subrogarse.
EL TERCERO Y EL ACREEDOR
Cuando el pago es realizado por el solventes, el acreedor no tiene más remedio que aceptar el
pago siempre y cuando sirva para extinguir la obligación y para no concurrir en mora accipendi,
aunque pueda oponerse en casos excepcionales, en los casos que el acreedor se niegue el tercero
puede consignar el bien.
Un instrumento negocial idóneo, aunque distinto a pago por tercero, es la cesión de crédito en
virtud de la cual la transferencia que se produce con la cesión extingue inmediatamente la
obligación pagada. Esta cesión "pro soluto" tiene por finalidad pagar una deuda ajena, donde el
cesionario que ha pagado la deuda ajena se coloca en la posición jurídica del acreedor cedente,
ocupando su lugar para ejercitar todos los derechos inherentes al crédito cedido. Se entremezclan
aquí la cesión de crédito y el pago con subrogación, son de aplicación los art 257 al art. 262 del
C.C., en lo pertinente a la cesión de crédito.
La cesión puede ser también "pro solvendo", figura analizada por Pantaleón (1988), en este caso
no se produce la extinción de la obligación cuando tiene lugar la cesión, quedando pospuesta la
extinción para el momento en que el acreedor cesionario haga valer su crédito cedido. Esta
posposición de la extinción de la obligación a otro momento diferente a la cesión impide que
pueda tener alguna relación con el pago por tercero, cuyo efecto liberatorio tiene lugar en el
mismo instante que se cumple la obligación ajena.
EL TERCERO Y EL DEUDOR
Los distintos efectos que se atribuyen al pago por tercero vienen determinados por la  actitud que
pueda adoptar el deudor ante este pago. El deudor puede aprobar o conocer el pago, también
puede ignorarlo; según sea la actitud del deudor el tercero tiene diferentes acciones a su alcance
para hacer valer su crédito después de haber pagado la deuda ajena.
El pago realizado por el tercero conocimiento y aprobación del deudor, posee un amplio sentido,
pues aprobar significa autorizar el pago de una deuda por otro que puede ser expresa o tácita,
mientras que conocer el pago que realiza otra persona es contrario a la ignorancia del deudor del
pago que realiza un tercero. Al pago con tercero cuando se aprueba por el deudor expresa o
tácitamente se da también cuando el deudor tiene conocimiento del pago. Ha de conceptuarse
que el pago hecho con conocimiento del deudor, faculta al que lo realizó para compeler al
acreedor a subrogarse en sus derechos.
EFECTOS DEL PAGO POR TERCERO
El principal efecto del pago por tercero es la extinción de la obligación ajena, produciéndose al
mismo tiempo otros efectos que tienen origen en ese pago.
Cuando el tercero no tiene interés en subrogarse o no ha sido aprobado el pago por el deudor,
nace un derecho de crédito a su favor, el cual constituye la base de la acción de reembolso. El
pago contra de la voluntad del deudor permite al tercero recuperar sólo lo que al deudor le
hubiera sido útil. Muy distinto es el alcance de la acción subrogatoria, requieren que se den
además los presupuestos del pago con subrogación, ya que en virtud de esta acción el tercero
pretende entrar en la relación obligatoria para ocupar el lugar del acreedor.
Es necesario separar las distintas acciones que tiene el tercero a su favor, distinguiéndose el pago
por tercero sin subrogación y el pago por tercero con subrogación.

EL PAGO SIN SUBROGACIÓN


Hay supuestos en los que el tercero no tiene ninguna posibilidad legal de subrogarse en el crédito
ajeno, cuando no tiene interés en el cumplimiento de la obligación y la falta de aprobación,
expresa o tácita del deudor, al igual que cuando se paga sin saberlo el deudor; según el Código
Civil cubano en su art. 258.2 cuando refleja: ".sin la aprobación del deudor..."; y cuando no es
conocido por el deudor al amparo del art. 261.
Es aceptado doctrinalmente que con el pago por tercero nace un nuevo crédito, en el mismo
momento que se extinga la obligación ajena. Este nuevo crédito es totalmente independiente al
crédito que tenía el antiguo acreedor por lo que no se transfiere al tercero ningún derecho
accesorio o privilegio que acompañaba al crédito satisfecho. Es decir, solamente este nuevo
crédito alcanza lo que ha realizado el tercero para satisfacer al acreedor, sin excederse nunca del
antiguo crédito.
En el caso de que el tercero pueda subrogarse en el crédito antiguo tendrá que manifestarlo
inmediatamente después de haber cumplido la obligación. Pero si desea sólo tener el crédito
contra el deudor o simplemente no puede subrogarse, debe saber que este crédito es totalmente
independiente del crédito que tenía el antiguo acreedor. El tercero es un nuevo acreedor al ser
titular de un crédito que nace en el momento en que se extinga la obligación ajena, incluso cuando
paga contra la voluntad del deudor tiene crédito a su favor en la medida que fue útil a aquel.
El tercero además puede ejercitar la acción de reembolso siempre que no haya habido oposición
por parte del deudor al pago o no se haya pactado la subrogación convencional. Nuestro código no
se refiere dentro de las acciones que regula, a la acción de reembolso específicamente, aunque se
ve reflejado en diferentes artículos (ej.: art. 417) y en otras ocasiones es necesario inferirlo de la
figura que estemos tratando, por lo que el código no es muy claro en los artículos de la cesión de
crédito cuando se puede ejercitar la acción de reembolso, aunque a veces menciona el derecho de
subrogarse.
La acción de reembolso emana básicamente del derecho de crédito que adquiere el tercero
cuando cumple a satisfacción del acreedor la obligación ajena. Dicha acción comprende nada más
lo que estrictamente ha cumplido el tercero, mientras que no se ejercite con base en algún
régimen en específico. En ningún caso la cuantía de la acción puede ser superior a la cantidad
entregada por el solvens al acreedor, quedando afuera los gastos judiciales y extrajudiciales
asumidos por el tercero, aun cuando su pago haya sido imprescindible para poder cumplir la
obligación, ya que fue iniciativa de este.
EL PAGO A TERCERO.
Cuando nos referimos a la figura del pago a tercero, estamos hablando de la persona legitimada
para recibir el pago, con capacidad suficiente, que no es más que el destinatario del pago, el cual
puede ser el acreedor original o haber venido a colocarse en la posición anteriormente ocupada
por este, ya sea por transmisión mortis causa, bien por la relación inter vivos, sea cesión de crédito
o subrogación. Se hace un tanto compleja la figura del acreedor ya que puede sufrir una serie de
vicisitudes, como por ejemplo la incapacidad del acreedor, ser sustituido por un tercero legitimado
o no para recibir el pago.
LA PÉRDIDA DE LA COSA DEBIDA
Artículo 1182.
Quedará extinguida la obligación que consista en entregar una cosa determinada cuando ésta se
perdiere o destruyere sin culpa del deudor y antes de haberse éste constituido en mora.
Artículo 1183.
Siempre que la cosa se hubiese perdido en poder del deudor, se presumirá que la pérdida ocurrió
por su culpa y no por caso fortuito, salvo prueba en contrario, y sin perjuicio de lo dispuesto en el
artículo 1.096.
Artículo 1184.
También quedará liberado el deudor en las obligaciones de hacer cuando la prestación resultare
legal o físicamente imposible.
Artículo 1185.
Cuando la deuda de cosa cierta y determinada procediere de delito o falta, no se eximirá el deudor
del pago de su precio, cualquiera que hubiese sido el motivo de la pérdida, a menos que, ofrecida
por él la cosa al que la debía recibir, éste se hubiese sin razón negado a aceptarla.
Artículo 1186.
Extinguida la obligación por la pérdida de la cosa, corresponderán al acreedor todas las acciones
que el deudor tuviere contra terceros por razón de ésta.

 El hecho del acreedor: 


La negativa injustificada del acreedor contractual a recibir la prestación lo constituye en mora
(Mora Accipiendi) y el cumplimiento de la obligación del deudor puede quedar en un período de
letargo, aunque con consecuencias adversas al acreedor. Ello sólo justifica el incumplimiento
temporal del deudor. En cambio, si el acreedor obstaculiza e impide definitivamente el
cumplimiento de la obligación, esta conducta imposibilita en forma absoluta el cumplimiento de la
obligación y debe ser considerada como una causa que lo exime de responsabilidad.
El acreedor está en la obligación de no entorpecer el pago que efectúa el deudor, de no impedir ni
poner obstáculos para que el deudor se libere. Debe pues, el acreedor conducirse como un buen padre
de familia en la recepción del pago del deudor. De violar esta obligación incurre en mora.
En cuanto a sus requisitos es importante señalar:
. Que la oferta de pago se realice por quien tiene derecho y sea capaz, y en cuanto al acreedor se
permite rehusarla legalmente.
. Que la prestación sea ofrecida íntegramente tal como es debida en el tiempo y lugar que debe ser
cumplida la obligación.
. Que el acreedor al rehusar la prestación lo haga sin justa causa, ya que puede probar que por fuerza
mayor no pudo ocurrir al cumplimiento de la obligación.
Efectos:
* Disminución de la responsabilidad del acreedor que solo responde del dolo.
* Los riesgos del deudor se invierten y se trasladan al acreedor.
* Los gastos ocasionados al deudor deben ser reembolsados por el acreedor.
* El acreedor debe indemnizar los daños y perjuicios que experimente el deudor por la negativa de
recibir el pago que éste le ofrece.
Extinción:
* Cuando se da el recibimiento del pago acordado.
* Manifestación de aceptación
* Cuando existe un convenio entre las partes involucradas

LA CULPA DE LA VÍCTIMA
La Dra. Gerez Ambertín con sus investigaciones en el campo de la culpabilidad nos
transmite cuestiones fundamentales para sostener una hipótesis del tipo que en el campo
de la Justicia Restaurativa van a florecer los aportes psicoanalíticos que favorecerían el
asentimiento subjetivo que se juega en todo delito, tanto en el victimario como en la
víctima.
Estos recortes de su producción nos invitan a considerar que el abordaje jurídico-
terapeútico de la víctima, sin la dimensión de la culpabilidad, es no querer ver lo que está
allí.
"la culpabilidad hace posible reconocer que algo de la subjetividad está comprometido en
el acto criminal, pero eso no basta ya que si solamente esa culpabilidad es acompañada de
responsabilidad es posible que el sujeto pueda dimensionar cuan implicado está en la
sanción penal y en el acto que está condena" (GEREZ AMBERTIN Marta, 1999:7-8)
"la culpabilidad... ese opaco sentimiento que acosa al sujeto... no es posible pensar en
la estructura de la subjetividad sin esa categoría omnipresente que es la culpabilidad, a tal
punto que pretender extirpar la culpabilidad del sujeto resulta absolutamente imposible:
ello implicaría disolver al sujeto... la culpa es la resultante observable en la subjetividad de
que con la ley y el crimen comenzaba el hombre, en tanto da testimonio de uno de
los problemas más cruciales de la humanidad: la lógica de lo prohibido" (GEREZ AMBERTIN
Marta, 1999:31)
"la inscripción de la ley delimita el contorno de lo prohibido. Por un lado hace posible el
sostenimiento del lazo social en tanto regula ese lazo, pero como nada es gratuito,
también una tentación a trasponer los límites de lo prohibido, conformada como oscura
culpa, oscuro goce... la culpa es la falta de la que el sujeto es de una u otra manera
responsable"(GEREZ AMBERTIN Marta, 1999:32)
"la ley que inscribe lo prohibido funda la palabra, el deseo, el sujeto del inconsciente, el
sujeto de la culpa, el sujeto del amor... no solo el inconsciente, sino también la culpa y el
amor están estructurados como un lenguaje, esto es, instituidos y legislados"(GEREZ
AMBERTIN Marta, 1999:36)
"la culpa es una categoría psicoanalítica en la que se anudan y confrontan, subjetividad y
ley ... la culpa da cuenta de las innumeras marcas que la ley imprime en la subjetividad, al
mismo tiempo delata lo imprescindible que es al sujeto ya que sin ella la intimidad de la
casa subjetiva no podría esbozarse ni soportarse. Por la culpa, sujeto y civilización se
anudan. Ella articula un saber sobre lo íntimo, lo privado y lo público del sujeto que la
soporta"(GEREZ AMBERTIN Marta, 2004:10)
"la culpa es un saber sobre la ley que permite al sujeto reconocer consciente e
inconscientemente su relación con lo permitido y prohibido...si la culpa es un
padecimiento estructural del ser humano que vocifera sobre la duplicidad que nos
habita"(GEREZ AMBERTIN Marta, 2004:11)
"el sujeto de la culpa, de la falta, dispone de sus actos en virtud de su poder de
deliberación consigo mismo y con el tribunal del Otro social" (GEREZ AMBERTIN, 2004:27)
"la culpa es también una posición subjetiva... ni apaciguar la culpa ni inflacionarla, sino
abordarla por lo que ella presentifica de deseo y de goce. De ahí que no convenga
abordarla frontalmente, sino como propone Lacan:´ transformarla en diversas formas
metabólicas´(LACAN 1956/57:281) se trata de hacerla hablar, pero también, de poder
escuchar lo lateral de su decir"(GEREZ AMBERTIN 2004:82)
"la culpa como una falta ignorada por el sujeto y las múltiples estrategias del sujeto para
circular por dicha falta"(GEREZ AMBERTIN Marta, 2004:85)
"la culpa deja al sujeto suspendido entre la ley, fluctuando entre el deseo y el goce"
(GEREZ AMBERTIN Marta, 2004:87)
"la culpa transita entre lo real que llama al goce(LACAN 1960:800), lo simbólico que lo
interdicta, y lo imaginario que recrea las figuras de la añoranza del padre ideal como
parodia de legislador" esta culpabilidad ligada a un recordatorio del goce procura por el
camino de la coacción de repetición, la restitución de un goce perdido" (GEREZ AMBERTIN
Marta, 2004:88)
"la culpabilidad encubre la falta del Otro, al mismo tiempo que encubre el oscuro goce al
que convoca esa falta... la fisura de la ley nos obliga a repetir las culpas para ocultar la
inconsistencia del Otro"(GEREZ AMBERTIN Marta, 2004:91)
Una de las transmisiones en las que más enfatiza Gerez Ambertín es que el sentimiento de
culpa, de alguna manera engaña, es como una celada. Muestra un dolor del sujeto, pero
oculta el lugar del oscuro goce que mortifica al sujeto. Y esto es fundamental, porque nos
encontramos con la paradoja que la víctima se siente culpable. Con lo que nos
orientaríamos que el dolor de la víctima no es la fuente de la culpabilidad, pero sí el
indicador necesario que la víctima en tanto sujeto, carga con una miseria que la atosiga,
que disfrazada emerge como culpa ante el acto delictivo en cuestión.
La víctima, como todo sujeto, carga con una deuda que siente imperativamente que debe
saldar. Deuda que emerge como sentimiento de culpa, y que inexorablemente tiene una
conexión con el delito. Allí este fundamento insoslayable para proponer a la Justicia
Restaurativa como alternativa para subjetivar el acto transgresor a la Ley tanto en víctima
como en victimario.

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