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Teologia Moral Ensayo

La propuesta del Papa Francisco y el Concilio Vaticano II promueven una renovación de la teología moral enfocada en la persona y en ayudar a los más vulnerables. Ambos piden escuchar a los pobres y marginados, acogerlos con compasión y defender sus derechos, en lugar de condenar. La teología moral debe guiarse por las Escrituras y enfocarse en producir frutos de caridad para el mundo.
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La propuesta del Papa Francisco y el Concilio Vaticano II promueven una renovación de la teología moral enfocada en la persona y en ayudar a los más vulnerables. Ambos piden escuchar a los pobres y marginados, acogerlos con compasión y defender sus derechos, en lugar de condenar. La teología moral debe guiarse por las Escrituras y enfocarse en producir frutos de caridad para el mundo.
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Desarrolle la propuesta de renovación de la teología moral que el Papa Francisco ofrece en el texto leído.

Y, cómo se relaciona esa propuesta de renovación con la propuesta de renovación de la teología moral
desarrollada por el CV II

La propuesta que da el papa francisco en esta carta con motivo del aniversario de San
Alfonso María de Ligorio, es bastante contundente. Es más que todo, una propuesta desde
la cercanía al pobre y al frágil, al que es despreciado y al que no tiene buenas condiciones
sociales.
Apuntando en la misma direccion del concilio Vaticano II cuando nos habla de pasar de
una Iglesia inmadura a una iglesia adulta.
En esta reflexión del Papa vemos la importancia que tiene el pobre el día de hoy.
Invitándonos a llevar un evangelio contundente. Pidiendo a los moralistas tener presente
una propuesta para la comunidad en general, enfocando sus esfuerzos en que el mensaje
misionero llegue a los más alejados de la sociedad de hoy.
Enseñándonos que la cercanía con toda la comunidad, es necesaria para poder llegar a todos
los corazones que están dispersos, al humano que no le ve sentido a su vida, al inteligente
que no sabe de la salvación personal, es alli donde la carta del papa Francisco y el concilio
Vaticano II van de la mano, ambas buscan la salvación de todos por igual, dando un mayor
apoyo al pobre. Como nos lo dice Gaudiun et Spes.

En nuestros días, el género humano, admirado de sus propios descubrimientos y de su


propio poder, se formula con frecuencia preguntas angustiosas sobre la evolución presente
del mundo, sobre el puesto y la misión del hombre en el universo, sobre el sentido de sus
esfuerzos individuales y colectivos, sobre el destino último de las cosas y de la humanidad.
El Concilio, testigo y expositor de la fe de todo el Pueblo de Dios congregado por Cristo,
no puede dar prueba mayor de solidaridad, respeto y amor a toda la familia humana que la
de dialogar con ella acerca de todos estos problemas, aclarárselos a la luz del Evangelio y
poner a disposición del género humano el poder salvador que la Iglesia, conducida por el
Espíritu Santo, ha recibido de su Fundador. Es la persona del hombre la que hay que salvar.
Es la sociedad humana la que hay que renovar. Es, por consiguiente, el hombre; pero el
hombre todo entero, cuerpo y alma, corazón y conciencia, inteligencia y voluntad, quien
será el objeto central de las explicaciones que van a seguir.

La escucha y la acogida de la fragilidad de los hombres y mujeres más abandonados


espiritualmente es uno de los principios olfociano, desde allí hace hincapié el papa, de
buscar métodos para poder llegar a todos estos hombres, siendo atentos a la escucha de los
problemas que se tienen, para poder brindar una buena acogida y y ayudándolos a discernir
el sentido profundo de su existencia a la luz del misterio de Cristo.

Ser abogados de aquellos que no tiene quien pueda defender y poder defenderlos desde
nuestra realidad, como lo son: los ancianos desamparados, los niños abandonados y tantas
personas que sufren por no tener quien abogue por ellos y son despreciados por la
humanidad, aunque muchas veces la sociedad los esclavice y los tenga sometidos a bienes
personales, es esa sociedad que nos invita el papa a poder ayudar en estos tiempos. Siendo
hombres que no solamente tengamos a Cristo en nuestro corazón, sino que también
podamos ver a Cristo en aquel que sufre desprecios y humillaciones, en aquel que no tiene
nada que comer y le toca vender su cuerpo para poder sobre vivir.

Por eso que el vaticano II nos habla de dejar de vivir bajo una moral casuística y pasar a
una moral de estrega a la persona buscando las herramientas necesarias para no condenar a
las personas, sino, saber que Dios las ama cuando se convierten de corazón. Por lo tanto la
el mensaje debe ser preparado Como lo dice la Optatam totius 16:

“Téngase especial cuidado en perfeccionar la teología moral, cuya exposición


científica, nutrida con mayor intensidad por la doctrina de la Sagrada Escritura, deberá
mostrar la excelencia de la vocación de los fieles en Cristo y su obligación de producir
frutos en la caridad para la vida en el mundo”.
Siempre teniendo en cuenta la Escritura como fundamento primordial, pues desde allí
podemos ayudar sin condenar como lo hizo Jesús en su vida pública siempre ayudo y no
condeno a ninguno como lo vemos en (Jn 8,1-11).
San Alfonso, por tanto, “no es ni laxista ni rigorista. Es un realista en el verdadero sentido
Cristiano” porque comprendió bien que «en el corazón mismo del Evangelio está la vida
Comunitaria y el compromiso con los otros» (EG 177).
Por lo tanto debemos de construir una moral apegada a la persona, que no sea tan laxista
pero tampoco tan rigorosa, por eso nos invitan a escuchar, estar atentos a aquel que nos
necesite y poder acogerlo con amor de padre y poder serles sentir que son la mejor creación
de Dios.
La teología moral no debe tener miedo de hacerse eco del grito de los últimos de la
tierra y hacerlo suyo. La dignidad de los frágiles es un deber moral ineludible e inaplazable.
Es necesario atestiguar que el derecho siempre significa solidaridad. Papa Francisco

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